[CERRADO] Equipo de investigación criminal (Libre, 4/4)

Von Vanderburger era un mercader de Lunargenta, como muchos otros. Rico, arrogante y entrado en carnes, siendo muy benevolente. Pero había una clara diferencia con el resto de mercaderes de la ciudad, al menos hoy. Su cargamento de especies no llegaba, ni hoy, ni ayer, ni el día anterior, como estaba acordado, por lo que finalmente se decidió a vaciarse un poco los bolsillos con la esperanza de encontrar a alguien dispuesto a recuperar su cargamento, o lo que quedara de el. Obviamente, podría haber ido el en persona, pero era demasiado importante para perder el tiempo con esos quehaceres, y era demasiado cansado. El hecho de que lo que fuera que hubiera retrasado el cargamento siguiera allí fuera ayudo bastante a la hora de acabarse de decidir, aunque nunca lo admitiría, por supuesto.

De manera que una hora después de la salida del sol, 49 horas después de la hora acordada con el jefe de la caravana, se acerco a un seguido de personas. No estaba claro como seleccionaba los candidatos, pero parecía moverse buscando cuatro tipos de persona, algunos estaban visiblemente armados, otros eran simples civiles de aspecto robusto, los penúltimos eran gente de aspecto desaliñado, que necesitaban el dinero de manera clara, pero demasiado pobres como para vender su cargamento sin que les estafaran. Y luego estaba el ultimo grupo, aquellos que simplemente no eran humanos. Al fin y al cabo, eran monstruos, sanguinarios y despiadados. Y, si fallaban, ¿quien echaría de menos a un elfo, un hombre pulpo o a un chucho pulgoso? Nadie.

Y el primer afortunado, al menos el primero que dijo que si, fue cierto brujo y sus dos fieles guardianes que simplemente pasaba por allí después de almorzar en una taberna más barata que aquella en la que se hospedaba.

Perdone... lo miro de arriba a abajo Caballero prácticamente había escupido la palabra puede que tenga trabajo para alguien de tu... clase dijo "clase" con el mismo tono con que habría dicho "zorra".

El brujo se había parado en cuando vio a esa mole vestida con una camisa purpura acercarse hacia el. Básicamente, porque considero que el único motivo que había para que se le acercara era porque iba a ofrecerle trabajo. Y sus lobos había hecho lo mismo, parando a su lado y sentándose en el suelo, intuyendo que iría para largo Sigue...

Tengo un cargamento que tendría que haber llegado hace dos días, pero aun no ha llegado. Te pagare si lo encuentras y me lo traes lo miro de arriba a abajo Alguien como tu no podría vender mi cargamento de especias, careces de los contactos necesarios... Si supiera...

¿El nombre del transportista? ¿Cuantas cajas? ¿Y el numero de carros? Y la dirección, eso es importante el tipo pagaba, y el quería dinero. Cuanto más profesionalmente lo hiciera, más cobraría. En teoría.

Sigue el camino de la puerta este, son cuatro carros con veinte cofres. Buscar a un tipo llamado Jon, un tipo rubio con el grabado de una rosa en el escudo Era una descripción muy concreta, serviría.

Una vez hubo aceptado, ese mercader, que se había despedido afirmando ser un tal Vanderburger se dirigió a otro tipo, repitiendo una charla muy similar, por lo que el brujo decidió esperar en la puerta este. Con un grupo seria mucho más fácil rastrear y posiblemente a enfrentar lo que hubiera pasado. Seguramente eran unos bandidos de poca monta.

off:

Seguía saltando y corriendo entre los techos. Había descubierto que era una manera mucho más divertida y eficaz de moverme por la ciudad, aunque algo más arriesgada. ¿Como no se me había ocurrido antes? Le daba mil vueltas a caminar por las calles llenas de gente irritante y ruidosa, y podía ver todo lo que sucedía desde arriba. Casi me rompí algo en más de una ocasión, pero valía la pena. Aunque empezaba a cansarme de dar saltos y trepar.

Me senté en el borde de un techo plano, desabrochandome la gruesa capa a la que aún no me había acostumbrado. ¿Como podían aguantar tanta ropa los humanos? Tan incomoda y con tanto calor... Chasqueé la lengua. La idea de que me hubiesen recriminado el no llevar camisa más de una vez era casi cómico. Miré a los caminantes desde arriba, con superioridad. -Primates arrogantes...- murmuré con cierta repulsión. Ah, que remedio. Me tumbé sobre mi capa y miré al cielo, casi parecía que el sol intentase matarme. De hecho, olía a quemado. ¿Había algo en llamas? Me levanté y olisqueé el aire. No era a quemado, era a azufre mezclado con algo desagradable. Un aroma inconfundible, debía pertenecer a...

-Geralt...- me dije a mi mismo. Estaba ahí, hablando con un tipo de camisa morada. ¿Le estaba ofreciendo trabajo? Y, ¿Eran eso dos cachorros junto al pirómano? No pude evitar sentir compasión por los pobres perros mientras buscaba una manera de bajar. Me coloqué de nuevo mi capa y bajé por los tejados hasta llegar al nivel del suelo, sin perder de vista al brujo, que se movía con un objetivo fijo. Caminé detrás de él, con paso rápido pero tranquilo, hasta alcanzarle por detrás. -Eh, brujo.- dije, dandole un golpe amistoso en el hombro. -¿De donde has sacado dos cachorros de lobo?- dije, arrodillandome junto al de pelaje negro. Parecían sanos, así que supuse que los había conseguido ese mismo día. Dejé que el animal azabache me olisquease y me levanté. -¿Ese tipo de antes te estaba contratando?- había escuchado algunas palabras sueltas, y no se me ocurría otro motivo por el que alguien se acercase al peliblanco, excepto tal vez por deudas o destrozos... -¿Y no me invitas? Tsk. Es por lo del cuchillo, ¿hmm?- sonreí. -No tengo nada que hacer, te acompaño.- No le estaba dando elección, cualquier cosa era mejor que seguir corriendo sin rumbo fijo.

Níniel abrió la ventana de la pequeña habitación de la posada donde se hospedaba para dejar que entrara la revitalizante brisa mañanera de la ciudad de Lunargenta. Se asomó unos instantes afuera y recordó, como si hubiera pasado mucho tiempo,  la primera vez que había realizado aquella acción y cómo el olor de la ciudad en aquella ocasión había causado que arrugara la nariz asqueada y cómo había pensado en lo lamentables que eran las vidas de aquellos orejas redondas de las calles. Cómo habían cambiado las cosas. Realmente no había pasado mucho tiempo, de hecho había pasado muy poco desde aquella primera vez y la elfa aún se sorprendía de la rapidez con la que se había adaptado a aquel lugar e incluso había comenzado a...Apreciar algunas de sus virtudes, solo algunas. Y es que habían pasado muchas cosas en un lapso de tiempo tan corto. Cosas buenas, cosas malas, había conocido gente...

Geralt la sacó de sus pensamientos tras realizar un ágil salto desde el cabecero de la cama hasta el alfeizar de la ventana donde estaba la elfa. Miró hacia afuera con sus ojitos negros como su dueña pero no pareció encontrar nada que le mereciera la pena pues enseguida comenzó a juguetear, dando vueltas sobre si mismo con su aparentemente inagotable energía. Tras unos rápidos giros le ofreció una bellota a la elfa.

