Merodeando en las afueras [LIBRE] [3/3] [NOCHE]
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Merodeando en las afueras [LIBRE] [3/3] [NOCHE]
El sol se ocultaba una vez más, lo cual equivalía a una amanecer para Evangeline. La muchacha había estado merodeando en las afueras de la ciudad desde hacía cinco noches, alimentándose de animales. Con cada salida de la luna se disponía a hacer acopio de valor y entrar en ella y con cada salida del sol volvía a su precario refugio dónde se prometía más decisión a la noche siguiente.
La última vez que había pisado Lunargenta había sido hacía demasiadas décadas, seguramente todo habría cambiado, no sería capaz de reconocer ni siquiera su antiguo hogar, aquel en que vivió encerrada sumida en una ensoñación abrumante, en un letargo del que había despertado siendo otra persona.
Estaba sentada en una pequeña elevación del terreno que le permitía distinguir la ciudad a lo lejos, sus luces, el rumor de miles de personas hablando a la vez, de aquí o de allá le llegaba alguna canción que seguramente alguien entonaba en una plaza.
Se había acostumbrado a la pequeña aldea que reunía a gentes de todas clases en las afueras de la ciudad. Paseaba entre ellos como una más, siempre armada, siempre atenta. Una que otra vez alguien, que definitivamente no sabía con quien se metía, intentó robarle, pero nunca hubo incidentes mayores.
Vio a cientos de transeúntes, que claramente tenían más voluntad que ella, ir y venir de la ciudad, mientras ella estaba estancada allí, auto-exiliada.
Como todo lo indicaba, aquella noche, que recién comenzaba, no sería la noche en que Evangeline decidiera por fin dejar aquella aldea. Luego de una pequeña caza, se alimentó hasta quedar satisfecha y se dirigió a su refugio derruido, que no era más que lo antaño habría sido un sótano, en una casa semi derrumbada en los límites de la aldea.
Pero había alguien más allí. Se asomo con sus cuchillas arrojadizas en las manos lista para atacar si fuera necesario.
—Hey, propiedad privada.— Dijo al tiempo en que se ponía en posición de lucha, con todos sus sentidos atentos. Un rayo de luna que se colaba entre las paredes le daba un aspecto amenazador.
La última vez que había pisado Lunargenta había sido hacía demasiadas décadas, seguramente todo habría cambiado, no sería capaz de reconocer ni siquiera su antiguo hogar, aquel en que vivió encerrada sumida en una ensoñación abrumante, en un letargo del que había despertado siendo otra persona.
Estaba sentada en una pequeña elevación del terreno que le permitía distinguir la ciudad a lo lejos, sus luces, el rumor de miles de personas hablando a la vez, de aquí o de allá le llegaba alguna canción que seguramente alguien entonaba en una plaza.
Se había acostumbrado a la pequeña aldea que reunía a gentes de todas clases en las afueras de la ciudad. Paseaba entre ellos como una más, siempre armada, siempre atenta. Una que otra vez alguien, que definitivamente no sabía con quien se metía, intentó robarle, pero nunca hubo incidentes mayores.
Vio a cientos de transeúntes, que claramente tenían más voluntad que ella, ir y venir de la ciudad, mientras ella estaba estancada allí, auto-exiliada.
Como todo lo indicaba, aquella noche, que recién comenzaba, no sería la noche en que Evangeline decidiera por fin dejar aquella aldea. Luego de una pequeña caza, se alimentó hasta quedar satisfecha y se dirigió a su refugio derruido, que no era más que lo antaño habría sido un sótano, en una casa semi derrumbada en los límites de la aldea.
Pero había alguien más allí. Se asomo con sus cuchillas arrojadizas en las manos lista para atacar si fuera necesario.
—Hey, propiedad privada.— Dijo al tiempo en que se ponía en posición de lucha, con todos sus sentidos atentos. Un rayo de luna que se colaba entre las paredes le daba un aspecto amenazador.
Última edición por Evangeline el Dom Nov 20 2016, 03:08, editado 1 vez
Evangeline
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Re: Merodeando en las afueras [LIBRE] [3/3] [NOCHE]
El viaje se prolonga mucho más de lo pensado y eso Elicena lo sabe. No se debe permitir llamarse Ahulya en las cercanías del poblado humano debido a la inminente presencia del centro de encuentro de sus cazadores históricos. La tierra es suave por las lluvias que han hecho aparición aproximadamente una semana atrás, lo cual es una evidente desventaja a la hora de dejar rastro, aunque no le preocupa tanto, es una elfa ligera, por lo mismo sus marcas no son tan cargadas. Hay una brisa leve, la típica nocturna proveniente de los bosques del este. No es la mejor idea recorrer los bosques cercanos a Lunargenta de noche, debido a los encuentros inesperados que llevan la mayor parte del tiempo a situaciones penosas. Aun así, es más satisfactorio, por la poca presencia de altas temperaturas y con menos tránsito de personas, todo es más sigiloso.
Hace tres semanas que se encontraba en los territorios correspondientes a zona élfica, más puntualmente al gran bosque de Sandorai. El anciano Myeermar ha empeorado en su salud y conjunto a su ceguera, la elfa siente que no están seguros en el norte, por lo que volvieron al sur, a su tierra racial originaria. En el bosque, Myeermar llegó al hogar de su hija, en un gran tronco que se extendía al subterráneo. Ahulya no conoce bien a Myra, pero si le tiene una confianza ciega, al igual que a su progenitor, ambos excelentes sanadores, esta última siendo la razón de porque llegaron a ese lugar.
El bosque de los humanos se puede considerar un área multicultural, siempre se encuentra seres de toda índole, eso es lo que gusta de este lugar. Por otra parte, también se encuentra seres con diferentes motivaciones, siendo esto lo que le da esa chispa de peligro al lugar. Los elfos, a pesar de ser respetados, poseen ciertas habilidades cotizadas entre los humanos, por lo cual entablar relaciones laborales o de fuerza mayor entre estas dos razas es todo un negocio y a la vez una perdición. Ahulya sabe de eso.
En su camino, la azulada debe encontrar ciertas pistas que le lleven a su objetivo. Su objetivo… Elfo, casi 300 años en su alma, sanador. Ashkor vive en las cercanías del bosque de los humanos, pero le han mencionado que él se encuentra en la capital humana, buscando ciertas hierbas extrañas para sus medicinas. La idea de ir a Lunargenta en busca de alguien no le agrada, se siente cazadora, como ellos… Debe tragarse sus inseguridades e ir, su mente quizás no está en paz, pero siempre se deben hacer esfuerzos por la familia.
