Por un puñado de monedas [Libre] [3/3] [Cerrado]
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Esto estaba mal en muchos sentidos [ANALIZANDO] en primer lugar, no me parecía correcto estar colgada cabeza abajo durante tanto tiempo. Había realizado varios chequeos con mi sistema y no parecía que fuera a causar algún problema a nivel mecánico, pero podía sentir que las articulaciones de mis tobillos estaban siendo exigidas más de la cuenta.
Además, mis brazos habían sido estirados hacía atrás de forma poco natural, con el consecuente corte en la circulación que debería llegar hasta la punta de mis dedos. Ahora sentía las extremidades frías y entumecidas, cuando lograra bajar de allí tendría que hacer una revisión completa para asegurarme que nada se hubiese dañado más de la cuenta.
-¿Sigue despierta? –
-Creo que en realidad nunca duerme –
-Es correcto, no necesito dormir. Les solicito nuevamente que me bajen de aquí – Había hecho el mismo pedido cincuenta y seis veces, y jamás habían prestado atención a mi reclamo.
-Ya te dijimos que no podemos hacer eso, necesitamos el dinero –
-Comprendo. Pero yo no puedo permitir que me vendan – Les había ofrecido las monedas que llevaba conmigo, pero no había sido suficiente para convencerlos.
-Me temo que lo que vayamos a hacer no es decisión tuya– El humano movía los troncos que alimentaban la fogata, sin mirarme mientras hablaba.
Todo había sucedido por un descuido, mi sistema insistió en realizar una actualización mientras cruzaba el bosque, me detuve a la sombra de un árbol y les dije a mis tres acompañantes que vigilaran. Pero al despertarme ya no estaban conmigo, y me encontraba atada de pies y manos colgando de la rama de un árbol.
[ANALIZANDO] Más allá de que me hubiesen atado y se hubiesen llevado a mis acompañantes, no parecían ser malas personas. Había un humano y dos hombres- bestia, uno de ellos, el hombre- mono, se aseguraba que estuviera mirando en dirección a ellos, según me informo consideraba de mal gusto que estuvieran hablando conmigo mirando hacia el lado contrario. El otro no hablaba demasiado, pero tampoco había demostrado tener comportamientos agresivos.
Al preguntar por mis acompañantes fui informada de que los habían llevado al pueblo más cercano para intentar venderlos como herramientas. Si la venta era exitosa, luego intentarían venderme a mí, ya sea entera o en partes, dependiendo de lo que estuvieran necesitando en el mercado.
La mañana recién comenzaba, y no parecía que hubiese muchas posibilidades de cambio en mi situación, en cuanto sus dos compañeros regresaran del pueblo me bajarían del árbol, pero hasta entonces solo podía esperar. El viento movía ligeramente mi cuerpo, el hombre- perro detuvo mi balanceo y me acomodo de tal manera que pudiera hablar con ellos mientras desayunaban.
-Te lo agradezco – Le dije aunque nuevamente, no me respondió, bajo la cabeza y regreso junto a sus compañeros.
Además, mis brazos habían sido estirados hacía atrás de forma poco natural, con el consecuente corte en la circulación que debería llegar hasta la punta de mis dedos. Ahora sentía las extremidades frías y entumecidas, cuando lograra bajar de allí tendría que hacer una revisión completa para asegurarme que nada se hubiese dañado más de la cuenta.
-¿Sigue despierta? –
-Creo que en realidad nunca duerme –
-Es correcto, no necesito dormir. Les solicito nuevamente que me bajen de aquí – Había hecho el mismo pedido cincuenta y seis veces, y jamás habían prestado atención a mi reclamo.
-Ya te dijimos que no podemos hacer eso, necesitamos el dinero –
-Comprendo. Pero yo no puedo permitir que me vendan – Les había ofrecido las monedas que llevaba conmigo, pero no había sido suficiente para convencerlos.
-Me temo que lo que vayamos a hacer no es decisión tuya– El humano movía los troncos que alimentaban la fogata, sin mirarme mientras hablaba.
Todo había sucedido por un descuido, mi sistema insistió en realizar una actualización mientras cruzaba el bosque, me detuve a la sombra de un árbol y les dije a mis tres acompañantes que vigilaran. Pero al despertarme ya no estaban conmigo, y me encontraba atada de pies y manos colgando de la rama de un árbol.
[ANALIZANDO] Más allá de que me hubiesen atado y se hubiesen llevado a mis acompañantes, no parecían ser malas personas. Había un humano y dos hombres- bestia, uno de ellos, el hombre- mono, se aseguraba que estuviera mirando en dirección a ellos, según me informo consideraba de mal gusto que estuvieran hablando conmigo mirando hacia el lado contrario. El otro no hablaba demasiado, pero tampoco había demostrado tener comportamientos agresivos.
Al preguntar por mis acompañantes fui informada de que los habían llevado al pueblo más cercano para intentar venderlos como herramientas. Si la venta era exitosa, luego intentarían venderme a mí, ya sea entera o en partes, dependiendo de lo que estuvieran necesitando en el mercado.
La mañana recién comenzaba, y no parecía que hubiese muchas posibilidades de cambio en mi situación, en cuanto sus dos compañeros regresaran del pueblo me bajarían del árbol, pero hasta entonces solo podía esperar. El viento movía ligeramente mi cuerpo, el hombre- perro detuvo mi balanceo y me acomodo de tal manera que pudiera hablar con ellos mientras desayunaban.
-Te lo agradezco – Le dije aunque nuevamente, no me respondió, bajo la cabeza y regreso junto a sus compañeros.
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- El humano, el hombre-mono y el hombre-perro:
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Última edición por Zöe el Lun Ago 20 2018, 19:24, editado 1 vez
Zöe
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Re: Por un puñado de monedas [Libre] [3/3] [Cerrado]
La separación con Wood fue tan rara como repentina, y me pidió no ahondar mucho en los detalles. Aunque me costó mentalmente hacerme la idea, respeté su decisión. Habían muchas cosas que todavía no compartía conmigo, y no parecía pasar por un tema de confianza. Más bien, esta zona estaba habitada por licántropos y hombres bestia, y probablemente vivió algún tiempo acá, trayendo quizás memorias que no deseaba recordar ni lidiar.
Desgraciadamente, el norte me llamaba, y como dragona, me correspondía corresponder… no, espera, eso es redundante. Me correspondía responder al llamado que hacía mi sangre. Ahí sí.
Si, lo siento, es que me he dado cuenta que, en mis viajes, se me sale mucho lo campesina, y aunque está bien honrar los orígenes, tampoco es para que se me salga lo bruta.
Al punto.
Había llegado después de la mañana a aquel pueblo en las tierras del Este. Más bien, tribu, ya que había un tema sobre cómo una gran tribu llamada “La Manada” controlaba la zona. No entendía mucho, pero al parecer, existían muchos conflictos por el control de esta zona, por las rutas comerciales. Eso hacía que pequeñas tribus fueran algo raras, siendo además muchas de ellas nómades. Afortunadamente,caí muy bien en el círculo de confianza después de mostrar mis dotes de canto. Muchos niños pedían más canciones, mientras que los adultos parecían más abiertos a aceptarme. Incluso aceptaron mis aeros como forma de intercambio.
Así que hice lo primero que cualquier persona sensible hubiera hecho en ese momento.
- ¡Ay, pero qué delicia de pan, Dioses mios!
Había pasado tanto tiempo desde que probé un pan tan delicioso. Podía sentir que mis sentidos… digo, papilas gustativas se derretían en una sabrosa sensación. Siendo honesta, no sé cómo lo hacían. Intenté en mis viajes hacer algo de pan, pero los intentos sabían a harina cocida con agua, nada digno de un paladar de ser sapiente.
- Si que te gustó este pan recién hecho, ¿eh? - exclamó cuando me vió atragantarme con un pedazo.
- Oiga, mis felicitaciones al chef, me faltan estrellas para ponerle a este pan.
- Jaja, tomaré esas felicitaciones entonces - me respondió con el pecho inflado - aunque, siendo justos, desde que compré ese aparato de metal que la vida se me ha facilitado un montón.
- ¿Renovó el equipo dice? Pues, muy bien hecho, este pan le quedó al punto.
- ¡Y es divertido cómo baila cuando está animado!
¿Bailar? Cuando me dijo sobre “el aparato de metal”, pensé que se refería a algún nuevo horno, o algo así. Bueno, hasta el momento y por lo poco que he viajado, no sabía que los hornos bailaban. A menos que...
- Y… ¿no le causa un alboroto cuando salta y baila? Digo, un horno bailando, aunque sea mágico… - necesitaba corroborar.
- Oh, no, no es un horno - corrigió -. Es un pequeño ayudante, mire señorita.
Lo siguiente que ocurrió fue… extraño, por falta de un mejor calificativo. Era una criatura de no más de 20 centímetros de altura, la cual estaba teñida de un rojo muy intenso. Tenía accesorios que no lograba entender, pero eso daba lo mismo. También daba lo mismo su baile, aunque era muy buen bailarín. No, lo que me molestaba por dentro es que tenía esa sensación de haber visto esto antes, un deja vu. No era exactamente igual, pero… se parecía mucho a los pequeños que hacía aquella Bio... ¿Como le llamó una vez? ¿Seba? ¿Sema?
… y, pensandolo bien, cuando mi papá le pidió ese favor…
- ¿Donde adquirió este robotito? - no me di cuenta en su momento, pero nombrarlo robotito era el indicio de mi inconsciente de que lo conocía. No directamente, pero lo conocía.
- Un buen par de jovenes llegaron con este muchachín, y me ofrecieron un buen precio por él - me comentó, mientras miraba hacia arriba como si intentara hacer memoria -. Al principio, pensé que estaban intentando tomar uno de mis miles de cabellos del cuerpo, pero cuando me dejaron probar cómo trabajaba, acepté su oferta sin una gota de duda, mi señorita.
- Ajá… - dos jóvenes, dice. Pueden decir que es mi instinto de mujer o simplemente una corazonada, pero algo me decía que necesitaba saber más del asunto - ¿le mencionaron a una chica, por esas casualidades de la vida?
- Hmm, nada de eso, mi señorita - parecía bien honesto al responder -, aunque intentaron venderme otros de esos pequeñines, pero bah, no me servían para nada.
- ¿Otros más?
- Si, fueron levemente insistentes, pero cuando les dije que se fueran, se marcharon para ver si se los vendían a otros de nuestra tribu.
- Ajá…
Mi instinto decía que había dragón encerrado en todo esto.
Desgraciadamente, el norte me llamaba, y como dragona, me correspondía corresponder… no, espera, eso es redundante. Me correspondía responder al llamado que hacía mi sangre. Ahí sí.
Si, lo siento, es que me he dado cuenta que, en mis viajes, se me sale mucho lo campesina, y aunque está bien honrar los orígenes, tampoco es para que se me salga lo bruta.
Al punto.
Había llegado después de la mañana a aquel pueblo en las tierras del Este. Más bien, tribu, ya que había un tema sobre cómo una gran tribu llamada “La Manada” controlaba la zona. No entendía mucho, pero al parecer, existían muchos conflictos por el control de esta zona, por las rutas comerciales. Eso hacía que pequeñas tribus fueran algo raras, siendo además muchas de ellas nómades. Afortunadamente,caí muy bien en el círculo de confianza después de mostrar mis dotes de canto. Muchos niños pedían más canciones, mientras que los adultos parecían más abiertos a aceptarme. Incluso aceptaron mis aeros como forma de intercambio.
Así que hice lo primero que cualquier persona sensible hubiera hecho en ese momento.
- ¡Ay, pero qué delicia de pan, Dioses mios!
Había pasado tanto tiempo desde que probé un pan tan delicioso. Podía sentir que mis sentidos… digo, papilas gustativas se derretían en una sabrosa sensación. Siendo honesta, no sé cómo lo hacían. Intenté en mis viajes hacer algo de pan, pero los intentos sabían a harina cocida con agua, nada digno de un paladar de ser sapiente.
- Si que te gustó este pan recién hecho, ¿eh? - exclamó cuando me vió atragantarme con un pedazo.
- Oiga, mis felicitaciones al chef, me faltan estrellas para ponerle a este pan.
- Jaja, tomaré esas felicitaciones entonces - me respondió con el pecho inflado - aunque, siendo justos, desde que compré ese aparato de metal que la vida se me ha facilitado un montón.
- ¿Renovó el equipo dice? Pues, muy bien hecho, este pan le quedó al punto.
- ¡Y es divertido cómo baila cuando está animado!
¿Bailar? Cuando me dijo sobre “el aparato de metal”, pensé que se refería a algún nuevo horno, o algo así. Bueno, hasta el momento y por lo poco que he viajado, no sabía que los hornos bailaban. A menos que...
- Y… ¿no le causa un alboroto cuando salta y baila? Digo, un horno bailando, aunque sea mágico… - necesitaba corroborar.
- Oh, no, no es un horno - corrigió -. Es un pequeño ayudante, mire señorita.
Lo siguiente que ocurrió fue… extraño, por falta de un mejor calificativo. Era una criatura de no más de 20 centímetros de altura, la cual estaba teñida de un rojo muy intenso. Tenía accesorios que no lograba entender, pero eso daba lo mismo. También daba lo mismo su baile, aunque era muy buen bailarín. No, lo que me molestaba por dentro es que tenía esa sensación de haber visto esto antes, un deja vu. No era exactamente igual, pero… se parecía mucho a los pequeños que hacía aquella Bio... ¿Como le llamó una vez? ¿Seba? ¿Sema?
… y, pensandolo bien, cuando mi papá le pidió ese favor…
- ¿Donde adquirió este robotito? - no me di cuenta en su momento, pero nombrarlo robotito era el indicio de mi inconsciente de que lo conocía. No directamente, pero lo conocía.
- Un buen par de jovenes llegaron con este muchachín, y me ofrecieron un buen precio por él - me comentó, mientras miraba hacia arriba como si intentara hacer memoria -. Al principio, pensé que estaban intentando tomar uno de mis miles de cabellos del cuerpo, pero cuando me dejaron probar cómo trabajaba, acepté su oferta sin una gota de duda, mi señorita.
- Ajá… - dos jóvenes, dice. Pueden decir que es mi instinto de mujer o simplemente una corazonada, pero algo me decía que necesitaba saber más del asunto - ¿le mencionaron a una chica, por esas casualidades de la vida?
- Hmm, nada de eso, mi señorita - parecía bien honesto al responder -, aunque intentaron venderme otros de esos pequeñines, pero bah, no me servían para nada.
- ¿Otros más?
- Si, fueron levemente insistentes, pero cuando les dije que se fueran, se marcharon para ver si se los vendían a otros de nuestra tribu.
- Ajá…
Mi instinto decía que había dragón encerrado en todo esto.
Siria
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Re: Por un puñado de monedas [Libre] [3/3] [Cerrado]
El sol despuntaba por el este y los rayos se colaban por la ventana de la pequeña habitación, para entonces, Ben llevaba despierto un buen rato, de hecho estaba de rodillas en el suelo mirando hacia la ventana. Tenía la espalda erguida y las manos sobre los muslos, los ojos cerrados y su respiración profunda. Pensaba en todos los Dioses y en su grandeza. A todos y cada uno de ellos les dedicó palabras de agradecimiento y también rogó para que se cumplieran sus plegarias. Las voces del exterior lo distrajeron momentáneamente pero pudo seguir con sus rezos a los Dioses. Cuando el sol se elevó lo suficiente como para bañar el rostro de Ben, la actividad fuera se había intensificado. Las voces eran constantes, se escuchaba gente trabajar (martilleando, serrando...) algún berrido de algún animal. A su espalda el sonido de las llaves contra la cerradura y la puerta se abrió.
- A ver, leva... ¿qué haces? Como quieras... Bueno, a ver, escúchame. Tu tiempo encerrado se ha acabado, emm, tenías razón. Se ha comprobado todo y, bueno, sí. Puedes irte.- Mientras el carcelero decía todo aquello Sango se levantó lentamente sin dejar de mirar por el ventanuco. Al terminar de hablar, hubo un silencio entre los dos que se vio roto por el tintineo del juego de llaves. Ben se dio la vuelta y le dedicó una sonrisa.
- Bueno, bueno... espero que el responsable tenga su castigo, ahora, ¿dónde está mi hacha?- Le preguntó sonriendo. El carcelero esperó a que Sango saliera de la celda. Cerró el ventanuco y después la puerta. Pasó al lado de Sango y fue a un mueble que estaba inclinado porque le faltaba una de las patas laterales. Abrió un cajón y sacó el cinturón y el hacha de Sango y se lo tendió. Después la saca con el puñado de monedas que llevaba encima. No era todo lo que tenía, el resto lo dejó en buenas manos en Roilkat.
- Pasará toda el día de hoy encadenado a un árbol, luego a la celda a la espera de su castigo.- Se encogió de hombros y miró a Sango. - Me disculpo por la patada del otro día.- Sango le miró y sonrió.
- Agua pasada, además ya no me duelen tanto. Ah, me debes una.- Terminó de abrocharse el cinturón y colgó el hacha del gancho. Sin decir nada más, Ben abandonó la cárcel "para no volver jamás" pensó para sí. La puerta se cerró tras de sí y decidió ir a por algo de comer. Fue caminando tranquilamente hasta detenerse delante de una casa donde había una pareja no anciana pero entrando en esa etapa. Tenían sobre un mantel carne de caza, pero era algo distinta a lo que Sango estaba acostumbrado. Se acercó para preguntar.
- Buen día, em... Tengo que preguntarlo, ¿esto qué es?
- Ardilla.- Contestó el hombre orgulloso. A Sango le pilló desprevenido. Y el hombre se rio al ver la cara de Sango. - No pongas esa cara hombre, no es tan horrible como parece, además, extranjero, cazarlas es todo un arte.- Le dijo el hombre.
- ¿Puedo probarla? Pagaré por el animal y para que me la cocinéis, claro.- La pareja se miró y se pusieron a preparar uno de los ejemplares, mientras lo ponían todo en marcha, el hombre empezó a hablar.
- Tú piensa en un lazo normal y corriente para atrapar a un conejo, suelen ser de este tamaño- hizo un gesto con la mano- pero no valen... es que las ardillas son demasiado rápidas para caer en esos lazos. Si has visto alguna vez a estos animales verás que en un parpadeo los puedes perder. Yo he inventado un sistema nuevo, sí, es verdad, pierden la cabeza con él y a veces sale mal, pero miranos, ja, ja, ja, la comida nunca falta en nuestra mesa, ¿puede todo el mundo decir eso? Bueno, te contaré cómo lo hago- Sango desconectó del mundo, a lo lejos pudo ver a unos hombres que llevaban algo atado e iban de un lado para otro ofreciendo un cacharro, a falta de un término mejor, rojo y que además parecía moverse. Los hombres, eran dos, parecían conocer bien a la gente del pueblo y en aquel momento estaban regateando por aquella cosa.
- [... ]sin embargo a una rata no.- Sango se giró alarmado con las últimas palabras y miró al hombre que daba vuelta al pincho que había hecho con la ardilla.
- Espera, eso no será rata, ¿verdad?- La mujer pareció escandalizada ante aquel comentario y el hombre le miró indignado.
- Pero, pero, ¿cómo te atreves a decir eso? No nos comeríamos a nadie de nuestra especie ni de broma es repugnante.- Sango trató de tranquilizarlos y decirles que había malinterpretado sus palabras al final. Después de calmarlos pagó y se alejó de la pareja. No sabía qué decir del sabor de la ardilla, pero bastaba para alimentarle y continuar el día.
Para cuando acabó el pincho y dejó de pasear por el pueblo, habían pasado un par de horas. Se detuvo en todos los puestos a preguntar por todo lo que tenían y aunque no comprara nada se iba enterando de cosas, pocas, pero alguna merecía la pena. Cuando se quedó sin que hacer en aquel pueblo decidió marcharse y volver al sur.
-Un buen par de jovenes llegaron con este muchachín, y me ofrecieron un buen precio por él- Sango se detuvo a unos pasos para escuchar aquella conversación. La chica iba dirigiendo la conversación a un terreno interesante, tanto que Ben creía que el refuerzo que le habían prometido había llegado. Cuando acabaron de hablar, Sango se puso al lado de la chica que iba caminando hacia algún lugar.
- ¿Tú también lo has notado? Esta gente trata de proteger a esos malditos esclavistas. Me he pasado tres días encerrado por culpa de uno de ellos. Me acusó de robar. Estaba a punto de descubrir dónde tienen su campamento pero ese bastardo dio la voz de aviso y seguramente se hayan movido, aunque tenemos una muy buena oportunidad de interrogarle, lo tienen encadenado a un árbol o eso me aseguró el carcelero... Por cierto, soy Sango, eres Uruz, ¿verdad? Bien, si quieres podemos ir a ver a ese maldito bastardo y sacarle todo lo que podamos, el carcelero me debe una.- Sango miró a la chica. Era más alta que él y más blanca de lo que esperaba para alguien que viene de Roilkat, pero no le dio más importancia.
- ¿Las órdenes siguen siendo las mismas, verdad?
Sango siguió caminando. El sol se elevaba cada vez más.
- A ver, leva... ¿qué haces? Como quieras... Bueno, a ver, escúchame. Tu tiempo encerrado se ha acabado, emm, tenías razón. Se ha comprobado todo y, bueno, sí. Puedes irte.- Mientras el carcelero decía todo aquello Sango se levantó lentamente sin dejar de mirar por el ventanuco. Al terminar de hablar, hubo un silencio entre los dos que se vio roto por el tintineo del juego de llaves. Ben se dio la vuelta y le dedicó una sonrisa.
- Bueno, bueno... espero que el responsable tenga su castigo, ahora, ¿dónde está mi hacha?- Le preguntó sonriendo. El carcelero esperó a que Sango saliera de la celda. Cerró el ventanuco y después la puerta. Pasó al lado de Sango y fue a un mueble que estaba inclinado porque le faltaba una de las patas laterales. Abrió un cajón y sacó el cinturón y el hacha de Sango y se lo tendió. Después la saca con el puñado de monedas que llevaba encima. No era todo lo que tenía, el resto lo dejó en buenas manos en Roilkat.
- Pasará toda el día de hoy encadenado a un árbol, luego a la celda a la espera de su castigo.- Se encogió de hombros y miró a Sango. - Me disculpo por la patada del otro día.- Sango le miró y sonrió.
- Agua pasada, además ya no me duelen tanto. Ah, me debes una.- Terminó de abrocharse el cinturón y colgó el hacha del gancho. Sin decir nada más, Ben abandonó la cárcel "para no volver jamás" pensó para sí. La puerta se cerró tras de sí y decidió ir a por algo de comer. Fue caminando tranquilamente hasta detenerse delante de una casa donde había una pareja no anciana pero entrando en esa etapa. Tenían sobre un mantel carne de caza, pero era algo distinta a lo que Sango estaba acostumbrado. Se acercó para preguntar.
- Buen día, em... Tengo que preguntarlo, ¿esto qué es?
- Ardilla.- Contestó el hombre orgulloso. A Sango le pilló desprevenido. Y el hombre se rio al ver la cara de Sango. - No pongas esa cara hombre, no es tan horrible como parece, además, extranjero, cazarlas es todo un arte.- Le dijo el hombre.
- ¿Puedo probarla? Pagaré por el animal y para que me la cocinéis, claro.- La pareja se miró y se pusieron a preparar uno de los ejemplares, mientras lo ponían todo en marcha, el hombre empezó a hablar.
- Tú piensa en un lazo normal y corriente para atrapar a un conejo, suelen ser de este tamaño- hizo un gesto con la mano- pero no valen... es que las ardillas son demasiado rápidas para caer en esos lazos. Si has visto alguna vez a estos animales verás que en un parpadeo los puedes perder. Yo he inventado un sistema nuevo, sí, es verdad, pierden la cabeza con él y a veces sale mal, pero miranos, ja, ja, ja, la comida nunca falta en nuestra mesa, ¿puede todo el mundo decir eso? Bueno, te contaré cómo lo hago- Sango desconectó del mundo, a lo lejos pudo ver a unos hombres que llevaban algo atado e iban de un lado para otro ofreciendo un cacharro, a falta de un término mejor, rojo y que además parecía moverse. Los hombres, eran dos, parecían conocer bien a la gente del pueblo y en aquel momento estaban regateando por aquella cosa.
- [... ]sin embargo a una rata no.- Sango se giró alarmado con las últimas palabras y miró al hombre que daba vuelta al pincho que había hecho con la ardilla.
- Espera, eso no será rata, ¿verdad?- La mujer pareció escandalizada ante aquel comentario y el hombre le miró indignado.
- Pero, pero, ¿cómo te atreves a decir eso? No nos comeríamos a nadie de nuestra especie ni de broma es repugnante.- Sango trató de tranquilizarlos y decirles que había malinterpretado sus palabras al final. Después de calmarlos pagó y se alejó de la pareja. No sabía qué decir del sabor de la ardilla, pero bastaba para alimentarle y continuar el día.
Para cuando acabó el pincho y dejó de pasear por el pueblo, habían pasado un par de horas. Se detuvo en todos los puestos a preguntar por todo lo que tenían y aunque no comprara nada se iba enterando de cosas, pocas, pero alguna merecía la pena. Cuando se quedó sin que hacer en aquel pueblo decidió marcharse y volver al sur.
-Un buen par de jovenes llegaron con este muchachín, y me ofrecieron un buen precio por él- Sango se detuvo a unos pasos para escuchar aquella conversación. La chica iba dirigiendo la conversación a un terreno interesante, tanto que Ben creía que el refuerzo que le habían prometido había llegado. Cuando acabaron de hablar, Sango se puso al lado de la chica que iba caminando hacia algún lugar.
- ¿Tú también lo has notado? Esta gente trata de proteger a esos malditos esclavistas. Me he pasado tres días encerrado por culpa de uno de ellos. Me acusó de robar. Estaba a punto de descubrir dónde tienen su campamento pero ese bastardo dio la voz de aviso y seguramente se hayan movido, aunque tenemos una muy buena oportunidad de interrogarle, lo tienen encadenado a un árbol o eso me aseguró el carcelero... Por cierto, soy Sango, eres Uruz, ¿verdad? Bien, si quieres podemos ir a ver a ese maldito bastardo y sacarle todo lo que podamos, el carcelero me debe una.- Sango miró a la chica. Era más alta que él y más blanca de lo que esperaba para alguien que viene de Roilkat, pero no le dio más importancia.
- ¿Las órdenes siguen siendo las mismas, verdad?
Sango siguió caminando. El sol se elevaba cada vez más.
- Editado:
- 31/05/2018: Editado para cambiar el color de un diálogo.
Última edición por Sango el Jue Mayo 31 2018, 17:30, editado 1 vez
Sango
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Re: Por un puñado de monedas [Libre] [3/3] [Cerrado]
-¿No deberían haber vuelto ya? –
-Tal vez están esperando a que pase alguna caravana de comerciantes para poder venderlos a un mejor precio –
-… -
-No conseguirán un precio adecuado, mis acompañantes son invaluables – Era un dato que podía afirmar con absoluta certeza. No había conocido a nadie más en Aerandir que fabricara robots [ERROR] lo que más se aproximaba a eso era la Base de los Bios, pero en cualquier caso ellos no los ponían en circulación, por lo que el resultado era el mismo.
Mi comentario nuevamente no fue tomado en cuenta, los orgánicos continuaron hablando entre ellos sobre las posibles alternativas. Yo fui girando lentamente hasta quedar viendo hacía el árbol, así que tan solo podía escucharlos.
-¿Y si uno de nosotros va a ver qué sucedió y regresa? –
-No sé si continuar separándonos sea la mejor opción… -
-Pues, no nos podemos quedar aquí por siempre –
El intercambio de argumentos había durado ya varias horas y aún no llegaban a una resolución. Estábamos pasando ya el mediodía, los orgánicos no habían llegado a ninguna decisión, así que nos quedaríamos en el claro al menos hasta la media tarde, querían darle la oportunidad a sus compañeros de que regresen.
Cuando terminaron de comer cada uno se dedicó a sus actividades diarias, el humano dormitaba con la cabeza descansando sobre su equipaje, el hombre-mono solía desaparecer por las ramas para tener mejor vigilado el campamento, y el hombre-perro se sentaba con la espalda apoyada contra el árbol del que estaba colgada.
El ser con rasgos caninos parecía estar pensando en algo, abrió y cerró la boca varias veces, miraba en mi dirección y luego volvía a enfocarse en otra cosa.
-Tú… ¿No comes? – Me preguntó finalmente.
