Derecho de nacimiento [Mastereado: Zöe y Taliesin]
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Derecho de nacimiento [Mastereado: Zöe y Taliesin]
Murielle atendía a una clienta habitual, la señora Vermina. Quería conocer su futuro. Para ser precisos: quería saber si encontraría el amor. La mujer se acercaba peligrosamente a los sesenta años, enviudó hacía tres. Murielle no necesitaba hacer uso de sus poderes de adivinación para saber que la anciana no se había llevado bien con su marido; lo respetaba más por costumbre que por gusto. Tampoco necesitaba la magia para saber que la no se volvería a casar. Lograría follar, si es que era lo única que le preocupaba a la anciana, siempre y cuando fuera pagando. Sus años de matrimonio no le habían hecho ningún bien a la señora. Su piel está cansada y sus ojos olvidaron el resplandor que tuvieron en sus años de juventud. No había hombre en Aerandir que se sintiera atraído por la belleza de la mujer; por su cartera, era otra historia.
Era una buena adivina, la mejor de toda la costa, y como tal no quiso decir la verdad a la señora Vermina. Le dio largas para que siguiera gastándose el dinero en potingues que no le servirían y consultando cada semana un futuro que ya estaba escrito. Murielle río para sus adentros. Pensó que no era muy diferente a los putos del burdel, ella también se sentía atraída por la cartera de la viuda.
Murielle se despidió con de Vermina con la más falsas de sus sonrisas. Hasta mañana, querida. Que tenga un buen día. Y no se deje engatusar por los jóvenes del condado que tú dinero es mío. Esto último no lo dijo en voz alta, pero lo pensó más de una vez. Salió y continuó diciéndole adiós a la señora Vermina con la mano desde el umbral de la puerta.
La señora Vermina confiaba en los poderes de Murielle por el aspecto físico que ésta tenía. La adivina nació con una tela de placenta recubriendo su cara: señal, según las antiguas profecías, que la niña tendría poderes únicos. Para más inri, a la edad de ocho años, el ojo izquierdo de la niña dejó de funcionar. Fue a raíz de una enfermedad, o quizás una infección, que los médicos no supieron diagnosticar. Después de sangrar durante cuatro días por el ojo enfermo, la pupila de éste se torno del color de la espuma del mar. Perdió parte de la visión y una horrible cicatriz bajo el parpado que alejaba a los hombres como lo hacían las arrugas de la señora Vermina. Murielle, de adulta, supo dar provecho a su aspecto. Se maquillaba de tal manera que resaltaba su maldito aspecto para atraer clientes y carteras.
Y, hablando de potenciales clientes, el puerto parecía estar lleno de ellos. Decenas de galeones humanos reposaban en el muelle. En estos últimos diez días, no pararon de venir. Murielle, como muchos otros brujos, sentía una terrible curiosidad por saber qué estaban haciendo los humanos en las islas. Fuera lo que fuera, no sería nada bueno.
Murielle regresó al interior de la choza y se sentó en la mesa redonda. Puso las palmas de la mano sobre la bola de cristal sin llegar a tocarla.
—Ambros Sundara, Chestirad Ivo y Tatiana Ceren. — la bola mostró los nombres de los humanos y la adivina los repitió en voz alta. — Capitanes de los navíos “El perro”, “La muralla” y “La santa Freya”.
Ambros era un veterano guerrero con el rostro marcado por sus cicatrices. Igual que Murielle, sabía potenciar sus marcas para que su aspecto físico se mostrase más imponente de lo que en realidad era. Chestirad era un joven capitán condecorado por honores por sus proezas en la defensa de Dundarak durante los últimos ataques de vampiros. Muy guapo, del tipo de chicos que hacían soñar a la señora Vermina. Tatiana tenía los ligeramente ojos rasgados y su cabello, cortado como si fuera un chico, era de color ratón. El peto se ceñía a sus pechos haciéndolos ver como dos montañas redondas. Era la clase de chicas que hacían soñar a la adivina Murielle.
—Einar sin apellido. Emilie Coleman, renombrada como Z003, y Taliesin Skatha.
No eran personas con un alto título en Aerandir, pero sus nombres se colaban en las historias de los capitanes humanos como si fueran ratas intrusas en las casas.
—Nada bueno. — sentenció la adivina después de ver su nombre en la historia.
El éter a veces se presentaba como un aceite viscoso de color celeste y otras como una nube espesa de color rosa. No tenía una forma concreta, por lo que el capitán Ivo sabía, el éter podía incluso adquirir apariencia humanoide y salir por patas. Aquello eran cosas de brujos, elfos y dragones. Hizo un gesto con la mano para menguar la importancia que el éter tenía en Aerandir. Cosas que los humanos intentaron arrebatar y una vez, no mucho tiempo, obtuvieron en sus manos. Los capitanes Ceren, Ivo y Sundara fueron encargados por sus superiores de Aerandir para recuperar, en una campaña en cubierta, lo que les perteneció.
Laboratorio 3C. La C, después del número, significaba que se había utilizado para la creación de cibernéticos. La B pertenecía a las bestias. El laboratorio 3C era especial frente a las otras C’s y es que, a diferencia de sus congéneres, éste se situaba en los confines del bosque de las islas Illidenses. La capitana Ceren era nieta de humano que había servido en los proyectos, no como doctor sino como criado. Los científicos venían de los portales, de La Tierra. Los humanos de Aerandir, en comparación, eran tratados como simios estúpidos; ignorantes, que no peligrosos. El viejo Ceren lideró una revolución en la que mató a sus superiores y escapó con tesoros incalculables: planos que no sabía leer, éter en forma de aceite azul y éter en forma de nube rosada.
El capitán Sundara, que recibía el apodo de El perro, mismo nombre que su barco, desembarcaba una caja de frascos de éter (líquido azul) al asentamiento de los humanos. El capitán Ivo y la capitana Ceren repasaban los planos y mapas. Tatiana Ceren hablaba con las manos encima de los mapas.
—Un almacén de magia simpar. La extraían de la tierra como si fuera agua. — (o como si fuera petróleo) — Creemos que su calor era utilizado para alimentar el laboratorio 3C como si éstos fueran alguna especie de forjas gigantes. Forjas de personas de metal.
—Mandaremos a un grupo de hombres más rápidos al bosque. Dejaremos que ellos encuentren el laboratorio. Nada de caballos que llamen la atención de los brujos. Somos simples exploradores. — era importante que el plan del capitán Ivo se llevase a la perfección. — Una vez conozcan la zona, avanzaremos nosotros. Tomaremos lo que necesitemos y nos marcharemos a la base de los biocibernéticos; al nuevo laboratorio.
Einar formaba parte del grupo de exploradores que marchó aquella mañana al bosque. Encontró el laboratorio 3C, estaba en el lugar que la capitana Tatiana marcó. Cumplió con su deber: ató un mensaje al pie de una paloma mensajera y abrió la jaula. Luego, se miro la mano herida y no supo qué más hacer.
La adivina Murielle salió de la choza en el momento en el que los exploradores de los humanos marcharon al bosque. Miró el sol del atardecer y calculó la hora. Faltaba poco para que detonase el segundo estallido; el primero lo había provocado ella al salir de la choza. Los brujos vecinos veían a la bruja con fascinación. Que se quedase mirando la nada era indicativo de que algo iba a suceder. Algo que tenía que ver con los humanos, dedujeron los brujos. No podría tratarse de otra cosa que no fueran los intrusos. El ojo sano de la adivina rondaba los galeones humanos como si estuviera buscando algo. Ella sabía que algo iba suceder, pero no él que ni el dónde.