-Ya sé que es la última, para ser tan pequeño tienes el apetito de un oso-

La pequeña ardilla emitió un leve sonidito de protesta por las palabras de la elfa y Níniel no pudo evitar reírse y acariciar a su peludo amiguito.

-Está bien, iremos a por más, me apetece dar un paseo así aprovecho el viaje-

La joven fue hacia la puerta, se puso la capa negra antes de salir y cogió su bastón. Tan pronto como entreabrió la puerta ligeramente, Geralt corrió hacia ella y trepó hasta meterse en uno de los bolsillos de la capa, solamente asomando la cabeza.
Con todo listo Níniel salió de la habitación, bajó las escaleras, intercambió unos amables saludos mañaneros con el dueño de la posada y salió a la calle. Parecía que sería un bonito y tranquilo día.

Tal y como le había prometido a su mascota, la primera parada era el puesto del vendedor de bellotas. Realmente no era un vendedor de bellotas, aquel hombre vendía forraje para animales de granja y entre sus existencias contaba con la comida común preferida de Geralt, nunca parecía cansarse de ellas y solo las semillas de girasol parecían gustarle mas. Tras un paseo llegó hasta aquel vendedor que solo con verla comenzó a sonreír.
-Veo que el pequeñín ya ha agotado sus provisiones...¿Sigue sin interesarle comprar al por mayor señorita elfa?- Aquel hombre, debido a las constantes visitas de la peliblanca la trataba ya con cierta familiaridad.
-Me saldría mas barato pero no puedo ir con un saco de bellotas a cuestas a todas partes-
Últimamente había pasado mucho tiempo en la ciudad pero eso no significaba que fuera a establecerse allí, de eso ni hablar. Seguía necesitando aire libre y naturaleza salvaje para no perder la cabeza.
-Otro puñado entonces, aquí tiene-
-Gracias- Dijo guardando en un bolsillo las bellotas y pagando una moneda al humano.

Con las necesidades de la mascota cubiertas, Níniel se dedicó a pasear sin rumbo fijo pero siempre por las calles que ya sabía eran seguras y donde el mayor de los problemas que podía surgir era algún orejas redondas que la increpara por su especie con mayor o menor ingenio, pero nada demasiado relevante ni peor a como se trataban entre ellos.

Mientras caminaba, de repente un hombre gordo, no, gordo no, súmamente gordo y vestido con una ropa de lo mas colorida se interpuso en su camino. Intintívamente la elfa dio un paso atrás y colocó el bastón entre ella y el orondo humano a modo de velada advertencia. Sin embargo aquel sujeto simplemente le propuso un trabajo para sorpresa de la peliblanca. Según dijo estaba reclutando a un pequeño grupo para tratar de averiguar qué le había pasado a una caravana que no le había entregado un producto en el tiempo acordado. Por el tono con el que se dirigió hacia ella, no negativo pero si como si se considerara superior a su interlocutora, Níniel pensó que lo mejor sería simplemente rodear a aquel tipo y seguir caminando pero el asunto de la caravana le traía recuerdos y le picó la curiosidad.

-¿Necesita un grupo para algo así?. ¿Acaso se teme lo peor? No soy guerrera si eso es lo que piensa, soy sanadora-

El hombre evadió la pregunta recitando aquel dicho humano de "hombre precavido vale por dos". La verdad es que con aquello su curiosidad estaba lo bastante satisfecha como para negarse a aceptar aquella proposición pero en ese momento el humano dijo que contaba ya con un brujo de cabello blanco y que llevaba dos lobos consigo, aunque no mencionó que dichos lobos eran apenas unos cachorros, seguramente por hacerse el interesante. También mencionó que una sanadora podría irle muy bien al grupo que estaba formando.

-Los elfos y los brujos somos como el agua y el aceite, diciendo eso no me anima...Pero acepto- Dijo sin revelar que conocía a aquel brujo. ¿Cuántos brujos podría haber en Lunargenta con el pelo blanco y con dos lobos?.

Tras aceptar el humano le dijo hacía dónde debía dirigirse. Para llegar a su destino el camino estaba claro hasta para una extranjera como ella. Debía dirigir sus pasos hasta la puerta este, y hacía allí fue.
No le costó nada reconocer entre los transeuntes a Geralt y a su lado había un...Un...Perro enorme con pantalones y armas. En una situación normal ni se plantearía acercarse a algo así, parecía peligroso, pero aquella criatura estaba hablando con el brujo y si que se fiaba de él. Así pues se acercó aunque por el lado del brujo, guardando las distancias con el hombre -bestia.

-Esto...Hola Geralt el brujo, Aneth ara*. Es un palcer volver a verte- Dijo saludando, evidentemente cohibida por el perro aunque también le saludo de manera cortés. -Saludos hombre-bestia- Luego continuó explicando por qué estaba allí. -El humano llamado Vanderburguer ha considerado oportuna mi participación en el asunto de la caravana. Acepté sabiendo de tu participación-

Apuré otro trago de la jarra, una cerveza agria, no estaba mal, era lo único que me podía permitir esta mañana, después del lio del otro día necesitaba algo de tiempo para descansar, aun me dolían los brazos si los movía en determinados ángulos, pero estaba de una pieza, y eso era lo que importaba.

Estaba en una cutre taberna, para variar, rodeado de la clase de gentuza que ya está empinando el codo de buena mañana, entrañable, el ambiente era normal, riñas, peleas, borracheras, un tipo quejándose de que le habían robado, lo típico, pero de repente se hizo silencio cuando un tipo nuevo entro en la taberna e hizo una proposición en voz alta, miré al tipo sin girarme del todo,  así como dato, era gordo, de ropa algo hortera y se veía que andaba sobrado de aeros, sería un mercader o un comerciante, seguro.

-A ver gente, necesito un caballero duro para una misión importante- gritó, medio local se puso de pie, yo bajé la cabeza, ¿caballero? ¿duro?, ese no era un trabajo para mí.
-Yo- -Yo- -No, Yo- -Yo soy más duro- -Elígeme a mí- gritaban los tipos del local, yo me limité a seguir con mi jarra.
-Solo necesito a uno- gritó el gordito –Yo soy el más fuerte- -No soy, yo- -¿Qué dices capullo?, yo soy el más duro- -¿A quien llamas tu capullo?- -Tu eres un mierdas- -Ven aquí y dímelo a la cara- -Callaos los dos imbéciles- -Ahora sí que la has cagado bastardo- -Ala lo que ha dicho de tu madre- Y en un abrir y cerrar de ojos, todo el bar se estaba dando de palos, esbocé una sonrisa ante la divertida escena, lo cierto era que era de esperar, mezcla chusma, testosterona, alcohol, y dinero de por medio y veras lo que te sale.

El camarero gritaba a voces calma sin éxito y el hombre gordo se refugió en alguna esquina, yo seguí bebiendo en la barra como si nada, no quería recibir algún palo gratuito sin comerlo ni beberlo, así que solamente me moví para esquivar una silla y un par de botellas perdidas que se estrellaron junto a mí.
Al cabo de unos minutos todo había acabado, me giré y vi que todo el local estaba retorciéndose farfullando incoherencias en el suelo, unos inconscientes y otros buscando sus dientes, la situación era una mezcla entre triste y cómica, bueno, algo más de cómica.

