Sangre y Sombras [Tema 2/3 Evento Captura y Castigo Dag]
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Sangre y Sombras [Tema 2/3 Evento Captura y Castigo Dag]
Estaba sentado en la silla de su escritorio. Sobre la mesa había un montón de papeles en los que debería relatar lo sucedido durante la noche, un tintero con una pluma en su interior y un espejo de plata. Sir Lars Gaemon apartó con las manos los papeles y el tintero con la mano. Al moverlos, derramó un poco de tinta en la mesa; pero no le importó. No estaba de humor para ponerse a escribir ni tampoco para limpiar los estropicios. ¡Qué lo haga otro! Gritó para sus adentros. Si hubiera tenido fuerzas, también lo hubiera gritado en voz alta. Cogió el espejo de plata y observó el reflejo que mostraba. El cabello, que hacía una hora era rubio con mechas canosas símbolos de la ansiedad que le producía su posición como comandante, se había convertido en una mata del color de la ceniza. Levantó el cuello y dos dedos de la mano libre por la cicatriz que le había dejado la vampiresa. De nuevo, si hubiera tenido fuerzas, habría dirigido a la chupasangre decenas de insultos oriundos de Lunargenta. Por último, abrió la boca y contó los dientes que se le habían caído durante y después de la batalla contra los vampiros: un total de tres y un cuarto zarandeaba peligrosamente. ¿Seguiría echando la culpa a la ansiedad en lugar de reconocer que había sido embrujado?
—Gabriel Marlowe, — dijo muy despacio. Tuvo miedo que, por pronunciar su nombre, lo invocase de alguna manera. —¿qué me has hecho?
Tras la ventana de su espalda se escuchaban himnos triunfales de La Guardia de Lunargenta y los aullidos de los lobos. ¿Qué había hecho? Proveer a La Guardia de un ejército de lobos, cazadores de vampiros, que les diera la victoria. Gracias a Marlowe, La Guardia ha vencido y Lunargenta estaba a salvo un día (una noche más). ¡Joder! Lanzó el espejo contra la pared. Una victoria a cambio de la condena de un alma, era un buen negocio.
El ruido del espejo al quebrarse llamó la atención de sus sirvientes. Dos de ellos los conocía, hombres de confía de La Guardia. La mujer que entró con ellos era una completa desconocida. Vestía como los sirvientes, debía de ser uno de ellos. Gaemon no le prestó atención.
Los dos hombres recogieron los pedazos de cristal en silencio. La mujer se quedaba plantada detrás de ellos, como si les estuviera vigilando. Una vez los hombres terminaron su trabajo, salieron del despacho con los recogedores llenos de cristales y polvo. La mujer cerró las puertas y se quedó a solas de Gaemon. Se quitó la capucha demostrando así las orejas de gato que tenía ocultas. Una larga cola asomaba por su trasero. El humano comprendió que ambos tenían mucho de qué hablar.
—Hay que ver lo fácil que sois de engañar los humanos. Basta que nos vistamos como vosotros para que no nos prestéis atención. — la mujer se sentó encima de los papeles del escritorio. Gaemon quiso renegarla, pero se vio incapaz — ¿Así fue cómo os manipuló Marlowe? ¡Qué fácil!
—¿Quién eres? — contestó Gaemon secamente.
—Si preguntas por mi nombre, puedes llamarme Gaia. Si te interesaba saber mis orígenes: vivía en una aldea ya extinta de hombres gatos en el bosque del este. Tal vez, lo que quieres saber es dónde vivo ahora: en la Lunargenta de los hombres bestias, La Factoría. Tus antepasados cometieron un grave error al abandonar los laboratorios. ¿Lo sabías? Ahora son nuestros — Gaemon vio que la mujer gata escondía un par de dagas bajo la camisa. — El segundo error fue abrir esa puerta de ahí a los extranjeros: primero un lobo y luego una gata. ¡Parece el inicio de un mal chiste de taberna!
Gaemon empujó a Gaia con las dos manos tirándola de la mesa.
—Cariño, ¿qué modales son esos? No he venido con la intención de asesinarte. Nuestros médicos, expertos en las maldiciones Egdecomb, auguran que ya estás muerto. Escucha lo que vengo a contarte: mis amigos y yo somos tu última esperanza.
Sir Lars Gaemon salió de su despacho apoyado en un bastón. Los hombres que le conocían veían a su difunto abuelo reflejado en él. Jason Bosne escuchó las deducciones de los humanos. No estaban mal encaminados respecto con respecto a lo que había sucedido. Gaemon lo explicó con voz clara ante sus hombres de La Guardia y las bestias de La Factoría tal como Gaia se lo había explicado a él. Los humanos se miraron las caras. Aunque algunos sospechaban de lo sucedido, todos quedaron perplejos ante la frialdad en la que Gaemon se describía como un ser condenado.
—El nombre del brujo es Ian Egdecomb. Es un poderoso hombre con la mentalidad de un niño. Quiso ser un héroe, quiso crear 19 armas mágicas que derrotasen a los oscuros. Algo falló en el encantamiento. El poder derivó en 19 objetos comunes, distribuidos por toda Aerandir. Convirtió esos objetos en armas malditos que poseen los espíritus de sus portadores y condenan a todo aquel que negocio con ellos. Este bes… — se corrigió inmediatamente — este hombre, Jason Bosne, posee uno de estas armas malditas. Dice haber dedicado su vida a estudiar su poder. Conoce sus habilidades y sus maldiciones. También conoce el nombre de aquel nigromante que Egdecomb intentó derrotar: Randall Flagg. El muñeco de la cibernética que acompañaba a Dag Thorlák es otro de esos objetos. Solo uniendo los 19 en un único lugar podremos derrotar al nigromante. Gabriel Marlowe y los lobos de su manada trabajan para Flagg. El muñeco ha desaparecido y Marlowe con él. Los encontraremos. Mataremos a los lobos que han invadido Lunargenta y de pasó haremos que ese viejo salga de su escondite.
Bestias, lobos y humanos. ¿Qué más? Vampiros, por supuesto. Esta noche era de los vampiros, aunque las otras razas todavía no se habían dado cuenta de ello. Los vampiros se ocultaban en las sombras mientras los lobos de mentalidad primitiva se dejaban ver a la luz de la noche. Era posible que la luz de la luna fuera del dominio de los licántropos, pero a cada objeto con el que se proyectaba un halo de luz había una sombra y las sombras eran del dominio de los vampiros. Allí donde hubiera un rincón de oscuridad, un vampiro esperaba el momento idóneo para saltar al cuello de su rival: bestias, lobos y humanos.
Zar escuchó a escondidas el discurso de sir Lars Gaemon. Los hijos de Habak también buscaban los objetos de Egdecomb, pero con un interés diferente. Randall Flagg no resultaba una amenaza para ellos. Los vampiros querían los objetos malditos para traer de vuelta al vampiro ancestral. Tenían todo lo que casi todo lo que hacía falta para conseguirlo: el cadáver de Habak que recuperaron de las minas oscuras, los hechizos de invocación y un nuevo cuerpo en el que transmitir la esencia de Habak, Dag Thorlák. Les faltaba conocer la identidad de los objetos de Egdecomb. Ahora sabían dónde se encontraban dos de ellos: en el colgante de Jason Bosne y en el muñeco de Zoë.
—Laluth aparecerá de un momento a otro y con ella vendrán los refuerzos. Estad atentos. A su señal, nos descubriremos y nos uniremos a la batalla.
Dag Thorlák, quien sería el digno heredero de Habak, vio dos limpias uñas manipular la cerradura del calabozo. Hasta que el engranaje no cedió, Laluth no se dejó mostrar al completo. Pensó que no sería necesario, quizás asustaría a Dag. El vampiro recostaba su espalda contra la pared del calabozo. Las líneas de su tez esgrimían una actitud pensante. A Laluth le resultó muy tierno. Reconoció el sentimiento de culpa y dolor en sus ojos. El mismo sentimiento que leía al ver el rostro inmune del cadáver de Habak.
Abrió la puerta suavemente, no quería despertar a los otros prisioneros que acompañaban a Dag. En la misma celda se encontraban Callahan y Divna, ambos dormían. Laluth se deslizó como un fantasma hasta quedarse frente a Dag. Había escuchado historias sobre él, pero jamás lo había visto en persona. Era tan hermoso como se lo había imaginado. Se arrodilló y puso sus manos de elfa en las mejillas del vampiro.
—No hables. Te sentirás mejor si no realizas ningún esfuerzo físico en lo que termino de curarte. — dijo con una voz melosa que no duró mucho tiempo — No debiste entregarte. Nosotros te habríamos protegido. A ti y a los tuyos. Queremos que formes parte de nuestra familia. Tus amigos vendrán con nosotros. Sacrestic está cambiando, la convertiremos en una ciudad apacible donde puedas vivir cómodamente con tu amiga. — las manos de elfa pasaron a ser afiladas garras de vampiresa — ¿O es que prefieres quedarte en Lunargenta? A nosotros nos es igual. Iremos donde vayas. Debes estar agradecido, Habak te ha elegido como su digno sucesor. No te arrincones en una celda desmerecida. En tu sangre corre la esencia del primer vampiro. Eres nuestro padre y nuestro Dios. Déjame besarte.
Laluth y Dag salieron del calabozo cogidos de la mano. La hipnosis dio resultado: Dag Thorlák creyó ser Habaknuk.
En diversas calles de Lunargenta aparecieron lo que Laluth denominaba: “nidos de vampiros”. Círculos de sombras y glifos arcanos alimentados con la sangre que los vampiros recogían. Cada uno de ellos abría un portal que conectaba directamente con Sacrestic Ville. Los vampiros los utilizaban para llamar a los refuerzos.
Bestias, lobos, humanos y vampiros.
* General: Este es el segundo de los cuatro temas de “Sangre y Sombras”. Transcurre durante la noche. Una hora y media después del primer tema.
La Factoría conoce a Zoë por el desafío, [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]. Sabe que poseía el Muñeco Neil. La aldea de felinos masacrada por la guerra que menciona Gaia deriva de este evento: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]. (No es importante que los leáis, os lo muestro para que observéis el mundo que os rodea). Es por este evento que La Factoría conoce a La Manada de Gabriel Marlowe y sus malos fines. Unas bestias fueron engañadas como lo han sido los humanos.
El objetivo común y principal de vosotros 4 usuarios será proteger o asesinar a Dag de los ataques que tienen lugar. Cada uno de vosotros tenéis intereses marcados que especificaré de forma personalizada más abajo. Al ser este el segundo tema, los objetivos de cada uno de vosotros serán un tanto más complejos. Recordad, tenéis un máximo de 4 turnos para llevarlos a cabo.
Como somos muchos usuarios en el evento, lo haremos de la siguiente manera: en cada capítulo seleccionaré a uno o varios de vosotros y diré: “se decidirá la continuación o final de este personaje”. Esto quiere decir que es posible, según el daño recibido y las acciones tomadas durante el tema. De ser “final”, este usuario quedará noqueada por el resto del capítulo (tal vez aparezca en el capítulo de Eltrant o Oromë) dando paso a un siguiente personaje. Lo mismo diré con algunos npcs más poderosos e importantes que otros.
El orden de turnos de posteo será el marcado a continuación. No está de más decir que quién se lo salte será penalizado. Igual que será penalizado el metarol y las faltas de respeto hacia otros usuarios.
Cabe señalar que, aunque haya mencionado los personajes principales de cada grupo, podéis inventaros todo un ejército de hombres de La Guardia de humanos o de lobos de Marlowe. Estos personajes servirán como carne de cañón (salvo en los casos que diga lo contrario). Carecerán de nivel y especialización y no formarán parte relevante de la trama.
Tenéis un máximo de 2 a 4 turnos de combate. Una vez finalizado los 4 turnos, cerraré el tema. Aunque no hayáis cumplido los objetivos, daré la resolución y empezaremos el siguiente. Tranquilos. Es normal no cumplir los objetivos ya que si digo que X debe de hacer algo e Y debe impedir que X haga ese algo, es imposible que los dos tengan éxito en su empresa.
El pvp corre de vuestra cuenta. Demando lógica y respeto. La suerte que Dag ha sacado en el oráculo no influye en el pvp.
He de decir que este es un tema "de transición". No aparecerán en él Marlowe ni tendremos pistas sobre el paradero de Zoë.
1. Dag Thorlák: Laluth termina por hipnotizarte con su magia de vampiresa. Sana la mayor parte de tus heridas con su magia de elfa. Recuerda que Laluth posee su esencia de elfa-vampira por gracia del Dios Habak. Eres libre de ahondar en tu primer encuentro con Laluth si lo ves necesario. La hipnosis te hace creer un Dios resurgido. Mientras estés en este estado de hipnosis, los vampiros obedecerán tus órdenes. En el momento que recuperes tu conciencia, recordarán tu traición y se volverán reacios a ti.
Tendrás que elegir entre quedarte en este estado de Dios con tu ejército, cosa que te puede servir en el futuro para rescatar a Zoë (ahora mismo no sabemos dónde se encuentra), o resistir al embrujo y detener los portales por tu cuenta.
En caso de elegir la segunda opción: no podrás anular la hipnosis tú solo, necesitarás ayuda de otro usuario y separarte de Laluth, consume 2 turnos (uno para separarte y otro para sanarte). Por otra parte, cerrar cada portal con tu magia de sangre consume 1 turno.
Opcional: Los humanos te dejaron totalmente improviso de armas al llevarte al calabozo. Tu inventario se encuentro en un cofre en el despacho de sir Lars Gaemon. Deberás recuperarlo. (Cumplir esta misión cuesta 2 turnos).
[s]Consecuencia de la suerte del Oráculo:[/s] Los dioses te sonríen con la mejor de las fortunas. No obstante, Laluth te entrega una espada de calidad común para que puedas defenderte.
2. Alward: formas parte de los humanos que luchan con La Guardia de Lunargenta. Te enfrentas a lobos, vampiros y algunos cibernéticos (no todos) hermanos de APP-Bel. Tu punto de vista es el de un humilde soldado, cómo ves la guerra que pasa por tu lado. Deberás tener un extremo cuidado. Todos los personajes son de alto nivel menos tú. Tu objetivo es el más sencillo y, a la vez, el más complicado. Tendrás que recoger información sobre lo que está ocurriendo. Habla con los miembros de La Factoría para aprender de su historia ([Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]) y derrota e interroga a al menos un vampiro para saber qué son Los Hijos de Habak ([Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]) y a un lobo para saber más de la historia de Marlowe ([Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]). La información que recojas será de gran utilidad de cara el futuro.
Hablar con un miembro de La Factoría consume 1 turno.
Derrotar a un enemigo de nivel 0-4 e interrogarlo consume 2 turnos. Necesitarás ayuda de otro usuario para derrotar a personaje de nivel superior a 4.
A parte, recuerda que estás en una guerra. Hay decenas de enemigos a tu alrededor que harán lo posible para matarte a ti y a los tuyos.
3. Taliesin Skatha: Te encuentras en Lunargenta por “casualidad” (puedes inventarte una excusa si lo ves necesario). Ves a Dag de la mano de Laluth. Te resulta extraño desde el primer momento. La ausencia de Zoë y el rostro sereno, aparentemente escaso de locura, de Dag llaman tu atención. Lunargenta está sumida en el caos y la guerra. Sospechas que Dag es el epicentro de esta guerra. Tu objetivo será el de rescatar a Dag de la hipnosis y ayudarle en sus fines. Zoë ha desaparecido. Vosotros dos la conocéis de buena mano, sois las únicas personas que podréis rescatarlas de cara el futuro.
4. Huracán: Lunargenta es el escenario de una guerra a tres bandas: vampiros, lobos y humanos. Llegas a la ciudad atraída por la guerra. Es tu momento de sacar a relucir tus ballestas. Tu objetivo principal será matar a Dag. Entiendes que él es el culpable. Lo ves alzarse en la ciudad como un rey, como un Dios. Deberás matarlo. A él y a los otros vampiros que les acompañan, incluso a Taliesin. A no ser que no te entrometas en sus asuntos: los lobos, bestias y humanos te ignorarán. Si presentas amenazas contra ellos, no dudarán en atacarte.
Enfrentarte contra un personaje de nivel 0-4 consume 1 turno.
Enfrentarte contra un personaje de nivel 5-7 consume 3 turnos.
Conozco tus gustos, te gusta llevar varios personajes. Para este tema contarás con la ayuda de tu acompañante Belladona y de dos de tus npcs de tu gremio a elegir (requisito: que hayan participado en al menos un tema). Belladona tendrá la opción de enfrentar por sí misma, al igual que Huracán, contra otros personajes (mismo reglas de enfrentamiento). Los otros npcs, independientemente de la historia, servirán como personajes de apoyo.
En este tema se decidirá el final o continuación de los siguientes personajes:
Taliesin Skatha , Alward Sevna , Los npcs de Huracán (sin contar a Belladona), Thomas, Lamar , Tropel , Lirio , Tradden , Colmillorojo , Lobahija , Guardia 6.13.
Los otros personajes y npcs principales mencionados, por muchos ataques que les arremetéis, no serán derrotados en este tema, sino, que al ser importantes en la trama, merece la pena que participen en un par de temas más. Recordad que los personajes que sí he mencionado no podéis matarlos. El resultado de la posible vida o muerte de cada uno, sean npcs o personajes de usuarios, lo daré YO en el cierre del tema en función de vuestras actuaciones.
—Gabriel Marlowe, — dijo muy despacio. Tuvo miedo que, por pronunciar su nombre, lo invocase de alguna manera. —¿qué me has hecho?
Tras la ventana de su espalda se escuchaban himnos triunfales de La Guardia de Lunargenta y los aullidos de los lobos. ¿Qué había hecho? Proveer a La Guardia de un ejército de lobos, cazadores de vampiros, que les diera la victoria. Gracias a Marlowe, La Guardia ha vencido y Lunargenta estaba a salvo un día (una noche más). ¡Joder! Lanzó el espejo contra la pared. Una victoria a cambio de la condena de un alma, era un buen negocio.
El ruido del espejo al quebrarse llamó la atención de sus sirvientes. Dos de ellos los conocía, hombres de confía de La Guardia. La mujer que entró con ellos era una completa desconocida. Vestía como los sirvientes, debía de ser uno de ellos. Gaemon no le prestó atención.
Los dos hombres recogieron los pedazos de cristal en silencio. La mujer se quedaba plantada detrás de ellos, como si les estuviera vigilando. Una vez los hombres terminaron su trabajo, salieron del despacho con los recogedores llenos de cristales y polvo. La mujer cerró las puertas y se quedó a solas de Gaemon. Se quitó la capucha demostrando así las orejas de gato que tenía ocultas. Una larga cola asomaba por su trasero. El humano comprendió que ambos tenían mucho de qué hablar.
—Hay que ver lo fácil que sois de engañar los humanos. Basta que nos vistamos como vosotros para que no nos prestéis atención. — la mujer se sentó encima de los papeles del escritorio. Gaemon quiso renegarla, pero se vio incapaz — ¿Así fue cómo os manipuló Marlowe? ¡Qué fácil!
—¿Quién eres? — contestó Gaemon secamente.
—Si preguntas por mi nombre, puedes llamarme Gaia. Si te interesaba saber mis orígenes: vivía en una aldea ya extinta de hombres gatos en el bosque del este. Tal vez, lo que quieres saber es dónde vivo ahora: en la Lunargenta de los hombres bestias, La Factoría. Tus antepasados cometieron un grave error al abandonar los laboratorios. ¿Lo sabías? Ahora son nuestros — Gaemon vio que la mujer gata escondía un par de dagas bajo la camisa. — El segundo error fue abrir esa puerta de ahí a los extranjeros: primero un lobo y luego una gata. ¡Parece el inicio de un mal chiste de taberna!
Gaemon empujó a Gaia con las dos manos tirándola de la mesa.
—Cariño, ¿qué modales son esos? No he venido con la intención de asesinarte. Nuestros médicos, expertos en las maldiciones Egdecomb, auguran que ya estás muerto. Escucha lo que vengo a contarte: mis amigos y yo somos tu última esperanza.
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Sir Lars Gaemon salió de su despacho apoyado en un bastón. Los hombres que le conocían veían a su difunto abuelo reflejado en él. Jason Bosne escuchó las deducciones de los humanos. No estaban mal encaminados respecto con respecto a lo que había sucedido. Gaemon lo explicó con voz clara ante sus hombres de La Guardia y las bestias de La Factoría tal como Gaia se lo había explicado a él. Los humanos se miraron las caras. Aunque algunos sospechaban de lo sucedido, todos quedaron perplejos ante la frialdad en la que Gaemon se describía como un ser condenado.
—El nombre del brujo es Ian Egdecomb. Es un poderoso hombre con la mentalidad de un niño. Quiso ser un héroe, quiso crear 19 armas mágicas que derrotasen a los oscuros. Algo falló en el encantamiento. El poder derivó en 19 objetos comunes, distribuidos por toda Aerandir. Convirtió esos objetos en armas malditos que poseen los espíritus de sus portadores y condenan a todo aquel que negocio con ellos. Este bes… — se corrigió inmediatamente — este hombre, Jason Bosne, posee uno de estas armas malditas. Dice haber dedicado su vida a estudiar su poder. Conoce sus habilidades y sus maldiciones. También conoce el nombre de aquel nigromante que Egdecomb intentó derrotar: Randall Flagg. El muñeco de la cibernética que acompañaba a Dag Thorlák es otro de esos objetos. Solo uniendo los 19 en un único lugar podremos derrotar al nigromante. Gabriel Marlowe y los lobos de su manada trabajan para Flagg. El muñeco ha desaparecido y Marlowe con él. Los encontraremos. Mataremos a los lobos que han invadido Lunargenta y de pasó haremos que ese viejo salga de su escondite.
- personajes destacables La Guardia + La Factoría:
Es obligatorio que aparezcan los personajes:
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Especialización: Guerrero (maestría en armas contundentes a dos manos)
Miembro de la Guardia
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Especialización: Tirador (maestría en arcos)
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Especialización: Máquina terapeuta (maestría terapia cibernética)
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Especialización: paladín (maestría en escudos)
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Especialización: berserker (maestría en armas contundentes a una mano)
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Especialización: berserker (maestría en armas cortantesa una mano)
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Especialización: asesina silenciosa (maestría en armas cortas)
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Especialización: Luchador bestial (Maestría en combate bestial)
- La Manada de Gabriel Marlowe + Cibernéticos hermanos de APP-Bel:
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Especialización: Guardia cibernético (maestría en armas contundentes a una mano)
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Especialización: acechador (maestría en furtivo)
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Especialización: acechador (maestría en furtivo)
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Especialización: guerrero feral (maestría en combate bestial)
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Especialización: lobo bípedo (maestría en combate bestial)
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Bestias, lobos y humanos. ¿Qué más? Vampiros, por supuesto. Esta noche era de los vampiros, aunque las otras razas todavía no se habían dado cuenta de ello. Los vampiros se ocultaban en las sombras mientras los lobos de mentalidad primitiva se dejaban ver a la luz de la noche. Era posible que la luz de la luna fuera del dominio de los licántropos, pero a cada objeto con el que se proyectaba un halo de luz había una sombra y las sombras eran del dominio de los vampiros. Allí donde hubiera un rincón de oscuridad, un vampiro esperaba el momento idóneo para saltar al cuello de su rival: bestias, lobos y humanos.
Zar escuchó a escondidas el discurso de sir Lars Gaemon. Los hijos de Habak también buscaban los objetos de Egdecomb, pero con un interés diferente. Randall Flagg no resultaba una amenaza para ellos. Los vampiros querían los objetos malditos para traer de vuelta al vampiro ancestral. Tenían todo lo que casi todo lo que hacía falta para conseguirlo: el cadáver de Habak que recuperaron de las minas oscuras, los hechizos de invocación y un nuevo cuerpo en el que transmitir la esencia de Habak, Dag Thorlák. Les faltaba conocer la identidad de los objetos de Egdecomb. Ahora sabían dónde se encontraban dos de ellos: en el colgante de Jason Bosne y en el muñeco de Zoë.
—Laluth aparecerá de un momento a otro y con ella vendrán los refuerzos. Estad atentos. A su señal, nos descubriremos y nos uniremos a la batalla.
- personajes destacables:
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Es obligatorio que aparezcan los personajes:
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Especialización: señora de la sangre (maestría en potencia)
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Especialización: guerrero nocturna (maestría armas largas)
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Especialización: señor de la voz (maestría en voz vampírica)
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Especialización: señor de la sombras (maestría en sombras)
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Dag Thorlák, quien sería el digno heredero de Habak, vio dos limpias uñas manipular la cerradura del calabozo. Hasta que el engranaje no cedió, Laluth no se dejó mostrar al completo. Pensó que no sería necesario, quizás asustaría a Dag. El vampiro recostaba su espalda contra la pared del calabozo. Las líneas de su tez esgrimían una actitud pensante. A Laluth le resultó muy tierno. Reconoció el sentimiento de culpa y dolor en sus ojos. El mismo sentimiento que leía al ver el rostro inmune del cadáver de Habak.
Abrió la puerta suavemente, no quería despertar a los otros prisioneros que acompañaban a Dag. En la misma celda se encontraban Callahan y Divna, ambos dormían. Laluth se deslizó como un fantasma hasta quedarse frente a Dag. Había escuchado historias sobre él, pero jamás lo había visto en persona. Era tan hermoso como se lo había imaginado. Se arrodilló y puso sus manos de elfa en las mejillas del vampiro.
—No hables. Te sentirás mejor si no realizas ningún esfuerzo físico en lo que termino de curarte. — dijo con una voz melosa que no duró mucho tiempo — No debiste entregarte. Nosotros te habríamos protegido. A ti y a los tuyos. Queremos que formes parte de nuestra familia. Tus amigos vendrán con nosotros. Sacrestic está cambiando, la convertiremos en una ciudad apacible donde puedas vivir cómodamente con tu amiga. — las manos de elfa pasaron a ser afiladas garras de vampiresa — ¿O es que prefieres quedarte en Lunargenta? A nosotros nos es igual. Iremos donde vayas. Debes estar agradecido, Habak te ha elegido como su digno sucesor. No te arrincones en una celda desmerecida. En tu sangre corre la esencia del primer vampiro. Eres nuestro padre y nuestro Dios. Déjame besarte.
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Laluth y Dag salieron del calabozo cogidos de la mano. La hipnosis dio resultado: Dag Thorlák creyó ser Habaknuk.
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En diversas calles de Lunargenta aparecieron lo que Laluth denominaba: “nidos de vampiros”. Círculos de sombras y glifos arcanos alimentados con la sangre que los vampiros recogían. Cada uno de ellos abría un portal que conectaba directamente con Sacrestic Ville. Los vampiros los utilizaban para llamar a los refuerzos.
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Bestias, lobos, humanos y vampiros.
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* General: Este es el segundo de los cuatro temas de “Sangre y Sombras”. Transcurre durante la noche. Una hora y media después del primer tema.
La Factoría conoce a Zoë por el desafío, [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]. Sabe que poseía el Muñeco Neil. La aldea de felinos masacrada por la guerra que menciona Gaia deriva de este evento: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]. (No es importante que los leáis, os lo muestro para que observéis el mundo que os rodea). Es por este evento que La Factoría conoce a La Manada de Gabriel Marlowe y sus malos fines. Unas bestias fueron engañadas como lo han sido los humanos.
El objetivo común y principal de vosotros 4 usuarios será proteger o asesinar a Dag de los ataques que tienen lugar. Cada uno de vosotros tenéis intereses marcados que especificaré de forma personalizada más abajo. Al ser este el segundo tema, los objetivos de cada uno de vosotros serán un tanto más complejos. Recordad, tenéis un máximo de 4 turnos para llevarlos a cabo.
Como somos muchos usuarios en el evento, lo haremos de la siguiente manera: en cada capítulo seleccionaré a uno o varios de vosotros y diré: “se decidirá la continuación o final de este personaje”. Esto quiere decir que es posible, según el daño recibido y las acciones tomadas durante el tema. De ser “final”, este usuario quedará noqueada por el resto del capítulo (tal vez aparezca en el capítulo de Eltrant o Oromë) dando paso a un siguiente personaje. Lo mismo diré con algunos npcs más poderosos e importantes que otros.
El orden de turnos de posteo será el marcado a continuación. No está de más decir que quién se lo salte será penalizado. Igual que será penalizado el metarol y las faltas de respeto hacia otros usuarios.
Cabe señalar que, aunque haya mencionado los personajes principales de cada grupo, podéis inventaros todo un ejército de hombres de La Guardia de humanos o de lobos de Marlowe. Estos personajes servirán como carne de cañón (salvo en los casos que diga lo contrario). Carecerán de nivel y especialización y no formarán parte relevante de la trama.
Tenéis un máximo de 2 a 4 turnos de combate. Una vez finalizado los 4 turnos, cerraré el tema. Aunque no hayáis cumplido los objetivos, daré la resolución y empezaremos el siguiente. Tranquilos. Es normal no cumplir los objetivos ya que si digo que X debe de hacer algo e Y debe impedir que X haga ese algo, es imposible que los dos tengan éxito en su empresa.
El pvp corre de vuestra cuenta. Demando lógica y respeto. La suerte que Dag ha sacado en el oráculo no influye en el pvp.
He de decir que este es un tema "de transición". No aparecerán en él Marlowe ni tendremos pistas sobre el paradero de Zoë.
1. Dag Thorlák: Laluth termina por hipnotizarte con su magia de vampiresa. Sana la mayor parte de tus heridas con su magia de elfa. Recuerda que Laluth posee su esencia de elfa-vampira por gracia del Dios Habak. Eres libre de ahondar en tu primer encuentro con Laluth si lo ves necesario. La hipnosis te hace creer un Dios resurgido. Mientras estés en este estado de hipnosis, los vampiros obedecerán tus órdenes. En el momento que recuperes tu conciencia, recordarán tu traición y se volverán reacios a ti.
Tendrás que elegir entre quedarte en este estado de Dios con tu ejército, cosa que te puede servir en el futuro para rescatar a Zoë (ahora mismo no sabemos dónde se encuentra), o resistir al embrujo y detener los portales por tu cuenta.
En caso de elegir la segunda opción: no podrás anular la hipnosis tú solo, necesitarás ayuda de otro usuario y separarte de Laluth, consume 2 turnos (uno para separarte y otro para sanarte). Por otra parte, cerrar cada portal con tu magia de sangre consume 1 turno.
Opcional: Los humanos te dejaron totalmente improviso de armas al llevarte al calabozo. Tu inventario se encuentro en un cofre en el despacho de sir Lars Gaemon. Deberás recuperarlo. (Cumplir esta misión cuesta 2 turnos).
[s]Consecuencia de la suerte del Oráculo:[/s] Los dioses te sonríen con la mejor de las fortunas. No obstante, Laluth te entrega una espada de calidad común para que puedas defenderte.
2. Alward: formas parte de los humanos que luchan con La Guardia de Lunargenta. Te enfrentas a lobos, vampiros y algunos cibernéticos (no todos) hermanos de APP-Bel. Tu punto de vista es el de un humilde soldado, cómo ves la guerra que pasa por tu lado. Deberás tener un extremo cuidado. Todos los personajes son de alto nivel menos tú. Tu objetivo es el más sencillo y, a la vez, el más complicado. Tendrás que recoger información sobre lo que está ocurriendo. Habla con los miembros de La Factoría para aprender de su historia ([Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]) y derrota e interroga a al menos un vampiro para saber qué son Los Hijos de Habak ([Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]) y a un lobo para saber más de la historia de Marlowe ([Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]). La información que recojas será de gran utilidad de cara el futuro.
Hablar con un miembro de La Factoría consume 1 turno.
Derrotar a un enemigo de nivel 0-4 e interrogarlo consume 2 turnos. Necesitarás ayuda de otro usuario para derrotar a personaje de nivel superior a 4.
A parte, recuerda que estás en una guerra. Hay decenas de enemigos a tu alrededor que harán lo posible para matarte a ti y a los tuyos.
3. Taliesin Skatha: Te encuentras en Lunargenta por “casualidad” (puedes inventarte una excusa si lo ves necesario). Ves a Dag de la mano de Laluth. Te resulta extraño desde el primer momento. La ausencia de Zoë y el rostro sereno, aparentemente escaso de locura, de Dag llaman tu atención. Lunargenta está sumida en el caos y la guerra. Sospechas que Dag es el epicentro de esta guerra. Tu objetivo será el de rescatar a Dag de la hipnosis y ayudarle en sus fines. Zoë ha desaparecido. Vosotros dos la conocéis de buena mano, sois las únicas personas que podréis rescatarlas de cara el futuro.
4. Huracán: Lunargenta es el escenario de una guerra a tres bandas: vampiros, lobos y humanos. Llegas a la ciudad atraída por la guerra. Es tu momento de sacar a relucir tus ballestas. Tu objetivo principal será matar a Dag. Entiendes que él es el culpable. Lo ves alzarse en la ciudad como un rey, como un Dios. Deberás matarlo. A él y a los otros vampiros que les acompañan, incluso a Taliesin. A no ser que no te entrometas en sus asuntos: los lobos, bestias y humanos te ignorarán. Si presentas amenazas contra ellos, no dudarán en atacarte.
Enfrentarte contra un personaje de nivel 0-4 consume 1 turno.
Enfrentarte contra un personaje de nivel 5-7 consume 3 turnos.
Conozco tus gustos, te gusta llevar varios personajes. Para este tema contarás con la ayuda de tu acompañante Belladona y de dos de tus npcs de tu gremio a elegir (requisito: que hayan participado en al menos un tema). Belladona tendrá la opción de enfrentar por sí misma, al igual que Huracán, contra otros personajes (mismo reglas de enfrentamiento). Los otros npcs, independientemente de la historia, servirán como personajes de apoyo.
En este tema se decidirá el final o continuación de los siguientes personajes:
Taliesin Skatha , Alward Sevna , Los npcs de Huracán (sin contar a Belladona), Thomas, Lamar , Tropel , Lirio , Tradden , Colmillorojo , Lobahija , Guardia 6.13.
Los otros personajes y npcs principales mencionados, por muchos ataques que les arremetéis, no serán derrotados en este tema, sino, que al ser importantes en la trama, merece la pena que participen en un par de temas más. Recordad que los personajes que sí he mencionado no podéis matarlos. El resultado de la posible vida o muerte de cada uno, sean npcs o personajes de usuarios, lo daré YO en el cierre del tema en función de vuestras actuaciones.
Última edición por Sigel el Miér Ene 09 2019, 11:13, editado 1 vez
Sigel
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Re: Sangre y Sombras [Tema 2/3 Evento Captura y Castigo Dag]
Cuevas. Parece que todos los caminos que tomo terminan, de alguna u otra manera, en cuevas de paredes húmedas y suelos fríos. Esta vez, sin embargo, hay diferencias: esta cueva está custodiada por miembros de La Guardia de la que alguna vez formé parte, y a mi lado duermen dos personas que no entiendo cómo son capaces de conciliar el sueño. Me gustaba más la primera. Al menos nadie roncaba entonces.
¿Qué he hecho? ¿Cómo he podido ser tan estúpido? No, no todo ha sido culpa mía. De no haber sido por Avaricia... ¡Jamás debió entrometerse! Se suponía que nadie saliera herido. Se suponía que solo me tomaran a mí. Si Callahan está a mi lado, ¿dónde está Zöe? ¡Ha salido todo, todo mal! Aprieto los párpados con fuerza, deseando, al abrirlos, descubrir que todo ha sido un mal sueño.
Un tenue chirrido me hace abrir los ojos, pero cuando lo hago descubro con desilusión que no estoy junto a Zöe en nuestro pequeño hogar, sino que sigo en esta asquerosa celda, solo que, esta vez, una mujer está mirándome a escasos centímetros de distancia.
-¿¡Quién...!? -Pero la voz aterciopelada de la elfa y la calidez de sus manos sobre mi rostro me detienen en seco. Es extraño: me incomoda que no sea Zöe quien está frente a mí, pero algo en los gestos de la dama resulta embriagador. Comienzo a sentirme mareado. Al saber que viene parte de los hijos de Habak, me descubro a mí mismo tomándola con fuerza del brazo y balbuceando con la dificultad de quien está rindiéndose ante el sueño luego de un largo día de trabajo:
-Están equivocados. ¡Debes decirles que no los he traicionado! Yo solo... quería ayudarlos y... pro... teger... a...
_____________________
Habaknuk se desperezó estirando los brazos y exhaló un largo bostezo. Echó un vistazo alrededor y luego, rascándose la barbilla, bajó la mirada para observarse a sí mismo. Una sonrisa mordaz se torció para aparentar cortesía cuando, dichoso, aceptó la mano de Laluth.
-Justo a tiempo, querida.
Abandonaron la celda sin mirar atrás, pues nada significaban aquellas dos personas para Habaknuk. Salieron cobijados por las sombras y se encontraron fuera con el resto del grupo. Laluth caminaba contoneando sus caderas con una parsimonia que bien ocultaba su prisa mientras que, tras ella, el hombre se tomaba su tiempo para analizar el entorno con la avidez del ciego que, por arte de magia, recupera la visión luego de muchos años. Al verlos llegar, Zar supo de inmediato que ese vampiro no era el mismo que habían conocido horas atrás. Ese ya no era Dag Thorlák.
-Mi señor. -Dijo con gravedad al tiempo en que, al igual que Tradden, Lirio y Wallfaus, se inclinaba en una sentida reverencia que Habaknuk imitó en menor medida.
-Es un placer verlos de nuevo, hijos míos. -Los ojos de los vampiros brillaron al oír semejantes palabras- ¿Dónde está el resto de sus hermanos?
-Vienen en camino, padre. -Intervino Lirio con un brazo apuntando hacia las calles más próximas a La Guardia, donde los portales comenzaban a traer a los primeros vampiros hacia la vasta ciudad. Poco a poco llegaban para agruparse cerca del falso Dios, quien los recibía con los brazos abiertos y una sonrisa amplia y complacida. Llegó un punto en que no habían suficientes sombras para cada vampiro que llegaba y los lobos, siempre merodeando cerca, comenzaban a darse cuenta de que algo andaba mal.
