El brujo tarado y la torre de quita y pon [Trabajo]
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El brujo tarado y la torre de quita y pon [Trabajo]
Valeria estaba en Dundarak cuando le llegó la extraña noticia de boca de un mercader recién llegado de Ulmer. ¿Una torre que no aparecía en ningún mapa? Aquello recordaba demasiado a la experiencia vivida en el Arenal como para no investigarlo, por más que el resto de la historia resultara incluso más rocambolesco. De modo que pagó una cantidad excesivamente alta para asegurarse un lugar en la primera barcaza que descendiese por el Jormungand, esperando que el tal Dientemugriento no hubiese abandonado aún el poblado.
Fue Pulga, el tabernero, quien le informó de cómo contactar al tipo. También de la ausencia de cierta dragona a la que le hubiera gustado hacerle una visita, pero eso no viene a cuento de esta historia.
—Yo de ti no mentaría al tipo en voz alta —le advirtió mientras le entregaba la llave de su habitación—. La gente de la Manada no es bien recibida por aquí.
Agradeciendo la información, Valeria subió a su cuarto (le había dado el mismo que en otras visitas a Ulmer) y se vistió con prendas más acordes para una caminata por los bosques: botas cómodas, casi sin tacón, pantalones y chaqueta resistente. También empaquetó algunas cosas útiles pero no demasiado pesadas, por si se perdía por el camino y se veía obligada a pernoctar a la intemperie, así como agua y algunos víveres que le entregó el tabernero. Había pagado varias noches por adelantado, pero aún así, esperaba que el hombre enviara a alguien a buscarla si tardaba en volver.
Pese a todo, no le resultó tan difícil como temía encontrar el lugar, aunque no sabría decir si se debía a una mejoría en su habilidad para orientarse en la floresta o a que Pulga había tenido muy en cuenta con quién hablaba cuando le dio las instrucciones. Aún así, le había llevado algo más de la media jornada que le había indicado. Aunque emprendiera el camino de regreso en ese mismo momento, no llegaría a Ulmer antes del anochecer.
Al menos era un lugar bonito, un arroyo discurriendo por mitad de un pequeño claro, alimentando las raíces de un árbol de amorttentia en el que apenas se veían una media docena de flores (lamentablemente, ningún fruto). En uno de los bordes del claro, casi oculta por las enredaderas que cubrían el altozano, se hallaba la entrada de una pequeña cueva, o quizá fuera una enredadera.
Si Valeria hubiera tenido alguna noción de rastreo, se habría percatado de las marcas que delataban su uso reciente. Tuvo que fiarse de la palabra de Pulga, sin embargo, y se acercó a la abertura manteniendo el contacto con el éter, por si tuviera que defenderse de algo en su interior.
—Uhm, ¿señor Dientemugriento? —llamó—. Me dijeron que buscaba ayuda. ¿Algo sobre un brujo y una torre y una mujer transformada en animal?
Nadie le respondió desde el interior, pero cuando se dio la vuelta, se fijó en las dos figuras que la observaban desde la sombra del árbol. ¿Habían estado allí desde el principio? Con paso vacilante, se encaminó hacia el riachuelo.
Valeria sabía lo que era un bhaaloo, había usado su sangre para preparar pociones. Aún así, una ilustración en un ajado manual de alquimia no podía prepararla a una para la bestial presencia en el claro. La figura lobuna no le inspiraba mayor confianza, pero ninguno de ellos había hecho ademán de atacarla por el momento. Aquello tenía que ser una buena señal. ¿No?
—¿Señor Dientemugriento? —siguió preguntando dirigiéndose al lobo, pero sin mirarlo directamente a los ojos, eso solía cabrear a los perros callejeros y, después de todo, algo así era un lobo, ¿cierto?, un perro un crecido y con malas pulgas—. Me llamo Valeria Reike. Soy bruja, experta en alquimia y magia arcana. Es posible que pueda ayudarle con su problema, si es que es cierta la información que me ha llegado.
Las dos bestias, que habían permanecido sentadas hasta el momento, se levantaron de improvisto. Valeria dio un paso atrás, preparando su magia, pero los animales no hicieron además de acercarse a ella. Simplemente, habían dirigido su atención a otro lugar. Había alguien más en el claro.
Fue Pulga, el tabernero, quien le informó de cómo contactar al tipo. También de la ausencia de cierta dragona a la que le hubiera gustado hacerle una visita, pero eso no viene a cuento de esta historia.
—Yo de ti no mentaría al tipo en voz alta —le advirtió mientras le entregaba la llave de su habitación—. La gente de la Manada no es bien recibida por aquí.
Agradeciendo la información, Valeria subió a su cuarto (le había dado el mismo que en otras visitas a Ulmer) y se vistió con prendas más acordes para una caminata por los bosques: botas cómodas, casi sin tacón, pantalones y chaqueta resistente. También empaquetó algunas cosas útiles pero no demasiado pesadas, por si se perdía por el camino y se veía obligada a pernoctar a la intemperie, así como agua y algunos víveres que le entregó el tabernero. Había pagado varias noches por adelantado, pero aún así, esperaba que el hombre enviara a alguien a buscarla si tardaba en volver.
Pese a todo, no le resultó tan difícil como temía encontrar el lugar, aunque no sabría decir si se debía a una mejoría en su habilidad para orientarse en la floresta o a que Pulga había tenido muy en cuenta con quién hablaba cuando le dio las instrucciones. Aún así, le había llevado algo más de la media jornada que le había indicado. Aunque emprendiera el camino de regreso en ese mismo momento, no llegaría a Ulmer antes del anochecer.
Al menos era un lugar bonito, un arroyo discurriendo por mitad de un pequeño claro, alimentando las raíces de un árbol de amorttentia en el que apenas se veían una media docena de flores (lamentablemente, ningún fruto). En uno de los bordes del claro, casi oculta por las enredaderas que cubrían el altozano, se hallaba la entrada de una pequeña cueva, o quizá fuera una enredadera.
Si Valeria hubiera tenido alguna noción de rastreo, se habría percatado de las marcas que delataban su uso reciente. Tuvo que fiarse de la palabra de Pulga, sin embargo, y se acercó a la abertura manteniendo el contacto con el éter, por si tuviera que defenderse de algo en su interior.
—Uhm, ¿señor Dientemugriento? —llamó—. Me dijeron que buscaba ayuda. ¿Algo sobre un brujo y una torre y una mujer transformada en animal?
Nadie le respondió desde el interior, pero cuando se dio la vuelta, se fijó en las dos figuras que la observaban desde la sombra del árbol. ¿Habían estado allí desde el principio? Con paso vacilante, se encaminó hacia el riachuelo.
Valeria sabía lo que era un bhaaloo, había usado su sangre para preparar pociones. Aún así, una ilustración en un ajado manual de alquimia no podía prepararla a una para la bestial presencia en el claro. La figura lobuna no le inspiraba mayor confianza, pero ninguno de ellos había hecho ademán de atacarla por el momento. Aquello tenía que ser una buena señal. ¿No?
—¿Señor Dientemugriento? —siguió preguntando dirigiéndose al lobo, pero sin mirarlo directamente a los ojos, eso solía cabrear a los perros callejeros y, después de todo, algo así era un lobo, ¿cierto?, un perro un crecido y con malas pulgas—. Me llamo Valeria Reike. Soy bruja, experta en alquimia y magia arcana. Es posible que pueda ayudarle con su problema, si es que es cierta la información que me ha llegado.
Las dos bestias, que habían permanecido sentadas hasta el momento, se levantaron de improvisto. Valeria dio un paso atrás, preparando su magia, pero los animales no hicieron además de acercarse a ella. Simplemente, habían dirigido su atención a otro lugar. Había alguien más en el claro.
Reike
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Re: El brujo tarado y la torre de quita y pon [Trabajo]
Había escuchado historias raras y desconcertantes, especialmente después de que Nero me hablase de sus extrañas vivencias, pero me seguía sorprendiendo encontrarme con cosas como torres que desaparecen y magos locos que transforman gente. Y justo esas eran las historias que me habían llegado. Un tipo había mandado un mensaje pidiendo ayuda para la única superviviente del mago loco, una chica a la que habían transformado en bhaloo. Yo no tenía ni idea de que podía hacer en un caso como este, y mi conocimiento de magia era entre escaso y nulo, pero alguien debía hacer algo, y no parecía haber demasiada gente dispuesta. Además, algo de experiencia tenía en lo de transformarme, que no era lo mismo, pero quizás pudiese servir de ayuda.
Era mejor no decir el tiempo que me había costado encontrarles. Podríamos dejarlo en que era una suerte que se me diese mejor seguir rastros que orientarme. Porque mientras deambulaba por el bosque buscando el lugar del que hablaban los pueblerinos encontré unas huellas, y siguiéndolas un trecho importante acabé alcanzando un claro.
Al entrar en el claro me encontré un lobo y un bhaloo, que confiaba en que fuese la chica en cuestión. Al ver que se levantaban hacia mi me empecé a tensar ante la perspectiva de haberme equivocado e ir a tener que enfrentarme a ellos. Pero no podía permitir que lo notasen o empezar a retroceder. Poniendo todo mi empeño en mantenerme centrada, me mantuve firme sin moverme del sitio y empecé a hablar.
- No quiero problemas. He visto el mensaje y quiero ayudar. No sé nada de magia, pero igual podría ser de ayuda si queréis encontrar a quien te hizo eso.- Se me quedaron mirando fijamente sin decir nada más.- Sé algo de lo que es estar en una forma en la que no puedo comunicarme como los humanos, quizás podamos buscar una manera de entendernos. Porque quiero pensar que tu a mi sí puedes entenderme.- Quería pensar que el lobo era el tipo que envió el mensaje y que se trataba de un licántropo. Pero visto que en ese caso no quería transformarse en humano para hablarnos normal, me resigné a seguir intentando hablar con las dos bestias.- Por empezar con algo sencillo. ¿Si te pregunto algo podemos asumir que un gruñido en si y un siseo es no?
El bhaloo me siseó en actitud poco amigable y asumí que mi idea no le había parecido el mejor plan. Me crucé de brazos resignada, pero al menos sabiendo que podía entenderme y que ya no se estaban limitando a ignorarme.
- Venga, no seas así. Que sé que no es el mejor sistema, pero algo es, ¿no? Y bueno, podríamos añadir, que si quieres indicar algo que podamos ver te quedes quieta y señales con una pata.- Esta vez pareció que la bhaloo se resignó y soltó un gruñido, además de reducir la hostilidad de su actitud.- Bien. Al menos hemos avanzado en algo.
Entonces el lobo me aulló y vi que estaba apuntando hacia la entrada de una cueva oculta entre enredaderas con la pata. Al girarme hacia allí vi a una mujer morena, que sospechaba que llevaría ya más rato que yo, por la escasa sorpresa del lobo ante su presencia.
- Oh. ¿Hola? ¿También estás aquí por la petición de ayuda?- Intenté mostrarme simpática, aunque se me podría notar la tensión en la voz. Me preocupaba que podía hacer la gente ante una criatura como la chica transformada, y yo estaba preparada para convertirme en dragón y atacar en caso de que la mujer hubiera venido con aviesas intenciones.
Era mejor no decir el tiempo que me había costado encontrarles. Podríamos dejarlo en que era una suerte que se me diese mejor seguir rastros que orientarme. Porque mientras deambulaba por el bosque buscando el lugar del que hablaban los pueblerinos encontré unas huellas, y siguiéndolas un trecho importante acabé alcanzando un claro.
Al entrar en el claro me encontré un lobo y un bhaloo, que confiaba en que fuese la chica en cuestión. Al ver que se levantaban hacia mi me empecé a tensar ante la perspectiva de haberme equivocado e ir a tener que enfrentarme a ellos. Pero no podía permitir que lo notasen o empezar a retroceder. Poniendo todo mi empeño en mantenerme centrada, me mantuve firme sin moverme del sitio y empecé a hablar.
- No quiero problemas. He visto el mensaje y quiero ayudar. No sé nada de magia, pero igual podría ser de ayuda si queréis encontrar a quien te hizo eso.- Se me quedaron mirando fijamente sin decir nada más.- Sé algo de lo que es estar en una forma en la que no puedo comunicarme como los humanos, quizás podamos buscar una manera de entendernos. Porque quiero pensar que tu a mi sí puedes entenderme.- Quería pensar que el lobo era el tipo que envió el mensaje y que se trataba de un licántropo. Pero visto que en ese caso no quería transformarse en humano para hablarnos normal, me resigné a seguir intentando hablar con las dos bestias.- Por empezar con algo sencillo. ¿Si te pregunto algo podemos asumir que un gruñido en si y un siseo es no?
El bhaloo me siseó en actitud poco amigable y asumí que mi idea no le había parecido el mejor plan. Me crucé de brazos resignada, pero al menos sabiendo que podía entenderme y que ya no se estaban limitando a ignorarme.
- Venga, no seas así. Que sé que no es el mejor sistema, pero algo es, ¿no? Y bueno, podríamos añadir, que si quieres indicar algo que podamos ver te quedes quieta y señales con una pata.- Esta vez pareció que la bhaloo se resignó y soltó un gruñido, además de reducir la hostilidad de su actitud.- Bien. Al menos hemos avanzado en algo.
Entonces el lobo me aulló y vi que estaba apuntando hacia la entrada de una cueva oculta entre enredaderas con la pata. Al girarme hacia allí vi a una mujer morena, que sospechaba que llevaría ya más rato que yo, por la escasa sorpresa del lobo ante su presencia.
- Oh. ¿Hola? ¿También estás aquí por la petición de ayuda?- Intenté mostrarme simpática, aunque se me podría notar la tensión en la voz. Me preocupaba que podía hacer la gente ante una criatura como la chica transformada, y yo estaba preparada para convertirme en dragón y atacar en caso de que la mujer hubiera venido con aviesas intenciones.
Monza Sylroc
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Re: El brujo tarado y la torre de quita y pon [Trabajo]
Valeria dio otro paso atrás, desandando así lo poco que había avanzado. La mujer que entró en el claro no se había percatado de su presencia, sino que se dirigió directamente a los dos animales bajo el árbol que, definitivamente, no se comportaban como bestias corrientes. Aquello tenía que ser una buena señal.
La recién llegada optó por comunicarse directamente con el bhaaloo, lo cual pareció acarrearle mejores resultados que los que había obtenido ella hablándole al lobo. Éste parecía observar la escena desde una cierta distancia. A Valeria le recordó al maestro Rutherford, cuando respondía a una pregunta con otra cuestión y esperaba a que el alumno llegara por su cuenta a la respuesta. ¿Estaba poniéndolas a prueba? Si ese era el caso, la nueva había resultado la alumna aventajada, porque se ganó el privilegio de recibir respuesta.
—Así es —respondió a la mujer—, aunque parece que a ti se te está dando mejor. Me llamo Valeria Reike y ¿tú eres…?
No fue hasta acercarse un poco que se percató de lo que asomaba entre sus mechones rojizos eran un par de cuernos. ¿Más bestias? Pero ella había hablado de transformaciones y el éter que percibía a su alrededor resultaba a la vez familiar y extraño. Hasta su acento parecía un enigma. Despegó su atención de la mujer, no sin cierta dificultad, para devolverla a las dos bestias que observaban pacientemente.
—Como intentaba explicar a nuestros amigos, creo que puedo echar una mano con la parte mágica. Asumo que entendiste lo que dije antes, ¿sí? —Esta vez le habló al bhaaloo, que respondió con un gruñido, mientras avanzaba despacio por el claro con las manos a la vista y sin movimientos bruscos—. Entiendo que si fue un brujo el que te hizo esto, no te hará mucha gracia que se te acerque otro ahora mismo —gruñido—, pero me temo que necesito examinarte de cerca para determinar cómo se produjo la transformación y si puedo hacer algo para revertirla. ¿Puedo acercarme?
El bhaaloo se tomó un momento para responder, pero terminó por gruñir su conformidad. Valeria respiró hondo y caminó el trecho que le quedaba hasta llegar a su altura. Caminó alrededor de la peluda monstruosidad concentrándose en el brillo del éter a su alrededor. En un momento dado, acercó una mano a su cuerpo, sin llegar a tocarlo. Definitivamente, podía percibir un rastro de magia a su alrededor.
—Dime: ese brujo ¿te dio a beber algo?
El siseo de la bestia hizo que Valeria diera un respingo. Respiró hondo un par de veces para recuperar la calma antes de hacer la siguiente pregunta:
—¿Escribió o grabó algo en tu piel?
Siseo.
—¿Utilizó un grimorio o un pliego de papel?, ¿leyó algo en voz alta?
Siseo. Siseo.
—¿Te lanzó algo, percibiste algún olor extraño?
Siseo.
—¿Usó algún foco?
Silencio.
—¿Una varita? —aclaró gesticulando con las manos—, ¿un báculo?
Al separar los brazos, tratando de dar a entender la forma de una larga vara, el bhaaloo (o quizá debería empezar a llamarla Bara, ya que la parte de la transformación parecía ser cierta) se irguió, como presa de la excitación, y la recompensó con un gruñido. Valeria hizo un esfuerzo por no saltar esta vez.
—Un conjurador —concluyó en voz alta—. Me temo que no poseo los conocimientos para revertir el hechizo. ¡Pero sé quién los tiene! —añadió con rapidez, antes de que Bara diera rienda suelta a su frustración—: Podríamos llevarte al Hekshold. Los maestros de la Academia han deshecho maleficios mucho peores que este. Aunque, bueno, dependiendo de cuánto tiempo lleves en este estado, el viaje hasta allí podría ser demasiado largo.
Valeria no necesitó gruñidos, siseos ni ningún otro código para descifrar las miradas interrogativas a su alrededor. Respiró hondo una vez más antes de darles la otra mala noticia:
—Cuanto más tiempo pase, más difícil será deshacer el hechizo. Además, lo más probable es que acabes perdiendo por completo la conciencia de ti misma. Te convertirás en el animal que aparentas ser.
Esta vez, Valeria sí saltó hacia atrás para evitar la sacudida de rabia y frustración que atacó al enorme bhaaloo. El lobo se acercó a la bestia, le aulló como si tratara de calmarla, comunicarse con ella en un idioma que solo ambos entendían.
—¡Bara! —gritó Valeria—. ¡Bara Rohit! Ese es tu nombre, ¿verdad? ¡Aún hay otra opción! Podemos obligar al brujo a deshacer el conjuro. Él lo hizo, él puede deshacerlo. ¿Recuerdas dónde estaba esa torre?
----------
OFF: Bueno, no incluyo nada de todo esto como complicación ya que forma parte de los requisitos de la oferta de trabajo. Puedes asumir respuesta afirmativa de Reike de cara a encaminarse en busca de la torre y el brujo.
* A lo largo del post se hacen varias referencias a la habilidad racial de brujos y elfos Don Mágico.
La recién llegada optó por comunicarse directamente con el bhaaloo, lo cual pareció acarrearle mejores resultados que los que había obtenido ella hablándole al lobo. Éste parecía observar la escena desde una cierta distancia. A Valeria le recordó al maestro Rutherford, cuando respondía a una pregunta con otra cuestión y esperaba a que el alumno llegara por su cuenta a la respuesta. ¿Estaba poniéndolas a prueba? Si ese era el caso, la nueva había resultado la alumna aventajada, porque se ganó el privilegio de recibir respuesta.
—Así es —respondió a la mujer—, aunque parece que a ti se te está dando mejor. Me llamo Valeria Reike y ¿tú eres…?