Vi que el mercader salía de su escondite y miraba horrorizado la escena.
-¡Joder, ¿queda vivo alguien que no esté ebrio o inconsciente?!- gritó, miré hacia los lados y levanté la mano –Yo estoy vivo- -Pues venga, el trabajo es tuyo, sígueme- dijo el hombre, por lo visto debía de llevar algo de prisa y no quería perder el tiempo con la misma escena en otra taberna.

Según salíamos me indicó brevemente el trabajo, había perdido un cargamento y necesitaba gente prescindible para que lo recuperase, me abstuve de preguntar el origen y composición de la carga, si había suerte lo averiguaría yo mismo, no era la primera vez que me llevaba sorpresas desagradables.
Antes de irse me indicó donde estaba el resto del equipo y se alejó a paso bastante rápido para su volumen, me dirigí entonces al punto de destino, donde estaban los tres tres integrantes del equipo, por lo visto yo era el último.

-Pe..perdonad por el retraso, se había armado un lio bien gordo jejeje- sonreí nervioso a los demás y aproveche para fijarme en ellos, uno era un tipo de cabello blanco largo con dos perros, apostaría mi martillo a que era brujo, trague saliva, no tenía nada en contra de los brujos, pero había visto alguna de las cosas que sabían hacer y…ufff, a su lado estaba un hombre bestia, enorme, armado y con pantalones, lo cierto era que de no ser por el miedo que daba sería algo gracioso, junto a él estaba una impresionante elfa ¿Una elfa junto a un brujo?, pero eso no era lo más destacable, la elfa hacía honor a su especie, tez fina facciones delicadas, uf, de no ser porque estaba sucio fijo que se habría visto cómo se me saltaban los colores, y por ultimo un chiquillo con una polvorienta capa, vaya, si apenas tendría ni 12 años, pero bueno, el tipo que nos había contratado sabrá, confío en que hubiera tenido algo más de criterio con mis compañeros que el que tuvo conmigo, sonreí.

-Bu..bueno…yo...yo me llamo Schott, encantado- dije tendiendo el brazo confiando en que alguno me respondiese al saludo. -Oh, oh, no, no, esta sangre no es mia- dije limpiandome un poco el peto, por lo visto en el bar salpicaban mas cosas que licor bararto -Bueno, al menos creo que no toda jejeje- sonreí nervioso.

Wernack se limito a decir el brujo, sin siquiera girarse. No le hizo falta, las uñas de chucho repiqueteaban contra la piedra de la calle, haciendo un sonido inconfundible, como si un perro de cinco metros te persiguiera.

Me encontré con el rey lobo y me concedió dos súbditos... ¿tu que crees? Los compre del mercado, ahora por lo menos no son una bufanda Pero siguió insistiendo, al parecer lo había visto con el mercader. ¿Ahora me sigues?  Lo siento, no eres mi tipo, demasiado pelo, preferiría a alguien como... Ya habían llegado a la puerta y Geralt se apoyo, buscando a la gente con la mirada, eso le permitió reconocer a cierta elfa. ¿Y esa capa?¿Quieres ocultar tu identidad? Siento decirte que cantas un poco entre la multitud... Puede que fuera al revés, que quisiera destacar como el único perro con capa.

Hola elfa... se había presentado como... ¿Keira? Pero sonaba demasiado humano, así que seria "elfa" hasta tener algo mejor, o "elfita". Pero a pesar de su tono neutro, no pudo evitar sonreír al ver como la sacerdotisa mantenía cierta distancia con Wernack. No te preocupes, es incapaz de hacerle daño a nadie no porque fuera bueno, era más bien una constatación de sus habilidades. Eso si, la sonrisa desapareció en cuando se chivo del contrato. Suspiro. Bueno, no pasaba nada, alguien tendría que recibir los golpes al fin y al cabo. Y entonces lo vio. Esa pequeña bola de maldad peluda que le devolvía la mirada desde un bolsillo de la elfa, con ese pelo blanco y esos ojitos malvados, demoníacos, negros como un pozo sin fondo que penetraba en el alma. Veo que tienes un nuevo amiguito... un pequeño demonio blancucho, eso tenia.

Pero el desfile de participantes seguía, y ahora tenían a nada más y nada menos que un crío. No creo que debas estar aquí, es peligroso y no voy a hacerte de niñera. Y Peludo aun menos Pero conocía a Niniel. El brujo miro un momento a la elfa y luego al crío. No, orejas redondas, cero parecido. Bueno, no es mi problema Ya estaba dándose la vuelta cuando apareció otro tipo, esta vez un adulto. Después del candidato anterior, Geralt no emitió ni una sola queja.

Y así empezaron la búsqueda. La buena noticia era que los cinco eran el primer grupo en salir, por lo que si se daban prisa, no tendrían que competir. La mala, que tendrían que buscar por todo el camino. Supongo que sabéis que seguramente el tipo se ha fugado con la carga y no encontraremos nada. Puede que unos pocos bandidos si tenemos suerte lo más probable es que estuviera a una distancia considerable, a una distancia media entre Lunargenta y la siguiente ciudad, donde debían pasar menos patrullas,obviamente tenían que estar atentos, pero les esperaba una caminata considerable.

Spoiler:

Al parecer había comprado a los lobos en el mercado. ¿Comprado? ¿Cachorros de lobo? Tenía que prenderle fuego a algunos puestos urgentemente. De todos modos... -¿Seguro que están mejor contigo que como bufanda?- Ambos eran destinos crueles. Uno de ellos incluia tener una muerte horrible por una causa inutil. El otro era convertirse en bufanda. Chasqueé la lengua. -Tsk. Si, claro, no es como si casi todo el mundo llevase capa...- salvo la gente pobre. Y él. Estaba bastante seguro de que ocultar el que estuviese cubierto de pelo me hacía llamar menos la atención.

Una bruja se acercó a Geralt. Al parecer la conocía... y la elfa no le había cortado nada, lo cual era sorprendente. Por supuesto, la mujer se mantuvo algo distante conmigo, claro, porque ahí era yo el raro, no uno de los que manipulaba las leyes de la naturaleza, no, no, el que destacaba era yo. El pirómano replicó que inofensivo, lo cual hizo que agitase la cola una sola vez, molesto -¿De verdad? Voy a probar.- dije, dandole un fuerte codazo en el costado. -Oh, mira. Lo he conseguido.- sonreí ladeando la cabeza. Un momento, ¿era eso...? -Una ardilla... mira, se parece a Geralt.- reí, ignorando lo mucho que había acertado. Aparentemente, la elfa iba a ayudar en el trabajo... bien, alguien que curase podía ser muy útil.

No acabó ahí. El siguiente "contratado" era un crío. -No, no, de ninguna manera, no. Más críos no. -dije, recordando a los mellizos que habíamos... encontrado, hace poco tiempo. Los malditos ladronzuelos. Gruñí, molesto. -Si te veo acercar tu mano a un metro, te la corto.- advertí. Eso se aplicaba tanto a intentos de robo como de caricia, que me podía esperar cualquier cosa de un niño. Finalmente, vino un humano, que tendía la mano a la espera de que alguien le saludase. Miré al grupo y después al humano... parecía ser el más soportable, empatado con la elfa. Le estreché la mano y le miré a los ojos -Wernack.- pronuncié, algo seco. "Debería presentarme como Wernack, el maestro de las relaciones sociales y gran carismático, el que hace amigos en todas partes... si, sería perfecto." pensé, burlón hasta conmigo mismo.

