Temporada de lechugas [Caza del Hombre Salvaje] [Libre] [CERRADO]
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Temporada de lechugas [Caza del Hombre Salvaje] [Libre] [CERRADO]
¿Había aprendido algo con el pasar del tiempo? De cierto modo podía decir que si, muchas cosas para ser exactos, el problema es que no aprendí a tiempo la lección más importante de todas “No te metas donde no te llaman” y aquello había traído graves consecuencias, lo peor de todo es que al parecer seguía sin aprender. Las señales habían sido notorias desde mi infancia, el mundo me odiaba y me patearía las veces necesarias para hacerme aprender “Tal como lo hacía mi maestro… no me extraña en absoluto” ¿Una nariz rota? Podía lidiar con una nariz rota ¿Traumas de la infancia? No es algo de lo que tuviese que preocuparme “Hasta soportar a Genevive había sido sencillo… ¡Dioses, hasta el maldito pie de arena era soportable!” Y el mundo lo sabía, sabía que no me detendría tan fácil… así que tomó medidas drásticas.
- Candau, tu no estar hablador últimamente. – Comentó Genevive por lo bajo mientras se aferraba a mi brazo como una garrapata, alejarme de esa joven cada vez era más difícil. En otra circunstancia hubiese sido fácil responderle, pero actualmente la comunicación era más complicada de lo que debía ser.
Coloqué una mano en el rostro de la joven y la aparté todo lo que pude, agradecía que me ayudase a mantener el equilibrio en mi precaria situación pero no soportaba aquel acoso. “¿Cómo se supone le transmita el mensaje?” No tenía idea, suponía que los 5 días llorando en posición fetal habían bastado para que Genevive comprendiese mi situación “Pero claro que no lo entiende, no es tan inteligente… solo le interesa violarme.” Lo bueno es que había respetado mi momento de fragilidad masculina y no se dignó a interrumpir mi llanto constante de los días pasados.
Cuando tuve el espacio necesario suspiré y pasé mis manos por el rostro, si ella no entendía los gestos nada la haría comprender. Comencé a mover los brazos en el aire y señalar mi boca, con aquello esperaba dar a entender que el problema se encontraba en mi boca, luego de unos segundos repitiendo los movimientos de señalización enderecé mi brazo derecho en el aire y con el izquierdo le di un fuerte golpe “Debe captar al menos el gesto del tajo.”
- Candau… no entenderle ¿Ya no querer hablar conmigo? - “Pues no va tan perdida… aunque ese no es el mensaje.” Volví a suspirar pensando que otra alternativa quedaba para que entendiese “Quizá solo sirva el método directo.” Negué con la cabeza lentamente y luego abrí mi boca señalando su interior, la joven al inicio se abalanzó creyendo que aquello era una propuesta a profanarme solo que se detuvo cuando vio que había algo diferente. - ¡TÚ NO TENER LENGUA!
Una parte de mi quiso aplaudir pero solamente me di una palmada en el rostro ¿Cómo era posible que no se hubiese dado cuenta antes? Al menos tuvo que sospechar que había algo malo cuando mi humor y paranoia desaparecieron.
- ¿Y a donde ir ahora?
La respuesta fue simple, me encogí de hombros y observé el camino de tierra que llevaba al pueblo más cercano, últimamente había visto mucha actividad en los bosques “Tal vez estén realizando una celebración extraña.” Y una celebración siempre implicaba comida. Moví la cabeza para señalarle que siguiésemos andando por aquel camino, al menos aquello le fue fácil de entender.
La verdad es que en el pueblo no había celebración alguna, había más gente de la que se acostumbra a ver en sitios así pero no mesas con comida o adornos “Puede ser que aún llego muy temprano” Si, quizá era eso. Caminé con cuidado dando saltos con el pie sano y usando a Genevive de apoyo, cada movimiento era una punzada de dolor a la cual seguía sin adaptarme, lo bueno es que técnicamente mi pie seguía allí.
- Hmmmm. – Arrugué el ceño y pensé en el método más seguro de buscar información, generalmente “comerciaba” con el primer vendedor ambulante, cambiaba animales o fruta por mercancía y luego le preguntaba por los acontecimiento “Cosa que ahora es imposible.”
De reojo pude apreciar como un par de sujetos me dirigía una mirada y murmuraban entre ellos, supuse que aquello se debía al peculiar sujeto de verde con un pie de de arena “O tal vez le habían puesto el ojo a Genevive.” Realmente no importaba, lo que me interesaba era conocer aquel aumento de actividad. Me di un par de golpesitos en la barbilla como si aquello fuese a acelerar el proceso de ideas, lo irónico es que si había servido “Los tablones de información, esas cosas siempre suelen tener avisos importantes.”
Di un par de saltos al frente y jalé el brazo que Genevive tenía agarrado, aquella era la manera más sencilla de guiarla por la ciudad sin tener que hacer gestos extraños “Gestos los cuales nunca lograba entender.”
Localizar el tablón de visos fue sencillo, generalmente lo colocaban fuera de la taberna o junto a la plaza del pueblo “Así viajeros pueden conseguirlo más rápido” Y esta vez había sido posicionado junto a la taberna de turno. Habían varios barriles alineados junto a la entrada y sobre estos estaban los avisos.
Deslicé mi índice sobre las hojas clavadas “Se busca ayudante” “ Vendo la virginia’ de mi ija po’ tierra” … Dioses, lo que uno se encontraba, seguí en mi búsqueda hasta que un anuncio llamó mi atención “Ya sé que soy un honorable hombre…” se podía leer al inicio de aquella carta, las letras en aquel trozo de papel eran las más decentes y pulcras de todo el tablón. Aquella carta acusaba al humano de monstruo “Si es que se le puede llamar humano a alguien que envenena el aire.” Seguí mi lectura con calma y en parte asombrado, allí el hombre pedía la muerte de aquel salvaje, aquel que se llamaba “…Su nombre es Fredericksen Candau.” “Imposible, debe ser un error”, volví a leer aquella parte sin creer lo que mis ojos veían, alguien quería asesinarme y había puesto precio a mi cabeza, debía ser una maldita broma “Además yo nunca envenené el maldito aire.” Si hubiese tenido lengua lo más seguro es que estuviese mordiéndola.
- Candau ¿Estar bien? Tu estar palido.
- ¡Hmmm! – Levanté mis dos manos y le tapé la boca a la joven, si alguien leyó aquella hoja sabía que alguien llamado “Candau” debía morir, no podía dejar que dijese mi nombre cuando había gente cerca. Negué con la cabeza lentamente mientras retiraba mis manos de la boca de Genevive y luego hice el gesto universal de “Cierra la boca.”
- ¿Qué cosas tenemos aquí hoy? – Comentó una nueva voz que se había acercado por la espalda, al observarlo noté que era el mismo sujeto que nos había observado momentos atrás. - ¿Notaron algún pedido interesante, parejita? – El hombre rió y se inclinó sobre los barriles y comenzó a leer los papeles dispersos en el tablón.
Mi respuesta ante aquella pregunta fue un encogimiento de hombros y acto seguido comencé a empujar a Genevive lentamente en señal de que se alejara, algo en mi interior señalaba que posiblemente los peligros se fuesen a acercar.
- Esto se ve interesante… Fredericksen Candau, alguien que envenena el aire. – Dijo el grandulón riendo entre dientes y alzando un poco la voz. No era necesario que me dijeran lo que ocurría, el hombre estaba jugando con la comida… y yo era la comida.
Me deshice del agarre de Genevive y comencé a dar saltos rápidos usando como apoyo las paredes, la joven solo me frenaría “Y conociéndola tarde o temprano me volverá a encontrar, es como si siguiera mi aroma.”
- ¡Candau, espera ¿A dónde ir?! – “Maldita seas Genevive, te dije que cerraras la boca.”
- Se los dije, es el sujeto ¡A por Candau! – Gritó el sujeto que seguía en el tablón, acto seguido pasos comenzaron a resonar por las calles, la temporada de caza oficialmente se había abierto y mi posible salvación era llegar al bosque lo más rápido posible.
- Candau, tu no estar hablador últimamente. – Comentó Genevive por lo bajo mientras se aferraba a mi brazo como una garrapata, alejarme de esa joven cada vez era más difícil. En otra circunstancia hubiese sido fácil responderle, pero actualmente la comunicación era más complicada de lo que debía ser.
Coloqué una mano en el rostro de la joven y la aparté todo lo que pude, agradecía que me ayudase a mantener el equilibrio en mi precaria situación pero no soportaba aquel acoso. “¿Cómo se supone le transmita el mensaje?” No tenía idea, suponía que los 5 días llorando en posición fetal habían bastado para que Genevive comprendiese mi situación “Pero claro que no lo entiende, no es tan inteligente… solo le interesa violarme.” Lo bueno es que había respetado mi momento de fragilidad masculina y no se dignó a interrumpir mi llanto constante de los días pasados.
Cuando tuve el espacio necesario suspiré y pasé mis manos por el rostro, si ella no entendía los gestos nada la haría comprender. Comencé a mover los brazos en el aire y señalar mi boca, con aquello esperaba dar a entender que el problema se encontraba en mi boca, luego de unos segundos repitiendo los movimientos de señalización enderecé mi brazo derecho en el aire y con el izquierdo le di un fuerte golpe “Debe captar al menos el gesto del tajo.”
- Candau… no entenderle ¿Ya no querer hablar conmigo? - “Pues no va tan perdida… aunque ese no es el mensaje.” Volví a suspirar pensando que otra alternativa quedaba para que entendiese “Quizá solo sirva el método directo.” Negué con la cabeza lentamente y luego abrí mi boca señalando su interior, la joven al inicio se abalanzó creyendo que aquello era una propuesta a profanarme solo que se detuvo cuando vio que había algo diferente. - ¡TÚ NO TENER LENGUA!
Una parte de mi quiso aplaudir pero solamente me di una palmada en el rostro ¿Cómo era posible que no se hubiese dado cuenta antes? Al menos tuvo que sospechar que había algo malo cuando mi humor y paranoia desaparecieron.
- ¿Y a donde ir ahora?
La respuesta fue simple, me encogí de hombros y observé el camino de tierra que llevaba al pueblo más cercano, últimamente había visto mucha actividad en los bosques “Tal vez estén realizando una celebración extraña.” Y una celebración siempre implicaba comida. Moví la cabeza para señalarle que siguiésemos andando por aquel camino, al menos aquello le fue fácil de entender.
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La verdad es que en el pueblo no había celebración alguna, había más gente de la que se acostumbra a ver en sitios así pero no mesas con comida o adornos “Puede ser que aún llego muy temprano” Si, quizá era eso. Caminé con cuidado dando saltos con el pie sano y usando a Genevive de apoyo, cada movimiento era una punzada de dolor a la cual seguía sin adaptarme, lo bueno es que técnicamente mi pie seguía allí.
- Hmmmm. – Arrugué el ceño y pensé en el método más seguro de buscar información, generalmente “comerciaba” con el primer vendedor ambulante, cambiaba animales o fruta por mercancía y luego le preguntaba por los acontecimiento “Cosa que ahora es imposible.”
De reojo pude apreciar como un par de sujetos me dirigía una mirada y murmuraban entre ellos, supuse que aquello se debía al peculiar sujeto de verde con un pie de de arena “O tal vez le habían puesto el ojo a Genevive.” Realmente no importaba, lo que me interesaba era conocer aquel aumento de actividad. Me di un par de golpesitos en la barbilla como si aquello fuese a acelerar el proceso de ideas, lo irónico es que si había servido “Los tablones de información, esas cosas siempre suelen tener avisos importantes.”
Di un par de saltos al frente y jalé el brazo que Genevive tenía agarrado, aquella era la manera más sencilla de guiarla por la ciudad sin tener que hacer gestos extraños “Gestos los cuales nunca lograba entender.”
