Rescate de rehenes [Trabajo][Akanke/Gael]
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Rescate de rehenes [Trabajo][Akanke/Gael]
Era el miércoles 23, al rededor del medio día. La jornada de audiencias estaba a punto de tomar un receso, era hora de almorzar y ese momento era sagrado para los monos. Akanke estaba agotada, pero si fuese por ella, no almorzaría y de inmediato se internaría en el bosque a hacer algunas rondas de vigilancia. La seguridad se había reforzado en las fronteras del Templo y la aldea de los monos, pues en una villa cercana, unos bandidos habían causado estragos.
Las noticias que llegaron decían que, semanas atrás, un grupo que se hacía llamar Los Eridanus, dio un aviso que no alarmó a muchos, pues consideraron que era un blofeo. Nadie tomó precauciones y cuando atacaron la gran casa comunitaria, los aldeanos no pudieron hacer mucho. Tomaron de rehenes a todos quienes estaban allí dentro, incluyendo a la esposa e hija del líder del clan. Los defensores de la villa junto con un grupo de mujeres que afortunadamente estaban en la villa de paso, a las que llamaban Las sirvientas de Azaril, rodearon el lugar, impidiendo que Los Eridanus pudieran escapar. Un sepulcral silencio se mantuvo desde la casa comunitaria por dos semanas, para desesperación de los habitantes de aquella villa, especialmente para el líder del clan.
Akanke y los monos no habían recibido más noticias al respecto, por lo que habían tomado precauciones, temiendo que la gran tragedia de la villa vecina se extendiera hacia la de ellos. Hasta aquella tarde, en que un anciano llegó, caminando lento, apoyado en un bastón, acompañado de una versión suya bastante más joven. Aquel anciano hombre castor, quien se presentó como Wasmus Wood, era emisario del Clan Woodpicker.
Pidió una audiencia extraordinaria, algo que disgustaba a los monos quienes mantenían una estricta agenda que se pasaban por las partes pudendas muy a menudo, así que la audiencia con el emisario se la organizaron en un santiamén. En la sala del trono, estaba sentada Akanke, aburridísima, rodeada de los monos ancianos, sus asesores. Pero muy cerca, a su derecha, el leal Mao Zedong vigilaba, siempre con la guardia en alto, porque uno nunca sabe cuándo hay que reaccionar.
-Gracias por recibirnos- dijo el anciano Wasmus, haciendo una reverencia a la Sacerdotisa. -Vengo en nombre de nuestro clan, pero sobre todo, en el de nuestro líder, pues necesitamos de vuestra ayuda, Suma Sacerdotisa- explicó el castor. Akanke tenía que dominarse para no reír ante ese título, ¡le sonaba tan graciosa la pronunciación de esas palabras!
-¿Qué tipo de ayuda espera recibir de parte de nuestra Sacerdotisa?- preguntó Yi Shen, el sabio más anciano de los monos, un hombre orangután de largo y frondoso pelaje, movimientos parsimoniosos y voz calma. El viejo Wasmus miró al muchacho que lo acompañaba y suspiró, antes de volver la mirada al consejo de monos. -Como imagino que sabrán, nuestro pueblo está pasando por una situación muy compleja, han secuestrado la casa comunitaria y a todos allí dentro, incluídas la esposa de nuestro líder y su heredera, la joven Amarylis. No hubo avances de ningún tipo, pero hace un par de días, Amarylis salió para informar que estaban todos bien y que pronto se terminaría todo si llevábamos ante Los Eridanus a la Sacerdotisa del Templo de los Monos.- explicó, con una mirada suplicante -Os lo rogamos, Dama Akanke, ayúdenos a recuperar a nuestros hijos, hermanos y el futuro de nuestra gente.- rogó, con los ojos vidriosos como si en cualquier momento rompiera a llorar.
Al ver al anciano flaquear, el muchacho intervino -Sabemos que es riesgoso, por eso pedimos vuestra ayuda pero os compensaremos, ofrecemos una recompensa económica por vuestra intervención- dijo el joven -Somos gentes orgullosas, estar aquí es muy difícil para nosotros, pero nos vemos en la obligación de hacerlo pues han vestido a la heredera con unos trastos extraños, creaciones brillantes de metal que la apresan y tememos que su vida corra peligro, así como la de los demás secuestrados- añadió, sosteniendo al anciano al que las fuerzas parecían abandonarlo.
Con un gesto, Akanke despidió a los representantes Woodpicker pues necesitaban discutir acerca de aquella solicitud. Una vez solos, los miembros del consejo comenzaron a hablar a la vez, con gran bullicio y estrépito, como era costumbre. Abrumada por el ruido, Akanke golpeó el suelo con su báculo para hacerlos callar. Así, Shang Lee, el segundo asesor, indicó lo peligroso que aquella solicitud sonaba y que por ningún motivo Akanke debería involucrarse. La mayoría de los demás monos asintieron, estando de acuerdo con ellos. Pero la Sacerdotisa esperaba la opinión de Yi Shen, era la que más le interesaba. Lo miró y esperó.
-Es cierto que el contacto con aquel clan es mínimo, no los conocemos mucho y nunca nos habían venido a pedir ayuda.- señaló. -Esto sería una buena oportunidad para estrechar relaciones con ellos- sugirió Mao Zedong. Él era el guardia personal de Akanke pero además, hijo de Yi Sheng. -Los buenos vecinos son agradables, pero los vecinos aliados son ventajosos.- dijo, con la sabiduría que caracterizaba a su familia, pero pensando en lo estratégico que sería, militarmente. Yi Sheng asintió solemne y agregó -Ellos son expertos carpinteros y sus estructuras de madera las mejores, creo que sería bueno acercarnos más- indicó, apoyando la postura de su hijo.
Los demás monos volvieron a hablar, pero ya Akanke no los escuchaba. Tras la sugerencia de su guardia, miró a Yi Shen, quien también la miraba con sus profundos y tranquilos ojos oscuros. El orangután sonrió. Sabía que Akanke ella era una mujer que no se involucraba en situaciones ajenas, mucho menos las peligrosas, si no las veía ventajosas para ella o los monos. Aquella era una oportunidad bastante ventajosa en cuanto a las relaciones que saldrían de allí. Incluso si fracasaba, el hecho de aceptar ya dejaba en deuda con ellos al clan Woodpicker. Y si lo resolvían, no podrían oponerse a la alianza.
Pero estaba la cuestión de si aquello suponía más peligros que beneficios.
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Anciano Wasmus #cc9966
Jóven mensajero Woodpicker #66cc00
Sabio Yi Shen #993333
Mao Zedong #ffcc00
Las noticias que llegaron decían que, semanas atrás, un grupo que se hacía llamar Los Eridanus, dio un aviso que no alarmó a muchos, pues consideraron que era un blofeo. Nadie tomó precauciones y cuando atacaron la gran casa comunitaria, los aldeanos no pudieron hacer mucho. Tomaron de rehenes a todos quienes estaban allí dentro, incluyendo a la esposa e hija del líder del clan. Los defensores de la villa junto con un grupo de mujeres que afortunadamente estaban en la villa de paso, a las que llamaban Las sirvientas de Azaril, rodearon el lugar, impidiendo que Los Eridanus pudieran escapar. Un sepulcral silencio se mantuvo desde la casa comunitaria por dos semanas, para desesperación de los habitantes de aquella villa, especialmente para el líder del clan.
Akanke y los monos no habían recibido más noticias al respecto, por lo que habían tomado precauciones, temiendo que la gran tragedia de la villa vecina se extendiera hacia la de ellos. Hasta aquella tarde, en que un anciano llegó, caminando lento, apoyado en un bastón, acompañado de una versión suya bastante más joven. Aquel anciano hombre castor, quien se presentó como Wasmus Wood, era emisario del Clan Woodpicker.
- Wasmus Wood y su asistente:
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Pidió una audiencia extraordinaria, algo que disgustaba a los monos quienes mantenían una estricta agenda que se pasaban por las partes pudendas muy a menudo, así que la audiencia con el emisario se la organizaron en un santiamén. En la sala del trono, estaba sentada Akanke, aburridísima, rodeada de los monos ancianos, sus asesores. Pero muy cerca, a su derecha, el leal Mao Zedong vigilaba, siempre con la guardia en alto, porque uno nunca sabe cuándo hay que reaccionar.
-Gracias por recibirnos- dijo el anciano Wasmus, haciendo una reverencia a la Sacerdotisa. -Vengo en nombre de nuestro clan, pero sobre todo, en el de nuestro líder, pues necesitamos de vuestra ayuda, Suma Sacerdotisa- explicó el castor. Akanke tenía que dominarse para no reír ante ese título, ¡le sonaba tan graciosa la pronunciación de esas palabras!
-¿Qué tipo de ayuda espera recibir de parte de nuestra Sacerdotisa?- preguntó Yi Shen, el sabio más anciano de los monos, un hombre orangután de largo y frondoso pelaje, movimientos parsimoniosos y voz calma. El viejo Wasmus miró al muchacho que lo acompañaba y suspiró, antes de volver la mirada al consejo de monos. -Como imagino que sabrán, nuestro pueblo está pasando por una situación muy compleja, han secuestrado la casa comunitaria y a todos allí dentro, incluídas la esposa de nuestro líder y su heredera, la joven Amarylis. No hubo avances de ningún tipo, pero hace un par de días, Amarylis salió para informar que estaban todos bien y que pronto se terminaría todo si llevábamos ante Los Eridanus a la Sacerdotisa del Templo de los Monos.- explicó, con una mirada suplicante -Os lo rogamos, Dama Akanke, ayúdenos a recuperar a nuestros hijos, hermanos y el futuro de nuestra gente.- rogó, con los ojos vidriosos como si en cualquier momento rompiera a llorar.
Al ver al anciano flaquear, el muchacho intervino -Sabemos que es riesgoso, por eso pedimos vuestra ayuda pero os compensaremos, ofrecemos una recompensa económica por vuestra intervención- dijo el joven -Somos gentes orgullosas, estar aquí es muy difícil para nosotros, pero nos vemos en la obligación de hacerlo pues han vestido a la heredera con unos trastos extraños, creaciones brillantes de metal que la apresan y tememos que su vida corra peligro, así como la de los demás secuestrados- añadió, sosteniendo al anciano al que las fuerzas parecían abandonarlo.
Con un gesto, Akanke despidió a los representantes Woodpicker pues necesitaban discutir acerca de aquella solicitud. Una vez solos, los miembros del consejo comenzaron a hablar a la vez, con gran bullicio y estrépito, como era costumbre. Abrumada por el ruido, Akanke golpeó el suelo con su báculo para hacerlos callar. Así, Shang Lee, el segundo asesor, indicó lo peligroso que aquella solicitud sonaba y que por ningún motivo Akanke debería involucrarse. La mayoría de los demás monos asintieron, estando de acuerdo con ellos. Pero la Sacerdotisa esperaba la opinión de Yi Shen, era la que más le interesaba. Lo miró y esperó.
-Es cierto que el contacto con aquel clan es mínimo, no los conocemos mucho y nunca nos habían venido a pedir ayuda.- señaló. -Esto sería una buena oportunidad para estrechar relaciones con ellos- sugirió Mao Zedong. Él era el guardia personal de Akanke pero además, hijo de Yi Sheng. -Los buenos vecinos son agradables, pero los vecinos aliados son ventajosos.- dijo, con la sabiduría que caracterizaba a su familia, pero pensando en lo estratégico que sería, militarmente. Yi Sheng asintió solemne y agregó -Ellos son expertos carpinteros y sus estructuras de madera las mejores, creo que sería bueno acercarnos más- indicó, apoyando la postura de su hijo.
Los demás monos volvieron a hablar, pero ya Akanke no los escuchaba. Tras la sugerencia de su guardia, miró a Yi Shen, quien también la miraba con sus profundos y tranquilos ojos oscuros. El orangután sonrió. Sabía que Akanke ella era una mujer que no se involucraba en situaciones ajenas, mucho menos las peligrosas, si no las veía ventajosas para ella o los monos. Aquella era una oportunidad bastante ventajosa en cuanto a las relaciones que saldrían de allí. Incluso si fracasaba, el hecho de aceptar ya dejaba en deuda con ellos al clan Woodpicker. Y si lo resolvían, no podrían oponerse a la alianza.
Pero estaba la cuestión de si aquello suponía más peligros que beneficios.
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Anciano Wasmus #cc9966
Jóven mensajero Woodpicker #66cc00
Sabio Yi Shen #993333
Mao Zedong #ffcc00
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Última edición por Akanke el Lun Ago 22 2022, 16:48, editado 2 veces
Akanke
Sacerdotisa del Templo de los Monos
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Re: Rescate de rehenes [Trabajo][Akanke/Gael]
Una vez que me armé lo suficiente decidí, que, aprovechando que tenía algo de tiempo antes de reunirme con el resto que lo mejor era obtener algo de dinero extra. Luego de haber obtenido el equipo suficiente, lo ideal era probarlo. Así que salí en búsqueda de algo que hacer. Mi viaje me llevó hasta la zona de los reinos del esto. Podía pensar que había decidido viajar un poco más de la cuenta, pero luego de escuchar unos rumores, pensé que podría obtener alguna tajada.
Según lo que escuché en una taberna, un grupo que se hacía llamar "Los Eridanus" había tomado un edificio, tomando a una cantidad considerable de rehenes. Entre ellos se encontraba la esposa y la hija de un clan. Desde entonces llevaban casi dos semanas enclaustrados. Luego de informarme lo mejor que pude, tomé rumbo hacia dicho lugar. Después de todo, el hecho de que se encontraran dichas personalidades quería decir que la situación ameritaría una buena suma de dinero, dinero que yo necesitaría en mi próximo viaje, por lo que podría ofrecer mi mano de ayuda.
Después de mi pequeña travesía, logré llegar a la susodicha villa. Al llegar se podía percibir el ambiente tenso. Me acerqué hacia uno de los guardias, el cual el verme de inmediato me interceptó. - Usted... ¿Podría saber qué es lo que hace aquí? - Me rasqué la nuca. - Pues. Escuché que estaban teniendo problemas con un grupo de criminales. Por lo que me gustaría ofrecer mi ayuda. Me llamo Gaegel. - El guardia entrecerró sus ojos. Como si me inspeccionara con cierta sospecha. Ante sus miradas no pude evitar dibujar una sonrisa amplia, buscando demostrar que venía con las mejores intenciones. Tal vez monetarias, pero con buenas intenciones al fin y al cabo.
Luego de un rato se acercó un guardia, el cual a simple vista se le veía que era de mayor rango que con el primero que me había topado. - ¿Pasa algo aquí? - El soldado hizo una leve reverencia. - Este sujeto viene con intenciones de ayudar. - El guardia que había aparecido se rascó la barbilla. - Podrías sernos de ayuda ante las demandas de los criminales. ¿Cuál es tu nombre? - Suspiré levemente, era algo tonto estar repitiendo mi nombre todo el tiempo. - Soy Gaegel. - Dicho eso el guardia colocó una de sus manos en mi hombro. - ¿Crees que podrías ayudarnos escoltando a alguien importante para una negociación con dichos criminales? - Escuchar aquello me tomó un poco de sorpresa. Aquello era algo delicado, y se lo estaban dejando a alguien que apenas habían visto, eso solo delataba lo desesperados que se encontraban. - Bueeno. Creo que no hay problema con eso, y... ¿A quien debo de escoltar? - Ambos guardias hicieron un ademán que no entendí y me tomaron de ambas manos y comenzaron a jalarme. - Cuando lleguemos lo sabrás. - Al escuchar aquello arquee mi ceja. - Ay pero cuanto misterio. En fin. Podría decirse que llegué en el momento justo.
