[Misión Guardia-Logia] El reino de las aves
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Re: [Misión Guardia-Logia] El reino de las aves
Catherine y Schott estaban indecisos y aunque la idea de cortar el árbol era la primera que les atraía, verdaderamente lo único que hicieron fue quedarse mirando cómo aquel extraño y pútrido árbol seguía nada. Sin duda hicieron lo mejor que podían haber hecho, ya que si no sabían qué hacer… ¿para qué hacer nada?
Sin embargo, en la “sala de máquinas” sí que comenzaba a pasar “algo”. Pronto la vampiresa Kumatre y el guardia pelirrojo notarían un pequeño temblor y, a la vez, que algo comenzaba a despegarse del suelo. Las frases robóticas que Níniel y Eltrant habían escuchado, retumbaban en toda la pirámide. Y ésta comenzó a desplazarse hacia arriba, a elevarse sobre la tierra, para desesperación de las criaturas del Reino de las Aves, que veían cómo su ídolo comenzaba a despegar del suelo.
-Despegue inminente. Destino: Ciudad de Dundarak. – rezaba la voz robótica en toda la pirámide.
Para sorpresa de Catherine y Schott, la “nave” comenzó a inclinarse hacia la dirección a la que Níniel y Eltrant la habían dirigido, por lo que varios objetos, los cuatro héroes incluidos, pronto comenzarían a caer por la fuerza de la gravedad contra las paredes.
Por acción de la misma, lo haría la jaula en la que estaba encerrado el cuervo de Koran. Al impactar ésta jaula contra una de las paredes del mismo, la puerta se abrió y el cuervo pudo salir volando. Sabía lo que tenía que hacer, tenía que “sanar” el artefacto. Y así lo hizo, atravesó la esfera luminosa y se difuminó con el árbol podrido.
-¡No! ¡No puede ser! – gritó Adelheid, la mujer pájaro híbrida que había llegado hasta la cúspide de la pirámide después de sentir qué era lo que había ocurrido. – Diosa Kumatre, ¿pero qué habéis hecho? – preguntó no enfadada, sino con desesperación. Pero era tarde pues no tardaría en desintegrarse por completo en un agonizante grito.
Toda la energía purificadora se convirtió en todo lo contrario una vez el pájaro entró en el árbol podrido, que era, ni más ni menos, el corazón de lo que los antiguos habitantes del reino de las aves llamaban el Templo del Sol. Si bien esta circunstancia era desconocida para todos, incluyendo a Adelheid, que creían que el bienestar y prosperidad que creaba aquel árbol era fruto del mismo, pero desconocían que éste podría corromperse. Que Koran podría regresar.
Al introducirse el cuervo, el árbol se curó, pero se tornó de color negro. En un oscuro y sombrío árbol, aunque sano a su manera. ¿Qué sucedió entonces? Nada. Que el templo del Sol era, ahora, el Templo de la Luna. ¡Y menos mal que no llegaron a cortar el árbol pues, si no, habrían destruido todo el poder del artefacto!
Ahora, en vez de potenciar la energía y el éter, agotaría y disminuiría la capacidad mágica de los que estuviesen próximos.
Ahora, en vez de fertilizar las cosechas y traer prosperidad, atraería la mala fortuna.
Ahora, en vez de hacer florecer los árboles, los marchitaría.
Ahora, en vez de sanar las enfermedades, provocaría su fácil contagio.
Y así con un sinfín de desidias y mal farios que en poco afectaría a la gente del continente de encontrarse en el Reino de las Aves. Lo verdaderamente preocupante, es que ésta pirámide de oscuridad… este Templo de la Luna, se dirigía a la ciudad de Dundarak.
Entonces apareció la misteriosa Koran, materializándose delante de Catherine y Schott, y simultáneamente, delante de Níniel y Eltrant. Su imagen sería la misma, aunque no parecía ser más que una mera ilusión. A los dos grupos, les diría exactamente lo mismo. Por mucho que intentasen atacarla no podrían herirla, no ahora.
-Aunque habéis sido reticentes de primera mano, debo agradeceros a los cuatro vuestra gran ayuda. – rió. - Ahora es mi hermana la que vivirá en el destierro. ¿Así que nos dirigimos a Dundarak? Es un buen lugar. Siempre quise conocer el continente. – de esta manera, ambos grupos estaban informados de lo que había ocurrido en el otro. Finalmente, la bruja desaparecería, y poco más se sabría de ella y su verdadera identidad. ¿Cuáles serían sus próximos objetivos una vez liberada en la península? Y, sobre todo, ¿qué era exactamente Koran?
¡Por esto me encantan las decisiones y las consecuencias! Especialmente cuando son globales y afectan al mundo entero. ¿Es lo bonito del rol, no? Realizar cosas importantes. A vosotros os tocó la misión importante después de muchos hilos y... aquí está por fin el resultado final: La posición y el efecto del artefacto.
Catherine y Schott: Por lo que he entendido, al final no habéis ejecutado ninguna de las tres opciones que os propuse. Catherine ha propuesto cortarlo y Schott finalmente ha quedado dubitativo, pero entonces, la pirámide ha comenzado a moverse. En absoluto está mal hecho, de hecho ¡os felicito! Todo el mundo siempre tiende a conseguir los finales “buenos”, pero a veces hay que decidir rápido, o pasan este tipo de cosas, y los personajes indecisos me gustan mucho por mostrar un lado más humano. No contaba con ello, así que opté por la opción que me parecía más lógica de entre las disponibles.
Níniel y Eltrant: Vosotros habéis optado por enviar la pirámide a Dundarak. Es un buen lugar. Las consecuencias serán, hasta que la Logia (por proximidad) u otra entidad consigan cambiarlo, devastadoras para la ciudad de Dundarak. Que permanecerá sumida en la mala fortuna por un tiempo.
Todos: Vuestro objetivo para este último turno es exactamente el mismo: Describir vuestra trayectoria por el aire y vuestras impresiones finales, finalmente, terminaréis aterrizando en Dundarak. No tengáis miedo a maldiciones pues, pese a todo lo que he descrito, nada os afectará directamente a vosotros. Al igual que en todas las misiones de gremio, estáis libres de cualquier maldición. Ésta quedará reservada para la ciudad de Dundarak, pero tampoco os comáis demasiado la cabeza, no hay nada que no tenga solución. Y, si no sois vosotros, alguien vendrá para salvar la capital de los dragones.
Sin embargo, en la “sala de máquinas” sí que comenzaba a pasar “algo”. Pronto la vampiresa Kumatre y el guardia pelirrojo notarían un pequeño temblor y, a la vez, que algo comenzaba a despegarse del suelo. Las frases robóticas que Níniel y Eltrant habían escuchado, retumbaban en toda la pirámide. Y ésta comenzó a desplazarse hacia arriba, a elevarse sobre la tierra, para desesperación de las criaturas del Reino de las Aves, que veían cómo su ídolo comenzaba a despegar del suelo.
