De vuelta a casa [Interpretativo Libre][CERRADO]
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De vuelta a casa [Interpretativo Libre][CERRADO]
Al fin había llegado. No tenía idea de cuanto había transcurrido desde la última vez que mis botas pisaban suelo de Lunargenta, sin embargo, la ciudad parecía no haber sido presa del paso del tiempo, todo se me antojaba igual que cuando partí, las gentes con sus quehaceres de arriba abajo, los aromas de las tabernas que inundaban las calles, el bullicio del mercado.... Sin duda estaba en casa.
Decidí acercarme paseando tranquilamente a la zona residencial donde se hallaba mi antiguo hogar. Aún tenía muchos temas pendientes que reanudar mas quería comprobar primero si mi casa en la ciudad seguía donde la dejé.
Puse rumbo con paso tranquilo y Noctis en mi brazo derecho. Su porte recio y majestuoso hacía que varias miradas se giraran hacia mi amigo alado, sin embargo, eso hacía que no repararan en mi presencia o, al menos, no lo suficiente para que alguien me reconociera del todo.
Durante mi paseo vi algunas caras conocidas de la ciudad, rostros que creí olvidados y ahora me despertaban recuerdos de mis andanzas por aquella ciudad. Una sonrisa comenzaba a dibujarse en mis labios, por un instante me sentí reconfortado al recordar a mis antiguos amigos y todo lo que había logrado en aquellas tierras, sin embargo, algo llamó mi atención, en un segundo mi sonrisa desapareció y mis ojos se clavaron en una melena blanca como la nieve de las cumbres. El corazón se me encogió en el pecho al recordar aquella noche bajo la luna, pero....no podía ser....
Alcé el brazo y Noctis batió las alas para salir volando y surcar los cielos esperando mi llamada de nuevo. Sin apartar la mirada de aquella joven de cabellos blancos, me acerqué dudando de si mis ojos me engañaban o lo que contemplaba era real. El pecho me pesaba tanto que cuando llegué hasta ella casi no pude articular palabra, sin embargo, alargué una mano para tocar lo que me parecía una ilusión y exclamé:
-¿Me....Melwin?¿Sois vos, mi dama?-
PD.: Me he aprovechado un poco del parecido de tu pj con el de Melwin para hilar un poco el encuentro ^^
Decidí acercarme paseando tranquilamente a la zona residencial donde se hallaba mi antiguo hogar. Aún tenía muchos temas pendientes que reanudar mas quería comprobar primero si mi casa en la ciudad seguía donde la dejé.
Puse rumbo con paso tranquilo y Noctis en mi brazo derecho. Su porte recio y majestuoso hacía que varias miradas se giraran hacia mi amigo alado, sin embargo, eso hacía que no repararan en mi presencia o, al menos, no lo suficiente para que alguien me reconociera del todo.
Durante mi paseo vi algunas caras conocidas de la ciudad, rostros que creí olvidados y ahora me despertaban recuerdos de mis andanzas por aquella ciudad. Una sonrisa comenzaba a dibujarse en mis labios, por un instante me sentí reconfortado al recordar a mis antiguos amigos y todo lo que había logrado en aquellas tierras, sin embargo, algo llamó mi atención, en un segundo mi sonrisa desapareció y mis ojos se clavaron en una melena blanca como la nieve de las cumbres. El corazón se me encogió en el pecho al recordar aquella noche bajo la luna, pero....no podía ser....
Alcé el brazo y Noctis batió las alas para salir volando y surcar los cielos esperando mi llamada de nuevo. Sin apartar la mirada de aquella joven de cabellos blancos, me acerqué dudando de si mis ojos me engañaban o lo que contemplaba era real. El pecho me pesaba tanto que cuando llegué hasta ella casi no pude articular palabra, sin embargo, alargué una mano para tocar lo que me parecía una ilusión y exclamé:
-¿Me....Melwin?¿Sois vos, mi dama?-
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PD.: Me he aprovechado un poco del parecido de tu pj con el de Melwin para hilar un poco el encuentro ^^
Última edición por Tarken el Mar Feb 09 2016, 22:46, editado 1 vez
Tarken
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Re: De vuelta a casa [Interpretativo Libre][CERRADO]
Después de casi medio año sin pasar por la ciudad, a causa de los retos que Tarivius le había impuesto para conseguir controlar su maldición, y del largo viaje a las tierras del norte, Elen volvía una vez más a Lunargenta, su segundo hogar. Su búsqueda no había dado los resultados que esperaba, ya que los caballeros dragones seguían sin saber nada del anciano que la había salvado una vez en la llanura, pero de todos modos salía fortalecida de aquel periplo, tras todo lo ocurrido con Mortagglia y la Manticore del poblado abandonado.
Su camino y el de Huracán se separaron algunas semanas después del incidente, pero la bruja estaba muy segura de que volvería a toparse con su amiga, tarde o temprano. Esperando que en la próxima ocasión su encuentro fuese más tranquilo, la de ojos verdes puso rumbo al sur y cruzó los bosques, aprovechando el camino para volver a sus labores de alquimista, recogiendo algunas hierbas que le servirían de mucho en cuanto regresase a la habitación que tenía en la posada.
Lunargenta parecía estar estancada, a pesar del tiempo que llevaba sin pasar por allí muy pocas cosas habían cambiado, cosa que en cierto modo era buena, al menos no había ocurrido nada malo durante su ausencia. Tras dejar sus pertenencias en el modesto cuarto que podía considerar como su casa, la hechicera salió nuevamente a las calles y se dispuso a ir al mercado, en busca de ingredientes y algunos utensilios alquímicos, ya que los suyos se habían quedado en las islas. La joven era consciente de que seguramente no tardaría en regresar a Beltrexus, pero el tiempo era oro, y no podía permitirse estar en la ciudad sin aprovecharlo.
Avanzó entre la multitud sin prisas, preguntándose interiormente dónde andarían su hermano y su madre, y también culpándose en parte por no haberles escrito con la frecuencia que hubiese querido, pero ambos conocían ya de sobra sus costumbres, cuando emprendía un viaje podía estar meses sin volver a aparecer por Verisar. - Será mejor que me presente con algo. - musitó, al captar el agradable aroma de una panadería cercana. Sin duda los dulces valdrían de poco para aplacar las preocupaciones de su madre, pero al menos tendría una excusa para mantenerla ocupada mientras la ponía al día sobre todo dónde había estado.
El mayor problema sería contarle lo de la maldición, pues aún no se lo había mencionado para que no se sintiese culpable, pero ya que tenía en su poder el amuleto y se encontraba mucho mejor, era momento de sincerarse. Siguió el olor del pan recién hecho hasta atisbar a lo lejos el puesto del que provenía, pero alguien la detuvo antes de que pudiera seguir su camino, tocándola levemente en el hombro y dirigiéndose a ella por el nombre de Melwyn.
Instintivamente se giró para ver quién la había confundido con otra mujer, pero como era de esperar, el rostro del caballero que encontró ante sí le resultaba del todo desconocido. No lo había visto antes, ni siquiera le sonaba de la ciudad, pero algún parecido razonable debía existir entre ella y la dama que buscaba, pues no era el primero que las confundía. Tiempo atrás, cuando la de cabellos cenicientos asistió al baile de navidad que el rey de Lunargenta había organizado en su castillo, Ébano también creyó que se trataba de aquella dama, Melwyn.
Ambos lo habían hecho al verla de espaldas, así que lo lógico era pensar que compartían constitución y quizá el color de pelo, rasgo que la diferenciaba del resto de la gente. - Lo lamento, no soy la persona que buscáis. - respondió tratando de sonar amable, cualquiera podía equivocarse. ¿Quién será Melwyn? Se preguntó mentalmente, intrigada por el posible parecido que existía entre las dos. ¿Debía preguntar? A juzgar por la expresión del hombre, que parecía tener el corazón en un puño, quizá no fuese buena idea, pero cualquier cosa sería mejor que el incómodo silencio.
- No sois el primero que me confunde con esa dama, ¿puedo saber quién es? - formuló finalmente, a sabiendas de que podía recibir una cortante negativa por respuesta.
Su camino y el de Huracán se separaron algunas semanas después del incidente, pero la bruja estaba muy segura de que volvería a toparse con su amiga, tarde o temprano. Esperando que en la próxima ocasión su encuentro fuese más tranquilo, la de ojos verdes puso rumbo al sur y cruzó los bosques, aprovechando el camino para volver a sus labores de alquimista, recogiendo algunas hierbas que le servirían de mucho en cuanto regresase a la habitación que tenía en la posada.
Lunargenta parecía estar estancada, a pesar del tiempo que llevaba sin pasar por allí muy pocas cosas habían cambiado, cosa que en cierto modo era buena, al menos no había ocurrido nada malo durante su ausencia. Tras dejar sus pertenencias en el modesto cuarto que podía considerar como su casa, la hechicera salió nuevamente a las calles y se dispuso a ir al mercado, en busca de ingredientes y algunos utensilios alquímicos, ya que los suyos se habían quedado en las islas. La joven era consciente de que seguramente no tardaría en regresar a Beltrexus, pero el tiempo era oro, y no podía permitirse estar en la ciudad sin aprovecharlo.
Avanzó entre la multitud sin prisas, preguntándose interiormente dónde andarían su hermano y su madre, y también culpándose en parte por no haberles escrito con la frecuencia que hubiese querido, pero ambos conocían ya de sobra sus costumbres, cuando emprendía un viaje podía estar meses sin volver a aparecer por Verisar. - Será mejor que me presente con algo. - musitó, al captar el agradable aroma de una panadería cercana. Sin duda los dulces valdrían de poco para aplacar las preocupaciones de su madre, pero al menos tendría una excusa para mantenerla ocupada mientras la ponía al día sobre todo dónde había estado.
El mayor problema sería contarle lo de la maldición, pues aún no se lo había mencionado para que no se sintiese culpable, pero ya que tenía en su poder el amuleto y se encontraba mucho mejor, era momento de sincerarse. Siguió el olor del pan recién hecho hasta atisbar a lo lejos el puesto del que provenía, pero alguien la detuvo antes de que pudiera seguir su camino, tocándola levemente en el hombro y dirigiéndose a ella por el nombre de Melwyn.
Instintivamente se giró para ver quién la había confundido con otra mujer, pero como era de esperar, el rostro del caballero que encontró ante sí le resultaba del todo desconocido. No lo había visto antes, ni siquiera le sonaba de la ciudad, pero algún parecido razonable debía existir entre ella y la dama que buscaba, pues no era el primero que las confundía. Tiempo atrás, cuando la de cabellos cenicientos asistió al baile de navidad que el rey de Lunargenta había organizado en su castillo, Ébano también creyó que se trataba de aquella dama, Melwyn.
Ambos lo habían hecho al verla de espaldas, así que lo lógico era pensar que compartían constitución y quizá el color de pelo, rasgo que la diferenciaba del resto de la gente. - Lo lamento, no soy la persona que buscáis. - respondió tratando de sonar amable, cualquiera podía equivocarse. ¿Quién será Melwyn? Se preguntó mentalmente, intrigada por el posible parecido que existía entre las dos. ¿Debía preguntar? A juzgar por la expresión del hombre, que parecía tener el corazón en un puño, quizá no fuese buena idea, pero cualquier cosa sería mejor que el incómodo silencio.
- No sois el primero que me confunde con esa dama, ¿puedo saber quién es? - formuló finalmente, a sabiendas de que podía recibir una cortante negativa por respuesta.
Elen Calhoun
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Re: De vuelta a casa [Interpretativo Libre][CERRADO]
Offrol: Paso a tercera persona igual que Ellen para que no desentone la redacción de ambos.
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Onrol:La mano del joven medio elfo se posó sobre el hombro de aquella mujer de cabellos plateados. El corazón del cazador quedó por un instante en total congoja pues recuerdos de melancolía y tristeza lo abordaron como si de un asalto se tratase, una vieja herida se habría por momentos pues jamás había logrado no lograría cicatrizar por el devenir de los tiempos.
Cuando la mujer se giró completamente el rostro del elfo se desencajó al comprobar que no se trataba de ella, que sus ojos y su mente le habían jugado una mala pasada y que aquella que habría jurado ver no estaba frente él.
La mirada de Tarken bajó al suelo con un agónico suspiro, conteniendo la tristeza de algo que jamás recuperaría, así como lo invadía la añoranza de su padre, el recuerdo de Melwyn aún lo perseguía.
El ensimismamiento del joven cazador desapareció con estrépito cuando las palabras de aquella joven lo trajeron de vuelta a la realidad. Ella preguntó acerca de ese nombre que había pronunciado e incluso mencionó que no era la primera vez que la confundían con esa misma identidad. Tarken parpadeó para recobrar el sentido y prestar atención a las palabras de aquella mujer. Antes de confesar el error, exclamó con desazón:
-Disculpad la confusión.....-
Tarken agachó la cabeza a modo de reverencia y disculpa. La pregunta que había lanzado aquella mujer era justa y, tras saberse culpable por no ser más precavido, el cazador decidió contestar:
-Melwyn atiende a una joven que antaño formó parte de mi camino y ha sido el color de vuestro cabello el que ha confundido mi sentido. De nuevo lamento el malentendido.-
El tono de voz de Tarken contenía más de lo que aparentaba, sin embargo tampoco conocía a quien tenía delante y no contemplaba la necesidad de ampliar aquella información, al menos sin saber con quien conversaba:
-Mi nombre es Falcon, al menos así se me conoce por estos lares.- ,el halcón de Tarken descendió hasta posarse cerca de ambos interlocutores haciéndose ver, -Y he aquí mi amigo y compañero Noctis. Tiempo hacía que no visitábamos Lunargenta pese a ser nuestro segundo hogar y, si me permitís el atrevimiento, querría preguntaros si os placería ponerme al tanto de aquello que consideréis importante que haya sucedido en los últimos tiempos, lo cierto es que llevo largo tiempo viajando por las tierras de Aerandir y es mucho lo que me he perdido por aquí.-
Tarken descubrió su rostro al echar hacia atrás la capucha de su capa de viaje. Con este gesto quiso dar a entender que no tenía nada que ocultar en ese ofrecimiento.
Cuando la mujer se giró completamente el rostro del elfo se desencajó al comprobar que no se trataba de ella, que sus ojos y su mente le habían jugado una mala pasada y que aquella que habría jurado ver no estaba frente él.
La mirada de Tarken bajó al suelo con un agónico suspiro, conteniendo la tristeza de algo que jamás recuperaría, así como lo invadía la añoranza de su padre, el recuerdo de Melwyn aún lo perseguía.
El ensimismamiento del joven cazador desapareció con estrépito cuando las palabras de aquella joven lo trajeron de vuelta a la realidad. Ella preguntó acerca de ese nombre que había pronunciado e incluso mencionó que no era la primera vez que la confundían con esa misma identidad. Tarken parpadeó para recobrar el sentido y prestar atención a las palabras de aquella mujer. Antes de confesar el error, exclamó con desazón:
-Disculpad la confusión.....-
Tarken agachó la cabeza a modo de reverencia y disculpa. La pregunta que había lanzado aquella mujer era justa y, tras saberse culpable por no ser más precavido, el cazador decidió contestar:
-Melwyn atiende a una joven que antaño formó parte de mi camino y ha sido el color de vuestro cabello el que ha confundido mi sentido. De nuevo lamento el malentendido.-
El tono de voz de Tarken contenía más de lo que aparentaba, sin embargo tampoco conocía a quien tenía delante y no contemplaba la necesidad de ampliar aquella información, al menos sin saber con quien conversaba:
-Mi nombre es Falcon, al menos así se me conoce por estos lares.- ,el halcón de Tarken descendió hasta posarse cerca de ambos interlocutores haciéndose ver, -Y he aquí mi amigo y compañero Noctis. Tiempo hacía que no visitábamos Lunargenta pese a ser nuestro segundo hogar y, si me permitís el atrevimiento, querría preguntaros si os placería ponerme al tanto de aquello que consideréis importante que haya sucedido en los últimos tiempos, lo cierto es que llevo largo tiempo viajando por las tierras de Aerandir y es mucho lo que me he perdido por aquí.-
Tarken descubrió su rostro al echar hacia atrás la capucha de su capa de viaje. Con este gesto quiso dar a entender que no tenía nada que ocultar en ese ofrecimiento.
Tarken
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Re: De vuelta a casa [Interpretativo Libre][CERRADO]
La noche es el momento máximo de plenitud para un borracho, porque es cuando se sienten en su jugo de cuarenta grados. Pero cuando llega la mañana están en el estado más pobre que podáis imaginar. Un malestar corporal que se puede comparar con enfermedades transitorias, como el constipado. Sumado a eso, nunca sabes donde puedes despertar, esta vez fue en una casucha del barrio residencial de Lunargenta, en peores situaciones se había visto. Se levantó del suelo, estaba en el salón de la casa y algún que otro borracho estaba por allí, durmiendo aún contra la pared. Malasaña particularmente tenía un horario muy estricto para despertarse al primer rayo del sol. Ojeó la casa, localizó algo de morcilla y pan sobrante de la noche en una mesa apartada y se lo agenció, ya tenía desayuno. Posteriormente salió de la casa. - A más ver- le dijo a nadie, simples modales.
