Agudizando los sentidos [Entrenamiento] [Cerrado]
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Agudizando los sentidos [Entrenamiento] [Cerrado]
Tras reencontrarse casualmente con su familia al completo en el bosque la noche anterior, la benjamina de los Calhoun decidió quedarse a dormir en casa de su madre, con la idea de explicarle todo lo que había sucedido desde la última vez que se vieron, que no era poco. Elen comenzó por el principio, narrando los acontecimientos que tuvieron lugar la aciaga noche en que sus pasos la llevaron hasta aquella bolsa de aeros maldita, para luego continuar con un breve resumen de los primeros meses que pasó bajo el influjo de aquel oscuro mal. La joven intentó suavizar un poco su relato, omitiendo los peores detalles para que su madre no se preocupase en exceso, pero fue en vano, el hecho de que ni su hermano ni ella hubiesen sido capaces de contarle algo semejante en el tiempo que llevaba instalada en Lunargenta le dolió bastante.
Amparándose en que su intención era no causarle más preocupaciones, después de todo lo que la bruja había tenido que pasar sola en el norte, Elen continuó con su historia, haciendo un gran salto en el tiempo hasta el momento en que visitó la tienda de antigüedades de la dama negra, Rine. Si no fuera por aquella mujer la de ojos verdes no habría conseguido encontrar al centinela, ni siquiera habría sabido de su existencia, lo cual la hubiese condenado a vivir maldita por el resto de su vida, sin poder hacer nada contra los efectos negativos del mal que cargaba consigo.
Desde ahí siguió con el camino que la había llevado hasta el buen centinela Tarivius, y las pruebas que éste le había puesto para lograr el amuleto que ahora poseía. La preocupación volvió a reflejarse en el rostro de Yennefer mientras su hija le hablaba de los diferentes guardianes a los que se había enfrentado, pero por suerte la tensai había vuelto de una pieza tras toda aquella locura. Lo que más costó a la hechicera fue hablar sobre el ritual de isla lunar, no solo por su combate contra el jinete, que podría haber acabado con ella en cualquier momento, sino también por la pérdida de su mentor, el hombre que había dado su vida para que Elen ocupase su lugar.
Yennefer tardó un poco en asimilar todo lo que su hija le estaba contando, pero cuando lo hizo no dudó en adoptar aquel tono de reproche que todas las madres usaban para reprender a sus pequeños cuando hacían algo mal. - ¿Por qué no me lo contaste antes? Tendría que haber estado contigo. - dijo, para acto seguido abrazar a su hija. - Era algo que debía hacer por mi cuenta, pero ahora necesito tu ayuda. - musitó la alquimista en respuesta, devolviéndole el gesto. Una vez separadas, la de cabellos cenicientos pasó a contarle el problema que estaba teniendo con sus poderes últimamente, cada vez que se excedía quedaba ciega durante unos minutos, y teniendo en cuenta lo que estaba por venir, no podía permitirse que eso le ocurriese en el campo de batalla.
Aquel fue el motivo de que ambas estuviesen en una de las arenas de entrenamiento de la guardia poco después del amanecer, armadas con un par de espadas sin filo. - Bien, el problema es la pérdida del sentido de la vista, así que trabajaremos con los demás, para que cuando te ocurra en combate no te vuelvas vulnerable ante tu enemigo. - indicó Yennefer, mientras tiraba del pañuelo que llevaba al cuello y se acercaba a su hija. La maga había cambiado sus bonitos vestidos por una vestimenta más cómoda, compuesta de un pantalón oscuro y una camisa holgada, que quedaba semi oculta bajo un chaleco negro. Situándose detrás de Elen, la morena estiró el pañuelo y cubrió con él los ojos de la joven, haciendo un firme nudo en la parte posterior de su cabeza para que la tela no se moviese durante el entrenamiento.
- ¿Cómo te sientes? - preguntó, volviendo a blandir el arma sin filo y apartándose de su hija. - Indefensa. - respondió la centinela, visiblemente incómoda con la situación. - Todos tenemos debilidades Chispa, pero si consigues sobreponerte a esto no importará las veces que te ocurra, seguirás luchando aunque no veas a tu adversario. - la animó su madre, aprovechando para moverse en círculos alrededor de ella, de modo que tuviese que acostumbrarse a seguir la fuente del sonido. - Concéntrate en escuchar, no solo mi voz sino también mis pasos, mi respiración, cualquier cosa que te ayude a saber dónde estoy. - indicó, danto unos momentos a la benjamina de los Calhoun para acostumbrarse a aquel estado de oscuridad.
- Comenzaremos con el cuerpo a cuerpo, sujeta bien la espada e intenta rechazar mis ataques. - aquellas fueron las últimas palabras de la tensai, y a pesar de saber que ninguna de las armas tenía filo, Elen no pudo evitar que la tensión se adueñase de su cuerpo, justo como le pasaba cada vez que creía estar en peligro.
Amparándose en que su intención era no causarle más preocupaciones, después de todo lo que la bruja había tenido que pasar sola en el norte, Elen continuó con su historia, haciendo un gran salto en el tiempo hasta el momento en que visitó la tienda de antigüedades de la dama negra, Rine. Si no fuera por aquella mujer la de ojos verdes no habría conseguido encontrar al centinela, ni siquiera habría sabido de su existencia, lo cual la hubiese condenado a vivir maldita por el resto de su vida, sin poder hacer nada contra los efectos negativos del mal que cargaba consigo.
Desde ahí siguió con el camino que la había llevado hasta el buen centinela Tarivius, y las pruebas que éste le había puesto para lograr el amuleto que ahora poseía. La preocupación volvió a reflejarse en el rostro de Yennefer mientras su hija le hablaba de los diferentes guardianes a los que se había enfrentado, pero por suerte la tensai había vuelto de una pieza tras toda aquella locura. Lo que más costó a la hechicera fue hablar sobre el ritual de isla lunar, no solo por su combate contra el jinete, que podría haber acabado con ella en cualquier momento, sino también por la pérdida de su mentor, el hombre que había dado su vida para que Elen ocupase su lugar.
Yennefer tardó un poco en asimilar todo lo que su hija le estaba contando, pero cuando lo hizo no dudó en adoptar aquel tono de reproche que todas las madres usaban para reprender a sus pequeños cuando hacían algo mal. - ¿Por qué no me lo contaste antes? Tendría que haber estado contigo. - dijo, para acto seguido abrazar a su hija. - Era algo que debía hacer por mi cuenta, pero ahora necesito tu ayuda. - musitó la alquimista en respuesta, devolviéndole el gesto. Una vez separadas, la de cabellos cenicientos pasó a contarle el problema que estaba teniendo con sus poderes últimamente, cada vez que se excedía quedaba ciega durante unos minutos, y teniendo en cuenta lo que estaba por venir, no podía permitirse que eso le ocurriese en el campo de batalla.
***
Aquel fue el motivo de que ambas estuviesen en una de las arenas de entrenamiento de la guardia poco después del amanecer, armadas con un par de espadas sin filo. - Bien, el problema es la pérdida del sentido de la vista, así que trabajaremos con los demás, para que cuando te ocurra en combate no te vuelvas vulnerable ante tu enemigo. - indicó Yennefer, mientras tiraba del pañuelo que llevaba al cuello y se acercaba a su hija. La maga había cambiado sus bonitos vestidos por una vestimenta más cómoda, compuesta de un pantalón oscuro y una camisa holgada, que quedaba semi oculta bajo un chaleco negro. Situándose detrás de Elen, la morena estiró el pañuelo y cubrió con él los ojos de la joven, haciendo un firme nudo en la parte posterior de su cabeza para que la tela no se moviese durante el entrenamiento.
- ¿Cómo te sientes? - preguntó, volviendo a blandir el arma sin filo y apartándose de su hija. - Indefensa. - respondió la centinela, visiblemente incómoda con la situación. - Todos tenemos debilidades Chispa, pero si consigues sobreponerte a esto no importará las veces que te ocurra, seguirás luchando aunque no veas a tu adversario. - la animó su madre, aprovechando para moverse en círculos alrededor de ella, de modo que tuviese que acostumbrarse a seguir la fuente del sonido. - Concéntrate en escuchar, no solo mi voz sino también mis pasos, mi respiración, cualquier cosa que te ayude a saber dónde estoy. - indicó, danto unos momentos a la benjamina de los Calhoun para acostumbrarse a aquel estado de oscuridad.
- Comenzaremos con el cuerpo a cuerpo, sujeta bien la espada e intenta rechazar mis ataques. - aquellas fueron las últimas palabras de la tensai, y a pesar de saber que ninguna de las armas tenía filo, Elen no pudo evitar que la tensión se adueñase de su cuerpo, justo como le pasaba cada vez que creía estar en peligro.
Última edición por Elen Calhoun el Sáb Jul 02 2016, 11:14, editado 1 vez
Elen Calhoun
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Re: Agudizando los sentidos [Entrenamiento] [Cerrado]
Yennefer se mantuvo a cierta distancia durante unos instantes, dando tiempo a su hija para que se acostumbrase a la nueva situación, mientras sopesaba el peso del arma que llevaba en la mano. Pocas veces había empuñado una espada, y la verdad es que prefería utilizar sus poderes antes que aquel tipo de objetos, pero sabía que tanto su pequeña como Vincent habían aprendido a defenderse no solo con magia, sino también adquiriendo habilidades de combate cuerpo a cuerpo, que eran las que ahora trabajarían. Tras dar un par de minutos a la de ojos verdes, comenzó a moverse alrededor de ella sin demasiada prisa, limitándose en primera instancia a caminar y observar las reacciones de Elen, que sujetó con firmeza la empuñadura y cruzó la hoja por delante de su cuerpo, de modo que protegiese en parte la zona del torso, donde se encontraban muchos órganos vitales.
La hechicera había adoptado una posición de guardia media, adelantando una pierna para poder girar más ágilmente de ser necesario, pero no tuvo tiempo de hacer nada antes de que el arma que portaba su madre la tocase levemente en uno de los hombros. - Herida… tienes que hacerlo mejor, vacía tu mente y concéntrate. - indicó, revelando con su voz que había optado por acercarse a la centinela por la espalda. Elen se giró para encararla y ésta vez no se quedó quieta, en vez de eso prefirió mantenerse en movimiento, de modo que no resultase tan sencillo volver a pillarla desprevenida.
Sin embargo, la desventaja de no contar con el sentido de la vista seguía presente, y aunque la maga trató de aguzar el oído, en busca de cualquier sonido que pudiese delatar la posición de su madre, la hoja de Yennefer volvió a alcanzarla, a la altura del muslo. - Herida, otra vez… - comentó, mientras la joven se apartaba instintivamente. - Sé que debe ser difícil, y está bien que quieras proteger la parte superior del cuerpo, pero si te hieren en una pierna durante el combate te volverás lenta, tenlo en cuenta. - añadió, sin obtener respuesta de la benjamina de la familia. Elen odiaba sentirse así de débil, pero precisamente por ello había pedido ayuda para entrenarse, no siempre podría contar con alguien que la protegiese, y de ocurrirle estando sola contra un adversario, tenía que saber defenderse.
Probablemente de llegar a una situación de peligro real, la bruja optase primero por echar mano a sus poderes que a la espada, pero también debía tener en cuenta el desgaste que ello suponía, y que de agotar sus fuerzas no le quedaría más remedio que luchar en distancias cortas. Una vez más, la tensai se preparó para recibir otro ataque, pero por mucho que intentase prestar atención a los diferentes sonidos que la rodeaban, Yennefer era una mujer ligera, que apenas hacía ruido al pisar y se movía con bastante agilidad, así que por tercera vez, sintió el romo filo del arma contra sus ropas.
