El brujo, la elfa y un profanador de tumbas. [Trabajo]
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El brujo, la elfa y un profanador de tumbas. [Trabajo]
Hacía un tiempo ya que el pequeño se había separado de Iori, ciertamente era difícil para el resto seguir el paso de Vahlok cuando este hacía lo que quería y Grohiik no lo tenía del todo domado. El último trabajo le había dejado bastante dinero y aún tenía mucho guardado. De vez en cuando al pasar por algun pueblo gastaba en comida, pero más que nada por capricho.
El viajar entre los bosques con su amigo les brindaba comida a veces por días, gracias a esto no necesitaban pasar mucho tiempo en alguna ciudad. Además, después del último trabajo Grohiik entendió lo mucho que le disgustaba ese «el lobo se queda afuera».
Ya había entrado la noche y se movía por los bosques de Veisar descuidadamente. Pronto Vahlok llegaría con la comida de aquella noche, por lo que pensó que hacer fuego en algún lugar sería bueno antes de ir a dormir.
El ruido de una rama rota le distrajo de su búsqueda por un lugar para acampar. Entonces pudo ver una luz no muy lejos. Se aproximo entre los árboles y pudo ver una fogata. Frente a esta había un chico de pelo blanco y puntas reeldes. El fuego dejaba ver una especie de kimono morado con pantalones del mismo color. Su rostro parecía bastante frío, esto sin duda llamó la atención del muchacho.
Nuevos sonidos de ramas rompiéndose llegaron del otro extremo de aquel pequeño claro. Grohiik pudo ver una figura pequeña, se trataba de un felino aparentemente negro. Este se detuvo cuando su mirada se cruzó con la del niño dragón quien pudo ver de reojo como el chico peliblanco también detectaba al animal.
Pasaron unos minutos cuando el chico extraño comprendió hacía donde estaba mirando el gato. —¿Quién anda ahí? —Preguntó mientras se levantaba y sacaba las manos de sus bolsillos. Se dio la vuelta y fue cuando ambos chicos cruzaron la mirada por primera vez.
El extraño se sorprendió bastante ante la sonrisa del pequeño que le miraba, pero de nuevo el sonido de ramas quebrándose desconcentró a ambos. —Maldición, volvió a escapar —Exclamó decepcionado.
—Disculpa, ¿es tu gato? —Preguntó Grohiik mientras se acercaba un poco a una distancia prudente.
—No, es mi objetivo. Ofrecen una buena recompensa por el —Respondió volviendo a meter sus manos en los bolsillos, inspeccionando la cara nueva—. ¿Y tu qué?
—Perdón, solo ando de paso. Mi amigo Vahlok llegará pronto con la cena —Dijo de forma totalmente descuidada—. Pronto la cazará, estaba pensando hacer fuego. Podemos compartir si quieres.
—Ya veo. Soy Vokun. ¿Qué hay de tu amigo es buen cazador?
Grohiik asintió con la cabeza mientras apartaba uno de los troncos para sentarse en este. —Dicen que todos los lobos lo son. La comida no es problema para nosotros, es muy conveniente para ahorrar —Afirma con seguridad mientras saca su bolsa llena de aeros y la lanza un par de veces para volver a atraparla con su mano.
—Me llamo Grohiik —Terminó sonriendo y guardándose otra vez la bolsa con monedas.
«Un pez gordo, bien Vokun» Pensó sonriendo con cierto deje de quien busca aprovecharse. —Pueden ayudarme entonces después de comer. Es un gato muy escurridizo y seguro no te molesta llenar un poco más esa bolsa, ¿qué dices? —Terminó tratando de aparentar una sonrisa más honesta, aunque el pequeño que no sabía de su verdadera raza no pudo distinguir esos detalles, simplemente sonrió de vuelta y asintió. A ojos de Grohiik, Vokun parecía ser un buen chico y era uno de los pocos amigos que hacía desde que salió de su isla.
Haber ayudado a Chimar y Canel le resultó bien, por lo que no sospecho en ningún momento de las sospechas de Vokun.
Vahlok llegó al cabo de unos minutos con un ciervo pequeño, pero de suficiente tamaño como para alimentar a los tres. Luego de comer Vokun informó a Grohiik del cementerio cercano, y del tipo del gato al que querían capturar y como siempre acostumbraba, Grohiik siguió el camino hacía el cementerio dudando de las intenciones del animal gracias a la cercanía que siempre tuvo con estos.
Post de introducción para futuro acompañante de Gorhiik y como este se entera del trabajo.
El viajar entre los bosques con su amigo les brindaba comida a veces por días, gracias a esto no necesitaban pasar mucho tiempo en alguna ciudad. Además, después del último trabajo Grohiik entendió lo mucho que le disgustaba ese «el lobo se queda afuera».
Ya había entrado la noche y se movía por los bosques de Veisar descuidadamente. Pronto Vahlok llegaría con la comida de aquella noche, por lo que pensó que hacer fuego en algún lugar sería bueno antes de ir a dormir.
El ruido de una rama rota le distrajo de su búsqueda por un lugar para acampar. Entonces pudo ver una luz no muy lejos. Se aproximo entre los árboles y pudo ver una fogata. Frente a esta había un chico de pelo blanco y puntas reeldes. El fuego dejaba ver una especie de kimono morado con pantalones del mismo color. Su rostro parecía bastante frío, esto sin duda llamó la atención del muchacho.
Nuevos sonidos de ramas rompiéndose llegaron del otro extremo de aquel pequeño claro. Grohiik pudo ver una figura pequeña, se trataba de un felino aparentemente negro. Este se detuvo cuando su mirada se cruzó con la del niño dragón quien pudo ver de reojo como el chico peliblanco también detectaba al animal.
Pasaron unos minutos cuando el chico extraño comprendió hacía donde estaba mirando el gato. —¿Quién anda ahí? —Preguntó mientras se levantaba y sacaba las manos de sus bolsillos. Se dio la vuelta y fue cuando ambos chicos cruzaron la mirada por primera vez.
