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Mensaje  Eilydh Miér 7 Oct - 21:52

El cielo era un manto oscuro surcado de puntos luminosos cuando Eilydh porfin creyó que le había ganado al batalla al tiempo de ventaja que la separaba entre ella y su objetivo. Llevaba días caminando siguiendo un reguero de destrucción y fuego y adivinando el perfil de la persona a la que se había decidido alcanzar tan solo por el rastro que dejaba tras de si.

Los árboles del bosque del este la habían tomado por sorpresa al principio como si la senda que llevaba aquel desconocido fuese incierta y no acabase y comenzase en Sandorai, como la mayoría de pueblerinos que le habían hablado del "la bestia blanca" parecían creer.

A Eilydh le había bastado tan solo un par de días trazando lo que sabía que había estado haciendo para entender que aquel hombre-bestia quería ser encontrado. Aquello era terrorífico y apaciguador a partes iguales. Estaba segura de que lo motivos de que Asher no fuese precavido en su andadura es que verdaderamente y como, de nuevo la habían informado los mayores de las ciudades arrasadas, era "un Dios oscuro con fuego azul" y poco le importaba quién fuese en su caza, pues se creía lo suficientemente poderoso como para acabar con quien fuese. Por otra parte. la teoría de Eilydh perdería fuerza si el hombre bestia se hubiese sumido en cautela después de los eventos de Sandorai: Los elfos habían ganado aquella guerra, al fin y al cabo.



Las primera horas de su viaje estuvo aturdida por la sensación de haberse reencontrado hacía no mucho con lo que la elfa creyó, era un fantasma. Un recuerdo borrado. Algo y nada. Pero un algo y nada que le había abierto un poco los ojos y encontrado la línea de partida de un ovillo enorme en el que ahora se arremolinaban sus pensamientos.  Eltrant había despertado en ella el recuerdo de la amistad, y por primera vez en mucho tiempo sintió que quizás había otro camino además de la venganza.

Un camino que ella no estaba dispuesta a escoger.  No si podía crear la misma destrucción y caos  que Asher dejaba tras de si pero de manera focalizada. Muy focalizada. Misma sangre focalizada.

Ash'alá había sido particularmente molesto durante la última parte de la andadura, instándola a avanzar más rápido cuando recordaba según que conversación pasada o simplemente no prestaba atención al camino. El tigre parecía sentir cierta molestia por esa parte de ella más pensativa como si el hecho de que no pudiesen compartir las ideas lo enfureciera y a menudo mordisqueaba parte de su armadura o la cabeceaba más fuerte de lo normal. Iniciando una carrera o simplemente sacándola de su ensimismamiento.

-Debe ser él- le dijo la elfa por enésima vez al tigre, mientras ambos subían por la ladera de la montaña camino a la pequeña villa en su cima- Digo... Ya has visto los rastros de sus paso. No me extraña que el árbol madre fuese tan solo el principio de su andadura. Además eso explicaría el portal en el árbol... las runas son su fuerte ¿no?.. Y si Anders se refería a él en nuestra charla... quizás y su fama si que le haga justicia. - Recordó el dolor en los rostros de los hombres y mujeres desamparados en las ciudades aniquiladas tras si.

¿Esque acaso ella quería ser recordada así? Eilydh acalló a la voz en su mente que le decía que aquello era una misión suicida.

Sacudió la cabeza. Su situación era diferente. Su anhelo de caos tenía un motivo. No estaba segura de si el del tal lobo blanco lo tenía. Pero estaba dispuesta a acercarse lo suficiente como para descubrirlo.

El tigre apresuró sus pasos cansado de escuchar las razones sin sentido de la elfa.Eilydh tragó saliva al recordar a Anders
y miró al animal, siguiéndolo como si intentase hacer que la escuchase tan solo un segundo más. Respiró de manera profunda tomando aire para la subida de aquella colina y el pelaje del tigre se perdió en la oscuridad. Eilydh se mordió el labio inferior sintiéndose culpable por haber hecho del animal su propia consciencia en los últimos días.  Debía parar. Ella no era así, pero el descubrimiento de la maldición a la que le había tenido que hacer frente a Elt le abrió un sin fin de posibilidades.

No le quiso decir nada a su recién recuperado amigo, pero Eilydh no descartaba que el pobre muro de acero no se hubiese visto envuelto en los planes de... bueno de ese tal Asher y su particular cruzada en contra de los elfos.

Alcanzó la cima con el primer rastro de sol en el cielo, frente a ella, la villa descansaba ajena al ataque que... si Eilydh no se equivocaba y basado en lo que ya conocía de su modus operandi, no tardaría en iniciarse.

Tan solo esperó.
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Sentido y sensibilidad [Asher] Empty Re: Sentido y sensibilidad [Asher]

Mensaje  Asher Daregan Jue 8 Oct - 16:10

Syl se mantuvo en silencio. No había sido el único en considerar aquella colina como buen sitio para vigilar. Tras esperar unos minutos, quedó claro que la elfa estaba esperando.

No le había visto aún: el felino se encontraba entre las ramas de un árbol, a algunos metros de ella. Lenta y silenciosamente, se colocó la máscara sobre su rostro.

-Date la vuelta. No acabará bien para ti.- advirtió el felino, hablando por primera vez. Tenía su ballesta en mano. No le apuntaba directamente, pero disparar no le llevaría más de un instante si era necesario. -No eres la primera que lo busca. No serás la última.-

El tigre... era similar al que había visto aquel día en Sandorai. Era difícil de olvidar, incluso si en aquel momento había tenido cosas más importantes de las que ocuparse.

-El tigre no va a salvarte.- Sería algo nuevo, pero no lo suficiente. Habían sobrevivido emboscadas de grupos enteros sin siquiera un rasguño. Mercenarios, cazarrecompensas... Cazadores, incluso. Era lo gracioso de que nadie supiera si eres una bestia, un demonio, o simplemente alguien peligroso. A algunos ni siquiera les importaba lo que fuese.

-No voy a detenerte. Le encanta que le desafíen. Y no voy a llorar por otro elfo muerto, yo tampoco os aprecio precisamente. Pero creo que él se está vengando lo suficiente por ambos.- dijo, ajustando levemente su posición. Apuntó hacia la hacienda. Tras un chasquido, un virote voló de su ballesta hacia una de las paredes, liberando una explosión ígnea al alcanzarla. Las miradas giraron hacia el estallido. No había alcanzado a nadie. Pero no era el objetivo. -Será mejor que te des prisa si quieres alcanzarlo.-


_________________________________________

Aquel sitio era repulsivo.

Según había oído, pertenecía a un noble mestizo, semielfo pero alejado de Sandorai. En cuanto surgió la guerra, no dudó en traer a su familia lejana y a todo su clan como refugiados en su cómoda hacienda, alejada de la civilización pero no de los caminos. Como era uno de los pocos asentamientos no-lycan entre Ulmer y las ciudades humanas, había hecho también como punto de comercio.

Por ello, los mercaderes iban y venían. Les llenaban la cabeza de terribles historias sobre como su hogar había quedado completamente congelado durante la guerra, y los muy idiotas se compadecían de los elfos.

"Oh, como han debido de sufrir." "No puedo imaginarme como debe ser." "Al menos nos tenemos los unos a los otros".

En ese momento, estaba sentado en el suelo, con mi capa puesta del revés (para hacerla parecer más descosida y simple) y la capucha subida. Era el mismo "disfraz" de vagabundo que había usado en cada lugar hasta el momento. Me preguntaba cuanto duraría.

Un ruidoso mercader ofrecía especias y frutas de Beltrexus. Los sirvientes de distintas razas iban y venían, cada uno con sus quehaceres. Un pequeño grupo de lycans con su propia manada se había acercado a vender pieles. Era un día normal y tranquilo para todos. Y entonces, llegó la señal. Agité una oreja al escuchar el familiar sonido de una ballesta y alcé la cabeza, esperando a que impactase. Siempre temía que fuese hielo. El hielo era una alerta.

Era fuego.

