El despertar de las sombras [Privado][Dag Thorlák][Cerrado]
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El despertar de las sombras [Privado][Dag Thorlák][Cerrado]
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Gracias a la agilidad y velocidad del leónico, que corría tan rápido como le permitían las patas, ambos consiguieron llegar al barco de la logia antes de que zarpase, esquivando por el camino a los numerosos no muertos que Frendel enviaba tras ellos. La recién convertida vampira saltó del lomo de su compañero en cuanto estuvieron a bordo, y sin prestar atención a cuantos estaban allí se acercó a la barandilla con la preocupación grabada en el rostro, justo a tiempo de ver como el Aguamarina comenzaba a hundirse tras el feroz ataque de Querostraza. ¿Dónde estaba Alister? ¿Y Nim? ¿Y Gabrielle? Aquella incertidumbre la estaba matando por momentos, pero pronto atisbó algo en el agua que consiguió tranquilizarla en parte.
Parte de la tripulación, incluida la capitana, había conseguido salir del navío antes de que la dragona descargase contra él sus ardientes llamas, y ahora se encontraban en una barca, no muy lejos de ellos. Jace estaba con ellos y sujetaba a la rubia, que aterida de frío por las gélidas aguas, solo podía limitarse a temblar mientras veía hundirse el barco que con tanto cariño le había heredado su padre. Aquello resultó duro para ella y no pudo evitar que las lágrimas recorriesen su rostro, no solo por la embarcación sino también por los hombres que había perdido, sería un día para olvidar.
Desde la cubierta, la de cabellos cenicientos comprobó que ni el dragón ni la pequeña elfa se encontraban con los supervivientes del Aguamarina, y con un nudo en el estómago, levantó la vista al cielo con la esperanza de que el alado se hubiese transformado para escapar, pero teniendo en cuenta que estaba herido cuando se despidió de él quizá no hubiese tenido fuerzas para pasar a su forma bestial. ¿Habría cumplido Frendel su objetivo de devolverle el daño que le habían hecho al matar a Amaterasu? No quería ni pensarlo.
Tras unos instantes que le parecieron eternos, finalmente reconoció la silueta del dragón, que llevaba consigo a la niña y se dirigía hacia el barco de la logia a toda prisa, estaban a salvo los dos, eso era todo lo que necesitaba. La otrora bruja sintió como le daba un vuelco el corazón, pero todavía no podían relajarse, no mientras Querostraza siguiese en el aire. Frendel y su ejército de no muertos esperaban en la orilla, desde donde ya no podían hacer nada, pero la dragona seguía siendo una gran amenaza para todos, y al ver que giraba para dirigirse hacia ellos se temieron lo peor. - ¡Alister date prisa! - instó la benjamina de los Calhoun, a pesar de que el ya dañado barco no fuese el lugar más seguro.
El dragón consiguió alcanzar la cubierta y dejar a Nimthîriel en la misma con cuidado antes de aterrizar, provocando que la centinela corriese hacia ellos para abrazarlos, cosa que no llegó a hacer. En cuanto el aroma de la sangre de la pequeña elfa llegó a su nariz Elen se detuvo en seco, y luchó contra sus instintos para obligarse a retroceder hasta la barandilla, a la cual se sujetó con fuerza. No podía acercarse a ellos, la sed aumentaba por momentos y el ardor de su garganta empezaba a volverse insoportable, aceptar aquella vida maldita iba a suponerle muchos problemas. - ¿Elen? - preguntó el alado al ver su comportamiento, y entonces sus alargadas pupilas de reptil se centraron en el cuello de la joven, donde aparte de las marcas de colmillos aún quedaba sangre seca. - ¿Qué te han hecho? - consiguió formular en un hilo de voz, mientras Nim, ajena a lo que ocurría, avanzaba hacia la benjamina de los Calhoun para refugiarse entre sus brazos, como había hecho ya tantas veces.
- ¡No te me acerques Nim! - exclamó la vampira, y Alister actuó de inmediato para detener a la niña, rodeándola con una de sus alas y atrayéndola hacia él. Antes de que ninguno de ellos pudiese decir algo más, la atención de todos se centró nuevamente en Querostraza, que regresaba para atacar el segundo barco y acabar así su trabajo, pero no contaba con que la nueva portadora de la corona astada fuese a rechazar su fuego. Clavando su bastón en el suelo, la alta encantadora conjuró una esfera hecha de hielo y sombras alrededor del navío, protegiéndolo de la llamarada con que la bestia pretendía hundirlo y consiguiendo que ésta regresase a isla volcánica junto a Frendel, dando por terminada la batalla.
Cuando por fin estuvieron lo suficientemente lejos de la costa para poder relajarse, el Inquisidor ordenó a los miembros de su tripulación que ayudasen a los supervivientes del Aguamarina, que poco a poco fueron rescatados y puestos a salvo. Elen no pudo mirar a Gabrielle a los ojos cuando llegó a la cubierta, la culpabilidad pesaba sobre sus hombros, todo aquello había ocurrido por la decisión que había tomado de traicionar a Amaterasu, y aunque no se arrepentía de haberse negado a entregarle la corona del dominador, no podía dejar de sentirse responsable por todo lo malo que ello había conllevado.
En un intento por mantenerse lejos de sus seres queridos, el único modo que tenía de no dañarlos, Elen descendió a uno de los camarotes junto con Melena Blanca y el vampiro que sin duda había jugado un papel crucial al decapitar a la nigromante. Allí aguardó hasta que Abbey hizo acto de presencia, sentada en un rincón, tan apartada del resto como la estancia el permitía, con los ojos cerrados y escuchando únicamente a las almas de su medallón, que ahora no dejaban de hablarle. Un negro halo la rodeaba, y es que su vínculo con la oscuridad había influido considerablemente en su transformación o despertar a la vida de la noche, provocando que de todos los tipos de vampiro que existían, la de cabellos cenicientos se hubiese convertido en una señora de las sombras.
Cuando la alta encantadora hizo acto de presencia se obligó a abrir los ojos y prestar atención a sus palabras, al menos habían sacado algo bueno de todo aquello, que reconociese su error al juzgarlos y que valorase lo que habían hecho en isla volcánica. Para sorpresa de todos, Abbey entregó la corona astada a Melena Blanca en vez de quedársela, brindando al leónico la oportunidad de seguir luchando a pesar de haber perdido su reliquia, algo que agradeció enormemente. Ambos centinelas cruzaron una mirada de confianza, no importaba que ahora fuesen solo dos, combatirían hasta el final para acabar con los jinetes.
El Inquisidor no tardó en reunirse con ellos, asegurando que de cara al próximo conflicto que tendría lugar en Lunargenta podrían contar con el apoyo de la logia y Dundarak, algo que sin duda necesitarían. Tras entregar un presente a Dag por su labor, el dragón los instó a descansar, algo que para la de ojos verdes resultaría terriblemente difícil en su situación.
Elen abandonó el camarote en busca de un lugar más solitario donde no le costase tanto estar, pero cuando se dirigió a la cubierta vio que los primeros rayos del día iluminaban las escaleras, impidiéndole salir. Con lentitud, la vampira avanzó hacia el pie de las mismas y clavó la vista en la zona que el sol alcanzaba, estirando un brazo hacia la luz con la esperanza de que todo aquello solo fuese una horrible pesadilla. El dolor la devolvió bruscamente a la realidad, obligándola a retirar la mano y a ahogar un grito de dolor mientras quedaba sentada el suelo, con el dorso de la diestra cubierto de ampollas por haberse quemado. Las lágrimas recorrieron sus mejillas al tiempo que maldecía su suerte en un susurro apenas audible, había aceptado una vida maldita y ahora tendría que enfrentarse a las consecuencias.
Tras tomarse unos minutos para recobrar la compostura, la joven se levantó y buscó un lugar en que no hubiese nadie, algo difícil teniendo en cuenta que llevaban más pasajeros que a su salida de Alvheim. Lo único que encontró fue una de las estancias que había quedado destrozada tras el ataque de la hidra, pero sin más opciones decidió refugiarse allí, tratarse la mordida de Géminis con pócima de cicatrización sin marcas y cubrirse la mano con una hoja de Kortinque humedecida en agua fría y unas vendas, lo justo para que comenzase a curar pronto. Hecho esto se acomodó en un rincón oscuro y se abrazó las rodillas, apoyando el rostro sobre las mismas mientras luchaba con la terrible sed.
Así se mantuvo hasta que un tentador aroma la hizo levantar la cabeza, para toparse con la figura del cazador, que la observaba desde la entrada. - Alister vete, no quiero hacerte daño. - le dijo, con el rostro contraído por la batalla que tenía lugar en su interior. El dragón hizo caso omiso a sus palabras, entró en la habitación y comenzó a acercarse a ella, pero la tensión que se apoderó del cuerpo de la otrora bruja lo instó a mantener cierta distancia. - ¿Qué pasó en la isla? - preguntó, con expresión triste al ver a la mujer que amaba en aquel estado. - No fui lo suficientemente fuerte. - explicó Elen, apartando la vista del alado. - Traicioné a Amaterasu y eso tuvo sus consecuencias… una de ellas fue que la vampira que iba con Vlad me hiciese esto. - continuó, mostrando la fea herida de su cuello, a pesar de que ya estaba cerrada.
- No tenía otra opción, era transformarme o morir… quizá hubiese sido mejor morir. - soltó con tono molesto. - No vuelvas a decir eso. - le increpó Alister, que había salvado los metros que los separaban para poner una mano sobre su hombro. Aquella cercanía que en cualquier otra circunstancia habría sido agradable para la benjamina de los Calhoun ahora le resultaba incómoda, podía sentir el latido de su corazón y además estaba el aroma de su sangre, que no la ayudaba en absoluto. Instintivamente se apartó de él para volver a poner cierta distancia entre ambos, quedando con la espalda pegada a una de las paredes que seguía intacta.
- ¿Es la sed verdad? - preguntó poco después algo cabizbajo, y no le hizo falta respuesta de la joven para saber que había acertado. - Quizá con un poco te sintieses mejor. - musitó, al tiempo que extraía una pequeña daga y se arremangaba la camisa, dejando un brazo al descubierto. - ¡No! - gritó la vampira, para de inmediato huir de la estancia y alejarse como tanto le fue posible, solo había una persona a bordo que podría entenderla y ayudarla en su situación… Dag Thorlák.
Off: Este es el primer tema de Elen con su maldición vampírica.
Gracias a la agilidad y velocidad del leónico, que corría tan rápido como le permitían las patas, ambos consiguieron llegar al barco de la logia antes de que zarpase, esquivando por el camino a los numerosos no muertos que Frendel enviaba tras ellos. La recién convertida vampira saltó del lomo de su compañero en cuanto estuvieron a bordo, y sin prestar atención a cuantos estaban allí se acercó a la barandilla con la preocupación grabada en el rostro, justo a tiempo de ver como el Aguamarina comenzaba a hundirse tras el feroz ataque de Querostraza. ¿Dónde estaba Alister? ¿Y Nim? ¿Y Gabrielle? Aquella incertidumbre la estaba matando por momentos, pero pronto atisbó algo en el agua que consiguió tranquilizarla en parte.
Parte de la tripulación, incluida la capitana, había conseguido salir del navío antes de que la dragona descargase contra él sus ardientes llamas, y ahora se encontraban en una barca, no muy lejos de ellos. Jace estaba con ellos y sujetaba a la rubia, que aterida de frío por las gélidas aguas, solo podía limitarse a temblar mientras veía hundirse el barco que con tanto cariño le había heredado su padre. Aquello resultó duro para ella y no pudo evitar que las lágrimas recorriesen su rostro, no solo por la embarcación sino también por los hombres que había perdido, sería un día para olvidar.
Desde la cubierta, la de cabellos cenicientos comprobó que ni el dragón ni la pequeña elfa se encontraban con los supervivientes del Aguamarina, y con un nudo en el estómago, levantó la vista al cielo con la esperanza de que el alado se hubiese transformado para escapar, pero teniendo en cuenta que estaba herido cuando se despidió de él quizá no hubiese tenido fuerzas para pasar a su forma bestial. ¿Habría cumplido Frendel su objetivo de devolverle el daño que le habían hecho al matar a Amaterasu? No quería ni pensarlo.
Tras unos instantes que le parecieron eternos, finalmente reconoció la silueta del dragón, que llevaba consigo a la niña y se dirigía hacia el barco de la logia a toda prisa, estaban a salvo los dos, eso era todo lo que necesitaba. La otrora bruja sintió como le daba un vuelco el corazón, pero todavía no podían relajarse, no mientras Querostraza siguiese en el aire. Frendel y su ejército de no muertos esperaban en la orilla, desde donde ya no podían hacer nada, pero la dragona seguía siendo una gran amenaza para todos, y al ver que giraba para dirigirse hacia ellos se temieron lo peor. - ¡Alister date prisa! - instó la benjamina de los Calhoun, a pesar de que el ya dañado barco no fuese el lugar más seguro.
El dragón consiguió alcanzar la cubierta y dejar a Nimthîriel en la misma con cuidado antes de aterrizar, provocando que la centinela corriese hacia ellos para abrazarlos, cosa que no llegó a hacer. En cuanto el aroma de la sangre de la pequeña elfa llegó a su nariz Elen se detuvo en seco, y luchó contra sus instintos para obligarse a retroceder hasta la barandilla, a la cual se sujetó con fuerza. No podía acercarse a ellos, la sed aumentaba por momentos y el ardor de su garganta empezaba a volverse insoportable, aceptar aquella vida maldita iba a suponerle muchos problemas. - ¿Elen? - preguntó el alado al ver su comportamiento, y entonces sus alargadas pupilas de reptil se centraron en el cuello de la joven, donde aparte de las marcas de colmillos aún quedaba sangre seca. - ¿Qué te han hecho? - consiguió formular en un hilo de voz, mientras Nim, ajena a lo que ocurría, avanzaba hacia la benjamina de los Calhoun para refugiarse entre sus brazos, como había hecho ya tantas veces.
- ¡No te me acerques Nim! - exclamó la vampira, y Alister actuó de inmediato para detener a la niña, rodeándola con una de sus alas y atrayéndola hacia él. Antes de que ninguno de ellos pudiese decir algo más, la atención de todos se centró nuevamente en Querostraza, que regresaba para atacar el segundo barco y acabar así su trabajo, pero no contaba con que la nueva portadora de la corona astada fuese a rechazar su fuego. Clavando su bastón en el suelo, la alta encantadora conjuró una esfera hecha de hielo y sombras alrededor del navío, protegiéndolo de la llamarada con que la bestia pretendía hundirlo y consiguiendo que ésta regresase a isla volcánica junto a Frendel, dando por terminada la batalla.
Cuando por fin estuvieron lo suficientemente lejos de la costa para poder relajarse, el Inquisidor ordenó a los miembros de su tripulación que ayudasen a los supervivientes del Aguamarina, que poco a poco fueron rescatados y puestos a salvo. Elen no pudo mirar a Gabrielle a los ojos cuando llegó a la cubierta, la culpabilidad pesaba sobre sus hombros, todo aquello había ocurrido por la decisión que había tomado de traicionar a Amaterasu, y aunque no se arrepentía de haberse negado a entregarle la corona del dominador, no podía dejar de sentirse responsable por todo lo malo que ello había conllevado.
En un intento por mantenerse lejos de sus seres queridos, el único modo que tenía de no dañarlos, Elen descendió a uno de los camarotes junto con Melena Blanca y el vampiro que sin duda había jugado un papel crucial al decapitar a la nigromante. Allí aguardó hasta que Abbey hizo acto de presencia, sentada en un rincón, tan apartada del resto como la estancia el permitía, con los ojos cerrados y escuchando únicamente a las almas de su medallón, que ahora no dejaban de hablarle. Un negro halo la rodeaba, y es que su vínculo con la oscuridad había influido considerablemente en su transformación o despertar a la vida de la noche, provocando que de todos los tipos de vampiro que existían, la de cabellos cenicientos se hubiese convertido en una señora de las sombras.
Cuando la alta encantadora hizo acto de presencia se obligó a abrir los ojos y prestar atención a sus palabras, al menos habían sacado algo bueno de todo aquello, que reconociese su error al juzgarlos y que valorase lo que habían hecho en isla volcánica. Para sorpresa de todos, Abbey entregó la corona astada a Melena Blanca en vez de quedársela, brindando al leónico la oportunidad de seguir luchando a pesar de haber perdido su reliquia, algo que agradeció enormemente. Ambos centinelas cruzaron una mirada de confianza, no importaba que ahora fuesen solo dos, combatirían hasta el final para acabar con los jinetes.