El extraño se sorprendió bastante ante la sonrisa del pequeño que le miraba, pero de nuevo el sonido de ramas quebrándose desconcentró a ambos. —Maldición, volvió a escapar —Exclamó decepcionado.
—Disculpa, ¿es tu gato? —Preguntó Grohiik mientras se acercaba un poco a una distancia prudente.
—No, es mi objetivo. Ofrecen una buena recompensa por el —Respondió volviendo a meter sus manos en los bolsillos, inspeccionando la cara nueva—. ¿Y tu qué?
—Perdón, solo ando de paso. Mi amigo Vahlok llegará pronto con la cena —Dijo de forma totalmente descuidada—. Pronto la cazará, estaba pensando hacer fuego. Podemos compartir si quieres.
—Ya veo. Soy Vokun. ¿Qué hay de tu amigo es buen cazador?
Grohiik asintió con la cabeza mientras apartaba uno de los troncos para sentarse en este. —Dicen que todos los lobos lo son. La comida no es problema para nosotros, es muy conveniente para ahorrar —Afirma con seguridad mientras saca su bolsa llena de aeros y la lanza un par de veces para volver a atraparla con su mano.
—Me llamo Grohiik —Terminó sonriendo y guardándose otra vez la bolsa con monedas.
«Un pez gordo, bien Vokun» Pensó sonriendo con cierto deje de quien busca aprovecharse. —Pueden ayudarme entonces después de comer. Es un gato muy escurridizo y seguro no te molesta llenar un poco más esa bolsa, ¿qué dices? —Terminó tratando de aparentar una sonrisa más honesta, aunque el pequeño que no sabía de su verdadera raza no pudo distinguir esos detalles, simplemente sonrió de vuelta y asintió. A ojos de Grohiik, Vokun parecía ser un buen chico y era uno de los pocos amigos que hacía desde que salió de su isla.
Haber ayudado a Chimar y Canel le resultó bien, por lo que no sospecho en ningún momento de las sospechas de Vokun.
Vahlok llegó al cabo de unos minutos con un ciervo pequeño, pero de suficiente tamaño como para alimentar a los tres. Luego de comer Vokun informó a Grohiik del cementerio cercano, y del tipo del gato al que querían capturar y como siempre acostumbraba, Grohiik siguió el camino hacía el cementerio dudando de las intenciones del animal gracias a la cercanía que siempre tuvo con estos.
Off:
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- Vokun:
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Grohiik
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Re: El brujo, la elfa y un profanador de tumbas. [Trabajo]
-Entonces, ¿un gato os está dando problemas?- preguntó la elfa, incrédula.
-¡No un gato cualquiera!- Protestó la señora, agitando el bastón al aire y casi dándole en la cabeza. –¡Un vil Cait Sith! Ya ha maldito a los últimos aventureros a los que les pedimos ayuda…-
-¿Un gato mágico?- al menos eso sabía de los Cait Sith.
-¿Es que estas sorda hija?- eso había sido muy gratuito, pero se lo perdonaría porque la señora parecía genuinamente preocupada.
-Bien, puedo echarle un vistazo, ayudaros con vuestro problema supongo…- dijo, sin estar muy segura, lo que lleno a la ancianita de júbilo. Gran error, pues tardó media hora en recibir las instrucciones para ir al cementerio, entre desvaríos sobre su juventud y la señora presumiendo de lo apuesto que era su nieto. No tenía corazón de decirle que seguramente le doblaba la edad a su nieto, mínimo.
Lucía como un trabajo fácil. Ir al cementerio, comprobar que no pasaba nada, y cobrar. Es decir, había un gato allí, pero no todos los gatos negros iban a ser gatos mágicos, y no creía realmente que una cosa peluda y adorable pudiera ser mala, seguro que solo era un gato normal en busca de compañía y que se iría una vez le rascara la pancita y le enseñara donde podía ir a pedir pescado en el puerto. Es decir, ¿robar almas? ¿Dar maldiciones? Absurdo, imposible. Seguro que solo era un gran malentendido. Si tenía suerte, el gato no sería ni negro y cuando lo vieran de cerca, esas personas se relajarían.
Y pensar que había ido allí porque había oído el cuento de horror de esos “previos aventureros” y había pensado que algún horrible mal se desataba en el cementerio, y parecía que era todo una exageración, gente preocupada por un animal rondando el cementerio, ni siquiera uno peligroso… Se había hecho ilusiones, aunque bueno, esta vez al menos el sujeto de su investigación era adorable, eso era un plus.
Aunque ahora, de camino al cementerio, tenía dudas sobre cómo abordarla situación. ¿Iría en plena noche, cuando todo lo malo pasaba, para demostrar que no pasaba nada? Pero si veían al gato, sería de día, o al menos con un poco de luz… Por lo que tendría que pasarse el día entero, un día y una noche técnicamente. Suspiró, mientras paraba, y se apoyó en un árbol, dejándose caer. Descansaría un rato, comería algo, e iría a la mitad de la noche, así podría alargar su búsqueda hasta mediodía, si, sonaba bien, para estar seguros.
Ahora, ¿Dónde había dejado esa bolsa que había comprado el otro día? La cecina era para ella, pero seguro que al minino le encantaría el salmón…
-¡No un gato cualquiera!- Protestó la señora, agitando el bastón al aire y casi dándole en la cabeza. –¡Un vil Cait Sith! Ya ha maldito a los últimos aventureros a los que les pedimos ayuda…-
-¿Un gato mágico?- al menos eso sabía de los Cait Sith.
-¿Es que estas sorda hija?- eso había sido muy gratuito, pero se lo perdonaría porque la señora parecía genuinamente preocupada.