-Despegue inminente. Destino: Ciudad de Dundarak. – rezaba la voz robótica en toda la pirámide.
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Para sorpresa de Catherine y Schott, la “nave” comenzó a inclinarse hacia la dirección a la que Níniel y Eltrant la habían dirigido, por lo que varios objetos, los cuatro héroes incluidos, pronto comenzarían a caer por la fuerza de la gravedad contra las paredes.
Por acción de la misma, lo haría la jaula en la que estaba encerrado el cuervo de Koran. Al impactar ésta jaula contra una de las paredes del mismo, la puerta se abrió y el cuervo pudo salir volando. Sabía lo que tenía que hacer, tenía que “sanar” el artefacto. Y así lo hizo, atravesó la esfera luminosa y se difuminó con el árbol podrido.
-¡No! ¡No puede ser! – gritó Adelheid, la mujer pájaro híbrida que había llegado hasta la cúspide de la pirámide después de sentir qué era lo que había ocurrido. – Diosa Kumatre, ¿pero qué habéis hecho? – preguntó no enfadada, sino con desesperación. Pero era tarde pues no tardaría en desintegrarse por completo en un agonizante grito.
Toda la energía purificadora se convirtió en todo lo contrario una vez el pájaro entró en el árbol podrido, que era, ni más ni menos, el corazón de lo que los antiguos habitantes del reino de las aves llamaban el Templo del Sol. Si bien esta circunstancia era desconocida para todos, incluyendo a Adelheid, que creían que el bienestar y prosperidad que creaba aquel árbol era fruto del mismo, pero desconocían que éste podría corromperse. Que Koran podría regresar.
Al introducirse el cuervo, el árbol se curó, pero se tornó de color negro. En un oscuro y sombrío árbol, aunque sano a su manera. ¿Qué sucedió entonces? Nada. Que el templo del Sol era, ahora, el Templo de la Luna. ¡Y menos mal que no llegaron a cortar el árbol pues, si no, habrían destruido todo el poder del artefacto!
Ahora, en vez de potenciar la energía y el éter, agotaría y disminuiría la capacidad mágica de los que estuviesen próximos.
Ahora, en vez de fertilizar las cosechas y traer prosperidad, atraería la mala fortuna.
Ahora, en vez de hacer florecer los árboles, los marchitaría.
Ahora, en vez de sanar las enfermedades, provocaría su fácil contagio.
Y así con un sinfín de desidias y mal farios que en poco afectaría a la gente del continente de encontrarse en el Reino de las Aves. Lo verdaderamente preocupante, es que ésta pirámide de oscuridad… este Templo de la Luna, se dirigía a la ciudad de Dundarak.
Entonces apareció la misteriosa Koran, materializándose delante de Catherine y Schott, y simultáneamente, delante de Níniel y Eltrant. Su imagen sería la misma, aunque no parecía ser más que una mera ilusión. A los dos grupos, les diría exactamente lo mismo. Por mucho que intentasen atacarla no podrían herirla, no ahora.
-Aunque habéis sido reticentes de primera mano, debo agradeceros a los cuatro vuestra gran ayuda. – rió. - Ahora es mi hermana la que vivirá en el destierro. ¿Así que nos dirigimos a Dundarak? Es un buen lugar. Siempre quise conocer el continente. – de esta manera, ambos grupos estaban informados de lo que había ocurrido en el otro. Finalmente, la bruja desaparecería, y poco más se sabría de ella y su verdadera identidad. ¿Cuáles serían sus próximos objetivos una vez liberada en la península? Y, sobre todo, ¿qué era exactamente Koran?
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¡Por esto me encantan las decisiones y las consecuencias! Especialmente cuando son globales y afectan al mundo entero. ¿Es lo bonito del rol, no? Realizar cosas importantes. A vosotros os tocó la misión importante después de muchos hilos y... aquí está por fin el resultado final: La posición y el efecto del artefacto.
Catherine y Schott: Por lo que he entendido, al final no habéis ejecutado ninguna de las tres opciones que os propuse. Catherine ha propuesto cortarlo y Schott finalmente ha quedado dubitativo, pero entonces, la pirámide ha comenzado a moverse. En absoluto está mal hecho, de hecho ¡os felicito! Todo el mundo siempre tiende a conseguir los finales “buenos”, pero a veces hay que decidir rápido, o pasan este tipo de cosas, y los personajes indecisos me gustan mucho por mostrar un lado más humano. No contaba con ello, así que opté por la opción que me parecía más lógica de entre las disponibles.
Níniel y Eltrant: Vosotros habéis optado por enviar la pirámide a Dundarak. Es un buen lugar. Las consecuencias serán, hasta que la Logia (por proximidad) u otra entidad consigan cambiarlo, devastadoras para la ciudad de Dundarak. Que permanecerá sumida en la mala fortuna por un tiempo.
Todos: Vuestro objetivo para este último turno es exactamente el mismo: Describir vuestra trayectoria por el aire y vuestras impresiones finales, finalmente, terminaréis aterrizando en Dundarak. No tengáis miedo a maldiciones pues, pese a todo lo que he descrito, nada os afectará directamente a vosotros. Al igual que en todas las misiones de gremio, estáis libres de cualquier maldición. Ésta quedará reservada para la ciudad de Dundarak, pero tampoco os comáis demasiado la cabeza, no hay nada que no tenga solución. Y, si no sois vosotros, alguien vendrá para salvar la capital de los dragones.
Ger
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Re: [Misión Guardia-Logia] El reino de las aves
Schott estaba tan perdido como la albina. Era cierto que Catherine sabía usar magia, pero dudaba demasiado que su magia sombría fuera precisamente lo que aquel extraño objeto necesitaba para curarse. De hecho, en aquel momento comenzó a pensar que quizás Níniel habría sido muchísimo más útil que ella en aquella situación.
Soltó un suspiro cargado de agobio y angustia, ojalá al menos estuviera con ella en aquel momento, estaba segura de que la elfa sabría qué hacer.
– No sé Schott… sólo se me ocurre desprendernos d… ¡AH! –Un movimiento fuerte y brusco sacudió el cuerpo de Cath hacia un lado, haciéndola trastabillar y caer, separándola del lugar donde pendía mágicamente el orbe dorado. – ¡¿Qué ocurre ahora?! N-no habrá sido por intentar tocar el árbol… ¿no?
Plantó las palmas de las manos en el suelo para ayudarse a levantar, pero en cuanto fue a hacer el esfuerzo, una nueva sacudida la volvió a desestabilizar, y una extraña voz robótica, demasiado parecida al tono que había lucido NIA, la IA de Rachel en los momentos que surgió de la conciencia de su amiga, comenzó a sonar por todos lados, repitiendo la misma frase sin parar.