El Inquisidor no tardó en reunirse con ellos, asegurando que de cara al próximo conflicto que tendría lugar en Lunargenta podrían contar con el apoyo de la logia y Dundarak, algo que sin duda necesitarían. Tras entregar un presente a Dag por su labor, el dragón los instó a descansar, algo que para la de ojos verdes resultaría terriblemente difícil en su situación.
Elen abandonó el camarote en busca de un lugar más solitario donde no le costase tanto estar, pero cuando se dirigió a la cubierta vio que los primeros rayos del día iluminaban las escaleras, impidiéndole salir. Con lentitud, la vampira avanzó hacia el pie de las mismas y clavó la vista en la zona que el sol alcanzaba, estirando un brazo hacia la luz con la esperanza de que todo aquello solo fuese una horrible pesadilla. El dolor la devolvió bruscamente a la realidad, obligándola a retirar la mano y a ahogar un grito de dolor mientras quedaba sentada el suelo, con el dorso de la diestra cubierto de ampollas por haberse quemado. Las lágrimas recorrieron sus mejillas al tiempo que maldecía su suerte en un susurro apenas audible, había aceptado una vida maldita y ahora tendría que enfrentarse a las consecuencias.
Tras tomarse unos minutos para recobrar la compostura, la joven se levantó y buscó un lugar en que no hubiese nadie, algo difícil teniendo en cuenta que llevaban más pasajeros que a su salida de Alvheim. Lo único que encontró fue una de las estancias que había quedado destrozada tras el ataque de la hidra, pero sin más opciones decidió refugiarse allí, tratarse la mordida de Géminis con pócima de cicatrización sin marcas y cubrirse la mano con una hoja de Kortinque humedecida en agua fría y unas vendas, lo justo para que comenzase a curar pronto. Hecho esto se acomodó en un rincón oscuro y se abrazó las rodillas, apoyando el rostro sobre las mismas mientras luchaba con la terrible sed.
Así se mantuvo hasta que un tentador aroma la hizo levantar la cabeza, para toparse con la figura del cazador, que la observaba desde la entrada. - Alister vete, no quiero hacerte daño. - le dijo, con el rostro contraído por la batalla que tenía lugar en su interior. El dragón hizo caso omiso a sus palabras, entró en la habitación y comenzó a acercarse a ella, pero la tensión que se apoderó del cuerpo de la otrora bruja lo instó a mantener cierta distancia. - ¿Qué pasó en la isla? - preguntó, con expresión triste al ver a la mujer que amaba en aquel estado. - No fui lo suficientemente fuerte. - explicó Elen, apartando la vista del alado. - Traicioné a Amaterasu y eso tuvo sus consecuencias… una de ellas fue que la vampira que iba con Vlad me hiciese esto. - continuó, mostrando la fea herida de su cuello, a pesar de que ya estaba cerrada.
- No tenía otra opción, era transformarme o morir… quizá hubiese sido mejor morir. - soltó con tono molesto. - No vuelvas a decir eso. - le increpó Alister, que había salvado los metros que los separaban para poner una mano sobre su hombro. Aquella cercanía que en cualquier otra circunstancia habría sido agradable para la benjamina de los Calhoun ahora le resultaba incómoda, podía sentir el latido de su corazón y además estaba el aroma de su sangre, que no la ayudaba en absoluto. Instintivamente se apartó de él para volver a poner cierta distancia entre ambos, quedando con la espalda pegada a una de las paredes que seguía intacta.
- ¿Es la sed verdad? - preguntó poco después algo cabizbajo, y no le hizo falta respuesta de la joven para saber que había acertado. - Quizá con un poco te sintieses mejor. - musitó, al tiempo que extraía una pequeña daga y se arremangaba la camisa, dejando un brazo al descubierto. - ¡No! - gritó la vampira, para de inmediato huir de la estancia y alejarse como tanto le fue posible, solo había una persona a bordo que podría entenderla y ayudarla en su situación… Dag Thorlák.
Off: Este es el primer tema de Elen con su maldición vampírica.
Última edición por Elen Calhoun el Dom Abr 22 2018, 11:51, editado 1 vez
Elen Calhoun
Aerandiano de honor
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Re: El despertar de las sombras [Privado][Dag Thorlák][Cerrado]
Para Dag, aquella larga jornada había terminado con un sabor agridulce. A juzgar por la forma en que era tratado por quienes lo rodeaban, su participación había resultado útil. A su juicio, sin embargo, no todo resultaba tan claro.
Aún no sabía a ciencia cierta si el bando que había elegido era el correcto. Si pensaba como el honorable humano que había sido, sin duda consideraría aquel como el grupo de los buenos; ahora, siendo un chupasangres, la “bondad” se veía más subjetiva. ¿Quizás irse con Vladimir habría sido lo acertado? Tal vez sí, tal vez no. Había hecho rodar la cabeza de alguien cuyas motivaciones desconocía, todo por dejarse llevar por el fulgor de la batalla. Quizás la Revividora tenía fines nobles; al fin y al cabo no sabía nada de ella. Sentado en la cama de su camarote, apoyó los codos en sus rodillas y se reclinó hacia adelante para esconder el rostro entre las manos.
Aunque la mayoría de las habitaciones eran ocupadas por varias personas, sus compañeros habían decidido dejarlo solo, probablemente, tras observar su azaroso comportamiento. Dag rumiaba palabras sueltas y pasaba de la risa al llanto con pasmosa facilidad; sus emociones y sus actos iban estrechamente ligados al pensamiento que surcara su mente en ese instante, con lo cual estar cerca de él podía resultar un tanto inquietante, especialmente cuando tenía mucho tiempo para ponerse a pensar.
-¡Su rey ha vuelto! -Gritó repentinamente, irguiéndose de un salto para inclinarse con grandilocuencia hacia un público imaginario. No obstante, incluso la muchedumbre ficticia comenzó a abuchearlo y a lanzarle tomates podridos. ¡Vaya desagradecidos! ¿Acaso no acababa de hacer algo bueno por ellos? ¡Había matado a Ameta... Atera... como se llamase! ¡Había sido un rey misericordioso! ¡Y, más importante, no había huído como el cobarde de Siegfried! Y, aún así... sus súbditos lo odiaban. Lamentablemente, la realidad no debía alejarse mucho de su imaginación; dudaba poder regresar al castillo sin ser linchado. -Al menos aún los tengo a ustedes dos, ¿no? -Sonrió hacia un rincón de la habitación donde Bálder y Askol, sus más fieles lacayos, se dieron la media vuelta para desaparecer tras la pared. Estaba realmente solo.
El tiempo pasó y, con cada vaivén del navío, más hundido en su depresión se encontraba Dag. No tenía ni la más mínima idea de dónde iría luego de desembarcar. Por momentos se le ocurría regresar a su hogar junto a Dahlia y sus hijos; luego recordaba que estaban muertos y que él mismo había visto su casa arder. Luego se planteaba unirse nuevamente a la Guardia, mas dudaba que aceptaran a quien había llevado a los vampiros al poder. El ojiazul, incapaz de permanecer encerrado en el camarote, ahora vagaba por los pasillos del barco con la esperanza de que al girar el próximo recodo se le ocurriría una idea mejor a la anterior.
Sin embargo, lo que encontró no fue inspiración sino a una joven peliblanca con el mismo gesto de desasosiego que él. La turbia mirada del vampiro se posó sobre ella; había en el fondo de sus ojos cierto atisbo de reconocimiento, mas su mente se encontraba demasiado perturbada en ese instante como para poder reaccionar con naturalidad. Así pues, con el ceño fruncido, inquirió:
-¿Te conozco?
Dag Thorlák
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Re: El despertar de las sombras [Privado][Dag Thorlák][Cerrado]
- ¡Elen espera! - alcanzó a escuchar a su espalda, pero no se detuvo ni tampoco giró el rostro para ver al dragón, temiendo que pudiese cortarse para darle su sangre la joven aceleró el paso y se alejó de él tanto como pudo. Con una expresión triste en el rostro, Alister la observó mientras se marchaba a toda prisa, no pretendía hacerle aquello más difícil de lo que ya estaría resultándole pero tampoco quería que la de ojos verdes se aislase y lo esquivase a causa de su nueva condición. Maldijo por lo bajo al perderla de vista, ¿por qué tenía que suceder aquello justo después de que la benjamina de los Calhoun le hubiese revelado sus sentimientos hacia él? Ahora ni siquiera podía acercarse a ella.
Sin poder ayudarla, ya que se negaba en rotundo a beber un poco de él para calmar la sed que debía estar causando estragos en su persona, el cazador guardó de nuevo la daga y lentamente regresó a la habitación en que se reponían Gabrielle, Jace, Nim y los supervivientes del Aguamarina. - ¿Y Elen? - le preguntó la capitana nada más verlo cruzar la puerta en solitario. - No se encuentra bien. - respondió mientras tomaba asiento en una de las pocas sillas libres que quedaban. - ¿Por qué no quiso que me acercase a ella? - inquirió la pequeña elfa con un deje de tristeza en la voz, mirando al suelo. Desde que sus caminos se habían cruzado la bruja había cuidado de ella y nunca la había apartado de sí como lo había hecho en cubierta, algo que la niña seguía sin entender.
- Es complicado Nim… Elen ha cambiado. - intentó explicarle el cazador, y no solo a ella sino también al resto de los presentes, para que pudiesen comprender el comportamiento de la joven. - La hirieron gravemente en isla volcánica y solo encontró una salida posible… - aquí el dragón hizo una pausa, le costaba decir aquellas palabras. - Ya no es la bruja que conocíamos, la han transformado en vampira. - reveló, sin poder evitar sentirse culpable en parte de lo que le había sucedido. Alister no dejaba de repetirse interiormente que de haber estado a su lado aquello no habría pasado, él la habría protegido, hubiese hecho cualquier cosa para mantenerla a salvo pero por desgracia su encontronazo con la hidra lo había dejado fuera de la batalla.
- He intentado hablar con ella pero teme hacernos daño, por eso no dejó que te le acercases en cubierta Nim, no quiere ponerte en peligro. - continuó, tendiendo una mano a la pequeña, que sin dudarlo se situó junto al alado y apoyó la cabeza contra su brazo. - ¿Se curará pronto? - preguntó inocentemente, provocando un silencio que nadie parecía querer romper. - No lo sé, pero si existe alguna manera de arreglar esto la encontraré. - aseguró, aunque lo más probable era que tuviese que adaptarse a la nueva condición de su compañera, algo que no iba a resultar sencillo, menos aun cuando ella lo esquivaba.
- Debe ser horrible. - musitó Gabrielle, con la vista clavada en el suelo. La rubia no alcanzaba a imaginar cómo se debía estar sintiendo en aquellos momentos su amiga, no le guardaba rencor por lo sucedido en isla volcánica, ninguno de ellos podría haber adivinado que tendrían que soportar el ataque de un dragón. Jace, que se encontraba a su lado la miró en silencio, sorprendido por su reacción sabiendo lo mucho que la capitana apreciaba su barco. Todos habían elegido libremente ir hasta allí y no podían culpar de ello a la benjamina de los Calhoun, desde el principio la de cabellos cenicientos les había advertido de lo peligroso que podría resultar acompañarla y aun así lo habían hecho.
- Será mejor que nos quedemos todos aquí, por si acaso. - intervino Alister, para evitar riesgos innecesarios. A pesar de su herida, que seguía sin terminar de curarse, podía transformarse e interponerse entre la vampira y los demás llegado el caso, seguro de que al igual que las veces en que Elen perdía el control por la oscuridad, podría hacerse cargo de la situación si su sed la dominaba. Conformes con su idea, los tripulantes del Aguamarina intentaron descansar un poco para reponer fuerzas, mientras Gabrielle, Jace y el propio Alister se mantenían en guardia. Nim no tardó en unirse a los marineros y caer rendida en un rincón, donde la cubrieron con una manta y dejaron que durmiese tranquila.
El silencio se apoderó de la estancia, no había más que decir, ninguno de los tres hallaría descanso hasta que estuviesen en tierra y teniendo en cuenta que el barco avanzaba mucho más lento a causa de los destrozos de la hidra eso tardaría en suceder. El cazador intentaba buscar una forma de dar a Elen lo que tanto necesitaba en aquel momento, en cuanto llegasen a Alvheim tendría que encontrar sangre para ella, pero ¿y si la de ojos verdes se negaba a alimentarse como lo había hecho ante su ofrecimiento?
Mientras tenía lugar la conversación en aquella habitación, la benjamina de los Calhoun seguía buscando desesperadamente un lugar en que poder estar sola, pero encontró algo mejor que eso, se topó con la única persona que podía hacer algo por ella realmente. - Tú. - musitó al cruzar su mirada con la del vampiro. - ¡Tú puedes ayudarme! - continuó, deteniéndose frente a él. - Intentaste apartar a Géminis de mí pero volvió a atacarme y me hizo esto, ahora la sed me quema la garganta, ¿cómo puedes soportarlo? ¿acaso hay alguna forma de controlarlo? - inquirió, llevándose una mano al cuello mientras hablaba. El halo oscuro que la rodeaba fluía de forma inestable, volviéndose más visible por momentos para luego desaparecer, otra cosa que tendría que aprender a manejar si quería combatir en Lunargenta y tener alguna posibilidad de ganar.
Elen tenía la esperanza de que tras haber escogido el bando bueno, Dag pudiese ayudarla a entender mejor en lo que acababa de convertirse. - Voy a una guerra sin siquiera saber de lo que soy capaz ahora, necesito que alguien me guie y eres el único que puede hacerlo. - añadió, para luego esperar en silencio la respuesta del destronado rey de Lunargenta.
Off: Tienes permiso para llevarte a Elen a otra parte del barco si quieres
Sin poder ayudarla, ya que se negaba en rotundo a beber un poco de él para calmar la sed que debía estar causando estragos en su persona, el cazador guardó de nuevo la daga y lentamente regresó a la habitación en que se reponían Gabrielle, Jace, Nim y los supervivientes del Aguamarina. - ¿Y Elen? - le preguntó la capitana nada más verlo cruzar la puerta en solitario. - No se encuentra bien. - respondió mientras tomaba asiento en una de las pocas sillas libres que quedaban. - ¿Por qué no quiso que me acercase a ella? - inquirió la pequeña elfa con un deje de tristeza en la voz, mirando al suelo. Desde que sus caminos se habían cruzado la bruja había cuidado de ella y nunca la había apartado de sí como lo había hecho en cubierta, algo que la niña seguía sin entender.
- Es complicado Nim… Elen ha cambiado. - intentó explicarle el cazador, y no solo a ella sino también al resto de los presentes, para que pudiesen comprender el comportamiento de la joven. - La hirieron gravemente en isla volcánica y solo encontró una salida posible… - aquí el dragón hizo una pausa, le costaba decir aquellas palabras. - Ya no es la bruja que conocíamos, la han transformado en vampira. - reveló, sin poder evitar sentirse culpable en parte de lo que le había sucedido. Alister no dejaba de repetirse interiormente que de haber estado a su lado aquello no habría pasado, él la habría protegido, hubiese hecho cualquier cosa para mantenerla a salvo pero por desgracia su encontronazo con la hidra lo había dejado fuera de la batalla.
- He intentado hablar con ella pero teme hacernos daño, por eso no dejó que te le acercases en cubierta Nim, no quiere ponerte en peligro. - continuó, tendiendo una mano a la pequeña, que sin dudarlo se situó junto al alado y apoyó la cabeza contra su brazo. - ¿Se curará pronto? - preguntó inocentemente, provocando un silencio que nadie parecía querer romper. - No lo sé, pero si existe alguna manera de arreglar esto la encontraré. - aseguró, aunque lo más probable era que tuviese que adaptarse a la nueva condición de su compañera, algo que no iba a resultar sencillo, menos aun cuando ella lo esquivaba.
- Debe ser horrible. - musitó Gabrielle, con la vista clavada en el suelo. La rubia no alcanzaba a imaginar cómo se debía estar sintiendo en aquellos momentos su amiga, no le guardaba rencor por lo sucedido en isla volcánica, ninguno de ellos podría haber adivinado que tendrían que soportar el ataque de un dragón. Jace, que se encontraba a su lado la miró en silencio, sorprendido por su reacción sabiendo lo mucho que la capitana apreciaba su barco. Todos habían elegido libremente ir hasta allí y no podían culpar de ello a la benjamina de los Calhoun, desde el principio la de cabellos cenicientos les había advertido de lo peligroso que podría resultar acompañarla y aun así lo habían hecho.