Escucha movimiento cercano, por lo que no duda en acuclillarse, para acercarse lentamente y lo más silenciosa posible a un matorral cercano. Quiere observar, analizar la situación. Solo logra ver una sombra, alta, estilizada, que se acerca cauta a lo que parecía una habitación grande, destruida a medias. Queda allí, con sus sentidos alerta.
Hace tres semanas que se encontraba en los territorios correspondientes a zona élfica, más puntualmente al gran bosque de Sandorai. El anciano Myeermar ha empeorado en su salud y conjunto a su ceguera, la elfa siente que no están seguros en el norte, por lo que volvieron al sur, a su tierra racial originaria. En el bosque, Myeermar llegó al hogar de su hija, en un gran tronco que se extendía al subterráneo. Ahulya no conoce bien a Myra, pero si le tiene una confianza ciega, al igual que a su progenitor, ambos excelentes sanadores, esta última siendo la razón de porque llegaron a ese lugar.
El bosque de los humanos se puede considerar un área multicultural, siempre se encuentra seres de toda índole, eso es lo que gusta de este lugar. Por otra parte, también se encuentra seres con diferentes motivaciones, siendo esto lo que le da esa chispa de peligro al lugar. Los elfos, a pesar de ser respetados, poseen ciertas habilidades cotizadas entre los humanos, por lo cual entablar relaciones laborales o de fuerza mayor entre estas dos razas es todo un negocio y a la vez una perdición. Ahulya sabe de eso.
En su camino, la azulada debe encontrar ciertas pistas que le lleven a su objetivo. Su objetivo… Elfo, casi 300 años en su alma, sanador. Ashkor vive en las cercanías del bosque de los humanos, pero le han mencionado que él se encuentra en la capital humana, buscando ciertas hierbas extrañas para sus medicinas. La idea de ir a Lunargenta en busca de alguien no le agrada, se siente cazadora, como ellos… Debe tragarse sus inseguridades e ir, su mente quizás no está en paz, pero siempre se deben hacer esfuerzos por la familia.
Escucha movimiento cercano, por lo que no duda en acuclillarse, para acercarse lentamente y lo más silenciosa posible a un matorral cercano. Quiere observar, analizar la situación. Solo logra ver una sombra, alta, estilizada, que se acerca cauta a lo que parecía una habitación grande, destruida a medias. Queda allí, con sus sentidos alerta.
Elicena Lindcote
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Re: Merodeando en las afueras [LIBRE] [3/3] [NOCHE]
Después de un gran revoltijo en calles, por fin me había decidido partir hacia el mar, no obstante, los cabos sueltos sin resolver tienden a ser un problema si no dejas tus asuntos ya hechos, y cómo no, Lazid se había vuelto el problema sin resolver que ahora había que rescatar. Sin saber nada de los otros chicos, he tenido que partir por mi cuenta hasta Dundarak valiéndome de aventones.
El transporte para salir de la ciudad ha sido la carreta de este hombre de acá, a quien intercepté hace unas horas cuando cargaba su carreta con heno, apañándoselas para que su caballo no se comiera lo que habría de alimentar al resto de su granja. Y como cuando alguien te da tiras, no debes dar tijeras, le ayudé a distraer a su caballo para que cargara tranquilamente el resto. Por esa acción, amablemente aceptó llevarme hasta las afueras a ciudad para dirigirme a mi destino.
El atardecer caía poco a poco, siguiendo la trayectoria del sol por debajo del horizonte hasta dar pie al brillo de la primera estrella de la noche. En el trayecto, la elfina entonaba una cancioncilla que ajustaba con el ritmo que hacían las ruedas de la carreta al girar, evitando la monotonía y el aburrimiento del viaje.
Sin embargo, el tiempo se hizo corto y como todo, el camino se bifurcó.
- ¡Hasta aquí llego, niña, yo me voy para el otro lado! - avisaba el gentil ganadero.
- ¿Qué, pero cómo? ¿No me puede llevar más adelante? - pedía confundida Iliaki, quien esperaba que su viaje durara por lo menos hasta el amanecer. - ¿A dónde me dirijo ahora?
-Mira - dijo señalando al camino que tenía a su derecha. - si vas por ahí, a pie te harás tres horas hasta el próximo poblado.
- Oh, entiendo ¡Muchas gracias! - contestaba la ladronzuela quien, dando un salto para bajar de la carreta, se despidió del hombre, que a su vez se alejaba por el camino contrario, arreando animadamente a su caballo.
Sabía que debí haber partido más temprano, ¡Ahora estoy en quién sabe donde hasta llegar a la casa más cercana! Y lo peor: posiblemente tenga que caminar toda la noche. Wah, qué pereza...
Estirándose y dando un bostezo, emprendió su andanza por aquel sendero.
Pff, hace casi una hora que llevo caminando y ni rastro de alguna cabaña tan siquiera... eh, ¡Pero qué veo! ¿Estarán jugando?
Poniéndose de cuclillas tal cual había visto de las dos figuras a lo lejos, se acercó rápidamente e intentando no hacer ruido hasta la que parecía más cercana a ella. Tocando el hombro de la otra elfina, susurró con un tono lúgubre a oído de esta.
- He venido por tu pepinillo, no tienes escapatoria.
Viendo la reacción de la mujer, continuó.
- Eh, ¿Qué tal? ¿Por qué ustedes dos están jugando? - decía curiosa y en voz baja. - Oh, quiero decir, es que al otro lado hay alguien que también se esconde...
El transporte para salir de la ciudad ha sido la carreta de este hombre de acá, a quien intercepté hace unas horas cuando cargaba su carreta con heno, apañándoselas para que su caballo no se comiera lo que habría de alimentar al resto de su granja. Y como cuando alguien te da tiras, no debes dar tijeras, le ayudé a distraer a su caballo para que cargara tranquilamente el resto. Por esa acción, amablemente aceptó llevarme hasta las afueras a ciudad para dirigirme a mi destino.
El atardecer caía poco a poco, siguiendo la trayectoria del sol por debajo del horizonte hasta dar pie al brillo de la primera estrella de la noche. En el trayecto, la elfina entonaba una cancioncilla que ajustaba con el ritmo que hacían las ruedas de la carreta al girar, evitando la monotonía y el aburrimiento del viaje.
- ¡Hora de cantar!:
Sin embargo, el tiempo se hizo corto y como todo, el camino se bifurcó.
- ¡Hasta aquí llego, niña, yo me voy para el otro lado! - avisaba el gentil ganadero.
