El mensajero siempre... [QUEST]
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El mensajero siempre... [QUEST]
-Papa, tú mismo sabes que es un objeto muy importante, tiene que llegar a las islas…- dijo la pequeña Malva apretando la plateada caja contra su pecho.
-Lo es pequeña, lo sé. Pero no quiero que…
La conversación de padre e hija finalizo al ver al “mensajero”. Cuantas horas había invertido halando con su pequeña renacuaja para que no partiese, o simplemente para que él mismo realizase la tarea, pero al igual que su madre, la pequeña era de armas tomar, y estaba decidida a hacerlo.
Ambos miraban al nuevo de arriba abajo, evaluando con un simple vistazo si era bueno para el trabajo. Milva sonrió, el padre no.
-Amigo, ¿podrías hacerme un favor?
-Claro que sí, ya sabes que estoy aquí para lo que haga falta.
-Necesito que me encuentres alguien para que vaya a las islas…- dijo entre dientes.
-¿Así que no iras tú?- Amro se rió a carcajadas, sabia de que estaba hablando su amigo. –Así que mi pequeña medioelfa ha salido con la suya, eh…- le sacó la lengua a la niña, esta le contestó al momento. –No te preocupes, encontrare a alguien en dos días, quédate tranquilo.
Aun recordaba aquella conversación, y puntual, Amor le había mandado a alguien para el transporte.
Básean no era el padre biológico de la niña. Una elfa escapaba de su marido, el mismo que la había dejado en estado de buena esperanza. No era un elfo muy respetuoso, llego a la conclusión Básean. No era un hombre agresivo, pero aquel hombre no merecía la vida, y parece ser que los dioses así lo creyeron, porque el elfo, alto y de largos cabellos rubios, fue envestido por un Scrunt, un animal fiel a su dueña. Básean y la elfa se enamoraron y juntos criaron a la pequeña Milva. Él la vio nacer y la alimento, le dio un techo y le enseño a hablar, era su hija.
De ahí o de medioelfa. Cada vez que su amigo Amor llamaba así a la pequeña, su padre no podía evitar sonreír, aquella palabra avivaba el siempre vivo recuerdo de su madre, a la que tanto se parecía.
Milva se acercó al “mensajero”. –Así que tú eres quién nos envía Amor…- le sonrió de manera cordial. –Pues vamos, no hay tiempo que perder.
-Lo es pequeña, lo sé. Pero no quiero que…
La conversación de padre e hija finalizo al ver al “mensajero”. Cuantas horas había invertido halando con su pequeña renacuaja para que no partiese, o simplemente para que él mismo realizase la tarea, pero al igual que su madre, la pequeña era de armas tomar, y estaba decidida a hacerlo.
Ambos miraban al nuevo de arriba abajo, evaluando con un simple vistazo si era bueno para el trabajo. Milva sonrió, el padre no.
-Amigo, ¿podrías hacerme un favor?
-Claro que sí, ya sabes que estoy aquí para lo que haga falta.
-Necesito que me encuentres alguien para que vaya a las islas…- dijo entre dientes.
-¿Así que no iras tú?- Amro se rió a carcajadas, sabia de que estaba hablando su amigo. –Así que mi pequeña medioelfa ha salido con la suya, eh…- le sacó la lengua a la niña, esta le contestó al momento. –No te preocupes, encontrare a alguien en dos días, quédate tranquilo.
Aun recordaba aquella conversación, y puntual, Amor le había mandado a alguien para el transporte.
Básean no era el padre biológico de la niña. Una elfa escapaba de su marido, el mismo que la había dejado en estado de buena esperanza. No era un elfo muy respetuoso, llego a la conclusión Básean. No era un hombre agresivo, pero aquel hombre no merecía la vida, y parece ser que los dioses así lo creyeron, porque el elfo, alto y de largos cabellos rubios, fue envestido por un Scrunt, un animal fiel a su dueña. Básean y la elfa se enamoraron y juntos criaron a la pequeña Milva. Él la vio nacer y la alimento, le dio un techo y le enseño a hablar, era su hija.
De ahí o de medioelfa. Cada vez que su amigo Amor llamaba así a la pequeña, su padre no podía evitar sonreír, aquella palabra avivaba el siempre vivo recuerdo de su madre, a la que tanto se parecía.
Milva se acercó al “mensajero”. –Así que tú eres quién nos envía Amor…- le sonrió de manera cordial. –Pues vamos, no hay tiempo que perder.
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- BÁSEAN-padre:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
- milva:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
- CAJA:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
• Debes explicar tu encuentro con Amor, como te “recluta”
El amigo de la familia te cuenta que te necesita para el transporte de un objeto muy valioso, que tiene que llevarse desde las afueras de Lunargenta hasta las islas Illidenses. En el viaje solo estarían él y Milva.
Amor, como el padre, le remarcan al nuevo que si algo le pasa a la niña, las le vale saber correr y tener dotes para esconderse, ya que lo que le esperaría seria la muerte.
•Preséntate y como ha dicho Milva, no hay tiempo que perder.
Este tema es solo para 1 personaje
Los turnos serán: master, p1
*No se debe de estar participando en Quest u otro rol mastereado
*Este rol no causará riesgos graves para los pjs. (posibilidad de riesgo leve)
*El rol debe ser fluido, se deben avisar las ausencias pasadas las 48h, de lo contrario, el pj será avisado, si tras esto no se tienen en consideración las advertencias, el pj será sancionado, expulsado del rol y algún castigo, como podría ser una herida que incapacite o una maldición.
Última edición por Wyn el Dom Mar 08 2015, 17:19, editado 1 vez
Wyn
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Re: El mensajero siempre... [QUEST]
Un día tranquilo en Lunargenta. Había tenido unos días algo flojos, y el dinero empezaba a escasear, de forma que estaba de pie, mirando un tablón de anuncios donde la gente que necesitaba a un mercenario pedía ayuda. Tras un rato de inspeccionar los diversos mensajes, suspiré, decepcionado. Ninguno que estuviese bien pagado... echaba de menos los asesinatos, eran muy lucrativos. Pero una voz detrás de mi me sacó de mis pensamientos.
-¿Nada interesante?- preguntó. Me sobresalté un poco, pero lo oculté lo mejor que pude. Miré al desconocido y respondí sin muchos ánimos. -No, la verdad...- ¿Seria un mercenario como yo, en busca de ganarse unas monedas, o por el contrario...? Como si me leyese la mente, preguntó: -¿Eres mercenario?- asentí. -Si, desde hace años... la espada no es de adorno, te lo aseguro.-
--Parece… que tienes lo que hay que tener para hacer un sencillo trabajo, para el cual estoy buscando a alguien…- empezó el hombre. Escuché atentamente, y me explicó lo que proponía. Parecía simple, un trabajo de escolta... llevar una caja y una niña a las islas que habitaban los brujos. Acepté sin dudarlo, ya que sonaba mucho mejor que lo que había en el tablón.
Y unas horas después, ahí estaba. En la casa a la que me había dirigido el hombre que se presentó como Amro, o Amor, o algo así... -¿Básean? Soy el escolta al que esperáis.- me presenté. -Wernack. Si, soy mercenario, si, tengo experiencia, y no, no me puedes acariciar.- dije mirando a la pequeña. Cada vez que me encontraba con un crío, lloraban o intentaban acariciarme como si fuese un perro doméstico, así que por lo general, no se me daban bien. Había recibido claras instrucciones de no dejar que le pasase nada, pero eso no significaba que le tuviese que caer bien.-¿Todo listo para irnos?- inquirí. Tenia curiosidad por saber que había en la caja, pero a veces era mejor no preguntar. Probablemente algo valioso. O algo peligroso... fuera como fuese, estaba listo para cualquier cosa.
-¿Nada interesante?- preguntó. Me sobresalté un poco, pero lo oculté lo mejor que pude. Miré al desconocido y respondí sin muchos ánimos. -No, la verdad...- ¿Seria un mercenario como yo, en busca de ganarse unas monedas, o por el contrario...? Como si me leyese la mente, preguntó: -¿Eres mercenario?- asentí. -Si, desde hace años... la espada no es de adorno, te lo aseguro.-
--Parece… que tienes lo que hay que tener para hacer un sencillo trabajo, para el cual estoy buscando a alguien…- empezó el hombre. Escuché atentamente, y me explicó lo que proponía. Parecía simple, un trabajo de escolta... llevar una caja y una niña a las islas que habitaban los brujos. Acepté sin dudarlo, ya que sonaba mucho mejor que lo que había en el tablón.
Y unas horas después, ahí estaba. En la casa a la que me había dirigido el hombre que se presentó como Amro, o Amor, o algo así... -¿Básean? Soy el escolta al que esperáis.- me presenté. -Wernack. Si, soy mercenario, si, tengo experiencia, y no, no me puedes acariciar.- dije mirando a la pequeña. Cada vez que me encontraba con un crío, lloraban o intentaban acariciarme como si fuese un perro doméstico, así que por lo general, no se me daban bien. Había recibido claras instrucciones de no dejar que le pasase nada, pero eso no significaba que le tuviese que caer bien.-¿Todo listo para irnos?- inquirí. Tenia curiosidad por saber que había en la caja, pero a veces era mejor no preguntar. Probablemente algo valioso. O algo peligroso... fuera como fuese, estaba listo para cualquier cosa.
- Duda:
Una pequeña pregunta... ¿Es Amro, o Amor? Ha salido de distinta forma varias veces en el post y ahora no estoy muy seguro. (Y disculpa por el post corto, pero quería hacerme con esta quest antes que nadie, los siguientes serán mejores)
Asher Daregan
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Re: El mensajero siempre... [QUEST]
Milva se alejó del hombre bestia tan solo un par de minutos. Cogió una bolsa que había junto a la puerta de la casa y besó a su padre en la mejilla, susurrándole algo. El padre se agachó y abrazándola, la alzó en brazos. Dejándola nuevamente en el suelo, y con una sonrisa, padre e hija se dijeron adiós.
-Sí, todo listo, Wernack.- dijo Milva apretando contra su estomago la caja, escondiendo bajo su camisola de color verde la llave que colgaba de su cuello, que se había salido con el abrazo.
La niña se alejó de su casa sin mirar atrás, su madre siempre decía que no hay que mirar al pasado, sino que hay que vivir el presente y mirar al futuro… como la añoraba.
Seguía los pasos de Wernack sin quedarse atrás ni rechistar, pero tampoco hablaba mucho, le daba un poco de reparo, ya que no lo conocía de nada… pero les esperaban algunos días juntos, así que había que perder la vergüenza.
-Wernack…- ¿y que se supone que le debo preguntar? No me gustaría parecer descarada…- ¿de dónde eres?- una pregunta sencilla… aunque quizás un poco tonta… -¿Wernack es un apodo, o tu nombre real?- vale, aquella pregunta podía llagar a parecer pretenciosa. -¿Qué edad tienes?- oh, aquello quizás le sentaba mal, había muchas personas, y más las de razas no humanas, que no aparentaban la edad que tenían, por lo que podía molestarse por la pregunta. Los grises ojos de Milva apuntaron al suelo. –Lo siento… no quería…- no podía arreglarlo, estaba quedando fatal. -…lo siento, es que había un silencio muy incomodo entre nosotros, y no sabía cómo romperlo… siento parecerte tan molesta…- suspiró sin decir nada más, llevandose la mano a la frente.
Se tomó un vaso de aguamiel, tras sentarse en la silla de madera. Apenas hacia un la de oras que se había ido la pequeña, y la casa ya e notaba vacía sin ella.
Por suerte para el padre, Amroc apareció por la puerta con una buena botella de licor. Sonrió sabiendo que le había leído el pensamiento.
-Sí, todo listo, Wernack.- dijo Milva apretando contra su estomago la caja, escondiendo bajo su camisola de color verde la llave que colgaba de su cuello, que se había salido con el abrazo.
La niña se alejó de su casa sin mirar atrás, su madre siempre decía que no hay que mirar al pasado, sino que hay que vivir el presente y mirar al futuro… como la añoraba.
Seguía los pasos de Wernack sin quedarse atrás ni rechistar, pero tampoco hablaba mucho, le daba un poco de reparo, ya que no lo conocía de nada… pero les esperaban algunos días juntos, así que había que perder la vergüenza.
-Wernack…- ¿y que se supone que le debo preguntar? No me gustaría parecer descarada…- ¿de dónde eres?- una pregunta sencilla… aunque quizás un poco tonta… -¿Wernack es un apodo, o tu nombre real?- vale, aquella pregunta podía llagar a parecer pretenciosa. -¿Qué edad tienes?- oh, aquello quizás le sentaba mal, había muchas personas, y más las de razas no humanas, que no aparentaban la edad que tenían, por lo que podía molestarse por la pregunta. Los grises ojos de Milva apuntaron al suelo. –Lo siento… no quería…- no podía arreglarlo, estaba quedando fatal. -…lo siento, es que había un silencio muy incomodo entre nosotros, y no sabía cómo romperlo… siento parecerte tan molesta…- suspiró sin decir nada más, llevandose la mano a la frente.
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Se tomó un vaso de aguamiel, tras sentarse en la silla de madera. Apenas hacia un la de oras que se había ido la pequeña, y la casa ya e notaba vacía sin ella.
Por suerte para el padre, Amroc apareció por la puerta con una buena botella de licor. Sonrió sabiendo que le había leído el pensamiento.