Me levanté y arrojé la capa a un lado. Las runas hicieron que desapareciese antes de tocar el suelo. Y entonces, clavé mi mirada en el primer elfo que vi. Estaba aún mirando hacia la señal de Syl. Las runas de mis piernas se iluminaron, y salté.

En apenas un instante, mi cuerpo impactó contra la espalda del elfo, y un estallido de llamas azules lo cubrió mientras era empujado violentamente contra la pared. [1]  Cuando la alcanzó, el crujido de sus huesos dio paso a las primeras exclamaciones. Su sangre cubrió la zona del impacto. Esbocé una sonrisa cruel mientras abría el libro que sujetaba con mi zurda y apuntaba hacia la salida. Era la única que daba con los caminos principales. Algunos ya expertos en huir estaban corriendo hacia ella.

-Eso es. Huid.- dije, esperando al momento idóneo. Cerré el libro, y un muro de llamas azules surgió en medio de la puerta, [2] cubriendo el camino y calcinando a aquellos que habían intentado salir. Los chillidos de dolor y terror solo acababan de empezar.

Pero no todos eran inútiles. Los licántropos ya se habían transformado, y aprovechando que les daba la espalda, habían ido directos a atacar. Uno de ellos intentó derribarme y hundir sus colmillos en torno a mi hombro.

Tuvo el mismo éxito que morder una coraza de acero. Las runas de mi piel se encargaron de ello. Al fallar en su empuje, el lobo perdió el equilibrio y se desprendió de mi hombro sin dejar siquiera un rasguño. Nova apareció en mi mano en forma de maza lo suficientemente rápido como para golpearlo antes de que pudiese retroceder. El impacto acertó en su costado, rompiendo algunos huesos sin ser letal y enviándolo de vuelta a su manada. Un glifo quedó como testamento en su pelaje, brillando en aquel mismo tono azul.

Y entonces, la marca estalló.

El licántropo fue consumido por las llamas en poco tiempo. Devolví mi Grimorio a su sitio y Nova pasó a ser un hacha de guerra. Solo era el comienzo.


___________________________________________


Imagen:

[1] Habilidad: Rey Astado
[2] Objeto Limitado: Pergamino Muralla de Fuego




Última edición por Asher Daregan el Miér 11 Nov - 22:59, editado 1 vez
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Mensaje  Eilydh Dom 11 Oct - 19:45

La paz de los primeros rayos de sol la sorprendieron alcanzando la cima de la montaña y dando por fin visión a las sombras y siluetas que había estado adivinando desde lo más bajo del valle por el que habían estado caminando los tres últimos días. La elfa se había perdido entre los árboles de un bosque cercano en vez de haber estado siguiendo el camino. Eilydh odiaba decirlo en voz alta, pero lo cierto era que la quietud de aquellos árboles y la naturaleza mismo de la vegetación que los rodeaba era algo... conocido. A pesar de que nunca había estado en ese en concreto.

No pudo decir que la voz de quien quiera que hubiese estado esperandola la sorprendiese del todo. al fin y al cabo la presencia de eter era algo que a pocas veces pasaba desapercibido a sus sentidos elfos, pero quizás lo suficientemente preocupada por la carrera del tigre o simplemente la emoción de saberse al menos un paso por delante de la bestia azul había hecho que  pensase que si ignoraba aquella presencia lo suficiente,  al final desaparecería.

No quería interrupciones, al fin y al cabo, no podía permitirselas.

Fue por ello mismo que el sonido de las palabras de quien quiera que la había estado esperando le erizó los cabellos de su nuca, posicionando el cuerpo del extraño finalmente en un radio cercano, pero a su espalda. La voz era suave como un susurro, la ligereza de las vocales de aquel quien había hablado le hacía recordar al sonido mismo del viento entre las hojas secas de los árboles:  Claras para aquellos que supiesen estar lo suficientemente callados como para escucharlas pero inaudibles si te distraías tan solo un segudo. Cada palabra se prolongaba, de hecho al final de las sílabas, como si el interlocutor intentase hacerlas retumbar en su oído.

Ash'alá tensó sus orejas y se giró hasta la fuente de aquella voz, posicionandose frente a la elfa protegiendola, Y como si aquello fuese lo que había esperado, el desconocido hizo alarde de temeridad retando a Eilydh a no usar su tigre como escudo. La elfa esbozó media sonrisa: Aquel gato era lo suficientemente osado como para no tener miedo de perder una de sus vidas.

...O estaba lo suficientemente protegido como para saber que no las iba a perder.

-Por supuesto...- dijo Eilydh como si acabase de caer en algo simplemente obvio. Y entonces una ballesta explotó no muy lejos de ella, que se sobresaltó sin poder evitarlo dada la situación.-Me adviertes pero no me detienes. Muy considerado por tu parte. Parece que lo conoces lo suficiente como para saber a que atenerse con él. ¿Esque acaso no soy la única que ha estado siguiendo sus pasos?-

Eilydh se acercó al hombre bestia y consiguió atisbar su pelaje lo suficientemente ordenado como para parecer alguien que duerme cobijado durante las noches, pero.. con el aire sospechoso que inspiraba la mascara que ocultaba sus facciones. Eilydh sonrió de nuevo, y acarció la cabeza del tigre para alentarlo a destensarse, como si por algun motivo aquella máscara la protegiese a ella.

-... ¿O es que quizás eres tan solo producto de las acciones de él?- dijo señalando la máscara- Mmmm- sopesó.- No. No he visto muchos perdones en las últimas tres aldeas. De ser así eres lo suficientemente importante para él como para haberte dejado vivo y caminando.- Se acercó un poco al desconocido, aún a riesgo de ser herida. Mantuvo su espada enfundada, al fin y al cabo no había ido allí a pelear. No aún- Quizás mi objetivo no sea el mismo que el de los demás antes que yo.- Eilydh apartó la mirada pensando en la ironía de aquellas palabras- Quizás no esté muy acostumbrada a seguir los pasos de nadie...Quizás...- Aquel hombre no era una víctima lisiada de Asher... aquel hombre le... estaba ¿Cubriéndole las espaldas? ¿Protegiendo?- Quizás la diferencia entre sufrir la misma suerte que el resto y sobrevivir esté delante mía.- dijo alzándole una mano en señal de saludo- y lleve la cara cubierta de una máscara de... cuestionable gusto.- añadió en tono de broma.




**********



-Y entonces nuestros héroes alzaron la espada ante el oscuro mismo que ocultaba al orbe. La semi-Diosa Nielle invocó su luz sobre el árbol madre y la oscuridad misma se concentró en un punto del orbe que...- El elfo alzó su mano creando un humo espeso lo suficientemente elevado como para cubrir su cara con él- BOOM- dijo saliendo de detrás del humo de vapor de agua y carbón que había creado frente a su audiencia- Los jinetes desaparecieron, devolviendo a nuestro bosque y nuestras familias la paz de Ísil y el sol de Anar reflejado en los ojos de nuestros héroes- dijo el elfo proyectando las sombras sobre el fondo blanco de su carreta.

La multitud que se había parado a escuchar su historia era aún pequeña. Cleindir no esperaba más teniendo en cuenta que era aún temprano y el mercado del centro tan solo llevaba dos horas activo. Muchos de los tenderetes apenas habían abierto y su audiencia, compuesta sobretodo por niños sin hogar que pasaban el día entre las calles, vagabundos e hijos de mercaderes, era muy lejos la más conveniente si quería ganarse una buena bolsa de Aeros aquella tarde. Pero... el elfo disfrutaba contando la historia de sus héroes siempre que podía y había hecho de su objetivo que aquella misma historia viajase casi tan lejos como él y su carreta pudiesen llegar.

Además Cleindir sabía que a pesar de no dejar buenas propinas, los transeuntes sin hogar y los niños huérfanos eran el mejor caldo de cultivo para extender historias y habladurías. Aquello, en su mente, era una inversión. En menos de una hora tendría a elfos más adinerados y hombres lobo curiosos acercándose a su carromato de marionetas y teatro a escuchar la verdadera historia de Sandorai.

Cuando terminó su parafernalia de humo y voces, el aplauso hambriento de aquellos niños lo suficientemente tristes como para no recordar muy bien como sonreir era una recompensa conciliadora para el elfo y bueno... mantenía entretenidos a aquellos ladronzuelos mientras el resto de sus hombres montaban el mercado. De ellos Claindir obtenía su mayor beneficio.

