[Evento] El asedio [Batalla por Terpoli]
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[Evento] El asedio [Batalla por Terpoli]
EVENTO: EL ASEDIO
Terpoli, un pequeño pueblo, insignificante hasta para los mapas, de pronto concentra la atención de todo Aerandir. Un grupo de nigromantes lo ha tomado por la fuerza y ahora amenaza con llevar a cabo horribles rituales con los habitantes. Sus calles están repletas de muertos vivientes, volviendo realidad las peores pesadillas.
Una expedición ha salido desde Lunargenta, al mando de Lord Treki el Rubio. Un elfo a cargo de la guardia de la ciudad. En sus filas se cuentan muchos aventureros apenas reclutados hace unos días atrás para esta misión, sedientos de gloria. Uno de ellos eres tú.
Habéis realizado una marcha desde la ciudad, establecido un asedio y descansado una jornada, pero ya no podéis esperar más, los habitantes están en peligro y sólo vosotros estáis en condiciones de salvarles.
¿Cumplirás con tu parte en esta misión?
Terpoli es pequeño, pero posee murallas. Estas murallas están formadas por gruesos troncos y se requiere de abrir una brecha o echar abajo las puertas para que el ejército pueda entrar a purgar las calles de los nigromantes y los muertos vivientes.
Lo que fuera construido como protección ahora hace las veces de prisión para sus habitantes.
Se ha seleccionado a un grupo de avanzada, los cuales tienen a su disposición a constructores y soldados para llevar a cabo un ataque con el fin de eliminar la barrera, sin embargo deberán lograr esto mientras son víctimas del ataque de los muertos vivientes, quienes desde las murallas arrojarán flechas, aceite ardiendo, rocas y hasta ellos mismos se lanzarán a evitar la caída de las defensas.
Una expedición ha salido desde Lunargenta, al mando de Lord Treki el Rubio. Un elfo a cargo de la guardia de la ciudad. En sus filas se cuentan muchos aventureros apenas reclutados hace unos días atrás para esta misión, sedientos de gloria. Uno de ellos eres tú.
Habéis realizado una marcha desde la ciudad, establecido un asedio y descansado una jornada, pero ya no podéis esperar más, los habitantes están en peligro y sólo vosotros estáis en condiciones de salvarles.
¿Cumplirás con tu parte en esta misión?
Terpoli es pequeño, pero posee murallas. Estas murallas están formadas por gruesos troncos y se requiere de abrir una brecha o echar abajo las puertas para que el ejército pueda entrar a purgar las calles de los nigromantes y los muertos vivientes.
Lo que fuera construido como protección ahora hace las veces de prisión para sus habitantes.
Se ha seleccionado a un grupo de avanzada, los cuales tienen a su disposición a constructores y soldados para llevar a cabo un ataque con el fin de eliminar la barrera, sin embargo deberán lograr esto mientras son víctimas del ataque de los muertos vivientes, quienes desde las murallas arrojarán flechas, aceite ardiendo, rocas y hasta ellos mismos se lanzarán a evitar la caída de las defensas.
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Instrucciones:
- Puede participar cualquier PJ de cualquier nivel, siempre y cuando no esté participando de una quest, mastereado o evento.
- Al menos uno de los participantes debe poseer la habilidad pasiva de construcción o de alguna manera justificar su capacidad de llevar a cabo sabotaje.
- El primer post debe contener el comienzo de la ejecución de la labor, cómo se llega y qué es lo primero que se hace. A continuación el master posteará agregando una dificultad y finalmente se terminará con un post donde se resuelve la dificultad y se termina el evento.
- Los hechos ocurrirán entre las 8:00 y las 11:00 horas (8am - 11am), aproximadamente.
- Se aceptan entre 1 y 2 personajes (se esperará hasta una semana luego de que se inscriba uno para el posible ingreso de otro, luego de eso, si no hay nadie más, se comenzará con uno solo).
- Las instrucciones generales de esta mega evento, así como la trama, se encuentran en [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo].
- Para unirte, debes primero postear tu reclutamiento en [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo].
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Re: [Evento] El asedio [Batalla por Terpoli]
Observó desde la seguridad del campamento la ciudad que iban a asaltar al poco del amanecer, un grueso muro de madera se alzaba alto, majestuoso incluso, tratando de alcanzar un firmamento oscurecido; su misión, junto a un numeroso grupo de especialistas y soldados, era garantizar que aquel muro dejaba de existir.
Inspiró hondo y, ignorando el hecho de que el aroma que el aire transportaba consigo era similar al de un cementerio, miró fijamente la insignia que le habían entregado poco después de alistarse. –“Soldado Eltrant Tale, Tercer Regimiento de infantería” – Leyó en voz alta, aquello parecía tan solemne, tan real, no terminaba de creérselo.
Por otro lado la mayoría de los soldados presentes se habían dado cuenta de que las siluetas que se veían a lo lejos, sobre la muralla, tenían algo extraño, aún se encontraban preparando la maquinaria de asedio y el campamento, pero se podía apreciar, aún desde aquella distancia especialmente decidida para alejar a los oficiales del fuego enemigo, que se movían de forma lenta y confusa, casi como marionetas.
Dejando escapar un sonoro suspiró se colocó el trozo de metal en el que rezaba su nombre y rango en el cinturón y continuó ayudando a levantar el campamento.
El denominado tercer regimiento habían sido el primero en llegar, no podía decir que la vida en el ejército era aburrida, había conocido a bastante gente curiosa, desde curtidos mercenarios y soldados veteranos hasta a los especialistas y eruditos que se encargarían de tirar la muralla abajo.
No obstante el grueso del aquellos hombres, hasta dónde Eltrant sabía, eran tipos como él, individuos que habían aprovechado aquella oportunidad para tratar de llevase un sueldo digno con el que quizás alimentar a su familia o poder permitirse pasar una noche en Lunargenta, por supuesto no faltaba algún noble que otro con ganas de gloria e incluso algún buen samaritano que se apuntó por el simple hecho de poder ayudar a la pobre gente del pueblo; curiosamente también vio a un crio del cual se decía que era un genio con la maquinaria.
No tardo en oír como la mayoría de los sus compañeros se reían ante esto y hacían apuestas sobre el modo en el que el chico perdería la vida, Eltrant lo estudió durante todo el viaje disimuladamente, o creyó que lo hacía al menos, y aunque el muchacho no parecía ser nada del otro mundo, sí que pudo observar que parecía ser bastante capaz en lo suyo.
Una vez estuvo montado el campamento los oficiales ordenaron a las tropas que descansasen y se preparasen para el asalto, era obvio que querían a todo el mundo descansado para lanzarles contra el muro que tenían frente a ellos, sin embargo Eltrant y prácticamente todo el regimiento agradeció el detalle, habían caminado sin parar y después habían levantado un campamento con defensas sencillas, por si los que estaban atrincherados decidían tomar la delantera, se merecían un ligero descanso.
Eltrant aprovechó este tiempo para conocer a la escuadra en la que le habían colocado, dieciséis soldados, cinco especialistas y un oficial, le pareció creer que el muchacho estaba en su escuadra, pero no estaba seguro de ello, el niño pasaba realmente desapercibido en aquel lugar, aunque aquello eran meros formalismos, a la hora de atacar les habían advertido de que era muy posible que se entremezclasen.
La noche se le hizo eterna y por las palabras de sus compañeros de tienda de campaña y respiraciones agitadas, no fue al único al que le sucedió, le costo mucho dormirse, quizás demasiado.
Antes del alba de la mañana siguiente les hicieron ponerse en pie y pertrecharse con todo el equipo para en cuanto lo hubiesen hecho colocarse en formación, Eltrant obedeció todas las órdenes de su oficial superior hasta que se reunió con el resto de su equipo.
Afortunadamente para la mayoría de los granjeros que se habían alistado, otorgaron un conjunto sencillo de protección que consistía en una armadura de cuero para el torso y un casco del mismo material, no protegería mucho, pero era mejor que lanzar un ataque con un montón de aldeanos desprotegidos. Lo demás dependía de lo que fueses capaz de cargar, Eltrant portaba su espada, una pequeña mochila con diferentes pertrechos y un pesado escudo atado a la espalda acabado en dos trozos de metal afilado en uno de los extremos, ideado para ser clavado contra la muralla y así fabricar un pequeño toldo con el cual protegerse de los que le lanzasen desde arriba.
Respiró profundamente mientras, ya en posición, oía moverse a las catapultas y las balistas tras ellos, sin pensarlo dos veces desenvainó la espada cuando el oficial dio la orden, frunció el ceño, le temblaban los brazos, era la primera vez que le pasaba antes de una pelea, volvió a respirar profundamente, no era lo mismo enfrentarse a unos pocos bandidos que asaltar una maldita fortaleza.
-“Tranquilízate Tale” – Dijo el tipo que estaba junto a él, Ryan, creía recordar el mercenario que se llamaba. Era una persona enorme, de tez clara y ojos azules, ataviado con una pesada armadura metálica y armado con un martillo de proporciones realmente intimidatorias –“Simplemente sigue hacia adelante, sin mirar atrás, llega hasta la muralla y todo irá bien” – El hombre le dedicó al muchacho una sonrisa tranquilizadora, aunque esta no llegó a cumplir su función Eltrant asintió agradecido.
Frente a él, aproximadamente más de seiscientos metros de terreno embarrado, anegado a propósito para ralentizar el paso de los asaltantes, se interponía entre ellos y el pueblo.
-“¡Marchad!” – Gritó el jefe de sección alzando la espada. Los soldados en cabeza, entre los cuales estaba Eltrant, comenzaron a caminar en dirección al pueblo seguidos de cerca por los especialistas y constructores que cargaban escalas y diferentes tipos de materiales , justo detrás de estos, las armas de asedio se preparaban para abrir fuego.
–“¡Tercer Regimiento! Demostrad de que estáis hechos, demostrad por qué somos los primeros en entrar en combate, ¡¡Demostrad que no hay muro que pueda detenernos!!” – Exclamó el oficial que estaba al mando del asalto alzando su espada de nuevo en dirección a las puertas de la aldea –“¡No hay miedo! ¡No hay dolor! ¡¡Cargad!!”
Y ahí comenzó todo.
Un grito generalizado por parte de todas las tropas presentes, al que se unió Eltrant sin dudarlo, fue seguido al instante de una multitud de proyectiles en llamas que lanzaron las catapultas.
Los integrantes del tercer regimiento comenzaron a correr en dirección a la muralla justo tras esto, apoyados mientras por fuego de balista, que de algún modo era increíblemente preciso, esto no tardó en ser visto por los defensores, los cuales empezaron inmediatamente a descargar un torrente de flechas contra los asaltantes.
No fueron pocas las flechas que oyó Eltrant silbar junto a su cabeza, y por si todo el equipo que llevaba encima no fuese lo suficientemente pesado se encontró con que apenas podía avanzar debido al barro, maldiciendo su existencia continuó corriendo a duras junto a sus camaradas sin mirar atrás.
-“¡¡Proyectil!!” – Una enorme bola de lo que parecía ser fuego de color verde salió de detrás de las murallas y, después de cruzar todo el campo de batalla, impactó contra la balista ligera que tenía Eltrant junto a él, matando a sus operarios, lanzando al mercenario por los aires y envolviendo la balista en unas singulares llamas de color verde.
Después de dar varias piruetas en el aire y caer sobre el húmedo barro, Eltrant se levantó del suelo lo más rápido que pudo. Tosiendo copiosamente pudo incorporarse justo para evitar la estocada de uno de los defensores, que al parecer habían decidido lanzarse literalmente desde lo alto de la muralla para hacer frente a los que trataban de arrebatarles el pueblo, si bien Eltrant consiguió evitar ser asesinado en aquel momento, aquel ser de tez pálida y olor a cadáver acertó a un joven compañero a la altura del cuello que estaba junto a él, el soldado gorgoteó algo incomprensible antes de caer muerto al suelo ahogado con su propia sangre.
Eltrant cerró los ojos y apretando los dientes dirigió su espada hacia el defensor y le hizo un tajo en el estómago sin ningún esfuerzo, pero lejos de caer muerto o herido siguió atacando. Frunciendo el ceño, confuso por el olor a carne quemada, los gritos de auxilio y en general, por todo lo que estaba ocurriendo allí, el mercenario lanzó un tajo en horizontal a la altura del cuello de aquella cosa, decapitandola, para enseguida seguir en dirección a su objetivo, trató de ignorar el hecho de que la cabeza aún gesticulaba en el suelo.
Continuó hacia adelante, como le había dicho Ryan, el gigantón de armadura pesada que veía correr a pocos metros frente a él. Continuó evitando las flechas, los extraños individuos que guarnecían la muralla, e incluso algún que otro esqueleto animado como por arte de magia, los cuales estuvieron a punto de cercenarle uno de los brazos y de acabar con él debido a la impresión que esto ocasionó para el mercenario.