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Es Amro, pero el corrector me corrige a Amor, así que le añadiremos una c para que no pase esto: Amroc.
•Debes ir explicando por donde vamos, ya que eres el que guía el camino.
•Al menos por el momento vais a pie, con el equipaje a mano, con comida para dos días y agua apenas para uno más.
•El padre te ha dado un pequeño fondo de 100 aeros para gastar en comida y si hiciese falta en alojamiento. Si utilizas este oro debes especificarlo. (los aeros son para el tema, fuera de ellos no se pueden usar, por lo que tampoco se tienen que registrar)
Wyn
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Re: El mensajero siempre... [QUEST]
En cuestión de minutos, dejamos la casa atrás y emprendimos el viaje. El recorrido sería bastante sencillo: Ir hasta Lunargenta y tomar un barco allí para ir a las islas. Para hacer el viaje más corto, atravesamos el bosque en vez de desviarnos hacia el camino. La mayor parte del viaje se haría navegando, de forma que habia pocas posibilidades de tener problemas. Durante un buen rato, caminamos en silencio sin altercados, pero la pequeña no tardó en empezar una conversación.
Su voz denotaba cierta inseguridad, me preguntó por mi nombre, pero no pude contestar antes de que la reemplazase por otras dos preguntas, y finalmente una disculpa. Reí ligeramente ante la timidez de la chiquilla. -No te preocupes, es que no estoy acostumbrado a hablar mucho.- Estaba siendo más madurez de la que pensaba que iba a tener, de forma que en cierto modo, era un alivio. Sus preguntas no eran demasiado cordiales, pero no me importaba: Aunque no tuviese don de gentes, apreciaba que se interesasen en mi. -Soy del suroeste, como muchos hombres-bestia. Tengo 32 años, y sobre mi nombre...- hice una pequeña pausa, pensando en si debía decir la verdad. No tenia porqué responder, claro, pero tampoco tenia muchas razones para ocultarlo. -Es mi nombre, pero no el que me dieron al nacer.- dije, con una sonrisa provocadora. Le había dado una respuesta que pretendía que hiciese más preguntas, y lo acababa de transformar en un juego.
-No te preocupes por lo de antes, pero ahora me toca a mi. Una pregunta por una pregunta, ¿de acuerdo?- sugerí. Entonces formulé la primera. No era muy educado, pero ya podíamos ignorar esa barrera.-¿De que conocéis a Amroc?- No sabia si eran familia o no, pero la impresión que había tenido era que su relación era estrecha. Sin embargo, no podía ser el padre ya que ese era Básean. Miré alrededor, atento a cualquier cosa que saliese de lo normal, mientras esperaba la respuesta de la chiquilla. El bosque era denso y no había gente, pero a veces podía ser más peligroso que los caminos. Sin embargo, no noté nada fuera de lo normal, así que me relajé un poco. -Segunda pregunta. ¿Que sabes hacer que pueda servir en este viaje?- No contaba con que hiciese milagros o luchase con espada, pero si era capaz de curar una herida o hacer fuego, podía ser útil.
-Y por último... ¿que hay en la caja?- inquirí. Si la niña era lista, me daría pistas o información a medias. Y si no, satisfaría mi curiosidad.
Su voz denotaba cierta inseguridad, me preguntó por mi nombre, pero no pude contestar antes de que la reemplazase por otras dos preguntas, y finalmente una disculpa. Reí ligeramente ante la timidez de la chiquilla. -No te preocupes, es que no estoy acostumbrado a hablar mucho.- Estaba siendo más madurez de la que pensaba que iba a tener, de forma que en cierto modo, era un alivio. Sus preguntas no eran demasiado cordiales, pero no me importaba: Aunque no tuviese don de gentes, apreciaba que se interesasen en mi. -Soy del suroeste, como muchos hombres-bestia. Tengo 32 años, y sobre mi nombre...- hice una pequeña pausa, pensando en si debía decir la verdad. No tenia porqué responder, claro, pero tampoco tenia muchas razones para ocultarlo. -Es mi nombre, pero no el que me dieron al nacer.- dije, con una sonrisa provocadora. Le había dado una respuesta que pretendía que hiciese más preguntas, y lo acababa de transformar en un juego.
-No te preocupes por lo de antes, pero ahora me toca a mi. Una pregunta por una pregunta, ¿de acuerdo?- sugerí. Entonces formulé la primera. No era muy educado, pero ya podíamos ignorar esa barrera.-¿De que conocéis a Amroc?- No sabia si eran familia o no, pero la impresión que había tenido era que su relación era estrecha. Sin embargo, no podía ser el padre ya que ese era Básean. Miré alrededor, atento a cualquier cosa que saliese de lo normal, mientras esperaba la respuesta de la chiquilla. El bosque era denso y no había gente, pero a veces podía ser más peligroso que los caminos. Sin embargo, no noté nada fuera de lo normal, así que me relajé un poco. -Segunda pregunta. ¿Que sabes hacer que pueda servir en este viaje?- No contaba con que hiciese milagros o luchase con espada, pero si era capaz de curar una herida o hacer fuego, podía ser útil.
-Y por último... ¿que hay en la caja?- inquirí. Si la niña era lista, me daría pistas o información a medias. Y si no, satisfaría mi curiosidad.
Asher Daregan
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Re: El mensajero siempre... [QUEST]
Milva sonrió al ver que contestaba a su mar de preguntas tontas.
Escuchaba con atención, apretando contra su pecho la caja de plata. No era el nombre que sus padre le había puesto… quizás no le gustaba…si sería eso, Wernack parecía un hombre bueno, no creía que se lo hubiese cambiado por problemas… ¿habría matado a alguien? Un pequeño escalofrió recorrió el cuerpo de la pequeña, antes de fruncir el ceño.
Asintió, parecía divertido, un juego de preguntas… interesante, si usaba la cabeza podía averiguar muchas cosas.
Milva sonrió tras escuchar la pregunta, mirando al hombre bestia, mientras ese observaba en lugar. ¿Por qué querría saber aquello?
-Es un viejo amigo de la familia. Amroc ayudó mis padres cuando llegaron a la casa, y desde entonces son inseparables…- miraba el camino mientras hablaba, fascinándose por todos los colores que le brindaba la naturaleza.
-Yo…- frunció los morritos hacia un lado, mirando el azul clarito del cielo. –Bueno se defenderme, pero quizás con una persona tan grande como Amroc no podría…- admitió soltando una leve risilla. –Mi madre me enseño a moverme por le bosque, respetándolo, pero sobreviviendo. Además, ordenes de mi padre tengo de que debo obedecer… así que si necesitas que busque plantas medicinales o algo así no tardes en decírmelo hasta que te tengamos que cortar una pierna…
La última pregunta hizo que las cejas de Milva se alzasen. – ¿Y porque quieres saberlo?- pregunto a modo de respuesta, mirándole de reojo, con una sonrisa que intentó ocultar.
Milva miró a un lado y después al otro. –Wernack, ¿eso es un carro?- Milva señalo hacia un lado, donde había un carro de madera, no muy grande, aparentemente en buen estado.
Escuchaba con atención, apretando contra su pecho la caja de plata. No era el nombre que sus padre le había puesto… quizás no le gustaba…si sería eso, Wernack parecía un hombre bueno, no creía que se lo hubiese cambiado por problemas… ¿habría matado a alguien? Un pequeño escalofrió recorrió el cuerpo de la pequeña, antes de fruncir el ceño.
Asintió, parecía divertido, un juego de preguntas… interesante, si usaba la cabeza podía averiguar muchas cosas.
Milva sonrió tras escuchar la pregunta, mirando al hombre bestia, mientras ese observaba en lugar. ¿Por qué querría saber aquello?
-Es un viejo amigo de la familia. Amroc ayudó mis padres cuando llegaron a la casa, y desde entonces son inseparables…- miraba el camino mientras hablaba, fascinándose por todos los colores que le brindaba la naturaleza.
-Yo…- frunció los morritos hacia un lado, mirando el azul clarito del cielo. –Bueno se defenderme, pero quizás con una persona tan grande como Amroc no podría…- admitió soltando una leve risilla. –Mi madre me enseño a moverme por le bosque, respetándolo, pero sobreviviendo. Además, ordenes de mi padre tengo de que debo obedecer… así que si necesitas que busque plantas medicinales o algo así no tardes en decírmelo hasta que te tengamos que cortar una pierna…
La última pregunta hizo que las cejas de Milva se alzasen. – ¿Y porque quieres saberlo?- pregunto a modo de respuesta, mirándole de reojo, con una sonrisa que intentó ocultar.
Milva miró a un lado y después al otro. –Wernack, ¿eso es un carro?- Milva señalo hacia un lado, donde había un carro de madera, no muy grande, aparentemente en buen estado.
Wyn
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Re: El mensajero siempre... [QUEST]
-No puedes responder una pregunta con otra pregunta.- respondí. Pero por esta vez, la di como válida. -Porque si alguien va a atacarnos por la caja, es mejor saberlo antes.- dije. No incluí la curiosidad porque no entraba como un buen motivo, pero era una parte importante. Sin embargo, también había otra cosa: "¿Por qué envía a su hija en vez de ir él mismo?" No tenía sentido. Si no era algo peligroso, no me habrían contratado. Y si lo era, no habría mandado a su hija pequeña estando él mismo o Amroc. Aunque desde luego, su responsabilidad como padre no era mi problema, parecía extraño.
La pequeña no dejaba de mirar a todas partes con fascinación... ¿Por qué le interesaba tanto? Habia dicho que sabia moverse por el bosque, asi que deberia estar acostumbrada. Milva señaló un carro, y la idea de decir "No, es un dragón. Corre." de forma sarcastica me cruzó por la cabeza, pero me mordí la lengua. En su lugar, me encogí de hombros. -Si... ¿y que? Es solo un carro.- era extraño que estuviese en medio del bosque, pero al fin y al cabo, era eso. Un simple carro, no habia ningún motivo por el que desviarse para examinarlo. Esperaba que no fuese a señalar una piedra en cuanto viese una.
-Vas a tener que hacer preguntas mejores, pequeña.- sonreí, burlón. -Ahora me toca... ¿por que esa casa, en medio del bosque? Vivir en la ciudad deberia ser más práctico.- aunque probablemente, no más pacífico. La ciudad podia traer muchos problemas, y temia que la inquieta niña se perdiese al distraerse con algo. -¿Has estado en Lunargenta alguna vez?-- inquirí.Dependiendo de a que horas, atravesar la ciudad podía ser muy estresante, y muchas veces problemático. -Ah, por cierto... si nos encontramos con problemas, escóndete detrás de un árbol y grita si algo se te acerca.- advertí, pensando en depredadores salvajes o bandidos. No quería tener que encargarme de curar heridas de flecha si se ponía en medio.
La pequeña no dejaba de mirar a todas partes con fascinación... ¿Por qué le interesaba tanto? Habia dicho que sabia moverse por el bosque, asi que deberia estar acostumbrada. Milva señaló un carro, y la idea de decir "No, es un dragón. Corre." de forma sarcastica me cruzó por la cabeza, pero me mordí la lengua. En su lugar, me encogí de hombros. -Si... ¿y que? Es solo un carro.- era extraño que estuviese en medio del bosque, pero al fin y al cabo, era eso. Un simple carro, no habia ningún motivo por el que desviarse para examinarlo. Esperaba que no fuese a señalar una piedra en cuanto viese una.
-Vas a tener que hacer preguntas mejores, pequeña.- sonreí, burlón. -Ahora me toca... ¿por que esa casa, en medio del bosque? Vivir en la ciudad deberia ser más práctico.- aunque probablemente, no más pacífico. La ciudad podia traer muchos problemas, y temia que la inquieta niña se perdiese al distraerse con algo. -¿Has estado en Lunargenta alguna vez?-- inquirí.Dependiendo de a que horas, atravesar la ciudad podía ser muy estresante, y muchas veces problemático. -Ah, por cierto... si nos encontramos con problemas, escóndete detrás de un árbol y grita si algo se te acerca.- advertí, pensando en depredadores salvajes o bandidos. No quería tener que encargarme de curar heridas de flecha si se ponía en medio.
Asher Daregan
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Re: El mensajero siempre... [QUEST]
Puso morritos pensando que debería contestarle a la pregunta, admitiendo que no había servido su media respuesta. Pero si funciono, aunque no sabía cuántas veces podría esquivar aquello.
-Espero que no se la lleven…- susurro un poco apenada- … significa mucho para mí, sabes… aunque me tenga que despedir de ella.- y calló. Aquello era su secreto, y al menos por le momento, no le apetecía hablar más del tema.
Milva le miró con una ceja alzada, sabía que el hombre bestia había tenido pensamientos de dejarla como a una tonta. – ¿Para qué piensas que puede servir un carro, Wernack? Podríamos llevar ahí todas las bolsas, así no iríamos tan cargados, ¿no?
Al ver que no lo tomaba en importancia, Milva siguió andando, sin decir nada, escuchándole.
-¿Vivir en la cuidad? ¿Qué sería mejor? Se ve algo extraño que digas eso, ya que tú tampoco pareces una persona a la que le guste vivir en la centro de la cuidad… Pero por si te interesa, mi madre era una amante de la naturaleza, dentro de los muros de la cuidad no hay de eso.
>> ¿En Lunargenta? Si, fui alguna vez con mi padre a comprar en el mercado. Pero no me gusta, hay gente…- como decirlo-…de cuidad.