Varios minutos pasaron mientras recogía sus marioneta y las ordenaba dentro de su carromato preparándolas para la función importante del medio dia. Tan solo el sonido de los pregones del vendedor de especias no muy lejos de él rompía la paz mental de aquel elfo, que después de ordenar sus marionetas, como cada día menos los domingos... pasó a afilar sus armas.

Cleindir tenía las cicatrices características de los malditos en la batalla de Sandorai. Él y sus hombres habían sido bendecidos con una segunda vida en aquellas tierras, y la mayor parte del día rodeados de aquellos hombres lobo.... Cleindir se mostraba agradecido.  El resto del tiempo, por supuesto... Cleindir repudiaba el contacto mismo con los herejes y razas inferiores que lo rodeaba.  Tan solo consolado por la idea de tomar aquella ciudad de manera silenciosa. Cleindir pasaba sus días preparando su armamento y el de sus hombres mientras ellos ganaban los aeros necesarios para nuevas armas.  


A menudo se sonreía repitiendose como de iróinico era que había bastado con el destrozo de su árbol por parte de los herejes para darse cuenta de que las fronteras podían ser expandidas fuera de las lindes de su bosque.

Una chispa salió de la hoja de la espada que el elfo afilaba y al desaparecerse, Cleindir se percató del silencio a su alrededor y del mutismo aparente del vendedor de especias. Se asomó fuera de su carreta, confundido. El reguero de sangre  lo alertó de que algo no estaba bien.

Hizo una señal entre el bullicio a sus hombres que se le fueron acercando uno a uno a recoger parte de su armamento. Arcos, flechas, espadas... armaduras... Todas posicionadas acordes con la rapidez del ejercito al que pertenecían. Cleindir sonrió al descubrir al causante de los destrozos.  Se alzó frente a los suyos y dio la señal a los arqueros para que lanzasen la primera tanda de flechas.

-¿Pero que tenemos aquí?- dijo mientras la lluvia de las flechas torrenciales dirigiendose a Asher caían en picado- ¿Te has escapado del hospital, lobo?- dijo el elfo mirando el estado de Asher- Si te portas bien y dejas de causar daño a estos hombres, quizás alguno de nosotros se sienta lo suficientemente generoso como para curarte.- El elfo alzó su espada  y escudo frente a él aun a una distancia prudencial de Asher.


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Mensaje  Asher Daregan Miér 14 Oct - 22:00

Quizás debía haberse mantenido callado después de todo. Estaba demasiado acostumbrado a que no le escuchasen. ¿Había dado a parar con la única elfa del continente que iba a hacerlo?

-El quien o que sea no es asunto tuyo, pero definitivamente no soy tu salvación.- declaró Syl, aún mirándola de reojo. ¿Había perdido todo interés en Asher? Para haberlo buscado, no parecía tener ninguna prisa en acercarse mientras hacía... lo que debía estar haciendo. -...Y la máscara no es por gusto.-

Exhaló y echó un vistazo hacia la hacienda. Podía verlo fácilmente. El fuego azul que cubría la entrada, y las llamas dentro del jardín. A juzgar por la intensidad, iba a alargarlo. Aún estaba jugando.

-No vienes a detenerlo, imagino. ¿Entonces? ¿Vas a pedirle algo, o intentar engañarlo de alguna forma?- preguntó, aún sin bajar de su posición. -La mayoría lo consideran una bestia o un demonio. Tengo ganas de ver si alguien intenta capturarlo para domarlo.- Dejó escapar una ligera risa sardónica y recargó su ballesta. Era difícil pensar que no se lo merecían, a decir verdad. Y a su manera, era catártico. -Vengas por lo que vengas, es sólo suicidarse con más pasos.-

Si realmente quería más que una muerte en vano, se daría la vuelta. Pero nunca era tan sencillo. Incluso los que escuchaban discutían. Suspiró. ¿Por qué se molestaba en advertir, siquiera?

-...Muy bien. Un consejo. Sólo uno. No intentes acercarte hasta que se calme. Nada de lo que hagas va a funcionar hasta entonces. E incluso entonces...- Negó con la cabeza. Ni con el factor sorpresa y el cansancio iba a poder hacer mucho.


____________________________________


Aquellos estaban más organizados... pero importaba poco. Entrenados o no, morirían igual. El soldado de en frente parecía ser el líder. Estaba ganando tiempo. Sus palabras eran demasiado confiadas para alguien que necesitaba decenas de arqueros contra un sólo enemigo.

Era la clase de persona que intentaba esconderse bajo burlas. Debía tener el mismo miedo que el resto. No le daría motivos para hablar más. Arrojé a Nova hacia su pecho, pero su escudo se interpuso. Las runas de mis piernas me impulsaron hacia él, evitando la mayor parte de la lluvia de flechas. [1]

El guerrero sonrió desafiante. Y entonces, la marca de su escudo estalló. Aquello le pilló desprevenido, pero su agarre era firme: la fuerza de la explosión consiguió arrastrarlo sin llegar a desequilibrarlo del todo. Sin embargo, fue suficiente distracción para lo que venía. Estaba junto a él, y demasiado cerca para evitarme. Nova se convirtió en un martillo. El ataque vino rozando el suelo, e impactó fírmemente en su pierna. El crujido le delató.

-¡Gah!- gritó, apretando los dientes y apoyandose sobre su otra pierna. La mirada de odio pasó a confusión mientras la runa se formaba sobre su rodilla. Y entonces, a pánico. El segundo estallido le mandó por los aires. El elfo cayó dando tumbos por el suelo, ensangrentado... y separado de su pierna derecha. Un par de los otros corrieron hacia él, preparados para prestarle auxilio. Que lo hiciesen. Tenía mucho para entretenerme.

Como recordatorio, una flecha impactó en mi hombro, clavándose sin llegar a atravesar la protección de mis runas. Apreté mi mano en torno a la flecha, y la arranqué. Para cuando tocó el suelo, la madera ya estaba carbonizándose. Y entonces, miré al responsable. Los arqueros. Si, serían suficientes. Aquello empezaba a ser emocionante. Mi sangre empezó a fluir con más intensidad mientras me perdía en la violencia. Las llamas azules cubrieron todo mi cuerpo, dándome aún más fuerza. El hambre se hizo más fuerte. [2]

Gritad. Arded. Morid.

Nova volvió a su forma más natural, una espada. Mientras me movía, una copia de la misma apareció en mi mano izquierda. Las flechas silbaban junto a mis oídos. El olor era hipnótico. Ese calor, ese hambre... Era justo lo que quería. Más. Miré el rostro del elfo a por el que me lancé disparado. Como cerraba los ojos y gritaba al sentir a Nova entrar en su estómago. En cuanto cayó, olvidé su cara. El siguiente...

Algunas flechas se habían quedado incrustadas en mi piel. No sabía si habían llegado a herirme o no. Ni siquiera podía decir si sangraba. El fuego lo cubría todo.

Uno tras otro, los elfos caían y gritaban. Uno de los cuerpos moviéndose llamó mi atención. Un soldado sin una pierna, arrastrándose por el suelo. Estaba cubierto de sangre, pero sabía si era suya o no. Masculló algo. No entendí las palabras. No importaban. Aún desde el suelo, intentó defenderse, agitando su espada. Hundí a Nova en su brazo, clavándolo al suelo, y coloqué mi pie sobre su cuello para aplastarlo con fuerza. El fuego lo cubrió antes de dejase de moverse.

[1] Habilidad: Fin de la Caza
[2] Habilidades: Frenesí + Bestia Azur
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Mensaje  Eilydh Dom 25 Oct - 10:57

Aquel hombre no era fácil de leer. La elfa había esperado una reacción a sus palabras. La mayoría de personas se hubiesen al menos sentido ofendidas por las libertades que una desconocida se había tomado en cuestionar lo que llevaban puesto. Eilydh estaba preparada para eso. Lo esperaba, sabía desenvolverse en las provocaciones y el caos intrínseco de las mismas, pues ella misma era caos.  

