Una sombra sobre Lunargenta [Privado] [CERRADO]
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Una sombra sobre Lunargenta [Privado] [CERRADO]
Níniel debería haberlo imaginado, pues con los humanos siempre ocurría lo mismo. Eran propensos a creer en estupideces y rumores sin fundamento ni prueba alguna, como aquellas historias sobre elfos secuestra niños y sensuales danzas en torno a los árboles sagrados que acababan, como era lógico en sus cabecitas, en toda clase de excesos. Pero si acudías a sus autoridades advirtiéndoles de que algo enorme se acercaba a la ciudad y el peligro que eso podría suponer...Bueno, ahí les entraba la fase incrédula y se limitaban a encogerse de hombros y a quitarle hierro asunto, considerando que todo lo que la peliblanca les contaba sobre la esfera y su extraña tecnología no podían ser más que patrañas y puros inventos. "Si algún peligro se acerca a nuestras murallas, la guardia se ocupará de recordarles quién manda", decían.
-Sí claro, como la última vez...- masculló Níniel molesta. -Cualquiera diría que haber ayudado en las últimas guerras debería hacer que mi palabra fuera tomada como es debido...-
-Bueno. No a todo el mundo que llega diciendo que la esfera voladora de un niño ha detectado algo que se acerca a la ciudad a saber cómo y en una pantalla que realmente no sabemos cómo funciona es recibida por el comandante. Ni sale por la puerta tan tranquilamente...- Las palabras de Catherine tenían sentido, y desde luego hablaba con la experiencia de quien durante años había vivido en el último peldaño de la escala social de Lunargenta, pero aún así Níniel estaba enfadada.
-¿Y si fuese igual que con la pirámide? Ya sé que no tenemos todas las respuestas pero...es peligroso. Muy peligroso, y no van a hacer nada.- suspiro la elfa pensando en qué podrían hacer si la guardia no iba a mover un dedo.
-O podría no serlo. He escuchado que hay un tipo que tiene...unos bichos enormes que vuelan y que pueden llevar a muchas personas de un lado a otro. Quizá haya decidido traer aquí su negocio. O la esfera podría estar rota. Ni los enanos sabían cómo funcionaba...Se suponía que ese panel controlaba el agua caliente...- la felina se encogió de hombros y aquello molestó aún más a la peliblanca. Quizá porque tenía razón. Todo aquello era posibilidades. Niniel podía estar equivocada y haber entendido mal lo que la esfera quería decir. Pero ¿y si no era así?.
-Igualmente deberíamos abandonar la ciudad. Por si acaso. Y que se las apañen ellos y sus murallas.- propuso la gata. -Adelantar ese viaje al oeste en busca de ingredientes que tenemos pendiente.- La pareja acababa de llegar a la puerta del Vial blanco, el hogar-taller de Níniel en la ciudad y entraron en él con la elfa negando con la cabeza.
-Ahora mismo debemos ser las únicas que sabemos sobre el peligro que corre la ciudad.-Cath la miró. -Hipotético peligro, lo admito. Debemos avisar. A Vinc, y a Al'theas. A los Wood, en el hospital...Deberiamos avisar a todo el mundo...-
-Sí, puedes ponerte en mitad de la plaza y anunciar el fin del mundo...Aunque te aviso de que ya hay un viejo que se dedica a hacerlo al menos una vez a la semana. Lo llaman "Ludo el loco" y los niños se dedican a tirarle fruta podrida y a apostar sobre quién le acertará y dónde. No es que yo lo haya hecho...- Mintió la felina, que ya había dejado a más de un chaval sin su bollo dulce alguna que otra semana. Níniel frunció los labios, ignorando la información sobre ese tal Ludo "el loco". No, definitivamente aquel método no serviría.
-Al menos nos prepararemos para lo peor...- convino entonces a falta de un plan mejor.
-¿Largándonos de la ciudad? ¿No? Bueno era una idea...-
-Sí claro, como la última vez...- masculló Níniel molesta. -Cualquiera diría que haber ayudado en las últimas guerras debería hacer que mi palabra fuera tomada como es debido...-
-Bueno. No a todo el mundo que llega diciendo que la esfera voladora de un niño ha detectado algo que se acerca a la ciudad a saber cómo y en una pantalla que realmente no sabemos cómo funciona es recibida por el comandante. Ni sale por la puerta tan tranquilamente...- Las palabras de Catherine tenían sentido, y desde luego hablaba con la experiencia de quien durante años había vivido en el último peldaño de la escala social de Lunargenta, pero aún así Níniel estaba enfadada.
-¿Y si fuese igual que con la pirámide? Ya sé que no tenemos todas las respuestas pero...es peligroso. Muy peligroso, y no van a hacer nada.- suspiro la elfa pensando en qué podrían hacer si la guardia no iba a mover un dedo.
-O podría no serlo. He escuchado que hay un tipo que tiene...unos bichos enormes que vuelan y que pueden llevar a muchas personas de un lado a otro. Quizá haya decidido traer aquí su negocio. O la esfera podría estar rota. Ni los enanos sabían cómo funcionaba...Se suponía que ese panel controlaba el agua caliente...- la felina se encogió de hombros y aquello molestó aún más a la peliblanca. Quizá porque tenía razón. Todo aquello era posibilidades. Niniel podía estar equivocada y haber entendido mal lo que la esfera quería decir. Pero ¿y si no era así?.
-Igualmente deberíamos abandonar la ciudad. Por si acaso. Y que se las apañen ellos y sus murallas.- propuso la gata. -Adelantar ese viaje al oeste en busca de ingredientes que tenemos pendiente.- La pareja acababa de llegar a la puerta del Vial blanco, el hogar-taller de Níniel en la ciudad y entraron en él con la elfa negando con la cabeza.
-Ahora mismo debemos ser las únicas que sabemos sobre el peligro que corre la ciudad.-Cath la miró. -Hipotético peligro, lo admito. Debemos avisar. A Vinc, y a Al'theas. A los Wood, en el hospital...Deberiamos avisar a todo el mundo...-
-Sí, puedes ponerte en mitad de la plaza y anunciar el fin del mundo...Aunque te aviso de que ya hay un viejo que se dedica a hacerlo al menos una vez a la semana. Lo llaman "Ludo el loco" y los niños se dedican a tirarle fruta podrida y a apostar sobre quién le acertará y dónde. No es que yo lo haya hecho...- Mintió la felina, que ya había dejado a más de un chaval sin su bollo dulce alguna que otra semana. Níniel frunció los labios, ignorando la información sobre ese tal Ludo "el loco". No, definitivamente aquel método no serviría.
-Al menos nos prepararemos para lo peor...- convino entonces a falta de un plan mejor.
-¿Largándonos de la ciudad? ¿No? Bueno era una idea...-
OFF:
En estas primeras rondas será la entrada y/o presentación de los pjs participantes. Ya sea llegando al Vial Blanco por casualidad o aviso de Nín, o porque con alguna habilidad, poder o circunstancia has visto como algo enorme se acerca volando a Lunargenta y acudes a avisar a la guardia. Quizá entonces sí empiecen a mover el culo. Desde la ciudad la amenaza aún no es visible de maneras convencionales.
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En estas primeras rondas será la entrada y/o presentación de los pjs participantes. Ya sea llegando al Vial Blanco por casualidad o aviso de Nín, o porque con alguna habilidad, poder o circunstancia has visto como algo enorme se acerca volando a Lunargenta y acudes a avisar a la guardia. Quizá entonces sí empiecen a mover el culo. Desde la ciudad la amenaza aún no es visible de maneras convencionales.
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Última edición por Níniel Thenidiel el Vie Sep 13 2024, 22:39, editado 2 veces
Níniel Thenidiel
Aerandiano de honor
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Re: Una sombra sobre Lunargenta [Privado] [CERRADO]
«Otro fructífero viaje», pensó cierto mercenario, al tiempo que lanzaba una pera al aire, que esperaba volver a atrapar con su mano en cuánto bajase.
Esperar, pues tuvo que apartarse rápidamente de su posición para evitar ser arrollado por una pareja de monturas y sus respectivos jinetes.
- ¡Eh, imbéciles! - les gritó, pero los hombres centrados en su alocada marcha, ni llegaron a escuchar la voz del brujo. - Qué mosca les habrá picado a esos dos-, musitó para sí mismo, mientras regresaba al camino y recogía el fruto perdido. - Bueno, aún se puede comer-, dijo tras examinar la pera.
El ruido que hacían aquellos jinetes con su veloz marcha, había evitado que cierto brujo quedara pisoteado sobre la tierra del camino. Así, pues, tener una pera con un golpe contra el suelo era mucho mejor que estar machacado contra este.
¡Hay que ser positivos!
Vincent suspiró resignado, sacó su daga del cinto y cortó el trozo inservible, para luego proceder a comer tranquilo, mientras proseguía su camino de vuelta a casa.
No estaba lejos de la ciudad, a una curva de salir del bosque más cercano de Lunargenta. Es decir, a unos pasos de llegar a las extensas zonas de cultivos que alimentaban una urbe tan grande, pero aún lejos de sus murallas.
En cualquier caso, como ya se mentó antes, hay que ser positivos; y tampoco es que el isleño tuviera mucha prisa por llegar. Todo se andaría. Y así fue.
Rato más tarde, nuestro querido rubio pasó las zonas de labriego y se acercó a un árbol dónde dejó caer el interior de la pera.
- Una guerra arriba, una guerra abajo-, comentó, mientras pisaba el corazón del fruto para enterrarlo en el firme.
Allí, no hacía tanto, había estado el frente de un ejército que había asaltado la ciudad. Lo irónico, que era un ejército extranjero que no invadía los dominios del rey humano, sino todo lo contrario. La historia de un hombre desesperado por recuperar su trono.
«Es difícil decir si el mundo se ha vuelto loco, o si siempre lo ha estado», caviló, antes de reanudar la marcha.
Un pensamiento un tanto sarcástico, pues un veterano, en realidad, conocía la respuesta a aquella cuestión.
De todos modos, su andares pronto le llevaron hasta la puerta más cercana de la ciudad, y, bueno, no había nada extraño. Todo estaba como de costumbre, más, para un soldado de fortuna acostumbrado a mirar más allá de las palabras, acostumbrado a lidiar con las verdaderas intenciones de patrones y compañeros mercenarios…
En ese momento es cuando un rubio isleño se pregunta por qué el conocido guardia, que le dio saludo a su llegada, actúa como siempre, pero parece más rígido que un cadáver tras una semana.
Los dioses dragones sabrían. Podría estar tenso por mil razones, por algo privado y personal, trabajo que no querían dar al buen mercenario, o a saber. Nuestro Vincent lo dejó correr y fue hacia su casa.
¡Claro que no! Lo importante era visitar a su compañera sentimental y de mil aventuras, por si estaba en la ciudad. Así que fue a la taberna más cercana y se tomó una pinta, antes de ir a la casa de Níniel en la ciudad.
Es broma, este narrador es juguetón. En realidad, nuestro brujo fue directamente al lugar de trabajo y residencia de Níniel. Después de todo, estaba en una taberna y allí ya se podría tomar una pinta. ¿Qué se pensaban, que un mercenario llegaba a la treintena siendo estúpido?
Ja, negativo. Nuestro Vincent sabe conseguir el éxito en el multipropósito.
Lo importante, Beor Wood le dio una buena noticia, Níniel sí estaba en la ciudad y hacía poco que acababa de regresar. Menos importante pero con su importancia igual, Beor le dio una taza y una jarra de hidromiel.
Ese hombre sabía hacer feliz a un buen mercenario. Y sí, un brujo sabía hacer feliz a una elfa.
- Tengo mucha cara, una bonita sonrisa y algo mucho mejor-, afirmó en cuánto esta se abrió la puerta tras tocar sobre la madera, apoyado con el hombro en el marco. - Una jarra de hidromiel-, terminó por decir, alzando las manos con jarra y taza, respectivamente. Una media sonrisa se dibujaba en sus labios. - Espero que tengas más tazas por ahí porque no tengo manos para traer suficientes-, dijo, separándose del marco para entrar, más…
Sí, el brujo estaba dispuesto a pasar, pero una visión le detuvo.
- Eh, diría que no me gusta esa cara.
También sí, muchos años juntos como para que el mentado brujo no supiese cuando había algo que preocupaba a la bella e inteligente Níniel.
Vincent miró hacia Cath, luego regresó la mirada hacia la sacerdotisa, y finalmente volvió a mirar hacia Cath.
- Definitivamente, tenemos trabajo, ¿no? -, le preguntó a la gata, aunque imaginaba la respuesta.
Esperar, pues tuvo que apartarse rápidamente de su posición para evitar ser arrollado por una pareja de monturas y sus respectivos jinetes.
- ¡Eh, imbéciles! - les gritó, pero los hombres centrados en su alocada marcha, ni llegaron a escuchar la voz del brujo. - Qué mosca les habrá picado a esos dos-, musitó para sí mismo, mientras regresaba al camino y recogía el fruto perdido. - Bueno, aún se puede comer-, dijo tras examinar la pera.
El ruido que hacían aquellos jinetes con su veloz marcha, había evitado que cierto brujo quedara pisoteado sobre la tierra del camino. Así, pues, tener una pera con un golpe contra el suelo era mucho mejor que estar machacado contra este.
¡Hay que ser positivos!
Vincent suspiró resignado, sacó su daga del cinto y cortó el trozo inservible, para luego proceder a comer tranquilo, mientras proseguía su camino de vuelta a casa.
No estaba lejos de la ciudad, a una curva de salir del bosque más cercano de Lunargenta. Es decir, a unos pasos de llegar a las extensas zonas de cultivos que alimentaban una urbe tan grande, pero aún lejos de sus murallas.
En cualquier caso, como ya se mentó antes, hay que ser positivos; y tampoco es que el isleño tuviera mucha prisa por llegar. Todo se andaría. Y así fue.
Rato más tarde, nuestro querido rubio pasó las zonas de labriego y se acercó a un árbol dónde dejó caer el interior de la pera.
- Una guerra arriba, una guerra abajo-, comentó, mientras pisaba el corazón del fruto para enterrarlo en el firme.
Allí, no hacía tanto, había estado el frente de un ejército que había asaltado la ciudad. Lo irónico, que era un ejército extranjero que no invadía los dominios del rey humano, sino todo lo contrario. La historia de un hombre desesperado por recuperar su trono.
«Es difícil decir si el mundo se ha vuelto loco, o si siempre lo ha estado», caviló, antes de reanudar la marcha.
Un pensamiento un tanto sarcástico, pues un veterano, en realidad, conocía la respuesta a aquella cuestión.
De todos modos, su andares pronto le llevaron hasta la puerta más cercana de la ciudad, y, bueno, no había nada extraño. Todo estaba como de costumbre, más, para un soldado de fortuna acostumbrado a mirar más allá de las palabras, acostumbrado a lidiar con las verdaderas intenciones de patrones y compañeros mercenarios…
En ese momento es cuando un rubio isleño se pregunta por qué el conocido guardia, que le dio saludo a su llegada, actúa como siempre, pero parece más rígido que un cadáver tras una semana.
Los dioses dragones sabrían. Podría estar tenso por mil razones, por algo privado y personal, trabajo que no querían dar al buen mercenario, o a saber. Nuestro Vincent lo dejó correr y fue hacia su casa.
¡Claro que no! Lo importante era visitar a su compañera sentimental y de mil aventuras, por si estaba en la ciudad. Así que fue a la taberna más cercana y se tomó una pinta, antes de ir a la casa de Níniel en la ciudad.
Es broma, este narrador es juguetón. En realidad, nuestro brujo fue directamente al lugar de trabajo y residencia de Níniel. Después de todo, estaba en una taberna y allí ya se podría tomar una pinta. ¿Qué se pensaban, que un mercenario llegaba a la treintena siendo estúpido?
Ja, negativo. Nuestro Vincent sabe conseguir el éxito en el multipropósito.
Lo importante, Beor Wood le dio una buena noticia, Níniel sí estaba en la ciudad y hacía poco que acababa de regresar. Menos importante pero con su importancia igual, Beor le dio una taza y una jarra de hidromiel.
Ese hombre sabía hacer feliz a un buen mercenario. Y sí, un brujo sabía hacer feliz a una elfa.
- Tengo mucha cara, una bonita sonrisa y algo mucho mejor-, afirmó en cuánto esta se abrió la puerta tras tocar sobre la madera, apoyado con el hombro en el marco. - Una jarra de hidromiel-, terminó por decir, alzando las manos con jarra y taza, respectivamente. Una media sonrisa se dibujaba en sus labios. - Espero que tengas más tazas por ahí porque no tengo manos para traer suficientes-, dijo, separándose del marco para entrar, más…
Sí, el brujo estaba dispuesto a pasar, pero una visión le detuvo.
- Eh, diría que no me gusta esa cara.
También sí, muchos años juntos como para que el mentado brujo no supiese cuando había algo que preocupaba a la bella e inteligente Níniel.
Vincent miró hacia Cath, luego regresó la mirada hacia la sacerdotisa, y finalmente volvió a mirar hacia Cath.
- Definitivamente, tenemos trabajo, ¿no? -, le preguntó a la gata, aunque imaginaba la respuesta.
Vincent Calhoun
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Re: Una sombra sobre Lunargenta [Privado] [CERRADO]
El sol estaba en alza y el cielo completamente despejado cuando Al'theas abrió de par en par las ventanas de la habitación de la taberna en la que se había hospedado, el bullicio de Lunargenta invadía todos los sentidos del elfo mientras dejaba que el sol calentara su cara, hasta que algo en el cielo distrajo su mirada...
-¿Pero que...?- Musito el elfo, intentando agudizar la vista para tratar de ver que era lo que estaba en el cielo, pues no parecía nada que hubiera visto antes.
Con aquello aun en su mente, pensaba comentárselo a su amiga Níniel, pues tenia pensado hacerle un visita de cortesía ahora que estaba en Lunargenta, pero ahora habría una razón mas.
Al salir por la entrada del barrio, Al'theas alzaba su vista al cielo, intentando reconocer lo que allí decoraba el cielo, y se pregunto si era el único que lo veía.
-Soldado... ¿Qué crees que será eso que esta en el cielo?..- Pregunto el caballero esmeralda a uno de los guardias de la calle, que mas que haciendo guardia... estaba medio dormido.
-¿Ah?... aaah... emmm.... ¿una nube?- Dijo sin demasiado interés, pero al menos eso confirmaba lo evidente... Al'theas no era el único que lo veía.
-Las nubes no tienen esa forma... y menos aun en un cielo despejado como este- Añadió el elfo.
-Mmmmm... ¿podría ser la Luna?...- Aunque aquella respuesta tenia mas sentido, no parecía ser el caso.
-La Luna no tiene esa forma tan... extraña... ni aparece a esta hora por este lado... solo espero que no sea otro caso como aquel asunto de la pirámide...- Llego a decir mientras se alejaba y continuando su camino, dejando al guardia con aquella idea en la cabeza y haciendo que su curiosidad por descubrir que había en el cielo aumentara.
A su camino a la tienda de pociones de Níniel, podía escucharse a lo lejos a un pregonero advirtiendo lo que había en el cielo.
-¡Arrepentíos ahora que podéis! ¡el fin del mundo se acerca!- Gritaba a pleno pulmón, mientras la gente en el mejor de los casos pasaba a su lado ignorándolo, o se burlaban de él entre risas.
Al menos Al'theas tenia claro que él no era el único que veía aquella cosa colgando del cielo a lo lejos, y daba por hecho de que Níniel también sabría algo, así lo asumía mientras se presentaba frente a la puerta de su casa y toco suavemente con los nudillos y se mantenía a la espera.
-¿Pero que...?- Musito el elfo, intentando agudizar la vista para tratar de ver que era lo que estaba en el cielo, pues no parecía nada que hubiera visto antes.
Con aquello aun en su mente, pensaba comentárselo a su amiga Níniel, pues tenia pensado hacerle un visita de cortesía ahora que estaba en Lunargenta, pero ahora habría una razón mas.
Al salir por la entrada del barrio, Al'theas alzaba su vista al cielo, intentando reconocer lo que allí decoraba el cielo, y se pregunto si era el único que lo veía.
-Soldado... ¿Qué crees que será eso que esta en el cielo?..- Pregunto el caballero esmeralda a uno de los guardias de la calle, que mas que haciendo guardia... estaba medio dormido.
-¿Ah?... aaah... emmm.... ¿una nube?- Dijo sin demasiado interés, pero al menos eso confirmaba lo evidente... Al'theas no era el único que lo veía.
-Las nubes no tienen esa forma... y menos aun en un cielo despejado como este- Añadió el elfo.
-Mmmmm... ¿podría ser la Luna?...- Aunque aquella respuesta tenia mas sentido, no parecía ser el caso.
-La Luna no tiene esa forma tan... extraña... ni aparece a esta hora por este lado... solo espero que no sea otro caso como aquel asunto de la pirámide...- Llego a decir mientras se alejaba y continuando su camino, dejando al guardia con aquella idea en la cabeza y haciendo que su curiosidad por descubrir que había en el cielo aumentara.
A su camino a la tienda de pociones de Níniel, podía escucharse a lo lejos a un pregonero advirtiendo lo que había en el cielo.
-¡Arrepentíos ahora que podéis! ¡el fin del mundo se acerca!- Gritaba a pleno pulmón, mientras la gente en el mejor de los casos pasaba a su lado ignorándolo, o se burlaban de él entre risas.
Al menos Al'theas tenia claro que él no era el único que veía aquella cosa colgando del cielo a lo lejos, y daba por hecho de que Níniel también sabría algo, así lo asumía mientras se presentaba frente a la puerta de su casa y toco suavemente con los nudillos y se mantenía a la espera.
Al'theas Tinarandel
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Re: Una sombra sobre Lunargenta [Privado] [CERRADO]
—¡Arrepentíos ahora que podéis! ¡El fin del mundo se acerca!
El grito sonó tan cerca y tan repentino que Valeria dio un respingo antes siquiera de asimilar que solo se trataba de uno de esos chiflados fatalistas a los que no les vale con amargar su propia vida, también tienen que amargársela a los demás.
Dio un paso a un lado, tratando de alejarse lo más posible tanto del tipo en cuestión, como del resto de viandantes que también trataban de apartarse de su camino, pero la figura inmóvil de Zero le impidió el paso. Otra vez se había quedado parado, oteando el cielo con esa mirada incierta que acudía a su rostro algunas veces, como si tratara de recordar algo que no terminaba de materializarse en su mente.
—Tú también lo ves, ¿no es así? —dijo el loco, acercándose alarmantemente hacia donde ellos se encontraban—. Solo la pureza de la mirada infantil…
—¡Quítele las manos de encima!
En un gesto protector, Valeria agarró la muñeca del hombre, obligándolo a apartar la mano del hombro del muchacho, donde la había posado. El brusco gesto hizo que Zero volviera a la realidad.
—¿Qué…?
—Vamos, Zero, hay que despejar la calle —interrumpió Valeria.
Tomó con firmeza la mano del muchacho y tiró de él en dirección a una de las calles que partían de la plazoleta. El falso profeta hizo ademán de acercarse de nuevo, pero Valeria envió un pequeño impulso telequinético que derribó el asiento de un pintor callejero. El obstáculo fue suficiente para poner la distancia necesaria entre ellos y el loco.
—¡No lo entiendes! —siguió gritando el hombre—. ¡Nadie lo entiende!
—¿Qué es lo que nadie entiende? —preguntó Zero.
—No hay que hacer caso de esa clase de gente, muchacho —dijo Valeria, buscando entre los locales a ambos lados de la calle algún punto de referencia que le indicase si se encontraba cerca de su objetivo—. Los hay en todas las ciudades, solo buscan llamar la atención. Mierda, creo que hemos tomado la salida equivocada —añadió más para sí misma que para el chico.
—Puedo recalcular la ruta en un momento.
—¿Eh?
Con el rostro iluminado por ese instinto suyo de ser útil, el muchacho se limitó tomar el control de la marcha, guiando a Valeria por un par de calles secundarias hasta que, finalmente, se abrió ante ellos una calle ligeramente más ancha, perteneciente a una zona más acomodada de la gran ciudad.
—¡Allí está! —declaró el chico, señalando un edificio modesto pero coqueto—, la posada del rey y la reina.
Efectivamente, subiendo por la calle, aún a algunos edificios de distancia, podía verse el ilustrativo letrero colgando de la fachada.
----------
OFF: Perdón por la tardanza, prometo aplicarme más el resto del tema.
Me quedo fuera de momento y así os vais poniendo al día los demás.
El grito sonó tan cerca y tan repentino que Valeria dio un respingo antes siquiera de asimilar que solo se trataba de uno de esos chiflados fatalistas a los que no les vale con amargar su propia vida, también tienen que amargársela a los demás.
Dio un paso a un lado, tratando de alejarse lo más posible tanto del tipo en cuestión, como del resto de viandantes que también trataban de apartarse de su camino, pero la figura inmóvil de Zero le impidió el paso. Otra vez se había quedado parado, oteando el cielo con esa mirada incierta que acudía a su rostro algunas veces, como si tratara de recordar algo que no terminaba de materializarse en su mente.
—Tú también lo ves, ¿no es así? —dijo el loco, acercándose alarmantemente hacia donde ellos se encontraban—. Solo la pureza de la mirada infantil…
—¡Quítele las manos de encima!
En un gesto protector, Valeria agarró la muñeca del hombre, obligándolo a apartar la mano del hombro del muchacho, donde la había posado. El brusco gesto hizo que Zero volviera a la realidad.
—¿Qué…?
—Vamos, Zero, hay que despejar la calle —interrumpió Valeria.
Tomó con firmeza la mano del muchacho y tiró de él en dirección a una de las calles que partían de la plazoleta. El falso profeta hizo ademán de acercarse de nuevo, pero Valeria envió un pequeño impulso telequinético que derribó el asiento de un pintor callejero. El obstáculo fue suficiente para poner la distancia necesaria entre ellos y el loco.
—¡No lo entiendes! —siguió gritando el hombre—. ¡Nadie lo entiende!
—¿Qué es lo que nadie entiende? —preguntó Zero.
—No hay que hacer caso de esa clase de gente, muchacho —dijo Valeria, buscando entre los locales a ambos lados de la calle algún punto de referencia que le indicase si se encontraba cerca de su objetivo—. Los hay en todas las ciudades, solo buscan llamar la atención. Mierda, creo que hemos tomado la salida equivocada —añadió más para sí misma que para el chico.
—Puedo recalcular la ruta en un momento.
—¿Eh?
Con el rostro iluminado por ese instinto suyo de ser útil, el muchacho se limitó tomar el control de la marcha, guiando a Valeria por un par de calles secundarias hasta que, finalmente, se abrió ante ellos una calle ligeramente más ancha, perteneciente a una zona más acomodada de la gran ciudad.
—¡Allí está! —declaró el chico, señalando un edificio modesto pero coqueto—, la posada del rey y la reina.
Efectivamente, subiendo por la calle, aún a algunos edificios de distancia, podía verse el ilustrativo letrero colgando de la fachada.
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OFF: Perdón por la tardanza, prometo aplicarme más el resto del tema.
Me quedo fuera de momento y así os vais poniendo al día los demás.
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Re: Una sombra sobre Lunargenta [Privado] [CERRADO]
Con diligencia Níniel terminó de ajustarse la cota de malla, la cual llevaba totalmente ceñida a su cuerpo, de modo que apenas se notaba bajo la túnica. Colocó la daga oculta en su brazo derecho y, tras lanzarle una mirada a su báculo mágico comenzó a comprobar que su kit de alquimista y su bolsa tenían todo lo necesario. Quería asegurarse de estar totalmente preparada, como si se dirigiera a una batalla, aunque eso le hubiese costado las constantes miradas de su hermana, que si bien hacía lo propio, lo hacía con la lentitud y desgana de quien cree que la acaban de despertar de una siesta para nada.
-Al menos esta noche es noche de asado. Si la ciudad no es destruida otra vez quiero ración doble.- Musitó la pelirroja apretando las correas de sus negros guantes de batalla mientras comprobaba su aspecto general en un espejo de cuerpo completo, complacida con lo que veía. Siempre había creído que aquella armadura de negro cuero de mantícora la favorecía. Guiñó un ojo y su reflejo le devolvió el gesto con picardía.
-¿Ya tienes todo listo?¿Has cogido el veneno?- Quiso saber Níniel al verla tan tranquila. A lo que la felina respondió con un largo sí mostrándole el frasco de potente veneno paralizante.
-¿Y donde vamos a ir? Incluso si hay un peligro acercándose no sabemos qué hará.-Quiso saber la pelirroja.
-Avisaremos a los Wood, les pediremos que adviertan a Vincent y los demás, luego iremos a la esfera. Desde allí podremos seguir a...lo que sea eso. Puede que incluso podamos saber más conforme se acerca.- Catherine enarcó una ceja. Hasta el momento no es que hubiesen aprendido a usar la mayoría de aquellos chismes, por lo que era evidente que no confiaba mucho en esa opción. A no ser que realmente funcionase a base de patadas. Níniel también había querido sonar más confiada de lo que se sentía.
En ese momento Vincent entró a través de una de las puertas que conectaban el Vial blanco con la posada del Rey y la Reina. Parecía que había llegado con ganas de celebrar algo, y su tono alegre y la bebida que portaba chocaron de golpe con la seriedad de Nín y la incredulidad y desgana de Catherine. El brujo pareció notarlo de repente pues enseguida dio por hecho que una vez más el deber llamaba.
-Si- Dijo Níniel.
-No- Expresó Catherine a la vez que su hermana, y dirigiendo su mirada a la bebida que el brujo portaba. -Hidromiel sin carne...Deberías saber que a las damas nos gustan obsequios más...generosos.- Se burló la felina. Níniel la miró con severidad y la gata optó por no continuar aquel nuevo duelo de puyas que siempre tenía con el brujo.