Paseó un rato por aquella zona, hasta que el cuerpo resacoso le pidió descanso y se sentó en unas escaleras que bajaban a una pequeña plazoleta donde los comerciantes ya habían montado los primeros puestos, uno de ellos de pan y pastelitos recién horneados. Esa apetitosa fragancia a tostado que paseaba por toda la zona le abrió el apetito y recordó el pedazo de pan y de morcilla que había cogido prestado de la casa antes de marcharse. Lo sacó de la bolsa de cuero que llevaba colgada al cinturón y empezó a disfrutar de su mañanero manjar mientras observaba a la gente pasear por allí.
Llamó su atención un halcón que iba apoyado en el brazo de un hombre, no se dejaban ver muchos animales majestuosos por la zona a parte de chuchos hambrientos y antipáticos gatos. Su dueño alzó el brazo y él echó a volar. Los ojos de Malasaña siguieron su revoloteo, envidiaba a los pájaros, los consideraba los seres vivos más libres que nunca habían existido. Pudiendo desplazarse de un sitio a otro sin encontrarse un sin fin de trabas por el camino. Sus pequeños cuerpos alados eran su medio a la libertad, mientras que el cuerpo del hombre no es más que una absurda celda. Al terminar la reflexión el halcón volvió cerca de su dueño.
Malasaña decidió darle al animal algo de comer para interaccionar con él, no todos los días podías alimentar y observar a un ave en tierra. Se acercó con decisión hasta que estuvo lo siguiente cerca para descubrir que su pico imponía bastante respeto, miró al dueño centrándose por primera vez en él.- Perdonad- llamó su atención.- ¿El ave es pacífico? Me gustaría ofrecerle algo de comer...- mostró con tranquilidad un trozo de morcilla atrapado entre dos pedazos de pan.- Algo que no fuese mi mano, claro está- Rió con su propio chiste y luego se fijó en la mujer presente y agachó levemente la cabeza.- Disculpad si interrumpo algo señorita...- Dijo a modo de disculpa, una disculpa que se veía claramente no era sincera, era mera cortesía.
Posteriormente alargó su brazo dirección al majestuoso animal, esperando que éste no fuese el inicio de la anécdota de como Malasaña perdió un dedo.
Paseó un rato por aquella zona, hasta que el cuerpo resacoso le pidió descanso y se sentó en unas escaleras que bajaban a una pequeña plazoleta donde los comerciantes ya habían montado los primeros puestos, uno de ellos de pan y pastelitos recién horneados. Esa apetitosa fragancia a tostado que paseaba por toda la zona le abrió el apetito y recordó el pedazo de pan y de morcilla que había cogido prestado de la casa antes de marcharse. Lo sacó de la bolsa de cuero que llevaba colgada al cinturón y empezó a disfrutar de su mañanero manjar mientras observaba a la gente pasear por allí.
Llamó su atención un halcón que iba apoyado en el brazo de un hombre, no se dejaban ver muchos animales majestuosos por la zona a parte de chuchos hambrientos y antipáticos gatos. Su dueño alzó el brazo y él echó a volar. Los ojos de Malasaña siguieron su revoloteo, envidiaba a los pájaros, los consideraba los seres vivos más libres que nunca habían existido. Pudiendo desplazarse de un sitio a otro sin encontrarse un sin fin de trabas por el camino. Sus pequeños cuerpos alados eran su medio a la libertad, mientras que el cuerpo del hombre no es más que una absurda celda. Al terminar la reflexión el halcón volvió cerca de su dueño.
Malasaña decidió darle al animal algo de comer para interaccionar con él, no todos los días podías alimentar y observar a un ave en tierra. Se acercó con decisión hasta que estuvo lo siguiente cerca para descubrir que su pico imponía bastante respeto, miró al dueño centrándose por primera vez en él.- Perdonad- llamó su atención.- ¿El ave es pacífico? Me gustaría ofrecerle algo de comer...- mostró con tranquilidad un trozo de morcilla atrapado entre dos pedazos de pan.- Algo que no fuese mi mano, claro está- Rió con su propio chiste y luego se fijó en la mujer presente y agachó levemente la cabeza.- Disculpad si interrumpo algo señorita...- Dijo a modo de disculpa, una disculpa que se veía claramente no era sincera, era mera cortesía.
Posteriormente alargó su brazo dirección al majestuoso animal, esperando que éste no fuese el inicio de la anécdota de como Malasaña perdió un dedo.
Ostium Malasaña
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Re: De vuelta a casa [Interpretativo Libre][CERRADO]
Tras disculparse, cabizbajo por no haber hallado a la mujer que buscaba, el extraño explicó brevemente quién era Melwyn, revelando de paso que tal como pensaba la hechicera, lo que tenían en común era el color de pelo. Luego procedió a presentarse, antes de que un halcón descendiese hasta posarse cerca de ambos, expectante. El animal viajaba con Falcon, y al parecer lo tenía bastante bien amaestrado, no cualquier ave se resistiría a robar algo de comida en medio de tantos puestos.
El recién llegado quería ponerse al día sobre los acontecimientos relevantes que hubiesen ocurrido en la ciudad, pues al igual que la joven, llevaba bastante tiempo fuera de Lunargenta, pero quizá no hubiese acertado al preguntarle a ella. - También llevo unos meses sin pasar por aquí…- comenzó a decir, desviando la vista del caballero a su alado compañero. -… pero si como sospecho lleváis fuera más tiempo que yo, no os ofendáis es solo que no me suena haberos visto por estos lares… - prosiguió, apresurándose a hacer la aclaración. - Puede que os hayáis perdido algunas cosas de importancia. - terminó, mientras traía a la mente los incidentes más llamativos que había padecido la ciudad.
- ¿Os suena la villa de Terpoli? Se encuentra al norte, en las afueras. Hace no mucho unos brujos que manejaban magia oscura la tomaron, aunque sería mejor llamarlos nigromantes, dado lo que hacían. - explicó, sin querer recordar el papel que a ella le había tocado desempeñar en el hospital de campaña. - Usaron sus poderes para levantar a los muertos en contra de los vivos, ya se podrá imaginar el revuelo que eso causó entre la población. Muchos estaban aterrorizados ante la idea de que un mago pudiese hacer tal cosa, pero aun así buena parte de los habitantes de Lunargenta nos movilizamos para acabar con ellos. - relató, sin saber si era buena idea contar algo semejante a alguien que acababa de volver tras un largo período fuera de Verisar.
- A parte de eso poco hay que destacar, los criminales siguen haciendo de las suyas como siempre y la guardia se esfuerza por mantenerlos a raya,…pero quizá yo también me haya perdido algo de los últimos meses. - añadió tras una breve pausa. Antes de que Falcon pudiese pronunciarse sobre lo que acababa de escuchar, otro hombre se acercó a ellos, aunque más interesado en Noctis que en ninguno de los presentes.
El recién llegado pretendía ofrecer algo de comida al animal, pero al menos había tomado la precaución de preguntar antes de intentarlo, perder un dedo por aproximarse demasiado al pico del halcón sin que éste lo conociera de nada sin duda dolería. Tras preguntar si el ave era pacífica, el extraño se fijó en la bruja e inclinó ligeramente la cabeza a modo de saludo, gesto que la de ojos verdes le devolvió por costumbre. - No es el caso. - respondió a su disculpa, para luego centrar su atención en Noctis y Falcon, esperando la reacción del ave o que su dueño respondiese a la pregunta del otro caballero, antes de que éste pudiese llevarse un susto por haberse acercado demasiado.
El recién llegado quería ponerse al día sobre los acontecimientos relevantes que hubiesen ocurrido en la ciudad, pues al igual que la joven, llevaba bastante tiempo fuera de Lunargenta, pero quizá no hubiese acertado al preguntarle a ella. - También llevo unos meses sin pasar por aquí…- comenzó a decir, desviando la vista del caballero a su alado compañero. -… pero si como sospecho lleváis fuera más tiempo que yo, no os ofendáis es solo que no me suena haberos visto por estos lares… - prosiguió, apresurándose a hacer la aclaración. - Puede que os hayáis perdido algunas cosas de importancia. - terminó, mientras traía a la mente los incidentes más llamativos que había padecido la ciudad.
- ¿Os suena la villa de Terpoli? Se encuentra al norte, en las afueras. Hace no mucho unos brujos que manejaban magia oscura la tomaron, aunque sería mejor llamarlos nigromantes, dado lo que hacían. - explicó, sin querer recordar el papel que a ella le había tocado desempeñar en el hospital de campaña. - Usaron sus poderes para levantar a los muertos en contra de los vivos, ya se podrá imaginar el revuelo que eso causó entre la población. Muchos estaban aterrorizados ante la idea de que un mago pudiese hacer tal cosa, pero aun así buena parte de los habitantes de Lunargenta nos movilizamos para acabar con ellos. - relató, sin saber si era buena idea contar algo semejante a alguien que acababa de volver tras un largo período fuera de Verisar.
- A parte de eso poco hay que destacar, los criminales siguen haciendo de las suyas como siempre y la guardia se esfuerza por mantenerlos a raya,…pero quizá yo también me haya perdido algo de los últimos meses. - añadió tras una breve pausa. Antes de que Falcon pudiese pronunciarse sobre lo que acababa de escuchar, otro hombre se acercó a ellos, aunque más interesado en Noctis que en ninguno de los presentes.
El recién llegado pretendía ofrecer algo de comida al animal, pero al menos había tomado la precaución de preguntar antes de intentarlo, perder un dedo por aproximarse demasiado al pico del halcón sin que éste lo conociera de nada sin duda dolería. Tras preguntar si el ave era pacífica, el extraño se fijó en la bruja e inclinó ligeramente la cabeza a modo de saludo, gesto que la de ojos verdes le devolvió por costumbre. - No es el caso. - respondió a su disculpa, para luego centrar su atención en Noctis y Falcon, esperando la reacción del ave o que su dueño respondiese a la pregunta del otro caballero, antes de que éste pudiese llevarse un susto por haberse acercado demasiado.
Elen Calhoun
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Re: De vuelta a casa [Interpretativo Libre][CERRADO]
Escuchó con atención el pequeño relato que aquella mujer reveló acerca de un oscuro conflicto frente a unos nigromantes. Aquello le recordó brevemente a los incidentes sufridos en varias ocasiones frente a estas mismas criaturas, lo cual hizo que endureciera el rostro imaginando semejante enfrentamiento y la consecuente pérdida de vidas, asimismo se lamentó por no haber podido formar parte de la avanzada.
Volvió en sí mismo cuando hizo mención al hecho de que ella misma llevaba tiempo sin visitar la ciudad e igualmente se sonrió cuando comentó las andanzas de los criminales pues recordaba muy bien a día de hoy los sucesos con Berno y sus chicas.
Unas palabras sin embargo interrumpieron la conversación cuando se disponía a lanzar su réplica. Un hombre de aspecto desaliñado hizo acto de presencia al tiempo que alzaba una pregunta a tenor de Noctis. El majestuoso halcón tensó su cuerpo ante el gesto del recién llegado de alargar el brazo pese a que le ofrecía algo de comida. Adelantándose un poco y alzando la mano detuvo la acción:
-No os recomendaría hacer eso.- ,al decir esto el halcón Noctis lanzó un chillido estridente a modo de amenaza, -No suele ser muy cordial con los desconocidos.-
Acercándose a su halcón, este se elevó batiendo con fuerza sus alas y se posó de nuevo sobre el brazo izquierdo de su compañero:
-Espero no os ofendáis, sin embargo no seríais el primero que ofrece su mano con un cuchillo oculto bajo la manga. Estas son tierras peligrosas maese.....Disculpad, mas no recuerdo vuestro nombre si es que lo habéis dicho.-
Realmente no sabía cuales eran las intenciones de aquel hombre y, tal y como había expresado, su confianza le había jugado alguna que otra mala experiencia en el pasado. Lo cierto era que no tenía nada en contra de que se le ofreciera algo de comer a su hermano alado, sin embargo, como él mismo había comentado, Aerandir no era precisamente una tierra de cuento de hadas:
-Ahora que lo pienso.- ,exclamó esbozando una media sonrisa, -Tampoco vos creo recordar me lo habéis comentado.- ,en esta ocasión la joven de cabello plateado era el objetivo de tal comentario, -Tengo pendiente dirigirme a la herrería de la ciudad, además de visitar a unos camaradas que espero sigan residiendo por estos lares, sin embargo os ofrecería la posibilidad de acompañarme en el desayuno, hace horas que mi estómago ruge de hambre voraz.-
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Re: De vuelta a casa [Interpretativo Libre][CERRADO]
El dueño del halcón se interpuso entre ambos, y le explicó a Malasaña que aquello era peligroso. El borracho agradeció que el dueño evitase un morboso espectáculo de un hombre corriendo al matasanos más cercano para que le cosiese el dedo, perderlo sería una desgracia para alguien que tiene que manejar una espada. Bien sabido era que en aquellos tiempos la confianza era una virtud propia de aquellos que tardaban poco en sufrir desgracias; Aquellos que confiaban eran las victimas de robos, asesinatos e incluso privaciones de su libertad. -Es realmente vergonzoso que tengamos que desconfiar unos humanos de otros cuando estamos hechos de la misma carne.- Afirmó, el recelo de Ostium hacia los otras razas iba ligado a la necesidad de conseguir una raza unida en la que poder confiar. Pero muy en el fondo sabía que moriría sin verlo, uno de los muchos motivos por los que cayó en la bebida.- Pero hacéis bien, persona cauta vale por mil. Y en tiempos de hambre más de uno querría hincarle el diente a tu pájaro.-
Para mostrar que era una persona de relativa confianza engulló el manjar que había procurado para el animal, y con la boca llena habló. las buenas maneras no eran su fuerte.- Y como verás.- se levantó ambas mangas, mostrando unos brazos levemente fibrados, algo inusual en los borrachos típicos que estaban famélicos.- bajo mis mangas no llevo hojas ocultas, un guerrero de verdad lleva sus armas al descubierto, y ataca de frente.- asintió convencido, llevo su mano izquierda sobre la empuñadura de la espada que llevaba colgada del cinto, para apoyarla, y procedió a identificarse, tragando antes lo que anteriormente se había llevado a la boca.- porque Ostium Malasaña es un guerrero honesto, y sabe que la verdadera lucha es la justa. De guerrero a guerrero.-
Tras darse cuenta del discurso que se había montado sin ton ni son reveló una breve carcajada y escuchó la oferta de desayunar por ahí, no pudo rechazarla. Un cacho de pan y un pedazo de carne no saciaban el voraz estómago de Malasaña.- Os acompañaré encantado, a vos y a vuestro pájaro.- Guiñó un ojo al pájaro.- Y a la dama, si nos decide acompañar.- Luego procedió a señalar un par de sitios.- Podríamos ir a la Taberna del Gorrión si os apetece un buen dulce, la mujer del mesonero tiene una mano con el azucar que da gusto.- Se relamió las labios sólo de pensarlo.- O a la Posada de Guillermo, que pone generosas raciones a bajos precios.- Fuese como fuese, Malasaña se dispondría a acompañarlos allá a donde fuesen.
Para mostrar que era una persona de relativa confianza engulló el manjar que había procurado para el animal, y con la boca llena habló. las buenas maneras no eran su fuerte.- Y como verás.- se levantó ambas mangas, mostrando unos brazos levemente fibrados, algo inusual en los borrachos típicos que estaban famélicos.- bajo mis mangas no llevo hojas ocultas, un guerrero de verdad lleva sus armas al descubierto, y ataca de frente.- asintió convencido, llevo su mano izquierda sobre la empuñadura de la espada que llevaba colgada del cinto, para apoyarla, y procedió a identificarse, tragando antes lo que anteriormente se había llevado a la boca.- porque Ostium Malasaña es un guerrero honesto, y sabe que la verdadera lucha es la justa. De guerrero a guerrero.-
Tras darse cuenta del discurso que se había montado sin ton ni son reveló una breve carcajada y escuchó la oferta de desayunar por ahí, no pudo rechazarla. Un cacho de pan y un pedazo de carne no saciaban el voraz estómago de Malasaña.- Os acompañaré encantado, a vos y a vuestro pájaro.- Guiñó un ojo al pájaro.- Y a la dama, si nos decide acompañar.- Luego procedió a señalar un par de sitios.- Podríamos ir a la Taberna del Gorrión si os apetece un buen dulce, la mujer del mesonero tiene una mano con el azucar que da gusto.- Se relamió las labios sólo de pensarlo.- O a la Posada de Guillermo, que pone generosas raciones a bajos precios.- Fuese como fuese, Malasaña se dispondría a acompañarlos allá a donde fuesen.
Ostium Malasaña
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Re: De vuelta a casa [Interpretativo Libre][CERRADO]
Falcon se apresuró a detener al recién llegado, alegando que no era buena idea, ya que para el animal era un completo desconocido y no solía comportarse demasiado bien para con estos. Con un amenazante chillido, Noctis respaldó las palabras de su dueño, dejando bien claro que no le gustaban los extraños, y mucho menos que se le acercasen tanto. Tras esto el ave voló hacia el brazo de su compañero y se posó tranquilamente, aunque sin quitar ojo a los dos desconocidos que hablaban con Falcon.