Aquel desconocido no era alguien fácil de leer. Aquella era justo la diferencia, la única curiosidad que la mantuvo alejada de sus sugerencias cuasi-ordenes que camuflaba en sus... ¿Recomendaciones? No. A aquel gato la elfa le importaba menos que el suelo blando que pisaba al andar. O el hecho de que esas huellas podrían servir de rastro a seguir por alguien más.  El desconocido de nuevo mostraba... precaución para con el tal Asher. No la estaba avisando. Estaba ¿Protegiéndolo?

Eilydh pensó aquella palabra a falta de una que expresase mejor en la lengua común las acciones del individuo. Por supuesto tan solo bastó una mirada al desastre azul que la aguardaba bajo aquella colina para cerciorarse de que aunque necesaria, aquella palabra no era ni mucho menos la adecuada. Sin duda Asher no necesitaba protección.

... Nada más opuesto a ella misma.

Sonrió ante el consejo del desconocido. ¿Acababa de romper una barrera? Dudaba mucho que aquel hombre- gato fuese por el mundo dando consejos a personas desconocidas. La elfa alzó la mano e hizo un gesto de desquitarse. Como si no le preocupase mucho si aquel hombre estaba o no calmado...

-Pocas veces la calma gana batallas- dijo e hizo un gesto a Ash'alá que se acercó por su lado derecho a paso cauteloso. Lo dijo con un tono firme intentando sonar juiciosa y sabia. Las palabras le quemaron en su garganta y casi se arrepintió en el momento justo en el que las pronunció.

Pero no era la única cosa de la que estaba a punto de arrepentirse. Aquello podía ganarle un aliado. O acortar sus posibilidades en aquella misión incluso más.. Subió sobre Ash'alá y se agarró a su pelaje bordeando a Syl.


-Por qué no... en vez de regalarme un consejo me obsequias la posibilidad de no morir antes de poder pronunciar mi nombre- le dijo al oido mientras el paisaje se volvía un borrón de colores y la velocidad del tigre los hacía mantenerse quietos para no caer- ¿ Algo así como un amuleto de la suerte? dijo la elfa apresurada con una sonrisa y tendiéndole la mano al hombre bestia para que montase sobre Ash’alá con ella

No estaba segura de que aquella proposición fuese la más arriesgada que había hecho en su vida, pero sin duda era la más incierta. No esperó mucho su respuesta, sin embargo y tras varios segundos se alejó de aquel lugar sumiéndose en el desastre que la esperaba .

El azul del fuego que los rodeaba actuaba como una nube envolviéndolos a medida que se aproximaban a la zona de batalla. De nuevo, Eilydh pensó aquella palabra a falta de una más apropiada para aquella masacre. Poco o nada tenían que hacer los de su raza contra aquella bestia.

A medida que los pasos de Ash'alá se volvían más pausados, Eilydh entendió que las rocas con las que creía habían estado salteando eran en su lugar cadáveres esparcidos aquí.y allá de la manera desordenada que caracterizaba la lucha desigual.  Tensó el agarre en el pelaje de Ash'alá.

Aquello le recordaba demasiado a Sandorai. Tragó saliva y se recompuso por un segundo.

Frente a ella el objetivo que llevaba siguiendo semanas acababa de apresar bajo su espada a un elfo al que le faltaban una parte de su cuerpo. Lejos de detenerse en su tarea de hacerlo desaparecer. Asher prendió fuego a su cuerpo sin apenas dar tiempo a que aquel hombre gritase su última oración a Ímbar.  El azul se hizo uno con su sangre y desapareció ante los ojos abiertos y sorprendidos de la elfa.

Aquel elfo había muerto en tierra extraña sin alzar una oración a los dioses. Posiblemente había pocas maneras más deshonorables de morir. Sacudió la cabeza, contrariada como si de pronto algo le hubiese nublado la vista y se hubiese olvidado un poco por lo que habían venido allí.  Como si la acción de aquella... bestia le hubiese hecho cuestionarse los motivos mismos que llevaban inundando su cabeza desde que escapó de Sandorai ciclos atrás.

Relajó su agarre y la pausa de Ash'alá la volvió a transportar al aquí y ahora.


Estaba lo suficientemente fascinada por la demostración de fuerza y habilidad de aquella bestia como para haber ignorado varios factores sumamente importantes:


1-Estaba  a menos de dos metros de alguien  a quien acababa de ver exterminar a casi 20 elfos guerreros.
2-Ella era una elfa
3-Ella era una elfa.
4-ELLA ERA UNA ELFA.
5-No tenía un plan.

. Hinchó sus pulmones unos segundos mientras Ash'alá rodeaba a la bestia, como sopesándolo. Eilydh aprovechó aquel silencio para pensar con cautela sus primeras palabras. Estaba segura que aquello sería la diferencia entre una muerte rápida a una lenta y dolorosa. Por ahora no podía aspirar a más.


-La primera vez que escuché las rimas sobre la bestia azul errante pasé más de diez minutos intentando adivinar qué partes de la exaltación a tu persona eran reales y cuales inventadas- Eilydh pausó su discurso por un segundo, intentando recordar la enumeración de terribles habilidades que había escuchado- "El mismo cielo, temeroso de sus habilidades, le prestó planetas con los que descargar su furia a cambio de la paz tras un día de tormenta" "La sangre de sus enemigos afila la hoja de su espada" "Era tanta su rabia que su cuerpo mortal no era suficiente para contenerla.. y sus brazos se prolongaron en el fuego azul de su venganza"- Eilydh citó aquello intentando recordar más y más habladurías a medida que las decía. No estaba segura a donde quería llegar aún con aquello... además debía esforzarse de sobremanera para que sus palabras no se tintasen de burla. Aquello era siempre un arma de doble filo- "Robó el fuego a Anar como símbolo mismo de lo que les esperaba a sus seguidores"- dijo. Aquello la hizo sonreir- Esta última siempre me ha parecido la más interesante. Pocos tienen a Anar como un ser vengativo- añadió. La cicatriz de su espalda pareció arderle por un momento y perdió el hilo de lo que decía por un segundo- ...claramente no lo conocen- añadió en un susurro.- Ahora me fascina saber como de cortas se habían quedado aquellas habladurías.

Una marcha de pasos de aquí y allá interrumpió su discurso, llevándose con el la tensión del momento. Unos cinco elfos habían aparecido de la nada, seguramente alarmados por los ruidos de dentro de aquel mercado y avisados por alguien cercano a los que habían muerto y por lo tanto decididos a tomar partido en aquella batalla.

Estos estaban enfundados en armadura pesada. Claramente algo mejor preparados que los que habían corrido peor suerte, minutos antes. Sus espadas parecían más afiladas y lo suficientemente limpias como para cuestionarse si alguna vez habían probado la sangre de un enemigo. Dos de ellos llevaban arcos que tensaban a punto de lanzar las flechas. Tras ellos, el cabecilla de aquella "revuelta" cojeaba y medio se arrastraba malherido y quemado detrás de estos nuevos defensores de la paz de aquel lugar.

-Mi señor requiere su presencia en sus estancias- Dijo por fin el que iba más armado de todos, dirigiéndose a Asher- Le ruega que se detenga si no quiere ser capturado por la guardia a quienes acaba de  informar de sus acciones y quienes estarán ya de camino. Me pide que lo informe de que tiene... algo que ofrecerle si lo escucha.- Eilydh notó el temblor oculto de la voz de aquel enviado y por primera vez en mucho, sintió pena de un elfo.  El hombre  se dirigió entonces a ella y le habló, con la voz más firme y relajada. - Usted debería volver a sus quehaceres. Estoy seguro que el dueño de su espada agradecería que se la devolviese antes de hacerse daño con ella- dijo, asumiendo todo lo que Eilydh esperaba que asumiese de ella.

Agarró el pelaje de Ash'alá con fuerza y lo instó a avalanzarse con una expresión de rabia en su cara. El tigre la conocía lo suficiente como para omitir sus deseos de atacarlo y en su lugar rugió más para ella que para el hombre.