Seguía andando, mirando las plantas y el cielo, hacía algún tiempo que no sabía al bosque, y aunque todo le era conocido, algo había cambiado desde entonces.
Milva frunció el ceño. Esconderse y gritar. Si, realmente la estaba comparando con una niña no… bueno sí que era una niña, y no la conocía, era normal que dijese esas cosas.
-Tranquilo, ya te he dicho que se me cuidar sola. No seré un estorbo…- dijo agachándose para coger una flor de color turquesa. –Entonces, ahora me toca, ¿no?
Hizo una pequeña pausa- ¿Tienes familia, mujer o hijos?- no le miró seguía mirando el paisaje. -¿Por qué aceptaste hacer este trabajo? Y por último… ¿Qué piensas de esto?- lo miró de reojo, comiendo un fruto que había recogido de un árbol.
-Espero que no se la lleven…- susurro un poco apenada- … significa mucho para mí, sabes… aunque me tenga que despedir de ella.- y calló. Aquello era su secreto, y al menos por le momento, no le apetecía hablar más del tema.
Milva le miró con una ceja alzada, sabía que el hombre bestia había tenido pensamientos de dejarla como a una tonta. – ¿Para qué piensas que puede servir un carro, Wernack? Podríamos llevar ahí todas las bolsas, así no iríamos tan cargados, ¿no?
Al ver que no lo tomaba en importancia, Milva siguió andando, sin decir nada, escuchándole.
-¿Vivir en la cuidad? ¿Qué sería mejor? Se ve algo extraño que digas eso, ya que tú tampoco pareces una persona a la que le guste vivir en la centro de la cuidad… Pero por si te interesa, mi madre era una amante de la naturaleza, dentro de los muros de la cuidad no hay de eso.
>> ¿En Lunargenta? Si, fui alguna vez con mi padre a comprar en el mercado. Pero no me gusta, hay gente…- como decirlo-…de cuidad.
Seguía andando, mirando las plantas y el cielo, hacía algún tiempo que no sabía al bosque, y aunque todo le era conocido, algo había cambiado desde entonces.
Milva frunció el ceño. Esconderse y gritar. Si, realmente la estaba comparando con una niña no… bueno sí que era una niña, y no la conocía, era normal que dijese esas cosas.
-Tranquilo, ya te he dicho que se me cuidar sola. No seré un estorbo…- dijo agachándose para coger una flor de color turquesa. –Entonces, ahora me toca, ¿no?
Hizo una pequeña pausa- ¿Tienes familia, mujer o hijos?- no le miró seguía mirando el paisaje. -¿Por qué aceptaste hacer este trabajo? Y por último… ¿Qué piensas de esto?- lo miró de reojo, comiendo un fruto que había recogido de un árbol.
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•Wernack, quiero que en el próximo post, añadas un peligro, como alguien que os persigue o acecha, algo que aún no se vea, pero que tú sientas.
Pero tampoco te pases, no quiero que sea un icho muy grande, algo que no cause una gran amenaza.
Wyn
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Re: El mensajero siempre... [QUEST]
Reí un poco cuando mencionó lo de la gente "de ciudad". Un bonito eufemismo para decir "idiotas". Lo que dijo antes tenia razón, no me agradaba demasiado vivir en la ciudad, pero no tenia otra forma de ganarme la vida que no fuese siendo mercenario... y en medio del bosque no encontraría trabajo.
La pequeña estaba más centrada en los alrededores que en mi, pero seguía haciendo preguntas.¿Familia...? Volví a esbozar una media sonrisa. -Nunca tendré mujer ni hijos. Pero tal vez pueda amar a alguien.- respondí. Sin embargo, eso podía darle la idea que no era. -Y no tengo problemas con el compromiso.- añadí. Eso debía ser lo justo para que preguntase más. -Acepté el trabajo porque soy mercenario y necesito aeros, como casi todos.- entonces, la niña comió una fruta que acababa de encontrar, esperando mi reacción. -Pienso que prefiero las manzanas, aunque la carne me gusta más.- dije, sereno. Si era un fruto venenoso, yo lo sabría... probablemente. Además, la chica vivía en medio del bosque, supuse que debía saber reconocer las plantas de alrededor.
-Mi turno. ¿Por qué te fascina tanto el bosque si vives en él? Deberías estar acostumbrada.- No dejaba de mirar el paisaje, era raro. ¿Acaso se pasaba el día dentro? -¿Que opinas de mi apariencia?- Había tal cantidad de posibles respuestas que no tenia ni idea. Amenazadora, feroz, poco modesta, práctica... Pero aquella pequeña parecía algo difícil de leer, quería saber su opinión. Antes de seguir, escuché algo, una palo rompiéndose, y alcé las orejas, alerta. Olfateé el aire y acerqué lentamente mi mano a la espada. -Y la tercera... ¿que sabes de tratar con lobos?- murmuré, poniendo el brazo izquierdo delante de ella para que se detuviese.
El olor era difícil de confundir. Tenia que ser un perro o un lobo, tal vez más. En el peor de los casos, nos acechaba un licántropo... -Olvida lo que he dicho antes.- murmuré lentamente. -No grites, no hagas movimientos bruscos, y sobre todo, no los mires a los ojos.- Con suerte, nos ignorarían. Pero si tenían hambre, podía ser un problema, por lo que tenia la espada completamente desenfundada intentando no hacer nada que les alertase.
La pequeña estaba más centrada en los alrededores que en mi, pero seguía haciendo preguntas.¿Familia...? Volví a esbozar una media sonrisa. -Nunca tendré mujer ni hijos. Pero tal vez pueda amar a alguien.- respondí. Sin embargo, eso podía darle la idea que no era. -Y no tengo problemas con el compromiso.- añadí. Eso debía ser lo justo para que preguntase más. -Acepté el trabajo porque soy mercenario y necesito aeros, como casi todos.- entonces, la niña comió una fruta que acababa de encontrar, esperando mi reacción. -Pienso que prefiero las manzanas, aunque la carne me gusta más.- dije, sereno. Si era un fruto venenoso, yo lo sabría... probablemente. Además, la chica vivía en medio del bosque, supuse que debía saber reconocer las plantas de alrededor.
-Mi turno. ¿Por qué te fascina tanto el bosque si vives en él? Deberías estar acostumbrada.- No dejaba de mirar el paisaje, era raro. ¿Acaso se pasaba el día dentro? -¿Que opinas de mi apariencia?- Había tal cantidad de posibles respuestas que no tenia ni idea. Amenazadora, feroz, poco modesta, práctica... Pero aquella pequeña parecía algo difícil de leer, quería saber su opinión. Antes de seguir, escuché algo, una palo rompiéndose, y alcé las orejas, alerta. Olfateé el aire y acerqué lentamente mi mano a la espada. -Y la tercera... ¿que sabes de tratar con lobos?- murmuré, poniendo el brazo izquierdo delante de ella para que se detuviese.
El olor era difícil de confundir. Tenia que ser un perro o un lobo, tal vez más. En el peor de los casos, nos acechaba un licántropo... -Olvida lo que he dicho antes.- murmuré lentamente. -No grites, no hagas movimientos bruscos, y sobre todo, no los mires a los ojos.- Con suerte, nos ignorarían. Pero si tenían hambre, podía ser un problema, por lo que tenia la espada completamente desenfundada intentando no hacer nada que les alertase.
Asher Daregan
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Re: El mensajero siempre... [QUEST]
Milva puso un gesto extraño cuando el hombre bestia le menciono lo de los hijos, no por la negativa de ello, si o por el resultado.
-Seria curioso ver un hijo tuvo, Wernack- dijo ella con un tono divertido, antes de que él siguiese hablando.
Le gusto aquello de enamorarse… era palabras tan ambiguas. ¿Qué era el amor? Ella amaba a su padre, y a Amroc. Amaba a su madre aunque ya no estuviese…. ¿Pero como se ama de otro modo? Yo tampoco me casare nunca… pensó saltando una pequeña roca.
-Sabes, yo tampoco me casare, no hace falta hacerlo ara demorar el amor, como mis padres. Además… yo creo que nunca me enamorare, las mujeres fuertes e inteligentes no se…- pero mama era lista e inteligente… ¿entonces sí que me puedo enamorar? No, los hombres son una distracción.
Asintió con una sonrisa, era el tuno de él, era curioso, pero le estaba gustando el juego de las preguntas.
-¿Qué porque me fascina?- dijo dejando escapar una pequeña risita muy dulce. –Sería mejor decir, ¿Cómo no me podría fascinar? Mira, la última vez que pasé por aquí, este árbol no era más alto que yo, y mírale ahora, es uno de los arboles más bonitos del bosque. Estas flores, hace tan solo una semana seguro que no estaban tan preciosas, con unos colores tan vivos y relucientes. Hace un tiempo que hay época de lluvias, mi padre dice que es porque la naturaleza nos está castigando por algo malo, que por eso llueve tanto. Yo creo que nos está obsequiando por algo bueno, porque mira que cosas tan bonitas están surgiendo gracias al agua.- señaló todas las flores y árboles, arbustos y piedras. –Todo es único cada día, el bosque nunca es igual, aunque sus caminos sigan en el mismo sitio. Y si un solo día cierras los ojos, ese día quizás te pierdes de ver la flor más bonita de todo el año…- parecía que su madre estaba hablando atreves de ella. La elfa le había inculcado un bonito amor por la naturaleza, y la pequeña lo había acogido con un gran cariño.
Milva paro y lo miro tras su siguiente pregunta.
-¿Sobre ti?- una sonrisa enorme dejó ver sus dientes, blancos aunque uno de sus colmillos estaba un poco montado sobre la paletilla, dándole un aire pillo. – ¿Acaso influye tanto lo que yo pueda pensar de ti en tu forma de ser o actuar?- la sonrisa no desaparecía. –Papa dice que si miramos tanto en gustarles a los demás, es porque dentro de nosotros hay algo que a nosotros mismos no nos gusta. Pero respondiendo a tu pregunta, me pareces muy…- dijo una pequeña pausa, de nuevo buscando la palabra adecuada. -… no sabría como decirlo, dan muchas ganas de agrazarte, porque parece que eres suave y calentito- rió ante su propia respuesta.- pero también pareces fuerte y veloz, parece que puedas pasar días y días corriendo. Eso por fuera, por dentro aun no lo sé, aunque pareces muy buena persona, a pesar de que a veces intentas aparentar ser serio y gruñón…- de nuevo rió ella sola.
-¿Lobos?- asintió mientras escuchaba sus instrucciones. La verdad es que sabía tratar con aquellos animales, pero si tenían hambre ellos podían ser un buen manjar…
Los animales se acercaron dónde estaban ellos, era tres. Uno, el que parecía el más grande, enseñó los dientes, mirando al hombre bestia. Detrás de él, un ejemplar algo más pequeño, una hembra, olisqueada la escena desde lejos. Y otra aún más pequeña, detrás de los padres, miraba con atención a los inesperados visitantes.
Milva los observó a todos, no parecían hambrientos, ni ninguno de ellos tenía cicatrices, por lo que no parecía que se peleasen mucho, quizás había sido coincidencia y solo se estaban defendiendo.
Entonces, la más joven de los tres, salto de detrás de su madre, pasando por delante del padre, y como un relámpago se colocó bajo Wernack. Restregaba la cabeza contra su pierna, mirándole a los ojos. El macho ya no enseñaba los dientes, y Milva pensó que si hubiese podido, se hubiese quedado con cara de pasmado.
-Wernack, parece que se ha enamorado de ti- dijo Milva sonriendo. El macho no se movió, pero la hembra se acercó a la pequeña, y tal y como le había enseñado du madre, Milva se presentó y esta le dejó acariciarla.
-Seria curioso ver un hijo tuvo, Wernack- dijo ella con un tono divertido, antes de que él siguiese hablando.
Le gusto aquello de enamorarse… era palabras tan ambiguas. ¿Qué era el amor? Ella amaba a su padre, y a Amroc. Amaba a su madre aunque ya no estuviese…. ¿Pero como se ama de otro modo? Yo tampoco me casare nunca… pensó saltando una pequeña roca.
-Sabes, yo tampoco me casare, no hace falta hacerlo ara demorar el amor, como mis padres. Además… yo creo que nunca me enamorare, las mujeres fuertes e inteligentes no se…- pero mama era lista e inteligente… ¿entonces sí que me puedo enamorar? No, los hombres son una distracción.
Asintió con una sonrisa, era el tuno de él, era curioso, pero le estaba gustando el juego de las preguntas.
-¿Qué porque me fascina?- dijo dejando escapar una pequeña risita muy dulce. –Sería mejor decir, ¿Cómo no me podría fascinar? Mira, la última vez que pasé por aquí, este árbol no era más alto que yo, y mírale ahora, es uno de los arboles más bonitos del bosque. Estas flores, hace tan solo una semana seguro que no estaban tan preciosas, con unos colores tan vivos y relucientes. Hace un tiempo que hay época de lluvias, mi padre dice que es porque la naturaleza nos está castigando por algo malo, que por eso llueve tanto. Yo creo que nos está obsequiando por algo bueno, porque mira que cosas tan bonitas están surgiendo gracias al agua.- señaló todas las flores y árboles, arbustos y piedras. –Todo es único cada día, el bosque nunca es igual, aunque sus caminos sigan en el mismo sitio. Y si un solo día cierras los ojos, ese día quizás te pierdes de ver la flor más bonita de todo el año…- parecía que su madre estaba hablando atreves de ella. La elfa le había inculcado un bonito amor por la naturaleza, y la pequeña lo había acogido con un gran cariño.