No fue hasta acercarse un poco que se percató de lo que asomaba entre sus mechones rojizos eran un par de cuernos. ¿Más bestias? Pero ella había hablado de transformaciones y el éter que percibía a su alrededor resultaba a la vez familiar y extraño. Hasta su acento parecía un enigma. Despegó su atención de la mujer, no sin cierta dificultad, para devolverla a las dos bestias que observaban pacientemente.
—Como intentaba explicar a nuestros amigos, creo que puedo echar una mano con la parte mágica. Asumo que entendiste lo que dije antes, ¿sí? —Esta vez le habló al bhaaloo, que respondió con un gruñido, mientras avanzaba despacio por el claro con las manos a la vista y sin movimientos bruscos—. Entiendo que si fue un brujo el que te hizo esto, no te hará mucha gracia que se te acerque otro ahora mismo —gruñido—, pero me temo que necesito examinarte de cerca para determinar cómo se produjo la transformación y si puedo hacer algo para revertirla. ¿Puedo acercarme?
El bhaaloo se tomó un momento para responder, pero terminó por gruñir su conformidad. Valeria respiró hondo y caminó el trecho que le quedaba hasta llegar a su altura. Caminó alrededor de la peluda monstruosidad concentrándose en el brillo del éter a su alrededor. En un momento dado, acercó una mano a su cuerpo, sin llegar a tocarlo. Definitivamente, podía percibir un rastro de magia a su alrededor.
—Dime: ese brujo ¿te dio a beber algo?
El siseo de la bestia hizo que Valeria diera un respingo. Respiró hondo un par de veces para recuperar la calma antes de hacer la siguiente pregunta:
—¿Escribió o grabó algo en tu piel?
Siseo.
—¿Utilizó un grimorio o un pliego de papel?, ¿leyó algo en voz alta?
Siseo. Siseo.
—¿Te lanzó algo, percibiste algún olor extraño?
Siseo.
—¿Usó algún foco?
Silencio.
—¿Una varita? —aclaró gesticulando con las manos—, ¿un báculo?
Al separar los brazos, tratando de dar a entender la forma de una larga vara, el bhaaloo (o quizá debería empezar a llamarla Bara, ya que la parte de la transformación parecía ser cierta) se irguió, como presa de la excitación, y la recompensó con un gruñido. Valeria hizo un esfuerzo por no saltar esta vez.
—Un conjurador —concluyó en voz alta—. Me temo que no poseo los conocimientos para revertir el hechizo. ¡Pero sé quién los tiene! —añadió con rapidez, antes de que Bara diera rienda suelta a su frustración—: Podríamos llevarte al Hekshold. Los maestros de la Academia han deshecho maleficios mucho peores que este. Aunque, bueno, dependiendo de cuánto tiempo lleves en este estado, el viaje hasta allí podría ser demasiado largo.
Valeria no necesitó gruñidos, siseos ni ningún otro código para descifrar las miradas interrogativas a su alrededor. Respiró hondo una vez más antes de darles la otra mala noticia:
—Cuanto más tiempo pase, más difícil será deshacer el hechizo. Además, lo más probable es que acabes perdiendo por completo la conciencia de ti misma. Te convertirás en el animal que aparentas ser.
Esta vez, Valeria sí saltó hacia atrás para evitar la sacudida de rabia y frustración que atacó al enorme bhaaloo. El lobo se acercó a la bestia, le aulló como si tratara de calmarla, comunicarse con ella en un idioma que solo ambos entendían.
—¡Bara! —gritó Valeria—. ¡Bara Rohit! Ese es tu nombre, ¿verdad? ¡Aún hay otra opción! Podemos obligar al brujo a deshacer el conjuro. Él lo hizo, él puede deshacerlo. ¿Recuerdas dónde estaba esa torre?
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OFF: Bueno, no incluyo nada de todo esto como complicación ya que forma parte de los requisitos de la oferta de trabajo. Puedes asumir respuesta afirmativa de Reike de cara a encaminarse en busca de la torre y el brujo.
* A lo largo del post se hacen varias referencias a la habilidad racial de brujos y elfos Don Mágico.
Reike
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Re: El brujo tarado y la torre de quita y pon [Trabajo]
La mujer misteriosa se presentó y confirmó sus buenas intenciones. Podría haberme mentido descaradamente que seguramente no me hubiera percatado, pero sus acciones posteriores me hicieron pensar que estaba siendo sincera.
- Soy Monza. Encantada. De todas formas vendrá bien ser más, esto parece muy raro y siendo dos podremos pensar mejor.
Resultó que Reike era una bruja y quizás pudiera encargarse de los problemas mágicos. Y por todas las preguntas que la iba formulando, además parecía saber lo que se hacía. Por mi parte simplemente callaba y observaba intentando quedarme con algo de lo que iba diciendo, sin demasiado éxito a decir verdad. Por desgracia, el ser capaz de identificar la causa no nos ayudó en demasía con la solución. Bara no se tomó demasiado bien el saber que no podrían llegar a conseguir ayuda a tiempo, y aún menos que iba a perder la humanidad progresivamente cuanto más tardásemos.
Después de que la no-bhaloo se enfureciese haciendo retorceder a Valeria, e incluso haciendo que yo diera un salto hacia atrás a pesar de la mayor distancia, y mientras el lobo intentaba calmar a Bara, a la bruja se le ocurrió otra idea para solucionar las cosas, Solo teníamos que encontrar al brujo y obligarle a revertir su hechizo. Que podía ser cierto que ese brujo ya se había desecho de un grupo tan abundante como el nuestro, pero no podíamos abandonar a la chica transformada, y la violencia era un sistema que entendía mucho mejor que la magia.
La no-bhaloo gruñó ante la pregunta de si recordaba la ubicación de la torre, así que teniendo una ubicación, solo nos quedaba seguirla.
- ¿Entonces vamos para allá, no?
Valeria asintió, la no-bhaloo gruñó y el lobo mantuvo su habitual semblante inexpresivo, lo que interpreté como una señal de que todos nos apuntábamos.
- Muy bien. Entonces, guíanos Bara.
Los animales encabezaron la marcha, regresando al bosque y desplazándonos por caminos que seguramente fueran un paseo para un jabalí, pero que siendo humanas, complicaba un poco la marcha entre arbustos, algunos de los cuales espinosos, sin que pudiésemos ver tampoco muy bien el suelo. Mientras nos íbamos quedando atrás, empezaba a plantearme porque no me había transformado para que al menos las escamas evitasen las rozaduras y no estuviese como ahora que me empezaba a picar todo. Pero al menos, la distancia que nos separaba de los animales me permitió hacerle una pregunta que me inquietaba a la bruja.
- Antes has dicho que según pasara el tiempo, Bara se iba a ir volviendo cada vez más bhaloo y menos humana. ¿Sabes de alguna cosa que pueda hacer que el proceso sea más lento y darnos tiempo para convencer al brujo ese?
Tras un tiempo más de atravesar matorrales y disfrutar de aún más plantas punzantes llegamos hasta el claro donde nos esperaban Bara y el lobo. Les noté especialmente contemplativos hacia el valle, pero no lograba entender la actitud. O al menos así era hasta que llegué. Esperaba ver una torre al salir de los árboles, pero frente a nosotros solo quedaba la más absoluta nada. Era cierto que era un valle muy propicio para meter tu torre secreta, pero faltaba una parte clave para eso.
- ¿Tu estás segura de que está aquí?
La no-bhaloo gruño furiosa y se alzó sobre las patas traseras. Por mi parte di un salto para alejarme, e instintivamente empezaron a expandirse las escamas, pero después de ver que a pesar de la demostración de rabia no nos atacaba, se me fueron ocultando de nuevo.
- Vale, vale. Entiendo que si estaba aquí. Echemos un vistazo por si hay algo que se nos esté pasando, o hay algún truco que no nos deje ver la torre.- Me fui moviendo con cuidado por el valle por si resultaba que la torre era invisible y acababa estampada contra algo, cosa que afortunadamente no ocurrió.- Pero Bara, no nos des estos sustos. Recuerda que de momento eres un ser que podría partirnos en dos de un golpe.
Tras decirlo me di cuenta que quizás no había sido la forma más elegante de decirlo, pero el corazón me iba a toda velocidad todavía, y ni siquiera en mis mejores momentos era demasiado delicada. Avanzando me di cuenta de que parecía que en ciertas zonas no crecía bien la vegetación, como si hubiera pasado por encima una mana de bisontes, pero sin marcas de pezuñas ni nada parecido, además de que la disposición no se parecía a nada que un animal pudiera hacer.
- Pues este sitio si que tiene algo raro. Es una locura, pero puede ser que Bara no se equivoque y si que hubiera aquí una torre. Reike, ¿sabes si hay alguna cosa mágica que pudiera hacer desaparecer una torre entera?
- Soy Monza. Encantada. De todas formas vendrá bien ser más, esto parece muy raro y siendo dos podremos pensar mejor.
Resultó que Reike era una bruja y quizás pudiera encargarse de los problemas mágicos. Y por todas las preguntas que la iba formulando, además parecía saber lo que se hacía. Por mi parte simplemente callaba y observaba intentando quedarme con algo de lo que iba diciendo, sin demasiado éxito a decir verdad. Por desgracia, el ser capaz de identificar la causa no nos ayudó en demasía con la solución. Bara no se tomó demasiado bien el saber que no podrían llegar a conseguir ayuda a tiempo, y aún menos que iba a perder la humanidad progresivamente cuanto más tardásemos.
Después de que la no-bhaloo se enfureciese haciendo retorceder a Valeria, e incluso haciendo que yo diera un salto hacia atrás a pesar de la mayor distancia, y mientras el lobo intentaba calmar a Bara, a la bruja se le ocurrió otra idea para solucionar las cosas, Solo teníamos que encontrar al brujo y obligarle a revertir su hechizo. Que podía ser cierto que ese brujo ya se había desecho de un grupo tan abundante como el nuestro, pero no podíamos abandonar a la chica transformada, y la violencia era un sistema que entendía mucho mejor que la magia.
La no-bhaloo gruñó ante la pregunta de si recordaba la ubicación de la torre, así que teniendo una ubicación, solo nos quedaba seguirla.
- ¿Entonces vamos para allá, no?
Valeria asintió, la no-bhaloo gruñó y el lobo mantuvo su habitual semblante inexpresivo, lo que interpreté como una señal de que todos nos apuntábamos.
- Muy bien. Entonces, guíanos Bara.
Los animales encabezaron la marcha, regresando al bosque y desplazándonos por caminos que seguramente fueran un paseo para un jabalí, pero que siendo humanas, complicaba un poco la marcha entre arbustos, algunos de los cuales espinosos, sin que pudiésemos ver tampoco muy bien el suelo. Mientras nos íbamos quedando atrás, empezaba a plantearme porque no me había transformado para que al menos las escamas evitasen las rozaduras y no estuviese como ahora que me empezaba a picar todo. Pero al menos, la distancia que nos separaba de los animales me permitió hacerle una pregunta que me inquietaba a la bruja.
- Antes has dicho que según pasara el tiempo, Bara se iba a ir volviendo cada vez más bhaloo y menos humana. ¿Sabes de alguna cosa que pueda hacer que el proceso sea más lento y darnos tiempo para convencer al brujo ese?
Tras un tiempo más de atravesar matorrales y disfrutar de aún más plantas punzantes llegamos hasta el claro donde nos esperaban Bara y el lobo. Les noté especialmente contemplativos hacia el valle, pero no lograba entender la actitud. O al menos así era hasta que llegué. Esperaba ver una torre al salir de los árboles, pero frente a nosotros solo quedaba la más absoluta nada. Era cierto que era un valle muy propicio para meter tu torre secreta, pero faltaba una parte clave para eso.
- ¿Tu estás segura de que está aquí?
La no-bhaloo gruño furiosa y se alzó sobre las patas traseras. Por mi parte di un salto para alejarme, e instintivamente empezaron a expandirse las escamas, pero después de ver que a pesar de la demostración de rabia no nos atacaba, se me fueron ocultando de nuevo.
- Vale, vale. Entiendo que si estaba aquí. Echemos un vistazo por si hay algo que se nos esté pasando, o hay algún truco que no nos deje ver la torre.- Me fui moviendo con cuidado por el valle por si resultaba que la torre era invisible y acababa estampada contra algo, cosa que afortunadamente no ocurrió.- Pero Bara, no nos des estos sustos. Recuerda que de momento eres un ser que podría partirnos en dos de un golpe.
Tras decirlo me di cuenta que quizás no había sido la forma más elegante de decirlo, pero el corazón me iba a toda velocidad todavía, y ni siquiera en mis mejores momentos era demasiado delicada. Avanzando me di cuenta de que parecía que en ciertas zonas no crecía bien la vegetación, como si hubiera pasado por encima una mana de bisontes, pero sin marcas de pezuñas ni nada parecido, además de que la disposición no se parecía a nada que un animal pudiera hacer.
- Pues este sitio si que tiene algo raro. Es una locura, pero puede ser que Bara no se equivoque y si que hubiera aquí una torre. Reike, ¿sabes si hay alguna cosa mágica que pudiera hacer desaparecer una torre entera?
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Vamos hasta el claro y nos encontramos una flamante ausencia de torre, que tampoco cuenta como complicación porque ya estaba especificado en la oferta.
Monza Sylroc
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Re: El brujo tarado y la torre de quita y pon [Trabajo]
Partieron inmediatamente. Valeria entendía la urgencia, también que los bhaaloos eran animales nocturnos y, seguramente, Bara se había pasado toda la mañana retozando debajo del árbol, pero a ella no le habría importado tomarse un descanso antes de emprender de nuevo el camino. Si es que a aquello se le podía llamar camino.
Los animales parecían haber escogido la ruta más recta para guiarlas, a juzgar por la cantidad de matojos, espinos, subidas y bajadas, por no hablar de la sensación de que por allí no había pasado un alma en mucho tiempo. En algunas zonas, Valeria tuvo que recurrir a su magia casi tanto como a la fuerza de sus músculos*. En comparación, el viaje a marchas forzadas por Sandorai había sido como un paseo por el parque.
Tan concentrada estaba en dónde y cómo poner los pies, que le llevó un momento darse cuenta de que Monza le hablaba.
—¿Ralentizar el proceso? —Valeria dio un tirón para librarse de una rama entrometida y estuvo a punto de caer sobre algo con pinchos, pero se las arregló para mantener el equilibrio y continuar—. La transmutación es complicada. Con ayuda de la alquimia, yo podría convertir un bloque de cuarzo en uno de arenisca. Es una técnica que requiere experiencia, pero no conlleva riesgos. Pero ¿transmutar un ser vivo? Esa es una historia totalmente distinta. El hecho de que ese tipo lo haya intentado siquiera sugiere falta de escrúpulos o de cordura, y el hecho de que lo haya conseguido… —dejó el resto en el aire, le inquietaban las implicaciones, sobre todo, si iban a tener que enfrentarse a ese hombre—. Podría intentar combinar las técnicas de transmutación que conozco con alguna planta que ralentice su metabolismo, pero es peligroso, puede que empeorase las cosas en lugar de mejorarlas. Quizá… —dudó un momento. Al ver que Bara y Dientemugriento se habían detenido para comprobar que los seguían, les hizo una seña mientras se libraba de otra rama persistente y continuó hablando entre resoplidos—: Hay una planta que podría usar para tratar de revertir la transformación, pero es muy difícil de encontrar, por no hablar de peligrosa**. Nuestra mejor apuesta es encontrar rápido a ese brujo —«para bien o para mal»—, pero guardo algunas plantas sedantes en la bolsa, en caso de que la cosa se complique.
Llegaron a su destino con las últimas luces del día. La torre no estaba allí.
Viendo lo susceptible que Bara se había puesto con los comentarios de Monza, Valeria mantuvo la boca cerrada mientras se concentraba en el éter de la zona. No encontró un rastro mágico evidente, pero tampoco lo había habido cuando despertó en el Arenal. Fue como si la torre nunca hubiera estado allí, ella misma no estuvo segura de que todo se hubiera tratado de algo más que un sueño hasta que atravesó aquel maldito espejo con Kasha y sus gatos. Se estremeció al preguntarse en qué más estarían metidos esos suplantadores. Y entonces…
—Espera, ¿dices que sí pudo estar aquí? ¿Una torre física?
Valeria tomó una rama seca del suelo y la utilizó como foco para generar un suave haz de luz que le permitiera ver algo en la oscuridad creciente. Siguiendo las indicaciones de Monza, no tardó en llegar a la misma conclusión: Algo masivo había descansado allí algún tiempo, antes de ¿largarse otra vez?
—O sea, que no es una ilusión ni… —«¿qué, un espejismo, un portal a otro mundo?».
Había hablado más para sí que para los demás, pero no tardó en darse cuenta de las miradas expectantes. Ah, claro, no había respondido a la pregunta. Se encogió de hombros como quitándole importancia, antes de darse cuenta de que, fuera de las islas, no sería algo tan evidente.
—Bueno, es un conjurador. Si fue capaz de transformar a un ser humano, meterse una torre en el bolsillo sería prácticamente un juego de niños. Bien —añadió enérgicamente antes de que las implicaciones de lo que acababa de decir terminaran de arruinar la moral del grupo—, tengo entendido que los licántropos son grandes rastreadores y los bhaaloos tienen un olfato excelente. Bara, tú has estado en la torre, en presencia del brujo. ¿Crees que serías capaz de seguir su rastro desde aquí?
La mujer-bhaaloo no respondió inmediatamente. La forma como brillaban sus ojos y los del lobo en la semi oscuridad resultaba inquietante, pero Valeria se esforzó por no moverse ni un palmo de donde estaba. Cuando, finalmente, ambas bestias comenzaron a olfatear los alrededores, ella se sentó en el suelo, clavó la rama iluminada en el suelo y empezó a sacar sus útiles de alquimia.
—Mis pies necesitan un descanso —explicó—, llevo andando todo el día. Además, si vamos a enfrentarnos a un brujo poderoso, más vale que nos preparemos antes. ¿Tienes un arma a mano?
----------
OFF: * Alusión al talento de telequinesis, para apartar ramas y demás, y a la habilidad Ligera, para saltar por encima de las matas más espesas.
** Alusión a la [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo].
Bien, mi intención es sentarme a preparar algunas pociones (toque paralizante y quizá esencia de dulces sueños), pero también puedo encantar alguna pieza de tu equipo si te interesa. Esta vez tengo dinero, así que si quieres algo permanente para tu daga, me lo puedo permitir, pero también puedo hacer alguna cosilla transitoria con tu ropa, por ejemplo.
Los animales parecían haber escogido la ruta más recta para guiarlas, a juzgar por la cantidad de matojos, espinos, subidas y bajadas, por no hablar de la sensación de que por allí no había pasado un alma en mucho tiempo. En algunas zonas, Valeria tuvo que recurrir a su magia casi tanto como a la fuerza de sus músculos*. En comparación, el viaje a marchas forzadas por Sandorai había sido como un paseo por el parque.
Tan concentrada estaba en dónde y cómo poner los pies, que le llevó un momento darse cuenta de que Monza le hablaba.
