[Zona de Culto] Santuario de Thorbald
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[Zona de Culto] Santuario de Thorbald
Santuario de Thorbald
Los licántropos conocen pocos nombres de sus antepasados. A medida que avanzan los años, sus raíces son cada vez más difusas. Thorbald fue uno de los primeros licántropos y, de no ser por el santuario que corona la arboleda central, nadie recordaría su nombre. Su historia se perdió en el tiempo. El santuario posee algunas pistas que indican qué podría haber sucedido: pinturas en los murales, cerámicas, estatúas...; gran parte de las historias que allí se cuenta se contradicen las unas a las otras. Algunas veces se ve a Thorbald reuniendo a un grupo de lobos salvajes formando lo que un principio sería La Manada; en otras, se ve a un joven Thorbald miembro de la primera manada de licántropos fundada por Fenrir.
El santuario es humilde edificación de piedra con adornos de fuentes y jardines a su alrededor. El edificio es lo más cercano que los licántropos tienen como biblioteca, con la diferencia de que aquí no se encuentra ningún libro; la historia se relata a partir de arcaicas pinturas, telares y algunas estatuas de madera tallada.
Información
1. Este apartado es para rezar, hacer sacrificios, plegarias y ofrendas a los dioses, a cambio de que ellos te den suerte. Por tanto, aquí se lanzarán las runas, pero se hará a petición de un máster y on rol.
2. Al ser on rol, se deberán cumplir todas las normas en cuanto a los posts: ortografía, número de líneas…
3. No se podrán hacer posts off rol para lanzar las runas.
4. No se podrá rolear entre usuarios.
5. La dinámica es la misma que en “Suerte oficial de temas aleatorios”: uno escribe su post y lanza runas. La única diferencia será que se deberá hacer en on rol, mostrando respetos a los dioses a los que pides suerte.
6. Se puede elegir el lugar de culto para que se adapte mejor a las creencias del personaje, los másters lo tendrán en cuenta a la hora de mandarte a hablar con los dioses.
Sigel
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Re: [Zona de Culto] Santuario de Thorbald
Los licántropos no eran del todo distinto a los hombres bestia, después de todo.
En ciertos momentos, me resultaba difícil de creer. Después de todo, su forma humana era casi imposible de distinguir de un humano cualquiera a plena vista. Solo el olor los delataba, e incluso eso podía engañar. Pero si había una diferencia clara entre humanos y licántropos. Su modo de vida era completamente distinto, después de todo. La seguridad de los pueblos y ciudades hacía que los habitantes de la peninsula se olvidasen de la calma que se podía respirar en lugares como aquel.
Santuario de Thorbald, lo llamaban. Un sitio alejado y dedicado a una figura heroica. No sabía exactamente a cual. Me aproximé a la entrada. El "edificio" era bastante modesto. Me recordaba a mi aldea, en parte.
No había señales de que hubiese nadie dentro o en los alrededores inmediatos, por lo que me adentré en su interior. Lo primero que vieron mis ojos fue una figura de madera. Un humano, con un arma en alto y una pose que inspiraba seguridad. Junto a ella, la figura de un gran lobo.
No era muy difícil de adivinar: aquél debía ser Thorbald. Examiné las pinturas y los murales que adornaban la estancia. Me llevó unos minutos descifrar que mostraban exactamente, pero una vez lo hice, el mensaje quedó más o menos claro. Como sospechaba, aquel era un héroe. Un líder. Uno de los primeros de su especie que, dentro del caos, reunió a aquellos que lo necesitaban para crear una manada. Una familia.
La nostalgia impactó en mi pecho como un martillo. Aquello era... demasiado familiar. Un héroe como aquel... Thorbald era increíblemente similar a Wernack.
-No somos tan distintos, ¿eh?- susurré a una de las figuras más grandes de la sala. Miré al exterior. Junto a las fuentes y jardines, tallado en un árbol... un símbolo inconfundible se alzaba en la maleza.