- ¡Vamos Chispa! No has superado todas esas pruebas para caer tan fácilmente, tienes que centrarte. - exclamó la morena, en un intento por motivar a su aprendiz. - No puedo, no consigo escuchar nada. - respondió frustrada la centinela. - ¿Esa es la excusa que vas a dar cuando te encuentres con el próximo jinete? ¿Dejarás que acaben contigo o vas a hacerles pagar por lo que te han hecho? - prosiguió Yenn, tratando de recordar a su hija el motivo por el que había luchado tanto hasta el momento, un motivo que la había mantenido con vida cuando otros seguramente se habrían rendido mucho antes.
Aquellas palabras parecieron surtir un efecto inmediato en la de ojos verdes, que apretando los dientes y trayendo a su mente la imagen del Tarmúnil de isla lunar, por fin comenzó a percatarse del ligero sonido de los pasos de su madre. Con determinación, elevó la espada en el momento preciso para rechazar el ataque que iba dirigido hacia su cuello, y siguiendo el movimiento de la hoja enemiga, consiguió esquivar también un segundo tajo que tenía como objetivo alcanzarle el vientre, pero luego volvió a perder la concentración, en cuanto su madre alejó el arma y cambió de posición para realizar el siguiente intento, que alcanzó a la benjamina de los Calhoun en una de las corvas, con suficiente intensidad como para provocar que cayese al suelo.
- Mejor, pero aún queda mucho que hacer. - comentó Yenn, mientras sujetaba a su hija del brazo para ayudarla a levantarse. - Esto no es cosa de un día Elen, tendremos que practicar a diario hasta que consigas dominarlo. - añadió. - Lo sé, volvamos a intentarlo. - contestó la centinela, ya en pie y lista para el siguiente asalto.
La hechicera había adoptado una posición de guardia media, adelantando una pierna para poder girar más ágilmente de ser necesario, pero no tuvo tiempo de hacer nada antes de que el arma que portaba su madre la tocase levemente en uno de los hombros. - Herida… tienes que hacerlo mejor, vacía tu mente y concéntrate. - indicó, revelando con su voz que había optado por acercarse a la centinela por la espalda. Elen se giró para encararla y ésta vez no se quedó quieta, en vez de eso prefirió mantenerse en movimiento, de modo que no resultase tan sencillo volver a pillarla desprevenida.
Sin embargo, la desventaja de no contar con el sentido de la vista seguía presente, y aunque la maga trató de aguzar el oído, en busca de cualquier sonido que pudiese delatar la posición de su madre, la hoja de Yennefer volvió a alcanzarla, a la altura del muslo. - Herida, otra vez… - comentó, mientras la joven se apartaba instintivamente. - Sé que debe ser difícil, y está bien que quieras proteger la parte superior del cuerpo, pero si te hieren en una pierna durante el combate te volverás lenta, tenlo en cuenta. - añadió, sin obtener respuesta de la benjamina de la familia. Elen odiaba sentirse así de débil, pero precisamente por ello había pedido ayuda para entrenarse, no siempre podría contar con alguien que la protegiese, y de ocurrirle estando sola contra un adversario, tenía que saber defenderse.
Probablemente de llegar a una situación de peligro real, la bruja optase primero por echar mano a sus poderes que a la espada, pero también debía tener en cuenta el desgaste que ello suponía, y que de agotar sus fuerzas no le quedaría más remedio que luchar en distancias cortas. Una vez más, la tensai se preparó para recibir otro ataque, pero por mucho que intentase prestar atención a los diferentes sonidos que la rodeaban, Yennefer era una mujer ligera, que apenas hacía ruido al pisar y se movía con bastante agilidad, así que por tercera vez, sintió el romo filo del arma contra sus ropas.
- ¡Vamos Chispa! No has superado todas esas pruebas para caer tan fácilmente, tienes que centrarte. - exclamó la morena, en un intento por motivar a su aprendiz. - No puedo, no consigo escuchar nada. - respondió frustrada la centinela. - ¿Esa es la excusa que vas a dar cuando te encuentres con el próximo jinete? ¿Dejarás que acaben contigo o vas a hacerles pagar por lo que te han hecho? - prosiguió Yenn, tratando de recordar a su hija el motivo por el que había luchado tanto hasta el momento, un motivo que la había mantenido con vida cuando otros seguramente se habrían rendido mucho antes.
Aquellas palabras parecieron surtir un efecto inmediato en la de ojos verdes, que apretando los dientes y trayendo a su mente la imagen del Tarmúnil de isla lunar, por fin comenzó a percatarse del ligero sonido de los pasos de su madre. Con determinación, elevó la espada en el momento preciso para rechazar el ataque que iba dirigido hacia su cuello, y siguiendo el movimiento de la hoja enemiga, consiguió esquivar también un segundo tajo que tenía como objetivo alcanzarle el vientre, pero luego volvió a perder la concentración, en cuanto su madre alejó el arma y cambió de posición para realizar el siguiente intento, que alcanzó a la benjamina de los Calhoun en una de las corvas, con suficiente intensidad como para provocar que cayese al suelo.
- Mejor, pero aún queda mucho que hacer. - comentó Yenn, mientras sujetaba a su hija del brazo para ayudarla a levantarse. - Esto no es cosa de un día Elen, tendremos que practicar a diario hasta que consigas dominarlo. - añadió. - Lo sé, volvamos a intentarlo. - contestó la centinela, ya en pie y lista para el siguiente asalto.
Elen Calhoun
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Re: Agudizando los sentidos [Entrenamiento] [Cerrado]
El segundo asalto no presentó muchas diferencias con el anterior, la hechicera hizo todo lo que pudo pero no era suficiente, su sentido del oído no estaba lo bastante desarrollado como para adaptarse tan pronto a las nuevas circunstancias. Frustrada por no mejorar todo lo rápido que quería, Elen se quedó sentada en el suelo durante unos instantes, mientras su madre aguardaba a que decidiese levantarse para seguir con el entrenamiento. - Probemos a ir más despacio, limítate a escuchar con atención y decirme dónde estoy. - indicó, para luego comenzar a caminar lentamente alrededor de su hija.
Los pasos de la morena eran realmente ligeros, pero después de unos minutos de aguzar el oído, conteniendo por momentos la respiración, la de ojos verdes volvió a escuchar los tacones de Yennefer a su espalda. - Detrás de mí. - dijo con seguridad, tratando de mantener aquel nivel de concentración para no perder el sonido de las pisadas. - Bien, ¿y ahora? - preguntó, mientras avanzaba hacia uno de los lados. Elen giró el rostro en la dirección en que avanzaba, atenta a cualquier cambio que Yennefer pudiese hacer para despistarla o dificultarle la tarea de saber dónde se encontraba.
- A mi izquierda. - comentó, y entonces los pasos se detuvieron. - Bien Chispa, parece que esto funciona. - dijo la maga, al tiempo que planeaba su siguiente movimiento. Sin abandonar su posición, la tensai utilizó sus habilidades telequinéticas para hacer levitar el arma que llevaba consigo, y tras conducirla hacia un punto en concreto, justo al frente de la centinela, permitió que el filo tocase levemente el suelo y se arrastrase por él, causando un ligero chirrido. - ¿Y bien? - formuló Yenn, en voz baja. - Tú no te has movido, has manipulado la espada. - contestó la joven, sin dejar de concentrarse. - Correcto, ¿a qué distancia dirías que está? - volvió a preguntar, permitiendo que el chirrido volviese a escucharse durante unos segundos.
- Tres o cuatro metros. - musitó, sin mucha seguridad. - Casi, en realidad está a unos cinco, pero te has quedado cerca. - indicó, aprovechando el momento para alejarse un poco del lugar en que Elen se hallaba sentada. - No solo tendrás que aprender a defenderte a ciegas, sino también a calcular las distancias, y el tiempo del que dispones antes de que tu enemigo llegue hasta ti, eso podría decantar la balanza en favor de un ataque cuerpo a cuerpo o a distancia. - prosiguió, adoptando su papel de profesora. - Los nuestros siempre se encuentran más cómodos peleando con el espacio de su lado, pero no siempre tenemos esa posibilidad. - añadió, elevando ligeramente la voz para que pudiese escucharla con claridad.
- ¿Por qué te has alejado? - preguntó la de cabellos cenicientos, poniéndose en pie. - Vamos a añadir el factor distancia al ejercicio, ahora tendrás que decirme dónde estoy y cuántos metros crees que nos separan. - explicó la tensai, comenzando a moverse nuevamente. Respirando profundamente, Elen volvió a concentrarse en busca de los pasos de su madre, y cuando finalmente alcanzó a escucharlos, trató de determinar la segunda cuestión, algo más complicada. - Al frente, a unos diez metros. - probó suerte, aunque aprender a calcular bien las distancias le llevaría algún tiempo.
- No está mal, parece que la dirección ya no te cuesta tanto, pero habrá que seguir trabajando con la distancia, te has pasado dos metros. - corrigió, sin perder aquel tono propio de un profesor de la academia tensai durante su clase. - Como bien dijiste no es cosa de un día, pero ¿qué pasará cuando me enfrente a un enemigo más sigiloso? A ti te delatan las botas. - formuló, obligándose a seguir prestando atención al más mínimo cambio en los sonidos que la rodeaban, fue así como se percató de que Yennefer comenzaba a acercarse a ella. - Entonces tendrás que conseguir que se delaten, y tienes en tus manos todo lo que necesitas para ello. - contestó la morena, al tiempo que sujetaba delicadamente el antebrazo de su hija, aquel en que Tarivius había dejado su marca.
- Por silenciosos que sean todos tienen debilidades, y tu elemento es más que suficiente para dar con ellas. - empezó a decir, sin apartarse de la centinela. - Si son más rápidos que tú hiérelos, si son más fuertes busca el modo de reducirlos, y si se mueven en las sombras ciégalos, que nada ni nadie sea capaz de alcanzarte Chispa, eso es lo que debes conseguir. - prosiguió, para luego atraer nuevamente la espada roma hacia sí y volver a situarse a un par de metros de su hija. - Volvamos a intentarlo, defiéndete. - instó, consiguiendo que su benjamina de inmediato blandiese con firmeza su espada y la cruzase por delante de su cuerpo, adoptando la guardia media que tan cómoda le resultaba.
Los pasos de la morena eran realmente ligeros, pero después de unos minutos de aguzar el oído, conteniendo por momentos la respiración, la de ojos verdes volvió a escuchar los tacones de Yennefer a su espalda. - Detrás de mí. - dijo con seguridad, tratando de mantener aquel nivel de concentración para no perder el sonido de las pisadas. - Bien, ¿y ahora? - preguntó, mientras avanzaba hacia uno de los lados. Elen giró el rostro en la dirección en que avanzaba, atenta a cualquier cambio que Yennefer pudiese hacer para despistarla o dificultarle la tarea de saber dónde se encontraba.
- A mi izquierda. - comentó, y entonces los pasos se detuvieron. - Bien Chispa, parece que esto funciona. - dijo la maga, al tiempo que planeaba su siguiente movimiento. Sin abandonar su posición, la tensai utilizó sus habilidades telequinéticas para hacer levitar el arma que llevaba consigo, y tras conducirla hacia un punto en concreto, justo al frente de la centinela, permitió que el filo tocase levemente el suelo y se arrastrase por él, causando un ligero chirrido. - ¿Y bien? - formuló Yenn, en voz baja. - Tú no te has movido, has manipulado la espada. - contestó la joven, sin dejar de concentrarse. - Correcto, ¿a qué distancia dirías que está? - volvió a preguntar, permitiendo que el chirrido volviese a escucharse durante unos segundos.