Localizar el tablón de visos fue sencillo, generalmente lo colocaban fuera de la taberna o junto a la plaza del pueblo “Así viajeros pueden conseguirlo más rápido” Y esta vez había sido posicionado junto a la taberna de turno. Habían varios barriles alineados junto a la entrada y sobre estos estaban los avisos.
Deslicé mi índice sobre las hojas clavadas “Se busca ayudante” “ Vendo la virginia’ de mi ija po’ tierra” … Dioses, lo que uno se encontraba, seguí en mi búsqueda hasta que un anuncio llamó mi atención “Ya sé que soy un honorable hombre…” se podía leer al inicio de aquella carta, las letras en aquel trozo de papel eran las más decentes y pulcras de todo el tablón. Aquella carta acusaba al humano de monstruo “Si es que se le puede llamar humano a alguien que envenena el aire.” Seguí mi lectura con calma y en parte asombrado, allí el hombre pedía la muerte de aquel salvaje, aquel que se llamaba “…Su nombre es Fredericksen Candau.” “Imposible, debe ser un error”, volví a leer aquella parte sin creer lo que mis ojos veían, alguien quería asesinarme y había puesto precio a mi cabeza, debía ser una maldita broma “Además yo nunca envenené el maldito aire.” Si hubiese tenido lengua lo más seguro es que estuviese mordiéndola.
- Candau ¿Estar bien? Tu estar palido.
- ¡Hmmm! – Levanté mis dos manos y le tapé la boca a la joven, si alguien leyó aquella hoja sabía que alguien llamado “Candau” debía morir, no podía dejar que dijese mi nombre cuando había gente cerca. Negué con la cabeza lentamente mientras retiraba mis manos de la boca de Genevive y luego hice el gesto universal de “Cierra la boca.”
- ¿Qué cosas tenemos aquí hoy? – Comentó una nueva voz que se había acercado por la espalda, al observarlo noté que era el mismo sujeto que nos había observado momentos atrás. - ¿Notaron algún pedido interesante, parejita? – El hombre rió y se inclinó sobre los barriles y comenzó a leer los papeles dispersos en el tablón.
Mi respuesta ante aquella pregunta fue un encogimiento de hombros y acto seguido comencé a empujar a Genevive lentamente en señal de que se alejara, algo en mi interior señalaba que posiblemente los peligros se fuesen a acercar.
- Esto se ve interesante… Fredericksen Candau, alguien que envenena el aire. – Dijo el grandulón riendo entre dientes y alzando un poco la voz. No era necesario que me dijeran lo que ocurría, el hombre estaba jugando con la comida… y yo era la comida.
Me deshice del agarre de Genevive y comencé a dar saltos rápidos usando como apoyo las paredes, la joven solo me frenaría “Y conociéndola tarde o temprano me volverá a encontrar, es como si siguiera mi aroma.”
- ¡Candau, espera ¿A dónde ir?! – “Maldita seas Genevive, te dije que cerraras la boca.”
- Se los dije, es el sujeto ¡A por Candau! – Gritó el sujeto que seguía en el tablón, acto seguido pasos comenzaron a resonar por las calles, la temporada de caza oficialmente se había abierto y mi posible salvación era llegar al bosque lo más rápido posible.
Última edición por Fredericksen el Jue 4 Ene - 3:41, editado 1 vez
Fredericksen
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Re: Temporada de lechugas [Caza del Hombre Salvaje] [Libre] [CERRADO]
Ya había perdido la cuenta de cuántas veces había intentado salir de Lunargenta pero su camino terminaba en las afueras de la ciudad, para tener que regresar a ese mugriento y hediondo burgo. Pero esta vez sería la vencida. Sobre todo, porque esta vez no salía de Lunargenta porque no aguantaba más el hedor, también era porque ella era una bruja con una misión.
Pocos días atrás, en la posada donde tuvo la desgracia de tener que trabajar, entró un hombre gastando dinero que aún no ganaba por la cabeza de un tal Fredichen Escandal. Al principio no le llamó la atención, claro que con ese nombre lo querrían matar, pero fue escuchar la cifra de aeros que daban por su cabeza para que dejara de pelar papas y se fuera a la barra a escuchar atenta la conversación del paleto. -¡Trrropeshiientoshmil aerrooosh!- cantaba alegre el borracho, chocando su jarra con la de otro todavía más ebrio que él, derramando un poco en el piso, carcajeando.
Se sintió tentada a explicarle que esa cifra no existía, pero ella no era buena persona ni tenía vocación de maestra para andar enseñando matemáticas a los pastores, aunque le doliera en los oídos el escuchar semejantes barbaridades. En todo caso, tenía que ser mucho, mucho dinero para tener así de entusiasmado a ese hombre. Y como él, varios más llegaron con el cuento del tal Fredichen. Si tanto hablaban de él, algo debía ser verdad, ¿no?
Así que dejó la cocina y se puso a investigar a ese Fredichen. Que no era Fredichen Escandal -Menos mal- pensó la ilusionista -El tener semejante nombre ya sería una condena- se decía riendo. Se llamaba Fredericksen Candau y lo buscaba un tal Gabriel Marlowe ya que el Fredericksen había cometido actos atroces contra su gente. En definitiva, el Fredichen, como se le quedó grabado, estaba mejor muerto que vivo. Eso aliviaba un poco la conciencia de Mina a la hora de entregar al tipo.
El pueblo era un remolino de hombres con antorchas irrumpiendo en casas, revolviéndolo todo, buscando al tal Candau. Mina no era rival para ellos, no en ese estado de excitación y frenesí. La ambición los tenía desbocados, buscando a Fredericksen hasta debajo de las piedras. Tontos. Idiotas. Con tanto ruido, Fredericksen ya hacía tiempo habría de poner tierra de por medio. Por eso Mina decidió no perder su tiempo en aquel lugar. Conjurando una lumbre e ingresó al bosque. Ella no era una gran rastreadora, pero al parecer, nadie más lo era. Había rastro entre los árboles, hacía poco alguien se había metido por la parte más densa de una manera demasiado desaliñada como para ser un cazador.
La ilusionista, guiada únicamente por su instinto, siguió el rastro hasta divisar a una pareja que avanzaba torpemente. La chica era el bastón del hombre y le ayudaba a caminar, al parecer, él no podía apoyar una pierna. Usando sus poderes de ilusionismo, encantó su rostro para que luciera como el de una muchacha de ojos café, muy grandes y redondos, con una inocencia tan pura y prístina, que sería imposible creer que significaba algún peligro.
-¡Hey! ¡Oigan! ¡Esperen!- los llamó con desesperación y angustia. -¡Por favor esperen!- volvió a gritar para llamar su atención -¡Les ruego que me esperen! ¡Déjenme ir con ustedes!- decía a la distancia, corriendo para acortar camino -¡En el pueblo están todos locos! ¡Hay que huir de aquí!- exclamaba con angustia, como si sus vidas corrieran peligro.
Pocos días atrás, en la posada donde tuvo la desgracia de tener que trabajar, entró un hombre gastando dinero que aún no ganaba por la cabeza de un tal Fredichen Escandal. Al principio no le llamó la atención, claro que con ese nombre lo querrían matar, pero fue escuchar la cifra de aeros que daban por su cabeza para que dejara de pelar papas y se fuera a la barra a escuchar atenta la conversación del paleto. -¡Trrropeshiientoshmil aerrooosh!- cantaba alegre el borracho, chocando su jarra con la de otro todavía más ebrio que él, derramando un poco en el piso, carcajeando.
Se sintió tentada a explicarle que esa cifra no existía, pero ella no era buena persona ni tenía vocación de maestra para andar enseñando matemáticas a los pastores, aunque le doliera en los oídos el escuchar semejantes barbaridades. En todo caso, tenía que ser mucho, mucho dinero para tener así de entusiasmado a ese hombre. Y como él, varios más llegaron con el cuento del tal Fredichen. Si tanto hablaban de él, algo debía ser verdad, ¿no?
Así que dejó la cocina y se puso a investigar a ese Fredichen. Que no era Fredichen Escandal -Menos mal- pensó la ilusionista -El tener semejante nombre ya sería una condena- se decía riendo. Se llamaba Fredericksen Candau y lo buscaba un tal Gabriel Marlowe ya que el Fredericksen había cometido actos atroces contra su gente. En definitiva, el Fredichen, como se le quedó grabado, estaba mejor muerto que vivo. Eso aliviaba un poco la conciencia de Mina a la hora de entregar al tipo.
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El pueblo era un remolino de hombres con antorchas irrumpiendo en casas, revolviéndolo todo, buscando al tal Candau. Mina no era rival para ellos, no en ese estado de excitación y frenesí. La ambición los tenía desbocados, buscando a Fredericksen hasta debajo de las piedras. Tontos. Idiotas. Con tanto ruido, Fredericksen ya hacía tiempo habría de poner tierra de por medio. Por eso Mina decidió no perder su tiempo en aquel lugar. Conjurando una lumbre e ingresó al bosque. Ella no era una gran rastreadora, pero al parecer, nadie más lo era. Había rastro entre los árboles, hacía poco alguien se había metido por la parte más densa de una manera demasiado desaliñada como para ser un cazador.
La ilusionista, guiada únicamente por su instinto, siguió el rastro hasta divisar a una pareja que avanzaba torpemente. La chica era el bastón del hombre y le ayudaba a caminar, al parecer, él no podía apoyar una pierna. Usando sus poderes de ilusionismo, encantó su rostro para que luciera como el de una muchacha de ojos café, muy grandes y redondos, con una inocencia tan pura y prístina, que sería imposible creer que significaba algún peligro.
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-¡Hey! ¡Oigan! ¡Esperen!- los llamó con desesperación y angustia. -¡Por favor esperen!- volvió a gritar para llamar su atención -¡Les ruego que me esperen! ¡Déjenme ir con ustedes!- decía a la distancia, corriendo para acortar camino -¡En el pueblo están todos locos! ¡Hay que huir de aquí!- exclamaba con angustia, como si sus vidas corrieran peligro.
Mina Harker
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Re: Temporada de lechugas [Caza del Hombre Salvaje] [Libre] [CERRADO]
Podía escuchar los pasos detrás de mí, al principio fue solo un pequeño grupo pero luego las pisadas fueron aumentando, suponía que se había esparcido la voz de que Candau estaba cerca “Si hubiese sabido que esto iba a suceder no hubiese salido del maldito bosque.” Si hubiese tenido mis dos pies en perfectas condiciones sin duda hubiese subido al techo desde el primer momento, lastimosamente no podía hacer aquello ya que una de mis extremidades inferiores era de arena.
Mi huída era triste y penosa, era un sujeto que daba saltos torpes de acá para allá usando cualquier superficie solida como apoyo. Observé a mis espaldas y noté que aquel grupo de cazadores estaba ganando ventaja, pronto acortarían la distancia necesaria para usarme como costal de golpes “A menos que…” Observé el tejado más cercano un momento y tomé en cuenta todas las opciones que existían para llegar a este, usar unas cajas como escalera, aprovechar la pared agrieta… había hasta una soga “Pero tu condición no te lo permite, demorarás más de lo necesario” Chasqueé la lengua y me golpeé las mejillas con fuerza para obligarme a pensar, debía de haber una manera de escapar… acortar el camino.
“Y lo tienes frente a tus ojos” Le sonreí a mi reflejo, aquella ventana era la respuesta a todas mis preocupaciones, nadie se esperaba un gesto de idiotez similar a ese “Y es tan idiota… que resulta inteligente.”
- Ya no tienes a donde ir, verdesito. – El grandulón al parecer se las ingenió para llegar de primero hasta allí. - ¿Unas últimas palabras? – La risa se hizo presente en el grupo, al parecer conocían mi actual condición.
