Despertar [Privado] [Cerrado]
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Despertar [Privado] [Cerrado]
Abrí los ojos y me erguí. Estaba en... un claro. ¿Había funcionado? ¿Habíamos... vuelto a Aerandir?
Me llevé la mano a la cabeza. Algo era distinto. Mi pelaje estaba ennegrecido. Comprobé mi cuerpo. Había perdido partes de él. Y las heridas que había tenido parecían haberse podrido. No dolían, pero... fruncí el ceño. ¿Que me había pasado? ¿Y el resto...?
Miré alrededor. Syl estaba allí, sentado y de espaldas.
-Syl.- le llamé. El gato reaccionó, alzando ligeramente la cabeza. Sin embargo, no se dio la vuelta. Pude ver como había dejado sus guantes a un lado. -¿Que ha pasado?- pregunté, dando aproximándome.
-No te acerques.- dijo. Me detuve al instante, preocupado. Tras una pausa, continuó. -Por favor. Es... estoy horrible. No sé que nos ha hecho esa bruja.-
Suspiré. Algo en mi pecho empezó a arder. Aquel había sido el precio a pagar.
-No creo que esté mejor que tú. Estamos juntos en esto.- dije. -Voy a acercarme, ¿de acuerdo?- El gato no respondió, pero tampoco se opuso. Lentamente, le rodeé. Tenía unas notables marcas negruzcas en el hocico, similar a la de un fuerte arañazo. Al igual que con mi pelaje, se había oscurecido. No era tan horrible como el gato consideraba, pero era cierto que resultaba algo grotesco. Le abracé. -No es tan malo. Pero... Lo siento.- susurré.
Tras unos minutos, me levanté. Tenía solo una idea en mente.
-Les haremos pagar.- aseguré. -A todos. No van a deshacerse de nosotros tan fácilmente.- Tras todo lo que habíamos hecho... El que nos hubiesen respondido así no podía quedar impune. Ayudé al gato a levantarse. Se puso los guantes de nuevo. No parecía estar herido fisicamente, solo cansado.
-Vamos. Volvamos a casa.- Podía ver Dundarak en la distancia. No nos llevaría demasiado.
Nos aseguramos de entrar discretamente, evitando las puertas y las calles principales. Nada demasiado difícil para nosotros. Finalmente, llegamos hasta la mansión de Irirgo. Sin llaves en mano, llamé a la puerta. Tras unos segundos, Oshu la abrió, mirándonos con ciertas reservas.
-Oshu. Hemos vuelto. No preguntes, intentaron matarnos.- dije. El hombre perro me miró con cara de pocos amigos.
-No tengo ni idea de quien eres.- respondió, completamente serio. -¿Cómo sabes mi nombre?-
-¿Como que...?- fruncí el ceño. -Soy Asher. De Áruent.- le recordé, adelantándome con un gruñido. El hombre perro pareció sorprendido ante la mención de mi pueblo natal. -Rapogae, rok-ifil. Eark nat?-
-Risel durae, stifil.- se disculpó. Abrí los ojos, sorprendido. No me recordaba. Y me daba la sensación de que Oshu no sería el único.
-¿Y Kothán?- preguntó Syl a mi espalda. -¿Eltrant? ¿Harambe?-
-Kothán está fuera. No sé quien es Eltrant. Y no sé nada de Harambe desde la Gran Caza. Si estuvisteis allí, no os vi. Volved con la Factoría. Aquí no hay nada para vosotros.- advirtió, casi gruñendo. Estaba tenso, pero también confuso. No nos recordaba, y tampoco a Eltrant. Empezaba a sospechar.
No dije nada. Solo retrocedí. Syl se quedó mirando a Oshu durante unos segundos. No le miré a los ojos. Podía imaginarme lo que sentía.
-¿Y ahora?- preguntó Syl.
Estábamos a las afueras de Dundarak. Entrar no nos había servido de nada. Suspiré. No podíamos quedarnos allí sin más. Apenas habíamos vuelto del Oblivion, y la situación no había mejorado.
-Eltrant. Él estuvo allí.- propuse. -Quizás esté en su taller.- No sabía si había acabado en el sur, siquiera. O si se había despertado aún. Pero valía la pena probar. Como mínimo... estaba seguro de que no le importaría si nos refugiabamos allí mientras él no estaba.
Syl parecía inseguro, pero no aportó ninguna otra idea.
-No hace falta que te vea. Hablaré yo.- aseguré. -¿Listo?-
Asintió. Desabroché el Grimorio Blanco y pasé las páginas, preparando la runa para teletransportarnos a su herrería.
Me llevé la mano a la cabeza. Algo era distinto. Mi pelaje estaba ennegrecido. Comprobé mi cuerpo. Había perdido partes de él. Y las heridas que había tenido parecían haberse podrido. No dolían, pero... fruncí el ceño. ¿Que me había pasado? ¿Y el resto...?
Miré alrededor. Syl estaba allí, sentado y de espaldas.
-Syl.- le llamé. El gato reaccionó, alzando ligeramente la cabeza. Sin embargo, no se dio la vuelta. Pude ver como había dejado sus guantes a un lado. -¿Que ha pasado?- pregunté, dando aproximándome.
-No te acerques.- dijo. Me detuve al instante, preocupado. Tras una pausa, continuó. -Por favor. Es... estoy horrible. No sé que nos ha hecho esa bruja.-
Suspiré. Algo en mi pecho empezó a arder. Aquel había sido el precio a pagar.
-No creo que esté mejor que tú. Estamos juntos en esto.- dije. -Voy a acercarme, ¿de acuerdo?- El gato no respondió, pero tampoco se opuso. Lentamente, le rodeé. Tenía unas notables marcas negruzcas en el hocico, similar a la de un fuerte arañazo. Al igual que con mi pelaje, se había oscurecido. No era tan horrible como el gato consideraba, pero era cierto que resultaba algo grotesco. Le abracé. -No es tan malo. Pero... Lo siento.- susurré.
Tras unos minutos, me levanté. Tenía solo una idea en mente.
-Les haremos pagar.- aseguré. -A todos. No van a deshacerse de nosotros tan fácilmente.- Tras todo lo que habíamos hecho... El que nos hubiesen respondido así no podía quedar impune. Ayudé al gato a levantarse. Se puso los guantes de nuevo. No parecía estar herido fisicamente, solo cansado.
-Vamos. Volvamos a casa.- Podía ver Dundarak en la distancia. No nos llevaría demasiado.
[. . .]
Nos aseguramos de entrar discretamente, evitando las puertas y las calles principales. Nada demasiado difícil para nosotros. Finalmente, llegamos hasta la mansión de Irirgo. Sin llaves en mano, llamé a la puerta. Tras unos segundos, Oshu la abrió, mirándonos con ciertas reservas.
-Oshu. Hemos vuelto. No preguntes, intentaron matarnos.- dije. El hombre perro me miró con cara de pocos amigos.
-No tengo ni idea de quien eres.- respondió, completamente serio. -¿Cómo sabes mi nombre?-
-¿Como que...?- fruncí el ceño. -Soy Asher. De Áruent.- le recordé, adelantándome con un gruñido. El hombre perro pareció sorprendido ante la mención de mi pueblo natal. -Rapogae, rok-ifil. Eark nat?-
-Risel durae, stifil.- se disculpó. Abrí los ojos, sorprendido. No me recordaba. Y me daba la sensación de que Oshu no sería el único.
-¿Y Kothán?- preguntó Syl a mi espalda. -¿Eltrant? ¿Harambe?-
-Kothán está fuera. No sé quien es Eltrant. Y no sé nada de Harambe desde la Gran Caza. Si estuvisteis allí, no os vi. Volved con la Factoría. Aquí no hay nada para vosotros.- advirtió, casi gruñendo. Estaba tenso, pero también confuso. No nos recordaba, y tampoco a Eltrant. Empezaba a sospechar.
No dije nada. Solo retrocedí. Syl se quedó mirando a Oshu durante unos segundos. No le miré a los ojos. Podía imaginarme lo que sentía.
[. . .]
-¿Y ahora?- preguntó Syl.
Estábamos a las afueras de Dundarak. Entrar no nos había servido de nada. Suspiré. No podíamos quedarnos allí sin más. Apenas habíamos vuelto del Oblivion, y la situación no había mejorado.
-Eltrant. Él estuvo allí.- propuse. -Quizás esté en su taller.- No sabía si había acabado en el sur, siquiera. O si se había despertado aún. Pero valía la pena probar. Como mínimo... estaba seguro de que no le importaría si nos refugiabamos allí mientras él no estaba.
Syl parecía inseguro, pero no aportó ninguna otra idea.
-No hace falta que te vea. Hablaré yo.- aseguré. -¿Listo?-
Asintió. Desabroché el Grimorio Blanco y pasé las páginas, preparando la runa para teletransportarnos a su herrería.
Última edición por Asher Daregan el Jue Jun 11 2020, 21:32, editado 1 vez
Asher Daregan
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Re: Despertar [Privado] [Cerrado]
Empujó la puerta del taller y, según esta se abría con un sonoro crujido, se quedó a mirar el interior desde dónde estaba, sin atreverse a entrar por alguna razón que no terminaba de saber.
Estaba vacío, desordenado.
Era lo que esperaba, había sido muy ingenuo pretendiendo que hubiese alguien ahí adentro, que estuviese ella. Se adentró en el taller, cerrando tras de sí. Una fina capa de polvo lo cubría todo, algo que de lo que se encargó de asegurarse deslizando las yemas de su mano derecha sobre el mostrador del taller.
Inspirando profundamente, dejó caer todo su equipo de mala manera en el suelo, tomando después ambas espadas entre la marabunta de metal con la que cargaba y las colocó sobre el mostrador.
Las dos mitades de Olvido y Recuerdo.
- A este lugar le vendría bien una manita de… de todo. ¿Te has planteado limpiar alguna vez, Mortal? No es muy difícil. – Se giró sobre sí mismo para ver a Lyn sentada sobre una de las tantas mesas de su taller, sonriéndole como de costumbre.
Como si no hubiese pasado nada.
- Vete. – Respondió Eltrant prácticamente en un gruñido, comenzando a ordenar las cosas de mala gana, más por instinto que por querer hacerlo realmente.
- ¿Qué me vaya? – La ojiazul se recolocó sobre la mesa, tumbándose sobre esta y sujetando su cabeza con ambas manos. - ¿Cómo voy a dejar a mi lacayo? ¿Qué puedes hacer tú sin mí? ¿Eh? – Eltrant tensó la mandíbula al oír aquellas preguntas y, tras dejar caer al suelo lo que tenía entre manos, se giró a mirar a su acompañante.
- Tú no eres ella. – dijo, arrastrando cada silaba de aquella frase, entrecerrando los ojos tímidamente según la señalaba.
- ¡¿Qué?! ¡¿Cómo te atreves?! – dijo, fingiendo ofensa. - Me ofendes, Mortal. ¡Ofensa inimaginable! ¿¡Cómo que yo no soy yo!?– dijo, limpiándose su ya conocida lagrima imaginaria.
- Es de día. – Musitó este de vuelta, agachando la cabeza y apoyándose sobre el mostrador. – Y estás al lado de la ventana. - Agregó metiendo la mano en el bolsillo y cerrándola alrededor del papel arrugado del que no se separaba desde que apareció en la playa.
- ¡Oh! Pues tienes razón... – Comentó vampiresa, bajándose de una mesa que seguía con la misma cantidad de polvo encima y ladeando la cabeza con curiosidad, comenzando a pasar su mano a través del solitario rayo de luz. – ¿…tanto la echas de menos? – Preguntó entonces Lyn, antes de que el portal de la herrería se activase de improviso y atrajese la atención de Eltrant.
Sin pensárselo demasiado, el castaño colocó una de las sillas del taller frente al portal y, tras sentarse en ella, desenvainó a Recuerdo y la colocó en su regazo, expectante de quien podía ser la persona que venía desde Quintaesencia.
Todo el mundo le había olvidado, así que probablemente hubiesen convertido aquello en una especie de “atajo” a Lunargenta. Lo único que tenía que hacer era asustar a al viajero para que volviese al norte.
Suspiró profundamente y volvió a mirar al lugar en el que había estado Lyn, encontrándose con que esta había desaparecido.
Estaba vacío, desordenado.
Era lo que esperaba, había sido muy ingenuo pretendiendo que hubiese alguien ahí adentro, que estuviese ella. Se adentró en el taller, cerrando tras de sí. Una fina capa de polvo lo cubría todo, algo que de lo que se encargó de asegurarse deslizando las yemas de su mano derecha sobre el mostrador del taller.
Inspirando profundamente, dejó caer todo su equipo de mala manera en el suelo, tomando después ambas espadas entre la marabunta de metal con la que cargaba y las colocó sobre el mostrador.
Las dos mitades de Olvido y Recuerdo.
- A este lugar le vendría bien una manita de… de todo. ¿Te has planteado limpiar alguna vez, Mortal? No es muy difícil. – Se giró sobre sí mismo para ver a Lyn sentada sobre una de las tantas mesas de su taller, sonriéndole como de costumbre.
Como si no hubiese pasado nada.
- Vete. – Respondió Eltrant prácticamente en un gruñido, comenzando a ordenar las cosas de mala gana, más por instinto que por querer hacerlo realmente.
- ¿Qué me vaya? – La ojiazul se recolocó sobre la mesa, tumbándose sobre esta y sujetando su cabeza con ambas manos. - ¿Cómo voy a dejar a mi lacayo? ¿Qué puedes hacer tú sin mí? ¿Eh? – Eltrant tensó la mandíbula al oír aquellas preguntas y, tras dejar caer al suelo lo que tenía entre manos, se giró a mirar a su acompañante.
- Tú no eres ella. – dijo, arrastrando cada silaba de aquella frase, entrecerrando los ojos tímidamente según la señalaba.
- ¡¿Qué?! ¡¿Cómo te atreves?! – dijo, fingiendo ofensa. - Me ofendes, Mortal. ¡Ofensa inimaginable! ¿¡Cómo que yo no soy yo!?– dijo, limpiándose su ya conocida lagrima imaginaria.
- Es de día. – Musitó este de vuelta, agachando la cabeza y apoyándose sobre el mostrador. – Y estás al lado de la ventana. - Agregó metiendo la mano en el bolsillo y cerrándola alrededor del papel arrugado del que no se separaba desde que apareció en la playa.
- ¡Oh! Pues tienes razón... – Comentó vampiresa, bajándose de una mesa que seguía con la misma cantidad de polvo encima y ladeando la cabeza con curiosidad, comenzando a pasar su mano a través del solitario rayo de luz. – ¿…tanto la echas de menos? – Preguntó entonces Lyn, antes de que el portal de la herrería se activase de improviso y atrajese la atención de Eltrant.
Sin pensárselo demasiado, el castaño colocó una de las sillas del taller frente al portal y, tras sentarse en ella, desenvainó a Recuerdo y la colocó en su regazo, expectante de quien podía ser la persona que venía desde Quintaesencia.
Todo el mundo le había olvidado, así que probablemente hubiesen convertido aquello en una especie de “atajo” a Lunargenta. Lo único que tenía que hacer era asustar a al viajero para que volviese al norte.
Suspiró profundamente y volvió a mirar al lugar en el que había estado Lyn, encontrándose con que esta había desaparecido.
Eltrant Tale
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Re: Despertar [Privado] [Cerrado]
Entré a la ciudad rodeándola, buscando por una mínima grieta poco conocida en la muralla. Desde que dimos con ella aquella vez, la había bloqueado simplemente con arcilla para evitar que alguien más huyese por ella, con el debido efecto que eso tenía en entrar.
Sin embargo; seguía siendo arcilla, y por eso a mí no podía detenerme.
Pestañeé una vez, consciente del brillo en mis ojos; pero de nada más. No sabía de dónde había salido, y no tenía claro cuando... Vulwulfar, me parecía. Había estado "sufriendo" desde entonces, la última vez hace un par días en Roilkat, poco antes de marcharme. El hombre al que iba a pagar viaje se ofreció a llevarme, y luego... luego todos se me vinieron encima, todos diciendo lo mismo que ya había oído unas veinte veces. El brillo de los ojos. De qué era un héroe. Sonreí un poco entonces, sí... ¿era cierto, suponía?
Aunque cada mención me lo recordase menos cierto.
Ahora que lo pensaba, no me había marchado de Roilkat. Había huído. Cómo de Vulwulfar. Cómo de Sandorai. Éste último por una razón que ya no recordaba, cómo la misma que podría haber tenido para haber hecho aquello. Tomé aire por la boca, con un toque de nerviosimo de que la próxima exhalación no sería de mi boca, ni siquiera mía, sino sobre mi cuello.
Avancé lentamente, con cuidado. Intentando ser sigiloso: me había arrancado la armadura y guardado las partes dentro del golem. Estuve a punto de tirarla, por ver si eso ayudaba a que se me reconociese menos, igual que el hacha. No tuve el corazón de hacerlo.
...Ni el bolsillo. Buen material, mejor trabajo. También tenía una runa... no había sido obra mía, puede que fuese el estrés acumulado de cada lugar donde ponía pie y que hubiese alguien que pudiese hablar – o, lo que parecía últimamente, alguien que no pudiese callarse; pero estuvo cerca de estallarme el craneo solo intentando empezar a comprender el encantamiento. Algo de sangre, luz. Si era de sangre... ¿sería la mía? Bien ahí elfo estúpido. Hacen una runa con tu sangre y ni recuerdas quien.
Reí en voz baja, mordiendome el labio al recordar que podría provocar una estampida. Ah.
No se me hacía que me moviese fuera de Sandorai por aquello, a diferencia de las ciudades. Nunca me había gustado demasiada atención de gente que no conocía, y ahora todos parecían conocerme. No a Anders. El héroe que había detrás. Tenía un par de conocidos en ambas ciudades y pequeñas villas a lo largo de los campos de Verisar, en algunas que habia hecho algún encargo. Muchos sabían del árbol.
Ninguno sabía nada más de mí. A un nivel intelectual podía entender que ayudar al árbol más grande de Sandorai, lo que es decir del mundo, fuese mucho más impresionante que aquella vez que repare un techo; pero era el único tema.
Apreté los dientes. Lo único que yo recordaba era una explosión de luz. Un meteoro impactando en la copa. Al vampiro y la bruja que prometí sacar saliendo heridos. Haber traicionado a personas de confianza. Aceleré el paso, irritado. Todos estaban mal. Yo estaba mal. No merecía esto.
Tampoco lo quería.
Héroe, héroe, héroe, héroe, héroe héroe héroe héroe héroe.
No sabía que era… enloquecer. Pero sentía que si lo escuchaba una vez más, iba a hacerl-
—¡Ooooooooooh!
Temblé en mi lugar sin saltar viendo de reojo a un lado. Mierda. Ni lo digas, maldito inf-
—¡Es uno de los héroes!
…La puta que lo parió.
Sin embargo; seguía siendo arcilla, y por eso a mí no podía detenerme.
Pestañeé una vez, consciente del brillo en mis ojos; pero de nada más. No sabía de dónde había salido, y no tenía claro cuando... Vulwulfar, me parecía. Había estado "sufriendo" desde entonces, la última vez hace un par días en Roilkat, poco antes de marcharme. El hombre al que iba a pagar viaje se ofreció a llevarme, y luego... luego todos se me vinieron encima, todos diciendo lo mismo que ya había oído unas veinte veces. El brillo de los ojos. De qué era un héroe. Sonreí un poco entonces, sí... ¿era cierto, suponía?
Aunque cada mención me lo recordase menos cierto.
Ahora que lo pensaba, no me había marchado de Roilkat. Había huído. Cómo de Vulwulfar. Cómo de Sandorai. Éste último por una razón que ya no recordaba, cómo la misma que podría haber tenido para haber hecho aquello. Tomé aire por la boca, con un toque de nerviosimo de que la próxima exhalación no sería de mi boca, ni siquiera mía, sino sobre mi cuello.
Avancé lentamente, con cuidado. Intentando ser sigiloso: me había arrancado la armadura y guardado las partes dentro del golem. Estuve a punto de tirarla, por ver si eso ayudaba a que se me reconociese menos, igual que el hacha. No tuve el corazón de hacerlo.
...Ni el bolsillo. Buen material, mejor trabajo. También tenía una runa... no había sido obra mía, puede que fuese el estrés acumulado de cada lugar donde ponía pie y que hubiese alguien que pudiese hablar – o, lo que parecía últimamente, alguien que no pudiese callarse; pero estuvo cerca de estallarme el craneo solo intentando empezar a comprender el encantamiento. Algo de sangre, luz. Si era de sangre... ¿sería la mía? Bien ahí elfo estúpido. Hacen una runa con tu sangre y ni recuerdas quien.
Reí en voz baja, mordiendome el labio al recordar que podría provocar una estampida. Ah.
No se me hacía que me moviese fuera de Sandorai por aquello, a diferencia de las ciudades. Nunca me había gustado demasiada atención de gente que no conocía, y ahora todos parecían conocerme. No a Anders. El héroe que había detrás. Tenía un par de conocidos en ambas ciudades y pequeñas villas a lo largo de los campos de Verisar, en algunas que habia hecho algún encargo. Muchos sabían del árbol.
Ninguno sabía nada más de mí. A un nivel intelectual podía entender que ayudar al árbol más grande de Sandorai, lo que es decir del mundo, fuese mucho más impresionante que aquella vez que repare un techo; pero era el único tema.
Apreté los dientes. Lo único que yo recordaba era una explosión de luz. Un meteoro impactando en la copa. Al vampiro y la bruja que prometí sacar saliendo heridos. Haber traicionado a personas de confianza. Aceleré el paso, irritado. Todos estaban mal. Yo estaba mal. No merecía esto.
Tampoco lo quería.
Héroe, héroe, héroe, héroe, héroe héroe héroe héroe héroe.
No sabía que era… enloquecer. Pero sentía que si lo escuchaba una vez más, iba a hacerl-
—¡Ooooooooooh!
Temblé en mi lugar sin saltar viendo de reojo a un lado. Mierda. Ni lo digas, maldito inf-
—¡Es uno de los héroes!
…La puta que lo parió.
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Re: Despertar [Privado] [Cerrado]
Pese a lo que esperaba, había alguien en la herrería. Un humano, anciano... y armado.
Armado con una espada que conocía.
Gruñí durante apenas medio segundo antes de notarlo. El olor. Fruncí el ceño, arrugando el hocico. Era él. La runa que le había tatuado...
-Eltrant.- dije. Syl se mantuvo atrás, evitando mirarle. Suspiré. Le había pasado a él también, entonces. -...Este ha sido el precio de volver, ¿hmm?- Su aspecto era... mucho mayor a lo que debía ser. Imaginaba que el resto había pasado por una situación similar. No fue un reencuentro alegre, pese a que no nos habíamos visto desde que atravesó el portal. Me acerqué, tomando otra de las sillas para sentarme. Syl se quedó más cerca de la forja en sí, aún dándonos la espalda pero sin salir de la habitación.
-¿Cuanto tiempo llevas despierto?- pregunté. No podían haber pasado tantos años. -Sólo llevamos unas horas. Fuimos a la mansión en Dundarak. Oshu no nos recuerda. Creo que nadie lo hace.- declaré. Me sentía cansado. Suponía que no era el único. -¿Podemos descansar aquí?- pregunté. -No mucho tiempo, sólo... hasta tener más claro a donde ir.-
Ver el estado en el que estaba Syl no ayudaba. Podía sentirlo. Lo mucho que dolía, y lo poco que podía hacer al respecto. Me quedé callado, sin saber que decir.
-No pueden vernos así.- dijo el gato. -Parecemos cadáveres. Enfermos, como poco. No podemos ir con la cara descubierta.- La certeza de su tono lo hacía aún más difícil. Indignación, resignación, tristeza, furia... notaba todo aquello sólo por su lenguaje corporal. Y aun así, decía la verdad.
-...Es cierto.- admití. Suspiré de nuevo. -Tengo... alguna idea, si puedes esperar. Puedo conseguir algo.- dije, pensativo. Si me habían olvidado realmente... -¿Puedes trabajar? Necesito algo para no hacer ruido. Botas de cuero.- Se me hacía extraño hacerle esa petición tan pronto. Pero podía pagárselo.
Busqué en una de las bolsas encantadas que tenía. Aquel trozo de piedra había sido completamente inútil. No debía haberlo llevado conmigo todo ese tiempo. Se lo presenté a Eltrant.
-Es un fragmento del meteorito del día de la Alianza. Sé que tiene propiedades especiales.- expliqué. -Es tuyo.- Estaba seguro de que el herrero podría hacer algo digno de mención con aquello, incluso si tan sólo ese fragmento no era suficiente para un arma entera. -...Y gracias.-
No me quedé mucho más. Salí por la puerta, directamente a la entrada más cercana a las catacumbas. Por fortuna para mi, aún recordaba los accesos escondidos. Si seguían siendo los mismos...
Syl se quedó algo incómodo. La repentina salida de Asher le dejaba a solas con Eltrant. Quizás el lobo no lo había notado, pero él sí. Faltaba algo.
Faltaba alguien.
-¿Donde está Lyn?- preguntó. La vampiresa no estaba allí, ni oculta en ninguna de las habitaciones. Syl tragó saliva, esperando la respuesta de Eltrant. Y se quedó callado un tiempo más, pensando en aquello. -...Necesito una máscara.- dijo finalmente.
Tomó aire. Aquello le era difícil.
-Quizás adaptar mi armadura. Hacerla más sutil en la oscuridad.- sugirió. El humano no era precisamente alguien sigiloso, pero confiaba de sobra en su habilidad para crear esa clase de objetos. -...Asher quiere vengarse de los que nos traicionaron. Yo también. Nos han quitado más de lo que creía.-
Armado con una espada que conocía.
Gruñí durante apenas medio segundo antes de notarlo. El olor. Fruncí el ceño, arrugando el hocico. Era él. La runa que le había tatuado...
-Eltrant.- dije. Syl se mantuvo atrás, evitando mirarle. Suspiré. Le había pasado a él también, entonces. -...Este ha sido el precio de volver, ¿hmm?- Su aspecto era... mucho mayor a lo que debía ser. Imaginaba que el resto había pasado por una situación similar. No fue un reencuentro alegre, pese a que no nos habíamos visto desde que atravesó el portal. Me acerqué, tomando otra de las sillas para sentarme. Syl se quedó más cerca de la forja en sí, aún dándonos la espalda pero sin salir de la habitación.
-¿Cuanto tiempo llevas despierto?- pregunté. No podían haber pasado tantos años. -Sólo llevamos unas horas. Fuimos a la mansión en Dundarak. Oshu no nos recuerda. Creo que nadie lo hace.- declaré. Me sentía cansado. Suponía que no era el único. -¿Podemos descansar aquí?- pregunté. -No mucho tiempo, sólo... hasta tener más claro a donde ir.-
Ver el estado en el que estaba Syl no ayudaba. Podía sentirlo. Lo mucho que dolía, y lo poco que podía hacer al respecto. Me quedé callado, sin saber que decir.
-No pueden vernos así.- dijo el gato. -Parecemos cadáveres. Enfermos, como poco. No podemos ir con la cara descubierta.- La certeza de su tono lo hacía aún más difícil. Indignación, resignación, tristeza, furia... notaba todo aquello sólo por su lenguaje corporal. Y aun así, decía la verdad.
-...Es cierto.- admití. Suspiré de nuevo. -Tengo... alguna idea, si puedes esperar. Puedo conseguir algo.- dije, pensativo. Si me habían olvidado realmente... -¿Puedes trabajar? Necesito algo para no hacer ruido. Botas de cuero.- Se me hacía extraño hacerle esa petición tan pronto. Pero podía pagárselo.
Busqué en una de las bolsas encantadas que tenía. Aquel trozo de piedra había sido completamente inútil. No debía haberlo llevado conmigo todo ese tiempo. Se lo presenté a Eltrant.
-Es un fragmento del meteorito del día de la Alianza. Sé que tiene propiedades especiales.- expliqué. -Es tuyo.- Estaba seguro de que el herrero podría hacer algo digno de mención con aquello, incluso si tan sólo ese fragmento no era suficiente para un arma entera. -...Y gracias.-
No me quedé mucho más. Salí por la puerta, directamente a la entrada más cercana a las catacumbas. Por fortuna para mi, aún recordaba los accesos escondidos. Si seguían siendo los mismos...
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Syl se quedó algo incómodo. La repentina salida de Asher le dejaba a solas con Eltrant. Quizás el lobo no lo había notado, pero él sí. Faltaba algo.