Fue en el cascarón de “La santa Freya”, el galeón de la capitana Ceren. Unos niños brujos, doce años el más mayor y siete el más pequeño, jugaban con sus hechizos elementales para marcar la madera. ¡Hert ha estado aquí! ¡Qué se pudran los extranjeros! ¡Brujos mandan! Tatiana Ceren se presentó con un grupo de guardas. Desenvainaron las espadas, no con la intención de utilizarlas para nada más que no fuera asustar a los niños. Algunos adultos, padres de los chiquillos, se asustaron tanto como ellos. Acudieron y usaron la magia para algo más que para amenazar. La capitana Ceren mató a los brujos (esta noche soñaré contigo). Segundo estallido.
El tercero vino por parte del capitán Ivo.
—¡No hay tiempo! — alcanzó a escuchar Murielle desde el umbral de la choza.
Los humanos que habían desembarcado se desplegaron hacia el bosque. Los que no, pusieron rumbo de vuelta a sus hogares. El muelle era un ajetreo de gente yendo y viniendo. Algunos amenazaban, otros pedían explicaciones y un pequeño segmento puntual combatían como borrachos. Brujos contra humanos, la misma historia que siempre.
—¡Cuidad nuestro material! — varías de las cajas que transportaban los barcos cayeron al mar. —¡No desperdiciéis ni una gota! — y el capitán Ambros Sundara tropezó con una chica del puerto (Murielle supo que se trataba de Z003) derramando muchas gotas sobre su cuerpecito de metal. — Nos encontraremos en el destino. Ignorad a los residentes. Tenemos un trabajo importante que hacer. No os entretengáis con chorradas.
Ambros Sundara entendió que era una chorrada ayudar a levantarse a la chica que había derribado y Tatiana Ceren vio de soslayo a los brujos como si fueran chorradas que no merecían la pena prestarles atención. Él recogió los frascos que no había destruido y ella envainó su espada. Ambos se pusieron en marcha hacia el camino que el capitán Ivo les marcaba.
* Bienvenidos Zöe y Taliesin: Este primer turno nos servirá como introducción. He estado hablando con Zöe por mp durante la elaboración de este tema. Me ha contado que ambos estáis actualmente en las islas; cosa que nos viene genial puesto que no tenemos que inventarnos ninguna excusa por la que os encontráis ahora aquí. También me ha hablado de cierto npc que desea que aparezca en la trama: Einar; será un protagonista crucial en el tema.
Como he dicho: este primer turno nos servirá como introducción. En las últimas semanas habéis un gran número de galeones humanos en el puerto de Beltrexus, demasiados para considerarse turistas o comercio. Tienen la intención de recoger los restos de un laboratorio abandonado durante la guerra de las máquinas. Los brujos tienen un límite de hospitalidad. Toleran el comercio y el turismo, pero no los secretos. El ambiente de tensión estalla por culpa de unos gamberros. Las respuestas por ambas partes es la violencia. Ambos, estáis en medio de esa violencia.
En un momento dado El perro, el capitán Sundara , tropieza con Zöe derramando éter encima de ella. Esto la hace enfermar. Sentirás escalofríos y estornudos como si se tratase de un resfriado común y humano. ¿Los cibernéticos se resfrían? No. Taliesin entiende bien la rareza de esta enfermedad. No se distanciará demasiado de Zöe; no después de haber visto en Dundarak lo que puede llegar a evolucionar un simple estornudo (Nirana).
Deberéis decidir si quedaros en el puerto en compañía de los brujos o perseguir a los humanos que viajan al bosque. En cualquier caso, debéis preguntar a uno de los dos grupos qué es lo que sucede y pedirles tratamiento para Zöe.
Con permiso, y si os parece bien, cuando finalice el mastereado, subiré el esquema que he elaborado en “Tramas Sigel” o en “La escuela de rol”, todavía no lo he decidido. Esto es para mostrar la manera que tengo de trabajar. Siempre puedo mejorar siguiendo el consejo que me podáis dar. Al ser un tema cortito, de 5 turnos, puede ser muy interesante mostrar el trabajo que hay detrás.
Personajes de interés:
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Especialización: Timadora (maestría en juego de manos)
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Especialización: Bárbaro (maestría en armas cortantes de dos manos)
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Especialización: Duelista (maestría en armas cortantes de una mano)
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Especialización: Duelista (maestría en armas cortantes de una mano)
La raza, aspecto y especialización de Einar será un secreto hasta dentro de unos pocos turnos.
Era una buena adivina, la mejor de toda la costa, y como tal no quiso decir la verdad a la señora Vermina. Le dio largas para que siguiera gastándose el dinero en potingues que no le servirían y consultando cada semana un futuro que ya estaba escrito. Murielle río para sus adentros. Pensó que no era muy diferente a los putos del burdel, ella también se sentía atraída por la cartera de la viuda.
Murielle se despidió con de Vermina con la más falsas de sus sonrisas. Hasta mañana, querida. Que tenga un buen día. Y no se deje engatusar por los jóvenes del condado que tú dinero es mío. Esto último no lo dijo en voz alta, pero lo pensó más de una vez. Salió y continuó diciéndole adiós a la señora Vermina con la mano desde el umbral de la puerta.
La señora Vermina confiaba en los poderes de Murielle por el aspecto físico que ésta tenía. La adivina nació con una tela de placenta recubriendo su cara: señal, según las antiguas profecías, que la niña tendría poderes únicos. Para más inri, a la edad de ocho años, el ojo izquierdo de la niña dejó de funcionar. Fue a raíz de una enfermedad, o quizás una infección, que los médicos no supieron diagnosticar. Después de sangrar durante cuatro días por el ojo enfermo, la pupila de éste se torno del color de la espuma del mar. Perdió parte de la visión y una horrible cicatriz bajo el parpado que alejaba a los hombres como lo hacían las arrugas de la señora Vermina. Murielle, de adulta, supo dar provecho a su aspecto. Se maquillaba de tal manera que resaltaba su maldito aspecto para atraer clientes y carteras.
Y, hablando de potenciales clientes, el puerto parecía estar lleno de ellos. Decenas de galeones humanos reposaban en el muelle. En estos últimos diez días, no pararon de venir. Murielle, como muchos otros brujos, sentía una terrible curiosidad por saber qué estaban haciendo los humanos en las islas. Fuera lo que fuera, no sería nada bueno.
Murielle regresó al interior de la choza y se sentó en la mesa redonda. Puso las palmas de la mano sobre la bola de cristal sin llegar a tocarla.
—Ambros Sundara, Chestirad Ivo y Tatiana Ceren. — la bola mostró los nombres de los humanos y la adivina los repitió en voz alta. — Capitanes de los navíos “El perro”, “La muralla” y “La santa Freya”.
Ambros era un veterano guerrero con el rostro marcado por sus cicatrices. Igual que Murielle, sabía potenciar sus marcas para que su aspecto físico se mostrase más imponente de lo que en realidad era. Chestirad era un joven capitán condecorado por honores por sus proezas en la defensa de Dundarak durante los últimos ataques de vampiros. Muy guapo, del tipo de chicos que hacían soñar a la señora Vermina. Tatiana tenía los ligeramente ojos rasgados y su cabello, cortado como si fuera un chico, era de color ratón. El peto se ceñía a sus pechos haciéndolos ver como dos montañas redondas. Era la clase de chicas que hacían soñar a la adivina Murielle.
