El entrenamiento [privado][cerrado]
Página 1 de 1. • Comparte
El entrenamiento [privado][cerrado]
La Primera Semana:
El día siguiente a nuestro arribo a la casa de Erik, había amanecido con lloviznas y niebla. Parecía acompañar la atmósfera del lugar y a las personas que lloraban la muerte de aquél extraño desconocido. Sin embargo, los trabajos tenían que seguir haciéndose y decidí prestarle ayuda a un par de peones de cuadra, en cambio, ellos me darían un par de consejos acerca del funcionamiento del amaestramiento de una yegua como Furia.
Lo primero que aprendimos, fue a mantenernos mansas las dos. Realmente fue un hito, después de dos o tres días terminar de manear a Furia y que ella se quedara tranquila dentro de los establos como si nada estuviera sucediendo. Al principio, ella odiaba sentirse atrapada y no dormía bien por las noches. Quizá fuera por la compañía que tenía –osease yo- pero bueno, no quería dejarla sola tampoco y no tenía un mejor lugar donde quedarme. Chy se las arreglaba con poco, por lo que mantenerle contento no era nada difícil.
Mostrarle sogas o cualquier cosa que pudiera atarla era como el diablo para ella. Sin embargo parecía no temerle a las serpientes como se dice que sucede con la mayoría de los caballos ¿el por qué? Simplemente las hacía pedazos con aquellas manazas que poseía. Si tenía dificultades con mantenerse quieta y atrapada, no hablemos de intentar ponerle la montura suelta, ni mucho menos maneada. Fue toda una hazaña después de una semana que se quedara lo suficientemente quieta y dispuesta.
Me preguntaba qué tan bien le estaría yendo a mi compañera con su pequeño torbellino. Siendo hijo de Furia, no sabía que tan domesticable podría ser, y me preocupaba un poco que la chica perdiera el control. La mayoría del tiempo, si bien la yegua y yo reñíamos, no nos peleábamos y cada día terminábamos siendo un poco más amigas…¿sería lo mismo con el otro par?.
Llegó el día que al fin, Chy, ella y yo pudimos salir a dar un paseo por las afueras de las tierras de Erik con cierta aura de armonía rodeándonos. Por supuesto que fue una salida corta, pero muy fructífera. Fue la primera vez que corrí montada sobre un caballo y sentí que podía ver y respirar como Furia. El viento nos golpeaba el rostro y parecía querer detenernos, pero aquél implacable animal era como un cuchillo rajando el mismo aire. A la noche, mientras mi yegua y yo pasábamos un tiempo de calidad con Kaala y el pequeño le informamos de nuestros pequeños avances con mucho orgullo. El día siguiente, pensaba pasar a una nueva etapa del entrenamiento: las marchas y a hacer ciertos trabajos. Para ello, pensaba ir a la aldea que había dejado varios meses atrás. Si bien los trabajadores de ese rancho me dieron muy buenos consejos que estaba aplicando, quería saber de la opinión de aquellos humanos de buen corazón… además de que de una forma u otra, les extrañaba.
El día siguiente a nuestro arribo a la casa de Erik, había amanecido con lloviznas y niebla. Parecía acompañar la atmósfera del lugar y a las personas que lloraban la muerte de aquél extraño desconocido. Sin embargo, los trabajos tenían que seguir haciéndose y decidí prestarle ayuda a un par de peones de cuadra, en cambio, ellos me darían un par de consejos acerca del funcionamiento del amaestramiento de una yegua como Furia.
Lo primero que aprendimos, fue a mantenernos mansas las dos. Realmente fue un hito, después de dos o tres días terminar de manear a Furia y que ella se quedara tranquila dentro de los establos como si nada estuviera sucediendo. Al principio, ella odiaba sentirse atrapada y no dormía bien por las noches. Quizá fuera por la compañía que tenía –osease yo- pero bueno, no quería dejarla sola tampoco y no tenía un mejor lugar donde quedarme. Chy se las arreglaba con poco, por lo que mantenerle contento no era nada difícil.
Mostrarle sogas o cualquier cosa que pudiera atarla era como el diablo para ella. Sin embargo parecía no temerle a las serpientes como se dice que sucede con la mayoría de los caballos ¿el por qué? Simplemente las hacía pedazos con aquellas manazas que poseía. Si tenía dificultades con mantenerse quieta y atrapada, no hablemos de intentar ponerle la montura suelta, ni mucho menos maneada. Fue toda una hazaña después de una semana que se quedara lo suficientemente quieta y dispuesta.