- ¿Qué, pero cómo? ¿No me puede llevar más adelante? - pedía confundida Iliaki, quien esperaba que su viaje durara por lo menos hasta el amanecer. - ¿A dónde me dirijo ahora?
-Mira - dijo señalando al camino que tenía a su derecha. - si vas por ahí, a pie te harás tres horas hasta el próximo poblado.
- Oh, entiendo ¡Muchas gracias! - contestaba la ladronzuela quien, dando un salto para bajar de la carreta, se despidió del hombre, que a su vez se alejaba por el camino contrario, arreando animadamente a su caballo.
Sabía que debí haber partido más temprano, ¡Ahora estoy en quién sabe donde hasta llegar a la casa más cercana! Y lo peor: posiblemente tenga que caminar toda la noche. Wah, qué pereza...
Estirándose y dando un bostezo, emprendió su andanza por aquel sendero.
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Pff, hace casi una hora que llevo caminando y ni rastro de alguna cabaña tan siquiera... eh, ¡Pero qué veo! ¿Estarán jugando?
Poniéndose de cuclillas tal cual había visto de las dos figuras a lo lejos, se acercó rápidamente e intentando no hacer ruido hasta la que parecía más cercana a ella. Tocando el hombro de la otra elfina, susurró con un tono lúgubre a oído de esta.
- He venido por tu pepinillo, no tienes escapatoria.
Viendo la reacción de la mujer, continuó.
- Eh, ¿Qué tal? ¿Por qué ustedes dos están jugando? - decía curiosa y en voz baja. - Oh, quiero decir, es que al otro lado hay alguien que también se esconde...
Iliaki
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Re: Merodeando en las afueras [LIBRE] [3/3] [NOCHE]
Evangeline se sintió un poco tonta y descolocada al verse parada, cuchillas en mano frente al refugio vacío. Que extraño, habría jurado que había alguien aquí. Pensó para sus adentros mientras giraba en torno al cuchitril abandonado buscando signos de intrusos. Ha de ser mi imaginación, estoy perdiendo la cabeza en este pueblucho de mala muerte. Abandonó la posición de lucha y justo cuando se disponía a guardar las cuchillas en el estuche que llevaba fijado en una pierna un ruido casi imperceptible le llegó. Había alguien en los matorrales circundantes, así que no había estado equivocada: había intrusos.
Evangeline no tenía demasiadas cosas de valor, pero sin duda defendía lo que tenía. No sería robada. En su escondite no guardaba más que un par de botellas con sangre que había recolectado en sus incursiones en el bosque y que guardaba para llevar a la ciudad, dado que no creía que allí hubiera muchos animales que cazar y aquel pequeño deposito de alimento le valdría para no perder la calma.
Siendo consciente de que era observada decidió fingir que nada pasaba. —He de estar imaginando cosas.— Dijo en voz más alta de lo normal pues quería que los intrusos la oyeran. Se dirigió lentamente y con normalidad, siempre mirando los arbustos de soslayo, hacía un rincón donde había una precaria silla de madera vieja, allí donde debería haber habido una pared, no había más que unos simples bloques tirados aquí y allá, por lo que Evangeline se encontraba sentada de cara a los matorrales. A continuación sacó una de las botellitas de sangre y se la llevó a los labios pero antes de que esta los tocara, dijo con voz firme y potente, haciendo uso de uno de sus mejores talentos: —Salid.— La voz de Eva habría quebrado al más duro guerrero y ella bien lo sabía.
OFF: Subrayado esta el uso de la habilidad Palabra de Dolor: pronuncia una palabra severa, la que causa un dolor mental en su objetivo, debilitándole.
Evangeline no tenía demasiadas cosas de valor, pero sin duda defendía lo que tenía. No sería robada. En su escondite no guardaba más que un par de botellas con sangre que había recolectado en sus incursiones en el bosque y que guardaba para llevar a la ciudad, dado que no creía que allí hubiera muchos animales que cazar y aquel pequeño deposito de alimento le valdría para no perder la calma.
Siendo consciente de que era observada decidió fingir que nada pasaba. —He de estar imaginando cosas.— Dijo en voz más alta de lo normal pues quería que los intrusos la oyeran. Se dirigió lentamente y con normalidad, siempre mirando los arbustos de soslayo, hacía un rincón donde había una precaria silla de madera vieja, allí donde debería haber habido una pared, no había más que unos simples bloques tirados aquí y allá, por lo que Evangeline se encontraba sentada de cara a los matorrales. A continuación sacó una de las botellitas de sangre y se la llevó a los labios pero antes de que esta los tocara, dijo con voz firme y potente, haciendo uso de uno de sus mejores talentos: —Salid.— La voz de Eva habría quebrado al más duro guerrero y ella bien lo sabía.
OFF: Subrayado esta el uso de la habilidad Palabra de Dolor: pronuncia una palabra severa, la que causa un dolor mental en su objetivo, debilitándole.
Evangeline
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Re: Merodeando en las afueras [LIBRE] [3/3] [NOCHE]
La azulada continúa con sus intentos de lograr observar lo que sucede en la edificación en malas condiciones, algo estaba pasando allí, quizás fuese un ataque, un ajuste de cuentas, lo que fuese es de importancia para la elfa, se habían encontrado ambas situaciones y Elicena debe cerciorarse de que nada malo le pasara por siquiera hacer esfuerzos con lo ocurrido. Escucha ciertas palabras del ser que se encuentra solo hace unos segundos en posición cautelosa en la choza, le da a entender que conoce el lugar, puede identificar la voz como femenina, pero prefiere no establecer conjeturas sin averiguar bien la situación. Pero no puede evitarlo, si menciona que debe ser su imaginación es porque él o ella se equivoca en algo. Quizás, solo quizás, no hay nada que temer… O enfrentar. Se acomoda un poco, intentando no hacer mucho ruido.
Se queda petrificada al sentir un toque en su hombro, reaccionando solo al pasar unos segundos a voltear su cabeza y ver molesta a quien le interrumpe en sus divagaciones. Es una elfa también, una compañera de especie y a pesar de que eso le tranquiliza un poco no puede evitar rememorar su rápida molestia que ha mostrado hace tan solo unos segundos. - ¿Pep…? – No termina siquiera de consultar, totalmente anonadada, no cree que ella le hubiese dicho algo así, era tonto, como un juego de niños. El rostro de Ahulya no cambia, su expresión de molestia se acentúa aún más, aunque deja aparecer una leve expresión de sorpresa, como si escuchase algo muy obvio, quizás era demasiado obvio. – Yo… Yo no estoy jugando, solo quiero ver que está sucediendo… - Aún más sorprendida, frunce el ceño, casi juntando sus cejas. - ¿Y si hay alguien indefenso? ¿Si nos quieren atacar? – Pregunta como si fuese algo de vida o muerte. La vida le había enseñado a ser cauta, debido a todos los ataques que había recibido durante sus años respirando.
