Nuevos caminos, nuevas relaciones [LIBRE] - [5/5]
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Nuevos caminos, nuevas relaciones [LIBRE] - [5/5]
No recordaba cuanto había pasado.
Si bien hay que decirlo, no es que hubiera prestado especial atención.
Si teníamos en cuenta las lunas, como mínimo habrían pasado una o dos semanas, pero de nuevo, no es que me improtara.
Dejar atrás la familia supuso, en si, mucho menos dolor de lo que siempre se me había contado. Lamentaba más el haber dejado atrás los buenos vinos y los grandes banquetes. Ahora, uno tenia que conformarse con encontrar mercaderes, acercarse con calma y una apuesta sonrisa para luego aplastarles la cabeza repetidamente para encontrar unos míseros rosados que apenas se podían denominar vinos.
Suspire entonces, tratando de mantener mi atractivo porte y facciones de dios. Había acabado por llegar a esa ciudad tan concurrida y viva, llena de gente y movimiento. "Para nada mi nivel". Pensé para mi. "Pero por algo se empieza".
Avanzaba por las calles no con especial prisa, pues tenia curiosidad como Vivian el resto de esos hombrecillos en su ridícula existencia. Si uno esta dispuesto a ver en ellos algo de interés, puede descubrir que, incluso para mi propia sorpresa, pueden tener ciertas utilidades.
Varias señoras se reunían en corralillos para cuchichear de rumores de forma más sutil, mientras que otros grupos de varones se gritaban verdades en las callejuelas o tabernas.
"Estúpidos, se reproducen como conejos y carecen de cualquier tipo de perfección anatómica..." Di otro suspiro. Tenía que buscar rápidamente algo con que distraerme, o acabaría convirtiéndome en uno de esos paletos insignificantes.
Erenair
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Re: Nuevos caminos, nuevas relaciones [LIBRE] - [5/5]
-Mira lo que nos ha traído la noche.
Comentó la vampiresa morena, señalando con la cabeza el pensativo andar de un elfo. Apoyada en la esquina de la pared, Nayru se dedicaba a escanear la calle de arriba a abajo... sin un plan definido. Era una de esas noches vacías en las que no encontraban nada que hacer y ambas se dedicaban a recorrer la ciudad, en busca de entretenimiento. Robar, comer... se entregaban a la primera distracción disponible.
La pelirroja, aupada sobre una caja baja de madera para obtener vista de pájaro sobre el juego de dados que estaba teniendo lugar en el callejón, se inclinó sobre ella y la abrazó por la espalda haciendo que la cabeza de Nayru quedase entre su generoso busto. Hizo visera con la mano, oteando el gentío.
-¿El qué? ¿Dónde?
-Sácame las tetas del cuello. -suspiró resignada.
-Imposible. No has estado más a gusto en tu vida. ¿Qué hace un elfo pintón como ése a estas horas aquí fuera?
No lo sabía. Pero desde luego destacaba bastante entre la gente. No es que aquel fuese un arrabal de barro y casas de paja, pero tampoco era donde venían los de su raza a pernoctar. Normalmente se pasaban por los barrios ricos donde las posadas, y en general la gente, eran de mejor calidad. La vampiresa morena sonrió sin desvelar a la luna sus dientes.
El sujeto en cuestión, un elfo alto, como todos, y atractivo, como la mayoría, se movía entre el vulgo con vivo interés a la vez que trataba de que nadie le tocara, rozara o respirara en su dirección general. Amparadas por las sombras del callejón, la algarabía de la taberna que hacía esquina, el charloteo del ir y venir de los residentes, las mujeres le observaron con la misma atención que prestan los depredadores nocturnos a cualquier presa.
-¿Qué hacemos? ¿Te apetece? Tiene pinta de cargar una bolsa llena. Sólo la capa que lleva ya nos da ganancia.
-Observa. -Fémur entrecerró los ojos, pensativa.- Me gustan sus ojos. ¿Ves cómo mira a la gente?
-¿Con desprecio?
-Con curiosidad aburrida. -murmuró sonriendo.
Nayru suspiró. Si algo hacía sonreír a Fémur era porque entrañaba cierto grado de peligro, cualquiera que fuese y no siempre proveniente de la "presa". El hombre continuó con su peculiar paseo y ambas le siguieron en silencio. A ver qué es lo que hacía, a dónde iba y cómo pretendía pasar la velada. Lo mismo ocurría algo interesante.
Comentó la vampiresa morena, señalando con la cabeza el pensativo andar de un elfo. Apoyada en la esquina de la pared, Nayru se dedicaba a escanear la calle de arriba a abajo... sin un plan definido. Era una de esas noches vacías en las que no encontraban nada que hacer y ambas se dedicaban a recorrer la ciudad, en busca de entretenimiento. Robar, comer... se entregaban a la primera distracción disponible.
La pelirroja, aupada sobre una caja baja de madera para obtener vista de pájaro sobre el juego de dados que estaba teniendo lugar en el callejón, se inclinó sobre ella y la abrazó por la espalda haciendo que la cabeza de Nayru quedase entre su generoso busto. Hizo visera con la mano, oteando el gentío.
-¿El qué? ¿Dónde?
-Sácame las tetas del cuello. -suspiró resignada.
-Imposible. No has estado más a gusto en tu vida. ¿Qué hace un elfo pintón como ése a estas horas aquí fuera?
No lo sabía. Pero desde luego destacaba bastante entre la gente. No es que aquel fuese un arrabal de barro y casas de paja, pero tampoco era donde venían los de su raza a pernoctar. Normalmente se pasaban por los barrios ricos donde las posadas, y en general la gente, eran de mejor calidad. La vampiresa morena sonrió sin desvelar a la luna sus dientes.
El sujeto en cuestión, un elfo alto, como todos, y atractivo, como la mayoría, se movía entre el vulgo con vivo interés a la vez que trataba de que nadie le tocara, rozara o respirara en su dirección general. Amparadas por las sombras del callejón, la algarabía de la taberna que hacía esquina, el charloteo del ir y venir de los residentes, las mujeres le observaron con la misma atención que prestan los depredadores nocturnos a cualquier presa.
-¿Qué hacemos? ¿Te apetece? Tiene pinta de cargar una bolsa llena. Sólo la capa que lleva ya nos da ganancia.
-Observa. -Fémur entrecerró los ojos, pensativa.- Me gustan sus ojos. ¿Ves cómo mira a la gente?
-¿Con desprecio?
-Con curiosidad aburrida. -murmuró sonriendo.
Nayru suspiró. Si algo hacía sonreír a Fémur era porque entrañaba cierto grado de peligro, cualquiera que fuese y no siempre proveniente de la "presa". El hombre continuó con su peculiar paseo y ambas le siguieron en silencio. A ver qué es lo que hacía, a dónde iba y cómo pretendía pasar la velada. Lo mismo ocurría algo interesante.