Según lo que escuché en una taberna, un grupo que se hacía llamar "Los Eridanus" había tomado un edificio, tomando a una cantidad considerable de rehenes. Entre ellos se encontraba la esposa y la hija de un clan. Desde entonces llevaban casi dos semanas enclaustrados. Luego de informarme lo mejor que pude, tomé rumbo hacia dicho lugar. Después de todo, el hecho de que se encontraran dichas personalidades quería decir que la situación ameritaría una buena suma de dinero, dinero que yo necesitaría en mi próximo viaje, por lo que podría ofrecer mi mano de ayuda.
Después de mi pequeña travesía, logré llegar a la susodicha villa. Al llegar se podía percibir el ambiente tenso. Me acerqué hacia uno de los guardias, el cual el verme de inmediato me interceptó. - Usted... ¿Podría saber qué es lo que hace aquí? - Me rasqué la nuca. - Pues. Escuché que estaban teniendo problemas con un grupo de criminales. Por lo que me gustaría ofrecer mi ayuda. Me llamo Gaegel. - El guardia entrecerró sus ojos. Como si me inspeccionara con cierta sospecha. Ante sus miradas no pude evitar dibujar una sonrisa amplia, buscando demostrar que venía con las mejores intenciones. Tal vez monetarias, pero con buenas intenciones al fin y al cabo.
Luego de un rato se acercó un guardia, el cual a simple vista se le veía que era de mayor rango que con el primero que me había topado. - ¿Pasa algo aquí? - El soldado hizo una leve reverencia. - Este sujeto viene con intenciones de ayudar. - El guardia que había aparecido se rascó la barbilla. - Podrías sernos de ayuda ante las demandas de los criminales. ¿Cuál es tu nombre? - Suspiré levemente, era algo tonto estar repitiendo mi nombre todo el tiempo. - Soy Gaegel. - Dicho eso el guardia colocó una de sus manos en mi hombro. - ¿Crees que podrías ayudarnos escoltando a alguien importante para una negociación con dichos criminales? - Escuchar aquello me tomó un poco de sorpresa. Aquello era algo delicado, y se lo estaban dejando a alguien que apenas habían visto, eso solo delataba lo desesperados que se encontraban. - Bueeno. Creo que no hay problema con eso, y... ¿A quien debo de escoltar? - Ambos guardias hicieron un ademán que no entendí y me tomaron de ambas manos y comenzaron a jalarme. - Cuando lleguemos lo sabrás. - Al escuchar aquello arquee mi ceja. - Ay pero cuanto misterio. En fin. Podría decirse que llegué en el momento justo.
Gaegel
Lobo Renegado
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Re: Rescate de rehenes [Trabajo][Akanke/Gael]
Shang Lee miró enojado a Yi Shen -Veo lo que haces- dijo en voz baja para que Akanke no escuchara. Yi Shen arqueó una ceja -No tengo idea de lo que crees que estoy haciendo- respondió tranquilamente. -¿Crees que soy tonto? Recuerdo bien que hace tiempo buscas la manera de comprometer a los Woodpicker con nosotros, no sé qué interés tienes con ellos. No será por sus tallados en madera, de eso estoy seguro. ¿Qué pretendes, viejo simio?- inquirió el hombre orangután cuyo rostro mostraba claramente la rabia que sentía. -Tienes muchas certezas en tu cabeza, cree lo que quieras, Shang Lee, yo solo busco lo mejor para nuestro pueblo- dijo y le volteó el rostro, ahora solo miraba a la Sacerdotisa quien meditaba la decisión que debía tomar.
Akanke no sabía nada de diplomacia, ni siquiera conocía la definición de la palabra. Sí entendía que había que ser buenos con los vecinos; respetarlos, cuidarlos y que fuese mutuo. Ella creía que como no había problema con los Woodpicker, ya eran buenos vecinos, pero al parecer no era así, que ni siquiera había trato entre ellos. Guardó silencio todo el tiempo, hasta que se dio cuenta que los monos habían hecho silencio -algo muy raro-, esperando por su decisión. Pasó los ojos sobre cada uno de ellos -Está bien- respondió por fin y se puso de pie. -Yendo con ayuda- informó a su consejo y fue a buscar a los emisarios. -¡¿Qué qué?!- exclamó horrorizado Shang Lee -¿De verdad va a ir?- preguntó, sin dar crédito -Sí. Yendo ahora. Más rápido, más mejor- respondió ella sin mirarlo.
Ella avanzaba con la mirada hacia el frente, buscando al par de hombres castor. -¿Pero entiende lo que eso significa? ¿Y si algo le pasa? ¿Y si nos ocultan información? ¿Y si...- insistía él, tratando de detener a Akanke. -Mao Zedong yendo también. Y Ro'lisim también. Y tú también- sentenció la sacerdotisa, dejando a Shang Lee de piedra. -¿Cómo así que yo yendo también? ¡Yo no yendo!- se quejó. -Tú sí yendo- ordenó Akanke, deteniéndose y girando a verlo -Tú siempre siendo no cuando yo siendo sí. Tú siempre mostrando lo que yo no veo. Necesitando tus ojos, Shang Lee.- explicó ella y sonrió.
El corazón de Shang Lee dió un salto -Yo.. no sabía que... me tenía en tal estima...- dijo sorprendido. Quedó asombrado, ninguno de sus líderes en el pasado le había dicho que fuera importante para ellos. Pero Akanke era tan diferente. -¡Por supuesto! ¡Yendo vamos! ¡Hay que ayudar a los vecinos, cueste lo que cueste!- exclamó resuelto. Akanke ya había avanzado y estaba junto a los emisarios Woodpicker, por lo que el hombre mono tuvo que correr para alcanzarlos. Partirían apenas el grupo de los Ro'lisim estuviera listo.
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Shang Lee #cc3300
Akanke no sabía nada de diplomacia, ni siquiera conocía la definición de la palabra. Sí entendía que había que ser buenos con los vecinos; respetarlos, cuidarlos y que fuese mutuo. Ella creía que como no había problema con los Woodpicker, ya eran buenos vecinos, pero al parecer no era así, que ni siquiera había trato entre ellos. Guardó silencio todo el tiempo, hasta que se dio cuenta que los monos habían hecho silencio -algo muy raro-, esperando por su decisión. Pasó los ojos sobre cada uno de ellos -Está bien- respondió por fin y se puso de pie. -Yendo con ayuda- informó a su consejo y fue a buscar a los emisarios. -¡¿Qué qué?!- exclamó horrorizado Shang Lee -¿De verdad va a ir?- preguntó, sin dar crédito -Sí. Yendo ahora. Más rápido, más mejor- respondió ella sin mirarlo.
Ella avanzaba con la mirada hacia el frente, buscando al par de hombres castor. -¿Pero entiende lo que eso significa? ¿Y si algo le pasa? ¿Y si nos ocultan información? ¿Y si...- insistía él, tratando de detener a Akanke. -Mao Zedong yendo también. Y Ro'lisim también. Y tú también- sentenció la sacerdotisa, dejando a Shang Lee de piedra. -¿Cómo así que yo yendo también? ¡Yo no yendo!- se quejó. -Tú sí yendo- ordenó Akanke, deteniéndose y girando a verlo -Tú siempre siendo no cuando yo siendo sí. Tú siempre mostrando lo que yo no veo. Necesitando tus ojos, Shang Lee.- explicó ella y sonrió.
El corazón de Shang Lee dió un salto -Yo.. no sabía que... me tenía en tal estima...- dijo sorprendido. Quedó asombrado, ninguno de sus líderes en el pasado le había dicho que fuera importante para ellos. Pero Akanke era tan diferente. -¡Por supuesto! ¡Yendo vamos! ¡Hay que ayudar a los vecinos, cueste lo que cueste!- exclamó resuelto. Akanke ya había avanzado y estaba junto a los emisarios Woodpicker, por lo que el hombre mono tuvo que correr para alcanzarlos. Partirían apenas el grupo de los Ro'lisim estuviera listo.
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Shang Lee #cc3300
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Última edición por Akanke el Lun Ago 22 2022, 16:49, editado 1 vez
Akanke
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Re: Rescate de rehenes [Trabajo][Akanke/Gael]
Continuaba caminando mientras era escoltado por esos guardias. Ellos hablaban entre ellos, pero lo hacían tan bajo que eran apenas susurros lo que salía de sus labios. Negué con mi cabeza, después de todo el hecho de que anduviese allí con ellos sin involucrarme en la charla se me hacía demasiado aburrido, y deseaba hablar. - Entonces... ¿Seré un escolta, cierto? - Dije sin mas, pero a los guardias parecieron que ignoraron mi comentario. Eso me hizo suspirar, después de todo odiaba que me ignoraran.
Entrecerré mis ojos y luego sonreí levemente. - Si seré escolta, eso quiere decir que acompañaré a alguien importante, ¿no es así? - El jefe de los guardias me miró de reojo con una mirada inquisitiva, como si buscase callarme, por lo que hice una mueca de disgusto. - De ser así, espero que este trabajo sea bien recompensado. Después de todo, no es lo mismo escoltar a un mercader, al líder de los mercaderes. - Se te recompensará de una manera generosa tal acto, por eso usted puede estar seguro. - Y dicho eso volvió su vista al frente para ignorarme.
Aquello hizo que el gesto cambiara por uno ligeramente burlón. - Pues gracias por contestarme al menos una de las preguntas. - Y dicho eso reí levemente. Mi reacción hizo suspirar al guardia superior. - ¿Por qué los dioses nos traen a un gañán como el? - Dijo en voz baja, por lo que le di unas palmadas en su espalda. - Créeme, te ha traído al mejor para esto. - Le dije con una gran sonrisa en mis labios.
Al menos eso hizo que la travesía fuera un poco más llevadera para mi. Una vez que nos acercamos a un grupo de guardias. - Por favor informen que encontramos a alguien para fungir como escolta - ¿Tan mal están en cuestión de guerreros? - Eso hizo molestar un poco al guardia. - No se trata de eso. Pero esto debe ser manejado por la persona que cuidarás. Y no permite que la acompañen ningún guardia de aquí. Así que deberías estar orgulloso por el trabajo que harás. - Arquee una ceja, como si su comentario no me terminara de cuadrar. - Si tu lo dices. Estoy ansioso por saber a quién debo acompañar. ¿Será que mientras tanto puedo beber cerveza? - ¿¡Que!? Tch, claro que no. Eso adormece tus sentidos. - Hice un ademán con mi diestra como si negara su afirmación. - Habla por ti. - Le contesté restándole importancia a su conjetura.
Entrecerré mis ojos y luego sonreí levemente. - Si seré escolta, eso quiere decir que acompañaré a alguien importante, ¿no es así? - El jefe de los guardias me miró de reojo con una mirada inquisitiva, como si buscase callarme, por lo que hice una mueca de disgusto. - De ser así, espero que este trabajo sea bien recompensado. Después de todo, no es lo mismo escoltar a un mercader, al líder de los mercaderes. - Se te recompensará de una manera generosa tal acto, por eso usted puede estar seguro. - Y dicho eso volvió su vista al frente para ignorarme.
Aquello hizo que el gesto cambiara por uno ligeramente burlón. - Pues gracias por contestarme al menos una de las preguntas. - Y dicho eso reí levemente. Mi reacción hizo suspirar al guardia superior. - ¿Por qué los dioses nos traen a un gañán como el? - Dijo en voz baja, por lo que le di unas palmadas en su espalda. - Créeme, te ha traído al mejor para esto. - Le dije con una gran sonrisa en mis labios.
Al menos eso hizo que la travesía fuera un poco más llevadera para mi. Una vez que nos acercamos a un grupo de guardias. - Por favor informen que encontramos a alguien para fungir como escolta - ¿Tan mal están en cuestión de guerreros? - Eso hizo molestar un poco al guardia. - No se trata de eso. Pero esto debe ser manejado por la persona que cuidarás. Y no permite que la acompañen ningún guardia de aquí. Así que deberías estar orgulloso por el trabajo que harás. - Arquee una ceja, como si su comentario no me terminara de cuadrar. - Si tu lo dices. Estoy ansioso por saber a quién debo acompañar. ¿Será que mientras tanto puedo beber cerveza? - ¿¡Que!? Tch, claro que no. Eso adormece tus sentidos. - Hice un ademán con mi diestra como si negara su afirmación. - Habla por ti. - Le contesté restándole importancia a su conjetura.
Gaegel
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Re: Rescate de rehenes [Trabajo][Akanke/Gael]
La aldea del clan Woodpicker era pintoresca, de casas bajitas y formas redondeadas. Al ser artesanos de la madera, las terminaciones eran delicadas y finas. Nada parecía dejado al azar ni descuidado, todo lo contrario, bastante bajo control. La diferencia con la idiosincrasia de los monos era bastante notoria, ya que ellos no se especializaban en ningún oficio en particular. Había alguien que se dedicara a algo, obviamente, pero nadie acudiría a ellos para adquirir un arma única o una pieza hecha por un artesano maestro. Lo único especial que tenían los monos, por aquellos tiempos, era a los Ro'lisim y a su Sacerdotisa. Sin ellos, serían un grupo de seres desordenados que vivían descontrolados en un templo arruinado, en el caos total.
La pulcritud de los Woodpicker asombró a Akanke, causándole una muy buena impresión. Todo estaba muy limpio y ordenado. A pesar de estar viviendo una situación bastante extrema, con la toma de la casa comunitaria y el secuestro de varios personajes relevantes, la mayoría de los habitantes de la aldea de los castores continuaba su vida; el mercado, la capilla, la taberna, los talleres, funcionaban sin problemas. Aquella actitud de los vecinos también llamó la atención de sus acompañantes y Shang Lee lo mencionó -Qué diferentes son a nosotros- dijo, mientras terminaban de acomodarse en los aposentos que les cedieron. -Es verdad- comentó Mao Zedong -Siento que somos un montón de simios desordenados y sucios al lado de ellos- añadió, un poco avergonzado. Akanke asintió y sonrió levemente con algo de burla en su expresión -Creo que nosotros aprendiendo mucho de vecinos, ¿cierto?- comentó. Ambos hombres mono la miraron con admiración.
Akanke había llegado por casualidad al Templo y tras varias peripecias terminó en una posición que no pidió y que no sabía ejercer, pero que con el pasar del tiempo, iba aprendiendo a manejar. Se volvía sabia. Los monos se daban cuenta y el crecimiento de ella les alimentaba el alma. Lo que no sabían era que el liderazgo le corría por las venas y ver por el bienestar de los suyos era algo innato en la centáuride, por lo que más que aprender, terminar con ellos solo hizo aflorar en ella aquello para lo que estaba hecha, su destino manifiesto.
Cuando estuvieron instalados, bajaron a un gran salón donde encontraron al emisario y al líder del clan, acompañados de una mujer que definitivamente no era castor -Bienvenida, Sacerdotisa Akanke, soy Agatha Yakovlev, una de las Sirvientes de Azaril, muchas gracias por acudir a nuestro llamado.- saludó con cortesía. -No queremos perder más tiempo, así que les explicaré la situación. Como ya todos saben, una semana atrás un grupo que se hace llamar Los Eridanus invadió la casa comunitaria y tomaron como rehenes a todos en su interior. Los guardias de la villa y un grupo de nosotras, las sirvientas de Azaril, que estábamos de visita, hemos rodeado el edificio, bloqueando toda ruta de escape. Sin embargo, desde entonces todo intento por entrar ha sido infructuoso, pues los criminales han sabido cómo repeler o eliminar a cualquier intruso.- contó la mujer, explicando el contexto de la situación -En los últimos días Los Eridanus al fin han informado que desean hacer un trato y que, de hacerles esperar demasiado, comenzarán a asesinar a sus rehenes. Hemos aceptado. Sin embargo, Los Eridanus no negociarán si no se cumplen ciertas condiciones.- indicó. Guardó silencio un instante y miró a Akanke a los ojos. Luego continuó -Para hacer el trato, los criminales solo hablarán con dos personas, las cuales deben ir solas. Esas dos personas serán recompensadas, tienen nuestra palabra.- aseguró Agatha Yakovlev.