—¿Ralentizar el proceso? —Valeria dio un tirón para librarse de una rama entrometida y estuvo a punto de caer sobre algo con pinchos, pero se las arregló para mantener el equilibrio y continuar—. La transmutación es complicada. Con ayuda de la alquimia, yo podría convertir un bloque de cuarzo en uno de arenisca. Es una técnica que requiere experiencia, pero no conlleva riesgos. Pero ¿transmutar un ser vivo? Esa es una historia totalmente distinta. El hecho de que ese tipo lo haya intentado siquiera sugiere falta de escrúpulos o de cordura, y el hecho de que lo haya conseguido… —dejó el resto en el aire, le inquietaban las implicaciones, sobre todo, si iban a tener que enfrentarse a ese hombre—. Podría intentar combinar las técnicas de transmutación que conozco con alguna planta que ralentice su metabolismo, pero es peligroso, puede que empeorase las cosas en lugar de mejorarlas. Quizá… —dudó un momento. Al ver que Bara y Dientemugriento se habían detenido para comprobar que los seguían, les hizo una seña mientras se libraba de otra rama persistente y continuó hablando entre resoplidos—: Hay una planta que podría usar para tratar de revertir la transformación, pero es muy difícil de encontrar, por no hablar de peligrosa**. Nuestra mejor apuesta es encontrar rápido a ese brujo —«para bien o para mal»—, pero guardo algunas plantas sedantes en la bolsa, en caso de que la cosa se complique.
Llegaron a su destino con las últimas luces del día. La torre no estaba allí.
Viendo lo susceptible que Bara se había puesto con los comentarios de Monza, Valeria mantuvo la boca cerrada mientras se concentraba en el éter de la zona. No encontró un rastro mágico evidente, pero tampoco lo había habido cuando despertó en el Arenal. Fue como si la torre nunca hubiera estado allí, ella misma no estuvo segura de que todo se hubiera tratado de algo más que un sueño hasta que atravesó aquel maldito espejo con Kasha y sus gatos. Se estremeció al preguntarse en qué más estarían metidos esos suplantadores. Y entonces…
—Espera, ¿dices que sí pudo estar aquí? ¿Una torre física?
Valeria tomó una rama seca del suelo y la utilizó como foco para generar un suave haz de luz que le permitiera ver algo en la oscuridad creciente. Siguiendo las indicaciones de Monza, no tardó en llegar a la misma conclusión: Algo masivo había descansado allí algún tiempo, antes de ¿largarse otra vez?
—O sea, que no es una ilusión ni… —«¿qué, un espejismo, un portal a otro mundo?».
Había hablado más para sí que para los demás, pero no tardó en darse cuenta de las miradas expectantes. Ah, claro, no había respondido a la pregunta. Se encogió de hombros como quitándole importancia, antes de darse cuenta de que, fuera de las islas, no sería algo tan evidente.
—Bueno, es un conjurador. Si fue capaz de transformar a un ser humano, meterse una torre en el bolsillo sería prácticamente un juego de niños. Bien —añadió enérgicamente antes de que las implicaciones de lo que acababa de decir terminaran de arruinar la moral del grupo—, tengo entendido que los licántropos son grandes rastreadores y los bhaaloos tienen un olfato excelente. Bara, tú has estado en la torre, en presencia del brujo. ¿Crees que serías capaz de seguir su rastro desde aquí?
La mujer-bhaaloo no respondió inmediatamente. La forma como brillaban sus ojos y los del lobo en la semi oscuridad resultaba inquietante, pero Valeria se esforzó por no moverse ni un palmo de donde estaba. Cuando, finalmente, ambas bestias comenzaron a olfatear los alrededores, ella se sentó en el suelo, clavó la rama iluminada en el suelo y empezó a sacar sus útiles de alquimia.
—Mis pies necesitan un descanso —explicó—, llevo andando todo el día. Además, si vamos a enfrentarnos a un brujo poderoso, más vale que nos preparemos antes. ¿Tienes un arma a mano?
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OFF: * Alusión al talento de telequinesis, para apartar ramas y demás, y a la habilidad Ligera, para saltar por encima de las matas más espesas.
** Alusión a la [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo].
Bien, mi intención es sentarme a preparar algunas pociones (toque paralizante y quizá esencia de dulces sueños), pero también puedo encantar alguna pieza de tu equipo si te interesa. Esta vez tengo dinero, así que si quieres algo permanente para tu daga, me lo puedo permitir, pero también puedo hacer alguna cosilla transitoria con tu ropa, por ejemplo.
Reike
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Re: El brujo tarado y la torre de quita y pon [Trabajo]
La respuesta de Valeria sobre ralentizar el proceso no fue el tipo de respuesta que esperaba, pero al menos me estaba permitiendo entender la escala de todo este asunto. El brujo debía ser un loco sádico, pero uno de tremendo poder, y había pocas opciones de poder ayudar a Bara sin convencer a ese tipo de hacerlo. Estaba bien saber que como último recurso, Reike tenía algunas opciones, pero en vista de lo poco convencida que estaba ella, mejor si podíamos evitar llegar a eso.
- Vaya... Entiendo.- Respondí decepcionada, pero inmediatamente volví a mi tono alegre para intentar mantener los ánimos.- En fin. Si sólo queda una opción viable habrá que darse prisa antes de que pasen cosas peores.
En el claro, después de que le dijese a Valeria que era posible que hubiera habido una torre, se puso a hacer sus cosas raras mágicas con un palo y a hablar consigo misma. Tras eso, nos dijo que un conjurador así de poderoso si que podría empequeñecer una torre y llevársela, algo que a mi me parecía totalmente demencial, pero quizás para los brujos no era tan loco. Mientras yo intentaba asimilar la información que acababa de darme, ella mandó a Bara y el licántropo a buscar rastros de nuestro objetivo.
Aprovechando que estaban buscando un camino, Valeria se sentó para descansar y de paso provisionarse para el encuentro con el conjurador. Yo seguía pensando en la torre que desaparece y no reaccioné hasta que escuché su pregunta sobre si llevaba algún arma.
- Ah, si. Tengo esto.- Me descolgué la daga del cinturón y se la tendí.- Y supongo que también nos vendrá bien la pausa para cuando encontremos al brujo. Cuesta seguirles el ritmo a estos, si llegamos a hacer todo el camino así hubiéramos llegado sin aliento.
Y sin querer molestarla más, me dejé caer en el suelo cerca de donde estaba trabajando y simplemente esperé, observando como iba haciendo sus cosas de bruja mientras esperaba a que terminase a los otros dos encontrasen un rastro que seguir.
Al final lo primero que sucedió fue lo segundo. El licántropo, posiblemente en el primer sonido que dirigía a nosotras, soltó un aullido mientras señalaba otro camino para salir del claro. Me levanté para seguirles, pero entonces Bara dio otro paso y una letra rara se iluminó en el suelo. De repente, cuatro piedras se iluminaron y empezaron a levitar y girar, brillando cada vez más y cargándose de electricidad. El lobo estuvo ágil y cuando una de ellas le lanzó una descarga la esquivó de un salto, pero la no-bhaloo no reaccionó y otra piedra la mandó al suelo de un rayo.
- ¡Bara!- La grité mientras corría hacia ellos, pero antes de llegar, otra de las piedras flotantes apuntó hacia mi y soltó un rayo. Solamente tuve tiempo de empezar a transformarme[1][2] antes de que me impactase y saliera despedida hacia el bosque, aunque al menos las escamas había conseguido pararlo lo suficiente como para que no me friera.
- Vaya... Entiendo.- Respondí decepcionada, pero inmediatamente volví a mi tono alegre para intentar mantener los ánimos.- En fin. Si sólo queda una opción viable habrá que darse prisa antes de que pasen cosas peores.
En el claro, después de que le dijese a Valeria que era posible que hubiera habido una torre, se puso a hacer sus cosas raras mágicas con un palo y a hablar consigo misma. Tras eso, nos dijo que un conjurador así de poderoso si que podría empequeñecer una torre y llevársela, algo que a mi me parecía totalmente demencial, pero quizás para los brujos no era tan loco. Mientras yo intentaba asimilar la información que acababa de darme, ella mandó a Bara y el licántropo a buscar rastros de nuestro objetivo.
Aprovechando que estaban buscando un camino, Valeria se sentó para descansar y de paso provisionarse para el encuentro con el conjurador. Yo seguía pensando en la torre que desaparece y no reaccioné hasta que escuché su pregunta sobre si llevaba algún arma.
- Ah, si. Tengo esto.- Me descolgué la daga del cinturón y se la tendí.- Y supongo que también nos vendrá bien la pausa para cuando encontremos al brujo. Cuesta seguirles el ritmo a estos, si llegamos a hacer todo el camino así hubiéramos llegado sin aliento.
Y sin querer molestarla más, me dejé caer en el suelo cerca de donde estaba trabajando y simplemente esperé, observando como iba haciendo sus cosas de bruja mientras esperaba a que terminase a los otros dos encontrasen un rastro que seguir.
Al final lo primero que sucedió fue lo segundo. El licántropo, posiblemente en el primer sonido que dirigía a nosotras, soltó un aullido mientras señalaba otro camino para salir del claro. Me levanté para seguirles, pero entonces Bara dio otro paso y una letra rara se iluminó en el suelo. De repente, cuatro piedras se iluminaron y empezaron a levitar y girar, brillando cada vez más y cargándose de electricidad. El lobo estuvo ágil y cuando una de ellas le lanzó una descarga la esquivó de un salto, pero la no-bhaloo no reaccionó y otra piedra la mandó al suelo de un rayo.
- ¡Bara!- La grité mientras corría hacia ellos, pero antes de llegar, otra de las piedras flotantes apuntó hacia mi y soltó un rayo. Solamente tuve tiempo de empezar a transformarme[1][2] antes de que me impactase y saliera despedida hacia el bosque, aunque al menos las escamas había conseguido pararlo lo suficiente como para que no me friera.
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[1] Don Ancestral: [Mágica, 2 usos] Puedo convertirme en un dragón de hasta 4 metros (nariz a punta de la cola), lo que aumenta considerablemente mi resistencia. Puedo volver a forma humana a voluntad.
[2] Dragón Humanoide: [Talento nivel 2] Puedo adquirir una forma intermedia entre dragón y humana que me otorga una mayor resistencia y versatilidad.
Pues se viene la primera complicación (subrayada), el brujo loco nos dejó una chispeante sorpresa por si alguien le seguía el rastro.
Pues si me puedes tirar Bendición de Thor a la daga estaría bien, luego te la pago que también tengo fondos.
Monza Sylroc
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Re: El brujo tarado y la torre de quita y pon [Trabajo]
Con una combinación de movimientos manuales y flujos telequinéticos, Valeria no tardó en disponer todo lo necesario para elaborar un par de pociones de emergencia, algo capaz de neutralizar a una bestia cabreada o a un brujo tarado.
Mezclando algunas de las hierbas relajantes que le había mencionado a Monza, elaborar una poción adormecedora era una mera cuestión de añadir el fluido adecuado y dejar un rato el bebedizo junto a una fuente de calor. Eso le dejaba márgen para concentrarse en otra tarea un poco más delicada: manipular el jugo de berdagah a la tenue luz de su foco sin paralizarse a sí misma en el proceso.
Gesticuló levemente con la cabeza para indicarle a Monza que dejara el arma en el suelo, a su lado, mientras mezclaba la dosis exacta de la baba rojiza con el reactivo que impediría que gotease una vez en contacto con el metal. Cuando el proceso estuvo terminado, cerró y guardó el frasco de berdagah e introdujo la nueva mezcla en una ampolla que facilitase la aplicación evitando el contacto con la piel.
—Toma —dijo tendiéndosela a Monza, que se había sentado cerca de ella—. Si la cosa se pone fea con… ya sabes, o si encontramos al brujo —«y logras acercarte lo suficiente»—, unta el filo de tu daga con esto. Paraliza al toque, aunque no durará mucho. No te preocupes, no daña el metal —añadió mientras tomaba la daga de la mujer y la evaluaba, buscando el mejor lugar en el que grabar las runas—. Si alguna vez paras en Lunargenta, busca un lugar llamado La espada arcana. Realizan excelentes trabajos de herrería a precios justos. —Realizó entonces el primer trazo, pero se detuvo, tras dudarlo un momento, y se dirigió de nuevo a su compañera—: Mejor no digas que vas de mi parte.
Conociendo a Vincent, lo mismo le cobraba de más por hacerse el gracioso.
Se concentró de nuevo en los trazos, dejando que reinara el silencio mientras trabajaba. Cuando el aroma de la poción adormecedora le indicó que el bebedizo estaba listo, dejó la daga a un lado para apartar el frasco del foco de calor y verterlo en otro recipiente que guardó en su bolsa.
Finalmente, solo restaba sellar el encantamiento de la daga con unas pinceladas de barniz. Mientras se ponía a ello, el tal Dientemugriento se puso a aullar. Valeria dejó que Monza se ocupara de lo que fuera que quisiera el licántropo, pero apenas había comenzado a guardar sus bártulos cuando percibió el familiar cosquilleo que le indicaba el uso del éter en las cercanías.
Reaccionó justo a tiempo de aplastarse contra el suelo antes de que un rayo pasara por encima de ella, atravesando el lugar donde había tenido la cabeza un instante antes. Apagó el palo que había iluminado sus labores con una orden susurrada enérgicamente y, palpando, se colgó el bolso en bandolera y se metió la daga de Monza en la caña de la bota sin levantarse del suelo.
Los quejidos que había oído, junto con la luz cegadora que le llegaba desde el borde del claro no pintaban bien. Por otro lado, no había oído ninguna risa enajenada que pudiera pertenecer a un sádico perturbado. Eso tenía que ser bueno, ¿cierto?
Avanzó arrastrándose, mientras parpadeaba para acostumbrarse a la luz. Si el brujo no estaba allí, debía de tratarse de algún tipo de trampa arcana, pero no lo sabría con seguridad hasta haberse acercado lo suficiente.
Una nueva descarga hizo que se le erizara el pelo de la nuca. Se atrevió a incorporarse un poco y, a la luz del espectáculo arcano, pudo ver la figura del lobo saltando, no muy lejos de un bulto en el suelo que, por su tamaño, solo podía ser Bara. No pudo, sin embargo, pararse a considerar lo desesperado de la situación, ya que un fogonazo la avisó con el tiempo justo de que una de las piedras había encontrado un nuevo objetivo: ella.
Se impulsó con fuerza y, saltando por encima del funesto latigazo de luz, se precipitó a grandes zancadas hacia el árbol más cercano(1). Su tronco recibió el siguiente rayo dirigido a ella. Por su parte, las piedras encantadas aún no daban por terminado su trabajo. ¿Cómo desviar los rayos el tiempo suficiente para desactivar la trampa?
----------
OFF: Subrayado: Uso mi profesión de Alquimia para elaborar las pociones Toque Paralizante y Elixir de Dulces Sueños (como ya adelanté en el post anterior). También encanto la daga de Monza con Bendición de Thor (dejo los detalles monetarios en el post del taller).
(1) Habilidad de nivel 2, Ligera: Utilizo mi telequinesis para disminuir la gravedad ejercida sobre mí, lo que me permite frenar caídas, dar saltos más altos o incluso levitar temporalmente.
Mezclando algunas de las hierbas relajantes que le había mencionado a Monza, elaborar una poción adormecedora era una mera cuestión de añadir el fluido adecuado y dejar un rato el bebedizo junto a una fuente de calor. Eso le dejaba márgen para concentrarse en otra tarea un poco más delicada: manipular el jugo de berdagah a la tenue luz de su foco sin paralizarse a sí misma en el proceso.
Gesticuló levemente con la cabeza para indicarle a Monza que dejara el arma en el suelo, a su lado, mientras mezclaba la dosis exacta de la baba rojiza con el reactivo que impediría que gotease una vez en contacto con el metal. Cuando el proceso estuvo terminado, cerró y guardó el frasco de berdagah e introdujo la nueva mezcla en una ampolla que facilitase la aplicación evitando el contacto con la piel.
—Toma —dijo tendiéndosela a Monza, que se había sentado cerca de ella—. Si la cosa se pone fea con… ya sabes, o si encontramos al brujo —«y logras acercarte lo suficiente»—, unta el filo de tu daga con esto. Paraliza al toque, aunque no durará mucho. No te preocupes, no daña el metal —añadió mientras tomaba la daga de la mujer y la evaluaba, buscando el mejor lugar en el que grabar las runas—. Si alguna vez paras en Lunargenta, busca un lugar llamado La espada arcana. Realizan excelentes trabajos de herrería a precios justos. —Realizó entonces el primer trazo, pero se detuvo, tras dudarlo un momento, y se dirigió de nuevo a su compañera—: Mejor no digas que vas de mi parte.
Conociendo a Vincent, lo mismo le cobraba de más por hacerse el gracioso.
Se concentró de nuevo en los trazos, dejando que reinara el silencio mientras trabajaba. Cuando el aroma de la poción adormecedora le indicó que el bebedizo estaba listo, dejó la daga a un lado para apartar el frasco del foco de calor y verterlo en otro recipiente que guardó en su bolsa.
Finalmente, solo restaba sellar el encantamiento de la daga con unas pinceladas de barniz. Mientras se ponía a ello, el tal Dientemugriento se puso a aullar. Valeria dejó que Monza se ocupara de lo que fuera que quisiera el licántropo, pero apenas había comenzado a guardar sus bártulos cuando percibió el familiar cosquilleo que le indicaba el uso del éter en las cercanías.
Reaccionó justo a tiempo de aplastarse contra el suelo antes de que un rayo pasara por encima de ella, atravesando el lugar donde había tenido la cabeza un instante antes. Apagó el palo que había iluminado sus labores con una orden susurrada enérgicamente y, palpando, se colgó el bolso en bandolera y se metió la daga de Monza en la caña de la bota sin levantarse del suelo.
Los quejidos que había oído, junto con la luz cegadora que le llegaba desde el borde del claro no pintaban bien. Por otro lado, no había oído ninguna risa enajenada que pudiera pertenecer a un sádico perturbado. Eso tenía que ser bueno, ¿cierto?
Avanzó arrastrándose, mientras parpadeaba para acostumbrarse a la luz. Si el brujo no estaba allí, debía de tratarse de algún tipo de trampa arcana, pero no lo sabría con seguridad hasta haberse acercado lo suficiente.
Una nueva descarga hizo que se le erizara el pelo de la nuca. Se atrevió a incorporarse un poco y, a la luz del espectáculo arcano, pudo ver la figura del lobo saltando, no muy lejos de un bulto en el suelo que, por su tamaño, solo podía ser Bara. No pudo, sin embargo, pararse a considerar lo desesperado de la situación, ya que un fogonazo la avisó con el tiempo justo de que una de las piedras había encontrado un nuevo objetivo: ella.
Se impulsó con fuerza y, saltando por encima del funesto latigazo de luz, se precipitó a grandes zancadas hacia el árbol más cercano(1). Su tronco recibió el siguiente rayo dirigido a ella. Por su parte, las piedras encantadas aún no daban por terminado su trabajo. ¿Cómo desviar los rayos el tiempo suficiente para desactivar la trampa?
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OFF: Subrayado: Uso mi profesión de Alquimia para elaborar las pociones Toque Paralizante y Elixir de Dulces Sueños (como ya adelanté en el post anterior). También encanto la daga de Monza con Bendición de Thor (dejo los detalles monetarios en el post del taller).
(1) Habilidad de nivel 2, Ligera: Utilizo mi telequinesis para disminuir la gravedad ejercida sobre mí, lo que me permite frenar caídas, dar saltos más altos o incluso levitar temporalmente.
Reike
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Re: El brujo tarado y la torre de quita y pon [Trabajo]
Afortunadamente para mi, mi vuelo involuntario terminó sobre unos arbustos y no tuve que añadir la preocupación de estamparme contra un árbol al chispazo que me había llevado. Me pesaba todo el cuerpo y notaba un cosquilleo que me recorría todas las extremidades. A pesar de lo torpe que me seguía notando, ver los rayos que seguían iluminando el claro me recordó que no podía perder más el tiempo.