—Einar sin apellido. Emilie Coleman, renombrada como Z003, y Taliesin Skatha.
No eran personas con un alto título en Aerandir, pero sus nombres se colaban en las historias de los capitanes humanos como si fueran ratas intrusas en las casas.
—Nada bueno. — sentenció la adivina después de ver su nombre en la historia.
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El éter a veces se presentaba como un aceite viscoso de color celeste y otras como una nube espesa de color rosa. No tenía una forma concreta, por lo que el capitán Ivo sabía, el éter podía incluso adquirir apariencia humanoide y salir por patas. Aquello eran cosas de brujos, elfos y dragones. Hizo un gesto con la mano para menguar la importancia que el éter tenía en Aerandir. Cosas que los humanos intentaron arrebatar y una vez, no mucho tiempo, obtuvieron en sus manos. Los capitanes Ceren, Ivo y Sundara fueron encargados por sus superiores de Aerandir para recuperar, en una campaña en cubierta, lo que les perteneció.
Laboratorio 3C. La C, después del número, significaba que se había utilizado para la creación de cibernéticos. La B pertenecía a las bestias. El laboratorio 3C era especial frente a las otras C’s y es que, a diferencia de sus congéneres, éste se situaba en los confines del bosque de las islas Illidenses. La capitana Ceren era nieta de humano que había servido en los proyectos, no como doctor sino como criado. Los científicos venían de los portales, de La Tierra. Los humanos de Aerandir, en comparación, eran tratados como simios estúpidos; ignorantes, que no peligrosos. El viejo Ceren lideró una revolución en la que mató a sus superiores y escapó con tesoros incalculables: planos que no sabía leer, éter en forma de aceite azul y éter en forma de nube rosada.
El capitán Sundara, que recibía el apodo de El perro, mismo nombre que su barco, desembarcaba una caja de frascos de éter (líquido azul) al asentamiento de los humanos. El capitán Ivo y la capitana Ceren repasaban los planos y mapas. Tatiana Ceren hablaba con las manos encima de los mapas.
—Un almacén de magia simpar. La extraían de la tierra como si fuera agua. — (o como si fuera petróleo) — Creemos que su calor era utilizado para alimentar el laboratorio 3C como si éstos fueran alguna especie de forjas gigantes. Forjas de personas de metal.
—Mandaremos a un grupo de hombres más rápidos al bosque. Dejaremos que ellos encuentren el laboratorio. Nada de caballos que llamen la atención de los brujos. Somos simples exploradores. — era importante que el plan del capitán Ivo se llevase a la perfección. — Una vez conozcan la zona, avanzaremos nosotros. Tomaremos lo que necesitemos y nos marcharemos a la base de los biocibernéticos; al nuevo laboratorio.
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Einar formaba parte del grupo de exploradores que marchó aquella mañana al bosque. Encontró el laboratorio 3C, estaba en el lugar que la capitana Tatiana marcó. Cumplió con su deber: ató un mensaje al pie de una paloma mensajera y abrió la jaula. Luego, se miro la mano herida y no supo qué más hacer.
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La adivina Murielle salió de la choza en el momento en el que los exploradores de los humanos marcharon al bosque. Miró el sol del atardecer y calculó la hora. Faltaba poco para que detonase el segundo estallido; el primero lo había provocado ella al salir de la choza. Los brujos vecinos veían a la bruja con fascinación. Que se quedase mirando la nada era indicativo de que algo iba a suceder. Algo que tenía que ver con los humanos, dedujeron los brujos. No podría tratarse de otra cosa que no fueran los intrusos. El ojo sano de la adivina rondaba los galeones humanos como si estuviera buscando algo. Ella sabía que algo iba suceder, pero no él que ni el dónde.
Fue en el cascarón de “La santa Freya”, el galeón de la capitana Ceren. Unos niños brujos, doce años el más mayor y siete el más pequeño, jugaban con sus hechizos elementales para marcar la madera. ¡Hert ha estado aquí! ¡Qué se pudran los extranjeros! ¡Brujos mandan! Tatiana Ceren se presentó con un grupo de guardas. Desenvainaron las espadas, no con la intención de utilizarlas para nada más que no fuera asustar a los niños. Algunos adultos, padres de los chiquillos, se asustaron tanto como ellos. Acudieron y usaron la magia para algo más que para amenazar. La capitana Ceren mató a los brujos (esta noche soñaré contigo). Segundo estallido.
El tercero vino por parte del capitán Ivo.
—¡No hay tiempo! — alcanzó a escuchar Murielle desde el umbral de la choza.
Los humanos que habían desembarcado se desplegaron hacia el bosque. Los que no, pusieron rumbo de vuelta a sus hogares. El muelle era un ajetreo de gente yendo y viniendo. Algunos amenazaban, otros pedían explicaciones y un pequeño segmento puntual combatían como borrachos. Brujos contra humanos, la misma historia que siempre.
—¡Cuidad nuestro material! — varías de las cajas que transportaban los barcos cayeron al mar. —¡No desperdiciéis ni una gota! — y el capitán Ambros Sundara tropezó con una chica del puerto (Murielle supo que se trataba de Z003) derramando muchas gotas sobre su cuerpecito de metal. — Nos encontraremos en el destino. Ignorad a los residentes. Tenemos un trabajo importante que hacer. No os entretengáis con chorradas.
Ambros Sundara entendió que era una chorrada ayudar a levantarse a la chica que había derribado y Tatiana Ceren vio de soslayo a los brujos como si fueran chorradas que no merecían la pena prestarles atención. Él recogió los frascos que no había destruido y ella envainó su espada. Ambos se pusieron en marcha hacia el camino que el capitán Ivo les marcaba.
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* Bienvenidos Zöe y Taliesin: Este primer turno nos servirá como introducción. He estado hablando con Zöe por mp durante la elaboración de este tema. Me ha contado que ambos estáis actualmente en las islas; cosa que nos viene genial puesto que no tenemos que inventarnos ninguna excusa por la que os encontráis ahora aquí. También me ha hablado de cierto npc que desea que aparezca en la trama: Einar; será un protagonista crucial en el tema.
Como he dicho: este primer turno nos servirá como introducción. En las últimas semanas habéis un gran número de galeones humanos en el puerto de Beltrexus, demasiados para considerarse turistas o comercio. Tienen la intención de recoger los restos de un laboratorio abandonado durante la guerra de las máquinas. Los brujos tienen un límite de hospitalidad. Toleran el comercio y el turismo, pero no los secretos. El ambiente de tensión estalla por culpa de unos gamberros. Las respuestas por ambas partes es la violencia. Ambos, estáis en medio de esa violencia.
En un momento dado El perro, el capitán Sundara , tropieza con Zöe derramando éter encima de ella. Esto la hace enfermar. Sentirás escalofríos y estornudos como si se tratase de un resfriado común y humano. ¿Los cibernéticos se resfrían? No. Taliesin entiende bien la rareza de esta enfermedad. No se distanciará demasiado de Zöe; no después de haber visto en Dundarak lo que puede llegar a evolucionar un simple estornudo (Nirana).