No era de extrañar verlo allí. El totem del Lobo encajaba perfectamente en un sitio como aquel. Esbocé una ligera sonrisa al reconocerlo. Sin pensármelo demasiado, me acerqué a paso lento. Tras desenfundar a Brillo, clavé la hoja en la tierra y me arrodillé junto a ella.
No era una plegaria, ni una petición. El Guía no me ayudaría en caprichos como aquellos. Con aquel gesto, solo quería mostrar mi respeto. Mi orgullo y mi devoción. No había creído en nada en el pasado. Ni en los Guías, ni en los mortales. Pero tantas cosas habían cambiado...
Quería fuerza para llevar aquella carga. Para estar a la altura de aquellos héroes. Pero aquello no me lo daría un totem ni un espíritu. Solo podía salir de mi mismo. Las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos. Me llevé la mano a la cara, sorprendido.
Estaba bien, ¿no? Podía permitírmelo. En aquel momento y lugar, no importaba si lloraba. Si me mostraba vulnerable. Me apoyé en el pomo de mi espada, perdiéndome en mi llanto. Lloré por lo que era y por lo que no. Por mi pasado y mi futuro. Por mis dudas y miedos. Lloré por mi carga y por la de los demás.
Cuando me levantase, lo haría con fuerzas renovadas. Me lavaría mi cara en aquella fuente y la determinación me volvería a empujar.
Pero por aquel momento, lo único que haría sería sollozar frente a aquella figura.
[. . .]
Para cuando escuché el crujido de ramas y hojas, mis lágrimas se habían secado. Me levanté lentamente, girándome hacia el recién llegado. No. La recién llegada. ¿No la conocía?
Su olor seguía siendo chocante, sobre todo en un lugar como aquel. Pero no era quien para decirle a donde ir.
-Eres... tú.- dije, tratando de no parecer hostil. La verdad es que si me había dicho su nombre, no lo recordaba. Andé hacia la fuente y me enjuagué la cara, disfrutando de el agradable frescor en el proceso. -Por casualidad... ¿sabes algo de ese brillo?- pregunté, indicando con la cabeza la dirección general de la luz.
Era lo que me había llevado hasta allí, después de todo.
-Vienes en buen momento.- aseguré. -He venido a investigar. Los... de tu clase sabéis muchas cosas, ¿no?- inquirí, algo inseguro. La forma en la que hablaban resultaba extraña, pero tenían una gran memoria. Quizás pudiese ser útil. -Me vendría bien tu ayuda, si estás dispuesta a prestarmela.-
Dudaba de que hubiese ido a rezar, fuera como fuese. Los hombres de metal no tenían espíritus, ni Guías. Tal vez hubiese ido para aprender sobre el héroe. En cuyo caso, lo respetaría.
Sujeté mi espada por la empuñadura y la alcé, separándola de la tierra. Después, respiré hondo. Había trabajo que hacer.
En ciertos momentos, me resultaba difícil de creer. Después de todo, su forma humana era casi imposible de distinguir de un humano cualquiera a plena vista. Solo el olor los delataba, e incluso eso podía engañar. Pero si había una diferencia clara entre humanos y licántropos. Su modo de vida era completamente distinto, después de todo. La seguridad de los pueblos y ciudades hacía que los habitantes de la peninsula se olvidasen de la calma que se podía respirar en lugares como aquel.
Santuario de Thorbald, lo llamaban. Un sitio alejado y dedicado a una figura heroica. No sabía exactamente a cual. Me aproximé a la entrada. El "edificio" era bastante modesto. Me recordaba a mi aldea, en parte.
No había señales de que hubiese nadie dentro o en los alrededores inmediatos, por lo que me adentré en su interior. Lo primero que vieron mis ojos fue una figura de madera. Un humano, con un arma en alto y una pose que inspiraba seguridad. Junto a ella, la figura de un gran lobo.