En cierto modo aquel animal le recordó a Sombra, ambos tenían un carácter fuerte y no dudaban en mostrar su incomodidad ante los extraños, pero su caballo tenía un modo más brusco de hacerlo, más de una vez había obsequiado una coz a quien se le acercaba más de lo debido. Para la bruja aquel comportamiento solo era un modo de defensa, pues tanto ella como su montura habían pasado por mucho durante el sinfín de viajes que habían realizado hasta el momento. Y para colmo la mala suerte que la acompañaba, a modo de runa grabada a fuego en la piel, atraía siempre los problemas a su camino, con lo que no era raro que se hubiese vuelto desconfiada, al igual que su caballo.
Falcon también se mostraba igual, afirmando que aquellas tierras eran peligrosas, y que no sería la primera vez que alguien le tendía la mano con un arma oculta en la manga. Eso era propio de cierto tipo de asesinos, que en vez de valerse de la fuerza bruta lo hacían del sigilo o la destreza, esperando al momento apropiado para dar la puñalada por la espalda, sin implicarse en un combate justo. Por su parte, la de cabellos cenicientos prefería que sus armas estuviesen siempre visibles, como medida disuasoria para cualquiera que se plantease atacarla.
La daga descansaba en la funda del cinturón, mientras la cuidadosamente tallada cabeza de lobo que decoraba la empuñadura de una de las espadas, la de acero normal, asomaba por encima de su hombro derecho. Solo la hoja de hielo se había quedado en la habitación de la posada, donde nadie pudiese interesarse por ella ni por la magia que la imbuía. Aun así, el punto fuerte de la joven era justo lo que no se veía, sus poderes, pero no tenía problema en mostrarlos ante una amenaza, sobre todo ahora que los dominaba mucho mejor, cosa que le permitía hacer más daño y lanzar hechizos de mayor poder.
El viajero se interesó por los nombres de quienes le rodeaban, para luego añadir que tenía algunos asuntos pendientes en la ciudad, pero que estos tendrían que esperar hasta que hubiese desayunado, ya que tras el largo viaje de regreso venía hambriento. Tras mostrar que no llevaba ningún arma oculta, Ostium procedió a presentarse y aceptó la invitación de Falcon, dando incluso un par de locales como opciones para el desayuno.
- Elen. - comentó la hechicera, antes de repasar mentalmente los planes que tenía para aquella mañana. Quería visitar a su madre y a su hermano, pero primero debía realizar algunas compras en el mercado, y sabiendo lo complicados de encontrar que podían ser ciertos ingredientes, quizá fuese mejor que retrasase sus planes hasta la tarde, lo que le permitiría acompañar a ambos caballeros. También tenía en cuenta que con las prisas no había tomado apenas nada esa mañana, así que estaba decidido, iría con ellos para tomar algo y quizá ponerse al día con lo que hubiese ocurrido en Lunargenta, aunque eso dependería de que Ostium no fuese también un viajero.
- Los acompañaré, quizá usted pueda contarme los acontecimientos más relevantes de los últimos meses en la ciudad. - dijo, girando el rostro hacia Malasaña para que se diese por aludido. Tras esto avanzaría con ambos hasta la taberna o posada que eligiesen, sin confiar del todo en ninguno por el momento, pues las apariencias podían engañar.
En cierto modo aquel animal le recordó a Sombra, ambos tenían un carácter fuerte y no dudaban en mostrar su incomodidad ante los extraños, pero su caballo tenía un modo más brusco de hacerlo, más de una vez había obsequiado una coz a quien se le acercaba más de lo debido. Para la bruja aquel comportamiento solo era un modo de defensa, pues tanto ella como su montura habían pasado por mucho durante el sinfín de viajes que habían realizado hasta el momento. Y para colmo la mala suerte que la acompañaba, a modo de runa grabada a fuego en la piel, atraía siempre los problemas a su camino, con lo que no era raro que se hubiese vuelto desconfiada, al igual que su caballo.
Falcon también se mostraba igual, afirmando que aquellas tierras eran peligrosas, y que no sería la primera vez que alguien le tendía la mano con un arma oculta en la manga. Eso era propio de cierto tipo de asesinos, que en vez de valerse de la fuerza bruta lo hacían del sigilo o la destreza, esperando al momento apropiado para dar la puñalada por la espalda, sin implicarse en un combate justo. Por su parte, la de cabellos cenicientos prefería que sus armas estuviesen siempre visibles, como medida disuasoria para cualquiera que se plantease atacarla.
La daga descansaba en la funda del cinturón, mientras la cuidadosamente tallada cabeza de lobo que decoraba la empuñadura de una de las espadas, la de acero normal, asomaba por encima de su hombro derecho. Solo la hoja de hielo se había quedado en la habitación de la posada, donde nadie pudiese interesarse por ella ni por la magia que la imbuía. Aun así, el punto fuerte de la joven era justo lo que no se veía, sus poderes, pero no tenía problema en mostrarlos ante una amenaza, sobre todo ahora que los dominaba mucho mejor, cosa que le permitía hacer más daño y lanzar hechizos de mayor poder.
El viajero se interesó por los nombres de quienes le rodeaban, para luego añadir que tenía algunos asuntos pendientes en la ciudad, pero que estos tendrían que esperar hasta que hubiese desayunado, ya que tras el largo viaje de regreso venía hambriento. Tras mostrar que no llevaba ningún arma oculta, Ostium procedió a presentarse y aceptó la invitación de Falcon, dando incluso un par de locales como opciones para el desayuno.
- Elen. - comentó la hechicera, antes de repasar mentalmente los planes que tenía para aquella mañana. Quería visitar a su madre y a su hermano, pero primero debía realizar algunas compras en el mercado, y sabiendo lo complicados de encontrar que podían ser ciertos ingredientes, quizá fuese mejor que retrasase sus planes hasta la tarde, lo que le permitiría acompañar a ambos caballeros. También tenía en cuenta que con las prisas no había tomado apenas nada esa mañana, así que estaba decidido, iría con ellos para tomar algo y quizá ponerse al día con lo que hubiese ocurrido en Lunargenta, aunque eso dependería de que Ostium no fuese también un viajero.
- Los acompañaré, quizá usted pueda contarme los acontecimientos más relevantes de los últimos meses en la ciudad. - dijo, girando el rostro hacia Malasaña para que se diese por aludido. Tras esto avanzaría con ambos hasta la taberna o posada que eligiesen, sin confiar del todo en ninguno por el momento, pues las apariencias podían engañar.
Elen Calhoun
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Re: De vuelta a casa [Interpretativo Libre][CERRADO]
Tarken escuchó atentamente la réplica del recién llegado e hizo una reverencia ante sus palabras y posterior gesto de mostrar sus antebrazos limpios. Aquello no era precisamente lo que el elfo demandaba pero había sido un gesto honorable después de todo por parte de aquel hombre.
Tras la presentaciones correspondientes, el cazador, como precursor de la invitación, exclamó mientras giraba la cabeza a la taberna que había elegido:
-La segunda opción quizá sea la más recomendable en esta ocasión. Maese Malasaña está en lo cierto con la copiosidad de las raciones de la posada.-
Al decir esto, alzó el brazo con un movimiento veloz y Noctis emprendió el vuelo al tiempo que chillaba con fuerza. El halcón se mantendría por un buen rato ocupado. La visión de comida siempre abría el apetito del alado animal y Tarken, sabiéndolo, le dejó libre para que surcara los cielos en busca de saciar su estómago. Esto hizo que muchos de los transeuntes de la zona girasen la vista hacia el magnífico animal viendo como se alzaba entre los tejados de la ciudad para salir a cielo abierto:
-Vayamos pues.-
El joven Tarken abrió la marcha con paso tranquilo. Repasaba mentalmente las palabras de Elen al tiempo que reordenaba sus pensamientos. Era cierto que tenía asuntos pendientes en la ciudad que requerían su atención sin embargo la idea de ponerse un poco al tanto de lo sucedido en los últimos meses también copaba su preocupación.
La mujer de cabello plateado le había dado información de lo más interesante y de mucha relevancia, sin duda conocía a aquellas criaturas de las que había hablado y le hubiera encantado participar en la avanzada frente a tamaño mal en tierras Aerandianas, sin embargo ya no quedaba más que investigar más adelante algo más acerca de lo sucedido.
Mientras tanto, la misma Elen suponía todo un enigma para Tarken, Malasaña por su parte parecía ser lo que aparentaba, un espadachín quizá mercenario que vendía su espada al mejor postor, algo más que interesante en un futuro no muy lejano. Sin embargo, la mujer no había revelado apenas nada de sus quehaceres en Lunargenta algo que, no sabía bien por qué, intrigaba al joven elfo halconero.
Mientras cruzaban las calles, Tarken exclamó interrumpiendo el silencio que los había acogido:
-Entrando un poco en materia, hace tiempo que mi camino en el arte de la herrería se vio interrumpido por responsabilidades más al sur de Lunargenta y es algo que me gustaría retomar.- ,girándose hacia Ostium prosiguió, -Creo que vos quizá podáis orientarme mejor con estas lides maese.-
Al decir esto devolvió la vista al camino y a la posada que ya se levantaba ante ellos:
-Y quizá vos podáis ampliarme un poco de información acerca de los nigromantes.- ,en esta ocasión era Elen el centro de su comentario, -Aún tengo una cuenta pendiente que me gustaría saldar de alguna forma.-
Tarken recordó en ese instante su último encuentro con una criatura similar y la impotencia que sintió al saberse inferior a tamaña fuerza de la oscuridad, sin duda una herida que aún no había cicatrizado.
Nada más entrar en la posada, Tarken dió un rápido vistazo al salón comedor el cual estaba atestado de gente. Pese a no ser medio día, había mucho viajero y lugareño bebiendo vino caliente con un buen trozo de asado y queso. El joven elfo localizó aún así una mesa despejada apartada de la barra y de las vistas más curiosas, lo cierto era que formaban un trío de lo más particular y pintoresco por lo que no dudaba de que su llegada no había pasado por alto.
Una vez sentados a la mesa, Tarken hizo un gesto a la camarera para que se acercara y pedir algo para paliar su hambre y sed:
-Mientras nos sirven y no, me gustaría que nos obsequiara con los últimos aconteceres de la ciudad maese Ostium.- ,exclamó con tono tranquilo, -Como dice nuestra dama, son muchos los meses sin pasar por la ciudad y, lamentaría desaprovechar la ocasión que se nos ha presentado aunque esta fuera con trozo de morcilla incluído.-
Tras la presentaciones correspondientes, el cazador, como precursor de la invitación, exclamó mientras giraba la cabeza a la taberna que había elegido:
-La segunda opción quizá sea la más recomendable en esta ocasión. Maese Malasaña está en lo cierto con la copiosidad de las raciones de la posada.-
Al decir esto, alzó el brazo con un movimiento veloz y Noctis emprendió el vuelo al tiempo que chillaba con fuerza. El halcón se mantendría por un buen rato ocupado. La visión de comida siempre abría el apetito del alado animal y Tarken, sabiéndolo, le dejó libre para que surcara los cielos en busca de saciar su estómago. Esto hizo que muchos de los transeuntes de la zona girasen la vista hacia el magnífico animal viendo como se alzaba entre los tejados de la ciudad para salir a cielo abierto:
-Vayamos pues.-
El joven Tarken abrió la marcha con paso tranquilo. Repasaba mentalmente las palabras de Elen al tiempo que reordenaba sus pensamientos. Era cierto que tenía asuntos pendientes en la ciudad que requerían su atención sin embargo la idea de ponerse un poco al tanto de lo sucedido en los últimos meses también copaba su preocupación.
La mujer de cabello plateado le había dado información de lo más interesante y de mucha relevancia, sin duda conocía a aquellas criaturas de las que había hablado y le hubiera encantado participar en la avanzada frente a tamaño mal en tierras Aerandianas, sin embargo ya no quedaba más que investigar más adelante algo más acerca de lo sucedido.
Mientras tanto, la misma Elen suponía todo un enigma para Tarken, Malasaña por su parte parecía ser lo que aparentaba, un espadachín quizá mercenario que vendía su espada al mejor postor, algo más que interesante en un futuro no muy lejano. Sin embargo, la mujer no había revelado apenas nada de sus quehaceres en Lunargenta algo que, no sabía bien por qué, intrigaba al joven elfo halconero.
Mientras cruzaban las calles, Tarken exclamó interrumpiendo el silencio que los había acogido:
-Entrando un poco en materia, hace tiempo que mi camino en el arte de la herrería se vio interrumpido por responsabilidades más al sur de Lunargenta y es algo que me gustaría retomar.- ,girándose hacia Ostium prosiguió, -Creo que vos quizá podáis orientarme mejor con estas lides maese.-
Al decir esto devolvió la vista al camino y a la posada que ya se levantaba ante ellos:
-Y quizá vos podáis ampliarme un poco de información acerca de los nigromantes.- ,en esta ocasión era Elen el centro de su comentario, -Aún tengo una cuenta pendiente que me gustaría saldar de alguna forma.-
Tarken recordó en ese instante su último encuentro con una criatura similar y la impotencia que sintió al saberse inferior a tamaña fuerza de la oscuridad, sin duda una herida que aún no había cicatrizado.
Nada más entrar en la posada, Tarken dió un rápido vistazo al salón comedor el cual estaba atestado de gente. Pese a no ser medio día, había mucho viajero y lugareño bebiendo vino caliente con un buen trozo de asado y queso. El joven elfo localizó aún así una mesa despejada apartada de la barra y de las vistas más curiosas, lo cierto era que formaban un trío de lo más particular y pintoresco por lo que no dudaba de que su llegada no había pasado por alto.
Una vez sentados a la mesa, Tarken hizo un gesto a la camarera para que se acercara y pedir algo para paliar su hambre y sed:
-Mientras nos sirven y no, me gustaría que nos obsequiara con los últimos aconteceres de la ciudad maese Ostium.- ,exclamó con tono tranquilo, -Como dice nuestra dama, son muchos los meses sin pasar por la ciudad y, lamentaría desaprovechar la ocasión que se nos ha presentado aunque esta fuera con trozo de morcilla incluído.-
Tarken
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Re: De vuelta a casa [Interpretativo Libre][CERRADO]
Malasaña, como un miembro más del pueblo llano que era, miró volar al animal. Por un momento pensó lo agradable que podría ser tener una mascota, luego recordó la de cuidados que atañen, se recordó cuidando a sus hermanos y rápido esa idea voló, como el halcón.
Anduvo unos segundos en un relativo silencio, el ruido ambiente de la ciudad siempre estaba presente. Personalmente ese no le era molesto, ya que opinaba que cuando no había nada bueno que decir, mejor era callar. Así rompió ese agradable silencio el caballero cuyo nombre aún no había dicho.
Le preguntó sobre temas relacionados con la herrería, Malasaña sabía de aquello lo mismo que cualquier otro, pero hiló como pudo. Lo bueno de haber pasado de fiesta los últimos meses es que, aunque no tenía ninguna persona confiable, tenía un sin fin de conocidos. - Pues en herrería...-se llevó los dedos a la desliñada perilla morena.- te diría que probases en la del Viejo Anderson. Lo último que sé es que su hijo terminó en calabozos, y él viejo muy cabreado le echó de su puesto de aprendiz. Tal vez tenga hueco para otro herrero...- Asintió, tras varios meses había sido útil en algo.- Si lo veo le hablaré de ti...-Y con la mano que tenía libre recreó un movimiento cíclico, parecido a un molino de agua, requiriendo el nombre del hombre.
Posteriormente puso cara de haber metido la lengua en un ácido limón, la nigromancia le daba un incomodo cosquilleo por el cuerpo. ¿Habría sido algo relacionado con la nigromancia la desaparición de su madre? Esperaba resolverlo pronto. Al entrar en la taberna se sintió como en casa, el olor a vino y brasas era lo más parecido a un hogar que ahora tenía. Tras alcanzar asiento en la mesa apartada que el dueño del Halcón había localizado le oyó y sonrió con una amplia sonrisa. ¿Realmente querrían saber algo de lo que él había vivido los últimos meses? - Pues poco os puedo decir, sé mucho de pequeños rumorcillos. De buenas jüergas que hemos montado por las tabernas, pero a gran escala...casi todo sigo igual.-
Luego, miró a la camarera acercarse y le guiñó un ojo como si la conociese de toda la vida, tal vez así fuese, tal vez solo fuese Malasaña algo prepotente.- Ponme unas migas y una buena jarra de vino hermosa.- Le pidió, terminando con un pícaro alarde. Así miró de nuevo a los miembros de la mesa.- Cosas más excitantes habrán pasado fuera de Lunargenta. ¿O me equivoco?-
// OFF: Dos mil perdones por la tardanza. He tenido problemas con la conexión de internet en mi pisito de universitario, y hasta que no he venido a casa unos días no he podido reconectar. Espero que a mi vuelta se me haya solucionado la incidencia, sea como sea no os vuelvo a dejar tal margen de tiempo, ya me tenga que ir a la biblio a postear. ):
Anduvo unos segundos en un relativo silencio, el ruido ambiente de la ciudad siempre estaba presente. Personalmente ese no le era molesto, ya que opinaba que cuando no había nada bueno que decir, mejor era callar. Así rompió ese agradable silencio el caballero cuyo nombre aún no había dicho.