Deberéis decidir si quedaros en el puerto en compañía de los brujos o perseguir a los humanos que viajan al bosque. En cualquier caso, debéis preguntar a uno de los dos grupos qué es lo que sucede y pedirles tratamiento para Zöe.
Con permiso, y si os parece bien, cuando finalice el mastereado, subiré el esquema que he elaborado en “Tramas Sigel” o en “La escuela de rol”, todavía no lo he decidido. Esto es para mostrar la manera que tengo de trabajar. Siempre puedo mejorar siguiendo el consejo que me podáis dar. Al ser un tema cortito, de 5 turnos, puede ser muy interesante mostrar el trabajo que hay detrás.
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La raza, aspecto y especialización de Einar será un secreto hasta dentro de unos pocos turnos.
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Re: Derecho de nacimiento [Mastereado: Zöe y Taliesin]
No creí que el viaje terminaría de esta manera, el no conseguir absolutamente nada era [ANALIZANDO] ¿Decepcionante? Sí, eso parecía ser correcto. Las posibilidades nunca habían estado a mi favor, conseguir información sobre los de mi raza no era sencillo, mucho menos en los modelos viejos como era mi caso. Pero el porcentaje nunca había sido cero, contradiciendo las indicaciones de mi sistema había decidido emprender la búsqueda y ahora que estaba llegando a su final, regresar con las manos vacías era desagradable.
El sol ya se ocultaba por el horizonte cuando salimos de la posada donde nos habíamos resguardado durante el día. Conseguir barcos que salieran a esas horas no era sencillo, y Sophi había insinuado que los negocios de la embarcación no eran del todo legales, pero a ninguno de los tres nos importaba eso, cada uno parecía tener su propia motivación para querer regresar rápido al continente principal.
-¿Qué van a hacer cuando lleguemos a Verisar? – Otra vez Sophi me miraba de reojo, aparentemente subestimaba mi visión periférica - ¿Hay más lugares para visitar? –
-No, esos eran todos. Debo regresar a donde está Dag para asegurarme que está bien, y luego… - [ANALIZANDO] No parecían haber muchas más motivaciones para seguir moviéndome por Aerandir [BUSCANDO ARCHIVO] “No puedo hacer que Lunargenta acepte de nuevo a los de tu especie, pero... Puedo construirles un nuevo hogar ¿Correcto? “ [FIN DEL ARCHIVO] había hecho una promesa – Construiré un Refugio –
-¿Un qué? – La vampiro no parecía entender o su audición estaba comprometida.
-Construiré un Refugio – Le repetí.
Sophi miró a Taliesin, siempre que teníamos dudas o malos entendidos entre nosotras, él era nuestra fuente de referencia. El vampiro era muy perceptivo, lo había notado desde la primera vez que nos habíamos encontrado, estaba atento a lo que ocurría a su alrededor, sobre todo cuando se trataba de la interacción entre personas.
Cuando llegamos al puerto nos encontramos en medio de un gran revuelo, si bien los muelles solían ser sitios de mucho movimiento y alboroto en general, parecía ser que se estaba gestando algo más aparte de lo habitual. Habían varios barcos capitaneados por Humanos, eso no sería extraño dada la estrecha relación que tenía el Archipiélago Illidense con Verisar. Pero algún tipo de conflicto parecía haberse gestado entre los Hechiceros y los marineros.
Algunos hombres le gritaban a los Humanos armados, protegiendo a unos niños que miraban entre asustados y altaneros a los marineros. Amenazas iban y venían de ambas partes, los Hechiceros responden con ataques mágicos, quise intervenir pero Sophi me agarró de un brazo para detenerme, y para cuando logré soltarme el daño ya estaba hecho: Los cuerpos sin vida cayeron al piso.
Los fallecidos no podían volver a la vida, pero podía evitar que la pelea causara más pérdidas, me alejé de los dos vampiros y pude escuchar como Sophitia se quejaba por mi actitud poco precavida. Detuve a un Brujo que estaba a punto de romperle al cuello a un Humano que estaba ya en el piso, un golpe vino hacía mi de parte de un marinero, lo agarré por la muñeca y lo aparté de un empujón. Una llamarada me golpeó de lado, haciendo un gran agujero en mi ropa y dejando al descubierto la cota de malla que me protegía. Cada vez más personas se sumaban a la pelea, si continuábamos así perderíamos el barco.
—¡Cuidad nuestro material! ¡No desperdiciéis ni una gota! —
Escuché que gritaban detrás de mí, y entonces sentí el fuerte empujón. Debido a mi peso fue la otra persona la que trastabilló y en consecuencia derramó un extraño líquido sobre parte de mi cuerpo. Creí que era agua, pero de pronto mis piernas se aflojaron y caí al piso [ANALIZANDO] [ERROR] [ERROR] [ERROR] Sacudí la cabeza, me sentía confundida y ¿Adolorida? Eso no era posible.
-Taliesin… - Mi voz sonaba entrecortada y débil ¿Qué me estaba pasando? Temblaba de frío, me cruce de brazos para intentar darme calor corporal – No entiendo qué sucede – Dije mirando al vampiro con gesto no tan inexpresivo.
-¿Qué tienes? ¿Qué sientes? – Sophi estaba a mi lado y parecía que comenzaría una de sus crisis que terminaban en hechos de violencia indiscriminado. Tomo desde el cuello de la camisa a uno de los tantos que estaban aún peleando en el muelle, la vampiro apretaba tan fuerte los nudillos que podía escucharse como crujían las articulaciones - ¿Qué le hicieron? –
En cualquier otro momento me hubiese puesto de pie para detenerla, pero me sentía tan mareada que no podía sostenerme sola, un fuerte estornudo me detuvo de seguir intentándolo. Era la primera vez, en todos mis años como Bio, que hacía algo tan humano como estornudar.
El sol ya se ocultaba por el horizonte cuando salimos de la posada donde nos habíamos resguardado durante el día. Conseguir barcos que salieran a esas horas no era sencillo, y Sophi había insinuado que los negocios de la embarcación no eran del todo legales, pero a ninguno de los tres nos importaba eso, cada uno parecía tener su propia motivación para querer regresar rápido al continente principal.
-¿Qué van a hacer cuando lleguemos a Verisar? – Otra vez Sophi me miraba de reojo, aparentemente subestimaba mi visión periférica - ¿Hay más lugares para visitar? –
-No, esos eran todos. Debo regresar a donde está Dag para asegurarme que está bien, y luego… - [ANALIZANDO] No parecían haber muchas más motivaciones para seguir moviéndome por Aerandir [BUSCANDO ARCHIVO] “No puedo hacer que Lunargenta acepte de nuevo a los de tu especie, pero... Puedo construirles un nuevo hogar ¿Correcto? “ [FIN DEL ARCHIVO] había hecho una promesa – Construiré un Refugio –
-¿Un qué? – La vampiro no parecía entender o su audición estaba comprometida.
-Construiré un Refugio – Le repetí.
Sophi miró a Taliesin, siempre que teníamos dudas o malos entendidos entre nosotras, él era nuestra fuente de referencia. El vampiro era muy perceptivo, lo había notado desde la primera vez que nos habíamos encontrado, estaba atento a lo que ocurría a su alrededor, sobre todo cuando se trataba de la interacción entre personas.