Milva paro y lo miro tras su siguiente pregunta.
-¿Sobre ti?- una sonrisa enorme dejó ver sus dientes, blancos aunque uno de sus colmillos estaba un poco montado sobre la paletilla, dándole un aire pillo. – ¿Acaso influye tanto lo que yo pueda pensar de ti en tu forma de ser o actuar?- la sonrisa no desaparecía. –Papa dice que si miramos tanto en gustarles a los demás, es porque dentro de nosotros hay algo que a nosotros mismos no nos gusta. Pero respondiendo a tu pregunta, me pareces muy…- dijo una pequeña pausa, de nuevo buscando la palabra adecuada. -… no sabría como decirlo, dan muchas ganas de agrazarte, porque parece que eres suave y calentito- rió ante su propia respuesta.- pero también pareces fuerte y veloz, parece que puedas pasar días y días corriendo. Eso por fuera, por dentro aun no lo sé, aunque pareces muy buena persona, a pesar de que a veces intentas aparentar ser serio y gruñón…- de nuevo rió ella sola.
-¿Lobos?- asintió mientras escuchaba sus instrucciones. La verdad es que sabía tratar con aquellos animales, pero si tenían hambre ellos podían ser un buen manjar…
Los animales se acercaron dónde estaban ellos, era tres. Uno, el que parecía el más grande, enseñó los dientes, mirando al hombre bestia. Detrás de él, un ejemplar algo más pequeño, una hembra, olisqueada la escena desde lejos. Y otra aún más pequeña, detrás de los padres, miraba con atención a los inesperados visitantes.
Milva los observó a todos, no parecían hambrientos, ni ninguno de ellos tenía cicatrices, por lo que no parecía que se peleasen mucho, quizás había sido coincidencia y solo se estaban defendiendo.
Entonces, la más joven de los tres, salto de detrás de su madre, pasando por delante del padre, y como un relámpago se colocó bajo Wernack. Restregaba la cabeza contra su pierna, mirándole a los ojos. El macho ya no enseñaba los dientes, y Milva pensó que si hubiese podido, se hubiese quedado con cara de pasmado.
-Wernack, parece que se ha enamorado de ti- dijo Milva sonriendo. El macho no se movió, pero la hembra se acercó a la pequeña, y tal y como le había enseñado du madre, Milva se presentó y esta le dejó acariciarla.
Wyn
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Re: El mensajero siempre... [QUEST]
La chica hablaba del bosque y la naturaleza con un entusiasmo propio de los elfos, era casi excesivo. Yo también apreciaba la naturaleza y el bosque, pero no me apasionaba mirando árboles y flores. Simplemente estaban ahí. "¿Acaso influye tanto lo que yo pueda pensar de ti en tu forma de ser o actuar?" Me estaba ganando y ella también lo sabia. Tenia que convertir esa sonrisa en un rostro de sorpresa, y rápido.
Pero cuando respondió, no me hizo ganar muchos puntos. La pobre aún no habia visto mi faceta cruel, pero en cuanto la viese, su opinión cambiaria en un instante. Pero ya habria tiempo para eso más adelante. En ese momento, lo importante eran los lobos. El más grande, que debia ser el alfa, me enseñaba los dientes como si fuese su rival. Antes de que me diese cuenta, una loba, más pequeña que los otros dos que le acompañaban, se colocó debajo de mi.
Mi rostro debia ser un poema. Me habia quedado de piedra, con la boca abierta y las orejas levantadas. Era con diferencia lo que menos me podria haber esperado en esa situación. ¿Y ahora que hacia? Sabia que hacer si atacaban, si nos ignoraban, si se nos quedaban mirando... Pero para eso no tenía nada. -Será una broma...- dije ante el comentario de Milva. Volví a formular el comentario. -Dime que es una broma.-
Intenté pensar como salir de esa situación. Si los ignorabamos, probablemente nos seguirian, aunque tener un trio de lobos que podian protegernos tampoco sonaba tan mal, no nos dejarian entrar en la ciudad con tres lobos salvajes. ¿Y si eran licántropos tomandonos el pelo? Esa opción era casi peor. Suspiré e hice lo único que se me ocurrió, me arrodillé a un par de metros del macho y esperé a que me olisquease sin mirarle a los ojos. El macho alfa siempre es el más dispuesto a atacar, así que tenia que mostrar que no era una amenaza.
-¿Alguna idea? Estoy en blanco. ¿Y si nos siguen?- Aún estaba la posibiildad de que atacasen, aunque no parecía que fuese a ser el caso.
Pero cuando respondió, no me hizo ganar muchos puntos. La pobre aún no habia visto mi faceta cruel, pero en cuanto la viese, su opinión cambiaria en un instante. Pero ya habria tiempo para eso más adelante. En ese momento, lo importante eran los lobos. El más grande, que debia ser el alfa, me enseñaba los dientes como si fuese su rival. Antes de que me diese cuenta, una loba, más pequeña que los otros dos que le acompañaban, se colocó debajo de mi.
Mi rostro debia ser un poema. Me habia quedado de piedra, con la boca abierta y las orejas levantadas. Era con diferencia lo que menos me podria haber esperado en esa situación. ¿Y ahora que hacia? Sabia que hacer si atacaban, si nos ignoraban, si se nos quedaban mirando... Pero para eso no tenía nada. -Será una broma...- dije ante el comentario de Milva. Volví a formular el comentario. -Dime que es una broma.-
Intenté pensar como salir de esa situación. Si los ignorabamos, probablemente nos seguirian, aunque tener un trio de lobos que podian protegernos tampoco sonaba tan mal, no nos dejarian entrar en la ciudad con tres lobos salvajes. ¿Y si eran licántropos tomandonos el pelo? Esa opción era casi peor. Suspiré e hice lo único que se me ocurrió, me arrodillé a un par de metros del macho y esperé a que me olisquease sin mirarle a los ojos. El macho alfa siempre es el más dispuesto a atacar, así que tenia que mostrar que no era una amenaza.
-¿Alguna idea? Estoy en blanco. ¿Y si nos siguen?- Aún estaba la posibiildad de que atacasen, aunque no parecía que fuese a ser el caso.
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Perdón por tardar tanto, no me salía el post como mensajes no leidos por algún motivo.Asher Daregan
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Re: El mensajero siempre... [QUEST]
Bueno…- Milva no podía dejar de sonreír. La loba, al agacharse Wernack, se restregó contra él, mostrando afecto.
Al macho alfa pareció salir de su trance, de la sorpresa de lo que su joven cachorro había hecho, y como buen macho alfa, se mantuvo aún lejos, alerta, oliendo y…
La madre también se acercó al hombre bestia, oliéndole, parecía que le había gustado a toda la familia, ya que aquello animó al macho.
Y fue como así, Wernack se quedó rodeado de unos curiosos lobos. La pequeña le propino un gran lametazo en la cara.
-No creo que fuese un problema que nos siguiesen, aún queda algún día hasta llegar a la cuidad, quizás nos sean de ayuda, ¿no?- la niña se acercó y tomó la mano de su acompañante, haciéndole levantarse. –Ya se cansaran, y si no… bueno, suelen ser muy fieles, quizás nos ayudan, aunque no creo que les dejan subir al barco… no eso no estaría bien. Aunque… no le rompas el corazón, Wernack.- dijo sonriéndole al hombre vestía, alzando las cejas.
Y siguieron su camino. La pareja de lobos encabezaba la marcha, rastreando y cuidando del camino. La joven cría no se separaba de Wernack, realmente si parecía enamorada. Milva le iba mirando de manera intermitente, sonriendo.
-¿Se te han pasado las ganas de jugar a las preguntas?- intentó no reírse, pero no lo logro. –Wernack… ¿has matado alguna vez a alguien? – le parecía que ya conocía la respuesta, pero quería saberlo de primera mano.
Parecía que el bosque entero se había callado. Milva miraba al frente, esperando.
De entre los matorrales no muy lejos de ellos se podía escuchar movimiento, pero era justificado por el aire que se estaba levantando, que hacia gemir las hojas.
Al macho alfa pareció salir de su trance, de la sorpresa de lo que su joven cachorro había hecho, y como buen macho alfa, se mantuvo aún lejos, alerta, oliendo y…
La madre también se acercó al hombre bestia, oliéndole, parecía que le había gustado a toda la familia, ya que aquello animó al macho.
Y fue como así, Wernack se quedó rodeado de unos curiosos lobos. La pequeña le propino un gran lametazo en la cara.
-No creo que fuese un problema que nos siguiesen, aún queda algún día hasta llegar a la cuidad, quizás nos sean de ayuda, ¿no?- la niña se acercó y tomó la mano de su acompañante, haciéndole levantarse. –Ya se cansaran, y si no… bueno, suelen ser muy fieles, quizás nos ayudan, aunque no creo que les dejan subir al barco… no eso no estaría bien. Aunque… no le rompas el corazón, Wernack.- dijo sonriéndole al hombre vestía, alzando las cejas.
Y siguieron su camino. La pareja de lobos encabezaba la marcha, rastreando y cuidando del camino. La joven cría no se separaba de Wernack, realmente si parecía enamorada. Milva le iba mirando de manera intermitente, sonriendo.
-¿Se te han pasado las ganas de jugar a las preguntas?- intentó no reírse, pero no lo logro. –Wernack… ¿has matado alguna vez a alguien? – le parecía que ya conocía la respuesta, pero quería saberlo de primera mano.
Parecía que el bosque entero se había callado. Milva miraba al frente, esperando.
De entre los matorrales no muy lejos de ellos se podía escuchar movimiento, pero era justificado por el aire que se estaba levantando, que hacia gemir las hojas.
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•Bueno, Wernack, tras tu siguiente post, en el que tienes que poner que cae la noche, llegaremos a la cuidad de Lunargenta. Yo mismo iniciare el tema y pondré aquí abajo el enlace para que tú lo puedas seguir.
•Por el momento los lobos parece que acampan con vosotros. Así que… buenas noches.
Wyn
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Re: El mensajero siempre... [QUEST]
Al parecer le había gustado al trío de lobos, ya que estaban olisqueandome y la más pequeña incluso me lamió la cara, dejando una sensación húmeda y cálida, pero extraña. Me pasé la mano por donde me lamió y me levanté con la ayuda de Milva. La fulminé con la mirada y gruñí tras el último comentario. -Supongo que no hay problema... de todos modos, no es que podamos hacer mucho.- No iban a dejar de seguirnos hasta que no perdiesen el interés, y no tenia motivos para atacarlos... no dudaría si fuesen humanos, pero no podía matar a un animal sin motivo.
Continuamos. La joven loba no se separaba de mi. -Deja de sonreír tanto.- dije sin mirar a Milva. La pequeña preguntó entonces si alguna vez había matado. Tantas veces había arrebatado una vida... -Si, y más de una vez. No me cambié el nombre por eso, si es lo que crees.- dije, esperando que eso le hiciese hacer más preguntas. Se hizo un silencio extraño en el bosque, y pronto empezó a anochecer. Por algún motivo, tenia un mal presentimiento. Los lobos inspiraban seguridad, pero había algo extraño...
-Vamos a tener que acampar, llegaremos a Lunargenta mañana. -no me hacia gracia el tener que dormir ahí, sin una cueva o un sitio que protegiese mejor, pero los tres lobos podían ser buenos vigías. -Mucho cuidado con la caja, y cierra bien la bolsa.- No queríamos que los lobos devorasen la comida mientras dormíamos. Una vez lo preparamos todo, me recosté y me quedé mirando las estrellas durante un buen rato.
-¿Has conocido a más de tres o cuatro personas en tu vida?- pregunté. La pequeña no podía haber conocido a mucha gente sin salir de casa o de las proximidades del bosque, aunque hubiese pisado Lunargenta. Las estrellas brillaban entre las hojas de los árboles. Di un profundo respiro y me relajé. En poco tiempo, mis párpados empezaron a cerrarse y me dormí, emitiendo sordos ronquidos.
Continuamos. La joven loba no se separaba de mi. -Deja de sonreír tanto.- dije sin mirar a Milva. La pequeña preguntó entonces si alguna vez había matado. Tantas veces había arrebatado una vida... -Si, y más de una vez. No me cambié el nombre por eso, si es lo que crees.- dije, esperando que eso le hiciese hacer más preguntas. Se hizo un silencio extraño en el bosque, y pronto empezó a anochecer. Por algún motivo, tenia un mal presentimiento. Los lobos inspiraban seguridad, pero había algo extraño...
-Vamos a tener que acampar, llegaremos a Lunargenta mañana. -no me hacia gracia el tener que dormir ahí, sin una cueva o un sitio que protegiese mejor, pero los tres lobos podían ser buenos vigías. -Mucho cuidado con la caja, y cierra bien la bolsa.- No queríamos que los lobos devorasen la comida mientras dormíamos. Una vez lo preparamos todo, me recosté y me quedé mirando las estrellas durante un buen rato.
-¿Has conocido a más de tres o cuatro personas en tu vida?- pregunté. La pequeña no podía haber conocido a mucha gente sin salir de casa o de las proximidades del bosque, aunque hubiese pisado Lunargenta. Las estrellas brillaban entre las hojas de los árboles. Di un profundo respiro y me relajé. En poco tiempo, mis párpados empezaron a cerrarse y me dormí, emitiendo sordos ronquidos.
