Sin esperanzas [Mega Evento- Nórgedos]
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Sin esperanzas [Mega Evento- Nórgedos]
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-¡Escóndete rápido!- Gritó Hont a la vez que se ponía un dedo en la boca para indicarle que se estuviera callado- Están a punto de venir, los oigo- alzó sus grandes orejas- Tu no los oyes porque eres humano pero yo sí los oigo. Ahora escóndete y calla que te van a descubrir-. Finalmente, dio un empujón al niño que había rescatado de los malos para dejarlo bajo unas vigas de una casa destruida.
Todo lo que Hont tenía de pequeño también lo tenía de charlatán y de valiente. Solo con una pequeña espada de madera había plantado cara a tres de los malos. Y no solo eso, sino que además había rescatado a un pobre niño que estaba llorando por perder a su madre. Nadie pondría jamás en duda que él no era el héroe que creía ser. Si veía uno de los malos, ¡zas! saltaba encima de su cara y le daba con la espada hasta que se rindiese.
Qué gran héroe era Hont y que afortunado había sido el pobre niño al encontrarse con él. Pero eso no lo podía ver. Jerry, de apenas nueve años, solo podía llorar por todo lo que estaba viendo. La casa de su mejor amigo, la que apenas unos días atrás había llamado a la gran puerta de madera para que saliera su amigo a jugar con él, estaba envuelta en un mar de llamas. La puerta estaba tirada en el suelo y por la puerta podía ver a uno de esos “malos”, como decía Hont, salir de ella con una antorcha en una mano y en la otra el cuerpo muerto de la madre de su amigo. ¿Cómo podía hacer caso a Hont y dejar de llorar? Era imposible. No mientras siguiese viendo lo que allí veía.
Hont señaló con su espada de madera unos hombres que venían corriendo desde una de las calles. Los estaban buscando. Eran los mismos que mataron a mamá y a papá, ahora irían a por él y acabarían lo que empezaron. Jerry lo sabía y por eso cerró los ojos y dejó de llorar. Las lágrimas eran para aquellos que todavía les quedaban esperanzas para seguir llorando.
Todo lo que Hont tenía de pequeño también lo tenía de charlatán y de valiente. Solo con una pequeña espada de madera había plantado cara a tres de los malos. Y no solo eso, sino que además había rescatado a un pobre niño que estaba llorando por perder a su madre. Nadie pondría jamás en duda que él no era el héroe que creía ser. Si veía uno de los malos, ¡zas! saltaba encima de su cara y le daba con la espada hasta que se rindiese.
Qué gran héroe era Hont y que afortunado había sido el pobre niño al encontrarse con él. Pero eso no lo podía ver. Jerry, de apenas nueve años, solo podía llorar por todo lo que estaba viendo. La casa de su mejor amigo, la que apenas unos días atrás había llamado a la gran puerta de madera para que saliera su amigo a jugar con él, estaba envuelta en un mar de llamas. La puerta estaba tirada en el suelo y por la puerta podía ver a uno de esos “malos”, como decía Hont, salir de ella con una antorcha en una mano y en la otra el cuerpo muerto de la madre de su amigo. ¿Cómo podía hacer caso a Hont y dejar de llorar? Era imposible. No mientras siguiese viendo lo que allí veía.
Hont señaló con su espada de madera unos hombres que venían corriendo desde una de las calles. Los estaban buscando. Eran los mismos que mataron a mamá y a papá, ahora irían a por él y acabarían lo que empezaron. Jerry lo sabía y por eso cerró los ojos y dejó de llorar. Las lágrimas eran para aquellos que todavía les quedaban esperanzas para seguir llorando.
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Objetivos:
* Debéis narra cómo os encontráis con Hont y Jerry en mitad de todo el hervidero de muerte, fuego y sufrimiento.
* Vuestro deber es proteger al Hont y Jerry de los posibles peligros que encontréis en la ciudad (al menos dos).
* Llevar a un niño que ha perdido la esperanza de vivir no será una misión pada nada sencilla. Vuestro deber principal, más allá que cualquier otro objetivo, ha de ser el de revivir el fuego de la esperanza en el corazón del infante. Se aconseja usar la profesión de arcanos de manera original para poder conseguirlo.
* Una vez resucitada la esperanza de Jerry, buscaréis a los familiares del infante, cabe remarcar que están vivos aunque al inicio del evento Jerry piensa que han muerto. Una vez encontrados, entregadle al niño.
* En este hilo tendréis la ayuda de Hont, un héroe de los más peculiar. Podéis encontrar su ficha [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo].
* Buena suerte Sakun y Geralt
* Debéis narra cómo os encontráis con Hont y Jerry en mitad de todo el hervidero de muerte, fuego y sufrimiento.
* Vuestro deber es proteger al Hont y Jerry de los posibles peligros que encontréis en la ciudad (al menos dos).
* Llevar a un niño que ha perdido la esperanza de vivir no será una misión pada nada sencilla. Vuestro deber principal, más allá que cualquier otro objetivo, ha de ser el de revivir el fuego de la esperanza en el corazón del infante. Se aconseja usar la profesión de arcanos de manera original para poder conseguirlo.
* Una vez resucitada la esperanza de Jerry, buscaréis a los familiares del infante, cabe remarcar que están vivos aunque al inicio del evento Jerry piensa que han muerto. Una vez encontrados, entregadle al niño.