Me incorporé y agité las alas mientras flexionaba los dedos para intentar recuperar antes una buena movilidad. Avance hacia el borde del bosque, pero en esta ocasión no entré directamente al claro, sino que fui bordeando hacia donde estaba el licántropo intentando escapar de dos de las piedras chispeantes. Cuando estuve cerca cogí un palo y emergí de entre los arbustos de un salto, para darle un golpe a una de las piedras que asediaban al lobo. La piedra voló en dirección a los árboles, pero una de las dos que disparaba hacia unos árboles donde suponía que se había escondido Reike dejó de disparar y vino hacia mi, volviendo a cargarse para lanzarme otro. Pero esta vez estuve más preparado y salté de vuelta a los arbustos para esconderme.
Viendo que el lobo se mantenía dando saltos constantemente y parecía estar apañándoselas bien, opté por imitarle. Plegué las alas para darle menos espacio donde pudieran golpearme y corrí en zig zag hacia la piedra que me estaba atacando. La piedra que había mandado a volar había logrado regresar y también me estaba apuntando. Empezaba a estar abrumada y dudaba seguir pudiendo esquivarlas mucho tiempo. Pero en uno de los saltos caí sobre una runa iluminada en la tierra que me recordó a las que Reike había estado haciendo en mi daga.
- ¡Reike! ¡Aquí hay una runa! Igual puedes pararla.- La grité con una voz que me sorprendió por lo grave que salió. Supuse que eso solamente evidenciaba que solo utilizaba esta forma para lucha, y que hablaba muy poco cuando estaba peleando.
Viendo que Bara estaba ya reaccionando, pero que seguramente otra descarga como la que la había alcanzado pudiese tener efectos devastadores, decidí probar una idea que me había estado rondando pero no sonaba especialmente brillante. Me coloqué entre las dos piedras chispeantes que me estaban atacando, y después de rodar para eludir sus rayos, salté a por ellas antes de que tuvieran tiempo de cargarse. Agarré una con las garras, y abrí las alas para empujar la otra hacia mi y poder alcanzarla también. Teniendo une piedra en cada mano y viendo que ya empezaban a cargarse de nuevo las junté y salió un chispazo. Yo caí al suelo como un saco de nabos, pero al menos las piedras dejaron de brillar y me acompañaron en mi caída. Seguramente se recuperarían antes que yo, pero si al menos había podido ganarles un tiempo con menos vigilancia para poder desactivar la trampa estaría bien.
Me incorporé y agité las alas mientras flexionaba los dedos para intentar recuperar antes una buena movilidad. Avance hacia el borde del bosque, pero en esta ocasión no entré directamente al claro, sino que fui bordeando hacia donde estaba el licántropo intentando escapar de dos de las piedras chispeantes. Cuando estuve cerca cogí un palo y emergí de entre los arbustos de un salto, para darle un golpe a una de las piedras que asediaban al lobo. La piedra voló en dirección a los árboles, pero una de las dos que disparaba hacia unos árboles donde suponía que se había escondido Reike dejó de disparar y vino hacia mi, volviendo a cargarse para lanzarme otro. Pero esta vez estuve más preparado y salté de vuelta a los arbustos para esconderme.
Viendo que el lobo se mantenía dando saltos constantemente y parecía estar apañándoselas bien, opté por imitarle. Plegué las alas para darle menos espacio donde pudieran golpearme y corrí en zig zag hacia la piedra que me estaba atacando. La piedra que había mandado a volar había logrado regresar y también me estaba apuntando. Empezaba a estar abrumada y dudaba seguir pudiendo esquivarlas mucho tiempo. Pero en uno de los saltos caí sobre una runa iluminada en la tierra que me recordó a las que Reike había estado haciendo en mi daga.
- ¡Reike! ¡Aquí hay una runa! Igual puedes pararla.- La grité con una voz que me sorprendió por lo grave que salió. Supuse que eso solamente evidenciaba que solo utilizaba esta forma para lucha, y que hablaba muy poco cuando estaba peleando.
Viendo que Bara estaba ya reaccionando, pero que seguramente otra descarga como la que la había alcanzado pudiese tener efectos devastadores, decidí probar una idea que me había estado rondando pero no sonaba especialmente brillante. Me coloqué entre las dos piedras chispeantes que me estaban atacando, y después de rodar para eludir sus rayos, salté a por ellas antes de que tuvieran tiempo de cargarse. Agarré una con las garras, y abrí las alas para empujar la otra hacia mi y poder alcanzarla también. Teniendo une piedra en cada mano y viendo que ya empezaban a cargarse de nuevo las junté y salió un chispazo. Yo caí al suelo como un saco de nabos, pero al menos las piedras dejaron de brillar y me acompañaron en mi caída. Seguramente se recuperarían antes que yo, pero si al menos había podido ganarles un tiempo con menos vigilancia para poder desactivar la trampa estaría bien.
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Durante todo el post, Monza está medio transformada, que sería manteniendo su forma humana, pero cubierta de escamas y con alas y cola.
Monza Sylroc
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Re: El brujo tarado y la torre de quita y pon [Trabajo]
Una pequeña parte de Valeria, la que había visto arder la majestuosa copa del gigantesco árbol venerado por los elfos y la conmoción que aquello causó en todo un pueblo, lo lamentó por el mucho más modesto ejemplar que le servía de parapeto cuando sintió el primer estallido contra su corteza. El resto de ella estaba demasiado ocupado respirando con alivio por no haber recibido ella el rayo.
Contó en silencio para determinar el tiempo de recarga entre ataques. No era mucho y había otras tres piedras para mantener ocupados a los intrusos en el intermedio. El maldito ermitaño debía de ser un genio si era capaz de transmutar a un ser vivo y crear una trampa arcana con semejante potencia de tiro. ¡Y que no se agotaba!
Cuando el tercer latigazo no llegó, Valeria pensó esperanzada que quizá se había precipitado con esa última conclusión, pero pronto resultó evidente que la piedra solo había encontrado otro objetivo. Se asomó entonces desde detrás del árbol herido para evaluar la situación junto al claro y, a la luz intermitente de los rayos de electricidad, presenció la más asombrosa de las visiones.
Valeria sabía que había dragones capaces de modificar las características de su cuerpo para generar formas intermedias entre los majestuosos dragones voladores y su más mundana forma humana, pero nunca en todos sus viajes al norte había tenido ocasión de presenciarlo en vivo. ¿Sería por eso que el éter de Monza le había resultado tan peculiar? Tendría que investigar esa teoría. Quizá mejor en otro momento.
Con una voz grave que hizo que un cosquilleo le recorriera la columna, Monza le señaló la ubicación de las runas que probablemente habían activado la trampa, con lo que, rápidamente, volvió a centrarse en el problema presente.
—Voy para allá —anunció, al tiempo que se ponía en marcha siguiendo la línea de los árboles para mayor cobertura.
Dragona y licántropo continuaron su tarea de servir como blancos móviles a las piedras mágicas y hasta el bulto peludo de Bara parecía estar reaccionando poco a poco para cuando Valeria llegó junto a ella y las runas que señalara Monza. No era una combinación que conociera y, ciertamente, no le sobraba tiempo para estudiarla y neutralizarla, así que optó por la siguiente mejor opción: destruirla. Un chorro de tinta arcana emborronando los trazos por aquí*, un punzón levantando terrones de tierra por allá, unos cuantos cortocircuitos y piedras dando botes sin control por allá y, finalmente, los trazos se apagaron y las rocas cayeron a plomo sobre el suelo.
—¿Estáis todos bien? —preguntó entonces, volviéndose hacia Bara y colocando una mano sobre su lomo.
En cuanto el bhaaloo notó el contacto ajeno, se revolvió frenéticamente, soltando un rugido furioso y un zarpazo que empujó a una confundida Valeria de espaldas contra el suelo con un desgarrón desde lo alto del pecho hacia el hombro. Al ver a la bestia incorporarse para arremeter de nuevo, reaccionó con un empujón propio que volvió a derribar al animal(1), haciendo que se enfadara aún más. Ella, por su parte, trató de darse la vuelta para alejarse de la bestia, pero el dolor en el hombro limitaba sus movimientos.
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OFF: * Referencia a mi kit de arcanos.
Subrayado: Complicación: Bara tiene su primer ataque de salvajismo y las heroínas andan un tanto magulladas ahora mismo.
(1) Es un empujón telequinético, por su puesto (¿te imaginas a mini Reike tratando de darle un empujón a una bestia de metro ochenta?).
Contó en silencio para determinar el tiempo de recarga entre ataques. No era mucho y había otras tres piedras para mantener ocupados a los intrusos en el intermedio. El maldito ermitaño debía de ser un genio si era capaz de transmutar a un ser vivo y crear una trampa arcana con semejante potencia de tiro. ¡Y que no se agotaba!
Cuando el tercer latigazo no llegó, Valeria pensó esperanzada que quizá se había precipitado con esa última conclusión, pero pronto resultó evidente que la piedra solo había encontrado otro objetivo. Se asomó entonces desde detrás del árbol herido para evaluar la situación junto al claro y, a la luz intermitente de los rayos de electricidad, presenció la más asombrosa de las visiones.
Valeria sabía que había dragones capaces de modificar las características de su cuerpo para generar formas intermedias entre los majestuosos dragones voladores y su más mundana forma humana, pero nunca en todos sus viajes al norte había tenido ocasión de presenciarlo en vivo. ¿Sería por eso que el éter de Monza le había resultado tan peculiar? Tendría que investigar esa teoría. Quizá mejor en otro momento.
Con una voz grave que hizo que un cosquilleo le recorriera la columna, Monza le señaló la ubicación de las runas que probablemente habían activado la trampa, con lo que, rápidamente, volvió a centrarse en el problema presente.
—Voy para allá —anunció, al tiempo que se ponía en marcha siguiendo la línea de los árboles para mayor cobertura.
Dragona y licántropo continuaron su tarea de servir como blancos móviles a las piedras mágicas y hasta el bulto peludo de Bara parecía estar reaccionando poco a poco para cuando Valeria llegó junto a ella y las runas que señalara Monza. No era una combinación que conociera y, ciertamente, no le sobraba tiempo para estudiarla y neutralizarla, así que optó por la siguiente mejor opción: destruirla. Un chorro de tinta arcana emborronando los trazos por aquí*, un punzón levantando terrones de tierra por allá, unos cuantos cortocircuitos y piedras dando botes sin control por allá y, finalmente, los trazos se apagaron y las rocas cayeron a plomo sobre el suelo.
—¿Estáis todos bien? —preguntó entonces, volviéndose hacia Bara y colocando una mano sobre su lomo.
En cuanto el bhaaloo notó el contacto ajeno, se revolvió frenéticamente, soltando un rugido furioso y un zarpazo que empujó a una confundida Valeria de espaldas contra el suelo con un desgarrón desde lo alto del pecho hacia el hombro. Al ver a la bestia incorporarse para arremeter de nuevo, reaccionó con un empujón propio que volvió a derribar al animal(1), haciendo que se enfadara aún más. Ella, por su parte, trató de darse la vuelta para alejarse de la bestia, pero el dolor en el hombro limitaba sus movimientos.
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OFF: * Referencia a mi kit de arcanos.
Subrayado: Complicación: Bara tiene su primer ataque de salvajismo y las heroínas andan un tanto magulladas ahora mismo.
(1) Es un empujón telequinético, por su puesto (¿te imaginas a mini Reike tratando de darle un empujón a una bestia de metro ochenta?).
Reike
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Re: El brujo tarado y la torre de quita y pon [Trabajo]
Dudaba ser capaz de hacer mucho más que seguir tirada esforzándome en respirar. Juntar piedras eléctricas había sido una solución temporal, pero después de esta experiencia iba a ser una que no volvería a tomar mientras hubiera cualquier otra. Y es que estaba notando un extraño olor como a pollo asado, lo que estaría bien, si no fuera porque sospechaba que yo era lo que lo estaba emitiendo. Lo bueno es que no habían vuelto a dispararme, así que, o me habían dado por muerta, o estaban consiguiendo lidiar con el problema. La voz de Reike me indicó que, afortunadamente, había sucedido lo segundo.
- Estamos vivas. Que dadas las circunstancias ya parece mucho pedir.- Respondí lastimosamente mientras me iba levantando con más esfuerzo del que debería requerir ese tipo de acción.
Lo que no esperaba encontrarme al ponerme en pie era a Bara volviéndose loca y en posición de ir a cargar contra Reike. La imagen logró que se me pasara rápidamente el aturdimiento. Me puse a pensar en que hacer y no tardó en venirme a la mente el refrán que decían en mi pueblo.
Si es negro, pon el pecho,
si es pardo, hazte un fardo,
y si es polar, ponte a rezar
Por desgracia, parecía que nadie se había dignado a meter a los bhaloos en los dichos sobre como sobrevivir a ataques de osos. Aunque igual tenía que ver con que no teníamos ese tipo de animal por allí arriba. En cualquier caso, no podía ponerme a quejar de los patanes que no saben hacer refranes completos, pues como tardase más en actuar, Reike se iba a convertir en un trozo de carne aplastada, y eso no parecía una opción válida.
Confiando en que siendo más parecida en tamaño a un oso negro, y especialmente, siendo la única opción para poder detenerla sin que destrozase a la bruja ni tener que atacarla, salté para interponerme entre ellas y abrí las alas para intentar parecer lo más grande e intimidante posible, al tiempo que impedía que pudiese acercarse a mi compañera sin pasarme por encima.
- ¡Quieta! ¿Qué haces, Bara? ¿No se supones que estás buscando al brujo para que te arregle? No vas a poder conseguir eso si nos matas antes de que podamos ayudarte.- La increpé, sin tener ni idea de lo que estaba haciendo, pero intentando al mismo tiempo intimidar al animal y apelar a la humana que era en el fondo.- Y tú, llevas un tiempo con ella, ¿no sabes alguna forma de calmarla?- Aproveché a quejarme al licántropo ya que estaba.
Era una pena que Reike aún tuviese mi cuchillo, pues solo me había dado una poción que paralizaba, pero no estaba segura de que si se lo estampaba a mano no fuese a acabar igual de congelada que ella. Así que por el momento solo podía confiar en que la técnica funcionara, o que Reike tuviese un plan secreto bajo la manga, uno que pudiese realizar con un solo brazo sano.
- Estamos vivas. Que dadas las circunstancias ya parece mucho pedir.- Respondí lastimosamente mientras me iba levantando con más esfuerzo del que debería requerir ese tipo de acción.
Lo que no esperaba encontrarme al ponerme en pie era a Bara volviéndose loca y en posición de ir a cargar contra Reike. La imagen logró que se me pasara rápidamente el aturdimiento. Me puse a pensar en que hacer y no tardó en venirme a la mente el refrán que decían en mi pueblo.
Si es negro, pon el pecho,
si es pardo, hazte un fardo,
y si es polar, ponte a rezar
Por desgracia, parecía que nadie se había dignado a meter a los bhaloos en los dichos sobre como sobrevivir a ataques de osos. Aunque igual tenía que ver con que no teníamos ese tipo de animal por allí arriba. En cualquier caso, no podía ponerme a quejar de los patanes que no saben hacer refranes completos, pues como tardase más en actuar, Reike se iba a convertir en un trozo de carne aplastada, y eso no parecía una opción válida.
Confiando en que siendo más parecida en tamaño a un oso negro, y especialmente, siendo la única opción para poder detenerla sin que destrozase a la bruja ni tener que atacarla, salté para interponerme entre ellas y abrí las alas para intentar parecer lo más grande e intimidante posible, al tiempo que impedía que pudiese acercarse a mi compañera sin pasarme por encima.
- ¡Quieta! ¿Qué haces, Bara? ¿No se supones que estás buscando al brujo para que te arregle? No vas a poder conseguir eso si nos matas antes de que podamos ayudarte.- La increpé, sin tener ni idea de lo que estaba haciendo, pero intentando al mismo tiempo intimidar al animal y apelar a la humana que era en el fondo.- Y tú, llevas un tiempo con ella, ¿no sabes alguna forma de calmarla?- Aproveché a quejarme al licántropo ya que estaba.
Era una pena que Reike aún tuviese mi cuchillo, pues solo me había dado una poción que paralizaba, pero no estaba segura de que si se lo estampaba a mano no fuese a acabar igual de congelada que ella. Así que por el momento solo podía confiar en que la técnica funcionara, o que Reike tuviese un plan secreto bajo la manga, uno que pudiese realizar con un solo brazo sano.
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Durante todo el post, Monza está medio transformada, que sería manteniendo su forma humana, pero cubierta de escamas y con alas y cola.
Monza Sylroc
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Re: El brujo tarado y la torre de quita y pon [Trabajo]
La intervención de Monza dio a Valeria un pequeño margen para, sin llegar a levantarse, al menos sentarse en una posición mínimamente digna. La herida le ardía y sabía que estaba perdiendo sangre por momentos, pero, esforzándose por apartar su mente de ese problema para centrarse en el peligro más inmediato, volvió a extender su agarre al éter a su alrededor en previsión de un nuevo ataque.
El ataque no se produjo. La reprimenda de la dragona, seguida de un funesto aullido por parte del licántropo, parecieron penetrar de algún modo en la conciencia de Bara. Cada vez iba quedando menos de ella, pero aún era suficiente para percatarse de la enorme pérdida que estaba destinada a sufrir. En un instante, su postura cambió por completo y, tras retroceder un par de pasos, se dio la vuelta y echó a correr a cuatro patas. A Valeria le recordó a un chiquillo que sale corriendo para que no le vean llorar.
Tras un instante de confusión, Dientemugriento salió corriendo en persecución de Bara y Valeria renunció por completo a cualquier pretensión de mantenerse erguida mientras dejaba escapar sonoramente el aire que había estado conteniendo.
—Por curiosidad, no tendrás conocimientos de medicina —le dijo a Monza, sin pararse siquiera a considerar si seguía allí o también había salido a la carrera. Solo girar el cuello para intentar ver mejor la herida aumentaba terriblemente el dolor, así que palpó a tientas entre los bolsillos del cinturón en busca de la solución de emergencia—. No importa, tengo algo por aquí.
Extrajo el vial sin dificultad, aunque tuvo que quitarle el tapón con los dientes. Una vez abierto, salpicó una parte del líquido directamente sobre la herida, lo que provocó un desagradable escozor, y se bebió el resto de un trago. Los efectos se dejaron sentir en su carne casi al instante y su respiración se fue calmando poco a poco(1). Muy pronto, la única señal del ataque fue una camisa desgarrada y empapada de sangre.
—No queda mucho tiempo —murmuró Valeria examinando el desgarrón, pero con la mente en otro lugar.
El tiempo era el problema. Habían salido en busca de la torre y el conjurador sin siquiera un plan en mente porque no había tiempo que perder. Pero, ¿cómo esperaban convencer a un hechicero cruel y paranoico de revertir el hechizo sin hacerles algo peor a los demás? Deberían regresar, juntar un grupo de brujos especializados y dar caza al loco desde una posición de poder. Ya sería tarde para Bara, pero al menos habría evitado que otros muchos corrieran su suerte y la de sus amigos.
Y, sin embargo, Bara era precisamente el elemento que les permitía rastrear al hermitaño. Si esperaban más, quién sabía cómo iban a localizarlo en el bosque. Para cuando tuvieran el equipo que necesitaban, el tipo podía haberse alejado con su estúpida torre en cualquier maldita dirección. Y haber dejado docenas de trampas por el camino.
Trampas.
¿Por qué dejar trampas? No era probable que temiera que Bara le diera alcance. Para él, no podía ser más que un juguete que había dejado de ser divertido. Valeria dirigió la vista hacia dos de aquellas piedras, dos bultos oscuros a la tenue luz de las estrellas. Resultaba inofensiva ahora, pero una trampa de ese calibre era un tanto excesiva para una simple bestia con un remedo de conciencia humana.