-Bien, puedo echarle un vistazo, ayudaros con vuestro problema supongo…- dijo, sin estar muy segura, lo que lleno a la ancianita de júbilo. Gran error, pues tardó media hora en recibir las instrucciones para ir al cementerio, entre desvaríos sobre su juventud y la señora presumiendo de lo apuesto que era su nieto. No tenía corazón de decirle que seguramente le doblaba la edad a su nieto, mínimo.
Lucía como un trabajo fácil. Ir al cementerio, comprobar que no pasaba nada, y cobrar. Es decir, había un gato allí, pero no todos los gatos negros iban a ser gatos mágicos, y no creía realmente que una cosa peluda y adorable pudiera ser mala, seguro que solo era un gato normal en busca de compañía y que se iría una vez le rascara la pancita y le enseñara donde podía ir a pedir pescado en el puerto. Es decir, ¿robar almas? ¿Dar maldiciones? Absurdo, imposible. Seguro que solo era un gran malentendido. Si tenía suerte, el gato no sería ni negro y cuando lo vieran de cerca, esas personas se relajarían.
Y pensar que había ido allí porque había oído el cuento de horror de esos “previos aventureros” y había pensado que algún horrible mal se desataba en el cementerio, y parecía que era todo una exageración, gente preocupada por un animal rondando el cementerio, ni siquiera uno peligroso… Se había hecho ilusiones, aunque bueno, esta vez al menos el sujeto de su investigación era adorable, eso era un plus.
Aunque ahora, de camino al cementerio, tenía dudas sobre cómo abordarla situación. ¿Iría en plena noche, cuando todo lo malo pasaba, para demostrar que no pasaba nada? Pero si veían al gato, sería de día, o al menos con un poco de luz… Por lo que tendría que pasarse el día entero, un día y una noche técnicamente. Suspiró, mientras paraba, y se apoyó en un árbol, dejándose caer. Descansaría un rato, comería algo, e iría a la mitad de la noche, así podría alargar su búsqueda hasta mediodía, si, sonaba bien, para estar seguros.
Ahora, ¿Dónde había dejado esa bolsa que había comprado el otro día? La cecina era para ella, pero seguro que al minino le encantaría el salmón…
Lixis
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Re: El brujo, la elfa y un profanador de tumbas. [Trabajo]
Vokun avanzó todo el camino evaluando al compañero que consiguió para dicho trabajo. Parecía ser de esos chicos torpes y confiados, pero un lobo como el que le acompañaba no seguiría las ordenes de cualquiera. «No ha de ser tan tarado como aparenta, ¿o solo finge serlo?» Pensó con una curiosidad que solo iba en aumento.
Ninguno de los chicos pudo escuchar nada mientras avanzaban, solo Vahlok pudo detectar el nuevo aroma. Uno que por alguna razón hizo que se detuviera sobre sus patas delanteras y comenzara a gruñir como preparándose para entrar al ataque.
Grohiik lo observó y alzó una ceja algo confundido. —¿Qué tienes muchacho, de qué se trata? —Preguntó mientras se ponía de rodillas a su lado y le acariciaba el lomo.
—No deberías tratar de calmarlo con cada encuentro —Comentó Vokun. El chico fue un poco más avispado y ya había detectado hacía donde apuntaba la nariz del lobo. Se trataba de una mujer un tanto fuera de lo común. No podía asegurar a simple vista que fuese humana o elfa, el cabello blanco le daba una idea pero no podía comprobarlo con sus orejas debido al corte que usaba.
El chico que apaciguaba al lobo miro primero a su compañero y luego a la mujer. —Aún no nos hace nada —Respondió algo curioso. El animal se llevaba bien con los humanos y los niños, aunque fueran de otra raza, pero poco había compartido con adultos de otra—. Tal vez es que no sea humana.
Concluyó acariciando al animal por detrás de sus orejas. Vokun se sorprendió ante la suposición y trato de canalizar su éter tratando de comprobar por si mismo primero.
—¿También vienes por el gato? Vokun dice que hace magia y es malo, no me pareció que lo fuera —Dice algo entusiasmado mientras mira a la mujer con una sonrisa—. Mi amigo Vahlok nos ayudará a encontrarlo.
Con su última afirmación comienza a buscar en sus bolsillos para sacar una rama que recogió en el camino y la muestra. —El gato la rompió y el olfato de Vahlok es muy bueno —Vuelve a hablar cuando siente una luz celeste golpea su dedo haciendo que todo su cuerpo se estremezca y suelte la madera. —¡Auch! ¿Pero qué?
La rama entonces comienza a flotar en dirección a Vokun quien la sostiene y usa su mano libre para darle una colleja a Grohiik.
—¿Qué crees que haces? No vamos a dividir la recompensa con una extraña —Le reprochó molesto—. En serio Grohiik, deberías dejar de ser tan confiado.
Grohiik decide cruzarse brazos y sentarse cruzando las piernas. —¡Oye, eso dolió! —Se queja—. Además no puedes decir que es mala persona sin conocerla primero.
«Joder, este tarado no finge serlo» Pensó decepcionado mientras se lleva la mano a la frente y trata de calmarse con un largo suspiro.
-Si, olvide mencionar que Vokun es Tensai de aire.
Ninguno de los chicos pudo escuchar nada mientras avanzaban, solo Vahlok pudo detectar el nuevo aroma. Uno que por alguna razón hizo que se detuviera sobre sus patas delanteras y comenzara a gruñir como preparándose para entrar al ataque.
Grohiik lo observó y alzó una ceja algo confundido. —¿Qué tienes muchacho, de qué se trata? —Preguntó mientras se ponía de rodillas a su lado y le acariciaba el lomo.
—No deberías tratar de calmarlo con cada encuentro —Comentó Vokun. El chico fue un poco más avispado y ya había detectado hacía donde apuntaba la nariz del lobo. Se trataba de una mujer un tanto fuera de lo común. No podía asegurar a simple vista que fuese humana o elfa, el cabello blanco le daba una idea pero no podía comprobarlo con sus orejas debido al corte que usaba.