-No, no requiero de alimentos como ustedes, aunque puedo consumir algunos comestibles a veces si requiero de alguna proteína en particular – Pero los orgánicos hacían mucho más que simplemente consumir vitaminas, tenían muchos rituales alrededor de las comidas, y en más de una cultura parecían asociarlo incluso a la fertilidad u otras funciones con las cuales no había ninguna relación lógica.
-Eso es antinatural –
-Correcto, eso es porque no soy un objeto de la naturaleza – Alguna vez lo había sido, pero quedaba poco de mi a lo cual pudieran llamar “natural” – Tendré que pedirte por última vez que me liberes, si no lo haces me iré por mis propios medios.
Podía soltarme desde un comienzo, pero mi programación me exigía que siguiera las órdenes de los orgánicos a menos que mi vida corriera un riesgo real, y ellos habían sido muy amables conmigo, por lo que no me había quedado más alternativa que esperar.
-No puedo hacer eso –
Todas las advertencias habían sido dadas [ANALIZANDO] el momento en que decidirían por fin venderme estaba cada vez más cerca[ANALIZANDO] eso era un peligro real para mi supervivencia [CONCLUSIÓN] Me escaparía antes de que eso sucediera.
-Tal vez están esperando a que pase alguna caravana de comerciantes para poder venderlos a un mejor precio –
-… -
-No conseguirán un precio adecuado, mis acompañantes son invaluables – Era un dato que podía afirmar con absoluta certeza. No había conocido a nadie más en Aerandir que fabricara robots [ERROR] lo que más se aproximaba a eso era la Base de los Bios, pero en cualquier caso ellos no los ponían en circulación, por lo que el resultado era el mismo.
Mi comentario nuevamente no fue tomado en cuenta, los orgánicos continuaron hablando entre ellos sobre las posibles alternativas. Yo fui girando lentamente hasta quedar viendo hacía el árbol, así que tan solo podía escucharlos.
-¿Y si uno de nosotros va a ver qué sucedió y regresa? –
-No sé si continuar separándonos sea la mejor opción… -
-Pues, no nos podemos quedar aquí por siempre –
El intercambio de argumentos había durado ya varias horas y aún no llegaban a una resolución. Estábamos pasando ya el mediodía, los orgánicos no habían llegado a ninguna decisión, así que nos quedaríamos en el claro al menos hasta la media tarde, querían darle la oportunidad a sus compañeros de que regresen.
Cuando terminaron de comer cada uno se dedicó a sus actividades diarias, el humano dormitaba con la cabeza descansando sobre su equipaje, el hombre-mono solía desaparecer por las ramas para tener mejor vigilado el campamento, y el hombre-perro se sentaba con la espalda apoyada contra el árbol del que estaba colgada.
El ser con rasgos caninos parecía estar pensando en algo, abrió y cerró la boca varias veces, miraba en mi dirección y luego volvía a enfocarse en otra cosa.
-Tú… ¿No comes? – Me preguntó finalmente.
-No, no requiero de alimentos como ustedes, aunque puedo consumir algunos comestibles a veces si requiero de alguna proteína en particular – Pero los orgánicos hacían mucho más que simplemente consumir vitaminas, tenían muchos rituales alrededor de las comidas, y en más de una cultura parecían asociarlo incluso a la fertilidad u otras funciones con las cuales no había ninguna relación lógica.
-Eso es antinatural –
-Correcto, eso es porque no soy un objeto de la naturaleza – Alguna vez lo había sido, pero quedaba poco de mi a lo cual pudieran llamar “natural” – Tendré que pedirte por última vez que me liberes, si no lo haces me iré por mis propios medios.
Podía soltarme desde un comienzo, pero mi programación me exigía que siguiera las órdenes de los orgánicos a menos que mi vida corriera un riesgo real, y ellos habían sido muy amables conmigo, por lo que no me había quedado más alternativa que esperar.
-No puedo hacer eso –
Todas las advertencias habían sido dadas [ANALIZANDO] el momento en que decidirían por fin venderme estaba cada vez más cerca[ANALIZANDO] eso era un peligro real para mi supervivencia [CONCLUSIÓN] Me escaparía antes de que eso sucediera.
Zöe
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Re: Por un puñado de monedas [Libre] [3/3] [Cerrado]
Siendo justos, todavía no tenía una razón para sospechar de todo esto. Es cierto que no había nada raro per se en vender robotitos pequeños, sobre todo si existían Bios que os construían, los regalaban, o en el caso más extremo de la pobreza, podrían venderlos. Incluso uno podría venderlos si quería deshacerse de ellos, por salir fallados y esas cosas. Pero, y aunque no conocía todo el mundo, recuerdo lo que me decía “ella” cuando la veía construyendo figuras y pequeños robots para regalarlos.
Pero por más que intentara razonarlo, había algo que me molestaba. Era una de esas cosas que no podías quitarte de la cabeza hasta que necesitabas corroborar que todo estaba bien, como por ejemplo cuando no recuerdas si le echaste sal a la comida y tienes que probar el caldo crudo para saber porque no puedes esperar a que esté un poco más hervido.
Esto… eh, era algo parecido. Si.
Pero no terminaba de articular mis ideas cuando alguien se me acercó, comenzó a caminar a mi lado, y comenzó a hablar de tantas cosas que no entendía que sentí que las ideas ya atoradas se atoraban con estas ideas recién llegadas, todas intentando pasar por una puerta y trabandose sin dejar que ninguna de ellas pasara al otro lado.
Se refería a unos esclavistas, de injurias que le habían hecho, de avisos de alerta, interrogaciones, sangre, torturas, desmembramientos, ¿Uruz? ¿Me había confundido con alguien idéntica a mi?
¿... órdenes?
En ese momento, en el interior del cerebro de Siria, [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], como si todas las ideas que estaban atascadas se hubieran destrabado de la puerta que daba acceso a su mente.
- Necesitamos cambiar en nuestro acercamiento - le respondí, mientras lo miraba a los ojos de manera preocupada -. Si dio el aviso, es probable que hayan cambiado a un lugar en donde él no sepa. Y si aun así supiera, es probable que nos de una pista falsa de su localización. Pero hay algo que ellos no previeron…
Le indiqué que se detuviera en un punto en donde parte del poblado quedaba a buen ángulo de sus ojos, con la ventaja de que no eramos observados por nadie sospechoso.
- Al parecer esos pequeños artefactos de metal pertenecen a un robo que realizaron hace poco, y han intentado deshacerse de ellos rápidamente. La mente y las palabras pueden mentir, pero el olor no.
De mi bolsillo, saqué un pequeño saco con Aeros y se los pasé en la mano. Entre todas las cosas que estaban pasando, desconocía si era la mejor idea que podía tener. Quizás estaba apostando todo a algo que no traería una recompensa ni ayudaría a alguien, quizás siquiera a corroborar lo que sentía. A veces, me gustaría no tener esta obsesión cuando mi instinto me molestaba.
Pero ya que estamos involucrada en esto hasta las rodillas, bien podemos hacerlo hasta llegar al cuello.
- Esas cosas tienen el olor de esos sujetos, y si le pagamos a alguien para que siga el rastro, podemos dar con el grupo entero - me giré para ver el poblado como continuaba con su normalidad rutinaria -. Uno lo tiene ese panadero, los otros podrían estar en otros comercios, como la herrería o donde está el carpintero, por los usos que tienen. Podría crear una distracción mientras te haces de ellos…
Aunque, pensandolo bien, él podría tener un plan que podría complementarse con el mío, o hacerle alguna mejora, o ir por un camino completamente distinto y que nos podría ayudar mejor.
- … o si sientes que puedes mejorar este plan, o si tienes una mejor pista, podríamos ir a lo tuyo. Tú decides.
Sentía que mi idea era más infalible que lo de interrogar al sujeto en prisión. El estar tanto tiempo con una licántropa me enseñó que las presas nunca pueden esconder su olor, o el miedo detrás de este. Pero tampoco podía descartar lo que esta persona podría estar planeando, tenía que ver todas las posibilidades.
Pero por más que intentara razonarlo, había algo que me molestaba. Era una de esas cosas que no podías quitarte de la cabeza hasta que necesitabas corroborar que todo estaba bien, como por ejemplo cuando no recuerdas si le echaste sal a la comida y tienes que probar el caldo crudo para saber porque no puedes esperar a que esté un poco más hervido.
Esto… eh, era algo parecido. Si.
Pero no terminaba de articular mis ideas cuando alguien se me acercó, comenzó a caminar a mi lado, y comenzó a hablar de tantas cosas que no entendía que sentí que las ideas ya atoradas se atoraban con estas ideas recién llegadas, todas intentando pasar por una puerta y trabandose sin dejar que ninguna de ellas pasara al otro lado.
Se refería a unos esclavistas, de injurias que le habían hecho, de avisos de alerta, interrogaciones, sangre, torturas, desmembramientos, ¿Uruz? ¿Me había confundido con alguien idéntica a mi?
¿... órdenes?
Noentiendodedondevinotodoesto,yesoqueeldíaapenashabíacomenzadomásalládelmediodía.
Soloqueríasabersilapersonaquecreoqueestáinvolucradaentodoestoestábien,peroahoraconesto
veoquehayposibilidaddequeestéenpeligro,siesqueestetemadelosesclavistasquetrajoconsigola
personaquemeconversabaeracierta.Quizássehabíanacercadoaacorrararla,acapturarla,
avenderlaalmejorpostor,oquizásestaríaenmanosdeotrosBioscelososdesushabilidades,y....
Soloqueríasabersilapersonaquecreoqueestáinvolucradaentodoestoestábien,peroahoraconesto
veoquehayposibilidaddequeestéenpeligro,siesqueestetemadelosesclavistasquetrajoconsigola
personaquemeconversabaeracierta.Quizássehabíanacercadoaacorrararla,acapturarla,
avenderlaalmejorpostor,oquizásestaríaenmanosdeotrosBioscelososdesushabilidades,y....
En ese momento, en el interior del cerebro de Siria, [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], como si todas las ideas que estaban atascadas se hubieran destrabado de la puerta que daba acceso a su mente.
- Necesitamos cambiar en nuestro acercamiento - le respondí, mientras lo miraba a los ojos de manera preocupada -. Si dio el aviso, es probable que hayan cambiado a un lugar en donde él no sepa. Y si aun así supiera, es probable que nos de una pista falsa de su localización. Pero hay algo que ellos no previeron…
Le indiqué que se detuviera en un punto en donde parte del poblado quedaba a buen ángulo de sus ojos, con la ventaja de que no eramos observados por nadie sospechoso.
- Al parecer esos pequeños artefactos de metal pertenecen a un robo que realizaron hace poco, y han intentado deshacerse de ellos rápidamente. La mente y las palabras pueden mentir, pero el olor no.
De mi bolsillo, saqué un pequeño saco con Aeros y se los pasé en la mano. Entre todas las cosas que estaban pasando, desconocía si era la mejor idea que podía tener. Quizás estaba apostando todo a algo que no traería una recompensa ni ayudaría a alguien, quizás siquiera a corroborar lo que sentía. A veces, me gustaría no tener esta obsesión cuando mi instinto me molestaba.
Pero ya que estamos involucrada en esto hasta las rodillas, bien podemos hacerlo hasta llegar al cuello.
- Esas cosas tienen el olor de esos sujetos, y si le pagamos a alguien para que siga el rastro, podemos dar con el grupo entero - me giré para ver el poblado como continuaba con su normalidad rutinaria -. Uno lo tiene ese panadero, los otros podrían estar en otros comercios, como la herrería o donde está el carpintero, por los usos que tienen. Podría crear una distracción mientras te haces de ellos…
Aunque, pensandolo bien, él podría tener un plan que podría complementarse con el mío, o hacerle alguna mejora, o ir por un camino completamente distinto y que nos podría ayudar mejor.
- … o si sientes que puedes mejorar este plan, o si tienes una mejor pista, podríamos ir a lo tuyo. Tú decides.
Sentía que mi idea era más infalible que lo de interrogar al sujeto en prisión. El estar tanto tiempo con una licántropa me enseñó que las presas nunca pueden esconder su olor, o el miedo detrás de este. Pero tampoco podía descartar lo que esta persona podría estar planeando, tenía que ver todas las posibilidades.
Siria
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Re: Por un puñado de monedas [Libre] [3/3] [Cerrado]
Jugaba con la bolsa de aeros en la mano mientras Uruz le hablaba. Para él, aquellos cacharros metálicos eran de otro mundo, le parecían increíbles y a la vez peligrosos, ¿de verdad el humano pretende llegar a ser un Dios con tales creaciones? Sango no había tenido nunca contacto alguno con Bios o con seres parecidos, al menos que él supiera. Sango no había caído en la pista falsa y en que aquel hombre pudiera mentirles. Ben se rascó la cabeza.
- Si lo que dices es cierto, robaremos un bicho de esos, pero ¿cómo va a tener algo de metal como eso el olor de una persona? Quiero decir, mi hacha no huele a mi.- Quizás no entendió bien lo que quería decir, pero aún así, siguió elaborando el plan de Uruz, las ideas que había tenido hasta el momento le habían llevado a la cárcel y era sensato, o eso creía, cambiar de aires.
- Se me ha ocurrido algo... el carcelero me debe una y creo que sé cómo podemos causar el caos. Prepárate para cogerlo. Quedamos en el arroyo que hay al este donde el árbol caído. Sango, sin esperar respuesta, le devolvió la bolsa de monedas a Uruz y se fue caminando a paso ligero al barracón del carcelero. La tierra estaba algo húmeda, el barro se le pegaba en las botas. Era algo normal y habitual en aquel mundo, desafortunadamente, nadie había inventado algún remedio contra el barro. Bueno, quizá sí, pero enlosar todos los caminos sería muy caro y poco viable. Ben se sorprendía muchas veces pensando autenticas tonterías. Lejos quedaba ya el anhelo en busca de respuestas que le había dicho su padre que hiciera, respuestas a preguntas que aún no sabía, pero que tendría que descubrir. Al llegara al barracón del carcelero, algo apartado del pueblo "¿a quién le gusta tener a la chusma cerca de casa?", llamó con dos porrazos y esperó. Ante la falta de respuesta repitió la llamada y esperó de nuevo. Nada. Decidió entrar y al querer mover la puerta, parecía haber algo bloqueandola al otro lado.
- Eh, hola, soy yo de nuevo, ¿puede abrirme? Deberíamos hablar.- Ben dio la vuelta al edificio y en donde se supone que debería haber un guardia y un hombre atado a un árbol, sólo había una cuerda y una lanza en el suelo. Ben corrió a la entrada y se abalanzó contra la puerta un par de veces para poder entrar. Lo que bloqueaba la entrada resultó ser un cuerpo sin vida. Sango sacó rápidamente el hacha y la empuñó con fuerza. El cuerpo que estaba en el suelo no era el carcelero, además estaba desnudo. Se agachó y se sorprendió de que aun respirara pese al corte que tenía en la garganta, pero de repente.
- Maldito...- El carcelero tenía un corte feísimo en el cuello, casi como el del otro. - Me prometió dinero por liberarlo...- Hablaba con dificultad y cada vez con menos intensidad. Sango se acercó y le presionó la herida con un trapo que había encima de una mesa. El carcelero le dio un manotazo y le apartó las manos. Esbozó una sonrisa macabra, su cara estaba cubierta de sangre así como sus manos y su camisa. - Mi vida... por... Mi vida por un puñado de monedas.- Dos latidos después se desvaneció de este mundo con Sango observando sin poder hacer nada.
Voces en el exterior. Y de repente silencio. Sango no podía apartar la mirada del carcelero.
- ¿Qué... qué has hecho?- Preguntó alguien a su espalda. Ben se volvió y se dio cuenta de lo que pasaba.
- No, no, yo he llegado y... atrás no hay nadie. Se suponía que...- El grito de alarma le interrumpió. Era el hombre que le había preparado ardilla. Sango ante la perspectiva de perder la vida se levantó y caminó decidido hacia el hombre, este siguió gritando hasta que Ben lo agarró de la camisa y lo empujó con violencia dentro de la casa. Al salir, miró hacia el pueblo, había bastante gente caminando hacia él. Se miró las manos, la camisa, las botas los pantalones... Todo tenía salpicaduras de sangre.
- Joder.- Echó a correr en dirección contraria a la gente. Corrió hasta que no escuchó nada salvo su jadeo y el crepitar de las ramas y la yesca tras sus pasos. Instantes después se detuvo y decidió ir al punto de encuentro. Aún tenía una misión que cumplir.
- Odio este puñetero bosque. Hace poco un Graphorn (1), ahora un maldito pueblo en mi contra... Dioses, dadme fuerzas.- Hablaba para el bosque, es como si Ben no pudiera estar allí, como si los Dioses no se lo permitieran, "o algo más maligno", un escalofrío le recorrió el cuerpo. Era una perspectiva interesante si se analizaba con detenimiento, ¿qué ser superior se había fijado tanto en Sango como para maldecirle?
- No soy tan importante.- Dijo en voz alta.
Cuando encontró el arroyo se lavó las manos y la cara. Se puso de rodillas y bebió unos tragos de agua. Siguió el cauce del arroyo, no esperaba encontrar amenazas se había alejado bastante del poblado. Sólo esperaba que Uruz hubiera conseguido el maldito cacharro. Mientras caminaba en su mente empezaron a sonar las últimas palabras del carcelero: "mi vida, por un puñado de monedas". Sacudió la cabeza y buscó las palabras para decirle a Uruz lo que había sucedido. Debían encontrar ese campamento antes de que el fugitivo llegara con los suyos.
- Que los Dioses nos guarden.-
- Si lo que dices es cierto, robaremos un bicho de esos, pero ¿cómo va a tener algo de metal como eso el olor de una persona? Quiero decir, mi hacha no huele a mi.- Quizás no entendió bien lo que quería decir, pero aún así, siguió elaborando el plan de Uruz, las ideas que había tenido hasta el momento le habían llevado a la cárcel y era sensato, o eso creía, cambiar de aires.
- Se me ha ocurrido algo... el carcelero me debe una y creo que sé cómo podemos causar el caos. Prepárate para cogerlo. Quedamos en el arroyo que hay al este donde el árbol caído. Sango, sin esperar respuesta, le devolvió la bolsa de monedas a Uruz y se fue caminando a paso ligero al barracón del carcelero. La tierra estaba algo húmeda, el barro se le pegaba en las botas. Era algo normal y habitual en aquel mundo, desafortunadamente, nadie había inventado algún remedio contra el barro. Bueno, quizá sí, pero enlosar todos los caminos sería muy caro y poco viable. Ben se sorprendía muchas veces pensando autenticas tonterías. Lejos quedaba ya el anhelo en busca de respuestas que le había dicho su padre que hiciera, respuestas a preguntas que aún no sabía, pero que tendría que descubrir. Al llegara al barracón del carcelero, algo apartado del pueblo "¿a quién le gusta tener a la chusma cerca de casa?", llamó con dos porrazos y esperó. Ante la falta de respuesta repitió la llamada y esperó de nuevo. Nada. Decidió entrar y al querer mover la puerta, parecía haber algo bloqueandola al otro lado.
- Eh, hola, soy yo de nuevo, ¿puede abrirme? Deberíamos hablar.- Ben dio la vuelta al edificio y en donde se supone que debería haber un guardia y un hombre atado a un árbol, sólo había una cuerda y una lanza en el suelo. Ben corrió a la entrada y se abalanzó contra la puerta un par de veces para poder entrar. Lo que bloqueaba la entrada resultó ser un cuerpo sin vida. Sango sacó rápidamente el hacha y la empuñó con fuerza. El cuerpo que estaba en el suelo no era el carcelero, además estaba desnudo. Se agachó y se sorprendió de que aun respirara pese al corte que tenía en la garganta, pero de repente.
- Maldito...- El carcelero tenía un corte feísimo en el cuello, casi como el del otro. - Me prometió dinero por liberarlo...- Hablaba con dificultad y cada vez con menos intensidad. Sango se acercó y le presionó la herida con un trapo que había encima de una mesa. El carcelero le dio un manotazo y le apartó las manos. Esbozó una sonrisa macabra, su cara estaba cubierta de sangre así como sus manos y su camisa. - Mi vida... por... Mi vida por un puñado de monedas.- Dos latidos después se desvaneció de este mundo con Sango observando sin poder hacer nada.
Voces en el exterior. Y de repente silencio. Sango no podía apartar la mirada del carcelero.
- ¿Qué... qué has hecho?- Preguntó alguien a su espalda. Ben se volvió y se dio cuenta de lo que pasaba.
- No, no, yo he llegado y... atrás no hay nadie. Se suponía que...- El grito de alarma le interrumpió. Era el hombre que le había preparado ardilla. Sango ante la perspectiva de perder la vida se levantó y caminó decidido hacia el hombre, este siguió gritando hasta que Ben lo agarró de la camisa y lo empujó con violencia dentro de la casa. Al salir, miró hacia el pueblo, había bastante gente caminando hacia él. Se miró las manos, la camisa, las botas los pantalones... Todo tenía salpicaduras de sangre.
- Joder.- Echó a correr en dirección contraria a la gente. Corrió hasta que no escuchó nada salvo su jadeo y el crepitar de las ramas y la yesca tras sus pasos. Instantes después se detuvo y decidió ir al punto de encuentro. Aún tenía una misión que cumplir.
- Odio este puñetero bosque. Hace poco un Graphorn (1), ahora un maldito pueblo en mi contra... Dioses, dadme fuerzas.- Hablaba para el bosque, es como si Ben no pudiera estar allí, como si los Dioses no se lo permitieran, "o algo más maligno", un escalofrío le recorrió el cuerpo. Era una perspectiva interesante si se analizaba con detenimiento, ¿qué ser superior se había fijado tanto en Sango como para maldecirle?
- No soy tan importante.- Dijo en voz alta.
Cuando encontró el arroyo se lavó las manos y la cara. Se puso de rodillas y bebió unos tragos de agua. Siguió el cauce del arroyo, no esperaba encontrar amenazas se había alejado bastante del poblado. Sólo esperaba que Uruz hubiera conseguido el maldito cacharro. Mientras caminaba en su mente empezaron a sonar las últimas palabras del carcelero: "mi vida, por un puñado de monedas". Sacudió la cabeza y buscó las palabras para decirle a Uruz lo que había sucedido. Debían encontrar ese campamento antes de que el fugitivo llegara con los suyos.
- Que los Dioses nos guarden.-
- ¿¡Runas!?:
- No sé ni cómo ni cuándo he lanzado las runas...
Última edición por Sango el Jue Mayo 31 2018, 17:35, editado 1 vez
Sango
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El miembro 'Sango' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Re: Por un puñado de monedas [Libre] [3/3] [Cerrado]
El humano seguía durmiendo, y no había tenido noticias del hombre- mono desde hace cuarenta y ocho minutos. No podía seguir perdiendo el tiempo en este lugar, confiaba en que mis compañeros podían cuidarse solos, pero no podía fiarme de ellos, en realidad me preocupaba más el bienestar de los orgánicos antes que de SEPA-IV, AMA o ATAC.
El hombre- Perro continuaba recostado contra el árbol, muy cerca de mí, si comenzaba a desatarme en este momento se daría cuenta, sus sentidos eran mucho más finos que los de los humanos [ANALIZANDO] Otra opción era moverme con velocidad y reducirlo, pero eso significaba hacerle daño [ERROR] No me estaba permitido hacerle daño a menos que pusiera en riesgo mi vida.
De todos modos, el hombre- bestia permanecía más cerca de mí de lo necesario, y había notado que en varias ocasiones me observaba. No había vuelto a hacer más preguntas desde la última vez, pero había dejado en claro que mi presencia lo incomodaba.
De repente se puso de pie, sin decir ni una sola palabra se perdió en la espesura del bosque y regresó luego de algunos minutos. Volvió a sentarse como si nada hubiese pasado, entonces se escucharon algunos ruidos en la misma dirección en la que antes había estado el hombre- perro.
-¿Qué fue eso? –
-No lo sé, tal vez nos encontraron. Ve a revisar, yo me quedaré vigilando el campamento –
El humano asintió y fue a buscar el origen del sonido, era extraño que precisamente en ese lugar estuviera rondando alguien [ANALIZANDO] A menos que se tratara de una trampa. Iba a preguntarle al orgánico sobre esto cuando lo vi sacar su espada y cortar de un solo golpe la soga que me mantenía colgada.
Caí al piso sin poder hacer mucho para evitarlo, inmediatamente el hombre- perro sujeto lo que quedaba de la cuerda y comenzó a arrastrarme lejos del campamento.
-Es… Curioso – Estaba boca arriba pero podía sentir las hojas y el pasto pasando por mi espalda - ¿No podrían considerar esto como una traición?
-No me importa – Me respondió entre gruñidos – Cuando comenzamos con esto no me dijeron que íbamos a vender a un ser… como tu…
-¿Cómo yo? – No podía comprender si se refería a un Bio – cibernético, o si poseía alguna característica en particular que llamara su atención.
-Si tan… Real. No se suponía que fuera así – Continuó arrastrándome sin decir más.
Este suceso cambiaba toda la perspectiva, deseche mis planes anteriores y comencé a pensar una nueva estrategia.
-No seas tonto, regresa al campamento antes de que me enoje – Escuchamos la voz del hombre- mono, pero no pudimos verlo hasta que bajo de los árboles – Te estás dejando engañar por su apariencia, es solo una muñeca-
-No lo creo – El Hombre- perro soltó la soga que me sujetaba y se puso en una posición de ataque.
El hombre- Perro continuaba recostado contra el árbol, muy cerca de mí, si comenzaba a desatarme en este momento se daría cuenta, sus sentidos eran mucho más finos que los de los humanos [ANALIZANDO] Otra opción era moverme con velocidad y reducirlo, pero eso significaba hacerle daño [ERROR] No me estaba permitido hacerle daño a menos que pusiera en riesgo mi vida.
De todos modos, el hombre- bestia permanecía más cerca de mí de lo necesario, y había notado que en varias ocasiones me observaba. No había vuelto a hacer más preguntas desde la última vez, pero había dejado en claro que mi presencia lo incomodaba.
De repente se puso de pie, sin decir ni una sola palabra se perdió en la espesura del bosque y regresó luego de algunos minutos. Volvió a sentarse como si nada hubiese pasado, entonces se escucharon algunos ruidos en la misma dirección en la que antes había estado el hombre- perro.
-¿Qué fue eso? –
-No lo sé, tal vez nos encontraron. Ve a revisar, yo me quedaré vigilando el campamento –
El humano asintió y fue a buscar el origen del sonido, era extraño que precisamente en ese lugar estuviera rondando alguien [ANALIZANDO] A menos que se tratara de una trampa. Iba a preguntarle al orgánico sobre esto cuando lo vi sacar su espada y cortar de un solo golpe la soga que me mantenía colgada.
Caí al piso sin poder hacer mucho para evitarlo, inmediatamente el hombre- perro sujeto lo que quedaba de la cuerda y comenzó a arrastrarme lejos del campamento.
-Es… Curioso – Estaba boca arriba pero podía sentir las hojas y el pasto pasando por mi espalda - ¿No podrían considerar esto como una traición?
-No me importa – Me respondió entre gruñidos – Cuando comenzamos con esto no me dijeron que íbamos a vender a un ser… como tu…
-¿Cómo yo? – No podía comprender si se refería a un Bio – cibernético, o si poseía alguna característica en particular que llamara su atención.
-Si tan… Real. No se suponía que fuera así – Continuó arrastrándome sin decir más.
Este suceso cambiaba toda la perspectiva, deseche mis planes anteriores y comencé a pensar una nueva estrategia.
-No seas tonto, regresa al campamento antes de que me enoje – Escuchamos la voz del hombre- mono, pero no pudimos verlo hasta que bajo de los árboles – Te estás dejando engañar por su apariencia, es solo una muñeca-
-No lo creo – El Hombre- perro soltó la soga que me sujetaba y se puso en una posición de ataque.
Zöe
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Re: Por un puñado de monedas [Libre] [3/3] [Cerrado]
Saben, cada segundo que pasaba sentía que me estaba metiendo más y más en una espiral de errores y malas decisiones, de esas en donde, quizás, si hubieras dicho “perdón, ¿pero puedo tomar prestado esto?”, nada de esto hubiera ocurrido. O quizás haberle aclarado todo desde el inicio al sujeto que había llegado, y por miedo a ser descubierta, ni le había preguntado por su nombre, haciendome pasar por una persona que no era y, para rematar, metiendome en su drama personal con ladrones.
Seguramente, en 60 años más, me reiría de todo esto y lo asociaría a que era “una loquilla por aventuras”... aunque, primero, tenía que no terminar muerta este día por las idioteces que se me ocurren hacer por seguir mis corazonadas.