Realmente aquel par debían de conocerse muy bien a judgar por el nivel de las puyas que se lanzaban el uno al otro como si fueran parte de una conversación normal. Lo cierto es que la elfa no sabía si el siguiente intento de frase ingeniosa sería respondido igualmente con palabras o con un guantazo, por ello se limitó a sonreír con cara de circunstancias sin atreverse a decir nada más. El primero en pasar de las palabras a la acción, cosa que solo era cuestión de tiempo, fue el hombre bestia que le dio un codazo al brujo, fuerte sin duda, pero no parecía ir con toda la fuerza que aquel sujeto debía de poder aplicar, eso seguro. Níniel esperó que la cosa no se les fuera de las manos pero aún así retrocedió un paso.

A continuación ambos parecieron dejar aquel extraño juego para centrarse en la mascota blanca de la elfa que miraba a ambos con interés desde su cómodo refugio. Al brujo no pareció gustarle mucho la pequeña ardilla por el modo en la que la miraba y por como dijo aquello de "pequeño amiguito". El otro pareció querer aprovechar eso mismo para lanzar una nueva puya al primero comentando un parecido razonable muy acertado pero que la elfa no iba a compartir en público en aquel momento. El pequeño Geralt pareció notar las malas vibraciones que aquel par emitían y se escondió del todo en el bolsillo, desapareciendo de la vista.

-Si, no pude dejarlo en la jaula donde lo tenían, la mujer de la tienda dijo que tenía mal carácter y por eso lo habían devuelto en dos ocasiones...Conmigo es encantador. Pensaba que te gustaban los animales- Dijo mirando al brujo.

No pudieron profundizar en el tema de las mascotas pues enseguida se presentó ante ellos un crío. Se trataba ni mas ni menos que de Chimar, su pequeño y espabilado ayudante en el hospital. No había vuelto a verlo desde aquella última noche en la que chico durmió en su sofá después del trabajo.
-!Chimar!, que extraña casualidad. Sigues en la ciudad, ¿Sigues ayudando en el hospital?- En aquel momento Níniel pensó que se trataba de un encuentro fortuito y no que el chico hubiese sido escogido por el humano gordo para el trabajo, como Geralt y ella. ¿Por qué iba un chico de su edad querer meterse en un asunto así?¿Qué clase de persona contrata a niños para asuntos de esa índole?. Sin embargo el hombre - bestia si que parecía tener claros los motivos del niño para acercarse hasta allí, incluso Geralt. Comprendiendo, a Níniel tampoco le hizo gracia, aunque no por los motivos de los otros dos, ella se preocupaba por Chimar.

-¿Te manda Vanderburguer?-Le preguntó al chico en un tono mucho mas amable que el de los demás. -Geralt tiene razón, a saber qué ha pasado con la caravana, podría ser peligroso- En aquel momento la elfa recordó al loco del hospital y cómo éste había cogido a una enfermera de rehén. También recordó la extraña arma que Chimar llevaba siempre en el brazo. -Bueno, después de lo del hospital no debería subestimarte, tu sabrás.-

Enseguida llegó el que sería el último miembro del extraño grupo que se había formado y resultó ser el menos extraño de todos ellos. Comparándolo con un perro de casi dos metros, un brujo y el extraño chico inventor, aquel joven humano era raro por su normalidad. Incluso se mostró educado y pidió disculpas sin necesidad de ello. Por un momento pareció pasear su mirada por los allí reunidos y la elfa sintió como sus ojos se paraban en ella más que en los demás. Níniel le devolvió la mirada clavando sus ojos aguamarina en los de él y sonrió buscando forzar alguna reacción por su parte, o al menos una explicación del porqué la miraba así.
Curiosamente el último en llegar fue el que inició la ronda de presentaciones de manera oficial.

-Mi nombre es Níniel- Dijo tras escuchar los nombre del humano y del hombre - bestia pero sin buscar estrechar ninguna mano o pata pues, aunque ya sabía que entre los humanos era el modo normal ,ella no estaba acostumbrada a ello.
Entonces Geralt decidió que era el mejor momento para poner voz a una idea que la elfa, y seguramente todos los demás, tenían en la cabeza desde que habían visto qué tipo de grupo estaba formado el tal Vanderburguer.

-Ese humano no piensa que sea un simple retraso o un incumplimiento de contrato, eso está claro. Nadie contrata a tantos para hacer un par de preguntas a un socio. Debemos ir a hablar con ese hombre de la rosa, si alguien aquí sabe qué puede haber pasado, es él-

Parecía que para cuando yo llegué ya se habían saludado o ya se conocían, de todas formas eran un grupo muy variopinto, para empezar, el tipo delgado de pelo blanco tan solo me miró sin decir nada, vaya, al menos podía haberme dicho su nombre, sin embargo el hombre bestia fue mucho más amable, cuando nadie parecía que me iba a recoger el saludo e iba a tener que rascarme la cabeza para disimular, se presentó como Wernack –Encantado Wernack- sonreí, no parecía ser mal tipo, además la capa le quedaba bien, supongo que de espaldas podía pasar inadvertido como un hombre grande muy peludo, sonreí.

Creo que la elfa se dio cuenta de que la miraba cruzó sus ojos con los míos y sonrió, me quedé muy cortado, sonreí nervioso y me rasqué la nuca en un burdo intento de disimular mi rubor, burdo hasta para mí, no me estrechó la mano, supongo que serían sus costumbres, y dijo llamarse Niniel. -Ehh.ahh. mu..mucho gusto, un placer- sonreí.
El último miembro del grupo, el chiquillo tampoco dijo nada, lo cierto es que tenía un aspecto curioso, como si no le hubiera dado mucho el sol, jaja, me recordaba a mí a su edad.

Tras esta breve presentación nos pusimos en marcha, el tipo del pelo blanco comentó que el asunto sería fácil, no habría rastro del cargamento y con suerte algún bandido.
-Ah pues perfecto, porque el caso es que aún no he desayunado- bromeé tratando de romper algo el hielo.

Niniel expuso su preocupación, tenía razón, para meter prisa a un mercader no hacen falta 4 tíos, me moría de ganas de ver ese cargamento, el chico preguntó si el que nos había contratado pagaba por producto, un momento, a mí no me había dicho nada de cobrar por producto, es más, no recuerdo que hubiese dicho nada de pagarme, mierda, estoy muy espeso esta mañana, bueno eso ya lo aclararé yo con él a la vuelta, y más vale que no me timen, como la otra vez, y las otras anteriores.

Y se llevo un codazo. Dolió, pero antes muerto que admitirlo ¿Ves? Inofensivo. No se atreve a más por si le devuelvo lo del cuchillo a la cara. Y llevo flechas, muchas... Y eso de que se parecía a esa ardilla... Claro, no podía contestarle con "¿Sabes a que te pareces tu?" Porque era un perro. En fin...

Si el crío tenia una ballesta, mantendría las distancias, lo que reduciría las probabilidades de tener que explicar como ese crío había muerto a unos padres preocupados. Tu procura no darnos. Soy Geralt era el ultimo en presentarse, básicamente, porque empezó a salir de la ciudad, por lo que no vendría nadie más con ellos. Si, cobramos por la carga, o lo que quede de ella. Si no hay nada, no cobramos

El bosque cercano a Lunargenta era relativamente seguro, había bandidos, algún animal salvaje, pero poco más, la caravana no se la habría llevado un dragón, ojala, se habría extraviado por un motivo más mundano. Puede que simplemente hubiera tenido un accidente como una rueda rota...