-“Tale…” – Un suave gemido de uno de sus compañeros llamó su atención mientras avanzaba bajo el fuego enemigo, una nueva bola de fuego de color verde iluminó el firmamento justo antes de hacer estallar una de las torres de asedio en mil pedazos.
–“Tale... ayúdame” – Un soldado no mucho más joven que él, con el que había coincidido en la cena horas antes yacía en el suelo sin piernas; Eltrant, jadeando se agachó junto a este dispuesto a ayudarle, que gimió algo pareció a un gracias justo cuando el mercenario vio a otro de esos proyectiles de llamas verdes dirigirse hacia ellos, sin dudarlo un minuto, el instinto de supervivencia del joven se hizo cargo de su cuerpo y cerrando los ojos, siguió corriendo hacia delante. –“¡¡Tale!! ¿¡Que haces?! ¡¡Ayúdame!! ¡¡Eltrant!!” –El proyectil golpeó de lleno contra el muchacho y todo lo que había a su alrededor, envolviéndole en un mar de llamas verdes y, después de dejar escapar un grito desgarrador, desintegrándolo casi al momento.
Eltrant, como un autómata, dejó que la adrenalina tomara posesión de su cuerpo y siguió hacia adelante, tenía que llegar hacia la muralla, tenía que sobrevivir a aquella locura, saltó el cadáver de un soldado que vestía una pesada armadura que le resultaba familiar, para justo después recibir un impacto de flecha a la altura del hombro, lo que le hizo desequilibrarse y caer de espaldas.
-“¡Hijos de puta!” - Dejando escapar un grito de dolor, antes de levantarse partió el mástil de la flecha dejando la cabeza de la misma alojada en su hombro, afortunadamente la armadura de cuero había detenido parcialmente la saeta, y aunque no era agradable, al menos no moriría desangrado.
Jadeando llegó a la muralla, momento en el que, sin mediar palabra con los soldados que ya habían llegado y sin tiempo alguno para recuperar el aliento se desató el escudo de la espalda, el cual se encontraba ligeramente fracturado debido a los diferentes golpes que se había llevado, y lo clavó en la muralla lo más alto que pudo.
-“Soldado ¿¡Venia contigo algún especialista?!” – Eltrant negó con la cabeza respondiendo a la pregunta de su oficial mientras, frunciendo el ceño, buscaba apresuradamente el martillo que llevaba en la mochila, el cual usó inmediatamente para asegurar el escudo contra la madera de la fortificación, justo a tiempo para poder resguardarse bajo él y evitar el aceite hirviendo que lanzaron desde arriba. El lastimoso grito de dolor del hombre que acababa de hacerle aquella pregunta indicó al muchacho que no todos habían conseguido clavar el escudo y esconderse bajo él.
Tratando de hacer el menos casó posible a todo lo que sucedida a su alrededor cerró los ojos y, en vano, trató de tranquilizarse, rápidamente se terminó de extraer la flecha de la herida empezando esta a sangrar enseguida, para justo después taparla con un trapo empapado en cicatrizante de dudosa calidad que todos tenían como equipo básico.
-“¡¡Tale!! Dame el cincel ¡Vamos a echar esta mierda abajo!” – Gritó una mujer que estaba resguardándose bajo otro escudo a pocos metros de él, Eltrant tomó aire y salió del escondite, tras evitar que las pesadas piedras que lanzaban desde arriba no le abriesen la cabeza, se protegió junto a su compañera tendiéndole en seguida tanto el martillo con el que había apuntalado su improvisada guarnición, como un cincel que tenía a la soldado que estaba junto a él, la cual procedió a hacer un agujero en la muralla.
Mientras la mujer continuaba haciendo aquel agujero varios soldados más llegaron hasta la muralla y entre gritos de dolor y ordenes consiguieron montar sus defensas, el que parecía estar al mando allí se acercó hasta Eltrant y la mujer, cuidándose de no ser alcanzado por el aceite o de ser asesinado por los defensores que, tras ver que no podían alcanzarles decidían lanzarse y acabar ellos mismos con los atacantes.
-“¿¡Alguno de vosotros me puede decir donde se han quedado las malditas escalas?!” – Exclamó tratando de hacerse oír por encima del sonido de la batalla, Eltrant negó con la cabeza y siguió ayudando a su compañera a abrir un agujero lo suficientemente grande en el cual introducir las pequeñas botellas que habían proporcionado a la mayoría de los especialistas.
Según el mercenario había entendido, estos frascos eran como unos tubos alargados divididos en dos secciones, las cuales contenían cada una un tipo de líquido diferente, estos líquidos al mezclarse, supuestamente producían un fuego tan intenso que haría desaparecer la muralla en menos de un minuto, pero claro allí no había ningún especialista todavía, mucho menos un brujo que supiese de esos mejunjes.
-“¡No podemos perder más tiempo! ¡Están aniquilándonos joder!” - Gritó el oficial –“¡Helm! ¡Tale! ¡Y tú quien quiera que seas!” – Señaló a los tres soldados que estaban más cerca justo tras hundirle la cavidad torácica a un esqueleto –“¡Salid ahí afuera de un puta vez y traedme un par de constructores, especialistas o a cualquier imbécil que sepa derribar esta pared!”
Eltrant tragó saliva y se giró hacia el campo de batalla, en llamas, repleto de cadáveres; por un momento se preguntó si el niño andaría por ahí, no lo había visto aún. Suspiró y cargándose del poco valor que le quedaba siguió a la mujer que se apellidaba Helm.
Inspiró hondo y, ignorando el hecho de que el aroma que el aire transportaba consigo era similar al de un cementerio, miró fijamente la insignia que le habían entregado poco después de alistarse. –“Soldado Eltrant Tale, Tercer Regimiento de infantería” – Leyó en voz alta, aquello parecía tan solemne, tan real, no terminaba de creérselo.
Por otro lado la mayoría de los soldados presentes se habían dado cuenta de que las siluetas que se veían a lo lejos, sobre la muralla, tenían algo extraño, aún se encontraban preparando la maquinaria de asedio y el campamento, pero se podía apreciar, aún desde aquella distancia especialmente decidida para alejar a los oficiales del fuego enemigo, que se movían de forma lenta y confusa, casi como marionetas.
Dejando escapar un sonoro suspiró se colocó el trozo de metal en el que rezaba su nombre y rango en el cinturón y continuó ayudando a levantar el campamento.
El denominado tercer regimiento habían sido el primero en llegar, no podía decir que la vida en el ejército era aburrida, había conocido a bastante gente curiosa, desde curtidos mercenarios y soldados veteranos hasta a los especialistas y eruditos que se encargarían de tirar la muralla abajo.
No obstante el grueso del aquellos hombres, hasta dónde Eltrant sabía, eran tipos como él, individuos que habían aprovechado aquella oportunidad para tratar de llevase un sueldo digno con el que quizás alimentar a su familia o poder permitirse pasar una noche en Lunargenta, por supuesto no faltaba algún noble que otro con ganas de gloria e incluso algún buen samaritano que se apuntó por el simple hecho de poder ayudar a la pobre gente del pueblo; curiosamente también vio a un crio del cual se decía que era un genio con la maquinaria.
No tardo en oír como la mayoría de los sus compañeros se reían ante esto y hacían apuestas sobre el modo en el que el chico perdería la vida, Eltrant lo estudió durante todo el viaje disimuladamente, o creyó que lo hacía al menos, y aunque el muchacho no parecía ser nada del otro mundo, sí que pudo observar que parecía ser bastante capaz en lo suyo.
Una vez estuvo montado el campamento los oficiales ordenaron a las tropas que descansasen y se preparasen para el asalto, era obvio que querían a todo el mundo descansado para lanzarles contra el muro que tenían frente a ellos, sin embargo Eltrant y prácticamente todo el regimiento agradeció el detalle, habían caminado sin parar y después habían levantado un campamento con defensas sencillas, por si los que estaban atrincherados decidían tomar la delantera, se merecían un ligero descanso.
Eltrant aprovechó este tiempo para conocer a la escuadra en la que le habían colocado, dieciséis soldados, cinco especialistas y un oficial, le pareció creer que el muchacho estaba en su escuadra, pero no estaba seguro de ello, el niño pasaba realmente desapercibido en aquel lugar, aunque aquello eran meros formalismos, a la hora de atacar les habían advertido de que era muy posible que se entremezclasen.
La noche se le hizo eterna y por las palabras de sus compañeros de tienda de campaña y respiraciones agitadas, no fue al único al que le sucedió, le costo mucho dormirse, quizás demasiado.
Antes del alba de la mañana siguiente les hicieron ponerse en pie y pertrecharse con todo el equipo para en cuanto lo hubiesen hecho colocarse en formación, Eltrant obedeció todas las órdenes de su oficial superior hasta que se reunió con el resto de su equipo.
Afortunadamente para la mayoría de los granjeros que se habían alistado, otorgaron un conjunto sencillo de protección que consistía en una armadura de cuero para el torso y un casco del mismo material, no protegería mucho, pero era mejor que lanzar un ataque con un montón de aldeanos desprotegidos. Lo demás dependía de lo que fueses capaz de cargar, Eltrant portaba su espada, una pequeña mochila con diferentes pertrechos y un pesado escudo atado a la espalda acabado en dos trozos de metal afilado en uno de los extremos, ideado para ser clavado contra la muralla y así fabricar un pequeño toldo con el cual protegerse de los que le lanzasen desde arriba.
Respiró profundamente mientras, ya en posición, oía moverse a las catapultas y las balistas tras ellos, sin pensarlo dos veces desenvainó la espada cuando el oficial dio la orden, frunció el ceño, le temblaban los brazos, era la primera vez que le pasaba antes de una pelea, volvió a respirar profundamente, no era lo mismo enfrentarse a unos pocos bandidos que asaltar una maldita fortaleza.
-“Tranquilízate Tale” – Dijo el tipo que estaba junto a él, Ryan, creía recordar el mercenario que se llamaba. Era una persona enorme, de tez clara y ojos azules, ataviado con una pesada armadura metálica y armado con un martillo de proporciones realmente intimidatorias –“Simplemente sigue hacia adelante, sin mirar atrás, llega hasta la muralla y todo irá bien” – El hombre le dedicó al muchacho una sonrisa tranquilizadora, aunque esta no llegó a cumplir su función Eltrant asintió agradecido.
Frente a él, aproximadamente más de seiscientos metros de terreno embarrado, anegado a propósito para ralentizar el paso de los asaltantes, se interponía entre ellos y el pueblo.
-“¡Marchad!” – Gritó el jefe de sección alzando la espada. Los soldados en cabeza, entre los cuales estaba Eltrant, comenzaron a caminar en dirección al pueblo seguidos de cerca por los especialistas y constructores que cargaban escalas y diferentes tipos de materiales , justo detrás de estos, las armas de asedio se preparaban para abrir fuego.
–“¡Tercer Regimiento! Demostrad de que estáis hechos, demostrad por qué somos los primeros en entrar en combate, ¡¡Demostrad que no hay muro que pueda detenernos!!” – Exclamó el oficial que estaba al mando del asalto alzando su espada de nuevo en dirección a las puertas de la aldea –“¡No hay miedo! ¡No hay dolor! ¡¡Cargad!!”
Y ahí comenzó todo.
Un grito generalizado por parte de todas las tropas presentes, al que se unió Eltrant sin dudarlo, fue seguido al instante de una multitud de proyectiles en llamas que lanzaron las catapultas.
Los integrantes del tercer regimiento comenzaron a correr en dirección a la muralla justo tras esto, apoyados mientras por fuego de balista, que de algún modo era increíblemente preciso, esto no tardó en ser visto por los defensores, los cuales empezaron inmediatamente a descargar un torrente de flechas contra los asaltantes.
No fueron pocas las flechas que oyó Eltrant silbar junto a su cabeza, y por si todo el equipo que llevaba encima no fuese lo suficientemente pesado se encontró con que apenas podía avanzar debido al barro, maldiciendo su existencia continuó corriendo a duras junto a sus camaradas sin mirar atrás.
-“¡¡Proyectil!!” – Una enorme bola de lo que parecía ser fuego de color verde salió de detrás de las murallas y, después de cruzar todo el campo de batalla, impactó contra la balista ligera que tenía Eltrant junto a él, matando a sus operarios, lanzando al mercenario por los aires y envolviendo la balista en unas singulares llamas de color verde.