Asher Daregan
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Re: El mensajero siempre... [QUEST]
La respuesta había sido lo que Milva esperaba. Ella nunca le había quitado la vida a nadie, incluso a un animal. No podía imaginarse ninguna situación en lo que aquello fuese la respuesta… aunque su padre le había explicado que a veces no había mas salido.
Y a pesar de lo que esperaba el hombre bestia, Milva no añadió nada más, no hablo en el resto del camino.
Milva se sentó en el suelo, poniendo una manta en la hierba para aislar un poco el frio de la tierra. –Sí, claro.- dijo apretando la caja contra su pecho, guardando la llave bajo su camisa. Tal y como le dijo su acompañante, la niña lo cerro bien todo y dejó as cosas bien colocadas, así a la mañana siguiente no se demorarían demasiado.
Se tumbó, acariciando la llave. Era una noche despejada, por lo que se podían ver prácticamente totas las estrellas en un manto negro y plateado. La luna brillaba enorme, parecía ocupar todo el cielo, pintando el perfil de la familia de lobos y de los dos viajeros con una tonalidad blanca.
-Bueno, conocer sí que he conocido, pero no tengo relación con muchas personas. Mi padre no dispone de muchas amistades de la ciudad, y más después de lo que aso con mamá… creo que Amroc es el único amigo que tiene… pero no soy infeliz por ello, y más ahora que las cosas van a cambiar…- no pudo evitar bostezar, había sido un día completo, y sentí como sus parpados le pesaban, obligándole a cerrar los ojos, durmiéndose prácticamente al momento.
Milva tenía la boca apretada, mientras sus piececillos se movían como si en sueños estuviese corriendo por e bosque. Wernack roncaba, y los lobos, los unos amontonados sobre los otros dormían a pierna suelta.
El primero en darse cuenta fue el macho alfa, alzando sus orejas al escuchar una rama quebrarse. Se levantó, pasando sus claros ojos por toda la zona, oliendo. La hembra se levantó junto a él, erizando el cabello del lomo. La cría corrió hacia Wernack, que aun parecía dormir. Le lamió la cara, mientras emitía unos sonidos que parecían un llanto.
No dio tiempo a mucho más, una flecha voló, clavándose a escasos metro de la pierna del hombre bestia. El macho se lanzó sobre una figura que se acercaba a la parte donde se encontraba Milva. La loba gruñía, enseñando unos blancos e imponentes dientes, parecía que se acercaban tres personas: el arquero, el atacante junto a Milva, y una figura que prácticamente se arrastraba por el suelo.
Una nueva flecha voló hacia Wernack, mientras la loba intentaba despertarle. La flecha aterrizó junto a su rostro, Milva se despertó.
El macho clavó los dientes en la pierna del hombre que portaba una pequeña hacha. El hombre gimió. Milva chillo.
La hembra se movía de un lado a otro, intentando que la figura que se arrastraba por el suelo no se acercase a ellos, la figuras salió a la luz, era una mujer bestia, humana y felino, se movía ágil y rápido, con una daga en las manos.
El arquero salió de su escondite, mirando con oído a la cría y al hombre que había junto a ellos, aquellas dos flechas habían fallado, pero eso no volvería a suceder. Cogiendo el arco con las dos manos, como si se tratase de un bate, el hombre de apariencia elfica golpeó, aproximándose de manera peligrosa a ellos. El golpe acertó en la pequeña loba, lanzándola unos metros por el suelo.
El hacha del humano cortó al lobo junto al ojo, un corte que haría emanar una gran cantidad de sangre en las verdes hojas del arbusto en el que cayó.
La hembra se lanzó sobre la felina, clavando los dientes en su hombro. La mujer chillo, clavándole la daga en el blanco lomo. Ambas se cubrieron de sangre. La loba quedo tendida en el suelo, le costaba respirar. La gata, sentada en el suelo, contra una roca, apretaba la herida. Sacó de su cinturón una poción en un frasco transparente, se lo bebió al completo. Tardaría unos segundos en levantarse, ignorando el dolor, puesto que ya no lo sentía, y como por arte de magia, la herida parecía haber dejado de sangrar.
El elfo, con fuego en los ojos, tensó la flecha y apunto entre ceja y ceja del hombre perro, este se clavó en el estómago de la loba pequeña, que se lanzó para salvar a su “humano”. Dejó de respirar al momento, su corazón se paró.
Milva chillo, llevándose las manos a la cabeza, debía hacer algo.
Y a pesar de lo que esperaba el hombre bestia, Milva no añadió nada más, no hablo en el resto del camino.
Milva se sentó en el suelo, poniendo una manta en la hierba para aislar un poco el frio de la tierra. –Sí, claro.- dijo apretando la caja contra su pecho, guardando la llave bajo su camisa. Tal y como le dijo su acompañante, la niña lo cerro bien todo y dejó as cosas bien colocadas, así a la mañana siguiente no se demorarían demasiado.
Se tumbó, acariciando la llave. Era una noche despejada, por lo que se podían ver prácticamente totas las estrellas en un manto negro y plateado. La luna brillaba enorme, parecía ocupar todo el cielo, pintando el perfil de la familia de lobos y de los dos viajeros con una tonalidad blanca.
-Bueno, conocer sí que he conocido, pero no tengo relación con muchas personas. Mi padre no dispone de muchas amistades de la ciudad, y más después de lo que aso con mamá… creo que Amroc es el único amigo que tiene… pero no soy infeliz por ello, y más ahora que las cosas van a cambiar…- no pudo evitar bostezar, había sido un día completo, y sentí como sus parpados le pesaban, obligándole a cerrar los ojos, durmiéndose prácticamente al momento.
Milva tenía la boca apretada, mientras sus piececillos se movían como si en sueños estuviese corriendo por e bosque. Wernack roncaba, y los lobos, los unos amontonados sobre los otros dormían a pierna suelta.
El primero en darse cuenta fue el macho alfa, alzando sus orejas al escuchar una rama quebrarse. Se levantó, pasando sus claros ojos por toda la zona, oliendo. La hembra se levantó junto a él, erizando el cabello del lomo. La cría corrió hacia Wernack, que aun parecía dormir. Le lamió la cara, mientras emitía unos sonidos que parecían un llanto.
No dio tiempo a mucho más, una flecha voló, clavándose a escasos metro de la pierna del hombre bestia. El macho se lanzó sobre una figura que se acercaba a la parte donde se encontraba Milva. La loba gruñía, enseñando unos blancos e imponentes dientes, parecía que se acercaban tres personas: el arquero, el atacante junto a Milva, y una figura que prácticamente se arrastraba por el suelo.
Una nueva flecha voló hacia Wernack, mientras la loba intentaba despertarle. La flecha aterrizó junto a su rostro, Milva se despertó.
El macho clavó los dientes en la pierna del hombre que portaba una pequeña hacha. El hombre gimió. Milva chillo.
La hembra se movía de un lado a otro, intentando que la figura que se arrastraba por el suelo no se acercase a ellos, la figuras salió a la luz, era una mujer bestia, humana y felino, se movía ágil y rápido, con una daga en las manos.
El arquero salió de su escondite, mirando con oído a la cría y al hombre que había junto a ellos, aquellas dos flechas habían fallado, pero eso no volvería a suceder. Cogiendo el arco con las dos manos, como si se tratase de un bate, el hombre de apariencia elfica golpeó, aproximándose de manera peligrosa a ellos. El golpe acertó en la pequeña loba, lanzándola unos metros por el suelo.
El hacha del humano cortó al lobo junto al ojo, un corte que haría emanar una gran cantidad de sangre en las verdes hojas del arbusto en el que cayó.
La hembra se lanzó sobre la felina, clavando los dientes en su hombro. La mujer chillo, clavándole la daga en el blanco lomo. Ambas se cubrieron de sangre. La loba quedo tendida en el suelo, le costaba respirar. La gata, sentada en el suelo, contra una roca, apretaba la herida. Sacó de su cinturón una poción en un frasco transparente, se lo bebió al completo. Tardaría unos segundos en levantarse, ignorando el dolor, puesto que ya no lo sentía, y como por arte de magia, la herida parecía haber dejado de sangrar.
El elfo, con fuego en los ojos, tensó la flecha y apunto entre ceja y ceja del hombre perro, este se clavó en el estómago de la loba pequeña, que se lanzó para salvar a su “humano”. Dejó de respirar al momento, su corazón se paró.
Milva chillo, llevándose las manos a la cabeza, debía hacer algo.
- pocion de vida:
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Wyn
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Re: El mensajero siempre... [QUEST]
Empecé a sentir unos lametones en mi cara. Debia ser la loba, que buscaba atención. La ignoré, pero el sonido de una flecha aterrizando junto a mi cara me espabiló. Rodé hacia un lado para levantarme, y lo siguiente que vi era el caos. Milva chillaba y los lobos nos estaban protegiendo del ataque de tres desconocidos. Recogí mi espada bastarda del suelo y la desenfundé. Mientras buscaba el primer objetivo. El arquero podia ser un peligro, pero los otros dos estaban heridos. -¡Milva, distrae al arquero! ¡Arrojale algo!- grité. Piedras, ramas, lo que hubiese podia valer para desconcentrarle y que fallase sus tiros.
Corrí hacia la mujer gato, que estaba bebiendo una poción, probablemente para su herida. Tenia que cambiar las tornas, y deprisa. Una flecha dirigida hacia mi cabeza fue interceptada por la joven loba, que se interpuso de un salto. -¡Mierda!- Desenrollé mi gancho, que envolvía mi brazo izquierdo, y lo arrojé contra la mujer gato, que aún estaba sentada. Eso debería hacerle perder el equilibrio, corrí hacia la felina aprovechando su desventaja y lancé un tajo vertical dispuesto a acabar con su vida.
Sabia que no era seguro dormir en la intemperie. Y ahora los tres lobos estaban muertos o agonizando, por protegernos. No servía de nada lamentarse, tenia que acabar con la amenaza.
Proteger a Milva era una prioridad. El arquero era demasiado peligroso para ella sola. Esprinté hacia el en linea curva, de forma que tuviese más problemas para apuntar, y aproveché el momento para lanzar un corte horizontal, con el que esperaba bien herirle, o romper su arco si esquivaba mal el ataque.
Corrí hacia la mujer gato, que estaba bebiendo una poción, probablemente para su herida. Tenia que cambiar las tornas, y deprisa. Una flecha dirigida hacia mi cabeza fue interceptada por la joven loba, que se interpuso de un salto. -¡Mierda!- Desenrollé mi gancho, que envolvía mi brazo izquierdo, y lo arrojé contra la mujer gato, que aún estaba sentada. Eso debería hacerle perder el equilibrio, corrí hacia la felina aprovechando su desventaja y lancé un tajo vertical dispuesto a acabar con su vida.
Sabia que no era seguro dormir en la intemperie. Y ahora los tres lobos estaban muertos o agonizando, por protegernos. No servía de nada lamentarse, tenia que acabar con la amenaza.
Proteger a Milva era una prioridad. El arquero era demasiado peligroso para ella sola. Esprinté hacia el en linea curva, de forma que tuviese más problemas para apuntar, y aproveché el momento para lanzar un corte horizontal, con el que esperaba bien herirle, o romper su arco si esquivaba mal el ataque.
Asher Daregan
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Re: El mensajero siempre... [QUEST]
No hirió al elfo, pero su rompió su arco como si fuese una ramita. Este lo sujetó con fuerzo con ambas manos, utilizando los extremos astillados como arma. Alzó las manos pretendiendo apuñalar al hombre perro, aprovechando la pose en la que se había quedado tras el último golpe.
No se movió, no podía hacerlo, apenas sus ojos pasaban de un lado a otro sin saber que sucedía. Los dedos de sus manos se abrieron, dejando caer los extremos del arco roto.
-¡Vamos Wernack, no se cuento podre aguantarle!- giró Milva, con las manos alzadas hacia el frente, con la cara apretada. Había paralizado al elfo, pero parecía que le estaba constando, mas valía que el hombre bestia se diese prisa.
La caja se había caído al suelo, quedando tumbada, con las patas hacia un lado.
El hombre del hacha se masajeó la pierna herida. Estúpido lobo de merda… pensó golpeando al cuerpo ya sin vida del macho. Después de esto, su vista pasó a la escena que se estaba teniendo lugar unos metros más al lado. Estúpido elfo de merda, ya sabía yo que era un debilucho… sus pasos le dirigían hacia la escenita, acercándose por detrás de la niña primero la mataría a ella, después al peludo, después al elfo, era un estorbo, se llevaría todo lo de valor y a por un nuevo grupo de compaña, aquellos eran unos debiluchos.
No se movió, no podía hacerlo, apenas sus ojos pasaban de un lado a otro sin saber que sucedía. Los dedos de sus manos se abrieron, dejando caer los extremos del arco roto.
-¡Vamos Wernack, no se cuento podre aguantarle!- giró Milva, con las manos alzadas hacia el frente, con la cara apretada. Había paralizado al elfo, pero parecía que le estaba constando, mas valía que el hombre bestia se diese prisa.
La caja se había caído al suelo, quedando tumbada, con las patas hacia un lado.