Shang Lee, que no tenía un pelo de incauto, dio un paso adelante -¿Quiénes son esas dos personas?- preguntó, temiendo la respuesta. -Una de ellas es la Sacerdotisa Akanke- respondió Agatha. Con el corazón apretado, Shang Lee hizo la otra pregunta cuya respuesta le asustaba -¿Y la otra?- preguntó con voz trémula. -Han señalado a un recién llegado de nombre Gaegel como la segunda persona con quien hablarán.- informó. Shang Lee sintió un leve mareo, Mao Zedong apretó los puños.
La pulcritud de los Woodpicker asombró a Akanke, causándole una muy buena impresión. Todo estaba muy limpio y ordenado. A pesar de estar viviendo una situación bastante extrema, con la toma de la casa comunitaria y el secuestro de varios personajes relevantes, la mayoría de los habitantes de la aldea de los castores continuaba su vida; el mercado, la capilla, la taberna, los talleres, funcionaban sin problemas. Aquella actitud de los vecinos también llamó la atención de sus acompañantes y Shang Lee lo mencionó -Qué diferentes son a nosotros- dijo, mientras terminaban de acomodarse en los aposentos que les cedieron. -Es verdad- comentó Mao Zedong -Siento que somos un montón de simios desordenados y sucios al lado de ellos- añadió, un poco avergonzado. Akanke asintió y sonrió levemente con algo de burla en su expresión -Creo que nosotros aprendiendo mucho de vecinos, ¿cierto?- comentó. Ambos hombres mono la miraron con admiración.
Akanke había llegado por casualidad al Templo y tras varias peripecias terminó en una posición que no pidió y que no sabía ejercer, pero que con el pasar del tiempo, iba aprendiendo a manejar. Se volvía sabia. Los monos se daban cuenta y el crecimiento de ella les alimentaba el alma. Lo que no sabían era que el liderazgo le corría por las venas y ver por el bienestar de los suyos era algo innato en la centáuride, por lo que más que aprender, terminar con ellos solo hizo aflorar en ella aquello para lo que estaba hecha, su destino manifiesto.
Cuando estuvieron instalados, bajaron a un gran salón donde encontraron al emisario y al líder del clan, acompañados de una mujer que definitivamente no era castor -Bienvenida, Sacerdotisa Akanke, soy Agatha Yakovlev, una de las Sirvientes de Azaril, muchas gracias por acudir a nuestro llamado.- saludó con cortesía. -No queremos perder más tiempo, así que les explicaré la situación. Como ya todos saben, una semana atrás un grupo que se hace llamar Los Eridanus invadió la casa comunitaria y tomaron como rehenes a todos en su interior. Los guardias de la villa y un grupo de nosotras, las sirvientas de Azaril, que estábamos de visita, hemos rodeado el edificio, bloqueando toda ruta de escape. Sin embargo, desde entonces todo intento por entrar ha sido infructuoso, pues los criminales han sabido cómo repeler o eliminar a cualquier intruso.- contó la mujer, explicando el contexto de la situación -En los últimos días Los Eridanus al fin han informado que desean hacer un trato y que, de hacerles esperar demasiado, comenzarán a asesinar a sus rehenes. Hemos aceptado. Sin embargo, Los Eridanus no negociarán si no se cumplen ciertas condiciones.- indicó. Guardó silencio un instante y miró a Akanke a los ojos. Luego continuó -Para hacer el trato, los criminales solo hablarán con dos personas, las cuales deben ir solas. Esas dos personas serán recompensadas, tienen nuestra palabra.- aseguró Agatha Yakovlev.
Shang Lee, que no tenía un pelo de incauto, dio un paso adelante -¿Quiénes son esas dos personas?- preguntó, temiendo la respuesta. -Una de ellas es la Sacerdotisa Akanke- respondió Agatha. Con el corazón apretado, Shang Lee hizo la otra pregunta cuya respuesta le asustaba -¿Y la otra?- preguntó con voz trémula. -Han señalado a un recién llegado de nombre Gaegel como la segunda persona con quien hablarán.- informó. Shang Lee sintió un leve mareo, Mao Zedong apretó los puños.
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Akanke
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Re: Rescate de rehenes [Trabajo][Akanke/Gael]
Y allí estaba yo, esperando, y esperando a alguien, o que al menos algo interesante pasara. De vez en cuando pedía algo de beber, al menos algo que no tuviese alcohol, ya que la espera que estaba teniendo me estaba desesperando un poco. Aunque luego me dejaron caminar por el lugar. Allí comencé a ver el excelente trabajo de madera que había en la aldea. - Tienen aquí un gran trabajo de carpintería... Ojalá también tenga la oportunidad de aprender algo de sus maestros carpinteros. Todo lo que veo aquí es oro puro. - El guardia que me estaba custodiando asintió levemente. - Al menos tienes un buen gusto, y dependiendo de cómo se den las cosas, tal vez consideremos regalarte una audiencia con nuestros maestros carpinteros.
Aquello me hizo sonreír ampliamente. - Pues lo agradezco mucho. Lo que pueda aprender de ellos estoy seguro que será muy valioso. Hay creaciones aquí que no había visto nunca en ninguna otra aldea o ciudad que haya visitado. - El guardia me sonrió de manera orgullosa. - Eso es evidente. Las técnicas de carpintería de esta aldea han sido celosamente cuidadas y protegidas. Han intentado imitarlas, pero lo original siempre será lo mejor. - Hice un gesto de desdén. - Conozco a un maestro carpintero que de haber conocido este lugar, podría imitar su trabajo con solo verlo. - Sonreí levemente. Aquello hizo que el guardia riera de manera sarcástica. - Eso suena interesante. Quisiera verlo. - Tras ese comentario mi sonrisa se desvaneció. - Si. Yo también. - Y tras decir aquello me quedé en silencio, prefiriendo guardar silencio para evitar pasarme un mal rato.
Después de un rato, otro guardia se acercó a nosotros y le susurró a quien me custodiaba algo. Hecho eso me miraron fijamente a mi. - En marcha Gaegel. - Al escucharlo sonreí triunfante. - Gracias a los dioses. Ya me estaba aburriendo aquí, y sin nada de cerveza para pasar el rato. - Comenté mientras que comencé a caminar. Los guardias se colocaron uno adelante de mi y quien me custodiaba iba detrás de mi. - Pero cuanta seguridad, no les voy a robar nada. - Dije con una media sonrisa. - Sentimos actuar así, pero debido a la situación actual, es mejor ser cautelosos. - Caminamos durante algunos minutos hasta que llegamos a un sitio donde habían una pequeña aglomeración.
Miré por un momento al par de monos, se veían simpáticos, por lo que sonreí ampliamente. Cuando nos integramos a aquel grupo, el guardia que me custodiaba comenzó a hablar. - He traído a Gaegel, el otro elegido para hablar con los Eridanus. - Dicho eso, ambos guardias hicieron una reverencia. Por lo que miré ahora a una imponente mujer centáuroide. Volví a sonreír y moví mi diestra en forma de saludo. - Hola, soy Gaegel. - En ese mismo momento fui golpeado por uno de los guardias. - Torpe, muestra respeto ante la sacerdotisa Akanke. - Hice una mueca de dolor por el golpe. - Ay, ¿pero yo por qué? - Reclamaba en voz baja al guardia que me había golpeado. Aunque hubo algo que me extrañó un poco. Antes habían mencionado que fui elegido, ¿no originalmente me habían escogido solo como escolta? Esto estaba algo raro, pero bueno, tal vez luego pueda resolver el misterio.
Aquello me hizo sonreír ampliamente. - Pues lo agradezco mucho. Lo que pueda aprender de ellos estoy seguro que será muy valioso. Hay creaciones aquí que no había visto nunca en ninguna otra aldea o ciudad que haya visitado. - El guardia me sonrió de manera orgullosa. - Eso es evidente. Las técnicas de carpintería de esta aldea han sido celosamente cuidadas y protegidas. Han intentado imitarlas, pero lo original siempre será lo mejor. - Hice un gesto de desdén. - Conozco a un maestro carpintero que de haber conocido este lugar, podría imitar su trabajo con solo verlo. - Sonreí levemente. Aquello hizo que el guardia riera de manera sarcástica. - Eso suena interesante. Quisiera verlo. - Tras ese comentario mi sonrisa se desvaneció. - Si. Yo también. - Y tras decir aquello me quedé en silencio, prefiriendo guardar silencio para evitar pasarme un mal rato.
Después de un rato, otro guardia se acercó a nosotros y le susurró a quien me custodiaba algo. Hecho eso me miraron fijamente a mi. - En marcha Gaegel. - Al escucharlo sonreí triunfante. - Gracias a los dioses. Ya me estaba aburriendo aquí, y sin nada de cerveza para pasar el rato. - Comenté mientras que comencé a caminar. Los guardias se colocaron uno adelante de mi y quien me custodiaba iba detrás de mi. - Pero cuanta seguridad, no les voy a robar nada. - Dije con una media sonrisa. - Sentimos actuar así, pero debido a la situación actual, es mejor ser cautelosos. - Caminamos durante algunos minutos hasta que llegamos a un sitio donde habían una pequeña aglomeración.
Miré por un momento al par de monos, se veían simpáticos, por lo que sonreí ampliamente. Cuando nos integramos a aquel grupo, el guardia que me custodiaba comenzó a hablar. - He traído a Gaegel, el otro elegido para hablar con los Eridanus. - Dicho eso, ambos guardias hicieron una reverencia. Por lo que miré ahora a una imponente mujer centáuroide. Volví a sonreír y moví mi diestra en forma de saludo. - Hola, soy Gaegel. - En ese mismo momento fui golpeado por uno de los guardias. - Torpe, muestra respeto ante la sacerdotisa Akanke. - Hice una mueca de dolor por el golpe. - Ay, ¿pero yo por qué? - Reclamaba en voz baja al guardia que me había golpeado. Aunque hubo algo que me extrañó un poco. Antes habían mencionado que fui elegido, ¿no originalmente me habían escogido solo como escolta? Esto estaba algo raro, pero bueno, tal vez luego pueda resolver el misterio.
Gaegel
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Re: Rescate de rehenes [Trabajo][Akanke/Gael]
Shang Lee estaba indignado porque los emisarios ocultaron información muy importante cuando fueron a pedir ayuda. -¡Habrase visto! ¡Nos trajeron con engaños! ¡Así no se pueden comenzar las relaciones entre nosotros! ¿Cómo esperan que confiemos en ustedes si partieron con trucos? ¡No! ¡Así no baila el mono! Además, ¿quién es Gaegel y por qué irá él con nuestra Sacerdotisa? No, no y no. Mao Zedong, nos vamos, agarra a la Sacerdotisa que nos regresamos al Templo- vociferaba el consejero, haciendo espavientos con las manos. Su cara se había puesto roja de la rabia.
Mao Zedong estaba de acuerdo con Shang Lee -No ha sido correcto su actuar- dijo, mucho más calmado que el Consejero, pero sin ocultar la molestia. -Debieron decirnos esto desde el principio, creo que Akanke los habría ayudado igual, pero nosotros habríamos tomado más precauciones. Más de nuestros Ro'lisim habrían venido. Pudimos haber desarrollado un plan de contingencia. Nada de eso sería posible pues el tiempo apremia y las vidas de los suyos corren peligro- añadió. Mao Zedong era un hombre sabio como su padre y con un alto sentido del honor. -Y aunque no queremos que la sangre de sus familiares manche nuestras conciencias, tampoco pondríamos a nuestra Sacerdotisa en peligro sin un respaldo. Han sido egoístas y desconsiderados- señaló, mirando a los Woodpicker y a las Sirvientas de Azaril con enojo.
Akanke solo entendía que tenía una labor que cumplir y ya quería ponerse en ello. Entre antes comenzara, antes terminaría. Cuando Mao Zedong terminó de hablar, llegaron un par de guardias escoltando a un hombre. No era un bestial, así que asumieron que era Gaegel. Entró sonriendo y despreocupado. -Apuesto a que él tampoco sabe a qué viene- refunfuñó Shang Lee. La centáuride -que no lucía como una pero seguía siéndolo en su corazón- miró al hombre y le sonrió de vuelta. -Tú siendo Gaegel- señaló y se acercó a él, ofreciéndole su brazo para estrecharlo. -Yo siendo Akanke- se presentó, luego señaló a sus amigos -Mao Zedong y Shang Lee, del Templo de los Monos- dijo -¿Tú sabiendo lo que hacer?- le preguntó con la esperanza de que él estuviera mejor informado y preparado que ella para la tarea que enfrentarían.
Pero antes de que la conversación entre ambos pudiera avanzar mucho más, un fuerte sonido se escuchó. -¡Sonó como una explosión!- exclamó el líder del clan. -¡Pero si aún tenemos tiempo!- respondió Agatha, pensando lo peor. Los Woodpicker y las Sirvientas de Azaril corrieron fuera del salón, seguidos de Mao Zedong y Shang Lee, junto con los guardias. Akanke también se movió, pero un guardia la detuvo -¡Espere Sacerdotisa! Es muy peligroso, sígame. Usted tambien Gaegel- pidió, haciendo un gesto con la mano, indicándoles otra salida. -Ustedes son muy importantes para el futuro- decía el guardia mientras los guiaba por un pasillo. Akanke no entendía nada. ¿Acaso no tenían que ir a hablar con esos Eridanus? ¿Por qué los llevaban ahora fuera del pueblo?
Mao Zedong estaba de acuerdo con Shang Lee -No ha sido correcto su actuar- dijo, mucho más calmado que el Consejero, pero sin ocultar la molestia. -Debieron decirnos esto desde el principio, creo que Akanke los habría ayudado igual, pero nosotros habríamos tomado más precauciones. Más de nuestros Ro'lisim habrían venido. Pudimos haber desarrollado un plan de contingencia. Nada de eso sería posible pues el tiempo apremia y las vidas de los suyos corren peligro- añadió. Mao Zedong era un hombre sabio como su padre y con un alto sentido del honor. -Y aunque no queremos que la sangre de sus familiares manche nuestras conciencias, tampoco pondríamos a nuestra Sacerdotisa en peligro sin un respaldo. Han sido egoístas y desconsiderados- señaló, mirando a los Woodpicker y a las Sirvientas de Azaril con enojo.
Akanke solo entendía que tenía una labor que cumplir y ya quería ponerse en ello. Entre antes comenzara, antes terminaría. Cuando Mao Zedong terminó de hablar, llegaron un par de guardias escoltando a un hombre. No era un bestial, así que asumieron que era Gaegel. Entró sonriendo y despreocupado. -Apuesto a que él tampoco sabe a qué viene- refunfuñó Shang Lee. La centáuride -que no lucía como una pero seguía siéndolo en su corazón- miró al hombre y le sonrió de vuelta. -Tú siendo Gaegel- señaló y se acercó a él, ofreciéndole su brazo para estrecharlo. -Yo siendo Akanke- se presentó, luego señaló a sus amigos -Mao Zedong y Shang Lee, del Templo de los Monos- dijo -¿Tú sabiendo lo que hacer?- le preguntó con la esperanza de que él estuviera mejor informado y preparado que ella para la tarea que enfrentarían.