No era muy difícil de adivinar: aquél debía ser Thorbald. Examiné las pinturas y los murales que adornaban la estancia. Me llevó unos minutos descifrar que mostraban exactamente, pero una vez lo hice, el mensaje quedó más o menos claro. Como sospechaba, aquel era un héroe. Un líder. Uno de los primeros de su especie que, dentro del caos, reunió a aquellos que lo necesitaban para crear una manada. Una familia.
La nostalgia impactó en mi pecho como un martillo. Aquello era... demasiado familiar. Un héroe como aquel... Thorbald era increíblemente similar a Wernack.
-No somos tan distintos, ¿eh?- susurré a una de las figuras más grandes de la sala. Miré al exterior. Junto a las fuentes y jardines, tallado en un árbol... un símbolo inconfundible se alzaba en la maleza.
No era de extrañar verlo allí. El totem del Lobo encajaba perfectamente en un sitio como aquel. Esbocé una ligera sonrisa al reconocerlo. Sin pensármelo demasiado, me acerqué a paso lento. Tras desenfundar a Brillo, clavé la hoja en la tierra y me arrodillé junto a ella.
No era una plegaria, ni una petición. El Guía no me ayudaría en caprichos como aquellos. Con aquel gesto, solo quería mostrar mi respeto. Mi orgullo y mi devoción. No había creído en nada en el pasado. Ni en los Guías, ni en los mortales. Pero tantas cosas habían cambiado...
Quería fuerza para llevar aquella carga. Para estar a la altura de aquellos héroes. Pero aquello no me lo daría un totem ni un espíritu. Solo podía salir de mi mismo. Las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos. Me llevé la mano a la cara, sorprendido.
Estaba bien, ¿no? Podía permitírmelo. En aquel momento y lugar, no importaba si lloraba. Si me mostraba vulnerable. Me apoyé en el pomo de mi espada, perdiéndome en mi llanto. Lloré por lo que era y por lo que no. Por mi pasado y mi futuro. Por mis dudas y miedos. Lloré por mi carga y por la de los demás.
Cuando me levantase, lo haría con fuerzas renovadas. Me lavaría mi cara en aquella fuente y la determinación me volvería a empujar.
Pero por aquel momento, lo único que haría sería sollozar frente a aquella figura.
[. . .]
Para cuando escuché el crujido de ramas y hojas, mis lágrimas se habían secado. Me levanté lentamente, girándome hacia el recién llegado. No. La recién llegada. ¿No la conocía?
Su olor seguía siendo chocante, sobre todo en un lugar como aquel. Pero no era quien para decirle a donde ir.
-Eres... tú.- dije, tratando de no parecer hostil. La verdad es que si me había dicho su nombre, no lo recordaba. Andé hacia la fuente y me enjuagué la cara, disfrutando de el agradable frescor en el proceso. -Por casualidad... ¿sabes algo de ese brillo?- pregunté, indicando con la cabeza la dirección general de la luz.
Era lo que me había llevado hasta allí, después de todo.
-Vienes en buen momento.- aseguré. -He venido a investigar. Los... de tu clase sabéis muchas cosas, ¿no?- inquirí, algo inseguro. La forma en la que hablaban resultaba extraña, pero tenían una gran memoria. Quizás pudiese ser útil. -Me vendría bien tu ayuda, si estás dispuesta a prestarmela.-
Dudaba de que hubiese ido a rezar, fuera como fuese. Los hombres de metal no tenían espíritus, ni Guías. Tal vez hubiese ido para aprender sobre el héroe. En cuyo caso, lo respetaría.
Sujeté mi espada por la empuñadura y la alcé, separándola de la tierra. Después, respiré hondo. Había trabajo que hacer.