– Q-qué… ¡Qué pasa! –Giró la cabeza a los lados, desesperada y asustada, como si intentara buscar la razón de lo que estaba sucediendo por las paredes lisas de aquella sala poligonal, siquiera era consciente del nombre de “Dundarak” mencionado por la voz. – ¿Es… ha sido… cosa nuestra?
Aquella frase la murmuró con temor de que hubiera sido así, que faltara poco tiempo para solucionar aquello que estaba por arreglar en el objeto, y que ese tiempo se hubiera agotado y ahora deberían asumir las consecuencias de algo que aún no cobraba sentido en la mente de la muchacha.
La sala seguía sumida en temblores aunque ya habían amainado las sacudidas, y sus cuerpos permanecían a merced de la gravedad al hallarse el lugar en una posición inclinada que les dificultaba erguirse, y facilitaba que todo lo que había allí, saliera rodando hasta pegarse contra una de las paredes. Y no sólo ellos fueron quienes terminaron siendo aplastados por aquella presión invisible, la jaula que apresaba al cuervo rodó igualmente por el suelo hasta chocar y abrirse de pleno.
– ¡¡No!! –Chilló la vampira con un grito agudo mientras estiraba de forma inútil su brazo hacia el veloz pájaro que, ahora libre, alzaba sus alas en un vuelo directo hacia el orbe.
Catherine se tapó la boca con la mano, ahogando un grito al comprobar la reacción que tuvo la mezcla del animal junto al artefacto, justo en el momento que una alterada Adelheid entraba a la sala gritando su pena horrorizada. Y la acusación cargada de angustia que realizó mirando a la vampira, a aquella falsa Kumatre, fue como una puñalada en el estómago para Cath, quién simplemente tuvo la fuerza y el poco valor de mostrar una negación con un sutil movimiento de la cabeza, aun cubriendo la mitad de su rostro con la mano.
El doloroso desvanecimiento de la Madre de Aves ante los ojos del soldado y la albina, dejó a ésta sin aliento y compungida; y como si la situación debiera acompañar todo el mal que debía sentir la joven por el cuerpo, la magia pura y benigna que antes desbordaba el orbe dorado había desaparecido.
A los pocos segundos, y como si fuese la guinda que adornaba el pastel, apareció la figura de Koran como por arte de magia ante ellos, igual que hacía rato en el bosque.
Catherine se mantenía quieta, totalmente paralizada, aún no había separado la mano de su cara y su mirada perdida siquiera buscó la imagen de aquella bruja que ahora les hablaba anunciando el resultado de lo que habían cometido sus actos.
Tan sólo cuando Koran desapareció, la vampira pudo reaccionar, siendo ahora ella la que lanzó un grito desesperado a la par que se cubría finalmente la cara con ambas manos, deslizándose había abajo contra la pared para quedarse hecha un nudo en el suelo. Envuelta otra vez entre esos dolorosos llantos que surgieron igual que al principio de toda aquella extraña y horrible aventura.
Soltó un suspiro cargado de agobio y angustia, ojalá al menos estuviera con ella en aquel momento, estaba segura de que la elfa sabría qué hacer.
– No sé Schott… sólo se me ocurre desprendernos d… ¡AH! –Un movimiento fuerte y brusco sacudió el cuerpo de Cath hacia un lado, haciéndola trastabillar y caer, separándola del lugar donde pendía mágicamente el orbe dorado. – ¡¿Qué ocurre ahora?! N-no habrá sido por intentar tocar el árbol… ¿no?
Plantó las palmas de las manos en el suelo para ayudarse a levantar, pero en cuanto fue a hacer el esfuerzo, una nueva sacudida la volvió a desestabilizar, y una extraña voz robótica, demasiado parecida al tono que había lucido NIA, la IA de Rachel en los momentos que surgió de la conciencia de su amiga, comenzó a sonar por todos lados, repitiendo la misma frase sin parar.
– Q-qué… ¡Qué pasa! –Giró la cabeza a los lados, desesperada y asustada, como si intentara buscar la razón de lo que estaba sucediendo por las paredes lisas de aquella sala poligonal, siquiera era consciente del nombre de “Dundarak” mencionado por la voz. – ¿Es… ha sido… cosa nuestra?
Aquella frase la murmuró con temor de que hubiera sido así, que faltara poco tiempo para solucionar aquello que estaba por arreglar en el objeto, y que ese tiempo se hubiera agotado y ahora deberían asumir las consecuencias de algo que aún no cobraba sentido en la mente de la muchacha.
La sala seguía sumida en temblores aunque ya habían amainado las sacudidas, y sus cuerpos permanecían a merced de la gravedad al hallarse el lugar en una posición inclinada que les dificultaba erguirse, y facilitaba que todo lo que había allí, saliera rodando hasta pegarse contra una de las paredes. Y no sólo ellos fueron quienes terminaron siendo aplastados por aquella presión invisible, la jaula que apresaba al cuervo rodó igualmente por el suelo hasta chocar y abrirse de pleno.
– ¡¡No!! –Chilló la vampira con un grito agudo mientras estiraba de forma inútil su brazo hacia el veloz pájaro que, ahora libre, alzaba sus alas en un vuelo directo hacia el orbe.
Catherine se tapó la boca con la mano, ahogando un grito al comprobar la reacción que tuvo la mezcla del animal junto al artefacto, justo en el momento que una alterada Adelheid entraba a la sala gritando su pena horrorizada. Y la acusación cargada de angustia que realizó mirando a la vampira, a aquella falsa Kumatre, fue como una puñalada en el estómago para Cath, quién simplemente tuvo la fuerza y el poco valor de mostrar una negación con un sutil movimiento de la cabeza, aun cubriendo la mitad de su rostro con la mano.
El doloroso desvanecimiento de la Madre de Aves ante los ojos del soldado y la albina, dejó a ésta sin aliento y compungida; y como si la situación debiera acompañar todo el mal que debía sentir la joven por el cuerpo, la magia pura y benigna que antes desbordaba el orbe dorado había desaparecido.
A los pocos segundos, y como si fuese la guinda que adornaba el pastel, apareció la figura de Koran como por arte de magia ante ellos, igual que hacía rato en el bosque.
Catherine se mantenía quieta, totalmente paralizada, aún no había separado la mano de su cara y su mirada perdida siquiera buscó la imagen de aquella bruja que ahora les hablaba anunciando el resultado de lo que habían cometido sus actos.
Tan sólo cuando Koran desapareció, la vampira pudo reaccionar, siendo ahora ella la que lanzó un grito desesperado a la par que se cubría finalmente la cara con ambas manos, deslizándose había abajo contra la pared para quedarse hecha un nudo en el suelo. Envuelta otra vez entre esos dolorosos llantos que surgieron igual que al principio de toda aquella extraña y horrible aventura.