Después de dar varias piruetas en el aire y caer sobre el húmedo barro, Eltrant se levantó del suelo lo más rápido que pudo. Tosiendo copiosamente pudo incorporarse justo para evitar la estocada de uno de los defensores, que al parecer habían decidido lanzarse literalmente desde lo alto de la muralla para hacer frente a los que trataban de arrebatarles el pueblo, si bien Eltrant consiguió evitar ser asesinado en aquel momento, aquel ser de tez pálida y olor a cadáver acertó a un joven compañero a la altura del cuello que estaba junto a él, el soldado gorgoteó algo incomprensible antes de caer muerto al suelo ahogado con su propia sangre.
Eltrant cerró los ojos y apretando los dientes dirigió su espada hacia el defensor y le hizo un tajo en el estómago sin ningún esfuerzo, pero lejos de caer muerto o herido siguió atacando. Frunciendo el ceño, confuso por el olor a carne quemada, los gritos de auxilio y en general, por todo lo que estaba ocurriendo allí, el mercenario lanzó un tajo en horizontal a la altura del cuello de aquella cosa, decapitandola, para enseguida seguir en dirección a su objetivo, trató de ignorar el hecho de que la cabeza aún gesticulaba en el suelo.
Continuó hacia adelante, como le había dicho Ryan, el gigantón de armadura pesada que veía correr a pocos metros frente a él. Continuó evitando las flechas, los extraños individuos que guarnecían la muralla, e incluso algún que otro esqueleto animado como por arte de magia, los cuales estuvieron a punto de cercenarle uno de los brazos y de acabar con él debido a la impresión que esto ocasionó para el mercenario.
-“Tale…” – Un suave gemido de uno de sus compañeros llamó su atención mientras avanzaba bajo el fuego enemigo, una nueva bola de fuego de color verde iluminó el firmamento justo antes de hacer estallar una de las torres de asedio en mil pedazos.
–“Tale... ayúdame” – Un soldado no mucho más joven que él, con el que había coincidido en la cena horas antes yacía en el suelo sin piernas; Eltrant, jadeando se agachó junto a este dispuesto a ayudarle, que gimió algo pareció a un gracias justo cuando el mercenario vio a otro de esos proyectiles de llamas verdes dirigirse hacia ellos, sin dudarlo un minuto, el instinto de supervivencia del joven se hizo cargo de su cuerpo y cerrando los ojos, siguió corriendo hacia delante. –“¡¡Tale!! ¿¡Que haces?! ¡¡Ayúdame!! ¡¡Eltrant!!” –El proyectil golpeó de lleno contra el muchacho y todo lo que había a su alrededor, envolviéndole en un mar de llamas verdes y, después de dejar escapar un grito desgarrador, desintegrándolo casi al momento.
Eltrant, como un autómata, dejó que la adrenalina tomara posesión de su cuerpo y siguió hacia adelante, tenía que llegar hacia la muralla, tenía que sobrevivir a aquella locura, saltó el cadáver de un soldado que vestía una pesada armadura que le resultaba familiar, para justo después recibir un impacto de flecha a la altura del hombro, lo que le hizo desequilibrarse y caer de espaldas.
-“¡Hijos de puta!” - Dejando escapar un grito de dolor, antes de levantarse partió el mástil de la flecha dejando la cabeza de la misma alojada en su hombro, afortunadamente la armadura de cuero había detenido parcialmente la saeta, y aunque no era agradable, al menos no moriría desangrado.
Jadeando llegó a la muralla, momento en el que, sin mediar palabra con los soldados que ya habían llegado y sin tiempo alguno para recuperar el aliento se desató el escudo de la espalda, el cual se encontraba ligeramente fracturado debido a los diferentes golpes que se había llevado, y lo clavó en la muralla lo más alto que pudo.
-“Soldado ¿¡Venia contigo algún especialista?!” – Eltrant negó con la cabeza respondiendo a la pregunta de su oficial mientras, frunciendo el ceño, buscaba apresuradamente el martillo que llevaba en la mochila, el cual usó inmediatamente para asegurar el escudo contra la madera de la fortificación, justo a tiempo para poder resguardarse bajo él y evitar el aceite hirviendo que lanzaron desde arriba. El lastimoso grito de dolor del hombre que acababa de hacerle aquella pregunta indicó al muchacho que no todos habían conseguido clavar el escudo y esconderse bajo él.
Tratando de hacer el menos casó posible a todo lo que sucedida a su alrededor cerró los ojos y, en vano, trató de tranquilizarse, rápidamente se terminó de extraer la flecha de la herida empezando esta a sangrar enseguida, para justo después taparla con un trapo empapado en cicatrizante de dudosa calidad que todos tenían como equipo básico.
-“¡¡Tale!! Dame el cincel ¡Vamos a echar esta mierda abajo!” – Gritó una mujer que estaba resguardándose bajo otro escudo a pocos metros de él, Eltrant tomó aire y salió del escondite, tras evitar que las pesadas piedras que lanzaban desde arriba no le abriesen la cabeza, se protegió junto a su compañera tendiéndole en seguida tanto el martillo con el que había apuntalado su improvisada guarnición, como un cincel que tenía a la soldado que estaba junto a él, la cual procedió a hacer un agujero en la muralla.
Mientras la mujer continuaba haciendo aquel agujero varios soldados más llegaron hasta la muralla y entre gritos de dolor y ordenes consiguieron montar sus defensas, el que parecía estar al mando allí se acercó hasta Eltrant y la mujer, cuidándose de no ser alcanzado por el aceite o de ser asesinado por los defensores que, tras ver que no podían alcanzarles decidían lanzarse y acabar ellos mismos con los atacantes.
-“¿¡Alguno de vosotros me puede decir donde se han quedado las malditas escalas?!” – Exclamó tratando de hacerse oír por encima del sonido de la batalla, Eltrant negó con la cabeza y siguió ayudando a su compañera a abrir un agujero lo suficientemente grande en el cual introducir las pequeñas botellas que habían proporcionado a la mayoría de los especialistas.
Según el mercenario había entendido, estos frascos eran como unos tubos alargados divididos en dos secciones, las cuales contenían cada una un tipo de líquido diferente, estos líquidos al mezclarse, supuestamente producían un fuego tan intenso que haría desaparecer la muralla en menos de un minuto, pero claro allí no había ningún especialista todavía, mucho menos un brujo que supiese de esos mejunjes.
-“¡No podemos perder más tiempo! ¡Están aniquilándonos joder!” - Gritó el oficial –“¡Helm! ¡Tale! ¡Y tú quien quiera que seas!” – Señaló a los tres soldados que estaban más cerca justo tras hundirle la cavidad torácica a un esqueleto –“¡Salid ahí afuera de un puta vez y traedme un par de constructores, especialistas o a cualquier imbécil que sepa derribar esta pared!”
Eltrant tragó saliva y se giró hacia el campo de batalla, en llamas, repleto de cadáveres; por un momento se preguntó si el niño andaría por ahí, no lo había visto aún. Suspiró y cargándose del poco valor que le quedaba siguió a la mujer que se apellidaba Helm.
Eltrant Tale
Aerandiano de honor
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Re: [Evento] El asedio [Batalla por Terpoli]
La marcha es larga y agotadora, lejos de la pomposa salida en Lunargenta el camino por las áreas rurales transcurre de manera mucho más tranquila. Por momentos ver a los caballeros de mayor posición desplazándose en pulidos corceles despierta cierto sentimiento de envidia en el pequeño Chimar, el mundo es algo grande para irlo recorriendo a pie por lo que más adelante será necesario adquirir una bestia de transporte, o crear alguna al menos.
Aquí huele a muerto…
Es lo primero que se escapa de su boca al llegar hasta la zona destinada para el campamento, en el fondo está el pueblo impregnado con un jodido olor a muerte. Lo cierto es que la propia naturaleza parece ausente en los alrededores de la villa amurallada, la nigromancia tiene ese efecto o eso dicen los rumores entrelazados con un miedo intrínseco. Es de esperarse que dicha magia tenga esa consecuencia siniestra en lo que toque pero verlo de primera mano resulta curioso como mínimo.
Mientras montan el campamento Chimar tiene la oportunidad de ver a Gaspar o como se le dice en el medio “el oficial catapulta”, un individuo de cuna noble con cierto apego por los bombardeos masivos utilizando armas a distancia. En teoría es un erudito también pues ha postulado varios diseños propios pero su amenazante figura cohíbe al niño de presentarse en persona. Se dice que durante un asedio perdió su ojo y brazo derecho por cierto desperfecto mecánico, ahora usa parche y gancho recordándole a cualquier estudioso lo que acarrean los errores.
El niño pasa varias horas calibrando algunas balistas como parte de su trabajo aunque tiene cierto diseño dándole vueltas y lo conformara tomando “prestados” los materiales, después de todo nadie extrañara un poco de madera y metal ¿verdad? La estancia en aquella compañía rara vez se sale de lo previsto, Le subestiman y menosprecian por su edad aunque al menos tienen la cortesía de no espetarlo al rostro “la mayoría de las veces”.
Indiferentemente del comportamiento a su alrededor Chimar evita inmutarse, después de todo tiene una clara idea de lo que les espera a primera hora. Los ingenieros de asedio muchas veces lo tienen más fácil que la línea inicial pero el peligro siempre está cerca y las heridas mostradas por algunos “colegas” sirven para recordárselo, un simple fallo al recargar puede dejarle con una extremidad menos sin mencionar siquiera al ejército de muertos.
Lo cierto es que la presencia de un chico tan joven contrasta. Las fuerzas militares rara vez son el lugar para viejos pero tampoco se ve a muchas personas menores de quince años. La vida útil de un soldado es desde los veinte hasta los treinta, a partir de ese punto la fuerza empieza a menguar y se retiran o mueren en combate. Los tiempos de paz permiten a los luchadores envejecer, durante conflictos prolongados eso cambia drásticamente.
Luego de pasar una buena cantidad de tiempo mejorando las maquinas de asedio llama la atención de varios sujetos con rango alto, estos le mandan a convocar hasta una tienda bastante cómoda cerca del punto más alto del campamento. Una vez ingresa se da cuenta de quién está detrás de la petición, el propio oficial catapulta. Algo nervioso detalla a los demás presentes, un par de soldados y varios ingenieros.
Y bien ¿que le haces a mis “juguetes”?
Yo… solo aumento su rendimiento, 20% al alcance y 15% a la potencia de impacto.
Mencionan que eres el hijo de Giaco ¿es cierto?
Si...
Lo conocí, un hombre muy listo pero sin estomago para la guerra ¿heredaste su intelecto?
Me gusta pensar que eso también lo mejore…
Jajaja buena respuesta.
Pasan la siguiente media hora conversando de varios temas y cuando Chimar ve que su interlocutor está de buen humor le suelta cierta propuesta. Quiere modificar una balista bajo sus propios estandares experimentales, Gaspar medita unos instantes antes de aceptar. Por alguna razón ambos personajes desarrollan empatía, tal vez porque los dos son hombres de mecánica a su manera.
Chimar sale de la tienda con dos ayudantes y escoge el equipo de asedio que más le agrada. Con tres pares de manos, su supervisión y los conocimientos poseídos las modificaciones están listas en dos horas, finalmente el joven inventor esta con personas que entienden fundamentos técnicos y eso le agrada a sobremanera. La balista modificada o “el basilisco” como lo llama el niño es una maquina que ejerce presión extrema sobre su proyectil, cuando se dé rienda suelta al disparo podrá atravesar cualquier cosa incluyendo la puerta de entrada.
Con esto ganaremos antes del almuerzo chicos jeje.
Ya con la maquina conformada el pequeño pasa a descansar, será una asedio agitado. El miedo o quizás la emoción no le permiten soñar y para cuando despierta los escuadrones se están formando, corre inmediatamente hasta su arma encontrándose con dos soldados que actuaran de cargadores bajo sus órdenes. Por los cuernos de guerra deben estar a punto de iniciar el asedio de Terpoli.
Bien… comencemos.
La primera línea de pobres diablos avanza pero Chimar espera una oleada mas para empezar a mover el basilisco, Más adelante se puede ver como los primeros combatientes son barridos siendo rápidamente remplazados por otra buena cantidad de luchadores. El avance toca un alto cuando llegan a una zona llena de barro, en ese momento comienzan a llegar los muertos a posición de contacto.
Que… que rayos.
Apunta y dispara al cuerpo con su ballesta personal de mano pero el ataque es inefectivo, luego de la recarga atina a la cabeza sin embargo la maldita cosa sigue moviéndose. Finalmente un soldado que viene cerca de ellos se encarga de decapitar a la jodida criatura, esas cosas son más resistentes de lo que parecen. Siguen su marcha cuando de repente el cielo se llena proyectiles, al parecer el oficial catapulta hace honor a su nombre.