Faltaba alguien.
-¿Donde está Lyn?- preguntó. La vampiresa no estaba allí, ni oculta en ninguna de las habitaciones. Syl tragó saliva, esperando la respuesta de Eltrant. Y se quedó callado un tiempo más, pensando en aquello. -...Necesito una máscara.- dijo finalmente.
Tomó aire. Aquello le era difícil.
-Quizás adaptar mi armadura. Hacerla más sutil en la oscuridad.- sugirió. El humano no era precisamente alguien sigiloso, pero confiaba de sobra en su habilidad para crear esa clase de objetos. -...Asher quiere vengarse de los que nos traicionaron. Yo también. Nos han quitado más de lo que creía.-
Asher Daregan
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Re: Despertar [Privado] [Cerrado]
Eran dos hombres-bestia.
No tenían buen aspecto, en sí parecían…
- ¿Asher? ¿Syl? – Bajó la mirada hasta su espada al oír al perro de pelaje negro pronunciar su nombre y, tras frotarse el entrecejo durante unos instantes, la dejó a un lado. - Llevo… despierto unos tres días. Pero ha pasado un mes desde que estuvimos encerrados en el Oblivion. – dijo acompasando su tono de voz al de los recién llegados, aliviado por ver unas caras conocidas que… le reconocían. – A mí tampoco me recuerda nadie. – dijo enterrando su cara entre sus manos durante unos instantes.
Nadie.
Estaba inexplicablemente cansado, una parte de él se había quedado atrapada en el Oblivion, estaba seguro. No solo él, Asher y Syl… todos debían de haber pagado algún precio para salir de allí.
¿Cuál había sido exactamente? ¿La posibilidad de relacionarse con los demás de forma normal? ¿Su propia existencia en Aerandir?
- Podéis quedaros el tiempo que necesitéis, no os preocupéis por eso. – dijo, asintiendo, levantándose de la silla y volviendo a envainar a Olvido para después soltarla de cualquier manera en el mostrador. – Y claro… siempre es mejor que quedarme sin hacer nada. – dijo a continuación según repasaba con su mirada el taller.
Antes de poder añadir nada más, Asher le hizo entrega de lo que parecía ser un trozo del meteorito de la Alianza. Era un material… bastante único, no supo que decir como agradecimiento inmediatamente, simplemente se quedó mirando el pedrusco entre sus manos durante varios largos segundos.
- Le… le daré buen uso. – dijo depositándolo en la mesa, viéndolo después salir del taller. – Ten cuidado. – dijo a la puerta cerrada, quedándose sumido en sus pensamientos durante un tiempo indeterminado hasta que volvió a la realidad.
Se quedó a solas con Syl.
Era evidente que el felino estaba teniendo más problemas para acompasar toda aquella situación que el lobo. Incluso él, que siempre había tenido problemas leyendo a Syl era capaz de verlo.
Justo en ese momento escuchó una marabunta de voces del exterior.
No sabía exactamente que clamaba la gente, pero parecían darse prisa por ir a alguna parte.
Y ese momento, Syl le preguntó por Lyn. Sintió como su corazón se detenía un segundo y desvió la mirada unos instantes.
- No… está. – dijo, por primera vez en voz alta, sintiendo como la realidad de su situación volvía a abofetearle. – Iba a… preguntaros si la habíais visto. – Añadió seguidamente, girándose para darle la espalda al gato y respirando profundamente, controlando aquella extraña sensación que tenía en su pecho.
¿Por qué?
- Tiene algún tipo de… problema. - Sacó la hoja de papel que le había dejado en la playa, antes de desaparecer, y se la mostró a Syl.
Solo le había dejado aquella nota tan criptica y una extraña piedra recubierta de sombras que vibraban con suavidad. Lyn tenía problemas, estaba pasando por algo importante, estaba tan maldita como el mismo y aun así…
– La encontraré. – Le dijo al final al gato, o quizás se lo dijo a si mismo según comenzaba a reunir los materiales que tenía a su alrededor, aceptando la petición de Syl aunque no se lo hubiese dicho directamente.
Para hacer la petición de Syl primero tenía que… hacer herramientas nuevas. La mayoría de las que estaban allí no habían recibido ningún tipo de mantenimiento en todo el tiempo que llevaba fuera.
Y se notaba.
- Es un buen plan. – dijo Eltrant como toda respuesta a lo que había dicho Syl que tenían en mente. - “Héroes”. – Agregó, deteniéndose a hacer las comillas con las manos. - No tardareis en oírlo por todas partes, así que no os va ser muy difícil seguirles el rastro. “Los gloriosos salvadores de la civilización de brillantes ojos azules.” – Masculló según trabajaba, repitiendo lo que había estado oyendo desde que se despertó. – ¿Qué clase de héroe… - Se detuvo un segundo a mirar al gato. - … elige sacrificar a los demás? – Suspirando, terminando otro pequeño cuchillo y dejándolo a un lado, tomó un pequeño bolso en el comenzó a acumular todas las herramientas. – Hasta dónde yo sabía, el que se merecía ese título era, ya sabes, el que se lanzaba delante de la espada y no el que empujaba a otro delante de ella para salvarse él. – Aseguró volviendo al trabajo, incapaz disimular el tono de voz que, progresivamente, iba denotando más y más el rencor que no había tenido la oportunidad de compartir durante todo su tempo a solas. – No han sacrificado nada, han sacrificado a otros. Han hecho justo lo que… - Dejó de hablar cuando vio que había terminado lo que tenía entre manos. – Lo siento. – dijo al final, callándose, tomando las herramientas y haciéndole un gesto al gato para que se acercase.
Con todo aquello podría reconfeccionar la armadura de Syl para lo que él quería.
Realmente no le fue demasiado difícil, simplemente la adaptó mínimamente y quitó las partes más pesadas, se aseguró de que siguiese siendo cómoda y resistente, pero que fuese más sigilosa.
- Listo. – Le dijo. – Con esto deberías poder pasar desapercibido en público. – Aseguró. – La máscara es flexible y resistirá más de un golpe, me he asegurado de hacerla de cuero para que no estalle en pedazos y te cortes con ella. – dijo mostrándole como se doblaba ligeramente. - Por supuesto, tiene un limite. Intenta que no te den. - dijo al final, esbozando una sonrisa cansada.
Lo siguiente eran las botas de Asher, aquello le resultó más fácil principalmente debido a que tenía herramientas ya de antemano y había hecho las suficientes reparaciones a la armadura del lobo como para saber sus medidas.
Apenas una media hora después tenía algo de la talla del antiguo Centinela con acolchado extra para bloquear los sonidos que pudiese hacer al moverse.
- ¿Sabes a dónde puede haber ido Asher? – Le preguntó a Syl, viendo ambas cosas terminadas. – En la habitación de al lado hay una cama, por si quieres descansar. – Le dijo a continuación, encendiendo la fragua.
No quería dejar de trabajar.
Mantener la mente ocupada… le ayudaba.
Respiró hondo. ¿Qué hacía? Con… el material que le había dado Asher y los varios de calidad similar que tenía podía hacer algo interesante. ¿Pero qué? Repasó la habitación con la mirada hasta que esta se posó sobre Recuerdo.
Tomó la espada entre sus manos y sin pensarlo colocó la hoja al fuego.
Y golpeó, repetidamente, hasta que el hielo que la cubría no pudo aguantar el calor de la forja, hasta que Eltrant comenzó a notar como esta se reblandecía ante los insistentes martillazos del castaño.
Lanzó el meteorito de Asher al fuego, también mezcló las demás aleaciones de calidad similar y, finalmente… colocó en medio la piedra sombría que Lyn había dejado al desaparecer.
No era… mucho, no parecía más especial que el metal que componía lo que quedaba de Olvido, pero obtuvo un metal negro, uno que no reflejaba nada de luz y que, de hecho, parecía atraparla en un extraño efecto óptico.
Respiró profundamente y vertió dicho metal sobre Recuerdo, dejó que la aleación azulada y la nueva se entremezclasen la una con la otra y se fundiesen en una. Afortunadamente, Asher había grabado las runas en el mango del arma debido a su… propensión a romperlas al pelear.
Probablemente por eso estaba trabajando tan rápido; La hoja, después de todo, se enfriaba por si sola cada vez que la sacaba del fuego lo que aceleraba el proceso.
Cuando hubo terminado de darle forma, miró a Recuerdo entre sus manos.
Una espada del color de la misma noche, sin matices, sin grabados elaborados… salvo su color no tenía nada de especial a simple vista. Cuando la mirabas más detenidamente el metal parecía tragarse la misma luz que le rodeaba y, con cada movimiento que hacía, las sombras que la recubrían fluctuaban suavemente, casi como si la propia Lyn estuviese controlando el metal.
- Así que has hecho un arma con lo último que te dejó… – La ojiazul volvió a aparecer en el taller, esta vez sentada junto a Syl. Eltrant no se giró, no quería aparentar estar loco, aunque cada segundo que pasaba estaba más seguro de que lo estaba. – Es bonita. ¿Crees que le gustará? – Preguntó a continuación, desapareciendo de la vecindad del gato y apareciéndose al lado del herrero, observando la espada con curiosidad.
Notando como le temblaba ligeramente la mano con la que sujetaba el arma, Eltrant no apartó los ojos de su nueva creación.
- No lo sé. – dijo simplemente, en apenas un susurro.
No tenían buen aspecto, en sí parecían…
- ¿Asher? ¿Syl? – Bajó la mirada hasta su espada al oír al perro de pelaje negro pronunciar su nombre y, tras frotarse el entrecejo durante unos instantes, la dejó a un lado. - Llevo… despierto unos tres días. Pero ha pasado un mes desde que estuvimos encerrados en el Oblivion. – dijo acompasando su tono de voz al de los recién llegados, aliviado por ver unas caras conocidas que… le reconocían. – A mí tampoco me recuerda nadie. – dijo enterrando su cara entre sus manos durante unos instantes.
Nadie.
Estaba inexplicablemente cansado, una parte de él se había quedado atrapada en el Oblivion, estaba seguro. No solo él, Asher y Syl… todos debían de haber pagado algún precio para salir de allí.
¿Cuál había sido exactamente? ¿La posibilidad de relacionarse con los demás de forma normal? ¿Su propia existencia en Aerandir?
- Podéis quedaros el tiempo que necesitéis, no os preocupéis por eso. – dijo, asintiendo, levantándose de la silla y volviendo a envainar a Olvido para después soltarla de cualquier manera en el mostrador. – Y claro… siempre es mejor que quedarme sin hacer nada. – dijo a continuación según repasaba con su mirada el taller.
Antes de poder añadir nada más, Asher le hizo entrega de lo que parecía ser un trozo del meteorito de la Alianza. Era un material… bastante único, no supo que decir como agradecimiento inmediatamente, simplemente se quedó mirando el pedrusco entre sus manos durante varios largos segundos.
- Le… le daré buen uso. – dijo depositándolo en la mesa, viéndolo después salir del taller. – Ten cuidado. – dijo a la puerta cerrada, quedándose sumido en sus pensamientos durante un tiempo indeterminado hasta que volvió a la realidad.
Se quedó a solas con Syl.
Era evidente que el felino estaba teniendo más problemas para acompasar toda aquella situación que el lobo. Incluso él, que siempre había tenido problemas leyendo a Syl era capaz de verlo.
Justo en ese momento escuchó una marabunta de voces del exterior.
No sabía exactamente que clamaba la gente, pero parecían darse prisa por ir a alguna parte.
Y ese momento, Syl le preguntó por Lyn. Sintió como su corazón se detenía un segundo y desvió la mirada unos instantes.
- No… está. – dijo, por primera vez en voz alta, sintiendo como la realidad de su situación volvía a abofetearle. – Iba a… preguntaros si la habíais visto. – Añadió seguidamente, girándose para darle la espalda al gato y respirando profundamente, controlando aquella extraña sensación que tenía en su pecho.
¿Por qué?
- Tiene algún tipo de… problema. - Sacó la hoja de papel que le había dejado en la playa, antes de desaparecer, y se la mostró a Syl.
“Eltrant, tengo que irme un tiempo. Pero no te preocupes, no voy a dejarte solo.
Lyn”
Lyn”
Solo le había dejado aquella nota tan criptica y una extraña piedra recubierta de sombras que vibraban con suavidad. Lyn tenía problemas, estaba pasando por algo importante, estaba tan maldita como el mismo y aun así…
– La encontraré. – Le dijo al final al gato, o quizás se lo dijo a si mismo según comenzaba a reunir los materiales que tenía a su alrededor, aceptando la petición de Syl aunque no se lo hubiese dicho directamente.
Para hacer la petición de Syl primero tenía que… hacer herramientas nuevas. La mayoría de las que estaban allí no habían recibido ningún tipo de mantenimiento en todo el tiempo que llevaba fuera.
Y se notaba.
- Es un buen plan. – dijo Eltrant como toda respuesta a lo que había dicho Syl que tenían en mente. - “Héroes”. – Agregó, deteniéndose a hacer las comillas con las manos. - No tardareis en oírlo por todas partes, así que no os va ser muy difícil seguirles el rastro. “Los gloriosos salvadores de la civilización de brillantes ojos azules.” – Masculló según trabajaba, repitiendo lo que había estado oyendo desde que se despertó. – ¿Qué clase de héroe… - Se detuvo un segundo a mirar al gato. - … elige sacrificar a los demás? – Suspirando, terminando otro pequeño cuchillo y dejándolo a un lado, tomó un pequeño bolso en el comenzó a acumular todas las herramientas. – Hasta dónde yo sabía, el que se merecía ese título era, ya sabes, el que se lanzaba delante de la espada y no el que empujaba a otro delante de ella para salvarse él. – Aseguró volviendo al trabajo, incapaz disimular el tono de voz que, progresivamente, iba denotando más y más el rencor que no había tenido la oportunidad de compartir durante todo su tempo a solas. – No han sacrificado nada, han sacrificado a otros. Han hecho justo lo que… - Dejó de hablar cuando vio que había terminado lo que tenía entre manos. – Lo siento. – dijo al final, callándose, tomando las herramientas y haciéndole un gesto al gato para que se acercase.
Con todo aquello podría reconfeccionar la armadura de Syl para lo que él quería.
Realmente no le fue demasiado difícil, simplemente la adaptó mínimamente y quitó las partes más pesadas, se aseguró de que siguiese siendo cómoda y resistente, pero que fuese más sigilosa.
- Listo. – Le dijo. – Con esto deberías poder pasar desapercibido en público. – Aseguró. – La máscara es flexible y resistirá más de un golpe, me he asegurado de hacerla de cuero para que no estalle en pedazos y te cortes con ella. – dijo mostrándole como se doblaba ligeramente. - Por supuesto, tiene un limite. Intenta que no te den. - dijo al final, esbozando una sonrisa cansada.
Lo siguiente eran las botas de Asher, aquello le resultó más fácil principalmente debido a que tenía herramientas ya de antemano y había hecho las suficientes reparaciones a la armadura del lobo como para saber sus medidas.
Apenas una media hora después tenía algo de la talla del antiguo Centinela con acolchado extra para bloquear los sonidos que pudiese hacer al moverse.
- ¿Sabes a dónde puede haber ido Asher? – Le preguntó a Syl, viendo ambas cosas terminadas. – En la habitación de al lado hay una cama, por si quieres descansar. – Le dijo a continuación, encendiendo la fragua.
No quería dejar de trabajar.
Mantener la mente ocupada… le ayudaba.
Respiró hondo. ¿Qué hacía? Con… el material que le había dado Asher y los varios de calidad similar que tenía podía hacer algo interesante. ¿Pero qué? Repasó la habitación con la mirada hasta que esta se posó sobre Recuerdo.
Tomó la espada entre sus manos y sin pensarlo colocó la hoja al fuego.
Y golpeó, repetidamente, hasta que el hielo que la cubría no pudo aguantar el calor de la forja, hasta que Eltrant comenzó a notar como esta se reblandecía ante los insistentes martillazos del castaño.
Lanzó el meteorito de Asher al fuego, también mezcló las demás aleaciones de calidad similar y, finalmente… colocó en medio la piedra sombría que Lyn había dejado al desaparecer.
No era… mucho, no parecía más especial que el metal que componía lo que quedaba de Olvido, pero obtuvo un metal negro, uno que no reflejaba nada de luz y que, de hecho, parecía atraparla en un extraño efecto óptico.
Respiró profundamente y vertió dicho metal sobre Recuerdo, dejó que la aleación azulada y la nueva se entremezclasen la una con la otra y se fundiesen en una. Afortunadamente, Asher había grabado las runas en el mango del arma debido a su… propensión a romperlas al pelear.
Probablemente por eso estaba trabajando tan rápido; La hoja, después de todo, se enfriaba por si sola cada vez que la sacaba del fuego lo que aceleraba el proceso.
Cuando hubo terminado de darle forma, miró a Recuerdo entre sus manos.
Una espada del color de la misma noche, sin matices, sin grabados elaborados… salvo su color no tenía nada de especial a simple vista. Cuando la mirabas más detenidamente el metal parecía tragarse la misma luz que le rodeaba y, con cada movimiento que hacía, las sombras que la recubrían fluctuaban suavemente, casi como si la propia Lyn estuviese controlando el metal.
- Así que has hecho un arma con lo último que te dejó… – La ojiazul volvió a aparecer en el taller, esta vez sentada junto a Syl. Eltrant no se giró, no quería aparentar estar loco, aunque cada segundo que pasaba estaba más seguro de que lo estaba. – Es bonita. ¿Crees que le gustará? – Preguntó a continuación, desapareciendo de la vecindad del gato y apareciéndose al lado del herrero, observando la espada con curiosidad.
Notando como le temblaba ligeramente la mano con la que sujetaba el arma, Eltrant no apartó los ojos de su nueva creación.
- No lo sé. – dijo simplemente, en apenas un susurro.
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- Armadura Reconfeccionada:
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- Recuerdo 2.0:
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Eltrant Tale
Aerandiano de honor
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Re: Despertar [Privado] [Cerrado]
Cerré los ojos un momento intentando acallar las voces. Contrario a tener algún éxito, el volumen y la cantidad solo incrementaban. Temía abrir los ojos, sabía… lo que estaba pasando. Los pasos, las preguntas. Antes, antes, por cada pestañeo había menos espacio y más gente.
—Déjenme… por favor…
Al abrir los ojos no encontré diferente el ahora. Niños, niñas, jóvenes adulto y ancianos. Siendo sacudido de un lado a otro y tomado de la mano por pequeños, empujado por otros pocos, con gente en la espalda. Intenté respirar, desviando la mirada de uno a otro, intentando no perderme en las preguntas.
—Déjenme… —repetí, acariciando con la lengua el tono entre una orden y una súplica.
Intenté hablar… sobre todos ellos. Explicarles qué no había hecho nada de lo que creían – que sus héroes eran otros. Se sentía sucio en ese momento intentar tirarle el muerto a otro; pero no era una mentira en primer lugar. Gente había salido herida… tanta de ella.
Mentía si dijese que en ese momento no quisiera lastimar más. Tomé aire, haciendo un esfuerzo consciente en no tensar demasiado el cuerpo. No apretar con fuerza manos. No empujar éter en este estado mental dentro de la arcilla y dar la forma equivocada, o en el peor de los casos, la que sentía correcta y necesaria en ese momento. Espinas. No cientos sino miles de ellas para que nadie se acercase.
…Y aún así añoraba que alguien lo hiciera. Solo… solo alguien… ¿normal? Conocido. Esa era la palabra. Un conocido.
Héroe sin salvar a nadie. Queriendo que se me acercase alguien; pero sin querer que fuese ninguno entre lo que parecían estos cientos. Negué con la cabeza en un suspiro, cansado, cansado de más formas que podía explicar con las pocas palabra que sabía, y menos cuando ninguna de ellas era lo que quería oír esta gente. Toqué la arcilla y se volvió un asiento para la impresión de todos, cuando antes para algunos de los mismos era un animador retrasado y no tenía un golem sino una cosa.
Al menos estaban en lo cierto. No era un golem. No era un guardián. La idea siempre me había resonado como que si no podía hacer… animar bien uno, no pasaba nada, si yo mismo podía serlo.
Y aquí estaba. Disparando abajo mis propias ideas y ciertos impulsos, susurrando «no» a los sí de la voz y sus soluciones sencillas. Los muertos no hablan. «No». Seas tú o ellos. «No». Unos pocos saben qué paso. Discúlpate; hay posibilidad de que te perdón-. «No». N-. «No».
Hundí una mano en mi cara, murmurando respuestas a las preguntas de afuera para no tener que seguir respondiendo a las de adentro. ¿Cuántos? Cinco. No seis. Cinco. Yo no contaba. ¿Cómo? De la única manera que se resolvían las cosas.
¿Por qué?
No. No sé. No sabía. Nunca tenía una respuesta clara para ese por qué, ni para varios otros. Ninguna respuesta lo parecía ya, cuando preguntaban lo mismo, cuando insistían a pesar de que admitiese una cosa u otra. Estás siendo humilde. «No». Ya había dicho todo lo que podían querer saber. ¿Podía… podía irme?
No.
Presioné la mano más sobre mi rostro, corriendo los dedos sobre mis parpados. ¿los demás también estaban pasando por esto? Galatrea lo había dicho, a veces sus palabras volvían a mí. Seréis recordados como héroes.
Las voces siguieron diciendo cosas. También lo siguió haciendo la voz.
¿Cuál es la marca? La marca. Lo que te recuerda como uno.
Nunca decía nada úti-
Lo qué te identifica para el resto.
…
Alcé la mirada, viendo a todas las caras que tenía al frente. Sí… era… ¿era esto, no? El brillo.
Los ojos.
Bajé la mirada hacia mi mano, sin notar el momento en que parte de la arcilla recubrió mi índice con una fina punta.
Vale la pena probar.
¿...No?
«…Sí».
Creo que sí.
—Déjenme… por favor…
Al abrir los ojos no encontré diferente el ahora. Niños, niñas, jóvenes adulto y ancianos. Siendo sacudido de un lado a otro y tomado de la mano por pequeños, empujado por otros pocos, con gente en la espalda. Intenté respirar, desviando la mirada de uno a otro, intentando no perderme en las preguntas.
—Déjenme… —repetí, acariciando con la lengua el tono entre una orden y una súplica.
Intenté hablar… sobre todos ellos. Explicarles qué no había hecho nada de lo que creían – que sus héroes eran otros. Se sentía sucio en ese momento intentar tirarle el muerto a otro; pero no era una mentira en primer lugar. Gente había salido herida… tanta de ella.
Mentía si dijese que en ese momento no quisiera lastimar más. Tomé aire, haciendo un esfuerzo consciente en no tensar demasiado el cuerpo. No apretar con fuerza manos. No empujar éter en este estado mental dentro de la arcilla y dar la forma equivocada, o en el peor de los casos, la que sentía correcta y necesaria en ese momento. Espinas. No cientos sino miles de ellas para que nadie se acercase.
…Y aún así añoraba que alguien lo hiciera. Solo… solo alguien… ¿normal? Conocido. Esa era la palabra. Un conocido.
Héroe sin salvar a nadie. Queriendo que se me acercase alguien; pero sin querer que fuese ninguno entre lo que parecían estos cientos. Negué con la cabeza en un suspiro, cansado, cansado de más formas que podía explicar con las pocas palabra que sabía, y menos cuando ninguna de ellas era lo que quería oír esta gente. Toqué la arcilla y se volvió un asiento para la impresión de todos, cuando antes para algunos de los mismos era un animador retrasado y no tenía un golem sino una cosa.
Al menos estaban en lo cierto. No era un golem. No era un guardián. La idea siempre me había resonado como que si no podía hacer… animar bien uno, no pasaba nada, si yo mismo podía serlo.
Y aquí estaba. Disparando abajo mis propias ideas y ciertos impulsos, susurrando «no» a los sí de la voz y sus soluciones sencillas. Los muertos no hablan. «No». Seas tú o ellos. «No». Unos pocos saben qué paso. Discúlpate; hay posibilidad de que te perdón-. «No». N-. «No».
Hundí una mano en mi cara, murmurando respuestas a las preguntas de afuera para no tener que seguir respondiendo a las de adentro. ¿Cuántos? Cinco. No seis. Cinco. Yo no contaba. ¿Cómo? De la única manera que se resolvían las cosas.
¿Por qué?
No. No sé. No sabía. Nunca tenía una respuesta clara para ese por qué, ni para varios otros. Ninguna respuesta lo parecía ya, cuando preguntaban lo mismo, cuando insistían a pesar de que admitiese una cosa u otra. Estás siendo humilde. «No». Ya había dicho todo lo que podían querer saber. ¿Podía… podía irme?
No.
Presioné la mano más sobre mi rostro, corriendo los dedos sobre mis parpados. ¿los demás también estaban pasando por esto? Galatrea lo había dicho, a veces sus palabras volvían a mí. Seréis recordados como héroes.
Las voces siguieron diciendo cosas. También lo siguió haciendo la voz.
¿Cuál es la marca? La marca. Lo que te recuerda como uno.
Nunca decía nada úti-
Lo qué te identifica para el resto.
…
Alcé la mirada, viendo a todas las caras que tenía al frente. Sí… era… ¿era esto, no? El brillo.
Los ojos.
Bajé la mirada hacia mi mano, sin notar el momento en que parte de la arcilla recubrió mi índice con una fina punta.
Sí-
Acerqué la mano a mi cara otra vez.te deshaces d-
Y vi el brillo, tenue sobre mi índice cuando estuvo suficientemente cerca.ellos
Vale la pena probar.
¿...No?
«…Sí».
Creo que sí.
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Re: Despertar [Privado] [Cerrado]
En cuanto Eltrant terminó con la máscara, Syl se la puso. Después, comenzó a palparse el rostro y cuello, asegurándose de que no quedaba expuesto. Si llevaba la capucha alzaba, no debía tener problemas para ser difícil de ver. Tan sólo pidió unos ajustes, para tener agujeros para sus orejas. Aunque prefería no mostrarlas, las necesitaba libres.
-...Gracias.- dijo finalmente. Era algo reconfortante que hablase él. Eltrant hablaba lo suficiente como para no necesitar una respuesta. Un tiempo atrás, lo había encontrado molesto. Pero había pasado mucho tiempo desde entonces.
Era uno de los pocos aliados que les quedaban. Amigos, se obligó a pensar. Suspiró pesadamente y empezó a moverse un poco por el taller, adaptándose a los movimientos de la armadura y la máscara. Iba a tener que acostumbrarse. Se aseguró de abrir ligeramente las aperturas para los ojos, aumentando su radio de visión. No era ningún curtidero, pero tenía la suficiente precisión manual para imitar lo que había visto que Eltrant hacía, al menos en tareas simples. Cuando quedó satisfecho, comenzó a ajustar su ballesta.
-Algún lugar que conozca bien. Lo ha planeado deprisa. Debe haber visto una oportunidad.- respondió a la pregunta de Eltrant.
Una vez terminó con la ballesta y sus flechas, se puso a observar al humano. La herrería no era algo que le llamase demasiado la atención, pero tenía curiosidad por lo que estaba haciendo. Le llevó un largo rato, pero finalmente, vio como la hoja con la que estaba trabajando se enfriaba por última vez y adoptaba un negro absoluto. Aquello contrastaba con su mandoble blanco, supuso.
Era bonita. Y no dudaba de que sería letal. Las sombras que movía eran curiosas. Definitivamente le recordaban a Lyn.
La runa no había funcionado exactamente como debía. Demasiado poco tiempo tras usarla. Había aparecido cerca de la muralla de Lunargenta, en el interior de la ciudad, pero lejos de la herrería. Aquello había sido peligroso: podía haber acabado en un sitio mucho menos agradable.
Suspiré. Al menos tenía la capa. Até la que llevaba antes a mi cintura y examiné la zona. No estaba en una parte de la ciudad que frecuentase. Me escabullí por los callejones y comencé a trepar, ascendiendo hasta el tejado de un negocio con un par de saltos bien medidos. Estaba... ugh. Demasiado lejos. ¿Que clase de error había sido aquel?
Me resigné. Al menos ahora tenía algo que hacer. Volví a sacar el Grimorio Blanco y preparé una de las runas. Mi cuerpo brilló un instante, volviéndose mucho más ligero. Y entonces, comencé mi trayecto, corriendo sobre los tejados y saltando entre los huecos. Aquella magia lo hacía mucho más fácil: mis saltos eran mucho más altos, y mis caídas más lentas. [1] Tan solo tenía que calcular bien donde saltar para ir tan rápido como pudiese.
