Humo sobre el agua [Privado] [Cerrado]
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Humo sobre el agua [Privado] [Cerrado]
Helena se había adaptado bastante bien y rápido a la vida en la carpa del virrey de Ciudad Lagarto; Matthew Owens. Se llevaba medianamente bien con las prostitutas del lugar, aunque no es que socializara mucho con ellas, más allá de las inevitables conversaciones que pueden ocurrir con personas con las que compartes un "hogar". En cierto modo, agradecía la naturalidad con que la habían acogido, tanto ellas como el propio virrey.
Matt le había mandado un par de trabajos a la bruja para que impusiese la autoridad del moreno en ciertos puntos y enclaves estratégicos de Ciudad Lagarto, para así mantener el respeto y lealtad de su gente, si es que asesinos y ladrones podían siquiera tener de eso. Más allá de romper alguna nariz o enzarzarse en una pelea callejera en nombre del virrey, no había tenido ningún trabajo "serio" que requiriese de sus habilidades especiales. Cosa que en parte agradecía, ya que se jugaba a menudo la vida y cada día podía ser el último, y más estando sola.
Pero, había otra parte de ella que añoraba esa adrenalina que su anterior vida le daba. No se quejaba, por supuesto, pero esperaba que el virrey le confiara de vez en cuando trabajos más emocionantes.
Como bruja Tensai que era, no podía descuidar sus habilidades y dejarlas oxidar, por lo que al tener tanto tiempo libre, al menos una vez al día se dedicaba a dar rienda suelta a sus capacidades y así no dejarlas pudrirse.
En ese momento de la mañana, a poco menos de una hora para el mediodía, la Rhodes se encontraba practicando su magia. Creó una esfera de agua que flotaba sobre la mesita. Sus dos manos estaban a media altura con las palmas abiertas en sentido a donde se encontraba la bola. La bruja mostraba un rostro de total concentración a medida que movía su mano derecha como si estuviese empujando algo muy suavemente. La esfera se achataba poco a poco hasta que, finalmente, la bola única dio lugar a dos más del mismo tamaño.
-¡Helena, espero que limpies después eso!-Advirtió desde el otro extremo de la sala una de las prostitutas que allí se encontraban.
La rubia no se esperó eso y su concentración flaqueó hasta el punto de deshacer las esferas en una masa deforme de agua que cayó, mojando así la mesita. En ese momento, la bruja suspiró molesta y bajó sus manos bruscamente hasta golpearlas con la mesita, generando así un gesto de frustración. Acto seguido, la Rhodes le dedicó una cara de pocos amigos a la prostituta
-¡No me desconcentres!-Centró su mirada en la mesa y apretó los puños. Si estuviera en Hekshold, seguramente el resto de alumnos se reirían de ella por no saber mantener un hechizo tan sencillo como ese aunque no se concentrase del todo. Por suerte, no estaba en las Islas, pero se mordía el labio con cierta rabia
-Ay, perdona-La chica se acercó hasta ella y empezó a pasar una bayeta sobre la mesa para secarla-No tienes por qué enojarte, cariño. Ninguna de nosotras puede siquiera soñar con hacer eso.
Helena retiró las manos de la mesa para dejar más espacio a la chica para limpiarla, mientras apartaba le evitaba la mirada, molesta.
-Claro, ninguna bruja se rebajaría a hacer vuestro trabajo-Dijo entre dientes y con la voz baja
Al decir eso, la chica paró de limpiar la mesita y se llevó ambas manos a las caderas, frunciendo el ceño y ahora molesta.
-¿Por qué eres tan desconsiderada e irritante?
-Es la verdad-Apoyó un codo encima de la mesa y su barbilla en la mano de este mientras la miraba con seriedad, luego de eso, esbozó una sonrisa transgresora.
Ante esa respuesta de la bruja, la chica se levantó, aún más enojada de lo que estaba y molesta, tirando la bayeta con fuerza. Tras eso, se fue, dejando a Helena sola en aquella esquina, mientras que las compañeras de profesión de dicha mujer miraban desde el otro extremo de la tienda la escena.
Helena suspiró y bajó la mirada hasta el charco que aún quedaba sobre la mesa. Poco le importaba realmente si de veras se molestó la prostituta, no era de su incumbencia. Se quedó varios segundos pensando con la mirada puesta en el agua derramada. Tuvo una idea, no tenía por qué secarlo, tan solo tenía que congelar aquella agua y sacarla a la calle lo antes posible.
Se puso a ello, se concentró y pudo fácilmente congelar el agua, curiosamente se le daba mejor controlar el elemento cuando esta se solidificaba del todo, más manejable y predecible que en estado líquido.
Recogió el montón de hielo y apresuradamente fue hasta la entrada de la tienda. Salió de esta y tiró el trozo de hielo a la calle.
Nuevamente fue a sentarse a la mesita, pero en vez de seguir entrenando puso su mirada perdida y empezó a ensimismarse, perdiéndose en sus pensamientos.
Sin saber cómo ni por qué, se le vino a la mente aquel médico que se encontró antes de llegar a Ciudad Lagarto y al cual conoció en uno de sus anteriores trabajos. Era curioso, se supone que este había ido también al mismo lugar que ella, pero en todo el tiempo que la bruja llevaba en la ciudad sin ley, jamás se había topado con él.
Apoyó su codo de nuevo en la mesita y su barbilla en la mano de este.
Luego, se acordó del acompañante del rubiales; Gali, el moreno que iba a todos sitios con el pecho al aire como si nada. Eso le sacó una pequeña sonrisilla. Eran buenos tipos, lástima que tuviera que despedirse de ellos de una forma tan abrupta y repentina al robarles el caballo, que por cierto abandonó a la entrada de la ciudad, nunca más se supo del pobre equino, quizás ahora pastase libremente por los bosques colindantes.
¿Dónde estarán ahora ese par?
Matt le había mandado un par de trabajos a la bruja para que impusiese la autoridad del moreno en ciertos puntos y enclaves estratégicos de Ciudad Lagarto, para así mantener el respeto y lealtad de su gente, si es que asesinos y ladrones podían siquiera tener de eso. Más allá de romper alguna nariz o enzarzarse en una pelea callejera en nombre del virrey, no había tenido ningún trabajo "serio" que requiriese de sus habilidades especiales. Cosa que en parte agradecía, ya que se jugaba a menudo la vida y cada día podía ser el último, y más estando sola.
Pero, había otra parte de ella que añoraba esa adrenalina que su anterior vida le daba. No se quejaba, por supuesto, pero esperaba que el virrey le confiara de vez en cuando trabajos más emocionantes.
Como bruja Tensai que era, no podía descuidar sus habilidades y dejarlas oxidar, por lo que al tener tanto tiempo libre, al menos una vez al día se dedicaba a dar rienda suelta a sus capacidades y así no dejarlas pudrirse.
En ese momento de la mañana, a poco menos de una hora para el mediodía, la Rhodes se encontraba practicando su magia. Creó una esfera de agua que flotaba sobre la mesita. Sus dos manos estaban a media altura con las palmas abiertas en sentido a donde se encontraba la bola. La bruja mostraba un rostro de total concentración a medida que movía su mano derecha como si estuviese empujando algo muy suavemente. La esfera se achataba poco a poco hasta que, finalmente, la bola única dio lugar a dos más del mismo tamaño.
-¡Helena, espero que limpies después eso!-Advirtió desde el otro extremo de la sala una de las prostitutas que allí se encontraban.
La rubia no se esperó eso y su concentración flaqueó hasta el punto de deshacer las esferas en una masa deforme de agua que cayó, mojando así la mesita. En ese momento, la bruja suspiró molesta y bajó sus manos bruscamente hasta golpearlas con la mesita, generando así un gesto de frustración. Acto seguido, la Rhodes le dedicó una cara de pocos amigos a la prostituta
-¡No me desconcentres!-Centró su mirada en la mesa y apretó los puños. Si estuviera en Hekshold, seguramente el resto de alumnos se reirían de ella por no saber mantener un hechizo tan sencillo como ese aunque no se concentrase del todo. Por suerte, no estaba en las Islas, pero se mordía el labio con cierta rabia
-Ay, perdona-La chica se acercó hasta ella y empezó a pasar una bayeta sobre la mesa para secarla-No tienes por qué enojarte, cariño. Ninguna de nosotras puede siquiera soñar con hacer eso.
Helena retiró las manos de la mesa para dejar más espacio a la chica para limpiarla, mientras apartaba le evitaba la mirada, molesta.
-Claro, ninguna bruja se rebajaría a hacer vuestro trabajo-Dijo entre dientes y con la voz baja
Al decir eso, la chica paró de limpiar la mesita y se llevó ambas manos a las caderas, frunciendo el ceño y ahora molesta.
-¿Por qué eres tan desconsiderada e irritante?
-Es la verdad-Apoyó un codo encima de la mesa y su barbilla en la mano de este mientras la miraba con seriedad, luego de eso, esbozó una sonrisa transgresora.
Ante esa respuesta de la bruja, la chica se levantó, aún más enojada de lo que estaba y molesta, tirando la bayeta con fuerza. Tras eso, se fue, dejando a Helena sola en aquella esquina, mientras que las compañeras de profesión de dicha mujer miraban desde el otro extremo de la tienda la escena.
Helena suspiró y bajó la mirada hasta el charco que aún quedaba sobre la mesa. Poco le importaba realmente si de veras se molestó la prostituta, no era de su incumbencia. Se quedó varios segundos pensando con la mirada puesta en el agua derramada. Tuvo una idea, no tenía por qué secarlo, tan solo tenía que congelar aquella agua y sacarla a la calle lo antes posible.
Se puso a ello, se concentró y pudo fácilmente congelar el agua, curiosamente se le daba mejor controlar el elemento cuando esta se solidificaba del todo, más manejable y predecible que en estado líquido.
Recogió el montón de hielo y apresuradamente fue hasta la entrada de la tienda. Salió de esta y tiró el trozo de hielo a la calle.
Nuevamente fue a sentarse a la mesita, pero en vez de seguir entrenando puso su mirada perdida y empezó a ensimismarse, perdiéndose en sus pensamientos.
Sin saber cómo ni por qué, se le vino a la mente aquel médico que se encontró antes de llegar a Ciudad Lagarto y al cual conoció en uno de sus anteriores trabajos. Era curioso, se supone que este había ido también al mismo lugar que ella, pero en todo el tiempo que la bruja llevaba en la ciudad sin ley, jamás se había topado con él.
Apoyó su codo de nuevo en la mesita y su barbilla en la mano de este.
Luego, se acordó del acompañante del rubiales; Gali, el moreno que iba a todos sitios con el pecho al aire como si nada. Eso le sacó una pequeña sonrisilla. Eran buenos tipos, lástima que tuviera que despedirse de ellos de una forma tan abrupta y repentina al robarles el caballo, que por cierto abandonó a la entrada de la ciudad, nunca más se supo del pobre equino, quizás ahora pastase libremente por los bosques colindantes.
¿Dónde estarán ahora ese par?
Última edición por Helena Rhodes el Lun Abr 22 2019, 11:53, editado 1 vez
Helena Rhodes
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Re: Humo sobre el agua [Privado] [Cerrado]
Gali se encontraba calentando una tetera de hierro, en su interior flotaban hojas de hierbabuena, menta y corteza de limón. Go´el (como siempre) estaba enfrascado en su cuaderno, pero esta vez no investigaba animales, plantas o métodos de curación, tenia una pagina con mas paginas pegadas en los bordes que ampliaban el tamaño hasta doblar la medida del cuaderno. Valiéndose de una pluma extremadamente afilada el galeno extendía trazos rectos dibujando su taller, lo hacia de forma minuciosa, detallando el tipo de material en una leyenda o marcando la dirección en la que se abrirían puertas y ventanas.
El monje se disponia a dar un sorbo a su té (en su acostumbrada posicion de loto) cuando el rubio se puso de pie.
-Nos vamos. -Comunicó escuetamente poniéndose un abrigo de piel de Bégimo del norte. -Es una perdida de tiempo seguir con los planos si aun no tengo el terreno. Busquemos a Helena.
Preguntar, pedir... ¿Para que? si no existía ninguna clase de duda, daba igual lo que los demás pensaban o hicieran. Cuando el galeno quería algo lo hacia y punto.
-Esta son la clase de cosas que hacen que la gente te odie ¿Cuando dejaras de demandar y exigir?
Gali respondía con tranquilidad, bebiendo apresuradamente su té y colocándose una bufanda sobre el cuello.
Go´el no necesitaba el cariño de nadie y le importaba poco si el mundo le odiaba o lo adoraba, su personalidad no tenia relevancia para lograr sus propósitos. No es como si el rubio apuntara con un cuchillo a la yugular de la gente cada vez que entablaba conversación.
-Cuando dejes de jugar con tus victimas.
Respondió el medico haciendo referencia a la brutalidad y locura que adquiría Gali cada vez que entraba en combate. La conversación se dio por finalizada y los dos hombres se pusieron a andar hasta llegar a la tienda del virrey. Un fuerte olor a perfumes y sexo daba la bienvenida a los dragones, una de las chicas que estaba de servicio se acerco con una gran sonrisa al ver el desnudo pecho del monje.
-Hola guapetones. -Saludo zalamera a los dragones, pero con los ojos clavados en el dragón de tierra. -¿No tienes frió con tan poca ropa? ¿Porque no vienes a mi tienda y nos calentamos?
¿Porque la gente hace tantas preguntas estúpidas? Se cuestionaba el rubio mirando a la mujer con cara estática y bajándose la capucha.
Aquella prostituta no tendría más de 25 años, era delgada y pelirroja, con la cadera desarrollada y estrías que marcaban que ya había sufrido varios partos, los pechos estaban tapados con una prenda vaporosa que ni siquiera llegaba a la altura del ombligo. ¿Que sentido tiene llevar esa clase de ropa? Ni calienta ni tapa el cuerpo. Go´el podía ver perfectamente a través de la ropa aquellos pechos voluminosos y caídos por efecto de su propio peso.