Catherine Blair
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Re: [Misión Guardia-Logia] El reino de las aves
El incesante sonido de los engranajes, el fuerte temblor que azotó los cimientos de la pirámide y la misteriosa voz que, por alguna razón, se había alzado sobre todo sonido audible en la habitación mostró a Eltrant que algo malo estaba pasando.
- ¡Nin! – Gritó manteniendo el equilibrio a duras penas, pero esta no respondió, estaba teniendo un monologo consigo misma a toda prisa, tratando de comprender el funcionamiento de aquella máquina, la cual, había decidido “trasladarse” a algún lugar dentro de la geografía Aerindiana - ¿Qué se supone que…? – La peliblanca, tan absorta como él a lo que pasaba a su alrededor simplemente pidió al exmercenario, después de juguetear con los controles de aquel corazón de metal, que tirase de la palanca descansaba junto a aquel generador de vapor. - ¡Tú mandas! – Contestó asiendo la vara de metal con ambas manos y, tras afianzar sus pies en la tierra, tirar con todas sus fuerzas de ella.
Los temblores se acrecentaron en cuanto Eltrant accionó el mecanismo, la voz informó a los presentes que el destino, finalmente, sería Dundarak - ¿Lo hemos conseguido? ¿Se ha parado? – Preguntó incrédulo a su acompañante de la Logia. Una fuerza sobrecogedora se encargó de responder al guarda, sintió algo que no podía describir con exactitud, algo que solo sentía cuando se subía en un barco y este era mecido frenéticamente por una tempestad - ¡No, no, no! ¡Estate quieta! ¡Así no vayas a ningún lado! – La pirámide en la que habían entrado se movía, podía intuir que se alzaba, de algún modo, sobre la ciudad que coronaba, que volaba.
- ¡Niniel! – Instintivamente sujetó a la mujer que tenía justo junto a él con ambos brazos, rodeándola. La inercia con la que contaban, el ímpetu con la que la edificación había alzado el vuelo les lanzó contra una de las paredes, Eltrant se encargó de hacer de colchón para la elfa, absorbiendo parte del golpe, no obstante, en un principio probablemente ni siquiera habría hecho falta. – Siempre me olvido que tu armadura apenas se ve – Dijo bocabajo en el suelo, negándose a levantarse durante unos segundos. ¡La maldita pirámide se movía! Al menos en aquella postura todo su cuerpo estaba en contacto con el “suelo”, al menos se sentía más seguro.
La pirámide, después de alzarse, se volvió más estable, las paredes y el suelo solo vibraban levemente en comparación con el despegue, de forma que podían moverse de la sala del transportador sin muchos impedimentos. Aun así, tan pronto como Eltrant hizo acopio de valentía y se levantó, la mujer que había aparecido en la selva momentos antes de que secuestraran a Catherine y a Schott se materializó frente a ellos.
- ¡Tú! – Se hizo con su espada a duras penas, el leve movimiento de la estructura estaba jugando con sus sentidos y se estaba empezando a sentir bastante mareado, lo suficiente como para que ni siquiera consiguiese acercarse a la figura de la mujer quien, tras dedicar unas palabras bastante ambiguas a los “cuatro” presentes, volvió a desvanecerse.
Apretó los dientes y se giró hacía su aliada, dejando caer la espada a un lado – Si te sirve de consuelo… - Se sentó en el suelo, junto a la máquina y cerró los ojos, tratando de concentrarse, pobremente, en su estado actual - Al menos estamos volviendo a tierra firme – Dijo a Niniel, no sabía que quería decir la mujer de negro, pero su escueta afirmación acerca de su interés por llegar al continente era suficiente como para que Eltrant supiese que no era del todo bueno. – Pero primero tenemos que… que… - Negó con la cabeza, luchando contra su cuerpo – Buscar a Catherine y a Schott – Dijo tratando de levantarse otra vez - ¿Dónde he puesto las hierbas para… las náuseas? – Buscó en sus bolsillos sin ningún resultado, probablemente las habría perdido en el naufragio – Ayúdame a levantarme anda, no se para que me he sentado en un principio – Dijo fingiendo una compostura visiblemente falsa, hasta él podía percatarse de que era evidente.
Con una escueta sonrisa le ofreció la mano a Niniel. Cuando una vez estuvo de pie, se aclaró la garganta y miró a su alrededor. – Una puerta… una puerta – Volvió a tambalearse – Odio los barcos – Dijo lo suficientemente alto y resentido como para que Niniel se enterase – Hasta los que vuelan.
- ¿Alguna idea de lo que ha pasado? – Eltrant, a parte del hecho de que un gigantesco peñasco triangular ahora surcaba los cielos de Aerandir no notaba, en sí, ninguna diferencia a simple vista, no obstante, sí que tenía la sensación de que algo había cambiado en el lugar, y no para bien – Sea como sea… - Dijo oteando la habitación, usó su espada a modo de bastón según se movía por la estancia, ahora al menos no reinaba un calor asfixiante en la habitación, ya no había cascada sobre la maquinaria – Seguro que en la Logia saben algo de esto – Sonrió a Niniel, la temperatura bajaba por momentos, debían de estar acercándose a la ciudad norteña a una velocidad endiabladamente rápida ¿Aquello era simplemente magia o había algo más tras el edificio volador? – No soy muy útiles con cosas mágicas y demás – Suspiró – Pero siempre puedo tirar de más palancas.
- ¡Nin! – Gritó manteniendo el equilibrio a duras penas, pero esta no respondió, estaba teniendo un monologo consigo misma a toda prisa, tratando de comprender el funcionamiento de aquella máquina, la cual, había decidido “trasladarse” a algún lugar dentro de la geografía Aerindiana - ¿Qué se supone que…? – La peliblanca, tan absorta como él a lo que pasaba a su alrededor simplemente pidió al exmercenario, después de juguetear con los controles de aquel corazón de metal, que tirase de la palanca descansaba junto a aquel generador de vapor. - ¡Tú mandas! – Contestó asiendo la vara de metal con ambas manos y, tras afianzar sus pies en la tierra, tirar con todas sus fuerzas de ella.
Los temblores se acrecentaron en cuanto Eltrant accionó el mecanismo, la voz informó a los presentes que el destino, finalmente, sería Dundarak - ¿Lo hemos conseguido? ¿Se ha parado? – Preguntó incrédulo a su acompañante de la Logia. Una fuerza sobrecogedora se encargó de responder al guarda, sintió algo que no podía describir con exactitud, algo que solo sentía cuando se subía en un barco y este era mecido frenéticamente por una tempestad - ¡No, no, no! ¡Estate quieta! ¡Así no vayas a ningún lado! – La pirámide en la que habían entrado se movía, podía intuir que se alzaba, de algún modo, sobre la ciudad que coronaba, que volaba.
