Cartas, ofertas y una búsqueda a medias [Privado] [Helena][Cerrado]
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Cartas, ofertas y una búsqueda a medias [Privado] [Helena][Cerrado]
El nivel de mal humor que manejaba Matt en ese momento era incalculable, quizás quienes no lo conocieran no se darían cuenta, ya que continuaba manteniendo la encantadora sonrisa de siempre. Pero aquellos que lo conocían un poco más, sabían que detrás de la sonrisa había un inmenso odio cocinándose a fuego lento y con peligro de hacer ebullición de un instante al otro.
Se encontraba en ese momento pelando una naranja con los dedos, mientras una fila de hombres y mujeres, todos fuertemente armados se iba formando frente a él. A la derecha del estafador había una enana con un anotador, y a la izquierda una mujer, o quizás un hombre, no quedaba demasiado en claro su procedencia.
-Terminemos rápido con esto – Dijo Matt mientras esperaba a que los candidatos se formaran – Detesto estar parado bajo el sol – Se quejaba el caprichoso Virrey.
-Será rápido si te lo tomas con un mínimo de seriedad – Dijo Brenda mientras revoleaba los ojos. La mujer a la izquierda de Owens también hizo un gesto de impaciencia y le dio una profunda calada a su cigarrillo.
-No es el sol, es el reflejo de vuestra gloria, Señor Virrey – La ironía en su tono era tan evidente que casi podía palparse en el aire, soltó una densa bocanada de humo y agregó – No me digas que te has cansado ya de esta nueva vida de libertad y privilegios – Le reprochó con un hastío brutalmente transparente.
-No sabía que ser Virrey incluía seguir los caprichos de un hombre-lagarto que se cree dragón. “Libertad y privilegios” significaba otra cosa en mi diccionario – Respondió Matthew, al parecer inmutable ante los ataques de la mujer.
Lo que tenía tan enojado al estafador era el hecho de estar haciendo una tarea que originalmente no le correspondía. Lazid había decidido que quería tener un grupo de asesinos profesionales, para ello había hecho que se corriera la voz por toda la ciudad. Pero cuando había llegado el momento de elegir a los “afortunados ganadores”, el Rey se había excusado y había mandado a llamar a Matt, si había algo que irritaba al Humano, eso era que lo trataran como chico de los recados.
Pero ordenes eran ordenes, no podía negarse si Lazid lo había dictaminado de ese modo. Para que lo asesoraran con la selección Matt había traído a Brenda, quien lo ayudaba normalmente en todos los asuntos de contabilidad del prostíbulo. Y a Morgan quien llevaba el primer negocio de baños públicos en la ciudad “Una bonita fachada” pensó Matthew, ya que todos sabían que si necesitaban saber algo de alguien, sea lo que sea, era con Morgan con quien tenían que ir.
-Bien, veamos… - Owens comenzó a caminar frente a los postulantes, fingiendo que en verdad estaba tomándose muy en serio la selección – Mmmm, no, este es muy gordo, y… ¡Este otro muy alto! – Fue desechando a cada uno con un gesto despectivo – Y este demasiado bajo, aquel tiene cara de idiota ¿Quién podría tomarse en serio a un asesino con esa cara? – Para cuando llegó a los últimos ya siquiera los estaba mirando, y parecía dar motivos al azar – Este es calvo, aquel tiene bigotes – Dijo señalando a una mujer de muy buen ver – Muy oscuro, demasiado pálido, sin músculos, encorvado… Bien, no había nada que valiera la pena, una verdadera pérdida de tiempo. Mejor suerte la próxima muchachos y muchachas – Saludó Matthew ya en retirada.
Ambas mujeres se interpusieron en el camino del Virrey.
-En mis años lidiando con la escoria humana de la capital he conocido personajes pueriles y fatuos, pero tú estás en una liga aparte, Matt. Si me has traído para que haga el papel de madre y te obligue a hacer tu trabajo has desperdiciado tanto mi tiempo como el tuyo. Por cortesía profesional, sin embargo, expresaré lo obvio: Tus opciones son cumplir con tu rol, o dejar que tu caprichosa ineptitud ulcere tu suerte hasta acabar con una daga en las costillas y un nuevo virrey – Dijo Morgan sin una gota de humor.
-Lo que ella quiere decir es que eres un idiota, no nos hagas perder el tiempo y has tu trabajo de una buena vez – Brenda siempre era más directa, pero no por eso menos dura.
-Vaya, no puedo decir que no si me lo piden tan amablemente – Mascullo Matt.
Se encontraba en ese momento pelando una naranja con los dedos, mientras una fila de hombres y mujeres, todos fuertemente armados se iba formando frente a él. A la derecha del estafador había una enana con un anotador, y a la izquierda una mujer, o quizás un hombre, no quedaba demasiado en claro su procedencia.
-Terminemos rápido con esto – Dijo Matt mientras esperaba a que los candidatos se formaran – Detesto estar parado bajo el sol – Se quejaba el caprichoso Virrey.
-Será rápido si te lo tomas con un mínimo de seriedad – Dijo Brenda mientras revoleaba los ojos. La mujer a la izquierda de Owens también hizo un gesto de impaciencia y le dio una profunda calada a su cigarrillo.
- Brenda:
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-No es el sol, es el reflejo de vuestra gloria, Señor Virrey – La ironía en su tono era tan evidente que casi podía palparse en el aire, soltó una densa bocanada de humo y agregó – No me digas que te has cansado ya de esta nueva vida de libertad y privilegios – Le reprochó con un hastío brutalmente transparente.
- Morgan:
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-No sabía que ser Virrey incluía seguir los caprichos de un hombre-lagarto que se cree dragón. “Libertad y privilegios” significaba otra cosa en mi diccionario – Respondió Matthew, al parecer inmutable ante los ataques de la mujer.
Lo que tenía tan enojado al estafador era el hecho de estar haciendo una tarea que originalmente no le correspondía. Lazid había decidido que quería tener un grupo de asesinos profesionales, para ello había hecho que se corriera la voz por toda la ciudad. Pero cuando había llegado el momento de elegir a los “afortunados ganadores”, el Rey se había excusado y había mandado a llamar a Matt, si había algo que irritaba al Humano, eso era que lo trataran como chico de los recados.
Pero ordenes eran ordenes, no podía negarse si Lazid lo había dictaminado de ese modo. Para que lo asesoraran con la selección Matt había traído a Brenda, quien lo ayudaba normalmente en todos los asuntos de contabilidad del prostíbulo. Y a Morgan quien llevaba el primer negocio de baños públicos en la ciudad “Una bonita fachada” pensó Matthew, ya que todos sabían que si necesitaban saber algo de alguien, sea lo que sea, era con Morgan con quien tenían que ir.
-Bien, veamos… - Owens comenzó a caminar frente a los postulantes, fingiendo que en verdad estaba tomándose muy en serio la selección – Mmmm, no, este es muy gordo, y… ¡Este otro muy alto! – Fue desechando a cada uno con un gesto despectivo – Y este demasiado bajo, aquel tiene cara de idiota ¿Quién podría tomarse en serio a un asesino con esa cara? – Para cuando llegó a los últimos ya siquiera los estaba mirando, y parecía dar motivos al azar – Este es calvo, aquel tiene bigotes – Dijo señalando a una mujer de muy buen ver – Muy oscuro, demasiado pálido, sin músculos, encorvado… Bien, no había nada que valiera la pena, una verdadera pérdida de tiempo. Mejor suerte la próxima muchachos y muchachas – Saludó Matthew ya en retirada.
Ambas mujeres se interpusieron en el camino del Virrey.
-En mis años lidiando con la escoria humana de la capital he conocido personajes pueriles y fatuos, pero tú estás en una liga aparte, Matt. Si me has traído para que haga el papel de madre y te obligue a hacer tu trabajo has desperdiciado tanto mi tiempo como el tuyo. Por cortesía profesional, sin embargo, expresaré lo obvio: Tus opciones son cumplir con tu rol, o dejar que tu caprichosa ineptitud ulcere tu suerte hasta acabar con una daga en las costillas y un nuevo virrey – Dijo Morgan sin una gota de humor.
-Lo que ella quiere decir es que eres un idiota, no nos hagas perder el tiempo y has tu trabajo de una buena vez – Brenda siempre era más directa, pero no por eso menos dura.
-Vaya, no puedo decir que no si me lo piden tan amablemente – Mascullo Matt.
Última edición por Matthew Owens el Sáb Feb 09 2019, 13:36, editado 1 vez
Matthew Owens
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Re: Cartas, ofertas y una búsqueda a medias [Privado] [Helena][Cerrado]
Helena llegó a Ciudad Lagarto como aquel típico pueblerino que por primera vez visita una gran ciudad. Casi ni recuerda su estancia en Beltrexus y vagamente los recuerdos de Hekshold se hacían nítidos en su memoria. Tiempos mejores, sin duda, pero aquella época había pasado, y los estirados brujos (tanto compañeros, profesores y vecinos) habían quedado atrás.
Ciudad Lagarto no era realmente gran cosa a la vista de un extranjero usual, pero la Rhodes no era nada común, incluso había planeado ya quedarse a vivir allí, sea como fuere, aquel era su sitio, y la gente con la que se cruzaba ayudaba a reafirmar sus ideas.
No tendría altas murallas de piedra inexpugnables, un ejército seguro y disciplinado, o tan siquiera las mejores calles mercantes del mundo, pero en el ambiente flotaba la atmósfera de los lugares en los que Helena se movía, donde imperaba la ley del más fuerte, inteligente o habilidoso. Una ciudad para gente con gran fortaleza mental y física, un hogar para a los que les gustaban los retos constantes, al fin, un "hogar" para ella.
Por todo el lugar se comentaba de la disposición de un trabajo que el "Rey" de aquella ciudad podría ofrecer a los que tuvieran el suficiente arrojo y ganas de mancharse las manos. Sin duda, aquello estaba hecho para ella; demostraría sus cualidades y su fama aumentaría, además del peso de sus bolsillos en cuanto a oro se refería. Era una forma estupenda de empezar su periplo en Ciudad Lagarto... ¿No?
El proceso de reclutamiento empezó extraño; el virrey de la ciudad había mandado a llamar a todos los candidatos frente a él, llamada a la que los interesados acudieron. Once hombres y tan solo ella como representación femenina se presentaron. No se sintió intimidada, para nada. Todos eran torres comparados con ella, musculosos, fieros... Con aspecto más de bárbaros que de asesinos, pero la bruja tenía confianza de sobra en sí misma.
Helena centró su atención en el virrey, estaba... ¿Pelando una naranja? Además con una sonrisa de oreja a oreja... ¿Acaso se estaba tomando en serio todo lo que había montado o es que los estaba probando de alguna forma...? La bruja se cruzó de brazos y ladeó el peso de su cuerpo para apoyarlo sobre la parte izquierda. Un rostro totalmente desconcertante y dubitativo se apoderó de ella.
El virrey iba acompañado de dos mujeres, las cuales le aconsejaban, o al menos eso parecía... Todo era tan extraño, jamás había tenido ningún jefe que tratase con tanta desidia a sus trabajadores... "Nos está probando... Seguro", se repetía una y otra vez.
Finalmente, y tras tanto esperar, aquel hombre decidió empezar a examinar a los candidatos. Helena pensó que tal vez les daría a cada uno algún tipo de prueba, reto o una especie de competición conjunta que haría a todos pelear por aquel puesto. Esbozó una sonrisa mientras miraba de reojo a sus futuros contrincantes, ninguno aparentaba ser lo suficientemente peligroso o tener una mínima oportunidad siquiera de estar por encima de la Rhodes, y ella así se lo creía.
La cara de la bruja cambió en el momento en el que vio cómo aquel impetuoso hombre iba descartando uno a uno a los candidatos poniendo excusas terriblemente malas y absurdas, haciendo ver que realmente no se lo tomaba en serio. Cierto sentimiento de enojo e ira se iban a apoderando de ella a medida que el virrey se le acercaba. Cuando llegó a ella, ni siquiera la miró, y puso la definitivamente peor y más horrible excusa de todos los tiempos: "Aquel tiene bigotes"
-¡¿CÓMO!?-Dio un paso al frente, pidiendo explicaciones.
En ese momento, uno de los candidatos de su lado le agarró del brazo para que volviese a su sitio, como él y todos los demás. No estaba bien visto importunar o molestar al virrey, y mucho menos hacerlo enfadar. Eso Helena no lo sabía, o quizás le diese igual.
En el momento que aquel extraño la tocó, como si de un acto reflejo sacudió su brazo, zafándose del agarre y acto seguido imprimió un codazo feroz hacia el estómago de este. Dicho sujeto dobló su postura y Helena remató la jugada con otro codazo, esta vez hacia abajo, en su nuca. Movimiento que dejó noqueado al tipo.
Tras esto, los demás intentaron abalanzarse sobre la bruja, pero esta estaba tan cabreada que no tenía ademán de parar de repartir golpes a diestro y siniestro. Cuantos más venían, más quería zurrar. Ninguno podía igualarse a su rapidez de movimiento. Metía unas fintas que incluso los dejaba confundidos. Patadas en sus partes pudientes, puñetazos directos al rostro, codazos en la nariz, cabezazos sin ningún tipo de discreción o control... Poco a poco, los candidatos iban cayendo inconscientes al suelo hasta que finalmente tan solo quedaron dos en pie y ella misma.
Los tres repentinos combatientes se miraron entre sí, Helena seguía con un rostro cubierto por la ira y la rabia. Apretaba sus dientes con fuerza, y respiraba agitadamente. Antes de que siquiera uno de sus dos oponentes se abalanzara contra ella, la bruja hizo lo propio con uno de ellos. Corrió hacia él de tal forma que este recibió en su estómago una fuerte patada voladora que lo dejó tumbado. De pronto, sintió como la agarraban por detrás, era el otro enemigo. Intentó zafarse de él, pero este tenía mucha más fuerza y corpulencia, tanta que incluso la levantó del suelo, dejando a la bruja pataleando al aire. El otro oponente se puso de nuevo en pie y se acercó hasta ella, dolorido, pero Helena, antes de que siquiera pudiera tocarla, debido a sus pataleos, logró impulsarse en el torso del tipo que se acababa de levantar para poder desestabilizar al que lo tenía agarrada, para así tirarlo al suelo y librarse de aquella opresión, con una sutil y estética voltereta hacia atrás sobre aquel tipo.
De nuevo, y antes de que estos pudiesen reaccionar, la bruja empezó a correr hacia ellos. Cuando llegó al primero, el cual seguía boca arriba en el suelo, le pisó la cara para impulsarse y dar un salto contra el segundo oponente, poniendo su rodilla por delante. El resultado de todo ese conjunto de inesperados y rápidos movimientos fue la victoria total de la bruja contra los dos últimos oponentes que quedaban; uno sufrió por la pisada en el rostro, y el otro por el tremendo rodillazo que se llevó en el centro de su cara.
Tras salir victoriosa de aquella improvisada arena de combate, Helena se volteó para mirar al virrey y las dos mujeres que lo acompañaban. Detrás de la bruja se hallaba una escena poco ortodoxa y bastante impresionante. Once hombres abatidos por una sola mujer, digno de mención.
La Rhodes señaló al virrey, henchida de ira, aún con el resquemor por cómo la había tratado.
-¡Tú, maldito impertinente mimado!-Apretó los dientes-¡Te arrepentirás por haberme hecho perder el tiempo!-Si fuese un perro de caza, estaría ladrando y echando espuma por la boca, de tal rabia acumulada que estaba soltando en ese momento. La bruja era impulsiva, y cuando toda su agresividad salía de esa forma, haciéndola estallar, dejaba una imagen de sí bastante aterradora en comparación a lo que podría aparentar desde un principio.