-Maestro. -Le llamó la atención Laluth, quien le ofrecía una espada que tomó y enganchó a su cinturón con el único fin de contentarla- ¿Qué debemos hacer ahora?
-Recuperar lo que nos pertenece, naturalmente.
Dag Thorlák
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Re: Sangre y Sombras [Tema 2/3 Evento Captura y Castigo Dag]
Largas zancadas se escuchaban por los tejados de las casas bajas de Lunargenta. En la oscuridad de la noche y teniendo a la luna como única fuente de luz, Alward esperaba no tropezarse y dar un traspié que hiciese quedarse malparado.
Corría con un claro objetivo en mente; un vampiro descuidado y con la guardia baja que estaba apostado al borde de la fila de casas, la cual daba a un callejón sin salida. En dicho lugar había una especie de círculo de sombras con glifos arcanos dibujados. Según la información de la que disponía, estos servían como una especie de portal mágico que conectaba Lunargenta con Sacrestic Ville, hogar de los vampiros. La misión era sencilla; tenía que acabar con estos lugares a la misma vez que purgaba la ciudad de vampiros y lobos. Iba a ser una noche movida, no había duda. Los lobos habían traicionado a los humanos en un pacto que no incumbía al Sevna y el cual estaba llevando a la ciudad a una especie de caótica guerrilla nocturna. Habían tres bandos bien diferenciados; Humanos, Lobos y Vampiros.
En carrera, el mercenario desenvainó sus espadas y las clavó en la espalda del descuidado vampiro, llegando a pincharlo y atravesarlo como un mero animal. Con la inercia, tanto Alward como el vampiro se precipitaron hacia el callejón, cayendo justo en medio del círculo arcano. La altura de la caída no era nada peligrosa y el cuerpo del vampiro amortiguó la caída, por lo que el mercenario salió impoluto, mientras que su primer objetivo no acabó también, ni mucho menos con vida. Suerte que el portal estaba "apagado", ya que no le apetecía hacer una visita al hogar de los chupasangres. Aunque este estado duraría por poco tiempo, ya que, antes de que el mercenario cayese, los vampiros se estaban reuniendo alrededor del sitio marcado para activarlo. Sin duda, que Alward apareciese del cielo fue toda una sorpresa que para nada se esperaban.
Esto los alertó y rápidamente se pusieron agresivos, algunos incluso llegaron a enseñar los colmillos de forma amenazante.
Alward sacó sus espadas del cuerpo del vampiro muerto y, tras hacer un par de florituras con sus espadas, se puso en posición de combate, frunciendo su ceño y vigilando todos sus flancos, ya que eran cinco los señores de la noche que le rodeaban.
Uno de los vampiros sacó dos dagas curvas y se lanzó hacia el mercenario. De pronto, una figura encapuchada de color escarlata saltó desde el lado opuesto de filas de casas que daban al callejón y, bajo la silueta de la enorme luna, con arco en mano, tensó una flecha que disparó antes de tocar el suelo, impactando esta justo en el entrecejo de otro de los vampiros, dándole así una muerte instantánea. Ahora quedaban cuatro. Aquel arquero escarlata se trataba de Emmanuel, miembro de los Stelliazos, que cayó al lado de Alward, agachado y con una rodilla clavada en el suelo, con su arco apuntando en dirección hacia los vampiros y una flecha tensada lista para ser disparada. El arquero vigilaba todos sus flancos al igual que su amigo.
Otro de los vampiros fue atravesado por un grueso espadón que se clavó justo en medio sus omóplatos, cuya punta salió por el pecho, acto seguido, el guerrero que portaba dicha arma la sacó bruscamente del interior de la criatura de la noche y remató el trabajo con un tajo directo en el hombro izquierdo de la desgraciada víctima, lo que acabó con su vida, llegando a arrodillarse con un cuerpo inerte. El guerrero para sacar su espada incrustada en el vampiro le dio una fuerte patada y tiró de su arma, la cual se dejó recostada en su hombro derecho, mientras miraba con un gesto desafiante a los tres vampiros que quedaban, dejando una escena bastante desagradable a la vista. Suerte que era de noche y los detalles no se apreciaban con claridad. Aquel guerrero se trataba de Moses, fiel compañero de Alward y también perteneciente al grupo de mercenarios.
Ahora los vampiros y los humanos estaban en igualdad de condiciones. Todo había ocurrido demasiado rápido y en menos de un mísero minuto para poder reaccionar, por lo que los señores de la noche se quedaron paralizados, sin saber muy bien qué movimientos hacer, ni mucho menos cómo coordinarse para salir de esa situación. La emboscada había resultado un éxito por parte de Alward y los suyos.
Todos se miraban entre sí, esperando un a reacción de algún aliado o enemigo para poder actuar. Nadie decía una palabra ni mostraba un gesto más a allá de la concentración, odio y rabia que unos sentían por los otros. La tensión se mantuvo durante unos segundos más, hasta que uno de los vampiros que estaba más cercano a Moses se abalanzó hacia él, esto pilló al stelliazo comprometido y por sorpresa. Sea lo que sea que quisiese hacer el vampiro, el guerrero había quedado a su merced.
De pronto, las dagas del vampiro se cubrieron de un haz de luz morado y, en el momento de impactar, las hojas se reblandecieron como si de una gelatina se tratase, haciendo meras cosquillas al stelliazo, que mostró una mueca de sonrisa en sus labios y alzó su espadón, con intención de acabar con esa criatura de la noche con un fuerte tajo que acabó por realizar, incrustando así su arma en el costado izquierdo de su oponente, dejándolo instantáneamente fuera de combate y muerto en pocos segundos.
Otra figura apareció en la entrada del callejón. Era la culpable de que las dagas de aquel vampiro hubieran cobrado ese estado gelatinoso. Era la bruja Eiko, la cual caminaba con delicadeza y una sonrisa inocente y tranquila hacia la posición de Moses. Seguido de la bruja, apareció otro pariente de raza de esta; Ivens, el cual estaba satisfecho por el resultado del plan que habían trazado, ya que ni siquiera había tenido que intervenir.
En poco menos de cinco minutos, los Stelliazos habían tomado el control de aquel portal. Solo quedaban dos vampiros con vida, y estaban en clara inferioridad, no supondrían una amenaza clara. Ambos se arrodillaron como señal de rendición y agacharon su cabeza. Alward se acercó a los mencionados, acompañado de Emmanuel, que los apuntaba con el arco aún tensado. Los demás mercenarios observaban la escena un par de metros más atrás.
-¡Los hijos de Habak no desistirán hasta haber traído al Señor supremo de vuelta!
-...¿Quiénes?-Preguntó Alward con cierta duda, desviando así su mirada hacia Emmanuel, el cual simplemente se encogió de hombros
-¿Qué hacemos con ellos?-Preguntó el arquero mientras aún tenía su arco tensado
Las órdenes eran claras; ejecutar a todo vampiro o lobo que encontrasen en su camino y deshacer los portales que los señores de la noche estaban creando por toda la ciudad. Pero aquello que dijo el vampiro le despertó cierta curiosidad al Sevna, quien no se decidió si acabar con su vida o quizás interrogarlo. Con la segunda opción perderían un valioso tiempo, aunque tal vez podrían sacarle ventaja, ya que es bien sabido que la información es poder.
Mientras Alward sopesaba su decisión, un aplauso irónico se hizo escuchar en el silencio de la noche, en la entrada al callejón. Todos desviaron su mirada hacia el origen de aquellas palmas. Un hombre pálido y de largos cabellos color azabache observaba la escena.
-¡Bravo, pequeños!-Dio unos pasos más adentrándose de lleno en el tenebroso callejón-Han sido valientes, es hora de que reciban su recompensa-Se acercaba cada vez más al grupo con un rostro extrañamente lleno de felicidad
Moses se interpuso entre el nuevo personaje que entró a escena y los suyos, empuñando una vez más su espadón con ambas manos, mostrando un gesto agresivo.
-¿Quién eres?-Preguntó Moses con cara de pocos amigos
-Lirio a su servicio, amigos míos...-Hizo una reverencia exagerada. Mantuvo la cabeza agachada varios segundos, tras eso, la levantó enseñando unos colmillos perfectamente afilados y blancos. Su rostro se volvió exageradamente más sádico.-...Y ustedes serán un sabroso aperitivo para los recién llegados
En ese momento, en los tejados empezaron a aparecer una multitud de vampiros que llegaron a completar la veintena; seis en el lado derecho y otros seis en el izquierdo. Parecía que todo estaba planeado. Si las palabras del vampiro eran ciertas, aquellos señores de la noche habían venido recientemente desde otro portal, y no estaría tan lejos de dónde se encontraban.
-Aghh... Mierda-Soltó el brujo Ivens mientras miraba junto a sus compañeros cómo habían caído en una emboscada tras su propia emboscada
En ese momento, Alward y Emmanuel se miraron, en un rápido gesto de complicidad, asintieron con la cabeza y el arquero disparó su flecha hacia el vampiro que habían apresado, mientras que el Sevna desenvainó su espada diestra y atravesó el cuello de la otra criatura de la noche apresada.
Los vampiros empezaron a caer de los tejados para rodear a los mercenarios. En pocos minutos, la situación se había revertido. Trece invasores rodeaban ahora a los Stelliazos. Los mercenarios se agruparon en un espacio mínimo, cubriéndose entre todos las espaldas, mientras esperaban a que los vampiros tomasen la iniciativa, ya que romper esa táctica defensiva, por inofensiva que fuese, podría costarles la derrota absoluta. Les superaban en número, por lo que Ivens levantó una cúpula acuática alrededor de ellos con un grosor significativo. El agua cirulaba a mucha velocidad y hacía el ruido de una cascada, por lo que los mercenarios tenían que hablar gritando
-...¿LES VAS A... MOJAR?
-¡NO, IDIOTA!
Al brujo no le dio tiempo a explicarse, cuando uno de los vampiros se abalanzó sobre la cúpula con la intención de atravesarla y así llegar hasta ellos. Craso error, el agua cercenó a la criatura de la noche por la mitad, tiñendo momentáneamente la cúpula de rojo. Ivens no pudo evitar dejar escapar una sonrisilla de satisfacción.
-ES AGUA CON MUCHA PRESIÓN, PASAR POR AHÍ ES COMO ENFRENTARSE AL HACHA DE UN VERDUGO.
-¿Y ESTO VA A AGUANTAR MUCHO?
-NO, PERO ES MEJOR QUE NADA
-PUES ÁBRELA
-¿¡QUÉ!?
-¡HAZME CASO!-Se dirigió a sus demás compañeros-CUANDO EL AGUA DESAPAREZCA, ATACAD CON TODO-Sus amigos le dieron una afirmativa. El plan estaba claro. Aunque Ivens no estuviese muy convencido, hizo desaparecer la cúpula de agua. No era momento de vacilar ni dudar.
El joven Sevna se preparó y mentalizó. Cuando el brujo bajó la barrera que les protegía, se abalanzó hacia el enemigo que tenía delante con todas sus fuerzas. Un rápido tajo con su diestra al pecho de un vampiro y una estocada con la zurda en su estómago bastó para tener a un enemigo menos del que preocuparse. Esperaba que a sus compañeros también les fuese bien, pero no podría saberlo. Sintió una amenaza a su derecha, y sin mirar de quién se trataba e instintivamente con el arma que le quedaba libre pegó un espadazo que fue detenido por otro filo. Centró su mirada para ver de quién se trataba, y era el tal "Lirio" que se había presentado con su propia emboscada. Alward apretó los dientes y, aún sosteniendo el choque de espadas con su diestra, sacó del estómago del vampiro derrotado con anterioridad su espada zurda. Su nuevo oponente dio un paso hacia atrás zafándose del mercenario.
Lirio observó al Sevna con una sonrisilla pícara. No podía siquiera atisbar qué es lo que pasaba por la mente del vampiro, pero tenía por seguro que no se trataría de nada agradable.
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Off: Control de Lirio otorgado por Dag, ya que él lo tenía en un primer lugar.
Corría con un claro objetivo en mente; un vampiro descuidado y con la guardia baja que estaba apostado al borde de la fila de casas, la cual daba a un callejón sin salida. En dicho lugar había una especie de círculo de sombras con glifos arcanos dibujados. Según la información de la que disponía, estos servían como una especie de portal mágico que conectaba Lunargenta con Sacrestic Ville, hogar de los vampiros. La misión era sencilla; tenía que acabar con estos lugares a la misma vez que purgaba la ciudad de vampiros y lobos. Iba a ser una noche movida, no había duda. Los lobos habían traicionado a los humanos en un pacto que no incumbía al Sevna y el cual estaba llevando a la ciudad a una especie de caótica guerrilla nocturna. Habían tres bandos bien diferenciados; Humanos, Lobos y Vampiros.
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En carrera, el mercenario desenvainó sus espadas y las clavó en la espalda del descuidado vampiro, llegando a pincharlo y atravesarlo como un mero animal. Con la inercia, tanto Alward como el vampiro se precipitaron hacia el callejón, cayendo justo en medio del círculo arcano. La altura de la caída no era nada peligrosa y el cuerpo del vampiro amortiguó la caída, por lo que el mercenario salió impoluto, mientras que su primer objetivo no acabó también, ni mucho menos con vida. Suerte que el portal estaba "apagado", ya que no le apetecía hacer una visita al hogar de los chupasangres. Aunque este estado duraría por poco tiempo, ya que, antes de que el mercenario cayese, los vampiros se estaban reuniendo alrededor del sitio marcado para activarlo. Sin duda, que Alward apareciese del cielo fue toda una sorpresa que para nada se esperaban.
Esto los alertó y rápidamente se pusieron agresivos, algunos incluso llegaron a enseñar los colmillos de forma amenazante.
Alward sacó sus espadas del cuerpo del vampiro muerto y, tras hacer un par de florituras con sus espadas, se puso en posición de combate, frunciendo su ceño y vigilando todos sus flancos, ya que eran cinco los señores de la noche que le rodeaban.
Uno de los vampiros sacó dos dagas curvas y se lanzó hacia el mercenario. De pronto, una figura encapuchada de color escarlata saltó desde el lado opuesto de filas de casas que daban al callejón y, bajo la silueta de la enorme luna, con arco en mano, tensó una flecha que disparó antes de tocar el suelo, impactando esta justo en el entrecejo de otro de los vampiros, dándole así una muerte instantánea. Ahora quedaban cuatro. Aquel arquero escarlata se trataba de Emmanuel, miembro de los Stelliazos, que cayó al lado de Alward, agachado y con una rodilla clavada en el suelo, con su arco apuntando en dirección hacia los vampiros y una flecha tensada lista para ser disparada. El arquero vigilaba todos sus flancos al igual que su amigo.
Otro de los vampiros fue atravesado por un grueso espadón que se clavó justo en medio sus omóplatos, cuya punta salió por el pecho, acto seguido, el guerrero que portaba dicha arma la sacó bruscamente del interior de la criatura de la noche y remató el trabajo con un tajo directo en el hombro izquierdo de la desgraciada víctima, lo que acabó con su vida, llegando a arrodillarse con un cuerpo inerte. El guerrero para sacar su espada incrustada en el vampiro le dio una fuerte patada y tiró de su arma, la cual se dejó recostada en su hombro derecho, mientras miraba con un gesto desafiante a los tres vampiros que quedaban, dejando una escena bastante desagradable a la vista. Suerte que era de noche y los detalles no se apreciaban con claridad. Aquel guerrero se trataba de Moses, fiel compañero de Alward y también perteneciente al grupo de mercenarios.
Ahora los vampiros y los humanos estaban en igualdad de condiciones. Todo había ocurrido demasiado rápido y en menos de un mísero minuto para poder reaccionar, por lo que los señores de la noche se quedaron paralizados, sin saber muy bien qué movimientos hacer, ni mucho menos cómo coordinarse para salir de esa situación. La emboscada había resultado un éxito por parte de Alward y los suyos.
Todos se miraban entre sí, esperando un a reacción de algún aliado o enemigo para poder actuar. Nadie decía una palabra ni mostraba un gesto más a allá de la concentración, odio y rabia que unos sentían por los otros. La tensión se mantuvo durante unos segundos más, hasta que uno de los vampiros que estaba más cercano a Moses se abalanzó hacia él, esto pilló al stelliazo comprometido y por sorpresa. Sea lo que sea que quisiese hacer el vampiro, el guerrero había quedado a su merced.
De pronto, las dagas del vampiro se cubrieron de un haz de luz morado y, en el momento de impactar, las hojas se reblandecieron como si de una gelatina se tratase, haciendo meras cosquillas al stelliazo, que mostró una mueca de sonrisa en sus labios y alzó su espadón, con intención de acabar con esa criatura de la noche con un fuerte tajo que acabó por realizar, incrustando así su arma en el costado izquierdo de su oponente, dejándolo instantáneamente fuera de combate y muerto en pocos segundos.
Otra figura apareció en la entrada del callejón. Era la culpable de que las dagas de aquel vampiro hubieran cobrado ese estado gelatinoso. Era la bruja Eiko, la cual caminaba con delicadeza y una sonrisa inocente y tranquila hacia la posición de Moses. Seguido de la bruja, apareció otro pariente de raza de esta; Ivens, el cual estaba satisfecho por el resultado del plan que habían trazado, ya que ni siquiera había tenido que intervenir.
En poco menos de cinco minutos, los Stelliazos habían tomado el control de aquel portal. Solo quedaban dos vampiros con vida, y estaban en clara inferioridad, no supondrían una amenaza clara. Ambos se arrodillaron como señal de rendición y agacharon su cabeza. Alward se acercó a los mencionados, acompañado de Emmanuel, que los apuntaba con el arco aún tensado. Los demás mercenarios observaban la escena un par de metros más atrás.
-¡Los hijos de Habak no desistirán hasta haber traído al Señor supremo de vuelta!
-...¿Quiénes?-Preguntó Alward con cierta duda, desviando así su mirada hacia Emmanuel, el cual simplemente se encogió de hombros
-¿Qué hacemos con ellos?-Preguntó el arquero mientras aún tenía su arco tensado
Las órdenes eran claras; ejecutar a todo vampiro o lobo que encontrasen en su camino y deshacer los portales que los señores de la noche estaban creando por toda la ciudad. Pero aquello que dijo el vampiro le despertó cierta curiosidad al Sevna, quien no se decidió si acabar con su vida o quizás interrogarlo. Con la segunda opción perderían un valioso tiempo, aunque tal vez podrían sacarle ventaja, ya que es bien sabido que la información es poder.
Mientras Alward sopesaba su decisión, un aplauso irónico se hizo escuchar en el silencio de la noche, en la entrada al callejón. Todos desviaron su mirada hacia el origen de aquellas palmas. Un hombre pálido y de largos cabellos color azabache observaba la escena.
-¡Bravo, pequeños!-Dio unos pasos más adentrándose de lleno en el tenebroso callejón-Han sido valientes, es hora de que reciban su recompensa-Se acercaba cada vez más al grupo con un rostro extrañamente lleno de felicidad
Moses se interpuso entre el nuevo personaje que entró a escena y los suyos, empuñando una vez más su espadón con ambas manos, mostrando un gesto agresivo.
-¿Quién eres?-Preguntó Moses con cara de pocos amigos
-Lirio a su servicio, amigos míos...-Hizo una reverencia exagerada. Mantuvo la cabeza agachada varios segundos, tras eso, la levantó enseñando unos colmillos perfectamente afilados y blancos. Su rostro se volvió exageradamente más sádico.-...Y ustedes serán un sabroso aperitivo para los recién llegados
En ese momento, en los tejados empezaron a aparecer una multitud de vampiros que llegaron a completar la veintena; seis en el lado derecho y otros seis en el izquierdo. Parecía que todo estaba planeado. Si las palabras del vampiro eran ciertas, aquellos señores de la noche habían venido recientemente desde otro portal, y no estaría tan lejos de dónde se encontraban.
-Aghh... Mierda-Soltó el brujo Ivens mientras miraba junto a sus compañeros cómo habían caído en una emboscada tras su propia emboscada
En ese momento, Alward y Emmanuel se miraron, en un rápido gesto de complicidad, asintieron con la cabeza y el arquero disparó su flecha hacia el vampiro que habían apresado, mientras que el Sevna desenvainó su espada diestra y atravesó el cuello de la otra criatura de la noche apresada.
Los vampiros empezaron a caer de los tejados para rodear a los mercenarios. En pocos minutos, la situación se había revertido. Trece invasores rodeaban ahora a los Stelliazos. Los mercenarios se agruparon en un espacio mínimo, cubriéndose entre todos las espaldas, mientras esperaban a que los vampiros tomasen la iniciativa, ya que romper esa táctica defensiva, por inofensiva que fuese, podría costarles la derrota absoluta. Les superaban en número, por lo que Ivens levantó una cúpula acuática alrededor de ellos con un grosor significativo. El agua cirulaba a mucha velocidad y hacía el ruido de una cascada, por lo que los mercenarios tenían que hablar gritando
-...¿LES VAS A... MOJAR?
-¡NO, IDIOTA!
Al brujo no le dio tiempo a explicarse, cuando uno de los vampiros se abalanzó sobre la cúpula con la intención de atravesarla y así llegar hasta ellos. Craso error, el agua cercenó a la criatura de la noche por la mitad, tiñendo momentáneamente la cúpula de rojo. Ivens no pudo evitar dejar escapar una sonrisilla de satisfacción.
-ES AGUA CON MUCHA PRESIÓN, PASAR POR AHÍ ES COMO ENFRENTARSE AL HACHA DE UN VERDUGO.
-¿Y ESTO VA A AGUANTAR MUCHO?
-NO, PERO ES MEJOR QUE NADA
-PUES ÁBRELA
-¿¡QUÉ!?
-¡HAZME CASO!-Se dirigió a sus demás compañeros-CUANDO EL AGUA DESAPAREZCA, ATACAD CON TODO-Sus amigos le dieron una afirmativa. El plan estaba claro. Aunque Ivens no estuviese muy convencido, hizo desaparecer la cúpula de agua. No era momento de vacilar ni dudar.
El joven Sevna se preparó y mentalizó. Cuando el brujo bajó la barrera que les protegía, se abalanzó hacia el enemigo que tenía delante con todas sus fuerzas. Un rápido tajo con su diestra al pecho de un vampiro y una estocada con la zurda en su estómago bastó para tener a un enemigo menos del que preocuparse. Esperaba que a sus compañeros también les fuese bien, pero no podría saberlo. Sintió una amenaza a su derecha, y sin mirar de quién se trataba e instintivamente con el arma que le quedaba libre pegó un espadazo que fue detenido por otro filo. Centró su mirada para ver de quién se trataba, y era el tal "Lirio" que se había presentado con su propia emboscada. Alward apretó los dientes y, aún sosteniendo el choque de espadas con su diestra, sacó del estómago del vampiro derrotado con anterioridad su espada zurda. Su nuevo oponente dio un paso hacia atrás zafándose del mercenario.
Lirio observó al Sevna con una sonrisilla pícara. No podía siquiera atisbar qué es lo que pasaba por la mente del vampiro, pero tenía por seguro que no se trataría de nada agradable.
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Off: Control de Lirio otorgado por Dag, ya que él lo tenía en un primer lugar.
Alward Sevna
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Re: Sangre y Sombras [Tema 2/3 Evento Captura y Castigo Dag]
El primer signo de que algo ocurría fueron los aullidos en las calles, que invadieron la noche y rompieron la tranquilidad de su hogar en Lunargenta. Se puso en pie de golpe y acudió a la puerta, desde la que intercambió miradas con varios otros vecinos que, con temor, se asomaban a puertas y ventanas. Un hombre de la guardia corrió por las calles, gritando órdenes y avisos que llamaban al toque de queda, y todos los rostros volvieron a desaparecer al interior de las moradas en cuanto comprendieron qué ocurría.
La guerra había vuelto a Lunargenta.
El aviso del guardia fue confuso, pero entre todas sus advertencias Taliesin distinguió la palabra "vampiros". Skatha hizo todo lo contrario que sus vecinos y cerró la puerta tras de sí, saliendo al frío aire de la noche. Su barrio aún estaba tranquilo, pero a lo lejos se escuchaban algunos gritos, aullidos, y sonidos metálicos. Y él, contra todo sentido común y dudando de su propia cordura, fue hacia ellos.
Desde aquel momento, aquella distó de ser una noche normal. Era absurdo que unos minutos antes hubiera estado leyendo crónicas tranquilamente en su casa y, ahora, avanzara por las calles de una ciudad desgarrada. No tardó mucho en encontrar el primer círculo de vampiros llamando refuerzos, y la visión lo asustó. ¿¡Qué hacían!? Otra vez intentaban invadir Lunargenta, y otro vez destrozarían el precario equilibrio de paz que mantenía su raza con las demás. Un portal se abrió y vampiros llegaron desde el otro lado; se encontraban armados.
- Soy un vampiro, como vosotros - mostró las palmas vacías mientras se acercaba a los vampiros que acababan de llegar, y brevemente enseñó sus colmillos como prueba.
- Desarmado - hizo notar uno de los vampiros. Los demás dejaron de prestarle atención -. Mal prepardo vienes para la guerra, amigo. Ve con cuidado.
- ¿Es eso lo que está ocurriendo? ¿Vamos - le costó incluírse en aquella ecuación - a retomar Lunargenta?
El otro vampiro asintió, sonrió y sólo dijo:
- Habaknuk nos guía.
Hubo un murmullo de aprobación y entusiasmo al escucharse aquel nombre, y varios vampiros repitieron algo sobre puertas que no se deben cerrar. Ahora Taliesin lamentaba no haber mantenido más relación con los vampiros de Sacrestic Ville. Sabía muy poco de Habaknuk y la religión que lo rodeaba, pues los dioses de Skatha seguían siendo los dioses de los humanos y no se sentía cerca de renegarlos. Veía el fervor y la energía de aquellos vampiros dirigida a algo como Habaknuk y la guerra y se preguntaba, ¿podría haber hecho yo algo, como vampiro, por prevenir esto?
Ojalá supiera cómo detenerlo ahora.
Unos miembros de la guardia llegaron a donde se encontraban y la lucha comenzó inmediatamente. Taliesin huyó de ahí, abandonando aquella batalla con varias emociones y decisiones luchando en su pecho. No podía evitar sentirse responsable por lo que estaba a punto de pasar aquella noche.
En esta situación, el rostro de Dag se presentó como un mal augurio que llegaba demasiado tarde, cuando las runas ya habían sido lanzadas. Dag Thorlak, el rey loco, el vampiro desquiciado, que tanto la guardia como una biocibernética se habían afanado en buscar. Taliesin mismo había pasado semanas intentando dar con él, sin éxito; y sin embargo allí estaba, delante de sus narices, de la mano de una mujer. Su expresión distaba de ser la mueca conflictiva y desquiciada por la que Skatha lo recordaba, y varios vampiros a su alrededor lo observaban con respeto, casi veneración.
Pero más que ninguna otra cosa, más incluso que la expresión serena de Dag y que la guerra que se desataba a su alrededor, la imagen que encogió su corazón fue la ausencia de Zöe. Hacía tiempo que no veía a la biocibernética y lo había entendido como una seña de que había encontrado a Dag y estaba con él; pero entonces habría estado allí, cerca, para controlar al vampiro loco. En su lugar estaba esa mujer desconocida que, por ocupar el espacio que debía haber sido de Zöe, se ganó inmediatamente la enemistad de Taliesin.
- ¡Dag! - lo llamó, acercándose. El vampiro no pareció reaccionar a su nombre, pero el otro hombre que estaba con ellos sí lo hizo y miró a Taliesin con una muda advertencia en los ojos. Skatha lo ignoró. - Dag; joder, ¡Dag! - repitió, y lo agarró del brazo bruscamente para llamar su atención -. ¿Qué haces? ¿Qué haces con esta gente? ¿Dónde está Z-?
Aquel vampiro desconocido agarró a Taliesin de la muñeca y la retorció, haciendo que soltara a Dag y dejara la palabra a medio pronunciar, sustituída por un grito de sorpresa y dolor.
- Estás confundido. Hablas con nuestro señor Habaknuk - le indicó, con tanta dulzura como cuidado había empleado en torcerle la muñeca; la soltó de golpe -. Será mejor que nos dejes.
Taliesin abrió y cerró la mano y miró con odio a aquel vampiro que no conocía y, seguidamente, a la mujer que iba con Thorlak. Tan elegante, tan segura de sí, que Skatha habría querido darle un puñetazo en la cara. Sabía que Dag estaba loco; y en cambio en aquel momento se encontraba tan tranquilo. Estaba muy claro que algo andaba mal.
- No me confundo; reconocería a ese demente en cualquier lugar - insitió -. ¿Te acuerdas de mí, Dag? Taliesin - no podía esperar de un loco que se acordara de él; no sabía cómo de estable era su memoria -. Nos conocimos por Zöe, en los bosques del este. Desapareciste esa noche y ella te ha estado buscando desde entonces. ¿No te encontró? Dag, ¿dónde está Zöe? - Esa era la pregunta más importante, y la marcó con la correspondiente urgencia - Pensé...
- Suficiente - le cortó el vampiro, agarrándole del brazo.
- No. Si se cree que es un dios es porque está loco y necesita ayuda. Dejadlo fuera de vuestras tonterías. Librad vuestras guerras. Se viene conmigo - intentó zafarse, pero aquel hombre lo había asido con fuerza.
- Basta - repitió. Su voz era firme. Taliesin le mantuvo la mirada.
- Es innecesario pelearnos de esta manera. Todos estamos en el mismo bando. Es cierto: Habaknuk camina con nosotros.
Las palabras de la mujer pretendían ser reconfortantes y, fueran o no sentidas, hicieron que el hombre redujera la presión al tiempo que provocaron más a Taliesin. ¿Realmente se lo creían? Skatha no estaba dispuesto a pasar por aquella tontería, ni a dejar que usaran a Dag como excusa para una guerra con la que no estaba de acuerdo, ni permitir que le pasara nada después de todo lo que Zöe había hecho por encontrarlo. "Vete a la mierda" pensó, y soltando su brazo encontró una pequeña piedra que siempre llevaba consigo[1]. La piedra se activó y al segundo siguiente se vieron rodeados de una espesa niebla. Siendo el único que estaba prepardo para esto, se zafó del hombre y agarró a Dag de la mano, que tiró para comenzar a correr.
En su mente, no consideraba siquiera la posibilidad de que Dag no fuera a venir con él.
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[1] Uso de objeto master piedra ambiental
La guerra había vuelto a Lunargenta.
El aviso del guardia fue confuso, pero entre todas sus advertencias Taliesin distinguió la palabra "vampiros". Skatha hizo todo lo contrario que sus vecinos y cerró la puerta tras de sí, saliendo al frío aire de la noche. Su barrio aún estaba tranquilo, pero a lo lejos se escuchaban algunos gritos, aullidos, y sonidos metálicos. Y él, contra todo sentido común y dudando de su propia cordura, fue hacia ellos.
Desde aquel momento, aquella distó de ser una noche normal. Era absurdo que unos minutos antes hubiera estado leyendo crónicas tranquilamente en su casa y, ahora, avanzara por las calles de una ciudad desgarrada. No tardó mucho en encontrar el primer círculo de vampiros llamando refuerzos, y la visión lo asustó. ¿¡Qué hacían!? Otra vez intentaban invadir Lunargenta, y otro vez destrozarían el precario equilibrio de paz que mantenía su raza con las demás. Un portal se abrió y vampiros llegaron desde el otro lado; se encontraban armados.
- Soy un vampiro, como vosotros - mostró las palmas vacías mientras se acercaba a los vampiros que acababan de llegar, y brevemente enseñó sus colmillos como prueba.
- Desarmado - hizo notar uno de los vampiros. Los demás dejaron de prestarle atención -. Mal prepardo vienes para la guerra, amigo. Ve con cuidado.
- ¿Es eso lo que está ocurriendo? ¿Vamos - le costó incluírse en aquella ecuación - a retomar Lunargenta?
El otro vampiro asintió, sonrió y sólo dijo:
- Habaknuk nos guía.
Hubo un murmullo de aprobación y entusiasmo al escucharse aquel nombre, y varios vampiros repitieron algo sobre puertas que no se deben cerrar. Ahora Taliesin lamentaba no haber mantenido más relación con los vampiros de Sacrestic Ville. Sabía muy poco de Habaknuk y la religión que lo rodeaba, pues los dioses de Skatha seguían siendo los dioses de los humanos y no se sentía cerca de renegarlos. Veía el fervor y la energía de aquellos vampiros dirigida a algo como Habaknuk y la guerra y se preguntaba, ¿podría haber hecho yo algo, como vampiro, por prevenir esto?
Ojalá supiera cómo detenerlo ahora.
Unos miembros de la guardia llegaron a donde se encontraban y la lucha comenzó inmediatamente. Taliesin huyó de ahí, abandonando aquella batalla con varias emociones y decisiones luchando en su pecho. No podía evitar sentirse responsable por lo que estaba a punto de pasar aquella noche.
En esta situación, el rostro de Dag se presentó como un mal augurio que llegaba demasiado tarde, cuando las runas ya habían sido lanzadas. Dag Thorlak, el rey loco, el vampiro desquiciado, que tanto la guardia como una biocibernética se habían afanado en buscar. Taliesin mismo había pasado semanas intentando dar con él, sin éxito; y sin embargo allí estaba, delante de sus narices, de la mano de una mujer. Su expresión distaba de ser la mueca conflictiva y desquiciada por la que Skatha lo recordaba, y varios vampiros a su alrededor lo observaban con respeto, casi veneración.
Pero más que ninguna otra cosa, más incluso que la expresión serena de Dag y que la guerra que se desataba a su alrededor, la imagen que encogió su corazón fue la ausencia de Zöe. Hacía tiempo que no veía a la biocibernética y lo había entendido como una seña de que había encontrado a Dag y estaba con él; pero entonces habría estado allí, cerca, para controlar al vampiro loco. En su lugar estaba esa mujer desconocida que, por ocupar el espacio que debía haber sido de Zöe, se ganó inmediatamente la enemistad de Taliesin.
- ¡Dag! - lo llamó, acercándose. El vampiro no pareció reaccionar a su nombre, pero el otro hombre que estaba con ellos sí lo hizo y miró a Taliesin con una muda advertencia en los ojos. Skatha lo ignoró. - Dag; joder, ¡Dag! - repitió, y lo agarró del brazo bruscamente para llamar su atención -. ¿Qué haces? ¿Qué haces con esta gente? ¿Dónde está Z-?
Aquel vampiro desconocido agarró a Taliesin de la muñeca y la retorció, haciendo que soltara a Dag y dejara la palabra a medio pronunciar, sustituída por un grito de sorpresa y dolor.
- Estás confundido. Hablas con nuestro señor Habaknuk - le indicó, con tanta dulzura como cuidado había empleado en torcerle la muñeca; la soltó de golpe -. Será mejor que nos dejes.
Taliesin abrió y cerró la mano y miró con odio a aquel vampiro que no conocía y, seguidamente, a la mujer que iba con Thorlak. Tan elegante, tan segura de sí, que Skatha habría querido darle un puñetazo en la cara. Sabía que Dag estaba loco; y en cambio en aquel momento se encontraba tan tranquilo. Estaba muy claro que algo andaba mal.
- No me confundo; reconocería a ese demente en cualquier lugar - insitió -. ¿Te acuerdas de mí, Dag? Taliesin - no podía esperar de un loco que se acordara de él; no sabía cómo de estable era su memoria -. Nos conocimos por Zöe, en los bosques del este. Desapareciste esa noche y ella te ha estado buscando desde entonces. ¿No te encontró? Dag, ¿dónde está Zöe? - Esa era la pregunta más importante, y la marcó con la correspondiente urgencia - Pensé...
- Suficiente - le cortó el vampiro, agarrándole del brazo.
- No. Si se cree que es un dios es porque está loco y necesita ayuda. Dejadlo fuera de vuestras tonterías. Librad vuestras guerras. Se viene conmigo - intentó zafarse, pero aquel hombre lo había asido con fuerza.
- Basta - repitió. Su voz era firme. Taliesin le mantuvo la mirada.
- Es innecesario pelearnos de esta manera. Todos estamos en el mismo bando. Es cierto: Habaknuk camina con nosotros.
Las palabras de la mujer pretendían ser reconfortantes y, fueran o no sentidas, hicieron que el hombre redujera la presión al tiempo que provocaron más a Taliesin. ¿Realmente se lo creían? Skatha no estaba dispuesto a pasar por aquella tontería, ni a dejar que usaran a Dag como excusa para una guerra con la que no estaba de acuerdo, ni permitir que le pasara nada después de todo lo que Zöe había hecho por encontrarlo. "Vete a la mierda" pensó, y soltando su brazo encontró una pequeña piedra que siempre llevaba consigo[1]. La piedra se activó y al segundo siguiente se vieron rodeados de una espesa niebla. Siendo el único que estaba prepardo para esto, se zafó del hombre y agarró a Dag de la mano, que tiró para comenzar a correr.
En su mente, no consideraba siquiera la posibilidad de que Dag no fuera a venir con él.
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[1] Uso de objeto master piedra ambiental
Taliesin Skatha
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Re: Sangre y Sombras [Tema 2/3 Evento Captura y Castigo Dag]
La batalla había comenzado hacía un buen rato. Estábamos prácticamente todo el gremio en medio de una refriega en la que no sólo había vampiros, sino también hombres lobo y hombres bestia. Lo cierto es que los licántropos nos dejaban relativamente en paz. Parecían centrados en combatir a las demás facciones. Pero… ¿Los vampiros? ¡Eran demasiados! No paraban de salir de una especie de portales en el suelo. Eran un gran número. Nos estaban acorralanado. Y terminamos unos pegados los unos con los otros.
Como si estuvieran sincronizados. Lanzaron un aluvión de dagas y flechas hacia nosotros.
