Luz y Sombras [Privado Lyss/Rakan]
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Luz y Sombras [Privado Lyss/Rakan]
La guerra es imposible de evitar e ignorar, se expande como un incendio incontrolable, consume y arrasa todo a su paso.
Lyssandra había estado viajando de ciudad en ciudad cuando las noticias comenzaron a extenderse. Las conversaciones que escuchaba cuando caminaba por cualquier urbe ya no eran sobre hechos banales como el precio del pan, la productividad de la cosecha o cómo los hombres estaban dejando de ser tan caballerosos progresivamente; Ahora reinaba un silencio tenso y cuando se escuchaba alguna voz, esta expresaba miedo. No faltaba quien traía las noticias a gritos y reunía a grandes masas a su alrededor.
“¡El rey está volviendo! ¡Recuperará el trono de las malvadas garras de…” Lyssandra dejaba de escuchar en aquellos momentos, fijándose en la esperanza que aquellas palabras podían traer a la gente. Quizás lo que el noticiero estaba diciendo era una falacia cuyo objetivo no era otro que llevar un poco de alivio a los pueblos de Aerandir pero la muchedumbre parecía dispuesta a aferrarse a esa mentira si podían engañar con ella a los más pequeños y taparles los ojos. La guerra era un peso demasiado grande para aquellos pequeños hombros.
Al principio Lyssandra no había querido tener nada que ver y se había dedicado a desviar la mirada y seguir su camino pero esto no había hecho que el problema desapareciese. Cada vez más tropas se movilizaban y cruzaban aquellos poblados alejados que jamás habían visto un ejército en persona. Recordaba cómo Ragnak, el monje que se había dedicado a su educación en el templo, había maldecido la violencia y las guerras en su presencia más de una vez.
–La guerra no trae cosas buenas, Lyssandra. Son solo hombres influenciados por el Dragón Oscuro, hombres sin fe. Es despreciable. –La dragona nunca se lo había discutido porque no iba a lograr nada haciéndolo; Era testarudo y demasiado viejo como para entablar un debate en aquel momento, ¿pero qué pasaba si la guerra era necesaria? ¿Si te veías envuelta en una por defender tus ideales? Lyssandra siempre había sentido esa inclinación hacia la violencia; Había algo bonito en el combate, una danza dependiendo desde qué ojos lo mirases. Ella tenía el fuego inquieto de una guerrera en su interior y solo se sentía aliviada cuando podía expulsarlo desde su forma dracónica. Sin embargo no era una soldado curtida y disciplinada por lo que no podía lanzarse de lleno a una guerra. Quizás si se acercaba lo suficiente…
Y por eso emprendió vuelo por la noche hacia Lunargenta, movida por la curiosidad y la rebeldía de llevarle la contraria a aquellos que la habían criado. Sus alas negras cubrieron el cielo mientras voló cerca de las cimas de los árboles para que su figura no fuese detectada con facilidad, mezclándose con la infinita oscuridad nocturna. Divisó un campamento desde la altura en la que estaba y aterrizó en el claro más cercano para seguir haciendo su camino a pie, justo al lado del lago. Pudo notar el olor de sangre, humo y cenizas provenientes de la gran ciudad. “Tampoco huele tan mal la guerra, Ragnak. Sabía que eras un anciano loco”.
Una vez como humana, se puso su capa marrón y alzó la capucha para ocultar su distintivo cabello. Se dispuso a seguir su camino cuando se dio cuenta de que había alguien en la orilla del lago a unos veinte metros. Se tensó de pies a cabeza. Era imposible que no la hubiese visto aterrizar; ¿qué demonios hacía alguien en un lugar tan apartado? Carraspeó para aclarar su garganta, alzando los brazos para gesticular
–¡Lo que habéis visto ha sido una alucinación! –Soltó lo primero que se le había ocurrido, haciendo una mueca para sus adentros por lo mala que era la excusa. –¡Todo es un sueño! O eso o estáis muy borracho. Lo segundo, sí, ¡estáis muy borracho! –No podía ver con exactitud los rasgos de la otra persona por la falta de iluminación pero el cabello rubio del muchacho era claro incluso bajo la negrura de la noche; juraría que había visto esas hebras dorados en algún lugar. Frunció los ojos para fijarse mejor y fue consciente del brillo imposible de ignorar de su mirada, ligeramente azul y verde, casi fantasmal. –¡Eh! ¿Por qué os brillan los ojos, mi señor? –Usaba unas palabras demasiado correctas para la actitud “confianzuda” que había tomado con el sujeto. Bajó la mirada por su vestimenta hasta darse cuenta del enorme dragón dibujado en el pecho de su armadura. Se rió. Toda la tensión desapareció y rompió en una carcajada por lo estúpida que había sido al asustarse y por no haberlo reconocido antes. –¡Sois de los míos! Eso significa que me tenéis cierto cariño y que no queréis mi extinción así que no haréis preguntas como: “¿Qué haces aquí?”, “¿Por qué has intentado huir de mí?” o “¿No te he visto en algún lugar?” A lo que yo solo responderé que tengo esa cara que se le hace familiar a cualquiera.
Sabía quién era aunque no hubiesen tenido ningún encuentro directo. Lo había visto por los templos de vez en cuando y sabía cómo se presentaba; “El enviado de los ancestros”. Pero era un dragón y Lyssandra quiso apelar al cariño racial que había aunque ella hubiese huido de su linaje. Alzó un dedo hacia el rubio, advirtiéndole antes de que quisiese dar algún paso en su dirección.
–¡Cuidado! Os advierto que yo soy la enviada del Dragón Oscuro y que os contaminaré si os acercáis más de… –Se mostró ligeramente pensativa. –Tres metros. –Se estaba inventando todo eso y no hacía falta ser un lince para saber que, en cierta manera, se burlaba también del contrario. Sin embargo no lo hacía con la intención de molestarle o humillarle, sino que Lyssandra no tenía filtro y soltaba lo primero que se le ocurría. Era traviesa de por sí y con un sentido del peligro casi inexistente.
Lyssandra había estado viajando de ciudad en ciudad cuando las noticias comenzaron a extenderse. Las conversaciones que escuchaba cuando caminaba por cualquier urbe ya no eran sobre hechos banales como el precio del pan, la productividad de la cosecha o cómo los hombres estaban dejando de ser tan caballerosos progresivamente; Ahora reinaba un silencio tenso y cuando se escuchaba alguna voz, esta expresaba miedo. No faltaba quien traía las noticias a gritos y reunía a grandes masas a su alrededor.
“¡El rey está volviendo! ¡Recuperará el trono de las malvadas garras de…” Lyssandra dejaba de escuchar en aquellos momentos, fijándose en la esperanza que aquellas palabras podían traer a la gente. Quizás lo que el noticiero estaba diciendo era una falacia cuyo objetivo no era otro que llevar un poco de alivio a los pueblos de Aerandir pero la muchedumbre parecía dispuesta a aferrarse a esa mentira si podían engañar con ella a los más pequeños y taparles los ojos. La guerra era un peso demasiado grande para aquellos pequeños hombros.
Al principio Lyssandra no había querido tener nada que ver y se había dedicado a desviar la mirada y seguir su camino pero esto no había hecho que el problema desapareciese. Cada vez más tropas se movilizaban y cruzaban aquellos poblados alejados que jamás habían visto un ejército en persona. Recordaba cómo Ragnak, el monje que se había dedicado a su educación en el templo, había maldecido la violencia y las guerras en su presencia más de una vez.
–La guerra no trae cosas buenas, Lyssandra. Son solo hombres influenciados por el Dragón Oscuro, hombres sin fe. Es despreciable. –La dragona nunca se lo había discutido porque no iba a lograr nada haciéndolo; Era testarudo y demasiado viejo como para entablar un debate en aquel momento, ¿pero qué pasaba si la guerra era necesaria? ¿Si te veías envuelta en una por defender tus ideales? Lyssandra siempre había sentido esa inclinación hacia la violencia; Había algo bonito en el combate, una danza dependiendo desde qué ojos lo mirases. Ella tenía el fuego inquieto de una guerrera en su interior y solo se sentía aliviada cuando podía expulsarlo desde su forma dracónica. Sin embargo no era una soldado curtida y disciplinada por lo que no podía lanzarse de lleno a una guerra. Quizás si se acercaba lo suficiente…
Y por eso emprendió vuelo por la noche hacia Lunargenta, movida por la curiosidad y la rebeldía de llevarle la contraria a aquellos que la habían criado. Sus alas negras cubrieron el cielo mientras voló cerca de las cimas de los árboles para que su figura no fuese detectada con facilidad, mezclándose con la infinita oscuridad nocturna. Divisó un campamento desde la altura en la que estaba y aterrizó en el claro más cercano para seguir haciendo su camino a pie, justo al lado del lago. Pudo notar el olor de sangre, humo y cenizas provenientes de la gran ciudad. “Tampoco huele tan mal la guerra, Ragnak. Sabía que eras un anciano loco”.
Una vez como humana, se puso su capa marrón y alzó la capucha para ocultar su distintivo cabello. Se dispuso a seguir su camino cuando se dio cuenta de que había alguien en la orilla del lago a unos veinte metros. Se tensó de pies a cabeza. Era imposible que no la hubiese visto aterrizar; ¿qué demonios hacía alguien en un lugar tan apartado? Carraspeó para aclarar su garganta, alzando los brazos para gesticular
–¡Lo que habéis visto ha sido una alucinación! –Soltó lo primero que se le había ocurrido, haciendo una mueca para sus adentros por lo mala que era la excusa. –¡Todo es un sueño! O eso o estáis muy borracho. Lo segundo, sí, ¡estáis muy borracho! –No podía ver con exactitud los rasgos de la otra persona por la falta de iluminación pero el cabello rubio del muchacho era claro incluso bajo la negrura de la noche; juraría que había visto esas hebras dorados en algún lugar. Frunció los ojos para fijarse mejor y fue consciente del brillo imposible de ignorar de su mirada, ligeramente azul y verde, casi fantasmal. –¡Eh! ¿Por qué os brillan los ojos, mi señor? –Usaba unas palabras demasiado correctas para la actitud “confianzuda” que había tomado con el sujeto. Bajó la mirada por su vestimenta hasta darse cuenta del enorme dragón dibujado en el pecho de su armadura. Se rió. Toda la tensión desapareció y rompió en una carcajada por lo estúpida que había sido al asustarse y por no haberlo reconocido antes. –¡Sois de los míos! Eso significa que me tenéis cierto cariño y que no queréis mi extinción así que no haréis preguntas como: “¿Qué haces aquí?”, “¿Por qué has intentado huir de mí?” o “¿No te he visto en algún lugar?” A lo que yo solo responderé que tengo esa cara que se le hace familiar a cualquiera.