Mas no parecía que los dioses me sonreirían durante aquel día…
- Oiga, señorita… *hic*, que le digo que… ehhh… soy el… mejor rastreador que puede ofrecer este pueblucho indecente…
Habían cosas que no sabía de otras razas, y que no se debían hacer o preguntar. Una, por ejemplo, es preguntarle a un brujo si tenían un profesor que se llamara Al Quimia, o preguntarle a un vampiro si había roto con su novia porque no era de su tipo. Y Wood me había enseñado algunas que no planeo repetir, pero una de ellas tenía que ver en cómo le pedías a un licántropo, o a un hombre-bestia, el favor de rastrear a alguien con su nariz. Y al parecer, casi el 90% de las veces, la gente se los pedía como si les tiraran un hueso al aire, esperando a que se los trajeran de vuelta. Era indigno, injusto, y lo peor es que, al parecer, funcionaba, con movida de cola incluído esperando por otra ronda.
Así que, por mutua dignidad, intenté pedirselos como si contratara un servicio de mercenario a mi lado. Tres me lanzaron su cerveza en la cara, otros tres voltearon la mesa donde intentábamos hacer los tratos, y uno me orinó en la pierna derecha.
¿Acaso me había orinado por indignación o porque marcaba su territorio?
De haber estado Wood a mi lado, esto hubiera escalado enormemente… probablemente porque ya tengo su olor en mis ropas, y que te orinen en tu territorio es una falta de respeto que…
¡Esperen! ¡No soy del territorio de Wood ni de nadie! Agh… necesitaba dejar de estar entre tanto lobo y hombre-bestia...
Fue en ese entonces cuando uno de los hombres bestia que se encontraba ahí me dirigió la palabra. Era un sujeto de edad, su voz lo acusaba. Tenía un largo hocico, orejas adorablemente redondas, y sus pelos eran grises. ¿Se supone que tenía asemejanza con un ratón? Pero lo que era más notorio era su embriaguez.
- El mejor rastreador… - ¿se refería a rastrear vino?
- Ssss…. *hic* Si, mi dama. Si necesita saber de alguien o…. algo, usteeee me dice y le encuentro lo que… quiere *hic*
¿Por qué siempre atraía a los borrashos? No es que tuviera dramas con ellos, pero en la mitad de mis desventuras, había alcohol entremedio.
- Ehhh… yo… no creo que esté en las condiciones de salir del pueblo sin dormirse en algún árbol.
- Usted es una… eh… ruda, dama mía - ¿esa pausa que hizo fue por el alcohol o porque iba a decirme algún improperio y se arrepintió? - Dejeme decirle que puedo saber… eh… incluso olores viejos
- Olores viejos…
- Por ejem...plo, usted viajaba… con… - y se acercó lentamente a mi, sacando a relucir su mala educación oliendome como si fuera un objeto - … una licántropo, mujer, una madre que tuvo camadas… y por lo que veo, la considera como parte de su manada…… y también tuvo contacto con… una sirena...
… vaya, eso era bastante exacto por su parte. Espera, ¿Wood me considera parte de su manada?
… vaya.
- … de acuerdo, digamos que me convenció. ¿Cuánto me cobraría?
- Un par de ron... das. Algo decente. Estoy… *hic* aburrido de este vino de cuarto enjuage.
Claro, debí adivinarlo…
No tardé en zanjar ese tema, aunque con el compromiso de que bebería después de la búsqueda. Será bueno, pero no estoy interesada en cargar con un bulto borrasho.
Ahora, solo quedaba rob-- digo, tomar prestada los pequeñines de los lugareños que los compraron. Pensaba en cómo iba la distracción que el sujeto que me habló iba a surtir efecto, y, quizás por fortuna del destino, el panadero era tan metiche que, cuando la alarma se escuchó, fue de los primeros que abandonó su lugar de trabajo para revisar lo que pasaba.
El pequeño del panadero fue fácil por la misma razón, y no tardé en tomarlo. Se resistió un poco, aunque apenas dejamos el lugar atrás, dejó de resistirse. Me quedó mirando fijamente, o al menos eso creo, como estudiandome. Por mi parte, solo atiné a decir lo que hace mucho estaba en mi mente.
- Dime, ¿tu creadora es una Bio de cabello plateado?
Parecía entender, porque cuando dije esas palabras, asintió. Lo sabía. Era Zöe. Ella no vendía sus creaciones, y menos en masa como vinieron esos sujetos.
- Vamos entonces, iremos donde Zöe y te reunirás con tu creadora.
Aun cuando lo tenía sujeto a mi mano, comenzó a moverse como si imitara un baile… ¿exótico? ¿... qué les estaba enseñando Zöe a sus robots?
El segundo robot estaba en una Herrería. No estaba su dueño actual, y aun así, doblaba cosas en su ausencia. La verdad… dudé de la utilidad de un robot que solo hiciera eso, pero esta chica era alguien especial, quizás lo creó para un objetivo en especifico. Solo esperaba que no fuera un aparato de tortura que doblaba dedos para hacer hablar a sus objetivos.
… una nunca sabe, ¿de acuerdo?
Adquirirlo fue fácil también. Solo bastó ver a su hermano de color rojo, y mis susurros de “Zöe~” por la ventana para que saliera por una muy pequeña abertura redonda en lo más alto de la pared.
El tercer robot fue algo más complejo. Aunque nos vió por la ventana de la carpintería, parecía decaído, y no respondía a los bailes y llamados por nuestra parte. Aunque sus hermanos se colaron y lentamente se hacian señas mutuamente, no parecía ser alguien… o algo, que reaccionara positivamente. ¿Que será que le había pasado? ¿Acaso extrañaba a su creadora? ¿Alguna crisis existencial como cuando llegabas a los 40?
Fue entonces cuando apuntó a su cabeza. Se encontraba vacía y redonda, y no lo entendí en su momento, pero después me enteré que usaba una pañoleta en su cabeza, y que su dueño se la quitó. Sus hermanos parecieron entenderlo mejor, pues cuando volvieron con él, tomaron una de las mangas de mi ropa, la rompieron antes que me diera cuenta, e hicieron una especie de turbante como el que llevaba en mi cabeza. Sus ánimos cambiaron repentinamente, y me quedó mirando, muy embelesado. ¿Será que le llamaba la atención que llevara algo en la cabeza como él?
Pues, mientras fuera feliz… pero no había necesidad de romper mis ropas, saben…
Los tres marchamos rápidamente, antes que el aviso del rob-- digo, “extracción involuntaria” de los robots llegara a nosotros, y esperando a que se tardaran lo suficiente en darse cuenta como para irnos de ese lugar antes que nos atraparan.
Cuando llegamos al lugar, el primero que estaba ahí era el borrasho, listo para seguir la pista de Zöe. Les dió una olida profunda a los robots, siendo el rojo el que más era expresivo, pues actuaba como si ello le hiciera cosquillas.
- Ahhh… si… una mujer, dos… no, espera, son 5 olores distin… *hic*... tos. Quizás 6… ¿o 7? Su rastro es... fácil de *hic* seguir
¿Seis o siete? ¿Acaso los borrashos olían doble? Bueno, al menos tenía el olor de ellos. Ahora, solo quedaba esperar al otro sujeto a que llegara.
Seguramente, en 60 años más, me reiría de todo esto y lo asociaría a que era “una loquilla por aventuras”... aunque, primero, tenía que no terminar muerta este día por las idioteces que se me ocurren hacer por seguir mis corazonadas.
Mas no parecía que los dioses me sonreirían durante aquel día…
- Oiga, señorita… *hic*, que le digo que… ehhh… soy el… mejor rastreador que puede ofrecer este pueblucho indecente…
Habían cosas que no sabía de otras razas, y que no se debían hacer o preguntar. Una, por ejemplo, es preguntarle a un brujo si tenían un profesor que se llamara Al Quimia, o preguntarle a un vampiro si había roto con su novia porque no era de su tipo. Y Wood me había enseñado algunas que no planeo repetir, pero una de ellas tenía que ver en cómo le pedías a un licántropo, o a un hombre-bestia, el favor de rastrear a alguien con su nariz. Y al parecer, casi el 90% de las veces, la gente se los pedía como si les tiraran un hueso al aire, esperando a que se los trajeran de vuelta. Era indigno, injusto, y lo peor es que, al parecer, funcionaba, con movida de cola incluído esperando por otra ronda.
Así que, por mutua dignidad, intenté pedirselos como si contratara un servicio de mercenario a mi lado. Tres me lanzaron su cerveza en la cara, otros tres voltearon la mesa donde intentábamos hacer los tratos, y uno me orinó en la pierna derecha.
¿Acaso me había orinado por indignación o porque marcaba su territorio?
De haber estado Wood a mi lado, esto hubiera escalado enormemente… probablemente porque ya tengo su olor en mis ropas, y que te orinen en tu territorio es una falta de respeto que…
¡Esperen! ¡No soy del territorio de Wood ni de nadie! Agh… necesitaba dejar de estar entre tanto lobo y hombre-bestia...
Fue en ese entonces cuando uno de los hombres bestia que se encontraba ahí me dirigió la palabra. Era un sujeto de edad, su voz lo acusaba. Tenía un largo hocico, orejas adorablemente redondas, y sus pelos eran grises. ¿Se supone que tenía asemejanza con un ratón? Pero lo que era más notorio era su embriaguez.
- El mejor rastreador… - ¿se refería a rastrear vino?
- Ssss…. *hic* Si, mi dama. Si necesita saber de alguien o…. algo, usteeee me dice y le encuentro lo que… quiere *hic*
¿Por qué siempre atraía a los borrashos? No es que tuviera dramas con ellos, pero en la mitad de mis desventuras, había alcohol entremedio.
- Ehhh… yo… no creo que esté en las condiciones de salir del pueblo sin dormirse en algún árbol.
- Usted es una… eh… ruda, dama mía - ¿esa pausa que hizo fue por el alcohol o porque iba a decirme algún improperio y se arrepintió? - Dejeme decirle que puedo saber… eh… incluso olores viejos
- Olores viejos…
- Por ejem...plo, usted viajaba… con… - y se acercó lentamente a mi, sacando a relucir su mala educación oliendome como si fuera un objeto - … una licántropo, mujer, una madre que tuvo camadas… y por lo que veo, la considera como parte de su manada…… y también tuvo contacto con… una sirena...
… vaya, eso era bastante exacto por su parte. Espera, ¿Wood me considera parte de su manada?
… vaya.
- … de acuerdo, digamos que me convenció. ¿Cuánto me cobraría?
- Un par de ron... das. Algo decente. Estoy… *hic* aburrido de este vino de cuarto enjuage.
Claro, debí adivinarlo…
No tardé en zanjar ese tema, aunque con el compromiso de que bebería después de la búsqueda. Será bueno, pero no estoy interesada en cargar con un bulto borrasho.
Ahora, solo quedaba rob-- digo, tomar prestada los pequeñines de los lugareños que los compraron. Pensaba en cómo iba la distracción que el sujeto que me habló iba a surtir efecto, y, quizás por fortuna del destino, el panadero era tan metiche que, cuando la alarma se escuchó, fue de los primeros que abandonó su lugar de trabajo para revisar lo que pasaba.
El pequeño del panadero fue fácil por la misma razón, y no tardé en tomarlo. Se resistió un poco, aunque apenas dejamos el lugar atrás, dejó de resistirse. Me quedó mirando fijamente, o al menos eso creo, como estudiandome. Por mi parte, solo atiné a decir lo que hace mucho estaba en mi mente.
- Dime, ¿tu creadora es una Bio de cabello plateado?
Parecía entender, porque cuando dije esas palabras, asintió. Lo sabía. Era Zöe. Ella no vendía sus creaciones, y menos en masa como vinieron esos sujetos.
- Vamos entonces, iremos donde Zöe y te reunirás con tu creadora.
Aun cuando lo tenía sujeto a mi mano, comenzó a moverse como si imitara un baile… ¿exótico? ¿... qué les estaba enseñando Zöe a sus robots?
El segundo robot estaba en una Herrería. No estaba su dueño actual, y aun así, doblaba cosas en su ausencia. La verdad… dudé de la utilidad de un robot que solo hiciera eso, pero esta chica era alguien especial, quizás lo creó para un objetivo en especifico. Solo esperaba que no fuera un aparato de tortura que doblaba dedos para hacer hablar a sus objetivos.
… una nunca sabe, ¿de acuerdo?
Adquirirlo fue fácil también. Solo bastó ver a su hermano de color rojo, y mis susurros de “Zöe~” por la ventana para que saliera por una muy pequeña abertura redonda en lo más alto de la pared.
El tercer robot fue algo más complejo. Aunque nos vió por la ventana de la carpintería, parecía decaído, y no respondía a los bailes y llamados por nuestra parte. Aunque sus hermanos se colaron y lentamente se hacian señas mutuamente, no parecía ser alguien… o algo, que reaccionara positivamente. ¿Que será que le había pasado? ¿Acaso extrañaba a su creadora? ¿Alguna crisis existencial como cuando llegabas a los 40?
Fue entonces cuando apuntó a su cabeza. Se encontraba vacía y redonda, y no lo entendí en su momento, pero después me enteré que usaba una pañoleta en su cabeza, y que su dueño se la quitó. Sus hermanos parecieron entenderlo mejor, pues cuando volvieron con él, tomaron una de las mangas de mi ropa, la rompieron antes que me diera cuenta, e hicieron una especie de turbante como el que llevaba en mi cabeza. Sus ánimos cambiaron repentinamente, y me quedó mirando, muy embelesado. ¿Será que le llamaba la atención que llevara algo en la cabeza como él?
Pues, mientras fuera feliz… pero no había necesidad de romper mis ropas, saben…
Los tres marchamos rápidamente, antes que el aviso del rob-- digo, “extracción involuntaria” de los robots llegara a nosotros, y esperando a que se tardaran lo suficiente en darse cuenta como para irnos de ese lugar antes que nos atraparan.
Cuando llegamos al lugar, el primero que estaba ahí era el borrasho, listo para seguir la pista de Zöe. Les dió una olida profunda a los robots, siendo el rojo el que más era expresivo, pues actuaba como si ello le hiciera cosquillas.
- Ahhh… si… una mujer, dos… no, espera, son 5 olores distin… *hic*... tos. Quizás 6… ¿o 7? Su rastro es... fácil de *hic* seguir
¿Seis o siete? ¿Acaso los borrashos olían doble? Bueno, al menos tenía el olor de ellos. Ahora, solo quedaba esperar al otro sujeto a que llegara.
Siria
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Se había detenido a limpiarse la sangre de la ropa. Se frotaba con rapidez y con las uñas y poco a poco se iba quitando, al menos gran parte. Cuando estuvo lo suficientemente satisfecho, continuó caminando por el bosque. Ben era consciente de que corría peligro, ese pueblo maldito y dejado de la mano de los Dioses estaba lleno de hombres bestia con capacidades olfativas desarrolladas. Se le ocurrió entonces dar un pequeño rodeo, que no era tan rodeo sino que fue caminando en zig zag: contaba cuarenta pasos en una dirección ochenta en otra, ochenta en la otra y así sucesivamente.
- No funcionará.- Graznó lleno de rabia tras un buen rato. Pero justo entonces, casi por sorpresa se topó con su compañera, una bestia de orejas redondas y morro alargado, que miraba a Uruz y le decía:
- Te lo dije... *hics*, alguien cerca. Lo dije.- El hombre parecía satisfecho consigo mismo. Sango ignoró sus palabras y de dirigió a Uruz.
- No podemos volver a ese pueblo. Nunca. No es lo que parece. Yo no hice nada.- Gesticulaba con las manos mientras hablaba.- El carcelero no me abría la puerta, pensé que estaba fuera, con el prisionero, pero no había ni prisionero ni guardia. Entré por la fuerza y allí estaban, muertos, desangrándose. Y después, me confundieron con el asesino. Joder, yo no hice nada.- Trató de serenarse.
- Tiene razón, señora *hic*, igual hay que darle *hic* un voto de confianza.- Ben se giró y le miró a la cara. Sería el rastreador del que había hablado Uruz. Después miró al cielo y agitó las manos con las palmas orientadas al mismo.
- Gracias, ¿quién eres tú? No importa, si confía en ti, me vale. Tenemos un trabajo que hacer, espero que no se complique más el asunto de lo que está ya. Bien, la prioridad número uno sigue siendo capturar al líder. Es humano y es peligroso. La segunda prioridad, salvar a la chica, ¿verdad?- Miró a Uruz. Sango no sabía por qué había preguntado por una chica, pero igual se había enterado de algo por el camino. - Por último, destruir esta célula de esclavistas y... bueno, si queda algo de valor, nos lo llevamos.- Sonrió al hombre bestia que le miraba con atención. Desvió la mirada hacia los pequeños cacharros rojos, le hizo gracia ver como uno de ellos doblaba sin parar ramas y hojas que se encontraba por el suelo. Otro de ellos tenía un paño en la cabeza y el otro no se separaba de Uruz. Sango sacudió la cabeza y su mirada se cruzó con los ojos de Uruz, que parecían estudiarle. El hombre bestia habló.
- ¿Por qué capturar *hic* a un hom*hic*bre? Que desagra*hics*dable... - Ben volvió a mirar al hombre bestia y se encogió de hombros.
- Raptó a la hija de un terrateniente que ha ofrecido mucho dinero por su cabeza. La chica ya está a salvo, pero el deseo de venganza aún existe. Llevamos un tiempo detrás de él, esta es nuestra oportunidad.- Echaron a andar con el hombre bestia al frente, Uruz lo seguía con los artefactos rojos a su alrededor, Sango cerraba el grupo con el hacha en la mano. Se acordó entonces de avisar al resto.
- Tened cuidado, el prisionero fugado sabe dónde tiene que atacar para hacer el máximo... ¿qué?- Sango se interrumpió cuando los artefactos rojos empezaron a moverse agitados.- ¿No se pueden...?- El hombre bestia lo mandó callar.
- Estamos *hic* cerca de *hic* gente.- Sacudió la cabeza. - Será mejor prepararse.- Sango se puso en modo guardia. El paso del grupo se hizo más lento y los sonidos se hicieron más intensos. Los cacharros parecían entender porque se quedaron en silencio.
- Así que Uruz, ¿eh?- Preguntó el hombre bestia en voz baja. Había algo de sorna en el tono de voz de aquel hombre. Sango frució el ceño pero no le dio demasiada importancia porque a lo lejos parecía escucharse algo. El grupo se detuvo. Y se agacharon para escuchar mejor sin ser tan visibles. Sango miró a los presentes como confirmando que los dos habían escuchado lo mismo. Lo que Sango no vio fue como uno de los artefactos rojos salía corriendo en dirección a los ruidos. Se dio cuenta latidos después y cuando quiso salir a por él se le congeló el corazón pues el prisionero fugado iba corriendo en dirección a los ruidos. Iban a perder el factor sorpresa y Sango no podía permitirlo.
- Uruz, que los Dioses te guarden en la batalla.- Sango salió corriendo a interceptar al prisionero fugado. Con surte no les habría visto, pero, era mucho pedir, ¿verdad Dioses?
- No funcionará.- Graznó lleno de rabia tras un buen rato. Pero justo entonces, casi por sorpresa se topó con su compañera, una bestia de orejas redondas y morro alargado, que miraba a Uruz y le decía:
- Te lo dije... *hics*, alguien cerca. Lo dije.- El hombre parecía satisfecho consigo mismo. Sango ignoró sus palabras y de dirigió a Uruz.
- No podemos volver a ese pueblo. Nunca. No es lo que parece. Yo no hice nada.- Gesticulaba con las manos mientras hablaba.- El carcelero no me abría la puerta, pensé que estaba fuera, con el prisionero, pero no había ni prisionero ni guardia. Entré por la fuerza y allí estaban, muertos, desangrándose. Y después, me confundieron con el asesino. Joder, yo no hice nada.- Trató de serenarse.
- Tiene razón, señora *hic*, igual hay que darle *hic* un voto de confianza.- Ben se giró y le miró a la cara. Sería el rastreador del que había hablado Uruz. Después miró al cielo y agitó las manos con las palmas orientadas al mismo.
- Gracias, ¿quién eres tú? No importa, si confía en ti, me vale. Tenemos un trabajo que hacer, espero que no se complique más el asunto de lo que está ya. Bien, la prioridad número uno sigue siendo capturar al líder. Es humano y es peligroso. La segunda prioridad, salvar a la chica, ¿verdad?- Miró a Uruz. Sango no sabía por qué había preguntado por una chica, pero igual se había enterado de algo por el camino. - Por último, destruir esta célula de esclavistas y... bueno, si queda algo de valor, nos lo llevamos.- Sonrió al hombre bestia que le miraba con atención. Desvió la mirada hacia los pequeños cacharros rojos, le hizo gracia ver como uno de ellos doblaba sin parar ramas y hojas que se encontraba por el suelo. Otro de ellos tenía un paño en la cabeza y el otro no se separaba de Uruz. Sango sacudió la cabeza y su mirada se cruzó con los ojos de Uruz, que parecían estudiarle. El hombre bestia habló.
- ¿Por qué capturar *hic* a un hom*hic*bre? Que desagra*hics*dable... - Ben volvió a mirar al hombre bestia y se encogió de hombros.
- Raptó a la hija de un terrateniente que ha ofrecido mucho dinero por su cabeza. La chica ya está a salvo, pero el deseo de venganza aún existe. Llevamos un tiempo detrás de él, esta es nuestra oportunidad.- Echaron a andar con el hombre bestia al frente, Uruz lo seguía con los artefactos rojos a su alrededor, Sango cerraba el grupo con el hacha en la mano. Se acordó entonces de avisar al resto.
- Tened cuidado, el prisionero fugado sabe dónde tiene que atacar para hacer el máximo... ¿qué?- Sango se interrumpió cuando los artefactos rojos empezaron a moverse agitados.- ¿No se pueden...?- El hombre bestia lo mandó callar.
- Estamos *hic* cerca de *hic* gente.- Sacudió la cabeza. - Será mejor prepararse.- Sango se puso en modo guardia. El paso del grupo se hizo más lento y los sonidos se hicieron más intensos. Los cacharros parecían entender porque se quedaron en silencio.
- Así que Uruz, ¿eh?- Preguntó el hombre bestia en voz baja. Había algo de sorna en el tono de voz de aquel hombre. Sango frució el ceño pero no le dio demasiada importancia porque a lo lejos parecía escucharse algo. El grupo se detuvo. Y se agacharon para escuchar mejor sin ser tan visibles. Sango miró a los presentes como confirmando que los dos habían escuchado lo mismo. Lo que Sango no vio fue como uno de los artefactos rojos salía corriendo en dirección a los ruidos. Se dio cuenta latidos después y cuando quiso salir a por él se le congeló el corazón pues el prisionero fugado iba corriendo en dirección a los ruidos. Iban a perder el factor sorpresa y Sango no podía permitirlo.
- Uruz, que los Dioses te guarden en la batalla.- Sango salió corriendo a interceptar al prisionero fugado. Con surte no les habría visto, pero, era mucho pedir, ¿verdad Dioses?
Sango
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Había surgido la rivalidad entre los dos orgánicos, nunca había visto una lucha entre dos hombres – bestia, era en verdad impresionante. A la ferocidad habitual de cualquier ser del reino animal había que sumarle la capacidad de raciocinio y la habilidad de sostener armas.
El hombre-perro parecía estar en desventaja, ya que su oponente tenía mucha más agilidad, podía bajar, golpear y volver a subir a un árbol antes de que el otro pudiera siquiera girarse. Tampoco lo favorecía el terreno, estábamos rodeados de todo tipo de vegetación, por lo que al ser mitad mono no le costaba mucho esfuerzo el aparecer y desaparecer.
-Tus probabilidades de ganar son mínimas – Le dije a quien se había puesto como objetivo el rescatarme. Pero no me escuchaba, estaba concentrado en intentar agarrar al mono y para lograrlo estaba agachado, con las cuatro patas apoyadas en el piso y ligeramente agachado para poder así saltar con más velocidad.
Como la derrota a la larga sería inevitable, decidí soltarme finalmente de las ataduras. Hice que saliera una de las cuchillas de mi dedo índice y comencé a cortar la cuerda, al tener el mismo filo que un bisturí no fue difícil el poder romperla, y una vez libres las manos todo lo demás era sencillo. Mire mis muñecas y tobillos, la piel en esa zona había quedado marcadas, era una herida superficial, pero tardaría en curarse igual que la de cualquier orgánico.
La agilidad tampoco era una característica por la cual mi especie destacara, por lo que atrapar al hombre-mono no sería sencillo tampoco. Para empeorar la situación, detecte un movimiento a mi izquierda y me agache segundos antes de que la espada del humano que me había secuestrado me cortara la cabeza. Ahora eran dos enemigos en lugar de uno.
-No escaparas – Me dijo el humano mientras levantaba nuevamente su arma, rodé para alejarme de él y me escondí tras un árbol, el cual sirvió de escudo contra el siguiente golpe de la espada. Sentí que algo tiraba de la manga de mi pantalón
– Oh… SEPA-IV, lograste escapar ¿Y tus hermanos?El pequeño robot subió por mi pierna, con algo similar a la felicidad por verme de nuevo, detrás de él vinieron AMA y ATAC, aunque no pude esperar a que subieran ya que el humano con la espada se acercaba -Corramos – No necesitaban mucha más información, SEPA-IV se agarró fuerte a mi hombro y los otros dos se pegaron a mis talones, salimos corriendo desde atrás del árbol – ATAC ayuda al hombre- perro, AMA tu sígueme.
Creía que podría seguir escapando, pero una daga se clavó en mi pierna, y si bien no sentía dolor los músculos de mi cuerpo funcionaban igual que los del cuerpo humano. Caí al piso, el robot que llevaba en mi hombro se desprendió y cayó a varios metros de distancia, mientras que AMA se quedó firmemente parado entre el humano y yo.
-Quitate del medio, estúpido bicho – Pateo a mi robot y se acercó a mí, arrancó la daga y la guardo de nuevo en su funda – Y tu vienes conmigo.
El hombre-perro parecía estar en desventaja, ya que su oponente tenía mucha más agilidad, podía bajar, golpear y volver a subir a un árbol antes de que el otro pudiera siquiera girarse. Tampoco lo favorecía el terreno, estábamos rodeados de todo tipo de vegetación, por lo que al ser mitad mono no le costaba mucho esfuerzo el aparecer y desaparecer.
-Tus probabilidades de ganar son mínimas – Le dije a quien se había puesto como objetivo el rescatarme. Pero no me escuchaba, estaba concentrado en intentar agarrar al mono y para lograrlo estaba agachado, con las cuatro patas apoyadas en el piso y ligeramente agachado para poder así saltar con más velocidad.
Como la derrota a la larga sería inevitable, decidí soltarme finalmente de las ataduras. Hice que saliera una de las cuchillas de mi dedo índice y comencé a cortar la cuerda, al tener el mismo filo que un bisturí no fue difícil el poder romperla, y una vez libres las manos todo lo demás era sencillo. Mire mis muñecas y tobillos, la piel en esa zona había quedado marcadas, era una herida superficial, pero tardaría en curarse igual que la de cualquier orgánico.
La agilidad tampoco era una característica por la cual mi especie destacara, por lo que atrapar al hombre-mono no sería sencillo tampoco. Para empeorar la situación, detecte un movimiento a mi izquierda y me agache segundos antes de que la espada del humano que me había secuestrado me cortara la cabeza. Ahora eran dos enemigos en lugar de uno.
-No escaparas – Me dijo el humano mientras levantaba nuevamente su arma, rodé para alejarme de él y me escondí tras un árbol, el cual sirvió de escudo contra el siguiente golpe de la espada. Sentí que algo tiraba de la manga de mi pantalón
– Oh… SEPA-IV, lograste escapar ¿Y tus hermanos?El pequeño robot subió por mi pierna, con algo similar a la felicidad por verme de nuevo, detrás de él vinieron AMA y ATAC, aunque no pude esperar a que subieran ya que el humano con la espada se acercaba -Corramos – No necesitaban mucha más información, SEPA-IV se agarró fuerte a mi hombro y los otros dos se pegaron a mis talones, salimos corriendo desde atrás del árbol – ATAC ayuda al hombre- perro, AMA tu sígueme.
Creía que podría seguir escapando, pero una daga se clavó en mi pierna, y si bien no sentía dolor los músculos de mi cuerpo funcionaban igual que los del cuerpo humano. Caí al piso, el robot que llevaba en mi hombro se desprendió y cayó a varios metros de distancia, mientras que AMA se quedó firmemente parado entre el humano y yo.
-Quitate del medio, estúpido bicho – Pateo a mi robot y se acercó a mí, arrancó la daga y la guardo de nuevo en su funda – Y tu vienes conmigo.