-¡Aguantad! – Cass levantó su brazo y con este, sincronizadamente se irguió un muro de tierra en semiesfera alrededor nuestra para detener el aluvión de cuchillos. Del que tuvo que agacharse en cuclillas para salvar la altura. Luego lo debilitó. - ¿Lo tienes, Anastasia?
Ya sabía a lo que se refería. Mientras las flechas golpeaban la barrera de tierra, concentraba el viento en mí. - ¡Sí! – pronuncié el nombre de la estrategia a utilizar. - ¡Cazadores, "la Cruz"!
La Cruz. Ese era el nombre de la estrategia. Con ello, ya sabíamos todos qué hacer. Liberé entonces una fuerte corriente de aire para proyectar con gran intensidad los trozos de tierra fragmentada, que atravesaron la carne de nuestros enemigos más cercanos.
De la esfera salí yo en un salto acrobático hacia arriba disparando las ballestas de mano, a dos enemigos al Norte. Cass, de rodillas, disparó elegantemente su arco a otro al Este. NIA saltó sobre uno que venía por el Sur, y con sus puños metálicos comenzó a destrozarle la cabeza. Jules, totalmente agachado para no interrumpir los demás disparos, disparó al Oeste. Todo ello en una instantánea que habría quedado para un cuadro.
Mientras cargábamos nuestras armas, Annelise, Harry Harrowmont y Nick Kärtenssen salieron del centro de "La cruz" disparando. En aquel movimiento sincronizado nos habíamos deshecho de diez vampiros. El resto, huyó.
Sin embargo, Annie pareció sufrir un flechazo en el hombro.
-¿Estás bien, Annelise? – preguntó Jules. Con cara de circunstancias. - Tranquila, sólo es un flechazo. Normal que duela. Pero eres tan buena que jamás te impactan. – Animó el cordial brujo.
-¡NIA! ¡Sácala de aquí! – ordené con rapidez, llegando a la posición.
-Recibido, maestra Boisson. - Comentó la cibernética, tomando a la bruja en brazos.
-Iré con ellas. No puedo dejar a Annie sola. – Afirmó Cass. Yo asentí. Sabía el vínculo que tenía la otra maestra cazadora con Annelise.
-¿Guías hasta el meollo, Huri? – preguntó Jules.
-Tú no, Jules, ve con ellas. NIA no puede luchar mientras lleve a Annelise, y a Cass le vendrá bien ayuda para sacarla a Annie de la ciudad. – insistí. – Eres el mejor tirador. Ve con ellas. - dije sin convencerlo demasiado. Y torcí a un gesto más cariñoso. Sabía lo único que podía hacer que se separara de mí. - Ve con tu hermana.
-Está bien. – confirmó el brujo sin demasiado convencimiento, yendo tras el trío de cazadoras. – Pero si tienes que retirarte… Te retiras. ¿Vale? Prométemelo.
Sonreí. ¿Por qué siempre era tan cariñoso?
-Te lo prometo.
Harry y Nick siguieron corriendo a mi orden. No sufrimos una emboscada como la anterior. Parecía que los vampiros tendían a concentrarse en uno de los puntos de la ciudad.
Llegamos al lugar y subimos hasta un tejado, desde donde teníamos buena perspectiva. Allí estaba Dag Thorlák, junto a una mujer. La guardia ya había llegado hasta allí. Presentes por varios miembros que se posicionaban al frente de los chupasangres.
Por si fuera poco, justo por el otro extremo parecía llegar una manada de licántropos, desde los tejados. La manada estaba encabezada por una mujer extrañamente reconocida por mí… ¡No! No podía ser ella. Ella siempre actuaba de manera independiente. ¿Qué tramaba?
-¡Madre! ¿Qué haces aquí? – Pregunté incrédula. Me sorprendía ver a Belladonna inmiscuyéndose en aquellas rencillas que a ella no le importaban. Si estaba allí era por interés, pero… ¿Con aquellos aliados? - ¡¿Te has unido a los lobos?! – pregunté.
-¡Oh, no! ¡Es que me he comprado unos chuchos en el mercadillo! ¿Qué voy a hacer aquí? ¡Vengo a lo mismo que tú! ¡A la caza del vampiro! ¿Acaso no somos Boisson? ¿Lo que mi querida hermana siempre quiso de mí? – Gritó la bruja, como siempre, sarcástica. Y como siempre, hiriente. – ¡En la vida hay que elegir bandos, Anastasia! ¿Nunca te lo dijo ella? ¡Porque a mí me lo repetía cada día! – ¿Por qué siempre tenía que mencionar a Isabella? ¡Maldita! ¡Ella la había asesinado a traición y no paraba de recordármelo! Me mordí los labios, muy enfadada. Frustrada.
-Los tuyos siempre son los equivocados. – sería lo último que le gritaría. No quería dejarme la voz tratando de razonar con ella.
Mi madre era peligrosa, pero sobre todo, era imprevisible. Lo mismo te ayudaba que te dejaba vendido. Harry y Nick estaban suficientemente advertidos por mí. Otro de los chupasangres, el único que parecía tener sentido común, trataba de hacer entrar en razón a Dag, el otrora rey de Lunargenta y principal objetivo de la campaña. Y mediante un extraño objeto mágico, todo se cubrió de niebla. ¡Genial! Aquello nos dejaba en desventaja. Seguíamos siendo más. Teníamos que aprovechar la superioridad numérica antes de que aparecieran más por los portales.
En un callejón cercano, vi a Alward Sevna. El humano que había conocido en las islas meses atrás. -¿Necesitas ayuda? – comenté. Se encaraba con un vampiro con bastante mala leche. Podía permitirme el lujo de ayudarle, pero estando Bella allí... No había tanto problema. Seguro que los volvía a encontrar fácilmente. Bajé del tejado de un salto, amortiguando mi caída con el viento, y me puse a su lado, frente al vampiro con el que se encaraba. Ya le conocía de un anterior encuentro en las islas. Sabía que podía confiar en él. Era un buen tipo. Un Tale en potencia. Nick y Harry se posicionaron tras de mí, desafiantes ante los chupasangres.
-Estoy detrás de ti, Alward. Harry, Nick, permaneced cerca de los humanos. – Ordené con convencimiento. Mientras tanto, hice que el viento comenzara a soplar. Aunque no iba a levantar aquella espesa niebla, era mejor tenerlo a mano.
Lirio era el primero que estaba delante. Y sería el primero en caer. Comencé a dispararle con las ballestas de mano. Pero no podía perder mucho tiempo con él pues tenía que encargarme de Dag. Él era el objetivo principal.
En otro lugar, más lejano. Una estela de humo negro apareció sobre las calles de Lunargenta. Observaba detenidamente qué ocurría.
¡Lobitos! ¡Lobitos! ¡Muchos lobitos! Tantos que me dará para una jauría de perros. O… ¿Tal vez no? Me materialicé sentada en un saliente, cruzada de piernas. Cualquiera de aquellos perritos podría alcanzarme. ¡Sólo era una intrusa en medio de sus planes pero…! Bastante tenían ellos en pensar cómo abordar a los vampiros, los humanos y los hombres bestia.
-¡Hola lobitos! ¿Cómo estáis? – Mostré una sonrisa forzada. ¡¿La habrán notado?! Bueno, moví los dedos de mi mano cual serpiente. A modo saludo. – No se os ve muy halagüeños. Cualquiera diría que tenéis problemas. Dejadme que lo adivine. Queréis atacar a esos vampiros y humanos de ahí, pero no sabéis cómo.
-Métete en tus asuntos, bruja. – ¡Ugh! ¡Qué animalito más desagradable!
-¡Ohh, qué grosero, Vallenegro! – dije sonriente, recostándome hacia atrás. Conocía su nombre. Los había escuchado el tiempo que llevaba siguiéndolos. - ¿Trabajáis para el Hombre Muerto, sí? – pregunté con una sonrisa. El rostro de Vallenegro cambió por completo. Atrayendo su atención. ¡Qué predecible! – ¡Lo conozco! – Mentira. - Es todo un maestro de la magia oscura. Quizás el mejor. Siempre he sido una admiradora suya, aunque no para bien. – Unas palabras amistosas nunca vienen mal. - Pero qué maleducada soy... Que no me presento.¿Habéis oído hablar de Belladonna Boisson? Sí, esa soy yo.
El cabecilla de la manada bufó un segundo. Y rugió. ¡Los perros son tan monos cuando están enfadados!
-Claro. – respondió. – Y por eso, no me fío de ti. ¿A qué viene ese altruismo tuyo?
–Vaya... Debería habéroslo explicado. - encogí la cabeza. - Pues veréis, mi madre, mi padre, mi abuelo, mi hermana, mi hija… Todos fueron, o son, cazadores de vampiros. Yo siempre ignoré de esos temas pero… Supongo que se me da bien. – Me encogí de hombros y reí. ¿Se habrían creído aquella milonga? -
Era obvio que no de primeras. Vallenegro y su manadita no parecían demasiado convencidos y sus rostros lo reflejaron. ¡Pobrecillos! ¿Querían un pacto de sangre? Podíamos hacerlo.
-¿Por qué íbamos a confiar en ti, Belladonna? Una criminal sin escrúpulos que trabajó para chupasangres. – Una pregunta, cuanto menos predecible. Fácil. Sonreí.
-Hay que saber olvidar el pasado, chicos. ¿Qué pasa? ¿No os parezco adorable? ¡Sin mí no saldréis de aquí! Os buscan en toda la ciudad. Además, os he dicho que conozco a vuestro jefe. ¿Qué más queréis? – comenté ofendida. ¡Habrase visto! – Mirad, os juro que os ayudaré. – Y mostré la palma de la mano en señal de juramento. La otra la mantuve en la espalda lejos de su vista y… crucé los dedos. Ugh. Era demasiado supersticiosa con los juramentos.
Parecían dialogar algo entre ellos. Quizás estuvieran planteándose. Pero mejor oferta no podía hacerles.
-Bien, baja y ven con nosotros. – Sonreí satisfactoriamente. Salté de la cornisa, me convertí en una estela de humo y bajé hasta el suelo.
El pacto estaba sellado. Encabezaba el grupo, a mi derecha, dos de ellos, a mi izquierda, otros dos. Podía sentir su paupérrimo éter a mi espalda, camuflado entre lo que tenían los vampiros. Busqué por las calles oscuras, taconeando sobre muchos cadáveres. Chupasangres, humanos, era igual. Con la varita iba produciendo pequeñas llamitas que quemaban su cuerpo y absorbía su éter. ¡Ah! Cada vez que absorbía uno… ¡Era taaan placentero!Y los combates menores no eran mi objetivo. Los ignoraba. A mí me gustaban las grandes pesquisas. ¡Oh! ¡Por fin encontré dónde estaba el meollo de la situación. Puse los brazos en jarra, expectante.
Parece que la pelea ya había comenzado. En el centro, se encontraba el grupito de vampiros. Entretenidos con unos cuantos humanos al otro lado. Entre los que se encontraba… ¿Anastasia? ¡Y sus perros de presa del gremio! En medio, los vampiros, sumidos en medio de un melodrama entre el objetivo: Dag, y un amigo, supongo. Y al otro lado… Nosotros. Mi hija no tardó en advertir mi presencia.
-¡Madre! ¿Qué haces aquí? – Preguntó mi querida hija exhausta, me mordí la uña. Aquello iba a ser divertido. - ¡¿Te has unido a los lobos?!
-¡Oh, no! ¡Es que me he comprado unos chuchos en el mercadillo! – Grité, extendiendo los brazos. Vallenegro rugió. Igual era mejor no tentar tanto a la suerte. – ¿Qué voy a hacer aquí? ¡Vengo a lo mismo que tú! ¡A la caza del vampiro! ¿Acaso no somos Boisson? ¿Lo que mi querida hermana siempre quiso de mí? – Resolví estirando los brazos. ¿Su cabeza cuadriculada no lo entendía? Mi hija no había salido a mí. - ¡En la vida hay que elegir bandos, Anastasia! ¿Nunca te lo dijo ella? ¡Porque a mí me lo repetía cada día! – Esperaba que entendiera la lección de la vida. Con aquello la había hecho enfadar. Lo que quería. ¡Vaya como se ponía mi hija cuando se cabreaba! ¡Qué manera de agarrar las ballestas! ¡El viento soplaba! Sí. No iba a tardar en disparar.
-Los tuyos siempre son los equivocados. – Ja ja ja ja ja. Era divertido llevar la contraria a mi hija. Como en los viejos tiempos… No logré entender qué más decía. Pero parecía dispuesta a deshacerse de aquellos chupasangres.
¡Mejor! Un ataque flanqueado nunca venía mal. O… ¿Eso era humo? ¡No! ¡Niebla! Vaya, parece que al vampirito aquel que trataba de hacer entrar en razón al “gran Habaknuk” quería resolver aquello por la vía pacífica. ¡Pobre ignorante! Por su bien esperaba que se centrara en largarse de ahí y olvidara su papel de sujetavelas de Dag, el Fracasado, y su novia la chupasangres.
Los lobitos y su compañero robot no tardaron en comenzar a pegarse con vampiros, humanos o lo que pillaran. Pero si quería atraer la atención del Hombre Muerto, tenía que acabar con el gran objetivo. – Tú, lobita. – Señalé a Lobahija. Parecía ambiciosa y ser tan grande e importante como “mamá”, que también estaba ahí. El ímpetu de una joven inexperta con ganas de ser importante, era todo cuanto necesitaba. - ¿Quieres ganarte una fama ante mamá? ¡Pues ven conmigo!.
A todas estas, ¿dónde estaba Anastasia? Daba igual. Dag Thorlák no huiría de allí. ¿Se quedaría para ver cómo lo acorralaban por ambos lados?
---Un resumen de mi tochopost >.<. Huracán y Belladonna comparten objetivo (acabar con Dag), pero no motivaciones.
Huracán y sus acompañantes apoyan a los humanos y se posicionan con Alward Sevna para enfrentarse a Lirio (niv. 4). Y ataca a Lirio (subrayado) con habilidad de nivel 2 - “Acribillar”.
Ya que nadie los ha usado, Belladonna se posiciona con los licántropos y los utiliza para atacar lo que consideréis. Utiliza habilidad de nivel 5 “Maldición Anima Libertas” consumiendo los cadáveres que habéis ido dejando para ganar un 45% de incremento de su atributo inteligencia y aumentar su poder mágico. Se lleva a Lobahija (nivel 4) consigo.
PD: Cameo de Cass consentido por su user (Vuelve Cass T_T te echo de menos)
Como Sigel nos da libertad, si queréis que el combate tiremos runas, avisad por MP, tenemos la zona de los dioses. Lo dejo a vuestro gusto ^^
Como si estuvieran sincronizados. Lanzaron un aluvión de dagas y flechas hacia nosotros.
-¡Aguantad! – Cass levantó su brazo y con este, sincronizadamente se irguió un muro de tierra en semiesfera alrededor nuestra para detener el aluvión de cuchillos. Del que tuvo que agacharse en cuclillas para salvar la altura. Luego lo debilitó. - ¿Lo tienes, Anastasia?
Ya sabía a lo que se refería. Mientras las flechas golpeaban la barrera de tierra, concentraba el viento en mí. - ¡Sí! – pronuncié el nombre de la estrategia a utilizar. - ¡Cazadores, "la Cruz"!
La Cruz. Ese era el nombre de la estrategia. Con ello, ya sabíamos todos qué hacer. Liberé entonces una fuerte corriente de aire para proyectar con gran intensidad los trozos de tierra fragmentada, que atravesaron la carne de nuestros enemigos más cercanos.
De la esfera salí yo en un salto acrobático hacia arriba disparando las ballestas de mano, a dos enemigos al Norte. Cass, de rodillas, disparó elegantemente su arco a otro al Este. NIA saltó sobre uno que venía por el Sur, y con sus puños metálicos comenzó a destrozarle la cabeza. Jules, totalmente agachado para no interrumpir los demás disparos, disparó al Oeste. Todo ello en una instantánea que habría quedado para un cuadro.
Mientras cargábamos nuestras armas, Annelise, Harry Harrowmont y Nick Kärtenssen salieron del centro de "La cruz" disparando. En aquel movimiento sincronizado nos habíamos deshecho de diez vampiros. El resto, huyó.
Sin embargo, Annie pareció sufrir un flechazo en el hombro.
-¿Estás bien, Annelise? – preguntó Jules. Con cara de circunstancias. - Tranquila, sólo es un flechazo. Normal que duela. Pero eres tan buena que jamás te impactan. – Animó el cordial brujo.
-¡NIA! ¡Sácala de aquí! – ordené con rapidez, llegando a la posición.
-Recibido, maestra Boisson. - Comentó la cibernética, tomando a la bruja en brazos.
-Iré con ellas. No puedo dejar a Annie sola. – Afirmó Cass. Yo asentí. Sabía el vínculo que tenía la otra maestra cazadora con Annelise.
-¿Guías hasta el meollo, Huri? – preguntó Jules.
-Tú no, Jules, ve con ellas. NIA no puede luchar mientras lleve a Annelise, y a Cass le vendrá bien ayuda para sacarla a Annie de la ciudad. – insistí. – Eres el mejor tirador. Ve con ellas. - dije sin convencerlo demasiado. Y torcí a un gesto más cariñoso. Sabía lo único que podía hacer que se separara de mí. - Ve con tu hermana.
-Está bien. – confirmó el brujo sin demasiado convencimiento, yendo tras el trío de cazadoras. – Pero si tienes que retirarte… Te retiras. ¿Vale? Prométemelo.
Sonreí. ¿Por qué siempre era tan cariñoso?
-Te lo prometo.
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Harry y Nick siguieron corriendo a mi orden. No sufrimos una emboscada como la anterior. Parecía que los vampiros tendían a concentrarse en uno de los puntos de la ciudad.
Llegamos al lugar y subimos hasta un tejado, desde donde teníamos buena perspectiva. Allí estaba Dag Thorlák, junto a una mujer. La guardia ya había llegado hasta allí. Presentes por varios miembros que se posicionaban al frente de los chupasangres.
Por si fuera poco, justo por el otro extremo parecía llegar una manada de licántropos, desde los tejados. La manada estaba encabezada por una mujer extrañamente reconocida por mí… ¡No! No podía ser ella. Ella siempre actuaba de manera independiente. ¿Qué tramaba?
-¡Madre! ¿Qué haces aquí? – Pregunté incrédula. Me sorprendía ver a Belladonna inmiscuyéndose en aquellas rencillas que a ella no le importaban. Si estaba allí era por interés, pero… ¿Con aquellos aliados? - ¡¿Te has unido a los lobos?! – pregunté.
-¡Oh, no! ¡Es que me he comprado unos chuchos en el mercadillo! ¿Qué voy a hacer aquí? ¡Vengo a lo mismo que tú! ¡A la caza del vampiro! ¿Acaso no somos Boisson? ¿Lo que mi querida hermana siempre quiso de mí? – Gritó la bruja, como siempre, sarcástica. Y como siempre, hiriente. – ¡En la vida hay que elegir bandos, Anastasia! ¿Nunca te lo dijo ella? ¡Porque a mí me lo repetía cada día! – ¿Por qué siempre tenía que mencionar a Isabella? ¡Maldita! ¡Ella la había asesinado a traición y no paraba de recordármelo! Me mordí los labios, muy enfadada. Frustrada.
-Los tuyos siempre son los equivocados. – sería lo último que le gritaría. No quería dejarme la voz tratando de razonar con ella.
Mi madre era peligrosa, pero sobre todo, era imprevisible. Lo mismo te ayudaba que te dejaba vendido. Harry y Nick estaban suficientemente advertidos por mí. Otro de los chupasangres, el único que parecía tener sentido común, trataba de hacer entrar en razón a Dag, el otrora rey de Lunargenta y principal objetivo de la campaña. Y mediante un extraño objeto mágico, todo se cubrió de niebla. ¡Genial! Aquello nos dejaba en desventaja. Seguíamos siendo más. Teníamos que aprovechar la superioridad numérica antes de que aparecieran más por los portales.
En un callejón cercano, vi a Alward Sevna. El humano que había conocido en las islas meses atrás. -¿Necesitas ayuda? – comenté. Se encaraba con un vampiro con bastante mala leche. Podía permitirme el lujo de ayudarle, pero estando Bella allí... No había tanto problema. Seguro que los volvía a encontrar fácilmente. Bajé del tejado de un salto, amortiguando mi caída con el viento, y me puse a su lado, frente al vampiro con el que se encaraba. Ya le conocía de un anterior encuentro en las islas. Sabía que podía confiar en él. Era un buen tipo. Un Tale en potencia. Nick y Harry se posicionaron tras de mí, desafiantes ante los chupasangres.
-Estoy detrás de ti, Alward. Harry, Nick, permaneced cerca de los humanos. – Ordené con convencimiento. Mientras tanto, hice que el viento comenzara a soplar. Aunque no iba a levantar aquella espesa niebla, era mejor tenerlo a mano.
Lirio era el primero que estaba delante. Y sería el primero en caer. Comencé a dispararle con las ballestas de mano. Pero no podía perder mucho tiempo con él pues tenía que encargarme de Dag. Él era el objetivo principal.
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Instantes antes
En otro lugar, más lejano. Una estela de humo negro apareció sobre las calles de Lunargenta. Observaba detenidamente qué ocurría.
¡Lobitos! ¡Lobitos! ¡Muchos lobitos! Tantos que me dará para una jauría de perros. O… ¿Tal vez no? Me materialicé sentada en un saliente, cruzada de piernas. Cualquiera de aquellos perritos podría alcanzarme. ¡Sólo era una intrusa en medio de sus planes pero…! Bastante tenían ellos en pensar cómo abordar a los vampiros, los humanos y los hombres bestia.
-¡Hola lobitos! ¿Cómo estáis? – Mostré una sonrisa forzada. ¡¿La habrán notado?! Bueno, moví los dedos de mi mano cual serpiente. A modo saludo. – No se os ve muy halagüeños. Cualquiera diría que tenéis problemas. Dejadme que lo adivine. Queréis atacar a esos vampiros y humanos de ahí, pero no sabéis cómo.
-Métete en tus asuntos, bruja. – ¡Ugh! ¡Qué animalito más desagradable!
-¡Ohh, qué grosero, Vallenegro! – dije sonriente, recostándome hacia atrás. Conocía su nombre. Los había escuchado el tiempo que llevaba siguiéndolos. - ¿Trabajáis para el Hombre Muerto, sí? – pregunté con una sonrisa. El rostro de Vallenegro cambió por completo. Atrayendo su atención. ¡Qué predecible! – ¡Lo conozco! – Mentira. - Es todo un maestro de la magia oscura. Quizás el mejor. Siempre he sido una admiradora suya, aunque no para bien. – Unas palabras amistosas nunca vienen mal. - Pero qué maleducada soy... Que no me presento.¿Habéis oído hablar de Belladonna Boisson? Sí, esa soy yo.
El cabecilla de la manada bufó un segundo. Y rugió. ¡Los perros son tan monos cuando están enfadados!
-Claro. – respondió. – Y por eso, no me fío de ti. ¿A qué viene ese altruismo tuyo?
–Vaya... Debería habéroslo explicado. - encogí la cabeza. - Pues veréis, mi madre, mi padre, mi abuelo, mi hermana, mi hija… Todos fueron, o son, cazadores de vampiros. Yo siempre ignoré de esos temas pero… Supongo que se me da bien. – Me encogí de hombros y reí. ¿Se habrían creído aquella milonga? -
Era obvio que no de primeras. Vallenegro y su manadita no parecían demasiado convencidos y sus rostros lo reflejaron. ¡Pobrecillos! ¿Querían un pacto de sangre? Podíamos hacerlo.
-¿Por qué íbamos a confiar en ti, Belladonna? Una criminal sin escrúpulos que trabajó para chupasangres. – Una pregunta, cuanto menos predecible. Fácil. Sonreí.
-Hay que saber olvidar el pasado, chicos. ¿Qué pasa? ¿No os parezco adorable? ¡Sin mí no saldréis de aquí! Os buscan en toda la ciudad. Además, os he dicho que conozco a vuestro jefe. ¿Qué más queréis? – comenté ofendida. ¡Habrase visto! – Mirad, os juro que os ayudaré. – Y mostré la palma de la mano en señal de juramento. La otra la mantuve en la espalda lejos de su vista y… crucé los dedos. Ugh. Era demasiado supersticiosa con los juramentos.
Parecían dialogar algo entre ellos. Quizás estuvieran planteándose. Pero mejor oferta no podía hacerles.
-Bien, baja y ven con nosotros. – Sonreí satisfactoriamente. Salté de la cornisa, me convertí en una estela de humo y bajé hasta el suelo.
---
Presente
El pacto estaba sellado. Encabezaba el grupo, a mi derecha, dos de ellos, a mi izquierda, otros dos. Podía sentir su paupérrimo éter a mi espalda, camuflado entre lo que tenían los vampiros. Busqué por las calles oscuras, taconeando sobre muchos cadáveres. Chupasangres, humanos, era igual. Con la varita iba produciendo pequeñas llamitas que quemaban su cuerpo y absorbía su éter. ¡Ah! Cada vez que absorbía uno… ¡Era taaan placentero!Y los combates menores no eran mi objetivo. Los ignoraba. A mí me gustaban las grandes pesquisas. ¡Oh! ¡Por fin encontré dónde estaba el meollo de la situación. Puse los brazos en jarra, expectante.
Parece que la pelea ya había comenzado. En el centro, se encontraba el grupito de vampiros. Entretenidos con unos cuantos humanos al otro lado. Entre los que se encontraba… ¿Anastasia? ¡Y sus perros de presa del gremio! En medio, los vampiros, sumidos en medio de un melodrama entre el objetivo: Dag, y un amigo, supongo. Y al otro lado… Nosotros. Mi hija no tardó en advertir mi presencia.
-¡Madre! ¿Qué haces aquí? – Preguntó mi querida hija exhausta, me mordí la uña. Aquello iba a ser divertido. - ¡¿Te has unido a los lobos?!
-¡Oh, no! ¡Es que me he comprado unos chuchos en el mercadillo! – Grité, extendiendo los brazos. Vallenegro rugió. Igual era mejor no tentar tanto a la suerte. – ¿Qué voy a hacer aquí? ¡Vengo a lo mismo que tú! ¡A la caza del vampiro! ¿Acaso no somos Boisson? ¿Lo que mi querida hermana siempre quiso de mí? – Resolví estirando los brazos. ¿Su cabeza cuadriculada no lo entendía? Mi hija no había salido a mí. - ¡En la vida hay que elegir bandos, Anastasia! ¿Nunca te lo dijo ella? ¡Porque a mí me lo repetía cada día! – Esperaba que entendiera la lección de la vida. Con aquello la había hecho enfadar. Lo que quería. ¡Vaya como se ponía mi hija cuando se cabreaba! ¡Qué manera de agarrar las ballestas! ¡El viento soplaba! Sí. No iba a tardar en disparar.
-Los tuyos siempre son los equivocados. – Ja ja ja ja ja. Era divertido llevar la contraria a mi hija. Como en los viejos tiempos… No logré entender qué más decía. Pero parecía dispuesta a deshacerse de aquellos chupasangres.
¡Mejor! Un ataque flanqueado nunca venía mal. O… ¿Eso era humo? ¡No! ¡Niebla! Vaya, parece que al vampirito aquel que trataba de hacer entrar en razón al “gran Habaknuk” quería resolver aquello por la vía pacífica. ¡Pobre ignorante! Por su bien esperaba que se centrara en largarse de ahí y olvidara su papel de sujetavelas de Dag, el Fracasado, y su novia la chupasangres.
Los lobitos y su compañero robot no tardaron en comenzar a pegarse con vampiros, humanos o lo que pillaran. Pero si quería atraer la atención del Hombre Muerto, tenía que acabar con el gran objetivo. – Tú, lobita. – Señalé a Lobahija. Parecía ambiciosa y ser tan grande e importante como “mamá”, que también estaba ahí. El ímpetu de una joven inexperta con ganas de ser importante, era todo cuanto necesitaba. - ¿Quieres ganarte una fama ante mamá? ¡Pues ven conmigo!.
A todas estas, ¿dónde estaba Anastasia? Daba igual. Dag Thorlák no huiría de allí. ¿Se quedaría para ver cómo lo acorralaban por ambos lados?
- Llegada de Bella y sus licántropos:
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- Nick Kärtenssen:
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- Harry Harrowmont:
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---
Huracán y sus acompañantes apoyan a los humanos y se posicionan con Alward Sevna para enfrentarse a Lirio (niv. 4). Y ataca a Lirio (subrayado) con habilidad de nivel 2 - “Acribillar”.
Ya que nadie los ha usado, Belladonna se posiciona con los licántropos y los utiliza para atacar lo que consideréis. Utiliza habilidad de nivel 5 “Maldición Anima Libertas” consumiendo los cadáveres que habéis ido dejando para ganar un 45% de incremento de su atributo inteligencia y aumentar su poder mágico. Se lleva a Lobahija (nivel 4) consigo.
PD: Cameo de Cass consentido por su user (
Como Sigel nos da libertad, si queréis que el combate tiremos runas, avisad por MP, tenemos la zona de los dioses. Lo dejo a vuestro gusto ^^
Anastasia Boisson
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Re: Sangre y Sombras [Tema 2/3 Evento Captura y Castigo Dag]
La guerrilla estalló y los vampiros se desplegaron como ríos oscuros que se cernían sobre sus enemigos engulléndolos entre las sombras. Lobos, humanos y vampiros se enredaban con ferocidad y osadía, especialmente estos últimos, cuya sed de sangre iba in crescendo ante la presencia de su Dios recién resucitado. Nuestro padre esta aquí, decían, ¡él nos dio la vida eterna y por él renunciaremos a ella!
Habaknuk observaba la escena como el pintor que contempla un atardecer, abriendo la boca para dar un par de órdenes solo cuando era necesario. Sus hijos, valientes y experimentados, sabían muy bien cómo imponer su voluntad. Todos los vampiros lo sabían. Algunos, simplemente, tardaban un poco más en darse cuenta de ello. Cuando sintió el agarre del brazo, el Dios por fin se dignó a bajar lentamente la mirada hasta dar con aquel muchacho que parecía desesperado por llamar su atención. Con un gesto tranquilo buscó apaciguar a Zar e, indulgente, le habló con todo el tacto del que había carecido el peliblanco:
-Lo lamento, hijo mío, no sé quién es el Dag del que hablas. Sin embargo... -Su mirada buscó el cielo durante un instante y, meditabundo, suspiró- Zöe... Zöe, Zöe... -Movió los labios con lentitud, saboreando cada letra con la inquietante sensación de que se estaba perdiendo de algo. Pero, ¿cómo a un Dios podía fallarle la memoria? Su entrecejo se frunció por primera vez y en sus ojos destelló un atisbo de duda; algo en su interior se encogía y convulsionaba ante la mención de ese nombre. -...Me suena. -Admitió por lo bajo. Pero, ante la intervención de Zar, la hesitación desapareció de las facciones del ojiazul para dar paso, una vez más, a la pétrea sonrisa digna y parsimoniosa. Contento, asintió para dar aprobación a las palabras de Laluth.
Pero, lejos de apaciguarse, el recién llegado cometió una estupidez impensable: sublevarse contra sus propios hermanos. Habaknuk sintió el tirón y, por inercia, lo acompañó un par de pasos; pero, a la linde de la niebla, se plantó con firmeza y tiró fuertemente para zafarse del agarre.
-Oh, Taliesin Skatha. -El nombre completo del vampiro se deslizó entre sus labios casi por accidente. ¿Cómo lo sabía? La respuesta resultó obvia para su turbada mente: Los dioses lo saben todo. -¿Qué has hecho?
Desde la bruma a sus espaldas emergieron Wallfaus y Tradden y se lanzaron sobre el traidor. Sin embargo, un coro de aullidos llamó la atención de todo el grupo cuando éstos apenas estaban poniéndole las manos encima. Frente a ellos, una hilera de lobos les cerró el paso y los vampiros no tuvieron más opción que dejar en paz a Taliesin para ocuparse de lo más urgente.
-¡A ellos, hijos míos! ¡Esta ciudad es nuestra!
-¡No pasarán! -Bramó Wallfaus al tiempo en que desenvainaba su espada y, con un cabeceo, indicaba a Tradden que hiciera lo mismo- ¿¡Dónde está Lirio!? -Los enemigos no tenían intenciones de esperar. Tres lobos saltaron hacia ellos y garras y aceros se encontraron para comenzar la trifulca.
-¡Maestro! -Oyó Habaknuk a sus espaldas. Laluth salió de la bruma y volvió a tomarle la mano para conducirlo lejos de la pelea; a su vez, éste agarró al otro vampiro del brazo para llevarlo con ellos. Aún no podía dejar de pensar en la extraña sensación que habían suscitado sus palabras.
-Soy un Dios piadoso, Taliesin. Perdonaré tu atrevimiento y te daré el mismo favor que al resto de tus hermanos. -Bajó la voz al final de la oración; no deseaba ser oído por Laluth- A cambio, quédate a mi lado en esta guerra y cuéntame más sobre esa tal... Zöe.
La mujer los guió a través de una callejuela que llevaba a la zona residencial de la ciudad. Tras ellos, en el epicentro de la guerra, dejaron a la horda de vampiros que se arremolinaban para impedir a lobos y humanos llegar hasta su Dios.
Habaknuk observaba la escena como el pintor que contempla un atardecer, abriendo la boca para dar un par de órdenes solo cuando era necesario. Sus hijos, valientes y experimentados, sabían muy bien cómo imponer su voluntad. Todos los vampiros lo sabían. Algunos, simplemente, tardaban un poco más en darse cuenta de ello. Cuando sintió el agarre del brazo, el Dios por fin se dignó a bajar lentamente la mirada hasta dar con aquel muchacho que parecía desesperado por llamar su atención. Con un gesto tranquilo buscó apaciguar a Zar e, indulgente, le habló con todo el tacto del que había carecido el peliblanco:
-Lo lamento, hijo mío, no sé quién es el Dag del que hablas. Sin embargo... -Su mirada buscó el cielo durante un instante y, meditabundo, suspiró- Zöe... Zöe, Zöe... -Movió los labios con lentitud, saboreando cada letra con la inquietante sensación de que se estaba perdiendo de algo. Pero, ¿cómo a un Dios podía fallarle la memoria? Su entrecejo se frunció por primera vez y en sus ojos destelló un atisbo de duda; algo en su interior se encogía y convulsionaba ante la mención de ese nombre. -...Me suena. -Admitió por lo bajo. Pero, ante la intervención de Zar, la hesitación desapareció de las facciones del ojiazul para dar paso, una vez más, a la pétrea sonrisa digna y parsimoniosa. Contento, asintió para dar aprobación a las palabras de Laluth.
Pero, lejos de apaciguarse, el recién llegado cometió una estupidez impensable: sublevarse contra sus propios hermanos. Habaknuk sintió el tirón y, por inercia, lo acompañó un par de pasos; pero, a la linde de la niebla, se plantó con firmeza y tiró fuertemente para zafarse del agarre.
-Oh, Taliesin Skatha. -El nombre completo del vampiro se deslizó entre sus labios casi por accidente. ¿Cómo lo sabía? La respuesta resultó obvia para su turbada mente: Los dioses lo saben todo. -¿Qué has hecho?
Desde la bruma a sus espaldas emergieron Wallfaus y Tradden y se lanzaron sobre el traidor. Sin embargo, un coro de aullidos llamó la atención de todo el grupo cuando éstos apenas estaban poniéndole las manos encima. Frente a ellos, una hilera de lobos les cerró el paso y los vampiros no tuvieron más opción que dejar en paz a Taliesin para ocuparse de lo más urgente.
-¡A ellos, hijos míos! ¡Esta ciudad es nuestra!
-¡No pasarán! -Bramó Wallfaus al tiempo en que desenvainaba su espada y, con un cabeceo, indicaba a Tradden que hiciera lo mismo- ¿¡Dónde está Lirio!? -Los enemigos no tenían intenciones de esperar. Tres lobos saltaron hacia ellos y garras y aceros se encontraron para comenzar la trifulca.
-¡Maestro! -Oyó Habaknuk a sus espaldas. Laluth salió de la bruma y volvió a tomarle la mano para conducirlo lejos de la pelea; a su vez, éste agarró al otro vampiro del brazo para llevarlo con ellos. Aún no podía dejar de pensar en la extraña sensación que habían suscitado sus palabras.
-Soy un Dios piadoso, Taliesin. Perdonaré tu atrevimiento y te daré el mismo favor que al resto de tus hermanos. -Bajó la voz al final de la oración; no deseaba ser oído por Laluth- A cambio, quédate a mi lado en esta guerra y cuéntame más sobre esa tal... Zöe.
La mujer los guió a través de una callejuela que llevaba a la zona residencial de la ciudad. Tras ellos, en el epicentro de la guerra, dejaron a la horda de vampiros que se arremolinaban para impedir a lobos y humanos llegar hasta su Dios.
Dag Thorlák
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Re: Sangre y Sombras [Tema 2/3 Evento Captura y Castigo Dag]
Aullidos. Sí, aullidos se escuchaban por las vacías y oscuras calles de Lunargenta. Por si los vampiros viniendo a trompicones no eran problema suficiente, de pronto los lobos lanzaban su ofensiva a la misma vez. Esto solo podía dejar como resultado algo espantoso para la población de la ciudad. Iban a haber bajas, muchas, y de inocentes también, inevitablemente. Alward no podía salvarlos a todos, no podía matar a todos los vampiros ni lobos que amenazaban con perturbar la paz de su hogar. Ni siquiera los Stelliazos solos podían. Necesitaban más aliados si querían llegar a alguna parte y que la situación no acabase en un genocidio sin sentido.
De pronto, y como si de una jugada maestra del destino se tratara, apareció una salvadora. Huracán, o señorita Boisson, como la llamaba Eyre, la joven bruja que había conocido en las islas.
