Cazador y presa. Inthadir [Libre] [Interpretativo] [Noche] [/4]
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Cazador y presa. Inthadir [Libre] [Interpretativo] [Noche] [/4]
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El cazador abre los ojos. Inspira, pero se le corta el aliento. De igual forma que si te agarraran del pie al intentar salir a la superficie del mar. Hacia lo profundo. Tose y traga torpemente. Entonces comienza a sentir. A dolerse. Un frío atroz le recorre el cuerpo, como si le empalaran con un hierro gélido abandonado a la intemperie. Recobra la consciencia.
-Maldita sea, sigo aquí tirado. La luna no se ha movido ni un grado. Sólo han pasado unos minutos. Ronin se ha ido, o he soltado la cuerda. Hasta él me abandona. Pero he de seguir…
Inthadir sigue arrastrándose por la nieve. Esos minutos de descanso le han dado ciertas energías, que pronto comienzan a descender. Ha llegado más lejos de lo que él pensaba en un principio. Pero su mente sigue atormentándole. Ésta no quiere morir, se resiste como una fiera salvaje. Por eso mismo le acecha con recuerdos del ataque. Fraccionados. Confusos. Aderezando la mezcla con grandes dosis de humillación y culpa. También: odio. “El cazador lo es porque se adelanta a su presa. O se convierte en ella”, como siempre dijo.
La sangre gélida se adhiere a la piel de las heridas y la siente recorriendo todo el interior de su chaleco y abrigo. Es como una losa. Pero aún puede sentir cómo sigue manando la herida del pecho, y gime de dolor cada vez que roza alguna rama del suelo mientras se arrastra por la nieve. Hace esfuerzos por concentrarse en mover: pie derecho, brazo izquierdo, pierna izquierda. Avanza lentamente, acumulando nieve en su cara debido a la inercia. Tampoco le molesta, ya que un zarpazo en el ojo se lo encharca de sangre. El macilento cuerpo que ahora se arrastra por la nieve era un orgulloso cazador unas horas antes. La memoria de Inthadir le atormenta recordando cómo pudo caer en una trampa semejante.
Se trataba de un trabajo más, no era el primer licántropo que le mandaban liquidar. Pero éste estaba matando congéneres y probablemente había perdido la razón. No debía ser muy listo porque en sólo tres días lo localizó y le atravesó el cuello de un flechazo envenenado. ¿Cómo pudo sobrevivir escapando entre el bosque nevado? No podía saberlo, de ahí la intensidad de su búsqueda: quería dar con él y comprobar, al fin, que la presa que dejaba rastros de sangre por doquier moría.
“El cazador lo es porque se adelanta a su presa...” Por eso, al disparar la que creyó iba a ser la última al licántropo por fin localizado, no sintió placer. Tras la soltada, el céfiro le presentó un olor sanguinolento que venía de su espalda. Sólo tuvo tiempo para maldecir desde sus entrañas. El maldito se le echó encima y le derribó del árbol. Para cuando ambos cayeron al suelo la bestia ya había hecho presa de su hombro y lo desencaja de su clavícula.
Inthadir jadea, tosiendo sangre. Es muy roja, y observa cómo se filtra por la nieve hacia el profundo suelo silencioso. Mira a su destino, una aislada cabaña a medio kilómetro con luces encendidas. Su cabeza le da vueltas. Le cuesta respirar por la nariz rota. Algo en su estómago arde. Quema a rabiar, tanto que desearía arrancárselo con sus propias manos… si pudiera. No tiene fuerzas.
-Venga, Agallas, maldita sea. Llega hasta la mitad. Allí ya puede que te vea alguien. Y si es enemigo mejor, que me empale aquí mismo…
No recuerda qué pasó después. Supone que desenvainó el cuchillo de caza y se quitó de encima a la bestia a puñaladas, antes de sacar el cuchillo de despelleje. No estaba asustado aún. Miraba al licántropo, pero tenía un halo fantasmagórico, como si no fuera racional. Quedó a la espera. Hasta que de pronto, como si hubiera recibido una orden, atacó. Inthadir fintó a su izquierda, dejando que se estampara contra un árbol. Y de pronto, los vio a todos. Aparecieron de la nada, como si hubieran sido convocados. El bosque recitaba una música extraña. El cazador lo recuerda bien, y se siente traicionado, maldiciendo entre dientes. Como si hubieran hecho trampas a una partida de ajedrez.
Se le abalanzaron encima a la vez. Aún puede sentir su propia carne desgarrarse por las dentelladas de veinte lobos a los que les fue soltando cuchilladas, gritando como un poseso, como un oso asediado próximo a su muerte. Recuerda haber degollado el cuello al menos a dos, pagando sangre con sangre. No podía premeditar ninguna estrategia: no podía escapar, ni disparar, no tenía un segundo de descanso. Los lobos se retiraban para dejar paso unos a otros.
La primera vez despertó bañado en sangre. Supo que tenía poco tiempo y valoró la situación.
“¿Dónde están? Me he cargado a cuatro por lo menos, ¿dónde están? No veo sus cadáveres, sí su sangre…sangre…me sangra el cuello, las piernas y el pecho...costillas rotas, no veo por un ojo. No puedo incorporarme…¿hago fuego?...peligroso…No puedo bajar la colina…”
Decidió despeñarse por el lado este de la colina, desde la que recordaba haber visto una cabaña. Los golpes contra árboles y rocas mellaron sus fuerzas, pero se cogió a las crines de Ronin, que por suerte o intuición tomó el camino hacia ella.
Se para. El pecho le arde, aunque está congelado. Unos truenos lejanos firman su declaración de muerte.
-Se acabó. No llego. Maldito Ronin.
Reúne las débiles fuerzas que le quedan para imponerse las manos. Hace por recordar las palabras de su padre, “la vida mana vida…”. Es incapaz de mover sus brazos hasta las heridas, pero puede situarlas en su cabeza. Al hacerlo siente congelarse sus axilas. Recita las palabras, intenta canalizar sus energías. Sólo escucha el viento, y el agua mojándole. Ningún poder se manifiesta por sus manos.
No puede gritar, pero gime de rabia, rabia vital, odio contra la luz que desaparece.
Ya está, maldita sea. Aquí termina la historia de Inthadir…no, Agallas. Nunca fui Inthadir. He matado cien monstruos, pero nunca aniquilé a la verdadera bestia. Un elfo sin don. Sin destino. No he honrado a mi pueblo, sólo desaparecer…¡Ah! Creí ser grande por cargarme a ese tiburón. Ahora me han sacrificado como a una bestia, o como un jugete…pero ¿dónde? ¿dónde están los que maté?¡Malditos fantasmas! ¡no eran reales!