-No y no. -Corto tajante el doctor ganándose una mirada de odio de la mujer. -Buscamos a la asesina del virrey.
La mujer bufó con hastío y señaló un extremo de la carpa. El dragón humanoide se fue en la dirección indicada sin cruzar más palabras.
-Los dioses los crían y ellos se juntan.
Bramó molesta la mujer haciendo clara referencia al amargo carácter que compartían el par de rubios, aunque la molestia se le paso rápido cuando el monje le guiñó el ojo al pasar por su lado.
-Bruja, -Pronunció el hombre al llegar junto a la mesa. -necesito agua, agua caliente, limpia y subterránea.
-Hola, buenos días ¿Que tal? ¿Como estas Helena? -Gali se puso al lado de su compañero y sonrió risueño. -Lo que mi simpático amigo intenta explicar es que...
-Esta claro. -Le cortó con voz neutra el galeno. -Quiero que busques unas aguas termales.
-Te esta pidiendo amablemente. -Prosiguió el moreno juntando sus manos y cerrando los dedos sobre las palmas. -Que nos ayudes a buscar un yacimiento de aguas termales. Porque queremos hacer unos baños al aire libre para la tienda hospital del único medico competente que hay en esta ciudad. -Gali enfatizo las ultimas palabras queriendo dar a entender que la ciudad necesitaba a su amigo con vida.
El monje se disponia a dar un sorbo a su té (en su acostumbrada posicion de loto) cuando el rubio se puso de pie.
-Nos vamos. -Comunicó escuetamente poniéndose un abrigo de piel de Bégimo del norte. -Es una perdida de tiempo seguir con los planos si aun no tengo el terreno. Busquemos a Helena.
Preguntar, pedir... ¿Para que? si no existía ninguna clase de duda, daba igual lo que los demás pensaban o hicieran. Cuando el galeno quería algo lo hacia y punto.
-Esta son la clase de cosas que hacen que la gente te odie ¿Cuando dejaras de demandar y exigir?
Gali respondía con tranquilidad, bebiendo apresuradamente su té y colocándose una bufanda sobre el cuello.
Go´el no necesitaba el cariño de nadie y le importaba poco si el mundo le odiaba o lo adoraba, su personalidad no tenia relevancia para lograr sus propósitos. No es como si el rubio apuntara con un cuchillo a la yugular de la gente cada vez que entablaba conversación.
-Cuando dejes de jugar con tus victimas.
Respondió el medico haciendo referencia a la brutalidad y locura que adquiría Gali cada vez que entraba en combate. La conversación se dio por finalizada y los dos hombres se pusieron a andar hasta llegar a la tienda del virrey. Un fuerte olor a perfumes y sexo daba la bienvenida a los dragones, una de las chicas que estaba de servicio se acerco con una gran sonrisa al ver el desnudo pecho del monje.
-Hola guapetones. -Saludo zalamera a los dragones, pero con los ojos clavados en el dragón de tierra. -¿No tienes frió con tan poca ropa? ¿Porque no vienes a mi tienda y nos calentamos?
¿Porque la gente hace tantas preguntas estúpidas? Se cuestionaba el rubio mirando a la mujer con cara estática y bajándose la capucha.
Aquella prostituta no tendría más de 25 años, era delgada y pelirroja, con la cadera desarrollada y estrías que marcaban que ya había sufrido varios partos, los pechos estaban tapados con una prenda vaporosa que ni siquiera llegaba a la altura del ombligo. ¿Que sentido tiene llevar esa clase de ropa? Ni calienta ni tapa el cuerpo. Go´el podía ver perfectamente a través de la ropa aquellos pechos voluminosos y caídos por efecto de su propio peso.
-No y no. -Corto tajante el doctor ganándose una mirada de odio de la mujer. -Buscamos a la asesina del virrey.
La mujer bufó con hastío y señaló un extremo de la carpa. El dragón humanoide se fue en la dirección indicada sin cruzar más palabras.
-Los dioses los crían y ellos se juntan.
Bramó molesta la mujer haciendo clara referencia al amargo carácter que compartían el par de rubios, aunque la molestia se le paso rápido cuando el monje le guiñó el ojo al pasar por su lado.
-Bruja, -Pronunció el hombre al llegar junto a la mesa. -necesito agua, agua caliente, limpia y subterránea.
-Hola, buenos días ¿Que tal? ¿Como estas Helena? -Gali se puso al lado de su compañero y sonrió risueño. -Lo que mi simpático amigo intenta explicar es que...
-Esta claro. -Le cortó con voz neutra el galeno. -Quiero que busques unas aguas termales.
-Te esta pidiendo amablemente. -Prosiguió el moreno juntando sus manos y cerrando los dedos sobre las palmas. -Que nos ayudes a buscar un yacimiento de aguas termales. Porque queremos hacer unos baños al aire libre para la tienda hospital del único medico competente que hay en esta ciudad. -Gali enfatizo las ultimas palabras queriendo dar a entender que la ciudad necesitaba a su amigo con vida.
Go'el
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Re: Humo sobre el agua [Privado] [Cerrado]
Helena siguió con su entrenamiento en las artes tensai. Seguía en el mismo sitio y lugar, aún más concentrada e intentando manejar el agua a su antojo. De nuevo, creó una gran esfera de agua que intentó separar en dos como la vez anterior, lo logró. Una pequeña sonrisilla de satisfacción se notó en su rostro. Acto seguido sacó la lengua y se la mordió levemente, concentrándose aún más en su tarea. Dividió las esferas en otras dos más respectivamente, así hasta tener un conjunto de diez pequeñas bolas de agua que flotaban y bailaban al son que marcaban sus manos, como si una especie de campo misterioso ondeara de palma a palma de la bruja y el agua obedeciera las leyes marcadas por este.
Ahora iba a intentar algo más arriesgado, darle velocidad a una traslación que se presentaba paulatina en el conjunto de esferas. Con sumo cuidado y poco a poco las puso a girar cada vez más rápido en un recorrido que dibujaba un círculo alrededor de la nada. Estaba bastante satisfecha con lo que había conseguido, se maravillaba ante el espectáculo que había creado.
Todo ello fue interrumpido con la llegada repentina de Go'el, que pilló de imprevisto a la rubia, haciendo que se desconcentrara y que las esferas cayeran una a una en la mesa, convirtiéndose en meros charcos.
La bruja dio un fuerte golpe con ambos puños cerrados en la mesa, agachando la mirada y la cabeza hasta siquiera estar a un palmo de la superficie de esta.
-¡¡¡JODEEERRR!!!-Como un resorte, levantó la cabeza para depositar su mirada en ambos dragones. Se le quedó un rostro furioso a la vez que desencajado, ¿Qué hacían esos dos allí?-...¿Qué?-Fue lo único que pudo articular ante las repentinas reclamaciones del rubio.
Gali, como siempre, se mostraba más educado y elegante que su acompañante. Helena no dejaba de salir de su asombro, aún con los puños clavados en la mesa y el agua chorreando y extendiéndose por esta.
-...Aguas... ¿Termales?-Quitó las manos de la mesa antes de que el agua llegase hasta ahí y rápidamente cogió la bayeta y empezó a limpiarla, tuvo que estar rápida y ágil, para que no se derramase. Al virrey no le haría gracia que sus amadas alfombras estuviesen húmedas-No sé si en este lugar habrá aguas termales, no hay ningún indicio-Terminó su limpieza y dejó el trapo encima de la mesa para devolver la mirada a ambos-Además, ¿Qué os hace pensar que quiero perder el tiempo en ayudaros, panda de lagartijas?-Se cruzó de brazos y lanzó una mirada inquisitiva al dúo. Exhaló aire de forma notable por su nariz, conteniendo la ira que hasta hace poco había salido en forma de grito
Tras pensarlo un poco, aun no habiendo apartado esa mirada de los dos hombres, Helena se retractó. Si ayudaba a encontrar eso que buscaban al par de dragones, ayudaría a entrar sus habilidades, después de todo, el agua era igual en todas sus formas, y encontrar agua subterránea y reconducirla hasta la superficie podría ser un modo perfecto de pulir su dominio sobre esta.
-Está bien-Dijo aún de brazos cruzados-Os ayudaré porque soy un amor de bruja-Sonrió de forma pícara. Se puso en pie y se reajustó los ropajes de estar tanto tiempo sentada-Además, así os pagaré por el pequeño hurto del caballo-Guiñó un ojo y sacó la lengua bromeando.
La rubia se puso en marcha para salir de la tienda.
-¡Vamos, no hay tiempo que perder!-Indicó a los dragones
Ahora iba a intentar algo más arriesgado, darle velocidad a una traslación que se presentaba paulatina en el conjunto de esferas. Con sumo cuidado y poco a poco las puso a girar cada vez más rápido en un recorrido que dibujaba un círculo alrededor de la nada. Estaba bastante satisfecha con lo que había conseguido, se maravillaba ante el espectáculo que había creado.
Todo ello fue interrumpido con la llegada repentina de Go'el, que pilló de imprevisto a la rubia, haciendo que se desconcentrara y que las esferas cayeran una a una en la mesa, convirtiéndose en meros charcos.
La bruja dio un fuerte golpe con ambos puños cerrados en la mesa, agachando la mirada y la cabeza hasta siquiera estar a un palmo de la superficie de esta.
-¡¡¡JODEEERRR!!!-Como un resorte, levantó la cabeza para depositar su mirada en ambos dragones. Se le quedó un rostro furioso a la vez que desencajado, ¿Qué hacían esos dos allí?-...¿Qué?-Fue lo único que pudo articular ante las repentinas reclamaciones del rubio.
Gali, como siempre, se mostraba más educado y elegante que su acompañante. Helena no dejaba de salir de su asombro, aún con los puños clavados en la mesa y el agua chorreando y extendiéndose por esta.
-...Aguas... ¿Termales?-Quitó las manos de la mesa antes de que el agua llegase hasta ahí y rápidamente cogió la bayeta y empezó a limpiarla, tuvo que estar rápida y ágil, para que no se derramase. Al virrey no le haría gracia que sus amadas alfombras estuviesen húmedas-No sé si en este lugar habrá aguas termales, no hay ningún indicio-Terminó su limpieza y dejó el trapo encima de la mesa para devolver la mirada a ambos-Además, ¿Qué os hace pensar que quiero perder el tiempo en ayudaros, panda de lagartijas?-Se cruzó de brazos y lanzó una mirada inquisitiva al dúo. Exhaló aire de forma notable por su nariz, conteniendo la ira que hasta hace poco había salido en forma de grito
Tras pensarlo un poco, aun no habiendo apartado esa mirada de los dos hombres, Helena se retractó. Si ayudaba a encontrar eso que buscaban al par de dragones, ayudaría a entrar sus habilidades, después de todo, el agua era igual en todas sus formas, y encontrar agua subterránea y reconducirla hasta la superficie podría ser un modo perfecto de pulir su dominio sobre esta.
-Está bien-Dijo aún de brazos cruzados-Os ayudaré porque soy un amor de bruja-Sonrió de forma pícara. Se puso en pie y se reajustó los ropajes de estar tanto tiempo sentada-Además, así os pagaré por el pequeño hurto del caballo-Guiñó un ojo y sacó la lengua bromeando.
La rubia se puso en marcha para salir de la tienda.
-¡Vamos, no hay tiempo que perder!-Indicó a los dragones
Helena Rhodes
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Re: Humo sobre el agua [Privado] [Cerrado]
El amor... no existe, es solo un engaño, una mentira, un pensamiento que la sociedad a implantado en las mentes racionales para que todas ellas se sientan un paso más lejos de los animales, un escalón por encima que les permita mirar hacia abajo sintiéndose superiores y despreciar así el resto de seres vivos que pueblan el mundo. A fin de cuentas, sino aman tampoco hay razón para pensar que tienen otros sentimientos y sino sienten es más fácil pensar que no piensan con raciocinio. Es en este punto cuando el resto de razas y seres de Aerandir se convierten en simples objetivos de alimentación. ¿Que más da si se corta un árbol o se mata un animal? No aman, no sienten, nadie los extrañara ni los buscara. El amor no existe, es solo un sentimiento para que la sociedad se sienta mejor consigo misma cuando mata a un oso y deja a sus crías morir de hambre por la falta de sustento, el amor es lo que te permite arrasar con bosques completos porque, claro, ¿Quien va a llorar la muerte de un árbol?
Este era y sigue siendo el pensamiento que Go´el tiene. Su propio autoengaño para seguir negando sus propios sentimientos, para seguir siendo él mismo sin sufrir las consecuencias de una lista sin fin de tragedias físicas y mentales que provocó y seguirá provocando en un sin fin de criaturas.
Pero dejemos los oscuros y taciturnos pensamientos del galeno para otro momento, volvamos a centrarnos en la alegre y desenfadada tarea que el dragón humanoide encargo a Helena.
-¿Por donde empezaras la brusquedad? ¿Tienes algún plan? Deberíamos dividir la ciudad en sectores cuadriculados para no dejar nada a medias. Aunque seria mejor ir al centro y trazar círculos...
-Go´el. -Cortó Gali tocándole el hombro. -Deja que Helena trabaje como quiera.
Aquella palabra detuvo las indicaciones del galeno, él odiaba que le distrajeran o le dijeran como hacer su trabajo. Por otro lado el doctor se dio cuenta de que esta era una oportunidad única para ver a una bruja en acción sin que la vida de nadie estuviera en el punto de mira.
-¿Que se siente? -Preguntó esta vez con curiosidad. -¿Escuchas el agua?
El monje había logrado que su compañero se callara, pero solo un par de minutos.
Este era y sigue siendo el pensamiento que Go´el tiene. Su propio autoengaño para seguir negando sus propios sentimientos, para seguir siendo él mismo sin sufrir las consecuencias de una lista sin fin de tragedias físicas y mentales que provocó y seguirá provocando en un sin fin de criaturas.