Va a replicarle nuevamente lo poco cuerdo de sus comentarios, pero un sonido que no pudo reconocer bien comenzó a resonar en sus oídos, algo doloroso, cruel. No puede evitar gruñir de sufrimiento, cerrando los ojos con fuerza, como si esto fuese a mermar el daño, pero nada pasaba. Con dificultad lleva las manos a sus oídos, haciendo fuerza para que no pudiesen recibir audio alguno, pero no podía, el malestar está en su cerebro, le arde, como una jaqueca eterna. - ¡¿Qu….?! – No puede siquiera hablar, es algo indescriptible, nubla su consciencia. Su mente es débil.
Se queda petrificada al sentir un toque en su hombro, reaccionando solo al pasar unos segundos a voltear su cabeza y ver molesta a quien le interrumpe en sus divagaciones. Es una elfa también, una compañera de especie y a pesar de que eso le tranquiliza un poco no puede evitar rememorar su rápida molestia que ha mostrado hace tan solo unos segundos. - ¿Pep…? – No termina siquiera de consultar, totalmente anonadada, no cree que ella le hubiese dicho algo así, era tonto, como un juego de niños. El rostro de Ahulya no cambia, su expresión de molestia se acentúa aún más, aunque deja aparecer una leve expresión de sorpresa, como si escuchase algo muy obvio, quizás era demasiado obvio. – Yo… Yo no estoy jugando, solo quiero ver que está sucediendo… - Aún más sorprendida, frunce el ceño, casi juntando sus cejas. - ¿Y si hay alguien indefenso? ¿Si nos quieren atacar? – Pregunta como si fuese algo de vida o muerte. La vida le había enseñado a ser cauta, debido a todos los ataques que había recibido durante sus años respirando.
Va a replicarle nuevamente lo poco cuerdo de sus comentarios, pero un sonido que no pudo reconocer bien comenzó a resonar en sus oídos, algo doloroso, cruel. No puede evitar gruñir de sufrimiento, cerrando los ojos con fuerza, como si esto fuese a mermar el daño, pero nada pasaba. Con dificultad lleva las manos a sus oídos, haciendo fuerza para que no pudiesen recibir audio alguno, pero no podía, el malestar está en su cerebro, le arde, como una jaqueca eterna. - ¡¿Qu….?! – No puede siquiera hablar, es algo indescriptible, nubla su consciencia. Su mente es débil.
Elicena Lindcote
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Re: Merodeando en las afueras [LIBRE] [3/3] [NOCHE]
¡No han estado jugando! ¡Jamás han estado jugando! ¡Ahhh, mi cabeza! No han hecho falta ni dos segundos para saber que ni siquiera se conocían ambas mujeres. A buena hora me vine a meter, ¡Ya, basta, por favor!
- ¡Diosa de la Papaya, ampárame con tu manto de cóctel! - imploraba a todo pulmón.
Una palabra había sido suficiente para retroceder toda fuerza de voluntad para levantarse, provocando que su cuerpo quedara en el suelo, a tientas de aquella habilidad de la cual ella no había ni oído hablar. Cuando el dolor parecía haber cesado, ella continuó gritando, tirada en la hierba. Podría verse ridículo inclusive, sin embargo, ella continuaba con sus gritos sin cesar, sin importar si quedase sufrimiento alguno o no.
Sin embargo, en la mente de la chica, una melodía se hacía más fuerte cada vez, perturbando la calma de la noche. Algo - o alguien- había comenzado a tomar cartas en el asunto, precisamente, en la mente de la elfina.
Se interpretaban las notas una y otra vez, sin parar un segundo. Iliaki continuaba gritando por que esa cosa parase, intentando tapar sus oídos lo más fuerte posible sin saber de dónde provenía aquella melodía o cómo lo hacía.
- ¡Ya basta, ya! Ya... ¿basta? - dijo extrañada, al notar que la sensación había parado. De inmediato buscó con la mirada a la segunda mujer que había visto antes, sin éxito alguno.
- ¿Qué demonios fue eso? - preguntó dirigiéndose a la elfina. - ¿Escuchaste eso?
No obstante, la música, tan espontánea como había surgido, de la misma forma se había desvanecido, quedando sólo como una parte de la imaginación de la pequeña elfina. Preocupada por que sus palabras quedaran a flote como un fruto de su mente, se sentó sobre la vegetación, esperando que alguna respuesta llegara, o quizá, la persona causante de ese estrago.
De verdad ¿Qué fue eso? No había sentido un dolor semejante desde Lunargenta, pero ¿Música? Soy joven para la mayoría, y sin más podrían decir que fue un juego de niños. ¡Yo no juego con eso!
- ¡Hey, hey! - llamaba con las manos en la cabeza, aún sintiendo el cuerpo débil por la acción de la vampira - ¡S-soy Iliaki, sólo pasaba por aquí camino al pueblo más cercano! ¡No hago nada, no muerdo! Bueno... sólo un poquito.
Una sombra se retiró en la lejanía hasta desaparecer. Su trabajo apenas había comenzado.
- ¡Diosa de la Papaya, ampárame con tu manto de cóctel! - imploraba a todo pulmón.
Una palabra había sido suficiente para retroceder toda fuerza de voluntad para levantarse, provocando que su cuerpo quedara en el suelo, a tientas de aquella habilidad de la cual ella no había ni oído hablar. Cuando el dolor parecía haber cesado, ella continuó gritando, tirada en la hierba. Podría verse ridículo inclusive, sin embargo, ella continuaba con sus gritos sin cesar, sin importar si quedase sufrimiento alguno o no.
Sin embargo, en la mente de la chica, una melodía se hacía más fuerte cada vez, perturbando la calma de la noche. Algo - o alguien- había comenzado a tomar cartas en el asunto, precisamente, en la mente de la elfina.
Se interpretaban las notas una y otra vez, sin parar un segundo. Iliaki continuaba gritando por que esa cosa parase, intentando tapar sus oídos lo más fuerte posible sin saber de dónde provenía aquella melodía o cómo lo hacía.