A medida que avanzaba, comencé a escuchar algo. Voces. Una multitud, armando jaleo en una plaza cercana. Demasiado lejos para que me hubiesen visto. Me aproximé con curiosidad. Estaban rodeando a alguien. Traté de identificar las palabras. Había una que se repetía.
"Héroe".
Arrugué la nariz. Aquella palabra estaba envenenada. Se había vuelto repulsiva. Un insulto, prácticamente. Tomé una runa de mi bolsa, un proyectil para dispersar el grupo, hacerles gritar por un motivo real. Pero entonces, me fijé en aquel al que rodeaban, el supuesto héroe. ¿Que se suponía que estaba haciendo? Estaba... encogido, sentado. Me sonaba. Olí el aire, tratando de percibir su éter. Un elfo, como suponía.
Y uno que conocía.
Mi vista se clavó en Anders. Mostré los dientes, aunque desde aquel tejado, dudaba que pudiese verme nadie. Su mirada estaba perdida. Y sus ojos...
Sus ojos brillaban.
Mi cuerpo se movió por si sólo. Arrojé el proyectil, directamente hacia él, mientras daba un enorme salto hacia él. [2]
-¡TRAIDOR!- ladré mientras me lanzaba hacia él. La runa le había derribado de su asiento y despejado un lugar entre la gente, aunque no me importaría aplastar a quien hiciese falta si no se movían lo suficiente. Las exclamaciones de sorpresa fueron reemplazadas por gritos mientras alzaba a Anders del suelo por el pecho. -¡FUISTE PARTE DE ELLO!- vociferé, haciendome oír entre los chillidos.
Mi voz se volvió un gruñido amenazador. Me veía tentado de hacerle pagar allí mismo. Pero era más útil vivo. La gente había empezado a alejarse, aunque no huían más de unos metros.
-¡Puedes con él, héroe!- gritó alguien.
-¡Otro jinete! ¡Acaba con él!-
Le estaban animando. Mi mirada se clavó en la dirección de los espectadores. Alcé mi garra hacia ellos. Y entonces, una explosión cubrió todo frente a mi, esparciendo llamas sueltas por el suelo. [3] El estallido derribó a varios. No sabía si habían sobrevivido o no, pero no me importaba. Me volví a centrar en el elfo, tomándolo del cuello esta vez.
-Anders- gruñí. Su nombre había quedado grabado en mi mente. Me contuve para no despedazarlo. En su lugar, llevé mi cabeza hacia atrás y le propiné un fuerte cabezazo en la frente. Podía arreglar cualquier herida que le quedase si le impedía hablar. Le tomé de la cintura y lo alcé sobre mi hombro con un brazo. Luego, me lancé por el aire, impulsándome a gran velocidad con las runas de mis piernas. [4]
[. . .]
Los guardias eran demasiado lentos para seguirme el ritmo. Las voces no llegaban lo suficientemente lejos. Para cuando llegué a la herrería de Eltrant, los pocos que me habían visto se habían quedado muy atrás. Atravesé el umbral y dejé caer al héroe sobre el suelo sin el más mínimo cuidado.
-Mirad lo que he encontrado.- anuncié con un deje cruel en mi voz. Apenas registré los cambios en la herrería, demasiado centrado en mi venganza. -Uno de los salvadores de Sandorai.-
[1] Limitado: Runa Levitasis
[1] Limitado: Runa Impulso
[1] Habilidad: Estallido
[1] Habilidad: Impulso
-...Gracias.- dijo finalmente. Era algo reconfortante que hablase él. Eltrant hablaba lo suficiente como para no necesitar una respuesta. Un tiempo atrás, lo había encontrado molesto. Pero había pasado mucho tiempo desde entonces.
Era uno de los pocos aliados que les quedaban. Amigos, se obligó a pensar. Suspiró pesadamente y empezó a moverse un poco por el taller, adaptándose a los movimientos de la armadura y la máscara. Iba a tener que acostumbrarse. Se aseguró de abrir ligeramente las aperturas para los ojos, aumentando su radio de visión. No era ningún curtidero, pero tenía la suficiente precisión manual para imitar lo que había visto que Eltrant hacía, al menos en tareas simples. Cuando quedó satisfecho, comenzó a ajustar su ballesta.
-Algún lugar que conozca bien. Lo ha planeado deprisa. Debe haber visto una oportunidad.- respondió a la pregunta de Eltrant.
Una vez terminó con la ballesta y sus flechas, se puso a observar al humano. La herrería no era algo que le llamase demasiado la atención, pero tenía curiosidad por lo que estaba haciendo. Le llevó un largo rato, pero finalmente, vio como la hoja con la que estaba trabajando se enfriaba por última vez y adoptaba un negro absoluto. Aquello contrastaba con su mandoble blanco, supuso.
Era bonita. Y no dudaba de que sería letal. Las sombras que movía eran curiosas. Definitivamente le recordaban a Lyn.
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La runa no había funcionado exactamente como debía. Demasiado poco tiempo tras usarla. Había aparecido cerca de la muralla de Lunargenta, en el interior de la ciudad, pero lejos de la herrería. Aquello había sido peligroso: podía haber acabado en un sitio mucho menos agradable.
Suspiré. Al menos tenía la capa. Até la que llevaba antes a mi cintura y examiné la zona. No estaba en una parte de la ciudad que frecuentase. Me escabullí por los callejones y comencé a trepar, ascendiendo hasta el tejado de un negocio con un par de saltos bien medidos. Estaba... ugh. Demasiado lejos. ¿Que clase de error había sido aquel?
Me resigné. Al menos ahora tenía algo que hacer. Volví a sacar el Grimorio Blanco y preparé una de las runas. Mi cuerpo brilló un instante, volviéndose mucho más ligero. Y entonces, comencé mi trayecto, corriendo sobre los tejados y saltando entre los huecos. Aquella magia lo hacía mucho más fácil: mis saltos eran mucho más altos, y mis caídas más lentas. [1] Tan solo tenía que calcular bien donde saltar para ir tan rápido como pudiese.
A medida que avanzaba, comencé a escuchar algo. Voces. Una multitud, armando jaleo en una plaza cercana. Demasiado lejos para que me hubiesen visto. Me aproximé con curiosidad. Estaban rodeando a alguien. Traté de identificar las palabras. Había una que se repetía.
"Héroe".
Arrugué la nariz. Aquella palabra estaba envenenada. Se había vuelto repulsiva. Un insulto, prácticamente. Tomé una runa de mi bolsa, un proyectil para dispersar el grupo, hacerles gritar por un motivo real. Pero entonces, me fijé en aquel al que rodeaban, el supuesto héroe. ¿Que se suponía que estaba haciendo? Estaba... encogido, sentado. Me sonaba. Olí el aire, tratando de percibir su éter. Un elfo, como suponía.
Y uno que conocía.
Mi vista se clavó en Anders. Mostré los dientes, aunque desde aquel tejado, dudaba que pudiese verme nadie. Su mirada estaba perdida. Y sus ojos...
Sus ojos brillaban.
Mi cuerpo se movió por si sólo. Arrojé el proyectil, directamente hacia él, mientras daba un enorme salto hacia él. [2]
-¡TRAIDOR!- ladré mientras me lanzaba hacia él. La runa le había derribado de su asiento y despejado un lugar entre la gente, aunque no me importaría aplastar a quien hiciese falta si no se movían lo suficiente. Las exclamaciones de sorpresa fueron reemplazadas por gritos mientras alzaba a Anders del suelo por el pecho. -¡FUISTE PARTE DE ELLO!- vociferé, haciendome oír entre los chillidos.
Mi voz se volvió un gruñido amenazador. Me veía tentado de hacerle pagar allí mismo. Pero era más útil vivo. La gente había empezado a alejarse, aunque no huían más de unos metros.
-¡Puedes con él, héroe!- gritó alguien.
-¡Otro jinete! ¡Acaba con él!-
Le estaban animando. Mi mirada se clavó en la dirección de los espectadores. Alcé mi garra hacia ellos. Y entonces, una explosión cubrió todo frente a mi, esparciendo llamas sueltas por el suelo. [3] El estallido derribó a varios. No sabía si habían sobrevivido o no, pero no me importaba. Me volví a centrar en el elfo, tomándolo del cuello esta vez.
-Anders- gruñí. Su nombre había quedado grabado en mi mente. Me contuve para no despedazarlo. En su lugar, llevé mi cabeza hacia atrás y le propiné un fuerte cabezazo en la frente. Podía arreglar cualquier herida que le quedase si le impedía hablar. Le tomé de la cintura y lo alcé sobre mi hombro con un brazo. Luego, me lancé por el aire, impulsándome a gran velocidad con las runas de mis piernas. [4]
[. . .]
Los guardias eran demasiado lentos para seguirme el ritmo. Las voces no llegaban lo suficientemente lejos. Para cuando llegué a la herrería de Eltrant, los pocos que me habían visto se habían quedado muy atrás. Atravesé el umbral y dejé caer al héroe sobre el suelo sin el más mínimo cuidado.
-Mirad lo que he encontrado.- anuncié con un deje cruel en mi voz. Apenas registré los cambios en la herrería, demasiado centrado en mi venganza. -Uno de los salvadores de Sandorai.-
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Asher Daregan
Aerandiano de honor
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Re: Despertar [Privado] [Cerrado]
Envainó la nueva versión de Recuerdo.
En cuanto lo hizo notó como aquella extraña ansiedad se apoderaba de su pecho. Se giró hacía Syl y entreabrió los labios mínimamente para darle algo de conversación, pero se detuvo al ver como el felino parecía estar sumido en sus propios pensamientos al mismo tiempo que comprobaba los mecanismos de su ballesta.
Respirando de forma acompasada, se pasó la mano por la barba.
- Necesito… herramientas nuevas. – Se dijo, arrojando más material a la forja.
Un nuevo kit de herrería, le iba a hacer falta. No era precisamente bienvenido en la ciudad y tenía que pensar cómo conseguir Aeros para llevarse algo de comer a la boca; abrir el taller como de costumbre no era una opción, pues no tardarían en acusarle de vampiro raro o de viejo contagiado por la plaga.
Uno a uno, fue rellenando los moldes
Sin pensar en nada, manteniendo la mente en blanco martilleó frente a él repetidamente, cada vez con más fuerza, hasta que empezó a respirar con dificultad. Según recobraba el aliento, rompió el molde de arcilla dejándolo caer al suelo, y dejó caer el martillo dentro del cubo de agua que tenía al lado.
De forma metódica, pausada, continuó haciendo una herramienta tras otra, prácticamente sin pensar en el objeto que estaba fabricando. Estaba bastante seguro de que había hecho tres martillos de más.
Pero daba igual, el calor le ayudaba a pensar, no quería quedarse sin hacer nada.
Solo tenía que… trasladar la herrería y buscar. Si no podía tener el taller en un sitio, lo cargaría consigo; Solo tenía que pensar el cómo.
Justo cuando terminó un último cincel Asher entró de vuelta en la herrería.
No veía solo.
Sin decir nada en un principio, escuchó las palabras que el lobo dijo según arrastraba al inesperado invitado al interior del taller. Anders… lo conocía, se había despedido de él, le había pedido que se cuidase, había… había estado preocupado por él. Pero, en aquel momento, le era imposible ver más allá de aquellos brillantes ojos.
- Súbelo a la silla. – dijo seriamente, según tomaba al elfo del brazo y le obligaba a sentarse en uno de los taburetes. – Cerrad la puerta con el pestillo y corred las cortinas. – Pidió a continuación un poco al aire, sin cambiar un ápice su tono de voz.
Sin mediar palabra alguna con ninguno de los presentes, tomó unas tiras de cuero, las mismas que habían sobrado del kit que se acababa de fabricar, y tras colocarle ambas manos a la espalda ato al elfo por las muñecas, sin preocuparse de lo apretado que quedó el nudo.
No opuso demasiada resistencia, parecía incluso… algo ido.
Respiró profundamente. El olor a hollín, a metal candente… el calor de la forja, se concentró en esas cosas sobre la imperiosa necesidad que tenía de abofetear antes de decir nada a una persona a la que había llamado amigo no demasiado tiempo atrás.
Había participado.
- No nos conoces. – dijo con un tono pausado pero directo, tomando al joven de la barbilla para obligarle a levantar la mirada y mirarles a los ojos. – Pero nosotros sí te conocemos a ti, Anders, héroe de Aerandir. – Afirmó, sin modificar el timbre de su voz. – Sabemos de tus increíbles hazañas… y de tus sacrificios. – dijo levantándose, soltándole la cara al joven.
Esos ojos, esos malditos ojos.
Eltrant se agachó frente a Anders.
- Pero siempre está bien aprender más de las personas a las que admiramos. ¿No es verdad? – Sonrió, dándole varias palmaditas al hombre en el hombro derecho. – Cuéntanos lo que pasó en el árbol. – Ordenó, borrando la sonrisa de golpe y volviendo a levantarse. – Y no escatimes en detalles. Toda buena historia está en los detalles. – Volvió a sonreír, esta vez tomando las pinzas con las que sacaba el metal del fuego, que en aquel momento estaban, de hecho, al rojo vivo.
Esos ojos.
No podía verlos.
Él estaba tuerto, él lo había perdido todo, Lyn tenía problemas y… no le reconocía ni su familia. Las mismas personas que se habían escudado con él le habían abandonado y Anders, en aquel momento, era la ejemplificación de aquello.
Aunque sabía que el elfo había hecho mucho por él.
Aunque veía que no estaba precisamente pasándolo bien como “Héroe”.
Pero no podía ver más allá de aquellos dichosos ojos brillantes.
- Vamos. – Abrió y cerró la herramienta rápidamente la cual, debido al calor, dejó escapar un chasquido y varias chispas. – Empieza. – Ordenó acercando el utensilio a la oreja derecha de Anders.
En cuanto lo hizo notó como aquella extraña ansiedad se apoderaba de su pecho. Se giró hacía Syl y entreabrió los labios mínimamente para darle algo de conversación, pero se detuvo al ver como el felino parecía estar sumido en sus propios pensamientos al mismo tiempo que comprobaba los mecanismos de su ballesta.
Respirando de forma acompasada, se pasó la mano por la barba.
- Necesito… herramientas nuevas. – Se dijo, arrojando más material a la forja.
Un nuevo kit de herrería, le iba a hacer falta. No era precisamente bienvenido en la ciudad y tenía que pensar cómo conseguir Aeros para llevarse algo de comer a la boca; abrir el taller como de costumbre no era una opción, pues no tardarían en acusarle de vampiro raro o de viejo contagiado por la plaga.
Uno a uno, fue rellenando los moldes
Sin pensar en nada, manteniendo la mente en blanco martilleó frente a él repetidamente, cada vez con más fuerza, hasta que empezó a respirar con dificultad. Según recobraba el aliento, rompió el molde de arcilla dejándolo caer al suelo, y dejó caer el martillo dentro del cubo de agua que tenía al lado.
De forma metódica, pausada, continuó haciendo una herramienta tras otra, prácticamente sin pensar en el objeto que estaba fabricando. Estaba bastante seguro de que había hecho tres martillos de más.
Pero daba igual, el calor le ayudaba a pensar, no quería quedarse sin hacer nada.
Solo tenía que… trasladar la herrería y buscar. Si no podía tener el taller en un sitio, lo cargaría consigo; Solo tenía que pensar el cómo.
Justo cuando terminó un último cincel Asher entró de vuelta en la herrería.
No veía solo.
Sin decir nada en un principio, escuchó las palabras que el lobo dijo según arrastraba al inesperado invitado al interior del taller. Anders… lo conocía, se había despedido de él, le había pedido que se cuidase, había… había estado preocupado por él. Pero, en aquel momento, le era imposible ver más allá de aquellos brillantes ojos.
- Súbelo a la silla. – dijo seriamente, según tomaba al elfo del brazo y le obligaba a sentarse en uno de los taburetes. – Cerrad la puerta con el pestillo y corred las cortinas. – Pidió a continuación un poco al aire, sin cambiar un ápice su tono de voz.
Sin mediar palabra alguna con ninguno de los presentes, tomó unas tiras de cuero, las mismas que habían sobrado del kit que se acababa de fabricar, y tras colocarle ambas manos a la espalda ato al elfo por las muñecas, sin preocuparse de lo apretado que quedó el nudo.
No opuso demasiada resistencia, parecía incluso… algo ido.
Respiró profundamente. El olor a hollín, a metal candente… el calor de la forja, se concentró en esas cosas sobre la imperiosa necesidad que tenía de abofetear antes de decir nada a una persona a la que había llamado amigo no demasiado tiempo atrás.
Había participado.
- No nos conoces. – dijo con un tono pausado pero directo, tomando al joven de la barbilla para obligarle a levantar la mirada y mirarles a los ojos. – Pero nosotros sí te conocemos a ti, Anders, héroe de Aerandir. – Afirmó, sin modificar el timbre de su voz. – Sabemos de tus increíbles hazañas… y de tus sacrificios. – dijo levantándose, soltándole la cara al joven.
Esos ojos, esos malditos ojos.
Eltrant se agachó frente a Anders.
- Pero siempre está bien aprender más de las personas a las que admiramos. ¿No es verdad? – Sonrió, dándole varias palmaditas al hombre en el hombro derecho. – Cuéntanos lo que pasó en el árbol. – Ordenó, borrando la sonrisa de golpe y volviendo a levantarse. – Y no escatimes en detalles. Toda buena historia está en los detalles. – Volvió a sonreír, esta vez tomando las pinzas con las que sacaba el metal del fuego, que en aquel momento estaban, de hecho, al rojo vivo.
Esos ojos.
No podía verlos.
Él estaba tuerto, él lo había perdido todo, Lyn tenía problemas y… no le reconocía ni su familia. Las mismas personas que se habían escudado con él le habían abandonado y Anders, en aquel momento, era la ejemplificación de aquello.
Aunque sabía que el elfo había hecho mucho por él.
Aunque veía que no estaba precisamente pasándolo bien como “Héroe”.
Pero no podía ver más allá de aquellos dichosos ojos brillantes.
- Vamos. – Abrió y cerró la herramienta rápidamente la cual, debido al calor, dejó escapar un chasquido y varias chispas. – Empieza. – Ordenó acercando el utensilio a la oreja derecha de Anders.
Eltrant Tale
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Re: Despertar [Privado] [Cerrado]
Una gota corrió abajo, deslizandose por la mejilla izquierda hasta la barbilla. Incapaz de sostenerse, cayó al suelo, sobre el cuero de las botas. Con lo fácil que éra lagrimear por algo cómo solo polvo, uno pensaría que los ojos estaban hechos para hacer pop ante pequeña presión. No era así. Hubo que presionar más.
O habría.
Llegué a tocarlo, un poco. A presionar; pero encontré más resistencia... de la imaginada. Antes de hacerlo algo irreversible alcé la mirada por el mismo instinto que todos allí, un grito- no. ¿Gruñido? de un...
Boqueé por aire en sorpresa al irme de espaldas por una onda empujando todo alrededor. Rodé unos metros atrás, teniendo solo un segundo o dos para sospechar que eso había sido una runa de impulso. Yo también tenía una, y la había hecho... no yo. ¿Quién-
Sentir la mano en un costado fue suficiente para devolverme a la realidad, solo que muy tarde. Tenía los pies alzados sobre el suelo, y cuando los dos o tres fantasmas de la leve confusión se juntaron vio al culpable de ello. No un humano. Orejas y un hocico, un hombre best-
«¿Qué mierda?» me hice pensar. El precio del cansancio, me lanzaron y me alzaron de repente, y yo todavía no había desenvainado el arma.
Reparé ese error pronto, dejaría las preguntas para más tarde. Iba a golpear cuando gritó, rastreando rápido el dónde. Fue entonces qué lo note. No era un hombre bestia. Estaba... ¿quemado? No. Marchito. Necrosis. Heridas. Nadie con el aparente daño de este ser debería estar de pie. Puede que solo tuviese la idea al oírlo mencionar de alguien del público. Un... ¿jinete más?
No. La explosión de su mano... Uso de magia poderosa. Junto a esta fuerza que resultaba sobrenatural al venir de algo con esta apariencia. Había oído... cosas. Que se habían avistado. En demasiados lugares y demasiado más para que fuese explicable como la típica historia de fantasma de un lugareño. Draugrs.
Aunque llamaría a este un demonio. Dibujé un arco con el hacha buscando su cuello cuando desvió su mirada para hacer gala de su magia. Los había oído resistentes, inmunes a armas convencionales; pero era mejor que solo estar sostenido.
Sin embargo; no golpeé. Musité un débil "qué" al escucharlo pronunciar mi nombre. Habia sido... mucho tiempo desde que alguien lo había hecho. Tuve la intención de renaudar el golpe al sentir la garra sobre el cuello, intentando tomar un puñado de aire de forma egoísta, aire que duró menos de un segundo cuando tuve que exhalarlo al verlo iniciar su movimiento. Apreté los dientes frunciendo el ceño y lancé un rodillazo arriba, sería más efectivo que una patada cuando no tenía conexión a ningún suelo del que sacar poder.
Sentí el impactó sobre el rostro y ninguno en la rodilla. Al menos no había empujado mi cabeza atrás, no había evitado que me matasen jinetes para que viniera a hacerlo u-
...mierda.
No la había empujado atrás, pero se me fue adelante, junto con la luz que me entraban a los ojos.
—Ugh... —musité, volviendo a mí luego de... ¿cuánto tiempo había pasado...?
Desvié la mirada a un lado con el mundo dando vueltas. Una mano en mi brazo, ¿alguien me estaba ayudando a parar...? Murmuré un par de cosas sin sentido mientras entraba en razón, y me apoye del mismo brazo de quién me alzaba para ponerme de pie. No había sido una ayuda, un empujón después estaba en un taburete, con un hilo de sangre corriendo de la frente por el puente de la nariz y a un lado.
Entrecerré los ojos, intentando ver las inmediaciones cuando las cortinas se cerraron. Resultaba familiar, pero no iba a pararme a ver, no luego de escuchar la puerta cerrándose, ¿otro secuestro? Mierd-
Bajé la mirada a un lado, mis muñecas...
Tampoco estaba ya el hacha, o mi bolsa. ¿La arcilla? Tampoco. ¿Dónd- la plaza. La silla... estaba desarmado y...
Fijé los ojos en el demonio otra vez. Estaba acompañado por un hombre... en sus sesenta al menos, con la barba de alguien que se había pérdido media vida en el arenal de Roilkat. Las arrugas de la frente lo hacían parecer alguien amargo, eran pronunciadas, demasiado para solo la edad. Pertenecían más a alguien que fruncía demasiado el ceño.
Inspiré lentamente. No lo estaba haciendo, lo noté especialmente bien cuando tuve que clavar su mirada en la mía.
...Mía. También conocía mi nombre. Él y... el demonio. Desvié la mirada un par de veces, posandolos en su mano al recibir las palmadas. Mercenarios... secuestradores y quizá asesinos. No eran solo ellos dos, una tercera presencia, más... sigilosa. Menos grande. No era inspirador de calma que fuese más tapado que cualquiera de los otros dos.
Arrugué la cara. ¿El árbol? ¿Era lo único de lo qué quería saber la gente? ¿Todos? Calmé mi respiración un poco. O intenté hacerlo. Contuve el aire en los pulmones al sentir el calor emanando del metal. Lo vi de reojo varias veces, intentando comprar tiempo con mi silencio, buscando ideas.
Nada. Nada.
—¿...Y tú quién mierda eres? —pregunté, desafiante.
Sentí el metal cerrarse. Hice todo lo que pude por no quebrar en lagrimas y gritar muy fuerte; pero antes de poco ya lo estaba haciendo. Sentí la punta de mi oreja ebullir y cubrirse de ampollas. No fue nada, no habrían sido más de unos segundos, pero el dolor fue demasiado intenso. Solo la punta de la oreja, pero me temblaba todo el cuerpo.
Al separarse la pinza hubo otra espina de dolor, como si algo me arrancase la piel. El... metal caliente se pegaba. Todavía sentía el calor y el dolor en la misma, o... no, era lo único que sentía ahora. No estaba seguro de si tenía una oreja ya o no.
Era impreviso lo rápido que podía romper el fuego el alma. No valía la pena intentar resistirme para esto para no decir algo que me tenía que encontrar diciendo todo puto día de todas maneras. Eso fue un instante. No aguantaría tres o cuatro veces más. Prefería por mucho estar apuñalado.
—¡E-está!... está bien —tartamudeé, débilmente, respirando pesado como luego de una jornada de ejercicio. Pestañeé para que cayeran las lágrimas que se habían trancado—... h-hablaré. Hablaré.
—Es-
Tomé aire de nuevo, ni podía pensar, el dolor y calor se habían extendido a todos lados. Me tomó un tiempo organizar ideas, siquiera empezar.
Les dije. Lo qué pasó en el árbol. Había... solo había llegado buscando a mi padre, pero había encontrado a un amigo, sin revelar su nombre o raza porque no quería a esta gente detrás de Uriel, ni de Nahir. Tragaba saliva y respiraba entre respuestas a medida que el dolor cambiaba de una cosa a otra. Que enfrenté uno de los jinetes, que... con temor por el aparente odio que vibraban ante la mención de la palabra, que habíamos expulsado juntos a un jinete.
Una vez. Dos veces
De la reunión en la sala. De Tyrande, del ataque sobre el árbol. Del mismo jinete otra vez. De cómo eso marcó casi el final... el cómo "ganamos." Salté el hecho de que había curado a la mujer. De la explosión de luz por mí culpa, de que la bruja, el niño y una compañera habían salido heridas junto a varios más.
...
No sabía demasiado de los ojos, lo quería desde que empezó a pasar, pero en estos momentos con gente exigiendo explicaciones lo añoraba. Eran... eran cinco. Una bruja que sólo conocía de vista. Una sacerdotisa, Nin. Negué con la cabeza, siguiendo sin entender sus razones. Una... mujer de pelo negr-Reivy. Había tenido cobijo en Ulmer y hablado con ella, por lo que me ahorré su nombre. Un hombre... ¿dos? Dos. Uno que no conocía, el de... dagas... cuchillos.
...Y acepté, yo. No tenía caso pensarlo como cinco porque no lo quisiera, estaban al frente. Me miraban a los ojos y a mí me brillaban, mentir era una petición de muerte. Una con la que no tendría problemas si fuese rápida, pero no parecían dispuestos a hacerla de una forma que no fuese dolorosa y lenta.
—Me... me fui de Sandorai, y... —negué con la cabeza— desde entonces pasa. No sé porque brilan. ¡No sé! ¿¡Entienden!? ¡No sé qué es esto! ¡Nadie lo sabe! ¡Ni-
No... ya no era correcto decir que nadie recordase tampoco. Me habían llamado por mi nombre.
—Ni... —repetí, viendo al suelo y luego a ellos—... solo ustedes dos... Desde entonces. ¿P-...
Contuve la pregunta varios segundos más. La última que había hecho me había costado un infierno de dolor, pero la completé. ¿De dónde me conocían? ¿Por qué ellos sí se sabían mi maldito nombre?
...
Seguramente era solo miedo, pero también añadí que no era particularmente un héroe, regresando un poco atrás. Confesé... curar a Tyrande cuando peleaba por que el orbe había sido quebrado. Incluso cuando no se lo decía a nadie y me lo preguntaba yo, "¿por qué?", opcionalmente añadirle "harías esa estúpidez", solo llegaba a lo mismo.
No sabía. Me estaba hartando de no saber. No responderían preguntas porque no tenían porque hacerlo.
—...Sólo... termina con esto rápido —me atreví a musitar, esperando que escuchasen. No tendría el valor de pedir de nuevo que simplemente me matasen. Solo era qué no parecía mal momento.
O habría.
Llegué a tocarlo, un poco. A presionar; pero encontré más resistencia... de la imaginada. Antes de hacerlo algo irreversible alcé la mirada por el mismo instinto que todos allí, un grito- no. ¿Gruñido? de un...
Boqueé por aire en sorpresa al irme de espaldas por una onda empujando todo alrededor. Rodé unos metros atrás, teniendo solo un segundo o dos para sospechar que eso había sido una runa de impulso. Yo también tenía una, y la había hecho... no yo. ¿Quién-
Sentir la mano en un costado fue suficiente para devolverme a la realidad, solo que muy tarde. Tenía los pies alzados sobre el suelo, y cuando los dos o tres fantasmas de la leve confusión se juntaron vio al culpable de ello. No un humano. Orejas y un hocico, un hombre best-
«¿Qué mierda?» me hice pensar. El precio del cansancio, me lanzaron y me alzaron de repente, y yo todavía no había desenvainado el arma.