Pero antes de que la conversación entre ambos pudiera avanzar mucho más, un fuerte sonido se escuchó. -¡Sonó como una explosión!- exclamó el líder del clan. -¡Pero si aún tenemos tiempo!- respondió Agatha, pensando lo peor. Los Woodpicker y las Sirvientas de Azaril corrieron fuera del salón, seguidos de Mao Zedong y Shang Lee, junto con los guardias. Akanke también se movió, pero un guardia la detuvo -¡Espere Sacerdotisa! Es muy peligroso, sígame. Usted tambien Gaegel- pidió, haciendo un gesto con la mano, indicándoles otra salida. -Ustedes son muy importantes para el futuro- decía el guardia mientras los guiaba por un pasillo. Akanke no entendía nada. ¿Acaso no tenían que ir a hablar con esos Eridanus? ¿Por qué los llevaban ahora fuera del pueblo?
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Re: Rescate de rehenes [Trabajo][Akanke/Gael]
Cuando llegamos a donde estaba el grupo que se encontraba discutiendo, pude escuchar que decían algo sobre mi, pero preferí mantenerme en silencio, lo que podía hacer por el momento era aprovechar los comentarios sueltos, tal vez mientras oía, mientras mantenía un semblante despreocupado, podría sacar un poco más de información sobre la situación que acontecía en esta aldea tan pintoresca. En eso escuché de la mujer de tez oscura mencionarme, por lo que asentí levemente con mi cabeza. - Estás en lo correcto, yo soy Gaegel. Acto seguido presentó a sus acompañantes primates, por lo que volví a sonreír levemente con cordialidad. - Mucho gusto conocerlos también a ustedes.
Casi de inmediato me hizo una pregunta. - Pues... Estoy aquí para cuidar de ti, Akanke. - En eso volví a sentir otro coscorrón, el cual hizo que gesticulara una mueca de dolor. - Un poco más de respeto. - Ay, está bien. - Volví mi vista a Akanke. - A cuidar de usted, señorita Akanke. - Dije volviendo a esbozar una sonrisa en mi rostro, mi reacción solo hizo hacer una mueca de fastidio para el guardia que había intentado reprenderme, pero qué diablos, para mi esta situación se estaba volviendo más interesante.
Y cuando la charla estaba lista para continuar, se logró escuchar una gran explosión, lo cual hizo girar mi cabeza hacia donde se había escuchado aquel estallido. Noté que todos se estaban movilizando, por lo que cuando estaba por unirme a ellos, uno de los guardias nos detuvo tanto a mi como Akanke, este nos dio indicaciones diferentes para nosotros. Eso me descolocó un poco. Podía entender que la mujer de ojos ámbar fuera importante, ¿pero yo? Yo solamente era un guardaespaldas. Sea como fuese, había que seguirles el juego. Miré a Akanke y sonreí. - Lo mejor será seguir la corriente de estos eventos, después de todo, ya estamos aquí. - Sonreí despreocupado y comencé a correr hacia donde había indicado el guardia. Habría que mantener un perfil despreocupado por un buen rato más. Cada vez surgían más cosas, pero la única manera de saber qué pasaba, era mantenerse en el juego.
Casi de inmediato me hizo una pregunta. - Pues... Estoy aquí para cuidar de ti, Akanke. - En eso volví a sentir otro coscorrón, el cual hizo que gesticulara una mueca de dolor. - Un poco más de respeto. - Ay, está bien. - Volví mi vista a Akanke. - A cuidar de usted, señorita Akanke. - Dije volviendo a esbozar una sonrisa en mi rostro, mi reacción solo hizo hacer una mueca de fastidio para el guardia que había intentado reprenderme, pero qué diablos, para mi esta situación se estaba volviendo más interesante.
Y cuando la charla estaba lista para continuar, se logró escuchar una gran explosión, lo cual hizo girar mi cabeza hacia donde se había escuchado aquel estallido. Noté que todos se estaban movilizando, por lo que cuando estaba por unirme a ellos, uno de los guardias nos detuvo tanto a mi como Akanke, este nos dio indicaciones diferentes para nosotros. Eso me descolocó un poco. Podía entender que la mujer de ojos ámbar fuera importante, ¿pero yo? Yo solamente era un guardaespaldas. Sea como fuese, había que seguirles el juego. Miré a Akanke y sonreí. - Lo mejor será seguir la corriente de estos eventos, después de todo, ya estamos aquí. - Sonreí despreocupado y comencé a correr hacia donde había indicado el guardia. Habría que mantener un perfil despreocupado por un buen rato más. Cada vez surgían más cosas, pero la única manera de saber qué pasaba, era mantenerse en el juego.
Gaegel
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Re: Rescate de rehenes [Trabajo][Akanke/Gael]
Akanke se detuvo -¿Dónde yendo?- preguntó, con expresión contrariada en el rostro. Ella no había perdido de vista el hecho de que cada vez se alejaban más y más del pueblo de los Woodpicker. -Estando lejos de pueblo no hay hablamiento- dijo y miró a Gaegel para buscar su apoyo. -No moviendo. Mucho sospechoso- aseguró y clavó su báculo en el suelo.
El guardia resopló -Esperaba que no se dieran cuenta tan rápido- comentó e hizo un silbido1.
De entre las copas de los árboles, saltó un gran número de seres, de diferentes tamaños y formas, todos vestidos de negro, de la cabeza a los pies. Llevaban la cara tapada, solo se les veía los ojos. Sus miradas feroces e intimidantes no amedrentaron a Akanke. No puedo decir que le sorprendió la emboscada.
Hacía varios metros sentía que iba a una trampa, aunque deseaba estar equivocada y por eso había continuado avanzando. Miró a Gaegel, necesitaba saber si él era parte de aquello. Aparentemente no, la expresión de su rostro le dio a entender a la Sacerdotisa que estaba mucho más sorprendido que ella.
Agarró su báculo y se cuadró para defenderse.
¿Qué diría Shang Lee en aquel momento? Armaría un alboroto de como él tenía razón, seguramente. Que por qué nunca lo escuchan si él tiene tan buen criterio. Pero aquello no parecía ser obra de los Woodpicker porque ni siquiera el guardia era exactamente un hombre castor, viéndolo bien, parecía más un coipo.
-¿Qué queriendo?- preguntó al verse rodeada por hombres que ondeaban boleadoras, algunos que sostenían mallas y otros, cuerdas. -A ustedes, señorita Sacerdotisa. En sus cuerpos guardan los secretos de la evolución- explicó el hombre coipo. -¿Y Woodpicker?- volvió a preguntar, preocupada por sus amigos. -Oh, ellos tienen sus propios problemas. El secuestro de las mujeres del líder de ese clan no es cosa nuestra, solo aprovechamos el alboroto- comentó. -Ahora, nos gustaría que nos acompañaran por las buenas. No nos gustaría tener que usar la fuerza.- añadió, con el mismo tono tranquilo que había usado antes.
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1Problema #1 "Akanke y Gaegel son secuestrados.
El guardia resopló -Esperaba que no se dieran cuenta tan rápido- comentó e hizo un silbido1.
De entre las copas de los árboles, saltó un gran número de seres, de diferentes tamaños y formas, todos vestidos de negro, de la cabeza a los pies. Llevaban la cara tapada, solo se les veía los ojos. Sus miradas feroces e intimidantes no amedrentaron a Akanke. No puedo decir que le sorprendió la emboscada.
Hacía varios metros sentía que iba a una trampa, aunque deseaba estar equivocada y por eso había continuado avanzando. Miró a Gaegel, necesitaba saber si él era parte de aquello. Aparentemente no, la expresión de su rostro le dio a entender a la Sacerdotisa que estaba mucho más sorprendido que ella.
Agarró su báculo y se cuadró para defenderse.
¿Qué diría Shang Lee en aquel momento? Armaría un alboroto de como él tenía razón, seguramente. Que por qué nunca lo escuchan si él tiene tan buen criterio. Pero aquello no parecía ser obra de los Woodpicker porque ni siquiera el guardia era exactamente un hombre castor, viéndolo bien, parecía más un coipo.
-¿Qué queriendo?- preguntó al verse rodeada por hombres que ondeaban boleadoras, algunos que sostenían mallas y otros, cuerdas. -A ustedes, señorita Sacerdotisa. En sus cuerpos guardan los secretos de la evolución- explicó el hombre coipo. -¿Y Woodpicker?- volvió a preguntar, preocupada por sus amigos. -Oh, ellos tienen sus propios problemas. El secuestro de las mujeres del líder de ese clan no es cosa nuestra, solo aprovechamos el alboroto- comentó. -Ahora, nos gustaría que nos acompañaran por las buenas. No nos gustaría tener que usar la fuerza.- añadió, con el mismo tono tranquilo que había usado antes.
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1Problema #1 "Akanke y Gaegel son secuestrados.
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Última edición por Akanke el Lun Oct 31 2022, 02:13, editado 2 veces
Akanke
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Re: Rescate de rehenes [Trabajo][Akanke/Gael]
En un inicio había considerado que esta "retirada" era algo que habían considerado para mantener a la sacerdotisa Akanke a salvo, ¿y yo? Bueno, yo solamente estaba agregado a la ecuación al ser quien la cuidaría en esta misión. Por lo mismo, aunque escuchaba las quejas de la sacerdotisa, me mantenía callado, viendo de un lado a otro, aunque notando que cada vez nos alejábamos más y más, lo cual me resultaba cada vez más raro. Este movimiento no tenía sentido, no había la necesidad de alejarse tanto del poblado. - Oye, te están hablando, al menos deberías de tener la gentileza de contestar cuando te hablan.
Al seguir avanzando, fue la propia Akanke quien se detuvo en seco, por lo que yo hice lo mismo, mirando fijamente al que nos había estado dirigiendo. El comentario del "guardia" fue muy sospechoso. Y en un abrir y cerrar de ojos, nos vimos rodeados de diversas criaturas de diversos tamaños, aunque todos con vestimentas negras, lo cual era aún más raro de lo que estaba aconteciendo previamente.
Yo estaba muy confundido por la situación, de por si, el hecho de que me tomaran como un actor de la situación, y no solamente como un guardaespaldas como me habían dicho en un inicio me confundía, y sumado a esto la situación era más rara y difícil de digerir. En el momento en que la sacerdotisa se pusiera en guardia con su báculo, yo también me encargué de desenfundar mis Hojas Unidas. Y separar la gran espada que estaba para volverlas en dos espadas gemelas.
Akanke comenzó a interrogar al "guardia" que se había encargado de separarnos de los demás, pero la respuesta que dio volvió a inquietarme. ¿Por qué volvían a incluirme en la ecuación? Porque podía entender que Akanke, al ser alguien importante fuera alguien quien diversos grupos tengan sus ojos puestos en ella. ¿Pero yo? Al escucharlo decir aquello último con ese semblante de confianza hizo que entrecerrara sus ojos. - A ver, a ver... El hecho de que sean más no les asegura que los vayamos a obedecer. Bien podrían ser unos debiluchos que solamente tienen confianza al ser más que nosotros, así que. Si tienen un asunto pendiente con la sacerdotisa. Será mejor que lo traten aquí mismo, si no quieren probar el filo de mi arma. - Dicho eso choqué por un momento mis espadas gemelas generando el típico sonido metálico de las espadas al golpearse una con la otra y me coloqué en una postura de combate defensivo. Esta situación se volvía cada vez más compleja, y deseaba respuestas aquí y ahora. O si no lo único que obtendrían sería mi lado menos amable.
Al seguir avanzando, fue la propia Akanke quien se detuvo en seco, por lo que yo hice lo mismo, mirando fijamente al que nos había estado dirigiendo. El comentario del "guardia" fue muy sospechoso. Y en un abrir y cerrar de ojos, nos vimos rodeados de diversas criaturas de diversos tamaños, aunque todos con vestimentas negras, lo cual era aún más raro de lo que estaba aconteciendo previamente.
Yo estaba muy confundido por la situación, de por si, el hecho de que me tomaran como un actor de la situación, y no solamente como un guardaespaldas como me habían dicho en un inicio me confundía, y sumado a esto la situación era más rara y difícil de digerir. En el momento en que la sacerdotisa se pusiera en guardia con su báculo, yo también me encargué de desenfundar mis Hojas Unidas. Y separar la gran espada que estaba para volverlas en dos espadas gemelas.
Akanke comenzó a interrogar al "guardia" que se había encargado de separarnos de los demás, pero la respuesta que dio volvió a inquietarme. ¿Por qué volvían a incluirme en la ecuación? Porque podía entender que Akanke, al ser alguien importante fuera alguien quien diversos grupos tengan sus ojos puestos en ella. ¿Pero yo? Al escucharlo decir aquello último con ese semblante de confianza hizo que entrecerrara sus ojos. - A ver, a ver... El hecho de que sean más no les asegura que los vayamos a obedecer. Bien podrían ser unos debiluchos que solamente tienen confianza al ser más que nosotros, así que. Si tienen un asunto pendiente con la sacerdotisa. Será mejor que lo traten aquí mismo, si no quieren probar el filo de mi arma. - Dicho eso choqué por un momento mis espadas gemelas generando el típico sonido metálico de las espadas al golpearse una con la otra y me coloqué en una postura de combate defensivo. Esta situación se volvía cada vez más compleja, y deseaba respuestas aquí y ahora. O si no lo único que obtendrían sería mi lado menos amable.
Gaegel
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Re: Rescate de rehenes [Trabajo][Akanke/Gael]
Los ánimos se caldearon de repente. Akanke necesitaba respuestas, no más preguntas. ¿Evolución? ¿Qué era eso? Aquel no era un concepto que ella conociera y tampoco le interesaba saber su significado. -Yo teniendo tarea. Gaegel teniendo tarea misma conmigo en pueblo Woodpicker. Ustedes no siendo Woodpicker, ¿quiénes siendo?- preguntó, empuñando su báculo, imitando a Gaegel, preparándose para defenderse en caso de un ataque.
Y no se equivocaron en su presentimiento. El grupo que se cernía sobre ellos atacó, lanzando redes sobre ellos y boleadoras a sus pies. Akanke bateó algunos de los objetos que eran lanzados hacia ella, devolviéndolos a sus lanzadores. Pronto entendió que no querían lastimarla -mucho- pero sí atraparla. Y a Gaegel también.
Aunque de que Akanke y Gaegel se defendieron con fiereza y repartieron buenos golpes, la escaramuza duró poco tiempo y final e inevitablemente, fueron atrapados; les ganaban en número y estaban determinados a llevárselos como fuese. Pero lo que más inclinó la balanza hacia los extraños secuestradores, fue que poseían cerbatanas con dardos mojados en algún poderoso somnífero que dejó a ambos fuera de combate.
Una sensación cálida sacó a la sacerdotisa lentamente de aquel profundo sueño. Mientras abría los ojos, aún somnolienta, se encontró con un rostro masculino. Era muy peludo, con una barba frondosa y cejas gruesas. -Mao- murmuró Akanke y sonrió enternecida. -Habiendo soñado cosa loca y muy rara- contó -Habiendo gente de árbol y me perseguía por bosque con avispa venenosa- continuó, parpadeando pesadamente y con la boca seca. Rió bajito -Avispa pique pique pique todo'l cuerpo... Mao... ¿Mao?- lentamente fue recobrando la conciencia. Ése no era su querido Mao Zedong.
Akanke gritó y se sacudió, asustada y desorientada, no recordaba qué había pasado ni cómo había llegado allí. Mucho menos reconocía al barbudo que yacía junto a ella.