-Bah, estaba apunto de empezar a repartir, pero si quieres hacer los honores...-Dijo con un tono sarcástico y media sonrisa hacia su inesperada aliada. No era lugar ni momento para preguntarse el por qué o cómo estaba allí, simplemente agradeció la aparición. Con ella vinieron dos aliados más, los cuales se posicionaron detrás de esta.
Dicho y hecho. La ballestera empezó a hacer movimientos rápidos con sus armas y empezó a disparar hacia el vampiro. Los disparos impactaron en la criatura de la noche, que tuvo que dar un par de pasos hacia atrás y hacer un esfuerzo por no caer hacia atrás.
Alward no se lo pensó y se abalanzó hacia el vampiro, en una carga que, tras el ataque de Huracán, daría cierta ventaja y factor sorpresa al humano. El mercenario ejecutó un ataque con ambas espadas a la vez, llegando incluso a dar una vuelta completa sobre sí mismo antes de impactar para darle aún más potencia. Lirio tan solo se pudo defender interponiendo su filo. El ataque del Sevna desbarató la defensa del vampiro. En ese momento, Alward ejecutó otro tajo con su diestra. Lirio se echó hacia atrás esquivando el ataque, pero no pudo evitar que el filo de la espada del humano le hiciese un notable corte transversal en el pecho.
El vampiro mantuvo las distancias, tanto con el humano como con la bruja recién llegada. Ahora estaba en una clara desventaja. Ambos eran rápidos y ágiles, y el inesperado apoyo de Huracán le sacaba de quicio, no era algo que hubiese entrado en sus planes. Solo podía hacer una cosa; claramente tenía que escapar de allí, pero era prácticamente imposible, tanto el humano como la bruja le cortaban el paso, y estaba arrinconado contra la pared.
Desesperado, Lirio echó a correr en la misma dirección en la que hacía unos minutos había aparecido. Alward, más rápido y con ventaja, se interpuso en su camino. Hizo sus típicas florituras con ambas armas, esto siempre le servía al humano para descargar la tensión del combate y provocar a su rival, sacándolo de quicio ante tanta seguridad en sí mismo. Nunca se le caía ninguna, era una habilidad que tenía innata, casi como un malabarista. Lirio, por su parte, miraba con desprecio hacia el humano y la bruja.
-¡...La ira de Habaknuk caerá sobre sus pobres almas!-Decía mientras se arrancaba uno de los virotes que Huracán le había disparado. Estaba dolorido, pero su orgullo pesaba sobre eso, no podía mostrarse débil ante un humano.
-¿Quién es ese tal "Habaknuk"?-Preguntó sin bajar su guardia ni relajar su postura
Lirio no respondió. Con el virote que sostenía pasaba su punta manchada de su propia sangre sobre el filo de su espada. Esta empezó a cobrar un tono rojizo. Esto confundió al humano, quizás solo era una simple ilusión, pero el arma del vampiro había cambiado de forma tenue su color. Luego, miró a sus contrincantes con una mirada sádica y cínica.
-Acabemos con esto-Dijo mientras desviaba rápidamente la vista hacia Huracán y luego la depositaba de nuevo en el vampiro
El mercenario dio un paso adelante e inició una corta carrera para encararse con de nuevo con Lirio. Primero dio un tajo con su espada zurda, que repelió Lirio con su propia arma. Luego hizo lo mismo en el lado opuesto con su diestra, que también repelió el vampiro. Ahora era turno para este último, que soltó un tajo vertical desde abajo, el cual impacto en el torso de la armadura de Alward. El humano retrocedió un par de pasos, desestabilizado.
De forma inesperada, otro de los vampiros del lugar agarró por detrás al Sevna, inmovilizándolo. Ambos forcejeaban, la criatura de la noche sacó a relucir sus colmillos, intentando hacer una mordedura directa en el cuello del mercenario. Por suerte, Alward pudo darle un codazo y zafarse de su opresión. Acto seguido, realizó un tajo conjunto con sus dos espadas en forma de equis en el torso del vampiro. Cortó profundamente a este, que con claros gestos de dolor, hincó una de sus rodillas en el suelo. Esto lo aprovechó el Sevna para eliminarlo, con una rápida estocada, atravesó el cuello de su inesperado agresor, haciendo que la hoja saliese directamente por sus cervicales. La sangre burbujeaba en la boca del vampiro y salía a borbotones de su cuello. Acto seguido, el mercenario retiró su hoja del aún vivo y consciente vampiro, dejándolo que se desangrase y muriese poco a poco tirado en el suelo.
Devolvió su vista hacia donde estaba Lirio. De veras esperaba que Huracán o alguno de sus aliados, o incluso algún Stelliazo se hubiese encargado de que no escapara. Parecía el "jefe" de aquellos seres de la noche, lo que le daba una buena oportunidad para saber quién o qué era Habaknuk, y sobretodo, el por qué del repentino ataque a la ciudad.
Por suerte, sí que aún seguía allí el vampiro. Así que, Alward de nuevo se unió al combate contra este peculiar señor de la noche.
Empezó a correr hacia él y, justo cuando lo tenía enfrente y el vampiro esperaba una ofensiva directa y de frente, el mercenario fintó hacia un lado, desapareciendo de la visión del vampiro. Se colocó detrás suya, le agarró y dio un patadón justo detrás de su rodilla derecha, haciendo que Lirio hincase dicha rodilla en el suelo, quedando a merced de sus enemigos. Alward le agarró de su larga melena y estiró hacia atrás con fuerza, levantando así su rostro, luego pasó lentamente su espada diestra por el cuello de este. La otra espada la colocó justo detrás de los riñones del vampiro, dejándolo así inmovilizado.
Mientras tanto, los demás vampiros caían uno por uno a mano de los Stelliazos, gracias a la ayuda que proporcionaban los inesperados aliados que Huracán había traído consigo. Los que no eran derrotados, huían despavoridos al ver la clara ventaja que habían cobrado sus oponentes. En definitiva, en pocos minutos en aquel callejón el único señor de la noche que quedaba con vida era Lirio. El cual, ante la situación tan solo pudo soltar una risa irónica y despreocupada.
-...Pueden matarme, chiquillos, pero mi alma se irá orgullosa al haber entregado su vida por mi señor Habaknuk
-¡No te irás sin hablar!-Dijo apretando su dureza en la retención, llegando incluso a pinchar con la punta de su arma zurda
-¡Ja...! ¿De qué me sirve hablar si voy a morir igual?-Respondió con una sonrisa irónica que escondía una profunda rabia
Moses se abrió paso hasta colocarse de cuclillas enfrente del vampiro, mientras se crujía los nudillos. Una vez cerca de él, le miró a los ojos con una sonrisa perturbadora.
-Puedes morir sin dolor, o puedes morir... De una forma poco agradable
-No me das miedo, humano-Dijo mientras mostraba una sonrisa desafiante.
-¡VAS A HABLAR!-Dijo dando un puñetazo en el suelo, mostrándose agresivo e imponente-...Si no quieres que te arranque esos colmillos tan relucientes que tienes-Soltó a modo de amenaza
Alward entonces miró a Huracán y esbozó una sonrisa. Se le había ocurrido una cosa, y seguro que con eso, Lirio empezaría a cooperar.
-Oye, Lirio...-Se acercó a su oído, hablándole en un tono espeluznantemente siniestro-¿Ves a esa bruja de ahí?-Devolvió la mirada a Huracán, mientras seguía hablándole a Lirio con ese tono amenazante y siniestro-...Ella es Huracán. La legendaria cazadora de vampiros. Cuentan sus historias de taberna en taberna, y cómo hace sufrir a cada chupasangres con el que se encuentra. Todos los de tu especie la temen. Derrotó a Vladimir el Inmortal, ¿Puedes creerlo?-Sonrió y devolvió la mirada a Lirio-Si con el famoso Rey Vampiro hizo eso... ¿Qué NO podrá hacer contigo?-Jaló una vez más de la melena del vampiro-Ahora... Puedes hablar y te daremos una muerte justa y rápida... O puedes sufrir a manos de la cazadora de vampiros. Seguro que ella sabe métodos bastante divertidos para hacer hablar a gente como tú...-Dijo esto último con un tono sarcástico pero manteniendo sus formas siniestras-Tú decides
Era irónico. Alward había recitado casi lo mismo que había oído de Jules, el brujo que acompañaba a la cazadora la primera vez que la vio. En ese entonces, ni siquiera conocía a la bruja, y mucho menos había oído historias suyas, pero tras todo lo que había oído de lo de Vladimir el Inmortal y su propia experiencia personal, sabía bien de lo que Huracán era capaz de hacer.
-...Esta es la Cruz de Habak. Y representa al único y verdadero dios; Habaknuk
-¿Por qué atacáis Lunargenta?
-El Padre está aquí... Y encarnará el destino que le corresponde
-¿"El Padre"? ¿Habaknuk está aquí? ¿Sigue vivo?
-Gracias a ciertos objetos mágicos, volverá a ascender a la divinidad-Dijo con un tono críptico
-Si eso es verdad, tenemos que impedir que ascienda. Quién sabe lo que podría hacerle a Lunargenta-Intervino el brujo Ivens
-¿Dónde están esos objetos?
-..."No cierren las puertas que no he abierto", si quieren saber más, pueden encontrar al Padre en esta misma ciudad...
-...Está bien, ya has cumplido-Desvió su mirada hacia Huracán-¿Quieres encargarte tú de él?-Dijo refiriéndose a Lirio, para darle una muerte rápida e indolora, tal y cómo se le había prometido.
De pronto, y como si de una jugada maestra del destino se tratara, apareció una salvadora. Huracán, o señorita Boisson, como la llamaba Eyre, la joven bruja que había conocido en las islas.
-Bah, estaba apunto de empezar a repartir, pero si quieres hacer los honores...-Dijo con un tono sarcástico y media sonrisa hacia su inesperada aliada. No era lugar ni momento para preguntarse el por qué o cómo estaba allí, simplemente agradeció la aparición. Con ella vinieron dos aliados más, los cuales se posicionaron detrás de esta.
Dicho y hecho. La ballestera empezó a hacer movimientos rápidos con sus armas y empezó a disparar hacia el vampiro. Los disparos impactaron en la criatura de la noche, que tuvo que dar un par de pasos hacia atrás y hacer un esfuerzo por no caer hacia atrás.
Alward no se lo pensó y se abalanzó hacia el vampiro, en una carga que, tras el ataque de Huracán, daría cierta ventaja y factor sorpresa al humano. El mercenario ejecutó un ataque con ambas espadas a la vez, llegando incluso a dar una vuelta completa sobre sí mismo antes de impactar para darle aún más potencia. Lirio tan solo se pudo defender interponiendo su filo. El ataque del Sevna desbarató la defensa del vampiro. En ese momento, Alward ejecutó otro tajo con su diestra. Lirio se echó hacia atrás esquivando el ataque, pero no pudo evitar que el filo de la espada del humano le hiciese un notable corte transversal en el pecho.
El vampiro mantuvo las distancias, tanto con el humano como con la bruja recién llegada. Ahora estaba en una clara desventaja. Ambos eran rápidos y ágiles, y el inesperado apoyo de Huracán le sacaba de quicio, no era algo que hubiese entrado en sus planes. Solo podía hacer una cosa; claramente tenía que escapar de allí, pero era prácticamente imposible, tanto el humano como la bruja le cortaban el paso, y estaba arrinconado contra la pared.
Desesperado, Lirio echó a correr en la misma dirección en la que hacía unos minutos había aparecido. Alward, más rápido y con ventaja, se interpuso en su camino. Hizo sus típicas florituras con ambas armas, esto siempre le servía al humano para descargar la tensión del combate y provocar a su rival, sacándolo de quicio ante tanta seguridad en sí mismo. Nunca se le caía ninguna, era una habilidad que tenía innata, casi como un malabarista. Lirio, por su parte, miraba con desprecio hacia el humano y la bruja.
-¡...La ira de Habaknuk caerá sobre sus pobres almas!-Decía mientras se arrancaba uno de los virotes que Huracán le había disparado. Estaba dolorido, pero su orgullo pesaba sobre eso, no podía mostrarse débil ante un humano.
-¿Quién es ese tal "Habaknuk"?-Preguntó sin bajar su guardia ni relajar su postura
Lirio no respondió. Con el virote que sostenía pasaba su punta manchada de su propia sangre sobre el filo de su espada. Esta empezó a cobrar un tono rojizo. Esto confundió al humano, quizás solo era una simple ilusión, pero el arma del vampiro había cambiado de forma tenue su color. Luego, miró a sus contrincantes con una mirada sádica y cínica.
-Acabemos con esto-Dijo mientras desviaba rápidamente la vista hacia Huracán y luego la depositaba de nuevo en el vampiro
El mercenario dio un paso adelante e inició una corta carrera para encararse con de nuevo con Lirio. Primero dio un tajo con su espada zurda, que repelió Lirio con su propia arma. Luego hizo lo mismo en el lado opuesto con su diestra, que también repelió el vampiro. Ahora era turno para este último, que soltó un tajo vertical desde abajo, el cual impacto en el torso de la armadura de Alward. El humano retrocedió un par de pasos, desestabilizado.
De forma inesperada, otro de los vampiros del lugar agarró por detrás al Sevna, inmovilizándolo. Ambos forcejeaban, la criatura de la noche sacó a relucir sus colmillos, intentando hacer una mordedura directa en el cuello del mercenario. Por suerte, Alward pudo darle un codazo y zafarse de su opresión. Acto seguido, realizó un tajo conjunto con sus dos espadas en forma de equis en el torso del vampiro. Cortó profundamente a este, que con claros gestos de dolor, hincó una de sus rodillas en el suelo. Esto lo aprovechó el Sevna para eliminarlo, con una rápida estocada, atravesó el cuello de su inesperado agresor, haciendo que la hoja saliese directamente por sus cervicales. La sangre burbujeaba en la boca del vampiro y salía a borbotones de su cuello. Acto seguido, el mercenario retiró su hoja del aún vivo y consciente vampiro, dejándolo que se desangrase y muriese poco a poco tirado en el suelo.
Devolvió su vista hacia donde estaba Lirio. De veras esperaba que Huracán o alguno de sus aliados, o incluso algún Stelliazo se hubiese encargado de que no escapara. Parecía el "jefe" de aquellos seres de la noche, lo que le daba una buena oportunidad para saber quién o qué era Habaknuk, y sobretodo, el por qué del repentino ataque a la ciudad.
Por suerte, sí que aún seguía allí el vampiro. Así que, Alward de nuevo se unió al combate contra este peculiar señor de la noche.
Empezó a correr hacia él y, justo cuando lo tenía enfrente y el vampiro esperaba una ofensiva directa y de frente, el mercenario fintó hacia un lado, desapareciendo de la visión del vampiro. Se colocó detrás suya, le agarró y dio un patadón justo detrás de su rodilla derecha, haciendo que Lirio hincase dicha rodilla en el suelo, quedando a merced de sus enemigos. Alward le agarró de su larga melena y estiró hacia atrás con fuerza, levantando así su rostro, luego pasó lentamente su espada diestra por el cuello de este. La otra espada la colocó justo detrás de los riñones del vampiro, dejándolo así inmovilizado.
Mientras tanto, los demás vampiros caían uno por uno a mano de los Stelliazos, gracias a la ayuda que proporcionaban los inesperados aliados que Huracán había traído consigo. Los que no eran derrotados, huían despavoridos al ver la clara ventaja que habían cobrado sus oponentes. En definitiva, en pocos minutos en aquel callejón el único señor de la noche que quedaba con vida era Lirio. El cual, ante la situación tan solo pudo soltar una risa irónica y despreocupada.
-...Pueden matarme, chiquillos, pero mi alma se irá orgullosa al haber entregado su vida por mi señor Habaknuk
-¡No te irás sin hablar!-Dijo apretando su dureza en la retención, llegando incluso a pinchar con la punta de su arma zurda
-¡Ja...! ¿De qué me sirve hablar si voy a morir igual?-Respondió con una sonrisa irónica que escondía una profunda rabia
Moses se abrió paso hasta colocarse de cuclillas enfrente del vampiro, mientras se crujía los nudillos. Una vez cerca de él, le miró a los ojos con una sonrisa perturbadora.
-Puedes morir sin dolor, o puedes morir... De una forma poco agradable
-No me das miedo, humano-Dijo mientras mostraba una sonrisa desafiante.
-¡VAS A HABLAR!-Dijo dando un puñetazo en el suelo, mostrándose agresivo e imponente-...Si no quieres que te arranque esos colmillos tan relucientes que tienes-Soltó a modo de amenaza
Alward entonces miró a Huracán y esbozó una sonrisa. Se le había ocurrido una cosa, y seguro que con eso, Lirio empezaría a cooperar.
-Oye, Lirio...-Se acercó a su oído, hablándole en un tono espeluznantemente siniestro-¿Ves a esa bruja de ahí?-Devolvió la mirada a Huracán, mientras seguía hablándole a Lirio con ese tono amenazante y siniestro-...Ella es Huracán. La legendaria cazadora de vampiros. Cuentan sus historias de taberna en taberna, y cómo hace sufrir a cada chupasangres con el que se encuentra. Todos los de tu especie la temen. Derrotó a Vladimir el Inmortal, ¿Puedes creerlo?-Sonrió y devolvió la mirada a Lirio-Si con el famoso Rey Vampiro hizo eso... ¿Qué NO podrá hacer contigo?-Jaló una vez más de la melena del vampiro-Ahora... Puedes hablar y te daremos una muerte justa y rápida... O puedes sufrir a manos de la cazadora de vampiros. Seguro que ella sabe métodos bastante divertidos para hacer hablar a gente como tú...-Dijo esto último con un tono sarcástico pero manteniendo sus formas siniestras-Tú decides
Era irónico. Alward había recitado casi lo mismo que había oído de Jules, el brujo que acompañaba a la cazadora la primera vez que la vio. En ese entonces, ni siquiera conocía a la bruja, y mucho menos había oído historias suyas, pero tras todo lo que había oído de lo de Vladimir el Inmortal y su propia experiencia personal, sabía bien de lo que Huracán era capaz de hacer.
-...Tsk... Está bien... Si voy a morir, propagar la palabra del Dios Habaknuk será todo un honor...-Dijo mostrando indiferencia, aunque en el fondo estaba acongojado.-Habaknuk fue el primer vampiro... Quien propagó la bendición a sus hermanos y el cual ama a todos sus hijos por igual... Es el único y verdadero dios entre dioses, más incluso que sus estúpidas deidades. Sus hijos tienen total libertad ante acciones que sus dioses rechazarían de una forma tajante...-Poco a poco llevó una mano hasta la comisura de la camisa de su pecho, abriéndosela y mostrando un símbolo un tanto peculiar | [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] |
-¿Por qué atacáis Lunargenta?
-El Padre está aquí... Y encarnará el destino que le corresponde
-¿"El Padre"? ¿Habaknuk está aquí? ¿Sigue vivo?
-Gracias a ciertos objetos mágicos, volverá a ascender a la divinidad-Dijo con un tono críptico
-Si eso es verdad, tenemos que impedir que ascienda. Quién sabe lo que podría hacerle a Lunargenta-Intervino el brujo Ivens
-¿Dónde están esos objetos?
-..."No cierren las puertas que no he abierto", si quieren saber más, pueden encontrar al Padre en esta misma ciudad...
-...Está bien, ya has cumplido-Desvió su mirada hacia Huracán-¿Quieres encargarte tú de él?-Dijo refiriéndose a Lirio, para darle una muerte rápida e indolora, tal y cómo se le había prometido.
Alward Sevna
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Re: Sangre y Sombras [Tema 2/3 Evento Captura y Castigo Dag]
- ¿Qué he hecho? ¿Qué demonios estás haciendo tú?
Tiró otra vez de él, pero era inútil. Dag se había detenido y se resistía a seguirlo. La poca ventaja que tenían en la huida quedó inmediatamente perdida, y de la niebla surgieron dos vampiros que agarraron con facilidad a Taliesin. Skatha estaba enfadado, confuso y frustrado por la actitud del vampiro loco, pero al verse alcanzado y en tan obvia minoría, se añadió algo más: miedo. Miedo ante la magnitud de aquella locura, más aún que a la amenaza contra su propia vida.
Más tarde se daría cuenta de que quizás sólo había salido con vida de allí por la inmediata aparición de los licántropos. Vio cómo un grupo de ellos eran detenidos por vampiros, pero también atacados por humanos... ¿Acaso se habían vuelto todos locos? ¿Qué era aquel "todos contra todos" en el que Taliesin, además, se sentía enemistado con su propia raza?
No pudo hacer nada más que retroceder junto a Dag, guiados por Laluth hacia calles más tranquilas para dejar atrás aquella debacle. Hacia, Taliesin se dio cuenta, la zona residencial en la que vivía él. Se sentía completamente inútil e impotente, pero estaba determinado a hacerse oír como hiciera falta. Y la forma en la que Dag había bajado la voz para hablar con él sobre Zöe... como para evitar que Laluth le escuchara... Aquello le daba esperanzas.
- Zöe te encontró en una cueva - mientras hablaba, con prisas y sólo lo suficientemente alto para que el vampiro pudiera oírle, tiró de Dag para hacerlo ir más despacio y que Laluth ganara terreno -.Te acompañó desde entonces, y juntos buscasteis vuestros pasados y recuerdos. De cuando ella era humana, de cuando tú tenías una familia. Una noche de otoño nos encontramos en el bosque del este - hizo una pausa -. Esa noche intentaste matar a Zöe. Así de benevolente eres. Agarraste su garganta. Apretaste. Sonaron crujidos, y ella comenzó a llorar.
Hasta entonces había hablado rápido, pero al llegar a cómo intentó matar a Zöe, Taliesin habló más despacio, más claro. Si no podía apelar a la razón de Dag, sacaría a la luz aquel recuerdo difícil para apelar a su emoción. Recordaba bien las palabras de Zöe aquella noche, recordaba su expresión y sus lágrimas cuando había estado a punto de morir y había sido, por un momento, casi humana.
- "Lo siento" - recitó las palabras de Zöe -. "Lo siento, Dag. No me hagas más daño... No te hagas más daño" - Hizo una pausa y frunció el ceño al recordar una escena tan cargada como aquella -. "No te dejaré". Dag. ¿Dónde está Zöe ahora? ¿Finalmente la mataste?
La última pregunta fue en tono desafiante. Si era así, entonces quizás Taliesin perdía su tiempo. Quizás debería dejar que Dag se juntara con aquellos otros vampiros que, como él, no comprendían más que la violencia.
- Puedo seguir hablándote de ella mientras juegas a ser la marioneta de esa mujer. ¿Es lo que quieres?
Si tan solo Dag se mostrara de acuerdo… Si se mostrara razonable… Podrían dar esquinazo a Laluth, ocultarse en la casa de Skatha hasta que hubiera pasado todo. Intentar ocultar la cabeza bajo el agua y dejar que aquella mala ola pasara sin sentirla.
¿Y si no lograba hacer mella en su locura? Dijera lo que dijera el benevolente dios, Taliesin estaba bastante seguro de haberse ganado ya la desconfianza de los otros vampiros. Pero quizás no tuviera más remedio que quedarse con ellos.
Tiró otra vez de él, pero era inútil. Dag se había detenido y se resistía a seguirlo. La poca ventaja que tenían en la huida quedó inmediatamente perdida, y de la niebla surgieron dos vampiros que agarraron con facilidad a Taliesin. Skatha estaba enfadado, confuso y frustrado por la actitud del vampiro loco, pero al verse alcanzado y en tan obvia minoría, se añadió algo más: miedo. Miedo ante la magnitud de aquella locura, más aún que a la amenaza contra su propia vida.
Más tarde se daría cuenta de que quizás sólo había salido con vida de allí por la inmediata aparición de los licántropos. Vio cómo un grupo de ellos eran detenidos por vampiros, pero también atacados por humanos... ¿Acaso se habían vuelto todos locos? ¿Qué era aquel "todos contra todos" en el que Taliesin, además, se sentía enemistado con su propia raza?
No pudo hacer nada más que retroceder junto a Dag, guiados por Laluth hacia calles más tranquilas para dejar atrás aquella debacle. Hacia, Taliesin se dio cuenta, la zona residencial en la que vivía él. Se sentía completamente inútil e impotente, pero estaba determinado a hacerse oír como hiciera falta. Y la forma en la que Dag había bajado la voz para hablar con él sobre Zöe... como para evitar que Laluth le escuchara... Aquello le daba esperanzas.
- Zöe te encontró en una cueva - mientras hablaba, con prisas y sólo lo suficientemente alto para que el vampiro pudiera oírle, tiró de Dag para hacerlo ir más despacio y que Laluth ganara terreno -.Te acompañó desde entonces, y juntos buscasteis vuestros pasados y recuerdos. De cuando ella era humana, de cuando tú tenías una familia. Una noche de otoño nos encontramos en el bosque del este - hizo una pausa -. Esa noche intentaste matar a Zöe. Así de benevolente eres. Agarraste su garganta. Apretaste. Sonaron crujidos, y ella comenzó a llorar.
Hasta entonces había hablado rápido, pero al llegar a cómo intentó matar a Zöe, Taliesin habló más despacio, más claro. Si no podía apelar a la razón de Dag, sacaría a la luz aquel recuerdo difícil para apelar a su emoción. Recordaba bien las palabras de Zöe aquella noche, recordaba su expresión y sus lágrimas cuando había estado a punto de morir y había sido, por un momento, casi humana.
- "Lo siento" - recitó las palabras de Zöe -. "Lo siento, Dag. No me hagas más daño... No te hagas más daño" - Hizo una pausa y frunció el ceño al recordar una escena tan cargada como aquella -. "No te dejaré". Dag. ¿Dónde está Zöe ahora? ¿Finalmente la mataste?
La última pregunta fue en tono desafiante. Si era así, entonces quizás Taliesin perdía su tiempo. Quizás debería dejar que Dag se juntara con aquellos otros vampiros que, como él, no comprendían más que la violencia.
- Puedo seguir hablándote de ella mientras juegas a ser la marioneta de esa mujer. ¿Es lo que quieres?
Si tan solo Dag se mostrara de acuerdo… Si se mostrara razonable… Podrían dar esquinazo a Laluth, ocultarse en la casa de Skatha hasta que hubiera pasado todo. Intentar ocultar la cabeza bajo el agua y dejar que aquella mala ola pasara sin sentirla.
¿Y si no lograba hacer mella en su locura? Dijera lo que dijera el benevolente dios, Taliesin estaba bastante seguro de haberse ganado ya la desconfianza de los otros vampiros. Pero quizás no tuviera más remedio que quedarse con ellos.
Taliesin Skatha
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Re: Sangre y Sombras [Tema 2/3 Evento Captura y Castigo Dag]
Bien, bien. El caudillo de los chupasangres cayó en mi provocación y los mandó atacar. Justo lo que quería. Los lobitos respondieron a la almenaza y se abalanzaron contra ellos. No tardó en haber una lluvia de golpes y violencia. ¡Como a mí me gustaba! Lo cierto es que si fuera Anastasia, que por cierto había desaparecido de la escena, probablemente me dedicaría a ayudar a mis fieles amigos de batalla. Pero aquellos felpudos con patas me importaban más bien poco. No eran más que un medio. Exactamente igual que la que me escoltaba.
Thorlák huyó acompañado de Laluth y del otro llorica chupasangres. Y juntos fueron a otro lugar más apartado y tranquilo. – Conmigo. – Ordené a Lobahija. Me convertí en estela de humo, y volé en su dirección.
Cuando se detuvieron para volver a su momento romántico, ¡qué ternura, por cierto!, fue mi oportunidad para acorralarlos. Mis risas reverberaron en el escenario mientras el humo a mi paso cubría todas las posibles salidas que tenían. Con magia generé una enorme barrera de dos metros de altura de eso que tanto gustaba a los vampiros, el fuego. Y me volví a materializar lo más alejada posible de ellos. Había escuchado su conversación. Lobahija saltó a través de las llamas por su parte más alta para irrumpir a mi lado, gruñendo deseosa de atacar a los tipos y servir a su maestro.
-¡¿UN DIOS?! BUA JA JA JA JA – reí a carcajadas provocativamente, señalando a Dag con una mano y apoyándome en la rodilla con la otra. En serio. No podía ser más gracioso. – Venía persiguiendo al chupasangres más buscado, y parece que me he metido en el corral de la comedia. – Saqué mi varita y empecé a jugar con ella. Laluth me conocía. Casi todos los vampiros lo hacían tras mi largo periplo por la Hermandad.
-¡Bella Boisson! ¿Ya has abandonado la defensa de la causa de los vampiros? – preguntó. - ¿Qué diría tu madre Mortagglia si descubre lo que estás haciendo?
-Oh, querida Laluth, por desgracia, es algo que nunca sabremos. – respondí condescendiente. – Igual que tu novio chupasangres nunca descubrirá el engaño al que lo sometiste, porque lo voy a destrozar ahora mismo.
Y puse la varita en posición de ataque. Sentía el éter interno de la mujer. ¡Dioses! Aquella chica era todo un prodigio mágico. Un rival digno incluso para mí. Los otros dos, por el contrario, no parecían contrincantes dignos. Dag no era más que un reconocido bocazas, y el otro, el que había nombrado como Taliesin, no era más que un llorica.
Parece que las cosas iban a igualarse en número pronto. Una segunda estela de humo apareció en escena. Y allí se materializó mi querida hija Anastasia. Al otro lado del perímetro ígneo.
-¡Maestra Cazadora! ¡Qué alegría verla por aquí! – la “presenté” con felicidad al verla. Siempre tan seria. Siempre con la muerte en su mirada. Mi hija era tan parecida a mí… Me miró de reojo, pero luego cambió su vista hacia nuestro enemigo. Desenfundó su ballesta. Y habló, como siempre, sin entonación.
-Dag Thorlák. Tus fechorías han llegado a su fin. Quizás tú no me conozcas. Pero eso poco importa. – Hizo una pausa, mientras desenfundaba su arma predilecta. La antigua ballesta de mi madre, Mortagglia. - He venido a matarte.
Mientras Anastasia los distraía. Era un buen momento para liberar al perro rabioso. – Ve a por ella, chica. Puedes hacerlo. – insté a Lobahija. Que no tardó en abalanzarse contra ella.
Conocía a Laluth y sabía que no tenía ninguna oportunidad contra ella. Pero poco me importaba el destino de aquel animal. Lo único que quería era generar una nueva distracción para que mi hija pudiera centrarse en Dag.
Sevna y yo no tardamos en ser atacados por varios vampiros. Disparé a Lirio, pero varios vampiros no tardaron en venir a auxiliar al cabecilla de la avanzada. El primero de ellos intentó atacarme por el costado, pero ladeo lateral me ayudó a esquivarlo. Un virote en la cabeza con la ballesta de mano ayudó a terminar con él. Después, fui atacada por un vampiro con una espada mediante un tajo horizontal. El cual también esquivé con una voltereta hacia atrás, y le disparaba precisa a la frente con ambas rodillas en el suelo.
-¡Maestra, hay más en los tejados! – informó un apurado Nick. Tres nos apuntaban con arcos desde los mismos.
-¡Me encargo yo! - grité al equipo, mientras corría hacia una de las poleas. Dos vampiros me perseguían, pero yo era más rápida. Enfundé las ballestas y saqué la daga de mi muslo. Sin pensármelo dos veces, corté una cuerda ligada a una polea que sujetaba un arcón con provisiones, sobre el tejado, y me agarré a la parte superior del corte. La caja cayó por su propio peso sobre los vampiros que me perseguían, aplastándolos abajo, mientras yo me balanceaba sujeta al otro extremo con una mano hacia arriba.
Al llegar al tejado, uno de los chupasangres me esperaba. Me solté de la cuerda y le propiné una patada en los dientes como bienvenida. Por la inercia fui a parar al otro extremo, donde de nuevo, con las ballestas de mano abatí a los dos tiradores. Y para el de los dientes, que ahora venía a por mí dolorido, ya no tenía carga. Junté ambas manos, conjurando el viento y grité las palabras mágicas. - ¡Ash balla ná! – Y una fuerte corriente de aire lo hizo salir volar contra el otro edificio, atravesando las paredes de madera.
Recargué mis armas con una sonrisa satisfactoria, y volví andando contorneando mi figura con elegancia y chulería hacia donde se encontraban Sevna y Lirio. Imaginaba que Sevna y compañía ya habían despachado a los demás. Por lo que bajé al suelo de nuevo de un salto amortiguando mi caída. Para aparecer justo a la espalda del mercenario.
Sevna trataba de interrogar a Lirio utilizándome a mí como amenaza. Con unas palabras muy halagadoras hacia mi persona. Pareciendo copiar uno de los clásicos discursos de Jules. ¡Vaya! “Al” sí que sabía como conquistar a una chica. Sonreí a Lirio, acariciándome el cabello, sintiéndome bella y poderosa.
El vampiro finalmente habló acerca de la cuestión inicial: Quién era Habaknuk y por qué atacaban Lunargenta. Lo primero era algo que ya sabía. Habaknuk era la deidad de los vampiros. Pero por alguna circunstancia veían en Dag una reencarnación del mismo. La segunda cuestión sólo era una consecuencia de la primera: Esa fe que les daba el chupasangres, les alentaba a acudir a su auxilio por los portales.
En Beltrexus había un sabio dicho que versaba: Muerto el perro, se acabó la rabia. Había que matar a Dag.
-Tu combate, tu muerte. – respondí a Sevna. Era él quien debía culminar su victoria sobre el vampiro. – No temáis. No hay ninguna deidad en esta ciudad. Dag Thorlák sólo es un chupasangres común. – continué. – Gobernó esta ciudad después de la peste, y alguien lo está utilizando como adalid para inspirar a los demás a reconquistar la ciudad. – hice un par de negaciones aseverativas con la cabeza. – Llevo tiempo persiguiéndolo. Pero por diversos motivos, nunca tuve oportunidad de enfrentarme a él. Si acabamos con Dag y les demostramos que no es ningún dios, sino un vil farsante, los vampiros huirán como las ratas que son a sus nidos.
-¿Dices que lo has visto, maestra? – preguntó Harry.
-Así es. Pero no quiero que vosotros vengáis. Aún hay muchos vampiros en la ciudad. Seréis más útiles encargándoos de ellos. – Ordené a los cazadores - Yo iré a por Dag. – tendí entonces mi vista a Sevna y a sus aliados. – Seguidme, si queréis.
Corría por las calles, pasando incluso por donde lobos y vampiros batallaban. No me resultó muy difícil saber dónde se encontraba Dag. Sólo tenía que seguir la estela de humo de Bella y sus carcajadas, reverberando en toda la ciudad.
¡Diablos! Los había encerrado con sus habilidades de fuego. Si Alward o cualquiera de los enemigos querían acceder al interior, tendrían que ingeniárselas. En mi caso, resultaba sencillo, pues podía convertirme en humo para pasar al otro lado, como así hice.
Irrumpí en el centro del mismo. Bella no tardó en saludarme.
-¡Maestra Cazadora! ¡Qué alegría verla por aquí! – Exclamó la bruja. La miré seria ligeramente, pero me desentendí de ella por completo. También pasé mi vista por sus los compañeros de Dag. Aunque los ignoré. Uno de ellos, en especial, no parecía más que un vampiro acobardado y temeroso. Si no molestaban, los dejaría en paz. Finalmente me fijé en mi verdadero objetivo.
-Dag Thorlák. Tus fechorías han llegado a su fin. Quizás tú no me conozcas. Pero eso poco importa. – Quizás ya me conociera. O quizás no. Daba igual. Me eché hacia atrás la trenza y deslomé la ballesta pesada de mi espalda. – He venido a matarte.
La compañera de mi madre no parecía ser demasiado paciente. Y al poco tiempo no tardó en abalanzarse de frente sin un plan aparente a por la chupasangres que los acompañaba. Una estrategia suicida que sin duda estaría orquestada por Belladonna. En cualquier, yo iba a ir por el vampiro. Al cual no tardé en dispararle una flecha a Dag a la capacidad máxima de potencia. Quizás excedida por las ansias, que incluso tuvo un ligero desvío. Admito que no había sido mi mejor disparo, pero aún así iba hacia él con fuerza.
Con Huri ataco con mi ballesta pesada a Dag y utilizo mi pasiva de viento. Y con Bella uso su maestría en fuego para generar la barrera de fuego y mando a Lobahija a atacar a Laluth. Usé con ambas el tinte de los Boisson para convertirlas en estelas de humo en varias partes.
No tiro runas. Os dejo a vosotros interpretar libremente la efectividad de mis ataques. Lobahija no tiene mucho nivel, así que haced con ella lo que queráis, que a Bella como veis poco le importa xD.
Thorlák huyó acompañado de Laluth y del otro llorica chupasangres. Y juntos fueron a otro lugar más apartado y tranquilo. – Conmigo. – Ordené a Lobahija. Me convertí en estela de humo, y volé en su dirección.
Cuando se detuvieron para volver a su momento romántico, ¡qué ternura, por cierto!, fue mi oportunidad para acorralarlos. Mis risas reverberaron en el escenario mientras el humo a mi paso cubría todas las posibles salidas que tenían. Con magia generé una enorme barrera de dos metros de altura de eso que tanto gustaba a los vampiros, el fuego. Y me volví a materializar lo más alejada posible de ellos. Había escuchado su conversación. Lobahija saltó a través de las llamas por su parte más alta para irrumpir a mi lado, gruñendo deseosa de atacar a los tipos y servir a su maestro.
-¡¿UN DIOS?! BUA JA JA JA JA – reí a carcajadas provocativamente, señalando a Dag con una mano y apoyándome en la rodilla con la otra. En serio. No podía ser más gracioso. – Venía persiguiendo al chupasangres más buscado, y parece que me he metido en el corral de la comedia. – Saqué mi varita y empecé a jugar con ella. Laluth me conocía. Casi todos los vampiros lo hacían tras mi largo periplo por la Hermandad.
-¡Bella Boisson! ¿Ya has abandonado la defensa de la causa de los vampiros? – preguntó. - ¿Qué diría tu madre Mortagglia si descubre lo que estás haciendo?