Nayru
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Re: Nuevos caminos, nuevas relaciones [LIBRE] - [5/5]
En la parte baja de la ciudad, a unos pocos metros de donde Nayru y Erenair se habían encontrado, había una taberna de buen renombre. El cartel decía "cerrado" pero las luces estaban encendidas y de dentro salía un aroma penetrante y delicioso.
Tres hombres estaban sentados a la mesa. Bueno, 2 hombres y un hombre-bestia. Uno de ellos era Don Gelatto. Don Gelatto era una persona de fama en la ciudad, sobre todo por ser el que controlaba los chanchullos de los barrios bajos: prostitución, apuestas, contrabando, sobornos, robos...nada pasaba en este parte de la ciudad sin que él lo supiera. Y su control sobre el populacho sólo se había cimentado aún más desde que había contratado a su nuevo "compañero".
Frente a él se sentaba el pobre Zacarías. Zacarías era el anciano propietario de dicha taberna, la cuál llevaba como negocio familiar junto a sus hijos e hijas. El problema era que Zacarías y su prole habían empezado a retrasarse con sus pagos de protección, e incluso había rumores de que pretendían delatar a Don Gelatto.
De ahí, su visita nocturna con su "compañero"
Él era la tercera persona a la mesa, y la única que de de hecho estaba comiendo. Era un hombre-león albino venido del suroeste llamado Salük. Don Gelatto supo ver enseguida lo mucho que Salük podía aportar a su organización, ya que tener junto a ti una montaña de músculos con garras capaces de abrir cabezas como melones siempre ayudaba a que las negociaciones fueran a tu favor. Por ese motivo, Don Gelatto no dudaba en agasajar a Salük con lujos y festines, pues sabía que era de su interés mantener al hombre-león contento.
La mesa estaba servida con todo tipo de manjares: pollo al horno con la piel crujiente, pata de ternera estofada con patatas, cerdo glaseado... Y en cuanto a la bebida, había desde dulce hidromiel a finos vinos, los cuales Salük se bebía a grandes tragos sin ninguna tapujo. Todo por cuenta de la casa, claro, todo era poco para los queridos "invitados" de Zacarías.
La conversación transcurría como uno esperaba de una situación semejante. Zacarías ponía escusas, Gelatto soltaba alguna que otra amenaza velada, Zacarías suplicaba por su vida et etc. En cierto momento, Gelatto llegó a posar su mano sobre el hombro de Salük, pero una pequeña mirada de advertencia bastó para recordarle que no debía sobrepasarse con la familiaridad.
Si no fuera por la comida, la bebida y el dinero, Salük habría traicionado a Gelatto y lo habría entregado a las autoridades él mismo hacía ya semanas. El hombre era aburridísimo. Salük ya ni lo escuchaba cunado hablaba: poder esto, respeto aquello, seguridad lo otro...al final todo se volvía un zumbido en los oídos del hombre-león.
Llegando ya al final de la velada, uno de los hijos mayores de Zacarías, que parecía haber perdido la paciencia ante los abusos de Don Gelatto, salió de la cocina espada en mano.
-¡No lo voy a tolerar más!-gritó-Tu y tu monstruo no hacéis más que aprovecharos de las familias de esta ciudad! Pude que tengas a la guardia en el bolsillo, ¡pero yo acabaré contigo y con tu mascota!-
Ante tal declaración, el padre del muchacho no pudo sino quedarse blanco me miedo, temiendo por la vida de su retoño. Don Gelatto lo miraba con incredulidad, honestamente sorprendido de saber que había gente tan estúpida en el mundo. Salük, por contra, lo ignoró por completo, continuando con su festín, específicamente con sabroso jamón serrano que él atacaba a grandes bocados directamente de la pata.
Pero el joven parecía ir muy en serio, y se acercaba hacia ellos con la punta del arma hacia sus cuellos. Gelatto empezaba a ponerse nervioso y miraba a Salük con ansiedad.
El hombre-bestia suspiró, realmente odiaba ser interrumpido mientras comía, como cualquier animal. Una vez el joven aspirante a héroe estuviera lo bastante cerca, y tras darle los últimos lametones al hueso del jamón, Salük lo usó para golpear brutalmente la cabeza desprotegida del joven, partiéndolo con un sonoro chasquido (aunque bien podría haber sido el cráneo del hombre, era difícil saberlo)
El muchacho cayó en redondo, como una marioneta con los hilos cortados. Parecía estar vivo, lo que era bueno, según el Don, ya que lo que querían era enviar un mensaje.
Aburrido, y con el apetito arruinado, Salük, aún sin mediar palabra, salía del lugar entre llantos y gritos. Se apoyó en una de las vigas y bostezó, mirando a la Luna.
De repente, algo llamó su atención. Un elfo.
Pero no un elfo cualquiera, Salük conocía el tipo, pelo sedoso, piel perfumada y lavada con sales de baño, ropa cara hecha con finas sedas y una armadura de todo plateado y que brillaba a la luz de la luna. Pero no sólo eso...era como andaba...sus pasos era firmes y decididos, pero también era ágiles y ligeros, parecía que trataba de pisar el suelo con sus botas lo menos posible, como su no fuera digno de sus suelas.
¿El puñetas hacía ese estirado por aquí?
Había atraído la atención de un par de prostitutas, que sorpresa, pero algo le decía que esta noche iba a ser interesante después de todo.
Tres hombres estaban sentados a la mesa. Bueno, 2 hombres y un hombre-bestia. Uno de ellos era Don Gelatto. Don Gelatto era una persona de fama en la ciudad, sobre todo por ser el que controlaba los chanchullos de los barrios bajos: prostitución, apuestas, contrabando, sobornos, robos...nada pasaba en este parte de la ciudad sin que él lo supiera. Y su control sobre el populacho sólo se había cimentado aún más desde que había contratado a su nuevo "compañero".
Frente a él se sentaba el pobre Zacarías. Zacarías era el anciano propietario de dicha taberna, la cuál llevaba como negocio familiar junto a sus hijos e hijas. El problema era que Zacarías y su prole habían empezado a retrasarse con sus pagos de protección, e incluso había rumores de que pretendían delatar a Don Gelatto.
De ahí, su visita nocturna con su "compañero"
Él era la tercera persona a la mesa, y la única que de de hecho estaba comiendo. Era un hombre-león albino venido del suroeste llamado Salük. Don Gelatto supo ver enseguida lo mucho que Salük podía aportar a su organización, ya que tener junto a ti una montaña de músculos con garras capaces de abrir cabezas como melones siempre ayudaba a que las negociaciones fueran a tu favor. Por ese motivo, Don Gelatto no dudaba en agasajar a Salük con lujos y festines, pues sabía que era de su interés mantener al hombre-león contento.
La mesa estaba servida con todo tipo de manjares: pollo al horno con la piel crujiente, pata de ternera estofada con patatas, cerdo glaseado... Y en cuanto a la bebida, había desde dulce hidromiel a finos vinos, los cuales Salük se bebía a grandes tragos sin ninguna tapujo. Todo por cuenta de la casa, claro, todo era poco para los queridos "invitados" de Zacarías.