Me preguntaba qué tan bien le estaría yendo a mi compañera con su pequeño torbellino. Siendo hijo de Furia, no sabía que tan domesticable podría ser, y me preocupaba un poco que la chica perdiera el control. La mayoría del tiempo, si bien la yegua y yo reñíamos, no nos peleábamos y cada día terminábamos siendo un poco más amigas…¿sería lo mismo con el otro par?.
Llegó el día que al fin, Chy, ella y yo pudimos salir a dar un paseo por las afueras de las tierras de Erik con cierta aura de armonía rodeándonos. Por supuesto que fue una salida corta, pero muy fructífera. Fue la primera vez que corrí montada sobre un caballo y sentí que podía ver y respirar como Furia. El viento nos golpeaba el rostro y parecía querer detenernos, pero aquél implacable animal era como un cuchillo rajando el mismo aire. A la noche, mientras mi yegua y yo pasábamos un tiempo de calidad con Kaala y el pequeño le informamos de nuestros pequeños avances con mucho orgullo. El día siguiente, pensaba pasar a una nueva etapa del entrenamiento: las marchas y a hacer ciertos trabajos. Para ello, pensaba ir a la aldea que había dejado varios meses atrás. Si bien los trabajadores de ese rancho me dieron muy buenos consejos que estaba aplicando, quería saber de la opinión de aquellos humanos de buen corazón… además de que de una forma u otra, les extrañaba.
Última edición por Woodpecker el Jue Mar 20 2014, 17:55, editado 2 veces
Woodpecker
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 838
Nivel de PJ : : 6
Re: El entrenamiento [privado][cerrado]
Los días en la aldea: I parte
Después de despedirnos de Kaala y el pequeño de Furia –con un poco de haraganería por su parte- los tres partimos hacia el sur. Si todo iba bien, en una hora y poco al trote y tranco podríamos llegar a la aldea que me había cobijado tiempo atrás. Fue una ocasión magnífica para enseñarle las señas más básicas a la yegua que aprendía con avidez cada nueva lección. Al llegar, cosa que hicimos con facilidad, fue un tanto difícil hacer que mi montura se acercara al poblado y reñimos un poco. El animal llegó a tirar algún corcobo en signo de desaprobación, pero no con tanto ímpetu como la primera vez, además de que ya me había habituado a ella y sus movimientos.
Me apee una vez frente a la casa de los Hirsts y toqué tres rápidas veces la puerta. Mientras esperaba alguna respuesta, miré el cielo y calculé que en esos momentos deberían de estar almorzando. Esas personas comían alrededor de las once de la mañana y cenaban como a las diez de la noche. No entendía como podrían comer tantas veces seguidas. Suspiré y observé los alrededores. Nada había cambiado.
Furia se alarmó parando sus largas y delicadas orejas. Presté un poco más de atención al entorno y vi como la puerta cedía tímidamente frente a mí. Si había aprendido algo, es que esa yegua podía percibir cosas que yo no, desde una distancia considerable. Me llevó alrededor de dos minutos darme cuenta de que quien me había abierto la puerta era ni más ni menos que el pequeño Laurel(iano) en versión hombre. Tras de sí, estaban Margarita y Azucena; aún más atrás Cala y Olive sus orgullosos padres que tenían gesto de entre impacientes y curiosos.
Todos mostraron una expresión de asombro e incredulidad al verme parada con mi desfachatez habitual recostada sobre el marco de la puerta. Fruncí el ceño y pensé en una tontería. Tomé con descuido fingido a Chy y se los ofrecí adelantándome sólo un poco ¿Qué hay? He traído el almuerzo. Todos se echarona reír y me hicieron pasar luego de admirar a Furia y encerrarla en el granero.
-Oh, Feith… me alegra tanto de que te encuentres bien. dijo la matriarca
-Si, en verdad estábamos preocupados pequeña. ¿Qué has estado haciendo todo este tiempo? secundó el padre.
Las niñas mientras tanto se ocupaban de jugar con mi pelo y alisarlo.
-[i]Seyvian nos trajo noticias de ti, parece que no lo estabas haciendo tan mal en la ciudad se adelantó a decir el hijo de en medio con un tono expectante. Parecía interesado en aquella peste de urbe que no podría comparársele jamás al calor de aquella pequeña aldea.
* * *
Como era la hora del trabajo, continuamos la conversación en el campo. Les conté todo lo que había vivido después de haberles abandonado con pelos y señas. Ellos por su parte hicieron lo mismo con los sucesos de la aldea. Resulta que Calamón tenía un primogénito y esperaba al segundo pimpolluelo. También se habían dado otras uniones y había llegado un nuevo señor rico al poblado que no era tan exigente con los impuestos. Una buena noticia.