-Justo en este momento iba a pedir a uno de los hijos de Beor que tratara de avisarte. Aunque temía que no hubieses vuelto aún.- El tono de la peliblanca dejaba claro que se alegraba de la presencia del brujo. Y cuando se acercó a él para rozarse con su piel y clavar en él su mirada aguamarina Cath se limitó a suspirar con resignación.
-Aunque no lo sabemos con certeza, creemos...Bueno creo que la ciudad podría estar en peligro.- Comenzó a decir la joven elfa, justo en el momento en el que alguien llamó a la puerta principal del taller.
-Debe ser una emergencia. puse el cartel de cerrado.- Claro que un importante porcentaje de los orejas redondas no sabía leer. Por lo que eso no era garantía de nada. Para su sorpresa, no se trataba de ningún posible cliente con alguna urgencia que requiriera sus servicios de sanación o alquimia, si no de Al'theas. Y su presencia allí no era una mera casualidad.
-¿Lo has visto? Tu vista debe de ser excepcionalmente buena, incluso entre los elfos. ¿Ves como la esfera no mentía, Cath?- expresó la joven, permitiéndose solo por un momento la satisfacción de tener razón, sustituyéndola rápidamente por la preocupación de la certeza.
-Aún puede ser uno de esos bichos voladores de transporte...Si ya sé que es demasiado grande...pero he oído que son enormes...-masculló la joven, que ahora sí revisaba nuevamente su equipo de manera más seria. Níniel entonces les puso al corriente a ambos de lo acontecido en la esfera, del fracaso a la hora de conseguir que la guardia hiciera algo y de que tampoco tenía un plan de acción dada la situación.
-Justo ahora iba a pedir a los Wood que avisaran. Eráis los primeros de la lista. Me gustaría poder avisar a Bio y a Rauko...Pero sinceramente no sé por donde paran estos días. Y tampoco es que sepa qué hacer más que insistir con la guardia y volver a la esfera.- Explicó la peliblanca.
-Más pronto que tarde esa cosa será visible. Entonces los cabezacubo tendrán que hacer sonar la alarma.- alegó la felina. -Supongo que el comandante estará dispuesto a aflojar algo de oro si guardamos en secreto su incompetencia...-
-Espero que para entonces no sea demasiado tarde.-
-Al menos esta noche es noche de asado. Si la ciudad no es destruida otra vez quiero ración doble.- Musitó la pelirroja apretando las correas de sus negros guantes de batalla mientras comprobaba su aspecto general en un espejo de cuerpo completo, complacida con lo que veía. Siempre había creído que aquella armadura de negro cuero de mantícora la favorecía. Guiñó un ojo y su reflejo le devolvió el gesto con picardía.
-¿Ya tienes todo listo?¿Has cogido el veneno?- Quiso saber Níniel al verla tan tranquila. A lo que la felina respondió con un largo sí mostrándole el frasco de potente veneno paralizante.
-¿Y donde vamos a ir? Incluso si hay un peligro acercándose no sabemos qué hará.-Quiso saber la pelirroja.
-Avisaremos a los Wood, les pediremos que adviertan a Vincent y los demás, luego iremos a la esfera. Desde allí podremos seguir a...lo que sea eso. Puede que incluso podamos saber más conforme se acerca.- Catherine enarcó una ceja. Hasta el momento no es que hubiesen aprendido a usar la mayoría de aquellos chismes, por lo que era evidente que no confiaba mucho en esa opción. A no ser que realmente funcionase a base de patadas. Níniel también había querido sonar más confiada de lo que se sentía.
En ese momento Vincent entró a través de una de las puertas que conectaban el Vial blanco con la posada del Rey y la Reina. Parecía que había llegado con ganas de celebrar algo, y su tono alegre y la bebida que portaba chocaron de golpe con la seriedad de Nín y la incredulidad y desgana de Catherine. El brujo pareció notarlo de repente pues enseguida dio por hecho que una vez más el deber llamaba.
-Si- Dijo Níniel.
-No- Expresó Catherine a la vez que su hermana, y dirigiendo su mirada a la bebida que el brujo portaba. -Hidromiel sin carne...Deberías saber que a las damas nos gustan obsequios más...generosos.- Se burló la felina. Níniel la miró con severidad y la gata optó por no continuar aquel nuevo duelo de puyas que siempre tenía con el brujo.
-Justo en este momento iba a pedir a uno de los hijos de Beor que tratara de avisarte. Aunque temía que no hubieses vuelto aún.- El tono de la peliblanca dejaba claro que se alegraba de la presencia del brujo. Y cuando se acercó a él para rozarse con su piel y clavar en él su mirada aguamarina Cath se limitó a suspirar con resignación.
-Aunque no lo sabemos con certeza, creemos...Bueno creo que la ciudad podría estar en peligro.- Comenzó a decir la joven elfa, justo en el momento en el que alguien llamó a la puerta principal del taller.
-Debe ser una emergencia. puse el cartel de cerrado.- Claro que un importante porcentaje de los orejas redondas no sabía leer. Por lo que eso no era garantía de nada. Para su sorpresa, no se trataba de ningún posible cliente con alguna urgencia que requiriera sus servicios de sanación o alquimia, si no de Al'theas. Y su presencia allí no era una mera casualidad.
-¿Lo has visto? Tu vista debe de ser excepcionalmente buena, incluso entre los elfos. ¿Ves como la esfera no mentía, Cath?- expresó la joven, permitiéndose solo por un momento la satisfacción de tener razón, sustituyéndola rápidamente por la preocupación de la certeza.
-Aún puede ser uno de esos bichos voladores de transporte...Si ya sé que es demasiado grande...pero he oído que son enormes...-masculló la joven, que ahora sí revisaba nuevamente su equipo de manera más seria. Níniel entonces les puso al corriente a ambos de lo acontecido en la esfera, del fracaso a la hora de conseguir que la guardia hiciera algo y de que tampoco tenía un plan de acción dada la situación.
-Justo ahora iba a pedir a los Wood que avisaran. Eráis los primeros de la lista. Me gustaría poder avisar a Bio y a Rauko...Pero sinceramente no sé por donde paran estos días. Y tampoco es que sepa qué hacer más que insistir con la guardia y volver a la esfera.- Explicó la peliblanca.
-Más pronto que tarde esa cosa será visible. Entonces los cabezacubo tendrán que hacer sonar la alarma.- alegó la felina. -Supongo que el comandante estará dispuesto a aflojar algo de oro si guardamos en secreto su incompetencia...-
-Espero que para entonces no sea demasiado tarde.-
OFF: Níniel irá hacia la esfera en el siguiente turno. El resto pueden seguirla, intentar convencer nuevamente a la guardia o avisar a quién puedan/quieran. El objeto volador sigue sin estar a la vista, salvo para pjs con vista superior o mediante algún otro medio especial. No obstante comienza a llamar ya la atención gracias a los elfos que viven en la ciudad. Esto crea un ambiente de cierta curiosidad e inquietud que irá en aumento.
Reike, puedes considerar en tu siguiente turno que te cruzas con Níniel cuando sale del Vial Blanco y te pone al día si lo consideras conveniente.
Níniel Thenidiel
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Re: Una sombra sobre Lunargenta [Privado] [CERRADO]
Nuestro querido brujo no necesitaba una respuesta a su pregunta para saber que el regreso tranquilo a casa se había torcido. Nada de bebida, ni… ¿mimos?
Sí, parece la expresión adecuada para no decir demasiado.
En todo caso, Vincent ya sabía que le tocaba ponerse en faena de nuevo, nada más llegar a casa, es más, sin siquiera pisar un pie en su casa como tal, pero la contestación de elfa y gata colocaron sobre la mesa la constatación real a lo ya supuesto.
El Calhoun respondió al roce de Níniel con una caricia, realizada con el dorso de la mano con la que sostenía la taza, sobre la mejilla de la elfa. Tras ello, una cómplice sonrisa dedicada a tan esbelta dama. Y… luego, respondió a Catherine.
- Oh, Cath, dulce Cath-, contestó, convirtiendo su anterior sonrisa en una socarrona, con la vista puesta sobre el rostro de la gata. - La realidad es que sí he traído carne de la mejor calidad. Importada desde las bellas islas del sur, pero…- Hizo un corta pausa, con fines puramente burlones. - Bueno, digamos que ya está reservada-, bromeó, ensanchando su sonrisa y tornando su mirada hacia Níniel.
Sí, claro, el narrador siempre será más recatado que este maldito brujo, porque no tiene otro apelativo este malnacido. En fin, aparte de un tipo socarrón, el sabroso de las islas también era un profesional y no se distraía con bromas cuando había asuntos más importantes que atender.
- Sí, la realidad es que acabo de llegar a la ciudad, así que no me hubieran encontrado. Supongo que tengo ese don tan especial para que los problemas me esperen-, volvió a bromear, aunque en un tono menos socarrón y más serio. - Ah, ya. Lo cierto es que los problemas siempre están, no hace falta ser especial para encontrarte con ellos, ¿no es así?
- Ser carnaza tiene consecuencias, dulce Vinc.
Al brujo no le pasó desapercibido que la gata usó el mismo mote que él usara antes con ella. Exacto, tenían una relación peculiar. No mala, más bien al contrario, pero sí peculiar.
La buena de Cath celaba a su amiga como solamente una gata podría hacer, sin embargo, en el fondo, brujo y gata tenían una buena relación. Llena de bromas y pullas, más, ja, tampoco es que este jodido mercenario necesitase mucha historia para entrar de lleno al hermoso mundo de las relaciones llenas de humor burlón.
No había que irse muy lejos para constatar tal hecho. ¿Recuerdan que el rubiales no logró ni llegar a su casa? Pues en tal casa, debajo de esta, para ser exactos, hay un conocido negocio regentado a medias por dos tipos que tienen esa misma relación.
- Ya verás cuando Sandal se entere que llegué a la ciudad y ni le saludé-, comentó de repente.
«La que me espera», caviló, como si realmente el futuro saludo entre ellos pudiera estar falto de recochineo.
- Ah, sí, tienes razón Cath. Todo tiene sus dos caras de la moneda. Tan sabroso estoy que soy amado por elfas y problemas por igual. Qué se le va a hacer, nada es perfecto-, dijo, antes de guiñar un ojo, mirando hacia la susodicha. - ¿Qué cosa? - preguntó a Níniel, pero extendiendo el brazo para regalarle la jarra de hidromiel a la gata, al tiempo que posaba la mirada ahora sobre la hermosa elfa. - ¿Cuál es el trabajo en esta ocasión? Sé que soy un brujo lleno de recursos-, soltó con manifiesta arrogancia, una llena de socarronería, fiel a su estilo. - Pero si supiera que debo hacer, igual seré más útil-, terminó por decir, en tono de broma, mientras acompañaba a las mujeres hacia la puerta que daba al exterior.
No obstante, no todo eran malas noticias. Bueno, sí que lo eran, pero al menos ahora eran más de tres personas dispuestas a solucionar el problema.
- Ah, mierda. Debería mirar hacia el cielo más a menudo-, comentó, tras escuchar las palabras de Al'theas. «Igual aquellos jinetes iban a todo trapo por esa razón». - Ahora que lo pienso, el guardia de la puerta por la que entré a la ciudad estaba un poco… raro. ¿Igual le habían comentado pero aún no se lo terminaban de creer?
Ciertamente, eran muy malas noticias. Una posibilidad no se les escapaba a ninguno de ellos.
- Los bégimos son geniales, Cath, deberías viajar sobre uno. Seguro que tú no tendrías la diversión de que asaltaran el bégimo en el que vas de pasajero, pero es una experiencia recomendable incluso sin entretenimiento-, bromeó otra vez, para luego centrarse en el asunto serio. - ¿Pero qué se supone que es? Joder, como sea igual a aquella maldita pirámide del Norte…
El mercenario no terminó las palabras, pues no hacía falta. En aquel tiempo enfermó, como muchas personas a lo largo del mundo, por culpa del mal que había en el interior de la mentada pirámide. A diferencia de tantos otros, sobrevivió para contarlo, pero gracias a que los cuidados de Nín habían sido su salvación. No le apetecía enfrentar nuevamente una enfermedad como aquella.
En cualquier caso, algo estaba claro. Los problemas seguían campando a sus anchas por todas partes, este buen brujo tendría que esperar para tener un cómico diálogo con Sandal, y Vincent seguía siendo Vincent. Algunas cosas nunca cambian.
No suelo manejar Npc de otros, sobre todo si son acompañantes, por obvias razones, pero, Nín, te robo a Cath para una frase porque los memes son poderosos en mí. Espero que no te moleste ^^
*La confianza da asco (?)
Aprovecho la frase de Níniel dónde contesta a Al'theas, y mi personaje está presente, para rellenar un poco más de diálogo. Y eso es todo, espero que les guste =)
Sí, parece la expresión adecuada para no decir demasiado.
En todo caso, Vincent ya sabía que le tocaba ponerse en faena de nuevo, nada más llegar a casa, es más, sin siquiera pisar un pie en su casa como tal, pero la contestación de elfa y gata colocaron sobre la mesa la constatación real a lo ya supuesto.
El Calhoun respondió al roce de Níniel con una caricia, realizada con el dorso de la mano con la que sostenía la taza, sobre la mejilla de la elfa. Tras ello, una cómplice sonrisa dedicada a tan esbelta dama. Y… luego, respondió a Catherine.
- Oh, Cath, dulce Cath-, contestó, convirtiendo su anterior sonrisa en una socarrona, con la vista puesta sobre el rostro de la gata. - La realidad es que sí he traído carne de la mejor calidad. Importada desde las bellas islas del sur, pero…- Hizo un corta pausa, con fines puramente burlones. - Bueno, digamos que ya está reservada-, bromeó, ensanchando su sonrisa y tornando su mirada hacia Níniel.
Sí, claro, el narrador siempre será más recatado que este maldito brujo, porque no tiene otro apelativo este malnacido. En fin, aparte de un tipo socarrón, el sabroso de las islas también era un profesional y no se distraía con bromas cuando había asuntos más importantes que atender.
- Sí, la realidad es que acabo de llegar a la ciudad, así que no me hubieran encontrado. Supongo que tengo ese don tan especial para que los problemas me esperen-, volvió a bromear, aunque en un tono menos socarrón y más serio. - Ah, ya. Lo cierto es que los problemas siempre están, no hace falta ser especial para encontrarte con ellos, ¿no es así?
- Ser carnaza tiene consecuencias, dulce Vinc.
Al brujo no le pasó desapercibido que la gata usó el mismo mote que él usara antes con ella. Exacto, tenían una relación peculiar. No mala, más bien al contrario, pero sí peculiar.
La buena de Cath celaba a su amiga como solamente una gata podría hacer, sin embargo, en el fondo, brujo y gata tenían una buena relación. Llena de bromas y pullas, más, ja, tampoco es que este jodido mercenario necesitase mucha historia para entrar de lleno al hermoso mundo de las relaciones llenas de humor burlón.
No había que irse muy lejos para constatar tal hecho. ¿Recuerdan que el rubiales no logró ni llegar a su casa? Pues en tal casa, debajo de esta, para ser exactos, hay un conocido negocio regentado a medias por dos tipos que tienen esa misma relación.
- Ya verás cuando Sandal se entere que llegué a la ciudad y ni le saludé-, comentó de repente.
«La que me espera», caviló, como si realmente el futuro saludo entre ellos pudiera estar falto de recochineo.
- Ah, sí, tienes razón Cath. Todo tiene sus dos caras de la moneda. Tan sabroso estoy que soy amado por elfas y problemas por igual. Qué se le va a hacer, nada es perfecto-, dijo, antes de guiñar un ojo, mirando hacia la susodicha. - ¿Qué cosa? - preguntó a Níniel, pero extendiendo el brazo para regalarle la jarra de hidromiel a la gata, al tiempo que posaba la mirada ahora sobre la hermosa elfa. - ¿Cuál es el trabajo en esta ocasión? Sé que soy un brujo lleno de recursos-, soltó con manifiesta arrogancia, una llena de socarronería, fiel a su estilo. - Pero si supiera que debo hacer, igual seré más útil-, terminó por decir, en tono de broma, mientras acompañaba a las mujeres hacia la puerta que daba al exterior.
No obstante, no todo eran malas noticias. Bueno, sí que lo eran, pero al menos ahora eran más de tres personas dispuestas a solucionar el problema.
- Ah, mierda. Debería mirar hacia el cielo más a menudo-, comentó, tras escuchar las palabras de Al'theas. «Igual aquellos jinetes iban a todo trapo por esa razón». - Ahora que lo pienso, el guardia de la puerta por la que entré a la ciudad estaba un poco… raro. ¿Igual le habían comentado pero aún no se lo terminaban de creer?
Ciertamente, eran muy malas noticias. Una posibilidad no se les escapaba a ninguno de ellos.
- Los bégimos son geniales, Cath, deberías viajar sobre uno. Seguro que tú no tendrías la diversión de que asaltaran el bégimo en el que vas de pasajero, pero es una experiencia recomendable incluso sin entretenimiento-, bromeó otra vez, para luego centrarse en el asunto serio. - ¿Pero qué se supone que es? Joder, como sea igual a aquella maldita pirámide del Norte…
El mercenario no terminó las palabras, pues no hacía falta. En aquel tiempo enfermó, como muchas personas a lo largo del mundo, por culpa del mal que había en el interior de la mentada pirámide. A diferencia de tantos otros, sobrevivió para contarlo, pero gracias a que los cuidados de Nín habían sido su salvación. No le apetecía enfrentar nuevamente una enfermedad como aquella.
En cualquier caso, algo estaba claro. Los problemas seguían campando a sus anchas por todas partes, este buen brujo tendría que esperar para tener un cómico diálogo con Sandal, y Vincent seguía siendo Vincent. Algunas cosas nunca cambian.
Offrol
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No suelo manejar Npc de otros, sobre todo si son acompañantes, por obvias razones, pero, Nín, te robo a Cath para una frase porque los memes son poderosos en mí. Espero que no te moleste ^^
*La confianza da asco (?)
Aprovecho la frase de Níniel dónde contesta a Al'theas, y mi personaje está presente, para rellenar un poco más de diálogo. Y eso es todo, espero que les guste =)
Vincent Calhoun
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Re: Una sombra sobre Lunargenta [Privado] [CERRADO]
El caballero esmeralda se adentro en la estancia dejando las puertas tras de si, topándose eventualmente con el trio de compañeros que ya conocía desde hace tiempo, con jarras de aparente hidromiel en sus manos.
-¿Estamos celebrando el fin del mundo?...- Dijo Al'theas en tono de broma, asumiendo que ya habrían escuchado múltiples veces los anuncios del apocalipsis de los pregoneros de las calles.
-Si... mis largos años avistando enemigos desde lejos sirven para algo... pero no tanto como para averiguar que es... he contemplado el cielo infinidad de veces como para diferenciar nubes de la Luna, o el Sol de un grupo de gansos migratorios... pero hasta ahí llego a ver- Comentaba el elfo a Níniel a su respuesta, dejando a entender que él tampoco sabia que era aquella cosa y que de hecho esperaba que ella fuera capaz de saber algo mas.
Tras un intercambio de divagaciones, quedaba claro que nadie sabia que era aquello en el cielo, pero al menos estaban de acuerdo en que era algo digno de investigación, con la sospecha de que pudiera ser una amenaza semejante al caso de la pirámide flotante como principal motivación.
-¿Cómo supiste de la... anomalía del cielo... por llamarlo de alguna forma Níniel?- Quiso saber el caballero esmeralda, como forma de complementar la poca información que tenían. -¿Y como se supone que esa... Esfera... pueda ayudarnos con el misterio?-
Al'theas había oído escuchar de dicha Esfera en mas de una ocasión, sabia que poseía alta tecnología y que fue uno de los mayores intereses de Chimar, un joven prodigio que conocían en común con quien Al'theas tuvo el honor de vivir aventuras hace tiempo. Pero no conocía mucho mas de dicho artefacto.
-La guardia no creo que nos sirva de mucho, no suele preocuparse por cosas que no pueden entender... y como bien dice Cath... si esa cosa sigue bajando... eventualmente lo verán... pero llegados a ese punto... ¿será demasiado tarde para actuar?-
Al'theas dejo en el aire aquella pregunta dado que no sabían aun la naturaleza de aquella anomalía, ni sabían a ciencia cierta si era algo malo... o no... pero el instinto del Caballero Esmeralda era ser precavido y por ende, temerse el peor escenario posible en un intento de remediarlo.
-Tal y como están las cosas... creo que lo mejor será intentar ese asunto de la Esfera, así que te acompañare por si lo que pudiera sur-.... - En ese instante alguien toco a la puerta del lugar, interrumpiendo las palabras de Al'theas.
El caballero Esmeralda se levanto y se dirigió a la puerta con intención de ver si era algunos de los citados que aun quedaban por venir.
OffRol:
Me tomo la libertad de interpretar la llegada de Reike en mi ultimo párrafo para darle oportunidad de avanzar un poco la trama y no se quede justo en la puerta esperando a que le abran xD .
-¿Estamos celebrando el fin del mundo?...- Dijo Al'theas en tono de broma, asumiendo que ya habrían escuchado múltiples veces los anuncios del apocalipsis de los pregoneros de las calles.
-Si... mis largos años avistando enemigos desde lejos sirven para algo... pero no tanto como para averiguar que es... he contemplado el cielo infinidad de veces como para diferenciar nubes de la Luna, o el Sol de un grupo de gansos migratorios... pero hasta ahí llego a ver- Comentaba el elfo a Níniel a su respuesta, dejando a entender que él tampoco sabia que era aquella cosa y que de hecho esperaba que ella fuera capaz de saber algo mas.
Tras un intercambio de divagaciones, quedaba claro que nadie sabia que era aquello en el cielo, pero al menos estaban de acuerdo en que era algo digno de investigación, con la sospecha de que pudiera ser una amenaza semejante al caso de la pirámide flotante como principal motivación.
-¿Cómo supiste de la... anomalía del cielo... por llamarlo de alguna forma Níniel?- Quiso saber el caballero esmeralda, como forma de complementar la poca información que tenían. -¿Y como se supone que esa... Esfera... pueda ayudarnos con el misterio?-
Al'theas había oído escuchar de dicha Esfera en mas de una ocasión, sabia que poseía alta tecnología y que fue uno de los mayores intereses de Chimar, un joven prodigio que conocían en común con quien Al'theas tuvo el honor de vivir aventuras hace tiempo. Pero no conocía mucho mas de dicho artefacto.
-La guardia no creo que nos sirva de mucho, no suele preocuparse por cosas que no pueden entender... y como bien dice Cath... si esa cosa sigue bajando... eventualmente lo verán... pero llegados a ese punto... ¿será demasiado tarde para actuar?-
Al'theas dejo en el aire aquella pregunta dado que no sabían aun la naturaleza de aquella anomalía, ni sabían a ciencia cierta si era algo malo... o no... pero el instinto del Caballero Esmeralda era ser precavido y por ende, temerse el peor escenario posible en un intento de remediarlo.
-Tal y como están las cosas... creo que lo mejor será intentar ese asunto de la Esfera, así que te acompañare por si lo que pudiera sur-.... - En ese instante alguien toco a la puerta del lugar, interrumpiendo las palabras de Al'theas.
El caballero Esmeralda se levanto y se dirigió a la puerta con intención de ver si era algunos de los citados que aun quedaban por venir.
OffRol:
Me tomo la libertad de interpretar la llegada de Reike en mi ultimo párrafo para darle oportunidad de avanzar un poco la trama y no se quede justo en la puerta esperando a que le abran xD .
Al'theas Tinarandel
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Re: Una sombra sobre Lunargenta [Privado] [CERRADO]
A medida que avanzaban por la ancha calle, Valeria se dio cuenta de que eran varias las personas que vigilaban el cielo con curiosidad. Aquello le resultó algo enervante, por alguna razón. Hasta que se dio cuenta de que:
—Elfos —murmuró—. Todos son elfos.
Efectivamente, eran ellos los que oteaban las alturas y murmuraban con sus convecinos. ¿Acaso habría algo realmente allá arriba? Valeria echó un disimulado vistazo a los cielos, aunque solo vio el amasijo blancoazulado de costumbre. En cualquier caso, la gente parecía más curiosa que preocupada. Sí, decidió, aquel supuesto profeta era solo un loco más.
—¡Y, justo al lado, El Vial Blanco! —anunció Zero, señalando la puerta—. Oh, vaya, dice que está cerrado.
—¿Cerrado?, ¿a estas horas?
Olvidado lo que quiera que sobrevolase Lunargenta, Valeria se concentró en el escueto letrero que acababa de arruinarle los planes. No es que hubiera pedido cita, ni mucho menos, pero había esperado… Bueno, digamos que estaba cerca de agotar los conocimientos alquímicos que podían brindarle en su tierra natal y tener la oportunidad de aprender de una alquimista elfa en un lugar mucho más neutro y seguro que ese bosque suyo al que prefería no volver a acercarse había sido una excelente motivación para el viaje.
—Bueno, ahora que sabemos dónde está, podemos volver en otro momento, ¿no le parece?
—Shh, espera un poco —dijo Valeria alzando un dedo mientras se acercaba más a la puerta de madera.
Le había parecido oír algo dentro y, ahora que prestaba más atención… sí, definitivamente había varias personas hablando al otro lado. Quizá tuviera suerte, después de todo. Así que, ni corta ni perezosa, ignoró el minúsculo cartel y golpeó los tablones con los nudillos. Un instante después, se encontró cara a “cara” con lo que parecía el peto de una armadura. Solo que era verde.
El primer paso atrás lo dio para no romperse el cuello buscando el rostro del dueño de aquel pecho. El segundo fue puro miedo, al toparse con el brillo verde de sus ojos. Haciendo acopio de voluntad, logró evitar la vergüenza de retroceder un tercero. ¡No estaban en Sandorai, maldita sea!
—B-buscaba a…
La frase quedó en el aire cuando localizó a la mujer al otro lado del obstáculo armado. Apenas la había visto un par de veces, pero no tuvo problema para reconocerla. Como tampoco a Vincent, de quien probablemente tendría que haberle sorprendido menos su presencia, habida cuenta de que, bueno, él sabría lo que hacía.
En pocas y aceleradas palabras, la pusieron al día de por qué, lamentablemente, no iban a poder disfrutar de una tranquila charla sobre alquimia frente a una aromática taza de té y unos dulces. De hecho, ya estaban saliendo, un asunto realmente importante. Lo mejor sería echarse a un lado y dejarles hacer su trabajo sin obstáculos.
—¿La ciudad está en peligro? —dijo Zero antes de que la susodicha tuviera tiempo de abrir la boca—. Por supuesto que ayudaremos, ¿verdad, señorita Reike?
¿Pero no se suponía que los bio-cibernéticos eran seres lógicos? Si la ciudad estaba en peligro, sin duda, lo más sensato sería correr a la posada a recoger sus cosas antes de que cundiera el pánico y marcharse en el primer barco que saliera del puerto.
Un pequeño tumulto de voces al otro lado de la calle le proveyó de una excusa para retrasar su respuesta mientras pensaba en la mejor forma de convencer al tozudo niño de no meterse donde no le llamaban. Sin embargo, la creciente inquietud que mostraban aquellos elfos le hizo reconsiderar su respuesta, pues atravesar por su cuenta y riesgo una ciudad llena de elfos alterados por vaya una a saber qué podía convertirse en un peligro en si mismo. Si las cosas se descontrolaban, no se meterían con una de sus sacerdotisas, ¿cierto?
—Sí, claro —declaró con firmeza—, esto hay que investigarlo. No se puede confiar en la guardia. En estos días —añadió con una rápida mirada a Vincent.
Él conocía su pasado en las calles, raíz de su desconfianza con respecto a los tipos de uniforme, pero esperaba que su ligera vacilación no hubiera sido muy evidente. En cualquier caso, estaba dispuesta a no despegarse de la Sacerdotisa de camino a lo que quiera que fuera…
—¿La Esfera? —dijo Zero con una amplia sonrisa—. Entonces, ¿Chimar ha vuelto?
Valeria no tenía la más remota idea de quién sería ese Chimar, pero por el estado del imposible edificio al que los guió Níniel, no debía haberlo visitado muy a menudo en los últimos tiempos.
----------
OFF: De acuerdo con las instrucciones de Níniel, asumo que me ponen al día. También asumo que Vincent hará las presentaciones que considere oportunas. Zero y Reike van a la Esfera con Níniel y quienes la acompañen y me tomo la libertad de dejarnos en las cercanías al final del post.
Como no sé quiénes conocieron a Zero on rol, no dudéis en manejar al pequeñín: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
—Elfos —murmuró—. Todos son elfos.
Efectivamente, eran ellos los que oteaban las alturas y murmuraban con sus convecinos. ¿Acaso habría algo realmente allá arriba? Valeria echó un disimulado vistazo a los cielos, aunque solo vio el amasijo blancoazulado de costumbre. En cualquier caso, la gente parecía más curiosa que preocupada. Sí, decidió, aquel supuesto profeta era solo un loco más.
—¡Y, justo al lado, El Vial Blanco! —anunció Zero, señalando la puerta—. Oh, vaya, dice que está cerrado.
—¿Cerrado?, ¿a estas horas?
Olvidado lo que quiera que sobrevolase Lunargenta, Valeria se concentró en el escueto letrero que acababa de arruinarle los planes. No es que hubiera pedido cita, ni mucho menos, pero había esperado… Bueno, digamos que estaba cerca de agotar los conocimientos alquímicos que podían brindarle en su tierra natal y tener la oportunidad de aprender de una alquimista elfa en un lugar mucho más neutro y seguro que ese bosque suyo al que prefería no volver a acercarse había sido una excelente motivación para el viaje.
—Bueno, ahora que sabemos dónde está, podemos volver en otro momento, ¿no le parece?