Me giré hasta estos y asenté un poco el pie arenoso en el suelo, hice un gesto de dolor cuando el contacto al piso se presentó. Tomé algo de aire y asentí con la cabeza, aquello acallo al grupo de cazadores y pueblerinos que me habían rodeado, levanté el dedo en índice a modo de expresar “Una sola cosa”.
- Así que realmente dirás algo. – El grandote no lo creía. – A ver, sorpréndenos con tu última palabra… o mímica, como lo desees.
Asentí nuevamente y me despedí sacudiendo la mano, al principio la confusión fue lo que se notó en aquel grupo, pude escuchar un par de risas “Porque claro, me despido de la vida ¿No?” Pero antes de que entendieran bien la despedida, tomé impulso con mi único pie útil y salté con fuerza contra la ventana.
El vidrio se partio esparciendo cristales por el suelo de la vivienda, repicaron contra el piso un par de veces y una mujer gritó casi al instante de aquello. Mi cuerpo se estrelló con fuerza y se deslizó un par de centímetros, sentí varios fragmentos de cristal enterrándose en alguna parte de mi brazo “Pero por ahora sigues vivo.” Me arrastré un poco hasta ponerme de pie, ignorando por completo a la mujer que seguía chillando “Ya tendrá tiempo de asimilar lo sucedido.” Si hubiese tenido modo de pronunciar algo me hubiese tomado la molestia de disculparme pero no era momento de pensar en mímicas, los brabucones comenzaban a reaccionar y se encaminaban a la ventana.
Me movilicé por la casa hasta la salida y aproveché a tomar un atizador de hierro que estaba en la cocina, suponía que con aquel objeto removían la leña de los fogones “Bueno, luego podrán comprar otro.” Abrí la puerta rápidamente y caminé por la calle usando el atizador como bastón, lo importante era salir de allí y cada segundo de ventaja no debía ser desaprovechado.
Haber regresado a la linde del bosque no había sido tarea sencilla, había evitado cualquier ruido de pisadas y me había ocultado tras cajas de mercancía o barriles de bebida, al final había podido escapar y tirarme con tranquilidad en el suelo “Aunque lo mejor será alejarme… alejarme mucho” ¿Cuánto tiempo? El necesario para resolver aquella locura. Escuché un movimiento extraño en los matorrales, me senté y retiré el arco de mi carcaj, tensando una flecha en este y preparándome para disparar.
- ¿Señor Candau? ¿Estar usted allí? – Y nuevamente mi maldición regresaba.
No había manera como responderle, ella lo sabía pero aún así preguntaba. Arrugué el ceño y traté de controlar el impulso de soltar flecha “Pero si la matas hasta aquí llega nuestro problema ¡Dispara Fred, hazlo!” Sacudí la cabeza alejando aquella idea, aquello por muy tentador que sonara estaba mal. Destensé la flecha y bajé el arco esperando que la joven terminara de acercarse, aquello algún momento debería acabar.
- ¡Señor Candau! Tenerme preocupada. – La joven chilló y se acerco rápidamente para rodearme, nuevamente robándome mi espacio vital. – Dejarme y aquellos hombres perseguirle ¿Estar bien? – Asentí con incomodidad y coloqué la mano en el rostro de la chica, apartándola como de costumbre.
Un par de gestos fueron suficientes para hacerle entender a Genevive que debíamos seguir caminando, esta vez ella servía de apoyo aunque había guardado el atizador en el carcaj para casos de emergencia… o para cuando tuviese que escapar de ella.
El camino había sido lento pero seguro, ya debíamos estar algo alejados del pueblo “Y no creo que la gente se adentre tanto para buscarme” No, creían que yo era un idiota que esperaría la muerte con los brazos abiertos y ni loco haría eso “¡Primero muerto!”
Tal vez había sido mala idea perderme en mis pensamientos ya que no había escuchado los pasos de la tercera persona, cuando los noté ya era demasiado tarde. Genevive se detuvo al escuchar aquella voz femenina y se giró con brusquedad, yo tuve que soltarme para no caer al suelo “Es como un lobo que aleja mujeres, Dios.”
“Muy bien Fredericksen, dime que aprendiste.” Era la voz de mi maestro, como siempre oportuna ¿A qué se refería esta vez? “Ya debiste de haber entendido la lección hace tiempo” ¿No comer ardillas sin cocinar? No, no era eso… perdí la mirada un momento en el fondo del bosque tratando de entender el mensaje, cosa que no logré.
Le hice una señal a la chica con la mano para que se acercara y tuve que detener a Genevive con la otra, otro segundo más y sin duda se hubiese arrojado al ataque con las garras y las fauces abiertas “No es un lobo, recuérdalo.” Por el momento la chica de la distancia parecía estar perdida, según sus palabras todos en el pueblo estaban locos “Cosa lo suficientemente obvia” Y suponía que ayudarla no era problema, no era como si fuese la primer joven en problemas que consiguiera en el bosque “Claro que no, Delilah había sido un rayo de sol pero Genevive… Dioses, Genevive había sido lo peor que el bosque pudo escupir”
Mi huída era triste y penosa, era un sujeto que daba saltos torpes de acá para allá usando cualquier superficie solida como apoyo. Observé a mis espaldas y noté que aquel grupo de cazadores estaba ganando ventaja, pronto acortarían la distancia necesaria para usarme como costal de golpes “A menos que…” Observé el tejado más cercano un momento y tomé en cuenta todas las opciones que existían para llegar a este, usar unas cajas como escalera, aprovechar la pared agrieta… había hasta una soga “Pero tu condición no te lo permite, demorarás más de lo necesario” Chasqueé la lengua y me golpeé las mejillas con fuerza para obligarme a pensar, debía de haber una manera de escapar… acortar el camino.
“Y lo tienes frente a tus ojos” Le sonreí a mi reflejo, aquella ventana era la respuesta a todas mis preocupaciones, nadie se esperaba un gesto de idiotez similar a ese “Y es tan idiota… que resulta inteligente.”
- Ya no tienes a donde ir, verdesito. – El grandulón al parecer se las ingenió para llegar de primero hasta allí. - ¿Unas últimas palabras? – La risa se hizo presente en el grupo, al parecer conocían mi actual condición.
Me giré hasta estos y asenté un poco el pie arenoso en el suelo, hice un gesto de dolor cuando el contacto al piso se presentó. Tomé algo de aire y asentí con la cabeza, aquello acallo al grupo de cazadores y pueblerinos que me habían rodeado, levanté el dedo en índice a modo de expresar “Una sola cosa”.
- Así que realmente dirás algo. – El grandote no lo creía. – A ver, sorpréndenos con tu última palabra… o mímica, como lo desees.
Asentí nuevamente y me despedí sacudiendo la mano, al principio la confusión fue lo que se notó en aquel grupo, pude escuchar un par de risas “Porque claro, me despido de la vida ¿No?” Pero antes de que entendieran bien la despedida, tomé impulso con mi único pie útil y salté con fuerza contra la ventana.
El vidrio se partio esparciendo cristales por el suelo de la vivienda, repicaron contra el piso un par de veces y una mujer gritó casi al instante de aquello. Mi cuerpo se estrelló con fuerza y se deslizó un par de centímetros, sentí varios fragmentos de cristal enterrándose en alguna parte de mi brazo “Pero por ahora sigues vivo.” Me arrastré un poco hasta ponerme de pie, ignorando por completo a la mujer que seguía chillando “Ya tendrá tiempo de asimilar lo sucedido.” Si hubiese tenido modo de pronunciar algo me hubiese tomado la molestia de disculparme pero no era momento de pensar en mímicas, los brabucones comenzaban a reaccionar y se encaminaban a la ventana.
Me movilicé por la casa hasta la salida y aproveché a tomar un atizador de hierro que estaba en la cocina, suponía que con aquel objeto removían la leña de los fogones “Bueno, luego podrán comprar otro.” Abrí la puerta rápidamente y caminé por la calle usando el atizador como bastón, lo importante era salir de allí y cada segundo de ventaja no debía ser desaprovechado.
- - -
Haber regresado a la linde del bosque no había sido tarea sencilla, había evitado cualquier ruido de pisadas y me había ocultado tras cajas de mercancía o barriles de bebida, al final había podido escapar y tirarme con tranquilidad en el suelo “Aunque lo mejor será alejarme… alejarme mucho” ¿Cuánto tiempo? El necesario para resolver aquella locura. Escuché un movimiento extraño en los matorrales, me senté y retiré el arco de mi carcaj, tensando una flecha en este y preparándome para disparar.
- ¿Señor Candau? ¿Estar usted allí? – Y nuevamente mi maldición regresaba.
No había manera como responderle, ella lo sabía pero aún así preguntaba. Arrugué el ceño y traté de controlar el impulso de soltar flecha “Pero si la matas hasta aquí llega nuestro problema ¡Dispara Fred, hazlo!” Sacudí la cabeza alejando aquella idea, aquello por muy tentador que sonara estaba mal. Destensé la flecha y bajé el arco esperando que la joven terminara de acercarse, aquello algún momento debería acabar.
- ¡Señor Candau! Tenerme preocupada. – La joven chilló y se acerco rápidamente para rodearme, nuevamente robándome mi espacio vital. – Dejarme y aquellos hombres perseguirle ¿Estar bien? – Asentí con incomodidad y coloqué la mano en el rostro de la chica, apartándola como de costumbre.
Un par de gestos fueron suficientes para hacerle entender a Genevive que debíamos seguir caminando, esta vez ella servía de apoyo aunque había guardado el atizador en el carcaj para casos de emergencia… o para cuando tuviese que escapar de ella.
El camino había sido lento pero seguro, ya debíamos estar algo alejados del pueblo “Y no creo que la gente se adentre tanto para buscarme” No, creían que yo era un idiota que esperaría la muerte con los brazos abiertos y ni loco haría eso “¡Primero muerto!”
Tal vez había sido mala idea perderme en mis pensamientos ya que no había escuchado los pasos de la tercera persona, cuando los noté ya era demasiado tarde. Genevive se detuvo al escuchar aquella voz femenina y se giró con brusquedad, yo tuve que soltarme para no caer al suelo “Es como un lobo que aleja mujeres, Dios.”
“Muy bien Fredericksen, dime que aprendiste.” Era la voz de mi maestro, como siempre oportuna ¿A qué se refería esta vez? “Ya debiste de haber entendido la lección hace tiempo” ¿No comer ardillas sin cocinar? No, no era eso… perdí la mirada un momento en el fondo del bosque tratando de entender el mensaje, cosa que no logré.
Le hice una señal a la chica con la mano para que se acercara y tuve que detener a Genevive con la otra, otro segundo más y sin duda se hubiese arrojado al ataque con las garras y las fauces abiertas “No es un lobo, recuérdalo.” Por el momento la chica de la distancia parecía estar perdida, según sus palabras todos en el pueblo estaban locos “Cosa lo suficientemente obvia” Y suponía que ayudarla no era problema, no era como si fuese la primer joven en problemas que consiguiera en el bosque “Claro que no, Delilah había sido un rayo de sol pero Genevive… Dioses, Genevive había sido lo peor que el bosque pudo escupir”
Fredericksen
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Re: Temporada de lechugas [Caza del Hombre Salvaje] [Libre] [CERRADO]
Debo admitir que pertenecer al grupo de raros no era algo tan malo. La fulana espinaca tenía sus ventajas y vaya que había aprendido a tomarle amor. Mi trabajo como asesina a sueldo se había visto aplazado por mi estadía con los Raiders, pero ya era momento de volver a llenar mis bolsillos con algunos aeros, por lo que me dirigí a buscar a alguien que necesitase de mis servicios. Hacía bastante tiempo que no pasaba por Verisar, la verdad es que mi tiempo con la pandilla había hecho que me olvidara hasta del día en el que vivía. Claro que tampoco es como que me importase mucho, pues, por lo poco que sabía, el mundo era un caos desde el asunto de aquella dichosa epidemia. Menos mal contaba con el frasquito con la cura y con mi bendita droga de los Dioses, solo en un dado caso que tuviese que toparme con alguno de esos enfermos, quién sabe cuántos seguirían contagiados y yo no quería figurar en las listas.