En el entretiempo, Oliver me enseñó a prender a Furia al arado. Al principio fue una tarea ardua. La yegua se mostraba nuevamente reticente a verse embebida entre tantas cosas restrictivas y nuevas, pero una vez que le tomó confianza al cacharro de hierro quería arar el campo de galope con ese poder característico de ella. Fue necesaria mi transformación para retenerla y apaciguarla para que guardara un poco sus energías para el retorno a la casa. Parecía que el animal poco a poco se estaba entregando a mí, y claro, se estaba ganando un lugar importante en mi corazón.
-Si que has cambiado Feith dijeron al unísono las hermanas cuando me despedían por la jornada.
Les miré un tanto desconcertada, pero todos asintieron. Laureliano tomó la palabra Apuesto a que no te has dado cuenta que ningún animal ha huído de ti hoy. Ya no estás mirando a tu alrededor como si alguien fuera a cazarte. El joven se echó a reir. Vaya que sí se había convertido en un buen hombre.
Nos despedimos hasta el día siguiente. Debíamos retornar a los establos y contarle a quienes nos esperaban las maravillas que habíamos vivido ese mismo día. En la madrugada siguiente partiríamos de regreso a aquella aldea que tanto calor nos brindaba. Pero por el momento, dejé a discreción del animal la llegada a casa de Erik y como era de costumbre a esas alturas simplemente dejó una estela de polvo tras de sí. Si habíamos tardado una hora en llegar, nos tomó quince minutos regresar.
...Cosas de Furia.
Después de despedirnos de Kaala y el pequeño de Furia –con un poco de haraganería por su parte- los tres partimos hacia el sur. Si todo iba bien, en una hora y poco al trote y tranco podríamos llegar a la aldea que me había cobijado tiempo atrás. Fue una ocasión magnífica para enseñarle las señas más básicas a la yegua que aprendía con avidez cada nueva lección. Al llegar, cosa que hicimos con facilidad, fue un tanto difícil hacer que mi montura se acercara al poblado y reñimos un poco. El animal llegó a tirar algún corcobo en signo de desaprobación, pero no con tanto ímpetu como la primera vez, además de que ya me había habituado a ella y sus movimientos.
Me apee una vez frente a la casa de los Hirsts y toqué tres rápidas veces la puerta. Mientras esperaba alguna respuesta, miré el cielo y calculé que en esos momentos deberían de estar almorzando. Esas personas comían alrededor de las once de la mañana y cenaban como a las diez de la noche. No entendía como podrían comer tantas veces seguidas. Suspiré y observé los alrededores. Nada había cambiado.
Furia se alarmó parando sus largas y delicadas orejas. Presté un poco más de atención al entorno y vi como la puerta cedía tímidamente frente a mí. Si había aprendido algo, es que esa yegua podía percibir cosas que yo no, desde una distancia considerable. Me llevó alrededor de dos minutos darme cuenta de que quien me había abierto la puerta era ni más ni menos que el pequeño Laurel(iano) en versión hombre. Tras de sí, estaban Margarita y Azucena; aún más atrás Cala y Olive sus orgullosos padres que tenían gesto de entre impacientes y curiosos.
Todos mostraron una expresión de asombro e incredulidad al verme parada con mi desfachatez habitual recostada sobre el marco de la puerta. Fruncí el ceño y pensé en una tontería. Tomé con descuido fingido a Chy y se los ofrecí adelantándome sólo un poco ¿Qué hay? He traído el almuerzo. Todos se echarona reír y me hicieron pasar luego de admirar a Furia y encerrarla en el granero.
-Oh, Feith… me alegra tanto de que te encuentres bien. dijo la matriarca
-Si, en verdad estábamos preocupados pequeña. ¿Qué has estado haciendo todo este tiempo? secundó el padre.
Las niñas mientras tanto se ocupaban de jugar con mi pelo y alisarlo.
-[i]Seyvian nos trajo noticias de ti, parece que no lo estabas haciendo tan mal en la ciudad se adelantó a decir el hijo de en medio con un tono expectante. Parecía interesado en aquella peste de urbe que no podría comparársele jamás al calor de aquella pequeña aldea.
* * *
Como era la hora del trabajo, continuamos la conversación en el campo. Les conté todo lo que había vivido después de haberles abandonado con pelos y señas. Ellos por su parte hicieron lo mismo con los sucesos de la aldea. Resulta que Calamón tenía un primogénito y esperaba al segundo pimpolluelo. También se habían dado otras uniones y había llegado un nuevo señor rico al poblado que no era tan exigente con los impuestos. Una buena noticia.