El grupo se había reunido poco después de la salida del sol, de manera sorprendentemente rápida, pero pasaron horas caminando por un sendero monótono, con un camino de tierra que parecía adaptarse al bosque con múltiples giros y quiebros lo que le daban un aspecto recto sobre un mapa, pero solo "más o menos" recto en la vida real. Los participantes del grupo tenían tiempo de disfrutar de horas y horas escuchando pajaritos, hasta que al medio día, con casi la mitad del camino recorrido, encontraron lo que buscaban después de una curva especialmente pronunciada.

Había cuatro carros, como le habían indicado, aunque "carros" era una manera muy optimista de referirse a las estructuras chamuscadas que prácticamente obstruían el camino. Ninguno humeaba, y la zona no parecía ser especialmente cálida, por lo que no era reciente. Pero claro, eso no seria lo primero en lo que se fijarían, los cadáveres destacaban más. Nueve cuerpos se encontraban tumbados sobre la tierra, en charcos de sangre seca, todos despojados de armas y armaduras, pero con claras heridas de varias armas blancas. Se lo habían llevado todo, incluso los caballos. El brujo busco alguna señal que confirmara que esa era la caravana adecuada. Dudaba que hubiera muchas caravanas perdidas, pero más valía prevenir, pero no supo ver nada, solo quedaba unas pocas armas rotas y una armadura, demasiado dañada para ser usable... La buena noticia era que "sutileza" no parecía ser una palabra que conocieran esos saqueadores, puesto que se veían claras señales de arrastre hacia el lado izquierdo de la carretera, ademas de marcas de herraduras de los caballos robados, por la derecha, en cambio, se veía un rastro de sangre.

Supervivientes probablemente... No había ningún rubio entre los cadáveres, por lo que seria mejor asegurarse de que estaban en lo cierto antes de embarcarse en un rescate de bienes. Porque, al fin y al cabo, cobraban por recuperar la mercancía. Unos cinco minutos más tarde, acabaría conduciendo a Jon, el pobre desgraciado que comandaba la caravana se encontraba apoyado en un árbol, sentado y tapándose una herida en el costado que había atravesado, de alguna manera, su cota de mallas. Su armadura y escudo estaban cubiertos de sangre seca y con solo acercarse se podía oler el olor a putrefacción. Teniendo en cuenta que el tipo abrió los ojos al oírlos, no estaba muerto, sino que tenia una enorme infección en la herida.

Nin... puedes... con que hablara bastaba, pero no podía decir eso ¿mejorar su estado?

Spoiler:

El niño se confesó como ladrón con un murmullo, justificando mi nula fe en los críos humanos. -Hmph. ¿Tu que sabrás?- solo la capa que llevaba ya costaba un centenar de aeros, y el frasco de veneno que llevaba oculto tampoco era barato. Con eso, nos pusimos en marcha. El grupo empezó a exponer sus teorias sobre el contratista. -Bah, no os hagais ilusiones. La gente rica contrata mercenarios hasta cuando se les cae un vaso al suelo.- comenté. Lo sabía por experiencia, los nobles tendían a escandalizarse por cualquier cosa, y luego era a mi al que pagaban por darle una paliza a quien se había equivocado con su nombre o mirado mal. Tampoco es que me molestase, era una buena fuente de ingresos, pero a veces necesitaba un desafío.

Durante horas, estuvimos caminando sin encontrar nada. Disfruté del buen tiempo y la calma, era bastante agradable. Pasé el rato desenrollando la cadena terminada en gancho de mi brazo y girándolo, con cuidado de no dar a nadie, aunque acercándolo amenazadoramente hacia el niño, el brujo y la elfa sin llegar a tocarles. Cuando el sol estaba casi en su cúspide, acabamos encontrando un montón de cadáveres y montones de madera chamuscados. -Ah, debe haber sido por causas naturales.- bromeé. Pinché algunos de los cadáveres con la espada, para ver si alguno reaccionaba. Chasqueé la lengua. -Nada que saquear... que poca consideración.-

Por la derecha había marcas de sangre, mientras que por la izquierda, un rastro que llevaría hacia los culpables. Seguimos la sangre, en busca de algún superviviente. El olor a sangre fresca inundaba la zona, pero también notaba un segundo olor, uno horrible... y no era el de Geralt. Algo se estaba pudriendo, y parecía ser también el único superviviente. -No parece tener muchas ganas de charlar.- observé. Era raro que empezase a oler tan mal antes de morir, la herida debía estar muy infectada. ¿Algún veneno? Si no, es que llevaba mucho tiempo agonizando...

-No creo que se pueda hacer mucho. ¿Le sacamos de su sufrimiento? -si quedaba alguien con algo de valor encima, era él después de todo...

El silencio se convirtió en el sexto miembro del grupo durante el largo caminar que les llevo primero fuera de Lunargenta y luego mas allá de las granjas que la rodeaban, adentrándose en el bosque. Era normal, aunque parecía que el destino había querido que los caminos de algunos viejos conocidos volvieran a juntarse para aquel trabajo, la verdad es que la mayoría no se conocían entre ellos, es más, ni se conocían ni parecían confiar mucho los unos en los otros. Geralt y Wernack parecían pensar, y así lo habían dicho, que Chimar sería un lastre mas que una ayuda. El chico posiblemente pensaría que aquel par serían unos garrulos con poco cerebro y demasiado dados a la violencia. En cuanto a la última incorporación...Seguro que pensaba que estaba en el grupo mas extraño que jamás se hubiese podido imaginar. Por supuesto todos pensarían acertádamente que la peliblanca no tenía aspecto de aventurera y si tenían que luchar sería un estorbo. Ella...Ella trataba de pensar en positivo sobre sus compañeros. Geralt era listo y sabía pelear, Wernack parecía fuerte y rápido, Sabía que Chimar era muy espabilado y era una caja de sorpresas y por último de Schott, esperaba que supiera usar aquel escudo que portaba, ya que a simple vista no dejaba entrever qué aptitudes tenía a parte de disimular muy mal el rubor.

El único que pareció disfrutar del viaje fue Geralt la ardilla. Tan pronto como dejaron atrás los muros de la ciudad salió de su refugio y se encaramó al hombro de la elfa, comenzando a mirar todo cuanto les rodeaba con sumo interés e incluso nerviosismo. Cuando dejaron atrás las granjas y comenzaron a caminar entre los árboles el pequeñín no paraba de ir de un hombro de su dueña a otro pero la chica de la tienda no mentía cuando decía que sus animales estaban bien enseñados, no hizo ningún intento por ir mas allá. Eso si, cuando Wernack comenzó a jugar con su cadenita y está pasó cerca de la la elfa la ardilla comenzó a chillarle de un modo gracioso pues parecía que le estaba echando la bronca del siglo.