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Sigel
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Re: Sin esperanzas [Mega Evento- Nórgedos]
Un desastre, en eso se había convertido la defensa de la ciudad, en cuando cayó esa estúpida muralla, todo se fue al traste, los defensores estaban saturados, defendiendo la ciudad como podían, mientras otros intentaban que no ardiera hasta los cimientos y compaginar esas dos cosas se estaba volviendo difícil, así que el capitán de su escuadrón, un tipo sorprendentemente competente había ordenado que se separaran con la esperanza de abarcar más terreno, bueno, técnicamente, lo habían separado a él, habían enviado al brujo de fuego a apagar incendios, por más que intentó destacar la ironía de ello. Y allí se encontraba, drenando el aire de casas en llamas, una tarea impresionante para los civiles que llevaban cubos, cuya tarea era súbitamente mucho más fácil, pero extremadamente aburrida para el peliblanco. Era un maldito brujo de fuego en medio de una ciudad en llamas. ¿Alguien en su sano juicio se enfrentaría a un brujo de agua en medio del mar? Pues era exactamente lo mismo, y allí estaba, apagando fuegos cuando a su alrededor tenía un huracán de poder arcano.
Fue así, doblando una esquina para llegar a una casa en llamas, cuando vio una escena curiosa, algún tipo de roedor, con una espada de madera, parecía estar defendiendo a un niño de unos pocos enemigos, justo al lado de una casa en llamas, era cosa del destino…
-No tengáis miedo, porque ya he llegado- estaba a no más de cinco pasos de ese par, por suerte para ellos, porque aunque ese roedor fuese un maestro espadachín, había un límite a lo que uno podía hacer con una espada de madera. Solo eran tres Nórgedos, chupado. Un cuchillo salió disparado de su mano y se clavó en el suelo, parando su avance. –Agradecería que os fueseis por donde habéis venido, por favor- Sonrió, los asaltantes sonrieron, dieron un paso adelante y bum, se incendiaron cuando una de las llamas de la casa salió despedida hacia ellos y prendió el cuero y las pieles que llevaban. –Solo necesitaba que os quedarais quietos un momento.- Usualmente, la gente tenía la impresión de que morir quemado era una manera horrible de morir, pero se equivocaban, era mucho peor, así que les ahorro sufrimiento lanzando más cuchillos para rematarlos. Además, no podía arriesgarse a que una brizna de razón se abriera camino entre el pánico y se quitaran la ropa en llamas, para luego atacarlo muy cabreados y medio desnudos, era una manera de morir muy indigna.
Una vez solucionado ese pequeño problema, se tomó una pausa para examinar a ese par que acababa de rescatar. Un roedor y un chaval que miraba esa casa en llamas, seguro que allí había una historia triste. –En fin, yo sigo a lo mío- Escucho un sollozo, pero daba igual, no era su problema. Dio un paso, otro, y finalmente se paró, ese chaval que seguramente había perdido a toda su familia le traía recuerdos que prefería olvidar. -Malditos críos.- Seguro que podía hacer algo para que dejara de llorar, pero no podría usar fuego, esa casa en llamas le impedía hacer un espectáculo de fuegos artificiales, seguro que eso despertaba malos recuerdos, así que tendría que improvisar algo sin usar sus poderes.
-No te preocupes… er…- se agacho al lado del chaval, que seguía llorando y apenas pudo contestar un “Jerry”. Tenía que improvisar algo, algo rápido, seguro que había una runa para que los niños dejaran de llorar, había runas para todo incluso para hacer marip… tenía una idea. Ya llevaba los materiales e instrumentos de inscripción con el, así que lo primero que necesitaba era una superficie en la que inscribir runas, el cuero o la madera no servían, y no podía usar acero, puesto que no podría rayar el metal para inscribir la runa, así que nada de lo que llevaba encima servía. Por suerte, esos tipos a los que acababa de asar llevaban joyas, puede que se hubieran entretenido por el camino, saqueando, o a lo mejor ya las llevaban de casa, le traía sin cuidado, lo importante era ese colgante, hecho de lo que parecía ser estaño y alguna piedra barata. ¿Ojo de tigre? Daba igual, lo importante era que podía rayarlo con un cuchillo.
Había runas que se aprendían simplemente porque estaban en los libros, no por su utilidad, o por su efectividad en combate, simplemente… eran curiosas o tenían efectos muy diferentes a los de sus similares, pero por una vez, podría darle utilidad, pero no era una inscripción sencilla, así que necesito su tiempo para asegurarse de que estaba bien hecha y no le explotaba en la cara. Había intentado usar “πεταλούδα” para que sus proyectiles tuviesen una trayectoria menos predecible, pero habían resultado demasiado lentos, así que había descartado la idea, sin embargo, recordaba que esa runa tenía efectos cuanto menos curiosos al combinarse con “φως”, ahora solo quedaba cargarla de un poco de su poder. –Mira…- Le puso el colgante alrededor del cuello, le cogió una mano y le hizo agarrar la baratija. –Este es un pequeño amuleto de la suerte brujo, te protegerá de los males.- ¿lo protegería de verdad? Absolutamente no, pero ese chaval necesitaba sentirse seguro, aunque no lo estuviera de verdad. La runa se activaba con el contacto, y liberaba unas pequeñas mariposas doradas, que aleteaban hasta desvanecerse a aproximadamente un metro. Era precioso, completamente inútil, pero precioso, además, si en realidad no tenía a nadie, podría venderlo por una cantidad más que decente, runas de ese nivel bien podían valer un mes entero en una cama de taberna decente, salvo que se encontrara a alguien que sabía lo que hacía, puesto que allí solo había poder para… dos o tres usos más.