Sabía quién era aunque no hubiesen tenido ningún encuentro directo. Lo había visto por los templos de vez en cuando y sabía cómo se presentaba; “El enviado de los ancestros”. Pero era un dragón y Lyssandra quiso apelar al cariño racial que había aunque ella hubiese huido de su linaje. Alzó un dedo hacia el rubio, advirtiéndole antes de que quisiese dar algún paso en su dirección.
–¡Cuidado! Os advierto que yo soy la enviada del Dragón Oscuro y que os contaminaré si os acercáis más de… –Se mostró ligeramente pensativa. –Tres metros. –Se estaba inventando todo eso y no hacía falta ser un lince para saber que, en cierta manera, se burlaba también del contrario. Sin embargo no lo hacía con la intención de molestarle o humillarle, sino que Lyssandra no tenía filtro y soltaba lo primero que se le ocurría. Era traviesa de por sí y con un sentido del peligro casi inexistente.
Lyssandra Fayer
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Re: Luz y Sombras [Privado Lyss/Rakan]
Después de derrotar a Vladimir el "inmortal", que ya no era muy inmortal, de hecho, no era ni mortal, eso le pasa por haberse metido con la paz de Aerandir, maldito rey vampiro. Necesitaba despejar mi mente, salir un poco del campamento y pensar en ese maldito jinete oscuro, que a saber que andaba haciendo, quizá ya estaba viniendo para acá sin que nosotros sepamos. - ¿Cual es la salida del campamento que lleva al lago mas cercano? - Dije acercándome a uno de los guardias parado en una de las entradas. - Sigue todo derecho por esta misma -
Me dirigí hacia el lago, cierto que había tenido malas experiencias cerca de los lagos, por eso me aleje un poco de el. Los dragones ancestrales no paraban de ayudarme y castigarme, restaurar la paz, pero sufrir. ¿Que tenia que hacer para complacerlos?, lo mínimo que podían hacer era hablarle a su guardián en la tierra, pero ni eso. Me sentía solo en un campamento de guerreros sin piedad, sin alma. Por eso a veces prefería la soledad, poder pensar tranquilamente escuchando los ruidos que provocaba el ambiente. Ciertamente era una persona introvertida.
Mire el lago y como la luna reflejaba en el una luz increíble. A veces mirar la luz de la luna, es sinónimo de esperanza, en los momentos mas oscuros, siempre hay una luz que ilumina. Estando parado acá, me hizo acordar a los tiempos donde estuve en el templo draconiano, enviado por mi madre. Fui echado después de un tiempo, creían que mis ojos eran una maldición. Me gustaría ir y decirles "Miren la gran maldición, con la fuerza del dragón de tierra y luz, venció al gran Vladimir, y con eso restauro parte de la paz que ustedes no lograron en años.". Pero eso de la venganza y el rencor es cosas de humanos, no de un ancestral.
Mire el agua, y rápidamente por unos segundos, estaba todo oscuro, algo había tapado la luz de la luna, me gire cuando algo negro aterrizo cerca. ¿Otro demonio del dragón oscuro?, sin duda era fanático de los lagos. - No soy ningún borracho... de hecho, no tomo. - Cruce los dedos esperando que no sea otro demonio enviado a asesinarme. Ya tuve suficiente peleas.
- Mis ojos, son un regalo del dragón de la luz, para que la gente sepa que todavía esta observándonos. El mira a través de mi, nos vigila, y cuando vea que somos dignos de su regreso, volverán. - Esperaba ansiosamente su regreso, el día que pueda darle... ¿la mano? a los dragones ancestrales, y agradecerles la ayuda que me ofrecieron a través de este largo camino que apenas comenzaba. Todavía había mucha oscuridad que destruir, y la luz de a poco se levantaba en el corazón de los hombres, la gente del bien empezaba a rebelarse contra la oscuridad.
- Yo no quiero la extinción de nadie mi lady, solo de la oscuridad que habita en Aerandir... pero si es cierto que te me haces familiar... - Empece a acomodarme el pelo, pensando de donde la conocía. ¡JA!, era la mujer que se fugo del templo, no iba a juzgarla, seguro tenia sus razones. - Eres la que se escapo del templo... realmente me impresionaste. - Eran graciosas las vueltas del mundo, ¿quien diría que me iba a cruzar a esta mujer?
- ¡¿Enviada de que?!... - Me aleje cuando pronuncio los 3 metros y me quede donde estaba. Mis escamas me empezaban a consumir, mi dragón interior quería salir. "Contrólate Rakan, contrólate". - No... no quiero pelear, soy Rakan, ¿cual es tu nombre? - Estire mi mano, pero me quede quieto en el lugar, aunque no podía hacer nada. Un dolor de cabeza fuerte me tiro al suelo, agarrando el pasto con ambas manos, es como si los ancestrales querían que me enfrente, querían que salga el dragón. Mi forma cambio al estar en el suelo, estaba consumido por las escamas y alas empezaron a crecer, igual que las patas, pronto era un dragón dorado. Solté un rugido, mirando a la mujer adelante mio, esa figura draconiana que vi.... oscura y maligna... no, tenia que ser un mal entendido. Me acosté y apoye mi hocico en el suelo, mirándola a los ojos, mostrando que quería paz. Solo tenia que calmarme, y pronto iba a ser humano de vuelta.
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[>] Habilidad Racial = Transformación en dragón.
Me dirigí hacia el lago, cierto que había tenido malas experiencias cerca de los lagos, por eso me aleje un poco de el. Los dragones ancestrales no paraban de ayudarme y castigarme, restaurar la paz, pero sufrir. ¿Que tenia que hacer para complacerlos?, lo mínimo que podían hacer era hablarle a su guardián en la tierra, pero ni eso. Me sentía solo en un campamento de guerreros sin piedad, sin alma. Por eso a veces prefería la soledad, poder pensar tranquilamente escuchando los ruidos que provocaba el ambiente. Ciertamente era una persona introvertida.
Mire el lago y como la luna reflejaba en el una luz increíble. A veces mirar la luz de la luna, es sinónimo de esperanza, en los momentos mas oscuros, siempre hay una luz que ilumina. Estando parado acá, me hizo acordar a los tiempos donde estuve en el templo draconiano, enviado por mi madre. Fui echado después de un tiempo, creían que mis ojos eran una maldición. Me gustaría ir y decirles "Miren la gran maldición, con la fuerza del dragón de tierra y luz, venció al gran Vladimir, y con eso restauro parte de la paz que ustedes no lograron en años.". Pero eso de la venganza y el rencor es cosas de humanos, no de un ancestral.
Mire el agua, y rápidamente por unos segundos, estaba todo oscuro, algo había tapado la luz de la luna, me gire cuando algo negro aterrizo cerca. ¿Otro demonio del dragón oscuro?, sin duda era fanático de los lagos. - No soy ningún borracho... de hecho, no tomo. - Cruce los dedos esperando que no sea otro demonio enviado a asesinarme. Ya tuve suficiente peleas.
- Mis ojos, son un regalo del dragón de la luz, para que la gente sepa que todavía esta observándonos. El mira a través de mi, nos vigila, y cuando vea que somos dignos de su regreso, volverán. - Esperaba ansiosamente su regreso, el día que pueda darle... ¿la mano? a los dragones ancestrales, y agradecerles la ayuda que me ofrecieron a través de este largo camino que apenas comenzaba. Todavía había mucha oscuridad que destruir, y la luz de a poco se levantaba en el corazón de los hombres, la gente del bien empezaba a rebelarse contra la oscuridad.
- Yo no quiero la extinción de nadie mi lady, solo de la oscuridad que habita en Aerandir... pero si es cierto que te me haces familiar... - Empece a acomodarme el pelo, pensando de donde la conocía. ¡JA!, era la mujer que se fugo del templo, no iba a juzgarla, seguro tenia sus razones. - Eres la que se escapo del templo... realmente me impresionaste. - Eran graciosas las vueltas del mundo, ¿quien diría que me iba a cruzar a esta mujer?
- ¡¿Enviada de que?!... - Me aleje cuando pronuncio los 3 metros y me quede donde estaba. Mis escamas me empezaban a consumir, mi dragón interior quería salir. "Contrólate Rakan, contrólate". - No... no quiero pelear, soy Rakan, ¿cual es tu nombre? - Estire mi mano, pero me quede quieto en el lugar, aunque no podía hacer nada. Un dolor de cabeza fuerte me tiro al suelo, agarrando el pasto con ambas manos, es como si los ancestrales querían que me enfrente, querían que salga el dragón. Mi forma cambio al estar en el suelo, estaba consumido por las escamas y alas empezaron a crecer, igual que las patas, pronto era un dragón dorado. Solté un rugido, mirando a la mujer adelante mio, esa figura draconiana que vi.... oscura y maligna... no, tenia que ser un mal entendido. Me acosté y apoye mi hocico en el suelo, mirándola a los ojos, mostrando que quería paz. Solo tenia que calmarme, y pronto iba a ser humano de vuelta.
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[>] Habilidad Racial = Transformación en dragón.
Rakan'Drag
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Re: Luz y Sombras [Privado Lyss/Rakan]
Lyssandra parecía tener una actitud bastante relajada delante de Rakan, balanceándose sobre sus talones y mirándole con ojos curiosos. El color azul del iris era muy claro bajo la iluminación nocturna, casi transparente como el agua del lago que tenían a apenas un metro. El joven, bajo el juicio de la dragona, era exactamente como se había imaginado: Un caballero de porte firme, luciendo con orgullo el dragón dorado bordado en el pecho de su armadura color vino, hablando de los ancestros como si tuviese contacto con ellos de forma habitual. Él era guapo; cada hebra de su cabello reflejaba a la perfección la luz blanquecina de la luna y creaba suaves destellos. Sin duda era un guerrero que llamaría la atención y que, muy probablemente, convertiría a aquellos “infieles” en firmes creyentes de la religión dracónica. “¿Eso esto a lo que llaman “márqueting?” Se preguntó ladeando la cabeza en su dirección como si lo evaluase. No lo miró de forma lasciva sino con curiosidad y diversión.