-Oh, querida Laluth, por desgracia, es algo que nunca sabremos. – respondí condescendiente. – Igual que tu novio chupasangres nunca descubrirá el engaño al que lo sometiste, porque lo voy a destrozar ahora mismo.
Y puse la varita en posición de ataque. Sentía el éter interno de la mujer. ¡Dioses! Aquella chica era todo un prodigio mágico. Un rival digno incluso para mí. Los otros dos, por el contrario, no parecían contrincantes dignos. Dag no era más que un reconocido bocazas, y el otro, el que había nombrado como Taliesin, no era más que un llorica.
Parece que las cosas iban a igualarse en número pronto. Una segunda estela de humo apareció en escena. Y allí se materializó mi querida hija Anastasia. Al otro lado del perímetro ígneo.
-¡Maestra Cazadora! ¡Qué alegría verla por aquí! – la “presenté” con felicidad al verla. Siempre tan seria. Siempre con la muerte en su mirada. Mi hija era tan parecida a mí… Me miró de reojo, pero luego cambió su vista hacia nuestro enemigo. Desenfundó su ballesta. Y habló, como siempre, sin entonación.
-Dag Thorlák. Tus fechorías han llegado a su fin. Quizás tú no me conozcas. Pero eso poco importa. – Hizo una pausa, mientras desenfundaba su arma predilecta. La antigua ballesta de mi madre, Mortagglia. - He venido a matarte.
Mientras Anastasia los distraía. Era un buen momento para liberar al perro rabioso. – Ve a por ella, chica. Puedes hacerlo. – insté a Lobahija. Que no tardó en abalanzarse contra ella.
Conocía a Laluth y sabía que no tenía ninguna oportunidad contra ella. Pero poco me importaba el destino de aquel animal. Lo único que quería era generar una nueva distracción para que mi hija pudiera centrarse en Dag.
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(Instantes antes)
Sevna y yo no tardamos en ser atacados por varios vampiros. Disparé a Lirio, pero varios vampiros no tardaron en venir a auxiliar al cabecilla de la avanzada. El primero de ellos intentó atacarme por el costado, pero ladeo lateral me ayudó a esquivarlo. Un virote en la cabeza con la ballesta de mano ayudó a terminar con él. Después, fui atacada por un vampiro con una espada mediante un tajo horizontal. El cual también esquivé con una voltereta hacia atrás, y le disparaba precisa a la frente con ambas rodillas en el suelo.
-¡Maestra, hay más en los tejados! – informó un apurado Nick. Tres nos apuntaban con arcos desde los mismos.
-¡Me encargo yo! - grité al equipo, mientras corría hacia una de las poleas. Dos vampiros me perseguían, pero yo era más rápida. Enfundé las ballestas y saqué la daga de mi muslo. Sin pensármelo dos veces, corté una cuerda ligada a una polea que sujetaba un arcón con provisiones, sobre el tejado, y me agarré a la parte superior del corte. La caja cayó por su propio peso sobre los vampiros que me perseguían, aplastándolos abajo, mientras yo me balanceaba sujeta al otro extremo con una mano hacia arriba.
Al llegar al tejado, uno de los chupasangres me esperaba. Me solté de la cuerda y le propiné una patada en los dientes como bienvenida. Por la inercia fui a parar al otro extremo, donde de nuevo, con las ballestas de mano abatí a los dos tiradores. Y para el de los dientes, que ahora venía a por mí dolorido, ya no tenía carga. Junté ambas manos, conjurando el viento y grité las palabras mágicas. - ¡Ash balla ná! – Y una fuerte corriente de aire lo hizo salir volar contra el otro edificio, atravesando las paredes de madera.
Recargué mis armas con una sonrisa satisfactoria, y volví andando contorneando mi figura con elegancia y chulería hacia donde se encontraban Sevna y Lirio. Imaginaba que Sevna y compañía ya habían despachado a los demás. Por lo que bajé al suelo de nuevo de un salto amortiguando mi caída. Para aparecer justo a la espalda del mercenario.
Sevna trataba de interrogar a Lirio utilizándome a mí como amenaza. Con unas palabras muy halagadoras hacia mi persona. Pareciendo copiar uno de los clásicos discursos de Jules. ¡Vaya! “Al” sí que sabía como conquistar a una chica. Sonreí a Lirio, acariciándome el cabello, sintiéndome bella y poderosa.
El vampiro finalmente habló acerca de la cuestión inicial: Quién era Habaknuk y por qué atacaban Lunargenta. Lo primero era algo que ya sabía. Habaknuk era la deidad de los vampiros. Pero por alguna circunstancia veían en Dag una reencarnación del mismo. La segunda cuestión sólo era una consecuencia de la primera: Esa fe que les daba el chupasangres, les alentaba a acudir a su auxilio por los portales.
En Beltrexus había un sabio dicho que versaba: Muerto el perro, se acabó la rabia. Había que matar a Dag.
-Tu combate, tu muerte. – respondí a Sevna. Era él quien debía culminar su victoria sobre el vampiro. – No temáis. No hay ninguna deidad en esta ciudad. Dag Thorlák sólo es un chupasangres común. – continué. – Gobernó esta ciudad después de la peste, y alguien lo está utilizando como adalid para inspirar a los demás a reconquistar la ciudad. – hice un par de negaciones aseverativas con la cabeza. – Llevo tiempo persiguiéndolo. Pero por diversos motivos, nunca tuve oportunidad de enfrentarme a él. Si acabamos con Dag y les demostramos que no es ningún dios, sino un vil farsante, los vampiros huirán como las ratas que son a sus nidos.
-¿Dices que lo has visto, maestra? – preguntó Harry.
-Así es. Pero no quiero que vosotros vengáis. Aún hay muchos vampiros en la ciudad. Seréis más útiles encargándoos de ellos. – Ordené a los cazadores - Yo iré a por Dag. – tendí entonces mi vista a Sevna y a sus aliados. – Seguidme, si queréis.
Corría por las calles, pasando incluso por donde lobos y vampiros batallaban. No me resultó muy difícil saber dónde se encontraba Dag. Sólo tenía que seguir la estela de humo de Bella y sus carcajadas, reverberando en toda la ciudad.
¡Diablos! Los había encerrado con sus habilidades de fuego. Si Alward o cualquiera de los enemigos querían acceder al interior, tendrían que ingeniárselas. En mi caso, resultaba sencillo, pues podía convertirme en humo para pasar al otro lado, como así hice.
Irrumpí en el centro del mismo. Bella no tardó en saludarme.
-¡Maestra Cazadora! ¡Qué alegría verla por aquí! – Exclamó la bruja. La miré seria ligeramente, pero me desentendí de ella por completo. También pasé mi vista por sus los compañeros de Dag. Aunque los ignoré. Uno de ellos, en especial, no parecía más que un vampiro acobardado y temeroso. Si no molestaban, los dejaría en paz. Finalmente me fijé en mi verdadero objetivo.
-Dag Thorlák. Tus fechorías han llegado a su fin. Quizás tú no me conozcas. Pero eso poco importa. – Quizás ya me conociera. O quizás no. Daba igual. Me eché hacia atrás la trenza y deslomé la ballesta pesada de mi espalda. – He venido a matarte.
La compañera de mi madre no parecía ser demasiado paciente. Y al poco tiempo no tardó en abalanzarse de frente sin un plan aparente a por la chupasangres que los acompañaba. Una estrategia suicida que sin duda estaría orquestada por Belladonna. En cualquier, yo iba a ir por el vampiro. Al cual no tardé en dispararle una flecha a Dag a la capacidad máxima de potencia. Quizás excedida por las ansias, que incluso tuvo un ligero desvío. Admito que no había sido mi mejor disparo, pero aún así iba hacia él con fuerza.
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Con Huri ataco con mi ballesta pesada a Dag y utilizo mi pasiva de viento. Y con Bella uso su maestría en fuego para generar la barrera de fuego y mando a Lobahija a atacar a Laluth. Usé con ambas el tinte de los Boisson para convertirlas en estelas de humo en varias partes.
No tiro runas. Os dejo a vosotros interpretar libremente la efectividad de mis ataques. Lobahija no tiene mucho nivel, así que haced con ella lo que queráis, que a Bella como veis poco le importa xD.
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Re: Sangre y Sombras [Tema 2/3 Evento Captura y Castigo Dag]
Habaknuk aminoró la marcha y depositó toda su atención en las palabras de Taliesin. Sus ojos azules se clavaron en él con cierto fulgor de añoranza pero, en su mueca, también era fácil distinguir escepticismo. ¿Y si ese hombre solo estaba haciéndole perder el tiempo?
Los detalles de la historia le sonaban ajenos y, cuando creía comenzar a recordar, un pensamiento racional se plantaba con firmeza en su mente: solo estaba evocando las imágenes que le eran relatadas, tal como cuando los mortales creen recordar cosas de su niñez que, en realidad, simplemente les han contado muchas veces. Creía recordar pero, cuanto más lo pensaba, se percataba de que era incapaz de traer a la memoria el rostro de Zöe o las emociones que había sentido entonces.
Había guerra fuera y había guerra dentro de él: En su pecho, dos fuerzas se batían a duelo. Cuando el atisbo de un recuerdo se sacudía en el fondo de su consciencia, pronto una sombra densa y fría se cernía sobre éste para ahogarlo. Sin embargo, hubo un instante, una acusación, que lo sacudió de pies a cabeza, provocando que parase en seco y le soltara la mano como si, de pronto, descubriera que se trataba de un leproso.
-¡¡Yo no la maté!!
Permaneció estático durante largos segundos, con la iracunda mirada clavada sobre el otro. No obstante, cuando oyó pasos tras él y sintió que le tomaban el brazo, su gesto retornó a la apacible seguridad de un ser omnipotente como si su exabrupto nunca hubiera ocurrido. Era Laluth, que había regresado corriendo sobre sus pasos para alcanzarlos y observaba a Taliesin con el ceño fruncido. Durante la conversación, el Dios no había notado aquel humo que poco a poco había comenzado a rodearlos. Ahora que lo veía, no obstante, actuó como si no le importase.
-¿Mi señor? -Le llamó, y Habaknuk bajó la vista para dedicarle una sonrisa. Acto seguido, habló al otro hombre con grandilocuencia:
-Has dicho que tenía una familia. Es cierto, la tengo. Mi familia son ustedes. Tú y tus hermanos, esos que ahora mismo están luchando mientras nosotros conversamos tan tranquilamente. -Desenvainó su espada y se dio la vuelta al tiempo en que el humo se convertía en fuego- ¿Sabes luchar, Taliesin? Si lo haces bien, quizás luego podamos seguir charlando.
La escena se había convertido en un infierno. De un lado eran flanqueados por aquella anciana y su mascota y, del otro, por una única mujer. Fuera del anillo de fuego numerosos vampiros liderados por Zar comenzaban a congregarse pero, incapaces de cruzarlo, se dedicaban a frenar el avance de más lobos y humanos que iban llegando. La loba se abalanzó sobre Laluth quien, sorprendentemente, resultó diestra en la batalla. La atención del ojiazul, entonces, recayó en la muchacha de la ballesta.
-Mi nombre es Habaknuk, no Dag Thorlák, y esta guerra no es con los tuyos, bruja. -Pero de nada serviría dialogar. El sutil crujido de la ballesta llegó a sus oídos y sus músculos se movieron por instinto; saltando hacia un costado, esquivó la primer saeta por un pelo. Pronto [1]acarició el filo de la espada con la palma de la mano para así imbuirla en su sangre y, enarbolándola, saltó hacia la mujer con toda la potencia de sus piernas, juntando los brazos para protegerse el corazón de un posible flechazo.
Ese arma era un incordio, así que intentaría inutilizarla o, al menos, acercarse tanto que resultara inútil. Apuntó con su espada a la brida de la ballesta y, al mismo tiempo, se dejó caer con todo su peso sobre la bruja, aprovechando la diferencia de tamaños para empujarla hacia la pared.
-¡Disparen! -Gritó Zar desde el otro lado del círculo, donde él, Wallfaus y Tradden habían recogido arcos y flechas de los soldados caídos y apuntaban a través del anillo. Apuntaron y dispararon con certeza; al cruzar el muro las flechas se encendían en llamas. No solo a los vampiros les dañaba el fuego.
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[1] Habilidad Nivel 0: Hoja Sangrienta.
* Si bien Dag tiene la mejor de las fortunas en el Oráculo, me sabría raro que le ganara a Huracán con tanta diferencia de nivel, por eso incluí también la ayuda de otros vampiros. No decidiré yo quién gana este combate, lo siento, no podría ser imparcial. Lo dejo a vuestra imaginación (no me enojaré si me aniquilan (?) x'D)
Dag Thorlák
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Re: Sangre y Sombras [Tema 2/3 Evento Captura y Castigo Dag]
A Alward no le gustaba acabar con la vida de "prisioneros" o "rehenes", y esto bien lo sabían sus compañeros. Cuando la bruja dejó en manos de los stelliazos el destino de Lirio, Moses desenfundó la daga que Emmanuel tenía en su faja y ejecutó un corte preciso en su garganta. Listo, uno menos. Quedaban un montón.
Huracán dio un poco más de luz a las palabras del vampiro caído. Los invasores vampiros tenían la intención de hacer pasar a Dag Thorlák por una deidad, antiguo y brevísimo rey de Lunargenta. El Sevna no sabía mucho sobre él más allá de lo que oía en la taberna, ya que cuando este ejercía su "gobierno" en la ciudad, el mercenario se encontraba fuera de esta.
-¿Te vas a enfrentar sola a todo un ejército de vampiros?-Dijo sorprendido-¡Estás loca!
Caso omiso hizo la bruja ante las advertencias de Alward. Sin más, se marchó, incluso invitando a los mercenarios a unírsele.
-¿La conoces?-Dijo el arquero mirando de reojo a la bruja marcharse a la vez que cambiaba su vista hacia el Sevna
-S-sí... Más o menos-Contestó mientras se llevaba una mano tras la cabeza y dibujaba media sonrisilla nerviosa en su rostro.
Tras eso, Alward echó un vistazo rápido a su alrededor. La escena después de una cruenta batalla siempre dejaba cadáveres por doquier, y por suerte, ninguno era aliado. Ni siquiera había que lamentar heridos, se podía dar bastante por satisfecho. Rischer le había depositado toda su confianza para ir a la cabeza del grupo en su ausencia, y de momento la situación era bastante positiva.
-Bueno, nos queda una larga noche, chicos-Puso sus manos en la cintura mientras miraba a sus compañeros-Si lo que ha dicho Huracán es cierto, hay que acabar con Dag Thorlák. Es la vía más rápida para poder cumplir nuestro contrato. Sin "dios" no hay "religión", y sin religión, no tendrán motivos para invadir Lunargenta
-...¿Y eso de dónde lo sacas?-Preguntó el brujo, dubitativo
-La guerra funciona así.-Se encogió de hombros, convencido-Pero es cierto que en toda guerra hay represalias, por lo que deberíamos de seguir desactivando estos "portales"...-Dijo llevándose una mano al mentón, mientras ideaba qué hacer
-Aquel tipo dijo que nos encargásemos de los vampiros, pero si nos encargamos del tal Habaknuk, seremos vanagloriados-Dijo Moses mientras se relamía por la supuesta jugosa recompensa que se imaginaba, la cual estaba convencido que le darían por acabar con un "dios"
-¡No seas codicioso!-Le dio un codazo a su esposo-Tenemos que ceñirnos al plan-Cerró los ojos y asintió convencida hacia Alward
-Bien-Asintió-Haremos lo siguiente: Emm y yo iremos a por Dag Thorlák, y los demás seguiréis destruyendo portales, ¿Qué os parece?
-¿Por qué no puedo ir yo a por el "dios"?-Dijo decepcionado
-Porque tu brutalidad viene bien destruyendo portales, y no contra seguramente un grueso de vampiros sedientos de sangre. Eiko puede apoyarte con sus hechizos de conjuración, e Ivens igual con sus habilidades acuáticas. En cambio, Emm y yo nos movemos rápido, y su arco es como una extensión de mí
-Yo no lo habría explicado mejor-Dijo Emmanuel bajándose la capucha y ocultando su rostro, a la vez que dibujaba media sonrisa pícara en su rostro y se ponía en camino para salir del callejón
Ivens y Eiko aceptaron, y Moses tuvo que asentir a regañadientes. Prefería ir a por Habaknuk él para llenarse de gloria, pero si no había más remedio, debía de acatar las órdenes de Alward y ceñirse al plan, después de todo, era su trabajo.
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Horas antes
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Las puertas de la taberna "El Filósofo Ebrio" se abrieron de forma abrupta. Un trío compuesto por dos humanos y un bio-cibernético entraron sin más dilación en el local ya bien entrada la noche, ni siquiera había ningún cliente, y casi que Rischer, el dueño, estaba ya ultimando los detalles para dejar el salón y la barra limpios y ordenados, para así irse a dormir.
Al elfo le sorprendió esa forma tan repentina de llegar, lo que le asustó un poco, así que se mostró desconfiado y con cierto recelo hacia su inesperada visita.
-Me temo que ya está cerrado-Dijo mientras ponía una silla encima de una de las tantas mesas del lugar, acto seguido se reposó un trapo en su hombro; una prenda que debido a su color y textura, seguramente serviría como bayeta de casi todo el lugar
-Nuestra visita es de carácter urgente-Dijo uno de los visitantes, que ostentaba una armadura bien pesada
-...Os escucho...-Dejó la bayeta sobre la mesa más cercana y se cruzó de brazos, interesado.
Entonces, el otro humano contestó al elfo, este parecía mayor que el anterior. Llevaba un arco a su espalda y un cabello bastante largo, oscuro y grasiento
-Mi nombre es Verenor, y vengo acompañado de Thomas. Ambos somos miembros de La Guardia de Lunargenta. Este de aquí es un bio-cibernético, su "nombre", por así decirlo, es "Guardia 6"-Señaló al cibernético. Acabadas las presentaciones, volvió a dirigir su atención al elfo-La guardia requiere el servicio de los stelliazos una vez más
-...¿En mitad de la madrugada?-Miró al bio-cibernético, extremadamente extrañado-¿Y qué hacéis con un "bio" de estos?
-Las explicaciones te serían vagas y solo generarían más preguntas que respuestas. Lo que debes saber, mercenario, es que los vampiros van a destrozar la ciudad, y los lobos vienen también
-¿V-vampiros y lobos?
-Será una guerra a tres bandas. Contamos con el apoyo de La Factoría, pero hay algún que otro cibernético dando problemas también.
-Está bien, está bien...-Levantó a media altura ambos brazos, incitando a la calma por la saturación de información-No estoy entendiendo un carajo, pero si la ciudad está en peligro y pagáis bien, mis chicos pueden echar una mano
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Minutos después
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No había sido un buen despertar para Alward. Estaba soñando que se encontraba en una placentera pradera, sentado y admirando el bello paisaje que se mostraba en su difuso recuerdo de su hogar natal; Alosa. Difuso por las maquinaciones y extrañezas de la mente, no porque realmente no recordara su hogar. Sea como fuere, la sensación era agradable... Hasta que Gertrude entró su habitación, casi alterada y con noticias de un nuevo trabajo... En mitad de la madrugada. Los vampiros iban a invadir Lunargenta, otra vez, y tenían que ponerle remedio... Otra vez. Desde luego, se notaba que a La Guardia le gustó la actuación de él y los suyos en la batalla del Muelle durante la Guerra, cosa que era de agradecer y le enorgullecía, pero no contaba con una invasión nocturna ni en sus pensamientos más recónditos.
Bostezaba, mientras una estela de vaho le salía por su boca. Hacía frío y por la noche se notaba más. Temía poder pillar un resfriado, ya que eso sí que sería una guerra dura de combatir.
El resto del grupo ya había partido, él se había quedado atrás. Iban a quedar en un callejón para idear una rápida estrategia, mientras que alguno de ellos exploraba un poco por encima la ciudad y les daba indicaciones de la situación.
De nuevo, bostezó. Esta vez fue tal el bostezo, que llegó a cerrar los ojos tan fuerte que unas pequeñas lagrimillas le empañaron. Realmente quería dormir más. En ese momento, chocó con algo, o más bien, alguien.
-¡L-lo siento!
Había chocado con una mujer... O, mejor dicho, una... ¿Gata? Sus orejas y cola la delataban.
—Oh, no te preocupes-Respondió la felina con suma amabilidad
La mujer no estaba sola, iba acompañada de otro sujeto; un hombre-bestia, una especie de fusión entre un león y un carnero. Sus cuernos y sus fauces le daban un aspecto aterrador y respetable. Alward tragó fuertemente saliva cuando le miró a los ojos con su profunda mirada azul y lo examinó de arriba a abajo, con un semblante serio, al contrario que su acompañante, la cual mostraba una sonrisa y un rostro pícaro en toda su generalidad.
-Gaemon me dijo que iba a contratar mercenarios para ocuparse de los vampiros, son un mal molesto, pero tú pareces demasiado flacucho para eso-Miró nuevamente de arriba a abajo al Sevna. El comentario le hizo especial gracia a la gata, que no pudo evitar esconder una pequeña risa
-¡¿Cómo?!-Sacó pecho, intentando de alguna forma "agrandarse" inútilmente para ponerse a la altura del hombre bestia-¡Que sepas que soy capaz de hacer muchas cosas! ¡Más de las que "aparento"!
-Si es así, serías realmente un sujeto interesante
Tras el comentario del aquel tipo, Alward se quedó sin saber qué decir. Balbuceó un poco, hasta que la gata intervino
—Jason, tenemos prisa, y no deberíamos estar aquí-Miró a Alward-—Dejemos que el humano se divierta con esos molestos vampiros
-¡Eh, esperad!-Dijo antes de que ambos felinos se pusieran en marcha-¿Me podéis explicar por qué La Factoría ayuda a La Guardia?
-La Factoría os ayudará a libraros de vuestras cadenas y vuestros enemigos. Os ayudaremos a ser la mejor versión de vosotros mismos, humano-Se mostró imponente-La humanidad nos creó, nosotros os devolveremos el favor a todos y cada uno de vosotros
-¿Vosotros vivís en la espesura de un bosque, verdad?
-Así es-Asintió-Creamos una comunidad alrededor de un antiguo laboratorio humano, así comprendimos todo sobre nuestra raza, y sobre cómo surgimos.
-¿C-cómo surgisteis?
El tal Jason suspiró y chasqueó la lengua. Su amiga, la gata, no estaba muy paciente, y se veía incómoda, pero el hombre bestia sin ningún reparo, contestó al mercenario.
-Gaia, el humano está interesado en nosotros. Y aún tenemos tiempo. Qué menos que satisfacer su curiosidad-Centró la atención de nuevo en el humano-Hace mucho, hubo una guerra en el que tus antepasados nos usaron como arma, pero cuando esta acabó, nos abandonaron en laboratorios como el que te he mencionado. Yo mismo me encontré con ese laboratorio y reconstruí todo aquello con ayuda de mis hermanas y hermanos. Y juntos, nos propusimos ser libres de una vez por todas.
-Ya veo...-Dijo sintiendo en una parte de su ser, algo de culpa por todo aquello que sus antepasados hicieron a los hombres-bestia. Había oído relatos del pasado de la relación entre ambas razas, pero jamás había hablado con alguien tan cercano y directamente implicado en la Factoría, lo cual le impresionaba.-Es justo que nos odiéis, pero me impresiona vuestra capacidad para perdonarnos. Es legítimo que queráis libertad y un hogar.
-No es perdón, humano. Simplemente... llámalo una simbiósis entre ambas razas-Alward nunca había escuchado esa palabra, pero suponía que era algo bueno-Y ahora, si nos disculpas, tenemos que marcharnos
-—Suerte en tu empresa-Guiñó un ojo, mostrándose receptiva y coqueta
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Ahora
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Alward y Emmanuel llegaron al lugar donde la batalla se tornaría más crucial. Allí estaba Huracán, oyó nombrar a uno de los vampiros como "Dag Thorlák", estupendo, lo habían encontrado. Solo había un pequeño problema... Una barrera de un fino pero mortal fuego. No sería muy inteligente atravesarla. Algunos de los vampiros que se quedaron fuera, apoyaban a su "dios" con arcos. Emmanuel entonces desenfundó el suyo y apuntó a uno de ellos. La flecha disparada se incrustó en el hombro de uno, cosa que hizo a los vampiros dejar de centrar su atención en el interior del círculo.
No les dio tiempo a ver qué pasaba cuando Alward ya se había abalanzado hacia ellos. Eran tres, por lo que el factor sorpresa sería determinante.
El mercenario lanzó una estocada, la cual esquivó el primer objetivo, luego, con el otro arma, le hizo un corte en el pecho a otro de ellos, uno que llevaba el pecho descubierto. Poco práctico, pero los vampiros eran orgullosos y soberbios, les gustaba enseñar musculatura, si es que la tenían. Al tercero, de cabellos blanquecinos y ojos rojos inyectador en pura sangre, Alward le propinó una fuerte patada para quitárselo de encima.
Alward quedó rodeado, pero Emmanuel seguía apoyándole con su arco y una lluvia de flecha se echaba encima de los señores de la noche. Entre la confusión, Alward aprovechó para quitarse de en medio. Bastantes flechas se clavaron en cada uno de los vampiros, pero esas criaturas parecían estar hechas de otra pasta. Algunos de ellos se quitaban los proyectiles como si de ramitas inocentes se tratasen, otros ni siquiera se molestaban en ello, y miraban furiosos al par de mercenarios, aun con heridas sangrantes.
-¿S-son inmortales?-Dijo jadeando después de su esfuerzo
-...Eso parece
Huracán dio un poco más de luz a las palabras del vampiro caído. Los invasores vampiros tenían la intención de hacer pasar a Dag Thorlák por una deidad, antiguo y brevísimo rey de Lunargenta. El Sevna no sabía mucho sobre él más allá de lo que oía en la taberna, ya que cuando este ejercía su "gobierno" en la ciudad, el mercenario se encontraba fuera de esta.
-¿Te vas a enfrentar sola a todo un ejército de vampiros?-Dijo sorprendido-¡Estás loca!
Caso omiso hizo la bruja ante las advertencias de Alward. Sin más, se marchó, incluso invitando a los mercenarios a unírsele.
-¿La conoces?-Dijo el arquero mirando de reojo a la bruja marcharse a la vez que cambiaba su vista hacia el Sevna
-S-sí... Más o menos-Contestó mientras se llevaba una mano tras la cabeza y dibujaba media sonrisilla nerviosa en su rostro.
Tras eso, Alward echó un vistazo rápido a su alrededor. La escena después de una cruenta batalla siempre dejaba cadáveres por doquier, y por suerte, ninguno era aliado. Ni siquiera había que lamentar heridos, se podía dar bastante por satisfecho. Rischer le había depositado toda su confianza para ir a la cabeza del grupo en su ausencia, y de momento la situación era bastante positiva.
-Bueno, nos queda una larga noche, chicos-Puso sus manos en la cintura mientras miraba a sus compañeros-Si lo que ha dicho Huracán es cierto, hay que acabar con Dag Thorlák. Es la vía más rápida para poder cumplir nuestro contrato. Sin "dios" no hay "religión", y sin religión, no tendrán motivos para invadir Lunargenta
-...¿Y eso de dónde lo sacas?-Preguntó el brujo, dubitativo
-La guerra funciona así.-Se encogió de hombros, convencido-Pero es cierto que en toda guerra hay represalias, por lo que deberíamos de seguir desactivando estos "portales"...-Dijo llevándose una mano al mentón, mientras ideaba qué hacer
-Aquel tipo dijo que nos encargásemos de los vampiros, pero si nos encargamos del tal Habaknuk, seremos vanagloriados-Dijo Moses mientras se relamía por la supuesta jugosa recompensa que se imaginaba, la cual estaba convencido que le darían por acabar con un "dios"
-¡No seas codicioso!-Le dio un codazo a su esposo-Tenemos que ceñirnos al plan-Cerró los ojos y asintió convencida hacia Alward
-Bien-Asintió-Haremos lo siguiente: Emm y yo iremos a por Dag Thorlák, y los demás seguiréis destruyendo portales, ¿Qué os parece?
-¿Por qué no puedo ir yo a por el "dios"?-Dijo decepcionado
-Porque tu brutalidad viene bien destruyendo portales, y no contra seguramente un grueso de vampiros sedientos de sangre. Eiko puede apoyarte con sus hechizos de conjuración, e Ivens igual con sus habilidades acuáticas. En cambio, Emm y yo nos movemos rápido, y su arco es como una extensión de mí
-Yo no lo habría explicado mejor-Dijo Emmanuel bajándose la capucha y ocultando su rostro, a la vez que dibujaba media sonrisa pícara en su rostro y se ponía en camino para salir del callejón
Ivens y Eiko aceptaron, y Moses tuvo que asentir a regañadientes. Prefería ir a por Habaknuk él para llenarse de gloria, pero si no había más remedio, debía de acatar las órdenes de Alward y ceñirse al plan, después de todo, era su trabajo.
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Horas antes
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Las puertas de la taberna "El Filósofo Ebrio" se abrieron de forma abrupta. Un trío compuesto por dos humanos y un bio-cibernético entraron sin más dilación en el local ya bien entrada la noche, ni siquiera había ningún cliente, y casi que Rischer, el dueño, estaba ya ultimando los detalles para dejar el salón y la barra limpios y ordenados, para así irse a dormir.
Al elfo le sorprendió esa forma tan repentina de llegar, lo que le asustó un poco, así que se mostró desconfiado y con cierto recelo hacia su inesperada visita.
-Me temo que ya está cerrado-Dijo mientras ponía una silla encima de una de las tantas mesas del lugar, acto seguido se reposó un trapo en su hombro; una prenda que debido a su color y textura, seguramente serviría como bayeta de casi todo el lugar
-Nuestra visita es de carácter urgente-Dijo uno de los visitantes, que ostentaba una armadura bien pesada
-...Os escucho...-Dejó la bayeta sobre la mesa más cercana y se cruzó de brazos, interesado.
Entonces, el otro humano contestó al elfo, este parecía mayor que el anterior. Llevaba un arco a su espalda y un cabello bastante largo, oscuro y grasiento
-Mi nombre es Verenor, y vengo acompañado de Thomas. Ambos somos miembros de La Guardia de Lunargenta. Este de aquí es un bio-cibernético, su "nombre", por así decirlo, es "Guardia 6"-Señaló al cibernético. Acabadas las presentaciones, volvió a dirigir su atención al elfo-La guardia requiere el servicio de los stelliazos una vez más
-...¿En mitad de la madrugada?-Miró al bio-cibernético, extremadamente extrañado-¿Y qué hacéis con un "bio" de estos?
-Las explicaciones te serían vagas y solo generarían más preguntas que respuestas. Lo que debes saber, mercenario, es que los vampiros van a destrozar la ciudad, y los lobos vienen también
-¿V-vampiros y lobos?
-Será una guerra a tres bandas. Contamos con el apoyo de La Factoría, pero hay algún que otro cibernético dando problemas también.
-Está bien, está bien...-Levantó a media altura ambos brazos, incitando a la calma por la saturación de información-No estoy entendiendo un carajo, pero si la ciudad está en peligro y pagáis bien, mis chicos pueden echar una mano
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No había sido un buen despertar para Alward. Estaba soñando que se encontraba en una placentera pradera, sentado y admirando el bello paisaje que se mostraba en su difuso recuerdo de su hogar natal; Alosa. Difuso por las maquinaciones y extrañezas de la mente, no porque realmente no recordara su hogar. Sea como fuere, la sensación era agradable... Hasta que Gertrude entró su habitación, casi alterada y con noticias de un nuevo trabajo... En mitad de la madrugada. Los vampiros iban a invadir Lunargenta, otra vez, y tenían que ponerle remedio... Otra vez. Desde luego, se notaba que a La Guardia le gustó la actuación de él y los suyos en la batalla del Muelle durante la Guerra, cosa que era de agradecer y le enorgullecía, pero no contaba con una invasión nocturna ni en sus pensamientos más recónditos.
Bostezaba, mientras una estela de vaho le salía por su boca. Hacía frío y por la noche se notaba más. Temía poder pillar un resfriado, ya que eso sí que sería una guerra dura de combatir.
El resto del grupo ya había partido, él se había quedado atrás. Iban a quedar en un callejón para idear una rápida estrategia, mientras que alguno de ellos exploraba un poco por encima la ciudad y les daba indicaciones de la situación.
De nuevo, bostezó. Esta vez fue tal el bostezo, que llegó a cerrar los ojos tan fuerte que unas pequeñas lagrimillas le empañaron. Realmente quería dormir más. En ese momento, chocó con algo, o más bien, alguien.
-¡L-lo siento!
Había chocado con una mujer... O, mejor dicho, una... ¿Gata? Sus orejas y cola la delataban.
—Oh, no te preocupes-Respondió la felina con suma amabilidad
La mujer no estaba sola, iba acompañada de otro sujeto; un hombre-bestia, una especie de fusión entre un león y un carnero. Sus cuernos y sus fauces le daban un aspecto aterrador y respetable. Alward tragó fuertemente saliva cuando le miró a los ojos con su profunda mirada azul y lo examinó de arriba a abajo, con un semblante serio, al contrario que su acompañante, la cual mostraba una sonrisa y un rostro pícaro en toda su generalidad.
-Gaemon me dijo que iba a contratar mercenarios para ocuparse de los vampiros, son un mal molesto, pero tú pareces demasiado flacucho para eso-Miró nuevamente de arriba a abajo al Sevna. El comentario le hizo especial gracia a la gata, que no pudo evitar esconder una pequeña risa
-¡¿Cómo?!-Sacó pecho, intentando de alguna forma "agrandarse" inútilmente para ponerse a la altura del hombre bestia-¡Que sepas que soy capaz de hacer muchas cosas! ¡Más de las que "aparento"!
-Si es así, serías realmente un sujeto interesante
Tras el comentario del aquel tipo, Alward se quedó sin saber qué decir. Balbuceó un poco, hasta que la gata intervino
—Jason, tenemos prisa, y no deberíamos estar aquí-Miró a Alward-—Dejemos que el humano se divierta con esos molestos vampiros
-¡Eh, esperad!-Dijo antes de que ambos felinos se pusieran en marcha-¿Me podéis explicar por qué La Factoría ayuda a La Guardia?
-La Factoría os ayudará a libraros de vuestras cadenas y vuestros enemigos. Os ayudaremos a ser la mejor versión de vosotros mismos, humano-Se mostró imponente-La humanidad nos creó, nosotros os devolveremos el favor a todos y cada uno de vosotros
-¿Vosotros vivís en la espesura de un bosque, verdad?
-Así es-Asintió-Creamos una comunidad alrededor de un antiguo laboratorio humano, así comprendimos todo sobre nuestra raza, y sobre cómo surgimos.
-¿C-cómo surgisteis?
El tal Jason suspiró y chasqueó la lengua. Su amiga, la gata, no estaba muy paciente, y se veía incómoda, pero el hombre bestia sin ningún reparo, contestó al mercenario.
-Gaia, el humano está interesado en nosotros. Y aún tenemos tiempo. Qué menos que satisfacer su curiosidad-Centró la atención de nuevo en el humano-Hace mucho, hubo una guerra en el que tus antepasados nos usaron como arma, pero cuando esta acabó, nos abandonaron en laboratorios como el que te he mencionado. Yo mismo me encontré con ese laboratorio y reconstruí todo aquello con ayuda de mis hermanas y hermanos. Y juntos, nos propusimos ser libres de una vez por todas.
-Ya veo...-Dijo sintiendo en una parte de su ser, algo de culpa por todo aquello que sus antepasados hicieron a los hombres-bestia. Había oído relatos del pasado de la relación entre ambas razas, pero jamás había hablado con alguien tan cercano y directamente implicado en la Factoría, lo cual le impresionaba.-Es justo que nos odiéis, pero me impresiona vuestra capacidad para perdonarnos. Es legítimo que queráis libertad y un hogar.
-No es perdón, humano. Simplemente... llámalo una simbiósis entre ambas razas-Alward nunca había escuchado esa palabra, pero suponía que era algo bueno-Y ahora, si nos disculpas, tenemos que marcharnos
-—Suerte en tu empresa-Guiñó un ojo, mostrándose receptiva y coqueta
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Alward y Emmanuel llegaron al lugar donde la batalla se tornaría más crucial. Allí estaba Huracán, oyó nombrar a uno de los vampiros como "Dag Thorlák", estupendo, lo habían encontrado. Solo había un pequeño problema... Una barrera de un fino pero mortal fuego. No sería muy inteligente atravesarla. Algunos de los vampiros que se quedaron fuera, apoyaban a su "dios" con arcos. Emmanuel entonces desenfundó el suyo y apuntó a uno de ellos. La flecha disparada se incrustó en el hombro de uno, cosa que hizo a los vampiros dejar de centrar su atención en el interior del círculo.
No les dio tiempo a ver qué pasaba cuando Alward ya se había abalanzado hacia ellos. Eran tres, por lo que el factor sorpresa sería determinante.
El mercenario lanzó una estocada, la cual esquivó el primer objetivo, luego, con el otro arma, le hizo un corte en el pecho a otro de ellos, uno que llevaba el pecho descubierto. Poco práctico, pero los vampiros eran orgullosos y soberbios, les gustaba enseñar musculatura, si es que la tenían. Al tercero, de cabellos blanquecinos y ojos rojos inyectador en pura sangre, Alward le propinó una fuerte patada para quitárselo de encima.
Alward quedó rodeado, pero Emmanuel seguía apoyándole con su arco y una lluvia de flecha se echaba encima de los señores de la noche. Entre la confusión, Alward aprovechó para quitarse de en medio. Bastantes flechas se clavaron en cada uno de los vampiros, pero esas criaturas parecían estar hechas de otra pasta. Algunos de ellos se quitaban los proyectiles como si de ramitas inocentes se tratasen, otros ni siquiera se molestaban en ello, y miraban furiosos al par de mercenarios, aun con heridas sangrantes.