Reparé ese error pronto, dejaría las preguntas para más tarde. Iba a golpear cuando gritó, rastreando rápido el dónde. Fue entonces qué lo note. No era un hombre bestia. Estaba... ¿quemado? No. Marchito. Necrosis. Heridas. Nadie con el aparente daño de este ser debería estar de pie. Puede que solo tuviese la idea al oírlo mencionar de alguien del público. Un... ¿jinete más?
No. La explosión de su mano... Uso de magia poderosa. Junto a esta fuerza que resultaba sobrenatural al venir de algo con esta apariencia. Había oído... cosas. Que se habían avistado. En demasiados lugares y demasiado más para que fuese explicable como la típica historia de fantasma de un lugareño. Draugrs.
Aunque llamaría a este un demonio. Dibujé un arco con el hacha buscando su cuello cuando desvió su mirada para hacer gala de su magia. Los había oído resistentes, inmunes a armas convencionales; pero era mejor que solo estar sostenido.
Sin embargo; no golpeé. Musité un débil "qué" al escucharlo pronunciar mi nombre. Habia sido... mucho tiempo desde que alguien lo había hecho. Tuve la intención de renaudar el golpe al sentir la garra sobre el cuello, intentando tomar un puñado de aire de forma egoísta, aire que duró menos de un segundo cuando tuve que exhalarlo al verlo iniciar su movimiento. Apreté los dientes frunciendo el ceño y lancé un rodillazo arriba, sería más efectivo que una patada cuando no tenía conexión a ningún suelo del que sacar poder.
Sentí el impactó sobre el rostro y ninguno en la rodilla. Al menos no había empujado mi cabeza atrás, no había evitado que me matasen jinetes para que viniera a hacerlo u-
...mierda.
No la había empujado atrás, pero se me fue adelante, junto con la luz que me entraban a los ojos.
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—Ugh... —musité, volviendo a mí luego de... ¿cuánto tiempo había pasado...?
Desvié la mirada a un lado con el mundo dando vueltas. Una mano en mi brazo, ¿alguien me estaba ayudando a parar...? Murmuré un par de cosas sin sentido mientras entraba en razón, y me apoye del mismo brazo de quién me alzaba para ponerme de pie. No había sido una ayuda, un empujón después estaba en un taburete, con un hilo de sangre corriendo de la frente por el puente de la nariz y a un lado.
Entrecerré los ojos, intentando ver las inmediaciones cuando las cortinas se cerraron. Resultaba familiar, pero no iba a pararme a ver, no luego de escuchar la puerta cerrándose, ¿otro secuestro? Mierd-
Bajé la mirada a un lado, mis muñecas...
Tampoco estaba ya el hacha, o mi bolsa. ¿La arcilla? Tampoco. ¿Dónd- la plaza. La silla... estaba desarmado y...
Fijé los ojos en el demonio otra vez. Estaba acompañado por un hombre... en sus sesenta al menos, con la barba de alguien que se había pérdido media vida en el arenal de Roilkat. Las arrugas de la frente lo hacían parecer alguien amargo, eran pronunciadas, demasiado para solo la edad. Pertenecían más a alguien que fruncía demasiado el ceño.
Inspiré lentamente. No lo estaba haciendo, lo noté especialmente bien cuando tuve que clavar su mirada en la mía.
...Mía. También conocía mi nombre. Él y... el demonio. Desvié la mirada un par de veces, posandolos en su mano al recibir las palmadas. Mercenarios... secuestradores y quizá asesinos. No eran solo ellos dos, una tercera presencia, más... sigilosa. Menos grande. No era inspirador de calma que fuese más tapado que cualquiera de los otros dos.
Arrugué la cara. ¿El árbol? ¿Era lo único de lo qué quería saber la gente? ¿Todos? Calmé mi respiración un poco. O intenté hacerlo. Contuve el aire en los pulmones al sentir el calor emanando del metal. Lo vi de reojo varias veces, intentando comprar tiempo con mi silencio, buscando ideas.
Nada. Nada.
—¿...Y tú quién mierda eres? —pregunté, desafiante.
Sentí el metal cerrarse. Hice todo lo que pude por no quebrar en lagrimas y gritar muy fuerte; pero antes de poco ya lo estaba haciendo. Sentí la punta de mi oreja ebullir y cubrirse de ampollas. No fue nada, no habrían sido más de unos segundos, pero el dolor fue demasiado intenso. Solo la punta de la oreja, pero me temblaba todo el cuerpo.
Al separarse la pinza hubo otra espina de dolor, como si algo me arrancase la piel. El... metal caliente se pegaba. Todavía sentía el calor y el dolor en la misma, o... no, era lo único que sentía ahora. No estaba seguro de si tenía una oreja ya o no.
Era impreviso lo rápido que podía romper el fuego el alma. No valía la pena intentar resistirme para esto para no decir algo que me tenía que encontrar diciendo todo puto día de todas maneras. Eso fue un instante. No aguantaría tres o cuatro veces más. Prefería por mucho estar apuñalado.
—¡E-está!... está bien —tartamudeé, débilmente, respirando pesado como luego de una jornada de ejercicio. Pestañeé para que cayeran las lágrimas que se habían trancado—... h-hablaré. Hablaré.
—Es-
Tomé aire de nuevo, ni podía pensar, el dolor y calor se habían extendido a todos lados. Me tomó un tiempo organizar ideas, siquiera empezar.
Les dije. Lo qué pasó en el árbol. Había... solo había llegado buscando a mi padre, pero había encontrado a un amigo, sin revelar su nombre o raza porque no quería a esta gente detrás de Uriel, ni de Nahir. Tragaba saliva y respiraba entre respuestas a medida que el dolor cambiaba de una cosa a otra. Que enfrenté uno de los jinetes, que... con temor por el aparente odio que vibraban ante la mención de la palabra, que habíamos expulsado juntos a un jinete.
Una vez. Dos veces
De la reunión en la sala. De Tyrande, del ataque sobre el árbol. Del mismo jinete otra vez. De cómo eso marcó casi el final... el cómo "ganamos." Salté el hecho de que había curado a la mujer. De la explosión de luz por mí culpa, de que la bruja, el niño y una compañera habían salido heridas junto a varios más.
...
No sabía demasiado de los ojos, lo quería desde que empezó a pasar, pero en estos momentos con gente exigiendo explicaciones lo añoraba. Eran... eran cinco. Una bruja que sólo conocía de vista. Una sacerdotisa, Nin. Negué con la cabeza, siguiendo sin entender sus razones. Una... mujer de pelo negr-Reivy. Había tenido cobijo en Ulmer y hablado con ella, por lo que me ahorré su nombre. Un hombre... ¿dos? Dos. Uno que no conocía, el de... dagas... cuchillos.
...Y acepté, yo. No tenía caso pensarlo como cinco porque no lo quisiera, estaban al frente. Me miraban a los ojos y a mí me brillaban, mentir era una petición de muerte. Una con la que no tendría problemas si fuese rápida, pero no parecían dispuestos a hacerla de una forma que no fuese dolorosa y lenta.
—Me... me fui de Sandorai, y... —negué con la cabeza— desde entonces pasa. No sé porque brilan. ¡No sé! ¿¡Entienden!? ¡No sé qué es esto! ¡Nadie lo sabe! ¡Ni-
No... ya no era correcto decir que nadie recordase tampoco. Me habían llamado por mi nombre.
—Ni... —repetí, viendo al suelo y luego a ellos—... solo ustedes dos... Desde entonces. ¿P-...
Contuve la pregunta varios segundos más. La última que había hecho me había costado un infierno de dolor, pero la completé. ¿De dónde me conocían? ¿Por qué ellos sí se sabían mi maldito nombre?
...
Seguramente era solo miedo, pero también añadí que no era particularmente un héroe, regresando un poco atrás. Confesé... curar a Tyrande cuando peleaba por que el orbe había sido quebrado. Incluso cuando no se lo decía a nadie y me lo preguntaba yo, "¿por qué?", opcionalmente añadirle "harías esa estúpidez", solo llegaba a lo mismo.
No sabía. Me estaba hartando de no saber. No responderían preguntas porque no tenían porque hacerlo.
—...Sólo... termina con esto rápido —me atreví a musitar, esperando que escuchasen. No tendría el valor de pedir de nuevo que simplemente me matasen. Solo era qué no parecía mal momento.
Anders
Honorable
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Re: Despertar [Privado] [Cerrado]
Para mi sorpresa, Eltrant estaba más que dispuesto a atar e interrogar a Anders. El verle acercar las herramientas al rojo vivo provocó que emitiese un ligero gruñido. No tenía recuerdos agradables con aquello. Pero no me quejé.
Lo merecía. Debía merecerlo. Dejé que Eltrant se encargase.
No hizo falta mucho más. Anders habló, narrando todo lo que había ocurrido en el Árbol Madre. Había visto a la bruja, al menos. No conocía su nombre, pero si su cara. Y los demás...
-Niniel y Vincent. Por supuesto.- gruñí. -Patético. Ha traicionado a su propia hermana...- ¿Como podía haber confiado en esos dos? Era repulsivo. Aquello dejaba claro que la Logía estaba detrás. -Deben haberlo planeado de antes. Por eso el bastardo se negó a venir al Oblivion.- añadí.
Ambos tenían negocios no demasiado lejos. Quizás les hiciese una visita. Aplastarlos como se merecían. No. Era mejor hacerles daño de verdad. Quitarles lo que más querían. Estaba claro donde debía golpear. El mismo bosque que tanto había querido defender...
Quedaría reducido a cenizas.
Pero lo más importante era lo que había dicho al final. No les había ayudado. La destrucción del orbe había provocado que Tyrande atacase, y Anders había intentado ayudarle.
-No nos a traicionado a nosotros.- comprendí. -Les ha traicionado a ellos.- dije. Si era cierto, por supuesto. Pero... si no recordaba quienes éramos, no tenía motivos para mentir. Sobre todo si esperaba que le matásemos, y tras revelar a los responsables.
-Asher.- avisó Syl. -Tiene algo raro.- Verlo con máscara me sorprendió. Quizás era de esperar. No le di importancia por el momento, aunque solo podía resignarme a su decisión. ¿Se la habría hecho Eltrant?
El gato había vaciado los contenidos de la bolsa de Anders sobre la mesa, quizás buscando alguna pista. Un par de pergaminos fabricados por mi, una poción de baile, un silbato... No veía a que se refería, pero entonces, Syl abrió una bolsa de lo que parecía ser polvo de algún tipo. A continuación, llevó la mano a su cinturón y sacó una segunda bolsa, igual a la de la mesa.
-No sé de donde ha salido. La tenía conmigo cuando desperté.- dijo Syl. Me acerqué, examinando los contenidos. Era... familiar, de alguna forma. Lo olisqueé ligeramente y fruncí el ceño.
-...Polvo del recuerdo. Es un remedio contra amnesia causada por magia. No tiene muchos más usos, pero puede hacerse sin muchos problemas.- dije, sorprendido. ¿Se la había encontrado al despertar...? Eso sonaba extraño. ¿Un "regalo" por parte de la bruja cuervo? ¿Por qué lo tendría Anders? Sopesé la bolsa de Syl. Cinco dosis, estimaba.
Valía la pena probarlo.
Le hice una señal a Syl para que se acercase. Tomé un puñado del polvo y llevé la otra mano a la barbilla de Anders, alzando su cabeza para que nos mirase. Y entonces, le tiré el polvo a la cara. [1] Una pequeña nube grisácea se formó alrededor de él, perdurando unos segundos.
-Es algo que funciona por muy poco tiempo. Recupera las memorias de lo primero que vea. Quizás algunas cosas más si están muy relacionadas.- expliqué. -Si funciona... Debería recordarnos a Syl y a mi, al menos. Necesitará otra ración para los demás.-
A continuación, deshice las ataduras de sus manos. Me costaba asumir que no era un enemigo. Se había llevado la misma gloria que los demás... pero parecía sufrirla, no disfrutarla. Tomé una de las pociones que llevaba y se la tendí. [2]
-Bebe. Te ayudará.- Aún tenía muchas preguntas que hacer. Pero era un aliado al que habíamos hecho daño. Era el único que no nos había abandonado. Continué convenciéndome a mi mismo, tratando de no mirarle a los ojos. Algo en aquellos seguía molestándome.
[1] Uso objeto: Polvo del Recuerdo
[2] Objeto Limitado: Poción de Salud Concentrada
Lo merecía. Debía merecerlo. Dejé que Eltrant se encargase.
[. . .]
No hizo falta mucho más. Anders habló, narrando todo lo que había ocurrido en el Árbol Madre. Había visto a la bruja, al menos. No conocía su nombre, pero si su cara. Y los demás...
-Niniel y Vincent. Por supuesto.- gruñí. -Patético. Ha traicionado a su propia hermana...- ¿Como podía haber confiado en esos dos? Era repulsivo. Aquello dejaba claro que la Logía estaba detrás. -Deben haberlo planeado de antes. Por eso el bastardo se negó a venir al Oblivion.- añadí.
Ambos tenían negocios no demasiado lejos. Quizás les hiciese una visita. Aplastarlos como se merecían. No. Era mejor hacerles daño de verdad. Quitarles lo que más querían. Estaba claro donde debía golpear. El mismo bosque que tanto había querido defender...
Quedaría reducido a cenizas.
Pero lo más importante era lo que había dicho al final. No les había ayudado. La destrucción del orbe había provocado que Tyrande atacase, y Anders había intentado ayudarle.
-No nos a traicionado a nosotros.- comprendí. -Les ha traicionado a ellos.- dije. Si era cierto, por supuesto. Pero... si no recordaba quienes éramos, no tenía motivos para mentir. Sobre todo si esperaba que le matásemos, y tras revelar a los responsables.
-Asher.- avisó Syl. -Tiene algo raro.- Verlo con máscara me sorprendió. Quizás era de esperar. No le di importancia por el momento, aunque solo podía resignarme a su decisión. ¿Se la habría hecho Eltrant?
El gato había vaciado los contenidos de la bolsa de Anders sobre la mesa, quizás buscando alguna pista. Un par de pergaminos fabricados por mi, una poción de baile, un silbato... No veía a que se refería, pero entonces, Syl abrió una bolsa de lo que parecía ser polvo de algún tipo. A continuación, llevó la mano a su cinturón y sacó una segunda bolsa, igual a la de la mesa.
-No sé de donde ha salido. La tenía conmigo cuando desperté.- dijo Syl. Me acerqué, examinando los contenidos. Era... familiar, de alguna forma. Lo olisqueé ligeramente y fruncí el ceño.
-...Polvo del recuerdo. Es un remedio contra amnesia causada por magia. No tiene muchos más usos, pero puede hacerse sin muchos problemas.- dije, sorprendido. ¿Se la había encontrado al despertar...? Eso sonaba extraño. ¿Un "regalo" por parte de la bruja cuervo? ¿Por qué lo tendría Anders? Sopesé la bolsa de Syl. Cinco dosis, estimaba.
Valía la pena probarlo.
Le hice una señal a Syl para que se acercase. Tomé un puñado del polvo y llevé la otra mano a la barbilla de Anders, alzando su cabeza para que nos mirase. Y entonces, le tiré el polvo a la cara. [1] Una pequeña nube grisácea se formó alrededor de él, perdurando unos segundos.
-Es algo que funciona por muy poco tiempo. Recupera las memorias de lo primero que vea. Quizás algunas cosas más si están muy relacionadas.- expliqué. -Si funciona... Debería recordarnos a Syl y a mi, al menos. Necesitará otra ración para los demás.-
A continuación, deshice las ataduras de sus manos. Me costaba asumir que no era un enemigo. Se había llevado la misma gloria que los demás... pero parecía sufrirla, no disfrutarla. Tomé una de las pociones que llevaba y se la tendí. [2]
-Bebe. Te ayudará.- Aún tenía muchas preguntas que hacer. Pero era un aliado al que habíamos hecho daño. Era el único que no nos había abandonado. Continué convenciéndome a mi mismo, tratando de no mirarle a los ojos. Algo en aquellos seguía molestándome.
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[1] Uso objeto: Polvo del Recuerdo
[2] Objeto Limitado: Poción de Salud Concentrada
Asher Daregan
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Re: Despertar [Privado] [Cerrado]
Gruñó en voz baja, dejando al elfo hablar.
Cada palabra que decía se sentía como un puñal, como una losa sobre sus hombros. Había más nombres conocidos de los que esperaba, personas con las que había vivido… mucho. Tensó la mandíbula y procedió a masajearse el entrecejo con los ojos cerrados cuando Anders relató el destino final de la misma elfa que le había salvado en el Oblivion.
Verdadera o falsa, si estaba allí en aquel momento era gracias a ella.
Y ahora estaba muerta, como su mundo, como su gente.
No hizo ningún comentario a las palabras del lobo y cruzado de brazos bajó la mirada hasta sus botas. Anders no les había traicionado… había ¿Intentado curar a Tyrie al saber que habían roto el orbe? Un cumulo de sensaciones comenzó a aflorar en su pecho.
Remordimientos, culpa, más ira…
¿Ese era el tipo de persona que era?
Incapaz de contenerlo más, dejó escapar un gritó de frustración y arrojó las tenazas al otro lado de la habitación, con fuerza, rompiendo parte de una estantería y las botellas que estaban colocadas en ella. Se apartó del elfo un par de pasos y dejó que fuese ahora Asher quien se acercase ahora a él.
Los ojos, no sabía que tenían.
Pero solo avivaban lo que sentía, casi como si el mirarlos justificase lo que acababa de hacer.
Apoyó ambas manos sobre la pared y se mantuvo con la cabeza gacha de espaldas a todo, tratando de recobrar la compostura. No necesitaba venganza, primero… lo primero que tenía que hacer era…
- Deberías disculparte. – Lyn, apoyada en la pared junto a él, estiró los brazos por encima de su cabeza y se acomodó en dónde estaba. – Con Anders. Siempre ha sido un cielo de persona y sabes que te aprecia. O lo hacía antes de olvidarse de ti. – dijo encogiéndose de hombros. - ¿Le das un abrazo de mi parte? – Eltrant miró durante unos instantes a la vampiresa sin reaccionar de ninguna forma, oyendo de fondo como Asher mencionaba algo de los polvos que Koran había entregado, o hecho aparecer en el bolso de viaje en su caso, a todos los que se habían quedado atrapados en el Oblivion.
Cuando se giró sobre sí mismo a mirar al elfo de vuelta Lyn se había esfumado y este tenía entre las manos una poción curativa que le había entregado Asher.
Él también tenía aquel polvo. De la misma forma que había atado al elfo en un principio, se agachó entre sus pertenencias y comenzó a rebuscar entre los objetos con los que cargaba hasta que finalmente se hizo con el saquito que buscaba.
Aquel brillo… seguía haciéndosele extrañamente insufrible.
Pero sabía… que Anders había estado de su parte desde el principio. No tenía por qué mentirles, de hecho, había suplicado por que le matasen; no estaba disfrutando su situación, no estaba en un lugar muy diferente a él mismo.
Se agachó de nuevo frente a Anders.
- Lo siento. – dijo simplemente, imitando a Asher y lanzando un puñado de polvo a Anders a la cara. [1] – …de verdad. – Añadió a continuación, todavía arrodillado, tratando de evitar mirarle directamente a la cara.
Alargó la mano un instante para sujetarle de un hombro, pero se detuvo antes de alcanzarlo.
“Ten cuidado” le había dicho antes de internarse en el Oblivion.
Pero ahora lo había atado a una silla y le había hecho daño.
Y, aun así, ese maldito brillo solo le hacían recordar exclusivamente lo que había sucedido en Sandorai. Tras quedarse unos segundos con la mano a escasos centímetros del elfo inseguro de si empeoraría las cosas si le tocaba, se levantó y se apartó un par de pasos.
Si Asher estaba en lo cierto… y siempre solía estarlo en lo referido a las cosas mágicas, aquel polvo bastaría para que recuperase los recuerdos.
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[1] Uso Objeto: Polvo del Recuerdo
Cada palabra que decía se sentía como un puñal, como una losa sobre sus hombros. Había más nombres conocidos de los que esperaba, personas con las que había vivido… mucho. Tensó la mandíbula y procedió a masajearse el entrecejo con los ojos cerrados cuando Anders relató el destino final de la misma elfa que le había salvado en el Oblivion.
Verdadera o falsa, si estaba allí en aquel momento era gracias a ella.
Y ahora estaba muerta, como su mundo, como su gente.
No hizo ningún comentario a las palabras del lobo y cruzado de brazos bajó la mirada hasta sus botas. Anders no les había traicionado… había ¿Intentado curar a Tyrie al saber que habían roto el orbe? Un cumulo de sensaciones comenzó a aflorar en su pecho.
Remordimientos, culpa, más ira…
¿Ese era el tipo de persona que era?
Incapaz de contenerlo más, dejó escapar un gritó de frustración y arrojó las tenazas al otro lado de la habitación, con fuerza, rompiendo parte de una estantería y las botellas que estaban colocadas en ella. Se apartó del elfo un par de pasos y dejó que fuese ahora Asher quien se acercase ahora a él.
Los ojos, no sabía que tenían.
Pero solo avivaban lo que sentía, casi como si el mirarlos justificase lo que acababa de hacer.
Apoyó ambas manos sobre la pared y se mantuvo con la cabeza gacha de espaldas a todo, tratando de recobrar la compostura. No necesitaba venganza, primero… lo primero que tenía que hacer era…
- Deberías disculparte. – Lyn, apoyada en la pared junto a él, estiró los brazos por encima de su cabeza y se acomodó en dónde estaba. – Con Anders. Siempre ha sido un cielo de persona y sabes que te aprecia. O lo hacía antes de olvidarse de ti. – dijo encogiéndose de hombros. - ¿Le das un abrazo de mi parte? – Eltrant miró durante unos instantes a la vampiresa sin reaccionar de ninguna forma, oyendo de fondo como Asher mencionaba algo de los polvos que Koran había entregado, o hecho aparecer en el bolso de viaje en su caso, a todos los que se habían quedado atrapados en el Oblivion.
Cuando se giró sobre sí mismo a mirar al elfo de vuelta Lyn se había esfumado y este tenía entre las manos una poción curativa que le había entregado Asher.
Él también tenía aquel polvo. De la misma forma que había atado al elfo en un principio, se agachó entre sus pertenencias y comenzó a rebuscar entre los objetos con los que cargaba hasta que finalmente se hizo con el saquito que buscaba.
Aquel brillo… seguía haciéndosele extrañamente insufrible.
Pero sabía… que Anders había estado de su parte desde el principio. No tenía por qué mentirles, de hecho, había suplicado por que le matasen; no estaba disfrutando su situación, no estaba en un lugar muy diferente a él mismo.
Se agachó de nuevo frente a Anders.
- Lo siento. – dijo simplemente, imitando a Asher y lanzando un puñado de polvo a Anders a la cara. [1] – …de verdad. – Añadió a continuación, todavía arrodillado, tratando de evitar mirarle directamente a la cara.
Alargó la mano un instante para sujetarle de un hombro, pero se detuvo antes de alcanzarlo.
“Ten cuidado” le había dicho antes de internarse en el Oblivion.
Pero ahora lo había atado a una silla y le había hecho daño.
Y, aun así, ese maldito brillo solo le hacían recordar exclusivamente lo que había sucedido en Sandorai. Tras quedarse unos segundos con la mano a escasos centímetros del elfo inseguro de si empeoraría las cosas si le tocaba, se levantó y se apartó un par de pasos.
Si Asher estaba en lo cierto… y siempre solía estarlo en lo referido a las cosas mágicas, aquel polvo bastaría para que recuperase los recuerdos.
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[1] Uso Objeto: Polvo del Recuerdo
Eltrant Tale
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Re: Despertar [Privado] [Cerrado]
No se apresuraban.
No tenía los pies atados... pero pisotear, ¿qué haría pisoteando o gritándoles?
La mayoría de la conversación del lobo con... ¿sí mismo? y el enmascarado me pasó por alto. El dolor seguía más que suficiente allí como para que me concentrase en oírlos. Tampoco es que me hubiese vuelto sordo; salté un poco al escuchar el grito del hombre. Me había saltado más fuerte el corazón; acelerado el pulso a mil cuando lo vi sacudir el brazo. Las pinzas... pararon al otro lado del lugar, quebrando vidrio y madera. Permaneci callado y paré de respirar con un atisbo de calma al ver aquello.
No me... no me había quemado otra vez... pero esa fuerza. Todos podíamos matar muchas cosas con solo las manos. Este anciano podía matar cosas que otros no con ellas. Lo vi alejarse y darse vuelta, no podía observar mucho más que su espalda, pero se movía, suavemente. Arriba y abajo. Estaba... tomando aire, con profundidad. ¿Qué intent-
Miré al lobo otra vez, obligado, y empecé a oser cuando me lanzó algo a la cara. Apreté los ojos para impedir que entrase más de la nube. Seguí tosiendo durante varios segundos por lo que había perdurado la nube. ¿Arena? ¿Polvo? ¿Qué diablos estaban haciendo ahora, era una especie de juego?
Volteé violentamente hacia él y el de la máscara. Se los había pedido ya, por hacer que se enojasen no podía empeorar el destino.
No demasiado.
—¿¡Qué quier-
Acallé, observándolos, más céntrico en el demonio que en su cubierto acompañante. Había… había algo. La cabeza me ardió unos momentos mientras vacíos se rellenaban y algunas pinturas cambiaban. Alguien que me había ayudado con el pequeño vampiro aquella vez- pantan- ¿an... fitrión? La runa con mi sangre. El pergamino. El otro pergamino.
Su… llegada en el árbol.
Su ida al Oblivion.
Y su falta de vuelta.
Balbuceé un segundo, pestañeando varias veces más y sintiendo un frío raro en los hombros extenderse al medio de la espalda, uno que me hizo olvidarme del calor de la oreja por un momento. Lo seguí con la mirada un par de segundos mientras deshacía las ataduras y tomé la poción, sin decir todavía nada.
¿…Era él? Y esa figura a su lado. El… tamaño. El tamaño… ¿Eran… eran ellos?
Eran ellos. Sentí algo apretándome el pecho. Estaban aquí. Vivos
Pero con la apariencia de un muerto. No abrí ni tome de la misma viendo al hombre volver y agacharse frente a mí. Fruncí levemente el ceño en una mezcla rara de alivio, confusión y rabia. Me había quemado la oreja, quizás arrancado. No lo conocía… ¿reconocía? Y me pedía disculpas. O quizás debí pensar “pero” en vez de “y”.
Posé los ojos sobre el puño cerrado y me mantuve quieto, tomando aire para cuando lanzase el polvo a mi cara. Permanecí... impasible, con la nube formada alrededor de la cara. Pestañeando solo por obligación a hacerlo, y trague saliva. Quería insultarlo, darle… un puñetazo o dos, era de los peores dolores que había sentido jamás en la vida y dos veces tuvieron que reanimarme porque casi muero.
A medida que volvían se apaciguó la rabia con melancolía. Mezclándose. No estaba procesando bien nada de eso, no estaba… seguro de casi nada; excepto lo mucho que me dolía el estómago.
Eltrant.
El dolor en la oreja volvió, pero lloré fue cuando habló de nuevo.
Había… hablado un poco con ellos luego de eso. Tuvieron que recordarme tomar la poción porque se me había olvidado que la tenía. Quería abrazarlos, pero no lo hice. Lucían… lucían mal. De más maneras de las que podía poner en palabras, no era tan rudo ni valiente como para decirlo de frente; pero comparado a lo que eran, a lo que recordaba, de ellos solo quedaban cenizas.
Me puse una mano en la frente, ahora sin herida. Mi oreja también regresó a la normalidad, lentamente. Normalmente… esperaba que estas pociones ayudasen con el cansancio. ¿Lo hacían?
Parecía… que no. Igual lo estaba. Mucho más que antes.
…Ni siquiera tenía palabras, ¿qué… qué le decías a gente así? ¿Qué se habían vuelto eso? No venía nada a mi cabeza. Sin embargo; si tenía preguntas. Sobre el Oblivion. Qué hicieron allí adentro. Al tener los recuerdos de Asher de vuelta, también tenía que los centinelas eran cuatro, por lo que mencioné a los otros tres. Sí… sí debía recordar a alguien más. Si conocía otras personas. Y lo más importante:
—¿Cómo…? —empecé, con el mismo frío raro en mi espalda—. ¿Cómo… siguen vivos? ¿Cómo volvieron?