Las bolas de fuego son vistosas pero nada comparado con los proyectiles verdosos de las maquinas usadas por los muertos ¿Qué clase de fuego es ese? Sin duda sería interesante estudiarlo cuando las flechas no vuelen tan cerca. Cierto disparo enemigo pasa cerca y se lleva de por medio al equipo de balista vecino casi dando un vistazo a lo que será el futuro de todos si no mueven el trasero.
¡¡Vamos no tengo todo el día!!
Las ruedas se atascan en el barro, posiblemente gracias al nuevo peso agregado. Los cargadores luchan por mover el basilisco mientras otra línea de soldados pasa para apoyar a sus compañeros, están en la posición perfecta para que los elimine la máquina de guerra hostil. Chimar deja su puesto de supervisor y se lanza a empujar la maquina pero esa cosa no quiere moverse, desiste y se prepara para comunicar nuevas órdenes.
Olvídenlo no se moverá, apunte el proyectil a la puerta, calibrare el disparo.
Con rapidez los cargadores rotan la cabeza del arma mientras el niño prepara los cálculos y aplica la nueva trayectoria, todo parece ir bien pero justo cuando comienza a disparar otro proyectil verde cae al lado. La explosión resultante le hace perder el foco por lo que su munición sale disparada erráticamente y destroza una torre superior dejando intacto el objetivo original, la maquina se incendia ocasionando que el chico grite a los demás asuntos pertinentes.
¡¡Aléjense que el mecanismo se liberara!!
Aquel sistema relojero utilizado para dar enorme presión al cable de disparo sede por el fuego liberando violentamente la cuerda tensada. Es tal la fuerza con la que se suelta que parte a uno de los cargadores en dos. Chimar se arroja al suelo mientras la cosa danza a su antojo destrozando sus alrededores, acurrucado espera tener suerte y afortunadamente ese es el caso, el otro extremo se desprende mandando el cable a volar.
Rayos… rayos…
Los esqueletos arqueros se enteran del espectáculo y les fijan como blancos. El último cargador corre de vuelta al campamento aterrado pero es abatido por un par de flechas, el niño aprendiendo de ese error se lanza a la muralla. Allí la situación es jodidamente infernal pero hay varios puntos donde guarecerse, mucho más ahora que un ariete entra en acción atrayendo todos los disparos. El chico frustrado porque su plan falla golpea varias veces los troncos que conforman aquella pared mientras se deja caer protegido por el escudo clavado de algún pobre diablo.
¡¡Que estupidez!!
Aquí huele a muerto…
Es lo primero que se escapa de su boca al llegar hasta la zona destinada para el campamento, en el fondo está el pueblo impregnado con un jodido olor a muerte. Lo cierto es que la propia naturaleza parece ausente en los alrededores de la villa amurallada, la nigromancia tiene ese efecto o eso dicen los rumores entrelazados con un miedo intrínseco. Es de esperarse que dicha magia tenga esa consecuencia siniestra en lo que toque pero verlo de primera mano resulta curioso como mínimo.
Mientras montan el campamento Chimar tiene la oportunidad de ver a Gaspar o como se le dice en el medio “el oficial catapulta”, un individuo de cuna noble con cierto apego por los bombardeos masivos utilizando armas a distancia. En teoría es un erudito también pues ha postulado varios diseños propios pero su amenazante figura cohíbe al niño de presentarse en persona. Se dice que durante un asedio perdió su ojo y brazo derecho por cierto desperfecto mecánico, ahora usa parche y gancho recordándole a cualquier estudioso lo que acarrean los errores.
El niño pasa varias horas calibrando algunas balistas como parte de su trabajo aunque tiene cierto diseño dándole vueltas y lo conformara tomando “prestados” los materiales, después de todo nadie extrañara un poco de madera y metal ¿verdad? La estancia en aquella compañía rara vez se sale de lo previsto, Le subestiman y menosprecian por su edad aunque al menos tienen la cortesía de no espetarlo al rostro “la mayoría de las veces”.
Indiferentemente del comportamiento a su alrededor Chimar evita inmutarse, después de todo tiene una clara idea de lo que les espera a primera hora. Los ingenieros de asedio muchas veces lo tienen más fácil que la línea inicial pero el peligro siempre está cerca y las heridas mostradas por algunos “colegas” sirven para recordárselo, un simple fallo al recargar puede dejarle con una extremidad menos sin mencionar siquiera al ejército de muertos.
Lo cierto es que la presencia de un chico tan joven contrasta. Las fuerzas militares rara vez son el lugar para viejos pero tampoco se ve a muchas personas menores de quince años. La vida útil de un soldado es desde los veinte hasta los treinta, a partir de ese punto la fuerza empieza a menguar y se retiran o mueren en combate. Los tiempos de paz permiten a los luchadores envejecer, durante conflictos prolongados eso cambia drásticamente.
Luego de pasar una buena cantidad de tiempo mejorando las maquinas de asedio llama la atención de varios sujetos con rango alto, estos le mandan a convocar hasta una tienda bastante cómoda cerca del punto más alto del campamento. Una vez ingresa se da cuenta de quién está detrás de la petición, el propio oficial catapulta. Algo nervioso detalla a los demás presentes, un par de soldados y varios ingenieros.
Y bien ¿que le haces a mis “juguetes”?
Yo… solo aumento su rendimiento, 20% al alcance y 15% a la potencia de impacto.
Mencionan que eres el hijo de Giaco ¿es cierto?
Si...
Lo conocí, un hombre muy listo pero sin estomago para la guerra ¿heredaste su intelecto?
Me gusta pensar que eso también lo mejore…
Jajaja buena respuesta.
Pasan la siguiente media hora conversando de varios temas y cuando Chimar ve que su interlocutor está de buen humor le suelta cierta propuesta. Quiere modificar una balista bajo sus propios estandares experimentales, Gaspar medita unos instantes antes de aceptar. Por alguna razón ambos personajes desarrollan empatía, tal vez porque los dos son hombres de mecánica a su manera.
Chimar sale de la tienda con dos ayudantes y escoge el equipo de asedio que más le agrada. Con tres pares de manos, su supervisión y los conocimientos poseídos las modificaciones están listas en dos horas, finalmente el joven inventor esta con personas que entienden fundamentos técnicos y eso le agrada a sobremanera. La balista modificada o “el basilisco” como lo llama el niño es una maquina que ejerce presión extrema sobre su proyectil, cuando se dé rienda suelta al disparo podrá atravesar cualquier cosa incluyendo la puerta de entrada.
Con esto ganaremos antes del almuerzo chicos jeje.
Ya con la maquina conformada el pequeño pasa a descansar, será una asedio agitado. El miedo o quizás la emoción no le permiten soñar y para cuando despierta los escuadrones se están formando, corre inmediatamente hasta su arma encontrándose con dos soldados que actuaran de cargadores bajo sus órdenes. Por los cuernos de guerra deben estar a punto de iniciar el asedio de Terpoli.
Bien… comencemos.
La primera línea de pobres diablos avanza pero Chimar espera una oleada mas para empezar a mover el basilisco, Más adelante se puede ver como los primeros combatientes son barridos siendo rápidamente remplazados por otra buena cantidad de luchadores. El avance toca un alto cuando llegan a una zona llena de barro, en ese momento comienzan a llegar los muertos a posición de contacto.
Que… que rayos.
Apunta y dispara al cuerpo con su ballesta personal de mano pero el ataque es inefectivo, luego de la recarga atina a la cabeza sin embargo la maldita cosa sigue moviéndose. Finalmente un soldado que viene cerca de ellos se encarga de decapitar a la jodida criatura, esas cosas son más resistentes de lo que parecen. Siguen su marcha cuando de repente el cielo se llena proyectiles, al parecer el oficial catapulta hace honor a su nombre.
Las bolas de fuego son vistosas pero nada comparado con los proyectiles verdosos de las maquinas usadas por los muertos ¿Qué clase de fuego es ese? Sin duda sería interesante estudiarlo cuando las flechas no vuelen tan cerca. Cierto disparo enemigo pasa cerca y se lleva de por medio al equipo de balista vecino casi dando un vistazo a lo que será el futuro de todos si no mueven el trasero.
¡¡Vamos no tengo todo el día!!
Las ruedas se atascan en el barro, posiblemente gracias al nuevo peso agregado. Los cargadores luchan por mover el basilisco mientras otra línea de soldados pasa para apoyar a sus compañeros, están en la posición perfecta para que los elimine la máquina de guerra hostil. Chimar deja su puesto de supervisor y se lanza a empujar la maquina pero esa cosa no quiere moverse, desiste y se prepara para comunicar nuevas órdenes.
Olvídenlo no se moverá, apunte el proyectil a la puerta, calibrare el disparo.
Con rapidez los cargadores rotan la cabeza del arma mientras el niño prepara los cálculos y aplica la nueva trayectoria, todo parece ir bien pero justo cuando comienza a disparar otro proyectil verde cae al lado. La explosión resultante le hace perder el foco por lo que su munición sale disparada erráticamente y destroza una torre superior dejando intacto el objetivo original, la maquina se incendia ocasionando que el chico grite a los demás asuntos pertinentes.
¡¡Aléjense que el mecanismo se liberara!!
Aquel sistema relojero utilizado para dar enorme presión al cable de disparo sede por el fuego liberando violentamente la cuerda tensada. Es tal la fuerza con la que se suelta que parte a uno de los cargadores en dos. Chimar se arroja al suelo mientras la cosa danza a su antojo destrozando sus alrededores, acurrucado espera tener suerte y afortunadamente ese es el caso, el otro extremo se desprende mandando el cable a volar.
Rayos… rayos…
Los esqueletos arqueros se enteran del espectáculo y les fijan como blancos. El último cargador corre de vuelta al campamento aterrado pero es abatido por un par de flechas, el niño aprendiendo de ese error se lanza a la muralla. Allí la situación es jodidamente infernal pero hay varios puntos donde guarecerse, mucho más ahora que un ariete entra en acción atrayendo todos los disparos. El chico frustrado porque su plan falla golpea varias veces los troncos que conforman aquella pared mientras se deja caer protegido por el escudo clavado de algún pobre diablo.
¡¡Que estupidez!!
Invitado
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Re: [Evento] El asedio [Batalla por Terpoli]
Cuando le dijeron a Jeremy que iba a tener una oportunidad de usar sus experimentos para destruir no se lo podía creer, era como si a un perro le creciera repentinamente una segunda cola.
Es que no era un tipo corriente, no señor, Jeremy era considerado una rareza no sólo por su dedicación a la alquimia y los experimentos humanos, sino por el hecho de que era un brujo que dejaba de lado su magia.
Pero seamos francos, Jeremy no abandonaba del todo el increíble poder que confería la sangre bruja, sino que le daba un nuevo uso, algo que a los otros les costaba entender.
Su casa había sido reconstruida tantas veces a estas alturas que prefería llevar a cabo sus pruebas en una vieja cueva, donde además tenía la ventaja de no tener vecinos molestos que fueran tras su cabeza con picas y antorchas. Allí Jeremy era feliz, pero no tanto como ese día.
"¡Esto es genial!" se le oyó exclamar por el campo, lo que causó varias miradas de reproche. Costaba entender que no se refería precisamente a los miembros de sus aliados que salían por los aires, ni a la carne quemada, ni siquiera a las cabezas que reventaban. Él se refería a la maquinaria defensiva de los nigromantes.
Había visto muchas maquinarias de asedio ser construidas y luego afinadas por un niño, incluso una en particular que parecía la gran cosa, pero Jeremy no tenía interés en ella, esos métodos eran aburridos y lentos. El quería oír el ¡Boom!. No pudo ocultar una risa contenida cuando esa cosa reventó.
Ahora les mostraría cómo de verdad se echaba abajo una puerta, sí señor, para eso estaba él presente ese día, para eso se había puesto su mejor camisa. Era hora de la acción. Caminó con paso decidido, portando en sus manos 2 frascos de extraños líquidos.
Sobre la muralla de empalizada, 2 catapultas estaban preparadas para atacar, siendo cargadas por los no muertos. Jeremy contempló el extraño proyectil volar, incluso pudo calcular que impactaría muy cerca de él, pero no alcanzó a reacciones a tiempo. ¡Plash!, hizo un ruido el misil al literalmente reventar a escasos metros. Entonces Jeremy pudo contemplar lo que en realidad era.
Eran no-muertos, una pila de ellos agarrados unos con otros, lanzados por los aires para atacar por la espalda a las líneas enemigas. Poco les importaban los huesos rotos.
Pero la cara de horror de Jeremy no era a causa de eso, era a causa de lo que en ese momento le abrazaba. La cosa tenía ambas piernas rotas, pero de alguna manera se las había ingeniado para encaramarse sobre él e intentaba partirle el vientre con un cuchillo.
Un soldado atinó a librarle, pero ya era muy tarde, el vientre de Jeremy estaba abierto y sus intestinos colgaban hacia el exterior. Los gritos fueron desgarradores, pero Jeremy logró por un momento concentrarse en lo que veía.