Zöe
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Re: Por un puñado de monedas [Libre] [3/3] [Cerrado]
Fue durante el lapso de un segundo en donde sentí que mi corazón parecía apretarse lo suficiente como para dolor por ese pequeño intervalo de tiempo. Solo fue un segundo de distancia, pero fue como si el tiempo a mi alrededor fuera tan lento como el atardecer de un día de invierno en la ciudad. Era aquella sensación que reconocías apenas la sentías, como si supieras que todo es por culpa tuya.
Le mentí.
Todos mentimos alguna vez en nuestras vidas, es cierto. Muchas veces por miedo a que nos dañen, otras veces por vergüenza, o porque tememos que no podamos lograr nuestras metas. En la última parte era mi situación con Sango. Desde que comenzó a llamarme Uruz, pensé que quizás no debía decir nada y seguirle el juego. “Mentir por omisión”. Quizás él podía tener lo que deseaba, así como yo lo que deseaba. Si ambos saliamos beneficiados, no había nada de malo, ¿no?
Y la verdad es que el mundo no funciona así.
Nunca nada es tan blanco ni negro.
No me importaba si me involucraba sola contra cinco o siete bandidos, no iba a retroceder si necesitaba rescatar a alguien, sobre todo si se trataba de alguien que conocía. O quizás si iba a retroceder, pero para pensar en un plan B, como contratar ayuda, pedir a la guardia que me guiasen, o por último, hacerme pasar por una millonaria y pagarle alguna suma a los sujetos. No sé, algo. Pero ahora las cosas eran distintas. Estaba involucrado alguien que no tenía nada que ver con esto, en base a la mentira que decidí llevar a cabo.
¿Qué haría si salía mortalmente herido? ¿Que pasaría si, gracias a mi mentira, el encontrara la muerte a manos de mercenarios malnacidos y deshonestos?
Me encontré en esa línea. Aquella en donde las consecuencias no tendrían retorno.
Ahora, la pregunta era…
… ¿quería acaso cruzarla?
…
Mis aeros fueron a parar al hombre bestia que nos llevó a ese punto de nuestra historia, ambos quedando atrás de nuestros pasos. No habían caído por accidente, él lo sabía. Eran más de lo acordado, probablemente para incluso pagar alguno que otro trago caro. Más se quedó mirando la bolsa por algunos segundos, regresando su mirada hacia los cuerpos más humanos con los que brevemente compartió el tiempo.
No demoré en alcanzar a mi acompañante, quien iba detrás de alguien, probablemente una de las personas que buscaba y que lo habían hecho prisionero con sus mentiras. Le tendí rápidamente el arco que llevaba conmigo, y las pocas flechas que poseía.
- Escúchame bien - le dije, en el pequeño intervalo de tiempo que tuve para conversar con él - Si es tu blanco, agarralo y hazlo pagar… y hazme otro favor… - mi sombrero quedó atrás en el suelo, quedando atrás junto con algunas prendas de vestir que comenzaron a despegarse de mi cuerpo - … si no lo es, vete de aquí… y encuentra a Uruz…
No le di tiempo para que me contestase, ni para que reaccionara.
En realidad, no quería que lo hiciera. No quería afrontar las consecuencias tampoco.
Solo quería hacer lo correcto.
No quería cruzar la línea.
Aun cuando la consecuencia de ello fuera permanente.
En aquel momento, en todo el bosque se escuchó un rugido que hizo ecos hasta en lo más profundo de su corazón. Más no era el rugido de una bestia común y corriente. Hacía eco como si fuera el mismísimo viento el que parecía nutrirse de la determinación de un corazón decidido, como si se tratara de un guerrero. Eso hizo que los pasos del perseguido se detuvieran, girándose involuntariamente hacia el origen de aquellos ecos, más no le dio tiempo para sentir cómo el viento se formaba contra él violentamente, haciéndolo caer hacia atrás sin darse cuenta de la situación, de por qué fue abatido por el elemento.
Solo pudo darse cuenta de cómo una figura alada que sobrepasaba su sorpresa pasó cercanamente de él, siguiendo su recorrido hacia solo un poco más adelante.
El sujeto que había amenazado a la Bio también se quedó brevemente congelado frente a los ruidos que el bosque emanaba. Era fácil pensar que, quizás, había una criatura desconocida que había despertado de su letargo y se prestaba a dar caza, o que el mismísimo bosque los rechazaba en su estadía.
Donde sus ojos se desviaron, pudo notar cómo algo alado, esquivando los pocos árboles que estorbaban su paso, se dirigía a gran velocidad hacia su cuerpo. Era rápido. Violento. Apresurado. Como si escapara de algo. Más bien, era una sensación de que había que escapar de él.
Sus reflejos alcanzaron a hacer que se agachara, pero no fueron lo suficiente como para salir ileso del golpe de su cola. Salió despedido algunos metros lejos de la mujer de cabellos plateados, para quedarse girado y con una de sus rodillas en el suelo hacia la bestia.
Medía fácilmente más de 4 metros, incluyendo la cola. Estaba envuelta en pequeños cabellos del mismo color del cielo y de las nubes, dandole una apariencia de ser una criatura majestuosa y orgullosa. A diferencia de esa impresión, su rostro se mostraba feroz y salvaje, como si estuviera protegiendo a su manada de invasores que deseaban convertirlos en presas.
Un fuerte rugido, como el que se escuchó hace poco, emanó de sus pulmones. Era como si quisiera darle a entender al sujeto que tuvo prisionera a la Bio-mecánica que estaba exclusivamente por él.
No tardó en abalanzarse hacia el humano, quien casi instintivamente sacó nuevamente su daga de la funda, e intentó mantener a raya a la bestia mediante cortes que fallaban en su intento de cortar a la dragona. El sujeto entendió que era un ser inteligente, pues se detenía en su avance cada vez que atacaba para mantenerla a raya. Aquello no duró mucho tiempo, pues una de aquellas avalanchas hacia su persona terminó con el cuerpo del sujeto impactado por la gran masa corporal de la dragona, dejandolo aturdido y en el suelo debido al fuerte impacto, pero aquello le trajo un canje: la daga se enterró en el hombro de la bestia, permitiendo que, lentamente, el pelaje del cielo se tiñera de un rojo carmesí que comenzaba a caer hasta el suelo.
Pero la bestia no parecía adolorida. Casi parecía no notar que el metal enterrado intentaba infructuosamente reclamar con su vida. Su mirada se mantenía en el objetivo, sus colmillos a la vista, sus garras listas.
No había que equivocarse, la joven no era una bestia que actuaba por instinto, y sus garras y colmillos no fueron creadas por los dioses para ser usadas como una. Más aquello parecía tener otro significado, como si aquello fuera una demostración inequívoca de lealtad. Como si no tuviera miedo de enfrentarse a la mismísima muerte si la dignidad de otros lo requería.
Sin importar si su vida corría peligro, no iba a dejar a otros atrás.
Sin importar si cometía una equivocación, no sería desleal con quienes le tenía cariño.
Si alguna vez los mitos y las leyendas de los dragones tenían algo de verdad, la joven actuaría como la vida lo dictaba.
Le mentí.
Todos mentimos alguna vez en nuestras vidas, es cierto. Muchas veces por miedo a que nos dañen, otras veces por vergüenza, o porque tememos que no podamos lograr nuestras metas. En la última parte era mi situación con Sango. Desde que comenzó a llamarme Uruz, pensé que quizás no debía decir nada y seguirle el juego. “Mentir por omisión”. Quizás él podía tener lo que deseaba, así como yo lo que deseaba. Si ambos saliamos beneficiados, no había nada de malo, ¿no?
Y la verdad es que el mundo no funciona así.
Nunca nada es tan blanco ni negro.
No me importaba si me involucraba sola contra cinco o siete bandidos, no iba a retroceder si necesitaba rescatar a alguien, sobre todo si se trataba de alguien que conocía. O quizás si iba a retroceder, pero para pensar en un plan B, como contratar ayuda, pedir a la guardia que me guiasen, o por último, hacerme pasar por una millonaria y pagarle alguna suma a los sujetos. No sé, algo. Pero ahora las cosas eran distintas. Estaba involucrado alguien que no tenía nada que ver con esto, en base a la mentira que decidí llevar a cabo.
¿Qué haría si salía mortalmente herido? ¿Que pasaría si, gracias a mi mentira, el encontrara la muerte a manos de mercenarios malnacidos y deshonestos?
Me encontré en esa línea. Aquella en donde las consecuencias no tendrían retorno.
Ahora, la pregunta era…
… ¿quería acaso cruzarla?
…
Mis aeros fueron a parar al hombre bestia que nos llevó a ese punto de nuestra historia, ambos quedando atrás de nuestros pasos. No habían caído por accidente, él lo sabía. Eran más de lo acordado, probablemente para incluso pagar alguno que otro trago caro. Más se quedó mirando la bolsa por algunos segundos, regresando su mirada hacia los cuerpos más humanos con los que brevemente compartió el tiempo.
No demoré en alcanzar a mi acompañante, quien iba detrás de alguien, probablemente una de las personas que buscaba y que lo habían hecho prisionero con sus mentiras. Le tendí rápidamente el arco que llevaba conmigo, y las pocas flechas que poseía.
- Escúchame bien - le dije, en el pequeño intervalo de tiempo que tuve para conversar con él - Si es tu blanco, agarralo y hazlo pagar… y hazme otro favor… - mi sombrero quedó atrás en el suelo, quedando atrás junto con algunas prendas de vestir que comenzaron a despegarse de mi cuerpo - … si no lo es, vete de aquí… y encuentra a Uruz…
No le di tiempo para que me contestase, ni para que reaccionara.
En realidad, no quería que lo hiciera. No quería afrontar las consecuencias tampoco.
Solo quería hacer lo correcto.
No quería cruzar la línea.
Aun cuando la consecuencia de ello fuera permanente.
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En aquel momento, en todo el bosque se escuchó un rugido que hizo ecos hasta en lo más profundo de su corazón. Más no era el rugido de una bestia común y corriente. Hacía eco como si fuera el mismísimo viento el que parecía nutrirse de la determinación de un corazón decidido, como si se tratara de un guerrero. Eso hizo que los pasos del perseguido se detuvieran, girándose involuntariamente hacia el origen de aquellos ecos, más no le dio tiempo para sentir cómo el viento se formaba contra él violentamente, haciéndolo caer hacia atrás sin darse cuenta de la situación, de por qué fue abatido por el elemento.
Solo pudo darse cuenta de cómo una figura alada que sobrepasaba su sorpresa pasó cercanamente de él, siguiendo su recorrido hacia solo un poco más adelante.
El sujeto que había amenazado a la Bio también se quedó brevemente congelado frente a los ruidos que el bosque emanaba. Era fácil pensar que, quizás, había una criatura desconocida que había despertado de su letargo y se prestaba a dar caza, o que el mismísimo bosque los rechazaba en su estadía.
Donde sus ojos se desviaron, pudo notar cómo algo alado, esquivando los pocos árboles que estorbaban su paso, se dirigía a gran velocidad hacia su cuerpo. Era rápido. Violento. Apresurado. Como si escapara de algo. Más bien, era una sensación de que había que escapar de él.
Sus reflejos alcanzaron a hacer que se agachara, pero no fueron lo suficiente como para salir ileso del golpe de su cola. Salió despedido algunos metros lejos de la mujer de cabellos plateados, para quedarse girado y con una de sus rodillas en el suelo hacia la bestia.
Medía fácilmente más de 4 metros, incluyendo la cola. Estaba envuelta en pequeños cabellos del mismo color del cielo y de las nubes, dandole una apariencia de ser una criatura majestuosa y orgullosa. A diferencia de esa impresión, su rostro se mostraba feroz y salvaje, como si estuviera protegiendo a su manada de invasores que deseaban convertirlos en presas.
Un fuerte rugido, como el que se escuchó hace poco, emanó de sus pulmones. Era como si quisiera darle a entender al sujeto que tuvo prisionera a la Bio-mecánica que estaba exclusivamente por él.
No tardó en abalanzarse hacia el humano, quien casi instintivamente sacó nuevamente su daga de la funda, e intentó mantener a raya a la bestia mediante cortes que fallaban en su intento de cortar a la dragona. El sujeto entendió que era un ser inteligente, pues se detenía en su avance cada vez que atacaba para mantenerla a raya. Aquello no duró mucho tiempo, pues una de aquellas avalanchas hacia su persona terminó con el cuerpo del sujeto impactado por la gran masa corporal de la dragona, dejandolo aturdido y en el suelo debido al fuerte impacto, pero aquello le trajo un canje: la daga se enterró en el hombro de la bestia, permitiendo que, lentamente, el pelaje del cielo se tiñera de un rojo carmesí que comenzaba a caer hasta el suelo.
Pero la bestia no parecía adolorida. Casi parecía no notar que el metal enterrado intentaba infructuosamente reclamar con su vida. Su mirada se mantenía en el objetivo, sus colmillos a la vista, sus garras listas.
No había que equivocarse, la joven no era una bestia que actuaba por instinto, y sus garras y colmillos no fueron creadas por los dioses para ser usadas como una. Más aquello parecía tener otro significado, como si aquello fuera una demostración inequívoca de lealtad. Como si no tuviera miedo de enfrentarse a la mismísima muerte si la dignidad de otros lo requería.
Sin importar si su vida corría peligro, no iba a dejar a otros atrás.
Sin importar si cometía una equivocación, no sería desleal con quienes le tenía cariño.
Si alguna vez los mitos y las leyendas de los dragones tenían algo de verdad, la joven actuaría como la vida lo dictaba.
- Spoiler:
- La forma de dragón de mi personaje es así:
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Siria
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Era la primera vez que veía una transformación y por supuesto, era la primera vez que veía un dragón. Se le cayó el arco y las flechas de las manos y no pudo dejar de mirar al punto en el que ella, aquella desconocida, había alzado el vuelo convertida en un ser majestuoso, imponente y bello.
Aun conmocionado, Sango se llevó un placaje de su perseguido. Ambos rodaron por el suelo y Sango tuvo la mala fortuna de quedar debajo. Se puso los brazos en la cabeza mientras su agresor intentaba superar las defensas de Ben. No aguantaría mucho más y sabía que si no hacía algo pronto iba a sufrir. Con todas sus fuerzas lanzó un puñetazo hacia arriba pero debió fallar porque casi al instante dos puños cayeron sobre él. Derrotado, Sango, trató de defenderse pero con poco éxito. El reo le cogió por el cuello y lo estranguló. Apretó con fuerza el cuello mientras Sango pataleaba y buscaba su cara con la mano. El aire abandonaba su cuerpo y una fuerza en aumento oprimía su pecho, notaba el corazón con más intensidad que nunca, casi sólo escuchaba su latido. Y justo antes de desvanecerse, como ayudado por los Dioses, introdujo, con fuerza, el dedo índice de su mano izquierda en uno de los ojos del reo que lo soltó al instante mientras gritaba de dolor. Cayó hacia un lado y Sango por fin pudo respirar mientras rodaba alejándose de su atacante.
Había sido un momento realmente malo. Tosía y jadeaba, cada bocanada de aire le devolvía las fuerzas que había ido perdiendo momentos atrás. Notó que tenía sangre en la cara, escupió a un lado y también había sangre. Trató de levantarse: primero se puso de rodillas, con las manos apoyadas en el suelo mientras trataba de respirar a un ritmo normal. El siguiente paso consistió en encajar de la mejor manera posible la patada que le había propinado su atacante en el torso. Sango rodó de nuevo pero esta vez descolgó el hacha del tahalí y cuando notó que se acercaba su rival soltó un hachazo en su dirección.
El grito resonó por todo el bosque, o al menos eso le había parecido. El agresor cayó al suelo y por lo que pudo ver Sango, se dolía de un pie, "bien, jódete cabrón" pensó mientras recuperaba el hacha y se ponía de pie. Se sentía un poco mareado y tuvo que apoyarse en un árbol que se dobló ligeramente con su peso. Se tocó la cara con la mano izquierda, le dolía y seguía sangrando. Dio un par de pasos para recoger el arco y las flechas pero cayó al suelo.
-¿Que encuentre a Uruz? ¿Que me vaya? ¿Que la busque? Por todos los Dioses, Uruz, ¿qué te ha pasado?- Dijo en voz alta. Se puso de costado y arrastró las flechas y el arco. Un rugido estremeció a Ben que se acurrucó con el arco.
-¿Por qué siempre tengo que tener amigos tan peligrosos?- Dijo después de oír aquel rugido. Se dio la vuelta y se puso de pie. Aquel hombre también se había acurrucado pero parecía estar inconsciente puesto que ya no se quejaba del pie y tampoco se movía. Ben decidió echarle valor al asunto y se pasó el arco y el carcaj de flechas por el hombro. Con las fuerzas que le quedaban cogió a aquel hombre y se lo llevó al hombro en dirección de la carrera. Debía seguir el sonido del rugido y encontrarse por fin con la amiga de aquella desconocida dragona.
Casi por casualidad encontró el campamento y una imagen sobre cualquier otra llamó su atención. Dejó caer el cuerpo del reo y se acercó. Uno, dos... doce... quince pasos. Un gesto de horror se dibujó en su ensangrentada cara. Las piernas estaban separadas del resto del cuerpo y el cuerpo estaba esparcido por el claro. Ben cayó de rodillas al suelo y se aferró al arco, lo sujetó con fuerza y con las dos manos e ignoró lo que pasaba a su alrededor incluso cuando uno de los artefactos rojos se abrazó a su pierna. Sacudió la cabeza y decidió seguir con la misión, debía haber hecho caso a la mujer, tendría que haber huido. Se puso de pie y al darse la vuelta vio a una mujer que lo miraba. Debía ser la chica que debían rescatar. Justo un instante después un hombre lobo o un hombre perro, no sabía qué decir, se apareció. Sango empuñó el hacha con fuerza. Con la otra mano seguía sujetando el arco.
- Ella ya no es vuestra prisionera. Sé que un hombre viaja con vosotros, ¿dónde está? Espero que no quieras correr la misma suerte que tu amigo.- Hizo un gesto hacia atrás. Los mareos volvían a él. Se lamió los labios y el sabor de la sangre impregnó su paladar. Cerró los ojos por un momento y los volvió a abrir. Se sentía desorientado pero pudo continuar hablando.- ¿Dónde está?- Notó como una gota de sangre recorría su nariz y terminaba precipitándose al suelo.
Le faltaba poco, muy poco para caer desplomado al suelo.
Aun conmocionado, Sango se llevó un placaje de su perseguido. Ambos rodaron por el suelo y Sango tuvo la mala fortuna de quedar debajo. Se puso los brazos en la cabeza mientras su agresor intentaba superar las defensas de Ben. No aguantaría mucho más y sabía que si no hacía algo pronto iba a sufrir. Con todas sus fuerzas lanzó un puñetazo hacia arriba pero debió fallar porque casi al instante dos puños cayeron sobre él. Derrotado, Sango, trató de defenderse pero con poco éxito. El reo le cogió por el cuello y lo estranguló. Apretó con fuerza el cuello mientras Sango pataleaba y buscaba su cara con la mano. El aire abandonaba su cuerpo y una fuerza en aumento oprimía su pecho, notaba el corazón con más intensidad que nunca, casi sólo escuchaba su latido. Y justo antes de desvanecerse, como ayudado por los Dioses, introdujo, con fuerza, el dedo índice de su mano izquierda en uno de los ojos del reo que lo soltó al instante mientras gritaba de dolor. Cayó hacia un lado y Sango por fin pudo respirar mientras rodaba alejándose de su atacante.
Había sido un momento realmente malo. Tosía y jadeaba, cada bocanada de aire le devolvía las fuerzas que había ido perdiendo momentos atrás. Notó que tenía sangre en la cara, escupió a un lado y también había sangre. Trató de levantarse: primero se puso de rodillas, con las manos apoyadas en el suelo mientras trataba de respirar a un ritmo normal. El siguiente paso consistió en encajar de la mejor manera posible la patada que le había propinado su atacante en el torso. Sango rodó de nuevo pero esta vez descolgó el hacha del tahalí y cuando notó que se acercaba su rival soltó un hachazo en su dirección.
El grito resonó por todo el bosque, o al menos eso le había parecido. El agresor cayó al suelo y por lo que pudo ver Sango, se dolía de un pie, "bien, jódete cabrón" pensó mientras recuperaba el hacha y se ponía de pie. Se sentía un poco mareado y tuvo que apoyarse en un árbol que se dobló ligeramente con su peso. Se tocó la cara con la mano izquierda, le dolía y seguía sangrando. Dio un par de pasos para recoger el arco y las flechas pero cayó al suelo.
-¿Que encuentre a Uruz? ¿Que me vaya? ¿Que la busque? Por todos los Dioses, Uruz, ¿qué te ha pasado?- Dijo en voz alta. Se puso de costado y arrastró las flechas y el arco. Un rugido estremeció a Ben que se acurrucó con el arco.
-¿Por qué siempre tengo que tener amigos tan peligrosos?- Dijo después de oír aquel rugido. Se dio la vuelta y se puso de pie. Aquel hombre también se había acurrucado pero parecía estar inconsciente puesto que ya no se quejaba del pie y tampoco se movía. Ben decidió echarle valor al asunto y se pasó el arco y el carcaj de flechas por el hombro. Con las fuerzas que le quedaban cogió a aquel hombre y se lo llevó al hombro en dirección de la carrera. Debía seguir el sonido del rugido y encontrarse por fin con la amiga de aquella desconocida dragona.
Casi por casualidad encontró el campamento y una imagen sobre cualquier otra llamó su atención. Dejó caer el cuerpo del reo y se acercó. Uno, dos... doce... quince pasos. Un gesto de horror se dibujó en su ensangrentada cara. Las piernas estaban separadas del resto del cuerpo y el cuerpo estaba esparcido por el claro. Ben cayó de rodillas al suelo y se aferró al arco, lo sujetó con fuerza y con las dos manos e ignoró lo que pasaba a su alrededor incluso cuando uno de los artefactos rojos se abrazó a su pierna. Sacudió la cabeza y decidió seguir con la misión, debía haber hecho caso a la mujer, tendría que haber huido. Se puso de pie y al darse la vuelta vio a una mujer que lo miraba. Debía ser la chica que debían rescatar. Justo un instante después un hombre lobo o un hombre perro, no sabía qué decir, se apareció. Sango empuñó el hacha con fuerza. Con la otra mano seguía sujetando el arco.
- Ella ya no es vuestra prisionera. Sé que un hombre viaja con vosotros, ¿dónde está? Espero que no quieras correr la misma suerte que tu amigo.- Hizo un gesto hacia atrás. Los mareos volvían a él. Se lamió los labios y el sabor de la sangre impregnó su paladar. Cerró los ojos por un momento y los volvió a abrir. Se sentía desorientado pero pudo continuar hablando.- ¿Dónde está?- Notó como una gota de sangre recorría su nariz y terminaba precipitándose al suelo.
Le faltaba poco, muy poco para caer desplomado al suelo.
Sango
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Antes de que el humano llegara a tocarme un ensordecedor bramido llamo la atención de todos los presentes, en cuestión de segundos un dragón azulado paso por encima de mí, golpeando con su cola al agresor en el proceso. En un comienzo no la reconocí, pero en cuanto se dio vuelta no tuve problemas en identificarla, había conocido a Siria en su forma de dragón hace ya mucho tiempo, cuando vivía en el norte.
Aun teniendo una superioridad en tamaño y peso, el humano no se lo estaba dejando fácil, e incluso llego a lastimarla. Los hombres-bestia habían detenido su pelea, sorprendidos por la visión del enorme animal, todo el pelo en el lomo del hombre-perro se había levantado, asustado ante la repentina amenaza, mientras que el hombre-mono retrocedió y se perdió entre la espesura de los árboles.
-Tranquilo, ella es mi amiga – Le dije al hombre- perro. Como los músculos de mi pierna necesitarían ser reparados no podía utilizarla para moverme bien. Me sujete a la rama baja de un árbol y con dificultad me puse en pie – Gracias por venir a ayudarme Siria, ahora debemos irnos ¿Correcto?
El ser perruno pareció entender la situación e iba a acercarse a mí para ayudarme a caminar cuando vio salir a otro humano de entre los árboles, inmediatamente se puso en guardia, suponiendo que sería una amenaza. Pero apenas logró terminar con algunas oraciones antes de desmayarse.
[ANALIZANDO] Había cuatro orgánicos heridos que necesitaban atención inmediata, el humano que me había lastimado aún estaba inconsciente, el hombre-mono no aparecía por ningún lado. El tiempo nos apremiaba, y no estábamos en un sitio seguro tampoco.
-Siria ¿Podría poner a este humano sobre tu lomo? Será solo hasta que encontremos un sitio seguro ¿Si? – Luego mire al Hombre-bestia - ¿Podrías ayudarme a llevar al otro? –Tenía varios golpes por el cuerpo, y dos cortes, pero parecía poder resistirlos, así que asintió y fue a levantarlo.
Este plan parecía ser el más viable, teniendo tantos heridos juntos, acomodamos lo más rápido posible al humano en la espalda de Siria. Luego cargamos al hombre que estaba desmayado, pero mi pierna fallaba por momentos, así que finalmente el hombre-bestia se encargó de llevarlo solo.
La marcha fue a paso lento, nadie decía ni una sola palabra [ANALIZANDO] solo dos de nosotros podía hablar, y el hombre-bestia nunca se había mostrado partidario de hacerlo. Llegamos al borde de una colina, parecía un buen sitio para detenerse, había un setenta por ciento de probabilidades de que los esclavistas vinieran tras nosotros, lo mejor era tener al menos uno de nuestros flancos protegido.
-Déjenlos aquí ¿Si? Los curare por turnos – Primero revise al humano que Siria había llevado en su lomo [CAMBIANDO MODALIDAD DE VISIÓN]* tenía múltiples golpes en el rostro y en el cuerpo, también varios cortes en la cabeza, frente, labios y ningún hueso roto. Desplegué las herramientas de mi mano, saque algunas tiras de tela de mi morral y las moje con algo de agua, lo primero era quitar toda la sangre para poder ver la herida con claridad. Una vez que estuvieron limpias, me dedique a cerrar las más grandes con hilo y aguja, mientras que a las más pequeñas solo las vendé.
Luego me concentre en Siria.
-Deberás estar en tu forma humana, no sé cómo funciona la anatomía de un dragón – Espere a que volviera a su otra forma y luego analice su cuerpo para ver qué tan profunda era la herida – Tardaré un poco más contigo ¿Correcto? Y tal vez duela – El corte era profundo, no había tocado el hueso pero aun así requería de una curación más compleja. Empecé por limpiarla al igual que había hecho con el anterior, con las pequeñas pinzas de mis dedos quite restos de tierra y piedra que se habían introducido en la herida, luego muy lentamente comencé a unir las partes – Solo un poco más.
--------------------------
*Utilizo Habilidad de lvl 1
Subrayado: Utilizo mi Profesión en Medicina
Aun teniendo una superioridad en tamaño y peso, el humano no se lo estaba dejando fácil, e incluso llego a lastimarla. Los hombres-bestia habían detenido su pelea, sorprendidos por la visión del enorme animal, todo el pelo en el lomo del hombre-perro se había levantado, asustado ante la repentina amenaza, mientras que el hombre-mono retrocedió y se perdió entre la espesura de los árboles.
-Tranquilo, ella es mi amiga – Le dije al hombre- perro. Como los músculos de mi pierna necesitarían ser reparados no podía utilizarla para moverme bien. Me sujete a la rama baja de un árbol y con dificultad me puse en pie – Gracias por venir a ayudarme Siria, ahora debemos irnos ¿Correcto?
El ser perruno pareció entender la situación e iba a acercarse a mí para ayudarme a caminar cuando vio salir a otro humano de entre los árboles, inmediatamente se puso en guardia, suponiendo que sería una amenaza. Pero apenas logró terminar con algunas oraciones antes de desmayarse.
[ANALIZANDO] Había cuatro orgánicos heridos que necesitaban atención inmediata, el humano que me había lastimado aún estaba inconsciente, el hombre-mono no aparecía por ningún lado. El tiempo nos apremiaba, y no estábamos en un sitio seguro tampoco.
-Siria ¿Podría poner a este humano sobre tu lomo? Será solo hasta que encontremos un sitio seguro ¿Si? – Luego mire al Hombre-bestia - ¿Podrías ayudarme a llevar al otro? –Tenía varios golpes por el cuerpo, y dos cortes, pero parecía poder resistirlos, así que asintió y fue a levantarlo.
Este plan parecía ser el más viable, teniendo tantos heridos juntos, acomodamos lo más rápido posible al humano en la espalda de Siria. Luego cargamos al hombre que estaba desmayado, pero mi pierna fallaba por momentos, así que finalmente el hombre-bestia se encargó de llevarlo solo.
