El significado de la lealtad [Tema 1/3 Evento Captura y Castigo Eltrant]
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El significado de la lealtad [Tema 1/3 Evento Captura y Castigo Eltrant]
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] | Las noticias de los supuestos crímenes cometidos por Eltrant Tale se habían extendido por toda Aerandir. Decían que allí donde Eltrant viajaba, los depósitos de agua, los pozos y los ríos eran contaminados por la flor de Nirana (euforia). Gardian dedicó su mañana a arrancar los papeles de los tablones que causaban a Tale de los recientes ataques producidos en Dundarak. Por cada dragón que enloquecía y mataba a su familia, aparecían trece testigos de dudosa veracidad que aseguraban haber visto a Eltrant allanar sus hogares y manipular sus despensas. Gardian tenía la sospecha de que los supuestos testigos habían sido comprados por alguien que deseaba ver a Eltrant colgado de la horca. Hont no tenía ninguna sospecha, pondría su espadita de madera en el fuego (era más valiosa que su mano) para asegurar que El Hombre Muerto estaba detrás de todos aquellos crímenes. |
En la mesa redonda del refugio Ben, Eltrant Tale, Hont, Gardian y Wanda discutían sobre lo ocurrido. La mesa estaba llena de los carteles que Gardian había recogido. Wanda leía en voz alta el más reciente.
—“La Guardia en cooperación con las honorables familias de los dragones ruegan a los habitantes de Dundarak que revisen sus víveres: no coman nada que no haya sido por vuestras propias manos y evitar utilizar el agua de los depósitos públicos. Al medio día y a la media tarde, tres grupos de voluntarios de La Guardia se organizarán en pequeños puestos de la ciudad repartiendo agua sana a las familias. En cada puesto habrá dos dragones de fuego que derretirán la nieve de las montañas delante de vuestros propios ojos”.
Hont movía el hocico como un animal molesto. Gardian, quien ya había escuchado la historia, mantenía una posición firme y autoritaria con los brazos cruzados. Wanda puso su bolsa de pociones encima de la mesa y sacó un bote de cristal con un pedazo de nieve.
—Es de este medio día. Un centenar de personas hacían cola para su dosis de agua diaria. La Guardia se negaba a ofrecer ayuda a los extranjeros. Me disfracé de dragona humanoide para poder acceder a un pedazo de nieve. Fue relativamente sencillo, cuernos los llevo de serie. Solo tuve que pintar mi pelaje para hacerlo pasar por escamas. He analizado la muestra con tres experimentos diferentes, el resultado fue el mismo en los tres casos. Me temo que ahora mismo, todos los dragones de la ciudad poseen una semilla latente de Nirana en su estómago.
—La Guardia es demasiado estúpida para orquesta un plan tan miserable. Con perdón Eltrant, no quise ofender a tu pasado — dijo Gardian.
—Podemos utilizar la copa de cristal clarividente para descubrir quién está detrás de esto. — dijo Wanda.
—¡No! — se adelantó a contestar Hont nervioso — No sabes lo que dices. Las armas de Egdecomb se volverán en nuestra contra. Además, ya sabemos quién está detrás. ¡Es El Hombre Muerto! Yo lo sé. Eltrant ha escapado tres veces de sus garras. Querrá vengarse.
—Aun así, podemos utilizar la copa para demostrar la inocencia de Eltrant y evitar que más gente quede infectada. ¿Gardian, dónde escondiste la copa?
—Hont tiene razón, no podemos utilizar los objetos de Egdecomb tan a la ligera. La copa está en un lugar seguro. Solo yo, Toriel y Elen Calhoun sabemos dónde está. —mirando a Hont — ¿En los refugios Alvin y Connan saben que La Guardia reparte agua envenenada?
—Hace unas horas que les envíe ocho ratones, cuatro para cada refugio. Son muy buenos ratones. Tino los entrenó para que siempre lleguen a su destino con el mensaje. Así que, supongo que sí.
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Dos ratones llegaron al refugio Alvin, solo uno de ellos tenía una carta atada con un cordel a su espalda. Kano, Gol’then, Tino e Inga Scharff leyeron el mensaje. Gol’then compartió su experiencia con la flor de Nirana a sus compañeros. Les contó quien era Christian Bracknell, su relación con El Hombre Muerto y cuán peligroso era. Gol’then comprendió que el asunto era más serio de lo que parecía porque Kano no había interrumpido su oratoria. Incluso él tenía miedo de lo que podía pasar.
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Al refugio Connan no llegó ningún ratón. No fue necesario. Menelwie, igual como Wanda, consiguió una muestra del agua que La Guardia repartía en sus puestos y la analizó para sus compañeros: Ohm, Toriel y Tina. Ohm hizo las mismas preguntas que Wanda. ¿Podemos utilizar la copa para saber…? Toriel tomó la serenidad de Gardian. No, se podían arriesgar a ser maldecidos por la magia de Egdecomb como Jason Bosne y Nate Halliman. Ohm agachó la cabeza. Como siempre, su esposa tenía razón.
- Personajes destacables:
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Fue su hermano quien creó las 19 armas mágicas, pero sería él quien las encontraría y se haría cargo de ellas. Zack Egdecomb estaba sentado en el suelo con los pies descalzos jugando con tres casas de muñecas al mismo tiempo. Christian Bracknell lo vigilaba de cerca. Ningún movimiento extraño. Lo amedrentaba cada cinco minutos. Debía especificar más. Extraños eran todos los movimientos de Egdecomb. Algunos más que otros y otros menos que algunos. Lo que Bracknell quería decir era: “ningún movimiento extraño dirigido contra nosotros”. En tal caso, Zack no podía prometer nada. Respetaba a Bracknell tanto como a El Hombre Muerto, pero su voluntad estaba dirigida a sembrar la Discordia.
—Haz tu trabajo y yo haré el mío. ¿De acuerdo? — cogió un pequeño muñeco marrón con orejas y cola que sostenía una espada de madera — ¡Qué interesante! Hont puso el nombre a los refugios de Los Buscones: Alvin, Ben y Connan. Nombres comunes en Aerandir. ¡Buena jugada! Si Bracknell no me tuviera a su lado, jamás los hubiera encontrado — la última frase la dijo riendo al muñeco. — Y ahora llega la Discordia. Dos Buscones han bebida de nuestra agua. Les empieza a doler la tripita. Se sienten mal. Se sentirán peor. — dejó el pequeño muñeco marrón con orejas y cola — ¿Quiénes podrán ser? ¿Tú y tú o tú y tú? — pasó la mano por cada muñeco — Os encontré. Sois vosotros. Kano y Wanda. — acarició la barriguita de los muñecos — Sería una lástima que cierto brujo de conjuración dibujase encadenase vuestros movimientos a los peluches. Sería una lástima que Wanda cogiese un cuchillo y se lo clavase a Eltrant. Sería una lástima que Kano golpease con su puño de hierro a sus amigos hasta matarlos.
- Personajes destacables :
- Christian Bracknell y Zack Egdecomb (Discordia) no aparecerán en este primer tema del Evento.
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Es obligatorio que aparezcan los personajes:
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Especialización: Dragona Elemental (maestría control del agua)
Aliado de la Guardia.
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Especialización: Dragón Elemental (maestría control del tierra)
Aliado de la Guardia.
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Especialización: Caballero dragón (maestría armas flexibles)
Aliado de la Guardia
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Especialización: Monje dragona (maestría combate bestial)
Dragón maldito por flor de Nirana
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Especialización: Paladina (maestría en escudos)
Miembro de la Guardia
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Especialización: Duelsita (maestría en armas cortantes a una mano)
Miembro de la Guardia
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Especialización: Armas implantadas (maestría en armas cortantes a una mano)
Miembro de la Guardia
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* General: Este es el primero de los cuatro temas de “El significado de la palabra lealtad”. Transcurre durante la noche.
Christian Bracknell ha utilizado su influencia para envenenar a la mayor parte de la población de Dundarak con flor de Nirana. Las calles están repletas de dragones que no controlan sus instintos primarios.
El objetivo común y principal de vosotros 4 usuarios será proteger o asesinar a Eltrant Tale de los ataques que tienen lugar. Cada uno de vosotros tenéis intereses marcados que especificaré de forma personalizada más abajo. Tomaremos este primer tema como una toma de contacto.
Como somos muchos usuarios en el evento, lo haremos de la siguiente manera: en cada capítulo seleccionaré a uno o varios de vosotros y diré: “se decidirá la continuación o final de este personaje”. Esto quiere decir que es posible, según el daño recibido y las acciones tomadas durante el tema. De ser “final”, este usuario quedará noqueada por el resto del capítulo (tal vez aparezca en el capítulo de Dag o Oromë) dando paso a un siguiente personaje. Lo mismo diré con algunos npcs más poderosos e importantes que otros.
El orden de turnos de posteo será el marcado a continuación. No está de más decir que quién se lo salte será penalizado. Igual que será penalizado el metarol y las faltas de respeto hacia otros usuarios.
Cabe señalar que, aunque haya mencionado los personajes principales de cada grupo, podéis inventaros todo un ejército de hombres de La Guardia de Bracknell y dragones malditos. Estos personajes servirán como carne de cañón (salvo en los casos que diga lo contrario). Carecerán de nivel y especialización y no formarán parte relevante de la trama. El grupo de Buscones son, estrictamente, el que se muestra.
Tenéis un máximo de 2 a 4 turnos de combate. Una vez finalizado los 4 turnos, cerraré el tema. Aunque no hayáis cumplido los objetivos, daré la resolución y empezaremos el siguiente. Tranquilos. Es normal no cumplir los objetivos ya que si digo que X debe de hacer algo e Y debe impedir que X haga ese algo, es imposible que los dos tengan éxito en su empresa.
El pvp corre de vuestra cuenta. Demando lógica y respeto. La suerte que Eltrant ha sacado en el oráculo no influye en el pvp. En este evento, a ser los enemigos de Eltrant de un nivel muy diferente al suyo, he creído conveniente poner la condición de los “turnos” para organizar mejor el pvp.
1. Eltrant Tale: Wanda queda maldita por la flor de Nirana. Intentará matarte. Los refugios de los Buscones no son seguros. Las calles tampoco. Vosotros sois los héroes de Aerandir. Tu objetivo principal será el de evitar el mayor número de muertes posibles por la flor de Nirana y limpiar tu imagen. Hont y Gardian te ayudarán en lo que necesites. Por otra parte, deberás visitar los otros refugios de los Buscones para comprobar que no han sufrido daños. Consumes 1 turno en visitar cada refugio. Es decir turno 1 para ir al refugio Alvin, turno 2 para ir al refugio Connan. Si cumples los 4 turnos del tema sin visitar algunos de los refugios, yo tomaré el final de éste. En el caso de enfrentarte contra un personaje de nivel 5-10 necesitarás consumir 3-4 turnos en combate. Si el usuario es de nivel 0-4 consumirás 1-2 turnos.
Consecuencia de la suerte del Oráculo: consigues evitar el ataque de Wanda sin salir herido. También gracias a la suerte, no es necesario consumir todo el primer turno en el enfrentamiento contra Wanda.
2. Jeannie Fawkes: encuentras uno de los ratones con el mensaje que Hont ha escrito: “Eltrant está con nosotros. No bebáis del agua envenenada de los hombres malos”. Descubres que Eltrant Tale está en la ciudad. Tu deber será reunir un grupo de personas que te ayuden a capturar a Eltrant. En este turno, tienes la opción de inventarte 3 npcs que tengan tanta importancia como los npcs marcados por mí (recuerda marcar su especialización y nivel. Sus niveles no pueden ser superior a 7 ni inferior a 2. La suma de los niveles de los npcs no puede superar 11).No olvides que la ciudad está repleta de dragones malditos por la flor de Nirana. Igual que Eltrant, deberás hacer lo posible por rescatarlos.
3. Demian: como en el caso de Jeannie descubres uno de los ratones que Hont ha enviado a sus amigos. Conoces la técnica por tus aventuras con Los Gorriones. Lees el mensaje y piensas que Eltrant está en peligro. Deberás encontrarlo. Debido a tu alto nivel, los combates que tomes se ejecutarán manteniendo el mismo orden que Eltrant. Lo recuerdo: En el caso de enfrentarte contra un personaje de nivel 5-10 necesitarás consumir 3-4 turnos en combate. Si el usuario es de nivel 0-4 consumirás 1-2 turnos.
4. Mina Harker: has viajado a Dundarak siguiendo la pista de las acusaciones de Eltrant. Confías en tu amigo. No crees en las acusaciones que tienen lugar. Estás dispuesta a encontrar la verdad. No tienes la suerte de encontrar uno de los ratones de Hont. En tu primer turno, serás atacada por un dragón envenenado (libre de crear su especialización y su historia). Necesitarás todo este primer turno para derrotarlo. Dundarak está sumida en el caos. En los siguientes turnos, deberás buscar a Eltrant y unirte a él. Debido a tu bajo nivel, el orden de los enfrentamientos será un poco diferente al de Eltrant y Demian. No podrás enfrentarte sin ayuda a npcs de nivel 5-10. Los npcs de nivel 0-4 necesitarás consumir 3-4 turnos para derrotarles.
5. Taliesin Skatha: eres un hombre de honores. Decides viajar a Dundarak por el mismo motivo que Mina, investigar sobre las acusaciones, pero por una finalidad diferente, ayudar a las víctimas. Confías en la Guardia y eso te lleva a beber del agua que sirven. La maldición despertará en el segundo turno de este tema y hará que te conviertas en un vampiro salvaje y sediento de las viejas historias. Como Mina: Debido a tu bajo nivel, el orden de los enfrentamientos será un poco diferente al de Eltrant y Demian. No podrás enfrentarte sin ayuda a npcs de nivel 5-10. Los npcs de nivel 0-4 necesitarás consumir 3-4 turnos para derrotarles.
En este tema se decidirá el final o continuación de los siguientes personajes:
Mina Harker, Demian, Taliesin Skatha, Todos los Buscones, Los npcs que Jeannie invite, Yukken, Abiko, Acyloin, Alder Enelan, Van Arens,
Los otros personajes y npcs principales mencionados, por muchos ataques que les arremetéis, no serán derrotados en este tema, sino, que al ser importantes en la trama, merece la pena que participen en un par de temas más. Recordad que los personajes que sí he mencionado no podéis matarlos. El resultado de la posible vida o muerte de cada uno, sean npcs o personajes de usuarios, lo daré en el cierre del tema.
Última edición por Sigel el Miér Ene 09 2019, 11:08, editado 2 veces
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Re: El significado de la lealtad [Tema 1/3 Evento Captura y Castigo Eltrant]
Cada vez iba a peor.
Suspiró profundamente al ver los carteles desperdigados en la mesa frente a él. Apretó los puños, inconscientemente, a los lados. Sintió una insufrible sensación de impotencia, de frustración al saber que por mucho que estuviese haciendo el Hombre Muerto seguía campando a sus anchas y él se había vuelto una cara más con una recompensa.
- “Eltrant Tale…” – Leyó tomando uno de los papeles y agitándolo con suavidad frente a su cara. – “Sumamente peligroso” – Añadió tras repasar mentalmente el resto del mensaje.
Frunció el ceño, cualquiera pensaría que aquellas palabras indicarían a los mercenarios más humildes que el ir en su busca no era una buena idea, pero aquello no podía estar más alejado de ser cierto.
- Al menos han acertado con eso. – Dijo Lyn a su lado, irguiéndose ligeramente sobre su hombro, pero evitando tocarle. - ¿No? – Esbozó una sonrisa, Eltrant se vio obligado a responder a la vampiresa de la misma forma.
Cada vez eran más los que se aparecían frente a él con alguna amenaza y una espada herrumbrosa. Habían acabado incluso encontrándole en Dundarak, al otro lado del continente.
Suspiró y volvió a prestar atención a la conversación que los Buscones estaban teniendo a su alrededor. Ahora resultaba que se dedicaba a envenenar pozos.
- ¿La gente de verdad se cree esto? – Preguntó al aire, sin mirar a nadie en concreto – Quiero decir… incluso si lo estuviese haciendo… - Repasó el comunicado de la guardia, ese que Wanda acababa de leer en voz alta. – Es… Se necesita mucha cantidad de esa flor para hacer esto. ¿No es verdad? Demasiada como para que lo haga todo una sola persona. – No recibió su respuesta, pero estaba bastante convencido de que era así, se limitó a volver a atusarse la barba y permitir a Wanda que continuase hablando.
Wanda continuó hablando, informó a los Buscones presentes que el agua que repartía la guardia era, de hecho, la que estaba contaminada con la flor de Nirana. Cruzado de brazos, imitando la postura de Gardian, Eltrant agachó la cabeza y frunció el ceño.
No había necesidad de usar ninguna copa para saber quién estaba tras aquello. ¿Quién otra persona que el Hombre Muerto podría ganar algo de todo aquello? Caos y culpar a una persona que se había mostrado claramente en su contra.
Debía de ser él.
- En esto estoy con Hont y Gardian - Eltrant sonrió a la mujer, después volvió a rascarse la barba algo nervioso. No podía negar que usar la copa para mostrar su inocencia era tentador, pero, por otro lado... – Mi reputación no vale… - Suspiró. – Es demasiado peligroso. – Indicó – Encontraremos otra forma. – dijo dando, por su parte, zanjado el asunto de la copa.
- No creo que… - Lyn se rindió antes de empezar, sabía que no iba a convencer a su compañero dijera lo que dijera. – Encontraremos otra forma. – Aseveró bajando la mirada hasta su mano derecha, abriéndola y cerrándola de forma intermitente.
Hecho esto, dieron por concluida la reunión. El último punto de la noche era avisar a los demás refugios que los Buscones tenían en la ciudad y, al parecer, Hont ya se había encargado de hacerlo usando ratones amaestrados.
Examinó el pequeño cartel que la zarigüeya había colgado al otro lado de la habitación, uno en el que rezaba el nombre del lugar en el que se encontraban.
“Ben”
Alvin, Ben y Connan, aquellos eran los nombres que los Buscones habían concedido a cada refugio y, aunque Eltrant seguía sin saber exactamente que significaban, eran bastante fáciles de recordar.
- ¿Y los ratones pueden ir a dónde vosotros queráis? – Preguntó Lyn acercándose a la pequeña zarigüeya, con curiosidad. Afortunadamente para Lyn Hont comenzó a explicarle entonces, detalladamente y con bastante intensidad, como se movían estos rodeadores por la ciudad.
Se llevaban bastante bien.
No obstante, la conversación entre la vampiresa y el pequeño héroe acabó diluyéndose entre los distintos sonidos de la habitación. Había otra cosa, más importante, en la que el exmercenario no había tardado en reparar.
Wanda se había apartado de la mesa, sin decir nada, y se había comenzado a mover de forma… errática. Murmuraba consigo misma, en voz baja, jugueteaba con los distintos objetos con los que se cruzaba.
Hablaba de medicamentos y mejunjes, de “La Caza” y de varias cosas que, realmente, no tenían sentido alguno para Eltrant. Ese fue el momento en el que todos los presentes, incluidos Hont y Lyn, se percataron de lo que realmente pasaba.
- Gardian… - El antiguo miembro de la guardia y ahora fugitivo señaló a la mujer cierva mientras se movía lentamente por la habitación. - ¿Ha bebido Wanda algo de agua? – Preguntó moviéndose de forma aún más despacio cuando la cierva notó que los hombres se acercaban a ella.
- No… No que yo sepa… - El buscón rodeó la mesa por el lado contrario del que lo había hecho Eltrant. – Wanda… querida… ¿Te importaría soltar el cuchillo? – Pidió Gardian con educación extendiendo la mano frente a él, tratando de no alzar demasiado la voz y también de evitar que se le notase el visible nerviosismo que se había apoderado de su expresión.
Pero Eltrant sabía que era demasiado tarde, si Wanda ya era presa de la droga, solo tenían una forma de detenerla. Después de los tres segundos de silencio más largos que Eltrant recordaba haber vivido desde que asaltó Térpoli, la mujer cierva se lanzó sobre Gardian gritando, enarbolando el cuchillo que tenía en su poder.
Eltrant derribó la mesa y todo lo que había sobre ella justo a tiempo para poder sujetar de la camisa a la mujer-bestia y alejarla de su amigo, la cual se giró sobre sí misma y, incapaz de controlar sus acciones, deslizó el puñal por el pecho del castaño.
Asher se reía mucho de él por ello, pero en aquel momento se alegraba de la preocupante costumbre que tenía de no quitarse prácticamente nunca su armadura.
- ¡Tranquilízate! – Forcejeó con la mujer, sabía que gritarle no serviría de nada, pero no pudo evitar hacerlo. - ¡Lyn! - En aquel momento Wanda no era ella, por lo que recordaba de la descripción de Gol’then, solo estaría viendo colores y escuchando ruidos apagados por sus propios pensamientos viscerales. - ¡Los grilletes! – Pidió sacudiéndose a Wanda de encima durante unos instantes.
Tenía más fuerza de la que parecía. Tras recuperar el aliento, volvió a sujetarla por las muñecas cuando esta acometió contra él.
- ¡¿Y me lo pides a mí!? – Exclamó Lyn de vuelta.
Eltrant parpadeó varias veces comprendiendo lo que quería decir la ojiazul. Quizás fuese sido por la situación, pero se le había olvidado por completo que Lyn no podía sujetar cosas que no hubiesen estado pegadas a su cuerpo al caer la noche.
Por fortuna para todos para todos Hont llegó al rescate y, mientras Eltrant se aseguraba de que Wanda soltaba el puñal, la zarigüeya tomó los grilletes que colgaban de la parte trasera del cinturón de caballero.
- ¡Gracias! – Usando todo el peso de su cuerpo, obligó a la mujer a que se tumbase contra el suelo y después colocó una rodilla en su espalda. – Lo siento. – dijo en voz baja, no estaba siendo precisamente delicado. – ¡Gardian! – Su viejo amigo cerró, en primer lugar, los grilletes que tenía Hont entre los pies de Wanda, después Eltrant cerró el segundo par en torno a sus manos.
Tragó saliva y se levantó, alejó el puñal del alcance de Wanda con el pie y dejó que esta revolviese en el suelo durante unos segundos antes de decir nada.
- Entonces… - Gardian rompió el silencio. - ¿Dos pares de grilletes? – Preguntó cruzándose de brazos, mirando a la que hacía unos instantes había sido la curandera estrella de Los Buscones y ahora no era más que una mujer presa de sus propias emociones.
- Son… sorprendentemente útiles para cosas como esta. – Explicó Eltrant, todavía recuperándose de la sorpresa inicial. – Y para apresar a los que suelen… -
- A los que suelen estar al final de los rumores. - Completó Gardian. – Me lo imagino, Eltrant. – Esbozó una sonrisa, una que desapareció en cuanto volvió a posar sus ojos sobre Wanda, quien seguía sin rendirse, tratando de romper las cadenas.
Tomando una de las mantas que había en el lugar, Hont se acercó a Wanda y la cubrió hasta el cuello con ella. Seguían en Dundarak después de todo, revolverse en el suelo de granito, cubierta de sudor, no debía de ser bueno para ella.
De alguna forma extraña, aquello pareció tranquilizarla algo. Aunque no demasiado.
- Tenemos que ir a ver cómo están los otros dos refugios. – dijo Gardian, volviendo a romper el silencio. – Si ha pasado aquí… - Eltrant asintió antes de que el hombre terminase de hablar, no tenían tiempo que perder.
- Vamos. – dijo, antes de salir, no obstante, se agachó junto a Hont. – El refugio Ben está bajo tu protección, Hont. – Le dijo asegurándose de que comprendía la seriedad de la situación.
Estaba bastante seguro de que Hont era lo suficientemente valiente como acompañarles, como también era plenamente capaz de defenderse por sí solo si se encontraban con problemas por el camino.
- Cuida de Wanda. – Le pidió. – Cuida del refugio. - No podían dejar el refugio completamente abandonado, no con Wanda en aquel estado. – Abre solo a los que sepan identificarse como Buscones. – Aquello era más preocupación personal que otra cosa, pero no pudo evitar decirlo.
Eltrant estaba seguro de que si lo hubiese dejado hablar Hont se habría quejado.
Pero no lo hizo, porque era un héroe, la versión más pura de uno.
- ¿Quiénes están en los demás refugios? –
Lyn, Gardian y Lyn avanzaban por el oscuro callejón en el que desembocaba la salida del refugio Ben. Gritos de auxilio, de ira, de dolor... por las gruesas columnas de humo que se elevaban sobre los tejados de la ciudad nívea, la flor estaba causando estragos en toda la urbe.
- En Connan están Menelwie, Ohm, Toriel y Tina. – Comentó Gardian deteniéndose en la boca del callejón, retrocediendo levemente al ver como varias personas corrían junto a la entrada. – En Alvin se escondían Kano, Gol’then, Tino y… - Se detuvo un instante a pensar. – Inga. – Eltrant frunció el ceño, pensativo y lanzó un rápido vistazo a la amplia calle a la que no tenían más remedio que salir.
- Vale. – dijo al final, atreviéndose a salir cuando pasaron varios minutos sin que nadie apareciese. – Gardian, ve a Connan. – El buscón levantó una ceja. – Lyn y yo vamos a Alvin. – Respiró hondo tratando de aclarar sus ideas, el olor que reinaba ambiente era algo que muchos hombres-bestia que le conocían encontrarían familiar.
Sangre y metal.
Encontró el sonido que se había apoderado de la ciudad desagradablemente familiar. Se vio a sí mismo, de nuevo, en la batalla por retomar Lunargenta. Fuese cual fuese el resultado final de la noche… no iba a quedar bien en los carteles de “Se busca” con su rostro.
- ¿Algo tras esa decisión? – Eltrant sonrió y sujetó a Gardian de un hombro.
– Si Gol’then está como Wanda… – Gardian asintió inmediatamente, ni disimuló un ápice el seguir dudando sobre que refugio ir a comprobar.
- Todo tuyo, ya tienes experiencia lidiando con el grandullón. – dijo como conclusión encogiéndose de hombros, el buscón dejó escapar un largo suspiro cuando el silencio se apoderó de la conversación y la situación en la que se encontraba la ciudad se hizo incluso más tangible para todos los presentes - ¿Seguro que no quieres que te acompañe? Media ciudad está empapelada con tu cara. – Eltrant negó con la cabeza.
- Por eso mismo, solo vas a ir más rápido. – Aquel era el último motivo por el que había decidido separarlos a todos, por irónico que fuese, su presencia bastaba para ponerles en peligro.
- ¿… a que ahora las rebeliones contra un rey falso de pueblo parecen más sencillas? – Preguntó Gardian antes de desvanecerse entre las sombras, riendo con suavidad.
- Vamos, Lyn. – La vampiresa, que había permanecido vigilante durante toda la conversación, se giró hacia su acompañante y se colocó junto a él.
- Te sigo. –
El camino hacía Alvin había sido relativamente tranquilo.
Eltrant solo se había visto obligado a noquear a un par de ciudadanos que les habían atacado y a varios guardas que le habían identificado. Por eso último había optado por colocarse el yelmo, esperando que, de algún modo, esto le ayudase a evitar que le localizasen.
Como de costumbre, estaba equivocado.
- Armadura de placas completa, capa carmesí y acompañado por una muchacha de cabellos oscuros. – Se detuvieron en mitad de la plazoleta, habían lidiado con varios de los lugareños y aparentemente estaba totalmente desierta. – Eltrant Tale. ¿No es cierto? -
Frunció el ceño, Lyn comenzó a concentrar sombras entre sus manos. Llevaban una buena racha, a pesar de los obstáculos con los que se habían cruzado habían estado avanzando a buen ritmo hasta el momento y estaban solo a un par de calles del refugio Alvin.
Aquella mujer de la guardia y sus tres acompañantes no iban a detenerles.
- ¿Causas todo este desastre y ahora te vanaglorias de ello, Tale? ¿Sales a saciar tu sed de violencia con los mismos ciudadanos a los que has obligado a comportarse así? – Preguntó la mujer tomando la cadena que colgaba del cinto de su armadura. Eltrant entrecerró los ojos ¿Un látigo de metal? – Tus fechorías acaban aquí, villano. – Comandó, la cadena tintineó a sus pies con suavidad.
¿Villano?
- ¿Serviría de algo decir que no tengo culpa de esto? – Tomó a Olvido, el viento que cubría su hoja rodeo su cuerpo.
- No. –
- Guarda Tres veintidós. Iniciando hostilidades. – Como si de un relámpago se tratase la figura que estaba justo a la derecha de la mujer se lanzó contra Eltrant.
Tensó los músculos y bloqueó la increíblemente poderosa acometida del hombre que se había definido como “Tres Veintidós” No obstante, según Eltrant se deslizaba hacía atrás lo agarró de la muñeca y lo lanzó a un lado.
- ¡Van Aren encárgate de su amiguita! – Eltrant contempló como la cadena de la mujer envolvía, haciendo gala de un dominio magistral de la herramienta, en torno a su brazo derecho.
Eltrant chasqueó la lengua y, asumiendo que no iba a poder escaparse de aquello, tiró de la cadena para sí intentando que la mujer se acercase. No obstante, esta leyó los movimientos del castaño y le liberó antes de que hubiese sido demasiado tarde.
- ¡Es Van Arens! – Bramó de vuelta el tipo de la armadura de colores oscuros peleaba, o más bien intentaba, pelear contra Lyn.
- Casi. – Lyn se apartó del trayecto de la espada del humano. - ¡Huy por qué poquito! – Dijo a la a continuación. - ¡Tú puedes, campeón! - Aún si el guarda terminaba acertando, Lyn era por las noches intocable.
No iba a poder herirla.
- Entablando combate. – Justo a su espalda, esas dos palabras fue lo único que escuchó antes de sentir la inmensa fuerza de aquel cibernético golpearle en la cabeza y lanzarle por los aires. – Índice de armadura perforada: cero por ciento. – Era una forma un tanto curiosa de decir que su yelmo había absorbido la mayor parte del golpe, no obstante, estaba bastante seguro de que había perdido la capacidad de oír por la oreja izquierda.
Eltrant sacudió la cabeza, intentó por todos los medios que sus ojos volviesen a enfocar el mundo, cosa que consiguió justo a tiempo para ver como la cadena de la mujer volvía a envolver uno de sus brazos.
- Eltrant Tale. – El brazo del cibernético se convirtió en un escudo, uno que bloqueó el impacto de Olvido. – La rendición es una opción, le sugiero que tome esa decisión. – Estaba muy cerca del refugio Alvin como para rendirse allí, no pensaba dejar que el Hombre Muerto ganase.
Respiró con dificultad, analizó las opciones que tenía frente a él.
Había estado peor.
- ¡Lyn! – La vampiresa al ver la situación en la que se entraba su amigo atravesó a Van Arens y corrió hasta dónde estaba Eltrant.
- ¡Monstruo! – Bramó Van Arens comenzando a correr tras la vampiresa.
- ¡Que original! – Las sombras se concentraron a los pies de la ojiazul. – ¡No me lo han dicho nunca! –
El guarda Tres Veintidós se giró sobre sí mismo dispuesto a enfrentar la nueva amenaza que se acercaba. A pesar de la velocidad de reacción del guarda sus hojas traspasaron las extremidades de la vampiresa como si esta no estuviese ahí para empezar.
- ¡Impresionante! – Lyn dejó escapar una risita, las sombras del entorno comenzaron a arremolinarse en torno al guarda de metal.
Eltrant aprovechó esta oportunidad para dejar caer a Olvido al suelo durante unos instantes y asir la cadena que le mantenía sujeto con ambas manos.
- ¿¡Crees que nadie ha intentado hacer nunca eso!? – Tronó la caballero dragón girando la muñeca con la que sujetaba el látigo con firmeza. - ¡Ríndete Tale! – La cadena comenzó a brillar con fuerza, Eltrant sintió como, independientemente del metal que le separaba de la cadena, el calor que producía el arma de la mujer bastaba para producirle varias quemaduras en las manos y brazos.
- ¡Seguro que nunca lo ha hecho un idiota! – Gritó, ignorando el dolor.
Haciendo acopio de toda la fuerza que tenía en los brazos tiró de la cadena, obvió el color rojizo que estaba tomando su armadura y todas las quemaduras que se estaba ganando en el proceso.
- ¡Siéntate! – Golpeó a la mujer en la cara aprovechando la inercia que esta traía consigo, consiguiendo tumbarla.
Estaba bástate seguro de que había conseguido, como mínimo, romperle la nariz. Sin tiempo para examinar a su oponente, se deshizo de la cadena a toda prisa y se agachó a recuperar a Olvido, encajó como buenamente pudo un impacto de Van Arens en la espalda y se giró hacia este.
- ¡Apártate! – La caballero dragón empujó a Arens a un lado y se posicionó frente al castaño.
Volvía a estar en pie, sangrando por la nariz y a ojos de Eltrant: muy, muy enfadada. No podía sino admitir que sabía encajar un golpe mejor de lo que había anticipado.
- ¡Deberíais estar ayudando a los que se matan entre ellos! – Saltó hacia atrás para evitar que la cadena ígnea le arrancase una extremidad. – ¡¿Qué clase de caballero eres!? – Eltrant no había pasado por alto los surcos que el arma, una vez activada, producía en cada superficie que tocaba; prácticamente derretía todo.
Le hubiese gustado tener a Asher cerca para lidiar con aquel tipo de magia.
- ¡Deja de mentir de una vez, escoria! – dijo recogiendo el látigo y haciéndolo girar a su alrededor con tal casualidad y gracia que, de no estar en bandos opuestos, Eltrant había aplaudido.
El sonido de la trifulca no había pasado por alto para los demás guardas de la ciudad, los cuales, por lo que parecía, estaban comenzando a congregarse allí. Solo había sido un grupo pequeño, de unos cinco soldados rasos más, pero eso solo decía que estaban a punto de llegar más.
¿La ciudad se había convertido en un campo de batalla y él era lo más relevante para todos aquellos soldados?
Masculló un par de insultos en voz baja, tenían que salir de allí.
- ¡Mortal! – Lyn se alejó del cibernético y, con una agilidad felina, se encaminó a la salida de la plaza. - ¡Por aquí! – Llamó alzando la mano.
- ¡Córtale la salida Van Aren! –
- ¡Que es Van Arens! –
No iba a permíteselo, aun cuando el guarda ya estaba en posición y se había colocado rápidamente entre él y la única salida segura con la que contaban, Eltrant igualmente, lo arrolló como si no fuese más que un fardo de trigo. [1]
- ¿Te vienes conmigo? – Van Arens contestó a la pregunta golpeando repetidamente el peto de Eltrant – ¿Eso es un no? – Lo hizo el número suficiente de veces como para abrir una pequeña hendidura por la que consiguió herirle.
Ignoró la herida y cargando aún con el guarda lo llevó hasta la pared que tenía el hombre justo tras él, lugar contra el que Eltrant decidido estrellarse.
El hombre dejó escapar un grito ahogado como resultado del impacto, Eltrant conocía aquella sensación muy bien, se había quedado sin aire.
Aun así, eso no impidió al guarda el tratar de acabar con el fugitivo, que no tuvo más remedio que dejarlo caer al suelo y pisarle la muñeca insistentemente hasta que este soltó su arma.
- ¡No quiero haceros daño! – dijo Eltrant antes de partearle en la cara y dejarlo, aparentemente, fuera de combate. Una forma un tanto directa de quitarle todo el sentido a aquella frase – Ahora… - Solo tenía que llegar hasta el callejón en el que esperaba Lyn, pero nadie estaba dispuesto a ponerle las cosas fáciles.
La hombrera derecha de su armadura estalló en varios pedazos al recibir un impacto directo de la cadena de la mujer de endiablada resistencia.