-...Da lo mismo. Otro trueno, ¡ja, ja! ¡Voy a morir desangrado, pero con los dioses bárbaros de mi lado! Y un dragón, también…No, maldito, “llegas tarde”-le diría- “llevo toda una vida deseando ver un dragón y vienes ahora, miserable bastardo” …pero daría mi vida por poder verlo. Si, incluso ahora… Oh, lágrimas. Aún me quedan. La luna, qué preciosa. Te recuerdo bien. Recuerdo las caricias de madre antes de acostarnos. El olor de la madera recién cortada del taller de padre. La sonrisa de Sirin. El mar. La primera vez que lo vi…¡no! No quiero morir postrado, joder, mirando la puta nieve…tengo que incorporarme, tengo que ver las est…
El cazador no culmina su deseo. La ley de la naturaleza es inflexible. Su voz se apaga. Y su cuerpo se queda convertido en el punto final de una sangrienta frase escrita sobre la nieve.
…o se convierte en ella...
Inthadir
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Re: Cazador y presa. Inthadir [Libre] [Interpretativo] [Noche] [/4]
Maldigo la hora en que decidí salir del calor y el abrigo de la iglesia en Dundarak. Estas heladas épocas no perdonaban imprudencias a nadie, los Celestiales eran bondadosos con la vida en la tierra pero el libre albedrío nos llevaba por estos caminos confiados en ser dueños de nuestros destinos donde solo temerarios buscamos no vivir para esperar a morir.
Siempre me regodeé de ser alguien aventurera, mas sin embargo, situaciones como estas ponían a prueba mi fe constantemente.
Necesitaba atravesar estos frondosos bosques, ir a orillas del lago para abrirme paso siguiendo el cauce del rio Tymer y llegar a puerto en viaje a las Islas. Feligreses me escribieron en pedido de ayuda tras ciertos incidentes y jamás negaría un llamado a falta de fe. Una vez que alcanzara las aguas del rio, seria cuestión de días llegar a destino convertida en dragón.
Mis pies se hundían en la nieve dificultando mi andanza llevaba sombre mis hombros unas pieles que Monseñor Jen me entrego antes de partir para protegerme del frio, pero una tormenta se avecinaba y me tenía bastante preocupada.
Un rugir en la boca de mi estómago no se acallaba cuando decidí detenerme, no traía mas que la sotana, las pieles y un pequeño bolso con yescas atadas, trapos y otros objetos personales, por lo que decidí esperar a que la comida me buscara amablemente.
El atardecer aún estaba lejos pero escuche más de un aullido por estos lados, limpie el suelo de nueve y bajo la película blancuzca un colchón de hojas se alzaba, el frio constante mantenía húmedas las ramas muertas bajo los altos alerces, pero no lo suficiente como para que estas no encendieran y no fue tan complicado armar una pequeña fogata. La madera humedecida desprendía un humo espeso color gris claro, lejos de ser blanco puro como todo alrededor; me senté a un lado tras limpiar un tronco caído y cerré los ojos calmando mi palpitar respirando profundo y tratando de que mis plegarias y bendiciones alcanzaran a los Máximos Superiores como tarea del día.
Un suave rugido acechante a pocos metros me puso alerta y toda relajación queda desecha, uno.. Dos.. Cuatro lobos, quizás seis, no más que seis.
Pausadamente me saque las pieles para dejarlas a un lado mío, el frio molestaba pero era vivible. Desate el hilo de mi sotana y me quite los hombros primero, para abrirlo y dejarlo caer donde estaba sentada, quedando completamente desnuda.
Los gruñidos seguían próximos y cautelosos, aun en el lugar aguarde unos segundos y en un intento por tomarme por sorpresa uno de ellos corrió a toda velocidad hacia mí por la espalda; su intento por engullir mi carne se vio frustrada por la rígida textura de mis escamas.
Cambie de forma en menos de lo que se imaginaban, mi cuerpo muto creciendo irregularmente, espalda y piernas primero, rostro y brazos, no completaba la transformación cuando otros dos intentaron atacar pero para ellos era muy tarde.
De un solo bocado encapsule el cráneo le que se prendía a mi brazo usando una fuerza brutal que fue capaz de quebrar su cuello matándolo rápidamente. Golpe con la cola a los otros dos y el que estaba más cerca fue víctima de un segundo y tercer golpe que lo asusto lo suficiente para anunciar una retirada al resto del grupito.
No era dignar rival para ellos, pero ellos no esperaban un lagarto gigante como enemigo y la sorpresa fue mi ventaja en esta ronda.
Espere a que se alejaran para volver a cambiar. Me coloque mis prendas a prisa ya que tiritaba y sentía el temblor apoderarse de mí y luego de echar a hombros las telas me acerque a mi presa hasta quedar a su lado, junte ambas manos en oración entrelazando los dedos, cerré los ojos y me puse en presencia de los Celestiales y del difunto lobo.
- Gracias por proporcionarme alimento y que tu inmutable alma vuelva con ellos. - palabras suaves cual susurro que se llevó el viento y del bolsillo salió mi cuchilla para cortar la carne a comer.
No tenía tiempo de estar cocinando, comí cuanto necesite, corte buenos trozos de carne y envolví en unas hojas, junte nieve en la bolsa y volví a envolver para finalmente colocar en una bolsa que llevaba dentro de mi morral.
- Debó apresurarme antes de que vengan a vengarse – dije mientras cubría con nieve el resto del cuerpo y así proseguir mi marcha.
***
La tarde empezó a caer y no era buena idea andar de noche en medio de un bosque, los lobos serian la menor de mis preocupaciones. Temía por un lado que me encontraran sola a estas horas entre más de seis animales, pero también truenos a lo lejos me indicaban un tormenta que no pretendía verse amistosa. Por lo que, pese al cansancio y la ventisca en contra, camine cuanto pude al menos para salir de la espesura bravía de la arboleda.
A lo lejos , hacia abajo, vi luces en lo que parecía ser una casa de montaña. “Un buen refugio” pensé “espero sean buenos samaritanos…” La ventisca enemiga se alzaba con fuerza mostrando cuan ruda podía llegar a ser y golpeaba con brutalidad mi rostro, mellándolo y mi cuerpo deteniéndome y una poco clara luna comenzaba a alzarse al cielo mientras este se teñía de un color rojizo entre nubes grises de gran densidad, no le iban a dar tregua al cielo estrellado nocturno. El cantar familiar convocaba a lo lejos y mi palpitar se aceleró.
La noche se hizo en poco tiempo y la nieve ya no era tan alta aun que aun refrenaba mi paso. Quise mantenerme positiva a pesar de los aullidos lejanos, las estruendosas nubes, mis labios partidos quemando, los ojos ardidos llorosos y el viento de frente y pesado pero, ocurrió algo que no estaba en mis planes, una misión Divina sorpresiva que desafiaba mi capacidad de reacción: Un conjunto de huellas y un par de lobos caídos. Más adelante, había alguien que salió herido, dejando rastros de sangre a su paso, unas gotas que conducían a manchas teñían el blanco perfecto e inmaculado, se arrastraba hasta los árboles, como saltos, y eran acompañadas por huellas… tanto humanas… como caninas.