Me paré a escucharlos, sentándome lentamente a medida que todo se hacía menos soportable y tomaba más sentido, si alguna vez lo tuvo. Se me hizo más notable a cada segundo, ya no sería solo todo lo que estaban sintiendo. Estaban evitando mi mirada.
Temía y comprendía el por qué. Iba a... taparlos. Cerrarlos. Simplemente buscar una manera que dejase de hacer el brillo una amenaza antes de que todo llegase a un punto crítico. El momento en que se cerró el portal. Cuando mataron al último de ellos. El portal. Una… mujer.
Todo lo que en mi cabeza se traducía a tres palabras.
No habían muerto.
Exhalé a un lado entre un suspiro y un queja y un gruñido, tuve el impulso de golpear algo. Me… me resistía a cosas así. Llevaba semanas resistiéndome a golpear a alguien cuando el acoso había ido muy lejos, pero esta vez no pude. Le clavé una patada a una mesa en el taller de Eltrant y tiré un manotazo a un lado sin alcanzar nada.
Fui consciente por un instante de lo que acababa de hacer, así que me quede de pie, espaldas. Con la mano que había lanzado volviendo a mi frente para estar tieso y tenso.
—Lo… lo siento. L-La… —inhalé— levantaré…
Dije eso, pero no me moví de allí. ¿Entonces Tyrie había mentido también en eso? ¿Nunca hubo riesgo…? ¿Las raíces se tragaron ese golpe por eso? ¿Uriel y Nahir y Ellie salieron con quemaduras por qué me desvié a ayudar a esa maldita? ¿Otros habían sufrido por un mal movimiento mío cuando… no era necesario? ¿Todo había resultado ser en vano? ¿Para nada?
Sin darme cuenta me había agachado a tomar la mesa, pero solo la estaba apretando incesante con las manos. Terminé sentándome en el suelo, apoyando la espalda de la pared.
No… no en vano. ¿Me estaba justificando a éstas alturas? Riesgo o no de morir. Habrían estado atrapados sin esa ayuda. Volvieron… con un costo. Yo también iba a pisar dentro del Oblivion, no fui por chance, porque ellos y alguien más me pidieron que me quedase. Eltrant hasta había mandado a una chica a que me apoyase y esa misma había terminado salvándome la vida.
Bajé la cabeza y la subí fuertemente, golpeándola por detrás contra la pared. Tenía que enfocarme en algo, aunque no supiera qué.
—…Vas a vengarte —medio dije, medio pregunté. Recordé lo del brillo, y cerré los ojos.
La palabra se me hacía fuerte… pesada. Aún más desde lo que me pasó en el mismo árbol, incluso antes de que todo se fuese a la mierda.
Pero no podría detenerlo. No haciéndole frente. No pidiéndoselo.
Seguía siendo cierto que ningún elfo en esa sala consideró intervenir por un instante. La prioridad siempre fue el árbol en el corazón de muchos. Pero… pero no todos. Lagóles, Feanör, hasta… Siva. Toda su vida teniendo problemas con otras razas, para sacrificarse por alguien del de la raza enemiga de los elfos. Todos los niños…
—…
Abrí la boca unos segundos, temiendo quedar luciendo como él si decía algo que rozaba de la mala manera.
—…Uriel, Nahir y Ellie no tienen nada que ver en esto —musité—, estaban en las raíces, con otra persona. La... bruja que me ayudó como polizonte una vez... Eltrant —lo vi, había recordado su nombre ahora. Su amiga—. Es Valeria. Ella y Vin enfrentaron a Eredin… Lo del orbe… fue antes. Si van a hacer algo…
Suspiré pesadamente. Ni siquiera pediría que no quemase árbol madre, iba a suceder, ¿verdad?
Al menos debía apurarme y ver si podía salvar a quienes lo merecían, porque su cuerpo… su mirada. No iba a razonar. No tenía ninguna razón para hacerlo.
—…consideren eso. No... tengo palabras para el árbol
Me encogí un poco, abrazandome una pierna.
—...No las merecen... —concluí, con un deje dudoso en mi voz producido por el "todos" y "algunos".
Me ofrecí a buscarles comida y dónde dormir. La taberna de Rick... y esos polvos, debía probarlo. Si funcionaba y querían, fácilmente podrían dormir allí. La comida tampoco debería ser problema en sí. Abrí los ojos.
No mientras siguieran brillando.
No tenía los pies atados... pero pisotear, ¿qué haría pisoteando o gritándoles?
La mayoría de la conversación del lobo con... ¿sí mismo? y el enmascarado me pasó por alto. El dolor seguía más que suficiente allí como para que me concentrase en oírlos. Tampoco es que me hubiese vuelto sordo; salté un poco al escuchar el grito del hombre. Me había saltado más fuerte el corazón; acelerado el pulso a mil cuando lo vi sacudir el brazo. Las pinzas... pararon al otro lado del lugar, quebrando vidrio y madera. Permaneci callado y paré de respirar con un atisbo de calma al ver aquello.
No me... no me había quemado otra vez... pero esa fuerza. Todos podíamos matar muchas cosas con solo las manos. Este anciano podía matar cosas que otros no con ellas. Lo vi alejarse y darse vuelta, no podía observar mucho más que su espalda, pero se movía, suavemente. Arriba y abajo. Estaba... tomando aire, con profundidad. ¿Qué intent-
Miré al lobo otra vez, obligado, y empecé a oser cuando me lanzó algo a la cara. Apreté los ojos para impedir que entrase más de la nube. Seguí tosiendo durante varios segundos por lo que había perdurado la nube. ¿Arena? ¿Polvo? ¿Qué diablos estaban haciendo ahora, era una especie de juego?
Volteé violentamente hacia él y el de la máscara. Se los había pedido ya, por hacer que se enojasen no podía empeorar el destino.
No demasiado.
—¿¡Qué quier-
Acallé, observándolos, más céntrico en el demonio que en su cubierto acompañante. Había… había algo. La cabeza me ardió unos momentos mientras vacíos se rellenaban y algunas pinturas cambiaban. Alguien que me había ayudado con el pequeño vampiro aquella vez- pantan- ¿an... fitrión? La runa con mi sangre. El pergamino. El otro pergamino.
Su… llegada en el árbol.
Su ida al Oblivion.
Y su falta de vuelta.
Balbuceé un segundo, pestañeando varias veces más y sintiendo un frío raro en los hombros extenderse al medio de la espalda, uno que me hizo olvidarme del calor de la oreja por un momento. Lo seguí con la mirada un par de segundos mientras deshacía las ataduras y tomé la poción, sin decir todavía nada.
¿…Era él? Y esa figura a su lado. El… tamaño. El tamaño… ¿Eran… eran ellos?
Eran ellos. Sentí algo apretándome el pecho. Estaban aquí. Vivos
Pero con la apariencia de un muerto. No abrí ni tome de la misma viendo al hombre volver y agacharse frente a mí. Fruncí levemente el ceño en una mezcla rara de alivio, confusión y rabia. Me había quemado la oreja, quizás arrancado. No lo conocía… ¿reconocía? Y me pedía disculpas. O quizás debí pensar “pero” en vez de “y”.
Posé los ojos sobre el puño cerrado y me mantuve quieto, tomando aire para cuando lanzase el polvo a mi cara. Permanecí... impasible, con la nube formada alrededor de la cara. Pestañeando solo por obligación a hacerlo, y trague saliva. Quería insultarlo, darle… un puñetazo o dos, era de los peores dolores que había sentido jamás en la vida y dos veces tuvieron que reanimarme porque casi muero.
A medida que volvían se apaciguó la rabia con melancolía. Mezclándose. No estaba procesando bien nada de eso, no estaba… seguro de casi nada; excepto lo mucho que me dolía el estómago.
Eltrant.
El dolor en la oreja volvió, pero lloré fue cuando habló de nuevo.
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Había… hablado un poco con ellos luego de eso. Tuvieron que recordarme tomar la poción porque se me había olvidado que la tenía. Quería abrazarlos, pero no lo hice. Lucían… lucían mal. De más maneras de las que podía poner en palabras, no era tan rudo ni valiente como para decirlo de frente; pero comparado a lo que eran, a lo que recordaba, de ellos solo quedaban cenizas.
Me puse una mano en la frente, ahora sin herida. Mi oreja también regresó a la normalidad, lentamente. Normalmente… esperaba que estas pociones ayudasen con el cansancio. ¿Lo hacían?
Parecía… que no. Igual lo estaba. Mucho más que antes.
…Ni siquiera tenía palabras, ¿qué… qué le decías a gente así? ¿Qué se habían vuelto eso? No venía nada a mi cabeza. Sin embargo; si tenía preguntas. Sobre el Oblivion. Qué hicieron allí adentro. Al tener los recuerdos de Asher de vuelta, también tenía que los centinelas eran cuatro, por lo que mencioné a los otros tres. Sí… sí debía recordar a alguien más. Si conocía otras personas. Y lo más importante:
—¿Cómo…? —empecé, con el mismo frío raro en mi espalda—. ¿Cómo… siguen vivos? ¿Cómo volvieron?
Me paré a escucharlos, sentándome lentamente a medida que todo se hacía menos soportable y tomaba más sentido, si alguna vez lo tuvo. Se me hizo más notable a cada segundo, ya no sería solo todo lo que estaban sintiendo. Estaban evitando mi mirada.
Temía y comprendía el por qué. Iba a... taparlos. Cerrarlos. Simplemente buscar una manera que dejase de hacer el brillo una amenaza antes de que todo llegase a un punto crítico. El momento en que se cerró el portal. Cuando mataron al último de ellos. El portal. Una… mujer.
Todo lo que en mi cabeza se traducía a tres palabras.
No habían muerto.
Exhalé a un lado entre un suspiro y un queja y un gruñido, tuve el impulso de golpear algo. Me… me resistía a cosas así. Llevaba semanas resistiéndome a golpear a alguien cuando el acoso había ido muy lejos, pero esta vez no pude. Le clavé una patada a una mesa en el taller de Eltrant y tiré un manotazo a un lado sin alcanzar nada.
Fui consciente por un instante de lo que acababa de hacer, así que me quede de pie, espaldas. Con la mano que había lanzado volviendo a mi frente para estar tieso y tenso.
—Lo… lo siento. L-La… —inhalé— levantaré…
Dije eso, pero no me moví de allí. ¿Entonces Tyrie había mentido también en eso? ¿Nunca hubo riesgo…? ¿Las raíces se tragaron ese golpe por eso? ¿Uriel y Nahir y Ellie salieron con quemaduras por qué me desvié a ayudar a esa maldita? ¿Otros habían sufrido por un mal movimiento mío cuando… no era necesario? ¿Todo había resultado ser en vano? ¿Para nada?
Sin darme cuenta me había agachado a tomar la mesa, pero solo la estaba apretando incesante con las manos. Terminé sentándome en el suelo, apoyando la espalda de la pared.
No… no en vano. ¿Me estaba justificando a éstas alturas? Riesgo o no de morir. Habrían estado atrapados sin esa ayuda. Volvieron… con un costo. Yo también iba a pisar dentro del Oblivion, no fui por chance, porque ellos y alguien más me pidieron que me quedase. Eltrant hasta había mandado a una chica a que me apoyase y esa misma había terminado salvándome la vida.
Bajé la cabeza y la subí fuertemente, golpeándola por detrás contra la pared. Tenía que enfocarme en algo, aunque no supiera qué.
—…Vas a vengarte —medio dije, medio pregunté. Recordé lo del brillo, y cerré los ojos.
La palabra se me hacía fuerte… pesada. Aún más desde lo que me pasó en el mismo árbol, incluso antes de que todo se fuese a la mierda.
Pero no podría detenerlo. No haciéndole frente. No pidiéndoselo.
Seguía siendo cierto que ningún elfo en esa sala consideró intervenir por un instante. La prioridad siempre fue el árbol en el corazón de muchos. Pero… pero no todos. Lagóles, Feanör, hasta… Siva. Toda su vida teniendo problemas con otras razas, para sacrificarse por alguien del de la raza enemiga de los elfos. Todos los niños…
—…
Abrí la boca unos segundos, temiendo quedar luciendo como él si decía algo que rozaba de la mala manera.
—…Uriel, Nahir y Ellie no tienen nada que ver en esto —musité—, estaban en las raíces, con otra persona. La... bruja que me ayudó como polizonte una vez... Eltrant —lo vi, había recordado su nombre ahora. Su amiga—. Es Valeria. Ella y Vin enfrentaron a Eredin… Lo del orbe… fue antes. Si van a hacer algo…
Suspiré pesadamente. Ni siquiera pediría que no quemase árbol madre, iba a suceder, ¿verdad?
Al menos debía apurarme y ver si podía salvar a quienes lo merecían, porque su cuerpo… su mirada. No iba a razonar. No tenía ninguna razón para hacerlo.
—…consideren eso. No... tengo palabras para el árbol
Me encogí un poco, abrazandome una pierna.
—...No las merecen... —concluí, con un deje dudoso en mi voz producido por el "todos" y "algunos".
Me ofrecí a buscarles comida y dónde dormir. La taberna de Rick... y esos polvos, debía probarlo. Si funcionaba y querían, fácilmente podrían dormir allí. La comida tampoco debería ser problema en sí. Abrí los ojos.
No mientras siguieran brillando.
Anders
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Re: Despertar [Privado] [Cerrado]
Exhalé, apartando la mirada mientras el elfo empezaba a sollozar. Esperé a que se tranquilizase un poco, tomándome el momento para hacer lo mismo y mirar alrededor. Syl volvió a colocar las cosas de Anders en su bolsa. Me acerqué a él, llevándomelo discretamente a una de las habitaciones contiguas. Nos sentamos en la cama, siendo el único mueble apropiado.
-La máscara...- comenté. Bajó la cabeza. -...Es elección tuya, pero... no quiero que te avergüences de nada, al menos conmigo.- dije, mirándole a los ojos. Asintió ligeramente. Probablemente no sería tan sencillo, pero era lo único que podía decir por el momento. -Estaremos bien. Encontraré la forma de solucionarlo.- aseguré.
Hubo una pausa. Syl apoyó su cabeza sobre mi hombro y exhaló. Le abracé con un brazo durante unos minutos.
-¿Capa nueva?- preguntó, tocándola ligeramente. -¿Que hace?-
-Invisibilidad.- respondí simplemente. El gato dejó escapar una risa, apenas reprimida. -Es en serio.- sonreí.
-¿Por eso las botas que no hacen ruido?- preguntó. -Está bien pensado. Aunque aún pueden olerte.- dijo, medio en broma.
-Tengo algo para eso.- dije. Syl me miró, quitándose la máscara sólo para que viese como arqueaba una ceja. Aquello me hizo reír.
-No me dirás que vas a usar perfume.-
-Claro que no. Es magia. Obviamente.- Chasqueé la lengua. Después, le di una palmada en el hombro y me levanté. -Vamos. Aún tenemos mucho que hablar.- dije. Syl se volvió a poner la máscara y volvimos a la sala.
Anders parecía haberse calmado ya. Su oreja estaba curada. Poco después de vernos, hizo la pregunta evidente.
-Maestro arcanista.- dije, esbozando una sonrisa sarcástica. -No sé por qué nadie se ha pensado que íbamos a morir sólo por estar en el Oblivion. Podía haberlo conquistado, pero no me gustaban las vistas.- aseguré. -Matamos a todos los Jinetes, y... la Bruja Cuervo apareció. Dijo que nos daría la forma de volver a cambio de un precio.- expliqué. No era una historia que dijese mucho. Probablemente nunca obtendría un verdadero por qué. Pero no importaba. Estábamos allí, y era suficiente.
Al igual que Eltrant, el elfo acabó golpeando algo cercano. Siempre me había resultado un gesto curioso. Por mucho que quisiera destripar a alguien, nunca había sentido la necesidad de romper objetos. Quizás fuese algo cultural.
Y entonces, dijo las palabras.
-Hemos sacrificado mucho por Aerandir, pese a que podíamos haber dejado que cualquier otro lo hiciese.- dije, entrecerrando los ojos. -Hemos protegido el maldito Árbol cuando no era nuestra tierra. Hemos sangrado por ello, y luchado en un mundo que nos quería matar a todo momento. Y a cambio, nos dejaron tirados allí. Nos han olvidado y robado la gloria. Si no hubiera sido por nosotros, este mundo habría acabado igual que el Oblivion.- Aquella sería una llama que no iba a apagarse. La ira, la indignación... La injusticia que habíamos sufrido. -Cualquier cosa que haga sigue sin comparar a lo que habría ocurrido.-
La respuesta era clara. Pero diría las palabras.
-Vincent nos traicionó desde el principio. El luchar contra un Jinete no exime a nadie. Si Valeria estaba de su parte, recibirá el mismo merecido.- declaré con frialdad. No había ninguna duda en mi voz. -Lo mismo con todo el que se interponga.- No habría excepciones, fuera del mismo Anders. Nadie más las merecía.
Si el mundo debía arder para conseguir lo que quería, sería el primero en prenderle fuego. Miré hacia Eltrant. Sabía que era demasiado bueno para aquello. El podía permitirse un camino que yo no.
-...- "No me detengas." quise decir. Pero las palabras no salieron de mi boca. Sabía que no lo haría, incluso si se negaba a vengarse. No quedaba mucha gente en la que pudiese confiar, pero él era uno de ellos.
-Voy contigo.- dijo Syl. Asentí, agradecido. -Hasta el final, sea cual sea.-
Tras una pausa, Anders se ofreció conseguirnos refugio y comida. Mi cuerpo se enfrió ligeramente. Puse la sensación de mi pecho aparte y suspiré.
-Tenemos suficiente para recuperar Quintaesencia. Tengo refugio y beneficios allí.- musité.
-¿Y los Nómadas?- preguntó Syl. Era inevitable. Aquello era lo más cercano que podía sentir a culpabilidad en aquel momento.
-...Prefiero no involucrarlos. Sea lo que sea que recuerden, no voy a hacer que mueran por mi.- dije con voz grave. Me crucé de brazos, tratando de no pensar en aquello. -Estarán mejor así.-
-La máscara...- comenté. Bajó la cabeza. -...Es elección tuya, pero... no quiero que te avergüences de nada, al menos conmigo.- dije, mirándole a los ojos. Asintió ligeramente. Probablemente no sería tan sencillo, pero era lo único que podía decir por el momento. -Estaremos bien. Encontraré la forma de solucionarlo.- aseguré.
Hubo una pausa. Syl apoyó su cabeza sobre mi hombro y exhaló. Le abracé con un brazo durante unos minutos.
-¿Capa nueva?- preguntó, tocándola ligeramente. -¿Que hace?-
-Invisibilidad.- respondí simplemente. El gato dejó escapar una risa, apenas reprimida. -Es en serio.- sonreí.
-¿Por eso las botas que no hacen ruido?- preguntó. -Está bien pensado. Aunque aún pueden olerte.- dijo, medio en broma.
-Tengo algo para eso.- dije. Syl me miró, quitándose la máscara sólo para que viese como arqueaba una ceja. Aquello me hizo reír.
-No me dirás que vas a usar perfume.-
-Claro que no. Es magia. Obviamente.- Chasqueé la lengua. Después, le di una palmada en el hombro y me levanté. -Vamos. Aún tenemos mucho que hablar.- dije. Syl se volvió a poner la máscara y volvimos a la sala.
Anders parecía haberse calmado ya. Su oreja estaba curada. Poco después de vernos, hizo la pregunta evidente.
-Maestro arcanista.- dije, esbozando una sonrisa sarcástica. -No sé por qué nadie se ha pensado que íbamos a morir sólo por estar en el Oblivion. Podía haberlo conquistado, pero no me gustaban las vistas.- aseguré. -Matamos a todos los Jinetes, y... la Bruja Cuervo apareció. Dijo que nos daría la forma de volver a cambio de un precio.- expliqué. No era una historia que dijese mucho. Probablemente nunca obtendría un verdadero por qué. Pero no importaba. Estábamos allí, y era suficiente.
Al igual que Eltrant, el elfo acabó golpeando algo cercano. Siempre me había resultado un gesto curioso. Por mucho que quisiera destripar a alguien, nunca había sentido la necesidad de romper objetos. Quizás fuese algo cultural.
Y entonces, dijo las palabras.
-Hemos sacrificado mucho por Aerandir, pese a que podíamos haber dejado que cualquier otro lo hiciese.- dije, entrecerrando los ojos. -Hemos protegido el maldito Árbol cuando no era nuestra tierra. Hemos sangrado por ello, y luchado en un mundo que nos quería matar a todo momento. Y a cambio, nos dejaron tirados allí. Nos han olvidado y robado la gloria. Si no hubiera sido por nosotros, este mundo habría acabado igual que el Oblivion.- Aquella sería una llama que no iba a apagarse. La ira, la indignación... La injusticia que habíamos sufrido. -Cualquier cosa que haga sigue sin comparar a lo que habría ocurrido.-
La respuesta era clara. Pero diría las palabras.
-Vincent nos traicionó desde el principio. El luchar contra un Jinete no exime a nadie. Si Valeria estaba de su parte, recibirá el mismo merecido.- declaré con frialdad. No había ninguna duda en mi voz. -Lo mismo con todo el que se interponga.- No habría excepciones, fuera del mismo Anders. Nadie más las merecía.
Si el mundo debía arder para conseguir lo que quería, sería el primero en prenderle fuego. Miré hacia Eltrant. Sabía que era demasiado bueno para aquello. El podía permitirse un camino que yo no.
-...- "No me detengas." quise decir. Pero las palabras no salieron de mi boca. Sabía que no lo haría, incluso si se negaba a vengarse. No quedaba mucha gente en la que pudiese confiar, pero él era uno de ellos.
-Voy contigo.- dijo Syl. Asentí, agradecido. -Hasta el final, sea cual sea.-
Tras una pausa, Anders se ofreció conseguirnos refugio y comida. Mi cuerpo se enfrió ligeramente. Puse la sensación de mi pecho aparte y suspiré.
-Tenemos suficiente para recuperar Quintaesencia. Tengo refugio y beneficios allí.- musité.
-¿Y los Nómadas?- preguntó Syl. Era inevitable. Aquello era lo más cercano que podía sentir a culpabilidad en aquel momento.
-...Prefiero no involucrarlos. Sea lo que sea que recuerden, no voy a hacer que mueran por mi.- dije con voz grave. Me crucé de brazos, tratando de no pensar en aquello. -Estarán mejor así.-
Asher Daregan
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Re: Despertar [Privado] [Cerrado]
Dejó que Anders se desahogase sin decir nada, manteniéndose con la cabeza gacha. No era como si él no estuviese sintiendo algo similar al elfo en aquel momento; era la primera persona sin contar a Asher y Syl que le reconocía, que le llamaba por su nombre.
Era una mezcla de sentimientos extraña, difícil de describir.
Cuando Asher se marchó con Syl a la habitación contigua, Eltrant se agachó frente a Anders, esta vez se atrevió a colocarle la mano en el hombro y apretó con suavidad, de la misma forma que lo había hecho antes de marcharse al Oblivion.
- Lo siento, Anders. Por todo… – dijo de nuevo, tratando de evitar el brillo de los ojos. Parecía tan frustrado como todos en aquella habitación, no se merecía… no se merecía nada de lo que le había pasado. – Gracias por intentarlo. – dijo a continuación, estrechando al elfo en un breve abrazo, tratando de consolarle, aunque fuese un poco.
Momentos después Asher salió de la habitación junto a Syl y relató, en un resumen bastante breve, lo que habían vivido en el Oblivion. Señalando al lobo con el pulgar, cruzado de brazos, Eltrant ratificó lo que este acababa de decir.
- Fue duro, pero lo conseguimos. – Afirmó Eltrant, uniéndose a la explicación de Asher. – Acabamos con los jinetes, uno por uno. – Y aun así habían tenido que sacrificar todo lo que tenían.
Los habían salvado a todos y aquella había sido su recompensa.
No podía negar nada de lo que afirmó el can después. Habían salvado el árbol, habían luchado, sufrido y vertido sangre por Sandorai. La gloría robada le era indiferente, nunca había querido clamores ni ovaciones, tampoco había ido a un mundo muerto para que su nombre fuese recordado.
Pero no podía obviar que le habían dejado a su suerte como si tal cosa.
No cuando había sacrificado tanto.
Se quedó en silencio, escuchando los futuros planes de Asher, el plan de venganza que tenía en mente: reducir el árbol que tanto habían luchado para proteger a poco más que cenizas, encarar a todo aquel que tuviese los ojos brillantes.
Desvió su atención, en el más completo de los silencios, hacía la espada oscura, la que acababa de forjar y descansaba sobre una de las mesas del taller. No pensaba detener a Asher, Aerandir había desatado al lobo y ahora... tenía que asumir las consecuencias de sus actos.
Y él… él tenía otras cosas que hacer.
- Yo… - Deslizó la palma de su mano por el metal de Recuerdo. – Yo tengo que encontrar a Lyn. – dijo algo ausente, fijándose en como la hoja vibraba suavemente como si las sombras crepitasen. – Si os enteráis de… cualquier cosa de ella… – Se giró hacia los presentes. – Decídmelo, por favor. – Musitó a continuación, tomando a Recuerdo entre sus manos y envainándola.
La cuestión era que no tenía forma de saber por dónde empezar.
Por lo que sabía Lyn podía estar en cualquier rincón del mundo, no era muy esperanzador saber que no le quedaba más remedio que ir dando palos de ciego.
Ese fue el momento en el que Ander salió a buscarles comida y cuando los Nómadas, entonces, salieron a colación. Era comprensible que no quisiese involucrarles en lo que tenía en mente, y aunque quisiese, dudaba mucho que tuviese polvo suficiente para todos.
Por su tono de voz que Asher usó Eltrant sabía que aquella no era una decisión fácil para el lobo, pero él también creía que mantenerlos alejado de la vengaza era la mejor opción. Les vigilaría, de todas formas, por Asher. Su aspecto actual era… el del tipo de persona que estos solían aceptar; con un poco de suerte podría usar sus campamentos para descansar según buscaba a la vampiresa.
Asher había tenido una buena idea al fundarlos, al escoger el nombre que los representaba. Si no podía trabajar en la ciudad, si iba a tener que buscar a su compañera por todo Aerandir sin descanso…
Tendría que llevarse su casa consigo.
El primer paso era comprar una carreta mínimamente grande, el segundo cargarla con provisiones y las herramientas del taller y el tercero…
- Voy a partir hacia Beltrexus. – dijo tras unos segundos de reflexión. – Lyn… tenía motivos para ir allí una vez al año. – Musitó, atusándose la barba. – Quizás encuentre algo que me ayude. – Era un pensamiento esperanzador que, sabía, tenía muchas posibilidades de acabar en un callejón sin salida.
Era una mezcla de sentimientos extraña, difícil de describir.
Cuando Asher se marchó con Syl a la habitación contigua, Eltrant se agachó frente a Anders, esta vez se atrevió a colocarle la mano en el hombro y apretó con suavidad, de la misma forma que lo había hecho antes de marcharse al Oblivion.
- Lo siento, Anders. Por todo… – dijo de nuevo, tratando de evitar el brillo de los ojos. Parecía tan frustrado como todos en aquella habitación, no se merecía… no se merecía nada de lo que le había pasado. – Gracias por intentarlo. – dijo a continuación, estrechando al elfo en un breve abrazo, tratando de consolarle, aunque fuese un poco.
Momentos después Asher salió de la habitación junto a Syl y relató, en un resumen bastante breve, lo que habían vivido en el Oblivion. Señalando al lobo con el pulgar, cruzado de brazos, Eltrant ratificó lo que este acababa de decir.
- Fue duro, pero lo conseguimos. – Afirmó Eltrant, uniéndose a la explicación de Asher. – Acabamos con los jinetes, uno por uno. – Y aun así habían tenido que sacrificar todo lo que tenían.
Los habían salvado a todos y aquella había sido su recompensa.
No podía negar nada de lo que afirmó el can después. Habían salvado el árbol, habían luchado, sufrido y vertido sangre por Sandorai. La gloría robada le era indiferente, nunca había querido clamores ni ovaciones, tampoco había ido a un mundo muerto para que su nombre fuese recordado.
Pero no podía obviar que le habían dejado a su suerte como si tal cosa.
No cuando había sacrificado tanto.