- ¡Se acabó! – Lyn dio una palmada frente a su cara, sus ojos se volvieron momentáneamente rojos. – A ver qué tal lidiáis con vuestra jefa. – De las sombras que recorrían el lugar emergió una figura básicamente idéntica a la mujer que esgrimía la cadena de fuego. [2] - ¡Distráelos! – Tan pronto lo dijo Lyn y, para sorpresa de todos, la copia sombría lanzó un ataque en horizontal contra los guardas, derribando a varios e impactando al cibernético en mitad del pecho. - ¡Vamos, Mortal! ¡¿Es que siempre tengo que solucionarlo yo todo?! –
Eltrant se tambaleó hasta el extremo de la plaza en el que aguardaba Lyn y, antes de abandonar el lugar, se giró a mirar como las fuerzas de la ley y el orden combatían a una copia endiabladamente fuerte de la mujer que parecía liderar a aquel escuadron.
Aquello les daría el tiempo suficiente para llegar a Alvin.
[1] Habilidad Eltrant Nivel 5: Embestir.
[2] Habilidad Lyn Nivel 9: Vástago de la Noche.
Resumen de mi turno:
Eltrant y Lyn se dirige al refugio Alvin. Gardian se dirige al refugio Connan. Hont cuida de Wanda en el refugio Ben.
Interactuo con Guardia 3.22 (Nivel 7) - No puede ser derrotado.
Interactuo con Friddel. (Nivel 9) - No puede ser derrotada.
Interactuo con Van Arens (Nivel 5) - Fuera de Combate en este turno.
Suspiró profundamente al ver los carteles desperdigados en la mesa frente a él. Apretó los puños, inconscientemente, a los lados. Sintió una insufrible sensación de impotencia, de frustración al saber que por mucho que estuviese haciendo el Hombre Muerto seguía campando a sus anchas y él se había vuelto una cara más con una recompensa.
- “Eltrant Tale…” – Leyó tomando uno de los papeles y agitándolo con suavidad frente a su cara. – “Sumamente peligroso” – Añadió tras repasar mentalmente el resto del mensaje.
Frunció el ceño, cualquiera pensaría que aquellas palabras indicarían a los mercenarios más humildes que el ir en su busca no era una buena idea, pero aquello no podía estar más alejado de ser cierto.
- Al menos han acertado con eso. – Dijo Lyn a su lado, irguiéndose ligeramente sobre su hombro, pero evitando tocarle. - ¿No? – Esbozó una sonrisa, Eltrant se vio obligado a responder a la vampiresa de la misma forma.
Cada vez eran más los que se aparecían frente a él con alguna amenaza y una espada herrumbrosa. Habían acabado incluso encontrándole en Dundarak, al otro lado del continente.
Suspiró y volvió a prestar atención a la conversación que los Buscones estaban teniendo a su alrededor. Ahora resultaba que se dedicaba a envenenar pozos.
- ¿La gente de verdad se cree esto? – Preguntó al aire, sin mirar a nadie en concreto – Quiero decir… incluso si lo estuviese haciendo… - Repasó el comunicado de la guardia, ese que Wanda acababa de leer en voz alta. – Es… Se necesita mucha cantidad de esa flor para hacer esto. ¿No es verdad? Demasiada como para que lo haga todo una sola persona. – No recibió su respuesta, pero estaba bastante convencido de que era así, se limitó a volver a atusarse la barba y permitir a Wanda que continuase hablando.
Wanda continuó hablando, informó a los Buscones presentes que el agua que repartía la guardia era, de hecho, la que estaba contaminada con la flor de Nirana. Cruzado de brazos, imitando la postura de Gardian, Eltrant agachó la cabeza y frunció el ceño.
No había necesidad de usar ninguna copa para saber quién estaba tras aquello. ¿Quién otra persona que el Hombre Muerto podría ganar algo de todo aquello? Caos y culpar a una persona que se había mostrado claramente en su contra.
Debía de ser él.
- En esto estoy con Hont y Gardian - Eltrant sonrió a la mujer, después volvió a rascarse la barba algo nervioso. No podía negar que usar la copa para mostrar su inocencia era tentador, pero, por otro lado... – Mi reputación no vale… - Suspiró. – Es demasiado peligroso. – Indicó – Encontraremos otra forma. – dijo dando, por su parte, zanjado el asunto de la copa.
- No creo que… - Lyn se rindió antes de empezar, sabía que no iba a convencer a su compañero dijera lo que dijera. – Encontraremos otra forma. – Aseveró bajando la mirada hasta su mano derecha, abriéndola y cerrándola de forma intermitente.
Hecho esto, dieron por concluida la reunión. El último punto de la noche era avisar a los demás refugios que los Buscones tenían en la ciudad y, al parecer, Hont ya se había encargado de hacerlo usando ratones amaestrados.
Examinó el pequeño cartel que la zarigüeya había colgado al otro lado de la habitación, uno en el que rezaba el nombre del lugar en el que se encontraban.
“Ben”
Alvin, Ben y Connan, aquellos eran los nombres que los Buscones habían concedido a cada refugio y, aunque Eltrant seguía sin saber exactamente que significaban, eran bastante fáciles de recordar.
- ¿Y los ratones pueden ir a dónde vosotros queráis? – Preguntó Lyn acercándose a la pequeña zarigüeya, con curiosidad. Afortunadamente para Lyn Hont comenzó a explicarle entonces, detalladamente y con bastante intensidad, como se movían estos rodeadores por la ciudad.
Se llevaban bastante bien.
No obstante, la conversación entre la vampiresa y el pequeño héroe acabó diluyéndose entre los distintos sonidos de la habitación. Había otra cosa, más importante, en la que el exmercenario no había tardado en reparar.
Wanda se había apartado de la mesa, sin decir nada, y se había comenzado a mover de forma… errática. Murmuraba consigo misma, en voz baja, jugueteaba con los distintos objetos con los que se cruzaba.
Hablaba de medicamentos y mejunjes, de “La Caza” y de varias cosas que, realmente, no tenían sentido alguno para Eltrant. Ese fue el momento en el que todos los presentes, incluidos Hont y Lyn, se percataron de lo que realmente pasaba.
- Gardian… - El antiguo miembro de la guardia y ahora fugitivo señaló a la mujer cierva mientras se movía lentamente por la habitación. - ¿Ha bebido Wanda algo de agua? – Preguntó moviéndose de forma aún más despacio cuando la cierva notó que los hombres se acercaban a ella.
- No… No que yo sepa… - El buscón rodeó la mesa por el lado contrario del que lo había hecho Eltrant. – Wanda… querida… ¿Te importaría soltar el cuchillo? – Pidió Gardian con educación extendiendo la mano frente a él, tratando de no alzar demasiado la voz y también de evitar que se le notase el visible nerviosismo que se había apoderado de su expresión.
Pero Eltrant sabía que era demasiado tarde, si Wanda ya era presa de la droga, solo tenían una forma de detenerla. Después de los tres segundos de silencio más largos que Eltrant recordaba haber vivido desde que asaltó Térpoli, la mujer cierva se lanzó sobre Gardian gritando, enarbolando el cuchillo que tenía en su poder.
Eltrant derribó la mesa y todo lo que había sobre ella justo a tiempo para poder sujetar de la camisa a la mujer-bestia y alejarla de su amigo, la cual se giró sobre sí misma y, incapaz de controlar sus acciones, deslizó el puñal por el pecho del castaño.
Asher se reía mucho de él por ello, pero en aquel momento se alegraba de la preocupante costumbre que tenía de no quitarse prácticamente nunca su armadura.
- ¡Tranquilízate! – Forcejeó con la mujer, sabía que gritarle no serviría de nada, pero no pudo evitar hacerlo. - ¡Lyn! - En aquel momento Wanda no era ella, por lo que recordaba de la descripción de Gol’then, solo estaría viendo colores y escuchando ruidos apagados por sus propios pensamientos viscerales. - ¡Los grilletes! – Pidió sacudiéndose a Wanda de encima durante unos instantes.
Tenía más fuerza de la que parecía. Tras recuperar el aliento, volvió a sujetarla por las muñecas cuando esta acometió contra él.
- ¡¿Y me lo pides a mí!? – Exclamó Lyn de vuelta.
Eltrant parpadeó varias veces comprendiendo lo que quería decir la ojiazul. Quizás fuese sido por la situación, pero se le había olvidado por completo que Lyn no podía sujetar cosas que no hubiesen estado pegadas a su cuerpo al caer la noche.
Por fortuna para todos para todos Hont llegó al rescate y, mientras Eltrant se aseguraba de que Wanda soltaba el puñal, la zarigüeya tomó los grilletes que colgaban de la parte trasera del cinturón de caballero.
- ¡Gracias! – Usando todo el peso de su cuerpo, obligó a la mujer a que se tumbase contra el suelo y después colocó una rodilla en su espalda. – Lo siento. – dijo en voz baja, no estaba siendo precisamente delicado. – ¡Gardian! – Su viejo amigo cerró, en primer lugar, los grilletes que tenía Hont entre los pies de Wanda, después Eltrant cerró el segundo par en torno a sus manos.
Tragó saliva y se levantó, alejó el puñal del alcance de Wanda con el pie y dejó que esta revolviese en el suelo durante unos segundos antes de decir nada.
- Entonces… - Gardian rompió el silencio. - ¿Dos pares de grilletes? – Preguntó cruzándose de brazos, mirando a la que hacía unos instantes había sido la curandera estrella de Los Buscones y ahora no era más que una mujer presa de sus propias emociones.
- Son… sorprendentemente útiles para cosas como esta. – Explicó Eltrant, todavía recuperándose de la sorpresa inicial. – Y para apresar a los que suelen… -
- A los que suelen estar al final de los rumores. - Completó Gardian. – Me lo imagino, Eltrant. – Esbozó una sonrisa, una que desapareció en cuanto volvió a posar sus ojos sobre Wanda, quien seguía sin rendirse, tratando de romper las cadenas.
Tomando una de las mantas que había en el lugar, Hont se acercó a Wanda y la cubrió hasta el cuello con ella. Seguían en Dundarak después de todo, revolverse en el suelo de granito, cubierta de sudor, no debía de ser bueno para ella.
De alguna forma extraña, aquello pareció tranquilizarla algo. Aunque no demasiado.
- Tenemos que ir a ver cómo están los otros dos refugios. – dijo Gardian, volviendo a romper el silencio. – Si ha pasado aquí… - Eltrant asintió antes de que el hombre terminase de hablar, no tenían tiempo que perder.
- Vamos. – dijo, antes de salir, no obstante, se agachó junto a Hont. – El refugio Ben está bajo tu protección, Hont. – Le dijo asegurándose de que comprendía la seriedad de la situación.
Estaba bastante seguro de que Hont era lo suficientemente valiente como acompañarles, como también era plenamente capaz de defenderse por sí solo si se encontraban con problemas por el camino.
- Cuida de Wanda. – Le pidió. – Cuida del refugio. - No podían dejar el refugio completamente abandonado, no con Wanda en aquel estado. – Abre solo a los que sepan identificarse como Buscones. – Aquello era más preocupación personal que otra cosa, pero no pudo evitar decirlo.
Eltrant estaba seguro de que si lo hubiese dejado hablar Hont se habría quejado.
Pero no lo hizo, porque era un héroe, la versión más pura de uno.
[…]
- ¿Quiénes están en los demás refugios? –
Lyn, Gardian y Lyn avanzaban por el oscuro callejón en el que desembocaba la salida del refugio Ben. Gritos de auxilio, de ira, de dolor... por las gruesas columnas de humo que se elevaban sobre los tejados de la ciudad nívea, la flor estaba causando estragos en toda la urbe.
- En Connan están Menelwie, Ohm, Toriel y Tina. – Comentó Gardian deteniéndose en la boca del callejón, retrocediendo levemente al ver como varias personas corrían junto a la entrada. – En Alvin se escondían Kano, Gol’then, Tino y… - Se detuvo un instante a pensar. – Inga. – Eltrant frunció el ceño, pensativo y lanzó un rápido vistazo a la amplia calle a la que no tenían más remedio que salir.
- Vale. – dijo al final, atreviéndose a salir cuando pasaron varios minutos sin que nadie apareciese. – Gardian, ve a Connan. – El buscón levantó una ceja. – Lyn y yo vamos a Alvin. – Respiró hondo tratando de aclarar sus ideas, el olor que reinaba ambiente era algo que muchos hombres-bestia que le conocían encontrarían familiar.
Sangre y metal.
Encontró el sonido que se había apoderado de la ciudad desagradablemente familiar. Se vio a sí mismo, de nuevo, en la batalla por retomar Lunargenta. Fuese cual fuese el resultado final de la noche… no iba a quedar bien en los carteles de “Se busca” con su rostro.
- ¿Algo tras esa decisión? – Eltrant sonrió y sujetó a Gardian de un hombro.
– Si Gol’then está como Wanda… – Gardian asintió inmediatamente, ni disimuló un ápice el seguir dudando sobre que refugio ir a comprobar.
- Todo tuyo, ya tienes experiencia lidiando con el grandullón. – dijo como conclusión encogiéndose de hombros, el buscón dejó escapar un largo suspiro cuando el silencio se apoderó de la conversación y la situación en la que se encontraba la ciudad se hizo incluso más tangible para todos los presentes - ¿Seguro que no quieres que te acompañe? Media ciudad está empapelada con tu cara. – Eltrant negó con la cabeza.
- Por eso mismo, solo vas a ir más rápido. – Aquel era el último motivo por el que había decidido separarlos a todos, por irónico que fuese, su presencia bastaba para ponerles en peligro.
- ¿… a que ahora las rebeliones contra un rey falso de pueblo parecen más sencillas? – Preguntó Gardian antes de desvanecerse entre las sombras, riendo con suavidad.
- Vamos, Lyn. – La vampiresa, que había permanecido vigilante durante toda la conversación, se giró hacia su acompañante y se colocó junto a él.
- Te sigo. –
[…]
El camino hacía Alvin había sido relativamente tranquilo.
Eltrant solo se había visto obligado a noquear a un par de ciudadanos que les habían atacado y a varios guardas que le habían identificado. Por eso último había optado por colocarse el yelmo, esperando que, de algún modo, esto le ayudase a evitar que le localizasen.
Como de costumbre, estaba equivocado.
- Armadura de placas completa, capa carmesí y acompañado por una muchacha de cabellos oscuros. – Se detuvieron en mitad de la plazoleta, habían lidiado con varios de los lugareños y aparentemente estaba totalmente desierta. – Eltrant Tale. ¿No es cierto? -
Frunció el ceño, Lyn comenzó a concentrar sombras entre sus manos. Llevaban una buena racha, a pesar de los obstáculos con los que se habían cruzado habían estado avanzando a buen ritmo hasta el momento y estaban solo a un par de calles del refugio Alvin.
Aquella mujer de la guardia y sus tres acompañantes no iban a detenerles.
- ¿Causas todo este desastre y ahora te vanaglorias de ello, Tale? ¿Sales a saciar tu sed de violencia con los mismos ciudadanos a los que has obligado a comportarse así? – Preguntó la mujer tomando la cadena que colgaba del cinto de su armadura. Eltrant entrecerró los ojos ¿Un látigo de metal? – Tus fechorías acaban aquí, villano. – Comandó, la cadena tintineó a sus pies con suavidad.
¿Villano?
- ¿Serviría de algo decir que no tengo culpa de esto? – Tomó a Olvido, el viento que cubría su hoja rodeo su cuerpo.
- No. –
- Guarda Tres veintidós. Iniciando hostilidades. – Como si de un relámpago se tratase la figura que estaba justo a la derecha de la mujer se lanzó contra Eltrant.
Tensó los músculos y bloqueó la increíblemente poderosa acometida del hombre que se había definido como “Tres Veintidós” No obstante, según Eltrant se deslizaba hacía atrás lo agarró de la muñeca y lo lanzó a un lado.
- ¡Van Aren encárgate de su amiguita! – Eltrant contempló como la cadena de la mujer envolvía, haciendo gala de un dominio magistral de la herramienta, en torno a su brazo derecho.
Eltrant chasqueó la lengua y, asumiendo que no iba a poder escaparse de aquello, tiró de la cadena para sí intentando que la mujer se acercase. No obstante, esta leyó los movimientos del castaño y le liberó antes de que hubiese sido demasiado tarde.
- ¡Es Van Arens! – Bramó de vuelta el tipo de la armadura de colores oscuros peleaba, o más bien intentaba, pelear contra Lyn.
- Casi. – Lyn se apartó del trayecto de la espada del humano. - ¡Huy por qué poquito! – Dijo a la a continuación. - ¡Tú puedes, campeón! - Aún si el guarda terminaba acertando, Lyn era por las noches intocable.
No iba a poder herirla.
- Entablando combate. – Justo a su espalda, esas dos palabras fue lo único que escuchó antes de sentir la inmensa fuerza de aquel cibernético golpearle en la cabeza y lanzarle por los aires. – Índice de armadura perforada: cero por ciento. – Era una forma un tanto curiosa de decir que su yelmo había absorbido la mayor parte del golpe, no obstante, estaba bastante seguro de que había perdido la capacidad de oír por la oreja izquierda.
Eltrant sacudió la cabeza, intentó por todos los medios que sus ojos volviesen a enfocar el mundo, cosa que consiguió justo a tiempo para ver como la cadena de la mujer volvía a envolver uno de sus brazos.
- Eltrant Tale. – El brazo del cibernético se convirtió en un escudo, uno que bloqueó el impacto de Olvido. – La rendición es una opción, le sugiero que tome esa decisión. – Estaba muy cerca del refugio Alvin como para rendirse allí, no pensaba dejar que el Hombre Muerto ganase.
Respiró con dificultad, analizó las opciones que tenía frente a él.
Había estado peor.
- ¡Lyn! – La vampiresa al ver la situación en la que se entraba su amigo atravesó a Van Arens y corrió hasta dónde estaba Eltrant.
- ¡Monstruo! – Bramó Van Arens comenzando a correr tras la vampiresa.
- ¡Que original! – Las sombras se concentraron a los pies de la ojiazul. – ¡No me lo han dicho nunca! –
El guarda Tres Veintidós se giró sobre sí mismo dispuesto a enfrentar la nueva amenaza que se acercaba. A pesar de la velocidad de reacción del guarda sus hojas traspasaron las extremidades de la vampiresa como si esta no estuviese ahí para empezar.
- ¡Impresionante! – Lyn dejó escapar una risita, las sombras del entorno comenzaron a arremolinarse en torno al guarda de metal.
Eltrant aprovechó esta oportunidad para dejar caer a Olvido al suelo durante unos instantes y asir la cadena que le mantenía sujeto con ambas manos.
- ¿¡Crees que nadie ha intentado hacer nunca eso!? – Tronó la caballero dragón girando la muñeca con la que sujetaba el látigo con firmeza. - ¡Ríndete Tale! – La cadena comenzó a brillar con fuerza, Eltrant sintió como, independientemente del metal que le separaba de la cadena, el calor que producía el arma de la mujer bastaba para producirle varias quemaduras en las manos y brazos.
- ¡Seguro que nunca lo ha hecho un idiota! – Gritó, ignorando el dolor.
Haciendo acopio de toda la fuerza que tenía en los brazos tiró de la cadena, obvió el color rojizo que estaba tomando su armadura y todas las quemaduras que se estaba ganando en el proceso.
- ¡Siéntate! – Golpeó a la mujer en la cara aprovechando la inercia que esta traía consigo, consiguiendo tumbarla.
Estaba bástate seguro de que había conseguido, como mínimo, romperle la nariz. Sin tiempo para examinar a su oponente, se deshizo de la cadena a toda prisa y se agachó a recuperar a Olvido, encajó como buenamente pudo un impacto de Van Arens en la espalda y se giró hacia este.
- ¡Apártate! – La caballero dragón empujó a Arens a un lado y se posicionó frente al castaño.
Volvía a estar en pie, sangrando por la nariz y a ojos de Eltrant: muy, muy enfadada. No podía sino admitir que sabía encajar un golpe mejor de lo que había anticipado.
- ¡Deberíais estar ayudando a los que se matan entre ellos! – Saltó hacia atrás para evitar que la cadena ígnea le arrancase una extremidad. – ¡¿Qué clase de caballero eres!? – Eltrant no había pasado por alto los surcos que el arma, una vez activada, producía en cada superficie que tocaba; prácticamente derretía todo.
Le hubiese gustado tener a Asher cerca para lidiar con aquel tipo de magia.
- ¡Deja de mentir de una vez, escoria! – dijo recogiendo el látigo y haciéndolo girar a su alrededor con tal casualidad y gracia que, de no estar en bandos opuestos, Eltrant había aplaudido.
El sonido de la trifulca no había pasado por alto para los demás guardas de la ciudad, los cuales, por lo que parecía, estaban comenzando a congregarse allí. Solo había sido un grupo pequeño, de unos cinco soldados rasos más, pero eso solo decía que estaban a punto de llegar más.
¿La ciudad se había convertido en un campo de batalla y él era lo más relevante para todos aquellos soldados?
Masculló un par de insultos en voz baja, tenían que salir de allí.
- ¡Mortal! – Lyn se alejó del cibernético y, con una agilidad felina, se encaminó a la salida de la plaza. - ¡Por aquí! – Llamó alzando la mano.
- ¡Córtale la salida Van Aren! –
- ¡Que es Van Arens! –
No iba a permíteselo, aun cuando el guarda ya estaba en posición y se había colocado rápidamente entre él y la única salida segura con la que contaban, Eltrant igualmente, lo arrolló como si no fuese más que un fardo de trigo. [1]
- ¿Te vienes conmigo? – Van Arens contestó a la pregunta golpeando repetidamente el peto de Eltrant – ¿Eso es un no? – Lo hizo el número suficiente de veces como para abrir una pequeña hendidura por la que consiguió herirle.
Ignoró la herida y cargando aún con el guarda lo llevó hasta la pared que tenía el hombre justo tras él, lugar contra el que Eltrant decidido estrellarse.
El hombre dejó escapar un grito ahogado como resultado del impacto, Eltrant conocía aquella sensación muy bien, se había quedado sin aire.
Aun así, eso no impidió al guarda el tratar de acabar con el fugitivo, que no tuvo más remedio que dejarlo caer al suelo y pisarle la muñeca insistentemente hasta que este soltó su arma.
- ¡No quiero haceros daño! – dijo Eltrant antes de partearle en la cara y dejarlo, aparentemente, fuera de combate. Una forma un tanto directa de quitarle todo el sentido a aquella frase – Ahora… - Solo tenía que llegar hasta el callejón en el que esperaba Lyn, pero nadie estaba dispuesto a ponerle las cosas fáciles.
La hombrera derecha de su armadura estalló en varios pedazos al recibir un impacto directo de la cadena de la mujer de endiablada resistencia.
- ¡Se acabó! – Lyn dio una palmada frente a su cara, sus ojos se volvieron momentáneamente rojos. – A ver qué tal lidiáis con vuestra jefa. – De las sombras que recorrían el lugar emergió una figura básicamente idéntica a la mujer que esgrimía la cadena de fuego. [2] - ¡Distráelos! – Tan pronto lo dijo Lyn y, para sorpresa de todos, la copia sombría lanzó un ataque en horizontal contra los guardas, derribando a varios e impactando al cibernético en mitad del pecho. - ¡Vamos, Mortal! ¡¿Es que siempre tengo que solucionarlo yo todo?! –
Eltrant se tambaleó hasta el extremo de la plaza en el que aguardaba Lyn y, antes de abandonar el lugar, se giró a mirar como las fuerzas de la ley y el orden combatían a una copia endiabladamente fuerte de la mujer que parecía liderar a aquel escuadron.
Aquello les daría el tiempo suficiente para llegar a Alvin.
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[1] Habilidad Eltrant Nivel 5: Embestir.
[2] Habilidad Lyn Nivel 9: Vástago de la Noche.
Resumen de mi turno:
Eltrant y Lyn se dirige al refugio Alvin. Gardian se dirige al refugio Connan. Hont cuida de Wanda en el refugio Ben.
Interactuo con Guardia 3.22 (Nivel 7) - No puede ser derrotado.
Interactuo con Friddel. (Nivel 9) - No puede ser derrotada.
Interactuo con Van Arens (Nivel 5) - Fuera de Combate en este turno.
Última edición por Eltrant Tale el Lun Nov 12 2018, 02:57, editado 1 vez (Razón : Gramática.)
Eltrant Tale
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Re: El significado de la lealtad [Tema 1/3 Evento Captura y Castigo Eltrant]
Por fin había conseguido llegar a Dundarak, es en verdad una ciudad bastante extraña. Aunque por lo que he escuchado se debe a algún tipo de envenenamiento que la está asolando, todo el mundo está bastante nervioso. Incluso se han dado algunos enfrentamientos entre ciudadanos. No sabía que los dragones eran seres tan sumamente violentos. Y... Bueno, incluso han intentado violarme en una ocasión. Es como si no se pudieran controlar. No sabía que todo sería tan caótico o me habría quedado tranquilita en Sandorai.
"Le dimos una buena paliza a ese dragón violador, ¿eh?"
- No me hace ninguna gracia, pero se lo merecía, desde luego. Aunque no hacía falta que le apuñalases los ojos y le arrancases la lengua de un mordisco.
"Pues yo creo que sí era necesario. Además, tampoco nos hemos manchado tanto..."
Suspiro profundamente. Allá a donde vamos siempre terminamos ensangrentando el pavimento. Esto debería terminar en algún momento. Saco de uno de los bolsillos un pergamino. Eltrant Tale. No recuerdo que tuviera la nariz de esa forma. Además el guardia que me regaló el cartel ha dicho que literalmente Eltrant había sido visto comiendo bebés. Ese hombre está desquiciado, por eso debemos capturarle a toda costa. No podemos dejar suelto a alguien tan sumamente peligroso.
Me siento en el suelo del callejón y me apoyo contra el muro. Guardo el cartel de Eltrant en uno de los bolsillos ocultos de la capa. Estoy a punto de darle un bocado a la galleta cuando Leónidas salta sobre mi.
- Maldita ardilla loca, ¿de dónde has salido tú? Pensé que te habías quedado en Sandorai. - Me mira fijamente.
- Oh, ¿te habías resguardado en uno de los bolsillos porque querías venir? Ay, eres realmente adorable.
De repente salta de mi regazo y se abalanza sobre lo que parece una ardilla de ciudad. Me levanto de un salto y me acerco a ellas.
- ¿Has hecho ya un amigo, Leon?
Me fijo en que la recién llegada ardilla de ciudad lleva algo enrollado sobre el lomo. Lo agarro y desenvuelvo el rollito mientras Leónidas lo entretiene con mordiscos y patadas juguetonas. Miro los caracteres impresos en el pequeño trozo de papel. “Eltrant está con nosotros. No bebáis del agua envenenada de los hombres malos”.
- ...
"..."
- ¿Entiendes algo?
"... No."
Me agacho y le pongo el papel en el hocico a la ardilla de ciudad.
- ¡Explícame ahora mismo qué significa esto!
*Chuick*
- ...
"..."
- ¿Entiendes algo?
"¿Por qué demonios crees que voy a entender más a una ardilla de ciudad que a un trozo de papel escrito por seres racionales?"
- Es que no tengo nada mejor que hacer.
"Eso es... La definición más exacta de lo que llevas haciendo todos estos meses que has dado jamás."
- ¡Oye!
- Disculpe señorita, tal vez nosotros podamos ayudarla a esclarecer el tema con la nota. Por lo que he escuchado no es capaz de comprender los símbolos que en él hay escritos. Si me permite un segundo puedo leérselos.
- Oh. Es usted muy amable...
Delante de mi aparece una especie de... ¿Hombre tortuga? acompañado por dos mujeres. Una parece ir vestida con una armadura pesada y lleva un escudo gigantesco. La otra lleva ropas como las dragonas de Dundarak y una espada a la cintura.
Le tiendo al hombre tortuga la nota de la nueva amiga de Leónidas.
- “Eltrant está con nosotros. No bebáis del agua envenenada de los hombres malos”. Esto es... Eltrant se refiere sin duda a Eltrant Tale. Y el agua envenenada... Lo sabía. - Se gira hacia sus acompañantes. - Os había dicho que eso de repartir agua no me daba buena espina. Esta nota esclarece gran parte del asunto.
Sus acompañantes asienten pensantivas. El hombre-tortuga me devuelve la nota.
- Gracias, pequeña, tu nota ha sido de gran utilidad.
- Espere señor, ha nombrado a Eltrant Tale, ¿qué interés tenéis en él?
- Debemos capturar a ese malnacido comedor de bebés y llevarlo a la justicia.
- Oh, de ser así, os acompañaré. Yo también busco a Eltrant para capturarlo, debo interrogarlo sobre unos crímenes cometidos en Sandorai. Soy algo así... Como una enviada especial del bosque.
El pequeño grupo me mira de arriba a abajo, como evaluándome. Manchas de sangre, un cadáver al fondo del callejón y una ardilla negra en un hombro. No debo dar muy buena primera impresión.
- Oh, venga, me lo debéis, si no fuera por mi nunca habríais sabido que Eltrant está en la ciudad y eso del agua rara que habéis dicho.
- La niña tiene un punto... Y nunca vienen mal las manos sanadoras de una elfa. Vale, puedes venir con nosotros....
- Jeannie Fawkes, señor, mucho gusto. - Sonrío al hombre-tortuga y le tiendo la mano.
- Mi nombre es Mand Alor, y estas son Jeremiah Bergström y Clarice Eld.
Me tiende la mano y nos adentramos juntos en la ciudad, camino a esa entrega de agua extraña. Al fin y al cabo hay prioridades, y descubrir una fuente de agua envenenada es más urgente que atrapar a Eltrant. Ese hombre puede esperar, se las arreglará para escapar de la guardia hasta que yo consiga atraparle... Y si no... Solo habrá que rescatarle para capturarle e interrogarle por mi cuenta.
Uno de los callejones da a una plaza, justo cuando vamos a internarnos en ella para llegar al centro de la trifulca. Recuerdo algo y me doy la vuelta.
- Oh, ardillita, casi lo olvido. No quiero que te riñan por perder esto. Anda, corre hacia tu destino. - Sonrío a la ardilla de ciudad y le enrollo de nuevo el papelito.
Mis compañeros se quedaron anonadados viendo como la ardillita se iba corriendo calle abajo. Incluso se dieron una palmada en la cara. Dos personas pasan corriendo por detrás nuestra. Apenas me giro para verlos pasar. Oh, un caballero con capa roja. Qué curioso. Me encojo de hombros y me encamino a la plaza, donde parece haber unos guardias peleando entre ellos. Más envenenados, sin duda...
La plaza era un auténtico caos. Todos peleando entre ellos. Violaciones por cada esquina. Nuestro pequeño grupo de valientes no tiene ninguna oportunidad contra tantos enemigos. Por lo que decidimos volver a los callejones y desde allí ir a investigar los puestos de agua.
- Los puestos no se establecen hasta medio día y media tarde. En estos momentos no debería haber ninguno.
- Ya, pero seguro que guardan suministros en algún lugar cercano a ellos, podemos entrar en una de las guaridas e investigar allí directamente. Entonces esperar a que monten los puestos, y en caso necesario, destruirlos. La prioridad deben ser los ciudadanos. Eltrant Tale puede esperar.
- Dicen que él está detrás de todo esto.
- Mientras esté detrás de todo y no delante, no habrá problema, cuando tengamos delante a Eltrant si no tenemos ningún plan será todo kabooom y chof chof. Y entonces adiós Jeannie y su grupo de valientes.
- Eso no es para nada esperanzador.
- Nada de lo que nos rodea es esperanzador. Salvo Leónidas, mirad qué carita. - Estrujo la carita de Leónidas y le doy un besito en la nariz.
El hombre-tortuga suspira y se gira, encaminándose por los callejones por los que la pareja anterior pasó corriendo. Creo que está empezando a arrepentirse de llevarme con ellos. Lo que no sabe... Es que son ellos los que van conmigo.
-----------------------------
Resumen: encontrados NPC y datos de Eltrant Tale. Nos enfrascamos en la búsqueda del origen del envenenamiento para tratar de detenerlo como prioridad.
"Le dimos una buena paliza a ese dragón violador, ¿eh?"
- No me hace ninguna gracia, pero se lo merecía, desde luego. Aunque no hacía falta que le apuñalases los ojos y le arrancases la lengua de un mordisco.
"Pues yo creo que sí era necesario. Además, tampoco nos hemos manchado tanto..."
Suspiro profundamente. Allá a donde vamos siempre terminamos ensangrentando el pavimento. Esto debería terminar en algún momento. Saco de uno de los bolsillos un pergamino. Eltrant Tale. No recuerdo que tuviera la nariz de esa forma. Además el guardia que me regaló el cartel ha dicho que literalmente Eltrant había sido visto comiendo bebés. Ese hombre está desquiciado, por eso debemos capturarle a toda costa. No podemos dejar suelto a alguien tan sumamente peligroso.
Me siento en el suelo del callejón y me apoyo contra el muro. Guardo el cartel de Eltrant en uno de los bolsillos ocultos de la capa. Estoy a punto de darle un bocado a la galleta cuando Leónidas salta sobre mi.
- Maldita ardilla loca, ¿de dónde has salido tú? Pensé que te habías quedado en Sandorai. - Me mira fijamente.
- Oh, ¿te habías resguardado en uno de los bolsillos porque querías venir? Ay, eres realmente adorable.
De repente salta de mi regazo y se abalanza sobre lo que parece una ardilla de ciudad. Me levanto de un salto y me acerco a ellas.
- ¿Has hecho ya un amigo, Leon?
Me fijo en que la recién llegada ardilla de ciudad lleva algo enrollado sobre el lomo. Lo agarro y desenvuelvo el rollito mientras Leónidas lo entretiene con mordiscos y patadas juguetonas. Miro los caracteres impresos en el pequeño trozo de papel. “Eltrant está con nosotros. No bebáis del agua envenenada de los hombres malos”.
- ...
"..."
- ¿Entiendes algo?
"... No."
Me agacho y le pongo el papel en el hocico a la ardilla de ciudad.
- ¡Explícame ahora mismo qué significa esto!
*Chuick*
- ...
"..."
- ¿Entiendes algo?
"¿Por qué demonios crees que voy a entender más a una ardilla de ciudad que a un trozo de papel escrito por seres racionales?"
- Es que no tengo nada mejor que hacer.
"Eso es... La definición más exacta de lo que llevas haciendo todos estos meses que has dado jamás."
- ¡Oye!
- Disculpe señorita, tal vez nosotros podamos ayudarla a esclarecer el tema con la nota. Por lo que he escuchado no es capaz de comprender los símbolos que en él hay escritos. Si me permite un segundo puedo leérselos.
- Oh. Es usted muy amable...
Delante de mi aparece una especie de... ¿Hombre tortuga? acompañado por dos mujeres. Una parece ir vestida con una armadura pesada y lleva un escudo gigantesco. La otra lleva ropas como las dragonas de Dundarak y una espada a la cintura.
Le tiendo al hombre tortuga la nota de la nueva amiga de Leónidas.
- “Eltrant está con nosotros. No bebáis del agua envenenada de los hombres malos”. Esto es... Eltrant se refiere sin duda a Eltrant Tale. Y el agua envenenada... Lo sabía. - Se gira hacia sus acompañantes. - Os había dicho que eso de repartir agua no me daba buena espina. Esta nota esclarece gran parte del asunto.
Sus acompañantes asienten pensantivas. El hombre-tortuga me devuelve la nota.
- Gracias, pequeña, tu nota ha sido de gran utilidad.