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Asher Daregan
Aerandiano de honor
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Re: [Zona de Culto] Santuario de Thorbald
El miembro 'Asher' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Tyr
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Re: [Zona de Culto] Santuario de Thorbald
Demasiadas cosas habían ocurrido [ANALIZANDO] mas de las que mi sistema era capaz de procesar, lo cual no tenía sentido, pero era la única explicación a la que era capaz de llegar luego de ver esa palabra una y otra vez reflejada en mi interior [ANALIZANDO] y nunca llegaba a la conclusión. Un sistema que era capaz de procesar millones de datos por minuto, y ahora mismo era incapaz de explicarme porque había logrado “sentir”.
Lo ocurrido con Dag no tenía interpretación posible para mi sistema, esa era a la solución que yo podía llegar ¿Yo? No hay tal cosa como un Yo. Levante la vista solo para encontrarme con una incalculable cantidad de vegetación que cubría La Arboleda Central, una risita interna que no sentí como mía me susurro “Algo más que no puedes calcular”. Era cierto, la cantidad de parámetros que se salían de mi control iban en aumento.
Mi indiferencia habitual se hizo presente, eso permitió que se calmaran los pensamientos de mi cabeza y pudiera enfocarme en lo que en verdad resultaba llamativo. Aún no podía verla con claridad, pero mi sistema había detectado una extraña luz a la distancia, era poco habitual que las personas de Aerandir tuvieran elementos que realizaran semejante despliegue de luminosidad. Caminaba en línea recta con la idea de llegar de la manera mas eficiente posible
Según mis mapas, a dos kilómetros se encontraba el santuario de Thorbald, un lugar que los Licantropos utilizaban para elevar sus rezos, agradecimientos y pedidos a su dios. Había igual numero de probabilidades de que encontrara a alguien allí como que estuviera completamente vacío, lo que tenía poco margen de posibilidad es hallar a una persona que ya conocía.
-Buenos días Asher Daregan- Nos habíamos conocido en una festividad de los orgánicos, era algo así como un guardia, eso me había dicho. Espere en silencio mientras se enjuagaba la cara y luego mire en la dirección del extraño brillo – No logro llegar a ninguna conclusión razonable, la gente de aquí no debería ser capaz de producir algo como eso.
Bien podía pasar que usaran magia, ese era un terreno que no lograba entender, mi sistema no podía analizar las acciones y los productos de los hechiceros.
-Me parece una propuesta sensata, es mejor no ir solo cuando se tienen tan pocos datos al respecto – Asentí dos veces – No todos nosotros tenemos capacidad de almacenar datos, pero si, sé muchas cosas – Esa parecía una explicación aceptable.
Comencé a caminar en dirección a la luz, ahora que estaba acompañada de un Orgánico era importante recordar el mantener niveles de interacción elevados, así que me gire y le sonreí.
-Por favor, sígueme, conozco el camino más corto ¿Si? -
[ANALIZANDO]
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Lo ocurrido con Dag no tenía interpretación posible para mi sistema, esa era a la solución que yo podía llegar ¿Yo? No hay tal cosa como un Yo. Levante la vista solo para encontrarme con una incalculable cantidad de vegetación que cubría La Arboleda Central, una risita interna que no sentí como mía me susurro “Algo más que no puedes calcular”. Era cierto, la cantidad de parámetros que se salían de mi control iban en aumento.
Mi indiferencia habitual se hizo presente, eso permitió que se calmaran los pensamientos de mi cabeza y pudiera enfocarme en lo que en verdad resultaba llamativo. Aún no podía verla con claridad, pero mi sistema había detectado una extraña luz a la distancia, era poco habitual que las personas de Aerandir tuvieran elementos que realizaran semejante despliegue de luminosidad. Caminaba en línea recta con la idea de llegar de la manera mas eficiente posible
Según mis mapas, a dos kilómetros se encontraba el santuario de Thorbald, un lugar que los Licantropos utilizaban para elevar sus rezos, agradecimientos y pedidos a su dios. Había igual numero de probabilidades de que encontrara a alguien allí como que estuviera completamente vacío, lo que tenía poco margen de posibilidad es hallar a una persona que ya conocía.