Se quedó en silencio, escuchando los futuros planes de Asher, el plan de venganza que tenía en mente: reducir el árbol que tanto habían luchado para proteger a poco más que cenizas, encarar a todo aquel que tuviese los ojos brillantes.
Desvió su atención, en el más completo de los silencios, hacía la espada oscura, la que acababa de forjar y descansaba sobre una de las mesas del taller. No pensaba detener a Asher, Aerandir había desatado al lobo y ahora... tenía que asumir las consecuencias de sus actos.
Y él… él tenía otras cosas que hacer.
- Yo… - Deslizó la palma de su mano por el metal de Recuerdo. – Yo tengo que encontrar a Lyn. – dijo algo ausente, fijándose en como la hoja vibraba suavemente como si las sombras crepitasen. – Si os enteráis de… cualquier cosa de ella… – Se giró hacia los presentes. – Decídmelo, por favor. – Musitó a continuación, tomando a Recuerdo entre sus manos y envainándola.
La cuestión era que no tenía forma de saber por dónde empezar.
Por lo que sabía Lyn podía estar en cualquier rincón del mundo, no era muy esperanzador saber que no le quedaba más remedio que ir dando palos de ciego.
Ese fue el momento en el que Ander salió a buscarles comida y cuando los Nómadas, entonces, salieron a colación. Era comprensible que no quisiese involucrarles en lo que tenía en mente, y aunque quisiese, dudaba mucho que tuviese polvo suficiente para todos.
Por su tono de voz que Asher usó Eltrant sabía que aquella no era una decisión fácil para el lobo, pero él también creía que mantenerlos alejado de la vengaza era la mejor opción. Les vigilaría, de todas formas, por Asher. Su aspecto actual era… el del tipo de persona que estos solían aceptar; con un poco de suerte podría usar sus campamentos para descansar según buscaba a la vampiresa.
Asher había tenido una buena idea al fundarlos, al escoger el nombre que los representaba. Si no podía trabajar en la ciudad, si iba a tener que buscar a su compañera por todo Aerandir sin descanso…
Tendría que llevarse su casa consigo.
El primer paso era comprar una carreta mínimamente grande, el segundo cargarla con provisiones y las herramientas del taller y el tercero…
- Voy a partir hacia Beltrexus. – dijo tras unos segundos de reflexión. – Lyn… tenía motivos para ir allí una vez al año. – Musitó, atusándose la barba. – Quizás encuentre algo que me ayude. – Era un pensamiento esperanzador que, sabía, tenía muchas posibilidades de acabar en un callejón sin salida.
Eltrant Tale
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Re: Despertar [Privado] [Cerrado]
Intentarlo no bastó. Cuando se trataba de intentar, no bastaba.
Había intentado muchas cosas a lo largo de la vida y fallado la mayoría. A veces intentar era solo un preludio de fallo.
Pero no dije nada. Atendí a las razones del lobo. Lo... que quedaba de él. La elección de Syl. El destino de Los Nómadas. Lo que haría Eltrant. Hice una mueca que no llegaba a sonrisa, para lo que estaban pasando, sonaban sorprendentemente decididos. No tenía las... cosas tan mal. Suponía.
Pero los problemas eran problemas, fuesen más o menos graves. Y uno de ellos es que ahora no sabía que hacer. Perfectamente podría quedarme tirado en el taller de Eltrant y hallar una tumba en el polvo.
Solo... cinco bolsas. Esa bruja cuervo lo habría medido, estaban sopesadas. Cinco personas... cinco. Una tendría que ser mi padre. Si... Si seguía vivo. Segunda...
...Vaya círculo social.
—¿Lyn? —pregunté.
Fue una explicación relativamente rápido. Quién era. Cómo lucía. Es cierto que en los recuerdos que tenía del hombre había un vacío raro, cosas que no eran explicables o lógicas. Con... ella. Con consciencia de ella era... mucho más explicable.
—...Suena agradable —sonreí con normalidad por una vez. Aparté la mirada con cuidado, poniéndome de pie para buscarles... algo. Asher y Syl tenían.
De sobra. Recordaba Quintaesencia. Igual no significaba que tener más les hiciera daño. Me detuve frente a la puerta unos instantes, por cautela de que no hubiese nadie afuera.
También porque buscar... una persona. Una qué nadie recordaba ahora en el mundo, sonaba cómo un objetivo imposible. Algo qué más bien terminaría de romperlo cuando se diese cuenta.
Suspiré. Sobrevivir, supuestamente, también lo era. Las cosas... podían salir bien.
—La hallaremos, tranquilo.
—...A diferencia de los traficantes —me aventuré a bromear, es decir, Asher... él hizo un chiste. "Maestro arcanista" ...aunque fuese tanto chiste cómo explicación para muchas cosas
Abrí la puerta sonriendo algo más de mejor gana, no me duró mucho. Seguía siendo difícil estar alegre.
Pero era bueno tener tanto de vuelta.
Volví mucho después de lo que quisiera con un saco pequeño del taller de Rick. Siempre fue pésimo y regular, así que no tenía demasiado conmigo. Pan de maíz. Agua y leche. Al menos había el polvo funcionado sobre él y un par más en cercanía, por lo que...
Había maneras. Simplemente cinco dosis no bastaban para el mundo entero.
Me retire el yelmo, y arcilla de la cara y el cuerpo. También lancé una sábana manchada a un lado.
Ni siquiera así el brillo había sido evitable... y la gente. "¡Oh, le ganó al jinete!" Seguro amigos. Me tomé su poción de salud; una victoria aplastante.
De nuevo venía de peor humor del que salí, pero nadie me había seguido con ayuda del tabernero desviándolos y que luciese por un rato como un guardia con frío.
—Pueden comer. Si quieren —me límite a decir. No... sentía demasiado de qué hablar ahora, cuando antes alguno de los dos tendría que pedirme que hiciera silencio.
Las cosas nunca volverían a la normalidad, seguramente. En el camino de vuelta tuve tiempo de pensarlo. Eso y otras cosas.
—¿...Sabes qué harás respecto a Nate? —pregunté al lobo sin mirarlo.
Recordaba los efectos de la corona intentando manipularlo. Al final no lo logró. Contra el viejo Asher. Contra el nuevo... ¿quizá?
No es que ahora existiera.
Pero existían los objetos malditos, y todo lo que sabía de los otros dieciocho es que enloquecían al portador. No tenía que ser una lucha de voluntad si parecía tener un pie hacia ese lado y se requería solo un empujón y no una pelea.
Había hablado con cuidado de Los Nómadas. Estaba... bien con Elt. Seguía amando a Syl. Pero igual, no era el mismo. No... esperaba que fuese susceptible. O no quería hacerlo.
Vi a Eltrant, sonriendo por lo bajo. Mientras no hubiese una armadura maldita que le respondiese...
Me reí yo solo.
No caería.
Había intentado muchas cosas a lo largo de la vida y fallado la mayoría. A veces intentar era solo un preludio de fallo.
Pero no dije nada. Atendí a las razones del lobo. Lo... que quedaba de él. La elección de Syl. El destino de Los Nómadas. Lo que haría Eltrant. Hice una mueca que no llegaba a sonrisa, para lo que estaban pasando, sonaban sorprendentemente decididos. No tenía las... cosas tan mal. Suponía.
Pero los problemas eran problemas, fuesen más o menos graves. Y uno de ellos es que ahora no sabía que hacer. Perfectamente podría quedarme tirado en el taller de Eltrant y hallar una tumba en el polvo.
Solo... cinco bolsas. Esa bruja cuervo lo habría medido, estaban sopesadas. Cinco personas... cinco. Una tendría que ser mi padre. Si... Si seguía vivo. Segunda...
...Vaya círculo social.
—¿Lyn? —pregunté.
Fue una explicación relativamente rápido. Quién era. Cómo lucía. Es cierto que en los recuerdos que tenía del hombre había un vacío raro, cosas que no eran explicables o lógicas. Con... ella. Con consciencia de ella era... mucho más explicable.
—...Suena agradable —sonreí con normalidad por una vez. Aparté la mirada con cuidado, poniéndome de pie para buscarles... algo. Asher y Syl tenían.
De sobra. Recordaba Quintaesencia. Igual no significaba que tener más les hiciera daño. Me detuve frente a la puerta unos instantes, por cautela de que no hubiese nadie afuera.
También porque buscar... una persona. Una qué nadie recordaba ahora en el mundo, sonaba cómo un objetivo imposible. Algo qué más bien terminaría de romperlo cuando se diese cuenta.
Suspiré. Sobrevivir, supuestamente, también lo era. Las cosas... podían salir bien.
—La hallaremos, tranquilo.
—...A diferencia de los traficantes —me aventuré a bromear, es decir, Asher... él hizo un chiste. "Maestro arcanista" ...aunque fuese tanto chiste cómo explicación para muchas cosas
Abrí la puerta sonriendo algo más de mejor gana, no me duró mucho. Seguía siendo difícil estar alegre.
Pero era bueno tener tanto de vuelta.
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Volví mucho después de lo que quisiera con un saco pequeño del taller de Rick. Siempre fue pésimo y regular, así que no tenía demasiado conmigo. Pan de maíz. Agua y leche. Al menos había el polvo funcionado sobre él y un par más en cercanía, por lo que...
Había maneras. Simplemente cinco dosis no bastaban para el mundo entero.
Me retire el yelmo, y arcilla de la cara y el cuerpo. También lancé una sábana manchada a un lado.
Ni siquiera así el brillo había sido evitable... y la gente. "¡Oh, le ganó al jinete!" Seguro amigos. Me tomé su poción de salud; una victoria aplastante.
De nuevo venía de peor humor del que salí, pero nadie me había seguido con ayuda del tabernero desviándolos y que luciese por un rato como un guardia con frío.
—Pueden comer. Si quieren —me límite a decir. No... sentía demasiado de qué hablar ahora, cuando antes alguno de los dos tendría que pedirme que hiciera silencio.
Las cosas nunca volverían a la normalidad, seguramente. En el camino de vuelta tuve tiempo de pensarlo. Eso y otras cosas.
—¿...Sabes qué harás respecto a Nate? —pregunté al lobo sin mirarlo.
Recordaba los efectos de la corona intentando manipularlo. Al final no lo logró. Contra el viejo Asher. Contra el nuevo... ¿quizá?
No es que ahora existiera.
Pero existían los objetos malditos, y todo lo que sabía de los otros dieciocho es que enloquecían al portador. No tenía que ser una lucha de voluntad si parecía tener un pie hacia ese lado y se requería solo un empujón y no una pelea.
Había hablado con cuidado de Los Nómadas. Estaba... bien con Elt. Seguía amando a Syl. Pero igual, no era el mismo. No... esperaba que fuese susceptible. O no quería hacerlo.
Vi a Eltrant, sonriendo por lo bajo. Mientras no hubiese una armadura maldita que le respondiese...
Me reí yo solo.
No caería.
Anders
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Re: Despertar [Privado] [Cerrado]
-¿Lyn?- pregunté, frunciendo el ceño.
-Ha desaparecido. Le dejó una nota.- explicó Syl. -No decía mucho.- Hubo una breve pausa. Syl suspiró antes de volver a hablar. -¿No crees que habría dejado alguna pista en la nota si quisiera que la encontrases?- preguntó el felino.
Entendía la posibilidad. ¿Por qué le habría dejado tan repentinamente si no? ¿Quizás no quisiera involucrarlo? Me quedé pensativo unos instantes.
-...Estaba extraña antes de usar el portal.- tanteé, pensando en lo que había dicho y hecho. -Más callada que de costumbre. Quizás lo tuviese pensado de antes. Puede que no esté relacionado con... el precio.-
Anders llegó con la comida. No era mucho, realmente. Pero al menos el pan combinaba bien con las raciones que me habían sobrado. Necesitaba una comida caliente de verdad.
Y aun así, no quería parar. Mientras me mantuviese ocupado y planease cosas, no tendría que pensar en todo aquello. Mientras me moviese, tendría mi fuerza. Quizás era lo mismo para Eltrant. Buscaría a Lyn porque no tenía ningún otro objetivo en mente, incluso si ella no quería ser encontrada. No dije nada. Lo necesitaba.
Anders preguntó sobre Nate. Tardé unos segundos en comprender de quien hablaba. Nate... ¿conocía a algún Nate? Ah. Halliman.
-Matarlo.- dije simplemente. -Nunca hizo falta un plan mayor a ese. Es débil por su cuenta, y no puede afectar gente si no sabe que está allí.- expliqué. Lo último era una suposición, realmente. Pero era bastante probable que tuviese aquellas limitaciones. -Tengo trucos nuevos. No lo verá venir.-
Syl se quedó detrás de mi mientras comía, de espaldas al grupo. No podía hacerlo con la máscara puesta, después de todo.
-Necesito un puñado del polvo.- dijo finalmente. -...Rakfyr. Sé que te tengo a ti, pero... No quiero estar sólo.- murmuró, apenas audible.
-Está bien. No es ningún problema, puedo hacer más.- respondí. -No es precisamente barato, por los materiales. Pero puedo más que duplicar el que tenemos.- expliqué. Miré a los otros dos. -Si lo necesitais, sabéis donde encontrarme.-
Cuando finalmente terminé de comer, me levanté y caminé hacia la parte del taller donde había dejado mis cosas.
-Muy bien, hér... Anders.- dije, sacudiendo la capa que había llevado conmigo durante varios meses. Me acerqué a él y se la puse sobre los hombros. Como era de esperar, llegaba al suelo. -...quizás haga falta acortarla. Pero es mejor que lo que llevas ahora. Quédatela, puede salvarte de una puñalada por la espalda.- dije. Era algo pesada, pero seguro que el elfo podía lidiar con ello.
-No está encantada, pero podría ponerle algo contra caídas. Y que más...- rebusqué en mi bolsa. Había llevado demasiadas cosas pesadas encima, y la mayoría sin usar. -Esto. Lo hizo Eltrant.- dije. Era una larga cadena de metal, con un arpón al final. -Puedes usarlo de gancho, o de arma. Por si pierdes el hacha.- Era más peso, pero la velocidad no era exactamente una de sus mayores preocupaciones.
Tenía algunas cosas más, pero no allí mismo. Una espada, réplica de Nova cuando aún era Eclipse. Las grebas que había hecho Eltrant no le irían de ninguna manera. Tenía planes para mis garras y coraza, pero podía esperar. Ah, y el yelmo. Nunca había llegado a usarlo realmente. Quizás dejase algunas cosas apartadas, pero de poco servían si solo ocupaban espacio.
-Ah, y... No vuelvas a rendirle tu vida ante nadie.- dije finalmente, mirándolo a los ojos. Apreté el puño. -Nunca.-
Le otorgo a Anders los objetos: Capa de Tejido Reforzado y Arpón-gancho
-Ha desaparecido. Le dejó una nota.- explicó Syl. -No decía mucho.- Hubo una breve pausa. Syl suspiró antes de volver a hablar. -¿No crees que habría dejado alguna pista en la nota si quisiera que la encontrases?- preguntó el felino.
Entendía la posibilidad. ¿Por qué le habría dejado tan repentinamente si no? ¿Quizás no quisiera involucrarlo? Me quedé pensativo unos instantes.
-...Estaba extraña antes de usar el portal.- tanteé, pensando en lo que había dicho y hecho. -Más callada que de costumbre. Quizás lo tuviese pensado de antes. Puede que no esté relacionado con... el precio.-
[. . .]
Anders llegó con la comida. No era mucho, realmente. Pero al menos el pan combinaba bien con las raciones que me habían sobrado. Necesitaba una comida caliente de verdad.
Y aun así, no quería parar. Mientras me mantuviese ocupado y planease cosas, no tendría que pensar en todo aquello. Mientras me moviese, tendría mi fuerza. Quizás era lo mismo para Eltrant. Buscaría a Lyn porque no tenía ningún otro objetivo en mente, incluso si ella no quería ser encontrada. No dije nada. Lo necesitaba.
Anders preguntó sobre Nate. Tardé unos segundos en comprender de quien hablaba. Nate... ¿conocía a algún Nate? Ah. Halliman.
-Matarlo.- dije simplemente. -Nunca hizo falta un plan mayor a ese. Es débil por su cuenta, y no puede afectar gente si no sabe que está allí.- expliqué. Lo último era una suposición, realmente. Pero era bastante probable que tuviese aquellas limitaciones. -Tengo trucos nuevos. No lo verá venir.-
Syl se quedó detrás de mi mientras comía, de espaldas al grupo. No podía hacerlo con la máscara puesta, después de todo.
-Necesito un puñado del polvo.- dijo finalmente. -...Rakfyr. Sé que te tengo a ti, pero... No quiero estar sólo.- murmuró, apenas audible.
-Está bien. No es ningún problema, puedo hacer más.- respondí. -No es precisamente barato, por los materiales. Pero puedo más que duplicar el que tenemos.- expliqué. Miré a los otros dos. -Si lo necesitais, sabéis donde encontrarme.-
[. . .]
Cuando finalmente terminé de comer, me levanté y caminé hacia la parte del taller donde había dejado mis cosas.
-Muy bien, hér... Anders.- dije, sacudiendo la capa que había llevado conmigo durante varios meses. Me acerqué a él y se la puse sobre los hombros. Como era de esperar, llegaba al suelo. -...quizás haga falta acortarla. Pero es mejor que lo que llevas ahora. Quédatela, puede salvarte de una puñalada por la espalda.- dije. Era algo pesada, pero seguro que el elfo podía lidiar con ello.
-No está encantada, pero podría ponerle algo contra caídas. Y que más...- rebusqué en mi bolsa. Había llevado demasiadas cosas pesadas encima, y la mayoría sin usar. -Esto. Lo hizo Eltrant.- dije. Era una larga cadena de metal, con un arpón al final. -Puedes usarlo de gancho, o de arma. Por si pierdes el hacha.- Era más peso, pero la velocidad no era exactamente una de sus mayores preocupaciones.
Tenía algunas cosas más, pero no allí mismo. Una espada, réplica de Nova cuando aún era Eclipse. Las grebas que había hecho Eltrant no le irían de ninguna manera. Tenía planes para mis garras y coraza, pero podía esperar. Ah, y el yelmo. Nunca había llegado a usarlo realmente. Quizás dejase algunas cosas apartadas, pero de poco servían si solo ocupaban espacio.
-Ah, y... No vuelvas a rendirle tu vida ante nadie.- dije finalmente, mirándolo a los ojos. Apreté el puño. -Nunca.-
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Asher Daregan
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Re: Despertar [Privado] [Cerrado]
- Puede… - Se dejó caer en una silla, suspirando. - …puede ser eso. – Fue lo único que dijo a la suposición de Syl y a la consiguiente intervención de Asher a lo que había sucedido con Lyn.
Problemas… de antes de Sandorai.
Era cierto que la había visto extraña de cuando en cuando en los últimos meses… mirando aquella carta en secreto, con aspecto de estar preocupada. ¿Pero que podía ser tan… peligroso como para no querer que se involucrase él? Aunque dudaba que fuese el peligro, realmente.
Ella le había seguido a Sandorai, estaba seguro de que comprendería que él estaba dispuesto a seguirla a situaciones similares. ¿Era por algo más personal? No encontraba otra explicación, pero en ese caso… ¿Hacía bien en seguirla? Quizás estaba siendo muy egoísta.
Con un gesto y una leve sonrisa de agradecimiento tomó la comida que acababa de traer Anders.
- Alegra esa expresión un poco. – dijo Lyn que ahora estaba agazapada junto a Anders, mirándole con ambas manos sujetando su cabeza. – No me gusta verte tan alicaído. – Eltrant le dio un bocado al trozo de pan que, debido a su tamaño, solo podía ser catalogado como “abrumador” y no respondió. – Sé que es difícil de comprender para ti, pero no necesitas solucionarlo todo en un día, Mortal. – dijo su compañera, lamiéndose a continuación el pulgar haciendo como que borraba parte del barro que Anders todavía tenía en su mejilla, torciendo levemente el gesto al comprobar que no había conseguido cumplir lo que pretendía. – El caso es que… - Volvió de nuevo a prestar atención a Eltrant, levantándose y desplazándose hacia el lobo. - … estoy segura de que incluso si quisiese mantenerte al margen, se alegraría de verte. – Argumentó según se colocaba tras Asher.
La miró fijamente durante unos segundos. Por supuesto que aquella Lyn iba a decir eso, la tenía en la cabeza, era un reflejo de sí mismo, solo iba a decir lo que él quería escuchar pero que no quería admitir querer hacer.
Oírla decir aquellas cosas era… esperanzador, pero al mismo tiempo le hacía sentir casi más culpable.
Se quedó en silencio, comiendo, escuchando como Asher relataba sus planes con Nate Halliman, era básicamente el mismo plan que tenía desde el principio. En sí, si alguna vez se lo encontraba él mismo, Eltrant seguiría actuando de la misma forma que el lobo le pidió en su momento.
Matarlo sin darle tiempo siquiera a hablar.
Contempló como Lyn peinaba modestamente a Asher desde la espalda, asintiendo para sí al acabar, conforme, aun cuando no había conseguido nada, para pasar después a ajustarle la armadura y la máscara a Syl como si realmente estuviese logrando algo.
Y en el siguiente parpadeó desapareció.
Suspirando profundamente, sintiéndose peor con cada segundo que pasaba, volvió a prestar atención a demás personas que estaban en su taller, las que afortunadamente eran reales.
- No sé si usaré todo el que tengo... – dijo a la proposición de Asher de hacer más polvo del recuerdo. – Pero lo tendré en cuenta. – Agregó, esbozando una sonrisa. – Podéis usar este taller siempre que lo necesitéis, como si fuese vuestro. – dijo, no es como si tuviese realmente muchas cosas que ofrecer. – Y si necesitáis equipo nuevo o reparaciones… bueno, solo tenéis que decírmelo. – Quizás fuese a viajar un poco de aquí a allá, pero Asher tenía la forma de localizarle con su truco de los pájaros.
No era la primera vez que lo hacía.
Habiendo terminado de comer, Eltrant imitó a Asher y comenzó a reunir sus cosas, a ordenar las que se iba a llevar del taller. Lo cual era… casi todo; iba a tener que pasar varios días allí escondido antes de poder marcharse en dirección a Beltrexus.
Pero le ayudaría a ordenar sus ideas.
Quizás… fuese algo egoísta yendo contra lo que evidentemente parecía querer Lyn. Pero necesitaba aquello, de alguna forma.
- No tengo lo que se dice muchos materiales ahora. – Le dijo a Anders, contemplando como Asher le entregaba a este varios de los objetos que llevaba consigo. – Pero puedo forjarte una armadura si la necesitas. – Le dijo, el hacha ya era suficientemente buena, dudaba que pudiese hacer algo mejor sin los materiales necesarios.
Pero podía intentarlo, a la larga quizás.
Desvió la mirada al oír a Asher recordarle al elfo que nunca se rindiese como había sucedido antes, culpable por haberle… prácticamente torturado para hacerle hablar. Se pasó la mano por la barba unos segundos.
Volver a disculparse no bastaría para calmar aquella sensación de culpabilidad.
- Lucha, Anders. – Le dijo, después de Asher. – No dejes que nadie decida por ti. – Fue lo único que dijo antes de volver a arrastrar cajas de herramientas por el taller.
Problemas… de antes de Sandorai.
Era cierto que la había visto extraña de cuando en cuando en los últimos meses… mirando aquella carta en secreto, con aspecto de estar preocupada. ¿Pero que podía ser tan… peligroso como para no querer que se involucrase él? Aunque dudaba que fuese el peligro, realmente.
Ella le había seguido a Sandorai, estaba seguro de que comprendería que él estaba dispuesto a seguirla a situaciones similares. ¿Era por algo más personal? No encontraba otra explicación, pero en ese caso… ¿Hacía bien en seguirla? Quizás estaba siendo muy egoísta.
Con un gesto y una leve sonrisa de agradecimiento tomó la comida que acababa de traer Anders.
- Alegra esa expresión un poco. – dijo Lyn que ahora estaba agazapada junto a Anders, mirándole con ambas manos sujetando su cabeza. – No me gusta verte tan alicaído. – Eltrant le dio un bocado al trozo de pan que, debido a su tamaño, solo podía ser catalogado como “abrumador” y no respondió. – Sé que es difícil de comprender para ti, pero no necesitas solucionarlo todo en un día, Mortal. – dijo su compañera, lamiéndose a continuación el pulgar haciendo como que borraba parte del barro que Anders todavía tenía en su mejilla, torciendo levemente el gesto al comprobar que no había conseguido cumplir lo que pretendía. – El caso es que… - Volvió de nuevo a prestar atención a Eltrant, levantándose y desplazándose hacia el lobo. - … estoy segura de que incluso si quisiese mantenerte al margen, se alegraría de verte. – Argumentó según se colocaba tras Asher.
La miró fijamente durante unos segundos. Por supuesto que aquella Lyn iba a decir eso, la tenía en la cabeza, era un reflejo de sí mismo, solo iba a decir lo que él quería escuchar pero que no quería admitir querer hacer.
Oírla decir aquellas cosas era… esperanzador, pero al mismo tiempo le hacía sentir casi más culpable.
Se quedó en silencio, comiendo, escuchando como Asher relataba sus planes con Nate Halliman, era básicamente el mismo plan que tenía desde el principio. En sí, si alguna vez se lo encontraba él mismo, Eltrant seguiría actuando de la misma forma que el lobo le pidió en su momento.
Matarlo sin darle tiempo siquiera a hablar.
Contempló como Lyn peinaba modestamente a Asher desde la espalda, asintiendo para sí al acabar, conforme, aun cuando no había conseguido nada, para pasar después a ajustarle la armadura y la máscara a Syl como si realmente estuviese logrando algo.
Y en el siguiente parpadeó desapareció.
Suspirando profundamente, sintiéndose peor con cada segundo que pasaba, volvió a prestar atención a demás personas que estaban en su taller, las que afortunadamente eran reales.
- No sé si usaré todo el que tengo... – dijo a la proposición de Asher de hacer más polvo del recuerdo. – Pero lo tendré en cuenta. – Agregó, esbozando una sonrisa. – Podéis usar este taller siempre que lo necesitéis, como si fuese vuestro. – dijo, no es como si tuviese realmente muchas cosas que ofrecer. – Y si necesitáis equipo nuevo o reparaciones… bueno, solo tenéis que decírmelo. – Quizás fuese a viajar un poco de aquí a allá, pero Asher tenía la forma de localizarle con su truco de los pájaros.
No era la primera vez que lo hacía.
[…]
Habiendo terminado de comer, Eltrant imitó a Asher y comenzó a reunir sus cosas, a ordenar las que se iba a llevar del taller. Lo cual era… casi todo; iba a tener que pasar varios días allí escondido antes de poder marcharse en dirección a Beltrexus.
Pero le ayudaría a ordenar sus ideas.
Quizás… fuese algo egoísta yendo contra lo que evidentemente parecía querer Lyn. Pero necesitaba aquello, de alguna forma.
- No tengo lo que se dice muchos materiales ahora. – Le dijo a Anders, contemplando como Asher le entregaba a este varios de los objetos que llevaba consigo. – Pero puedo forjarte una armadura si la necesitas. – Le dijo, el hacha ya era suficientemente buena, dudaba que pudiese hacer algo mejor sin los materiales necesarios.
Pero podía intentarlo, a la larga quizás.
Desvió la mirada al oír a Asher recordarle al elfo que nunca se rindiese como había sucedido antes, culpable por haberle… prácticamente torturado para hacerle hablar. Se pasó la mano por la barba unos segundos.
Volver a disculparse no bastaría para calmar aquella sensación de culpabilidad.
- Lucha, Anders. – Le dijo, después de Asher. – No dejes que nadie decida por ti. – Fue lo único que dijo antes de volver a arrastrar cajas de herramientas por el taller.
Eltrant Tale
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Re: Despertar [Privado] [Cerrado]
Volví a soltar una carcajada, algo más sentida, ante la respuesta de Asher. Negué con la cabeza, pensando en que no debía preocuparme por mucho. Iba a decir algo respecto sus nuevos trucos; preguntar, pero el lobo miró hacia Syl. Decidí no hacerla entonces, los trucos de Asher rondaban runas, usualmente.
Si... tenía nuevos, sería en su piel. No era la persona más avispada del universo en conversaciones, sobretodo si envolvían estafas; pero la incomodidad del gato se sentía desde lejos. Siempre me pareció dignificado, y si Asher y Elt estaban así... solo tenía que sumar 2+2. Por eso se estaba tapando tanto.
