Propaganda o Realidad [Evento Objetos del 19]
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Propaganda o Realidad [Evento Objetos del 19]
Durante varios días, el artista había estado actuando en la plaza, sus historias deleitando a niños y adultos por igual, y hoy, iba a ocurrir lo mismo, aunque la historia iba a ser algo diferente.
Cuando el elfo, con su toga marrón, apareció, ya había admiradores y curiosos esperándolo. Los espectadores se fueron acumulando mientras el hombre abría el maletín, para colocar el escenario y sacaba a sus muñecos de algún lugar del interior de su saco, aunque ese día, parecía haber más de los habituales, para el regocijo de los pequeños. Al fin y al cabo, no todas las historias sobre el glorioso salvador podían expresarse con solo dos o tres muñecos, a veces hacían falta más.
Un pequeño muñeco de túnica marrón representaba al mismo elfo, la similitud de los ropajes era obvia para cualquiera, aunque la manera en como las sombras de la capucha estaban pintadas, ocultando una cara que no estaba allí podía ser un poco siniestra. Una palanca fue activada y el primer escenario apareció. Una ciudad gris, con gente tumbada en las calles, dibujada, en vez de marionetas. Un aire verdusco parecía simbolizar alguna enfermedad recorriendo la urbe, lo suficientemente realista como para que algunos arrugaran la nariz.
-Nuestro héroe, nuestro salvador, presenció la horrible plaga que asolaba Dundarak, más llegó demasiado tarde para salvar a sus habitantes.- empezó el muñeco marrón, que parecía estar actuando de narrador, aunque la ventriloquia perdía efecto al no ver la boca del muñeco moverse al son de las palabras, principalmente por no tener boca. El muñeco negro apareció en escena, el doble de grande que el marrón, llegandole a la cadera a un adulto, y movió sus brazos junto a su cara, en un gesto de horror. –“¡No puedo dejar que ocurra otra vez!”, dijo, en su infinita bondad, y se dirigió hacia Ulmer.- El escenario cambio de nuevo, esta vez mostrando una sencilla aldea. Donde antes dominaban los grises de la piedra, ahora se veía el marrón y el verde de las chozas más simples del pueblo de los licántropos. Un pequeño títere de un lobo apareció en escena, y se arrodilló ante el muñeco negro. –El héroe, en su sabiduría, escogió al más fuerte y sabio de los licántropos, Marlowe, para guiar a su pueblo, confiando en que salvara a los suyos del cataclismo que ya había asolado a los dragones.- un murmullo, suave, para no interrumpir la función, recorrió la escena. No estaban muy seguros de quién era ese lobo, pero sin duda era el líder de los licántropos si el elfo lo decía. Al fin y al cabo, Ulmer estaba muy lejos, y un pobre campesino sabia poco de los líderes de las ciudades lejanas, mucho menos si estas pertenecían a otras razas.
Un cuarto muñeco apareció en escena, un león completamente blanco, salvo por los puntos rojos en sus patitas y hocico, sangre, o algo que lo parecía, que se derramaba por su barbilla y pecho, dándole un aspecto salvaje y brutal. –Más los leonicos, esos pérfidos traidores, temían a nuestro salvador, y asaltaron a los licántropos, cuando estaban más vulnerables, combatiendo la plaga.- la figura del león empezó a agitarse, fingiendo dar patadas contra una de las casas pintadas del escenario. El público no reaccionó, a medio camino entre indignado y confuso. ¿Quién haría algo así? –Marlowe, siempre pensando en el bien de su gente, se enfrentó a la amenaza, conteniendo valientemente a los enemigos de su pueblo mientras este se retiraba.- el león empezó a golpear al lobo, y la “sangre” debía ser fresca, puesto que el lobo empezó a quedar progresivamente manchado, simulando las heridas tan bien como un muñeco podía entre los abucheos de un indignado público. Incluso los niños, siempre los más felices de ver a dos muñecos zurrarse, se unieron a los indignados abucheos. El león miró al cielo y extendió los brazos a los lados, simulando un rugido, que fue hecho igualmente por el narrador, aunque un poco tarde. Y cuando el león se giró, para seguir dándole patadas al escenario, el muñeco negro se acercó lentamente a la figura del lobo, con cuidado, como si un paso en falso fuera a romper el escenario, o matar al lobo malherido. –Más nuestro salvador, eternamente bondadoso, vio el apuro en el que se encontraba uno de sus siervos, y no dudo ni un segundo en ir a rescatarlo.- El muñeco negro le dio unas palmaditas al lobo, como acariciándole la cabeza en un gesto de cariño completamente impropio de un muñeco de madera, que derritió el corazón de muchos. Sin duda un líder tan bondadoso merecía ser seguido. –Curó sus mortales heridas con su sabiduría, y le hizo un regalo. Una de las horribles 19 armas que el Mal creó para derrotarlo, convertida ahora en un arma del bien. Una lengua de plata sustituyo la pérdida ante los pérfidos leonicos por el bien de su pueblo, para que este sirviera a los suyos aún mejor. Tal es la bondad del Hombre muerto, que incluso tras morir por nuestros pecados, aun encontró misericordia en su corazón para perdonar a Marlowe por su derrota, y recompensarlo por servir a su pueblo.- Un murmullo recorrió la multitud otra vez, que nunca había oído de actos tan depravados, y mucho menos del clan de los leonidos. Y sin embargo, no tenían duda sobre su veracidad. El escenario volvió a cambiar, mientras los muñecos se retiraban. Esta vez, la ciudad era claramente reconocible por los presentes como Lunargenta.
Bienvenido.Te encuentras ante Rehosan Thallawee, el titiritero, que engaña al público con sus obras. O no, puesto que todo lo que el público ve, lo considera verdad. Por lo que si quieres evitar que El Hombre Muerto siembre la discordia y posiblemente la rebelión entre las poblaciones humanas, tendrás que encontrar la manera de insertarte en la historia. Al fin y al cabo, gracias al poder del objeto, se creerán todo lo que vean, y si la historia se contradice… puede que crean tu versión y no la del titiritero.
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Cuando el elfo, con su toga marrón, apareció, ya había admiradores y curiosos esperándolo. Los espectadores se fueron acumulando mientras el hombre abría el maletín, para colocar el escenario y sacaba a sus muñecos de algún lugar del interior de su saco, aunque ese día, parecía haber más de los habituales, para el regocijo de los pequeños. Al fin y al cabo, no todas las historias sobre el glorioso salvador podían expresarse con solo dos o tres muñecos, a veces hacían falta más.
Un pequeño muñeco de túnica marrón representaba al mismo elfo, la similitud de los ropajes era obvia para cualquiera, aunque la manera en como las sombras de la capucha estaban pintadas, ocultando una cara que no estaba allí podía ser un poco siniestra. Una palanca fue activada y el primer escenario apareció. Una ciudad gris, con gente tumbada en las calles, dibujada, en vez de marionetas. Un aire verdusco parecía simbolizar alguna enfermedad recorriendo la urbe, lo suficientemente realista como para que algunos arrugaran la nariz.
-Nuestro héroe, nuestro salvador, presenció la horrible plaga que asolaba Dundarak, más llegó demasiado tarde para salvar a sus habitantes.- empezó el muñeco marrón, que parecía estar actuando de narrador, aunque la ventriloquia perdía efecto al no ver la boca del muñeco moverse al son de las palabras, principalmente por no tener boca. El muñeco negro apareció en escena, el doble de grande que el marrón, llegandole a la cadera a un adulto, y movió sus brazos junto a su cara, en un gesto de horror. –“¡No puedo dejar que ocurra otra vez!”, dijo, en su infinita bondad, y se dirigió hacia Ulmer.- El escenario cambio de nuevo, esta vez mostrando una sencilla aldea. Donde antes dominaban los grises de la piedra, ahora se veía el marrón y el verde de las chozas más simples del pueblo de los licántropos. Un pequeño títere de un lobo apareció en escena, y se arrodilló ante el muñeco negro. –El héroe, en su sabiduría, escogió al más fuerte y sabio de los licántropos, Marlowe, para guiar a su pueblo, confiando en que salvara a los suyos del cataclismo que ya había asolado a los dragones.- un murmullo, suave, para no interrumpir la función, recorrió la escena. No estaban muy seguros de quién era ese lobo, pero sin duda era el líder de los licántropos si el elfo lo decía. Al fin y al cabo, Ulmer estaba muy lejos, y un pobre campesino sabia poco de los líderes de las ciudades lejanas, mucho menos si estas pertenecían a otras razas.