Me apresure entonces “quizás aún no es tarde” movía mis pies a son de mi respiración coordinada. Más adelante yacía un cuerpo destrozado en el suelo.
- Demonios! – exprese exaltada y ya corriendo sin freno alguno, mi respirar agitado quemaba en la garganta y me costaba aspirar por el frio, el vaho era casi molesto y se sentían las temperaturas disminuir rápidamente. – Por los Dioses que esté vivo!
Me arrodille a su lado ni bien llegue, con ambas manos enterradas en la nieve lo gire boca arriba y puse una de ellas sobre su cuello, aún tenía pulso.
- No puedo ayudarte aquí… - le dije y levante la vista, la cabaña estaba más adelante, hacia donde las nubes, ya negras, nos esperaban, nuevos bramidos me alertaron y actué de inmediato colocando mi bolso sobre su pecho, cubriéndolo con mis pieles, poniéndome de pie y quitándome por completo la sotana una vez más ese día hasta quedar desnuda y colocar las telas por debajo de sus brazos y hacia atrás de la cabeza. Tenía que moverlo lo menos posible.
Estaba congelándome, tiritaba del frió desde la punta del dedo gordo del pie hasta los labios, pero no tarde en volver a transformarme. Siendo un dragón lo podría arrastrar.
Me fuí detrás y con los dientes sujete mis harapos, quizás no eran de la mejor clase y gala, pero un lienzo resistente siempre seria más útil que los lujos con lo que muchos se movían.
Lo arrastre caminando en reversa hasta levantarlo, torciendo el cuello, hasta arriba de tres escalones. La luz que se veía a lo lejos provenía de ventanas cortinadas, la tormenta estaba sobre nosotros y cambie de forma ya agotada para quitarle al menos la toga gris y ponérmela encima antes de golpear con desesperación la puerta.
- Por favor! Abran!!!
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Habilidad Supervivencia Pasivo
Sauron Guardgris
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Re: Cazador y presa. Inthadir [Libre] [Interpretativo] [Noche] [/4]
"¿Porqué tuve que venir aquí? ¡Hace Frío, quiero volver a casa!" Exclamó una infantil y molesta voz. Uriel pensó que sería entretenido jugar con la nieve pero no solo no lo fue, sino que se perdió ¡Y para colo se acerca una tormenta de nieve! Molesto y un poco asustado el pequeño niño, solo vivo por su naturaleza resistente y vampirica, siguió avanzando atraves de la nieve que casi alcanzaba su pequeña e infantil cintura. Verdaderamente fue una mala idea.
"¿Y si se hace de día mientras estoy aquí?" Al darse cuenta de cuan peligroso era verdaderamente su error unas pequeñas lagrimas se formaron en sus ojos. Uriel tenía 89 años pero su edad mental era de un pequeño de 11 años ¿Como un pequeño muchacho podría afrontar semejante situación sin la intervención de un adulto?
"No, no quiero morir aquí. Sálvame, maestro" Rompiendo a llorar el pequeño Uriel se sentó y empezó a llamar a su maestro, sin resultados obviamente. Siguió gimoteando y llorando un rato hasta que finalmente se dio cuenta de que sus lagrimas se habían congelado y casi todo su cuerpo estaba sepultado en nieve. Levantándose, Uriel digo, como si buscase consuelo para si mismo, de forma alegre y energética "¡No te rindas Uriel! Eres un gran vampiro criado por el mejor de los vampiros ¡Una mera ventisca jamás podrá contigo! Bien, ahora hay que buscar el camino ¡Incluso si amanece siempre puedo sepultarme en la nieve y esperar a que el día pase!" Había muchas fallas en su lógica; Buscar el camino no era tan fácil, sepultarse en la nieve podía matarlo de hipotermia y si no lo hacía podría morir por el Sol. Aún así, para un pequeño niño como Uriel era la mejor idea que podía tener. Con firmeza y confianzas renovadas, el pequeño vampiro comenzó a caminar atraves de la nieve.
Fue entonces cuando escuchó un grito. "Abrid la puerta". Con curiosidad infantil Uriel se aproximó al sonido de la voz que escuchó, tal vez tenga suerte y sea un hermano mayor vampiro que le pueda ayudar a salir de la montaña. Moviendo su pequeño y congelado cuerpo se aproximó a las dos personas, dispuesto a hablarles, pero se detuvo y escondió de inmediato.
¡Dragones!
Uriel lo supo en cuanto olió la sangre proveniente del hombre mal herido ¡Son dragones! Su maestro rara vez traía sangre de dragón como cena, al parecer eran duros de matar ¡Y su sangre sabe fatal! Solo la probó una vez cuando era un recién convertido y la detestó enseguida. "¡No quiero saber nada de esto!" Pensó mientras aprovechaba que la persona no herida estaba distraída intentando llamar la atención de los habitantes de la cabaña.
Uriel se alejó un par de pasos pero se dio cuenta de que faltaba poco para que amaneciese y aún no encontraba un refugio seguro en donde resguardarse, tal vez no notarían que era raro ver a un niño en plena ventisca y de noche en ese lugar y ese dragón parecía buena gente ¡Tal vez incluso pueda investigar la sangre de ese hombre dragón herido, o puede que incluso su cadáver! Una vez mas, su edad mental le jugó una mala pasada; Incluso si el dragón encapuchado -Que, por cierto, decidió que era un dragón por el mero echo de que olía a sangre de dragón por el hombre herido, pero no tenía pruebas solidas de que lo fuera, mera especulación infantil.- era una buena persona nada le aseguraba que sería distinto con él, un vampiro, peor aún, no notó que ese hombre parecía un cazador ¡Podría ser asesinado si no tenía cuidado! Pero esa pequeña cabecita infantil no podía darse cuenta, era lo malo de haber sido convertido cuando se es un niño pequeño.
Acercándose levemente y con timidez, el pequeño vampiro murmuro con vergüenza y miedo "P-perdone, caballero.." Uriel estaba acostumbrado a ser educado con las otras razas, después de todo tenía la regla de ser educado y agradecido a su fuente de comida incluso si no tiene hambre ¡Es un niño bueno y educado, después de todo! Miró al hombre herido y con timidez preguntó "Ese señor dragón...¿Esta muerto?" Preguntó curiosamente ¡Si estaba muerto podría pedirle al supuesto dragón encapuchado que le diese el cadáver! La inocente pero siniestra mentalidad de Uriel le dijo que si esta muerto puede jugar con su cadáver, ya esta muerto ¿De que sirve incluso si lo entierran? ¡Mejor es aprovecharlo del todo y jugar con el un rato! Los pensamientos de Uri eran raros y algo siniestros pero como sus pensamientos no eran echos con mala intención -Ya que toda su maldad viene a partir de su inocente forma de ser y de haber sido criado por un vampiro bastante cruel y arrogante.- desde el exterior no se podían apreciar dichos sentimientos, lo único que podía ser visto era un pequeño niño de 10-11 años preguntando de forma inocente y curiosa a un adulto si ese hombre herido estaba vivo, su figura era la encarnación de la curiosidad pura infantil.