- Tres o cuatro metros. - musitó, sin mucha seguridad. - Casi, en realidad está a unos cinco, pero te has quedado cerca. - indicó, aprovechando el momento para alejarse un poco del lugar en que Elen se hallaba sentada. - No solo tendrás que aprender a defenderte a ciegas, sino también a calcular las distancias, y el tiempo del que dispones antes de que tu enemigo llegue hasta ti, eso podría decantar la balanza en favor de un ataque cuerpo a cuerpo o a distancia. - prosiguió, adoptando su papel de profesora. - Los nuestros siempre se encuentran más cómodos peleando con el espacio de su lado, pero no siempre tenemos esa posibilidad. - añadió, elevando ligeramente la voz para que pudiese escucharla con claridad.
- ¿Por qué te has alejado? - preguntó la de cabellos cenicientos, poniéndose en pie. - Vamos a añadir el factor distancia al ejercicio, ahora tendrás que decirme dónde estoy y cuántos metros crees que nos separan. - explicó la tensai, comenzando a moverse nuevamente. Respirando profundamente, Elen volvió a concentrarse en busca de los pasos de su madre, y cuando finalmente alcanzó a escucharlos, trató de determinar la segunda cuestión, algo más complicada. - Al frente, a unos diez metros. - probó suerte, aunque aprender a calcular bien las distancias le llevaría algún tiempo.
- No está mal, parece que la dirección ya no te cuesta tanto, pero habrá que seguir trabajando con la distancia, te has pasado dos metros. - corrigió, sin perder aquel tono propio de un profesor de la academia tensai durante su clase. - Como bien dijiste no es cosa de un día, pero ¿qué pasará cuando me enfrente a un enemigo más sigiloso? A ti te delatan las botas. - formuló, obligándose a seguir prestando atención al más mínimo cambio en los sonidos que la rodeaban, fue así como se percató de que Yennefer comenzaba a acercarse a ella. - Entonces tendrás que conseguir que se delaten, y tienes en tus manos todo lo que necesitas para ello. - contestó la morena, al tiempo que sujetaba delicadamente el antebrazo de su hija, aquel en que Tarivius había dejado su marca.
- Por silenciosos que sean todos tienen debilidades, y tu elemento es más que suficiente para dar con ellas. - empezó a decir, sin apartarse de la centinela. - Si son más rápidos que tú hiérelos, si son más fuertes busca el modo de reducirlos, y si se mueven en las sombras ciégalos, que nada ni nadie sea capaz de alcanzarte Chispa, eso es lo que debes conseguir. - prosiguió, para luego atraer nuevamente la espada roma hacia sí y volver a situarse a un par de metros de su hija. - Volvamos a intentarlo, defiéndete. - instó, consiguiendo que su benjamina de inmediato blandiese con firmeza su espada y la cruzase por delante de su cuerpo, adoptando la guardia media que tan cómoda le resultaba.
Elen Calhoun
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Re: Agudizando los sentidos [Entrenamiento] [Cerrado]
Yennefer optó por rodear a su hija y prepararse para atacarla desde un costado, pero a diferencia de los asaltos anteriores, ésta vez la de ojos verdes si pudo escuchar con claridad sus pasos desde un principio, y eso le sirvió para detener el primer tajo, con un rápido movimiento de la roma hoja que sostenía. El segundo llegó de forma descendente pero obtuvo el mismo resultado, y a partir de ahí, la tensai aguzó el oído para centrarse en buscar el sonido del arma enemiga al cortar el aire, detalle que le sirvió para seguir defendiéndose, pero no para pasar a la ofensiva.
En un combate real no podría mantener aquel papel por mucho tiempo, pronto sus fuerzas le fallarían y terminaría quedando vulnerable ante su oponente, así que debía obligarse a atacar, aunque fuese prácticamente a ciegas. Con determinación, detuvo un nuevo golpe de su madre y pasó a contraatacar, dirigiendo su espada a la zona en que debería estar el vientre de la hechicera. Como era de esperar, Yenn no tuvo problemas para esquivar el ataque, pero ahora los papeles habían cambiado entre ambas, y mientras Elen siguiese tomando la iniciativa durante el enfrentamiento, se limitaría a adoptar una posición defensiva y poner a prueba las habilidades de su benjamina.
La centinela probó algo diferente, girando hacia un lado y buscando alcanzar a su objetivo en un brazo, esperando acertar con la diestra de su madre, para así desarmarla y ganar al menos un asalto. Su movimiento no iba mal encaminado, alcanzó a la hechicera sin causarle daño, pero dado el romo filo de la hoja, no consiguió que perdiese su espada. - Mejor, puede que al final no nos lleve tanto tiempo como pensaba. - comentó la morena con voz animada, esbozando una media sonrisa que su hija no alcanzaría a ver. - Siente la magia que me recorre, eso te servirá para situar a aquellos enemigos que tengan poderes como nosotras. - añadió, para luego volver a comenzar el ejercicio.
Elen hizo caso a la recomendación de su madre, y se concentró en el maná que la maga tenía tanto dentro de ella como a su alrededor, de modo que le resultó mucho más sencillo ubicarla en el espacio. Así consiguió cortar su nuevo ataque y volver a tomar las riendas de la situación, ésta vez con mejor puntería a la hora de asestar los tajos, con lo que tras unos intentos, logró acertar en la muñeca de Yennefer, provocando que su arma cayese al suelo. Sin detenerse ahí, la de cabellos cenicientos adelantó su espada y la colocó junto al cuello de la morena, dando por terminado el asalto con aquel movimiento. - He ganado, esta vez. - dijo, sin permitir que se le subiese a la cabeza, pues pecar de confiada la llevaría irremediablemente a cometer un error.
- Sí, tomémonos un descanso, así podrás quitarte la venda unos minutos. - propuso Yenn, pero su hija negó con la cabeza en respuesta. - He de acostumbrarme a esto, así que seguiré con ella hasta que terminemos la jornada. - respondió, aunque no se oponía a sentarse unos instantes, para recuperar el aliento y seguir agudizando los sentidos que desde aquel día tendría que desarrollar de forma constante. - Ojalá tuviese el oído de un vampiro o un licántropo, esto sería mucho más fácil. - musitó, sin dejar de escuchar todo cuanto pasaba a su alrededor. La brisa soplaba suavemente, y muy de fondo, podían escucharse los metálicos choques de otras espadas, probablemente la guardia también estuviese utilizando alguna de las arenas de entrenamiento cercanas.
- Está claro que será una de tus bazas principales, pero no te olvides de la magia ni del olfato. - dijo la morena, volviendo a utilizar aquel tono tan propio de una profesora. Elen contuvo el aliento y escuchó mejor a su madre, pero no lo que decía, sino sus movimientos, su respiración, todo lo que podía darle información estando en aquel estado de ceguera. - Lo tendré en cuenta. - aseguró ella, mientras deslizaba los dedos por la roma hoja que sostenía. Tardaría algún tiempo antes de dominar por completo el arte de luchar sin contar con el sentido de la vista, pero su entrenamiento no iba a detenerse ahí, también debía trabajar sus habilidades mágicas y más concretamente los hechizos que solían llevarla al límite de sus fuerzas, para que cada vez le costase menos, y por tanto, se redujesen las probabilidades de sufrir aquel incómodo efecto.
En un combate real no podría mantener aquel papel por mucho tiempo, pronto sus fuerzas le fallarían y terminaría quedando vulnerable ante su oponente, así que debía obligarse a atacar, aunque fuese prácticamente a ciegas. Con determinación, detuvo un nuevo golpe de su madre y pasó a contraatacar, dirigiendo su espada a la zona en que debería estar el vientre de la hechicera. Como era de esperar, Yenn no tuvo problemas para esquivar el ataque, pero ahora los papeles habían cambiado entre ambas, y mientras Elen siguiese tomando la iniciativa durante el enfrentamiento, se limitaría a adoptar una posición defensiva y poner a prueba las habilidades de su benjamina.
La centinela probó algo diferente, girando hacia un lado y buscando alcanzar a su objetivo en un brazo, esperando acertar con la diestra de su madre, para así desarmarla y ganar al menos un asalto. Su movimiento no iba mal encaminado, alcanzó a la hechicera sin causarle daño, pero dado el romo filo de la hoja, no consiguió que perdiese su espada. - Mejor, puede que al final no nos lleve tanto tiempo como pensaba. - comentó la morena con voz animada, esbozando una media sonrisa que su hija no alcanzaría a ver. - Siente la magia que me recorre, eso te servirá para situar a aquellos enemigos que tengan poderes como nosotras. - añadió, para luego volver a comenzar el ejercicio.
Elen hizo caso a la recomendación de su madre, y se concentró en el maná que la maga tenía tanto dentro de ella como a su alrededor, de modo que le resultó mucho más sencillo ubicarla en el espacio. Así consiguió cortar su nuevo ataque y volver a tomar las riendas de la situación, ésta vez con mejor puntería a la hora de asestar los tajos, con lo que tras unos intentos, logró acertar en la muñeca de Yennefer, provocando que su arma cayese al suelo. Sin detenerse ahí, la de cabellos cenicientos adelantó su espada y la colocó junto al cuello de la morena, dando por terminado el asalto con aquel movimiento. - He ganado, esta vez. - dijo, sin permitir que se le subiese a la cabeza, pues pecar de confiada la llevaría irremediablemente a cometer un error.
- Sí, tomémonos un descanso, así podrás quitarte la venda unos minutos. - propuso Yenn, pero su hija negó con la cabeza en respuesta. - He de acostumbrarme a esto, así que seguiré con ella hasta que terminemos la jornada. - respondió, aunque no se oponía a sentarse unos instantes, para recuperar el aliento y seguir agudizando los sentidos que desde aquel día tendría que desarrollar de forma constante. - Ojalá tuviese el oído de un vampiro o un licántropo, esto sería mucho más fácil. - musitó, sin dejar de escuchar todo cuanto pasaba a su alrededor. La brisa soplaba suavemente, y muy de fondo, podían escucharse los metálicos choques de otras espadas, probablemente la guardia también estuviese utilizando alguna de las arenas de entrenamiento cercanas.
- Está claro que será una de tus bazas principales, pero no te olvides de la magia ni del olfato. - dijo la morena, volviendo a utilizar aquel tono tan propio de una profesora. Elen contuvo el aliento y escuchó mejor a su madre, pero no lo que decía, sino sus movimientos, su respiración, todo lo que podía darle información estando en aquel estado de ceguera. - Lo tendré en cuenta. - aseguró ella, mientras deslizaba los dedos por la roma hoja que sostenía. Tardaría algún tiempo antes de dominar por completo el arte de luchar sin contar con el sentido de la vista, pero su entrenamiento no iba a detenerse ahí, también debía trabajar sus habilidades mágicas y más concretamente los hechizos que solían llevarla al límite de sus fuerzas, para que cada vez le costase menos, y por tanto, se redujesen las probabilidades de sufrir aquel incómodo efecto.
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Re: Agudizando los sentidos [Entrenamiento] [Cerrado]
Al cabo de unos minutos, la tensai volvió a ponerse en pie con ayuda de la espada y se preparó para volver a su entrenamiento, obligando a Yennefer a hacer lo propio, o eso creyó ella. Sin moverse de donde se encontraba, la morena optó por echar mano nuevamente a sus habilidades telequinéticas, para manipular en el aire el arma con que practicaba, de modo que esta levitase en el aire y se moviese alrededor de su hija. - Veamos si esta vez aciertas con las distancias, ¿dónde está la hoja y cuantos metros la separan de ti? - indicó la maga, mientras dirigía el objeto hacia un punto concreto de la arena.