- ¡Niniel! – Instintivamente sujetó a la mujer que tenía justo junto a él con ambos brazos, rodeándola. La inercia con la que contaban, el ímpetu con la que la edificación había alzado el vuelo les lanzó contra una de las paredes, Eltrant se encargó de hacer de colchón para la elfa, absorbiendo parte del golpe, no obstante, en un principio probablemente ni siquiera habría hecho falta. – Siempre me olvido que tu armadura apenas se ve – Dijo bocabajo en el suelo, negándose a levantarse durante unos segundos. ¡La maldita pirámide se movía! Al menos en aquella postura todo su cuerpo estaba en contacto con el “suelo”, al menos se sentía más seguro.
La pirámide, después de alzarse, se volvió más estable, las paredes y el suelo solo vibraban levemente en comparación con el despegue, de forma que podían moverse de la sala del transportador sin muchos impedimentos. Aun así, tan pronto como Eltrant hizo acopio de valentía y se levantó, la mujer que había aparecido en la selva momentos antes de que secuestraran a Catherine y a Schott se materializó frente a ellos.
- ¡Tú! – Se hizo con su espada a duras penas, el leve movimiento de la estructura estaba jugando con sus sentidos y se estaba empezando a sentir bastante mareado, lo suficiente como para que ni siquiera consiguiese acercarse a la figura de la mujer quien, tras dedicar unas palabras bastante ambiguas a los “cuatro” presentes, volvió a desvanecerse.
Apretó los dientes y se giró hacía su aliada, dejando caer la espada a un lado – Si te sirve de consuelo… - Se sentó en el suelo, junto a la máquina y cerró los ojos, tratando de concentrarse, pobremente, en su estado actual - Al menos estamos volviendo a tierra firme – Dijo a Niniel, no sabía que quería decir la mujer de negro, pero su escueta afirmación acerca de su interés por llegar al continente era suficiente como para que Eltrant supiese que no era del todo bueno. – Pero primero tenemos que… que… - Negó con la cabeza, luchando contra su cuerpo – Buscar a Catherine y a Schott – Dijo tratando de levantarse otra vez - ¿Dónde he puesto las hierbas para… las náuseas? – Buscó en sus bolsillos sin ningún resultado, probablemente las habría perdido en el naufragio – Ayúdame a levantarme anda, no se para que me he sentado en un principio – Dijo fingiendo una compostura visiblemente falsa, hasta él podía percatarse de que era evidente.
Con una escueta sonrisa le ofreció la mano a Niniel. Cuando una vez estuvo de pie, se aclaró la garganta y miró a su alrededor. – Una puerta… una puerta – Volvió a tambalearse – Odio los barcos – Dijo lo suficientemente alto y resentido como para que Niniel se enterase – Hasta los que vuelan.
- ¿Alguna idea de lo que ha pasado? – Eltrant, a parte del hecho de que un gigantesco peñasco triangular ahora surcaba los cielos de Aerandir no notaba, en sí, ninguna diferencia a simple vista, no obstante, sí que tenía la sensación de que algo había cambiado en el lugar, y no para bien – Sea como sea… - Dijo oteando la habitación, usó su espada a modo de bastón según se movía por la estancia, ahora al menos no reinaba un calor asfixiante en la habitación, ya no había cascada sobre la maquinaria – Seguro que en la Logia saben algo de esto – Sonrió a Niniel, la temperatura bajaba por momentos, debían de estar acercándose a la ciudad norteña a una velocidad endiabladamente rápida ¿Aquello era simplemente magia o había algo más tras el edificio volador? – No soy muy útiles con cosas mágicas y demás – Suspiró – Pero siempre puedo tirar de más palancas.
Eltrant Tale
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Re: [Misión Guardia-Logia] El reino de las aves
La cuenta regresiva llegó a cero en la ventana con teclado de los humanos, y al hacerlo todo el lugar comenzó a temblar como sacudido por un fuerte terremoto mientras aquella extraña maquinaria aceleraba su funcionamiento evidenciando un fuerte esfuerzo por realizar su cometido, uno que preocupaba a la joven pues seguramente hacía mucho tiempo que nadie le dedicaba un mantenimiento adecuado a aquel montón de metal. Con inquietud Níniel pudo escuchar claramente el crujir de la roca, la piedra y la tierra proveniente del en esos momentos cerrado acceso por el que habían llegado hasta allí, sintiendo como comenzaban a moverse e imaginándose cómo la pirámide debía de estar despegándose del suelo, como si un enorme titán grande como una montaña tirara de ella hacia arriba arrancándola de la ciudad que la rodeaba. Ciudad que la elfa sospechaba no era el lugar de origen de la estructura, como tampoco era el lugar de origen de aquellos hombres-pájaro.
De haber seguido así la cosa no habría sido muy mala. Sí, todo temblaba, pero no era nada que no pudiera contrarrestarse sujetándose en algún lado y con un poco de cuidado. No sería el peor viaje que la elfa había tenido que soportar y sí inmensamente mejor que el último en barco hacia el norte. El problema era que aquello no era más que el principio.
Pronto el suelo comenzó a inclinarse y Níniel sintió como si una fuerza pegara un fuerte tirón de ella con intención de golpearla contra una de las paredes. De haber tenido más fuerza quizá habría podido mantener su agarre sobre la barra de metal que hasta ese momento había evitado que cayera al suelo, pero aquel movimiento fue demasiado brusco y la inclinación demasiado pronunciada, por lo que sus dedos resbalaron, condenándola a soltarse y a resbalar hasta golpearse de manera violenta. Solo la rápida reacción de Eltrant, arriesgando su propia integridad a pesar de que seguramente él sí podría haberse quedado agarrado a algo, evitó que resultara herida o algo aún peor. Apenas sí notó el impacto gracias a él y a la protección que su abrazo le brindaba.
-Lo siento. Ha sido culpa mía...- Se disculpó enseguida al comprender que el humano había tenido que soportar dos impactos en vez de uno por su causa. Uno contra la pared y el otro el causado por ella misma y la armadura que portaba bajo su sucia y destrozada túnica. -¿Estás bien?.- Se preocupó también immediatamente viendo como se dolía y trataba de recuperar el aire boca abajo en el suelo una vez que la nave había recuperado ya su horizontalidad, aunque seguía siendo obvio que aún se movía. -Déjame que te eche un vistazo.- Sugirió separándose un poco de él, poniéndose de rodillas a su lado y colocándolo en una mejor posición en el suelo con cuidado, sonrojándose levemente al darse cuenta de que acababa de salir de entre sus brazos y que sus palabras podrían malinterpretarse. - Quiero decir a tu cuerpo, osea para ver si tienes alguna contusión o rotura.- Se explicó dándole importancia a sus palabras y no al hecho de que en esa posición le estaba dando una buena imagen de su figura. Usando su magia para evaluar su estado y comprobando con alivio que no tenía nada roto, tendría un bonito moratón en la espalda eso sí, pero podría evitarle el trance sin esfuerzos con una leve sanación.