—Shh, espera un poco —dijo Valeria alzando un dedo mientras se acercaba más a la puerta de madera.
Le había parecido oír algo dentro y, ahora que prestaba más atención… sí, definitivamente había varias personas hablando al otro lado. Quizá tuviera suerte, después de todo. Así que, ni corta ni perezosa, ignoró el minúsculo cartel y golpeó los tablones con los nudillos. Un instante después, se encontró cara a “cara” con lo que parecía el peto de una armadura. Solo que era verde.
El primer paso atrás lo dio para no romperse el cuello buscando el rostro del dueño de aquel pecho. El segundo fue puro miedo, al toparse con el brillo verde de sus ojos. Haciendo acopio de voluntad, logró evitar la vergüenza de retroceder un tercero. ¡No estaban en Sandorai, maldita sea!
—B-buscaba a…
La frase quedó en el aire cuando localizó a la mujer al otro lado del obstáculo armado. Apenas la había visto un par de veces, pero no tuvo problema para reconocerla. Como tampoco a Vincent, de quien probablemente tendría que haberle sorprendido menos su presencia, habida cuenta de que, bueno, él sabría lo que hacía.
En pocas y aceleradas palabras, la pusieron al día de por qué, lamentablemente, no iban a poder disfrutar de una tranquila charla sobre alquimia frente a una aromática taza de té y unos dulces. De hecho, ya estaban saliendo, un asunto realmente importante. Lo mejor sería echarse a un lado y dejarles hacer su trabajo sin obstáculos.
—¿La ciudad está en peligro? —dijo Zero antes de que la susodicha tuviera tiempo de abrir la boca—. Por supuesto que ayudaremos, ¿verdad, señorita Reike?
¿Pero no se suponía que los bio-cibernéticos eran seres lógicos? Si la ciudad estaba en peligro, sin duda, lo más sensato sería correr a la posada a recoger sus cosas antes de que cundiera el pánico y marcharse en el primer barco que saliera del puerto.
Un pequeño tumulto de voces al otro lado de la calle le proveyó de una excusa para retrasar su respuesta mientras pensaba en la mejor forma de convencer al tozudo niño de no meterse donde no le llamaban. Sin embargo, la creciente inquietud que mostraban aquellos elfos le hizo reconsiderar su respuesta, pues atravesar por su cuenta y riesgo una ciudad llena de elfos alterados por vaya una a saber qué podía convertirse en un peligro en si mismo. Si las cosas se descontrolaban, no se meterían con una de sus sacerdotisas, ¿cierto?
—Sí, claro —declaró con firmeza—, esto hay que investigarlo. No se puede confiar en la guardia. En estos días —añadió con una rápida mirada a Vincent.
Él conocía su pasado en las calles, raíz de su desconfianza con respecto a los tipos de uniforme, pero esperaba que su ligera vacilación no hubiera sido muy evidente. En cualquier caso, estaba dispuesta a no despegarse de la Sacerdotisa de camino a lo que quiera que fuera…
—¿La Esfera? —dijo Zero con una amplia sonrisa—. Entonces, ¿Chimar ha vuelto?
Valeria no tenía la más remota idea de quién sería ese Chimar, pero por el estado del imposible edificio al que los guió Níniel, no debía haberlo visitado muy a menudo en los últimos tiempos.
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OFF: De acuerdo con las instrucciones de Níniel, asumo que me ponen al día. También asumo que Vincent hará las presentaciones que considere oportunas. Zero y Reike van a la Esfera con Níniel y quienes la acompañen y me tomo la libertad de dejarnos en las cercanías al final del post.
Como no sé quiénes conocieron a Zero on rol, no dudéis en manejar al pequeñín: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
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Re: Una sombra sobre Lunargenta [Privado] [CERRADO]
Níniel no recordaba que Chimar le hubiese comentado conocer a Zero, el pequeño bio cibernético con el que había compartido un par de aventuras hacia tiempo, antes incluso de conocer a Catherine y que esta se convirtiera en su inseparable compañera. No obstante tampoco podía extrañarla, y desde luego que no iba a rechazar aquel golpe de buena suerte.
-Lamento la situación. Acudís a mi hogar interesados por la alquimia y solo puedo ofreceros incertidumbre y peligro.- Expresó la peliblanca disculpándose pero aceptando de buen grado la ayuda. Reike era una bruja capaz, de las que no se dejaban llevar por el milenario odio ancestral entre sus razas y curtida en no pocas aventuras, y en cuanto a Zero, su comprensión sobre el funcionamiento de la esfera podía ser la clave para lo que estaba ocurriendo. Si un bio cibernético no comprendía todos aquellos cachivaches...entonces solo el sorpresivo retorno de Chimar podría ayudarles.
-Regresó, aunque solo para compartir las aventuras vividas en sus viajes y volver a marcharse, y esta vez ligero de equipaje. Me dejó todas sus cosas, incluida la esfera. Pero aunque me reconoce como su propietaria por algo que llama "codificado de ADN", apenas sé para que sirven la mitad de las cosas que contiene.- Explicó, contándoles también lo de aquel detector que había anticipado la llegada de aquel peligro a la ciudad. El pequeño parecía efectivamente tener más idea que la elfa en aquella materia, por lo que el siguiente paso estuvo más que claro.
-No queda lejos.- Comentó la joven mientras andaba a paso raudo élfico por las calles de la ciudad, lo que para un humano implicaría correr. -Desde luego es una estructura que llama la atención, pero esta zona de la ciudad quedó bastante deshabitada tras la plaga y la última batalla.- No hacía falta que la peliblanca lo dijera, pues conforme se alejaban del barrio del hospital, aquello quedó patente, dejando atrás también la cada vez mayor agitación de la ciudad conforme aquella cosa volante se acercaba y la información se extendía.
-Lo cual ha sido de ayuda con el olor. Antes vivía no muy lejos de aquí. Ladrones, contrabandistas, borrachos en tabernuchas donde solo servían meado al que llamaban cerveza...y una puta casi en cada esquina...Perdón, meretriz.- Se corrigió la felina ante la mirada de reproche de su hermana. Giraron un par de veces por las estrechas e irregulares calles y llegaron a un pequeño patio común entre varias casas de piedra que habían visto mejores días. Allí se encontraba la esfera, anclada mediante unos gruesos cables de metal tanto al suelo como a los edificios más altos a su alrededor.
Una bola de metal gigante, sin ningún tipo de abertura visible y que reflejaba de manera distorsionada en su lisa superficie todo cuanto la rodeaba, incluidos a ellos.
Níniel se acercó y una puerta se abrió ante ella donde antes no había nada, desplegando también una rampa metálica a modo de invitación a entrar. Con un gesto la sacerdotisa les instó a hacerlo, consciente de las reticencias que podían tener. -Es seguro. Bueno mientras no toquéis nada sin cuidado.- Aclaró siendo la primera en entrar, recorriendo las instancias de la extraña "vivienda" de los gorriones, cruzando por por una zona de almacenaje, luego unas habitaciones y subiendo hasta la sala que servía de puesto de control. Una habitación amplia llena de pantallas, consolas y toda clase de aparatos mezcla de tecnología terrana y arcana. La mayor parte inactiva, como ocurría en casi toda la esfera. Una voz metálica repetía constantemente el mismo mensaje de advertencia en la lengua de los humanos de la tierra, y un par de pantallas mostraban luces rojas y emitían pitiditos irregulares.
-Este es el panel del que os hablé. ¿Veís? Esa cosa sigue acercándose- Señaló. -Todo estaba normal y de repente se encendió y comenzaron todas estas luces y sonidos. No es la primera vez que veo algo así, hace tiempo exploramos algunas ruinas terranas y aprendí bastante de ellas pero...-
-Tampoco hay que olvidar la parte donde le arreé una patada al trasto este...La mitad de estas cosas y la vocecita se encendieron gracias a mi.- Complementó orgullosa la pelirroja.
Níniel dejó que sus invitados investigaran, ofreciéndose a ayudarles o responder las dudas que pudieran tener, si es que podía. Era consciente de que cualquiera podría pasar días sin descubrir nada de aquel lugar, puede que incluso semanas, pero ,como aquella voz no dejaba de advertir, no contaban con tanto tiempo. Fuese lo que fuese lo que se acercaba, ya estaba casi sobre la ciudad. Y cuando las campanas por toda la urbe comenzaron a sonar dando la alarma, todos se dieron cuenta de que ese tiempo se había agotado.
Níniel salió al exterior apresurada y alzó su vista al cielo. Entre las nubes, moviéndose y descendiendo lentamente, podía ver una gran masa de roca y tierra sobre la que parecía haber alguna clase de construcciones que a la elfa le resultaban familiares. El mejor modo de definirlo era el de una isla flotante, o quizás, un castillo en el cielo. Era realmente grande, enorme. No tanto como el castillo de Lunargenta, pero sí lo suficiente como para proyectar una ominosa sombra sobre la ciudad y causar el pánico entre su gente. Las campanas redoblaron su tañido de alarma, y, aunque aquella parte e la ciudad no estaba bajo la sombra de aquel castillo en el aire ni estaba tan habitada, también se podían escuchar gritos de sorpresa, incredulidad y miedo cercanos.
La elfa forzó más su visión y vio a algunas criaturas voladoras acercándose desde la ciudad al objeto. Debían de ser semidragones acudiendo a investigar. Comenzaron a trazar círculos por debajo, alrededor y por encima del objeto y Níniel observó con el corazón en un puño...Pero nada sucedió. Aquel castillo flotante se había detenido sobre la ciudad y parecía contentarse con ello.
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No obstante, en la sala de control de la esfera la voz metálica advertiría de otra cosa. "Warning, nearby teleportation points detected"
-Lamento la situación. Acudís a mi hogar interesados por la alquimia y solo puedo ofreceros incertidumbre y peligro.- Expresó la peliblanca disculpándose pero aceptando de buen grado la ayuda. Reike era una bruja capaz, de las que no se dejaban llevar por el milenario odio ancestral entre sus razas y curtida en no pocas aventuras, y en cuanto a Zero, su comprensión sobre el funcionamiento de la esfera podía ser la clave para lo que estaba ocurriendo. Si un bio cibernético no comprendía todos aquellos cachivaches...entonces solo el sorpresivo retorno de Chimar podría ayudarles.
-Regresó, aunque solo para compartir las aventuras vividas en sus viajes y volver a marcharse, y esta vez ligero de equipaje. Me dejó todas sus cosas, incluida la esfera. Pero aunque me reconoce como su propietaria por algo que llama "codificado de ADN", apenas sé para que sirven la mitad de las cosas que contiene.- Explicó, contándoles también lo de aquel detector que había anticipado la llegada de aquel peligro a la ciudad. El pequeño parecía efectivamente tener más idea que la elfa en aquella materia, por lo que el siguiente paso estuvo más que claro.
-No queda lejos.- Comentó la joven mientras andaba a paso raudo élfico por las calles de la ciudad, lo que para un humano implicaría correr. -Desde luego es una estructura que llama la atención, pero esta zona de la ciudad quedó bastante deshabitada tras la plaga y la última batalla.- No hacía falta que la peliblanca lo dijera, pues conforme se alejaban del barrio del hospital, aquello quedó patente, dejando atrás también la cada vez mayor agitación de la ciudad conforme aquella cosa volante se acercaba y la información se extendía.
-Lo cual ha sido de ayuda con el olor. Antes vivía no muy lejos de aquí. Ladrones, contrabandistas, borrachos en tabernuchas donde solo servían meado al que llamaban cerveza...y una puta casi en cada esquina...Perdón, meretriz.- Se corrigió la felina ante la mirada de reproche de su hermana. Giraron un par de veces por las estrechas e irregulares calles y llegaron a un pequeño patio común entre varias casas de piedra que habían visto mejores días. Allí se encontraba la esfera, anclada mediante unos gruesos cables de metal tanto al suelo como a los edificios más altos a su alrededor.
Una bola de metal gigante, sin ningún tipo de abertura visible y que reflejaba de manera distorsionada en su lisa superficie todo cuanto la rodeaba, incluidos a ellos.
Níniel se acercó y una puerta se abrió ante ella donde antes no había nada, desplegando también una rampa metálica a modo de invitación a entrar. Con un gesto la sacerdotisa les instó a hacerlo, consciente de las reticencias que podían tener. -Es seguro. Bueno mientras no toquéis nada sin cuidado.- Aclaró siendo la primera en entrar, recorriendo las instancias de la extraña "vivienda" de los gorriones, cruzando por por una zona de almacenaje, luego unas habitaciones y subiendo hasta la sala que servía de puesto de control. Una habitación amplia llena de pantallas, consolas y toda clase de aparatos mezcla de tecnología terrana y arcana. La mayor parte inactiva, como ocurría en casi toda la esfera. Una voz metálica repetía constantemente el mismo mensaje de advertencia en la lengua de los humanos de la tierra, y un par de pantallas mostraban luces rojas y emitían pitiditos irregulares.
-Este es el panel del que os hablé. ¿Veís? Esa cosa sigue acercándose- Señaló. -Todo estaba normal y de repente se encendió y comenzaron todas estas luces y sonidos. No es la primera vez que veo algo así, hace tiempo exploramos algunas ruinas terranas y aprendí bastante de ellas pero...-
-Tampoco hay que olvidar la parte donde le arreé una patada al trasto este...La mitad de estas cosas y la vocecita se encendieron gracias a mi.- Complementó orgullosa la pelirroja.
Níniel dejó que sus invitados investigaran, ofreciéndose a ayudarles o responder las dudas que pudieran tener, si es que podía. Era consciente de que cualquiera podría pasar días sin descubrir nada de aquel lugar, puede que incluso semanas, pero ,como aquella voz no dejaba de advertir, no contaban con tanto tiempo. Fuese lo que fuese lo que se acercaba, ya estaba casi sobre la ciudad. Y cuando las campanas por toda la urbe comenzaron a sonar dando la alarma, todos se dieron cuenta de que ese tiempo se había agotado.
Níniel salió al exterior apresurada y alzó su vista al cielo. Entre las nubes, moviéndose y descendiendo lentamente, podía ver una gran masa de roca y tierra sobre la que parecía haber alguna clase de construcciones que a la elfa le resultaban familiares. El mejor modo de definirlo era el de una isla flotante, o quizás, un castillo en el cielo. Era realmente grande, enorme. No tanto como el castillo de Lunargenta, pero sí lo suficiente como para proyectar una ominosa sombra sobre la ciudad y causar el pánico entre su gente. Las campanas redoblaron su tañido de alarma, y, aunque aquella parte e la ciudad no estaba bajo la sombra de aquel castillo en el aire ni estaba tan habitada, también se podían escuchar gritos de sorpresa, incredulidad y miedo cercanos.
La elfa forzó más su visión y vio a algunas criaturas voladoras acercándose desde la ciudad al objeto. Debían de ser semidragones acudiendo a investigar. Comenzaron a trazar círculos por debajo, alrededor y por encima del objeto y Níniel observó con el corazón en un puño...Pero nada sucedió. Aquel castillo flotante se había detenido sobre la ciudad y parecía contentarse con ello.
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No obstante, en la sala de control de la esfera la voz metálica advertiría de otra cosa. "Warning, nearby teleportation points detected"
Níniel Thenidiel
Aerandiano de honor
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Re: Una sombra sobre Lunargenta [Privado] [CERRADO]
Aquello era lo más sorprendente que nuestro amigo Vincent había visto en muchísimo tiempo. ¿Cómo era posible? ¿Cómo era posible que el niño midiera casi lo mismo que la mujer que lo acompañaba?
Sí, olviden la baja probabilidad de encontrarse con su ex pareja, porque no paraba de suceder en los últimos tiempos, eso ya no era sorpresivo. Pero, bueno, tratándose de Valeria, igual la sorpresa de la estatura tampoco duró. Exacto, este narrador que les escribe exagera con su narrativa, mas para algo me pagan. Un momento...
- Mira, Cath, por esta vez no somos los más bajos del grupo-, susurró en tono de broma, dirigiendo una mirada cómplice hacia la gata.
¿Por qué todos los elfos eran tan jodidamente altos?
- Es mejor confiar en un profesional, claro está-, respondió a la bruja, mientras se dejaba guiar por las calles de la ciudad. - Pero algunos somos extremadamente caros. Mis honorarios se elevan en muchos casos al precio de una buena jarra hidromiel, y en otros tantos ni siquiera eso, imagínate-, bromeó.. - Esta vez al menos cobraré un beso ¿no? - comentó socarrón, echándole una mirada a Níniel, y luego otra a Cath porque seguro se ponía…, como una gata, porque, pues eso, era una gata.
En cualquier caso, aquella máxima de que con una frase uno decía bastante más de lo que expresaba con palabras, se volvió a hacer realidad.
- Así que eres amigo de Chimar, pequeño-, comentó, al tiempo que pensaba que igual unas runas de protección de su bolsa de monedas no sería una mala idea.
Una cosa era trabajar gratis, otra perder dinero, ¿no?
- Ah, ya te recuerdo, hemos tenido alguna aventura juntos y también estuviste en Sandorai cuando… Bueno, cuando pasaron muchas cosas inexplicables. Un placer volver a trabajar contigo. ¿Pero qué es exactamente la esfera?
Anteriormente, Nin les había puesto al día sobre los viajes de Chimar, a lo que el brujo no pudo evitar hacer uno de sus comentarios.
- Así que de eso se trata. Vaya, Níniel, quizás deberíamos pasar más tiempo juntos-, bromeó, no sin antes pensar que seguro ya le había comentado sobre todo ello, pero…
Sí, quizás cierto guerrero debería concentrarse más cuando cierta sacerdotisa hablaba sobre esferas… Ah, ya entiendo la desconcentración por este tema.
De todas formas, bromas aparte, la Esfera seguía siendo un misterio para él. Es decir, claramente era un edificio, pero, al mismo tiempo se podía desplazar, como había quedado patente por los comentarios de los demás. Vinc estaba deseando echarle un ojo a aquella obra. Que no siendo mágica, era cosa de biocibernéticos, o más correcto decir, de sus creadores.
No todos los días se podía contemplar algo así, y tras un rato andando por las calles, el grupo no tardó en acercarse a la famosa y mentada Esfera.
- Es…-. No sabía muy bien qué decir. - Es grande, bastante más de lo que imaginaba en mi cabeza.
El brujo escuchó las advertencias de su dulce Níniel y, como no era imbécil, procedió a hacerle caso y a no tocar nada que pudiera lamentar. Se limitó a seguir a la joven por las estancias de aquel edificio de lo más extraño.
Un silbido brotó de labios del rubio, mientras miraba a su alrededor, en lo que era una de las estancias más amplias de las que había recorrido en su viaje al interior de la Esfera.
- Es impresionante. ¿Y esto era de Chimar? - preguntó, sin dejar de ojear a su alrededor. - Está claro que me equivoqué de trabajo. Igual en las catacumbas aún necesitan un brujo que solucione problemas-, terminó por decir en broma.
No tenía ni la más remota idea de como el chiquillo se había hecho con tremendo armatoste, pero estaba claro que se lo había montado bien. Tampoco entendía por qué se lo habría entregado a Níniel, pero seguramente porque no podría financiar el mantenimiento de aquel ¿edificio?
- Eh, ¿le arreaste una patada? ¿Y dónde queda entonces lo de no tocar nada?
Vinc no estaba muy seguro de si iban a sobrevivir a las artes reparatorias de determinada gata.
- Así que esta esfera está reaccionando a lo que se ve en el cielo-. Eso estaba claro. - Me temo que mis conocimientos de ruinas de los del otro lado del portal son limitados. Ya sabes que hemos tenido nuestras historias en sitios así, pero tanto cómo para saber qué tocar…-, le dijo a Níniel.
Su fuerte era el combate y la estrategia, así como la herrería y los arcanos. No se podía considerar alguien inculto, mas aquello estaba por encima de sus posibilidades y conocimientos. Como mucho podría liarse a dar patadas a lo felina y esperar que nada explotara.
- Reike, ¿tú sabes algo sobre este tipo de artefactos? ¿Zero, algo que nos pueda ayudar?
Que fuera biocibernético podría significar que supiera de aquella tecnología, pues no dejaban de ser creación de los mismos que los habían modificado a ellos, pero, por desgracia, eso no era seguro de por sí. Algunos bios sabían, y otros tanto como el mercenario que hacía preguntas.
- Oh, vamos, Al'theas, dime que tu tía abuela por parte de madre era de otro mundo y sabe que botones tocar-, dijo en broma.
Pero entonces, el sonido de una voz comenzó a escucharse en la sala, aunque nadie había entrado a ella.
- Curioso, esto ya me resulta familiar-, mentó, acercándose a la fuente del sonido. - Aunque no es exactamente igual. El sonido es diferente, pero parece un mensaje sonoro enviado a distancia por medio de la magia arcana. No entiendo lo que dice, pero está claro que se repite una y otra vez. Los vocablos son los mismos.
El sonido salía de los orificios de una plancha de metal que estaba junto a controles que se habían iluminado como noche llena de fuegos creados con magia.
- Que alguien vaya a buscar a Níniel, esto parece importante. Zero, ¿alguna sugerencia?
Sí, olviden la baja probabilidad de encontrarse con su ex pareja, porque no paraba de suceder en los últimos tiempos, eso ya no era sorpresivo. Pero, bueno, tratándose de Valeria, igual la sorpresa de la estatura tampoco duró. Exacto, este narrador que les escribe exagera con su narrativa, mas para algo me pagan. Un momento...
- Mira, Cath, por esta vez no somos los más bajos del grupo-, susurró en tono de broma, dirigiendo una mirada cómplice hacia la gata.
¿Por qué todos los elfos eran tan jodidamente altos?
- Es mejor confiar en un profesional, claro está-, respondió a la bruja, mientras se dejaba guiar por las calles de la ciudad. - Pero algunos somos extremadamente caros. Mis honorarios se elevan en muchos casos al precio de una buena jarra hidromiel, y en otros tantos ni siquiera eso, imagínate-, bromeó.. - Esta vez al menos cobraré un beso ¿no? - comentó socarrón, echándole una mirada a Níniel, y luego otra a Cath porque seguro se ponía…, como una gata, porque, pues eso, era una gata.
En cualquier caso, aquella máxima de que con una frase uno decía bastante más de lo que expresaba con palabras, se volvió a hacer realidad.
- Así que eres amigo de Chimar, pequeño-, comentó, al tiempo que pensaba que igual unas runas de protección de su bolsa de monedas no sería una mala idea.
Una cosa era trabajar gratis, otra perder dinero, ¿no?
- Ah, ya te recuerdo, hemos tenido alguna aventura juntos y también estuviste en Sandorai cuando… Bueno, cuando pasaron muchas cosas inexplicables. Un placer volver a trabajar contigo. ¿Pero qué es exactamente la esfera?
Anteriormente, Nin les había puesto al día sobre los viajes de Chimar, a lo que el brujo no pudo evitar hacer uno de sus comentarios.
- Así que de eso se trata. Vaya, Níniel, quizás deberíamos pasar más tiempo juntos-, bromeó, no sin antes pensar que seguro ya le había comentado sobre todo ello, pero…
Sí, quizás cierto guerrero debería concentrarse más cuando cierta sacerdotisa hablaba sobre esferas… Ah, ya entiendo la desconcentración por este tema.
De todas formas, bromas aparte, la Esfera seguía siendo un misterio para él. Es decir, claramente era un edificio, pero, al mismo tiempo se podía desplazar, como había quedado patente por los comentarios de los demás. Vinc estaba deseando echarle un ojo a aquella obra. Que no siendo mágica, era cosa de biocibernéticos, o más correcto decir, de sus creadores.
No todos los días se podía contemplar algo así, y tras un rato andando por las calles, el grupo no tardó en acercarse a la famosa y mentada Esfera.
- Es…-. No sabía muy bien qué decir. - Es grande, bastante más de lo que imaginaba en mi cabeza.
El brujo escuchó las advertencias de su dulce Níniel y, como no era imbécil, procedió a hacerle caso y a no tocar nada que pudiera lamentar. Se limitó a seguir a la joven por las estancias de aquel edificio de lo más extraño.
Un silbido brotó de labios del rubio, mientras miraba a su alrededor, en lo que era una de las estancias más amplias de las que había recorrido en su viaje al interior de la Esfera.
- Es impresionante. ¿Y esto era de Chimar? - preguntó, sin dejar de ojear a su alrededor. - Está claro que me equivoqué de trabajo. Igual en las catacumbas aún necesitan un brujo que solucione problemas-, terminó por decir en broma.
No tenía ni la más remota idea de como el chiquillo se había hecho con tremendo armatoste, pero estaba claro que se lo había montado bien. Tampoco entendía por qué se lo habría entregado a Níniel, pero seguramente porque no podría financiar el mantenimiento de aquel ¿edificio?
- Eh, ¿le arreaste una patada? ¿Y dónde queda entonces lo de no tocar nada?
Vinc no estaba muy seguro de si iban a sobrevivir a las artes reparatorias de determinada gata.
- Así que esta esfera está reaccionando a lo que se ve en el cielo-. Eso estaba claro. - Me temo que mis conocimientos de ruinas de los del otro lado del portal son limitados. Ya sabes que hemos tenido nuestras historias en sitios así, pero tanto cómo para saber qué tocar…-, le dijo a Níniel.
Su fuerte era el combate y la estrategia, así como la herrería y los arcanos. No se podía considerar alguien inculto, mas aquello estaba por encima de sus posibilidades y conocimientos. Como mucho podría liarse a dar patadas a lo felina y esperar que nada explotara.
- Reike, ¿tú sabes algo sobre este tipo de artefactos? ¿Zero, algo que nos pueda ayudar?
Que fuera biocibernético podría significar que supiera de aquella tecnología, pues no dejaban de ser creación de los mismos que los habían modificado a ellos, pero, por desgracia, eso no era seguro de por sí. Algunos bios sabían, y otros tanto como el mercenario que hacía preguntas.
- Oh, vamos, Al'theas, dime que tu tía abuela por parte de madre era de otro mundo y sabe que botones tocar-, dijo en broma.
Pero entonces, el sonido de una voz comenzó a escucharse en la sala, aunque nadie había entrado a ella.
- Curioso, esto ya me resulta familiar-, mentó, acercándose a la fuente del sonido. - Aunque no es exactamente igual. El sonido es diferente, pero parece un mensaje sonoro enviado a distancia por medio de la magia arcana. No entiendo lo que dice, pero está claro que se repite una y otra vez. Los vocablos son los mismos.
El sonido salía de los orificios de una plancha de metal que estaba junto a controles que se habían iluminado como noche llena de fuegos creados con magia.
- Que alguien vaya a buscar a Níniel, esto parece importante. Zero, ¿alguna sugerencia?
Vincent Calhoun
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Re: Una sombra sobre Lunargenta [Privado] [CERRADO]
Al'theas al abrir la puerta... fue con Reike con quien se topo, no la conocía de nada, por lo que a primera vista su mirada fue inquisitiva, no obstante parecía ser conocida de Vincent, y su acompañante Zero también era conocido tanto por el brujo como por la alta Encantadora, por lo que se relajo al saber que no se trataba de ninguna amenaza.
Ya en el interior de la instancia, Niníel se tomo la molestia de poner al día a los dos invitados, además de dejar en claro las intenciones de visitar aquella esfera que Chimar había cedido a la sacerdotisa con esperanza de encontrar respuestas.
Al salir a la calle, las gentes de la ciudad parecían alborotadas, los elfos transeúntes habían empezado a deslumbrar lo que el cielo ocultaba, y los humanos no tardaban en comenzar a preocuparse también, sea lo que sea estaba avanzando rápidamente.
Ya en la esfera, Níniel dejo claro que nada debía de tocarse, pues ni siquiera ella entendía la naturaleza de aquella tecnología, limitándose a observar las luces y la forma de la estructura del interior que sin dudas distaba mucho de cualquier cosa vista en Aerandir.
Vincent también se mostraba fuera de lugar, lo que le llevo a preguntarle al elfo si conocía algún familiar que tuviera algún tipo de relación con todo esto.
-Mi abuelo... comando y lucho contra las maquinas asesinas durante aquella invasión del mundo conocido como "Tierra"... falleció en combate, pero las historias que han pasado de generación... solo cuentan lo terribles que eran, y la destrucción que dejaron... creo que en aquellos tiempos mi abuelo no tenia tiempo para entender a las maquinas... solo de destruirlas antes de que nos mataran a todos.- Relato el caballero esmeralda brevemente.
-Afortunadamente... no todo fue malo lo que trajo aquella invasión- Dijo mientras observaba al afable Zero, cuya naturaleza fue dada probablemente por la misma tecnología que Chimar gusto de comprender.
-Si Chimar estuviera...- Llego a decir justo antes de que comenzaran a sonar las campanas de la ciudad.
El momento había llegado sin previo aviso, la extraña estructura resultaba ser algún tipo de castillo, pero afortunadamente y a pesar del pánico inicial... el objeto no impacto contra la ciudad, si no que se quedo ahí, flotando sobre Lunargenta y a la vista de todos.
Esto no significaba que estuvieran fuera de peligro aun, pero había la esperanza de que esto significara tiempo extra.
La pantalla que antes observaban con curiosidad había cambiado, ahora podía leerse "Protocol on standby, waiting for system recognition" en un idioma desconocido para Al'theas al menos.
-Zero... ¿crees que podrías averiguar que significa todo esto?- Se unió el caballero esmeralda a la duda propuesta por Vincent.
Ya en el interior de la instancia, Niníel se tomo la molestia de poner al día a los dos invitados, además de dejar en claro las intenciones de visitar aquella esfera que Chimar había cedido a la sacerdotisa con esperanza de encontrar respuestas.