En el entretiempo, Oliver me enseñó a prender a Furia al arado. Al principio fue una tarea ardua. La yegua se mostraba nuevamente reticente a verse embebida entre tantas cosas restrictivas y nuevas, pero una vez que le tomó confianza al cacharro de hierro quería arar el campo de galope con ese poder característico de ella. Fue necesaria mi transformación para retenerla y apaciguarla para que guardara un poco sus energías para el retorno a la casa. Parecía que el animal poco a poco se estaba entregando a mí, y claro, se estaba ganando un lugar importante en mi corazón.
-Si que has cambiado Feith dijeron al unísono las hermanas cuando me despedían por la jornada.
Les miré un tanto desconcertada, pero todos asintieron. Laureliano tomó la palabra Apuesto a que no te has dado cuenta que ningún animal ha huído de ti hoy. Ya no estás mirando a tu alrededor como si alguien fuera a cazarte. El joven se echó a reir. Vaya que sí se había convertido en un buen hombre.
Nos despedimos hasta el día siguiente. Debíamos retornar a los establos y contarle a quienes nos esperaban las maravillas que habíamos vivido ese mismo día. En la madrugada siguiente partiríamos de regreso a aquella aldea que tanto calor nos brindaba. Pero por el momento, dejé a discreción del animal la llegada a casa de Erik y como era de costumbre a esas alturas simplemente dejó una estela de polvo tras de sí. Si habíamos tardado una hora en llegar, nos tomó quince minutos regresar.
...Cosas de Furia.
Última edición por Woodpecker el Jue Mar 20 2014, 00:49, editado 1 vez
Woodpecker
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 838
Nivel de PJ : : 6
Re: El entrenamiento [privado][cerrado]
Los días en la aldea: II parte
Para el segundo día de entrenamiento, fue mucho más sencillo hacer que Furia se allegara al pueblo, pero por contrapartida habían más personas recibiéndonos. Parecía que éramos las nuevas estrellas del lugar. Comencé a reir abiertamente desde el lomo del animal, situación que llevó a que éste se pusiera un poco tenso por algunos instantes. Le acaricié el pescuezo y le hablé con palabras suaves al oído.
-Eh, ¡Feith! Veo que tienes un bonito ejemplar ahí. Quiero comprarlo. dijo una voz masculina.
Le encontré entre la multitud y le miré. Claro que sabía de quién se trataba, ahí éramos pocos y nos conocíamos; me hubiera gustado morder al idiota de Aaron, pero eso no se vería nada bien… no al menos en público. Pensé en enviar a Chy para que le picara, pero estaría dando un mal ejemplo. Entrecerré los ojos y me bajé de la montura. Solté sus riendas –sabía que no se iría de mi lado- y por último decidí probar mi suerte. Ese hombre joven, era uno de los más pudientes de la zona…
-Bien… hagamos un trato ¿te parece? dije rodeándole con cierta sensualidad, envolviéndolo en mis palabras. Él asintió tragando saliva. Probablemente se imaginaba que algo estaba tramando.
-Si puedes andar en ella y hacer que rodee la aldea contigo encima, te la regalo. De lo contrario… tendrás que pagar un saquito con aeros por el inconveniente.
Algunos espectadores corearon haciendo que él no tuviera más remedio que aceptar. La yegua intuitiva nos observaba con ojos inteligentes y expectantes, quedándose mansa para dejarse subir… hecho que me inquietó un poco... bastante. Chy volaba sobre mi cabeza como previendo que algo malo sucedería. Cambié mi peso de una pierna a la otra con impaciencia mientras la veía comportarse normalmente. Pero al momento en que Aaron intentó hacer que me perdiera de vista, la yegua se tensó y con sólo un ancazo lo envió de bruces al suelo y empezó a correr a toda velocidad alrededor de la aldea.
Después de recorrer el lugar se detuvo a unos metros frente a mí, corrí hacia ella y la tomé por las riendas, la abracé y le di besos hasta que ambas nos hartamos. Le susurré al oído: Lo siento Furia, no haré nunca más esto. Jamás dejaré que te monten de nuevo. He aprendido mi lección el animal pareció comprenderme y después de rezongar un poco con su nariz, me dio un hocicazo juguetón en el estómago que me dejó sin aire durante unos segundos. Miré a Aaron y estiré mi mano.
-Parece que ella estaba bien dispuesta a rodear la aldea[/i] y le sonreí tentada sin dejar de abrazar al animal.
[b]* * *
Después de ese episodio, nadie más osó molestarnos y nuestros días en la aldea estaban plagados de tranquilidad y nuevos retos. No sólo la yegua aprendía cosas nuevas, sino que yo también. Una tarde, me hicieron tomar a otro caballo experimentado y manso, para que aprendiera más sobre los equinos, su comportamiento y resistencia. Al principio, fue un poco difícil entendernos. Me di cuenta que yo a veces era un poco exigente e invasiva y tomé nota mental de ello.