–Suena muy poético lo de vuestros ojos, mi señor, ¿Pero no habéis considerado que es también algo perturbador? ¿No os hace impuro que los dragones sean conscientes de los momentos en los que hacéis vuestras necesidades en la tranquilidad de vuestro baño? Sin duda no querría que nadie viese a través de mis ojos. –Se rió por sus propias ocurriencias, alzando una mano y llevándosela a la frente. –Ardería al pisar los templos. Tengo una visión muy retorcida. Y miopía; quizás por eso no fui elegida como vos. No querrán los ancestros ver borroso. –Continuó riendo. La joven era de risa fácil y de lo más deslenguada, era fácil que la gente se sintiese desconcertada a su alrededor por la tranquilidad con la que se tomaba todo.
Su rostro se fue apagando poco a poco, sin embargo, cuando él la reconoció como “la que se había escapado”. No se entristeció, sino que más bien su rostro mostró completa confusión. No entendía cómo algo así podía generar impresión en Rakan cuando siempre había sido algo que a Lyssandra le había avergonzado hablar con personas de su misma raza. “Ahí va ella, la que se fugó porque no aceptaba nuestras costumbres”, “Lyssandra Fayer, eres una deshonra para los de nuestra calaña. Huyendo solo por rebeldía”, “¡No oses hablar así de los ancestros!”. Porque sí, ella no tenía mucho respeto por aquellos dragones que la habían forzado a vivir encerrada en unas montañas solo para morir orándoles, sin embargo no era completamente escéptica con su existencia. Todos esos pensamientos golpearon su mente y la dragona solo le sonrió a Rakan con una sonrisa despreocupada. –¿Os impresioné por qué? ¿Por la huida o porque no imaginabais a una “monje” tan atractiva? Suele ocurrir, no os sintáis abrumado. Yo os entiendo. –Ocultó la sorpresa por las palabras de Rakan con egocentrismo y arrogancia. Un movimiento muy típico y habitual en ella.
“Ups, mala elección de palabras. Es tan pasional con el Dragón Oscuro como dicen”. Pensó mientras él se llevaba las manos a la cabeza por el dolor, retorciéndose en el suelo. Vio cómo intentó detener una transformación que aún así se llevó a cabo, arañando el césped con los brazos, negándose ante sus instintos primarios. Ella permaneció quieta delante suya, de pie, para nada sorprendida por estos hechos; Lyssandra también había sufrido transformaciones repentinas e incontrolables por su explosivo carácter.
Él era un dragón que ni la noche podía apagar, con unas escamas que parecían recubiertas por oro líquido. Sus ojos no dejaron de brillar incluso cuando estaba transformado y Lyssandra pudo ver cada matiz de color en el iris en el momento en el que su hocico se dejó caer en el pasto justo delante de la joven. También vio la manera en la que sus orificios nasales se dilataban por la respiración. Hacía mucho tiempo que no se topaba con alguien que le dejase ver su transformación tan de cerca sin intenciones hostiles… Porque él no las tenía, ¿verdad?
–Permitidme ponerme al mismo nivel que vos, Rakan. Me ha dado cierta envidia vuestra libertad. –Se retiró lentamente la capa marrón que llevaba, dejándola caer a sus pies. –Y por cierto, habéis incumplido la norma de los tres metros… ¡Ni se os ocurre lanzarme una llamarada o una corriente de aire! O vomitar aire o tierra. Estaba bromeando. –Le guiñó un ojo, risueña. –No soy la enviada de nadie. No soportaría tener ese tipo de cadena y carga.
Y se transformó. Parecieron envolverla puras llamas mientras de estas surgía un dragón tan negro como un cielo sin estrellas. Su mirada seguía siendo la misma socarrona, burlona y sarcástica, pero el tono oscuro adquirido hacía que sus ojos azules resaltasen mucho más por el contraste. Alzó sus majestuosas alas solamente para acomodarse en la misma posición que Rakan, colocando el hocico justo frente el del Guardián. Apenas se podían ver las escamas de Lyss de lo oscuras que eran, al contrario que en el caso de Rakan. Parecía una nube de sombra que no tenía fin. Cualquiera hubiese asociado un dragón así a algo diabólico, ¿pero cómo podían considerarse endemoniados unos ojos que brillaban con tanta sed de curiosidad más que de maldad? Quizás podía resultar cruel bajo algunos contextos solo por disfrutar de forma egoísta y por su manera de pensar, blanco o negro, pero estaba lejos de ser comparada con el Dragón Oscuro. O eso decía ella.
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Habilidad Racial = Transformación en dragón.
–Suena muy poético lo de vuestros ojos, mi señor, ¿Pero no habéis considerado que es también algo perturbador? ¿No os hace impuro que los dragones sean conscientes de los momentos en los que hacéis vuestras necesidades en la tranquilidad de vuestro baño? Sin duda no querría que nadie viese a través de mis ojos. –Se rió por sus propias ocurriencias, alzando una mano y llevándosela a la frente. –Ardería al pisar los templos. Tengo una visión muy retorcida. Y miopía; quizás por eso no fui elegida como vos. No querrán los ancestros ver borroso. –Continuó riendo. La joven era de risa fácil y de lo más deslenguada, era fácil que la gente se sintiese desconcertada a su alrededor por la tranquilidad con la que se tomaba todo.
Su rostro se fue apagando poco a poco, sin embargo, cuando él la reconoció como “la que se había escapado”. No se entristeció, sino que más bien su rostro mostró completa confusión. No entendía cómo algo así podía generar impresión en Rakan cuando siempre había sido algo que a Lyssandra le había avergonzado hablar con personas de su misma raza. “Ahí va ella, la que se fugó porque no aceptaba nuestras costumbres”, “Lyssandra Fayer, eres una deshonra para los de nuestra calaña. Huyendo solo por rebeldía”, “¡No oses hablar así de los ancestros!”. Porque sí, ella no tenía mucho respeto por aquellos dragones que la habían forzado a vivir encerrada en unas montañas solo para morir orándoles, sin embargo no era completamente escéptica con su existencia. Todos esos pensamientos golpearon su mente y la dragona solo le sonrió a Rakan con una sonrisa despreocupada. –¿Os impresioné por qué? ¿Por la huida o porque no imaginabais a una “monje” tan atractiva? Suele ocurrir, no os sintáis abrumado. Yo os entiendo. –Ocultó la sorpresa por las palabras de Rakan con egocentrismo y arrogancia. Un movimiento muy típico y habitual en ella.
“Ups, mala elección de palabras. Es tan pasional con el Dragón Oscuro como dicen”. Pensó mientras él se llevaba las manos a la cabeza por el dolor, retorciéndose en el suelo. Vio cómo intentó detener una transformación que aún así se llevó a cabo, arañando el césped con los brazos, negándose ante sus instintos primarios. Ella permaneció quieta delante suya, de pie, para nada sorprendida por estos hechos; Lyssandra también había sufrido transformaciones repentinas e incontrolables por su explosivo carácter.
Él era un dragón que ni la noche podía apagar, con unas escamas que parecían recubiertas por oro líquido. Sus ojos no dejaron de brillar incluso cuando estaba transformado y Lyssandra pudo ver cada matiz de color en el iris en el momento en el que su hocico se dejó caer en el pasto justo delante de la joven. También vio la manera en la que sus orificios nasales se dilataban por la respiración. Hacía mucho tiempo que no se topaba con alguien que le dejase ver su transformación tan de cerca sin intenciones hostiles… Porque él no las tenía, ¿verdad?
–Permitidme ponerme al mismo nivel que vos, Rakan. Me ha dado cierta envidia vuestra libertad. –Se retiró lentamente la capa marrón que llevaba, dejándola caer a sus pies. –Y por cierto, habéis incumplido la norma de los tres metros… ¡Ni se os ocurre lanzarme una llamarada o una corriente de aire! O vomitar aire o tierra. Estaba bromeando. –Le guiñó un ojo, risueña. –No soy la enviada de nadie. No soportaría tener ese tipo de cadena y carga.
Y se transformó. Parecieron envolverla puras llamas mientras de estas surgía un dragón tan negro como un cielo sin estrellas. Su mirada seguía siendo la misma socarrona, burlona y sarcástica, pero el tono oscuro adquirido hacía que sus ojos azules resaltasen mucho más por el contraste. Alzó sus majestuosas alas solamente para acomodarse en la misma posición que Rakan, colocando el hocico justo frente el del Guardián. Apenas se podían ver las escamas de Lyss de lo oscuras que eran, al contrario que en el caso de Rakan. Parecía una nube de sombra que no tenía fin. Cualquiera hubiese asociado un dragón así a algo diabólico, ¿pero cómo podían considerarse endemoniados unos ojos que brillaban con tanta sed de curiosidad más que de maldad? Quizás podía resultar cruel bajo algunos contextos solo por disfrutar de forma egoísta y por su manera de pensar, blanco o negro, pero estaba lejos de ser comparada con el Dragón Oscuro. O eso decía ella.
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Lyssandra Fayer
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Re: Luz y Sombras [Privado Lyss/Rakan]
Mire a la mujer, que dejo caer su capa marrón, envuelta en llamas, se transformo en un dragón negro oscuridad, igual que el ancestral, hizo la misma posición que yo, sin duda este era un momento muy importante, parecíamos 2 dragones ancestrales, luz y oscuridad, juntos. Llevándose bien y entablando una conversación, digno de escribir en un libro. Entre cerrando mis ojos, mire a la dragona y me levante, soltando un gruñido... cariñoso. Empece a aletear, mostrandole que quería que me siguiera. Empece a correr para un costado, y finalmente empece a volar, dejando de tocar el suelo, tome vuelo arriba. Esto me hizo acordar a la historia de los 2 dragones guardianes amantes, que no podían verse.