- Será mejor que nos quedemos todos aquí, por si acaso. - intervino Alister, para evitar riesgos innecesarios. A pesar de su herida, que seguía sin terminar de curarse, podía transformarse e interponerse entre la vampira y los demás llegado el caso, seguro de que al igual que las veces en que Elen perdía el control por la oscuridad, podría hacerse cargo de la situación si su sed la dominaba. Conformes con su idea, los tripulantes del Aguamarina intentaron descansar un poco para reponer fuerzas, mientras Gabrielle, Jace y el propio Alister se mantenían en guardia. Nim no tardó en unirse a los marineros y caer rendida en un rincón, donde la cubrieron con una manta y dejaron que durmiese tranquila.
El silencio se apoderó de la estancia, no había más que decir, ninguno de los tres hallaría descanso hasta que estuviesen en tierra y teniendo en cuenta que el barco avanzaba mucho más lento a causa de los destrozos de la hidra eso tardaría en suceder. El cazador intentaba buscar una forma de dar a Elen lo que tanto necesitaba en aquel momento, en cuanto llegasen a Alvheim tendría que encontrar sangre para ella, pero ¿y si la de ojos verdes se negaba a alimentarse como lo había hecho ante su ofrecimiento?
Mientras tenía lugar la conversación en aquella habitación, la benjamina de los Calhoun seguía buscando desesperadamente un lugar en que poder estar sola, pero encontró algo mejor que eso, se topó con la única persona que podía hacer algo por ella realmente. - Tú. - musitó al cruzar su mirada con la del vampiro. - ¡Tú puedes ayudarme! - continuó, deteniéndose frente a él. - Intentaste apartar a Géminis de mí pero volvió a atacarme y me hizo esto, ahora la sed me quema la garganta, ¿cómo puedes soportarlo? ¿acaso hay alguna forma de controlarlo? - inquirió, llevándose una mano al cuello mientras hablaba. El halo oscuro que la rodeaba fluía de forma inestable, volviéndose más visible por momentos para luego desaparecer, otra cosa que tendría que aprender a manejar si quería combatir en Lunargenta y tener alguna posibilidad de ganar.
Elen tenía la esperanza de que tras haber escogido el bando bueno, Dag pudiese ayudarla a entender mejor en lo que acababa de convertirse. - Voy a una guerra sin siquiera saber de lo que soy capaz ahora, necesito que alguien me guie y eres el único que puede hacerlo. - añadió, para luego esperar en silencio la respuesta del destronado rey de Lunargenta.
Off: Tienes permiso para llevarte a Elen a otra parte del barco si quieres
Elen Calhoun
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Re: El despertar de las sombras [Privado][Dag Thorlák][Cerrado]
Dos pasos lo separaron de la mujer cuando ésta comenzó a hablarle. Posteriormente se ladeó hacia atrás, cerciorándose de que era él a quien se dirigía, y al final le devolvió una mirada cargada de confusión. Dag, que no se caracterizaba precisamente por ser muy avispado, ni siquiera había reparado en la difícil situación en la cual Elen se había visto envuelta, en parte, por su culpa.
Sus ojos recayeron sobre el cuello ajeno y luego observaron largamente las sombras que envolvían a la peliblanca. Tragó saliva al comprender lo que sucedía y no disimuló la profunda lástima que sintió por ella. Pero, por otro lado, una pequeña parte de él se alegró egoístamente por ello. Se sentía bien ver a alguien más pasar por lo mismo, ver que habían otras personas que soportaban el mismo infortunio... ver que él no era el único vampiro que odiaba serlo.
-¿...Guiarte? -Inquirió. Elen era la primera persona que veía en él algo parecido a un maestro. Frunció el entrecejo y murmuró unas cuantas palabras ininteligibles, como discutiendo algo con alguien, antes de voltear repentinamente para encaminarse una vez más hacia su camarote- Sígueme.
Luego de reanudar la marcha no dijo mucho más. Su mente se enfocaba en reproducir vívidamente los recuerdos de aquel lejano día en que había sido convertido. Poco podía evocar de aquel entonces pero, aunque habían pasado más de cien años, había una sensación que no se le olvidaría nunca: el miedo. Miedo ante aquellas nuevas y vibrantes pulsiones que lo quemaban desde lo más profundo de su ser. Más fuerza, más frío, más hambre.
Lo que sí recordaba perfectamente era el momento en que su maldición había comenzado “oficialmente” al alimentarse de sangre humana; incluso ahora se le revolvía el estómago cada vez que recordaba cómo había vaciado a todos esos hombres de una sola sentada.
-No hay forma de controlarse... al menos no al principio. Tendrás que beber sangre, y mucha, hasta que sepas aguantar la sed. -Su mutismo fue roto al abrir la puerta del habitáculo vacío. Antes de continuar hizo un cortés ademán para dejarla entrar primero y luego la siguió, cerrando la puerta tras él- Lo siento mucho. -Murmuró cabizbajo. Segundos después, sin mayor aclaración, la vaina que llevaba colgada del cinturón siseó al tiempo que extraía lentamente su espada- En cuanto a las sombras...
El sonido del filo cortando el aire silbó en el camarote. Dag sonrió como quien se sabe el poseedor de las mejores ideas y buscó golpear a la mujer en un costado, eso sí, con la parte plana del arma, ¡ni que estuviera loco!
-¡Yo descubrí mis nuevos dones en plena batalla! -Anunció; aquella era toda la explicación que se dignaría a dar, pues para él era más que suficiente. Aún podía sentir su corazón galopando al recordar la pelea con aquel hombre que podía transformarse en lobo; sólo estando al borde de la muerte pudo descubrir que su sangre maldita tenía nuevas y útiles propiedades. No sabía cómo funcionaban las sombras, pero suponía que la adrenalina sería la mejor maestra de su compañera de circunstancias. A Dag ni siquiera se le pasaba por la cabeza cuán cansada debía de estar ella; cuando un objetivo se le ponía entre ceja y ceja era difícil hacerlo entrar en razón. Sólo retrocedió un instante para permitirle que se pusiese en guardia, mas pronto arremetió de nuevo y con más fuerza. La tercer estocada iría con filo.
-¡Vamos, defiéndete!
Dag Thorlák
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Re: El despertar de las sombras [Privado][Dag Thorlák][Cerrado]
Al principio el vampiro la miró con cierta confusión, como si no esperase que se estuviese dirigiendo a él sino a otra persona, pero pronto su mirada se clavó en la herida que tenía en el cuello y que aún seguía sanando. Su rostro cambió entonces, mostrando lástima por la joven que había aceptado aquella maldición con tal de no morir, algo de lo que por momentos, se arrepentía. Elen aguardó expectante, pero tuvo sus dudas al ver que Dag fruncía el ceño y murmuraba algo ininteligible, quizá no estuviese dispuesto a ayudarla después de todo. Teniendo en cuenta que lo habían arrancado de su cómodo trono en Lunargenta y lo habían obligado a viajar hasta isla volcánica, con lo que se había visto envuelto en una batalla que no tenía nada que ver con él, era posible que el vampiro no quisiese saber nada más ni de la logia ni de los centinelas.
En silencio la otrora hechicera sintió como sus esperanzas se desvanecían, ya se podía imaginar a sí misma pasando el resto del trayecto hasta Dundarak encerrada en alguna habitación oscura, aislada de todos para intentar no perder el control. Sin embargo, la lástima que parecía haber despertado en el vampiro sirvió para que éste la instase a seguirlo hasta su camarote, donde podrían hablar con mayor tranquilidad y no estaría tan expuesta a la tentación de la sangre. Ambos hicieron el trayecto sin pronunciar palabra, al menos hasta que Dag llegó a su cuarto y abrió la puerta, dejándola pasar primero. Según él no había forma de controlar la sed, y al ser tan reciente su transformación necesitaría una cantidad ingente del rojizo líquido para quedar saciada, razón de más para negarse a beber de su compañero ya que existía el riesgo de que no fuese capaz de parar a tiempo.
- ¿Cómo voy a soportar el viaje de vuelta a tierra firme? No quiero atacar a nadie. - soltó la de cabellos cenicientos, tras escuchar el sonido de la puerta cerrándose a su espalda. Elen alcanzó a oír lo que murmuraba Dag y eso la intrigó, no se parecía a los miembros de su raza con los que se había topado hasta entonces, orgullosos de ser criaturas de la noche y seguros de que debían estar un eslabón por encima del resto no solo en la cadena alimenticia sino en todo. Él no parecía estar contento con su condición, o eso es lo que daba a entender su expresión, aunque no tendría tiempo de ahondar mucho más en ello.
El inconfundible sonido de una espada al abandonar su vaina la hizo girarse, ¿la había traído hasta allí para pelear? Esta idea no tenía sentido alguno pero con un rápido movimiento, el destronado rey de Lunargenta la tomó por sorpresa y consiguió que la hoja le alcanzase el costado con su parte plana. No tenía intención de herirla sino de hacerla reaccionar del mismo modo que en isla volcánica, donde a pesar de no conocer sus nuevas habilidades la situación la había obligado a actuar, utilizando su nuevo poder sobre las sombras. - ¿No podemos hacerlo de otro modo? - preguntó mientras retrocedía y su cuerpo se tensaba.
Se podría decir que aquello era un entrenamiento a marchas forzadas, y aunque no era el primero al que se sometía sin duda era diferente a los que había tenido con su madre o el instructor de armas en Verisar. La benjamina de los Calhoun llevaba toda su vida manipulando el viento y la electricidad, conocía perfectamente su elemento y cómo reaccionaba, pero con las sombras no sabía qué esperar, de hecho sus ataques en isla volcánica no habían salido como quería. Pero eso Dag no lo estaba teniendo en cuenta, tras darle algo de espacio para que se preparase volvió a arremeter contra ella, instándola a defenderse.
Elen volvió a sentir la parte plana de la hoja, ésta vez golpeando su antebrazo con más fuerza de la que había puesto en el primer impacto, aquello iba en serio, tenía que hacer algo. Hacer caso a las almas del medallón que le pedían incansablemente que las dejase salir de nuevo no era una opción, Dag solo intentaba ayudarla a su manera así que tendría que buscar otra manera de utilizar su nuevo elemento. Desechando la idea de repetir lo que había hecho en la batalla, crear aquella pequeña explosión de humo negro que le había salido por error, a la de ojos verdes solo le quedaba una cosa que intentar, pero tenía que concentrarse rápido.
- Solo piensa que funciona igual que la electricidad. - se dijo mentalmente, y el oscuro halo que la rodeaba se volvió más intenso. Ya había usado las sombras para crear una prolongación de su brazo contra Frendel, y aunque contra su dragona resultó inútil, quizá ahora le sirviese de algo. Centrada en actuar antes de que Dag arremetiese contra ella por tercera vez, la joven optó por manipular el sombrío elemento y levantar una barrera entre ambos, confiando en que fuese lo suficientemente fuerte para resistir el impacto de la espada, pero su falta de experiencia le pasó factura, y el oscuro muro se desvaneció demasiado pronto, dando ocasión al vampiro de alcanzarla con su arma.
Off: No iba a salirle bien a la primera, puedes herir a Elen de forma superficial.
En silencio la otrora hechicera sintió como sus esperanzas se desvanecían, ya se podía imaginar a sí misma pasando el resto del trayecto hasta Dundarak encerrada en alguna habitación oscura, aislada de todos para intentar no perder el control. Sin embargo, la lástima que parecía haber despertado en el vampiro sirvió para que éste la instase a seguirlo hasta su camarote, donde podrían hablar con mayor tranquilidad y no estaría tan expuesta a la tentación de la sangre. Ambos hicieron el trayecto sin pronunciar palabra, al menos hasta que Dag llegó a su cuarto y abrió la puerta, dejándola pasar primero. Según él no había forma de controlar la sed, y al ser tan reciente su transformación necesitaría una cantidad ingente del rojizo líquido para quedar saciada, razón de más para negarse a beber de su compañero ya que existía el riesgo de que no fuese capaz de parar a tiempo.
- ¿Cómo voy a soportar el viaje de vuelta a tierra firme? No quiero atacar a nadie. - soltó la de cabellos cenicientos, tras escuchar el sonido de la puerta cerrándose a su espalda. Elen alcanzó a oír lo que murmuraba Dag y eso la intrigó, no se parecía a los miembros de su raza con los que se había topado hasta entonces, orgullosos de ser criaturas de la noche y seguros de que debían estar un eslabón por encima del resto no solo en la cadena alimenticia sino en todo. Él no parecía estar contento con su condición, o eso es lo que daba a entender su expresión, aunque no tendría tiempo de ahondar mucho más en ello.
El inconfundible sonido de una espada al abandonar su vaina la hizo girarse, ¿la había traído hasta allí para pelear? Esta idea no tenía sentido alguno pero con un rápido movimiento, el destronado rey de Lunargenta la tomó por sorpresa y consiguió que la hoja le alcanzase el costado con su parte plana. No tenía intención de herirla sino de hacerla reaccionar del mismo modo que en isla volcánica, donde a pesar de no conocer sus nuevas habilidades la situación la había obligado a actuar, utilizando su nuevo poder sobre las sombras. - ¿No podemos hacerlo de otro modo? - preguntó mientras retrocedía y su cuerpo se tensaba.
Se podría decir que aquello era un entrenamiento a marchas forzadas, y aunque no era el primero al que se sometía sin duda era diferente a los que había tenido con su madre o el instructor de armas en Verisar. La benjamina de los Calhoun llevaba toda su vida manipulando el viento y la electricidad, conocía perfectamente su elemento y cómo reaccionaba, pero con las sombras no sabía qué esperar, de hecho sus ataques en isla volcánica no habían salido como quería. Pero eso Dag no lo estaba teniendo en cuenta, tras darle algo de espacio para que se preparase volvió a arremeter contra ella, instándola a defenderse.
Elen volvió a sentir la parte plana de la hoja, ésta vez golpeando su antebrazo con más fuerza de la que había puesto en el primer impacto, aquello iba en serio, tenía que hacer algo. Hacer caso a las almas del medallón que le pedían incansablemente que las dejase salir de nuevo no era una opción, Dag solo intentaba ayudarla a su manera así que tendría que buscar otra manera de utilizar su nuevo elemento. Desechando la idea de repetir lo que había hecho en la batalla, crear aquella pequeña explosión de humo negro que le había salido por error, a la de ojos verdes solo le quedaba una cosa que intentar, pero tenía que concentrarse rápido.
- Solo piensa que funciona igual que la electricidad. - se dijo mentalmente, y el oscuro halo que la rodeaba se volvió más intenso. Ya había usado las sombras para crear una prolongación de su brazo contra Frendel, y aunque contra su dragona resultó inútil, quizá ahora le sirviese de algo. Centrada en actuar antes de que Dag arremetiese contra ella por tercera vez, la joven optó por manipular el sombrío elemento y levantar una barrera entre ambos, confiando en que fuese lo suficientemente fuerte para resistir el impacto de la espada, pero su falta de experiencia le pasó factura, y el oscuro muro se desvaneció demasiado pronto, dando ocasión al vampiro de alcanzarla con su arma.
Off: No iba a salirle bien a la primera, puedes herir a Elen de forma superficial.
Elen Calhoun
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Re: El despertar de las sombras [Privado][Dag Thorlák][Cerrado]
Aún cansado como estaba, el vampiro sonreía con entusiasmo tras aquella espada que blandía con la confianza del guerrero bien entrenado. Cuando peleaba, aunque tal como en esa ocasión no lo hiciera seriamente, se sentía en paz. El sonido de su respiración agitada y la sensación del sudor en la frente le traían sosiego y ahuyentaban a las voces que estaban todo el tiempo parloteando en su cabeza. La esgrima era la última conexión que quedaba entre su pasado y su presente; el único vestigio perenne de su pasado como humano. Aunque el objetivo del enfrentamiento distara de ser un duelo de espadas, lamentó que la peliblanca no portase ningún arma para divertirse un rato.
Un vítor animoso escapó de su garganta cuando presenció cómo las sombras se materializaban brevemente para retener su estocada. Sin embargo el metal las traspasó sin mucha dificultad, cosa que era de esperarse en el primer intento. La inercia con la que venía hizo que no alcanzara a detenerse antes de que el filo dibujase una línea superficial sobre la carne del brazo ajeno. Pronto se retiró y bajó la mirada hacia el arma; de su hoja goteaba una brillante lágrima color carmín.