Elen debía contar con el sonido, pero más aún con el flujo de maná que envolvía la espada, solo así sabría exactamente dónde estaba. - Delante de mí… a unos tres metros y medio. - respondió tras unos segundos, mucho más segura de lo que lo había estado antes. - Correcto, probemos con otro lugar. - musitó Yenn, al tiempo que cambiaba de dirección y hacía levitar la hoja hacia uno de los lados, alejándose levemente de su benjamina. - A la izquierda, cinco metros. - volvió a decir la de ojos verdes, y el silencio de su madre fue suficiente para saber que también había acertado. El arma siguió en movimiento, y cada vez que se detenía, la joven indicaba su posición sin dudar, hasta que por último la roma punta de la espada quedó justo a su espalda, tan cerca como para imitar lo que un asesino sigiloso intentaría para eliminar a su objetivo.
- Está detrás de mí, a no más de un palmo. - aseguró, y entonces el objeto cayó pesadamente sobre la arena. - Seguir el flujo de maná te está ayudando a progresar mucho más rápido. - comentó la morena, con tono animado. - Sé que no siempre te enfrentarás a enemigos que posean magia, pero creo que deberíamos dedicar lo que queda de día a centrarnos en esto, tendremos tiempo para que mejores el oído. - propuso, ésta vez poniéndose en pie y escrutando con la mirada los alrededores de la arena, en busca de recursos para el entrenamiento.
Unas dianas de arquero situadas en el extremo del recinto le dieron la idea, así que no se lo pensó dos veces, tomó su espada y la que sostenía Elen y dejó caer ambas a un lado, para luego sujetar por los hombros a su hija y girarla en dirección a los blancos. - Cambiemos un poco el ejercicio, quiero que utilices tu elemento para acertar en los objetivos que voy a marcarte, concéntrate. - indicó, justo antes de valerse de una pequeña piedra del terreno para hacer uso de su telequinesis. La roca serviría para marcar la diana a la que debía dirigirse el ataque, y cada blanco simularía ser un enemigo en combate, así que pondría a prueba tanto la puntería de la centinela como su rapidez de reacción.
- Ponte en situación, te encuentras en medio del bosque y de forma repentina comienzas a escuchar sonidos extraños entre la maleza. - dijo, con voz algo más seria. - La oscuridad de la noche no te ayuda a ver qué tipo de criaturas son las causantes del ruido, pero pronto se oyen gruñidos y te das cuenta de que no te encuentras ante un solo ser, ¡defiéndete! - instó, haciendo que la piedra se situase delante de una de las dianas. Tal como actuaría si aquella situación fuese real, Elen creó un orbe de energía y lo hizo brillar intensamente por delante de su cuerpo, buscando cegar a los supuestos enemigos. Luego, y sin perder ni un instante, disparó una descarga contra el punto en que percibía el maná que rodeaba el pequeño objeto, pero no se encontraba ante un solo objetivo, así que tuvo que seguir lanzando ataques, tantos como cambios de posición hizo la piedra.
Yennefer quedó satisfecha con la rapidez de reacción que su hija estaba mostrando, pero no dejó de manipular el objetivo, quería poner a prueba la resistencia de la hechicera, y ver cuántas descargas de aquella potencia podía lanzar antes de cansarse. Para su sorpresa, Elen no dejó de disparar el eléctrico elemento, ni siquiera cuando superó los quince movimientos, pero se podía notar que iba perdiendo poder de ataque, cada nuevo hechizo hacía menos daño que el anterior, así que ya tenía su respuesta, al menos en parte. Las diez primeras habían sido muy intensas, pero a partir de aquel punto, las siguientes comenzaban a perder potencia, aunque seguían siendo bastante peligrosas, sobre todo si el ataque se combinaba con otro más drástico.
- Deberías ver esto, casi prendes fuego a las dianas. - comentó Yenn, dando por terminado el ejercicio antes de que destrozasen parte del equipo de la guardia. Elen se retiró la venda de los ojos y observó las negruzcas marcas que habían quedado en los blancos, mientras su madre la observaba con preocupación, pues el verde de sus ojos estaba más claro que de costumbre.
Elen debía contar con el sonido, pero más aún con el flujo de maná que envolvía la espada, solo así sabría exactamente dónde estaba. - Delante de mí… a unos tres metros y medio. - respondió tras unos segundos, mucho más segura de lo que lo había estado antes. - Correcto, probemos con otro lugar. - musitó Yenn, al tiempo que cambiaba de dirección y hacía levitar la hoja hacia uno de los lados, alejándose levemente de su benjamina. - A la izquierda, cinco metros. - volvió a decir la de ojos verdes, y el silencio de su madre fue suficiente para saber que también había acertado. El arma siguió en movimiento, y cada vez que se detenía, la joven indicaba su posición sin dudar, hasta que por último la roma punta de la espada quedó justo a su espalda, tan cerca como para imitar lo que un asesino sigiloso intentaría para eliminar a su objetivo.
- Está detrás de mí, a no más de un palmo. - aseguró, y entonces el objeto cayó pesadamente sobre la arena. - Seguir el flujo de maná te está ayudando a progresar mucho más rápido. - comentó la morena, con tono animado. - Sé que no siempre te enfrentarás a enemigos que posean magia, pero creo que deberíamos dedicar lo que queda de día a centrarnos en esto, tendremos tiempo para que mejores el oído. - propuso, ésta vez poniéndose en pie y escrutando con la mirada los alrededores de la arena, en busca de recursos para el entrenamiento.
Unas dianas de arquero situadas en el extremo del recinto le dieron la idea, así que no se lo pensó dos veces, tomó su espada y la que sostenía Elen y dejó caer ambas a un lado, para luego sujetar por los hombros a su hija y girarla en dirección a los blancos. - Cambiemos un poco el ejercicio, quiero que utilices tu elemento para acertar en los objetivos que voy a marcarte, concéntrate. - indicó, justo antes de valerse de una pequeña piedra del terreno para hacer uso de su telequinesis. La roca serviría para marcar la diana a la que debía dirigirse el ataque, y cada blanco simularía ser un enemigo en combate, así que pondría a prueba tanto la puntería de la centinela como su rapidez de reacción.
- Ponte en situación, te encuentras en medio del bosque y de forma repentina comienzas a escuchar sonidos extraños entre la maleza. - dijo, con voz algo más seria. - La oscuridad de la noche no te ayuda a ver qué tipo de criaturas son las causantes del ruido, pero pronto se oyen gruñidos y te das cuenta de que no te encuentras ante un solo ser, ¡defiéndete! - instó, haciendo que la piedra se situase delante de una de las dianas. Tal como actuaría si aquella situación fuese real, Elen creó un orbe de energía y lo hizo brillar intensamente por delante de su cuerpo, buscando cegar a los supuestos enemigos. Luego, y sin perder ni un instante, disparó una descarga contra el punto en que percibía el maná que rodeaba el pequeño objeto, pero no se encontraba ante un solo objetivo, así que tuvo que seguir lanzando ataques, tantos como cambios de posición hizo la piedra.
Yennefer quedó satisfecha con la rapidez de reacción que su hija estaba mostrando, pero no dejó de manipular el objetivo, quería poner a prueba la resistencia de la hechicera, y ver cuántas descargas de aquella potencia podía lanzar antes de cansarse. Para su sorpresa, Elen no dejó de disparar el eléctrico elemento, ni siquiera cuando superó los quince movimientos, pero se podía notar que iba perdiendo poder de ataque, cada nuevo hechizo hacía menos daño que el anterior, así que ya tenía su respuesta, al menos en parte. Las diez primeras habían sido muy intensas, pero a partir de aquel punto, las siguientes comenzaban a perder potencia, aunque seguían siendo bastante peligrosas, sobre todo si el ataque se combinaba con otro más drástico.
- Deberías ver esto, casi prendes fuego a las dianas. - comentó Yenn, dando por terminado el ejercicio antes de que destrozasen parte del equipo de la guardia. Elen se retiró la venda de los ojos y observó las negruzcas marcas que habían quedado en los blancos, mientras su madre la observaba con preocupación, pues el verde de sus ojos estaba más claro que de costumbre.
Elen Calhoun
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Re: Agudizando los sentidos [Entrenamiento] [Cerrado]
- Sigamos practicando. - pidió la centinela, al tiempo que volvía a vendarse los ojos con el pañuelo. El ejercicio que acababan de realizar estaba bastante bien para poner a prueba sus habilidades con la electricidad, pero debían tener en cuenta no dañar demasiado el material de la guardia, lo que obligaría a la morena a improvisar. - Dame un momento. - respondió Yenn, mientras buscaba algún otro objeto que pudiese convertirse en un blanco resistente. La arena no ofrecía demasiadas cosas a parte del espacio, pero fuera del recinto sí que había recursos para llevar a cabo un entrenamiento completo, y de eso se valdría la maga en aquella ocasión.
Justo en el lugar del que habían tomado las espadas para practicar estaba lo que necesitaba, bajo el montón de dagas, hachas, arcos y lanzas con los que se trabajaban los distintos modos de combate, según la distancia y las destrezas del aprendiz. Los aspirantes a engrosar las líneas de la guardia no solo aprendían a atacar sino también a defenderse, y de ahí que hubiese un pequeño montón de escudos de metal, no más de media docena, para enseñarles a bloquear los golpes del enemigo. - Esto servirá. - musitó la hechicera, para luego apartar las armas y llevarse consigo lo que le interesaba. - He encontrado algo que resistirá mejor tus descargas. - indicó, mientras volvía al recinto y comenzaba a colocar estratégicamente los escudos, de modo que rodeasen a su hija y estuviesen a distintas distancias de su posición.
Solo habría un hueco claramente vacío, lugar que ocuparía ella y desde el que manejaría el ejercicio. - Volvemos al supuesto de antes, pero ahora que puedo moverlos, los blancos avanzaran hacia ti, debes evitar que te alcancen. - dijo con voz tranquila, justo antes de concentrarse y hacer levitar los escudos. Elen se centró en el flujo de maná y no tardó en situarse, percibiendo que su madre se había colocado a su espalda y que en el resto del recinto había seis objetos flotando, todos a diferentes alturas y distancias, lo que quizá pudiese ser una complicación. Sabiendo cuál sería el objetivo del ejercicio, no permitir que ninguna de aquellas cosas se le acercase demasiado, la de cabellos cenicientos optó por dar prioridad a los que se encontraban más próximos a su posición, esos serían los primeros que tendría que desplazar.
- Hagamos que sea más realista. - prosiguió Yenn, sin hacer todavía ningún movimiento. - Cada vez que alcances un blanco éste dejará de avanzar hacia ti durante unos instantes, igual que le pasaría a un enemigo real por el aturdimiento. - explicó, poniendo a prueba ya la rapidez con que podía manipular los escudos. - ¿Lista? - preguntó, al tiempo que detenía los objetos en el aire. - Adelante. - contestó la tensai, que de inmediato se giró hacia su izquierda para ralentizar al oponente que se hallaba más cerca de ella. Una descarga bastó para que se quedase quieto, pero no podía centrarse únicamente en aquel blanco, así que volvió a girar hacia la derecha y lanzó un rayo bífido, que acertó en el escudo más adelantado y luego se dividió para llegar a otros dos, consiguiendo que durante unos instantes, cuatro de los seis quedasen fuera de combate.
El quinto llegó a quedarse a apenas dos metros de la bruja, pero con una potente onda de viento, Elen hizo que saliese despedido fuera del recinto y chocase contra una de las paredes de piedra que protegían la zona de entrenamiento. - Uno menos. - dijo la morena, aceptando que el hecho de salir de la arena significaba estar eliminado. En condiciones reales, ningún enemigo con algo de instinto de supervivencia volvería a seguir luchando tras haber recibido un golpe tan contundente, mucho menos si veía como su grupo estaba siendo derrotado, pero siempre quedaban individuos que se dejaban llevar por la rabia y la sed de venganza, y eso los conducía irremediablemente a su fin.
