Cómo pedir piedad en 4 idiomas. [Privada]
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Cómo pedir piedad en 4 idiomas. [Privada]
Tenía hambre por supuesto, no moriría por ello pero el frío no me estaba ayudando, las piernas me temblaban y ya no sentía la punta de mis pies. Las dos noches pasadas había conseguido engañar el hambre con pan y leche de dudosa procedencia. Todo robado… No necesité pedir limosna, la cara de las personas al verme expresaban tanta necesidad como yo. Lunargenta es una ciudad grande, movida de día y de noche. El puerto rara vez descansaba, las tabernas siempre abiertas, el mercado iluminado y con bastante seguridad… Apenas te acercabas a los puestos de mercantes los guardias comenzaban a vigilarte, hasta se paraban a tu lado, provocándote, retándote de forma silenciosa que te robaras eso que querías pues la noche iba aburrida y no tenían a quien golpear. Asquerosos perros guardianes. Tienen más sarna que los perros del basurero. Con todo esto enfrente la decisión era fácil, ejecutarla… No tanto, robar sin que te vean es algo que necesita práctica y yo tenía ventaja: Mi vestido.
Logré llevarme dos o tres cosas hace una semana sin que nadie se diera cuenta, tomar, mirar a los lados, esconder, caminar, volver a mirar. Más que una rutina era un hábito. Más que un hábito era mi estilo de vida. Pero… Ya me habían visto pasar varias veces por los mismos sitios, fui muy obvia y…
-Busquenla! Tiene que estar por aquí. Por allá! -Hay veces que se daban cuenta y aquí estoy, escondida en baldes, a la espera de... ¿3 hombres? Según las voces, 3. ¿Tanto para una niña que robó una botella de licor? No me gustaba el licor, pero lo podías cambiar a cualquiera por lo que quisieras, cuando eres vagabundo y tienes licor, tienes la mejor moneda de cambio. -Revisen bien, esa mierdecilla ya me robó la otra noche y el dueño del bar está molesto! -Mierdecilla, esa era nueva. Los gritos se oyen más cerca. Necesitaba irme de mi escondite, los baldes me cubrirán pero apenas se acerquen me verán, aunque es de noche… Puede que no me vean... Sí encuentro con que cubrirme… No, nada hay.
Una brisa fría me heló la piel y temblé por un momento, cerré los ojos me concentré y susurré lo primero que se me vino a la mente “Ir o correr”. La indecisión de qué hacer me estaba poniendo enérgica, mis pies sentían el frío del suelo y mi pecho latía súper rápido, aproveché este subidón para levantarme y correr no sin antes lanzar una piedra hacia mis captores. -Al que le caiga le chupa! -Golpeó en la frente del gordo calvo al que le robé. -Aaaaaghr mierda! Se quejó como un bebé y me causó tanta risa que quise voltear, solo para que el miedo de ver a un hombre alto, de tez oscura y musculoso como un caballo acercarse velozmente con un palo en la mano. Nuevamente agarré impulso y marque la carrera sin rumbo fijo, cruzando por las calles, golpeando gente, mirando ocasionalmente si me seguían.
Amaba esa sensación, era como jugar, era libertad. Si, obvio me podían agarrar y apalear, pasaría la noche jodidamente mal pero… No lo lograrían. Con cada paso mi cuerpo se sentía un poco más caliente. Y de pronto ahí estaba… La fatiga de pasar todo un día sin comer y correr con todo lo que te queda de fuerza.
El puerto, habían suficientes lugares para esconderme ahí. Seguro los pierdo.
Logré llevarme dos o tres cosas hace una semana sin que nadie se diera cuenta, tomar, mirar a los lados, esconder, caminar, volver a mirar. Más que una rutina era un hábito. Más que un hábito era mi estilo de vida. Pero… Ya me habían visto pasar varias veces por los mismos sitios, fui muy obvia y…
-Busquenla! Tiene que estar por aquí. Por allá! -Hay veces que se daban cuenta y aquí estoy, escondida en baldes, a la espera de... ¿3 hombres? Según las voces, 3. ¿Tanto para una niña que robó una botella de licor? No me gustaba el licor, pero lo podías cambiar a cualquiera por lo que quisieras, cuando eres vagabundo y tienes licor, tienes la mejor moneda de cambio. -Revisen bien, esa mierdecilla ya me robó la otra noche y el dueño del bar está molesto! -Mierdecilla, esa era nueva. Los gritos se oyen más cerca. Necesitaba irme de mi escondite, los baldes me cubrirán pero apenas se acerquen me verán, aunque es de noche… Puede que no me vean... Sí encuentro con que cubrirme… No, nada hay.