Ciudad Lagarto no era realmente gran cosa a la vista de un extranjero usual, pero la Rhodes no era nada común, incluso había planeado ya quedarse a vivir allí, sea como fuere, aquel era su sitio, y la gente con la que se cruzaba ayudaba a reafirmar sus ideas.
No tendría altas murallas de piedra inexpugnables, un ejército seguro y disciplinado, o tan siquiera las mejores calles mercantes del mundo, pero en el ambiente flotaba la atmósfera de los lugares en los que Helena se movía, donde imperaba la ley del más fuerte, inteligente o habilidoso. Una ciudad para gente con gran fortaleza mental y física, un hogar para a los que les gustaban los retos constantes, al fin, un "hogar" para ella.
Por todo el lugar se comentaba de la disposición de un trabajo que el "Rey" de aquella ciudad podría ofrecer a los que tuvieran el suficiente arrojo y ganas de mancharse las manos. Sin duda, aquello estaba hecho para ella; demostraría sus cualidades y su fama aumentaría, además del peso de sus bolsillos en cuanto a oro se refería. Era una forma estupenda de empezar su periplo en Ciudad Lagarto... ¿No?
El proceso de reclutamiento empezó extraño; el virrey de la ciudad había mandado a llamar a todos los candidatos frente a él, llamada a la que los interesados acudieron. Once hombres y tan solo ella como representación femenina se presentaron. No se sintió intimidada, para nada. Todos eran torres comparados con ella, musculosos, fieros... Con aspecto más de bárbaros que de asesinos, pero la bruja tenía confianza de sobra en sí misma.
Helena centró su atención en el virrey, estaba... ¿Pelando una naranja? Además con una sonrisa de oreja a oreja... ¿Acaso se estaba tomando en serio todo lo que había montado o es que los estaba probando de alguna forma...? La bruja se cruzó de brazos y ladeó el peso de su cuerpo para apoyarlo sobre la parte izquierda. Un rostro totalmente desconcertante y dubitativo se apoderó de ella.
El virrey iba acompañado de dos mujeres, las cuales le aconsejaban, o al menos eso parecía... Todo era tan extraño, jamás había tenido ningún jefe que tratase con tanta desidia a sus trabajadores... "Nos está probando... Seguro", se repetía una y otra vez.
Finalmente, y tras tanto esperar, aquel hombre decidió empezar a examinar a los candidatos. Helena pensó que tal vez les daría a cada uno algún tipo de prueba, reto o una especie de competición conjunta que haría a todos pelear por aquel puesto. Esbozó una sonrisa mientras miraba de reojo a sus futuros contrincantes, ninguno aparentaba ser lo suficientemente peligroso o tener una mínima oportunidad siquiera de estar por encima de la Rhodes, y ella así se lo creía.
La cara de la bruja cambió en el momento en el que vio cómo aquel impetuoso hombre iba descartando uno a uno a los candidatos poniendo excusas terriblemente malas y absurdas, haciendo ver que realmente no se lo tomaba en serio. Cierto sentimiento de enojo e ira se iban a apoderando de ella a medida que el virrey se le acercaba. Cuando llegó a ella, ni siquiera la miró, y puso la definitivamente peor y más horrible excusa de todos los tiempos: "Aquel tiene bigotes"
-¡¿CÓMO!?-Dio un paso al frente, pidiendo explicaciones.
En ese momento, uno de los candidatos de su lado le agarró del brazo para que volviese a su sitio, como él y todos los demás. No estaba bien visto importunar o molestar al virrey, y mucho menos hacerlo enfadar. Eso Helena no lo sabía, o quizás le diese igual.
En el momento que aquel extraño la tocó, como si de un acto reflejo sacudió su brazo, zafándose del agarre y acto seguido imprimió un codazo feroz hacia el estómago de este. Dicho sujeto dobló su postura y Helena remató la jugada con otro codazo, esta vez hacia abajo, en su nuca. Movimiento que dejó noqueado al tipo.
Tras esto, los demás intentaron abalanzarse sobre la bruja, pero esta estaba tan cabreada que no tenía ademán de parar de repartir golpes a diestro y siniestro. Cuantos más venían, más quería zurrar. Ninguno podía igualarse a su rapidez de movimiento. Metía unas fintas que incluso los dejaba confundidos. Patadas en sus partes pudientes, puñetazos directos al rostro, codazos en la nariz, cabezazos sin ningún tipo de discreción o control... Poco a poco, los candidatos iban cayendo inconscientes al suelo hasta que finalmente tan solo quedaron dos en pie y ella misma.
Los tres repentinos combatientes se miraron entre sí, Helena seguía con un rostro cubierto por la ira y la rabia. Apretaba sus dientes con fuerza, y respiraba agitadamente. Antes de que siquiera uno de sus dos oponentes se abalanzara contra ella, la bruja hizo lo propio con uno de ellos. Corrió hacia él de tal forma que este recibió en su estómago una fuerte patada voladora que lo dejó tumbado. De pronto, sintió como la agarraban por detrás, era el otro enemigo. Intentó zafarse de él, pero este tenía mucha más fuerza y corpulencia, tanta que incluso la levantó del suelo, dejando a la bruja pataleando al aire. El otro oponente se puso de nuevo en pie y se acercó hasta ella, dolorido, pero Helena, antes de que siquiera pudiera tocarla, debido a sus pataleos, logró impulsarse en el torso del tipo que se acababa de levantar para poder desestabilizar al que lo tenía agarrada, para así tirarlo al suelo y librarse de aquella opresión, con una sutil y estética voltereta hacia atrás sobre aquel tipo.
De nuevo, y antes de que estos pudiesen reaccionar, la bruja empezó a correr hacia ellos. Cuando llegó al primero, el cual seguía boca arriba en el suelo, le pisó la cara para impulsarse y dar un salto contra el segundo oponente, poniendo su rodilla por delante. El resultado de todo ese conjunto de inesperados y rápidos movimientos fue la victoria total de la bruja contra los dos últimos oponentes que quedaban; uno sufrió por la pisada en el rostro, y el otro por el tremendo rodillazo que se llevó en el centro de su cara.
Tras salir victoriosa de aquella improvisada arena de combate, Helena se volteó para mirar al virrey y las dos mujeres que lo acompañaban. Detrás de la bruja se hallaba una escena poco ortodoxa y bastante impresionante. Once hombres abatidos por una sola mujer, digno de mención.
La Rhodes señaló al virrey, henchida de ira, aún con el resquemor por cómo la había tratado.
-¡Tú, maldito impertinente mimado!-Apretó los dientes-¡Te arrepentirás por haberme hecho perder el tiempo!-Si fuese un perro de caza, estaría ladrando y echando espuma por la boca, de tal rabia acumulada que estaba soltando en ese momento. La bruja era impulsiva, y cuando toda su agresividad salía de esa forma, haciéndola estallar, dejaba una imagen de sí bastante aterradora en comparación a lo que podría aparentar desde un principio.
Helena Rhodes
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Re: Cartas, ofertas y una búsqueda a medias [Privado] [Helena][Cerrado]
Como era de esperarse, los ánimos se iban caldeando a medida que Matthew iba descartando a los asesinos sin siquiera mirarlos. Algunos susurros se hacían oír, aunque ninguno se atrevía a ser el primero en hablar, unos porque conocían a Matt y sabían de primera mano lo volátil que era su humor, y que no le temblaba el pulso al momento de tener que matar a alguien. Otros porque habían escuchado los rumores sobre el Virrey loco, habladurías que el mismo Matthew se había encargado de distribuir sin límite alguno, mientras más descabelladas más le gustaban.
En cualquier caso, Owens se hacía el desentendido, parecía estar mucho más concentrado en comer su fruta que en examinar a los postulantes. Brenda caminaba tras él y suspiraba con resignación, Morgan parecía tener mucha menos paciencia, miraba a Matt con profundo odio y reproche.
-Nos trajiste para que hagamos las entrevistas por ti ¿Cierto? -Dijo la enana.
-Típico - Dijo Morgan mientras tiraba el final de su cigarro y lo pisaba - Este intento de chiste ya ha llegado demasiado lejos -
De pronto una de las postulantes comenzó a quejarse en voz alta, y antes de que el Virrey y sus acompañantes pudieran decir algo, empezó una batalla campal con el resto de los asesinos. Matt observó la escena mientras seguía comiendo su naranja, escupía las semillas a un lado y no hacía comentario alguno, solo se movió para esquivar a uno de los bandidos que había salido volando, lo cual le provocó algo de risa pero no mucho más.
Terminó la fruta en el preciso momento en que la joven lo señalaba, la ira que albergaba era más que evidente, Matt miró hacía atrás, como si pudiera ser que estuviera señalando a alguien más, pero era el único allí parado.
-¿Pero qué sucede hoy? ¿Es el día de maltratar a Matt? - Preguntó el estafador poniéndose en el papel de víctima - No sé porque estas tan enojada ¡Pasaste la prueba! - Dijo el moreno extendiendo los brazos y luego aplaudiendo - Te felicito, fue una demostración excelente de fuerza, dominio del cuerpo y agilidad -
Las dos mujeres que acompañaban a Matt parecían estar: La más pequeña abochornada, y la otra directamente se estaba dando la vuelta para irse de allí, evidentemente no era la primera vez que veían ese tipo de comportamiento en el Virrey. Owens no les prestó atención, ya iría más tarde a hablar con Morgan, ahora mismo su atención estaba puesta en la nueva asesina del grupo.
Pasó un brazo por arriba de los hombros de la chica, en un gesto de camaradería... Y para limpiarse las manos que las tenía llenas de jugo de naranja.
-Eres la persona ideal, solo tendrías que pulir un poco ese carácter, los asesinos tienen que ser sigilosos, no servirá de nada toda esa fuerza que tienes sí al primer chiste pierdes el control - La soltó y se alejó un paso antes de que la mujer respondiera a sus gestos amigables con un golpe - Brenda, ven aquí cielo, dile cuanto ganara y todas esas cosas -
-Ains... - Suspiro la enana y se paró junto a ellos - Lazid no fue muy claro con respecto al presupuesto, pero básicamente pueden pagarte desde cien aeros para los encargos sencillos hasta cuatrocientos por los más complejos y además... - Buscó unos papeles entre las hojas de su anotador - Hay cuestiones en relación a la confidencialidad y cosas parecidas... -
-Jajaja, tenemos un Rey un poquiiiiiito paranoico, tendrás que disculparlo - Se detuvo y le ofreció la mano a modo de saludo - Dejame presentarme, soy Matthew Owens - Le sonrió de modo encantador mientras esperaba a que se presente.
En cualquier caso, Owens se hacía el desentendido, parecía estar mucho más concentrado en comer su fruta que en examinar a los postulantes. Brenda caminaba tras él y suspiraba con resignación, Morgan parecía tener mucha menos paciencia, miraba a Matt con profundo odio y reproche.
-Nos trajiste para que hagamos las entrevistas por ti ¿Cierto? -Dijo la enana.
-Típico - Dijo Morgan mientras tiraba el final de su cigarro y lo pisaba - Este intento de chiste ya ha llegado demasiado lejos -
De pronto una de las postulantes comenzó a quejarse en voz alta, y antes de que el Virrey y sus acompañantes pudieran decir algo, empezó una batalla campal con el resto de los asesinos. Matt observó la escena mientras seguía comiendo su naranja, escupía las semillas a un lado y no hacía comentario alguno, solo se movió para esquivar a uno de los bandidos que había salido volando, lo cual le provocó algo de risa pero no mucho más.
Terminó la fruta en el preciso momento en que la joven lo señalaba, la ira que albergaba era más que evidente, Matt miró hacía atrás, como si pudiera ser que estuviera señalando a alguien más, pero era el único allí parado.
-¿Pero qué sucede hoy? ¿Es el día de maltratar a Matt? - Preguntó el estafador poniéndose en el papel de víctima - No sé porque estas tan enojada ¡Pasaste la prueba! - Dijo el moreno extendiendo los brazos y luego aplaudiendo - Te felicito, fue una demostración excelente de fuerza, dominio del cuerpo y agilidad -
Las dos mujeres que acompañaban a Matt parecían estar: La más pequeña abochornada, y la otra directamente se estaba dando la vuelta para irse de allí, evidentemente no era la primera vez que veían ese tipo de comportamiento en el Virrey. Owens no les prestó atención, ya iría más tarde a hablar con Morgan, ahora mismo su atención estaba puesta en la nueva asesina del grupo.
Pasó un brazo por arriba de los hombros de la chica, en un gesto de camaradería... Y para limpiarse las manos que las tenía llenas de jugo de naranja.
-Eres la persona ideal, solo tendrías que pulir un poco ese carácter, los asesinos tienen que ser sigilosos, no servirá de nada toda esa fuerza que tienes sí al primer chiste pierdes el control - La soltó y se alejó un paso antes de que la mujer respondiera a sus gestos amigables con un golpe - Brenda, ven aquí cielo, dile cuanto ganara y todas esas cosas -
-Ains... - Suspiro la enana y se paró junto a ellos - Lazid no fue muy claro con respecto al presupuesto, pero básicamente pueden pagarte desde cien aeros para los encargos sencillos hasta cuatrocientos por los más complejos y además... - Buscó unos papeles entre las hojas de su anotador - Hay cuestiones en relación a la confidencialidad y cosas parecidas... -
-Jajaja, tenemos un Rey un poquiiiiiito paranoico, tendrás que disculparlo - Se detuvo y le ofreció la mano a modo de saludo - Dejame presentarme, soy Matthew Owens - Le sonrió de modo encantador mientras esperaba a que se presente.
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Re: Cartas, ofertas y una búsqueda a medias [Privado] [Helena][Cerrado]
Toda la ira, el desenfreno, adrenalina y demás emociones y sentimientos ligados a la explosión que sufrió la bruja se fueron apagando poco a poco a medida que el virrey iba explicando la situación.
Realmente no se lo podía creer, parecía tan despreocupado y tan irrespetuoso frente a la seriedad que aquello requería, que la Rhodes le miró totalmente extrañada, sin esconder esa mirada de desdén y desconfianza que una parte de ella sentía.
¡Una prueba! Vaya, sí que de verdad parecía interesado... Al menos eso decía. Ahora se sentía avergonzada tras su estallido de furia.
-V-vaya, y-yo... No sé que decir-Dijo aún jadeando por todo el ejercicio que había realizado-Pero, gracias-Dijo sacudiéndose el polvo de sus ropajes
Las dos mujeres abandonaron el lugar aparentemente molestas con el virrey. Helena no podía entender del todo por qué...
-¿Acaso a ellas no les he gustado?-Dijo en el mismo momento que aquel hombre pasó uno de sus brazos por encima de sus hombros y la agarraba con un gesto de camaradería. A la bruja no le gustaba que la tocasen, así que se mostró reticente ante eso, incómoda, echando así una mirada tan viperina que invitaba "amablemente" a que el virrey la soltase en ese preciso momento-Soy así, cuando me enfado pierdo el control, pero siempre suelo acabar mis trabajos. Nunca perderás dinero teniéndome al lado.-Aseguró
Por suerte, el hombre la soltó antes de que la rubia tuviera que decirle amable (O más seguramente de una forma borde) que se apartara. El espacio vital era una cosa importante para la bruja.
Tras eso, el virrey llamó a una de las mujeres de antes, la cual vino para explicar a Helena las condiciones de su trabajo. Cien aeros para trabajos sencillos y cuatrocientos para los más complicados. No sonaba mal para un principio, pero obviamente a medida que se fuese asentando en la ciudad iría pidiendo sutilmente un aumento de sueldo, ya que estaba, quería apuntar alto en un sitio plagado de ladrones, bandidos y prostitutas.