El chico que apaciguaba al lobo miro primero a su compañero y luego a la mujer. —Aún no nos hace nada —Respondió algo curioso. El animal se llevaba bien con los humanos y los niños, aunque fueran de otra raza, pero poco había compartido con adultos de otra—. Tal vez es que no sea humana.
Concluyó acariciando al animal por detrás de sus orejas. Vokun se sorprendió ante la suposición y trato de canalizar su éter tratando de comprobar por si mismo primero.
—¿También vienes por el gato? Vokun dice que hace magia y es malo, no me pareció que lo fuera —Dice algo entusiasmado mientras mira a la mujer con una sonrisa—. Mi amigo Vahlok nos ayudará a encontrarlo.
Con su última afirmación comienza a buscar en sus bolsillos para sacar una rama que recogió en el camino y la muestra. —El gato la rompió y el olfato de Vahlok es muy bueno —Vuelve a hablar cuando siente una luz celeste golpea su dedo haciendo que todo su cuerpo se estremezca y suelte la madera. —¡Auch! ¿Pero qué?
La rama entonces comienza a flotar en dirección a Vokun quien la sostiene y usa su mano libre para darle una colleja a Grohiik.
—¿Qué crees que haces? No vamos a dividir la recompensa con una extraña —Le reprochó molesto—. En serio Grohiik, deberías dejar de ser tan confiado.
Grohiik decide cruzarse brazos y sentarse cruzando las piernas. —¡Oye, eso dolió! —Se queja—. Además no puedes decir que es mala persona sin conocerla primero.
«Joder, este tarado no finge serlo» Pensó decepcionado mientras se lleva la mano a la frente y trata de calmarse con un largo suspiro.
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-Si, olvide mencionar que Vokun es Tensai de aire.
Grohiik
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Re: El brujo, la elfa y un profanador de tumbas. [Trabajo]
Su suave, suavísimo sueño fue interrumpido cuando una adorable patita felina se puso sobre su boca, provocando que abriera los ojos. Un gato negro la miraba con curiosidad, medio apoyado en su armadura para llegar a su boca. –No estoy roncando.- protestó ante los juiciosos ojos felinos que parecían leerle el alma, antes de darse cuenta que seguramente era por el aliento a salmón. –Oh, aún queda si vienes conmigo y dejas que te rasque la tripita pequeñín.-
Pero las orejas del felino giraron, sin duda detectando algo que ella no podía percibir y salió disparado hacia la oscuridad. Unos segundos más tarde, un gruñido perruno le indico el motivo. Lobos salvajes, allí, tan cerca de la ciudad, que cruz.
La paladín se levantó, dispuesta a enfrentarse a la amenaza solo para encontrarse… a un par de chavales con un lobo. Eso era inesperado, y se quedó mirando al chucho, como si fuera a hablar para darle la respuesta al enigma. Pero al final, para la sorpresa de nadie, fue uno de los chavales el que contestó a su silenciosa pregunta. –Sí, estoy aquí por el gato.- contestó, mirando el intercambio. –Y tampoco creo que sea malo, al fin y al cabo, es un gato, aunque tuviera magia, seguro que solo la usa para conseguir salmón.- Ciertamente es lo que haría ella si fuera un gato mágico.
Estaba segura que solo tenía que darles caramelos para convencerlos de que era buena persona, pero no tenia, y además se habría sentido sucia, así que paso al plan B. Se acercó lentamente, sin prisa, al par de chavales. –Soy Lixis, Clériga de la Luz.- extendió la mano ante el lobo para que la oliera, mientras saludaba con la otra. –Y no deberías confiar tan rápido en la gente, al fin y al cabo, podrías juntarte con alguien que no se vaya a molestar en comprobar si el gato es malo antes de atacarlo, estando demasiado centrado en la recompensa, y eso sería… malo…- y cambio la mirada de niño, sonriendo por un momento.
–Tu lobo te está llevando al cementerio, vamos.- ya que Zarpitas había interrumpido su siesta y estaba desvelada, no perdía nada por llegar al cementerio, y acompañaría a los niños. Es decir, no pasaría nada, era un adorable gatito rodeado de un montón de supersticiones y una coincidencia o dos como mucho.
Pero no costaba nada ser precavidos, a lo mejor ese gato estaba de casualidad y en realidad era un oso negro y esos dos acababan devorados o peor, sin escudo.
Si, aún estaba enfadada por eso.
Pero las orejas del felino giraron, sin duda detectando algo que ella no podía percibir y salió disparado hacia la oscuridad. Unos segundos más tarde, un gruñido perruno le indico el motivo. Lobos salvajes, allí, tan cerca de la ciudad, que cruz.
La paladín se levantó, dispuesta a enfrentarse a la amenaza solo para encontrarse… a un par de chavales con un lobo. Eso era inesperado, y se quedó mirando al chucho, como si fuera a hablar para darle la respuesta al enigma. Pero al final, para la sorpresa de nadie, fue uno de los chavales el que contestó a su silenciosa pregunta. –Sí, estoy aquí por el gato.- contestó, mirando el intercambio. –Y tampoco creo que sea malo, al fin y al cabo, es un gato, aunque tuviera magia, seguro que solo la usa para conseguir salmón.- Ciertamente es lo que haría ella si fuera un gato mágico.
Estaba segura que solo tenía que darles caramelos para convencerlos de que era buena persona, pero no tenia, y además se habría sentido sucia, así que paso al plan B. Se acercó lentamente, sin prisa, al par de chavales. –Soy Lixis, Clériga de la Luz.- extendió la mano ante el lobo para que la oliera, mientras saludaba con la otra. –Y no deberías confiar tan rápido en la gente, al fin y al cabo, podrías juntarte con alguien que no se vaya a molestar en comprobar si el gato es malo antes de atacarlo, estando demasiado centrado en la recompensa, y eso sería… malo…- y cambio la mirada de niño, sonriendo por un momento.