Una brisa fría me heló la piel y temblé por un momento, cerré los ojos me concentré y susurré lo primero que se me vino a la mente “Ir o correr”. La indecisión de qué hacer me estaba poniendo enérgica, mis pies sentían el frío del suelo y mi pecho latía súper rápido, aproveché este subidón para levantarme y correr no sin antes lanzar una piedra hacia mis captores. -Al que le caiga le chupa! -Golpeó en la frente del gordo calvo al que le robé. -Aaaaaghr mierda! Se quejó como un bebé y me causó tanta risa que quise voltear, solo para que el miedo de ver a un hombre alto, de tez oscura y musculoso como un caballo acercarse velozmente con un palo en la mano. Nuevamente agarré impulso y marque la carrera sin rumbo fijo, cruzando por las calles, golpeando gente, mirando ocasionalmente si me seguían.
Amaba esa sensación, era como jugar, era libertad. Si, obvio me podían agarrar y apalear, pasaría la noche jodidamente mal pero… No lo lograrían. Con cada paso mi cuerpo se sentía un poco más caliente. Y de pronto ahí estaba… La fatiga de pasar todo un día sin comer y correr con todo lo que te queda de fuerza.
El puerto, habían suficientes lugares para esconderme ahí. Seguro los pierdo.
Sophia
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Re: Cómo pedir piedad en 4 idiomas. [Privada]
Las ventas no habían salido muy bien aquel día o mejor dicho los trueques “Al parecer las pieles de ardilla ya no son tan demandadas… tuve que haber traído más fruta” ahora debería ver que hacía con aquellas cosas, quizá marionetas de ardillas “¿Las marionetas de ardillas si se venderían?” Quizá, sonaba algo innovador y posiblemente sorprendería a la gente ¿Qué era lo peor que pasaría? No podían verme más raro de lo que ya hacían.
- Fred, Fred. – Aquella voz bastó para sacarme de mis profundos pensamientos, aparte de que al parecer la chica me llevaba empujando hace rato. – Ya está oscureciendo ¿En serio debemos regresar a esta hora?
- Pues sí, no veo el problema. – Respondí ladeando la cabeza, no veía porque no podríamos regresar al bosque.
- Ya sabes… aún no me gusta viajar a estas horas.
- De acuerdo, supongo que podemos buscar un callejón que no tenga vagabundos y…
- ¿No es mejor pagar un hostal? – Hice una mueca mientras metía las manos en mis bolsillos, había dejado todo el dinero, así que la respuesta fue una negación con la cabeza. – Bien… que sea un callejón no muy sucio. – Dijo finalmente Delilah con resignación.
- O los techos, los techos suelen ser agradables para dormir. – Le aseguré mientras retomaba la caminata, no había tenido malas experiencias en los techos “Solo carme y partirme una que otra cosa… y ver como una elfa se caía y moría… y también me partieron la nariz una vez allí” Cielos, cuantos recuerdos.
Era extraño estar en la ciudad, estaba acostumbrado a la calma del bosque y los sonidos de la naturaleza, como el río fluir “Aunque escuchar orinar a un vagabundo junto a las cavernas podía asemejarse un poco… luego de todo, el líquido también fluida” Pero esa no era lo único extraño, también estaba la actividad nocturna, en vez de animales a veces me conseguía con gente comportándose como animales “Quizá la cosa sea diferente lejos de las tabernas… si, es lo más seguro” – Mejor nos alejamos de aquí. – Le susurré a la pelirroja tomándola del brazo para tomar rumbo a una calle menos turbia.
Aquella vez el rumbo tomado fue en dirección a las casas cercanas al puerto, no eran tan altas pero también servirían como refugio temporal. Escalé con cuidado una canaleta de la casa más cercana y esperé en el tejado, observando como Delilah me imitaba, era interesante contemplar como la chica había evolucionado desde que nos habíamos conocido, de ser una pequeña traumada a una casi adulta con uno que otro trauma aún “Se supone… que debería sentirme bien” era lo más correcto, aunque desde hace algún tiempo los sentimientos parecían huir voluntariamente.
- ¿Ahora…qué? – Preguntó la chica limpiándose las manos en su camisa, llenándola de suciedad.
- Buscar el sitio con la mejor vista, aún tengo un ojo sano que puede apreciar el mundo. – Contesté mientras caminaba con cuidado tratando de no hacer ruido, todo iba bien hasta que un ruido me llamó la atención, aunque cualquier grito siempre servía para captar mi tensión, tanto aquí como en el bosque. Levanté la mano para que Delilah se detuviera, aunque ella también se había percatado y se había acercado para sujetarme el brazo.