-Tranquila, sabré leer todo los papeles que me entregues-Miró al virrey-Acudí a la "prestigiosa" Hekshold la mayor parte de mi adolescencia, aunque nunca terminé los estudios-Revoleó los ojos-Pero eso ahora no importa.-Cambió de tema-Puedo encargarme de cualquier trabajo, no solo asesinatos; también puedo robar, espiar...
Un "Rey" paranoico, bueno, era normal. Aquel sitio no sería el más indicado para ser confiado y abierto con la gente. No eran ciudadanos normales los que allí vivían, todos tenían seguramente un pasado turbio y su moral estaría cubierta de barro y lodo. No los juzgaba, no era quién para hacerlo y seguramente ella sería la que más en el lodo se encontrase de todos ellos.
Estrechó la mano del virrey, mostrando una sonrisa amable y cordial, quién lo diría, después de todo lo que demostró hace unos minutos, nadie la tomaría por una chica dulce... Sabía interpretar bien ese papel, le encantaba.
-También puedo trabajar para ti, virrey, después de todo, mientras me paguen no me importará hacerte algún trabajo que otro.-Dejó de estrecharle la mano y puso sus brazos en sus caderas, mostrando una pose relajada-Será un placer trabajar para los "señores" de Ciudad Lagarto-Concluyó esbozando media sonrisa
Realmente no se lo podía creer, parecía tan despreocupado y tan irrespetuoso frente a la seriedad que aquello requería, que la Rhodes le miró totalmente extrañada, sin esconder esa mirada de desdén y desconfianza que una parte de ella sentía.
¡Una prueba! Vaya, sí que de verdad parecía interesado... Al menos eso decía. Ahora se sentía avergonzada tras su estallido de furia.
-V-vaya, y-yo... No sé que decir-Dijo aún jadeando por todo el ejercicio que había realizado-Pero, gracias-Dijo sacudiéndose el polvo de sus ropajes
Las dos mujeres abandonaron el lugar aparentemente molestas con el virrey. Helena no podía entender del todo por qué...
-¿Acaso a ellas no les he gustado?-Dijo en el mismo momento que aquel hombre pasó uno de sus brazos por encima de sus hombros y la agarraba con un gesto de camaradería. A la bruja no le gustaba que la tocasen, así que se mostró reticente ante eso, incómoda, echando así una mirada tan viperina que invitaba "amablemente" a que el virrey la soltase en ese preciso momento-Soy así, cuando me enfado pierdo el control, pero siempre suelo acabar mis trabajos. Nunca perderás dinero teniéndome al lado.-Aseguró
Por suerte, el hombre la soltó antes de que la rubia tuviera que decirle amable (O más seguramente de una forma borde) que se apartara. El espacio vital era una cosa importante para la bruja.
Tras eso, el virrey llamó a una de las mujeres de antes, la cual vino para explicar a Helena las condiciones de su trabajo. Cien aeros para trabajos sencillos y cuatrocientos para los más complicados. No sonaba mal para un principio, pero obviamente a medida que se fuese asentando en la ciudad iría pidiendo sutilmente un aumento de sueldo, ya que estaba, quería apuntar alto en un sitio plagado de ladrones, bandidos y prostitutas.
-Tranquila, sabré leer todo los papeles que me entregues-Miró al virrey-Acudí a la "prestigiosa" Hekshold la mayor parte de mi adolescencia, aunque nunca terminé los estudios-Revoleó los ojos-Pero eso ahora no importa.-Cambió de tema-Puedo encargarme de cualquier trabajo, no solo asesinatos; también puedo robar, espiar...
Un "Rey" paranoico, bueno, era normal. Aquel sitio no sería el más indicado para ser confiado y abierto con la gente. No eran ciudadanos normales los que allí vivían, todos tenían seguramente un pasado turbio y su moral estaría cubierta de barro y lodo. No los juzgaba, no era quién para hacerlo y seguramente ella sería la que más en el lodo se encontrase de todos ellos.
Estrechó la mano del virrey, mostrando una sonrisa amable y cordial, quién lo diría, después de todo lo que demostró hace unos minutos, nadie la tomaría por una chica dulce... Sabía interpretar bien ese papel, le encantaba.
-También puedo trabajar para ti, virrey, después de todo, mientras me paguen no me importará hacerte algún trabajo que otro.-Dejó de estrecharle la mano y puso sus brazos en sus caderas, mostrando una pose relajada-Será un placer trabajar para los "señores" de Ciudad Lagarto-Concluyó esbozando media sonrisa
Helena Rhodes
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Ese era el tipo de cosas que lograba Matthew, aunque ciertamente era un truco que solo le funcionaba las primeras veces, en cuanto la gente comenzaba a conocerlo pronto entendía cómo funcionaba la artimaña y en lugar de calmar el enfado lo exacerbaba aún más. Eso era lo que pasaba con Morgan y Brenda, que ya estaban completamente hartas de las idioteces de Matt.
-No hay de que, Querida – Cuando la mujer pregunto por las acompañantes del estafador este hizo un gesto para que se despreocupara – No te preocupes por ellas, solo están celosas – Por algún motivo que el moreno desconocía utilizar ese tipo de comentarios solía funcionar, sobre todo con las damas - ¿Eres de tener esos arranques de ira? Jajaja, vaya ¡Que carácter! Eso es encantador –
La mujer daba a entender con cada uno de sus gestos y sus miradas que estaba sumamente alerta, amable hasta cierto punto, pero jamás bajaba la guardia. Owens en cambio parecía ser un alegre idiota que de alguna manera había logrado llegar al puesto de Virrey por esos eventos del destino o el alineamiento de las estrellas de turno.
Y Matt no hacia ningún esfuerzo por mejorar su imagen.
-Así que fuiste a Hekshold, soy alumno también. Sé que es difícil de creer, pero el viejo Señor Rutherford es bastante interesante, es increíble la cantidad de cosas que conoce – Escuchó la explicación de la joven mientras se peinaba la barba con dos dedos – Ciertamente utilizarte solo como asesina sería un desperdicio –
Mientras hablaban Matt iba caminando lentamente por la ciudad/campamento, recordó a los pocos metros que habían dejado a una pila de bandidos inconscientes y golpeados, se detuvo en seco y miró a Brenda.
-Elijan a tres o cuatro de los que estén menos golpeados y mandáselos a Lazid, dile que esos son los asesinos más capaces y osados que he encontrado de entre todos los que me envió – La enana frunció los labios en señal de que la idea no le gustaba – Oh vamos, tardará en darse cuenta, y cuando lo haga siempre puedes decir que fue idea mía, no te preocupes Cariño – Le guiño un ojo y volvió a poner su atención en la hechicera – Tu también puedes ir a decirle al Rey lo que acabo de hacer, no te preocupes por eso –
La intención de Matt era por un lado quitar la idea de que podía ser castigada por sus decisiones, pero además quería dejar en claro que lo que acababa de oír no era material que pudiera ser utilizado para el chantaje. El estafador se aseguraba de dejar bien a la vista sus malas intenciones para que no parecieran tan malas y ocultaba muy cuidadosamente toda la información que si podría resultar comprometedora.
-Acompáñame por favor, Joven Sin Nombre – Dijo de modo burlón y diplomático para hacerle notar que no había dicho su nombre – Te aseguro que el placer será todo nuestro – Se hizo a un lado y le señalo con amabilidad la dirección en la que irían – Hablemos de negocios, seguro eso te resultara mucho más placentero que pelear con un montón de patanes bajo el sol –
Al notar el rechazo que la mujer tenía por el contacto físico, Matthew no la tocó en ningún momento, sino que acercaba sus manos hasta que estaba a pocos centímetros, pero sin llegar a generar contacto alguno. El Virrey era muy histriónico, no podía quedarse quieto mientras hablaba.
-También tenemos que hablar sobre donde vivirás, intento que todos los que trabajan para mi estén bajo mi mismo techo. Pero no a todas les resulta cómodo, así que podemos prepararte otro sitio donde más te guste – Sonrió ampliamente, como si fuera el ser bondadoso que claramente no era – Es importante explicitar un asunto, para que no hayan malos entendidos luego: Nadie en Ciudad Lagarto hace caridad, las cosas que puedas obtener serán por medio del trabajo duro, el hurto o el asesinato. No hay otro modo – Juntó las manos y agregó – Lo que quiero decir es que si quieres una carpa propia de alguna manera tendrás que pagarla, si deseas que tenga muebles, pues será otro precio, y así, y así –
Llegaron finalmente a una enorme tienda, era la segunda más grande de la ciudad y era bastante llamativa porque no era solo una, sino que era una carpa principal con muchas más pequeñas anexadas alrededor. No era necesario ser muy avispado para darse una idea de que función tenía ese sitio, además de ser la vivienda de Matt.
-Como dije, también puedes quedarte aquí, claro que será mucho más económico porque las carpas ya están armadas, solo tendrías que instalarte en una y ya – Se encogió de hombros y se hizo el desentendido – Se bienvenida a mi humilde hogar. Entremos y bebamos algo mientras leemos el contrato ¿Te parece bien? -
-No hay de que, Querida – Cuando la mujer pregunto por las acompañantes del estafador este hizo un gesto para que se despreocupara – No te preocupes por ellas, solo están celosas – Por algún motivo que el moreno desconocía utilizar ese tipo de comentarios solía funcionar, sobre todo con las damas - ¿Eres de tener esos arranques de ira? Jajaja, vaya ¡Que carácter! Eso es encantador –
La mujer daba a entender con cada uno de sus gestos y sus miradas que estaba sumamente alerta, amable hasta cierto punto, pero jamás bajaba la guardia. Owens en cambio parecía ser un alegre idiota que de alguna manera había logrado llegar al puesto de Virrey por esos eventos del destino o el alineamiento de las estrellas de turno.
Y Matt no hacia ningún esfuerzo por mejorar su imagen.
-Así que fuiste a Hekshold, soy alumno también. Sé que es difícil de creer, pero el viejo Señor Rutherford es bastante interesante, es increíble la cantidad de cosas que conoce – Escuchó la explicación de la joven mientras se peinaba la barba con dos dedos – Ciertamente utilizarte solo como asesina sería un desperdicio –
Mientras hablaban Matt iba caminando lentamente por la ciudad/campamento, recordó a los pocos metros que habían dejado a una pila de bandidos inconscientes y golpeados, se detuvo en seco y miró a Brenda.
-Elijan a tres o cuatro de los que estén menos golpeados y mandáselos a Lazid, dile que esos son los asesinos más capaces y osados que he encontrado de entre todos los que me envió – La enana frunció los labios en señal de que la idea no le gustaba – Oh vamos, tardará en darse cuenta, y cuando lo haga siempre puedes decir que fue idea mía, no te preocupes Cariño – Le guiño un ojo y volvió a poner su atención en la hechicera – Tu también puedes ir a decirle al Rey lo que acabo de hacer, no te preocupes por eso –
La intención de Matt era por un lado quitar la idea de que podía ser castigada por sus decisiones, pero además quería dejar en claro que lo que acababa de oír no era material que pudiera ser utilizado para el chantaje. El estafador se aseguraba de dejar bien a la vista sus malas intenciones para que no parecieran tan malas y ocultaba muy cuidadosamente toda la información que si podría resultar comprometedora.
-Acompáñame por favor, Joven Sin Nombre – Dijo de modo burlón y diplomático para hacerle notar que no había dicho su nombre – Te aseguro que el placer será todo nuestro – Se hizo a un lado y le señalo con amabilidad la dirección en la que irían – Hablemos de negocios, seguro eso te resultara mucho más placentero que pelear con un montón de patanes bajo el sol –
Al notar el rechazo que la mujer tenía por el contacto físico, Matthew no la tocó en ningún momento, sino que acercaba sus manos hasta que estaba a pocos centímetros, pero sin llegar a generar contacto alguno. El Virrey era muy histriónico, no podía quedarse quieto mientras hablaba.
-También tenemos que hablar sobre donde vivirás, intento que todos los que trabajan para mi estén bajo mi mismo techo. Pero no a todas les resulta cómodo, así que podemos prepararte otro sitio donde más te guste – Sonrió ampliamente, como si fuera el ser bondadoso que claramente no era – Es importante explicitar un asunto, para que no hayan malos entendidos luego: Nadie en Ciudad Lagarto hace caridad, las cosas que puedas obtener serán por medio del trabajo duro, el hurto o el asesinato. No hay otro modo – Juntó las manos y agregó – Lo que quiero decir es que si quieres una carpa propia de alguna manera tendrás que pagarla, si deseas que tenga muebles, pues será otro precio, y así, y así –
Llegaron finalmente a una enorme tienda, era la segunda más grande de la ciudad y era bastante llamativa porque no era solo una, sino que era una carpa principal con muchas más pequeñas anexadas alrededor. No era necesario ser muy avispado para darse una idea de que función tenía ese sitio, además de ser la vivienda de Matt.
-Como dije, también puedes quedarte aquí, claro que será mucho más económico porque las carpas ya están armadas, solo tendrías que instalarte en una y ya – Se encogió de hombros y se hizo el desentendido – Se bienvenida a mi humilde hogar. Entremos y bebamos algo mientras leemos el contrato ¿Te parece bien? -
Última edición por Matthew Owens el Vie Ene 18 2019, 14:22, editado 1 vez
Matthew Owens
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Ciertamente, le resultaba bastante extraño que el virrey hubiese mandado a unos pocos de los candidatos que ella misma tumbó a ponerse a las órdenes del Rey Lazid. Una mueca dubitativa se dibujó en su rostro. Dicha mueca, al instante se borró al recordar que aún no se había presentado, ya que fue el propio virrey el que se lo volvió a reiterar; "Joven Sin Nombre", aquello avergonzó un poco a la rubia, ya que, ya fuese por la presión, los nervios o que todavía no le habían bajado las pulsaciones tras su enfrentamiento en masa contra aqeullos tipejos, había faltado a su propia profesionalidad al no identificarse ante uno de los líderes de la ciudad.
-L-lo siento, señor Matthew-Paró la caminata que estaba teniendo con el moreno e inclinó un poco la cabeza a modo de disculpa para luego volver a mirar al virrey-Helena. Soy Helena Rhodes.-Siguieron caminando-Estoy a su servicio-Reiteró en cuanto el virrey le propuso "Hablar de negocios".
El virrey movía las manos exageradamente mientras se explicaba. No llegaba a tocarla, pero aún así la ponía un poco nerviosa. Quizás habría notado su rechazo al contacto físico, lo cual se alegraba que hubiese comprendido sin mediar palabra alguna. La costumbre de mover las manos suponía que sería inevitable al ser algo que nacía en su propia forma de ser, así que se tendría que acostumbrar. Helena daba por hecho que el virrey sería su jefe a partir de ahora y no el Rey Lazid. Realmente le daba igual, había algo en ese hombre que la atraía, no de una forma sexual ni amorosa, sino más bien era su sola presencia. Todos con los que se cruzaban lo miraban con cierto respeto y temor, sin duda Matthew Owens era una figura de bastante autoridad en la ciudad, con eso le bastaba a la bruja para estar satisfecha con todo trabajo que pudiera ofrecerle, después de todo, Ciudad Lagarto tenía tres líderes, trabajar para uno u otro sería lo mismo.