El sol ya estaba muy alto y la joven comenzaba a preguntarse cuándo Geralt, que parecía el que hacia las veces de líder, pensaba hacer un alto en el camino para descansar y reponer fuerzas, cuando comenzó a oler a quemado, a sangre y a muerte. Tan pronto como el grupo pasó la siguiente curva del camino la cercana fuente de aquellos olores quedó a la vista.
Era un espectáculo espantoso, apenas quedaban unos restos a medio quemar de unos carros de transporte y por el suelo había varios cuerpos destrozados sobre grandes zonas de tierra manchada con sangre seca. Algunos de los cuerpos parecían haber sido también pasto de los carroñeros lo que causaba que la escena fuese incluso mas dura.
Níniel apretó los labios, no por asco, si por pesadumbre.

-¿Es nuestra caravana?- Preguntó en voz alta. Todo apuntaba que si, el lugar, el número de transportes...Se acercó hasta los primeros cuerpos y comenzó a murmurar una corta plegaria a sus dioses en voz baja y en su idioma materno, el élfico. Níniel enseguida pudo distinguir en los cuerpos sin vida qué marcas correspondían a mordeduras de animales y cuáles correspondían a armas.
-¿Cuál es la costumbre entre los humanos? ¿Quemar los cuerpos?- Fuese la que fuese el grupo tenía otras prioridades, el Brujo había encontrado un rastro que podía llevar hasta supervivientes del ataque. De nuevo caminaron durante unos minutos hasta que justo cuando parecía que no encontrarían nada ni a nadie dieron con un humano, y aún vivía. Aunque no lo haría mucho si dependía de Wernack

-No, Wernack, no sin que antes vea si su curación está al alcance mis habilidades.-

La peliblanca dejó el bastón a un lado y este extrañamente se quedó en equilibrio sobre el suelo sin estar clavado en la tierra. Se agachó al lado del enfermo y con cuidado, haciendo caso omiso del fuerte olor de la herida, apartó las manos del humano del costado. Estaba mal, no bastaría con aplicar su magia sobre la herida para cerrarla, necesitaba algo para combatir la infección. Por desgracia aquello no era ni su casa en Sandorai ni el hospital de Lunargenta, por suerte el bosque siempre provee.

-Necesito una hierba común del bosque...Flor azul. Iré por ella, quitadle esa armadura con cuidado, Chimar, ya sabes como limpiar una herida, no tardaré en volver-

Dicho eso se alejó del grupo adentrándose entre los árboles, buscaba un tipo de árbol en concreto donde aquellas flores que necesitaba solían crecer, aunque la verdad es que era un tipo bastante común de planta. A pesar de ello le llevó unos minutos encontrarla y volver con los demás. Cuando volvió a aparecer ante el grupo lo hizo mascando algo con efusividad.

Sin decir nada volvió a agacharse cerca del humano herido y tras unos segundos escupió en su mano lo que había estado mascando. Era un pasta blanquecina, ligeramente azulada que, aunque pareciese una guarrada, comenzó a aplicar sobre la herida con delicadeza y pericia, tratando de causar el menor daño posible a su "paciente". Una vez hubo aplicado la cantidad que consideró necesaria del ungüento, impuso sus manos sobre la herida y comenzó a aplicar su magia sobre la misma, no con la intención de cerrarla, si no de ayudar en su curación. Para acabar se rasgó un trozo de su túnica para realizar un vendaje que a su vez mantuviera la medicina en su sitio.

-Es todo cuanto puedo hacer por ahora, si cierro su herida sin tratar la infección morirá. También he encontrado esto. - Sacó de uno de los bolsos de su capa unas fresas silvestres de saludable aspecto y sacando su daga de entre los pliegues de su ropa comenzó a trozearlas para que el paciente pudiera ir comiéndolas aun estando débil. -Toma, debes de tener hambre y te ayudará con la herida.- Le dijo al humano herido con su voz melodiosa.

Bastante motivados salimos de Lunargenta, el tipo del pelo blanco dijo llamarse Geralt y nos confirmó que cobrábamos según lo que recuperásemos.
-Pues vaya, yo confiaba en que hubiera al menos algún premio de consolación- dije bromeando, aunque lo cierto es que confiaba en encontrar la carga intacta, y a sus portadores.
También el chaval tuvo a bien decirnos su nombre, Chimar, le asentí sonriente, aunque aún no lograba discernir qué papel jugaba en todo esto.
-Bueno... Chimar eras ¿no?, a..¿A qué te dedicas?, es decir, ¿cómo has acabado aquí?- pregunté intrigado.

El viaje fue bastante largo, no sé cuántas horas estuvimos caminando, al menos el día era precioso y el paraje envidiable sin embargo mis compañeros no parecían muy dados a hablar, una lástima, así que probé a darles algo de coba.
Wernack había sacado una especie de cadena con un afilado gancho que llevaba y se puso a juguetear con ella, me acerqué a él deseoso de conversación.
-Interesante pieza, parece muy útil- sonreí –Imagino que aparte de para escalar, es ofensiva ¿no?- dije fijándome mejor en el gancho, desde luego era ingenioso.

Seguimos recorriendo el bosque, lo cierto es que esta caminata me estaba sentando muy bien, viene bien salir de Lunargenta de vez en cuando, me fijé entonces que una graciosa ardilla había aparecido y se había encaramado al hombro de Niniel, parecía estar domesticada, pero lo más raro es que era completamente blanca.
-Que maja jaja- sonreí -Ey chiquitina ¿Quieres emmm…- pregunté rebuscando en mis bolsillos, vaya, no me quedaba casi nada de comer -Una.... ¿zanahoria?- Sonreí mostrándosela al animal.
-Parece que la tienes bien amaestrada- sonreí a la elfa -¿Ese color?¿Es propio de alguna zona?- comenté curioso, lo cierto es que la quedaba bien, tal vez sería de alguna zona montañosa.

Seguimos andando y nadie parecía apetecerle hacer ningún descanso, claro no iba a ser yo el que lo propusiera, pero estaba deseando con todas mis fuerzas que alguien lo sugiriese.
Por suerte llegamos pronto al objetivo, aunque para mi consternación, había sido una masacre.
-Oh, joder- no puede evitar exclamar al ver el desastre, habían prendido fuego a los carros y habían matado a los guardias, había varios cadáveres por el suelo, me acerqué corriendo a uno y me llevé las manos a la nariz, estaba muerto, y a juzgar por su olor, hacía bastante.
Me acerqué entonces a una carreta, estaba completamente quemada, no había carga, o si la había se había quemado, seguramente se la hubieran llevado, tampoco estaban los caballos.
-Esto ha sido una masacre- dije contemplando la horrible escena, vi que Wernack pinchaba un cadáver con la espada, le lancé una mirada de “Ahora no tío joder, que están muertos” que no se si recibió.
Miré para otro lado y vi que la Niniel estaba rezando algo ininteligible frente a otro cadáver, un comportamiento mucho mejor.
-Si no hay otra opción sí, pero sería mejor enterrarlos- dije en respuesta a su pregunta.

El olor era muy fuerte, les habían robado las armas y las armaduras y muchos cuerpos estaban destrozados, algún animal se habría puesto las botas con los cadáveres, espero, la otra opción es mucho peor.
Me dirigí detrás de un carro para vomitar, pero una pieza brillante en el suelo me detuvo, era un peto de  armadura muy dañado, lo recogí y me acerqué de nuevo a mis compañeros.
-Es extraño- dije observando detenidamente la pieza –A juzgar por las muescas….no les han dado con nada contundente, es decir, esto son marcas de espadas o hachas pequeñas, además…- dije volteando la armadura –Es como si les hubiesen golpeado desde abajo, es extraño- dije volviendo  dejar el destrozado peto en el suelo.