Viendo que la forma avanzada de su elemento no era tan efectiva como el aire en sí, y que se encontraba en una situación en la que no contaba con el sentido de la vista, lo que la obligaría a intentar pelear a distancia todo el tiempo para mantenerse a salvo, la centinela cambió de estrategia, utilizando las descargas solo para detener los escudos momentáneamente. Su plan era volver a crear una onda, una lo suficientemente potente como para barrer la arena al completo, pero Yennefer no se lo pondría tan sencillo. Manipulando con gran rapidez los objetos, la morena hizo que éstos esquivasen algunos de los hechizos de su hija, para luego lanzarlos hacia ella y ver cómo se defendía de aquello.
Las ondas ahora solo conseguían retrasar ligeramente a los atacantes y mantenerlos a raya, situación que en un enfrentamiento real no podría mantener eternamente a causa del desgaste de energías que le produciría, así que se vio obligada a ser más drástica. En vez de lanzar el aire contra los blancos, la tensai hizo que se concentrase en torno a ella, girando a su alrededor cada vez con mayor rapidez e intensidad, hasta crear un peligroso huracán que la tenía como centro. Yennefer observó sorprendida aquel movimiento, pues en realidad no tenía idea de qué era capaz de hacer su benjamina, y ahora lo estaba descubriendo.
Elen empujó el huracán hacia fuera, haciendo que se alejase de su cuerpo y se volviese más ancho, lo suficiente como para mandar aquellos escudos contra el muro de piedra, pero primero debía asegurarse de que su madre no corriese peligro. - ¡Sal de la arena! - instó, conteniendo su ataque hasta que la morena hizo caso y abandonó el recinto. Solo entonces, la de ojos verdes desató sus poderes y permitió que el huracán siguiese creciendo, pero no de forma descontrolada sino dirigida. En cuanto las corrientes alcanzaron los blancos, convirtiéndolos durante unos instantes en proyectiles que salieron disparados a toda velocidad contra la piedra, la maga detuvo su elemento, consiguiendo que se disipase rápidamente.
Aquel hechizo era de los que menos había utilizado hasta el momento, junto con Tempestad, pero tenía que obligarse a trabajar en ellos más a menudo, solo así conseguiría que no la dejasen ciega. Sin tener que quitarse la venda para comprobarlo, Elen supo que de abrir los ojos en aquel momento no vería nada, pero al menos no sentía como si fuese a desvanecerse, eso debía ser un progreso. - Respira Chispa, lo has hecho muy bien. - susurró Yenn, que había regresado al recinto y ahora se encontraba a su lado, apoyando suavemente una mano en el hombro de su benjamina.
- Supongo que sí. - contestó la joven, al tiempo que se retiraba el pañuelo de los ojos y dedicaba una blanca mirada a su madre. La expresión de la morena mostraba preocupación y algo de temor, pero Elen no alcanzaría a ver nada de eso, durante unos minutos no vería más que oscuridad.
Justo en el lugar del que habían tomado las espadas para practicar estaba lo que necesitaba, bajo el montón de dagas, hachas, arcos y lanzas con los que se trabajaban los distintos modos de combate, según la distancia y las destrezas del aprendiz. Los aspirantes a engrosar las líneas de la guardia no solo aprendían a atacar sino también a defenderse, y de ahí que hubiese un pequeño montón de escudos de metal, no más de media docena, para enseñarles a bloquear los golpes del enemigo. - Esto servirá. - musitó la hechicera, para luego apartar las armas y llevarse consigo lo que le interesaba. - He encontrado algo que resistirá mejor tus descargas. - indicó, mientras volvía al recinto y comenzaba a colocar estratégicamente los escudos, de modo que rodeasen a su hija y estuviesen a distintas distancias de su posición.
Solo habría un hueco claramente vacío, lugar que ocuparía ella y desde el que manejaría el ejercicio. - Volvemos al supuesto de antes, pero ahora que puedo moverlos, los blancos avanzaran hacia ti, debes evitar que te alcancen. - dijo con voz tranquila, justo antes de concentrarse y hacer levitar los escudos. Elen se centró en el flujo de maná y no tardó en situarse, percibiendo que su madre se había colocado a su espalda y que en el resto del recinto había seis objetos flotando, todos a diferentes alturas y distancias, lo que quizá pudiese ser una complicación. Sabiendo cuál sería el objetivo del ejercicio, no permitir que ninguna de aquellas cosas se le acercase demasiado, la de cabellos cenicientos optó por dar prioridad a los que se encontraban más próximos a su posición, esos serían los primeros que tendría que desplazar.
- Hagamos que sea más realista. - prosiguió Yenn, sin hacer todavía ningún movimiento. - Cada vez que alcances un blanco éste dejará de avanzar hacia ti durante unos instantes, igual que le pasaría a un enemigo real por el aturdimiento. - explicó, poniendo a prueba ya la rapidez con que podía manipular los escudos. - ¿Lista? - preguntó, al tiempo que detenía los objetos en el aire. - Adelante. - contestó la tensai, que de inmediato se giró hacia su izquierda para ralentizar al oponente que se hallaba más cerca de ella. Una descarga bastó para que se quedase quieto, pero no podía centrarse únicamente en aquel blanco, así que volvió a girar hacia la derecha y lanzó un rayo bífido, que acertó en el escudo más adelantado y luego se dividió para llegar a otros dos, consiguiendo que durante unos instantes, cuatro de los seis quedasen fuera de combate.
El quinto llegó a quedarse a apenas dos metros de la bruja, pero con una potente onda de viento, Elen hizo que saliese despedido fuera del recinto y chocase contra una de las paredes de piedra que protegían la zona de entrenamiento. - Uno menos. - dijo la morena, aceptando que el hecho de salir de la arena significaba estar eliminado. En condiciones reales, ningún enemigo con algo de instinto de supervivencia volvería a seguir luchando tras haber recibido un golpe tan contundente, mucho menos si veía como su grupo estaba siendo derrotado, pero siempre quedaban individuos que se dejaban llevar por la rabia y la sed de venganza, y eso los conducía irremediablemente a su fin.
Viendo que la forma avanzada de su elemento no era tan efectiva como el aire en sí, y que se encontraba en una situación en la que no contaba con el sentido de la vista, lo que la obligaría a intentar pelear a distancia todo el tiempo para mantenerse a salvo, la centinela cambió de estrategia, utilizando las descargas solo para detener los escudos momentáneamente. Su plan era volver a crear una onda, una lo suficientemente potente como para barrer la arena al completo, pero Yennefer no se lo pondría tan sencillo. Manipulando con gran rapidez los objetos, la morena hizo que éstos esquivasen algunos de los hechizos de su hija, para luego lanzarlos hacia ella y ver cómo se defendía de aquello.
Las ondas ahora solo conseguían retrasar ligeramente a los atacantes y mantenerlos a raya, situación que en un enfrentamiento real no podría mantener eternamente a causa del desgaste de energías que le produciría, así que se vio obligada a ser más drástica. En vez de lanzar el aire contra los blancos, la tensai hizo que se concentrase en torno a ella, girando a su alrededor cada vez con mayor rapidez e intensidad, hasta crear un peligroso huracán que la tenía como centro. Yennefer observó sorprendida aquel movimiento, pues en realidad no tenía idea de qué era capaz de hacer su benjamina, y ahora lo estaba descubriendo.
Elen empujó el huracán hacia fuera, haciendo que se alejase de su cuerpo y se volviese más ancho, lo suficiente como para mandar aquellos escudos contra el muro de piedra, pero primero debía asegurarse de que su madre no corriese peligro. - ¡Sal de la arena! - instó, conteniendo su ataque hasta que la morena hizo caso y abandonó el recinto. Solo entonces, la de ojos verdes desató sus poderes y permitió que el huracán siguiese creciendo, pero no de forma descontrolada sino dirigida. En cuanto las corrientes alcanzaron los blancos, convirtiéndolos durante unos instantes en proyectiles que salieron disparados a toda velocidad contra la piedra, la maga detuvo su elemento, consiguiendo que se disipase rápidamente.
Aquel hechizo era de los que menos había utilizado hasta el momento, junto con Tempestad, pero tenía que obligarse a trabajar en ellos más a menudo, solo así conseguiría que no la dejasen ciega. Sin tener que quitarse la venda para comprobarlo, Elen supo que de abrir los ojos en aquel momento no vería nada, pero al menos no sentía como si fuese a desvanecerse, eso debía ser un progreso. - Respira Chispa, lo has hecho muy bien. - susurró Yenn, que había regresado al recinto y ahora se encontraba a su lado, apoyando suavemente una mano en el hombro de su benjamina.
- Supongo que sí. - contestó la joven, al tiempo que se retiraba el pañuelo de los ojos y dedicaba una blanca mirada a su madre. La expresión de la morena mostraba preocupación y algo de temor, pero Elen no alcanzaría a ver nada de eso, durante unos minutos no vería más que oscuridad.
Elen Calhoun
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Re: Agudizando los sentidos [Entrenamiento] [Cerrado]
- ¿Cómo han quedado los escudos? - preguntó Elen, dándose unos instantes para descansar tras el último ejercicio. - Bien… han aguantado mejor de lo que lo hubiesen hecho las dianas. - contestó, tras dirigir una fugaz mirada hacia la pared de piedra contra la que se habían estampado los metálicos blancos. - Los devolveré a su sitio. - añadió al poco, pero la de cabellos cenicientos la detuvo, sujetándola por la muñeca. - No, no te dejes llevar por la impresión, necesito mejorar, cueste lo que cueste. - dijo con determinación, antes de soltarla y volver a prepararse para seguir con el entrenamiento. - Elen, no deberías exigirte tanto el primer día, tendremos tiempo de trabajar tus habilidades. - comentó la morena, dejando que su faceta de madre se antepusiese a la de profesora.
- ¿Eso crees? - inquirió la centinela, llevándose la diestra al antebrazo izquierdo, justo donde Tarivius la había marcado antes de desaparecer definitivamente. - No puedo defraudarle, debo reunir a los demás y para eso tengo que ser fuerte, lo suficiente como para que me tomen en serio. - prosiguió, mientras sus ojos iban recuperando el verdoso tono que los caracterizaba. - Puede que haya conseguido desterrar a un jinete, pero destruirlos será mucho más complicado, y si no estoy lista para entonces, todo habrá sido en vano. - continuó, con tono algo sombrío. La bruja era muy consciente del peligro al que planeaba enfrentarse, y de la posibilidad de no regresar con vida, pero aceptaba su destino y solo quería prepararse lo mejor posible antes de aventurarse al otro plano, donde de un modo u otro, pondría fin al tormento que la había acompañado durante años.
- Ojalá pudiese acompañarte en esto Chispa, es tan frustrante saber el daño que te han hecho y no poder hacer nada…- musitó Yennefer, con el ceño fruncido y expresión triste. La benjamina de los Calhoun le había contado con detalle todo lo que su nuevo cargo acarreaba, y con ello el hecho de que ningún mortal podía dañar a los Tarmúnil, solo ella y sus nuevos hermanos podrían enfrentarlos en igualdad de condiciones, gracias a los fragmentos del dolor de Kinvar que portaban en sus respectivos objetos de poder. - Puedes hacer algo, ayudarme a desarrollar mis poderes… pero para eso tendrás que dejar a un lado los sentimientos y exigirme más que yo misma. - las palabras de la joven sonaron como si ella hubiese adoptado ahora el papel de profesora, y casi de inmediato surtieron efecto, provocando que la morena atrajese los escudos de regreso a la arena.