- Espere señor, ha nombrado a Eltrant Tale, ¿qué interés tenéis en él?
- Debemos capturar a ese malnacido comedor de bebés y llevarlo a la justicia.
- Oh, de ser así, os acompañaré. Yo también busco a Eltrant para capturarlo, debo interrogarlo sobre unos crímenes cometidos en Sandorai. Soy algo así... Como una enviada especial del bosque.
El pequeño grupo me mira de arriba a abajo, como evaluándome. Manchas de sangre, un cadáver al fondo del callejón y una ardilla negra en un hombro. No debo dar muy buena primera impresión.
- Oh, venga, me lo debéis, si no fuera por mi nunca habríais sabido que Eltrant está en la ciudad y eso del agua rara que habéis dicho.
- La niña tiene un punto... Y nunca vienen mal las manos sanadoras de una elfa. Vale, puedes venir con nosotros....
- Jeannie Fawkes, señor, mucho gusto. - Sonrío al hombre-tortuga y le tiendo la mano.
- Mi nombre es Mand Alor, y estas son Jeremiah Bergström y Clarice Eld.
Me tiende la mano y nos adentramos juntos en la ciudad, camino a esa entrega de agua extraña. Al fin y al cabo hay prioridades, y descubrir una fuente de agua envenenada es más urgente que atrapar a Eltrant. Ese hombre puede esperar, se las arreglará para escapar de la guardia hasta que yo consiga atraparle... Y si no... Solo habrá que rescatarle para capturarle e interrogarle por mi cuenta.
Uno de los callejones da a una plaza, justo cuando vamos a internarnos en ella para llegar al centro de la trifulca. Recuerdo algo y me doy la vuelta.
- Oh, ardillita, casi lo olvido. No quiero que te riñan por perder esto. Anda, corre hacia tu destino. - Sonrío a la ardilla de ciudad y le enrollo de nuevo el papelito.
Mis compañeros se quedaron anonadados viendo como la ardillita se iba corriendo calle abajo. Incluso se dieron una palmada en la cara. Dos personas pasan corriendo por detrás nuestra. Apenas me giro para verlos pasar. Oh, un caballero con capa roja. Qué curioso. Me encojo de hombros y me encamino a la plaza, donde parece haber unos guardias peleando entre ellos. Más envenenados, sin duda...
La plaza era un auténtico caos. Todos peleando entre ellos. Violaciones por cada esquina. Nuestro pequeño grupo de valientes no tiene ninguna oportunidad contra tantos enemigos. Por lo que decidimos volver a los callejones y desde allí ir a investigar los puestos de agua.
- Los puestos no se establecen hasta medio día y media tarde. En estos momentos no debería haber ninguno.
- Ya, pero seguro que guardan suministros en algún lugar cercano a ellos, podemos entrar en una de las guaridas e investigar allí directamente. Entonces esperar a que monten los puestos, y en caso necesario, destruirlos. La prioridad deben ser los ciudadanos. Eltrant Tale puede esperar.
- Dicen que él está detrás de todo esto.
- Mientras esté detrás de todo y no delante, no habrá problema, cuando tengamos delante a Eltrant si no tenemos ningún plan será todo kabooom y chof chof. Y entonces adiós Jeannie y su grupo de valientes.
- Eso no es para nada esperanzador.
- Nada de lo que nos rodea es esperanzador. Salvo Leónidas, mirad qué carita. - Estrujo la carita de Leónidas y le doy un besito en la nariz.
El hombre-tortuga suspira y se gira, encaminándose por los callejones por los que la pareja anterior pasó corriendo. Creo que está empezando a arrepentirse de llevarme con ellos. Lo que no sabe... Es que son ellos los que van conmigo.
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Resumen: encontrados NPC y datos de Eltrant Tale. Nos enfrascamos en la búsqueda del origen del envenenamiento para tratar de detenerlo como prioridad.
- NPC:
- Jeremiah Bergström Nivel 3 - Paladín - Maestría escudos.
- Jeremiah:
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Clarice Eld Nivel 5 - Caballero dragón Elemento fuego - Maestría espada- Clarice:
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Mand Alor Nivel 3 - Hombre-tortuga - Asesino silencioso - Maestría armas cortas. Sí,es una tortuga ninja.- Mand:
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Irinnil Fawkes
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Re: El significado de la lealtad [Tema 1/3 Evento Captura y Castigo Eltrant]
Un muchacho de cabellos rubios y ojos marrones procedía a dar una última punzada con la pequeña aguja a la criatura en sus manos. El roedor reaccionó al punzante dolor, pero no podía hacer mucho, o quizás de alguna manera comprendía que aquello era hecho por su bien. Quizás.
El gorrión en el hombro izquierdo del chico ladeó su pequeña cabeza en silencio. Ya había pasado la hora en que los gorriones se van a la copa de los árboles a dormir, pero éste seguía despierto.
A escasos metros de distancia una persona completamente fuera de control destrozaba a peñascazos el cráneo de otra, pero al chico poco le importaba. No estaba allí para ser un héroe, ni para meterse en los asuntos de aquella gente loca. Si querían matarse unos a otros, que lo hicieran, siempre que no se metieran con él... o con sus amigos.
Y es que justamente ese era el motivo por el que estaba allí. Había oído los rumores sobre Eltrant y ahora había comprobado que su cara estaba por toda la ciudad. ¿Quién podría, en su sano juicio, culpar a Eltrant de ser un malvado? se había preguntado varias veces, pero allí estaban los carteles. El ratón... el ratón había sido un poco de suerte.
Le había visto siendo atacado por un gato, cuando aún había algo de luz. El felino jugueteaba con su presa, aún sin decidirse a darle el mordisco de gracia. Nada fuera de lo común. Es lo que hacen los gatos, es lo que hacen los ratones... la vida sigue su cruel ciclo cada día y, si Demian fuera a identificarse con un animal, sería más con el gato que con el ratón. Al final, él también ha jugueteado con una presa moribunda. Lo único extraño en el asunto es que el ratón llevaba una nota amarrada.
La curiosidad había podido más y el niño había espantado al felino, quien se había retirado levantando su cola en un vertical perfecto para enseñar su trasero al chico. No podía hacer más, era apenas un gato contra una persona. Seguro la visión de tan desconcertante imagen enseñaría al humano la lección.
Una vez hecho con el mensaje, no se necesitaba mucho poder de deducción para saber que donde fuera que ese ratón dirigiera sus pasos iba a poder dar con pistas sobre el paradero de su antiguo aliado.
En ese momento había decidido usar sus ilusiones para cambiar el color de su cabello y la apariencia de su rostro.
Por fin sus conocimientos de medicina(1) parecían dar frutos. Aunque no era una persona, al final muchos de los mismos criterios se aplicaban y el roedor parecía recuperar sus sentidos. No estaba en perfectas condiciones, pero algún instinto le llevaba a moverse.
Demian le dejó en el piso y se apartó de su camino, dejando que la criatura caminara hacia fuera cual fuera su objetivo. El chico comenzó a seguirle.
* * *
Podría decirse que su boca le costaría caro.
La guerrera no había hecho el más mínimo esfuerzo en ocultar su odio por Eltrant. No había tomado uno de los carteles y lo enarbolaba como bandera, sino que también pregonaba los males de aquel hombre y llamaba a los civiles a dar información de su paradero.
El chico tenía como objetivo seguir al ratón hacia donde fuera su destino, pero se vio obligado a hacer una parada. Y allí estaba, agazapado en un callejón, oculto en las sombras, mientras tendía sus redes como una araña.
Lo primero había sido crear la ilusión de una niña de cabellos verdes que la miraba fijamente para luego adentrarse en un callejón. Como al principio no había tenido el efecto esperado, lo había repetido un poco más adelante, procurando que fuera aún más rara en su comportamiento.
Finalmente lograba lo que quería. La paladina, extrañada, se adentraba en la oscuridad, deseosa de saber qué buscaba aquella extraña muchacha. Entonces Demian aplicó la segunda parte de su plan.
La ilusión consistió en un grupo de arañas que se le subía por la pierna y caminaba hasta meterse por su su coraza. La mujer, pillada por sorpresa, dio un par de saltos en su desesperación y no tuvo más remedio que desabrochar las correas que mantenían el metal en su lugar. Era la señal que el chico estaba esperando.
La daga entró limpiamente entre las costillas, cortando de manera lateral para desgarrar cualquier órgano que allí se encontrara. La mujer tuvo el vigor suficiente para girarse y dar un golpe al chico que tenía a sus espaldas, pero éste no tuvo la fuerza esperada.
El chico acusó recibo y retrocedió, sobando la zona de su hombro, mientras miraba a la mujer apoyarse en una muralla. Ella sacó de tripas corazón y se impulsó con las piernas para tratar de atrapar al muchacho, pero él no se quedó dieto. Dando un paso al costado, logró esquivar el agarre y dio un corte en el cuello de ella. No era muy profundo, mas bastaba para limitar sus posibilidades de gritar. A partir de ese instante, Demian se transformó en el gato que había visto antes, jugueteando con su víctima, dándole cortes rápidos y retrocediendo antes de que pudiera herirle de vuelta.
El juego no duró mucho, para aburrimiento del chico. La primera puñalada había sido de penetración letal y tanto su costado como el interior de sus pulmones se llenaban de sangre. Demian sabía que tardaría otro tanto en morir del todo, en una agonía lamentable, dolorosa... inhumana. Le daba igual, se lo había ganado, no le concedería la piedad de un golpe de gracia, sólo se aseguró de herirle las cuerdas vocales para que no pudiera gritar ni hablar.
Se giró y comenzó a buscar al roedor, que se perdía en la distancia.
* * *
¿Una tortuga buscaba a Eltrant?
Si daba fe a lo que había oído comentar a esas personas, el que hubiera sido su camarada en aventuras pasadas se buscaba los enemigos más extraños. Por lo visto ese ser, junto a dos mujeres, se habían paseado por la ciudad buscando pistas para dar con el paradero del barbón y habían dado que comentar.
De todas maneras, el chico no tenía en mente por ahora perseguir a nadie (nadie que midiera más de 15 centímetros, al menos). Su objetivo era dar con Eltrant y para ello tenía que seguir al ratón. Iba a tener que dejar pasar esa pista, no podía perder tiempo en ello. A fin de cuentas, ese grupo no era ni de cerca el único que andaba tras lo mismo.
Pronto escucharía de otros grupos más, la ciudad completa parecía querer su cabeza por un asunto de un agua envenenada.
* * *
La pequeña criatura llegaba apenas a su destino y Demian iba poco más atrás. Del refugio salieron un par de personajes a los que el chico estudió desde las sombras. Eran bastante pintorescos, por decir lo menos. Uno era una especie de minotauro con apariencia de pocos amigos, otro un hombre musculoso con partes cibernéticas y un tercero era un chico con apariencia de comadreja. El conjunto lo cerraba una mujer bastante normal, en comparación a los otros.
Escuchó sobre Christian Bracknell y el nombre sonó una campanilla en su memoria. Se había cruzado con él en la ciudad subterránea de Ámbar, pero entonces había estado más o menos del mismo lado. No había tenido oportunidad de interactuar mucho con él, mas no le parecía, en principio, alguien malvado. De todas maneras, si estaba contra Eltrant, pasaba automáticamente a ser su enemigo.
–Saludos –dijo de pronto, apareciendo frente al variopinto grupo.
Si bien hubo un sobresalto inicial, pronto vieron que se trataba de un niño, por lo que no iniciaron hostilidades. Aún así, se quedaron en silencio y miraron con desconfianza.
–Busco a Eltrant Tale y creo que ustedes pueden ayudarme a dar c-c-con él –añadió con una sonrisa.
Por supuesto, aquello sí produjo que el grupo avanzara hacia él con intenciones poco amistosas. Toda la ciudad buscaba al barbudo héroe, pero nadie lo relacionaba directamente con ellos.
–Señor Demian, no parecen tener intenciones de ayudar –dijo el pequeño mecánico que acompañaba al chico, Artyhom.
¡Tweet!, trinó Chispa.
–¿Se puede saber para qué lo buscas? –inquirió el minotauro.
–Soy su amigo –continuó el chico, mostrando sus manos vacías (mientras sus dagas estaban convenientemente cubiertas por ilusiones)–, he viajado para ay-y-yudarle. He visto que tienen su imagen por toda la ciudad y, francamente, no me lo imagino ni siquiera matando una rata si no es por salvar a otros, así que todo debe ser una mentira. Oh, y hablando de ratas... yo le salvé la vida a esa mensajera.
El más joven del grupo tomó al pequeño roedor y le revisó.
–Sí... alguien le ha hecho curaciones –dijo acariciándole.
–No q-quiero hacer daño, en serio –insistió Demian–. No a quienes estén del lado de Elt, al menos.
Entonces ocurrió lo que nadie esperaba.
Kano, el hombre de las partes metálicas, quitaba al roedor de las manos del chico comadreja y, a vista y paciencia de todos, lo apretaba hasta partirlo en dos. Las caras de sorpresa, asco y enojo se propagaron por el grupo.
–¡Whoa! ¿pero qué...? –exclamó confundido el chico.
El asunto no terminó allí. El hombre respiraba extraño, sus ojos se tornaban erráticos y sus músculos se hinchaban.
–Vale, vale, que no he querido molestarlos, yo...
No pudo terminar la frase. Kano se le lanzaba con furia y Demian apenas pudo esquivar un golpe directo a la cara. No tuvo la misma suerte con la patada a su muslo. Para defenderse, una daga pareció salir de la nada a su mano y le confirió un corte en el pecho al hombre, que no logró siquiera hacerle detenerse.
–Si quieren me voy, yo... ¡whoa!
El hombre seguía atacando y Demian realizaba verdaderas piruetas para evitar convertirse en una bolsa de arena para él. Entonces una mano intervino para ayudarle. Se trataba del minotauro.
–¿Qué le has hecho a Kano, niño? –preguntó.
–¿Yo?, pero si él se ha puesto como loco.
–El... ¿acaso Kano bebió del agua?
Nadie tenía la respuesta en ese momento ni el tiempo para averiguarla. Kano mostraba ser muy fuerte y, dado que intentaba causar daño real, mientras los demás querían evitar responder de la misma manera, el asunto se complicaba.
Demian dio un par de pasos atrás y concentró su magia. En torno a sus manos flotaron lo que parecían fantasmas que se mezclaban para tornarse en fuegos azulinos. El Éter respondía a su llamado y pronto las llamas se pegaban al cuerpo del cibernético, causándole un intenso dolor(2).
Por mucha ira que tuviera el hombre, el dolor de las llamas logró interrumpirle, dándole tiempo y oportunidad a los demás para intentar doblegarle. No sería tarea fácil.
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(1) Demian ha usado su profesión de Medicina para sanar al ratón.
(2) Demian ha usado su habilidad de nivel 5: Ignis Fatuus, que crea llamas ilusorias capaces de realizar daño psíquico.
(*) En este turno Demian se ha enfrentado con Alder Enelan (nivel 2) para atacarla a matar. Así mismo, Demian he seguido el rastro del roedor para seguirle hasta el refugio Alvin, donde se encuentra con un Kano afectado por las aguas.
Demian
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Re: El significado de la lealtad [Tema 1/3 Evento Captura y Castigo Eltrant]
Horrible. ¿Cómo describe Wilhelmina Harker a la ciudad de los dragones? Horrible. Fría, oscura, nevada, mojada, fría, llena de nieve y ahora, para rematar, los dragones estaban locos.
-Maldito- mascullaba, limpiándose la sangre que le brotaba de la boca. Pasó la lengua, revisando que no le faltara ningún diente, afortunadamente, el coletazo que le acababan de pegar y que la había mandado a volar unos metros por el aire, no le había tumbado ninguna de las preciosas perlas de su boca. Pero sí que le reventó un labio y el azote en la cabeza la había dejado mareada, tambaleándose al ponerse de pie. Apenas pudo esquivar otro coletazo. El dragón rugía furioso, atacándola sin cesar. -¡Para! ¡Maldito!- gritaba, lanzándole piedras con telekinesis. No quería lastimarlo, en serio que no. Ella no había ido a Dundarak a matar dragones locos, estaba allí por sus... ¿amigos? ¿Podría llamar así a Eltrant y a Lyn? Da igual, en definitiva, estaba allí por Lyn, ¡y ella desaprobaría mucho verla matando dragones a diestra y siniestra! ¿Cierto?
¿¡Desde cuándo Mina era piadosa!? Era el efecto de juntarse tanto con ese par. Las malas mañas son las que se contagian primero. Pero ahora solo quería volver junto a la vampiresa y su permanente sonrisa. Una que después de un rato le cansaba al igual que su buena onda y alegría, pero le gustaba tenerla cerca; era una amiga con la cual conversar sin necesidad de ser pretenciosa ni de tener que aparentar nada. Mina había salido por algo de comer, estaba hambrienta. Llevaba unos bollos fritos rellenos con carneojalá de cerdo pero no estaba segura. Llevaba para todos pero en el camino se había comido la mitad y la otra ya la había usado para lanzársela al dragón que ahora la atacaba.
Y también le tenía aprecio a Eltrant. Por eso, escuchar las horribles mentiras que estaban diciendo de él enfurecía a la ilusionista, no solo por ser calumnias de las más grandes, sino porque seguro afectaban a su linda Lyn. -Ella está muy triste y necesita consuelo, el apoyo que su mejor amiga de la vida tiene que darle- decía la bruja, contándole de sus preocupaciones al dragón que la atacaba -¡Necesita a su amiga con urgencia junto a ella! ¡Déjame ir!- exclamó mientras giraba en el aire tras dar un acrobático salto, esquivando un zarpazo del dragón. -Estoy segura que sabes a lo que me refiero... seguro tendrás tus amigos dragones locos- conversaba, mientras lanzaba cuchillas ilusorias que atravesaban el cuerpo del dragón, haciéndolo chillar de dolor. No existía daño real en él, todo estaba en su mente[1].
Aparentemente esa lagartija sobredimensionada no tenía facultades de ningún elemento, se había limitado a los ataques físicos y eso hizo muy feliz a Mina. Bueno, feliz... así como feliz de la vida, no. Pero, vamos, en lugar de estar esquivando coletazos y zarpazos, podía estar sorteando aliento de fuego, una lluvia de piedras, ráfagas cortantes, un ataque de rayos, géisers de agua hirviendo. Así que viendo las circunstancias, sí, estaba dichosa.
-¡Ya, mini Lazid ¡Quédate quieto!- ordenó la ilusionista, enfadada, creando una ilusión de un animal idéntico al que la atacaba, que imitaba los movimientos del mismo. Aquello distrajo a su atacante lo suficiente como para que la mujer se lograra escabullir entre sus patas.
A toda prisa, corrió hacia donde habían quedado de encontrarse, pero no estaban allí. ¿Cómo se habían podido ir sin ella? Mina no conocía la ciudad... -¿Seguro que era aquí?- se preguntó, mirando para todos lados. Genial, se había perdido. Por un instante se angustió pues no tenía forma de saber dónde estaban ni de guiarlos hasta ella. -Un momento- se detuvo abruptamente la bruja -¡Claro que pueden saber dónde estoy!- exclamó, chasqueando los dedos. Agarró bien su incómoda capa y, usando unas cajas arrumbadas en un rincón, trepó hasta el techo de una de las casas adyacentes. Desde allí, proyectó la imagen de una gorgona que señalaba hacia un alto campanario que estaba cerca de donde ella se encontraba. Esperaba que Lyn o Eltrant estuvieran mirando las estrellas en ese momento y recordaran que las gorgonas eran su animal favorito.
______
[1] Uso de habilidad de nivel 1, Armas de maná.
-Maldito- mascullaba, limpiándose la sangre que le brotaba de la boca. Pasó la lengua, revisando que no le faltara ningún diente, afortunadamente, el coletazo que le acababan de pegar y que la había mandado a volar unos metros por el aire, no le había tumbado ninguna de las preciosas perlas de su boca. Pero sí que le reventó un labio y el azote en la cabeza la había dejado mareada, tambaleándose al ponerse de pie. Apenas pudo esquivar otro coletazo. El dragón rugía furioso, atacándola sin cesar. -¡Para! ¡Maldito!- gritaba, lanzándole piedras con telekinesis. No quería lastimarlo, en serio que no. Ella no había ido a Dundarak a matar dragones locos, estaba allí por sus... ¿amigos? ¿Podría llamar así a Eltrant y a Lyn? Da igual, en definitiva, estaba allí por Lyn, ¡y ella desaprobaría mucho verla matando dragones a diestra y siniestra! ¿Cierto?
¿¡Desde cuándo Mina era piadosa!? Era el efecto de juntarse tanto con ese par. Las malas mañas son las que se contagian primero. Pero ahora solo quería volver junto a la vampiresa y su permanente sonrisa. Una que después de un rato le cansaba al igual que su buena onda y alegría, pero le gustaba tenerla cerca; era una amiga con la cual conversar sin necesidad de ser pretenciosa ni de tener que aparentar nada. Mina había salido por algo de comer, estaba hambrienta. Llevaba unos bollos fritos rellenos con carne
Y también le tenía aprecio a Eltrant. Por eso, escuchar las horribles mentiras que estaban diciendo de él enfurecía a la ilusionista, no solo por ser calumnias de las más grandes, sino porque seguro afectaban a su linda Lyn. -Ella está muy triste y necesita consuelo, el apoyo que su mejor amiga de la vida tiene que darle- decía la bruja, contándole de sus preocupaciones al dragón que la atacaba -¡Necesita a su amiga con urgencia junto a ella! ¡Déjame ir!- exclamó mientras giraba en el aire tras dar un acrobático salto, esquivando un zarpazo del dragón. -Estoy segura que sabes a lo que me refiero... seguro tendrás tus amigos dragones locos- conversaba, mientras lanzaba cuchillas ilusorias que atravesaban el cuerpo del dragón, haciéndolo chillar de dolor. No existía daño real en él, todo estaba en su mente[1].
Aparentemente esa lagartija sobredimensionada no tenía facultades de ningún elemento, se había limitado a los ataques físicos y eso hizo muy feliz a Mina. Bueno, feliz... así como feliz de la vida, no. Pero, vamos, en lugar de estar esquivando coletazos y zarpazos, podía estar sorteando aliento de fuego, una lluvia de piedras, ráfagas cortantes, un ataque de rayos, géisers de agua hirviendo. Así que viendo las circunstancias, sí, estaba dichosa.
-¡Ya, mini Lazid ¡Quédate quieto!- ordenó la ilusionista, enfadada, creando una ilusión de un animal idéntico al que la atacaba, que imitaba los movimientos del mismo. Aquello distrajo a su atacante lo suficiente como para que la mujer se lograra escabullir entre sus patas.
A toda prisa, corrió hacia donde habían quedado de encontrarse, pero no estaban allí. ¿Cómo se habían podido ir sin ella? Mina no conocía la ciudad... -¿Seguro que era aquí?- se preguntó, mirando para todos lados. Genial, se había perdido. Por un instante se angustió pues no tenía forma de saber dónde estaban ni de guiarlos hasta ella. -Un momento- se detuvo abruptamente la bruja -¡Claro que pueden saber dónde estoy!- exclamó, chasqueando los dedos. Agarró bien su incómoda capa y, usando unas cajas arrumbadas en un rincón, trepó hasta el techo de una de las casas adyacentes. Desde allí, proyectó la imagen de una gorgona que señalaba hacia un alto campanario que estaba cerca de donde ella se encontraba. Esperaba que Lyn o Eltrant estuvieran mirando las estrellas en ese momento y recordaran que las gorgonas eran su animal favorito.
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[1] Uso de habilidad de nivel 1, Armas de maná.
Última edición por Mina Harker el Vie Nov 23 2018, 20:00, editado 2 veces
Mina Harker
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Re: El significado de la lealtad [Tema 1/3 Evento Captura y Castigo Eltrant]
¡Menos mal que la guardia, en una labor encomiable, estaba repartiendo agua! El miedo y la paranoia se sentían en Dundarak; con razón, pues nadie quería arriesgarse al envenenamiento. La alta presencia de la guardia había tranquilizado un poco el ambiente, y sólo el agua que repartían podía considerarse segura.
Desgraciadamente para Taliesin, en el punto de distribución en la que estaba él se negaron a ayudar a cualquiera que no fuera un residente de Dundarak. Una acalorada discusión con el guardia responsable no llevó a nada, y el vampiro ya había comenzado a alejarse, enfadado, cuando una dragona le tocó el brazo y le hizo un gesto para que esperara.
Al poco tiempo volvió con agua, la dividió en dos recipientes y le ofreció una parte al vampiro. Taliesin quiso invitarla a cenar para agradecérselo, pero en ese momento nadie comía nada que no hubiera preparado con sus propias manos. La buena intención quedó en nada y fue la dragona quien terminó por compartir no sólo su agua, sino también su comida, habiendo invitado a Taliesin a su casa. Así averiguó que su anfitriona se llamaba Acyloin, miembro de los monjes dragón.
- Puedo pasar días sin comida ni agua - le había dicho, negándose a aceptar el dinero que Taliesin había ofrecido -. Y no querría que te llevaras una falsa impresión de nuestra hospitalidad. Estos son tiempos difíciles.
- De veras te lo agradezco. ¿Y todo esto se debe a Eltrant Tale?
- Así es. Dicen haberlo visto en la ciudad. Si es así no durará mucho: hay guardias en cada calle y nosotros ya nos hemos memorizado su cara - sonrió; era imposible no conocer a Eltrant con tantos carteles con su rostro en las esquinas -. En unos pocos días lo habrán capturado y esto habrá terminado. Es cuestión de paciencia.
No había más que mirar a Acyloin para saber que se trataba de una persona paciente y tranquila, como correspondía a un monje. Cada uno de sus movimientos era intencionado, preciso y elegante, pero también contenía fuerza y decisión. Taliesin se encontraba impresionado.
- Conozco a Eltrant - admitió sin poder evitarlo -. No parecía el tipo de persona que envenena a otros ciudadanos. Y no con algo como la Euforia.
A esto Acyloin no respondió.
Ya había concluido la cena y Taliesin estaba a punto de irse cuando escucharon un estruendo en el exterior. Acyloin frunció los labios, único gesto externo que dio a entender que sospechaba lo que estaba pasando, y corrió a la puerta. Fuera un dragón arremetía contra otro con una violencia asesina, y el choque de garras y escamas retumbaba en las calles. De un momento al siguiente Acyloin se transformó y se interpuso, esforzándose en reducir a un dragón y luego a otro a base de pura fuerza física.
Taliesin vio todo esto horrorizado. Los ojos de los dragones tenían el brillo propio de un animal colérico, sin que se advirtiera en ellos capacidad de raciocinio, y sus escamas parecían enfermas, corroídas. ¿Era esto lo que ocurría a los que caían bajo los efectos de la euforia? De la siguiente calle escuchó otro rugido y temió que éste no sería un caso aislado. Mientras Acyloin aún se enfrentaba a aquellas dos bestias, el vampiro sacó de su bolsa la escultura de un pequeño dragón. Lo lanzó al aire y la madera se dilató; las alas crujieron al despegarse y batieron para alzar al pequeño dragón hacia las alturas. A través de sus ojos Taliesin vio lo que estaba ocurriendo[1]: la ciudad estaba repleta de casos como aquel, de dragones fuera de control.
- ¡Está pasando por toda la ciudad! - gritó. Acyloin lo miró, pero en su forma dragón no podía contestar. Skatha respiró profundamente y continuó hablando para sí -. Pero eso es imposible... El agua – sintió que su corazón se saltaba un latido -... El agua que repartía la guardia...
La mente de Taliesin empezó a funcionar a mil por hora, y tuvo que hacer un gran esfuerzo por controlarlo. Calma. Aún tenía la escultura de dragón; a través de sus ojos transcurrían diversas escenas de violencia y descontrol. Buscó y encontró a miembros de la guardia; estaban luchando contra alguien, pero no pudo distinguir de quién se trataba.
Al mismo tiempo, de sus bolsillos sacó un papel y un lápiz que siempre llevaba encima. “A mi hija Irina: te quiero, y lamento que este papel haya llegado a tus manos”, escribió, y unas pocas frases más. Sabía que la flor de Nirana podía ser mortal y no quería arriesgarse a no dejar un mensaje. “Es posible que esto no sea necesario”, se recordó, para calmarse. Después de todo, se encontraba bien, normal. “Seguro que no he tomado euforia” intentó convencerse. Guardó el papel en un bolsillo de su camisa
A través de los ojos del dragón vio una gorgona, cerca de la cual reconoció a Wilhelmina Harker. La bruja estaba en pie sobre un tejado; la gorgona era claramente una seña, pero Taliesin no sabía para qué. Frente a él, Acyloin había dejado inconscientes a los dos dragones y le miraba intensamente, como esperando que le esclareciera qué estaba pasando. Pero Skatha se encontraba igual de perdido, y su única referencia en aquel momento era Eltrant, el más que posible culpable del envenenamiento. Habría querido encontrarlo y exigirle explicaciones, y por ello seguía sobrevolando la ciudad con la escultura de dragón, buscándolo. Se concentró en la zona en la que antes había visto a la guardia pelear.
Pero a falta de dar con él, sí reconocía a Wilhelmina, por lo que corrió hacia allá. Acyloin, al menos de momento, estaba con él.
----
[1] Uso de objeto master: Escultura de pequeño dragón.
Interactúo con Acyloin, monje dragona maldita por la flor de Nirana. La maldición está latente y puede despertar desde ya (si otro usuario quiere hacerlo en su post), o lo hará en mi siguiente post.
Desgraciadamente para Taliesin, en el punto de distribución en la que estaba él se negaron a ayudar a cualquiera que no fuera un residente de Dundarak. Una acalorada discusión con el guardia responsable no llevó a nada, y el vampiro ya había comenzado a alejarse, enfadado, cuando una dragona le tocó el brazo y le hizo un gesto para que esperara.
Al poco tiempo volvió con agua, la dividió en dos recipientes y le ofreció una parte al vampiro. Taliesin quiso invitarla a cenar para agradecérselo, pero en ese momento nadie comía nada que no hubiera preparado con sus propias manos. La buena intención quedó en nada y fue la dragona quien terminó por compartir no sólo su agua, sino también su comida, habiendo invitado a Taliesin a su casa. Así averiguó que su anfitriona se llamaba Acyloin, miembro de los monjes dragón.
- Puedo pasar días sin comida ni agua - le había dicho, negándose a aceptar el dinero que Taliesin había ofrecido -. Y no querría que te llevaras una falsa impresión de nuestra hospitalidad. Estos son tiempos difíciles.
- De veras te lo agradezco. ¿Y todo esto se debe a Eltrant Tale?
- Así es. Dicen haberlo visto en la ciudad. Si es así no durará mucho: hay guardias en cada calle y nosotros ya nos hemos memorizado su cara - sonrió; era imposible no conocer a Eltrant con tantos carteles con su rostro en las esquinas -. En unos pocos días lo habrán capturado y esto habrá terminado. Es cuestión de paciencia.
No había más que mirar a Acyloin para saber que se trataba de una persona paciente y tranquila, como correspondía a un monje. Cada uno de sus movimientos era intencionado, preciso y elegante, pero también contenía fuerza y decisión. Taliesin se encontraba impresionado.
- Conozco a Eltrant - admitió sin poder evitarlo -. No parecía el tipo de persona que envenena a otros ciudadanos. Y no con algo como la Euforia.
A esto Acyloin no respondió.
Ya había concluido la cena y Taliesin estaba a punto de irse cuando escucharon un estruendo en el exterior. Acyloin frunció los labios, único gesto externo que dio a entender que sospechaba lo que estaba pasando, y corrió a la puerta. Fuera un dragón arremetía contra otro con una violencia asesina, y el choque de garras y escamas retumbaba en las calles. De un momento al siguiente Acyloin se transformó y se interpuso, esforzándose en reducir a un dragón y luego a otro a base de pura fuerza física.
Taliesin vio todo esto horrorizado. Los ojos de los dragones tenían el brillo propio de un animal colérico, sin que se advirtiera en ellos capacidad de raciocinio, y sus escamas parecían enfermas, corroídas. ¿Era esto lo que ocurría a los que caían bajo los efectos de la euforia? De la siguiente calle escuchó otro rugido y temió que éste no sería un caso aislado. Mientras Acyloin aún se enfrentaba a aquellas dos bestias, el vampiro sacó de su bolsa la escultura de un pequeño dragón. Lo lanzó al aire y la madera se dilató; las alas crujieron al despegarse y batieron para alzar al pequeño dragón hacia las alturas. A través de sus ojos Taliesin vio lo que estaba ocurriendo[1]: la ciudad estaba repleta de casos como aquel, de dragones fuera de control.
- ¡Está pasando por toda la ciudad! - gritó. Acyloin lo miró, pero en su forma dragón no podía contestar. Skatha respiró profundamente y continuó hablando para sí -. Pero eso es imposible... El agua – sintió que su corazón se saltaba un latido -... El agua que repartía la guardia...
La mente de Taliesin empezó a funcionar a mil por hora, y tuvo que hacer un gran esfuerzo por controlarlo. Calma. Aún tenía la escultura de dragón; a través de sus ojos transcurrían diversas escenas de violencia y descontrol. Buscó y encontró a miembros de la guardia; estaban luchando contra alguien, pero no pudo distinguir de quién se trataba.
Al mismo tiempo, de sus bolsillos sacó un papel y un lápiz que siempre llevaba encima. “A mi hija Irina: te quiero, y lamento que este papel haya llegado a tus manos”, escribió, y unas pocas frases más. Sabía que la flor de Nirana podía ser mortal y no quería arriesgarse a no dejar un mensaje. “Es posible que esto no sea necesario”, se recordó, para calmarse. Después de todo, se encontraba bien, normal. “Seguro que no he tomado euforia” intentó convencerse. Guardó el papel en un bolsillo de su camisa
A través de los ojos del dragón vio una gorgona, cerca de la cual reconoció a Wilhelmina Harker. La bruja estaba en pie sobre un tejado; la gorgona era claramente una seña, pero Taliesin no sabía para qué. Frente a él, Acyloin había dejado inconscientes a los dos dragones y le miraba intensamente, como esperando que le esclareciera qué estaba pasando. Pero Skatha se encontraba igual de perdido, y su única referencia en aquel momento era Eltrant, el más que posible culpable del envenenamiento. Habría querido encontrarlo y exigirle explicaciones, y por ello seguía sobrevolando la ciudad con la escultura de dragón, buscándolo. Se concentró en la zona en la que antes había visto a la guardia pelear.
Pero a falta de dar con él, sí reconocía a Wilhelmina, por lo que corrió hacia allá. Acyloin, al menos de momento, estaba con él.
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[1] Uso de objeto master: Escultura de pequeño dragón.
Interactúo con Acyloin, monje dragona maldita por la flor de Nirana. La maldición está latente y puede despertar desde ya (si otro usuario quiere hacerlo en su post), o lo hará en mi siguiente post.
Taliesin Skatha
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Re: El significado de la lealtad [Tema 1/3 Evento Captura y Castigo Eltrant]
Tres callejones, cuatro… para cuando llegaron al quinto Eltrant se vio obligado a apoyarse en la pared de lo que parecía ser un almacén abandonado, respirando con dificultad se quitó el yelmo y lo colgó de su cinturón.
- Espera… - Hizo una seña a Lyn para que se detuviese. – Espera un segundo. – Miró tras de sí, debían de haber dejado a la mayor parte de los guardas en la plaza, peleando contra la sombra que Lyn había convocado.
Si bien no se habían encontrado con demasiadas personas para hasta llegar allí, sí que había tenido que lidiar con varios dragones malditos a los que se había visto obligado a dejar fuera de combate para que no se matasen entre ellos.