Pero dejemos los oscuros y taciturnos pensamientos del galeno para otro momento, volvamos a centrarnos en la alegre y desenfadada tarea que el dragón humanoide encargo a Helena.
-¿Por donde empezaras la brusquedad? ¿Tienes algún plan? Deberíamos dividir la ciudad en sectores cuadriculados para no dejar nada a medias. Aunque seria mejor ir al centro y trazar círculos...
-Go´el. -Cortó Gali tocándole el hombro. -Deja que Helena trabaje como quiera.
Aquella palabra detuvo las indicaciones del galeno, él odiaba que le distrajeran o le dijeran como hacer su trabajo. Por otro lado el doctor se dio cuenta de que esta era una oportunidad única para ver a una bruja en acción sin que la vida de nadie estuviera en el punto de mira.
-¿Que se siente? -Preguntó esta vez con curiosidad. -¿Escuchas el agua?
El monje había logrado que su compañero se callara, pero solo un par de minutos.
Go'el
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Re: Humo sobre el agua [Privado] [Cerrado]
El grupo de tres iba caminando por las caóticas calles de Ciudad Lagarto, llena de maleantes y tipos de la más baja clase. La bruja ya se había acostumbrado a ese sitio, aunque de vez en cuando no podía evitar desear poder caminar por las calles sin tener mil ojos puestos en cada dirección. Rara era la semana, o incluso el día, en el que no le partía la cara a alguien.
Ante las insistentes preguntas del galeno, la bruja se detuvo en seco y respiró hondo, la poca paciencia que tenía se le estaba agotando, y ni siquiera había empezado a buscar. Por suerte, Gali intervino para detener la lluvia de interrogantes que soltaba el rubiales. La rubia tan solo se dedicó a lanzar una mirada fría a ambos mientras se cruzaba de brazos, pensando... El médico tenía razón; ¿Por dónde empezarían a buscar y cómo?
Ante unos segundos de calma y silencio, Helena pudo concentrarse, pero poco duró esa paz, ya que Go'el volvió a sus insistentes preguntas.
Aquí la rubia no pudo aguantar más y dio un fuerte pisotón al suelo al tiempo que apretaba sus dientes.
-¡CALLA YA, PESADO!-Gritó
Suspiró, volviendo a la calma, y se cruzó otra vez de brazos. Nunca había "buscado" agua, simplemente la generaba de... ¿La nada? Es decir, era una tensai de agua al fin y al cabo, le habían enseñado a manejar dicho elemento. Era bien sabido que se solía manejar mejor un elemento cuando este abunda en derredor, por lo que cuando escasea, es más difícil o imposible poder usarlo... Más o menos. Hacía muchos años que había salido de Hekshold, sacando sus estudios a duras penas. Quizás ese fue un error, al fin y al cabo le habría venido bien aprender más sobre las capacidades que podían albergar los tensáis de agua.
La idea de Go'el quizás era buena. Más que "idea" era un comentario, pero le había arrojado algo de luz. "Escuchar al agua", quizás esa era la clave.
-Dejad que me concentre...-Se dirigió sería y ofuscada en aquella misión a los dos dragones, en verdad estaba bastante implicada.
Cerró los ojos, intentó aislarse de todo el ruido exterior y se interiorizó. Hacía tiempo que no meditaba, en realidad casi desde que era una simple niña. Se decía que para los brujos era bueno el hacer estos ejercicios de introspección, ya que así lograban conectarse mejor con el éter que fluía en su interior y se hacían uno con el o los elementos que controlaban.
Era realmente complicado. Multitud de pensamientos se le venían a la mente, y no podía escapar de los estímulos exteriores. Aunque era invierno, el estar parados en mitad de la calle y a pleno sol hacía que su cuerpo se calentara y fuese molesto, aparte que los mismos rayos de luz le incomodaban al tener los ojos cerrados. Podía también escuchar todo tipo de conversaciones y más de una vulgaridad que se decían los transeúntes entre sí. Una y otra vez intentaba concentrarse, pero era inútil además de frustrante. Arrugó el rostro, disgustada y abrió los ojos, mirando angustiada al par de dragones.
-...Y-yo no...-Suspiró-...No siento nada
-¡Eh, preciosa!-Una voz ronca y gutural se escuchó a sus espaldas, ¿Se dirigía a ella? Más le valía a quien fuese que no. La bruja se volteó y pudo ver cómo un hombre-sapo la llamaba, los ojos parecía que se les iba a salir de las órbitas, su piel parecía bastante viscosa, y tenía verrugas (O algo que se le parecía) por todo el cuerpo. La Rhodes no pudo evitar poner un rostro de asco al ver semejante adefesio-¿Qué haces ahí parada?-Se acercó-¿Quieres venir a divertirte un rato?-Una sonrisa sádica se dibujo en sus gruesos labios
-...Será mejor que te vayas, no tengo ganas de partirle la cara a nadie en este momento-Advirtió a modo de amenaza, bastante molesta
-¡Oh, vamos, no seas así!-Desvió la mirada a Gali y Go'el-¿Estás con esos perdedores?-Volvió a centrar la atención en la rubia-¡Ven conmigo! No te arrepentirás-De nuevo, una sonrisa sádica se le dibujo a aquel tipo.
Helena entonces miró a Go'el y Gali, revoleó los ojos. Preguntó sin articular palabra si ellos harían algo o tendría que ocuparse ella de partirle algún hueso a ese adefesio. En otra ocasión, a la primera palabra seguramente habría volado un puñetazo directo al centro del rostro del sapo, pero la Rhodes no tenía nada de ganas de eso en ese momento, se sentía un poco desanimada, aunque exteriorizase completa normalidad y pasotismo.
Ante las insistentes preguntas del galeno, la bruja se detuvo en seco y respiró hondo, la poca paciencia que tenía se le estaba agotando, y ni siquiera había empezado a buscar. Por suerte, Gali intervino para detener la lluvia de interrogantes que soltaba el rubiales. La rubia tan solo se dedicó a lanzar una mirada fría a ambos mientras se cruzaba de brazos, pensando... El médico tenía razón; ¿Por dónde empezarían a buscar y cómo?
Ante unos segundos de calma y silencio, Helena pudo concentrarse, pero poco duró esa paz, ya que Go'el volvió a sus insistentes preguntas.
Aquí la rubia no pudo aguantar más y dio un fuerte pisotón al suelo al tiempo que apretaba sus dientes.
-¡CALLA YA, PESADO!-Gritó
Suspiró, volviendo a la calma, y se cruzó otra vez de brazos. Nunca había "buscado" agua, simplemente la generaba de... ¿La nada? Es decir, era una tensai de agua al fin y al cabo, le habían enseñado a manejar dicho elemento. Era bien sabido que se solía manejar mejor un elemento cuando este abunda en derredor, por lo que cuando escasea, es más difícil o imposible poder usarlo... Más o menos. Hacía muchos años que había salido de Hekshold, sacando sus estudios a duras penas. Quizás ese fue un error, al fin y al cabo le habría venido bien aprender más sobre las capacidades que podían albergar los tensáis de agua.
La idea de Go'el quizás era buena. Más que "idea" era un comentario, pero le había arrojado algo de luz. "Escuchar al agua", quizás esa era la clave.
-Dejad que me concentre...-Se dirigió sería y ofuscada en aquella misión a los dos dragones, en verdad estaba bastante implicada.
Cerró los ojos, intentó aislarse de todo el ruido exterior y se interiorizó. Hacía tiempo que no meditaba, en realidad casi desde que era una simple niña. Se decía que para los brujos era bueno el hacer estos ejercicios de introspección, ya que así lograban conectarse mejor con el éter que fluía en su interior y se hacían uno con el o los elementos que controlaban.
Era realmente complicado. Multitud de pensamientos se le venían a la mente, y no podía escapar de los estímulos exteriores. Aunque era invierno, el estar parados en mitad de la calle y a pleno sol hacía que su cuerpo se calentara y fuese molesto, aparte que los mismos rayos de luz le incomodaban al tener los ojos cerrados. Podía también escuchar todo tipo de conversaciones y más de una vulgaridad que se decían los transeúntes entre sí. Una y otra vez intentaba concentrarse, pero era inútil además de frustrante. Arrugó el rostro, disgustada y abrió los ojos, mirando angustiada al par de dragones.
-...Y-yo no...-Suspiró-...No siento nada
-¡Eh, preciosa!-Una voz ronca y gutural se escuchó a sus espaldas, ¿Se dirigía a ella? Más le valía a quien fuese que no. La bruja se volteó y pudo ver cómo un hombre-sapo la llamaba, los ojos parecía que se les iba a salir de las órbitas, su piel parecía bastante viscosa, y tenía verrugas (O algo que se le parecía) por todo el cuerpo. La Rhodes no pudo evitar poner un rostro de asco al ver semejante adefesio-¿Qué haces ahí parada?-Se acercó-¿Quieres venir a divertirte un rato?-Una sonrisa sádica se dibujo en sus gruesos labios
-...Será mejor que te vayas, no tengo ganas de partirle la cara a nadie en este momento-Advirtió a modo de amenaza, bastante molesta
-¡Oh, vamos, no seas así!-Desvió la mirada a Gali y Go'el-¿Estás con esos perdedores?-Volvió a centrar la atención en la rubia-¡Ven conmigo! No te arrepentirás-De nuevo, una sonrisa sádica se le dibujo a aquel tipo.
Helena entonces miró a Go'el y Gali, revoleó los ojos. Preguntó sin articular palabra si ellos harían algo o tendría que ocuparse ella de partirle algún hueso a ese adefesio. En otra ocasión, a la primera palabra seguramente habría volado un puñetazo directo al centro del rostro del sapo, pero la Rhodes no tenía nada de ganas de eso en ese momento, se sentía un poco desanimada, aunque exteriorizase completa normalidad y pasotismo.
Helena Rhodes
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El doctor estaba muy seguro de que su peso era el adecuado para su talla y masa muscular, pero no hizo ademan de decir nada pues sabia lo que significaba aquella frase, él mismo usaba la misma expresión cuando lo veía necesario.
Aquel gesto por parte de Helena también lo comprendía, pues nuevamente era algo que Go´el usaba. La rubia estaba ejerciendo su magia para beneficio del científico y era la obligación de este ofrecerle el mejor lugar de trabajo posible, el hombre asintió y fue derecho a por el sapo.
-No somos perdedores puesto que no estamos jugando a nada.
A cada paso que daba el brazo del dragón cambiaba de forma, color y tamaño, hasta adquirir una textura escamosa y azulada.
-La señorita bruja esta bajo mi cuidado hasta terminar su labor.
El hombre-sapo simplemente se rió ante los comentarios del rubio sin sentirse intimidado por aquel brazo reptiliano.
-¿Que mierda dices tolai? No me vengas con tonterías que te...
Al hombre-bestia no le dio tiempo de acabar la frase, pues ahora estaba ocupado en sacarse la mano que apretaba la bolsa de su cuello.
-Es muy probable que aun no lo sepas así que te pondré al corriente de la situación. Yo soy el galeno de esta ciudad, yo soy el que fabrica las drogas de este lugar, yo soy al que acudirás cuando te saquen un ojo en la taberna.
Go´el enseñó una sonrisa macabra al hombre al tiempo que clava la uñas en aquella piel verrugosa.
-Yo soy el que hace desaparecer los cuerpos de esta ciudad. ¿Y sabes que?
El galeno entonó aquella pregunta con cierta alegría.
-No es muy común ver hombres-bestias con tus características y estoy sumamente interesado en ver como es tu cuerpo por dentro.
Aquella ultima frase acabo por descontrolar los nervios del sapo e infló el saco de su garganta, las uñas se clavaron más, si, pero a cambio logro soltarse del brazo del medico.
-¿Que cojones te pasa? Gilipollas.
-Gilipollas es aquel que solo posee la capacidad para engendrar hembras. No puedo desmentir ese hecho, pero dado la cantidad de hermanos que tengo puedo decir que muy posiblemente no seré gilipollas. De todas formas el contar con dos miembros reproductivos aumentan mis posibilidades de ser todavía menos gilipollas
-¿Tu te escuchas? Espera...¡¿D-dos!? Lo tuyo no es normal... Me largo de aquí antes de que se me pegue lo que sea que tienes.
En la cara del sapo se lía una mezcla de miedo y repulsión, un resultado bastante común en las conversaciones de Go´el.
-Ves. -Susurro Gali a Helena. -Cuando quiere es simpático.
El monje llevaba su sonrisa habitual mientras miraba como su compañero volvía al grupo y retornaba su brazo a la normalidad.
-Helena, solo soy un monje que no entiende de magia, pero se de algo que podrá ayudarte.
Al dragón de tierra no le pasaron desapercibidas las complicaciones que la bruja tenia para mantener la calma, por no hablar de sus explosiones de ira, que aunque eran muchas rara vez llegaban a puerto, por lo que el grandullón entendía que la chica tenia paciencia, pero que no estaba cultivada. Con todos aquellos pensamientos para Gali no fue descabellado suponer que Helena tenia problemas para concentrarse en una tarea y olvidar todo lo que sucedía a su alrededor.
-Ven, acompáñame hasta la tienda de Go´el.
-Pero ahí no encontrara lo que buscamos.
Replicó el rubio como si fuera un niño diciendo algo que para él era evidente.
-Y tu lo sabes si no eres brujo ¿Verdad? Anda, se un buen doctor y deja a los demás hacer su trabajo.
Gali miro al dragón humanoide ensanchando la sonrisa y este no dijo nada más, tan solo se metió las manos en los bolsillos y caminó junto al grupo hasta su tienda. En el interior de la casa improvisada de veían dos claras distinciones, por un lado estaba la mesa de Go´el llena de papeles, frascos y objetos médicos sumamente ordenados, por el otro un pequeño circulo de cojines que rodeaban un mesa baja donde reposaba un incensario y una tetera de hierro.
