Dragoncito no te lo lleves [Desafío]
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Dragoncito no te lo lleves [Desafío]
Tenía el tiempo encima y aun le faltaba más de miedo camino para llegar a su destino. Debía ser de los primeros en mostrar sus nuevas mercancías adquiridas, pues se jactaba de ser alguien que vendía calidad. Haberse quedado más tiempo del planeado en aquella taberna le estaba generando un terrible cargo de conciencia, pero nadie le hubiese podido decir que no a la hermosa joven, cuya compañía había valido cada centavo invertido. Ahora tenía que apresurarse y llegar a Dundarak antes del anochecer, pues el camino no era precisamente el más seguro de todos y podía sufrir algún asalto. ¡Los dioses lo librasen de que algo así le pasara! ¡Se quedaría en la ruina!
Con esta advertencia en la mente siguió su trayectoria, siempre pensando en la cara que tendrían sus clientes al ver semejantes adquisiciones. Había conseguido bastantes piezas de orfebrería que hasta el momento podían considerarse únicas en su especie. ¡Ansiaba ver las caras de las doncellas de Dundarak! Seguramente se le agotarían en un santiamén. Ese optimismo evitaba que se quejase de tener que atravesar la llanura nevada.
Aquellos alegres pensamientos fueron interrumpidos por el sonido de algo moviéndose entre la nieve, haciéndole virar con cierto temor, cerciorándose de que no hubiese peligro alguno. Un breve silencio envolvió la atmosfera, similar a la calma que precede a la tormenta y esto solo sirvió para ponerle los nervios de punta. Ojalá hubiese sido obra de su imaginación, pero apenas si tuvo tiempo de reaccionar y esquivar el inesperado ataque proveniente de un poco amistoso dragón. Estaba claro que no había corrido con suerte en esta ocasión y aunque le doliese dejar sus preciadas mercancías, salvar su vida era lo primordial. Solo que había un pequeño problema: su pierna se había lastimado en su maniobra evasiva, volviendo el escape algo casi imposible.
- ¡Ayuda!
Ahora solo le restaba rezarles a los dioses para que se apiadaran de su alma y apareciera alguien que le ayudase a enfrentarse a aquel horrible dragón.
Con esta advertencia en la mente siguió su trayectoria, siempre pensando en la cara que tendrían sus clientes al ver semejantes adquisiciones. Había conseguido bastantes piezas de orfebrería que hasta el momento podían considerarse únicas en su especie. ¡Ansiaba ver las caras de las doncellas de Dundarak! Seguramente se le agotarían en un santiamén. Ese optimismo evitaba que se quejase de tener que atravesar la llanura nevada.
Aquellos alegres pensamientos fueron interrumpidos por el sonido de algo moviéndose entre la nieve, haciéndole virar con cierto temor, cerciorándose de que no hubiese peligro alguno. Un breve silencio envolvió la atmosfera, similar a la calma que precede a la tormenta y esto solo sirvió para ponerle los nervios de punta. Ojalá hubiese sido obra de su imaginación, pero apenas si tuvo tiempo de reaccionar y esquivar el inesperado ataque proveniente de un poco amistoso dragón. Estaba claro que no había corrido con suerte en esta ocasión y aunque le doliese dejar sus preciadas mercancías, salvar su vida era lo primordial. Solo que había un pequeño problema: su pierna se había lastimado en su maniobra evasiva, volviendo el escape algo casi imposible.
- ¡Ayuda!
Ahora solo le restaba rezarles a los dioses para que se apiadaran de su alma y apareciera alguien que le ayudase a enfrentarse a aquel horrible dragón.
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Bienvenido seas inesperado salvador: Te encuentras en la llanura nevada. ¿Cómo llegaste ahí? La verdad es que me es irrelevante, no voy a interferir en tu cronología. En este primer turno encontrarás al mercader en medio de un asalto y decidirás ayudarle, enfrentándote al dragón. Sé libre de utilizar los npcs a tu conveniencia.