-¿S-son inmortales?-Dijo jadeando después de su esfuerzo
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Re: Sangre y Sombras [Tema 2/3 Evento Captura y Castigo Dag]
Una sonrisa se mostró en los labios de Taliesin cuando vio la furia de Dag. Aquella sí era una faceta que conocía, la verdadera identidad del vampiro que hasta ahora pretendía poseer las cualidades de un dios. “Pégame” pensó, con esperanza. “Atácame. Revélate”. Casi sentía la miel de la victoria. Jamás había deseado tanto recibir un golpe, y se irguió hacia delante, expectante y beligerante.
Pero la sonrisa se evaporó en el momento en que Laluth agarró el brazo de Dag. La expresión del vampiro volvió a transmitir aquella calma grandilocuente, tan falsa como sus palabras, su forma de hablar. Taliesin parpadeó un par de veces, no pudiendo creer lo que oía. ¿Había… fallado?
Miró a Laluth con odio contenido. Realmente había tomado el lugar de Zöe. Quiso responder, pero los eventos siguientes se precipitaron. Por culpa de aquella parada que Taliesin había causado habían sido rodeados en un círculo de fuego, con tres atacantes desde ángulos opuestos.
La primera de las mujeres irrumpió con una risa y una burla respecto a la situación. Taliesin no pudo ofenderse por ello: él también habría considerado todo aquello una comedia si no hubiera estado en medio del escenario. Pero la situación era demasiado hiriente y real como para reír, y por ello concluyó que aquella mujer debía estar loca. Tanto como un vampiro que primero se cree un rey y después un dios.
La segunda mujer se materializó con seriedad, y el claro contraste entre ella y la primera le transmitió a Skatha la sensación de que no disfrutaba estando allí. Taliesin apretó los puños y frunció el ceño, en un gesto frustrado y enfadado: supo quién era ella en cuanto escuchó el título. Imposible no saberlo cuando uno es un vampiro y quiere cubrirse las espaldas. Su presencia quedó aún más materializada cuando expuso sus intenciones, y una palabra resonó con fuerza en la mente de Taliesin: NO.
- Si vienes a detener este desastre, y espero que así sea, ¡TE EQUIVOCAS, MAESTRA CAZADORA! – al gritar reutilizó el título que había oído y continuó en tono enfadado, seguro, desafiante. – Dag Thorlák no es más que un peón que se cree un dios, y si lo matas aquí y ahora, delante de todos estos vampiros, será un mártir. No dejarán de creer. La furia les dará fuerzas, tomarán la ciudad y más tarde encontrarán a otro en el que ver a su dios reencarnado. ¡Haz lo correcto! Mata a la que realmente controla a Habaknuk y la farsa caerá por sí sola. Ella es la cabeza de la serpiente.
No señaló, no haría falta. Laluth. A penas sabía quién era esa mujer, pero cada vez que volvía a acercarse a Dag, cada vez que hablaba, la faceta de Habaknuk volvía a tomar posesión y el poco avance que había logrado Taliesin desaparecía. Ella era el verdadero problema. Skatha jamás pensó que se vería en una situación como aquella: pidiéndole ayuda a una conocida cazadora de vampiros.
- ¡Deja que Dag recuerde quién es realmente! ¡Ayúdame a demostrar que ese dios no existe!
Toda la misericordia de Habaknuk no sería suficiente para perdonar aquella afrenta; Taliesin no pudo evitar pensar en esto mientras miraba serio, expectante hacia Huracán. Aunque no lo dijo, sus ojos susurraban “por favor” tras una pantalla de rabia, y su mente repetía "no voy a sobrevivir a esto". Aquel segundo se volvió eterno.
Dag se abalanzó hacia la cazadora y Skatha desenfundó el cuchillo que siempre llevaba escondido; un acto que reflejaba lo desesperado de su situación. Desde el exterior del círculo de llamas llovieron flechas, destinadas a Huracán, a la segunda mujer, al lobo y, a Taliesin le pareció, a sí mismo. El licántropo se abalanzó hacia Laluth, quien la esquivó con facilidad y al hacerlo la hirió una primera vez con una daga. A esto siguieron dos flechas del exterior del círculo de llamas, que arrancaron al animal un grito de dolor. Después de la primera oleada de flechas el ritmo se aminoró: los vampiros debían estar defendiéndose de un ataque externo. Para Taliesin era difícil verlo.
Laluth no tenía tiempo que perder: sabía que aquel lobo era sólo una distracción, y lo más importante era defender a Habaknuk. El siguiente tajo dejó al lobo vivo, pero incapaz de seguir peleando. La mirada de Laluth se posó en Bella, a quien conocía, y voló a Habaknuk, a quien debía defender. El vampiro parecía mantener la posición ante la maestra cazadora, así que Laluth eligió prevenir el siguiente ataque y se dirigió hacia Belladonna.
Desde el exterior del círculo Taliesin escuchó un grito que llamaba a la batalla contra otro enemigo común:
-¡Los lobos trabajan para el nigromante Randall Flagg! ¡Son nuestra prioridad!
Y en medio de todo este caos, Skatha asió la daga y, en su mente, lanzó una moneda invisible. Antes de que cayera, se lanzó hacia delante, hacia Dag y Huracán. Por mucho que quisiera salvarlo, por mucho que quisiera hacer honor a la memoria de Zöe (¿viva o muerta?), también era consciente de que Zöe misma habría retenido e incluso herido al vampiro si hubiera sabido que estaba causando muertes humanas. Y eso mismo estaba haciendo Dag. "Espero que no mueras por mi culpa, pero no vales más que toda una ciudad". Agarró al vampiro desde la espalda con todas sus fuerzas, giró su cuerpo para interponerse entre él y Huracán, y sólo entonces soltó a Dag.
Taliesin quedó en medio de ambos, dándole la espalda a la cazadora. Si ella decidía atacar en aquel momento a cualquiera de los dos vampiros, entonces Taliesin recibiría el primer golpe sin oportunidad de defenderse. Mantenía la daga alzada en una posición defensiva; si el ataque venía de Dag al menos podría intentar plantarle cara, aunque llevara las de perder. Y si ambas se combinaban, si tanto la cazadora como el falso dios lo veían como enemigo, no habría esperanza alguna. Si debía morir, lo haría con la conciencia limpia.
"Haz lo correcto, Huracán"
---
Off: No harán falta runas, un ataque de Huracán ahora mismo acertará sin problemas a Taliesin.
Laluth ha acudido a enfrentarse a Belladonna (¡aunque siempre puede retornar!).
Por otro lado, he dejado a Gaemon rondando por ahí y azuzando guerra contra los licántropos.
Pero la sonrisa se evaporó en el momento en que Laluth agarró el brazo de Dag. La expresión del vampiro volvió a transmitir aquella calma grandilocuente, tan falsa como sus palabras, su forma de hablar. Taliesin parpadeó un par de veces, no pudiendo creer lo que oía. ¿Había… fallado?
Miró a Laluth con odio contenido. Realmente había tomado el lugar de Zöe. Quiso responder, pero los eventos siguientes se precipitaron. Por culpa de aquella parada que Taliesin había causado habían sido rodeados en un círculo de fuego, con tres atacantes desde ángulos opuestos.
La primera de las mujeres irrumpió con una risa y una burla respecto a la situación. Taliesin no pudo ofenderse por ello: él también habría considerado todo aquello una comedia si no hubiera estado en medio del escenario. Pero la situación era demasiado hiriente y real como para reír, y por ello concluyó que aquella mujer debía estar loca. Tanto como un vampiro que primero se cree un rey y después un dios.
La segunda mujer se materializó con seriedad, y el claro contraste entre ella y la primera le transmitió a Skatha la sensación de que no disfrutaba estando allí. Taliesin apretó los puños y frunció el ceño, en un gesto frustrado y enfadado: supo quién era ella en cuanto escuchó el título. Imposible no saberlo cuando uno es un vampiro y quiere cubrirse las espaldas. Su presencia quedó aún más materializada cuando expuso sus intenciones, y una palabra resonó con fuerza en la mente de Taliesin: NO.
- Si vienes a detener este desastre, y espero que así sea, ¡TE EQUIVOCAS, MAESTRA CAZADORA! – al gritar reutilizó el título que había oído y continuó en tono enfadado, seguro, desafiante. – Dag Thorlák no es más que un peón que se cree un dios, y si lo matas aquí y ahora, delante de todos estos vampiros, será un mártir. No dejarán de creer. La furia les dará fuerzas, tomarán la ciudad y más tarde encontrarán a otro en el que ver a su dios reencarnado. ¡Haz lo correcto! Mata a la que realmente controla a Habaknuk y la farsa caerá por sí sola. Ella es la cabeza de la serpiente.
No señaló, no haría falta. Laluth. A penas sabía quién era esa mujer, pero cada vez que volvía a acercarse a Dag, cada vez que hablaba, la faceta de Habaknuk volvía a tomar posesión y el poco avance que había logrado Taliesin desaparecía. Ella era el verdadero problema. Skatha jamás pensó que se vería en una situación como aquella: pidiéndole ayuda a una conocida cazadora de vampiros.
- ¡Deja que Dag recuerde quién es realmente! ¡Ayúdame a demostrar que ese dios no existe!
Toda la misericordia de Habaknuk no sería suficiente para perdonar aquella afrenta; Taliesin no pudo evitar pensar en esto mientras miraba serio, expectante hacia Huracán. Aunque no lo dijo, sus ojos susurraban “por favor” tras una pantalla de rabia, y su mente repetía "no voy a sobrevivir a esto". Aquel segundo se volvió eterno.
Dag se abalanzó hacia la cazadora y Skatha desenfundó el cuchillo que siempre llevaba escondido; un acto que reflejaba lo desesperado de su situación. Desde el exterior del círculo de llamas llovieron flechas, destinadas a Huracán, a la segunda mujer, al lobo y, a Taliesin le pareció, a sí mismo. El licántropo se abalanzó hacia Laluth, quien la esquivó con facilidad y al hacerlo la hirió una primera vez con una daga. A esto siguieron dos flechas del exterior del círculo de llamas, que arrancaron al animal un grito de dolor. Después de la primera oleada de flechas el ritmo se aminoró: los vampiros debían estar defendiéndose de un ataque externo. Para Taliesin era difícil verlo.
Laluth no tenía tiempo que perder: sabía que aquel lobo era sólo una distracción, y lo más importante era defender a Habaknuk. El siguiente tajo dejó al lobo vivo, pero incapaz de seguir peleando. La mirada de Laluth se posó en Bella, a quien conocía, y voló a Habaknuk, a quien debía defender. El vampiro parecía mantener la posición ante la maestra cazadora, así que Laluth eligió prevenir el siguiente ataque y se dirigió hacia Belladonna.
Desde el exterior del círculo Taliesin escuchó un grito que llamaba a la batalla contra otro enemigo común:
-¡Los lobos trabajan para el nigromante Randall Flagg! ¡Son nuestra prioridad!
Y en medio de todo este caos, Skatha asió la daga y, en su mente, lanzó una moneda invisible. Antes de que cayera, se lanzó hacia delante, hacia Dag y Huracán. Por mucho que quisiera salvarlo, por mucho que quisiera hacer honor a la memoria de Zöe (¿viva o muerta?), también era consciente de que Zöe misma habría retenido e incluso herido al vampiro si hubiera sabido que estaba causando muertes humanas. Y eso mismo estaba haciendo Dag. "Espero que no mueras por mi culpa, pero no vales más que toda una ciudad". Agarró al vampiro desde la espalda con todas sus fuerzas, giró su cuerpo para interponerse entre él y Huracán, y sólo entonces soltó a Dag.
Taliesin quedó en medio de ambos, dándole la espalda a la cazadora. Si ella decidía atacar en aquel momento a cualquiera de los dos vampiros, entonces Taliesin recibiría el primer golpe sin oportunidad de defenderse. Mantenía la daga alzada en una posición defensiva; si el ataque venía de Dag al menos podría intentar plantarle cara, aunque llevara las de perder. Y si ambas se combinaban, si tanto la cazadora como el falso dios lo veían como enemigo, no habría esperanza alguna. Si debía morir, lo haría con la conciencia limpia.
"Haz lo correcto, Huracán"
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Off: No harán falta runas, un ataque de Huracán ahora mismo acertará sin problemas a Taliesin.
Laluth ha acudido a enfrentarse a Belladonna (¡aunque siempre puede retornar!).
Por otro lado, he dejado a Gaemon rondando por ahí y azuzando guerra contra los licántropos.
Taliesin Skatha
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Re: Sangre y Sombras [Tema 2/3 Evento Captura y Castigo Dag]
El vampiro a su lado aseveraba, casi suplicaba que, por favor, no matara a Dag. Asegurando que no era dueño de sus propias voluntades. Y señalaba como el brazo ejecutor de aquello a la chupasangres que combatía contra la loba y Belladonna. Conocía a Laluth de oídas. Tan atractiva como letal y peligrosa. Exactamente como Dag, sólo que… Él no era letal ni peligroso. Debo admitir que las palabras del vampiro casi lograron convencerme, al menos hasta que volví a escuchar a Dag dirigirse a mí.
El mal llamado Habaknuk no se iba a dejar asesinar tan fácilmente. Sonreí. Me gustaban los desafíos. - Eres un vulgar chupasangres con aires de grandeza. – Respondí con los ojos abiertos y brillantes, entrejuntando mis labios, como si le enviara un beso en el aire. – Eres parte de mi guerra. – Sentencié, dejando claro que iba a ir a muerte a por él.
Pronto supe que Sevna se había unido al combate. Creí ver también a Nick y Harry, pero estaban todos ellos al otro lado del muro de fuego. Combatiendo. Había cibernéticos y hombres bestia, también lobos. Los lobos se supone que estaban de nuestra parte, o eso se encargaban de repetir sus líderes. Que no atacaran a las brujas. Probablemente Bella habría hecho un pacto con ellos. Me daba igual. Todos me resultaban neutrales.
Dag gritó y todos los vampiros comenzaron a disparar desde fuera flechas que, al atravesar el muro, se convertían en ígneas. Tuve que rodar para tratar de esquivarlas. Dag había hecho lo propio con mi disparo erróneo mientras que aprovechó mi distracción para venir a por mí. Se había lanzado a por mi arma, la cual interpuse. Suerte que Soffleheimer le había puesto refuerzos de acero, si no me la habría partido en dos.
Gemí de esfuerzo y terminé empotrada contra la pared. Tenía mucha más fuerza que yo. Y no tardaría en ganar aquel forcejeo. Dag no tardaría en atravesar mi arma y, después, empalarme contra la pared. Tenía que salir de ahí.
En un rápido movimiento, logré ganar algo de aire y espacio entre nuestras armas y yo, lo suficiente como para despegarme de la pared, girar a un lado con agilidad, poniéndome a su costado.
-¡Ash balla ná! – estiré el brazo, rozando su brazo con la punta de mis dedos, para conjurar una fuerte corriente de viento que lo empujara y lo alejara de mí.
Mientras tanto, Laluth parecía que no tenía problemas con Belladonna y Lobahija. La licántropa terminó moribunda en el suelo. Y Bella no tardó en recriminárselo y comenzar a lamentarse, pues ella era la siguiente. - ¡Estúpida loba! ¡Hasta un saco de patatas lucha mejor que tú! - le recriminó mientras veía como Laluth se encaraba con ella. Le tocaba aguantar un poco, al menos hasta que acabara con Dag.
Cuando volví a mirar, Taliesin se había interpuesto entre ambos. Me daba ahora la espalda. Trataba de hacer entrar en razón al que consideraba su amigo. Que aún quedaba un atisbo de luz en mí quedó patente cuando incluso empaticé con aquel vampiro de cuidada barba. Dag no era un rival encomiable en batalla. No era peligroso como Vladimir o Mortagglia. No dirigía las masas. O al menos, no directamente. El problema venía de más allá. Taliesin tenía razón. Aún así, me había dado la espalda, ¿era estúpido? Podría acribillarlo con total facilidad… Pero no lo haría. Confiaba en mí.
Rodé hacia un lado para coger ángulo y disparé a Dag dos veces. La primera al hombro, para que no pudiera combatir. La segunda, a la pierna, para que tampoco pudiera huir. Mi intención nunca fue ir a matar. ¿Y por qué no ataqué a Taliesin? Cualquiera que me conociera, sabría la respuesta.
Porque jamás disparo a un hombre sin mirarle a los ojos.
-Cuídate de que no escape. – advertí seria a Taliesin, pasando a su lado. Sin mirarle. - Voy a acabar con esa gilipollas. – Y me encaminé a un ritmo acelerado, desafiante, hacia Laluth.
Mantuve mi vista clavada en ella, que luchaba contra una apurada Bella. Si había despachado a la loba con tanta facilidad, y para colmo era capaz de enfrentarse a Bella. Estaba claro que ella era el verdadero enemigo a batir. Ella era el verdadero rival para una Maestra Cazadora.
-¡Eh, tú! Lucha contra mí. – Ya me había mirado. Sin vacilar, puse una ballesta de mano a la altura de mi vista y disparé tres veces. Laluth esquivó los virotes, pero conseguí que se alejara de Bella
Mi madre estaba claramente agotada. Estaba claro que los años no pasaban en balde. Y menos para ella, que no era precisamente una atleta, como yo. Desde una esquina de la zona de fuego, se esforzaba en hacerse notar. Conjuraba una especie de hechizo con su varita. - ¡Anastasia! ¡Toma esto! - ¿Por qué alzaba su varita contra mí para enviarme una especie de hechizo de aura amarilla? Fui un poco receptiva a ello, pero en cuanto sentí aquella aura rodeándome, absorbiéndose dentro de mí, pronto entendí mejor lo que pretendía.
Notaba el éter dentro de mí. Ahora sentía una mejora en mis aptitudes mágicas. Justo lo que necesitaba para enfrentarme a aquella mujer. Que se relamía los labios. Laluth se abalanzó contra mí para tratar de atacarme con su daga. Volví a dispararle con la ballesta se mano, pero se deshizo en las sombras y apareció justo detrás de mí, para tratar de apuñalarme.
Rodé en una voltereta por el suelo, me giré para enfocar a Laluth de nuevo, y mientras estaba de rodillas, disparé de nuevo. Luego volví a dar otra voltereta hacia atrás y mientras mantenía mi cabeza en el suelo, me impulsé con el viento para volver a permanecer de pie. Laluth, entonces se tiró de nuevo contra mí en un rápido movimiento con el que logró derribarme. Golpeándome en ambas manos para hacerme perder mis ballestas de mano. Ahora, estaba en el suelo. Con ella sobre mi abdomen.
-Siempre quise enfrentarme a ti. Aunque esperaba que la asesina de Lady Mortagglia y de Vladimir el Inmortal me diera más problemas. - sonrió y me enseñó sus colmillos. Mostrándome cómo se alargaban. Se aproximaba a mi rostro mientras me sujetaba con fuerza por la chaqueta. - En cualquier caso, ¿a qué sabrá la sangre de la legendaria Huracán?
No sé muy bien por qué o qué. Pero la infusión de éter insuflada por Bella tenía ganas de salir. No. No era ella. Algo me estaba llamando. Salía de mi pecho. Me hablaba. Laluth no terminaría por probarme.
Me llevé la mano al rubí. La preciada joya que me convertía en centinela. Noté un terrible sudor en el interior de mis ropajes. Similar a, como cuando en una situación de enfado, sientes que algo te recorre el interior buscando salir al exterior… Y salió. En forma de enormes estelas de humo que elevaron a Laluth, entre gritos de sorpresa, hacia los cielos.
-¡Anastasia! ¡¿Có-Cómo has hecho eso?! – preguntó Bella, extasiada. Mientras yo me levantaba rápidamente. Daba igual que los miembros de la Factoría o los del Hombre Muerto estuviesen luchando. Lo más llamativa era esa doble columna de humo que se había llevado a Laluth hasta los cielos.
-Ojalá lo supiera. – respondí. Era similar al enfrentamiento contra Lexie, o contra Milane Tarmúnil, pero magnificado probablemente por la energía de Bella. Además sin saber muy bien por qué, sentía que me estaba llamando. Me pedía que subiera. ¡Qué demonios! Tenía que hacerlo.
Me desmaterialicé de nuevo en humo y ascendí rapidísimo por la infusión de éter de Bella. Guiada por el viento, no tardaría en alcanzar a Laluth. No estaba demasiado elevada. Quizás a unos doscientos metros del suelo. Las sombras la agarraban por brazos y pies desde el suelo, inmovilizada. Estaba muy asustada. Sumida en un llanto. Y yo me materialicé, con la ballesta pesada desenfundada, en pie sobre ella. Uno delante, el otro detrás. Algo me había colocado en aquella posición. Pero no vacilaba. Estaba casi tan asustada del poder que había en el interior de aquella reliquia. Me hablaban. Se dirigían a mí.
“Agranda tu leyenda”.
La luna llena, el cielo estrellado y las luces de Lunargenta, eran los testigos perfectos. Disparé a bocajarro al pecho de la chupasangres. Y las columnas volvieron a derrumbase. Comenzaron a introducirse en mi medallón mientras su cuerpo y el mío, descendían con fuerza contra el suelo.
La estampa al aterrizar en el suelo, conmigo sobre el suelo. Lo decía todo. Jadeaba en la misma posición en la que le había disparado. Pero el virote no estaba en la recámara de mi arma. Estaba atravesado en el pecho de la chupasangres. Si había sobrevivido a eso, tenía su mérito. Podía hacerlo, pues no había disparado en el lado del corazón. En cualquier caso, los vampiros habían visto como la maestra cazadora había abatido a uno (otro) de sus líderes. Si lo que Taliesin decía era cierto. Dag volvería a la cordura. Si Taliesin había dejado escapar a Dag, lo pagaría muy caro. ¿Y qué pasaría con los demás vampiros?
Fuera como fuera, me sentía agotada, y muy, muy asustada. Tenía ganas de romper a llorar. Me bajé de encima de ella. Uno de los vampiros había conseguido acceder el círculo de fuego, que ya amainaba. Se acercó hacia el cuerpo de su moribunda líder, miró hacia mí con miedo, y la sacó de ahí. Pero estaba demasiada exhausta como para seguir disparando. La batalla continuaba. Pues los miembros de la factoría batallaban ahora contra los miembros de la manada del Hombre Muerto. Pero aquella no era mi batalla. Lo mío ya estaba hecho. Ahora, cuando recobrara el aliento, sólo tenía que detener a Dag, que seguía vivo. Bella se acercó hasta mí y me tomó por los hombros.
-¡Hija mía! ¡Qué orgullosa estoy de ti!
Off: Perdón por el tochopost >.<. Matizo lo que dijo Sigel, la suerte de Dag en el oráculo no influye en el combate (creo). Cedo a la petición de Taliesin. Quizás me vine un poco arriba por la escenita, pero después de dos turnos, me enfrento a Laluth para derrotarla (que no matarla, a menos que Sigel lo decida).
He utilizado la habilidad de nivel 5 de Bella de donar el 50% de su inteligencia a Huri y he usado el rubí de centinela.
El mal llamado Habaknuk no se iba a dejar asesinar tan fácilmente. Sonreí. Me gustaban los desafíos. - Eres un vulgar chupasangres con aires de grandeza. – Respondí con los ojos abiertos y brillantes, entrejuntando mis labios, como si le enviara un beso en el aire. – Eres parte de mi guerra. – Sentencié, dejando claro que iba a ir a muerte a por él.
Pronto supe que Sevna se había unido al combate. Creí ver también a Nick y Harry, pero estaban todos ellos al otro lado del muro de fuego. Combatiendo. Había cibernéticos y hombres bestia, también lobos. Los lobos se supone que estaban de nuestra parte, o eso se encargaban de repetir sus líderes. Que no atacaran a las brujas. Probablemente Bella habría hecho un pacto con ellos. Me daba igual. Todos me resultaban neutrales.
Dag gritó y todos los vampiros comenzaron a disparar desde fuera flechas que, al atravesar el muro, se convertían en ígneas. Tuve que rodar para tratar de esquivarlas. Dag había hecho lo propio con mi disparo erróneo mientras que aprovechó mi distracción para venir a por mí. Se había lanzado a por mi arma, la cual interpuse. Suerte que Soffleheimer le había puesto refuerzos de acero, si no me la habría partido en dos.
Gemí de esfuerzo y terminé empotrada contra la pared. Tenía mucha más fuerza que yo. Y no tardaría en ganar aquel forcejeo. Dag no tardaría en atravesar mi arma y, después, empalarme contra la pared. Tenía que salir de ahí.
En un rápido movimiento, logré ganar algo de aire y espacio entre nuestras armas y yo, lo suficiente como para despegarme de la pared, girar a un lado con agilidad, poniéndome a su costado.
-¡Ash balla ná! – estiré el brazo, rozando su brazo con la punta de mis dedos, para conjurar una fuerte corriente de viento que lo empujara y lo alejara de mí.
Mientras tanto, Laluth parecía que no tenía problemas con Belladonna y Lobahija. La licántropa terminó moribunda en el suelo. Y Bella no tardó en recriminárselo y comenzar a lamentarse, pues ella era la siguiente. - ¡Estúpida loba! ¡Hasta un saco de patatas lucha mejor que tú! - le recriminó mientras veía como Laluth se encaraba con ella. Le tocaba aguantar un poco, al menos hasta que acabara con Dag.
Cuando volví a mirar, Taliesin se había interpuesto entre ambos. Me daba ahora la espalda. Trataba de hacer entrar en razón al que consideraba su amigo. Que aún quedaba un atisbo de luz en mí quedó patente cuando incluso empaticé con aquel vampiro de cuidada barba. Dag no era un rival encomiable en batalla. No era peligroso como Vladimir o Mortagglia. No dirigía las masas. O al menos, no directamente. El problema venía de más allá. Taliesin tenía razón. Aún así, me había dado la espalda, ¿era estúpido? Podría acribillarlo con total facilidad… Pero no lo haría. Confiaba en mí.
Rodé hacia un lado para coger ángulo y disparé a Dag dos veces. La primera al hombro, para que no pudiera combatir. La segunda, a la pierna, para que tampoco pudiera huir. Mi intención nunca fue ir a matar. ¿Y por qué no ataqué a Taliesin? Cualquiera que me conociera, sabría la respuesta.
Porque jamás disparo a un hombre sin mirarle a los ojos.
-Cuídate de que no escape. – advertí seria a Taliesin, pasando a su lado. Sin mirarle. - Voy a acabar con esa gilipollas. – Y me encaminé a un ritmo acelerado, desafiante, hacia Laluth.
Mantuve mi vista clavada en ella, que luchaba contra una apurada Bella. Si había despachado a la loba con tanta facilidad, y para colmo era capaz de enfrentarse a Bella. Estaba claro que ella era el verdadero enemigo a batir. Ella era el verdadero rival para una Maestra Cazadora.
-¡Eh, tú! Lucha contra mí. – Ya me había mirado. Sin vacilar, puse una ballesta de mano a la altura de mi vista y disparé tres veces. Laluth esquivó los virotes, pero conseguí que se alejara de Bella
Mi madre estaba claramente agotada. Estaba claro que los años no pasaban en balde. Y menos para ella, que no era precisamente una atleta, como yo. Desde una esquina de la zona de fuego, se esforzaba en hacerse notar. Conjuraba una especie de hechizo con su varita. - ¡Anastasia! ¡Toma esto! - ¿Por qué alzaba su varita contra mí para enviarme una especie de hechizo de aura amarilla? Fui un poco receptiva a ello, pero en cuanto sentí aquella aura rodeándome, absorbiéndose dentro de mí, pronto entendí mejor lo que pretendía.
Notaba el éter dentro de mí. Ahora sentía una mejora en mis aptitudes mágicas. Justo lo que necesitaba para enfrentarme a aquella mujer. Que se relamía los labios. Laluth se abalanzó contra mí para tratar de atacarme con su daga. Volví a dispararle con la ballesta se mano, pero se deshizo en las sombras y apareció justo detrás de mí, para tratar de apuñalarme.
Rodé en una voltereta por el suelo, me giré para enfocar a Laluth de nuevo, y mientras estaba de rodillas, disparé de nuevo. Luego volví a dar otra voltereta hacia atrás y mientras mantenía mi cabeza en el suelo, me impulsé con el viento para volver a permanecer de pie. Laluth, entonces se tiró de nuevo contra mí en un rápido movimiento con el que logró derribarme. Golpeándome en ambas manos para hacerme perder mis ballestas de mano. Ahora, estaba en el suelo. Con ella sobre mi abdomen.
-Siempre quise enfrentarme a ti. Aunque esperaba que la asesina de Lady Mortagglia y de Vladimir el Inmortal me diera más problemas. - sonrió y me enseñó sus colmillos. Mostrándome cómo se alargaban. Se aproximaba a mi rostro mientras me sujetaba con fuerza por la chaqueta. - En cualquier caso, ¿a qué sabrá la sangre de la legendaria Huracán?
No sé muy bien por qué o qué. Pero la infusión de éter insuflada por Bella tenía ganas de salir. No. No era ella. Algo me estaba llamando. Salía de mi pecho. Me hablaba. Laluth no terminaría por probarme.
Me llevé la mano al rubí. La preciada joya que me convertía en centinela. Noté un terrible sudor en el interior de mis ropajes. Similar a, como cuando en una situación de enfado, sientes que algo te recorre el interior buscando salir al exterior… Y salió. En forma de enormes estelas de humo que elevaron a Laluth, entre gritos de sorpresa, hacia los cielos.
-¡Anastasia! ¡¿Có-Cómo has hecho eso?! – preguntó Bella, extasiada. Mientras yo me levantaba rápidamente. Daba igual que los miembros de la Factoría o los del Hombre Muerto estuviesen luchando. Lo más llamativa era esa doble columna de humo que se había llevado a Laluth hasta los cielos.
-Ojalá lo supiera. – respondí. Era similar al enfrentamiento contra Lexie, o contra Milane Tarmúnil, pero magnificado probablemente por la energía de Bella. Además sin saber muy bien por qué, sentía que me estaba llamando. Me pedía que subiera. ¡Qué demonios! Tenía que hacerlo.
Me desmaterialicé de nuevo en humo y ascendí rapidísimo por la infusión de éter de Bella. Guiada por el viento, no tardaría en alcanzar a Laluth. No estaba demasiado elevada. Quizás a unos doscientos metros del suelo. Las sombras la agarraban por brazos y pies desde el suelo, inmovilizada. Estaba muy asustada. Sumida en un llanto. Y yo me materialicé, con la ballesta pesada desenfundada, en pie sobre ella. Uno delante, el otro detrás. Algo me había colocado en aquella posición. Pero no vacilaba. Estaba casi tan asustada del poder que había en el interior de aquella reliquia. Me hablaban. Se dirigían a mí.
“Agranda tu leyenda”.
La luna llena, el cielo estrellado y las luces de Lunargenta, eran los testigos perfectos. Disparé a bocajarro al pecho de la chupasangres. Y las columnas volvieron a derrumbase. Comenzaron a introducirse en mi medallón mientras su cuerpo y el mío, descendían con fuerza contra el suelo.
La estampa al aterrizar en el suelo, conmigo sobre el suelo. Lo decía todo. Jadeaba en la misma posición en la que le había disparado. Pero el virote no estaba en la recámara de mi arma. Estaba atravesado en el pecho de la chupasangres. Si había sobrevivido a eso, tenía su mérito. Podía hacerlo, pues no había disparado en el lado del corazón. En cualquier caso, los vampiros habían visto como la maestra cazadora había abatido a uno (otro) de sus líderes. Si lo que Taliesin decía era cierto. Dag volvería a la cordura. Si Taliesin había dejado escapar a Dag, lo pagaría muy caro. ¿Y qué pasaría con los demás vampiros?
Fuera como fuera, me sentía agotada, y muy, muy asustada. Tenía ganas de romper a llorar. Me bajé de encima de ella. Uno de los vampiros había conseguido acceder el círculo de fuego, que ya amainaba. Se acercó hacia el cuerpo de su moribunda líder, miró hacia mí con miedo, y la sacó de ahí. Pero estaba demasiada exhausta como para seguir disparando. La batalla continuaba. Pues los miembros de la factoría batallaban ahora contra los miembros de la manada del Hombre Muerto. Pero aquella no era mi batalla. Lo mío ya estaba hecho. Ahora, cuando recobrara el aliento, sólo tenía que detener a Dag, que seguía vivo. Bella se acercó hasta mí y me tomó por los hombros.
-¡Hija mía! ¡Qué orgullosa estoy de ti!
Off: Perdón por el tochopost >.<. Matizo lo que dijo Sigel, la suerte de Dag en el oráculo no influye en el combate (creo). Cedo a la petición de Taliesin. Quizás me vine un poco arriba por la escenita, pero después de dos turnos, me enfrento a Laluth para derrotarla (que no matarla, a menos que Sigel lo decida).
He utilizado la habilidad de nivel 5 de Bella de donar el 50% de su inteligencia a Huri y he usado el rubí de centinela.
Anastasia Boisson
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Re: Sangre y Sombras [Tema 2/3 Evento Captura y Castigo Dag]
La falsa deidad exhaló una carcajada triunfal al acorralar a la bruja contra la pared; incapaz de usar su arma y comparada con el masivo tamaño del ojiazul, no era más que una pequeña mujer en inferioridad de condiciones. Encajó la espada en la ballesta y forcejeó con todas sus fuerzas para romperla; no obstante, la mala calidad de la hoja y los refuerzos de acero complicaban sus intentos. Durante largos segundos estuvieron atrapados en una brega de la cual nadie parecía saber como zafarse. Si el vampiro daba un paso atrás y se alejaba de la ballesta, volvía a darle ventaja a la escurridiza mujer.
Fue ella quien tomó el riesgo: le bastó un ágil movimiento para escapar del encierro, pues su tamaño le daba una destreza que el vampiro no podía igualar. Al ser empujado por la ventisca, dejó caer la espada y trastabilló hacia atrás. Su espalda rozó el límite de fuego y tuvo que dirigir todo su peso hacia adelante para no traspasar el anillo. Frustrado, se irguió al tiempo en que se sacudía los humeantes hombros con ambas manos. Los ojos de Habaknuk ya no brillaban con la misma misericordia de antes.
-¡Disparen! -rugió- ¿¡Por qué ya no disparan!?
Tan absorto estaba en su propia afrenta, que no se había percatado de que fuera sus aliados enfrentaban sus propios problemas. Zar había abandonado el arco para volver a blandir su mandoble y vociferaba órdenes que Wallfaus y Tradden intentaban cumplir pese a estar cubiertos de flechas. Si ningún proyectil les atravesaba el corazón podían seguir luchando, pero su persistencia no significaba que se salvaban de sentir dolor. Orgullosos, los vampiros se tragaban sus gritos y esbozaban sonrisas sardónicas que ocultaban hábilmente su suplicio. No, no se quejarían. No le darían el gusto a esos malditos mortales.
Pero no todos los vampiros eran igual de soberbios. Taliesin Skatha, tal como desde un primer momento, acababa de interponerse entre Habaknuk y sus proyectos con esa confianza suicida que no dejaba de impresionarlo. El ojiazul clavó sus ojos sobre él, desvió brevemente la mirada hacia la bruja por sobre el hombro ajeno, y luego volvió a escrutar al vampiro, agarrándolo de ambos hombros con tanta fuerza que sus uñas se clavaron en éstos; bastaba un empujón para mandarlo directo hacia el fuego.
-¡APÁRTATE! -le gritó, pero no movió ni un solo músculo para quitarlo de en medio. No podía. No podía matar a uno de sus hijos. ¿Era su amor incondicional de padre lo que le impedía hacerlo... o más bien tenía que ver con todas las sensaciones que ese hombre había suscitado en él? Ni Zar, ni Laluth, ni ninguno de sus vástagos removía sus entrañas con historias de su pasado. Porque, comenzaba a sospechar, claro que debía tener un pasado antes de despertar en esa celda. Si lo mataba, jamás podría comprender sus palabras.
Jamás podría conocer a la Zöe que tanto nombraba.
Entreabrió los labios para decir algo, pero sus palabras se convirtieron en un aullido de dolor cuando una saeta se clavó firmemente en su hombro seguida inmediatamente por otra que se le incrustó en la pierna, justo encima de la rodilla. Se desplomó sobre Taliesin, aún agarrándose a él con el brazo sano para no terminar en el suelo, y desde allí observó con los ojos empañados lo que sucedía a su alrededor.
En cuanto la cazadora abatió a Laluth, la afrenta comenzó a amainar. El anillo de fuego poco a poco desapareció, dejando entrever montones de lobos, humanos y vampiros caídos que no representaban más que un obstáculo para los pocos que aún seguían en pie. Al ver a Habaknuk en semejante estado, la moral de los chupasangres decayó. El hombre cerró los ojos. No quería verlos... y comenzaba a sentirse cada vez más y más cansado.
_________________________
Cuando abro los ojos, lo primero que veo es a un hombre mirándome desde tan cerca que me cuesta reconocer sus facciones. Intento dar un paso atrás y el dolor en la pierna me arranca un grito. Miro hacia abajo: tengo una flecha tan incrustada en la carne que la punta está a escasos centímetros de salir por el otro lado.
Ya no estoy en la celda, sino dentro de un círculo de cenizas y brazas aún encendidas, entre un montón de gente que me mira con ojos desorbitados, algunos preocupados, otros amenazantes, otros decepcionados. A un metro yace la mujer que, comienzo a recordar, fue la última persona que vi antes de caer en un profundo sueño. Y entre mis brazos, o más bien entre mi brazo sano, sigo apretando al hombre que me observa con tanta fijeza.
-...¿Taliesin? -Reconozco, entrecerrando los ojos y, esta vez, aguantando el dolor que conlleva soltarlo y dar un paso atrás con la pierna que aún me responde- ¿Qué demonios hacemos aquí? -Mi garganta está seca, como si hubiese estado gritando, y las sienes me duelen horrores. Estoy perdiendo mucha sangre. ¿Cómo ha pasado esto? ¿Cuándo llegamos aquí? La última vez que vi a Skatha fue hace meses, a kilómetros de esta ciudad, junto a...