Le preguntó sobre temas relacionados con la herrería, Malasaña sabía de aquello lo mismo que cualquier otro, pero hiló como pudo. Lo bueno de haber pasado de fiesta los últimos meses es que, aunque no tenía ninguna persona confiable, tenía un sin fin de conocidos. - Pues en herrería...-se llevó los dedos a la desliñada perilla morena.- te diría que probases en la del Viejo Anderson. Lo último que sé es que su hijo terminó en calabozos, y él viejo muy cabreado le echó de su puesto de aprendiz. Tal vez tenga hueco para otro herrero...- Asintió, tras varios meses había sido útil en algo.- Si lo veo le hablaré de ti...-Y con la mano que tenía libre recreó un movimiento cíclico, parecido a un molino de agua, requiriendo el nombre del hombre.
Posteriormente puso cara de haber metido la lengua en un ácido limón, la nigromancia le daba un incomodo cosquilleo por el cuerpo. ¿Habría sido algo relacionado con la nigromancia la desaparición de su madre? Esperaba resolverlo pronto. Al entrar en la taberna se sintió como en casa, el olor a vino y brasas era lo más parecido a un hogar que ahora tenía. Tras alcanzar asiento en la mesa apartada que el dueño del Halcón había localizado le oyó y sonrió con una amplia sonrisa. ¿Realmente querrían saber algo de lo que él había vivido los últimos meses? - Pues poco os puedo decir, sé mucho de pequeños rumorcillos. De buenas jüergas que hemos montado por las tabernas, pero a gran escala...casi todo sigo igual.-
Luego, miró a la camarera acercarse y le guiñó un ojo como si la conociese de toda la vida, tal vez así fuese, tal vez solo fuese Malasaña algo prepotente.- Ponme unas migas y una buena jarra de vino hermosa.- Le pidió, terminando con un pícaro alarde. Así miró de nuevo a los miembros de la mesa.- Cosas más excitantes habrán pasado fuera de Lunargenta. ¿O me equivoco?-
// OFF: Dos mil perdones por la tardanza. He tenido problemas con la conexión de internet en mi pisito de universitario, y hasta que no he venido a casa unos días no he podido reconectar. Espero que a mi vuelta se me haya solucionado la incidencia, sea como sea no os vuelvo a dejar tal margen de tiempo, ya me tenga que ir a la biblio a postear. ):
Ostium Malasaña
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Re: De vuelta a casa [Interpretativo Libre][CERRADO]
Tras ponerse de acuerdo sobre el lugar al que dirigirse, los tres emprendieron la marcha hacia la posada de Guillermo, famosa por su buena comida y razonables precios. Noctis abandonó el brazo de su dueño para volver a alzar el vuelo, probablemente en busca también de alimento, hecho que atrajo las miradas de muchos viandantes, que no estaban acostumbrados a ver a un ave semejante en medio de la ciudad. Por su parte, la hechicera siguió a los dos hombres de cerca, sin olvidar que luego tendría que regresar al mercado para adquirir los ingredientes que tanto necesitaba para reanudar sus experimentos.
A pesar de que sabía de memoria lo que debía comprar, un pequeño trozo de pergamino escrito descansaba en el interior de su bolsa de cuero, junto con el misterioso huevo que Karen le había entregado hacía ya varios meses, y que aún no había dado señales de querer abrirse. ¿Qué podía haber dentro? Esa pregunta pasaba por su cabeza cada día, pero aún tendría que esperar para descubrir la respuesta, aunque no tenía idea de cuánto.
Cuando ya estaban a punto de llegar a la posada, la voz de Falcon la sacó de sus pensamientos, al parecer se interesaba por la herrería, y creía que Ostium podría darle algo de orientación al respecto. Acto seguido añadió que también quería saber algo más acerca del incidente con los nigromantes, permitiéndose revelar que tenía una cuenta pendiente, dato que consiguió intrigarla. ¿Se veía a menudo a hechiceros de aquel tipo? Para ella Terpoli había sido la primera y única vez, pero puede que hubiese más de los que había imaginado en su momento, lo mismo que pasaba con los seres de oscuridad, que probablemente muy pocos habían llegado a tener la mala suerte de ver.
Malasaña alcanzó a responder antes de que entrasen en la posada, aconsejando al recién llegado que buscase a un tal Anderson, nombre que para la de ojos verdes resultaba del todo desconocido. Aquello podía deberse al tiempo que llevaba sin pisar Lunargenta, o al hecho de que no frecuentase a los herreros de la ciudad, ya que su armadura provenía de las islas. Ese pensamiento la hizo extrañar nuevamente aquella vestimenta, que tras haber sido reparada por Mortdecái, estaba incluso mejor que cuando la compró. La joven nunca se hubiese imaginado lo cómoda que podía ser una armadura, pero ahora que volvía a estar en Lunargenta, y por tanto no podía llevarla, ya que llamaría la atención y podría parecer una mercenaria, la echaba de menos.
Entró en la taberna y tomó asiento en uno de los lados de la mesa, colocándose de cara a la puerta, algo que solía hacer por costumbre, ya que le permitía ver en todo momento quien entraba o salía del local. Aquella manía le venía de años atrás, cuando frecuentaba las catacumbas de noche y perdía el tiempo en la rata pulgosa, el antro de mala muerte en que se reunía lo peor de la ciudad. Los motivos que la habían llevado hasta aquel lugar eran muy diferentes a los del resto de clientes asiduos, pero si algo había aprendido de aquella etapa era a vigilar y observar muy bien a las personas que la rodeaban, y a tener siempre en cuenta que detrás de una simple apariencia humana podían esconderse otras cosas.
- Para mí algo de fruta fresca, y agua. - comentó la de cabellos cenicientos en cuanto la camarera se detuvo a su lado, para luego hacerle entrega de unos aeros, que serían el pago de su desayuno. Tras esto centró su atención en las palabras de Ostium, pero al parecer no había pasado nada importante en Lunargenta durante los últimos meses, cosa que la dejó tranquila. - Depende de a dónde vayas… - respondió al caballero, mientras por su cabeza pasaban las imágenes de todo lo que había vivido últimamente. Las pruebas de Tarivius, que a punto habían estado de costarle la vida, el demonio de Dundarak, los enfrentamientos con los vampiros a los que perseguía Huracán, Mortagglia y su grifo del demonio, que también les dio bastantes problemas, y por último la Manticore, como si no hubiesen tenido ya bastante.
- Yo vengo del norte, y la verdad es que no recomendaría a nadie ir por allí… parece que esas tierras siempre están llenas de problemas. - prosiguió sin dar muchos detalles, solo lo justo para evitar que se acercasen por aquella inhóspita región.
A pesar de que sabía de memoria lo que debía comprar, un pequeño trozo de pergamino escrito descansaba en el interior de su bolsa de cuero, junto con el misterioso huevo que Karen le había entregado hacía ya varios meses, y que aún no había dado señales de querer abrirse. ¿Qué podía haber dentro? Esa pregunta pasaba por su cabeza cada día, pero aún tendría que esperar para descubrir la respuesta, aunque no tenía idea de cuánto.
Cuando ya estaban a punto de llegar a la posada, la voz de Falcon la sacó de sus pensamientos, al parecer se interesaba por la herrería, y creía que Ostium podría darle algo de orientación al respecto. Acto seguido añadió que también quería saber algo más acerca del incidente con los nigromantes, permitiéndose revelar que tenía una cuenta pendiente, dato que consiguió intrigarla. ¿Se veía a menudo a hechiceros de aquel tipo? Para ella Terpoli había sido la primera y única vez, pero puede que hubiese más de los que había imaginado en su momento, lo mismo que pasaba con los seres de oscuridad, que probablemente muy pocos habían llegado a tener la mala suerte de ver.
Malasaña alcanzó a responder antes de que entrasen en la posada, aconsejando al recién llegado que buscase a un tal Anderson, nombre que para la de ojos verdes resultaba del todo desconocido. Aquello podía deberse al tiempo que llevaba sin pisar Lunargenta, o al hecho de que no frecuentase a los herreros de la ciudad, ya que su armadura provenía de las islas. Ese pensamiento la hizo extrañar nuevamente aquella vestimenta, que tras haber sido reparada por Mortdecái, estaba incluso mejor que cuando la compró. La joven nunca se hubiese imaginado lo cómoda que podía ser una armadura, pero ahora que volvía a estar en Lunargenta, y por tanto no podía llevarla, ya que llamaría la atención y podría parecer una mercenaria, la echaba de menos.
Entró en la taberna y tomó asiento en uno de los lados de la mesa, colocándose de cara a la puerta, algo que solía hacer por costumbre, ya que le permitía ver en todo momento quien entraba o salía del local. Aquella manía le venía de años atrás, cuando frecuentaba las catacumbas de noche y perdía el tiempo en la rata pulgosa, el antro de mala muerte en que se reunía lo peor de la ciudad. Los motivos que la habían llevado hasta aquel lugar eran muy diferentes a los del resto de clientes asiduos, pero si algo había aprendido de aquella etapa era a vigilar y observar muy bien a las personas que la rodeaban, y a tener siempre en cuenta que detrás de una simple apariencia humana podían esconderse otras cosas.
- Para mí algo de fruta fresca, y agua. - comentó la de cabellos cenicientos en cuanto la camarera se detuvo a su lado, para luego hacerle entrega de unos aeros, que serían el pago de su desayuno. Tras esto centró su atención en las palabras de Ostium, pero al parecer no había pasado nada importante en Lunargenta durante los últimos meses, cosa que la dejó tranquila. - Depende de a dónde vayas… - respondió al caballero, mientras por su cabeza pasaban las imágenes de todo lo que había vivido últimamente. Las pruebas de Tarivius, que a punto habían estado de costarle la vida, el demonio de Dundarak, los enfrentamientos con los vampiros a los que perseguía Huracán, Mortagglia y su grifo del demonio, que también les dio bastantes problemas, y por último la Manticore, como si no hubiesen tenido ya bastante.
- Yo vengo del norte, y la verdad es que no recomendaría a nadie ir por allí… parece que esas tierras siempre están llenas de problemas. - prosiguió sin dar muchos detalles, solo lo justo para evitar que se acercasen por aquella inhóspita región.
Elen Calhoun
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Re: De vuelta a casa [Interpretativo Libre][CERRADO]
Malasaña se acomodo en la silla, bajando el culo más de lo debido y tumbando parte de la espalda en el respaldo. La chica dejó caer, con bastante brevedad, que aquel que apreciase su integridad física no debía pisar el mismo suelo del que había venido de su último viaje, no sería Ostium quien se marcase un infantil impulso de hacer lo que le recomiendan no hacer, asintió con la cabeza.- Tenéis razón, mucha además.- Se ergio un poco más, cualquier momento era bueno para introducir una de sus piropos a la raza que pertenecía.- Mientras más te alejas de los bastiones humanos, más te acercas al salvajismo y a la sinrazón.- Aseguró, como si fuese todo un profesional del tema, cuando lo más siniestro que había vivido era algún encontronazo asustadizo con animales en el bosque.- Por eso digo que como en casa...en ningún sitio.- Apretó los labios y soltó con cierta ligereza una dulce contradicción.- O no....- Levantó una mano y dio un tendido y regular movimiento similar al del director de orquesta.- Aquí también pasan malas cosas, desaparece gente.-
-Sea como sea- Aclaró.- Lo curioso es que hacíais vos por tierras tan peligrosas. ¿Qué se os perdió por allí?- Y se dispuso a bromear, demasiado estaba preguntado sobre su vida y sabía que la gente solía incomodarse si no bromeabas.- Y no me digáis que perdisteis un miembro del cuerpo y lleváis uno de madera, porque me lo creería.- Y rió alto, no era la primera vez que en la taberna algún viejo marinero enseñaba con orgullo su pata de palo, o su gancho. En los hombres las cicatrices eran un honor, una muestra de como se habían enfrentado a la muerte y le habían ganado el asalto.
Y decidió aplicar un poco de su racismo habitual, cualquier momento era bueno.- Pero sin pasarse, si te pones demasiados miembros falsos terminas siendo un mutado de esos, los medio aparatos medio humanos. Eso es una aberración para la vida.- Aseguró, sin saber que algún día uno de sus comentarios le llevarían a unas consecuencias realmente malas. Mientras tanto, la camarera se acercaba desde la barra con el pedido de los components de la mesa.
-Sea como sea- Aclaró.- Lo curioso es que hacíais vos por tierras tan peligrosas. ¿Qué se os perdió por allí?- Y se dispuso a bromear, demasiado estaba preguntado sobre su vida y sabía que la gente solía incomodarse si no bromeabas.- Y no me digáis que perdisteis un miembro del cuerpo y lleváis uno de madera, porque me lo creería.- Y rió alto, no era la primera vez que en la taberna algún viejo marinero enseñaba con orgullo su pata de palo, o su gancho. En los hombres las cicatrices eran un honor, una muestra de como se habían enfrentado a la muerte y le habían ganado el asalto.
Y decidió aplicar un poco de su racismo habitual, cualquier momento era bueno.- Pero sin pasarse, si te pones demasiados miembros falsos terminas siendo un mutado de esos, los medio aparatos medio humanos. Eso es una aberración para la vida.- Aseguró, sin saber que algún día uno de sus comentarios le llevarían a unas consecuencias realmente malas. Mientras tanto, la camarera se acercaba desde la barra con el pedido de los components de la mesa.
Última edición por Ostium Malasaña el Dom Mar 13 2016, 14:29, editado 1 vez (Razón : Porque soy especiah.)
Ostium Malasaña
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Re: De vuelta a casa [Interpretativo Libre][CERRADO]
Instantes después del comentario de la hechicera, Malasaña tomó la palabra para darle la razón, permitiéndose añadir que cuanto más se alejaba uno de Verisar y sus ciudades humanas, más salvaje se volvían tanto el ambiente como las gentes. El caballero estaba en lo cierto, al menos en parte, pues más allá de los muros de Lunargenta, tanto los moradores de los bosques del este como los del oeste solían ser impredecibles, y muchas veces se mostraban agresivos con los extraños que se decidían a pisar sus territorios. Los brujos, elfos y dragones en cambio eran más sociables, pero siempre era mejor guardar las distancias y tener cuidado al cruzar determinadas zonas de Aerandir.
Ostium siguió hablando, y a juzgar por lo que decía debía ser un humano, cosa que tranquilizó bastante a la de ojos verdes, pues no se fiaba ya de las apariencias. Tarken aún resultaba un misterio, pero tarde o temprano daría algún indicio de la raza a la pertenecía, así que de momento no se preocupó demasiado por ello, aunque sí de no revelar nada que pudiese darles a entender que era una bruja. Esto lo hacía por seguridad, mucha gente seguía viendo con malos ojos a los suyos a pesar del tiempo que había pasado tras la guerra con los elfos, y más de una vez habían desconfiado de ella por ese motivo, así que lo guardaría en secreto.
Al poco de pronunciar sus últimas palabras, el caballero pasó a interesarse por la razón que la había llevado a ella hasta el norte, bromeando de inmediato para que la pregunta no sentase mal, cosa que le recordó mucho a su hermano. - No me he topado con muchos bios pero seguro que a ninguno le gustaría oír eso, y la última vez que vi uno aquí en la ciudad el cibernético me ayudó a desmantelar una red de ladrones que operaban en el puerto, esos desgraciados no quisieron rendirse por las buenas y se arrepintieron de ello. - comentó, para que el humano tuviese algo más de información acerca de los bios, que podían ser muy útiles a pesar de que costase entender cómo funcionaban.
- Y en cuanto a lo del norte, digamos que hay ciertos problemas allí que me interesa solucionar, aunque siempre surgen imprevistos, igual que podría pasar aquí o en cualquier otro lugar. - añadió al poco, mientras la camarera se acercaba a la mesa y comenzaba a depositar los alimentos frente a los comensales. Elen dio las gracias y echó mano a una de las piezas de fruta que había en su plato, una apetitosa manzana que no tardó en probar. - ¿Ha salido usted de Verisar alguna vez? - preguntó tras tragar el primer bocado, con cierta curiosidad, aunque realmente lo que quería era proseguir con la conversación, ya que para desayunar en silencio podría haberlo hecho sola.
Ostium siguió hablando, y a juzgar por lo que decía debía ser un humano, cosa que tranquilizó bastante a la de ojos verdes, pues no se fiaba ya de las apariencias. Tarken aún resultaba un misterio, pero tarde o temprano daría algún indicio de la raza a la pertenecía, así que de momento no se preocupó demasiado por ello, aunque sí de no revelar nada que pudiese darles a entender que era una bruja. Esto lo hacía por seguridad, mucha gente seguía viendo con malos ojos a los suyos a pesar del tiempo que había pasado tras la guerra con los elfos, y más de una vez habían desconfiado de ella por ese motivo, así que lo guardaría en secreto.