-Buenos días Asher Daregan- Nos habíamos conocido en una festividad de los orgánicos, era algo así como un guardia, eso me había dicho. Espere en silencio mientras se enjuagaba la cara y luego mire en la dirección del extraño brillo – No logro llegar a ninguna conclusión razonable, la gente de aquí no debería ser capaz de producir algo como eso.
Bien podía pasar que usaran magia, ese era un terreno que no lograba entender, mi sistema no podía analizar las acciones y los productos de los hechiceros.
-Me parece una propuesta sensata, es mejor no ir solo cuando se tienen tan pocos datos al respecto – Asentí dos veces – No todos nosotros tenemos capacidad de almacenar datos, pero si, sé muchas cosas – Esa parecía una explicación aceptable.
Comencé a caminar en dirección a la luz, ahora que estaba acompañada de un Orgánico era importante recordar el mantener niveles de interacción elevados, así que me gire y le sonreí.
-Por favor, sígueme, conozco el camino más corto ¿Si? -
[ANALIZANDO]
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Zöe
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Re: [Zona de Culto] Santuario de Thorbald
El miembro 'Zöe' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Tyr
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Re: [Zona de Culto] Santuario de Thorbald
Había llegado el momento de volver a las tierras de los humanos, era donde más trabajo había para gente como el pequeño grupo que habiamos formado, es lo que traía una posguerra; aunque nadie podía asegurar a ciencia cierta que esta hubiese acabado. Pero antes quería acercame un poco a lo que debía de ser mi cultura como licántropo. Sabía del culto a Fenrir en Ulmer, pero este no me parecía del todo alocado. ¿Honrar a un lobo dormido que estaba destinado a destruir el mundo? No gracias, mis valores eran contrarios a eso, aunque las ofrendas fueran dirigidas a mantenerlo dormido. No le veía mucho sentido honrar a una deidad para dormirla, era... extraño.
Por suerte para mi había podido saber de otro tipo de santuario, uno dedicado a una especie de antepasado. Uno de los primeros licántropos que había sido ascendido a deidad por sus gestas. No conocía muy bien la historia, algunos dicen que es el fundador de La Manada, otros que fue el primero en liderar a los licántropos hacia su libertad, ¿quién podía tener razón? No se sabía. Lo mejor era ir allí y averiguarlo.
Había dejado a Nuria y a Toro en Ulmer, aquel camino debía de hacerlo solo. No era justo que ellos hicieran el esfuerzo por mi, y seguro que eso no le sentaba bien a la deidad.
La Arboleda estaba bastante tetrica aquel día, bueno, más bien, parecía que todo Aerandir estaba tetrico ultimamente. Había algo extraño en el aire, una energía extraña. El aire estaba cargado de una fina pero presente neblina que parecía hacerse más densa conforme me acercaba al lugar donde supuestamente estaba el santuario.
-Vaya... que oportuno... - me fronté los brazos algo nervioso.
Las sombras de la niebla comenzaron a jugar con mi mente, trayendo a ella unos recuerdos que había preferido olvidar.
La niebla se abrió un momento y escupió unos extraños insectos que venían en enjambre hacía a mi.
-No puede ser.- comencé a correr mientras intentaba recordar dónde los había visto. -¿Son los de...?
Mientras pensaba no pude ver bien el suelo y trope con una raiz cayendo de bruces al suelo. Podía sentir ya los insectos en mi espalda posandose en ella a punto de morderme...
-¡AH! - grité, pero no sentía nada. Ni dolor ni el tacto de aquellos bichos. Miré bien y sólo había niebla. - ¿Qué ha pasado? "¿Habrán sido imaginaciones mías?"