Wyn
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Re: Dragoncito no te lo lleves [Desafío]
Van dos días de viaje por la zona fría, el pequeño robot comienza a preguntarse si sus mapas están bien. Al final llega a una conclusión más lógica, la distancia en tierra salvaje se duplica. Tiene intención de visitar la capital del norte por motivos exploratorios, cierta idea que pillo de su aventura con el sintético mensajero.
Existe una sensación extraña que se hace cada vez más presente, es difícil definir si es agradable o molesta. Estudios internos arrojan un nombre, frio. Se manifiesta de una manera más remarcable en el norte, no es igual que en las ciudades humanas. Z9-42 puede resistir entornos extremos pero aun así los sigue sintiendo, no es posible suprimir las fuerzas naturales.
Un par de recuerdos afloran en la mente del “chico”, son de su anterior vida por lo que llegan distorsionados. Antes le gustaba la nieve, tanto que paso mucho tiempo en contacto con ella. Lo siguiente es demasiado confuso, dolor y miedo… cierta frase se repite varias veces… la nieve puede matarte si se lo permites.
Baja la mirada, acaba de experimentar algo desagradable. Parece que fue importante en su momento pero ahora es solo un reflejo, ecos de otra vida. Recordar tales cosas despierta curiosidad aunque siempre viene acompañado de sentimientos raros, difíciles de computar o traducir.
Eventualmente algo saca a Zero de su meticuloso estudio interno, los gritos desesperados de una persona. Instintivamente el niño artificial busca la fuente, por suerte le encuentra rápido. Sus sensores son avanzados y… esta en medio del camino con un carro, a veces resulta difícil caminar sin encontrar alguien en apuros.
Sin mediar palabra coloca su pequeño cuerpo entre el dragón y su ¿comida?... muy posible. Tiene vestigios de la programación original Bio, ayudar al ser humano… además, le gusta hacerlo. La criatura atacante se muestra bastante alterada, debe ser un animal salvaje. Z9-42 busca en su base de datos si existen dragones “incivilizados” pero un coletazo lo manda contra cierto árbol.
Eso… eso dolió.
Se reincorpora y avanza al punto inicial, debe poner distancia entre la persona viva y su atacante. Establece una pose firme y luego extiende su mano, la típica señal de alto. Todos parecen algo desconcertados por esa acción, incluso la criatura. ¿Qué se puede decir?, Al mocoso de mentira le gusta agotar las opciones diplomáticas.
Por favor, no sigas o tendré que hacerte daño.
Otro coletazo lo manda a volar, ya puede decir que no existe más salida, debe combatir. Vuelve a interponerse entre ambos sujetos de carne pero esta vez suelta un golpe al dragón, vale destacar que aunque parezca un niño pega como cualquier caballo salvaje. Esta vez es la lagartija gigante quien termina retrocediendo, el humano apenas puede creer lo que ve. Sin vacilar Zero sube encima de la bestia e intenta estrellar su cabeza contra el suelo, debe finiquitar todo rápido para evitar desenlaces poco agradables.
Si prometes irte… te soltare.
Existe una sensación extraña que se hace cada vez más presente, es difícil definir si es agradable o molesta. Estudios internos arrojan un nombre, frio. Se manifiesta de una manera más remarcable en el norte, no es igual que en las ciudades humanas. Z9-42 puede resistir entornos extremos pero aun así los sigue sintiendo, no es posible suprimir las fuerzas naturales.
Un par de recuerdos afloran en la mente del “chico”, son de su anterior vida por lo que llegan distorsionados. Antes le gustaba la nieve, tanto que paso mucho tiempo en contacto con ella. Lo siguiente es demasiado confuso, dolor y miedo… cierta frase se repite varias veces… la nieve puede matarte si se lo permites.
Baja la mirada, acaba de experimentar algo desagradable. Parece que fue importante en su momento pero ahora es solo un reflejo, ecos de otra vida. Recordar tales cosas despierta curiosidad aunque siempre viene acompañado de sentimientos raros, difíciles de computar o traducir.