-Siéntate y ponte cómoda Helena.
Al entrar, los dos hombres se sacaron los zapatos, Go´el se quitó el abrigo y se puso hacer algo productivo, productivo para él claro, lo que equivalía a enfrascarse en sus libros. El monje por otro lado se dedicó a preparar una nueva infusión de hierbabuena, menta y limón.
-Con el paso del tiempo la meditación es algo que se vuelve casi necesario para los que la practican, llegando al punto de poder dejar a un lado el mundo que te rodea.
Gali hablaba con un tono calmado y tranquilo al tiempo que removía las ascuas del fuego.
-La base para lograrlo es encontrar un remanso de paz espiritual, imaginario o mental, usa la palabra que más se adapte a tus creencias. Algunos cierran los ojos otros los dejan abiertos, puedes tumbarte, quedarte de pie o sentarte.
Antes de que el agua hirviera el monje sacó la tetera y sirvió tres vasos, puso uno en la mesa de Go´el otro frente a Helena y el suyo lo dejo en la mesa pequeña, se sentó en uno de los cojines y adoptando la posición de flor de loto tomó el vaso y dio un sorbo.
-Bebe, te gustara. -La voz del dragón sonaba casi como un arrullo. -Cierra los ojos, siente como el calor pasa del agua a la taza y de la taza a tus manos, como lentamente cada sorbo baja por tu garganta acariciándote con su temperatura. Esta caliente, pero no arde, parece que este tibia, pero no se enfría.
Gali dejó de hablar por unos minutos, solo respiraba, bebía y miraba sosegado a Helena.
-¿Puedes oírlo? seguro que no, pues en el silencio no hay sonidos.
En la calle se escuchaba a la gente gritar y pelearse, se oían a los caballos relinchar. La tienda de Go´el solo estaba hecha de tela y cuero, mas en su interior solo sonaban el crepitar de las ascuas, la pluma de Go´el y la voz de Gali y Helena.
-¿Deseas dejar la taza, seguir sosteniéndola, beber de ella? La respuesta no importa pues todas son validas. Sostén en tus manos el silencio que has creado con ella y trasportarlo a ese recuerdo o a ese lugar idílico que te gustaría tener. Un espacio que es solo para ti, donde nadie puede entrar sin ser invitado. ¿Te gusta lo que ves? es tuyo, tu espacio para llamar a la calma, a la tranquilidad y la paz. Un lugar que te hace sentir alegre sin necesidad de sonreír.
Gali de nuevo paró de hablar y se rellenó la taza de té, no articuló palabra hasta terminar el vaso, dejó que la bruja se moviera libre por su mente, le dio el tiempo que necesito para sentirse relajada. Con movimientos lentos prendió el incensario y el agradable aroma del humo inundó la carpa.
-Ahora imagina que quieres buscar algo en ese espacio, que es tuyo y solo tuyo. Piensa en lo que quieres encontrar y colócalo donde más te guste, donde más hermoso se vea. ¿Que es? ¿Quieres buscar agua caliente, agua bajo tierra? ponla en tu mundo y ve por ella, visualizala y camina hasta alcanzarla. ¿Que ves ahora? ¿El entorno a tu alrededor cambió o es el mismo? ¿Conoces el lugar o la ruta que seguiste hasta encontrarlo? ¿Reconoces algo en el entorno que te ayude a encontrarlo en el plano material? Siente de nuevo las lineas de éter que te llevaron hacia el y deja que la realidad entre lentamente formando el camino que la magia te a mostrado. Memoriza el recorrido y búscale sentido, has recorrido las calles de ciudad Lagarto, las conoces, tu mente sabe donde buscar lo que la magia te enseña.
El manso grandullón relleno la taza de la mujer y el doctor. Go´el ya no escribía, ahora tenia los ojos cerrados, se había dejado guiar por las palabras de su amigo.
Aquel gesto por parte de Helena también lo comprendía, pues nuevamente era algo que Go´el usaba. La rubia estaba ejerciendo su magia para beneficio del científico y era la obligación de este ofrecerle el mejor lugar de trabajo posible, el hombre asintió y fue derecho a por el sapo.
-No somos perdedores puesto que no estamos jugando a nada.
A cada paso que daba el brazo del dragón cambiaba de forma, color y tamaño, hasta adquirir una textura escamosa y azulada.
-La señorita bruja esta bajo mi cuidado hasta terminar su labor.
El hombre-sapo simplemente se rió ante los comentarios del rubio sin sentirse intimidado por aquel brazo reptiliano.
-¿Que mierda dices tolai? No me vengas con tonterías que te...
Al hombre-bestia no le dio tiempo de acabar la frase, pues ahora estaba ocupado en sacarse la mano que apretaba la bolsa de su cuello.
-Es muy probable que aun no lo sepas así que te pondré al corriente de la situación. Yo soy el galeno de esta ciudad, yo soy el que fabrica las drogas de este lugar, yo soy al que acudirás cuando te saquen un ojo en la taberna.
Go´el enseñó una sonrisa macabra al hombre al tiempo que clava la uñas en aquella piel verrugosa.
-Yo soy el que hace desaparecer los cuerpos de esta ciudad. ¿Y sabes que?
El galeno entonó aquella pregunta con cierta alegría.
-No es muy común ver hombres-bestias con tus características y estoy sumamente interesado en ver como es tu cuerpo por dentro.
Aquella ultima frase acabo por descontrolar los nervios del sapo e infló el saco de su garganta, las uñas se clavaron más, si, pero a cambio logro soltarse del brazo del medico.
-¿Que cojones te pasa? Gilipollas.
-Gilipollas es aquel que solo posee la capacidad para engendrar hembras. No puedo desmentir ese hecho, pero dado la cantidad de hermanos que tengo puedo decir que muy posiblemente no seré gilipollas. De todas formas el contar con dos miembros reproductivos aumentan mis posibilidades de ser todavía menos gilipollas
-¿Tu te escuchas? Espera...¡¿D-dos!? Lo tuyo no es normal... Me largo de aquí antes de que se me pegue lo que sea que tienes.
En la cara del sapo se lía una mezcla de miedo y repulsión, un resultado bastante común en las conversaciones de Go´el.
-Ves. -Susurro Gali a Helena. -Cuando quiere es simpático.
El monje llevaba su sonrisa habitual mientras miraba como su compañero volvía al grupo y retornaba su brazo a la normalidad.
-Helena, solo soy un monje que no entiende de magia, pero se de algo que podrá ayudarte.
Al dragón de tierra no le pasaron desapercibidas las complicaciones que la bruja tenia para mantener la calma, por no hablar de sus explosiones de ira, que aunque eran muchas rara vez llegaban a puerto, por lo que el grandullón entendía que la chica tenia paciencia, pero que no estaba cultivada. Con todos aquellos pensamientos para Gali no fue descabellado suponer que Helena tenia problemas para concentrarse en una tarea y olvidar todo lo que sucedía a su alrededor.
-Ven, acompáñame hasta la tienda de Go´el.
-Pero ahí no encontrara lo que buscamos.
Replicó el rubio como si fuera un niño diciendo algo que para él era evidente.
-Y tu lo sabes si no eres brujo ¿Verdad? Anda, se un buen doctor y deja a los demás hacer su trabajo.
Gali miro al dragón humanoide ensanchando la sonrisa y este no dijo nada más, tan solo se metió las manos en los bolsillos y caminó junto al grupo hasta su tienda. En el interior de la casa improvisada de veían dos claras distinciones, por un lado estaba la mesa de Go´el llena de papeles, frascos y objetos médicos sumamente ordenados, por el otro un pequeño circulo de cojines que rodeaban un mesa baja donde reposaba un incensario y una tetera de hierro.
-Siéntate y ponte cómoda Helena.
Al entrar, los dos hombres se sacaron los zapatos, Go´el se quitó el abrigo y se puso hacer algo productivo, productivo para él claro, lo que equivalía a enfrascarse en sus libros. El monje por otro lado se dedicó a preparar una nueva infusión de hierbabuena, menta y limón.
-Con el paso del tiempo la meditación es algo que se vuelve casi necesario para los que la practican, llegando al punto de poder dejar a un lado el mundo que te rodea.
Gali hablaba con un tono calmado y tranquilo al tiempo que removía las ascuas del fuego.
-La base para lograrlo es encontrar un remanso de paz espiritual, imaginario o mental, usa la palabra que más se adapte a tus creencias. Algunos cierran los ojos otros los dejan abiertos, puedes tumbarte, quedarte de pie o sentarte.
Antes de que el agua hirviera el monje sacó la tetera y sirvió tres vasos, puso uno en la mesa de Go´el otro frente a Helena y el suyo lo dejo en la mesa pequeña, se sentó en uno de los cojines y adoptando la posición de flor de loto tomó el vaso y dio un sorbo.
-Bebe, te gustara. -La voz del dragón sonaba casi como un arrullo. -Cierra los ojos, siente como el calor pasa del agua a la taza y de la taza a tus manos, como lentamente cada sorbo baja por tu garganta acariciándote con su temperatura. Esta caliente, pero no arde, parece que este tibia, pero no se enfría.
Gali dejó de hablar por unos minutos, solo respiraba, bebía y miraba sosegado a Helena.
-¿Puedes oírlo? seguro que no, pues en el silencio no hay sonidos.
En la calle se escuchaba a la gente gritar y pelearse, se oían a los caballos relinchar. La tienda de Go´el solo estaba hecha de tela y cuero, mas en su interior solo sonaban el crepitar de las ascuas, la pluma de Go´el y la voz de Gali y Helena.
-¿Deseas dejar la taza, seguir sosteniéndola, beber de ella? La respuesta no importa pues todas son validas. Sostén en tus manos el silencio que has creado con ella y trasportarlo a ese recuerdo o a ese lugar idílico que te gustaría tener. Un espacio que es solo para ti, donde nadie puede entrar sin ser invitado. ¿Te gusta lo que ves? es tuyo, tu espacio para llamar a la calma, a la tranquilidad y la paz. Un lugar que te hace sentir alegre sin necesidad de sonreír.
Gali de nuevo paró de hablar y se rellenó la taza de té, no articuló palabra hasta terminar el vaso, dejó que la bruja se moviera libre por su mente, le dio el tiempo que necesito para sentirse relajada. Con movimientos lentos prendió el incensario y el agradable aroma del humo inundó la carpa.
-Ahora imagina que quieres buscar algo en ese espacio, que es tuyo y solo tuyo. Piensa en lo que quieres encontrar y colócalo donde más te guste, donde más hermoso se vea. ¿Que es? ¿Quieres buscar agua caliente, agua bajo tierra? ponla en tu mundo y ve por ella, visualizala y camina hasta alcanzarla. ¿Que ves ahora? ¿El entorno a tu alrededor cambió o es el mismo? ¿Conoces el lugar o la ruta que seguiste hasta encontrarlo? ¿Reconoces algo en el entorno que te ayude a encontrarlo en el plano material? Siente de nuevo las lineas de éter que te llevaron hacia el y deja que la realidad entre lentamente formando el camino que la magia te a mostrado. Memoriza el recorrido y búscale sentido, has recorrido las calles de ciudad Lagarto, las conoces, tu mente sabe donde buscar lo que la magia te enseña.
El manso grandullón relleno la taza de la mujer y el doctor. Go´el ya no escribía, ahora tenia los ojos cerrados, se había dejado guiar por las palabras de su amigo.
Go'el
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Helena miraba con media sonrisa satisfactoria cómo Go'el se encaraba con aquel asqueroso tipejo. La voz del hombre bestia la ponía de los nervios, esa gravedad metálica y ronca le ponía los pelos de punta, y no en el buen sentido precisamente. Finalmente, el sapo acabó acongojado por el galeno.
-Admito que me ha sorprendido-Respondió la rubia a Gali. Tras eso, el monje dijo que sabía de algo que podría ayudar a la bruja, a lo que esta última respondió arqueando una ceja, extrañada. Acto seguido la invitaron a la tienda de Go'el. No tenía nada mejor que hacer, así que aceptó.
La tienda de Go'el estaba dividida en dos claras secciones, y no era difícil el adivinar cuál era para quién. El monje la invitó a sentarse en la zona de los cojines y donde olía a incienso. La bruja aceptó y se sentó con delicadeza mientras observaba todo el nuevo entorno.
-Bonita tienda-La siguió observando-Me la imaginaba más...-Miró a Go'el y luego a Gali-Sangrienta-Declaró
Go'el se sentó lejos del par y empezó a leer un grueso libro, enfrascándose por completo en él, mientras que Gali empezaba a preparar algo, no sabía el qué, pero olía realmente bien, casi tanto como el incienso que pululaba por el lugar. Mientras el monje hablaba, Helena, bastante interesada en sus palabras, apoyaba uno de sus codos en la mesa y le miraba en silencio. El tono calmado y profundo de Gali casi le ponía los vellos de punta, esta vez en el buen sentido. Tan solo con su voz podía transmitir calma y relajación, admirable.
Finalmente, Gali terminó de preparar lo que se traía entre manos y sirvió tres vasos para cada uno de los presentes. Con esto, invitó a la Rhodes a que probase dicha infusión. Con cuidado, la rubia pegó un sorbo mientras seguía atenta a las explicaciones del monje.
-...E-está bueno-Declaró.
Optó por hacer lo que el moreno le dijo y cerró los ojos. Estaba un poco nerviosa, no podía ocultarlo. Su respiración empezó a acelerarse, al igual que su pulso. El estar a solas en su propia mente nunca había sido una experiencia demasiado agradable, de ahí que buscara escapes en otras cosas, como por ejemplo en la bebida. Su mal humor también podría provenir de ahí, pero por una vez en la vida, le hizo caso al consejo de alguien y siguió con los ojos cerrados, concentrándose en cada palabra que Gali le decía y ejecutando dichas órdenes.