Continué caminando pero sin dejar de sentir que algo me vigilaba desde la niebla. Me giraba cada cierto tiempo pensando que los bichos podían volver a aparecer. Pero al poco rato de avance puedo ver una extraña forma humanoide con un pico cogiendose de las rodillas.
-¿Qué...? - avanzo un poco hasta que puedo ver con claridad a lo que parecia ser un pajaro humanoide sin alas. - ¿Berto?
Antes de que termine de decir el nombre veo como sube el pico mientras lo abre a punto de gritar como aquella vez en Discordia. No tardo ni un segundo en llevarme las manos a los oidos y agacharme, sabía muy bien que podía hacer el canto de ese pajarraco. Pero de nuevo nada, no ocurre nada y al alzar la vista Berto a desaparecido.
- ¿¡Qué está pasando aquí!?
Todo aquello ra muy extaño, demasiado... ¿Porqué estaba viendo a las criaturas que había enfrentado en Discordia? ¿Por qué volvia a mi de nuevo aquel mundo? Había acabo con él, ¿no? ¿Qué hacian allí?
Aceleré el paso pero escuche pasos tras de mi, al girarme ví como unas figuras palidas y de encias sangrante se acercaban corriendo hacia a mi. Mire a mis armas y las desenfundé lo más rapido que pude, pero al hacerlo ya no había ninguna amenaza. ¿Quién estaba jugando conmigo?
Al volver a girarme una criatura deforme y viscosa que contaba con diversas formas de animales como cabezas, zarpas o patas sse abalanzó sobre mi, una de las pesadillas corrompidas de la cárcel de Discordia. Intenté tomar distancia pero tropecé y me golpeé la cabeza obligandome a cerrar los ojos. Al abrirlos volvía a estar sólo.
Todo aquello ya se salía de todo lo normal, ¿me estaba volviendo loco? ¿Era algún trauma que despertaba ahora?
Al final pude ver lo que suponía que era la estructura en piedra rodeado de unos pequeños jardines silvestres y fuentes naturales que provendrían de algún arroyo cercano. En lo que debería de ser el altar. Había telares y pinturas ruprestes con algún tipo de significado dificil de identifica, a la par que tallas en madera, pero también había un anciano junto al altar.
-Guarda las armas chico, ¡estás en un lugar sacro!
-¡Perdón! - respondí guardando las armas al instante. -¿Quién s usted?
-Un simple hermitaño, ¿estás ciego? Además, si estás por aquí es porque no sabes quién eres tu. ¿Qué has visto en la niebla joven? - el anciano se acera encorbado con ayuda de un bastón, está bastante demacrado parece que tenga mil años.
-¿Cómo...
- Eso no responde a mi pregunta. Respone, es de mala educación no hacer caso a tus mayores.
-Cosas de un pasado que prefiero olvidar... - respondo con un tono bajo.
-¿Una confrontación?
-Si.
-¿No derrotaste a tu enemigo?
-No exactamente... y no fuí yo...
-¿Quién fue entonces?
-Otro yo...
- Al que en realidad temes, ¿verdad?
El hombre sonrió como si en verdad supiera toda mi historia sin necesidad que yo la contara. ¿Cómo podría saberlo? ¿Sería algún cautivo de Discordia que sobrevivió?
-Si... se que es un poco estupido pero...
-Es posible, - el anciano seguía sonriendo. - Estupido es quedarse así claro. ¿Cómo esperas enfrentar a tus enemigos si no paras de enfrentarte contigo mismo?
-No lo se...
-Eres un lobo. Los lobos cazan en manada, y tu estas en disputa con la que hay en tu interior. Así no llegaras a nada. - volvió hacia el altar. - Ven. Tal ve él pueda orientarte. Aunque eso puede tener un costo que no te puede gustar.
Hice como dijo y me acerqué viendo diversos trozos de madera en el suelo.
-Toma un trozo, coge ese cuchillo. - señalo la herramienta. - Y talla tu ofrenda, eso determinara tu futuro.