Al poco de pronunciar sus últimas palabras, el caballero pasó a interesarse por la razón que la había llevado a ella hasta el norte, bromeando de inmediato para que la pregunta no sentase mal, cosa que le recordó mucho a su hermano. - No me he topado con muchos bios pero seguro que a ninguno le gustaría oír eso, y la última vez que vi uno aquí en la ciudad el cibernético me ayudó a desmantelar una red de ladrones que operaban en el puerto, esos desgraciados no quisieron rendirse por las buenas y se arrepintieron de ello. - comentó, para que el humano tuviese algo más de información acerca de los bios, que podían ser muy útiles a pesar de que costase entender cómo funcionaban.
- Y en cuanto a lo del norte, digamos que hay ciertos problemas allí que me interesa solucionar, aunque siempre surgen imprevistos, igual que podría pasar aquí o en cualquier otro lugar. - añadió al poco, mientras la camarera se acercaba a la mesa y comenzaba a depositar los alimentos frente a los comensales. Elen dio las gracias y echó mano a una de las piezas de fruta que había en su plato, una apetitosa manzana que no tardó en probar. - ¿Ha salido usted de Verisar alguna vez? - preguntó tras tragar el primer bocado, con cierta curiosidad, aunque realmente lo que quería era proseguir con la conversación, ya que para desayunar en silencio podría haberlo hecho sola.
Elen Calhoun
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Re: De vuelta a casa [Interpretativo Libre][CERRADO]
- ¡Que alguien pare a ese ladronzuelo!- Gritó alguien con voz estridente desde una parada en el centro de la plaza.
Alanna paseaba con tranquilidad por la plaza del mercado, era su día de compra y acababa de llegar, necesitaba llenar la despensa después de volver de Vulwulfar, algunos productos no habían aguantado la semana y media que había tardado en recuperarse. Pero al menos ya estaba en casa y se había llevado con ella algunos recuerdos.
Desde que había vuelto, había recibido ya una carta de Frea. La mujer había logrado hacerse con el mandato de la aldea, y ya se habían comunicado con el palacio de Lunargenta, que había aceptado la situación y habían enviado algunos guardias y astilleros para ayudar a reconstruir la aldea. Era un alivio saber que estaban en buenas manos, esas personas habían salido realmente heridas, y las perdidas humanas habían sido mucho mayores que las monetarias, tardarían en volver a la normalidad.
Lo que había sacado de allí era una vieja copa que parecía obligar a beber a cualquiera a quien se lo pidiera, unos sentimientos dudosos y unas grandes amistades que esperaba durasen durante mucho tiempo, eso y unas cuantas heridas que aun estaban por terminar de curar. Por eso, cuando escuchó el grito y salió corriendo, fue algo más lenta de lo que era usualmente, antes debía descansar bien, pero no podía dejar de lado su trabajo.
- Eh! ¡Detente ladrón!- gritó mientras comenzaba a esquivar gente en persecución de un muchacho con cara de pillo.
Lo conocía, lo había parado en más de una ocasión, se llamaba George, y siempre parecía buscar problemas, sus padres no necesitaban dinero, eran, en realidad, una de las familias más bien situadas de la ciudad, sus padres no eran nobles, pero eran unos conocidos mercaderes de telas que gozaban de una más que justificada fama. Sus sedas y linos eran resistentes y comerciaban muchas veces con los costureros reales.
El chiquillo, de educación cuidada y demasiado mimado, hacía un tiempo que había pasado a ser el "segundón" de la familia con la llegada de una prima que parecía tener dotes para el negocio, había sido una gran repercusión en la guardia, ya que el día que la joven había acompañado a su tío a hablar con los encargados de los uniformes, había levantado pasiones a más de uno. No era de extrañar, elegante, de piel pálida, trenzas doradas y maneras suaves, todos los hombres, y algunas mujeres, se habían derretido por ella. Pero eso no excusaba el comportamiento del muchacho.
- ¡He dicho que pares, George!- gritó- ¡como me hagas repetirlo de nuevo pasarás varias horas en el calabozo!- amenazó sin detener su carrera, notando un ligero pinchazo en la costilla.
Siguió corriendo hasta cambiar de calle, el mercado por allí también rebosaba, pero parecía haber menos gente al tener unas paradas secundarias, era donde se montaban los espectáculos, y hasta que no fuera medio día, no empezarían las funciones. Chocó contra un par de personas que andaban con bolsas y se disculpó corriendo, intentando no perder de vista al niñato. "Como lo pille se entera, ¡Será mimado!" Pensaba para sus adentros la guardia, cuando paró para retomar aire en mitad de la plaza. Lo había perdido de vista.
- ¡Allí estás!- gritó al localizarlo.- ¡Por favor, cojan a ese niño!- grito a una joven de pelo blanco cuando George estaba por pasar justo a su lado.
Alanna paseaba con tranquilidad por la plaza del mercado, era su día de compra y acababa de llegar, necesitaba llenar la despensa después de volver de Vulwulfar, algunos productos no habían aguantado la semana y media que había tardado en recuperarse. Pero al menos ya estaba en casa y se había llevado con ella algunos recuerdos.
Desde que había vuelto, había recibido ya una carta de Frea. La mujer había logrado hacerse con el mandato de la aldea, y ya se habían comunicado con el palacio de Lunargenta, que había aceptado la situación y habían enviado algunos guardias y astilleros para ayudar a reconstruir la aldea. Era un alivio saber que estaban en buenas manos, esas personas habían salido realmente heridas, y las perdidas humanas habían sido mucho mayores que las monetarias, tardarían en volver a la normalidad.
Lo que había sacado de allí era una vieja copa que parecía obligar a beber a cualquiera a quien se lo pidiera, unos sentimientos dudosos y unas grandes amistades que esperaba durasen durante mucho tiempo, eso y unas cuantas heridas que aun estaban por terminar de curar. Por eso, cuando escuchó el grito y salió corriendo, fue algo más lenta de lo que era usualmente, antes debía descansar bien, pero no podía dejar de lado su trabajo.
- Eh! ¡Detente ladrón!- gritó mientras comenzaba a esquivar gente en persecución de un muchacho con cara de pillo.
Lo conocía, lo había parado en más de una ocasión, se llamaba George, y siempre parecía buscar problemas, sus padres no necesitaban dinero, eran, en realidad, una de las familias más bien situadas de la ciudad, sus padres no eran nobles, pero eran unos conocidos mercaderes de telas que gozaban de una más que justificada fama. Sus sedas y linos eran resistentes y comerciaban muchas veces con los costureros reales.
El chiquillo, de educación cuidada y demasiado mimado, hacía un tiempo que había pasado a ser el "segundón" de la familia con la llegada de una prima que parecía tener dotes para el negocio, había sido una gran repercusión en la guardia, ya que el día que la joven había acompañado a su tío a hablar con los encargados de los uniformes, había levantado pasiones a más de uno. No era de extrañar, elegante, de piel pálida, trenzas doradas y maneras suaves, todos los hombres, y algunas mujeres, se habían derretido por ella. Pero eso no excusaba el comportamiento del muchacho.
- ¡He dicho que pares, George!- gritó- ¡como me hagas repetirlo de nuevo pasarás varias horas en el calabozo!- amenazó sin detener su carrera, notando un ligero pinchazo en la costilla.
Siguió corriendo hasta cambiar de calle, el mercado por allí también rebosaba, pero parecía haber menos gente al tener unas paradas secundarias, era donde se montaban los espectáculos, y hasta que no fuera medio día, no empezarían las funciones. Chocó contra un par de personas que andaban con bolsas y se disculpó corriendo, intentando no perder de vista al niñato. "Como lo pille se entera, ¡Será mimado!" Pensaba para sus adentros la guardia, cuando paró para retomar aire en mitad de la plaza. Lo había perdido de vista.
- ¡Allí estás!- gritó al localizarlo.- ¡Por favor, cojan a ese niño!- grito a una joven de pelo blanco cuando George estaba por pasar justo a su lado.
Alanna Delteria
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Re: De vuelta a casa [Interpretativo Libre][CERRADO]
Elen no llegaría a recibir una respuesta, pues un repentino movimiento en el interior de su bolsa consiguió que dejase de prestar atención al par de caballeros, para bajar la vista con lentitud hacia la misma y colocar una mano sobre ella. La criatura que descansaba dentro del ornamentado huevo volvía a moverse, tal como había hecho ya varias veces, pero con más intensidad que de costumbre, hecho que la llevó a pensar que podría ser el día en que por fin se abriese, y por supuesto, no deseaba encontrarse en un lugar como aquel cuando eso ocurriese. No solo no podía confiar en quienes compartían su mesa, sino que además, desconocía por completo qué tipo de criatura le había entregado Karen, así que no se lo pensó dos veces, se levantó de su asiento y sin mediar palabra, abandonó el local, esperando llegar a su habitación de la posada lo más pronto posible.
Para ello tendría que volver a pasar por la plaza y el mercado, pero no debería llevarle más de diez minutos llegar al lugar en que se hospedaba, aunque eso dependería en parte de la multitud que hubiese en las calles a aquella hora. A paso ligero, la hechicera comenzó a caminar a través del gentío, ignorando cuanto la rodeaba para centrar su atención en los movimientos que aún podía notar dentro de la bolsa de cuero, pero estos pronto comenzaron a perder intensidad, hasta detenerse por completo.
La de cabellos cenicientos se detuvo en mitad de la calle, contando mentalmente los segundos hasta estar segura de que la criatura no volvería a moverse, y que por consiguiente, tampoco rompería su cascarón. - Otra falsa alarma. - musitó, dejando escapar un suspiro de resignación. Ya llevaba bastante tiempo esperando, pero al parecer tendría que aguantar un poco más antes de saber qué había dentro de aquel huevo, y mientras tanto solo contaría con una pista que no le decía nada, Kot’hiku.
Después de su brusca salida de la taberna no podía regresar, así que descartó la idea de inmediato, a pesar de haberse quedado con la curiosidad de saber quién era aquella Melwyn con la que la habían confundido. Levantando la vista, Elen pudo ver como un muchacho corría por en medio de la gente, con la típica expresión pilla que caracterizaba a los ladronzuelos cuando habían cometido algún pequeño hurto y estaban a punto de salirse con la suya. Por desgracia para el chico ya había alguien persiguiéndolo, aunque no conseguiría atraparlo si llegaba a mezclarse con la multitud del mercado, motivo por el cual la mujer que venía tras él optó por pedir a voz en grito que lo detuviesen.
La centinela no podía permitir que escapase, ni siquiera a pesar de que fuese solo un niño, así que esperó al momento preciso y colocó el brazo en el camino del muchacho, que chocó con ella y a punto estuvo de caer de espaldas por culpa de la velocidad con la que iba. - ¿En qué clase de lío te has metido chico? - preguntó, al tiempo que lo sujetaba con fuerza por el codo, para evitar que escapase. - ¡Suélteme! - exclamó el pequeño, revolviéndose en un intento por liberarse de la mano de la bruja, pero con cada movimiento solo conseguía que la presión del agarre aumentase.
Entendiendo que no conseguiría nada resistiéndose, el ladronzuelo terminó por rendirse, bajando la vista al suelo y mostrando su descontento con una fea mueca de enfado en el rostro. - Te aseguro que los calabozos no tienen nada de agradable, un niño no debería acabar allí. - comentó tras ver que se relajaba un poco, mientras esperaba que la mujer los alcanzase y le explicase un poco lo que había ocurrido con aquel chiquillo.
Para ello tendría que volver a pasar por la plaza y el mercado, pero no debería llevarle más de diez minutos llegar al lugar en que se hospedaba, aunque eso dependería en parte de la multitud que hubiese en las calles a aquella hora. A paso ligero, la hechicera comenzó a caminar a través del gentío, ignorando cuanto la rodeaba para centrar su atención en los movimientos que aún podía notar dentro de la bolsa de cuero, pero estos pronto comenzaron a perder intensidad, hasta detenerse por completo.
La de cabellos cenicientos se detuvo en mitad de la calle, contando mentalmente los segundos hasta estar segura de que la criatura no volvería a moverse, y que por consiguiente, tampoco rompería su cascarón. - Otra falsa alarma. - musitó, dejando escapar un suspiro de resignación. Ya llevaba bastante tiempo esperando, pero al parecer tendría que aguantar un poco más antes de saber qué había dentro de aquel huevo, y mientras tanto solo contaría con una pista que no le decía nada, Kot’hiku.
Después de su brusca salida de la taberna no podía regresar, así que descartó la idea de inmediato, a pesar de haberse quedado con la curiosidad de saber quién era aquella Melwyn con la que la habían confundido. Levantando la vista, Elen pudo ver como un muchacho corría por en medio de la gente, con la típica expresión pilla que caracterizaba a los ladronzuelos cuando habían cometido algún pequeño hurto y estaban a punto de salirse con la suya. Por desgracia para el chico ya había alguien persiguiéndolo, aunque no conseguiría atraparlo si llegaba a mezclarse con la multitud del mercado, motivo por el cual la mujer que venía tras él optó por pedir a voz en grito que lo detuviesen.
La centinela no podía permitir que escapase, ni siquiera a pesar de que fuese solo un niño, así que esperó al momento preciso y colocó el brazo en el camino del muchacho, que chocó con ella y a punto estuvo de caer de espaldas por culpa de la velocidad con la que iba. - ¿En qué clase de lío te has metido chico? - preguntó, al tiempo que lo sujetaba con fuerza por el codo, para evitar que escapase. - ¡Suélteme! - exclamó el pequeño, revolviéndose en un intento por liberarse de la mano de la bruja, pero con cada movimiento solo conseguía que la presión del agarre aumentase.
Entendiendo que no conseguiría nada resistiéndose, el ladronzuelo terminó por rendirse, bajando la vista al suelo y mostrando su descontento con una fea mueca de enfado en el rostro. - Te aseguro que los calabozos no tienen nada de agradable, un niño no debería acabar allí. - comentó tras ver que se relajaba un poco, mientras esperaba que la mujer los alcanzase y le explicase un poco lo que había ocurrido con aquel chiquillo.
Elen Calhoun
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Re: De vuelta a casa [Interpretativo Libre][CERRADO]
- Niñato.- murmuró Alanna deteniéndose para recuperar aire.
Le dolían las costillas, no se habían terminado de recuperar aun, y la herida de su mejilla era visible incluso tras una semana y media de descanso, posiblemente le fuera a durar aun un tiempo más. Mientras corría se preguntaba quien demonios le mandaría ir a detener a un niñato cuando aun estaba en reposo, teóricamente. Pero a ella nunca se le dio bien la teoría, ni la práctica en realidad, prefería hacer caso a su instinto e ir a su aire, incluso siendo parte de un grupo como lo era la guardia, no habían logrado atarla.
Era como un animal salvaje, al que no habían logrado domesticar, tendrían que haberle atado una cuerda corta cuando era pequeña, porque, cuando la aceptaron en la guardia, ya era tarde, tenía su propia moral, sus propias normas y opiniones, era demasiado ingenua para faltar al respeto y demasiado rebelde como para acatar todo lo que le dijesen, al menos del modo que se lo decían.
Suspiró satisfecha al ver que la mujer de brillante pelo blanco detenía al ladrón y se acercó apresurada pero pudiendo, por fin, respirar bien. Con aires serios tomó al chico por el cuello de la camisa y comenzó a regañarlo justo a tiempo para que, tras ella, apareciera la mujer a la que le habían robado las monedas.
- Devuélveselas y pide perdón, la próxima vez pienso meterte de cabeza en el calabozo.- dijo cuando el chico, cabizbajo, devolvía las monedas a una mujer gruesa y acalorada que rebufaba pesadamente.- Y ahora será mejor que vayas corriendo a tu casa a contar lo que ha pasado o solo tendrán mi versión cuando mañana vaya a contarles a tus padres lo que acaba de pasar.- regañó antes de que el chico, pálido, saliera pies en polvorosa.- Buff, este crio.- protestó.
- Gracias jovencitas.- agradeció la gruesa mujer de mejillas rojas cuando recuperó el aliento.- pasad por mi puesto de manzanas cuando queráis, os regalaré una como agradecimiento.- dijo antes de irse corriendo nuevamente.
Alanna se giró entonces a la chica que la había ayudado, era, sin duda, momento de agradecerle la mano, con sus heridas, por muy entrenada que estuviera, por muy rápida que fuera, no habría podido alcanzar al bribón, mañana tendría que ir igualmente a hablar con sus padres.
La guardia ya tenía bastante trabajo como para preocuparse de un niño que quería llamar la atención, cuando sería más sencillo que fueran sus padres los que se ocupasen de sus propios hijos. Ella sabía lo malo que era tener padres que no se ocupan de una, o que no son capaces de prestar bastante atención a sus hijos.
- Gracias em...- dudó un momento.- Lo siento, no nos conocemos, soy Alanna, encantada.- sonrió a modo de presentación tendiendo la mano a la chica de pelo blanco.- de veras, gracias por la ayuda.- repitió con una sonrisa.