Cuando llegamos al puerto nos encontramos en medio de un gran revuelo, si bien los muelles solían ser sitios de mucho movimiento y alboroto en general, parecía ser que se estaba gestando algo más aparte de lo habitual. Habían varios barcos capitaneados por Humanos, eso no sería extraño dada la estrecha relación que tenía el Archipiélago Illidense con Verisar. Pero algún tipo de conflicto parecía haberse gestado entre los Hechiceros y los marineros.
Algunos hombres le gritaban a los Humanos armados, protegiendo a unos niños que miraban entre asustados y altaneros a los marineros. Amenazas iban y venían de ambas partes, los Hechiceros responden con ataques mágicos, quise intervenir pero Sophi me agarró de un brazo para detenerme, y para cuando logré soltarme el daño ya estaba hecho: Los cuerpos sin vida cayeron al piso.
Los fallecidos no podían volver a la vida, pero podía evitar que la pelea causara más pérdidas, me alejé de los dos vampiros y pude escuchar como Sophitia se quejaba por mi actitud poco precavida. Detuve a un Brujo que estaba a punto de romperle al cuello a un Humano que estaba ya en el piso, un golpe vino hacía mi de parte de un marinero, lo agarré por la muñeca y lo aparté de un empujón. Una llamarada me golpeó de lado, haciendo un gran agujero en mi ropa y dejando al descubierto la cota de malla que me protegía. Cada vez más personas se sumaban a la pelea, si continuábamos así perderíamos el barco.
—¡Cuidad nuestro material! ¡No desperdiciéis ni una gota! —
Escuché que gritaban detrás de mí, y entonces sentí el fuerte empujón. Debido a mi peso fue la otra persona la que trastabilló y en consecuencia derramó un extraño líquido sobre parte de mi cuerpo. Creí que era agua, pero de pronto mis piernas se aflojaron y caí al piso [ANALIZANDO] [ERROR] [ERROR] [ERROR] Sacudí la cabeza, me sentía confundida y ¿Adolorida? Eso no era posible.
-Taliesin… - Mi voz sonaba entrecortada y débil ¿Qué me estaba pasando? Temblaba de frío, me cruce de brazos para intentar darme calor corporal – No entiendo qué sucede – Dije mirando al vampiro con gesto no tan inexpresivo.
-¿Qué tienes? ¿Qué sientes? – Sophi estaba a mi lado y parecía que comenzaría una de sus crisis que terminaban en hechos de violencia indiscriminado. Tomo desde el cuello de la camisa a uno de los tantos que estaban aún peleando en el muelle, la vampiro apretaba tan fuerte los nudillos que podía escucharse como crujían las articulaciones - ¿Qué le hicieron? –
En cualquier otro momento me hubiese puesto de pie para detenerla, pero me sentía tan mareada que no podía sostenerme sola, un fuerte estornudo me detuvo de seguir intentándolo. Era la primera vez, en todos mis años como Bio, que hacía algo tan humano como estornudar.
Zöe
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Re: Derecho de nacimiento [Mastereado: Zöe y Taliesin]
- Siento que no hayamos averiguado nada - Dijo ahora que llegaban al puerto, concluyendo así aquel pequeño episodio en el archipiélago. Lo dijo a pesar de que no era necesario hacerlo, ni la biocibernética necesitara oirlo.
Lo que no diría en voz alta era que, en su opinión, aquello no había sido una pérdida de tiempo. Había servido para que Sophi y Zöe fueran conociéndose más, poco a poco. Muy poco a poco, debía recalcar. Había habido entre ellas más roces de lo esperado, y es que ambas se malinterpretaban con frecuencia, resultando cada vez en el casi inevitable enfado de la pirata. Taliesin sospechaba que aquella facilidad para perder el control se debía a que le dolía constatar que Zöe, su madre, la conocía tan poco que no era capaz de entender la mayoría de sus acciones. Y al mismo tiempo, Sophitia impedía que Zöe la conociera más al no revelarle quién era en realidad.
El vampiro tenía sus propios asuntos de los que ocuparse, y una vez regresaran al continente no iría con ellas. Se preguntaba si Sophitia se quedaría con Zöe, y en tal caso, cómo harían para arreglar sus malentendidos sin que él mediara y tradujera.
- Zöe querría construir un lugar en el que todos aquellos que necesiten refugiarse puedan ir, y encontrar techo, comida y seguridad. Un hospicio. Un Refugio. Y espero que lo consiga; me gustaría poder contar con un lugar así - sonrió. No sabía si algo así era posible, pero pensar en la posibilidad de un verdadero Refugio era tranquilizador.
En cuanto se acercaron al puerto pudieron constatar que algo no iba bien. El bullicio que reinaba no era el habitual; en cuanto estuvieron un poco más cerca, pudieron ver enfrentamientos entre brujos y humanos. Varios barcos se preparaban para zarpar apresuradamente, mientras que otros hombres y mujeres cargados de mercancía abandonaban el puerto en dirección al interior de la isla.
No sabía lo que estaba pasando. Pero aquello era un enfrentamiento, y conocía a Zöe como para saber que la biocibernética iba a interponerse. Con el ceño fruncido, la siguió, mirando a su alrededor para intentar averiguar a qué se debía todo aquello. No pensó que fuera a pasar nada y, cuando lo hizo, fue de la manera más inesperada. Un hombre corpulento se chocó contra Zöe, derramando sobre ella parte de la mercancía que transportaba: un líquido azul. Y al instante siguiente, la biocibernética cayó al suelo como si hubiera perdido todas sus fuerzas de golpe.
Taliesin corrió hacia ella y se arrodilló para incorporarla. La expresión de Zöe era lo más confusa que la había visto nunca.
- ¿Estás bien? - Preguntó aunque la respuesta era evidente. Su expresión denotaba tanta confusión como la de ella.
Zöe tiritaba. ¿Cómo era posible? Incluso en las noches más frías, empapada con lluvia, no había visto a la biocibernética revelar la más mínima sensibilidad a la temperatura exterior. Y en aquel momento ni siquiera hacía frío. Se quitó un guante para tocarle la frente y constató que estaba algo caliente. Y entonces Zöe estornudó.
Aquello fue la última confirmación que necesitaba.
- ¿Qué era eso que te han tirado? - Exigió saber, con un tono de voz que comenzaba a denotar enfado. Miró a Zöe durante un largo segundo y su preocupación terminó de convertir el enfado en cólera. Cuando siguió hablando, practicamente lo hizo gritando.- Sophi, ¿quiénes eran esos tipos?
Inmediatamente, con urgencia, comenzó a limpiar las trazas de aquel líquido azul con un pañuelo, con cuidado para no tocarlo directamente. Aquella cosa era peligrosa. Su mirada recorrió el suelo del puerto, buscando más restos de aquello. Ayudó a que Zöe se levantara y miró a su alrededor, buscando apoyo.
- ¡Esos humanos han derramado un líquido azul y es peligroso! Sólo con tocar a mi compañera la han hecho enfermar. ¡Alejad a los niños de aquí y que alguien lo limpie!
A duras penas contenía el enfado que sentía. Volvió a fijarse en Zöe; claramente le costaba mantenerse en pie. Iban a perder el barco, pero ahora aquella era la última de sus preocupaciones. Tenían que llevar a la biocibernética a algún lugar donde pudiera descansar, a alguien que pudiera curarla.