Fue así, doblando una esquina para llegar a una casa en llamas, cuando vio una escena curiosa, algún tipo de roedor, con una espada de madera, parecía estar defendiendo a un niño de unos pocos enemigos, justo al lado de una casa en llamas, era cosa del destino…
-No tengáis miedo, porque ya he llegado- estaba a no más de cinco pasos de ese par, por suerte para ellos, porque aunque ese roedor fuese un maestro espadachín, había un límite a lo que uno podía hacer con una espada de madera. Solo eran tres Nórgedos, chupado. Un cuchillo salió disparado de su mano y se clavó en el suelo, parando su avance. –Agradecería que os fueseis por donde habéis venido, por favor- Sonrió, los asaltantes sonrieron, dieron un paso adelante y bum, se incendiaron cuando una de las llamas de la casa salió despedida hacia ellos y prendió el cuero y las pieles que llevaban. –Solo necesitaba que os quedarais quietos un momento.- Usualmente, la gente tenía la impresión de que morir quemado era una manera horrible de morir, pero se equivocaban, era mucho peor, así que les ahorro sufrimiento lanzando más cuchillos para rematarlos. Además, no podía arriesgarse a que una brizna de razón se abriera camino entre el pánico y se quitaran la ropa en llamas, para luego atacarlo muy cabreados y medio desnudos, era una manera de morir muy indigna.
Una vez solucionado ese pequeño problema, se tomó una pausa para examinar a ese par que acababa de rescatar. Un roedor y un chaval que miraba esa casa en llamas, seguro que allí había una historia triste. –En fin, yo sigo a lo mío- Escucho un sollozo, pero daba igual, no era su problema. Dio un paso, otro, y finalmente se paró, ese chaval que seguramente había perdido a toda su familia le traía recuerdos que prefería olvidar. -Malditos críos.- Seguro que podía hacer algo para que dejara de llorar, pero no podría usar fuego, esa casa en llamas le impedía hacer un espectáculo de fuegos artificiales, seguro que eso despertaba malos recuerdos, así que tendría que improvisar algo sin usar sus poderes.
-No te preocupes… er…- se agacho al lado del chaval, que seguía llorando y apenas pudo contestar un “Jerry”. Tenía que improvisar algo, algo rápido, seguro que había una runa para que los niños dejaran de llorar, había runas para todo incluso para hacer marip… tenía una idea. Ya llevaba los materiales e instrumentos de inscripción con el, así que lo primero que necesitaba era una superficie en la que inscribir runas, el cuero o la madera no servían, y no podía usar acero, puesto que no podría rayar el metal para inscribir la runa, así que nada de lo que llevaba encima servía. Por suerte, esos tipos a los que acababa de asar llevaban joyas, puede que se hubieran entretenido por el camino, saqueando, o a lo mejor ya las llevaban de casa, le traía sin cuidado, lo importante era ese colgante, hecho de lo que parecía ser estaño y alguna piedra barata. ¿Ojo de tigre? Daba igual, lo importante era que podía rayarlo con un cuchillo.
Había runas que se aprendían simplemente porque estaban en los libros, no por su utilidad, o por su efectividad en combate, simplemente… eran curiosas o tenían efectos muy diferentes a los de sus similares, pero por una vez, podría darle utilidad, pero no era una inscripción sencilla, así que necesito su tiempo para asegurarse de que estaba bien hecha y no le explotaba en la cara. Había intentado usar “πεταλούδα” para que sus proyectiles tuviesen una trayectoria menos predecible, pero habían resultado demasiado lentos, así que había descartado la idea, sin embargo, recordaba que esa runa tenía efectos cuanto menos curiosos al combinarse con “φως”, ahora solo quedaba cargarla de un poco de su poder. –Mira…- Le puso el colgante alrededor del cuello, le cogió una mano y le hizo agarrar la baratija. –Este es un pequeño amuleto de la suerte brujo, te protegerá de los males.- ¿lo protegería de verdad? Absolutamente no, pero ese chaval necesitaba sentirse seguro, aunque no lo estuviera de verdad. La runa se activaba con el contacto, y liberaba unas pequeñas mariposas doradas, que aleteaban hasta desvanecerse a aproximadamente un metro. Era precioso, completamente inútil, pero precioso, además, si en realidad no tenía a nadie, podría venderlo por una cantidad más que decente, runas de ese nivel bien podían valer un mes entero en una cama de taberna decente, salvo que se encontrara a alguien que sabía lo que hacía, puesto que allí solo había poder para… dos o tres usos más.
Geralt
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Re: Sin esperanzas [Mega Evento- Nórgedos]
-Dragón...-Susurraba el muchacho, meditando con sus pies cruzados justo en la mitad de los muslos. El sudor simplemente bajaba por su frente, rozándose primeramente por la nariz, justo antes de caer al suelo para resonar por todo el cuarto. Dos velas en cada esquina, suficientes para que la habitación esté completamente iluminada, o al menos, que sus bordes no se vean oscuros y tenebrosos, así como probablemente le gustaría al espíritu maligno que le gusta rondar alrededor de las personas. El rostro le relucía; su cuerpo estaba tenso y endurecido sólo en pensar lo que vendría a continuación. El miedo prontamente se apoderará de la escena, y es donde Sakun recordará ese mismo día en el que su clan murió por culpa de su padre. ¿Por qué meditaba?, ¿cuál era la razón?, ¿acaso quería pedirle perdón a su dios?. Todo finalizaría durante aquella noche, cuando se decida en limpiar su rostro húmedo.