Elen volvió a vendarse los ojos y permitió que la electricidad le envolviese los brazos, para luego centrarse en situar cada uno de los objetivos, justo antes de que éstos se lanzasen hacia ella. Detuvo los dos más próximos con otro rayo bífido, pero pronto se dio cuenta de que su madre iba más en serio ésta vez, y que los demás se movían con mayor rapidez, evitando las descargas para tratar de alcanzarla. Uno de ellos lo consiguió, pero apenas le rozó el brazo, lo cual en una pelea real supondría quizá un rasguño o herida leve, nada de lo que no pudiese reponerse en el momento.
Volviendo a concentrar la forma original de su elemento, la tensai creó una onda lo suficientemente potente como para deshacerse de dos de los escudos a la vez, enviándolos nuevamente contra la pared de piedra, con tanta velocidad que uno de ellos quedó incrustado en la grieta que separaba dos de los bloques de roca. Los demás siguieron avanzando hacia ella, esquivando los hechizos eléctricos y tratando de golpearla, pero ahora que había visto la efectividad de su habilidad ojo de huracán, Elen no dudó en volver a usarlo. Las fuertes corrientes de viento comenzaron a rodearla y tomar forma, para luego ensancharse y desviar los blancos en la misma dirección que la primera vez, provocando un estruendo metálico que no pasaría inadvertido.
- Eso ha estado mejor, probemos de nuevo. - pidió la de cabellos cenicientos, con la respiración ligeramente agitada e ignorando que el entrenamiento le estaba pasando factura, sus fuerzas empezaban a agotarse. - No, voy a ayudarte y trabajaremos a diario para que mejores, pero no pienso permitir que te hagas daño. - replicó la morena, con voz firme. - Volveremos a este ejercicio mañana, cuando hayas descansado, ahora nos centraremos nuevamente en que desarrolles el oído, te hará falta para aquellos enemigos que no puedas percibir gracias al maná. - añadió, mientras se ponía en movimiento para recoger los escudos y devolverlos al lugar en que los había encontrado.
Elen escuchó el ligero sonido que las botas de su madre hacían al caminar, y sin querer llevarle la contraria, ya que eso podía ocasionar que perdiese el conocimiento allí mismo, esperó a que regresase a la arena. - Siéntate y respira, no necesitas estar de pie para lo que vamos a hacer. - comentó, al tiempo que recogía un puñado de pequeñas piedras para eliminar la posibilidad de que su hija se guiase por el flujo de magia que provocaría si utilizaba la telequinesis. - Bien, ya sabes lo que tienes que decir. - musitó, antes de lanzar la primera. Escuchar como un objeto de aquel reducido tamaño chocaba contra la arena requería mucha concentración, pero los sentidos de la hechicera comenzaban a agudizarse, y aunque no podía establecer con exactitud la distancia, se mantuvo cerca de las marcas en todo momento.
- ¿Eso crees? - inquirió la centinela, llevándose la diestra al antebrazo izquierdo, justo donde Tarivius la había marcado antes de desaparecer definitivamente. - No puedo defraudarle, debo reunir a los demás y para eso tengo que ser fuerte, lo suficiente como para que me tomen en serio. - prosiguió, mientras sus ojos iban recuperando el verdoso tono que los caracterizaba. - Puede que haya conseguido desterrar a un jinete, pero destruirlos será mucho más complicado, y si no estoy lista para entonces, todo habrá sido en vano. - continuó, con tono algo sombrío. La bruja era muy consciente del peligro al que planeaba enfrentarse, y de la posibilidad de no regresar con vida, pero aceptaba su destino y solo quería prepararse lo mejor posible antes de aventurarse al otro plano, donde de un modo u otro, pondría fin al tormento que la había acompañado durante años.
- Ojalá pudiese acompañarte en esto Chispa, es tan frustrante saber el daño que te han hecho y no poder hacer nada…- musitó Yennefer, con el ceño fruncido y expresión triste. La benjamina de los Calhoun le había contado con detalle todo lo que su nuevo cargo acarreaba, y con ello el hecho de que ningún mortal podía dañar a los Tarmúnil, solo ella y sus nuevos hermanos podrían enfrentarlos en igualdad de condiciones, gracias a los fragmentos del dolor de Kinvar que portaban en sus respectivos objetos de poder. - Puedes hacer algo, ayudarme a desarrollar mis poderes… pero para eso tendrás que dejar a un lado los sentimientos y exigirme más que yo misma. - las palabras de la joven sonaron como si ella hubiese adoptado ahora el papel de profesora, y casi de inmediato surtieron efecto, provocando que la morena atrajese los escudos de regreso a la arena.
Elen volvió a vendarse los ojos y permitió que la electricidad le envolviese los brazos, para luego centrarse en situar cada uno de los objetivos, justo antes de que éstos se lanzasen hacia ella. Detuvo los dos más próximos con otro rayo bífido, pero pronto se dio cuenta de que su madre iba más en serio ésta vez, y que los demás se movían con mayor rapidez, evitando las descargas para tratar de alcanzarla. Uno de ellos lo consiguió, pero apenas le rozó el brazo, lo cual en una pelea real supondría quizá un rasguño o herida leve, nada de lo que no pudiese reponerse en el momento.
Volviendo a concentrar la forma original de su elemento, la tensai creó una onda lo suficientemente potente como para deshacerse de dos de los escudos a la vez, enviándolos nuevamente contra la pared de piedra, con tanta velocidad que uno de ellos quedó incrustado en la grieta que separaba dos de los bloques de roca. Los demás siguieron avanzando hacia ella, esquivando los hechizos eléctricos y tratando de golpearla, pero ahora que había visto la efectividad de su habilidad ojo de huracán, Elen no dudó en volver a usarlo. Las fuertes corrientes de viento comenzaron a rodearla y tomar forma, para luego ensancharse y desviar los blancos en la misma dirección que la primera vez, provocando un estruendo metálico que no pasaría inadvertido.
- Eso ha estado mejor, probemos de nuevo. - pidió la de cabellos cenicientos, con la respiración ligeramente agitada e ignorando que el entrenamiento le estaba pasando factura, sus fuerzas empezaban a agotarse. - No, voy a ayudarte y trabajaremos a diario para que mejores, pero no pienso permitir que te hagas daño. - replicó la morena, con voz firme. - Volveremos a este ejercicio mañana, cuando hayas descansado, ahora nos centraremos nuevamente en que desarrolles el oído, te hará falta para aquellos enemigos que no puedas percibir gracias al maná. - añadió, mientras se ponía en movimiento para recoger los escudos y devolverlos al lugar en que los había encontrado.
Elen escuchó el ligero sonido que las botas de su madre hacían al caminar, y sin querer llevarle la contraria, ya que eso podía ocasionar que perdiese el conocimiento allí mismo, esperó a que regresase a la arena. - Siéntate y respira, no necesitas estar de pie para lo que vamos a hacer. - comentó, al tiempo que recogía un puñado de pequeñas piedras para eliminar la posibilidad de que su hija se guiase por el flujo de magia que provocaría si utilizaba la telequinesis. - Bien, ya sabes lo que tienes que decir. - musitó, antes de lanzar la primera. Escuchar como un objeto de aquel reducido tamaño chocaba contra la arena requería mucha concentración, pero los sentidos de la hechicera comenzaban a agudizarse, y aunque no podía establecer con exactitud la distancia, se mantuvo cerca de las marcas en todo momento.
Elen Calhoun
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Re: Agudizando los sentidos [Entrenamiento] [Cerrado]
Yennefer obligó a su hija a repetir una y otra vez el ejercicio de escucha, hasta que la joven fue capaz de determinar con precisión la distancia a la que caían las pequeñas piedras, momento en que decidió sentarse junto a ella y tomarse unos minutos para indagar algo más acerca de las habilidades de su benjamina. - ¿Cuáles de tus hechizos consumen más energías? - preguntó con lentitud, mientras una suave brisa mecía sus negros cabellos como ala de cuervo. - El ojo de huracán ya lo has visto, a parte de ese solo está tempestad… bueno, y el muro de energía cuando trato de mantenerlo durante mucho tiempo. - respondió ella, sin perder la concentración.
- Bien, quiero que me los muestres mañana, así podré ver dónde están tus límites y con qué deberíamos trabajar primero. - prosiguió Yenn, que tenía bastante curiosidad por ver de lo que su pequeña era capaz. - No puedo usar tempestad aquí. - reveló la tensai, consciente del peligro que eso supondría para los habitantes de la ciudad. - ¿Por qué? - formuló su madre, con interés. - Es algo incontrolable, no puedo decidir dónde impactarán los rayos. - reconoció la bruja, sin apenas elevar la voz. - Entiendo, trasladaremos el entrenamiento a las afueras entonces, allí no tendremos tantos problemas. - propuso la morena, pero la idea de utilizar su habilidad en medio de zonas boscosas tampoco gustó demasiado a Elen, lo último que quería provocar era un incendio.
- Creo que la playa sería una mejor opción, allí no podré dañar nada. - comentó, y su madre no puso queja alguna a la sugerencia, así que estaba decidido. - El muro es diferente, no me cuesta crearlo pero sí mantenerlo, y cuanto más grande peor. - continuó, al tiempo que concentraba su elemento para hacer una demostración. La electricidad tomó forma y las rodeó a ambas, convirtiéndose en una cúpula sobre sus cuerpos, de modo que nada ni nadie pudiese alcanzarlas sin recibir una descarga. Concentrando las fuerzas que le quedaban, Elen estiró la barrera para que ganase tamaño, lo suficiente como para que la morena pudiese ponerse en pie dentro de la cúpula, luego centró sus energías en mantener aquel hechizo activo tanto como le fue posible.
- Es una buena defensa. - musitó Yenn, acercando una mano al muro pero sin llegar a tocarlo. - Daña a cualquier persona o criatura que se acerque desde el exterior a menos de medio metro. - explicó la de ojos verdes, con el ceño fruncido a causa del esfuerzo. - Puede servirte si te ves en problemas, pero de momento lo dejaremos en un segundo plano, requiere demasiadas energías y quizá tu oponente opte por esperar a que te agotes en vez de acercarse, tenemos que centrarnos en los hechizos ofensivos. - indicó la maga, colocando una mano sobre el hombro de su hija para que ésta disipase su barrera.
El muro se desvaneció en cuestión de segundos, y la joven sintió como el cuerpo comenzaba a pesarle, puede que se hubiese exigido mucho utilizando en dos ocasiones una de sus habilidades de mayor desgaste. - Yo… necesito un momento. - susurró, con la respiración irregular. - Tómate el tiempo que haga falta. - contestó la cabeza de familia, que con lo que había visto aquel día podía estar segura de que les quedaba mucho trabajo por delante. Elen era fuerte, pero el enemigo al que planeaba enfrentarse la superaba en número y no se dejaría vencer fácilmente, así que no quedaba otra opción que seguir practicando, hasta que la centinela pudiese hacer frente a cualquier amenaza sin depender de su vista.
- No quiero aburrirte volviendo a repetir los ejercicios de escucha, ¿por qué no pasamos a la telequinesis? Es algo que también deberías tener presente de cara a un combate. - dijo la hechicera, rompiendo el silencio tras permitir que su benjamina descansase durante algo más de diez minutos. Elen asintió en respuesta y se puso en pie con lentitud, mientras su madre abandonaba el recinto para regresar con un manojo de flechas sin punta y un arco, que servirían para simular un ataque con proyectiles ligeros, ya fueran saetas, cuchillos arrojadizos o dagas de reducido tamaño. - Me situaré al otro lado de la arena y las dispararé contra ti, tu misión será detenerlas y cambiar su trayectoria para que me sean devueltas. - explicó, caminando hacia el punto desde el que realizaría los ataques.