Geralt comentó que por la derecha podía haber supervivientes, estaban siguiendo un rastro de sangre, fui con ellos.
Tras un breve rato llegamos hasta un árbol donde había un tipo herido apoyado, no se le veía muy bien.
Wernack sugirió una solución drástica, por suerte la elfa sabía de medicina, se acercó a examinarle, yo asomé la cabeza por encima con cuidado de no tirar el bastón que había dejado ¿de pie?.
-Uf, yo eso lo he visto, e…es mu chungo- dije tratando de contener el mareo al ver el terrible estado del superviviente.

Niniel dijo algo de ir a buscar una flor al bosque y nos pidió que le quitásemos la armadura, al parecer el chaval sabía cómo limpiar una herida, mejor, yo no sé si me hubiera atrevido a hurgar allí.
-Espera, te ayudaré con la armadura- dije rebuscando en la bandolera y sacando unas cizallas –Verás ahora que bien- dije cortando con cuidado las uniones del peto y de la cota de malla hasta podérsela quitár, retiré la destrozada armadura y dejé el torso del pobre hombre al descubierto -Ale, ahí tienes, mucha suerte- dije dándole un toque en el hombro a Chimar.

Me estaba mareando, la sangre no era para mí, así que me hice a un lado y me puse a examinar la armadura que le había retirado al tipo, estaba muy dañada, y manchada de sangre con pedazos de carne muerta, todos mis sentidos me gritaban que la tirase lejos, pero tal vez fuera la clave para entender que había pasado a aquí.
Al poco llegó Niniel de nuevo y continuó con las curaciones, iba a mirar para ver si podía ver algo de magia en acción pero me hice a un lado porque tampoco quería molestar, seguí mirando la armadura.
-Veis…es lo que pensaba…son estas perforaciones…es como…si les hubiera atacado un niño muy pequeño, con armas ligeras…de abajo a arriba…es raro…pobres… no tuvieron opción, la armadura es más débil por ahí- dije con gesto torcido.
En ese momento parecía que el hombre se encontraba ya algo mejor e iba a logra decir algo, acerqué la cabeza con curiosidad.

El brujo ignoro el pequeño gancho, sabia que no le daría, no se atrevería después del cuchillo. El miedo a una tormenta de flechas era demasiado grande. Y, realmente, las reacciones del grupo ante la escabechina no le sorprendieron, la elfa rezando, Wer con un comentario mordaz, Schott vomitando, aunque le extraño que el crió no lo hiciera, nada mal.

Por supuesto que fueron causas naturales. Lo natural después de un espadazo es que te mueras no era el momento ni el lugar, pero simplemente no pudo evitarlo.

Y, tal como había esperado, Niniel pudo apañar un remedio casero que, juntamente a sus habilidades naturales, bastaron para que Jon abriera los ojos y tosiera un poco. El brujo se acerco y le ofreció agua, en una inaudita muestra de amabilidad, pero aparto la cantimplora antes de que acabara de saciar su sed. Un pequeño impulso....

Eres Jon ¿verdad? tenia que empezar de alguna manera...

Oh... tosió os ha contratado ese maldito mercader

Si, ¿que ha pasado?

Cayeron poco antes del anochecer, esas malditas alimañas, no fue casualidad, sabían que veníamos... Esos monstruillos nos rodearon, atacaron, yo solo pude escapar gracias a que me abrí paso y acabe con unos cuantos, hasta acabar aquí. No pude hacer nada, eran demasiados... Monstruos, estaría delirando, pero por si acaso, ese era su terreno.

Entiendo... su espada estaba a su lado, impecable. Parecía altamente improbable que alguien tan malherido se molestara en limpiar su espada pero no su escudo o armadura. El brujo se levanto, le dio su cantimplora y se fue por donde habían venido. Wernack o sus lobos podrían rastrear el olor de los bandidos. Según había dicho Schott antes, se enfrentaban a un grupo de enanos, o de niños...

Se paro en seco antes de llegar al camino, estaba oyendo voces.

¿Veis? Tenéis que coger una rama y eliminar el rastro, así Oyó unos gruñidos como respuesta.

Y lo mismo con las carretas y los cadáveres, tenéis que esconderlos oh, eso era interesante. El grupo se acerco, pero no había mucho lugar para ocultarse y alguien hizo crujir una rama, alertando a los bandidos.

Los "bandidos" resultaron ser un tipo de aspecto humanoide ataviado con ropas negras y una larga espada y un par de trasgos. No necesito esforzarse mucho, esos enanos feos y orejudos eran trasgos, seguro.

Joder que pintas...

Los trasgos no parecieron entusiasmados con la llegada del grupo, uno de ellos levanto un dedo y empezó a contarlos. Ono, sos, kes paro de contar y miro al otro trasgo ¿Kekikada? el otro asintió y ambos salieron por patas gritando "kekirada".

¿Que hacéis? ¡Parad! ¡Cabrones! y ese tipejo con pintas de asesino cutre salio por patas detrás de ellos.

Puede que su grupo no se diera cuenta, pero eso era malo, muy malo los trasgos confiaban en su superioridad numérica, si habían atacado a diez hombres, eran muchos, muchísimos No podían permitirse pasar medio día de caminata siendo perseguidos por trasgos Hay que atraparlos, AHORA y salio corriendo detrás de ellos

Las pintas del tipejo:

Spoiler:

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La elfa se fue a buscar flores al bosque, lo cual tenía su gracia. Me aparté del futuro cadaver, la peste que emitia amenazaba con tumbar a alguien, y tal vez podía averiguar algo mirando los cadáveres. Me acerqué a uno, pero no habia nada interesante. Observé que no había ninguna herida muy grande, por lo que armas como espadones estaban descartadas. Tampoco había ni rastro de flechas, lo cual hacia el trabajo algo más fácil.

El estómago me gruñó. Iba siendo hora de comer algo, pero no llevaba nada... había un cadáver relativamente en buen estado, sin signos de podredumbre ni de mordiscos de animales. -¿Y si...?- miré el cuerpo, y luego miré al resto del grupo, cerca del superviviente. "No le haría daño a nadie... y probablemente no se darían cuenta..." negué con la cabeza, no era el momento. Volví con el grupo, al parecer la elfa iba a curar al tipo. Schott explicó algo sobre los atacantes, al parecer eran bajitos y usaban armas perforantes. -Ah, entiendo. Ha sido Chimar. Caso resuelto.- dije, apuntando al crío con mi espada. Tras una corta conversación con el superviviente, que seguia respirando, noté algo raro. -Huelo algo.- advertí. Segundos después, escuché una voz humana. Nos acercamos a ella y descubrimos a un tipo rarito hablando con unos bichos enanos que asocié directamente con el crío.

Al vernos, empezaron a huir. El brujo salió detrás de ellos, pero yo me quedé quieto unos instantes, apenas unos cinco segundos, dándoles una justa ventaja a las presas. Después, eché a correr detrás del hombre adulto con prendas ridículas. -Si vas a enseñar a alguien, deberías empezar por superar a tus alumnos. - dije, burlón, mientras le perseguía. Por supuesto, un humano no podía competir con un hombre bestia, y menos conmigo, que era más rápido y podía seguir durante mucho más tiempo. No tardé en acercarme más y más hasta estar a solo un par de metros. -¡Piensa rápido!- dije, lanzando el gancho horizontalmente hacia su cuello.