Conocía a ese niño, estaba seguro, debía ser el hijo de algunos de los humanos que se hacían llamar intelectuales. Lo miró con un aire de desesperación. En un último esfuerzo, vertió unas gotas de sus botellas sobre una piedra, las que al mezclarse hicieron un ruido seco y la piedra se partió en una pequeña explosión.
Jeremy dejó de existir sosteniendo ambas botellas en alto. Tristemente, nunca llegaría a ver el resultado de su trabajo.
Es que no era un tipo corriente, no señor, Jeremy era considerado una rareza no sólo por su dedicación a la alquimia y los experimentos humanos, sino por el hecho de que era un brujo que dejaba de lado su magia.
Pero seamos francos, Jeremy no abandonaba del todo el increíble poder que confería la sangre bruja, sino que le daba un nuevo uso, algo que a los otros les costaba entender.
Su casa había sido reconstruida tantas veces a estas alturas que prefería llevar a cabo sus pruebas en una vieja cueva, donde además tenía la ventaja de no tener vecinos molestos que fueran tras su cabeza con picas y antorchas. Allí Jeremy era feliz, pero no tanto como ese día.
"¡Esto es genial!" se le oyó exclamar por el campo, lo que causó varias miradas de reproche. Costaba entender que no se refería precisamente a los miembros de sus aliados que salían por los aires, ni a la carne quemada, ni siquiera a las cabezas que reventaban. Él se refería a la maquinaria defensiva de los nigromantes.
Había visto muchas maquinarias de asedio ser construidas y luego afinadas por un niño, incluso una en particular que parecía la gran cosa, pero Jeremy no tenía interés en ella, esos métodos eran aburridos y lentos. El quería oír el ¡Boom!. No pudo ocultar una risa contenida cuando esa cosa reventó.
Ahora les mostraría cómo de verdad se echaba abajo una puerta, sí señor, para eso estaba él presente ese día, para eso se había puesto su mejor camisa. Era hora de la acción. Caminó con paso decidido, portando en sus manos 2 frascos de extraños líquidos.
Sobre la muralla de empalizada, 2 catapultas estaban preparadas para atacar, siendo cargadas por los no muertos. Jeremy contempló el extraño proyectil volar, incluso pudo calcular que impactaría muy cerca de él, pero no alcanzó a reacciones a tiempo. ¡Plash!, hizo un ruido el misil al literalmente reventar a escasos metros. Entonces Jeremy pudo contemplar lo que en realidad era.
Eran no-muertos, una pila de ellos agarrados unos con otros, lanzados por los aires para atacar por la espalda a las líneas enemigas. Poco les importaban los huesos rotos.
Pero la cara de horror de Jeremy no era a causa de eso, era a causa de lo que en ese momento le abrazaba. La cosa tenía ambas piernas rotas, pero de alguna manera se las había ingeniado para encaramarse sobre él e intentaba partirle el vientre con un cuchillo.
Un soldado atinó a librarle, pero ya era muy tarde, el vientre de Jeremy estaba abierto y sus intestinos colgaban hacia el exterior. Los gritos fueron desgarradores, pero Jeremy logró por un momento concentrarse en lo que veía.
Conocía a ese niño, estaba seguro, debía ser el hijo de algunos de los humanos que se hacían llamar intelectuales. Lo miró con un aire de desesperación. En un último esfuerzo, vertió unas gotas de sus botellas sobre una piedra, las que al mezclarse hicieron un ruido seco y la piedra se partió en una pequeña explosión.
Jeremy dejó de existir sosteniendo ambas botellas en alto. Tristemente, nunca llegaría a ver el resultado de su trabajo.
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Instrucciones:
- Disponen de una especie de bomba que se forma al mezclar ambos líquidos, un emplazamiento correcto en alguna zona débil del muro y éste colapsará.
- Eltrant deberá asegurarse de que Chimar pueda usar su conocimiento para hacer volar un lado del muro.
- Deben realizar todo lo que resta, hasta completar su parte, en un solo post cada uno, por lo que les recomiendo ponerse de acuerdo por Chatbox o MP sobre cómo lo harán.
- Deben incluir al menos 1 de las siguientes dificultades cada uno: "Una 'bomba' de cadáveres estalla cerca cuando Chimar está instalando los explosivos", "la explosión no sale del todo bien y deben, de alguna manera alternativa, terminar por derribar el trozo de muro", "Algunos soldados huyen, dejándolos en desventaja numérica", "Logran derribar una parte del muro, pero detrás hay mucho muertos vivientes dispuestos a matarles, deben huir apresuramdamente".
- Sean creativos y siéntanse libres de usar recursos como PNJs simples para que el evento se complete adecuadamente.
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Re: [Evento] El asedio [Batalla por Terpoli]
La situación es como mínimo desesperante, las oleadas aliadas comienzan a menguar por lo que de no lograrse una brecha duradera perderán todo oportunidad de tirar abajo el muro. Entre esa mezcla demencial se encuentra Chimar acurrucado debajo de un escudo intentando no dejar que el miedo le controle, suena más fácil de lo que es sin duda pues toda la realidad pone en pánico hasta al soldado más curtido.
Una cantidad inusual de gritos llama la atención del grupo atrincherado, el ariete que luchaba por abrir la puerta se incendia dejando al armatoste atravesado como seguro adicional para el ejército muerto. Como si las cosas no fueran suficientemente difíciles hasta ahora parece que la suerte también está de parte de los cadáveres, de seguir así los escuadrones continuaran llegando hasta una muerte segura.
De repente el niño siente que alguien le observa y voltea la vista al campo, allí esta un sujeto extraño con pinta de mago en sus últimos momentos de vida. Chimar está tentado a girar la mirada para dejar morir al pobre diablo sin público pero algo en sus ojos le detiene, el individuo vierte algunas gotas de un par de frascos sobre cierta piedra ocasionando una reacción bastante inestable.
¿Sera posible?
El pequeño no lo piensa dos veces y abandona la seguridad rumbo al cuerpo ensangrentado del hechicero, pasa por el medio de una batalla épica entre un caballero y su contraparte muerta pero no se inmuta, a veces ser ágil resulta útil. Hace un barrido hasta el cadáver aliado tomando las botellas de golpe, las acerca a su cuerpo e inicia el peligroso regreso, pasa cerca del mismo humano quien ahora pelea contra cuatro reanimados llegando después hasta el maltrecho escudo.
¡¡Cúbranme con todas sus fuerzas!!
Grita a los pocos afortunados que lograron afianzarse en la cobertura sosteniendo las botellas en alto, no podrá defenderse mientras prepara la mezcla. No hay tiempo para irse con miramientos pero debe tener mucho cuidado incluso en una situación infernal, los explosivos son muy volátiles y realizar el procedimiento apresuradamente puede ocasionar la muerte de todos los soldados cercanos incluyendo al propio inventor.
Con rapidez el jovencito busca un lugar en donde insertar los compuestos, si coloca los frascos en el exterior no tendrán el efecto deseado y solo quemaran la capa externa, es necesario encontrar un punto de inflexión para que una sección entera de la estructura colapse. Revisa a su alrededor pero no divisa ningún punto débil, justo cuando está a punto de improvisar detalla cierto agujero a corta distancia.
¡¡Allí!!
Al parecer los soldados tuvieron la brillante idea de abrir un boquete para colocar cierta solución incendiaria pero a juzgar por el cadáver calcinado a pocos metros de distancia no contaron con la supervisión de un ingeniero. Indiferentemente el agujero está listo y sería estúpido no usarlo, es hora de definir el método de aproximación para activar la mezcla, es obvio que esto no es un taller por lo que la improvisación esta a la orden del día.
Aquel niño se está poniendo manos a la obra cuando una bola verdosa explota peligrosamente cerca, por instinto se cubre sin embargo no hay peligro de resultar lastimado. La situación se pone difícil cuando del cráter emergen varios cadáveres armados, algunos tienen huesos fracturados y otros están en llamas pero eso no parece importarles. Dichas criaturas retorcidas avanzan hasta una distancia próxima.
Rayos… Rayos…
Sigue trabajando pero no pierde de vista a esas cosas, justo cuando está a punto de salir corriendo intervienen las fuerzas circundantes. El científico sonríe mientras le deja las estrategias de combate a los guerreros, de vez en cuando voltea por inercia pero los combatientes le defienden bien. Con una “guardia personal” puede dedicarse enteramente a la preparación del explosivo cosa que es de agradecer.
Ajeno a lo que sucede alrededor adquiere un nivel de concentración superior, segundos después su cerebro arroja la posible variable definitiva. Arranca un pedazo de tela y une las boquillas abiertas de los frascos, evita que se mezclen con una tablilla de madera que actúa de contención. Una medida de baja tecnología pero a veces la opción más simple es la acertada, cerca del momento final grita a todos.
¡¡Corran!!
Retira la pieza de madera y corre como si el mundo se estuviera acabando, más atrás los recipientes de vidrio colocados en una posición que facilita la interacción de líquidos comparten sus fluidos. Las soluciones de diferentes colores “se conocen mejor” y luego de cortos instantes la bomba explota con una fuerza tan descomunal que hace vibrar a tierra en el campamento base de la colina.
Una sección enorme de la muralla desaparece y comienzan a llover escombros por todo el lugar, la onda expansiva hace perder el equilibrio a toda persona cercana. Chimar quien no se aleja demasiado de la zona cero despierta atontado en el suelo, intenta ponerse de pie pero le duele la pierna. Cuando recobra plena visión estudia su cuerpo para ver que está mal, lo descubre enseguida.
El pie se le encajo en un fragmento de tronco y la caída hizo que se doblara el tobillo derecho, suelta el área aprisionada y revisa con dolor palpable. Tiene suerte pues no hay fractura pero dolerá por semanas y se puede olvida de caminar en este preciso momento, mira nervioso alrededor pero parece que las criaturas que rondaban minutos atrás fueron vencidas por los pocos soldados que le cubrieron. Se puede ver como un nutrido grupo aliado avanza desde el campamento por lo que el asedio esta completado, todo sale perfectamente hasta que...
¡¡Mierda!!
De la parte interior emanan incontables muertos dispuestos llevarse cualquier ser vivo atravesado con ellos, son demasiados para pelear. Chimar intenta ponerse de pie pero cae bruscamente, convencido de que no podrá caminar se arrastra en un intento por alejarse pero es de lógica que no lograra escapar con ese método de movimiento. Al final alza los brazos aterrado pidiendo la ayuda de cualquiera.
¡¡Aquí!! ¡¡Aquí!!
Ve a unos cuantos soldados corriendo y espera que alguno se apiade de él, con la adrenalina bombeando se voltea e inicia un ataque de ballesta disparando continuamente, solo se detiene por la recarga automática de varios segundos. Los cadáveres “jugosos” son prácticamente inmunes pero un disparo certero al cráneo de los esqueletos los desarma, cada segundo se acercan más y cuando superen la línea de muerte estará perdido. A punto de llorar grita.
¡¡Vamos no me dejen aquí!!
Una cantidad inusual de gritos llama la atención del grupo atrincherado, el ariete que luchaba por abrir la puerta se incendia dejando al armatoste atravesado como seguro adicional para el ejército muerto. Como si las cosas no fueran suficientemente difíciles hasta ahora parece que la suerte también está de parte de los cadáveres, de seguir así los escuadrones continuaran llegando hasta una muerte segura.
De repente el niño siente que alguien le observa y voltea la vista al campo, allí esta un sujeto extraño con pinta de mago en sus últimos momentos de vida. Chimar está tentado a girar la mirada para dejar morir al pobre diablo sin público pero algo en sus ojos le detiene, el individuo vierte algunas gotas de un par de frascos sobre cierta piedra ocasionando una reacción bastante inestable.
¿Sera posible?
El pequeño no lo piensa dos veces y abandona la seguridad rumbo al cuerpo ensangrentado del hechicero, pasa por el medio de una batalla épica entre un caballero y su contraparte muerta pero no se inmuta, a veces ser ágil resulta útil. Hace un barrido hasta el cadáver aliado tomando las botellas de golpe, las acerca a su cuerpo e inicia el peligroso regreso, pasa cerca del mismo humano quien ahora pelea contra cuatro reanimados llegando después hasta el maltrecho escudo.
¡¡Cúbranme con todas sus fuerzas!!
Grita a los pocos afortunados que lograron afianzarse en la cobertura sosteniendo las botellas en alto, no podrá defenderse mientras prepara la mezcla. No hay tiempo para irse con miramientos pero debe tener mucho cuidado incluso en una situación infernal, los explosivos son muy volátiles y realizar el procedimiento apresuradamente puede ocasionar la muerte de todos los soldados cercanos incluyendo al propio inventor.