Subí el cierre de mi chapa de cuero y tomé asiento en la barra de una taberna cercana, agudizando el oído a ver si conseguía un trabajo fácil. No hubo nada interesante. Todo se resumía a asuntos mercantiles o de mensajería, y primero muerta antes que rebajarme a ser la paloma mensajera de alguien. Di un sorbo a mi jarra de cerveza cuando la voz del barman llamó mi atención. Comentaba sobre un misterioso aviso que había sido colgado en los tablones de información. Aparentemente se ofrecía una pequeña recompensa por la cabeza de un pobre Ponciano. La verdad es que su nombre me importaba tres hectáreas de berenjena, solo debía matarlo y ya. Justo mi especialidad. Sonreí victoriosa ante la idea y terminé mi bebida de un sorbo, dirigiéndome a los tablones donde podría recibir más información acerca del sujeto al que debía despachar.
Por toda la ciudad comenzaba a vislumbrarse un alboroto, aunque no me detuve a prestar demasiada atención. ¿300 aeros? ¿Eso es todo? Hasta mis servicios de cortesana eran mucho más caros. Continué examinando el anuncio con desgano, pues alguien que valía tan poco no merecía ser llamado ‘‘criminal’’. ¿Envenenar el aire? ¿Eso era posible? Bueno, ahora ya había conseguido atrapar mi interés. Conté mentalmente las armas que llevaba escondidas bajo mi ropa, siendo interrumpida por la turba enfurecida que no tardó en arribar cerca de mi posición. Tristemente no era la única que quería a ese tal Fredericksen Candau y eso quedaba claro con los gritos de aquella horda de trogloditas. Los aldeanos eran ridículamente predecibles. Suspiré con cansancio, no me quedaba de otra que deshacerme de ellos.
— ¡Vaya! —Me paré justo frente de ellos—. Parece que la cena de este día será todo un buffet —en un principio no parecieron asustados, aunque ese hecho cambió cuando esbocé una sonrisa y dejé ver mis colmillos—. ¡Buen provecho!
Efectivamente ellos eran más numerosos, pero había enfrentado a grupos más grandes y siempre he salido victoriosa. Bien, lo admito, volver a la caza era un juego que estaba disfrutando. Uno a uno los cuerpos fueron cayendo a mis pies, mientras los patéticos hombres hacían su esfuerzo por acabar conmigo. ¿Qué? No me los iba a comer a todos, aún tengo principios. Solo cenaría al más lindo y por supuesto a ese lo dejaría para el final. No tardé mucho en acabar con aquella turba enfurecida, cuyos palos y antorchas no fueron suficientes para hacerle frente a mis cuchillas y a mi rapidez; lastima que no todos los días pudiese jugar como ahora, no deseaba toparme de nuevo con la boba cazadora del arco. Como lo prometí dejé al humano más apuesto para el final. Un joven de bonitos ojos grises y cabello cenizo. En otras circunstancias disfrutaría de él en un hotel y con el placer de una buena noche, pero el tiempo no estaba de mi lado.
—Habla —le tomé del cuello de la camisa—. ¿Hacia dónde se dirigió el hombre salvaje? —El bocadillo extendió su dedo de manera temblorosa, señalando el camino hacia el cual iban a perseguir al tal Fredericksen—. Buen chico —deposité un beso en sus labios.
—H-Hay más de ellos… —balbuceó con terror, como si esperase ganar más tiempo con esa información—. Nosotros solo éramos un g-grupo…
—Que remedio… —chasqueé la lengua y lo solté, al menos había servido para algo—. No tengo tiempo para andar cazando pueblerinos —guardé mis cuchillas y me volví al joven—. Ve con tu gente y diles que si se interponen en mi camino —señalé el baño de sangre tras de mí— tapizaré el pueblo con sus cuerpos.
No hubo necesidad de decirle nada más, el pobre sujeto salió corriendo por su vida. Analicé por un momento la situación. Alguien con medio cerebro no se arriesgaría a permanecer en el pueblo a sabiendas de que le buscaban; tampoco era viable dejar el lugar por los caminos conocidos, pues de seguro estarían custodiados por más de esos imbéciles. Instintivamente levanté mi vista hacia el bosque. ¿Sería? Bueno, no tenía mucho tiempo de ponerme a pensar, esa era la única ruta de escape que alguien en su situación podría haber tomado. Tendría que arriesgarme, así que sin pensarlo demasiado comencé a andar, agudizando todos mis sentidos, especialmente mi olfato y mi vista. Fredericksen Candau…sin duda tu cabeza sería mía.
Subí el cierre de mi chapa de cuero y tomé asiento en la barra de una taberna cercana, agudizando el oído a ver si conseguía un trabajo fácil. No hubo nada interesante. Todo se resumía a asuntos mercantiles o de mensajería, y primero muerta antes que rebajarme a ser la paloma mensajera de alguien. Di un sorbo a mi jarra de cerveza cuando la voz del barman llamó mi atención. Comentaba sobre un misterioso aviso que había sido colgado en los tablones de información. Aparentemente se ofrecía una pequeña recompensa por la cabeza de un pobre Ponciano. La verdad es que su nombre me importaba tres hectáreas de berenjena, solo debía matarlo y ya. Justo mi especialidad. Sonreí victoriosa ante la idea y terminé mi bebida de un sorbo, dirigiéndome a los tablones donde podría recibir más información acerca del sujeto al que debía despachar.
Por toda la ciudad comenzaba a vislumbrarse un alboroto, aunque no me detuve a prestar demasiada atención. ¿300 aeros? ¿Eso es todo? Hasta mis servicios de cortesana eran mucho más caros. Continué examinando el anuncio con desgano, pues alguien que valía tan poco no merecía ser llamado ‘‘criminal’’. ¿Envenenar el aire? ¿Eso era posible? Bueno, ahora ya había conseguido atrapar mi interés. Conté mentalmente las armas que llevaba escondidas bajo mi ropa, siendo interrumpida por la turba enfurecida que no tardó en arribar cerca de mi posición. Tristemente no era la única que quería a ese tal Fredericksen Candau y eso quedaba claro con los gritos de aquella horda de trogloditas. Los aldeanos eran ridículamente predecibles. Suspiré con cansancio, no me quedaba de otra que deshacerme de ellos.
— ¡Vaya! —Me paré justo frente de ellos—. Parece que la cena de este día será todo un buffet —en un principio no parecieron asustados, aunque ese hecho cambió cuando esbocé una sonrisa y dejé ver mis colmillos—. ¡Buen provecho!
Efectivamente ellos eran más numerosos, pero había enfrentado a grupos más grandes y siempre he salido victoriosa. Bien, lo admito, volver a la caza era un juego que estaba disfrutando. Uno a uno los cuerpos fueron cayendo a mis pies, mientras los patéticos hombres hacían su esfuerzo por acabar conmigo. ¿Qué? No me los iba a comer a todos, aún tengo principios. Solo cenaría al más lindo y por supuesto a ese lo dejaría para el final. No tardé mucho en acabar con aquella turba enfurecida, cuyos palos y antorchas no fueron suficientes para hacerle frente a mis cuchillas y a mi rapidez; lastima que no todos los días pudiese jugar como ahora, no deseaba toparme de nuevo con la boba cazadora del arco. Como lo prometí dejé al humano más apuesto para el final. Un joven de bonitos ojos grises y cabello cenizo. En otras circunstancias disfrutaría de él en un hotel y con el placer de una buena noche, pero el tiempo no estaba de mi lado.
—Habla —le tomé del cuello de la camisa—. ¿Hacia dónde se dirigió el hombre salvaje? —El bocadillo extendió su dedo de manera temblorosa, señalando el camino hacia el cual iban a perseguir al tal Fredericksen—. Buen chico —deposité un beso en sus labios.
—H-Hay más de ellos… —balbuceó con terror, como si esperase ganar más tiempo con esa información—. Nosotros solo éramos un g-grupo…
—Que remedio… —chasqueé la lengua y lo solté, al menos había servido para algo—. No tengo tiempo para andar cazando pueblerinos —guardé mis cuchillas y me volví al joven—. Ve con tu gente y diles que si se interponen en mi camino —señalé el baño de sangre tras de mí— tapizaré el pueblo con sus cuerpos.
No hubo necesidad de decirle nada más, el pobre sujeto salió corriendo por su vida. Analicé por un momento la situación. Alguien con medio cerebro no se arriesgaría a permanecer en el pueblo a sabiendas de que le buscaban; tampoco era viable dejar el lugar por los caminos conocidos, pues de seguro estarían custodiados por más de esos imbéciles. Instintivamente levanté mi vista hacia el bosque. ¿Sería? Bueno, no tenía mucho tiempo de ponerme a pensar, esa era la única ruta de escape que alguien en su situación podría haber tomado. Tendría que arriesgarme, así que sin pensarlo demasiado comencé a andar, agudizando todos mis sentidos, especialmente mi olfato y mi vista. Fredericksen Candau…sin duda tu cabeza sería mía.
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Re: Temporada de lechugas [Caza del Hombre Salvaje] [Libre] [CERRADO]
Fredichen iba acompañado, pero por su compañera no había recompensa. Tendría que buscar la manera de deshacerse de ella de una manera que no implicara la fuerza bruta, pues de porte ya era más grande y sin duda más fuerte. Por el momento, lo ideal era mantener el papel de chica desvalida. -Soy Pearl- les dijo animada, sonriendo, quitándose el cabello de la cara. -¿Y ustedes?- preguntó. Ella ya sabía quién era él, pero había que jugar. -¿Hacia dónde se dirigen? Yo es que lo más lejos de ese pueblo, está de locos, vamos no dejemos de caminar- les dijo, abriendo muy grandes los ojos.
Fue ahí que se fijó en el pie de Fredichen -¡¡¡Ohporlosdiosesperoquétepasóenelpie!!!- exclamó horrorizada, tapándose la boca y dando un paso hacia atrás. Eso no era falso, esa reacción era verdadera. Ese pie de arena, ¿cómo era posible? -¿Es eso por la enfermedad?- preguntó, mirando al muchacho. Es que en ese momento, no supo describir el sentimiento que la embargaba.
¿Lástima? No, que si fuese lástima no tendría que estar controlando las ganas de echarse a reír en ese momento, pero era algo parecido. ¡Este canalla estaba pagando todos sus pecados en vida! El tal Marlow no necesitaba matar a Fredichen, simplemente dejar que la enfermedad lo consumiera. Pero... eso la ponía a ella en peligro de contagio también. Puerca vida, ¿sería posible? Por fin una misión entretenida y tenía que involucrar a un contagiado. ¿Valía la pena el esfuerzo? ¿El riesgo?
-Dime, ese pie tuyo, es por la enfermedad... o... es por otra cosa... si es por la enfermedad, lo lamento, pero no podré ayudarte...- dijo, estirando los brazos y mostrando las palmas de las manos de frente. Estaba exagerando un poquito, pero quería darle un poco más de dramatismo al asunto.
Fue ahí que se fijó en el pie de Fredichen -¡¡¡Ohporlosdiosesperoquétepasóenelpie!!!- exclamó horrorizada, tapándose la boca y dando un paso hacia atrás. Eso no era falso, esa reacción era verdadera. Ese pie de arena, ¿cómo era posible? -¿Es eso por la enfermedad?- preguntó, mirando al muchacho. Es que en ese momento, no supo describir el sentimiento que la embargaba.