- Comenzaremos con una sola, luego iré subiendo la dificultad conforme lo vayas dominando, ¿preparada? - preguntó, tensando el arco cargado y apuntando hacia el torso de la centinela. Elen debía prestar mucha atención al sonido de los proyectiles para situarlos y poder manipularlos antes de que la alcanzasen, pero esto no resultó tan sencillo como pensaba, los dos primeros disparos le acertaron en el vientre.
- Bien, quiero que me los muestres mañana, así podré ver dónde están tus límites y con qué deberíamos trabajar primero. - prosiguió Yenn, que tenía bastante curiosidad por ver de lo que su pequeña era capaz. - No puedo usar tempestad aquí. - reveló la tensai, consciente del peligro que eso supondría para los habitantes de la ciudad. - ¿Por qué? - formuló su madre, con interés. - Es algo incontrolable, no puedo decidir dónde impactarán los rayos. - reconoció la bruja, sin apenas elevar la voz. - Entiendo, trasladaremos el entrenamiento a las afueras entonces, allí no tendremos tantos problemas. - propuso la morena, pero la idea de utilizar su habilidad en medio de zonas boscosas tampoco gustó demasiado a Elen, lo último que quería provocar era un incendio.
- Creo que la playa sería una mejor opción, allí no podré dañar nada. - comentó, y su madre no puso queja alguna a la sugerencia, así que estaba decidido. - El muro es diferente, no me cuesta crearlo pero sí mantenerlo, y cuanto más grande peor. - continuó, al tiempo que concentraba su elemento para hacer una demostración. La electricidad tomó forma y las rodeó a ambas, convirtiéndose en una cúpula sobre sus cuerpos, de modo que nada ni nadie pudiese alcanzarlas sin recibir una descarga. Concentrando las fuerzas que le quedaban, Elen estiró la barrera para que ganase tamaño, lo suficiente como para que la morena pudiese ponerse en pie dentro de la cúpula, luego centró sus energías en mantener aquel hechizo activo tanto como le fue posible.
- Es una buena defensa. - musitó Yenn, acercando una mano al muro pero sin llegar a tocarlo. - Daña a cualquier persona o criatura que se acerque desde el exterior a menos de medio metro. - explicó la de ojos verdes, con el ceño fruncido a causa del esfuerzo. - Puede servirte si te ves en problemas, pero de momento lo dejaremos en un segundo plano, requiere demasiadas energías y quizá tu oponente opte por esperar a que te agotes en vez de acercarse, tenemos que centrarnos en los hechizos ofensivos. - indicó la maga, colocando una mano sobre el hombro de su hija para que ésta disipase su barrera.
El muro se desvaneció en cuestión de segundos, y la joven sintió como el cuerpo comenzaba a pesarle, puede que se hubiese exigido mucho utilizando en dos ocasiones una de sus habilidades de mayor desgaste. - Yo… necesito un momento. - susurró, con la respiración irregular. - Tómate el tiempo que haga falta. - contestó la cabeza de familia, que con lo que había visto aquel día podía estar segura de que les quedaba mucho trabajo por delante. Elen era fuerte, pero el enemigo al que planeaba enfrentarse la superaba en número y no se dejaría vencer fácilmente, así que no quedaba otra opción que seguir practicando, hasta que la centinela pudiese hacer frente a cualquier amenaza sin depender de su vista.
- No quiero aburrirte volviendo a repetir los ejercicios de escucha, ¿por qué no pasamos a la telequinesis? Es algo que también deberías tener presente de cara a un combate. - dijo la hechicera, rompiendo el silencio tras permitir que su benjamina descansase durante algo más de diez minutos. Elen asintió en respuesta y se puso en pie con lentitud, mientras su madre abandonaba el recinto para regresar con un manojo de flechas sin punta y un arco, que servirían para simular un ataque con proyectiles ligeros, ya fueran saetas, cuchillos arrojadizos o dagas de reducido tamaño. - Me situaré al otro lado de la arena y las dispararé contra ti, tu misión será detenerlas y cambiar su trayectoria para que me sean devueltas. - explicó, caminando hacia el punto desde el que realizaría los ataques.
- Comenzaremos con una sola, luego iré subiendo la dificultad conforme lo vayas dominando, ¿preparada? - preguntó, tensando el arco cargado y apuntando hacia el torso de la centinela. Elen debía prestar mucha atención al sonido de los proyectiles para situarlos y poder manipularlos antes de que la alcanzasen, pero esto no resultó tan sencillo como pensaba, los dos primeros disparos le acertaron en el vientre.
Elen Calhoun
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Re: Agudizando los sentidos [Entrenamiento] [Cerrado]
A pesar de conocer la posición exacta de su madre, ya que la morena no podía ocultar la magia que fluía dentro de ella, Elen no fue lo suficientemente rápida como para esquivar los primeros disparos, que le acertaron de lleno en el vientre, consiguiendo que emitiese un débil quejido. Puede que las flechas no tuviesen punta, pero la velocidad que alcanzaban al cortar el aire era considerable, y los impactos dolían, aunque no tanto como otras cosas que ya había padecido la hechicera. Sin ir más lejos, la marca de su pierna le recordaba la intensidad del fuego que había conseguido atravesar su piel durante el enfrentamiento con Keira en las tierras del norte, y aquel tipo de dolor interno, contra el que apenas podía hacer nada, resultaría siempre peor que lo que los proyectiles pudiesen hacerle.
Encarando a Yennefer, la de ojos verdes contuvo la respiración y buscó el sonido del arco al tensarse, para luego centrarse en el leve silbido que las saetas causaban al volar, y entonces dirigió su telequinesis hacia la trayectoria que seguía el proyectil. Éste se detuvo a escasos centímetros de su cuerpo, quizá hubiese tardado demasiado en conseguirlo, pero al menos no la había alcanzado esta vez, eso era lo que debía tener en cuenta. Manipulando el objeto, la joven consiguió que se diese la vuelta y saliese disparado hacia su madre, que no tuvo problemas para apartarlo con una corriente de aire antes de preparar el siguiente tiro, con una sola flecha nuevamente.
Puede que su benjamina hubiese tenido suerte, así que repitió el disparo y esbozó una leve sonrisa al ver como su pequeña se lo devolvía, ya podía aumentar la dificultad del ejercicio. Volvió a tensar el arco y colocó esta vez dos saetas contra la cuerda, lo que obligaría a la tensai a centrarse en dos objetivos a la vez, teniendo en cuenta que no irían en la misma dirección. La centinela no sabría en qué momento iría añadiendo más, así que solo podría fiarse de su oído y tratar de dividir sus poderes telequinéticos para alcanzar todas las flechas que pudiese, cosa que no estaba acostumbrada a hacer. Siempre que utilizaba aquella habilidad lo hacía combinándola con su daga, pero en esos casos solo tenía que concentrarse en manipular un arma, ahora le tocaría desarrollar sus poderes y aprender a expandirlos de un modo diferente.
Los dedos de la morena soltaron la cuerda, liberando ambos proyectiles hacia el torso de su hija, pero no impactarían exactamente en el mismo lugar. Uno de ellos descendió ligeramente, pasando de apuntar al vientre para hacerlo hacia el muslo izquierdo de la joven, que se percató de la diferencia de sonido y consiguió detener el que volaba más alto, pero no el que se había desviado. Frunciendo el ceño, Elen notó como le acertaba en la pierna, pero no detuvo el ejercicio, continuó con lo previsto e hizo girar el que flotaba por delante de su cuerpo, para enviarlo contra la persona que lo había disparado.
Nuevamente, Yennefer apartó de sí la flecha, y aprovechó para atraer hacia su posición el resto con ayuda de sus poderes telequinéticos. - Todo es cuestión de práctica. - comentó, intentando dar ánimos a su pequeña antes de que se frustrase. Acto seguido, volvió a cargar el arco del mismo modo que en el tiro anterior y dejó que las saetas surcasen el aire hacia el centro de la arena. La centinela no mejoraría de la noche a la mañana, aquello le iba a llevar algún tiempo, así que tampoco tuvo éxito en aquella ocasión, ni en las dos siguientes, siempre se le escapaba el segundo objetivo, o más bien no podía dividir su atención de forma efectiva para situarlos a tiempo.
- Maldita sea. - murmuró para sí misma, optando por dejar de lado la telequinesis y barrer las flechas con una corriente de aire. - Bueno, también es efectivo. - dijo la morena, dejando de lado el arco al ver que no estaban haciendo progresos. - Quizá debamos trabajar la telequinesis de otra manera, no te preocupes, buscaremos algo. - añadió con voz suave, mientras recogía las saetas para devolverlas al lugar en que descansaba el resto del equipo de entrenamiento. El sol había abandonado su cenit hacía rato, pero el cansancio y el calor estaban pasando factura a la aprendiz, que optó por sentarse un momento y retirarse la venda de los ojos, a pesar de que el continuo esfuerzo los mantuviese ligeramente más claros que de costumbre.
- Esto va a llevar más tiempo del que esperaba, tengo que buscar el modo de desarrollar mis poderes más rápido. - comentó sin apenas elevar la voz, casi como si fuese un pensamiento que se le hubiese escapado. - No debes exigirte más de lo que puedes dar, así no llegarás a ninguna parte. - replicó Yenn, que volvía a estar a su lado. - Solo conseguirás hacerte daño o frustrarte, y no pienso permitir ninguna de esas dos cosas, que te quede claro. - continuó, con el tono severo que usaría cualquier madre para reprender a su hijo. - Podemos considerar este primer entrenamiento como una prueba, ahora ya tengo una idea de lo que puedes hacer y lo que no, trabajaremos con eso las próximas semanas. - añadió, esperanzada.
Ella misma había tenido que entrenar durante años para desarrollar las habilidades que ahora tenía, y aunque sabía lo duro que iba a ser, estaba segura de que su benjamina lo conseguiría.
Encarando a Yennefer, la de ojos verdes contuvo la respiración y buscó el sonido del arco al tensarse, para luego centrarse en el leve silbido que las saetas causaban al volar, y entonces dirigió su telequinesis hacia la trayectoria que seguía el proyectil. Éste se detuvo a escasos centímetros de su cuerpo, quizá hubiese tardado demasiado en conseguirlo, pero al menos no la había alcanzado esta vez, eso era lo que debía tener en cuenta. Manipulando el objeto, la joven consiguió que se diese la vuelta y saliese disparado hacia su madre, que no tuvo problemas para apartarlo con una corriente de aire antes de preparar el siguiente tiro, con una sola flecha nuevamente.
Puede que su benjamina hubiese tenido suerte, así que repitió el disparo y esbozó una leve sonrisa al ver como su pequeña se lo devolvía, ya podía aumentar la dificultad del ejercicio. Volvió a tensar el arco y colocó esta vez dos saetas contra la cuerda, lo que obligaría a la tensai a centrarse en dos objetivos a la vez, teniendo en cuenta que no irían en la misma dirección. La centinela no sabría en qué momento iría añadiendo más, así que solo podría fiarse de su oído y tratar de dividir sus poderes telequinéticos para alcanzar todas las flechas que pudiese, cosa que no estaba acostumbrada a hacer. Siempre que utilizaba aquella habilidad lo hacía combinándola con su daga, pero en esos casos solo tenía que concentrarse en manipular un arma, ahora le tocaría desarrollar sus poderes y aprender a expandirlos de un modo diferente.
Los dedos de la morena soltaron la cuerda, liberando ambos proyectiles hacia el torso de su hija, pero no impactarían exactamente en el mismo lugar. Uno de ellos descendió ligeramente, pasando de apuntar al vientre para hacerlo hacia el muslo izquierdo de la joven, que se percató de la diferencia de sonido y consiguió detener el que volaba más alto, pero no el que se había desviado. Frunciendo el ceño, Elen notó como le acertaba en la pierna, pero no detuvo el ejercicio, continuó con lo previsto e hizo girar el que flotaba por delante de su cuerpo, para enviarlo contra la persona que lo había disparado.