La pena se desvaneció casi tan pronto como la había recordado. Por algún motivo la imagen de Asher quemando a aquel elfo desprotegido fue un inesperado remanso de paz en su cabeza.  


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Mensaje  Asher Daregan Vie 30 Oct - 21:05

-...Típico.- resopló Syl. ¿Que tenía esa elfa en la cabeza? ¿Se negaba a seguir su consejo y le pedía ayuda en su lugar? Ignoró firmemente la mano de la mujer, dedicándole tan sólo una mirada por encima del hombro. -Si quieres suicidarte, hazlo sola. No digas que no te lo advertí.-

Si la calma no ganaba batallas, era porque alguien calmado no participa en ellas. Lo sabía perfectamente.

Se volvió a sentar sobre la rama de aquel árbol mientras la elfa desaparecía en su montura. Seguía teniendo un punto estratégico, después de todo. Uno que había elegido con calma y preparación. Lentamente, el felino alzó su ballesta, siguiendo la pista de la elfa que se acercaba rápidamente a la hacienda.

El felino esperó a que el tigre se detuviese brevemente, y entonces, apuntó. Ella tenía sus ojos puestos en Asher. Los movimientos de su montura eran los naturales para un animal. Y por lo tanto, eran previsibles. Sobre él, la elfa era un objetivo fácil para un cazador. [1]

Respiró profundamente y sonrió levemente tras su máscara. La calma no ganaba batallas. Las terminaba antes de que pudiesen empezar.


________________________________


Más presas que cazar. Salían de sus escondites antes de que empezase a ahumarlos. Bien.

Me volví. Una de ellas estaba montada sobre un animal. Poco importaba. Era de aquellos. Decía palabras que no me molesté en comprender. Hablaba demasiado para un muerto, y tardaba demasiado en defenderse. Si no tenía miedo, le daría motivos para tenerlo.

Un grito oportuno captó mi atención. Una segunda mujer venía a por mi, con una espada en cada mano. Su rostro mostraba odio. Ira.

Bien. De poco servía una presa que no podía defenderse. Le daría esa oportunidad. Me aparté de su trayectoria de un salto. Nova y Reflejo envolvieron mis garras, volviéndose guanteletes. Y entonces, me lancé hacia ella, buscando desgarrar su garganta.

Una de las espadas se interpuso, y la otra fue hacia mi estómago. No sería más que un rasguño... o eso pensé. En cuanto me rozó, hubo un estallido de luz. Mis runas me protegieron contra cualquier empuje. No sentía dolor. Solo la intensidad de mis llamas aumentando. El rostro de la mujer cambió brevemente. ¿Esperaba que eso le salvase?

Aquella duda fue suficiente. Mis garras se cerraron en torno a sus espadas... y en tan solo un instante, rompí ambas hojas. Una sonrisa cruel se formó en mi rostro. No iba a escaparse. Las llamas empezaron a quemar su piel. Intentó alejarse, pero yo era más rápido. Un solo arañazo y su espalda quedó destrozada. La mujer gritó. Y cuando la marca estalló, cayó al suelo, rodando por la hierba.

La herida de su espalda aún ardía. Me di la vuelta. Estaba muerta. Y venían más. Estos estaban enfundados en armaduras. Al fin. Pero en cuanto empezaron a hablar, solté un gruñido impaciente. Más palabras. No aprendían. Tendría que hacer que lo diesen todo.

El Grimorio Blanco apareció frente a mi, abierto por la página que necesitaba. Con un movimiento, se detuvo. Cerré mi garra, y una grieta apareció en la pared de la hacienda que se alzaba a las alturas. La grieta comenzó a crecer, haciéndose más grande. [2]

Y entonces, un manto de oscuridad eclipsó el Sol. [3] El día se volvió noche... y el cielo empezó a caer. Los meteoritos se precipitaron por toda la zona. Algunos contra el edificio, destrozando partes de él y haciendo temblar la tierra. Y otros, contra el suelo. La elfa del tigre también recibiría uno. Aquel grupo de traidores empezó a dispersarse, tratando de evitar el meteorito destinado hacia ellos. Las flechas volvieron a volar en mi dirección.

Al fin. Al fin despertarían.


_______________________________________

Asher en Frenesí no es alguien con quien intentar razonar.

[1] Habilidad de Syl: Exponer Debilidad.
[2] Objeto Limitado: Runa de Fisura
[3] Nova: Constelación


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Mensaje  Eilydh Dom 8 Nov - 21:56

Eilydh tragó saliva.

Por algún motivo las palabras de los desconocidos le habían dejado la boca seca. Claramente los soldados de aquel hombre debían tener gónadas lo suficientemente grandes como para plantarse frente a quien acababa de asesinar a  más de la mitad de su guardia y exigirle, con una falsa cortesía que se reuniese con tal o cual noble con nombre pomposo.

Eso, o claramente no tenían gónadas algunas, como ciertamente era su caso. La elfa se había embriagado tanto de la posibilidad de alcanzar su objetivo que se había olvidado el motivo mismo por el que lo buscaba y por el que  debía mostrarse con cautela a su alrededor.

-Jodido gato- dijo la elfa a media voz mientras el cielo comenzaba a abrirse en dos y el estruendo de una tormenta mortífera comenzaba a inundar aquella plaza. Le dedicó una leve mirada a Syl mientras se montaba en Ash'alá de nuevo, lamentando la oportunidad que acababa de perder por su necesidad urgente de ser... bueno, ser distinta.- me  pregunto cuántas de sus 7 vidas ha gastado siguiendo a esta bestia..- Casi juraba que aquella bestia peluda tan solo veía borrones con orejas puntiagudas. Dudaba incluso que hubiese entendido palabra alguna de los pobres hombres sin gónadas.

Apresuró a Ash'alá entre sus muslos y lo instó a moverse rápido entre los cuerpos caídos.  Aquello hubiese sido pan comido para su montura en condiciones más o menos normales, pero aquella bestia tenía el poder mismo de invocar la furia del cielo, y el cielo le respondía con pedazos del universo sobre la minucias que eran ellos.

Aquí y allá el tigre y la elfa se movían evitando casi de refilón la caída de algunas piedras cerca de ellos mismos. Ash'alá tenía problemas en mantener el equilibrio dado el movimiento parcial del suelo ante el peso de los meteoritos y... bueno. Eilydh necesitaba ponerse a cubierto sin mostrarse como un objetivo desafiante.Por primera vez en mucho tiempo no buscaba provocar la furia de nadie. E irónicamente  todo lo que la enorgullecía de ser ella misma había hecho el efecto contrario.

Se agazapó aún montada sobre el animal acercándose de manera peligrosa a uno de los elfos que llevaban armadura pesada y habían perecido. Estiró su brazo zafándose del agarre de Ash'alá por un segundo y rozó de manera liviana al hombre [2]. Se tambaleó por un segundo perdiendo el equilibrio y volvió a agarrarse a Ash'alá.  Suspiró aliviada.

Su brazo, sin embargo no siguió la misma suerte que el resto de su cuerpo. Parte de uno de los meteoritos había caído en el lugar exacto donde el cuerpo del hombre al que le había robado resistencia se encontraba. Eilydh lo estiró justo a tiempo para no perderlo con la inercia del viaje, y sin duda el traspaso de resistencia le había ayudado a que su extremidad no fuese la hoja de papel que ahora era el cuerpo del hombre... pero ... podía ver parte de su musculo y su hueso por una herida que sangraba. Parte de su ropa estaba en llamas por el contacto con aquellas rocas, así que la rasgó exponiendo su brazo y clavícula y deshaciendose de ella.

Imagenes del pasado invadieron su cabeza y el dolor de la quemadura de su brazo le recordó la agonía de la marca de su espalda.

Aquello... era demasiado familiar.


Pensó rápido.

Sumida en el efecto de su habilidad, se apresuró a agarrar algún que otro cuerpo de los elfos que habían perecido para contrarestar el choque de posibles meteoritos que escapasen a las evasiones de la carrera de Ash'alá. Sin duda no podía evitarlos, pero la fuerza de impacto parcial con el cuerpo de los elfos muertos, como si se tratase de un paragua, parecía funcionar lo suficiente como para desviar el impacto parcial de aquella lluvia.