La marcha fue a paso lento, nadie decía ni una sola palabra [ANALIZANDO] solo dos de nosotros podía hablar, y el hombre-bestia nunca se había mostrado partidario de hacerlo. Llegamos al borde de una colina, parecía un buen sitio para detenerse, había un setenta por ciento de probabilidades de que los esclavistas vinieran tras nosotros, lo mejor era tener al menos uno de nuestros flancos protegido.
-Déjenlos aquí ¿Si? Los curare por turnos – Primero revise al humano que Siria había llevado en su lomo [CAMBIANDO MODALIDAD DE VISIÓN]* tenía múltiples golpes en el rostro y en el cuerpo, también varios cortes en la cabeza, frente, labios y ningún hueso roto. Desplegué las herramientas de mi mano, saque algunas tiras de tela de mi morral y las moje con algo de agua, lo primero era quitar toda la sangre para poder ver la herida con claridad. Una vez que estuvieron limpias, me dedique a cerrar las más grandes con hilo y aguja, mientras que a las más pequeñas solo las vendé.
Luego me concentre en Siria.
-Deberás estar en tu forma humana, no sé cómo funciona la anatomía de un dragón – Espere a que volviera a su otra forma y luego analice su cuerpo para ver qué tan profunda era la herida – Tardaré un poco más contigo ¿Correcto? Y tal vez duela – El corte era profundo, no había tocado el hueso pero aun así requería de una curación más compleja. Empecé por limpiarla al igual que había hecho con el anterior, con las pequeñas pinzas de mis dedos quite restos de tierra y piedra que se habían introducido en la herida, luego muy lentamente comencé a unir las partes – Solo un poco más.
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Zöe
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Re: Por un puñado de monedas [Libre] [3/3] [Cerrado]
Solo cuando cayó al suelo inconsciente, después de un fuerte forcejeo, pude detenerme para mirar a mi alrededor. Todavía tenía la sangre caliente, y probablemente me hubiera enfrascado en otro conflicto con el hombre-bestia, pero fue Zöe la que se encargó de hacer que ambos bajaramos la tensión. ¿Era alguien que se había encontrado por casualidad? ¿Venía por ahí y decidió ayudar? ¿O su historia era otra? Pues, en ese momento no se me ocurrió pensarlo mucho, porque, como todos suponíamos, pronto vendría más gente.
Solo pude pensar en dos cosas en ese momento: en que mi acompañante había vuelto para desmayarse por ahí, que Zöe se encontraba bien y entera, y que la daga en mi hombro me dolía. Bueno, eran tres cosas. El caso es que teníamos que movernos, y por lo pronto no podíamos darnos el lujo de preocuparnos de las heridas no fatales, así que teníamos que recomponernos, hacer que los inconscientes volvieran a estar conscientes, y yo tenía que sacarme esto de mi brazo.
Nunca fuí una guerrera ávida, aunque decir eso es incluso sobreestimar mis habilidades de pelea, ya que jamás había tomado un entrenamiento formal de combate. A menos que consideremos algunas de las cosas que me había enseñado Wood en el camino, algunas cosas que dijo que podría necesitar. Uno de sus consejos, por ejemplo, era que, en el caso de recibir una herida de flecha, la remoción del objeto debía ser rápida para evitar que el dolor me impidiera removerlo por completo y arriesgarme a que siguiera sangrando por la apertura de la herida. Así que me decidí a ello, levantándome en mis dos patas traseras primero para posicionarme de mejor forma.
Dudé por un minuto. La verdad es que lo que decía Wood era muy cierto. Apenas tomé la daga para quitarmela, sentí un dolor mucho mayor que cuando me salieron las muelas del juicio, o cuando Leveru me pegó accidentalmente en mi canilla.
Ya… vamos que se puede…
… vamos que se puede…
…
… pero me va a doler…
¡Vamos! Que no podemos darnos el lujo de seguir demorandonos…
…
¡AAAAAAHHHH!
¡Fah fin tol bore zu'u, ahrk fin Monah, kul do aan ahrk zu'u dur fin do ok Monah wo buriaan thdro, fah pah fin revak tol estte ko thdro lein!
…
ayy…
… después de esas blasfemias, definitivamente tendré que pedirles perdón a los dioses dragones, aunque creo que ellos comprenderán. Mi mamá dijo peores cosas cuando tuvo que sacarme de su vientre.
Apenas me recuperaba de eso cuando Zöe llegó a mi lado y me pidió ayudarla a cargar el cuerpo inconsciente de mi compañero. No le puse problemas, ya que era algo que estaba acostumbr--
Espera, espera, ¿cargar a alguien en mi lom--?
- ¡...!
Zöe… por favor… no es que los dragones seamos tanto más fuertes que nuestra forma normal. Y este tipo pesa mucho…
Zöe, te fuiste con el hombre-bestia y me dejaste con este peso encima…
… cierto que no puedo hablar en mi forma dragón.
...
Así que esto es lo que sienten los animales de carga…
Osea, no es que me queje ni nada. Definitivamente necesitabamos salir de ahí, y necesitabamos cargar a la gente. Pero no sé… mi papá siempre me dijo que, si me iba a echar a alguien encima, que al menos fuera después de una cita, preguntar el nombre, conocernos mejor, si le gustan los gatos…
Definitivamente hablaré con Zöe sobre esto.
Demoramos un poco en llegar a un puesto de descanso, o al menos lo normal que demorarían 3 personas heridas llevando personas a cuestas consigo, sobre todo una dragona con una herida en el hombro. Ahí, Zöe se encargó de sanar a los más urgentes. Y solo cuando bajó la urgencia, se encargó de mi herida. O quizás en realidad saqué el palito más pequeño, pero eso sería estándar de mi suerte.
Ahora, cabe aclarar un punto importantísimo. A mi me pueden acuchillar, pedir que cargue a dormilones, sacar los pelos sobrantes de los licántropos, etc, pero algo que no le puedes pedir a una chica es que se desnude frente a otros. Desgraciadamente para los dragones de las estepas, no podíamos darnos el lujo de tener ropas que cambiaran con nosotros, por lo que, cuando era necesario tranformarnos, nuestras ropas se quedaban atrás. Y ya mis ropas habían abandonado el plano plausible de volver por ellas.
Miré de reojo al hombre-bestia, y negué rotundamente con la cabeza. Negué de nuevo cuando Zöe me lo pidió de nuevo, y probablemente se la hubiera negado una tercera vez si no fuera por el dolor que ya comenzaba a taladrar mi cabeza y la sensación humeda que llegaba hasta mi hombro. Así que me la llevé a detrás de un árbol cercano, en donde estos pervertidos no pudieran mirar, y sacando algunas ramas fáciles de quebrar, tapé mis partes más… eh, pudorosas, para volver a la normalidad.
- … sabes, al menos podrías decir “ey, que bueno verte por acá” - de hecho, me impresionaba que siquiera se cuestionara el cómo la encontré o cómo sucedió todo el rescate, si es que podíamos ponerle ese nombre, y la verdad es que me sentía algo sentida con su comportamiento tan neutro. Era como si todo lo hubiera tenido bajo control, y que mi aporte fue más que nada dar un coletazo y listo, pero que hubiera sido indiferente si mi presencia hubiera estado ahí no.
O a lo mejor es así en realidad. No era ninguna guerrera ni nada, no sabía tomar una espada ni blandirla, ni menos lanzar una flecha, aunque mi comida dependiera de ello. Ella, en cambio, era más fuerte, resistente, inteligente y sagaz que yo. Incluso para inventar cosas. Creo que lo único que pude martillar en mi vida fue para ponerle una pieza de damas a la mesa donde comíamos, para nivelar el piso. Y esa vez me llevé un regaño tremendo cuando necesitaban la pieza para jugar.
Pero aparte de eso, y de mentirle a un sujeto al azar que encontré por ahí, y que me había confundido con alguien más, mi aporte había sido casi nulo. Y no la ayudaba porque me creía un caballero de armadura plateada que salvaba el día con su espada resplandeciente, pero no sé… alguna mueca de “ey, parece que te he visto en algún lado”, al menos.
Cerré mis ojos y eché mi cabeza hacia atrás, o al menos hasta donde el árbol me dejaba. El dolor era tremendo, pero soportable.
- Me quedará una cicatriz, ¿no? - susurré, y aunque parecía que le hablaba a Zöe, en realidad conversaba conmigo misma - Espero que al menos sea una genial de mostrar y no una en donde la gente crea que soy una matona
Ese fue el único pedazo de conversación que pude entregar. Algo en mi corazón se arrastraba desde hace mucho tiempo, y que todo este incidente ayudó a profundizar. El incidente con Wood, el tema de la Sirena, la misma Leveru y la misma Samantha…
- Será mejor que vayas con el resto. Es mejor que se encuentren listos para pelear en cualquier circunstancia…
Desvié mi mirada hacia mi derecha, sin mirar nada en particular. Solo por accidente pude notar a un hombre-bestia que nos había seguido desde hace mucho. Más bien, me había seguido a mi particularmente. En las ramas del árbol vecino, dejó caer un montón de ropas amontonadas y unidas por un cordel que las amarraba todas juntas, cayendo como si fueran una piedra. Eran las que dejé atrás cuando me transformé. Cuando intenté mirar quien era, se había marchado hacia un destino desconocido, pero no me preocupé mucho, debido a que sabía quién era. Solo me pregunté el por qué se había tomado la molestia si las monedas habían conseguido pagar con creces sus servicios. ¿Sentía que me debía algo?
Creo que en estos momentos, no importa mucho. Lo único destacable es que el pequeño robot que tenía una venda en la cabeza se acercó a las ropas y sacó el gorro que siempre llevaba conmigo, trayéndolo para que fuera lo primero que me pusiera. Al menos, eso me dio a entender. Curiosamente, se me quedó embelesado nuevamente cuando me puse de nuevo mi sombrero.
Al menos alguien está contento de verme. O algo.
Solo pude pensar en dos cosas en ese momento: en que mi acompañante había vuelto para desmayarse por ahí, que Zöe se encontraba bien y entera, y que la daga en mi hombro me dolía. Bueno, eran tres cosas. El caso es que teníamos que movernos, y por lo pronto no podíamos darnos el lujo de preocuparnos de las heridas no fatales, así que teníamos que recomponernos, hacer que los inconscientes volvieran a estar conscientes, y yo tenía que sacarme esto de mi brazo.
Nunca fuí una guerrera ávida, aunque decir eso es incluso sobreestimar mis habilidades de pelea, ya que jamás había tomado un entrenamiento formal de combate. A menos que consideremos algunas de las cosas que me había enseñado Wood en el camino, algunas cosas que dijo que podría necesitar. Uno de sus consejos, por ejemplo, era que, en el caso de recibir una herida de flecha, la remoción del objeto debía ser rápida para evitar que el dolor me impidiera removerlo por completo y arriesgarme a que siguiera sangrando por la apertura de la herida. Así que me decidí a ello, levantándome en mis dos patas traseras primero para posicionarme de mejor forma.
Dudé por un minuto. La verdad es que lo que decía Wood era muy cierto. Apenas tomé la daga para quitarmela, sentí un dolor mucho mayor que cuando me salieron las muelas del juicio, o cuando Leveru me pegó accidentalmente en mi canilla.
Ya… vamos que se puede…
… vamos que se puede…
…
… pero me va a doler…
¡Vamos! Que no podemos darnos el lujo de seguir demorandonos…
…
¡AAAAAAHHHH!
¡Fah fin tol bore zu'u, ahrk fin Monah, kul do aan ahrk zu'u dur fin do ok Monah wo buriaan thdro, fah pah fin revak tol estte ko thdro lein!
…
ayy…
… después de esas blasfemias, definitivamente tendré que pedirles perdón a los dioses dragones, aunque creo que ellos comprenderán. Mi mamá dijo peores cosas cuando tuvo que sacarme de su vientre.
Apenas me recuperaba de eso cuando Zöe llegó a mi lado y me pidió ayudarla a cargar el cuerpo inconsciente de mi compañero. No le puse problemas, ya que era algo que estaba acostumbr--
Espera, espera, ¿cargar a alguien en mi lom--?
- ¡...!
Zöe… por favor… no es que los dragones seamos tanto más fuertes que nuestra forma normal. Y este tipo pesa mucho…
Zöe, te fuiste con el hombre-bestia y me dejaste con este peso encima…
… cierto que no puedo hablar en mi forma dragón.
...
Así que esto es lo que sienten los animales de carga…
Osea, no es que me queje ni nada. Definitivamente necesitabamos salir de ahí, y necesitabamos cargar a la gente. Pero no sé… mi papá siempre me dijo que, si me iba a echar a alguien encima, que al menos fuera después de una cita, preguntar el nombre, conocernos mejor, si le gustan los gatos…
Definitivamente hablaré con Zöe sobre esto.
Demoramos un poco en llegar a un puesto de descanso, o al menos lo normal que demorarían 3 personas heridas llevando personas a cuestas consigo, sobre todo una dragona con una herida en el hombro. Ahí, Zöe se encargó de sanar a los más urgentes. Y solo cuando bajó la urgencia, se encargó de mi herida. O quizás en realidad saqué el palito más pequeño, pero eso sería estándar de mi suerte.
Ahora, cabe aclarar un punto importantísimo. A mi me pueden acuchillar, pedir que cargue a dormilones, sacar los pelos sobrantes de los licántropos, etc, pero algo que no le puedes pedir a una chica es que se desnude frente a otros. Desgraciadamente para los dragones de las estepas, no podíamos darnos el lujo de tener ropas que cambiaran con nosotros, por lo que, cuando era necesario tranformarnos, nuestras ropas se quedaban atrás. Y ya mis ropas habían abandonado el plano plausible de volver por ellas.
Miré de reojo al hombre-bestia, y negué rotundamente con la cabeza. Negué de nuevo cuando Zöe me lo pidió de nuevo, y probablemente se la hubiera negado una tercera vez si no fuera por el dolor que ya comenzaba a taladrar mi cabeza y la sensación humeda que llegaba hasta mi hombro. Así que me la llevé a detrás de un árbol cercano, en donde estos pervertidos no pudieran mirar, y sacando algunas ramas fáciles de quebrar, tapé mis partes más… eh, pudorosas, para volver a la normalidad.
- … sabes, al menos podrías decir “ey, que bueno verte por acá” - de hecho, me impresionaba que siquiera se cuestionara el cómo la encontré o cómo sucedió todo el rescate, si es que podíamos ponerle ese nombre, y la verdad es que me sentía algo sentida con su comportamiento tan neutro. Era como si todo lo hubiera tenido bajo control, y que mi aporte fue más que nada dar un coletazo y listo, pero que hubiera sido indiferente si mi presencia hubiera estado ahí no.
O a lo mejor es así en realidad. No era ninguna guerrera ni nada, no sabía tomar una espada ni blandirla, ni menos lanzar una flecha, aunque mi comida dependiera de ello. Ella, en cambio, era más fuerte, resistente, inteligente y sagaz que yo. Incluso para inventar cosas. Creo que lo único que pude martillar en mi vida fue para ponerle una pieza de damas a la mesa donde comíamos, para nivelar el piso. Y esa vez me llevé un regaño tremendo cuando necesitaban la pieza para jugar.
Pero aparte de eso, y de mentirle a un sujeto al azar que encontré por ahí, y que me había confundido con alguien más, mi aporte había sido casi nulo. Y no la ayudaba porque me creía un caballero de armadura plateada que salvaba el día con su espada resplandeciente, pero no sé… alguna mueca de “ey, parece que te he visto en algún lado”, al menos.
Cerré mis ojos y eché mi cabeza hacia atrás, o al menos hasta donde el árbol me dejaba. El dolor era tremendo, pero soportable.
- Me quedará una cicatriz, ¿no? - susurré, y aunque parecía que le hablaba a Zöe, en realidad conversaba conmigo misma - Espero que al menos sea una genial de mostrar y no una en donde la gente crea que soy una matona
Ese fue el único pedazo de conversación que pude entregar. Algo en mi corazón se arrastraba desde hace mucho tiempo, y que todo este incidente ayudó a profundizar. El incidente con Wood, el tema de la Sirena, la misma Leveru y la misma Samantha…
- Será mejor que vayas con el resto. Es mejor que se encuentren listos para pelear en cualquier circunstancia…
Desvié mi mirada hacia mi derecha, sin mirar nada en particular. Solo por accidente pude notar a un hombre-bestia que nos había seguido desde hace mucho. Más bien, me había seguido a mi particularmente. En las ramas del árbol vecino, dejó caer un montón de ropas amontonadas y unidas por un cordel que las amarraba todas juntas, cayendo como si fueran una piedra. Eran las que dejé atrás cuando me transformé. Cuando intenté mirar quien era, se había marchado hacia un destino desconocido, pero no me preocupé mucho, debido a que sabía quién era. Solo me pregunté el por qué se había tomado la molestia si las monedas habían conseguido pagar con creces sus servicios. ¿Sentía que me debía algo?
Creo que en estos momentos, no importa mucho. Lo único destacable es que el pequeño robot que tenía una venda en la cabeza se acercó a las ropas y sacó el gorro que siempre llevaba conmigo, trayéndolo para que fuera lo primero que me pusiera. Al menos, eso me dio a entender. Curiosamente, se me quedó embelesado nuevamente cuando me puse de nuevo mi sombrero.
Al menos alguien está contento de verme. O algo.
Siria
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Cuando abrió los ojos se dio cuenta de que había vuelto a ese mundo tan peculiar al que había viajado no hacía mucho. El color gris seguía dominando el lugar pero a su espalda, como comprobó cuando se giró, se encontraba esa pequeña zona acotada, una pradera verde entre el mar de polvo o arena gris y el horizonte y el cielo de distintas tonalidades del mismo color, pero pese a todo, aquella pradera estaba allí. Y como la última vez, había un hombre, un anciano sentado con la piernas cruzadas y a lo lejos un Graphorn dormitando. Sango se acercó hasta el hombre y aunque parecía que estaba cerca tardó al menos dos minutos en llegar a él. Sango le miró y confirmó que era el de la otra vez. Justo cuando Sango iba a hablar el hombre le miró y le sonrió.
- ¿Nunca has soñado con ver lo mismo que un pájaro?- Acto seguido, Sango se desvaneció de aquel mundo para despertar en el de verdad, no tardó ni un latido en darse cuenta de que estaba en el aire y a una altura suficiente como para matarse si se caía. El pánico se apoderó de él y estuvo a punto de gritar pero volvió a desvanecerse y a sumirse en un profundo sueño, aquella vez sin mundos raros.
La siguiente vez que abrió los ojos se descubrió en tierra y creyó ver a un par de mujeres alejarse andando. Descubrió para su sorpresa que tenía vendajes que tapaban cortes y en general se notaba mucho más ligero y despejado. Se acordó de su vivencia aérea, corta pero intensa y muy intimidante pero quizás con ganas de ver más desde arriba. Sólo había visto tierra y árboles, si hubiera mirado al horizonte... Sango rodó hacia un lado para quedar boca abajo y poder levantarse apoyándose en el suelo. Cuando estuvo de pie escuchó ruido a su espalda pero no fue hacia él ni tan siquiera le dio importancia porque había otra cosa que ocupaba sus pensamientos y era aquel arco y el carcaj con flechas que todavía llevaba encima. Se los descolgó y los dejó apoyados contra un árbol. Se quedó un rato mirando el arco mientras pensaba en su siguiente paso: quedarse con aquellas dos mujeres y aquel prisionero o cumplir la misión que le habían encomendado. Sango caminó hacia el reo y lo cogió como si fuera un saco de patatas y se alejó del claro en alguna dirección alejándose de las chicas. "Cuanta menos gente esté involucrada mejor, además, me dijo que me fuera, que me alejara y que buscara a Uruz y eso haré... Me pudo el ansia de encontrar a ese hombre cuanto antes y ni siquiera confirmé si esa mujer era quien decía ser..." Sango tropezó y casi cayó al suelo. Pero pudo adelantar un pie a tiempo para evitar la caída. "Joder... Bueno, lo mejor será volver a ese campamento que no sé dónde está y..." En eso se entretenía Sango mientras caminaba en zigzag por aquel bosque cargando a un moribundo mientras sus fuerzas iban menguando a cada paso. En un momento determinado del camino, se paró y dejó caer el cuerpo, respiró aliviado y estiró la espalda y los brazos. Miró al cielo para tratar de ver a dónde iba.
- ¡Sango!- Dijo una voz femenina a su espalda. Ben se dio la vuelta rápidamente y vio una mujer de pelo oscuro y tez morena que vestía una camisa blanca y unos pantalones de color beige agujereados, le faltaba una bota y en una mano llevaba un palo y en la otra un cuchillo largo. Sango la reconoció al instante, a esa mujer sí la había visto alguna vez, pero no sabía quien era, ahora sí, ahora encajaba todo. Pero lo que no encajaba era el aspecto de esa mujer, había algo que no le cuadraba a Sango y tras fijarse mejor, del pecho salía algo metálico. Ben no lo entendió, supuso que sería algún tipo de adorno o trofeo o símbolo o quizás... "Un momento" Los ojos de Uruz se iban cerrando lentamente. De su mano izquierda cayó el cuchillo largo y después fue ella la cayó al suelo. Detrás un hombre que bajaba una espada mientras sonreía satisfactoriamente mientras movía levemente la cabeza. Todo aquello no duró más que un suspiro y a Ben le pareció una eternidad.
- Ahora vas tú.- Le dijo el hombre que se acercaba a un conmocionado Sango. Casi no tuvo tiempo a sacar el hacha y evitar el primer golpe "joder, ha matado a Uruz, el muy cabrón la ha asesinado...". Sango saltó a la derecha para evitar una estocada y lanzó un hachazo a la espada. Los metales chocaron y provocaron que aquel hombre confiado trastabillara y se pusiera a la defensiva. Pero Sango no podía atacar, "le ha clavado la espada como si ella fuera agua...". Sango amagó con un ataque y el hombre saltó hacia atrás y se puso furioso al haber caído en la trampa de Sango, el siguiente paso fue aguantar la ira de aquel hombre que lanzó dos espadazos consecutivos que a Ben le costó esquivar. Sango cayó hacia atrás y el hombre se acercó a él con la espada en alto pero se detuvo y miró a su izquierda. De repente bajó la espada y miró a su izquierda.
- ¡Los hemos encontrado! ¡Están aquí!- Sango aprovechó la confusión para rodar y alejarse de aquel hombre, ponerse en pie y ver qué pasaba. Entonces lo entendió y cuando empezó a huir, la espalda empezó a arderle, se quedó sin respiración y se dio la vuelta. Aquel hombre le había lanzado un espadazo, sin darle importancia a los que allí empezaban a llegar. ¿Cómo se atrevía aquella escoria a atacarle por la espalda? (1) Sango se enfureció, su brazo derecho empezóa temblar mientras recuperaba la respiración de manera agitada y sus ojos se clavaban en el hombre que parecía confundido y empezaba a retroceder. Sango lanzó un grito de guerra para cargar contra el hombre pero un hombre-rata se puso de delante y le agarró, con una facilidad tremenda, Ben lo agarró del cuello y lo lanzó hacia atrás. Sus rivales siguientes fueron dos hombres-topo que se abalanzaron contra él al unísono, Sango se limitó a agacharse y patearlos en el suelo después de la caída; su paso siguiente fue lanzarse en plancha contra una mujer que iba golpearle con un garrote. Sango se levantó y notó que las fuerzas empezaban a fallarle y el dolor de la espalda iba a más. Se alejó de la pelea que estaba ocurriendo, el hombre y el reo habían sido superados y Sango lo aprovechó para correr en dirección contraria.
- ¡Se escapa! ¡Cogedlo! ¡No dejéis un humano con vida!- Ben escuchaba todo eso mientras se alejaba corriendo. Se dio cuenta de que llevaba el hacha en la mano pero no lo guardó, podría necesitarla. Por azares del destino estaba acercándose al claro donde había despertado y a lo lejos pudo ver que las mujeres estaban allí. Desde lejos empezó a gritar.
- ¡Corred! ¡Nos van a matar!- Sango llegó al claro pasó a su lado y no se detuvo.- ¡Corred! ¡Huid!- Las fuerzas de Ben empezaban a flaquear y no tardaría mucho en derrumbarse de nuevo, pero debía aguantar. Al menos tenía el consuelo de que los esclavistas estaban muertos y estaba seguro de que él no quería acabar con ellos y como ellos. Al menos no aquel día.
A su espalda notó que alguien corría detrás de él.
- ¿Nunca has soñado con ver lo mismo que un pájaro?- Acto seguido, Sango se desvaneció de aquel mundo para despertar en el de verdad, no tardó ni un latido en darse cuenta de que estaba en el aire y a una altura suficiente como para matarse si se caía. El pánico se apoderó de él y estuvo a punto de gritar pero volvió a desvanecerse y a sumirse en un profundo sueño, aquella vez sin mundos raros.
La siguiente vez que abrió los ojos se descubrió en tierra y creyó ver a un par de mujeres alejarse andando. Descubrió para su sorpresa que tenía vendajes que tapaban cortes y en general se notaba mucho más ligero y despejado. Se acordó de su vivencia aérea, corta pero intensa y muy intimidante pero quizás con ganas de ver más desde arriba. Sólo había visto tierra y árboles, si hubiera mirado al horizonte... Sango rodó hacia un lado para quedar boca abajo y poder levantarse apoyándose en el suelo. Cuando estuvo de pie escuchó ruido a su espalda pero no fue hacia él ni tan siquiera le dio importancia porque había otra cosa que ocupaba sus pensamientos y era aquel arco y el carcaj con flechas que todavía llevaba encima. Se los descolgó y los dejó apoyados contra un árbol. Se quedó un rato mirando el arco mientras pensaba en su siguiente paso: quedarse con aquellas dos mujeres y aquel prisionero o cumplir la misión que le habían encomendado. Sango caminó hacia el reo y lo cogió como si fuera un saco de patatas y se alejó del claro en alguna dirección alejándose de las chicas. "Cuanta menos gente esté involucrada mejor, además, me dijo que me fuera, que me alejara y que buscara a Uruz y eso haré... Me pudo el ansia de encontrar a ese hombre cuanto antes y ni siquiera confirmé si esa mujer era quien decía ser..." Sango tropezó y casi cayó al suelo. Pero pudo adelantar un pie a tiempo para evitar la caída. "Joder... Bueno, lo mejor será volver a ese campamento que no sé dónde está y..." En eso se entretenía Sango mientras caminaba en zigzag por aquel bosque cargando a un moribundo mientras sus fuerzas iban menguando a cada paso. En un momento determinado del camino, se paró y dejó caer el cuerpo, respiró aliviado y estiró la espalda y los brazos. Miró al cielo para tratar de ver a dónde iba.
- ¡Sango!- Dijo una voz femenina a su espalda. Ben se dio la vuelta rápidamente y vio una mujer de pelo oscuro y tez morena que vestía una camisa blanca y unos pantalones de color beige agujereados, le faltaba una bota y en una mano llevaba un palo y en la otra un cuchillo largo. Sango la reconoció al instante, a esa mujer sí la había visto alguna vez, pero no sabía quien era, ahora sí, ahora encajaba todo. Pero lo que no encajaba era el aspecto de esa mujer, había algo que no le cuadraba a Sango y tras fijarse mejor, del pecho salía algo metálico. Ben no lo entendió, supuso que sería algún tipo de adorno o trofeo o símbolo o quizás... "Un momento" Los ojos de Uruz se iban cerrando lentamente. De su mano izquierda cayó el cuchillo largo y después fue ella la cayó al suelo. Detrás un hombre que bajaba una espada mientras sonreía satisfactoriamente mientras movía levemente la cabeza. Todo aquello no duró más que un suspiro y a Ben le pareció una eternidad.
- Ahora vas tú.- Le dijo el hombre que se acercaba a un conmocionado Sango. Casi no tuvo tiempo a sacar el hacha y evitar el primer golpe "joder, ha matado a Uruz, el muy cabrón la ha asesinado...". Sango saltó a la derecha para evitar una estocada y lanzó un hachazo a la espada. Los metales chocaron y provocaron que aquel hombre confiado trastabillara y se pusiera a la defensiva. Pero Sango no podía atacar, "le ha clavado la espada como si ella fuera agua...". Sango amagó con un ataque y el hombre saltó hacia atrás y se puso furioso al haber caído en la trampa de Sango, el siguiente paso fue aguantar la ira de aquel hombre que lanzó dos espadazos consecutivos que a Ben le costó esquivar. Sango cayó hacia atrás y el hombre se acercó a él con la espada en alto pero se detuvo y miró a su izquierda. De repente bajó la espada y miró a su izquierda.