- ¿Estás…? – Eltrant se llevó la mano hasta el oído izquierdo sin responder. - ¿Estás bien? - Sangraba, tampoco oía gran cosa de lo que le decían si se ponían a su izquierda; el golpe que le había dado aquel cibernético había sido más fuerte de lo que había imaginado.
¿Qué clase de gente estaban mandando en su busca?
- Estoy bien… - dijo finalmente, cuando notó, por los movimientos de su amiga que esta le había hablado.
Sin añadir nada más, se quitó parte del deformado guantelete de metal que cubría su brazo izquierdo, desvelando el de cuero, el mágico, que llevaba bajo él.
– El tatuaje ayuda… algo. – Aseveró levantando el brazo y señalando el lugar en el que ahora no había metal, abriendo y cerrado, al mismo tiempo, la mano de forma intermitente; el calor de la cadena había bastado para producirle quemaduras en la palma.
Lyn se mordió el labio inferior y, tras unos segundos de visible indecisión, asintió.
Eltrant se separó de la pared y se quitó las partes de su armadura que o bien por el calor del látigo o bien por los golpes que había recibido, habían quedado dobladas hasta el punto de ralentizar considerablemente todo movimiento que hacía.
Una vez hubo terminado de aquello, respiró profundamente, permitiendo a la magia del tatuaje rúnico hacer su trabajo y estiró ambos brazos por encima de su cabeza, o lo intentó al menos. Poco a poco, pero de forma constante, se estaba curando.
Se giró hacía Lyn y la siguió hasta el final de aquel callejón.
- ¿Ves algo? – Preguntó Eltrant, tratando de vislumbrar algo entre la oscuridad.
- Tres… personas están tratando de acorralar a una pareja. – Eltrant frunció el ceño y avanzó un par de pasos, lo suficiente como para poder ver la escena que Lyn acababa de describir. – Tiene pinta de… - Atravesando a su amiga, Eltrant salió del callejón. – ¡No sabes cuanta rabia me da eso! – Masculló Lyn tras él, sin levantar demasiado la voz.
No podía dejar que aquellas personas se convirtiesen en asesinas, que el Hombre Muerto matase a todos los inocentes de Dundarak por algún extraño capricho. Todavía recordaba parte del discurso que el viejo dio. ¿Qué tenía que ver toda la muerte que tenía a su alrededor con el “amor” que el Hombre Muerto decía repartir? La urbe ya había tenido más que tenía suficiente con haber sido el núcleo de la plaga, con tener una gigantesca pirámide maldita a las puertas.
No iba a permitir que sus gentes se matasen entre ellas.
- ¡Que sea rápido, Mortal! – Advirtió Lyn a su espalda, la vampiresa había bajado la mirada hasta las sombras que tenía a sus pies. – Ya han terminado con la distracción – Eso era lo único que Eltrant necesitaba saber.
Tenía que solucionar aquello rápido.
Sujetó al tipo flacucho del cuchillo por el cuello de la camisa, por su espalda. Era el que estaba más atrás, el que gritaba y lanzaba cortes al aire mientras los otros dos pateaban a la pareja que, en el suelo, se protegían el uno al otro como buenamente podían.
Tensó la mandíbula y lanzó al tipo a un lado, este no fue capaz de oponer demasiada resistencia, de un fuerte puntapié en la cara se aseguró de que no volvía a levantarse.
Los otros asaltantes se giraron sobre sí mismos y gritaron algo que Eltrant no distinguió, no supo si era algún tipo de dialecto norteño o si, realmente, estaban tan fuera de sus cabales que no eran capaces de articular palabras con sentido.
El castaño se limitó a avanzar y sujetar al primer maldito que le alcanzó para, antes de que este pudiese atizarle con la gruesa porra que portaba, propinarle un fuerte puñetazo en la cara. Aquel hombre carecía de la resistencia de la caballero dragón a la que había golpeado antes y, tras gritar lo que Eltrant creyó un insulto en su lengua natal, perdió el conocimiento.
Finalmente, solo quedaba un tipo presa de sus sentimientos más primarios, uno al que Eltrant se encargó de despachar con tanta facilidad como los otros dos. Solo eran ciudadanos sin capacidad de razonar, no era muy difícil encararlos.
- Marchaos. – Se acercó a la pareja que, aterrada, miraba con los ojos muy abiertos a Eltrant, aun sin levantarse.
- Tú eres el de los… quien ha hecho... –
Tomó al hombre de un brazo y le obligó a levantarse, este se resistió un poco, pero no lo suficiente para poder imponerse ante Eltrant; después hizo lo mismo con la mujer.
Estaban demasiados asustados para moverse, para marcharse de allí. Tenía que obligarles.
- Id a un lugar seguro y cerrar las puertas. – Dijo señalándoles con el dedo índice. – No abráis a nadie. – Les dijo severamente a continuación. – Tampoco bebáis el agua que reparten los guardias. – Advirtió al final.
La pareja, aun con una evidente expresión de miedo y confusión en sus rostros, asentía a todo lo que decía Eltrant sin protestar demasiado.
¿Por qué tenía la sensación que no le estaban escuchando siquiera?
- ¡Mortal! – Los guardias se acercaban, Eltrant no se entretuvo más y dejó a la pareja a solas, se internó en otra callejuela más tras Lyn.
Solo quedaban tres calles más.
- ¡Ahí está! –
Una tabla destartalada cubierta con lo que, a ojos de cualquiera, era la puerta de una celda oxidada que habían usado como medida de seguridad extra.
Se encontraban frente al refugio Alvin.
Habían tardado lo suyo, pero finalmente habían llegado.
Justo cuando Eltrant depositó su mano sobre el metal de la puerta, se vio obligado a alzar la mirada cuando la figura de una gorgona se apareció en el oscuro firmamento. Enarcó una ceja, ¿Era algún tipo de señal? ¿Un brujo en problemas? No tenía tiempo para lo que fuese, sin hacerle demasiado caso, cerro su mano totalmente en torno al pomo de la puerta y la abrió de par en par.
- ¿Mina? – Lyn aún mantenía la cabeza levantada, mirando fijamente la figura.
Eltrant volvió a alzar la mirada, si recordaba bien las distintas conversaciones que la bruja ilusionista y Lyn habían tenido… aquella criatura era muy significativa para la muchacha.
Entornó los ojos, sin apartar los ojos
- Ve. – dijo Eltrant señalando a la figura, si Mina estaba en la ciudad no estaba a salvo, si de verdad era ella debía de estar haciendo una señal por algo, quizás estuviese en peligro o necesitase ayuda. – Comprueba si es ella. – Le dijo, conocía a Lyn lo suficiente como para saber que no iba a estar tranquila si no iba personalmente. - Si es ella traela aquí, voy a asegurarme mientras de que todo está bien. – La vampiresa asintió y tras cubrirse de sombras, de forma parecida pero a la vez muy distinta de como lo había hecho Gardian, desapareció en la noche.
Eltrant, por su parte, se internó en el refugio.
En el interior del escondite encontró a todos los que había dicho Gardian y, además, a un muchacho que no habría esperado ver aquella noche.
- ¿¡Demian!? – Se alegraba de ver una cara amiga más, toda ayuda era poca dada la situación, no pudo evitar que un deje de preocupación se apoderase de él, después de todo la última vez que lo vio, cuando se enfrentaron a la tarasca, se comportaba de un modo extraño, casi como si le preocupase algo. - ¿¡Que haces tú…!? -
Aun habiendo entrado en la habitación nadie le respondió, nadie se percató, en apariencia, de que Eltrant estaba allí. Kano se encontraba presa de la flor que había convertido a la ciudad en un campo de batalla y todos, incluido Demian, luchaban por mantenerle sujeto.
- ¡Kano! – Eltrant saltó sobre la espalda del cibernético, tratando de usar el peso de su cuerpo para detenerle, como había hecho con Wanda. - ¡Estate quieto! – El bio comenzó a revolverse, Eltrant hizo aún más fuerza para tratar de conseguirlo, recibiendo solamente varios codazos en la cara. - ¡Por todos los dioses! – Eltrant seguirá recibiendo codazos en la cara, ahora también sangraba por la nariz y se le había abierto una pequeña brecha en la mejilla. - ¿¡Podéis ayudarme a sujetarlo!? - Gol’then entonces, pareció salir del trance en el que se encontraba y se unió al esfuerzo de Eltrant.
Entre ambos consiguieron tumbarlo bocabajo.
- ¡Dadme algo para sujetarle! – Los grilletes los tenía Wanda, y no iba a poderse pasar así toda la noche. - ¡Correas o algo! – No estuvo seguro de quien lo hizo, pero alguien dijo un “¡Ya está!” lo suficientemente alto como para que Eltrant se arriesgarse y soltase a Kano.
Frente a ellos tenían una visión similar a la que habían vivido con Wanda. Suspiró profundamente y se limpió la sangre que tenía en la cara.
- ¿Sabíais lo del agua verdad? – Preguntó a los presentes, preguntándose cómo era posible que tanto Wanda como Kano hubiesen sido contagiados si no habían bebido nada. – Gracias por la ayuda Dem. – dijo despues, sonriendo al muchacho. - ¿Cómo has llegado aquí? ¿Eres parte de los Buscones? –
¡Resumen de mi turno!
Gasto un turno en investigar el refugio Alvin y en contener a Kano, me reuno con Demian y Lyn va en busca de Mina para traerla despues a este refugio.
- Espera… - Hizo una seña a Lyn para que se detuviese. – Espera un segundo. – Miró tras de sí, debían de haber dejado a la mayor parte de los guardas en la plaza, peleando contra la sombra que Lyn había convocado.
Si bien no se habían encontrado con demasiadas personas para hasta llegar allí, sí que había tenido que lidiar con varios dragones malditos a los que se había visto obligado a dejar fuera de combate para que no se matasen entre ellos.
- ¿Estás…? – Eltrant se llevó la mano hasta el oído izquierdo sin responder. - ¿Estás bien? - Sangraba, tampoco oía gran cosa de lo que le decían si se ponían a su izquierda; el golpe que le había dado aquel cibernético había sido más fuerte de lo que había imaginado.
¿Qué clase de gente estaban mandando en su busca?
- Estoy bien… - dijo finalmente, cuando notó, por los movimientos de su amiga que esta le había hablado.
Sin añadir nada más, se quitó parte del deformado guantelete de metal que cubría su brazo izquierdo, desvelando el de cuero, el mágico, que llevaba bajo él.
– El tatuaje ayuda… algo. – Aseveró levantando el brazo y señalando el lugar en el que ahora no había metal, abriendo y cerrado, al mismo tiempo, la mano de forma intermitente; el calor de la cadena había bastado para producirle quemaduras en la palma.
Lyn se mordió el labio inferior y, tras unos segundos de visible indecisión, asintió.
Eltrant se separó de la pared y se quitó las partes de su armadura que o bien por el calor del látigo o bien por los golpes que había recibido, habían quedado dobladas hasta el punto de ralentizar considerablemente todo movimiento que hacía.
Una vez hubo terminado de aquello, respiró profundamente, permitiendo a la magia del tatuaje rúnico hacer su trabajo y estiró ambos brazos por encima de su cabeza, o lo intentó al menos. Poco a poco, pero de forma constante, se estaba curando.
Se giró hacía Lyn y la siguió hasta el final de aquel callejón.
- ¿Ves algo? – Preguntó Eltrant, tratando de vislumbrar algo entre la oscuridad.
- Tres… personas están tratando de acorralar a una pareja. – Eltrant frunció el ceño y avanzó un par de pasos, lo suficiente como para poder ver la escena que Lyn acababa de describir. – Tiene pinta de… - Atravesando a su amiga, Eltrant salió del callejón. – ¡No sabes cuanta rabia me da eso! – Masculló Lyn tras él, sin levantar demasiado la voz.
No podía dejar que aquellas personas se convirtiesen en asesinas, que el Hombre Muerto matase a todos los inocentes de Dundarak por algún extraño capricho. Todavía recordaba parte del discurso que el viejo dio. ¿Qué tenía que ver toda la muerte que tenía a su alrededor con el “amor” que el Hombre Muerto decía repartir? La urbe ya había tenido más que tenía suficiente con haber sido el núcleo de la plaga, con tener una gigantesca pirámide maldita a las puertas.
No iba a permitir que sus gentes se matasen entre ellas.
- ¡Que sea rápido, Mortal! – Advirtió Lyn a su espalda, la vampiresa había bajado la mirada hasta las sombras que tenía a sus pies. – Ya han terminado con la distracción – Eso era lo único que Eltrant necesitaba saber.
Tenía que solucionar aquello rápido.
Sujetó al tipo flacucho del cuchillo por el cuello de la camisa, por su espalda. Era el que estaba más atrás, el que gritaba y lanzaba cortes al aire mientras los otros dos pateaban a la pareja que, en el suelo, se protegían el uno al otro como buenamente podían.
Tensó la mandíbula y lanzó al tipo a un lado, este no fue capaz de oponer demasiada resistencia, de un fuerte puntapié en la cara se aseguró de que no volvía a levantarse.
Los otros asaltantes se giraron sobre sí mismos y gritaron algo que Eltrant no distinguió, no supo si era algún tipo de dialecto norteño o si, realmente, estaban tan fuera de sus cabales que no eran capaces de articular palabras con sentido.
El castaño se limitó a avanzar y sujetar al primer maldito que le alcanzó para, antes de que este pudiese atizarle con la gruesa porra que portaba, propinarle un fuerte puñetazo en la cara. Aquel hombre carecía de la resistencia de la caballero dragón a la que había golpeado antes y, tras gritar lo que Eltrant creyó un insulto en su lengua natal, perdió el conocimiento.
Finalmente, solo quedaba un tipo presa de sus sentimientos más primarios, uno al que Eltrant se encargó de despachar con tanta facilidad como los otros dos. Solo eran ciudadanos sin capacidad de razonar, no era muy difícil encararlos.
- Marchaos. – Se acercó a la pareja que, aterrada, miraba con los ojos muy abiertos a Eltrant, aun sin levantarse.
- Tú eres el de los… quien ha hecho... –
Tomó al hombre de un brazo y le obligó a levantarse, este se resistió un poco, pero no lo suficiente para poder imponerse ante Eltrant; después hizo lo mismo con la mujer.
Estaban demasiados asustados para moverse, para marcharse de allí. Tenía que obligarles.
- Id a un lugar seguro y cerrar las puertas. – Dijo señalándoles con el dedo índice. – No abráis a nadie. – Les dijo severamente a continuación. – Tampoco bebáis el agua que reparten los guardias. – Advirtió al final.
La pareja, aun con una evidente expresión de miedo y confusión en sus rostros, asentía a todo lo que decía Eltrant sin protestar demasiado.
¿Por qué tenía la sensación que no le estaban escuchando siquiera?
- ¡Mortal! – Los guardias se acercaban, Eltrant no se entretuvo más y dejó a la pareja a solas, se internó en otra callejuela más tras Lyn.
Solo quedaban tres calles más.
[…]
- ¡Ahí está! –
Una tabla destartalada cubierta con lo que, a ojos de cualquiera, era la puerta de una celda oxidada que habían usado como medida de seguridad extra.
Se encontraban frente al refugio Alvin.
Habían tardado lo suyo, pero finalmente habían llegado.
Justo cuando Eltrant depositó su mano sobre el metal de la puerta, se vio obligado a alzar la mirada cuando la figura de una gorgona se apareció en el oscuro firmamento. Enarcó una ceja, ¿Era algún tipo de señal? ¿Un brujo en problemas? No tenía tiempo para lo que fuese, sin hacerle demasiado caso, cerro su mano totalmente en torno al pomo de la puerta y la abrió de par en par.
- ¿Mina? – Lyn aún mantenía la cabeza levantada, mirando fijamente la figura.
Eltrant volvió a alzar la mirada, si recordaba bien las distintas conversaciones que la bruja ilusionista y Lyn habían tenido… aquella criatura era muy significativa para la muchacha.
Entornó los ojos, sin apartar los ojos
- Ve. – dijo Eltrant señalando a la figura, si Mina estaba en la ciudad no estaba a salvo, si de verdad era ella debía de estar haciendo una señal por algo, quizás estuviese en peligro o necesitase ayuda. – Comprueba si es ella. – Le dijo, conocía a Lyn lo suficiente como para saber que no iba a estar tranquila si no iba personalmente. - Si es ella traela aquí, voy a asegurarme mientras de que todo está bien. – La vampiresa asintió y tras cubrirse de sombras, de forma parecida pero a la vez muy distinta de como lo había hecho Gardian, desapareció en la noche.
Eltrant, por su parte, se internó en el refugio.
En el interior del escondite encontró a todos los que había dicho Gardian y, además, a un muchacho que no habría esperado ver aquella noche.
- ¿¡Demian!? – Se alegraba de ver una cara amiga más, toda ayuda era poca dada la situación, no pudo evitar que un deje de preocupación se apoderase de él, después de todo la última vez que lo vio, cuando se enfrentaron a la tarasca, se comportaba de un modo extraño, casi como si le preocupase algo. - ¿¡Que haces tú…!? -
Aun habiendo entrado en la habitación nadie le respondió, nadie se percató, en apariencia, de que Eltrant estaba allí. Kano se encontraba presa de la flor que había convertido a la ciudad en un campo de batalla y todos, incluido Demian, luchaban por mantenerle sujeto.
- ¡Kano! – Eltrant saltó sobre la espalda del cibernético, tratando de usar el peso de su cuerpo para detenerle, como había hecho con Wanda. - ¡Estate quieto! – El bio comenzó a revolverse, Eltrant hizo aún más fuerza para tratar de conseguirlo, recibiendo solamente varios codazos en la cara. - ¡Por todos los dioses! – Eltrant seguirá recibiendo codazos en la cara, ahora también sangraba por la nariz y se le había abierto una pequeña brecha en la mejilla. - ¿¡Podéis ayudarme a sujetarlo!? - Gol’then entonces, pareció salir del trance en el que se encontraba y se unió al esfuerzo de Eltrant.
Entre ambos consiguieron tumbarlo bocabajo.
- ¡Dadme algo para sujetarle! – Los grilletes los tenía Wanda, y no iba a poderse pasar así toda la noche. - ¡Correas o algo! – No estuvo seguro de quien lo hizo, pero alguien dijo un “¡Ya está!” lo suficientemente alto como para que Eltrant se arriesgarse y soltase a Kano.
Frente a ellos tenían una visión similar a la que habían vivido con Wanda. Suspiró profundamente y se limpió la sangre que tenía en la cara.
- ¿Sabíais lo del agua verdad? – Preguntó a los presentes, preguntándose cómo era posible que tanto Wanda como Kano hubiesen sido contagiados si no habían bebido nada. – Gracias por la ayuda Dem. – dijo despues, sonriendo al muchacho. - ¿Cómo has llegado aquí? ¿Eres parte de los Buscones? –
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¡Resumen de mi turno!
Gasto un turno en investigar el refugio Alvin y en contener a Kano, me reuno con Demian y Lyn va en busca de Mina para traerla despues a este refugio.
Eltrant Tale
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Re: El significado de la lealtad [Tema 1/3 Evento Captura y Castigo Eltrant]
Cruzamos varias calles siguiendo la guía de Mand. Por el paso decidido del hombre-tortuga deduzco que vamos a algún lugar en concreto.
- Disculpe señor Mand - Me acerco apurando el paso - ¿a dónde nos dirigimos?
- ¿Ya comienza a cansarse jovencita? -Se ríe por lo bajo -No te preocupes, ya casi hemos llegado. Es esa librería de la esquina.
Vaya, una librería. No esperaba que tan pronto me metiesen en más problemas de ese estilo. Parece notar mis dudas.
- Debemos reunir toda la información que podamos acerca de ese veneno que están difundiendo. La librería pertenece a un amigo mío, tiene una buena colección de tomos de temática... - Hace una pequeña pausa, pensando. - Venenosa.
Llegamos al edificio en cuestión, haciendo esquina al final de la calle. Aunque tiene pinta de... Calcinado. Me acerco a la puerta y le doy un empujoncito. Se abre con un leve chirrido.
- Mucho me temo que tal vez hayamos llegado demasiado tarde.
Entramos en la pequeña tienda. El suelo está repleto de hollín y hojas desperdigadas y calcinadas por todas partes. Estanterías tiradas por el suelo totalmente negras. Mand y las demás se desperdigan por la entrada, revisando las esquinas e intentando ver si algo se ha conseguido salvar.
Me asomo detrás del mostrador. Un cuerpo tendido y calcinado también. Leónidas sigue sobre mi hombro, olisqueando y mirándolo todo con curiosidad. Me acerco a los restos. Parece que será imposible averiguar lo que le ha sucedido, parece improbable que no haya intentado huír del fuego. Por lo que o se originó directamente sobre su cuerpo. O lo mataron antes. Tampoco es que sea de mucha ayuda para lo que nos ha traído aquí, pero... Miro hacia Mand. No parece estarle dando mucha importancia a su amigo muerto.
Dejo el cadáver en su sitio y me reúno con los demás en el centro de la sala.
- Rugast tenía una sala secreta en algún lugar de la tienda con sus tomos más preciados. - Nos mira de forma elocuente. - Para sus clientes más selectos.
Clarice saca un farol de mano y lo enciende con una llamita para iluminar la estancia. Nos dispersamos para intentar encontrar algún tipo de ranura o trampilla... Algo.
Vuelvo hacia el mostrador. Pensemos... Miro hacia la puerta. El primero y más sencillo de los escenarios es que los atacantes entraran por la puerta. Al fin y al cabo... ¿Por dónde iban a entrar si no? Es obvio. Me doy unos toquecitos en el labio inferior. Ahora bien, el tendero estaba tras el mostrador. Miro al cadáver, bocabajo en el suelo con los pies dirección a la puerta.
"¿Qué harías si alguien estuviese a punto de quemarte viva y tuvieses una habitación secreta?"
Me quedo pensativa unos segundos.
- ¡Oh! Te refieres a...
Los demás me miran, interrogantes. Ninguno de ellos se había dirigido a mi. Me encojo de hombros. Y vuelvo a mi hilo de pensamientos. Si había sido un ataque sorpresa, con la tienda cerrada, es muy probable que al escuchar los golpes en la puerta el tendero corriera a esconderse en el lugar más seguro que conoce. Las probabilidades de que conociesen su escondrijo no podían ser muy altas, por lo que... Miro de nuevo su postura. Una mano ligeramente alargada, tirado en el suelo con la cabeza en dirección a la pared. Me acerco siguiendo la dirección que tomaría su mano de haber seguido en pie. Y obviamente. Vivo. A juzgar por la dirección y estatura, aquí debería haber algo. Me subo a una silla y reviso uno de los estantes de detrás del mostrador.
Intento mover los libros, pero... Están pegados. Eso sí que es raro, se supone que los libros están hechos para leerlos, no se pueden leer sin abrirlos primero... ¿no? Me apoyo sobre el estante. El tablón cede hacia abajo girando sobre una de las esquinas y la pared se abre por la mitad. Los demás se giran rápidamente en mi dirección, anonadados por el movimiento de la pared.
- ... Estaba planeado.
- Buen trabajo, mi diminuta compañera.
Sonrío. Un momento, ¿diminuta? Suspiro y pasamos a la sala secreta. Mand se dedica a revisar los libros de los estantes uno por uno. Tardaremos una eternidad así... Me siento sobre una de las mesas balanceando los pies al borde. Silbo una vieja canción mientras espero.
Unas horas más tarde me despierta la voz exitosa de Mand.
- ¡Aquí está! Debe ser este el dichoso veneno que esos canallas están empleando para envenenar a toda la población.
Nos muestra el libro. Al menos tiene imágenes. Pues parecen simples rosas, al menos por la forma. El libro no tiene colores, así que podría ser de arcoiris y no lo sabríamos.
- En esta parte, mirad. -Señala el párrafo en cuestión y los tres comienzan a leer. Simulo una tos y carraspeo. -Oh, eh... Vale, escucha. Según pone, el polen se puede emplear como un veneno incoloro e inodoro. Con lo cual será perfecto para diluir en el agua que se le entrega a los habitantes. - Hace una pequeña pausa. -Aunque según esto... Deben trabajar con las orejas tapadas para no caer hechizados.
- Entonces... Tendrán que emplear algún tipo de instalación en la cual preparar las grandes cantidades de veneno que necesitan para toda la ciudad. - Clarice saca un mapa de Dundarak. -Pero, ¿dónde?
- Señor Mand, ¿qué dice acerca del antídoto?
- Tienes razón, pequeña, dame un segundo... - Mand se enfrasca en la lectura para soltar un sonido de frustración. -Falta una página.
Suspiro profundamente. Salimos de la tienda. Todavía sin tener claro el rumbo a seguir. Miro al cielo mientras estiro los músculos y... Aquello es... ¡Un monstruo salido de las entrañas de las más oscuras pesadillas! Señalo al monstruo del cielo y miro a Mand. Asiente y nos encaminamos en la dirección de la gorgona. Aquello solo nos daba más preguntas, toda la noche en esa ciudad estaba siendo tremendamente extraña.
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Off: Vale, en resumen, para quien no quiera leerlo todo, hemos descubierto que el veneno viene de la flor de Nirana y nos encaminamos en dirección a la gorgo-señal.
- Disculpe señor Mand - Me acerco apurando el paso - ¿a dónde nos dirigimos?
- ¿Ya comienza a cansarse jovencita? -Se ríe por lo bajo -No te preocupes, ya casi hemos llegado. Es esa librería de la esquina.
Vaya, una librería. No esperaba que tan pronto me metiesen en más problemas de ese estilo. Parece notar mis dudas.
- Debemos reunir toda la información que podamos acerca de ese veneno que están difundiendo. La librería pertenece a un amigo mío, tiene una buena colección de tomos de temática... - Hace una pequeña pausa, pensando. - Venenosa.
Llegamos al edificio en cuestión, haciendo esquina al final de la calle. Aunque tiene pinta de... Calcinado. Me acerco a la puerta y le doy un empujoncito. Se abre con un leve chirrido.
- Mucho me temo que tal vez hayamos llegado demasiado tarde.
Entramos en la pequeña tienda. El suelo está repleto de hollín y hojas desperdigadas y calcinadas por todas partes. Estanterías tiradas por el suelo totalmente negras. Mand y las demás se desperdigan por la entrada, revisando las esquinas e intentando ver si algo se ha conseguido salvar.
Me asomo detrás del mostrador. Un cuerpo tendido y calcinado también. Leónidas sigue sobre mi hombro, olisqueando y mirándolo todo con curiosidad. Me acerco a los restos. Parece que será imposible averiguar lo que le ha sucedido, parece improbable que no haya intentado huír del fuego. Por lo que o se originó directamente sobre su cuerpo. O lo mataron antes. Tampoco es que sea de mucha ayuda para lo que nos ha traído aquí, pero... Miro hacia Mand. No parece estarle dando mucha importancia a su amigo muerto.
Dejo el cadáver en su sitio y me reúno con los demás en el centro de la sala.
- Rugast tenía una sala secreta en algún lugar de la tienda con sus tomos más preciados. - Nos mira de forma elocuente. - Para sus clientes más selectos.
Clarice saca un farol de mano y lo enciende con una llamita para iluminar la estancia. Nos dispersamos para intentar encontrar algún tipo de ranura o trampilla... Algo.
Vuelvo hacia el mostrador. Pensemos... Miro hacia la puerta. El primero y más sencillo de los escenarios es que los atacantes entraran por la puerta. Al fin y al cabo... ¿Por dónde iban a entrar si no? Es obvio. Me doy unos toquecitos en el labio inferior. Ahora bien, el tendero estaba tras el mostrador. Miro al cadáver, bocabajo en el suelo con los pies dirección a la puerta.
"¿Qué harías si alguien estuviese a punto de quemarte viva y tuvieses una habitación secreta?"
Me quedo pensativa unos segundos.
- ¡Oh! Te refieres a...
Los demás me miran, interrogantes. Ninguno de ellos se había dirigido a mi. Me encojo de hombros. Y vuelvo a mi hilo de pensamientos. Si había sido un ataque sorpresa, con la tienda cerrada, es muy probable que al escuchar los golpes en la puerta el tendero corriera a esconderse en el lugar más seguro que conoce. Las probabilidades de que conociesen su escondrijo no podían ser muy altas, por lo que... Miro de nuevo su postura. Una mano ligeramente alargada, tirado en el suelo con la cabeza en dirección a la pared. Me acerco siguiendo la dirección que tomaría su mano de haber seguido en pie. Y obviamente. Vivo. A juzgar por la dirección y estatura, aquí debería haber algo. Me subo a una silla y reviso uno de los estantes de detrás del mostrador.
Intento mover los libros, pero... Están pegados. Eso sí que es raro, se supone que los libros están hechos para leerlos, no se pueden leer sin abrirlos primero... ¿no? Me apoyo sobre el estante. El tablón cede hacia abajo girando sobre una de las esquinas y la pared se abre por la mitad. Los demás se giran rápidamente en mi dirección, anonadados por el movimiento de la pared.
- ... Estaba planeado.
- Buen trabajo, mi diminuta compañera.
Sonrío. Un momento, ¿diminuta? Suspiro y pasamos a la sala secreta. Mand se dedica a revisar los libros de los estantes uno por uno. Tardaremos una eternidad así... Me siento sobre una de las mesas balanceando los pies al borde. Silbo una vieja canción mientras espero.
Unas horas más tarde me despierta la voz exitosa de Mand.
- ¡Aquí está! Debe ser este el dichoso veneno que esos canallas están empleando para envenenar a toda la población.
Nos muestra el libro. Al menos tiene imágenes. Pues parecen simples rosas, al menos por la forma. El libro no tiene colores, así que podría ser de arcoiris y no lo sabríamos.
- En esta parte, mirad. -Señala el párrafo en cuestión y los tres comienzan a leer. Simulo una tos y carraspeo. -Oh, eh... Vale, escucha. Según pone, el polen se puede emplear como un veneno incoloro e inodoro. Con lo cual será perfecto para diluir en el agua que se le entrega a los habitantes. - Hace una pequeña pausa. -Aunque según esto... Deben trabajar con las orejas tapadas para no caer hechizados.
- Entonces... Tendrán que emplear algún tipo de instalación en la cual preparar las grandes cantidades de veneno que necesitan para toda la ciudad. - Clarice saca un mapa de Dundarak. -Pero, ¿dónde?
- Señor Mand, ¿qué dice acerca del antídoto?
- Tienes razón, pequeña, dame un segundo... - Mand se enfrasca en la lectura para soltar un sonido de frustración. -Falta una página.
Suspiro profundamente. Salimos de la tienda. Todavía sin tener claro el rumbo a seguir. Miro al cielo mientras estiro los músculos y... Aquello es... ¡Un monstruo salido de las entrañas de las más oscuras pesadillas! Señalo al monstruo del cielo y miro a Mand. Asiente y nos encaminamos en la dirección de la gorgona. Aquello solo nos daba más preguntas, toda la noche en esa ciudad estaba siendo tremendamente extraña.
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Off: Vale, en resumen, para quien no quiera leerlo todo, hemos descubierto que el veneno viene de la flor de Nirana y nos encaminamos en dirección a la gorgo-señal.
Irinnil Fawkes
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Re: El significado de la lealtad [Tema 1/3 Evento Captura y Castigo Eltrant]
Demian puso sus manos en la cintura y trató de inflar su pecho cuanto era posible, arriesgando romper una de sus propias costillas.
–Yo no llego, simplemente estoy en todos lados, ¡así somos los héroes! –dice de una manera dramática, marcando cada palabra.
Acto seguido, deja escapar el aire y se pecho pierde volumen. Se genera un pequeño silencio y Artyhom mira a su alrededor buscando una explicación. Algo no computa en lo que acaba ver hacer a su joven dueño, pero no es capaz de articular exactamente qué ha pasado.
–La semana pasada estábamos exactamente en--
Artyhom intenta dar una explicación coherente, pero la mano de Demian le tapa la boca (o el lugar donde supuestamente debería funcionar una boca y que, en cambio, tiene una bocina cubierta por una máscara). En realidad esto no le impide hablar, pero el mecánico ha aprendido a tomar eso como una señal de que debe apagar su función de habla.
El chico intenta asumir nuevamente una pose de héroe, pero ya ha perdido el momentum y parece que nadie se lo ha tomado muy en serio. Se da cuenta que es hora de cambiar el tema.
–¿Los Buscones? –dice con una sonrisita, que luego se transforma lentamente hasta volverse una risa propiamente tal–, ¿quién le puso ese nombre? es como si a los g-g-gorriones les pusiera "los peleones" o "los robones".
Nuevamente la reacción de la audiencia no es la esperada y todos los otros presentes le miran con una mezcla de incómoda molestia e inseguridad de si habla en serio o no. Demian mira a su alrededor y tose brevemente.
–Emmmm... claro que son un grupo muy bueno, sí, sí –afirma intentando poner una cara de mayor seriedad.
Con su magia genera una pequeña ilusión sonora, un ladrido, que causa una breve distracción, que aprovecha para caminar y ponerse al lado de Eltrant, deseando con ello hacer que nuevamente la atención del grupo sea captada por otra cosa.
–Y.... conozco a ese tal Bracknell, sí... podría reconocer su sucio rostro donde sea –afirma procurando sonar con convicción. La verdad es que no tiene nada contra él, en su encuentro bajo tierra no tuvo ningún conflicto de consideración y, de hecho, estuvieron en el mismo bando, pero prefiere ir por esa versión.
Concentra entonces su magia y pronto aparece en el aire un busto flotante de Bracknell. No es completamente exacto, ya que depende de la memoria del chico, pero se podría decir que es suficiente para reconocerle sin confusión. A continuación hace un gesto de darle un puñetazo y el busto se desvanece en el aire.
–Cualquier enemigo de Eltrant es mi enemigo, y sus aliados son mis aliados... aunque se llamen Buscones –afirma con aparente seriedad, aunque una esquina de sus labios parece querer reír–. Hay mucha gente buscándot-te, hace poco tuve que mat-- neutralizar a una de ellos. ¿Qué demonios les hiciste?
La conversación podría haber seguido bastante calma, si no fuera porque en pocos momentos después se comenzaron a oír ruidos peligrosamente cercanos. Primero fue un grito agresivo, difuso como para distinguir las palabras exactas, pero claramente de poca amistad. Luego sonaron otros, algunos golpes, el grito de una mujer asustada. Una sola palabra llegó con más claridad a los oídos del chico... "Tale".
–Voy y vuelvo –dice Demian y al instante su apariencia comienza a cambiar.
Su daga parece esfumarse en el aire y en su lugar queda una bolsita de cuero vacía, sus ropas se vuelven simples, parecidas a las que la gente de la ciudad viste. Nada muy llamativo, un poco sucia, no demasiado. El cabello del chico parece más corto, ordenado, y sus ojos se vuelven del color de la miel. Podría decirse que hasta se ve más pequeño, inocente.
Camina hacia el lugar de los ruidos y puede distinguir a un grupo de personas con apariencia de guardias que conversan... no, eso no es una conversación... interrogan violentamente a un grupo de ciudadanos simples.
–¡No mintáis! –vocifera una mujer(1) de uniforme superior al que visten el trío de sujetos que la acompañan.
Uno de los soldados da un puñetazo a un hombre de unos cincuenta años. Demian observa un diente salir despedido y dar tres botes en el suelo antes de caer en una rendija.
–¡Papá! –grita una pequeña de ojos asustados, acercándose a abrazarle.
El hombre ahora está en el suelo, confundido, aturdido por el impacto. Se le ve con miedo, no sabe lo que pasa.