Con rapidez el jovencito busca un lugar en donde insertar los compuestos, si coloca los frascos en el exterior no tendrán el efecto deseado y solo quemaran la capa externa, es necesario encontrar un punto de inflexión para que una sección entera de la estructura colapse. Revisa a su alrededor pero no divisa ningún punto débil, justo cuando está a punto de improvisar detalla cierto agujero a corta distancia.
¡¡Allí!!
Al parecer los soldados tuvieron la brillante idea de abrir un boquete para colocar cierta solución incendiaria pero a juzgar por el cadáver calcinado a pocos metros de distancia no contaron con la supervisión de un ingeniero. Indiferentemente el agujero está listo y sería estúpido no usarlo, es hora de definir el método de aproximación para activar la mezcla, es obvio que esto no es un taller por lo que la improvisación esta a la orden del día.
Aquel niño se está poniendo manos a la obra cuando una bola verdosa explota peligrosamente cerca, por instinto se cubre sin embargo no hay peligro de resultar lastimado. La situación se pone difícil cuando del cráter emergen varios cadáveres armados, algunos tienen huesos fracturados y otros están en llamas pero eso no parece importarles. Dichas criaturas retorcidas avanzan hasta una distancia próxima.
Rayos… Rayos…
Sigue trabajando pero no pierde de vista a esas cosas, justo cuando está a punto de salir corriendo intervienen las fuerzas circundantes. El científico sonríe mientras le deja las estrategias de combate a los guerreros, de vez en cuando voltea por inercia pero los combatientes le defienden bien. Con una “guardia personal” puede dedicarse enteramente a la preparación del explosivo cosa que es de agradecer.
Ajeno a lo que sucede alrededor adquiere un nivel de concentración superior, segundos después su cerebro arroja la posible variable definitiva. Arranca un pedazo de tela y une las boquillas abiertas de los frascos, evita que se mezclen con una tablilla de madera que actúa de contención. Una medida de baja tecnología pero a veces la opción más simple es la acertada, cerca del momento final grita a todos.
¡¡Corran!!
Retira la pieza de madera y corre como si el mundo se estuviera acabando, más atrás los recipientes de vidrio colocados en una posición que facilita la interacción de líquidos comparten sus fluidos. Las soluciones de diferentes colores “se conocen mejor” y luego de cortos instantes la bomba explota con una fuerza tan descomunal que hace vibrar a tierra en el campamento base de la colina.
Una sección enorme de la muralla desaparece y comienzan a llover escombros por todo el lugar, la onda expansiva hace perder el equilibrio a toda persona cercana. Chimar quien no se aleja demasiado de la zona cero despierta atontado en el suelo, intenta ponerse de pie pero le duele la pierna. Cuando recobra plena visión estudia su cuerpo para ver que está mal, lo descubre enseguida.
El pie se le encajo en un fragmento de tronco y la caída hizo que se doblara el tobillo derecho, suelta el área aprisionada y revisa con dolor palpable. Tiene suerte pues no hay fractura pero dolerá por semanas y se puede olvida de caminar en este preciso momento, mira nervioso alrededor pero parece que las criaturas que rondaban minutos atrás fueron vencidas por los pocos soldados que le cubrieron. Se puede ver como un nutrido grupo aliado avanza desde el campamento por lo que el asedio esta completado, todo sale perfectamente hasta que...
¡¡Mierda!!
De la parte interior emanan incontables muertos dispuestos llevarse cualquier ser vivo atravesado con ellos, son demasiados para pelear. Chimar intenta ponerse de pie pero cae bruscamente, convencido de que no podrá caminar se arrastra en un intento por alejarse pero es de lógica que no lograra escapar con ese método de movimiento. Al final alza los brazos aterrado pidiendo la ayuda de cualquiera.
¡¡Aquí!! ¡¡Aquí!!
Ve a unos cuantos soldados corriendo y espera que alguno se apiade de él, con la adrenalina bombeando se voltea e inicia un ataque de ballesta disparando continuamente, solo se detiene por la recarga automática de varios segundos. Los cadáveres “jugosos” son prácticamente inmunes pero un disparo certero al cráneo de los esqueletos los desarma, cada segundo se acercan más y cuando superen la línea de muerte estará perdido. A punto de llorar grita.
¡¡Vamos no me dejen aquí!!
Invitado
Invitado
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Re: [Evento] El asedio [Batalla por Terpoli]
Respirando agitadamente, atravesó a otro de los seres que, intentado acabar con todos los soldados, se seguían lanzando desde lo alto de la muralla, como venía siendo ya una desagradable costumbre no murió, pero el mercenario se aseguró de que quedaba lo suficientemente destrozado al extraer la espada del cuerpo para que este no pudiera moverse.
Frunció el ceño y recorrió el campo de batalla con la mirada, el ariete que se las había ingeniado para llegar hasta la puerta estalló en llamas, todos los soldados que luchaban por sobrevivir dentro del ingenio mecánico pronto fueron superados en número por los muertos vivientes.
No había que ser un genio militar para adivinar que estaban perdiendo, a su alrededor solo había muerte, fuego, gritos de dolor y confusión. Siguió avanzando por el campo de batalla, esquivando enemigos, flechas, el fuego verde y, por inverosímil que fuese, a alguno de sus propios compañeros caídos en combate.
Eltrant apretó los dientes y se agachó justo a tiempo para evitar otra de las flechas que los arqueros que estaban sobre la muralla seguían disparando le atravesase la cabeza.
Después de incorporarse se giró bruscamente, buscando el origen de la saeta, para observar atónito cómo, después que una catapulta dejase caer un cumulo de aquellas cosas tras los soldados que estaban al frente, uno de ellos, el cual parecía tener ambas piernas rotas, se encaramase sobre un hombre y forcejeaba con él.
Apretó los dientes y, seguido por los dos soldados con los que abandonó la muralla, corrió hacia el hombre, quien por su aspecto no podía ser sino un especialista, no podía dejarle morir. Cuando estuvo junto a este el mercenario dio un fuerte tirón del muerto liberando al especialista de su agarre, pero impotente miró como el hombre tenía ahora una herida que atravesaba su vientre de lado a lado, no había llegado a tiempo.
Dejando escapar una expresiva maldición Eltrant evitó la hoja de otro de los seres que la catapulta había dejado caer tras ellos, frunció el ceño y forcejeando intentó escapar de aquel ser.
-“¡Una ayuda por aquí no me vendría mal!” – Exclamó a sus dos compañeros, los cuales se encontraban enfrascados en sus propios combates por lo que eran incapaces de ayudarle en aquel momento.
No solo estaba básicamente quieto en un campo de batalla en el que aquello podía costarte la vida, sino que aquella cosa que olía a podredumbre no le debajo escapar, el mercenario tragó saliva y trató por todos los medios no pensar en que podía estar bajo la atenta mirada de un arquero.
Notó como algo pequeño y ágil pasaba entre él y uno de sus oponentes, era el niño que había visto horas atrás en el campamento, sin tiempo para hacer o decirle nada al muchacho, el cual pasó de largo y se arrodilló junto al cadáver del especialista al que no había conseguido salvar, siguió evitando las letales pero predecibles estocadas de la marioneta sin alma que tenía frente a él.
Una flecha pasó junto a él impactando en el torso de su oponente, el cual no llego a inmutarse por este hecho, agradeciendo al dios que debía de estar cuidando que ninguna saeta le alcanzase en aquel agujero infernal decapitó a su rival después de volver a desviar su arma.
Apretó los dientes y se llevó la mano al hombro herido, el cicatrizante había hecho su trabajo aliviando el dolor fugazmente, pero aquel liquido tenía que estar rebajado con agua, pues con cada movimiento brusco que hacia sentía como si le clavasen una nueva flecha en el hombro.
Sin tiempo alguno para poder pensar otra cosa contempló como una bola de fuego verde volaba sobre él hasta estrellarse en algún punto indeterminado del campo de batalla, antes de que pudiese emprender la retirada o quizás girarse de nuevo hacia la muralla otros cuatro muertos habían salido a su paso.
Desvió la espada del primero, haciendo que este se desequilibrase y ganando una fracción de segundo para contraatacar, más la segunda de aquellas cosas que poseía un pesado martillo de batalla, lo alzó sobre su cabeza dispuesto a asestar un golpe mortal al mercenario, Eltrant chasqueó la lengua y volvió a colocarse de forma defensiva, anticipándose a aquel ataque lo más rápido que pudo.
El pequeño especialista volvió a pasar corriendo tan rápido como el mismo viento junto a él, en dirección a la muralla, cosa que el tipo que estaba a punto de atacarle percibió, pues acabó girándose hacia el muchacho creyendo que este iba a atacarle, aprovechando aquella fugaz distracción el mercenario introdujo su espada en el cuello de la cosa que portaba el martillo e hizo palanca, con un sonoro y desagradable crujido la cabeza cayó al suelo.
Sus dos compañeros llegaron hasta él, ahora con algo de ayuda pudo hacer frente a los tres oponentes que habían decidido acabar con su vida, y aunque tardaron más de lo que él habría deseado en matarlos con pronto se hubo desecho de ellos.
Asintió con la cabeza agradeciendo la ayuda al tipo que estaba junto a Helm, del cual no conocía su nombre, este le dedicó una sonrisa al mercenario segundos antes de que su rostro se volviese una mueca de dolor, una flecha de los muchos arqueros que seguían disparando contra ellos se encontraba alojada en su cuello.
Sin nada que hacer por el soldado que se retorció de dolor durante unos segundos hasta que se quedó completamente inmóvil, se giró hacia la muralla y siguió, junto a Helm, al niño.
Una vez junto a este, el muchacho haciendo gala de unos pulmones bastante desarrollados para su edad gritó a los soldados presentes que le protegiesen, el mercenario sonrió al ver como el joven jugueteaba con un par de frascos en sus manos, ya tenían al especialista.
Mientras el crió seguía figurándose como derribar la muralla Eltrant miró a los presentes, no eran muchos, apenas quince hombres heridos, él incluido, sin oficial. –“¡Ya habéis oído al muchacho!” – Gritó haciendo acopio de las pocas fuerzas que le quedaban, le temblaban las piernas, no tenían nadie junto a ellos que les indicase un plan de acción, la mayoría de los que quedaban vivos eran más bien muchachos de su edad, y como él estaban totalmente aterrorizados –“¡¡Helm!!” – Señaló a la mujer –“¡No te separes del especialista!” - La chica asintió y tras desenvainar la otra espada que tenia se fue junto al muchacho.
Señaló entonces a los demás –“¡Todo lo que huela a muerto es un enemigo, matadlo sin miramientos!” – Ordenó, no tenía madera de líder, nunca la había tenido, pero a falta de alguien no iba morir por que unos granjeros con espada no supiesen cómo reaccionar.
Otra enorme bola de fuego surcó el aire e impacto a pocos metros de los presentes, pero esta no era simplemente fuego, no, esta era como la anterior; Un gran número de muertos vivientes empezaron a salir del cráter, Eltrant afianzó su mano derecha en torno a la espada y apuntó con ella a los cadáveres –“¡Dejad que se acerquen! ¡No avancéis! ¡Esperadles!” – Gritó, un gran número de muertos seguía saliendo del agujero, Eltrant contó en cabeza unos veinte, detrás venían más.
–“Vosotros seis, rodeadles, tres por cada lado, ¡construid un pasillo!” – Señaló a los que tenía tras él, los cuales obedecieron ciegamente las palabras del joven, quizás porque no habían visto su rango, quizás por que no tenían nada que perder, salvo la vida, claro. –“¡Escudos delante! ¡No les dejéis pasar!”
Varios soldados que aún no habían tenido la oportunidad de clavar el escudo en la muralla lo plantaron en el suelo, frente a ellos, a sus espaldas seguían teniendo arqueros, pero estos afortunadamente estaban demasiado ocupados tratando de hacer retroceder a las tropas que venían de refuerzo desde el campamento.
Los cadáveres seguían avanzando a un ritmo lento pero constante, pronto empezaron a amontonarse contra los escudos, momento en el cual todos empezaron a atacar protegidos tras ellos, no hizo falta ni dar la señal, los presentes parecían estar de acuerdo en que si no se compenetraban iban a morir.
-“¡Nos superan! ¡Ayuda! ¡Por favor!” – Gritó uno de los soldados que Eltrant había ordenado flanquear al enemigo antes de que varios muertos saltaran sobre él y lo apuñalaran repetidas veces.
No pasó mucho tiempo hasta que rompieron la defensa de escudos, momento en el cual todos cargaron gritando, Eltrant rebanó el cuello de todos los cadáveres con los que se topó hasta que su espada se atascó en las costillas de uno de ellos, dejando escapar un grito ahogado tiró con fuerza de su arma sin resultado alguno, la cosa en la que se había quedado encajada su espada alzó su arma y aunque la cara de la mayoría de los muertos estaba desfigurada y no era sino una amalgama de carne en descomposición, Eltrant juraría que detectó algo similar a una sonrisa en el rostro de aquel ser.