La conversación transcurría como uno esperaba de una situación semejante. Zacarías ponía escusas, Gelatto soltaba alguna que otra amenaza velada, Zacarías suplicaba por su vida et etc. En cierto momento, Gelatto llegó a posar su mano sobre el hombro de Salük, pero una pequeña mirada de advertencia bastó para recordarle que no debía sobrepasarse con la familiaridad.
Si no fuera por la comida, la bebida y el dinero, Salük habría traicionado a Gelatto y lo habría entregado a las autoridades él mismo hacía ya semanas. El hombre era aburridísimo. Salük ya ni lo escuchaba cunado hablaba: poder esto, respeto aquello, seguridad lo otro...al final todo se volvía un zumbido en los oídos del hombre-león.
Llegando ya al final de la velada, uno de los hijos mayores de Zacarías, que parecía haber perdido la paciencia ante los abusos de Don Gelatto, salió de la cocina espada en mano.
-¡No lo voy a tolerar más!-gritó-Tu y tu monstruo no hacéis más que aprovecharos de las familias de esta ciudad! Pude que tengas a la guardia en el bolsillo, ¡pero yo acabaré contigo y con tu mascota!-
Ante tal declaración, el padre del muchacho no pudo sino quedarse blanco me miedo, temiendo por la vida de su retoño. Don Gelatto lo miraba con incredulidad, honestamente sorprendido de saber que había gente tan estúpida en el mundo. Salük, por contra, lo ignoró por completo, continuando con su festín, específicamente con sabroso jamón serrano que él atacaba a grandes bocados directamente de la pata.
Pero el joven parecía ir muy en serio, y se acercaba hacia ellos con la punta del arma hacia sus cuellos. Gelatto empezaba a ponerse nervioso y miraba a Salük con ansiedad.
El hombre-bestia suspiró, realmente odiaba ser interrumpido mientras comía, como cualquier animal. Una vez el joven aspirante a héroe estuviera lo bastante cerca, y tras darle los últimos lametones al hueso del jamón, Salük lo usó para golpear brutalmente la cabeza desprotegida del joven, partiéndolo con un sonoro chasquido (aunque bien podría haber sido el cráneo del hombre, era difícil saberlo)
El muchacho cayó en redondo, como una marioneta con los hilos cortados. Parecía estar vivo, lo que era bueno, según el Don, ya que lo que querían era enviar un mensaje.
Aburrido, y con el apetito arruinado, Salük, aún sin mediar palabra, salía del lugar entre llantos y gritos. Se apoyó en una de las vigas y bostezó, mirando a la Luna.
De repente, algo llamó su atención. Un elfo.
Pero no un elfo cualquiera, Salük conocía el tipo, pelo sedoso, piel perfumada y lavada con sales de baño, ropa cara hecha con finas sedas y una armadura de todo plateado y que brillaba a la luz de la luna. Pero no sólo eso...era como andaba...sus pasos era firmes y decididos, pero también era ágiles y ligeros, parecía que trataba de pisar el suelo con sus botas lo menos posible, como su no fuera digno de sus suelas.
¿El puñetas hacía ese estirado por aquí?
Había atraído la atención de un par de prostitutas, que sorpresa, pero algo le decía que esta noche iba a ser interesante después de todo.
Salük
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Re: Nuevos caminos, nuevas relaciones [LIBRE] - [5/5]
- Si repito tu nombre
después de otra jornada a~
El laúd lo acompañaba al compás de su voz, generando una armonía única. Las personas para van a su alrededor, algunos se quedaban a observar, otros eran intermitentes y entre pasos y pausas miraban de reojo y y otros varios seguían con su vida como si nada pero echaban una mirada sutil y una sonrisa cómo saludo de despedida.
- y otra noche conmigo
alrededor tu olor me recorre
y entre pecho y guitarra
se hace más el vacío,~
Prefería no sentarse cuando sus dedos danzaban sobre las pequeñas cuerdas0 tenzas, el gran Silkha brinda un espectáculo gratuito, único y sin antecedentes con la canción en el último ensayo le había quedado de maravillas; junto a él, en el suelo, un gran sombrero de Tela gruesa de un color muy oscuro con unos bordados dorados que parecían ser célticos, yacía boca arriba con unos cuantos Aeros perdidos en su interior en espera de otras alhajas similares.
-si estas manos entre acorde y acorde
acordándose van de tu pelo
no hace falta tanto cielo
si la luna de tu piel no está.~
Sus ojos nocturnos escudriñaban la noche entre parpadeos pícaros con intenciones imperceptibles, la melodía respondía en buen tiempo con sus acordes al llamado de las palabras del muchacho, y ligeros ademanes con el cuerpo lo acompañaban convirtiendo aquella simple Trova romántica en parte de un show para la gente del poblado, porque eso era el muchacho, no sólo un lobo vagabundo, con buena voz, sensual mirada y hambre de ajenos, también era teatro, espectáculo, glamur, delicadeza y femeneidad, suerte y va más allá de una moneda para comer, más bien la expresión de su alma te buscaba con desesperación saciar su apetito de grandeza, de atención y de aplausos.
- Si entre verso y respiro
se abre un azul profundo
que va tiñendo el tiempo,~
Pero desnudar y exteriorizar su alma no era el único fin se cantaba a la luz de la luna en una ciudad tan grande y tan rica en su diversidad de habitantes como lo era Lunargenta, no, Silkha tenía otros objetivos, y no fue Sino hasta este verso que sus orbes oscuros encontraron una presa excepcional entre la jungla de pueblerinos. Se separó de sus pertenencias unos cuantos pasos, poco le importaba si le robaba o no puesto que que el gorro ni le pertenecía, lo había tomado prestado Sin dar aviso a otro colega en la entrada al pueblo, con monedas y todo.
- si a contraluz te miro
y se hace más agudo
el filo de tu cuerpo- levantó la voz en las últimas palabras y se detuvo cortando el paso, buscando llamar la atención de aquel caballero esbelto con prendas que derrocha van fortuna y Aires de superioridad A quién ahora increpaba.
-Si esta nota no alcanza a tu tono
y entonándote vuelo y respiro
no estoy solo, voy conmigo
y la estela de este canto atrás.~
Sus ojos juguetones recorrieron desde su cintura por el contorno de su torso hacía la línea de su clavícula a somándose hacia el cuello para finalmente concentrarse en su mirada mientras su cantar parecía una conversación que intentaba sostener con el elfo.
- Puedo hablar de ti con mis amigos,
mi canto, mi silencio, mi conmigo,
puedo hallar tu rastro si lo quiero hoy
sé perfectamente donde te dejé.
Bajé entonces instrumento dispuesto a sesar mi Canto pero un alma caritativa que interpretó el buen ambiente con guitarra en mano replicó los primeros acordes, estas cosas sólo pasaban en ciudades como estas, una conexión inédita que parecía salida de cuentos de hadas y ensayada con anterioridad, pero no sólo era la magia dile luna y el poder de la música vibrando todos.