Le dolían las costillas, no se habían terminado de recuperar aun, y la herida de su mejilla era visible incluso tras una semana y media de descanso, posiblemente le fuera a durar aun un tiempo más. Mientras corría se preguntaba quien demonios le mandaría ir a detener a un niñato cuando aun estaba en reposo, teóricamente. Pero a ella nunca se le dio bien la teoría, ni la práctica en realidad, prefería hacer caso a su instinto e ir a su aire, incluso siendo parte de un grupo como lo era la guardia, no habían logrado atarla.
Era como un animal salvaje, al que no habían logrado domesticar, tendrían que haberle atado una cuerda corta cuando era pequeña, porque, cuando la aceptaron en la guardia, ya era tarde, tenía su propia moral, sus propias normas y opiniones, era demasiado ingenua para faltar al respeto y demasiado rebelde como para acatar todo lo que le dijesen, al menos del modo que se lo decían.
Suspiró satisfecha al ver que la mujer de brillante pelo blanco detenía al ladrón y se acercó apresurada pero pudiendo, por fin, respirar bien. Con aires serios tomó al chico por el cuello de la camisa y comenzó a regañarlo justo a tiempo para que, tras ella, apareciera la mujer a la que le habían robado las monedas.
- Devuélveselas y pide perdón, la próxima vez pienso meterte de cabeza en el calabozo.- dijo cuando el chico, cabizbajo, devolvía las monedas a una mujer gruesa y acalorada que rebufaba pesadamente.- Y ahora será mejor que vayas corriendo a tu casa a contar lo que ha pasado o solo tendrán mi versión cuando mañana vaya a contarles a tus padres lo que acaba de pasar.- regañó antes de que el chico, pálido, saliera pies en polvorosa.- Buff, este crio.- protestó.
- Gracias jovencitas.- agradeció la gruesa mujer de mejillas rojas cuando recuperó el aliento.- pasad por mi puesto de manzanas cuando queráis, os regalaré una como agradecimiento.- dijo antes de irse corriendo nuevamente.
Alanna se giró entonces a la chica que la había ayudado, era, sin duda, momento de agradecerle la mano, con sus heridas, por muy entrenada que estuviera, por muy rápida que fuera, no habría podido alcanzar al bribón, mañana tendría que ir igualmente a hablar con sus padres.
La guardia ya tenía bastante trabajo como para preocuparse de un niño que quería llamar la atención, cuando sería más sencillo que fueran sus padres los que se ocupasen de sus propios hijos. Ella sabía lo malo que era tener padres que no se ocupan de una, o que no son capaces de prestar bastante atención a sus hijos.
- Gracias em...- dudó un momento.- Lo siento, no nos conocemos, soy Alanna, encantada.- sonrió a modo de presentación tendiendo la mano a la chica de pelo blanco.- de veras, gracias por la ayuda.- repitió con una sonrisa.
Alanna Delteria
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Re: De vuelta a casa [Interpretativo Libre][CERRADO]
Tal como había imaginado en un principio, aquel muchacho al que había detenido en mitad del gentío acababa de sustraer unas monedas a una mujer de la zona, pero no a la que lo perseguía sino a otra que venía tras ella, con paso mucho más lento debido a su regordeta constitución. La joven que había pedido ayuda para evitar que el chico escapase lo obligó a devolver el dinero de inmediato, añadiendo una amenaza para que se lo pensase dos veces antes de volver a meterse en un lío semejante, amenaza que haría bien en escuchar.
Movida quizá por la escasa edad del ladronzuelo, o porque lo conociese de antes, la de cabellos castaños terminó de regañarlo y lo dejó ir, no sin antes instarle a confesar lo que había hecho ante sus padres, ya que ella misma iría al día siguiente para ponerlos al corriente sobre lo sucedido. Eso sería suficiente, un correctivo a tiempo podía evitar muchos problemas en el futuro, y quedaba claro que de un modo u otro, el niño recibiría un castigo adecuado para su mal comportamiento.
La agradecida mujer, que se ganaba la vida con un modesto puesto de frutas en el mercado, negocio que la centinela había visitado en más de una ocasión durante los últimos años, invitó a ambas a pasar por allí para regalarles un par de manzanas por su ayuda, ofrecimiento que Elen probablemente aprovecharía más tarde. Con una leve sonrisa en los labios, la hechicera se despidió de la mujer y centró su atención entonces en la joven que seguía presente, y que no tardó en tomar la palabra para presentarse. - Elen Calhoun.- respondió instantes después, aceptando la mano que le tendía.
- Quizá le parezca extraño pero me suena de algo su cara… ¿Estuvo en Terpoli? - preguntó, sin mucha seguridad. En ocasiones la memoria le jugaba malas pasadas, o no era capaz de situar con exactitud algunos acontecimientos en el tiempo, pero algo le decía que se había cruzado antes con aquella extraña, aunque también podría haberla visto en las calles de Lunargenta. - Puede que me haya equivocado. - pensó para sí mientras esperaba una respuesta por parte de Alanna, al tiempo que barajaba otras opciones. Mucha gente había asistido a la entrega de condecoraciones tras la batalla de Terpoli, tanto ciudadanos como héroes y soldados de la guardia, así que era bastante probable que fuese allí donde la hubiese visto, a pesar del poco tiempo que estuvo en la ceremonia.
El bullicioso ambiente del mercado volvía a adueñarse de la plaza y sus alrededores, dejando el pequeño incidente con el ladrón en el olvido, al menos para aquellos que no se habían visto involucrados. Así era la ciudad, todos los días pasaba algo y la gente estaba más que acostumbrada a los delitos menores, solo cuando había sangre de por medio se extendía el miedo entre la población.
La bruja no tenía nada que hacer de momento, o mejor dicho, no tenía prisa por visitar a su madre, ya que no le cabía duda de que ésta la fulminaría a preguntas y se molestaría al saber que le había estado ocultando cosas importantes desde hacía años, así que esperaría pacientemente la respuesta de su interlocutora, para luego encaminarse hacia los puestos y adquirir los dulces que no había tenido tiempo de comprar antes de que Falcon la abordase por confusión.
Lo que no sabía Elen era que aunque se presentase en la humilde casa de Yennefer, no hallaría allí a nadie, ya que la tensai se encontraba de viaje en las islas y no había encontrado manera de avisarla antes de abandonar Lunargenta.
Movida quizá por la escasa edad del ladronzuelo, o porque lo conociese de antes, la de cabellos castaños terminó de regañarlo y lo dejó ir, no sin antes instarle a confesar lo que había hecho ante sus padres, ya que ella misma iría al día siguiente para ponerlos al corriente sobre lo sucedido. Eso sería suficiente, un correctivo a tiempo podía evitar muchos problemas en el futuro, y quedaba claro que de un modo u otro, el niño recibiría un castigo adecuado para su mal comportamiento.
La agradecida mujer, que se ganaba la vida con un modesto puesto de frutas en el mercado, negocio que la centinela había visitado en más de una ocasión durante los últimos años, invitó a ambas a pasar por allí para regalarles un par de manzanas por su ayuda, ofrecimiento que Elen probablemente aprovecharía más tarde. Con una leve sonrisa en los labios, la hechicera se despidió de la mujer y centró su atención entonces en la joven que seguía presente, y que no tardó en tomar la palabra para presentarse. - Elen Calhoun.- respondió instantes después, aceptando la mano que le tendía.
- Quizá le parezca extraño pero me suena de algo su cara… ¿Estuvo en Terpoli? - preguntó, sin mucha seguridad. En ocasiones la memoria le jugaba malas pasadas, o no era capaz de situar con exactitud algunos acontecimientos en el tiempo, pero algo le decía que se había cruzado antes con aquella extraña, aunque también podría haberla visto en las calles de Lunargenta. - Puede que me haya equivocado. - pensó para sí mientras esperaba una respuesta por parte de Alanna, al tiempo que barajaba otras opciones. Mucha gente había asistido a la entrega de condecoraciones tras la batalla de Terpoli, tanto ciudadanos como héroes y soldados de la guardia, así que era bastante probable que fuese allí donde la hubiese visto, a pesar del poco tiempo que estuvo en la ceremonia.
El bullicioso ambiente del mercado volvía a adueñarse de la plaza y sus alrededores, dejando el pequeño incidente con el ladrón en el olvido, al menos para aquellos que no se habían visto involucrados. Así era la ciudad, todos los días pasaba algo y la gente estaba más que acostumbrada a los delitos menores, solo cuando había sangre de por medio se extendía el miedo entre la población.
La bruja no tenía nada que hacer de momento, o mejor dicho, no tenía prisa por visitar a su madre, ya que no le cabía duda de que ésta la fulminaría a preguntas y se molestaría al saber que le había estado ocultando cosas importantes desde hacía años, así que esperaría pacientemente la respuesta de su interlocutora, para luego encaminarse hacia los puestos y adquirir los dulces que no había tenido tiempo de comprar antes de que Falcon la abordase por confusión.
Lo que no sabía Elen era que aunque se presentase en la humilde casa de Yennefer, no hallaría allí a nadie, ya que la tensai se encontraba de viaje en las islas y no había encontrado manera de avisarla antes de abandonar Lunargenta.
Elen Calhoun
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Re: De vuelta a casa [Interpretativo Libre][CERRADO]
La plaza, tras el incidente, se había quedado, por fin, relativamente tranquila, todo lo tranquilo que podía estar un mercado. Las personas iban de un lado para otro sin reparar en nada, algunos miraban las tiendas, otros a los artistas ambulantes que ya comenzaban a montar sus paradas.
Los niños tenían la esperanza de ver un espectáculo o conseguir algún dulce en sus caras, y los adultos juzgaban a quienes no les parecían adecuados, pero, al final, todos iban a su propio ritmo, centrados únicamente en su opinión, sin saber como habían llegado hasta allí esas personas, sin preguntarse de donde venían, o por qué.
A Alanna siempre le sorprendía ese egoísmo palpable en las personas, en los pueblos pequeños, donde todos se conocían entre si, podía llegar a entender ciertos comportamientos, no había variedad, si alguien era diferente, destacaba demasiado, era lógico que, con la mente cerrada de quien no ha visto más, pudieran temer y lanzar miradas de soslayo, pero allí en Lunargenta, donde la variedad estaba a la orden del día, donde hombres bestia, humanos, brujos y hasta dragones convivían como si fuera lo más normal del mundo, le era inconcebible que aun hubiera gente que se comportase así.
Disipándose de los pensamientos que se acumulaban en lo más hondo de su mente de modo continuo, intentó recordar el nombre de la chica que se presentaba en ese momento, regalándole una sonrisa amistosa. Le sonaba su cara, pero pasaba tanto tiempo por las calles que no sabía si era simplemente de vista, o por alguna razón más. Por suerte no era la única que tenía esa sensación, y fue la chica quien tomó la palabra, Térpoli, de eso le sonaba.
- Claro, también me sonaba la suya. Ayudaba a los heridos, ¿verdad? Junto con Níniel.- La reconoció por fin de cuando tuvieron que darle tratamiento a ella.- Yo estuve en una avanzadilla, mi grupo fue el que descubrió el cañón ese repleto de muertos....- se estremeció al recordarlo.- Cuando terminó la misión tenía las piernas tan heridas que tuve que pasar varios días sin andar.- admitió.- Me alegro de encontrar a una compañera de armas.- volvió a sonreír.
El reloj de sol que había en lo alto de uno de los edificios marcó, entonces, las once de la mañana, era la hora de que los espectáculos iniciaran, y la gente se apresuraba a tomar sitio para las funciones, mientras otros aceleraban el paso para no estar cerca de las actuaciones, un malabarista comenzó a lanzar bolas al aire en una esquina.
Una joven subió a un altillo donde se encontraba la fuente de la plaza y comenzó a bailar con gracia, en una de las salidas, un teatro de guiñol inició su dialogo mientras niños y adultos gritaban entusiastas. La obra, con un hombre y una mujer de títeres, comenzó con la muñeca del guiñol golpeando al que, al parecer, era su marido, con un garrote, haciendo estallar al público en carcajadas.
Las tiendas comenzaron a cerrar poco a poco, tomándose un leve descanso antes de seguir con los negocios, aprovechando el inicio de las actuaciones. Unos niños que correteaban por allí jugando, tropezaron y se levantaron sin soltar una sola lágrima para volver a su juego. Echaba de menos ser niña, cuando aun era pequeña, su madre la acunaba porlas noches, su padre la llevaba a caballito y su hermana la perseguía para oir cuentos inventados.
- ¿Es de por aquí?- le preguntó a la joven de pelo blanco, amistosa.
Los niños tenían la esperanza de ver un espectáculo o conseguir algún dulce en sus caras, y los adultos juzgaban a quienes no les parecían adecuados, pero, al final, todos iban a su propio ritmo, centrados únicamente en su opinión, sin saber como habían llegado hasta allí esas personas, sin preguntarse de donde venían, o por qué.
A Alanna siempre le sorprendía ese egoísmo palpable en las personas, en los pueblos pequeños, donde todos se conocían entre si, podía llegar a entender ciertos comportamientos, no había variedad, si alguien era diferente, destacaba demasiado, era lógico que, con la mente cerrada de quien no ha visto más, pudieran temer y lanzar miradas de soslayo, pero allí en Lunargenta, donde la variedad estaba a la orden del día, donde hombres bestia, humanos, brujos y hasta dragones convivían como si fuera lo más normal del mundo, le era inconcebible que aun hubiera gente que se comportase así.
Disipándose de los pensamientos que se acumulaban en lo más hondo de su mente de modo continuo, intentó recordar el nombre de la chica que se presentaba en ese momento, regalándole una sonrisa amistosa. Le sonaba su cara, pero pasaba tanto tiempo por las calles que no sabía si era simplemente de vista, o por alguna razón más. Por suerte no era la única que tenía esa sensación, y fue la chica quien tomó la palabra, Térpoli, de eso le sonaba.
- Claro, también me sonaba la suya. Ayudaba a los heridos, ¿verdad? Junto con Níniel.- La reconoció por fin de cuando tuvieron que darle tratamiento a ella.- Yo estuve en una avanzadilla, mi grupo fue el que descubrió el cañón ese repleto de muertos....- se estremeció al recordarlo.- Cuando terminó la misión tenía las piernas tan heridas que tuve que pasar varios días sin andar.- admitió.- Me alegro de encontrar a una compañera de armas.- volvió a sonreír.
El reloj de sol que había en lo alto de uno de los edificios marcó, entonces, las once de la mañana, era la hora de que los espectáculos iniciaran, y la gente se apresuraba a tomar sitio para las funciones, mientras otros aceleraban el paso para no estar cerca de las actuaciones, un malabarista comenzó a lanzar bolas al aire en una esquina.
Una joven subió a un altillo donde se encontraba la fuente de la plaza y comenzó a bailar con gracia, en una de las salidas, un teatro de guiñol inició su dialogo mientras niños y adultos gritaban entusiastas. La obra, con un hombre y una mujer de títeres, comenzó con la muñeca del guiñol golpeando al que, al parecer, era su marido, con un garrote, haciendo estallar al público en carcajadas.
Las tiendas comenzaron a cerrar poco a poco, tomándose un leve descanso antes de seguir con los negocios, aprovechando el inicio de las actuaciones. Unos niños que correteaban por allí jugando, tropezaron y se levantaron sin soltar una sola lágrima para volver a su juego. Echaba de menos ser niña, cuando aun era pequeña, su madre la acunaba porlas noches, su padre la llevaba a caballito y su hermana la perseguía para oir cuentos inventados.
- ¿Es de por aquí?- le preguntó a la joven de pelo blanco, amistosa.
Alanna Delteria
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Re: De vuelta a casa [Interpretativo Libre][CERRADO]
Por una vez la memoria de la hechicera no le había fallado, sí que había visto a aquella mujer en Terpoli, pero a juzgar por lo que decía, probablemente solo se hubiesen cruzado en algún momento puntual, ya fuera antes o después de la retoma de la villa. Alanna estaba mucho mejor informada que ella, de hecho sabía incluso dónde había ayudado la centinela y con quién, cosa que ella no esperaba. Por su parte, la joven había servido en la avanzadilla, puesto en que sin duda la batalla tuvo que ser mucho más complicada, aunque ni siquiera en el hospital de campaña se habían librado de los problemas.
Durante unos segundos las imágenes se sucedieron a toda prisa en su mente, las camillas repletas de heridos, enfermeras corriendo de un lado para otro sin dar abasto, el improvisado puesto de alquimia en que Fleur y las demás trataban de preparar los remedios para hacer frente a lo que se les venía encima. El agobiante olor de las pociones, los quejidos de dolor de los soldados y civiles que yacían en los camastros, deseando no volver a contemplar a los seres que seguían tras los muros de Terpoli, pero por desgracia no estaban a salvo, nadie lo estaba. El mal de los nigromantes llegó hasta el hospital en forma de gusanos, y en cuanto estos comenzaron a atacar a los enfermos todo se sumió en el caos.