-Puedo adaptarme a cualquier sitio-Respondió Helena al comentario sobre dónde viviría-He oído que usted vive con prostitutas. Mientras no me molesten estaré conforme-Se encogió de hombros restándole importancia al sitio donde la alojaría, aunque en realidad en su interior gritaba de emoción, ¡Viviría en la carpa del virrey de Ciudad Lagarto! Su estancia allí no podría haber empezado mejor.-Lo sé, virrey. Nadie en Ciudad Lagarto te va a dar cosas por las buenas, estoy acostumbrada a vivir por mi propio mérito y esfuerzo. Si alguien me molesta, lo más leve que recibirá de mí será una patada en el culo-Dijo sin saber muy bien si ese tipo de lenguaje sería el adecuado en presencia de una figura importante-Puede que en un futuro me compre mi propia casa, pero empezar a vivir en esta ciudad en la carpa del virrey es más de lo que podría pedir. Le agradezco el ofrecimiento-Sonrió cordial y dulcemente
De pronto, empezaron a caer copos brillantes de nieve a la vez que un ambiente gélido y un viento helado se hacían notar por la ciudad. La Rhodes se encapuchó, no quería mojarse el pelo, y menos con ese frío. Acto seguido siguió caminando junto a Matthew a la vez que intentaba mantenerse en calor frotándose los brazos con las manos.
Llegaron a una gran carpa, diferente y más ostentosa a todas las demás, se notaba que estaba bien cuidada. La carpa tenía otras anexiones que formaban un todo bastante notable. Helena silbó a modo de sorpresa y se cruzó de brazos a la vez que dibujaba media sonrisa en sus labios.
-Sin duda, es la carpa más bonita del lugar, señor-Aduló a Matthew
El virrey la invitó a entrar. Por dentro, la carpa aún lucía más espectacular, con adornos bastante lujosos y alfombras que cubrían todo el suelo, hasta la esquina más recóndita. Muchas mujeres había por allí, algunas desnudas, otras parcialmente y muy pocas vestidas. Charlaban, comían o simplemente pasaban el rato allí intentando matar el tiempo. La bruja vio cómo las carpas anexadas servían en su mayoría como prostíbulo. Allí era donde las chicas trabajaban. Algunas de ellas se encontraban cerradas al paso, y la Rhodes se imaginaba por qué, el sonido de sus interiores delataba lo que en estas ocurría. No quiso prestarle demasiada atención. Suspiró. Tendría que aprender a convivir allí.
Una de las chicas se acercó a la pareja, iba semi desnuda, con uno de sus pechos al aire, mientras las demás observaban expectantes la llegada de Helena. Esta última se bajó la capucha para dejar ver la totalidad de su rostro a la vez que sus cabellos dorados caían por sus hombros.
-Matt, ¿Quién es?-Observó a la rubia de arriba a abajo-¿Un nuevo fichaje?-Se acercó aún más a Helena-Hmmm, es mona-Desvió por un instante la mirada al virrey. Acto seguido miró con excesiva expectación el torso de la rubia para luego volver a dirigirse a Owens-No tiene unos grandes pechos, pero se mantienen notables y con una bonita forma.
-¿¡Cómo...!?-Dijo en voz baja a la vez que entrecerraba sus ojos y dejaba escapar una sonrisilla forzada para mantener la cordialidad, aunque apretaba los dientes tantos que su gesto parecía robótico
La chica la rodeó y tocó las nalgas de la rubia con las dos manos. Esto hizo que la bruja pegase un pequeño y minúsculo sobresalto al no esperarse tal acción.
-Su culo también tiene una bonita forma y conjunta bastante bien con sus caderas.-Dio de nuevo la vuelta para hablar esta vez directamente cara a cara con Matthew-Puede tener futuro. Bastantes hombres querrán sus servicios, e incluso puedo decirte que estará más que solicitada.
Helena no habló, simplemente mantenía su sonrisa mecanizada y falsa. Los dientes los apretaba tanto que daba la impresión de que en cualquier momento cederían y llegarían a romperse. No quería desatar su furia allí, y menos delante de su nuevo jefe, pero si por ella fuera, en ese momento la preciosa nariz de aquella joven ahora derrocharía un gran océano de sangre y huesos rotos. Apretaba los puños tanto que si no llevara sus guanteletes seguramente se haría daño y sangre con sus propias uñas, y la yugular se le marcaba en demasía en el cuello, con aspecto de estallar en cualquier momento y sin aviso, liberando así una ola de furia y desenfreno similar a la vivida hace escasamente una hora.
-L-lo siento, señor Matthew-Paró la caminata que estaba teniendo con el moreno e inclinó un poco la cabeza a modo de disculpa para luego volver a mirar al virrey-Helena. Soy Helena Rhodes.-Siguieron caminando-Estoy a su servicio-Reiteró en cuanto el virrey le propuso "Hablar de negocios".
El virrey movía las manos exageradamente mientras se explicaba. No llegaba a tocarla, pero aún así la ponía un poco nerviosa. Quizás habría notado su rechazo al contacto físico, lo cual se alegraba que hubiese comprendido sin mediar palabra alguna. La costumbre de mover las manos suponía que sería inevitable al ser algo que nacía en su propia forma de ser, así que se tendría que acostumbrar. Helena daba por hecho que el virrey sería su jefe a partir de ahora y no el Rey Lazid. Realmente le daba igual, había algo en ese hombre que la atraía, no de una forma sexual ni amorosa, sino más bien era su sola presencia. Todos con los que se cruzaban lo miraban con cierto respeto y temor, sin duda Matthew Owens era una figura de bastante autoridad en la ciudad, con eso le bastaba a la bruja para estar satisfecha con todo trabajo que pudiera ofrecerle, después de todo, Ciudad Lagarto tenía tres líderes, trabajar para uno u otro sería lo mismo.
-Puedo adaptarme a cualquier sitio-Respondió Helena al comentario sobre dónde viviría-He oído que usted vive con prostitutas. Mientras no me molesten estaré conforme-Se encogió de hombros restándole importancia al sitio donde la alojaría, aunque en realidad en su interior gritaba de emoción, ¡Viviría en la carpa del virrey de Ciudad Lagarto! Su estancia allí no podría haber empezado mejor.-Lo sé, virrey. Nadie en Ciudad Lagarto te va a dar cosas por las buenas, estoy acostumbrada a vivir por mi propio mérito y esfuerzo. Si alguien me molesta, lo más leve que recibirá de mí será una patada en el culo-Dijo sin saber muy bien si ese tipo de lenguaje sería el adecuado en presencia de una figura importante-Puede que en un futuro me compre mi propia casa, pero empezar a vivir en esta ciudad en la carpa del virrey es más de lo que podría pedir. Le agradezco el ofrecimiento-Sonrió cordial y dulcemente
De pronto, empezaron a caer copos brillantes de nieve a la vez que un ambiente gélido y un viento helado se hacían notar por la ciudad. La Rhodes se encapuchó, no quería mojarse el pelo, y menos con ese frío. Acto seguido siguió caminando junto a Matthew a la vez que intentaba mantenerse en calor frotándose los brazos con las manos.
Llegaron a una gran carpa, diferente y más ostentosa a todas las demás, se notaba que estaba bien cuidada. La carpa tenía otras anexiones que formaban un todo bastante notable. Helena silbó a modo de sorpresa y se cruzó de brazos a la vez que dibujaba media sonrisa en sus labios.
-Sin duda, es la carpa más bonita del lugar, señor-Aduló a Matthew
El virrey la invitó a entrar. Por dentro, la carpa aún lucía más espectacular, con adornos bastante lujosos y alfombras que cubrían todo el suelo, hasta la esquina más recóndita. Muchas mujeres había por allí, algunas desnudas, otras parcialmente y muy pocas vestidas. Charlaban, comían o simplemente pasaban el rato allí intentando matar el tiempo. La bruja vio cómo las carpas anexadas servían en su mayoría como prostíbulo. Allí era donde las chicas trabajaban. Algunas de ellas se encontraban cerradas al paso, y la Rhodes se imaginaba por qué, el sonido de sus interiores delataba lo que en estas ocurría. No quiso prestarle demasiada atención. Suspiró. Tendría que aprender a convivir allí.
Una de las chicas se acercó a la pareja, iba semi desnuda, con uno de sus pechos al aire, mientras las demás observaban expectantes la llegada de Helena. Esta última se bajó la capucha para dejar ver la totalidad de su rostro a la vez que sus cabellos dorados caían por sus hombros.
-Matt, ¿Quién es?-Observó a la rubia de arriba a abajo-¿Un nuevo fichaje?-Se acercó aún más a Helena-Hmmm, es mona-Desvió por un instante la mirada al virrey. Acto seguido miró con excesiva expectación el torso de la rubia para luego volver a dirigirse a Owens-No tiene unos grandes pechos, pero se mantienen notables y con una bonita forma.
-¿¡Cómo...!?-Dijo en voz baja a la vez que entrecerraba sus ojos y dejaba escapar una sonrisilla forzada para mantener la cordialidad, aunque apretaba los dientes tantos que su gesto parecía robótico
La chica la rodeó y tocó las nalgas de la rubia con las dos manos. Esto hizo que la bruja pegase un pequeño y minúsculo sobresalto al no esperarse tal acción.
-Su culo también tiene una bonita forma y conjunta bastante bien con sus caderas.-Dio de nuevo la vuelta para hablar esta vez directamente cara a cara con Matthew-Puede tener futuro. Bastantes hombres querrán sus servicios, e incluso puedo decirte que estará más que solicitada.
Helena no habló, simplemente mantenía su sonrisa mecanizada y falsa. Los dientes los apretaba tanto que daba la impresión de que en cualquier momento cederían y llegarían a romperse. No quería desatar su furia allí, y menos delante de su nuevo jefe, pero si por ella fuera, en ese momento la preciosa nariz de aquella joven ahora derrocharía un gran océano de sangre y huesos rotos. Apretaba los puños tanto que si no llevara sus guanteletes seguramente se haría daño y sangre con sus propias uñas, y la yugular se le marcaba en demasía en el cuello, con aspecto de estallar en cualquier momento y sin aviso, liberando así una ola de furia y desenfreno similar a la vivida hace escasamente una hora.
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Por lo pronto, Matthew podía notar que Helena tenía muchas de las características que le resultaban útiles, era fuerte, inteligente, pero entendía de jerarquías. “Con algún ajuste aquí y allá” pensaba el moreno, como si estuviera hablando de una cosa y no de una persona. Cuando alguien nuevo se acercaba a Owens siempre se generaba una doble dinámica, por un lado el humano fingía aquellas cualidades que intuía la otra parte necesitaba, y por otro lado, lentamente iba ajustando la relación hasta que se amoldaba a sus gustos.
-¡Oh cielos! ¿Ya te dijeron eso? Que rápido corren las noticias ¿Qué más te dijeron de mí? Deben tener mucho tiempo libre si se dedican a tales actividades tan poco productivas. Tengo que hacer algo con eso – Mintió descaradamente el Virrey – Las chicas son respetuosas, aunque curiosas, pero… - Bajó la voz como si hablara con un confidente – Sigue mi consejo, tratalas bien y estarás al tanto de todo lo que sucede en la ciudad – Le guiño un ojo –Además de que nunca se sabe cuándo vas a necesitar una mano-
El moreno corrió la cortina/puerta y le hizo un gesto a Helena para que pasara, luego se sacudió la nieve y se quitó las botas antes de entrar también. Una vez adentro se quitó el abrigo y lo arrojó a un lado, adentro de la tienda estaba mucho más cálido que afuera, teniendo en cuenta que gran parte de los que vivían allí iban ligeros de ropa, resultaba esencial tener los calentadores siempre funcionando.
-Ains ¡Me halagas! Yo mismo me encargue de la decoración – Matt estaba muy orgulloso, tenía mucha confianza en su buen gusto – Te diré que no es fácil conseguir todo esto en Ciudad Lagarto, tuve que revisar cada cargamento que robaban y llevarme lo que valía la pena antes de que alguno de los bandidos lo arruinara – Lo decía con un tono que en verdad daba la sensación de que había sido algo dramático.
Verónica apareció de la nada y Matt no hizo a tiempo de avisarle sobre el carácter de Helena, se quedó mirando la situación con una media sonrisa en el rostro y una ceja levantada. Al final ya no pudo aguantarse, al ver la expresión de la muchacha cuando le tocaron el trasero, el moreno estallo en una carcajada.
-Jajajaja – Se tapo la cara con una mano mientras que con la otra se agarraba la panza, sentía una fuerte punzada en el costado por reírse tanto – Querida, si no te alejas ahora mismo terminaras con todos los huesos de tu cuerpo rotos – Verónica se puso pálida – Así es, no está aquí para ser prostituta, sino como colaboradora – Tuvo mucho cuidado de no decir exactamente qué era lo que Helena iba a hacer. Owens agarró a la prostituta y le dio un beso en la mano – Vete de aquí, cielo. Tenemos que hacer negocios con la señorita-
Quedaron “solos” (En la tienda de Matt siempre había gente) nuevamente, pero al menos nadie más se acercaba a ellos. El moreno invitó a la joven a sentarse en una mesa baja con almohadas alrededor, a un costado había una jarra con vino y dos copas.
-Para empezar, me gustaría que dejáramos de lado lo de “señor”, me siento veinte años más viejo cada vez que me dices de esa manera. Llámame “Matt” ¿De acuerdo? – Se acomodo en uno de los cojines mientras hablaban - ¿Cuántos años tienes? Creo que tenemos edades similares, así que te doy permiso para tutearme – Sirvió vino para los dos – Me gustaría saber qué te trajo aquí, somos una Ciudad con una fama bastante particular ¿Qué hace que una bonita mujer se interne en este antro?-
-¡Oh cielos! ¿Ya te dijeron eso? Que rápido corren las noticias ¿Qué más te dijeron de mí? Deben tener mucho tiempo libre si se dedican a tales actividades tan poco productivas. Tengo que hacer algo con eso – Mintió descaradamente el Virrey – Las chicas son respetuosas, aunque curiosas, pero… - Bajó la voz como si hablara con un confidente – Sigue mi consejo, tratalas bien y estarás al tanto de todo lo que sucede en la ciudad – Le guiño un ojo –Además de que nunca se sabe cuándo vas a necesitar una mano-
El moreno corrió la cortina/puerta y le hizo un gesto a Helena para que pasara, luego se sacudió la nieve y se quitó las botas antes de entrar también. Una vez adentro se quitó el abrigo y lo arrojó a un lado, adentro de la tienda estaba mucho más cálido que afuera, teniendo en cuenta que gran parte de los que vivían allí iban ligeros de ropa, resultaba esencial tener los calentadores siempre funcionando.
-Ains ¡Me halagas! Yo mismo me encargue de la decoración – Matt estaba muy orgulloso, tenía mucha confianza en su buen gusto – Te diré que no es fácil conseguir todo esto en Ciudad Lagarto, tuve que revisar cada cargamento que robaban y llevarme lo que valía la pena antes de que alguno de los bandidos lo arruinara – Lo decía con un tono que en verdad daba la sensación de que había sido algo dramático.
Verónica apareció de la nada y Matt no hizo a tiempo de avisarle sobre el carácter de Helena, se quedó mirando la situación con una media sonrisa en el rostro y una ceja levantada. Al final ya no pudo aguantarse, al ver la expresión de la muchacha cuando le tocaron el trasero, el moreno estallo en una carcajada.
-Jajajaja – Se tapo la cara con una mano mientras que con la otra se agarraba la panza, sentía una fuerte punzada en el costado por reírse tanto – Querida, si no te alejas ahora mismo terminaras con todos los huesos de tu cuerpo rotos – Verónica se puso pálida – Así es, no está aquí para ser prostituta, sino como colaboradora – Tuvo mucho cuidado de no decir exactamente qué era lo que Helena iba a hacer. Owens agarró a la prostituta y le dio un beso en la mano – Vete de aquí, cielo. Tenemos que hacer negocios con la señorita-
Quedaron “solos” (En la tienda de Matt siempre había gente) nuevamente, pero al menos nadie más se acercaba a ellos. El moreno invitó a la joven a sentarse en una mesa baja con almohadas alrededor, a un costado había una jarra con vino y dos copas.