-Has... estado bien. Lo siento. -Murmuró, poco quedaba de su reciente vehemencia. Para una criatura de la noche, esa gota de sangre era suficiente para despertar el hambre siempre latente. El ojiazul inhaló profusamente y se relamió los labios, recordando que no bebía hacía una jornada entera. No obstante, a Dag le gustaba hostigarse aguantando la sed el máximo tiempo posible dado que así, con el estómago retorciéndosele de dolor, se recordaba que no era ningún monstruo carente de autocontrol. Aún así, al principio había necesitado beber a raudales para recobrar la fuerza. Pensativo, observó a la mujer y dijo:
-Probablemente te resulta más difícil porque aún no has bebido de nadie. Deberías hacerlo, sólo así te sentirás más fuerte. -Esbozó una sonrisa socarrona- Hasta entonces no serás “oficialmente” una vampiresa.
-¡Que beba de tí! -Aconsejó una voz en su cabeza, junto a una imagen de lo más erótica que incluía mucha sangre y una cama, además de a ambos completamente desnudos.
Dag negó con rotundidad, gesto que no tendría sentido para quien no escuchase la misma conversación que él. Ya había tenido suficiente acción con Géminis, más de la que deseaba, a decir verdad. Por otro lado, sabía por experiencia propia que la sangre de los de su misma raza era insípida y no saciaba la sed. Aunque, a decir verdad, podía ser útil en momentos de mucha necesidad.
-¿No tienes a nadie de quién beber? -Inquirió, intentando concentrarse en la peliblanca- La gente con la que estabas parecía apreciarte. Seguramente alguien se ofrecerá voluntario. -Se encogió de hombros e hizo una pequeña pausa para limpiar la hoja con su lengua antes de regresarla a la vaina con suma naturalidad. Tras cavilar durante un momento, ofreció: -Si temes sobrepasarte, puedo estar ahí para detenerte.
-Eres un voyeurista... -Siseó alguien en su mente.
Dag Thorlák
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Re: El despertar de las sombras [Privado][Dag Thorlák][Cerrado]
Los desmesuradamente abiertos ojos de la vampira siguieron la trayectoria del arma hasta que ésta impactó contra su brazo, realizándole un corte leve por el que escaparon algunas gotas de sangre, hecho que atrajo la atención de Dag. Su mirada se clavó en la minúscula mancha carmesí que había quedado en la metálica hoja mientras retrocedía y se disculpaba, y con un leve vistazo a su rostro la benjamina de los Calhoun supo que algo no iba bien. El moreno inhaló el aroma de su sangre y se relamió los labios, consiguiendo que la joven actuase de forma inmediata para cubrir aquella herida con algo de tela. ¿Se alimentaban los vampiros unos de otros? Esa pregunta ocupó sus pensamientos y la hizo preocuparse, aunque a decir verdad, nunca había visto nada semejante… y eso que se había topado con muchos miembros de la raza a la que ahora desgraciadamente también pertenecía.
Sin saber qué esperar, Elen sintió como su cuerpo actuaba por instinto y se tensaba, igual que cuando estaba en combate o se preparaba para uno, pero el destronado rey no tenía intención de atacarla, en vez de eso abordó el tema de su alimentación, o más bien la ausencia de ella. Solo llevaba unas horas transformada pero aun así era sorprendente que no se hubiese abalanzado ya sobre algún pasajero del barco, quizá por su fuerza de voluntad o porque su conexión con las sombras y el nuevo trato “amistoso” que tenía con las almas de su medallón la mantuviese distraída.
Fuera como fuese, al igual que el dragón, Dag pensaba que debía beber de alguien, no solo para saciar la sed que quemaba su garganta y le atenazaba el estómago sino también para volverse más fuerte y con ello, más capaz de controlar sus nuevas habilidades de criatura de la noche. De ese modo podría entrenar y empezar a familiarizarse con su sombrío elemento, el cual debía aprender a manejar a la perfección si quería tener alguna oportunidad contra Vladimir, ya que tras lo sucedido estaba claro que ambos estarían en bandos opuestos cuando la guerra estallase en Lunargenta.
¿Qué debía hacer? El debate interno estaba servido. Por un lado la de cabellos cenicientos tenía miedo de herir a alguien y convertirse en un sádico monstruo que no viese más allá de la sangre, pero por otro necesitaba dominar su nueva condición y ganar fuerza tan rápido como fuese posible. Mientras la cabeza de su interlocutor parecía estar en otra parte, al menos por unos instantes, la vampira clavó sus verdes ojos en el suelo de la habitación y cabizbaja, guardó silencio hasta que el moreno volvió a tomar la palabra, ésta vez para preguntarle si no tenía a nadie de quien beber.
Dag parecía bastante seguro de que alguna de las personas de a bordo que la apreciaban se ofrecería para ayudarla, y entonces una nítida imagen de los rostros de Gabrielle, Jace y Nimthîriel tomó forma en la mente de la centinela. ¿Sería capaz la capitana del Aguamarina de perdonarla tras lo sucedido con su barco y hacer algo semejante? Ni siquiera tenía claro si la seguía considerando su amiga, a fin de cuentas su presencia allí se debía a que la benjamina de los Calhoun le había pedido que fuese, cosa que de no haber hecho le habría ahorrado más de un disgusto. Con Jace no había tratado mucho, y teniendo en cuenta que pertenecía a la tripulación de Gabrielle quedaba descartado como opción, no quería exponer a la muerte a ningún miembro más.
En cuanto a Nim simplemente no se lo planteaba, no podía dañar a la pequeña, eso sería más de lo que podría asumir después del cariño que le había tomado durante las últimas semanas… con lo que solo quedaba una persona posible… Alister. Elen cerró con fuerza los ojos durante unos instantes y se cubrió el rostro con ambas manos, haciendo presión en las sienes mientras mandaba callar mentalmente a las almas de su medallón, que no ayudaban con sus continuas peticiones de que las dejase salir. El vampiro se ofreció a estar presente para controlarla en caso de que no fuese capaz de parar por sí misma pero… ¿de verdad podría detenerla a tiempo si sus nuevos instintos se apoderaban de ella?
- Alister me ha ofrecido su sangre… - comenzó a decir en voz baja, mientras apartaba las manos de su cara y buscaba la mirada del moreno. - … ni siquiera se ha recuperado de la herida de la hidra, ¿cómo podría aceptarla? Un descuido por mi parte podría costarle la vida… si llegase a perder el control lo mataría. - continuó, visiblemente atormentada con solo pensar en ello. Cargar con la culpa de la muerte del hombre al que amaba la destruiría por completo, ya de por sí se arrepentía de haberle permitido acompañarla hasta isla volcánica, ser la causante de que el brillo de sus ojos se apagase acabaría con ella. - ¿Cuánto tiempo crees que podría aguantar sin alimentarme? - preguntó, pero teniendo en cuenta lo que le había dicho acerca de los recién convertidos y su imperiosa necesidad del rojizo líquido daba por hecho que no llegaría a tierra sin beber algo por el camino.
- ¿Realmente podrías detenerme? ¿puedes asegurarme que no me permitirías hacerle daño? - inquirió a continuación, consciente de que de los pasajeros el dragón era con quien tenía un vínculo más fuerte y que si había alguien a bordo con quien podría controlarse sería él.
Sin saber qué esperar, Elen sintió como su cuerpo actuaba por instinto y se tensaba, igual que cuando estaba en combate o se preparaba para uno, pero el destronado rey no tenía intención de atacarla, en vez de eso abordó el tema de su alimentación, o más bien la ausencia de ella. Solo llevaba unas horas transformada pero aun así era sorprendente que no se hubiese abalanzado ya sobre algún pasajero del barco, quizá por su fuerza de voluntad o porque su conexión con las sombras y el nuevo trato “amistoso” que tenía con las almas de su medallón la mantuviese distraída.
Fuera como fuese, al igual que el dragón, Dag pensaba que debía beber de alguien, no solo para saciar la sed que quemaba su garganta y le atenazaba el estómago sino también para volverse más fuerte y con ello, más capaz de controlar sus nuevas habilidades de criatura de la noche. De ese modo podría entrenar y empezar a familiarizarse con su sombrío elemento, el cual debía aprender a manejar a la perfección si quería tener alguna oportunidad contra Vladimir, ya que tras lo sucedido estaba claro que ambos estarían en bandos opuestos cuando la guerra estallase en Lunargenta.
¿Qué debía hacer? El debate interno estaba servido. Por un lado la de cabellos cenicientos tenía miedo de herir a alguien y convertirse en un sádico monstruo que no viese más allá de la sangre, pero por otro necesitaba dominar su nueva condición y ganar fuerza tan rápido como fuese posible. Mientras la cabeza de su interlocutor parecía estar en otra parte, al menos por unos instantes, la vampira clavó sus verdes ojos en el suelo de la habitación y cabizbaja, guardó silencio hasta que el moreno volvió a tomar la palabra, ésta vez para preguntarle si no tenía a nadie de quien beber.
Dag parecía bastante seguro de que alguna de las personas de a bordo que la apreciaban se ofrecería para ayudarla, y entonces una nítida imagen de los rostros de Gabrielle, Jace y Nimthîriel tomó forma en la mente de la centinela. ¿Sería capaz la capitana del Aguamarina de perdonarla tras lo sucedido con su barco y hacer algo semejante? Ni siquiera tenía claro si la seguía considerando su amiga, a fin de cuentas su presencia allí se debía a que la benjamina de los Calhoun le había pedido que fuese, cosa que de no haber hecho le habría ahorrado más de un disgusto. Con Jace no había tratado mucho, y teniendo en cuenta que pertenecía a la tripulación de Gabrielle quedaba descartado como opción, no quería exponer a la muerte a ningún miembro más.
En cuanto a Nim simplemente no se lo planteaba, no podía dañar a la pequeña, eso sería más de lo que podría asumir después del cariño que le había tomado durante las últimas semanas… con lo que solo quedaba una persona posible… Alister. Elen cerró con fuerza los ojos durante unos instantes y se cubrió el rostro con ambas manos, haciendo presión en las sienes mientras mandaba callar mentalmente a las almas de su medallón, que no ayudaban con sus continuas peticiones de que las dejase salir. El vampiro se ofreció a estar presente para controlarla en caso de que no fuese capaz de parar por sí misma pero… ¿de verdad podría detenerla a tiempo si sus nuevos instintos se apoderaban de ella?
- Alister me ha ofrecido su sangre… - comenzó a decir en voz baja, mientras apartaba las manos de su cara y buscaba la mirada del moreno. - … ni siquiera se ha recuperado de la herida de la hidra, ¿cómo podría aceptarla? Un descuido por mi parte podría costarle la vida… si llegase a perder el control lo mataría. - continuó, visiblemente atormentada con solo pensar en ello. Cargar con la culpa de la muerte del hombre al que amaba la destruiría por completo, ya de por sí se arrepentía de haberle permitido acompañarla hasta isla volcánica, ser la causante de que el brillo de sus ojos se apagase acabaría con ella. - ¿Cuánto tiempo crees que podría aguantar sin alimentarme? - preguntó, pero teniendo en cuenta lo que le había dicho acerca de los recién convertidos y su imperiosa necesidad del rojizo líquido daba por hecho que no llegaría a tierra sin beber algo por el camino.
- ¿Realmente podrías detenerme? ¿puedes asegurarme que no me permitirías hacerle daño? - inquirió a continuación, consciente de que de los pasajeros el dragón era con quien tenía un vínculo más fuerte y que si había alguien a bordo con quien podría controlarse sería él.
Elen Calhoun
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Re: El despertar de las sombras [Privado][Dag Thorlák][Cerrado]
Dag observó con ojos compasivos a su interlocutora, casi envidiando su férrea voluntad para proteger a sus seres queridos. En el momento de su conversión, él mismo habría bebido de sus propios hijos con tal de mitigar la insoportable sed que le quemaba la garganta y lo conducía hacia la demencia. Recordó que, tras saberlos muertos, se alegró de que hubieran perecido antes de poder echárseles encima para vaciarles las venas dado que, cometido el acto, no hubiera podido perdonarse a sí mismo. “Mejor los mineros que mis niños, mis dulces niños de sangre inocente” se había dicho en reiteradas ocasiones, al recordar los rostros desfigurados de aquellos hombres que tuvieron el infortunio de toparse con él en su peor momento.
-Alister... El dragón, ¿me equivoco? -Inquirió. Si estaba en lo cierto, suponía que el muchacho debía ser lo suficientemente resistente como para aguantar una mordida. Un imponente dragón debía ser fuerte, poco tendría que ver con los frágiles humanos que Dag, en sus tiempos de ser uno, creía tan poderosos y valientes, siendo que perecían con pasmosa facilidad.
La peliblanca preguntó cuánto tiempo podía aguantar y él sencillamente se encogió de hombros, negando suavemente con la cabeza para dar a entender que no lo sabía, pero no sería mucho.
-Mientras más aguantas, más sed tienes y más incapaz eres de controlarte. Si esperases hasta llegar a Lunargenta probablemente no necesitarías beber de una persona, sino de dos o de tres. Cuanto antes lo hagas será mejor para todos. Y no te preocupes, tu compañero disfrutará de la mordida. -Añadió, sugerente. No era mentira que la mayoría de los mortales encontraba en aquello una experiencia excitante.
Entonces, en respuesta a las últimas preguntas, dijo: -Te lo prometo. Te separaré de él a cualquier costo si te sobrepasas. -Dejando caer su mano sobre el pomo de la espada, se dirigió a abrir la puerta e hizo el mismo gesto de antes para dar paso a la mujer. Su mirada se perdió en el pasillo durante un momento, meditabundo, hasta que una nueva idea salió de entre sus labios para ser dicha con inocencia y naturalidad, como quien habla sobre el clima:
-También podríamos llamar a algunos miembros de la tripulación y darnos un festín aquí. ¡Así podrías saciarte bien y Alister nunca se enteraría! -Sugirió sonriente- ¿Qué opinas?
Dag Thorlák
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Re: El despertar de las sombras [Privado][Dag Thorlák][Cerrado]
Dado el poco trato que habían tenido durante el viaje la de ojos verdes no se sorprendió al escuchar la pregunta de su interlocutor acerca de Alister, y con un leve gesto afirmativo de cabeza le respondió para confirmar que se trataba del dragón. Luego prestó mucha atención a lo que el vampiro le decía sobre la sed y lo que ocurriría si decidía resistirse a ella, cuanto más tiempo pasase sin alimentarse más sangre necesitaría luego, y eso se traducía en que no le bastaría con beber de una persona sino que tendrían que ser varias. Aquello resultaba agobiante para ella, había aceptado la maldición para sobrevivir pero ahora estaba descubriendo el precio de su elección, nunca volvería a ser la misma de antes.
Por un momento Elen se vio a sí misma como un animal, un monstruo que vagaría el resto de su larga vida con aquel instinto salvaje que la instaba a abalanzarse sobre cualquiera y vaciarlo por completo. Se había convertido en un ser de pesadilla pero ya no había vuelta atrás, tenía que asumir su nuevo yo y aprender a manejar las sombras de cara a la batalla que pronto tendría lugar en Lunargenta. Lo siguiente que escuchó decir a Dag la dejó algo confusa, algo que se reflejó en su rostro, ¿de verdad podía disfrutar alguien de ser mordido? Ella no había sentido nada parecido cuando Géminis a punto estuvo de destrozarle la garganta pero claro, la vampira había puesto todo su empeño para causar el mayor daño y dolor posible con aquel acto.
Ese era el motivo de que no entendiese por qué le había dado a elegir, aunque sabía que Vladimir estaba detrás de aquello, quizá porque guardaba algo peor para ella como venganza por la muerte de Amaterasu. Sin querer ahondar en el tema, ya que resultaba algo incómodo para ella, la de cabellos cenicientos observó como su interlocutor le aseguraba que la separaría del dragón si ella no era capaz de hacerlo por sí misma, acompañando aquellas palabras con un gesto de la mano, que fue a apoyarse sobre el pomo de la espada. Aquello podía parecer exagerado pero a decir verdad, la benjamina de los Calhoun no querría seguir viviendo si mataba al cazador, así que se sintió aliviada al comprobar que el moreno tenía muy claro su cometido.