El hombre del hacha se masajeó la pierna herida. Estúpido lobo de merda… pensó golpeando al cuerpo ya sin vida del macho. Después de esto, su vista pasó a la escena que se estaba teniendo lugar unos metros más al lado. Estúpido elfo de merda, ya sabía yo que era un debilucho… sus pasos le dirigían hacia la escenita, acercándose por detrás de la niña primero la mataría a ella, después al peludo, después al elfo, era un estorbo, se llevaría todo lo de valor y a por un nuevo grupo de compaña, aquellos eran unos debiluchos.
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•Wernack, ya sabes lo que hay que hacer, no me meto en eso.
•No tema a “fliparte”. Puedes hacer muchas más cosas en un post, haciendo que este sea más largo. Puedes metarolear a tu gusto a los tres matones, o al menos a los dos que quedan.
•Oh, y date prisa, parece que las fuerzas de la pequeña disminuyen.
Wyn
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Re: El mensajero siempre... [QUEST]
El arco de aquel elfo quedó hecho trizas, como había previsto. Sin embargo, intentó usarlo a su favor, y aprovechar los extremos rotos del arco como arma improvisada. Por supuesto, sería muy poco eficaz, pero por algún motivo, se detuvo antes de atacar. Escuché la voz de la pequeña detrás de mi. ¿Le estaba paralizando? Esta era la clase de cosas que debía haber dicho cuando pregunté que habilidades tenía. No me lo pensé dos veces, y lancé un tajo al cuerpo del elfo indefenso, acabando con su vida.
Todavía faltaba un enemigo. El humano del hacha se estaba acercando a Milva por detrás. -¡Al suelo!- grité, mientras lanzaba mi gancho horizontalmente. Este se enganchó en el arma del hombre, y tiré con fuerza. No le conseguí desarmar, pero evitó que pudiese atacar a la pequeña. El hombre, a su vez, tiró de la cadena, desequilibrandome y acercándome a él. "Piensa rápido". Era bruto y tosco, pero ahora podía usar mi estrategia a su favor. Preveia que el hombre me podía hacer bastante daño con esa hacha, y al estar enganchado a él, sería difícil esquivarla. Tenía que pillarlo por sorpresa.
Y así lo hice. Solté la cadena y arrojé mi espada contra él, usando las dos manos. En lugar de clavarse en su piel, golpeó el hacha. Esta voló de su mano, y me arrojé contra el hombre, tirandole al suelo mientras clavaba mis garras en sus brazos. El humano gritó de dolor, y aproveché la sorpresa para cerrar mi boca en torno a su cuello. Mis colmillos desgarraron su piel y no tardé en sentir el amargo sabor de la sangre. Gritaba de dolor e intentaba librarse de mi, pero tenía los brazos inmovilizados. Finalmente, consiguió liberarse con una patada en mi pecho, desplazándome lo suficiente como para tener tiempo a levantarse. A pesar de sus heridas, todavía estaba dispuesto a luchar a puñetazos. Lanzó un derechazo dirigido a mi cabeza, pero lo evité con un paso rápido a la izquierda. La sangre salia a borbotones de la herida provocada por mi mordisco y se deslizaba por su cuello. No le quedaba mucho. Coontrataqué con un zarpazo en su pecho, dejando otra fea marca. Se llevó la mano a la herida, estaba claro que no tenía posibilidad de ganar a este punto.
Con un rugido, intentó arrojarse sobre mi como había hecho yo antes, pero me escabullí saltando hacia atrás. Aproveché que había quedado en el suelo para patearle la cabeza con fuerza, dejándolo inconsciente y terminando el combate. Me apoyé contra un árbol, exhausto, y maldije al pensar en los tres lobos, que nos habían salvado y ahora estaban muertos -Milva, ¿estás bien?- pregunté. Me sentía cansado y estaba manchado de sangre, aunque la mayor parte no era mía.
El combate habia sido sucio y lamentable. Rebusqué en los cadáveres para comprobar si tenían más de las pociones que había usado la mujer gato. No era para mi, sino para la loba, que aún respiraba, pero con dificultad. -¿Crees que podemos hacer algo por la loba?- Si no había forma, tendría que darle una muerte rápida para liberarla de su agonía.
Fui a por mis armas, desenrollé el gancho del hacha y lo coloqué en torno a mi brazo izquierdo, donde solía estar. Recuperé mi espada y la funda, y después tomé la pequeña hacha del humano. Caminé hacia el hombre y enterré el hacha en su cráneo sin decir nada.
Todavía faltaba un enemigo. El humano del hacha se estaba acercando a Milva por detrás. -¡Al suelo!- grité, mientras lanzaba mi gancho horizontalmente. Este se enganchó en el arma del hombre, y tiré con fuerza. No le conseguí desarmar, pero evitó que pudiese atacar a la pequeña. El hombre, a su vez, tiró de la cadena, desequilibrandome y acercándome a él. "Piensa rápido". Era bruto y tosco, pero ahora podía usar mi estrategia a su favor. Preveia que el hombre me podía hacer bastante daño con esa hacha, y al estar enganchado a él, sería difícil esquivarla. Tenía que pillarlo por sorpresa.
Y así lo hice. Solté la cadena y arrojé mi espada contra él, usando las dos manos. En lugar de clavarse en su piel, golpeó el hacha. Esta voló de su mano, y me arrojé contra el hombre, tirandole al suelo mientras clavaba mis garras en sus brazos. El humano gritó de dolor, y aproveché la sorpresa para cerrar mi boca en torno a su cuello. Mis colmillos desgarraron su piel y no tardé en sentir el amargo sabor de la sangre. Gritaba de dolor e intentaba librarse de mi, pero tenía los brazos inmovilizados. Finalmente, consiguió liberarse con una patada en mi pecho, desplazándome lo suficiente como para tener tiempo a levantarse. A pesar de sus heridas, todavía estaba dispuesto a luchar a puñetazos. Lanzó un derechazo dirigido a mi cabeza, pero lo evité con un paso rápido a la izquierda. La sangre salia a borbotones de la herida provocada por mi mordisco y se deslizaba por su cuello. No le quedaba mucho. Coontrataqué con un zarpazo en su pecho, dejando otra fea marca. Se llevó la mano a la herida, estaba claro que no tenía posibilidad de ganar a este punto.
Con un rugido, intentó arrojarse sobre mi como había hecho yo antes, pero me escabullí saltando hacia atrás. Aproveché que había quedado en el suelo para patearle la cabeza con fuerza, dejándolo inconsciente y terminando el combate. Me apoyé contra un árbol, exhausto, y maldije al pensar en los tres lobos, que nos habían salvado y ahora estaban muertos -Milva, ¿estás bien?- pregunté. Me sentía cansado y estaba manchado de sangre, aunque la mayor parte no era mía.
El combate habia sido sucio y lamentable. Rebusqué en los cadáveres para comprobar si tenían más de las pociones que había usado la mujer gato. No era para mi, sino para la loba, que aún respiraba, pero con dificultad. -¿Crees que podemos hacer algo por la loba?- Si no había forma, tendría que darle una muerte rápida para liberarla de su agonía.
Fui a por mis armas, desenrollé el gancho del hacha y lo coloqué en torno a mi brazo izquierdo, donde solía estar. Recuperé mi espada y la funda, y después tomé la pequeña hacha del humano. Caminé hacia el hombre y enterré el hacha en su cráneo sin decir nada.
Asher Daregan
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Re: El mensajero siempre... [QUEST]
Todo el combate apenas duro un pequeño, no le dio tiempo a intervenir, no quería fallar y dañar a Wernack.
Podía ver como el hombre bestia se lanzaba para acabar con la vida del humano con sus propias manos... con su boca. Parecía todo un asesino experimentado, pero aquello no la aterro, le proporciono un poco más de tranquilidad, en cierto modo.
Asintió cuando este le pregunto por su salud, acercándose a él. No creo que puedas decir lo mismo… pensó caminando lentamente hacia el árbol donde estaba apoyado. A medio camino la pequeña se agachó para recuperar su cabeza, cuando el hombre perro e pregunto sobre la poción
-Creo que si… con los perros los venenos funcionan, quizás la poción de vida también…- dijo pasando sus ojos en la cansada y exhausta loba, que parecía que luchaba por no dar su último aliento aun. Él buscaba entre solos cadáveres… espero que lo encuentre…
Y así fue, Milva tomó la poción de las manos del hombre bestia, acercándose posteriormente a la pobre loba y dándoselo con mucho cuidado, no quería que se malgastase ni una sola gota. Aun tardaron unos segundos en desaparecer los chirridos de color que la hembra emitía, pero acabaron desapareciendo. Milva sonrió, pero a medias, habían muerto los otros dos… y no se le podía hacer nada.
En unos minutos la loba caminaba entre los cadáveres del macho y la cría, para después aullarle al cielo por la muerte de ambos. Es una escena triste, pensó Milva sin decir nada. Después la pequeña se acercó al hombre bestia y lo miro a los ojos, sin prestar atención a los cuerpos que tanto había mirado, que adornaban con carmesí el suelo del bosque.
-Deberíamos seguir…- susurro con la voz algo quebrada.
La hembra los miró a ambos, pare después perderse ente la espesura de los arboles a paso lento, triste.
Podía ver como el hombre bestia se lanzaba para acabar con la vida del humano con sus propias manos... con su boca. Parecía todo un asesino experimentado, pero aquello no la aterro, le proporciono un poco más de tranquilidad, en cierto modo.
Asintió cuando este le pregunto por su salud, acercándose a él. No creo que puedas decir lo mismo… pensó caminando lentamente hacia el árbol donde estaba apoyado. A medio camino la pequeña se agachó para recuperar su cabeza, cuando el hombre perro e pregunto sobre la poción
-Creo que si… con los perros los venenos funcionan, quizás la poción de vida también…- dijo pasando sus ojos en la cansada y exhausta loba, que parecía que luchaba por no dar su último aliento aun. Él buscaba entre solos cadáveres… espero que lo encuentre…
Y así fue, Milva tomó la poción de las manos del hombre bestia, acercándose posteriormente a la pobre loba y dándoselo con mucho cuidado, no quería que se malgastase ni una sola gota. Aun tardaron unos segundos en desaparecer los chirridos de color que la hembra emitía, pero acabaron desapareciendo. Milva sonrió, pero a medias, habían muerto los otros dos… y no se le podía hacer nada.
En unos minutos la loba caminaba entre los cadáveres del macho y la cría, para después aullarle al cielo por la muerte de ambos. Es una escena triste, pensó Milva sin decir nada. Después la pequeña se acercó al hombre bestia y lo miro a los ojos, sin prestar atención a los cuerpos que tanto había mirado, que adornaban con carmesí el suelo del bosque.
-Deberíamos seguir…- susurro con la voz algo quebrada.
La hembra los miró a ambos, pare después perderse ente la espesura de los arboles a paso lento, triste.
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•Ya puedes poner que llegas a Lunargenta, donde pasaremos un turno, después seguiremos el camino.
Wyn
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Re: El mensajero siempre... [QUEST]
Un pequeño brillo de esperanza me iluminó los ojos al encontrar una poción. Avisé a Milva y le di la poción, para luego acercarme a la loba y apretarle la herida hasta que se detuviese la hemorragia. Era extraño. No habria hecho eso por ningún humano al que acabase de conocer. En su lugar, me habría quedado la poción. Pero no era el caso. Tras unos segundos, la loba se levantó, dejando de gemir, para aullar al cielo por la pérdida de los otros dos cánidos. -Lo siento.- murmuré cuando me miró. La hembra se fue, triste, pero viva.
-Tienes razón. Vamos.- dije, iniciando de nuevo la marcha tras asegurarme de que lo teníamos todo. Caminamos solemnemente durante un rato, sin decir nada. Pero de nada serviria lamentarse, y tenía más preguntas que hacer. -¿Como aprendiste a paralizar? ¿Es telekinesis? ¿Y por qué no lo mencionaste antes?- inquirí, curioso. No era una reprimenda, aunque habría estado bien saberlo. Finalmente, acabamos llegando a un camino. Desde ahí, se podía ver la capital humana, tan solo a un par de cientos de metros.
-Ahí está. Escucha, ya se que no eres tonta ni mucho menos, pero ten cuidado. No te separes de mi.- La cantidad de cosas que podían pasar en la ciudad era absurda. Robos, secuestros, timos... Multitud de cosas bonitas que no me apetecía listar. -Si ves a alguien sospechoso que se acerca, grita. O le paralizas... o le conviertes en sapo, brujilla.- bromeé, guiñandole el ojo. Ese poder de parálisis podía ser tremendamente útil, incluso si era solo por unos segundos, era todo lo que necesitaba para acabar con alguien indefenso.
Una vez terminada esa advertencia, llegamos a las puertas de la ciudad, y nos adentramos en la urbe.
-Tienes razón. Vamos.- dije, iniciando de nuevo la marcha tras asegurarme de que lo teníamos todo. Caminamos solemnemente durante un rato, sin decir nada. Pero de nada serviria lamentarse, y tenía más preguntas que hacer. -¿Como aprendiste a paralizar? ¿Es telekinesis? ¿Y por qué no lo mencionaste antes?- inquirí, curioso. No era una reprimenda, aunque habría estado bien saberlo. Finalmente, acabamos llegando a un camino. Desde ahí, se podía ver la capital humana, tan solo a un par de cientos de metros.