¿Lástima? No, que si fuese lástima no tendría que estar controlando las ganas de echarse a reír en ese momento, pero era algo parecido. ¡Este canalla estaba pagando todos sus pecados en vida! El tal Marlow no necesitaba matar a Fredichen, simplemente dejar que la enfermedad lo consumiera. Pero... eso la ponía a ella en peligro de contagio también. Puerca vida, ¿sería posible? Por fin una misión entretenida y tenía que involucrar a un contagiado. ¿Valía la pena el esfuerzo? ¿El riesgo?
-Dime, ese pie tuyo, es por la enfermedad... o... es por otra cosa... si es por la enfermedad, lo lamento, pero no podré ayudarte...- dijo, estirando los brazos y mostrando las palmas de las manos de frente. Estaba exagerando un poquito, pero quería darle un poco más de dramatismo al asunto.
Mina Harker
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Re: Temporada de lechugas [Caza del Hombre Salvaje] [Libre] [CERRADO]
La joven recién llegada no tardó en presentarse y a preguntar nombres, por alguna razón la gente tenía esa costumbre de sentirse seguros cuando conocía el nombre de sus acompañantes. En aquel momento no podía aplicar mi técnica de mentir y hacerme pasar por alguien más, simplemente porque no podía hablar… “Pero siempre hay un plan B.” Agradecía a los Dioses haber amaestrado a Genevive antes de perder el don de hablar, le había explicado por varias horas el peligro de usar nombres reales a gente desconocida, una tarea nada fácil, cuando por fin logró comprenderlo le asigné una señal para que supiera cuando recurrir a aquello, así no se confundiría tanto.
- Yo ser Genevive. – Respondió ella inmediatamente de mala gana, al parecer las lecciones no habían servido para nada. Me di una fuerte palmada en la frente y suspiré, aquel odio a las féminas parecía erradicar cualquier pensamiento lógico en su cabeza. Tosí un par de veces y le di un par de palmadas en el hombro a Genevive antes de que continuase hablando, esta me observó aún con el ceño arrugado y tuve que negar con la cabeza un par de veces, aquello debía hacerla entender. – Él ser Ca…Castor. Alejarte de él. – “Genial, otro maldito apodo ¡Ahora soy Castor!”
Genevive me tenía agarrado del brazo tal como solía hacer cuando había una mujer cerca, aquel incomodo gesto para hacerles creer que yo era de su propiedad “Al menos no me orina para marcar territorio… o al menos que yo sepa.” Traté de apartar a la castaña pero era imposible, había entrado en su forma garrapata y chupaba todo mi espacio personal, no había mucho que hacer para alejarla.
Continué escuchando a la chica llamada Pearl, por lo visto también quería saber la dirección a la cual nos dirigíamos. Señalé el camino al pueblo y comencé a recorrer con el dedo la ruta que por el momento habíamos realizado, para finalmente apuntar a la nada. Me encogí de hombros y observé a la chica esperando que hubiese entendido, aún lo encontraba la manera de comunicarme bien con los otros seres.
“Aunque al parecer no está prestando mucha atención” Claro que no, se había fijado en algo mucho más importante, mi adorable pie de arena. Bajé la vista a la extremidad y volví a encogerme de hombros, ya me estaba acostumbrando a la sensación de miles de hormigas mordiendome al mismo tiempo, lo que no toleraba del todo es cuando el pie golpeaba algo… aquello era una pesadilla.
“¿Enfermedad? Pues podía considerársele enfermedad” Aunque posiblemente ella estuviese hablando de aquella peste que me había metido en problemas en Ulmer, en Ulmer me había contagiado de algo mucho peor “Notengolenguasitis” y todo por culpa del maldito Marlowe y su espada “Y de tu propia estupidez, no olvides que tú te lo buscaste.” Sacudí la cabeza para alejar aquellos pensamientos y concentrarme en el presente, ya habría tiempo para ahogarme en mis penas de nuevo.
- Hmmmm. – Agité una de las manos de un lado a otro tal como lo hacía la gente para referirse a “mitad y mitad” Aquel pie era una enfermedad desde mi punto de vista. Agité un dedo en el aire para referirme a todos los presentes y luego apunté con el pulgar el camino que debíamos tomar, lo mejor era parar de hablar y seguir caminando “O que ellas parasen de hablar, porque tú no puedes.” Existía una mínima posibilidad de que alguien nos hubiese seguido pero era mejor no arriesgarse mucho, si aquella recién llegada tenía más cosas que decir o preguntar con gusto se le escucharía en el camino.
- Candau… ella no agradarme, tú no deber dejarla venir. – Susurró Genevive cerca de mi oído, tuve que apartar la cabeza evitando posibles besos, agité la mano para indicarle que no se preocupara… después de todo ella decía lo mismo de todas.
- Yo ser Genevive. – Respondió ella inmediatamente de mala gana, al parecer las lecciones no habían servido para nada. Me di una fuerte palmada en la frente y suspiré, aquel odio a las féminas parecía erradicar cualquier pensamiento lógico en su cabeza. Tosí un par de veces y le di un par de palmadas en el hombro a Genevive antes de que continuase hablando, esta me observó aún con el ceño arrugado y tuve que negar con la cabeza un par de veces, aquello debía hacerla entender. – Él ser Ca…Castor. Alejarte de él. – “Genial, otro maldito apodo ¡Ahora soy Castor!”
Genevive me tenía agarrado del brazo tal como solía hacer cuando había una mujer cerca, aquel incomodo gesto para hacerles creer que yo era de su propiedad “Al menos no me orina para marcar territorio… o al menos que yo sepa.” Traté de apartar a la castaña pero era imposible, había entrado en su forma garrapata y chupaba todo mi espacio personal, no había mucho que hacer para alejarla.
Continué escuchando a la chica llamada Pearl, por lo visto también quería saber la dirección a la cual nos dirigíamos. Señalé el camino al pueblo y comencé a recorrer con el dedo la ruta que por el momento habíamos realizado, para finalmente apuntar a la nada. Me encogí de hombros y observé a la chica esperando que hubiese entendido, aún lo encontraba la manera de comunicarme bien con los otros seres.
“Aunque al parecer no está prestando mucha atención” Claro que no, se había fijado en algo mucho más importante, mi adorable pie de arena. Bajé la vista a la extremidad y volví a encogerme de hombros, ya me estaba acostumbrando a la sensación de miles de hormigas mordiendome al mismo tiempo, lo que no toleraba del todo es cuando el pie golpeaba algo… aquello era una pesadilla.
“¿Enfermedad? Pues podía considerársele enfermedad” Aunque posiblemente ella estuviese hablando de aquella peste que me había metido en problemas en Ulmer, en Ulmer me había contagiado de algo mucho peor “Notengolenguasitis” y todo por culpa del maldito Marlowe y su espada “Y de tu propia estupidez, no olvides que tú te lo buscaste.” Sacudí la cabeza para alejar aquellos pensamientos y concentrarme en el presente, ya habría tiempo para ahogarme en mis penas de nuevo.
- Hmmmm. – Agité una de las manos de un lado a otro tal como lo hacía la gente para referirse a “mitad y mitad” Aquel pie era una enfermedad desde mi punto de vista. Agité un dedo en el aire para referirme a todos los presentes y luego apunté con el pulgar el camino que debíamos tomar, lo mejor era parar de hablar y seguir caminando “O que ellas parasen de hablar, porque tú no puedes.” Existía una mínima posibilidad de que alguien nos hubiese seguido pero era mejor no arriesgarse mucho, si aquella recién llegada tenía más cosas que decir o preguntar con gusto se le escucharía en el camino.
- Candau… ella no agradarme, tú no deber dejarla venir. – Susurró Genevive cerca de mi oído, tuve que apartar la cabeza evitando posibles besos, agité la mano para indicarle que no se preocupara… después de todo ella decía lo mismo de todas.
Fredericksen
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Re: Temporada de lechugas [Caza del Hombre Salvaje] [Libre] [CERRADO]
Los gestos extraños del muchacho eran incomprensibles. Pero por lo que pudo observar, ese pie no era por la enfermedad; la chica que iba con él, pegada como una lapa, no tenía nada, ni lucía enferma ni nada por el estilo. -Mucho gusto Genevive y Cacastor- dijo la bruja sonriendo -Sí, mejor sigamos, que la cosa no está para sentarnos a tomar té- comentó acomodándose la mochila en los hombros y echando a andar. -¿Necesitan ayuda para avanzar? Creo que si entre las dos te ayudamos, iremos más rápido, ¿no crees?- preguntó y se acercó al chico, ofreciéndole una dulce sonrisa y una tierna mirada; una sutil coquetería bien estructurada. Vamos, con lo adorable que era, si él no se fijaba en ella, definitivamente era o tonto o tenía mal gusto.
Avanzaron un buen tramo, lejos había quedado el ruido de la villa y la gente alborotada que perseguía a Fredichen y lo destrozaba todo a su paso. El bosque era tranquilo y pacífico, pero la noche avanzaba y los animales cazadores saldrían pronto a buscar comida, la temperatura bajaba con rapidez y el cansancio hacía mella en los tres. -Creo... que deberíamos descansar- habló la ilusionista con timidez, rompiendo el silencio que se había asentado en el pequeño grupo. Luego, tomando más seguridad, insistió -Sí, estoy segura. Podríamos prender un fuego, comer algo... traigo unos panes conmigo... lo que no tengo, es agua- dijo y miró a Fredichen y a Genevive alternadamente -Comer y descansar nos hará bien, nadie nos encontrará tan dentro del bosque- de eso estaba segura, pues había mandado ilusiones de Fredichen en distintas direcciones, todas lejos de ellos, despistando a los paletos de la villa.
Y es que ella había armado un plan, lo único que tenía que hacer era separar a Genevive de Fredichen. -¿Qué dices Genevive? ¿Descansamos?- preguntó con voz suavecita. Era importante que la chica aceptara, que sintiera que ella era la que decidía, que pensara en que Pearl había reconocido en ella a la hembra alfa, que el chico le pertenecía... pestañeó con sus dulces y redondos ojos, encantadora, ahora le coqueteaba a la chica.
Avanzaron un buen tramo, lejos había quedado el ruido de la villa y la gente alborotada que perseguía a Fredichen y lo destrozaba todo a su paso. El bosque era tranquilo y pacífico, pero la noche avanzaba y los animales cazadores saldrían pronto a buscar comida, la temperatura bajaba con rapidez y el cansancio hacía mella en los tres. -Creo... que deberíamos descansar- habló la ilusionista con timidez, rompiendo el silencio que se había asentado en el pequeño grupo. Luego, tomando más seguridad, insistió -Sí, estoy segura. Podríamos prender un fuego, comer algo... traigo unos panes conmigo... lo que no tengo, es agua- dijo y miró a Fredichen y a Genevive alternadamente -Comer y descansar nos hará bien, nadie nos encontrará tan dentro del bosque- de eso estaba segura, pues había mandado ilusiones de Fredichen en distintas direcciones, todas lejos de ellos, despistando a los paletos de la villa.
Y es que ella había armado un plan, lo único que tenía que hacer era separar a Genevive de Fredichen. -¿Qué dices Genevive? ¿Descansamos?- preguntó con voz suavecita. Era importante que la chica aceptara, que sintiera que ella era la que decidía, que pensara en que Pearl había reconocido en ella a la hembra alfa, que el chico le pertenecía... pestañeó con sus dulces y redondos ojos, encantadora, ahora le coqueteaba a la chica.