Eventualmente algo saca a Zero de su meticuloso estudio interno, los gritos desesperados de una persona. Instintivamente el niño artificial busca la fuente, por suerte le encuentra rápido. Sus sensores son avanzados y… esta en medio del camino con un carro, a veces resulta difícil caminar sin encontrar alguien en apuros.
Sin mediar palabra coloca su pequeño cuerpo entre el dragón y su ¿comida?... muy posible. Tiene vestigios de la programación original Bio, ayudar al ser humano… además, le gusta hacerlo. La criatura atacante se muestra bastante alterada, debe ser un animal salvaje. Z9-42 busca en su base de datos si existen dragones “incivilizados” pero un coletazo lo manda contra cierto árbol.
Eso… eso dolió.
Se reincorpora y avanza al punto inicial, debe poner distancia entre la persona viva y su atacante. Establece una pose firme y luego extiende su mano, la típica señal de alto. Todos parecen algo desconcertados por esa acción, incluso la criatura. ¿Qué se puede decir?, Al mocoso de mentira le gusta agotar las opciones diplomáticas.
Por favor, no sigas o tendré que hacerte daño.
Otro coletazo lo manda a volar, ya puede decir que no existe más salida, debe combatir. Vuelve a interponerse entre ambos sujetos de carne pero esta vez suelta un golpe al dragón, vale destacar que aunque parezca un niño pega como cualquier caballo salvaje. Esta vez es la lagartija gigante quien termina retrocediendo, el humano apenas puede creer lo que ve. Sin vacilar Zero sube encima de la bestia e intenta estrellar su cabeza contra el suelo, debe finiquitar todo rápido para evitar desenlaces poco agradables.
Si prometes irte… te soltare.
Z9-42
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Re: Dragoncito no te lo lleves [Desafío]
Todo estaba perdido. Sus mercancías, su sustento, pero, sobre todo: su vida. Con una pierna lesionada no había nada que pudiese hacer para huir de aquella situación, solo le restaba esperar que alguien acudiera en su auxilio, o en su defecto, resignarse a morir a manos de ese dragón. El temeroso mercader comenzó a rezarle a los dioses, cuando de pronto una pequeña figura se interpuso en el camino del dragón, recibiendo un coletazo que lo mandó a chocar contra un árbol. Confuso por el giro inesperado de su situación, el asombrado hombre intercambió su mirada entre el niño y la criatura, esperando que el primero tuviese la sensatez suficiente como para huir de ahí.
Curiosamente el muchacho volvió a tomar la misma postura, decidido a enfrentarse al peligroso dragón, y por si fuera poco le advertía que no continuase o se vería en la penosa necesidad de hacerle daño. Tal y como era de esperarse la bestia no tardó en arremeter de nuevo en contra del pobre chiquillo, mandándolo a volar un par de metros. Ese era el momento en que cualquiera con sentido común aprovecharía para escapar, pero esto no parecía estar en los planes de su peculiar salvador.
En un asombroso giro de los acontecimientos el dragón es quien recibe el golpe esta vez, retrocediendo con desconcierto ante aquella singular fuerza, proveniente de su contrincante. Sin darle tiempo de reponerse el niño se sube a la espalda de la criatura, buscando asestarle la cabeza contra el suelo, a lo que el dragón no vacila en sacudirse para quitárselo de encima, aunque sin ningún resultado favorable.
Resignado a que aquel chiquillo no era un contrincante endeble al que pudiese derrotar con facilidad y ponderando la opción de salir ileso, el dragón retrocedió, buscando alejarse todo lo posible del peligro que le suponía el pequeño y extraño niño. Ahora se lo pensaría un par de veces antes de emboscar a alguien para robarle, no fuese que de nuevo un chiquillo con fuerza sobrehumana apareciera e intentase matarlo.
Por su parte el mercader no fue capaz de esconder su gesto de asombro, pues nunca se imaginó que todo terminaría de esa manera. No es que se quejase de que alguien hubiese acudido a su llamado de auxilio, pero no sabía hasta qué punto podía confiar en su mini-salvador.