–Tu lobo te está llevando al cementerio, vamos.- ya que Zarpitas había interrumpido su siesta y estaba desvelada, no perdía nada por llegar al cementerio, y acompañaría a los niños. Es decir, no pasaría nada, era un adorable gatito rodeado de un montón de supersticiones y una coincidencia o dos como mucho.
Pero no costaba nada ser precavidos, a lo mejor ese gato estaba de casualidad y en realidad era un oso negro y esos dos acababan devorados o peor, sin escudo.
Si, aún estaba enfadada por eso.
Última edición por Lixis el Lun Sep 14 2020, 19:29, editado 1 vez
Lixis
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Re: El brujo, la elfa y un profanador de tumbas. [Trabajo]
Grohiik se mantuvo firme en su postura de chaval ante el reproche de Vokun. Aún con el altercado de Hohem, seguía firme con su idea de que las personas merecían el beneficio de la duda, aunque no entendía el concepto y su concepto de bien y mal no estuviese del todo definido. Ideas complejas como estas fluían en su mente pero no les prestaba atención del todo. Solo su terquedad e instinto, eran aquello que le permitía defender sus ideas.
—Ya te lo dije, los animales no son malos —Miro al otro chico con los mofletes inflados mientras citaba a su mentor—. Las personas tampoco tienen que serlo.
Sentenció con esa terquedad innata mientras permanecía sentado con los brazos cruzados justo antes de que la mujer se presentara ante los tres y comenzará a hablar. Solo entonces la sonrisa del pequeño dragón volvió a iluminarse.
El rubio solo se quedo con lo que le interesaba, Lixis tampoco creía que el gato era malo. Vahlok olfateo la mano de la clériga mientras gruñía, pero al sentir que su amigo volvía a calmarse hizo lo mismo y retrocedió solo para echarse al suelo y recostar la cabeza sobre sus patas delanteras.
Vokun en cambio se sintió aludido por parte de su comentario respecto a la recompensa. Miro hacía un lado algo molesto e hizo un gesto típico de aquel que es descubierto haciendo algo malo. «Si claro, a mi no me engañas. También necesitas dinero» Pensó. Vokun era por mucho menos inocente de lo que parecía, sabía que si había aceptado el trabajo era por dinero y ahora gracias al tarado de Grohiik podía aprovecharse para sacar su parte.
—Vokun nos trajo hasta aquí, pero Vahlok nos ayudará a encontrar al gato —Dijo para levantarse y sacar otro pedazo de rama. Al ver esto el peliblanco se cruza de brazos algo fastidiado. Después de todo pudo comprobar que el chico no era tan despistado como parecía. —No esta entrenado, pero de los cuatro es el que mejor olfato tiene por lejos.
Acercó la rama al animal quien enseguida comenzó a asimilar el olor, primero miró directo a Lixis mientras sus fosas nasales se movían, al parecer captó algo más en ella y se levantó de su posición.
—¿Ya encontraste algo muchacho? —Le pregunta el isleño, pero Vahlok solo se acercó un poco más hacía Lixis, olfateando sus bolsillos quizás. Grohiik le observó algo confuso, con los niños de Lunargenta ya habría comenzado a moverse.
—Creo que tiene hambre —Dice al verlo actuar más como perro que como lobo mientras seguía olfateando a la mujer.
—¿Cómo que tiene hambre? —Preguntó Vokun con la palma en la frente—. ¡Recién comimos un ciervo entre los tres!
Entonces Grohiik se lleva una mano a la nuca y asiente algo apenado. —Creo que Lixis tiene algo. Normalmente el se come uno solo pero tuvimos que compartir su parte.
—Ya te lo dije, los animales no son malos —Miro al otro chico con los mofletes inflados mientras citaba a su mentor—. Las personas tampoco tienen que serlo.
Sentenció con esa terquedad innata mientras permanecía sentado con los brazos cruzados justo antes de que la mujer se presentara ante los tres y comenzará a hablar. Solo entonces la sonrisa del pequeño dragón volvió a iluminarse.
El rubio solo se quedo con lo que le interesaba, Lixis tampoco creía que el gato era malo. Vahlok olfateo la mano de la clériga mientras gruñía, pero al sentir que su amigo volvía a calmarse hizo lo mismo y retrocedió solo para echarse al suelo y recostar la cabeza sobre sus patas delanteras.
Vokun en cambio se sintió aludido por parte de su comentario respecto a la recompensa. Miro hacía un lado algo molesto e hizo un gesto típico de aquel que es descubierto haciendo algo malo. «Si claro, a mi no me engañas. También necesitas dinero» Pensó. Vokun era por mucho menos inocente de lo que parecía, sabía que si había aceptado el trabajo era por dinero y ahora gracias al tarado de Grohiik podía aprovecharse para sacar su parte.
—Vokun nos trajo hasta aquí, pero Vahlok nos ayudará a encontrar al gato —Dijo para levantarse y sacar otro pedazo de rama. Al ver esto el peliblanco se cruza de brazos algo fastidiado. Después de todo pudo comprobar que el chico no era tan despistado como parecía. —No esta entrenado, pero de los cuatro es el que mejor olfato tiene por lejos.
Acercó la rama al animal quien enseguida comenzó a asimilar el olor, primero miró directo a Lixis mientras sus fosas nasales se movían, al parecer captó algo más en ella y se levantó de su posición.
—¿Ya encontraste algo muchacho? —Le pregunta el isleño, pero Vahlok solo se acercó un poco más hacía Lixis, olfateando sus bolsillos quizás. Grohiik le observó algo confuso, con los niños de Lunargenta ya habría comenzado a moverse.
—Creo que tiene hambre —Dice al verlo actuar más como perro que como lobo mientras seguía olfateando a la mujer.
—¿Cómo que tiene hambre? —Preguntó Vokun con la palma en la frente—. ¡Recién comimos un ciervo entre los tres!