-Menos mal, ha sido un golpe más aparatoso que dañino.- Dijo aliviada colocando una mano en su pecho y aplicándole una leve sanación que la llevó a darse cuenta de algo que hasta ese momento había pasado por alto. En la playa había sido capaz de usar sus poderes a una magnitud superior a lo normal, pero en esos momentos estaba siendo todo lo contrario...Y aquella agradable sensación de bienestar que había llegado a su culmen cuando entraron a la pirámide había desaparecido sustituida por una fría nada agradable y que con los nervios había pasado desapercibida para ella. -Qué extraño...- Murmuró la joven esforzándose más en su sanación y disculpándose por tardar más de lo habitual. Parecía que el hecho de que aquel lugar pudiera volar no era el único secreto de la pirámide.
Poco podía imaginarse la elfa que sin saberlo y en un intento por evitar acabar en el fondo del mar y obtener ayuda estaba además cumpliendo con la misión de la logia de recuperar el artefacto que tanto tiempo habían buscado y que era éste el causante de aquellas sensaciones y fluctuaciones en el éter. Tampoco que con ello estaba llevando una influencia increíblemente negativa hasta las mismas puertas de la ciudad de los dragones.
-Ya deberías estar mejor, pero con cuidado.- Indicó la peliblanca mientras el humano se incorporaba. -Aún tiembla todo.- Añadió ayudándole justo cuando una imagen ilusoria de aquella mujer ataviada como un negro córvido se materializó ante ellos. Parecía tener un mensaje para ellos, para los cuatro de hecho. Claro que en general fue un mensaje tan extraño y confuso que resultaba difícil saber exactamente a qué se refería o cómo la habían ayudado, algo que desde luego no estaba entre las intenciones de la sacerdotisa. Una cosa estaba clara, no tramaba nada bueno.
-Espera, ¿dónde están Catherine y Schott?.- Preguntó la joven elfa sin recibir respuesta antes de que la imagen de aquella mujer de negro se desvaneciera tan rápido como había aparecido. -Esto no es bueno...No entiendo la mitad de lo que ha querido decir pero no es nada bueno.- Comentó la joven mientra su mente trataba de atar los cabos sueltos de todo aquello, y no eran pocos. Eltrant se sentó en el suelo aún dolorido y trató de aliviar la situación, y aunque lo logró en parte no pudo borrar toda la preocupación de la joven.
-Lo malo es lo contenta que se la veía por ello...Pero sí, si nuestro líder nos ve llegar quizá pueda evitar que pase nada, es muy poderoso e increíblemente sabio.- Contestó la de ojos aguamarina sin sentarse. Al contrario aún había cosas que podían hacer, averiguar algo más, tratar de salir de aquella sala de máquinas y revisar la pirámide, aunque muy posiblemente se toparían con guardias que no estarían muy contentos por lo ocurrido y a los que explicarles algo iba a resultar imposible. -Espero que los dos estén realmente aquí.- Comentó tratando de pensar en positivo pero siendo mucho más difícil que antes. -Y que si más de los nuestros sobrevivieron al naufragio encuentren el modo de apañarselas...- Añadió con cierto tono apagado ante la falta de la esperanzadora sensación de bienestar soltando al final un largo y triste suspiro. De todos modos lo intentaría, no quería detenerse, no quería pararse a pensar demasiado en esos momentos, quizá si lo hacía no podría volver a ponerse en marcha.
-Como no lo sepas tú que eres el que se ha sentado...- Dijo ayudándole a levantarse y mirando hacia la pantalla que tantos problemas había causado sin querer tocarla de nuevo. Ya sabían dónde estaba la puerta, el problema era abrirla. Buscar otra era en vano, ya lo habían hecho antes sin éxito. Tendría que volver a trastear con aquel panel...
-Parece ser que solo sabemos la mitad de la historia...Pero ese cuervo negro se ha liberado y debe de tener, junto a nuestros amigos, algo que ver con el hecho de que antes este lugar emanara un sentimiento agradable que reforzaba incluso las capacidades mágicas y ahora sea todo lo contrario...Nada bueno ninguna de las dos cosas.- Respondió la joven, aportando de nuevo únicamente su percepción del éter a lo que el propio Eltrant ya debía saber. -En circunstancias normales diría que mejor nos dejemos de palancas pero...- Y con desgana se acercó de nuevo a la ventana con teclado de los humanos y mordiéndose el labio volvió a trastear con ella. -Estoy señalando la puerta, no quiero que nos ahogues, ni que vueles o dejes de volar, ni que te estrelles, ni que explotes, ni que actives a ningún argentavis o algo peor...solo abre la puerta por favor.- Comentó la elfa intentándolo de nuevo y quedándose muy quieta tras pulsar el último botón, casi temiendo otra desgracia.
-Línea de vuelo estable, mamparos interiores abriéndose.- Dijo aquella femenina voz sintética mientras que una parte de la pared en uno de los laterales se deslizaba hacia arriba dándoles un camino a seguir por el que adentrarse en la pirámide. -Fiuuu.- Suspiró la joven. - Ya podías haber hecho esto desde el principio...Pero bueno, parece que ya le voy cogiendo el truco a la magia de los humanos.- Dijo dedicando unos instantes a memorizar el plano de la pirámide para poder orientarse por ella desde ese punto en adelante. -¿Vamos?-
De haber seguido así la cosa no habría sido muy mala. Sí, todo temblaba, pero no era nada que no pudiera contrarrestarse sujetándose en algún lado y con un poco de cuidado. No sería el peor viaje que la elfa había tenido que soportar y sí inmensamente mejor que el último en barco hacia el norte. El problema era que aquello no era más que el principio.
Pronto el suelo comenzó a inclinarse y Níniel sintió como si una fuerza pegara un fuerte tirón de ella con intención de golpearla contra una de las paredes. De haber tenido más fuerza quizá habría podido mantener su agarre sobre la barra de metal que hasta ese momento había evitado que cayera al suelo, pero aquel movimiento fue demasiado brusco y la inclinación demasiado pronunciada, por lo que sus dedos resbalaron, condenándola a soltarse y a resbalar hasta golpearse de manera violenta. Solo la rápida reacción de Eltrant, arriesgando su propia integridad a pesar de que seguramente él sí podría haberse quedado agarrado a algo, evitó que resultara herida o algo aún peor. Apenas sí notó el impacto gracias a él y a la protección que su abrazo le brindaba.