Dag abrió la puerta y repitió el mismo ademán que había utilizado para invitarla a pasar a la habitación, aunque ésta vez era para que ambos saliesen al encuentro del alado. La centinela dudó y se mantuvo en su sitio, no estaba segura de que fuese aconsejable sacarla de aquel cuarto y llevarla justo a donde se congregaban buena parte de los pasajeros del barco. Entonces otra idea salió de labios del destronado rey, una que consiguió que lo mirase ligeramente sorprendida, aunque no para bien. ¿De verdad le estaba proponiendo engañar a miembros de la tripulación para alimentarse de ellos a escondidas? La logia no aprobaría tal cosa, es más, podían buscarse un problema si decidían hacerlo así que de inmediato negó con la cabeza.
La sonrisa del vampiro no dejaba claro si hablaba en serio o estaba bromeando, pero Elen no pensaba participar en algo así, ahora que finalmente se había ganado el respeto de Frost no echaría por tierra su alianza por un poco de sangre. - No creo que sea recomendable. - comentó, pero sin moverse de su posición. - Quizá… quizá debería quedarme aquí y esperar que trajeses a Alister… ¿podrías hacerlo? - preguntó poco después, sin añadir lo evidente, que no quería acercarse al resto para no ponerlos en peligro. La joven tampoco quería alimentarse del dragón delante de Nim, los demás podrían entender por qué lo hacía pero ella era demasiado pequeña y lo último que quería era asustarla.
Además le vendría bien tener algo de intimidad ya que tal como había dicho el moreno, beber de su compañero completaría su transformación y sería un momento crucial para ella. Elen no quería que se convirtiese en un espectáculo, con la presencia de Dag sería suficiente y él estaría allí solamente para controlarla y detenerla en el peor de los casos.
¿Cómo se tomaría él su decisión? No lo sabía, aunque sobraba decir que del cazador solo se alimentaría ella, algo que dejaría al héroe del día sin su dosis del rojizo líquido vital, a menos que se buscase una víctima por su cuenta. Con los labios cerrados la de ojos verdes se permitió recorrer con la punta de la lengua sus ahora afilados colmillos, preguntándose mentalmente si de verdad Alister disfrutaría de que le mordiese, ni siquiera sabía aún cómo lo haría pero Dag había conseguido despertar su interés con aquel comentario. Ese pensamiento la obligó a bajar la vista al suelo sintiéndose algo cohibida, se suponía que estaban juntos después de su beso a bordo del Aguamarina pero la situación había cambiado, ella había cambiado, y pronto descubriría que la sed no era el único instinto que eso despertaría en ella.
Por un momento Elen se vio a sí misma como un animal, un monstruo que vagaría el resto de su larga vida con aquel instinto salvaje que la instaba a abalanzarse sobre cualquiera y vaciarlo por completo. Se había convertido en un ser de pesadilla pero ya no había vuelta atrás, tenía que asumir su nuevo yo y aprender a manejar las sombras de cara a la batalla que pronto tendría lugar en Lunargenta. Lo siguiente que escuchó decir a Dag la dejó algo confusa, algo que se reflejó en su rostro, ¿de verdad podía disfrutar alguien de ser mordido? Ella no había sentido nada parecido cuando Géminis a punto estuvo de destrozarle la garganta pero claro, la vampira había puesto todo su empeño para causar el mayor daño y dolor posible con aquel acto.
Ese era el motivo de que no entendiese por qué le había dado a elegir, aunque sabía que Vladimir estaba detrás de aquello, quizá porque guardaba algo peor para ella como venganza por la muerte de Amaterasu. Sin querer ahondar en el tema, ya que resultaba algo incómodo para ella, la de cabellos cenicientos observó como su interlocutor le aseguraba que la separaría del dragón si ella no era capaz de hacerlo por sí misma, acompañando aquellas palabras con un gesto de la mano, que fue a apoyarse sobre el pomo de la espada. Aquello podía parecer exagerado pero a decir verdad, la benjamina de los Calhoun no querría seguir viviendo si mataba al cazador, así que se sintió aliviada al comprobar que el moreno tenía muy claro su cometido.
Dag abrió la puerta y repitió el mismo ademán que había utilizado para invitarla a pasar a la habitación, aunque ésta vez era para que ambos saliesen al encuentro del alado. La centinela dudó y se mantuvo en su sitio, no estaba segura de que fuese aconsejable sacarla de aquel cuarto y llevarla justo a donde se congregaban buena parte de los pasajeros del barco. Entonces otra idea salió de labios del destronado rey, una que consiguió que lo mirase ligeramente sorprendida, aunque no para bien. ¿De verdad le estaba proponiendo engañar a miembros de la tripulación para alimentarse de ellos a escondidas? La logia no aprobaría tal cosa, es más, podían buscarse un problema si decidían hacerlo así que de inmediato negó con la cabeza.
La sonrisa del vampiro no dejaba claro si hablaba en serio o estaba bromeando, pero Elen no pensaba participar en algo así, ahora que finalmente se había ganado el respeto de Frost no echaría por tierra su alianza por un poco de sangre. - No creo que sea recomendable. - comentó, pero sin moverse de su posición. - Quizá… quizá debería quedarme aquí y esperar que trajeses a Alister… ¿podrías hacerlo? - preguntó poco después, sin añadir lo evidente, que no quería acercarse al resto para no ponerlos en peligro. La joven tampoco quería alimentarse del dragón delante de Nim, los demás podrían entender por qué lo hacía pero ella era demasiado pequeña y lo último que quería era asustarla.
Además le vendría bien tener algo de intimidad ya que tal como había dicho el moreno, beber de su compañero completaría su transformación y sería un momento crucial para ella. Elen no quería que se convirtiese en un espectáculo, con la presencia de Dag sería suficiente y él estaría allí solamente para controlarla y detenerla en el peor de los casos.
¿Cómo se tomaría él su decisión? No lo sabía, aunque sobraba decir que del cazador solo se alimentaría ella, algo que dejaría al héroe del día sin su dosis del rojizo líquido vital, a menos que se buscase una víctima por su cuenta. Con los labios cerrados la de ojos verdes se permitió recorrer con la punta de la lengua sus ahora afilados colmillos, preguntándose mentalmente si de verdad Alister disfrutaría de que le mordiese, ni siquiera sabía aún cómo lo haría pero Dag había conseguido despertar su interés con aquel comentario. Ese pensamiento la obligó a bajar la vista al suelo sintiéndose algo cohibida, se suponía que estaban juntos después de su beso a bordo del Aguamarina pero la situación había cambiado, ella había cambiado, y pronto descubriría que la sed no era el único instinto que eso despertaría en ella.
Elen Calhoun
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Re: El despertar de las sombras [Privado][Dag Thorlák][Cerrado]
Dag suspiró con decepción ante la negativa de su acompañante; lo que había comenzado como una broma pronto se convirtió en una excelente idea para su moral de límites demasiado flexibles. No obstante, haciendo caso a la mujer, asintió ante su petición sin hacer ninguna pregunta. Comprendía que quisiera hacerlo en privado pues él mismo solía preferir alimentarse fuera de la vista de terceras personas. Se preguntaba si algún día dejaría de avergonzarle ser lo que era.
-Regreso enseguida. -Anunció antes de salir, cerrando la puerta tras él para dejar a la peliblanca sola con sus pensamientos.
El barco se mecía con el suave vaivén de las olas y avanzaba lentamente debido a los desperfectos causados durante la ida. En los pasillos reinaba el silencio, pues la mayoría de los tripulantes descansaba apretujada en los camarotes, reponiéndose de la reciente afrenta con sentimientos encontrados. Quizás Dag no era el único que se preguntaba si habían ganado o perdido, lo cierto es que nadie estaba regodeándose con el sabor de una clara victoria y no se sentía un clima precisamente festivo en ninguna parte del navío. Si algunos festejaban, no era más que por haber salido vivos de semejante calvario.
El vampiro deambuló durante un rato en busca del hombre a quien tan sólo se había acercado una vez, horas atrás, cuando Géminis intentaba seducirlo. Géminis... De solo pensar en la vampiresa, el ceño se le frunció y apretó los puños, espantando a un par de marines que lo miraron con gesto de preocupación antes de apartarse de su camino, subiendo las escalinatas que conducían a la cubierta. Deteniéndose justo antes de llegar al rayo de sol que pasaba a través del hueco, dio media vuelta y comenzó a tocar en cada camarote por el cual pasaba.
-¿Está Alister? -Cuestionaba con una sonrisa cordial, aunque las reacciones que recibía variaban entre miradas de excepticismo y de miedo, dado que muchas de las personas que abrían las puertas lo habían visto hablar solo en algún momento o, simplemente, comportarse de forma extraña. Sin embargo esto no hizo mella en la sonrisa del hombre y, por fin, unas cuantas puertas después encontró a quien buscaba.
-... -Abrió la boca pero ningún sonido emergió de entre sus labios. Se dio cuenta de que no sabía, o no recordaba, el nombre de la peliblanca. Al final se encogió de hombros y, antes de voltearse para regresar al camarote, dijo con sencillez: -Alister, ¿verdad? Tu amiga te necesita. Sígueme.
-Regreso enseguida. -Anunció antes de salir, cerrando la puerta tras él para dejar a la peliblanca sola con sus pensamientos.
El barco se mecía con el suave vaivén de las olas y avanzaba lentamente debido a los desperfectos causados durante la ida. En los pasillos reinaba el silencio, pues la mayoría de los tripulantes descansaba apretujada en los camarotes, reponiéndose de la reciente afrenta con sentimientos encontrados. Quizás Dag no era el único que se preguntaba si habían ganado o perdido, lo cierto es que nadie estaba regodeándose con el sabor de una clara victoria y no se sentía un clima precisamente festivo en ninguna parte del navío. Si algunos festejaban, no era más que por haber salido vivos de semejante calvario.
El vampiro deambuló durante un rato en busca del hombre a quien tan sólo se había acercado una vez, horas atrás, cuando Géminis intentaba seducirlo. Géminis... De solo pensar en la vampiresa, el ceño se le frunció y apretó los puños, espantando a un par de marines que lo miraron con gesto de preocupación antes de apartarse de su camino, subiendo las escalinatas que conducían a la cubierta. Deteniéndose justo antes de llegar al rayo de sol que pasaba a través del hueco, dio media vuelta y comenzó a tocar en cada camarote por el cual pasaba.
-¿Está Alister? -Cuestionaba con una sonrisa cordial, aunque las reacciones que recibía variaban entre miradas de excepticismo y de miedo, dado que muchas de las personas que abrían las puertas lo habían visto hablar solo en algún momento o, simplemente, comportarse de forma extraña. Sin embargo esto no hizo mella en la sonrisa del hombre y, por fin, unas cuantas puertas después encontró a quien buscaba.
-... -Abrió la boca pero ningún sonido emergió de entre sus labios. Se dio cuenta de que no sabía, o no recordaba, el nombre de la peliblanca. Al final se encogió de hombros y, antes de voltearse para regresar al camarote, dijo con sencillez: -Alister, ¿verdad? Tu amiga te necesita. Sígueme.
Dag Thorlák
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Re: El despertar de las sombras [Privado][Dag Thorlák][Cerrado]
Aunque su negativa al festín que había propuesto no pareció agradarle, Dag asintió y no hizo preguntas, quizá porque entendía el motivo de que prefiriese alimentarse de Alister en privado en vez de hacerlo delante de los supervivientes del Aguamarina. Tras añadir que regresaba enseguida, el vampiro salió de la estancia cerrando la puerta tras de sí, con lo que la joven tendría unos minutos para pensar e intentar relajarse antes de que volviese con el dragón. Elen no sabía si estaba haciendo bien al aceptar la sangre de su compañero pero ¿tenía otra opción? Después de escuchar lo que el moreno le había dicho y las consecuencias que tendría para ella no saciar su sed parecía que no tenía alternativa.
Mientras esperaba ansiosa, la de ojos verdes se dejó caer en una silla cercana y no pudo evitar que su nerviosismo se dejase ver en la forma en que movía una de las piernas, que se balanceaba sin parar. - Tienes que hacerlo, bebe de él. - le decían las almas del medallón, animándola a abrazar su nueva y oscura vida. - No evites la sangre… será tu fuente de poder. - insistieron, consiguiendo que los nervios de la joven no hiciesen sino aumentar. ¿Y si se pasaba de la raya? Alister aún se estaba recuperando de su encontronazo con la hidra, si tomaba demasiado de él lo dejaría sin fuerzas para restablecerse por completo.
Incapaz de permanecer sentada por más tiempo, la otrora bruja se levantó y comenzó a caminar de un lado al otro en la habitación, convenciéndose mentalmente de que Dag cumpliría con su parte y la apartaría del alado antes de que pudiese hacerle ningún daño. Necesitaba creer en ello, sino no podría hacerlo y eso le pasaría factura en cuanto llegase a tierra. En silencio, ya que tenía bastante con no dejar de oír a las malignas almas de su reliquia, la benjamina de los Calhoun intentó levantar el muro de sombras nuevamente, pero al igual que la vez anterior, éste se desvaneció demasiado pronto, dominar aquel elemento iba a costarle algún tiempo, tiempo que no tenía.
- Confía en nosotros… la sangre te dará lo que necesitas para controlar las sombras. - volvió a escuchar en su cabeza, y cerrando los ojos, quiso creer que lo que le decían era verdad. Hasta aquel momento no había tenido una buena relación con las almas del medallón solar pero ahora no intentaban tomar el control de su cuerpo sino que querían ayudarla, algo a lo que tendría que acostumbrarse. Con suerte algún día conseguiría manejar a sus aliadas como habían hecho Tyrande o Abbey, y teniendo en cuenta que su reliquia era la que más poder oscuro contenía, por la cantidad de almas que albergaba, quizá incluso pudiese hacer cosas más grandes.
La imagen de la elfa haciendo pedazos, literalmente, a Verzhela Tarmúnil vino a su mente, ¿podría mejorar lo suficiente antes de la guerra que se avecinaba para imitar aquel poderoso ataque de la ex centinela? Una parte de ella tenía esperanzas, no solo eso, estaba decidida a reducir el número de jinetes antes de la supuesta batalla final, ya fuese con sus nuevas habilidades o con la daga que Imargo le había regalado, cuya hoja estaba imbuida con el veneno de los propios Tarmúnil.
El problema era evidente, para ello tendría que volver a cruzar al Oblivion y matar allí a cuantos pudiese antes de regresar, pero ahora solo contaba con el apoyo de Melena Blanca, su sábana albina estaba en manos de Frendel y Vladimir probablemente los atacase nada más verlos, no pintaba bien. Sin poder acallar esos negativos pensamientos, la de ojos verdes siguió caminando de un lado a otro en silencio, esperando que la puerta volviese a abrirse para dejar entrar al dragón. Su preocupación por él también estaba presente pero había optado por depositar su confianza en Dag, no había vuelta atrás.
Alister
Para cuando el vampiro entró en la estancia los supervivientes del Aguamarina, incluida Gabrielle, descansaban, o al menos intentaban dormir algo aprovechando el viaje que les quedaba hasta el puerto más cercano. Jace y Alister, que seguían despiertos y mantenían una pequeña charla sobre lo sucedido en la guarida de Amaterasu, se giraron para mirarlo, expectantes ante lo que pudiese decir. ¿Qué quería aquel hombre? ¿Se había confundido de camarote? No, pronto les quedó claro que no, en cuanto se dirigió al dragón para informarle de que Elen, pues no podía ser otra persona, lo necesitaba. De inmediato se puso en pie y cruzó una última mirada con el hechicero, que ahora quedaba al cargo de proteger al resto.
Hecho esto se puso a la par que el vampiro y lo miró con cierta preocupación en el rostro mientras caminaban. - ¿Le ha pasado algo a Elen? - preguntó, aunque no era la única cuestión que tenía en mente. ¿Por qué estaba la de cabellos cenicientos con aquel hombre? Puede que la respuesta fuese la obvia, ambos pertenecían ahora a la misma raza y quizá la centinela hubiese buscado apoyo en él, parecía razonable pero al dragón no terminaba de agradarle esa idea… se suponía que era él quien debía estar con ella y no aquel extraño. ¿Eso que le invadía eran celos? Era probable, no sería la primera vez que actuaba movido por aquella sensación, pero sin duda era algo a lo que no estaba acostumbrado.
Off: Alister te seguirá hasta la habitación.
Mientras esperaba ansiosa, la de ojos verdes se dejó caer en una silla cercana y no pudo evitar que su nerviosismo se dejase ver en la forma en que movía una de las piernas, que se balanceaba sin parar. - Tienes que hacerlo, bebe de él. - le decían las almas del medallón, animándola a abrazar su nueva y oscura vida. - No evites la sangre… será tu fuente de poder. - insistieron, consiguiendo que los nervios de la joven no hiciesen sino aumentar. ¿Y si se pasaba de la raya? Alister aún se estaba recuperando de su encontronazo con la hidra, si tomaba demasiado de él lo dejaría sin fuerzas para restablecerse por completo.