De repente, una brisa poderosa apareció, haciendo que Zarpitas, quien se encontraba acostado al lado de su amo, terminara buscando un refugio bajo los muebles. El guerrero trató de calmarse, y lentamente abrió sus manos hasta enseñar las palmas al techo. Podría ser mentira o verdad, pero un ente pareciera estar posicionado delante del muchacho. Éste no era cualquier alma, si no que más bien era uno de los mensajeros del dragón de fuego, al que nuestro héroe le rinde pleitesía. No pudo contener una exhalación poderosa y no quiso abrir los ojos, ni tampoco era recomendado hacerlo. -¿E...Eres tú?...-Pronunció tartamudeando, sabiendo de antemano que la respuesta no llegaría, o más bien, la oiría pero en forma de un trueno, porque las voces sobrenaturales siempre mantienen aquellas propiedades. El tigre no gruñó, porque el aurora del visitante era abrumadora, como si con la presencia les enseñara las distintos modos de muerte en una guerra como la próxima.
Zarpitas no irá. Puede morir.-Reiterando lo anterior, pudo ser una falsedad, pero una voz asemejada al viento se oyó, logrando que el moreno se callara, aún con la sensación de que no está de acuerdo. No se quejó, no imploró, no suplicó, no bufó. -Como diga...-Su garganta tembló como si trovase cada acentuación. -Pero hay una última cosa que el maestro quiere hacerte saber...-El temor apareció en un parpadeo.
-¿Qué es?...-
_________________________________
Desde la lejanía, se denotaba una silueta gigantesca, aunque desolada, nada como se acostumbra a ver. Al lado no había ninguna mascota, si no más bien su peligrosa espada. Su rostro no radiaba seriedad, si no algo más profundo y mórbido. Sus ojos se encontraban más entrecerrados que como de costumbre. ¿Qué semblante era?, uno imposible de describir, era una de esas palabras que aún no se inventan, que no se agregan en el idioma, que después de distintos adjetivos, terminabas con la misma conclusión de incertidumbre. Iba con una misión, pero creo que él era el único que lo sabía. Su mente era imposible de descifrar; una soga con varios nudos en su diámetro, y al liberar uno, amarras otro.
Observó a dos muchachos, y justo con ellos, se encontraba un hombre de cabello blanquecino. Sakun no dijo nada, pero tampoco se inhibió en unirse. Caminó con lentitud, sin ninguna preocupación, nada parecido a ayer, cuando estaba encerrado en una sala para meditar. No venía en ánimos de animar, ni en ánimos de cometer antónimos en aquella frase. Notó que el hombre se veía poderoso porque se deshizo de sus enemigos con mucha facilidad. No sonrió, ni siquiera se sorprendió, simplemente lo ignoró después de unos minutos. La boca del morocho se veía tapada, sólo resaltaban sus ojos. Al llegar, se quedó de pie, y los observó de la manera más extraña posible. No pronunció nada, ahora era menos sociable que antes.
Justo detrás de Sakun, venían dos novatos enemigos que daban fuertes pisotones, algo que cualquier ser escucharía. Levantaron sus armas en contra del escamoso, sin embargo nada funcionó, lo próximo sería un espectáculo que sólo los desquiciados podrían disfrutar. Los verdugos iban en contra del trío improvisado.
El grandullón al darse vuelta, tomó su espada y la colocó horizontalmente. Era la hora, el momento de entrenar su más preciados talentos. Las armas chocaron, logrando chispas, pero la oscura mirada del joven los intimidó tanto que se alejaron al tiempo. Quisieron decir algo, pero extrañamente la voz les salió por la garganta y no por su boca. El juego había acabado.
El corte del guerrero en los cuellos de ellos fue tan limpio que las cabezas decapitadas volaron por el cielo como dos sangrientas frutas. La escena fue sorprendente, pero más cuando la pregunta siguiente es formulada. ¿Desde cuándo Sakun mata por simple deseo?. Al ver los cadáveres sin vida en el suelo, simplemente giró su cabeza y miró a los tres con el rabillo del ojo.
Nada salió de su boca, ni siquiera aliento.
De repente, una brisa poderosa apareció, haciendo que Zarpitas, quien se encontraba acostado al lado de su amo, terminara buscando un refugio bajo los muebles. El guerrero trató de calmarse, y lentamente abrió sus manos hasta enseñar las palmas al techo. Podría ser mentira o verdad, pero un ente pareciera estar posicionado delante del muchacho. Éste no era cualquier alma, si no que más bien era uno de los mensajeros del dragón de fuego, al que nuestro héroe le rinde pleitesía. No pudo contener una exhalación poderosa y no quiso abrir los ojos, ni tampoco era recomendado hacerlo. -¿E...Eres tú?...-Pronunció tartamudeando, sabiendo de antemano que la respuesta no llegaría, o más bien, la oiría pero en forma de un trueno, porque las voces sobrenaturales siempre mantienen aquellas propiedades. El tigre no gruñó, porque el aurora del visitante era abrumadora, como si con la presencia les enseñara las distintos modos de muerte en una guerra como la próxima.