Un cuarto muñeco apareció en escena, un león completamente blanco, salvo por los puntos rojos en sus patitas y hocico, sangre, o algo que lo parecía, que se derramaba por su barbilla y pecho, dándole un aspecto salvaje y brutal. –Más los leonicos, esos pérfidos traidores, temían a nuestro salvador, y asaltaron a los licántropos, cuando estaban más vulnerables, combatiendo la plaga.- la figura del león empezó a agitarse, fingiendo dar patadas contra una de las casas pintadas del escenario. El público no reaccionó, a medio camino entre indignado y confuso. ¿Quién haría algo así? –Marlowe, siempre pensando en el bien de su gente, se enfrentó a la amenaza, conteniendo valientemente a los enemigos de su pueblo mientras este se retiraba.- el león empezó a golpear al lobo, y la “sangre” debía ser fresca, puesto que el lobo empezó a quedar progresivamente manchado, simulando las heridas tan bien como un muñeco podía entre los abucheos de un indignado público. Incluso los niños, siempre los más felices de ver a dos muñecos zurrarse, se unieron a los indignados abucheos. El león miró al cielo y extendió los brazos a los lados, simulando un rugido, que fue hecho igualmente por el narrador, aunque un poco tarde. Y cuando el león se giró, para seguir dándole patadas al escenario, el muñeco negro se acercó lentamente a la figura del lobo, con cuidado, como si un paso en falso fuera a romper el escenario, o matar al lobo malherido. –Más nuestro salvador, eternamente bondadoso, vio el apuro en el que se encontraba uno de sus siervos, y no dudo ni un segundo en ir a rescatarlo.- El muñeco negro le dio unas palmaditas al lobo, como acariciándole la cabeza en un gesto de cariño completamente impropio de un muñeco de madera, que derritió el corazón de muchos. Sin duda un líder tan bondadoso merecía ser seguido. –Curó sus mortales heridas con su sabiduría, y le hizo un regalo. Una de las horribles 19 armas que el Mal creó para derrotarlo, convertida ahora en un arma del bien. Una lengua de plata sustituyo la pérdida ante los pérfidos leonicos por el bien de su pueblo, para que este sirviera a los suyos aún mejor. Tal es la bondad del Hombre muerto, que incluso tras morir por nuestros pecados, aun encontró misericordia en su corazón para perdonar a Marlowe por su derrota, y recompensarlo por servir a su pueblo.- Un murmullo recorrió la multitud otra vez, que nunca había oído de actos tan depravados, y mucho menos del clan de los leonidos. Y sin embargo, no tenían duda sobre su veracidad. El escenario volvió a cambiar, mientras los muñecos se retiraban. Esta vez, la ciudad era claramente reconocible por los presentes como Lunargenta.
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Othel
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Re: Propaganda o Realidad [Evento Objetos del 19]
Entre la multitud de espectadores se encontraban Alward y Katrina, ambos encapuchados, silentes, haciendo su presencia lo más cautelosa posible. Allí debían mezclarse con multitudes y no llamar la atención. Después de todo, el Sevna estaba muerto, y los muertos no caminan entre los vivos.
Él, escondido tras el anonimato de su lúgubre máscara que recordaba al cielo nocturno, envuelto en una capucha del mismo color, y ella también oculta, pero tras tan solo una capucha, observaban todo lo que estaba aconteciendo a su alrededor. Cómo la gente se implicaba en demasía con la historia que era contada en esa simple representación con marionetas.
Alward no notaba nada, pero Katrina sabía demasiado como para caer en la cuenta de que todo aquello era un simple montaje que jugaba con la mente de los espectadores. Ella era experta en esos temas, después de todo.
-Cuidado, no te dejes engañar.-Su voz tan solo se proyectó en la mente de su compañero.
El humano, algo nervioso, miraba para todos lados, intentando establecer algún tipo de contacto visual con los presentes. Era imposible, nadie le quitaba ojo a la obra.
-¿Qué está pasando?-Susurró de forma sutil acercándose lo más que pudo a la vampiresa.
Esta, debajo de su capucha, estableció contacto directo con los ojos ajenos que se escondían tras tan siniestro semblante. Para seguir disimulando, ambos volvieron a mirar al teatro con marionetas.
-No sabría explicarlo con certeza cómo se produce, pero se trata de una manipulación.
Alward soltó aire por la nariz, disgustado.
-La historia que está contando, ¿Sabes quiénes son?-Desvió la mirada hacia el humano, el cual respondió negando con la cabeza.-Está contando parte de la historia de Randall Flag, o como comúnmente se le conoce; el Hombre Muerto.
-Me viene a sonar.-Siguió con tu tono de voz en susurro.
-Pues este hombre controla a una secta.
-Genial, otra más.-Comentó con un tono sarcástico mientras se cruzaba de brazos. No perdía de vista la obra.
-Intentaré que no te deje embaucar, pero vas a tener que ayudarme. Tienes que mantenerte alerta.-Desvió brevemente la mirada hacia el humano nuevamente, aunque este esta vez no la correspondió, tan solo asintió con una actitud segura y un semblante serio bajo su máscara.
Conforme se iban sucediendo las reacciones del público a la obra, el Sevna los observaba, intentando mantenerse al margen sin implicarse.
-¿Qué pretende hacer quien sea que controle esos muñecos?
-Sembrar la discordia mediante su astucia y embaucarlos para su causa. La palabra es un arma mucho más poderosa de lo que algunos se piensan...-Se entrelazó las manos por delante de su cintura mientras exhalaba un suspiro pesado. Ella conocía bien todo ese mundillo.-Esta gente es peligrosa. Incluso el Fantasma les teme.-Lo cual era mucho decir.
Si hasta la Sierpes temían al Hombre Muerto y a los suyos, era menester actuar.
-Algo hay que hacer.-Sembrar el caos en la población no puede ser bueno para la seguridad y bienestar común de una ciudad, su ciudad.
-Yo me ocupo. Tú vigila.
Entonces Katrina se alejó de Alward y empezó a colarse entre los huecos que dejaban los espectadores para tratar así de llegar a primera fila. No era muy intensa o agresiva en su caminar, ya que no quería causar ningún revuelo o queja. La discreción era su mejor arma, y sabía cómo usarla.
Era extraño ver a la vampiresa tan implicada en algo que le era totalmente ajeno al objetivo que tanto ella como Alward tenían por delante. Quizás el ver cómo alguien usaba la manipulación para fines malévolos le suponía un reflejo fiel a lo que ella se dedicaba antes de conocer al Sevna y que este le liberase de las cadenas que le ataban a las Sierpes.
Una vez que la pálida encapuchada logró ponerse en primera fila, empezó a concentrarse en la obra. Desde tan cerca podía notar cómo algo no iba bien allí, una sensación escalofriante recorrió su espina dorsal, pero no cejó en su empeño de acabar con aquella manipulación.
Con curiosidad miraba a los muñecos, y de forma sutil desviaba la atención hacia los espectadores de la obra para ver cómo eran engatusados.
Llegó el momento en el que la obra cambió su escenario. Las calles de Lunargenta fueron caracterizadas en esta.
-...-Tomó aire y se concentró de sobremanera para proyectar su voz mágica en todos y cada uno de los presentes-¿Misericordia o impiedad?-Sonó con fuerza y brío.-Que un líder cuide de sus súbditos no lo convierte en un salvador, un héroe o una buena persona.-Las miradas ajenas entonces empezaban a cruzarse las unas con las otras, intentando encontrar el origen de la voz. No sabían que este estaba entre ellos.-Imaginaos un mundo sin guerras y en paz con un tirano como líder. No habría libertad, no habría una verdadera convivencia pacífica, pues cada pequeño desertor sería ejecutado al instante. Vivir en esos términos es peor que defender tus propios principios y luchar por ellos, ya sea en una guerra o en la vida cotidiana. Porque nadie puede coartarnos de lo que verdaderamente somos: seres libres. No nos dejemos engañar para vivir bajo el yugo de ningún tirano.-Frunció el ceño, convencida-Imaginaos el poder de un solo lado: un único y autoproclamado líder y dios tirano, vil y deshonesto que corrompe el corazón del pueblo y lo maneja a su antojo.-Se hizo el silencio. Entonces, en la escena del teatrillo apareció el muñeco negro, solo-Ese es al que llaman "El Hombre Muerto", Randall Flag.