-Vaya... nuestra Eva despertó- dijo una voz femenina que sonaba anciana. Akanke trató de encontrar el origen de aquella voz pero una brillante luz la enceguecía. -¿Eva?- preguntó la mujer bestia -¿Qué siendo Eva?- inquirió. -¡Tú!- exclamó la voz -¡Eres la primera! La que dará nueva vida a nuestro pueblo- explicó aquella que Akanke visualizaba como una la anciana. -¿Yo? Yo siendo Akanke, no eso Eva. Yo no teniendo tiempo de nueva vida. Teniendo trabajo y Gaegel en Woodpicker- respondió Akanke muy seria. -¿Y dónde Gaegel?- preguntó, recordando que alguien con ese nombre debería estar allí con ella.
Y no se equivocaron en su presentimiento. El grupo que se cernía sobre ellos atacó, lanzando redes sobre ellos y boleadoras a sus pies. Akanke bateó algunos de los objetos que eran lanzados hacia ella, devolviéndolos a sus lanzadores. Pronto entendió que no querían lastimarla -mucho- pero sí atraparla. Y a Gaegel también.
Aunque de que Akanke y Gaegel se defendieron con fiereza y repartieron buenos golpes, la escaramuza duró poco tiempo y final e inevitablemente, fueron atrapados; les ganaban en número y estaban determinados a llevárselos como fuese. Pero lo que más inclinó la balanza hacia los extraños secuestradores, fue que poseían cerbatanas con dardos mojados en algún poderoso somnífero que dejó a ambos fuera de combate.
Una sensación cálida sacó a la sacerdotisa lentamente de aquel profundo sueño. Mientras abría los ojos, aún somnolienta, se encontró con un rostro masculino. Era muy peludo, con una barba frondosa y cejas gruesas. -Mao- murmuró Akanke y sonrió enternecida. -Habiendo soñado cosa loca y muy rara- contó -Habiendo gente de árbol y me perseguía por bosque con avispa venenosa- continuó, parpadeando pesadamente y con la boca seca. Rió bajito -Avispa pique pique pique todo'l cuerpo... Mao... ¿Mao?- lentamente fue recobrando la conciencia. Ése no era su querido Mao Zedong.
Akanke gritó y se sacudió, asustada y desorientada, no recordaba qué había pasado ni cómo había llegado allí. Mucho menos reconocía al barbudo que yacía junto a ella.
-Vaya... nuestra Eva despertó- dijo una voz femenina que sonaba anciana. Akanke trató de encontrar el origen de aquella voz pero una brillante luz la enceguecía. -¿Eva?- preguntó la mujer bestia -¿Qué siendo Eva?- inquirió. -¡Tú!- exclamó la voz -¡Eres la primera! La que dará nueva vida a nuestro pueblo- explicó aquella que Akanke visualizaba como una la anciana. -¿Yo? Yo siendo Akanke, no eso Eva. Yo no teniendo tiempo de nueva vida. Teniendo trabajo y Gaegel en Woodpicker- respondió Akanke muy seria. -¿Y dónde Gaegel?- preguntó, recordando que alguien con ese nombre debería estar allí con ella.
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Última edición por Akanke el Lun Ago 22 2022, 16:50, editado 1 vez
Akanke
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Re: Rescate de rehenes [Trabajo][Akanke/Gael]
Luego de lanzar mi comentario, sabía que la situación se pondría tensa. Y así fue, de inmediato comenzó la refriega, aunque conforme luchaba por tratar de escaparme de ellos junto con Akanke noté que el objetivo de ellos no era matarnos, sino que hacían todo lo posible por no herirnos. Eso me daba la ventaja a mi de golpearlos con mayor intensidad, y de hecho consideré que podríamos librarnos de ellos, al menos eso pensé puesto que comencé a sentir algunos pinchazos en mi cuerpo que lo que hacían era adormecerme.
Seguí luchando cuanto pude, pero al final terminé por desplomarme en el suelo. Al final el somnífero había podido más que el ímpetu que tenía. El grupo de secuestradores nos llevó con ellos.
Luego de un buen rato comencé a abrir los ojos. - Ay... Pero, ¿Qué pasó? - Mi vista aún no estaba completamente clara. Pero frente a mi se encontraba una figura masculina, la cual sonrió al notar como despertaba. - Parece que Adán está despertando... ¿Cómo te sientes? - Dijo acercándose a mi. - ¿Adán? ¿Quién es ese? - Aquel hombre rió levemente. - Pues tu. Serás el pilar para la evolución de nuestro pueblo. - Arquee mi vista, más confundido que antes. - Pues parece que te equivocaste de persona, yo no soy Adán, yo me llamo Gaegel. Mi nombre se presta para confusión, me ha pasado muchas veces, así que te aseguro que esto es un error. Solo pídeme una disculpa y déjame ir de aquí y tan amigos como siempre.
Me temo que no puedo acceder a tu solicitud. Eres una pieza clave para nuestro plan. Así que más te vale cooperar con nosotros. - Las palabras de ese sujeto me resultaban tan extrañas que lo único que provocaban era confundirme más que esclarecer el panorama. Ya más consciente que cuando desperté, me encontré en un lugar bastante extraño. Había vasos de cristal con líquidos de diferentes colores y diferentes formas. ¿Por qué no podían hacer vasos más normales? También había algunas personas que veían una especie de aparatos metálicos y luego se detenían a tomar algunos apuntes en hojas, instrumentos metálicos que en mi vida había visto, ¿de donde sacaba esto esta gente?. Todo lo que esas personas hacían era sumamente raro.
Oigan, ¿Dónde estoy?... ¿Y donde está Akanke? - Miraba de un lado a otro tratando de encontrar a la mujer que debía de proteger. Bien Gaegel, estás haciendo un trabajo fenomenal como guardaespaldas. - Ya me quiero ir de aquí. - Dije en mis adentros mientras comencé a revisar los agarres que me sujetaban para así buscar la manera de escaparme. ¿Y si me transformaba en mi forma canina? Tal vez eso aflojaría mis agarres. Pero debía de hacerlo en el momento adecuado, o podrían dormirme de nueva cuenta en el proceso.
Seguí luchando cuanto pude, pero al final terminé por desplomarme en el suelo. Al final el somnífero había podido más que el ímpetu que tenía. El grupo de secuestradores nos llevó con ellos.
Luego de un buen rato comencé a abrir los ojos. - Ay... Pero, ¿Qué pasó? - Mi vista aún no estaba completamente clara. Pero frente a mi se encontraba una figura masculina, la cual sonrió al notar como despertaba. - Parece que Adán está despertando... ¿Cómo te sientes? - Dijo acercándose a mi. - ¿Adán? ¿Quién es ese? - Aquel hombre rió levemente. - Pues tu. Serás el pilar para la evolución de nuestro pueblo. - Arquee mi vista, más confundido que antes. - Pues parece que te equivocaste de persona, yo no soy Adán, yo me llamo Gaegel. Mi nombre se presta para confusión, me ha pasado muchas veces, así que te aseguro que esto es un error. Solo pídeme una disculpa y déjame ir de aquí y tan amigos como siempre.
Me temo que no puedo acceder a tu solicitud. Eres una pieza clave para nuestro plan. Así que más te vale cooperar con nosotros. - Las palabras de ese sujeto me resultaban tan extrañas que lo único que provocaban era confundirme más que esclarecer el panorama. Ya más consciente que cuando desperté, me encontré en un lugar bastante extraño. Había vasos de cristal con líquidos de diferentes colores y diferentes formas. ¿Por qué no podían hacer vasos más normales? También había algunas personas que veían una especie de aparatos metálicos y luego se detenían a tomar algunos apuntes en hojas, instrumentos metálicos que en mi vida había visto, ¿de donde sacaba esto esta gente?. Todo lo que esas personas hacían era sumamente raro.
Oigan, ¿Dónde estoy?... ¿Y donde está Akanke? - Miraba de un lado a otro tratando de encontrar a la mujer que debía de proteger. Bien Gaegel, estás haciendo un trabajo fenomenal como guardaespaldas. - Ya me quiero ir de aquí. - Dije en mis adentros mientras comencé a revisar los agarres que me sujetaban para así buscar la manera de escaparme. ¿Y si me transformaba en mi forma canina? Tal vez eso aflojaría mis agarres. Pero debía de hacerlo en el momento adecuado, o podrían dormirme de nueva cuenta en el proceso.
Gaegel
Lobo Renegado
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Re: Rescate de rehenes [Trabajo][Akanke/Gael]
Akanke, completamente despierta, comenzó a forcejear para soltarse de sus amarras. -¡Soltarme!- ordenó, enojada. Estar en esa condición, despojada completamente del control de su ser, le era insoportable y llevaba de vuelta a su mente aquellos tiempos de captividad en que sufrió tantos abusos físicos. Gritaba de desesperación y se sacudía completamente fuera de si. -¡Gaegel! ¡Gaegel!- gritaba angustiada, clamando por el compañero que había sido preso junto a ella. -¿Qué haciendo a Gaegel?- exigió, buscando con la mirada a la anciana que le hablaba, tratando de calmarla.
-Akanke, tranquila, no podemos avanzar así- dijo la mujer que tuvo que salir a la luz para tratar de calmar a la mujer -Para el procedimiento tiene que estar muy quieta- explicó a la mujer que se sacudía como una posesa. Sus gritos eran desgarradores y amedrentaban a quienes estaban allí cerca sosteniendo bandejas con diferentes instrumentos y artilugios.
La centáuride recordó cuando la llevaron engañada al Laboratorio 8B, allí, sin pedirle permiso, le quitaron su poderoso cuerpo equino -¡NO ME USARÁN!- rugió, mirando furiosa a la anciana que intentó tocarla. -Así no... esto no se suponía que pasaría así- murmuró la mujer, lamentándose. -No sé qué imaginaste, Sissa- respondió un hombre bestia de características que Akanke no identificó. -Por mi lado hemos contado con más suerte, nuestro Adán está molesto, pero quieto- comentó, sonriendo orgulloso. La anciana rió -Está tranquilo porque está pensando. Nuestra Eva claramente, no- añadió con algo de satisfacción.
Mientras ambos hablaban, un par de enormes hombres bestia se habían puesto a la cabeza y pies de Akanke para sujetarla por los hombros y rodillas. Tras ellos, una mujer con una bandeja de jeringas llenas de líquidos de colores se acercó temerosa. -De-deben sujetarla fu-fuerte- tartamudeó -Las inyecciones tienen que ser precisas- murmuró nerviosa para si, recordando lo que tenía que hacer.
Presionada contra el mesón, Akanke vio venir a la mujer en cámara lenta. La aguja se acercaba a su cuello sin poder detenerla. Sintió cómo penetraba su piel despacio y el líquido fluir dolorosamente. Un grito desgarrador retumbó por la habitación, no solo por el ardor que irradiaba, sino por la frustración e impotencia de ser, una vez más, presa de la voluntad ajena. -NOOO... no... no...- lloró, destrozada. La segunda y tercera inyección ni las vio venir, ni las sintió; había cerrado los ojos, rendida y derrotada. Ya no había nada más que hacer. La habían vencido.
La anciana se acercó a ella y acarició su frente -¿Viste? No era para tanto... ahora hay que esperar a que el cóctel haga efecto y pronto sabremos si podrás volver a tu forma de centauro- le contó, sonriendo con ternura -Veremos si logras dominar la transformación, como lo hacen los licántropos. En cuanto a nuestro Adán, con él probaremos lo contrario, que se quede permanentemente en su forma lupina- explicó -Verás, Akanke, eres la única mujer bestia que se conoce haya podido transformar su cuerpo al de una humana y queremos darle esa misma oportunidad a todos los hombres bestia de nuestra comunidad. Algunos quieren lucir humanos, otros quieren pasar de una forma a otra, tú eres la pieza que falta para entender el proceso pues con la destrucción del Laboratorio 8B, se perdió mucha información- dijo. Akanke recordó con desprecio aquel lugar.
-Gaegel, por ser un licántropo que cambia su forma a voluntad, le toca la parte contraria; que su cuerpo adopte la forma animal para siempre. Es otra opción por que algunos se decantan pues no desean la humanidad para nada- añadió, mirando a Akanke con una mirada condescendiente que le revolvió el estómago y revivió en ella la llama de la furia.
Reunió toda la fuerza de su cuerpo; ya no era una poderosa yegua zaina pero aún quedaban en ella reminiscencias de su bestial fuerza bruta. Apretó tanto su cuerpo y empujó con tanto esfuerzo, que terminó por romper las amarras que la apresaban contra el mesón. Se cortó la piel de las muñecas y tobillos, pero el dolor no existía en ese momento, solo unas renovadas ganas de destrozar todo y a todos, y escapar con Gaegel antes de que lo usaran también.
Se armó un tremendo alboroto en aquella habitación cuando se lanzaron sobre ella los hombres bestia más grandes, pero fueron incapaces de someterla nuevamente. La sacerdotisa había entrado en un frenesí de lucha1. La anciana y otros huyeron despavoridos ante la brutal embestida de Akanke.
De la habitación conjunta, donde estaba Gaegel, salieron quienes llevarían a cabo el procedimiento y los que fungían de guardias para tratar de ayudar a salvar la situación.
1Frenesí [2 usos] [Racial]: Puede entrar en un estado de elevada adrenalina durante un combate, lo que aumenta su velocidad y resistencia al dolor. Seguirá peleando, a pesar del daño que reciba, durante 2 turnos.
-Akanke, tranquila, no podemos avanzar así- dijo la mujer que tuvo que salir a la luz para tratar de calmar a la mujer -Para el procedimiento tiene que estar muy quieta- explicó a la mujer que se sacudía como una posesa. Sus gritos eran desgarradores y amedrentaban a quienes estaban allí cerca sosteniendo bandejas con diferentes instrumentos y artilugios.
La centáuride recordó cuando la llevaron engañada al Laboratorio 8B, allí, sin pedirle permiso, le quitaron su poderoso cuerpo equino -¡NO ME USARÁN!- rugió, mirando furiosa a la anciana que intentó tocarla. -Así no... esto no se suponía que pasaría así- murmuró la mujer, lamentándose. -No sé qué imaginaste, Sissa- respondió un hombre bestia de características que Akanke no identificó. -Por mi lado hemos contado con más suerte, nuestro Adán está molesto, pero quieto- comentó, sonriendo orgulloso. La anciana rió -Está tranquilo porque está pensando. Nuestra Eva claramente, no- añadió con algo de satisfacción.
Mientras ambos hablaban, un par de enormes hombres bestia se habían puesto a la cabeza y pies de Akanke para sujetarla por los hombros y rodillas. Tras ellos, una mujer con una bandeja de jeringas llenas de líquidos de colores se acercó temerosa. -De-deben sujetarla fu-fuerte- tartamudeó -Las inyecciones tienen que ser precisas- murmuró nerviosa para si, recordando lo que tenía que hacer.
Presionada contra el mesón, Akanke vio venir a la mujer en cámara lenta. La aguja se acercaba a su cuello sin poder detenerla. Sintió cómo penetraba su piel despacio y el líquido fluir dolorosamente. Un grito desgarrador retumbó por la habitación, no solo por el ardor que irradiaba, sino por la frustración e impotencia de ser, una vez más, presa de la voluntad ajena. -NOOO... no... no...- lloró, destrozada. La segunda y tercera inyección ni las vio venir, ni las sintió; había cerrado los ojos, rendida y derrotada. Ya no había nada más que hacer. La habían vencido.