–Dejen ya esta farsa, tenemos reporte de que vieron a Eltrant Tale por esta zona, seguro alguno de ustedes lo está escondiendo. Si lo entregan nadie saldrá herido, si no, los consideraremos traidores a la ley, escoria de la misma calaña que ese malnacido.
Uno de los matones da una patada en la pierna al caído, justo al lado de la niña, que da un chillido de terror.
El resto de los presentes entra en un silencio sepulcral.
–¡Yo! –dice el niño de apariencia dulce, el mismo que antes lucía como Demian– Yo sé dónde está Eltrant Tale.
Las miradas se giran para ponerle atención y él parece asustado, intimidado por los ojos de aquellos guardias y su brutalidad, por el chillido y las lágrimas desconsoladas de la pequeña. Indefenso.
–¡Habla ya! ¿dónde está ese maldito de Eltrant Tale? –vocifera la mujer.
El niño da unos pasos tímidos, temerosos, tragando saliva de vez en cuando.
–¿P-puedo decirlo al oído? –pregunta con voz suave, apenas perceptible.
–¡Agh!, ¡lo que me faltaba! –dice elevando sus manos como una plegaria a los cielos–. Vale, vale, ven de una vez y dime, ¿qué es lo que sabes?
El pequeño vuelve a avanzar, cada vez más lento, tembloroso, hasta llegar junto a la mujer. Se queda mirándole, juntando los dedos frente a sí. Nerviosamente, toma la bolsa vacía de su cintura y la retuerce, muy nervioso. Ella entiende que el chico es muy bajo para hablarle al oído y se inclina.
–Habla de una vez –vocifera.
–Elt... –comienza a decir, se detiene, espera a que ella se incline más–.. Eltrant envía saludos.
La bolsa está apoyada junto al vientre de la mujer. A los pocos segundos se moja de rojo. La ilusión pronto cae y la bolsa muestra su verdadera forma, una daga clavada en su costado(2).
Demian, cuyos rasgos vuelven a ser los de siempre, da un paso atrás justo cuando uno de los guardias le lanza un tajo con la espada. Otro le intenta dar con una lanza y él esquiva, a tiempo para no ser clavado, aunque recibe un leve rasguño en la pierna izquierda.
La mujer cae de rodillas, aún parece no ser capaz de comprender qué ha pasado, pero algo en ella empieza a cambiar. Su piel se oscurece y aparecen escamas, su volumen aumenta, una cola emerge.
A los pocos segundos hay allí una dragona.
Demian sonríe, no puede evitarlo. La proyección de jugar con una presa hasta la muerte siempre le ha resultado atractiva.
Uno de los guardias intenta lanzarse sobre él para cogerle. Grave error. El chico no necesita demasiado esfuerzo para rebanarle la garganta hasta fabricarle una nueva boca. La sangre cae a borbotones al suelo y el sujeto muere antes de siquiera saber qué lo ha causado. En la mano izquierda del chico reluce su escalpelo.
La dragona abre su hocico en lo que parece un grito de dolor. Sangra profusamente por un costado, pero no parece haber caído... no aún. Una descarga de pequeñas esferas de agua sale, pero no se trata de agua cualquiera. Demian se corre a un costado, pero algunas de las esferas le alcanzan. Al observar mejor se da cuenta que no son simples esferas, sino que han tomado la forma de cuchillas.
Al moverse siente dolor. Cada uno de los impactos ha hecho un corte. Ninguno es serio, pero son varios y el conjunto es bastante molesto.
La dragona abre sus alas amenazadoramente.
Demian sonríe.
Es hora del juego.
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(1) La mujer que aparece es la NPC llamada Yukken, de nivel 4.
(2) Demian ha usado su Habilidad de Puñalada del Fantasma para herir a la oponente.
(*) Resumen del turno: Luego de reunirse con Eltrant en el refugio de los Buscones, Demian sale y se encuentra con un grupo de guardias, liderados por Yukken. La ataca a ella de manera grave, pero aún no la ha derrotado completamente. El resto de los matones son simples guardias y ninguno puede ser considerado realmente peligroso. Uno de ellos ha muerto.
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Re: El significado de la lealtad [Tema 1/3 Evento Captura y Castigo Eltrant]
Para evitar los ataques de los dragones, la bruja había llegado frente al campanario saltando de techo en techo. Pero ahora tenía que atravesar una pequeña plazoleta. Miró de un lado a otro, no se veían dragones enfermos. Bajó con cuidado, sigilosa, oculta den las sombras. Encorvada, en puntillas, atravesó corriendo la placita. Al llegar a la puerta del campanario, se pegó de espaldas al muro, respirando agitada. Así, sin despegarse, buscó la manera de entrar. La puerta estaba cerrada, por supuesto, así que tendría que ser una ventana. Siempre hay una ventana abierta, nunca ha entendido por qué, pero nunca faltaba la tradicional ventana abierta; a veces de par en par, otras solo a la mitad, la mayoría de las ocasiones estaban cerradas pero sin seguro. ¿Por qué será?
Sonreía al empujar con los dedos y notar que cedía; allí estaba la dichosa ventanita sin seguro. Se agarró del borde y apoyó un pie en la pared para impulsarse, cuando escuchó una voz masculina -¿Se te perdió algo allí dentro?- dijo. La ilusionista apretó los labios, cerrando los ojos y suspirando -Mierda...- pensó. Lentamente, soltó el agarre y se dio vuelta -Ehmm... pues... ¿sí?- respondió, sonriente, tratando de lucir lo más inocente posible. -Yo solo quiero entrar, sabes... hace mucho frío aquí afuera y allí dentro luce calentito y cómodo- inventó.
A pesar de ser algo que no sonaba descabellado, el hombre, que evidentemente era un guardia por su atuendo, no creyó aquello. -No luces como alguien que necesita escabullirse dentro de una iglesia para pasar la noche- indicó, señalando las costosas botas que usaba la mujer. Ella se miró los pies y lamentó tanto la decisión de ponerse sus Louie Vonbutton aquella mañana...
-Yo sí necesito entrar allí- dijo señalando hacia atrás, a la ventanita.
-No, me parece que no. Vendrás conmigo- respondió el guardia.
-Pos no- aseguró ella.
-Pos sí- afirmó él.
-N-nop, no creo...- porfió ella.
-Ahh... pues yo creo que sip- persistió él.
-Nah... mejor me meto y nos vemos mañana- comentó casual, levantando un hombro y dándose la vuelta para volver a intentar meterse por la ventana.
El guardia, que se había cruzado de brazos, negaba con la cabeza, con los morros estirados. -Debo asegurarte, guapa mía, que vendrás conmigo- aseveró él, avanzando hacia ella y agarrándola por la capucha de su capa. Tiró de ella hacia abajo, haciéndola perder el equilibrio y trastabillar.
-He dicho que no, insensato- espetó, desabrochándose la capa y girándose para enfrentarlo. Lucía molesta. -Tú has puesto esa cosa en el cielo, ¿cierto? Es que es muy curioso que señale justamente aquí, donde tú estás- dijo, soltando la capa. -Mierda...- pensó en ese momento. Claro, aquella imagen era llamativa, sí, seguramente la habrían visto más que solo Lyn y Eltrant. Inmediatamente hizo desaparecer a la gorgona del cielo, pero ya era tarde, había llamado la atención de un guardia. ¿Y si lo que había hecho era llevar a sus amigos a la perdición? -Idiota... idiota...- se repetía una y otra vez.
El guardia suspiró y extendió su mano -Ven, pequeñita, no hagas esto más difícil. Además, si necesitas dónde pasar la noche, los calabozos sirven igual. Prometo ponerte en uno para ti sola- se burló él. Mina extendió la mano, pero lo que hizo, en lugar de tomar la ajena, fue mover sus dedos para que una bola de nieve le llegara directamente en la cara al hombre.
Aquello tomó de sorpresa al guardia, y no le gustó ni un poquito. Mina aprovechó para salir corriendo. Detrás de ella, el guardia, quien no contaba con que la chica fuese tan veloz. Viéndose humillado, comenzó a transformarse. Mina solo sintió el temblor que la hizo caer de bruces. Al darse la vuelta, vio al dragón dando un pisotón que sacudió la piedra sobre la que ella estaba tirada, desencajándola del piso y elevándola un metro sobre el aire. De inmediato ella saltó fuera de esta, ya antes se había enfrentado a dragones de tierra, eran muy desagradables.
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Inicio combate con Abiko, dragón elemental de tierra nivel 6.
Sonreía al empujar con los dedos y notar que cedía; allí estaba la dichosa ventanita sin seguro. Se agarró del borde y apoyó un pie en la pared para impulsarse, cuando escuchó una voz masculina -¿Se te perdió algo allí dentro?- dijo. La ilusionista apretó los labios, cerrando los ojos y suspirando -Mierda...- pensó. Lentamente, soltó el agarre y se dio vuelta -Ehmm... pues... ¿sí?- respondió, sonriente, tratando de lucir lo más inocente posible. -Yo solo quiero entrar, sabes... hace mucho frío aquí afuera y allí dentro luce calentito y cómodo- inventó.
A pesar de ser algo que no sonaba descabellado, el hombre, que evidentemente era un guardia por su atuendo, no creyó aquello. -No luces como alguien que necesita escabullirse dentro de una iglesia para pasar la noche- indicó, señalando las costosas botas que usaba la mujer. Ella se miró los pies y lamentó tanto la decisión de ponerse sus Louie Vonbutton aquella mañana...
-Yo sí necesito entrar allí- dijo señalando hacia atrás, a la ventanita.
-No, me parece que no. Vendrás conmigo- respondió el guardia.
-Pos no- aseguró ella.
-Pos sí- afirmó él.
-N-nop, no creo...- porfió ella.
-Ahh... pues yo creo que sip- persistió él.
-Nah... mejor me meto y nos vemos mañana- comentó casual, levantando un hombro y dándose la vuelta para volver a intentar meterse por la ventana.
El guardia, que se había cruzado de brazos, negaba con la cabeza, con los morros estirados. -Debo asegurarte, guapa mía, que vendrás conmigo- aseveró él, avanzando hacia ella y agarrándola por la capucha de su capa. Tiró de ella hacia abajo, haciéndola perder el equilibrio y trastabillar.
-He dicho que no, insensato- espetó, desabrochándose la capa y girándose para enfrentarlo. Lucía molesta. -Tú has puesto esa cosa en el cielo, ¿cierto? Es que es muy curioso que señale justamente aquí, donde tú estás- dijo, soltando la capa. -Mierda...- pensó en ese momento. Claro, aquella imagen era llamativa, sí, seguramente la habrían visto más que solo Lyn y Eltrant. Inmediatamente hizo desaparecer a la gorgona del cielo, pero ya era tarde, había llamado la atención de un guardia. ¿Y si lo que había hecho era llevar a sus amigos a la perdición? -Idiota... idiota...- se repetía una y otra vez.
El guardia suspiró y extendió su mano -Ven, pequeñita, no hagas esto más difícil. Además, si necesitas dónde pasar la noche, los calabozos sirven igual. Prometo ponerte en uno para ti sola- se burló él. Mina extendió la mano, pero lo que hizo, en lugar de tomar la ajena, fue mover sus dedos para que una bola de nieve le llegara directamente en la cara al hombre.
Aquello tomó de sorpresa al guardia, y no le gustó ni un poquito. Mina aprovechó para salir corriendo. Detrás de ella, el guardia, quien no contaba con que la chica fuese tan veloz. Viéndose humillado, comenzó a transformarse. Mina solo sintió el temblor que la hizo caer de bruces. Al darse la vuelta, vio al dragón dando un pisotón que sacudió la piedra sobre la que ella estaba tirada, desencajándola del piso y elevándola un metro sobre el aire. De inmediato ella saltó fuera de esta, ya antes se había enfrentado a dragones de tierra, eran muy desagradables.
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Mina Harker
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Re: El significado de la lealtad [Tema 1/3 Evento Captura y Castigo Eltrant]
- ¡Wilhelmina! - gritó, a riesgo de llamar la atención de manera indeseada, cuando se encontró junto al tejado sobre el que había visto a la mujer.
Pero no recibió respuesta, y no se veía a la bruja por ningún lugar. Taliesin maldijo entre dientes. Con el pequeño dragón había seguido buscando a Eltrant Tale y no había podido ver a dónde había ido Wilhelmina después de invocar aquella seña en el aire. Sin nada mejor que hacer, siguió caminando hasta el campanario sobre el que había aparecido la gorgona y se apoyó contra una pared. Cerró los ojos para poder visualizar mejor a través del pequeño dragón. Acyloin lo miró sin comprender y, visto que no había ningún dragón loco allí en aquel momento, volvió a tomar forma humana.
- Tengo ojos en las alturas ahora mismo - le explicó Taliesin, sin entrar en detalles -. Había visto a alguien que conozco, pero ha desaparecido. Estoy buscando a Tale.
- ¿Qué clase de hombre envenenería a una ciudad entera? - preguntó Acyloin; su tono contenía rabia, y Taliesin se dio cuenta de que él mismo también se encontraba enfadado -. Hasta ahora había destrozado familias, había provocado que padres mataran a sus hijos; pero no era suficiente para él. Esto es inhumano.
- Si es que Tale es realmente el que está detrás de todo esto - intentó ser razonable, dudar de todo, pero en su conrazón no sentía que sus palabras tuvieran mucho peso.
- ¿Cómo no lo va a estar? Tenemos decenas de testigos que afirman haberlo visto envenenando fuentes de agua.
- ¿Sabes qué? - interrumpió Taliesin de maner abrupta. Se sorprendió, porque él no solía hacer eso -. Quizás deberíamos hablar con alguno de esos testigos. Porque yo también quiero tenerlo claro, y como haya sido Tale el responsable se merecerá la muerte más lenta. Quizás Tale sea culpable; pero si es así no puede ser el único culpable. Esto es demasiado grande. Piénsalo: ¿qué medios hay para envenenar a toda esta gente? - Estaba elevando el tono. - Todos hemos bebido agua segura, repartida por la guardia. ¿Y si no era segura? ¿Sabes lo que hace la guardia ahora mismo? Te lo digo yo: pegarse entre ellos, y con ciudadanos, y buscar a Tale, en lugar de intentar salvar vidas. ¡Si no son culpables de envenenamiento, lo son de negligencia extrema y homicida!
Había abierto los ojos y estaba gritando. ¿Desde cuándo? No conseguía concentrarse bien en mirar a través del dragón, porque el peso de sus propias emociones lo desconcentraba. Acyloin también parecía haber perdido toda la calma que la caracterizaba, y su rostro se veía deformado por una mueca de odio.
- Pensamientos paranoicos. Dudar de la guardia es un punto de no retorno. Lo mejor que podemos hacer es atrapar a Tale y que dé explicaciones. No... Que muera, que muera de manera inhumana... Las explicaciones las dará entre gritos agónicos mientras paga por esto.
Taliesin sentía sed. Pero no sed de agua, sino aquella caracterizada por una sensación de malestar en todo su cuerpo. Sus pensamientos se volvían inalcanzables, escondidos tras oleadas de dolor y rabia. Pero seguía vinculado al pequeño dragón y, a través de sus ojos, pudo ver a un grupo que se acercaba hacia donde estaban ellos. No logró concentrarse como para distinguir cuántos ni quiénes. El pequeño dragón bajó de las alturas y volvió a convertirse en escultura, que Taliesin guardó mecánicamente.
- Se acerca alguien, Acyloin.
- Alguien... Eltrant Tale...
Aquello no tenía sentido y, sin embargo, lo tenía. Acyloin rugió y se transformó en dragón; sus ojos tenían aquel brillo enfermizo y Taliesin comprendió que no estaba a salvo. Se lanzó hacia un lado a tiempo para evitar una embestida de Acyloin, la cual chocó contra el campanario y derruyó parte de aquella pared.
- ¡Por allí! - gritó señalando el camino por el que pensaba que vendría aquel grupo. No mintió porque, sin duda, aquellos que se dirigían hacia el campanario merecían morir a manos de Acyloin.
La dragona reaccionó y se giró hacia allá. Taliesin se levantó del suelo y corrió a esconderse en las sombras. Sus pensamientos había desaparecido y eran ahora instintos. Quería matar, hacer daño y alimentarse, y usaría a Acyloin para distraer al grupo antes de atacar a uno de ellos. Y con ese se divertiría, despedazándolo mientras aún viviera para alimentarse de sus restos. El sufrimiento de la víctima se transferiría a su sangre, y así esta le daría más poder. Su sonrisa demente se acentuó al imaginarse aquello.
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El resumen:
Acyloin y Taliesin están frente al campanario. Hablan un buen rato en tono elevado/a gritos asi que son fáciles de localizar. Taliesin ve venir a un grupo; en principio el de Jeannie, quien también se dirigía al campanario, pero confirmarlo queda a voluntad de ella. La flor de Nirana entra en efecto para ambos Taliesin (ahora vampiro de las viejas historias) y Acyloin (monje dragona enloquecida nivel 7). Acyloin ha chocado contra el campanario y hecho un agujero en una de sus paredes. Acyloin y Taliesin se preparan para atacar al grupo que está llegando.
Pero no recibió respuesta, y no se veía a la bruja por ningún lugar. Taliesin maldijo entre dientes. Con el pequeño dragón había seguido buscando a Eltrant Tale y no había podido ver a dónde había ido Wilhelmina después de invocar aquella seña en el aire. Sin nada mejor que hacer, siguió caminando hasta el campanario sobre el que había aparecido la gorgona y se apoyó contra una pared. Cerró los ojos para poder visualizar mejor a través del pequeño dragón. Acyloin lo miró sin comprender y, visto que no había ningún dragón loco allí en aquel momento, volvió a tomar forma humana.
- Tengo ojos en las alturas ahora mismo - le explicó Taliesin, sin entrar en detalles -. Había visto a alguien que conozco, pero ha desaparecido. Estoy buscando a Tale.
- ¿Qué clase de hombre envenenería a una ciudad entera? - preguntó Acyloin; su tono contenía rabia, y Taliesin se dio cuenta de que él mismo también se encontraba enfadado -. Hasta ahora había destrozado familias, había provocado que padres mataran a sus hijos; pero no era suficiente para él. Esto es inhumano.
- Si es que Tale es realmente el que está detrás de todo esto - intentó ser razonable, dudar de todo, pero en su conrazón no sentía que sus palabras tuvieran mucho peso.
- ¿Cómo no lo va a estar? Tenemos decenas de testigos que afirman haberlo visto envenenando fuentes de agua.
- ¿Sabes qué? - interrumpió Taliesin de maner abrupta. Se sorprendió, porque él no solía hacer eso -. Quizás deberíamos hablar con alguno de esos testigos. Porque yo también quiero tenerlo claro, y como haya sido Tale el responsable se merecerá la muerte más lenta. Quizás Tale sea culpable; pero si es así no puede ser el único culpable. Esto es demasiado grande. Piénsalo: ¿qué medios hay para envenenar a toda esta gente? - Estaba elevando el tono. - Todos hemos bebido agua segura, repartida por la guardia. ¿Y si no era segura? ¿Sabes lo que hace la guardia ahora mismo? Te lo digo yo: pegarse entre ellos, y con ciudadanos, y buscar a Tale, en lugar de intentar salvar vidas. ¡Si no son culpables de envenenamiento, lo son de negligencia extrema y homicida!
Había abierto los ojos y estaba gritando. ¿Desde cuándo? No conseguía concentrarse bien en mirar a través del dragón, porque el peso de sus propias emociones lo desconcentraba. Acyloin también parecía haber perdido toda la calma que la caracterizaba, y su rostro se veía deformado por una mueca de odio.
- Pensamientos paranoicos. Dudar de la guardia es un punto de no retorno. Lo mejor que podemos hacer es atrapar a Tale y que dé explicaciones. No... Que muera, que muera de manera inhumana... Las explicaciones las dará entre gritos agónicos mientras paga por esto.
Taliesin sentía sed. Pero no sed de agua, sino aquella caracterizada por una sensación de malestar en todo su cuerpo. Sus pensamientos se volvían inalcanzables, escondidos tras oleadas de dolor y rabia. Pero seguía vinculado al pequeño dragón y, a través de sus ojos, pudo ver a un grupo que se acercaba hacia donde estaban ellos. No logró concentrarse como para distinguir cuántos ni quiénes. El pequeño dragón bajó de las alturas y volvió a convertirse en escultura, que Taliesin guardó mecánicamente.
- Se acerca alguien, Acyloin.
- Alguien... Eltrant Tale...
Aquello no tenía sentido y, sin embargo, lo tenía. Acyloin rugió y se transformó en dragón; sus ojos tenían aquel brillo enfermizo y Taliesin comprendió que no estaba a salvo. Se lanzó hacia un lado a tiempo para evitar una embestida de Acyloin, la cual chocó contra el campanario y derruyó parte de aquella pared.
- ¡Por allí! - gritó señalando el camino por el que pensaba que vendría aquel grupo. No mintió porque, sin duda, aquellos que se dirigían hacia el campanario merecían morir a manos de Acyloin.
La dragona reaccionó y se giró hacia allá. Taliesin se levantó del suelo y corrió a esconderse en las sombras. Sus pensamientos había desaparecido y eran ahora instintos. Quería matar, hacer daño y alimentarse, y usaría a Acyloin para distraer al grupo antes de atacar a uno de ellos. Y con ese se divertiría, despedazándolo mientras aún viviera para alimentarse de sus restos. El sufrimiento de la víctima se transferiría a su sangre, y así esta le daría más poder. Su sonrisa demente se acentuó al imaginarse aquello.
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El resumen:
Acyloin y Taliesin están frente al campanario. Hablan un buen rato en tono elevado/a gritos asi que son fáciles de localizar. Taliesin ve venir a un grupo; en principio el de Jeannie, quien también se dirigía al campanario, pero confirmarlo queda a voluntad de ella. La flor de Nirana entra en efecto para ambos Taliesin (ahora vampiro de las viejas historias) y Acyloin (monje dragona enloquecida nivel 7). Acyloin ha chocado contra el campanario y hecho un agujero en una de sus paredes. Acyloin y Taliesin se preparan para atacar al grupo que está llegando.
Taliesin Skatha
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Re: El significado de la lealtad [Tema 1/3 Evento Captura y Castigo Eltrant]
Eltrant alternó su mirada entre el joven cibernético que acompañaba a Demian y el propio brujo, sonriendo tímidamente al ver al muchacho posar.
- Todo un héroe. – Afirmó el castaño cruzándose de brazos frente al pequeño brujo, dejando escapar una corta carcajada cuando este hizo mención al nombre del grupo que había fundado Hont – Sí, sé a qué te refieres – Contestó, notando entretanto como alguno de los buscones presentes cubrían tímidamente a Kano con una manta y, con cuidado, lo movían de dónde estaba.
Su expresión, no obstante, cambió al saber que Demian conocía a Bracknell; ese hombre tenía que estar detrás de todo aquello, él, el Hombre Muerto y el resto de sus lacayos. Entrecerró los ojos y volvió a realidad, a la ciudad norteña que se consumía momentos.
Tenía que hacer algo.
¿Pero el que? ¿Qué podía hacer él solo realmente?
- Me alegro tenerte de mi parte, Dem. – dijo agachándose junto al muchacho, quizás muchos lo viesen como un niño, pero Eltrant lo conocía desde hacía años: sabía de lo que realmente era capaz. Se quedó, no obstante, en silencio cuando este afirmó haber neutralizado a una de las personas que le buscaban.
Después suspiró.
- ... les he impedido hacerse con… - Buscó las palabras exactas al mismo tiempo que se atusaba la barba. – …objetos poderosos. – dijo como conclusión. ¿De qué otra forma podía referirse a los objetos del diecinueve? No sabía gran cosa de ellos aparte de eso y de que eran peligrosos. – Además de ser una molestia constante, claro. – Afirmó después, encogiéndose de hombros y esbozando una sonrisa cansada.
Ese fue el momento en el que Demian decidió dejar el refugio. Lo hizo con unas palabras tan vagas como “voy y vengo”. Eltrant miró al joven acompañante del brujo de forma interrogante, pero si este sabía a dónde había ido no lo dijo.
Entonces las voces y los ruidos se hicieron más notorios.
Se frotó los ojos unos instantes y entonces comprendió que estaba pasando.
- Voy a ir tras él. – dijo a los Buscones presentes. – Quedaos aquí. – Indicó despues, repasando, una última vez, a todos los que estaban allí. - Gol’then, cuida de ellos. – Le dijo - Después voy al último refugio, Gardian debería estar ya allí. – El minotauro asintió de una cabezada, Eltrant le imitó y estrechó la mano que este le ofrecía, después salió tras Demian.
Realmente no recordaba nunca haber tenido una posición de peso en los Buscones, no estaba seguro de si los demás obedecerían lo que él dijese, pero Gol’then como mínimo confiaba en él.
Se ajustó las piezas de Eir que quedaban repartidas en torno a su cuerpo y empujó la puerta que daba hacía el exterior. Sabía que lo mejor que podía hacer era alejarse de los refugios, apartar lo máximo posible a cualquiera de sus perseguidores de ellos.
Y para eso tenía que salir a las calles.
Las voces y los distintos sonidos de trifulca le llevaron, justamente, hasta la base de la torre en la que se había aparecido la gigantesca ilusión de la gorgona.
Estaba más cerca de lo que había imaginado.
Frunció el ceño durante unos instantes, notando como la ilusión había desaparecido, preguntándose momentáneamente dónde estaría Lyn, y después clavó sus ojos en Demian y las distintas figuras que se arremolinaban en torno a él.
Un dragón y un grupo de personas parecían tenerles tanto a él como a un montón de ciudadanos cercados. ¿Qué estaba pasando? Se acercó un par de pasos, no tardó en reconocer su nombre entre los murmullos, entre los lejanos gritos de auxilio que se sucedían por toda la ciudad.
- ¿¡Es a mí a quien buscáis?! – Bramó, la mayoría de los ojos se posaron sobre el castaño, una fina hilera de dientes afilados se apareció en el rostro del reptil. – ¿Sí? - Algunos de los acompañantes del dragón se lanzaron a por él sin dudarlo un instante, el alado por otro lado se quedó dónde estaba, más interesado en el joven brujo que en él mismo. - ¿¡A que estáis esperando!? – Exclamó Eltrant a la multitud. - ¡Corred! –
Le hicieron caso, todos comenzaron a correr por sus vidas. Pero no fue por él.
Parte del campanario bajo el que se encontraban se derrumbó sobre los presentes, aplastando a uno de los guardas más cercanos a Eltrant y dejando paso a un dragón fuera de sí que atacó de forma prácticamente inmediata a los incautos que habían abandonado sus hogares en una noche como aquella.
Exclamando varios insultos lo suficientemente alto como para hacerse oír sobre los gritos del lugar, el exguarda agarró inmediatamente al recién llegado de la cola antes de alcanzase a ninguno de los ciudadanos.
- ¡Quieto ahí! –
El dragón, tan hablador como el resto de personas malditas por la flor, se giró sobre sí mismo a una velocidad abrumadora y golpeó a Eltrant en la cara, sujetándolo inmediatamente contra la pared que el castaño tenía detrás.
Trató de zafarse del agarre del dragón golpeándole, trató de alcanzar Olvido a su espalda, pero en la postura en la que se encontraba se veía incapaz de hacer nada mínimamente útil. No pudo más que dejar escapar un grito de dolor cuando el norteño transformado arrastró su cara por el granito que constituía la pared de aquel templo.
Sujetándose a uno de los tantos salientes del muro contra los que se golpeó, Eltrant consiguió separarse mínimamente de la pared. Parpadeó varias veces, respirando con dificultad, luchó con todas sus fuerzas para no volver a dejar al réptil repetir aquello.
La mitad de su mundo se había vuelto de un profundo color carmesí.
- ¡Suéltame! – Consiguió desenvainar mínimamente a Recuerdo con su mano, lo suficiente como para, desde su cintura, conseguir cortar una de las patas delanteras del dragón. Desafortunadamente para Eltrant la ira que cegaba al réptil era más fuerte que el dolor que podía haberle causado; volvió a acometer contra él con más fuerza aún. - ¡¿Qué te he dicho!? – Bajó a Recuerdo hasta el suelo, atravesó una de las patas traseras del dragón que ahora su bufó herido y liberó al castaño.
Aquel segundo de libertad duro solo eso, un segundo, pues antes siquiera de que la sangre que bañaba a Recuerdo llegase al suelo el dragón intentó placar a Eltrant otra vez. Preguntándose el origen de la obsesión de aquel norteño con él, Eltrant se apartó de su camino justo a tiempo para ver como la figura alada chocaba contra la pared.
- ¡Eltrant! – La voz de Lyn llegó hasta sus oídos. ¿Venía de dentro del edificio? ¿De la entrada? - ¡Mina está aquí y…! – No llegó a terminar la frase, y si lo hizo no la escuchó, Eltrant se vio a si mismo rodando por el suelo, luchando por que las afiladas garras del dragón no le sacasen los ojos.
Ya había tenido suficiente.
Un único golpe, en la barbilla. [1] El dragón surco los aires durante una fracción de segundo y se desplomó contra la misma pared con la que había torturado antes a Eltrant, derribándola parcialmente. Lo miró desde dónde estaba, esperó unos segundos hasta que la figura comenzó a transformarse de nuevo a su forma humana.
La mujer que yacía entre las piedras seguía viva, apenas sacudió la cabeza frente a él y volvió a convertirse en dragón mirandole con aun más rabia que momentos atrás.
A pesar de todo, se alegraba de que no hubiese muerto, no era dueña de sus actos. No merecía morir.
Por mucho que ella quisiera verle a él muerto.
El castaño empujó al suelo para levantarse y, todavía respirando con dificultad, trató de limpiar inútilmente la sangre que cubría la mitad izquierda de su cara, después, rodeado del vapor níveo que todavía emanaba su guantelete, Eltrant se arrancó de los pocos jirones rojizos que quedaban de su capa para, finalmente, envainar a Recuerdo y desenvainar el gigantesco espadón plateado que portaba a la espalda.
La maldita ciudad entera estaba en llamas.
Y él solo era un hombre.
Afortunadamente no estaba solo, tenía a Gardian, a Hont, a Gol’then, a Demian, a Mina… podía confiar en ellos, eran perfectamente capaces, no tenía que protegerles ni tampoco dependían de él.
Pero las personas que estaban agachadas a un lado de la calle, las pocas que aún no habían huido de la plaza cuando empezaron a llover escombros...
Eltrant volvió a pasarse la mano por la parte izquierda de la cara, clavó a Olvido en el suelo, frente a él, y la usó a modo de bastón. Dundarak seguía parcialmente teñida de color rojo.
- No os mováis, solo me quiere a mi. – Alzó la mirada. – Creo que hay… - Entrecerró los ojos sin llegar a terminar la frase - ¡Demian! ¡Alejalos de los ciudadanos! - El muchacho debia de seguir peleando, pero le había parecido ver algo mirándoles desde las alturas, cerca de dónde ahora faltaba un trozo de pared en el torreón.
Sabía que significaban más problemas.
¿Otro dragón?
Fuese lo que fuese no podía perder mucho tiempo con aquello, frunció el ceño y tras lanzar un ultimo vistazo al torreón comenzó a correr hacia el refugio Connan, se perdió entre uno de los callejones notando como Acyloin se chocaba contra el muro tratando de alcanzarle.
Era Eltrant Tale, media ciudad quería su cabeza.
Si se marchaba alejaría parte de todo aquello de los lugareños, o como minimo de sus aliados. Solo tenía que atravesar varias calles y estaría en el refugio, a salvo, aquel era particularmente dificil de encontrar. Solo tenía que darles esquinazo.
- ¡Soy Eltrant Tale! ¡Venid a por mi! -
Podía hacerlo, aun si atravesaba varias casas, lo conseguiría.
[1] Habilidad de Eltrant de Nivel 8: Seísmo.
Resumen de mi turno (editado) :
Van Arens sigue consciente y, aunque algo mareado, bastante enfadado. Podeis usarlo si quereis. (Me habia confundido)
Eltrant va hasta dónde Demian pelea contra Yukken. Que resulta ser el campanario.
Se encuentra con Acyloin. Eltrant la golpea con fuerza y la enfada más, le selecciona como objetivo y le sigue.
Se da cuenta de que alguien (Tailesin) puede estar por las alturas, pero lo dejo a su criterio :'D
Corre hacia el refugio Connan, en el siguiente turno tratará de alcanzarlo definitivamente.
Lyn y Mina (si quiere) estan tambien en la zona del campanario, dejo a Mina que decida como lidiar con Abiko. Lyn la ayudará a pelear con sus sombras si decide hacerlo y molestando en todo lo posible. De no ser así irá tras Eltrant.
- Todo un héroe. – Afirmó el castaño cruzándose de brazos frente al pequeño brujo, dejando escapar una corta carcajada cuando este hizo mención al nombre del grupo que había fundado Hont – Sí, sé a qué te refieres – Contestó, notando entretanto como alguno de los buscones presentes cubrían tímidamente a Kano con una manta y, con cuidado, lo movían de dónde estaba.
Su expresión, no obstante, cambió al saber que Demian conocía a Bracknell; ese hombre tenía que estar detrás de todo aquello, él, el Hombre Muerto y el resto de sus lacayos. Entrecerró los ojos y volvió a realidad, a la ciudad norteña que se consumía momentos.
Tenía que hacer algo.
¿Pero el que? ¿Qué podía hacer él solo realmente?
- Me alegro tenerte de mi parte, Dem. – dijo agachándose junto al muchacho, quizás muchos lo viesen como un niño, pero Eltrant lo conocía desde hacía años: sabía de lo que realmente era capaz. Se quedó, no obstante, en silencio cuando este afirmó haber neutralizado a una de las personas que le buscaban.
Después suspiró.
- ... les he impedido hacerse con… - Buscó las palabras exactas al mismo tiempo que se atusaba la barba. – …objetos poderosos. – dijo como conclusión. ¿De qué otra forma podía referirse a los objetos del diecinueve? No sabía gran cosa de ellos aparte de eso y de que eran peligrosos. – Además de ser una molestia constante, claro. – Afirmó después, encogiéndose de hombros y esbozando una sonrisa cansada.
Ese fue el momento en el que Demian decidió dejar el refugio. Lo hizo con unas palabras tan vagas como “voy y vengo”. Eltrant miró al joven acompañante del brujo de forma interrogante, pero si este sabía a dónde había ido no lo dijo.
Entonces las voces y los ruidos se hicieron más notorios.
Se frotó los ojos unos instantes y entonces comprendió que estaba pasando.
- Voy a ir tras él. – dijo a los Buscones presentes. – Quedaos aquí. – Indicó despues, repasando, una última vez, a todos los que estaban allí. - Gol’then, cuida de ellos. – Le dijo - Después voy al último refugio, Gardian debería estar ya allí. – El minotauro asintió de una cabezada, Eltrant le imitó y estrechó la mano que este le ofrecía, después salió tras Demian.
Realmente no recordaba nunca haber tenido una posición de peso en los Buscones, no estaba seguro de si los demás obedecerían lo que él dijese, pero Gol’then como mínimo confiaba en él.
Se ajustó las piezas de Eir que quedaban repartidas en torno a su cuerpo y empujó la puerta que daba hacía el exterior. Sabía que lo mejor que podía hacer era alejarse de los refugios, apartar lo máximo posible a cualquiera de sus perseguidores de ellos.
Y para eso tenía que salir a las calles.
Las voces y los distintos sonidos de trifulca le llevaron, justamente, hasta la base de la torre en la que se había aparecido la gigantesca ilusión de la gorgona.