A aquello tan solo le faltó la puntilla, pues ya había dejado plantada su personal semilla de la duda en las mentes ajenas. Que eso floreciera dependía de factores ajenos al propio control de la vampiresa. No era tan poderosa como para ello, pero hizo lo que pudo. Acto seguido, miró al encapotado cielo de nubes y suspiró, recitando en su mente una pequeña oración para que su Dios la perdonara por lo que iba a hacer, pero que por otra parte lo veía necesario.
-Odín os vigila, y que sus hijos le traicionasen sería muy triste. Enorgulleced a los dioses, y no dejéis que blasfemas palabras os embauquen, por muy hermosas que suenen.
Él, escondido tras el anonimato de su lúgubre máscara que recordaba al cielo nocturno, envuelto en una capucha del mismo color, y ella también oculta, pero tras tan solo una capucha, observaban todo lo que estaba aconteciendo a su alrededor. Cómo la gente se implicaba en demasía con la historia que era contada en esa simple representación con marionetas.
Alward no notaba nada, pero Katrina sabía demasiado como para caer en la cuenta de que todo aquello era un simple montaje que jugaba con la mente de los espectadores. Ella era experta en esos temas, después de todo.
-Cuidado, no te dejes engañar.-Su voz tan solo se proyectó en la mente de su compañero.
El humano, algo nervioso, miraba para todos lados, intentando establecer algún tipo de contacto visual con los presentes. Era imposible, nadie le quitaba ojo a la obra.
-¿Qué está pasando?-Susurró de forma sutil acercándose lo más que pudo a la vampiresa.
Esta, debajo de su capucha, estableció contacto directo con los ojos ajenos que se escondían tras tan siniestro semblante. Para seguir disimulando, ambos volvieron a mirar al teatro con marionetas.
-No sabría explicarlo con certeza cómo se produce, pero se trata de una manipulación.
Alward soltó aire por la nariz, disgustado.
-La historia que está contando, ¿Sabes quiénes son?-Desvió la mirada hacia el humano, el cual respondió negando con la cabeza.-Está contando parte de la historia de Randall Flag, o como comúnmente se le conoce; el Hombre Muerto.
-Me viene a sonar.-Siguió con tu tono de voz en susurro.
-Pues este hombre controla a una secta.
-Genial, otra más.-Comentó con un tono sarcástico mientras se cruzaba de brazos. No perdía de vista la obra.
-Intentaré que no te deje embaucar, pero vas a tener que ayudarme. Tienes que mantenerte alerta.-Desvió brevemente la mirada hacia el humano nuevamente, aunque este esta vez no la correspondió, tan solo asintió con una actitud segura y un semblante serio bajo su máscara.
Conforme se iban sucediendo las reacciones del público a la obra, el Sevna los observaba, intentando mantenerse al margen sin implicarse.
-¿Qué pretende hacer quien sea que controle esos muñecos?
-Sembrar la discordia mediante su astucia y embaucarlos para su causa. La palabra es un arma mucho más poderosa de lo que algunos se piensan...-Se entrelazó las manos por delante de su cintura mientras exhalaba un suspiro pesado. Ella conocía bien todo ese mundillo.-Esta gente es peligrosa. Incluso el Fantasma les teme.-Lo cual era mucho decir.
Si hasta la Sierpes temían al Hombre Muerto y a los suyos, era menester actuar.
-Algo hay que hacer.-Sembrar el caos en la población no puede ser bueno para la seguridad y bienestar común de una ciudad, su ciudad.
-Yo me ocupo. Tú vigila.
Entonces Katrina se alejó de Alward y empezó a colarse entre los huecos que dejaban los espectadores para tratar así de llegar a primera fila. No era muy intensa o agresiva en su caminar, ya que no quería causar ningún revuelo o queja. La discreción era su mejor arma, y sabía cómo usarla.
Era extraño ver a la vampiresa tan implicada en algo que le era totalmente ajeno al objetivo que tanto ella como Alward tenían por delante. Quizás el ver cómo alguien usaba la manipulación para fines malévolos le suponía un reflejo fiel a lo que ella se dedicaba antes de conocer al Sevna y que este le liberase de las cadenas que le ataban a las Sierpes.
Una vez que la pálida encapuchada logró ponerse en primera fila, empezó a concentrarse en la obra. Desde tan cerca podía notar cómo algo no iba bien allí, una sensación escalofriante recorrió su espina dorsal, pero no cejó en su empeño de acabar con aquella manipulación.
Con curiosidad miraba a los muñecos, y de forma sutil desviaba la atención hacia los espectadores de la obra para ver cómo eran engatusados.
Llegó el momento en el que la obra cambió su escenario. Las calles de Lunargenta fueron caracterizadas en esta.
-...-Tomó aire y se concentró de sobremanera para proyectar su voz mágica en todos y cada uno de los presentes-¿Misericordia o impiedad?-Sonó con fuerza y brío.-Que un líder cuide de sus súbditos no lo convierte en un salvador, un héroe o una buena persona.-Las miradas ajenas entonces empezaban a cruzarse las unas con las otras, intentando encontrar el origen de la voz. No sabían que este estaba entre ellos.-Imaginaos un mundo sin guerras y en paz con un tirano como líder. No habría libertad, no habría una verdadera convivencia pacífica, pues cada pequeño desertor sería ejecutado al instante. Vivir en esos términos es peor que defender tus propios principios y luchar por ellos, ya sea en una guerra o en la vida cotidiana. Porque nadie puede coartarnos de lo que verdaderamente somos: seres libres. No nos dejemos engañar para vivir bajo el yugo de ningún tirano.-Frunció el ceño, convencida-Imaginaos el poder de un solo lado: un único y autoproclamado líder y dios tirano, vil y deshonesto que corrompe el corazón del pueblo y lo maneja a su antojo.-Se hizo el silencio. Entonces, en la escena del teatrillo apareció el muñeco negro, solo-Ese es al que llaman "El Hombre Muerto", Randall Flag.
A aquello tan solo le faltó la puntilla, pues ya había dejado plantada su personal semilla de la duda en las mentes ajenas. Que eso floreciera dependía de factores ajenos al propio control de la vampiresa. No era tan poderosa como para ello, pero hizo lo que pudo. Acto seguido, miró al encapotado cielo de nubes y suspiró, recitando en su mente una pequeña oración para que su Dios la perdonara por lo que iba a hacer, pero que por otra parte lo veía necesario.
-Odín os vigila, y que sus hijos le traicionasen sería muy triste. Enorgulleced a los dioses, y no dejéis que blasfemas palabras os embauquen, por muy hermosas que suenen.
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Off: Katrina hace gala de su magia de la voz para intentar convencer a los espectadores.
Alward Sevna
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Re: Propaganda o Realidad [Evento Objetos del 19]
-Tras curar al licántropo, nuestro salvador…- empezó el elfo, antes de que una voz colarse en su cabeza, en la de todos, en realidad, aunque no lo supiera.
-Mi jefe me dio aeros extra cuando nació mi hijo…- murmuró un hombre, preguntándose si el dueño de la herrería era también un héroe, o puede que hasta un salvador.
-No, ¡silencio! No lo entendéis, si escucháis la historia…- intentó el hombre, haciendo lo posible por recuperar a su público, que estaba empezando a murmurar entre ellos.
-Pues a mí me echaron por manchar un poquito de nada un vestido.- dijo una mujer, bajita, tan pequeña como enorme había sido la “manchita”, dispuesta a aceptar a un salvador misericordioso.
-Si… bueno, más o menos, nuestro salv…- la cabeza del elfo se movió como si tuviera un espasmo, o un tic, sin duda ya harto de las interrupciones.