Después de un par de semanas yendo y viniendo, Furia comenzó a bajar de peso, por lo que los chicos del establo, además de los aldeanos me recomendaron darle granos y más comida. Esa, fue otra tarea muy difícil. La porfiada esa, sólo se conformaba con pastos blandos y no quería probar más nada. Incluso comí esas porquerías yo misma para hacerla entrar en confianza. No fue hasta un día que se escapó hasta la puerta de la casa de los Hirsts y le robó un jarro con dulce a la más pequeña de la familia, que probó otras cosas y comenzó a comer lo que le ofrecía.
Para ese entonces, ya podía enlazar sobre ella, girarla con las riendas y señas. ¿Qué me faltaba para su entrenamiento final? Bueno… quería enseñarle un par de trucos más. Por ejemplo a seguirme. Eso lo venía haciendo desde el primer día que comencé la ardua tarea de amansarla. Llevábamos ya como tres semanas con eso y debo admitir que cuando usé la comida como objeto coercitivo tuve mejores resultados.
La idea de todo eso, era que ambas pudiéramos ir al mismo lugar por separado. Era una medida de seguridad para ella… estar conmigo en ciertas situaciones podría convertirse en algo peligroso y no sería agradable que se quedara esperándome como el perro que no era, o que la atraparan o quién sabe qué. Deseaba que ella se mantuviera cerca de mí en todo momento sin tener que estar atada o a una distancia ínfima, aunque eso dependería de ella cuando llegara el momento. Era feliz con Furia tal cual era y con la velocidad inigualable que poseía. Confiaba que si algún día era necesario ella harìa buen uso de esa habilidad.
Para el segundo día de entrenamiento, fue mucho más sencillo hacer que Furia se allegara al pueblo, pero por contrapartida habían más personas recibiéndonos. Parecía que éramos las nuevas estrellas del lugar. Comencé a reir abiertamente desde el lomo del animal, situación que llevó a que éste se pusiera un poco tenso por algunos instantes. Le acaricié el pescuezo y le hablé con palabras suaves al oído.
-Eh, ¡Feith! Veo que tienes un bonito ejemplar ahí. Quiero comprarlo. dijo una voz masculina.
Le encontré entre la multitud y le miré. Claro que sabía de quién se trataba, ahí éramos pocos y nos conocíamos; me hubiera gustado morder al idiota de Aaron, pero eso no se vería nada bien… no al menos en público. Pensé en enviar a Chy para que le picara, pero estaría dando un mal ejemplo. Entrecerré los ojos y me bajé de la montura. Solté sus riendas –sabía que no se iría de mi lado- y por último decidí probar mi suerte. Ese hombre joven, era uno de los más pudientes de la zona…
-Bien… hagamos un trato ¿te parece? dije rodeándole con cierta sensualidad, envolviéndolo en mis palabras. Él asintió tragando saliva. Probablemente se imaginaba que algo estaba tramando.
-Si puedes andar en ella y hacer que rodee la aldea contigo encima, te la regalo. De lo contrario… tendrás que pagar un saquito con aeros por el inconveniente.
Algunos espectadores corearon haciendo que él no tuviera más remedio que aceptar. La yegua intuitiva nos observaba con ojos inteligentes y expectantes, quedándose mansa para dejarse subir… hecho que me inquietó un poco... bastante. Chy volaba sobre mi cabeza como previendo que algo malo sucedería. Cambié mi peso de una pierna a la otra con impaciencia mientras la veía comportarse normalmente. Pero al momento en que Aaron intentó hacer que me perdiera de vista, la yegua se tensó y con sólo un ancazo lo envió de bruces al suelo y empezó a correr a toda velocidad alrededor de la aldea.
Después de recorrer el lugar se detuvo a unos metros frente a mí, corrí hacia ella y la tomé por las riendas, la abracé y le di besos hasta que ambas nos hartamos. Le susurré al oído: Lo siento Furia, no haré nunca más esto. Jamás dejaré que te monten de nuevo. He aprendido mi lección el animal pareció comprenderme y después de rezongar un poco con su nariz, me dio un hocicazo juguetón en el estómago que me dejó sin aire durante unos segundos. Miré a Aaron y estiré mi mano.
-Parece que ella estaba bien dispuesta a rodear la aldea[/i] y le sonreí tentada sin dejar de abrazar al animal.
[b]* * *
Después de ese episodio, nadie más osó molestarnos y nuestros días en la aldea estaban plagados de tranquilidad y nuevos retos. No sólo la yegua aprendía cosas nuevas, sino que yo también. Una tarde, me hicieron tomar a otro caballo experimentado y manso, para que aprendiera más sobre los equinos, su comportamiento y resistencia. Al principio, fue un poco difícil entendernos. Me di cuenta que yo a veces era un poco exigente e invasiva y tomé nota mental de ello.