—Así que te persiguen.
El hombre no se desplazaba porque disfrutase de la vida nómada, no vivía apartado porque la gente le estorbase (después de todo, se había divertido de lo lindo con Bara). No, estaba huyendo. De alguien que le asustaba.
Valeria sonrió. Podía jugar con eso.
—Hora de empezar a moverse.
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OFF: (1) Poción de Salud Concentrada: [Elixir, Limitado, 1 Uso] Sana la herida más grave en pocos segundos.
El ataque no se produjo. La reprimenda de la dragona, seguida de un funesto aullido por parte del licántropo, parecieron penetrar de algún modo en la conciencia de Bara. Cada vez iba quedando menos de ella, pero aún era suficiente para percatarse de la enorme pérdida que estaba destinada a sufrir. En un instante, su postura cambió por completo y, tras retroceder un par de pasos, se dio la vuelta y echó a correr a cuatro patas. A Valeria le recordó a un chiquillo que sale corriendo para que no le vean llorar.
Tras un instante de confusión, Dientemugriento salió corriendo en persecución de Bara y Valeria renunció por completo a cualquier pretensión de mantenerse erguida mientras dejaba escapar sonoramente el aire que había estado conteniendo.
—Por curiosidad, no tendrás conocimientos de medicina —le dijo a Monza, sin pararse siquiera a considerar si seguía allí o también había salido a la carrera. Solo girar el cuello para intentar ver mejor la herida aumentaba terriblemente el dolor, así que palpó a tientas entre los bolsillos del cinturón en busca de la solución de emergencia—. No importa, tengo algo por aquí.
Extrajo el vial sin dificultad, aunque tuvo que quitarle el tapón con los dientes. Una vez abierto, salpicó una parte del líquido directamente sobre la herida, lo que provocó un desagradable escozor, y se bebió el resto de un trago. Los efectos se dejaron sentir en su carne casi al instante y su respiración se fue calmando poco a poco(1). Muy pronto, la única señal del ataque fue una camisa desgarrada y empapada de sangre.
—No queda mucho tiempo —murmuró Valeria examinando el desgarrón, pero con la mente en otro lugar.
El tiempo era el problema. Habían salido en busca de la torre y el conjurador sin siquiera un plan en mente porque no había tiempo que perder. Pero, ¿cómo esperaban convencer a un hechicero cruel y paranoico de revertir el hechizo sin hacerles algo peor a los demás? Deberían regresar, juntar un grupo de brujos especializados y dar caza al loco desde una posición de poder. Ya sería tarde para Bara, pero al menos habría evitado que otros muchos corrieran su suerte y la de sus amigos.
Y, sin embargo, Bara era precisamente el elemento que les permitía rastrear al hermitaño. Si esperaban más, quién sabía cómo iban a localizarlo en el bosque. Para cuando tuvieran el equipo que necesitaban, el tipo podía haberse alejado con su estúpida torre en cualquier maldita dirección. Y haber dejado docenas de trampas por el camino.
Trampas.
¿Por qué dejar trampas? No era probable que temiera que Bara le diera alcance. Para él, no podía ser más que un juguete que había dejado de ser divertido. Valeria dirigió la vista hacia dos de aquellas piedras, dos bultos oscuros a la tenue luz de las estrellas. Resultaba inofensiva ahora, pero una trampa de ese calibre era un tanto excesiva para una simple bestia con un remedo de conciencia humana.
—Así que te persiguen.
El hombre no se desplazaba porque disfrutase de la vida nómada, no vivía apartado porque la gente le estorbase (después de todo, se había divertido de lo lindo con Bara). No, estaba huyendo. De alguien que le asustaba.
Valeria sonrió. Podía jugar con eso.
—Hora de empezar a moverse.
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OFF: (1) Poción de Salud Concentrada: [Elixir, Limitado, 1 Uso] Sana la herida más grave en pocos segundos.
Reike
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Re: El brujo tarado y la torre de quita y pon [Trabajo]
El plan funcionó, o hizo algo parecido a funcionar, entre mis increpaciones y lo que fuese que le aullara el lobo, Bara se dio la vuelta y salió corriendo hacia la espesura. Pero fue bastante raro, no era como un oso que veía que había atacado a algo que le superaba, sino algo más humano. Pero aunque raro, probablemente eso fuese bueno, significaba que aunque estuviésemos escasos de tiempo, aún podíamos llegar a tiempo de evitar que se convirtiese totalmente en una bestia. Me planteé seguirla junto al lobo, pero en vista de que Reike seguía herida, consideré que seguramente lo mejor no era dejarla sola en medio de un bosque, por si aparecía algo más peligroso que la no-bhaloo.
- Lo siento. No tengo ni idea.- No podía hacer mucha más que esperar y observar como usaba sus pociones para curarse, porque por mi parte dudaba que fuese capaz de algo más que vendar una herida.
Y eso hice, quedarme vigilando que la cosa no se complicase más, que aunque no creía que nadie se fuese a acercar por aquí habiendo puesto una runa que seguramente fuese a freír a cualquiera que se pasease por este claro, era mejor no fiarse que encontrarte con un oso de verdad a tu espalda. Entre sus curas vi que Reike murmuraba algo y luego levantaba la cara con una sonrisa.
- ¿Perseguir a quién? ¿Tienes un plan?- Me quedé callada un momento, pero entonces recordé que el tiempo nos jugaba en contra y debíamos apresurarnos antes de que la persona a quien tratábamos de ayudar fuese quien intentara matarnos.- Bueno, tienes razón, no podemos perder el tiempo. Vayamos tras ellos. Puedes contarme lo que sea por el camino.
Seguimos el camino que habían dejado la no-bhaloo y el licántropoco, atravesando de nuevo los zarzales, aunque con menos molestias que en la ocasión anterior al poder hacer el trayecto transformada y bien cubierta de escamas que protegían de los pinchazos. Salimos del matorral y encontramos a nuestros compañeros, con Bara encogida y mirando hacia un tronco, seguramente tratando de no mirar al resto más que porque el tronco tuviese nada interesante en si mismo. Cambié de forma para intentar no aumentar la tensión y me acerqué a ella, manteniéndome a un par de pasos de distancia por si volvía a atacar.
- Oye, Bara. Antes has perdido el control, pero que estés aquí y sigamos enteros es que todavía sigues siendo tú. Entiendo que puedas preferir alejarte, pero para encontrarle y que puedas recuperar tu cuerpo te necesitamos, solo tú puedes encontrarle. Y cuánto antes lo hagamos, menos opciones habrá de que vuelva a pasar algo así.
Viendo que al principio había sido razonablemente sencillo entendernos con ella, y que no había vuelto a intentar matarnos, confiaba en que no se viniera abajo y siguiera rastreando. Sobre todo, porque la necesitábamos para poder terminar el trabajo, y después de que me hubieran electrocutado esas piedras dos veces no tenía especiales ganas de dejarlo a medias.
- Lo siento. No tengo ni idea.- No podía hacer mucha más que esperar y observar como usaba sus pociones para curarse, porque por mi parte dudaba que fuese capaz de algo más que vendar una herida.
Y eso hice, quedarme vigilando que la cosa no se complicase más, que aunque no creía que nadie se fuese a acercar por aquí habiendo puesto una runa que seguramente fuese a freír a cualquiera que se pasease por este claro, era mejor no fiarse que encontrarte con un oso de verdad a tu espalda. Entre sus curas vi que Reike murmuraba algo y luego levantaba la cara con una sonrisa.
- ¿Perseguir a quién? ¿Tienes un plan?- Me quedé callada un momento, pero entonces recordé que el tiempo nos jugaba en contra y debíamos apresurarnos antes de que la persona a quien tratábamos de ayudar fuese quien intentara matarnos.- Bueno, tienes razón, no podemos perder el tiempo. Vayamos tras ellos. Puedes contarme lo que sea por el camino.
Seguimos el camino que habían dejado la no-bhaloo y el licántropoco, atravesando de nuevo los zarzales, aunque con menos molestias que en la ocasión anterior al poder hacer el trayecto transformada y bien cubierta de escamas que protegían de los pinchazos. Salimos del matorral y encontramos a nuestros compañeros, con Bara encogida y mirando hacia un tronco, seguramente tratando de no mirar al resto más que porque el tronco tuviese nada interesante en si mismo. Cambié de forma para intentar no aumentar la tensión y me acerqué a ella, manteniéndome a un par de pasos de distancia por si volvía a atacar.
- Oye, Bara. Antes has perdido el control, pero que estés aquí y sigamos enteros es que todavía sigues siendo tú. Entiendo que puedas preferir alejarte, pero para encontrarle y que puedas recuperar tu cuerpo te necesitamos, solo tú puedes encontrarle. Y cuánto antes lo hagamos, menos opciones habrá de que vuelva a pasar algo así.
Viendo que al principio había sido razonablemente sencillo entendernos con ella, y que no había vuelto a intentar matarnos, confiaba en que no se viniera abajo y siguiera rastreando. Sobre todo, porque la necesitábamos para poder terminar el trabajo, y después de que me hubieran electrocutado esas piedras dos veces no tenía especiales ganas de dejarlo a medias.
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Durante parte del post, Monza está medio transformada, que sería manteniendo su forma humana, pero cubierta de escamas y con alas y cola, luego ya se queda humana normal.
Monza Sylroc
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Re: El brujo tarado y la torre de quita y pon [Trabajo]
—Creo que alguien lo persigue, al conjurador. O, al menos, él cree que lo persiguen. De ahí el numerito de la torre que desaparece, lo de dejar trampas. Hasta lo de fulminar instantáneamente a los intrusos encaja. El tipo no quiere que lo encuentren, pero no le vale con vivir perdido en este…
Valeria echó un rápido vistazo a la maleza que iba quedando atrás y a los lados tras enfrentarse al cuerpo escamoso de Monza en busca de un apelativo adecuado, pero desistió, para volver a la tarea de anudarse los trozos de tela rasgada que le colgaban sobre el pecho.
—Da igual —continuó—. ¿Quién va a buscarlo aquí? Pero él cree que sí, o no se tomaría tantas molestias. Esa trampa junto al claro… Si yo estuviera así de paranoica, habría dispuesto algún mecanismo de alarma que me alertara en el momento en que se accionase. Lo que significa que probablemente ya sabe que la trampa ha saltado. Lo que significa, que estará nervioso: ¿Acabó la trampa con quienquiera que lo persigue o sigue ahí fuera? Y si está nervioso, podemos asustarlo, tenderle una trampa propia. Hacerlo salir a nuestro terreno en lugar de luchar en el suyo.
También podía ser que el tipo echara a correr y no lo encontrasen ni los nietos de sus nietos, lo cual, desde el punto de vista de Valeria, no era ni de lejos lo peor que podía ocurrir. Por desgracia, no les sobraba el tiempo para considerar alternativas. Y no solo porque acababan de encontrar a sus peludos acompañantes.
En un principio, Valeria permaneció un poco apartada de las bestias, pero a la vista de que Monza no había recibido aún ningún ataque, se animó a intervenir ella también:
—Escucha, Bara, solo ha sido un altercado sin importancia. ¿Ves? Estoy bien. Pero tenemos que tomarlo como un recordatorio de que hay que actuar deprisa. Aún hay tiempo, pero tenemos que movernos. Te necesitamos para dar con el que te ha hecho esto.
Bara se volvió entonces y a Valeria le pareció ver un destello de ira en sus ojillos bestiales, pero nadie hizo ademán de atacar a nadie, lo cual había de tomarse como una victoria, dadas las circunstancias.
Retomaron la marcha siguiendo el olfato de la mujer hechizada, con Valeria caminando a su lado, atenta a cualquier alteración del éter que pudiera alertarla de otra sorpresa como la del claro. Esto ralentizaba su avance, que ya se veía entorpecido por la oscuridad de la noche, aunque aquello solo era un problema para las dos bípedas del grupo. De todas formas, encender una antorcha sabiendo que un conjurador pirado podía estar buscándolos ahora mismo no parecía la opción más acertada.
Dientemugriento se apartaba a veces del resto para volver a aparecer minutos después como si nunca se hubiera marchado y Valeria sospechaba que esa era la causa de que nunca se toparan con otras bestias nocturnas. Tampoco hallaron otras trampas arcanas, quizá porque le había pedido a Bara que se mantuviera un poco apartada del rastro por si el conjurador volvía sobre sus pasos a comprobar la trampa de los rayos.
Finalmente, Bara y Dientemugriento se detuvieron. A través de la mano con la que se agarraba a al mujer-bhaloo para no caer al suelo cada dos pasos a ciegas, Valeria percibió la tensión creciente en ella. Algunos pasos más adelante, la línea de árboles comenzaba a ralear, dejando a la vista lo que, al resplandor grisáceo de antes del amanecer, parecía una torre en la distancia.
Valeria llevó la mano libre a su bolso tratando de no hacer movimientos bruscos, aunque de poco sirvió. Bara se levantó brevemente sobre las patas traseras, a punto de coger impulso para salir a la carrera en dirección a la torre. Dientemugriento saltó para interponerse en su camino, pero para entonces, Valeria, que ya había extendido su éter hacia la hechizada, dio un fuerte tirón que la desestabilizó y la hizo caer al suelo(1). Antes de que tuviera tiempo de darse cuenta de lo que había ocurrido, Valeria abrió el vial que había sacado de la bolsa y, cuando Bara abrió las fauces para rugir, o lo que quiera que hicieran los bhaloos, vació el contenido en su garganta(2). Bara se retorció con rabia y, por un momento, el propio Dientemugriento le enseñó los dientes a Valeria.
—¡Solo es un calmante! —dijo ella, apartándose a trompicones de la línea de ataque—. Iba a lanzarse a por el conjurador. No podemos precipitarnos o acabaremos todos igual que ella.
«O peor», añadió una voz en su mente.
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OFF: (1) Uso la telequinesis para tirar de Bara y hacerla caer al suelo.
(2) Uso también la telequinesis para vaciarle en la garganta el frasco de Esencia de Dulces Sueños que elaboré más arriba en el tema. Tarda unos minutos en hacer efecto, así que aún habrá que cortarle la salida hacia la torre antes de que se quede dormida.
Valeria echó un rápido vistazo a la maleza que iba quedando atrás y a los lados tras enfrentarse al cuerpo escamoso de Monza en busca de un apelativo adecuado, pero desistió, para volver a la tarea de anudarse los trozos de tela rasgada que le colgaban sobre el pecho.
—Da igual —continuó—. ¿Quién va a buscarlo aquí? Pero él cree que sí, o no se tomaría tantas molestias. Esa trampa junto al claro… Si yo estuviera así de paranoica, habría dispuesto algún mecanismo de alarma que me alertara en el momento en que se accionase. Lo que significa que probablemente ya sabe que la trampa ha saltado. Lo que significa, que estará nervioso: ¿Acabó la trampa con quienquiera que lo persigue o sigue ahí fuera? Y si está nervioso, podemos asustarlo, tenderle una trampa propia. Hacerlo salir a nuestro terreno en lugar de luchar en el suyo.
También podía ser que el tipo echara a correr y no lo encontrasen ni los nietos de sus nietos, lo cual, desde el punto de vista de Valeria, no era ni de lejos lo peor que podía ocurrir. Por desgracia, no les sobraba el tiempo para considerar alternativas. Y no solo porque acababan de encontrar a sus peludos acompañantes.
En un principio, Valeria permaneció un poco apartada de las bestias, pero a la vista de que Monza no había recibido aún ningún ataque, se animó a intervenir ella también:
—Escucha, Bara, solo ha sido un altercado sin importancia. ¿Ves? Estoy bien. Pero tenemos que tomarlo como un recordatorio de que hay que actuar deprisa. Aún hay tiempo, pero tenemos que movernos. Te necesitamos para dar con el que te ha hecho esto.
Bara se volvió entonces y a Valeria le pareció ver un destello de ira en sus ojillos bestiales, pero nadie hizo ademán de atacar a nadie, lo cual había de tomarse como una victoria, dadas las circunstancias.
Retomaron la marcha siguiendo el olfato de la mujer hechizada, con Valeria caminando a su lado, atenta a cualquier alteración del éter que pudiera alertarla de otra sorpresa como la del claro. Esto ralentizaba su avance, que ya se veía entorpecido por la oscuridad de la noche, aunque aquello solo era un problema para las dos bípedas del grupo. De todas formas, encender una antorcha sabiendo que un conjurador pirado podía estar buscándolos ahora mismo no parecía la opción más acertada.
Dientemugriento se apartaba a veces del resto para volver a aparecer minutos después como si nunca se hubiera marchado y Valeria sospechaba que esa era la causa de que nunca se toparan con otras bestias nocturnas. Tampoco hallaron otras trampas arcanas, quizá porque le había pedido a Bara que se mantuviera un poco apartada del rastro por si el conjurador volvía sobre sus pasos a comprobar la trampa de los rayos.
Finalmente, Bara y Dientemugriento se detuvieron. A través de la mano con la que se agarraba a al mujer-bhaloo para no caer al suelo cada dos pasos a ciegas, Valeria percibió la tensión creciente en ella. Algunos pasos más adelante, la línea de árboles comenzaba a ralear, dejando a la vista lo que, al resplandor grisáceo de antes del amanecer, parecía una torre en la distancia.
Valeria llevó la mano libre a su bolso tratando de no hacer movimientos bruscos, aunque de poco sirvió. Bara se levantó brevemente sobre las patas traseras, a punto de coger impulso para salir a la carrera en dirección a la torre. Dientemugriento saltó para interponerse en su camino, pero para entonces, Valeria, que ya había extendido su éter hacia la hechizada, dio un fuerte tirón que la desestabilizó y la hizo caer al suelo(1). Antes de que tuviera tiempo de darse cuenta de lo que había ocurrido, Valeria abrió el vial que había sacado de la bolsa y, cuando Bara abrió las fauces para rugir, o lo que quiera que hicieran los bhaloos, vació el contenido en su garganta(2). Bara se retorció con rabia y, por un momento, el propio Dientemugriento le enseñó los dientes a Valeria.
—¡Solo es un calmante! —dijo ella, apartándose a trompicones de la línea de ataque—. Iba a lanzarse a por el conjurador. No podemos precipitarnos o acabaremos todos igual que ella.
«O peor», añadió una voz en su mente.
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OFF: (1) Uso la telequinesis para tirar de Bara y hacerla caer al suelo.
(2) Uso también la telequinesis para vaciarle en la garganta el frasco de Esencia de Dulces Sueños que elaboré más arriba en el tema. Tarda unos minutos en hacer efecto, así que aún habrá que cortarle la salida hacia la torre antes de que se quede dormida.
Reike
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Re: El brujo tarado y la torre de quita y pon [Trabajo]
Las reflexiones de Reike sobre el comportamiento del hechicero tenían sentido. Que se dedicase a erradicar o convertir en algo sin capacidad de comunicación a todo lo que se acercase a su torre, que la pudiese desplazar para poder huir si era localizado y que dejase trampas en sus localizaciones anteriores tenía sentido para un paranoico que creía ser perseguido. Además, eso nos daba alguna ventaja, por mucho que todavía quedaran preguntas sin resolver. Había tenido suerte de encontrarme a la bruja para este trabajo, no descartaba que siguiera viva gracias a tener una compañera tan lista, pues mi método habitual de agachar la cabeza y embestir a lo que se cruzara no parecía demasiado funcional en este tipo de situación.