-Lo siento. Ha sido culpa mía...- Se disculpó enseguida al comprender que el humano había tenido que soportar dos impactos en vez de uno por su causa. Uno contra la pared y el otro el causado por ella misma y la armadura que portaba bajo su sucia y destrozada túnica. -¿Estás bien?.- Se preocupó también immediatamente viendo como se dolía y trataba de recuperar el aire boca abajo en el suelo una vez que la nave había recuperado ya su horizontalidad, aunque seguía siendo obvio que aún se movía. -Déjame que te eche un vistazo.- Sugirió separándose un poco de él, poniéndose de rodillas a su lado y colocándolo en una mejor posición en el suelo con cuidado, sonrojándose levemente al darse cuenta de que acababa de salir de entre sus brazos y que sus palabras podrían malinterpretarse. - Quiero decir a tu cuerpo, osea para ver si tienes alguna contusión o rotura.- Se explicó dándole importancia a sus palabras y no al hecho de que en esa posición le estaba dando una buena imagen de su figura. Usando su magia para evaluar su estado y comprobando con alivio que no tenía nada roto, tendría un bonito moratón en la espalda eso sí, pero podría evitarle el trance sin esfuerzos con una leve sanación.
-Menos mal, ha sido un golpe más aparatoso que dañino.- Dijo aliviada colocando una mano en su pecho y aplicándole una leve sanación que la llevó a darse cuenta de algo que hasta ese momento había pasado por alto. En la playa había sido capaz de usar sus poderes a una magnitud superior a lo normal, pero en esos momentos estaba siendo todo lo contrario...Y aquella agradable sensación de bienestar que había llegado a su culmen cuando entraron a la pirámide había desaparecido sustituida por una fría nada agradable y que con los nervios había pasado desapercibida para ella. -Qué extraño...- Murmuró la joven esforzándose más en su sanación y disculpándose por tardar más de lo habitual. Parecía que el hecho de que aquel lugar pudiera volar no era el único secreto de la pirámide.
Poco podía imaginarse la elfa que sin saberlo y en un intento por evitar acabar en el fondo del mar y obtener ayuda estaba además cumpliendo con la misión de la logia de recuperar el artefacto que tanto tiempo habían buscado y que era éste el causante de aquellas sensaciones y fluctuaciones en el éter. Tampoco que con ello estaba llevando una influencia increíblemente negativa hasta las mismas puertas de la ciudad de los dragones.
-Ya deberías estar mejor, pero con cuidado.- Indicó la peliblanca mientras el humano se incorporaba. -Aún tiembla todo.- Añadió ayudándole justo cuando una imagen ilusoria de aquella mujer ataviada como un negro córvido se materializó ante ellos. Parecía tener un mensaje para ellos, para los cuatro de hecho. Claro que en general fue un mensaje tan extraño y confuso que resultaba difícil saber exactamente a qué se refería o cómo la habían ayudado, algo que desde luego no estaba entre las intenciones de la sacerdotisa. Una cosa estaba clara, no tramaba nada bueno.
-Espera, ¿dónde están Catherine y Schott?.- Preguntó la joven elfa sin recibir respuesta antes de que la imagen de aquella mujer de negro se desvaneciera tan rápido como había aparecido. -Esto no es bueno...No entiendo la mitad de lo que ha querido decir pero no es nada bueno.- Comentó la joven mientra su mente trataba de atar los cabos sueltos de todo aquello, y no eran pocos. Eltrant se sentó en el suelo aún dolorido y trató de aliviar la situación, y aunque lo logró en parte no pudo borrar toda la preocupación de la joven.
-Lo malo es lo contenta que se la veía por ello...Pero sí, si nuestro líder nos ve llegar quizá pueda evitar que pase nada, es muy poderoso e increíblemente sabio.- Contestó la de ojos aguamarina sin sentarse. Al contrario aún había cosas que podían hacer, averiguar algo más, tratar de salir de aquella sala de máquinas y revisar la pirámide, aunque muy posiblemente se toparían con guardias que no estarían muy contentos por lo ocurrido y a los que explicarles algo iba a resultar imposible. -Espero que los dos estén realmente aquí.- Comentó tratando de pensar en positivo pero siendo mucho más difícil que antes. -Y que si más de los nuestros sobrevivieron al naufragio encuentren el modo de apañarselas...- Añadió con cierto tono apagado ante la falta de la esperanzadora sensación de bienestar soltando al final un largo y triste suspiro. De todos modos lo intentaría, no quería detenerse, no quería pararse a pensar demasiado en esos momentos, quizá si lo hacía no podría volver a ponerse en marcha.
-Como no lo sepas tú que eres el que se ha sentado...- Dijo ayudándole a levantarse y mirando hacia la pantalla que tantos problemas había causado sin querer tocarla de nuevo. Ya sabían dónde estaba la puerta, el problema era abrirla. Buscar otra era en vano, ya lo habían hecho antes sin éxito. Tendría que volver a trastear con aquel panel...
-Parece ser que solo sabemos la mitad de la historia...Pero ese cuervo negro se ha liberado y debe de tener, junto a nuestros amigos, algo que ver con el hecho de que antes este lugar emanara un sentimiento agradable que reforzaba incluso las capacidades mágicas y ahora sea todo lo contrario...Nada bueno ninguna de las dos cosas.- Respondió la joven, aportando de nuevo únicamente su percepción del éter a lo que el propio Eltrant ya debía saber. -En circunstancias normales diría que mejor nos dejemos de palancas pero...- Y con desgana se acercó de nuevo a la ventana con teclado de los humanos y mordiéndose el labio volvió a trastear con ella. -Estoy señalando la puerta, no quiero que nos ahogues, ni que vueles o dejes de volar, ni que te estrelles, ni que explotes, ni que actives a ningún argentavis o algo peor...solo abre la puerta por favor.- Comentó la elfa intentándolo de nuevo y quedándose muy quieta tras pulsar el último botón, casi temiendo otra desgracia.
-Línea de vuelo estable, mamparos interiores abriéndose.- Dijo aquella femenina voz sintética mientras que una parte de la pared en uno de los laterales se deslizaba hacia arriba dándoles un camino a seguir por el que adentrarse en la pirámide. -Fiuuu.- Suspiró la joven. - Ya podías haber hecho esto desde el principio...Pero bueno, parece que ya le voy cogiendo el truco a la magia de los humanos.- Dijo dedicando unos instantes a memorizar el plano de la pirámide para poder orientarse por ella desde ese punto en adelante. -¿Vamos?-
Níniel Thenidiel
Aerandiano de honor
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Re: [Misión Guardia-Logia] El reino de las aves
No tenía ni idea de que hacer, vaya si tan solo Eltrant o Niniel estuviesen aquí, seguro que ella con sus poderes mágicos podía hacer algo, pero nosotros… si lo mas que se me ocurría a mí era cortar el dichoso árbol.
-Emmmm…pues lo riego y tal…a ver qué pasa…es que se le ve muy hecho polvo- comenté a Catherine –Mira podemos….- me detuve cuando un temblor comenzó a agitar toda la sala.
-Ahgg…mierda mierda…¿Qué he tocado?..yo no he sido…yo no he sido- dije levantando los brazos alejándome de cualquier superficie y luchando por mantenerme en pie, sin embargo los temblores se hicieron más potentes y terminaron por tirarme al suelo de culo, asimismo unas extrañas voces, resonaron por toda la estancia.