Zarpitas no irá. Puede morir.-Reiterando lo anterior, pudo ser una falsedad, pero una voz asemejada al viento se oyó, logrando que el moreno se callara, aún con la sensación de que no está de acuerdo. No se quejó, no imploró, no suplicó, no bufó. -Como diga...-Su garganta tembló como si trovase cada acentuación. -Pero hay una última cosa que el maestro quiere hacerte saber...-El temor apareció en un parpadeo.
-¿Qué es?...-
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Desde la lejanía, se denotaba una silueta gigantesca, aunque desolada, nada como se acostumbra a ver. Al lado no había ninguna mascota, si no más bien su peligrosa espada. Su rostro no radiaba seriedad, si no algo más profundo y mórbido. Sus ojos se encontraban más entrecerrados que como de costumbre. ¿Qué semblante era?, uno imposible de describir, era una de esas palabras que aún no se inventan, que no se agregan en el idioma, que después de distintos adjetivos, terminabas con la misma conclusión de incertidumbre. Iba con una misión, pero creo que él era el único que lo sabía. Su mente era imposible de descifrar; una soga con varios nudos en su diámetro, y al liberar uno, amarras otro.
Observó a dos muchachos, y justo con ellos, se encontraba un hombre de cabello blanquecino. Sakun no dijo nada, pero tampoco se inhibió en unirse. Caminó con lentitud, sin ninguna preocupación, nada parecido a ayer, cuando estaba encerrado en una sala para meditar. No venía en ánimos de animar, ni en ánimos de cometer antónimos en aquella frase. Notó que el hombre se veía poderoso porque se deshizo de sus enemigos con mucha facilidad. No sonrió, ni siquiera se sorprendió, simplemente lo ignoró después de unos minutos. La boca del morocho se veía tapada, sólo resaltaban sus ojos. Al llegar, se quedó de pie, y los observó de la manera más extraña posible. No pronunció nada, ahora era menos sociable que antes.
Justo detrás de Sakun, venían dos novatos enemigos que daban fuertes pisotones, algo que cualquier ser escucharía. Levantaron sus armas en contra del escamoso, sin embargo nada funcionó, lo próximo sería un espectáculo que sólo los desquiciados podrían disfrutar. Los verdugos iban en contra del trío improvisado.
El grandullón al darse vuelta, tomó su espada y la colocó horizontalmente. Era la hora, el momento de entrenar su más preciados talentos. Las armas chocaron, logrando chispas, pero la oscura mirada del joven los intimidó tanto que se alejaron al tiempo. Quisieron decir algo, pero extrañamente la voz les salió por la garganta y no por su boca. El juego había acabado.
El corte del guerrero en los cuellos de ellos fue tan limpio que las cabezas decapitadas volaron por el cielo como dos sangrientas frutas. La escena fue sorprendente, pero más cuando la pregunta siguiente es formulada. ¿Desde cuándo Sakun mata por simple deseo?. Al ver los cadáveres sin vida en el suelo, simplemente giró su cabeza y miró a los tres con el rabillo del ojo.
Nada salió de su boca, ni siquiera aliento.
Sakun
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Re: Sin esperanzas [Mega Evento- Nórgedos]
No estaba muerto, y tampoco sus acompañantes, así que podía considerarse que todo iba sobre ruedas, fue entonces, cuando se giró con una cara alegre, dispuesto a encarar los desafíos de la vida, cuando vio que se les unía otra persona, no era un Norgedo, no tenía ni el aspecto ni el olor característico, pero eso daba igual ahora mismo, puesto que exactamente en la dirección contraria por la que habían llegado la última vez, venían más enemigos, concretamente un par. –Oye, detrás tuy…- daba igual, ya estaban muertos. Soltó un silbido y agradeció la eficiencia de los reclutadores de Lunargenta. Espero unos segundos, como si fuese a aparecer un tercer grupo por alguna artimaña mágica o por una casualidad probabilística, pero después de cinco segundos se tensó silencio, no pasó nada, eso era bueno.
Tenían civiles a su cargo, bueno, por lo menos uno, no tenía claro si esa bola de pelo saltarina con una espada de madera era parte del ejército, lo dudaba, pero la última vez que se metió en un follón así, había un calamar parlante, ya no le extrañaba nada. En cualquier caso, a pesar de no tener órdenes explicitas, estaba bastante seguro de que la seguridad de los civiles sobrescribía sus órdenes anteriores. –Se acabó hacer de bombero, ¡yay!- Se aseguró de decirlo muy flojito, de hecho, dudaba que las palabras hubiesen salido de su boca, no quería quedar como un monstruo ante el chaval que acababa de perder a su familia de forma horrible. –La población civil se habrá retirado al centro, más defendible y de edificios robustos, iremos allí.-Técnicamente, no estaba seguro, pero el centro sería el último lugar en caer probablemente, sería la zona más segura, sin duda. El niño no era el alma de la fiesta, por todo eso de perder a su familia horriblemente, pero al menos ya no lloraba y obedecía, así que empezaron a avanzar hacia el centro, no tenía perdida, solo tenías que buscar la zona con más humo e ir justo en dirección contraria, o seguir el sonido del combate, también servía.