-Ahí está. Escucha, ya se que no eres tonta ni mucho menos, pero ten cuidado. No te separes de mi.- La cantidad de cosas que podían pasar en la ciudad era absurda. Robos, secuestros, timos... Multitud de cosas bonitas que no me apetecía listar. -Si ves a alguien sospechoso que se acerca, grita. O le paralizas... o le conviertes en sapo, brujilla.- bromeé, guiñandole el ojo. Ese poder de parálisis podía ser tremendamente útil, incluso si era solo por unos segundos, era todo lo que necesitaba para acabar con alguien indefenso.
Una vez terminada esa advertencia, llegamos a las puertas de la ciudad, y nos adentramos en la urbe.
Asher Daregan
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Re: El mensajero siempre... [QUEST]
Milva miraba al frente cuando Wernack le formuló las preguntas. Lo más seguro es que estuviese enfadado, le había ocultado cosas…pero tampoco lo conocía de tanto…
-Bueno… yo…- la cuidad de plasmaba ante ellos, grande e imponente. -… bueno tengo algunas habilidades adquiridas de mi madre… y paralizar es una de ellas…- ¿debía contárselo todo? O quías como decía su padre, solo se cuanta cuando se pregunta. Menos cuando se trataba de él, a papa siempre se lo tengo que contar todo.
Mientras pensaba si hablar más o dejarlo ahí, el hombre bestia continúo hablando. –Lo sé, Wernack, tendré cuidado… no quiero ser más una carga para ti...- dijo recordando lo que había pasado unas horas antes. Paralizar, bien eso parece… ¿sapo? La niña se echó a reír por su comentarios, agradándole que el llamase de aquella manera tan cercana, quizás no estaba tan enfadado al fin de cuentas.
La cuidad, grande, repleta de gente, llena de calles y tiendas, tabernas y mercados, gente y más gente.
-¿Y ahora que hacemos, Wernack?- preguntó Milva casi agarrándose a él mientras pasaban por el gentío. Ya era media tarde, aun haba sol, pero no duraría muchas horas. Parar a dormir, buscar un barco, comer… él era el adulto, mandaba.
Apretaba su caja contra su propio pecho, si alguien se acercaba… eso de convertir en sapo no era tan mala idea.
-Bueno… yo…- la cuidad de plasmaba ante ellos, grande e imponente. -… bueno tengo algunas habilidades adquiridas de mi madre… y paralizar es una de ellas…- ¿debía contárselo todo? O quías como decía su padre, solo se cuanta cuando se pregunta. Menos cuando se trataba de él, a papa siempre se lo tengo que contar todo.
Mientras pensaba si hablar más o dejarlo ahí, el hombre bestia continúo hablando. –Lo sé, Wernack, tendré cuidado… no quiero ser más una carga para ti...- dijo recordando lo que había pasado unas horas antes. Paralizar, bien eso parece… ¿sapo? La niña se echó a reír por su comentarios, agradándole que el llamase de aquella manera tan cercana, quizás no estaba tan enfadado al fin de cuentas.
La cuidad, grande, repleta de gente, llena de calles y tiendas, tabernas y mercados, gente y más gente.
-¿Y ahora que hacemos, Wernack?- preguntó Milva casi agarrándose a él mientras pasaban por el gentío. Ya era media tarde, aun haba sol, pero no duraría muchas horas. Parar a dormir, buscar un barco, comer… él era el adulto, mandaba.
Apretaba su caja contra su propio pecho, si alguien se acercaba… eso de convertir en sapo no era tan mala idea.
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Re: El mensajero siempre... [QUEST]
-Vamos a probar suerte y buscar un barco.- dije. No me habia despertado hace tanto tiempo, aunque tampoco debiamos haber dormido mucho a juzgar por el sol. Cuanto antes saliesemos, mejor... además, si cabia la posibilidad de dormir en el barco, nos ahorrariamos horas de aburrimiento.
Por las calles habia bastante gente, todos volvían a sus hogares después de trabajar, y por la noche aparecería la gente que no puede salir de día... criminales, vampiros, y los tres gremios ilegales de Lunargenta. Caminé con Milva a mi lado, de vez en cuando echandole un vistazo para asegurarme de que seguía ahi, dirigiendonos al puerto de Lunargenta. -Escucha, todo el mundo tiene secretos.- aunque algunos más que otros... -No hace falta que me expliques el porque tu madre podía hacer esas cosas ni nada por el estilo, si no quieres. Solo quiero saber que puedes hacer, porque igual nos es útil.- expliqué, siendo tan poco brusco como me permitía mi naturaleza.
El sol se tiñó de naranja mientras me llegaba el olor a sal y pescado. ¿Donde pedir un pasaje? Aunque odiaba la idea de iniciar una conversación, fui a preguntarle a un marinero de aspecto cansado que amarraba un pequeño pesquero. -Estás de suerte, justo hay un barco que sale mañana por la mañana.- Suspiré. "Supongo que esperar que pudiesemos salir hoy era algo ingenuo..." pensé. Tenía que intentarlo. Volví con Milva en dirección a la ciudad. -Tendremos que esperar hasta mañana. Busquemos una posada.-
Veinte minutos después, encontramos una de aspecto aceptable relativamente cerca del puerto. Conseguí una habitación con dos camas individuales por 15 aeros, así que usé los fondos que me había dado el padre de Milva para ello. Una vez en la habitación, me tiré sobre la cama de cara con un quejido, exhausto. -Mfstoy mpherto- dije con la cara enterrada en la almohada. Me levanté de golpe, recordando otra cosa. También estaba hambriento. -Tenemos comida, ¿no? Nos apañaremos con la que llevamos por ahora.- propuse. Sin embargo, no sabía que habíamos traído exactamente. -¿Hay carne? Mataría por algo de carne.- y lo podría haber hecho literalmente. Si hubiese estado solo, podría haber matado a alguien y comérmelo.
Durante la cena en la habitación, intenté conversar con Milva. -Venga, ¿me vas a decir que hay en la caja, o quieres dejarme con la intriga?- pregunté con media sonrisa. -Es la fuente de tus poderes, ¿eh, brujilla? No, espera, seguro que son ingredientes para un brebaje en un caldero. ¡Oh, no, es para un bastón mágico! ¡O algo que no me esperaría, como una vulgar piedra!- seguí adivinando, sugiriendo tonterías cada vez mayores. El cansancio hacia que perdiera la seriedad casi por completo, aunque tampoco tenía esperanzas de que la niña me viese como el resto de la gente.
Por las calles habia bastante gente, todos volvían a sus hogares después de trabajar, y por la noche aparecería la gente que no puede salir de día... criminales, vampiros, y los tres gremios ilegales de Lunargenta. Caminé con Milva a mi lado, de vez en cuando echandole un vistazo para asegurarme de que seguía ahi, dirigiendonos al puerto de Lunargenta. -Escucha, todo el mundo tiene secretos.- aunque algunos más que otros... -No hace falta que me expliques el porque tu madre podía hacer esas cosas ni nada por el estilo, si no quieres. Solo quiero saber que puedes hacer, porque igual nos es útil.- expliqué, siendo tan poco brusco como me permitía mi naturaleza.
El sol se tiñó de naranja mientras me llegaba el olor a sal y pescado. ¿Donde pedir un pasaje? Aunque odiaba la idea de iniciar una conversación, fui a preguntarle a un marinero de aspecto cansado que amarraba un pequeño pesquero. -Estás de suerte, justo hay un barco que sale mañana por la mañana.- Suspiré. "Supongo que esperar que pudiesemos salir hoy era algo ingenuo..." pensé. Tenía que intentarlo. Volví con Milva en dirección a la ciudad. -Tendremos que esperar hasta mañana. Busquemos una posada.-
Veinte minutos después, encontramos una de aspecto aceptable relativamente cerca del puerto. Conseguí una habitación con dos camas individuales por 15 aeros, así que usé los fondos que me había dado el padre de Milva para ello. Una vez en la habitación, me tiré sobre la cama de cara con un quejido, exhausto. -Mfstoy mpherto- dije con la cara enterrada en la almohada. Me levanté de golpe, recordando otra cosa. También estaba hambriento. -Tenemos comida, ¿no? Nos apañaremos con la que llevamos por ahora.- propuse. Sin embargo, no sabía que habíamos traído exactamente. -¿Hay carne? Mataría por algo de carne.- y lo podría haber hecho literalmente. Si hubiese estado solo, podría haber matado a alguien y comérmelo.
Durante la cena en la habitación, intenté conversar con Milva. -Venga, ¿me vas a decir que hay en la caja, o quieres dejarme con la intriga?- pregunté con media sonrisa. -Es la fuente de tus poderes, ¿eh, brujilla? No, espera, seguro que son ingredientes para un brebaje en un caldero. ¡Oh, no, es para un bastón mágico! ¡O algo que no me esperaría, como una vulgar piedra!- seguí adivinando, sugiriendo tonterías cada vez mayores. El cansancio hacia que perdiera la seriedad casi por completo, aunque tampoco tenía esperanzas de que la niña me viese como el resto de la gente.
Asher Daregan
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Re: El mensajero siempre... [QUEST]
Milva asintió, siguiendo al hombre bestia sin decir nada. Él mandaba, como había dicho su padre. Y ahora sabía que podía confiar en él.
La noche es el hábitat d los monstruos, y en la ciudad había muchos. Algunos entraban en las tabernas, aun pareciendo ser personas normales, cosa que cambiaría con un par de horas de tragos, algunos otros estaban con la espalda apoyada en las fachadas de las casas, esperando la atrevida luna que pronto se posaría en el centro mismo del cielo.
Sabía que Wernack le iba echando el ojo, ella también lo hacía con él, aunque era más fácil de ver a un hombre bestia recubierto de pelo y de buena altura, por lo que ella iba mirando menos.
Las siguientes palabras del hombre perro fueron un poco serias, pero la niña lo entendía, debía explicarse, había estado muy feo lo que había hecho.
-Bueno, puedo ahora puedo sanar algunas heridas… creo que con el tiempo podre incluso enfermedades, pero aun no… y se dominar un poco el elemento de tierra, así como dominar sobre algunos animales… creo que por eso los lobos…- se calló, su voz se había quebrado un tanto… fue mi culpa… bajo la miraba de golpe hacia el suelo, sintiendo una gran carga de culpa.
Acompaño a Wernack en su investigación sobre un posible barco que nos sacase de la cuidad, callada, mirando al suelo, recordando la muerte de aquellos inocente animales. Su culpa.
Al parecer ya no había barcos a esa hora que saliesen a alta mar, no al menos lo que podía llevar pasajeros, así que deberían esperar a la mañana, y con la salida del sol, embarcar. Y como había dicho el hombre bestia, había que buscar una posada.
Caminaban mientras el sol se escondía tras el mar, dejando paso a la reluciente y plateada luna. Un gato trasnochador se salió de una ventana y se posó en el tejado de una casa de dos plantas, lamiendo su pata para después limpiarse la cara con ella. Se estiraban perezosamente, sin preocupaciones, y al parecer, con la panza bien llena. La panza bien llena… Milva recordó que tenía hambre, tenía hambre y por todo lo sucedido, estaba cansada, deseaba no tardar mucho en encontrar una posada. Pero no se quejó, sabia lo muy molesto que podía llegar a ser, así que no abrió el pico para no temer que parecer pedante.
La posada no aprecia de aspecto noble, de rojas alfombras y encajes de oro, pero tenía camas y estaba limpia, eso era lo necesario. Además del precio, una noche, dos camas, 15 aeros… ¿eso era un buen precio, no? A ojos de la niña sí.
Vio cómo su compañero se tiró en la cama como si fuese un lago. Ella se sentó en la que le pertenecía, apoyando la espalda en la pies de color azulada, con los brazos extendidos. Su tripa rugió como si de un troll de montaña se tratase.
Ambos tenían hambre. Carne, sonaba tan bien. Un poco de carne de… de lo que fuese. Con unas patatas y frutas del bosque de Sandorai. Ya podía sentir como se le hacia la boca agua nada mas de pensarlo… pero era imposible que lo portaran en la bolsa.
Dejó la caja sobre la mesita de noche, bien colocada, después guardó bien la llave bajo la camisa, contra su pecho. Cruzó las piernas en la cama… y empezó el festín.
Tenía tanta hambre que apenas hablaba, al menos no lo primeros minutos, después ya se le paso el ansia y comía normal.
La primera pregunta del hombre bestia hizo que la niña alzara la vista de una de las manzanas que tenía en la mano, mirando, le con una sonrisa, el también sonreía.
La niña se echó a reír, olvidando por un momento sus penas. Aquello le parecía tan gracioso. Ya empezaba a sentir que le dolía la tripa de tanto reír, además de que ella también había empezado a añadir estupideces que podía contener la caja.
-Vale vale…- susurro intentando calmarse, agarrándose la barriga con las manos, realmente solía de tanto reír. – ¿De verdad lo quieres saber? ¿Tantas ganas tienes?- lo miraba con una sonrisa, sabía que se sorprendería cuando descubriese su interior. –Vale, pero no te lo diré, te lo mostrare… pero después de cenar- dijo con una sonrisa maliciosa.
Finalizaron de comer y recogieron las cosas en un momento. Milva ordenó a Wernack que apagase la luz de los candiles. Se sentó en la cama, la que estaba más próxima a la ventana, ya se podía ver el sol en el puto más alto de cielo, también se podía llegar a ver reflejada en el mar… la verdad que aquellas vistas de la ciudad también podían llegar a ser bonitas, no comparables a las de la montaña, cada una tenía sus bellezas.