Al salir a la calle, las gentes de la ciudad parecían alborotadas, los elfos transeúntes habían empezado a deslumbrar lo que el cielo ocultaba, y los humanos no tardaban en comenzar a preocuparse también, sea lo que sea estaba avanzando rápidamente.
Ya en la esfera, Níniel dejo claro que nada debía de tocarse, pues ni siquiera ella entendía la naturaleza de aquella tecnología, limitándose a observar las luces y la forma de la estructura del interior que sin dudas distaba mucho de cualquier cosa vista en Aerandir.
Vincent también se mostraba fuera de lugar, lo que le llevo a preguntarle al elfo si conocía algún familiar que tuviera algún tipo de relación con todo esto.
-Mi abuelo... comando y lucho contra las maquinas asesinas durante aquella invasión del mundo conocido como "Tierra"... falleció en combate, pero las historias que han pasado de generación... solo cuentan lo terribles que eran, y la destrucción que dejaron... creo que en aquellos tiempos mi abuelo no tenia tiempo para entender a las maquinas... solo de destruirlas antes de que nos mataran a todos.- Relato el caballero esmeralda brevemente.
-Afortunadamente... no todo fue malo lo que trajo aquella invasión- Dijo mientras observaba al afable Zero, cuya naturaleza fue dada probablemente por la misma tecnología que Chimar gusto de comprender.
-Si Chimar estuviera...- Llego a decir justo antes de que comenzaran a sonar las campanas de la ciudad.
El momento había llegado sin previo aviso, la extraña estructura resultaba ser algún tipo de castillo, pero afortunadamente y a pesar del pánico inicial... el objeto no impacto contra la ciudad, si no que se quedo ahí, flotando sobre Lunargenta y a la vista de todos.
Esto no significaba que estuvieran fuera de peligro aun, pero había la esperanza de que esto significara tiempo extra.
La pantalla que antes observaban con curiosidad había cambiado, ahora podía leerse "Protocol on standby, waiting for system recognition" en un idioma desconocido para Al'theas al menos.
-Zero... ¿crees que podrías averiguar que significa todo esto?- Se unió el caballero esmeralda a la duda propuesta por Vincent.
Al'theas Tinarandel
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Re: Una sombra sobre Lunargenta [Privado] [CERRADO]
—Cifrado genético, muy astuto —comentó Zero, que seguía las explicaciones de Níniel mucho mejor de lo que lo hacía Valeria, y no solo porque al bio-cibernético apenas le afectó la carrera que tuvieron que emprender para seguir el paso de los elfos.
Vincent desvió cualquier posible atención que su comentario sobre la guardia podría haber suscitado con una de sus típicas bromas, que Valeria no llegó a disfrutar debido a la sospecha que albergaba tras haberlo visto susurrarle algo a la gata. No había podido oír lo que le decía, pero estaba segura de que había sido sobre ella.
Lo que sí estuvo a punto de arrancarle una carcajada, es decir, si no hubiera estado esforzándose por respirar mientras mantenía el ritmo, fue la combinación de las opciones de cobro del mercenario con el comentario de la gata, Cath, acerca de las meretrices que solían poblar aquella zona.
Zero, que marchaba a la cabeza enfrascado en su galimatías de conversación con Níniel, se las arregló para volverse educadamente sin dejar de correr cuando Vincent se dirigió a él.
—Hemos trabajado juntos en varias operaciones, como…
El gesto ausente volvió al rostro del muchacho, como si tratase de atrapar un recuerdo que se escabullía de su mente. Valeria sospechaba que tenía que ver con lo que le hicieron en la Base cuando lo encontró en sus cercanías. Borrado selectivo de recuerdos, lo habían llamado. Condición inapelable para que se le permitiera abandonar las instalaciones, pues no podían dejar que un agente con sus capacidades actuara por su cuenta.
Fueran cuales fueran esas capacidades, Valeria apenas entendió que las opciones eran la “terminación del sujeto” (¿por qué no llamarlo ejecución?) o el borrado de recuerdos y liberación bajo tutelaje. No se arrepentía de haber cerrado el trato a espaldas del muchacho, a pesar de la cerrazón que sentía en la boca del estómago al ver su gesto desconcertado. Por suerte, la siguiente pregunta de Vincent lo trajo de vuelta.
—Oh, nunca tuve la ocasión de realizar un análisis pormenorizado de la Esfera y el propio Chimar desconocía todo el alcance de su potencial. Tengo entendido que la heredó de su padre.
La conversación se detuvo cuando llegaron a su destino y la mitad del grupo tuvo que asimilar la extraña estructura. Sin duda, llamaba la atención.
Zero entró decidido tan pronto como Níniel hizo aparecer una puerta donde antes no existía de un modo que Valeria no llegó a percibir. Aquello no parecía magia élfica, pero tampoco guardaba muchas similitudes con lo que había visto hacer a la gente de Ámbar. Lo poco que había atisbado de la Base de los Cibernéticos era lo más parecido que era capaz de evocar, pero eso no le decía nada en absoluto. Cuando entró en el edificio, Zero ya estaba revisando los curiosos aparatos en su interior.
—Un conector mal ajustado, el golpe debió encajarlo en su sitio, pero solo es una solución provisional, habrá que ajustarlo. Una placa quemada, eso va a ser difícil de sustituir, sobre todo sin saber de qué se encargaba este sistema en concreto. Pero no parece que guarde relación con los detectores de proximidad…
El chico prosiguió con sus murmuraciones, desplazándose de aquí para allá, mientras los demás observaban sus alrededores sin atreverse a tocar nada; Valeria negando con la cabeza, sin saber qué decir, Vincent bromeando sin descanso, para variar, y el elfo de ojos verdes reconociendo abiertamente su ignorancia.
—Bueno —respondió Zero a las demandas de ambos caballeros—, el sistema ha dado el aviso de que un objeto de gran tamaño se aproxima desde el cielo, pero no logro que identifique el objeto. Algo debe andar mal con los sensores. ¡Oh! ¿Y ese otro en el mar? —añadió el muchacho, pero aquello no parecía dirigido a sus interlocutores.
—¿Otro objeto que se aproxima desde el mar? —preguntó Valeria con la respiración entrecortada.
—No, parece que este está fijo, no lejos de la costa, pero no se corresponde con ninguno de los islotes de los alrededores.
—Si no se mueve, no corre prisa. Céntrate en el otro.
El sonido de las campanas envió un escalofrío por la espalda de Valeria, que echó a andar hacia la puerta abierta en busca de algo que su cerebro pudiera asimilar. Pero antes de que diera dos pasos, una voz metálica estuvo a punto de hacerle brincar de la impresión.
—¿Puntos de teleportación? ¿Dónde? —preguntó Zero como respuesta a la voz.
El muchacho hablaba con total calma, a pesar de que todo el mundo parecía estar pendiente de todo lo que hacía. Desde luego, era el único que parecía tener alguna idea de lo que estaba ocurriendo con aquella cosa. Valeria, por su parte, salió en busca de Níniel. Mientras abandonaba la sala, le llegó aún parte de las, para ella, incomprensibles explicaciones del pequeño bio-cibernético a las preguntas de los demás.
—Me temo que el sistema se está recalibrando, hay algún problema de compatibilidad, pero está trabajando en ello.
En el exterior, Valeria se permitió un momento para asimilar la aparición que flotaba imperturbable sobre la ciudad. Solo un momento. Después de todo, tratándose de magia, todo era más fácil de asimilar que el edificio del que acababa de salir.
—Níniel, hay nuevos mensajes, algo de unos puntos de teleportación. ¿Crees que alguien allá arriba puede estar intentando bajar o más bien invitándonos a subir?
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OFF: El objeto detectado en un punto fijo en el mar sería la Olimpus. La dejo ahí apuntada y ya vemos si le hacemos algo o asumimos que se hunde en las profundidades para el fin de los tiempos.
Vincent desvió cualquier posible atención que su comentario sobre la guardia podría haber suscitado con una de sus típicas bromas, que Valeria no llegó a disfrutar debido a la sospecha que albergaba tras haberlo visto susurrarle algo a la gata. No había podido oír lo que le decía, pero estaba segura de que había sido sobre ella.
Lo que sí estuvo a punto de arrancarle una carcajada, es decir, si no hubiera estado esforzándose por respirar mientras mantenía el ritmo, fue la combinación de las opciones de cobro del mercenario con el comentario de la gata, Cath, acerca de las meretrices que solían poblar aquella zona.
Zero, que marchaba a la cabeza enfrascado en su galimatías de conversación con Níniel, se las arregló para volverse educadamente sin dejar de correr cuando Vincent se dirigió a él.
—Hemos trabajado juntos en varias operaciones, como…
El gesto ausente volvió al rostro del muchacho, como si tratase de atrapar un recuerdo que se escabullía de su mente. Valeria sospechaba que tenía que ver con lo que le hicieron en la Base cuando lo encontró en sus cercanías. Borrado selectivo de recuerdos, lo habían llamado. Condición inapelable para que se le permitiera abandonar las instalaciones, pues no podían dejar que un agente con sus capacidades actuara por su cuenta.
Fueran cuales fueran esas capacidades, Valeria apenas entendió que las opciones eran la “terminación del sujeto” (¿por qué no llamarlo ejecución?) o el borrado de recuerdos y liberación bajo tutelaje. No se arrepentía de haber cerrado el trato a espaldas del muchacho, a pesar de la cerrazón que sentía en la boca del estómago al ver su gesto desconcertado. Por suerte, la siguiente pregunta de Vincent lo trajo de vuelta.
—Oh, nunca tuve la ocasión de realizar un análisis pormenorizado de la Esfera y el propio Chimar desconocía todo el alcance de su potencial. Tengo entendido que la heredó de su padre.
La conversación se detuvo cuando llegaron a su destino y la mitad del grupo tuvo que asimilar la extraña estructura. Sin duda, llamaba la atención.
Zero entró decidido tan pronto como Níniel hizo aparecer una puerta donde antes no existía de un modo que Valeria no llegó a percibir. Aquello no parecía magia élfica, pero tampoco guardaba muchas similitudes con lo que había visto hacer a la gente de Ámbar. Lo poco que había atisbado de la Base de los Cibernéticos era lo más parecido que era capaz de evocar, pero eso no le decía nada en absoluto. Cuando entró en el edificio, Zero ya estaba revisando los curiosos aparatos en su interior.
—Un conector mal ajustado, el golpe debió encajarlo en su sitio, pero solo es una solución provisional, habrá que ajustarlo. Una placa quemada, eso va a ser difícil de sustituir, sobre todo sin saber de qué se encargaba este sistema en concreto. Pero no parece que guarde relación con los detectores de proximidad…
El chico prosiguió con sus murmuraciones, desplazándose de aquí para allá, mientras los demás observaban sus alrededores sin atreverse a tocar nada; Valeria negando con la cabeza, sin saber qué decir, Vincent bromeando sin descanso, para variar, y el elfo de ojos verdes reconociendo abiertamente su ignorancia.
—Bueno —respondió Zero a las demandas de ambos caballeros—, el sistema ha dado el aviso de que un objeto de gran tamaño se aproxima desde el cielo, pero no logro que identifique el objeto. Algo debe andar mal con los sensores. ¡Oh! ¿Y ese otro en el mar? —añadió el muchacho, pero aquello no parecía dirigido a sus interlocutores.
—¿Otro objeto que se aproxima desde el mar? —preguntó Valeria con la respiración entrecortada.
—No, parece que este está fijo, no lejos de la costa, pero no se corresponde con ninguno de los islotes de los alrededores.
—Si no se mueve, no corre prisa. Céntrate en el otro.
El sonido de las campanas envió un escalofrío por la espalda de Valeria, que echó a andar hacia la puerta abierta en busca de algo que su cerebro pudiera asimilar. Pero antes de que diera dos pasos, una voz metálica estuvo a punto de hacerle brincar de la impresión.
—¿Puntos de teleportación? ¿Dónde? —preguntó Zero como respuesta a la voz.
El muchacho hablaba con total calma, a pesar de que todo el mundo parecía estar pendiente de todo lo que hacía. Desde luego, era el único que parecía tener alguna idea de lo que estaba ocurriendo con aquella cosa. Valeria, por su parte, salió en busca de Níniel. Mientras abandonaba la sala, le llegó aún parte de las, para ella, incomprensibles explicaciones del pequeño bio-cibernético a las preguntas de los demás.
—Me temo que el sistema se está recalibrando, hay algún problema de compatibilidad, pero está trabajando en ello.
En el exterior, Valeria se permitió un momento para asimilar la aparición que flotaba imperturbable sobre la ciudad. Solo un momento. Después de todo, tratándose de magia, todo era más fácil de asimilar que el edificio del que acababa de salir.
—Níniel, hay nuevos mensajes, algo de unos puntos de teleportación. ¿Crees que alguien allá arriba puede estar intentando bajar o más bien invitándonos a subir?
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OFF: El objeto detectado en un punto fijo en el mar sería la Olimpus. La dejo ahí apuntada y ya vemos si le hacemos algo o asumimos que se hunde en las profundidades para el fin de los tiempos.
Reike
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Re: Una sombra sobre Lunargenta [Privado] [CERRADO]
Definitivamente la llegada de Reike y Zero había sido providencial. El biocibernético no solo entendía perfectamente todo aquello y lo que todas aquellas lucecitas y pitiditos significaban, si no que además entendía la lengua de los terrestres, no solo cuatro palabras sueltas como Níniel, si no todo lo que aquella voz metálica decía. La peliblanca iba a tener que aprender más de aquel idioma si quería hacer de la esfera su hogar, o su almacén, ya que no se veía viviendo rodeada de metal.
-¿Puntos de teleportación? ¿Los está creando ese castillo?- Preguntó a su vez a Reike. Todo parecía indicar que sí. -No veo nada, ningún vórtice, al menos por aquí. Tampoco siento alteraciones en el éter cer...Un momento. Ahora sí ¿lo notas? Es como una corriente descendente.- Era sutil y en cierto modo elegante. -Me parece que no es ninguna invitación.- Resolvió la joven justo en el momento en el que varios haces de luz blanca se posaron en un parpadeo sobre la tierra.
Desaparecieron casi de inmediato, y de cada una de las columnas de luz apareció una figura, siendo un total de doce. Eran humanoides, de la altura de Níniel o más. Llevaban armaduras completas y elaboradas de color dorado y esgrimían en las manos gujas dobles, también doradas, que rápidamente aprestaron para el combate, apuntándolas en dirección a las dos mujeres. Sus yelmos cubrían su rostro por completo, incluso los ojos y entre ellos parecían entenderse mediante leves gestos corporales.
-No tengo ni idea de quiénes son, pero esas armaduras son élficas. O lo eran, reliquias de la guerra de hace un milenio.- La guardia de su aldea natal contaba con varias de ellas guardadas como tesoros del pasado, de la época anterior a las grandes guerras contra los brujos. La joven preparó su magia y dos de aquellos sujetos lanzaron un agresivo aviso en la lengua de Sandorai -"No lo hagas, o será peor"-
-"Si aprecias en algo a esa bruja dile que no intente nada. Puedo permitirme detener mi filo una vez, pero no dos"- Dijo el que parecía ser el líder de aquel grupo. O eso delataba su casco mas extravagante. -"No hemos venido a luchar, pero no toleraré resistencia ante mi misión"- Añadió al ver que Níniel no estaba precisamente dejando de canalizar éter.
La peliblanca tradujo para Reike lo que aquel tipo había dicho, pero después no pudo evitar increpar a su interlocutor en la lengua de los elfos. -"Si venís en paz no lo parece, bajad las armas y hablad de esa misión vuestra"-
El líder negó con la cabeza, pero hizo un gesto y el resto bajaron sus armas. -"No esperaba encontrarme a una hermana aquí. Hemos venido a por esa esfera. No hay más que decir. La cogeremos y nos iremos. No buscamos conflicto con los humanos que ahora gobiernan estas tierras, ni lastimar a nadie."-
-"Esta esfera es mía. Me la entregó y confió un buen amigo y no sé por qué debería permitir que me sea arrebatada. No es costumbre que nos robemos entre hermanos. Además creo que tampoco es costumbre ser tan maleducados en familia...Creo que sí hay más explicaciones que dar, especialmente a la elfa propietaria de aquello que tanto queréis"- Hubo un murmullo entre aquel grupo. Parecía que la peliblanca había acertado. Eran elfos, y de los que acostumbraban a respetar las tradiciones. O eso pensó la sacerdotisa.
-"No somos ladrones...pero"- El elfo fue interrumpido por la salida de la nave de Catherine, que no dudo en aprestar sus garras para el combate y causó un gran revuelo entre aquel grupo de "visitantes". Aunque no se les veía el rostro parecían muy sorprendidos de ver a la felina pelirroja. Además, pronto se darían cuenta de que no eran doce contra tres. Y que aquella gente de la esfera parecían gente curtida, y armada.
-"No tenemos mucho tiempo"- señaló al castillo flotante. Los semidragones que estaban sobrevolándolo se habían acercado más y en esos momentos parecían estar golpeando contra alguna clase de barrera que lo protegía, o eso podía ver con sus ojos de elfa. -"Los nativos se están poniendo nerviosos."- Dio unas instrucciones y, aunque con varias protestas los otros once elfos volvieron a desaparecer en columnas de luz y dejaron solo a su líder. -"Supuse que sospecharíais si os teleportara a todos a nuestro hogar...¿Podemos hablar dentro?- Pidió el elfo. Níniel tradujo una vez más sus palabras y luego asintió.
-"Mi nombre es Lathander".- Comenzó el elfo quitándose el yelmo. Si alguno esperaba encontrarse con un elfo verde se vería desilusionado, porque era un elfo normal y corriente, de cabello negro y largo, ojos almendrados verdes y rasgos finos. Níniel comenzó a traducir. -" Vengo de Llányalma vara.- Níniel pensó un momento aquella traducción .-Jardín del cielo.- Dijo entonces. -"Ha sido el hogar de mi gente desde hace más de un milenio. Fue construido para alejarnos de las guerras de la superficie y poder dedicarnos a las artes, el estudio y la contemplación. Y así fue durante siglos. Hasta que llegaron los orejas redondas del otro mundo. Nos atacaron. Logramos repelerlos y ocultarnos, pero nuestro cristal madre resultó dañado. Hemos intentado arreglarlo pero no hemos podido. Eso nos ha obligado a buscar una solución en la superficie. Por eso necesitamos esta esfera y el..." -De nuevo Níniel tuvo que pensar la traducción.- "barco que se mueve bajo el agua. Hemos detectado sus cristales madre, con ellos podremos reparar el nuestro. Si no lo hacemos, la ciudad caerá del cielo. No, no hoy ni sobre esta ciudad, la moveremos donde no cause daño, pero sería imposible salvar nuestro hogar."-
Lathander hizo una pausa. -"Entiendo que esta esfera es muy valiosa. Y entiendo que pareciera un robo. Bueno lo es...Pero nuestro hogar está en juego. De lo contrario no nos habríamos arriesgado tanto"- Terminó de traducir la joven, quedando pensativa sobre lo que acababa de escuchar.
Miró a los demás. Podía parecer que la decisión era suya, pero buscaba consejo sobre aquella historia y si la veían creíble. Si pensaban que aquel elfo decía la verdad y se podía confiar en él. A fin de cuentas le estaba pidiendo que apostara una fortuna a sus palabras. Y había más en juego. No todos los días aparecía un castillo volador sobre la mayor de las ciudades de Aerandir. Su mera presencia allí no iba a ser ignorada. Además la esfera en sí no era una casa sobre ruedas cualquiera. El elfo esperaba su respuesta, serio. Aunque se le veía lanzando miradas furtivas a Catherine y a Zero.
OFF: Parece que nuestros "Visitantes" también tienen en la mira a la Olimpus. ¿Lathander estará diciendo la verdad? ¿Alguien sabe más de historias o leyendas sobre elfos que elevaron su hogar a las nubes? Esos cristales madre parecen ser la fuente de energía de la esfera y la Olimpus.
-¿Puntos de teleportación? ¿Los está creando ese castillo?- Preguntó a su vez a Reike. Todo parecía indicar que sí. -No veo nada, ningún vórtice, al menos por aquí. Tampoco siento alteraciones en el éter cer...Un momento. Ahora sí ¿lo notas? Es como una corriente descendente.- Era sutil y en cierto modo elegante. -Me parece que no es ninguna invitación.- Resolvió la joven justo en el momento en el que varios haces de luz blanca se posaron en un parpadeo sobre la tierra.
Desaparecieron casi de inmediato, y de cada una de las columnas de luz apareció una figura, siendo un total de doce. Eran humanoides, de la altura de Níniel o más. Llevaban armaduras completas y elaboradas de color dorado y esgrimían en las manos gujas dobles, también doradas, que rápidamente aprestaron para el combate, apuntándolas en dirección a las dos mujeres. Sus yelmos cubrían su rostro por completo, incluso los ojos y entre ellos parecían entenderse mediante leves gestos corporales.
-No tengo ni idea de quiénes son, pero esas armaduras son élficas. O lo eran, reliquias de la guerra de hace un milenio.- La guardia de su aldea natal contaba con varias de ellas guardadas como tesoros del pasado, de la época anterior a las grandes guerras contra los brujos. La joven preparó su magia y dos de aquellos sujetos lanzaron un agresivo aviso en la lengua de Sandorai -"No lo hagas, o será peor"-
-"Si aprecias en algo a esa bruja dile que no intente nada. Puedo permitirme detener mi filo una vez, pero no dos"- Dijo el que parecía ser el líder de aquel grupo. O eso delataba su casco mas extravagante. -"No hemos venido a luchar, pero no toleraré resistencia ante mi misión"- Añadió al ver que Níniel no estaba precisamente dejando de canalizar éter.
La peliblanca tradujo para Reike lo que aquel tipo había dicho, pero después no pudo evitar increpar a su interlocutor en la lengua de los elfos. -"Si venís en paz no lo parece, bajad las armas y hablad de esa misión vuestra"-
El líder negó con la cabeza, pero hizo un gesto y el resto bajaron sus armas. -"No esperaba encontrarme a una hermana aquí. Hemos venido a por esa esfera. No hay más que decir. La cogeremos y nos iremos. No buscamos conflicto con los humanos que ahora gobiernan estas tierras, ni lastimar a nadie."-
-"Esta esfera es mía. Me la entregó y confió un buen amigo y no sé por qué debería permitir que me sea arrebatada. No es costumbre que nos robemos entre hermanos. Además creo que tampoco es costumbre ser tan maleducados en familia...Creo que sí hay más explicaciones que dar, especialmente a la elfa propietaria de aquello que tanto queréis"- Hubo un murmullo entre aquel grupo. Parecía que la peliblanca había acertado. Eran elfos, y de los que acostumbraban a respetar las tradiciones. O eso pensó la sacerdotisa.
-"No somos ladrones...pero"- El elfo fue interrumpido por la salida de la nave de Catherine, que no dudo en aprestar sus garras para el combate y causó un gran revuelo entre aquel grupo de "visitantes". Aunque no se les veía el rostro parecían muy sorprendidos de ver a la felina pelirroja. Además, pronto se darían cuenta de que no eran doce contra tres. Y que aquella gente de la esfera parecían gente curtida, y armada.
-"No tenemos mucho tiempo"- señaló al castillo flotante. Los semidragones que estaban sobrevolándolo se habían acercado más y en esos momentos parecían estar golpeando contra alguna clase de barrera que lo protegía, o eso podía ver con sus ojos de elfa. -"Los nativos se están poniendo nerviosos."- Dio unas instrucciones y, aunque con varias protestas los otros once elfos volvieron a desaparecer en columnas de luz y dejaron solo a su líder. -"Supuse que sospecharíais si os teleportara a todos a nuestro hogar...¿Podemos hablar dentro?- Pidió el elfo. Níniel tradujo una vez más sus palabras y luego asintió.
-"Mi nombre es Lathander".- Comenzó el elfo quitándose el yelmo. Si alguno esperaba encontrarse con un elfo verde se vería desilusionado, porque era un elfo normal y corriente, de cabello negro y largo, ojos almendrados verdes y rasgos finos. Níniel comenzó a traducir. -" Vengo de Llányalma vara.- Níniel pensó un momento aquella traducción .-Jardín del cielo.- Dijo entonces. -"Ha sido el hogar de mi gente desde hace más de un milenio. Fue construido para alejarnos de las guerras de la superficie y poder dedicarnos a las artes, el estudio y la contemplación. Y así fue durante siglos. Hasta que llegaron los orejas redondas del otro mundo. Nos atacaron. Logramos repelerlos y ocultarnos, pero nuestro cristal madre resultó dañado. Hemos intentado arreglarlo pero no hemos podido. Eso nos ha obligado a buscar una solución en la superficie. Por eso necesitamos esta esfera y el..." -De nuevo Níniel tuvo que pensar la traducción.- "barco que se mueve bajo el agua. Hemos detectado sus cristales madre, con ellos podremos reparar el nuestro. Si no lo hacemos, la ciudad caerá del cielo. No, no hoy ni sobre esta ciudad, la moveremos donde no cause daño, pero sería imposible salvar nuestro hogar."-
Lathander hizo una pausa. -"Entiendo que esta esfera es muy valiosa. Y entiendo que pareciera un robo. Bueno lo es...Pero nuestro hogar está en juego. De lo contrario no nos habríamos arriesgado tanto"- Terminó de traducir la joven, quedando pensativa sobre lo que acababa de escuchar.
Miró a los demás. Podía parecer que la decisión era suya, pero buscaba consejo sobre aquella historia y si la veían creíble. Si pensaban que aquel elfo decía la verdad y se podía confiar en él. A fin de cuentas le estaba pidiendo que apostara una fortuna a sus palabras. Y había más en juego. No todos los días aparecía un castillo volador sobre la mayor de las ciudades de Aerandir. Su mera presencia allí no iba a ser ignorada. Además la esfera en sí no era una casa sobre ruedas cualquiera. El elfo esperaba su respuesta, serio. Aunque se le veía lanzando miradas furtivas a Catherine y a Zero.
OFF: Parece que nuestros "Visitantes" también tienen en la mira a la Olimpus. ¿Lathander estará diciendo la verdad? ¿Alguien sabe más de historias o leyendas sobre elfos que elevaron su hogar a las nubes? Esos cristales madre parecen ser la fuente de energía de la esfera y la Olimpus.
Níniel Thenidiel
Aerandiano de honor
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Re: Una sombra sobre Lunargenta [Privado] [CERRADO]
Pese a la pregunta que nuestro particular, socarrón y muchas veces estúpido brujo le había hecho al majo de Zero, pregunta, que, por otro lado, fue secundada con una de su propia cosecha por el guerrero de Sandorai, Vincent no podía olvidar lo que había comentado el ya mentado elfo.
- Vaya, tu abuelo debió ser un gran guerrero-, opinó. - Pero por las leyendas que nos quedan, será mejor que esta cosa no decida atacar la ciudad o…
Sería una masacre si ese artefacto se ponía en contra de Lunargenta y, sobre todo tras una epidemia y una batalla por las calles de la ciudad, la capital de los humanos quizás de aquella no se levantaría. Como poco, le costaría mucho volver a recuperar su esplendor pasado.
- ¿Un objeto de gran tamaño? - preguntó, confuso y a la vez preocupado. - Vamos, chaval, dime que no es un dragón gigante. Mi experiencia con ellos suele ser demasiado estresante para desear otro encuentro con uno-, afirmó con su característico sentido del humor.
Ese humor dónde le quitaba hierro al asunto pero que en el fondo decía una gran verdad. La experiencia de cierto brujo con los dragones grandotes no solían salir bien…
- El Inquisidor no cuenta. Bueno, en parte, pues cuando lo conocí casi me mata una dragona gigante y él me agarró como un saco de papas para salvarme la vida. Agradecimiento eterno por salvarme la vida, pero… Sí, fue estresante también-, contó. - Pero, oye, ahora me ama, todos lo saben. Ya no debe temer por mi vida-, bromeó.
En todo caso, Zero había añadido buenos datos. Tanto así que por lo visto también había un objeto en el mar. Aquel artefacto en el que se encontraban, de algún modo, tenía la capacidad de localizar otras entidades, artefactos o seres, a largas distancias. Sin duda, aquella virtud del artefacto lo hacía muy poderoso a ojos de cualquiera, para alguien como Vinc, que gustaba conocer nuevas fuentes de magia o saber, mucho más.
En ese punto, Reike salió a informar a Níniel de las novedades. Como tardaba en regresar, la gata brutona decidió salir también. Y como esta a su vez tarda en volver sólamente quedaba una conclusión lógica.
- Están realizando una orgía sin nosotros o ya están muertas. Rápido, Zero, activa esta cosa y sácanos de aquí. No quiero ser el siguiente-, comentó en broma.
- Diría que los puntos de teleportación se han estabilizado justo afuera de la nave. Y luego han desaparecido.
- ¿Qué? ¿Me estás diciendo que han secuestrado a las chicas?
- No, diría que no. Creo que no.
- Eso no es muy tranquilizador, Zero.
- Estoy convencido de que no. Lo que desaparecieron fueron esos focos de energía, los puntos de teleportación. En resumen, hicieron lo que tenía que hacer. Y los puntos eran más de tres y se estabilizaron justo antes de salir Cath. Así que las chicas están a salvo y rodeadas de extraños.
- ¿Y por qué no dijiste nada antes?
- Ah, bueno… No sabía lo que significaban esos datos de forma concreta. ¡Pero ahora sí! Ve y haz lo que mejor se te da según lo que yo entiendo por ser un mercenario.
Vincent bufó y después miró hacia Al’theas.
- Vamos, rápido. Conociendo a las chicas, puede que ya estén todos muertos-, comentó, encaminado su cuerpo en dirección a la salida. Algo exagerado, tal vez, aunque no tanto en el caso de Cath. No era muy… comedida. - Zero, sigue vigilando estos aparatos, no tardaremos.