-Personalmente, yo aprecio mi libertad mucho, muchísimo, no me gustaría ser detenido por ejercerla.- dijo un bardo, famoso por sus indiscreciones con varias mujeres casadas y los espectáculos que había causado al ser pillado manos en la masa, varias veces. Varias personas empezaron a hablar a continuación, todas al mismo tiempo, compartiendo sus experiencias a favor y en contra de un hipotético dios, mientras algunos argumentaban que era bondadoso, y otros se preguntaban si eso era siquiera relevante.
-Gaaahhhhgh.- gritó frustrado el elfo, antes de darle varias veces a la palanca, el escenario cambiando varias veces hasta volver a la misma imagen de Lunargenta de antes, pero fuego en algunos edificios del fondo, y un obvio tono carmesí manchando los adoquines en el centro de la imagen. Solo el muñeco negro y el narrador estaban en la escena, el lobo y el leonico en el suelo real, fuera del escenario, pero no retirados del todo. –Más los enemigos del único y verdadero salvador, Dios de Dioses, habían asaltado las mentes de los fieles, sembrando sus mentes de dudas y maldad. Sus fieles actuaron pronto, raudos y veloces, antes de que tales pérfidos pensamientos corrompieran su obra. Los fieles, nada tendrían que temer, ¡pues sobrevivirían a la prueba de fuego!- en algún momento, el elfo había dejado de hablar, aunque las palabras seguían llegando al público. Y entonces, de los títeres empezaron a surgir brillos metálicos. De sus patas y bocas, dientes y garras habían aparecido, sin duda agujas o tijeras escondidas.
Y sin miramientos se arrojaron contra el público, provocando gritos de sorpresa y dolor. Con las marionetas llegándole a la rodilla a un adulto, excepto la que representaba al Hombre Muerto, el doble de grande, no eran una gran amenaza para un guerrero, pero el público eran ciudadanos normales, con vidas ordinarias, y marionetas vivientes que rasgaban su carne como si fuera mantequilla era un poco demasiado para muchos, y en sus ansias de escapar, solo contribuía al caos y a prolongar la agonía. Solo entonces, cuando sus muñecos estuvieron en sus posiciones, manteniendo al rebaño junto como perros pastores, Rehosan Thallawee se acercó, daga en mano, dispuesto a purgar las dudas que esos herejes pudieran tener sobre el Hombre Muerto.
Tu intervención tuvo resultados mixtos. Algunos aprecian tus palabras, otros no, pero la historia no ha sido alterada, y los eventos narrados, son ahora realidad. Dejare que sea Sigel quien determine si la desconfianza sembrada hacia el salvador es suficiente. En cualquier caso, Rehosan Thallawee no aprecia las interrupciones en su obra, y menos que se ponga en duda a su salvador… así que atacara a los disidentes. Tu objetivo es acabar con las marionetas y Rehosan, cuando más rápido, lo hagas, menos victimas habrá.
Pero te advierto que las marionetas se moverán aun sin la ayuda del elfo, puesto que es el objeto maldito quien los controla a todos y, aunque técnicamente indestructible con los métodos usuales, te aseguro que dejara de moverse si le atizas lo suficiente.
Y finalmente, debes plantearte que hacer después. El títere está allí mismo, inerte para que cualquiera lo recoja, aunque eso sin duda atraería la atención de varias facciones hasta que te deshagas de el en la parte 2. Seguramente, con la confusión, muy pocos te verán recogerlo, y aún menos entenderán la importancia del acto, pero nunca se sabe. La alternativa es simplemente… dejarlo para que la Guardia lo encuentre, si confías en que ellos vayan a custodiar el objeto maldito mejor que tú.
-Mi jefe me dio aeros extra cuando nació mi hijo…- murmuró un hombre, preguntándose si el dueño de la herrería era también un héroe, o puede que hasta un salvador.
-No, ¡silencio! No lo entendéis, si escucháis la historia…- intentó el hombre, haciendo lo posible por recuperar a su público, que estaba empezando a murmurar entre ellos.
-Pues a mí me echaron por manchar un poquito de nada un vestido.- dijo una mujer, bajita, tan pequeña como enorme había sido la “manchita”, dispuesta a aceptar a un salvador misericordioso.
-Si… bueno, más o menos, nuestro salv…- la cabeza del elfo se movió como si tuviera un espasmo, o un tic, sin duda ya harto de las interrupciones.
-Personalmente, yo aprecio mi libertad mucho, muchísimo, no me gustaría ser detenido por ejercerla.- dijo un bardo, famoso por sus indiscreciones con varias mujeres casadas y los espectáculos que había causado al ser pillado manos en la masa, varias veces. Varias personas empezaron a hablar a continuación, todas al mismo tiempo, compartiendo sus experiencias a favor y en contra de un hipotético dios, mientras algunos argumentaban que era bondadoso, y otros se preguntaban si eso era siquiera relevante.
-Gaaahhhhgh.- gritó frustrado el elfo, antes de darle varias veces a la palanca, el escenario cambiando varias veces hasta volver a la misma imagen de Lunargenta de antes, pero fuego en algunos edificios del fondo, y un obvio tono carmesí manchando los adoquines en el centro de la imagen. Solo el muñeco negro y el narrador estaban en la escena, el lobo y el leonico en el suelo real, fuera del escenario, pero no retirados del todo. –Más los enemigos del único y verdadero salvador, Dios de Dioses, habían asaltado las mentes de los fieles, sembrando sus mentes de dudas y maldad. Sus fieles actuaron pronto, raudos y veloces, antes de que tales pérfidos pensamientos corrompieran su obra. Los fieles, nada tendrían que temer, ¡pues sobrevivirían a la prueba de fuego!- en algún momento, el elfo había dejado de hablar, aunque las palabras seguían llegando al público. Y entonces, de los títeres empezaron a surgir brillos metálicos. De sus patas y bocas, dientes y garras habían aparecido, sin duda agujas o tijeras escondidas.
Y sin miramientos se arrojaron contra el público, provocando gritos de sorpresa y dolor. Con las marionetas llegándole a la rodilla a un adulto, excepto la que representaba al Hombre Muerto, el doble de grande, no eran una gran amenaza para un guerrero, pero el público eran ciudadanos normales, con vidas ordinarias, y marionetas vivientes que rasgaban su carne como si fuera mantequilla era un poco demasiado para muchos, y en sus ansias de escapar, solo contribuía al caos y a prolongar la agonía. Solo entonces, cuando sus muñecos estuvieron en sus posiciones, manteniendo al rebaño junto como perros pastores, Rehosan Thallawee se acercó, daga en mano, dispuesto a purgar las dudas que esos herejes pudieran tener sobre el Hombre Muerto.
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Tu intervención tuvo resultados mixtos. Algunos aprecian tus palabras, otros no, pero la historia no ha sido alterada, y los eventos narrados, son ahora realidad. Dejare que sea Sigel quien determine si la desconfianza sembrada hacia el salvador es suficiente. En cualquier caso, Rehosan Thallawee no aprecia las interrupciones en su obra, y menos que se ponga en duda a su salvador… así que atacara a los disidentes. Tu objetivo es acabar con las marionetas y Rehosan, cuando más rápido, lo hagas, menos victimas habrá.
Pero te advierto que las marionetas se moverán aun sin la ayuda del elfo, puesto que es el objeto maldito quien los controla a todos y, aunque técnicamente indestructible con los métodos usuales, te aseguro que dejara de moverse si le atizas lo suficiente.
Y finalmente, debes plantearte que hacer después. El títere está allí mismo, inerte para que cualquiera lo recoja, aunque eso sin duda atraería la atención de varias facciones hasta que te deshagas de el en la parte 2. Seguramente, con la confusión, muy pocos te verán recogerlo, y aún menos entenderán la importancia del acto, pero nunca se sabe. La alternativa es simplemente… dejarlo para que la Guardia lo encuentre, si confías en que ellos vayan a custodiar el objeto maldito mejor que tú.
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Re: Propaganda o Realidad [Evento Objetos del 19]
Katrina miró a derecha e izquierda con discreción, al ver cómo su semilla había sido plantada satisfactoriamente. Obviamente sabía que esta no germinaría en todas las mentes allí presentes, pero bastaba con tan solo un atisbo de duda para que los engranajes de cualquier plan no funcionaran correctamente.