Entonces Grohiik se lleva una mano a la nuca y asiente algo apenado. —Creo que Lixis tiene algo. Normalmente el se come uno solo pero tuvimos que compartir su parte.
Grohiik
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Re: El brujo, la elfa y un profanador de tumbas. [Trabajo]
Lixis se limitó a sonreír ante las dispares reacciones de los chavales. Parecía que el peliblanco era… reticente a la revolucionaria idea que un maldito gato no fuera capaz de complejos dilemas morales, así que solo podía fiarse del niño del lobo. Y no tenía claro si podía fiarse del chucho, porque al fin y al cabo, llevarse como perros y gatos era una expresión por algún motivo.
Y saber que no estaba entrenado no le ayudaba precisamente a fiarse de las capacidades del animal, porque podía significar que no estaba entrenado en rastreo, o nada en absoluto e iba a abalanzarse encima suyo en cuanto oliera un poco de su cecina. Pero también era cierto que ella rastrear lo que era rastrear no sabía, así que si tenía que escoger entre olfatear ella o dejar al lobo hacer lo suyo, dejaría probar primero al lobo. Es decir, la última vez que había intentado algo así, había encontrado a un oso enfadado, así que difícilmente podría ir peor. –Pues vale, venga, tu puedes Vahlok …- el dueño le dio la rama, el lobo olfateo la madera como un buen rastreador, sacó el hocico al aire y… allí se quedó, olfateándola a ella, mientras los niños discutían qué estaba pasando.
-¿Un ciervo?- ¿Entero? Sería uno muy muy pequeño. O esos dos eran auténticos agujeros sin fondo. Nunca iba a invitarlos a comer, por si acaso. Y el lobo seguía mirándola insistentemente mientras olfateaba, con ese par de ojos. Puede, solo puede, que fuese por el gato que había interrumpido su suave siesta, pero esa intensa mirada era la de alguien suplicando que le diera la última galleta cuando la tenía a pocos centímetros de la boca, potencialmente ya babeada. –Mmmm.- y en cuando emitió el sonido, su cabecita se alzó de esperanza. –Vale, está bien…- y se había preocupado por si se llevaría bien con el chucho…
Se sentó en el suelo y apartando un poco al lobo, rebusco en sus bolsas hasta encontrar un poco de cecina. La ofreció, con cuidado sin soltarla. No tenía nada que temer, entre su mano enguantada y los dientes, el lobo tenía las de perder, pero eso no significaba que quisiera destrozarle la dentadura al animal. Para la suerte de todos, fue con cuidado, cogiendo la cecina de sus dedos con delicadeza. Puede que ya tuviera experiencia con armaduras o, más probablemente, fuera una elaborada estratagema para recibir mucho más que si intentaba arrancarle los dientes.
Pero todo lo bueno se acababa, y no iba a vaciar sus provisiones para alimentar a ese animal cuya hambre no parecía tener fin, y desde luego no darle el salmón, así que unas tiras más tarde, cerró la bolsa y se levantó, señalando que se había acabado lo bueno. –Venga, te toca, paga. ¿Dónde está el gato?- le preguntó a Vahlok, que pareció aceptar a regañadientes y empezó a caminar hacia donde ella sabía que estaba el cementerio.
Y saber que no estaba entrenado no le ayudaba precisamente a fiarse de las capacidades del animal, porque podía significar que no estaba entrenado en rastreo, o nada en absoluto e iba a abalanzarse encima suyo en cuanto oliera un poco de su cecina. Pero también era cierto que ella rastrear lo que era rastrear no sabía, así que si tenía que escoger entre olfatear ella o dejar al lobo hacer lo suyo, dejaría probar primero al lobo. Es decir, la última vez que había intentado algo así, había encontrado a un oso enfadado, así que difícilmente podría ir peor. –Pues vale, venga, tu puedes Vahlok …- el dueño le dio la rama, el lobo olfateo la madera como un buen rastreador, sacó el hocico al aire y… allí se quedó, olfateándola a ella, mientras los niños discutían qué estaba pasando.
-¿Un ciervo?- ¿Entero? Sería uno muy muy pequeño. O esos dos eran auténticos agujeros sin fondo. Nunca iba a invitarlos a comer, por si acaso. Y el lobo seguía mirándola insistentemente mientras olfateaba, con ese par de ojos. Puede, solo puede, que fuese por el gato que había interrumpido su suave siesta, pero esa intensa mirada era la de alguien suplicando que le diera la última galleta cuando la tenía a pocos centímetros de la boca, potencialmente ya babeada. –Mmmm.- y en cuando emitió el sonido, su cabecita se alzó de esperanza. –Vale, está bien…- y se había preocupado por si se llevaría bien con el chucho…
Se sentó en el suelo y apartando un poco al lobo, rebusco en sus bolsas hasta encontrar un poco de cecina. La ofreció, con cuidado sin soltarla. No tenía nada que temer, entre su mano enguantada y los dientes, el lobo tenía las de perder, pero eso no significaba que quisiera destrozarle la dentadura al animal. Para la suerte de todos, fue con cuidado, cogiendo la cecina de sus dedos con delicadeza. Puede que ya tuviera experiencia con armaduras o, más probablemente, fuera una elaborada estratagema para recibir mucho más que si intentaba arrancarle los dientes.
Pero todo lo bueno se acababa, y no iba a vaciar sus provisiones para alimentar a ese animal cuya hambre no parecía tener fin, y desde luego no darle el salmón, así que unas tiras más tarde, cerró la bolsa y se levantó, señalando que se había acabado lo bueno. –Venga, te toca, paga. ¿Dónde está el gato?- le preguntó a Vahlok, que pareció aceptar a regañadientes y empezó a caminar hacia donde ella sabía que estaba el cementerio.