Por fortuna, o por desgracia, depende del punto desde el que se mire, al salir al exterior, el grupo extraño y recién llegado aún estaba vivo y coleando. Y, por lo que podía escuchar, hablaba un perfecto elfo.
- Debo pulir mi élfico-, le dijo a Al’theas. - Pero parece que son compatriotas tuyos.
Aquellas armaduras… Sí, las armaduras las reconocía de dibujos antiguos, muy antiguos. El clan de Níniel poseía varias, ella misma estaba orgullosa de ello y se lo había relatado. En cambio la historia del Jardín en el Cielo era algo que estaba totalmente fuera de todo registro histórico, ni siquiera recordaba leer o escuchar una leyenda que hablara de algo así.
¿Un trozo de tierra que volaba? Aquello era fascinante, en muchos sentidos. Pero había algo en concreto que hacía volar la imaginación de nuestro simpático brujo.
- Imagino que si buscaban escapar de la guerra en la superficie, el secretismo era demasiado importante como para permitir que quedara constancia de tal evento para nosotros, los de aquí abajo-, respondió Vinc, tras escuchar la traducción de Nín, con la mirada posada sobre ella. - Pero eso no cambia el hecho de que debemos confiar en ustedes-, dijo seguido, ahora mirando hacia el que parecía el líder de ellos. - Bien podéis querer la esfera para salvar vuestro hogar o para algo mucho más siniestro.
¿Quién podía garantizar que no la querían para hacer aquello por lo que había luchado el abuelo de Al’theas? Con un arma así podrían enfrentar casi cualquier cosa, o peor…
- No me digan que quieren destruir a los brujos después de tanto tiempo. No vale la pena, créanme. La mayoría ni siquiera son tan graciosos como yo. Miren a Valeria, sin ir más lejos, lo seria que está-, comentó, alzando la mano diestra hacia la dama, con la palma hacia arriba, para señalarla con una sonrisa dibujada en los labios. - En todo caso, incluso con lo que quede de esa esfera, no irían muy lejos. Ya no son los tiempos de la guerra con los humanos del otro lado del portal y, si hubieran querido una del todo funcional, habrían robado una por aquel tiempo lejano. La venganza hubiera sido más plausible por aquel entonces-, terminó por conjeturar. Al menos, es lo que él, un soldado experimentado, habría hecho de querer venganza. - Digo que apostemos por el civismo. Lo he hecho en situaciones peores. O aparentemente peores. Además, si no me invitan a subir a ese Jardín del Cielo no podré estudiar la magia que lo mantiene en el aire y, por los dioses, eso sí que sería un sacrilegio-, mentó con su particular humor realista. - No partan el corazón a este viejo soldado.
Y les dedicó su mejor medio sonrisa.
Venga, con esa sonrisa lograba lo imposible. Seducía. No, no, no. No seducía. SEDUCÍA. En mayúsculas. Porque cuántos brujos podían decir que habían enamorado a una elfa como Níniel con el poder de la sonrisa.
Probablemente ninguno, pues Vincent lo había hecho por ser buen tipo y no por eso en concreto, pero… detalles.
A la mierda, para nosotros fue por la sonrisa, porque lo digo yo como narrador y punto.
Si podía hasta enamorar a una sacerdotisa como aquella… Ja, ese Jardín ya era suyo. Mínimo podría estudiar la magia arcana que lo hacía levitar.
El día había mejorado a gran escala para nuestro querido mercenario.
- Vaya, tu abuelo debió ser un gran guerrero-, opinó. - Pero por las leyendas que nos quedan, será mejor que esta cosa no decida atacar la ciudad o…
Sería una masacre si ese artefacto se ponía en contra de Lunargenta y, sobre todo tras una epidemia y una batalla por las calles de la ciudad, la capital de los humanos quizás de aquella no se levantaría. Como poco, le costaría mucho volver a recuperar su esplendor pasado.
- ¿Un objeto de gran tamaño? - preguntó, confuso y a la vez preocupado. - Vamos, chaval, dime que no es un dragón gigante. Mi experiencia con ellos suele ser demasiado estresante para desear otro encuentro con uno-, afirmó con su característico sentido del humor.
Ese humor dónde le quitaba hierro al asunto pero que en el fondo decía una gran verdad. La experiencia de cierto brujo con los dragones grandotes no solían salir bien…
- El Inquisidor no cuenta. Bueno, en parte, pues cuando lo conocí casi me mata una dragona gigante y él me agarró como un saco de papas para salvarme la vida. Agradecimiento eterno por salvarme la vida, pero… Sí, fue estresante también-, contó. - Pero, oye, ahora me ama, todos lo saben. Ya no debe temer por mi vida-, bromeó.
En todo caso, Zero había añadido buenos datos. Tanto así que por lo visto también había un objeto en el mar. Aquel artefacto en el que se encontraban, de algún modo, tenía la capacidad de localizar otras entidades, artefactos o seres, a largas distancias. Sin duda, aquella virtud del artefacto lo hacía muy poderoso a ojos de cualquiera, para alguien como Vinc, que gustaba conocer nuevas fuentes de magia o saber, mucho más.
En ese punto, Reike salió a informar a Níniel de las novedades. Como tardaba en regresar, la gata brutona decidió salir también. Y como esta a su vez tarda en volver sólamente quedaba una conclusión lógica.
- Están realizando una orgía sin nosotros o ya están muertas. Rápido, Zero, activa esta cosa y sácanos de aquí. No quiero ser el siguiente-, comentó en broma.
- Diría que los puntos de teleportación se han estabilizado justo afuera de la nave. Y luego han desaparecido.
- ¿Qué? ¿Me estás diciendo que han secuestrado a las chicas?
- No, diría que no. Creo que no.
- Eso no es muy tranquilizador, Zero.
- Estoy convencido de que no. Lo que desaparecieron fueron esos focos de energía, los puntos de teleportación. En resumen, hicieron lo que tenía que hacer. Y los puntos eran más de tres y se estabilizaron justo antes de salir Cath. Así que las chicas están a salvo y rodeadas de extraños.
- ¿Y por qué no dijiste nada antes?
- Ah, bueno… No sabía lo que significaban esos datos de forma concreta. ¡Pero ahora sí! Ve y haz lo que mejor se te da según lo que yo entiendo por ser un mercenario.
Vincent bufó y después miró hacia Al’theas.
- Vamos, rápido. Conociendo a las chicas, puede que ya estén todos muertos-, comentó, encaminado su cuerpo en dirección a la salida. Algo exagerado, tal vez, aunque no tanto en el caso de Cath. No era muy… comedida. - Zero, sigue vigilando estos aparatos, no tardaremos.
Por fortuna, o por desgracia, depende del punto desde el que se mire, al salir al exterior, el grupo extraño y recién llegado aún estaba vivo y coleando. Y, por lo que podía escuchar, hablaba un perfecto elfo.
- Debo pulir mi élfico-, le dijo a Al’theas. - Pero parece que son compatriotas tuyos.
Aquellas armaduras… Sí, las armaduras las reconocía de dibujos antiguos, muy antiguos. El clan de Níniel poseía varias, ella misma estaba orgullosa de ello y se lo había relatado. En cambio la historia del Jardín en el Cielo era algo que estaba totalmente fuera de todo registro histórico, ni siquiera recordaba leer o escuchar una leyenda que hablara de algo así.
¿Un trozo de tierra que volaba? Aquello era fascinante, en muchos sentidos. Pero había algo en concreto que hacía volar la imaginación de nuestro simpático brujo.
- Imagino que si buscaban escapar de la guerra en la superficie, el secretismo era demasiado importante como para permitir que quedara constancia de tal evento para nosotros, los de aquí abajo-, respondió Vinc, tras escuchar la traducción de Nín, con la mirada posada sobre ella. - Pero eso no cambia el hecho de que debemos confiar en ustedes-, dijo seguido, ahora mirando hacia el que parecía el líder de ellos. - Bien podéis querer la esfera para salvar vuestro hogar o para algo mucho más siniestro.
¿Quién podía garantizar que no la querían para hacer aquello por lo que había luchado el abuelo de Al’theas? Con un arma así podrían enfrentar casi cualquier cosa, o peor…
- No me digan que quieren destruir a los brujos después de tanto tiempo. No vale la pena, créanme. La mayoría ni siquiera son tan graciosos como yo. Miren a Valeria, sin ir más lejos, lo seria que está-, comentó, alzando la mano diestra hacia la dama, con la palma hacia arriba, para señalarla con una sonrisa dibujada en los labios. - En todo caso, incluso con lo que quede de esa esfera, no irían muy lejos. Ya no son los tiempos de la guerra con los humanos del otro lado del portal y, si hubieran querido una del todo funcional, habrían robado una por aquel tiempo lejano. La venganza hubiera sido más plausible por aquel entonces-, terminó por conjeturar. Al menos, es lo que él, un soldado experimentado, habría hecho de querer venganza. - Digo que apostemos por el civismo. Lo he hecho en situaciones peores. O aparentemente peores. Además, si no me invitan a subir a ese Jardín del Cielo no podré estudiar la magia que lo mantiene en el aire y, por los dioses, eso sí que sería un sacrilegio-, mentó con su particular humor realista. - No partan el corazón a este viejo soldado.
Y les dedicó su mejor medio sonrisa.
Venga, con esa sonrisa lograba lo imposible. Seducía. No, no, no. No seducía. SEDUCÍA. En mayúsculas. Porque cuántos brujos podían decir que habían enamorado a una elfa como Níniel con el poder de la sonrisa.
Probablemente ninguno, pues Vincent lo había hecho por ser buen tipo y no por eso en concreto, pero… detalles.
A la mierda, para nosotros fue por la sonrisa, porque lo digo yo como narrador y punto.
Si podía hasta enamorar a una sacerdotisa como aquella… Ja, ese Jardín ya era suyo. Mínimo podría estudiar la magia arcana que lo hacía levitar.
El día había mejorado a gran escala para nuestro querido mercenario.
Vincent Calhoun
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Re: Una sombra sobre Lunargenta [Privado] [CERRADO]
Mientras Zero se encargaba de entender las señales de la esfera como si fuera una maquina... el grupo se llevo con la sorpresa de ser "visitados" por lo que parecían ser habitantes del extraño objeto del cielo.
La primera impresión fue verlos armados, por lo que el primer instinto de Al'theas fue ponerse en guardia, al igual Níniel y Vincent, el Caballero esmeralda reconoció las llamativas armaduras de los recién llegados, sin duda eran elfos, pero eso no hizo al elfo bajar su arma hasta que ellos lo hicieron primero.
-Reconozco las armaduras... pero yo tampoco había oído hablar nunca de una ciudad en el cielo o algo parecido- Añadió Al'theas a la conversación.
Lathander, como hacia llamarse su líder, explico su historia y su urgencia por tomar posesión tanto de la esfera como del Olimpus, se supone que con intenciones de aprovechar sus fuetes de energía para evitar el desastre de ver su ciudad flotante estrellarse contra Aerandir.
-No negaría ayuda a un necesitado, sobre todo si se trata de nuestra antigua gente, mas aun para evitar una catástrofe mayor... pero estoy de acuerdo con el pragmatismo de Vincent, no sabemos nada de ellos ni si sus intenciones son realmente genuinas... ¿Qué podríamos hacer para averiguar si nos estan contando toda la verdad?- Reflexiono Al'theas junto a sus compañeros.
-Zero, ¿Sabes si hay alguna forma de averiguar si lo que dicen es cierto? ¿Qué no haya otras intenciones ocultas en base a la naturaleza de ambas estructuras mencionadas? De lo contrario... lo único que se me ocurre es dar un salto de fe, y acompañar a estos visitantes a su ciudad y comprobar que lo que nos cuentan sea cierto- Añadió Al'theas, que dada la alta falta de información solo les quedaba la opción de extremar las precauciones.
Si bien Al'theas conocía la esfera solo de oídas hasta ahora... era esta la primera vez que oía hablar de una segunda estructura bajo el mar de la costa, recordaba ahora las historias de su abuelo participando y liderando guerras contra aquellas maquinas asesinas... y ahora tenia ante él a unos elfos que probablemente vivieron aquella época y que a pesar de todo... habían logrado adaptarse a la tecnología contra la que antaño lucharon, y hasta aquí esa seria su historia, pero surgiría de ahí una nueva cuestión...
-Si han logrado dominar la tecnología que les permite hacer volar su hogar... ¿Por qué se mantendrían ocultos todo este tiempo? ¿Por qué nunca dieron señales de vida a sus hermanos? Dicen que lo hicieron huyendo de los... Humanos... podrían haber ganado es guerra con la tecnología que ahora dominan... ¿fue por geniuda piedad?- Decía el elfo a sus compañeros sin ocultar su escepticismo.
-Sea como sea... creo que solo lo podremos averiguar y vamos nosotros mismos allí- Sentencio el caballero esmeralda.
La primera impresión fue verlos armados, por lo que el primer instinto de Al'theas fue ponerse en guardia, al igual Níniel y Vincent, el Caballero esmeralda reconoció las llamativas armaduras de los recién llegados, sin duda eran elfos, pero eso no hizo al elfo bajar su arma hasta que ellos lo hicieron primero.
-Reconozco las armaduras... pero yo tampoco había oído hablar nunca de una ciudad en el cielo o algo parecido- Añadió Al'theas a la conversación.
Lathander, como hacia llamarse su líder, explico su historia y su urgencia por tomar posesión tanto de la esfera como del Olimpus, se supone que con intenciones de aprovechar sus fuetes de energía para evitar el desastre de ver su ciudad flotante estrellarse contra Aerandir.
-No negaría ayuda a un necesitado, sobre todo si se trata de nuestra antigua gente, mas aun para evitar una catástrofe mayor... pero estoy de acuerdo con el pragmatismo de Vincent, no sabemos nada de ellos ni si sus intenciones son realmente genuinas... ¿Qué podríamos hacer para averiguar si nos estan contando toda la verdad?- Reflexiono Al'theas junto a sus compañeros.
-Zero, ¿Sabes si hay alguna forma de averiguar si lo que dicen es cierto? ¿Qué no haya otras intenciones ocultas en base a la naturaleza de ambas estructuras mencionadas? De lo contrario... lo único que se me ocurre es dar un salto de fe, y acompañar a estos visitantes a su ciudad y comprobar que lo que nos cuentan sea cierto- Añadió Al'theas, que dada la alta falta de información solo les quedaba la opción de extremar las precauciones.
Si bien Al'theas conocía la esfera solo de oídas hasta ahora... era esta la primera vez que oía hablar de una segunda estructura bajo el mar de la costa, recordaba ahora las historias de su abuelo participando y liderando guerras contra aquellas maquinas asesinas... y ahora tenia ante él a unos elfos que probablemente vivieron aquella época y que a pesar de todo... habían logrado adaptarse a la tecnología contra la que antaño lucharon, y hasta aquí esa seria su historia, pero surgiría de ahí una nueva cuestión...
-Si han logrado dominar la tecnología que les permite hacer volar su hogar... ¿Por qué se mantendrían ocultos todo este tiempo? ¿Por qué nunca dieron señales de vida a sus hermanos? Dicen que lo hicieron huyendo de los... Humanos... podrían haber ganado es guerra con la tecnología que ahora dominan... ¿fue por geniuda piedad?- Decía el elfo a sus compañeros sin ocultar su escepticismo.
-Sea como sea... creo que solo lo podremos averiguar y vamos nosotros mismos allí- Sentencio el caballero esmeralda.
Al'theas Tinarandel
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Re: Una sombra sobre Lunargenta [Privado] [CERRADO]
—Aparecieron cuando el castillo llegó, así que parece lo más probable —respondió Valeria a la pregunta de Níniel, aunque no sabía mucho más que ella.
Entornó los ojos, extendiendo su percepción, buscando, como la elfa, el origen de aquellos puntos de teleportación. Sintió un leve escalofrío casi al tiempo en que Níniel los localizó.
—Sí —dijo—. Definitivamente, vienen de ahí arriba.
Y no, no parecía ninguna invitación. Más bien, lo contrario. Valeria se llenó de éter, dispuesta a crear una barrera, tan pronto como las doce figuras apuntaron las armas en su dirección. No se molestó en tocar sus propios cuchillos, que poca diferencia podrían suponer contra todos esos tipos cubiertos de pies a cabeza con, según Níniel, antiguas armaduras élficas.
—Ah, bien, ¿se han escapado del pasado para hacernos una visita? Qué amables —dijo Valeria entre dientes.
Los recién llegados hablaban élfico, o algo muy parecido. La entonación era diferente de la que había escuchado noche y día de sus captores en Sandorai, con lo que no lograba identificar muchas de las palabras. Sí entendió el “no”, y el “bruja”. Eso lo había oído a menudo durante su involuntario paseo por el bosque. El resto se lo dio la traducción de Níniel.
Valeria dejó escapar un bufido irónico. Como si fuera a “intentar” nada contra una docena de guerreros armados. Aparte de defenderse, claro. O salir corriendo si era posible. Eso último habría sido lo más sencillo, de no ser por el chiquillo que había dejado dentro de la Esfera. En cualquier caso, alzó las manos con las palmas a la vista, para dejar claro que no era ella la que iba armada, y dejó que Níniel llevara la conversación mientras escuchaba cada palabra con cara de no estar enterándose de nada. No le fue difícil, teniendo en cuenta que solo comprendía la parte de Níniel y ni siquiera al completo.
Aprovechando el revuelo que causó la aparición de la chica peluda, Valeria dio un par de pasos atrás, acercándose a la entrada del edificio. Aunque de poco sirvió, cuando el líder se acercó también al interior. Al menos, el resto del pelotón se había marchado y ahora, con la presencia de los dos hombres, era el recién llegado el que se encontraba en minoría. Eso no tranquilizó a Valeria, que procuró acercarse lo más posible a Zero, por si tenía que sacarlo a la fuerza, mientras Níniel traducía la historia del extraño guerrero. Escuchaba solo a medias, pendiente de posibles vías alternativas para salir de aquel lugar en caso de los otros once elfos apareciesen de repente por la puerta, pero aquel sitio no parecía tener ni ventanas.
Cuando la historia terminó, comenzó el intercambio de opiniones. Vincent, como de costumbre, con su aire de no tomarse nada en serio. Valeria tuvo que hacer uso de toda su voluntad para no soltarle un capón telequinético por reírse a su costa. Bueno, puede que se le escapara uno pequeñito. También puede que le sonriera después. Aunque lo que más le molestó fue que una parte de ella compartía ese deseo de estudiar lo que fuera que mantenía el castillo en el aire.
—No puedo hablar por ese Jardín del Cielo sin echarle un vistazo antes —respondió Zero a la pregunta del elfo, el primer elfo, el que Vincent había llamado Al’theas—, pero por lo que sé de la Esfera, nunca fue una estructura bélica. Creo que el padre de Chimar lo utilizaba como centro de investigación. En cuanto al “barco que se mueve bajo el agua”...
En ese punto, los ojos del muchacho parecieron desenfocarse otra vez y comenzó a murmurar en voz muy baja. Valeria estaba suficiente cerca para escuchar algo como «yo tenía un barco».
—¿Puede ser la otra señal? —interrumpió—. La que viste antes en esa… ventana…
—¿Eh? ¡Ah! Sí, claro, estaba en el mar. Si la Esfera lo detectó al tiempo que el Jardín del Cielo, puede ser que tengan componentes en común.
Valeria dejó que los hombres terminaran de expresar sus opiniones mientras observaba atentamente al desconocido. Resultaba difícil tratar de analizar la veracidad de lo que alguien decía cuando hablaba una lengua extraña, pero si estaba tratando de engañarles, al menos sabía mantener la compostura. Tras la repetida sugerencia de echarle un vistazo a esta ciudad flotante, se limitó a encogerse de hombros.
—A mí me parecen muy bien armados para un grupo dedicado al estudio y la contemplación —dijo, buscando alguna señal de comprensión en esos enervantes ojos verdes—. Pero el tipo no parece muy familiarizado con hombres-bestia y bio-cibernéticos. Si es cierto que han estado apartados todo este tiempo, tal vez sea cierto que no buscan pelea. —«Tal vez».
—Entonces, ¿vamos a subir? —preguntó Zero con ojos brillantes.
Entornó los ojos, extendiendo su percepción, buscando, como la elfa, el origen de aquellos puntos de teleportación. Sintió un leve escalofrío casi al tiempo en que Níniel los localizó.
—Sí —dijo—. Definitivamente, vienen de ahí arriba.
Y no, no parecía ninguna invitación. Más bien, lo contrario. Valeria se llenó de éter, dispuesta a crear una barrera, tan pronto como las doce figuras apuntaron las armas en su dirección. No se molestó en tocar sus propios cuchillos, que poca diferencia podrían suponer contra todos esos tipos cubiertos de pies a cabeza con, según Níniel, antiguas armaduras élficas.
—Ah, bien, ¿se han escapado del pasado para hacernos una visita? Qué amables —dijo Valeria entre dientes.
Los recién llegados hablaban élfico, o algo muy parecido. La entonación era diferente de la que había escuchado noche y día de sus captores en Sandorai, con lo que no lograba identificar muchas de las palabras. Sí entendió el “no”, y el “bruja”. Eso lo había oído a menudo durante su involuntario paseo por el bosque. El resto se lo dio la traducción de Níniel.
Valeria dejó escapar un bufido irónico. Como si fuera a “intentar” nada contra una docena de guerreros armados. Aparte de defenderse, claro. O salir corriendo si era posible. Eso último habría sido lo más sencillo, de no ser por el chiquillo que había dejado dentro de la Esfera. En cualquier caso, alzó las manos con las palmas a la vista, para dejar claro que no era ella la que iba armada, y dejó que Níniel llevara la conversación mientras escuchaba cada palabra con cara de no estar enterándose de nada. No le fue difícil, teniendo en cuenta que solo comprendía la parte de Níniel y ni siquiera al completo.
Aprovechando el revuelo que causó la aparición de la chica peluda, Valeria dio un par de pasos atrás, acercándose a la entrada del edificio. Aunque de poco sirvió, cuando el líder se acercó también al interior. Al menos, el resto del pelotón se había marchado y ahora, con la presencia de los dos hombres, era el recién llegado el que se encontraba en minoría. Eso no tranquilizó a Valeria, que procuró acercarse lo más posible a Zero, por si tenía que sacarlo a la fuerza, mientras Níniel traducía la historia del extraño guerrero. Escuchaba solo a medias, pendiente de posibles vías alternativas para salir de aquel lugar en caso de los otros once elfos apareciesen de repente por la puerta, pero aquel sitio no parecía tener ni ventanas.
Cuando la historia terminó, comenzó el intercambio de opiniones. Vincent, como de costumbre, con su aire de no tomarse nada en serio. Valeria tuvo que hacer uso de toda su voluntad para no soltarle un capón telequinético por reírse a su costa. Bueno, puede que se le escapara uno pequeñito. También puede que le sonriera después. Aunque lo que más le molestó fue que una parte de ella compartía ese deseo de estudiar lo que fuera que mantenía el castillo en el aire.
—No puedo hablar por ese Jardín del Cielo sin echarle un vistazo antes —respondió Zero a la pregunta del elfo, el primer elfo, el que Vincent había llamado Al’theas—, pero por lo que sé de la Esfera, nunca fue una estructura bélica. Creo que el padre de Chimar lo utilizaba como centro de investigación. En cuanto al “barco que se mueve bajo el agua”...
En ese punto, los ojos del muchacho parecieron desenfocarse otra vez y comenzó a murmurar en voz muy baja. Valeria estaba suficiente cerca para escuchar algo como «yo tenía un barco».
—¿Puede ser la otra señal? —interrumpió—. La que viste antes en esa… ventana…
—¿Eh? ¡Ah! Sí, claro, estaba en el mar. Si la Esfera lo detectó al tiempo que el Jardín del Cielo, puede ser que tengan componentes en común.
Valeria dejó que los hombres terminaran de expresar sus opiniones mientras observaba atentamente al desconocido. Resultaba difícil tratar de analizar la veracidad de lo que alguien decía cuando hablaba una lengua extraña, pero si estaba tratando de engañarles, al menos sabía mantener la compostura. Tras la repetida sugerencia de echarle un vistazo a esta ciudad flotante, se limitó a encogerse de hombros.
—A mí me parecen muy bien armados para un grupo dedicado al estudio y la contemplación —dijo, buscando alguna señal de comprensión en esos enervantes ojos verdes—. Pero el tipo no parece muy familiarizado con hombres-bestia y bio-cibernéticos. Si es cierto que han estado apartados todo este tiempo, tal vez sea cierto que no buscan pelea. —«Tal vez».
—Entonces, ¿vamos a subir? —preguntó Zero con ojos brillantes.
Reike
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Re: Una sombra sobre Lunargenta [Privado] [CERRADO]
Parecía que había un cierto consenso en las opiniones de los allí presentes. No podían confiar en aquellos "elfos de las nubes" con lo poco que sabían y la sola palabra de su líder guerrero, pero ninguno de aquel grupo eran de los que le decían que no a algo así y se quedaban en casa dejando pasar oportunidades como aquella, ya fuera de aventuras, botín, de ayudar a otros, o de aprender cosas nuevas.
-"Confiaremos en tu palabra, Lethander. Que nuestra buena voluntad no sea mancillada"- Fue la respuesta de la sacerdotisa al elfo visitante, que la aceptó con un profundo y agradecido asentimiento, solo roto por su evidente prisa por completar su misión.
-"Agradezco vuestra ayuda y confianza. Jamás habría imaginado poder obtenerla de habitantes de la superficie. Es posible que nuestra información estuviese...equivocada y no sea el depravado lugar en el que creíamos que se había convertido."- Expresó el elfo sacando de una de sus bolsas una pequeña caja de madera finamente trabajada que abrió hacia los demás. En ella había unos anillos de orfebrería élfica, elegantes y elaborados con clásicos motivos del bosque. -"Os permitirán transportaros a mi hogar. Podréis comprobar mis palabras vosotros mismos y juzgar nuestra causa"- Explicó asegurándose de que cada uno de los allí presentes recibía uno de aquellos anillos. No pudiendo evitar un expresión de curiosidad al ver las garras de la felina pelirroja y en igual medida al percibir más de cerca la artificial naturaleza de Zero. -"Si estáis preparados...me temo que no tenemos mucho tiempo. Solo tenéis que decir, oh luz, llévame a casa"- Terminó de decir, esperando a que Níniel le tradujera. Entonces asintió y, cuando la elfa repitió aquellas palabras en la lengua de Sandorai, un haz de luz la envolvió en un instante.
Fue una sensación extraña. Como si una fuerza tirara de ella hacia arriba y eso causara que su cuerpo se alargara, aunque sin causarle daño alguno, si no más bien una sensación de calor e ingravidez durante un par de segundos, tras los cuales estaba en un lugar totalmente distinto y el haz de luz desapareció. Aunque aparecerían a su lado los convocados por el resto de sus amigos conforme iban llegando.
-Vaya...eso ha sido...divertido.- Se rio la gata antes de observar a su alrededor y ver que efectivamente ya no estaban en Lunargenta. -Bueno, este sitio no está nada mal...- Y Níniel no pudo si no asentir dándole la razón a su hermana.
Estaban en lo que parecía una plataforma de piedra circular, amplia y rodeada de símbolos élficos que a su vez parecía estar rodeada por un verde y cuidado bosque que a la peliblanca le recordó inmediatamente a su propio hogar. Salpicando aquel pedacito de Sandorai, había, a la sombra de los árboles o sobre sus gruesos troncos y sobre sus ramas, estructuras élficas como las de Veyond. Incluso podía escucharse a cierta distancia el sonido de agua fluyendo y cayendo en una cascada, aunque esta no se veía desde donde ella estaba. Más allá podían verse enormes estructuras de piedra tallada, que Niniel al mirar hacia arriba comprendió que se trataba de las estructuras anilladas que había visto desde la distancia que poseía aquella isla flotante. Vistos de cerca resultaban imponentes, y claramente élficos, como los grandes templos de piedra que aún podían visitarse en el gran bosque y más allá. La joven no pudo evitar una amplia sonrisa. Lunargenta estaba...bien y se había acostumbrado en gran medida a la ciudad de los humanos, pero aquello era realmente como estar en casa.
-"Hace mil años nos llevamos un poco de Sandorai a los cielos. Bienvenidos a casa hermanos. Y bienvenidos a nuestro hogar, moradores de la superficie, aunque las circunstancias no sean las mejores"- Invitó Lethander con un amplio gesto de su mano y con evidente orgullo señalando todo aquello. Una vista digna de un cuadro pintado por un elfo en su hogar, o quizá de uno que lo añorase. Allí también estaban el resto de los elfos con armadura. Incluso una pequeña elfa, asomada a un balcón de su casa árbol les señalaba con su pequeña mano y miraba a la que debía de ser su madre, que la llevó adentro enseguida. Lethander habló con con sus hombres, y pronto comenzó a guiarles por su hogar, flanqueados por aquellos guerreros que no paraban de pedir a los habitantes de aquel jardín en el cielo que no salieran de sus casas, ya que era peligroso.
Níniel continuó haciendo de traductora de las escuetas explicaciones de Lethander durante su camino a paso apresurado. Les explicó que cultivaban su propia comida. Que tenían su propio suministro de agua gracias a la magia y las nubes y que el cristal madre estaba en la parte superior y que ya estaban ocupándose de llevar la esfera hasta allí.
-Esto...¿Nos estamos moviendo?- Inquirió la pelirroja al notar que efectivamente parecía ser así. Era una sensación leve que podía ser fácilmente ignorada, pero no si no estabas acostumbrada.
-"Nos alejamos de la ciudad. Ya tenemos lo que necesitábamos y no hay razón para permanecer sobre ella y arriesgarnos a más ataques, no hasta reparar el cristal madre. Nos dirigimos hacia el segundo artefacto que necesitamos"- Dijo el elfo sin darle importancia.