-Para empezar, me gustaría que dejáramos de lado lo de “señor”, me siento veinte años más viejo cada vez que me dices de esa manera. Llámame “Matt” ¿De acuerdo? – Se acomodo en uno de los cojines mientras hablaban - ¿Cuántos años tienes? Creo que tenemos edades similares, así que te doy permiso para tutearme – Sirvió vino para los dos – Me gustaría saber qué te trajo aquí, somos una Ciudad con una fama bastante particular ¿Qué hace que una bonita mujer se interne en este antro?-
Matthew Owens
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Re: Cartas, ofertas y una búsqueda a medias [Privado] [Helena][Cerrado]
Sentía en su interior cómo una fuerza superior a ella se generaba y daba golpes por salir, como si tuviera dentro un ser maligno a punto de nacer y devorar todo lo que encontrase a su paso. De alguna forma, le quemaba, su cara se volvió roja, sus ojos tenían la mirada fija en la chica, a la vez que su sonrisa seguía dibujándose falsamente.
Miró a Matthew. Eso no ayudó... El hombre estaba conteniendo inútilmente una risilla que se le derramaba por todos lados. Una mirada asesina y fría se clavaron en el virrey. Daba igual que fuese su "jefe", si no se detenía en aquel momento, alguien lo pagaría bastante caro... Por suerte, el moreno controló la situación y apaciguó la furia de Helena haciendo que todas las prostitutas abandonasen el lugar.
-...Tengo ganas de pegarle un puñetazo a alguien...-Miró al virrey, aún con cierto resquemor en su interior. Obviamente no se lo iba a dar a él. Si no era a "alguien", se lo daría seguramente a algo
De pronto, alguien más irrumpió en la carpa, gritando el nombre del virrey, bastante apurado y con cierto tono de superioridad. Era un hombre con pinta de desaliñado y musculado, uno de los cientos o miles de bandidos que poblaban la ciudad.
-¡Matt, Lazid quiere que muevas el culo y...!
No le dio tiempo a ese pobre diablo a acabar la frase cuando, de buenas a primeras, Helena se giró y con el puño ya cargado, lo estampó contra la nariz de aquel tipo, haciendo que, por la inercia del golpe, a la vez que caía hacia atrás mareado, un chorro de sangre empezara a derramarse desde sus fosas nasales. Finalmente, aquel bravucón quedó tumbado en el suelo perdiendo el sentido.
La Rhodes miró apurada al virrey, intentando buscar alguna excusa y nerviosa.
-Y-yo... ¡Lo siento!-Inclinó la mitad superior de su cuerpo a modo de disculpa
El virrey la invitó a sentarse en unos cómodos cojines que reposaban sobre las alfombras del suelo. Estos asientos rodeaban a una baja mesa a la altura de los mismos. Todo tenía un cierto encanto y toque elegante, a la bruja le gustaba.
-Por supuesto, Señ...--Se retractó-Digo, Matt-Sonrió de una forma dulce-No estoy acostumbrada a tratar con gente tan importante como un virrey-Se acomodó en su asiento. Miró de reojo al vino que había en uno de los costados; quería bebérselo, ¡Tenía bastante sed! Pero tampoco quería ser tan maleducada. Tenía cierta educación y modales después de tantos años de reprimendas y castigos en Hekshold. Aunque acabase odiando aquel lugar, pronto se dio cuenta de que verdaderamente las cosas que allí aprendía, aparte de las típicas "cosas de brujos", le iban a servir en su día a día y en ciertas ocasiones puntuales como lo era ese preciso momento
-Tengo treinta años-Dijo mientras se apartaba el pelo de los hombros-Nada mal para una bruja-Le guiñó un ojo-Aún me queda bastante para alcanzar la mitad de mi esperanza de vida... El brujo más anciano que conocí fue uno de mi aldea natal, tenía unos... ¿Ciento cincuenta años?-Se encogió de hombros-Más o menos.
La siguiente pregunta del moreno fue un poco más personal. No iba a indagar mucho en su pasado lejano, así que le contestaría sobre los últimos acontecimientos de su vida.
-Oí todo tipo de cosas sobre Ciudad Lagarto-Rió a la vez que se llevó una mano al pecho-Y gracias por el cumplido-Prosiguió acomodándose de nuevo en su asiento-Yo nunca he tenido un hogar fijo. Cada semana podía vivir hasta en tres lugares distintos, y cada uno más peculiar que el anterior. Nunca he vivido con demasiados lujos...-Apartó por un segundo la mirada para luego depositarla en el virrey de nuevo-Cuando me enteré de la existencia de esta ciudad y su "peculiar" estilo de vida, algo en mi interior me dijo que quizás debería de probar suerte aquí. A la gente de por aquí le importa poco quién seas o en los líos que estés metido, y yo estoy metida en bastantes-Esbozó media sonrisa pícara-Solo dime qué tengo que hacer, a quién obedecer y dónde dormir, con eso me basta. Quien contrate mis servicios tendrá una gran ventaja sobre el resto de sus... "Competidores". Nunca fallo, a no ser que quiera hacerlo aposta-Miró de forma pícara al moreno
Miró a Matthew. Eso no ayudó... El hombre estaba conteniendo inútilmente una risilla que se le derramaba por todos lados. Una mirada asesina y fría se clavaron en el virrey. Daba igual que fuese su "jefe", si no se detenía en aquel momento, alguien lo pagaría bastante caro... Por suerte, el moreno controló la situación y apaciguó la furia de Helena haciendo que todas las prostitutas abandonasen el lugar.
-...Tengo ganas de pegarle un puñetazo a alguien...-Miró al virrey, aún con cierto resquemor en su interior. Obviamente no se lo iba a dar a él. Si no era a "alguien", se lo daría seguramente a algo
De pronto, alguien más irrumpió en la carpa, gritando el nombre del virrey, bastante apurado y con cierto tono de superioridad. Era un hombre con pinta de desaliñado y musculado, uno de los cientos o miles de bandidos que poblaban la ciudad.
-¡Matt, Lazid quiere que muevas el culo y...!
No le dio tiempo a ese pobre diablo a acabar la frase cuando, de buenas a primeras, Helena se giró y con el puño ya cargado, lo estampó contra la nariz de aquel tipo, haciendo que, por la inercia del golpe, a la vez que caía hacia atrás mareado, un chorro de sangre empezara a derramarse desde sus fosas nasales. Finalmente, aquel bravucón quedó tumbado en el suelo perdiendo el sentido.
La Rhodes miró apurada al virrey, intentando buscar alguna excusa y nerviosa.
-Y-yo... ¡Lo siento!-Inclinó la mitad superior de su cuerpo a modo de disculpa
______________________________________
El virrey la invitó a sentarse en unos cómodos cojines que reposaban sobre las alfombras del suelo. Estos asientos rodeaban a una baja mesa a la altura de los mismos. Todo tenía un cierto encanto y toque elegante, a la bruja le gustaba.
-Por supuesto, Señ...--Se retractó-Digo, Matt-Sonrió de una forma dulce-No estoy acostumbrada a tratar con gente tan importante como un virrey-Se acomodó en su asiento. Miró de reojo al vino que había en uno de los costados; quería bebérselo, ¡Tenía bastante sed! Pero tampoco quería ser tan maleducada. Tenía cierta educación y modales después de tantos años de reprimendas y castigos en Hekshold. Aunque acabase odiando aquel lugar, pronto se dio cuenta de que verdaderamente las cosas que allí aprendía, aparte de las típicas "cosas de brujos", le iban a servir en su día a día y en ciertas ocasiones puntuales como lo era ese preciso momento
-Tengo treinta años-Dijo mientras se apartaba el pelo de los hombros-Nada mal para una bruja-Le guiñó un ojo-Aún me queda bastante para alcanzar la mitad de mi esperanza de vida... El brujo más anciano que conocí fue uno de mi aldea natal, tenía unos... ¿Ciento cincuenta años?-Se encogió de hombros-Más o menos.
La siguiente pregunta del moreno fue un poco más personal. No iba a indagar mucho en su pasado lejano, así que le contestaría sobre los últimos acontecimientos de su vida.
-Oí todo tipo de cosas sobre Ciudad Lagarto-Rió a la vez que se llevó una mano al pecho-Y gracias por el cumplido-Prosiguió acomodándose de nuevo en su asiento-Yo nunca he tenido un hogar fijo. Cada semana podía vivir hasta en tres lugares distintos, y cada uno más peculiar que el anterior. Nunca he vivido con demasiados lujos...-Apartó por un segundo la mirada para luego depositarla en el virrey de nuevo-Cuando me enteré de la existencia de esta ciudad y su "peculiar" estilo de vida, algo en mi interior me dijo que quizás debería de probar suerte aquí. A la gente de por aquí le importa poco quién seas o en los líos que estés metido, y yo estoy metida en bastantes-Esbozó media sonrisa pícara-Solo dime qué tengo que hacer, a quién obedecer y dónde dormir, con eso me basta. Quien contrate mis servicios tendrá una gran ventaja sobre el resto de sus... "Competidores". Nunca fallo, a no ser que quiera hacerlo aposta-Miró de forma pícara al moreno
Helena Rhodes
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No era suficiente con pedirle disculpas, por más que Verónica hizo una inclinación antes de irse y aunque las chicas alrededor se alejaron, era evidente que Helena continuaba estando furiosa. “Vaya problema...” pensó el estafador, en un comienzo creía que había sido solo una reacción producto de los nervios, pero quizás sus enojos eran algo más serio de lo que imaginaba.
Uno de los vasallos de Lazid ingresó sin permiso en la tienda, eso ya de por sí hizo que se ganara el desagrado de Matthew, pero sumado a eso, parecía traer un mensaje del Hombre-Lagarto. El moreno ya se estaba pensando alguna buena excusa, probablemente el Rey quería saber porque le había enviado a un grupo de asesinos golpeados. Por suerte no fue necesario, Helena se encargó del asunto de un modo muy práctico.
Owens levantó las cejas, sorprendido, luego hizo un pequeño aplaudo.
-¡No lo sientas! - Respondió divertido el Humano - Acabas de conseguir un ascenso-
La fachada de mujer bien educada y nerviosa quedaba muy poco creíble luego de semejante golpe. Pero Matt la dejó hacer a su gusto, ya sea por el ambiente, por el vino o por el simple paso del tiempo, seguramente terminaría por relajarse. Acercó la copa a Helena y agarró la otra para sí, tomó un sorbo mientras escuchaba la respuesta de la dama.
-Maravillosamente llevados - Respondió Owens en relación a la edad - Somos una especie en extinción - Sonrió de medio lado - No tenemos que confiarnos, las personas con esta profesión no suelen tener vidas muy largas - Terminó el contenido de la copa pero no volvió a llenarla por el momento - Por eso creo que hay que aprovechar el tiempo que tenemos tanto como nos sea posible -
Era una filosofía de vida que Matthew solía aplicar, las acciones del Humano no eran guiadas por la lógica o el incentivo de conseguir más riquezas o más poder. Owens lo sabía desde hace mucho, pero al entrar a la religión de Habak todas sus ideas se habían visto confirmadas, no existía el dinero, ni la fama, ni el poder, todas esos eran cuestiones secundarias, pasajeras. La única verdad era el Deseo.
-Me doy cuenta que tenemos muchísimas cosas en común, Querida Helena. Sí creyera en el destino diría que fuimos hechos el uno para el otro - Sirvió vino nuevamente mientras hablaba, sin mirar a la mujer a los ojos - Pero luego recuerdo que esas son puras tonterías y entiendo que viniste aquí porque hicimos está ciudad precisamente pensando en las personas como tú - Entonces sí Owens levantó la vista y miró a la mujer con un gesto de comprensión - Gente que nunca se siente cómoda en ningún lugar, que son perseguidas solo por elegir un modo de vida algo diferente a lo usual. Sé bien cómo se siente eso, todos los que estamos aquí lo sabemos -
Asintió ante las últimas palabras de Helena, el Humano no parecía estar apurado por terminar la charla, continuaba saboreando el vino y se recostó ligeramente sobre los almohadones.
-No es como si no valorara el que las personas que trabajan para mí sepan seguir órdenes, siempre es bueno encontrar gente que haga lo que dices sin rechistar ni perder el tiempo con preguntas estúpidas - Revoleo los ojos, como si fuera una situación que le pasara seguido - Pero aprecio mucho más la crítica constructiva y el que la gente tenga criterio propio - Hizo una seña a una de las jóvenes que pasaban por allí - Cielo ¿Podrías traernos algo para acompañar la bebida? Muchas gracias, Corazón - Volvió a mirar a Helena - Dime ¿Qué crees que le falta a la ciudad? ¿Qué opinas de esta idea de tener asesinos a nuestros servicios? ¿Le encuentras alguna utilidad real? - Se quedó en silencio, analizando cuidadosamente cada gesto y cada palabra de la joven.
Uno de los vasallos de Lazid ingresó sin permiso en la tienda, eso ya de por sí hizo que se ganara el desagrado de Matthew, pero sumado a eso, parecía traer un mensaje del Hombre-Lagarto. El moreno ya se estaba pensando alguna buena excusa, probablemente el Rey quería saber porque le había enviado a un grupo de asesinos golpeados. Por suerte no fue necesario, Helena se encargó del asunto de un modo muy práctico.
Owens levantó las cejas, sorprendido, luego hizo un pequeño aplaudo.
-¡No lo sientas! - Respondió divertido el Humano - Acabas de conseguir un ascenso-
La fachada de mujer bien educada y nerviosa quedaba muy poco creíble luego de semejante golpe. Pero Matt la dejó hacer a su gusto, ya sea por el ambiente, por el vino o por el simple paso del tiempo, seguramente terminaría por relajarse. Acercó la copa a Helena y agarró la otra para sí, tomó un sorbo mientras escuchaba la respuesta de la dama.
-Maravillosamente llevados - Respondió Owens en relación a la edad - Somos una especie en extinción - Sonrió de medio lado - No tenemos que confiarnos, las personas con esta profesión no suelen tener vidas muy largas - Terminó el contenido de la copa pero no volvió a llenarla por el momento - Por eso creo que hay que aprovechar el tiempo que tenemos tanto como nos sea posible -
Era una filosofía de vida que Matthew solía aplicar, las acciones del Humano no eran guiadas por la lógica o el incentivo de conseguir más riquezas o más poder. Owens lo sabía desde hace mucho, pero al entrar a la religión de Habak todas sus ideas se habían visto confirmadas, no existía el dinero, ni la fama, ni el poder, todas esos eran cuestiones secundarias, pasajeras. La única verdad era el Deseo.
-Me doy cuenta que tenemos muchísimas cosas en común, Querida Helena. Sí creyera en el destino diría que fuimos hechos el uno para el otro - Sirvió vino nuevamente mientras hablaba, sin mirar a la mujer a los ojos - Pero luego recuerdo que esas son puras tonterías y entiendo que viniste aquí porque hicimos está ciudad precisamente pensando en las personas como tú - Entonces sí Owens levantó la vista y miró a la mujer con un gesto de comprensión - Gente que nunca se siente cómoda en ningún lugar, que son perseguidas solo por elegir un modo de vida algo diferente a lo usual. Sé bien cómo se siente eso, todos los que estamos aquí lo sabemos -
Asintió ante las últimas palabras de Helena, el Humano no parecía estar apurado por terminar la charla, continuaba saboreando el vino y se recostó ligeramente sobre los almohadones.