- Si, ahora que sabe que estamos yendo, lo mejor que podemos hacer es aprovecharlo. Lo malo es que no sabemos quien podría estar buscándole, eso nos ayudaría para poder establecer la trampa.- No recordaba haber visto ninguna pista por el camino, aunque supongo que tenía sentido, si sus perseguidores le hubieran alcanzado, seguramente habría huido aún más lejos.- Tenemos que pensar bien que hacemos. La gente se vuelve más peligrosa si se siente acorralado. Y si se asusta demasiado quizás vuelva a huir con la torre, y si eso ocurre no creo que podamos alcanzarla de nuevo a tiempo para Bara. ¿Igual podemos utilizar a alguien como cebo, algo que deje intuir una amenaza pero no tanto como para quiera escapar sin eliminar los testigos, y que otros aprovechen mientras tanto para pillarle por la espalda?
Eso de tener planes detrás de planes para poder sorprender a un enemigo que ya esperaba que fuésemos a por él me superaba un poco, y quizás un poco no era el término adecuado. Pero sabiendo el poder que manejaba, necesitábamos utilizar su paranoia en su contra, porque la otra opción era acabar como Bara y sus compañeros, y eso no resultaba especialmente atrayente. Un sacrificio heroico solo era tal si eso conseguía algo, morirse y encima perder era solo triste.
Al rato de caminar siguiendo a la no-bhaloo y al licántropo, llegamos a vislumbrar la torre del hechicero, pero antes de que nadie pudiese hacer nada, Bara ya estaba preparándose para cargar contra ella. Por suerte, Reike se lo había visto venir y usó su magia para sujetarla y darle una poción. El lobo no se tomó demasiado bien el gesto, pero sus palabras lo tranquilizaron, aunque no tuvieron el mismo efecto en mi, al entender que todavía teníamos que mantenerla entretenida unos momentos. Bara se removió y de nuevo se dispuso a cargar. Yo intenté imitar el movimiento que había hecho antes para evitar que atacase a Reike en el claro, poniéndome en su camino, pero estaba claro que mi forma humana imponía menos que la medio dragona, porque me embistió y continuó su rumbo. El lobo irrumpió entonces, logrando que se detuviera e intentase esquivarlo. Yo decidí aprovechar esa distracción para saltar sobre su lomo y agarrarme como pude. Se agitó para quitarme de encima pero me aferré a su pelaje y conseguí aguantar. Iba notando que los botes reducían la intensidad, pero yo también estaba cada vez más mareada, y en uno de los giros salí volando contra un matorral. Tardé un poco en reubicarme, y un poco más en vaciar mi contenido estomacal sobre el mismo arbusto en cuanto logré ponerme de nuevo en pie, pero cuando me giré Bara estaba tirada en el suelo. Asumí que entre Reike y el licántropo debían haber conseguido controlar la situación.
- ¿Cuánto tiempo va a durar el efecto de lo que la has dado?
Todavía teníamos que trazar un plan, y según como fuera, quizás ejecutarlo sin la no-bhaloo, visto que la chica empezaba a perderse preocupantemente dentro de la bestia, así que no descartaba que además de al propio hechicero, tuviésemos que añadir una nueva cuenta atrás a nuestras preocupaciones.
- Si, ahora que sabe que estamos yendo, lo mejor que podemos hacer es aprovecharlo. Lo malo es que no sabemos quien podría estar buscándole, eso nos ayudaría para poder establecer la trampa.- No recordaba haber visto ninguna pista por el camino, aunque supongo que tenía sentido, si sus perseguidores le hubieran alcanzado, seguramente habría huido aún más lejos.- Tenemos que pensar bien que hacemos. La gente se vuelve más peligrosa si se siente acorralado. Y si se asusta demasiado quizás vuelva a huir con la torre, y si eso ocurre no creo que podamos alcanzarla de nuevo a tiempo para Bara. ¿Igual podemos utilizar a alguien como cebo, algo que deje intuir una amenaza pero no tanto como para quiera escapar sin eliminar los testigos, y que otros aprovechen mientras tanto para pillarle por la espalda?
Eso de tener planes detrás de planes para poder sorprender a un enemigo que ya esperaba que fuésemos a por él me superaba un poco, y quizás un poco no era el término adecuado. Pero sabiendo el poder que manejaba, necesitábamos utilizar su paranoia en su contra, porque la otra opción era acabar como Bara y sus compañeros, y eso no resultaba especialmente atrayente. Un sacrificio heroico solo era tal si eso conseguía algo, morirse y encima perder era solo triste.
Al rato de caminar siguiendo a la no-bhaloo y al licántropo, llegamos a vislumbrar la torre del hechicero, pero antes de que nadie pudiese hacer nada, Bara ya estaba preparándose para cargar contra ella. Por suerte, Reike se lo había visto venir y usó su magia para sujetarla y darle una poción. El lobo no se tomó demasiado bien el gesto, pero sus palabras lo tranquilizaron, aunque no tuvieron el mismo efecto en mi, al entender que todavía teníamos que mantenerla entretenida unos momentos. Bara se removió y de nuevo se dispuso a cargar. Yo intenté imitar el movimiento que había hecho antes para evitar que atacase a Reike en el claro, poniéndome en su camino, pero estaba claro que mi forma humana imponía menos que la medio dragona, porque me embistió y continuó su rumbo. El lobo irrumpió entonces, logrando que se detuviera e intentase esquivarlo. Yo decidí aprovechar esa distracción para saltar sobre su lomo y agarrarme como pude. Se agitó para quitarme de encima pero me aferré a su pelaje y conseguí aguantar. Iba notando que los botes reducían la intensidad, pero yo también estaba cada vez más mareada, y en uno de los giros salí volando contra un matorral. Tardé un poco en reubicarme, y un poco más en vaciar mi contenido estomacal sobre el mismo arbusto en cuanto logré ponerme de nuevo en pie, pero cuando me giré Bara estaba tirada en el suelo. Asumí que entre Reike y el licántropo debían haber conseguido controlar la situación.
- ¿Cuánto tiempo va a durar el efecto de lo que la has dado?
Todavía teníamos que trazar un plan, y según como fuera, quizás ejecutarlo sin la no-bhaloo, visto que la chica empezaba a perderse preocupantemente dentro de la bestia, así que no descartaba que además de al propio hechicero, tuviésemos que añadir una nueva cuenta atrás a nuestras preocupaciones.
Monza Sylroc
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Re: El brujo tarado y la torre de quita y pon [Trabajo]
Los minutos siguientes resultaron un tanto confusos, pero Bara quedó finalmente dormida sobre un manto de hierba que a Valeria no le parecía nada cómodo a simple vista. Tal como iban las cosas, ese detalle importaba poco, ya que era bastante probable que la no-bhaaloo tuviera que acostumbrarse a ese tipo de acomodo a no mucho tardar.
—¿Cuánto tiempo va a durar el efecto de lo que la has dado? —preguntó Monza.
—Asumiendo que nadie la despierte —respondió Valeria—, lo suficiente para facilitarle la transición si no logramos romper el hechizo a tiempo.
El lobo emitió un gruñido bajo ante aquellas palabras, pero Valeria empezaba a cansarse de viajar con mascotas quisquillosas y poco comunicativas.
—Mira, se le está acabando el tiempo y, francamente, a estas alturas, no podemos confiar en ella para una misión delicada, podría darle otro ataque de esos en cualquier momento, volverse contra nosotras y mandarlo todo al rapónchigo. Y créeme cuando te digo que enfrentarse a un conjurador siempre es una misión delicada.
Dientemugriento dejó de gruñir, pero la seguía con la mirada de forma un tanto inquietante mientras ella se acercaba a Monza sin dejar de rebuscar en su bolso. Tratando de ignorar al lobo, Valeria sacó tinta, un cálamo y un fragmento de pergamino que le mostró a su compañera.
—Esto es un pergamino encantado —le dijo—. Puede crear ilusiones, pero hay que describir claramente lo que quieres que se muestre. —Dudó un momento antes de preguntar—: ¿Sabes escribir? Bah, no importa, puedo escribirlo yo misma. Siempre que no abras el pergamino antes de tiempo, dura pocos minutos, ¿entiendes? No, claro que no, no te estoy explicando nada, ¿no es así?
Tomó aire y trató de soltarlo despacio para calmarse un poco por lo que estaba a punto de sugerir. Tuvo que repetir el proceso un par de veces antes de poder continuar.
—He pensado en lo que dijiste antes, lo de utilizar a alguien como cebo. Creo que soy la más indicada para eso: suficientemente amenazante como para resultar creíble, pero no tanto como para que eche a correr si me ve solo a mí. Y aquí es donde entra esto —añadió agitando de nuevo el pergamino frente a Monza—. Con las instrucciones adecuadas, podemos crear una ilusión a tu alrededor que te vuelva indetectable. No podrá verte ni oírte, pero solo dura unos minutos. ¿Tienes por ahí el veneno que preparé? Solo hace falta un toque, un corte superficial y quedará paralizado en unos segundos.
Al darse cuenta de que lo estaban dejando fuera, Dientemugriendo volvió a gruñir para hacerse notar.
—Baja la voz o la despertarás —le dijo Valeria—. Pensé que querrías quedarte a vigilar que no le ocurre nada mientras duerme. Además, solo tengo un pergamino. —El lobo se sacudió entonces en lo que Valeria interpretó como un gesto enfurruñado. Ella se apresuró a responder—: Mira, si tienes una idea mejor, soy toda oídos, pero no nos sobra el tiempo como para discutir. ¿No? ¿Nada? Ya me parecía. Y ahora, ¿cómo dijiste que se llamaba ese chalado? —El lobo se sentó sobre los cuartos traseros y la miró en silencio—. ¡Oh, por favor!
Valeria le entregó el pergamino encantando a Monza(1) y rebuscó de nuevo en su bolsa en busca de la nota que le había pasado aquel mercader de Dundarak. La encontró formando un sobrecito para contener flores secas pero, por suerte, la parte que le interesaba podía leerse desde fuera: “Trym Arke es un brujo muy po…”. El nombre no le decía gran cosa, pero había improvisado con menos.
—¿Lista? —le preguntó a Monza.
Cuando todo estuvo acordado, Valeria se tomó de un trago su esencia primordial(2) y salió caminando con decisión al claro iluminado por el sol mañanero. Anduvo en línea recta hacia la entrada de la torre mientras iba atrayendo hacia sí cada gota de rocío que cubría el terreno a su alrededor, haciendo que toda aquella agua bebiera de la humedad del bosque para crecer, formando un torrente creciente que fluía incansable en torno a ella.
A unos metros de la torre, se detuvo y, esforzándose por imitar los gestos rimbombantes e inútiles típicos de los elementalistas, estrelló el rugiente torrente de agua contra el portón de madera, que se abrió de par en par.
—¡ARKE, MALDITA ESCORIA! —gritó cuando remitió la corriente—. ¡DEJA DE ESCONDERTE EN LOS BOSQUES COMO UN ABRAZA ÁRBOLES DE PACOTILLA Y ENFRÉNTATE A MÍ COMO ES DEBIDO!
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OFF: Le paso a Monza mi Pergamino Ilusorio con instrucciones para hacerla temporalmente invisible (e inaudible), a menos que su personaje sepa escribir y se le ocurra algo mejor que hacer con él.
(1) Pergamino Ilusorio: [Pergamino, Limitado, 1 Uso] Al activarse deben escribirse instrucciones en él. El pergamino generará una ilusión sencilla basada en ellas por hasta 5 minutos, la que no puede superar el tamaño de una persona o un metro cúbico de masa.
(2) Esencia Primordial de Agua: [Elixir, Se Liga al Éter, 1 Uso] Quien beba del Elixir puede generar y controlar el elemento Agua como si fuera un brujo elementalista acorde a su nivel de personaje (pero sin técnicas avanzadas) por 2 rondas.
—¿Cuánto tiempo va a durar el efecto de lo que la has dado? —preguntó Monza.
—Asumiendo que nadie la despierte —respondió Valeria—, lo suficiente para facilitarle la transición si no logramos romper el hechizo a tiempo.
El lobo emitió un gruñido bajo ante aquellas palabras, pero Valeria empezaba a cansarse de viajar con mascotas quisquillosas y poco comunicativas.
—Mira, se le está acabando el tiempo y, francamente, a estas alturas, no podemos confiar en ella para una misión delicada, podría darle otro ataque de esos en cualquier momento, volverse contra nosotras y mandarlo todo al rapónchigo. Y créeme cuando te digo que enfrentarse a un conjurador siempre es una misión delicada.
Dientemugriento dejó de gruñir, pero la seguía con la mirada de forma un tanto inquietante mientras ella se acercaba a Monza sin dejar de rebuscar en su bolso. Tratando de ignorar al lobo, Valeria sacó tinta, un cálamo y un fragmento de pergamino que le mostró a su compañera.
—Esto es un pergamino encantado —le dijo—. Puede crear ilusiones, pero hay que describir claramente lo que quieres que se muestre. —Dudó un momento antes de preguntar—: ¿Sabes escribir? Bah, no importa, puedo escribirlo yo misma. Siempre que no abras el pergamino antes de tiempo, dura pocos minutos, ¿entiendes? No, claro que no, no te estoy explicando nada, ¿no es así?
Tomó aire y trató de soltarlo despacio para calmarse un poco por lo que estaba a punto de sugerir. Tuvo que repetir el proceso un par de veces antes de poder continuar.
—He pensado en lo que dijiste antes, lo de utilizar a alguien como cebo. Creo que soy la más indicada para eso: suficientemente amenazante como para resultar creíble, pero no tanto como para que eche a correr si me ve solo a mí. Y aquí es donde entra esto —añadió agitando de nuevo el pergamino frente a Monza—. Con las instrucciones adecuadas, podemos crear una ilusión a tu alrededor que te vuelva indetectable. No podrá verte ni oírte, pero solo dura unos minutos. ¿Tienes por ahí el veneno que preparé? Solo hace falta un toque, un corte superficial y quedará paralizado en unos segundos.
Al darse cuenta de que lo estaban dejando fuera, Dientemugriendo volvió a gruñir para hacerse notar.
—Baja la voz o la despertarás —le dijo Valeria—. Pensé que querrías quedarte a vigilar que no le ocurre nada mientras duerme. Además, solo tengo un pergamino. —El lobo se sacudió entonces en lo que Valeria interpretó como un gesto enfurruñado. Ella se apresuró a responder—: Mira, si tienes una idea mejor, soy toda oídos, pero no nos sobra el tiempo como para discutir. ¿No? ¿Nada? Ya me parecía. Y ahora, ¿cómo dijiste que se llamaba ese chalado? —El lobo se sentó sobre los cuartos traseros y la miró en silencio—. ¡Oh, por favor!
Valeria le entregó el pergamino encantando a Monza(1) y rebuscó de nuevo en su bolsa en busca de la nota que le había pasado aquel mercader de Dundarak. La encontró formando un sobrecito para contener flores secas pero, por suerte, la parte que le interesaba podía leerse desde fuera: “Trym Arke es un brujo muy po…”. El nombre no le decía gran cosa, pero había improvisado con menos.
—¿Lista? —le preguntó a Monza.
Cuando todo estuvo acordado, Valeria se tomó de un trago su esencia primordial(2) y salió caminando con decisión al claro iluminado por el sol mañanero. Anduvo en línea recta hacia la entrada de la torre mientras iba atrayendo hacia sí cada gota de rocío que cubría el terreno a su alrededor, haciendo que toda aquella agua bebiera de la humedad del bosque para crecer, formando un torrente creciente que fluía incansable en torno a ella.
A unos metros de la torre, se detuvo y, esforzándose por imitar los gestos rimbombantes e inútiles típicos de los elementalistas, estrelló el rugiente torrente de agua contra el portón de madera, que se abrió de par en par.
—¡ARKE, MALDITA ESCORIA! —gritó cuando remitió la corriente—. ¡DEJA DE ESCONDERTE EN LOS BOSQUES COMO UN ABRAZA ÁRBOLES DE PACOTILLA Y ENFRÉNTATE A MÍ COMO ES DEBIDO!
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OFF: Le paso a Monza mi Pergamino Ilusorio con instrucciones para hacerla temporalmente invisible (e inaudible), a menos que su personaje sepa escribir y se le ocurra algo mejor que hacer con él.
(1) Pergamino Ilusorio: [Pergamino, Limitado, 1 Uso] Al activarse deben escribirse instrucciones en él. El pergamino generará una ilusión sencilla basada en ellas por hasta 5 minutos, la que no puede superar el tamaño de una persona o un metro cúbico de masa.
(2) Esencia Primordial de Agua: [Elixir, Se Liga al Éter, 1 Uso] Quien beba del Elixir puede generar y controlar el elemento Agua como si fuera un brujo elementalista acorde a su nivel de personaje (pero sin técnicas avanzadas) por 2 rondas.
Reike
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Re: El brujo tarado y la torre de quita y pon [Trabajo]
Reike parecía tensa, no sabía cuanto podía durar lo que la había dado a Bara, pero a pesar de su insistencia en que era suficiente, las prisas que mostraba me hacían pensar en que deberíamos terminar pronto si queríamos lograr un resultado satisfactorio. Su energía parecía ser suficiente para que el licántropo no se opusiera a sus decisiones a pesar de no parecer estar demasiado convencido, y por mi parte no quise ni especificar que si sabía escribir y dejé que me fuera explicando el plan.
La idea era buena, seguramente la bruja podría atraer la atención del conjurador el tiempo suficiente para que le pillase por sorpresa, especialmente si solo necesitábamos un corte para solucionar la batalla. La parte complicada en lo que a mi respectaba iba a ser colarme en el castillo sin que me viera, pero si Reike iba a ser quien se enfrentase a él mientras llegaba más me valía hacerlo bien y raudo. No estaría bien si acababa como Bara, o peor aún, como sus compañeros. Me guardé el pergamino que me dio Reike y revisé que tuviese también el bote que me había entregado en el claro.
- Si, todavía lo tengo. Y dame un momento antes de salir a por él. Si voy detrás de ti es fácil que acabe atrapada en una batalla mágica y no pueda acercarme sin que me vea. Pero por detrás de la torre hay algunas ventajas, no debería costarme mucho entrar por allí. Fíjate en los arbustos de allá, cuando te haga una señal me haré invisible para acercarme, entonces haz lo tuyo.- La fui comentando mientras señalaba uno de los laterales del claro- Suerte.
Salí corriendo entre la maleza y cuando llegué al punto acordado levanté un brazo con el pulgar hacia arriba. Cuando me pareció que me había visto, activé el pergamino[1] que me había dado y avancé por el nuevo claro hacia la torre. Yo no notaba ninguna diferencia, pero parecía que estaba funcionando porque ningún rayo me fulminó, simplemente estaba Reike haciendo mucho movimiento para reventar la puerta con un chorro de agua.
Aprovechando que parecía haber atraído su atención, desenvainé mi daga[2] y la até una cuerda que llevaba a mano. No sabía si la daga sería visible al alejarse de mi, pero seguía siendo mi mejor opción. Lancé el arma hacia el balcón, y tras un par de intentos fallidos, conseguí meterla entre los barrotes. Entonces activé el encantamiento que me había hecho Reike y el cuchillo volvió hacia mi[3]. Entonces agarré la cuerda por los dos lados y empecé a escalar la pared. Echaba en falta mis garras, pero dudaba que si me transformaba pudiera cruzar entre los barrotes de la ventana. Bastante suerte había tenido con que el loco este no se acordara de que había gente pequeña y al llegar hasta los barrotes pude deslizarme dentro con cierto esfuerzo.