Después de un par de semanas yendo y viniendo, Furia comenzó a bajar de peso, por lo que los chicos del establo, además de los aldeanos me recomendaron darle granos y más comida. Esa, fue otra tarea muy difícil. La porfiada esa, sólo se conformaba con pastos blandos y no quería probar más nada. Incluso comí esas porquerías yo misma para hacerla entrar en confianza. No fue hasta un día que se escapó hasta la puerta de la casa de los Hirsts y le robó un jarro con dulce a la más pequeña de la familia, que probó otras cosas y comenzó a comer lo que le ofrecía.
Para ese entonces, ya podía enlazar sobre ella, girarla con las riendas y señas. ¿Qué me faltaba para su entrenamiento final? Bueno… quería enseñarle un par de trucos más. Por ejemplo a seguirme. Eso lo venía haciendo desde el primer día que comencé la ardua tarea de amansarla. Llevábamos ya como tres semanas con eso y debo admitir que cuando usé la comida como objeto coercitivo tuve mejores resultados.
La idea de todo eso, era que ambas pudiéramos ir al mismo lugar por separado. Era una medida de seguridad para ella… estar conmigo en ciertas situaciones podría convertirse en algo peligroso y no sería agradable que se quedara esperándome como el perro que no era, o que la atraparan o quién sabe qué. Deseaba que ella se mantuviera cerca de mí en todo momento sin tener que estar atada o a una distancia ínfima, aunque eso dependería de ella cuando llegara el momento. Era feliz con Furia tal cual era y con la velocidad inigualable que poseía. Confiaba que si algún día era necesario ella harìa buen uso de esa habilidad.
Woodpecker
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 838
Nivel de PJ : : 6
Re: El entrenamiento [privado][cerrado]
Cuarta Semana
Pronto, los días en la aldea llegaron a su fin. El entrenamiento de Furia estaba terminando y ya me estaba hartando de permanecer quieta en un lugar y se lo había comunicado a Kaala unas noches atrás. Aunque esta vez, claro, me despedí con un poco más de propiedad que la anterior; prometiendo regresar y dar noticias un poco más frecuentemente.
En todo ese tiempo, Furia y Chy se habían hecho muy compinches. Yo aproveché para acostumbrarles un poco más a mi forma lupina que cada vez dominaba mejor. Cierta noche de tormenta, la puerta de nuestra caballeriza se abrió de par en par y no atiné más que abrazar a ambos animales y arrinconarnos. Un relámpago iluminó la figura de un hombre y momentos después el trueno habló en su lugar. Chorreaba agua por todos lados y se acercaba cojeando lentamente a nosotros.
Agarré las crines de Furia y metiendo al halcón entre mi ropaje salté al lomo de la yegua y ésta pechó a aquél bulto, perdiéndonos en la negra oscuridad mojada y disturbada. Nos perdimos literalmente…
Después de habernos apartado lo suficiente y tratando de evitar el bosque, al cual seguíamos paralelamente cada vez que los tambores del averno abrían una rajadura en el cielo que nos permitía mirar el horizonte, nos detuvimos en un pequeño rellano protegido del fuerte viento. Los tres nos echamos juntos, yo en mi piel lupina para generar más calor. Despertamos con el sol en nuestras frentes y al menos yo, con un gran dolor de cabeza.
Una vez que olfatee el ambiente y envié a Chy a nortearnos, nos dirigimos hacia el establo. A juzgar por lo hambrienta que estaba debía ser la media mañana o un poco más. El sol caía a plomo y todos nos dirigimos con paso cansino hacia nuestro conocido hogar. La puerta del lugar estaba cerrada y supuse que alguno de los peones la habría asegurado después de nuestra intempestiva ida. Al abrirla, un fuerte olor a humedad y alcohol nos golpeó como una ola en el mar.
…Y la ola dejó como resaca a un resabio de la naturaleza. Todos reculamos al ver a la figura indefinida de la noche anterior convertida en un viejo medio borracho durmiendo sobre nuestro heno con frazadas de quién sabe dónde. Al parecer había venido de parte de Erik a comprobar qué tanto habíamos progresado en el entrenamiento de los caballos.
La noche de terror, terminó siendo un chiste de una mala noche y así dábamos las pinceladas finales al cuadro de nuestro destino.
Pronto, los días en la aldea llegaron a su fin. El entrenamiento de Furia estaba terminando y ya me estaba hartando de permanecer quieta en un lugar y se lo había comunicado a Kaala unas noches atrás. Aunque esta vez, claro, me despedí con un poco más de propiedad que la anterior; prometiendo regresar y dar noticias un poco más frecuentemente.