El el perro no pude evitar voltearse para ver la explendida sonrisa qué sostenía aquel que lo acompañó con sus cuerdas, y con gesto llena de alegría centrarse en quién, para todo el público allí presente, ir a la presa del muchacho.
- Si repito tu nombre
después de otra jornada a
y otra noche conmigo
alrededor tu olor me recorre~
Rematando con el canto, tejido nuevamente acercándose un medio paso para permitir la sus ojos apreciar sus facciones con más claridad. Tenía que marcar terreno antes de que lo reclamasen las demás perras baratas de la ciudad.
-y entre pecho y guitarra
se hace más el vacío,
si estas manos entre acorde y acorde
acordándose van de tu pelo - levantó la mano acompañando sus palabras y sujeto un mechon, robándole agua de oro a la cascada que fluya por detrás y aquella puntiaguda oreja, acariciaba su cuello y se quebraba en los hombros ajenos.
- no hace falta tanto cielo
si la luna de tu piel no estaaaaaaaaaá.- sostuvo la última letra mientras acercaba su mano con la hebra doradao ik n hasta su nariz para percibir las fragancias que mantenían tan sedoso y cuidado brillo.
Silkha Bunny
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Re: Nuevos caminos, nuevas relaciones [LIBRE] - [5/5]
En ocasiones, los orgánicos podían ser sumamente insistentes.
-¿Que tal cuarenta Aeros? -
-No - dije en tono neutro.
No me molestaba que lo fueran, ya que no era capaz de sentir algo como “molestia” [Acción y efecto de molestar o molestarse] pero, por mi experiencia junto a los de su especie, podía suponer que para otro orgánico la persistencia de este podría generar una experiencia desagradable.
-¿Sesenta Aeros? -
-No -
Mis practicas anteriores realizando esa actividad que los humanos llamaban “regateo” habían sido igual de infructuosas que en esta oportunidad. Entendía que, en la teoría, ambas partes debían ofertar el precio que consideraban justo por el objeto que estaba en disputa. El problema era que no entendía la necesidad de ofrecer distintos números si ambas partes conocíamos el precio real. Y en este caso en particular, el dilema central era que el objeto que el humano quería comprar no estaba a la venta.
-Cien Aeros y es mi última oferta - Me dijo mientras detenía mi andar apoyando una mano en mi hombro.
-ATAC no está a la venta - Volví a repetirle en tono neutro.
-Entonces alguno de los otros dos ¿Para que quieres tres? Véndeme uno y todos contentos -
-No tengo la capacidad de estar contenta. Y cada uno de mis robots tiene una función específica, por eso requiero de los tres - Ya era tarde, y había prometido a Sophitia que regresaría rápido a la posada en la que nos estábamos quedando. Pero ese orgánico no dejaba de insistir con comprarme uno de los robots y retrasaba mi regreso - Por favor, necesito irme -
-Mira, vengo siguiéndote hace como diez calles y llevo ofreciendote muy generosas ofertas desde hace como una hora...-
-Fueron ocho calles, y veintidós minutos de negociación - Lo corregí de inmediato.
-Lo que sea. La cuestión es, que llevo un rato en esto y creo que me merezco que al menos lo reconsideres - Apretó el agarre.
Mire su mano, luego lo mire a él, no sentía miedo ya que ese era un sentimiento demasiado complejo para mi sistema, más bien intentaba pensar un modo efectivo de solucionar la cuestión sin lastimar, decepcionar o frustrar al orgánico. ATAC resolvió el asunto sin esperar ninguna orden, fue caminando hasta pararse en mi hombro y apuntó al sujeto con su arma de clavos.
-¿Que está intentando hacer esa cosa...? - Llegué a tiempo para desviar el brazo de ATAC y que el primer clavo pasara cerca del rostro del orgánico pero sin lastimarlo. No contento con eso, el robot comenzó a disparar en varias direcciones, y como era de esperarse la gente de alrededor se asustó y comenzó a alejarse.
Agarré a ATAC con la única mano que tenía y lo metí a la fuerza en mi mochila, las puntas de varios clavos rompieron la tela ya que el robot continuó disparando mientras estaba dentro.
----------------------------------------------------------------------------------------------------------------
-En este punto de la historia, Zöe aún está en reparación ^^ Así que sólo tiene un brazo, el otro termina en el hombro.
- Fichas de ATAC/SEPA-IV/AMA ( [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] )
-La idea es que el escándalo sea justo al lado de donde Silkha está haciendo su presentación.
-¿Que tal cuarenta Aeros? -
-No - dije en tono neutro.
No me molestaba que lo fueran, ya que no era capaz de sentir algo como “molestia” [Acción y efecto de molestar o molestarse] pero, por mi experiencia junto a los de su especie, podía suponer que para otro orgánico la persistencia de este podría generar una experiencia desagradable.
-¿Sesenta Aeros? -
-No -
Mis practicas anteriores realizando esa actividad que los humanos llamaban “regateo” habían sido igual de infructuosas que en esta oportunidad. Entendía que, en la teoría, ambas partes debían ofertar el precio que consideraban justo por el objeto que estaba en disputa. El problema era que no entendía la necesidad de ofrecer distintos números si ambas partes conocíamos el precio real. Y en este caso en particular, el dilema central era que el objeto que el humano quería comprar no estaba a la venta.
-Cien Aeros y es mi última oferta - Me dijo mientras detenía mi andar apoyando una mano en mi hombro.
-ATAC no está a la venta - Volví a repetirle en tono neutro.
-Entonces alguno de los otros dos ¿Para que quieres tres? Véndeme uno y todos contentos -
-No tengo la capacidad de estar contenta. Y cada uno de mis robots tiene una función específica, por eso requiero de los tres - Ya era tarde, y había prometido a Sophitia que regresaría rápido a la posada en la que nos estábamos quedando. Pero ese orgánico no dejaba de insistir con comprarme uno de los robots y retrasaba mi regreso - Por favor, necesito irme -
-Mira, vengo siguiéndote hace como diez calles y llevo ofreciendote muy generosas ofertas desde hace como una hora...-
-Fueron ocho calles, y veintidós minutos de negociación - Lo corregí de inmediato.
-Lo que sea. La cuestión es, que llevo un rato en esto y creo que me merezco que al menos lo reconsideres - Apretó el agarre.
Mire su mano, luego lo mire a él, no sentía miedo ya que ese era un sentimiento demasiado complejo para mi sistema, más bien intentaba pensar un modo efectivo de solucionar la cuestión sin lastimar, decepcionar o frustrar al orgánico. ATAC resolvió el asunto sin esperar ninguna orden, fue caminando hasta pararse en mi hombro y apuntó al sujeto con su arma de clavos.
-¿Que está intentando hacer esa cosa...? - Llegué a tiempo para desviar el brazo de ATAC y que el primer clavo pasara cerca del rostro del orgánico pero sin lastimarlo. No contento con eso, el robot comenzó a disparar en varias direcciones, y como era de esperarse la gente de alrededor se asustó y comenzó a alejarse.