Algunos de aquellos hombres aún seguían vivos cuando el fuego y piedra los rozaba.  La elfa los escuchaba gritar y enmudecer con el silencio propio de la muerte sobre ellos.

No supo exactamente cuánto estuvo corriendo en círculos pero para cuando el efecto de aquellos meteoritos paró lo que creía era sudor en su frente, comprendió, era su propia sangre recorriendo sus mejillas. Al parecer parte de aquellas piedras había estado impactando en su cabeza.

Ash'alá paró su carrera y su pelaje mostraba la señal inconfundible de que él estaba también herido.  La calma que acompañaba a la muerte y la destrucción invadían ahora lo que parecía ser una ciudad fantasma, cubierta de fuego y destrozos aquí y allá. Eilydh  se bajó del tigre que le dio un pequeño cabezazo para mostrarle que estaba bien.

Aquello sin duda sobrepasaba las habladurías de los pueblerinos incultos que había dejado atrás días antes. Aquello... se asemejaba más al dolor mismo que había sentido ella al contacto con el fuego en su piel.  Suspiró antes de hablar, recordando las palabras que la anciana que había conocido semanas antes con Anders había pronunciado.

No estaba segura de si Asher se había percatado de que ella había sobrevivido. Su habladurīa llena de símiles y eufemismos estaba casi tan quemada y dolorida como la piel casi desnuda de su brazo y torso, y aún así... lo había buscado tanto. No podía no intentarlo.

Avanzó unos pasos. Ashalá tiró de su ropa intentando evitar que lo hiciese. Eilydh lo ignoró.

-No todos somos así ¿Sabes?- dijo la elfa gritando hacia donde estaba el hombre- lobo. Titubeó unos segundos- Algunos... Algunos daríamos las orejas con las que Isil nos maldijo por la mera oportunidad de hacer con...- titubeó pensándose lo que iba a decir. Palpando la gravedad de sus palabras- con Sandorai lo que tú querrías haber hecho con el árbol.- añadió.

Ash'alá emitió un quejido entre molestia y precaución. El fuego que había traído consigo  los meteoritos parecía comenzar a extinguirse. Tras él, un humo espeso cubría las  sombras entre la elfa diminuta y malherida, frente a la bestia azur.


------

[2] Uso corazón de piedra para robar  resistencia de la armadura pesada de uno de los soldados e intentar no morir.
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Mensaje  Asher Daregan Miér 11 Nov - 23:35

Los meteoritos cesaron. Los últimos que quedaban habían muerto. No había más que destruir. Las llamas comenzaron a receder, dejando mis brazos libres. Invoqué el Grimorio Blanco. Había algo que hacer aún.

La lluvia de meteoritos había destrozado la mayor parte de la hacienda. Solo quedaba sellarla. Las páginas se iluminaron, y un pilar de roca surgió justo enfrente de la puerta principal, bloqueándola por completo. [1] Hice lo mismo en otra de las puertas. No iban a tenerlo fácil para salir, si es que aún quedaba gente viva dentro.

Tras esto, el fuego que me cubría se apagó. Al mismo tiempo, aquella energía e ira empezaron a desvanecerse, dejando tras de sí un cansancio físico. Empecé a notar el dolor de mis heridas.

En cierta forma, había algo de serenidad.

Aquella elfa montada en su tigre era la única que quedaba en pie, aparte de mi. Incluso entre todo el fuego y la matanza, no parecía hostil. Por sus palabras, ni siquiera estaba resentida.

Arranqué de mi piel los proyectiles que había recibido. Pocas flechas habían llegado a sacar sangre. Una vez todas estuvieron fuera, tomé una de las pociones de mi morral y la bebí de un par de largos tragos. [2] Sólo entonces dediqué mi atención a la mujer.

-No sabes nada, elfa. Yo salvé el maldito árbol.- dije, aún sintiendo la amargura en mi voz. Estaba cansado, pero aun así... hubo algo que no pasó desapercibido. -...No deberías saber que estuve allí. Nadie lo recuerda.-

No tenía sentido. Sólo podía saberlo si uno de los demás traicionados se lo había dicho. Pero en ese caso, no estaría bajo la idea de que había intentado destruirlo. ¿Me había tomado por un Jinete Oscuro?

Aquello lo explicaría. No era la primera. Había estado manteniendo aquella apariencia de demonio, después de todo.

-Una renegada, entonces. Hmph. Quizás te deje como el Testigo de este lugar.- resoplé. -Mejor que otro crío, supongo.- Era pronto para decidir. Si resultaba irritante, no iba a contenerme. Pero no me gustaba hablar con gente que iba a matar igualmente. No tenía nada que sacar de aquello.

-Muy bien, renegada. Piensa lo que quieras. Pero estoy aquí porque nos traicionaron. Los elfos, la logia, y el patético gusano que es Vincent Calhoun.- confesé. No era lo que hacía normalmente... pero era la primera persona que hacía aquello. Y ese tigre...

-...es como el de Tyrande.- murmuré.

Recordaba la estatuilla... La de la verdadera Tyrande, la que había muerto en el Oblivion. En ella, también estaba montada en un animal similar.

Nunca la había conocido. Y aun así, no podía evitar sentir cierto respeto por ella. Había sido una de los primeros Centinelas, después de todo. Melena Blanca había hablado sobre ella y sobre su sacrificio.

Noté el olor de Syl. El felino apareció trepando sobre la muralla exterior poco después. Primero me miró a mi, y luego a la elfa. O al menos, eso sospechaba: con la máscara puesta, seguía siendo difícil de saberlo con seguridad.

-¿...Ella, entonces?- preguntó. ¿Estaba decepcionado... o sorprendido? -Te dije que esperases.- resopló, encogiéndose de hombros. Por algún motivo, aquello me pareció gracioso. Reí abiertamente, algo más tranquilo. No esperaba que se hubiese encontrado a nadie.

-¿Sabes que quiere?- inquirí. Negó con la cabeza. Ambos miramos a la mujer.


_______________________________

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Mensaje  Eilydh Lun 16 Nov - 23:44

El fuego que rodeaba a la bestia pareció cesar como imitando al que había estado consumiendo aquel lugar hasta hacía varios segundos. Lo hizo de manera paulatina, como simil de la propia rabia que había traido consigo los meteoritos y dejó tras de si cenizas mezcladas con la sensación y vacío que hasta ahora habían ocupado las llamas.

La elfa miró a Asher recuperarse de aquella demostración de habilidades; su gesto no era de euforia.En sus fauces no había rastro alguno de la ira y la venganza que había cubierto su rostro segundos antes, como si el fuego hubiese sido el culmen mismo de su propio infierno, y tras de si, ahora tan solo quedaban los retazos de alguien... casi tan consumido como lo que había dejado atrás.

O más.

Eilydh comenzó a entender la preocupación hacía menos de una hora de aquel hombre-gato desconocido por Asher. Casi podía ver el cansancio en sus ojos y si no estaba equivocada era el tercer incendio que ocasionaba aquella semana.

Agarró su brazo adormecido que había dejado de sangrar para evitar que el va y ven de sus músculos sin tono impidiese su movimiento acercándose al hombre. Por alguna extraña razón, el gesto de Asher tras el incendio le había recordado a alguien cansado, anciano y... sumamente familiar con el que no hacía mucho había pasado varios días.

Un guerrero cansado de una batalla interminable aún a sabiendas que el único capaz de derrotarlo era él mismo.

Eilydh estaba tan sumida en sus propios pensamientos que tardó un poco en darse cuenta que Asher le hablaba a ella. O más bien... hablaba sobre ella. Esperaba que lo que dijese no fuese verdad.

Su gesto relajado hasta el momento se frunció en una expresión de molestia. Ash'alá se interpuso entre ella y la bestia, evitando que Eilydh se acercase más de lo debido. El tigre la conocía lo suficiente como para saber donde iba a acabar aquella conversación.