-¿¡Dónde está Zöe!?
Fue ella quien tomó el riesgo: le bastó un ágil movimiento para escapar del encierro, pues su tamaño le daba una destreza que el vampiro no podía igualar. Al ser empujado por la ventisca, dejó caer la espada y trastabilló hacia atrás. Su espalda rozó el límite de fuego y tuvo que dirigir todo su peso hacia adelante para no traspasar el anillo. Frustrado, se irguió al tiempo en que se sacudía los humeantes hombros con ambas manos. Los ojos de Habaknuk ya no brillaban con la misma misericordia de antes.
-¡Disparen! -rugió- ¿¡Por qué ya no disparan!?
Tan absorto estaba en su propia afrenta, que no se había percatado de que fuera sus aliados enfrentaban sus propios problemas. Zar había abandonado el arco para volver a blandir su mandoble y vociferaba órdenes que Wallfaus y Tradden intentaban cumplir pese a estar cubiertos de flechas. Si ningún proyectil les atravesaba el corazón podían seguir luchando, pero su persistencia no significaba que se salvaban de sentir dolor. Orgullosos, los vampiros se tragaban sus gritos y esbozaban sonrisas sardónicas que ocultaban hábilmente su suplicio. No, no se quejarían. No le darían el gusto a esos malditos mortales.
Pero no todos los vampiros eran igual de soberbios. Taliesin Skatha, tal como desde un primer momento, acababa de interponerse entre Habaknuk y sus proyectos con esa confianza suicida que no dejaba de impresionarlo. El ojiazul clavó sus ojos sobre él, desvió brevemente la mirada hacia la bruja por sobre el hombro ajeno, y luego volvió a escrutar al vampiro, agarrándolo de ambos hombros con tanta fuerza que sus uñas se clavaron en éstos; bastaba un empujón para mandarlo directo hacia el fuego.
-¡APÁRTATE! -le gritó, pero no movió ni un solo músculo para quitarlo de en medio. No podía. No podía matar a uno de sus hijos. ¿Era su amor incondicional de padre lo que le impedía hacerlo... o más bien tenía que ver con todas las sensaciones que ese hombre había suscitado en él? Ni Zar, ni Laluth, ni ninguno de sus vástagos removía sus entrañas con historias de su pasado. Porque, comenzaba a sospechar, claro que debía tener un pasado antes de despertar en esa celda. Si lo mataba, jamás podría comprender sus palabras.
Jamás podría conocer a la Zöe que tanto nombraba.
Entreabrió los labios para decir algo, pero sus palabras se convirtieron en un aullido de dolor cuando una saeta se clavó firmemente en su hombro seguida inmediatamente por otra que se le incrustó en la pierna, justo encima de la rodilla. Se desplomó sobre Taliesin, aún agarrándose a él con el brazo sano para no terminar en el suelo, y desde allí observó con los ojos empañados lo que sucedía a su alrededor.
En cuanto la cazadora abatió a Laluth, la afrenta comenzó a amainar. El anillo de fuego poco a poco desapareció, dejando entrever montones de lobos, humanos y vampiros caídos que no representaban más que un obstáculo para los pocos que aún seguían en pie. Al ver a Habaknuk en semejante estado, la moral de los chupasangres decayó. El hombre cerró los ojos. No quería verlos... y comenzaba a sentirse cada vez más y más cansado.
_________________________
Cuando abro los ojos, lo primero que veo es a un hombre mirándome desde tan cerca que me cuesta reconocer sus facciones. Intento dar un paso atrás y el dolor en la pierna me arranca un grito. Miro hacia abajo: tengo una flecha tan incrustada en la carne que la punta está a escasos centímetros de salir por el otro lado.
Ya no estoy en la celda, sino dentro de un círculo de cenizas y brazas aún encendidas, entre un montón de gente que me mira con ojos desorbitados, algunos preocupados, otros amenazantes, otros decepcionados. A un metro yace la mujer que, comienzo a recordar, fue la última persona que vi antes de caer en un profundo sueño. Y entre mis brazos, o más bien entre mi brazo sano, sigo apretando al hombre que me observa con tanta fijeza.
-...¿Taliesin? -Reconozco, entrecerrando los ojos y, esta vez, aguantando el dolor que conlleva soltarlo y dar un paso atrás con la pierna que aún me responde- ¿Qué demonios hacemos aquí? -Mi garganta está seca, como si hubiese estado gritando, y las sienes me duelen horrores. Estoy perdiendo mucha sangre. ¿Cómo ha pasado esto? ¿Cuándo llegamos aquí? La última vez que vi a Skatha fue hace meses, a kilómetros de esta ciudad, junto a...
-¿¡Dónde está Zöe!?
Dag Thorlák
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Re: Sangre y Sombras [Tema 2/3 Evento Captura y Castigo Dag]
Los tres vampiros como si de tres proyectiles se tratasen, se abalanzaron hacia los dos Stelliazos que valiente pero inconscientemente se habían atrevido a retarlos. Uno de ellos desapareció entre las sombras, los otros dos seguían cargando hacia los humanos.
Los enemigos soltaron dos tajos soberbios, uno por cada vampiro. Alward tuvo que enfrentar este ataque con ambas armas, por suerte, rechazó los dos ataques, aunque quedó desestabilizado.
El otro vampiro se materializó justo detrás de ambos mercenarios. Dio otro tajo, por la espalda. El ataque alcanzó a Emmanuel, el cual no tuvo tiempo de esquivar y de siquiera reaccionar. Un corte profundo atravesó su armadura de cuero y dejó en su espalda una herida bastante fea. El arquero rabió de dolor y cayó al suelo, retorciéndose sin ni siquiera poder levantar la vista. Poco a poco, un charco de sangre se formó alrededor, que tiñó sus ropas de un color rojo más oscuro e intenso de las que ya de por sí portaba. El arquero carmesí hacía más que nunca honor a su "apodo".
-¡Emm!
Los tres vampiros volvieron a atacar, pero esta vez a solo al Sevna. El cual paró dos de los ataques, no pudiendo hacer nada contra un tercero que le vino de frente. Su armadura era más gruesa y robusta que la del arquero, pero aún así el ataque le generó cierto dolor en el costado; lugar en el que había impactado el golpe.
Alward se quitó de encima a su atacante delantero con una fuerte patada, teniendo aún en conflicto y choque de espadas a los dos laterales. Tras eso, al atacante de la izquierda lo echó hacia atrás, imprimiendo fuerza en ese lado y dejando un poco descubierto su flanco derecho, pero reaccionó rápido y tras desestabilizar al atacante derecho al dejar de imprimir fuerza, logró con sus dos espadas, y ya estando despejado de la presión de su izquierda, imprimir un duro y fuerte ataque a dicho objetivo. [1]
El objetivo había resultado dañado en su pecho con una herida en forma de "X", profunda y sangrante. Llevaba medio torso al descubierto, por lo que no había sido muy difícil que las dos armas de Alward lograsen perforar la piel de aquel señor de la noche.
-Agghh-Tradden no pudo evitar soltar ese pequeño grito de dolor, por más que su soberbia vampírica le indicase que se mantuviese sereno y firme. Después de todo, era un ser que podía sentir el dolor. Sus gestos lo delataban, encogió el rostro y se echó un poco hacia atrás, llevándose la mano al pecho, manchándose con la sangre que es gran equis en el torso desprendía-...Maldito humano-Masculló entre dientes
Sin previo aviso, y sin que le diese tiempo a recomponerse de aquella ofensiva, Alward recibió otro espadazo en el costado por la espalda, esta vez sí que penetró la armadura, la sangre brotó y el mercenario, como acto instintivo, se puso de rodillas, dejando caer sus espadas y llevándose las manos a la herida. Todo era un amasijo de hierro, cuero y tela, no se podía ver bien cómo era la apertura de la herida ni qué profundidad tenía.
El vampiro que parecía de mayor rango, el cual tenía cabellos largos y blancos, y portaba una armadura ostentosa y pesada, le agarró del hombro derecho y recostó el filo de su espada en el hombro opuesto. Alward cerró los ojos y suspiró, claramente le habían ganado la partida. Dejó sus manos muertas y entonces la sangre empezó a volver a salir como si de una cascada se tratase.
-...-Tragó saliva el vampiro Zar, mirando con indiferencia cómo al humano se le iban las fuerzas ante él-...Y esto es lo que pasa cuando te interpones en los planes de los Hijos de Habaknuk
-Tus dioses no te ayudarán ahora-Sentenció Wallfaus
Zar colocó el filo la espada con cuidado en la rendija que conectaba la hombrera con la armadura del torso. Ese lugar, si se atravesaba con un arma, daría al mercenario una muerte segura, ya que un conducto sanguíneo importante pasaba por ese lugar.
Emmanuel, arrastrándose como podía mientras rabiaba por la herida de su espalda, intentó agarrar una de las espadas de Alward, las cuales aún seguían reposando en el frío suelo pedregoso. Consiguió agarrar una, pero Wallfaus pisó con fuerza el antebrazo del arquero mientras lo retorcía y estrujaba con su propio peso contra el suelo, lo que hizo al arquero soltar otro grito de dolor mientras apretaba los dientes y agachaba la mirada, cerrando los ojos de del dolor.
-¡Ja! Humanos chillando como cerdos-Despreció-¿Dónde están vuestros dioses?-Inquirió, en forma de burla
Todo quedó en silencio. Una columna de una extraña humo se alzaba imponente en medio del círculo de fuego que llegaba a rozar hasta a la mismísima bóveda celeste, era brillante y cautivadora... No se podía ver bien desde esa posición quién seguía en pie dentro del círculo. De pronto, una voz se oyó sobre todas las demás, rebotando en cada esquina de aquella plaza y en cada recoveco posible, llegando así hasta los vampiros.
-¡NO ERES DIGNO SIQUIERA PARA VER A NUESTROS DIOSES!
Los tres señores de la noche posaron su mirada al lugar del cual provenía aquella voz. Era Moses, el stelliazo se encontraba solo, en la entrada a la plaza, con los puños recostados sobre sus caderas, haciendo que sus brazos queden en jarras. Una sonrisa amenazante se mostraba en su rostro. Tenía cierta soberbia, parecida a la que mostraban los vampiros, sin duda era un reto.
-¿Otro humano que viene a morir como un sucio animal?-Alzó la voz para que Moses pudiera oírle
-¡Este humano te hará llorar!-Señaló a Wallfaus, de nuevo con soberbia y con el ego por las nubes. Sus palabras decían y prometían mucho
-¿Tú solo?-Miró a su alrededor-¡No me hagas reír! Cuando nuestro señor Habaknuk se libre de las molestas brujas, tu ciudad se convertirá de nuevo en un bastión vampírico
De pronto, desde el otro lado de la plaza, empezaron a venir más vampiros, que poco a poco se reorganizaban junto a Zar y los suyos, con intención de entrar al anillo de fuego. Lobos también se escuchaban entre los tejados, sin duda aquello iba a convertirse en el epicentro de una sangrienta y cruenta batalla, con miles de víctimas.
-¿Solo?-Se le escapó una risilla-¿Quién ha dicho...?-A su lado vinieron corriendo Ivens y Eiko, preparándose para una ofensiva-¿QUE ESTÉ SOLO?
Rugidos de bestias y humanos se empezaron a escuchar también por las calles. Eran la Factoría y la Guardia, que acudían también al combate.
Alward abrió los ojos. Poco a poco, los miembros de la Guardia y la Factoría se reagrupaban junto a los tres stelliazos que aún seguían en pie. El Sevna pudo identificar a Thomas, Verenor y el cibernético Guardia 6. Por parte de la Factoría habían llegado cientos de efectivos también, a los que reconoció solo al equino Lamar y al inmenso hipopótamo de casi tres metros Tropel. El mercenario esbozó una sonrisa, mientras mostraba un gesto relajado al cerrar de nuevo los ojos.
-...Justo a tiempo, Mo...-Murmuró para sí
Al verse rodeados, Zar soltó a Alward y se preparó para la lucha, Wallfaus dejó de preocuparse de Emmanuel y se reagrupó también con los suyos. Los lobos por los tejados, los humanos y bestias a un lado de la plaza y los vampiros al otro. La batalla de a tres ahora verdaderamente iba a comenzar.
Alward cayó hacia adelante apoyando sus manos en el suelo. Apretó los dientes con rabia y dolor, tenía que seguir peleando. Por él, por su honor, por su gente, por la ciudad... La sangre le seguía emanando de la herida, se llevó su mano izquierda al costado derecho, mientras respiraba pesadamente. Tras un par de segundos, volvió a mirarse la mano, toda ensangrentada. La herida desde luego no pintaba bien. Miró hacia su izquierda, allí estaba Emmanuel, tirado en el suelo, aún luchando por ponerse en pie, estaba como él, a gatas y luchando contra su propio dolor.
Levantó la vista, en una zona de los tejados donde no había lobos y estaba más apartada del resto de edificios, pudo ver cómo Jason Bosne le miraba junto a Gaia, ambos como meros observadores de la escena bélica.
Todo pasó en cuestión de segundos, pero para el mercenario fue una eternidad, todo se movía despacio. De nuevo, devolvió su mirada hacia su compañero.
-Vamos, Emm...-Apretó los dientes por el dolor-...Esto... Aún... No ha acabado
Nuevamente, se puso de rodillas, haciendo caso omiso a su dolor. Primero alzó una rodilla, con dificultad. Luego otra, no fue fácil, incluso se tuvo que apoyar con las manos para poder hacer el gesto de alzarse... Lo logró, pudo ponerse en pie, la sangre le corría desde el costado hasta la pierna derecha, hasta que se derramaba en el suelo. [2]
-¡¡POR LUNARGENTA!!-Arengó Moses desde su posición
-¡POR NOSOTROS!-Añadió Ivens
La coalición humana-bestia empezó a cargar hacia adelante, contra los vampiros. Los lobos atacaban a los flancos, tanto a humanos como a vampiros, mientras que estos últimos, esperaban en su posición. Zar no le quitaba la vista a Alward.
-¡POR HABAKNUK!-Arengó Zar a los suyos
Los humanos y las bestias sobrepasaron a Alward y Emmanuel, llegando así a chocar contra los vampiros. Finalmente, las tres fuerzas se vieron enfrascadas en la batalla, mientras que la columna de humo poco a poco se iba desvaneciendo en el centro del anillo de fuego, junto al propio anillo. Alward y Emmanuel se perdieron entre la muchedumbre, Zar, Wallfaus y Tradden también.
Entre tanto gentío, Alward logró localizar de nuevo a Zar, el cual intentaba acceder al anillo de fuego. El humano entonces llamó la atención del vampiro.
-¡Eh!-Respiraba cansado y con poca energía-Acabemos... Lo que empezamos...-Decía mientras intentaba recobrar el aliento.
La adrenalina corría por su cuerpo, el corazón bombeaba sangre a todos sus músculos a mil por hora. Estaba motivado, estaba concentrado, estaba metido en la batalla. El vampiro, rabioso, se abalanzó sobre él, fue fácil para el mercenario repeler sus golpes. Ahora era su turno, también dio varios tajos. La actitud del Sevna para con el combate había mejorado bastante, estaba casi como nuevo, hasta el dolor lo ignoraba por completo.
Zar se zafó de los ataques del humano con una finta, para luego contraatacar, Alward a su vez esquivó el ataque. ambos chocaban sus espadas con varios golpes. Era una lucha a muerte entre dos habilidosos de la espada. Casi podría apreciarse como arte. Los movimientos de ambos eran gráciles, rápidos y con gran contundencia. Ninguno aminoraba la marcha, chocaban y chocaban, la lucha no paraba su fuerza no disminuía, de ahí solo podía quedar uno, ya que ninguno iba a dar un paso atrás.
De pronto, un vampiro se abalanzó hacia Alward, para así darle alguna ventaja a Zar y que acabase de una vez por todas con el mercenario. Pero una flecha se incrustó de lleno en el cráneo del asaltante, no dejando siquiera que rozase al mercenario. En uno de los choques de las espadas de los dos contrincantes, Alward pateó a su oponente para recobrar el aliento y parar por unos segundos la sucesión de ataques por parte de ambos. Miró hacia el lado del que provenía el proyectil, allí estaba Emmanuel en pie de nuevo, con una sonrisa en su rostro. Se bajó su capucha y con cierto dolor y reparo alzó su brazo para alzar con él el pulgar, indicándole al Sevna que él estaba también de vuelta. Esto alegró bastante a Alward, lo que lo motivó para seguir luchando. De nuevo, el arquero se perdió entre la masa de la batalla, dejando nuevamente "a solas" a Zar y al propio stelliazo, frente a frente.
Como si de un ritual se tratase, el humano y el vampiro se quedaron mirando un par de segundos, como ofreciendo a su contrincante el llevar la iniciativa ofensiva. No duró mucho, pero para ambos combatientes ese momento duró horas, era una interminable batalla dentro de otra batalla. Esta consistía en mantenerse mutuamente la mirada, hasta que alguno decidiese cargar de nuevo.
Pareció un acto pactado, pero ambos decidieron abalanzarse el uno contra el otro al mismo tiempo, con la misma rabia, la misma fuerza, la misma ferocidad que requería un combate de esas características. Ambos chocaron, Alward sus dos espadas, Zar su única arma. Aunque toda lógica apuntaría a que el Sevna lograría llevarse la victoria debido a su superioridad con las dos espadas frente a una sola por parte del vampiro, este último tenía más fuerza, más resistencia y más nivel combatiendo que el mercenario, era superior en todas las facetas, le sacaba bastante ventaja, por eso era sorprendente para él que un simple humano le plantase cara y lograse mantenerse durante tanto tiempo en pie.
El choque estaba tan igualado, que parecía que las tres armas en cualquier momento cederían a la vez y acabarían rompiéndose por la mitad.
Antes de que eso ocurriese, la columna de humo desapareció y con ella, el anillo de fuego. Tras esto, ambos combatientes cesaron su ataque y retrasaron unos pasos para volver a recobrar el aliento. Miraron curiosos a lo que pasaba dentro de donde antes se encontraba la columna de humo.
La escena era enternecedora. Los vampiros, al ver a su "dios" débil y moribundo casi en los brazos de otro vampiro, pararon de luchar. Su moral bajó. Una vampira estaba siendo arrastrada y llevada del lugar por otros de su raza, llevaba un proyectil en medio del pecho, que dejaba a su vez un rastro de sangre por el suelo allá donde era llevada.
-¡LALUTH!-Vociferó Zar impotente. Luego desvió la mirada hacia Dag Thorlák-M-mi señor...!
Alward miró a su alrededor, mientras aún recobraba su aliento y descansaba un poco después de aquella refriega. Zar había olvidado completamente la batalla y observaba atónito a su dios caído. El resto de vampiros mostraban actos similares. Cadáveres de todos los bandos inundaban aquella plaza, y probablemente, toda la ciudad.
Huracán era tomada por los hombros por otra mujer. No reconocía a esta última. Es más, parecía una especie de... ¿Aliada? No lo sabía, no había estado dentro del círculo, pero si la ayudaba era por algo.
Los lobos seguían dando guerra, pero los de la factoría los estaban aplacando. En cambio, los vampiros habían cesado su lucha, mirando expectantes a Dag Thorlák. Tenía que darles órdenes, un ejército sin sus altos líderes no era nada, y no había nadie para tomar el bando en esa batalla para ellos. Decepcionados, furiosos, impotentes... Así se describía a los señores de la noche en ese momento.
Alward cayó de rodillas. Su adrenalina y aquel impulso que le había hecho regresar a la batalla habían decaído. Miró a Zar, aunque este ya no le prestaba atención.
-Marchaos... De esta ciudad...-Zar desvió la mirada con rabia a Alward, se acercó a él y le levantó la espada, a punto para ejecutarle. El Sevna entrecerró los ojos, quizás esperando su final, o porque realmente no tenía más fuerzas para mantenerse despierto-...Ve con los tuyos... Te necesitan... No los abandones...-Sonrió con cierto grado de... ¿Amabilidad?-...La guerra no tiene sentido...-Empezó a respirar pesadamente de nuevo-...Dag Thorlák no es tu dios... Si de verdad quieres el bien para tu gente... Empieza por ti, por ellos... Y no pongas por delante a ningún dios
Zar bajó la espada, ¿Estaba de verdad pensando en las palabras que le dijo el humano? Este abrió los ojos, se le notaba cansado.
-Honor... Eso es lo más importante
-¿Por qué dices todo eso?-Apretó los dientes con un gesto de enojo-¿Acaso si fuese al revés no acabarías con mi vida?
-...Quizás sí...-Se llevó una mano a su costado para tapar su herida-Antes acabé con uno de los tuyos después de interrogarlo. Lirio se llamaba-Al oír ese nombre, el vampiro apretó la empuñadura de su arma y la alzó de nuevo-...No justifico su muerte, tampoco las de las demás almas que durante mi vida he puesto fin...
-Mereces morir tanto como yo-Acercó el filo de la espada al cuello del mercenario
-...Si... Pero... Creo que siempre hay oportunidad para redimirse. Para ser mejor...-Tosió un par de veces y luego suspiró-Puedes ordenar a los tuyos que se retiren... A los que aún quedan en pie... Podéis marcharos de aquí, esto no está bien... Dag Thorlák no es Habaknuk, creo que lo sabes bien. Podéis empezar a hacer las cosas bien, y hacer que los vampiros sean una raza respetada sin tener que derramar más sangre de inocentes, ¿No crees?
De nuevo, el silencio se apoderó de aquel sitio, entre ellos dos el tiempo se volvió a congelar. Alward no tenía fuerzas para defenderse, en cambio Zar tenía todas las del mundo para poder seguir combatiendo mucho más. El vampiro quería matar al humano, pero había algo en su interior que no se lo permitía, algo que hacía que todo ese ímpetu, soberbia y determinación no ayudaran a hacer ese mínimo esfuerzo de empujar su brazo hacia adelante, a la vez que la hoja acabaría incrustándose en la garganta del Sevna.
De pronto, un chorro a presión impactó en el pecho del vampiro, haciéndole caer hacia atrás un par de metros.
-¡¡¡AL!!!
Ivens, Moses y Eiko corrieron junto al Sevna para socorrerlo, mientras lo protegían del vampiro.
-¡Más vale que te vayas preparando, escoria!-Dijo mientras adoptaba una posición lista para combatir, al igual que lo hacían los dos brujos; Ivens y Eiko.
Alward, por su parte, cayó hacia adelante, perdiendo la totalidad de su consciencia. En ese momento, Zar se levantó y se quedó mirando a los stelliazos durante un momento, para luego echar a correr de allí, dejándolos definitivamente en paz.
Tras eso, los tres mercenarios se centraron en su amigo, y en ayudarlo a salir de allí. Tendrían que sacarlo ellos mismos, ya que este no se encontraban en disposición de poder hacerlo.
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Habilidad usada: Contraataque [1]
Habilidad usada: Ultimátum [2]
Los enemigos soltaron dos tajos soberbios, uno por cada vampiro. Alward tuvo que enfrentar este ataque con ambas armas, por suerte, rechazó los dos ataques, aunque quedó desestabilizado.
El otro vampiro se materializó justo detrás de ambos mercenarios. Dio otro tajo, por la espalda. El ataque alcanzó a Emmanuel, el cual no tuvo tiempo de esquivar y de siquiera reaccionar. Un corte profundo atravesó su armadura de cuero y dejó en su espalda una herida bastante fea. El arquero rabió de dolor y cayó al suelo, retorciéndose sin ni siquiera poder levantar la vista. Poco a poco, un charco de sangre se formó alrededor, que tiñó sus ropas de un color rojo más oscuro e intenso de las que ya de por sí portaba. El arquero carmesí hacía más que nunca honor a su "apodo".
-¡Emm!
Los tres vampiros volvieron a atacar, pero esta vez a solo al Sevna. El cual paró dos de los ataques, no pudiendo hacer nada contra un tercero que le vino de frente. Su armadura era más gruesa y robusta que la del arquero, pero aún así el ataque le generó cierto dolor en el costado; lugar en el que había impactado el golpe.
Alward se quitó de encima a su atacante delantero con una fuerte patada, teniendo aún en conflicto y choque de espadas a los dos laterales. Tras eso, al atacante de la izquierda lo echó hacia atrás, imprimiendo fuerza en ese lado y dejando un poco descubierto su flanco derecho, pero reaccionó rápido y tras desestabilizar al atacante derecho al dejar de imprimir fuerza, logró con sus dos espadas, y ya estando despejado de la presión de su izquierda, imprimir un duro y fuerte ataque a dicho objetivo. [1]
El objetivo había resultado dañado en su pecho con una herida en forma de "X", profunda y sangrante. Llevaba medio torso al descubierto, por lo que no había sido muy difícil que las dos armas de Alward lograsen perforar la piel de aquel señor de la noche.
-Agghh-Tradden no pudo evitar soltar ese pequeño grito de dolor, por más que su soberbia vampírica le indicase que se mantuviese sereno y firme. Después de todo, era un ser que podía sentir el dolor. Sus gestos lo delataban, encogió el rostro y se echó un poco hacia atrás, llevándose la mano al pecho, manchándose con la sangre que es gran equis en el torso desprendía-...Maldito humano-Masculló entre dientes
Sin previo aviso, y sin que le diese tiempo a recomponerse de aquella ofensiva, Alward recibió otro espadazo en el costado por la espalda, esta vez sí que penetró la armadura, la sangre brotó y el mercenario, como acto instintivo, se puso de rodillas, dejando caer sus espadas y llevándose las manos a la herida. Todo era un amasijo de hierro, cuero y tela, no se podía ver bien cómo era la apertura de la herida ni qué profundidad tenía.
El vampiro que parecía de mayor rango, el cual tenía cabellos largos y blancos, y portaba una armadura ostentosa y pesada, le agarró del hombro derecho y recostó el filo de su espada en el hombro opuesto. Alward cerró los ojos y suspiró, claramente le habían ganado la partida. Dejó sus manos muertas y entonces la sangre empezó a volver a salir como si de una cascada se tratase.
-...-Tragó saliva el vampiro Zar, mirando con indiferencia cómo al humano se le iban las fuerzas ante él-...Y esto es lo que pasa cuando te interpones en los planes de los Hijos de Habaknuk
-Tus dioses no te ayudarán ahora-Sentenció Wallfaus
Zar colocó el filo la espada con cuidado en la rendija que conectaba la hombrera con la armadura del torso. Ese lugar, si se atravesaba con un arma, daría al mercenario una muerte segura, ya que un conducto sanguíneo importante pasaba por ese lugar.
Emmanuel, arrastrándose como podía mientras rabiaba por la herida de su espalda, intentó agarrar una de las espadas de Alward, las cuales aún seguían reposando en el frío suelo pedregoso. Consiguió agarrar una, pero Wallfaus pisó con fuerza el antebrazo del arquero mientras lo retorcía y estrujaba con su propio peso contra el suelo, lo que hizo al arquero soltar otro grito de dolor mientras apretaba los dientes y agachaba la mirada, cerrando los ojos de del dolor.
-¡Ja! Humanos chillando como cerdos-Despreció-¿Dónde están vuestros dioses?-Inquirió, en forma de burla
Todo quedó en silencio. Una columna de una extraña humo se alzaba imponente en medio del círculo de fuego que llegaba a rozar hasta a la mismísima bóveda celeste, era brillante y cautivadora... No se podía ver bien desde esa posición quién seguía en pie dentro del círculo. De pronto, una voz se oyó sobre todas las demás, rebotando en cada esquina de aquella plaza y en cada recoveco posible, llegando así hasta los vampiros.
-¡NO ERES DIGNO SIQUIERA PARA VER A NUESTROS DIOSES!
Los tres señores de la noche posaron su mirada al lugar del cual provenía aquella voz. Era Moses, el stelliazo se encontraba solo, en la entrada a la plaza, con los puños recostados sobre sus caderas, haciendo que sus brazos queden en jarras. Una sonrisa amenazante se mostraba en su rostro. Tenía cierta soberbia, parecida a la que mostraban los vampiros, sin duda era un reto.
-¿Otro humano que viene a morir como un sucio animal?-Alzó la voz para que Moses pudiera oírle
-¡Este humano te hará llorar!-Señaló a Wallfaus, de nuevo con soberbia y con el ego por las nubes. Sus palabras decían y prometían mucho
-¿Tú solo?-Miró a su alrededor-¡No me hagas reír! Cuando nuestro señor Habaknuk se libre de las molestas brujas, tu ciudad se convertirá de nuevo en un bastión vampírico
De pronto, desde el otro lado de la plaza, empezaron a venir más vampiros, que poco a poco se reorganizaban junto a Zar y los suyos, con intención de entrar al anillo de fuego. Lobos también se escuchaban entre los tejados, sin duda aquello iba a convertirse en el epicentro de una sangrienta y cruenta batalla, con miles de víctimas.
-¿Solo?-Se le escapó una risilla-¿Quién ha dicho...?-A su lado vinieron corriendo Ivens y Eiko, preparándose para una ofensiva-¿QUE ESTÉ SOLO?
Rugidos de bestias y humanos se empezaron a escuchar también por las calles. Eran la Factoría y la Guardia, que acudían también al combate.
Alward abrió los ojos. Poco a poco, los miembros de la Guardia y la Factoría se reagrupaban junto a los tres stelliazos que aún seguían en pie. El Sevna pudo identificar a Thomas, Verenor y el cibernético Guardia 6. Por parte de la Factoría habían llegado cientos de efectivos también, a los que reconoció solo al equino Lamar y al inmenso hipopótamo de casi tres metros Tropel. El mercenario esbozó una sonrisa, mientras mostraba un gesto relajado al cerrar de nuevo los ojos.
-...Justo a tiempo, Mo...-Murmuró para sí
Al verse rodeados, Zar soltó a Alward y se preparó para la lucha, Wallfaus dejó de preocuparse de Emmanuel y se reagrupó también con los suyos. Los lobos por los tejados, los humanos y bestias a un lado de la plaza y los vampiros al otro. La batalla de a tres ahora verdaderamente iba a comenzar.
Alward cayó hacia adelante apoyando sus manos en el suelo. Apretó los dientes con rabia y dolor, tenía que seguir peleando. Por él, por su honor, por su gente, por la ciudad... La sangre le seguía emanando de la herida, se llevó su mano izquierda al costado derecho, mientras respiraba pesadamente. Tras un par de segundos, volvió a mirarse la mano, toda ensangrentada. La herida desde luego no pintaba bien. Miró hacia su izquierda, allí estaba Emmanuel, tirado en el suelo, aún luchando por ponerse en pie, estaba como él, a gatas y luchando contra su propio dolor.
Levantó la vista, en una zona de los tejados donde no había lobos y estaba más apartada del resto de edificios, pudo ver cómo Jason Bosne le miraba junto a Gaia, ambos como meros observadores de la escena bélica.
Todo pasó en cuestión de segundos, pero para el mercenario fue una eternidad, todo se movía despacio. De nuevo, devolvió su mirada hacia su compañero.
-Vamos, Emm...-Apretó los dientes por el dolor-...Esto... Aún... No ha acabado
Nuevamente, se puso de rodillas, haciendo caso omiso a su dolor. Primero alzó una rodilla, con dificultad. Luego otra, no fue fácil, incluso se tuvo que apoyar con las manos para poder hacer el gesto de alzarse... Lo logró, pudo ponerse en pie, la sangre le corría desde el costado hasta la pierna derecha, hasta que se derramaba en el suelo. [2]
-¡¡POR LUNARGENTA!!-Arengó Moses desde su posición
-¡POR NOSOTROS!-Añadió Ivens
La coalición humana-bestia empezó a cargar hacia adelante, contra los vampiros. Los lobos atacaban a los flancos, tanto a humanos como a vampiros, mientras que estos últimos, esperaban en su posición. Zar no le quitaba la vista a Alward.
-¡POR HABAKNUK!-Arengó Zar a los suyos
Los humanos y las bestias sobrepasaron a Alward y Emmanuel, llegando así a chocar contra los vampiros. Finalmente, las tres fuerzas se vieron enfrascadas en la batalla, mientras que la columna de humo poco a poco se iba desvaneciendo en el centro del anillo de fuego, junto al propio anillo. Alward y Emmanuel se perdieron entre la muchedumbre, Zar, Wallfaus y Tradden también.
Entre tanto gentío, Alward logró localizar de nuevo a Zar, el cual intentaba acceder al anillo de fuego. El humano entonces llamó la atención del vampiro.
-¡Eh!-Respiraba cansado y con poca energía-Acabemos... Lo que empezamos...-Decía mientras intentaba recobrar el aliento.
La adrenalina corría por su cuerpo, el corazón bombeaba sangre a todos sus músculos a mil por hora. Estaba motivado, estaba concentrado, estaba metido en la batalla. El vampiro, rabioso, se abalanzó sobre él, fue fácil para el mercenario repeler sus golpes. Ahora era su turno, también dio varios tajos. La actitud del Sevna para con el combate había mejorado bastante, estaba casi como nuevo, hasta el dolor lo ignoraba por completo.
Zar se zafó de los ataques del humano con una finta, para luego contraatacar, Alward a su vez esquivó el ataque. ambos chocaban sus espadas con varios golpes. Era una lucha a muerte entre dos habilidosos de la espada. Casi podría apreciarse como arte. Los movimientos de ambos eran gráciles, rápidos y con gran contundencia. Ninguno aminoraba la marcha, chocaban y chocaban, la lucha no paraba su fuerza no disminuía, de ahí solo podía quedar uno, ya que ninguno iba a dar un paso atrás.
De pronto, un vampiro se abalanzó hacia Alward, para así darle alguna ventaja a Zar y que acabase de una vez por todas con el mercenario. Pero una flecha se incrustó de lleno en el cráneo del asaltante, no dejando siquiera que rozase al mercenario. En uno de los choques de las espadas de los dos contrincantes, Alward pateó a su oponente para recobrar el aliento y parar por unos segundos la sucesión de ataques por parte de ambos. Miró hacia el lado del que provenía el proyectil, allí estaba Emmanuel en pie de nuevo, con una sonrisa en su rostro. Se bajó su capucha y con cierto dolor y reparo alzó su brazo para alzar con él el pulgar, indicándole al Sevna que él estaba también de vuelta. Esto alegró bastante a Alward, lo que lo motivó para seguir luchando. De nuevo, el arquero se perdió entre la masa de la batalla, dejando nuevamente "a solas" a Zar y al propio stelliazo, frente a frente.
Como si de un ritual se tratase, el humano y el vampiro se quedaron mirando un par de segundos, como ofreciendo a su contrincante el llevar la iniciativa ofensiva. No duró mucho, pero para ambos combatientes ese momento duró horas, era una interminable batalla dentro de otra batalla. Esta consistía en mantenerse mutuamente la mirada, hasta que alguno decidiese cargar de nuevo.
Pareció un acto pactado, pero ambos decidieron abalanzarse el uno contra el otro al mismo tiempo, con la misma rabia, la misma fuerza, la misma ferocidad que requería un combate de esas características. Ambos chocaron, Alward sus dos espadas, Zar su única arma. Aunque toda lógica apuntaría a que el Sevna lograría llevarse la victoria debido a su superioridad con las dos espadas frente a una sola por parte del vampiro, este último tenía más fuerza, más resistencia y más nivel combatiendo que el mercenario, era superior en todas las facetas, le sacaba bastante ventaja, por eso era sorprendente para él que un simple humano le plantase cara y lograse mantenerse durante tanto tiempo en pie.
El choque estaba tan igualado, que parecía que las tres armas en cualquier momento cederían a la vez y acabarían rompiéndose por la mitad.
Antes de que eso ocurriese, la columna de humo desapareció y con ella, el anillo de fuego. Tras esto, ambos combatientes cesaron su ataque y retrasaron unos pasos para volver a recobrar el aliento. Miraron curiosos a lo que pasaba dentro de donde antes se encontraba la columna de humo.
La escena era enternecedora. Los vampiros, al ver a su "dios" débil y moribundo casi en los brazos de otro vampiro, pararon de luchar. Su moral bajó. Una vampira estaba siendo arrastrada y llevada del lugar por otros de su raza, llevaba un proyectil en medio del pecho, que dejaba a su vez un rastro de sangre por el suelo allá donde era llevada.
-¡LALUTH!-Vociferó Zar impotente. Luego desvió la mirada hacia Dag Thorlák-M-mi señor...!
Alward miró a su alrededor, mientras aún recobraba su aliento y descansaba un poco después de aquella refriega. Zar había olvidado completamente la batalla y observaba atónito a su dios caído. El resto de vampiros mostraban actos similares. Cadáveres de todos los bandos inundaban aquella plaza, y probablemente, toda la ciudad.
Huracán era tomada por los hombros por otra mujer. No reconocía a esta última. Es más, parecía una especie de... ¿Aliada? No lo sabía, no había estado dentro del círculo, pero si la ayudaba era por algo.
Los lobos seguían dando guerra, pero los de la factoría los estaban aplacando. En cambio, los vampiros habían cesado su lucha, mirando expectantes a Dag Thorlák. Tenía que darles órdenes, un ejército sin sus altos líderes no era nada, y no había nadie para tomar el bando en esa batalla para ellos. Decepcionados, furiosos, impotentes... Así se describía a los señores de la noche en ese momento.
Alward cayó de rodillas. Su adrenalina y aquel impulso que le había hecho regresar a la batalla habían decaído. Miró a Zar, aunque este ya no le prestaba atención.
-Marchaos... De esta ciudad...-Zar desvió la mirada con rabia a Alward, se acercó a él y le levantó la espada, a punto para ejecutarle. El Sevna entrecerró los ojos, quizás esperando su final, o porque realmente no tenía más fuerzas para mantenerse despierto-...Ve con los tuyos... Te necesitan... No los abandones...-Sonrió con cierto grado de... ¿Amabilidad?-...La guerra no tiene sentido...-Empezó a respirar pesadamente de nuevo-...Dag Thorlák no es tu dios... Si de verdad quieres el bien para tu gente... Empieza por ti, por ellos... Y no pongas por delante a ningún dios
Zar bajó la espada, ¿Estaba de verdad pensando en las palabras que le dijo el humano? Este abrió los ojos, se le notaba cansado.