Incapaz de permanecer sentada por más tiempo, la otrora bruja se levantó y comenzó a caminar de un lado al otro en la habitación, convenciéndose mentalmente de que Dag cumpliría con su parte y la apartaría del alado antes de que pudiese hacerle ningún daño. Necesitaba creer en ello, sino no podría hacerlo y eso le pasaría factura en cuanto llegase a tierra. En silencio, ya que tenía bastante con no dejar de oír a las malignas almas de su reliquia, la benjamina de los Calhoun intentó levantar el muro de sombras nuevamente, pero al igual que la vez anterior, éste se desvaneció demasiado pronto, dominar aquel elemento iba a costarle algún tiempo, tiempo que no tenía.
- Confía en nosotros… la sangre te dará lo que necesitas para controlar las sombras. - volvió a escuchar en su cabeza, y cerrando los ojos, quiso creer que lo que le decían era verdad. Hasta aquel momento no había tenido una buena relación con las almas del medallón solar pero ahora no intentaban tomar el control de su cuerpo sino que querían ayudarla, algo a lo que tendría que acostumbrarse. Con suerte algún día conseguiría manejar a sus aliadas como habían hecho Tyrande o Abbey, y teniendo en cuenta que su reliquia era la que más poder oscuro contenía, por la cantidad de almas que albergaba, quizá incluso pudiese hacer cosas más grandes.
La imagen de la elfa haciendo pedazos, literalmente, a Verzhela Tarmúnil vino a su mente, ¿podría mejorar lo suficiente antes de la guerra que se avecinaba para imitar aquel poderoso ataque de la ex centinela? Una parte de ella tenía esperanzas, no solo eso, estaba decidida a reducir el número de jinetes antes de la supuesta batalla final, ya fuese con sus nuevas habilidades o con la daga que Imargo le había regalado, cuya hoja estaba imbuida con el veneno de los propios Tarmúnil.
El problema era evidente, para ello tendría que volver a cruzar al Oblivion y matar allí a cuantos pudiese antes de regresar, pero ahora solo contaba con el apoyo de Melena Blanca, su sábana albina estaba en manos de Frendel y Vladimir probablemente los atacase nada más verlos, no pintaba bien. Sin poder acallar esos negativos pensamientos, la de ojos verdes siguió caminando de un lado a otro en silencio, esperando que la puerta volviese a abrirse para dejar entrar al dragón. Su preocupación por él también estaba presente pero había optado por depositar su confianza en Dag, no había vuelta atrás.
Alister
Para cuando el vampiro entró en la estancia los supervivientes del Aguamarina, incluida Gabrielle, descansaban, o al menos intentaban dormir algo aprovechando el viaje que les quedaba hasta el puerto más cercano. Jace y Alister, que seguían despiertos y mantenían una pequeña charla sobre lo sucedido en la guarida de Amaterasu, se giraron para mirarlo, expectantes ante lo que pudiese decir. ¿Qué quería aquel hombre? ¿Se había confundido de camarote? No, pronto les quedó claro que no, en cuanto se dirigió al dragón para informarle de que Elen, pues no podía ser otra persona, lo necesitaba. De inmediato se puso en pie y cruzó una última mirada con el hechicero, que ahora quedaba al cargo de proteger al resto.
Hecho esto se puso a la par que el vampiro y lo miró con cierta preocupación en el rostro mientras caminaban. - ¿Le ha pasado algo a Elen? - preguntó, aunque no era la única cuestión que tenía en mente. ¿Por qué estaba la de cabellos cenicientos con aquel hombre? Puede que la respuesta fuese la obvia, ambos pertenecían ahora a la misma raza y quizá la centinela hubiese buscado apoyo en él, parecía razonable pero al dragón no terminaba de agradarle esa idea… se suponía que era él quien debía estar con ella y no aquel extraño. ¿Eso que le invadía eran celos? Era probable, no sería la primera vez que actuaba movido por aquella sensación, pero sin duda era algo a lo que no estaba acostumbrado.
Off: Alister te seguirá hasta la habitación.
Elen Calhoun
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Re: El despertar de las sombras [Privado][Dag Thorlák][Cerrado]
Dag sonrió enternecido al percibir la preocupación del muchacho que lo acompañaba. Aunque antes no conocía la relación entre ambos, le bastó con estudiar las reacciones del dragón para llegar a la conclusión de que eran algo más que amigos.
-No más de lo que tú ya has visto. -Respondió con simpleza, encogiéndose de hombros- Ella necesita apoyo. Es difícil pasar por... esto. -La frase terminó en un susurro, mientras se señalaba a sí mismo con el pulgar. “Esto”. No sabía con qué palabras definir la situación que ahora compartía con la peliblanca. ¿Muerte o renacimiento? ¿Maldición u oportunidad? A veces se preguntaba si debía alegrarse o estar triste por todo lo que conllevaba haberse convertido al vampirismo. Y eso que él era humano; en realidad todo eran ventajas. ¿Pero y la bruja? ¿Que se sentiría perder los poderes con los que había nacido?
Reacio a dar más detalles, pues pensaba que quizás sería la mujer quien quisiera explicar a su compañero qué exactamente pretendía hacer con él, el ojiazul recorrió los pasillos en el más completo mutismo. Su ánimo cambiaba con facilidad de un momento a otro y le era sencillo pasar de la amabilidad a la acritud. Más aún cuando recordaba en qué situación había conocido al dragón: con Géminis bamboleando su prominente busto frente a él.
Quizás por algún resabio del hechizo impuesto por ella, o tal vez porque Dag sencillamente era un hombre posesivo, pronto frunció el ceño y aceleró el paso, secretamente molesto con el hombre que lo acompañaba pese a que, en realidad, no había hecho nada; y es que el vampiro no necesitaba grandes razones para molestarse con alguien, aunque de un momento a otro podía olvidarse del conflicto con la misma facilidad.
Tras el incómodo paseo llegaron por fin al camarote. Abrió la puerta y dejó pasar primero al dragón, antes de entrar tras él para ubicarse a un costado en la entrada, con la espalda contra la pared y la mano derecha apoyada sobre el pomo de la espada.
-¡Finjan que no estoy aquí! -Sugirió, agitando la mano libre en un ademán para quitarle importancia al asunto.
Dag Thorlák
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Re: El despertar de las sombras [Privado][Dag Thorlák][Cerrado]
Alister se relajó un poco al escuchar la respuesta del vampiro, Elen solo necesitaba algo de apoyo para afrontar su transformación, y él estaba dispuesto a hacer lo que fuese necesario para ayudarla para pasar por ello de la forma menos traumática. Por un momento le dio la impresión de que aquel individuo tampoco estaba contento con su condición, razón de más para que su compañera se viese reflejada en él y decidiese buscar su consejo, que sin duda sería mejor de lo que el alado podría ofrecerle ya que no entendía hasta qué punto podía afectar un conversión de aquel tipo. En silencio siguió a Dag hasta percatarse de que éste aceleraba el paso, obligándolo a hacer lo mismo para mantenerse a su lado hasta que finalmente llegaron al camarote en que aguardaba la de cabellos cenicientos.
Elen se detuvo en seco al escuchar los pasos de ambos acercándose, y por precaución decidió apartarse de la puerta tanto como la estancia le permitía, situándose en una de las esquinas mientras se decía mentalmente que no perdería el control, tenía que creer en ello. Ver entrar al dragón la puso algo nerviosa pero Dag estaba allí, preparado para intervenir si las cosas no salían bien, eso era lo que le había prometido y a pesar de no conocerlo mucho, la joven confiaba en él. Cuando el vampiro se posicionó junto a una pared y apoyó la mano sobre el pomo de su espada, acompañando el gesto con unas palabras para ambos, la confusión se reflejó en el rostro del cazador, que desvió su mirada de uno a otro.
- Antes me ofreciste tu sangre… me negué a aceptarla pero Dag ha hecho que lo reconsidere. - comenzó a decir la benjamina de los Calhoun, antes de que su compañero pudiese preguntar qué estaba pasando. - Me ha dicho que cuanto más me resista a la sed más necesitaré beber luego y… si espero a llegar a tierra puede que no consiga controlarme. - el rostro de la centinela mostraba el debate que estaba teniendo lugar en su interior, no quería dañar al hombre al que amaba pero tenía que alimentarse antes de que la cosa fuese a más. - ¿Sigues dispuesto a dejar que beba de ti? - preguntó, todavía manteniendo las distancias.
- Sí. - respondió Alister, echando mano a la daga que había sacado hacía un rato. - ¡No, espera! Así no… el olor de la sangre podría empeorarlo todo. - soltó la de ojos verdes, acercándose a él y sujetándole la mano con que sostenía el arma. - Dag está aquí para detenerme si no puedo hacerlo por mi misma. - reveló, cruzando una mirada con el moreno y confiando en que actuase con rapidez si se daba el caso. Una vez hecho esto los brillantes ojos de la vampira se clavaron en los del cazador, mientras liberaba su muñeca para dirigir su mano hasta el rostro del mismo. Comprendiendo a lo que se refería, el dragón devolvió la daga a su cinturón y envolvió a la joven con un brazo a la altura de la cintura, iba a morderle y eso podía resultar peligroso, pero no iba a echarse atrás.
Elen acarició su mejilla y luego dejó que sus dedos se deslizasen por el cuello del dragón, apartando ligeramente el abrigo que lo protegía. Mientras la otrora bruja se centraba en el latido del corazón del alado y cómo influía en su flujo sanguíneo él disfrutaba de aquella leve caricia, dejando de lado los posibles nervios para no preocuparla. Alister ladeó la cabeza para facilitarle las cosas y fue entonces cuando la de cabellos cenicientos se acercó a su piel, inhalando el aroma que desprendía antes de entreabrir los labios, dejando a la vista sus nuevos colmillos. - No le haré daño. - se repitió mentalmente, justo antes de morderlo.
La centinela escuchó un leve quejido y sintió como la mano que la rodeaba se aferraba a sus ropas, dejando claro que aquello le había dolido, pero su compañero no se movió en absoluto ni intentó separarse de ella, era un dolor soportable que pronto quedaría en segundo plano. Para ella fue desagradable al menos durante los primeros instantes, el metálico sabor de la sangre no le agradó pero era lo que su cuerpo le pedía en aquel momento, y pronto su opinión acerca del rojizo líquido cambió, en cuanto el ardor de su garganta desapareció. Poco a poco comenzó a gustarle, más de lo que hubiese querido a decir verdad, y no solo el sabor, sino también la sensación de tener al alado tan cerca.
El oscuro halo de sombras que la rodeaba cobró fuerza y se volvió más intenso, mientras Alister se debilitaba sin hacer nada para remediarlo. No quería apartarla de sí, no, prefería tenerla pegada a él, sentir la caricia de sus labios rozándole el cuello y la cálida sensación que se apoderaba de su cuerpo al entrar en contacto con la joven. ¿Era su deseo despertando ante la cercanía de la vampira? Sin duda alguna, pero ambos debían tener mucho cuidado o aquello terminaría mal, terriblemente mal para uno de ellos. - Elen… Elen para. - pidió en un susurro cuando empezó a sentirse mareado por la pérdida de sangre. La benjamina de los Calhoun lo escuchó pero tardó un poco en reaccionar, lo justo para que el equilibrio del cazador se viese afectado y tuviese que buscar una pared contra la que apoyar la espalda.
Extrajo sus colmillos de él y lamió la zona en que había quedado la marca de su mordisco, su sed se había mitigado pero solo en parte, necesitaba más. - ¿Elen? - volvió a hablar, al tiempo que enderezaba la cabeza para mirarla. Los ojos de la centinela se habían oscurecido un poco y no se apartaban de su cuello, como si se estuviese planteando la posibilidad de volver a alimentarse de él. Ya no parecía ella, su transformación acababa de completarse y ahora en su cabeza solo había sitio para el dulce recuerdo de la sangre, tenía que tomar más.
Alister lo supo al ver su expresión y su mirada perdida, dejó de rodearla con el brazo para sujetarla por la cadera e intentar que se apartase un poco, pero sus fuerzas habían menguado considerablemente, solo consiguió poner unos centímetros entre ambos, sin que Elen llegase a soltar su abrigo.
Off: Bien Dag, te toca cumplir tu parte antes de que vuelva a morder a Alister, puedes narrar como Elen trata de llegar al dragón y lo que haces para mantenerla a raya, si ves necesario herirla levemente para ello adelante.
Elen se detuvo en seco al escuchar los pasos de ambos acercándose, y por precaución decidió apartarse de la puerta tanto como la estancia le permitía, situándose en una de las esquinas mientras se decía mentalmente que no perdería el control, tenía que creer en ello. Ver entrar al dragón la puso algo nerviosa pero Dag estaba allí, preparado para intervenir si las cosas no salían bien, eso era lo que le había prometido y a pesar de no conocerlo mucho, la joven confiaba en él. Cuando el vampiro se posicionó junto a una pared y apoyó la mano sobre el pomo de su espada, acompañando el gesto con unas palabras para ambos, la confusión se reflejó en el rostro del cazador, que desvió su mirada de uno a otro.
- Antes me ofreciste tu sangre… me negué a aceptarla pero Dag ha hecho que lo reconsidere. - comenzó a decir la benjamina de los Calhoun, antes de que su compañero pudiese preguntar qué estaba pasando. - Me ha dicho que cuanto más me resista a la sed más necesitaré beber luego y… si espero a llegar a tierra puede que no consiga controlarme. - el rostro de la centinela mostraba el debate que estaba teniendo lugar en su interior, no quería dañar al hombre al que amaba pero tenía que alimentarse antes de que la cosa fuese a más. - ¿Sigues dispuesto a dejar que beba de ti? - preguntó, todavía manteniendo las distancias.
- Sí. - respondió Alister, echando mano a la daga que había sacado hacía un rato. - ¡No, espera! Así no… el olor de la sangre podría empeorarlo todo. - soltó la de ojos verdes, acercándose a él y sujetándole la mano con que sostenía el arma. - Dag está aquí para detenerme si no puedo hacerlo por mi misma. - reveló, cruzando una mirada con el moreno y confiando en que actuase con rapidez si se daba el caso. Una vez hecho esto los brillantes ojos de la vampira se clavaron en los del cazador, mientras liberaba su muñeca para dirigir su mano hasta el rostro del mismo. Comprendiendo a lo que se refería, el dragón devolvió la daga a su cinturón y envolvió a la joven con un brazo a la altura de la cintura, iba a morderle y eso podía resultar peligroso, pero no iba a echarse atrás.
Elen acarició su mejilla y luego dejó que sus dedos se deslizasen por el cuello del dragón, apartando ligeramente el abrigo que lo protegía. Mientras la otrora bruja se centraba en el latido del corazón del alado y cómo influía en su flujo sanguíneo él disfrutaba de aquella leve caricia, dejando de lado los posibles nervios para no preocuparla. Alister ladeó la cabeza para facilitarle las cosas y fue entonces cuando la de cabellos cenicientos se acercó a su piel, inhalando el aroma que desprendía antes de entreabrir los labios, dejando a la vista sus nuevos colmillos. - No le haré daño. - se repitió mentalmente, justo antes de morderlo.
La centinela escuchó un leve quejido y sintió como la mano que la rodeaba se aferraba a sus ropas, dejando claro que aquello le había dolido, pero su compañero no se movió en absoluto ni intentó separarse de ella, era un dolor soportable que pronto quedaría en segundo plano. Para ella fue desagradable al menos durante los primeros instantes, el metálico sabor de la sangre no le agradó pero era lo que su cuerpo le pedía en aquel momento, y pronto su opinión acerca del rojizo líquido cambió, en cuanto el ardor de su garganta desapareció. Poco a poco comenzó a gustarle, más de lo que hubiese querido a decir verdad, y no solo el sabor, sino también la sensación de tener al alado tan cerca.
El oscuro halo de sombras que la rodeaba cobró fuerza y se volvió más intenso, mientras Alister se debilitaba sin hacer nada para remediarlo. No quería apartarla de sí, no, prefería tenerla pegada a él, sentir la caricia de sus labios rozándole el cuello y la cálida sensación que se apoderaba de su cuerpo al entrar en contacto con la joven. ¿Era su deseo despertando ante la cercanía de la vampira? Sin duda alguna, pero ambos debían tener mucho cuidado o aquello terminaría mal, terriblemente mal para uno de ellos. - Elen… Elen para. - pidió en un susurro cuando empezó a sentirse mareado por la pérdida de sangre. La benjamina de los Calhoun lo escuchó pero tardó un poco en reaccionar, lo justo para que el equilibrio del cazador se viese afectado y tuviese que buscar una pared contra la que apoyar la espalda.