Estaba más cerca de lo que había imaginado.
Frunció el ceño durante unos instantes, notando como la ilusión había desaparecido, preguntándose momentáneamente dónde estaría Lyn, y después clavó sus ojos en Demian y las distintas figuras que se arremolinaban en torno a él.
Un dragón y un grupo de personas parecían tenerles tanto a él como a un montón de ciudadanos cercados. ¿Qué estaba pasando? Se acercó un par de pasos, no tardó en reconocer su nombre entre los murmullos, entre los lejanos gritos de auxilio que se sucedían por toda la ciudad.
- ¿¡Es a mí a quien buscáis?! – Bramó, la mayoría de los ojos se posaron sobre el castaño, una fina hilera de dientes afilados se apareció en el rostro del reptil. – ¿Sí? - Algunos de los acompañantes del dragón se lanzaron a por él sin dudarlo un instante, el alado por otro lado se quedó dónde estaba, más interesado en el joven brujo que en él mismo. - ¿¡A que estáis esperando!? – Exclamó Eltrant a la multitud. - ¡Corred! –
Le hicieron caso, todos comenzaron a correr por sus vidas. Pero no fue por él.
Parte del campanario bajo el que se encontraban se derrumbó sobre los presentes, aplastando a uno de los guardas más cercanos a Eltrant y dejando paso a un dragón fuera de sí que atacó de forma prácticamente inmediata a los incautos que habían abandonado sus hogares en una noche como aquella.
Exclamando varios insultos lo suficientemente alto como para hacerse oír sobre los gritos del lugar, el exguarda agarró inmediatamente al recién llegado de la cola antes de alcanzase a ninguno de los ciudadanos.
- ¡Quieto ahí! –
El dragón, tan hablador como el resto de personas malditas por la flor, se giró sobre sí mismo a una velocidad abrumadora y golpeó a Eltrant en la cara, sujetándolo inmediatamente contra la pared que el castaño tenía detrás.
Trató de zafarse del agarre del dragón golpeándole, trató de alcanzar Olvido a su espalda, pero en la postura en la que se encontraba se veía incapaz de hacer nada mínimamente útil. No pudo más que dejar escapar un grito de dolor cuando el norteño transformado arrastró su cara por el granito que constituía la pared de aquel templo.
Sujetándose a uno de los tantos salientes del muro contra los que se golpeó, Eltrant consiguió separarse mínimamente de la pared. Parpadeó varias veces, respirando con dificultad, luchó con todas sus fuerzas para no volver a dejar al réptil repetir aquello.
La mitad de su mundo se había vuelto de un profundo color carmesí.
- ¡Suéltame! – Consiguió desenvainar mínimamente a Recuerdo con su mano, lo suficiente como para, desde su cintura, conseguir cortar una de las patas delanteras del dragón. Desafortunadamente para Eltrant la ira que cegaba al réptil era más fuerte que el dolor que podía haberle causado; volvió a acometer contra él con más fuerza aún. - ¡¿Qué te he dicho!? – Bajó a Recuerdo hasta el suelo, atravesó una de las patas traseras del dragón que ahora su bufó herido y liberó al castaño.
Aquel segundo de libertad duro solo eso, un segundo, pues antes siquiera de que la sangre que bañaba a Recuerdo llegase al suelo el dragón intentó placar a Eltrant otra vez. Preguntándose el origen de la obsesión de aquel norteño con él, Eltrant se apartó de su camino justo a tiempo para ver como la figura alada chocaba contra la pared.
- ¡Eltrant! – La voz de Lyn llegó hasta sus oídos. ¿Venía de dentro del edificio? ¿De la entrada? - ¡Mina está aquí y…! – No llegó a terminar la frase, y si lo hizo no la escuchó, Eltrant se vio a si mismo rodando por el suelo, luchando por que las afiladas garras del dragón no le sacasen los ojos.
Ya había tenido suficiente.
Un único golpe, en la barbilla. [1] El dragón surco los aires durante una fracción de segundo y se desplomó contra la misma pared con la que había torturado antes a Eltrant, derribándola parcialmente. Lo miró desde dónde estaba, esperó unos segundos hasta que la figura comenzó a transformarse de nuevo a su forma humana.
La mujer que yacía entre las piedras seguía viva, apenas sacudió la cabeza frente a él y volvió a convertirse en dragón mirandole con aun más rabia que momentos atrás.
A pesar de todo, se alegraba de que no hubiese muerto, no era dueña de sus actos. No merecía morir.
Por mucho que ella quisiera verle a él muerto.
El castaño empujó al suelo para levantarse y, todavía respirando con dificultad, trató de limpiar inútilmente la sangre que cubría la mitad izquierda de su cara, después, rodeado del vapor níveo que todavía emanaba su guantelete, Eltrant se arrancó de los pocos jirones rojizos que quedaban de su capa para, finalmente, envainar a Recuerdo y desenvainar el gigantesco espadón plateado que portaba a la espalda.
La maldita ciudad entera estaba en llamas.
Y él solo era un hombre.
Afortunadamente no estaba solo, tenía a Gardian, a Hont, a Gol’then, a Demian, a Mina… podía confiar en ellos, eran perfectamente capaces, no tenía que protegerles ni tampoco dependían de él.
Pero las personas que estaban agachadas a un lado de la calle, las pocas que aún no habían huido de la plaza cuando empezaron a llover escombros...
Eltrant volvió a pasarse la mano por la parte izquierda de la cara, clavó a Olvido en el suelo, frente a él, y la usó a modo de bastón. Dundarak seguía parcialmente teñida de color rojo.
- No os mováis, solo me quiere a mi. – Alzó la mirada. – Creo que hay… - Entrecerró los ojos sin llegar a terminar la frase - ¡Demian! ¡Alejalos de los ciudadanos! - El muchacho debia de seguir peleando, pero le había parecido ver algo mirándoles desde las alturas, cerca de dónde ahora faltaba un trozo de pared en el torreón.
Sabía que significaban más problemas.
¿Otro dragón?
Fuese lo que fuese no podía perder mucho tiempo con aquello, frunció el ceño y tras lanzar un ultimo vistazo al torreón comenzó a correr hacia el refugio Connan, se perdió entre uno de los callejones notando como Acyloin se chocaba contra el muro tratando de alcanzarle.
Era Eltrant Tale, media ciudad quería su cabeza.
Si se marchaba alejaría parte de todo aquello de los lugareños, o como minimo de sus aliados. Solo tenía que atravesar varias calles y estaría en el refugio, a salvo, aquel era particularmente dificil de encontrar. Solo tenía que darles esquinazo.
- ¡Soy Eltrant Tale! ¡Venid a por mi! -
Podía hacerlo, aun si atravesaba varias casas, lo conseguiría.
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[1] Habilidad de Eltrant de Nivel 8: Seísmo.
Resumen de mi turno (editado) :
Van Arens sigue consciente y, aunque algo mareado, bastante enfadado. Podeis usarlo si quereis. (Me habia confundido)
Eltrant va hasta dónde Demian pelea contra Yukken. Que resulta ser el campanario.
Se encuentra con Acyloin. Eltrant la golpea con fuerza y la enfada más, le selecciona como objetivo y le sigue.
Se da cuenta de que alguien (Tailesin) puede estar por las alturas, pero lo dejo a su criterio :'D
Corre hacia el refugio Connan, en el siguiente turno tratará de alcanzarlo definitivamente.
Lyn y Mina (si quiere) estan tambien en la zona del campanario, dejo a Mina que decida como lidiar con Abiko. Lyn la ayudará a pelear con sus sombras si decide hacerlo y molestando en todo lo posible. De no ser así irá tras Eltrant.
Eltrant Tale
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Re: El significado de la lealtad [Tema 1/3 Evento Captura y Castigo Eltrant]
Seguíamos caminando en dirección a la imagen del monstruo en el cielo, pero de un segundo a otro, desaparece. Nos quedamos un momento parados esperando... Bueno, no sé muy bien esperando el qué, la verdad. Lo que sí sé es que gritos y el estruendo de la rocas partíendose sacan a mis compañeros de su hilo de pensamientos. A mi solo se me atragantó una galleta. Tras toser varias veces nos dirigimos al origen del caos.
Llegamos corriendo a la esquina de una de las calles, da a una pequeña placita con un campanario al fondo. Nos paramos en seco detrás de Mand. Hace una seña con su mano tratando de indicarme que me quede donde estoy, allí escondida mientras ellos se adentran en la batalla. Le miro, niego con la cabeza. Mand se enfada y se cruza de brazos. Doy un largo suspiro, noto como la magia se funde con mis músculos y subo de un primer salto a la cornisa de uno de los edificios. En un segundo salto llego hasta los tejados.
Lo que menos soporto en el mundo es la condescendencia, por ser más pequeña y débil que los demás no significa que deban tratarme como un bebé. Escóndete, quédate aquí, a cubierto, mientras vamos allí y nos morimos. Pues vale, haced lo que querais, la verdad es que poco me importa ahora mismo. Mi curiosidad es mayor que la necesidad de compañía en estos momentos. No debo perder de vista mi objetivo de hacer pagar a Eltrant por sus crímenes.
Voy corriendo por los tejados con el arco en la mano, cerca del borde para poder ver por el rabillo del ojo a mis compañeros dirigirse al tumulto por la calle principal. Los tejados terminan abruptamente y me encuentro de frente con el campanario, ahora con un agujero en uno de sus muros. ¿Qué demonios habrá pasado allí? Una sombra parece moverse en los alrededores. He perdido de vista a Mand y las demás, por lo que supongo se habrán metido en alguna trifulca por allá abajo. Tal vez debería asomarme y ayudar...
"Eso es... Eso es un vampiro."
Apenas me da tiempo a reaccionar, la vista comienza a nublárseme, un pequeño dolor en los ojos y después...
La elfa no se detiene mucho tiempo a pensar. Agarra fuertemente el arco y quita una de las flechas del carcaj. Desde allí, sobre los tejados, un lugar perfecto para emboscar al maldito chupasangre, arrebatarle la vida poco a poco. Aunque tenga que ser a distancia... Si está en lo cierto, lo más probable es que se acerque a por ella. Entonces podrá disfrutar de ensartarle directamente, cuerpo a cuerpo, sentir su sangre, sus deseos de destrozar y matar. Siente cómo la excitación sube por su espina dorsal, la inminente lucha, la oportunidad de matar a uno de esos indeseables. Sonríe, se concentra y dispara la primera de las flechas. Todavía posee los proyectiles encantados de Asher, pero lo mejor será guardarlos en caso de que el vampiro dé más problemas de los que aparenta.
Pone el virote en la cuerda, apunta, respira hondo y dispara, en dirección al corazón del vampiro.
- Hemos perdido de vista a la elfa. - Dije resaltando lo obvio. - Sabrá cuidarse sola, a juzgar por el estado del cadáver que vimos al llegar a su posición.
Mis compañeras me miran, apenas parpadean, no creo que les preocupe mucho el estado de la elfa, en estos momentos tenemos problemas más importantes de los que ocuparnos. Estamos a punto de meternos directamente en la boca del lobo y no de la forma más inteligente posible. Desenfundo una de las dagas conforme nos aproximamos al epicentro de la pelea.
Llegamos finalmente a la pequeña plaza, un dragón persiguiendo a un guerrero, eso es normal en el estado actual de la ciudad. Pero espera un segundo, el jodido insensato acaba de identificarse como Eltrant Tale. Miro fugazmente a mis dos compañeras, asienten en consecuencia y nos lanzamos en su persecución. La dificultad ahora radica en no morir en las garras del dragón que le persigue antes de dar caza al asesino. ¿Asesino? Suena raro, viniendo precisamente de mi, un hombre tortuga entrenado en el arte del asesinato. Muevo la cabeza, despejándola de pensamientos inútiles que tan solo me desconcentrarán de la inminente lucha.
Hago un gesto con la mano a mis acompañantes, lo más seguro será atacarle los tres a la vez. Tras trazar el plan a seguir, entro en uno de los edificios, atravesándolos uno a uno a fin de emboscar a Eltrant al otro lado. Tanto Jery como Clarice van totalmente de frente, corriendo directamente hacia Eltrant. Me escondo entre las sombras, desde donde puedo ver a mis dos amigas en dirección a nuestro objetivo. Jery prepara el escudo, pero es golpeada por el dragón perseguidor y lanzada contra uno de los edificios cercanos.
Clarice parece tener más suerte en la emboscada, aprovechando que el dragón está distraído hace un corte con su espada, liberando una onda flamígera en dirección a Eltrant. Justo el momento que estaba esperando. De un salto embosco al guerrero por la espalda.
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Llegamos corriendo a la esquina de una de las calles, da a una pequeña placita con un campanario al fondo. Nos paramos en seco detrás de Mand. Hace una seña con su mano tratando de indicarme que me quede donde estoy, allí escondida mientras ellos se adentran en la batalla. Le miro, niego con la cabeza. Mand se enfada y se cruza de brazos. Doy un largo suspiro, noto como la magia se funde con mis músculos y subo de un primer salto a la cornisa de uno de los edificios. En un segundo salto llego hasta los tejados.
Lo que menos soporto en el mundo es la condescendencia, por ser más pequeña y débil que los demás no significa que deban tratarme como un bebé. Escóndete, quédate aquí, a cubierto, mientras vamos allí y nos morimos. Pues vale, haced lo que querais, la verdad es que poco me importa ahora mismo. Mi curiosidad es mayor que la necesidad de compañía en estos momentos. No debo perder de vista mi objetivo de hacer pagar a Eltrant por sus crímenes.
Voy corriendo por los tejados con el arco en la mano, cerca del borde para poder ver por el rabillo del ojo a mis compañeros dirigirse al tumulto por la calle principal. Los tejados terminan abruptamente y me encuentro de frente con el campanario, ahora con un agujero en uno de sus muros. ¿Qué demonios habrá pasado allí? Una sombra parece moverse en los alrededores. He perdido de vista a Mand y las demás, por lo que supongo se habrán metido en alguna trifulca por allá abajo. Tal vez debería asomarme y ayudar...
"Eso es... Eso es un vampiro."
Apenas me da tiempo a reaccionar, la vista comienza a nublárseme, un pequeño dolor en los ojos y después...
La elfa no se detiene mucho tiempo a pensar. Agarra fuertemente el arco y quita una de las flechas del carcaj. Desde allí, sobre los tejados, un lugar perfecto para emboscar al maldito chupasangre, arrebatarle la vida poco a poco. Aunque tenga que ser a distancia... Si está en lo cierto, lo más probable es que se acerque a por ella. Entonces podrá disfrutar de ensartarle directamente, cuerpo a cuerpo, sentir su sangre, sus deseos de destrozar y matar. Siente cómo la excitación sube por su espina dorsal, la inminente lucha, la oportunidad de matar a uno de esos indeseables. Sonríe, se concentra y dispara la primera de las flechas. Todavía posee los proyectiles encantados de Asher, pero lo mejor será guardarlos en caso de que el vampiro dé más problemas de los que aparenta.
Pone el virote en la cuerda, apunta, respira hondo y dispara, en dirección al corazón del vampiro.
[...]
- Hemos perdido de vista a la elfa. - Dije resaltando lo obvio. - Sabrá cuidarse sola, a juzgar por el estado del cadáver que vimos al llegar a su posición.
Mis compañeras me miran, apenas parpadean, no creo que les preocupe mucho el estado de la elfa, en estos momentos tenemos problemas más importantes de los que ocuparnos. Estamos a punto de meternos directamente en la boca del lobo y no de la forma más inteligente posible. Desenfundo una de las dagas conforme nos aproximamos al epicentro de la pelea.
Llegamos finalmente a la pequeña plaza, un dragón persiguiendo a un guerrero, eso es normal en el estado actual de la ciudad. Pero espera un segundo, el jodido insensato acaba de identificarse como Eltrant Tale. Miro fugazmente a mis dos compañeras, asienten en consecuencia y nos lanzamos en su persecución. La dificultad ahora radica en no morir en las garras del dragón que le persigue antes de dar caza al asesino. ¿Asesino? Suena raro, viniendo precisamente de mi, un hombre tortuga entrenado en el arte del asesinato. Muevo la cabeza, despejándola de pensamientos inútiles que tan solo me desconcentrarán de la inminente lucha.
Hago un gesto con la mano a mis acompañantes, lo más seguro será atacarle los tres a la vez. Tras trazar el plan a seguir, entro en uno de los edificios, atravesándolos uno a uno a fin de emboscar a Eltrant al otro lado. Tanto Jery como Clarice van totalmente de frente, corriendo directamente hacia Eltrant. Me escondo entre las sombras, desde donde puedo ver a mis dos amigas en dirección a nuestro objetivo. Jery prepara el escudo, pero es golpeada por el dragón perseguidor y lanzada contra uno de los edificios cercanos.
Clarice parece tener más suerte en la emboscada, aprovechando que el dragón está distraído hace un corte con su espada, liberando una onda flamígera en dirección a Eltrant. Justo el momento que estaba esperando. De un salto embosco al guerrero por la espalda.
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- OFF:
- OFF: Resumen, Jeannie ataca a Taliesin desde un tejado, no sé exactamente su posición actual, por lo que es probable que falle. Mand, Clarice y Jeremiah van a por Eltrant, Jery termina empotrada contra un muro porque a Eltran le persigue un dragón y claro, coletazo y contra un edificio. Mand ataca a Elt por la espalda y Clarice usa la habilidad Corte Elemental. Tiro runa por el disparo de Jeannie a Taliesin, tras hablar con Eltrant hemos decidido que lidiará él como desee con los ataques de Mand y Clarice :3
Irinnil Fawkes
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Re: El significado de la lealtad [Tema 1/3 Evento Captura y Castigo Eltrant]
El miembro 'Jeannie Fawkes' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Tyr
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Re: El significado de la lealtad [Tema 1/3 Evento Captura y Castigo Eltrant]
¿Cómo se las ingenia para meterse en tantos problemas? se pregunta Demian al ver a Eltrant ser castigado nuevamente. Él, en tanto, está ocupado combatiendo con los guardias que aún siguen vivos y con la dragones que, aunque herida de gravedad, no parece querer rendirse.
El chico no está cómodo, su estilo siempre ha estado enfocado a elegir una presa e ir con todo por ella, no a pelear contra grupos masivos en combate abierto. Piensa en retirarse a las sombras, pero sabe que Eltrant necesita un respiro para cumplir su misión.
Por suerte también se incorporaban al combate aquellos sujetos de los Buscones. Aquello le otorgaba mayor libertad para pensar estratégicamente, en vez de enfocarse sólo en esquivar y atacar.
Retrocedió un poco, aunque sin quedar completamente desapercibido. La dragona aún intentaba alcanzarle y lanzaba chorros de agua afilados como acero, algunos teñidos de rojo. El chico sabía que muchas veces una puñalada no mataba de inmediato, pero que la muerte era prácticamente inevitable, al menos si no recibía una atención experta en los siguientes minutos.
Los civiles no eran más que una molestia en todo el escenario. Deberían haber huido en cuanto les dio una oportunidad, pero así era la gente, a veces parecían buscar el peligro... por eso no le gustaban las personas como grupo, cuando hablaban en los mercados y las calles hacían ese ruido, ese zumbido molesto de palabras mezcladas, que ahora se mezclaba con aquellos estúpidos gritos de miedo, llanto y desesperación. De buen gusto se habría tapado los oídos, pero lamentablemente tenía las manos ocupadas con las dagas y el combate.
Eltrant parecía necesitar de ayuda para salir de allí y ciertamente era mejor si lo hacía sin un grupo de enemigos tras sus talones. Iba a ser tarea suya encargarse de limpiar tras de él. Escupió al piso.
Le gustaba ser como un gato, jugar con su presa antes de terminar con su vida, verle la sangre correr y las fuerzas desvanecerse lentamente en la medida en que su alma dejaba, gota a gota, la carne.... pero no, no podía darse ese lujo, no en ese momento.
Lo primero que debía hacer era terminar con la dragona. Ella era quien se empeñaba en atacarle y quien le mantenía bajo presión, por tanto era el objetivo prioritario. Lo bueno era que, dada la condición de su herida, el chico contaba con la ventaja. Ciertamente iba a aprovecharla.
Se lanzó de frente, esquivando el siguiente chorro de agua cortante. La dragona comenzaba a lucir cansada y no parecía ser particularmente ágil ni fuerte. Demian corrió, preparó su daga y comenzó a zigzaguear para hacerle el blanco más difícil. Un chorro de agua concentrada le alcanzó en el pecho, pero ya no era tan cortante. Le produjo dolor, mas no hubo daño significativo. Resultaba claro que la dragona estaba llegando a la extenuación con tantos ataques elementales y la pérdida de sangre.
La daga entró limpiamente en su cuello.
Un chorro de sangre le salpicó en el brazo y parte del rostro y una sonrisa torcida se dibujó en su rostro. Sí, no podía ser un gato, pero eso no le iba a impedir disfrutar del espectáculo.
Inmediatamente puso una mano en el suelo y sus ojos adquirieron un brillo azulino. No le iba a rogar al éter por su ayuda, no... iba a imponer su voluntad, como había aprendido que un brujo debía hacer cuando estuviera en aprietos. El éter era su sirviente, su fuente de poder, su alimento, e iba a servirse cuanto fuera necesario.
Un par de figuras fantasmales se formaron a su alrededor. Sus aspectos eran tétricos, como almas en pena, semitransparentes y horripilantes, con ropas desgarradas, huesos expuestos, rostros de sufrimiento y un grito permanente saliendo de sus rotas gargantas. Escuchó otros gritos de espanto, pero no de sus fantasmas, sino de algunos de los presentes.
Los fantasmas dieron un par de vueltas a su alrededor y luego se interpusieron entre los asustados ciudadanos y el resto de la pelea, como un muro de espectros. Costaba estar seguro de a qué bando espantaban más.
–¡Huyan! –exclamó con fuerza–. ¡Enciérrense en sus hogares y no se asomen!
Los fantasmas asumieron un aspecto aún más tétrico, gritando de manera desgarradora y expandiéndose, creando una distracción (y motivación) suficiente para que las personas pudieran huir.
Pero el chico no había terminado. No había reunido tanto éter para sólo una ilusión básica, no, aún tenía guardado un hechizo poderoso para lo que parecía ser el enemigo más poderoso presente.
Acyloin. Aquella era la mayor amenaza y estaba enfocada en Eltrant. Aún con la distracción que había causado el chico, ella no parecía dar mucha importancia a los fantasmas e iba a por el barbón de la afición por recibir golpes.
Demian se puso en marcha, siguiendo a la bestia y dedicando unos momentos a pensar en su estrategia. Los enemigos de Eltrant eran fuertes y parecían multiplicarse, así que no iba a poder derrotarles sólo mediante la fuerza. Tarde o temprano iba a quedarse sin trucos o iba a encerrarse en una posición imposible. ¿Cómo demonios el rubio bonachón se había vuelto el objetivo de tanta gente? después de todo esto iba a tener que enseñarle a vivir como un gorrión, justo al borde de los problemas, más abajo de la mirada de los guardias... claro, la estatura le iba a sobrar un poco, pero los gorriones no dependían sólo de su tamaño para no meterse en problemas.
No estaba completamente seguro de cuánto se había alejado ya del refugio, pero su atención debió enfocarse en otro detalle. Como era de suponerse, no estaban solos.
Otros seres se incorporaban al conflicto, una de las cuales terminó estampada contra una muralla. No era una entrada muy impresionante, pero parecía que también querían un poco de Eltrant para la cena.
Demian se agazapó tras la esquina de una casa. Podía tenerle mucho cariño a Eltrant, pero no iba a meterse en medio para que lo acribillaran entra una dragona, una tortuga parlante y una amazona, no sin un plan.
Pronto tuvo uno.
El éter se hizo intenso a su alrededor, sus corrientes fluyeron por su ser y de pronto el mundo pareció sucumbir a las sombras. En su pensamiento estaban la dragona y él, el resto era sólo el vacío y el vacío era el todo... y la nada.
"Esos tres son mis enemigos, debo matarlos a cualquier precio" repitió en su cabeza, transmitiendo en su ilusión la imagen de los tres nuevos atacantes.(1)
La dragona se giró y sus ojos parecieron llenarse de furia, aún más de la que ya tenía. En su cabeza había una voz imperante, propia, que le instaba a matar, pero no a Eltrant.
Demian intensificó el uso de su energía, expandiendo el éter de su ser hacia la dragona, inundando su mente con imágenes ilusorias en que el aspecto amenazante de los tres recién llegados se multiplicaba, mientras el resto del mundo parecía opacarse, disminuir.
"Esos tres son mis enemigos, debo matarlos a cualquier precio" susurró Demian, concentrando sus esfuerzos en la ilusión.
La dragona iniciaba su ataque, pero esta vez no contra Eltrant, ahora tenía nuevos objetivos, más importantes.
–Bailen, bailen como ratones –susurró.
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(1) Demian usa su habilidad de nivel 7, Posesión Fantasmal, la cual implanta el pensamiento en Acyloin de que los 3 PNJ de Jeannie son sus principales enemigos.
(*) Resumen del Turno:
Demian ha acabado con la dragona elemental de agua Yukken.
Una vez hecho esto, ha usado su maestría para generar ilusiones simples con las que poder ayudar a los ciudadanos inocentes a escapar del lugar.
Finalmente, usa su habilidad Posesión Fantasmal en Acyloin para hacer que cambie de objetivo.
El conjunto de todos estos actos es básicamente uno solo, generar la suficiente distracción y detener las mayores amenazas para que Eltrant pueda huir con seguridad del combate y seguir su camino.
Demian
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Re: El significado de la lealtad [Tema 1/3 Evento Captura y Castigo Eltrant]
Mina acaba de enviarme un mp diciendo que no le da tiempo a contestar. Ya sabéis cómo es el tema. Cuenta con +3 días adicionales. Si en ese tiempo no tenemos nueva información sobre ella, será excluida del evento.
Reconozco que es una regla severa, pero todos hemos tenido esos malos temas en los que un integrante tarda meses en contestar o desaparece directamente. No quiero que en un tema que influye directamente a tantos usuarios, e indirectamente a todo el foro, quede paralizado.
Además, lo ya comentado anteriormente: las líneas del evento depende unas de otras y necesito que todas vayan a una velocidad parecida
Reconozco que es una regla severa, pero todos hemos tenido esos malos temas en los que un integrante tarda meses en contestar o desaparece directamente. No quiero que en un tema que influye directamente a tantos usuarios, e indirectamente a todo el foro, quede paralizado.
Además, lo ya comentado anteriormente: las líneas del evento depende unas de otras y necesito que todas vayan a una velocidad parecida
Sigel
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Re: El significado de la lealtad [Tema 1/3 Evento Captura y Castigo Eltrant]
Dagas, muchas ilusiones de dagas lanzaba Mina usando la magia de su ser. Su telekinesis peleaba con el poder de control de tierra del dragón, que si ella pisaba el suelo, él hacia que esa piedra bajo su zapato se elevara, así que ella intentaba controlarla y no caer. Pero le era difícil y consumía su energía rápidamente. ¡La telekinesis no era su don natural! ¡Bestia ignorante! Cada vez hacía aparecer menos dagas, y la mayoría eran traslúcidas, ni siquiera llegaban a alcanzar al monstruo que la atacaba, porque se desvanecían en el aire. O atacaba o se defendía, pero ambas cosas no podía hacerlas a la vez y al mismo tiempo, mantenerse de pie.
A pesar de todo, lograba poner distancia entre él y ella, no dejarse atrapar era lo primordial. Nunca era buena idea estar cerca de un dragón que quiere atraparte, esas alimañas son de ideas fijas y tercos como burros. Es que el dicho está mal, no es como burros, es terco como un dragón -Sí, me gusta más esa analogía, la usaré- pensó la ilusionista mientras caía al piso tras dar un salto mortal hacia atrás.
Justo cuando creía que ya era ese su final, que se la llevaría el dragón guardia, que pasaría la noche en las catacumbas de Dundarak y allí moriría de frío, unas sombras conocidas envolvieron al dragón y lo hicieron chillar de dolor. -¡LYN!- exclamó emocionada Mina, tan feliz de ver a su amiga que casi se pone a llorar -¡Me encontraste, amiguita!- dijo entre sollozos. La vampiresa enfrentó con valentía al guardia, que lanzaba piedras al aire, pues estas atravesaban a la muchacha como si ella fuera humo. A la ilusionista no le gustaba aquella nueva "facultad" de su amiga, porque la había hecho más distante. Llegaba una hora del día en que se apartaba, le daba la impresión de que no le gustaba que le sintieran su... intangibilidad.
Pero vaya que estaba siendo útil en ese momento. Mientras Lyn se encargaba del dragón, Mina valientemente huía. Ya había trazado su ruta de escape cuando escuchó una voz. -¿Taliesin?- se preguntó, frenando en seco y dando vuelta en el mismo movimiento, pero no lo vió. Paró un instante. ¿Qué hacer? Ella tenía la maravillosa oportunidad de irse de ese lugar y por otro lado, buscar a su querido Tali. Gimoteó un poquito, definitivamente era mejor irse. Otro día lo buscaba.
Sin embargo, no contaba con lo que se encontraría del otro lado del campanario. El ruido de su propia pelea se había mezclado con la de la batalla campal que se estaba librando allí. ¡Y allí estaba Eltrant! ¿Pero qué clase de apocalipsis dragoniano era aquel? No entendía nada. Un fuerte ruido y el piso estremecerse sacudió a la bruja. ¿Sería el dragón de tierra con el que peleaba Lyn? Una flecha cayó junto a Mina, haciéndola saltar a un lado.
Es que aquello ya era el colmo. Más encima, se veían luces de incendios por todos lados. -¡YA ME QUIERO IR DE AQUÍ!- gritó la muchacha, dando un pisotón sobre la nieve y comenzando una pataleta. Se giró para ver de dónde había venido la flecha, y lo que vio fue la silueta de un hombre, con una mirada aterrorizante -Tali, ¿eres tú, querido? Amor mío... ¿qué haces aquí? ¿Por qué tienes esos ojos tan rojos? ¿Y esos dientes tan largos? Tali, ¿por qué te relames así?- inquirió, intentando poner una expresión calma en su rostro y dando unos pasos hacia atrás. -¡Mina! ¡Corre!- escuchó a Lyn, quien parecía alma que se lleva el diablo escapando del guardia/dragón de tierra.
-Esto es un mierdero- se quejó ella, en voz bajita, solo para si misma, antes de emprender la huida detrás de la vampiresa. Pasó junto a Eltrant justo cuando llamaba a todos a atacarlo -¡IDIOTA!- lo llamó Mina y le hizo un gesto de que la siguiera. Con las últimas energías mágicas que tenía en el cuerpo, creó una imagen de Eltrant que apareció junto a él y arrancó a correr hacia el otro lado, mientras que sobre la del original apareció el rostro de Lorenzo. -¡CORRE POR TU PATÉTICA VIDA, IDIOTA!- le urgió ella a su amigo. Si no aprovechaba ahora, terminarían muertos esa misma noche.
A pesar de todo, lograba poner distancia entre él y ella, no dejarse atrapar era lo primordial. Nunca era buena idea estar cerca de un dragón que quiere atraparte, esas alimañas son de ideas fijas y tercos como burros. Es que el dicho está mal, no es como burros, es terco como un dragón -Sí, me gusta más esa analogía, la usaré- pensó la ilusionista mientras caía al piso tras dar un salto mortal hacia atrás.
Justo cuando creía que ya era ese su final, que se la llevaría el dragón guardia, que pasaría la noche en las catacumbas de Dundarak y allí moriría de frío, unas sombras conocidas envolvieron al dragón y lo hicieron chillar de dolor. -¡LYN!- exclamó emocionada Mina, tan feliz de ver a su amiga que casi se pone a llorar -¡Me encontraste, amiguita!- dijo entre sollozos. La vampiresa enfrentó con valentía al guardia, que lanzaba piedras al aire, pues estas atravesaban a la muchacha como si ella fuera humo. A la ilusionista no le gustaba aquella nueva "facultad" de su amiga, porque la había hecho más distante. Llegaba una hora del día en que se apartaba, le daba la impresión de que no le gustaba que le sintieran su... intangibilidad.
Pero vaya que estaba siendo útil en ese momento. Mientras Lyn se encargaba del dragón, Mina valientemente huía. Ya había trazado su ruta de escape cuando escuchó una voz. -¿Taliesin?- se preguntó, frenando en seco y dando vuelta en el mismo movimiento, pero no lo vió. Paró un instante. ¿Qué hacer? Ella tenía la maravillosa oportunidad de irse de ese lugar y por otro lado, buscar a su querido Tali. Gimoteó un poquito, definitivamente era mejor irse. Otro día lo buscaba.
Sin embargo, no contaba con lo que se encontraría del otro lado del campanario. El ruido de su propia pelea se había mezclado con la de la batalla campal que se estaba librando allí. ¡Y allí estaba Eltrant! ¿Pero qué clase de apocalipsis dragoniano era aquel? No entendía nada. Un fuerte ruido y el piso estremecerse sacudió a la bruja. ¿Sería el dragón de tierra con el que peleaba Lyn? Una flecha cayó junto a Mina, haciéndola saltar a un lado.
Es que aquello ya era el colmo. Más encima, se veían luces de incendios por todos lados. -¡YA ME QUIERO IR DE AQUÍ!- gritó la muchacha, dando un pisotón sobre la nieve y comenzando una pataleta. Se giró para ver de dónde había venido la flecha, y lo que vio fue la silueta de un hombre, con una mirada aterrorizante -Tali, ¿eres tú, querido? Amor mío... ¿qué haces aquí? ¿Por qué tienes esos ojos tan rojos? ¿Y esos dientes tan largos? Tali, ¿por qué te relames así?- inquirió, intentando poner una expresión calma en su rostro y dando unos pasos hacia atrás. -¡Mina! ¡Corre!- escuchó a Lyn, quien parecía alma que se lleva el diablo escapando del guardia/dragón de tierra.
-Esto es un mierdero- se quejó ella, en voz bajita, solo para si misma, antes de emprender la huida detrás de la vampiresa. Pasó junto a Eltrant justo cuando llamaba a todos a atacarlo -¡IDIOTA!- lo llamó Mina y le hizo un gesto de que la siguiera. Con las últimas energías mágicas que tenía en el cuerpo, creó una imagen de Eltrant que apareció junto a él y arrancó a correr hacia el otro lado, mientras que sobre la del original apareció el rostro de Lorenzo. -¡CORRE POR TU PATÉTICA VIDA, IDIOTA!- le urgió ella a su amigo. Si no aprovechaba ahora, terminarían muertos esa misma noche.
Mina Harker
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Re: El significado de la lealtad [Tema 1/3 Evento Captura y Castigo Eltrant]
Al llegar junto al muro siento cómo las sombras me rodean y acogen en su tacto aterciopelado y frío. Mis aliadas me reconfortan y en su seno me siento eufórico, superior, poderoso; aunque no logran calmar la rabia que siento. Escalo el muro hasta lo alto, encontrando con facilidad las grietas entre las piedras en las que inserto mis uñas para impulsarme. Son tan duras como mis dientes, y al verlas recibo una visión tan nítida que no puedo evitar salivar: cómo se sentiría el usarlas para abrir un cuerpo vivo, insentarlas entre los órganos vitales palpitantes y sentir el calor de la vida. Entonces desgarrarlo, arrebatarlo, hacerlo mío.