Sin embargo aquello no fue lo peor, y a pesar de los arduos esfuerzos que hacía la bruja para olvidar lo sucedido aquel día, la imagen de aquella mujer desmembrada seguía atormentándola. - Tuve que hacerlo. - se repetía interiormente, pero eso no la ayudaba a sentirse mejor consigo misma, nada lo haría. Aquel aciago día Elen había llegado a compararse con los jinetes, y ahora que era consciente de que llevaba consigo parte de la oscuridad de los Tarmúnil, y que tarde o temprano ésta la corrompería, su inquietud no dejaba de crecer.
- Sí… está bien encontrar a alguien que también estuvo presente aquel día. - contestó tratando de sonar amable, aunque no sería capaz de devolver la sonrisa que Alanna le ofrecía. Los artistas pronto se hicieron con la plaza, repartiendo sus espectáculos por todas partes y buscando la manera de atraer al público que aún seguía comprando en los puestos del mercado. Las tiendas no tardarían mucho en cerrar para descansar hasta después del mediodía, cuando la actividad normal se retomase.
- Uhmm… la verdad es que me muevo mucho pero podría decirse que sí, Lunargenta es mi segundo hogar, después de las islas. - respondió, mientras las actuaciones del día comenzaban a su alrededor. - ¿Y usted? - preguntó, al tiempo que paseaba la mirada por entre la gente. Los ciudadanos iban agrupándose alrededor de ciertos puntos de la plaza, mientras los niños iban de un lado para otro, queriendo abarcar tanto como podían. - ¡Damas y caballeros! ¡Niños y niñas! ¡Acérquense a observar las maravillas de tierras lejanas que he venido a traerles! - exclamó un hombre, que se había subido a una caja de madera para destacar por encima de la multitud.
Tras él, una pequeña carpa improvisada con algo de lona color burdeos y unas cuerdas que la mantenían en pie, impidiendo a la gente poder ver qué se ocultaba en el interior, ya que para ello debían pagar primero el módico precio de dos aeros por persona. Los más pequeños se vieron tentados por la curiosidad que aquel hombre y su palabrería despertaban en ellos, y sin dudarlo, tiraron de las faldas de sus madres para acercarlas al lugar en que se encontraba la misteriosa carpa, pidiendo en voz alta y sin importar quién los escuchase que les dejasen entrar.
Aquellos afortunados que consiguiesen el dinero para pagar la entrada podrían ver una completa colección de criaturas procedentes de todas partes, y cuidadosamente enjauladas para seguridad del público. La primera hilera de frascos contenía los insectos más llamativos que aquellas gentes hubiesen visto nunca, lágrimas de arcoíris, liietanas, larvas de Vahintoos, orugas de Absolem, y otros muchos seres que estaban muy lejos de su hogar. Más adentro, en las jaulas, se podían admirar pequeños mamíferos propios de los distintos bosques de Aerandir, en su mayoría dóciles y acostumbrados a estar rodeados de gente, aunque otros se mostraban ariscos e incómodos con aquella multitud de extraños que se acercaban más de lo debido.
- ¡Pasen y vean a nuestra criatura estrella! Se dice que en algún momento fue un brujo, pero quién lo diría después de ver lo que le ha hecho la magia. - siguió animando el propietario de la carpa, mientras una sonriente joven se encargaba de cobrar a los clientes y permitirles el paso. Elen frunció ligeramente el ceño al escuchar las palabras del hombre, sin saber a qué podía estarse refiriendo, ya que nunca se había cruzado con un Nafir.
Durante unos segundos las imágenes se sucedieron a toda prisa en su mente, las camillas repletas de heridos, enfermeras corriendo de un lado para otro sin dar abasto, el improvisado puesto de alquimia en que Fleur y las demás trataban de preparar los remedios para hacer frente a lo que se les venía encima. El agobiante olor de las pociones, los quejidos de dolor de los soldados y civiles que yacían en los camastros, deseando no volver a contemplar a los seres que seguían tras los muros de Terpoli, pero por desgracia no estaban a salvo, nadie lo estaba. El mal de los nigromantes llegó hasta el hospital en forma de gusanos, y en cuanto estos comenzaron a atacar a los enfermos todo se sumió en el caos.
Sin embargo aquello no fue lo peor, y a pesar de los arduos esfuerzos que hacía la bruja para olvidar lo sucedido aquel día, la imagen de aquella mujer desmembrada seguía atormentándola. - Tuve que hacerlo. - se repetía interiormente, pero eso no la ayudaba a sentirse mejor consigo misma, nada lo haría. Aquel aciago día Elen había llegado a compararse con los jinetes, y ahora que era consciente de que llevaba consigo parte de la oscuridad de los Tarmúnil, y que tarde o temprano ésta la corrompería, su inquietud no dejaba de crecer.
- Sí… está bien encontrar a alguien que también estuvo presente aquel día. - contestó tratando de sonar amable, aunque no sería capaz de devolver la sonrisa que Alanna le ofrecía. Los artistas pronto se hicieron con la plaza, repartiendo sus espectáculos por todas partes y buscando la manera de atraer al público que aún seguía comprando en los puestos del mercado. Las tiendas no tardarían mucho en cerrar para descansar hasta después del mediodía, cuando la actividad normal se retomase.
- Uhmm… la verdad es que me muevo mucho pero podría decirse que sí, Lunargenta es mi segundo hogar, después de las islas. - respondió, mientras las actuaciones del día comenzaban a su alrededor. - ¿Y usted? - preguntó, al tiempo que paseaba la mirada por entre la gente. Los ciudadanos iban agrupándose alrededor de ciertos puntos de la plaza, mientras los niños iban de un lado para otro, queriendo abarcar tanto como podían. - ¡Damas y caballeros! ¡Niños y niñas! ¡Acérquense a observar las maravillas de tierras lejanas que he venido a traerles! - exclamó un hombre, que se había subido a una caja de madera para destacar por encima de la multitud.
Tras él, una pequeña carpa improvisada con algo de lona color burdeos y unas cuerdas que la mantenían en pie, impidiendo a la gente poder ver qué se ocultaba en el interior, ya que para ello debían pagar primero el módico precio de dos aeros por persona. Los más pequeños se vieron tentados por la curiosidad que aquel hombre y su palabrería despertaban en ellos, y sin dudarlo, tiraron de las faldas de sus madres para acercarlas al lugar en que se encontraba la misteriosa carpa, pidiendo en voz alta y sin importar quién los escuchase que les dejasen entrar.
Aquellos afortunados que consiguiesen el dinero para pagar la entrada podrían ver una completa colección de criaturas procedentes de todas partes, y cuidadosamente enjauladas para seguridad del público. La primera hilera de frascos contenía los insectos más llamativos que aquellas gentes hubiesen visto nunca, lágrimas de arcoíris, liietanas, larvas de Vahintoos, orugas de Absolem, y otros muchos seres que estaban muy lejos de su hogar. Más adentro, en las jaulas, se podían admirar pequeños mamíferos propios de los distintos bosques de Aerandir, en su mayoría dóciles y acostumbrados a estar rodeados de gente, aunque otros se mostraban ariscos e incómodos con aquella multitud de extraños que se acercaban más de lo debido.
- ¡Pasen y vean a nuestra criatura estrella! Se dice que en algún momento fue un brujo, pero quién lo diría después de ver lo que le ha hecho la magia. - siguió animando el propietario de la carpa, mientras una sonriente joven se encargaba de cobrar a los clientes y permitirles el paso. Elen frunció ligeramente el ceño al escuchar las palabras del hombre, sin saber a qué podía estarse refiriendo, ya que nunca se había cruzado con un Nafir.
Elen Calhoun
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Re: De vuelta a casa [Interpretativo Libre][CERRADO]
- Vivo aquí, en teoría, pero viajo bastante por temas de trabajo, tengo más que pateada la península.- explicó antes de que una voz interrumpiera su conversación.
Alanna se giró para mirar hacia detrás, una carpa de color llamativo se levantaba en el medio de la plaza mientras un hombre de aspecto estridente vociferaba a los cuatro vientos lo increíble de su espectáculo. Poco le gustaban a Alanna los circos, muchos aprovechaban las inseguridades de los que allí trabajaban para presentar espectáculos desagradables y macabros que hacían que, aquel que se exhibía, sintiera aun más lástima de su situación. Permitían que niños crueles, sin control sobre sus palabras, insultaran y se rieran de quienes actuaban.
Normalmente intentaba no prestar atención a esas cosas, no eran problema de la guardia, ni suyo, si alguien quería ganarse así la vida, aunque en ocasiones dudaba de que realmente alguno de ellos estuvieran allí por voluntad propia. Por eso, cuando la voz volvió a sonar anunciando el gran espectáculo de la carpa, frunció el ceño, con la mosca detrás de la oreja. ¿Un brujo en un espectáculo de circo? Le extrañaba.
Si sabía algo de los brujos era que estaban orgullosos de sus dotes, su madre lo había estado, pasaban media vida estudiando, y jamás usarían eso en un espectáculo de circo, por no hablar de la coletilla, lo que le había hecho la magia, no le sonaba bien, algo raro debía estar pasando ahí dentro, o eso se le antojaba.
No estaba de servicio, pero no podía dejar pasar algo así, y la guardia tardaría demasiado en llegar si la avisaba, podría darle tiempo a irse sin que nadie tuviera tiempo de investigarlo. Alanna suspiró cansada, y comprobé que llevaba la insignia guardada y bien escondida, si alguien viera que era guardia probablemente ocultaran todo lo que hacían al instante. De todas formas, aunque averiguase algo, era demasiada gente, sola no podría sacar nada en claro, y la persona que tenía más a mano era la joven de pelo blanco frente a ella.
- Em... se que es raro pero...¿le apetece entrar?- Señaló la carpa.- Algo sobre ese espectáculo no me acaba de oler bien.- explicó mirando de reojo al presentador que seguía haciendo aspavientos mientras los primeros incautos ya se adentraban en las cortinas.
La chica debía pensar que se había vuelto loca, pero no quería dejar que la gente fuera timada ni que, si alguien de dentro estaba siendo usado contra su voluntad, siguiera sufriendo esa vejación mucho más tiempo. Poco le importaba que fuera su día libre, si alguien la necesitaba no iba a quedarse de brazos cruzados.
Comenzó a caminar sacando dinero para dos entradas, y puso una sonrisa amigable en su rostro, la gente siempre confiaba más en aquellos que parecían buenos y amables, sin pensar en las intenciones reales que pudiera tener, y el jefe de pista parecía ser la persona más segura y orgullosaque había visto jamás, aunque probablemente no tuviera motivos para ello, no por nada la gente de circo solía levantar sospechas.
Lo cierto era que los circos nunca solían entrar a la ciudad, porque en Lunargenta las normas eran más estrictas y se cumplían a raja tabla, se quedaban a las fueras, donde las los guardias relajaban la soga y eran más permisivos. Aunque, bien era cierto, que, si alguno quería dinero, debía arriesgarse y adentrarse en los muros, a muchos les perdía la codicia y acababan perdiendo medio espectáculo, este tenía pinta de ser de esos, al fin y al cabo, ya lo dice, "la avaricia rompe el saco"
Alanna se giró para mirar hacia detrás, una carpa de color llamativo se levantaba en el medio de la plaza mientras un hombre de aspecto estridente vociferaba a los cuatro vientos lo increíble de su espectáculo. Poco le gustaban a Alanna los circos, muchos aprovechaban las inseguridades de los que allí trabajaban para presentar espectáculos desagradables y macabros que hacían que, aquel que se exhibía, sintiera aun más lástima de su situación. Permitían que niños crueles, sin control sobre sus palabras, insultaran y se rieran de quienes actuaban.
Normalmente intentaba no prestar atención a esas cosas, no eran problema de la guardia, ni suyo, si alguien quería ganarse así la vida, aunque en ocasiones dudaba de que realmente alguno de ellos estuvieran allí por voluntad propia. Por eso, cuando la voz volvió a sonar anunciando el gran espectáculo de la carpa, frunció el ceño, con la mosca detrás de la oreja. ¿Un brujo en un espectáculo de circo? Le extrañaba.
Si sabía algo de los brujos era que estaban orgullosos de sus dotes, su madre lo había estado, pasaban media vida estudiando, y jamás usarían eso en un espectáculo de circo, por no hablar de la coletilla, lo que le había hecho la magia, no le sonaba bien, algo raro debía estar pasando ahí dentro, o eso se le antojaba.
No estaba de servicio, pero no podía dejar pasar algo así, y la guardia tardaría demasiado en llegar si la avisaba, podría darle tiempo a irse sin que nadie tuviera tiempo de investigarlo. Alanna suspiró cansada, y comprobé que llevaba la insignia guardada y bien escondida, si alguien viera que era guardia probablemente ocultaran todo lo que hacían al instante. De todas formas, aunque averiguase algo, era demasiada gente, sola no podría sacar nada en claro, y la persona que tenía más a mano era la joven de pelo blanco frente a ella.
- Em... se que es raro pero...¿le apetece entrar?- Señaló la carpa.- Algo sobre ese espectáculo no me acaba de oler bien.- explicó mirando de reojo al presentador que seguía haciendo aspavientos mientras los primeros incautos ya se adentraban en las cortinas.
La chica debía pensar que se había vuelto loca, pero no quería dejar que la gente fuera timada ni que, si alguien de dentro estaba siendo usado contra su voluntad, siguiera sufriendo esa vejación mucho más tiempo. Poco le importaba que fuera su día libre, si alguien la necesitaba no iba a quedarse de brazos cruzados.
Comenzó a caminar sacando dinero para dos entradas, y puso una sonrisa amigable en su rostro, la gente siempre confiaba más en aquellos que parecían buenos y amables, sin pensar en las intenciones reales que pudiera tener, y el jefe de pista parecía ser la persona más segura y orgullosaque había visto jamás, aunque probablemente no tuviera motivos para ello, no por nada la gente de circo solía levantar sospechas.
Lo cierto era que los circos nunca solían entrar a la ciudad, porque en Lunargenta las normas eran más estrictas y se cumplían a raja tabla, se quedaban a las fueras, donde las los guardias relajaban la soga y eran más permisivos. Aunque, bien era cierto, que, si alguno quería dinero, debía arriesgarse y adentrarse en los muros, a muchos les perdía la codicia y acababan perdiendo medio espectáculo, este tenía pinta de ser de esos, al fin y al cabo, ya lo dice, "la avaricia rompe el saco"
Alanna Delteria
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Re: De vuelta a casa [Interpretativo Libre][CERRADO]
Al igual que ella, Alanna residía en Lunargenta y también viajaba mucho, motivo por el que seguramente no habían coincidido más. De haberlo hecho, ambas se habrían dado cuenta de que tenían mucho más en común, ya que no solo habían ayudado en Terpoli, sino que también colaboraban activamente con la guardia de la ciudad, Alanna formando parte de la misma y Elen como voluntaria cuando era necesario. Sin apartar la vista de la misteriosa carpa de lona, la tensai observó como los primeros curiosos se apresuraban a pagar la entrada para ver qué clase de criaturas contenía el espectáculo, mientras las palabras del caballero se repetían dentro de su cabeza.
No les encontraba el sentido, pero algo le decía que tenía que entrar allí y comprobar a qué se estaba refiriendo. - Sí, yo también estoy algo intrigada con lo que acaba de decir. - musitó la tensai, justo antes de encaminarse hacia la joven que recaudaba el dinero. La muchacha las recibió con una amplia sonrisa, y tras recibir el dinero que Alanna ya tenía preparado, les indicó con un sutil gesto de la mano que pasaran al interior. - Tome, no me gusta estar en deuda. - dijo la de cabellos cenicientos, entregando un par de aeros a la guarda.
Una vez dentro la carpa parecía mucho más amplia, tanto como para que una veintena de personas pudiesen moverse con comodidad mientras admiraban los diferentes animales que se encontraban en los frascos y jaulas. No sabía cómo, pero aquel feriante había reunido una gran colección de especímenes vivos de todas partes de Aerandir, que no era poco teniendo en cuenta la naturaleza de algunos de ellos. Lo primero que llamó su atención fue un cachorro de gato de Aresire, que trataba de alejarse de los barrotes de hierro todo lo posible, intentando con ello poner distancia entre los atrevidos niños que querían tocarlo y él mismo. ¿Cómo demonios lo habría atrapado? Elen se había topado accidentalmente con un ejemplar adulto de aquella especie en los bosques de las islas, y recordaba perfectamente lo agresivos que podían llegar a ser, sobre todo para defender a sus crías.
Lo siguiente una pareja de durones, que no dudaban en mostrar los dientes cuando alguien osaba acercarse demasiado a su jaula. Asskis del norte, Warbeens de Sandorai, Pailiivas traídas de las islas, sin duda aquel espectáculo tenía un poco de todo, pero aunque para un erudito en materia de bestias sería de lo más interesante, para la hechicera solo había un motivo que la movía a seguir allí. Y tras unos minutos, el propietario de la carpa se personó en el interior para comenzar a explicar brevemente de dónde provenían aquellas criaturas, animando a los más pequeños a que se acercasen e incluso tocasen a algunas de ellas, las más dóciles por supuesto.