-Honor... Eso es lo más importante
-¿Por qué dices todo eso?-Apretó los dientes con un gesto de enojo-¿Acaso si fuese al revés no acabarías con mi vida?
-...Quizás sí...-Se llevó una mano a su costado para tapar su herida-Antes acabé con uno de los tuyos después de interrogarlo. Lirio se llamaba-Al oír ese nombre, el vampiro apretó la empuñadura de su arma y la alzó de nuevo-...No justifico su muerte, tampoco las de las demás almas que durante mi vida he puesto fin...
-Mereces morir tanto como yo-Acercó el filo de la espada al cuello del mercenario
-...Si... Pero... Creo que siempre hay oportunidad para redimirse. Para ser mejor...-Tosió un par de veces y luego suspiró-Puedes ordenar a los tuyos que se retiren... A los que aún quedan en pie... Podéis marcharos de aquí, esto no está bien... Dag Thorlák no es Habaknuk, creo que lo sabes bien. Podéis empezar a hacer las cosas bien, y hacer que los vampiros sean una raza respetada sin tener que derramar más sangre de inocentes, ¿No crees?
De nuevo, el silencio se apoderó de aquel sitio, entre ellos dos el tiempo se volvió a congelar. Alward no tenía fuerzas para defenderse, en cambio Zar tenía todas las del mundo para poder seguir combatiendo mucho más. El vampiro quería matar al humano, pero había algo en su interior que no se lo permitía, algo que hacía que todo ese ímpetu, soberbia y determinación no ayudaran a hacer ese mínimo esfuerzo de empujar su brazo hacia adelante, a la vez que la hoja acabaría incrustándose en la garganta del Sevna.
De pronto, un chorro a presión impactó en el pecho del vampiro, haciéndole caer hacia atrás un par de metros.
-¡¡¡AL!!!
Ivens, Moses y Eiko corrieron junto al Sevna para socorrerlo, mientras lo protegían del vampiro.
-¡Más vale que te vayas preparando, escoria!-Dijo mientras adoptaba una posición lista para combatir, al igual que lo hacían los dos brujos; Ivens y Eiko.
Alward, por su parte, cayó hacia adelante, perdiendo la totalidad de su consciencia. En ese momento, Zar se levantó y se quedó mirando a los stelliazos durante un momento, para luego echar a correr de allí, dejándolos definitivamente en paz.
Tras eso, los tres mercenarios se centraron en su amigo, y en ayudarlo a salir de allí. Tendrían que sacarlo ellos mismos, ya que este no se encontraban en disposición de poder hacerlo.
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Habilidad usada: Contraataque [1]
Habilidad usada: Ultimátum [2]
Alward Sevna
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Re: Sangre y Sombras [Tema 2/3 Evento Captura y Castigo Dag]
Hizo lo posible por dejar de pensar en lo que tenía a su espalda, en si Huracán lo escucharía, en si lo atacaría. No le habría sorprendido si la decisión de la cazadora le llegaba bajo la forma de una saeta atravesándole el pecho; había lanzado la moneda al aire sabiendo que uno de los lados estaba cargado. Pero si bien temía esta posibilidad, no podía darse el lujo de pensar en ella.
Las uñas del pretendido Habaknuk se clavaron en sus hombros, y Taliesin reaccionó doblando las rodillas y preparándose para contrarrestar cualquier fuerza externa que pretendiera moverlo. Pero la fuerza no llegó. Taliesin bajó los brazos, congelado en aquel instante que se alargó sin que ninguno de los dos tomara una acción. Fue muy consciente del calor del fuego junto a él; recordó lo que había sentido aquella mañana con Zöe en la que, durante unos breves segundos, el sol había visto su piel y la había quemado. Caer en un círculo de fuego no podía ser más doloroso que aquello, pensó, y esto reforzó un poco su valentía.
Hasta que aquel hiatus se interrumpió con dos flechas.
- ¡¡Dag!! - gritó Taliesin. La conclusión fue inmediata: Huracán había decidido matarlo.
Su reacción fue acercarse al vampiro, pero al estar tan cerca sólo consiguió que cayera contra él y lo empujara. Pudo agarrarlo y a duras penas no caer al suelo, aunque trastabilló. En su mente sonaba una señal de alarma, y lo primero que hizo cuando recuperó algo de equilibrio fue ladearse para intentar hacer de escudo para Dag si otra saeta seguía a aquellas dos, mientras sostenía al vampiro casi desfallecido en sus brazos.
Pero la saeta no llegó. "¿Y por qué no me ha disparado a mí?"
-Cuídate de que no escape. – escuchó a Huracán. Sólo entonces la miró Taliesin. - Voy a acabar con esa gilipollas.
Gilipollas era un adjetivo con el que Taliesin estaba completamente de acuerdo en aplicar a Laluth. Puso todas sus esperanzas en que fuera a cumplir lo que prometía, y agarró a Dag en un abrazo, ya no sabiendo si para retenerlo o protegerlo... o ambos al mismo tiempo. El otro vampiro también se agarraba a él y Skatha no supo qué decirle o qué hacer. Observó la saeta en la rodilla, la sangre en el cuerpo de Dag, y se sintió culpable e impotente.
Finalmente Taliesin sintió a Dag moverse. No había podido ver la batalla de Huracán, y no sabía si lo siguiente que escucharía sería la voz del falso dios o la de Laluth a sus espaldas. Pero en cuanto pudo ver la expresión de Dag, la reconoció. Aquella media sonrisa falsa había desaparecido, y en su lugar se encontraban el dolor y la confusión de un mortal.
- ¡Quieto! Quieto... - Dag había intentado moverse sin darse cuenta de que tenía una flecha en la pierna. Taliesin lo agarró del brazo para darle estabilidad y que pudiera alzarse sin poner peso en la rodilla herida.
Mientras Dag miraba a su alrededor, Skatha lo miraba a él con los ojos como platos. Le costó largos segundos convencerse de la realidad de lo que veía, y finalmente no pudo evitar sonreír y soltar una breve risa de alivio.
- Dag - hizo eco, un poco absurdamente, cuando el otro dijo su nombre. Pero la sonrisa de alivio desapareció ante las siguientes preguntas -. Calma. Estás débil - intentó tranquilizarlo -. Estás en Lunargenta. Acabas de despertar de una hipnosis.
No quiso darle más detalles. No quiso hablar de Habaknuk, ni de los vampiros de Sacrestic. ¿Y en cuanto a Zöe? Odiaba admitir que esperaba que Dag pudiera responder a esa respuesta. Quizás necesitara un momento para recordar. Miró otra vez la saeta, y fue completamente consciente de que huir mientras nadie les miraba no era una opción. No tenía ningún aliado que pudiera ayudarlo.
- No sé dónde está Zöe - tuvo que admitir -. Pero la encontraremos. Vamos a sacarte de aquí.
Las uñas del pretendido Habaknuk se clavaron en sus hombros, y Taliesin reaccionó doblando las rodillas y preparándose para contrarrestar cualquier fuerza externa que pretendiera moverlo. Pero la fuerza no llegó. Taliesin bajó los brazos, congelado en aquel instante que se alargó sin que ninguno de los dos tomara una acción. Fue muy consciente del calor del fuego junto a él; recordó lo que había sentido aquella mañana con Zöe en la que, durante unos breves segundos, el sol había visto su piel y la había quemado. Caer en un círculo de fuego no podía ser más doloroso que aquello, pensó, y esto reforzó un poco su valentía.
Hasta que aquel hiatus se interrumpió con dos flechas.
- ¡¡Dag!! - gritó Taliesin. La conclusión fue inmediata: Huracán había decidido matarlo.
Su reacción fue acercarse al vampiro, pero al estar tan cerca sólo consiguió que cayera contra él y lo empujara. Pudo agarrarlo y a duras penas no caer al suelo, aunque trastabilló. En su mente sonaba una señal de alarma, y lo primero que hizo cuando recuperó algo de equilibrio fue ladearse para intentar hacer de escudo para Dag si otra saeta seguía a aquellas dos, mientras sostenía al vampiro casi desfallecido en sus brazos.
Pero la saeta no llegó. "¿Y por qué no me ha disparado a mí?"
-Cuídate de que no escape. – escuchó a Huracán. Sólo entonces la miró Taliesin. - Voy a acabar con esa gilipollas.
Gilipollas era un adjetivo con el que Taliesin estaba completamente de acuerdo en aplicar a Laluth. Puso todas sus esperanzas en que fuera a cumplir lo que prometía, y agarró a Dag en un abrazo, ya no sabiendo si para retenerlo o protegerlo... o ambos al mismo tiempo. El otro vampiro también se agarraba a él y Skatha no supo qué decirle o qué hacer. Observó la saeta en la rodilla, la sangre en el cuerpo de Dag, y se sintió culpable e impotente.
Finalmente Taliesin sintió a Dag moverse. No había podido ver la batalla de Huracán, y no sabía si lo siguiente que escucharía sería la voz del falso dios o la de Laluth a sus espaldas. Pero en cuanto pudo ver la expresión de Dag, la reconoció. Aquella media sonrisa falsa había desaparecido, y en su lugar se encontraban el dolor y la confusión de un mortal.
- ¡Quieto! Quieto... - Dag había intentado moverse sin darse cuenta de que tenía una flecha en la pierna. Taliesin lo agarró del brazo para darle estabilidad y que pudiera alzarse sin poner peso en la rodilla herida.
Mientras Dag miraba a su alrededor, Skatha lo miraba a él con los ojos como platos. Le costó largos segundos convencerse de la realidad de lo que veía, y finalmente no pudo evitar sonreír y soltar una breve risa de alivio.
- Dag - hizo eco, un poco absurdamente, cuando el otro dijo su nombre. Pero la sonrisa de alivio desapareció ante las siguientes preguntas -. Calma. Estás débil - intentó tranquilizarlo -. Estás en Lunargenta. Acabas de despertar de una hipnosis.
No quiso darle más detalles. No quiso hablar de Habaknuk, ni de los vampiros de Sacrestic. ¿Y en cuanto a Zöe? Odiaba admitir que esperaba que Dag pudiera responder a esa respuesta. Quizás necesitara un momento para recordar. Miró otra vez la saeta, y fue completamente consciente de que huir mientras nadie les miraba no era una opción. No tenía ningún aliado que pudiera ayudarlo.
- No sé dónde está Zöe - tuvo que admitir -. Pero la encontraremos. Vamos a sacarte de aquí.
Taliesin Skatha
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Re: Sangre y Sombras [Tema 2/3 Evento Captura y Castigo Dag]
Sentí un gran cansancio en mí. Tanto que ni siquiera pude ver cómo Laluth era llevada por otro vampiro, viva. No la había rematado, aunque yo creía que en aquel momento sí. O al menos es lo que cabría esperar de una chupasangres que había sido atravesada por la ballesta de Mortagglia. No podía culparme por ello.
El que lo estaba pasando mal era Sevna, junto con un grupo de hombres bestia, los lobos de Belladonna y los vampiros, tuvieron una batalla campal que tardaría en amainar. En la cual yo me mantuve al margen, y Bella también pasó de tratar inadvertida escondiéndose tras un portal. Había desatado el caos. Y era lo que querría, como siempre. Si bien sus verdaderas intenciones era atraer la atención del Hombre Muerto, a quien no conocía ni su nombre por aquella entonces. Una de las licántropas yacía moribunda en el suelo a manos de Laluth, así que seguramente lo habría conseguido.
Sí que advertí a ver cómo habían abatido a Alward. Corrí a socorrerle, Nick y Harry seguían allí, junto a los tres amigos de Alward. Llegué hasta la ubicación del joven, pero no tenía conocimientos de medicina.
-¡Alward! ¡Alward! – dije preocupada, tratando de reanimarlo. Pero era imposible. Por fortuna, seguía teniendo pulso en la mano. Miré a sus compañeros. – Lo lamento mucho, no puedo hacer nada. – les dije ligeramente apesadumbrada. – Tenéis que llevarlo a un hospital, y rápido. – miré al joven, en cierto modo, me recordaba a un intento fallido de Eltrant Tale. Igual de noble y aguerrido en combate, pero mucho menos efectivo. La experiencia puliría aquello. – Sé reconocer el apoyo de mis aliados. Si vais a Beltrexus, poneos en contacto conmigo y os pagaré por vuestra ayuda. – Alward sabía donde vivía, así que no habría problema.
Me levanté, y Nick y Harry siguieron a su maestra cazadora, uno a cada lado, con la habitual disciplina que gastábamos en el gremio. Cassandra y yo éramos las mandamases por igual desde la muerte de Isabella Boisson.
Volví entonces a donde estaba el dúo de vampiros protagonista. Dialogaban acerca de encontrar a alguien. No sabía quién era la tal Zöe ni tampoco me importaba. Aunque por cómo hablaban los chupasangres, imaginaba que sería otra de su condición. Me acerqué a ellos por la espalda y el chasquido de los virotes pequeños entrando en la recámara interrumpió la luna de miel de los tortolitos. Les estaba apuntando con mis ballestas de mano a la cabeza. Una para cada uno. – Vosotros dos no vais a ninguna parte. – Aseveré sin entonación, mirando primero a Taliesin, que era el último que había hecho el comentario, y después a Dag, el principal objetivo. - Tú te vienes conmigo. Si no, además de ser el Breve, vas a ser el de la Flecha en los Sesos. - Vacilé sonriendo contorneándome un poco. Me gustaba bella cuando mostraba mi lado prepotente durante mis cacerías. - ¿Te duele la pierna? Tranquilo, querido. Te queda una buena caminata hasta el cuartel. Voy a cubrir el año con tu recompensa. – Le dije al antiguo rey. Luego cambié la vista a Taliesin. – Y en cuanto a ti… - Le rodeé, sin dejar de apuntarle. Luego, por fin pude mirarlo a los ojos. Giré la ballesta en mi mano, tratando de hacer memoria. - ¿Cómo era tu nombre… Taliesin? ¿Sí? – Lo cierto es que para ser un chupasangres tenía bastante cabeza. Parecía amigo de Dag. Quizás supiese más de los vampiros que quedaban en la ciudad. Y, a decir verdad, sentía cierta pena en abatirlo allí mismo sin aparente motivo alguno. A veces aún conservaba mis principios. O quizás en el fondo tuviese más corazón del que aparentaba. – Este nos lo quedamos. Lo poco que pueda decirnos va a ser mejor que los cien aeros que nos puedan dar por su cabeza. Harry, llévaselo a tu prima y que lo interrogue. – Dije en alusión a Cassandra Harrowmont.
-Ahora mismo, maestra. – comentó el Harrowmont, tomando a Taliesin por sus ropas y tratando de levantarlo, mientras le apuntaba con su ballesta pesada. - Ya has oído a la Maestra. ¡A moverse!
-¡¿No puedo interrogarlo yo?! – Dijo Bella con voz de niña, juntando las manos y mostrando sus dientes podres. – ¡Por favor, por favor, por favor!
-No. – Respondí en un amago de mirarla. Conocía de primera mano los interrogatorios de mi mano. Y Taliesin me caía demasiado bien para sufrir uno.
Nick no tardó en hacer lo propio con Dag, tomándolo también por la ropa. Al joven se le veía que cada vez aprendía más. Y se le veía con mucha iniciativa. Pero aún así, seguía siendo un poco torpe en combate. No era muy partidario de llevarlo a aquellas cacerías, pero así lo pidió Lord Kärtenssen.
-¿Qué haces, Nick? – pregunté, ordenando al joven que se alejara de Dag y sustituyéndole, algo que rápidamente hizo.
-¿No dijo que quería llevárselo? - replicó, como siempre, haciéndose el tonto cuando había algo que no le gustaba.
-He dicho que vendría conmigo. Tú te vuelves con Harry. – Respondí seria. El joven no pudo evitar poner su típica cara de decepción y tristeza. Resoplé. ¿En qué momento se me ocurrió ser la niñera de un adolescente? – No pongas esa cara. A tu edad mi madre no me dejaba salir de Beltrexus. Tienes buenas aptitudes, pero necesitas tomártelo con calma.
-Pero maestra Boisson, hemos hecho lo más difícil. – Mostró entonces un rostro que escondía un clarísimo chantaje emocional. - ¿Qué puede pasar? ¡Ya no quedan vampiros! ¡Les hemos dado salida a todos!
No sabía muy bien por qué, pero un escalofrío recorrió mi cuerpo cuando dijo eso. Tenía un muy mal presentimiento acerca de que Nick me acompañara. Aún así, siendo sensatos, lo más difícil ya había pasado. Sí, quizás Laluth estuviera muerta y con ella los chupasangres hubiesen abandonado la ciudad… O eso era lo que creía en ese momento.
-Está bien. Ven. – Luego miré a Bella. Ella siempre era una caja de sorpresas. Jugaba con un rizo como si fuese una niña de casi 50 años. - ¿Y tú qué vas a hacer?
-¿Yo? Pues… ¡Ya he conseguido justo lo que planeaba! ¡Esa persona no debería tardar en dar conmigo! – La bruja reía misteriosamente. Y siempre que jugaba con el rizo, escondía algo. No me fiaba un pelo de ella. - ¡Te sigo desde las sombras!
Tenía un mal presentimiento de aquello. No sabía por qué creía que la noche no había hecho más que comenzar... Y que no iba a terminar bien.
*Off: Con esto creo que acabamos el hilo. Dejo el final abierto. Si queréis, ambos podéis escapar de mis garras, a ver qué decide master Sigel.Luego ya me las apañaré para volver por vosotros.
El que lo estaba pasando mal era Sevna, junto con un grupo de hombres bestia, los lobos de Belladonna y los vampiros, tuvieron una batalla campal que tardaría en amainar. En la cual yo me mantuve al margen, y Bella también pasó de tratar inadvertida escondiéndose tras un portal. Había desatado el caos. Y era lo que querría, como siempre. Si bien sus verdaderas intenciones era atraer la atención del Hombre Muerto, a quien no conocía ni su nombre por aquella entonces. Una de las licántropas yacía moribunda en el suelo a manos de Laluth, así que seguramente lo habría conseguido.
Sí que advertí a ver cómo habían abatido a Alward. Corrí a socorrerle, Nick y Harry seguían allí, junto a los tres amigos de Alward. Llegué hasta la ubicación del joven, pero no tenía conocimientos de medicina.
-¡Alward! ¡Alward! – dije preocupada, tratando de reanimarlo. Pero era imposible. Por fortuna, seguía teniendo pulso en la mano. Miré a sus compañeros. – Lo lamento mucho, no puedo hacer nada. – les dije ligeramente apesadumbrada. – Tenéis que llevarlo a un hospital, y rápido. – miré al joven, en cierto modo, me recordaba a un intento fallido de Eltrant Tale. Igual de noble y aguerrido en combate, pero mucho menos efectivo. La experiencia puliría aquello. – Sé reconocer el apoyo de mis aliados. Si vais a Beltrexus, poneos en contacto conmigo y os pagaré por vuestra ayuda. – Alward sabía donde vivía, así que no habría problema.
Me levanté, y Nick y Harry siguieron a su maestra cazadora, uno a cada lado, con la habitual disciplina que gastábamos en el gremio. Cassandra y yo éramos las mandamases por igual desde la muerte de Isabella Boisson.
Volví entonces a donde estaba el dúo de vampiros protagonista. Dialogaban acerca de encontrar a alguien. No sabía quién era la tal Zöe ni tampoco me importaba. Aunque por cómo hablaban los chupasangres, imaginaba que sería otra de su condición. Me acerqué a ellos por la espalda y el chasquido de los virotes pequeños entrando en la recámara interrumpió la luna de miel de los tortolitos. Les estaba apuntando con mis ballestas de mano a la cabeza. Una para cada uno. – Vosotros dos no vais a ninguna parte. – Aseveré sin entonación, mirando primero a Taliesin, que era el último que había hecho el comentario, y después a Dag, el principal objetivo. - Tú te vienes conmigo. Si no, además de ser el Breve, vas a ser el de la Flecha en los Sesos. - Vacilé sonriendo contorneándome un poco. Me gustaba bella cuando mostraba mi lado prepotente durante mis cacerías. - ¿Te duele la pierna? Tranquilo, querido. Te queda una buena caminata hasta el cuartel. Voy a cubrir el año con tu recompensa. – Le dije al antiguo rey. Luego cambié la vista a Taliesin. – Y en cuanto a ti… - Le rodeé, sin dejar de apuntarle. Luego, por fin pude mirarlo a los ojos. Giré la ballesta en mi mano, tratando de hacer memoria. - ¿Cómo era tu nombre… Taliesin? ¿Sí? – Lo cierto es que para ser un chupasangres tenía bastante cabeza. Parecía amigo de Dag. Quizás supiese más de los vampiros que quedaban en la ciudad. Y, a decir verdad, sentía cierta pena en abatirlo allí mismo sin aparente motivo alguno. A veces aún conservaba mis principios. O quizás en el fondo tuviese más corazón del que aparentaba. – Este nos lo quedamos. Lo poco que pueda decirnos va a ser mejor que los cien aeros que nos puedan dar por su cabeza. Harry, llévaselo a tu prima y que lo interrogue. – Dije en alusión a Cassandra Harrowmont.
-Ahora mismo, maestra. – comentó el Harrowmont, tomando a Taliesin por sus ropas y tratando de levantarlo, mientras le apuntaba con su ballesta pesada. - Ya has oído a la Maestra. ¡A moverse!
-¡¿No puedo interrogarlo yo?! – Dijo Bella con voz de niña, juntando las manos y mostrando sus dientes podres. – ¡Por favor, por favor, por favor!
-No. – Respondí en un amago de mirarla. Conocía de primera mano los interrogatorios de mi mano. Y Taliesin me caía demasiado bien para sufrir uno.
Nick no tardó en hacer lo propio con Dag, tomándolo también por la ropa. Al joven se le veía que cada vez aprendía más. Y se le veía con mucha iniciativa. Pero aún así, seguía siendo un poco torpe en combate. No era muy partidario de llevarlo a aquellas cacerías, pero así lo pidió Lord Kärtenssen.
-¿Qué haces, Nick? – pregunté, ordenando al joven que se alejara de Dag y sustituyéndole, algo que rápidamente hizo.
-¿No dijo que quería llevárselo? - replicó, como siempre, haciéndose el tonto cuando había algo que no le gustaba.
-He dicho que vendría conmigo. Tú te vuelves con Harry. – Respondí seria. El joven no pudo evitar poner su típica cara de decepción y tristeza. Resoplé. ¿En qué momento se me ocurrió ser la niñera de un adolescente? – No pongas esa cara. A tu edad mi madre no me dejaba salir de Beltrexus. Tienes buenas aptitudes, pero necesitas tomártelo con calma.
-Pero maestra Boisson, hemos hecho lo más difícil. – Mostró entonces un rostro que escondía un clarísimo chantaje emocional. - ¿Qué puede pasar? ¡Ya no quedan vampiros! ¡Les hemos dado salida a todos!
No sabía muy bien por qué, pero un escalofrío recorrió mi cuerpo cuando dijo eso. Tenía un muy mal presentimiento acerca de que Nick me acompañara. Aún así, siendo sensatos, lo más difícil ya había pasado. Sí, quizás Laluth estuviera muerta y con ella los chupasangres hubiesen abandonado la ciudad… O eso era lo que creía en ese momento.
-Está bien. Ven. – Luego miré a Bella. Ella siempre era una caja de sorpresas. Jugaba con un rizo como si fuese una niña de casi 50 años. - ¿Y tú qué vas a hacer?
-¿Yo? Pues… ¡Ya he conseguido justo lo que planeaba! ¡Esa persona no debería tardar en dar conmigo! – La bruja reía misteriosamente. Y siempre que jugaba con el rizo, escondía algo. No me fiaba un pelo de ella. - ¡Te sigo desde las sombras!
Tenía un mal presentimiento de aquello. No sabía por qué creía que la noche no había hecho más que comenzar... Y que no iba a terminar bien.
*Off: Con esto creo que acabamos el hilo. Dejo el final abierto. Si queréis, ambos podéis escapar de mis garras, a ver qué decide master Sigel.
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Re: Sangre y Sombras [Tema 2/3 Evento Captura y Castigo Dag]
Había terminado, por lo menos en apariencia. Los lobos se escondieron en sus madrigueras y los vampiros se retiraron dejando tras de sí una estela húmeda y negra. Jason Bosne no supo determinar un legítimo vencedor de la batalla. Por un lado, los vampiros habían perdido a su Dios. La bruja cazadora y los guardias humanos lo derrotaron y atraparon sin ninguna dificultad. El Dios aceptó su final como lo haría un ratón asustado. La bruja lo miraba con los ojos de un león. Los humanos se abrazaban y, los más entusiastas, se besaban en los labios para celebrar el pequeño triunfo. Los únicos vampiros que pasean en Lunargenta lo hacen en un carro de cadáveres. Gritaban. Los vecinos entreabrieron sus persianas para observar lo que ocurría en sus calles. Creían que el mayor peligro había pasado. El primer aplauso se escuchó cuando la caravana que llevaba al vampiro Taliesin traspasó las murallas de la ciudad. El segundo, el que realmente inició la ola de ovaciones, cuando la caravana del Dios vampiro se puso en marcha. Aquello pareció un improvisado desfile. Los brujos cazadores y los humanos en primer lugar, el Dios vampiro en su jaula y los hombres bestias de la Factoría detrás.
Los vampiros habían perdido, era un hecho. ¿Y los lobos? ¿Dónde estaban ellos? A una de las lobas la dejaron abandonada dos calles más abajo. Se había enfrentado sola a los vampiros y muerto en el intento. Los demás, por lo que a Bosne sabía, podían salir de debajo de las piedras. Había que estar alerta. Había que estar alerta por partida doble pues los lobos no eran los únicos desaparecidos.
—Una chica de metal. ¿La has visto? No es mucho más alta que tú. Cabello lacio, piel oscura… ¿Sabemos algo? — preguntó a Gaia. —¿La hemos encontrado? — Procuraba hablar despacio para que solo lo oyera ella.
—Por ahora nada. ¿Por qué es tan importante esa chica?
—La conocí en El templo de los monos. No recuerdo su nombre. Llevaba uno de los objetos malditos de Egdecomb. El muñeco de trapo, para ser exactos. Vi cómo se abrazaba a él — llevó la mano derecha a la parte de la melena por debajo del mentón. —Si El Hombre Muerto ha venido hasta aquí lo habrá hecho con la intención de obtener el objeto y seguramente lo haya conseguido — la última palabra sonó como un rugido ahogado. — Esto no es victoria. Lo parece y la gente lo celebra como tal, pero no lo es. Se equivocan.
Jason Bosne aminoró a la marcha. Lamar y Tropel le adelantaron.
—Esto es lo que haremos: vamos a obligar a los lobos a salir de su madriguera. —chasqueó con dos dedos el frasco del no-nato. — Bebe, Gaia, bebe de la maldición de Egdecomb y la bendición de las bestias. Lamar, acércate tú también, bebe del frasco. El Hombre Muerto no se resistirá a la posibilidad de obtener dos objetos malditos en una misma noche.
—Humanos, entiendo que os sintáis reacios, pero escuchadme un segundo. Tengo la sospecha de que El Hombre Muerto ha conseguido el objeto de Egdecomb que estábamos buscando. Yo poseo uno igual. Beban de mis frasco, no os hará daño. Por un tiempo determinado, os concederá la característica animal que estéis pensando: garras, dientes, alas… Cuanto más seamos, más llamaremos la atención.
Sir Lars Gaemon fue el primer humano en beber del frasco del no-nato. Bebió tres sobros. Pidió un corazón de caballo, la constitución de un toro y la longevidad de un cocodrilo. Gaemon se estaba marchitando. Parecía tener cuarenta años más de los que realmente tenía. Eran los efectos secundarios de haber hecho tratos con Gabriel Marlowe. Gaemon recordaba la lengua de plata brillar debajo del paladar del viejo lobo.
—Arráncasela. Arráncale la lengua antes… — iba a decir algo más, pero una tos seca (tos de anciano) impidió que lo hiciera. —…maldito — apenas pudo vocalizar la última palabra.
—Un grupo de humanos tomará el vuelo. Seguiréis a Lamar. Daréis vuelta por toda la ciudad, procurad que os vean. Una vez estéis seguro que habéis sido localizados, os iréis al oeste. En el aire seréis un blanco fácil. Queremos hacer salir a los lobos, no que os maten. A dos días de camino, os encontraréis con el grupo de Áddila. Os uniréis a él, seréis su refuerzo.
—¿Qué hay del vampiro? — preguntó un Thomas.
—Lo utilizaremos como cebo. Le haremos beber del no-nato hasta que no sepa diferenciar dónde se encuentra sus facciones de su cuerpo naturales. Si es que a la maestra Boisson le parece bien. — mirando a la bruja — Supongo que no le importará que tratemos al vampiro como una marmita para nuestros experimentos.
* General: Los vampiros han sido prácticamente derrotados. Podéis celebradlo, os animo hacedlo. Pronto vendrá Elen Calhoun y no os dará la oportunidad de hacer una fiesta.
El plan de Jason Bosne consiste en hacer salir a Gabriel Marlowe con el muñeco Neil (y Zoë). Para ello, utiliza su objeto de Egdecomb para llamar la atención.
1. Dag Thorlák: decidiste tomar tu papel de Dios (lo cual me resultó muy divertido) y enfrentarte cara a cara contra Huracán. Ya hemos visto la resolución de este tema. Queda otro, el último, por delante y un arma secreta: Elen Calhoun. Pero no soñemos con lo que está por venir. Centrémonos en el aquí y ahora y es terminas el tema encerrado en una jaula con ruedas. Jason Bosne te da de beber de su frasco. No bebes uno, dos ni tres sorbos. Bebes hasta estar saturado. En el siguiente tema veremos las consecuencias.
Tu inventario seguirá en el cofre del despacho de sir Lars Gaemon.
2. Award Sevna: formas parte del grupo de humanos que beben del frasco de Bosne. Alas de águila salen de tu espalda. Obedece las instrucciones de Jason Bosne. Das vueltas por toda Aerandir con la intención de hacer salir a los lobos. Al primer aullido, tomas el viaje hacia el oeste (Ciudad Lagarto) junto a Áddila y otros humanos. En un principio, la idea de Bosne no resulta tan mala. En Ciudad Lagarto has comprobado las consecuencias más inmediatas.
3. Taliesin: no tienes un final agradable. Huracán consiguió derrotarte. Sales mal herido del tema y en una jaula (misma condiciones que Dag). Cuando se cierre el evento te daré nuevas instrucciones al respecto. Te las adelantaré: habrá un tema entre medio de tu viaje en caravana/jaula a Dundarak que justifique tu presencia en El significado de la Lealtad. Tendrá más instrucciones cuando termine en el evento.
4. Huracán: Belladona se ha salido con la suya, El Hombre Muerto aparecerá en el siguiente tema. Espero que le resulte divertido conocerlo. Mi pregunta ahora es: ¿a Anastasia le parecerá tan divertido? Déjame dudarlo. Todos los triunfos de la maestra cazadora de este tema se pueden convertir en fracasos.
Personajes que han fallecido en este primer tema. He de decir que la vida o la muerte de los personajes no dependen de la suerte que os haya salido resultado, sino de vuestras acciones en el rol. La suerte es un adicional en caso de duda.
Lirio , Lobahija y Tradden
En breves se abrirá el tema 3 de este evento. Ya sabéis como funciona este Evento. Es un mastereado a gran escala que, en lugar de estar controlado por "turnos" está controlado por temas.
Los vampiros habían perdido, era un hecho. ¿Y los lobos? ¿Dónde estaban ellos? A una de las lobas la dejaron abandonada dos calles más abajo. Se había enfrentado sola a los vampiros y muerto en el intento. Los demás, por lo que a Bosne sabía, podían salir de debajo de las piedras. Había que estar alerta. Había que estar alerta por partida doble pues los lobos no eran los únicos desaparecidos.
—Una chica de metal. ¿La has visto? No es mucho más alta que tú. Cabello lacio, piel oscura… ¿Sabemos algo? — preguntó a Gaia. —¿La hemos encontrado? — Procuraba hablar despacio para que solo lo oyera ella.
—Por ahora nada. ¿Por qué es tan importante esa chica?
—La conocí en El templo de los monos. No recuerdo su nombre. Llevaba uno de los objetos malditos de Egdecomb. El muñeco de trapo, para ser exactos. Vi cómo se abrazaba a él — llevó la mano derecha a la parte de la melena por debajo del mentón. —Si El Hombre Muerto ha venido hasta aquí lo habrá hecho con la intención de obtener el objeto y seguramente lo haya conseguido — la última palabra sonó como un rugido ahogado. — Esto no es victoria. Lo parece y la gente lo celebra como tal, pero no lo es. Se equivocan.
Jason Bosne aminoró a la marcha. Lamar y Tropel le adelantaron.
—Esto es lo que haremos: vamos a obligar a los lobos a salir de su madriguera. —chasqueó con dos dedos el frasco del no-nato. — Bebe, Gaia, bebe de la maldición de Egdecomb y la bendición de las bestias. Lamar, acércate tú también, bebe del frasco. El Hombre Muerto no se resistirá a la posibilidad de obtener dos objetos malditos en una misma noche.
_____________________
—Humanos, entiendo que os sintáis reacios, pero escuchadme un segundo. Tengo la sospecha de que El Hombre Muerto ha conseguido el objeto de Egdecomb que estábamos buscando. Yo poseo uno igual. Beban de mis frasco, no os hará daño. Por un tiempo determinado, os concederá la característica animal que estéis pensando: garras, dientes, alas… Cuanto más seamos, más llamaremos la atención.
Sir Lars Gaemon fue el primer humano en beber del frasco del no-nato. Bebió tres sobros. Pidió un corazón de caballo, la constitución de un toro y la longevidad de un cocodrilo. Gaemon se estaba marchitando. Parecía tener cuarenta años más de los que realmente tenía. Eran los efectos secundarios de haber hecho tratos con Gabriel Marlowe. Gaemon recordaba la lengua de plata brillar debajo del paladar del viejo lobo.
—Arráncasela. Arráncale la lengua antes… — iba a decir algo más, pero una tos seca (tos de anciano) impidió que lo hiciera. —…maldito — apenas pudo vocalizar la última palabra.
—Un grupo de humanos tomará el vuelo. Seguiréis a Lamar. Daréis vuelta por toda la ciudad, procurad que os vean. Una vez estéis seguro que habéis sido localizados, os iréis al oeste. En el aire seréis un blanco fácil. Queremos hacer salir a los lobos, no que os maten. A dos días de camino, os encontraréis con el grupo de Áddila. Os uniréis a él, seréis su refuerzo.
—¿Qué hay del vampiro? — preguntó un Thomas.
—Lo utilizaremos como cebo. Le haremos beber del no-nato hasta que no sepa diferenciar dónde se encuentra sus facciones de su cuerpo naturales. Si es que a la maestra Boisson le parece bien. — mirando a la bruja — Supongo que no le importará que tratemos al vampiro como una marmita para nuestros experimentos.
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* General: Los vampiros han sido prácticamente derrotados. Podéis celebradlo, os animo hacedlo. Pronto vendrá Elen Calhoun y no os dará la oportunidad de hacer una fiesta.
El plan de Jason Bosne consiste en hacer salir a Gabriel Marlowe con el muñeco Neil (y Zoë). Para ello, utiliza su objeto de Egdecomb para llamar la atención.
1. Dag Thorlák: decidiste tomar tu papel de Dios (lo cual me resultó muy divertido) y enfrentarte cara a cara contra Huracán. Ya hemos visto la resolución de este tema. Queda otro, el último, por delante y un arma secreta: Elen Calhoun. Pero no soñemos con lo que está por venir. Centrémonos en el aquí y ahora y es terminas el tema encerrado en una jaula con ruedas. Jason Bosne te da de beber de su frasco. No bebes uno, dos ni tres sorbos. Bebes hasta estar saturado. En el siguiente tema veremos las consecuencias.
Tu inventario seguirá en el cofre del despacho de sir Lars Gaemon.
2. Award Sevna: formas parte del grupo de humanos que beben del frasco de Bosne. Alas de águila salen de tu espalda. Obedece las instrucciones de Jason Bosne. Das vueltas por toda Aerandir con la intención de hacer salir a los lobos. Al primer aullido, tomas el viaje hacia el oeste (Ciudad Lagarto) junto a Áddila y otros humanos. En un principio, la idea de Bosne no resulta tan mala. En Ciudad Lagarto has comprobado las consecuencias más inmediatas.
3. Taliesin: no tienes un final agradable. Huracán consiguió derrotarte. Sales mal herido del tema y en una jaula (misma condiciones que Dag). Cuando se cierre el evento te daré nuevas instrucciones al respecto. Te las adelantaré: habrá un tema entre medio de tu viaje en caravana/jaula a Dundarak que justifique tu presencia en El significado de la Lealtad. Tendrá más instrucciones cuando termine en el evento.
4. Huracán: Belladona se ha salido con la suya, El Hombre Muerto aparecerá en el siguiente tema. Espero que le resulte divertido conocerlo. Mi pregunta ahora es: ¿a Anastasia le parecerá tan divertido? Déjame dudarlo. Todos los triunfos de la maestra cazadora de este tema se pueden convertir en fracasos.
Personajes que han fallecido en este primer tema. He de decir que la vida o la muerte de los personajes no dependen de la suerte que os haya salido resultado, sino de vuestras acciones en el rol. La suerte es un adicional en caso de duda.
Lirio , Lobahija y Tradden
En breves se abrirá el tema 3 de este evento. Ya sabéis como funciona este Evento. Es un mastereado a gran escala que, en lugar de estar controlado por "turnos" está controlado por temas.
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