No es que fuese tan... amigo de él cómo de ellos dos. Igual me sentía mal por eso, estaba afectado. Bastante.
—Entonces tiene que ver con arcanos o alquimia —dije tras el lobo informando que podía hacer más del polvo—. Me parecía lo último... —murmuré, serían... piedras con runas aplastadas, o algo similar quizá—. Es bueno saberlo.
Seguía siendo gracioso y lastimadero que en realidad no se me ocurriese en quién usar otra de las bolsas luego de mi padre. Funcionaba en gente que no conocía para que parasen de conocerme, detenía el efecto del brillo este- «oh vamos...» cerré los ojos otra vez. También dijo que no era precisamente barato, lo cuál no era la mejor señal del universo, si la "solución" era tener que producir tanto como para bañar ciudades enteras...
No era una solución, realmente.
Me mantuve en mi cabeza mientras ellos comían, dandole vuelta a varias cosas. Tenía... muchas preguntas, y ninguna era buena o amable, nada que pudiese sentirse cómodo en esta situación. Probablemente no existía una cómo tal para este momento. Levanté un párpado, viendo de reojo a Eltrant. Me habría pasado desapercibido...
...Pero había estado en un barco infectado, con gente viendo fantasmas. Los movimientos que parecerían al azar cuando te hablaban, o cuando hablaban con alguien más, o simplemente cuando estaban callados. Algo le había pasado en el ojo. Casi parecía estar buscando un mosquito que nadie más había escuchado.
La mirada la desvié cuando habló, intentando evitar algún contacto visual. Deslicé la mano sobre el punto de la coraza que ahora tenía un corte cóncavo, regalo de la puñalada que la había atravesado junto a mis costillas. No lo tomaba como una generalidad, fue un jinete, después de todo. Las armas les rebotaban, tenían... capacidades que solo llamaría por encima de las de cualquier raza. Vi a esos tres.
Eran cómo ellos, en cierta forma.
De cualquier manera, me dejo sintiendome endeble, cómo si no hubiese protección suficiente para nada. Siempre iba a ser un hecho de que aunque me cubriese de metal y piedra debajo, detrás de eso había carne y órganos, una desventaja que no tendría un golem. Arcilla, y más arcilla más adentro.
—Puedes... —«¿hacerme una arm...»
No... mejor no. Todavía podía prepararme un poco más, veintitantos de kilogramos no era algo que fuese poco aunque así sonase. Recordaba la primera vez que me puse la que ahora llevaba, eso eran unos quince, apenas. Me mataba moverme, y el cansancio. Imaginaba los efectos si iba por allí cómo Eltrant, lo hacía lucir fácil.
Sobretodo, no tenía suficiente dinero encima. Conocía la respuesta, "no te preocupes" y algo más, decidiendo hacermela con lo que ya tuviese en la forja. Incluso si derretía ésta para usarla también, gastaría dinero que iba a necesitar si pretendía no solo moverse a Beltrexus, sino moverse sin parar.
—...contar con qué lo cuide, un poco —continué para no dejar la palabra en el aire y prevenir preguntas—. El mío no está lejos, puedo echarle vitazos de vez en cuando. Lo intentaré, aunque... creo que también me voy a estar moviendo.
Vi al lobo, tendría que hacerme con una de las runas que usaba para viajar. Pero no ahora. Merecía descanso.
Fruncí el ceño por el puro reflejo al escuchar la palabra aunque no estuviese completa. Dejé ir un suspiro cuando me llamó por mi nombre, poniendome de pie. No hice amago de seguirlo con la mirada, habría dejado los ojos cerrados; pero tenía curiosidad a porque estaría rodeandome. ¿Una capa?
Al sentir el peso encima abrí algo más los ojos. No... una capa normal. La toqué con los dedos, pesaba bastante. Estaba palpandola cuando mencionó lo de acortarla y lo vi, confundido, antes de bajar la mirada y sonreír. Claro. Asher era una torre andante.
«Algo contra caídas impediría que me suicide cuando esté harto», bromeé en mi cabeza. Tomé el arpón que me estaba dando, al final de una... cadena. Sonaba más como un peligro para mí que para otros usarlo de arma... pero. Atrapé la cadena y el cuerpo del arpón entre un brazo y mano de arcilla, manteniendo una conexión con una capa de arcilla estirada sobre los anillos y la comencé a girar, moviendola como una serpiente por el aire.
No tenía que saber usarla y tener puntería para el lanzamiento si solo podía manejar su trayectoría.
—Les daré utilidad —dije, asintiendo agradecido. Me petrifiqué dónde estaba al oir a Eltrant. Mierda, mierda, lo estaba pensando, piensa una excusa, o-
...Una excusa... o una mentira. Suspiré pesadamente. Tenía que abandonar cierto hábitos, como ese, era un amigo. ¿Por qué no sólo podía decir no y ya estaba? Aunque a veces una excusa o mentira sonase más amable. Ya... lo habían engañado, en cierta forma. No iba a hacer siquiera eso; aunque estuviese muy lejos de ser lo mismo.
—¡Sí! —le asentí—. Pero no ahora. No... tengo suficiente dinero y no te voy a quitar el que llevas para tu viaje. No quiero que Lyn te forme una bronca porque no tienes para comprarle vino —negué con la cabeza, sonriendo algo bromista. Acababa de recordar eso, pequeños retazos de ella estaban volviendo—. Quiero... tener algo más de fuerza. Con la capa de Asher y todo esto iré más pesado... así que cuando esté listo, iré por ti. ¿Te parece?
Me removí la capa, estirandola hacia él.
—También necesitaré ayuda tuya, podría acortarla a hachazos, pero no quiero ser un bruto con el regalo de un amigo.
Abrí levemente los ojos sin miedo a que el brillo les estorbase por un momento por las palabras de ambos. Eso era menos fácil de cumplir. Asentí solemne para ambos.
—...Voy a intentarlo.
—No. Lo haré.
No dije nada más, moviendome para ayudar al hombre a organizar sus cosas y que pudiese partir a su viaje.
Si... tenía nuevos, sería en su piel. No era la persona más avispada del universo en conversaciones, sobretodo si envolvían estafas; pero la incomodidad del gato se sentía desde lejos. Siempre me pareció dignificado, y si Asher y Elt estaban así... solo tenía que sumar 2+2. Por eso se estaba tapando tanto.
No es que fuese tan... amigo de él cómo de ellos dos. Igual me sentía mal por eso, estaba afectado. Bastante.
—Entonces tiene que ver con arcanos o alquimia —dije tras el lobo informando que podía hacer más del polvo—. Me parecía lo último... —murmuré, serían... piedras con runas aplastadas, o algo similar quizá—. Es bueno saberlo.
Seguía siendo gracioso y lastimadero que en realidad no se me ocurriese en quién usar otra de las bolsas luego de mi padre. Funcionaba en gente que no conocía para que parasen de conocerme, detenía el efecto del brillo este- «oh vamos...» cerré los ojos otra vez. También dijo que no era precisamente barato, lo cuál no era la mejor señal del universo, si la "solución" era tener que producir tanto como para bañar ciudades enteras...
No era una solución, realmente.
Me mantuve en mi cabeza mientras ellos comían, dandole vuelta a varias cosas. Tenía... muchas preguntas, y ninguna era buena o amable, nada que pudiese sentirse cómodo en esta situación. Probablemente no existía una cómo tal para este momento. Levanté un párpado, viendo de reojo a Eltrant. Me habría pasado desapercibido...
...Pero había estado en un barco infectado, con gente viendo fantasmas. Los movimientos que parecerían al azar cuando te hablaban, o cuando hablaban con alguien más, o simplemente cuando estaban callados. Algo le había pasado en el ojo. Casi parecía estar buscando un mosquito que nadie más había escuchado.
La mirada la desvié cuando habló, intentando evitar algún contacto visual. Deslicé la mano sobre el punto de la coraza que ahora tenía un corte cóncavo, regalo de la puñalada que la había atravesado junto a mis costillas. No lo tomaba como una generalidad, fue un jinete, después de todo. Las armas les rebotaban, tenían... capacidades que solo llamaría por encima de las de cualquier raza. Vi a esos tres.
Eran cómo ellos, en cierta forma.
De cualquier manera, me dejo sintiendome endeble, cómo si no hubiese protección suficiente para nada. Siempre iba a ser un hecho de que aunque me cubriese de metal y piedra debajo, detrás de eso había carne y órganos, una desventaja que no tendría un golem. Arcilla, y más arcilla más adentro.
—Puedes... —«¿hacerme una arm...»
No... mejor no. Todavía podía prepararme un poco más, veintitantos de kilogramos no era algo que fuese poco aunque así sonase. Recordaba la primera vez que me puse la que ahora llevaba, eso eran unos quince, apenas. Me mataba moverme, y el cansancio. Imaginaba los efectos si iba por allí cómo Eltrant, lo hacía lucir fácil.
Sobretodo, no tenía suficiente dinero encima. Conocía la respuesta, "no te preocupes" y algo más, decidiendo hacermela con lo que ya tuviese en la forja. Incluso si derretía ésta para usarla también, gastaría dinero que iba a necesitar si pretendía no solo moverse a Beltrexus, sino moverse sin parar.
—...contar con qué lo cuide, un poco —continué para no dejar la palabra en el aire y prevenir preguntas—. El mío no está lejos, puedo echarle vitazos de vez en cuando. Lo intentaré, aunque... creo que también me voy a estar moviendo.
Vi al lobo, tendría que hacerme con una de las runas que usaba para viajar. Pero no ahora. Merecía descanso.
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Fruncí el ceño por el puro reflejo al escuchar la palabra aunque no estuviese completa. Dejé ir un suspiro cuando me llamó por mi nombre, poniendome de pie. No hice amago de seguirlo con la mirada, habría dejado los ojos cerrados; pero tenía curiosidad a porque estaría rodeandome. ¿Una capa?
Al sentir el peso encima abrí algo más los ojos. No... una capa normal. La toqué con los dedos, pesaba bastante. Estaba palpandola cuando mencionó lo de acortarla y lo vi, confundido, antes de bajar la mirada y sonreír. Claro. Asher era una torre andante.
«Algo contra caídas impediría que me suicide cuando esté harto», bromeé en mi cabeza. Tomé el arpón que me estaba dando, al final de una... cadena. Sonaba más como un peligro para mí que para otros usarlo de arma... pero. Atrapé la cadena y el cuerpo del arpón entre un brazo y mano de arcilla, manteniendo una conexión con una capa de arcilla estirada sobre los anillos y la comencé a girar, moviendola como una serpiente por el aire.
No tenía que saber usarla y tener puntería para el lanzamiento si solo podía manejar su trayectoría.
—Les daré utilidad —dije, asintiendo agradecido. Me petrifiqué dónde estaba al oir a Eltrant. Mierda, mierda, lo estaba pensando, piensa una excusa, o-
...Una excusa... o una mentira. Suspiré pesadamente. Tenía que abandonar cierto hábitos, como ese, era un amigo. ¿Por qué no sólo podía decir no y ya estaba? Aunque a veces una excusa o mentira sonase más amable. Ya... lo habían engañado, en cierta forma. No iba a hacer siquiera eso; aunque estuviese muy lejos de ser lo mismo.
—¡Sí! —le asentí—. Pero no ahora. No... tengo suficiente dinero y no te voy a quitar el que llevas para tu viaje. No quiero que Lyn te forme una bronca porque no tienes para comprarle vino —negué con la cabeza, sonriendo algo bromista. Acababa de recordar eso, pequeños retazos de ella estaban volviendo—. Quiero... tener algo más de fuerza. Con la capa de Asher y todo esto iré más pesado... así que cuando esté listo, iré por ti. ¿Te parece?
Me removí la capa, estirandola hacia él.
—También necesitaré ayuda tuya, podría acortarla a hachazos, pero no quiero ser un bruto con el regalo de un amigo.
Abrí levemente los ojos sin miedo a que el brillo les estorbase por un momento por las palabras de ambos. Eso era menos fácil de cumplir. Asentí solemne para ambos.
—...Voy a intentarlo.
—No. Lo haré.
No dije nada más, moviendome para ayudar al hombre a organizar sus cosas y que pudiese partir a su viaje.
Anders
Honorable
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Re: Despertar [Privado] [Cerrado]
-Bueno, ahora que eso está aclarado... observad esto.-
Invoqué a Nova. El arma apareció en mi mano, emanando una característica luz que fluctuaba en colores, como una autentica aurora a su alrededor. Aún no lo habían visto, por lo que era buen momento para mencionarlo.
-Ni se te ocurra.- bufó Syl, empujándome ligeramente. -Es un desastre natural.-
Sonreí, poniendo el arma sobre mi hombro. Era más peligrosa que nunca. Con aquel filo, podría atravesar cualquier cosa que se encontrase en su camino.
-Parece que Eclipse asimiló la magia de Imlerith cuando peleamos contra él.- dije, tocando la hoja. -Se ha quedado con parte de su poder.- Hice una floritura con el arma, dejando una breve estela de colores. -Ahora, su nombre es Nova.-
-Imlerith era el líder de los Jinetes Oscuros.- explicó Syl. -¿Esos meteoritos que caían sobre el Árbol Madre? Eran suyos.- añadió, mirando la espada de reojo.
-Y ahora son míos.- sonreí. -Puedo invocar una lluvia de ellos. No son tan grandes, pero son suficientes para ser peores aún.- añadí. A decir verdad, tenía ganas de probar aquello de nuevo. Debía tener cuidado, por el hecho de que usarlo quemaba, pero la devastación que causaba era algo digno de ver. -Si alguna vez veis que el cielo se oscurece de repente... Estad atentos.-
-Ah, cierto. Puede eclipsar el Sol. Porque le hacía falta hacer eso de nuevo.- protestó el gato. -Y por supuesto que son varios. Un sólo meteorito puede pararse con una barrera. ¿Una lluvia?- Me estiré, desperezándome ligeramente con una clara sonrisa. Pese a todo, estaba de buen humor. Aunque con mi cara en su estado actual, aquello debía parecer inquietante. -Y ni siquiera es sólo eso.-
-Claro que no. He dicho trucos.- dije, esbozando media sonrisa. -Y creo que está listo.- Había pasado el tiempo suficiente con la capa puesta. Normalmente era algo que necesitaba concentrarse durante un largo rato, pero aquello se había vuelto más intuitivo para mi. Alcé la capucha sobre mi cabeza...
Y desaparecí. [1]
Seguía allí, pero era completamente invisible. Caminé lentamente, evitando hacer ningún ruido. Di una vuelta alrededor de los presentes, hasta decidirme por apoyarme sobre el hombro de Eltrant con todo mi peso y romper el hechizo.
-Puede durar bastante más, pero creo que deja de funcionar si hago algo violento.- expliqué. No era un impedimento real, a decir verdad: el tiempo que otorgaba era suficiente para tener una muy buena oportunidad para matar a alguien. Y si era necesario, podía usarlo para hacer una salida discreta. -Con las botas que has hecho, debería ser más difícil encontrarme a tiempo.-
Aún tenía más. Bueno, no en mano, pero las posibilidades eran muy extensas. Pero no dije más. Prefería demostrar a hablar de ello, y no podía hacer eso con algo que aún no había terminado.
-Es sólo la mitad. Pero aún tengo que trabajar en el resto.- dije simplemente. A continuación, miré a Eltrant. Esa espada suya... -¿Que has hecho tu, Elt?- pregunté.
Aquello se sentía extrañamente normal. Hablando tranquilamente, comparando nuevos juguetes... como si no hubiese pasado nada. Algo de tranquilidad cuando aún podíamos tenerla.
Invoqué a Nova. El arma apareció en mi mano, emanando una característica luz que fluctuaba en colores, como una autentica aurora a su alrededor. Aún no lo habían visto, por lo que era buen momento para mencionarlo.
-Ni se te ocurra.- bufó Syl, empujándome ligeramente. -Es un desastre natural.-
Sonreí, poniendo el arma sobre mi hombro. Era más peligrosa que nunca. Con aquel filo, podría atravesar cualquier cosa que se encontrase en su camino.
-Parece que Eclipse asimiló la magia de Imlerith cuando peleamos contra él.- dije, tocando la hoja. -Se ha quedado con parte de su poder.- Hice una floritura con el arma, dejando una breve estela de colores. -Ahora, su nombre es Nova.-
-Imlerith era el líder de los Jinetes Oscuros.- explicó Syl. -¿Esos meteoritos que caían sobre el Árbol Madre? Eran suyos.- añadió, mirando la espada de reojo.
-Y ahora son míos.- sonreí. -Puedo invocar una lluvia de ellos. No son tan grandes, pero son suficientes para ser peores aún.- añadí. A decir verdad, tenía ganas de probar aquello de nuevo. Debía tener cuidado, por el hecho de que usarlo quemaba, pero la devastación que causaba era algo digno de ver. -Si alguna vez veis que el cielo se oscurece de repente... Estad atentos.-
-Ah, cierto. Puede eclipsar el Sol. Porque le hacía falta hacer eso de nuevo.- protestó el gato. -Y por supuesto que son varios. Un sólo meteorito puede pararse con una barrera. ¿Una lluvia?- Me estiré, desperezándome ligeramente con una clara sonrisa. Pese a todo, estaba de buen humor. Aunque con mi cara en su estado actual, aquello debía parecer inquietante. -Y ni siquiera es sólo eso.-
-Claro que no. He dicho trucos.- dije, esbozando media sonrisa. -Y creo que está listo.- Había pasado el tiempo suficiente con la capa puesta. Normalmente era algo que necesitaba concentrarse durante un largo rato, pero aquello se había vuelto más intuitivo para mi. Alcé la capucha sobre mi cabeza...
Y desaparecí. [1]
Seguía allí, pero era completamente invisible. Caminé lentamente, evitando hacer ningún ruido. Di una vuelta alrededor de los presentes, hasta decidirme por apoyarme sobre el hombro de Eltrant con todo mi peso y romper el hechizo.
-Puede durar bastante más, pero creo que deja de funcionar si hago algo violento.- expliqué. No era un impedimento real, a decir verdad: el tiempo que otorgaba era suficiente para tener una muy buena oportunidad para matar a alguien. Y si era necesario, podía usarlo para hacer una salida discreta. -Con las botas que has hecho, debería ser más difícil encontrarme a tiempo.-
Aún tenía más. Bueno, no en mano, pero las posibilidades eran muy extensas. Pero no dije más. Prefería demostrar a hablar de ello, y no podía hacer eso con algo que aún no había terminado.
-Es sólo la mitad. Pero aún tengo que trabajar en el resto.- dije simplemente. A continuación, miré a Eltrant. Esa espada suya... -¿Que has hecho tu, Elt?- pregunté.
Aquello se sentía extrañamente normal. Hablando tranquilamente, comparando nuevos juguetes... como si no hubiese pasado nada. Algo de tranquilidad cuando aún podíamos tenerla.
Asher Daregan
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Re: Despertar [Privado] [Cerrado]
- Cuando tú quieras, Anders. – dijo al elfo, dándole una palmadita en el brazo. – Solo ten en cuenta que mi herrería esta siempre a tu disposición. – Le recordó, tomando la caja que este tenía entre sus manos y apilándola con las demás. – Y este sitio. – dijo señalando al taller en general. – Os daré una llave a todos, por si necesitáis tranquilidad o algo. – dijo arrastrando más metal hacía la esquina.
No era necesario que el elfo le ayudase.
Pero agradecía el detalle.
Había tanto por hacer…
Asher, por otro lado, invocó a Eclipse entre sus manos como de costumbre para mostrársela a los presentes. Aunque aquella vez apareció de forma distinta; para cuando el desfile de colores que brotó de la mano del can hubo terminado y la espada se terminó de materializar, Eltrant ya había adivinado que el arma había cambiado de alguna forma.
No pudo evitar asombrarse por el estado actual de Eclipse.
O “Nova”, como la llamaba Asher ahora.
Si antes había considerado la espada un prodigio arcano, ahora lo era aún más. Por no hablar que el metal parecía, de alguna forma, revitalizado gracias a la magia que había absorbido; pocas armaduras iban a ser capaces de bloquear su filo.
- Impresionante… - dijo en voz baja, escuchando que, por si su calidad no fuese suficiente, la espada era capaz de generar una lluvia de… proyectiles similares a los que habían estado a punto de desolar Sandorai.
Era irónico, se habían salvado de la primera salva de meteoritos condenando al olvido al hombre que iba a lanzarles la segunda.
Se llevó una mano hasta el mentón, examinando el arma con más detenimiento.
¿Podría imitar algo como aquello?
No hablaba de… encantamientos ni de runas, esas cosas se le escapaban completamente. Pero… el metal, conocía el metal ¿Podría crear una aleación que reaccionase al éter? Algo similar a lo que había pasado con Eclipse para convertirse en Nova, o el motivo por el que el viento de Olvido seguía creando una espada de completa aun cuando faltaba la mitad de la misma.
Pero imaginaba algo más reactivo aun, cambiante, que se adaptase.
Perdido en sus pensamientos, no se percató de que Asher había desaparecido hasta que este apareció a su lado, apoyándose directamente sobre su hombro. ¿Para eso había querido las botas? Si lo pensaba detenidamente, el lobo era capaz de desencadenar una cantidad absurda de poder, un poder que, ahora, podía aparecer delante de ti sin que siquiera te dieses cuenta de ello.
- Siempre que nos reunimos consigues tener algún truco nuevo. – dijo sonriendo, quizás de las pocas genuinas que había conseguido esbozar desde que abandonó el Oblivion. - ¿Yo? – Miró a su alrededor. – Bueno… - Tomó a Olvido, la parte inferior, y frunció ligeramente el ceño.
El Oblivion le había quitado incluso eso.
La espada, no obstante, seguía tan vibrante como de costumbre, tan viva como siempre había recordado: ansiaba que la forjasen de nuevo. Y Eltrant estaba seguro de poder hacerlo, de tener la habilidad necesaria para unir las dos mitades.
Pero, por algún motivo…
La dejó sobre la mesa con cuidado y tomó a Recuerdo.
- He forjado de nuevo a Recuerdo. – Comentó, desenvainado la espada sombría y mostrándosela a los presentes. – Aunque no sé si se le puede seguir llamando así. – dijo en voz más baja, más para sí que a los demás. – Eh… sí. Lo he hecho con el meteorito que me diste antes y… lo que me dejó Lyn. – Expuso a continuación, sujetando la espada con las dos manos y dando un pequeño tajo, muy lentamente, frente a él.
La hoja volvió a fluctuar con suavidad según se movía por el aire, atrapando en sus ascuas de sombras la luz que se encontraba a su paso. Estaba orgulloso de aquello, era su creación después de todo; pero al mismo tiempo le hacía sentir… nostálgico.
Tendiéndosela a Asher, por si quería examinarla más de cerca, Eltrant tomó lo otro interesante que creía que podía interesar al grupo.
- Esto otro… - Tomó el guantelete izquierdo de su armadura, la que ahora había entremezclado con la del Jinete al que había desvalijado en el Oblivion. – La armadura de este Jinete aguantó bastante bien los impactos de Olvido… así que pensé en que sería buena idea combinarla con la mía. - Pasó la mano por el hueco doblado que se había formado en su propia armadura según las juntaba, en la coraza.
No había forma de repararla y parecía... más frio al tacto que el resto de la armadura. Las propiedades del metal en sí también habían cambiado… parecía en general más resistente.
- El caso. Toda la armadura parece haber adquirido… – Tomó un martillo aleatorio y, sonriendo como un niño que acaba de recibir su regalo por Yule, martilleó con fuerza su antebrazo izquierdo, ahora protegido por el metal. [1]
Un escudo de hielo, un rectángulo de su tamaño aproximadamente, brotó de su brazo.
- … esta propiedad. – Indicó, moviendo el escudo de hielo, golpeándolo con el martillo para hacer patente la resistencia del mismo. – Puede aparecer en ambos brazos, depende un poco de lo que quiera… ¿el usuario? – Zarandeó un poco su brazo y después amplió la sonrisa. - Cosas mágicas, no sé exactamente cómo funciona, solo sé que lo hace. – Aseveró, quitándose el guantelete y posándolo en uno extremos de la habitación, dónde el agua resultante del deshielo del escudo no afectaría a nada.
Después de aquello… iba a partir hacía Beltrexus y solo los dioses sabían lo que iba a encontrar en los caminos de Aerandir. Esperaba, no demasiados problemas, pero… estaba seguro de que no iba a ser así.
Todo lo que le hiciese sentir normal era una ayuda, aunque fuese el enseñar objetos mágicos.
[1] Uso habilidad Armadura: Armadura Escudada.
No era necesario que el elfo le ayudase.
Pero agradecía el detalle.
Había tanto por hacer…
Asher, por otro lado, invocó a Eclipse entre sus manos como de costumbre para mostrársela a los presentes. Aunque aquella vez apareció de forma distinta; para cuando el desfile de colores que brotó de la mano del can hubo terminado y la espada se terminó de materializar, Eltrant ya había adivinado que el arma había cambiado de alguna forma.
No pudo evitar asombrarse por el estado actual de Eclipse.
O “Nova”, como la llamaba Asher ahora.
Si antes había considerado la espada un prodigio arcano, ahora lo era aún más. Por no hablar que el metal parecía, de alguna forma, revitalizado gracias a la magia que había absorbido; pocas armaduras iban a ser capaces de bloquear su filo.
- Impresionante… - dijo en voz baja, escuchando que, por si su calidad no fuese suficiente, la espada era capaz de generar una lluvia de… proyectiles similares a los que habían estado a punto de desolar Sandorai.
Era irónico, se habían salvado de la primera salva de meteoritos condenando al olvido al hombre que iba a lanzarles la segunda.
Se llevó una mano hasta el mentón, examinando el arma con más detenimiento.
¿Podría imitar algo como aquello?
No hablaba de… encantamientos ni de runas, esas cosas se le escapaban completamente. Pero… el metal, conocía el metal ¿Podría crear una aleación que reaccionase al éter? Algo similar a lo que había pasado con Eclipse para convertirse en Nova, o el motivo por el que el viento de Olvido seguía creando una espada de completa aun cuando faltaba la mitad de la misma.
Pero imaginaba algo más reactivo aun, cambiante, que se adaptase.
Perdido en sus pensamientos, no se percató de que Asher había desaparecido hasta que este apareció a su lado, apoyándose directamente sobre su hombro. ¿Para eso había querido las botas? Si lo pensaba detenidamente, el lobo era capaz de desencadenar una cantidad absurda de poder, un poder que, ahora, podía aparecer delante de ti sin que siquiera te dieses cuenta de ello.
- Siempre que nos reunimos consigues tener algún truco nuevo. – dijo sonriendo, quizás de las pocas genuinas que había conseguido esbozar desde que abandonó el Oblivion. - ¿Yo? – Miró a su alrededor. – Bueno… - Tomó a Olvido, la parte inferior, y frunció ligeramente el ceño.
El Oblivion le había quitado incluso eso.
La espada, no obstante, seguía tan vibrante como de costumbre, tan viva como siempre había recordado: ansiaba que la forjasen de nuevo. Y Eltrant estaba seguro de poder hacerlo, de tener la habilidad necesaria para unir las dos mitades.
Pero, por algún motivo…
La dejó sobre la mesa con cuidado y tomó a Recuerdo.
- He forjado de nuevo a Recuerdo. – Comentó, desenvainado la espada sombría y mostrándosela a los presentes. – Aunque no sé si se le puede seguir llamando así. – dijo en voz más baja, más para sí que a los demás. – Eh… sí. Lo he hecho con el meteorito que me diste antes y… lo que me dejó Lyn. – Expuso a continuación, sujetando la espada con las dos manos y dando un pequeño tajo, muy lentamente, frente a él.
La hoja volvió a fluctuar con suavidad según se movía por el aire, atrapando en sus ascuas de sombras la luz que se encontraba a su paso. Estaba orgulloso de aquello, era su creación después de todo; pero al mismo tiempo le hacía sentir… nostálgico.
Tendiéndosela a Asher, por si quería examinarla más de cerca, Eltrant tomó lo otro interesante que creía que podía interesar al grupo.
- Esto otro… - Tomó el guantelete izquierdo de su armadura, la que ahora había entremezclado con la del Jinete al que había desvalijado en el Oblivion. – La armadura de este Jinete aguantó bastante bien los impactos de Olvido… así que pensé en que sería buena idea combinarla con la mía. - Pasó la mano por el hueco doblado que se había formado en su propia armadura según las juntaba, en la coraza.