Lixis
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Re: El brujo, la elfa y un profanador de tumbas. [Trabajo]
Por suerte para Lixis, el lobo paso sus primeros días de vida junto a Grohiik. Esto parecía traerle recuerdos al animal, además explicaba en parte su comportamiento casi perruno al momento de ser alimentado. El niño dragón se limitó a sonreír mientras observaba, también sentía algo de nostalgia. Por otro lado, Vokun esperaba que el lobo le mordiese la mano y se viera incapacitada de seguir con el trabajo.
«Genial, más bocas que alimentar» Gruñó con su pensamiento algo molesto. Sin duda el brujo tenía sus razones para mostrarse tacaño con los extraños.
Vahlok miro unos segundos a Lixis, pero luego se estiró sobre sus patas delanteras y dio media vuelta hacía el campo santo. Los chicos también siguieron al animal, y por su puesto Vokun era el más atento de los tres. No quería perderse un detalle, típico de brujo al que le advierten sobre maldiciones.
Solo se detuvieron unos segundos antes de entrar. Grohiik pudo advertir cuando al lobo se le erizaron los pelos y se ponía en guardia para avanzar con cautela. Era un comportamiento que el chico rubio había observado bastantes veces.
—Puede que el gato no sea malo después de todo —Advirtió al grupo sacando su bastón para caminar apoyándose en este. Se mostraba más confiado de lo usual, sus instintos aún no percibían el peligro y además creía ciegamente que podía confiar tanto en el brujo como en la elfa. Después de todo, sigue siendo un niño dragón que cree ser humano.
—¿Puedes saber que ha olfateado? —La curiosidad de pronto carcomía al brujo.
—No, pero solo hace eso cuando puede haber peligro —Responde el más joven bastante tranquilo. Después de todo sabía que si iba en la dirección equivocada el lobo se lo haría saber como tantas veces lo había hecho.
De momento, la mente del joven se aventuraba con los detalles de aquel lugar. Sabía que un campo santo era lugar donde la gente iba a descansar para siempre, era lo que le habían contado. Aunque en el fondo el sabía que era lo que ocurría cuando la gente moría, simplemente no le tomaba importancia. Haber crecido viendo como morían los animales le había hecho madurar de una forma un tanto peculiar al respecto.
Los primeros mausoleos comenzaron a aparecer entre los pasillos de lápidas y esto si fue una sorpresa para el pequeño. Su isla natal después de todo era pequeña y pobre, con suerte había visto un par de lápidas en el suelo en su corta vida.
—Parecen casas, ¿qué hacen aquí, Lixis? —La ignorancia fue palpable y claro, la mujer parecía la más madura del grupo, por lo que esperaba una respuesta similar a la que pudiese haber obtenido en su isla. —¿Crees que el gato podría esconderse ahí?
«Genial, más bocas que alimentar» Gruñó con su pensamiento algo molesto. Sin duda el brujo tenía sus razones para mostrarse tacaño con los extraños.
Vahlok miro unos segundos a Lixis, pero luego se estiró sobre sus patas delanteras y dio media vuelta hacía el campo santo. Los chicos también siguieron al animal, y por su puesto Vokun era el más atento de los tres. No quería perderse un detalle, típico de brujo al que le advierten sobre maldiciones.
Solo se detuvieron unos segundos antes de entrar. Grohiik pudo advertir cuando al lobo se le erizaron los pelos y se ponía en guardia para avanzar con cautela. Era un comportamiento que el chico rubio había observado bastantes veces.
—Puede que el gato no sea malo después de todo —Advirtió al grupo sacando su bastón para caminar apoyándose en este. Se mostraba más confiado de lo usual, sus instintos aún no percibían el peligro y además creía ciegamente que podía confiar tanto en el brujo como en la elfa. Después de todo, sigue siendo un niño dragón que cree ser humano.
—¿Puedes saber que ha olfateado? —La curiosidad de pronto carcomía al brujo.
—No, pero solo hace eso cuando puede haber peligro —Responde el más joven bastante tranquilo. Después de todo sabía que si iba en la dirección equivocada el lobo se lo haría saber como tantas veces lo había hecho.
De momento, la mente del joven se aventuraba con los detalles de aquel lugar. Sabía que un campo santo era lugar donde la gente iba a descansar para siempre, era lo que le habían contado. Aunque en el fondo el sabía que era lo que ocurría cuando la gente moría, simplemente no le tomaba importancia. Haber crecido viendo como morían los animales le había hecho madurar de una forma un tanto peculiar al respecto.
Los primeros mausoleos comenzaron a aparecer entre los pasillos de lápidas y esto si fue una sorpresa para el pequeño. Su isla natal después de todo era pequeña y pobre, con suerte había visto un par de lápidas en el suelo en su corta vida.
—Parecen casas, ¿qué hacen aquí, Lixis? —La ignorancia fue palpable y claro, la mujer parecía la más madura del grupo, por lo que esperaba una respuesta similar a la que pudiese haber obtenido en su isla. —¿Crees que el gato podría esconderse ahí?
Grohiik
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Re: El brujo, la elfa y un profanador de tumbas. [Trabajo]
No estaba muy segura de que había olido el lobo una vez los hubo llevado al cementerio, pero dudaba que un gato fuera a poner en alerta al animal.
Y, la verdad, si el gato había estado tanto por el cementerio como afirmaban, no creía que su rastreador fuera a ser capaz de encontrar demasiado, demasiados olores y rastros mezclados, pero daba igual, ya estaban allí, y un gato no podía costar tanto de encontrar.