Mis dudas empezaron a surgir, ¿era ella otra enviada de los dragones ancestrales?, ahora que el dragón oscuro estaba encerrado en una isla. Quizá ella era su guardiana, pero ¿quien dijo que por ser guardiana ancestral del dragón oscuro tenia que ser mala?. ¿Quien dijo que su hermoso color draconiano era sinónimo de maldad?, la gente solía asociar estas cosas, un gran error.
Pero no era la primera vez que escuchaba que la gente juzgaba mal, de hecho, siempre lo hacen. Y según ellos, "es lo que los mantiene vivos". Aterrice en el mismo lugar que estábamos antes, destranformandome, gracias a mi encantamiento en la armadura, no se rompió al volver a mi forma humana. Estaba dispuesto a contestar todas sus dudas, que sin querer no había contestado.
- No, no me hace impuro... aunque decir que ven a través de mis ojos, era algo mas metafórico... no tengo esa clase de necesidad, nunca la tuve. - Sabia a que se refería, todos la tenían, pero, simplemente yo no la sentía. Era raro, ella se sentía despreciada, mal tratada por los dragones, no la culpaba, todos eran así. - Te cuento un secreto... todos fuimos elegidos, esta en nosotros cumplir nuestro objetivo. - Claro, quizá no todos eramos guardianes ancestrales directos, y algunos ni siquiera eran... creo que me había expresado mal. De todas maneras, note su cara cuando dije lo del templo.
- Me impresionaste por ambas cosas, my lady. Pero escapar de un templo no te hace maldita frente a los ojos de los ancestrales, a veces, es lo correcto. Puedo asegurartelo. - Cuando estaba en el templo, sentía un llamado, una sensación que me decía "vete, Rakan, vete". Ahora que lo pienso, seguro eran los ancestrales, advirtiéndome del templo. Las religiones no se aprenden en un templo, en esos lugares solo te llenan la cabeza de puras y falsas mentiras. Sobre todo.
- No tengas miedo de mi, no voy a mal decirte, o gritarte demonio... soy diferente al resto. Tu también eres especial. - Me arrodille en el césped, y apoye mis manos.
[Idioma Draco] Osley do gol, wahl daar staad gejahrii voth silkun do drem ahrk dremhah Dije cerrando mis ojos y pronunciando las palabras en pequeños susurros. Pronto se podía ver como al rededor de nosotros, flores de diferentes colores empezaban a crecer. Siempre hacia esto cuando buscaba paz, cuando quería pensar.
- Estas flores no se marchitaron, ni se volvieron negras. - dije soltando una leve risa, me senté cruzando mis piernas. - Pero todavía no me dijiste tu nombre bella mujer, ¿como te llamas?. - trataba de ser cortés y no ponerla incomoda, puse una sonrisa. Me sentía en un momento importante... no quería arruinarlo.
Mis dudas empezaron a surgir, ¿era ella otra enviada de los dragones ancestrales?, ahora que el dragón oscuro estaba encerrado en una isla. Quizá ella era su guardiana, pero ¿quien dijo que por ser guardiana ancestral del dragón oscuro tenia que ser mala?. ¿Quien dijo que su hermoso color draconiano era sinónimo de maldad?, la gente solía asociar estas cosas, un gran error.
Pero no era la primera vez que escuchaba que la gente juzgaba mal, de hecho, siempre lo hacen. Y según ellos, "es lo que los mantiene vivos". Aterrice en el mismo lugar que estábamos antes, destranformandome, gracias a mi encantamiento en la armadura, no se rompió al volver a mi forma humana. Estaba dispuesto a contestar todas sus dudas, que sin querer no había contestado.
- No, no me hace impuro... aunque decir que ven a través de mis ojos, era algo mas metafórico... no tengo esa clase de necesidad, nunca la tuve. - Sabia a que se refería, todos la tenían, pero, simplemente yo no la sentía. Era raro, ella se sentía despreciada, mal tratada por los dragones, no la culpaba, todos eran así. - Te cuento un secreto... todos fuimos elegidos, esta en nosotros cumplir nuestro objetivo. - Claro, quizá no todos eramos guardianes ancestrales directos, y algunos ni siquiera eran... creo que me había expresado mal. De todas maneras, note su cara cuando dije lo del templo.
- Me impresionaste por ambas cosas, my lady. Pero escapar de un templo no te hace maldita frente a los ojos de los ancestrales, a veces, es lo correcto. Puedo asegurartelo. - Cuando estaba en el templo, sentía un llamado, una sensación que me decía "vete, Rakan, vete". Ahora que lo pienso, seguro eran los ancestrales, advirtiéndome del templo. Las religiones no se aprenden en un templo, en esos lugares solo te llenan la cabeza de puras y falsas mentiras. Sobre todo.
- No tengas miedo de mi, no voy a mal decirte, o gritarte demonio... soy diferente al resto. Tu también eres especial. - Me arrodille en el césped, y apoye mis manos.
[Idioma Draco] Osley do gol, wahl daar staad gejahrii voth silkun do drem ahrk dremhah Dije cerrando mis ojos y pronunciando las palabras en pequeños susurros. Pronto se podía ver como al rededor de nosotros, flores de diferentes colores empezaban a crecer. Siempre hacia esto cuando buscaba paz, cuando quería pensar.
- Estas flores no se marchitaron, ni se volvieron negras. - dije soltando una leve risa, me senté cruzando mis piernas. - Pero todavía no me dijiste tu nombre bella mujer, ¿como te llamas?. - trataba de ser cortés y no ponerla incomoda, puse una sonrisa. Me sentía en un momento importante... no quería arruinarlo.
Rakan'Drag
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Re: Luz y Sombras [Privado Lyss/Rakan]
De haber estado en su forma humana hubiese alzado una ceja ante su aleteo, pero en su lugar lo observó con curiosidad mientras se reincorporaba sobre sus patas. En cuanto Rakan alzó vuelo, Lyssandra no tardó en desplegar sus alas y seguirle. Pese a ser tan joven, la dragona se manejaba con sorprendente maestría en el aire después de haber estado recorriendo sola Aerandir. Le gustaba la sensación de la brisa contra su hocico, acariciando también sus escamas negras y silbando entre sus alas mientras ella cabalgaba las corrientes de viento. Era una con la atmósfera, su enorme cuerpo siendo empujado por el propio vendaval nocturno, otorgándole una libertad que su cuerpo mortal jamás podría aspirar a alcanzar. La euforia le hizo querer soltar una llamarada al aire, sin objetivo ninguno, solo para iluminar la noche, pero se contuvo; Que su forma humana hubiese desaparecido no significaba que la razón lo hubiese hecho también.
La escena fue prácticamente mágica para cualquier afortunado que levantase la mirada hacia el cielo y pudiese verlos; Un dragón majestuoso volando mientras la luz de la luna creaba un aura blanquecina a su alrededor y, justamente detrás, una dragona totalmente oscura siguiéndole. Parecía que no tenían nada que ver pero estaban compartiendo el mismo momento de libertad. Luz y sombras.
Aterrizó al mismo tiempo que él, moviendo el pasto verde bajo sus patas con el aleteo de sus alas. Ella no tenía una armadura mágica y cuando se destransformó su ropa estaba ligeramente rota aquí y allá a la par que quemada, por lo que Rakan pudo ver más piel de la que él hubiese considerado correcta, pero a Lyssandra no le daba pudor el desnudo. Se inclinó para coger su capa marrón y se tapó con ella, arropándose con una sonrisa relajada y nostálgica por la escena vivida. Le encantaba volar.
–¿No tenéis esas necesidades?¿Queréis decir que no cagáis ni meáis? –Le respondió alzando ambas cejas y conteniendo una carcajada a duras penas. –Sois sin duda un elegido. Y un afortunado. –Hizo un ademán con la derecha, indicando que estaba bromeando y finalmente se rió cantarina. –¡Vosotros los hombres, siempre pensando en lo mismo! El Dragón Oscuro ha afectado vuestros pensamientos, Rakan. –Volvió a burlarse. Era obvio que simplemente estaba siendo humorística pero tenía la ligera sospecha que el caballero se tomaba esas bromas en serio.
Disfrutó el tacto del césped en sus pies desnudos mientras se mantenía erguida delante de aquel que acababa de conocer apropiadamente. Lo había visto un par de veces en el templo pero nunca se habían llegado a presentar, quizás porque ella estaba más entretenida en perder su mirada soñadora en el horizonte. En aquel momento también lo hacía, mirando por encima del hombro de Rakan hacia donde una columna de humo ascendía por el cielo en el interior de la ciudad. “A veces, es lo correcto”. Retiró la mirada del paisaje para dedicarle una pensativa a él. No lo había pensado de esa manera, siempre había creído que lo que ella había hecho estaba mal. Alejó el pensamiento de su mente tan pronto como llegó. “No es momento para ponerse seria”.
–¿Somos diferentes, únicos y especiales? ¿Es ahora cuando formamos un grupo de incomprendidos? –Recuperó su humor, su despreocupación y su sonrisa ladeada en un segundo, cambiando de gesto en un parpadeo. –Nadie nunca me ha maldecido ni me ha gritado demonio. Me han dicho “diabla” pero creo que no lo decían en el sentido al que os referís. –Le guiñó un ojo. Le gustaba ponerle incómodo con aquello que él consideraba “impuro”.
Lo vio arrodillarse para pronunciar una plegaria y alzó ambas cejas automáticamente, con el chiste en la punta de la lengua. –Nunca había tenido un hombre arrodillado frente a mí tan rápido. ¿Debería sonrojarme por vuestro atrevimiento como la dama inocente que se supone que debo ser? Estoy acostumbrada a un poco más de resistencia. –Sintió el cosquilleo de las flores ahora en la planta de sus pies y se removió un poco por esto. –Lyssandra. Me llamo Lyssandra Fayer. Pero podéis llamarme Lyss, así se me presento normalmente. –Retiró el cabello rubio que había empezado a cubrir sus ojos azules con un gesto impaciente.