En todo ese tiempo, Furia y Chy se habían hecho muy compinches. Yo aproveché para acostumbrarles un poco más a mi forma lupina que cada vez dominaba mejor. Cierta noche de tormenta, la puerta de nuestra caballeriza se abrió de par en par y no atiné más que abrazar a ambos animales y arrinconarnos. Un relámpago iluminó la figura de un hombre y momentos después el trueno habló en su lugar. Chorreaba agua por todos lados y se acercaba cojeando lentamente a nosotros.
Agarré las crines de Furia y metiendo al halcón entre mi ropaje salté al lomo de la yegua y ésta pechó a aquél bulto, perdiéndonos en la negra oscuridad mojada y disturbada. Nos perdimos literalmente…
Después de habernos apartado lo suficiente y tratando de evitar el bosque, al cual seguíamos paralelamente cada vez que los tambores del averno abrían una rajadura en el cielo que nos permitía mirar el horizonte, nos detuvimos en un pequeño rellano protegido del fuerte viento. Los tres nos echamos juntos, yo en mi piel lupina para generar más calor. Despertamos con el sol en nuestras frentes y al menos yo, con un gran dolor de cabeza.
Una vez que olfatee el ambiente y envié a Chy a nortearnos, nos dirigimos hacia el establo. A juzgar por lo hambrienta que estaba debía ser la media mañana o un poco más. El sol caía a plomo y todos nos dirigimos con paso cansino hacia nuestro conocido hogar. La puerta del lugar estaba cerrada y supuse que alguno de los peones la habría asegurado después de nuestra intempestiva ida. Al abrirla, un fuerte olor a humedad y alcohol nos golpeó como una ola en el mar.
…Y la ola dejó como resaca a un resabio de la naturaleza. Todos reculamos al ver a la figura indefinida de la noche anterior convertida en un viejo medio borracho durmiendo sobre nuestro heno con frazadas de quién sabe dónde. Al parecer había venido de parte de Erik a comprobar qué tanto habíamos progresado en el entrenamiento de los caballos.
La noche de terror, terminó siendo un chiste de una mala noche y así dábamos las pinceladas finales al cuadro de nuestro destino.
Woodpecker
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 838
Nivel de PJ : : 6
Re: El entrenamiento [privado][cerrado]
Último día
Los días del entrenamiento habían pasado como agua en un río. Se habían deslizado entre los dedos como algo intangible y místico. Cuando quise acordar, ya no sabía qué mas enseñarle aquella maravillosa yegua. Siempre creí que no podría relacionarme con nada vivo… jamás. Pero ahí estaba ella, y varios amigos que comenzaron lentamente a negar ese prejuicio en mi interior, mostrándome que habían más cosas fuera de la violencia y el odio o simplemente el rechazo y las autoindulgencias.
Furia me demostró sus sentimientos y también me recordó a parte de mi yo salvaje que había estado sepultando concientemente. Ya no huiría más de mi licantropía, aprendí que todos tenemos un lado salvaje y lo que debemos hacer es sobrellevarlo y adiestrarlo, como ella misma lo había hecho.
El viejo Kamel –como resultó llamarse el enviado de Erik- y yo volvíamos de Lunargenta con unos encargos para el establecimiento, sobre todo con medicinas y algunos chuches que sólo se consiguen en aquella transitada ciudad.
-Asique… te vas espetó de la nada y sin anestesia. Le miré sorprendida, anonadada si se puede decir ¿cómo lo sabría? No me mires así, es obvio Wood. Incluso creí que estarías menos tiempo aquí, me sorprendí de una forma muy grata de que no fuera así
Sopesé mis palabras por unos momentos mientras acariciaba al halcón y le enviaba a volar de nuevo.
-Son cosas que pasan… ¿no? Furia, Chy y yo estamos hechos para vivir al natural le guiñé un ojo y acomodé los bultos. ¿Una carrera? le pregunté sabiendo que él solo haría el amague. Todos sabíamos quién ganaría.
Los tres estábamos expectantes de lanzarnos al azar y comenzar a recorrer nuestro camino. A la lejanía se escuchó la risa quejosa del viejo humano y una última oración antes de perderse en el aire.
-…Furia-Bravía… sonreí saboreando aquél nombre que tanto me gustó por unos segundos, pero luego me entregué al placer de correr sobre aquella hija de la naturaleza.