- ¡Tú! - Le exigió a uno de los brujos con más agresividad de la que correspondía - ¿Dónde podemos encontrar a un curandero? ¿Y quiénes eran los que acaban de abandonar el puerto?
Lo que no diría en voz alta era que, en su opinión, aquello no había sido una pérdida de tiempo. Había servido para que Sophi y Zöe fueran conociéndose más, poco a poco. Muy poco a poco, debía recalcar. Había habido entre ellas más roces de lo esperado, y es que ambas se malinterpretaban con frecuencia, resultando cada vez en el casi inevitable enfado de la pirata. Taliesin sospechaba que aquella facilidad para perder el control se debía a que le dolía constatar que Zöe, su madre, la conocía tan poco que no era capaz de entender la mayoría de sus acciones. Y al mismo tiempo, Sophitia impedía que Zöe la conociera más al no revelarle quién era en realidad.
El vampiro tenía sus propios asuntos de los que ocuparse, y una vez regresaran al continente no iría con ellas. Se preguntaba si Sophitia se quedaría con Zöe, y en tal caso, cómo harían para arreglar sus malentendidos sin que él mediara y tradujera.
- Zöe querría construir un lugar en el que todos aquellos que necesiten refugiarse puedan ir, y encontrar techo, comida y seguridad. Un hospicio. Un Refugio. Y espero que lo consiga; me gustaría poder contar con un lugar así - sonrió. No sabía si algo así era posible, pero pensar en la posibilidad de un verdadero Refugio era tranquilizador.
En cuanto se acercaron al puerto pudieron constatar que algo no iba bien. El bullicio que reinaba no era el habitual; en cuanto estuvieron un poco más cerca, pudieron ver enfrentamientos entre brujos y humanos. Varios barcos se preparaban para zarpar apresuradamente, mientras que otros hombres y mujeres cargados de mercancía abandonaban el puerto en dirección al interior de la isla.
No sabía lo que estaba pasando. Pero aquello era un enfrentamiento, y conocía a Zöe como para saber que la biocibernética iba a interponerse. Con el ceño fruncido, la siguió, mirando a su alrededor para intentar averiguar a qué se debía todo aquello. No pensó que fuera a pasar nada y, cuando lo hizo, fue de la manera más inesperada. Un hombre corpulento se chocó contra Zöe, derramando sobre ella parte de la mercancía que transportaba: un líquido azul. Y al instante siguiente, la biocibernética cayó al suelo como si hubiera perdido todas sus fuerzas de golpe.
Taliesin corrió hacia ella y se arrodilló para incorporarla. La expresión de Zöe era lo más confusa que la había visto nunca.
- ¿Estás bien? - Preguntó aunque la respuesta era evidente. Su expresión denotaba tanta confusión como la de ella.
Zöe tiritaba. ¿Cómo era posible? Incluso en las noches más frías, empapada con lluvia, no había visto a la biocibernética revelar la más mínima sensibilidad a la temperatura exterior. Y en aquel momento ni siquiera hacía frío. Se quitó un guante para tocarle la frente y constató que estaba algo caliente. Y entonces Zöe estornudó.
Aquello fue la última confirmación que necesitaba.
- ¿Qué era eso que te han tirado? - Exigió saber, con un tono de voz que comenzaba a denotar enfado. Miró a Zöe durante un largo segundo y su preocupación terminó de convertir el enfado en cólera. Cuando siguió hablando, practicamente lo hizo gritando.- Sophi, ¿quiénes eran esos tipos?
Inmediatamente, con urgencia, comenzó a limpiar las trazas de aquel líquido azul con un pañuelo, con cuidado para no tocarlo directamente. Aquella cosa era peligrosa. Su mirada recorrió el suelo del puerto, buscando más restos de aquello. Ayudó a que Zöe se levantara y miró a su alrededor, buscando apoyo.
- ¡Esos humanos han derramado un líquido azul y es peligroso! Sólo con tocar a mi compañera la han hecho enfermar. ¡Alejad a los niños de aquí y que alguien lo limpie!
A duras penas contenía el enfado que sentía. Volvió a fijarse en Zöe; claramente le costaba mantenerse en pie. Iban a perder el barco, pero ahora aquella era la última de sus preocupaciones. Tenían que llevar a la biocibernética a algún lugar donde pudiera descansar, a alguien que pudiera curarla.
- ¡Tú! - Le exigió a uno de los brujos con más agresividad de la que correspondía - ¿Dónde podemos encontrar a un curandero? ¿Y quiénes eran los que acaban de abandonar el puerto?
Taliesin Skatha
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Re: Derecho de nacimiento [Mastereado: Zöe y Taliesin]
Los humanos, pasionales como animales, siguieron sus instintos primarios. Algunos huyeron hacia los bosques a esconderse en los campamentos que construyeron en los últimos días en su estancia en la isla; otros embarcaron con prisas y desataron las cuerdas que amarraban sus galeones al muelle illidense. Los brujos más destacados, por el contrario, se reunieron en conclave en el puerto. Esperaban, sin necesidad de entrar en acción, el próximo movimiento de los humanos. La ofensa se paga caro. Pensaban la mayoría. El precio lo ofrecerían dentro de pocas semanas; cuando esos galeones que ponían rumbo a la península, regresasen con el rabo entre las piernas. Llevarían consigo a un noble vestido con un ostentoso traje que imitaría los colores de las túnicas de los brujos. Traería regalos y pediría perdón. Ha sido un malentendido cultural, ruego que se nos disculpe. A los humanos les interesaba llevarse bien con los brujos tanto como a los brujos les interesaba los humanos. El comercio entre Verisar y las islas era vital para la vida en los puertos illidense y lunargentés. En tiempos de guerra, los cuales eran más que comunes en Aerandir, estas mismas rutas servían para transportar refugiados y tesoros de un lado a otro. Les interesaba llevarse bien. Volverán. Pensaba Silvestre Talo con total seguridad. En menos de lo que canta un gallo, los galeones humanos habrán regresado y estarán celebrando los reglamentarios banquetes de reconciliación.
Silvestre Talo, un erudito reconocido en todas las islas, se equivocaba. Los galeones humanos jamás regresarían. Apenas serían capaces de alejarse a más de unas pocas yardas de la costa.
Los barcos rebosaban un denso líquido azul. Emergía de los barriles que los humanos se habían dejado abiertos debido al previo ajetreo y descendía por el lateral del cascaron del navío hasta el agua; se hundía como si fuera aceite crudo. El mar parecía estar alimentándose de dicho aceite.
—Acérquense, por favor — pidió Talo a los demás brujos del puerto—. No me gusta el color que está tomando el agua. Estad preparados para lo que pueda pasar.
Los brujos se reunieron en puntos estratégicos del muelle. Tenía las manos unidas como si estuvieran invocando un rezo conjunto. Observan el pesado líquido azul hundirse en el mar y a los navíos humanos navegando a Verisar, no sin dificultades. Atentos, como Talo había advertido, a lo que pudiera pasar.
Un hombre fornido se acercó al grupo de Silvestre Talo. Pidió ayuda por su amiga que había sido contaminada por lo que fuera que los humanos transportaban. Silvestre le rechazó con un tosco gesto con el brazo. No es el momento, chico. Rugían sus ojos. No habló en voz alta porque eso hubiera podido interrumpir los hechizos de protección que musitaba mentalmente.