Desde arriba veo lo que ocurre y mi sonrisa se ensancha. Humanos, dragones, civiles indefensos cuya sangre y gritos teñirán la noche de Dundarak. Están asustados y por eso su sangre sabrá mejor. Por si fuera poco unos espectros los espantan, y huyen en una estampida descontrolada. Espero con impaciencia hasta que dos de ellos pasan corriendo junto al muro y salto. Caigo sobre uno de ellos y no sé si es un humano o un dragón, un hombre o una mujer, porque no me importa. Lo único que veo es su expresión de incomprensión e, inmediatamente, miedo ante lo que soy. Creo que tengo los ojos muy abiertos y las pupilas dilatadas, y veo cómo mi propia mano lo agarra de la cabeza y la golpea, una y otra vez, contra los adoquines de la ciudad. El sonido es un golpe seco y un crujido. Cuando me quiero dar cuenta ha perdido el conocimiento. ¡Es tan fácil! Me giro y la segunda persona sigue allí. Ha intentado huir pero se ha caído debido al hielo y la nieve.
Escucho un nombre, un grito, "Soy Eltrant Tale", y aunque un humano de mierda como Eltrant Tale no me importa más que otro cualquiera, algo en esa voz me enfada y provoca. "Que muera de manera inhumana" pienso con una voz que no es mía pero que no logro identificar; y como sólo veo a ese civil frente a mí, dirijo a él mi odio. Me lanzo a por él cuando se está intentando levantar y lo tiro al suelo. Lo inmovilizo, le clavo las uñas en el rostro y en sus ojos. Forcejea y se debate, me golpea; pero no siento nada más que la certeza de que él merece morir y yo merezco alimentarme. No me importa que grite y llore. Pronto no puedo contenerme y le abro la garganta para empezar a alimentarme, de manera desordenada, feroz, tan incontrolada como los borbotones de sangre saliendo de aquel cuello. No sé qué es lo que me gotea de la boca: ¿saliva, sangre?
Paro de alimentarme cuando una flecha se clava en el suelo, junto a una mujer que no logro reconocer y que me habla. Lo sé porque veo que mueve los labios, pero sus palabras apenas llegan a mi entendimiento. Es como si sobre mis oídos pesara un pitido constante. Por un segundo quiero reconocerla, pero lo cierto es que no logro pensar, sólo reaccionar, y en su lugar miro hacia arriba y veo de dónde ha venido la flecha. Entiendo que estaba destinada a mí; alguien ha intentado matarme y la insolencia de este acto me enfurece hasta tal punto que la mirada se me nubla y pierdo el control de mi persona.
Quiero matar a quien ha intentado matarme, pero soy un animal inteligente. Soy el depredador y no la presa. Abandono los cuerpos de mis últimas víctimas y me interno en la oscuridad de los callejones. Soy rápido, soy silencioso[1], y sé a dónde voy. Voy a emboscar a mi nueva víctima, a abalanzarme sobre ella cuando no se lo espere, y haré que me dure más de lo que duraron los otros dos. Cuando llego a una posición más cercana desde la que creo que podré tomar a mi presa por sorpresa, lo escalo. Allí está ella; se me vuelve a nublar la vista y me abalanzo sobre ella para agarrarla del cuello.
---
[1] Habilidad racial "Presencia vampírica" le permite ocultarse con mayor facilidad en lugares oscuros.
Resumen: Taliesin ataca a dos civiles y los deja muertos o al borde de la muerte. El ataque de Jeannie delata la posición de esta. Taliesin se mueve por los callejones para intentar pillarla por sorpresa desde otro ángulo, y la ataca. Tiro runas para ver cómo va lo de pillarla por sorpresa/atacarla.
Desde arriba veo lo que ocurre y mi sonrisa se ensancha. Humanos, dragones, civiles indefensos cuya sangre y gritos teñirán la noche de Dundarak. Están asustados y por eso su sangre sabrá mejor. Por si fuera poco unos espectros los espantan, y huyen en una estampida descontrolada. Espero con impaciencia hasta que dos de ellos pasan corriendo junto al muro y salto. Caigo sobre uno de ellos y no sé si es un humano o un dragón, un hombre o una mujer, porque no me importa. Lo único que veo es su expresión de incomprensión e, inmediatamente, miedo ante lo que soy. Creo que tengo los ojos muy abiertos y las pupilas dilatadas, y veo cómo mi propia mano lo agarra de la cabeza y la golpea, una y otra vez, contra los adoquines de la ciudad. El sonido es un golpe seco y un crujido. Cuando me quiero dar cuenta ha perdido el conocimiento. ¡Es tan fácil! Me giro y la segunda persona sigue allí. Ha intentado huir pero se ha caído debido al hielo y la nieve.
Escucho un nombre, un grito, "Soy Eltrant Tale", y aunque un humano de mierda como Eltrant Tale no me importa más que otro cualquiera, algo en esa voz me enfada y provoca. "Que muera de manera inhumana" pienso con una voz que no es mía pero que no logro identificar; y como sólo veo a ese civil frente a mí, dirijo a él mi odio. Me lanzo a por él cuando se está intentando levantar y lo tiro al suelo. Lo inmovilizo, le clavo las uñas en el rostro y en sus ojos. Forcejea y se debate, me golpea; pero no siento nada más que la certeza de que él merece morir y yo merezco alimentarme. No me importa que grite y llore. Pronto no puedo contenerme y le abro la garganta para empezar a alimentarme, de manera desordenada, feroz, tan incontrolada como los borbotones de sangre saliendo de aquel cuello. No sé qué es lo que me gotea de la boca: ¿saliva, sangre?
Paro de alimentarme cuando una flecha se clava en el suelo, junto a una mujer que no logro reconocer y que me habla. Lo sé porque veo que mueve los labios, pero sus palabras apenas llegan a mi entendimiento. Es como si sobre mis oídos pesara un pitido constante. Por un segundo quiero reconocerla, pero lo cierto es que no logro pensar, sólo reaccionar, y en su lugar miro hacia arriba y veo de dónde ha venido la flecha. Entiendo que estaba destinada a mí; alguien ha intentado matarme y la insolencia de este acto me enfurece hasta tal punto que la mirada se me nubla y pierdo el control de mi persona.
Quiero matar a quien ha intentado matarme, pero soy un animal inteligente. Soy el depredador y no la presa. Abandono los cuerpos de mis últimas víctimas y me interno en la oscuridad de los callejones. Soy rápido, soy silencioso[1], y sé a dónde voy. Voy a emboscar a mi nueva víctima, a abalanzarme sobre ella cuando no se lo espere, y haré que me dure más de lo que duraron los otros dos. Cuando llego a una posición más cercana desde la que creo que podré tomar a mi presa por sorpresa, lo escalo. Allí está ella; se me vuelve a nublar la vista y me abalanzo sobre ella para agarrarla del cuello.
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[1] Habilidad racial "Presencia vampírica" le permite ocultarse con mayor facilidad en lugares oscuros.
Resumen: Taliesin ataca a dos civiles y los deja muertos o al borde de la muerte. El ataque de Jeannie delata la posición de esta. Taliesin se mueve por los callejones para intentar pillarla por sorpresa desde otro ángulo, y la ataca. Tiro runas para ver cómo va lo de pillarla por sorpresa/atacarla.
Taliesin Skatha
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Re: El significado de la lealtad [Tema 1/3 Evento Captura y Castigo Eltrant]
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Re: El significado de la lealtad [Tema 1/3 Evento Captura y Castigo Eltrant]
Muchas cosas estaban sucediéndose al mismo tiempo, demasiadas como para Eltrant que pudiese siquiera anticiparse a algo de lo que tenía a su alrededor, apenas estaba seguro de que era lo que estaba golpeándole en aquel momento.
¿Había sido el dragón? ¿Los mercenarios y cazarrecompensas que aparecían a su encuentro? ¿O era la guardia de la ciudad? ¿Todos al mismo tiempo, quizás?
Al menos sí que sabía que todos querían matarle.
Frunció el ceño, deteniéndose cuando vio como dos mercenarios salían a su encuentro.
Apenas tuvo tiempo de reaccionar; el fuego fue lo primero que sintió, se cubrió la cara con ambos brazos, apenas pensó en hacerlo, fue un acto reflejo que sirvió para más bien poco, pues solo llegó a hacerlo cuando la llamarada impactó de lleno sobre su pecho. El calor evaporó parte de la sangre que cubría su armadura.
Tensó los músculos, a pesar del fuerte olor a carne quemada y del repentino dolor en sus extremidades no se permitió retroceder. Lo único que había en su cabeza era correr, tenía que salir de allí, tenía que alejar la batalla de los pocos ciudadanos que seguían con vida. Algo que no tuvo tiempo de hacer, pues en cuanto la llama se hubo apagado una espada atravesó el metal que protegía su espalda.
Incapaz de contener el gemido de dolor tomó a su asaltante por la muñeca y lo lanzó a un lado.
- No… - Se arrancó la espada de la tortuga sobredimensionada que acababa de atacarle y la tiró a un lado, le señaló. - ¡No soy yo quien…! – La figura de Mina pasó por su lado, gritándole al castaño que corriese al mismo tiempo que una réplica de él se aparecía a un lado y corría por los callejones, atrayendo la atención de un número indeterminado de guardas de Dundarak.
También notó que su cara cambiaba, casi como si una suave película de agua flotase ridículamente cerca de su propia piel. ¿Había usado algún tipo de ilusión para enmascarar quién era?
El dragón, en cambio, rugió con furia, con mucha más que antes, y se lanzó contra los mercenarios que acababan de atacarle. Al parecer había decidido que ellos eran las presas más deliciosas de la noche.
Gritó, expulsó todo el aire que le quedaba en los pulmones. Nada iba bien, aquello no era lo que estaba planeando, iba a morir más gente que si no hubiese hecho nada.
Volvió a sujetar a la enloquecida norteña por la cola momentos antes de que alcanzase a la tortuga. El dragón decidió usar sus garras para zafarse del exmercenario, que no pudo sino soltar a la criatura para evitar acabar peor de lo que ya estaba.
- ¡Huid! –
Otro rugido partió la noche en dos. El dragón se alejó de la tortuga, no obstante, saltó sobre la que había usado magia momentos antes en su contra.
Frunció el ceño, analizó la situación lo más rápido que sus propios pensamientos podían hacerlo: tenía la oportunidad perfecta para escapar, no podía desaprovecharla. La gran mayoría de los presentes se habían marchado tras el inesperado clon de Mina, el dragón tampoco le veía como una amenaza por lo pronto y Demian se había encargado de su oponente y parecía no tener problemas en aquel momento.
Irónicamente, nadie le prestaba atención.
Y aun así…
- Eres un idiota, Eltrant Tale – Repitió, básicamente, lo que le acababa de decir Mina.
Por mucho que quisiera no podía hacer nada realmente, no tenía tiempo ni fuerzas para matar al dragón, tampoco quería acabar con la vida de alguien que, realmente, no era dueño de sus actos.
Lo único que podía hacer era convertirse en un muro de acero.
Se colocó frente al dragón instantes antes de que este alcanzase a la mujer. [1] Eltrant sujetó las fauces con sus propias manos durante unos segundos, después, incapaz de soportarlo más la brutal fuerza de la bestia, esta acabó cerrando la mandíbula en torno a su hombro.
Una vez más, el metal que componía su hombrera se deformó bajo los afilados dientes de la criatura. No había llegado a perforar la carne, pero no era una sensación precisamente placentera.
- ¡¿A qué esperas!? – Exclamó, o lo hizo más bien el tipo que Mina había decidido usar para enmascararle - ¡Lárgate! – Golpeó repetidamente al dragón en la cara, tratando inútilmente de zafarse de su mordisco, cosa que solo consiguió cuando consiguió introducir un dedo en uno de sus ojos.
Curiosamente, aun cuando Eltrant había herido a aquel dragón, este seguía sin tenerle como objetivo. En cuanto abrió sus fauces trató de acabar de nuevo con la vida de los mercenarios que habían estado en su contra.
Sin pensarlo demasiado clavó a Olvido en el suelo de forma instintiva. Tan pronto lo hizo un muro de viento se apareció frente al reptil deteniéndolo sobre sus pasos. [2] La criatura comenzó, inmediatamente, a placar la pared invisible, tratando de dar caza a aquellas presas que estaban tan cerca, pero, al mismo tiempo, muy muy lejos.
- Bi… bien – Tragó saliva y, usando su espada, abrió parte de la cúpula en la que se había encerrado junto al lagarto, por donde se encargó de salir. – Esto servirá – La calle por la que estaba huyendo estaba, ahora, bloqueada por una cúpula de aire cortante en la que había un dragón atrapado. – Esto servirá… - Se repitió, envainando a Olvido y comenzado a correr hacía el refugio Connan.
No sabía cuánto duraría la cúpula sin estar él presente, pero esperaba que lo suficiente como para haberse alejado lo suficiente. Solo tenía que llegar más adelante, no demasiado, solo un par de calles más.
Alcanzó en primer lugar a Mina.
- Me he… - Se apoyó en la pared, respirando con dificultad. – Me he retrasado un poco. – Indicó tomando aire, algo que acabó en una larga retahíla de tosidos. – Me han machacado bien – Le dijo sacudiendo al cabeza. - ¿Qué haces aquí? – Preguntó a continuación.
- ¡Mortal! – Lyn se apareció a un lado respondiendo, basicamente, la pregunta que acababa de formular. Al parecer había conseguido dar esquinazo al otro dragón con el que estaba combatiendo. – ¿Estás bien? - En su mano izquierda, la vampiresa portaba la carta que hacía las veces de mapa, la misma que decía en todo momento dónde se encontraban las personas importantes para su usuario.
Sonrió.
- Me duele a un poco . – Volvió a toser repetidamente y sacudió la cabeza, Lyn se cruzó de brazos y, tras guardar la carta en uno de los bolsillos de su indumentaria, suspiró. – Mina... – Miró fijamente a la ilusionista, a veces seguía pensando que a la muchacha le daba absolutamente igual verle vivo o muerto, que lo hacía todo por Lyn. Pero le había ayudado en un momento de necesidad. – Gracias. – Comentó entonces el castaño aun con la misma sonrisa, depositando una mano en el hombro a la muchacha, arrepintiéndose enseguida al notar que la había manchado de sangre.
¿O ya estaba la mancha ahí?
Dicho esto, comenzó de nuevo a moverse. Una parte de él habría vuelto a por Demian, pero conocía al muchacho, el caos que reinaba en el lugar, con el dragón atrapado, la guardia confusa y los mercenarios sin organización alguna…
No tendría ningún problema para pasar desapercibido.
Tras varias calles más, andando con más de lentitud, llegaron hasta el estrecho callejón en el que estaba el refugio Connan. A diferencia de los otros dos, este no estaba en ninguna casa, a este refugio se accedía a través de unas escaleras semi-ocultas a un lado del callejón.
- Vamos… - Suspiró Eltrant, descendiendo, sintiendo como la armadura cada vez se volvía más pesada sobre sus hombros. – Ya hemos llegado – Abrió la puerta y dejó pasar a las chicas antes, después, tras asegurarse de que nadie les seguía, cerró tras él.
El refugio estaba… tranquilo.
- Por todos los dioses, Eltrant. – Gardian estaba allí, hablando con los demás, quizás no tendría que haberse preocupado por llegar con tanta prisa. - ¿Es que te has peleado con todo Dundarak? – El castaño se acercó la silla más cercana que había y se sentó sin decir nada, tratando de encontrar que decir, los presentes se acercaron a comprobar el estado de este.
- Básicamente. – Respondió Lyn en apenas un susurro.
Menelwie, Ohm, Toriel y Tina.
Estaban todos, nadie estaba enloquecido. Sonrió y cerró los ojos; estaba tan, tan cansado.
- Kano estaba como Wanda. – Explicó a los presentes, luchando por no quedarse dormido. – Pero lo conseguí reducir con la ayuda de Gol’then. Ahora están cuidando de él. – dijo cruzándose de brazos. – Hont está cuidando a Wanda, pero eso ya os lo habrá explicado Gardian. – El fundador de los Buscones asintió y acercó una silla a Lyn, que la rechazó con educación. – Oh, y ella es Mina. – dijo al final, introduciendo a la ilusionista. – Es una amiga, me ha ayudado a llegar hasta aquí. –
___________________________________________
[1] Habilidad Eltrant nivel 1: Salvaguarda.
[2] Habilidad Eltrant nivel 9: Inamovible.
Resumen:
Eltrant corre y ayudandose con sus aliados deja a todos atrás. Uso este turno para llegar hasta el refugio Connan y comprobar que todos estan bien. :'D
¿Había sido el dragón? ¿Los mercenarios y cazarrecompensas que aparecían a su encuentro? ¿O era la guardia de la ciudad? ¿Todos al mismo tiempo, quizás?
Al menos sí que sabía que todos querían matarle.
Frunció el ceño, deteniéndose cuando vio como dos mercenarios salían a su encuentro.
Apenas tuvo tiempo de reaccionar; el fuego fue lo primero que sintió, se cubrió la cara con ambos brazos, apenas pensó en hacerlo, fue un acto reflejo que sirvió para más bien poco, pues solo llegó a hacerlo cuando la llamarada impactó de lleno sobre su pecho. El calor evaporó parte de la sangre que cubría su armadura.
Tensó los músculos, a pesar del fuerte olor a carne quemada y del repentino dolor en sus extremidades no se permitió retroceder. Lo único que había en su cabeza era correr, tenía que salir de allí, tenía que alejar la batalla de los pocos ciudadanos que seguían con vida. Algo que no tuvo tiempo de hacer, pues en cuanto la llama se hubo apagado una espada atravesó el metal que protegía su espalda.
Incapaz de contener el gemido de dolor tomó a su asaltante por la muñeca y lo lanzó a un lado.
- No… - Se arrancó la espada de la tortuga sobredimensionada que acababa de atacarle y la tiró a un lado, le señaló. - ¡No soy yo quien…! – La figura de Mina pasó por su lado, gritándole al castaño que corriese al mismo tiempo que una réplica de él se aparecía a un lado y corría por los callejones, atrayendo la atención de un número indeterminado de guardas de Dundarak.
También notó que su cara cambiaba, casi como si una suave película de agua flotase ridículamente cerca de su propia piel. ¿Había usado algún tipo de ilusión para enmascarar quién era?
El dragón, en cambio, rugió con furia, con mucha más que antes, y se lanzó contra los mercenarios que acababan de atacarle. Al parecer había decidido que ellos eran las presas más deliciosas de la noche.
Gritó, expulsó todo el aire que le quedaba en los pulmones. Nada iba bien, aquello no era lo que estaba planeando, iba a morir más gente que si no hubiese hecho nada.
Volvió a sujetar a la enloquecida norteña por la cola momentos antes de que alcanzase a la tortuga. El dragón decidió usar sus garras para zafarse del exmercenario, que no pudo sino soltar a la criatura para evitar acabar peor de lo que ya estaba.
- ¡Huid! –
Otro rugido partió la noche en dos. El dragón se alejó de la tortuga, no obstante, saltó sobre la que había usado magia momentos antes en su contra.
Frunció el ceño, analizó la situación lo más rápido que sus propios pensamientos podían hacerlo: tenía la oportunidad perfecta para escapar, no podía desaprovecharla. La gran mayoría de los presentes se habían marchado tras el inesperado clon de Mina, el dragón tampoco le veía como una amenaza por lo pronto y Demian se había encargado de su oponente y parecía no tener problemas en aquel momento.
Irónicamente, nadie le prestaba atención.
Y aun así…
- Eres un idiota, Eltrant Tale – Repitió, básicamente, lo que le acababa de decir Mina.
Por mucho que quisiera no podía hacer nada realmente, no tenía tiempo ni fuerzas para matar al dragón, tampoco quería acabar con la vida de alguien que, realmente, no era dueño de sus actos.
Lo único que podía hacer era convertirse en un muro de acero.
Se colocó frente al dragón instantes antes de que este alcanzase a la mujer. [1] Eltrant sujetó las fauces con sus propias manos durante unos segundos, después, incapaz de soportarlo más la brutal fuerza de la bestia, esta acabó cerrando la mandíbula en torno a su hombro.
Una vez más, el metal que componía su hombrera se deformó bajo los afilados dientes de la criatura. No había llegado a perforar la carne, pero no era una sensación precisamente placentera.
- ¡¿A qué esperas!? – Exclamó, o lo hizo más bien el tipo que Mina había decidido usar para enmascararle - ¡Lárgate! – Golpeó repetidamente al dragón en la cara, tratando inútilmente de zafarse de su mordisco, cosa que solo consiguió cuando consiguió introducir un dedo en uno de sus ojos.
Curiosamente, aun cuando Eltrant había herido a aquel dragón, este seguía sin tenerle como objetivo. En cuanto abrió sus fauces trató de acabar de nuevo con la vida de los mercenarios que habían estado en su contra.
Sin pensarlo demasiado clavó a Olvido en el suelo de forma instintiva. Tan pronto lo hizo un muro de viento se apareció frente al reptil deteniéndolo sobre sus pasos. [2] La criatura comenzó, inmediatamente, a placar la pared invisible, tratando de dar caza a aquellas presas que estaban tan cerca, pero, al mismo tiempo, muy muy lejos.
- Bi… bien – Tragó saliva y, usando su espada, abrió parte de la cúpula en la que se había encerrado junto al lagarto, por donde se encargó de salir. – Esto servirá – La calle por la que estaba huyendo estaba, ahora, bloqueada por una cúpula de aire cortante en la que había un dragón atrapado. – Esto servirá… - Se repitió, envainando a Olvido y comenzado a correr hacía el refugio Connan.
No sabía cuánto duraría la cúpula sin estar él presente, pero esperaba que lo suficiente como para haberse alejado lo suficiente. Solo tenía que llegar más adelante, no demasiado, solo un par de calles más.
Alcanzó en primer lugar a Mina.
- Me he… - Se apoyó en la pared, respirando con dificultad. – Me he retrasado un poco. – Indicó tomando aire, algo que acabó en una larga retahíla de tosidos. – Me han machacado bien – Le dijo sacudiendo al cabeza. - ¿Qué haces aquí? – Preguntó a continuación.
- ¡Mortal! – Lyn se apareció a un lado respondiendo, basicamente, la pregunta que acababa de formular. Al parecer había conseguido dar esquinazo al otro dragón con el que estaba combatiendo. – ¿Estás bien? - En su mano izquierda, la vampiresa portaba la carta que hacía las veces de mapa, la misma que decía en todo momento dónde se encontraban las personas importantes para su usuario.
Sonrió.
- Me duele a un poco . – Volvió a toser repetidamente y sacudió la cabeza, Lyn se cruzó de brazos y, tras guardar la carta en uno de los bolsillos de su indumentaria, suspiró. – Mina... – Miró fijamente a la ilusionista, a veces seguía pensando que a la muchacha le daba absolutamente igual verle vivo o muerto, que lo hacía todo por Lyn. Pero le había ayudado en un momento de necesidad. – Gracias. – Comentó entonces el castaño aun con la misma sonrisa, depositando una mano en el hombro a la muchacha, arrepintiéndose enseguida al notar que la había manchado de sangre.
¿O ya estaba la mancha ahí?
Dicho esto, comenzó de nuevo a moverse. Una parte de él habría vuelto a por Demian, pero conocía al muchacho, el caos que reinaba en el lugar, con el dragón atrapado, la guardia confusa y los mercenarios sin organización alguna…
No tendría ningún problema para pasar desapercibido.
Tras varias calles más, andando con más de lentitud, llegaron hasta el estrecho callejón en el que estaba el refugio Connan. A diferencia de los otros dos, este no estaba en ninguna casa, a este refugio se accedía a través de unas escaleras semi-ocultas a un lado del callejón.
- Vamos… - Suspiró Eltrant, descendiendo, sintiendo como la armadura cada vez se volvía más pesada sobre sus hombros. – Ya hemos llegado – Abrió la puerta y dejó pasar a las chicas antes, después, tras asegurarse de que nadie les seguía, cerró tras él.
El refugio estaba… tranquilo.
- Por todos los dioses, Eltrant. – Gardian estaba allí, hablando con los demás, quizás no tendría que haberse preocupado por llegar con tanta prisa. - ¿Es que te has peleado con todo Dundarak? – El castaño se acercó la silla más cercana que había y se sentó sin decir nada, tratando de encontrar que decir, los presentes se acercaron a comprobar el estado de este.
- Básicamente. – Respondió Lyn en apenas un susurro.
Menelwie, Ohm, Toriel y Tina.
Estaban todos, nadie estaba enloquecido. Sonrió y cerró los ojos; estaba tan, tan cansado.
- Kano estaba como Wanda. – Explicó a los presentes, luchando por no quedarse dormido. – Pero lo conseguí reducir con la ayuda de Gol’then. Ahora están cuidando de él. – dijo cruzándose de brazos. – Hont está cuidando a Wanda, pero eso ya os lo habrá explicado Gardian. – El fundador de los Buscones asintió y acercó una silla a Lyn, que la rechazó con educación. – Oh, y ella es Mina. – dijo al final, introduciendo a la ilusionista. – Es una amiga, me ha ayudado a llegar hasta aquí. –
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[1] Habilidad Eltrant nivel 1: Salvaguarda.
[2] Habilidad Eltrant nivel 9: Inamovible.
Resumen:
Eltrant corre y ayudandose con sus aliados deja a todos atrás. Uso este turno para llegar hasta el refugio Connan y comprobar que todos estan bien. :'D
Eltrant Tale
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Re: El significado de la lealtad [Tema 1/3 Evento Captura y Castigo Eltrant]
Jeannie se asoma al borde del tejado en el que se había apostado para disparar al vampiro. Era un tiro fácil, un tiro limpio. Aunque esa parte de su ser no está acostumbrada al uso del arco, suele emplear las flechas para apuñalar más que como proyectiles, su exceso de confianza la traiciona y observa cómo el tiro falla por bastante. Se reprende mentalmente la falta de sensatez. Lo único que había conseguido es llamar la atención del vampiro. Mejor para ella, piensa, si el chupasangres se acerca los suficiente podrá ensartarlo y disfrutar del sabor de su sangre en lugar de eliminarlo desde tanta distancia.
La alegría se le pasa de un segundo al siguiente. El vampiro desaparece de su campo de visión en un abrir y cerrar de ojos. -Es... Es imposible. -Da vueltas por el tejado, inquieta, está completamente segura de que llegará en cualquier momento para eliminarla. No es posible que un ser sanguinario como aquel decida esconderse y dejar pasar un intento de asesinato como aquel. Comienza a ponerse nerviosa, de un lado a otro con una flecha en la mano y el arco tirado cerca, tras un arrebato de odio lo ha lanzado lejos, exasperada por la ineficacia del arma.
Tan solo hizo falta que la elfa perdiera la compostura durante un pequeño fragmento de un segundo para tener al vampiro abalanzado sobre ella. La agarra por el cuello, intentado estrangularla y probablemente beberse toda su sangre. Forcejea como puede, la flecha que llevaba en la mano se partió durante el impacto. No tiene nada con qué defenderse de aquel agarre mortal. Lleva la mano a las garras del chupasangre para intentar librarse. Es inútil, la fuerza del vampiro es muy superior a la suya propia, el hombre acerca los colmillos, se le termina el tiempo.
Da un pequeño salto, apoya los pies en el pecho del chupasangre y se impulsa hacia atrás con todas sus fuerzas. Cae al suelo con un duro golpe, al menos ha conseguido librarse del abrazo mortal y de los colmillos. Aunque... Se lleva las manos al cuello, tocando el líquido rojo que emana profusamente de las heridas ocasionadas por las garras. Agarra un virote y corta un buen pedazo de vestido, atándolo alrededor del cuello para intentar parar la emorragia mientras comienza el segundo asalto.
Asalto que parece no llegará a producirse, un grupo de guardias de Dundarak llegan al tejado. Al parecer alertados por el disparo, o tal vez porque hayan decidido subir allí arriba para abatir a los compañeros de Eltrant desde las alturas. Sea como sea, habían interrumpido el pequeño combate.
La elfa mira con mala cara a los recién llegados, bajo ningún concepto permitirá que interrumpan su lucha personal contra aquel ser. Mira hacia el vampiro. -Oye tú, chupasangre. -Señala con la cabeza a los recién llegados, un grupo de cuatro hombres equipados con arcos y ballestas. -Eliminemos a esos impertinentes primero, después... -Sonríe, no cree que necesite más palabras para indicar sus intenciones.
Jeannie se agacha para recuperar su arco y su carcaj. Pone una flecha y dispara impactando en la rodilla de uno de los guardias más cercano. A partir de ese momento aquel guardia ya nunca podría ser un aventurero. La elfa se lanza a por el resto del grupo. Con más esperanza que confianza en que el vampiro no la mate atacándola por la espalda. Nunca habría pensado comenzar una pelea con un vampiro de aliado. Probablemente sería su perdición, la sangre seguía fluyendo por las heridas de su cuello, no aguantaría otro asalto contra el vampiro sin desfallecer.
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La alegría se le pasa de un segundo al siguiente. El vampiro desaparece de su campo de visión en un abrir y cerrar de ojos. -Es... Es imposible. -Da vueltas por el tejado, inquieta, está completamente segura de que llegará en cualquier momento para eliminarla. No es posible que un ser sanguinario como aquel decida esconderse y dejar pasar un intento de asesinato como aquel. Comienza a ponerse nerviosa, de un lado a otro con una flecha en la mano y el arco tirado cerca, tras un arrebato de odio lo ha lanzado lejos, exasperada por la ineficacia del arma.
Tan solo hizo falta que la elfa perdiera la compostura durante un pequeño fragmento de un segundo para tener al vampiro abalanzado sobre ella. La agarra por el cuello, intentado estrangularla y probablemente beberse toda su sangre. Forcejea como puede, la flecha que llevaba en la mano se partió durante el impacto. No tiene nada con qué defenderse de aquel agarre mortal. Lleva la mano a las garras del chupasangre para intentar librarse. Es inútil, la fuerza del vampiro es muy superior a la suya propia, el hombre acerca los colmillos, se le termina el tiempo.
Da un pequeño salto, apoya los pies en el pecho del chupasangre y se impulsa hacia atrás con todas sus fuerzas. Cae al suelo con un duro golpe, al menos ha conseguido librarse del abrazo mortal y de los colmillos. Aunque... Se lleva las manos al cuello, tocando el líquido rojo que emana profusamente de las heridas ocasionadas por las garras. Agarra un virote y corta un buen pedazo de vestido, atándolo alrededor del cuello para intentar parar la emorragia mientras comienza el segundo asalto.
Asalto que parece no llegará a producirse, un grupo de guardias de Dundarak llegan al tejado. Al parecer alertados por el disparo, o tal vez porque hayan decidido subir allí arriba para abatir a los compañeros de Eltrant desde las alturas. Sea como sea, habían interrumpido el pequeño combate.
La elfa mira con mala cara a los recién llegados, bajo ningún concepto permitirá que interrumpan su lucha personal contra aquel ser. Mira hacia el vampiro. -Oye tú, chupasangre. -Señala con la cabeza a los recién llegados, un grupo de cuatro hombres equipados con arcos y ballestas. -Eliminemos a esos impertinentes primero, después... -Sonríe, no cree que necesite más palabras para indicar sus intenciones.
Jeannie se agacha para recuperar su arco y su carcaj. Pone una flecha y dispara impactando en la rodilla de uno de los guardias más cercano. A partir de ese momento aquel guardia ya nunca podría ser un aventurero. La elfa se lanza a por el resto del grupo. Con más esperanza que confianza en que el vampiro no la mate atacándola por la espalda. Nunca habría pensado comenzar una pelea con un vampiro de aliado. Probablemente sería su perdición, la sangre seguía fluyendo por las heridas de su cuello, no aguantaría otro asalto contra el vampiro sin desfallecer.
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- Off:
- Hablado el resultado con Tali <3 Espero que te guste, amor, si quieres que edite algo tan solo me avisas y ya sabes que encantada. Debo pedir disculpas por tardar tanto y por hacer un post tan cortito...
Irinnil Fawkes
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Re: El significado de la lealtad [Tema 1/3 Evento Captura y Castigo Eltrant]
Eres un idiota, Eltrant.
Dijo una voz fantasmal, una voz flotante, de tono tétrico, que venía de todos y ningún lado.
Era una ilusión simple, pero bastante útil, una manera de comunicarse con sus aliados que Demian había desarrollado para casos como estos... para casos en que necesita insultar a alguien a distancia, claro. Lamentablemente, la comunicación era de una sola vía.
Había usado mi mejor ilusión en esa dragona.
Todavía un poco confundido, el chico decide que está apoyando a Eltrant, no dirigiendo una guerra civil, por lo que intentará darle el soporte táctico para emprender la huida. La gente parece dispuesta incluso a matarse unos a otros sin que tenga que ayudarles con ilusiones.
Hay sangre, sangre por todos lados, destrozos, luchas. La ciudad completa es un caos, pero este rincón en particular está peor que el resto.
Demian aprieta el mango de las dagas en sus manos, tratando de decidir cuáles son sus mejores opciones estratégicas. Rechina los dientes, se agazapa, observa los hechos que se desenvuelven frente a sus ojos y por un momento parece un niño más, escondido, temeroso, indefenso... excepto por las afiladas armas en sus manos.
Comienza a moverse discretamente, aprovechando los ruidos y el caos para avanzar. Sincroniza sus pasos para que cada uno coincida con un evento del entorno que pueda captar más la atención, incluso su respiración se coordina con los golpes y gritos. Es un gato, pero hay demasiados ratones, algunos muy grandes, otros muy rabiosos.
Escoge una presa. Se trata de uno de los sujetos a quienes Eltrant salvó de la dragona. Es un ser de piel verde y una protección en el torso. Da igual que tenga una caparazón, siempre hay más lugares en donde apuñalar a alguien para quitarle la vida.
Llega junto a su objetivo y el mundo parece detenerse. La arteria femoral parece completamente expuesta, el sujeto lleva sus piernas prácticamente desnudas, convirtiéndose en excelentes objetivos. Se inclina... ataca.
No sabe exactamente por qué, pero ha cambiado de destino para su ataque. No ha dañado un punto vital, en cambio ha cercenado el talón de Aquiles del desdichado en ambos pies. Sabe que, de recibir ayuda, no morirá, pero el daño es muy severo para que cualquier sanador le recupere la capacidad de caminar. Es muy probable que pierda los pies, pero si no los pierde, está claro que sus días de mercenario están terminados.
Retrocede de inmediato. Se ha revelado como un elemento hostil y de pronto se ha ganado al menos un par de enemigos. Da un par de pasos más mientras el Éter acude en su servicio. Se concentra en el vacío, imagina la ausencia, la nada.
Desaparece, al menos para la vista de los allí presentes(1). Ha utilizado su ilusión más confiable, la que ha ido perfeccionando con el tiempo.
Emprende la huida, ya no tiene nada más que hacer en ese rincón de violencia y sangre. Se siente raro, ha desaprovechado la oportunidad de matar a un enemigo y, en cambio, sólo le ha inutilizado como amenaza inminente. Bajo cualquier perspectiva táctica era mejor atacarle en un punto más vital, forzar a sus aliados a tener que intentar salvarle la vida de manera desesperada.
Sacude la cabeza y, con ello, los pensamientos, mientras se esfuerza en alcanzar a Eltrant.
Le divisa en la distancia, pero está muy lejos como para alcanzar su paso, sobre todo manteniendo una ilusión, así que desiste de la idea de poder hacerlo a tiempo y decide que es mejor así, o al menos se consuela a sí mismo en ello. Sabe que así al menos puede asegurarse de que no haya más gente persiguiéndole y cortar el paso de cualquier amenaza.