- Música extraña :v:
- ¡Ya basta, ya! Ya... ¿basta? - dijo extrañada, al notar que la sensación había parado. De inmediato buscó con la mirada a la segunda mujer que había visto antes, sin éxito alguno.
- ¿Qué demonios fue eso? - preguntó dirigiéndose a la elfina. - ¿Escuchaste eso?
No obstante, la música, tan espontánea como había surgido, de la misma forma se había desvanecido, quedando sólo como una parte de la imaginación de la pequeña elfina. Preocupada por que sus palabras quedaran a flote como un fruto de su mente, se sentó sobre la vegetación, esperando que alguna respuesta llegara, o quizá, la persona causante de ese estrago.
De verdad ¿Qué fue eso? No había sentido un dolor semejante desde Lunargenta, pero ¿Música? Soy joven para la mayoría, y sin más podrían decir que fue un juego de niños. ¡Yo no juego con eso!
- ¡Hey, hey! - llamaba con las manos en la cabeza, aún sintiendo el cuerpo débil por la acción de la vampira - ¡S-soy Iliaki, sólo pasaba por aquí camino al pueblo más cercano! ¡No hago nada, no muerdo! Bueno... sólo un poquito.
Una sombra se retiró en la lejanía hasta desaparecer. Su trabajo apenas había comenzado.
Iliaki
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Re: Merodeando en las afueras [LIBRE] [3/3] [NOCHE]
Evangeline permaneció un momento más sentada en la misma posición en que mencionó la palabra cargada de magia, esperando ver los resultados de esta. No mucho después escuchó gritos elevados y decidió rodear el lugar de procedencia de estos ya que el efecto no duraría mucho y no sabía a lo que se enfrentaba; y sorprender a quien sea que estuviera detrás de los matorrales por la espalda.
Desde las sombras observó un espectáculo de lo más confuso. Había dos elfas, una de ellas, la azulada, sostenía su cabeza avidamente seguramente en busca de bloquear el dolor, aunque Eva sabia que eso no serviría de nada pues su magia atacaba justo al cerebro haciendo que este se retorciera. La otra elfa llevaba a cabo todo un despliegue de gritos tendida en la tierra.
Eva pudo saber cuando el efecto de su poder había acabado pues esta dejo de gritar. —¿Qué demonios fue eso?— Eva la oyó preguntar, mientras ella desde las sombras pensaba «Pues eso he sido yo.» Decidió mantenerse en las sombras un poco más cuando la elfina comenzó a hablarle aparente al aire, aunque era obvio que trataba de comunicarse con la causante de su dolor. De esa forma se entero de que la pequeña criatura era inofensiva en aquella circunstancia, -o casi- y que solo estaba buscando el poblado más cercano.
La vampiresa decidió que saldría de su escondite en son de paz y se disculparía, pues al fin y al cabo no habían robado nada y al parecer ese no era su plan y además las había atacado, eso ya era motivo suficiente para pedir disculpas.
—Eh... Lo siento si os he herido. Ha sido un mal entendido nada más.— Eva se sentía claramente incómoda porque freirle el cerebro a alguien no es la mejor manera de entablar buenas relaciones. —Me llamo Evangeline, pero pueden decirme Eva.— Dijo dirigiéndose a ambas. —¿Qué os trae por aquí?—
Desde las sombras observó un espectáculo de lo más confuso. Había dos elfas, una de ellas, la azulada, sostenía su cabeza avidamente seguramente en busca de bloquear el dolor, aunque Eva sabia que eso no serviría de nada pues su magia atacaba justo al cerebro haciendo que este se retorciera. La otra elfa llevaba a cabo todo un despliegue de gritos tendida en la tierra.
Eva pudo saber cuando el efecto de su poder había acabado pues esta dejo de gritar. —¿Qué demonios fue eso?— Eva la oyó preguntar, mientras ella desde las sombras pensaba «Pues eso he sido yo.» Decidió mantenerse en las sombras un poco más cuando la elfina comenzó a hablarle aparente al aire, aunque era obvio que trataba de comunicarse con la causante de su dolor. De esa forma se entero de que la pequeña criatura era inofensiva en aquella circunstancia, -o casi- y que solo estaba buscando el poblado más cercano.
La vampiresa decidió que saldría de su escondite en son de paz y se disculparía, pues al fin y al cabo no habían robado nada y al parecer ese no era su plan y además las había atacado, eso ya era motivo suficiente para pedir disculpas.
—Eh... Lo siento si os he herido. Ha sido un mal entendido nada más.— Eva se sentía claramente incómoda porque freirle el cerebro a alguien no es la mejor manera de entablar buenas relaciones. —Me llamo Evangeline, pero pueden decirme Eva.— Dijo dirigiéndose a ambas. —¿Qué os trae por aquí?—
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Re: Merodeando en las afueras [LIBRE] [3/3] [NOCHE]
El dolor es terrible para la elfa azulada, pero cuando todo termina demora en recuperar la tranquilidad, aunque sinceramente cree que puede ser peor. Se alegra, en el rincón de su alma, que no sea así. Se recupera lentamente, siente que tiene mucho tiempo, aunque en realidad no es así. Su subconsciente le recuerda que las atacaron, alguien las atacó, no saben quién. Necesita respuestas, necesita saber si los ataques volverán. No está segura. Con esto último en su mente, la elfina del norte se reincorpora con mayor rapidez, ignorando los efectos secundarios de esto, como el mareo. Solo en este momento se percata de que la chica a su lado continúa quejándose, ¿Es que el ataque era diferente para ambas? ¿Dependía de las mentes? Se urge, no sabe qué hacer con ella. Le preocupa su bienestar, ¡Es familia racial!... Pero a la vez, no puede evitar sentirse frustrada, llama demasiado la atención.
Abre los ojos algo extrañada al escuchar las palabras de su peculiar compañía. - ¿Basta? – Esa sola palabra sale de sus labios, esperando una respuesta que no llegaría debido a que habla demasiado bajo, era más bien una pregunta para si misma que para ella. – N… No lo sé… ¿Estás bien? – Le pregunta algo confundida aún, no entiende mucho los cambios de semblante de su compañera elfina. - ¿Tendrá problemas mentales? – Aunque ahora debe enfocarse en otro asunto. - ¿Quién nos atacó? – Pregunta ahora en voz alta a la otra elfa, volteando levemente la cabeza para poder observar a su alrededor. Necesita respuesta y se está mordiendo el labio para no lanzar sus clásica conjeturas apresuradas. Cuesta, realmente le cuesta, además, los efectos posteriores del ataque, como los mareos y la sensación de que algo va muy, realmente, mal, siguen presentes en el ambiente.