Sonrió de forma breve, satisfecha. También soltó un pequeño suspiro de alivio al ver que nadie se percató de que era ella la que generaba la voz.
Alward, desde su posición y de brazos cruzados, observaba también la disidencia entre unos y otros espectadores. El que manejaba aquel espectáculo sin duda se iba a llevar una decepción.
El Sevna también dio su punto de vista sobre el asunto, ¿Por qué no?
-Yo jamás pondría mi espada al servicio de un líder sin honor y corrupto.
Y se escuchó el grito de frustración de aquel que manejaba el espectáculo.
Cambió de escenario y, de nuevo, prosiguió con su retahíla.
Para sorpresa de todos los allí presentes, incluidos Alward y Katrina, los muñecos se lanzaron contra ellos en un claro acto de purgamiento de "infieles", aunque se podría ver claramente que ni siquiera tenían miramientos por los que sí habían estado de acuerdo con la obra. Aquello era una intentona clara de masacre. Una matanza quizás para dar ejemplo.
Tantos los muñecos como el elfo, dirigente de todo aquel teatrillo, se pusieron en las posiciones adecuadas para rodear al completo a la gente, para que no hubiese ningún. Había caos, gritos, miedo y agonía. Todo lo que parecía ser un simple entretenimiento ameno se había convertido en una cosa mucho más turbia de lo que ninguno de los presentes jamás se habría planteado.
-Los fieles se mantendrán en el rebaño. Los desertores huirán y serán castigados.-
Entonces, poco a poco los que estaban más susceptibles y los más manipulables se fueron arrodillando, para que ninguno de esos horrores andantes les hiciera nada. Ya algunos habían sufrido cortes y aquellas armas no parecían para nada de juguete.
Solo los más fuertes se mantuvieron de pie más tiempo. Pero inevitablemente todos acabaron arrodillados. Todos excepto Alward y Katrina que, solemnes mantenían su firme idea de no dejarse someter.
-Ese es vuestro estado natural.- Hizo un barrido suave son su mano mostrando y haciendo referencia lo que había conseguido.
Alward, tras estar observando una por una a todas las marionetas, se volteó finalmente hacia el elfo. Mirándolo con desprecio bajo su máscara.
-Usando el miedo.-Respondió.
-¿No es esto más sencillo? Fuisteis creados, para ser gobernados. Al final, siempre os arrodillaréis.-
-No ante hombres como tú o tu "salvador".-Ahora, Alward se dirigía hacia el resto de gentes-Sé que pido mucho, pero el precio de la libertad siempre es alto.-Miraba a todos y cada uno de los temerosos ciudadanos-Yo estoy dispuesto a pagar ese precio.-Se llevó las manos hacia atrás de su espalda, donde por encima de los hombros asomaban las dos empuñaduras de sus espadas-Si debo luchar solo, que así sea.-Lanzó una penetrante mirada desafiante hacia el elfo-Pero apuesto a que habrán más.
Tras esas palabras, se hizo un contundente silencio que duró más de lo que se habría esperado en primera instancia. Alward estaba dando por sentado entonces que aquel elfo lo había logrado, el amedrentar a la gente había funcionado. Cruzó su mirada con Katrina, la única que se había mantenido junto a él en pie.
El Sevna dio un paso al frente, decidido. Entonces, alguien más se levantó; un anciano de ojos azules y brillosos, arrugado como una pasa y con más años en sus espaldas que cualquiera de los de allí. A este le siguió el bardo que ya antes había rechazado la propuesta de su libertad cohartada. De forma exponencial empezaron a levantarse cada vez más, quedando así un grupo numeroso de disidentes con la idea del dios salvador. La mitad de los presentes, desgraciadamente, se quedaron arrodillados.
Sin más, las marionetas se lanzaron con furia contra los que se habían levantado. El caos volvió, y la gente se iba moviendo, intentando algunos luchar y otros huir.
Antes de que el elfo pudiera siquiera acercarse a nadie, Alward se abalanzó sobre él y le cortó todo posible paso a cualquier víctima. Rabioso y casi fuera de sí, el seguidor del Hombre Muerto se abalanzó sobre el castaño. Al humano no le resultó nada difícil esquivar sus ataques. Más que la cordura, lo guiaba la locura. En uno de los intentos de apuñalamiento por parte del elfo, el Sevna activó las runas ígneas de Værdi y rebanó el antebrazo entero, hasta el codo. Acto seguido clavó la ardiente espada junto a su compañera en el vientre del elfo y lo tiró hacia atrás, tumbándolo así en el suelo [1].
Había acabado con el que parecía el cabecilla de todo aquel entramado de obra, pero por alguna razón que no comprendía los muñecos seguían "vivos" y sembrando el terror. Acto seguido, el enmascarado sacó los filos de sus armas del vientre ajeno y se puso nuevamente en pie.
Había demasiado caos como para visualizar a Katrina. Esperaba que estuviese bien.
Un grito resonó por encima de todos, una madre protegía a su hijo entre sus brazos, con varias partes del cuerpo llena de cortes sangrantes. Uno de los muñecos; el leónico, estaba frente a ella con sus tijeras llenas de sangre. Iba a abalanzarse y despedazar a la madre, y luego al hijo, sin miramiento alguno, pero antes de eso el metálico sonido de un arpón impactó en él atravesando por completo su torso [2].
Era el gancho de Alward, el cual agarraba ahora con la mano izquierda, sustituyéndolo así por la oscura Nattehimlen, su espada eléctrica.
El Sevna recogió el gancho, y con la inercia del movimiento alzó su brazo para que el brazo de dicha arma hicieseun efecto látigo con el que elevar al muñeco leónico. Acto seguido lo bajo con fuerza, lo que trajo consigo un estampado brutal de dicha marioneta contra el suelo haciendo que se rompiera en varios trozos.
La mujer que estaba siendo atacada por el muñeco entonces cruzó la mirada con Alward, y este tan solo le dedicó un gesto con la cabeza que a todas luces le indicaba que huyera lo más deprisa posible. Esta tan solo asintió con la cabeza, con doble significado; un "gracias" y un acatamiento de la orden.
Entonces el enmascarado localizó a otro de los muñecos; el licántropo. Utilizó la misma táctica que con el leónico, aunque esta vez lo que enganchó con el arpón del gancho fue la cabeza del muñeco. Para asegurarse de su completa destrucción, también alzó al títere y lo estampó brutalmente contra el suelo con el mismo arma.
Quedaban dos, los más extraños y siniestros; el que representaba al elfo, de toga marrón y uno negro más grande que los demás.
Ambos habían acorralado a Katrina contra el escenario. Esta intentaba usar su poder de la voz y persuadirlos para que se fueran, pero eran muñecos, no podían tener "mente" en sí, ¿No?
Iban a abalanzarse contra ella, pero antes de que lo hicieran, la vampiresa puso sus manos en alza a media altura como protección y proyectó una orden de forma inconsciente y desesperada, cerrando los ojos y temiéndose lo peor.
-¡Deteneos!
El muñeco negro vaciló, y el de la toga marrón al ver esto también lo hizo. En ese justo momento Alward lanzó el gancho contra el segundo, que al igual que con los otros logro perforar (a este su pecho). Esta vez no recogió la cadena de metal gruesa que unía el arpón con la empuñadura si no que hizo un barrido hacia un lado, con la intención de hacer chocar los dos muñecos. No fue un ataque muy efectivo contra ninguno, pero al menos le dio una ventana de oportunidad a Katrina para ponerse a salvo y centrar la atención de aquellos monstruosidades sobre él.
Acto seguido, recogió la cadena del gancho y utilizó la misma técnica que con los otros dos muñecos. Así, el títere que representaba al elfo quedó destrozado en pedazos. Tan solo quedaba el más grande; el negro.
Alward guardó su gancho y desenvainó nuevamente a Nattehimlen, ya que la marioneta echó a correr hacia él con claras intenciones de clavarle sus punzones.
Antes de chocar contra el enmascarado, el títere pegó en salto para poner ambas caras a la misma altura y atacar desde ahí. Alward rechazó la intentona poniendo sus espada en equis, aunque el muñeco no se dio por vencido. Apoyó uno de sus pies contra las hojas del humano y pegó otro salto que lo hizo colocarse justo encima de suya. Alward simplemente barrió su perfil más alto posible con ambas espadas, haciendo que el títere fuese derribado hacia un lado [3].