Agarré a ATAC con la única mano que tenía y lo metí a la fuerza en mi mochila, las puntas de varios clavos rompieron la tela ya que el robot continuó disparando mientras estaba dentro.
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-En este punto de la historia, Zöe aún está en reparación ^^ Así que sólo tiene un brazo, el otro termina en el hombro.
- Fichas de ATAC/SEPA-IV/AMA ( [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] )
-La idea es que el escándalo sea justo al lado de donde Silkha está haciendo su presentación.
Zöe
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Re: Nuevos caminos, nuevas relaciones [LIBRE] - [5/5]
Desconocedor como era de la forma en la que estaba siendo acechado, mi movimiento por la ciudad, o al menos, por aquellos barrios de la ciudad, estaba siendo especialmente productiva.
Mis interacciones con los tristes residentes de estos individuos estaban siendo muy instructivas. Y mis paseos estaban dando muchos frutos respecto a la información que uno podía llegar a recolectar si simplemente observaba en silencio.
Mis pasos me llevaron de un punto a otro hasta que, por motivos varios, me encontré en una calle que no reconocía. Las luces habían cambiado y, incluso en un punto de poca inteligencia como era ese lugar, su arquitectura podía ser endiabladamente enrevesada, incluso para esos paletos podían hacer de vez en cuando pequeños laberintos de edificios y luces.
Si, estaba perdido.
Pensativamente, recapacite mis anteriores movimientos. Recordaba haber tomado un par de calles menores justo poco después de que aquel "musico" se interpusiera en mi camino y obligara a mi persona a centrar la atención en el. Si bien era algo entretenido, y su mensaje era alentador, su porte y constancia carecían de la sutileza necesaria como para que yo le aplaudiera. No obstante, su mirada tenia algo en ella que me hizo querer descubrir más, por lo que cometí entonces el error de sonreírle ante tal muestra de falta de educación y le sostuve la mirada largamente mientras caminaba por la calle. Es posible pues que en ese momento perdiera la noción.
Sus caricias y forma de tocarme me habían despertado pensamientos impíos. Quería probar su carne, pero desde luego, no era algo que estuviera dispuesto a entregar con facilidad a la plebe. Le dedique una sonrisa antes de irme en ese momento... ¿Pero porque calle me fui entonces?
"Maldito joven de ojos marrones." Pensé entonces para mi. Si bien estaba claro que no era más que un joven con aires de don de música, había hecho que me perdiera en ese lugar lleno de inmundicia. Si lo volvía a ver... Quizás le daba un par de azotes.
Sonrei con la mirada ante esa idea que me cruzaba la mente.
Mientras estaba perdido en mis pensamientos, me había percatado que un par de damas, de dudosa forma de andar y moverse, llevaban ojeándome desde una esquina desde hacia unos minutos. Parecían hablar en un idioma distinto y algo tosco, con palabras como "Shosho" y "metehidisfrutah" que no fui capaz de reconocer en mi culto lenguaje. Procure mantener mi postura erguida a medida que las ignoraba lo más estilosamente posible.
Medité sobre mis pasos, deteniéndome en mitad de la calle. Miré hacia atrás. No reconocía tampoco el camino. Pese a mi precaria situación, mantuve mi elegante postura mientras me acariciaba la barbilla con una sonrisa. Bien tenia que considerar mi siguiente paso, pronto seria incluso una hora de comer y tenia que buscar un sitio que me satisficiera y tuviera un mínimo de clase para mi persona.
Fue entonces cuando un ruido me sorprendió de mi derecha. Parecía una taberna, pero dentro había mucho ruido. Primero, sonaron unos gritos que parecían provenir de alguien enfadado. Luego, un movimiento de muebles, como si se desplazara algo de gran tamaño en breve. Luego, el sonar de un crujir como un gran estruendo. Me quede mirando la entrada de la taberna un rato hasta que finalmente salió de ella una enorme figura con rasgos de león. Su pelaje era blanco, frondoso y muy bello. Todo eso esculpido sobre un voluminoso y cargado cuerpo de músculos y pectorales.
Alce una ceja con una sonrisa, agradado por la vista, pero mantuve mi férrea mirada, siendo mi punto de elegancia en ese mar de meados, podredumbre y mierda que rodeaba toda esa ciudad, y la enorme masa de músculos que ahora se erguía frente a mi.
Si bien el hombre-bestia se percato o no de mi presencia originalmente, no lo mostro en exceso. Parecía distraído con el cielo. Yo por mi parte lo estudie un rato más antes de percatarme de algo más allá del entorno.
De la taberna, provenía un dulce y embriagante olor a deliciosa comida. Un pequeño y modesto manjar, sin duda, pero olía mejor que todo lo que había olido en días. No dude demasiado e inicie un paso firme y elegante hacia la taberna de donde había salido el enorme hombre-bestia.
- Disculpa. - Dije mientras pasaba por su lado y me dirigía al interior.
No me detuve, tampoco me volteé. Ande con premura y paso férreo al interior, donde me encontré lo que había causado el ruido de haría unos minutos.
En el suelo, tirado, había un joven con una herida bastante fea en la cabeza. Un hombre, de apariencia aproximada al joven del suelo, estaba a su lado mirando como (lo que entendí que era su hijo) perdía la vida mientras la sangre abandonaba su cuerpo. Luego, sentado en una mesa, había un señor de aspecto ridículo que me miro con incredulidad.
- Buenas noches, caballeros. No se molesten en levantarse, esta claro que ninguno de ustedes carece de las formas adecuadas para hacerlo mínimamente como corresponde.
Sin decir nada más, me senté en la mesa donde estaba la comida. Había un apartado entre los platos que había sido manoseado y faltaban pedazos de distintos platos, además de que estaba todo lleno de manchas alrededor. Supuse que era donde estaba comiendo el tipo de fuera.
Tome una servilleta y me la coloque en el cuello antes de buscar a mi alrededor unos cubiertos. No tuve éxito en mi búsqueda e hice una mueca. Me gire hacia el (casi) niño-muerto y su padre.
- Viendo la calidad del local seria estúpidamente optimista esperar que cuente con utensilios dignos de una comida, pero ¿cree que podría traerme un cuchillo?
Le sonreí con educación, pero dejando claro que no era una pregunta que dejara lugar a un "no" por respuesta. Si bien estaba claro que ahí estaba pasando algún tipo de situación, nadie sabia quien era yo, por lo que ambos estábamos en una situación de igualdad de condiciones. Solo tenia que hacerles creer, tanto al señor ridículo como al padre del niño muerto que yo tenia el control de una situación en la que, realmente, ni siquiera sabia como había llegado a ella.
Mis interacciones con los tristes residentes de estos individuos estaban siendo muy instructivas. Y mis paseos estaban dando muchos frutos respecto a la información que uno podía llegar a recolectar si simplemente observaba en silencio.
Mis pasos me llevaron de un punto a otro hasta que, por motivos varios, me encontré en una calle que no reconocía. Las luces habían cambiado y, incluso en un punto de poca inteligencia como era ese lugar, su arquitectura podía ser endiabladamente enrevesada, incluso para esos paletos podían hacer de vez en cuando pequeños laberintos de edificios y luces.