Nuevamente, Yennefer apartó de sí la flecha, y aprovechó para atraer hacia su posición el resto con ayuda de sus poderes telequinéticos. - Todo es cuestión de práctica. - comentó, intentando dar ánimos a su pequeña antes de que se frustrase. Acto seguido, volvió a cargar el arco del mismo modo que en el tiro anterior y dejó que las saetas surcasen el aire hacia el centro de la arena. La centinela no mejoraría de la noche a la mañana, aquello le iba a llevar algún tiempo, así que tampoco tuvo éxito en aquella ocasión, ni en las dos siguientes, siempre se le escapaba el segundo objetivo, o más bien no podía dividir su atención de forma efectiva para situarlos a tiempo.
- Maldita sea. - murmuró para sí misma, optando por dejar de lado la telequinesis y barrer las flechas con una corriente de aire. - Bueno, también es efectivo. - dijo la morena, dejando de lado el arco al ver que no estaban haciendo progresos. - Quizá debamos trabajar la telequinesis de otra manera, no te preocupes, buscaremos algo. - añadió con voz suave, mientras recogía las saetas para devolverlas al lugar en que descansaba el resto del equipo de entrenamiento. El sol había abandonado su cenit hacía rato, pero el cansancio y el calor estaban pasando factura a la aprendiz, que optó por sentarse un momento y retirarse la venda de los ojos, a pesar de que el continuo esfuerzo los mantuviese ligeramente más claros que de costumbre.
- Esto va a llevar más tiempo del que esperaba, tengo que buscar el modo de desarrollar mis poderes más rápido. - comentó sin apenas elevar la voz, casi como si fuese un pensamiento que se le hubiese escapado. - No debes exigirte más de lo que puedes dar, así no llegarás a ninguna parte. - replicó Yenn, que volvía a estar a su lado. - Solo conseguirás hacerte daño o frustrarte, y no pienso permitir ninguna de esas dos cosas, que te quede claro. - continuó, con el tono severo que usaría cualquier madre para reprender a su hijo. - Podemos considerar este primer entrenamiento como una prueba, ahora ya tengo una idea de lo que puedes hacer y lo que no, trabajaremos con eso las próximas semanas. - añadió, esperanzada.
Ella misma había tenido que entrenar durante años para desarrollar las habilidades que ahora tenía, y aunque sabía lo duro que iba a ser, estaba segura de que su benjamina lo conseguiría.
Elen Calhoun
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Re: Agudizando los sentidos [Entrenamiento] [Cerrado]
Sin levantarse aún, la hechicera bajo la vista a su muñeca izquierda, allí donde había quedado grabado el árbol del centinela, recuerdo que sin duda le daría fuerzas para continuar, por muy complicadas que se pusieran las cosas. Siempre estaría en deuda con Tarivius por lo que había hecho, y el único modo que tenía de hacer que su muerte no hubiese sido en vano era cumplir la misión que le había encomendado, así que no se rendiría, ni siquiera a pesar de que sus avances fuesen más lentos de lo que le gustaría. - Mañana será otro día. - musitó, levantando la vista hacia su madre, que la esperaba de pie. - En la playa tendré más libertad para utilizar mis hechizos, deberíamos aprovechar eso. - añadió, al tiempo que se incorporaba.
- Por supuesto, me mostrarás tempestad y veremos hasta qué punto consume tus energías, a partir de ahí sabremos cuantas veces puedes usarlo en combate sin quedar expuesta al enemigo, y las combinaciones de ataques que te puedes permitir sin perder la vista. - dijo la morena, mientras su hija le tendía el pañuelo que había usado de venda durante el entrenamiento. - Debes tener presente tus límites, pero nos esforzaremos por traspasarlos de forma segura. - prosiguió, recordando la época en que ella había sido la aprendiz. Un buen hechicero busca siempre mejorar sus habilidades, pero esto no tiene por qué ser fácil, ni se consigue de un día para otro.
- Volvamos, tienes que descansar para lo que nos espera mañana. - añadió instantes después, para acto seguido emprender el camino de regreso a la zona central de Lunargenta. Elen se mantuvo a su lado en todo momento, con la vista clavada en el suelo y dejando que el oído fuese lo que le revelase qué había su alrededor, pero el barullo de las calles principales era todo un caos, y centrarse en un solo sonido era complicado, aunque no imposible. Primero siguió el repiqueteo del martillo de un herrero cercano, ignorando la multitud de voces que se alzaban a su alrededor, luego se centró en el tintineo de las joyas que un artesano colocaba en su puesto, y después en el crepitar de las llamas de un horno de pan.
Todo era cuestión de concentrarse, pero ahora que había comenzado a agudizar sus sentidos no solo podía saber con bastante exactitud dónde se encontraban aquellos puestos, sino también identificar los flujos de magia que había en la calle en aquel momento, dato que le serviría para identificar algunas razas. Era como si pudiese leer la energía del ambiente, determinando sin lugar a dudas quienes poseían el don y quienes no, dato que de cara a un combate sería muy útil, ya que podía cambiar de estrategia dependiendo de lo que tuviese delante.
Yennefer la observaba en silencio por el rabillo del ojo, sin querer interrumpirla, pues sabía que debía estar poniendo en práctica lo que habían trabajado aquel día. Así pues, siguió caminando hasta llegar a la plaza central, punto en que ambas tendrían que separarse, a no ser que su benjamina decidiese acompañarla a casa como había hecho la noche anterior. - Debo volver a la posada. - indicó la joven, respondiendo a la pregunta que no había sido formulada. - Te esperaré en la playa de los ancestros. - agregó, refiriéndose al día siguiente. - Bien, descansa Chispa. - respondió la morena, acompañando su despedida de una sonrisa y una caricia maternal, con la que recorrió los cenicientos cabellos de la centinela.
Se parecía tanto a él, no solo en el color de la melena sino también en cuanto al carácter, luchador hasta el final. Elen era el recuerdo viviente que tenía de su difunto esposo, y tanto ella como Vincent se habían convertido en sus pilares, no podía permitirse perderlos de nuevo. La de ojos verdes le dedicó una leve sonrisa y se giró para volver a su modesta habitación, donde en vez de descansar, volvió a poner a prueba su resistencia con el muro de energía hasta quedar agotada, momento en que se dejó caer pesadamente sobre la cama para no levantarse más hasta que el sol volvió a salir a la mañana siguiente.
El segundo día de entrenamiento sería más duro que el anterior, pero eso no la asustaba, estaba lista para seguir desarrollando sus poderes y agudizando sus sentidos, aunque eso la llevase al límite de sus fuerzas.
- Por supuesto, me mostrarás tempestad y veremos hasta qué punto consume tus energías, a partir de ahí sabremos cuantas veces puedes usarlo en combate sin quedar expuesta al enemigo, y las combinaciones de ataques que te puedes permitir sin perder la vista. - dijo la morena, mientras su hija le tendía el pañuelo que había usado de venda durante el entrenamiento. - Debes tener presente tus límites, pero nos esforzaremos por traspasarlos de forma segura. - prosiguió, recordando la época en que ella había sido la aprendiz. Un buen hechicero busca siempre mejorar sus habilidades, pero esto no tiene por qué ser fácil, ni se consigue de un día para otro.
- Volvamos, tienes que descansar para lo que nos espera mañana. - añadió instantes después, para acto seguido emprender el camino de regreso a la zona central de Lunargenta. Elen se mantuvo a su lado en todo momento, con la vista clavada en el suelo y dejando que el oído fuese lo que le revelase qué había su alrededor, pero el barullo de las calles principales era todo un caos, y centrarse en un solo sonido era complicado, aunque no imposible. Primero siguió el repiqueteo del martillo de un herrero cercano, ignorando la multitud de voces que se alzaban a su alrededor, luego se centró en el tintineo de las joyas que un artesano colocaba en su puesto, y después en el crepitar de las llamas de un horno de pan.
Todo era cuestión de concentrarse, pero ahora que había comenzado a agudizar sus sentidos no solo podía saber con bastante exactitud dónde se encontraban aquellos puestos, sino también identificar los flujos de magia que había en la calle en aquel momento, dato que le serviría para identificar algunas razas. Era como si pudiese leer la energía del ambiente, determinando sin lugar a dudas quienes poseían el don y quienes no, dato que de cara a un combate sería muy útil, ya que podía cambiar de estrategia dependiendo de lo que tuviese delante.
Yennefer la observaba en silencio por el rabillo del ojo, sin querer interrumpirla, pues sabía que debía estar poniendo en práctica lo que habían trabajado aquel día. Así pues, siguió caminando hasta llegar a la plaza central, punto en que ambas tendrían que separarse, a no ser que su benjamina decidiese acompañarla a casa como había hecho la noche anterior. - Debo volver a la posada. - indicó la joven, respondiendo a la pregunta que no había sido formulada. - Te esperaré en la playa de los ancestros. - agregó, refiriéndose al día siguiente. - Bien, descansa Chispa. - respondió la morena, acompañando su despedida de una sonrisa y una caricia maternal, con la que recorrió los cenicientos cabellos de la centinela.
Se parecía tanto a él, no solo en el color de la melena sino también en cuanto al carácter, luchador hasta el final. Elen era el recuerdo viviente que tenía de su difunto esposo, y tanto ella como Vincent se habían convertido en sus pilares, no podía permitirse perderlos de nuevo. La de ojos verdes le dedicó una leve sonrisa y se giró para volver a su modesta habitación, donde en vez de descansar, volvió a poner a prueba su resistencia con el muro de energía hasta quedar agotada, momento en que se dejó caer pesadamente sobre la cama para no levantarse más hasta que el sol volvió a salir a la mañana siguiente.
El segundo día de entrenamiento sería más duro que el anterior, pero eso no la asustaba, estaba lista para seguir desarrollando sus poderes y agudizando sus sentidos, aunque eso la llevase al límite de sus fuerzas.
Elen Calhoun
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Re: Agudizando los sentidos [Entrenamiento] [Cerrado]
Tras haber leído el hilo, debo decirte "Chispa" que me gusta la gran variedad de recursos y habilidades que entrenas en el hilo, los hilos de entrenamiento suelen ser aburridos pero tu lo amenizas mucho acompañándolo con un estilo de narración y variedad de léxico que me atrevo a decir que es de los más variados del foro.
Además, me gusta mucho ver como evoluciona tu personaje y como lo adaptas a las tramas. Me encantan las referencias que hacer a las quest que tuvimos.
Por dar algún apunte que yo no llamaría negativo, sino como un consejo para mejorar, y es que tus NPC's en general son "muy Elen" por así decirlo. Tienen una personalidad muy parecida a ella y utilizan frases que podría usar tu personaje perfectamente. Aunque puede ser complicado alternar de estilo en la expresión, y máxime narrando en una tercera persona en la que se supone que el narrador es omnisciente (que creo que es el que tú utilizas).
Sin más, paso a entregarte 19 ptos de experiencia que ya están sumados en tu perfil.
Además, me gusta mucho ver como evoluciona tu personaje y como lo adaptas a las tramas. Me encantan las referencias que hacer a las quest que tuvimos.
Por dar algún apunte que yo no llamaría negativo, sino como un consejo para mejorar, y es que tus NPC's en general son "muy Elen" por así decirlo. Tienen una personalidad muy parecida a ella y utilizan frases que podría usar tu personaje perfectamente. Aunque puede ser complicado alternar de estilo en la expresión, y máxime narrando en una tercera persona en la que se supone que el narrador es omnisciente (que creo que es el que tú utilizas).
Sin más, paso a entregarte 19 ptos de experiencia que ya están sumados en tu perfil.
Ger
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