-Pues espero que estos anillos sirvan para volver, por que si no va a ser una caminata interesante.- Se quejó la felina sin recibir respuesta, lo cual la hizo enfurruñarse. Níniel le trasladó su preocupación al elfo.
-"Una vez que el cristal madre esté totalmente recuperado no tendréis que preocuparos por nada. No dejaremos en la estacada a quiénes nos...- Un destelló dorado y rojizo ilumino el cielo sobre sus cabezas, salvo que no era el cielo si no la barrera que rodeaba el castillo. Cuando la luz se disipó pudo verse a tres semi dragones rojos volando a solo unos metros de los límites de la misma, aunque alrededor podían verse más. Habían usado un ataque de fuego. -"Son persistentes. cuanto antes nos alejemos mejor."-
-No me parece que estén con la guardia de la ciudad...- Níniel asintió. A los humanos les encantaban los símbolos, todos los miembros de su guardia llevaban sus emblemas, incluidos los que podían transformarse. -Muy útil tener una barrera alrededor de tu casa. La activas y evitas que las molestias entren...- Dijo la felina sonriendo maliciosamente a Vincent. Se produjo un nuevo ataque por parte de los dragones, y, aunque el escudo aguantó, una brecha en el mismo se hizo evidente y uno de los dragones rojos entró por ella, seguido de los otros dos. Los dos primeros se dirigieron volando hacia la parte superior del castillo, pero el tercero no logró desplegar sus alas a tiempo y se golpeó contra el suelo a unos metros de ellos, al pie de unas escaleras que conducían al nivel superior .Era grande, del doble del tamaó de un semi-dragón común y aunque parecía atontado por el golpe, se recuperó rápido y miró amenazante al grupo antes de soltar un gran llamarada de fuego.
OFF: El dañado escudo está permitiendo que semi dragones de afiliación desconocida puedan llegar al castillo. El grupo ha visto a tres, pero puede haber más enemigos lográndolo por la mencionada grieta u otras. Llegar al cristal madre no va a ser un paseo.
-"Confiaremos en tu palabra, Lethander. Que nuestra buena voluntad no sea mancillada"- Fue la respuesta de la sacerdotisa al elfo visitante, que la aceptó con un profundo y agradecido asentimiento, solo roto por su evidente prisa por completar su misión.
-"Agradezco vuestra ayuda y confianza. Jamás habría imaginado poder obtenerla de habitantes de la superficie. Es posible que nuestra información estuviese...equivocada y no sea el depravado lugar en el que creíamos que se había convertido."- Expresó el elfo sacando de una de sus bolsas una pequeña caja de madera finamente trabajada que abrió hacia los demás. En ella había unos anillos de orfebrería élfica, elegantes y elaborados con clásicos motivos del bosque. -"Os permitirán transportaros a mi hogar. Podréis comprobar mis palabras vosotros mismos y juzgar nuestra causa"- Explicó asegurándose de que cada uno de los allí presentes recibía uno de aquellos anillos. No pudiendo evitar un expresión de curiosidad al ver las garras de la felina pelirroja y en igual medida al percibir más de cerca la artificial naturaleza de Zero. -"Si estáis preparados...me temo que no tenemos mucho tiempo. Solo tenéis que decir, oh luz, llévame a casa"- Terminó de decir, esperando a que Níniel le tradujera. Entonces asintió y, cuando la elfa repitió aquellas palabras en la lengua de Sandorai, un haz de luz la envolvió en un instante.
Fue una sensación extraña. Como si una fuerza tirara de ella hacia arriba y eso causara que su cuerpo se alargara, aunque sin causarle daño alguno, si no más bien una sensación de calor e ingravidez durante un par de segundos, tras los cuales estaba en un lugar totalmente distinto y el haz de luz desapareció. Aunque aparecerían a su lado los convocados por el resto de sus amigos conforme iban llegando.
-Vaya...eso ha sido...divertido.- Se rio la gata antes de observar a su alrededor y ver que efectivamente ya no estaban en Lunargenta. -Bueno, este sitio no está nada mal...- Y Níniel no pudo si no asentir dándole la razón a su hermana.
Estaban en lo que parecía una plataforma de piedra circular, amplia y rodeada de símbolos élficos que a su vez parecía estar rodeada por un verde y cuidado bosque que a la peliblanca le recordó inmediatamente a su propio hogar. Salpicando aquel pedacito de Sandorai, había, a la sombra de los árboles o sobre sus gruesos troncos y sobre sus ramas, estructuras élficas como las de Veyond. Incluso podía escucharse a cierta distancia el sonido de agua fluyendo y cayendo en una cascada, aunque esta no se veía desde donde ella estaba. Más allá podían verse enormes estructuras de piedra tallada, que Niniel al mirar hacia arriba comprendió que se trataba de las estructuras anilladas que había visto desde la distancia que poseía aquella isla flotante. Vistos de cerca resultaban imponentes, y claramente élficos, como los grandes templos de piedra que aún podían visitarse en el gran bosque y más allá. La joven no pudo evitar una amplia sonrisa. Lunargenta estaba...bien y se había acostumbrado en gran medida a la ciudad de los humanos, pero aquello era realmente como estar en casa.
-"Hace mil años nos llevamos un poco de Sandorai a los cielos. Bienvenidos a casa hermanos. Y bienvenidos a nuestro hogar, moradores de la superficie, aunque las circunstancias no sean las mejores"- Invitó Lethander con un amplio gesto de su mano y con evidente orgullo señalando todo aquello. Una vista digna de un cuadro pintado por un elfo en su hogar, o quizá de uno que lo añorase. Allí también estaban el resto de los elfos con armadura. Incluso una pequeña elfa, asomada a un balcón de su casa árbol les señalaba con su pequeña mano y miraba a la que debía de ser su madre, que la llevó adentro enseguida. Lethander habló con con sus hombres, y pronto comenzó a guiarles por su hogar, flanqueados por aquellos guerreros que no paraban de pedir a los habitantes de aquel jardín en el cielo que no salieran de sus casas, ya que era peligroso.
Níniel continuó haciendo de traductora de las escuetas explicaciones de Lethander durante su camino a paso apresurado. Les explicó que cultivaban su propia comida. Que tenían su propio suministro de agua gracias a la magia y las nubes y que el cristal madre estaba en la parte superior y que ya estaban ocupándose de llevar la esfera hasta allí.
-Esto...¿Nos estamos moviendo?- Inquirió la pelirroja al notar que efectivamente parecía ser así. Era una sensación leve que podía ser fácilmente ignorada, pero no si no estabas acostumbrada.
-"Nos alejamos de la ciudad. Ya tenemos lo que necesitábamos y no hay razón para permanecer sobre ella y arriesgarnos a más ataques, no hasta reparar el cristal madre. Nos dirigimos hacia el segundo artefacto que necesitamos"- Dijo el elfo sin darle importancia.
-Pues espero que estos anillos sirvan para volver, por que si no va a ser una caminata interesante.- Se quejó la felina sin recibir respuesta, lo cual la hizo enfurruñarse. Níniel le trasladó su preocupación al elfo.
-"Una vez que el cristal madre esté totalmente recuperado no tendréis que preocuparos por nada. No dejaremos en la estacada a quiénes nos...- Un destelló dorado y rojizo ilumino el cielo sobre sus cabezas, salvo que no era el cielo si no la barrera que rodeaba el castillo. Cuando la luz se disipó pudo verse a tres semi dragones rojos volando a solo unos metros de los límites de la misma, aunque alrededor podían verse más. Habían usado un ataque de fuego. -"Son persistentes. cuanto antes nos alejemos mejor."-
-No me parece que estén con la guardia de la ciudad...- Níniel asintió. A los humanos les encantaban los símbolos, todos los miembros de su guardia llevaban sus emblemas, incluidos los que podían transformarse. -Muy útil tener una barrera alrededor de tu casa. La activas y evitas que las molestias entren...- Dijo la felina sonriendo maliciosamente a Vincent. Se produjo un nuevo ataque por parte de los dragones, y, aunque el escudo aguantó, una brecha en el mismo se hizo evidente y uno de los dragones rojos entró por ella, seguido de los otros dos. Los dos primeros se dirigieron volando hacia la parte superior del castillo, pero el tercero no logró desplegar sus alas a tiempo y se golpeó contra el suelo a unos metros de ellos, al pie de unas escaleras que conducían al nivel superior .Era grande, del doble del tamaó de un semi-dragón común y aunque parecía atontado por el golpe, se recuperó rápido y miró amenazante al grupo antes de soltar un gran llamarada de fuego.
OFF: El dañado escudo está permitiendo que semi dragones de afiliación desconocida puedan llegar al castillo. El grupo ha visto a tres, pero puede haber más enemigos lográndolo por la mencionada grieta u otras. Llegar al cristal madre no va a ser un paseo.
Níniel Thenidiel
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Re: Una sombra sobre Lunargenta [Privado] [CERRADO]
La situación no tenía más historia. Había unos elfos, que decían ser de un jardín en el cielo, que solicitaban ayuda y un grupo de aventureros que debía confiar en ellos. La única cuestión es si eran de fiar. ¿Valía la pena depositar esa confianza en ellos?
Muchas personas en el mundo eran una cosa de palabra, y otra muy distinta de acto. Ley universal aquella. Vivían en un mundo creado de mentiras.
Dicho esto, todos estaban de acuerdo que sólo tenían la palabra del elfo como verdad sobre aquel asunto, obvio, pero también estuvieron de acuerdo en que la única manera de saber si decía la verdad era seguirle el juego. Por tanto, una vez hubo consenso tras aquel corto parlamento, Níniel transmitió la idea de ellos al líder bajado de los cielos, y este, a su vez, contestó a la sacerdotisa.
La traducción no se hizo esperar. Así, pues, sólo quedaba tener fe, sin dejar de estar preparado para lo peor.
Sí, al final, en la vida, lo que muchas veces diferenciaba el estar vivo, del estar muerto, no era la decisión en sí, sino tener presente lo mal que podían ir las cosas para tener preparada una respuesta al todo salió mal.
Exacto, ¿cuántas veces he mencionado algo parecido con respecto a las posibilidades de supervivencia? Había tantas cosas y situaciones que te podían matar, muchas de ellas que escapaban al control de uno mismo, que, después de todo, sin importar el plan, la táctica o la preparación, uno estaba en manos de los dioses y la fortuna.
Pero, pese a ello, dejarse llevar porque no todo estaba en tus manos, ni bajo control, no aumentaba las probabilidades de sobrevivir, más bien al contrario.
Por esta razón, mientras Níniel desaparecía ante sus ojos, Vincent comprobó que todo estuviera en su sitio. Armas, artilugios mágicos, como siempre, cualquier detalle marcaría la diferencia.
Y esa era la diferencia entre un héroe, un villano, un loco o cualquier otro, frente a un profesional.
- Vamos, Reike, sé que puedes golpear más fuerte-, le dijo a la bruja, mientras se acariciaba la nuca. - La práctica hace a la maestra. Seguro que te doy más oportunidades para seguir golpeándome y mejorando-, terminó por mentarle, antes de guiñar un ojo y decir las palabras mágicas que lo llevaron al reciente famoso Jardín de las nubes.
Nada más llegar pudo comprobar que los elfos solían tener buen gusto, de eso no había duda. Lo segundo que pensó fue que era bastante más grande de lo que había imaginado. Los templos tenían una factura y grandiosidad… de otro tiempo.
- Si la veneración es acorde al tamaño de los templos, deben ser muy devotos-, le comentó a Níniel, alegre, pues seguro que ella estaba feliz de ver un pedazo del pasado de los elfos. Uno tan bonito, además.
El elfo, tras ello, siguió hablando, mientras la Nín hacía de traductora. La gata, como buena gata que era, compartió su preocupación por alejarse de la ciudad y tener que caminar. ¿Caminar? ¿Un gato? No conocen bien a los gatos urbanitas si acaso se plantearon la opción.
- Pues sí, Cath, igual pongo una barrera mágica antigatos para cuando Níniel venga a visitarme. Para cosas… Ya sabes, privadas de adultos-, respondió a la mujer bestia, burlón, dibujando una media sonrisa en los labios.
Sí, el intercambio de pullas era de lo más divertido para nuestro amigable mercenario. Pero, un profesional era un profesional, siempre. Chiste arriba, chiste abajo, su eficiencia debía ser indiscutible.
- No, no son de la guardia, ni representantes del rey. Esta gente…-, comentó, antes de mirar hacia Níniel. - Pregúntale a nuestro nuevo amigo si tiene enemigos conocidos, porque parecen ir tras algo de ese castillo. Y por eso mismo, debemos apresurarnos-, añadió, avanzando hacia la entrada del castillo.
Por una grieta de la defensa entró un grupo de dragones que se dirigió hacia el mencionado castillo, tras otro grupo que antes hubiera hecho lo propio por otra de grieta y que les llevaba la delantera. La barrera aguantaba por zonas, pero por otros lados había visto días mejores…
Al poco rato, algunos de los dragones no tardaron en fijarse en el grupo que se acercaba a la fortaleza.
- Maldición, ya nos han visto-, afirmó para todos, una obviedad a la vista si mirabas en esa dirección, pero todo lo contrario si no. Y había enemigos alrededor de la bóveda en casi todas direcciones. - Ese grupo viene hacia aquí-, terminó por decir, creando varias bolas de fuego entre los dedos de sus manos.
Vincent no atacó de inmediato, simplemente avanzó junto al grupo esperando el momento más oportuno para ello.
- Intentaré derribar a todos los posibles antes de que nos alcancen, para evitar que nos superen en número-, dijo. - Al'theas, Cath, enfrentad todo aquel que toque suelo y nos corte el paso. No podré retenerlos a todos. Reike, puedes ayudarme con tu magia con los que vuelan o crear escudos para proteger el avance. Quizás ayudarles a ellos con los que se acerquen, si me superan demasiados. O un poco de todo, si puedes. Níniel está muy dotada para la magia de protección, pero igual sus poderosas defensas es mejor dejarlas para momentos más… complicados-, dijo, haciendo que las bolas de fuego volaran cerca de él. - Zero, haz cosas de… Zero-, comentó, pues sabía de las capacidades del chico, pero dudaba del caso que le haría..
Sí, sólo un loco tiraría todo su potencial en la primera toma de contacto con el enemigo. Y sólo un loco se quedaría corto. La aventura estaba llena de decisiones variables, la experiencia ayudaba a tomar la mejor.
El mercenario lanzó una bola de fuego en línea recta hacia el primero de los dragones. El reptil alado esquivó el proyectil con facilidad pero… Mentirijilla de narrador. Vincent en realidad había lanzado dos bolas de fuego, una detrás de la otra, así que la segunda no se podía ver desde la posición del dragón.
Cuando el reptil viró hacia un lado, el Calhoun dejó que la primera siguiera su curso, a la vez que aceleraba la segunda contra el ser volador. La explosión resonó en cuanto proyectil y dragón chocaron, y el destello, el ruido y perder a uno de los suyos, tomó por sorpresa al grupo de dragones.
La primera esfera. la que había superado al primero de los alados, regresó por retaguardia para impactar en otro de los dragones.
- Dos de dos, esa es la diferencia entre lanzar proyectiles y dominar a los proyectiles-, se jactó, permitiéndose dedicarle una sonrisa a su pareja. - Pero ya se han sobrepuesto a la sorpresa. Ya saben que además de brujo, qué tipo de brujo soy-, manifestó a sus compañeros, mientras elevaba el resto de sus proyectiles en una especie de “escudo” protector, listas para seguir a sus compañeras. Tanteando el vuelo de sus enemigos con la mirada. - Ya no será tan fácil-, los alertó, porque ahora vendrían con más cautela. - Níniel, ¿qué opinas? ¿Escalamos la batalla un paso con tu magia? - preguntó, algo travieso.
Muchas personas en el mundo eran una cosa de palabra, y otra muy distinta de acto. Ley universal aquella. Vivían en un mundo creado de mentiras.
Dicho esto, todos estaban de acuerdo que sólo tenían la palabra del elfo como verdad sobre aquel asunto, obvio, pero también estuvieron de acuerdo en que la única manera de saber si decía la verdad era seguirle el juego. Por tanto, una vez hubo consenso tras aquel corto parlamento, Níniel transmitió la idea de ellos al líder bajado de los cielos, y este, a su vez, contestó a la sacerdotisa.
La traducción no se hizo esperar. Así, pues, sólo quedaba tener fe, sin dejar de estar preparado para lo peor.
Sí, al final, en la vida, lo que muchas veces diferenciaba el estar vivo, del estar muerto, no era la decisión en sí, sino tener presente lo mal que podían ir las cosas para tener preparada una respuesta al todo salió mal.
Exacto, ¿cuántas veces he mencionado algo parecido con respecto a las posibilidades de supervivencia? Había tantas cosas y situaciones que te podían matar, muchas de ellas que escapaban al control de uno mismo, que, después de todo, sin importar el plan, la táctica o la preparación, uno estaba en manos de los dioses y la fortuna.
Pero, pese a ello, dejarse llevar porque no todo estaba en tus manos, ni bajo control, no aumentaba las probabilidades de sobrevivir, más bien al contrario.
Por esta razón, mientras Níniel desaparecía ante sus ojos, Vincent comprobó que todo estuviera en su sitio. Armas, artilugios mágicos, como siempre, cualquier detalle marcaría la diferencia.
Y esa era la diferencia entre un héroe, un villano, un loco o cualquier otro, frente a un profesional.
- Vamos, Reike, sé que puedes golpear más fuerte-, le dijo a la bruja, mientras se acariciaba la nuca. - La práctica hace a la maestra. Seguro que te doy más oportunidades para seguir golpeándome y mejorando-, terminó por mentarle, antes de guiñar un ojo y decir las palabras mágicas que lo llevaron al reciente famoso Jardín de las nubes.
Nada más llegar pudo comprobar que los elfos solían tener buen gusto, de eso no había duda. Lo segundo que pensó fue que era bastante más grande de lo que había imaginado. Los templos tenían una factura y grandiosidad… de otro tiempo.
- Si la veneración es acorde al tamaño de los templos, deben ser muy devotos-, le comentó a Níniel, alegre, pues seguro que ella estaba feliz de ver un pedazo del pasado de los elfos. Uno tan bonito, además.
El elfo, tras ello, siguió hablando, mientras la Nín hacía de traductora. La gata, como buena gata que era, compartió su preocupación por alejarse de la ciudad y tener que caminar. ¿Caminar? ¿Un gato? No conocen bien a los gatos urbanitas si acaso se plantearon la opción.
- Pues sí, Cath, igual pongo una barrera mágica antigatos para cuando Níniel venga a visitarme. Para cosas… Ya sabes, privadas de adultos-, respondió a la mujer bestia, burlón, dibujando una media sonrisa en los labios.
Sí, el intercambio de pullas era de lo más divertido para nuestro amigable mercenario. Pero, un profesional era un profesional, siempre. Chiste arriba, chiste abajo, su eficiencia debía ser indiscutible.
- No, no son de la guardia, ni representantes del rey. Esta gente…-, comentó, antes de mirar hacia Níniel. - Pregúntale a nuestro nuevo amigo si tiene enemigos conocidos, porque parecen ir tras algo de ese castillo. Y por eso mismo, debemos apresurarnos-, añadió, avanzando hacia la entrada del castillo.
Por una grieta de la defensa entró un grupo de dragones que se dirigió hacia el mencionado castillo, tras otro grupo que antes hubiera hecho lo propio por otra de grieta y que les llevaba la delantera. La barrera aguantaba por zonas, pero por otros lados había visto días mejores…
Al poco rato, algunos de los dragones no tardaron en fijarse en el grupo que se acercaba a la fortaleza.
- Maldición, ya nos han visto-, afirmó para todos, una obviedad a la vista si mirabas en esa dirección, pero todo lo contrario si no. Y había enemigos alrededor de la bóveda en casi todas direcciones. - Ese grupo viene hacia aquí-, terminó por decir, creando varias bolas de fuego entre los dedos de sus manos.
Vincent no atacó de inmediato, simplemente avanzó junto al grupo esperando el momento más oportuno para ello.
- Intentaré derribar a todos los posibles antes de que nos alcancen, para evitar que nos superen en número-, dijo. - Al'theas, Cath, enfrentad todo aquel que toque suelo y nos corte el paso. No podré retenerlos a todos. Reike, puedes ayudarme con tu magia con los que vuelan o crear escudos para proteger el avance. Quizás ayudarles a ellos con los que se acerquen, si me superan demasiados. O un poco de todo, si puedes. Níniel está muy dotada para la magia de protección, pero igual sus poderosas defensas es mejor dejarlas para momentos más… complicados-, dijo, haciendo que las bolas de fuego volaran cerca de él. - Zero, haz cosas de… Zero-, comentó, pues sabía de las capacidades del chico, pero dudaba del caso que le haría..
Sí, sólo un loco tiraría todo su potencial en la primera toma de contacto con el enemigo. Y sólo un loco se quedaría corto. La aventura estaba llena de decisiones variables, la experiencia ayudaba a tomar la mejor.
El mercenario lanzó una bola de fuego en línea recta hacia el primero de los dragones. El reptil alado esquivó el proyectil con facilidad pero… Mentirijilla de narrador. Vincent en realidad había lanzado dos bolas de fuego, una detrás de la otra, así que la segunda no se podía ver desde la posición del dragón.
Cuando el reptil viró hacia un lado, el Calhoun dejó que la primera siguiera su curso, a la vez que aceleraba la segunda contra el ser volador. La explosión resonó en cuanto proyectil y dragón chocaron, y el destello, el ruido y perder a uno de los suyos, tomó por sorpresa al grupo de dragones.
La primera esfera. la que había superado al primero de los alados, regresó por retaguardia para impactar en otro de los dragones.
- Dos de dos, esa es la diferencia entre lanzar proyectiles y dominar a los proyectiles-, se jactó, permitiéndose dedicarle una sonrisa a su pareja. - Pero ya se han sobrepuesto a la sorpresa. Ya saben que además de brujo, qué tipo de brujo soy-, manifestó a sus compañeros, mientras elevaba el resto de sus proyectiles en una especie de “escudo” protector, listas para seguir a sus compañeras. Tanteando el vuelo de sus enemigos con la mirada. - Ya no será tan fácil-, los alertó, porque ahora vendrían con más cautela. - Níniel, ¿qué opinas? ¿Escalamos la batalla un paso con tu magia? - preguntó, algo travieso.
Vincent Calhoun
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Re: Una sombra sobre Lunargenta [Privado] [CERRADO]
Al final, tras divagar un rato, el grupo decidió acompañar a aquel extraño elfo visitante hacia aquella misteriosa ciudad flotante, al menos si era una trampa... no irían a ciegas, pues ya tenían esa idea en mente.
Con la ayuda de unos extraños dispositivos en forma de anillos, los allí presentes invitados fueron teletransportados en un abrir y cerrar de ojos.
-¿Que tipo de magia ha sido esa?... o debería decir... ¿tecnología? ¿así lo llamaban los invasores de la Tierra según algunos libros no?... - Al'theas cayo en la cuenta de esa posibilidad, tendría sentido ya que aparentemente por lo que les conto aquel visitante... tanto la ciudad flotante como la esfera, tenían cosas en común. No seria extraño a estas alturas asumir que aquella civilización élfica había readaptado la tecnología de la Tierra a aquella particular cultura elfica.
Pero sus dudas no fueron respondidas, o al menos no las escucho... cuando sus ojo contemplaron la belleza de aquel lugar.
Tal y como su anfitrión decía, aquel lugar era un trocito de la Sandorai de antaño, una que ni siquiera el caballero esmeralda había conocido, conservada en el tiempo y prospera ajena a la actualidad de Aerandir.
Aquella civilización no tardo en comenzar a moverse, buscando protegerse de posibles ataques de los que ya habíamos sido testigos en cuanto llegamos gracias al ya maltrecho escudo que rodeaba toda la estructura.
Sin embargo, esto no evito que algunos semi-dragones consiguieran filtrarse entre las grietas del escudo...
En primera estancia Al'theas pensó que se trataban de los semi-dragones de Lunargenta, y que quizás con parlamentar con ellos bastaría para terminar con la acometida, no obstante... tal y como Cath señalo, aquellos invasores no tenían ningún tipo de semblante que los identificara, y eso no era propio del ejercito de Lunargenta, y quedo todavía mas claro cuando estos fueron los primeros en atacarles sin mediar palabra.
Instintivamente el caballero esmeralda alzo su escudo y se interpuso para proteger al grupo de la llamarada de aquel escamoso enemigos.
-Definitivamente no parece de los nuestros...- Dijo el elfo, alzándose firme tras impedir el paso del fuego.
Vincent, Níniel y Reike ya estarían preparando sus hechizos y tal y como indico el brujo necesitarían de su intervención, no necesitaban decírselo dos veces y el caballero esmeralda haría lo que mejor se le daba, cargar de frente contra el enemigo confiando en que Cath supiera aprovechar para golpear donde mas dolía.
Al'theas tenia toda la atención de aquel semi-dragon, que trato de parar su paso con mas fuego, pero las propiedades del escudo y su habilidad con él le protegían, aprovechando el momento de agotamiento de su enemigo para lanzarle el escudo hacia la cabeza con precisión, dejándolo atontado el tiempo suficiente como para continuar la carga, recuperar su escudo y clavar su espada en el pecho de aquella criatura.
-¡Ahora Cath!- Grito Al'theas sabiendo que esta era una oportunidad ideal para lanzar un golpe letal.
A pesar del fragor de la batalla, un inquietante pensamiento recorrió la mente del elfo; ¿Qué había en aquel castillo exactamente y porque aquel misterioso grupo de semi-dragones tiene tanto interés en un lugar de cuya existencia no se sabia nada hasta ahora? tenia un mal presentimiento y albergaba la necesidad de detenerlos cuanto antes.
Con la ayuda de unos extraños dispositivos en forma de anillos, los allí presentes invitados fueron teletransportados en un abrir y cerrar de ojos.
-¿Que tipo de magia ha sido esa?... o debería decir... ¿tecnología? ¿así lo llamaban los invasores de la Tierra según algunos libros no?... - Al'theas cayo en la cuenta de esa posibilidad, tendría sentido ya que aparentemente por lo que les conto aquel visitante... tanto la ciudad flotante como la esfera, tenían cosas en común. No seria extraño a estas alturas asumir que aquella civilización élfica había readaptado la tecnología de la Tierra a aquella particular cultura elfica.
Pero sus dudas no fueron respondidas, o al menos no las escucho... cuando sus ojo contemplaron la belleza de aquel lugar.
Tal y como su anfitrión decía, aquel lugar era un trocito de la Sandorai de antaño, una que ni siquiera el caballero esmeralda había conocido, conservada en el tiempo y prospera ajena a la actualidad de Aerandir.
Aquella civilización no tardo en comenzar a moverse, buscando protegerse de posibles ataques de los que ya habíamos sido testigos en cuanto llegamos gracias al ya maltrecho escudo que rodeaba toda la estructura.
Sin embargo, esto no evito que algunos semi-dragones consiguieran filtrarse entre las grietas del escudo...
En primera estancia Al'theas pensó que se trataban de los semi-dragones de Lunargenta, y que quizás con parlamentar con ellos bastaría para terminar con la acometida, no obstante... tal y como Cath señalo, aquellos invasores no tenían ningún tipo de semblante que los identificara, y eso no era propio del ejercito de Lunargenta, y quedo todavía mas claro cuando estos fueron los primeros en atacarles sin mediar palabra.
Instintivamente el caballero esmeralda alzo su escudo y se interpuso para proteger al grupo de la llamarada de aquel escamoso enemigos.
-Definitivamente no parece de los nuestros...- Dijo el elfo, alzándose firme tras impedir el paso del fuego.
Vincent, Níniel y Reike ya estarían preparando sus hechizos y tal y como indico el brujo necesitarían de su intervención, no necesitaban decírselo dos veces y el caballero esmeralda haría lo que mejor se le daba, cargar de frente contra el enemigo confiando en que Cath supiera aprovechar para golpear donde mas dolía.
Al'theas tenia toda la atención de aquel semi-dragon, que trato de parar su paso con mas fuego, pero las propiedades del escudo y su habilidad con él le protegían, aprovechando el momento de agotamiento de su enemigo para lanzarle el escudo hacia la cabeza con precisión, dejándolo atontado el tiempo suficiente como para continuar la carga, recuperar su escudo y clavar su espada en el pecho de aquella criatura.
-¡Ahora Cath!- Grito Al'theas sabiendo que esta era una oportunidad ideal para lanzar un golpe letal.
A pesar del fragor de la batalla, un inquietante pensamiento recorrió la mente del elfo; ¿Qué había en aquel castillo exactamente y porque aquel misterioso grupo de semi-dragones tiene tanto interés en un lugar de cuya existencia no se sabia nada hasta ahora? tenia un mal presentimiento y albergaba la necesidad de detenerlos cuanto antes.
Al'theas Tinarandel
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Re: Una sombra sobre Lunargenta [Privado] [CERRADO]
Valeria puso una mano sobre el hombro del chiquillo, aunque no dijo nada. Lo cierto es que ella también sentía curiosidad, pero iba a necesitar que Zero se relajase un poco por si tenían que improvisar un plan de huída. Si bien el extraño elfo parecía genuinamente conmovido por la disposición del grupo a darle el beneficio de la duda, de buenos actores estaba el mundo lleno, y Valeria había conocido unos cuantos.
Tomó el anillo que le ofrecieron y lo examinó con detenimiento, dándole vueltas en su mano. Su intención era aprovechar la desaparición de los demás para darle un par de advertencias a Zero mientras estaban solos, pero el condenado chiquillo accionó el suyo tan pronto lo tuvo en la mano. ¿La había mirado de reojo mientras lo hacía? Maldito crío.