Apretó los dientes anticipando el corte inminente y por consiguiente su muerte, momento en el cual uno de los soldados adyacentes a él cortó el brazo con el que la bestia usaba su arma y tras aquello, la decapitó.
Este soldado ayudó a Eltrant a desencajar su arma a toda prisa para justo después recibir un flechazo en la pantorrilla, el hombre cayó de rodillas gritando de dolor, mientras que Eltrant frunció el ceño y después de devolverle el favor evitando que uno de los muertos sacase partido de la situación y acabase con su vida, le ayudó a levantarse –“¡Retrocede!” – Le dijo señalando al campamento –“Retírate al campamento en cuanto puedas, nosotros acabamos lo de la muralla, rodea a los muertos” – El hombre asintió y empezó a correr a duras penas, curiosamente en su insignia ponía que aquel tipo era un par de rangos mayor que él.
Volviendo a evitar la muerte por escasos centímetros cercenó la pierna a otro de los muertos que había decidido que aquel era el día idóneo para asesinar al mercenario y una vez este estuvo en el suelo le remató.
Clavó la espada en el húmedo barró bajo él, tratando de ganar unos segundos de descanso, algo que no consiguió, el hombro seguía ardiéndole, suspiró y frunciendo el ceño volvió a incorporarse, apenas quedaban soldados en su bando, y los arqueros se estaban encargando de mantener a los refuerzos alejados.
Saltando ligeramente hacia atrás, esquivó un hacha oxidada cubierta por la sangre de uno de sus compañeros, contraatacó con todas sus fuerzas y como había hecho ya incontables veces aquel día, decapitó a un muerto más. –“Otro menos, quedan…” – Se calló a mitad de la frase cuando otra de aquellas cosas le pillo por sorpresa.
Demostrando una velocidad digna de elogio para un ser al que se le veían los huesos, sorteó todos y cada uno de los intentos del mercenario de acabar con él y golpeó a Eltrant a la altura del omóplato, el cual cayó de rodillas –“¡¿Te falta mucho?!” – Gritó al niño dolorido, les estaban desbordando y no pasaría mucho tiempo hasta que acabasen todos bajo tierra, o en el bando contrario.
El muerto no dudó, alzó su espada, que más bien parecía un trozo de metal afilado, y la descargó con todas su fuerzas sobre el rostro de Eltrant, quien aún de rodillas no pudo hacer otra cosa sino protegerse con las manos, gritando de dolor como nunca lo había hecho vio como la hoja de aquella cosa penetraba su antebrazo izquierdo y se detenía en el hueso, el corte era profundo y sangraba copiosamente, pero al menos seguía teniendo su extremidad consigo.
El cadáver extrajo inmediatamente la espada de la herida y se preparó para dar el golpe final al muchacho –“¡Sargento!” – Gritó uno de pocos soldados restantes mientras se lanzaba a ayudar al mercenario y acababa con la cosa que había estado a puto de matarle –“¿Sargento?” – Fue lo único que pasó por la cabeza de Eltrant mientras se agarraba con fuerza la herida, su instinto no paraba de gritarle que si no salía de allí iba a morir.
-“¡Corran!” – La voz del chico fue inmediatamente apagada por el estruendo de una explosión que siguió a sus palabras, trozos de madera y metal volaron por todas partes y todos, tanto muertos como soldados, cayeron al suelo debido a la fuerza de la onda expansiva.
Momentos después Helm le ayudó a levantarse, no podía oír nada correctamente, solo un intenso y molesto pitido, le costaba respirar. Mientras su compañera le ayudaba a levantarse se quitó el casco, su oído derecho también sangraba, no sabía realmente por qué, pero estaba seguro de que tenía que ver con aquel chillido agudo que aunque se había apagado un poco, seguía oyendo.
Su mirada se posó en el lugar donde antes había una enorme empalizada, sonrió al ver que la muralla ahora tenía un agujero lo suficientemente grande como para que varias máquinas de asedio pasasen por allí sin problema alguno.
–“¿Y el niño?” – Preguntó a la mujer que estaba encargada de su cuidado, Eltrant oteó la grieta humeante que acababan de abrir en la muralla, de la cual empezaron a salir un cuantioso número de cadáveres, tras unos segundos temiéndose que el especialista había perdido la vida observó a unos pequeños brazos alzándose entre los escombros y algo parecido a un grito de auxilio.
Eltrant miró a Helm a su lado, quien pareció comprender lo que el mercenario pretendía, con el brazo en aquel estado no iba a poder hacerlo solo, después de recuperar su espada, la cual yacía a escasos metros de él, avisó a otros dos soldados que habían sobrevivido al ataque de los muertos y estaban rematando a los que había alrededor antes de que se levantasen.
–“¿Estáis bien? Tengo que pediros un último favor, tú acompáñame” – Ordenó a uno de ellos mientras se liaba otro pañuelo empapado en más cicatrizante aguado en torno al brazo, no podía moverlo, pero aquella medicina de poca calidad le haría seguir consciente un poco más
–“Sí, sargento” – Dijo este un poco más esperanzado por el hecho de que habían derribado la muralla, no sabía porque le seguían llamando así, pero no iba a sacarles de su error. –“Asegúrate de abrirnos un hueco para escapar” – Dijo Eltrant a la mujer, quien sonrió asintiendo y volvió a desenvainar sus dos espadas. –“Tu ayúdale” – El otro soldado asintió como lo había hecho la mujer.
Corriendo junto al soldado se acercó al niño que se defendía a duras penas de las hordas que salían de la brecha con una especia de arma que tenía anclada al brazo. –“¡Que no se acerque ninguno!” – El soldado desenvainó el enorme mandoble que cargaba a su espalda y fue deshaciéndose de todos los muertos que trataban de acercarse al muchacho.
–“¿Puedes andar?” - Preguntó, aunque era un hecho que no, no tenían mucho tiempo, eran demasiados como para hacerles frente, envainó el arma y haciendo uso de su brazo útil se cargó, después de varios intentos, al especialista a la espalda –“¡Agárrate fuerte!” – Le dijo al niño.
–“¡Vámonos!” – Gritó al musculoso soldado que le había acompañado, el cual después de partir a dos muertos por la mitad de un solo tajo se giró y agarrando al mercenario para ayudarle a seguir el ritmo, corrieron en dirección al campamento, afortunadamente, debido a la explosión, ya no había ningún arquero vivo sobre la muralla.
Obedeciendo a Eltrant, Helm, el otro soldado y varios tipos más que estaban emprendiendo la retirada se habían encargado de abrir un pequeño pasillo entre los muertos que habían lanzado con catapulta tras las líneas enemigas.
El mercenario dedicó una cansada sonrisa a la mujer y a los demás soldados, dejó al muchacho a un lado, agotado, otro de los supervivientes cargó con él a partir de ahí, él simplemente no tenia fuerzas, después de aquello, continuaron avanzando hacia la retaguardia a un ritmo lento pero constante, agrupándose con todos los supervivientes del asedio que se iban encontrando, con los muertos pisándoles los talones.
No perdieron a nadie durante la retirada, los muertos no eran precisamente rápidos y no les quedaban arqueros en las murallas, por lo que solo se tuvieron que enfrentar a los que habían quedado atrapado tras el frente del equipo de asedio.
Pronto llegaron hasta un lugar donde el barro comenzaba a convertirse de nuevo en tierra, un lugar en el cual los muertos no se adentraron.
En dirección contraria a ellos marchaba el grueso del ejército en dirección al agujero que acababan de abrir en la muralla, Eltrant no pudo evitar compadecerse por lo que les aguardaba a aquellos soldados, apoyándose en uno de los supervivientes del tercer regimiento, el cual vertió todo su cicatrizante en la herida del brazo de su supuesto sargento, observó a las disciplinadas tropas de Lord Treki el Rubio avanzar cuando pasaron junto a ellos en perfecta formación. Suspiró aliviado, ya estaba a salvo, solo quedaba volver al campamento.
No pudo evitar apreciar el numero distinto de individuos que conformaban aquellas fuerzas, distinguió a una mujer-bestia que por su aspecto parecía tener algo de felino en sí, también un tipo inusualmente pálido que de ser un vampiro debía de estar aprovechándose de las nubes oscuras que cubrían el firmamento para no estallar en llamas a aquella hora del día.
Sentadose en el suelo cerró los ojos, habían derribado la muralla, habían sido los primeros en enfrentarse a las hordas de muertos vivientes, el tercer regimiento había realizado su cometido.
Frunció el ceño y recorrió el campo de batalla con la mirada, el ariete que se las había ingeniado para llegar hasta la puerta estalló en llamas, todos los soldados que luchaban por sobrevivir dentro del ingenio mecánico pronto fueron superados en número por los muertos vivientes.
No había que ser un genio militar para adivinar que estaban perdiendo, a su alrededor solo había muerte, fuego, gritos de dolor y confusión. Siguió avanzando por el campo de batalla, esquivando enemigos, flechas, el fuego verde y, por inverosímil que fuese, a alguno de sus propios compañeros caídos en combate.
Eltrant apretó los dientes y se agachó justo a tiempo para evitar otra de las flechas que los arqueros que estaban sobre la muralla seguían disparando le atravesase la cabeza.
Después de incorporarse se giró bruscamente, buscando el origen de la saeta, para observar atónito cómo, después que una catapulta dejase caer un cumulo de aquellas cosas tras los soldados que estaban al frente, uno de ellos, el cual parecía tener ambas piernas rotas, se encaramase sobre un hombre y forcejeaba con él.
Apretó los dientes y, seguido por los dos soldados con los que abandonó la muralla, corrió hacia el hombre, quien por su aspecto no podía ser sino un especialista, no podía dejarle morir. Cuando estuvo junto a este el mercenario dio un fuerte tirón del muerto liberando al especialista de su agarre, pero impotente miró como el hombre tenía ahora una herida que atravesaba su vientre de lado a lado, no había llegado a tiempo.
Dejando escapar una expresiva maldición Eltrant evitó la hoja de otro de los seres que la catapulta había dejado caer tras ellos, frunció el ceño y forcejeando intentó escapar de aquel ser.
-“¡Una ayuda por aquí no me vendría mal!” – Exclamó a sus dos compañeros, los cuales se encontraban enfrascados en sus propios combates por lo que eran incapaces de ayudarle en aquel momento.
No solo estaba básicamente quieto en un campo de batalla en el que aquello podía costarte la vida, sino que aquella cosa que olía a podredumbre no le debajo escapar, el mercenario tragó saliva y trató por todos los medios no pensar en que podía estar bajo la atenta mirada de un arquero.
Notó como algo pequeño y ágil pasaba entre él y uno de sus oponentes, era el niño que había visto horas atrás en el campamento, sin tiempo para hacer o decirle nada al muchacho, el cual pasó de largo y se arrodilló junto al cadáver del especialista al que no había conseguido salvar, siguió evitando las letales pero predecibles estocadas de la marioneta sin alma que tenía frente a él.
Una flecha pasó junto a él impactando en el torso de su oponente, el cual no llego a inmutarse por este hecho, agradeciendo al dios que debía de estar cuidando que ninguna saeta le alcanzase en aquel agujero infernal decapitó a su rival después de volver a desviar su arma.
Apretó los dientes y se llevó la mano al hombro herido, el cicatrizante había hecho su trabajo aliviando el dolor fugazmente, pero aquel liquido tenía que estar rebajado con agua, pues con cada movimiento brusco que hacia sentía como si le clavasen una nueva flecha en el hombro.
Sin tiempo alguno para poder pensar otra cosa contempló como una bola de fuego verde volaba sobre él hasta estrellarse en algún punto indeterminado del campo de batalla, antes de que pudiese emprender la retirada o quizás girarse de nuevo hacia la muralla otros cuatro muertos habían salido a su paso.
Desvió la espada del primero, haciendo que este se desequilibrase y ganando una fracción de segundo para contraatacar, más la segunda de aquellas cosas que poseía un pesado martillo de batalla, lo alzó sobre su cabeza dispuesto a asestar un golpe mortal al mercenario, Eltrant chasqueó la lengua y volvió a colocarse de forma defensiva, anticipándose a aquel ataque lo más rápido que pudo.
El pequeño especialista volvió a pasar corriendo tan rápido como el mismo viento junto a él, en dirección a la muralla, cosa que el tipo que estaba a punto de atacarle percibió, pues acabó girándose hacia el muchacho creyendo que este iba a atacarle, aprovechando aquella fugaz distracción el mercenario introdujo su espada en el cuello de la cosa que portaba el martillo e hizo palanca, con un sonoro y desagradable crujido la cabeza cayó al suelo.