Extrajo sus colmillos de él y lamió la zona en que había quedado la marca de su mordisco, su sed se había mitigado pero solo en parte, necesitaba más. - ¿Elen? - volvió a hablar, al tiempo que enderezaba la cabeza para mirarla. Los ojos de la centinela se habían oscurecido un poco y no se apartaban de su cuello, como si se estuviese planteando la posibilidad de volver a alimentarse de él. Ya no parecía ella, su transformación acababa de completarse y ahora en su cabeza solo había sitio para el dulce recuerdo de la sangre, tenía que tomar más.
Alister lo supo al ver su expresión y su mirada perdida, dejó de rodearla con el brazo para sujetarla por la cadera e intentar que se apartase un poco, pero sus fuerzas habían menguado considerablemente, solo consiguió poner unos centímetros entre ambos, sin que Elen llegase a soltar su abrigo.
Off: Bien Dag, te toca cumplir tu parte antes de que vuelva a morder a Alister, puedes narrar como Elen trata de llegar al dragón y lo que haces para mantenerla a raya, si ves necesario herirla levemente para ello adelante.
Elen Calhoun
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Re: El despertar de las sombras [Privado][Dag Thorlák][Cerrado]
Incluso Dag, que tenía poca consciencia sobre lo correcto y lo incorrecto, se sintió ligeramente incómodo al ver la escena entre los enamorados. Para él, el ritual de alimentación era un momento íntimo y aún más si se daba entre amantes, pero aún así fue incapaz de apartar la mirada de la escena. Inhaló profusamente el olor ferroso de la sangre del dragón y sintió un fuerte deseo por unirse al festín, ¿a qué sabría la sangre de esa raza? ¿sería más dulce, más amarga, más espesa? ¡Qué ganas de descubrirlo!
El vampiro relamió sus labios y cerró con fuerza los ojos, instándose a resistir la tentación de mandar al diablo su promesa para rendirse a un momento de placer. Intentó con todas sus fuerzas recordarse que él era un hombre de palabra, o al menos alguna vez lo había sido y esa era la oportunidad de honrar el recuerdo del noble humano que habitaba en él. Así, con los labios apretados en una tensa mueca de incomodidad, se obligó a ponerse en guardia al ver que la “degustación” se alargaba demasiado.
No le causó una gran sorpresa ver que la peliblanca, embriagada por la nueva sensación que estaba experimentando, perdía el norte y se inclinaba peligrosamente hacia la voracidad que solía caracterizar a la raza que ahora compartían. Era natural y hasta comprensible, su cuerpo estaba pasando por cambios vertiginosos que consumían mucha energía y dicha energía tenía que ser repuesta de alguna manera.
-Elen, debes parar. -La grave voz del ojiazul retumbó en la habitación al tiempo en que daba un par de zancadas para salvar la distancia que los separaba- Ya habrá tiempo para seguir bebiendo, debes dejar que se reponga. -Explicó con tono paternal mientras la sujetaba por los hombros para tirar hacia atrás en un intento por separarla de Alister. Sin embargo la vampiresa no sólo parecía haber descubierto el poder de las sombras, sino la fuerza inhumana con que ahora contaba para asirse al dragón a toda costa.
Al ver que no atendía a razones Dag cambió su agarre a las muñecas ajenas, forcejeando con ella para hacerla soltar el abrigo. Para colmo de males, Alister no se veía en uso de todas sus facultades como para pedirle que lo ayudara a empujar. Pronto, incapaz de desprenderla del otro, sugirió con firmeza:
-Corta la tela con tu daga, ¡rápido! -Aletargado por la pérdida de sangre, el dragón tardó un instante en hacer caso a su orden pero unos segundos después cortó la parte del abrigo firmemente agarrada por la muchacha. Sin tener nada a lo que asirse e impulsados por la fuerza con la que el exguardia estaba tirando, ambos vampiros cayeron hacia atrás, Dag sentado, recibiendo todo el peso de la mujer sobre él. En esa postura aprovechó la oportunidad de agarrarla firmemente, rodeándola con ambos brazos y apretándola entre los muslos para que no pudiera incorporarse e ir tras su presa.
-¡Cálmate! -El anillo que le había regalado la Logia brilló tenuemente y pudo percibir cómo su magia esperaba latente ser usada contra la mujer. Sin embargo no deseaba usar la fuerza contra ella, no mientras pudiera seguir reteniéndola en aquella suerte de abrazo. Pronto se le ocurrió otra manera de calmarla, quizás no fuera la más ortodoxa, pero probablemente serviría para espabilarla. Apretándola firmemente con un brazo a la altura del abdomen, liberó el agarre del otro para poder llevarse la muñeca a la boca y mordérsela con un tirón que abriría la herida lo suficiente como para que la sangre brotara cuantiosamente.
Tuvo que escupir hacia un costado, pues su propio líquido vital se le antojaba pegajoso y amargo; si la peliblanca lo saboreaba de la misma manera entonces muy probablemente se le pasarían las ganas de beber por un rato y, si no, al menos se saciaría con él, que evidentemente estaba en mejor forma que Alister y podría aguantar por más tiempo. Llevó rápidamente la muñeca hacia los labios ajenos y presionó para obligarla a beber, incapaz de disimular una sonrisa pérfida al imaginar el espectáculo que debía estar dándole al pobre dragón. Dudaba que le gustara ver a su doncella sobre las piernas de otro, bebiendo de su sangre como el más delicioso festín.
____
Off: Me tomé la libertad de manipular un poquito las acciones de Alister. Si te parece mejor que lo cambie por otra cosa, no tengo ningún problema en editar ^^
Dag Thorlák
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Re: El despertar de las sombras [Privado][Dag Thorlák][Cerrado]
Sin dejar de mirar el cuello del dragón, más concretamente la marca que sus colmillos habían dejado en él, Elen escuchó la grave voz de Dag, que sabiendo lo que iba a pasar salvó la distancia que lo separaba de ellos para tomarla por los hombros y tirar de ella. El moreno no consiguió apartarla de su compañero, y es que no solo habían cambiado los poderes de la joven sino también sus habilidades físicas, brindándole más fuerza y destreza de las que tenía antes. Gracias a esa nueva fuerza la vampira se mantuvo muy cerca del cazador, obligando al ex rey a liberarla para envolver sus muñecas e intentar que soltase el abrigo, hecho que dio lugar a un brusco forcejeo entre ambos.
Incapaz de ignorar la sed que seguía molestando su garganta, la de cabellos cenicientos solo podía pensar en volver a morder al alado, hecho que le dio lo necesario para resistir los tirones de Dag, quien finalmente optó por pedir algo de ayuda a Alister para poder separarlos antes de que las cosas empeorasen. Éste reaccionó algo lento debido a la pérdida de sangre, pero haciendo caso de lo que le decía el vampiro, echó mano a su daga y cortó la parte de la tela a la que con tanta intensidad se aferraba la benjamina de los Calhoun. Al perder su punto de agarre Elen se vio arrastrada hacia atrás sin poder evitarlo, cayendo sobre el cuerpo del moreno, que no perdió un instante.
Dag la inmovilizó con ambos brazos para retenerla y evitar que volviese a levantarse, cosa que por supuesto intentó nada más perder el equilibrio. Al ver aquella escena el rostro de Alister se endureció, quería exigir al vampiro que la soltase, pero si lo hacía Elen volvería a abalanzarse sobre él y no estaba en condiciones de defenderse. Con una mezcla de frustración y tristeza en su expresión el dragón terminó por apartar la mirada a un lado, aunque no tardaría en volver a dirigir sus ojos hacia los de la centinela, esperando que superase aquel oscuro momento y volviese en sí.
La joven se revolvió entre los brazos del ex rey sin hacer caso a su llamamiento a la calma, necesitaba beber y él se estaba interponiendo entre ella y su fuente de alimento. ¿Fuente de alimento? ¿de verdad se había referido así al hombre al que amaba? Por un instante pudo pensar con claridad y darse cuenta de lo que estaba haciendo, había fallado, no podía controlarse ni siquiera con la persona a la que quería, ¿cómo iba a evitar entonces matar a otros? El aroma de la sangre que flotaba en la estancia la instaba a atacar de nuevo pero tenía la suerte de contar con la ayuda de Dag, aunque eso no parecía gustar al cazador.
Cuando sus miradas se cruzaron lo supo, Alister lo estaba pasando mal al verla en aquel estado, pero no solo por su falta de voluntad para dominar sus nuevos instintos, sino por tener que ver como otro hombre, un extraño, era el único que podía entenderla y actuar para ayudarla. Fue entonces cuando la otrora bruja sintió que uno de los brazos del moreno se retiraba, para solo unos segundos después volver hacia ella, aunque no para sujetarla. El vampiro se había mordido su propia muñeca y no dudó en presionarla contra los labios de la recién transformada, obligándola a beber de él. Elen probó la sangre de su congénere y le resultó extraña, desagradablemente espesa y amarga, nada comparable con la del dragón, pero aun así no se apartó, tenía que conseguir que la sed desapareciese y si podía lograrlo con el rojizo líquido vital que Dag le ofrecía no tendría que atacar de nuevo a su compañero.
Así pues se forzó a beber, dejando de forcejear para sujetar el brazo del moreno con una de las manos, mientras su rostro se contraía a causa del mal sabor. Para Alister no resultó fácil ver aquello, sentía que quizá ésta vez no pudiese hacerla volver, que verdaderamente su transformación le había robado por completo a la Elen que conocía y de la que estaba enamorado. Fue su triste expresión lo que hizo parar a la de ojos verdes, que utilizando las sombras consiguió liberarse bruscamente del agarre del ex rey y se puso en pie, para acto seguido apartarse de ambos y situarse con la espalda apoyada en otra de las paredes. Elen se dejó caer hasta quedar sentada, tenía los labios y parte de la barbilla manchadas de sangre, que rápidamente limpió con la manga de su camisa.
- Esto ha sido un error… soy un monstruo. - comentó en voz baja, mientras se abrazaba las rodillas y dirigía su mirada de uno a otro. - Lo siento Alister. - añadió al poco, incapaz de sostenerle la mirada sin que sus verdes ojos se aguasen. Apoyando los codos en sus rodillas, la joven se cubrió el rostro y se presionó las sienes, mientras dejaba que las lágrimas que inundaban sus ojos le recorriesen las mejillas. - Gracias Dag, por no permitir que lo matara. - musitó instantes después, aunque su voz amenazaba con quebrarse. - Será mejor que me quede aquí encerrada el resto del viaje, sin nadie a quien pueda hacerle daño. - propuso, esperando que ambos la dejasen sola. El halo de sombras que la envolvía se intensificó tanto que apenas podrían ver su figura, la vampira pronto descubriría que aquello era su habilidad para mimetizarse con la oscuridad pero en aquel momento solo deseaba desaparecer.
El cazador observó por unos segundos al vampiro, algo en él hacía que no le cayese bien, quizá por la sonrisa cargada de malicia que había puesto al ofrecer su sangre a Elen, pero ahora no importaba, era ella de quien debía preocuparse. Haciendo acopio de las fuerzas que le quedaban se apartó de la pared y avanzó hacia el rincón en que se encontraba la benjamina de los Calhoun. - ¿Has conseguido calmar la sed? - preguntó mientras caminaba, consiguiendo que ella alzase el rostro para mirarlo. - Sí, pero ¿por cuánto tiempo? - le respondió, visiblemente preocupada. - Eso debería saberlo Dag ¿no? - dijo el dragón, lanzando una fugaz mirada al vampiro antes de dejarse caer junto a ella.
No podía dejarla sola en aquel duro trance, sabía que podía estarse poniendo en peligro pero no le importaba, así que sin dudarlo se sentó a su lado con las piernas estiradas y tomó una de las manos de la centinela. - Tu piel se ha vuelto más fría. - comentó, mientras le acariciaba el dorso de la mano. Elen lo observo con sorpresa y algo de temor, una parte de ella quería tenerlo cerca pero la otra le repetía incansablemente que podría matarlo. A esperas de lo que pudiese responder el ex rey para saber cuánto tardaría en necesitar alimentarse de nuevo, la otrora bruja bajó la mirada e intentó centrarse en la cálida caricia de Alister, deseando interiormente que al igual que en su lucha contra la oscuridad, él hallase el modo de hacerla reaccionar cuando perdiese el control por culpa de la sangre.
Incapaz de ignorar la sed que seguía molestando su garganta, la de cabellos cenicientos solo podía pensar en volver a morder al alado, hecho que le dio lo necesario para resistir los tirones de Dag, quien finalmente optó por pedir algo de ayuda a Alister para poder separarlos antes de que las cosas empeorasen. Éste reaccionó algo lento debido a la pérdida de sangre, pero haciendo caso de lo que le decía el vampiro, echó mano a su daga y cortó la parte de la tela a la que con tanta intensidad se aferraba la benjamina de los Calhoun. Al perder su punto de agarre Elen se vio arrastrada hacia atrás sin poder evitarlo, cayendo sobre el cuerpo del moreno, que no perdió un instante.
Dag la inmovilizó con ambos brazos para retenerla y evitar que volviese a levantarse, cosa que por supuesto intentó nada más perder el equilibrio. Al ver aquella escena el rostro de Alister se endureció, quería exigir al vampiro que la soltase, pero si lo hacía Elen volvería a abalanzarse sobre él y no estaba en condiciones de defenderse. Con una mezcla de frustración y tristeza en su expresión el dragón terminó por apartar la mirada a un lado, aunque no tardaría en volver a dirigir sus ojos hacia los de la centinela, esperando que superase aquel oscuro momento y volviese en sí.
La joven se revolvió entre los brazos del ex rey sin hacer caso a su llamamiento a la calma, necesitaba beber y él se estaba interponiendo entre ella y su fuente de alimento. ¿Fuente de alimento? ¿de verdad se había referido así al hombre al que amaba? Por un instante pudo pensar con claridad y darse cuenta de lo que estaba haciendo, había fallado, no podía controlarse ni siquiera con la persona a la que quería, ¿cómo iba a evitar entonces matar a otros? El aroma de la sangre que flotaba en la estancia la instaba a atacar de nuevo pero tenía la suerte de contar con la ayuda de Dag, aunque eso no parecía gustar al cazador.
Cuando sus miradas se cruzaron lo supo, Alister lo estaba pasando mal al verla en aquel estado, pero no solo por su falta de voluntad para dominar sus nuevos instintos, sino por tener que ver como otro hombre, un extraño, era el único que podía entenderla y actuar para ayudarla. Fue entonces cuando la otrora bruja sintió que uno de los brazos del moreno se retiraba, para solo unos segundos después volver hacia ella, aunque no para sujetarla. El vampiro se había mordido su propia muñeca y no dudó en presionarla contra los labios de la recién transformada, obligándola a beber de él. Elen probó la sangre de su congénere y le resultó extraña, desagradablemente espesa y amarga, nada comparable con la del dragón, pero aun así no se apartó, tenía que conseguir que la sed desapareciese y si podía lograrlo con el rojizo líquido vital que Dag le ofrecía no tendría que atacar de nuevo a su compañero.
Así pues se forzó a beber, dejando de forcejear para sujetar el brazo del moreno con una de las manos, mientras su rostro se contraía a causa del mal sabor. Para Alister no resultó fácil ver aquello, sentía que quizá ésta vez no pudiese hacerla volver, que verdaderamente su transformación le había robado por completo a la Elen que conocía y de la que estaba enamorado. Fue su triste expresión lo que hizo parar a la de ojos verdes, que utilizando las sombras consiguió liberarse bruscamente del agarre del ex rey y se puso en pie, para acto seguido apartarse de ambos y situarse con la espalda apoyada en otra de las paredes. Elen se dejó caer hasta quedar sentada, tenía los labios y parte de la barbilla manchadas de sangre, que rápidamente limpió con la manga de su camisa.