Mina Harker
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Re: Temporada de lechugas [Caza del Hombre Salvaje] [Libre] [CERRADO]
“Ahora soy Cacastor… ¿Acaso este díe puede mejorar?” Asentí para responder el saludo de la chica, por lado de Genevive solo hubo un gruñido nada amistoso que decidí pasar por alto. La nueva parecía tener los ánimos de una viajera, no demoró en proponer reanudar el camino a ningún lado, le di un suave empujón a Genevive para que comenzara a caminar y así seguirle el paso.
No habíamos avanzado mucho cuando la nueva volvió a hacer una propuesta, al parecer aquella chica era más que colaboradora con la gente que se topaba, típica costumbre de un explorador de buen corazón. La propuesta era algo acertada, si ambas jóvenes me ayudaban a avanzar el caminar podía tomar mayor velocidad “Y eso es más que bueno, entre más lejos esté de aquel miserable pueblo más a salvo estaría.” Ladeé la cabeza de un lado a otro considerando aceptar la ayuda, nunca estaba mal aprovechar un favor para beneficio propio.
- No, nadie necesitar ayuda, nosotros poder. – Se apresuró a decir Genevive jalándome con algo de fuerza, había olvidado por completo que mientras la señorita territorial estuviese cerca, considerar ayuda de alguna mujer era una opción instantáneamente descartada. “Nadie necesitar ayuda, nosotros poder” Protesté de mala gana en mis adentros mientras zafaba el brazo del agarre de Genevive, aquel argumento era cierto pero las razones por las cuales ella lo usaba eran falsas y no le daría el placer de salirse con la suya.
Mantuve el equilibrio con un solo pie mientras me apresuraba a retirar el atizador que había guardado en el carcaj, aquel utensilio serviría decentemente como bastón en aquella zona. Apoyé la punta del arma en el suelo y la sostuve con fuerza mientras me estiraba un poco, de reojo pude apreciar como Genevive bajaba la mirada y farfullaba algo, lo que fuese que dijera seguramente no resultaba importante.
Pearl fue quien optó por hablar luego de un buen rato caminando en silencio, por el tono que usaba se podía notar que dudaba de sus palabras, probablemente no estuviese acostumbrada a dar opciones a los grupos que se topaba. Levanté la vista para observar la noche, la luna brillaba con la fuerza suficiente para iluminar el camino aunque las hojas se estaban encargando de esparcir las sombras por aquel lugar y faltaría poco para que finalmente la cercanía de los árboles ocultaran el cielo con sus ramas. La chica volvió a presentar su idea con más seguridad, añadiendo más ideas a su propuesta inicial; al escuchar que ella llevaba algunos panes no pude evitar que mi estomago sonara, llevaba un buen rato sin comer… tal vez descansar no sería mala idea.
Estuve por asentir para efectuar el plan de Pearl cuando ella se dirigió ahora a Genevive “¿Es que acaso no ha notado aún lo peligroso que puede ser eso?” Me adelanté un paso listo a intervenir si la cosa se ponía fea, un enfrentamiento de mujeres en el bosque no sería de gran ayuda para esconder la ubicación actual del grupo.
-¿Descansar? – Preguntó al inicio Genevive sin saber muy bien qué hacer. – Señor Candau ¿Nosotros necesitar descanso? – Palmeé con fuerza mi frente cuando la joven mencionó mi nombre, definitivamente era pésima para mentir. - ¿Señor Candau? – Insitió la chica, tuve que retirar la mano de mi frente y fulminarla con la mirada para que hiciese silencio, no sabía a qué escala revelar mi nombre pudiese dificultar la situación.
Giré el atizador en el suelo pensando la respuesta, tal vez Peal no supiera que mi cabeza tenía precio… lo que ayudaría mucho ya que no debería preocuparme por aquel descanso “Y además tengo hambre… seguir caminando sin comer podría volverse un problema.” No tuve más opción que suspirar y sentir con la cabeza, el descanso era obligatorio.
- Si, debemos descansar. – Contestó Genevive a la otra integrante del grupo, sin esperar alguna otra orden o indicación me alejé un poco para conseguir ramas e iniciar el fuego de la fogata, no sabía si dejar a ambas chicas solas por unos minutos pudiese generar problema pero si escuchaba gritos no dudaría en correr y alejarme todo lo posible.
No habíamos avanzado mucho cuando la nueva volvió a hacer una propuesta, al parecer aquella chica era más que colaboradora con la gente que se topaba, típica costumbre de un explorador de buen corazón. La propuesta era algo acertada, si ambas jóvenes me ayudaban a avanzar el caminar podía tomar mayor velocidad “Y eso es más que bueno, entre más lejos esté de aquel miserable pueblo más a salvo estaría.” Ladeé la cabeza de un lado a otro considerando aceptar la ayuda, nunca estaba mal aprovechar un favor para beneficio propio.
- No, nadie necesitar ayuda, nosotros poder. – Se apresuró a decir Genevive jalándome con algo de fuerza, había olvidado por completo que mientras la señorita territorial estuviese cerca, considerar ayuda de alguna mujer era una opción instantáneamente descartada. “Nadie necesitar ayuda, nosotros poder” Protesté de mala gana en mis adentros mientras zafaba el brazo del agarre de Genevive, aquel argumento era cierto pero las razones por las cuales ella lo usaba eran falsas y no le daría el placer de salirse con la suya.
Mantuve el equilibrio con un solo pie mientras me apresuraba a retirar el atizador que había guardado en el carcaj, aquel utensilio serviría decentemente como bastón en aquella zona. Apoyé la punta del arma en el suelo y la sostuve con fuerza mientras me estiraba un poco, de reojo pude apreciar como Genevive bajaba la mirada y farfullaba algo, lo que fuese que dijera seguramente no resultaba importante.
Pearl fue quien optó por hablar luego de un buen rato caminando en silencio, por el tono que usaba se podía notar que dudaba de sus palabras, probablemente no estuviese acostumbrada a dar opciones a los grupos que se topaba. Levanté la vista para observar la noche, la luna brillaba con la fuerza suficiente para iluminar el camino aunque las hojas se estaban encargando de esparcir las sombras por aquel lugar y faltaría poco para que finalmente la cercanía de los árboles ocultaran el cielo con sus ramas. La chica volvió a presentar su idea con más seguridad, añadiendo más ideas a su propuesta inicial; al escuchar que ella llevaba algunos panes no pude evitar que mi estomago sonara, llevaba un buen rato sin comer… tal vez descansar no sería mala idea.
Estuve por asentir para efectuar el plan de Pearl cuando ella se dirigió ahora a Genevive “¿Es que acaso no ha notado aún lo peligroso que puede ser eso?” Me adelanté un paso listo a intervenir si la cosa se ponía fea, un enfrentamiento de mujeres en el bosque no sería de gran ayuda para esconder la ubicación actual del grupo.
-¿Descansar? – Preguntó al inicio Genevive sin saber muy bien qué hacer. – Señor Candau ¿Nosotros necesitar descanso? – Palmeé con fuerza mi frente cuando la joven mencionó mi nombre, definitivamente era pésima para mentir. - ¿Señor Candau? – Insitió la chica, tuve que retirar la mano de mi frente y fulminarla con la mirada para que hiciese silencio, no sabía a qué escala revelar mi nombre pudiese dificultar la situación.
Giré el atizador en el suelo pensando la respuesta, tal vez Peal no supiera que mi cabeza tenía precio… lo que ayudaría mucho ya que no debería preocuparme por aquel descanso “Y además tengo hambre… seguir caminando sin comer podría volverse un problema.” No tuve más opción que suspirar y sentir con la cabeza, el descanso era obligatorio.
- Si, debemos descansar. – Contestó Genevive a la otra integrante del grupo, sin esperar alguna otra orden o indicación me alejé un poco para conseguir ramas e iniciar el fuego de la fogata, no sabía si dejar a ambas chicas solas por unos minutos pudiese generar problema pero si escuchaba gritos no dudaría en correr y alejarme todo lo posible.
Fredericksen
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Re: Temporada de lechugas [Caza del Hombre Salvaje] [Libre] [CERRADO]
Listo, la chica había confirmado la identidad del tipo: Candau. Mi estimado Fredichen Escandal estaba ahí, frente mío, con su patita coja, mudo y, afortunadamente, sin enfermedad. Aunque acompañado de una chica bastante agresiva, posesiva y territorial. Perfecto, todo estaba saliendo de acuerdo al plan.
-¿Te gusta el pan de centeno, chica linda?- le pregunté una vez quedamos solas. Quería ganarme su confianza, cosa que se veía bastante difícil en aquel momento. Había notado que ella se sentía atraída por Fredichen, obsesionada más bien, pero no era correspondida. Si bien este la dejaba sostenerlo y servirlo, forcejeaba por zafarse un poco e intentaba mantenerla a raya. Ella le fastidiaba, era obvio, y yo podía aprovecharme de eso.
La cosa era simple, solo tenía que distraer a la sabuesa con una ilusión de Candau. Lo malo sería si ella intentaba tocarlo, que se iría en banda, un manotazo al aire. Y ella se la pasaba prendida como lapa al tipo. ¡Sería todo tan fácil si ella fuese una conjuradora! Le pondría la cara de Candau a un palo. Pero bueno, ella era ilusionista, había que echar mano de lo que había. Vamos, si fuese un trabajo fácil, no estaría haciéndolo.
Me mostré gentil con la chica, Genevive me parecía un poco retrasada, así que en parte me daba lástima. Bueno, retrasada no, que tonta no era. Más bien como salvaje, recién sacada del bosque. Como que no entendía las convenciones sociales. Y eso la hacía muy graciosa, porque en realidad parecía tonta. Y como no quería menospreciarla, no podía salir con un ardid básico para distraerla. Aunque siempre la solución más simple era la correcta.
Mientras ella armaba su pequeño campamento, decidí dar inicio a la trampa. -Oye, iré por agua, tengo un bonito trigo tostado para hacernos un café con eso. ¿Te gusta el café? Que también traigo infusiones, si las prefieres- Comenté, muy amablemente. Luego giré y me metí entre los árboles, perdiéndome de su vista un momento. Luego regresé corriendo junto a ella.
-¡GENEVIVE!- grité desesperada -¡SE LO LLEVAN! ¡SE LLEVAN AL SEÑOR CANDAU!- chillé con angustia y me largué a correr entre los árboles, esperando que la muchacha saliera tras de mí.
-¿Te gusta el pan de centeno, chica linda?- le pregunté una vez quedamos solas. Quería ganarme su confianza, cosa que se veía bastante difícil en aquel momento. Había notado que ella se sentía atraída por Fredichen, obsesionada más bien, pero no era correspondida. Si bien este la dejaba sostenerlo y servirlo, forcejeaba por zafarse un poco e intentaba mantenerla a raya. Ella le fastidiaba, era obvio, y yo podía aprovecharme de eso.
La cosa era simple, solo tenía que distraer a la sabuesa con una ilusión de Candau. Lo malo sería si ella intentaba tocarlo, que se iría en banda, un manotazo al aire. Y ella se la pasaba prendida como lapa al tipo. ¡Sería todo tan fácil si ella fuese una conjuradora! Le pondría la cara de Candau a un palo. Pero bueno, ella era ilusionista, había que echar mano de lo que había. Vamos, si fuese un trabajo fácil, no estaría haciéndolo.
Me mostré gentil con la chica, Genevive me parecía un poco retrasada, así que en parte me daba lástima. Bueno, retrasada no, que tonta no era. Más bien como salvaje, recién sacada del bosque. Como que no entendía las convenciones sociales. Y eso la hacía muy graciosa, porque en realidad parecía tonta. Y como no quería menospreciarla, no podía salir con un ardid básico para distraerla. Aunque siempre la solución más simple era la correcta.