—No tengo ninguna duda sobre tu capacidad para poner a prueba los límites ajenos, Calhoun —respondió al brujo tragándose la frustración—. Permite que te pague con la misma moneda… Algún día —añadió después de que el hombre desapareciera.
Tras un suspiro, pronunció las palabras que activaban el hechizo de teleportación. Sintió un empuje y un tirón en la boca del estómago, no muy diferente de lo que sentía cuando utilizaba su telequinesis para impulsarse o frenar y, al mismo tiempo, completamente diferente. Ensimismada como estaba con el anillo en su dedo, fue la voz del elfo, Al’theas, lo que hizo que su mente registrara por fin la llegada a su destino.
—Quizá sea un poco de las dos cosas, magia y tecnología —le respondió y, casi sin pensarlo, añadió—: ¿Tú también notas como que te falta el aire o soy solo yo?
—Es por la altitud, señorita Reike —explicó Zero acercándose a ella—, se irá acostumbrando. Si tienen hasta una cúpula protectora, supongo que así mantienen los niveles de oxígeno relativamente estables, con todos estos árboles.
En fin, al menos tuvo la decencia de mostrarse un tanto avergonzado. Hasta que su guía, o más bien Níniel traduciendo al guía, empezó a explicar, a grandes rasgos, cómo funcionaba todo aquello.
Valeria observó su alrededor con interés. Las runas de la plataforma le recordaron a ciertas ruinas que había visto una vez en las cercanías del Hekshold, haciendo de todo el panorama una inquietante mezcla entre Sandorai y las islas. Por ello, sus alarmas se activaron instantáneamente cuando la isla flotante comenzó a moverse. Puede que estos no le hicieran avanzar a punta de cuchillo, pero no les hacía falta. ¿Cómo iba salir de allí?
Pasó los instantes siguientes tratando de obligarse a respirar con calma, incapaz de escuchar gran cosa de lo que se hablaba a su alrededor. En cierto modo, el ataque desde el cielo fue una suerte, ya que le permitió hacer uso de la energía que se estaba acumulando en su interior, amenazando con destruirla desde dentro.
Saltó como un resorte, esquivando la llamarada de un dragón y alzándose más de lo que había pretendido. El descenso tampoco fue todo lo suave que le habría gustado y acabó dando un traspié y obligándose a rodar por el suelo para no partirse algo en el impacto. ¿Qué cuernos le ocurría a su magia?
—¿Se encuentra bien, señorita Reike? —dijo Zero mientras, solícito como siempre, la ayudaba a levantarse—. La altitud y la aceleración afectan a la fuerza que la gravedad ejerce…
La voz de mando de Vincent interrumpió las explicaciones del muchacho, evitando a Valeria tener que fingir que había entendido algo de aquel galimatías. Solo por eso, no mandó al rubio a la mierda por pretender darle órdenes. Bueno, por eso y porque una no discute cuando se trata de salvar el pellejo.
—Mantente atento a la retaguardia —le dijo a Zero—. Avísanos si se abre otra brecha.
Después se preparó para derribar dragones. Aunque era una pena, nunca había visto dragones tan grandes. Desechando la idea de sacar sus cuchillos, que poco tendrían que hacer contra aquellas escamas, se concentró en un objetivo y empujó con fuerza contra una de sus alas. El dragón perdió el equilibrio y se llevó una rama por delante, lo que cortó definitivamente su vuelo, poniéndolo al alcance de los soldados elfos.
—Elementalistas —dijo, a nadie en particular, pero lo bastante alto para que llegase a los oídos adecuados—, de todo tienen que hacer un espectáculo.
—¡CUIDADO ATRÁS! —gritó Zero a su espalda.
Valeria se dio la vuelta a tiempo de ver una amalgama de rocas proyectadas desde la boca de uno de aquellos formidables reptiles que volaba en picado hacia el grupo, con ella lamentablemente en primera fila. El escudo se levantó sin que tuviera siquiera que pensarlo, deteniendo en seco tanto la masa de rocas como al dragón que venía detrás… y lanzándola a ella varios metros en la dirección contraria*.
Al menos esa vez la caída fue un poco menos aparatosa. Un poco.
----------
OFF: * Escudo cinético [Telequinesis, Mágica, 1 uso] Ante un impacto inminente, genero un escudo de energía que detiene el golpe, enviándome a mí o a mi atacante (o proyectil), el que sea más ligero, a una distancia acorde a la fuerza del impacto. Si nuestra masa es similar, ambos saldremos despedidos hacia atrás la mitad del camino
Tomó el anillo que le ofrecieron y lo examinó con detenimiento, dándole vueltas en su mano. Su intención era aprovechar la desaparición de los demás para darle un par de advertencias a Zero mientras estaban solos, pero el condenado chiquillo accionó el suyo tan pronto lo tuvo en la mano. ¿La había mirado de reojo mientras lo hacía? Maldito crío.
—No tengo ninguna duda sobre tu capacidad para poner a prueba los límites ajenos, Calhoun —respondió al brujo tragándose la frustración—. Permite que te pague con la misma moneda… Algún día —añadió después de que el hombre desapareciera.
Tras un suspiro, pronunció las palabras que activaban el hechizo de teleportación. Sintió un empuje y un tirón en la boca del estómago, no muy diferente de lo que sentía cuando utilizaba su telequinesis para impulsarse o frenar y, al mismo tiempo, completamente diferente. Ensimismada como estaba con el anillo en su dedo, fue la voz del elfo, Al’theas, lo que hizo que su mente registrara por fin la llegada a su destino.
—Quizá sea un poco de las dos cosas, magia y tecnología —le respondió y, casi sin pensarlo, añadió—: ¿Tú también notas como que te falta el aire o soy solo yo?
—Es por la altitud, señorita Reike —explicó Zero acercándose a ella—, se irá acostumbrando. Si tienen hasta una cúpula protectora, supongo que así mantienen los niveles de oxígeno relativamente estables, con todos estos árboles.
En fin, al menos tuvo la decencia de mostrarse un tanto avergonzado. Hasta que su guía, o más bien Níniel traduciendo al guía, empezó a explicar, a grandes rasgos, cómo funcionaba todo aquello.
Valeria observó su alrededor con interés. Las runas de la plataforma le recordaron a ciertas ruinas que había visto una vez en las cercanías del Hekshold, haciendo de todo el panorama una inquietante mezcla entre Sandorai y las islas. Por ello, sus alarmas se activaron instantáneamente cuando la isla flotante comenzó a moverse. Puede que estos no le hicieran avanzar a punta de cuchillo, pero no les hacía falta. ¿Cómo iba salir de allí?
Pasó los instantes siguientes tratando de obligarse a respirar con calma, incapaz de escuchar gran cosa de lo que se hablaba a su alrededor. En cierto modo, el ataque desde el cielo fue una suerte, ya que le permitió hacer uso de la energía que se estaba acumulando en su interior, amenazando con destruirla desde dentro.
Saltó como un resorte, esquivando la llamarada de un dragón y alzándose más de lo que había pretendido. El descenso tampoco fue todo lo suave que le habría gustado y acabó dando un traspié y obligándose a rodar por el suelo para no partirse algo en el impacto. ¿Qué cuernos le ocurría a su magia?
—¿Se encuentra bien, señorita Reike? —dijo Zero mientras, solícito como siempre, la ayudaba a levantarse—. La altitud y la aceleración afectan a la fuerza que la gravedad ejerce…
La voz de mando de Vincent interrumpió las explicaciones del muchacho, evitando a Valeria tener que fingir que había entendido algo de aquel galimatías. Solo por eso, no mandó al rubio a la mierda por pretender darle órdenes. Bueno, por eso y porque una no discute cuando se trata de salvar el pellejo.
—Mantente atento a la retaguardia —le dijo a Zero—. Avísanos si se abre otra brecha.
Después se preparó para derribar dragones. Aunque era una pena, nunca había visto dragones tan grandes. Desechando la idea de sacar sus cuchillos, que poco tendrían que hacer contra aquellas escamas, se concentró en un objetivo y empujó con fuerza contra una de sus alas. El dragón perdió el equilibrio y se llevó una rama por delante, lo que cortó definitivamente su vuelo, poniéndolo al alcance de los soldados elfos.
—Elementalistas —dijo, a nadie en particular, pero lo bastante alto para que llegase a los oídos adecuados—, de todo tienen que hacer un espectáculo.
—¡CUIDADO ATRÁS! —gritó Zero a su espalda.
Valeria se dio la vuelta a tiempo de ver una amalgama de rocas proyectadas desde la boca de uno de aquellos formidables reptiles que volaba en picado hacia el grupo, con ella lamentablemente en primera fila. El escudo se levantó sin que tuviera siquiera que pensarlo, deteniendo en seco tanto la masa de rocas como al dragón que venía detrás… y lanzándola a ella varios metros en la dirección contraria*.
Al menos esa vez la caída fue un poco menos aparatosa. Un poco.
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OFF: * Escudo cinético [Telequinesis, Mágica, 1 uso] Ante un impacto inminente, genero un escudo de energía que detiene el golpe, enviándome a mí o a mi atacante (o proyectil), el que sea más ligero, a una distancia acorde a la fuerza del impacto. Si nuestra masa es similar, ambos saldremos despedidos hacia atrás la mitad del camino
Reike
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Re: Una sombra sobre Lunargenta [Privado] [CERRADO]
Si sus anfitriones conocían a sus atacantes, no lo demostraron. Con la firme convicción de quien defiende su hogar, los elfos se dispersaron y comenzaron a luchar contra todo enemigo a su alcance que atravesara la maltrecha barrera protectora, danzando con sus afiladas gujas alrededor de los enemigos con la gracilidad característica de los hijos del bosque, y atacando con letal precisión en cuanto sus enemigos mostraban una apertura, ya fuera para cubrirse ante una finta, o para lanzar un ataque furibundo por no poder alcanzar a aquellos mortales bailarines.
-Así que se fueron a vivir al cielo para dedicarse a sus cosas en paz...Pensaba que se referían a estudiar o a plantar frutales. Cosas de elfos ya sabes...- Dijo una sorprendida Catherine.
-El arte de la guerra también puede ejercitarse en paz. Y los elfos solemos ser bastante obstinados cuando escogemos un...arte que perfeccionar. Además podemos llegar a pasar siglos haciéndolo.-
-En mi barrio lo llamamos aburrirse. Aburrirse mucho.- Sentenció la felina con una sonrisa juguetona, preparándose ya si para entrar en liza y demostrar que ni siquiera unos elfos iban a superarla en agilidad. La sacerdotisa no necesitó nada más para saber qué hacer a continuación. Entre ellas se entendían ya sin necesidad de palabras, bastaban unos gestos o posiciones.
-Entendido y preparadas.- Respondió a Vincent comenzando a bendecir a sus aliados con su magia de luz. Aunque a juzgar por la eficacia mostrada, cualquiera podría pensar que no la necesitaban. Aunque aquel ataque de roca a Reike había sido peligroso.
Con unos gestos de su bastón, Vincent, Reike, Al'theas, Catherine y ella misma fueron imbuidos por el poder de la luz y se vieron reforzados y sus capacidades aumentadas, ya fuera músculo, fuego o acero. Conforme las bendiciones hacían efecto, alrededor del bastón comenzaban a acumularse motas de luz. Tres de las cinco motas desaparecieron cuando una nueva oleada de luz formó una película protectora alrededor de los seis, incluido Zero, para inmediatamente aparecer seis motas más alrededor del bastón, haciendo un total de ocho. A continuación la espada de Al'theas, la de Vincent, las de Catherine y la del líder elfo comenzaron también a brillar imbuidas del poder de la luz, lo que añadió otras cinco motas al bastón. Por último una nueva oleada de agradable luz la recorrió a ella y sus compañeros, haciendo aparecer alrededor de los seis tres esferas a su alrededor. Esto ultimo consumió tres motas, pero generó seis adicionales para un recuento final de dieciséis motas.
-Procura no matarlos Cath. Podriamos necesitar interrogarlos.- Fue la única instrucción de la peliblanca antes de la pelirroja se lanzara como un rayo a por el dragón que Al'theas le brindaba, golpeándolo tan fuerte que el impacto sonó espantoso al resquebrajar la armadura de escamas de su oponente, y posiblemente algo más.
-Uy, lo siento. Se me fue la mano.- Dijo sacando la lengua de manera traviesa ante el enemigo caído. -Pero aún respira. Creo...-
-"Sacerdotisa, nosotros nos ocuparemos de los intrusos. Tenéis que llegar al cristal madre. Brindadle el corazón de la esfera. Así recuperaremos la barrera."- Instruyó el líder guerrero de los elfos de las nubes. -"Solo acercarlo al cristal madre"- Añadió encarando junto con otro de sus elfos al dragón de tierra que había atacado a Reike solo un momento antes. Níniel tradujo sus palabras. Sin el dragón rojo delante, y gracias a los esfuerzos de todos podían aprovechar para avanzar. Restablecer la barrera podría resultar mucho mejor que luchar contra unos enemigos que parecían no parar de llegar. Aunque por otro lado dejar a los elfos solos siendo superados en número...
OFF: Perdón por el retraso. No me había dado cuenta de que era mi turno. En este turno Níniel ha usado:
-Así que se fueron a vivir al cielo para dedicarse a sus cosas en paz...Pensaba que se referían a estudiar o a plantar frutales. Cosas de elfos ya sabes...- Dijo una sorprendida Catherine.
-El arte de la guerra también puede ejercitarse en paz. Y los elfos solemos ser bastante obstinados cuando escogemos un...arte que perfeccionar. Además podemos llegar a pasar siglos haciéndolo.-
-En mi barrio lo llamamos aburrirse. Aburrirse mucho.- Sentenció la felina con una sonrisa juguetona, preparándose ya si para entrar en liza y demostrar que ni siquiera unos elfos iban a superarla en agilidad. La sacerdotisa no necesitó nada más para saber qué hacer a continuación. Entre ellas se entendían ya sin necesidad de palabras, bastaban unos gestos o posiciones.
-Entendido y preparadas.- Respondió a Vincent comenzando a bendecir a sus aliados con su magia de luz. Aunque a juzgar por la eficacia mostrada, cualquiera podría pensar que no la necesitaban. Aunque aquel ataque de roca a Reike había sido peligroso.
Con unos gestos de su bastón, Vincent, Reike, Al'theas, Catherine y ella misma fueron imbuidos por el poder de la luz y se vieron reforzados y sus capacidades aumentadas, ya fuera músculo, fuego o acero. Conforme las bendiciones hacían efecto, alrededor del bastón comenzaban a acumularse motas de luz. Tres de las cinco motas desaparecieron cuando una nueva oleada de luz formó una película protectora alrededor de los seis, incluido Zero, para inmediatamente aparecer seis motas más alrededor del bastón, haciendo un total de ocho. A continuación la espada de Al'theas, la de Vincent, las de Catherine y la del líder elfo comenzaron también a brillar imbuidas del poder de la luz, lo que añadió otras cinco motas al bastón. Por último una nueva oleada de agradable luz la recorrió a ella y sus compañeros, haciendo aparecer alrededor de los seis tres esferas a su alrededor. Esto ultimo consumió tres motas, pero generó seis adicionales para un recuento final de dieciséis motas.
-Procura no matarlos Cath. Podriamos necesitar interrogarlos.- Fue la única instrucción de la peliblanca antes de la pelirroja se lanzara como un rayo a por el dragón que Al'theas le brindaba, golpeándolo tan fuerte que el impacto sonó espantoso al resquebrajar la armadura de escamas de su oponente, y posiblemente algo más.
-Uy, lo siento. Se me fue la mano.- Dijo sacando la lengua de manera traviesa ante el enemigo caído. -Pero aún respira. Creo...-
-"Sacerdotisa, nosotros nos ocuparemos de los intrusos. Tenéis que llegar al cristal madre. Brindadle el corazón de la esfera. Así recuperaremos la barrera."- Instruyó el líder guerrero de los elfos de las nubes. -"Solo acercarlo al cristal madre"- Añadió encarando junto con otro de sus elfos al dragón de tierra que había atacado a Reike solo un momento antes. Níniel tradujo sus palabras. Sin el dragón rojo delante, y gracias a los esfuerzos de todos podían aprovechar para avanzar. Restablecer la barrera podría resultar mucho mejor que luchar contra unos enemigos que parecían no parar de llegar. Aunque por otro lado dejar a los elfos solos siendo superados en número...
OFF: Perdón por el retraso. No me había dado cuenta de que era mi turno. En este turno Níniel ha usado:
- Spoiler:
- -Nivel 0: [Mágica][Fortaleza divina][2 usos] Imbuir maestro (Milagro): La sacerdotisa imbuye de luz una o varias armas (Aumentando la efectividad en el primer caso) otorgándoles daño sagrado adicional.
Número máximo de objetivos: 5
Duración: 2 turnos.
-Nivel 1: [Mágica][Fortaleza divina][2 usos] Abrazo de Isil Maestro(Milagro): Níniel bendice a uno o más objetivos (aumentando la efectividad en el primer caso) con una película protectora sobre el cuerpo o cuerpos, dándoles protección mágica contra el daño, como si contaran con una armadura adicional. Además la película impide que traspasen sustancias nocivas suspendidas en el aire y mitiga sensaciones térmicas adversas.
Número máximo de objetivos: 5
Duración 2 turnos.
-Nivel 2: [Mágica][Fortaleza divina][2 usos] Don sagrado(Milagro): Níniel aumenta las capacidades arquetípicas de el/ los objetivo/s (aumentando la efectividad en el primer caso).
Número máximo de objetivos: 5
Duración: 2 Turnos.
-Nivel 6: [Mágica][Curación divina][1 uso] Furia de Anar Maestra (Milagro en cascada): La sacerdotisa bendice a los pjs que ya gocen de una bendición activa con una infusión de energía divina. Sus dos siguientes habilidades activas, de hasta el nivel 9, que usen verán su uso restablecido.
Níniel Thenidiel
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Re: Una sombra sobre Lunargenta [Privado] [CERRADO]
Era increíble como todo se podía ir tan al caos absoluto de una forma tan repentina. No obstante, con cosas poderosas entre manos, lo normal es que siempre alguien quisiera sacar provecho, por ese lado no era raro el ataque de aquellos dragones, fueran quienes fueran.
Aún sin saber cuáles serían sus motivos concretos, para nadie con dos dedos de frente se le escapaba cuál serían sus intenciones, después de haber presenciado el poder de aquel trozo de tierra flotante, así como de la esfera en la ciudad, y de escuchar la historia de los elfos.
El poder era un acicate demasiado tentador para la mayoría.
Pero, bueno, no todo eran malas noticias. Ellos eran un grupo experto y estaban aguantando la embestida de la mejor manera posible y los elfos del cielo no se habían dedicado toda su vida a mirar el paisaje. Sabían luchar como sólo personas con un alto grado de experiencia podrían lograr.
Aquello mantenía la balanza equilibrada pese al inesperado enemigo que debían enfrentar.
- Dijo la clásica telequinética-, respondió con cierta sorna. Usando deliberadamente la palabra clásica como sinónimo de clasista.
Así era Vinc, un brujo sin complejos en la broma, capaz de hacer un chiste sobre lo clasistas que eran los telequinéticos a una mujer de esa rama que era todo lo contrario. Al menos en ese sentido entre escuelas de magia. Él bien sabía que hasta su perro, aquel que nunca tuvo, era más clasista que esa mujer. Por cierto, el perro se llamaba Tobias.
- ¡Buena reacción! Veo que no has perdido facultades con la edad. -
Pese a que eran de la misma edad, no dejaba de tener gracia decirlo.
Sin embargo, tras sus palabras, se volvió a concentrar en lanzar sus bolas de fuego por el aire para mantener a los dragones a raya y alejados de ellos. Con los beneficios de la magia de Nín, su poder se multiplicaba y era más fácil evitar que los superasen.
- Así que lo importante es llegar a ese cristal-, comentó, tras la traducción de Níniel. - Bien, para ello primero tendremos que llegar hasta la entrada.
Algo obvio pero no tan simple en mitad de una guerra.
- Por suerte tenéis a mano el mejor brujo para derribar cosas del cielo-, afirmó, poniéndose en marcha mientras creaba otra andanada de proyectiles para dar cobertura durante el camino hacia el castillo. - No perdamos el paso, todos juntos.
Si avanzaban cada uno por su lado, tardarían mucho más en llegar, si es que acaso todos lo lograrían con el follón que se estaba gestando alrededor.
Pero, con cierta formación, todos juntos y aunando esfuerzos, aquel camino cuesta arriba y lleno de espinas se allanaría. No llegaría a ser un camino de rosas, tanto no se podía lograr, pero al menos sí alcanzar el objetivo.
- ¿Y será tan sencillo como ha dicho? ¿Entrar, acercarse a ese cristal y ya está? - preguntó, tras derribar a otro de los dragones en cercano acoso. - Parece demasiado simple. Aunque pensándolo bien, quién construiría algo complejo de utilizar para romperte las bolas cada vez que tengas que hacer algo con él. Sólo tendría sentido como forma de evitar que el enemigo lo utilizara, pero no muy práctico en el día a día. Y teniendo un ejército para defender el lugar, un lugar que además vuela, pues supongo que innecesario-, comentó, mientras subía las escalinatas, vigilando el cielo por si se acercaban más amenazas.
Los elfos lo estaban haciendo francamente bien, pero el enemigo era numeroso y con su capacidad para volar les era difícil frenarlos a todos.
- ¡Rápido! ¡Todos adentro! ¡Os cubriré todo lo que pueda mientras despejáis el camino! - exclamó, quedándose en el final de la escalera, junto a la entrada, para cubrir al resto y entrar el último.
Yo también siento el retraso, pero han sido semanas malillas en cuánto a ánimos de escribir.
Creo que sería lógico que tengamos algún recibimiento nada más llegar a la entrada del castillo, por ser el acceso. Por un lado será una zona fuertemente defendida por los elfos por esa razón, pero también atacada por los dragones por la misma causa. Pero para no comerme todo el protagonismo, os dejo al resto abrir camino hacia el interior mientras yo despejo el cielo de quien nos ataque por retaguardia.
Aún sin saber cuáles serían sus motivos concretos, para nadie con dos dedos de frente se le escapaba cuál serían sus intenciones, después de haber presenciado el poder de aquel trozo de tierra flotante, así como de la esfera en la ciudad, y de escuchar la historia de los elfos.
El poder era un acicate demasiado tentador para la mayoría.
Pero, bueno, no todo eran malas noticias. Ellos eran un grupo experto y estaban aguantando la embestida de la mejor manera posible y los elfos del cielo no se habían dedicado toda su vida a mirar el paisaje. Sabían luchar como sólo personas con un alto grado de experiencia podrían lograr.
Aquello mantenía la balanza equilibrada pese al inesperado enemigo que debían enfrentar.
- Dijo la clásica telequinética-, respondió con cierta sorna. Usando deliberadamente la palabra clásica como sinónimo de clasista.
Así era Vinc, un brujo sin complejos en la broma, capaz de hacer un chiste sobre lo clasistas que eran los telequinéticos a una mujer de esa rama que era todo lo contrario. Al menos en ese sentido entre escuelas de magia. Él bien sabía que hasta su perro, aquel que nunca tuvo, era más clasista que esa mujer. Por cierto, el perro se llamaba Tobias.
- ¡Buena reacción! Veo que no has perdido facultades con la edad. -
Pese a que eran de la misma edad, no dejaba de tener gracia decirlo.
Sin embargo, tras sus palabras, se volvió a concentrar en lanzar sus bolas de fuego por el aire para mantener a los dragones a raya y alejados de ellos. Con los beneficios de la magia de Nín, su poder se multiplicaba y era más fácil evitar que los superasen.
- Así que lo importante es llegar a ese cristal-, comentó, tras la traducción de Níniel. - Bien, para ello primero tendremos que llegar hasta la entrada.
Algo obvio pero no tan simple en mitad de una guerra.
- Por suerte tenéis a mano el mejor brujo para derribar cosas del cielo-, afirmó, poniéndose en marcha mientras creaba otra andanada de proyectiles para dar cobertura durante el camino hacia el castillo. - No perdamos el paso, todos juntos.
Si avanzaban cada uno por su lado, tardarían mucho más en llegar, si es que acaso todos lo lograrían con el follón que se estaba gestando alrededor.
Pero, con cierta formación, todos juntos y aunando esfuerzos, aquel camino cuesta arriba y lleno de espinas se allanaría. No llegaría a ser un camino de rosas, tanto no se podía lograr, pero al menos sí alcanzar el objetivo.
- ¿Y será tan sencillo como ha dicho? ¿Entrar, acercarse a ese cristal y ya está? - preguntó, tras derribar a otro de los dragones en cercano acoso. - Parece demasiado simple. Aunque pensándolo bien, quién construiría algo complejo de utilizar para romperte las bolas cada vez que tengas que hacer algo con él. Sólo tendría sentido como forma de evitar que el enemigo lo utilizara, pero no muy práctico en el día a día. Y teniendo un ejército para defender el lugar, un lugar que además vuela, pues supongo que innecesario-, comentó, mientras subía las escalinatas, vigilando el cielo por si se acercaban más amenazas.
Los elfos lo estaban haciendo francamente bien, pero el enemigo era numeroso y con su capacidad para volar les era difícil frenarlos a todos.
- ¡Rápido! ¡Todos adentro! ¡Os cubriré todo lo que pueda mientras despejáis el camino! - exclamó, quedándose en el final de la escalera, junto a la entrada, para cubrir al resto y entrar el último.
Offrol
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Yo también siento el retraso, pero han sido semanas malillas en cuánto a ánimos de escribir.
Creo que sería lógico que tengamos algún recibimiento nada más llegar a la entrada del castillo, por ser el acceso. Por un lado será una zona fuertemente defendida por los elfos por esa razón, pero también atacada por los dragones por la misma causa. Pero para no comerme todo el protagonismo, os dejo al resto abrir camino hacia el interior mientras yo despejo el cielo de quien nos ataque por retaguardia.
Vincent Calhoun
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Re: Una sombra sobre Lunargenta [Privado] [CERRADO]
El dragón cayo como un peso muerto ante Al'theas tras recibir el ataque de Cath, dándole al Caballero esmeralda la oportunidad de recuperar la compostura, logrando escuchar el aviso de urgencia de quien esa en ese momento su anfitrión, no tardando en dirigirse hacia el palacio junto con aquellos que también se disponían a defender el susodicho cristal madre aprovechando la cobertura que ofrecía Vincent para poder entrar.
Entre las murallas, elfos y dragones luchaban dejando caer escombros, fuego y sangre, a Al'theas le pesaba el no poder participar en aquella lucha ahora que el cristal era prioritario, al menos no iba solo, y junto a la guardia que conocía el camino se dirigían sin pausa hacia la cámara del cristal, aunque por el camino eran recibidos por ataques y emboscadas de los dragones, donde algunos de estos guardias debían quedarse atrás para retener a los atacantes mientras los demás seguían la marcha.
Ya en las estancias de palacio, los dragones habían adaptado sus formas enormes por formas mas humanoides para que sus grandes cuerpos no fueran un problema, pero no por ello significaba que fueran menor peligrosos, seguían conservando su fuerza y sus poderes, además de tener la capacidad de sacar sus alas para alejarse o atacar.
Al'theas y el grupo no tardaron demasiado en llegar a las puertas de la cámara del cristal, permanecían cerradas y bajo la custodia de sus soldados, pero bajo asedio por un numeroso grupo de dragones con formas humanoides a punto de echarlas abajo, de los cuales la mitad no dudo en dar apoyo a los que ya estaban luchando contra los soldados cercanos ahora que el nuevo grupo había llegado para impedir lo que sea que tuviesen en mente hacerle al Cristal madre.
-¡Allí! ¡esa debe de ser las puertas de la cámara!- Grito uno de los guardias elficos acelerando el paso a medida que cargaba junto a otros guardias con sus lanzas hacia adelante, buscando obligar a los dragones con sus formas humanoides a alzar el vuelo para que sean presa de los proyectiles de arqueros y hechiceros, mientras Al'theas y los demás se abrían paso en un intento desesperado por llegar a tiempo a las puertas antes de que estas cayeran y dejaran el Cristal madre al descubierto para los invasores.
-No tengo idea de como vamos a penetrar la cámara sin que ninguno de estos aproveche la ocasión... - Decía Al'theas mientras bloqueaba el ataque aéreo de uno de esos dragones con su escudo -Ni que va a suceder exactamente cuando llevemos el artefacto al cristal mas allá de hacer lo que se supone que debe hacer... pero deberíamos limpiar esta sala primero...- Dijo justo después de rascar con su espada el ala de su atacante, obligándolo a precipitarse contra el suelo de mármol.
Entre las murallas, elfos y dragones luchaban dejando caer escombros, fuego y sangre, a Al'theas le pesaba el no poder participar en aquella lucha ahora que el cristal era prioritario, al menos no iba solo, y junto a la guardia que conocía el camino se dirigían sin pausa hacia la cámara del cristal, aunque por el camino eran recibidos por ataques y emboscadas de los dragones, donde algunos de estos guardias debían quedarse atrás para retener a los atacantes mientras los demás seguían la marcha.
Ya en las estancias de palacio, los dragones habían adaptado sus formas enormes por formas mas humanoides para que sus grandes cuerpos no fueran un problema, pero no por ello significaba que fueran menor peligrosos, seguían conservando su fuerza y sus poderes, además de tener la capacidad de sacar sus alas para alejarse o atacar.
Al'theas y el grupo no tardaron demasiado en llegar a las puertas de la cámara del cristal, permanecían cerradas y bajo la custodia de sus soldados, pero bajo asedio por un numeroso grupo de dragones con formas humanoides a punto de echarlas abajo, de los cuales la mitad no dudo en dar apoyo a los que ya estaban luchando contra los soldados cercanos ahora que el nuevo grupo había llegado para impedir lo que sea que tuviesen en mente hacerle al Cristal madre.