El, como brujo de fuego y aire, lo más parecido a un arma de asedio viviente que había en el ejército, sin contar algún mago de rayo que ese comandante elfo tuviera escondido, avanzaba detrás del grupo, a una distancia prudencial, desde donde poder obrar su magia, nunca mejor dicho, pero no hizo falta, no había más grupos de enemigos sueltos, saqueando, o perdidos, o lo que fuera que estuvieran haciendo paseando por la ciudad, pero hubo un problema que no había tenido en cuenta, principalmente porque era un brujo, no un maldito arquitecto, no tenía manera de saber que esa estúpida casa se iba a derrumbar justo cuando pasaban a su lado. Por lo menos no se les cayo entera, sino que se desplomo sobre sí misma, lo que hizo que solo una de las vigas de lo que parecía el techo, junto con unas pocos fragmentos y astillas más pequeñas, pero claro, todo estaba en llamas, como no, con su suerte, no podía ser de otra manera.
Del fuego podía encargarse, era literalmente como luchaba, cogía una llama y la movía de sitio, extendió la mano, cerro el puño, movió súbitamente el brazo a un lado y las llamas se separaron, un problema menos. Las astillas eran más de lo mismo, la telequinesis iba de perlas con algo tan pequeño, ¿pero esa enorme viga de madera? Demasiado pesada, no podía hacer nada en absoluto, estaba muertisimo, lo único que sus reflejos le dieron tiempo de hacer fue poner al chaval detrás suyo, pero dudaba que eso bastara.
Tenían civiles a su cargo, bueno, por lo menos uno, no tenía claro si esa bola de pelo saltarina con una espada de madera era parte del ejército, lo dudaba, pero la última vez que se metió en un follón así, había un calamar parlante, ya no le extrañaba nada. En cualquier caso, a pesar de no tener órdenes explicitas, estaba bastante seguro de que la seguridad de los civiles sobrescribía sus órdenes anteriores. –Se acabó hacer de bombero, ¡yay!- Se aseguró de decirlo muy flojito, de hecho, dudaba que las palabras hubiesen salido de su boca, no quería quedar como un monstruo ante el chaval que acababa de perder a su familia de forma horrible. –La población civil se habrá retirado al centro, más defendible y de edificios robustos, iremos allí.-Técnicamente, no estaba seguro, pero el centro sería el último lugar en caer probablemente, sería la zona más segura, sin duda. El niño no era el alma de la fiesta, por todo eso de perder a su familia horriblemente, pero al menos ya no lloraba y obedecía, así que empezaron a avanzar hacia el centro, no tenía perdida, solo tenías que buscar la zona con más humo e ir justo en dirección contraria, o seguir el sonido del combate, también servía.
El, como brujo de fuego y aire, lo más parecido a un arma de asedio viviente que había en el ejército, sin contar algún mago de rayo que ese comandante elfo tuviera escondido, avanzaba detrás del grupo, a una distancia prudencial, desde donde poder obrar su magia, nunca mejor dicho, pero no hizo falta, no había más grupos de enemigos sueltos, saqueando, o perdidos, o lo que fuera que estuvieran haciendo paseando por la ciudad, pero hubo un problema que no había tenido en cuenta, principalmente porque era un brujo, no un maldito arquitecto, no tenía manera de saber que esa estúpida casa se iba a derrumbar justo cuando pasaban a su lado. Por lo menos no se les cayo entera, sino que se desplomo sobre sí misma, lo que hizo que solo una de las vigas de lo que parecía el techo, junto con unas pocos fragmentos y astillas más pequeñas, pero claro, todo estaba en llamas, como no, con su suerte, no podía ser de otra manera.
Del fuego podía encargarse, era literalmente como luchaba, cogía una llama y la movía de sitio, extendió la mano, cerro el puño, movió súbitamente el brazo a un lado y las llamas se separaron, un problema menos. Las astillas eran más de lo mismo, la telequinesis iba de perlas con algo tan pequeño, ¿pero esa enorme viga de madera? Demasiado pesada, no podía hacer nada en absoluto, estaba muertisimo, lo único que sus reflejos le dieron tiempo de hacer fue poner al chaval detrás suyo, pero dudaba que eso bastara.
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Re: Sin esperanzas [Mega Evento- Nórgedos]
El fuego rodeaba toda la zona, quizá completamente, o al menos cada rincón que solía estar oscuros. Las llamaradas no dejaban de moverse, de un lado a otro, como si fuesen guiadas por el aire que cada vez se acababa ante las grandes construcciones posicionados en el suelo. El equipo caminaba con tranquilidad, aunque también atento a su alrededor, esperando que los enemigos no apareciesen para cometer crueldades contra los ciudadanos. Ya varios guerreros del bando aliado se habían encargado del montón, pero aún restaban algunos, y al parecer, eran los más fuertes. Cada combatiente mandado por Lunargenta había tenido que limpiar Roilkat de los contrincantes, y varios se habían esforzado hasta la muerte. La guerra mermaba con el pasar del tiempo, y las espadas ensangrentabas ya terminaban en el suelo. Ahora quedaba lo más importante, encontrar la familia del niño para que sintiera esperanzas y experimente la felicidad de nuevo, enseñándole aún que los héroes existen en la derrota.
Infortunadamente, una de los gigantescos hogares cayó justamente delante de ellos, cortando el paso de aquel equipo improvisado. El joven soltó un suspiro, sabiendo que en su forma humana terminaría siendo quemado por la madera encendida en fuego brillante y peligroso. Sin esperarlo, el de cabellos blancos se encargó de ésto, apartando estas y moviendo los objetos con un poder extraño, que ni siquiera el dragón podría imaginarse. ¿De qué se trataba?, un claro brujo probablemente. Después de esto, el mago se apartó, dándole el espacio al musculoso para que se encargara de las gigante viga de madera. Tomó aquel colosal resto y lo levantó con mucho esfuerzo, brotándole las venas por sus brazos y por los lados de su rostro. Su cara se enrojeció considerablemente y poco le quedaba para colapsar. Luego de unos pasos muy difíciles de sincronizar, acomodó la viga lejos de sus compañeros, así ellos podrían pasar tranquilamente.