Los días del entrenamiento habían pasado como agua en un río. Se habían deslizado entre los dedos como algo intangible y místico. Cuando quise acordar, ya no sabía qué mas enseñarle aquella maravillosa yegua. Siempre creí que no podría relacionarme con nada vivo… jamás. Pero ahí estaba ella, y varios amigos que comenzaron lentamente a negar ese prejuicio en mi interior, mostrándome que habían más cosas fuera de la violencia y el odio o simplemente el rechazo y las autoindulgencias.
Furia me demostró sus sentimientos y también me recordó a parte de mi yo salvaje que había estado sepultando concientemente. Ya no huiría más de mi licantropía, aprendí que todos tenemos un lado salvaje y lo que debemos hacer es sobrellevarlo y adiestrarlo, como ella misma lo había hecho.
El viejo Kamel –como resultó llamarse el enviado de Erik- y yo volvíamos de Lunargenta con unos encargos para el establecimiento, sobre todo con medicinas y algunos chuches que sólo se consiguen en aquella transitada ciudad.
-Asique… te vas espetó de la nada y sin anestesia. Le miré sorprendida, anonadada si se puede decir ¿cómo lo sabría? No me mires así, es obvio Wood. Incluso creí que estarías menos tiempo aquí, me sorprendí de una forma muy grata de que no fuera así
Sopesé mis palabras por unos momentos mientras acariciaba al halcón y le enviaba a volar de nuevo.
-Son cosas que pasan… ¿no? Furia, Chy y yo estamos hechos para vivir al natural le guiñé un ojo y acomodé los bultos. ¿Una carrera? le pregunté sabiendo que él solo haría el amague. Todos sabíamos quién ganaría.
Los tres estábamos expectantes de lanzarnos al azar y comenzar a recorrer nuestro camino. A la lejanía se escuchó la risa quejosa del viejo humano y una última oración antes de perderse en el aire.
-…Furia-Bravía… sonreí saboreando aquél nombre que tanto me gustó por unos segundos, pero luego me entregué al placer de correr sobre aquella hija de la naturaleza.
=[Cerrado]=
Woodpecker
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 838
Nivel de PJ : : 6
Re: El entrenamiento [privado][cerrado]
Entrenamiento terminado. Puedes llevarte a Furia, uno de los mas veloces que hay.
Ansur
Master
Master
Cantidad de envíos : : 1999
Nivel de PJ : : 0
Temas similares
» Más días de entrenamiento [Privado] [Cerrado]
» Días de entrenamiento [Privado] [Cerrado]
» Agudizando los sentidos [Entrenamiento] [Cerrado]
» Se busca grupo de entrenamiento [Día][Libre][CERRADO]
» Entrenamiento para elfos [Idril + Sarez ] [Cerrado]
» Días de entrenamiento [Privado] [Cerrado]
» Agudizando los sentidos [Entrenamiento] [Cerrado]
» Se busca grupo de entrenamiento [Día][Libre][CERRADO]
» Entrenamiento para elfos [Idril + Sarez ] [Cerrado]
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Hoy a las 02:19 por Vincent Calhoun
» Propaganda Peligrosa - Priv. Zagreus - (Trabajo / Noche)
Ayer a las 18:40 por Lukas
» Derecho Aerandiano [Libre]
Ayer a las 02:17 por Tyr
» Lamentos de un corazón congelado [Libre 3/3]
Ayer a las 01:19 por Tyr
» 89. Una compañía hacia el caos [Privado]
Jue Nov 07 2024, 20:51 por Aylizz Wendell
» El retorno del vampiro [Evento Sacrestic]
Jue Nov 07 2024, 18:38 por Merié Stiffen
» Clementina Chonkffuz [SOLITARIO]
Jue Nov 07 2024, 16:48 por Mina Harker
» El vampiro contraataca [Evento Sacrestic]
Jue Nov 07 2024, 13:24 por Tyr
» [Zona de Culto]Santuario del dragón de Mjulnr
Mar Nov 05 2024, 21:21 por Tyr
» Pócimas y Tragos: La Guerra de la Calle Burbuja [Interpretativo] [Libre]
Mar Nov 05 2024, 17:01 por Seraphine Valaryon
» [Zona de culto] Iglesia del único Dios
Mar Nov 05 2024, 14:32 por Tyr
» [Zona de Culto] Oráculo de Fenrir
Mar Nov 05 2024, 03:02 por Tyr
» Solas, corazón del pueblo [Evento Sacrestic] [Noche] [Libre]
Dom Nov 03 2024, 17:02 por Zagreus
» Ecos De Guerra [Evento Sacrestic] [Noche]
Sáb Nov 02 2024, 23:21 por Sein Isånd
» De héroes olvidados y Rubíes Azules [Interpretativo] [Libre] [4/4] [Noche]
Miér Oct 30 2024, 21:54 por Eltrant Tale