-.... ¿Estás... estas bromeando, no?- dijo la elfa con una risa nerviosa y falsa- ¿Me estás diciendo que... he estado.... hablando con los humanos apestosos que dejas deformes en tabernas de mala muerte e intentando corregir tu fama de bestia inmunda y sin principios...no... no eres nada de lo que creí que eras?- Eilydh pausó sus palabras y miró al suelo por un segundo.

Había perdido su tiempo. Aquel hombre tan solo había contribuido a la perdida de vidas sin sentido aparente. Era... lo suficientemente débil como para haber permitido que lo traicionaran y ahora... ahora tan solo estaba sumido en el dolor de su propia derrota.

El verdadero Asher.

El hombre mencionó a Tyrande y Ash'alá emitió un rugido al reconocer aquellas palabras. Eilydh no quería hablar. No le apetecía reconocer que había estado equivocada sobre qué esperaba encontrar en Asher. Miraba a un lado y a otro como si de pronto, y por primera vez desde que dejó los restos del árbol madre en sandorai, tuviese miedo.

-No es como el de Tyrande... es el de Tyrande- el tigre rugió- era el de Tyrande. - suspiró- No eres el único que luchó en Sandorai.  Y ojalá pudiese decir que eres uno de los pocos que acabó derrotado en esa batalla. Pero mentiría. - suspiró, recogiendo en su cabeza los retazos de todo lo que le había pensado decir a Asher al verlo y que ahora tan solo formaban una masa enorme rota por la realidad que era lo que aquel hombre bestia acababa de decir.

El hombre-gato al que había conocido antes se acercó sigiloso a ambos y le reclamó su falta de paciencia. Aquello fue la gota que desbordó la frustración de la elfa.

-He esperado demasiado- dijo tirándo al suelo con ira parte de la camisa rota de su brazo que comenzaba a tener movilidad- Llevo días siguiéndote la pista. Calculando las palabras que usar para que mi aspecto no hablase por mi antes.- dio una pequeña patada a un montoncillo de cenizas a su alrededor- Y si al menos esa espera hubiese merecido la pena... pensé... pensé que tú iniciaste el fuego en árbol madre- suspiró pues era la primera vez que pronunciaba aquello en voz alta y daba realidad a la idea en su cabeza- Pensé que quizás pudieses compartir.. ciertas ideas que ahora.. bueno, ahora son estúpidas.Pensé que de ser así podrías... ayudarme a canalizar esta.. esta jodida ira que siento en mi. ¿Debería estar feliz... verdad?- rio de manera sarcástica.- Estas estúpidas orejas en mi rostro deberían servir para sentirme agradecida porque mi Dios haya perdonado la vida de mis hermanos- pronunció aquella palabra con asco- Debería... debería haber clavado mi espada en el centro de tu pecho y perecer en el fuego que acabas de crear a nuestro alrededor. Debería estar agradecida de que tú y tus estúpidos amigos, incluyendo a Eltrant Tale fueseis tan estúpidos como para jugarse la vida por mi pueblo- rompió otro colgajo de su camisa y lo lanzó a Asher- ¿Pero adivina qué? Ojalá te hubieses quedado atrapado en el Oblivion para siempre en el momento justo en el que decidiste luchar por escoria clasista y...- el fuego de su cicatriz de su espalda ardía- monstruos como mis hermanos- tragó saliva.

Se arrepintió de haber incluído en su discurso a Tale casi tan rápido como lo hizo. La imagen del hombre le pasó por su cabeza de manera fugaz y una punzada de dolor la inundó por un segundo. Pero su rabia era más fuerte.

Sus ojos estaban embarrados con el brillo de lágrimas de rabia y frustración que no dejó salir pero que le molestaban. Acababa de descubrir que la única persona en el mundo que podría haberle enseñado algo de como canalizar aquel sentimiento para algo beneficioso... se había entregado a esa ira que ambos compartían y no solo eso, que era igual o más débil que ella como para dejarse engañar por los elfos.

No tenía ni idea qué iba a hacer a partir de ahora. Asher siempre había sido su plan B.

-Había venido porque me había creido las muchas habladurías de la gente. Ahora veo que no todo lo que dicen de ti es cierto, muy a mi pesar.- terminó de decir.

Era elfa muerta.
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Mensaje  Asher Daregan Mar 17 Nov - 23:04

Me quedé callado mientras la elfa hablaba. Aquello era mucho que procesar. La mitad del tiempo no estaba seguro de que demonios estaba hablando, pero finalmente, lo comprendí. Se hizo un silencio tenso. La elfa casi parecía esperar que le cortase la cabeza allí mismo o algo por el estilo.

No me sorprendía que fuese Tale quien le había hablado de mi. Era demasiado bondadoso. Demasiado paciente incluso con gente insufrible, contándome.

-...Debes ser bastante idiota para decir todo eso.- dije. Y entonces, empecé a reír, incapaz de contenerme. Ni siquiera era una risa cruel: genuinamente, aquello tenía demasiada gracia. -¡Mírate! ¿Estás llorando de verdad?- pregunté, incapaz de borrar aquella sonrisa. Sonaba a un sarcasmo muy elaborado, pero... no, estaba siendo tan dramática de verdad.

Solté una larga carcajada al mirarle de nuevo a la cara, como si hubiese sido la mejor broma que había oído en mucho tiempo. Finalmente, negué con la cabeza.

-Ay... Venga ya... ¿y este es el testigo que dejo? Pf...- me contuve, intentando no reír de nuevo. -Así que... has estado buscándome durante días, escuchando rumores, con la idea de que yo era... ¿que? ¿Un Jinete Oscuro? ¿Ilmerith?- pregunté, aún incrédulo. -Y, cuando viste que no soy un demonio de verdad, has decidido que debía estar luchando por los elfos.- exhalé, intentando recuperar el aliento. Miré a Syl. Era difícil de verlo, pero me parecía que acababa de reprimir una risa.

Esa elfa tenía problemas serios. No sabía ni por donde empezar. ¿La corregía siquiera? ...Si, por qué no. Al menos sería divertido.

-Espíritus... Vale, vale.- carraspeé. -Querida elfa idiota. Deberías saber que las ideas que tu te hagas sobre quien soy o que hago no son mi problema. No es la primera vez que me toman por un dios, sabes. Pero eso es culpa del que lo vea. Yo no te he engañado a ti, ni a nadie.- comencé. Iba a tener para rato con esa mujer, pero aquello parecía el punto principal. -Segundo... si hubiese sido un Jinete Oscuro, o Imlerith, el responsable de los meteoritos, te habría matado mucho antes, orejas o no.- aseguré. No respondían a razones, después de todo.

-Ah, e incluso suponiendo que no te matase... ¿tu plan era esperar que quisiera ayudarte a que, exactamente? ¿Compartir ideas? ¿Canalizar tu ira?- pregunté, incapaz de reprimir otra carcajada. -Tu... ¿que vas a saber tu de ira? Mírate. Lo tuyo es una pataleta, nada más. Y las pataletas no eclipsan el sol ni hacen llover meteoritos.- dije, negando con la cabeza. Quizás fuese una elfa joven, después de todo. Era difícil de decir con ellos. -Mmh... ¿Que más?-

-¿...Su dios y sus hermanos?- sugirió Syl.

-Ah, si. Si, definitivamente, gracias al único y todopoderoso dios élfico de los abrazos y los árboles que están vivos.- continué, burlón. -Tu pueblo. Si, típico de los elfos. Si hubiese sido por vosotros, ¿te crees que alguien habría pestañeado? Os habrían dejado que os pudrieseis. No, nada que ver. Los Jinetes eran una amenaza para todos. Todo Aerandir, todas las personas vivas. Sorpresa. Eso me incluía a mi.- expliqué, encogiéndome de hombros. Aquello era sorprendentemente sincero. Si no hubiese estado en riesgo, probablemente no me habría molestado.

-Oh, y adivina que. Ganamos. Incluso tras vuestra absurda traición, matamos a todos los Jinetes Oscuros. Lo que nadie más en varios mundos ha podido hacer en siglos...- resoplé, divertido. No era de extrañar que los elfos no tuviesen ninguna oportunidad contra tan solo un Centinela, después de todo. -Los meteoritos son los mismos. Absorbí su éter.- Nova apareció en mi mano de nuevo, enfatizando mi punto.