Mientras ella armaba su pequeño campamento, decidí dar inicio a la trampa. -Oye, iré por agua, tengo un bonito trigo tostado para hacernos un café con eso. ¿Te gusta el café? Que también traigo infusiones, si las prefieres- Comenté, muy amablemente. Luego giré y me metí entre los árboles, perdiéndome de su vista un momento. Luego regresé corriendo junto a ella.
-¡GENEVIVE!- grité desesperada -¡SE LO LLEVAN! ¡SE LLEVAN AL SEÑOR CANDAU!- chillé con angustia y me largué a correr entre los árboles, esperando que la muchacha saliera tras de mí.
Mina Harker
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Re: Temporada de lechugas [Caza del Hombre Salvaje] [Libre] [CERRADO]
- No, no gustarme el pan de centeno. - Contestó Genevive colocandose, pasando una mano por su brazo mientras alejaba la mirada de la chica. Odiaba estar en compañía de otra fémina ¿Por qué no podía ser solo ella y el señor Candau? Farfulló algo por lo bajo, quizá una maldición a la tal Pearl con la esperanza de que se cumpliese ¿Acaso Candau no le había dicho que los Dioses a veces hacían atrocidades? ¿Qué les impedía que actuaran si se les pedía por favor?
Genevive caminó fastidiada mientras esperaba la llegada de Candau, trataba de controlarse respirando y apretando la parte baja de su camisa con las manos. Su deseo era deshacerse de aquella entrometida, quería alejarla todo lo posible de ella y de Candau, no podía permitir que otra mujer estuviese cerca ¿Qué tal si se encargaba de ella? El señor Candau no debía enterarse de lo que había hecho, ella solo le diría que su amiga había preferido irse y todo estaría normal ¿No era una grandiosa idea?
- ¿Ir por agua y café? - Preguntó Genevive observando a aquella extraña, aquello podía funcionarle, si aquella mujer estaba sola en el bosque, encargarse sería sencillo, volvería a estar sola con su querido en poco tiempo. Genevive soltó el aire con calma, pasando las manos por la parte delantera de sus pantalones, ya sabía que hacer a la perfección. - ¿Llevárselo? - Preguntó alarmada al escuchar a Pearl, olvidando por completo el resto de sus planes para correr en dirección a Pearl. - ¿Donde estar? ¡Deber ayudarlo!
Buscar ramas ahora parecía más complicado que nunca, me había cansado de tener que agacharme con cuidado al suelo con temor a caerme, así que opté por lo más sencillo. Me había dejado caer y me arrastraba ayudándome con las manos, recogiendo cada varita perfecta que me topaba. A veces olvidaba siquiera que me faltaba la lengua, pero lo recordaba bien cuando iba a maldecir a la nada y salía un triste "aiaea" "Sin pierna, sin lengua... y al parecer sin dignidad." Me di un suave golpe en la frente contra el piso, quizá con algo de suerte me provocaba una herida estúpida y moría así "Y así nadie obtiene mi recompensa, soy un maldito genio a veces." Estuve por repetir el proceso cuando voces femeninas me distrajeron, una no la reconocía bien pero la otra era sin duda la de Genevive.
Giré sobre mi cuerpo y me impulsé al frente para sentarme, luego con dificultad y ayuda del atizador me incorporé "Lo que faltaba, ahora debo ayudar a aquel par" ¿Como rayos lo hacía? Con suerte podía mantenerme a mi ahora, tal vez debía dejarlas y que ellas solas se defendieran "Quizá... mataban a Genevive." Era una gran oferta después de todo "Pero si la matan... ¿Quién me ayudará a caminar luego?" Usar bastón estaba bien, pero a veces las ramas se partían y era difícil conseguir repuesto "Maldición... debo ayudarlas." Gruñí comenzando a cojear en dirección del ruido, con suerte aún llegaría a tiempo antes de toparme con cuerpos degollados.
Genevive caminó fastidiada mientras esperaba la llegada de Candau, trataba de controlarse respirando y apretando la parte baja de su camisa con las manos. Su deseo era deshacerse de aquella entrometida, quería alejarla todo lo posible de ella y de Candau, no podía permitir que otra mujer estuviese cerca ¿Qué tal si se encargaba de ella? El señor Candau no debía enterarse de lo que había hecho, ella solo le diría que su amiga había preferido irse y todo estaría normal ¿No era una grandiosa idea?
- ¿Ir por agua y café? - Preguntó Genevive observando a aquella extraña, aquello podía funcionarle, si aquella mujer estaba sola en el bosque, encargarse sería sencillo, volvería a estar sola con su querido en poco tiempo. Genevive soltó el aire con calma, pasando las manos por la parte delantera de sus pantalones, ya sabía que hacer a la perfección. - ¿Llevárselo? - Preguntó alarmada al escuchar a Pearl, olvidando por completo el resto de sus planes para correr en dirección a Pearl. - ¿Donde estar? ¡Deber ayudarlo!
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Buscar ramas ahora parecía más complicado que nunca, me había cansado de tener que agacharme con cuidado al suelo con temor a caerme, así que opté por lo más sencillo. Me había dejado caer y me arrastraba ayudándome con las manos, recogiendo cada varita perfecta que me topaba. A veces olvidaba siquiera que me faltaba la lengua, pero lo recordaba bien cuando iba a maldecir a la nada y salía un triste "aiaea" "Sin pierna, sin lengua... y al parecer sin dignidad." Me di un suave golpe en la frente contra el piso, quizá con algo de suerte me provocaba una herida estúpida y moría así "Y así nadie obtiene mi recompensa, soy un maldito genio a veces." Estuve por repetir el proceso cuando voces femeninas me distrajeron, una no la reconocía bien pero la otra era sin duda la de Genevive.
Giré sobre mi cuerpo y me impulsé al frente para sentarme, luego con dificultad y ayuda del atizador me incorporé "Lo que faltaba, ahora debo ayudar a aquel par" ¿Como rayos lo hacía? Con suerte podía mantenerme a mi ahora, tal vez debía dejarlas y que ellas solas se defendieran "Quizá... mataban a Genevive." Era una gran oferta después de todo "Pero si la matan... ¿Quién me ayudará a caminar luego?" Usar bastón estaba bien, pero a veces las ramas se partían y era difícil conseguir repuesto "Maldición... debo ayudarlas." Gruñí comenzando a cojear en dirección del ruido, con suerte aún llegaría a tiempo antes de toparme con cuerpos degollados.
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Re: Temporada de lechugas [Caza del Hombre Salvaje] [Libre] [CERRADO]
-¡Allí!- señalé y apareció un hombre con un bulto en las ancas de su caballo. El hombre nos veía y azuzaba a su montura para correr. Entonces, yo aceleraba el paso y lo perseguía. Genevive iba detrás de mi. ¡Mi plan funcionaba a la perfección! ¡Qué alegría! Era lo suficientemente tonta como para creerse la treta.
En medio de la carrera, "tropecé" y me caí, lastimándome gravemente el tobillo -¡Corre Genevive! ¡Recupera al Señor Candau!- grité, revolcándome de "dolor" en el suelo. La chica ni siquiera reparó en mi, simplemente corrió detrás de mi ilusión. Cuando ya la vi lejos, me incorporé rápidamente y busqué a Fredichen. Tenía que llevármelo de allí cuanto antes.
Me afané en buscarlo. No podía llamarlo porque, uno, Genevive ponía escucharnos y dos... él no hablaba. Era un cojo y mudo hombre muerto. Mientras hurgaba entre los árboles y debajo de los arbustos, no dejaba de preguntarme por qué lo estaban buscando y la causa de que su recompensa fuese tan alta. Me habían dicho que es que había matado a la familia de un hombre muy poderoso. ¿En serio? ¿El pata e'tierra? ¿Cómo?
Aquel era un flacuchento y desgraciado hombre que ni siquiera podía mantenerse de pie. ¿Cómo podría eso matar a la familia de un hombre poderoso? Si usualmente esa clase de gente está custodiada por guardias. Ahí caí en cuenta que no debía subestimar al cojito, quizás tenía poderes desconocidos para mí. ¿Y si era más fuerte que yo? No, tenía que concentrarme en la recompensa, enfocándome en el resultado resolvería el camino a obtenerlo.
-Allí está, Señor Candau- le dije una vez lo encontré, arrastrándose como un gusano. Tuve que controlar una carcajada. ¡Es que se veía tan ridículo! Cómo movía las nalguitas al avanzar y su cara de afán. ¡Dioses! Casi que me daban ganas de no entregarlo. Pero el precio por su cabeza era tan bueno... ay, pobre Candau. -Señor Candau, tenemos que huir... Genevive ha salido persiguiendo unos hombres que nos atacaron. ¡Qué valiente es!- comentaba mientras lo tomaba del brazo para ayudarlo a incorporarse y lo tomaba por la cintura para llevármelo de ahí. -¡Vamos! ¡Rápido! Tenemos que escapar- exclamé con angustia y comencé a avanzar. Todo bien hasta allí. Ni rastro de Genevive.
En medio de la carrera, "tropecé" y me caí, lastimándome gravemente el tobillo -¡Corre Genevive! ¡Recupera al Señor Candau!- grité, revolcándome de "dolor" en el suelo. La chica ni siquiera reparó en mi, simplemente corrió detrás de mi ilusión. Cuando ya la vi lejos, me incorporé rápidamente y busqué a Fredichen. Tenía que llevármelo de allí cuanto antes.
Me afané en buscarlo. No podía llamarlo porque, uno, Genevive ponía escucharnos y dos... él no hablaba. Era un cojo y mudo hombre muerto. Mientras hurgaba entre los árboles y debajo de los arbustos, no dejaba de preguntarme por qué lo estaban buscando y la causa de que su recompensa fuese tan alta. Me habían dicho que es que había matado a la familia de un hombre muy poderoso. ¿En serio? ¿El pata e'tierra? ¿Cómo?
Aquel era un flacuchento y desgraciado hombre que ni siquiera podía mantenerse de pie. ¿Cómo podría eso matar a la familia de un hombre poderoso? Si usualmente esa clase de gente está custodiada por guardias. Ahí caí en cuenta que no debía subestimar al cojito, quizás tenía poderes desconocidos para mí. ¿Y si era más fuerte que yo? No, tenía que concentrarme en la recompensa, enfocándome en el resultado resolvería el camino a obtenerlo.
-Allí está, Señor Candau- le dije una vez lo encontré, arrastrándose como un gusano. Tuve que controlar una carcajada. ¡Es que se veía tan ridículo! Cómo movía las nalguitas al avanzar y su cara de afán. ¡Dioses! Casi que me daban ganas de no entregarlo. Pero el precio por su cabeza era tan bueno... ay, pobre Candau. -Señor Candau, tenemos que huir... Genevive ha salido persiguiendo unos hombres que nos atacaron. ¡Qué valiente es!- comentaba mientras lo tomaba del brazo para ayudarlo a incorporarse y lo tomaba por la cintura para llevármelo de ahí. -¡Vamos! ¡Rápido! Tenemos que escapar- exclamé con angustia y comencé a avanzar. Todo bien hasta allí. Ni rastro de Genevive.
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Re: Temporada de lechugas [Caza del Hombre Salvaje] [Libre] [CERRADO]
Genevive veía como se llevaban a Candau, no podía permitirlo, ella debías estar con él y protegerlo en aquel momento de torpeza y debilidad del cazador. La mujer aquella no rebajaba el paso, de cierta manera se le dificultaba seguirla, no podía dejar que ella fuese quien salvara a su querido de verde, si la dejaba sin duda se molestaría y debería encargarse.
Una sonrisa de satisfacción se dibujó en el rostro de la chica al ver que Pearl había caído al suelo, no necesitaba que ella le dijera que hacer, sabía muy bien qué hacer, ahora no solo sería feliz por ayudar y salvar a Candau, también tenía las quejas y gritos de dolor por parte de la extraña para poder contentarse. Sonrió para sí mientras trataba de acelerar el paso todo lo posible, ahora solo necesitaba alcanzar al malhechor que se llevaba a Candau.