La marioneta rápidamente y de forma bastante ágil se puso en pie, ni siquiera dándole tiempo al humano a voltearse para encararla. Se abalanzó hacia él, pero antes de clavarle uno de sus punzones en el torso, Katrina entró en escena, ya que en ningún momento había abandonado el lugar, y proyectó de nuevo su voz mágica sobre el muñeco, acompañando la acción con un gesto de su mano con la palma extendida.
-¡Detente!-Le ordenó de nuevo.
Y el muñeco negro vaciló, pero no iba a servir de mucho, puesto que pronto iba a adquirir su iniciativa sanguinaria.
Pero antes de que eso ocurriera, Alward lo petó y lo tiró contra el suelo, y uno tras otro fue dando espadazos sucesivos con sus dos armas contra el muñeco, impidiendo que se pusiese en pie. No parecía destruirse tan fácil como los otros.
Brevemente, el Sevna miró a Katrina sin dejar de golpear al títere.
-¡DILE MÁS COSAS!
La vampiresa reaccionó rápido y, a una distancia prudente pero cercana, empezó de nuevo a proyectar su voz hacia la marioneta con las palmas de ambas manos extendidas en su dirección. No sabía si hacer esos gestos potenciaría o sería de alguna utilidad, pero le ayudaba a canalizar y concentrar su poder en ese momento.
-Calma tu ira... calma tu ira.... calma tu ira...-Repetía una y otra vez-Deja de luchar.
Alward seguía sin cesar dando espadazos. El muñeco era algo más que un simple títere, de eso estaba seguro.
Katrina entonces, en una de sus proyecciones de voz, miró con la máxima concentración posible al objetivo y frunció el ceño, costándole cierta energía seguir diciendo palabras que calmaran al muñeco.
-¡Te ordeno que pares!
Y, tras un último golpe de Alward, el títere simplemente bajó los brazos y quedó totalmente inerte.
Katrina apoyó una rodilla en el suelo debido al desgaste.
El Sevna se cercioró de que el muñeco estaba inerte y no volvería a levantarse. Agotado, al igual que su compañera, intentaba recuperar el aliento apartándose hacia un lado y sentándose en el suelo.
El caos aún no se había ido, la gente seguía alterada yendo de un sitio a otro a pesar de que ya nadie les atacaba. Pronto llegaría la Guardia a poner orden, debían irse.
La vampiresa, curiosa, se puso en pie cuando se encontró más recuperada y observó al muñeco.
-Ese "Hombre Muerto" es cosa seria...-Seguía jadeando bajo su máscara.
Katrina no dijo nada, simplemente se agachó para recoger al muñeco y observarlo más de cerca con los brazos extendidos, un poco reticente.
-Déjalo ahí y que se ocupe la Guardia.-Echó un breve barrido con su mirada hacia adelante, viendo el panorama de la plaza.-No tardarán en llegar.-Tomó gran cantidad de aire y se puso en pie.-Tenemos que irnos.-Era apremiante ese deseo. No se podía permitir que nadie le viera y menos que los testigos le señalaran como una figura destacable, aunque hubiese salvado a la mayoría de ellos.
-Esta cosa puede sernos útil.-Desvió por un segundo la mirada hacia su compañero.
-Sí, útil para que nos mate.-Contestó con sarcasmo, aún notándose el cansancio en su voz.
-Creo que puedo "convencerla" de que no nos haga daño.-Dijo mientras la seguía examinando, cada vez más interesada en esta.
-No necesitamos meternos en esto. Tenemos otras cosas que...--De pronto, la llegada de la Guardia a la plaza era un hecho.-Debemos irnos.-Advirtió a Katrina. Apremiante, emprendió la marcha mezclándose con la gente para intentar salir de allí y perderse por algún callejón sin ser visto.
Katrina hizo lo mismo, pero no soltó al muñeco en ningún momento, sino que lo acogió entre sus brazos como una madre a su bebé y salió a prisa tras Alward.
-Tranquilo, pequeño. No te haré daño. Nosotros te hemos ayudado a liberarte. Te hemos salvado, ¿Verdad?-Decía mientras se escabullía entre el gentío y acariciaba el rostro del muñeco con suavidad y cariño [1].
________________________________________________________________
Off:
-[1] Uso de arma: Gancho
-[2] Uso de runa de Værdi: Arma de Fuego (Nivel Experto)
-[3] Uso de Habilidad: Contraataque
-[1] Uso de Habilidad: Memento
Resumen: Básicamente Alward da su opinión sobre el asunto, apoyando a Katrina, y se carga a todos los muñecos. Para "derrotar" al Objeto del 19, ambos tienen que unir sus habilidades. Finalmente, Katrina se queda con el objeto, curiosa e interesada por él y por lo que, según ella, puede hacerle.
Sonrió de forma breve, satisfecha. También soltó un pequeño suspiro de alivio al ver que nadie se percató de que era ella la que generaba la voz.
Alward, desde su posición y de brazos cruzados, observaba también la disidencia entre unos y otros espectadores. El que manejaba aquel espectáculo sin duda se iba a llevar una decepción.
El Sevna también dio su punto de vista sobre el asunto, ¿Por qué no?
-Yo jamás pondría mi espada al servicio de un líder sin honor y corrupto.
Y se escuchó el grito de frustración de aquel que manejaba el espectáculo.
Cambió de escenario y, de nuevo, prosiguió con su retahíla.
Para sorpresa de todos los allí presentes, incluidos Alward y Katrina, los muñecos se lanzaron contra ellos en un claro acto de purgamiento de "infieles", aunque se podría ver claramente que ni siquiera tenían miramientos por los que sí habían estado de acuerdo con la obra. Aquello era una intentona clara de masacre. Una matanza quizás para dar ejemplo.
Tantos los muñecos como el elfo, dirigente de todo aquel teatrillo, se pusieron en las posiciones adecuadas para rodear al completo a la gente, para que no hubiese ningún. Había caos, gritos, miedo y agonía. Todo lo que parecía ser un simple entretenimiento ameno se había convertido en una cosa mucho más turbia de lo que ninguno de los presentes jamás se habría planteado.
-Los fieles se mantendrán en el rebaño. Los desertores huirán y serán castigados.-
Entonces, poco a poco los que estaban más susceptibles y los más manipulables se fueron arrodillando, para que ninguno de esos horrores andantes les hiciera nada. Ya algunos habían sufrido cortes y aquellas armas no parecían para nada de juguete.
Solo los más fuertes se mantuvieron de pie más tiempo. Pero inevitablemente todos acabaron arrodillados. Todos excepto Alward y Katrina que, solemnes mantenían su firme idea de no dejarse someter.
-Ese es vuestro estado natural.- Hizo un barrido suave son su mano mostrando y haciendo referencia lo que había conseguido.
Alward, tras estar observando una por una a todas las marionetas, se volteó finalmente hacia el elfo. Mirándolo con desprecio bajo su máscara.
-Usando el miedo.-Respondió.
-¿No es esto más sencillo? Fuisteis creados, para ser gobernados. Al final, siempre os arrodillaréis.-
-No ante hombres como tú o tu "salvador".-Ahora, Alward se dirigía hacia el resto de gentes-Sé que pido mucho, pero el precio de la libertad siempre es alto.-Miraba a todos y cada uno de los temerosos ciudadanos-Yo estoy dispuesto a pagar ese precio.-Se llevó las manos hacia atrás de su espalda, donde por encima de los hombros asomaban las dos empuñaduras de sus espadas-Si debo luchar solo, que así sea.-Lanzó una penetrante mirada desafiante hacia el elfo-Pero apuesto a que habrán más.
Tras esas palabras, se hizo un contundente silencio que duró más de lo que se habría esperado en primera instancia. Alward estaba dando por sentado entonces que aquel elfo lo había logrado, el amedrentar a la gente había funcionado. Cruzó su mirada con Katrina, la única que se había mantenido junto a él en pie.