Escucha presentarse a la elfa. Ahoga un gemido para luego tener toda la intención de cubrirle la boca y callarla, o peor, con su paciencia algo desestabilizada darle una bofetada. Pero se impide a si misma efectuar aquello, ya es tarde. Ya deben de haberla escuchado. Si sale corriendo en este instante, la verán. Algo se aproxima en la cercanía, por lo que decide preocuparse por sí misma y toma la empuñadura de su espada, el hacer esto le da un poco de seguridad, lo poco que necesita por el momento. El ver salir a una mujer, bellísima en lo demás, le descoloca aún más. - ¿C…Cuándo? – No ha visto a alguien en las cercanías antes, cree que puede haber aparecido en el lapsus de dolor que tuvieron ambas, aun así, todo es algo confuso. Voltea nuevamente el rostro hacia la cabaña lejana. Aún le cuesta enfocar la vista hacia allí, pero ya no ve la silueta. No está escuchando a la nueva compañía, pero si capta algunas palabras al aire, como el que ha sido un mal entendido.
¿Ella ha provocado todo esto?
No puede evitar verle enojada. Se siente atacada injustamente, no le agrada. Decide escuchar sus palabras hasta el final, sin dejar de verle molesta, puede decirse que se siente algo enojada ante la actitud ofensiva de la recién llegada. No se merece esto que pasó hace unos momentos, de verdad que no. – De viaje. – Su respuesta es fría, no siente que deba explicarle algo más. Vuelve a observar a la elfa, esperando que de verdad esté bien. – Gran mal entendido… - Susurra, aun sosteniendo la empuñadura.
Abre los ojos algo extrañada al escuchar las palabras de su peculiar compañía. - ¿Basta? – Esa sola palabra sale de sus labios, esperando una respuesta que no llegaría debido a que habla demasiado bajo, era más bien una pregunta para si misma que para ella. – N… No lo sé… ¿Estás bien? – Le pregunta algo confundida aún, no entiende mucho los cambios de semblante de su compañera elfina. - ¿Tendrá problemas mentales? – Aunque ahora debe enfocarse en otro asunto. - ¿Quién nos atacó? – Pregunta ahora en voz alta a la otra elfa, volteando levemente la cabeza para poder observar a su alrededor. Necesita respuesta y se está mordiendo el labio para no lanzar sus clásica conjeturas apresuradas. Cuesta, realmente le cuesta, además, los efectos posteriores del ataque, como los mareos y la sensación de que algo va muy, realmente, mal, siguen presentes en el ambiente.
Escucha presentarse a la elfa. Ahoga un gemido para luego tener toda la intención de cubrirle la boca y callarla, o peor, con su paciencia algo desestabilizada darle una bofetada. Pero se impide a si misma efectuar aquello, ya es tarde. Ya deben de haberla escuchado. Si sale corriendo en este instante, la verán. Algo se aproxima en la cercanía, por lo que decide preocuparse por sí misma y toma la empuñadura de su espada, el hacer esto le da un poco de seguridad, lo poco que necesita por el momento. El ver salir a una mujer, bellísima en lo demás, le descoloca aún más. - ¿C…Cuándo? – No ha visto a alguien en las cercanías antes, cree que puede haber aparecido en el lapsus de dolor que tuvieron ambas, aun así, todo es algo confuso. Voltea nuevamente el rostro hacia la cabaña lejana. Aún le cuesta enfocar la vista hacia allí, pero ya no ve la silueta. No está escuchando a la nueva compañía, pero si capta algunas palabras al aire, como el que ha sido un mal entendido.
¿Ella ha provocado todo esto?
No puede evitar verle enojada. Se siente atacada injustamente, no le agrada. Decide escuchar sus palabras hasta el final, sin dejar de verle molesta, puede decirse que se siente algo enojada ante la actitud ofensiva de la recién llegada. No se merece esto que pasó hace unos momentos, de verdad que no. – De viaje. – Su respuesta es fría, no siente que deba explicarle algo más. Vuelve a observar a la elfa, esperando que de verdad esté bien. – Gran mal entendido… - Susurra, aun sosteniendo la empuñadura.
Elicena Lindcote
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Re: Merodeando en las afueras [LIBRE] [3/3] [NOCHE]
Auch, no es necesario tener una gran habilidad en la música para darse cuenta que el ritmo de la situación es un poco extraño, principalmente por la vampira que ataca y saluda. ¡Si así es cuando es amable, no quiero saber cuando esté enojada!
- ¡Paz, paz! Igual, estoy de paso, - decía apretando su cabeza para reponerse del todo. - pero quisiera saber a cuánto tiempo estamos del poblado más próximo. Llevo caminando alrededor de una hora ¡Y ni las luces de una casa! ¡Ya tengo hambre y mucho sueño!
Dando un enorme bostezo al terminar sus palabras, prestó más atención a la cabaña que había detrás de la vampira, tomando una actitud más persuasiva la cual no intentó disimular ni lo más mínimo, pues sus ojos y sus pies pedían descanso, sin importar la naturaleza hematófaga y salvaje que solían profesar los humanos de Lunargenta.
- Hey, ¿Esa es tu casita? - dijo señalando al lugar - ¿Evangeline, verdad? ¿Puedo quedarme a dormir esta noche? ¡Por favoooor! - imploraba poniendo sus manos juntas y ojos tan grandes que podría decirse que eran los de un borrego purgado, con la esperanza de que la chica accediera.
¡Sólo descansar esta noche y mañana continuar a toda velocidad hasta Dundarak! Hay cosas importantes por atender... Hablando de cosas importantes ¿Quién es esta otra chica?
Volteando hacia la otra elfina, quien aún empuñaba su arma, habló para preguntar.
- Eh ¿Y tú quién eres? ¿Quisieras quedarte aquí también esta noche? ¡Será divertido! Bueno, no tanto, teniendo en cuenta que estaríamos ambas dormidas. A no ser que seas sonámbula.- dijo como invitando, aún sin haber obtenido respuesta alguna de Evangeline.
====================================
Dejando escapar una sonrisa de satisfacción, el brujo se escondió entre sus propias sombras, girando su instrumento entre sus dedos para luego guardarla en un pequeño morral.
- Es hora de la pijamada ¿No se te apetece ir con ellas, pequeña criaturita? - murmuró mientras de entre sus manos sacaba de la nada a un pequeño ratoncillo.- Anda, ve con ellas, y no dejes escucharte, mi pequeñín.