Sus dos compañeros llegaron hasta él, ahora con algo de ayuda pudo hacer frente a los tres oponentes que habían decidido acabar con su vida, y aunque tardaron más de lo que él habría deseado en matarlos con pronto se hubo desecho de ellos.
Asintió con la cabeza agradeciendo la ayuda al tipo que estaba junto a Helm, del cual no conocía su nombre, este le dedicó una sonrisa al mercenario segundos antes de que su rostro se volviese una mueca de dolor, una flecha de los muchos arqueros que seguían disparando contra ellos se encontraba alojada en su cuello.
Sin nada que hacer por el soldado que se retorció de dolor durante unos segundos hasta que se quedó completamente inmóvil, se giró hacia la muralla y siguió, junto a Helm, al niño.
Una vez junto a este, el muchacho haciendo gala de unos pulmones bastante desarrollados para su edad gritó a los soldados presentes que le protegiesen, el mercenario sonrió al ver como el joven jugueteaba con un par de frascos en sus manos, ya tenían al especialista.
Mientras el crió seguía figurándose como derribar la muralla Eltrant miró a los presentes, no eran muchos, apenas quince hombres heridos, él incluido, sin oficial. –“¡Ya habéis oído al muchacho!” – Gritó haciendo acopio de las pocas fuerzas que le quedaban, le temblaban las piernas, no tenían nadie junto a ellos que les indicase un plan de acción, la mayoría de los que quedaban vivos eran más bien muchachos de su edad, y como él estaban totalmente aterrorizados –“¡¡Helm!!” – Señaló a la mujer –“¡No te separes del especialista!” - La chica asintió y tras desenvainar la otra espada que tenia se fue junto al muchacho.
Señaló entonces a los demás –“¡Todo lo que huela a muerto es un enemigo, matadlo sin miramientos!” – Ordenó, no tenía madera de líder, nunca la había tenido, pero a falta de alguien no iba morir por que unos granjeros con espada no supiesen cómo reaccionar.
Otra enorme bola de fuego surcó el aire e impacto a pocos metros de los presentes, pero esta no era simplemente fuego, no, esta era como la anterior; Un gran número de muertos vivientes empezaron a salir del cráter, Eltrant afianzó su mano derecha en torno a la espada y apuntó con ella a los cadáveres –“¡Dejad que se acerquen! ¡No avancéis! ¡Esperadles!” – Gritó, un gran número de muertos seguía saliendo del agujero, Eltrant contó en cabeza unos veinte, detrás venían más.
–“Vosotros seis, rodeadles, tres por cada lado, ¡construid un pasillo!” – Señaló a los que tenía tras él, los cuales obedecieron ciegamente las palabras del joven, quizás porque no habían visto su rango, quizás por que no tenían nada que perder, salvo la vida, claro. –“¡Escudos delante! ¡No les dejéis pasar!”
Varios soldados que aún no habían tenido la oportunidad de clavar el escudo en la muralla lo plantaron en el suelo, frente a ellos, a sus espaldas seguían teniendo arqueros, pero estos afortunadamente estaban demasiado ocupados tratando de hacer retroceder a las tropas que venían de refuerzo desde el campamento.
Los cadáveres seguían avanzando a un ritmo lento pero constante, pronto empezaron a amontonarse contra los escudos, momento en el cual todos empezaron a atacar protegidos tras ellos, no hizo falta ni dar la señal, los presentes parecían estar de acuerdo en que si no se compenetraban iban a morir.
-“¡Nos superan! ¡Ayuda! ¡Por favor!” – Gritó uno de los soldados que Eltrant había ordenado flanquear al enemigo antes de que varios muertos saltaran sobre él y lo apuñalaran repetidas veces.
No pasó mucho tiempo hasta que rompieron la defensa de escudos, momento en el cual todos cargaron gritando, Eltrant rebanó el cuello de todos los cadáveres con los que se topó hasta que su espada se atascó en las costillas de uno de ellos, dejando escapar un grito ahogado tiró con fuerza de su arma sin resultado alguno, la cosa en la que se había quedado encajada su espada alzó su arma y aunque la cara de la mayoría de los muertos estaba desfigurada y no era sino una amalgama de carne en descomposición, Eltrant juraría que detectó algo similar a una sonrisa en el rostro de aquel ser.
Apretó los dientes anticipando el corte inminente y por consiguiente su muerte, momento en el cual uno de los soldados adyacentes a él cortó el brazo con el que la bestia usaba su arma y tras aquello, la decapitó.
Este soldado ayudó a Eltrant a desencajar su arma a toda prisa para justo después recibir un flechazo en la pantorrilla, el hombre cayó de rodillas gritando de dolor, mientras que Eltrant frunció el ceño y después de devolverle el favor evitando que uno de los muertos sacase partido de la situación y acabase con su vida, le ayudó a levantarse –“¡Retrocede!” – Le dijo señalando al campamento –“Retírate al campamento en cuanto puedas, nosotros acabamos lo de la muralla, rodea a los muertos” – El hombre asintió y empezó a correr a duras penas, curiosamente en su insignia ponía que aquel tipo era un par de rangos mayor que él.
Volviendo a evitar la muerte por escasos centímetros cercenó la pierna a otro de los muertos que había decidido que aquel era el día idóneo para asesinar al mercenario y una vez este estuvo en el suelo le remató.
Clavó la espada en el húmedo barró bajo él, tratando de ganar unos segundos de descanso, algo que no consiguió, el hombro seguía ardiéndole, suspiró y frunciendo el ceño volvió a incorporarse, apenas quedaban soldados en su bando, y los arqueros se estaban encargando de mantener a los refuerzos alejados.
Saltando ligeramente hacia atrás, esquivó un hacha oxidada cubierta por la sangre de uno de sus compañeros, contraatacó con todas sus fuerzas y como había hecho ya incontables veces aquel día, decapitó a un muerto más. –“Otro menos, quedan…” – Se calló a mitad de la frase cuando otra de aquellas cosas le pillo por sorpresa.
Demostrando una velocidad digna de elogio para un ser al que se le veían los huesos, sorteó todos y cada uno de los intentos del mercenario de acabar con él y golpeó a Eltrant a la altura del omóplato, el cual cayó de rodillas –“¡¿Te falta mucho?!” – Gritó al niño dolorido, les estaban desbordando y no pasaría mucho tiempo hasta que acabasen todos bajo tierra, o en el bando contrario.
El muerto no dudó, alzó su espada, que más bien parecía un trozo de metal afilado, y la descargó con todas su fuerzas sobre el rostro de Eltrant, quien aún de rodillas no pudo hacer otra cosa sino protegerse con las manos, gritando de dolor como nunca lo había hecho vio como la hoja de aquella cosa penetraba su antebrazo izquierdo y se detenía en el hueso, el corte era profundo y sangraba copiosamente, pero al menos seguía teniendo su extremidad consigo.
El cadáver extrajo inmediatamente la espada de la herida y se preparó para dar el golpe final al muchacho –“¡Sargento!” – Gritó uno de pocos soldados restantes mientras se lanzaba a ayudar al mercenario y acababa con la cosa que había estado a puto de matarle –“¿Sargento?” – Fue lo único que pasó por la cabeza de Eltrant mientras se agarraba con fuerza la herida, su instinto no paraba de gritarle que si no salía de allí iba a morir.
-“¡Corran!” – La voz del chico fue inmediatamente apagada por el estruendo de una explosión que siguió a sus palabras, trozos de madera y metal volaron por todas partes y todos, tanto muertos como soldados, cayeron al suelo debido a la fuerza de la onda expansiva.
Momentos después Helm le ayudó a levantarse, no podía oír nada correctamente, solo un intenso y molesto pitido, le costaba respirar. Mientras su compañera le ayudaba a levantarse se quitó el casco, su oído derecho también sangraba, no sabía realmente por qué, pero estaba seguro de que tenía que ver con aquel chillido agudo que aunque se había apagado un poco, seguía oyendo.
Su mirada se posó en el lugar donde antes había una enorme empalizada, sonrió al ver que la muralla ahora tenía un agujero lo suficientemente grande como para que varias máquinas de asedio pasasen por allí sin problema alguno.
–“¿Y el niño?” – Preguntó a la mujer que estaba encargada de su cuidado, Eltrant oteó la grieta humeante que acababan de abrir en la muralla, de la cual empezaron a salir un cuantioso número de cadáveres, tras unos segundos temiéndose que el especialista había perdido la vida observó a unos pequeños brazos alzándose entre los escombros y algo parecido a un grito de auxilio.
Eltrant miró a Helm a su lado, quien pareció comprender lo que el mercenario pretendía, con el brazo en aquel estado no iba a poder hacerlo solo, después de recuperar su espada, la cual yacía a escasos metros de él, avisó a otros dos soldados que habían sobrevivido al ataque de los muertos y estaban rematando a los que había alrededor antes de que se levantasen.
–“¿Estáis bien? Tengo que pediros un último favor, tú acompáñame” – Ordenó a uno de ellos mientras se liaba otro pañuelo empapado en más cicatrizante aguado en torno al brazo, no podía moverlo, pero aquella medicina de poca calidad le haría seguir consciente un poco más
–“Sí, sargento” – Dijo este un poco más esperanzado por el hecho de que habían derribado la muralla, no sabía porque le seguían llamando así, pero no iba a sacarles de su error. –“Asegúrate de abrirnos un hueco para escapar” – Dijo Eltrant a la mujer, quien sonrió asintiendo y volvió a desenvainar sus dos espadas. –“Tu ayúdale” – El otro soldado asintió como lo había hecho la mujer.
Corriendo junto al soldado se acercó al niño que se defendía a duras penas de las hordas que salían de la brecha con una especia de arma que tenía anclada al brazo. –“¡Que no se acerque ninguno!” – El soldado desenvainó el enorme mandoble que cargaba a su espalda y fue deshaciéndose de todos los muertos que trataban de acercarse al muchacho.
–“¿Puedes andar?” - Preguntó, aunque era un hecho que no, no tenían mucho tiempo, eran demasiados como para hacerles frente, envainó el arma y haciendo uso de su brazo útil se cargó, después de varios intentos, al especialista a la espalda –“¡Agárrate fuerte!” – Le dijo al niño.
–“¡Vámonos!” – Gritó al musculoso soldado que le había acompañado, el cual después de partir a dos muertos por la mitad de un solo tajo se giró y agarrando al mercenario para ayudarle a seguir el ritmo, corrieron en dirección al campamento, afortunadamente, debido a la explosión, ya no había ningún arquero vivo sobre la muralla.
Obedeciendo a Eltrant, Helm, el otro soldado y varios tipos más que estaban emprendiendo la retirada se habían encargado de abrir un pequeño pasillo entre los muertos que habían lanzado con catapulta tras las líneas enemigas.
El mercenario dedicó una cansada sonrisa a la mujer y a los demás soldados, dejó al muchacho a un lado, agotado, otro de los supervivientes cargó con él a partir de ahí, él simplemente no tenia fuerzas, después de aquello, continuaron avanzando hacia la retaguardia a un ritmo lento pero constante, agrupándose con todos los supervivientes del asedio que se iban encontrando, con los muertos pisándoles los talones.
No perdieron a nadie durante la retirada, los muertos no eran precisamente rápidos y no les quedaban arqueros en las murallas, por lo que solo se tuvieron que enfrentar a los que habían quedado atrapado tras el frente del equipo de asedio.
Pronto llegaron hasta un lugar donde el barro comenzaba a convertirse de nuevo en tierra, un lugar en el cual los muertos no se adentraron.
En dirección contraria a ellos marchaba el grueso del ejército en dirección al agujero que acababan de abrir en la muralla, Eltrant no pudo evitar compadecerse por lo que les aguardaba a aquellos soldados, apoyándose en uno de los supervivientes del tercer regimiento, el cual vertió todo su cicatrizante en la herida del brazo de su supuesto sargento, observó a las disciplinadas tropas de Lord Treki el Rubio avanzar cuando pasaron junto a ellos en perfecta formación. Suspiró aliviado, ya estaba a salvo, solo quedaba volver al campamento.
No pudo evitar apreciar el numero distinto de individuos que conformaban aquellas fuerzas, distinguió a una mujer-bestia que por su aspecto parecía tener algo de felino en sí, también un tipo inusualmente pálido que de ser un vampiro debía de estar aprovechándose de las nubes oscuras que cubrían el firmamento para no estallar en llamas a aquella hora del día.
Sentadose en el suelo cerró los ojos, habían derribado la muralla, habían sido los primeros en enfrentarse a las hordas de muertos vivientes, el tercer regimiento había realizado su cometido.
Eltrant Tale
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