"¿Y si se hace de día mientras estoy aquí?" Al darse cuenta de cuan peligroso era verdaderamente su error unas pequeñas lagrimas se formaron en sus ojos. Uriel tenía 89 años pero su edad mental era de un pequeño de 11 años ¿Como un pequeño muchacho podría afrontar semejante situación sin la intervención de un adulto?
"No, no quiero morir aquí. Sálvame, maestro" Rompiendo a llorar el pequeño Uriel se sentó y empezó a llamar a su maestro, sin resultados obviamente. Siguió gimoteando y llorando un rato hasta que finalmente se dio cuenta de que sus lagrimas se habían congelado y casi todo su cuerpo estaba sepultado en nieve. Levantándose, Uriel digo, como si buscase consuelo para si mismo, de forma alegre y energética "¡No te rindas Uriel! Eres un gran vampiro criado por el mejor de los vampiros ¡Una mera ventisca jamás podrá contigo! Bien, ahora hay que buscar el camino ¡Incluso si amanece siempre puedo sepultarme en la nieve y esperar a que el día pase!" Había muchas fallas en su lógica; Buscar el camino no era tan fácil, sepultarse en la nieve podía matarlo de hipotermia y si no lo hacía podría morir por el Sol. Aún así, para un pequeño niño como Uriel era la mejor idea que podía tener. Con firmeza y confianzas renovadas, el pequeño vampiro comenzó a caminar atraves de la nieve.
Fue entonces cuando escuchó un grito. "Abrid la puerta". Con curiosidad infantil Uriel se aproximó al sonido de la voz que escuchó, tal vez tenga suerte y sea un hermano mayor vampiro que le pueda ayudar a salir de la montaña. Moviendo su pequeño y congelado cuerpo se aproximó a las dos personas, dispuesto a hablarles, pero se detuvo y escondió de inmediato.
¡Dragones!
Uriel lo supo en cuanto olió la sangre proveniente del hombre mal herido ¡Son dragones! Su maestro rara vez traía sangre de dragón como cena, al parecer eran duros de matar ¡Y su sangre sabe fatal! Solo la probó una vez cuando era un recién convertido y la detestó enseguida. "¡No quiero saber nada de esto!" Pensó mientras aprovechaba que la persona no herida estaba distraída intentando llamar la atención de los habitantes de la cabaña.
Uriel se alejó un par de pasos pero se dio cuenta de que faltaba poco para que amaneciese y aún no encontraba un refugio seguro en donde resguardarse, tal vez no notarían que era raro ver a un niño en plena ventisca y de noche en ese lugar y ese dragón parecía buena gente ¡Tal vez incluso pueda investigar la sangre de ese hombre dragón herido, o puede que incluso su cadáver! Una vez mas, su edad mental le jugó una mala pasada; Incluso si el dragón encapuchado -Que, por cierto, decidió que era un dragón por el mero echo de que olía a sangre de dragón por el hombre herido, pero no tenía pruebas solidas de que lo fuera, mera especulación infantil.- era una buena persona nada le aseguraba que sería distinto con él, un vampiro, peor aún, no notó que ese hombre parecía un cazador ¡Podría ser asesinado si no tenía cuidado! Pero esa pequeña cabecita infantil no podía darse cuenta, era lo malo de haber sido convertido cuando se es un niño pequeño.
Acercándose levemente y con timidez, el pequeño vampiro murmuro con vergüenza y miedo "P-perdone, caballero.." Uriel estaba acostumbrado a ser educado con las otras razas, después de todo tenía la regla de ser educado y agradecido a su fuente de comida incluso si no tiene hambre ¡Es un niño bueno y educado, después de todo! Miró al hombre herido y con timidez preguntó "Ese señor dragón...¿Esta muerto?" Preguntó curiosamente ¡Si estaba muerto podría pedirle al supuesto dragón encapuchado que le diese el cadáver! La inocente pero siniestra mentalidad de Uriel le dijo que si esta muerto puede jugar con su cadáver, ya esta muerto ¿De que sirve incluso si lo entierran? ¡Mejor es aprovecharlo del todo y jugar con el un rato! Los pensamientos de Uri eran raros y algo siniestros pero como sus pensamientos no eran echos con mala intención -Ya que toda su maldad viene a partir de su inocente forma de ser y de haber sido criado por un vampiro bastante cruel y arrogante.- desde el exterior no se podían apreciar dichos sentimientos, lo único que podía ser visto era un pequeño niño de 10-11 años preguntando de forma inocente y curiosa a un adulto si ese hombre herido estaba vivo, su figura era la encarnación de la curiosidad pura infantil.
Última edición por Uri el Miér Ene 23 2019, 13:24, editado 1 vez
Uri
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Re: Cazador y presa. Inthadir [Libre] [Interpretativo] [Noche] [/4]
La consciencia regresa a Inthádir recordándole todos sus dolores, pero no dónde se encuentra, ni en qué momento. Solamente se reconoce a sí mismo, y los terribles sufrimientos de sus múltiples fracturas, que lo convierten en una masa informe de ensangrentados músculos. Abre el ojo libre de sangre y se encuentra a un joven encapuchado cargando con él. Su rostro es de preocupación y le arrastra como puede. Parece un joven enfermizamente delgado, pero con arrojo. Escucha golpes en una puerta y una voz de niño. Desea morir. Odiaría tener que despertar de nuevo.
Cae al suelo de madera. Lo último que ve es la cara de un niño mirándole fijamente. Después de ello sus ojos se apagan de nuevo.
Cae al suelo de madera. Lo último que ve es la cara de un niño mirándole fijamente. Después de ello sus ojos se apagan de nuevo.
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Re: Cazador y presa. Inthadir [Libre] [Interpretativo] [Noche] [/4]
Golpeaba la puerta con desesperación cuando esta se abrió tras mis golpes, estaba apurada y desconcertada ya que pronto nos veríamos cubiertos por la tormenta en la oscuridad, cuando escuche una vocecita a mi lado llamándome y me gire a verle, un niño caucásico me hablaba y no supe responderle se mostraba muy curioso por el hombre y por un instante me pregunte de donde había salido, si era de la cabaña, si este era su hogar, pero no le dije nada sobre mis dudas, la puerta ya estaba abierta y debíamos entrar.
-No niño… claro que no lo está… - volví a acercarme al moribundo y sujetándolo por las axilas comencé a empujarlo con gran dificultad al interior de la cabaña, no me transformaría frente al niño, no quería asustarlo, ni mucho menos dar explicaciones sobre mi ser real. – Apresúrate y entra! – exclame al atravesar la puerta con el peso muerto y lo deje más adelante, cerca de lo que parecía ser una chimenea con maderas viejas listas para ser usadas, alguien vivía vivía habían faros de resina encendidos pero ni una sola persona, al menos no lo que parecía ser una gran sala rustica, con muebles precarios pero bien adornada y familiar, una gran mesa de madera y unos sillones rodeándonos esperando a que prendiese el fuego.