- ¡Los hemos encontrado! ¡Están aquí!- Sango aprovechó la confusión para rodar y alejarse de aquel hombre, ponerse en pie y ver qué pasaba. Entonces lo entendió y cuando empezó a huir, la espalda empezó a arderle, se quedó sin respiración y se dio la vuelta. Aquel hombre le había lanzado un espadazo, sin darle importancia a los que allí empezaban a llegar. ¿Cómo se atrevía aquella escoria a atacarle por la espalda? (1) Sango se enfureció, su brazo derecho empezóa temblar mientras recuperaba la respiración de manera agitada y sus ojos se clavaban en el hombre que parecía confundido y empezaba a retroceder. Sango lanzó un grito de guerra para cargar contra el hombre pero un hombre-rata se puso de delante y le agarró, con una facilidad tremenda, Ben lo agarró del cuello y lo lanzó hacia atrás. Sus rivales siguientes fueron dos hombres-topo que se abalanzaron contra él al unísono, Sango se limitó a agacharse y patearlos en el suelo después de la caída; su paso siguiente fue lanzarse en plancha contra una mujer que iba golpearle con un garrote. Sango se levantó y notó que las fuerzas empezaban a fallarle y el dolor de la espalda iba a más. Se alejó de la pelea que estaba ocurriendo, el hombre y el reo habían sido superados y Sango lo aprovechó para correr en dirección contraria.
- ¡Se escapa! ¡Cogedlo! ¡No dejéis un humano con vida!- Ben escuchaba todo eso mientras se alejaba corriendo. Se dio cuenta de que llevaba el hacha en la mano pero no lo guardó, podría necesitarla. Por azares del destino estaba acercándose al claro donde había despertado y a lo lejos pudo ver que las mujeres estaban allí. Desde lejos empezó a gritar.
- ¡Corred! ¡Nos van a matar!- Sango llegó al claro pasó a su lado y no se detuvo.- ¡Corred! ¡Huid!- Las fuerzas de Ben empezaban a flaquear y no tardaría mucho en derrumbarse de nuevo, pero debía aguantar. Al menos tenía el consuelo de que los esclavistas estaban muertos y estaba seguro de que él no quería acabar con ellos y como ellos. Al menos no aquel día.
A su espalda notó que alguien corría detrás de él.
- USO DE HABILIDAD:
- (1) Habilidad: Adrenalina (Aguante Nelad) (Nivel 0)
Sango
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Demostrando tener los habituales sentimientos de pudor frente a la desnudes, Siria no acepto transformarse hasta que estuviéramos apartadas del resto del grupo. Me concentré en curar su herida mientras me hablaba, podía realizar ambas funciones a la vez, pero me resultaba algo más difícil el interpretar a nivel emocional qué era lo que la dragona requería.
-Ey, que bueno verte por acá – Repetí porque era lo que me había ordenado – No comprendo bien el significado de esa oración. Si no te viera en el aquí ¿Dónde podría verte? – Revise en detalle la herida para asegurarme de que la había limpiado bien, si algún objeto quedaba adentro y cerraba la herida probablemente se infectaría – Agradezco que me hayas ayudado, probablemente ese humano hubiese insistido en capturarme de no ser por tu intervención.
Una vez que la herida estuvo correctamente cerrada puse vendas para cubrir toda la zona, eso reduciría su capacidad de movimiento, pero era inevitable teniendo un corte en una parte del cuerpo tan compleja.
-Eso es correcto, quedará una cicatriz - [ANALIZANDO] – No tengo registros en mi sistema para poder evaluar de qué tipo de cicatriz se trate, pero probablemente mida unos pocos centímetros y no sea demasiado notoria – Agregué una sonrisa para dar por finalizada la conversación – Si, revisare al resto ¿Correcto?
Al regresar al claro note que dos de los heridos faltaban, mire al hombre-perro en busca de explicaciones, como única respuesta se encogió de hombros. Eso no era bueno, si bien los había curado no significaba que estuvieran lo suficientemente recuperados como para poder ir solos por el bosque.
-Siria… ¿Por qué escaparon de nosotras? – No podía entender a los orgánicos, ni los motivos por los que decidían hacer las cosas, evidentemente no se guiaban por parámetros lógicos - ¿Deberíamos ir a buscarlos?
-Parecían muy decididos a marcharse, tal vez es mejor así – Dijo el hombre-perro con su habitual tono de indiferencia.
-Tal vez- No había llegado a ninguna conclusión al respecto cuando vi al hombre que Siria había cargado sobre su espalda regresar corriendo, mientras nos advertía que escapáramos – No deberías estar moviéndote tanto…
No me hizo caso y continuó de largo, pasando junto a nosotros. El hombre-perro levanto las orejas y miro en la dirección de la que había salido el humano.
-Tiene razón, vienen muchos, tenemos que irnos – Asentí en el preciso momento en que un grupo de orgánicos enojados ingresaban al claro, dispuestos a cobrarse venganza por algo que no lograba entender. Mis tres acompañantes subieron rápidamente a mi cuerpo y se metieron en mi morral.
Agarre la mano de Siria y comencé a correr, aún sin comprender porque ni hacia donde.
-Ey, que bueno verte por acá – Repetí porque era lo que me había ordenado – No comprendo bien el significado de esa oración. Si no te viera en el aquí ¿Dónde podría verte? – Revise en detalle la herida para asegurarme de que la había limpiado bien, si algún objeto quedaba adentro y cerraba la herida probablemente se infectaría – Agradezco que me hayas ayudado, probablemente ese humano hubiese insistido en capturarme de no ser por tu intervención.
Una vez que la herida estuvo correctamente cerrada puse vendas para cubrir toda la zona, eso reduciría su capacidad de movimiento, pero era inevitable teniendo un corte en una parte del cuerpo tan compleja.
-Eso es correcto, quedará una cicatriz - [ANALIZANDO] – No tengo registros en mi sistema para poder evaluar de qué tipo de cicatriz se trate, pero probablemente mida unos pocos centímetros y no sea demasiado notoria – Agregué una sonrisa para dar por finalizada la conversación – Si, revisare al resto ¿Correcto?
Al regresar al claro note que dos de los heridos faltaban, mire al hombre-perro en busca de explicaciones, como única respuesta se encogió de hombros. Eso no era bueno, si bien los había curado no significaba que estuvieran lo suficientemente recuperados como para poder ir solos por el bosque.
-Siria… ¿Por qué escaparon de nosotras? – No podía entender a los orgánicos, ni los motivos por los que decidían hacer las cosas, evidentemente no se guiaban por parámetros lógicos - ¿Deberíamos ir a buscarlos?
-Parecían muy decididos a marcharse, tal vez es mejor así – Dijo el hombre-perro con su habitual tono de indiferencia.
-Tal vez- No había llegado a ninguna conclusión al respecto cuando vi al hombre que Siria había cargado sobre su espalda regresar corriendo, mientras nos advertía que escapáramos – No deberías estar moviéndote tanto…
No me hizo caso y continuó de largo, pasando junto a nosotros. El hombre-perro levanto las orejas y miro en la dirección de la que había salido el humano.
-Tiene razón, vienen muchos, tenemos que irnos – Asentí en el preciso momento en que un grupo de orgánicos enojados ingresaban al claro, dispuestos a cobrarse venganza por algo que no lograba entender. Mis tres acompañantes subieron rápidamente a mi cuerpo y se metieron en mi morral.
Agarre la mano de Siria y comencé a correr, aún sin comprender porque ni hacia donde.
Zöe
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Re: Por un puñado de monedas [Libre] [3/3] [Cerrado]
“A veces, debemos conformarnos con las batallas que ganamos, y mirar al futuro para rogar no perder la guerra”
Aquella fue una frase que alguna vez me dijo mi abuelo. Aunque nunca tuve aptitudes de guerrera, pensaba que nunca estaba de más aprender sobre la guerra y las batallas, el “arte de la guerra” le decía, supongo que porque pensaba que algo de mi abuela se había saltado de generación. Y la verdad, nunca la entendí del todo la frase, y todavía no la tengo, pero por alguna razón sentí que era relevante en todo esto.
… eso me pasa por no saber leer. Apuesto que la explicación está en algún libro. Veré si cuando le pregunte a Zöe me podría decir de que va.
Al menos este sentimiento que tenía amasando disminuyó un poco. Y, por fortuna, no quedaría como una matona rebelde… aunque por un momento, pensé que sería genial mostrarsela a Wood, para así ser compañeras de cicatrices matonas rebeldes luchonas.
Fue incómodo vestirse, ya que el dolor del hombro evitaba que me pudiera mover muy libremente, y es que se sentía muy… no sé, ¿como se dice? Pues, esa unión de los músculos cortados, y “pegarlos” con hilo. El caso es que apenas estaba terminando de vestirme cuando Zöe me comentó que el sujeto y la persona que llevaba consigo habían desaparecido.
- Hmm - me crucé de brazos, y pensé por un momento - pues, el buscaba a alguien, o algo, no conozco todos los detalles. Probablemente encontró lo que estaba buscando, o quizás decidió buscarlo solo
Y después de haberle mentido, no lo hubiera culpado. Más, pronto todo se volvió confuso, pues cuando nos dimos cuenta, era el mismo joven, esta vez volviendo y corriendo, como si escapara de algo. Y el tiempo no demoró en darme la razón, pues pronto nos dimos cuenta que estaba siendo perseguido por más gente detrás.
No tardé en ser llevada de la mano por Zöe, mientras escapabamos sin tener explicaciones, más allá de saber que si no lo hacíamos, nuestra vida peligraría. Miraba hacia atrás para saber quienes eran, cuantos eran y si nos atacaban de lejos, mientras alternaba mi mirada hacia adelante para evitar dar un mal paso mientras corríamos. Fue en ese entonces cuando me di cuenta que la espalda de mi acompañante se encontraba roja, mientras su ropa acusaba de un golpe cortante que le infringió una herida. Y nunca supe si fue imaginación mía, pero sentí que estuvo a punto de caerse más de una vez, probablemente porque no había recuperado sus fuerzas, y porque la herida de atrás parecía ser significativa.
Fue en un solo segundo en donde tuve que tomar una decisión…
Y tuve que maldecirme internamente en todo ese segundo…
¡Eran mis ropas favoritas, maldita sea! Tanto que las tejí, las cuidé, me acompañaron en la estepa, en mis viajes… y ahora…
… ¡agh!
Me solté de la mano de Zöe, y a diferencia de la vez anterior, no me di el tiempo de desvestirme, causando que mis ropas se despedazaran en cientos de trozos de tela cuando me transformé en dragón. Corriendo en mis cuatro patas, agarré con el hocico el arco y mis pocas flechas que tenía, corrí con todo lo que tenía, pasé mi cabeza por entremedio de las piernas de nuestro herido, y con el cuello, le di un empujón que lo dejó detrás de mis hombros. Casi como si hubiera sido un Yak del norte que corría para subirte a su lomo mientras corría.
Le tiré las flechas y el arco para que las tomara y pudiera atacar con el arco si es que pudiera. Y también comenzó esa lucha interna por mantener el estrés y la presión controlada. Por un lado, tenía a alguien en mis espaldas, y no era mucho más fuerte en mi forma dragón como para tener a alguien cargandolo como lo tenía, y por otro lado, el dolor de mi hombro se intensificó por la presión de otro cuerpo que distribuía su peso encima de mi espalda.
Solo podía rogar que la curación de Zöe nos ayudara hasta que salieramos de esta sanos y salvos.
Aquella fue una frase que alguna vez me dijo mi abuelo. Aunque nunca tuve aptitudes de guerrera, pensaba que nunca estaba de más aprender sobre la guerra y las batallas, el “arte de la guerra” le decía, supongo que porque pensaba que algo de mi abuela se había saltado de generación. Y la verdad, nunca la entendí del todo la frase, y todavía no la tengo, pero por alguna razón sentí que era relevante en todo esto.
… eso me pasa por no saber leer. Apuesto que la explicación está en algún libro. Veré si cuando le pregunte a Zöe me podría decir de que va.
Al menos este sentimiento que tenía amasando disminuyó un poco. Y, por fortuna, no quedaría como una matona rebelde… aunque por un momento, pensé que sería genial mostrarsela a Wood, para así ser compañeras de cicatrices matonas rebeldes luchonas.
Fue incómodo vestirse, ya que el dolor del hombro evitaba que me pudiera mover muy libremente, y es que se sentía muy… no sé, ¿como se dice? Pues, esa unión de los músculos cortados, y “pegarlos” con hilo. El caso es que apenas estaba terminando de vestirme cuando Zöe me comentó que el sujeto y la persona que llevaba consigo habían desaparecido.
- Hmm - me crucé de brazos, y pensé por un momento - pues, el buscaba a alguien, o algo, no conozco todos los detalles. Probablemente encontró lo que estaba buscando, o quizás decidió buscarlo solo
Y después de haberle mentido, no lo hubiera culpado. Más, pronto todo se volvió confuso, pues cuando nos dimos cuenta, era el mismo joven, esta vez volviendo y corriendo, como si escapara de algo. Y el tiempo no demoró en darme la razón, pues pronto nos dimos cuenta que estaba siendo perseguido por más gente detrás.
No tardé en ser llevada de la mano por Zöe, mientras escapabamos sin tener explicaciones, más allá de saber que si no lo hacíamos, nuestra vida peligraría. Miraba hacia atrás para saber quienes eran, cuantos eran y si nos atacaban de lejos, mientras alternaba mi mirada hacia adelante para evitar dar un mal paso mientras corríamos. Fue en ese entonces cuando me di cuenta que la espalda de mi acompañante se encontraba roja, mientras su ropa acusaba de un golpe cortante que le infringió una herida. Y nunca supe si fue imaginación mía, pero sentí que estuvo a punto de caerse más de una vez, probablemente porque no había recuperado sus fuerzas, y porque la herida de atrás parecía ser significativa.
Fue en un solo segundo en donde tuve que tomar una decisión…
Y tuve que maldecirme internamente en todo ese segundo…
¡Eran mis ropas favoritas, maldita sea! Tanto que las tejí, las cuidé, me acompañaron en la estepa, en mis viajes… y ahora…
… ¡agh!
Me solté de la mano de Zöe, y a diferencia de la vez anterior, no me di el tiempo de desvestirme, causando que mis ropas se despedazaran en cientos de trozos de tela cuando me transformé en dragón. Corriendo en mis cuatro patas, agarré con el hocico el arco y mis pocas flechas que tenía, corrí con todo lo que tenía, pasé mi cabeza por entremedio de las piernas de nuestro herido, y con el cuello, le di un empujón que lo dejó detrás de mis hombros. Casi como si hubiera sido un Yak del norte que corría para subirte a su lomo mientras corría.
Le tiré las flechas y el arco para que las tomara y pudiera atacar con el arco si es que pudiera. Y también comenzó esa lucha interna por mantener el estrés y la presión controlada. Por un lado, tenía a alguien en mis espaldas, y no era mucho más fuerte en mi forma dragón como para tener a alguien cargandolo como lo tenía, y por otro lado, el dolor de mi hombro se intensificó por la presión de otro cuerpo que distribuía su peso encima de mi espalda.
Solo podía rogar que la curación de Zöe nos ayudara hasta que salieramos de esta sanos y salvos.
Siria
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Re: Por un puñado de monedas [Libre] [3/3] [Cerrado]
Y allí estaba él, de nuevo, en compañía de "No Uruz" y la chica que habían salvado y uno más que no reconoció en aquel momento. Y corrían. El hombre lobo que los acompañaba le había adelantado hacia un buen rato y aunque Ben no iba muy rápido ya que el dolor que sentía por el corte iba en aumento, sabía que las dos mujeres no tardarían en adelantarle. Les daría tiempo a escapar mientras a él se lo comían una panda de hombres bestia "salidos del maldito culo del maldito último Dios del maldito cielo... que injusto es el mundo" pensó mientras iba decelerando de manera gradual. Su visión se emborronaba cada vez más y los tropiezos se iban sucediendo con más frecuencia. Pero entonces pasó algo que Ben no había previsto. Un golpe lo llevó hacia un lado "ya está, me comen" pensó mientras se sentía desfallecer. Acto seguido otro golpe lo llevo a lomos de una bestia, Ben trató de agarrarse para no caer y se dio cuenta de que se movía.
- Es un puñetero dragón... ¡es ella!- Sango trató de colocarse de manera que pudiera ver hacia dónde iban. No dejaba de moverse y eso parecía molestar al dragón que como vio más tarde. En un gesto heroico el dragón pasó hacia atrás el arco y las flechas. Sango no sabía usarlo pero lo intentó de todas maneras cogió la madera por un lado y tensó la cuerda con el otro, la cuerda se le escapó y le pegó un latigazo en el otro brazo y el arco cayó al suelo mientras Sango se dolía y miraba al frente en dirección a los enemigos que se habían quedado paralizados, de miedo seguramente. Sango se vió confiado y decidió provocar a sus enemigos.
- ¡Eh! ¿Qué pasa? ¿No venís? ¡Já!- Ben se puso de pie sobre el dragón y haciendo caso omiso a todos los dolores que tenía sacó el hacha y señaló hacia sus enemigos.- ¡Os mataré a todos hijos de pu!- Ben tuvo que cortar la frase pues vio, en el momento oportuno, como una piedra iba hacia él a toda velocidad. Se agachó como pudo pero se desequilibró por el dolor de la espalda y como último recurso antes de caer adelantó el pie derecho pisando el hombro herido del dragón. Sango cayó de bruces contra el suelo, pero pudo oír como el dragón profería un grito bestial y avanzaba unos pasos. Ben se apartó lo justo para que no lo aplastara. Se puso de rodillas y vio que sus perseguidores se alejaban de allí.
- Volverán.- Pudo decir mientras gateaba en dirección contraria, hacia un árbol en el que apoyarse para volver a subir. La chica se estaba ocupando del dragón y el hombre lobo, que resultó ser un hombre perro, caminaba hacia él para ayudarle, o eso creyó Sango.
- ¿Por qué te persiguen?- Le preguntó mientras llegaba a su lado y le observaba gatear hasta el árbol. Cuando Ben llegó, se apoyó en el árbol y empezó a maniobrar para ponerse de pie.
- Verás... Yo estaba con mi compañera Uruz ideando un plan para rescatar a unos artefactos para después utilizarlos para encontrar a un esclavista. Resulta que yo me tenía que encargar de,- gruñó y paró. Tenía una rodilla en el suelo, la otra pierna formaba un angulo recto con el suelo, sólo tenía que impulsarse y ponerse de pie, pero en lugar de eso descansó un rato mientras seguía narrando lo que había pasado.- Tenía que causar una distracción. Me fui a hablar con el guardia o el carcelero o lo que sea, Dioses, ¿cómo es que un pueblo así tiene una figura como esa? Bueno, el caso es que me debía una y me disponía a pedirle que diera una falsa alarma.- Sango se impulsó y se puso de pie. Se tocó la espalda por la zona del corte y un escalofrío de dolor le recorrió el cuerpo, pero aún así aguantó. Se sacudió la sangre de la mano y miró hacia la chica y el dragón.- Pero cuando llegué estaban muertos... casi.- Miró al suelo.- El prisionero que hice y que me llevé antes, también estaba encarcelado allí. El guarda, en sus últimos momentos de vida me contó que había llegado a un acuerdo con el reo y lo liberó a cambio de un puñado de monedas.- Sonrió tristemente y miró al hombre perro.- ¿Te lo puedes creer? Por un puñado de monedas...- El rostro de Sango se volvió serio y finalizó el relato- Al final llegó un vecino y me vio allí, con los cadáveres recientes. Traté de calmarlo y de decirle que yo no había hecho nada y bueno, me empezaron a perseguir.
- Bueno, eso lo dice todo... Supongo que la dragona es Uruz, ¿no?- Preguntó el hombre perro. Sango seguía dándole vueltas a la cabeza, tener entre sus manos a aquel hombre y verlo morir estaba siendo algo difícil de digerir. Ben miró hacia la chica que estaba con el dragón y la estudió por unos instantes. Después se volvió hacia el hombre perro.
- Uruz está muerta. El hombre que buscábamos la atravesó con su espada. Si hemos tenido suerte, ese hombre y el reo han muerto a manos de esa muchedumbre. Era muy hábil con la espada, no habría podido con él.- Dijo Ben mientras aseguraba su hacha en el cinto. Se sentía un poco mareado y cansado. El recuerdo de Uruz muriendo delante de él no le había sentado bien. Ben cayó de rodillas al suelo. Estuvo un instante quieto y al siguiente todo su cuerpo cayó. Quedó boca abajo mientras todo a su alrededor daba vueltas.
- ¡No queremos causaros problemas, sólo queremos al asesino!- Pudo escuchar a una voz desconocida. Notó que a su lado se arrodillaba el hombre perro y llamaba a alguien mientras se ponía en guardia. Antes de desvanecerse por completo pensó en lo mucho que odiaba a las ratas.
Una sonrisa se le dibujó en la cara.
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(1): Edito por fallo estético
- Es un puñetero dragón... ¡es ella!- Sango trató de colocarse de manera que pudiera ver hacia dónde iban. No dejaba de moverse y eso parecía molestar al dragón que como vio más tarde. En un gesto heroico el dragón pasó hacia atrás el arco y las flechas. Sango no sabía usarlo pero lo intentó de todas maneras cogió la madera por un lado y tensó la cuerda con el otro, la cuerda se le escapó y le pegó un latigazo en el otro brazo y el arco cayó al suelo mientras Sango se dolía y miraba al frente en dirección a los enemigos que se habían quedado paralizados, de miedo seguramente. Sango se vió confiado y decidió provocar a sus enemigos.
- ¡Eh! ¿Qué pasa? ¿No venís? ¡Já!- Ben se puso de pie sobre el dragón y haciendo caso omiso a todos los dolores que tenía sacó el hacha y señaló hacia sus enemigos.- ¡Os mataré a todos hijos de pu!- Ben tuvo que cortar la frase pues vio, en el momento oportuno, como una piedra iba hacia él a toda velocidad. Se agachó como pudo pero se desequilibró por el dolor de la espalda y como último recurso antes de caer adelantó el pie derecho pisando el hombro herido del dragón. Sango cayó de bruces contra el suelo, pero pudo oír como el dragón profería un grito bestial y avanzaba unos pasos. Ben se apartó lo justo para que no lo aplastara. Se puso de rodillas y vio que sus perseguidores se alejaban de allí.
- Volverán.- Pudo decir mientras gateaba en dirección contraria, hacia un árbol en el que apoyarse para volver a subir. La chica se estaba ocupando del dragón y el hombre lobo, que resultó ser un hombre perro, caminaba hacia él para ayudarle, o eso creyó Sango.
- ¿Por qué te persiguen?- Le preguntó mientras llegaba a su lado y le observaba gatear hasta el árbol. Cuando Ben llegó, se apoyó en el árbol y empezó a maniobrar para ponerse de pie.
- Verás... Yo estaba con mi compañera Uruz ideando un plan para rescatar a unos artefactos para después utilizarlos para encontrar a un esclavista. Resulta que yo me tenía que encargar de,- gruñó y paró. Tenía una rodilla en el suelo, la otra pierna formaba un angulo recto con el suelo, sólo tenía que impulsarse y ponerse de pie, pero en lugar de eso descansó un rato mientras seguía narrando lo que había pasado.- Tenía que causar una distracción. Me fui a hablar con el guardia o el carcelero o lo que sea, Dioses, ¿cómo es que un pueblo así tiene una figura como esa? Bueno, el caso es que me debía una y me disponía a pedirle que diera una falsa alarma.- Sango se impulsó y se puso de pie. Se tocó la espalda por la zona del corte y un escalofrío de dolor le recorrió el cuerpo, pero aún así aguantó. Se sacudió la sangre de la mano y miró hacia la chica y el dragón.- Pero cuando llegué estaban muertos... casi.- Miró al suelo.- El prisionero que hice y que me llevé antes, también estaba encarcelado allí. El guarda, en sus últimos momentos de vida me contó que había llegado a un acuerdo con el reo y lo liberó a cambio de un puñado de monedas.- Sonrió tristemente y miró al hombre perro.- ¿Te lo puedes creer? Por un puñado de monedas...- El rostro de Sango se volvió serio y finalizó el relato- Al final llegó un vecino y me vio allí, con los cadáveres recientes. Traté de calmarlo y de decirle que yo no había hecho nada y bueno, me empezaron a perseguir.
- Bueno, eso lo dice todo... Supongo que la dragona es Uruz, ¿no?- Preguntó el hombre perro. Sango seguía dándole vueltas a la cabeza, tener entre sus manos a aquel hombre y verlo morir estaba siendo algo difícil de digerir. Ben miró hacia la chica que estaba con el dragón y la estudió por unos instantes. Después se volvió hacia el hombre perro.
- Uruz está muerta. El hombre que buscábamos la atravesó con su espada. Si hemos tenido suerte, ese hombre y el reo han muerto a manos de esa muchedumbre. Era muy hábil con la espada, no habría podido con él.- Dijo Ben mientras aseguraba su hacha en el cinto. Se sentía un poco mareado y cansado. El recuerdo de Uruz muriendo delante de él no le había sentado bien. Ben cayó de rodillas al suelo. Estuvo un instante quieto y al siguiente todo su cuerpo cayó. Quedó boca abajo mientras todo a su alrededor daba vueltas.
- ¡No queremos causaros problemas, sólo queremos al asesino!- Pudo escuchar a una voz desconocida. Notó que a su lado se arrodillaba el hombre perro y llamaba a alguien mientras se ponía en guardia. Antes de desvanecerse por completo pensó en lo mucho que odiaba a las ratas.
Una sonrisa se le dibujó en la cara.
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(1): Edito por fallo estético
Última edición por Sango el Lun Jul 23 2018, 18:03, editado 1 vez
Sango
Héroe de Aerandir
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Re: Por un puñado de monedas [Libre] [3/3] [Cerrado]
Nuevamente una inteligente intervención de Siria nos salvaba de un desastre inminente, la mujer soltó mi mano y se transformo en dragón para poder ayudar al humano herido. No podía decir que el actuar del hombre fuera tan oportuno, no solo las heridas que había curado se habían vuelto a abrir, sino que además se las había ingeniado para realizarse más cortes, el más destacable era un corte en la espalda.
Era algo bueno, si el humano estaba con Siria yo podía concentrarme en buscar algún modo para apaciguar a la muchedumbre. Pensé en llamar su atención y separarme del grupo para que me siguieran, pero lo cierto es que su objetivo era el hombre que estaba ahora sobre la espalda de Siria [ANALIZANDO] Lo más probable es que me siguieran unos pocos, pero la gran mayoría continuarían su trayectoria actual.
-No te muevas – Intente advertirle al humano, pero no hizo caso alguno, intentó pararse sobre la espalda de Siria, eso no era bueno para las heridas de ninguno de los dos, e intentó disparar con un arco y flecha sin demasiado éxito – No deberías…. – Era imposible, el hombre se tambaleo y cayó, por lo que me detuve de inmediato y me prepare para recibir a los enemigos [ERROR] se retiraban – Eso es bueno.
Los orgánicos estaban agitados, yo apenas respiraba así que no sufría de ese tipo de inconvenientes. Me acerqué a Siria, suponiendo que sus heridas estarían graves nuevamente.
-Tendré que curarte de nuevo, lo siento, dolerá – No podía mentirle, producto del movimiento los puntos que le había realizado se habían desgarrado, el hilo estaba roto, tenía que retirarlo y cerrar la herida nuevamente, pero coser ya no era una opción – Por el momento lo vendaré, no tengo los materiales para poder realizar una curación como corresponde.
Siria continuaba en su forma de dragón, la herida se veía más pequeña estando en ese cuerpo, pero estaba segura que cuando regresara a su forma humana sería más grande y más compleja de curar. Recordando que la mujer no había querido transformarse frente a los hombres antes, busque en mi morral algo con lo que pudiera cubrirse, allí estaban las ropas que había comprado hace mucho tiempo para Dag, jamás las había usado, y no eran del talle de Siria, pero servirían.
-Ven, te ayudare a cambiarte ¿Correcto? – Fuimos aparte, saque una manta y la enganche en las ramas para cubrir la desnudes de Siria, luego me acerqué para ayudarla a cambiarse muy lentamente – Aún no te pongas la camisa, cubriré la herida primero para detener el sangrado – Saque más vendas y comencé a vendarla, ejerciendo algo de presión, pero no tanta ya que evitar la circulación de la sangre solo empeoraría la situación.
Cuando termine la ayude a ponerse la camisa, dejando el brazo afectado por la herida por fuera de la manga. [ANALIZANDO] Tenía que evitar que siguiera lastimándose, me agache para quedar a la altura de sus ojos, e hice lo que solía funcionar con los Gorriones.