Seguí sus ordenes y comencé a tallar lo primero que se me ocurrio. No es que fuera muy dado en esas artes, lo mio era más el metal, la madera sólo la usaba para crear moldes, no algo elaborado... Cuando terminé con la talla la deje en el altar.
-Eres un desastre muchacho. Es lo que se espera de alguien peleado consigo mismo. - el hombre hablaba a mi espalda. - Yo que tu no me la jugaría mucho en los eventos siguientes en tu vida, puede que sean los ultimos... - escuché su risa sin aún atraverme a mirarlo, su sombra había crecido al igual que la gravedad de su voz. - O puede que te sirvan para resolver tu disputa, si es que consigues sobrevivir a ello... - escuché un fuerte gruñido a mi espalda pero al girarme no había nadie, ni siquiera el anciano.
Estaba completamente sólo e incluso la niebla comenzaba a disiparse. La verdad es que aquello pintaba muy mal.
Por suerte para mi había podido saber de otro tipo de santuario, uno dedicado a una especie de antepasado. Uno de los primeros licántropos que había sido ascendido a deidad por sus gestas. No conocía muy bien la historia, algunos dicen que es el fundador de La Manada, otros que fue el primero en liderar a los licántropos hacia su libertad, ¿quién podía tener razón? No se sabía. Lo mejor era ir allí y averiguarlo.
Había dejado a Nuria y a Toro en Ulmer, aquel camino debía de hacerlo solo. No era justo que ellos hicieran el esfuerzo por mi, y seguro que eso no le sentaba bien a la deidad.
La Arboleda estaba bastante tetrica aquel día, bueno, más bien, parecía que todo Aerandir estaba tetrico ultimamente. Había algo extraño en el aire, una energía extraña. El aire estaba cargado de una fina pero presente neblina que parecía hacerse más densa conforme me acercaba al lugar donde supuestamente estaba el santuario.
-Vaya... que oportuno... - me fronté los brazos algo nervioso.
Las sombras de la niebla comenzaron a jugar con mi mente, trayendo a ella unos recuerdos que había preferido olvidar.
La niebla se abrió un momento y escupió unos extraños insectos que venían en enjambre hacía a mi.
-No puede ser.- comencé a correr mientras intentaba recordar dónde los había visto. -¿Son los de...?
Mientras pensaba no pude ver bien el suelo y trope con una raiz cayendo de bruces al suelo. Podía sentir ya los insectos en mi espalda posandose en ella a punto de morderme...
-¡AH! - grité, pero no sentía nada. Ni dolor ni el tacto de aquellos bichos. Miré bien y sólo había niebla. - ¿Qué ha pasado? "¿Habrán sido imaginaciones mías?"
Continué caminando pero sin dejar de sentir que algo me vigilaba desde la niebla. Me giraba cada cierto tiempo pensando que los bichos podían volver a aparecer. Pero al poco rato de avance puedo ver una extraña forma humanoide con un pico cogiendose de las rodillas.
-¿Qué...? - avanzo un poco hasta que puedo ver con claridad a lo que parecia ser un pajaro humanoide sin alas. - ¿Berto?
Antes de que termine de decir el nombre veo como sube el pico mientras lo abre a punto de gritar como aquella vez en Discordia. No tardo ni un segundo en llevarme las manos a los oidos y agacharme, sabía muy bien que podía hacer el canto de ese pajarraco. Pero de nuevo nada, no ocurre nada y al alzar la vista Berto a desaparecido.
- ¿¡Qué está pasando aquí!?
Todo aquello ra muy extaño, demasiado... ¿Porqué estaba viendo a las criaturas que había enfrentado en Discordia? ¿Por qué volvia a mi de nuevo aquel mundo? Había acabo con él, ¿no? ¿Qué hacian allí?