El Sevna dio un paso al frente, decidido. Entonces, alguien más se levantó; un anciano de ojos azules y brillosos, arrugado como una pasa y con más años en sus espaldas que cualquiera de los de allí. A este le siguió el bardo que ya antes había rechazado la propuesta de su libertad cohartada. De forma exponencial empezaron a levantarse cada vez más, quedando así un grupo numeroso de disidentes con la idea del dios salvador. La mitad de los presentes, desgraciadamente, se quedaron arrodillados.
Sin más, las marionetas se lanzaron con furia contra los que se habían levantado. El caos volvió, y la gente se iba moviendo, intentando algunos luchar y otros huir.
Antes de que el elfo pudiera siquiera acercarse a nadie, Alward se abalanzó sobre él y le cortó todo posible paso a cualquier víctima. Rabioso y casi fuera de sí, el seguidor del Hombre Muerto se abalanzó sobre el castaño. Al humano no le resultó nada difícil esquivar sus ataques. Más que la cordura, lo guiaba la locura. En uno de los intentos de apuñalamiento por parte del elfo, el Sevna activó las runas ígneas de Værdi y rebanó el antebrazo entero, hasta el codo. Acto seguido clavó la ardiente espada junto a su compañera en el vientre del elfo y lo tiró hacia atrás, tumbándolo así en el suelo [1].
Había acabado con el que parecía el cabecilla de todo aquel entramado de obra, pero por alguna razón que no comprendía los muñecos seguían "vivos" y sembrando el terror. Acto seguido, el enmascarado sacó los filos de sus armas del vientre ajeno y se puso nuevamente en pie.
Había demasiado caos como para visualizar a Katrina. Esperaba que estuviese bien.
Un grito resonó por encima de todos, una madre protegía a su hijo entre sus brazos, con varias partes del cuerpo llena de cortes sangrantes. Uno de los muñecos; el leónico, estaba frente a ella con sus tijeras llenas de sangre. Iba a abalanzarse y despedazar a la madre, y luego al hijo, sin miramiento alguno, pero antes de eso el metálico sonido de un arpón impactó en él atravesando por completo su torso [2].
Era el gancho de Alward, el cual agarraba ahora con la mano izquierda, sustituyéndolo así por la oscura Nattehimlen, su espada eléctrica.
El Sevna recogió el gancho, y con la inercia del movimiento alzó su brazo para que el brazo de dicha arma hicieseun efecto látigo con el que elevar al muñeco leónico. Acto seguido lo bajo con fuerza, lo que trajo consigo un estampado brutal de dicha marioneta contra el suelo haciendo que se rompiera en varios trozos.
La mujer que estaba siendo atacada por el muñeco entonces cruzó la mirada con Alward, y este tan solo le dedicó un gesto con la cabeza que a todas luces le indicaba que huyera lo más deprisa posible. Esta tan solo asintió con la cabeza, con doble significado; un "gracias" y un acatamiento de la orden.
Entonces el enmascarado localizó a otro de los muñecos; el licántropo. Utilizó la misma táctica que con el leónico, aunque esta vez lo que enganchó con el arpón del gancho fue la cabeza del muñeco. Para asegurarse de su completa destrucción, también alzó al títere y lo estampó brutalmente contra el suelo con el mismo arma.
Quedaban dos, los más extraños y siniestros; el que representaba al elfo, de toga marrón y uno negro más grande que los demás.
Ambos habían acorralado a Katrina contra el escenario. Esta intentaba usar su poder de la voz y persuadirlos para que se fueran, pero eran muñecos, no podían tener "mente" en sí, ¿No?
Iban a abalanzarse contra ella, pero antes de que lo hicieran, la vampiresa puso sus manos en alza a media altura como protección y proyectó una orden de forma inconsciente y desesperada, cerrando los ojos y temiéndose lo peor.
-¡Deteneos!
El muñeco negro vaciló, y el de la toga marrón al ver esto también lo hizo. En ese justo momento Alward lanzó el gancho contra el segundo, que al igual que con los otros logro perforar (a este su pecho). Esta vez no recogió la cadena de metal gruesa que unía el arpón con la empuñadura si no que hizo un barrido hacia un lado, con la intención de hacer chocar los dos muñecos. No fue un ataque muy efectivo contra ninguno, pero al menos le dio una ventana de oportunidad a Katrina para ponerse a salvo y centrar la atención de aquellos monstruosidades sobre él.
Acto seguido, recogió la cadena del gancho y utilizó la misma técnica que con los otros dos muñecos. Así, el títere que representaba al elfo quedó destrozado en pedazos. Tan solo quedaba el más grande; el negro.
Alward guardó su gancho y desenvainó nuevamente a Nattehimlen, ya que la marioneta echó a correr hacia él con claras intenciones de clavarle sus punzones.
Antes de chocar contra el enmascarado, el títere pegó en salto para poner ambas caras a la misma altura y atacar desde ahí. Alward rechazó la intentona poniendo sus espada en equis, aunque el muñeco no se dio por vencido. Apoyó uno de sus pies contra las hojas del humano y pegó otro salto que lo hizo colocarse justo encima de suya. Alward simplemente barrió su perfil más alto posible con ambas espadas, haciendo que el títere fuese derribado hacia un lado [3].
La marioneta rápidamente y de forma bastante ágil se puso en pie, ni siquiera dándole tiempo al humano a voltearse para encararla. Se abalanzó hacia él, pero antes de clavarle uno de sus punzones en el torso, Katrina entró en escena, ya que en ningún momento había abandonado el lugar, y proyectó de nuevo su voz mágica sobre el muñeco, acompañando la acción con un gesto de su mano con la palma extendida.
-¡Detente!-Le ordenó de nuevo.
Y el muñeco negro vaciló, pero no iba a servir de mucho, puesto que pronto iba a adquirir su iniciativa sanguinaria.
Pero antes de que eso ocurriera, Alward lo petó y lo tiró contra el suelo, y uno tras otro fue dando espadazos sucesivos con sus dos armas contra el muñeco, impidiendo que se pusiese en pie. No parecía destruirse tan fácil como los otros.
Brevemente, el Sevna miró a Katrina sin dejar de golpear al títere.
-¡DILE MÁS COSAS!
La vampiresa reaccionó rápido y, a una distancia prudente pero cercana, empezó de nuevo a proyectar su voz hacia la marioneta con las palmas de ambas manos extendidas en su dirección. No sabía si hacer esos gestos potenciaría o sería de alguna utilidad, pero le ayudaba a canalizar y concentrar su poder en ese momento.
-Calma tu ira... calma tu ira.... calma tu ira...-Repetía una y otra vez-Deja de luchar.
Alward seguía sin cesar dando espadazos. El muñeco era algo más que un simple títere, de eso estaba seguro.
Katrina entonces, en una de sus proyecciones de voz, miró con la máxima concentración posible al objetivo y frunció el ceño, costándole cierta energía seguir diciendo palabras que calmaran al muñeco.
-¡Te ordeno que pares!
Y, tras un último golpe de Alward, el títere simplemente bajó los brazos y quedó totalmente inerte.
Katrina apoyó una rodilla en el suelo debido al desgaste.
El Sevna se cercioró de que el muñeco estaba inerte y no volvería a levantarse. Agotado, al igual que su compañera, intentaba recuperar el aliento apartándose hacia un lado y sentándose en el suelo.
El caos aún no se había ido, la gente seguía alterada yendo de un sitio a otro a pesar de que ya nadie les atacaba. Pronto llegaría la Guardia a poner orden, debían irse.
La vampiresa, curiosa, se puso en pie cuando se encontró más recuperada y observó al muñeco.
-Ese "Hombre Muerto" es cosa seria...-Seguía jadeando bajo su máscara.
Katrina no dijo nada, simplemente se agachó para recoger al muñeco y observarlo más de cerca con los brazos extendidos, un poco reticente.
-Déjalo ahí y que se ocupe la Guardia.-Echó un breve barrido con su mirada hacia adelante, viendo el panorama de la plaza.-No tardarán en llegar.-Tomó gran cantidad de aire y se puso en pie.-Tenemos que irnos.-Era apremiante ese deseo. No se podía permitir que nadie le viera y menos que los testigos le señalaran como una figura destacable, aunque hubiese salvado a la mayoría de ellos.
-Esta cosa puede sernos útil.-Desvió por un segundo la mirada hacia su compañero.
-Sí, útil para que nos mate.-Contestó con sarcasmo, aún notándose el cansancio en su voz.