En el mismo momento en el que el desconocido dio un paso atrás, ocurrió lo que Silvestre Talo había estado advirtiendo (y Murielle vio en su bola de cristal). Un banco de peces, por lo menos tenían aletas como los peces, saltaron del agua y se adhirieron en la madera de los navíos humanos. Tenían una gama de dientes bajo los labios. Carcomían la madera hasta que ésta se desprendía, con ellos todavía pegados.
—¿Qué son esas cosas? — preguntó Olga Ytrannis, una bruja que Silvestre Talo tenía el placer de llamarla amiga.
—No tengo ni puta idea — contestó Talo con un marcado acento humano. Los dos rieron. —Parecen una especie de piraña con ventosas en los labios y viscosa piel de sapo.
—Las pirañas son de agua dulce, capullo. — Ytrannis también conocía las palabrotas humanas y las invocó con gusto.
El banco de no-peces devoraron los galeones humanos y luego a los humanos. Los brujos observaron la masacre como si estuvieran viendo un espectáculo de fuegos artificiales.
La adivina Murielle salió de su cabaña. Tenía una bola de cristal en la mano derecha, la izquierda la tenía levantada como si estuviera saludando a un amigo.
—¡Escuchadme todos! Esos engendros son mutaciones provocadas por el éter contaminado —hablaba con voz acelerada—. Los humanos han estado extrayendo la magia de nuestra tierra. No saben que sus instrumentos de metal pudren la magia. ¡Vienen hacia aquí!
Y en el mismo instante en el que Murielle terminó de hablar, uno de esos no-peces saltó del mar a la derecha pierna de un brujo que se había acercado demasiado al muelle. Quedó adherido, como antes había hecho con la madera de los barcos con la única diferencia que, esta vez, tardó menos en despegarse y, cuando lo hizo, se llevó consigo carne y hueso.
El brujo rugió por el dolor. Quedó tirado en el muelle; sus compañeros no llegaron a tiempo para socorrerle. Su pierna derecha quedaba sujeta por el resto del cuerpo por unos finos ligamentos que se resquebrajaban por momentos. El pobre desafortunado se arrastraba por el muelle en busca de auxilio. Un segundo no-pez se enganchó a su cráneo. Aquellos que no llegaron a tiempo para ayudar al brujo apartaron a la vista. Demasiado desagradable.
—Ytrannis, voy a necesitar tu ayuda, y a la de todos vosotros — Talo se dirigió incluso al hombre que había rechazado con la mano. Hablaba con voz seria y serena; las bromas habían terminado —. Aquellos que sintáis menor sensibilidad hacia el éter quedaos en la vanguardia. Atraed a los mutantes hacia nosotros y preveníos de que no os muerdan. Los más sensibles, estaremos en la retaguardia. Usaremos nuestras habilidades para sanar la contaminación. Ahora que sabemos qué son esas cosas, sabremos como sanarlas.
Hubo un pensamiento colectivo entre toda la guarnición que nadie se atrevió a pronunciar en voz alta: el campamento humano escondido en el bosque estará repleto de esas cosas.
Silvestre Talo, que había atendido, a su manera, a los extranjeros, iba un paso más allá: esa chica enferma tenía éter en la blusa.
* Bienvenidos Zöe y Taliesin: Un favor por otro favor. Si ayudáis a Silvestre Talo, los brujos harán lo posible por sanar a Zöe. Podéis seguir la estrategia de Talo o presentar una nueva, menos precipitada, que os permita sanar a los mutantes sin necesidad de poner en riesgo a nadie y que no hallan más heridos. La cantidad de heridos lo resolveremos con La Voluntad de los Dioses. Taliesin será el encargado de lanzar las runas ya que es quien está en último lugar.
Por otro lado, la enfermedad de Zöe irá en aumento según avancemos el tema. De momento, sigue pareciendo una enfermedad humana. Hasta que no te sanas, diré nuevos síntomas a sumar en cada turno: puntos rojos en la piel y escozor similar a la varicela.
Habréis notado que para este mastereado estoy valorando mucho el trabajo en equipo. Quiero probar esta mecánica. En lugar de dar objetivos separados, me gustaría probar a organizar el tema de forma que ambos trabajéis en conjunto. Me aprovecho de que, según tengo conciencia, fuera del foro sois muy buenas amigas y no tendréis problemas entre vosotras a la hora de poneros en común.
Personajes de interés:
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Especialización: Escuela de la Conjuración (maestría en conjuración)
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Especialización: Escuela Elemental (maestría en control de agua)
La raza, aspecto y especialización de Einar será un secreto hasta dentro de unos pocos turnos.
Silvestre Talo, un erudito reconocido en todas las islas, se equivocaba. Los galeones humanos jamás regresarían. Apenas serían capaces de alejarse a más de unas pocas yardas de la costa.
Los barcos rebosaban un denso líquido azul. Emergía de los barriles que los humanos se habían dejado abiertos debido al previo ajetreo y descendía por el lateral del cascaron del navío hasta el agua; se hundía como si fuera aceite crudo. El mar parecía estar alimentándose de dicho aceite.
—Acérquense, por favor — pidió Talo a los demás brujos del puerto—. No me gusta el color que está tomando el agua. Estad preparados para lo que pueda pasar.
Los brujos se reunieron en puntos estratégicos del muelle. Tenía las manos unidas como si estuvieran invocando un rezo conjunto. Observan el pesado líquido azul hundirse en el mar y a los navíos humanos navegando a Verisar, no sin dificultades. Atentos, como Talo había advertido, a lo que pudiera pasar.
Un hombre fornido se acercó al grupo de Silvestre Talo. Pidió ayuda por su amiga que había sido contaminada por lo que fuera que los humanos transportaban. Silvestre le rechazó con un tosco gesto con el brazo. No es el momento, chico. Rugían sus ojos. No habló en voz alta porque eso hubiera podido interrumpir los hechizos de protección que musitaba mentalmente.
En el mismo momento en el que el desconocido dio un paso atrás, ocurrió lo que Silvestre Talo había estado advirtiendo (y Murielle vio en su bola de cristal). Un banco de peces, por lo menos tenían aletas como los peces, saltaron del agua y se adhirieron en la madera de los navíos humanos. Tenían una gama de dientes bajo los labios. Carcomían la madera hasta que ésta se desprendía, con ellos todavía pegados.
—¿Qué son esas cosas? — preguntó Olga Ytrannis, una bruja que Silvestre Talo tenía el placer de llamarla amiga.
—No tengo ni puta idea — contestó Talo con un marcado acento humano. Los dos rieron. —Parecen una especie de piraña con ventosas en los labios y viscosa piel de sapo.
—Las pirañas son de agua dulce, capullo. — Ytrannis también conocía las palabrotas humanas y las invocó con gusto.
El banco de no-peces devoraron los galeones humanos y luego a los humanos. Los brujos observaron la masacre como si estuvieran viendo un espectáculo de fuegos artificiales.
La adivina Murielle salió de su cabaña. Tenía una bola de cristal en la mano derecha, la izquierda la tenía levantada como si estuviera saludando a un amigo.
—¡Escuchadme todos! Esos engendros son mutaciones provocadas por el éter contaminado —hablaba con voz acelerada—. Los humanos han estado extrayendo la magia de nuestra tierra. No saben que sus instrumentos de metal pudren la magia. ¡Vienen hacia aquí!