Mientras caminaban a través de los pedazos de la posada, Hont percibió un desplazamiento justo en la entrada del recinto. -Hay algo allá...-Pronunció, observando a los dos guerreros, pero finalizando con una mirada alegre y arrogante al muchacho. -Ya volveré, humano.-A pesar de su estatura, la valentía lo guiaba hacia el pedazo de edificación que quedaba. Antes de entrar, inspeccionó desde la distancia al grandullón, como si lo recriminaba por no haberlo seguido. -¿¡Qué esperas, mudo!?-Gritó sin vergüenza, haciendo que el muchacho termine siguiendo a la bestia.
Al entrar, se encontraron con un montón de humo, el cual afectó al aspecto de rata, pero no a Sakun gracias a que su boca estaba tapada. Llegaron a un cuarto medio destruido, teniendo aún muebles intactos, como una gigantesca mesa donde yacía algo raro debajo de ésta. El ratón olfateó, tosiendo un poco, hasta llamar la atención del morocho, jalándole su vestido. -Hay humanos aquí-Murmuró, y acto seguido señaló justo en aquella parte sombría, donde apenas se veían unas siluetas temblando.
-N...No nos haga daño, solamente queremos a nuestro niño de vuelta... Nada más que eso...-Pronunció lo que parecía ser el padre de Jerry (siendo fácil adivinarlo, dadas las facciones tan increíblemente parecidas). Al lado se encontraba la esposa y su hija de cabellos dorados, bastante rizos.
-Ya, cálmate. Se supone que el papá es el valiente de la familia. Ahora sé por qué tu hijo no se calla cuando estamos en prob...-No alcanzó a terminar cuando dos contrincantes se lanzaron en contra del orejón roedor. Con agilidad, se escabulló por debajo de las piernas, haciéndolos tropezar y tirándolos al suelo. Con una poderosa patada los noqueó, demostrando sus verdaderas capacidades de luchador.
El moreno se quedó expectante, sin embargo no lo fue por mucho, porque desde la oscuridad se exhibió un hombre de ojos rasgados y cabello largo, aún más largo y negro como la mismísima noche. El gremio Xromec siempre estará a donde vayas, Sakun...-Se desplazó tranquilamente hasta el centro de la zona.
-Te recuerdo... Vi tu cara cuando tu gremio acabó con el mío...-Tartamudeó, recordando su triste pasado. Los problemas se hacían más grandes.
-Claro, tu querido hermano, por parte de papi.-Sonrió de la manera burlona, extendiendo sus brazos de forma teatral.
-Hont... Saca a la familia de ese muchacho...-Ordenó Sakun, viendo que el héroe sacudió su cabeza luego de estar hipnotizado por lo que sucedía. -Anda, humano, trae a tu familia y sígueme.-Fueron saliendo de la ubicación, siendo difícil confiar para los parientes del niño.
Al quedar los dos solos, las miradas hostiles decidieron una cosa. En vez de alargar el combate, lo terminarían como en las viejos torneos de sus clanes...
Una gota, tan sólo una insignificante gota se encargaría de avisarles que la corta lucha comenzaría. El primero en asesinar a su rival en un ataque sería el que gane. Era imposible que las espadas chocasen puesto que el dúo conocía distintas partes para matar a su oponente de un solo corte. Por otro lado, era posible que los dos muriesen al tiempo. Entonces se trataba de dos cosas, atacar esquivando la agresión de su enemigo.
La gota fue cayendo desde el techo con dirección al suelo. Todos podrían ver el salto de la gota hasta la mitad de la arena de combate. Cuando tocó el suelo, los dos se movieron con una velocidad impresionante y prepararon su ofensa. Quedaron en posiciones opuestas, dándole la espalda al enemigo, pero esperando cuál de los dos había perdido.
Sakun perdió solamente un poco de su cuero cabelludo, mientras que su hermano empezó a sangrar por la yugular, viendo que la vena estaba abierta.
-Las ganas de matar acabaron con tu vida...-Fue lo único que dijo, regresando a su compostura y enfundando su arma. -Atacar a la cabeza era algo que ya veía venir. Lo que un depredador haría en su primer intento...-Giró su cuerpo y observó el tipo agonizando.
______________________
-Tu padre sabe que estás vivo, Sakun... Y mandará a su propia familia para matarte, incluso en la guerra que viene...
Infortunadamente, una de los gigantescos hogares cayó justamente delante de ellos, cortando el paso de aquel equipo improvisado. El joven soltó un suspiro, sabiendo que en su forma humana terminaría siendo quemado por la madera encendida en fuego brillante y peligroso. Sin esperarlo, el de cabellos blancos se encargó de ésto, apartando estas y moviendo los objetos con un poder extraño, que ni siquiera el dragón podría imaginarse. ¿De qué se trataba?, un claro brujo probablemente. Después de esto, el mago se apartó, dándole el espacio al musculoso para que se encargara de las gigante viga de madera. Tomó aquel colosal resto y lo levantó con mucho esfuerzo, brotándole las venas por sus brazos y por los lados de su rostro. Su cara se enrojeció considerablemente y poco le quedaba para colapsar. Luego de unos pasos muy difíciles de sincronizar, acomodó la viga lejos de sus compañeros, así ellos podrían pasar tranquilamente.