Cuando el aforo de la carpa estuvo completo, el carismático feriante se abrió paso hasta el final de la misma y se colocó en una posición elevada, junto a una jaula de gran tamaño que hasta el momento había permanecido cubierta por un trozo de lona del mismo color que la exterior. - ¡Gracias damas y caballeros! ¡Atención niños y niñas, ha llegado el momento que estabais esperando! - anunció a viva voz, mientras su ayudante se encargaba de controlar la cola para el siguiente pase. - Recién traído de los bosques de isla lunar, un ser que jamás habréis visto y al que no olvidareis. - continuó, haciendo tiempo para que la multitud se terminase de congregar en torno a la misteriosa jaula.
- Se dice que fue un poderoso hechicero en el pasado, ¡pero miradlo ahora! - exclamó, justo antes de tirar de la lona para descubrir a su criatura estrella. Algunos de los niños se asustaron al ver el delgado cuerpo del Nafir, cubierto con harapos que le daban la apariencia de estar completamente vendado. Otros retrocedieron ante la visión de aquel níveo cráneo, terminado en un largo y oscuro pico de ave, con las cuencas de los ojos vacías. Nadie hubiese dicho que algo así podía estar vivo, pero el Nafir comenzó a mover la cabeza de un lado a otro, como si recorriese con la mirada a cuantos tenía a su alrededor. - No teman, es inofensivo, vamos acérquense a verlo mejor. - instó el feriante, consiguiendo que unos pocos le hiciesen caso.
- Esto es lo que hace la magia señoras y señores. - prosiguió, señalando al ser, que se acercó a los barrotes y alargó uno de sus delgados brazos hacia la gente, con lentitud. Descanso, eso era lo que buscaba el Nafir, ya no era capaz de saber cuánto tiempo había vagado por los bosques de isla lunar, pero quizá alguna de aquellas personas tuviese la bondad de acabar con su sufrimiento. Elen observó horrorizada la escena, nunca había visto en persona a uno de aquellos antiguos elfos y brujos que habían acabado saturados por los residuos mágicos, pero sí había escuchado hablar de ellos, y no podía comprender cómo alguien era capaz de hacer negocio a costa del dolor ajeno.
- ¿Qué cree que está haciendo? - espetó al feriante, mientras se abría paso hacia la primera fila de curiosos. El caballero la miró confundido, sin entender muy bien a qué venía aquella pregunta, cosa que pronto se aclararía.
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No les encontraba el sentido, pero algo le decía que tenía que entrar allí y comprobar a qué se estaba refiriendo. - Sí, yo también estoy algo intrigada con lo que acaba de decir. - musitó la tensai, justo antes de encaminarse hacia la joven que recaudaba el dinero. La muchacha las recibió con una amplia sonrisa, y tras recibir el dinero que Alanna ya tenía preparado, les indicó con un sutil gesto de la mano que pasaran al interior. - Tome, no me gusta estar en deuda. - dijo la de cabellos cenicientos, entregando un par de aeros a la guarda.
Una vez dentro la carpa parecía mucho más amplia, tanto como para que una veintena de personas pudiesen moverse con comodidad mientras admiraban los diferentes animales que se encontraban en los frascos y jaulas. No sabía cómo, pero aquel feriante había reunido una gran colección de especímenes vivos de todas partes de Aerandir, que no era poco teniendo en cuenta la naturaleza de algunos de ellos. Lo primero que llamó su atención fue un cachorro de gato de Aresire, que trataba de alejarse de los barrotes de hierro todo lo posible, intentando con ello poner distancia entre los atrevidos niños que querían tocarlo y él mismo. ¿Cómo demonios lo habría atrapado? Elen se había topado accidentalmente con un ejemplar adulto de aquella especie en los bosques de las islas, y recordaba perfectamente lo agresivos que podían llegar a ser, sobre todo para defender a sus crías.
Lo siguiente una pareja de durones, que no dudaban en mostrar los dientes cuando alguien osaba acercarse demasiado a su jaula. Asskis del norte, Warbeens de Sandorai, Pailiivas traídas de las islas, sin duda aquel espectáculo tenía un poco de todo, pero aunque para un erudito en materia de bestias sería de lo más interesante, para la hechicera solo había un motivo que la movía a seguir allí. Y tras unos minutos, el propietario de la carpa se personó en el interior para comenzar a explicar brevemente de dónde provenían aquellas criaturas, animando a los más pequeños a que se acercasen e incluso tocasen a algunas de ellas, las más dóciles por supuesto.
Cuando el aforo de la carpa estuvo completo, el carismático feriante se abrió paso hasta el final de la misma y se colocó en una posición elevada, junto a una jaula de gran tamaño que hasta el momento había permanecido cubierta por un trozo de lona del mismo color que la exterior. - ¡Gracias damas y caballeros! ¡Atención niños y niñas, ha llegado el momento que estabais esperando! - anunció a viva voz, mientras su ayudante se encargaba de controlar la cola para el siguiente pase. - Recién traído de los bosques de isla lunar, un ser que jamás habréis visto y al que no olvidareis. - continuó, haciendo tiempo para que la multitud se terminase de congregar en torno a la misteriosa jaula.
- Se dice que fue un poderoso hechicero en el pasado, ¡pero miradlo ahora! - exclamó, justo antes de tirar de la lona para descubrir a su criatura estrella. Algunos de los niños se asustaron al ver el delgado cuerpo del Nafir, cubierto con harapos que le daban la apariencia de estar completamente vendado. Otros retrocedieron ante la visión de aquel níveo cráneo, terminado en un largo y oscuro pico de ave, con las cuencas de los ojos vacías. Nadie hubiese dicho que algo así podía estar vivo, pero el Nafir comenzó a mover la cabeza de un lado a otro, como si recorriese con la mirada a cuantos tenía a su alrededor. - No teman, es inofensivo, vamos acérquense a verlo mejor. - instó el feriante, consiguiendo que unos pocos le hiciesen caso.
- Esto es lo que hace la magia señoras y señores. - prosiguió, señalando al ser, que se acercó a los barrotes y alargó uno de sus delgados brazos hacia la gente, con lentitud. Descanso, eso era lo que buscaba el Nafir, ya no era capaz de saber cuánto tiempo había vagado por los bosques de isla lunar, pero quizá alguna de aquellas personas tuviese la bondad de acabar con su sufrimiento. Elen observó horrorizada la escena, nunca había visto en persona a uno de aquellos antiguos elfos y brujos que habían acabado saturados por los residuos mágicos, pero sí había escuchado hablar de ellos, y no podía comprender cómo alguien era capaz de hacer negocio a costa del dolor ajeno.
- ¿Qué cree que está haciendo? - espetó al feriante, mientras se abría paso hacia la primera fila de curiosos. El caballero la miró confundido, sin entender muy bien a qué venía aquella pregunta, cosa que pronto se aclararía.
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Elen Calhoun
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Re: De vuelta a casa [Interpretativo Libre][CERRADO]
El interior era inmenso, mucho más de lo que parecía desde fuera, lo bastante grande como para amagar a varias criaturas diferentes sin que la gente que entraba tuviera la necesidad de agolparse para verlas. Pasearon por los pasillos construidos con las jaulas, como si de un laberinto se tratase, y llegaron, tras unos minutos, al centro de la sala donde se encontraba la estrella del show, un animal que llamaba la atención más que cualquier otro de los cautivos.
Alanna aun iba guardándose las monedas que la mujer le había devuelto por la entrada, lo entendía, a ella tampoco le gustaba deber dinero. Sonrió a la mujer pero este gesto se borró de sus labios cuando vio a la criatura encerrada en la jaula central. Abrió los ojos, estupefacta, ¿cómo demonios habían capturado un Nafir? Eran criaturas tristes que solo quería poner fin a su existencia, aprovecharse de alguien que solo quería morir en paz era una crueldad. Cierto que eran extraños y nadie sabía de dónde provenían, cierto que poca gente había visto a uno, pero hacer eso... encerrarlos así, era horrible. No podía quedarse de brazos cruzados.
- ¿Pero qué...?- se preguntó para guardar silencio al instante.- he de avisar a la guardia, no tardaré.- murmuró antes de comenzar a retroceder.
Desandó el camino andado con calma, para no llamar la atención y, al salir a la plaza y girar la primera esquina, comenzó a correr con toda la velocidad que le permitían sus piernas hasta llegar al cuartel. Entró batiendo la puerta con fuerza y dio un golpe en la primera mesa que encontró. Alzó la mirada, cansada e informó de lo que había visto. Pronto todos se pusieron en marcha de camino al circo, iban a desmantelarlo.
Alanna quiso ir, pero, al ser la que lo había descubierto, le mandaron quedarse y rellenar los informes, en lugar de ir a ayudar al lugar de los hechos, con un resoplido de fastidio, escribió una nota para que, si veían a la chica de pelo blanco, se la entregasen, y después tomó una pluma y comenzó con los pesados trámites, odiaba la burocracia, pero al menos la chica no pensaría que la había plantado, ya que, en la nota ponía: "Espero que nos veamos pronto, si necesitas algo pregunta por mi en la guardia."
Off: Con esto salgo del tema, perdona Elen, ojala pudieramos seguirlo pero dudo que vaya a tener mucho tiempo y ahora que tienes los posts para cerrar, no quiero retrasarte >-< Espero que podamos hacer un tema como dios manda en algún momento! <3
Alanna aun iba guardándose las monedas que la mujer le había devuelto por la entrada, lo entendía, a ella tampoco le gustaba deber dinero. Sonrió a la mujer pero este gesto se borró de sus labios cuando vio a la criatura encerrada en la jaula central. Abrió los ojos, estupefacta, ¿cómo demonios habían capturado un Nafir? Eran criaturas tristes que solo quería poner fin a su existencia, aprovecharse de alguien que solo quería morir en paz era una crueldad. Cierto que eran extraños y nadie sabía de dónde provenían, cierto que poca gente había visto a uno, pero hacer eso... encerrarlos así, era horrible. No podía quedarse de brazos cruzados.
- ¿Pero qué...?- se preguntó para guardar silencio al instante.- he de avisar a la guardia, no tardaré.- murmuró antes de comenzar a retroceder.
Desandó el camino andado con calma, para no llamar la atención y, al salir a la plaza y girar la primera esquina, comenzó a correr con toda la velocidad que le permitían sus piernas hasta llegar al cuartel. Entró batiendo la puerta con fuerza y dio un golpe en la primera mesa que encontró. Alzó la mirada, cansada e informó de lo que había visto. Pronto todos se pusieron en marcha de camino al circo, iban a desmantelarlo.
Alanna quiso ir, pero, al ser la que lo había descubierto, le mandaron quedarse y rellenar los informes, en lugar de ir a ayudar al lugar de los hechos, con un resoplido de fastidio, escribió una nota para que, si veían a la chica de pelo blanco, se la entregasen, y después tomó una pluma y comenzó con los pesados trámites, odiaba la burocracia, pero al menos la chica no pensaría que la había plantado, ya que, en la nota ponía: "Espero que nos veamos pronto, si necesitas algo pregunta por mi en la guardia."
Off: Con esto salgo del tema, perdona Elen, ojala pudieramos seguirlo pero dudo que vaya a tener mucho tiempo y ahora que tienes los posts para cerrar, no quiero retrasarte >-< Espero que podamos hacer un tema como dios manda en algún momento! <3
Alanna Delteria
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Re: De vuelta a casa [Interpretativo Libre][CERRADO]
Concentrada como estaba en el propietario de aquel peculiar espectáculo, la de ojos verdes apenas se dio cuenta de que su compañera abandonaba la carpa, en busca de refuerzos para ocuparse de acabar con aquel circo ambulante. - Disculpe, ¿ocurre algo? - preguntó el feriante, sin perder la forzada sonrisa. - Libérelo ahora mismo, no tiene derecho a exponerlo como si de un animal se tratase. - respondió con tono frío la hechicera, mientras algunos de los asistentes se apartaban de ella. - Mírelo bien señorita, ¿acaso ve en esto a una persona? - preguntó, señalando el cráneo de hueso del Nafir. - No, es un monstruo como cualquier otro, al que he capturado y por tanto me pertenece. - añadió con arrogancia.
Aquel comentario fue su perdición, pues casi al momento, la centinela avanzó hacia donde se encontraba y dio una contundente patada a la plataforma sobre la que se había colocado, ayudándose de sus poderes de viento para desestabilizar al caballero y hacerlo caer de bruces contra el suelo. Algunas personas de entre el público dejaron escapar exclamaciones y pequeños gritos de sorpresa y miedo ante su movimiento, optando por alejarse aún más e incluso abandonar la carpa, pero a otros les pudo la curiosidad, a fin de cuentas habían pagado por ver un espectáculo, aunque éste no iba a ser como esperaban.
- Veo que no lo entiende, ¡no es una petición!, o lo suelta usted o lo hago yo. - sentenció la bruja, poco antes de que los acelerados pasos de la guardia llegasen al lugar. Mientras la gente salía de la carpa a toda prisa para no verse involucrada en problemas, la de cabellos cenicientos se acercó al feriante y le arrebató el manojo de llaves que colgaba de su cinturón, dejando que las autoridades fuesen las que se encargasen de él. El caballero a punto estuvo de insultarla en voz alta por haber arruinado su negocio, pero una gélida mirada de la joven bastó para callarlo, y es que cuando se lo proponía, Elen podía infundir bastante miedo.
Con las llaves en su poder, la tensai se aproximó a la jaula del Nafir y comenzó a probar una a una hasta dar con la correcta, mientras el ser la seguía con sus vacías cuencas, esperando ser por fin liberado del tormento que tanto tiempo había cargado consigo. Una vez abierta la jaula, la de ojos verdes esperó a que saliese por su propio pie, para luego cubrirlo a medias con la tela roja que yacía en el suelo, de modo que no llamase tanto la atención al salir a la calle. Muchos podrían asustarse al verlo, así que sin perder tiempo, sujeto con suavidad uno de los brazos del Nafir y lo instó a salir de la carpa, cuanto antes se lo llevase de allí mejor.
- Espere señorita Calhoun. - pronunció una voz, que pertenecía a uno de los soldados. - Alanna le envía esto. - añadió, antes de entregarle una pequeña nota. - Así que también forma parte de la guardia, debí imaginarlo. - pensó para sí, pues no cualquiera utilizaba su tiempo libre para ir atrapando delincuentes. - Dele las gracias de mi parte… yo me ocuparé del Nafir. - comentó, antes de salir a la calle y enfilar el camino de regreso a la posada en que se hospedaba.
Una vez allí podría relajarse y tratar de entender mejor a la criatura que tenía a su lado, pues no solo sabía que ansiaban encontrar el descanso eterno, sino también que eran expertos en el uso de la magia.
Aquel comentario fue su perdición, pues casi al momento, la centinela avanzó hacia donde se encontraba y dio una contundente patada a la plataforma sobre la que se había colocado, ayudándose de sus poderes de viento para desestabilizar al caballero y hacerlo caer de bruces contra el suelo. Algunas personas de entre el público dejaron escapar exclamaciones y pequeños gritos de sorpresa y miedo ante su movimiento, optando por alejarse aún más e incluso abandonar la carpa, pero a otros les pudo la curiosidad, a fin de cuentas habían pagado por ver un espectáculo, aunque éste no iba a ser como esperaban.
- Veo que no lo entiende, ¡no es una petición!, o lo suelta usted o lo hago yo. - sentenció la bruja, poco antes de que los acelerados pasos de la guardia llegasen al lugar. Mientras la gente salía de la carpa a toda prisa para no verse involucrada en problemas, la de cabellos cenicientos se acercó al feriante y le arrebató el manojo de llaves que colgaba de su cinturón, dejando que las autoridades fuesen las que se encargasen de él. El caballero a punto estuvo de insultarla en voz alta por haber arruinado su negocio, pero una gélida mirada de la joven bastó para callarlo, y es que cuando se lo proponía, Elen podía infundir bastante miedo.
Con las llaves en su poder, la tensai se aproximó a la jaula del Nafir y comenzó a probar una a una hasta dar con la correcta, mientras el ser la seguía con sus vacías cuencas, esperando ser por fin liberado del tormento que tanto tiempo había cargado consigo. Una vez abierta la jaula, la de ojos verdes esperó a que saliese por su propio pie, para luego cubrirlo a medias con la tela roja que yacía en el suelo, de modo que no llamase tanto la atención al salir a la calle. Muchos podrían asustarse al verlo, así que sin perder tiempo, sujeto con suavidad uno de los brazos del Nafir y lo instó a salir de la carpa, cuanto antes se lo llevase de allí mejor.
- Espere señorita Calhoun. - pronunció una voz, que pertenecía a uno de los soldados. - Alanna le envía esto. - añadió, antes de entregarle una pequeña nota. - Así que también forma parte de la guardia, debí imaginarlo. - pensó para sí, pues no cualquiera utilizaba su tiempo libre para ir atrapando delincuentes. - Dele las gracias de mi parte… yo me ocuparé del Nafir. - comentó, antes de salir a la calle y enfilar el camino de regreso a la posada en que se hospedaba.
Una vez allí podría relajarse y tratar de entender mejor a la criatura que tenía a su lado, pues no solo sabía que ansiaban encontrar el descanso eterno, sino también que eran expertos en el uso de la magia.
Elen Calhoun
Aerandiano de honor
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