La escena fue prácticamente mágica para cualquier afortunado que levantase la mirada hacia el cielo y pudiese verlos; Un dragón majestuoso volando mientras la luz de la luna creaba un aura blanquecina a su alrededor y, justamente detrás, una dragona totalmente oscura siguiéndole. Parecía que no tenían nada que ver pero estaban compartiendo el mismo momento de libertad. Luz y sombras.
Aterrizó al mismo tiempo que él, moviendo el pasto verde bajo sus patas con el aleteo de sus alas. Ella no tenía una armadura mágica y cuando se destransformó su ropa estaba ligeramente rota aquí y allá a la par que quemada, por lo que Rakan pudo ver más piel de la que él hubiese considerado correcta, pero a Lyssandra no le daba pudor el desnudo. Se inclinó para coger su capa marrón y se tapó con ella, arropándose con una sonrisa relajada y nostálgica por la escena vivida. Le encantaba volar.
–¿No tenéis esas necesidades?¿Queréis decir que no cagáis ni meáis? –Le respondió alzando ambas cejas y conteniendo una carcajada a duras penas. –Sois sin duda un elegido. Y un afortunado. –Hizo un ademán con la derecha, indicando que estaba bromeando y finalmente se rió cantarina. –¡Vosotros los hombres, siempre pensando en lo mismo! El Dragón Oscuro ha afectado vuestros pensamientos, Rakan. –Volvió a burlarse. Era obvio que simplemente estaba siendo humorística pero tenía la ligera sospecha que el caballero se tomaba esas bromas en serio.
Disfrutó el tacto del césped en sus pies desnudos mientras se mantenía erguida delante de aquel que acababa de conocer apropiadamente. Lo había visto un par de veces en el templo pero nunca se habían llegado a presentar, quizás porque ella estaba más entretenida en perder su mirada soñadora en el horizonte. En aquel momento también lo hacía, mirando por encima del hombro de Rakan hacia donde una columna de humo ascendía por el cielo en el interior de la ciudad. “A veces, es lo correcto”. Retiró la mirada del paisaje para dedicarle una pensativa a él. No lo había pensado de esa manera, siempre había creído que lo que ella había hecho estaba mal. Alejó el pensamiento de su mente tan pronto como llegó. “No es momento para ponerse seria”.
–¿Somos diferentes, únicos y especiales? ¿Es ahora cuando formamos un grupo de incomprendidos? –Recuperó su humor, su despreocupación y su sonrisa ladeada en un segundo, cambiando de gesto en un parpadeo. –Nadie nunca me ha maldecido ni me ha gritado demonio. Me han dicho “diabla” pero creo que no lo decían en el sentido al que os referís. –Le guiñó un ojo. Le gustaba ponerle incómodo con aquello que él consideraba “impuro”.
Lo vio arrodillarse para pronunciar una plegaria y alzó ambas cejas automáticamente, con el chiste en la punta de la lengua. –Nunca había tenido un hombre arrodillado frente a mí tan rápido. ¿Debería sonrojarme por vuestro atrevimiento como la dama inocente que se supone que debo ser? Estoy acostumbrada a un poco más de resistencia. –Sintió el cosquilleo de las flores ahora en la planta de sus pies y se removió un poco por esto. –Lyssandra. Me llamo Lyssandra Fayer. Pero podéis llamarme Lyss, así se me presento normalmente. –Retiró el cabello rubio que había empezado a cubrir sus ojos azules con un gesto impaciente.
Lyssandra Fayer
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Re: Luz y Sombras [Privado Lyss/Rakan]
- Eres muy... simpática. - me referí a cada chiste que contaba, y lo contestaba con una leve risa. Era agradable, y buena. No habia conocido a otro dragón igual... bueno, a mi hermano mayor, pero el es de familia. Podía verla un poco desnuda así que aparte mi mirada. Tenia una capa marrón y su ropa rota, así que me saque mi capa y se la ofrecí, hacia frió y la necesitaba.
- Yo... no hice ningún atrevimiento. ¡Perdón si te incomodo! - Dije con los ojos bien abiertos, ancestrales, lo que menos quería es que se incomodara, ya tenia suficiente soledad como para seguir alejando a la gente. - No me confundas, somos tan mortales como todos los demás, la única diferencia es que tenemos otro objetivo, algo mas elevado. - La mujer me dijo su nombre después de preguntarle, era un paso.
- Es un gusto Lyssandra Fayer, ¿que te hizo venir para acá? - Actualmente había una guerra en Lunargenta, ¿quien quería venir para esta zona?, al menos que sea una dragona del ejercito, era raro. Quizá la había enviado Sir Edward para saber si estaba bien... aunque lo dudaba, seguro asumía que estaba muerto. La noche era hermosa, la luna iluminaba como nunca, las estrellas y los arboles. Era todo hermoso. Cuando me percate de la actitud de la mujer, burlona, sarcástica. Me di cuenta que quizá escondía su inseguridad en el sarcasmo.
Sentado alrededor de las flores, sonreí mirando a Lyssandra, tenia ganas de contarles las aventuras que un día quería hacer, quería confiar en ella y lo iba a hacer, aun sin saber quien era. - Quiero contarte algo, una aventura que quiero hacer. Algun dia.. -
- Estuviste en el templo, así que ya sabes lo del huevo de Jade, pero se dice que no fue el único en dejar su alma en la tierra, en los lugares donde la gente no esta, en lugares donde nadie descubrió, están los demás huevos de los ancestrales, con sus almas adentro. Se sabe donde esta el de tierra, ¿pero que hay de los demás?, te imaginas, descubrir el resto de los huevos, y cuidarlos. O al menos otro de ellos... un día, voy a buscarlos, así tenga que pasar toda mi vida. Y ellos van a volver. - Dije con determinación, aunque el día que encuentre uno, no se lo contaría a nadie, actualmente las personas no serian capaces de tener algo divino. Pero no quería aburrir a Lyssandra con mis tontas y aburridas historias.
- Bien, ¿que haces para divertirte?... no espera, no me lo digas. - Definitivamente no quería saber la respuesta, ya me lo había dejado en claro. - ¿Alguna idea?... podemos ir a los bosques, y enseñarte mi magia... ¡En serio!, es increíble lo que puedo hacer con un par de arboles y tierra... o también podrías contarme que paso después de que te escaparas del templo. ¿Que hiciste después?. - Tenia muchas dudas, y una larga noche. Nunca había conocido a otro dragón tanto. Salvo mis hermanos.
Sonreí mirándola - Quiero que la guerra termine... quiero que la gente vuelva a vivir en paz, ¿no quieres eso también?... ¿guardiana oscura? - Dije soltando una leve risa, si, era el peor para contar chistes, por eso nunca hacia uno. pero ella tan simpática, y yo... tan aburrido. Se iba a terminar escapando.
- Yo... no hice ningún atrevimiento. ¡Perdón si te incomodo! - Dije con los ojos bien abiertos, ancestrales, lo que menos quería es que se incomodara, ya tenia suficiente soledad como para seguir alejando a la gente. - No me confundas, somos tan mortales como todos los demás, la única diferencia es que tenemos otro objetivo, algo mas elevado. - La mujer me dijo su nombre después de preguntarle, era un paso.
- Es un gusto Lyssandra Fayer, ¿que te hizo venir para acá? - Actualmente había una guerra en Lunargenta, ¿quien quería venir para esta zona?, al menos que sea una dragona del ejercito, era raro. Quizá la había enviado Sir Edward para saber si estaba bien... aunque lo dudaba, seguro asumía que estaba muerto. La noche era hermosa, la luna iluminaba como nunca, las estrellas y los arboles. Era todo hermoso. Cuando me percate de la actitud de la mujer, burlona, sarcástica. Me di cuenta que quizá escondía su inseguridad en el sarcasmo.
Sentado alrededor de las flores, sonreí mirando a Lyssandra, tenia ganas de contarles las aventuras que un día quería hacer, quería confiar en ella y lo iba a hacer, aun sin saber quien era. - Quiero contarte algo, una aventura que quiero hacer. Algun dia.. -
- Estuviste en el templo, así que ya sabes lo del huevo de Jade, pero se dice que no fue el único en dejar su alma en la tierra, en los lugares donde la gente no esta, en lugares donde nadie descubrió, están los demás huevos de los ancestrales, con sus almas adentro. Se sabe donde esta el de tierra, ¿pero que hay de los demás?, te imaginas, descubrir el resto de los huevos, y cuidarlos. O al menos otro de ellos... un día, voy a buscarlos, así tenga que pasar toda mi vida. Y ellos van a volver. - Dije con determinación, aunque el día que encuentre uno, no se lo contaría a nadie, actualmente las personas no serian capaces de tener algo divino. Pero no quería aburrir a Lyssandra con mis tontas y aburridas historias.
- Bien, ¿que haces para divertirte?... no espera, no me lo digas. - Definitivamente no quería saber la respuesta, ya me lo había dejado en claro. - ¿Alguna idea?... podemos ir a los bosques, y enseñarte mi magia... ¡En serio!, es increíble lo que puedo hacer con un par de arboles y tierra... o también podrías contarme que paso después de que te escaparas del templo. ¿Que hiciste después?. - Tenia muchas dudas, y una larga noche. Nunca había conocido a otro dragón tanto. Salvo mis hermanos.
Sonreí mirándola - Quiero que la guerra termine... quiero que la gente vuelva a vivir en paz, ¿no quieres eso también?... ¿guardiana oscura? - Dije soltando una leve risa, si, era el peor para contar chistes, por eso nunca hacia uno. pero ella tan simpática, y yo... tan aburrido. Se iba a terminar escapando.
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Re: Luz y Sombras [Privado Lyss/Rakan]
Lyssandra se rió genuinamente, extendiendo la mano para coger la capa que Rakan le había ofrecido. Era una risa despreocupada y relajada. No conocía al otro dragón por lo que no la iba a juzgar, estaban en medio del lago donde los problemas parecían muy lejos aunque hubiese una ciudad asediada a apenas unos metros, ¿Qué podía pasarle allí? Estaban en el contexto perfecto para que la dragona bajase todas sus defensas y fuese ella misma; Al día siguiente fingiría que la noche no había pasado aunque fuese un recuerdo real en su mente. –¿Simpática? ¿Solo eso? Oh, vamos, esforzáos más halagando a una dama. Sobretodo a una desconocida. –Y se echó la capa por encima de los hombros, arropándose con ella.