-Muchas gracias por ayudarme. ¿No estás lastimado? -tomó una vara cercana e intentó ponerse de pie, mirando al niño con preocupación-. De no ser por tu ayuda ahorita estaría en el estómago de ese horrendo dragón -se acercó a su carreta, revisando que las cosas no se hubiesen dañado demasiado y afortunadamente estaban casi intactas-. ¿Podrías ayudarme a llegar a Dundarak? Prometo recompensarte con lo que me pidas.
Con las mercancías a salvo podía darse el lujo de prometer aquel trueque, después de todo, ese chico se lo merecía por salvarle la vida y solo no lograría terminar el resto del viaje.
Curiosamente el muchacho volvió a tomar la misma postura, decidido a enfrentarse al peligroso dragón, y por si fuera poco le advertía que no continuase o se vería en la penosa necesidad de hacerle daño. Tal y como era de esperarse la bestia no tardó en arremeter de nuevo en contra del pobre chiquillo, mandándolo a volar un par de metros. Ese era el momento en que cualquiera con sentido común aprovecharía para escapar, pero esto no parecía estar en los planes de su peculiar salvador.
En un asombroso giro de los acontecimientos el dragón es quien recibe el golpe esta vez, retrocediendo con desconcierto ante aquella singular fuerza, proveniente de su contrincante. Sin darle tiempo de reponerse el niño se sube a la espalda de la criatura, buscando asestarle la cabeza contra el suelo, a lo que el dragón no vacila en sacudirse para quitárselo de encima, aunque sin ningún resultado favorable.
Resignado a que aquel chiquillo no era un contrincante endeble al que pudiese derrotar con facilidad y ponderando la opción de salir ileso, el dragón retrocedió, buscando alejarse todo lo posible del peligro que le suponía el pequeño y extraño niño. Ahora se lo pensaría un par de veces antes de emboscar a alguien para robarle, no fuese que de nuevo un chiquillo con fuerza sobrehumana apareciera e intentase matarlo.
Por su parte el mercader no fue capaz de esconder su gesto de asombro, pues nunca se imaginó que todo terminaría de esa manera. No es que se quejase de que alguien hubiese acudido a su llamado de auxilio, pero no sabía hasta qué punto podía confiar en su mini-salvador.
-Muchas gracias por ayudarme. ¿No estás lastimado? -tomó una vara cercana e intentó ponerse de pie, mirando al niño con preocupación-. De no ser por tu ayuda ahorita estaría en el estómago de ese horrendo dragón -se acercó a su carreta, revisando que las cosas no se hubiesen dañado demasiado y afortunadamente estaban casi intactas-. ¿Podrías ayudarme a llegar a Dundarak? Prometo recompensarte con lo que me pidas.
Con las mercancías a salvo podía darse el lujo de prometer aquel trueque, después de todo, ese chico se lo merecía por salvarle la vida y solo no lograría terminar el resto del viaje.
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Z9-42: Has conseguido alejar al dragón. Bien hecho, me gusta tu estilo. Este podría ser tu ultimo post y tendrás que elegir si ayudar al mercader a llegar a Dundarak o dejar que vaya solo. Recuerda que en base a tus acciones serás recompensado. No olvides que eres libre de usar los npcs.
Wyn
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Re: Dragoncito no te lo lleves [Desafío]
En un giro inesperado el dragón decide huir, parece que toma la salida mencionada por Zero. Este último se aparta y lo deja marcharse, no puede evitar sonreír un poco. Rara vez los enemigos escogen retirarse aunque es agradable cuando lo hacen, de seguir combatiendo solo se hubiera podido llegar a un desenlace.
Aquella criatura desaparece rápido, no quiere tentar su suerte. El pequeño sintético solo puede desear que la lección haya calado… los humanos no se comen. Mueve un poco el hombro para disipar cierto malestar, el golpe resintió algunas zonas. Nada que media hora no solucione, su sistema de reparación es bastante viable.
Cuando está completamente seguro de que no hay peligro establece contacto visual con el hombre, dicho personaje se muestra agradecido aunque denota vestigios de miedo. Z9-42 sabe porque, no es natural ver a un niño corriente volando por los aires y espantando dragones… aprendió eso en su primer día fuera de la base.