-¿Qu..que es eso?¿qué es eso de despegue? ¿Qué diablos está pasando?¿Como que a Dundarak? pero si eso está en la otra punta del continente- Maldecía tratando de levantarme sin éxito, parecía que toda la pirámide se sacudía y se iba a venir abajo.
-Nonono, detente, detente, que no hemos hecho nada, Kumatre por favor usa tus poderes, haz algo que uuuaaaaaaaa- mascullé sin ideas al tiempo que una fuerza extraña me lanzaba contra una pared dándome un sonoro coscorrón.
-¿Pero qué diantres está pasando? Yo…aaaaaahhh- grité al ver que el maldito cuervo era liberado y no tenía manera de impedirlo, contemplé con horror como el cuervo se introducía en el árbol, que lejos de sanar se volvió más grande más fuerte y más negro.
-¡La hemos liado!¡la hemos liado! Uaahhhhhh- grité cuando vi impotente como la reina de las aves se desvanecía en un horrible grito que dudo pueda llegar a olvidar.
-Losientolosientolosiento- dije impotente mientras me arrastraba hacia Catherine y el árbol, que se había vuelto frondoso aunque de un aterrador negro, notaba como la energía y el bienestar se tornaban malas sensaciones y pesadez, maldita sea, la habíamos cagado pero a base de bien, logre llegar por fin junto a Catherine.
-Mierda Catherine aguanta, voy a cortarlo, ahora sí que si yo….- me detuve alzando la pala listo para dar el golpe, era en vano, el árbol completamente repuesto ya sería imposible de cortar con nuestras armas, además creo que cualquier golpe contra ese oscuro y maldito árbol sería enormemente contraproducente.
En estas aciagas circunstancias la mujer de negro se materializó delante de nosotros, riendo de manera maligna, solo el destino sabría que terribles planes aguardarían al continente.
-Lo sabía, ¡sabía que era mala!, ¡te voy a matar bruja!- dije ciego de rabia golpeándola con la pala, sin embargo solo corté aire, la mujer se esfumó como si una mera ilusión de humo se tratase haciéndome caer de bruces contra el suelo y comenzando a sangrar por la nariz de golpe.
Mire a Catherine, que estaba hecha un ovillo en una pared, me arrastré como pude junto a ella.
-Cath, no..no te preocupes…no pasa nada…- dije abrazándola tratando de reconfortarla -...todo saldrá bien..bueno…no sé..pero estamos juntos, estamos vivos, no..no ha sido culpa nuestra, ni vos sois diosa ni yo soy paladín, tranquila, saldremos de esta, y pillaremos a la mujer de negro, ya lo verás- la sonreí tratando de calmarla, no estaba nada seguro de que pudiéramos lograrlo, lo que si sabía con certeza es que lo intentaríamos, hasta el último aliento, y eso, era lo más importante.
-Emmmm…pues lo riego y tal…a ver qué pasa…es que se le ve muy hecho polvo- comenté a Catherine –Mira podemos….- me detuve cuando un temblor comenzó a agitar toda la sala.
-Ahgg…mierda mierda…¿Qué he tocado?..yo no he sido…yo no he sido- dije levantando los brazos alejándome de cualquier superficie y luchando por mantenerme en pie, sin embargo los temblores se hicieron más potentes y terminaron por tirarme al suelo de culo, asimismo unas extrañas voces, resonaron por toda la estancia.
-¿Qu..que es eso?¿qué es eso de despegue? ¿Qué diablos está pasando?¿Como que a Dundarak? pero si eso está en la otra punta del continente- Maldecía tratando de levantarme sin éxito, parecía que toda la pirámide se sacudía y se iba a venir abajo.
-Nonono, detente, detente, que no hemos hecho nada, Kumatre por favor usa tus poderes, haz algo que uuuaaaaaaaa- mascullé sin ideas al tiempo que una fuerza extraña me lanzaba contra una pared dándome un sonoro coscorrón.
-¿Pero qué diantres está pasando? Yo…aaaaaahhh- grité al ver que el maldito cuervo era liberado y no tenía manera de impedirlo, contemplé con horror como el cuervo se introducía en el árbol, que lejos de sanar se volvió más grande más fuerte y más negro.
-¡La hemos liado!¡la hemos liado! Uaahhhhhh- grité cuando vi impotente como la reina de las aves se desvanecía en un horrible grito que dudo pueda llegar a olvidar.
-Losientolosientolosiento- dije impotente mientras me arrastraba hacia Catherine y el árbol, que se había vuelto frondoso aunque de un aterrador negro, notaba como la energía y el bienestar se tornaban malas sensaciones y pesadez, maldita sea, la habíamos cagado pero a base de bien, logre llegar por fin junto a Catherine.
-Mierda Catherine aguanta, voy a cortarlo, ahora sí que si yo….- me detuve alzando la pala listo para dar el golpe, era en vano, el árbol completamente repuesto ya sería imposible de cortar con nuestras armas, además creo que cualquier golpe contra ese oscuro y maldito árbol sería enormemente contraproducente.
En estas aciagas circunstancias la mujer de negro se materializó delante de nosotros, riendo de manera maligna, solo el destino sabría que terribles planes aguardarían al continente.
-Lo sabía, ¡sabía que era mala!, ¡te voy a matar bruja!- dije ciego de rabia golpeándola con la pala, sin embargo solo corté aire, la mujer se esfumó como si una mera ilusión de humo se tratase haciéndome caer de bruces contra el suelo y comenzando a sangrar por la nariz de golpe.
Mire a Catherine, que estaba hecha un ovillo en una pared, me arrastré como pude junto a ella.
-Cath, no..no te preocupes…no pasa nada…- dije abrazándola tratando de reconfortarla -...todo saldrá bien..bueno…no sé..pero estamos juntos, estamos vivos, no..no ha sido culpa nuestra, ni vos sois diosa ni yo soy paladín, tranquila, saldremos de esta, y pillaremos a la mujer de negro, ya lo verás- la sonreí tratando de calmarla, no estaba nada seguro de que pudiéramos lograrlo, lo que si sabía con certeza es que lo intentaríamos, hasta el último aliento, y eso, era lo más importante.
Schott
Honorable
Honorable
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Re: [Misión Guardia-Logia] El reino de las aves
¡Misión completada con éxito!
¡El templo de la Luna ha llegado ha Dundarak y desatará una serie de infortunios que relataré en un hilo de lore próximo que subiré en los próximos días! Vosotros termináis el hilo ilesos y podéis salir por vuestro propio pie.
Obtenéis:
- 15 puntos de experiencia
- 300 aeros
- 10 puntos de influencia con Gremio de la Guardia o la Logia.
Todo se ha sumado a vuestros perfiles.
¡Catherine Blair subes al nivel 1!
¡Eltrant Tale subes al nivel 5!
¡Enhorabuena a ambos!
Ger
Master
Master
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Nivel de PJ : : 0
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