El minúsculo mamífero se soltó chillando de las manos del brujo, una pequeña ilusión que se camuflaba entre la fauna nocturna. Corrió desesperado, cruzando las hierbas y senderos hasta llegar a la parte trasera de la cabaña, logrando discurrirse entre uno de los agujeros hasta entrar en una habitación. Cumplido su cometido, se metió en un agujero, esperando la señal de su creador.
- Oh ¿Qué son las ilusiones sin un buen sueño que las alimente? - reflexionaba plácidamente el brujo.
- ¡Paz, paz! Igual, estoy de paso, - decía apretando su cabeza para reponerse del todo. - pero quisiera saber a cuánto tiempo estamos del poblado más próximo. Llevo caminando alrededor de una hora ¡Y ni las luces de una casa! ¡Ya tengo hambre y mucho sueño!
Dando un enorme bostezo al terminar sus palabras, prestó más atención a la cabaña que había detrás de la vampira, tomando una actitud más persuasiva la cual no intentó disimular ni lo más mínimo, pues sus ojos y sus pies pedían descanso, sin importar la naturaleza hematófaga y salvaje que solían profesar los humanos de Lunargenta.
- Hey, ¿Esa es tu casita? - dijo señalando al lugar - ¿Evangeline, verdad? ¿Puedo quedarme a dormir esta noche? ¡Por favoooor! - imploraba poniendo sus manos juntas y ojos tan grandes que podría decirse que eran los de un borrego purgado, con la esperanza de que la chica accediera.
¡Sólo descansar esta noche y mañana continuar a toda velocidad hasta Dundarak! Hay cosas importantes por atender... Hablando de cosas importantes ¿Quién es esta otra chica?
Volteando hacia la otra elfina, quien aún empuñaba su arma, habló para preguntar.
- Eh ¿Y tú quién eres? ¿Quisieras quedarte aquí también esta noche? ¡Será divertido! Bueno, no tanto, teniendo en cuenta que estaríamos ambas dormidas. A no ser que seas sonámbula.- dijo como invitando, aún sin haber obtenido respuesta alguna de Evangeline.
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Dejando escapar una sonrisa de satisfacción, el brujo se escondió entre sus propias sombras, girando su instrumento entre sus dedos para luego guardarla en un pequeño morral.
- Es hora de la pijamada ¿No se te apetece ir con ellas, pequeña criaturita? - murmuró mientras de entre sus manos sacaba de la nada a un pequeño ratoncillo.- Anda, ve con ellas, y no dejes escucharte, mi pequeñín.
El minúsculo mamífero se soltó chillando de las manos del brujo, una pequeña ilusión que se camuflaba entre la fauna nocturna. Corrió desesperado, cruzando las hierbas y senderos hasta llegar a la parte trasera de la cabaña, logrando discurrirse entre uno de los agujeros hasta entrar en una habitación. Cumplido su cometido, se metió en un agujero, esperando la señal de su creador.
- Oh ¿Qué son las ilusiones sin un buen sueño que las alimente? - reflexionaba plácidamente el brujo.
Iliaki
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Re: Merodeando en las afueras [LIBRE] [3/3] [NOCHE]
Eva tenía frente a ella dos elfinas que no podían ser más diferentes entre ellas.
La azulada claramente seguía resentida por el ataque injustificado de la vampiresa y se mostraba distante, Eva se percató que su mano se posaba en la empuñadura de su gran espada, que tenía aspecto mortífero. Sin dudas no quería problemas pero se recordó mantenerse atenta. La otra pequeña era claramente mas vivaz y parlanchina por lo cual decidió que sería ella la intermediaria de la paz. —Pues estamos bastante cerca de Lunargenta, si caminas unos kilómetros hacia el sur puedes divisar las luces de la ciudad.— Respondió Eva ante la pregunta de la elfina. Noto como la mirada de esta se posaba en su derruido refugio y se sorprendió cuando le pidió pasar la noche. Evangeline, en circunstancias normales habría dado un rotundo no por respuesta pero dado que la había herido pensó que lo más considerado de su parte sería darle un lugar donde dormir, aunque no fuera mas que unos cuantos ladrillos y un techo de dudosa estabilidad. Aquellos ojos llenos de dulzura terminaron de convencerla.
Sin dudas aquella chica estaba llena de sorpresas pues invitó a su compañera de raza a pasar la noche también en el refugio de Eva «La más habladora parece ser inofensiva, pero ¿de verdad voy a permanecer en la misma habitación con la que no ha despegado la mano de la espada en todo este tiempo?» Se debatió Eva para terminar decidiendo invitar a ambas. También decidió que las observaría atentamente pues las noches no eran precisamente su horario de dormir pero ellas no tenían porque saberlo.
—Son bienvenidas a quedarse. No puedo ofrecerles nada de comer, lamentablemente, pero al menos este cuchitril corta el viento y protege del frío. Pueden continuar sus caminos en la mañana— «¿Qué podría salir mal?» Pensó Eva. No podría haber estado más equivocada.
La azulada claramente seguía resentida por el ataque injustificado de la vampiresa y se mostraba distante, Eva se percató que su mano se posaba en la empuñadura de su gran espada, que tenía aspecto mortífero. Sin dudas no quería problemas pero se recordó mantenerse atenta. La otra pequeña era claramente mas vivaz y parlanchina por lo cual decidió que sería ella la intermediaria de la paz. —Pues estamos bastante cerca de Lunargenta, si caminas unos kilómetros hacia el sur puedes divisar las luces de la ciudad.— Respondió Eva ante la pregunta de la elfina. Noto como la mirada de esta se posaba en su derruido refugio y se sorprendió cuando le pidió pasar la noche. Evangeline, en circunstancias normales habría dado un rotundo no por respuesta pero dado que la había herido pensó que lo más considerado de su parte sería darle un lugar donde dormir, aunque no fuera mas que unos cuantos ladrillos y un techo de dudosa estabilidad. Aquellos ojos llenos de dulzura terminaron de convencerla.
Sin dudas aquella chica estaba llena de sorpresas pues invitó a su compañera de raza a pasar la noche también en el refugio de Eva «La más habladora parece ser inofensiva, pero ¿de verdad voy a permanecer en la misma habitación con la que no ha despegado la mano de la espada en todo este tiempo?» Se debatió Eva para terminar decidiendo invitar a ambas. También decidió que las observaría atentamente pues las noches no eran precisamente su horario de dormir pero ellas no tenían porque saberlo.