Estoy bien… soy un niño bastante resistente.
A diferencia de su persona el mercader muestra una herida incapacitante, parece que su pierna se disloco por un mal movimiento. Zero se acerca con calma, sabe que hacer. A punto de contacto levanta la mano para tranquilizar al hombre, un gesto acertado pues se puso bastante nervioso cuando aumento la proximidad.
Te ayudare… por favor, cuenta hasta tres.
¿Qué... que haces niño?
Hasta tres.
Vale… uno, dos… ¡aaaaaahhhh!
Se escucha el ligero sonido de los huesos encajando, acaba de ahorrarle al mercader tener que pagar un sanador. Cuando puedes formar esquemas mentales fisiológicos los primeros auxilios se vuelven una posibilidad real, se puede decir que Zero es un “pequeño” lleno de sorpresas. Obviamente la elaborada técnica es menospreciada por el adulto quien maldice a todos los dioses su dolor inicial… daños colaterales.
Lo lamento pero era la única forma… un poco más de daño y hubiera tenido que amputar.
La persona corriente se pone pálida, tal vez el dragón no era tan amenazante. Al final logra calmarse cuando su nuevo “amigo” le ayuda a ponerse de pie, tiene mucho que agradecer. El joven sintético medita una petición anterior, parece que las variaciones aleatorias favorables no son un mito sobrevalorado después de todo.
Te ayudare, también quiero visitar la ciudad.
Sonríe como tonto para liberar presión ajena, los seres inteligentes grandes tienden a apreciar tal gesto. Ambos personajes suben a la carreta y emprenden el desplazamiento, deberían llegar más rápido con un vehículo. Moverse de tal forma es apreciado por las especies vivas, su resistencia no suele destacar.
¿Mencionaste una recompensa?... pero no hice nada.
¿¡Como que nada!? ¡Me salvaste!
Esa es una labor obligatoria para todos… ¿no?
Podrás ser fuerte pero debes aprender más cosas pequeño.
Lo se…
Aquella criatura desaparece rápido, no quiere tentar su suerte. El pequeño sintético solo puede desear que la lección haya calado… los humanos no se comen. Mueve un poco el hombro para disipar cierto malestar, el golpe resintió algunas zonas. Nada que media hora no solucione, su sistema de reparación es bastante viable.
Cuando está completamente seguro de que no hay peligro establece contacto visual con el hombre, dicho personaje se muestra agradecido aunque denota vestigios de miedo. Z9-42 sabe porque, no es natural ver a un niño corriente volando por los aires y espantando dragones… aprendió eso en su primer día fuera de la base.
Estoy bien… soy un niño bastante resistente.
A diferencia de su persona el mercader muestra una herida incapacitante, parece que su pierna se disloco por un mal movimiento. Zero se acerca con calma, sabe que hacer. A punto de contacto levanta la mano para tranquilizar al hombre, un gesto acertado pues se puso bastante nervioso cuando aumento la proximidad.
Te ayudare… por favor, cuenta hasta tres.
¿Qué... que haces niño?
Hasta tres.
Vale… uno, dos… ¡aaaaaahhhh!
Se escucha el ligero sonido de los huesos encajando, acaba de ahorrarle al mercader tener que pagar un sanador. Cuando puedes formar esquemas mentales fisiológicos los primeros auxilios se vuelven una posibilidad real, se puede decir que Zero es un “pequeño” lleno de sorpresas. Obviamente la elaborada técnica es menospreciada por el adulto quien maldice a todos los dioses su dolor inicial… daños colaterales.
Lo lamento pero era la única forma… un poco más de daño y hubiera tenido que amputar.
La persona corriente se pone pálida, tal vez el dragón no era tan amenazante. Al final logra calmarse cuando su nuevo “amigo” le ayuda a ponerse de pie, tiene mucho que agradecer. El joven sintético medita una petición anterior, parece que las variaciones aleatorias favorables no son un mito sobrevalorado después de todo.
Te ayudare, también quiero visitar la ciudad.