Aparecí en unas escaleras, y por el sonido en la parte baja estaba habiendo pelea. Confié en que el efecto del pergamino no desapareciera y descendí por los escalones hasta llegar a la última curva. Entonces eché el veneno[4] sobre la hoja y salí a la entrada para pillar por la espalda al conjurador. Aunque quizás eso había sido muy optimista, porque al poner el primer pie en las baldosas de esa sala empezaron a brillar y el conjurador se giró para lanzarme un rayo mientras gritaba.
- ¿De verdad se creían esos idiotas del Heckshold que no estaría preparado para esto? Sabía que no jugaríais limpio para poder conseguir mis secretos. Mis descubrimientos son demasiado importantes como para que solamente enviaran una triste elementalista a por ellos.
Mientras el loco se quejaba y mantenía el rayo hacia mi, yo intentaba escapar rodando, pero las baldosas bajo mis pies se iban iluminando para marcar mi posición. Viéndome acorralada, salté para esquivar el último rayo y lancé el cuchillo en un momento desesperado, pero falló y acabó rodando por el suelo.
- Me da igual lo que busquen de ti. Te voy a reventar hasta que cures a la chica.
El brujo me miró como si no supiera de que hablaba, lo que me indignó más. E igual el plan del sigilo ya había salido mal, pero siempre quedaba el plan de la violencia. Así que me transformé, estirándose mi cuerpo y cubriéndose de escamas mientras me salían las alas y la cola[5]. E inmediatamente después empecé a lanzar chorros de aire a presión[6] sin cuidado alguno. Puede que fuese un mago poderoso, pero estamparle la cabeza contra una roca seguramente tendría el mismo efecto en él que en cualquier otro.
La idea era buena, seguramente la bruja podría atraer la atención del conjurador el tiempo suficiente para que le pillase por sorpresa, especialmente si solo necesitábamos un corte para solucionar la batalla. La parte complicada en lo que a mi respectaba iba a ser colarme en el castillo sin que me viera, pero si Reike iba a ser quien se enfrentase a él mientras llegaba más me valía hacerlo bien y raudo. No estaría bien si acababa como Bara, o peor aún, como sus compañeros. Me guardé el pergamino que me dio Reike y revisé que tuviese también el bote que me había entregado en el claro.
- Si, todavía lo tengo. Y dame un momento antes de salir a por él. Si voy detrás de ti es fácil que acabe atrapada en una batalla mágica y no pueda acercarme sin que me vea. Pero por detrás de la torre hay algunas ventajas, no debería costarme mucho entrar por allí. Fíjate en los arbustos de allá, cuando te haga una señal me haré invisible para acercarme, entonces haz lo tuyo.- La fui comentando mientras señalaba uno de los laterales del claro- Suerte.
Salí corriendo entre la maleza y cuando llegué al punto acordado levanté un brazo con el pulgar hacia arriba. Cuando me pareció que me había visto, activé el pergamino[1] que me había dado y avancé por el nuevo claro hacia la torre. Yo no notaba ninguna diferencia, pero parecía que estaba funcionando porque ningún rayo me fulminó, simplemente estaba Reike haciendo mucho movimiento para reventar la puerta con un chorro de agua.
Aprovechando que parecía haber atraído su atención, desenvainé mi daga[2] y la até una cuerda que llevaba a mano. No sabía si la daga sería visible al alejarse de mi, pero seguía siendo mi mejor opción. Lancé el arma hacia el balcón, y tras un par de intentos fallidos, conseguí meterla entre los barrotes. Entonces activé el encantamiento que me había hecho Reike y el cuchillo volvió hacia mi[3]. Entonces agarré la cuerda por los dos lados y empecé a escalar la pared. Echaba en falta mis garras, pero dudaba que si me transformaba pudiera cruzar entre los barrotes de la ventana. Bastante suerte había tenido con que el loco este no se acordara de que había gente pequeña y al llegar hasta los barrotes pude deslizarme dentro con cierto esfuerzo.
Aparecí en unas escaleras, y por el sonido en la parte baja estaba habiendo pelea. Confié en que el efecto del pergamino no desapareciera y descendí por los escalones hasta llegar a la última curva. Entonces eché el veneno[4] sobre la hoja y salí a la entrada para pillar por la espalda al conjurador. Aunque quizás eso había sido muy optimista, porque al poner el primer pie en las baldosas de esa sala empezaron a brillar y el conjurador se giró para lanzarme un rayo mientras gritaba.
- ¿De verdad se creían esos idiotas del Heckshold que no estaría preparado para esto? Sabía que no jugaríais limpio para poder conseguir mis secretos. Mis descubrimientos son demasiado importantes como para que solamente enviaran una triste elementalista a por ellos.
Mientras el loco se quejaba y mantenía el rayo hacia mi, yo intentaba escapar rodando, pero las baldosas bajo mis pies se iban iluminando para marcar mi posición. Viéndome acorralada, salté para esquivar el último rayo y lancé el cuchillo en un momento desesperado, pero falló y acabó rodando por el suelo.
- Me da igual lo que busquen de ti. Te voy a reventar hasta que cures a la chica.
El brujo me miró como si no supiera de que hablaba, lo que me indignó más. E igual el plan del sigilo ya había salido mal, pero siempre quedaba el plan de la violencia. Así que me transformé, estirándose mi cuerpo y cubriéndose de escamas mientras me salían las alas y la cola[5]. E inmediatamente después empecé a lanzar chorros de aire a presión[6] sin cuidado alguno. Puede que fuese un mago poderoso, pero estamparle la cabeza contra una roca seguramente tendría el mismo efecto en él que en cualquier otro.
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[1] Pergamino Ilusorio: [Pergamino, Limitado, 1 Uso] Al activarse deben escribirse instrucciones en él. El pergamino generará una ilusión sencilla basada en ellas por hasta 5 minutos, la que no puede superar el tamaño de una persona o un metro cúbico de masa. Previamente entregado por Reike.
[2] Daga de calidad pobre: [Arma] Daga desgastada. Su calidad pobre la hace poco efectiva en combate.
[3] Bendición de Thor: [Encantamiento de la daga] el objeto encantado, que no puede pesar más de 10 kilogramos, adquiere la propiedad de volver levitando hacia su portador a voluntad de éste. La velocidad a la que lo hace la convierte en un potencial ataque.
[4] Toque Paralizante: [Veneno, Limitado, 1 Uso] Esencia que, aplicada a un arma, hace que envenene al herir. El veneno, tras entrar al sistema, paralizará en cosa de segundos al afectado por un turno (el afectado puede moverse, pero muy lento). Cualquier objetivo afectado se vuelve inmune por una hora. El veneno se diluye del arma a los 10 minutos o tras afectar a 2 personas. Creado y entregado previamente por Reike.
[5] Don Ancestral: [Mágica, 2 usos] Puedo convertirme en un dragón de hasta 4 metros (nariz a punta de la cola), lo que aumenta considerablemente mi resistencia. Puedo volver a forma humana a voluntad. Segundo uso.
[6] Aliento Elemental: Puedo lanzar mi elemento afín desde mis entrañas en forma de dragón.
Monza Sylroc
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Re: El brujo tarado y la torre de quita y pon [Trabajo]
Arke reaccionó con la velocidad propia de un paranoico muy preparado, haciendo que las astillas de la puerta estallaran de nuevo en dirección opuesta, lo que obligó a Valeria a redistribuir la masa de agua en un torbellino que, recogiendo las astillas a su paso, las llevó de nuevo al interior de la torre(1).
El remolino le proporcionó potencia suficiente para avanzar por el amplio recibidor y escaleras arriba, hasta la primera planta, antes de verse obligada a parapetarse en un recodo del pasillo para evitar comerse de frente un potente encantamiento que a saber qué hubiera hecho de ella.
Siguió usando la gran cantidad de agua que había ido reuniendo por el camino para tratar de avasallar a su contrincante, pero no tardó en verse obligada a luchar en modo defensivo para no verse subyugada ella misma.
Por suerte, algo atrajo la atención de Arke desde atrás, permitiéndole un respiro. Imaginando que se trataba de Monza, contuvo momentáneamente su ataque. Sin embargo, cuando resultó evidente que su plan había fallado y el hechicero iba a descargar todo el poder de su magia sobre Monza, Valeria utilizó toda la fuerza que fue capaz de reunir para enviar una potente ola de agua a derribarlo por la espalda.
Demasiado tarde se dio cuenta de que una Monza transformada había enviado, al mismo tiempo, un poderoso impulso de aire en la dirección contraria. En el punto de choque de ambas fuerzas, el rayo de Trym Arke cargó agua y aire al mismo tiempo. La tormenta concentrada que se generó desprendió buena parte de los tablones del suelo y derribó la pared de una de las habitaciones laterales. Cuando finalmente se disipó, el frágil cuerpo del conjurador cayó sobre los escombros como un muñeco de trapo.
—Mierda —dijo por fin Valeria tras todo un minuto de tenso silencio.
Un rugido se oyó entonces desde la escalera. Valeria se dio la vuelta justo a tiempo de ver a Bara (al menos, creía que era Bara) corriendo a toda velocidad hacia ella. Interpuso el escudo de forma automática(2), lo que frenó en seco la carrera del bhaaloo, pero la fuerza cinética la empujó a ella hacia atrás, haciéndole atravesar una pared acristalada.
Valeria rodó por encima de los cristales y fue a golpear contra un amplio macetero. Se agarró al mismo para ayudarse a incorporarse, haciendo que se tambaleara ligeramente, pero no llegó a incorporarse del todo. Se quedó petrificada de la impresión al contemplar tan de cerca algo que solo había visto dibujado en tratados botánicos: un perfecto ejemplar de alídea(3). Por desgracia, la breve perturbación de su lugar de reposo había hecho que su fruto empezara a agitar las alas. El bhaaloo penetró entonces en el pequeño invernadero a través de la pared hecha añicos y Valeria rodó de nuevo para alejarse de la planta.
—¡Cuidado con la abeja! —gritó—. ¡Que no os pique! ¡La necesitamos!
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OFF: Subrayado: ¿Hay tiempo para otra complicación? ¡Por qué no! Siguiendo la línea iniciada en el anterior post de Monza, nuestro plan fracasa estrepitosamente ante la paranoia del brujo (eso es malo), pero Monza es fuerte y tiene a una Reike dopada de apoyo (eso es bueno). Por desgracia, se les va la pinza y se acaban cargando accidentalmente al tipo (eso es malo). Justo en ese momento, llega Bara, que al ver que ha perdido su única oportunidad de curarse, se enfada un montón y se tira a matar (eso también es malo). Pero entonces, Reike ve en el invernadero del tipo una planta que puede ayudar a curarla (eso es bueno). Desgraciadamente, la planta, que es muy peligrosa, se siente amenazada y ataca (eso es muy malo).
(1) Segunda ronda del efecto de la poción de Esencia Primordial de Agua.
(2) Habilidad de nivel 4: Escudo cinético [Telequinesis, Mágica, 1 uso] Ante un impacto inminente, genero un escudo de energía que detiene el golpe, enviándome a mí o a mi atacante (o proyectil), el que sea más ligero, a una distancia acorde a la fuerza del impacto. Si nuestra masa es similar, ambos saldremos despedidos hacia atrás la mitad del camino.
(3) Ya la mencioné en una de las primeras rondas, pero vuelvo a sacarla a relucir: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
El remolino le proporcionó potencia suficiente para avanzar por el amplio recibidor y escaleras arriba, hasta la primera planta, antes de verse obligada a parapetarse en un recodo del pasillo para evitar comerse de frente un potente encantamiento que a saber qué hubiera hecho de ella.
Siguió usando la gran cantidad de agua que había ido reuniendo por el camino para tratar de avasallar a su contrincante, pero no tardó en verse obligada a luchar en modo defensivo para no verse subyugada ella misma.
Por suerte, algo atrajo la atención de Arke desde atrás, permitiéndole un respiro. Imaginando que se trataba de Monza, contuvo momentáneamente su ataque. Sin embargo, cuando resultó evidente que su plan había fallado y el hechicero iba a descargar todo el poder de su magia sobre Monza, Valeria utilizó toda la fuerza que fue capaz de reunir para enviar una potente ola de agua a derribarlo por la espalda.
Demasiado tarde se dio cuenta de que una Monza transformada había enviado, al mismo tiempo, un poderoso impulso de aire en la dirección contraria. En el punto de choque de ambas fuerzas, el rayo de Trym Arke cargó agua y aire al mismo tiempo. La tormenta concentrada que se generó desprendió buena parte de los tablones del suelo y derribó la pared de una de las habitaciones laterales. Cuando finalmente se disipó, el frágil cuerpo del conjurador cayó sobre los escombros como un muñeco de trapo.
—Mierda —dijo por fin Valeria tras todo un minuto de tenso silencio.
Un rugido se oyó entonces desde la escalera. Valeria se dio la vuelta justo a tiempo de ver a Bara (al menos, creía que era Bara) corriendo a toda velocidad hacia ella. Interpuso el escudo de forma automática(2), lo que frenó en seco la carrera del bhaaloo, pero la fuerza cinética la empujó a ella hacia atrás, haciéndole atravesar una pared acristalada.
Valeria rodó por encima de los cristales y fue a golpear contra un amplio macetero. Se agarró al mismo para ayudarse a incorporarse, haciendo que se tambaleara ligeramente, pero no llegó a incorporarse del todo. Se quedó petrificada de la impresión al contemplar tan de cerca algo que solo había visto dibujado en tratados botánicos: un perfecto ejemplar de alídea(3). Por desgracia, la breve perturbación de su lugar de reposo había hecho que su fruto empezara a agitar las alas. El bhaaloo penetró entonces en el pequeño invernadero a través de la pared hecha añicos y Valeria rodó de nuevo para alejarse de la planta.
—¡Cuidado con la abeja! —gritó—. ¡Que no os pique! ¡La necesitamos!
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OFF: Subrayado: ¿Hay tiempo para otra complicación? ¡Por qué no! Siguiendo la línea iniciada en el anterior post de Monza, nuestro plan fracasa estrepitosamente ante la paranoia del brujo (eso es malo), pero Monza es fuerte y tiene a una Reike dopada de apoyo (eso es bueno). Por desgracia, se les va la pinza y se acaban cargando accidentalmente al tipo (eso es malo). Justo en ese momento, llega Bara, que al ver que ha perdido su única oportunidad de curarse, se enfada un montón y se tira a matar (eso también es malo). Pero entonces, Reike ve en el invernadero del tipo una planta que puede ayudar a curarla (eso es bueno). Desgraciadamente, la planta, que es muy peligrosa, se siente amenazada y ataca (eso es muy malo).
(1) Segunda ronda del efecto de la poción de Esencia Primordial de Agua.
(2) Habilidad de nivel 4: Escudo cinético [Telequinesis, Mágica, 1 uso] Ante un impacto inminente, genero un escudo de energía que detiene el golpe, enviándome a mí o a mi atacante (o proyectil), el que sea más ligero, a una distancia acorde a la fuerza del impacto. Si nuestra masa es similar, ambos saldremos despedidos hacia atrás la mitad del camino.
(3) Ya la mencioné en una de las primeras rondas, pero vuelvo a sacarla a relucir: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Reike
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Re: El brujo tarado y la torre de quita y pon [Trabajo]
El chorro de viento impactó contra el brujo, pero no salió despedido como yo esperaba, pues al mismo tiempo le alcanzó un torrente de agua enviado por Reike, y lo que le siguió terminó de hundir el plan, porque fue como si una tormenta se hubiera formado alrededor del conjurador, destruyendo las estructuras cercanas con toda la fuerza esperable de una real, al menos durante unos segundos antes de disiparse y que el hombre cayera fulminado al suelo. No necesité ir a comprobarlo porque el cuerpo carbonizado dejaba pocas dudas sobre que estaba muerto.
Me quedé bloqueada. No entraba en mis planes el ir a matar a nadie. Era posible que no fuese el primero, después de todo, no era la dragona con mejor control sobre su elemento, ni la más cuidadosa, pero si que era el primero en el que podía ver que claramente lo había matado. Y si bien era posible que pudiera justificar haber mandado con sus dioses a alguien tan peligroso y que había cometido tantas atrocidades, el saber que capturarle era la única opción para curar a Bara no ayudaba demasiado en racionalizar lo que acababa de pasar.
Puede que hubiera pasado más tiempo contemplando las consecuencias de mis acciones poco meditadas si no fuera porque vi a Reike salir volando y romper una pared de cristal, seguida por la no-bhaloo, que volvía a por ella con intenciones poco honestas. Me costó reaccionar, pero en algún momento mis pensamientos lograron hilar que si no hacía nada, Reike se iba a añadir a la lista de gente que acababa en un cementerio por mi culpa. Agité la cabeza y cargué contra Bara antes de que pudiera caer sobre Reike, pero como el impacto resultó bastante ineficiente, lo complementé con un chorro de aire directo al pecho de la no-bhaloo[1], que ya si consiguió lanzarla varios pasos hacia atrás.
Entonces escuché un zumbido y al girarme, entendí lo que decía Reike de la abeja, que de alguna forma era necesaria. Por mi parte no entendía de que hablaba, pero al menos intentaría capturarla. Salté hacia atrás para esquivarla y mantenerla a distancia, pero cuando Bara volvió a la carga la situación empezó a complicarse, y aprovechando que estaba entre las dos, empecé a agitar las alas, generando unas corrientes de aire a mi alrededor que lanzó rebotadas tanto a la no-bhaloo como a la abeja cuando iban a caer sobre mi[2].
En vista de que la abeja había salido despedida más lejos, me lancé contra Bara, choqué con ella antes de que hubiera podido volver a equilibrarse, pero aun así tenía más fuerza que yo y no tenía espacio dentro de la torre para poder volar y aprovechar mi mayor movilidad. Me quitó de encima de un zarpazo y tuve que rodar para evitar que cayera sobre mi. Nos alzamos sobre las patas traseras y chocamos en lo que podría ser un abrazo si no fuera por los mordiscos que intentábamos propinarnos. Viendo que su peso me estaba venciendo, volví a lanzarla un aliento a la cabeza para darme espacio[1], y al aflojar Bara su agarre por el viento que lanzaba contra su cara, pude ver de nuevo la sala donde nos habíamos enfrentado al conjurador y se me ocurrió una idea. Por el sonido de la abeja a mi espalda, decidí no apurar y volví a agitar mis alas para levantar poderosos vientos a mi alrededor, que volvieron a lanzar a la abeja despedida y derribaron a la no-bhaloo[2]. En cuanto Bara se levantó, yo alcé mi pata delantera en dirección al agujero que habíamos dejado en la pared y mi cuchillo se levantó en el aire y vino volando hacia mi[3,4], encontrándose con Bara, que se interponía entre la daga y yo, clavándose en su espalda y paralizándola rápidamente[5].
Una vez gestionado el problema de la chica encantada, me volví hacia la abeja, pues aunque no se me ocurría ninguna forma de atraparla para que Reike pudiera hacer lo suyo, tenía una idea para retenerla. Me alcé sobre mis patas traseras y con las alas empecé a tirarle aire a la abeja, que por mucho que intentaba volar hacia mi, carecía de la potencia para desafiar los aleteos de una dragona de aire. No podía lograr mucho así, pero al menos la iba acorralando hacia una esquina, mientras emitía gruñidos para llamar a Reike, confiando en que hubiera encontrado una forma de atraparla en un estado aceptable para lo que pretendía hacer con ella.