No había forma de repararla y parecía... más frio al tacto que el resto de la armadura. Las propiedades del metal en sí también habían cambiado… parecía en general más resistente.
- El caso. Toda la armadura parece haber adquirido… – Tomó un martillo aleatorio y, sonriendo como un niño que acaba de recibir su regalo por Yule, martilleó con fuerza su antebrazo izquierdo, ahora protegido por el metal. [1]
Un escudo de hielo, un rectángulo de su tamaño aproximadamente, brotó de su brazo.
- … esta propiedad. – Indicó, moviendo el escudo de hielo, golpeándolo con el martillo para hacer patente la resistencia del mismo. – Puede aparecer en ambos brazos, depende un poco de lo que quiera… ¿el usuario? – Zarandeó un poco su brazo y después amplió la sonrisa. - Cosas mágicas, no sé exactamente cómo funciona, solo sé que lo hace. – Aseveró, quitándose el guantelete y posándolo en uno extremos de la habitación, dónde el agua resultante del deshielo del escudo no afectaría a nada.
Después de aquello… iba a partir hacía Beltrexus y solo los dioses sabían lo que iba a encontrar en los caminos de Aerandir. Esperaba, no demasiados problemas, pero… estaba seguro de que no iba a ser así.
Todo lo que le hiciese sentir normal era una ayuda, aunque fuese el enseñar objetos mágicos.
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[1] Uso habilidad Armadura: Armadura Escudada.
Eltrant Tale
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Re: Despertar [Privado] [Cerrado]
Asentí a los comentarios del barbudo. Tanto sobre la disposición de su trabajo como herrero, la herrería como tal, y el lugar como refugio. Al escuchar a Asher vi hacia atrás levemente, terminando de voltear a ver cuando apareció Eclipse. Lucía diferente... brillante. Hermosa, llegaría a decir. Dejé una caja y me sacudí las manos, intercambiando la mirada entre Syl y Asher. El gato no solía hablar si no era necesario... y su comentario no tenía un tono humoroso a el.
—¿Imlerith? —pregunté, observando la estela de colores. Intenté tocarla con la mano, pero se desvaneció antes. Vi al gato mientras explicaba. Así que era obra de un jinete... no es que no lo imaginase, pero oirlo. El que alguien pudiese tirar eso desde otro... ¿mundo? Dimensión.
Pesteñeé una vez, visualizando la escena de una lluvia de ellos.
—Estupendo —dije sarcástico, antes de poder pensar lo que hacía. Abrí los ojos un poco y vi de reojo a Asher al procesar la palabra que había salido de mi boca. Por suerte parecía buen humorado justo ahora, gran parte de su esencia permanecía igual. Un genio de las runas. Guerrero en el alma. Presumido... por tener derecho a presumir.
Suspiré desviando la mirada mientras me movía a mover algo más de lo que llevaría Eltrant. Lo que cambió fue el foco de su furia, y lamentablemente estaba sobre Sandorai. No dije nada, intentando forzarme a lucir al menos neutro si no podía lucir alegre. Volví a verlo ante la mención de la palabra en plural. Y se desvaneció.
No dije nada, viendo a Syl, con... cierta preocupación. No era mi primera vez viendolo desaparecer, volvía con una onda de frío, me parece. Hacer algo así aquí sería idiotico, por lo que no podía ser eso. Ante la espera en silencio deje ir un um y me torné hacia Eltrant. Él... parecía pérdido. Cuando Asher apareció a su lado di un leve respingo.
—...Invisible —volteé a ver a Syl—. Invisible. ¿Cóm... oh sabes, mejor no voy a preguntar. Suelo aceptar estas cosas... luego de unos minutos, es costumbre —dije, alzando otra caja—. Maestro arcanista —añadí, como toda explicación para mí mismo. Vi a Eltrant cuando mencionó forjar de nuevo una de sus espadas. No la... recordaba, no esa apariencia, ni esa oscuridad.
Puede que fuese la iluminación del entorno, pero había algo r-
—Magia de sombras... —supuse. Había logrado imponer eso en metal, lo cuál... no diría preocupante. Para mí. Impresionaba, ya era bastante temible con solo su fuerza y su equipo, ahora también tenía eso—... están en la cima de lo suyo, casi me da envidia; pero no puedo decir que yo me esfuerce demasiado. Y más importante, puedo comprarles cosas —sonreí. A saber cuántas personas en el mundo no sabían de la calidad de sus trabajos, si bien estaba bastante seguro de que Asher era una eminencia arcana en Dundarak.
Vi a un costado. Sí. Era... muy en el pasado. ¿Cómo estaría Zebun? ¿Esperando solo? Bueno. No tendría que esperar mucho más.
—Es... —me moví a un lado, para poder visualizar el grueso del hielo—. No es que necesitases más razones para lanzarte al peligro —sonreí viendolo—. Es una de las cosas que estaba planteandome si pedirte o no, un... escudo. Grande. Puedo hacer escudos, pero es más algo redondo, se lleva en la espalda... requiere habilidad marcial que yo no tengo —dije, formando un "escudo de torre" hecho de arcilla—, usualmente me voy por esto porque es un flanco del que me puedo despreocupar; pero también consume mucha arcilla si quiero que de verdad sea una defensa decente. Sé que puedes hacer uno de metal... pero no sé si me veo con una armadura como las tuyas y eso encima... más la capa de Asher... más...
Ahí ya estaba desvariando un poco. No me iba a poder mover así. Puede que si, si agarraba algo más de músculo... pero de aquí a eso. Había tomado el hacha sin darme cuenta, golpeando sobre una mano con el lado de la cabeza opuesto al filo. Probablemente era mejor si me concentraba en eso primero ahora que había recibido la capa de obsequio. Más aún con el estado de mi bolsillo.
—Oh, sí. Yo ahora tengo... ¿esto? Supongo —dije, propinando un hachazo al hielo que dejo Eltrant atrás. Sonreí al ver que no le había hecho nada.
El hacha vibró un poco en mi mano, más allá del retroceso del impacto. Las vibraciones se extendieron por el aire atravesando a todos los presentes en el lugar. No estaba seguro de que producía en mí, ganas... ¿de pelear? [1]
—No sé qué hace, realmente —expusé—. Ahora hace eso cuando golpeo algo con ella. A... veces. Me parece que es a voluntad cómo lo que pasó con el hielo.
—¿Imlerith? —pregunté, observando la estela de colores. Intenté tocarla con la mano, pero se desvaneció antes. Vi al gato mientras explicaba. Así que era obra de un jinete... no es que no lo imaginase, pero oirlo. El que alguien pudiese tirar eso desde otro... ¿mundo? Dimensión.
Pesteñeé una vez, visualizando la escena de una lluvia de ellos.
—Estupendo —dije sarcástico, antes de poder pensar lo que hacía. Abrí los ojos un poco y vi de reojo a Asher al procesar la palabra que había salido de mi boca. Por suerte parecía buen humorado justo ahora, gran parte de su esencia permanecía igual. Un genio de las runas. Guerrero en el alma. Presumido... por tener derecho a presumir.
Suspiré desviando la mirada mientras me movía a mover algo más de lo que llevaría Eltrant. Lo que cambió fue el foco de su furia, y lamentablemente estaba sobre Sandorai. No dije nada, intentando forzarme a lucir al menos neutro si no podía lucir alegre. Volví a verlo ante la mención de la palabra en plural. Y se desvaneció.
No dije nada, viendo a Syl, con... cierta preocupación. No era mi primera vez viendolo desaparecer, volvía con una onda de frío, me parece. Hacer algo así aquí sería idiotico, por lo que no podía ser eso. Ante la espera en silencio deje ir un um y me torné hacia Eltrant. Él... parecía pérdido. Cuando Asher apareció a su lado di un leve respingo.
—...Invisible —volteé a ver a Syl—. Invisible. ¿Cóm... oh sabes, mejor no voy a preguntar. Suelo aceptar estas cosas... luego de unos minutos, es costumbre —dije, alzando otra caja—. Maestro arcanista —añadí, como toda explicación para mí mismo. Vi a Eltrant cuando mencionó forjar de nuevo una de sus espadas. No la... recordaba, no esa apariencia, ni esa oscuridad.
Puede que fuese la iluminación del entorno, pero había algo r-
—Magia de sombras... —supuse. Había logrado imponer eso en metal, lo cuál... no diría preocupante. Para mí. Impresionaba, ya era bastante temible con solo su fuerza y su equipo, ahora también tenía eso—... están en la cima de lo suyo, casi me da envidia; pero no puedo decir que yo me esfuerce demasiado. Y más importante, puedo comprarles cosas —sonreí. A saber cuántas personas en el mundo no sabían de la calidad de sus trabajos, si bien estaba bastante seguro de que Asher era una eminencia arcana en Dundarak.
Vi a un costado. Sí. Era... muy en el pasado. ¿Cómo estaría Zebun? ¿Esperando solo? Bueno. No tendría que esperar mucho más.
—Es... —me moví a un lado, para poder visualizar el grueso del hielo—. No es que necesitases más razones para lanzarte al peligro —sonreí viendolo—. Es una de las cosas que estaba planteandome si pedirte o no, un... escudo. Grande. Puedo hacer escudos, pero es más algo redondo, se lleva en la espalda... requiere habilidad marcial que yo no tengo —dije, formando un "escudo de torre" hecho de arcilla—, usualmente me voy por esto porque es un flanco del que me puedo despreocupar; pero también consume mucha arcilla si quiero que de verdad sea una defensa decente. Sé que puedes hacer uno de metal... pero no sé si me veo con una armadura como las tuyas y eso encima... más la capa de Asher... más...
Ahí ya estaba desvariando un poco. No me iba a poder mover así. Puede que si, si agarraba algo más de músculo... pero de aquí a eso. Había tomado el hacha sin darme cuenta, golpeando sobre una mano con el lado de la cabeza opuesto al filo. Probablemente era mejor si me concentraba en eso primero ahora que había recibido la capa de obsequio. Más aún con el estado de mi bolsillo.
—Oh, sí. Yo ahora tengo... ¿esto? Supongo —dije, propinando un hachazo al hielo que dejo Eltrant atrás. Sonreí al ver que no le había hecho nada.
El hacha vibró un poco en mi mano, más allá del retroceso del impacto. Las vibraciones se extendieron por el aire atravesando a todos los presentes en el lugar. No estaba seguro de que producía en mí, ganas... ¿de pelear? [1]
—No sé qué hace, realmente —expusé—. Ahora hace eso cuando golpeo algo con ella. A... veces. Me parece que es a voluntad cómo lo que pasó con el hielo.
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[1] Uso de encantamiento de arma: Llamamiento a aliados.
Anders
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Re: Despertar [Privado] [Cerrado]
La nueva versión de Recuerdo era bonita, sin duda. Una lástima: me habría gustado hacer que fuese verdaderamente de hielo. Pero no había perdido su encantamiento anterior. Las sombras que emanaba. Sin duda, eran similares a la magia de Lyn. Me familiaricé con el olor, examinándola con curiosidad.
Extraño. No había mencionado aquello. Miré al humano, con una pregunta en la mirada. Podía ser que... ¿no lo sabía?
-Elt. ¿Recuerdas esas copias sombrías que hace Lyn?- pregunté, tendiéndole la espada de vuelta. -Recuerdo puede hacer lo mismo.- dije. No estaba seguro de los límites en sí, pero era algo que parecía ser inherente en el material. O en la combinación de ellos, al menos. ¿Que le había dado la vampiresa para que pudiese hacer eso? -Deberías practicar con ella. O pulirla y afilarla durante una hora. Cualquier cosa que te ayude a familiarizarte. Así podrás desencadenarlo.-
Era un trabajo magistral. No estaba seguro de como podía no haberse dado cuenta de aquello. Siempre parecía subestimar su propio trabajo.
Después, observé el escudo de hielo. Cosas mágicas. Negué con la cabeza mientras invocaba a Nova. Tenía que poner eso a prueba, como había hecho Anders. Alcé el arma y la hice descender sobre el escudo con toda la fuerza que podía. Si bien hizo que el escudo crujiese y se resquebrajase ligeramente, el arma no se hundió lo suficiente como para atravesarlo. Nada mal. Estaba convencido de que cualquier otro escudo habría cedido solo con aquello, por no decir que lo habría atravesado como si fuese papel.
-Creo que pasa la prueba.- dije. Aunque me gustaría ver si aguantaba uno de los virotes más fuertes de Syl, no había suficiente espacio como para hacerlo de forma segura.
Suspiré. Había pasado un buen rato. Y si bien había sido entretenido y... relativamente calmado, aún tenía mucho que hacer. Lamentablemente, me daba la sensación de que no tendría una reunión similar en un tiempo.
-¿Es hora?- preguntó Syl. Asentí.
-Tenemos que ir a recuperar mi taller. Sabéis donde encontrarme.- declaré. Zebun podría pasar cualquier mensaje, si no estaba. -Te enviaré una carta si te necesito, Tale. Suponiendo que Auginn no me haya olvidado también.-
Ahora era cuando los ánimos bajaban. Era inevitable, la siguiente conversación sería poco agradable. Pero tras aquello, tendríamos un hogar en el que descansar. Y si lo que tenía en mente era viable... tendría mucho más que solo eso. Me acerqué al portal y me aseguré de que no me dejaba nada, comprobando mis pertenencias.
-Dile que nos visite cuando la veas, Eltrant.- dijo Syl, mirándole brevemente.
Todo estaba listo. Elevé la mano con un gesto sin darme la vuelta, y atravesamos el portal.
Extraño. No había mencionado aquello. Miré al humano, con una pregunta en la mirada. Podía ser que... ¿no lo sabía?
-Elt. ¿Recuerdas esas copias sombrías que hace Lyn?- pregunté, tendiéndole la espada de vuelta. -Recuerdo puede hacer lo mismo.- dije. No estaba seguro de los límites en sí, pero era algo que parecía ser inherente en el material. O en la combinación de ellos, al menos. ¿Que le había dado la vampiresa para que pudiese hacer eso? -Deberías practicar con ella. O pulirla y afilarla durante una hora. Cualquier cosa que te ayude a familiarizarte. Así podrás desencadenarlo.-
Era un trabajo magistral. No estaba seguro de como podía no haberse dado cuenta de aquello. Siempre parecía subestimar su propio trabajo.
Después, observé el escudo de hielo. Cosas mágicas. Negué con la cabeza mientras invocaba a Nova. Tenía que poner eso a prueba, como había hecho Anders. Alcé el arma y la hice descender sobre el escudo con toda la fuerza que podía. Si bien hizo que el escudo crujiese y se resquebrajase ligeramente, el arma no se hundió lo suficiente como para atravesarlo. Nada mal. Estaba convencido de que cualquier otro escudo habría cedido solo con aquello, por no decir que lo habría atravesado como si fuese papel.
-Creo que pasa la prueba.- dije. Aunque me gustaría ver si aguantaba uno de los virotes más fuertes de Syl, no había suficiente espacio como para hacerlo de forma segura.
Suspiré. Había pasado un buen rato. Y si bien había sido entretenido y... relativamente calmado, aún tenía mucho que hacer. Lamentablemente, me daba la sensación de que no tendría una reunión similar en un tiempo.
-¿Es hora?- preguntó Syl. Asentí.
-Tenemos que ir a recuperar mi taller. Sabéis donde encontrarme.- declaré. Zebun podría pasar cualquier mensaje, si no estaba. -Te enviaré una carta si te necesito, Tale. Suponiendo que Auginn no me haya olvidado también.-
Ahora era cuando los ánimos bajaban. Era inevitable, la siguiente conversación sería poco agradable. Pero tras aquello, tendríamos un hogar en el que descansar. Y si lo que tenía en mente era viable... tendría mucho más que solo eso. Me acerqué al portal y me aseguré de que no me dejaba nada, comprobando mis pertenencias.
-Dile que nos visite cuando la veas, Eltrant.- dijo Syl, mirándole brevemente.
Todo estaba listo. Elevé la mano con un gesto sin darme la vuelta, y atravesamos el portal.
Asher Daregan
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Re: Despertar [Privado] [Cerrado]
- Será lo primero que le diga. – dijo Eltrant, sonriendo a Syl, antes de que se internase en el portal de vuelta a Quintaesencia tras el lobo.
Tardaría mucho en volver a verles.
Durante toda aquella explicación, intercambio de ideas, habían estado… normal, casi como si nunca se hubiesen ido al Oblivion. Iba a echar en falta aquello casi tanto como a Lyn.
Pero había pasado, y ahora solo quedaba avanzar.
- Anders. – dio estirando ambos brazos, procediendo después a levantar una de las cajas que tenía frente a él como si nada. - ¿Acaba de darme tu hacha energía? – Preguntó, esbozando una sonrisa algo incrédulo.
Se sentía… raro, un poco similar a cuando usaba Olvido, pero mejor, revitalizado, con ganas de moverse, pero sin sentir aquella ira que le exigía continuar peleando con quien estuviese delante de él.
- ¿Qué planes… tienes ahora? – Le preguntó a elfo, era consciente de que no lo estaba pasado precisamente en el exterior. - ¿Vas a dejar la ciudad? – Inquirió seguidamente.
En cierto modo lo tenía casi más difícil que él, al menos en cuanto a lo de viajar se refería. Podía ofrecerle llevarle en la carroza hasta que no les quedase más remedido que separarse, cuando la tuviera, claro.
Pero supuso que para eso faltaban un par de días y no quería hacer esperar a Anders.
Cuando soltó la siguiente caja, tomó de nuevo a Recuerdo entre sus manos. Seguía un poco confuso respecto a lo que le había comentado Asher. ¿Recuerdo era capaz de imitar los clones sombríos de Lyn? Centrándose en el escudo de hielo que, para su sorpresa, había resistido el ataque de Asher, deslizó de nuevo la espada frente a él.
¿Cómo se familiarizaba uno con una espada?
Con Olvido había sido bastante más natural, casi como si la espada quisiese ser usada. Pero Recuerdo… era como de costumbre, una espada… la parte de delante pincha y los bordes cortan.
Nada especial.
- Concéntrate… - Lyn deslizó suavemente su mano a lo largo de la hoja, acabando en la empuñadura del arma. - ¿Qué era lo que hacías cuando te prestaba mis sombras? – Preguntó a continuación, haciendo como que cerraba ambas manos alrededor de las de Eltrant, fingiendo que ella también asía la espada.
Ignorando todo lo que tenía a su alrededor, centrándose solamente en el arma que tenía entre sus manos, Eltrant volvió a mover el arma lentamente por la habitación. Ajustó su aliento a las fluctuaciones del metal, a las ascuas de oscuridad que, con cada movimiento, se movían con suavidad y se extendían hasta sus muñecas.
Y, tras vibrar suavemente, una segunda espada apareció flotando junto a la primera.
Parpadeó varias veces, algo incrédulo, y alargó su mano derecha hasta la empuñadura de la segunda hoja sombría.
- ¿Qué te parece? – Comentó, girándose hacía Anders, notando que Lyn había vuelto a irse tan pronto apareció la copia de Recuerdo. – Asher tenía… - Ladeó la cabeza al ver como la copia se disolvía rápidamente de entre sus manos.
¿Había sido porque se había desconcentrado?
Rascándose la nuca, se encogió de hombros y volvió a envainarla. Ya iría practicando con ella poco a poco; si iba a tener algo a partir de entonces iba a ser tiempo.
Tomó otra caja, está llena de materiales de curtiduría y herramientas, y la acercó a la puerta del taller. Solo quedaban… un par de decenas como aquellas, pero intentaría tenerlo todo resuelto antes de que el sol volviese salir al día siguiente.
Desde aquel mismo instante solo tendría un objetivo en mente: encontrar a Lyn.
Tardaría mucho en volver a verles.
Durante toda aquella explicación, intercambio de ideas, habían estado… normal, casi como si nunca se hubiesen ido al Oblivion. Iba a echar en falta aquello casi tanto como a Lyn.
Pero había pasado, y ahora solo quedaba avanzar.
- Anders. – dio estirando ambos brazos, procediendo después a levantar una de las cajas que tenía frente a él como si nada. - ¿Acaba de darme tu hacha energía? – Preguntó, esbozando una sonrisa algo incrédulo.
Se sentía… raro, un poco similar a cuando usaba Olvido, pero mejor, revitalizado, con ganas de moverse, pero sin sentir aquella ira que le exigía continuar peleando con quien estuviese delante de él.
- ¿Qué planes… tienes ahora? – Le preguntó a elfo, era consciente de que no lo estaba pasado precisamente en el exterior. - ¿Vas a dejar la ciudad? – Inquirió seguidamente.
En cierto modo lo tenía casi más difícil que él, al menos en cuanto a lo de viajar se refería. Podía ofrecerle llevarle en la carroza hasta que no les quedase más remedido que separarse, cuando la tuviera, claro.
Pero supuso que para eso faltaban un par de días y no quería hacer esperar a Anders.
Cuando soltó la siguiente caja, tomó de nuevo a Recuerdo entre sus manos. Seguía un poco confuso respecto a lo que le había comentado Asher. ¿Recuerdo era capaz de imitar los clones sombríos de Lyn? Centrándose en el escudo de hielo que, para su sorpresa, había resistido el ataque de Asher, deslizó de nuevo la espada frente a él.
¿Cómo se familiarizaba uno con una espada?
Con Olvido había sido bastante más natural, casi como si la espada quisiese ser usada. Pero Recuerdo… era como de costumbre, una espada… la parte de delante pincha y los bordes cortan.
Nada especial.
- Concéntrate… - Lyn deslizó suavemente su mano a lo largo de la hoja, acabando en la empuñadura del arma. - ¿Qué era lo que hacías cuando te prestaba mis sombras? – Preguntó a continuación, haciendo como que cerraba ambas manos alrededor de las de Eltrant, fingiendo que ella también asía la espada.
Ignorando todo lo que tenía a su alrededor, centrándose solamente en el arma que tenía entre sus manos, Eltrant volvió a mover el arma lentamente por la habitación. Ajustó su aliento a las fluctuaciones del metal, a las ascuas de oscuridad que, con cada movimiento, se movían con suavidad y se extendían hasta sus muñecas.
Y, tras vibrar suavemente, una segunda espada apareció flotando junto a la primera.
Parpadeó varias veces, algo incrédulo, y alargó su mano derecha hasta la empuñadura de la segunda hoja sombría.
- ¿Qué te parece? – Comentó, girándose hacía Anders, notando que Lyn había vuelto a irse tan pronto apareció la copia de Recuerdo. – Asher tenía… - Ladeó la cabeza al ver como la copia se disolvía rápidamente de entre sus manos.
¿Había sido porque se había desconcentrado?
Rascándose la nuca, se encogió de hombros y volvió a envainarla. Ya iría practicando con ella poco a poco; si iba a tener algo a partir de entonces iba a ser tiempo.
Tomó otra caja, está llena de materiales de curtiduría y herramientas, y la acercó a la puerta del taller. Solo quedaban… un par de decenas como aquellas, pero intentaría tenerlo todo resuelto antes de que el sol volviese salir al día siguiente.
Desde aquel mismo instante solo tendría un objetivo en mente: encontrar a Lyn.
Eltrant Tale
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Re: Despertar [Privado] [Cerrado]
—Cuídense —dije, viéndolos partir. Asher no se había dado vuelta, así que no encontré sentido en alzar la mano para despedirme.
Suspiré un poco al notar que era eso. No estaba todo tan mal, podía... llegar a Quintaesencia a través del portal del taller de Eltrant sin necesidad de tragarme todo el trayecto de Lunargenta a Dundarak.
Vi hacia Eltrant cuando llamó, subiendo la nariz para qué preguntarle que quería y que continuase. Me encogí de hombros ante la pregunta, tenía tanta idea como podría tener él.
—Sí, creo que sí —dije, viendo el hacha—. Es cómo aquella vez cuando me curaste, y a… err. ¿Ella? —pregunté, incómodo al no recordarla del todo. Abrí los ojos un poco al tener un regazo de Lyn durmiendo en una cama.
Me recosté e una pared luego de mover un par de cosas pequeñas más y viendo lo acumulado hasta ahora por el hombre. Solo faltaba que se llevase las paredes también.
—…No sé —respondí luego de unos momentos de reflexión. Si a eso se le podía llamar respuesta. Vi al hombre blandiendo el arma y me permanecí callado para evitar distraerlo.
Podía sentirlo desde allí. Para él sería más difícil al no tener un sentimiento intuitivo del éter, pero estaba haciéndolo. No es que yo tuviese claro el qué, solo advertía un incremento. Respiré suavemente al ver una segunda espada aparecer. Negra… no, de sombras.
Le sonreí de forma escueta al verlo girar, haciendo un movimiento con la cabeza para señalizar que la segunda había desaparecido. No había forma fácil de explicar esto... probablemente porque no lo tenía, no al menos si no se quería leer las bibliotecas absurdas del Hekshold.
—¿Prueba acariciarla en vez de... um, empujarla? No tomamos el éter y lo agitamos, solo le decimos qué hacer. No es algo con... voluntad, así que es solo eso. Cambiar las cosas de acuerdo con tu intención —agité la mano—, y tú ya sabes hacer eso… golpeando metal. Y otras personas —añadí, a modo de media broma—. Pero imagino que las sombras son menos templadas que el acero.
Vi a un costado un momento.
—O puede que mejor sea solo hacerle caso a Asher. No podemos decir que a mí me vaya increíble con eso.
Observé afuera y me paré a continuar ayudando. No es cómo si realmente tuviese algo mejor que hacer, y sería mejor salir muy temprano por la mañana cuando todos estaban durmiendo, tendría tiempo de encerrarme en mi taller y pensar las cosas. También sería la última vez que vería al hombre en un largo tiempo, así que no había razones para tener prisa sobre mi propio tiempo.
Tome una de las cajas. Al menos, una que yo pudiese levantar. Buscar personas que conocía, para... hacer que volvieran a hacerlo.
Suspiré un poco al notar que era eso. No estaba todo tan mal, podía... llegar a Quintaesencia a través del portal del taller de Eltrant sin necesidad de tragarme todo el trayecto de Lunargenta a Dundarak.
Vi hacia Eltrant cuando llamó, subiendo la nariz para qué preguntarle que quería y que continuase. Me encogí de hombros ante la pregunta, tenía tanta idea como podría tener él.
—Sí, creo que sí —dije, viendo el hacha—. Es cómo aquella vez cuando me curaste, y a… err. ¿Ella? —pregunté, incómodo al no recordarla del todo. Abrí los ojos un poco al tener un regazo de Lyn durmiendo en una cama.
Me recosté e una pared luego de mover un par de cosas pequeñas más y viendo lo acumulado hasta ahora por el hombre. Solo faltaba que se llevase las paredes también.
—…No sé —respondí luego de unos momentos de reflexión. Si a eso se le podía llamar respuesta. Vi al hombre blandiendo el arma y me permanecí callado para evitar distraerlo.
Podía sentirlo desde allí. Para él sería más difícil al no tener un sentimiento intuitivo del éter, pero estaba haciéndolo. No es que yo tuviese claro el qué, solo advertía un incremento. Respiré suavemente al ver una segunda espada aparecer. Negra… no, de sombras.
Le sonreí de forma escueta al verlo girar, haciendo un movimiento con la cabeza para señalizar que la segunda había desaparecido. No había forma fácil de explicar esto... probablemente porque no lo tenía, no al menos si no se quería leer las bibliotecas absurdas del Hekshold.
—¿Prueba acariciarla en vez de... um, empujarla? No tomamos el éter y lo agitamos, solo le decimos qué hacer. No es algo con... voluntad, así que es solo eso. Cambiar las cosas de acuerdo con tu intención —agité la mano—, y tú ya sabes hacer eso… golpeando metal. Y otras personas —añadí, a modo de media broma—. Pero imagino que las sombras son menos templadas que el acero.
Vi a un costado un momento.
—O puede que mejor sea solo hacerle caso a Asher. No podemos decir que a mí me vaya increíble con eso.
Observé afuera y me paré a continuar ayudando. No es cómo si realmente tuviese algo mejor que hacer, y sería mejor salir muy temprano por la mañana cuando todos estaban durmiendo, tendría tiempo de encerrarme en mi taller y pensar las cosas. También sería la última vez que vería al hombre en un largo tiempo, así que no había razones para tener prisa sobre mi propio tiempo.
Tome una de las cajas. Al menos, una que yo pudiese levantar. Buscar personas que conocía, para... hacer que volvieran a hacerlo.
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