-Creo que puedo "convencerla" de que no nos haga daño.-Dijo mientras la seguía examinando, cada vez más interesada en esta.
-No necesitamos meternos en esto. Tenemos otras cosas que...--De pronto, la llegada de la Guardia a la plaza era un hecho.-Debemos irnos.-Advirtió a Katrina. Apremiante, emprendió la marcha mezclándose con la gente para intentar salir de allí y perderse por algún callejón sin ser visto.
Katrina hizo lo mismo, pero no soltó al muñeco en ningún momento, sino que lo acogió entre sus brazos como una madre a su bebé y salió a prisa tras Alward.
-Tranquilo, pequeño. No te haré daño. Nosotros te hemos ayudado a liberarte. Te hemos salvado, ¿Verdad?-Decía mientras se escabullía entre el gentío y acariciaba el rostro del muñeco con suavidad y cariño [1].
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Off:
-[1] Uso de arma: Gancho
-[2] Uso de runa de Værdi: Arma de Fuego (Nivel Experto)
-[3] Uso de Habilidad: Contraataque
-[1] Uso de Habilidad: Memento
Resumen: Básicamente Alward da su opinión sobre el asunto, apoyando a Katrina, y se carga a todos los muñecos. Para "derrotar" al Objeto del 19, ambos tienen que unir sus habilidades. Finalmente, Katrina se queda con el objeto, curiosa e interesada por él y por lo que, según ella, puede hacerle.
Alward Sevna
Honorable
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Nivel de PJ : : 5
Re: Propaganda o Realidad [Evento Objetos del 19]
-Y entonces el hombre hizo zoink, y zas, boom, y el malo cayo, y-y-y-y entonces…- David cerró los ojos mientras el niño seguía explicándole lo ocurrido, intentando frenar la migraña que sentía acercándose con pura fuerza de voluntad. Sabía que fallaría, pero valía la pena el esfuerzo. Su compañera ya había acabado de atender a la madre, y se acercó al niño, que no callaba ni bajo el agua para comprobar que estaba bien, haciéndole dar una vuelta, mirándole la cara, los ojos, hasta usando un poco de esa conveniente luz elfica por si acaso, para finalmente girarse hacia él y asentir una única vez. El niño estaba bien. No era como si le sorprendiera, no quería imaginarse cuanto hablaría sano si ahora estaba herido.
¿Y lo peor? A pesar de toda esa palabrería, la mayoría sin sentido, era el mejor testigo que tenía. Habían llegado tarde, cuando todo ya había pasado, y en cuando había mencionado un muñeco negro, de repente sus superiores se habían mostrado muy interesados y habían llamado aún más gente a asegurar la zona. Pero no había ningún muñeco negro, solo un elfo muy muerto y unos cuantos títeres normales. Armados, pero normales. Y aunque había conseguido una cronologías aproximada de lo que había pasado, la información veraz era más bien poca, para algunos, tenía barba, para otros, iba enmascarado, para otros, era un demonio con voz de mujer que les susurraba cosas impropias. Al menos el niño no había perdido ojo en la pelea y le había dado una descripción de las armas, si entendía los gestos y las onomatopeyas bien.
Algún tipo de gancho, y varias espadas, al menos una llameante. Y aunque el niño no se había fijado, también había una mujer, seguramente una vampira de voz. Y dado que no encontraban ese muñeco del que todo el mundo hablaba, algunos con preocupante fascinación, se lo habían llevado. O eso les diría a sus superiores al menos, porque un “se lo podría haber llevado cualquiera” no tenía el mismo tono y apreciaba su trabajo, lo necesitaba para poder comer. Y también les pasaría la descripción del armamento. ¿Le decía algo todo ese arsenal? No, pero puede que a alguno de sus superiores sí. O que pusieran carteles si tampoco les sonaba.
Se estiró, algo en el crujiendo, y echo una ojeada a sus compañeros. Había un límite al tiempo que podían retener a tanta gente, y se estaba agotando, la multitud claramente ansiosa. Podían alargarlo un poco para los heridos, porque necesitaban atención medica y no había tantos que pudieran atender las heridas, pero los sanos ya estaban siendo despachados después de unas preguntas, seguramente sin nada de utilidad. Y los heridos no tardarían en serlo también, la gente tenía sitios en los que estar, familias, y después de esa mala experiencia, seguramente lo único que querían era volver a su casa y meterse en la cama o abrazar a su familia.
El hombre había ayudado a reducir la masacre, y eso era bueno, pero también, muy posiblemente, tenía ese dichoso muñeco que le importaba tanto a todo el mundo, así que no estaba seguro de la… insistencia que habría en perseguirlo. Pero ese no era su problema, no cobraba lo suficiente. Así que le dio un caramelo al niño por la ayuda, le revolvió el pelo y se fue a redactar el informe antes de dejarlo por hoy.
Felicidades, el desafío ha finalizado y te llevas 50 aeros y 5 puntos de experiencia. Además, estas en posesión del Muñeco (Katrina, técnicamente). En breve se abrirá la segunda parte del evento, donde podrás escoger su destino.
Has mantenido tu identidad en secreto, dentro de lo razonable, por lo que aunque es posible que el objeto atraiga cierta atención, de momento, será difícil identificarte como su portador por métodos ordinarios sin que haya un conflicto previo.
¿Y lo peor? A pesar de toda esa palabrería, la mayoría sin sentido, era el mejor testigo que tenía. Habían llegado tarde, cuando todo ya había pasado, y en cuando había mencionado un muñeco negro, de repente sus superiores se habían mostrado muy interesados y habían llamado aún más gente a asegurar la zona. Pero no había ningún muñeco negro, solo un elfo muy muerto y unos cuantos títeres normales. Armados, pero normales. Y aunque había conseguido una cronologías aproximada de lo que había pasado, la información veraz era más bien poca, para algunos, tenía barba, para otros, iba enmascarado, para otros, era un demonio con voz de mujer que les susurraba cosas impropias. Al menos el niño no había perdido ojo en la pelea y le había dado una descripción de las armas, si entendía los gestos y las onomatopeyas bien.
Algún tipo de gancho, y varias espadas, al menos una llameante. Y aunque el niño no se había fijado, también había una mujer, seguramente una vampira de voz. Y dado que no encontraban ese muñeco del que todo el mundo hablaba, algunos con preocupante fascinación, se lo habían llevado. O eso les diría a sus superiores al menos, porque un “se lo podría haber llevado cualquiera” no tenía el mismo tono y apreciaba su trabajo, lo necesitaba para poder comer. Y también les pasaría la descripción del armamento. ¿Le decía algo todo ese arsenal? No, pero puede que a alguno de sus superiores sí. O que pusieran carteles si tampoco les sonaba.
Se estiró, algo en el crujiendo, y echo una ojeada a sus compañeros. Había un límite al tiempo que podían retener a tanta gente, y se estaba agotando, la multitud claramente ansiosa. Podían alargarlo un poco para los heridos, porque necesitaban atención medica y no había tantos que pudieran atender las heridas, pero los sanos ya estaban siendo despachados después de unas preguntas, seguramente sin nada de utilidad. Y los heridos no tardarían en serlo también, la gente tenía sitios en los que estar, familias, y después de esa mala experiencia, seguramente lo único que querían era volver a su casa y meterse en la cama o abrazar a su familia.
El hombre había ayudado a reducir la masacre, y eso era bueno, pero también, muy posiblemente, tenía ese dichoso muñeco que le importaba tanto a todo el mundo, así que no estaba seguro de la… insistencia que habría en perseguirlo. Pero ese no era su problema, no cobraba lo suficiente. Así que le dio un caramelo al niño por la ayuda, le revolvió el pelo y se fue a redactar el informe antes de dejarlo por hoy.
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Felicidades, el desafío ha finalizado y te llevas 50 aeros y 5 puntos de experiencia. Además, estas en posesión del Muñeco (Katrina, técnicamente). En breve se abrirá la segunda parte del evento, donde podrás escoger su destino.
Has mantenido tu identidad en secreto, dentro de lo razonable, por lo que aunque es posible que el objeto atraiga cierta atención, de momento, será difícil identificarte como su portador por métodos ordinarios sin que haya un conflicto previo.
Othel
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