No pudo evitar sonreír y alzar una ceja ante su urgencia por aclarar que en ningún momento había intentado incomodarla con atrevimientos y contuvo la carcajada en su garganta. Le gustaba aprovecharse de lo inocente que Rakan podía ser bajo ciertas situaciones y cómo no se daba cuenta de esto. Lyssandra siempre había sido una experta con las palabras y el dragón se exponía a ellas desnudo y sin armadura. –No me incomodas. Aún. Tened cuidado, Rakan. –Le advirtió con un dedo y se sentó lentamente en el césped, ahora notando el cosquilleo de las flores y las hierba en sus piernas y muslos. –¿Algo más elevado? ¿Eso significa que si a un mortal le gustan las pizzas, el objetivo elevado de un enviado por los ancestrales es abrir un restaurante? –Cerró los ojos mientras hablaba, disfrutando de la caricia del viento nocturno en su rostro. Las corrientes de la noche siempre eran más agresivas que las del día como si aprovechasen la oscuridad para dejarse llevar y no contenerse. Abrió los ojos y miró hacia la Luna: “Debe tener poderes mágicos. Todos se desfogan por la noche”, pensó Lyss, distraída.
Observó a Rakan de reojo cuando le preguntó con cierto tono escéptico qué hacía en el campamento a las puertas de Lunargenta. Ni ella misma sabía responderle a la pregunta; ¿qué debía decirle?¿Que había venido a la guerra por pura rebeldía y curiosidad? Se encogió ligeramente de hombros. –Nunca he visto una guerra de cerca. Hay algo que me atrae de ellas, como una necesidad en el pecho de necesitar participar en ella y luchar. –Alzó un dedo como si lo interrumpiese antes de que él pudiese hablar. –Y no soltéis vuestro discurso de que las guerras son malas blabla, el Dragón Oscuro blabla. Hay cierta belleza en la lucha, Rakan. Hay cierta belleza en todo lo cruel y lo prohibido. ¿A caso no me consideráis bella a mí? Es lo mismo prácticamente. –Le guiñó un ojo, haciendo esa broma al final para restarle importancia y quitarle hierro al momento serio que habían vivido.
Y entonces el contrario se embarcó en un monólogo donde le comenzó a explicar la Odisea por la que quería pasar para encontrar los huevos de los dragones. No supo cómo se tomó tantas confianzas con ella cuando Lyssandra apenas le había revelado nada de mucha importancia a él. Le sorprendió el contraste entre ambos; Por una parte, él era muy abierto y había decidido contarle sus deseos y, por otra, ella desviaba los temas de forma ingeniosa con sarcasmo y, pese a que hablaba mucho, no llegaba a decir ni desvelar nada en realidad. –Entonces, Rakan, ¿me estáis diciendo que el objetivo de vuestra vida es buscar vuestros huevos? –Le respondió burlona. Respetaba el motivo por el que quería vivir y le parecía interesante pero siempre había sido una escéptica de la religión.
–¿Por qué me prohibís contároslo? Para divertirme juego, obviamente, al ajedrez. –Esbozó una sonrisa pícara que indicaba que eso era totalmente mentira. –¿Enseñarme vuestra magia? Eso suena a una proposición indecente, mi señor. –Parpadeó como si probase inocencia y luego terminó de tumbarse en el frío césped dándose cuenta que estaba ligeramente húmedo. Probablemente había llovido en algún momento. –Lo primero que hice cuando me fui del templo fue emborracharme. Era la primera vez que probaba el alcohol y fue fatídico. Después seguí viajando por Aerandir. ¿Os esperabais una historia más profunda e interesante de una fugitiva? Lamento decepcionaros, ningún “motivo superior” ni mensaje de los “ancestrales” me empujó a irme. Lo hice porque quise, ¿habéis probado el licor de los hombres lobo en Ulmer? –Inclinó ligeramente la cabeza para mirarle con curiosidad. No creía que Rakan fuese de beber mucho. –Hasta el monje más religioso dejaría de serlo por ese alcohol. Si no queréis sucumbir a la tentación, no lo probéis.
Le sorprendió el intento de broma por parte de Rakan. Él no parecía una persona especialmente seria pero sí con problemas para ser humorístico ya que todas sus palabras sonaban con extraña severidad. Quizás porque estaba totalmente entregado a su causa de ser el enviado del dragón de la luz. Se rió para que no se sintiese mal. –Quiero muchas cosas, Rakan. ¿Guardiana oscura es mi apodo? Sexy.
No pudo evitar sonreír y alzar una ceja ante su urgencia por aclarar que en ningún momento había intentado incomodarla con atrevimientos y contuvo la carcajada en su garganta. Le gustaba aprovecharse de lo inocente que Rakan podía ser bajo ciertas situaciones y cómo no se daba cuenta de esto. Lyssandra siempre había sido una experta con las palabras y el dragón se exponía a ellas desnudo y sin armadura. –No me incomodas. Aún. Tened cuidado, Rakan. –Le advirtió con un dedo y se sentó lentamente en el césped, ahora notando el cosquilleo de las flores y las hierba en sus piernas y muslos. –¿Algo más elevado? ¿Eso significa que si a un mortal le gustan las pizzas, el objetivo elevado de un enviado por los ancestrales es abrir un restaurante? –Cerró los ojos mientras hablaba, disfrutando de la caricia del viento nocturno en su rostro. Las corrientes de la noche siempre eran más agresivas que las del día como si aprovechasen la oscuridad para dejarse llevar y no contenerse. Abrió los ojos y miró hacia la Luna: “Debe tener poderes mágicos. Todos se desfogan por la noche”, pensó Lyss, distraída.
Observó a Rakan de reojo cuando le preguntó con cierto tono escéptico qué hacía en el campamento a las puertas de Lunargenta. Ni ella misma sabía responderle a la pregunta; ¿qué debía decirle?¿Que había venido a la guerra por pura rebeldía y curiosidad? Se encogió ligeramente de hombros. –Nunca he visto una guerra de cerca. Hay algo que me atrae de ellas, como una necesidad en el pecho de necesitar participar en ella y luchar. –Alzó un dedo como si lo interrumpiese antes de que él pudiese hablar. –Y no soltéis vuestro discurso de que las guerras son malas blabla, el Dragón Oscuro blabla. Hay cierta belleza en la lucha, Rakan. Hay cierta belleza en todo lo cruel y lo prohibido. ¿A caso no me consideráis bella a mí? Es lo mismo prácticamente. –Le guiñó un ojo, haciendo esa broma al final para restarle importancia y quitarle hierro al momento serio que habían vivido.
Y entonces el contrario se embarcó en un monólogo donde le comenzó a explicar la Odisea por la que quería pasar para encontrar los huevos de los dragones. No supo cómo se tomó tantas confianzas con ella cuando Lyssandra apenas le había revelado nada de mucha importancia a él. Le sorprendió el contraste entre ambos; Por una parte, él era muy abierto y había decidido contarle sus deseos y, por otra, ella desviaba los temas de forma ingeniosa con sarcasmo y, pese a que hablaba mucho, no llegaba a decir ni desvelar nada en realidad. –Entonces, Rakan, ¿me estáis diciendo que el objetivo de vuestra vida es buscar vuestros huevos? –Le respondió burlona. Respetaba el motivo por el que quería vivir y le parecía interesante pero siempre había sido una escéptica de la religión.
–¿Por qué me prohibís contároslo? Para divertirme juego, obviamente, al ajedrez. –Esbozó una sonrisa pícara que indicaba que eso era totalmente mentira. –¿Enseñarme vuestra magia? Eso suena a una proposición indecente, mi señor. –Parpadeó como si probase inocencia y luego terminó de tumbarse en el frío césped dándose cuenta que estaba ligeramente húmedo. Probablemente había llovido en algún momento. –Lo primero que hice cuando me fui del templo fue emborracharme. Era la primera vez que probaba el alcohol y fue fatídico. Después seguí viajando por Aerandir. ¿Os esperabais una historia más profunda e interesante de una fugitiva? Lamento decepcionaros, ningún “motivo superior” ni mensaje de los “ancestrales” me empujó a irme. Lo hice porque quise, ¿habéis probado el licor de los hombres lobo en Ulmer? –Inclinó ligeramente la cabeza para mirarle con curiosidad. No creía que Rakan fuese de beber mucho. –Hasta el monje más religioso dejaría de serlo por ese alcohol. Si no queréis sucumbir a la tentación, no lo probéis.
Le sorprendió el intento de broma por parte de Rakan. Él no parecía una persona especialmente seria pero sí con problemas para ser humorístico ya que todas sus palabras sonaban con extraña severidad. Quizás porque estaba totalmente entregado a su causa de ser el enviado del dragón de la luz. Se rió para que no se sintiese mal. –Quiero muchas cosas, Rakan. ¿Guardiana oscura es mi apodo? Sexy.
Lyssandra Fayer
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Re: Luz y Sombras [Privado Lyss/Rakan]
- No suelo halagar a desconocidos, cuando les hablo suelen desaparecer rápido. - Dije sonriendo, creo que cada vez que le hablaba a alguien que no conocía siempre agarraba a los que tenían cierta urgencia. Me gire para ver el humo de la ciudad, ojala todo pronto se solucione, ojala pronto seamos liberados de este mal. Una guerra que aunque parezca de Aerandir, era de demonios y "ángeles". Esa religión era rara, pero parecía fuerte.
- Eso significa que nuestro propósito no es el mismo que el de alguien que le gusta la pizza. - Dije mirándola intrigado, nada de lo que decía se lo tomaba en serio. Era como hablar con mi propia mente, aunque mi mente no me contaba chistes. Claro, soy yo mismo.
- Bueno, no te daré el discurso que venia planeando. No hay belleza en la lucha ni en las guerras, y no te compares con ellas. Tu puedes ser hermosa, lo eres, pero lo malo no. - Tenia un problema de confianza en ella misma, se hundía y al mismo tiempo se elevaba. Era una mujer extraña, me guiño el ojo y sonreí.