Mientras caminaban a través de los pedazos de la posada, Hont percibió un desplazamiento justo en la entrada del recinto. -Hay algo allá...-Pronunció, observando a los dos guerreros, pero finalizando con una mirada alegre y arrogante al muchacho. -Ya volveré, humano.-A pesar de su estatura, la valentía lo guiaba hacia el pedazo de edificación que quedaba. Antes de entrar, inspeccionó desde la distancia al grandullón, como si lo recriminaba por no haberlo seguido. -¿¡Qué esperas, mudo!?-Gritó sin vergüenza, haciendo que el muchacho termine siguiendo a la bestia.
Al entrar, se encontraron con un montón de humo, el cual afectó al aspecto de rata, pero no a Sakun gracias a que su boca estaba tapada. Llegaron a un cuarto medio destruido, teniendo aún muebles intactos, como una gigantesca mesa donde yacía algo raro debajo de ésta. El ratón olfateó, tosiendo un poco, hasta llamar la atención del morocho, jalándole su vestido. -Hay humanos aquí-Murmuró, y acto seguido señaló justo en aquella parte sombría, donde apenas se veían unas siluetas temblando.
-N...No nos haga daño, solamente queremos a nuestro niño de vuelta... Nada más que eso...-Pronunció lo que parecía ser el padre de Jerry (siendo fácil adivinarlo, dadas las facciones tan increíblemente parecidas). Al lado se encontraba la esposa y su hija de cabellos dorados, bastante rizos.
-Ya, cálmate. Se supone que el papá es el valiente de la familia. Ahora sé por qué tu hijo no se calla cuando estamos en prob...-No alcanzó a terminar cuando dos contrincantes se lanzaron en contra del orejón roedor. Con agilidad, se escabulló por debajo de las piernas, haciéndolos tropezar y tirándolos al suelo. Con una poderosa patada los noqueó, demostrando sus verdaderas capacidades de luchador.
El moreno se quedó expectante, sin embargo no lo fue por mucho, porque desde la oscuridad se exhibió un hombre de ojos rasgados y cabello largo, aún más largo y negro como la mismísima noche. El gremio Xromec siempre estará a donde vayas, Sakun...-Se desplazó tranquilamente hasta el centro de la zona.
-Te recuerdo... Vi tu cara cuando tu gremio acabó con el mío...-Tartamudeó, recordando su triste pasado. Los problemas se hacían más grandes.
-Claro, tu querido hermano, por parte de papi.-Sonrió de la manera burlona, extendiendo sus brazos de forma teatral.
-Hont... Saca a la familia de ese muchacho...-Ordenó Sakun, viendo que el héroe sacudió su cabeza luego de estar hipnotizado por lo que sucedía. -Anda, humano, trae a tu familia y sígueme.-Fueron saliendo de la ubicación, siendo difícil confiar para los parientes del niño.
Al quedar los dos solos, las miradas hostiles decidieron una cosa. En vez de alargar el combate, lo terminarían como en las viejos torneos de sus clanes...
Una gota, tan sólo una insignificante gota se encargaría de avisarles que la corta lucha comenzaría. El primero en asesinar a su rival en un ataque sería el que gane. Era imposible que las espadas chocasen puesto que el dúo conocía distintas partes para matar a su oponente de un solo corte. Por otro lado, era posible que los dos muriesen al tiempo. Entonces se trataba de dos cosas, atacar esquivando la agresión de su enemigo.
La gota fue cayendo desde el techo con dirección al suelo. Todos podrían ver el salto de la gota hasta la mitad de la arena de combate. Cuando tocó el suelo, los dos se movieron con una velocidad impresionante y prepararon su ofensa. Quedaron en posiciones opuestas, dándole la espalda al enemigo, pero esperando cuál de los dos había perdido.
Sakun perdió solamente un poco de su cuero cabelludo, mientras que su hermano empezó a sangrar por la yugular, viendo que la vena estaba abierta.
-Las ganas de matar acabaron con tu vida...-Fue lo único que dijo, regresando a su compostura y enfundando su arma. -Atacar a la cabeza era algo que ya veía venir. Lo que un depredador haría en su primer intento...-Giró su cuerpo y observó el tipo agonizando.
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-Tu padre sabe que estás vivo, Sakun... Y mandará a su propia familia para matarte, incluso en la guerra que viene...
Sakun
Honorable
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Re: Sin esperanzas [Mega Evento- Nórgedos]
Felicidades por finalizar, algo más tarde, pero de forma perfecta.
Recibís ambos 5 puntos de experiencia. Geralt obtienes, además, 3 puntos de arcanos, subrayalo la próxima vez, por favor.
Además, Sakun, encuentras una muñequera de cuero con un dragón grabado. Geralt, tu te topas con un tintero que tiene tinta de color verde en su interior, te vendrá bien para tus runas.
Recibís ambos 5 puntos de experiencia. Geralt obtienes, además, 3 puntos de arcanos, subrayalo la próxima vez, por favor.
Además, Sakun, encuentras una muñequera de cuero con un dragón grabado. Geralt, tu te topas con un tintero que tiene tinta de color verde en su interior, te vendrá bien para tus runas.
Othel
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