-Cierra la puerta por favor – le dije una vez más en lo que sacaba yesca de mi morral y el chispero para encender los leños. La candela era nuestra mejor amiga con climas como este. Me levante algo pensativa sobre el sitio y si bien tenía intenciones de tratar al herido, primero necesitaba estar tranquila sobre este lugar. Acomode mi bolso a un costado de uno de los sillones y camine hasta el pasillo que conectaba a otra ala de la casa. – Espérame aquí con él pequeño.
Quizás si era su casa después de todo, pero el sector permanecía en absoluta calma. Como si ni un alma la habitara. Más adelante había un espacio que conectaba varios locales, una escalera a un segundo piso, una puerta a un dormitorio, la salida trasera donde al fondo podría diferenciarse el acceso al sanitario y la puerta a la cocina, la cual llamo más mi atención que las otras opciones. La puerta crujió cuando la empuje ligeramente y un escenario totalmente desmotivador se presentó junto a la mesada de piedra. Huellas de lobo hechas en sangre, rastros de pelea por todos lados, una puerta mal cerrada rota, manchas carmín por todas partes en forma de manos y zarpazos y tras la mesa central, un cadáver.
No había posibilidad de que estuvieran vivos, me acerque a ella, una joven mujer que no superaba los treinta años de edad, de cabellos rubios platinado que traía la cabeza girada para el lado equivocado, los brazos en una extraña posición y los ojos abiertos, con el rostro desfilando una expresión de pánico extremo. Lloriqueada y desangrándose por la piel rasgada, mordida y devorada en su abdomen y piernas.
Lleve mis manos a su rostro y cerré los ojos para tratar de darle paz.
-Dioses Celestiales, reciban en su seno el alma de esta joven que llegó por su milagro y bendición a poblar este mundo y que hoy… con la misma involutas, partió de nuevo con ustedes en búsqueda de albergue y protección, su vida terrenal termino de maneras crueles, pero son los soldados más sufridos quienes reciben glorias en el más allá. – susurraba una plegaria junto a ella y acomodaba sus manos sobre el pecho.
Quienes causaron su muerte quizás pertenecían a la misma manada que me ataco, quizás no, pero hace rato se habían marchado de aquí. Las marcas de sangre eran bastante viejas.
Cerré la puerta trabándola con una silla para evitar que más frio entrara a la casa. Salí de la cocina y también cerré la puerta tras de mí.
-No podemos quedarnos demasiado… - me dije a mi misma y volví donde el niño y el herido.
-Mejor nos quedamos aquí en la sala – el escenario en la cocina no era algo agradable para una criatura, quizás esa mujer era su madre y el aun no la había visto. No quería preguntar. – No hay nadie en el resto de la casa.
Volví donde mi morral recogiéndolo del suelo y lo lleve hasta la mesa para abrirlo y sacar unos cuantos frascos del interior. Extendí un cuero viejo, duro y mellado, deje una botella de agua a un lado y unas piedras por encima, finalmente saque un cuaderno forrado en cuero, el cual abrí buscando allí las dosificaciones.
-Bien… creo que me alcanzará…. – exprese entre dientes dejando a un lado el anotador y comencé a juntar los ingredientes sobre la gruesa tela. Unas cuantas hojas de diversos tamaños, una rama banca quebradiza, algo de musgos en diferentes colores y agua antes de ponerme a moler todo con la piedra. Poco a poco se fue formando una pasta color amarillento tirando a gris, muy viscosa y pegadiza, mientras más agua le arrojaba más ganaba esa consistencia gelatinosa y es que era parte de una de las propiedades clásicas del mugo color rosa.
– Pronto estará bien el hombre… solo necesita reposar… - le dije al niño mientras seguía trabajando, era obvio que más que reposo necesitaba un milagro, pero podía hacerle una correcta atención primaria además de darle algo para suprimir el dolor. Su cuerpo solo se encargaría de hacer el resto en poco tiempo.
La tormenta finalmente llego y el viento golpeaba con fuerza puertas y ventanas, una lluvia de granizados se estampillaba contra la cubierta de madera y el ruido era bastante molesto como el ambiente frió, al menos lejos de la hoguera.
Sauron Guardgris
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Re: Cazador y presa. Inthadir [Libre] [Interpretativo] [Noche] [/4]
Uriel esbozó una ligera expresión decepcionada en cuanto escuchó que el encapuchado iba a salvar al mal herido hombre, pero enseguida lo cambió a una expresión sonriente y alegre ¡No es como si no hubiese otros medios para divertirse! Siguiendo las palabras del monje, cerró la puerta una vez entraron los tres a la casa y luego se sentó en una de las sillas del salón, como si ese fuera su hogar de toda la vista, esa era una muestra de su arrogancia infantil. En cuanto la mujer encendió el fuego de la chimenea Uriel se sobre saltó un poco pero luego regresó a su usual el, el fuego le hacía recordar al sol, tibio y rojo, asustándole un poco.
Cuando vio a la persona encapuchada salir a investigar la casa Uriel aprovechó para acercarse al dragón mal herido y ponerse de cuclillas a su lado para observarlo mejor. Las heridas eran difíciles de ver pero Uriel sabía que eran graves solo por como el hombre estaba manchado en su propio liquido vital. Miró con curiosidad pero frunció el ceño por el potente olor a dragón que impregnaba la zona ¡No solo sabía fatal, sino que huele fatal también! Se levantó y se preparó para volver a su asiento pero algo más llamó su atención; No solo detectaba olor de dragón en ese hombre, había algo más. Inclinando su cabeza en señal de pregunta, Uriel volvió a intentar olfatear el ambiente en busca del segundo aroma que identificó como licántropo, o al menos, lobo. Uriel, como vampiro, era bueno identificando, mediante su nariz, otras razas por su sangre. Mirando al cuerpo del hombre herido esbozó un rostro ligeramente problemático, su maestro le explicó que los licàmtropos eran peligrosos y violentos en especial con los vampiros ¡Si en verdad había uno cerca seria problemático! ¡En verdad no debería hacer venido a esa montaña!
Uriel se quedó mirando al dragón con una mirada enfurruñada, no con él, sino con su situación actual, hasta que escuchó regresar al dragón encapuchado. Dejandole acercarse al cuerpo, Uriel regresó a la silla y guardó silencio mientras observaba como el señor curaba al mal herido hombre. Enseguida detecto el aroma de la sangre humana proveniente de la cocina, abriendo el apetito de Uriel, así que sacó su cantimplora llena de sangre de cadáveres y/o de pequeños animales que Uriel encontraba durante su viaje. Bebiendo la cantimplora, el pequeño vampiro observó a las dos personas hasta que finalmente escuchó al encapuchado hablarle.