-No es como si no valorara el que las personas que trabajan para mí sepan seguir órdenes, siempre es bueno encontrar gente que haga lo que dices sin rechistar ni perder el tiempo con preguntas estúpidas - Revoleo los ojos, como si fuera una situación que le pasara seguido - Pero aprecio mucho más la crítica constructiva y el que la gente tenga criterio propio - Hizo una seña a una de las jóvenes que pasaban por allí - Cielo ¿Podrías traernos algo para acompañar la bebida? Muchas gracias, Corazón - Volvió a mirar a Helena - Dime ¿Qué crees que le falta a la ciudad? ¿Qué opinas de esta idea de tener asesinos a nuestros servicios? ¿Le encuentras alguna utilidad real? - Se quedó en silencio, analizando cuidadosamente cada gesto y cada palabra de la joven.
Matthew Owens
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Re: Cartas, ofertas y una búsqueda a medias [Privado] [Helena][Cerrado]
Por fin el virrey había ofrecido una copa a la rubia. La bruja la recibió de buen gusto y empezó a tomar sorbos cada cierto tiempo, pero lo cierto es que cuando este se acabase ya se iba a servir ella. El hombre había abierto la veda, y Helena no era de las que se conformaban con tan solo una copa.
-¿También eres brujo, Matt?-Le dijo cuando soltó lo de "especie en peligro de extinción", aparte de porque también comentó que había estudiado en Hekshold, cosa que le extrañó en demasía, no tenía pinta de... Estudioso. Era la primera vez que le tuteaba, se sentía algo incómoda al tratar a un supuesto jefe con tanta cercanía. No estaba acostumbrada a tener nadie a quien deberle explicaciones ni nada por el estilo, siempre iba a su ritmo sin rendir cuentas a nadie, pero bien sabía, por su estancia en Hekshold, que a los líderes siempre se les debía de tratar con respeto.-Si quisiera llevar una vida duradera, desde luego no me dedicaría a esto-Sonrió
La filosofía de aquel hombre parecía bastante similar a la de ella, ¿Tampoco tendría preocupaciones por nadie? No lo creía realmente, ya que alguien con tanto poder se debe de rodear de gente de confianza, y preocuparse por ellos, mantenerlos siempre lo mejor que pueda y salvaguardar sus vidas tanto como la suya. Si así era, la Rhodes no envidiaba para nada al moreno. Demasiado tenía ella con intentar sobrevivir por sí el día a día, no podría soportar, ni quería, tener la obligación de preocuparse por otra persona que no fuese ella. Por eso era que no tenía amigos, sólo contactos.
-Yo solo fui hecha por el capricho de algún dios aburrido...-Tomó un sorbo de su copa con desinterés-El destino no existe, todo es cuestión de azar. Si de verdad alguien planeara todo lo que acontece en este mundo, yo no habría nacido-Justo cuando el hombre volvió a mirarla y empezar a "predecir" el motivo de su llegada, fue cuando Helena sintió algo en su interior. La pulsación se le aceleró un poco, se puso algo nerviosa, no sabía lo que le ocurría... ¿Sería la llamada "atracción"? La bruja abrió los ojos como platos, pero quiso mantener la compostura. Tosió un par de veces para quitarle hierro al asunto.-E-exacto.-Volvió a recuperar el control-Así soy yo-Dijo así afirmando la frase que Matt soltó
El último relato del moreno le pilló un poco desencajada y de imprevisto a la Rhodes. Realmente parecía que quería tener en cuenta su opinión... ¿O era pura fachada? Ella sería poco más que un arma, una utilidad que usar en momentos de necesidad, no una consejera o algo por el estilo. No sabía bien qué responder y tardó un par de segundos en reaccionar, hasta que tiró hacia adelante con lo primero que se le vino a la mente, dicen que eso es la sinceridad, ¿No? Soltar lo primero que se te venga a la mente sin procesarlo demasiado. Solo esperó que lo que dijese agradase al virrey.
-B-bueno, para empezar...-Soltó una pequeña risa al cruzársele por la mente una pequeña broma-A esta ciudad le vendrían bien casas y muros de verdad-Tosió para recuperar la seriedad tras la pequeña broma-Toda la gente con poder dispone de asesinos a su servicio que se encargan de mancharse las manos cuando al "jefe" de turno no le interesa hacerlo por él mismo-Tomó el último sorbo del vino para servirse inmediatamente otra copa-Que por cierto, estos "jefecillos" nunca quieren mancharse ellos mismos las manos, ya que de cara al público no serían bien visto.-Volvió a recostarse en su cojín al mismo tiempo que agarraba la copa-Quizás este mundo sería un lugar mejor sin la necesidad de tener una ciudad como esta, pero ya que es una idea un tanto utópica, mejor adaptarse a lo que ya hay y sobrevivir según las cualidades y habilidades de cada uno.-Tomo el primer sorbo de su nueva copa y miró con cierta picardía al moreno-Las mías son hacer precisamente esos "trabajos" poco éticos que los peces gordos como tú no quieren, Matt. Por eso, para mí, el que se requieran asesinos es magnífico.-Sonrió con el mismo tono pícaro que su mirada-Tener a gente así a tu servicio es de lo más útil para eliminar a la posible competencias o detractores. Por eso-Se reafirmó-Tú dime nombres y direcciones, de lo demás me encargo yo-Cruzó las piernas con delicadeza al mismo tiempo que le sostenía la mirada a Matthew
Esperaba que con ese monólogo hubiera logrado impresionar o al menos dejar satisfecho al virrey. Era lo que pensaba, poco le importaban los motivos si luego iba a recibir un pago por sus servicios. En este mundo, nadie está libre pecado... Hmm, una curiosa palabra que se le vino de pronto a la mente sin saber por qué "Pecado". No sabía el significado real de la palabra, pero sí a lo que hacía ademán, se lo habían enseñado de pequeña Le recordaba a su hogar por algún motivo y... A su padre. Por un momento, sintió asco de sí misma y rabia contra su propia persona por haberse acordado de semejante personaje.
Volvió de entre sus pensamientos para centrarse de nuevo en la conversación.
-Entonces... ¿Puedes afirmarme que estoy contratada?-Miró a su alrededor, echándole un vistazo general a la carpa-Puedo arreglármelas con tus chicas, tranquilo. No seré una molestia, a veces, ni te acordarás de que estoy aquí.-Dejó la copa sobre la mesa-¿No tengo que pasar ningún tipo de prueba? Es extraño que nunca hayas oído hablar de mí y me aceptes por las buenas solo viendo cómo me he desempeñado con unos cuantos brutos, ¿No, Matt?
-¿También eres brujo, Matt?-Le dijo cuando soltó lo de "especie en peligro de extinción", aparte de porque también comentó que había estudiado en Hekshold, cosa que le extrañó en demasía, no tenía pinta de... Estudioso. Era la primera vez que le tuteaba, se sentía algo incómoda al tratar a un supuesto jefe con tanta cercanía. No estaba acostumbrada a tener nadie a quien deberle explicaciones ni nada por el estilo, siempre iba a su ritmo sin rendir cuentas a nadie, pero bien sabía, por su estancia en Hekshold, que a los líderes siempre se les debía de tratar con respeto.-Si quisiera llevar una vida duradera, desde luego no me dedicaría a esto-Sonrió
La filosofía de aquel hombre parecía bastante similar a la de ella, ¿Tampoco tendría preocupaciones por nadie? No lo creía realmente, ya que alguien con tanto poder se debe de rodear de gente de confianza, y preocuparse por ellos, mantenerlos siempre lo mejor que pueda y salvaguardar sus vidas tanto como la suya. Si así era, la Rhodes no envidiaba para nada al moreno. Demasiado tenía ella con intentar sobrevivir por sí el día a día, no podría soportar, ni quería, tener la obligación de preocuparse por otra persona que no fuese ella. Por eso era que no tenía amigos, sólo contactos.
-Yo solo fui hecha por el capricho de algún dios aburrido...-Tomó un sorbo de su copa con desinterés-El destino no existe, todo es cuestión de azar. Si de verdad alguien planeara todo lo que acontece en este mundo, yo no habría nacido-Justo cuando el hombre volvió a mirarla y empezar a "predecir" el motivo de su llegada, fue cuando Helena sintió algo en su interior. La pulsación se le aceleró un poco, se puso algo nerviosa, no sabía lo que le ocurría... ¿Sería la llamada "atracción"? La bruja abrió los ojos como platos, pero quiso mantener la compostura. Tosió un par de veces para quitarle hierro al asunto.-E-exacto.-Volvió a recuperar el control-Así soy yo-Dijo así afirmando la frase que Matt soltó
El último relato del moreno le pilló un poco desencajada y de imprevisto a la Rhodes. Realmente parecía que quería tener en cuenta su opinión... ¿O era pura fachada? Ella sería poco más que un arma, una utilidad que usar en momentos de necesidad, no una consejera o algo por el estilo. No sabía bien qué responder y tardó un par de segundos en reaccionar, hasta que tiró hacia adelante con lo primero que se le vino a la mente, dicen que eso es la sinceridad, ¿No? Soltar lo primero que se te venga a la mente sin procesarlo demasiado. Solo esperó que lo que dijese agradase al virrey.
-B-bueno, para empezar...-Soltó una pequeña risa al cruzársele por la mente una pequeña broma-A esta ciudad le vendrían bien casas y muros de verdad-Tosió para recuperar la seriedad tras la pequeña broma-Toda la gente con poder dispone de asesinos a su servicio que se encargan de mancharse las manos cuando al "jefe" de turno no le interesa hacerlo por él mismo-Tomó el último sorbo del vino para servirse inmediatamente otra copa-Que por cierto, estos "jefecillos" nunca quieren mancharse ellos mismos las manos, ya que de cara al público no serían bien visto.-Volvió a recostarse en su cojín al mismo tiempo que agarraba la copa-Quizás este mundo sería un lugar mejor sin la necesidad de tener una ciudad como esta, pero ya que es una idea un tanto utópica, mejor adaptarse a lo que ya hay y sobrevivir según las cualidades y habilidades de cada uno.-Tomo el primer sorbo de su nueva copa y miró con cierta picardía al moreno-Las mías son hacer precisamente esos "trabajos" poco éticos que los peces gordos como tú no quieren, Matt. Por eso, para mí, el que se requieran asesinos es magnífico.-Sonrió con el mismo tono pícaro que su mirada-Tener a gente así a tu servicio es de lo más útil para eliminar a la posible competencias o detractores. Por eso-Se reafirmó-Tú dime nombres y direcciones, de lo demás me encargo yo-Cruzó las piernas con delicadeza al mismo tiempo que le sostenía la mirada a Matthew
Esperaba que con ese monólogo hubiera logrado impresionar o al menos dejar satisfecho al virrey. Era lo que pensaba, poco le importaban los motivos si luego iba a recibir un pago por sus servicios. En este mundo, nadie está libre pecado... Hmm, una curiosa palabra que se le vino de pronto a la mente sin saber por qué "Pecado". No sabía el significado real de la palabra, pero sí a lo que hacía ademán, se lo habían enseñado de pequeña Le recordaba a su hogar por algún motivo y... A su padre. Por un momento, sintió asco de sí misma y rabia contra su propia persona por haberse acordado de semejante personaje.
Volvió de entre sus pensamientos para centrarse de nuevo en la conversación.
-Entonces... ¿Puedes afirmarme que estoy contratada?-Miró a su alrededor, echándole un vistazo general a la carpa-Puedo arreglármelas con tus chicas, tranquilo. No seré una molestia, a veces, ni te acordarás de que estoy aquí.-Dejó la copa sobre la mesa-¿No tengo que pasar ningún tipo de prueba? Es extraño que nunca hayas oído hablar de mí y me aceptes por las buenas solo viendo cómo me he desempeñado con unos cuantos brutos, ¿No, Matt?
Helena Rhodes
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Re: Cartas, ofertas y una búsqueda a medias [Privado] [Helena][Cerrado]
El vino de la dama se terminaba mucho más rápido que el de Matt, al humano no se le paso por alto el detalle, volvió a servirle, no tenía ningún objetivo en particular, solo parecía divertido ver cuánto aguantaba. El moreno supuso que si su carácter ya de por si era explosivo, habiendo bebido de más debía ser todo un huracán de malgenio y golpes.
“Tengo que ver eso” pensó.
-No, para nada, soy solo un simple humano. Si bien en la Academia Hekshold la enseñanza principal es de magia, tiene también otras disciplinas, en mi caso, el Profesor Rutherford me ayuda con materias relacionada con el habla y la política. Se lo agradezco enormemente, en el momento en que me aceptó como su alumno no tenía idea de hasta donde llegaría, pero en la actualidad me resulta sumamente útil – Entrelazo los dedos y extendió los brazos hacia arriba, estirando toda la espalda – Uno pensaría que en la ciudad de los bandidos un líder debería tener fuerza física y nada en su cerebro ¿Cierto? Jajaja, prefiero que sigan creyendo que es así –
No había nada mejor a que el rival lo subestimara, Matthew estaba muy agradecido con su condición de Humano, eso hacía que la mayoría de las veces las demás razas lo miraran por arriba del hombro, como si no representara ninguna amenaza. Claro que cuando consiguió el puesto de Virrey algunas personas se mostraron ligeramente recelosas, pero el papel de imbécil le salía tan bien a Owens que en seguida la mayoría volvió a pensar que no era nada de qué preocuparse.
-Estamos de acuerdo, entonces – Chocó la copa con la de Helena, en una especie de brindis, festejando que estuvieran de acuerdo – Pero también eres mucho más ¿No? – Sonrió de medio lado y le guiño un ojo.
Escuchó con atención todo el discurso de Helena, mientras llenaba ambos copas nuevamente. No hizo gesto alguno, Matt no quería darle pistas a la Hechicera sobre lo que estaba pensando. Así que espero, apoyando el codo en la mesa y jugueteando con la copa.
-Es un concepto interesante el de las manos manchadas, porque si lo pensamos bien, ni Lazid, ni Oromë, ni yo llegamos a nuestros puestos por tener miedo de mancharnos las manos ¿Cierto? –Levantó las palmas y las observó durante algunos segundos – El asunto es que, si quiero matar a alguien, lo mato – A medida que hablaba se iba acercando a Helena – Si quiero que alguien sufra lo hago sufrir con mis propias manos. Y si quiero dar un mensaje para que recuerden quien es el que manda… - Para cuando estas últimas palabras salieron de la boca del estafador ya estaba inclinado hasta estar a pocos centímetros del rostro de la hechicera – Le escribo una carta de puño y letra, jajaja – Volvió a sentarse en su sitio mientras se reía – Creo que las reglas de cualquier ciudad no se aplican aquí. Pero puede pasar que algún día no tenga ganas de hacerlo, quizás quiera irme a dormir temprano, o tenga cosas más interesantes qué hacer. En ese caso sí que resultaría útil –
Trajeron finalmente los aperitivos que Matthew había pedido, el moreno agradeció y le pasó la jarra vacía para que trajeran más vino.
-Oh, sí, claro que estás contratada, no puedo resistirme a la idea de tener a una mujer asesina a mi lado, es una imagen muy hermosa – Porque quedaba muy bien el tener jóvenes sexys asesinando en nombre del Virrey, así de sencillo era para Owens - ¿Te sentirías más tranquila si te pusiera un montón de pruebas sin un objetivo claro? Algo como: Consigue la cabeza de uno de los guardias personales de Lazid. O cosas semejantes – Se encogió de hombros – A mi me parece una pérdida de tiempo. Es mucho más entretenido que nos quedemos aquí bebiendo -
“Tengo que ver eso” pensó.