"Lugar idílico", "Un espacio solo para ti, donde nadie puede entrar sin ser invitado", "Un lugar que te hace sentir alegre sin la necesidad de sonreír". Estaba claro cual era ese lugar, para ella, no había otro lugar en el mundo que se le comparase; La Playa de la Calma, lugar al que Helena iba de pequeña, acompañada de sus abuelos y su madre. Era un sitio paradisíaco e idílico. Inlcuso cuando se hizo más mayor visitaba de vez en cuando y solas el lugar, era su sitio, su remanso de paz y un lugar en al que poder escapar.
La arena era blanca y fina, había bastante vegetación en forma de coral que adornaba todo el lugar, el agua era tan cristalina que incluso se podían ver los pies. La playa no estaba lejos de su casa, pero había que andar un buen trecho hasta ella, por lo que no solía haber mucha gente allí y casi siempre esa soledad y silencio se rompían con la compañía y el ruido de las olas.
Sin darse cuenta y sin quererlo, allí se encontraba, de pie, observando el horizonte infinito y con la brisa marina dándole acariciándole el rostro. Extendió un brazo hacia adelante y un hilera de agua se levantaba con suavidad y balanceo hacia la palma de su propia mano, generando una esfera de agua que era alimentada por dicha hilera directamente proveniente del mar. Sonrió. Lo sentía, sentía al mar, su propio remanso de paz, su método de relajación. El elemento acuático era como una extensión más de ella, incluso podía sentir por ella, saber en qué posición estaba en todo momento.
-Helena...
Esa voz la ensartó como si de una misma espada se tratara. La hilera y la esfera de agua se precipitaron como una masa deforme en el suelo, enterrándose en la arena y convirtiéndose de nuevo en agua que volvía al mar.
La voz venía de detrás suya, la Rhodes se volteó casi al instante y allí pudo observar una silueta femenina. La voz claramente era la de su madre, pero aquella silueta no tenía rostro ni una forma completamente definida. Pero ella lo intuía, no, LO SABÍA; aquella era su madre.
Dos siluetas más salieron de la espalda de la primera, dos ancianos, un varón y una mujer. Algo en su interior le decía que aquello eran sus abuelos. Igualmente, no tenían una forma ni un rostro definido, pero en de alguna forma lo sabía.
-Helena...-Volvió a repetir la voz-Ven-La silueta principal alzó un brazo, invitando a que la bruja se acercara.
La bruja quiso dar un paso hacia adelante, pero sus piernas le pesaban y casi ni le respondían. Un gran esfuerzo desconmensurado tuvo que hacer para poder siquiera dar el primer paso. Para más inri, notaba cómo una cuerda se le atacaba en la cintura y alguien tiraba desde atrás para impedir que pudiera avanzar siquiera otro paso. Se empezó a agobiar, luchaba con todas sus fuerzas, pero era inútil.
-¡HELENA!-Pegó un grito desgarrador
-¡Madre!-Gritaba mientras seguía luchando
-¡HELENA!-Volvió a gritar, cada vez más asustada
Helena cerró los ojos, abatida y asustada, rendida ante la opresión de sus propios miedos, de su pasado, el cual actuaba como un lastre, de su vida... Se sentía asfixiada, más nerviosa que antes, su pulso se aceleró de nuevo haciendo que las manos empezaran a sudarle, no era una sensación agradable. Los músculos empezaron a tensárseles y, finalmente, acabó abriendo de nuevo los ojos. Las lágrimas caían sobre sus mejillas como si de verdad algo terriblemente doloroso hubiera pasado, tomó una bocada de aire desesperada, como si realmente se estuviese ahogando.
Volvió a encontrarse en la tienda de Gali. Rápidamente se secó las lágrimas y miró nerviosa hacia los dos dragones. Posó el vaso en la mesa y siguió secándose las lágrimas, que no paraban de salir. No dijo nada por unos segundos. Seguramente, tanto el monje como el médico estarían juzgándola en ese momento. Cómo alguien con tanto carácter, tan echada para adelante y con tanta arrogancia y malvada podía dar esa imagen de debilidad y vulnerabilidad. Era algo que no se perdonaba. Esa no era ella, no quería ser ella. No sollozaba, simplemente las lágrimas le caían sin una explicación muy lógica. No miró más a ninguno de los dos, bajó la cabeza y esperó a que sus ojos dejaran de segregar tan dolorosa respuesta.
-...Es inútil-Sentenció
-Admito que me ha sorprendido-Respondió la rubia a Gali. Tras eso, el monje dijo que sabía de algo que podría ayudar a la bruja, a lo que esta última respondió arqueando una ceja, extrañada. Acto seguido la invitaron a la tienda de Go'el. No tenía nada mejor que hacer, así que aceptó.
La tienda de Go'el estaba dividida en dos claras secciones, y no era difícil el adivinar cuál era para quién. El monje la invitó a sentarse en la zona de los cojines y donde olía a incienso. La bruja aceptó y se sentó con delicadeza mientras observaba todo el nuevo entorno.
-Bonita tienda-La siguió observando-Me la imaginaba más...-Miró a Go'el y luego a Gali-Sangrienta-Declaró
Go'el se sentó lejos del par y empezó a leer un grueso libro, enfrascándose por completo en él, mientras que Gali empezaba a preparar algo, no sabía el qué, pero olía realmente bien, casi tanto como el incienso que pululaba por el lugar. Mientras el monje hablaba, Helena, bastante interesada en sus palabras, apoyaba uno de sus codos en la mesa y le miraba en silencio. El tono calmado y profundo de Gali casi le ponía los vellos de punta, esta vez en el buen sentido. Tan solo con su voz podía transmitir calma y relajación, admirable.
Finalmente, Gali terminó de preparar lo que se traía entre manos y sirvió tres vasos para cada uno de los presentes. Con esto, invitó a la Rhodes a que probase dicha infusión. Con cuidado, la rubia pegó un sorbo mientras seguía atenta a las explicaciones del monje.
-...E-está bueno-Declaró.
Optó por hacer lo que el moreno le dijo y cerró los ojos. Estaba un poco nerviosa, no podía ocultarlo. Su respiración empezó a acelerarse, al igual que su pulso. El estar a solas en su propia mente nunca había sido una experiencia demasiado agradable, de ahí que buscara escapes en otras cosas, como por ejemplo en la bebida. Su mal humor también podría provenir de ahí, pero por una vez en la vida, le hizo caso al consejo de alguien y siguió con los ojos cerrados, concentrándose en cada palabra que Gali le decía y ejecutando dichas órdenes.
"Lugar idílico", "Un espacio solo para ti, donde nadie puede entrar sin ser invitado", "Un lugar que te hace sentir alegre sin la necesidad de sonreír". Estaba claro cual era ese lugar, para ella, no había otro lugar en el mundo que se le comparase; La Playa de la Calma, lugar al que Helena iba de pequeña, acompañada de sus abuelos y su madre. Era un sitio paradisíaco e idílico. Inlcuso cuando se hizo más mayor visitaba de vez en cuando y solas el lugar, era su sitio, su remanso de paz y un lugar en al que poder escapar.
La arena era blanca y fina, había bastante vegetación en forma de coral que adornaba todo el lugar, el agua era tan cristalina que incluso se podían ver los pies. La playa no estaba lejos de su casa, pero había que andar un buen trecho hasta ella, por lo que no solía haber mucha gente allí y casi siempre esa soledad y silencio se rompían con la compañía y el ruido de las olas.
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Poco a poco, dejó de escuchar la voz de Gali, la cual daba paso al sonido de las olas y de la naturaleza costera que era propia de su lugar idílico.Sin darse cuenta y sin quererlo, allí se encontraba, de pie, observando el horizonte infinito y con la brisa marina dándole acariciándole el rostro. Extendió un brazo hacia adelante y un hilera de agua se levantaba con suavidad y balanceo hacia la palma de su propia mano, generando una esfera de agua que era alimentada por dicha hilera directamente proveniente del mar. Sonrió. Lo sentía, sentía al mar, su propio remanso de paz, su método de relajación. El elemento acuático era como una extensión más de ella, incluso podía sentir por ella, saber en qué posición estaba en todo momento.
-Helena...
Esa voz la ensartó como si de una misma espada se tratara. La hilera y la esfera de agua se precipitaron como una masa deforme en el suelo, enterrándose en la arena y convirtiéndose de nuevo en agua que volvía al mar.
La voz venía de detrás suya, la Rhodes se volteó casi al instante y allí pudo observar una silueta femenina. La voz claramente era la de su madre, pero aquella silueta no tenía rostro ni una forma completamente definida. Pero ella lo intuía, no, LO SABÍA; aquella era su madre.
Dos siluetas más salieron de la espalda de la primera, dos ancianos, un varón y una mujer. Algo en su interior le decía que aquello eran sus abuelos. Igualmente, no tenían una forma ni un rostro definido, pero en de alguna forma lo sabía.
-Helena...-Volvió a repetir la voz-Ven-La silueta principal alzó un brazo, invitando a que la bruja se acercara.
La bruja quiso dar un paso hacia adelante, pero sus piernas le pesaban y casi ni le respondían. Un gran esfuerzo desconmensurado tuvo que hacer para poder siquiera dar el primer paso. Para más inri, notaba cómo una cuerda se le atacaba en la cintura y alguien tiraba desde atrás para impedir que pudiera avanzar siquiera otro paso. Se empezó a agobiar, luchaba con todas sus fuerzas, pero era inútil.
-¡HELENA!-Pegó un grito desgarrador
-¡Madre!-Gritaba mientras seguía luchando
-¡HELENA!-Volvió a gritar, cada vez más asustada
Helena cerró los ojos, abatida y asustada, rendida ante la opresión de sus propios miedos, de su pasado, el cual actuaba como un lastre, de su vida... Se sentía asfixiada, más nerviosa que antes, su pulso se aceleró de nuevo haciendo que las manos empezaran a sudarle, no era una sensación agradable. Los músculos empezaron a tensárseles y, finalmente, acabó abriendo de nuevo los ojos. Las lágrimas caían sobre sus mejillas como si de verdad algo terriblemente doloroso hubiera pasado, tomó una bocada de aire desesperada, como si realmente se estuviese ahogando.
Volvió a encontrarse en la tienda de Gali. Rápidamente se secó las lágrimas y miró nerviosa hacia los dos dragones. Posó el vaso en la mesa y siguió secándose las lágrimas, que no paraban de salir. No dijo nada por unos segundos. Seguramente, tanto el monje como el médico estarían juzgándola en ese momento. Cómo alguien con tanto carácter, tan echada para adelante y con tanta arrogancia y malvada podía dar esa imagen de debilidad y vulnerabilidad. Era algo que no se perdonaba. Esa no era ella, no quería ser ella. No sollozaba, simplemente las lágrimas le caían sin una explicación muy lógica. No miró más a ninguno de los dos, bajó la cabeza y esperó a que sus ojos dejaran de segregar tan dolorosa respuesta.
-...Es inútil-Sentenció
Helena Rhodes
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Re: Humo sobre el agua [Privado] [Cerrado]
Sin decir nada Gali le tendió un pañuelo a la rubia, sin perder la calma terminó de verter el té en su propio vaso y comenzó a preparar más, Go´el parecía seguir absorto en su mundo incluso daba la impresión de estar dormido.
-No hay nada inútil, Helena.
Comentaba sereno el monje mientras esperaba a que el agua hirviera.
-Te encontraste algo ¿Verdad? alguna cosa que no esperabas ¿Que fue?
Gali había visto como el cuerpo de la bruja se relajaba y se tensaba, percibió como sus músculos se endurecían y convertían el cuerpo de la mujer en una piedra rígida.
-Desconozco gran parte de tu cultura. -Dijo el dragón sereno. -Pero para nosotros el llanto, las lagrimas, son solo un indicador más. -El monje se puso detrás de Helena mientras hablaba. -Pueden ser por algo bueno o por algo malo, pero en cualquier caso no nos convierte en personas menos capaces.
Colocó las manos sobre los hombros de la rubia y empezó a darle un masaje con el fin de relajar su cuerpo.
-Aunque no te lo creas, hasta él llora. -Gali señalo con la cabeza a su compañero. -Te voy a ser sincero. Nunca es fácil enfrentarse a nosotros mismos ¿Sabes por que?
El dragón se levantó al ver el vapor salir de la tetera, sin dejar de hablar la sacó del fuego y rellenó los vasos.
-Porque nos negamos a ver lo que esta mal, cerramos los ojos y nos repetimos una mentira hasta creérnosla, pero en el fondo sabemos que algo anda mal y nos carcome lentamente.
Gali volvió a sentarse en su lugar, con las piernas cruzadas y la mirada despreocupada.
-Duele, al principio siempre duele, pero hay que enfrentarse a uno mismo, comprender que nos hace sentir mal y porque, averiguar de donde provienen nuestras inseguridades. -El monje hizo una pausa para beber. -¿Te gustaría contármelo? Hablar de ello nos obliga muchas veces a encarar lo que no queremos admitir, podría ser un buen comienzo. Si así lo deseas.
-No hay nada inútil, Helena.
Comentaba sereno el monje mientras esperaba a que el agua hirviera.
-Te encontraste algo ¿Verdad? alguna cosa que no esperabas ¿Que fue?
Gali había visto como el cuerpo de la bruja se relajaba y se tensaba, percibió como sus músculos se endurecían y convertían el cuerpo de la mujer en una piedra rígida.
-Desconozco gran parte de tu cultura. -Dijo el dragón sereno. -Pero para nosotros el llanto, las lagrimas, son solo un indicador más. -El monje se puso detrás de Helena mientras hablaba. -Pueden ser por algo bueno o por algo malo, pero en cualquier caso no nos convierte en personas menos capaces.
Colocó las manos sobre los hombros de la rubia y empezó a darle un masaje con el fin de relajar su cuerpo.