Aceleré el paso pero escuche pasos tras de mi, al girarme ví como unas figuras palidas y de encias sangrante se acercaban corriendo hacia a mi. Mire a mis armas y las desenfundé lo más rapido que pude, pero al hacerlo ya no había ninguna amenaza. ¿Quién estaba jugando conmigo?
Al volver a girarme una criatura deforme y viscosa que contaba con diversas formas de animales como cabezas, zarpas o patas sse abalanzó sobre mi, una de las pesadillas corrompidas de la cárcel de Discordia. Intenté tomar distancia pero tropecé y me golpeé la cabeza obligandome a cerrar los ojos. Al abrirlos volvía a estar sólo.
Todo aquello ya se salía de todo lo normal, ¿me estaba volviendo loco? ¿Era algún trauma que despertaba ahora?
Al final pude ver lo que suponía que era la estructura en piedra rodeado de unos pequeños jardines silvestres y fuentes naturales que provendrían de algún arroyo cercano. En lo que debería de ser el altar. Había telares y pinturas ruprestes con algún tipo de significado dificil de identifica, a la par que tallas en madera, pero también había un anciano junto al altar.
-Guarda las armas chico, ¡estás en un lugar sacro!
-¡Perdón! - respondí guardando las armas al instante. -¿Quién s usted?
-Un simple hermitaño, ¿estás ciego? Además, si estás por aquí es porque no sabes quién eres tu. ¿Qué has visto en la niebla joven? - el anciano se acera encorbado con ayuda de un bastón, está bastante demacrado parece que tenga mil años.
-¿Cómo...
- Eso no responde a mi pregunta. Respone, es de mala educación no hacer caso a tus mayores.
-Cosas de un pasado que prefiero olvidar... - respondo con un tono bajo.
-¿Una confrontación?
-Si.
-¿No derrotaste a tu enemigo?
-No exactamente... y no fuí yo...
-¿Quién fue entonces?
-Otro yo...
- Al que en realidad temes, ¿verdad?
El hombre sonrió como si en verdad supiera toda mi historia sin necesidad que yo la contara. ¿Cómo podría saberlo? ¿Sería algún cautivo de Discordia que sobrevivió?
-Si... se que es un poco estupido pero...
-Es posible, - el anciano seguía sonriendo. - Estupido es quedarse así claro. ¿Cómo esperas enfrentar a tus enemigos si no paras de enfrentarte contigo mismo?
-No lo se...
-Eres un lobo. Los lobos cazan en manada, y tu estas en disputa con la que hay en tu interior. Así no llegaras a nada. - volvió hacia el altar. - Ven. Tal ve él pueda orientarte. Aunque eso puede tener un costo que no te puede gustar.
Hice como dijo y me acerqué viendo diversos trozos de madera en el suelo.
-Toma un trozo, coge ese cuchillo. - señalo la herramienta. - Y talla tu ofrenda, eso determinara tu futuro.
Seguí sus ordenes y comencé a tallar lo primero que se me ocurrio. No es que fuera muy dado en esas artes, lo mio era más el metal, la madera sólo la usaba para crear moldes, no algo elaborado... Cuando terminé con la talla la deje en el altar.
-Eres un desastre muchacho. Es lo que se espera de alguien peleado consigo mismo. - el hombre hablaba a mi espalda. - Yo que tu no me la jugaría mucho en los eventos siguientes en tu vida, puede que sean los ultimos... - escuché su risa sin aún atraverme a mirarlo, su sombra había crecido al igual que la gravedad de su voz. - O puede que te sirvan para resolver tu disputa, si es que consigues sobrevivir a ello... - escuché un fuerte gruñido a mi espalda pero al girarme no había nadie, ni siquiera el anciano.
Estaba completamente sólo e incluso la niebla comenzaba a disiparse. La verdad es que aquello pintaba muy mal.
Última edición por Ircan el Mar 6 Nov - 23:39, editado 1 vez
Ircan
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Re: [Zona de Culto] Santuario de Thorbald
El miembro 'Ircan' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Tyr
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