Si, estaba perdido.
Pensativamente, recapacite mis anteriores movimientos. Recordaba haber tomado un par de calles menores justo poco después de que aquel "musico" se interpusiera en mi camino y obligara a mi persona a centrar la atención en el. Si bien era algo entretenido, y su mensaje era alentador, su porte y constancia carecían de la sutileza necesaria como para que yo le aplaudiera. No obstante, su mirada tenia algo en ella que me hizo querer descubrir más, por lo que cometí entonces el error de sonreírle ante tal muestra de falta de educación y le sostuve la mirada largamente mientras caminaba por la calle. Es posible pues que en ese momento perdiera la noción.
Sus caricias y forma de tocarme me habían despertado pensamientos impíos. Quería probar su carne, pero desde luego, no era algo que estuviera dispuesto a entregar con facilidad a la plebe. Le dedique una sonrisa antes de irme en ese momento... ¿Pero porque calle me fui entonces?
"Maldito joven de ojos marrones." Pensé entonces para mi. Si bien estaba claro que no era más que un joven con aires de don de música, había hecho que me perdiera en ese lugar lleno de inmundicia. Si lo volvía a ver... Quizás le daba un par de azotes.
Sonrei con la mirada ante esa idea que me cruzaba la mente.
Mientras estaba perdido en mis pensamientos, me había percatado que un par de damas, de dudosa forma de andar y moverse, llevaban ojeándome desde una esquina desde hacia unos minutos. Parecían hablar en un idioma distinto y algo tosco, con palabras como "Shosho" y "metehidisfrutah" que no fui capaz de reconocer en mi culto lenguaje. Procure mantener mi postura erguida a medida que las ignoraba lo más estilosamente posible.
Medité sobre mis pasos, deteniéndome en mitad de la calle. Miré hacia atrás. No reconocía tampoco el camino. Pese a mi precaria situación, mantuve mi elegante postura mientras me acariciaba la barbilla con una sonrisa. Bien tenia que considerar mi siguiente paso, pronto seria incluso una hora de comer y tenia que buscar un sitio que me satisficiera y tuviera un mínimo de clase para mi persona.
Fue entonces cuando un ruido me sorprendió de mi derecha. Parecía una taberna, pero dentro había mucho ruido. Primero, sonaron unos gritos que parecían provenir de alguien enfadado. Luego, un movimiento de muebles, como si se desplazara algo de gran tamaño en breve. Luego, el sonar de un crujir como un gran estruendo. Me quede mirando la entrada de la taberna un rato hasta que finalmente salió de ella una enorme figura con rasgos de león. Su pelaje era blanco, frondoso y muy bello. Todo eso esculpido sobre un voluminoso y cargado cuerpo de músculos y pectorales.
Alce una ceja con una sonrisa, agradado por la vista, pero mantuve mi férrea mirada, siendo mi punto de elegancia en ese mar de meados, podredumbre y mierda que rodeaba toda esa ciudad, y la enorme masa de músculos que ahora se erguía frente a mi.
Si bien el hombre-bestia se percato o no de mi presencia originalmente, no lo mostro en exceso. Parecía distraído con el cielo. Yo por mi parte lo estudie un rato más antes de percatarme de algo más allá del entorno.
De la taberna, provenía un dulce y embriagante olor a deliciosa comida. Un pequeño y modesto manjar, sin duda, pero olía mejor que todo lo que había olido en días. No dude demasiado e inicie un paso firme y elegante hacia la taberna de donde había salido el enorme hombre-bestia.
- Disculpa. - Dije mientras pasaba por su lado y me dirigía al interior.
No me detuve, tampoco me volteé. Ande con premura y paso férreo al interior, donde me encontré lo que había causado el ruido de haría unos minutos.
En el suelo, tirado, había un joven con una herida bastante fea en la cabeza. Un hombre, de apariencia aproximada al joven del suelo, estaba a su lado mirando como (lo que entendí que era su hijo) perdía la vida mientras la sangre abandonaba su cuerpo. Luego, sentado en una mesa, había un señor de aspecto ridículo que me miro con incredulidad.
- Buenas noches, caballeros. No se molesten en levantarse, esta claro que ninguno de ustedes carece de las formas adecuadas para hacerlo mínimamente como corresponde.
Sin decir nada más, me senté en la mesa donde estaba la comida. Había un apartado entre los platos que había sido manoseado y faltaban pedazos de distintos platos, además de que estaba todo lleno de manchas alrededor. Supuse que era donde estaba comiendo el tipo de fuera.
Tome una servilleta y me la coloque en el cuello antes de buscar a mi alrededor unos cubiertos. No tuve éxito en mi búsqueda e hice una mueca. Me gire hacia el (casi) niño-muerto y su padre.
- Viendo la calidad del local seria estúpidamente optimista esperar que cuente con utensilios dignos de una comida, pero ¿cree que podría traerme un cuchillo?
Le sonreí con educación, pero dejando claro que no era una pregunta que dejara lugar a un "no" por respuesta. Si bien estaba claro que ahí estaba pasando algún tipo de situación, nadie sabia quien era yo, por lo que ambos estábamos en una situación de igualdad de condiciones. Solo tenia que hacerles creer, tanto al señor ridículo como al padre del niño muerto que yo tenia el control de una situación en la que, realmente, ni siquiera sabia como había llegado a ella.
Erenair
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Re: Nuevos caminos, nuevas relaciones [LIBRE] - [5/5]
No fueron las únicas en fijarse en el elfo, evidentemente; destacaba demasiado. El hombre acabó "chocando" con una de esas criaturas que, sin ser nocturnas, trabajaban la noche como elemento propio entre las piernas. Le cantó y todo, pero no consiguió del susodicho más que un gesto de descarte.
Nayru contempló al muchacho y su laúd preguntándose a cuánto ascendería el alquiler de sus venas, y si sabría bien, en todos los sentidos. Fémur interrumpió sus pensamientos con brusquedad al darle un tirón empujándola contra la pared de una casa. La escena general pronto se desvió hacia el caos momentáneo con un sonido repentino y repetitivo que sonaba extraño, demasiado regular para ser natural. Una mujer chilló, un hombre con una herida en la mejilla salió corriendo maldiciendo los muertos de alguien.
El asunto no causó demasiado revuelo porque, bueno, era una noche concurrida, las peleas ocurrían, los borrachos rondaban, los ladrones y los crápulas se buscaban la vida. Pero las vampiresas encontraron con facilidad el origen del tumulto porque no en vano eran del tipo atento: una mujer de cabello platino y expresión impasible que con ayuda de un único brazo metía algo en su mochila.
-¿Lo has visto? -exclamó la pelirroja con los ojos muy abiertos.- Dime que lo has visto. Nos ha pasado a un pelo de distancia.
-¿El qué?