—Son bienvenidas a quedarse. No puedo ofrecerles nada de comer, lamentablemente, pero al menos este cuchitril corta el viento y protege del frío. Pueden continuar sus caminos en la mañana— «¿Qué podría salir mal?» Pensó Eva. No podría haber estado más equivocada.
Evangeline
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Re: Merodeando en las afueras [LIBRE] [3/3] [NOCHE]
Hace un rato que finjo estar dormida, con no más que heno y una manta para descansar ¡Por alguna razón no me entra el sueño! La otra chica se ha ido ¿Por qué desconfiar? ¿Acaso tendría algo importante qué hacer? No importa, la mujer que me ha dado hospedaje incluso se comportó amable, pero sinceramente me parece raro que no duerma ¡Comienzo a sospechar que es un vampiro! Pfff, los humanos y sus fobias a los vampiros…
Iliaki había sido invadida por un extraño insomnio, atípico para cualquier viajero que haya tenido necesidad de moverse por tanto tiempo. Se estiraba, giraba sobre su lecho y volvía boca arriba intentando conciliar el sueño. Afuera, el viento se avivaba y comenzaba a golpear las ramas de los árboles.
Sus ojos avistaron de pronto una rendija en el techo, dejando filtrar la luz de una titilante estrella. La imaginación de la elfilla pronto comenzó a volar motivada por aquella luz.
Cuando vuelva a Lunargenta, iré con el maestro carpintero a que me enseñe ¡Sí, podré hacer hermosos acabados como él! Si llegase Candau de nuevo, no tendría por qué pagar para que le arreglen el arco ¡Lo haría con mis propias manos! Y quizá sería más fácil que me dejasen tomar un barco hacia las islas Ilidenses. Oh, sí, eso haré, eso…
El sueño llegaba ligeramente y a paso lento hasta cerrar los ojos de la ladronzuela como si de chapas de plomo se tratasen. Un parpadeo, dos parpadeos cada vez más lentos… Por fin se había quedado dormida plácidamente.
A unos metros, un roedor muy peculiar movía incesante sus bigotes, buscando qué comer. Al ver a la elfina, se acercó minuciosamente hasta quedar cerca de su cabeza.
- Oh, ¿Pero qué tenemos aquí? El sueño de un alma esperanzada siempre es un buen manjar para un buen ratoncito – decía una voz al otro lado de los negruzcos ojillos del ratón.
- ¡Ven, levántate, el brujo de la música quiere obtener ese sueño tuyo! – exclamaba haciendo unos movimientos, haciendo que el ratoncillo se disolviera en energía hasta penetrar en la frente de Iliaki.
Como llamada por algo invisible, sus piernas se tensaron y la obligaron a levantarse con los ojos aún cerrados y los brazos levantados. La voz que la manipulaba con una dulce melodía comenzaba a ordenar cosas que conscientemente no habría hecho (o quizá sí). Tensó su tirachinas y, buscando a la vampiresa que le había dado cobijo, le lanzó una roca en la cabeza.
- Je, je, tonta… - musitó entre dientes la elfina, continuando con su andanza sonámbula hacia el interior de la vegetación, esquivando rocas y roncando con tal fuerza que despertaba a más de un pájaro asustado.
El brujo había comenzado a tocar hábilmente una flauta de madera, pensando en la energía psíquica que la chica podría llegar a proporcionarle si se hacía con su cabeza ¡Nunca había existido un ilusionista tan poderoso e innovador como él! ¡La energía onírica podía tener un gran potencial para la Gran Magia! No obstante, la única desventaja en ello es que sólo se podía conseguir una vez por individuo, hecho eso, se habría de extinguir la luz de la vida para siempre, pero ¡Merecía la pena!
Iliaki había sido invadida por un extraño insomnio, atípico para cualquier viajero que haya tenido necesidad de moverse por tanto tiempo. Se estiraba, giraba sobre su lecho y volvía boca arriba intentando conciliar el sueño. Afuera, el viento se avivaba y comenzaba a golpear las ramas de los árboles.
Sus ojos avistaron de pronto una rendija en el techo, dejando filtrar la luz de una titilante estrella. La imaginación de la elfilla pronto comenzó a volar motivada por aquella luz.
Cuando vuelva a Lunargenta, iré con el maestro carpintero a que me enseñe ¡Sí, podré hacer hermosos acabados como él! Si llegase Candau de nuevo, no tendría por qué pagar para que le arreglen el arco ¡Lo haría con mis propias manos! Y quizá sería más fácil que me dejasen tomar un barco hacia las islas Ilidenses. Oh, sí, eso haré, eso…
El sueño llegaba ligeramente y a paso lento hasta cerrar los ojos de la ladronzuela como si de chapas de plomo se tratasen. Un parpadeo, dos parpadeos cada vez más lentos… Por fin se había quedado dormida plácidamente.
A unos metros, un roedor muy peculiar movía incesante sus bigotes, buscando qué comer. Al ver a la elfina, se acercó minuciosamente hasta quedar cerca de su cabeza.
- Oh, ¿Pero qué tenemos aquí? El sueño de un alma esperanzada siempre es un buen manjar para un buen ratoncito – decía una voz al otro lado de los negruzcos ojillos del ratón.
- ¡Ven, levántate, el brujo de la música quiere obtener ese sueño tuyo! – exclamaba haciendo unos movimientos, haciendo que el ratoncillo se disolviera en energía hasta penetrar en la frente de Iliaki.
Como llamada por algo invisible, sus piernas se tensaron y la obligaron a levantarse con los ojos aún cerrados y los brazos levantados. La voz que la manipulaba con una dulce melodía comenzaba a ordenar cosas que conscientemente no habría hecho (o quizá sí). Tensó su tirachinas y, buscando a la vampiresa que le había dado cobijo, le lanzó una roca en la cabeza.
- Je, je, tonta… - musitó entre dientes la elfina, continuando con su andanza sonámbula hacia el interior de la vegetación, esquivando rocas y roncando con tal fuerza que despertaba a más de un pájaro asustado.
El brujo había comenzado a tocar hábilmente una flauta de madera, pensando en la energía psíquica que la chica podría llegar a proporcionarle si se hacía con su cabeza ¡Nunca había existido un ilusionista tan poderoso e innovador como él! ¡La energía onírica podía tener un gran potencial para la Gran Magia! No obstante, la única desventaja en ello es que sólo se podía conseguir una vez por individuo, hecho eso, se habría de extinguir la luz de la vida para siempre, pero ¡Merecía la pena!
- El brujo V:
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Iliaki
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Re: Merodeando en las afueras [LIBRE] [3/3] [NOCHE]
PAUSADO
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