La esencia del guerrero [Privado]

La perspectiva de un mundo entero por descubrir debería haber sido emocionante, pero Neha sentía una inquietud difícil de ignorar. Una y otra vez, se había parado en el camino solo para dar media vuelta y mirar atrás. Cuando caía la noche, pensaba en los suyos y en la comida que estarían disfrutando juntos, las historias que contarían. No le alegraba pensar que una de esas historias podía ser la suya propia; preferiría haber estado en su hogar, tranquila, escuchando sobre paisajes extraños y gente desconocida.

Sin embargo, el camino avanzaba y Neha lo seguía. Dormía a la intemperie y rezaba, una y otra vez, por algún signo que pronto le indicara si iba en la dirección adecuada.

Pero los dioses eran especialmente reacios a hablar y no le enviaban señal alguna. Quizás consideraban que ya habían dicho suficiente por el momento.

Cuando se aventuró al mundo, su familia le dio una bolsita con el dinero común de Aerandir. En su pueblo natal su uso era poco habitual; en el día a día funcionaba mucho mejor el trueque, y aquellos aeros los usaban casi exclusivamente cuando trataban con extranjeros. "¿Soy una extranjera ahora?" se preguntaba Neha cuando sentía el peso desconcertante de aquellas piezas simbólicas. Lo cierto es que aún le costaba hacerse a su uso y entender el precio de las cosas. Por ello, regateaba siempre, hasta que la persona que le vendía algo parecía sinceramente enfadada. Ahí, la joven bruja comprendía que había propasado el valor real de lo que compraba. E intentaba recordarlo para la siguiente vez.

El caso es que el dinero que portaba no era infinito. Era ella una guerrera, y como tal, tenía que ofrecer un servicio de protección para conseguir a cambio más monedas. Cuando llegó a un pueblo fue al centro de mismo y preguntó con absoluta sinceridad, esperando que el boca a boca la guiara.

- ¡Hola!¿Sabéis de alguien por aquí que esté buscando ayuda? Soy mercenario- explicó, sustituyendo cuidadosamente en su mente la palabra "guerrero" por la más foránea "mercenario".

Un hombre la miró de arriba abajo sin decir nada. Otro más apenas le echó un vistazo. No respondieron, así que Neha esperó unos segundos y después decidió irse de allí.

Fue entonces cuando una mujer se acercó a ella. Tras presentarse como Sibyl, dijo tener un buen trabajo para una mercenario como ella.

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Y fue así como terminó allí. No era la única a la que habían contratado en aquella expedición, y parecía que varios de los otros mercenarios se conocían entre ellos. Neha se sentía un poco incómoda con todo aquello, pero no iba a demostrarlo, y se aseguró de tener la espada siempre a la vista, de sonreír con seguridad, y de marcar unos límites. ¿Qué es lo que tenían que hacer exactamente? Lo preguntó varias veces, pero nadie le dio mucha información. Le recordaron que ella era un guerrero de alquiler, que su deber era cumplir órdenes y hacerlo bien. Le pidieron únicamente que mantuviera la espada a mano, los sentidos alerta, y la sed de sangre por saciar.