- Bueno... es una manera de verlo, pero no es ese mi objetivo, mi objetivo es restaurar la paz y el orden en Aerandir.- ¿Quien tenia como objetivo en su vida buscar huevos?, claro que estos "huevos", contenían almas de dioses. Pero decirlo asi... deja mucho en que pensar, no es nada "honorable".
- ¿Ajedrez?, no me lo esperaba. - Y siguió con una frase que no esperaba - N...no quise decirlo de ese modo, no pienses mal de mi, mi lady. - Okey, ahora que lo pensaba si sonaba mal, mi error. - No, no probé y no lo haré... pero muchos trataron de cambiar mi objetivo, mis dioses. Ninguno lo logro, créeme cuando te digo que nada puede cambiar mi pensamiento, nada ni nadie. Ni el alcohol ni la mujer mas sexy de Aerandir, yo nunca voy a abandonar mi objetivo hasta el día de mi muerte. -
Su comentario sobre el apodo me causo cierta risa - Me alegro que te guste, guardiana oscura. - Dije mirándola y sonriendo. - Tu y yo, somos dos lados de una moneda, dime una cosa... ¿que es lo que mas deseas en esta vida?. - Dije luego de que me diga "quiero muchas cosas". Claro, pero, me intrigaba saber que era lo que mas quería en esta vida, era difícil de imaginar, pero todos tenemos un objetivo, y algo que anhelamos mas que nada.
- Se que crees que mi objetivo es una fantasía, quizá creas que voy a morir por eso. - Dije tomando aire - Pero... voy a contarte algo. -
Me acerque a ella - Algunos hombres nacen para cultivar campos, otros viven para ser grandes médicos, otros... para ser grandes reyes. Yo... yo nací para servir a los ancestrales Lyssandra. Estoy orgulloso de eso. Y no cambiaría ni una sola cosa. - Le dije sonriendo, me levante y le ofrecí mi mano - Este lugar es hermoso y tal, pero si los capitanes me ven, me llamaran de vuelta... voy a escaparme. Yo solo sirvo a los ancestrales - dije riéndome levemente, empece a correr en dirección al bosque, metiéndome hacia el centro, mis ojos hacían una pequeña luz, por lo que no necesitábamos fuego. Aunque de todas formas, teniamos a Lyss.
- Eso significa que nuestro propósito no es el mismo que el de alguien que le gusta la pizza. - Dije mirándola intrigado, nada de lo que decía se lo tomaba en serio. Era como hablar con mi propia mente, aunque mi mente no me contaba chistes. Claro, soy yo mismo.
- Bueno, no te daré el discurso que venia planeando. No hay belleza en la lucha ni en las guerras, y no te compares con ellas. Tu puedes ser hermosa, lo eres, pero lo malo no. - Tenia un problema de confianza en ella misma, se hundía y al mismo tiempo se elevaba. Era una mujer extraña, me guiño el ojo y sonreí.
- Bueno... es una manera de verlo, pero no es ese mi objetivo, mi objetivo es restaurar la paz y el orden en Aerandir.- ¿Quien tenia como objetivo en su vida buscar huevos?, claro que estos "huevos", contenían almas de dioses. Pero decirlo asi... deja mucho en que pensar, no es nada "honorable".
- ¿Ajedrez?, no me lo esperaba. - Y siguió con una frase que no esperaba - N...no quise decirlo de ese modo, no pienses mal de mi, mi lady. - Okey, ahora que lo pensaba si sonaba mal, mi error. - No, no probé y no lo haré... pero muchos trataron de cambiar mi objetivo, mis dioses. Ninguno lo logro, créeme cuando te digo que nada puede cambiar mi pensamiento, nada ni nadie. Ni el alcohol ni la mujer mas sexy de Aerandir, yo nunca voy a abandonar mi objetivo hasta el día de mi muerte. -
Su comentario sobre el apodo me causo cierta risa - Me alegro que te guste, guardiana oscura. - Dije mirándola y sonriendo. - Tu y yo, somos dos lados de una moneda, dime una cosa... ¿que es lo que mas deseas en esta vida?. - Dije luego de que me diga "quiero muchas cosas". Claro, pero, me intrigaba saber que era lo que mas quería en esta vida, era difícil de imaginar, pero todos tenemos un objetivo, y algo que anhelamos mas que nada.
- Se que crees que mi objetivo es una fantasía, quizá creas que voy a morir por eso. - Dije tomando aire - Pero... voy a contarte algo. -
Me acerque a ella - Algunos hombres nacen para cultivar campos, otros viven para ser grandes médicos, otros... para ser grandes reyes. Yo... yo nací para servir a los ancestrales Lyssandra. Estoy orgulloso de eso. Y no cambiaría ni una sola cosa. - Le dije sonriendo, me levante y le ofrecí mi mano - Este lugar es hermoso y tal, pero si los capitanes me ven, me llamaran de vuelta... voy a escaparme. Yo solo sirvo a los ancestrales - dije riéndome levemente, empece a correr en dirección al bosque, metiéndome hacia el centro, mis ojos hacían una pequeña luz, por lo que no necesitábamos fuego. Aunque de todas formas, teniamos a Lyss.
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Re: Luz y Sombras [Privado Lyss/Rakan]
Lyssandra ya se había acostumbrado a ver la luz de los ojos de Rakan reflejándose en cualquier lugar que miraba, incluida su cara. Debía ser un poco incómodo, pensó distraída, observar mucho tiempo el rostro de Rakan; No por la intensidad, sino porque era como la mismísima luz del Sol y acababa cansando la mirada. No le extrañaba que poca gente se quedase a conversar con él y que, como el joven mismo indicaba, la mayoría huyese. Si Lyssandra no hubiese sido tan segura de sí misma, confiada y despreocupada, también le hubiese asustado un hombre con capa que jura y perjura ser enviado por los ancestros mientras sus ojos son el sinónimo de una antorcha. –A mí me gustan los halagos, así que tomaos esa libertad. –Le respondió en medio de todos esos pensamientos y le dedicó una sonrisa. Para Lyssandra era muy fácil perderse en su mente y aún así poder centrarse en la conversación con alguien.
–¡Os lo tomáis todo muy literal, Rakan! Y no os reís ante ninguno de mis chistes. Decidme, ¿no tengo gracia? Mentidme si es así, a una dama nunca se le ofende con la verdad. –Se llevó una mano al pecho como un gesto de dignidad de la alta cortesía. –Sé a qué propósito os referís y que por supuesto no es el mismo que el de alguien que le gustan las pizzas. Simplemente no creo, ni me gusta creer, que estamos atados a un “objetivo” que se nos ha sido asignado al nacer. Me gusta pensar que yo decido volar, no que el hecho de volar está controlado y calculado por unos Dioses ancestrales que me han dictaminado eso. –Profundizó en el tema, dejando las bromas a un lado mientras abrazaba sus rodillas y dejaba la barbilla sobre estas, observando a Rakan de reojo. No se iban a poner de acuerdo en esos temas; entre la falta de humor del rubio, la falta de seriedad de la rubia y su escepticismo, no opinarían nunca igual. –Me gusta que me aten pero no en ese contexto. –Le restó importancia a la gravedad de sus palabras con una broma, esbozando una sonrisa ladeada y pícara. –Y a mí la guerra me parece bella. Hasta que voy perdiendo, entonces no me hace gracia.
–Proteger Aerandir y su orden con la búsqueda de vuestros huevos sagrados. –Repitió corrigiéndose, añadiendo las cosas que Rakan había nombrado y mencionado. Se encogió de hombros ligeramente, sacudiendo las palmas de sus manos en la capa marrón. El césped se había pegado a ella. –A mí me parece muy honorable. Avisadme cuando lo consigáis, Rakan. Da igual la parte del mundo en la que esté; Jamás me perdería una tortilla ancestral. –Movió los dedos de sus pies, haciendo una melodía rítmica con ellos contra el suelo. Se rió cuando habló de lo inamovibles que eran sus objetivos. –¿Ninguna mujer sexy? Permitidme tomarlo como un reto, mi señor.
Cerró los ojos manteniendo esa sonrisa traviesa en su rostro. Aunque no mirase al joven, él sabía que Lyssandra estaba escuchando. Se mordió el labio inferior con cierta duda… ¿Lo que más deseaba ella en la vida? No tenía grandes aspiraciones. Lo que quería lo cogía sin preguntar y sin demorar mucho tiempo. –Deseo tener una buena vida que contar, Rakan. Una que no le falte nada. Que no le falte alcohol ni licor que descubrir, rincón de Aerandir sin explorar, juegos ilegales sin ganar, algún amor épico que me consuma… Algún día quiero ilustrar un libro con todas las posiciones nuevas que descubra. –Añadió al final. Sabía que esto iba a desconcertar al otro dragón por lo que abrió un ojo para observar su reacción. ¡Era tan inocente y religioso!
Tomó su mano cuando se la ofreció, alzando una ceja por sus palabras. ¿Iba a huir y ya está?¿Simplemente había descubierto que la guerra y servir a otro señor no era lo suyo e iba a desplegar sus alas e irse? Se levantó tras de él, viéndole correr con la esperanza de que ella le siguiese. En otro contexto no lo hubiese hecho, hubiese dejado que el pobre desconocido se perdiese solo entre la vegetación del bosque: ¡Ni siquiera se conocían tanto como para hacer esas locuras! Pero lo siguió. En parte intrigada y en parte porque no tenía otra cosa mejor que hacer. La noche era un momento efímero que desaparecería en un par de horas cuando el Sol se pusiese y besase sus pieles; entonces cada uno de ellos volaría a rincones diferentes y probablemente no se volverían a encontrar. ¿Qué importaba pasar un poco más de tiempo con él? –¡Rakan, que sepáis que estáis loco! –Susurró fuerte para que alcanzase a escucharla, saltando ramas y troncos por el camino con sorprendente agilidad. –¿Hacia dónde me lleváis?