Estaba por tomar la determinación suficiente para andar relativamente normal, solo debía enderezarme y saltar no mucho pero no muy poco, pan comido. Iba a dar mi primer paso cuando una voz femenina me tomó por sorpresa "Malditos sean, nunca me dejan abrir mis alas para despegar." Aunque habían muchas cosas que decía aquella tal Pearl que no me convencían "Si las atacaron ¿Por qué se ve tan normal? " Aunque habían partes de suciedad en la ropa de ella y una que otra raspadura en estas. Arrugué el ceño interrogándola con la mirada, aunque había algo más importante, Genevive no solía atacar porque si a otros hombres... quizá a mujeres, pero si se trataba de hombres solía buscarme.
Cuando Pearl comenzó a avanzar hice un poco de fuerza con el brazo para detenerla, negando con la cabeza. Sacudí el bastón improvisado dándole suaves golpes en la pierna, para luego señalar del mismo modo la ruta por la cual ella había llegado, quería regresar para comprobar lo que decía la chica, no podía confiarme a la ligera de todo lo que decía "Y si es cierto, debo ir por Genevive..." No podía simplemente alejarme, la acosadora me había ayudado muchas veces aunque me doliera admitirlo, eso me ponía de cierto modo en deuda "Maldita moralidad..."
Volví a jalar a la desconocida e hice una seña con la cabeza, esperaba que se moviese rápido o que se apurara. "Muy bien, ahora piensa Fred ¿Cómo puedes ser útil? " Si debía confrontar a una banda de caza recompensas, no podía tirarme de frente, quizá esconderme y atacar desde la distancia era la mejor idea "Y si todo se pone feo, espero que mi pie no me falle." Bajé la mirada al pie de arena y lo sacudí un poco, deseaba poder tener aquella extremidad de regreso, me hacía mucha falta "Al igual que mi lengua... vida desgraciada."
Una sonrisa de satisfacción se dibujó en el rostro de la chica al ver que Pearl había caído al suelo, no necesitaba que ella le dijera que hacer, sabía muy bien qué hacer, ahora no solo sería feliz por ayudar y salvar a Candau, también tenía las quejas y gritos de dolor por parte de la extraña para poder contentarse. Sonrió para sí mientras trataba de acelerar el paso todo lo posible, ahora solo necesitaba alcanzar al malhechor que se llevaba a Candau.
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Estaba por tomar la determinación suficiente para andar relativamente normal, solo debía enderezarme y saltar no mucho pero no muy poco, pan comido. Iba a dar mi primer paso cuando una voz femenina me tomó por sorpresa "Malditos sean, nunca me dejan abrir mis alas para despegar." Aunque habían muchas cosas que decía aquella tal Pearl que no me convencían "Si las atacaron ¿Por qué se ve tan normal? " Aunque habían partes de suciedad en la ropa de ella y una que otra raspadura en estas. Arrugué el ceño interrogándola con la mirada, aunque había algo más importante, Genevive no solía atacar porque si a otros hombres... quizá a mujeres, pero si se trataba de hombres solía buscarme.
Cuando Pearl comenzó a avanzar hice un poco de fuerza con el brazo para detenerla, negando con la cabeza. Sacudí el bastón improvisado dándole suaves golpes en la pierna, para luego señalar del mismo modo la ruta por la cual ella había llegado, quería regresar para comprobar lo que decía la chica, no podía confiarme a la ligera de todo lo que decía "Y si es cierto, debo ir por Genevive..." No podía simplemente alejarme, la acosadora me había ayudado muchas veces aunque me doliera admitirlo, eso me ponía de cierto modo en deuda "Maldita moralidad..."
Volví a jalar a la desconocida e hice una seña con la cabeza, esperaba que se moviese rápido o que se apurara. "Muy bien, ahora piensa Fred ¿Cómo puedes ser útil? " Si debía confrontar a una banda de caza recompensas, no podía tirarme de frente, quizá esconderme y atacar desde la distancia era la mejor idea "Y si todo se pone feo, espero que mi pie no me falle." Bajé la mirada al pie de arena y lo sacudí un poco, deseaba poder tener aquella extremidad de regreso, me hacía mucha falta "Al igual que mi lengua... vida desgraciada."
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Re: Temporada de lechugas [Caza del Hombre Salvaje] [Libre] [CERRADO]
Fredichen me tiraba hacia el otro lado por el que lo quería llevar -No, Señor Candau... ¡no debemos regresar!- exclamé asustada. Tiré de su camina hacia el lado por el que tenía que llevármelo. Tenía todo preparado, pero el tonto este no quería obedecer -¡Debemos huir de aquí! Yo apenas y he logrado enfrentar a esos hombres y... ¡vienen por usted!- intenté asustarlo, agregando más emoción a mis palabras, luciendo cada vez más aterrada.
Comencé a respirar más agitadamente, entrando en pánico -¿Por qué lo buscan esos hombres horribles? ¿Por qué Genevive no huyó? ¿Por qué tuvo que enfrentarlos?- prácticamente gritaba, mis manos temblaban y en cualquier momento parecía que iba a entrar en pánico. Me quedé quieta un instante y, sin dejar de temblar, comencé a llorar. -Ha sido horrible... horrible...- sollocé con apenas un hilo de voz, tapándome lentamente el rostro con ambas manos y largándome a llorar. Tenía que convencer a este idiota pronto, no sabía cuánto tiempo distraería mi ilusión a la chica loca esa.
Sin embargo, el inútil de Candau insistía en ir por Genevive, parecía era necesario añadirle más picante al asunto -Ella se ha sacrificado por usted, Señor Candau...- le dije, volteando a mirarlo a su cara simplona. Mi mirada lo juzgaba levemente, pero es que era porque estaba afligida y apesadumbrada, -Genevive... lo hizo para que usted viviera...- le dije con firmeza. ¡Vamos! ¡Aquella era una magnífica actuación!
Lo solté y junté las manos, entrelazando mis dedos en gesto de súplica, y lo miré con mis ojos hinchados de llanto. -Por favor, por favor... vámonos de aquí... no le haga esto a Genevive- rogué intensamente con abundantes lágrimas deslizándose por mis mejillas.
Comencé a respirar más agitadamente, entrando en pánico -¿Por qué lo buscan esos hombres horribles? ¿Por qué Genevive no huyó? ¿Por qué tuvo que enfrentarlos?- prácticamente gritaba, mis manos temblaban y en cualquier momento parecía que iba a entrar en pánico. Me quedé quieta un instante y, sin dejar de temblar, comencé a llorar. -Ha sido horrible... horrible...- sollocé con apenas un hilo de voz, tapándome lentamente el rostro con ambas manos y largándome a llorar. Tenía que convencer a este idiota pronto, no sabía cuánto tiempo distraería mi ilusión a la chica loca esa.
Sin embargo, el inútil de Candau insistía en ir por Genevive, parecía era necesario añadirle más picante al asunto -Ella se ha sacrificado por usted, Señor Candau...- le dije, volteando a mirarlo a su cara simplona. Mi mirada lo juzgaba levemente, pero es que era porque estaba afligida y apesadumbrada, -Genevive... lo hizo para que usted viviera...- le dije con firmeza. ¡Vamos! ¡Aquella era una magnífica actuación!
Lo solté y junté las manos, entrelazando mis dedos en gesto de súplica, y lo miré con mis ojos hinchados de llanto. -Por favor, por favor... vámonos de aquí... no le haga esto a Genevive- rogué intensamente con abundantes lágrimas deslizándose por mis mejillas.
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Re: Temporada de lechugas [Caza del Hombre Salvaje] [Libre] [CERRADO]
No entendía para nada a aquella chica ¿Por qué insistía tanto en que escapáramos? Ella aceptaba que aquellos sujetos venían a por mí, pues si eso es lo que querían podían obtenerlo, era yo quien me había metido en problemas luego de todo. La chica parecía comenzar a alterarse más cada segundo, comenzando a preguntar cosas "Posiblemente si no respondo le va a dar un ataque al corazón y se va a morir" debía arreglar aquello, no necesitaba más problemas por el momento.
Le di un par de palmadas en la cabeza a Pearl tratando de llamar su atención, apartándola por un segundo del llanto "¿Tan fea había sido la situación como para hacerla entrar en aquel estado?" Si era así no podía perder tiempo, debía apresurarme en tranquilizarla para luego encargarme de los bandidos que tanto mencionaba. La primer respuesta era la más fácil de responder, y conociendo la respuesta de aquella todo se deducía fácilmente.
Señalé a la dirección por la cual la mujer tuvo que haber llegado, haciendo alusión a los bandidos , mercenarios o lo que fuese que hubiese estado allí; luego me señalé y para finalizar recorrí mi cuello con el dedo índice " Espero que el miedo no le atrofiase tanto la percepción" Aquella mímica debería ser comprendida hasta por el más idiota del pueblo... o quizá el segundo más idiota.
Aún así con todo lo dicho aquella genio seguía insistiendo en que el sacrificio de Genevive era justo y necesario, que se había entregado a cambio de mi libertad "¿Como se supone que eso me haga vivir tranquilo?" Simplemente no podía permitir que por mi idiotez y descuido tomaran a la acosadora, si me debía deshacer de ella no sería de una manera tan cruel "Terminará siendo el juguete de unos bandidos."
La decisión ya estaba tomada, Pearl no merecía estar metida en aquellos problemas, la comprendía bien. Suspiré y le di un par de empujones a la chica con el bastón "Nada la ata a mí, es libre de irse" Yo en cambio debía regresar y esperar que los dioses tuviesen un momento de misericordia en el cual me dejasen vivir "Lo cual ya en este punto de la vida dudo" Me estiré un poco y le di la espalda a la chica, despidiéndome con un leve movimiento de cabeza "Aunque quizá quiera venir a ayudar... nunca se sabe, aún hay gente de buen corazón por allí."
Le di un par de palmadas en la cabeza a Pearl tratando de llamar su atención, apartándola por un segundo del llanto "¿Tan fea había sido la situación como para hacerla entrar en aquel estado?" Si era así no podía perder tiempo, debía apresurarme en tranquilizarla para luego encargarme de los bandidos que tanto mencionaba. La primer respuesta era la más fácil de responder, y conociendo la respuesta de aquella todo se deducía fácilmente.
Señalé a la dirección por la cual la mujer tuvo que haber llegado, haciendo alusión a los bandidos , mercenarios o lo que fuese que hubiese estado allí; luego me señalé y para finalizar recorrí mi cuello con el dedo índice " Espero que el miedo no le atrofiase tanto la percepción" Aquella mímica debería ser comprendida hasta por el más idiota del pueblo... o quizá el segundo más idiota.
Aún así con todo lo dicho aquella genio seguía insistiendo en que el sacrificio de Genevive era justo y necesario, que se había entregado a cambio de mi libertad "¿Como se supone que eso me haga vivir tranquilo?" Simplemente no podía permitir que por mi idiotez y descuido tomaran a la acosadora, si me debía deshacer de ella no sería de una manera tan cruel "Terminará siendo el juguete de unos bandidos."
La decisión ya estaba tomada, Pearl no merecía estar metida en aquellos problemas, la comprendía bien. Suspiré y le di un par de empujones a la chica con el bastón "Nada la ata a mí, es libre de irse" Yo en cambio debía regresar y esperar que los dioses tuviesen un momento de misericordia en el cual me dejasen vivir "Lo cual ya en este punto de la vida dudo" Me estiré un poco y le di la espalda a la chica, despidiéndome con un leve movimiento de cabeza "Aunque quizá quiera venir a ayudar... nunca se sabe, aún hay gente de buen corazón por allí."
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