En cualquier caso, se puso delante, detrás del lobo, en guardia. Podía ser un gato supermalvado, u otra cosa, pero los locales estaban seguros de que había algo peligroso allí, y aunque discrepara en que fuera el gato, no desestimaría una advertencia dada de buena fe. –Son mausoleos.- pauso un momento, planteándose si suponían una amenaza antes de continuar. – Hay personas que lo prefieren a una tumba, aunque la función es la misma.- Se acercó a uno, con cuidado, e intentó empujar la puerta. Cerrada, y lucía bastante intacto, así que dudaba que pudiera colarse algo por un agujero o algo así. –Imagina que quisieras que toda tu familia descansara en el mismo sitio, o que tus seres queridos tuvieran un lugar privado con el que hablar contigo. O demostrarles a esos sucios plebeyos que hasta muerte eres más importante que ellos. Clásico de los humanos.- se acercó al siguiente, y volvió a intentarlo. DEBÍAN estar cerrados, por lo que realmente no la sorprendió cuando no cedió, pero el niño tenía razón con que bastaba que uno estuviera abierto para tener un refugio bastante grande y cómodo, casi un palacio para un gato. –No creo que haya entrado por ningún agujero, pero seguramente alguno de estos está abierto.-
Y realmente no les costaba nada, estaban buscando ya por el cementerio, comprobar puertas simplemente lo volvía algo más lento, meticuloso.
No estaba muy segura de lo que esperaba encontrar allí, mientras el lobo los guiaba, puesto que tampoco estaba muy segura de que señales habrían indicado que el gato había pasado mucho tiempo allí. ¿Un montón de pelo? Demasiado obvio, y saldrían volando con el viento. ¿Un montón de calaveras y un símbolo hecho con sangre? Demasiado…¿clásico? No había ninguno al menos. Lo que había allí era simplemente un cementerio. No muy buen cuidado, la verdad, veía las hojas acumuladas aquí y allá, piedras fuera de sitio, hasta alguna lápida agrietada o hasta rota. Nada que señalará nada obvio, y podía atribuirse a los ciudadanos teniendo demasiado miedo de venir a mantener el cementerio.
Pero… no hacia tanto que ese gato supuestamente se había asentado, así que lo que veía sus ojos le parecía exagerado, ese no era el daño de semanas, en otras circunstancias, habría jurado que había encontrado un cementerio abandonado en medio del bosque.
Se estaba perdiendo algo, o no lo estaba viendo, necesitaba un cambio de vista, y convenientemente, muchos de esos mausoleos no estaban muy altos. Conseguir impulsarse hacia el tejado costó un poco, pero no fue imposible. Y desde ese punto, podía ver un pequeño detalle en las lápidas.
-Ah.- murmuró por lo bajo. No era una explicación perfecta, pero podía ver cierta relación con las lápidas dañadas. Estaban en línea. No una línea recta, muy muy curva más bien, pero podía imaginarse perfectamente algo corriendo a través de ellas, tumbándolas o dañándolas. Algo más grande que ella, lo que descartaba un adorable gatito.
Y, la verdad, si el gato había estado tanto por el cementerio como afirmaban, no creía que su rastreador fuera a ser capaz de encontrar demasiado, demasiados olores y rastros mezclados, pero daba igual, ya estaban allí, y un gato no podía costar tanto de encontrar.
En cualquier caso, se puso delante, detrás del lobo, en guardia. Podía ser un gato supermalvado, u otra cosa, pero los locales estaban seguros de que había algo peligroso allí, y aunque discrepara en que fuera el gato, no desestimaría una advertencia dada de buena fe. –Son mausoleos.- pauso un momento, planteándose si suponían una amenaza antes de continuar. – Hay personas que lo prefieren a una tumba, aunque la función es la misma.- Se acercó a uno, con cuidado, e intentó empujar la puerta. Cerrada, y lucía bastante intacto, así que dudaba que pudiera colarse algo por un agujero o algo así. –Imagina que quisieras que toda tu familia descansara en el mismo sitio, o que tus seres queridos tuvieran un lugar privado con el que hablar contigo. O demostrarles a esos sucios plebeyos que hasta muerte eres más importante que ellos. Clásico de los humanos.- se acercó al siguiente, y volvió a intentarlo. DEBÍAN estar cerrados, por lo que realmente no la sorprendió cuando no cedió, pero el niño tenía razón con que bastaba que uno estuviera abierto para tener un refugio bastante grande y cómodo, casi un palacio para un gato. –No creo que haya entrado por ningún agujero, pero seguramente alguno de estos está abierto.-
Y realmente no les costaba nada, estaban buscando ya por el cementerio, comprobar puertas simplemente lo volvía algo más lento, meticuloso.
No estaba muy segura de lo que esperaba encontrar allí, mientras el lobo los guiaba, puesto que tampoco estaba muy segura de que señales habrían indicado que el gato había pasado mucho tiempo allí. ¿Un montón de pelo? Demasiado obvio, y saldrían volando con el viento. ¿Un montón de calaveras y un símbolo hecho con sangre? Demasiado…¿clásico? No había ninguno al menos. Lo que había allí era simplemente un cementerio. No muy buen cuidado, la verdad, veía las hojas acumuladas aquí y allá, piedras fuera de sitio, hasta alguna lápida agrietada o hasta rota. Nada que señalará nada obvio, y podía atribuirse a los ciudadanos teniendo demasiado miedo de venir a mantener el cementerio.
Pero… no hacia tanto que ese gato supuestamente se había asentado, así que lo que veía sus ojos le parecía exagerado, ese no era el daño de semanas, en otras circunstancias, habría jurado que había encontrado un cementerio abandonado en medio del bosque.
Se estaba perdiendo algo, o no lo estaba viendo, necesitaba un cambio de vista, y convenientemente, muchos de esos mausoleos no estaban muy altos. Conseguir impulsarse hacia el tejado costó un poco, pero no fue imposible. Y desde ese punto, podía ver un pequeño detalle en las lápidas.
-Ah.- murmuró por lo bajo. No era una explicación perfecta, pero podía ver cierta relación con las lápidas dañadas. Estaban en línea. No una línea recta, muy muy curva más bien, pero podía imaginarse perfectamente algo corriendo a través de ellas, tumbándolas o dañándolas. Algo más grande que ella, lo que descartaba un adorable gatito.
Lixis
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