-No, para nada, soy solo un simple humano. Si bien en la Academia Hekshold la enseñanza principal es de magia, tiene también otras disciplinas, en mi caso, el Profesor Rutherford me ayuda con materias relacionada con el habla y la política. Se lo agradezco enormemente, en el momento en que me aceptó como su alumno no tenía idea de hasta donde llegaría, pero en la actualidad me resulta sumamente útil – Entrelazo los dedos y extendió los brazos hacia arriba, estirando toda la espalda – Uno pensaría que en la ciudad de los bandidos un líder debería tener fuerza física y nada en su cerebro ¿Cierto? Jajaja, prefiero que sigan creyendo que es así –
No había nada mejor a que el rival lo subestimara, Matthew estaba muy agradecido con su condición de Humano, eso hacía que la mayoría de las veces las demás razas lo miraran por arriba del hombro, como si no representara ninguna amenaza. Claro que cuando consiguió el puesto de Virrey algunas personas se mostraron ligeramente recelosas, pero el papel de imbécil le salía tan bien a Owens que en seguida la mayoría volvió a pensar que no era nada de qué preocuparse.
-Estamos de acuerdo, entonces – Chocó la copa con la de Helena, en una especie de brindis, festejando que estuvieran de acuerdo – Pero también eres mucho más ¿No? – Sonrió de medio lado y le guiño un ojo.
Escuchó con atención todo el discurso de Helena, mientras llenaba ambos copas nuevamente. No hizo gesto alguno, Matt no quería darle pistas a la Hechicera sobre lo que estaba pensando. Así que espero, apoyando el codo en la mesa y jugueteando con la copa.
-Es un concepto interesante el de las manos manchadas, porque si lo pensamos bien, ni Lazid, ni Oromë, ni yo llegamos a nuestros puestos por tener miedo de mancharnos las manos ¿Cierto? –Levantó las palmas y las observó durante algunos segundos – El asunto es que, si quiero matar a alguien, lo mato – A medida que hablaba se iba acercando a Helena – Si quiero que alguien sufra lo hago sufrir con mis propias manos. Y si quiero dar un mensaje para que recuerden quien es el que manda… - Para cuando estas últimas palabras salieron de la boca del estafador ya estaba inclinado hasta estar a pocos centímetros del rostro de la hechicera – Le escribo una carta de puño y letra, jajaja – Volvió a sentarse en su sitio mientras se reía – Creo que las reglas de cualquier ciudad no se aplican aquí. Pero puede pasar que algún día no tenga ganas de hacerlo, quizás quiera irme a dormir temprano, o tenga cosas más interesantes qué hacer. En ese caso sí que resultaría útil –
Trajeron finalmente los aperitivos que Matthew había pedido, el moreno agradeció y le pasó la jarra vacía para que trajeran más vino.
-Oh, sí, claro que estás contratada, no puedo resistirme a la idea de tener a una mujer asesina a mi lado, es una imagen muy hermosa – Porque quedaba muy bien el tener jóvenes sexys asesinando en nombre del Virrey, así de sencillo era para Owens - ¿Te sentirías más tranquila si te pusiera un montón de pruebas sin un objetivo claro? Algo como: Consigue la cabeza de uno de los guardias personales de Lazid. O cosas semejantes – Se encogió de hombros – A mi me parece una pérdida de tiempo. Es mucho más entretenido que nos quedemos aquí bebiendo -
Matthew Owens
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Re: Cartas, ofertas y una búsqueda a medias [Privado] [Helena][Cerrado]
Cuando el hombre hizo levantó las palmas de sus manos y se las observó con detenimiento, Helena le pegó un sorbo a su copa mientras le miraba por encima del vaso con cautela. Esperaba al menos haberle convencido.
-Esta ciudad no es solo especial por su estilo de vida y por la gente que aquí vive...-Dejó la copa en la mesa-Sus líderes también tienen que ver con ello. Si el líder es fuerte, así lo será su ciudad. Si el líder es un pazguato y un imbécil, poco durará en su posición, y si a eso le añadimos el factor "Ciudad Lagarto", las posibilidades aumentan-Sonrió brevemente, muy breve, ya que el humano poco a poco se iba acercando al rostro de la bruja, lo que en cierta medida la puso nerviosa. No le gustaba el contacto físico, y eso incluía que se le acercaran tanto que invadiesen su espacio vital.
Para más inri, las frases que soltaba el virrey generaban cierta mala espina e incomodidad en la rubia, no creía de verdad que Matt le fuese a hacer nada, pero por si acaso tenía su muñeca lista para dejar salir su daga oculta en cualquier momento e hincarla en el cuello de ese charlatán.
Toda esa tensión que se generó en Helena desapareció al momento al escuchar el final de "discurso" del humano. Ciertamente, le hizo gracia que acabase diciendo eso, fue inesperado. La rubia acabó soltando una risilla que acabó en una media sonrisa. En ese momento no le apartó durante unos segundos una mirada pícara, la cual se rompió en el momento que volvió a su sitio.
-Si te soy sincera, no te tomaría por un asesino, Matt-Le desafío con un tono bromista y mirada retante pero amistosa
Sintió alivio al saber que al humano le había acabado de gustar la candidatura de la Rhodes para el trabajo que buscaba, tanto él, como Lazid o la mencionada Oromë. Mientras le pagasen, haría lo que fuese. La lealtad era algo que costaba ganarse con Helena, y que había que trabajar mucho.
-Te advierto de que soy hermosa solo por fuera, mi querido virrey-Le guiñó el ojo y le sonrió de una forma coqueta-Agradezco que confíes tanto en mí, aunque me extraña. No dejo de ser una desconocida que se ha plantado delante tuya zurrando a todo aquel que tenía delante-Bromeó
La rubia empezó a comer de los aperitivos. Tenía hambre, y tanto alcohol sin nada en el estómago era bien sabido que no era nada bueno. Aunque, por supuesto, no dejó de beber.
-Ya que te apetece seguir aquí charlando, me gustaría preguntarte dónde dormiré-Miró hacia las distintas conexiones que la carpa tenía a otras más pequeñas-No quiero tener que matar a nadie porque entre y crea que soy una de... "Tus chicas"-Esbozó media sonrisa. Bromeó con el tema, pero era lo más probable que pasaría si alguna escena parecida tuviera lugar.-También me gustaría saber cómo es que acabaste siendo virrey-Tomó otro sorbo a su copa-Después de todo... No existen títulos nobiliarios ni nada parecido aquí-Le lanzó una mirada coqueta
-Esta ciudad no es solo especial por su estilo de vida y por la gente que aquí vive...-Dejó la copa en la mesa-Sus líderes también tienen que ver con ello. Si el líder es fuerte, así lo será su ciudad. Si el líder es un pazguato y un imbécil, poco durará en su posición, y si a eso le añadimos el factor "Ciudad Lagarto", las posibilidades aumentan-Sonrió brevemente, muy breve, ya que el humano poco a poco se iba acercando al rostro de la bruja, lo que en cierta medida la puso nerviosa. No le gustaba el contacto físico, y eso incluía que se le acercaran tanto que invadiesen su espacio vital.
Para más inri, las frases que soltaba el virrey generaban cierta mala espina e incomodidad en la rubia, no creía de verdad que Matt le fuese a hacer nada, pero por si acaso tenía su muñeca lista para dejar salir su daga oculta en cualquier momento e hincarla en el cuello de ese charlatán.
Toda esa tensión que se generó en Helena desapareció al momento al escuchar el final de "discurso" del humano. Ciertamente, le hizo gracia que acabase diciendo eso, fue inesperado. La rubia acabó soltando una risilla que acabó en una media sonrisa. En ese momento no le apartó durante unos segundos una mirada pícara, la cual se rompió en el momento que volvió a su sitio.
-Si te soy sincera, no te tomaría por un asesino, Matt-Le desafío con un tono bromista y mirada retante pero amistosa
Sintió alivio al saber que al humano le había acabado de gustar la candidatura de la Rhodes para el trabajo que buscaba, tanto él, como Lazid o la mencionada Oromë. Mientras le pagasen, haría lo que fuese. La lealtad era algo que costaba ganarse con Helena, y que había que trabajar mucho.
-Te advierto de que soy hermosa solo por fuera, mi querido virrey-Le guiñó el ojo y le sonrió de una forma coqueta-Agradezco que confíes tanto en mí, aunque me extraña. No dejo de ser una desconocida que se ha plantado delante tuya zurrando a todo aquel que tenía delante-Bromeó
La rubia empezó a comer de los aperitivos. Tenía hambre, y tanto alcohol sin nada en el estómago era bien sabido que no era nada bueno. Aunque, por supuesto, no dejó de beber.
-Ya que te apetece seguir aquí charlando, me gustaría preguntarte dónde dormiré-Miró hacia las distintas conexiones que la carpa tenía a otras más pequeñas-No quiero tener que matar a nadie porque entre y crea que soy una de... "Tus chicas"-Esbozó media sonrisa. Bromeó con el tema, pero era lo más probable que pasaría si alguna escena parecida tuviera lugar.-También me gustaría saber cómo es que acabaste siendo virrey-Tomó otro sorbo a su copa-Después de todo... No existen títulos nobiliarios ni nada parecido aquí-Le lanzó una mirada coqueta
Helena Rhodes
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A Matt le gustaba verla sonreír, eso siempre era una buena señal, una persona que respondía a los chistes era una persona que comenzaba a aceptar el juego de Matthew. Quizás aún no confiaba en el estafador, tal vez no le caía simpático, y muy seguramente no dudaría ni un segundo en atravesarlo con una daga. El Humano no tenía problema alguno, ni se lo tomaba como algo personal, si él estuviera en el lugar de Helena probablemente pensaría de modo similar.
-No podrías hacerme mayor elogio, Querida – Respondió cuando la hechicera admitió que no lo veía como a un asesino - ¿Qué es lo que esperan de mí? Nada ¿Creen que soy una amenaza? No ¿Vale la pena enviar a alguien para que me asesine? No mucho –
Jugueteaba con los dedos en el aire, aparentemente sin demasiado sentido, de repente levantó la mano y la bajó con fuerza, frente a los ojos de la mujer un plato de cerámica se partió a la mitad, cediendo ante la daga invisible de Owens. La dejó clavada allí mientras servía más vino para los dos.
-No he encontrado a una sola persona que sea linda por dentro, Cielo. Todo eso de las tripas y la sangre… Solo a una persona enferma podría parecerle bello – Bromeó Matthew con la hechicera – Bueno, es cierto que podría desconfiar de ti. Es decir, eres una asesina que me dice sin rodeos que matara a cualquiera siempre y cuando le paguen adecuadamente, inclusive a mí – El Virrey se encogió de hombros y probó un poco de vino – Pero ¿Qué opción tengo? ¿Debería encerrarme en mi tienda y no dejar entrar a nadie? ¿Tener a alguien que pruebe mi comida? ¿Rodearme de guardias musculosos? No le veo ningún sentido, vivir así no sería vida –
La simple idea de que tuviera que pasar el resto de su vida encerrado, sospechando de cada esquina de su habitación, mandando a asesinar a todo aquel que le causara inseguridad… “Si mando a matar a alguien quiero que sea por diversión, no por miedo” pensaba Matt mientras sacaba la daga invisible de la tabla de la mesa, revisando si había quedado una marca demasiado grande.
-¿Dónde dormirás? Mmm, donde dormirás – El moreno miro alrededor, pensando en alguna buena opción – Creo que aquella tienda está vacía ahora – Se giró para hablar con una de las chicas que pasaba por allí – Cariño, mi memoria es frágil, dime ¿Finalmente Deby murió? - La joven asintió y se encogió de hombros – Perfecto, gracias cielo, dame un momento y haremos algo con ese cabello, te había dicho que ese color no te favorecía ¿No es así? –
Luego la atención del estafador regresó a Helena
– Tienes suerte, una habitación acaba de quedar libre. En cuanto a los clientes, si mantienes la puerta cerrada es poco probable que alguien entre, pero en el caso de que alguien no entienda la indirecta, le muestras porque fuiste elegida para ser la asesina personal del Virrey – Le guiño un ojo y sirvió más vino – Pues, llegué aquí con un poco de trabajo duro, algo de suerte y un poco de astucia. Digamos que estaba en el sitio correcto, en el momento justo para que Lazid notara mi maravillosa presencia y entendiera que me necesitaba a su lado, ese fue el azar. Pero antes de eso fueron muchas semanas de robar para juntar una buena cantidad de dinero, ahí tienes el trabajo. Y la astucia estuvo en encontrar el modo de salir de Lunargenta sin que nos atraparan – Sonrió de modo encantador – Suficiente sobre mí, cuéntame sobre ti ¿Cual es tu objetivo a largo plazo? Sé que me vas a decir "Sobrevivir en el día a día", eso está muy bien, pero todos tenemos sueños ¿Cual es el tuyo? - Matt se movió alrededor de la mesa hasta quedar sentado junto a la hechicera - Y no está permitido mentir, solo puede haber un mentiroso en esta tienda, jajaja -
-No podrías hacerme mayor elogio, Querida – Respondió cuando la hechicera admitió que no lo veía como a un asesino - ¿Qué es lo que esperan de mí? Nada ¿Creen que soy una amenaza? No ¿Vale la pena enviar a alguien para que me asesine? No mucho –
Jugueteaba con los dedos en el aire, aparentemente sin demasiado sentido, de repente levantó la mano y la bajó con fuerza, frente a los ojos de la mujer un plato de cerámica se partió a la mitad, cediendo ante la daga invisible de Owens. La dejó clavada allí mientras servía más vino para los dos.
-No he encontrado a una sola persona que sea linda por dentro, Cielo. Todo eso de las tripas y la sangre… Solo a una persona enferma podría parecerle bello – Bromeó Matthew con la hechicera – Bueno, es cierto que podría desconfiar de ti. Es decir, eres una asesina que me dice sin rodeos que matara a cualquiera siempre y cuando le paguen adecuadamente, inclusive a mí – El Virrey se encogió de hombros y probó un poco de vino – Pero ¿Qué opción tengo? ¿Debería encerrarme en mi tienda y no dejar entrar a nadie? ¿Tener a alguien que pruebe mi comida? ¿Rodearme de guardias musculosos? No le veo ningún sentido, vivir así no sería vida –
La simple idea de que tuviera que pasar el resto de su vida encerrado, sospechando de cada esquina de su habitación, mandando a asesinar a todo aquel que le causara inseguridad… “Si mando a matar a alguien quiero que sea por diversión, no por miedo” pensaba Matt mientras sacaba la daga invisible de la tabla de la mesa, revisando si había quedado una marca demasiado grande.
-¿Dónde dormirás? Mmm, donde dormirás – El moreno miro alrededor, pensando en alguna buena opción – Creo que aquella tienda está vacía ahora – Se giró para hablar con una de las chicas que pasaba por allí – Cariño, mi memoria es frágil, dime ¿Finalmente Deby murió? - La joven asintió y se encogió de hombros – Perfecto, gracias cielo, dame un momento y haremos algo con ese cabello, te había dicho que ese color no te favorecía ¿No es así? –
Luego la atención del estafador regresó a Helena
– Tienes suerte, una habitación acaba de quedar libre. En cuanto a los clientes, si mantienes la puerta cerrada es poco probable que alguien entre, pero en el caso de que alguien no entienda la indirecta, le muestras porque fuiste elegida para ser la asesina personal del Virrey – Le guiño un ojo y sirvió más vino – Pues, llegué aquí con un poco de trabajo duro, algo de suerte y un poco de astucia. Digamos que estaba en el sitio correcto, en el momento justo para que Lazid notara mi maravillosa presencia y entendiera que me necesitaba a su lado, ese fue el azar. Pero antes de eso fueron muchas semanas de robar para juntar una buena cantidad de dinero, ahí tienes el trabajo. Y la astucia estuvo en encontrar el modo de salir de Lunargenta sin que nos atraparan – Sonrió de modo encantador – Suficiente sobre mí, cuéntame sobre ti ¿Cual es tu objetivo a largo plazo? Sé que me vas a decir "Sobrevivir en el día a día", eso está muy bien, pero todos tenemos sueños ¿Cual es el tuyo? - Matt se movió alrededor de la mesa hasta quedar sentado junto a la hechicera - Y no está permitido mentir, solo puede haber un mentiroso en esta tienda, jajaja -
Matthew Owens
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Ante la larga explicación del humano, la rubia tan solo se quedó expectante mientras bebía del vino que el propio virrey le había servido. Estaba siendo bastante servicial y amable, casi como si lo que contaba de él mismo ni fuese cierto. No sólo la bruja escondía sus verdaderas intenciones y se ponía máscaras escondiendo sus verdaderos sentimientos. En una ciudad como esa, lo mejor que uno podía hacer era ser cauteloso con todos y nunca abrirte a nadie. No sabía si eso era sano para la mente, pero era lo que tocaba, al menos por el momento, ya que era una recién llegada.