Me quedé bloqueada. No entraba en mis planes el ir a matar a nadie. Era posible que no fuese el primero, después de todo, no era la dragona con mejor control sobre su elemento, ni la más cuidadosa, pero si que era el primero en el que podía ver que claramente lo había matado. Y si bien era posible que pudiera justificar haber mandado con sus dioses a alguien tan peligroso y que había cometido tantas atrocidades, el saber que capturarle era la única opción para curar a Bara no ayudaba demasiado en racionalizar lo que acababa de pasar.
Puede que hubiera pasado más tiempo contemplando las consecuencias de mis acciones poco meditadas si no fuera porque vi a Reike salir volando y romper una pared de cristal, seguida por la no-bhaloo, que volvía a por ella con intenciones poco honestas. Me costó reaccionar, pero en algún momento mis pensamientos lograron hilar que si no hacía nada, Reike se iba a añadir a la lista de gente que acababa en un cementerio por mi culpa. Agité la cabeza y cargué contra Bara antes de que pudiera caer sobre Reike, pero como el impacto resultó bastante ineficiente, lo complementé con un chorro de aire directo al pecho de la no-bhaloo[1], que ya si consiguió lanzarla varios pasos hacia atrás.
Entonces escuché un zumbido y al girarme, entendí lo que decía Reike de la abeja, que de alguna forma era necesaria. Por mi parte no entendía de que hablaba, pero al menos intentaría capturarla. Salté hacia atrás para esquivarla y mantenerla a distancia, pero cuando Bara volvió a la carga la situación empezó a complicarse, y aprovechando que estaba entre las dos, empecé a agitar las alas, generando unas corrientes de aire a mi alrededor que lanzó rebotadas tanto a la no-bhaloo como a la abeja cuando iban a caer sobre mi[2].
En vista de que la abeja había salido despedida más lejos, me lancé contra Bara, choqué con ella antes de que hubiera podido volver a equilibrarse, pero aun así tenía más fuerza que yo y no tenía espacio dentro de la torre para poder volar y aprovechar mi mayor movilidad. Me quitó de encima de un zarpazo y tuve que rodar para evitar que cayera sobre mi. Nos alzamos sobre las patas traseras y chocamos en lo que podría ser un abrazo si no fuera por los mordiscos que intentábamos propinarnos. Viendo que su peso me estaba venciendo, volví a lanzarla un aliento a la cabeza para darme espacio[1], y al aflojar Bara su agarre por el viento que lanzaba contra su cara, pude ver de nuevo la sala donde nos habíamos enfrentado al conjurador y se me ocurrió una idea. Por el sonido de la abeja a mi espalda, decidí no apurar y volví a agitar mis alas para levantar poderosos vientos a mi alrededor, que volvieron a lanzar a la abeja despedida y derribaron a la no-bhaloo[2]. En cuanto Bara se levantó, yo alcé mi pata delantera en dirección al agujero que habíamos dejado en la pared y mi cuchillo se levantó en el aire y vino volando hacia mi[3,4], encontrándose con Bara, que se interponía entre la daga y yo, clavándose en su espalda y paralizándola rápidamente[5].
Una vez gestionado el problema de la chica encantada, me volví hacia la abeja, pues aunque no se me ocurría ninguna forma de atraparla para que Reike pudiera hacer lo suyo, tenía una idea para retenerla. Me alcé sobre mis patas traseras y con las alas empecé a tirarle aire a la abeja, que por mucho que intentaba volar hacia mi, carecía de la potencia para desafiar los aleteos de una dragona de aire. No podía lograr mucho así, pero al menos la iba acorralando hacia una esquina, mientras emitía gruñidos para llamar a Reike, confiando en que hubiera encontrado una forma de atraparla en un estado aceptable para lo que pretendía hacer con ella.
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[1] Aliento Elemental: Puedo lanzar mi elemento afín desde mis entrañas en forma de dragón.
[2] Nivel 0: Barrera huracanada: [Mágica, 2 Usos] Genero intensos vientos a mi alrededor, permitiéndome detener proyectiles o alejar a las criaturas que me rodean. Gasto los dos usos.
[3] Daga de calidad pobre: [Arma] Daga desgastada. Su calidad pobre la hace poco efectiva en combate.
[4] Bendición de Thor: [Encantamiento de la daga] el objeto encantado, que no puede pesar más de 10 kilogramos, adquiere la propiedad de volver levitando hacia su portador a voluntad de éste. La velocidad a la que lo hace la convierte en un potencial ataque.
[5] Toque Paralizante: [Veneno, Limitado, 1 Uso] Esencia que, aplicada a un arma, hace que envenene al herir. El veneno, tras entrar al sistema, paralizará en cosa de segundos al afectado por un turno (el afectado puede moverse, pero muy lento). Cualquier objetivo afectado se vuelve inmune por una hora. El veneno se diluye del arma a los 10 minutos o tras afectar a 2 personas. Creado y entregado previamente por Reike.
Monza Sylroc
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Re: El brujo tarado y la torre de quita y pon [Trabajo]
Por fortuna para Valeria, cuyo cuerpo se resentía de su aparatosa entrada al invernadero, los ataques de aire de Monza atrajeron la atención de la falsa abeja, que debió considerarla la mayor amenaza. Eso le dio tiempo a incorporarse y sacudirse de encima los pequeños cristales que no habían esparcido las corrientes de aire. También de buscar por los alrededores las herramientas del conjurador. Después de todo, el hombre debía de haber estado esperando el florecimiento de la planta y tendrían un plan para hacerse con el preciado e inusual fruto.
Localizó una mesa con utensilios y sustancias variadas en un rincón, junto a una lujuriante [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]. Por alguna de las notas e ingredientes que se encontraban a la vista, Valeria supuso que Arke estaba interesado en las propiedades paralizantes del veneno de la [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], pero eso carecía de importancia en aquel momento. La pequeña jaula, unida a una especie de tubo acabado en un embudo, fue lo que atrajo su atención entre el desbarajuste que había ocasionado la intromisión de la dragona en el invernadero. Aquel debía ser el plan de Arke para atrapar a la abeja.
Valeria agarró el artilugio (jaula en una mano, embudo en la otra) y se encaminó a la sala donde habían luchado con el conjurador y donde podía oír los gruñidos de su compañera. La bhaaloo se encontraba completamente inmóvil y Monza había logrado acorralar a la escurridiza abeja gracias a sus corrientes de aire, por lo que no perdió tiempo y, con ayuda de su telequinesis, envió el extremo en el que descansaba el embudo al encuentro de la falsa abeja. Liberado del impacto de las corrientes, el pequeño fruto voló por el resguardado tubo hasta encontrarse atrapada en la jaula de la que jamás saldría con vida.
—La tengo —dijo Valeria cerrando la diminuta prisión—. No es una abeja de verdad —explicó una vez recuperada la calma—. Si nos hubiera picado, habría transformado nuestra sangre en clorofila en cuestión de segundos. Espero poder usar sus propiedades transmutadoras para ayudar a revertir lo que Arke le hizo a Bara. Si es que aún queda tiempo. ¿Te ocuparás de ella mientras tanto? Ah —añadió ya a medio camino del invernadero—, me vendría bien un poco de su sangre para experimentar. No quisiera convertirla accidentalmente en un enebro o algo por el estilo.
Y, confiándole a Monza el control de la situación, se puso manos a la obra. Arke tenía una colección de ingredientes un tanto inquietante, pero combinando lo que encontró con lo que ella misma traía, confiaba en conseguir algo medianamente útil. Con tintura de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], logró extraer los agentes que buscaba en el veneno de la abeja y, ya que estaba, se guardó también las alas, por las molestias. En una cámara helada, encontró una minúscula cantidad de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]. Esperaba que, en combinación con un poco de flor de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], fuera suficiente para acelerar el proceso transmutador. Añadió [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], tanto por sus propiedades para expulsar venenos (por ejemplo, el de la propia alídea), como para aliviar los dolores que la transformación pudiera causar en Bara y, por si las cosas no fueran como esperaba, añadió unas gotitas de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] para que la pobre mujer no tuviera que estar consciente durante el proceso. Hizo un par de pruebas para comprobar que la sangre de Bara no se volvía verde ni nada por el estilo pero, finalmente, llegó el momento de la verdad.
—Bien, no hay garantías de que esto funcione exactamente como espero y, aunque así sea, podría haber efectos secundarios inesperados —anunció mostrando sus resultados en un pequeño frasco de cristal—. Pero me temo que no nos quedan opciones.
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OFF: Subrayado: Uso de mi profesión Alquimia (nivel Maestro) para elaborar un suero con el que tratar de deshacer el hechizo que transformó a Bara en bhaaloo. Las plantas mencionadas incluyen enlaces a las respectivas entradas del herbolario.
Localizó una mesa con utensilios y sustancias variadas en un rincón, junto a una lujuriante [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]. Por alguna de las notas e ingredientes que se encontraban a la vista, Valeria supuso que Arke estaba interesado en las propiedades paralizantes del veneno de la [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], pero eso carecía de importancia en aquel momento. La pequeña jaula, unida a una especie de tubo acabado en un embudo, fue lo que atrajo su atención entre el desbarajuste que había ocasionado la intromisión de la dragona en el invernadero. Aquel debía ser el plan de Arke para atrapar a la abeja.
Valeria agarró el artilugio (jaula en una mano, embudo en la otra) y se encaminó a la sala donde habían luchado con el conjurador y donde podía oír los gruñidos de su compañera. La bhaaloo se encontraba completamente inmóvil y Monza había logrado acorralar a la escurridiza abeja gracias a sus corrientes de aire, por lo que no perdió tiempo y, con ayuda de su telequinesis, envió el extremo en el que descansaba el embudo al encuentro de la falsa abeja. Liberado del impacto de las corrientes, el pequeño fruto voló por el resguardado tubo hasta encontrarse atrapada en la jaula de la que jamás saldría con vida.
—La tengo —dijo Valeria cerrando la diminuta prisión—. No es una abeja de verdad —explicó una vez recuperada la calma—. Si nos hubiera picado, habría transformado nuestra sangre en clorofila en cuestión de segundos. Espero poder usar sus propiedades transmutadoras para ayudar a revertir lo que Arke le hizo a Bara. Si es que aún queda tiempo. ¿Te ocuparás de ella mientras tanto? Ah —añadió ya a medio camino del invernadero—, me vendría bien un poco de su sangre para experimentar. No quisiera convertirla accidentalmente en un enebro o algo por el estilo.
Y, confiándole a Monza el control de la situación, se puso manos a la obra. Arke tenía una colección de ingredientes un tanto inquietante, pero combinando lo que encontró con lo que ella misma traía, confiaba en conseguir algo medianamente útil. Con tintura de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], logró extraer los agentes que buscaba en el veneno de la abeja y, ya que estaba, se guardó también las alas, por las molestias. En una cámara helada, encontró una minúscula cantidad de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]. Esperaba que, en combinación con un poco de flor de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], fuera suficiente para acelerar el proceso transmutador. Añadió [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], tanto por sus propiedades para expulsar venenos (por ejemplo, el de la propia alídea), como para aliviar los dolores que la transformación pudiera causar en Bara y, por si las cosas no fueran como esperaba, añadió unas gotitas de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] para que la pobre mujer no tuviera que estar consciente durante el proceso. Hizo un par de pruebas para comprobar que la sangre de Bara no se volvía verde ni nada por el estilo pero, finalmente, llegó el momento de la verdad.
—Bien, no hay garantías de que esto funcione exactamente como espero y, aunque así sea, podría haber efectos secundarios inesperados —anunció mostrando sus resultados en un pequeño frasco de cristal—. Pero me temo que no nos quedan opciones.
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OFF: Subrayado: Uso de mi profesión Alquimia (nivel Maestro) para elaborar un suero con el que tratar de deshacer el hechizo que transformó a Bara en bhaaloo. Las plantas mencionadas incluyen enlaces a las respectivas entradas del herbolario.
Reike
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Re: El brujo tarado y la torre de quita y pon [Trabajo]
La bruja capturó la abeja utilizando sus poderes, y luego me dio una explicación que resultó muy poco tranquilizadora. Aunque suponía que no me había picado porque de otro modo seguramente ya estaría tiesa como un arbusto en forma de dragón, para quedar tranquila volví a mi forma humana y aproveché para revisarme los brazos y comprobar que no habían empezado a volverse verdes.
- Si, claro, ya me ocupo.- Confiaba en que no se le pasara el efecto antes de que Reike hubiera terminado de hacer lo suyo, porque estaba muy cansada como para volver a transformarme, y ya había gastado toda mi suerte en evitar que corriese cuando la drogó antes de que saliera del bosque, no quería volver a hacer la prueba de si una persona de metro y medio podía sobrevivir a una bhaloo furiosa.- Y ahora te traigo algo de sangre. - Respondí mientras buscaba algo con lo que extraer la sangre entre las pertenencias de este hombre, pero como no llegaba a entender como funcionaba casi nada y Reike parecía muy concentrada en hacer sus cosas de alquimista, opté por un cuchillo, un embudo y un recipiente que parecía una botella de forma rara, además de unas vendas para arreglar el estropicio que hiciera.
Lo primero que hice al llegar hasta Bara fue quitarle la daga de la espalda, confiaba en que el veneno ya hubiera hecho su efecto, y sospechaba que sería mejor que cuando volviese a su forma no tuviese un trozo de hierro en la espalda, que quizás en su forma humana podría causar bastante más daño. Solucionado ese detalle antes de que se me olvidara, la hice un corte en el brazo con el cuchillo del alquimista y dejé que la sangre cayera en la botella extraña. Cuando ya tuve lo que me pareció una cantidad razonable, la vendé la herida para intentar frenar el sangrado, y le entregué el líquido a Reike para que hiciera sus pruebas.
Las pruebas parecieron salir bien, por lo que solo quedaba confiar que el resultado que importaba fuera igual de positivo. Reike le dio la poción a Bara, y tras retroceder pudimos ver como iba resultando. Su cuerpo empezó a reducirse y perder pelo hasta volver a convertirse en una mujer.
- Pues parece que has demostrado ser mejor que ese conjurador loco.
Y no pude decir nada más, porque vi de reojo como una forma se lanzaba a por mi, y solo tuve tiempo de rodar a un lado para que Bara no me llevase por delante. A pesar del esquive, volvió de nuevo a por mi, en lo que en otras circunstancias seguramente me hubiera parecido una situación un tanto ridícula, porque a pesar de su nuevo cuerpo seguía moviéndose como un bhaloo. Aunque seguramente también me hubiera hecho más gracia de no ser porque incluso en esa forma era más grande, y cuando me cayó encima me derribó contra el suelo. Me revolví, golpeándola con toda extremidad que tuviese libre hasta que finalmente me libré de ella, en lo que sospechaba que Reike había tenido algo que ver, pero por la naturaleza invisible de sus habilidades tampoco podía asegurar. Me levanté rápidamente y probé a razonar de nuevo con ella por si había suerte.
- Bara, recuerda quien eres. Te hemos ayudado a volver a ser humana. Ese hombre ya está muerto y ella ha revertido lo que te hizo.
Empezó gruñéndome, pero su mirada se fue relajando algo según hablaba y dejó de enseñarnos los dientes, parecía que iba a hablar, pero el gesto no llegó a nada más porque se desplomó como un saco de coles. Entonces percaté en que el brazo la chorreaba sangre y que al transformarse se le había soltado la venda. Maldije en voz baja al haber olvidado ese detalle tan evidente, sobre todo porque no es que fuese un problema nuevo para mi, y sin perder más tiempo corté otro trozo de venda para volver a tapar la herida, y de paso curarla bien el corte de la espalda que la había hecho yo antes y algunos zarpazos de nuestra pelea. Tras esto cogí una cortina para envolverla el cuerpo y llevárnosla, pues sospechaba que iba a ser mejor sacarla de allí que abandonarla inconsciente en una torre sospechosa.
- Bueno, parecía que no se había convertido del todo en una bestia. Igual es que lo de volver a pensar como una humana es como lo de volverse mentalmente un bhaloo y también lleva su tiempo. Espero. Confío.
- Si, claro, ya me ocupo.- Confiaba en que no se le pasara el efecto antes de que Reike hubiera terminado de hacer lo suyo, porque estaba muy cansada como para volver a transformarme, y ya había gastado toda mi suerte en evitar que corriese cuando la drogó antes de que saliera del bosque, no quería volver a hacer la prueba de si una persona de metro y medio podía sobrevivir a una bhaloo furiosa.- Y ahora te traigo algo de sangre. - Respondí mientras buscaba algo con lo que extraer la sangre entre las pertenencias de este hombre, pero como no llegaba a entender como funcionaba casi nada y Reike parecía muy concentrada en hacer sus cosas de alquimista, opté por un cuchillo, un embudo y un recipiente que parecía una botella de forma rara, además de unas vendas para arreglar el estropicio que hiciera.
Lo primero que hice al llegar hasta Bara fue quitarle la daga de la espalda, confiaba en que el veneno ya hubiera hecho su efecto, y sospechaba que sería mejor que cuando volviese a su forma no tuviese un trozo de hierro en la espalda, que quizás en su forma humana podría causar bastante más daño. Solucionado ese detalle antes de que se me olvidara, la hice un corte en el brazo con el cuchillo del alquimista y dejé que la sangre cayera en la botella extraña. Cuando ya tuve lo que me pareció una cantidad razonable, la vendé la herida para intentar frenar el sangrado, y le entregué el líquido a Reike para que hiciera sus pruebas.
Las pruebas parecieron salir bien, por lo que solo quedaba confiar que el resultado que importaba fuera igual de positivo. Reike le dio la poción a Bara, y tras retroceder pudimos ver como iba resultando. Su cuerpo empezó a reducirse y perder pelo hasta volver a convertirse en una mujer.
- Pues parece que has demostrado ser mejor que ese conjurador loco.
Y no pude decir nada más, porque vi de reojo como una forma se lanzaba a por mi, y solo tuve tiempo de rodar a un lado para que Bara no me llevase por delante. A pesar del esquive, volvió de nuevo a por mi, en lo que en otras circunstancias seguramente me hubiera parecido una situación un tanto ridícula, porque a pesar de su nuevo cuerpo seguía moviéndose como un bhaloo. Aunque seguramente también me hubiera hecho más gracia de no ser porque incluso en esa forma era más grande, y cuando me cayó encima me derribó contra el suelo. Me revolví, golpeándola con toda extremidad que tuviese libre hasta que finalmente me libré de ella, en lo que sospechaba que Reike había tenido algo que ver, pero por la naturaleza invisible de sus habilidades tampoco podía asegurar. Me levanté rápidamente y probé a razonar de nuevo con ella por si había suerte.
- Bara, recuerda quien eres. Te hemos ayudado a volver a ser humana. Ese hombre ya está muerto y ella ha revertido lo que te hizo.
Empezó gruñéndome, pero su mirada se fue relajando algo según hablaba y dejó de enseñarnos los dientes, parecía que iba a hablar, pero el gesto no llegó a nada más porque se desplomó como un saco de coles. Entonces percaté en que el brazo la chorreaba sangre y que al transformarse se le había soltado la venda. Maldije en voz baja al haber olvidado ese detalle tan evidente, sobre todo porque no es que fuese un problema nuevo para mi, y sin perder más tiempo corté otro trozo de venda para volver a tapar la herida, y de paso curarla bien el corte de la espalda que la había hecho yo antes y algunos zarpazos de nuestra pelea. Tras esto cogí una cortina para envolverla el cuerpo y llevárnosla, pues sospechaba que iba a ser mejor sacarla de allí que abandonarla inconsciente en una torre sospechosa.
- Bueno, parecía que no se había convertido del todo en una bestia. Igual es que lo de volver a pensar como una humana es como lo de volverse mentalmente un bhaloo y también lleva su tiempo. Espero. Confío.
Monza Sylroc
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