"¡Ya veo! ¡Eres muy bueno curando gente, señor! "
Con una amplia sonrisa, Uriel contestó al hombre. Ya comenzaba a aburrirse de simplemente observar como el hombre curaba al dragón herido, así que recibió esas palabras hacía el con alegría y entusiasmo. Uriel bebió un poco mas dela cantimplora, el aroma de la sangre se filtraba un poco pero era difícil notarlo por la mezcla de olores diferentes en la sala, o al menos para Uriel lo era.
Cuando vio a la persona encapuchada salir a investigar la casa Uriel aprovechó para acercarse al dragón mal herido y ponerse de cuclillas a su lado para observarlo mejor. Las heridas eran difíciles de ver pero Uriel sabía que eran graves solo por como el hombre estaba manchado en su propio liquido vital. Miró con curiosidad pero frunció el ceño por el potente olor a dragón que impregnaba la zona ¡No solo sabía fatal, sino que huele fatal también! Se levantó y se preparó para volver a su asiento pero algo más llamó su atención; No solo detectaba olor de dragón en ese hombre, había algo más. Inclinando su cabeza en señal de pregunta, Uriel volvió a intentar olfatear el ambiente en busca del segundo aroma que identificó como licántropo, o al menos, lobo. Uriel, como vampiro, era bueno identificando, mediante su nariz, otras razas por su sangre. Mirando al cuerpo del hombre herido esbozó un rostro ligeramente problemático, su maestro le explicó que los licàmtropos eran peligrosos y violentos en especial con los vampiros ¡Si en verdad había uno cerca seria problemático! ¡En verdad no debería hacer venido a esa montaña!
Uriel se quedó mirando al dragón con una mirada enfurruñada, no con él, sino con su situación actual, hasta que escuchó regresar al dragón encapuchado. Dejandole acercarse al cuerpo, Uriel regresó a la silla y guardó silencio mientras observaba como el señor curaba al mal herido hombre. Enseguida detecto el aroma de la sangre humana proveniente de la cocina, abriendo el apetito de Uriel, así que sacó su cantimplora llena de sangre de cadáveres y/o de pequeños animales que Uriel encontraba durante su viaje. Bebiendo la cantimplora, el pequeño vampiro observó a las dos personas hasta que finalmente escuchó al encapuchado hablarle.
"¡Ya veo! ¡Eres muy bueno curando gente, señor! "
Con una amplia sonrisa, Uriel contestó al hombre. Ya comenzaba a aburrirse de simplemente observar como el hombre curaba al dragón herido, así que recibió esas palabras hacía el con alegría y entusiasmo. Uriel bebió un poco mas dela cantimplora, el aroma de la sangre se filtraba un poco pero era difícil notarlo por la mezcla de olores diferentes en la sala, o al menos para Uriel lo era.
Uri
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Re: Cazador y presa. Inthadir [Libre] [Interpretativo] [Noche] [/4]
El viento recorriendo todo su cuerpo; el sonido del proceloso mar avanzando con sus olas a las costa con un cielo cubierto de hermosas nubes cargadas de agua. Inthadir siente tanto placer que siente cómo se le mojan los ojos. Es todo lo que siempre deseó: su irrefrenable deseo de libertad al fin cumplido. Los picos nevados del norte le llaman. Decide encaminarse a ellos...pero algo se lo impide. Mira hacia abajo, el mar se acerca a él. Está cayendo en picado, va a morir.
Inthadir abre los ojos. Está postrado sobre un lecho cerca de una chimenea y el joven de antes le lava la cara con agua caliente. Lo primero que ve es la tela sucia de sangre coagulada. Ha recuperado gran parte de su sensibilidad gracias al calor, pero por contra, todas las heridas empiezan a clamar venganza. El joven le mira sorprendido, pero Inthadir sigue tan extrañado por el sueño que sólo piensa en lo inverosímil de soñar ser un dragón. Deduce que está perdiendo la cabeza. En ese momento, el reflejo ígneo de un leño, brilla en la faz del joven e Inthádir abre los ojos, fascinado. Sus ojos son de un verde especial, profundo. Quizá por el sueño anterior, o por una sospecha, susurra: -"...Dragón...!" antes de caer de nuevo en un sopor irrefrenable.
Despierta de nuevo. Siente estar en una pesadilla de dolores continuos de la que no para de despertar y aprieta los dientes para no volverse a dormir. La chimenea a su lado sigue encendida. El joven encapuchado ha desaparecido. En su lugar un niño, de unos diez años quiza, le mira atentamente, como se huele un pedazo de carne en mal estado. Inthadir tuerce el gesto, traga saliva con sabor a sangre y reconoce su cuerpo. Su primer impulso es de levantarse y saber quién demonios le está haciendo qué cosa, pero no tiene más fuerzas que para girarse y susurrar cosas. El joven de ojos verdes regresa a la estancia y manipula objetos que luego trae hacia Inthadir, sin duda, medicinas. Tras susurrarle algo al niño se acerca al cazador y comienza a preparar una pasta grisácea que luego extenderá sobre sus heridas. Inthádir no puede hablar demasiado, pero observa atentamente al joven. Derrocha una dulzura particular, realmente desea ayudar. Inthadir siente que casi lo necesita. Al ver el musgo, éste recuerda el musgo amarillo que recogió en el bosque y guardó en su bolsa. ¿Dónde estaría su bolsa?...
– Pronto estará bien el hombre… solo necesita reposar… -parece decirle al niño a su lado, que sigue observando la escena; aunque su habitual inocencia trunca ahora su rostro hacia un sentir más precavido. Casi peligroso. Inthadir sintió una vibración extraña en su cuerpo, cuando el niño contestó;
-"¡Ya veo! ¡Eres muy bueno curando gente, señor!
El brillo de sus ojos al decirlo extrañó al cazador; pero se sintió reconfortado por la presencia del joven encapuchado, que seguía limpiando la herida afanosamente.
Qué extraño era todo. Inthádir recordó a sus amigos del Paso, a sus ancianos padres...¡y a Ronin! ¿Dónde estaba su caballo? No podía perderlo y la maldita bestia seguía suelta. Debía avisarles. Se sintió impelido a comunicarse, y aunque el dolor de la garganta era horrible, comenzó mientras se incorporaba torpemente para sentarse;
-Gracias...Soy Inthádir...cazador elfo...¿quiénes sois? ¿Dónde estamos?....
Sus palabras eran muy lentas, sin duda por el dolor y presión de las dos costillas rotas...
-...Persigo un licántropo loco...lleva veinte años matando a sus hermanos y (tose)...más atrocidades...vigilad puertas y ventanas...viaja con alguien... un mago, dragón o vampiro con poderes... (inspira, pensando bien las palabras más importantes que decir) cuidado...
Mira instintivamente al niño, habitualmente más curiosos -niño, ¿habéis visto a mi caballo?... ¿Mi arco? Son muy preciados para mí...