-Bueno, me alegro yo también de haber estado en el sitio correcto-Bromeó-No todos pueden decir que trabajan para un virrey tan... "Especial"-Lo miró con cierta picardía
Arqueó una ceja cuando el moreno acabó su larga explicación indagando más sobre las motivaciones que movían a la bruja.
-¿Quieres decir que todo lo que me has contado ha sido mentira?-Bromeó, aunque en cierto modo, se esperaría que la estuviese mintiendo. Tal vez la ponía a prueba, o tal vez estuviese siendo sincero, quién sabe, poco le importaba realmente.
-Nunca nadie me había preguntado eso, ni siquiera yo misma...-Se quedó pensativa, dejando el vaso de vino en la mesa medio vacío-No sé si será por el alcohol, pero... Me siento con ganas de contarte-¿En serio? ¿Así por las buenas? ¿Ante un desconocido abrirse? Quizás el famoso virrey sí que tenía algo especial después de todo. Aunque sería comedida en todo lo posible.
Bajó la mirada, posándola en la mesita y dejándola fija pero a la ves perdida.
-...Algún día me gustaría poder volver a mi madre y mis abuelos...-Se agarró los codos con las respectivas manos apuestas y se frotó los brazos en señal de frío, ¿Sería la temperatura ambiente de la carpa? Sentía un escalofrío cada vez que recordaba algo de las Islas Illidenses-...Aunque dudo que pueda hacerlo-Bajó el tono de voz, pensando en voz alta. Acto seguido, al percatarse de que eso lo había dicho no sólo en su cabeza, miró al virrey algo nerviosa y tosió para quitarle importancia-¡También quiero ganar un montón de dinero y hacerme millonaria!-Rió recuperando totalmente la compostura, como si la chica frágil que antes se había mostrado desapareciera por completo y nunca hubiera existido... ¿Sería el alcohol?-Estar al lado de un virrey es el primer paso para conseguirlo, ¿No?-Sonrió dulcemente, mostrando de nuevo a la chica simpática que solía mostrar de cara al público
-¿Qué objetivo tienes tú, Matt? Supongo que como gobernante de una ciudad, deberías preocuparte por ella. Todo eso es un lío importante, agradezco no estar en tu lugar-Volvió a coger el vaso de vino y retomó la bebida
-Bueno, me alegro yo también de haber estado en el sitio correcto-Bromeó-No todos pueden decir que trabajan para un virrey tan... "Especial"-Lo miró con cierta picardía
Arqueó una ceja cuando el moreno acabó su larga explicación indagando más sobre las motivaciones que movían a la bruja.
-¿Quieres decir que todo lo que me has contado ha sido mentira?-Bromeó, aunque en cierto modo, se esperaría que la estuviese mintiendo. Tal vez la ponía a prueba, o tal vez estuviese siendo sincero, quién sabe, poco le importaba realmente.
-Nunca nadie me había preguntado eso, ni siquiera yo misma...-Se quedó pensativa, dejando el vaso de vino en la mesa medio vacío-No sé si será por el alcohol, pero... Me siento con ganas de contarte-¿En serio? ¿Así por las buenas? ¿Ante un desconocido abrirse? Quizás el famoso virrey sí que tenía algo especial después de todo. Aunque sería comedida en todo lo posible.
Bajó la mirada, posándola en la mesita y dejándola fija pero a la ves perdida.
-...Algún día me gustaría poder volver a mi madre y mis abuelos...-Se agarró los codos con las respectivas manos apuestas y se frotó los brazos en señal de frío, ¿Sería la temperatura ambiente de la carpa? Sentía un escalofrío cada vez que recordaba algo de las Islas Illidenses-...Aunque dudo que pueda hacerlo-Bajó el tono de voz, pensando en voz alta. Acto seguido, al percatarse de que eso lo había dicho no sólo en su cabeza, miró al virrey algo nerviosa y tosió para quitarle importancia-¡También quiero ganar un montón de dinero y hacerme millonaria!-Rió recuperando totalmente la compostura, como si la chica frágil que antes se había mostrado desapareciera por completo y nunca hubiera existido... ¿Sería el alcohol?-Estar al lado de un virrey es el primer paso para conseguirlo, ¿No?-Sonrió dulcemente, mostrando de nuevo a la chica simpática que solía mostrar de cara al público
-¿Qué objetivo tienes tú, Matt? Supongo que como gobernante de una ciudad, deberías preocuparte por ella. Todo eso es un lío importante, agradezco no estar en tu lugar-Volvió a coger el vaso de vino y retomó la bebida
Helena Rhodes
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Re: Cartas, ofertas y una búsqueda a medias [Privado] [Helena][Cerrado]
“Especial...” la palabra quedó rebotando en la mente del moreno, era una bonita palabra, y claro que Matthew creía que era cierto, pero no porque Helena lo dijera, sino porque era una convicción que el estafador tenía desde siempre. Él era distinto al resto ¿Era más inteligente? Probablemente no ¿Quizás más atractivo? No demasiado, solo sabía cuidarse y resaltar sus puntos fuertes ¿Tenía más Habilidad o más fuerza? Para nada, ninguna de esas cosas se aplicaban a él.
“Pero yo sé que todo esto es un jodido chiste” Por eso Owens podía reírse tanto como quisiera y no tomarse en serio ninguna situación. Todo el mundo vivía la vida con absoluta seriedad, ninguno entendía que estaban viviendo la peor broma jamás contado.
La mente de Matthew se encontraba vagando por sitios muy lejanos, pero aún así escuchó la pregunta de Helena, sonrió de medio lado aun con la vista perdida en un punto distante.
-Jamás en la vida he mentido. Y no voy a elegir este preciso momento para comenzar a hacerlo - Le devolvió la sonrisa - Puedes confiar en mí tanto como yo en ti ¿No te parece que eso es lo justo? - Se apoyó una mano en el pecho para agregarle seriedad a la charla - Si te sirve de consuelo, no siento diversión alguna en andar matando y torturando gente. Sé que se andan diciendo cosas de lo más fantasiosas en relación a eso...-
A Matthew le gustaba cuando agarraba a las personas desprevenidas con sus preguntas, así que hizo una gran sonrisa infantil cuando Helena admitió que no era algo que le hubiesen preguntado antes. Se recostó sobre la mesa, usando los brazos cruzados como almohadas y mirando a la mujer desde allí abajo.
-Soy todo oídos... - Dijo Owens en un tono mucho más serio que el que venía usando. Luego, increíblemente se quedó callado, era interesante ver al charlatán Matthew Owens completamente en silencio, mirando con un aire de solemnidad y comprensión a la mujer que se había presentado hacía tan solo unas pocas horas.
Cuando Helena intentó cambiar el tono de la charla el moreno volvió a sonreír.
-Eso dicen - Volvió a sentarse derecho y le dio unas palmadas en el hombro a la mujer - Creo que no solo regresaras a las Islas Illidenses, sino que además lo podrás hacer con la frente en alto, y pisoteando la cabeza de todos los que alguna vez creyeron que podrían pasar por encima de ti - Levantó la copa y la hizo tintinear al chocar contra la de Helena - Porque ambos somos “especiales” ¿No es así? - Se bebió todo el vino que quedaba en el vaso de un solo trago.
Owens no era de beber mucho, así que comenzaba a sentirse algo mareado, mientras que la hechicera continuaba tan regia y digna como si no hubiese tomado una sola gota de alcohol. Matt se tiró hacía atrás, y se quedó allí completamente relajado junto a Helena, suspiró y dijo.
-¿Mi objetivo? - “El Deseo” - Que no exista un solo día aburrido en toda mi vida - “El Deseo” repetía la cabeza de Matthew, y el Virrey se reía solo - ¡Oh! esa era la parte en la que decía que mi objetivo en la vida era llevar a Ciudad Lagarto a lo más alto ¿Cierto? Jajaja, ups, mi error. Lo siento - Se puso de costado y le sonrió de modo encantador - Es que, como te dije, me resulta imposible mentir -
“Pero yo sé que todo esto es un jodido chiste” Por eso Owens podía reírse tanto como quisiera y no tomarse en serio ninguna situación. Todo el mundo vivía la vida con absoluta seriedad, ninguno entendía que estaban viviendo la peor broma jamás contado.
La mente de Matthew se encontraba vagando por sitios muy lejanos, pero aún así escuchó la pregunta de Helena, sonrió de medio lado aun con la vista perdida en un punto distante.
-Jamás en la vida he mentido. Y no voy a elegir este preciso momento para comenzar a hacerlo - Le devolvió la sonrisa - Puedes confiar en mí tanto como yo en ti ¿No te parece que eso es lo justo? - Se apoyó una mano en el pecho para agregarle seriedad a la charla - Si te sirve de consuelo, no siento diversión alguna en andar matando y torturando gente. Sé que se andan diciendo cosas de lo más fantasiosas en relación a eso...-
A Matthew le gustaba cuando agarraba a las personas desprevenidas con sus preguntas, así que hizo una gran sonrisa infantil cuando Helena admitió que no era algo que le hubiesen preguntado antes. Se recostó sobre la mesa, usando los brazos cruzados como almohadas y mirando a la mujer desde allí abajo.
-Soy todo oídos... - Dijo Owens en un tono mucho más serio que el que venía usando. Luego, increíblemente se quedó callado, era interesante ver al charlatán Matthew Owens completamente en silencio, mirando con un aire de solemnidad y comprensión a la mujer que se había presentado hacía tan solo unas pocas horas.
Cuando Helena intentó cambiar el tono de la charla el moreno volvió a sonreír.
-Eso dicen - Volvió a sentarse derecho y le dio unas palmadas en el hombro a la mujer - Creo que no solo regresaras a las Islas Illidenses, sino que además lo podrás hacer con la frente en alto, y pisoteando la cabeza de todos los que alguna vez creyeron que podrían pasar por encima de ti - Levantó la copa y la hizo tintinear al chocar contra la de Helena - Porque ambos somos “especiales” ¿No es así? - Se bebió todo el vino que quedaba en el vaso de un solo trago.
Owens no era de beber mucho, así que comenzaba a sentirse algo mareado, mientras que la hechicera continuaba tan regia y digna como si no hubiese tomado una sola gota de alcohol. Matt se tiró hacía atrás, y se quedó allí completamente relajado junto a Helena, suspiró y dijo.
-¿Mi objetivo? - “El Deseo” - Que no exista un solo día aburrido en toda mi vida - “El Deseo” repetía la cabeza de Matthew, y el Virrey se reía solo - ¡Oh! esa era la parte en la que decía que mi objetivo en la vida era llevar a Ciudad Lagarto a lo más alto ¿Cierto? Jajaja, ups, mi error. Lo siento - Se puso de costado y le sonrió de modo encantador - Es que, como te dije, me resulta imposible mentir -
Matthew Owens
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Re: Cartas, ofertas y una búsqueda a medias [Privado] [Helena][Cerrado]
"No solo regresaras a las Islas Illidenses, sino que además lo podrás hacer con la frente en alto, y pisoteando la cabeza de todos los que alguna vez creyeron que podrían pasar por encima de ti". Esas palabras cruzaron como si de un proyectil se tratase, el pecho de Helena. Se le hizo un nudo en la garganta y tragó saliva con dificultad. Tan solo respondió con un leve asentimiento de cabeza y una corta sonrisa que enmascaraba sus verdaderos sentimientos.
No es que confiara mucho en las promesas ni habladurías que los demás hacían, pero por un pequeño instante, creyó que quizás, a lo largo del tiempo, esas palabras se harían realidad. Luego volvió al mundo real, olvidando todo su pesar y dolor interno para centrarse de nuevo en la conversación.
Tras el tintineo de ambas copas, la bruja se bebió de golpe lo que le quedaba de vino y soltó un largo suspiro.
Aunque tenía una gran resistencia para aguantar los efectos del alcohol, ya empezaba a notarse algo somnolienta y mareada, pero nada comparado con lo que a lo largo de su vida había pasado. Aún podría resistir un par de horas más.
-No me hagas creer en el destino, por favor-Soltó una pequeña y corta risa tonta-Al final voy a tener que hacerlo
El virrey se tendió hacia atrás, y ella también le imitó, colocándose a su lado y centrando su vista en el techo de la carpa, con los brazos hacia atrás de la cabeza a modo de almohada. La luz del sol superaba la tela y daba un efecto bastante bonito a modo de resplandor en el interior, que se proyectaba a las alfombras. El color era algo que no faltaba en aquel lugar, y si a eso le añades el resplandor de una gran foco como lo es el astro madre, queda un sitio bastante apacible.
-Algo me dice que, para mí, tampoco habrá días aburridos en Ciudad Lagarto-Siguió la broma del moreno y cerró los ojos, completamente relajada. Un silencio armónico se apoderó del lugar, y al parecer, una nueva forma de vida se abría ante la Rhodes, una en la que no tendría que huir de nadie, donde tendría bastantes lujos que antes les eran escasos al alcance, una vida que le proporcionaba un aparente hogar, aunque... Algo en su interior le decía que no dejara de estar alerta, la felicidad a veces es ilusoria y nunca está donde parece.
No es que confiara mucho en las promesas ni habladurías que los demás hacían, pero por un pequeño instante, creyó que quizás, a lo largo del tiempo, esas palabras se harían realidad. Luego volvió al mundo real, olvidando todo su pesar y dolor interno para centrarse de nuevo en la conversación.
Tras el tintineo de ambas copas, la bruja se bebió de golpe lo que le quedaba de vino y soltó un largo suspiro.
Aunque tenía una gran resistencia para aguantar los efectos del alcohol, ya empezaba a notarse algo somnolienta y mareada, pero nada comparado con lo que a lo largo de su vida había pasado. Aún podría resistir un par de horas más.
-No me hagas creer en el destino, por favor-Soltó una pequeña y corta risa tonta-Al final voy a tener que hacerlo
El virrey se tendió hacia atrás, y ella también le imitó, colocándose a su lado y centrando su vista en el techo de la carpa, con los brazos hacia atrás de la cabeza a modo de almohada. La luz del sol superaba la tela y daba un efecto bastante bonito a modo de resplandor en el interior, que se proyectaba a las alfombras. El color era algo que no faltaba en aquel lugar, y si a eso le añades el resplandor de una gran foco como lo es el astro madre, queda un sitio bastante apacible.
-Algo me dice que, para mí, tampoco habrá días aburridos en Ciudad Lagarto-Siguió la broma del moreno y cerró los ojos, completamente relajada. Un silencio armónico se apoderó del lugar, y al parecer, una nueva forma de vida se abría ante la Rhodes, una en la que no tendría que huir de nadie, donde tendría bastantes lujos que antes les eran escasos al alcance, una vida que le proporcionaba un aparente hogar, aunque... Algo en su interior le decía que no dejara de estar alerta, la felicidad a veces es ilusoria y nunca está donde parece.
Helena Rhodes
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