-Aunque no te lo creas, hasta él llora. -Gali señalo con la cabeza a su compañero. -Te voy a ser sincero. Nunca es fácil enfrentarse a nosotros mismos ¿Sabes por que?
El dragón se levantó al ver el vapor salir de la tetera, sin dejar de hablar la sacó del fuego y rellenó los vasos.
-Porque nos negamos a ver lo que esta mal, cerramos los ojos y nos repetimos una mentira hasta creérnosla, pero en el fondo sabemos que algo anda mal y nos carcome lentamente.
Gali volvió a sentarse en su lugar, con las piernas cruzadas y la mirada despreocupada.
-Duele, al principio siempre duele, pero hay que enfrentarse a uno mismo, comprender que nos hace sentir mal y porque, averiguar de donde provienen nuestras inseguridades. -El monje hizo una pausa para beber. -¿Te gustaría contármelo? Hablar de ello nos obliga muchas veces a encarar lo que no queremos admitir, podría ser un buen comienzo. Si así lo deseas.
Go'el
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Re: Humo sobre el agua [Privado] [Cerrado]
En cuanto el monje le pasó el pañuelo, Helena volvió en sí y su habitual carácter. Agarró la prenda y se secó las lágrimas con fuerza y rápido.
-N-no estaba llorando-Decía con una voz entrecortada-Simplemente me pican los ojos-Se excusó ante la evidencia
Dejó el pañuelo encima de la mesa y suspiró profundamente.
-...-Dudaba de si contarle a Gali lo que había vivido-Era como una especie de sueño, pero a la vez muy real-Explicó sin muchos detalles en primera instancia
Ante la siguiente explicación del dragón, la bruja se puso a la defensiva.
-¡Que no estaba llorando!-Gritó pegándole un golpe con la mano cerrada a la mesita que tenía delante, haciendo que incluso las tazas que ella reposaban derramasen un poco de su contenido-...-Se mordió el labio inferior con rabia
Gali se puso detrás de ella y empezó suavemente a masajear sus hombros, acto que hizo que la rubia pudiese relajarse un poco. Sus manos se sentían tan fuertes pero a la vez tan suaves... Era una sensación bastante confortable, sin duda, el monje sabía lo que hacía. Destensó sus hombros y posó su mirada en Go'el, el cual parecía todavía más absorto en sus libros que antes.
-Go'el solamente lloraría si alguien le robara sus apreciadas investigaciones-Dibujó media sonrisa pícara
Ante la siguiente explicación del monje, Helena no contestó, simplemente prestó atención a sus palabras sin saber muy bien qué decir. Parecía como si realmente conociera su caso y a ella misma, pero eso era imposible, tal vez el dragón simplemente era bueno para esas cosas generales que le suelen pasar a todo el mundo, pero el problema de la Rhodes venía de demasiado atrás como para poder solucionarlo en una sola tarde de relajación profunda...
-Y-yo no tengo inseguridades-Respondió sin siquiera estar segura de sus palabras, una muestra clara de lo que trataba desmentir. Ante las últimas palabras de Gali, la bruja suspiró-Lo siento, Gali... Pero creo que es mejor dejar el pasado atrás-Sentenció
Tras eso, tomó aire profundamente y lo exhaló con suavidad.
-Voy a intentar concentrarme de nuevo
Dicho y hecho. Volvió a cerrar los ojos para encontrarse en una máxima relajación que pudiera permitirle encontrar el agua que tanto buscaba. Un brujo tensai sin su elemento era como una noche sin estrellas; un alma marchita que no sirve para el cometido que los dioses otorgaron a los mortales en tiempos ancestrales. Ellos eran los elegidos, y no podían renegar de su pasado, ese del que tanto huía Helena.
-N-no estaba llorando-Decía con una voz entrecortada-Simplemente me pican los ojos-Se excusó ante la evidencia
Dejó el pañuelo encima de la mesa y suspiró profundamente.
-...-Dudaba de si contarle a Gali lo que había vivido-Era como una especie de sueño, pero a la vez muy real-Explicó sin muchos detalles en primera instancia
Ante la siguiente explicación del dragón, la bruja se puso a la defensiva.
-¡Que no estaba llorando!-Gritó pegándole un golpe con la mano cerrada a la mesita que tenía delante, haciendo que incluso las tazas que ella reposaban derramasen un poco de su contenido-...-Se mordió el labio inferior con rabia
Gali se puso detrás de ella y empezó suavemente a masajear sus hombros, acto que hizo que la rubia pudiese relajarse un poco. Sus manos se sentían tan fuertes pero a la vez tan suaves... Era una sensación bastante confortable, sin duda, el monje sabía lo que hacía. Destensó sus hombros y posó su mirada en Go'el, el cual parecía todavía más absorto en sus libros que antes.
-Go'el solamente lloraría si alguien le robara sus apreciadas investigaciones-Dibujó media sonrisa pícara
Ante la siguiente explicación del monje, Helena no contestó, simplemente prestó atención a sus palabras sin saber muy bien qué decir. Parecía como si realmente conociera su caso y a ella misma, pero eso era imposible, tal vez el dragón simplemente era bueno para esas cosas generales que le suelen pasar a todo el mundo, pero el problema de la Rhodes venía de demasiado atrás como para poder solucionarlo en una sola tarde de relajación profunda...
-Y-yo no tengo inseguridades-Respondió sin siquiera estar segura de sus palabras, una muestra clara de lo que trataba desmentir. Ante las últimas palabras de Gali, la bruja suspiró-Lo siento, Gali... Pero creo que es mejor dejar el pasado atrás-Sentenció
Tras eso, tomó aire profundamente y lo exhaló con suavidad.
-Voy a intentar concentrarme de nuevo
Dicho y hecho. Volvió a cerrar los ojos para encontrarse en una máxima relajación que pudiera permitirle encontrar el agua que tanto buscaba. Un brujo tensai sin su elemento era como una noche sin estrellas; un alma marchita que no sirve para el cometido que los dioses otorgaron a los mortales en tiempos ancestrales. Ellos eran los elegidos, y no podían renegar de su pasado, ese del que tanto huía Helena.
Helena Rhodes
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Re: Humo sobre el agua [Privado] [Cerrado]
Para dejar el pasado atrás primero tienes que afrontarlo y superarlo, enterrar momentos vividos bajo capas de ignorancia y auto-complacencia no es dejar el pasado atrás. Gali quería exteriorizar aquellos pensamientos, pero no lo hizo, Helena todavía no estaba preparada para afrontar a sus demonios. Exponerla al problema solo haría que la bruja recelara y se cerrara más.
El monje guardó silencio, miraba a su amigo y a la mujer dejando que ambos se sumergieran en su propio mundo.
En la mente del galeno se dibujaba un paisaje otoñal, caminaba lentamente con pies humanos, caminaba tranquilo y erguido con sus piernas escamosas, caminaba pacifico con sus cuatro zarpas y su ondeante cola azul. El olor a azahar llenaba sus pulmones al tiempo que cambiaba de forma continuamente, recorría unos metros siendo humano, otros siendo reptil y unos cuantos más como dragón, rozaba con sus manos las hojas y los pétalos de los naranjos, dejaba que su lomo se frotara e impregnara con la esencia de los arboles.
Al final terminó tumbadose entre dos hileras interminables de aquellos arboles frutales, con la cola enrollada sobre si mismo y las garras delanteras dejadas caer sobre el borde de un lago que hacia unos instantes no estaba allí. El agua rozaba la punta de sus uñas y al otro lado del manantial podía ver como sus hermanos y padres comían en una larga mesa, miraba como su abuela repartía pastel, Go´el no necesitaba estar sentado en aquella mesa para saber que era una tarta de naranjas.
El dragón no decía nada, no le hacia falta, tampoco se movía del sitio, no lo necesitaba. Se conformaba con mirar de lejos aquel recuerdo o aquel sueño donde todo era perfecto, donde todos estaban vivos, él sabia que aquella calma se rompería cuando decidiera acercarse a aquellas personas. Porque siempre sucedía lo mismo, en cuanto el doctor interactuaba con alguien la esencia de la escena cambiaba y se enrarecía, Go´el se había resignado a observar de lejos a conformarse y disfrutar con pena de aquello no puede no obtener.
A su lado reposaba silenciosa una enorme piedra negra que antes no estaba ahí, era caliente y por extraño que parezca también blanda.
El científico suspiro, cerró los ojos y cuando los abrió vio frente a él la mesa y su grueso libro, levantó la cabeza y sonrió a Gali. Observo el tomo por unos segundos se levantó y anduvo los escasos pasos que le separaban de la pareja sentada al rededor de la pequeña mesa, sin decir nada ocupó uno de los cojines y le dio el vaso a su compañero para que lo rellenara.
El monje guardó silencio, miraba a su amigo y a la mujer dejando que ambos se sumergieran en su propio mundo.
En la mente del galeno se dibujaba un paisaje otoñal, caminaba lentamente con pies humanos, caminaba tranquilo y erguido con sus piernas escamosas, caminaba pacifico con sus cuatro zarpas y su ondeante cola azul. El olor a azahar llenaba sus pulmones al tiempo que cambiaba de forma continuamente, recorría unos metros siendo humano, otros siendo reptil y unos cuantos más como dragón, rozaba con sus manos las hojas y los pétalos de los naranjos, dejaba que su lomo se frotara e impregnara con la esencia de los arboles.
Al final terminó tumbadose entre dos hileras interminables de aquellos arboles frutales, con la cola enrollada sobre si mismo y las garras delanteras dejadas caer sobre el borde de un lago que hacia unos instantes no estaba allí. El agua rozaba la punta de sus uñas y al otro lado del manantial podía ver como sus hermanos y padres comían en una larga mesa, miraba como su abuela repartía pastel, Go´el no necesitaba estar sentado en aquella mesa para saber que era una tarta de naranjas.
El dragón no decía nada, no le hacia falta, tampoco se movía del sitio, no lo necesitaba. Se conformaba con mirar de lejos aquel recuerdo o aquel sueño donde todo era perfecto, donde todos estaban vivos, él sabia que aquella calma se rompería cuando decidiera acercarse a aquellas personas. Porque siempre sucedía lo mismo, en cuanto el doctor interactuaba con alguien la esencia de la escena cambiaba y se enrarecía, Go´el se había resignado a observar de lejos a conformarse y disfrutar con pena de aquello no puede no obtener.
A su lado reposaba silenciosa una enorme piedra negra que antes no estaba ahí, era caliente y por extraño que parezca también blanda.
El científico suspiro, cerró los ojos y cuando los abrió vio frente a él la mesa y su grueso libro, levantó la cabeza y sonrió a Gali. Observo el tomo por unos segundos se levantó y anduvo los escasos pasos que le separaban de la pareja sentada al rededor de la pequeña mesa, sin decir nada ocupó uno de los cojines y le dio el vaso a su compañero para que lo rellenara.
Go'el
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Re: Humo sobre el agua [Privado] [Cerrado]
Helena volvió a concentrarse al máximo, quería intentarlo de nuevo, realmente quería aprender a usar sus dones; aquellos que durante generaciones han corrido por la sangre de su gente y de su familia, quería en parte hacer que los brujos del pasado se sintieran orgullosos de ella, aunque exteriorizase todo lo contrario y un odio exagerado para los que eran de su raza.
Oyó de fondo, a lo lejos, el sonido de las olas nuevamente, seguido del graznar de algunas gaviotas en la misma lejanía. Empezó incluso a oler a aquel perfume que deja la sal en las playas. Sintió cómo sus pies pisaban un terreno suave y agradable. El sol le pegaba en la cara, llegando incluso a molestarle, tanto que tuvo que abrir los ojos para así darse cuenta que, de nuevo, se encontraba en la playa de su hogar; La Playa de la Calma. Se encontraba sola, rodeada únicamente por los corales que habitaban en la zona.
Sintió por impulso que debía alzar su brazo izquierda a media altura, con la palma abierta y hacia arriba. Los gritos ahogados se sucedían. Daban bastante congoja, incluso eran incómodos.
De pronto, una hilera de agua del mismo mar subió hasta la palma de su mano, tal y como había pasado en la primera experiencia que había tenido hacía pocos minutos. Una esfera flotante de agua se estaba generando, alimentándose a su vez de aquella hilera, la cual estaba conectada directamente con esta, haciendo que cada vez se volviese más grande, pero sin sobrepasar el tamaño de la palma de la rubia. Esta miraba embelesada todo lo que estaba ocurriendo, ¿Estaba allí de verdad o el poder de la mente era tan maravilloso y fuerte como para imaginar todo aquello? Era un pregunta que seguramente jamás obtendría una respuesta satisfactoria ni cierta.
Los gritos cesaron de forma repentina. Ese inesperado silencio generó malestar en Helena, que sentía cómo alguien la observaba desde su espalda. Era una sensación aterradora, y que incluso le llegaba a poner los vellos de punta. El corazón se le encogió y empezó a ponerse nerviosa. La hilera se tambaleaba, pero aún seguía trasportando agua a la esfera que flotaba en su palma.
Los músculos de la bruja se tensaron y sufrió una inesperada parálisis que no le permitió moverse ni ver quién acechaba a su espalda. Giró el cuello lo máximo posible, lo más que pudo ver fue a una figura negra irreconocible que poco a poco se acercaba más y más a ella, incluso podía ver cómo esta sonreía, o al menos eso notaba. Pero esa sonrisa era siniestra y devastadora, nada bueno podría salir de las intenciones de aquella... ¿Cosa?
La Rhodes hizo grandes esfuerzos por moverse, pero era inútil, y para más inri, la figura estaba tan solo a centímetros de ella. Notó cómo la empezaba a rodear con los brazos, aunque sin tocarla. Sentía que iba a ser devorada por todo aquello, que iba a desfallecer... Pero de pronto, el mar se hizo enorme, se tragó la orilla y Helena cayó en la profundidad de, ahora, un vasto océano.