-Joder Nay. Esa tipa tenía algo en la mano que empezó a... disparar, supongo. Un objeto. Mira, rompió eso. -señaló con la cabeza unos cántaros de barro a un metro de distancia, a lado de la puerta de la casa de alguien. Un par de ellos estaban rotos, el dudoso contenido desparramándose libre sobre el empedrado.- Como flechas invisibles.
-Esto es raro. -murmuró la morena, recorriendo la escena con la mirada. Lo más raro de todo era la mujer en sí, que tampoco parecía nada del otro mundo.- ¿Será un objeto mágico...?
Buscó al elfo que había perdido de vista, sólo para encontrarlo caminando muy decidido hacia el local de Zacarías como si fuera su casa. ¿Aquel en la entrada era...? Sí que lo era. El león blanco en forma de hombre que últimamente acompañaba a Gelatto allá donde fuera como una nueva mascota.
-¿Y a dónde va ese imbécil ahora?
La presencia del felino evidentemente marcaba también la presencia de Gelatto, y a juzgar por la ausencia de clientes en la taberna la vampiresa dedujo que estaban tratando sus propios asuntos. No era lugar, ni momento, para que ese relamido metiera las manos en asuntos ajenos. La morena había colaborado más de una vez con el Don y sabía que su paciencia era muy corta en cuestión de negocios.
-Nayru. Quién, por toda la lencería sagrada de Habak, es ese hombre. -gruñó Fémur en tono bajo.
-La mascota de Gelatto, ya te lo comenté una vez.
-Se te olvidó mencionar esos brazos... y pectorales... y colmillos...
-No te pongas cachonda ahora que no es el momento.
-Hay que hacer cosas buenas en la vida, amiga mía. Devolverle la libertad a las bestias domesticadas debería ser una prioridad de orden religioso. Rawr.
-Deja de pensar con la vagina, desgraciada.
-Vamos. Tú persigues a tu elfito y yo charlo un rato con el gatito.
-¡Fémur!
Exclamó saliendo detrás de ella, tratando de detenerla. En vano, porque tan pronto corrió tras su amiga chocó contra lo que en un principio pensó que era un muro. Resultó que no, que era la mujer de las flechas invisibles. Se disculpó con el ceño fruncido, observando el rostro inamovible. Sin pensarlo siquiera hundió el índice en el torso de la rubia, porque a veces la intuición hace cosas raras en los momentos menos adecuados.
Nayru contempló al muchacho y su laúd preguntándose a cuánto ascendería el alquiler de sus venas, y si sabría bien, en todos los sentidos. Fémur interrumpió sus pensamientos con brusquedad al darle un tirón empujándola contra la pared de una casa. La escena general pronto se desvió hacia el caos momentáneo con un sonido repentino y repetitivo que sonaba extraño, demasiado regular para ser natural. Una mujer chilló, un hombre con una herida en la mejilla salió corriendo maldiciendo los muertos de alguien.
El asunto no causó demasiado revuelo porque, bueno, era una noche concurrida, las peleas ocurrían, los borrachos rondaban, los ladrones y los crápulas se buscaban la vida. Pero las vampiresas encontraron con facilidad el origen del tumulto porque no en vano eran del tipo atento: una mujer de cabello platino y expresión impasible que con ayuda de un único brazo metía algo en su mochila.
-¿Lo has visto? -exclamó la pelirroja con los ojos muy abiertos.- Dime que lo has visto. Nos ha pasado a un pelo de distancia.
-¿El qué?
-Joder Nay. Esa tipa tenía algo en la mano que empezó a... disparar, supongo. Un objeto. Mira, rompió eso. -señaló con la cabeza unos cántaros de barro a un metro de distancia, a lado de la puerta de la casa de alguien. Un par de ellos estaban rotos, el dudoso contenido desparramándose libre sobre el empedrado.- Como flechas invisibles.
-Esto es raro. -murmuró la morena, recorriendo la escena con la mirada. Lo más raro de todo era la mujer en sí, que tampoco parecía nada del otro mundo.- ¿Será un objeto mágico...?
Buscó al elfo que había perdido de vista, sólo para encontrarlo caminando muy decidido hacia el local de Zacarías como si fuera su casa. ¿Aquel en la entrada era...? Sí que lo era. El león blanco en forma de hombre que últimamente acompañaba a Gelatto allá donde fuera como una nueva mascota.
-¿Y a dónde va ese imbécil ahora?
La presencia del felino evidentemente marcaba también la presencia de Gelatto, y a juzgar por la ausencia de clientes en la taberna la vampiresa dedujo que estaban tratando sus propios asuntos. No era lugar, ni momento, para que ese relamido metiera las manos en asuntos ajenos. La morena había colaborado más de una vez con el Don y sabía que su paciencia era muy corta en cuestión de negocios.
-Nayru. Quién, por toda la lencería sagrada de Habak, es ese hombre. -gruñó Fémur en tono bajo.
-La mascota de Gelatto, ya te lo comenté una vez.
-Se te olvidó mencionar esos brazos... y pectorales... y colmillos...
-No te pongas cachonda ahora que no es el momento.
-Hay que hacer cosas buenas en la vida, amiga mía. Devolverle la libertad a las bestias domesticadas debería ser una prioridad de orden religioso. Rawr.
-Deja de pensar con la vagina, desgraciada.
-Vamos. Tú persigues a tu elfito y yo charlo un rato con el gatito.
-¡Fémur!
Exclamó saliendo detrás de ella, tratando de detenerla. En vano, porque tan pronto corrió tras su amiga chocó contra lo que en un principio pensó que era un muro. Resultó que no, que era la mujer de las flechas invisibles. Se disculpó con el ceño fruncido, observando el rostro inamovible. Sin pensarlo siquiera hundió el índice en el torso de la rubia, porque a veces la intuición hace cosas raras en los momentos menos adecuados.
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Re: Nuevos caminos, nuevas relaciones [LIBRE] - [5/5]
El elfo, aparentemente satisfecho por el porte del hombre bestia, mostró una pequeña sonrisa. Y luego simplemente entro en la taberna.
Esto confundió a Salük, Gelatto no le había comentado nada de que habría más invitados. Pero, fiel a su filosofía, el felino simplemente se encogió de hombros y le siguió.
Zacarías y dos de sus hijas había conseguido parar el sangrado de muchacho, le iba a quedar una buena cicatriz, pero probablemente sobreviviría, si Salük hubiera querido matarlo, habría usado su cuchillo o sus garras.
Una vez más, el elfo se las empeño para asombrar a Salük, ya que, ignorando la situación en la que se encontraba, simplemente se limitó a sentarse, pedir unos cubiertos, y empezar a comer. Era una vista tan insólita, que hasta la familia de Zacarías se quedo sin habla.
Gelatto miró a Salük, no se atrevía a decir nada pero la vena que se asomaba por su sien decía que estaba a punto de perder la paciencia.
Y la gota que colmó el vaso fue una serie de explosiones que parecía venir del exterior, pero por la ventana entró un pequeñísimo proyectil, pero era lo bastante potente como para hacer un agujero en la pared de la taberna y apunto estuvo de volar la cabeza del Don.