Sonríe como tonto para liberar presión ajena, los seres inteligentes grandes tienden a apreciar tal gesto. Ambos personajes suben a la carreta y emprenden el desplazamiento, deberían llegar más rápido con un vehículo. Moverse de tal forma es apreciado por las especies vivas, su resistencia no suele destacar.
¿Mencionaste una recompensa?... pero no hice nada.
¿¡Como que nada!? ¡Me salvaste!
Esa es una labor obligatoria para todos… ¿no?
Podrás ser fuerte pero debes aprender más cosas pequeño.
Lo se…
Z9-42
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Re: Dragoncito no te lo lleves [Desafío]
El niño parece meditar un momento en la respuesta a la pregunta que le había hecho, antes de acercarse a él con cierto aire de peligro, que solo consiguió ponerle más nervioso. El pobre mercader no pudo terminar de contar, cuando el niño le hizo gritar de dolor al ‘‘arreglar’’ la lesión que se había ocasionado en el ataque del dragón.
Hubiese querido evitar la sarta de maldiciones e improperios que salieron de su boca, pero el dolor era tan grande que fue imposible hacerlo. Una vez que aquel mal momento comenzó a zozobrar, el hombre agradeció al niño mentalmente por ayudarle una vez más, pues sabía que efectivamente su pierna habría empeorado sin un tratamiento inmediato.
Una sonrisa se esbozó en el rostro del mercader cuando su pequeño amigo le ayudo a ponerse de pie, asegurándole que le ayudaría a terminar su viaje, pues él también deseaba llegar a Dundarak. Aunque debía aceptar que le costaba trabajo entender por qué el niño no creía merecerse la recompensa, después de todo lo que había hecho por él. Ciertamente le faltaba mucho por crecer.
Una vez que terminaron el resto del camino y que el mercader pudo descansar un poco de todo lo que había sucedido, se acercó a su carromato de mercancías y sacó una pequeña bolsa de un compartimiento oculto, para después entregársela al pequeño niño al que le debía la vida.
-Aquí tienes. Sé que no es mucho, pero siempre que vengas a Dundarak no dudes en buscarme, estoy en deuda contigo.
Algo si quedaba muy claro: el mercader no saldría de la ciudad en mucho tiempo.
Hubiese querido evitar la sarta de maldiciones e improperios que salieron de su boca, pero el dolor era tan grande que fue imposible hacerlo. Una vez que aquel mal momento comenzó a zozobrar, el hombre agradeció al niño mentalmente por ayudarle una vez más, pues sabía que efectivamente su pierna habría empeorado sin un tratamiento inmediato.
Una sonrisa se esbozó en el rostro del mercader cuando su pequeño amigo le ayudo a ponerse de pie, asegurándole que le ayudaría a terminar su viaje, pues él también deseaba llegar a Dundarak. Aunque debía aceptar que le costaba trabajo entender por qué el niño no creía merecerse la recompensa, después de todo lo que había hecho por él. Ciertamente le faltaba mucho por crecer.
Una vez que terminaron el resto del camino y que el mercader pudo descansar un poco de todo lo que había sucedido, se acercó a su carromato de mercancías y sacó una pequeña bolsa de un compartimiento oculto, para después entregársela al pequeño niño al que le debía la vida.
-Aquí tienes. Sé que no es mucho, pero siempre que vengas a Dundarak no dudes en buscarme, estoy en deuda contigo.
Algo si quedaba muy claro: el mercader no saldría de la ciudad en mucho tiempo.
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Z9-42 Has completado el desafío de una excelente forma. Debo decir que me declaro fan de tu estilo y espero que pronto podamos encontrarnos en otro tema en donde pueda explotar tu potencial de manera más amena. Me encanta la forma que tienes para llevar a tu personaje y como es posible entender su trasfondo con singular fluidez. ¡Enhorabuena por tan magnifico rol! Ahora paso a entregarte tus bien merecidas recompensas.
+2 puntos de experiencia por calidad de rol.
+3 puntos de experiencia por originalidad del user.
+50 aeros
Las recompensas han sido agregadas a tu perfil ^^
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Wyn
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