-¡Allí! ¡esa debe de ser las puertas de la cámara!- Grito uno de los guardias elficos acelerando el paso a medida que cargaba junto a otros guardias con sus lanzas hacia adelante, buscando obligar a los dragones con sus formas humanoides a alzar el vuelo para que sean presa de los proyectiles de arqueros y hechiceros, mientras Al'theas y los demás se abrían paso en un intento desesperado por llegar a tiempo a las puertas antes de que estas cayeran y dejaran el Cristal madre al descubierto para los invasores.
-No tengo idea de como vamos a penetrar la cámara sin que ninguno de estos aproveche la ocasión... - Decía Al'theas mientras bloqueaba el ataque aéreo de uno de esos dragones con su escudo -Ni que va a suceder exactamente cuando llevemos el artefacto al cristal mas allá de hacer lo que se supone que debe hacer... pero deberíamos limpiar esta sala primero...- Dijo justo después de rascar con su espada el ala de su atacante, obligándolo a precipitarse contra el suelo de mármol.
Al'theas Tinarandel
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Re: Una sombra sobre Lunargenta [Privado] [CERRADO]
—Soy como un buen licor —respondió a Calhoun mientras se impulsaba de nuevo para incorporarse, le resultaba más sencillo calcular la fuerza necesaria con cada intento—, mejor cuanto más añejo. Veo que tú sigues igual de explosivo.
Sintió la oleada de magia revitalizadora antes incluso de percatarse de que Níniel y le sobrevino un instante de pánico al recordar Árbol Madre y el regalito que la había perseguido durante meses desde aquella noche. Pero no, a nadie le estaban brillando los ojos esta vez y el hechizo se sentía diferente, vivificante.
Probó su magia de nuevo con otro de los atacantes, desviando una vez más su trayectoria. Poco más podía hacer dadas las circunstancias, pero al menos servía para dar una pequeña ventaja a los defensores, sobre todo, cuando lograba desestabilizar lo suficiente al atacante para que perdiera el control del vuelo. Sin embargo, los luchadores aéreos seguían teniendo ventaja sobre los terrestres. Después de todo, la armadura natural de los dragones era tan resistente como certeras las flechas de los elfos.
El objetivo cambió de pronto y Valeria estaba más que dispuesta a dejarle el combate a los elfos a cambio de las tareas de mantenimiento. Acercar una esfera a un cristal madre no podía ser tan complicado como conservar el pellejo en un campo de batalla en el que llovían proyectiles de todos lados.
Se equivocaba, por supuesto, pues aún quedaban muchos proyectiles que esquivar de camino a su objetivo. Al menos, contaban con buenos guerreros y un mercenario loco al que le encantaba derribar cosas con su magia. Y, sí, bueno, ella también hizo su parte… desde el centro de la formación, donde no llegaban las espadas.
Vincent se quedó atrás para cubrirles las espaldas, tras abrirles paso hacia el palacio, pero las cosas en el interior no estaban mucho mejor que en el exterior. Al menos, allí dentro, habían perdido la ventaja aérea y luchaban con armas similares a los guardianes elfos, conscientes de que alzar el vuelo en el interior los volvería vulnerables con respecto a los arqueros.
Al’theas y los demás guerreros del grupo abrían paso de forma metódica. De vez en cuando, Valeria empujaba hacia el exterior algún cuerpo semiescamoso que se acercaba más de la cuenta, sin soltar el brazo de Zero para asegurarse de que no se separaba del grupo en un descuido. Y así, sin perder la formación, llegaron a las puertas de la supuesta cámara del Cristal Madre.
La imagen no resultó particularmente halagüeña, pues la lucha había llegado hasta las mismas puertas y los atacantes amenazaban con echarlas abajo en cualquier momento. Eso debía significar que los atacantes estaban detrás del Cristal, el ataque había sido premeditado, no una mera coincidencia ante la cercanía a Lunargenta.
Al’theas pareció dudar ante el incesante ataque a las puertas de la sala, pero Valeria no tuvo tiempo de sumarse al pesimismo expresado por el elfo, pues Zero no tardó en llamar su atención para señalarle algo en lo alto de la cámara: un pequeño rosetón vidriado varios metros por encima de las fornidas puertas.
—Buen ojo, muchacho —le dijo al chico con una sonrisa antes de dirigirse hacia los demás—. Yo me ocupo de hacer llegar la esfera a su sitio, vosotros encargaros de mantener a estos ocupados. Que no miren arriba. Y tú —añadió dirigiéndose a Zero—, mantente a cubierto, ¿entendido?
Tras el asentimiento del muchacho, Valeria dio la vuelta en redondo y se lanzó sobre una de las columnas de la estancia. Resultó sencillo trepar por la columna, empujando con su éter hacia el suelo y tirando al mismo tiempo del techo(1).
La mayoría de la gente sabía que los brujos eran capaces de mover objetos con la mente, pero pocos eran conscientes de que, si una intentaba tirar con la fuerza suficiente de un objeto demasiado pesado para ser movido, esa fuerza no se iba a ninguna parte, con lo que podía ser una la que acabase atraída hacia el objeto en lugar de al revés. De ese modo, Valeria utilizó toda la fuerza de su telequinesis para atraer el pesado techo hacia sí, logrando avanzar agarrada a una de las nervaduras que dibujaban los arcos del techo. La tarea requería una gran atención por su parte, pero la magia de Níniel le había regalado un vigor desconocido que estaba dispuesta a aprovechar mientras durase.
Descender por la pared opuesta, por encima del gran portón, resultó más complicado, pues debía equilibrar los impulsos para no acabar desplomada entre los atacantes, pero pronto tuvo a su alcance el marco del pequeño rosetón. Lo lamentó por el trabajo artístico, pero su misión era acerar la esfera al cristal sin dejar entrar a los atacantes, así que le asestó un codazo a la pequeña ventana y empujó los cristales hacia adentro con la chaqueta antes de reptar por el pequeño orificio hacia el interior de la cámara.
Las puertas temblaban por debajo de ella, pero apartó la atención de ellas en el momento que presenció el extraño cristal que presidía aquella cámara. Su brillo casi se había extinguido por completo.
—Bien, solo hay que acercar la esfera ¿no? —murmuró Valeria mientras, aún colgada de la ventana, sacaba el objeto de la bolsa y lo hacía flotar hacia el interior.
----------
OFF: Bueno, yo traje la esfera hasta el cristal, pero esto se me ha quedado un poco largo así que le dejo a Níniel lo que ocurra después.
(1) Alusión a mi habilidad Ligera (Utilizo mi telequinesis para disminuir la gravedad ejercida sobre mí, lo que me permite frenar caídas, dar saltos más altos o incluso levitar temporalmente) y al uso de mi telequinesis en general para ayudarme a trepar y, más adelante, "gatear" por el techo de la estancia como lagartija de sangre caliente.
Sintió la oleada de magia revitalizadora antes incluso de percatarse de que Níniel y le sobrevino un instante de pánico al recordar Árbol Madre y el regalito que la había perseguido durante meses desde aquella noche. Pero no, a nadie le estaban brillando los ojos esta vez y el hechizo se sentía diferente, vivificante.
Probó su magia de nuevo con otro de los atacantes, desviando una vez más su trayectoria. Poco más podía hacer dadas las circunstancias, pero al menos servía para dar una pequeña ventaja a los defensores, sobre todo, cuando lograba desestabilizar lo suficiente al atacante para que perdiera el control del vuelo. Sin embargo, los luchadores aéreos seguían teniendo ventaja sobre los terrestres. Después de todo, la armadura natural de los dragones era tan resistente como certeras las flechas de los elfos.
El objetivo cambió de pronto y Valeria estaba más que dispuesta a dejarle el combate a los elfos a cambio de las tareas de mantenimiento. Acercar una esfera a un cristal madre no podía ser tan complicado como conservar el pellejo en un campo de batalla en el que llovían proyectiles de todos lados.
Se equivocaba, por supuesto, pues aún quedaban muchos proyectiles que esquivar de camino a su objetivo. Al menos, contaban con buenos guerreros y un mercenario loco al que le encantaba derribar cosas con su magia. Y, sí, bueno, ella también hizo su parte… desde el centro de la formación, donde no llegaban las espadas.
Vincent se quedó atrás para cubrirles las espaldas, tras abrirles paso hacia el palacio, pero las cosas en el interior no estaban mucho mejor que en el exterior. Al menos, allí dentro, habían perdido la ventaja aérea y luchaban con armas similares a los guardianes elfos, conscientes de que alzar el vuelo en el interior los volvería vulnerables con respecto a los arqueros.
Al’theas y los demás guerreros del grupo abrían paso de forma metódica. De vez en cuando, Valeria empujaba hacia el exterior algún cuerpo semiescamoso que se acercaba más de la cuenta, sin soltar el brazo de Zero para asegurarse de que no se separaba del grupo en un descuido. Y así, sin perder la formación, llegaron a las puertas de la supuesta cámara del Cristal Madre.
La imagen no resultó particularmente halagüeña, pues la lucha había llegado hasta las mismas puertas y los atacantes amenazaban con echarlas abajo en cualquier momento. Eso debía significar que los atacantes estaban detrás del Cristal, el ataque había sido premeditado, no una mera coincidencia ante la cercanía a Lunargenta.
Al’theas pareció dudar ante el incesante ataque a las puertas de la sala, pero Valeria no tuvo tiempo de sumarse al pesimismo expresado por el elfo, pues Zero no tardó en llamar su atención para señalarle algo en lo alto de la cámara: un pequeño rosetón vidriado varios metros por encima de las fornidas puertas.
—Buen ojo, muchacho —le dijo al chico con una sonrisa antes de dirigirse hacia los demás—. Yo me ocupo de hacer llegar la esfera a su sitio, vosotros encargaros de mantener a estos ocupados. Que no miren arriba. Y tú —añadió dirigiéndose a Zero—, mantente a cubierto, ¿entendido?
Tras el asentimiento del muchacho, Valeria dio la vuelta en redondo y se lanzó sobre una de las columnas de la estancia. Resultó sencillo trepar por la columna, empujando con su éter hacia el suelo y tirando al mismo tiempo del techo(1).
La mayoría de la gente sabía que los brujos eran capaces de mover objetos con la mente, pero pocos eran conscientes de que, si una intentaba tirar con la fuerza suficiente de un objeto demasiado pesado para ser movido, esa fuerza no se iba a ninguna parte, con lo que podía ser una la que acabase atraída hacia el objeto en lugar de al revés. De ese modo, Valeria utilizó toda la fuerza de su telequinesis para atraer el pesado techo hacia sí, logrando avanzar agarrada a una de las nervaduras que dibujaban los arcos del techo. La tarea requería una gran atención por su parte, pero la magia de Níniel le había regalado un vigor desconocido que estaba dispuesta a aprovechar mientras durase.
Descender por la pared opuesta, por encima del gran portón, resultó más complicado, pues debía equilibrar los impulsos para no acabar desplomada entre los atacantes, pero pronto tuvo a su alcance el marco del pequeño rosetón. Lo lamentó por el trabajo artístico, pero su misión era acerar la esfera al cristal sin dejar entrar a los atacantes, así que le asestó un codazo a la pequeña ventana y empujó los cristales hacia adentro con la chaqueta antes de reptar por el pequeño orificio hacia el interior de la cámara.
Las puertas temblaban por debajo de ella, pero apartó la atención de ellas en el momento que presenció el extraño cristal que presidía aquella cámara. Su brillo casi se había extinguido por completo.
—Bien, solo hay que acercar la esfera ¿no? —murmuró Valeria mientras, aún colgada de la ventana, sacaba el objeto de la bolsa y lo hacía flotar hacia el interior.
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OFF: Bueno, yo traje la esfera hasta el cristal, pero esto se me ha quedado un poco largo así que le dejo a Níniel lo que ocurra después.
(1) Alusión a mi habilidad Ligera (Utilizo mi telequinesis para disminuir la gravedad ejercida sobre mí, lo que me permite frenar caídas, dar saltos más altos o incluso levitar temporalmente) y al uso de mi telequinesis en general para ayudarme a trepar y, más adelante, "gatear" por el techo de la estancia como lagartija de sangre caliente.
Reike
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Re: Una sombra sobre Lunargenta [Privado] [CERRADO]
Aquella escena era como revivir la batalla de Árbol Madre. Nuevamente los hijos del bosque teniendo que defenderse de enemigos que buscaban solo causar destrucción y dolor. La sacerdotisa no lo permitió en Sandorai, y no pensaba permitirlo ahora. Esta vez el hogar de los elfos no iba a terminar ardiendo, por muy fuerte que aquellos dragones creyeran que era su fuego.
Con decisión, y demostrando su poder y veteranía, el grupo dejó la contención a los elfos defensores y atravesó las escaleras y el anillo superior. Allí, en la explanada ajardinada que rodeaba al palacio que gobernaba aquel lugar, los elfos habían transportado y anclado la esfera, y en aquellos momentos un reducido grupo de ellos la defendía de los ataques de algunos dragones, aunque no parecía ni de lejos el foco de la mayoría de sus ataques.Ese parecía ser el palacio. Cuando los elfos les vieron acercarse les dieron el alto esgrimiendo sus lanzas. Aunque no tardaron en comprender la situación.
-"Gastamos demasiado éter transportando esta esfera hasta aquí. Al final tuvimos que decidir entre la barrera o acabar cayendo sobre la ciudad de los shemlen".- Escuchó la peliblanca explicar que a aquellos soldados, claramente furioso por la situación en la que estaban. Seguramente tener que custodiar una esfera desconocida en lugar de estar ayudando en el palacio o en el resto de anillos tampoco había sido plato de su gusto.
-"Nosotros seguiremos desde aquí. Id a ayudar a nuestros hermanos"- Ordenó imperativa Níniel. Y si bien estaba claro que aquel elfo sabía que tenía delante a una sacerdotisa, y no precisamente a una novicia, intercambió unas miradas con el guía del grupo, obedeciendo cuando este asintió con determinación.
En ese momento, la elfa abrió la esfera al tocarla, igual que hiciera antes, aún en la ciudad, y se adentró en ella para salir al poco tiempo con un pequeño orbe metálico profusamente grabado en la mano. Aquel era el corazón de la esfera. O como Chimar lo había llamado, "el núcleo". Una bola de metal cuyos grabados emitían una suave luz.
-Chimar me advirtió de que esto equivalía en poder a decenas, incluso cientos de cristales de éter...También que era increíblemente volátil...- Comentó dejando claro que iban a tener que cubrirla muy bien, y que conforme avanzaban ella iba a centrarse en proteger aquel objeto, por lo que no podría contribuir mucho más en la lucha.
El grupo se adentró en el palacio y, para su consternación, los enemigos habían logrado llegar hasta allí. Demasiado numerosos y organizados como para ser una chusma reunida con prisas para aprovechar una oportunidad caída del cielo. Un ataque así, con un objetivo tan aparentemente claro en mente, debía de haber sido organizado con mucha antelación, y lanzado cuando el momento les era propicio. Debían de conocer la existencia de aquel lugar...y mucho más. ¿Pero como podía ser posible?
Aquello tendría que esperar. Mientras el grupo buscaba llegar hasta la puerta, y acabar con los dragones que buscaban derribarla y parecían a punto de lograrlo, Reike tuvo una idea. Si no podían atravesar al enemigo, al menos no a tiempo, tendrían que rodearlo.
-Ten mucho cuidado.- Le pidió a la bruja confiándole el orbe. Uniéndose de nuevo entonces a la refriega. Invocando su círculo de sanación para que sus compañeros pudieran redoblar nuevamente sus esfuerzos, permitiendo de paso que algunos defensores caídos se recuperaran y se unieran a ellos. Si alguno de aquellos dragones miraba hacia arriba...aquel descuido le costaría la vida antes de poder advertir a nadie del plan de la bruja.
Mientras aquello acontecía, Reike logró su cometido y usó su telekinesis para acercar el corazón de la esfera al dorado cristal madre que parecía moribundo, a punto de agotar su luz. Su rotación sobre el pedestal hermosamente trabajado que lo sostenía era apenas perceptible y lastimera, y su tenue luz casi no era capaz de revelar la figura de una elfa alada en el mural tras él. No obstante, en cuanto la esfera se acercó, esta fue absorbida a su interior y un enorme destello iluminó la sala, filtrándose con igual intensidad por la vidriera ahora parcialmente rota sobre el portón, tan fuerte que incluso detuvo a los dragones de seguir luchando. Cuando el destello se apagó, el revitalizado cristal flotó, nuevamente renovado, transmitiendo su enorme poder a toda aquella isla flotante. Pronto los gritos de alegría de decenas de elfos comenzaron a llegar, y con ellos la señal de retirada a unos dragones que, sabiendo lo que estaba ocurriendo, trataban de escapar y cruzar volando la barrera que rodeaba el castillo antes de que las grietas por las que se habían colado se cerraran. Algunos lo lograrían, pero los mas alejados no y serían presa fácil para los defensores. Especialmente los que se habían atrevido a entrar en el palacio. Aquellos pronto descubrirían que los hijos de Sandorai guardaban una faceta inmisericorde para aquellos que profanaban su hogar.
-"Lo lograsteis. Y justo a tiempo. Esos malnacidos han aprendido una lección hoy. Se lo pensarán dos veces antes de volver a intentarlo. Claro que ahora que el cristal madre está recuperado no podrían ni acercarse."- Exclamó un exultante Lathander. -"Sin duda los Dioses propiciaron nuestro encuentro"- sentenció tras ver el estado del cristal.
-"Edelgost, llévanos a nuestro siguiente destino".- Pidió en voz alta. -"No os preocupéis, os transportaremos de vuelta a la ciudad. Y por supuesto que seréis recompensados por vuestra ayuda...Especialmente la joven sacerdotisa, como dije, no somos ladrones. Edelgost, llévanos a nuestro siguiente destino y prepara la plataforma de transporte"- Explicó y luego volvió a pedir el elfo, cambiando si talante exultante por uno extrañado.
-Usuario no reconocido.- Respondió no obstante una voz femenina con cierto toque metálico. A Níniel le recordó a la voz de la esfera, aunque mucho más melodiosa y agradable.
-"Qué extraño..Edelgost soy Lathander tar Edelgost. Confirma mi orden"- Insistió el elfo. Níniel trató de explicar la situación a sus compañeros que no entendían el idioma élfico, aunque seguramente la intuían. Parecía que aquel lugar funcionaba con un sistema parecido al de la esfera, con una voz que podía ejecutar órdenes y dar ciertas informaciones, pero no estaba funcionando.
-Usuario no reconocido. Orden relevada a la cola de menor prioridad. Contramedidas...activadas.- En ese momento lo único que pudo decir el elfo no necesitó traducción. Fue un rotundo y preocupado "Oh".
-Joven sacerdotisa. Deberías probar tú.- Dijo entonces una anciana elfa, sacerdotisa también a judgar por sus ropas. Su tono de voz era jovial no obstante, y tenía una sonrisa en sus arrugados labios. Ni siquiera Níniel había visto nunca a una elfa que aparentara una edad tan avanzada. Era tan bajita o más que Catherine, y parecía que si le quitaran su bastón no podría mantenerse en pie. Estaba flanqueada por dos guardias femeninas armadas hasta los dientes, y por sus armaduras doradas teñidas de sangre, no se habían quedado atrás durante el último combate.
-¿Yo? ¿Y qué quiere que haga?- Preguntó la joven mostrando a pesar de todo deferencia ante la anciana, a la que dedicó una reverencia al reconocer su rango. Ambas estaban hablando en común.
-Usa la misma fórmula que mi nieto. Pídele a nuestro hogar, Edelgost, que se dirija al siguiente objetivo.- Parecía muy segura de que funcionaría, por lo que Níniel obedeció.
-Edelgost, llévanos a nuestro siguiente objetivo.- Pidió la peliblanca insegura.
-Patrón de vida reconocido: Nín. Contramedidas desactivadas. Coordenadas fijadas. En ruta. Tiempo estimado de llegada...- Obedeció sumisa la voz. La sonrisa de la anciana se hizo aún más grande.
-Lo suponía. Me temo que ese transporte tendrá que esperar...Y seguro que tenéis muchas preguntas. Pero antes debo poner algo de orden en mi casa. Lamento los inconvenientes. Lathander, asígnales habitaciones para que descansen y coman. Podría llevar un tiempo...- Por su tono parecía una petición amable, pero lo cierto es que no les estaba dando opción. El elfo que seguía bastante estupefacto salió de su ensimismamiento y se dispuso a obedecer
-Si no le importa, me gustaría ayudar con los heridos.- Pidió la peliblanca. La anciana sonrió nuevamente. Parecía que ya contaba con ello incluso antes de que la joven se ofreciera.
Con decisión, y demostrando su poder y veteranía, el grupo dejó la contención a los elfos defensores y atravesó las escaleras y el anillo superior. Allí, en la explanada ajardinada que rodeaba al palacio que gobernaba aquel lugar, los elfos habían transportado y anclado la esfera, y en aquellos momentos un reducido grupo de ellos la defendía de los ataques de algunos dragones, aunque no parecía ni de lejos el foco de la mayoría de sus ataques.Ese parecía ser el palacio. Cuando los elfos les vieron acercarse les dieron el alto esgrimiendo sus lanzas. Aunque no tardaron en comprender la situación.
-"Gastamos demasiado éter transportando esta esfera hasta aquí. Al final tuvimos que decidir entre la barrera o acabar cayendo sobre la ciudad de los shemlen".- Escuchó la peliblanca explicar que a aquellos soldados, claramente furioso por la situación en la que estaban. Seguramente tener que custodiar una esfera desconocida en lugar de estar ayudando en el palacio o en el resto de anillos tampoco había sido plato de su gusto.
-"Nosotros seguiremos desde aquí. Id a ayudar a nuestros hermanos"- Ordenó imperativa Níniel. Y si bien estaba claro que aquel elfo sabía que tenía delante a una sacerdotisa, y no precisamente a una novicia, intercambió unas miradas con el guía del grupo, obedeciendo cuando este asintió con determinación.
En ese momento, la elfa abrió la esfera al tocarla, igual que hiciera antes, aún en la ciudad, y se adentró en ella para salir al poco tiempo con un pequeño orbe metálico profusamente grabado en la mano. Aquel era el corazón de la esfera. O como Chimar lo había llamado, "el núcleo". Una bola de metal cuyos grabados emitían una suave luz.
-Chimar me advirtió de que esto equivalía en poder a decenas, incluso cientos de cristales de éter...También que era increíblemente volátil...- Comentó dejando claro que iban a tener que cubrirla muy bien, y que conforme avanzaban ella iba a centrarse en proteger aquel objeto, por lo que no podría contribuir mucho más en la lucha.
El grupo se adentró en el palacio y, para su consternación, los enemigos habían logrado llegar hasta allí. Demasiado numerosos y organizados como para ser una chusma reunida con prisas para aprovechar una oportunidad caída del cielo. Un ataque así, con un objetivo tan aparentemente claro en mente, debía de haber sido organizado con mucha antelación, y lanzado cuando el momento les era propicio. Debían de conocer la existencia de aquel lugar...y mucho más. ¿Pero como podía ser posible?
Aquello tendría que esperar. Mientras el grupo buscaba llegar hasta la puerta, y acabar con los dragones que buscaban derribarla y parecían a punto de lograrlo, Reike tuvo una idea. Si no podían atravesar al enemigo, al menos no a tiempo, tendrían que rodearlo.
-Ten mucho cuidado.- Le pidió a la bruja confiándole el orbe. Uniéndose de nuevo entonces a la refriega. Invocando su círculo de sanación para que sus compañeros pudieran redoblar nuevamente sus esfuerzos, permitiendo de paso que algunos defensores caídos se recuperaran y se unieran a ellos. Si alguno de aquellos dragones miraba hacia arriba...aquel descuido le costaría la vida antes de poder advertir a nadie del plan de la bruja.
Mientras aquello acontecía, Reike logró su cometido y usó su telekinesis para acercar el corazón de la esfera al dorado cristal madre que parecía moribundo, a punto de agotar su luz. Su rotación sobre el pedestal hermosamente trabajado que lo sostenía era apenas perceptible y lastimera, y su tenue luz casi no era capaz de revelar la figura de una elfa alada en el mural tras él. No obstante, en cuanto la esfera se acercó, esta fue absorbida a su interior y un enorme destello iluminó la sala, filtrándose con igual intensidad por la vidriera ahora parcialmente rota sobre el portón, tan fuerte que incluso detuvo a los dragones de seguir luchando. Cuando el destello se apagó, el revitalizado cristal flotó, nuevamente renovado, transmitiendo su enorme poder a toda aquella isla flotante. Pronto los gritos de alegría de decenas de elfos comenzaron a llegar, y con ellos la señal de retirada a unos dragones que, sabiendo lo que estaba ocurriendo, trataban de escapar y cruzar volando la barrera que rodeaba el castillo antes de que las grietas por las que se habían colado se cerraran. Algunos lo lograrían, pero los mas alejados no y serían presa fácil para los defensores. Especialmente los que se habían atrevido a entrar en el palacio. Aquellos pronto descubrirían que los hijos de Sandorai guardaban una faceta inmisericorde para aquellos que profanaban su hogar.
-"Lo lograsteis. Y justo a tiempo. Esos malnacidos han aprendido una lección hoy. Se lo pensarán dos veces antes de volver a intentarlo. Claro que ahora que el cristal madre está recuperado no podrían ni acercarse."- Exclamó un exultante Lathander. -"Sin duda los Dioses propiciaron nuestro encuentro"- sentenció tras ver el estado del cristal.
-"Edelgost, llévanos a nuestro siguiente destino".- Pidió en voz alta. -"No os preocupéis, os transportaremos de vuelta a la ciudad. Y por supuesto que seréis recompensados por vuestra ayuda...Especialmente la joven sacerdotisa, como dije, no somos ladrones. Edelgost, llévanos a nuestro siguiente destino y prepara la plataforma de transporte"- Explicó y luego volvió a pedir el elfo, cambiando si talante exultante por uno extrañado.
-Usuario no reconocido.- Respondió no obstante una voz femenina con cierto toque metálico. A Níniel le recordó a la voz de la esfera, aunque mucho más melodiosa y agradable.
-"Qué extraño..Edelgost soy Lathander tar Edelgost. Confirma mi orden"- Insistió el elfo. Níniel trató de explicar la situación a sus compañeros que no entendían el idioma élfico, aunque seguramente la intuían. Parecía que aquel lugar funcionaba con un sistema parecido al de la esfera, con una voz que podía ejecutar órdenes y dar ciertas informaciones, pero no estaba funcionando.
-Usuario no reconocido. Orden relevada a la cola de menor prioridad. Contramedidas...activadas.- En ese momento lo único que pudo decir el elfo no necesitó traducción. Fue un rotundo y preocupado "Oh".
-Joven sacerdotisa. Deberías probar tú.- Dijo entonces una anciana elfa, sacerdotisa también a judgar por sus ropas. Su tono de voz era jovial no obstante, y tenía una sonrisa en sus arrugados labios. Ni siquiera Níniel había visto nunca a una elfa que aparentara una edad tan avanzada. Era tan bajita o más que Catherine, y parecía que si le quitaran su bastón no podría mantenerse en pie. Estaba flanqueada por dos guardias femeninas armadas hasta los dientes, y por sus armaduras doradas teñidas de sangre, no se habían quedado atrás durante el último combate.
-¿Yo? ¿Y qué quiere que haga?- Preguntó la joven mostrando a pesar de todo deferencia ante la anciana, a la que dedicó una reverencia al reconocer su rango. Ambas estaban hablando en común.
-Usa la misma fórmula que mi nieto. Pídele a nuestro hogar, Edelgost, que se dirija al siguiente objetivo.- Parecía muy segura de que funcionaría, por lo que Níniel obedeció.
-Edelgost, llévanos a nuestro siguiente objetivo.- Pidió la peliblanca insegura.
-Patrón de vida reconocido: Nín. Contramedidas desactivadas. Coordenadas fijadas. En ruta. Tiempo estimado de llegada...- Obedeció sumisa la voz. La sonrisa de la anciana se hizo aún más grande.
-Lo suponía. Me temo que ese transporte tendrá que esperar...Y seguro que tenéis muchas preguntas. Pero antes debo poner algo de orden en mi casa. Lamento los inconvenientes. Lathander, asígnales habitaciones para que descansen y coman. Podría llevar un tiempo...- Por su tono parecía una petición amable, pero lo cierto es que no les estaba dando opción. El elfo que seguía bastante estupefacto salió de su ensimismamiento y se dispuso a obedecer
-Si no le importa, me gustaría ayudar con los heridos.- Pidió la peliblanca. La anciana sonrió nuevamente. Parecía que ya contaba con ello incluso antes de que la joven se ofreciera.
OFF: Toca descansar, o ayudar con los heridos y desperfectos. Como referencia, el palacio es un lugar espacioso y muy luminoso gracias a sus muchas vidrieras. Predomina el color del mármol blanco con detalles dorados y cuenta con numerosos balcones y terrazas ajardinadas, así como plantas cubriendo buena parte de sus muros exteriores. La decoración es de motivos élficos, con detalles de hojas y plantas y también hay algunos murales que detallán fragmentos de historia élfica, aunque la mas cercana en el tiempo relataría la llegada de los "vikingos" a Aerandir y su asentamiento en la península con ayuda de los elfos. Algunas de las más antiguas muestran a dragones divinos enseñando a los elfos la magia. El palacio está rodeado de jardines y zonas con muchos árboles. También en el exterior hay un pequeño lago y una cascada que cae desde el anillo superior del palacio hasta el inferior. Los habitantes no hablan común, salvo la anciana. No obstante aunque recelosos, no serán hostiles.
Níniel Thenidiel
Aerandiano de honor
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