- ¿Qué fue eso? – Dijo ella casi en un susurro, con cierto miedo en su tono de voz.
- No sé, mi ojo es de hielo, no de halcón. – Me concentré lo mejor que pude en las calles, oía pisadas claramente, eso significaba que perseguían a alguien “Seguro a otro deudor o maleante, nada de qué preocuparme.” – No veo nada peligroso, mejor sigamos
- Espera, mira allí. – La pelirroja apuntó a una silueta que no había notado, al parecer era una chica a quien seguían. – Está en problemas… deberíamos ayudar… o deberías.
- Seguro no la atrapan.
- ¡Vamos, Fred! – Protestó ella en voz baja.
- Cielos… bien, esperemos entonces a ver qué sucede.
- Fred, Fred. – Aquella voz bastó para sacarme de mis profundos pensamientos, aparte de que al parecer la chica me llevaba empujando hace rato. – Ya está oscureciendo ¿En serio debemos regresar a esta hora?
- Pues sí, no veo el problema. – Respondí ladeando la cabeza, no veía porque no podríamos regresar al bosque.
- Ya sabes… aún no me gusta viajar a estas horas.
- De acuerdo, supongo que podemos buscar un callejón que no tenga vagabundos y…
- ¿No es mejor pagar un hostal? – Hice una mueca mientras metía las manos en mis bolsillos, había dejado todo el dinero, así que la respuesta fue una negación con la cabeza. – Bien… que sea un callejón no muy sucio. – Dijo finalmente Delilah con resignación.
- O los techos, los techos suelen ser agradables para dormir. – Le aseguré mientras retomaba la caminata, no había tenido malas experiencias en los techos “Solo carme y partirme una que otra cosa… y ver como una elfa se caía y moría… y también me partieron la nariz una vez allí” Cielos, cuantos recuerdos.
Era extraño estar en la ciudad, estaba acostumbrado a la calma del bosque y los sonidos de la naturaleza, como el río fluir “Aunque escuchar orinar a un vagabundo junto a las cavernas podía asemejarse un poco… luego de todo, el líquido también fluida” Pero esa no era lo único extraño, también estaba la actividad nocturna, en vez de animales a veces me conseguía con gente comportándose como animales “Quizá la cosa sea diferente lejos de las tabernas… si, es lo más seguro” – Mejor nos alejamos de aquí. – Le susurré a la pelirroja tomándola del brazo para tomar rumbo a una calle menos turbia.
Aquella vez el rumbo tomado fue en dirección a las casas cercanas al puerto, no eran tan altas pero también servirían como refugio temporal. Escalé con cuidado una canaleta de la casa más cercana y esperé en el tejado, observando como Delilah me imitaba, era interesante contemplar como la chica había evolucionado desde que nos habíamos conocido, de ser una pequeña traumada a una casi adulta con uno que otro trauma aún “Se supone… que debería sentirme bien” era lo más correcto, aunque desde hace algún tiempo los sentimientos parecían huir voluntariamente.
- ¿Ahora…qué? – Preguntó la chica limpiándose las manos en su camisa, llenándola de suciedad.
- Buscar el sitio con la mejor vista, aún tengo un ojo sano que puede apreciar el mundo. – Contesté mientras caminaba con cuidado tratando de no hacer ruido, todo iba bien hasta que un ruido me llamó la atención, aunque cualquier grito siempre servía para captar mi tensión, tanto aquí como en el bosque. Levanté la mano para que Delilah se detuviera, aunque ella también se había percatado y se había acercado para sujetarme el brazo.
- ¿Qué fue eso? – Dijo ella casi en un susurro, con cierto miedo en su tono de voz.
- No sé, mi ojo es de hielo, no de halcón. – Me concentré lo mejor que pude en las calles, oía pisadas claramente, eso significaba que perseguían a alguien “Seguro a otro deudor o maleante, nada de qué preocuparme.” – No veo nada peligroso, mejor sigamos
- Espera, mira allí. – La pelirroja apuntó a una silueta que no había notado, al parecer era una chica a quien seguían. – Está en problemas… deberíamos ayudar… o deberías.
- Seguro no la atrapan.
- ¡Vamos, Fred! – Protestó ella en voz baja.
- Cielos… bien, esperemos entonces a ver qué sucede.
Fredericksen
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Re: Cómo pedir piedad en 4 idiomas. [Privada]
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Reivy Abadder
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