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El tratamiento pareció dar resultado y al menos lo bastante rápido para que el hombre pudiera responder a las preguntas que le hizo el brujo. Efectivamente se trataba del hombre que les había mencionado Vanderburguer, seguramente si limpiaban bajo la sangre reseca que manchaba el escudo del humano encontrarían la rosa que tan característica debía resultar como para ser mencionada como casi única descripción del personaje.
El hombre dijo que les habían atacado unos "Monstruitos" y, si debían de hacerle caso, bastantes de ellos. La verdad es que el humano parecía haber salido de una dura y cruenta batalla y sin duda salir con vida de la matanza que el grupo había dejado atrás debía de haber sido muy duro, pero para la elfa no pasaba por alto el detalle de que, mientras su armadura y escudo estaban ensangrentados, su espada estaba limpia e incluso libre de marca de batalla alguna, incluso el bastón de la peliblanca tenía más señales que aquella espada, y eso que ella no era ninguna luchadora. ¿Por qué mentir?. No era ninguna estupidez retirarse de un combate perdido de antemano y aunque el hombre mintiese respecto al modo en el que burló a la muerte, una mentira no mató al resto de los integrantes de la caravana.

Como si aquellas respuestas obtenidas convirtieran al hombre herido en algo sin valor alguno, los miembros del grupo comenzaron a alejarse de allí. Dejando al humano a su suerte de una forma bastante cruel. Ella sola no podía hacer nada por ayudarle, ni siquiera quedándose podría ayudarle a defenderse.

-No podemos dejarlo aquí sin mas, puede que mis curas le salven la vida pero está débil. ¿Que pasará si los atacantes de la caravana lo encuentran?.-

Su queja no fue atendida así que la peliblanca hizo lo único que podía hacer. Le entregó el resto de las fresas silvestres que había encontrado al hombre, le acercó su espada y le deseó suerte. Esperaba que los dioses de los humanos, que habían evitado su muerte durante y después del ataque a la caravana no lo abandonaran ahora.
Durante el retorno al camino, no obstante, se negó a hablar con aquellos que dejaban atrás a un hombre herido.

Antes de volver al lugar del ataque algo pareció llamar la atención del perro y el brujo y los llevó a desviarse de nuevo. Tras seguir a aquellos dos, pronto las distorsionadas voces que se escuchaban fueron definiéndose hasta que se pudo escuchar unas frases con total claridad. Sin que nadie tuviera que decirlo la elfa había comenzado a andar con mucho cuidado para no hacer ruido y delatar su posición. Allí, la elfa no tenía ningún problema en resultar cuidadosa y sigilosa, cualquier elfo aprendía incluso de niño con juegos como el escondite, incluso una destinada a ser sacerdotisa y no forestal. Tras acercarse lo mas que se atrevió, pudo poner forma a los dueños de las palabras que se escuchaban. Uno era un tipo que vestía de negro, y los otros dos eran...Unas pequeñas cosas feas hasta decir basta y ataviadas con lo que parecían ropas hechas de pedazos de prendas y partes de armaduras que respondían a las palabras del primero con gruñidos y burdos intentos de común. Níniel no sabía que clase de criaturas eran pero inmediatamente pensó en las palabras de Jon el humano, "Monstruitos".

Quizá si seguían escuchando un poco mas podrían obtener valiosa información, desde luego tras haber escuchado nítidamente tan solo un par de frases, aquel hombre ya se había declarado culpable de atacar caravanas, podrían acabar descubriendo mucho sin esfuerzo...Pero un inconveniente ruido delató su posición antes de descubrir nada mas.

Ya con el grupo al descubierto, el extraño trío comenzó a correr como si escaparan de los latigazos de su amo. Níniel dudó unos instantes si debería perseguirles o no. La lógica decía que aquellos tipos formaban parte de un grupo mayor, y seguramente corrían a su encuentro, también estaba el asunto de obtener información...Pero por otro lado, ir tras ellos podía ser peligroso para alguien que de lucha sabía lo justo. Finálmente y tras ver las reacciones de los demás, decidió que si sola no podía, si que podía ayudar a otro de sus compañeros. Decidió que el que más podría necesitar ayuda sería Chimar, de modo que fue con él.

El miembro 'Chimar' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses

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Wernack bromeó con lo que había expuesto sobre los tipos bajitos sugiriendo que había sido el chaval, no pude evitar soltar una carcajada.
Atendí entonces a las palabras que el tipo hecho polvo estaba logrando escupir, por lo visto era el tal Jon, nuestro objetivo y dijo que se vieron atacados por ¿alimañas?, ¿monstruos raros?, bueno, lo cierto era que por su estatura gente normal no podía ser.

Me fijé de nuevo en su destrozada armadura ¿Y su espada?, ahí estaba, tirada a su lado, aunque había algo raro, estaba limpia, por lo visto el tío había adornado un poco su historia, salir corriendo quedaba bastante peor en las canciones, aunque a juzgar por cómo había recibido acero el pobre, tampoco podía culparle.

Geralt le devolvió su cantimplora y se fue por donde habíamos venido sin decir nada, Wernack dijo oler algo, yo solo olía las heridas del tipo, no era médico, pero no tenían buena pinta, Geralt también dijo que había oído algo, joe, menudos sentidos tenía la gente, yo solo oía pajarillos y los alegres ruidos de bosque, sin más dilación ambos se fueron corriendo hacia las carretas.

Nos quedamos los otros tres solos, Niniel exclamó que no podíamos dejarle atrás, estaba de acuerdo con ella, pero no sé si moverle en su estado sería una buena idea, así que la miré con gesto de impotencia, finalmente la elfa se decidió a darle algo de comer y acercarle la espada, a Chimar tampoco pareció hacerle demasiada gracia dejarle ahí tirado al pobre hombre, así que le promete pasar a buscarle.
Me quedé unos instantes quieto –Ey que os olvidáis del bueno de Schott- grité –Bueno buen hombre, tengo que irme, pero ya ha oído al chaval, volveremos a buscarle eh, usted no se vaya de paseo por ahí en nuestra ausencia jeje- bromeé tratando de sacarle una sonrisa al pobre tipo.

Con mucho pesar me alejé corriendo deseoso de no quedarme atrás. –Ey chicos, esperadme-
Sin embrago me callé al acercarme a la zona de las carretas, parecía que había gente y mis compañeros habían salido corriendo tras ellos.
-Ey ey no me dejeis aquí- grité entrando yo también en la carrera de lo que se supone estábamos persiguiendo.
-¡Alto!, ¡Alto en nombre de la ley!- gritaba como un loco persiguiendo tan solo sombras.
“Mierda, no le voy a coger nunca” pensé, lo cierto era que ir cargado de cachivaches, aunque útil, no era lo más indicado para correr, además ni siquiera sabía a qué narices taba siguiendo, a lo mejor era tan solo un ciervo.
-Verás ahora cabron- dije cogiendo una hermosa piedra del suelo –Esto sí que no te lo esperas- sonreí deteniéndome, sacando la pala y golpeando la piedra con ella como si fuera a talar un árbol, con un poco, o bueno, muchísima suerte le daría, sino, bueno, solo espero que no rebotase en una rama y me diera en la cabeza, como aquella vez.

El miembro 'Schott' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses

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