¿Me dejaba algo? Miré de nuevo a Syl. El felino seguía con la ballesta en manos. Me devolvió la mirada e hizo un leve gesto con la cabeza.

-Oh, pero te concedere algo. Estoy dejando que esa reputación de demonio crezca.- expliqué. -Fuego azul, ira, masacres, meteoritos... Es parte de una idea. Por eso dejo que la gente cuente historias. No esperaba que nadie me buscase para pedir lecciones para canalizar ira- recalqué, aún sonriendo.

No dije mucho más. Me levanté y me desperecé. Y, de la misma forma tan casual con la que me había reído, dije mi siguiente frase.

-Si aún quieres morir, puedo concederte eso.- ofrecí finalmente. Podía incluso hacerlo un duelo. No sería la primera vez. La miré de reojo, aún divertido.

Syl resopló. Traté de ignorarlo, de momento. Quería ver la respuesta.
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Mensaje  Eilydh Dom 29 Nov - 21:24


Aquellas tres figuras estaban lo suficientemente envueltas en su esencia como para si quiera percatarse del... orden exquisito que les rodeaba bajo sus pies. La red de pasadizos bajo sus pisadas habían comenzado a mobilizarse aquí y allá con el dinamismo de un ejército organizado.

Aquel pequeño pueblo no tenía la defensa digna de las ciudades colindantes. Los guardias habían caído ante el ataque de Asher a pesar de sus disfraces y el destrozo de su ataque había dejado la parte visible de la ciudad en llamas y desolación con la facilidad que se esperaba de su aspecto.

Pero... los elfos no eran personas a falta de astucia.

Bajo una gruesa capa de tierra y  piedras, el trajín de los pocos guerreros que habían sobrevivido y la nobleza amparada en las galerías subterráneas comenzaba a organizarse. Aquí y allá los pocos nobles elfos que quedaban aún vivos daban órdenes  dirigiendo los complejos mecanismos que estaban a punto de activar.

Y sobre ellos...la voz de aquel lobo sonó por primera vez como la bestia que era.

Su tono satírico casi a punto de las carcajadas no era más que un guión ensayado  una y otra vez en la cabeza de la elfa. Eilydh lo miró con los ojos llenos de ira como si lo viese por primera vez en todo su esplendor. Todo a la grandeza que había fundado él mismo para rodearse de su fama.  Humo y espejos. Nada.

Pero a la bestia le gustaba demasiado el sonido de su propia voz como para simplemente callar ante el momento ínfimo de vulnerabilidad de Eilydh. Miró al gato que ahora acompañaba a Asher, cargado con su ballesta. Como una advertencia con pelaje.¿Acaso era aquello a lo que se refería Anders? Dejar su coraza atrás tanto con Eltrant como ahora, por un instante, con Asher tan solo le estaba trayendo problemas. Mostrándola más vulnerable.  Casi comenzaba a entender el dolor de aquel hombre- lobo.

-Quizás debas hacerlo.- dijo Eilydh sorprendiéndose a si misma con asco en sus palabras.- Una vida más o una menos, ¿Qué más da?- Ash'alá la miró y rugió molesto ante aquella revelación. Eilydh alzó la mano en señal de calma y el tigre paró de rugir- Una vida más amontonada bajo tus pies. Y ¿Después qué, Bestia Azur? ¿Que harás cuando te hayas quedado sin pueblos a los que asesinar? Sin vida alguna que recuerde que eres el demonio que te enorgulleces de ser.-

Se levantó y comenzó a recomponerse mientras las palabras de Asher y Syl seguían en su cabeza. Sonrió  recordando como el gato había alentado a Asher a que se regocijase con su frustración.

-Quizás entonces seas tú su objetivo- dijo esto mirando a Syl directamente a los ojos- No ahora. No en unos meses. Pero sabes que lo hará. Porque sabes que cada vez que la ira lo domina su coraza de fuego lo separa de lo que en realidad es, y las historias que él mismo se ha inventado separa a tu amigo de ti- Apartó la mirada entonces y recompuso su espada sobre sus hombros- Y para entonces quizás su rabia se haya llevado tanta parte de Asher que la bestia Azur no recuerde que tu eres su compañero. O no le importe. Tan solo un leve desacuerdo... una...pequeña injusticia en la que no estéis de acuerdo y... Boom- Eilydh cerró los ojos suspirando de cansancio.- ¿No es acaso por eso por lo que me has dejado bajar?- de nuevo miró a Syl.- Porque...irónicamente puede que sea una de las únicas elfas en el mundo que no quiere despertar su ira, sino... conocerla. Aprender de ella. Por un momento me dio la impresión de que... bah.

Se montó en Ash'alá tras darse cuenta después de varios pasos que estaba cojeando. El tigre dió un par de vueltas como calentando sus músculos mientras Eilydh seguía hablando.

-¿Y sabes cómo lo se, Asher?. Porque a diferencia de tú de mi, yo si se de ti. Y tú, no tienes ni la menor idea de qué tipo de persona soy. Y como tú... también tengo el ego  y la bondad herida.- añadió.- Ahora... puedes dejarme viva y marcharte. Si lo haces, te seguiré hasta que entienda la fina línea en la que te mueves evitando que tu rabia e ira dañe a los que quieres.Espero aprender lo suficiente hasta que finalmente lo haga- miró de nuevo a Syl por un segundo-Puedes matarme y convertirte cada vez más en eso que tu mismo has estado inventando sobre ti pero que en el fondo, tu mismo has dicho. No es real.


El humo había comenzado a disiparse pasando de ser una cortina  opaca a un leve velo que guardaba la quietud de la masacre que había causado la furia de Asher. Los cuerpos se amontonaban con la expresión vacía sobre sus ojos dedicándo a la bestia sus últimas miradas consumidas, pareciese, antes por el miedo que por el efecto de sus meteoros.


- Mi nombre es Eilydh- dijo sin siquiera pensar que el hecho de dar su verdadero nombre fuese a ser una amenaza mayor que estar plantada delante de aquellos dos asesinos- He venido porque quiero cambiar la reputación de los elfos que os traicionaron y mostraos que no todos los abraza árboles  nos vendemos a la promesa de honor y justicia divina. Y... porque si aprendo de ti... pensaba que... quizás pueda crear algo de lo que sentirme orgullosa por mi misma- Se dirigió a Syl esta vez. Si aquel gato era lo suficientemente inteligente y fuerte como para tener la confianza de Asher, aceptar y entender su calma, aprender de él tan solo iba a ser una ventaja.

No estaba muy segura de a qué se refería. O quizás si. La idea llevaba el tiempo suficiente dándole vueltas en la cabeza y aquella era la primera vez en la que la elfa era lo suficientemente valiente como para exponerlo en palabras.


BOOM

Algo se rompió bajo ellos.

El suelo que aún quedaba sin destrozar temblaba. Los huecos que habían dejado los meteoritos bajo ellos comenzaban a desvelar una red de túneles aquí y allá que movilizaban la tierra bajo las cuatro figuras  de manera peligrosa.

Eilydh sobre Ash'alá notó como este perdía el equilibrio y su primera acción fue mirar a Asher esperando que fuese él quién hacía de nuevo temblar el suelo pero... no tardó mucho en darse cuenta de que él no tenía nada que ver con aquello. Tan pronto como las cuerdas comenzaron a inundarlos desde abajo en forma de sogas y lazos.  Atándolos aquí y allá y obligando a las cuatro figuras lo suficientemente desprevenidas como para no esperar aquello a preguntarse qué pasaba.

Gruesas cuerdas se enredaron en el cuerpo de Eilydh haciéndola caer de Ash'alá y la elfa vio que Asher y Syl sufrían la misma suerte. Apenas cayó al suelo cuando se percató... bueno, de que bajo ella. Bajo ninguno de ellos había suelo.

Su cuerpo se balanceó sobre el tune a 3 metros bajo ella que había expuesto la plataforma desactivada que hasta hacía unos momentos habían creído tierra firme.

Se oyeron vítores ensordecidos bajo ellos. Eilydh se agarró como pudo a la cuerda que evitaba que se precipitase a la nada.
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