-Nada de transformaciones ¿Correcto? Sin peros– Apoye una mano en su cabeza a modo de recompensa y luego me gire para ir con los otros dos miembros del grupo, no sin antes quitar la manta para volver a guardarla en mi morral.
-¡Zöe! – Me llamo el hombre-bestia, estaba arrodillado junto al humano quien se había desmayado, y de entre la espesura se asomaban varios pueblerinos, apuntando con una ballesta al hombre-perro y a mí cuando me acerqué lo suficiente.
-Tranquilos, no les haremos daño ¿Si?- Intenté calmarlos para que no tomaran decisiones precipitadas.
-¡Entréguenos al asesino! –
-Él dijo que no lo hizo, Zöe –
-Si él asegura ser inocente, entonces debe ser inocente – Los orgánicos dudaban ante mi neutralidad – Si es culpable, lo llevare a la base de los Bio- cibernéticos, eso debería ser suficiente ¿Correcto?
Era algo bueno, si el humano estaba con Siria yo podía concentrarme en buscar algún modo para apaciguar a la muchedumbre. Pensé en llamar su atención y separarme del grupo para que me siguieran, pero lo cierto es que su objetivo era el hombre que estaba ahora sobre la espalda de Siria [ANALIZANDO] Lo más probable es que me siguieran unos pocos, pero la gran mayoría continuarían su trayectoria actual.
-No te muevas – Intente advertirle al humano, pero no hizo caso alguno, intentó pararse sobre la espalda de Siria, eso no era bueno para las heridas de ninguno de los dos, e intentó disparar con un arco y flecha sin demasiado éxito – No deberías…. – Era imposible, el hombre se tambaleo y cayó, por lo que me detuve de inmediato y me prepare para recibir a los enemigos [ERROR] se retiraban – Eso es bueno.
Los orgánicos estaban agitados, yo apenas respiraba así que no sufría de ese tipo de inconvenientes. Me acerqué a Siria, suponiendo que sus heridas estarían graves nuevamente.
-Tendré que curarte de nuevo, lo siento, dolerá – No podía mentirle, producto del movimiento los puntos que le había realizado se habían desgarrado, el hilo estaba roto, tenía que retirarlo y cerrar la herida nuevamente, pero coser ya no era una opción – Por el momento lo vendaré, no tengo los materiales para poder realizar una curación como corresponde.
Siria continuaba en su forma de dragón, la herida se veía más pequeña estando en ese cuerpo, pero estaba segura que cuando regresara a su forma humana sería más grande y más compleja de curar. Recordando que la mujer no había querido transformarse frente a los hombres antes, busque en mi morral algo con lo que pudiera cubrirse, allí estaban las ropas que había comprado hace mucho tiempo para Dag, jamás las había usado, y no eran del talle de Siria, pero servirían.
-Ven, te ayudare a cambiarte ¿Correcto? – Fuimos aparte, saque una manta y la enganche en las ramas para cubrir la desnudes de Siria, luego me acerqué para ayudarla a cambiarse muy lentamente – Aún no te pongas la camisa, cubriré la herida primero para detener el sangrado – Saque más vendas y comencé a vendarla, ejerciendo algo de presión, pero no tanta ya que evitar la circulación de la sangre solo empeoraría la situación.
Cuando termine la ayude a ponerse la camisa, dejando el brazo afectado por la herida por fuera de la manga. [ANALIZANDO] Tenía que evitar que siguiera lastimándose, me agache para quedar a la altura de sus ojos, e hice lo que solía funcionar con los Gorriones.
-Nada de transformaciones ¿Correcto? Sin peros– Apoye una mano en su cabeza a modo de recompensa y luego me gire para ir con los otros dos miembros del grupo, no sin antes quitar la manta para volver a guardarla en mi morral.
-¡Zöe! – Me llamo el hombre-bestia, estaba arrodillado junto al humano quien se había desmayado, y de entre la espesura se asomaban varios pueblerinos, apuntando con una ballesta al hombre-perro y a mí cuando me acerqué lo suficiente.
-Tranquilos, no les haremos daño ¿Si?- Intenté calmarlos para que no tomaran decisiones precipitadas.
-¡Entréguenos al asesino! –
-Él dijo que no lo hizo, Zöe –
-Si él asegura ser inocente, entonces debe ser inocente – Los orgánicos dudaban ante mi neutralidad – Si es culpable, lo llevare a la base de los Bio- cibernéticos, eso debería ser suficiente ¿Correcto?
Zöe
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Re: Por un puñado de monedas [Libre] [3/3] [Cerrado]
El dolor se transmitía desde mi hombro hasta todo mi cuerpo, llegando finalmente a mi cabeza en donde constantemente me insistía y me rogaba que me detuviera, que dejara de correr, que dejara a la persona en mi espalda en el suelo y me alejara volando. Era una aguja que atravesaba mi cabeza, perforándola cada vez más dolorosamente con cada paso que daba. Lo único que evitaba que le hiciera caso a mis más básicos instintos era la fuerza de voluntad que sacaba de no sé donde. No solo era por aquel aventurero, sino porque Zöe estaba ahí. Si no lograba aguantar, ella se quedaría atrás, atendiéndolo y protegiéndolo. Lo haría aun cuando estuviera frente a una muchedumbre que deseara lastimarlo.
Pero no quitó que fuera la prueba más difícil que hubiera pasado en mi vida. No lo digo por el dolor que perforaba mi brazo, ni por mentalizarse en no escapar sola. Fue por el orgullo. Fue por aquel orgullo que pisoteó cuando se puso sobre mi espalda en sus dos piernas y comenzó a tratarme como si fuera una bestia, un animal carente de pensamiento o de alma, el cual podía pisotear como se le viniera la gana. Le habré mentido en el pasado, es cierto, lo engañé, pero eso no justificaba el atropello a mi dignidad.
Pero preferí tragarme el orgullo, solo por Zöe.
Fue entonces cuando mi cuerpo no pudo aguantar más. La caída de su cuerpo encima de mi hombro hizo que todo el dolor acumulado explotara en aquella zona, haciendome caer junto con el aventurero. A diferencia de lo que podía haber parecido, no grité. No me faltaron ganas de expresar mi angustiante dolor, pero me aguanté todo lo que pude. Mi hombro estaba clavado en el piso, mientras agarraba el pasto cercano a mi con mi brazo, apretandolo con todas mis fuerzas, como si intentara sacarlo del suelo, consiguiéndolo levemente, mientras mis patas traseras intentaban clavarse en el piso infructuosamente.
Zöe me ayudó a moverme aparte, pero debo confesar que todo lo hice como si mi mente estuviera apagada, moviéndome automáticamente. El dolor no me hacía pensar seriamente, y probablemente me hubiera dado lo mismo transformarme ahí mismo en frente de todos.
Quizás no se dio cuenta por estar ocupada atendiendo la herida e intentando que no sangrara más todavía, pero mi brazo sano alcanzó sus ropas y la apreté con la poca fuerza que me quedaba.
Sentí durante interminables segundos la necesidad de llorar, de desahogarme, de liberarme de este dolor que sentía en el brazo, en mi cabeza y en mi corazón.
Pero por alguna razón, no pude. Por más que lo quería.
Cuando amainó el dolor, pude sentarme y ver mejor mi brazo. Un pequeño hilo de sangre salía de la herida, pero parecía controlada, sin apariencia de seguir sangrando. Las vendas estaban rojas, pero parecían controlar bien todo.
Lo siguiente fue… especialmente raro. El regaño por parte de Zöe, y el que me acariciara en la cabeza. Se marchó sin poder decirle nada, y es que… se sentía como si hubiera visto a una mamá en la calle regañando a su hijo, y luego recompensando su conducta si es que se portara bien. O quizás lo había visto con el caballo de alguien.
- Zöe… creo que te saltaste un paso entremedio – murmuré mientras se iba. Pensé seriamente que las cosas que aprendía se las enseñaban a medias, sobre todo con sus robotitos.
Cuando escuché que los aldeanos buscaban a mi acompañante, me incliné para verlos, y justamente como temía, venían armados con sus ballestas. Como pude, puse mi espalda contra un árbol y caminé lentamente hacia ellos, haciendo que las puntas de sus flechas me apuntaran a mi en ese momento.
No pude expresarme de otra forma que no fuera a través del viento*. Era aquella expresión que usaba cuando cantaba desde lo más profundo de mi corazón, como si dentro de ese pequeño músculo hubiera algo que llamar al viento para llevar mis sentimientos por el aire. Pero a diferencia de muchas veces anteriores, era como si mi voz se envolviera en un dolor que fuera únicamente mío. Aquella vez con Wood, aquella vez en las islas de los brujos, o con la sirena. Muchas veces si había dolor en mi canto, se debía a aquella empatía de escucharlos, abrazar sus sentimientos e intentar entenderlos, hacerlos personal debido al sentimiento de cariño que les tenía. Más sin importar cuánto lo hiciera, nunca sería un dolor que realmente sintiera como mío, que naciera de una queja, un pesar, una enfermedad.
Lo peor es que no podía explicar por qué me sentía así. Quizás no me di cuenta, y nunca lo hice. A lo mejor todo lo que pasó en ese día me afectó más de lo que pensé.
En realidad, si lo sabía. Internamente lo sabía. Sentí miedo, sentí dolor, sentí angustia, sentí como si había hecho muchas cosas incorrectas ese día, que había hecho muchas cosas irresponsables, que arriesgue la vida de alguien de manera innecesaria. Todo quizás por alguien que realmente no necesitaba mi ayuda. Zöe era alguien genial, alguien que podía sacar muchas sorpresas, crear artilugios que se movían, podía mantener la calma sin importar qué tan fuerte fuere la situación. Probablemente tuvo un plan todo este tiempo, sin saberlo.
Muy en el fondo, me hubiera gustado tener una relación como la que tengo con Wood, con Leveru o Samantha. Quizás por eso había hecho tantas cosas incorrectas ese día.
Y había llegado la hora de dejar eso atrás. Y hacer lo correcto.
Cuando terminé de cantar, miré a los ojos a los aldeanos, quienes se encontraban con sus armas sin apuntarnos. No podían dejar de mirarme, y podía entender por qué.
- Quisiera pedir un minuto, pues aunque no tengo pruebas de su inocencia, me gustaría intentar explicarles que él no hizo nada de lo que es acusado
- Tu eres… aquella chica que cantó en el poblado hace unas horas, ¿no?
- Si, soy yo – asentí al saber que me había reconocido – Cuando terminé de cantar, fui a buscar comida, y me di cuenta que muchos de los objetos que dos sujetos estaban vendiendo eran de la pertenencia de mi compañera de acá – les dije mientras veía a Zöe para que entendieran que se trataba de ella –, por lo que decidí embarcarme en descubrir si realmente eran de ella.
En ese momento, los tres robots salieron del morral, mirando a los presentes. Algunos de ellos se impresionaron al encontrar que aquellos golem de metal se movían.
- E… Esas cosas…
- Eran parte de sus pertenencias, si. Fue entonces que me encontré con aquella persona que buscan – aquella persona que debía defender, e intentar remover de culpa – Él me comentó de unos esclavistas estaban en los bosques, y que lo habían acusado de robar para mantenerlo lejos mientras escapaban. Pero tenían a uno de ellos encerrado con él, y me ofreció ir a interrogarlo con él para dar con el paradero de quienes buscaba
No sabría decir si el acompañante de Zöe era uno de ellos y se había arrepentido, o si era alguien que pasaba por ahí e intentó ayudar. Solo el tiempo dirá si deseaba hablar o no.
- Puedo atestiguar que nada había hecho, pues hablamos entre la multitud y nadie pareció decirle algo, pues de haber cometido asesinato, su olor lo delataría – estaba rogando que el sentido común hiciera caso en ellos – y nos separamos para buscar a los esclavistas, pues tenían a mi amiga acá capturada – pude sentir una pequeña aguja de incertidumbre en mi corazón cuando dije eso último – Ella había sido capturada y pensaban venderla gracias a su estado de Bio, confiando en que obedecería a los humanos que la comprarían, pues así están construidos. Y yo… simplemente no pude permitir eso.
Aun cuando careciera de las herramientas para hacerlo. Si hubiera sido una guerrera, probablemente hubiera podido hacerlo sin tener que haber recurrido a todo lo que pasó.
- Fue entonces cuando volvió y fue acusado por una confusión, ya que el otro prisionero deseaba escapar para dar el aviso de escape. Cerca de aquí tomamos prisionero a uno de los culpables, mientras que otro escapó, y… creo que algunos han muerto en el conflicto que tuvimos anteriormente. Lo siento por no saberlo… me invadió mucho los nervios y el miedo, y no pude darme cuenta de todo lo que pasó a mi alrededor
Terminé aquella exposición de defensa inclinándome hacia ellos, en señal de respeto. No sabía si ellos escucharían, y aunque mi canción tranquilizaba a la gente, no las hacía inmunes al enojo ni a la indignación. Pero quería que tuvieran una oportunidad de escucharnos, de hacerles saber que no eramos sus enemigos.
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*Se utiliza Habilidad nivel 0:
Tranquilidad del alma
Pero no quitó que fuera la prueba más difícil que hubiera pasado en mi vida. No lo digo por el dolor que perforaba mi brazo, ni por mentalizarse en no escapar sola. Fue por el orgullo. Fue por aquel orgullo que pisoteó cuando se puso sobre mi espalda en sus dos piernas y comenzó a tratarme como si fuera una bestia, un animal carente de pensamiento o de alma, el cual podía pisotear como se le viniera la gana. Le habré mentido en el pasado, es cierto, lo engañé, pero eso no justificaba el atropello a mi dignidad.
Pero preferí tragarme el orgullo, solo por Zöe.
Fue entonces cuando mi cuerpo no pudo aguantar más. La caída de su cuerpo encima de mi hombro hizo que todo el dolor acumulado explotara en aquella zona, haciendome caer junto con el aventurero. A diferencia de lo que podía haber parecido, no grité. No me faltaron ganas de expresar mi angustiante dolor, pero me aguanté todo lo que pude. Mi hombro estaba clavado en el piso, mientras agarraba el pasto cercano a mi con mi brazo, apretandolo con todas mis fuerzas, como si intentara sacarlo del suelo, consiguiéndolo levemente, mientras mis patas traseras intentaban clavarse en el piso infructuosamente.
Zöe me ayudó a moverme aparte, pero debo confesar que todo lo hice como si mi mente estuviera apagada, moviéndome automáticamente. El dolor no me hacía pensar seriamente, y probablemente me hubiera dado lo mismo transformarme ahí mismo en frente de todos.
Quizás no se dio cuenta por estar ocupada atendiendo la herida e intentando que no sangrara más todavía, pero mi brazo sano alcanzó sus ropas y la apreté con la poca fuerza que me quedaba.
Sentí durante interminables segundos la necesidad de llorar, de desahogarme, de liberarme de este dolor que sentía en el brazo, en mi cabeza y en mi corazón.
Pero por alguna razón, no pude. Por más que lo quería.
Cuando amainó el dolor, pude sentarme y ver mejor mi brazo. Un pequeño hilo de sangre salía de la herida, pero parecía controlada, sin apariencia de seguir sangrando. Las vendas estaban rojas, pero parecían controlar bien todo.
Lo siguiente fue… especialmente raro. El regaño por parte de Zöe, y el que me acariciara en la cabeza. Se marchó sin poder decirle nada, y es que… se sentía como si hubiera visto a una mamá en la calle regañando a su hijo, y luego recompensando su conducta si es que se portara bien. O quizás lo había visto con el caballo de alguien.
- Zöe… creo que te saltaste un paso entremedio – murmuré mientras se iba. Pensé seriamente que las cosas que aprendía se las enseñaban a medias, sobre todo con sus robotitos.
Cuando escuché que los aldeanos buscaban a mi acompañante, me incliné para verlos, y justamente como temía, venían armados con sus ballestas. Como pude, puse mi espalda contra un árbol y caminé lentamente hacia ellos, haciendo que las puntas de sus flechas me apuntaran a mi en ese momento.
No pude expresarme de otra forma que no fuera a través del viento*. Era aquella expresión que usaba cuando cantaba desde lo más profundo de mi corazón, como si dentro de ese pequeño músculo hubiera algo que llamar al viento para llevar mis sentimientos por el aire. Pero a diferencia de muchas veces anteriores, era como si mi voz se envolviera en un dolor que fuera únicamente mío. Aquella vez con Wood, aquella vez en las islas de los brujos, o con la sirena. Muchas veces si había dolor en mi canto, se debía a aquella empatía de escucharlos, abrazar sus sentimientos e intentar entenderlos, hacerlos personal debido al sentimiento de cariño que les tenía. Más sin importar cuánto lo hiciera, nunca sería un dolor que realmente sintiera como mío, que naciera de una queja, un pesar, una enfermedad.
Lo peor es que no podía explicar por qué me sentía así. Quizás no me di cuenta, y nunca lo hice. A lo mejor todo lo que pasó en ese día me afectó más de lo que pensé.
En realidad, si lo sabía. Internamente lo sabía. Sentí miedo, sentí dolor, sentí angustia, sentí como si había hecho muchas cosas incorrectas ese día, que había hecho muchas cosas irresponsables, que arriesgue la vida de alguien de manera innecesaria. Todo quizás por alguien que realmente no necesitaba mi ayuda. Zöe era alguien genial, alguien que podía sacar muchas sorpresas, crear artilugios que se movían, podía mantener la calma sin importar qué tan fuerte fuere la situación. Probablemente tuvo un plan todo este tiempo, sin saberlo.
Muy en el fondo, me hubiera gustado tener una relación como la que tengo con Wood, con Leveru o Samantha. Quizás por eso había hecho tantas cosas incorrectas ese día.
Y había llegado la hora de dejar eso atrás. Y hacer lo correcto.
Cuando terminé de cantar, miré a los ojos a los aldeanos, quienes se encontraban con sus armas sin apuntarnos. No podían dejar de mirarme, y podía entender por qué.
- Quisiera pedir un minuto, pues aunque no tengo pruebas de su inocencia, me gustaría intentar explicarles que él no hizo nada de lo que es acusado
- Tu eres… aquella chica que cantó en el poblado hace unas horas, ¿no?
- Si, soy yo – asentí al saber que me había reconocido – Cuando terminé de cantar, fui a buscar comida, y me di cuenta que muchos de los objetos que dos sujetos estaban vendiendo eran de la pertenencia de mi compañera de acá – les dije mientras veía a Zöe para que entendieran que se trataba de ella –, por lo que decidí embarcarme en descubrir si realmente eran de ella.
En ese momento, los tres robots salieron del morral, mirando a los presentes. Algunos de ellos se impresionaron al encontrar que aquellos golem de metal se movían.
- E… Esas cosas…
- Eran parte de sus pertenencias, si. Fue entonces que me encontré con aquella persona que buscan – aquella persona que debía defender, e intentar remover de culpa – Él me comentó de unos esclavistas estaban en los bosques, y que lo habían acusado de robar para mantenerlo lejos mientras escapaban. Pero tenían a uno de ellos encerrado con él, y me ofreció ir a interrogarlo con él para dar con el paradero de quienes buscaba
No sabría decir si el acompañante de Zöe era uno de ellos y se había arrepentido, o si era alguien que pasaba por ahí e intentó ayudar. Solo el tiempo dirá si deseaba hablar o no.
- Puedo atestiguar que nada había hecho, pues hablamos entre la multitud y nadie pareció decirle algo, pues de haber cometido asesinato, su olor lo delataría – estaba rogando que el sentido común hiciera caso en ellos – y nos separamos para buscar a los esclavistas, pues tenían a mi amiga acá capturada – pude sentir una pequeña aguja de incertidumbre en mi corazón cuando dije eso último – Ella había sido capturada y pensaban venderla gracias a su estado de Bio, confiando en que obedecería a los humanos que la comprarían, pues así están construidos. Y yo… simplemente no pude permitir eso.
Aun cuando careciera de las herramientas para hacerlo. Si hubiera sido una guerrera, probablemente hubiera podido hacerlo sin tener que haber recurrido a todo lo que pasó.
- Fue entonces cuando volvió y fue acusado por una confusión, ya que el otro prisionero deseaba escapar para dar el aviso de escape. Cerca de aquí tomamos prisionero a uno de los culpables, mientras que otro escapó, y… creo que algunos han muerto en el conflicto que tuvimos anteriormente. Lo siento por no saberlo… me invadió mucho los nervios y el miedo, y no pude darme cuenta de todo lo que pasó a mi alrededor
Terminé aquella exposición de defensa inclinándome hacia ellos, en señal de respeto. No sabía si ellos escucharían, y aunque mi canción tranquilizaba a la gente, no las hacía inmunes al enojo ni a la indignación. Pero quería que tuvieran una oportunidad de escucharnos, de hacerles saber que no eramos sus enemigos.
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Siria
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Re: Por un puñado de monedas [Libre] [3/3] [Cerrado]
Sango llevaba una buena racha de golpes y conmociones pero aún así conseguía sobreponerse a todas aquellas lesiones. Sin duda alguna los Dioses estaban de su parte, "y que sigan así" se dijo mientras se arrastraba hacia atrás mientras las voces resonaban por encima de él. Cuando llegó al árbol que le había servido como apoyo se detuvo y quedó sentado mirando al frente, tratando de fijar la vista en un punto y concentrándose de tal manera que todas las figuras de su alrededor dejaran de estar borrosas.
- Esto es muy difícil.- Dijo en voz alta. Cerró los ojos y respiró profundamente un par de veces seguidas. Cuando abrió los ojos de nuevo, se encontraba mucho más despejado que antes y parecía que todo a su alrededor iba cobrando la forma normal. No se enteraba muy bien de lo que estaba pasando, pero sí sabía que unos villanos le querían matar por un presunto asesinato. Sango estaba indignado con aquellas buenas gentes "¿buenas? Ahora resulta que la gente que contribuye a incentivar la esclavitud es buena. Lo que me faltaba" murmuró. Miró al frente y pudo ver como alguno de aquellos villanos apuntaban con ballestas mientras la "No Uruz" trataba de dialogar con aquellas personas. Sango comprendió entonces que era el momento de defender su inocencia así que se puso en pie como pudo y sacudió la cabeza lo que le valió un mareo que lo hubiera llevado al suelo de no haber sido por el hombre perro y la chica. Se lo agradeció a ambos con un gesto con la cabeza y dio un paso al frente.
- E hiciste bien en asesinar a esos bastardos.- Dijo cuando acabó de hablar No Uruz.- Aquellos despojos humanos no merecían vivir y mucho menos compasión alguna.- Dio un par de pasos más, pero esta vez en dirección a Uruz y se giró de nuevo hacia los ballesteros.- Podéis largaros, ya habéis ajusticiado a vuestro asesino.- Dijo llevándose una mano a la nuca. Había sangre.
- Y una mierda, a mi no me convencen ninguna de vuestras palabras, sé lo que sé y yo sé que tú asesinaste a...-
- ¿Quién de aquí se atreve a acusarme de criminal?- Interrumpió Ben en una ataque de ira.- Mayor escoria que vosotros no la he visto en muchos años.- Dijo casi gritando. Sufrió una punzada de dolor que lo dejó paralizado por un instante. Desde el bosque se escuchaba un murmullo creciente. Ben los interrumpió cuando recuperó el control de su cuerpo.- ¿Por qué? Porque vosotros, todos vosotros, criminales, sois cómplices de esclavitud. Sois cómplices de arrebatar una vida, pues una persona deja de serlo en el momento que otra le pone cadenas.- Hizo una pausa para recuperar el aliento. No estaba muy seguro de que el enfoque que estaba tomando el tema era el que más le convenía, pero a veces, como alguna vez escuchó decir a alguien más sabio que él, había que poner los puntos sobre las "íes". Miró a No Uruz y después a la chica y al hombre perro, luego se dirigió a uno de los hombres con ballesta y avanzó lentamente hacia él mientras hablaba.
- Vosotros, bestias sedientas de sangre, sois culpables de las desgracias que hoy han ocurrido en este bosque, no me cabe la menor duda de que alguna fuerza superior estará complacida por lo que hoy ha ocurrido aquí y sin duda alguna lo estará aún más si asesináis- dijo marcando cada una de las sílabas- a una persona inocente.- Se detuvo a cinco pasos del ballestero. Parecía ser un hombre rata. Pensó unos instantes sus siguientes palabras mientras se pasaba la lengua por los labios. En aquel me momento se sintió profundamente cansado, con ganas de tumbarse en una cama.
- Yo vine aquí, desde tierras muy lejanas, en busca de un esclavista, un hombre que se dedicó a poner cadenas a todas y cada una de las personas que podía. Arrebató decenas de vidas privándoles de su libertad, alejándolos de sus casas y familias y vendiéndolos como si fueran simple mercancía. Su actitud es reprochable y aquellos que la permiten y que además la promueven es peor aun. Vosotros os habéis encargado de él y además del hombre que asesinó a vuestros guardas o lo que fueran... Y sin embargo, por perseguirme a mi, una persona inocente, he perdido a una compañera en este bosque...- La voz se le quebró. El recuerdo de la espada atravesando a Uruz aún era reciente y doloroso, muy doloroso. Y aunque había visto a gente morir, aquella vez fue más chocante. Quizá fue el contraste de emociones lo que le había afectado: alegría por ver a alguien que venía del mismo sitio que él y al instante siguiente, aquel rostro se apagaba, se desvanecía del mundo para siempre. Tardó un tiempo en recuperarse de aquel recuerdo. Nadie se movía en el bosque y fue consciente de que estaba cara a cara con el hombre rata. Sólo había una ballesta apuntándole al pecho entre ellos.
- Si tan culpable me creéis, entonces, disparad.- Dio varios pasos hacia atrás y extendió los brazos hacia los lados, acto seguido, miró al cielo (lo que se podía ver entre las ramas de los árboles) y sonrió.
El silencio que se había apoderado de aquella gente parecía no tener fin.
- Esto es muy difícil.- Dijo en voz alta. Cerró los ojos y respiró profundamente un par de veces seguidas. Cuando abrió los ojos de nuevo, se encontraba mucho más despejado que antes y parecía que todo a su alrededor iba cobrando la forma normal. No se enteraba muy bien de lo que estaba pasando, pero sí sabía que unos villanos le querían matar por un presunto asesinato. Sango estaba indignado con aquellas buenas gentes "¿buenas? Ahora resulta que la gente que contribuye a incentivar la esclavitud es buena. Lo que me faltaba" murmuró. Miró al frente y pudo ver como alguno de aquellos villanos apuntaban con ballestas mientras la "No Uruz" trataba de dialogar con aquellas personas. Sango comprendió entonces que era el momento de defender su inocencia así que se puso en pie como pudo y sacudió la cabeza lo que le valió un mareo que lo hubiera llevado al suelo de no haber sido por el hombre perro y la chica. Se lo agradeció a ambos con un gesto con la cabeza y dio un paso al frente.
- E hiciste bien en asesinar a esos bastardos.- Dijo cuando acabó de hablar No Uruz.- Aquellos despojos humanos no merecían vivir y mucho menos compasión alguna.- Dio un par de pasos más, pero esta vez en dirección a Uruz y se giró de nuevo hacia los ballesteros.- Podéis largaros, ya habéis ajusticiado a vuestro asesino.- Dijo llevándose una mano a la nuca. Había sangre.
- Y una mierda, a mi no me convencen ninguna de vuestras palabras, sé lo que sé y yo sé que tú asesinaste a...-
- ¿Quién de aquí se atreve a acusarme de criminal?- Interrumpió Ben en una ataque de ira.- Mayor escoria que vosotros no la he visto en muchos años.- Dijo casi gritando. Sufrió una punzada de dolor que lo dejó paralizado por un instante. Desde el bosque se escuchaba un murmullo creciente. Ben los interrumpió cuando recuperó el control de su cuerpo.- ¿Por qué? Porque vosotros, todos vosotros, criminales, sois cómplices de esclavitud. Sois cómplices de arrebatar una vida, pues una persona deja de serlo en el momento que otra le pone cadenas.- Hizo una pausa para recuperar el aliento. No estaba muy seguro de que el enfoque que estaba tomando el tema era el que más le convenía, pero a veces, como alguna vez escuchó decir a alguien más sabio que él, había que poner los puntos sobre las "íes". Miró a No Uruz y después a la chica y al hombre perro, luego se dirigió a uno de los hombres con ballesta y avanzó lentamente hacia él mientras hablaba.