La anciana se acercó a ella y acarició su frente -¿Viste? No era para tanto... ahora hay que esperar a que el cóctel haga efecto y pronto sabremos si podrás volver a tu forma de centauro- le contó, sonriendo con ternura -Veremos si logras dominar la transformación, como lo hacen los licántropos. En cuanto a nuestro Adán, con él probaremos lo contrario, que se quede permanentemente en su forma lupina- explicó -Verás, Akanke, eres la única mujer bestia que se conoce haya podido transformar su cuerpo al de una humana y queremos darle esa misma oportunidad a todos los hombres bestia de nuestra comunidad. Algunos quieren lucir humanos, otros quieren pasar de una forma a otra, tú eres la pieza que falta para entender el proceso pues con la destrucción del Laboratorio 8B, se perdió mucha información- dijo. Akanke recordó con desprecio aquel lugar.
-Gaegel, por ser un licántropo que cambia su forma a voluntad, le toca la parte contraria; que su cuerpo adopte la forma animal para siempre. Es otra opción por que algunos se decantan pues no desean la humanidad para nada- añadió, mirando a Akanke con una mirada condescendiente que le revolvió el estómago y revivió en ella la llama de la furia.
Reunió toda la fuerza de su cuerpo; ya no era una poderosa yegua zaina pero aún quedaban en ella reminiscencias de su bestial fuerza bruta. Apretó tanto su cuerpo y empujó con tanto esfuerzo, que terminó por romper las amarras que la apresaban contra el mesón. Se cortó la piel de las muñecas y tobillos, pero el dolor no existía en ese momento, solo unas renovadas ganas de destrozar todo y a todos, y escapar con Gaegel antes de que lo usaran también.
Se armó un tremendo alboroto en aquella habitación cuando se lanzaron sobre ella los hombres bestia más grandes, pero fueron incapaces de someterla nuevamente. La sacerdotisa había entrado en un frenesí de lucha1. La anciana y otros huyeron despavoridos ante la brutal embestida de Akanke.
De la habitación conjunta, donde estaba Gaegel, salieron quienes llevarían a cabo el procedimiento y los que fungían de guardias para tratar de ayudar a salvar la situación.
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_____________________________________1Frenesí [2 usos] [Racial]: Puede entrar en un estado de elevada adrenalina durante un combate, lo que aumenta su velocidad y resistencia al dolor. Seguirá peleando, a pesar del daño que reciba, durante 2 turnos.
Última edición por Akanke el Vie Sep 02 2022, 20:00, editado 1 vez
Akanke
Sacerdotisa del Templo de los Monos
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Re: Rescate de rehenes [Trabajo][Akanke/Gael]
Esta situación no me estaba gustando nada. Me estaba poniendo nervioso el hecho de que toda la atención se centraba en mi. De esa manera si intentaba escapar, las cosas saldrían mal. Luego de eso, aquel hombre se fue y se encaminó una mujer, la cual me miró fijamente. - Vamos a probar contigo algo especial. Hay hombres bestia que detestan su forma humana, así que te haremos un tratamiento en el cual, buscaremos que quienes deseen mantener su forma bestial, puedan quedarse así de manera permanente. - Al escuchar aquello abrí mis ojos de par en par.
¿¡Qué!? ¡N-no! A mi me gusta mi forma humana, me gusta caminar entre los humanos y mezclarme entre ellos, es muy divertido, además de que hay muchas mujeres preciosas con las cuales aún no he copulado. Por favor. - La mujer negó con su cabeza. - Lo lamento Adán, pero este es el camino que debes de seguir para que otros hombres bestia logren su gran sueño de tener solamente su forma animal. - Negaba rápidamente con la cabeza, estaba desesperado, no quería renunciar a mi forma humana, después de todo, pasaba más tiempo con esta forma que con mi forma canina. - Seguro hay otras personas que pueden servir para esto además de mi. - Decía mientras acercaban una bandeja de metal con unas jeringas con líquidos de colores.
Fue en ese momento donde los potentes gritos de Akanke se hicieron presentes desde la habitación contigua. Eso me hizo girar de un lado a otro. - ¡Akanke! - La gente donde estaba comenzó a murmurar, y comenzaron a salir algunos de ellos. - Maldición, las cosas con Eva se están complicando. - Fue en ese momento cuando yo dejé de ser el foco de atención, cuando aproveché para utilizar mi transformación canina. Esto se encargó de aflojar los amarres que me tenían inmovilizado.
Ya era demasiado tarde. La gente que estaba en el laboratorio se dio cuenta de mi treta demasiado tarde. En mi estado de lobo huargo no tuve ninguna contemplación con nadie. La primera persona que sufrió mi embate fue la mujer que tenía las jeringas. Le mordí fuertemente el brazo donde sostenía la bandeja, haciendo que las jeringas cayeran al suelo. Los demás que estaban allí trataron de acercarse para intentar detenerme, pero, aún con la mujer entre mis fauces, la utilicé como escudo y también para golpear a quienes intentasen acercarse a mi.
Una vez que esa mujer quedó inconsciente, la solté y comencé a gruñirles a todos para luego emitir un poderoso aullido. Aproveché para ir a la habitación contigua y ayudar a Akanke. Al llegar noté que la mujer se había logrado liberar, y cuando algunos intentaron acercarse a ella, corrí y di un salto para impactar con mis patas las espaldas de los tipos que hacían de guardia. Miré a todos los que estaban allí y comencé a gruñirles para intimidarlos. Esta vez no les iba a permitir que me volvieran a capturar. Y parecía que mi intimidación funcionaba, ya que los veía menos animados. Fue en ese momento cuando logré divisar un hueco entre ellos, y tras hacerle una señal a Akanke y comencé a correr, utilizando mi cuerpo para abrir el espacio. En el proceso, pude ver mis cosas en el suelo, por lo que volví a mi forma humana y tomé mi bolso y mis armas para así seguir corriendo. - Si quieren morir, ¡intenten detenernos! - Dije mientras seguía corriendo con la intención de salir de aquel espeluznante lugar.
¿¡Qué!? ¡N-no! A mi me gusta mi forma humana, me gusta caminar entre los humanos y mezclarme entre ellos, es muy divertido, además de que hay muchas mujeres preciosas con las cuales aún no he copulado. Por favor. - La mujer negó con su cabeza. - Lo lamento Adán, pero este es el camino que debes de seguir para que otros hombres bestia logren su gran sueño de tener solamente su forma animal. - Negaba rápidamente con la cabeza, estaba desesperado, no quería renunciar a mi forma humana, después de todo, pasaba más tiempo con esta forma que con mi forma canina. - Seguro hay otras personas que pueden servir para esto además de mi. - Decía mientras acercaban una bandeja de metal con unas jeringas con líquidos de colores.
Fue en ese momento donde los potentes gritos de Akanke se hicieron presentes desde la habitación contigua. Eso me hizo girar de un lado a otro. - ¡Akanke! - La gente donde estaba comenzó a murmurar, y comenzaron a salir algunos de ellos. - Maldición, las cosas con Eva se están complicando. - Fue en ese momento cuando yo dejé de ser el foco de atención, cuando aproveché para utilizar mi transformación canina. Esto se encargó de aflojar los amarres que me tenían inmovilizado.
Ya era demasiado tarde. La gente que estaba en el laboratorio se dio cuenta de mi treta demasiado tarde. En mi estado de lobo huargo no tuve ninguna contemplación con nadie. La primera persona que sufrió mi embate fue la mujer que tenía las jeringas. Le mordí fuertemente el brazo donde sostenía la bandeja, haciendo que las jeringas cayeran al suelo. Los demás que estaban allí trataron de acercarse para intentar detenerme, pero, aún con la mujer entre mis fauces, la utilicé como escudo y también para golpear a quienes intentasen acercarse a mi.
Una vez que esa mujer quedó inconsciente, la solté y comencé a gruñirles a todos para luego emitir un poderoso aullido. Aproveché para ir a la habitación contigua y ayudar a Akanke. Al llegar noté que la mujer se había logrado liberar, y cuando algunos intentaron acercarse a ella, corrí y di un salto para impactar con mis patas las espaldas de los tipos que hacían de guardia. Miré a todos los que estaban allí y comencé a gruñirles para intimidarlos. Esta vez no les iba a permitir que me volvieran a capturar. Y parecía que mi intimidación funcionaba, ya que los veía menos animados. Fue en ese momento cuando logré divisar un hueco entre ellos, y tras hacerle una señal a Akanke y comencé a correr, utilizando mi cuerpo para abrir el espacio. En el proceso, pude ver mis cosas en el suelo, por lo que volví a mi forma humana y tomé mi bolso y mis armas para así seguir corriendo. - Si quieren morir, ¡intenten detenernos! - Dije mientras seguía corriendo con la intención de salir de aquel espeluznante lugar.
Gaegel
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Re: Rescate de rehenes [Trabajo][Akanke/Gael]
Aquellos dos bien podrían pasar por monos de su templo. Los dos enormes hombre gorila enfrentaron a Akanke, en otras circunstancias, ella sentiría un conflicto interno pues le recordarían a sus hermanos monos. Pero en aquel momento, solo eran un obstáculo que se interponían entre ella y su vida.
Ambos intentaron atraparla, pero ella se defendía con fiereza -¡No la lastimen! ¡Cuidado!- gritaba la anciana angustiada, intentando intervenir para detener la pelea. Pero un manotazo la mandó volando contra una pared -...las inyecciones...- murmuró antes de quedar inconsciente.
Cuando llegó aquel lobo, Akanke no lo reconocío y creyó que era algún aliado de sus captores, estuvo a punto de atacarlo también, pero tras defenderla, comprendió que era Gaegel en forma licántropa. Era impresionante de ver, su tamaño y fuerza eran innegables. Akanke no entendía cómo alguien con esa bendición buscaría deshacerse de ello. Ser completamente humana no era algo que ella deseara realmente y a menudo extrañaba su cuerpo equino. Aunque tenía que reconocer que su forma bípeda era una muy cómoda para dormir, no tanto a la hora de pelear porque le faltaban las patas traseras para las coces, pero agradecía el buen sueño.
Corrió tras Gaegel cuando vio el gesto que le hizo, no sin antes recuperar su báculo, aquel era su tótem y no podía perderlo. Avanzaron por corredores y pasillos laberínticos hasta que llegar a un lado semidestruído por donde pudieron escapar hacia el denso bosque que rodeaba ese edificio perdido entre la maleza. Corrieron sin mirar atrás, adentrándose más y más en territorio desconocido. Solo se detuvieron cuando sintieron que habían perdido a sus captores.
Akanke se apoyó en un árbol, respirando agitada. Sentía dolores punzantes desde la cintura hacia abajo, cuando pisaba sentía piedrecillas en las plantas de sus pies. -Gaegel- llamó al licántropo -Yo no bien... no pudiendo camina2- le dijo. En su rostro se podía ver el dolor que sentía pero lo resistía. Ella era fuerte pero necesitaba ayuda en ese momento. -Nosotro volviendo a Templo, allá curandero ayuda- le explicó y estiró su mano hacia él.
______________________________
2Problema #2 La salud de Akanke está comprometida.
Ambos intentaron atraparla, pero ella se defendía con fiereza -¡No la lastimen! ¡Cuidado!- gritaba la anciana angustiada, intentando intervenir para detener la pelea. Pero un manotazo la mandó volando contra una pared -...las inyecciones...- murmuró antes de quedar inconsciente.
Cuando llegó aquel lobo, Akanke no lo reconocío y creyó que era algún aliado de sus captores, estuvo a punto de atacarlo también, pero tras defenderla, comprendió que era Gaegel en forma licántropa. Era impresionante de ver, su tamaño y fuerza eran innegables. Akanke no entendía cómo alguien con esa bendición buscaría deshacerse de ello. Ser completamente humana no era algo que ella deseara realmente y a menudo extrañaba su cuerpo equino. Aunque tenía que reconocer que su forma bípeda era una muy cómoda para dormir, no tanto a la hora de pelear porque le faltaban las patas traseras para las coces, pero agradecía el buen sueño.
Corrió tras Gaegel cuando vio el gesto que le hizo, no sin antes recuperar su báculo, aquel era su tótem y no podía perderlo. Avanzaron por corredores y pasillos laberínticos hasta que llegar a un lado semidestruído por donde pudieron escapar hacia el denso bosque que rodeaba ese edificio perdido entre la maleza. Corrieron sin mirar atrás, adentrándose más y más en territorio desconocido. Solo se detuvieron cuando sintieron que habían perdido a sus captores.
Akanke se apoyó en un árbol, respirando agitada. Sentía dolores punzantes desde la cintura hacia abajo, cuando pisaba sentía piedrecillas en las plantas de sus pies. -Gaegel- llamó al licántropo -Yo no bien... no pudiendo camina2- le dijo. En su rostro se podía ver el dolor que sentía pero lo resistía. Ella era fuerte pero necesitaba ayuda en ese momento. -Nosotro volviendo a Templo, allá curandero ayuda- le explicó y estiró su mano hacia él.
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2Problema #2 La salud de Akanke está comprometida.
8.
Última edición por Akanke el Lun Oct 31 2022, 02:16, editado 2 veces
Akanke
Sacerdotisa del Templo de los Monos
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Re: Rescate de rehenes [Trabajo][Akanke/Gael]
El miembro 'Akanke' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Tyr
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Re: Rescate de rehenes [Trabajo][Akanke/Gael]
Por la bendición de los dioses logramos salir de aquel terrorífico lugar, y también Akanke supo interpretar mis señalamientos en mi forma canina. Ahora mismo nos encontrábamos ella y yo corriendo por la espesura de un bosque. Para hacer el viaje más sencillo, desenvainé mis hojas unidas y cada que veía algún matorral que pudiese entorpecer nuestro paso, cortaba para así seguir nuestro paso por aquel sitio. ¿A donde ibamos? Ciertamente ahora mismo no tenía la menor idea, pero cualquier sitio sería mejor, siempre y cuando nos alejáramos de aquel sitio.
¿Cuanto tiempo seguimos a ese ritmo? No podía estar seguro. Solo sé con certeza que solamente nos detuvimos cuando teníamos la seguridad de que habíamos perdido esa manada de locos. Para ese momento, y cuando nos detuvimos me senté de golpe de nalgas hacia el suelo y comencé a respirar agitadamente, pero hacía mis mejores esfuerzos por hacer respiraciones profundas, las cuales me devolvieran el aliento más rápidamente.
En eso escuché a Akanke decirme que ella no podía caminar más. Lo más seguro es que en el trayecto hasta acá pudiese lastimarse, ya que enseguida mencionó que debíamos volver al templo, ya que allí había un curandero. Ya más recuperado debido a mis respiraciones le sonreí. - Despreocúpese señorita Akanke. Yo me haré cargo de llevarla al templo. - Dicho eso me acerqué a ella y me coloqué de espaldas. - Sujétese por favor de mi, la llevaré cargando. - No lo iba a negar, la gran carrera que tuve me había cansado. Me caería bien beber algo para rehidratarme. Una buena cerveza me caería de maravilla en estos momentos. Pero tendría que aguardar hasta regresar a Akanke para solicitar algo de alcohol.
Una vez que emprendí camino, cargando a Akanke en mis espaldas, me di cuenta de algo. - Por favor, si reconoce algún paramo de esa zona que nos conduzca de regreso, hágamelo saber. En esta zona del bosque no suelo tener tan buena ubicación si no es en un camino real. - Le dije con franqueza a mi acompañante. Después de todo, si bien, cerca de estos bosques estaba lo que antes era mi hogar. Tenía tanto tiempo que me había alejado de ellos, que solo me ubicaba bien si llegaba a un camino real. La espesura del bosque ya no es tan de mi agrado, debo de admitirlo. - Entonces... ¿Es usted muy importante, verdad? Porque para que, antes de que llegaran y nos raptaran, los Woodpicker la trataban con mucho respeto, y me regañaban cada que intentaba hablarle de manera informal. - Reí levemente viendo de reojo a la mujer que iba en mi espalda.