Mientras dice todo ello, sitúa sus brazos sobre el abdómen y recita las palabras de sanación de sus padres; no tiene esperanzas de sanarse, si nunca pudo ejercer su don de elfo, ¿por qué ahora? Las sitúa sobre su ojo, que le preocupa enormemente. ¿Qué es un arquero tuerto? Sin embargo, cuando ningún poder de sanación se manifiesta por sus manos, el dolor de su causa perdida se manifiesta en forma de un quedo llanto amargo.
-Ni moribundo me conceden mi don...-no le importa las miradas de extrañeza de sus compañeros, no le preocupa ya su honor. Tristeza y odio. ¿Servirían para sobrevivir?
Inthadir abre los ojos. Está postrado sobre un lecho cerca de una chimenea y el joven de antes le lava la cara con agua caliente. Lo primero que ve es la tela sucia de sangre coagulada. Ha recuperado gran parte de su sensibilidad gracias al calor, pero por contra, todas las heridas empiezan a clamar venganza. El joven le mira sorprendido, pero Inthadir sigue tan extrañado por el sueño que sólo piensa en lo inverosímil de soñar ser un dragón. Deduce que está perdiendo la cabeza. En ese momento, el reflejo ígneo de un leño, brilla en la faz del joven e Inthádir abre los ojos, fascinado. Sus ojos son de un verde especial, profundo. Quizá por el sueño anterior, o por una sospecha, susurra: -"...Dragón...!" antes de caer de nuevo en un sopor irrefrenable.
Despierta de nuevo. Siente estar en una pesadilla de dolores continuos de la que no para de despertar y aprieta los dientes para no volverse a dormir. La chimenea a su lado sigue encendida. El joven encapuchado ha desaparecido. En su lugar un niño, de unos diez años quiza, le mira atentamente, como se huele un pedazo de carne en mal estado. Inthadir tuerce el gesto, traga saliva con sabor a sangre y reconoce su cuerpo. Su primer impulso es de levantarse y saber quién demonios le está haciendo qué cosa, pero no tiene más fuerzas que para girarse y susurrar cosas. El joven de ojos verdes regresa a la estancia y manipula objetos que luego trae hacia Inthadir, sin duda, medicinas. Tras susurrarle algo al niño se acerca al cazador y comienza a preparar una pasta grisácea que luego extenderá sobre sus heridas. Inthádir no puede hablar demasiado, pero observa atentamente al joven. Derrocha una dulzura particular, realmente desea ayudar. Inthadir siente que casi lo necesita. Al ver el musgo, éste recuerda el musgo amarillo que recogió en el bosque y guardó en su bolsa. ¿Dónde estaría su bolsa?...
– Pronto estará bien el hombre… solo necesita reposar… -parece decirle al niño a su lado, que sigue observando la escena; aunque su habitual inocencia trunca ahora su rostro hacia un sentir más precavido. Casi peligroso. Inthadir sintió una vibración extraña en su cuerpo, cuando el niño contestó;
-"¡Ya veo! ¡Eres muy bueno curando gente, señor!
El brillo de sus ojos al decirlo extrañó al cazador; pero se sintió reconfortado por la presencia del joven encapuchado, que seguía limpiando la herida afanosamente.
Qué extraño era todo. Inthádir recordó a sus amigos del Paso, a sus ancianos padres...¡y a Ronin! ¿Dónde estaba su caballo? No podía perderlo y la maldita bestia seguía suelta. Debía avisarles. Se sintió impelido a comunicarse, y aunque el dolor de la garganta era horrible, comenzó mientras se incorporaba torpemente para sentarse;
-Gracias...Soy Inthádir...cazador elfo...¿quiénes sois? ¿Dónde estamos?....
Sus palabras eran muy lentas, sin duda por el dolor y presión de las dos costillas rotas...
-...Persigo un licántropo loco...lleva veinte años matando a sus hermanos y (tose)...más atrocidades...vigilad puertas y ventanas...viaja con alguien... un mago, dragón o vampiro con poderes... (inspira, pensando bien las palabras más importantes que decir) cuidado...
Mira instintivamente al niño, habitualmente más curiosos -niño, ¿habéis visto a mi caballo?... ¿Mi arco? Son muy preciados para mí...
Mientras dice todo ello, sitúa sus brazos sobre el abdómen y recita las palabras de sanación de sus padres; no tiene esperanzas de sanarse, si nunca pudo ejercer su don de elfo, ¿por qué ahora? Las sitúa sobre su ojo, que le preocupa enormemente. ¿Qué es un arquero tuerto? Sin embargo, cuando ningún poder de sanación se manifiesta por sus manos, el dolor de su causa perdida se manifiesta en forma de un quedo llanto amargo.
-Ni moribundo me conceden mi don...-no le importa las miradas de extrañeza de sus compañeros, no le preocupa ya su honor. Tristeza y odio. ¿Servirían para sobrevivir?
Inthadir
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Re: Cazador y presa. Inthadir [Libre] [Interpretativo] [Noche] [/4]
¿Cómo es que había yo terminado en semejantes lugares? Ni idea, cada paso que daba me alejaba de dos personas a las que quería mantener cercanas, aunque realmente hubiera huido de una. Ya hacía un buen rato que había perdido el rumbo y lo único que aseguraba su existencia eran las bolas de arroz y trozos de carne salada que había tenido la precaución de guardar en la última vez en una ciudad. Sin embargo, el hambre era la última de mis preocupaciones.
Hasta hace algún tiempo, yo era feliz en el Acantilado de la Muerte, ¿Cómo dejé que se complicara tanto todo? ¿Estaría bien Sol? ¿Volvería a ver a...? Negué con la cabeza. Lo mejor era no hacerlo, y encontrar pronto la manera de tener a mi hermana conmigo. Me pareció ver un par de hombres ingresar a lo que debía ser una casa o algo, a tanta distancia aún era imposible determinar muchas cosas, sin embargo, era la mayor señal de vida que había tenido en los últimos días, así que la opción era acercarme.
Caminé pesadamente pues tenía unas ampollas en el pie que no había podido curar debido a la falta de agua limpia, y que esperaba solucionar con la gente que encontraría en el camino. Caminar con sandalias nunca había sido mi fuerte y en el Acantilado, siempre era mejor caminar descalza, esa era la verdad. ¿Por qué había salido? Suspiré, evitando una vez más quejarme como una chiquilla tonta y despejando de mi mente los pensamientos y las preguntas que finalmente no me llevarían a ningún lado, las decisiones ya se habían tomado y esas eran solamente las consecuencias.
Alcé mi mano y la aporreé contra la madera. Oía voces en el interior, pero me era imposible distinguir nada. Recé a los únicos dioses que podía recordar ahora, para que al menos saliera viva de aquella noche.
— ¿Alguien ahí? —pregunté sintiendo mi garganta secarse.
Era ese el motivo por el que no podía curarme a mí misma, estaba tan deshidratada que la posibilidad de generar una poca de agua, me llevaría a la inconsciencia, estaba segura de eso.