Cogió la caja con ambas manos, colocándola en su regazo, sacó la llave con cuidado, después alzó la mirada, para mirar a Wernack, le sonrió.
Introdujo la lleve con cuidado, y respiró hondo. La tapa de la caja de abrió, dos segundos después, una melodía empezado a sonar, envolviendo todo la habitación.
La noche es el hábitat d los monstruos, y en la ciudad había muchos. Algunos entraban en las tabernas, aun pareciendo ser personas normales, cosa que cambiaría con un par de horas de tragos, algunos otros estaban con la espalda apoyada en las fachadas de las casas, esperando la atrevida luna que pronto se posaría en el centro mismo del cielo.
Sabía que Wernack le iba echando el ojo, ella también lo hacía con él, aunque era más fácil de ver a un hombre bestia recubierto de pelo y de buena altura, por lo que ella iba mirando menos.
Las siguientes palabras del hombre perro fueron un poco serias, pero la niña lo entendía, debía explicarse, había estado muy feo lo que había hecho.
-Bueno, puedo ahora puedo sanar algunas heridas… creo que con el tiempo podre incluso enfermedades, pero aun no… y se dominar un poco el elemento de tierra, así como dominar sobre algunos animales… creo que por eso los lobos…- se calló, su voz se había quebrado un tanto… fue mi culpa… bajo la miraba de golpe hacia el suelo, sintiendo una gran carga de culpa.
Acompaño a Wernack en su investigación sobre un posible barco que nos sacase de la cuidad, callada, mirando al suelo, recordando la muerte de aquellos inocente animales. Su culpa.
Al parecer ya no había barcos a esa hora que saliesen a alta mar, no al menos lo que podía llevar pasajeros, así que deberían esperar a la mañana, y con la salida del sol, embarcar. Y como había dicho el hombre bestia, había que buscar una posada.
Caminaban mientras el sol se escondía tras el mar, dejando paso a la reluciente y plateada luna. Un gato trasnochador se salió de una ventana y se posó en el tejado de una casa de dos plantas, lamiendo su pata para después limpiarse la cara con ella. Se estiraban perezosamente, sin preocupaciones, y al parecer, con la panza bien llena. La panza bien llena… Milva recordó que tenía hambre, tenía hambre y por todo lo sucedido, estaba cansada, deseaba no tardar mucho en encontrar una posada. Pero no se quejó, sabia lo muy molesto que podía llegar a ser, así que no abrió el pico para no temer que parecer pedante.
La posada no aprecia de aspecto noble, de rojas alfombras y encajes de oro, pero tenía camas y estaba limpia, eso era lo necesario. Además del precio, una noche, dos camas, 15 aeros… ¿eso era un buen precio, no? A ojos de la niña sí.
Vio cómo su compañero se tiró en la cama como si fuese un lago. Ella se sentó en la que le pertenecía, apoyando la espalda en la pies de color azulada, con los brazos extendidos. Su tripa rugió como si de un troll de montaña se tratase.
Ambos tenían hambre. Carne, sonaba tan bien. Un poco de carne de… de lo que fuese. Con unas patatas y frutas del bosque de Sandorai. Ya podía sentir como se le hacia la boca agua nada mas de pensarlo… pero era imposible que lo portaran en la bolsa.
Dejó la caja sobre la mesita de noche, bien colocada, después guardó bien la llave bajo la camisa, contra su pecho. Cruzó las piernas en la cama… y empezó el festín.
Tenía tanta hambre que apenas hablaba, al menos no lo primeros minutos, después ya se le paso el ansia y comía normal.
La primera pregunta del hombre bestia hizo que la niña alzara la vista de una de las manzanas que tenía en la mano, mirando, le con una sonrisa, el también sonreía.
La niña se echó a reír, olvidando por un momento sus penas. Aquello le parecía tan gracioso. Ya empezaba a sentir que le dolía la tripa de tanto reír, además de que ella también había empezado a añadir estupideces que podía contener la caja.
-Vale vale…- susurro intentando calmarse, agarrándose la barriga con las manos, realmente solía de tanto reír. – ¿De verdad lo quieres saber? ¿Tantas ganas tienes?- lo miraba con una sonrisa, sabía que se sorprendería cuando descubriese su interior. –Vale, pero no te lo diré, te lo mostrare… pero después de cenar- dijo con una sonrisa maliciosa.
Finalizaron de comer y recogieron las cosas en un momento. Milva ordenó a Wernack que apagase la luz de los candiles. Se sentó en la cama, la que estaba más próxima a la ventana, ya se podía ver el sol en el puto más alto de cielo, también se podía llegar a ver reflejada en el mar… la verdad que aquellas vistas de la ciudad también podían llegar a ser bonitas, no comparables a las de la montaña, cada una tenía sus bellezas.
Cogió la caja con ambas manos, colocándola en su regazo, sacó la llave con cuidado, después alzó la mirada, para mirar a Wernack, le sonrió.
Introdujo la lleve con cuidado, y respiró hondo. La tapa de la caja de abrió, dos segundos después, una melodía empezado a sonar, envolviendo todo la habitación.
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Wyn
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Re: El mensajero siempre... [QUEST]
Acepté de buena gana el ir a cubierta, aunque fuese para quitarme eso de la cabeza. Aquel sitio donde dias antes había derramado sangre, ahora sin rastro del combate. Sin embargo, algo malo pasó de nuevo... vi casi a cámara lenta como un pie destrozaba la caja de música.
Fue una autentica pena. Sentí deseos de golpearle a aquel toro en los morros y empujarle por la barandilla, pero eso no habría resuelto nada... ya se había disculpado, aunque de forma mediocre, y no creía que a Milva le fuese a gustar. Suspiré. Una vez Milva tiró los restos de la caja, me agaché junto a ella, le puse la mano en la cabeza. -Lo siento, brujilla. Pero tranquila. Mientras no olvides la canción, no pasará nada, ¿de acuerdo?- dije, intentando animarla.
Momentos después, llegó el momento de la despedida. Odiaba las despedidas, demasiado tristes, demasiado amargas. Temí que la niña llorase... pero no lo hizo, fue fuerte. Me dio un abrazo que acepté y me dio un regalo de despedida. La llave de la caja... ahora era solo un recuerdo. Iba a preguntarle si no la quería conservar, pero eso habría contradicho lo que había asegurado antes para animarla. Acepté la llave, poniendomela al cuello igual que ella hacía. -Gracias. Tranquila, te prometo que no le pasará nada.- La niña me despidió con una sonrisa mientras iniciaba su vida en la academia. -Adiós, brujilla...-
Unos dias más tarde, me encontraba de nuevo frente a la casa donde había empezado todo, con la llave en el cuello y la carta de Milva en la mano. Llamé a la puerta y respiré. Una vez dentro, le contaría al padre de la niña toda la historia. Como había ayudado a luchar contra bandidos, como me había enseñado la caja de música, como nos habíamos hecho amigos, como acabamos con un grupo de monstruos acuaticos... todo, incluso el pequeño aprendizaje a luchar y como había acabado la caja de música. También le daría la carta de Milva -Es una niña muy fuerte, y muy hábil. Se que tu intención es protegerla, pero no es ninguna niña indefensa.- aseguré. -Esto... si quieres, puedes escribir una carta. Voy a Lunargenta, asi que se la puedo enviar desde allí. El servicio cuesta 10 aeros.- Sabía que solo costaba cinco... pero quería enviarle otra carta de mi parte.
-Por cierto, Amroc y tu haceis buena pareja. Milva lo sabe, es muy avispada. -sonreí. -Le prometí que comprobaría que estáis bien de vez en cuando, así que tal vez me pase cada cierto tiempo.- No más de una vez al mes, pero lo suficiente para ayudar si necesitaban algo... sin pasarse.
Fue una autentica pena. Sentí deseos de golpearle a aquel toro en los morros y empujarle por la barandilla, pero eso no habría resuelto nada... ya se había disculpado, aunque de forma mediocre, y no creía que a Milva le fuese a gustar. Suspiré. Una vez Milva tiró los restos de la caja, me agaché junto a ella, le puse la mano en la cabeza. -Lo siento, brujilla. Pero tranquila. Mientras no olvides la canción, no pasará nada, ¿de acuerdo?- dije, intentando animarla.
Momentos después, llegó el momento de la despedida. Odiaba las despedidas, demasiado tristes, demasiado amargas. Temí que la niña llorase... pero no lo hizo, fue fuerte. Me dio un abrazo que acepté y me dio un regalo de despedida. La llave de la caja... ahora era solo un recuerdo. Iba a preguntarle si no la quería conservar, pero eso habría contradicho lo que había asegurado antes para animarla. Acepté la llave, poniendomela al cuello igual que ella hacía. -Gracias. Tranquila, te prometo que no le pasará nada.- La niña me despidió con una sonrisa mientras iniciaba su vida en la academia. -Adiós, brujilla...-
Unos dias más tarde, me encontraba de nuevo frente a la casa donde había empezado todo, con la llave en el cuello y la carta de Milva en la mano. Llamé a la puerta y respiré. Una vez dentro, le contaría al padre de la niña toda la historia. Como había ayudado a luchar contra bandidos, como me había enseñado la caja de música, como nos habíamos hecho amigos, como acabamos con un grupo de monstruos acuaticos... todo, incluso el pequeño aprendizaje a luchar y como había acabado la caja de música. También le daría la carta de Milva -Es una niña muy fuerte, y muy hábil. Se que tu intención es protegerla, pero no es ninguna niña indefensa.- aseguré. -Esto... si quieres, puedes escribir una carta. Voy a Lunargenta, asi que se la puedo enviar desde allí. El servicio cuesta 10 aeros.- Sabía que solo costaba cinco... pero quería enviarle otra carta de mi parte.
-Por cierto, Amroc y tu haceis buena pareja. Milva lo sabe, es muy avispada. -sonreí. -Le prometí que comprobaría que estáis bien de vez en cuando, así que tal vez me pase cada cierto tiempo.- No más de una vez al mes, pero lo suficiente para ayudar si necesitaban algo... sin pasarse.
Asher Daregan
Aerandiano de honor
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Re: El mensajero siempre... [QUEST]
El padre de Milva parecía no acabar escoger que porte adoptar frente al hombre que había estado junto a su hija los últimos días. Al parecer la niña había llegado bien a su destino y, ahora más tranquilo, se dispuso a escuchar las historias que el hombre bestia quería contarle.
Sonreía, se ponía serio, apretaba los dientes, sus puños se endurecían, haciendo que los nudillos se pusieran ligeramente blancos, enrojeció, asentía, callaba.
Había cosas que incluso le hubiesen hecho reírse, pero intento no aparentarlo. Al parecer su pequeña había pasado una aventura de camino a la escuela, seguro que o había pasado bien, y además aquel hombre la había protegido.
-Gracias, no te mentiré, muchacho. Al principió tenía mis dudas de que un hombre desconocido y… bueno supongo que ya lo entenderás. Pero me alegro de que a pesar de todo, hayas cumplido con la promesa de cuidarla, estoy en deuda contigo.
En cuanto el hombre bestia menciono lo de Amroc, este no pudo evitar sonreír.
-Si… creo que ya no es solo una niña.- sacó un pequeño saco de piel oscura, en la que sonaban las monedas. –Si te sobró algo de dinero quédatelo, también este, por tu buen trabajo. No es mucho, pero supongo que si ni pequeña te obliga a venir de vez en cuando por aquí, quizás podemos invitarte… Amroc y yo a comer algún día.
Un hombre grande y con barba se aceraba desde lo lejos a la modesta casa, el padre de la niña sonrió sin poder evitarlo.
-Gracias, Wernack- dijo apretando contra sí la carta que le había entregado.- Que vayan bien tus viajes y aventuras…
Sonreía, se ponía serio, apretaba los dientes, sus puños se endurecían, haciendo que los nudillos se pusieran ligeramente blancos, enrojeció, asentía, callaba.
Había cosas que incluso le hubiesen hecho reírse, pero intento no aparentarlo. Al parecer su pequeña había pasado una aventura de camino a la escuela, seguro que o había pasado bien, y además aquel hombre la había protegido.
-Gracias, no te mentiré, muchacho. Al principió tenía mis dudas de que un hombre desconocido y… bueno supongo que ya lo entenderás. Pero me alegro de que a pesar de todo, hayas cumplido con la promesa de cuidarla, estoy en deuda contigo.
En cuanto el hombre bestia menciono lo de Amroc, este no pudo evitar sonreír.
-Si… creo que ya no es solo una niña.- sacó un pequeño saco de piel oscura, en la que sonaban las monedas. –Si te sobró algo de dinero quédatelo, también este, por tu buen trabajo. No es mucho, pero supongo que si ni pequeña te obliga a venir de vez en cuando por aquí, quizás podemos invitarte… Amroc y yo a comer algún día.
Un hombre grande y con barba se aceraba desde lo lejos a la modesta casa, el padre de la niña sonrió sin poder evitarlo.
-Gracias, Wernack- dijo apretando contra sí la carta que le había entregado.- Que vayan bien tus viajes y aventuras…
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Siento la tardanza, Wernack. La quest ha finalizado.
Recompensa:
350 aeros.
+20 puntos de exp.
+1 punto de hp.
- Llave de la caja de música. :
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Espero que te haya gustado, y espero seguir leyendo sobre la historia pasada del hombre perro.
Recuerda registrar los puntos de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] y de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], así como los [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], en los apartados correspondientes.
Wyn
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