La figura había desaparecido, pero ahora ella caía a lo más profundo del mar, a una velocidad increíble. No se podía vislumbrar fondo, y la superficie quedaba cada vez más lejos, siendo apenas reconocible. Los gritos entonces empezaron a volver. Parecía que la rodeaban, miles de almas le gritaban y le replicaban. Parecían pedir auxilio, pero no podía distinguir bien la lengua de la que se trataba. Poco a poco, aquellos gritos iban perforando su cabeza, hasta tal punto que se empezaron a volver molestos. Cerró los ojos con fuerza, esperando a que toda esa pesadilla acabase de una vez.
Finalmente, tras tanta desesperación, los gritos desaparecieron y despertó de nuevo junto a Gali y Go'el. Helena, frustrada de nuevo, pero menos afectada que con la primera experiencia, se echó hacia atrás y se tumbó boca arriba, poniendo los brazos detrás de su cabeza a modo de cojín.
-El mar llora...-Soltó, con cierta curiosidad en su tono-...¿Por qué llora?-Arrugó el ceño, extrañada-Me llamaba a mí, y me suplicaba cosas... No entendía nada... No entiendo nada-Aclaró
Oyó de fondo, a lo lejos, el sonido de las olas nuevamente, seguido del graznar de algunas gaviotas en la misma lejanía. Empezó incluso a oler a aquel perfume que deja la sal en las playas. Sintió cómo sus pies pisaban un terreno suave y agradable. El sol le pegaba en la cara, llegando incluso a molestarle, tanto que tuvo que abrir los ojos para así darse cuenta que, de nuevo, se encontraba en la playa de su hogar; La Playa de la Calma. Se encontraba sola, rodeada únicamente por los corales que habitaban en la zona.
La bruja se hallaba de pie, mirando al horizonte. Caminó hasta la misma orilla, hasta el punto de que sus pies tocasen el agua que la marea con parsimonia transportaba. Acto seguido, pudo... ¿Oír? Una llamada, una súplica, en general, gritos ahogados que provenían del horizonte. En un principio eran... Aterradores, ¿Alguien lloraba? ¿Quién era ese alguien? | Gritos |
Sintió por impulso que debía alzar su brazo izquierda a media altura, con la palma abierta y hacia arriba. Los gritos ahogados se sucedían. Daban bastante congoja, incluso eran incómodos.
De pronto, una hilera de agua del mismo mar subió hasta la palma de su mano, tal y como había pasado en la primera experiencia que había tenido hacía pocos minutos. Una esfera flotante de agua se estaba generando, alimentándose a su vez de aquella hilera, la cual estaba conectada directamente con esta, haciendo que cada vez se volviese más grande, pero sin sobrepasar el tamaño de la palma de la rubia. Esta miraba embelesada todo lo que estaba ocurriendo, ¿Estaba allí de verdad o el poder de la mente era tan maravilloso y fuerte como para imaginar todo aquello? Era un pregunta que seguramente jamás obtendría una respuesta satisfactoria ni cierta.
Los gritos cesaron de forma repentina. Ese inesperado silencio generó malestar en Helena, que sentía cómo alguien la observaba desde su espalda. Era una sensación aterradora, y que incluso le llegaba a poner los vellos de punta. El corazón se le encogió y empezó a ponerse nerviosa. La hilera se tambaleaba, pero aún seguía trasportando agua a la esfera que flotaba en su palma.
Los músculos de la bruja se tensaron y sufrió una inesperada parálisis que no le permitió moverse ni ver quién acechaba a su espalda. Giró el cuello lo máximo posible, lo más que pudo ver fue a una figura negra irreconocible que poco a poco se acercaba más y más a ella, incluso podía ver cómo esta sonreía, o al menos eso notaba. Pero esa sonrisa era siniestra y devastadora, nada bueno podría salir de las intenciones de aquella... ¿Cosa?
La Rhodes hizo grandes esfuerzos por moverse, pero era inútil, y para más inri, la figura estaba tan solo a centímetros de ella. Notó cómo la empezaba a rodear con los brazos, aunque sin tocarla. Sentía que iba a ser devorada por todo aquello, que iba a desfallecer... Pero de pronto, el mar se hizo enorme, se tragó la orilla y Helena cayó en la profundidad de, ahora, un vasto océano.
La figura había desaparecido, pero ahora ella caía a lo más profundo del mar, a una velocidad increíble. No se podía vislumbrar fondo, y la superficie quedaba cada vez más lejos, siendo apenas reconocible. Los gritos entonces empezaron a volver. Parecía que la rodeaban, miles de almas le gritaban y le replicaban. Parecían pedir auxilio, pero no podía distinguir bien la lengua de la que se trataba. Poco a poco, aquellos gritos iban perforando su cabeza, hasta tal punto que se empezaron a volver molestos. Cerró los ojos con fuerza, esperando a que toda esa pesadilla acabase de una vez.
Finalmente, tras tanta desesperación, los gritos desaparecieron y despertó de nuevo junto a Gali y Go'el. Helena, frustrada de nuevo, pero menos afectada que con la primera experiencia, se echó hacia atrás y se tumbó boca arriba, poniendo los brazos detrás de su cabeza a modo de cojín.
-El mar llora...-Soltó, con cierta curiosidad en su tono-...¿Por qué llora?-Arrugó el ceño, extrañada-Me llamaba a mí, y me suplicaba cosas... No entendía nada... No entiendo nada-Aclaró
Helena Rhodes
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Re: Humo sobre el agua [Privado] [Cerrado]
Gali guardó silencio durante unos instantes tratando de encontrar la mejor respuesta para la bruja.
-Las respuestas a tus preguntas solo las tienes tu Helena. Recuerda que todo lo que sucede durante la meditación es producto de nuestros propios pensamientos y memorias. Nadie entrara si tu no le das permiso. -Repitió el dragón de tierra. -Claro que muchas cosas de las que suceden son productos de nuestro subconsciente, la mente nos pone aprueba para enfrentar lo que negamos. La mejor forma de hacerlo es no dejándote influenciar por las apariencias. Nada de lo que encuentres en tu mundo onírico puede herirte, si no olvidas esto te sera más mirar lo que tu mente quiere mostrarte.
Describir lo que una persona ve y vive en su interior el difícil, las sensaciones allí son muy fuertes y las figuras, lugares y objetos que aparecen no siempre tienen formas que puedan explicarse. El monje entendía que la bruja no pudiera o no quisiera darle más información a fin de cuentas, nadie puede entrar sino es invitado. Aun así Gali quería desentrañar el caos que reptaba en la mente de la rubia.
-Si en algún momento quieres meditar y no puedes, recuerda que esta tienda siempre tendrá un cojín para ti. Puedes venir siempre que quieras, aunque nosotros no estemos.
El monje sentía que había una Helena escondida y perdida detrás de unas murallas que ella misma construyó en su momento, percibía en la bruja la iniciativa de querer avanzar y si Gali podía hacer algo para ayudarla lo haría.
-¿Y bien? -Preguntó Go´el mirando a la mujer. -¿Ya sabes como encontrar el manantial? ¿Por donde empezamos a buscar? Porque ya terminasteis ¿Cierto?
Go´el comenzaba a impacientarse, el momento de relajación no había estado mal, pero este no era momento para estar perdiendo el tiempo.
-Me gustaría encontrar hoy la fuente, bruja. ¿Vas a poder o tengo que buscar a otro brujo?
-Las respuestas a tus preguntas solo las tienes tu Helena. Recuerda que todo lo que sucede durante la meditación es producto de nuestros propios pensamientos y memorias. Nadie entrara si tu no le das permiso. -Repitió el dragón de tierra. -Claro que muchas cosas de las que suceden son productos de nuestro subconsciente, la mente nos pone aprueba para enfrentar lo que negamos. La mejor forma de hacerlo es no dejándote influenciar por las apariencias. Nada de lo que encuentres en tu mundo onírico puede herirte, si no olvidas esto te sera más mirar lo que tu mente quiere mostrarte.
Describir lo que una persona ve y vive en su interior el difícil, las sensaciones allí son muy fuertes y las figuras, lugares y objetos que aparecen no siempre tienen formas que puedan explicarse. El monje entendía que la bruja no pudiera o no quisiera darle más información a fin de cuentas, nadie puede entrar sino es invitado. Aun así Gali quería desentrañar el caos que reptaba en la mente de la rubia.
-Si en algún momento quieres meditar y no puedes, recuerda que esta tienda siempre tendrá un cojín para ti. Puedes venir siempre que quieras, aunque nosotros no estemos.
El monje sentía que había una Helena escondida y perdida detrás de unas murallas que ella misma construyó en su momento, percibía en la bruja la iniciativa de querer avanzar y si Gali podía hacer algo para ayudarla lo haría.
-¿Y bien? -Preguntó Go´el mirando a la mujer. -¿Ya sabes como encontrar el manantial? ¿Por donde empezamos a buscar? Porque ya terminasteis ¿Cierto?
Go´el comenzaba a impacientarse, el momento de relajación no había estado mal, pero este no era momento para estar perdiendo el tiempo.
-Me gustaría encontrar hoy la fuente, bruja. ¿Vas a poder o tengo que buscar a otro brujo?
Go'el
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Re: Humo sobre el agua [Privado] [Cerrado]
Aún tumbada boca arriba, la rubia desvió la mirada hacia Gali mientras este hablaba.
-Ya... Pero... Parecía tan real-Dijo, bastante intrigada
El monje realmente parecía querer ayudar a Helena en sus entramados y arrojar luz sobre los recovecos de la mente de la bruja, los más oscuros, sombríos y espeluznantes sentimientos, cosa que no era fácil ni para la propia Helena, ya que su subconsciente estaba tan sellado, que le sería difícil entrar así como así en primera instancia. Se tendría que entrenar mucho, sería cosa de meses o incluso años... ¿Estaría dispuesta a ello? ¿O viviría toda su vida bajo la apariencia de alguien fuerte que esconde al ser más débil que jamás nadie conocerá? Solo el tiempo, acompañado de la voluntad de la bruja, tendría la respuesta.
-Gracias, Gali-Su mirada y tono de voz mostraban una sinceridad, honestidad y dulzura nunca antes vista en ella
Acto seguido, la bruja se incorporó y apoyó los codos sobre la mesita, mientra soltaba un largo suspiro. La meditación, aunque un poco extraña y espeluznante, le había venido bien, se sentía bastante relajada. Es entonces cuando Go'el intervino, con su irritante insistencia. Ahí es cuando acabó la paz y tranquilidad para Helena.
-¡Deberías de ser más considerado, cabeza de melón!-Alzó un poco el tono de su voz, al mismo tiempo que apretaba los dientes y miraba con desdén hacia el médico-¡Y por supuesto que voy a poder!-Se puso en pie, adoptando su característica postura de superioridad mientras se acercaba al rubiales contoneándose, agachó medio tronco al estar este sentado y le golpeó un par de veces con su dedo índice, a modo de increparlo-Tendrías que ser más agradecido, te estoy dando mi tiempo-Le recriminó
Poco a poco, ambos acabaron enzarzándose en una discusión en la que cada vez se alzaba más el tono de voz, donde se recriminaban cosas y que incluso se escuchaba fuera de la tienda, algunos transeúntes se paraban incluso para ver qué es lo que pasaba dentro de la tienda. Sin lugar a dudas, se había montado un buen espectáculo.
De pronto, en mitad de tanto griterío e intercambio de frases malsonantes y reproches, la bruja pudo oír un grito a modo de lamento, el cual se encadenó en varios más, los cuales eran similares, por no decir idénticos, a los que había escuchado en la meditación. De un momento a otro, la discusión, al menos por su parte se había detenido. Los vellos se le pusieron como escarpias, y los ojos se le abrieron como platos. Estaba escuchando... ¿Al agua?
-¡Cállate, pesado!-Le tapó la boca a Go'el mientras se hacía el gesto de silencio, llevándose el dedo índice a los labios. Ese sonido parecía venir de abajo, pero abajo... De sus propios pies, del propio suelo, de la propia tienda.-¡AGUA!-Gritó, emocionada-¡Hay agua debajo de la tienda!-Quitó la mano de la boca del médico y miró a Gali, con la misma emoción y alegría reflejada en su rostro.
Se apartó de Go'el y se puso de rodillas en el suelo, tocando con ambas palmas de las manos este. Estaba bastante nerviosa y feliz a la vez.
-¡Y la noto caliente!-Añadió
-Ya... Pero... Parecía tan real-Dijo, bastante intrigada
El monje realmente parecía querer ayudar a Helena en sus entramados y arrojar luz sobre los recovecos de la mente de la bruja, los más oscuros, sombríos y espeluznantes sentimientos, cosa que no era fácil ni para la propia Helena, ya que su subconsciente estaba tan sellado, que le sería difícil entrar así como así en primera instancia. Se tendría que entrenar mucho, sería cosa de meses o incluso años... ¿Estaría dispuesta a ello? ¿O viviría toda su vida bajo la apariencia de alguien fuerte que esconde al ser más débil que jamás nadie conocerá? Solo el tiempo, acompañado de la voluntad de la bruja, tendría la respuesta.
-Gracias, Gali-Su mirada y tono de voz mostraban una sinceridad, honestidad y dulzura nunca antes vista en ella
Acto seguido, la bruja se incorporó y apoyó los codos sobre la mesita, mientra soltaba un largo suspiro. La meditación, aunque un poco extraña y espeluznante, le había venido bien, se sentía bastante relajada. Es entonces cuando Go'el intervino, con su irritante insistencia. Ahí es cuando acabó la paz y tranquilidad para Helena.