Hasta hace algún tiempo, yo era feliz en el Acantilado de la Muerte, ¿Cómo dejé que se complicara tanto todo? ¿Estaría bien Sol? ¿Volvería a ver a...? Negué con la cabeza. Lo mejor era no hacerlo, y encontrar pronto la manera de tener a mi hermana conmigo. Me pareció ver un par de hombres ingresar a lo que debía ser una casa o algo, a tanta distancia aún era imposible determinar muchas cosas, sin embargo, era la mayor señal de vida que había tenido en los últimos días, así que la opción era acercarme.
Caminé pesadamente pues tenía unas ampollas en el pie que no había podido curar debido a la falta de agua limpia, y que esperaba solucionar con la gente que encontraría en el camino. Caminar con sandalias nunca había sido mi fuerte y en el Acantilado, siempre era mejor caminar descalza, esa era la verdad. ¿Por qué había salido? Suspiré, evitando una vez más quejarme como una chiquilla tonta y despejando de mi mente los pensamientos y las preguntas que finalmente no me llevarían a ningún lado, las decisiones ya se habían tomado y esas eran solamente las consecuencias.
Alcé mi mano y la aporreé contra la madera. Oía voces en el interior, pero me era imposible distinguir nada. Recé a los únicos dioses que podía recordar ahora, para que al menos saliera viva de aquella noche.
— ¿Alguien ahí? —pregunté sintiendo mi garganta secarse.
Era ese el motivo por el que no podía curarme a mí misma, estaba tan deshidratada que la posibilidad de generar una poca de agua, me llevaría a la inconsciencia, estaba segura de eso.
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Re: Cazador y presa. Inthadir [Libre] [Interpretativo] [Noche] [/4]
"Uriel ¡Pero puedes llamarme Uri! Estaba jugando cuando cuando la gran nevada me pilló "
Inclinándose como presentación, el niño le regaló al malherido hombre una dulce e inocente sonrisa ¡No es como si tuviera nada en contra hacia el hombre! Sencillamente le desagradaba el olor y sabor de la sangre de los dragones, y si hubiera muerto tal vez hubiera"investigado" -Que en el resto de personas era jugar.- con su cuerpo ¡Pero era sencillamente porque Uriel no tenía con concepto de respeto hacia las personas o los muertos! Desde que nació nadie, ni siquiera sus padres, le enseñaron moral o principios morales "correctos" según las razas, el único que lo hizo fue su Maestro, un cruel vampiro que no le enseñó precisamente nada "correcto". Con su moral y forma de ver el mundo torcida, Uriel simplemente no podía actuar y pensar como alguien normal aunque en si, su naturaleza, era bastante inofensiva e inocente. Sonriendo, el niño actuó como si nada frente al cazador.
"¿Cazador elfo?.......¿Hmmm? Pero estoy bastante seguro....."
Ladeando su cabeza con confusión, el niño se quedó pensativo ¡Estaba bastante seguro de que el hombre era un dragón! Tal vez no todos, pero como vampiro, Uriel confiaba bastante en su nariz cuando de sangre se trataba ¡Estaba bastante seguro de que su sangre olía a dragón! Con confusión, el niño se perdió en sus pensamientos hasta que el hombre le habló.
"¿Sus cosas? Hmmmm ......No creo......¡Ah! ¡Puede que el señor las dejase caer por aquí cerca! ¡Voy a ver!"
Saltando de la silla, el niño no esperó a que los dos adultos se lo permitieran, sencillamente fue corriendo hasta la puerta y la abrió sin dudarlo. En cuanto lo hizo, los ojitos marrones-miel del vampiro se abrieron como platos ¡Una linda mujer! No escuchó su voz, pero parecía que había tocado la puerta. La mujer era baja pero no era difícil superar por bastante al bajito Uriel, quien para ver su rostro tuvo que alzar su cabeza. El niño le regaló una sonrisita inocente y alegre a la mujer mientras le decía;
¡Ah! Buenas noches, señorita ¡Soy Uriel, pero puedes llamarme Uri! ¡Ah! ¿De casualidad vio un caballo y un arco?
El niño ladeó su cabeza curiosamente, mientras seguía mirándola ¡Como si ella no estuviera en medio de una tormenta! Era la típica inocencia e incapacidad de empatizar de los niños.
Inclinándose como presentación, el niño le regaló al malherido hombre una dulce e inocente sonrisa ¡No es como si tuviera nada en contra hacia el hombre! Sencillamente le desagradaba el olor y sabor de la sangre de los dragones, y si hubiera muerto tal vez hubiera"investigado" -Que en el resto de personas era jugar.- con su cuerpo ¡Pero era sencillamente porque Uriel no tenía con concepto de respeto hacia las personas o los muertos! Desde que nació nadie, ni siquiera sus padres, le enseñaron moral o principios morales "correctos" según las razas, el único que lo hizo fue su Maestro, un cruel vampiro que no le enseñó precisamente nada "correcto". Con su moral y forma de ver el mundo torcida, Uriel simplemente no podía actuar y pensar como alguien normal aunque en si, su naturaleza, era bastante inofensiva e inocente. Sonriendo, el niño actuó como si nada frente al cazador.
"¿Cazador elfo?.......¿Hmmm? Pero estoy bastante seguro....."
Ladeando su cabeza con confusión, el niño se quedó pensativo ¡Estaba bastante seguro de que el hombre era un dragón! Tal vez no todos, pero como vampiro, Uriel confiaba bastante en su nariz cuando de sangre se trataba ¡Estaba bastante seguro de que su sangre olía a dragón! Con confusión, el niño se perdió en sus pensamientos hasta que el hombre le habló.
"¿Sus cosas? Hmmmm ......No creo......¡Ah! ¡Puede que el señor las dejase caer por aquí cerca! ¡Voy a ver!"
Saltando de la silla, el niño no esperó a que los dos adultos se lo permitieran, sencillamente fue corriendo hasta la puerta y la abrió sin dudarlo. En cuanto lo hizo, los ojitos marrones-miel del vampiro se abrieron como platos ¡Una linda mujer! No escuchó su voz, pero parecía que había tocado la puerta. La mujer era baja pero no era difícil superar por bastante al bajito Uriel, quien para ver su rostro tuvo que alzar su cabeza. El niño le regaló una sonrisita inocente y alegre a la mujer mientras le decía;
¡Ah! Buenas noches, señorita ¡Soy Uriel, pero puedes llamarme Uri! ¡Ah! ¿De casualidad vio un caballo y un arco?
El niño ladeó su cabeza curiosamente, mientras seguía mirándola ¡Como si ella no estuviera en medio de una tormenta! Era la típica inocencia e incapacidad de empatizar de los niños.
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Re: Cazador y presa. Inthadir [Libre] [Interpretativo] [Noche] [/4]
TEMA CERRADO POR ABANDONO
*Inthadir pierde 5 pts de experiencia. Todos los demás ganan 2.
Zatch
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