–¡Os lo tomáis todo muy literal, Rakan! Y no os reís ante ninguno de mis chistes. Decidme, ¿no tengo gracia? Mentidme si es así, a una dama nunca se le ofende con la verdad. –Se llevó una mano al pecho como un gesto de dignidad de la alta cortesía. –Sé a qué propósito os referís y que por supuesto no es el mismo que el de alguien que le gustan las pizzas. Simplemente no creo, ni me gusta creer, que estamos atados a un “objetivo” que se nos ha sido asignado al nacer. Me gusta pensar que yo decido volar, no que el hecho de volar está controlado y calculado por unos Dioses ancestrales que me han dictaminado eso. –Profundizó en el tema, dejando las bromas a un lado mientras abrazaba sus rodillas y dejaba la barbilla sobre estas, observando a Rakan de reojo. No se iban a poner de acuerdo en esos temas; entre la falta de humor del rubio, la falta de seriedad de la rubia y su escepticismo, no opinarían nunca igual. –Me gusta que me aten pero no en ese contexto. –Le restó importancia a la gravedad de sus palabras con una broma, esbozando una sonrisa ladeada y pícara. –Y a mí la guerra me parece bella. Hasta que voy perdiendo, entonces no me hace gracia.
–Proteger Aerandir y su orden con la búsqueda de vuestros huevos sagrados. –Repitió corrigiéndose, añadiendo las cosas que Rakan había nombrado y mencionado. Se encogió de hombros ligeramente, sacudiendo las palmas de sus manos en la capa marrón. El césped se había pegado a ella. –A mí me parece muy honorable. Avisadme cuando lo consigáis, Rakan. Da igual la parte del mundo en la que esté; Jamás me perdería una tortilla ancestral. –Movió los dedos de sus pies, haciendo una melodía rítmica con ellos contra el suelo. Se rió cuando habló de lo inamovibles que eran sus objetivos. –¿Ninguna mujer sexy? Permitidme tomarlo como un reto, mi señor.
Cerró los ojos manteniendo esa sonrisa traviesa en su rostro. Aunque no mirase al joven, él sabía que Lyssandra estaba escuchando. Se mordió el labio inferior con cierta duda… ¿Lo que más deseaba ella en la vida? No tenía grandes aspiraciones. Lo que quería lo cogía sin preguntar y sin demorar mucho tiempo. –Deseo tener una buena vida que contar, Rakan. Una que no le falte nada. Que no le falte alcohol ni licor que descubrir, rincón de Aerandir sin explorar, juegos ilegales sin ganar, algún amor épico que me consuma… Algún día quiero ilustrar un libro con todas las posiciones nuevas que descubra. –Añadió al final. Sabía que esto iba a desconcertar al otro dragón por lo que abrió un ojo para observar su reacción. ¡Era tan inocente y religioso!
Tomó su mano cuando se la ofreció, alzando una ceja por sus palabras. ¿Iba a huir y ya está?¿Simplemente había descubierto que la guerra y servir a otro señor no era lo suyo e iba a desplegar sus alas e irse? Se levantó tras de él, viéndole correr con la esperanza de que ella le siguiese. En otro contexto no lo hubiese hecho, hubiese dejado que el pobre desconocido se perdiese solo entre la vegetación del bosque: ¡Ni siquiera se conocían tanto como para hacer esas locuras! Pero lo siguió. En parte intrigada y en parte porque no tenía otra cosa mejor que hacer. La noche era un momento efímero que desaparecería en un par de horas cuando el Sol se pusiese y besase sus pieles; entonces cada uno de ellos volaría a rincones diferentes y probablemente no se volverían a encontrar. ¿Qué importaba pasar un poco más de tiempo con él? –¡Rakan, que sepáis que estáis loco! –Susurró fuerte para que alcanzase a escucharla, saltando ramas y troncos por el camino con sorprendente agilidad. –¿Hacia dónde me lleváis?
Lyssandra Fayer
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Re: Luz y Sombras [Privado Lyss/Rakan]
Empece a correr hacia el bosque, gire mis ojos y vi a Lyssandra corriendo increíblemente rápido - Sigue mis ojos Lyssandra, y no te vas a perder. - dije dirigiéndome cada vez mas al centro del bosque, pero cuando llegue, me di vuelta, y cerré mis ojos - Es esto a lo que me refiero Lyssandra, no ves nada, esta todo oscuro. - Y cuando termine de decirlo, volví a abrir mis ojos - Y entonces, la luz, la luz de la esperanza, revive. Es eso lo que trato de darle a la gente, lo que trato que vea. Esperanza. Eso representan mis ojos -
- Estoy seguro que te harías una tortilla con los huevos ancestrales - Dije soltando una leve risa, para dejar de ser tan serio. Se que no reía mucho, pero tenia muchas responsabilidades como para reírme, ademas, últimamente tuve demasiados problemas, como la enfermedad de la humanidad. No estaba en situación de reírme.
- No estamos atados a un objetivo, somos libres de cumplirlo o cambiarlo a voluntad, pero somos pocos lo que aceptamos. Nadie puede elegir tus acciones, ni los ancestrales, eres libre de volar o hacer lo que quieras, yo soy adicto a la justicia, a mi objetivo, a mi honor. No por que los ancestrales me dijeron, por que yo quiero. -
- Si es tu voluntad y tu deseo, te deseo mucha suerte en tu.... ¡¿Que?! - ¿Posiciones nuevas?, seguro se refería a posiciones de combate, era toda una guerrera. Si, si tenia que referirse a eso. Que mal pensado soy. Recordé que durante el camino me grito loco, mmm... creo que si estaba loco, pero solo un poquito, ademas, ¿que tiene de malo un loco?, a veces es mas divertido ser loco que alguien normal, tenemos objetivos diferentes y vidas diferentes, vidas emocionantes. - Te traje al corazón de mi magia, en donde encuentro la paz que tanto anhelo para Aerandir. - Dije concentrándome con la tierra y toda la naturaleza que me rodeaba, buscaba a bichitos de luz, una vez que sentí las cosquillas por mi cuerpo, moví todas las plantas y arboles, haciendo que toda la zona sea iluminada por luz. Me reí y sonreí - No pensé que iba a lograrlo - La mire - Eres una mujer bella, y tienes un pensamiento muy interesante. Ojala algún día logres encontrar el amor que tanto quieres. Guardiana Oscura. - Dije sonriendo, ¿que importaba si era la guardiana del dragón oscuro o un demonio?, hasta a mis peores enemigos les deseaba una buena vida. Todos merecemos una buena vida.
- No quiero que pienses que quiero algo esta noche contigo, no soy esa clase de hombre. Aunque la situación lo parezca - ¿Traerla al medio del bosque durante la noche? bien hecho Rakan, eres un idiota. A veces me olvidaba que yo era el único idiota que confiaba en la gente. Sentía que ya se estaba asustando. - Después del templo... pase 20 años de mi vida, rodeado igual que aquí. De animales y hablando solo, fui expulsado de mi hogar por que creían que era una maldición, y que mi hermano murió por mi culpa. - Deje de sonreír al recordar a Tiranius, y mis ojos se habían puesto llorosos, aunque probablemente por la luz no se viera, un punto a favor. Podía seguir pareciendo un hombre rudo. - Lo que quiero decir... es que yo también tuve problemas, y por eso a veces actuó raro. Tengo miedo de volver a quedarme solo. - Dije sentándome de vuelta en el césped. - ¿Tienes hermanos?. - Dije volviendo a sonreir.
- Estoy seguro que te harías una tortilla con los huevos ancestrales - Dije soltando una leve risa, para dejar de ser tan serio. Se que no reía mucho, pero tenia muchas responsabilidades como para reírme, ademas, últimamente tuve demasiados problemas, como la enfermedad de la humanidad. No estaba en situación de reírme.
- No estamos atados a un objetivo, somos libres de cumplirlo o cambiarlo a voluntad, pero somos pocos lo que aceptamos. Nadie puede elegir tus acciones, ni los ancestrales, eres libre de volar o hacer lo que quieras, yo soy adicto a la justicia, a mi objetivo, a mi honor. No por que los ancestrales me dijeron, por que yo quiero. -
- Si es tu voluntad y tu deseo, te deseo mucha suerte en tu.... ¡¿Que?! - ¿Posiciones nuevas?, seguro se refería a posiciones de combate, era toda una guerrera. Si, si tenia que referirse a eso. Que mal pensado soy. Recordé que durante el camino me grito loco, mmm... creo que si estaba loco, pero solo un poquito, ademas, ¿que tiene de malo un loco?, a veces es mas divertido ser loco que alguien normal, tenemos objetivos diferentes y vidas diferentes, vidas emocionantes. - Te traje al corazón de mi magia, en donde encuentro la paz que tanto anhelo para Aerandir. - Dije concentrándome con la tierra y toda la naturaleza que me rodeaba, buscaba a bichitos de luz, una vez que sentí las cosquillas por mi cuerpo, moví todas las plantas y arboles, haciendo que toda la zona sea iluminada por luz. Me reí y sonreí - No pensé que iba a lograrlo - La mire - Eres una mujer bella, y tienes un pensamiento muy interesante. Ojala algún día logres encontrar el amor que tanto quieres. Guardiana Oscura. - Dije sonriendo, ¿que importaba si era la guardiana del dragón oscuro o un demonio?, hasta a mis peores enemigos les deseaba una buena vida. Todos merecemos una buena vida.
- No quiero que pienses que quiero algo esta noche contigo, no soy esa clase de hombre. Aunque la situación lo parezca - ¿Traerla al medio del bosque durante la noche? bien hecho Rakan, eres un idiota. A veces me olvidaba que yo era el único idiota que confiaba en la gente. Sentía que ya se estaba asustando. - Después del templo... pase 20 años de mi vida, rodeado igual que aquí. De animales y hablando solo, fui expulsado de mi hogar por que creían que era una maldición, y que mi hermano murió por mi culpa. - Deje de sonreír al recordar a Tiranius, y mis ojos se habían puesto llorosos, aunque probablemente por la luz no se viera, un punto a favor. Podía seguir pareciendo un hombre rudo. - Lo que quiero decir... es que yo también tuve problemas, y por eso a veces actuó raro. Tengo miedo de volver a quedarme solo. - Dije sentándome de vuelta en el césped. - ¿Tienes hermanos?. - Dije volviendo a sonreir.
Rakan'Drag
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Re: Luz y Sombras [Privado Lyss/Rakan]
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Ingela
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