-¡Deberías de ser más considerado, cabeza de melón!-Alzó un poco el tono de su voz, al mismo tiempo que apretaba los dientes y miraba con desdén hacia el médico-¡Y por supuesto que voy a poder!-Se puso en pie, adoptando su característica postura de superioridad mientras se acercaba al rubiales contoneándose, agachó medio tronco al estar este sentado y le golpeó un par de veces con su dedo índice, a modo de increparlo-Tendrías que ser más agradecido, te estoy dando mi tiempo-Le recriminó
Poco a poco, ambos acabaron enzarzándose en una discusión en la que cada vez se alzaba más el tono de voz, donde se recriminaban cosas y que incluso se escuchaba fuera de la tienda, algunos transeúntes se paraban incluso para ver qué es lo que pasaba dentro de la tienda. Sin lugar a dudas, se había montado un buen espectáculo.
De pronto, en mitad de tanto griterío e intercambio de frases malsonantes y reproches, la bruja pudo oír un grito a modo de lamento, el cual se encadenó en varios más, los cuales eran similares, por no decir idénticos, a los que había escuchado en la meditación. De un momento a otro, la discusión, al menos por su parte se había detenido. Los vellos se le pusieron como escarpias, y los ojos se le abrieron como platos. Estaba escuchando... ¿Al agua?
-¡Cállate, pesado!-Le tapó la boca a Go'el mientras se hacía el gesto de silencio, llevándose el dedo índice a los labios. Ese sonido parecía venir de abajo, pero abajo... De sus propios pies, del propio suelo, de la propia tienda.-¡AGUA!-Gritó, emocionada-¡Hay agua debajo de la tienda!-Quitó la mano de la boca del médico y miró a Gali, con la misma emoción y alegría reflejada en su rostro.
Se apartó de Go'el y se puso de rodillas en el suelo, tocando con ambas palmas de las manos este. Estaba bastante nerviosa y feliz a la vez.
-¡Y la noto caliente!-Añadió
Helena Rhodes
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Re: Humo sobre el agua [Privado] [Cerrado]
Go´el parpadeo unos instantes procesando las recientes palabras de Helena ¿Porque un melón y no una sandia?
-Soy muy considerado, he esperado pacientemente a que terminases tu meditación. Y no tengo cabeza de melón, mi cráneo tiene la talla media de una cabeza humana. -El galeno asintió satisfecho al escuchar aquellas exclamaciones por parte de la rubia. -Te lo agradeceré cuando tu labor este terminada.
El doctor no pretendía ofender a la mujer aunque tampoco es que le importase si lo hacia, de todas formas la bruja tenia alguna clase fijación con la cabeza del galeno, ya que era la segunda vez que lo mencionaba y anteriormente se había obcecado en lanzarle piedras a dicha parte del cuerpo.
Según las experiencias compartidas, Go´el tenia un nivel muy bajo y precario sobre las cualidades de Helena como empleada y el dragón no dudó en exponer sus hechos a los insultos y los gritos sin sentido de la bruja, gritos los cuales siempre terminaban con la comparación de alguna verdura o fruta y la estructura física o mental del medico.
-Vuelvo a repetirte que no soy pesado, mi masa corporal es...
Al rubio no le quedo más remedio que callar cuando le plantaron la mano encima, primero miro a Helena y luego a Gali que seguía sentado en su lugar y con una sonrisa muy amplia en la cara, estaba claro que disfrutaba del espectáculo. Go´el miró expectante a la hechicera al tiempo que su compañero se ponía de pie para acercarse a Helena.
-Esas son unas magnificas noticias Helena. Menos mal que es agua y no un toro sino ya estaríamos criando malvas. Pero es una pena. -Dijo el monje con fingida molestia. -Ahora ya no podrás meditar en nuestra tienda, espero que no te moleste meditar cerca del agua. -Gali dejó salir una fina risa. -En cuanto todo este construido te avisare para que veas en que sea convertido tu agua.
-¿Su agua? -Preguntaba Go´el con sarcasmo e incomprensión. -En todo caso es nuestra agua, pero gracias por encontrarla.
El trabajo estaba terminado, los agradecimientos, aunque escuetos, fueron dados y ahora que todo estaba solucionado y que no había nada más que decir Go´el volvió a sentarse delante de la mesa con la intención de volver a los planos para su botica-hospital.
-No gastes energías con él, no te dirá más de lo ya te a dicho. -Gali seguía sonriendo a Helena aunque ahora lo hacia de pie. -Si quieres puedo acompañarte de vuelta a la carpa del virrey.
-Soy muy considerado, he esperado pacientemente a que terminases tu meditación. Y no tengo cabeza de melón, mi cráneo tiene la talla media de una cabeza humana. -El galeno asintió satisfecho al escuchar aquellas exclamaciones por parte de la rubia. -Te lo agradeceré cuando tu labor este terminada.
El doctor no pretendía ofender a la mujer aunque tampoco es que le importase si lo hacia, de todas formas la bruja tenia alguna clase fijación con la cabeza del galeno, ya que era la segunda vez que lo mencionaba y anteriormente se había obcecado en lanzarle piedras a dicha parte del cuerpo.
Según las experiencias compartidas, Go´el tenia un nivel muy bajo y precario sobre las cualidades de Helena como empleada y el dragón no dudó en exponer sus hechos a los insultos y los gritos sin sentido de la bruja, gritos los cuales siempre terminaban con la comparación de alguna verdura o fruta y la estructura física o mental del medico.
-Vuelvo a repetirte que no soy pesado, mi masa corporal es...
Al rubio no le quedo más remedio que callar cuando le plantaron la mano encima, primero miro a Helena y luego a Gali que seguía sentado en su lugar y con una sonrisa muy amplia en la cara, estaba claro que disfrutaba del espectáculo. Go´el miró expectante a la hechicera al tiempo que su compañero se ponía de pie para acercarse a Helena.
-Esas son unas magnificas noticias Helena. Menos mal que es agua y no un toro sino ya estaríamos criando malvas. Pero es una pena. -Dijo el monje con fingida molestia. -Ahora ya no podrás meditar en nuestra tienda, espero que no te moleste meditar cerca del agua. -Gali dejó salir una fina risa. -En cuanto todo este construido te avisare para que veas en que sea convertido tu agua.
-¿Su agua? -Preguntaba Go´el con sarcasmo e incomprensión. -En todo caso es nuestra agua, pero gracias por encontrarla.
El trabajo estaba terminado, los agradecimientos, aunque escuetos, fueron dados y ahora que todo estaba solucionado y que no había nada más que decir Go´el volvió a sentarse delante de la mesa con la intención de volver a los planos para su botica-hospital.
-No gastes energías con él, no te dirá más de lo ya te a dicho. -Gali seguía sonriendo a Helena aunque ahora lo hacia de pie. -Si quieres puedo acompañarte de vuelta a la carpa del virrey.
Go'el
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Re: Humo sobre el agua [Privado] [Cerrado]
Hacía tiempo que la bruja no se sentía así. Tenía una sensación de utilidad, bienestar y realización que hacía tiempo que no experimentaba, tal y como sus años en Heckshold, cuando aprendía a dominar sus habilidades, al margen de las demás vivencias. Ciertamente, Helena siempre había mostrado interés por aprender cosas nuevas sobre el mundo y sobre sus propias capacidades, pero la vida le hizo que todo eso se desvaneciera poco a poco, dando lugar a numerosos problemas personales que acabaron matando su curiosidad y su hambre de aprender. Algún día tenía la esperanza de que todo eso volviera a ella, cuando al fin su vida se estabilizara. Quizás, estando al lado de Matthew Owens pudiese lograrlo.
-¡Por supuesto que es mi agua, cabeza huevo!-Se puso en pie y se acercó a Go'el, inclinando su tronco, con los brazos en jarras, acercando así una de sus manos para darle un chorlito en la frente-Recuerda quién es la bruja que lo ha hecho posible-Le guiñó el ojo mientras sacaba a relucir media sonrisa socarrona.
Acto seguido, se separó del galeno y se acercó a Gali, toda orgullosa y con la cabeza bien alta.
-Bueno, creo que mi trabajo aquí ha terminado-Asintió ante la propuesta de Gali en acompañarla-¡Claro, gracias!
Así se hizo, el monje y la bruja caminaron hasta la carpa del virrey, donde esta residía. Realmente les había llevado tiempo realizar toda esa búsqueda, tanto, que pronto caería la tarde, ya que Helena echó un breve vistazo al cielo y vio que el sol estaba en su recorrido descendente. Se detuvo frente a la entrada e hizo una breve reverencia con la cabeza al dragón.
-Gracias por todo, Gali-Lo miró a los ojos y le sonrió de una forma agradecida-¡No te olvides de tenerme al día sobre vuestra fuente, me gustaría ver cómo acaba todo!
Acto seguido, tras hacer otra breve reverencia con su cabeza a modo de definitiva despedida, se metió al interior de la carpa. Desde luego, el meditar le había ayudado a recuperar ese control sobre su propio elemento, lo cual la llenaba de regocijo. Quizás le hiciera más a menudo, y puede que de vez en cuando acudiese a la tienda de los dos dragones para ello. Ahora que tenía un techo sobre el que vivir y comida caliente diaria, quizás se interesaría más por los conocimientos arcanos y sobrenaturales que dejó tanto tiempo aparcados.
-¡Por supuesto que es mi agua, cabeza huevo!-Se puso en pie y se acercó a Go'el, inclinando su tronco, con los brazos en jarras, acercando así una de sus manos para darle un chorlito en la frente-Recuerda quién es la bruja que lo ha hecho posible-Le guiñó el ojo mientras sacaba a relucir media sonrisa socarrona.
Acto seguido, se separó del galeno y se acercó a Gali, toda orgullosa y con la cabeza bien alta.
-Bueno, creo que mi trabajo aquí ha terminado-Asintió ante la propuesta de Gali en acompañarla-¡Claro, gracias!
Así se hizo, el monje y la bruja caminaron hasta la carpa del virrey, donde esta residía. Realmente les había llevado tiempo realizar toda esa búsqueda, tanto, que pronto caería la tarde, ya que Helena echó un breve vistazo al cielo y vio que el sol estaba en su recorrido descendente. Se detuvo frente a la entrada e hizo una breve reverencia con la cabeza al dragón.
-Gracias por todo, Gali-Lo miró a los ojos y le sonrió de una forma agradecida-¡No te olvides de tenerme al día sobre vuestra fuente, me gustaría ver cómo acaba todo!
Acto seguido, tras hacer otra breve reverencia con su cabeza a modo de definitiva despedida, se metió al interior de la carpa. Desde luego, el meditar le había ayudado a recuperar ese control sobre su propio elemento, lo cual la llenaba de regocijo. Quizás le hiciera más a menudo, y puede que de vez en cuando acudiese a la tienda de los dos dragones para ello. Ahora que tenía un techo sobre el que vivir y comida caliente diaria, quizás se interesaría más por los conocimientos arcanos y sobrenaturales que dejó tanto tiempo aparcados.
Helena Rhodes
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Re: Humo sobre el agua [Privado] [Cerrado]
Go´el les dedicó una mirada rápida a la pareja que salia de la carpa antes de volver los ojos a la mesa. Helena era un sujeto de estudio más interesante para el ámbito psicológico que para los estudios de los brujos, los cambios rápidos de humor suponían o bien una personalidad volátil debido a un trastorno mental o bien una muestra espontanea de su autentico carácter, lo que demostraba una desconfianza general hacia todo el mundo y un miedo considerable a ser juzgada, adquirido probablemente por algún trauma infantil. Sin embargo todo aquello quedaba apartado para una investigación futura, ahora la prioridad del galeno era terminar los planos y hablar con la segunda al mando de la ciudad para encontrar buenos obreros.
-El tiempo pasa volando cuando te sumerges en ti mismo.
Gali caminaba despreocupado con las manos en los bolsillos, contemplando el cielo que miraba Helena.
-Ha sido un placer ayudarte Helena. -El monje se rió entre dientes antes de seguir hablando. -Te podría decir que seré el primero en informarte, pero teniendo en cuenta donde vives igual te enteras de los avances antes que nosotros.
El dragón de tierra se quedó en la entrada de la carpa de Helena, el virrey y las prostitutas que allí trabajaban, Gali devolvió la despedida llevándose la mano al pecho al tiempo que inclinaba la cabeza y terminaba el gesto con un giro de muñeca haciendo subir los dedos hasta la frente.
De regreso a la tienda del galeno el apacible hombre moreno se paró en una plaza y compró algunas piezas de fruta, algo de carne para la cena y un puñado de hierbas para infusiones. El monje conocía bien a su compañero y sabia que Go´el estaría enfrascado en sus papeles por horas, no tenia ninguna prisa por regresas. Así pues, con paso ligero, pero tranquilo, Gali paseo hasta las afueras de la ciudad, buscó un árbol donde acomodarse y se quedo mirando el cielo y el paisaje mientras disfrutaba de una pera jugosa.
-El tiempo pasa volando cuando te sumerges en ti mismo.
Gali caminaba despreocupado con las manos en los bolsillos, contemplando el cielo que miraba Helena.
-Ha sido un placer ayudarte Helena. -El monje se rió entre dientes antes de seguir hablando. -Te podría decir que seré el primero en informarte, pero teniendo en cuenta donde vives igual te enteras de los avances antes que nosotros.
El dragón de tierra se quedó en la entrada de la carpa de Helena, el virrey y las prostitutas que allí trabajaban, Gali devolvió la despedida llevándose la mano al pecho al tiempo que inclinaba la cabeza y terminaba el gesto con un giro de muñeca haciendo subir los dedos hasta la frente.
De regreso a la tienda del galeno el apacible hombre moreno se paró en una plaza y compró algunas piezas de fruta, algo de carne para la cena y un puñado de hierbas para infusiones. El monje conocía bien a su compañero y sabia que Go´el estaría enfrascado en sus papeles por horas, no tenia ninguna prisa por regresas. Así pues, con paso ligero, pero tranquilo, Gali paseo hasta las afueras de la ciudad, buscó un árbol donde acomodarse y se quedo mirando el cielo y el paisaje mientras disfrutaba de una pera jugosa.
Go'el
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