En nuestro andar, comencé a divisar algo. Parecían unas casas pequeñas. Tal vez una pequeña aldea la cual nos ayudaría a encontrar el camino de regreso. - Mire señorita Akanke. Hay una aldea más adelante, tal vez podamos encontrar alguien que nos guíe allá. ¿Vamos allá? - Le pregunté con una media sonrisa.
¿Cuanto tiempo seguimos a ese ritmo? No podía estar seguro. Solo sé con certeza que solamente nos detuvimos cuando teníamos la seguridad de que habíamos perdido esa manada de locos. Para ese momento, y cuando nos detuvimos me senté de golpe de nalgas hacia el suelo y comencé a respirar agitadamente, pero hacía mis mejores esfuerzos por hacer respiraciones profundas, las cuales me devolvieran el aliento más rápidamente.
En eso escuché a Akanke decirme que ella no podía caminar más. Lo más seguro es que en el trayecto hasta acá pudiese lastimarse, ya que enseguida mencionó que debíamos volver al templo, ya que allí había un curandero. Ya más recuperado debido a mis respiraciones le sonreí. - Despreocúpese señorita Akanke. Yo me haré cargo de llevarla al templo. - Dicho eso me acerqué a ella y me coloqué de espaldas. - Sujétese por favor de mi, la llevaré cargando. - No lo iba a negar, la gran carrera que tuve me había cansado. Me caería bien beber algo para rehidratarme. Una buena cerveza me caería de maravilla en estos momentos. Pero tendría que aguardar hasta regresar a Akanke para solicitar algo de alcohol.
Una vez que emprendí camino, cargando a Akanke en mis espaldas, me di cuenta de algo. - Por favor, si reconoce algún paramo de esa zona que nos conduzca de regreso, hágamelo saber. En esta zona del bosque no suelo tener tan buena ubicación si no es en un camino real. - Le dije con franqueza a mi acompañante. Después de todo, si bien, cerca de estos bosques estaba lo que antes era mi hogar. Tenía tanto tiempo que me había alejado de ellos, que solo me ubicaba bien si llegaba a un camino real. La espesura del bosque ya no es tan de mi agrado, debo de admitirlo. - Entonces... ¿Es usted muy importante, verdad? Porque para que, antes de que llegaran y nos raptaran, los Woodpicker la trataban con mucho respeto, y me regañaban cada que intentaba hablarle de manera informal. - Reí levemente viendo de reojo a la mujer que iba en mi espalda.
En nuestro andar, comencé a divisar algo. Parecían unas casas pequeñas. Tal vez una pequeña aldea la cual nos ayudaría a encontrar el camino de regreso. - Mire señorita Akanke. Hay una aldea más adelante, tal vez podamos encontrar alguien que nos guíe allá. ¿Vamos allá? - Le pregunté con una media sonrisa.
Gaegel
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Re: Rescate de rehenes [Trabajo][Akanke/Gael]
El miembro 'Gaegel' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Re: Rescate de rehenes [Trabajo][Akanke/Gael]
Gaegel cargaba a Akanke a lapa -demostrando una gran fortaleza en las piernas- buscando el camino de regreso a casa. -Nada siendo camino- dijo con un hilo de voz. Estaba debilitada por la fiebre que le invadía el cuerpo, además de los dolores punzantes en su cuerpo.
La mujer meditó un momento su respuesta -Yo no siendo importante- dijo. No era humildad, era que no creía serlo. -Solo tengo cuidando Templo y a monos y a loboshombre- añadió -Ellos familia mía ahora y confiando yo que los quiere mucho- explicó -Monos diciendo que yo traigo Ra'lios, gran papá. Yo no conociendo Ra'lios... pero siendo él bueno para monos- continuó, hablando con añoranza de su hogar.
Al parecer, Gaegel encontró una pequeña aldea. Literalmente pequeña. Era una aldea de hombres ave tejedores cuyo tamaño no era mayor al de niños de 10 años. Akanke asintió. Había visto a esas aves antes; de vez en cuando intercambiaban frutas por sus mantas tejidas.
Cuando estuvieron cerca de ellos, un vigía alertó de la llegada de los extraños. Los Mayores salieron a su encuentro y uno de ellos reconoció a la Sacerdotisa -¡Akanke-hima!- exclamó, apresurándose junto a ellos. -¿Qué pasó? ¿Por qué estás así? ¿Dónde están lo Ro'lisim?- preguntó, angustiado. -Vengan, vengan, hay que llevarla con nuestro chamán, él sabrá qué hacer- dijo y los guiaron a una de las casitas del centro de la aldea. Al llegar, un anciano salió a su encuentro.
-Recuéstenla allí- dijo, señalando con su dedo emplumado una esterilla en medio de un círculo de piedritas -No importa que no quepa por completo, lo importante es que esté en el lugar- dijo. Sostenía una piedra rosada; su tótem. El chamán comenzó a cantar y la piedra brilló. Él usaba en una lengua extraña para Akanke, pero no necesitaba entender lo que decía para saber lo que estaba haciendo; invocaba el poder de su tótem para sanarla.
Una sensación de calidez inundó el cuerpo de la bestial, sentía cómo energía emanaba del suelo donde estaba recostada. Esa tibieza desplazó despacio el dolor punzante hacia abajo y fuera de su cuerpo. Con esto, menguó la fiebre y Akanke respiró aliviada. -Hay energías en tu cuerpo, Akanke-hima, que chocan todo el tiempo, aunque se mantenían en balance- le dijo, mirándola con ternura. -Una es tu naturaleza que busca desesperadamente cómo salir y reclamar lo que le pertenece, y la otra es la magia artificial que mantiene tu cuerpo en esa forma. El equilibrio se alteró, pero la Gracia de la Madre quiso que volvieran al equilibrio- explicó. La piedra dejó de brillar y Akanke se pudo mover por su cuenta.
Sentados al rededor de un fuego, la tribu de las aves compartía su brebaje ancestral con los dos invitados. -Oh, sí, la aldea Woodpicker queda muy cerca- comentó la jefa. -Pero... ¿se tienen que ir tan pronto? Mañana se celebra la boda de mi hija y sería un honor que Akanke-hima y Gaegel-dan nos acompañen- añadió alegremente.
-Nosotros teniendo que volver con Woodpicker- insistió ella. -Allá teniendo palabra con Eridanus- explicó. -¡Solo será un día más! Sabemos que la situación del secuestro sigue igual y el que lleguen manaña o pasado mañana no hará diferencia. Se dice que los dos emisarios que están en comunicación con los secuestradores están manejando muy bien la situación.- añadió, sin perder el tono alegre de su voz.
Akanke miró con el ceño fruncido a Gaegel, confundida. -¿Emisarios?- preguntó. -¡Sí! Una mujer... muy parecida a usted... y un hombre... muy parecido a él- indicó, señalando a Gaegel. -Vamos... quédense para el matrimonio. Es más, ¿por qué no lo oficia Akanke-hima? Sería un honor mucho mayor para nosotros. Por favor, no nos agravien con el rechazo. Fue la Gracia de la Madre quien los trajo con nosotros en esta fecha tan especial y por algo será ,¿cierto?- dijo, mirando a ambos con sus brillantes ojitos negros de pajarito.
La bestial no supo qué decir. Tenía un compromiso con los Woodpicker, pero ahora no podía menospreciar a las aves. Miró a Gaegel buscando una respuesta, en el momento en que le estaban ofreciendo más de esa embriagante chicha.
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La mujer meditó un momento su respuesta -Yo no siendo importante- dijo. No era humildad, era que no creía serlo. -Solo tengo cuidando Templo y a monos y a loboshombre- añadió -Ellos familia mía ahora y confiando yo que los quiere mucho- explicó -Monos diciendo que yo traigo Ra'lios, gran papá. Yo no conociendo Ra'lios... pero siendo él bueno para monos- continuó, hablando con añoranza de su hogar.
Al parecer, Gaegel encontró una pequeña aldea. Literalmente pequeña. Era una aldea de hombres ave tejedores cuyo tamaño no era mayor al de niños de 10 años. Akanke asintió. Había visto a esas aves antes; de vez en cuando intercambiaban frutas por sus mantas tejidas.
Cuando estuvieron cerca de ellos, un vigía alertó de la llegada de los extraños. Los Mayores salieron a su encuentro y uno de ellos reconoció a la Sacerdotisa -¡Akanke-hima!- exclamó, apresurándose junto a ellos. -¿Qué pasó? ¿Por qué estás así? ¿Dónde están lo Ro'lisim?- preguntó, angustiado. -Vengan, vengan, hay que llevarla con nuestro chamán, él sabrá qué hacer- dijo y los guiaron a una de las casitas del centro de la aldea. Al llegar, un anciano salió a su encuentro.
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-Recuéstenla allí- dijo, señalando con su dedo emplumado una esterilla en medio de un círculo de piedritas -No importa que no quepa por completo, lo importante es que esté en el lugar- dijo. Sostenía una piedra rosada; su tótem. El chamán comenzó a cantar y la piedra brilló. Él usaba en una lengua extraña para Akanke, pero no necesitaba entender lo que decía para saber lo que estaba haciendo; invocaba el poder de su tótem para sanarla.
Una sensación de calidez inundó el cuerpo de la bestial, sentía cómo energía emanaba del suelo donde estaba recostada. Esa tibieza desplazó despacio el dolor punzante hacia abajo y fuera de su cuerpo. Con esto, menguó la fiebre y Akanke respiró aliviada. -Hay energías en tu cuerpo, Akanke-hima, que chocan todo el tiempo, aunque se mantenían en balance- le dijo, mirándola con ternura. -Una es tu naturaleza que busca desesperadamente cómo salir y reclamar lo que le pertenece, y la otra es la magia artificial que mantiene tu cuerpo en esa forma. El equilibrio se alteró, pero la Gracia de la Madre quiso que volvieran al equilibrio- explicó. La piedra dejó de brillar y Akanke se pudo mover por su cuenta.
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Sentados al rededor de un fuego, la tribu de las aves compartía su brebaje ancestral con los dos invitados. -Oh, sí, la aldea Woodpicker queda muy cerca- comentó la jefa. -Pero... ¿se tienen que ir tan pronto? Mañana se celebra la boda de mi hija y sería un honor que Akanke-hima y Gaegel-dan nos acompañen- añadió alegremente.
-Nosotros teniendo que volver con Woodpicker- insistió ella. -Allá teniendo palabra con Eridanus- explicó. -¡Solo será un día más! Sabemos que la situación del secuestro sigue igual y el que lleguen manaña o pasado mañana no hará diferencia. Se dice que los dos emisarios que están en comunicación con los secuestradores están manejando muy bien la situación.- añadió, sin perder el tono alegre de su voz.
Akanke miró con el ceño fruncido a Gaegel, confundida. -¿Emisarios?- preguntó. -¡Sí! Una mujer... muy parecida a usted... y un hombre... muy parecido a él- indicó, señalando a Gaegel. -Vamos... quédense para el matrimonio. Es más, ¿por qué no lo oficia Akanke-hima? Sería un honor mucho mayor para nosotros. Por favor, no nos agravien con el rechazo. Fue la Gracia de la Madre quien los trajo con nosotros en esta fecha tan especial y por algo será ,¿cierto?- dijo, mirando a ambos con sus brillantes ojitos negros de pajarito.
La bestial no supo qué decir. Tenía un compromiso con los Woodpicker, pero ahora no podía menospreciar a las aves. Miró a Gaegel buscando una respuesta, en el momento en que le estaban ofreciendo más de esa embriagante chicha.
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- Consultas al Máster:
- Me gustaría aclarar al master que evalúe este trabajo la recompensa que, dentro de lo posible, me gustaría recibir, aunque eso signifique menos aeros al final.
Pasa que quiero una habilidad extra u objeto limitado (ambos [1 uso]) que le permita tomar su forma de centauro por dos turnos. Akanke echa de menos sus patas y dar coces de vez en cuando :'(
Aparte tengo una duda, puesto que quiero que ambas tribus, la de las aves y los Woodpicker, se conviertan en aliados y se integren a la comunidad del Templo. ¿Eso lo puedo hacer canon yo misma o necesito del visto bueno de ustedes? Ya que quiero que sea algo oficial, como la fusión con el clan de licántropos.
¡Muchas gracias!
Akanke
Sacerdotisa del Templo de los Monos
Sacerdotisa del Templo de los Monos
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Re: Rescate de rehenes [Trabajo][Akanke/Gael]
El miembro 'Akanke' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Tyr
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Re: Rescate de rehenes [Trabajo][Akanke/Gael]
Luego de haberle hecho la pregunta a Akanke si ella era importante, ella me contestó que no lo era, pero luego me dijo que estaba al cuidado del templo de los monos, lo cual quería decir que sí era importante, aunque ella no lo considerara como tal. Después de todo, el cuidar un templo, por más pequeño que sea, se infería que tenía relevancia. Pero cuando mencionó a los "lobohombre" hice un gesto de desdén. Aunque no quise que eso fuera evidente. - Ya veo... Lo importante es que los consideres tu familia... Yo creo que es más importante el lazo que uno forja con el corazón, y no el que se tiene con la sangre. Y mientras estés con quienes son importantes para ti, lo demás no importa. - Le dije con una media sonrisa para finalizar con mi comentario.
Cuando nos acercamos a la aldea, pensé que estaba más lejos, pero la realidad es que solo eran edificaciones pequeñas. A veces la mente te juega algunos trucos, eso resultaba muy curioso. Apareció una mujer ave. La cual de inmediato reconoció a Akanke. No pude evitar sonreír de medio lado. El hecho de que la reconocieran significa que podrían ayudarnos, y comprobaba mi punto de que en verdad era importante, aunque ella no lo considerara así. Cuando indicó que iríamos con su chamán asentí. - Está bien, yo la sigo. - Asentí levemente para así seguir a la mujer ave en búsqueda del chamán, el cual ayudaría a Akanke.
Llegamos al centro de la aldea, y de allí salió el chamán, quien me indicó que dejara a la mujer en lo que parecía una pequeña estrella. Asentí y con cuidado bajé a Akanke. Una vez que la dejé allí, ahora fui yo quien se sentó en el suelo, para mirar con curiosidad lo que hacía el hombre con lo que parecía una piedra. Empezó a recitar algunas palabras en una lengua que no reconocía de ninguna parte, y mientras el hablaba, noté como la piedra de color rosa comenzó a brillar, lo cual me hizo abrir mis ojos con algo de sorpresa.
Acto seguido giré mi vista hacia Akanke mientras el chamán decía algunas cuantas cosas. Después de eso. Akanke les contó nuestra travesía, y que debíamos regresar con los Woodpicker. Afortunadamente alguien de los presentes nos dijo que estábamos cerca de la aldea Woodpicker. En eso, y mientras compartíamos una bebida espirituosa, bastante peculiar y agradable debo acotar; la conversación tomó un rumbo que no me esperaba. Ahora parecía que invitaban a Akanke, ¿y a mí también? a una boda. Mencionaron también algo con respecto a los emisarios. Eso captó la atención no solo mía, sino también te Akanke. ¿Qué no mencionaron los Woodpicker que nosotros seríamos los emisarios? No alcancé a hablar cuando dijeron que uno era parecido a mi acompañante, y otro parecido a mi. - ¿Cómo que parecido a mi? ¿Nos están suplantando?