La familia de Zacarías estaba confusa y más asustada si cabe, un elfo desconocido con aires de grandeza se estaba comiendo su comida, alguien les estaba disparando y lo que parecían un par de prostitutas se había asomado a curiosear.
La situación se había descontrolado, nadie sabía que puñetas estaba pasando y el pobre Don perdió completamente sus estribos.
¡AAAGGHH! ¿¡QUE ESTÁ PASANDO AQUIII!? QUE TODO EL MUNDO SE CALLE. SALÜK, ¿PARA QUE TE CREES TE TE PAGO, MALDITA BESTIA? ¡HAZ ALGO!-
Tras ese grito histérico, la taberna se quedó en relativo silencio, la mayoría de las miradas se encontraron en Salük, esperando alguna reacción.
Cuando la gente ve a Salük, sobre todo en los habientes en los que se mueve, era fácil considerarlo como un bruto sin cerebro. Pero, si bien Salük no era un ser "culto", eso no significaba que fuera tonto, de hecho, como ser salvaje que era, tenía buenos instintos y una buena capacidad para analizar situaciones:
1º Un elfo desconocido, pero con muy buenas ropas, entra sin permiso y empieza a comer como si ese banquete se hubiera preparado para él. Un par de damas de la noche sienten interés por él.
Hipótesis: El elfo viene de algún lugar donde lo ha tenido todo en bandeja, por lo que no tiene ni idea de como funciona el mundo real. Eso, o está loco...en cualquier caso, parece tener dinero.
2º Un proyectil desconocido, que huele a pólvora, ha entrado por la ventana y casi nos da.
Hipótesis: dado que el Elfo sigue tan tranquilo, significa que él no era el objetivo, pero en algún lugar hay una pelea.
Tomando todos estos hechos en cuenta, la conclusión era obvia.
La compañía de este elfo sería mucho más lucrativa y, más importante, más entretenida que la de Gelatto.
Una vez tomada su decisión, Salük actuó.
Se acercó lentamente a Don Gelatto, con cada paso que daba hacia él, la diferencia de tamaño se hacía cada vez más evidente. Después, por primera vez en toda la noche, Salük habló.
-Calla.-Su voz era grave, casi forzada. Era la voz que salía de una garganta que no estaba hecha para hablar la lengua de los hombres.
A esa única palabra le siguió una fuerte bofetada con el reverso de su garra, no tan fuerte como para romper su cuello, pero lo bastante como para noquearlo. El Don se derrumbó sobre las maderas de la taberna, si emitir siquiera un quejido.
Después, Salük tomó al pequeño humano por el cuello de su gabán, y lo levanto sin esfuerzo con un brazo, después, usando su machete, clavó el cuello de la camisa en la pared, haciéndolo colgar cómicamente de la misma.
Después, con toda tranquilidad, tomó una silla junto al elfo, y se sentó. Después, con un gesto con la garra, invitó a las mujeres a pasar. Estaba ansioso por descubrir que otras sorpresas le había preparado la noche.
Esto confundió a Salük, Gelatto no le había comentado nada de que habría más invitados. Pero, fiel a su filosofía, el felino simplemente se encogió de hombros y le siguió.
Zacarías y dos de sus hijas había conseguido parar el sangrado de muchacho, le iba a quedar una buena cicatriz, pero probablemente sobreviviría, si Salük hubiera querido matarlo, habría usado su cuchillo o sus garras.
Una vez más, el elfo se las empeño para asombrar a Salük, ya que, ignorando la situación en la que se encontraba, simplemente se limitó a sentarse, pedir unos cubiertos, y empezar a comer. Era una vista tan insólita, que hasta la familia de Zacarías se quedo sin habla.
Gelatto miró a Salük, no se atrevía a decir nada pero la vena que se asomaba por su sien decía que estaba a punto de perder la paciencia.
Y la gota que colmó el vaso fue una serie de explosiones que parecía venir del exterior, pero por la ventana entró un pequeñísimo proyectil, pero era lo bastante potente como para hacer un agujero en la pared de la taberna y apunto estuvo de volar la cabeza del Don.
La familia de Zacarías estaba confusa y más asustada si cabe, un elfo desconocido con aires de grandeza se estaba comiendo su comida, alguien les estaba disparando y lo que parecían un par de prostitutas se había asomado a curiosear.
La situación se había descontrolado, nadie sabía que puñetas estaba pasando y el pobre Don perdió completamente sus estribos.
¡AAAGGHH! ¿¡QUE ESTÁ PASANDO AQUIII!? QUE TODO EL MUNDO SE CALLE. SALÜK, ¿PARA QUE TE CREES TE TE PAGO, MALDITA BESTIA? ¡HAZ ALGO!-
Tras ese grito histérico, la taberna se quedó en relativo silencio, la mayoría de las miradas se encontraron en Salük, esperando alguna reacción.
Cuando la gente ve a Salük, sobre todo en los habientes en los que se mueve, era fácil considerarlo como un bruto sin cerebro. Pero, si bien Salük no era un ser "culto", eso no significaba que fuera tonto, de hecho, como ser salvaje que era, tenía buenos instintos y una buena capacidad para analizar situaciones:
1º Un elfo desconocido, pero con muy buenas ropas, entra sin permiso y empieza a comer como si ese banquete se hubiera preparado para él. Un par de damas de la noche sienten interés por él.
Hipótesis: El elfo viene de algún lugar donde lo ha tenido todo en bandeja, por lo que no tiene ni idea de como funciona el mundo real. Eso, o está loco...en cualquier caso, parece tener dinero.
2º Un proyectil desconocido, que huele a pólvora, ha entrado por la ventana y casi nos da.
Hipótesis: dado que el Elfo sigue tan tranquilo, significa que él no era el objetivo, pero en algún lugar hay una pelea.
Tomando todos estos hechos en cuenta, la conclusión era obvia.
La compañía de este elfo sería mucho más lucrativa y, más importante, más entretenida que la de Gelatto.
Una vez tomada su decisión, Salük actuó.
Se acercó lentamente a Don Gelatto, con cada paso que daba hacia él, la diferencia de tamaño se hacía cada vez más evidente. Después, por primera vez en toda la noche, Salük habló.
-Calla.-Su voz era grave, casi forzada. Era la voz que salía de una garganta que no estaba hecha para hablar la lengua de los hombres.
A esa única palabra le siguió una fuerte bofetada con el reverso de su garra, no tan fuerte como para romper su cuello, pero lo bastante como para noquearlo. El Don se derrumbó sobre las maderas de la taberna, si emitir siquiera un quejido.
Después, Salük tomó al pequeño humano por el cuello de su gabán, y lo levanto sin esfuerzo con un brazo, después, usando su machete, clavó el cuello de la camisa en la pared, haciéndolo colgar cómicamente de la misma.
Después, con toda tranquilidad, tomó una silla junto al elfo, y se sentó. Después, con un gesto con la garra, invitó a las mujeres a pasar. Estaba ansioso por descubrir que otras sorpresas le había preparado la noche.
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