- Esto ha sido un error… soy un monstruo. - comentó en voz baja, mientras se abrazaba las rodillas y dirigía su mirada de uno a otro. - Lo siento Alister. - añadió al poco, incapaz de sostenerle la mirada sin que sus verdes ojos se aguasen. Apoyando los codos en sus rodillas, la joven se cubrió el rostro y se presionó las sienes, mientras dejaba que las lágrimas que inundaban sus ojos le recorriesen las mejillas. - Gracias Dag, por no permitir que lo matara. - musitó instantes después, aunque su voz amenazaba con quebrarse. - Será mejor que me quede aquí encerrada el resto del viaje, sin nadie a quien pueda hacerle daño. - propuso, esperando que ambos la dejasen sola. El halo de sombras que la envolvía se intensificó tanto que apenas podrían ver su figura, la vampira pronto descubriría que aquello era su habilidad para mimetizarse con la oscuridad pero en aquel momento solo deseaba desaparecer.
El cazador observó por unos segundos al vampiro, algo en él hacía que no le cayese bien, quizá por la sonrisa cargada de malicia que había puesto al ofrecer su sangre a Elen, pero ahora no importaba, era ella de quien debía preocuparse. Haciendo acopio de las fuerzas que le quedaban se apartó de la pared y avanzó hacia el rincón en que se encontraba la benjamina de los Calhoun. - ¿Has conseguido calmar la sed? - preguntó mientras caminaba, consiguiendo que ella alzase el rostro para mirarlo. - Sí, pero ¿por cuánto tiempo? - le respondió, visiblemente preocupada. - Eso debería saberlo Dag ¿no? - dijo el dragón, lanzando una fugaz mirada al vampiro antes de dejarse caer junto a ella.
No podía dejarla sola en aquel duro trance, sabía que podía estarse poniendo en peligro pero no le importaba, así que sin dudarlo se sentó a su lado con las piernas estiradas y tomó una de las manos de la centinela. - Tu piel se ha vuelto más fría. - comentó, mientras le acariciaba el dorso de la mano. Elen lo observo con sorpresa y algo de temor, una parte de ella quería tenerlo cerca pero la otra le repetía incansablemente que podría matarlo. A esperas de lo que pudiese responder el ex rey para saber cuánto tardaría en necesitar alimentarse de nuevo, la otrora bruja bajó la mirada e intentó centrarse en la cálida caricia de Alister, deseando interiormente que al igual que en su lucha contra la oscuridad, él hallase el modo de hacerla reaccionar cuando perdiese el control por culpa de la sangre.
Elen Calhoun
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Re: El despertar de las sombras [Privado][Dag Thorlák][Cerrado]
Era extraño ser la presa y no el cazador. La sensación de su sangre siendo drenada le aceleraba el pulso; resultaba tan desagradable como interesante al ser una experiencia poco usual para él. Aún así, con el correr de los segundos su expresión mutó hacia el desgano y en la lividez de su piel se evidenció el hecho de que la mujer, en su voracidad, comenzaba a debilitarlo más de lo conveniente. Se preguntó qué haría si no lograba detenerla. ¿Podían los vampiros morir desangrados?
Afortunadamente paró por sí misma y Dag ahogó un quejido cuando los colmillos ajenos se retiraron de su carne. Se sentía mareado y débil. Pronto se quedó solo en el piso y su primera reacción fue lamerse la muñeca como un animal lastimado; tan bruscamente se había mordido a sí mismo que necesitaría vendarse para poder detener la hemorragia.
Observó con pena a la muchacha mientras se ponía de pie, tambaleante y muñeca en boca, y se dirigía a la puerta. Lo bueno era que Alister seguía vivo; lo malo, que el hambre de Elen estaba siendo más problemático de lo que esperaba. A fin de cuentas era comprensible; acababan de volver de una batalla que había mermado considerablemente sus energías. Así como los marines debían estar deseando comerse una vaca entera, la nueva vampiresa probablemente estaba experimentando la misma avidez pero en forma de sed.
-Si esto fue la merienda, para la cena volverás a tener hambre. -Comentó en respuesta a la pregunta del dragón pero dirigiéndose a la otrora bruja, encogiéndose de hombros con la mirada clavada en la herida de su muñeca- Pero será menos. Luego, con el correr del tiempo, podrías forzarte a comer sólo una vez al día. O varias veces en cantidades muy pequeñas. No es agradable, pero se puede. -Añadió, alzando los ojos en una mueca gentil- Aprenderás a controlarte, estoy seguro que sí.
Incluso Dag percibía que la pareja necesitaba un tiempo de intimidad para poder asimilar todo lo que estaba ocurriendo. Sintió envidia de ellos pues reconocía, al verlos, que él estaba completamente solo por mucho que se rodease de personas. Supo que si él, sin ningún apoyo, había logrado convertirse en un vampiro medianamente controlado, entonces aquella muchacha lo conseguiría tarde o temprano. La compañía del ser amado podía hacer el trance muchísimo más llevadero... o al menos así lo creía.
Les echó un último vistazo y abrió la puerta antes de despedirse con un simple ademán de la mano sana. Confiaba en que estarían bien solos, al menos por las siguientes horas hasta que el estómago de la joven reclamase más alimento. Entonces podrían encontrarlo de nuevo vagando por algún pasillo; después de todo, con el sol iluminando la cubierta, no tenía muchas más opciones adonde ir.
Dag Thorlák
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Re: El despertar de las sombras [Privado][Dag Thorlák][Cerrado]
Los peores temores de la joven se cumplieron al escuchar la respuesta de Dag, en cuestión de horas la sed volvería a quemar su garganta, y aunque necesitase menos de lo que había bebido de ambos, tendría que buscar alguien de quien alimentarse. La idea de conseguir limitar su consumo de sangre a una vez al día le daba algo de esperanza, no sería agradable pero eso la ayudaría a recordar quién era, aunque le llevaría un tiempo lograrlo. El punto negativo de ello estaba claro, sus nuevos poderes dependían del rojizo líquido, lo cual implicaba que llegado el momento de enfrentar a Vladimir y los jinetes no podría seguir limitando su alimentación, tendría que beber tanto como pudiese antes de verse las caras con ellos para tener alguna posibilidad de salir victoriosa.
Antes de abandonar la estancia el vampiro añadió que estaba seguro de que conseguiría controlar la sed, y la de ojos verdes deseó interiormente que tuviese razón, ya que después de lo ocurrido no tenía fe en sí misma. - Tú también deberías irte, ya le has oído, en unas horas volveré a estar a merced del hambre. - comentó Elen mirando al dragón, en cuanto se quedaron a solas. Alister negó con la cabeza y siguió acariciando el dorso de su mano, no estaba dispuesto a abandonarla, nunca lo haría. - No me iré a ninguna parte, en cuanto recupere algo de fuerza me transformaré, así será más fácil para los dos. - respondió, confiando en que su armadura natural de escamas lo mantuviese a salvo y que gracias a la fuerza que su forma bestial le proporcionaba, pudiese contenerla si intentaba atacar a alguien más.
- Esto lo cambia todo ¿verdad?... ya no soy la misma… nosotros, no podremos estar juntos sin que te pongas en peligro. - musitó la vampira, cabizbaja. Su transformación había complicado mucho las cosas, justo ahora que ambos conocían los sentimientos del otro la centinela había recibido un duro e inesperado revés, justo como le había dicho el profeta meses atrás en las islas, los tiempos difíciles para ella habían llegado. - Lo arreglaremos Elen, buscaremos un modo de revertir esto… - intervino el cazador, alzando una mano para colocarla bajo el mentón de la joven y obligarla a levantar el rostro y mirarle. - ¿Y si no tiene arreglo? ¿Y si me quedo así para siempre? - preguntó ella, consciente de que se trataba de una maldición y que algunas tenían cura, pero nunca había oído que alguien hubiese conseguido volver a su estado original tras haberse convertido en criatura de la noche.
- Entonces aprenderemos a vivir con ello. - dijo, sin dudar ni un instante. Aprovechando que la sed había desaparecido y no volvería hasta unas horas después, Alister le acarició la mejilla y lentamente se inclinó hacia ella, notando como el cuerpo de la de cabellos cenicientos se tensaba ante su cercanía. Elen temía hacerle daño, no sabía si sería capaz de contenerse así que se quedó completamente inmóvil hasta que los labios del cazador se posaron sobre los suyos, dándole un cálido y suave beso al que no tardó en responder. Durante unos segundos todo lo que les rodeaba dejó de importar, solo estaban ellos y la agradable sensación que ambos sentían al estar juntos, algo a lo que la vampira quiso aferrarse con todas sus fuerzas.
No quería que la sangre se volviese más importante que él, pero necesitaría tiempo para acostumbrarse a aquella nueva vida y dominar su apetito. Los brazos del dragón la rodearon mientras se besaban, atrayéndola hacia sí, con lo que pronto se vio sentada entre sus piernas y con la parte superior del cuerpo pegada a su torso. Ninguno de los dos hizo nada para impedir que aquel beso se intensificase, junto con el abrazo con que el alado estrechaba a la vampira, pero pronto el acelerado latido del corazón de Alister y su flujo sanguíneo obligaron a Elen a separar sus labios de los de él, aunque no tenía en mente alejarse más que unos centímetros.
- Lo siento… tengo que acostumbrarme a esto. - musitó, mientras sus verdes ojos buscaban los de su compañero. Alister aflojó su abrazo para darle la oportunidad de apartarse pero en vez de eso, Elen optó por apoyarse de lado sobre su pecho, de modo que su rostro quedase a la altura a la que debía tener el corazón. Necesitaba acostumbrarse a su cercanía, a escuchar su latido sin que la sed entrase en juego, así que cerró los ojos y se centró en ello, mientras el cazador le acariciaba los cabellos y recuperaba las fuerzas.
Un par de horas más tarde ya se encontraba lo suficientemente restablecido como para transformarse, y tras tomar su forma bestial todo se volvió más sencillo, pudo recostarse en el suelo y Elen se mantuvo sentada junto a él, tranquila ahora que las duras escamas lo protegían de sus colmillos. - Cuando lleguemos a tierra te buscaremos algo de sangre. - soltó con su grave voz, y la benjamina de los Calhoun se limitó a asentir con la cabeza, pronto volvería a sentir el ardor en la garganta. El resto del trayecto le pareció una eternidad, pero cuando finalmente alcanzaron el puerto de Dundarak el sol comenzaba a ocultarse tras el horizonte, la lentitud del dañado barco les había hecho perder medio día solo para llegar hasta allí.
Conscientes del peligro que podrían correr los demás tripulantes y pasajeros aguardaron hasta que todo el mundo abandonó el barco y la noche cayó sobre sus cabezas, momento en que salieron ellos, manteniéndose a cierta distancia del resto. En vez de dirigirse a la ciudad decidieron mantenerse en los alrededores para probar una idea que había surgido durante al viaje desde isla volcánica, Elen necesitaba sangre sí, pero ¿tenía que ser forzosamente humana? Con ayuda de sus nuevos poderes a la joven no le costó derribar a una vaca joven que se había apartado del resto, y tras beber de ella hasta saciarse se apartó del cuerpo sin vida, asqueada de sí misma por lo que se veía obligada a hacer pero alegre de que aquello sirviese. - ¿Y bien? - preguntó el alado, que seguía en su forma bestial. - No sabe tan bien como tú pero funciona. - respondió la vampira, mientras se limpiaba la boca.
La sangre de animal no le brindaba tanto poder y necesitaba mucha más cantidad para que el ardor de su garganta desapareciese pero al menos evitaría que tuviese que atacar a más gente.
Antes de abandonar la estancia el vampiro añadió que estaba seguro de que conseguiría controlar la sed, y la de ojos verdes deseó interiormente que tuviese razón, ya que después de lo ocurrido no tenía fe en sí misma. - Tú también deberías irte, ya le has oído, en unas horas volveré a estar a merced del hambre. - comentó Elen mirando al dragón, en cuanto se quedaron a solas. Alister negó con la cabeza y siguió acariciando el dorso de su mano, no estaba dispuesto a abandonarla, nunca lo haría. - No me iré a ninguna parte, en cuanto recupere algo de fuerza me transformaré, así será más fácil para los dos. - respondió, confiando en que su armadura natural de escamas lo mantuviese a salvo y que gracias a la fuerza que su forma bestial le proporcionaba, pudiese contenerla si intentaba atacar a alguien más.
- Esto lo cambia todo ¿verdad?... ya no soy la misma… nosotros, no podremos estar juntos sin que te pongas en peligro. - musitó la vampira, cabizbaja. Su transformación había complicado mucho las cosas, justo ahora que ambos conocían los sentimientos del otro la centinela había recibido un duro e inesperado revés, justo como le había dicho el profeta meses atrás en las islas, los tiempos difíciles para ella habían llegado. - Lo arreglaremos Elen, buscaremos un modo de revertir esto… - intervino el cazador, alzando una mano para colocarla bajo el mentón de la joven y obligarla a levantar el rostro y mirarle. - ¿Y si no tiene arreglo? ¿Y si me quedo así para siempre? - preguntó ella, consciente de que se trataba de una maldición y que algunas tenían cura, pero nunca había oído que alguien hubiese conseguido volver a su estado original tras haberse convertido en criatura de la noche.
- Entonces aprenderemos a vivir con ello. - dijo, sin dudar ni un instante. Aprovechando que la sed había desaparecido y no volvería hasta unas horas después, Alister le acarició la mejilla y lentamente se inclinó hacia ella, notando como el cuerpo de la de cabellos cenicientos se tensaba ante su cercanía. Elen temía hacerle daño, no sabía si sería capaz de contenerse así que se quedó completamente inmóvil hasta que los labios del cazador se posaron sobre los suyos, dándole un cálido y suave beso al que no tardó en responder. Durante unos segundos todo lo que les rodeaba dejó de importar, solo estaban ellos y la agradable sensación que ambos sentían al estar juntos, algo a lo que la vampira quiso aferrarse con todas sus fuerzas.
No quería que la sangre se volviese más importante que él, pero necesitaría tiempo para acostumbrarse a aquella nueva vida y dominar su apetito. Los brazos del dragón la rodearon mientras se besaban, atrayéndola hacia sí, con lo que pronto se vio sentada entre sus piernas y con la parte superior del cuerpo pegada a su torso. Ninguno de los dos hizo nada para impedir que aquel beso se intensificase, junto con el abrazo con que el alado estrechaba a la vampira, pero pronto el acelerado latido del corazón de Alister y su flujo sanguíneo obligaron a Elen a separar sus labios de los de él, aunque no tenía en mente alejarse más que unos centímetros.
- Lo siento… tengo que acostumbrarme a esto. - musitó, mientras sus verdes ojos buscaban los de su compañero. Alister aflojó su abrazo para darle la oportunidad de apartarse pero en vez de eso, Elen optó por apoyarse de lado sobre su pecho, de modo que su rostro quedase a la altura a la que debía tener el corazón. Necesitaba acostumbrarse a su cercanía, a escuchar su latido sin que la sed entrase en juego, así que cerró los ojos y se centró en ello, mientras el cazador le acariciaba los cabellos y recuperaba las fuerzas.
Un par de horas más tarde ya se encontraba lo suficientemente restablecido como para transformarse, y tras tomar su forma bestial todo se volvió más sencillo, pudo recostarse en el suelo y Elen se mantuvo sentada junto a él, tranquila ahora que las duras escamas lo protegían de sus colmillos. - Cuando lleguemos a tierra te buscaremos algo de sangre. - soltó con su grave voz, y la benjamina de los Calhoun se limitó a asentir con la cabeza, pronto volvería a sentir el ardor en la garganta. El resto del trayecto le pareció una eternidad, pero cuando finalmente alcanzaron el puerto de Dundarak el sol comenzaba a ocultarse tras el horizonte, la lentitud del dañado barco les había hecho perder medio día solo para llegar hasta allí.
Conscientes del peligro que podrían correr los demás tripulantes y pasajeros aguardaron hasta que todo el mundo abandonó el barco y la noche cayó sobre sus cabezas, momento en que salieron ellos, manteniéndose a cierta distancia del resto. En vez de dirigirse a la ciudad decidieron mantenerse en los alrededores para probar una idea que había surgido durante al viaje desde isla volcánica, Elen necesitaba sangre sí, pero ¿tenía que ser forzosamente humana? Con ayuda de sus nuevos poderes a la joven no le costó derribar a una vaca joven que se había apartado del resto, y tras beber de ella hasta saciarse se apartó del cuerpo sin vida, asqueada de sí misma por lo que se veía obligada a hacer pero alegre de que aquello sirviese. - ¿Y bien? - preguntó el alado, que seguía en su forma bestial. - No sabe tan bien como tú pero funciona. - respondió la vampira, mientras se limpiaba la boca.
La sangre de animal no le brindaba tanto poder y necesitaba mucha más cantidad para que el ardor de su garganta desapareciese pero al menos evitaría que tuviese que atacar a más gente.
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