Me encontraba rascándome la nuca, muy confundido cuando la misma mujer le insistió a Akanke con respecto a lo de la boda de su hija. En eso ella me miró a mi, como buscando alguna respuesta. - Pues... Creo que han sido muy amables al haberte ayudado a que mejorara tu estado, por lo que creo que creo que podemos quedarnos un poco más... Además, las bodas siempre son una bendición. - Y más cuando hay alcohol de por medio. - Eso último fue un pensamiento mío el cual hizo que sonriera levemente. Después de todo, si ya alguien estaba tomando el lugar de nosotros, consideraba que podíamos quedarnos un poco más.
Cuando nos acercamos a la aldea, pensé que estaba más lejos, pero la realidad es que solo eran edificaciones pequeñas. A veces la mente te juega algunos trucos, eso resultaba muy curioso. Apareció una mujer ave. La cual de inmediato reconoció a Akanke. No pude evitar sonreír de medio lado. El hecho de que la reconocieran significa que podrían ayudarnos, y comprobaba mi punto de que en verdad era importante, aunque ella no lo considerara así. Cuando indicó que iríamos con su chamán asentí. - Está bien, yo la sigo. - Asentí levemente para así seguir a la mujer ave en búsqueda del chamán, el cual ayudaría a Akanke.
Llegamos al centro de la aldea, y de allí salió el chamán, quien me indicó que dejara a la mujer en lo que parecía una pequeña estrella. Asentí y con cuidado bajé a Akanke. Una vez que la dejé allí, ahora fui yo quien se sentó en el suelo, para mirar con curiosidad lo que hacía el hombre con lo que parecía una piedra. Empezó a recitar algunas palabras en una lengua que no reconocía de ninguna parte, y mientras el hablaba, noté como la piedra de color rosa comenzó a brillar, lo cual me hizo abrir mis ojos con algo de sorpresa.
Acto seguido giré mi vista hacia Akanke mientras el chamán decía algunas cuantas cosas. Después de eso. Akanke les contó nuestra travesía, y que debíamos regresar con los Woodpicker. Afortunadamente alguien de los presentes nos dijo que estábamos cerca de la aldea Woodpicker. En eso, y mientras compartíamos una bebida espirituosa, bastante peculiar y agradable debo acotar; la conversación tomó un rumbo que no me esperaba. Ahora parecía que invitaban a Akanke, ¿y a mí también? a una boda. Mencionaron también algo con respecto a los emisarios. Eso captó la atención no solo mía, sino también te Akanke. ¿Qué no mencionaron los Woodpicker que nosotros seríamos los emisarios? No alcancé a hablar cuando dijeron que uno era parecido a mi acompañante, y otro parecido a mi. - ¿Cómo que parecido a mi? ¿Nos están suplantando?
Me encontraba rascándome la nuca, muy confundido cuando la misma mujer le insistió a Akanke con respecto a lo de la boda de su hija. En eso ella me miró a mi, como buscando alguna respuesta. - Pues... Creo que han sido muy amables al haberte ayudado a que mejorara tu estado, por lo que creo que creo que podemos quedarnos un poco más... Además, las bodas siempre son una bendición. - Y más cuando hay alcohol de por medio. - Eso último fue un pensamiento mío el cual hizo que sonriera levemente. Después de todo, si ya alguien estaba tomando el lugar de nosotros, consideraba que podíamos quedarnos un poco más.
Gaegel
Lobo Renegado
Lobo Renegado
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Re: Rescate de rehenes [Trabajo][Akanke/Gael]
Gaegel estaba de acuerdo con quedarse para la boda, así que Akanke no tuvo más remedio que aceptar. Pero no fue a regañadientes que lo hizo, al contrario, sintió alivio al recibir de parte del licántropo confirmación de lo que ella realmente quería hacer. Normalmente, Akanke anteponía su deber a sus deseos, aunque los segundos fuesen muy fuertes, sobre todo desde su llegada al Templo. Entendió que sus intereses personales quedaban relegados a segundo plano y el bienestar general tenía que ser su prioridad. Sabía que tenía una responsabilidad de la que hacerse cargo, pero deseaba descansar, comer y beber más de aquella bebida dulzona que efervescia ligeramente en su boca. Sonrió, mostrando todos sus dientes blancos y parejos -Sí, celebrando casamiento. ¡Pero yo no siendo autoridad de casar! Por favor, solo si pudiendo acompañando- pidió, sin ocultar su cansancio físico.
Aquella noche comenzaron los festejos y preparativos para el matrimonio. Aquella tribu comenzaba a celebrar antes de que la pareja estuviera oficialmente casada. Al parecer, a lo largo de la fiesta, los novios realizaban una serie de rituales y juegos que terminaban con la unión de ambos, siendo ése el cénit de la fiesta.
Las aves sabían de fiestas, evidentemente. La chicha no faltó y tampoco la comida; un enorme banquete de bayas, granos y semillas. Akanke comía sin problema, acostumbrada como estaba a ese tipo de alimentación, pero reía al ver las caras de Gaegel, a quien se le notaba que echaba de menos piezas contundentes de carne. -No preocupando- le dijo en voz baja -en Templo teniendo buena comida de carne. Loboshombre cocina mucha buena comida de carne, sabroso, muy sabroso. Nosotro comiendo cuando llegando a Templo- le dijo. Los ojos le brillaban, sería por el reflejo de la gran fogata, por la ilusión de volver a casa o por los efectos de la bebida.
Alcanzaron a descansar un poco, pero cuando el cielo aún no terminaba de aclarar, un ave se presentó con Akanke y Gaegel para guiarlos hasta el pueblo Woodpicker.
La distancia entre ambas villas era de medio día a paso constante. Cuando llegaron, el pueblo se veía tranquilo, las personas realizando sus actividades con normalidad. -Gracias por viajando a Woodpicker- dijo Akanke al ave -No se preocupe, Akanke-hima. Para nosotros es un gran honor ayudarla- respondió este -Si no es molestia, me gustaría acompañarlos hasta asegurarme que estarán bien y a salvo- pidió, esbozando una sonrisa.
Los tres avanzaron hasta el centro del pueblo, hacia el edificio donde Akanke y Gaegel se conocieron. Un hombre castor que guardaba la puerta los miró con extrañeza. -¿Sacerdotisa Akanke? ¿Señor Gaegel? Pero... ¿Cómo fue que...? ¡Los acabo de ver entrar!- exclamó confundido. Akanke miró a Gaegel extrañada.
Aquella noche comenzaron los festejos y preparativos para el matrimonio. Aquella tribu comenzaba a celebrar antes de que la pareja estuviera oficialmente casada. Al parecer, a lo largo de la fiesta, los novios realizaban una serie de rituales y juegos que terminaban con la unión de ambos, siendo ése el cénit de la fiesta.
Las aves sabían de fiestas, evidentemente. La chicha no faltó y tampoco la comida; un enorme banquete de bayas, granos y semillas. Akanke comía sin problema, acostumbrada como estaba a ese tipo de alimentación, pero reía al ver las caras de Gaegel, a quien se le notaba que echaba de menos piezas contundentes de carne. -No preocupando- le dijo en voz baja -en Templo teniendo buena comida de carne. Loboshombre cocina mucha buena comida de carne, sabroso, muy sabroso. Nosotro comiendo cuando llegando a Templo- le dijo. Los ojos le brillaban, sería por el reflejo de la gran fogata, por la ilusión de volver a casa o por los efectos de la bebida.
Alcanzaron a descansar un poco, pero cuando el cielo aún no terminaba de aclarar, un ave se presentó con Akanke y Gaegel para guiarlos hasta el pueblo Woodpicker.
La distancia entre ambas villas era de medio día a paso constante. Cuando llegaron, el pueblo se veía tranquilo, las personas realizando sus actividades con normalidad. -Gracias por viajando a Woodpicker- dijo Akanke al ave -No se preocupe, Akanke-hima. Para nosotros es un gran honor ayudarla- respondió este -Si no es molestia, me gustaría acompañarlos hasta asegurarme que estarán bien y a salvo- pidió, esbozando una sonrisa.
Los tres avanzaron hasta el centro del pueblo, hacia el edificio donde Akanke y Gaegel se conocieron. Un hombre castor que guardaba la puerta los miró con extrañeza. -¿Sacerdotisa Akanke? ¿Señor Gaegel? Pero... ¿Cómo fue que...? ¡Los acabo de ver entrar!- exclamó confundido. Akanke miró a Gaegel extrañada.
10.
Akanke
Sacerdotisa del Templo de los Monos
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Re: Rescate de rehenes [Trabajo][Akanke/Gael]
Una vez que di mi opinión. Akanke parecía más segura de quedarse, por lo que sonreí del mismo modo una vez que ella también había aceptado quedarse para la celebración. Una vez que la decisión estuvo tomada. Me ofrecí a ayudarles a los aldeanos en cualquier cosa que ellos necesitaran. Incluso, realicé algunas figuras talladas en madera para poder adornar el lugar. De ese modo, la celebración de la tribu comenzó.
Parecía que el rito del matrimonio era una serie de rituales concretos, y uno que otro juego. No lo iba a negar, pero era sumamente interesante presenciar aquel evento tan peculiar y maravilloso. Lo que no era tan maravilloso era la comida. Comprendía el por qué, estas aves se alimentaban de bayas y semillas, y este tipo de alimentación no alcanzaba a saciar mi hambre. Incluso Akanke se dio cuenta.
Al escucharla decir aquello le sonreí levemente. - Muchas gracias. Te lo agradeceré mucho. - Miré mi plato con bayas y semillas. - No es que no me gusten estas cosas. Es solo que no alcanzan a saciar mi hambre. Al menos la bebida compensa con creces la situación. - Le dije ampliando mi sonrisa, después de todo, la carencia de la comida, era superada con la calidad de sus bebidas, las cuales eran sumamente ricas.
Después de eso, y gracias al efecto de la bebida, me animé incluso a cantar algunas canciones que escuché por allí a lo largo de mis viajes. Después de eso, me quedé dormido hasta que llegó la hora de regresar con los Woodpicker. El camino, con las energías un poco más renovadas fue mucho más llevadero que antes. Por lo que una vez que llegamos al poblado le pareció curioso que los aldeanos realizaran sus actividades cotidianas, algo que no ocurría cuando el había llegado. - Nos ayudaron a que el camino fuese mucho más rápido. Gracias. - Le dije a nuestra guía luego de que Akanke también agradeciera su asistencia.
Lo que pasó cuando llegamos al centro del poblado, con el guardia castor hizo que tanto mi acompañante, como yo hiciéramos una cara de confusión. - Pero... ¿Cómo es posible si estamos aquí? - No pasó mucho tiempo cuando los guardias nos llevaron adentro. Una vez allí, nos enteramos que las negociaciones habían resultado exitosas gracias a nosotros. - ¿Pero cómo fue posible? Si nosotros acabamos de llegar. - Me preguntaba mientras caminaba detrás del guardia castor.
Nos llevaron a una habitación, y luego de un rato, entraron dos personas que se veían prácticamente igual que nosotros. Eso a simple vista claro está. Al ver aquella escena entrecerré mis ojos. - ¡Señorita Akanke! Nos alegra mucho verla sana y salva. - Dijo quien iba vestido de Akanke. Se trataba de Shang Lee, uno de los seguidores de Akanke. - No sabe lo preocupados que estábamos por usted. - Dijo quien vestía como yo. Se trataba de Mao Zedong. Por lo que al verlo me acerqué para verlo con más detenimiento y luego reí levemente. - Pero que guapos han quedado. Sobre todo tu. Mi estilo te queda fenomenal. - Dije mirando a Mao Zedong con una sonrisa risueña.
Esta será la primera y la última vez que usaré estas ropas. - Al escucharlo me encogí de hombros. - Hieres mis sentimientos profundamente... Nos acabamos de enterar que la señorita Akanke y el guapísimo Gaegel lograron salir airosos con las negociaciones. - Pues lo conseguimos a duras penas. No lo vamos a negar. - Contestó Shang Lee con cierta pesadez en su voz. - Pues yo creo que mientras las cosas hayan salido bien, lo demás no importa. Y creo que esto debería de celebrarse con alcohol. - Respondí con una leve risa. ¿Quién iba a decir que esos dos iban a hacer tan buen trabajo? Parece que las cosas en la aldea de los Woodpicker habían sido intensas, pero el ingenio prevaleció.
Parecía que el rito del matrimonio era una serie de rituales concretos, y uno que otro juego. No lo iba a negar, pero era sumamente interesante presenciar aquel evento tan peculiar y maravilloso. Lo que no era tan maravilloso era la comida. Comprendía el por qué, estas aves se alimentaban de bayas y semillas, y este tipo de alimentación no alcanzaba a saciar mi hambre. Incluso Akanke se dio cuenta.
Al escucharla decir aquello le sonreí levemente. - Muchas gracias. Te lo agradeceré mucho. - Miré mi plato con bayas y semillas. - No es que no me gusten estas cosas. Es solo que no alcanzan a saciar mi hambre. Al menos la bebida compensa con creces la situación. - Le dije ampliando mi sonrisa, después de todo, la carencia de la comida, era superada con la calidad de sus bebidas, las cuales eran sumamente ricas.
Después de eso, y gracias al efecto de la bebida, me animé incluso a cantar algunas canciones que escuché por allí a lo largo de mis viajes. Después de eso, me quedé dormido hasta que llegó la hora de regresar con los Woodpicker. El camino, con las energías un poco más renovadas fue mucho más llevadero que antes. Por lo que una vez que llegamos al poblado le pareció curioso que los aldeanos realizaran sus actividades cotidianas, algo que no ocurría cuando el había llegado. - Nos ayudaron a que el camino fuese mucho más rápido. Gracias. - Le dije a nuestra guía luego de que Akanke también agradeciera su asistencia.
Lo que pasó cuando llegamos al centro del poblado, con el guardia castor hizo que tanto mi acompañante, como yo hiciéramos una cara de confusión. - Pero... ¿Cómo es posible si estamos aquí? - No pasó mucho tiempo cuando los guardias nos llevaron adentro. Una vez allí, nos enteramos que las negociaciones habían resultado exitosas gracias a nosotros. - ¿Pero cómo fue posible? Si nosotros acabamos de llegar. - Me preguntaba mientras caminaba detrás del guardia castor.
Nos llevaron a una habitación, y luego de un rato, entraron dos personas que se veían prácticamente igual que nosotros. Eso a simple vista claro está. Al ver aquella escena entrecerré mis ojos. - ¡Señorita Akanke! Nos alegra mucho verla sana y salva. - Dijo quien iba vestido de Akanke. Se trataba de Shang Lee, uno de los seguidores de Akanke. - No sabe lo preocupados que estábamos por usted. - Dijo quien vestía como yo. Se trataba de Mao Zedong. Por lo que al verlo me acerqué para verlo con más detenimiento y luego reí levemente. - Pero que guapos han quedado. Sobre todo tu. Mi estilo te queda fenomenal. - Dije mirando a Mao Zedong con una sonrisa risueña.
Esta será la primera y la última vez que usaré estas ropas. - Al escucharlo me encogí de hombros. - Hieres mis sentimientos profundamente... Nos acabamos de enterar que la señorita Akanke y el guapísimo Gaegel lograron salir airosos con las negociaciones. - Pues lo conseguimos a duras penas. No lo vamos a negar. - Contestó Shang Lee con cierta pesadez en su voz. - Pues yo creo que mientras las cosas hayan salido bien, lo demás no importa. Y creo que esto debería de celebrarse con alcohol. - Respondí con una leve risa. ¿Quién iba a decir que esos dos iban a hacer tan buen trabajo? Parece que las cosas en la aldea de los Woodpicker habían sido intensas, pero el ingenio prevaleció.
Gaegel
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