- Vosotros, bestias sedientas de sangre, sois culpables de las desgracias que hoy han ocurrido en este bosque, no me cabe la menor duda de que alguna fuerza superior estará complacida por lo que hoy ha ocurrido aquí y sin duda alguna lo estará aún más si asesináis- dijo marcando cada una de las sílabas- a una persona inocente.- Se detuvo a cinco pasos del ballestero. Parecía ser un hombre rata. Pensó unos instantes sus siguientes palabras mientras se pasaba la lengua por los labios. En aquel me momento se sintió profundamente cansado, con ganas de tumbarse en una cama.
- Yo vine aquí, desde tierras muy lejanas, en busca de un esclavista, un hombre que se dedicó a poner cadenas a todas y cada una de las personas que podía. Arrebató decenas de vidas privándoles de su libertad, alejándolos de sus casas y familias y vendiéndolos como si fueran simple mercancía. Su actitud es reprochable y aquellos que la permiten y que además la promueven es peor aun. Vosotros os habéis encargado de él y además del hombre que asesinó a vuestros guardas o lo que fueran... Y sin embargo, por perseguirme a mi, una persona inocente, he perdido a una compañera en este bosque...- La voz se le quebró. El recuerdo de la espada atravesando a Uruz aún era reciente y doloroso, muy doloroso. Y aunque había visto a gente morir, aquella vez fue más chocante. Quizá fue el contraste de emociones lo que le había afectado: alegría por ver a alguien que venía del mismo sitio que él y al instante siguiente, aquel rostro se apagaba, se desvanecía del mundo para siempre. Tardó un tiempo en recuperarse de aquel recuerdo. Nadie se movía en el bosque y fue consciente de que estaba cara a cara con el hombre rata. Sólo había una ballesta apuntándole al pecho entre ellos.
- Si tan culpable me creéis, entonces, disparad.- Dio varios pasos hacia atrás y extendió los brazos hacia los lados, acto seguido, miró al cielo (lo que se podía ver entre las ramas de los árboles) y sonrió.
El silencio que se había apoderado de aquella gente parecía no tener fin.
Sango
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Re: Por un puñado de monedas [Libre] [3/3] [Cerrado]
Los orgánicos no parecían del todo convencidos con mi argumento, se dividían entre los que me apuntaban a mí y los que apuntaban al humano herido. Podía escucharlos murmurando, evaluando cual sería la mejor opción, pude escuchar que uno decía “Encerrémoslos a todos y ya”, y alguien más decir “No, llevémonos al asesino y colguémoslo en la plaza”. Todas esas opciones serían complicadas para mí, ya que me vería obligada a utilizar la fuerza.
El canto de Siria comenzó a envolvernos a todos, mi sistema no era capaz de definir lo que era la belleza, pero podía decir con seguridad que la entonación que realizaba la dragona era la correcta, las personas comenzaron a dudar aún más y bajaron sus armas. El hombre que estaba delante de todo aún nos apuntaba, pero su compañero le pego un codazo y lo miro desaprobador, como si fuera totalmente desubicado lo que estaba haciendo.
Como los ánimos parecían haberse calmado un poco, baje los brazos. Luego escuché con atención la explicación de cómo habían sido las cosas durante todo el tiempo que estuve prisionera. Siria y el humano se habían metido en muchos problemas para poder encontrarme, y a los esclavistas responsables, la historia parecía verídica. Y si bien el discurso del otro sujeto parecía haber inquietado un poco a los ciudadanos, finalmente parecían entrar en razón.
-Bien… Quizás… Sacamos conclusiones algo apresuradas – Dijo uno de los orgánicos mientras hacía un gesto que no logré reconocer bien.
-¿Y los dejaremos ir así sin más? – Pregunto una mujer con tono indignado desde el fondo.
-¡¡A callar!! Tampoco es como si me gustara mucho esto, pero la historia que cuentan tiene sentido –
Los murmullos se extendieron entre todos las personas que hasta hace un momento nos perseguían. Viendo que al parecer se habían decidido por no matarnos, me acerque al humano para curar nuevamente sus heridas.
-Quedate en esa posición, me resulta más sencillo buscar heridas así – Le dije para continuara con los brazos extendidos. Hice que de uno de mis dedos saliera un bisturí y fui cortando los restos de tela que quedaran de su camisa – Al recibir tantos golpes y cortes ya no cumple con la funcionalidad de cubrir su desnudez – Le explique mientras la hacía tiras – No podré volver a coser las heridas anteriores, tendré que vendarlo así como hice con Siria. Lo siento, dolerá un poco.
Deje que la dragona se encargara de la parte de sociabilizar con los orgánicos, a ella se le daban mucho mejor esas cosas que a mí. Mientras, el hombre-perro me ayudo a realizar un vendaje del torso entero del humano, a las vendas que me quedaban agregué parte de su ropa, aunque me asegure que esta última no estuviera en contacto directo con las heridas para evitar infecciones.
-Sería algo bueno que no recibieras más heridas durante varios días ¿Correcto? – Le aconseje al humano – Si vuelven a abrirse ya no podré hacer nada al respecto – Probablemente durante la noche tendría fiebre [ANALIZANDO] seguramente Siria tendría síntomas similares – Los vigilare durante la noche para asegurarme que sus heridas no empeoran.
Luego de hablar con la dragona las personas comenzaron a dispersarse, nos encontrábamos solos nuevamente. AMA estaba mirando con atención como realizaba las curaciones en el humano, ATAC estaba distraído con una mariposa, intentando acertarle con uno de sus clavos y SEPA-IV bailaba frente a Siria en un intento de llamar su atención. No sabía quién le había enseñado a hacer eso.
El canto de Siria comenzó a envolvernos a todos, mi sistema no era capaz de definir lo que era la belleza, pero podía decir con seguridad que la entonación que realizaba la dragona era la correcta, las personas comenzaron a dudar aún más y bajaron sus armas. El hombre que estaba delante de todo aún nos apuntaba, pero su compañero le pego un codazo y lo miro desaprobador, como si fuera totalmente desubicado lo que estaba haciendo.
Como los ánimos parecían haberse calmado un poco, baje los brazos. Luego escuché con atención la explicación de cómo habían sido las cosas durante todo el tiempo que estuve prisionera. Siria y el humano se habían metido en muchos problemas para poder encontrarme, y a los esclavistas responsables, la historia parecía verídica. Y si bien el discurso del otro sujeto parecía haber inquietado un poco a los ciudadanos, finalmente parecían entrar en razón.
-Bien… Quizás… Sacamos conclusiones algo apresuradas – Dijo uno de los orgánicos mientras hacía un gesto que no logré reconocer bien.
-¿Y los dejaremos ir así sin más? – Pregunto una mujer con tono indignado desde el fondo.
-¡¡A callar!! Tampoco es como si me gustara mucho esto, pero la historia que cuentan tiene sentido –
Los murmullos se extendieron entre todos las personas que hasta hace un momento nos perseguían. Viendo que al parecer se habían decidido por no matarnos, me acerque al humano para curar nuevamente sus heridas.
-Quedate en esa posición, me resulta más sencillo buscar heridas así – Le dije para continuara con los brazos extendidos. Hice que de uno de mis dedos saliera un bisturí y fui cortando los restos de tela que quedaran de su camisa – Al recibir tantos golpes y cortes ya no cumple con la funcionalidad de cubrir su desnudez – Le explique mientras la hacía tiras – No podré volver a coser las heridas anteriores, tendré que vendarlo así como hice con Siria. Lo siento, dolerá un poco.
Deje que la dragona se encargara de la parte de sociabilizar con los orgánicos, a ella se le daban mucho mejor esas cosas que a mí. Mientras, el hombre-perro me ayudo a realizar un vendaje del torso entero del humano, a las vendas que me quedaban agregué parte de su ropa, aunque me asegure que esta última no estuviera en contacto directo con las heridas para evitar infecciones.
-Sería algo bueno que no recibieras más heridas durante varios días ¿Correcto? – Le aconseje al humano – Si vuelven a abrirse ya no podré hacer nada al respecto – Probablemente durante la noche tendría fiebre [ANALIZANDO] seguramente Siria tendría síntomas similares – Los vigilare durante la noche para asegurarme que sus heridas no empeoran.
Luego de hablar con la dragona las personas comenzaron a dispersarse, nos encontrábamos solos nuevamente. AMA estaba mirando con atención como realizaba las curaciones en el humano, ATAC estaba distraído con una mariposa, intentando acertarle con uno de sus clavos y SEPA-IV bailaba frente a Siria en un intento de llamar su atención. No sabía quién le había enseñado a hacer eso.
Zöe
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Re: Por un puñado de monedas [Libre] [3/3] [Cerrado]
Esperaba que en un punto de todo, la gente pudiera tranquilizarse como usualmente las personas lo hacían cuando dedicaba mi canto hacia ellos. Más el viajero del cual desconocía su nombre parecía completamente alterado, al igual que las respuestas que se daban mutuamente con los hombres bestias que nos apuntaban con sus armas. No fue hasta que uno de ellos habló para que lo que pensaba la mayoría de los presentes se hiciera eco en sus gestos.
Lentamente bajaron sus armas, Zöe fue con el viajero para, obviamente, sanar sus heridas que habían sido bastante graves a mi parecer. Por mi parte, no pude evitar sentarme en el suelo, donde intenté solucionar pacíficamente el conflicto, claramente sin resultados.
Normalmente la gente es afectada de alguna u otra forma por mis canciones, de formas curiosas a veces. Incluso quienes peleaban fuertemente terminaban siendo relajados por mi voz, aunque continuaban insultándose de manera calmada, lo que hacía sus peleas inentendibles para quienes las veían. Algunas veces la gente lloraba, otras veces se quedaba dormida. Pero a diferencia de otras veces, no hubo efecto alguno. Ninguno de ellos pudo bajar por completo sus armas, así como el viajero tampoco pudo esconder su rabia acumulada y violenta. Tampoco Zöe había sido afectada en lo más mínimo, operando como normalmente lo hacía.
No sabía explicar ello. Solo podía pensar en lo más plausible que se me ocurría: y era que los Dioses me habían abandonado.
¿Había sido por robar algo que no me pertenecía? ¿O era por engañar y mentirle a una persona para usarla a mi conveniencia? ¿Por usar mi forma dragón bajo una circunstancia que, quizás para ellos, no lo ameritaba? ¿Por dejar que la dañaran? ¿Por permitir que pisotearan el regalo que me habían dado al momento de nacer?
Lo peor de todo era el silencio. Si me equivocaba, al menos podía sentir cómo mis padres me regañaban o me corregían dependiendo de lo que había hecho. O mi abuelo. O alguna de mis amigas. Aquí no tenía a nadie así. Siquiera podía sentir en mi corazón a los Dioses para sentir en qué podía enmendar mi camino. No podía contar siquiera con Zöe, ya que no era alguien que había vivido las costumbres toda su vida, ni sabía de todas las costumbres de los dragones. Y tampoco era justo achacarle una responsabilidad como esa, una responsabilidad que al final caía en mis hombros.
Al final realmente...
- Disculpe…
Una voz interrumpió mis pensamientos. Era uno de los hombres-bestia que estaba delante de mi. Curiosamente, varios de ellos estaban sentados delante de mi, como si fuera una especie de religiosa lista a dar un sermón a todos los presentes.
- Su voz realmente fue hermosa, ¿sabe? – continuó – Como que lentamente comencé a sentirme… bien. En mi corazón me refiero – varios detrás asintieron al unísono cuando dijo eso – Se sintió raro, pero se sintió bien. Era como si mi corazón fuera… ¿envuelto quizás? – giró su cabeza para mirar al resto, como si buscara la respuesta en ellos
- Si, si, como si fuera un manto muy cálido – dijo uno de ellos
- No entendí sus palabras, pero como que sentí que… estaba bien, no se si me entiende – respondió otro de ellos
- Si, no entendí tampoco, pero a la vez lo hice – asintió uno de más atrás
Quizás si hubiera prestado más atención en ese momento, me hubiera ahorrado muchos sentimientos que me terminaron jugando en contra los días siguientes. Era algo irónico, pues los Dioses me habían regalado un don que me permitía expresar los sentimientos de los demás, materializarlos en un canto, y hacerlos tanto de mí como de otros. Y sin embargo, lo que menos hice fue escucharlos. Me hubiera dado cuenta que los Dioses estuvieron más presentes que nunca conmigo.
- Gracias – les contesté, sonriendo sin aquel ánimo que me caracterizaba – No soy una experimentada bardo, así que no sé que tanto talento tengo en realidad.
- Yo diría que bastante, podrías incluso hacerte de…
En ese momento, le perdí el hilo a la conversación. Desconozco qué me dijeron, desconozco qué les contesté. Recuerdo haberlos visto reír en un momento, pero no sé que causó ello. Solo sé que, en un punto, me miraron a los ojos de manera preocupada. Desconozco por qué. Quizás dije algo que los había preocupado, pero nunca lo supe.
Lentamente comenzaron a marcharse, y solo quedamos los presentes. Probablemente Zöe había terminado de atender al viajero, el hombre-perro quizás había ayudado, el viajero probablemente se quejaba de sus heridas.
No lo sabía.
- Yo… - sentí que mi mente se había ido a blanco por dos segundos, para retomar nuevamente como si nada hubiera pasado - … iré a buscar algunas de mis cosas que quedaron tiradas, o rotas por ahí
Me levanté lentamente de donde estaba. Comencé a caminar lentamente hacia el lugar donde estuvimos antes, aunque no sin antes girar levemente mi cabeza hacia el viajero, sin mirarlo directamente. No por que no quería, sino porque no podía.
- Lo siento por haberle mentido…
No tengo idea si me respondió. Probablemente si. Quizás Zöe también me dijo algo. No lo sé. Solo coloqué mi mano de mi brazo sano y la coloqué en el lugar vendado de la herida. No es que me doliera, en realidad. No podía sentir el dolor de antes. Supongo que por costumbre, o algo así.
Y sin darme cuenta, me alejé de aquel lugar.
Lentamente bajaron sus armas, Zöe fue con el viajero para, obviamente, sanar sus heridas que habían sido bastante graves a mi parecer. Por mi parte, no pude evitar sentarme en el suelo, donde intenté solucionar pacíficamente el conflicto, claramente sin resultados.
Normalmente la gente es afectada de alguna u otra forma por mis canciones, de formas curiosas a veces. Incluso quienes peleaban fuertemente terminaban siendo relajados por mi voz, aunque continuaban insultándose de manera calmada, lo que hacía sus peleas inentendibles para quienes las veían. Algunas veces la gente lloraba, otras veces se quedaba dormida. Pero a diferencia de otras veces, no hubo efecto alguno. Ninguno de ellos pudo bajar por completo sus armas, así como el viajero tampoco pudo esconder su rabia acumulada y violenta. Tampoco Zöe había sido afectada en lo más mínimo, operando como normalmente lo hacía.
No sabía explicar ello. Solo podía pensar en lo más plausible que se me ocurría: y era que los Dioses me habían abandonado.
¿Había sido por robar algo que no me pertenecía? ¿O era por engañar y mentirle a una persona para usarla a mi conveniencia? ¿Por usar mi forma dragón bajo una circunstancia que, quizás para ellos, no lo ameritaba? ¿Por dejar que la dañaran? ¿Por permitir que pisotearan el regalo que me habían dado al momento de nacer?
Lo peor de todo era el silencio. Si me equivocaba, al menos podía sentir cómo mis padres me regañaban o me corregían dependiendo de lo que había hecho. O mi abuelo. O alguna de mis amigas. Aquí no tenía a nadie así. Siquiera podía sentir en mi corazón a los Dioses para sentir en qué podía enmendar mi camino. No podía contar siquiera con Zöe, ya que no era alguien que había vivido las costumbres toda su vida, ni sabía de todas las costumbres de los dragones. Y tampoco era justo achacarle una responsabilidad como esa, una responsabilidad que al final caía en mis hombros.
Al final realmente...
- Disculpe…
Una voz interrumpió mis pensamientos. Era uno de los hombres-bestia que estaba delante de mi. Curiosamente, varios de ellos estaban sentados delante de mi, como si fuera una especie de religiosa lista a dar un sermón a todos los presentes.
- Su voz realmente fue hermosa, ¿sabe? – continuó – Como que lentamente comencé a sentirme… bien. En mi corazón me refiero – varios detrás asintieron al unísono cuando dijo eso – Se sintió raro, pero se sintió bien. Era como si mi corazón fuera… ¿envuelto quizás? – giró su cabeza para mirar al resto, como si buscara la respuesta en ellos
- Si, si, como si fuera un manto muy cálido – dijo uno de ellos
- No entendí sus palabras, pero como que sentí que… estaba bien, no se si me entiende – respondió otro de ellos
- Si, no entendí tampoco, pero a la vez lo hice – asintió uno de más atrás
Quizás si hubiera prestado más atención en ese momento, me hubiera ahorrado muchos sentimientos que me terminaron jugando en contra los días siguientes. Era algo irónico, pues los Dioses me habían regalado un don que me permitía expresar los sentimientos de los demás, materializarlos en un canto, y hacerlos tanto de mí como de otros. Y sin embargo, lo que menos hice fue escucharlos. Me hubiera dado cuenta que los Dioses estuvieron más presentes que nunca conmigo.
- Gracias – les contesté, sonriendo sin aquel ánimo que me caracterizaba – No soy una experimentada bardo, así que no sé que tanto talento tengo en realidad.
- Yo diría que bastante, podrías incluso hacerte de…
En ese momento, le perdí el hilo a la conversación. Desconozco qué me dijeron, desconozco qué les contesté. Recuerdo haberlos visto reír en un momento, pero no sé que causó ello. Solo sé que, en un punto, me miraron a los ojos de manera preocupada. Desconozco por qué. Quizás dije algo que los había preocupado, pero nunca lo supe.
Lentamente comenzaron a marcharse, y solo quedamos los presentes. Probablemente Zöe había terminado de atender al viajero, el hombre-perro quizás había ayudado, el viajero probablemente se quejaba de sus heridas.
No lo sabía.
- Yo… - sentí que mi mente se había ido a blanco por dos segundos, para retomar nuevamente como si nada hubiera pasado - … iré a buscar algunas de mis cosas que quedaron tiradas, o rotas por ahí
Me levanté lentamente de donde estaba. Comencé a caminar lentamente hacia el lugar donde estuvimos antes, aunque no sin antes girar levemente mi cabeza hacia el viajero, sin mirarlo directamente. No por que no quería, sino porque no podía.
- Lo siento por haberle mentido…
No tengo idea si me respondió. Probablemente si. Quizás Zöe también me dijo algo. No lo sé. Solo coloqué mi mano de mi brazo sano y la coloqué en el lugar vendado de la herida. No es que me doliera, en realidad. No podía sentir el dolor de antes. Supongo que por costumbre, o algo así.
Y sin darme cuenta, me alejé de aquel lugar.
Siria
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Re: Por un puñado de monedas [Libre] [3/3] [Cerrado]
Sango aún seguía conmocionado por los golpes y tardó algo de tiempo en comprender que todo a su alrededor estaba cambiando y que además había alguien junto a él. En primer lugar los villanos se retiraban aunque algunos se acercaban a hablar con No Uruz, otros aún seguían mirando con suspicacia a Ben. Por otra parte estaba la mujer a la que habían salvado, que resultó ser una fantástica sanitaria, sea como fuere, Ben tuvo el torso al descubierto y rápidamente entre ella y el hombre perro, le vendaron las heridas. Parecía que después del discurso, toda la energía de Sango se estaba desvaneciendo o al menos su concentración y aunque fuera capaz de entender órdenes, no sabía por qué estaba realizando las mismas. Sango sacudió la cabeza y regresó al mundo de los vivos para encontrarse mirando a los ojos de la mujer. Eran de un gris acero y el pelo era blanco, su rostro no presentaba ninguna imperfección a simple vista y escudriñando más detenidamente tampoco, pero sí había algo raro. Ben se fijó en una especie de insertos metálicos en uno de los lados de su cabeza, "seguramente serán distintivos tribales, hay gente que hace este tipo de cosas..." se dijo mientras sus ojos volvieron a estudiar su rostro inmaculado. Pasados unos instantes, asintió. Por lo visto ella le había preguntado algo y no se había enterado de lo que era así que sin más, asintió y dio un par de pasos hacia atrás y se miró el torso.
- Eh, gracias por esto, de verdad.- Dijo mientras examinaba partes rotas de su ropa mezcladas con vendajes. El dolor de su espalda persistía, había sido un corte muy feo el que le habían provocado y seguramente no podría dormir boca arriba durante unos cuantos días, a menos que se drogara. Dio un respingo y miró a la mujer y al amigo de esta, el hombre perro.- Menos mal que llegamos a tiempo, ¿eh?- Quiso reir pero una punzada de dolor le recorrió toda la espalda, paralizandole de inmediato. Se recuperó respirando profundamente mientras el hombre perro le sostenía.
Desde donde estaba, Ben pudo ver como No Uruz se levantaba y se iba caminando mientras les decía que iba a por sus cosas que habían quedado en el claro en el que se habían recuperado momentos antes. Ben la observó y por su mente pasaron mil cosas antes de que ella se volviera.
- - Lo siento por haberle mentido…- Dijo ella mientras seguía alejándose. Ben se apresuró a hacer un gesto con la mano como tratando de parar a aquella mujer que se iba con paso decidido a por sus cosas. Sango pensó que no le habían ido las cosas tan mal, al menos para ellos dos: ambos seguían con vida y además, ella había encontrado a su amiga y por otra parte Ben había visto morir a la persona que se suponía que debía capturar. Sin embargo ella parecía dolida por haberle utilizado y él estaba dolido por haber visto morir a una compañera de armas que si bien nunca había tenido trato con ella sí que la reconocía de vista. Pero evaluando todo, se podía decir que habían salido bien parados. Ben dio un paso al frente y se dirigió a ella.
- Gracias por todo.- Fue lo único que se le ocurrió decir mientras aquella mujer se internaba en el bosque. Se dio la vuelta y se quedó mirando al hombre perro y a la chica. Los insertos metálicos de esta le seguían llamando la atención pero decidió no peguntar por si era algún tipo de tema tabú en su pueblo, "que cosas más raras he visto ya, como por ejemplo aquellos pueblerinos que se taladraban las orejas y se ponían... cosas en las orejas para hacer esos agujeros más grandes" un escalofrío recorrió a Ben y dio un par de pasos hacia ellos.
- Me da que no va a volver... No sé...- Dijo mientras miraba a la mujer. Hizo una pausa y prosiguió.- Creo que deberíamos ir en aquella dirección... más o menos. Hay un camino que lleva a un pueblo y allí podremos hacer noche y dormir en algún sitio blando.- Se detuvo unos instantes para pensar que tal vez ellos no tuvieran el mismo rumbo que él y les dedicó una sonrisa.- Suponiendo que queráis seguir juntos, sea como fuere, necesito tumbarme y no precisamente en este bosque, que cada día lo odio más.- Dijo mientras se aseguraba de que tenía todo el equipo intacto.
El deseo de salir de aquel bosque era superior a cualquier otro sentimiento pero intuía que iba pasar mucho tiempo hasta que pudiera salir de él. En aquellos momentos siempre se acordaba de las palabras de sus padres: "busca respuestas". Ben lo intentaba pero es que muchas veces no conocía las preguntas. De vez en cuando, en momentos de gran lucidez, se conformaba con lo que reflexionaba y lo daba por válido pero pasado el momento lo desechaba y se enfurecía al ver que había perdido el tiempo. Habían pasado casi diez años desde que abandonara su casa y no había conseguido gran cosa, igual debería dejarlo, construir su propia casa y colgar el hacha en el hogar de esa casa tal y como le habían dicho que hiciera o alomejor debía dejar de preocuparse por aquellas tonterías.
Ben, entre pensamiento y pensamiento, se descubrió mirando a la chica que allí quedaba, no se limitaba a mirar a alguna zona no, la estudiaba y veía en ella una belleza casi casi sobrenatural. Cuando se dio cuenta de que la estaba mirando durante mucho tiempo apartó la mirada hacia el hombre perro que le miró y sonrió picaramente. Ben se dio la vuelta, avergonzado y caminó para apartarse de ellos que tras un momento de espera para ver si aparecía la mujer dragón decidieron seguirlo. Y sobre aquello tenía mucho que pensar: una mujer que se convertía en dragón. Con el paso del tiempo Ben sabía que aquello sería digno de contar. Pero ese momento tendría que aguardar. Debían llegar a un lugar seguro antes de que anocheciera. Todo el mundo sabía que el bosque por la noche es un lugar peligroso.
Y Ben lo sabía mejor que nadie.
- Eh, gracias por esto, de verdad.- Dijo mientras examinaba partes rotas de su ropa mezcladas con vendajes. El dolor de su espalda persistía, había sido un corte muy feo el que le habían provocado y seguramente no podría dormir boca arriba durante unos cuantos días, a menos que se drogara. Dio un respingo y miró a la mujer y al amigo de esta, el hombre perro.- Menos mal que llegamos a tiempo, ¿eh?- Quiso reir pero una punzada de dolor le recorrió toda la espalda, paralizandole de inmediato. Se recuperó respirando profundamente mientras el hombre perro le sostenía.
Desde donde estaba, Ben pudo ver como No Uruz se levantaba y se iba caminando mientras les decía que iba a por sus cosas que habían quedado en el claro en el que se habían recuperado momentos antes. Ben la observó y por su mente pasaron mil cosas antes de que ella se volviera.
- - Lo siento por haberle mentido…- Dijo ella mientras seguía alejándose. Ben se apresuró a hacer un gesto con la mano como tratando de parar a aquella mujer que se iba con paso decidido a por sus cosas. Sango pensó que no le habían ido las cosas tan mal, al menos para ellos dos: ambos seguían con vida y además, ella había encontrado a su amiga y por otra parte Ben había visto morir a la persona que se suponía que debía capturar. Sin embargo ella parecía dolida por haberle utilizado y él estaba dolido por haber visto morir a una compañera de armas que si bien nunca había tenido trato con ella sí que la reconocía de vista. Pero evaluando todo, se podía decir que habían salido bien parados. Ben dio un paso al frente y se dirigió a ella.
- Gracias por todo.- Fue lo único que se le ocurrió decir mientras aquella mujer se internaba en el bosque. Se dio la vuelta y se quedó mirando al hombre perro y a la chica. Los insertos metálicos de esta le seguían llamando la atención pero decidió no peguntar por si era algún tipo de tema tabú en su pueblo, "que cosas más raras he visto ya, como por ejemplo aquellos pueblerinos que se taladraban las orejas y se ponían... cosas en las orejas para hacer esos agujeros más grandes" un escalofrío recorrió a Ben y dio un par de pasos hacia ellos.
- Me da que no va a volver... No sé...- Dijo mientras miraba a la mujer. Hizo una pausa y prosiguió.- Creo que deberíamos ir en aquella dirección... más o menos. Hay un camino que lleva a un pueblo y allí podremos hacer noche y dormir en algún sitio blando.- Se detuvo unos instantes para pensar que tal vez ellos no tuvieran el mismo rumbo que él y les dedicó una sonrisa.- Suponiendo que queráis seguir juntos, sea como fuere, necesito tumbarme y no precisamente en este bosque, que cada día lo odio más.- Dijo mientras se aseguraba de que tenía todo el equipo intacto.
El deseo de salir de aquel bosque era superior a cualquier otro sentimiento pero intuía que iba pasar mucho tiempo hasta que pudiera salir de él. En aquellos momentos siempre se acordaba de las palabras de sus padres: "busca respuestas". Ben lo intentaba pero es que muchas veces no conocía las preguntas. De vez en cuando, en momentos de gran lucidez, se conformaba con lo que reflexionaba y lo daba por válido pero pasado el momento lo desechaba y se enfurecía al ver que había perdido el tiempo. Habían pasado casi diez años desde que abandonara su casa y no había conseguido gran cosa, igual debería dejarlo, construir su propia casa y colgar el hacha en el hogar de esa casa tal y como le habían dicho que hiciera o alomejor debía dejar de preocuparse por aquellas tonterías.
Ben, entre pensamiento y pensamiento, se descubrió mirando a la chica que allí quedaba, no se limitaba a mirar a alguna zona no, la estudiaba y veía en ella una belleza casi casi sobrenatural. Cuando se dio cuenta de que la estaba mirando durante mucho tiempo apartó la mirada hacia el hombre perro que le miró y sonrió picaramente. Ben se dio la vuelta, avergonzado y caminó para apartarse de ellos que tras un momento de espera para ver si aparecía la mujer dragón decidieron seguirlo. Y sobre aquello tenía mucho que pensar: una mujer que se convertía en dragón. Con el paso del tiempo Ben sabía que aquello sería digno de contar. Pero ese momento tendría que aguardar. Debían llegar a un lugar seguro antes de que anocheciera. Todo el mundo sabía que el bosque por la noche es un lugar peligroso.
Y Ben lo sabía mejor que nadie.
Sango
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