Llega finalmente al refugio. Ha visto a Eltrant y los otros entrar antes, pero de eso ya han pasado varios minutos. Se acerca para golpear la puerta, pero se detiene antes. Le tocará hacer guardia, aunque nadie le haya designado para ello. Se sienta en las cercanías, buscando una sombra, y finge echarse a una siesta. Su ilusión cae, para conservar las energías. Ya ha recurrido bastante al Éter y es el momento de reponerse.
Cambia de opinión, aún puede usar su magia una última vez antes del reposo... algo pequeño.
Eres un idiota, Eltrant.
Suena la misma voz de antes, ahora dentro del refugio. Esta vez la ilusión es más ruidosa, para asegurarse de que cualquiera en el interior pueda oírla.
Se le escapa una risita.
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(1) Demian ha usado su habilidad de nivel 2: Presencia Fantasmal, que le vuelve invisible. Ha usado esto para huir del lugar y seguir a Eltrant al refugio.
El turno se puede resumir en lo siguiente: Demian se comunica con Eltrant mediante ilusiones, luego saca de combate al PNJ Mand Alor, de nivel 3, sin intención de matar, pero con la intención clara de sacarlo del asunto. Finalmente se vuelve invisible para salir de allí y seguir a Eltrant, quedándose afuera del refugio para asegurarse de que nadie más les siga.
Demian
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Re: El significado de la lealtad [Tema 1/3 Evento Captura y Castigo Eltrant]
Mina corrió con todas sus fuerzas. Mientras corría, sufrió un leve ataque de pánico e ilusiones de ella, de Lyn, de Eltrant y hasta de la perrita Milú aparecieron por todas partes. Era un frenesí de imágenes que iban para todos lados, a toda velocidad, flotando en el aire algunas, estáticas otras y algunas eran mezclas entre los cuerpos de los tres. Ella no sabía hacia dónde iba, solo seguía a Lyn, con absoluta desesperación. De repente el ambiente quedó saturado de imágenes que solo desaparecieron cuando escuchó la voz de Eltrant, que la hizo volver en si, aunque respirando agitada -¿Que qué hago aquí?- parafraseó a Eltrant, ya que ella misma deseaba saber por qué demonios no se había ido apenas peleó con el primer dragón loco -Pues vengo a llevarme a Lyn, que la vas a terminar matando- respondió, agarrando aire y valor.
Cuando recuperaron un poco el aire, retomaron camino hacia una suerte de escondite donde encontraron a más amigos de Eltrant. Mina tenía una cara de desagrado total. ¿Cómo era posible que aquel tipo tuviera tantos amigos si lo único que sabía hacer era meterse en problemas? El hombre la presentó y ella hizo una leve sonrisa de medio lado, mirando a los presentes, que fue su saludo.
De repente se sintió como gallina en patio ajeno. Ella no conocía a nadie más que a Lyn y Eltrant, y estaba en un momento emocional en el cual era mejor no hablarle. Ni siquiera ella misma se estaba aguantando. Así que caminó por la habitación, lentamente, pegada a la pared, pensando. ¿Quería seguir allí? ¿Valía la pena el sacrificio, el esfuerzo, aguantarse el frío? Ella había llegado a Dundarak con el firme deseo de ayudar a un amigo en desgracia, olvidando por completo que él solo se bastaba para ser salvado y no necesitaba la ayuda de una sencilla ilusionista que usaba botas de marca.
Se detuvo y buscó a Lyn con la mirada. Al encontrarla, fue junto a ella, con rostro resuelto -Lyn, querida...- la llamó aparte, hablando en voz baja -¿Estás bien? ¿Cómo te sientes con todas estas cosas que están pasando?- le preguntó, honestamente preocupada -Me tiene pensando esta abnegación con la que te quedas al lado de Eltrant, sinceramente, necesitas vacaciones- comentó, y alzó la mirada para fijarla en el hombre -Él sabe cómo cuidarse, míralo, está rodeado de gente que lo va a cuidar... ¿no crees que necesitas tú un tiempo para ti?- lanzó, volviendo a mirar a los ojos a la vampiresa -Porque si lo decides, nos podemos ir ahora, Lyn, tú necesitas descansar, divertirte, tener tiempo para mimarte... vamos a Beltrexus, vamos a la playa... ¡vámonos de compras! Lo mereces...- la mirada de Mina bajó un instante al suelo antes de volver a los de su amiga -Y necesitas hacerlo sin él... que es un imán para los problemas...- dijo -Vamos, Lyn... un tiempo corto, un par de meses... es justo...- finalizó y se quedó mirando el rostro de la chica, viendo sus reacciones y esperando una respuesta.
Cuando recuperaron un poco el aire, retomaron camino hacia una suerte de escondite donde encontraron a más amigos de Eltrant. Mina tenía una cara de desagrado total. ¿Cómo era posible que aquel tipo tuviera tantos amigos si lo único que sabía hacer era meterse en problemas? El hombre la presentó y ella hizo una leve sonrisa de medio lado, mirando a los presentes, que fue su saludo.
De repente se sintió como gallina en patio ajeno. Ella no conocía a nadie más que a Lyn y Eltrant, y estaba en un momento emocional en el cual era mejor no hablarle. Ni siquiera ella misma se estaba aguantando. Así que caminó por la habitación, lentamente, pegada a la pared, pensando. ¿Quería seguir allí? ¿Valía la pena el sacrificio, el esfuerzo, aguantarse el frío? Ella había llegado a Dundarak con el firme deseo de ayudar a un amigo en desgracia, olvidando por completo que él solo se bastaba para ser salvado y no necesitaba la ayuda de una sencilla ilusionista que usaba botas de marca.
Se detuvo y buscó a Lyn con la mirada. Al encontrarla, fue junto a ella, con rostro resuelto -Lyn, querida...- la llamó aparte, hablando en voz baja -¿Estás bien? ¿Cómo te sientes con todas estas cosas que están pasando?- le preguntó, honestamente preocupada -Me tiene pensando esta abnegación con la que te quedas al lado de Eltrant, sinceramente, necesitas vacaciones- comentó, y alzó la mirada para fijarla en el hombre -Él sabe cómo cuidarse, míralo, está rodeado de gente que lo va a cuidar... ¿no crees que necesitas tú un tiempo para ti?- lanzó, volviendo a mirar a los ojos a la vampiresa -Porque si lo decides, nos podemos ir ahora, Lyn, tú necesitas descansar, divertirte, tener tiempo para mimarte... vamos a Beltrexus, vamos a la playa... ¡vámonos de compras! Lo mereces...- la mirada de Mina bajó un instante al suelo antes de volver a los de su amiga -Y necesitas hacerlo sin él... que es un imán para los problemas...- dijo -Vamos, Lyn... un tiempo corto, un par de meses... es justo...- finalizó y se quedó mirando el rostro de la chica, viendo sus reacciones y esperando una respuesta.
Mina Harker
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Re: El significado de la lealtad [Tema 1/3 Evento Captura y Castigo Eltrant]
Me lanzo hacia delante y la agarro por el cuello. ¡La tengo! Sonrío al verla tan indefensa, tan acorralada, sumisa a mi voluntad. En cualquier momento podría apretar y dejar que se quede sin aire, pero lo que quiero es que esto dure un poco más. Esta vez quiero disfrutar de sangre viva. Es mi noche de suerte: es una elfa, un plato especial que rara vez he tenido ocasión de probar.
Acerco mis colmillos a ella y la elfa se retuerce como una lombriz expuesta al sol. Pero me sorprende: apoya los pies en mi pecho y consigue deshacerse de mi agarre. Siento mis uñas hundirse en carne y dejar sobre su cuello laceraciones que la marcan como mi presa. Porque aunque ella se resista a saberlo, realmente ya es mía y morirá esa noche, o vivirá para siempre.
Mis manos han quedado manchadas de su sangre. Las lamo para disfrutar de aquella pequeña degustación, una introducción a lo que está por venir… La primera sensación es dulce y la disfruto enormemente, pero entonces me llega una fuerte repulsión. No tanto debido al sabor, sino a la carga que vive en esta sangre[1], una carga que me cuesta procesar pero repleta de infelicidad, de un recuerdo traumatizante rodeado de vampiros. Por un momento lo vivo y todos los sentimientos que me trae son negativos.
No quiero esta sangre. Es asquerosa. Escupo la que tengo en la boca.
Hombres de la guardia han llegado a donde estamos. Verlos me provoca ira, al igual que escuchar el nombre de Eltrant Tale.
- Son culpables…
Es una palabra que me llega como un eco, y que gruño sin levantar la voz. Estoy de acuerdo en eliminarlos. A los que tengo delante, y a cualquier otro. Como ya no tengo interés en la sangre de la elfa, y la rabia que me provoca ver a los hombres de la guardia es mayor, me parece aceptable colaborar con ella en esto. ¿Y después? Después, mientras ella acepte que es inferior a mí, mientras me tema, no me importa lo que le pase.
La elfa dispara primero y se lanza a por el grupo, y yo la sigo. Los guardias parecen sorprendidos y nosotros ya tenemos la adrenalina y el valor que dan una batalla a medias. Están armados con arcos y ballestas, con lo que me lanzo hacia delante para acortar la distancia y poder tener ventaja en el cuerpo a cuerpo. Con la fuerza de la carrerilla embisto a uno, aún al borde del tejado, y cae.
Pierdo un segundo al detenerme a mirar hacia la calle bajo nosotros, y otro hombre aprovecha para agarrarme desde atrás. Me agarra del cuello sin saber, el muy ignorante, que soy inmortal, y veo el brillo de una hoja en su otra mano. Le muerdo el brazo, clavo mis uñas, y estúpidamente me suelta. Pronto, el mismo cuchillo que estaba destinado para mi cuello reside en el suyo.
Tengo una herida en el hombro que apenas siento. Al girarme, compruebo que la elfa también ha conseguido deshacerse de sus dos guardias. La miro con asco, desprecio y superioridad, aunque acabe de luchar conmigo.
- Vete - ordeno, autoritario.
No quiero perder tiempo con ella. Junto a mí está el cuerpo aún vivo de uno de los soldados. Ahora que estoy saciado y algo cansado, puedo controlar mejor mis ansias. Bebo un poco y acabo con su vida.
Esta ciudad es mía. Y tengo un mensaje para ella. Con la sangre de los guardias dibujo una palabra en la nieve, la misma palabra que escribiré en sangre junto a cada una de mis víctimas, esta noche y las que sigan:
TEMED
[1] Habilidad de nivel 0: La sangre lo dice todo.
Acerco mis colmillos a ella y la elfa se retuerce como una lombriz expuesta al sol. Pero me sorprende: apoya los pies en mi pecho y consigue deshacerse de mi agarre. Siento mis uñas hundirse en carne y dejar sobre su cuello laceraciones que la marcan como mi presa. Porque aunque ella se resista a saberlo, realmente ya es mía y morirá esa noche, o vivirá para siempre.
Mis manos han quedado manchadas de su sangre. Las lamo para disfrutar de aquella pequeña degustación, una introducción a lo que está por venir… La primera sensación es dulce y la disfruto enormemente, pero entonces me llega una fuerte repulsión. No tanto debido al sabor, sino a la carga que vive en esta sangre[1], una carga que me cuesta procesar pero repleta de infelicidad, de un recuerdo traumatizante rodeado de vampiros. Por un momento lo vivo y todos los sentimientos que me trae son negativos.
No quiero esta sangre. Es asquerosa. Escupo la que tengo en la boca.
Hombres de la guardia han llegado a donde estamos. Verlos me provoca ira, al igual que escuchar el nombre de Eltrant Tale.
- Son culpables…
Es una palabra que me llega como un eco, y que gruño sin levantar la voz. Estoy de acuerdo en eliminarlos. A los que tengo delante, y a cualquier otro. Como ya no tengo interés en la sangre de la elfa, y la rabia que me provoca ver a los hombres de la guardia es mayor, me parece aceptable colaborar con ella en esto. ¿Y después? Después, mientras ella acepte que es inferior a mí, mientras me tema, no me importa lo que le pase.
La elfa dispara primero y se lanza a por el grupo, y yo la sigo. Los guardias parecen sorprendidos y nosotros ya tenemos la adrenalina y el valor que dan una batalla a medias. Están armados con arcos y ballestas, con lo que me lanzo hacia delante para acortar la distancia y poder tener ventaja en el cuerpo a cuerpo. Con la fuerza de la carrerilla embisto a uno, aún al borde del tejado, y cae.
Pierdo un segundo al detenerme a mirar hacia la calle bajo nosotros, y otro hombre aprovecha para agarrarme desde atrás. Me agarra del cuello sin saber, el muy ignorante, que soy inmortal, y veo el brillo de una hoja en su otra mano. Le muerdo el brazo, clavo mis uñas, y estúpidamente me suelta. Pronto, el mismo cuchillo que estaba destinado para mi cuello reside en el suyo.
Tengo una herida en el hombro que apenas siento. Al girarme, compruebo que la elfa también ha conseguido deshacerse de sus dos guardias. La miro con asco, desprecio y superioridad, aunque acabe de luchar conmigo.
- Vete - ordeno, autoritario.
No quiero perder tiempo con ella. Junto a mí está el cuerpo aún vivo de uno de los soldados. Ahora que estoy saciado y algo cansado, puedo controlar mejor mis ansias. Bebo un poco y acabo con su vida.
Esta ciudad es mía. Y tengo un mensaje para ella. Con la sangre de los guardias dibujo una palabra en la nieve, la misma palabra que escribiré en sangre junto a cada una de mis víctimas, esta noche y las que sigan:
TEMED
[1] Habilidad de nivel 0: La sangre lo dice todo.
Taliesin Skatha
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Re: El significado de la lealtad [Tema 1/3 Evento Captura y Castigo Eltrant]
Hont subió encima de la mesa redonda y la empujo hacia el suelo para que estuviera quieta. Tonta mesa, deja de moverte. La mesa no obedecía, saltaba como un caballo salvaje para espantar a su domador. ¡Ya basta! Hont se mordió la lengua. Gritar sería un error de novato. Haría que los malos descubriesen el refugio Ben. Las instrucciones de Eltrant fueron, se las repitió mentalmente: cuida de Wanda, que no le pase nada. Gardian añadió: y que no descubran nuestro secreto. Hont comprendió ambas instrucciones. Se preocupó que a Wanda no le faltase nada, le trajo un orinal y agua sana para que depurase el veneno a la vieja usanza; incluso aflojó sus ataduras para que pudiese levantarse la falda sentía necesidad de orinar. El secreto que Gardian se refería solo lo conocía él: el escondite de la copa clarividente. Por lo que Hont sabía, podía estar en cualquier lugar y en cualquiera de los tres refugios. El guiño con el que Gardian acompañó su petición parecía confirmar que el objeto de Egdecomb se encontraba en el refugio Ben. ¡Claro! Gardian no confiaría un arma tan poderosa a cualquiera.
—No dejaré que encuentres nada, tonta mesa— farfulló Hont
Las sillas, dos cofres y una estantería se unieron a la rebeldía mesa redonda. Los cofres abrían sus bocas y sacaban los objetos que guardaban como si estuvieran sacando la lengua para burlarse de Hont. La estantería disparó sus cajones en contra de Hont, uno le golpeó en el pecho derribándolo contra la pared. Un pesado cofre aprovechó para inmovilizar al hombrecillo zarigüeya, se sentó encima de él sin llegar a ahogarle.
—¡Discordia!— gritaron los dos cofres al unísono. —Entrega la copa a Discordia.
Un cuchillo voló del cajón de los cubiertos a las manos de Wanda. Ella lo cogió y se desató las ataduras. Hont parpadeó muy rápido haciendo lo posible para alejar el escenario que estaba viendo. La mujer que no era Wanda se quitó la capucha con cuernos y mostró su verdadero rostro: ¡una bruja mentirosa!
—Ahora, sé una buena zarigüeya y dime dónde está la copa de la clarividencia. He colocado las runas de Discordia, sus ojos y manos están en todos los rincones. La copa no está en ninguno de los tres. Si no me lo dices tú, tendrán que ser tus amigos quienes me lo digan. — la última frase la dijo mirando al candelabro. Su voz se transmitió a los otros tres refugios.
Gol’then combatía contra los muebles de la habitación. Las paredes del refugió se habían teñido del color de la noche y de ellas salían esferas brillantes como estrellas. Kano examinó el cuerpo del toro con el ojo cibernético: tenía varias quemaduras de tercer grado en los brazos y torsos. Su resistencia física era mayor de la que se le podía atribuir a un cuerpo de su misma constitución. Kano, de estar en su lugar, se habría marchado sin dudar. Las paredes del refugio estallaban en una lluvia de pequeños meteoritos, el candelabro del techo amenazaba con matar al pequeño Hont y los muebles le saltaban encima con tal de inmovilizarle. Tenía todas las que perder. Era un suicidio continuar luchando. Entonces, ¿por qué lo hacía? Una sección de la mente de Kano libre de veneno comprendió la respuesta: por Eltrant Tale. Gol’then debía pensar que Eltrant hizo lo mismo por él en el pasado.
Kano reía a carcajadas. El veneno le estaba enloqueciendo por momentos. Intentaba mantener su mente ocupada recordando viejas hazañas y divagando sobre sus futuras empresas: ¿qué le dirá a Eltrant cuando lo vea? ¿Gardian sacrificará su orgullo por Hont? ¿Qué harían cada uno de los buscones cuando viesen el cadáver de Hont y Gol’then en el suelo de refugio Ben? ¿Llorarían o atribuían a la causa? Sentía su corazón humano latir en el pecho de metal. Era la primera en mucho tiempo que la parte humana se sobresalía de la mecánica. Kano reconoció estar asustado.
—Corre— dijo sin dejar de reír — ¡CORRE!
Se deshizo de los grilletes con la fuerza que le atribuía el veneno de Nirana. Miró a Gol’then a los ojos y negó con la cabeza. Hoy no es tu día compañero. Enfocó su rabia a las paredes y muebles. Los huesos de su puño humano chasqueaban por cada golpe que daba a la piedra de la pared. La piedra se hacía añicos y las estrellas se apagaban cuando las golpeaba con el puño de hierro.
—Gardian, por lo que más quieras. ¿Dónde está la copa? — preguntó Ohm. —¿Vas a dejar que Hont muera? Debes entregarla a Discordia.
Señaló con la trompa a Mina que ayudaba a Lyn a salir del refugio (o quizás fuera al revés). Connan ya no era un lugar seguro. A juzgar por el comentario del candelabro, ninguno de los tres refugios lo eran. Ohm había entrado en pánico. Se caminaba círculos, Toriel lo seguía con la mirada. Los pasos del elefante resonaban por toda Dundarak desvelando la posición de los buscones. Eran ratas salidas de la ratonera donde se escondían. ¿Y ahora qué? Barritó desesperado. ¿Qué más daba hacer más ruido? Toda Dundarak sabía dónde se encontraba.
—No lo haré — dijo mirando al cadáver quemado de Tino que tenía en brazos.
—Gardian… — la voz de Toriel se quebró a media palabra.
—¿Vale más una jodida copa que nuestras vidas? Tino ha muerto, asesinado. No sabemos nada de Gol’then y Kano desde que Eltrant los dejó en Alvin, podrían estar muertos. Wanda estaba con Hont en el momento que les atacaron. Por ahora, solo sabemos que Hont está vivo. ¿Y ella? — barritó de nuevo — ¿Quién será el siguiente? Toriel y yo somos pacifistas. Nos obligaron a matar en La Gran Caza y nos negamos pese a saber que Los Reyes podrían matarnos a nosotros. Nate Halliman estuvo a punto. Nos apuntó con su palo sonriente, un objeto de los 19 malditos, y nosotros dijimos que no. Luego llegaste tú y nos prometiste que podíamos salvar a Aerandir si juntábamos los 19 objetos. No tenías ningún poder sobre nosotros más que un plan para rescatar a Gol’then. Accedimos, ¿verdad que lo hicimos? Nos prometiste que nadie moriría, mentiste, y aun así te seguimos. ¿Cuántas personas murieron en aquel bar? Inocentes todos. ¿Quieres que sea lo mismo esta vez? Me niego. Entrega la copa a Bracknell. Salvarás a Hont, a nosotros y a todos los dragones de Dundarak.
Gardian se quedó en silencio. Tina lloraba a sus pies por su hermano muerto. Inga pasó a su forma lobina y se marchó sin mediar palabra. Eltrant y Mina se quedaron en pie mirándose las caras.
¡Discordia para mis enemigos! Zack Egdecomb, cansado de jugar con los muebles de las tres casas de muñecas, se puso de pie de un sobresalto. Derribó las tres casas con el pie. Ya no le resultaban divertidas. Las había revisado de arriba a abajo y de derecha a izquierda. Nada por ahí y nada por allá. ¿Dónde estaría entonces la copa de la clarividencia? Tita, tita, tita, ¿dónde te escondes tú tan bonita? Gardian lo sabía. Zack escuchó la acusación de Ohm. Por supuesto que lo sabía, pero… ¿por qué no lo decía? ¿A qué estaba jugando? Fuera lo que fuera, estaba perdiendo. El brujo tenía ventaja y es que tenía una larga lista de juguetes con los que jugar. Tres de sus ayudantes, brujos ocultos en sotanas del color de la noche, le trajeron una alfombra y un cajón de muñecos nuevos. ¡Discordia!
Con éste eran tres los carruajes de cadáveres que Eltrant Tale había llenado con su veneno. En él último se encontraba un espécimen extraño: un vampiro. Dos de sus hombres lo habían traído. Dijeron que lo encontraron moribundo lleno de sangre, la mayoría ajena. Friddel cogió el mentón del vampiro con una mano y lo examinó de cerca.
—¡Idiotas, está vivo!
Apoyó una daga en la comisura de los labios del vampiro; en el filo se veía el vapor de su aliento.
—Dejadlo estar, de todas formas no quiero vampiros en mi ciudad. Quemadlo junto a los demás cadáveres.
—Jeannie, hazte un favor y no mires por la ventana; créeme que no te gustará. — dijo Mand Alor en tono condescendiente. — Hay un vampiro comiendo cadáveres de dragón, una mujer el doble de grande que tú encima de un licántropo, un elefante gritando y una hoguera hecha con un montón de muertos; he visto el casco de Jeremiah entre los restos.
* General: Sinceramente, pensé que la trampa sería muy evidente. La auténtica Wanda fue secuestrada por Heck Hartem y llevada al Hekshold. La que hemos visto en el evento es una bruja ilusionista de poderes similares a Shaira Mara. La veremos próximamente. Ésta bruja conjuró los tres refugios con las tres casas de muñecas de Zack Egdecomb. Pese haber matado a la mayoría de npcs enemigos, habéis caído en un mi red. [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
1. Eltran Tale: Tino ha muerto, Tina llora, Inga ha sido capturada por Friddel, Hont capturado, Kano y Gol’then muy mal heridos y Ohm y Gardian discuten por ver quién tiene razón. Es un escenario espantoso, lo que Discordia y Bracknell esperaban. Vosotros estáis heridos y ellos con las manos limpias. En el siguiente tema, tendrás que hacer lo posible para cambiar las tornas.
2. Jeannie: Jeremiah Bergström fue asesinado por Acyloin manipulado por Demian. Te encuentras en un edificio escondida con Mand Alor y Clarice. No obedeces a Mand y ves el escenario de Dundarak por tus propios ojos. Esto lo ha causado Eltrant Tale. Algo bueno de este tema y es que encontraste la cura del veneno.
3. Demian: Eltrant es un idiota- ¿Eso es lo que dijiste, verdad?. La última ilusión que proyectas hace que Los Buscones puedan cerciorarse del conjuro de Discordia antes de que ocurra. Tino ha muerto, cierto. Es una baja menor de todo lo que podría haber pasado. Debes estar orgulloso. Por otra parte, señalo que mientras Ohm y Gardian discuten, tú te quedas oculto. Nadie consigue verte.
4. Mina: Golpeas a Gardian una bofetada y te llevas el cadáver de Tino. Has decido no entrar en conflictos. ¡Está gente son unos locos por llevar a unos niños a una guerra! Enterrarás el cadáver de Tino a las afuera de Dundarak. Tina te seguirá donde vayas, ha decidido abandonar Los Buscones.
5. Taliesin: Unos guardias dragones te vieron inconsciente en el suelo y te confundieron con un muerto. Te lanzaron a una carretilla de cadáveres que amontonaban para luego quemarlos. Pésimo error. El veneno de Nirana, todavía en tu interior, te despierto en el carro. Te alimentas de los cuerpos que encuentras. Hay que tener en cuenta que muchos de ellos fueron envenados por la flor de euforia. Tu locura no hace más que aumentar, al igual que tus poderes vampíricos.
Personajes que han fallecido en este primer tema. He de decir que la vida o la muerte de los personajes no dependen de la suerte que os haya salido resultado, sino de vuestras acciones en el rol. La suerte es un adicional en caso de duda. Recuerdo que si no se menciona un personaje de los principales que corren peligro, asumiré que han muerto; es el caso de Tino.
Tino, Jeremiah Bergström, Yukken, Abiko Alder Enelan, Van Arens,
En breves se abrirá el tema 2 de este evento (me gustaría subirlo mañana). Ya sabéis como funciona este Evento. Es un mastereado a gran escala que, en lugar de estar controlado por "turnos" está controlado por temas.
—No dejaré que encuentres nada, tonta mesa— farfulló Hont
Las sillas, dos cofres y una estantería se unieron a la rebeldía mesa redonda. Los cofres abrían sus bocas y sacaban los objetos que guardaban como si estuvieran sacando la lengua para burlarse de Hont. La estantería disparó sus cajones en contra de Hont, uno le golpeó en el pecho derribándolo contra la pared. Un pesado cofre aprovechó para inmovilizar al hombrecillo zarigüeya, se sentó encima de él sin llegar a ahogarle.
—¡Discordia!— gritaron los dos cofres al unísono. —Entrega la copa a Discordia.
Un cuchillo voló del cajón de los cubiertos a las manos de Wanda. Ella lo cogió y se desató las ataduras. Hont parpadeó muy rápido haciendo lo posible para alejar el escenario que estaba viendo. La mujer que no era Wanda se quitó la capucha con cuernos y mostró su verdadero rostro: ¡una bruja mentirosa!
—Ahora, sé una buena zarigüeya y dime dónde está la copa de la clarividencia. He colocado las runas de Discordia, sus ojos y manos están en todos los rincones. La copa no está en ninguno de los tres. Si no me lo dices tú, tendrán que ser tus amigos quienes me lo digan. — la última frase la dijo mirando al candelabro. Su voz se transmitió a los otros tres refugios.
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Gol’then combatía contra los muebles de la habitación. Las paredes del refugió se habían teñido del color de la noche y de ellas salían esferas brillantes como estrellas. Kano examinó el cuerpo del toro con el ojo cibernético: tenía varias quemaduras de tercer grado en los brazos y torsos. Su resistencia física era mayor de la que se le podía atribuir a un cuerpo de su misma constitución. Kano, de estar en su lugar, se habría marchado sin dudar. Las paredes del refugio estallaban en una lluvia de pequeños meteoritos, el candelabro del techo amenazaba con matar al pequeño Hont y los muebles le saltaban encima con tal de inmovilizarle. Tenía todas las que perder. Era un suicidio continuar luchando. Entonces, ¿por qué lo hacía? Una sección de la mente de Kano libre de veneno comprendió la respuesta: por Eltrant Tale. Gol’then debía pensar que Eltrant hizo lo mismo por él en el pasado.
Kano reía a carcajadas. El veneno le estaba enloqueciendo por momentos. Intentaba mantener su mente ocupada recordando viejas hazañas y divagando sobre sus futuras empresas: ¿qué le dirá a Eltrant cuando lo vea? ¿Gardian sacrificará su orgullo por Hont? ¿Qué harían cada uno de los buscones cuando viesen el cadáver de Hont y Gol’then en el suelo de refugio Ben? ¿Llorarían o atribuían a la causa? Sentía su corazón humano latir en el pecho de metal. Era la primera en mucho tiempo que la parte humana se sobresalía de la mecánica. Kano reconoció estar asustado.
—Corre— dijo sin dejar de reír — ¡CORRE!
Se deshizo de los grilletes con la fuerza que le atribuía el veneno de Nirana. Miró a Gol’then a los ojos y negó con la cabeza. Hoy no es tu día compañero. Enfocó su rabia a las paredes y muebles. Los huesos de su puño humano chasqueaban por cada golpe que daba a la piedra de la pared. La piedra se hacía añicos y las estrellas se apagaban cuando las golpeaba con el puño de hierro.
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—Gardian, por lo que más quieras. ¿Dónde está la copa? — preguntó Ohm. —¿Vas a dejar que Hont muera? Debes entregarla a Discordia.
Señaló con la trompa a Mina que ayudaba a Lyn a salir del refugio (o quizás fuera al revés). Connan ya no era un lugar seguro. A juzgar por el comentario del candelabro, ninguno de los tres refugios lo eran. Ohm había entrado en pánico. Se caminaba círculos, Toriel lo seguía con la mirada. Los pasos del elefante resonaban por toda Dundarak desvelando la posición de los buscones. Eran ratas salidas de la ratonera donde se escondían. ¿Y ahora qué? Barritó desesperado. ¿Qué más daba hacer más ruido? Toda Dundarak sabía dónde se encontraba.
—No lo haré — dijo mirando al cadáver quemado de Tino que tenía en brazos.
—Gardian… — la voz de Toriel se quebró a media palabra.
—¿Vale más una jodida copa que nuestras vidas? Tino ha muerto, asesinado. No sabemos nada de Gol’then y Kano desde que Eltrant los dejó en Alvin, podrían estar muertos. Wanda estaba con Hont en el momento que les atacaron. Por ahora, solo sabemos que Hont está vivo. ¿Y ella? — barritó de nuevo — ¿Quién será el siguiente? Toriel y yo somos pacifistas. Nos obligaron a matar en La Gran Caza y nos negamos pese a saber que Los Reyes podrían matarnos a nosotros. Nate Halliman estuvo a punto. Nos apuntó con su palo sonriente, un objeto de los 19 malditos, y nosotros dijimos que no. Luego llegaste tú y nos prometiste que podíamos salvar a Aerandir si juntábamos los 19 objetos. No tenías ningún poder sobre nosotros más que un plan para rescatar a Gol’then. Accedimos, ¿verdad que lo hicimos? Nos prometiste que nadie moriría, mentiste, y aun así te seguimos. ¿Cuántas personas murieron en aquel bar? Inocentes todos. ¿Quieres que sea lo mismo esta vez? Me niego. Entrega la copa a Bracknell. Salvarás a Hont, a nosotros y a todos los dragones de Dundarak.
Gardian se quedó en silencio. Tina lloraba a sus pies por su hermano muerto. Inga pasó a su forma lobina y se marchó sin mediar palabra. Eltrant y Mina se quedaron en pie mirándose las caras.
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¡Discordia para mis enemigos! Zack Egdecomb, cansado de jugar con los muebles de las tres casas de muñecas, se puso de pie de un sobresalto. Derribó las tres casas con el pie. Ya no le resultaban divertidas. Las había revisado de arriba a abajo y de derecha a izquierda. Nada por ahí y nada por allá. ¿Dónde estaría entonces la copa de la clarividencia? Tita, tita, tita, ¿dónde te escondes tú tan bonita? Gardian lo sabía. Zack escuchó la acusación de Ohm. Por supuesto que lo sabía, pero… ¿por qué no lo decía? ¿A qué estaba jugando? Fuera lo que fuera, estaba perdiendo. El brujo tenía ventaja y es que tenía una larga lista de juguetes con los que jugar. Tres de sus ayudantes, brujos ocultos en sotanas del color de la noche, le trajeron una alfombra y un cajón de muñecos nuevos. ¡Discordia!
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Con éste eran tres los carruajes de cadáveres que Eltrant Tale había llenado con su veneno. En él último se encontraba un espécimen extraño: un vampiro. Dos de sus hombres lo habían traído. Dijeron que lo encontraron moribundo lleno de sangre, la mayoría ajena. Friddel cogió el mentón del vampiro con una mano y lo examinó de cerca.
—¡Idiotas, está vivo!
Apoyó una daga en la comisura de los labios del vampiro; en el filo se veía el vapor de su aliento.
—Dejadlo estar, de todas formas no quiero vampiros en mi ciudad. Quemadlo junto a los demás cadáveres.
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—Jeannie, hazte un favor y no mires por la ventana; créeme que no te gustará. — dijo Mand Alor en tono condescendiente. — Hay un vampiro comiendo cadáveres de dragón, una mujer el doble de grande que tú encima de un licántropo, un elefante gritando y una hoguera hecha con un montón de muertos; he visto el casco de Jeremiah entre los restos.
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* General: Sinceramente, pensé que la trampa sería muy evidente. La auténtica Wanda fue secuestrada por Heck Hartem y llevada al Hekshold. La que hemos visto en el evento es una bruja ilusionista de poderes similares a Shaira Mara. La veremos próximamente. Ésta bruja conjuró los tres refugios con las tres casas de muñecas de Zack Egdecomb. Pese haber matado a la mayoría de npcs enemigos, habéis caído en un mi red. [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
1. Eltran Tale: Tino ha muerto, Tina llora, Inga ha sido capturada por Friddel, Hont capturado, Kano y Gol’then muy mal heridos y Ohm y Gardian discuten por ver quién tiene razón. Es un escenario espantoso, lo que Discordia y Bracknell esperaban. Vosotros estáis heridos y ellos con las manos limpias. En el siguiente tema, tendrás que hacer lo posible para cambiar las tornas.
2. Jeannie: Jeremiah Bergström fue asesinado por Acyloin manipulado por Demian. Te encuentras en un edificio escondida con Mand Alor y Clarice. No obedeces a Mand y ves el escenario de Dundarak por tus propios ojos. Esto lo ha causado Eltrant Tale. Algo bueno de este tema y es que encontraste la cura del veneno.
3. Demian: Eltrant es un idiota- ¿Eso es lo que dijiste, verdad?. La última ilusión que proyectas hace que Los Buscones puedan cerciorarse del conjuro de Discordia antes de que ocurra. Tino ha muerto, cierto. Es una baja menor de todo lo que podría haber pasado. Debes estar orgulloso. Por otra parte, señalo que mientras Ohm y Gardian discuten, tú te quedas oculto. Nadie consigue verte.
4. Mina: Golpeas a Gardian una bofetada y te llevas el cadáver de Tino. Has decido no entrar en conflictos. ¡Está gente son unos locos por llevar a unos niños a una guerra! Enterrarás el cadáver de Tino a las afuera de Dundarak. Tina te seguirá donde vayas, ha decidido abandonar Los Buscones.
5. Taliesin: Unos guardias dragones te vieron inconsciente en el suelo y te confundieron con un muerto. Te lanzaron a una carretilla de cadáveres que amontonaban para luego quemarlos. Pésimo error. El veneno de Nirana, todavía en tu interior, te despierto en el carro. Te alimentas de los cuerpos que encuentras. Hay que tener en cuenta que muchos de ellos fueron envenados por la flor de euforia. Tu locura no hace más que aumentar, al igual que tus poderes vampíricos.
Personajes que han fallecido en este primer tema. He de decir que la vida o la muerte de los personajes no dependen de la suerte que os haya salido resultado, sino de vuestras acciones en el rol. La suerte es un adicional en caso de duda. Recuerdo que si no se menciona un personaje de los principales que corren peligro, asumiré que han muerto; es el caso de Tino.
Tino, Jeremiah Bergström, Yukken, Abiko Alder Enelan, Van Arens,
En breves se abrirá el tema 2 de este evento (me gustaría subirlo mañana). Ya sabéis como funciona este Evento. Es un mastereado a gran escala que, en lugar de estar controlado por "turnos" está controlado por temas.
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