Y en el mismo instante en el que Murielle terminó de hablar, uno de esos no-peces saltó del mar a la derecha pierna de un brujo que se había acercado demasiado al muelle. Quedó adherido, como antes había hecho con la madera de los barcos con la única diferencia que, esta vez, tardó menos en despegarse y, cuando lo hizo, se llevó consigo carne y hueso.
El brujo rugió por el dolor. Quedó tirado en el muelle; sus compañeros no llegaron a tiempo para socorrerle. Su pierna derecha quedaba sujeta por el resto del cuerpo por unos finos ligamentos que se resquebrajaban por momentos. El pobre desafortunado se arrastraba por el muelle en busca de auxilio. Un segundo no-pez se enganchó a su cráneo. Aquellos que no llegaron a tiempo para ayudar al brujo apartaron a la vista. Demasiado desagradable.
—Ytrannis, voy a necesitar tu ayuda, y a la de todos vosotros — Talo se dirigió incluso al hombre que había rechazado con la mano. Hablaba con voz seria y serena; las bromas habían terminado —. Aquellos que sintáis menor sensibilidad hacia el éter quedaos en la vanguardia. Atraed a los mutantes hacia nosotros y preveníos de que no os muerdan. Los más sensibles, estaremos en la retaguardia. Usaremos nuestras habilidades para sanar la contaminación. Ahora que sabemos qué son esas cosas, sabremos como sanarlas.
Hubo un pensamiento colectivo entre toda la guarnición que nadie se atrevió a pronunciar en voz alta: el campamento humano escondido en el bosque estará repleto de esas cosas.
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Silvestre Talo, que había atendido, a su manera, a los extranjeros, iba un paso más allá: esa chica enferma tenía éter en la blusa.
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* Bienvenidos Zöe y Taliesin: Un favor por otro favor. Si ayudáis a Silvestre Talo, los brujos harán lo posible por sanar a Zöe. Podéis seguir la estrategia de Talo o presentar una nueva, menos precipitada, que os permita sanar a los mutantes sin necesidad de poner en riesgo a nadie y que no hallan más heridos. La cantidad de heridos lo resolveremos con La Voluntad de los Dioses. Taliesin será el encargado de lanzar las runas ya que es quien está en último lugar.
Por otro lado, la enfermedad de Zöe irá en aumento según avancemos el tema. De momento, sigue pareciendo una enfermedad humana. Hasta que no te sanas, diré nuevos síntomas a sumar en cada turno: puntos rojos en la piel y escozor similar a la varicela.
Habréis notado que para este mastereado estoy valorando mucho el trabajo en equipo. Quiero probar esta mecánica. En lugar de dar objetivos separados, me gustaría probar a organizar el tema de forma que ambos trabajéis en conjunto. Me aprovecho de que, según tengo conciencia, fuera del foro sois muy buenas amigas y no tendréis problemas entre vosotras a la hora de poneros en común.
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Re: Derecho de nacimiento [Mastereado: Zöe y Taliesin]
Si tuviera que explicarlo, diría que Taliesin era el que representaba el sentido común en el grupo [ANALIZANDO] Sophitia era demasiado pasional y perdía los estribos rápidamente, por otro lado, mi incapacidad para entender a los orgánicos hacía que muchas veces tomara decisiones erróneas. Así que dependíamos del Vampiro para que mantuviera el orden, cuando comenzó a montar en cólera eso pareció potenciar el enfado de Sophi, quien sacudió un poco más al hombre que tenía agarrado para finalmente tirarlo al piso sin delicadeza alguna.
-¡No lo sé! Son barcos de Verisar, pero no tengo idea de qué hacían aquí o qué estaban llevando en su cargamento – La Vampiro nos había contado que gran parte de su vida había transcurrido arriba de un barco, aunque se movía más bien por el circuito ilegal – Pero lo averiguaremos, así tenga que golpear a cada uno de estos imbéciles –
Se quedó en silencio cuando ese desconocido líquido [ANALIZANDO] [ERROR] comenzó a caer al mar, generando un extraño efecto en los peces. Sophitia abrió la boca, movió los labios pero no emitió sonido alguno, tampoco pude decir nada, mi sistema no podía reconocer de qué especie eran esos peces. Por otra parte, los Hechiceros se unían para generar algún tipo de barrera protectora que impidiera a esos monstruos acercarse a la ciudad.
Al mismo tiempo que todo eso ocurría en el mar, una mujer salió de su casa para advertir sobre el potencial peligro. Con dificultad me puse en pie, Sophi se paró junto a mí para servirme de apoyo [ANALIZANDO] me observaba con sorpresa y ¿miedo? Extendí las manos y entonces noté un sarpullido, inconscientemente me había estado rascando ¿Inconscientemente? Se suponía que mi sistema controlaba todas mis funciones.
-Hay que darles tiempo a los Hechiceros ¿Si? – Les dije a los otros dos.
-¿Darles tiempo? ¿Estas demente? Tenemos que irnos de aquí – Sophi me levantó en brazos sin ninguna dificultad, normalmente se lo hubiese impedido, pero no tenía fuerzas, y los escalofríos apenas me dejaban hablar con normalidad.
-No… Te-tenemos que… Tenemos que ayudarlos – Volví a estornudar, uno de los Brujos explicó cuál era el plan y la Vampiro lo fulminó con la mirada.
-O sea que quieres que seamos carnada – Frunció el ceño y arrugó la nariz, eran el tipo de gesto que Sophi hacía antes de pasar a acciones más agresivas.
-Sophitia, debes… Calmarte, es necesario… - La empuje con las pocas fuerzas que tenía para que me bajara – Tenemos que ayudarlos, ellos… Los orgánicos no deben sufrir daños – Algunos de los peces habían saltado al muelle, atacaban a todo aquel que se acercara demasiado- Los detendré – Comencé a desabotonar mi ropa, probablemente podría quemarlos con la luz que salía de mi cuerpo.
-¿Eh? ¿Qué pretendes? – Sophi apartó mis manos y volvió a abrochar la camisa – Ibas a ir derecho hacía esos bichos para rostizarlos ¿No? No voy a dejar que hagas algo tan arriesgado – Me miro a los ojos [ANALIZANDO] no pude interpretar sus gestos – Podrían lastimarte ¿Sabes? No hagas eso – No tenía fuerzas para oponerme – Confía en nosotros, nos encargaremos de esto –
La Vampiro agarró mi morral y se lo puso, luego le hizo una señal a Taliesin para que fueran a la vanguardia. Los peces daban saltos tan largos que parecían volar, uno pasó cerca de Sophi, la cual lo golpeó de lado con uno de sus puños, logrando que saliera disparado en dirección opuesta [ANALIZANDO] era una buena estrategia, pero tenían demasiados peces alrededor como para poder implementarla exitosamente.
Lo único que podía hacer yo era observar a la distancia, mientras rascaba con desesperación el sarpullido que lentamente iba cubriendo mi cuerpo. Vi que Sophi revolvía la mochila y sacaba una de las piedras ambientales, la arrojó a la punta del muelle y a los pocos segundos una nube comenzó a lanzar rayos, alcanzando a algunos de los monstruos.
Luego le pasó la estatuilla de Krampus a Taliesin.
-Así no tendrás que acercarte – Dijo la Vampiro antes de golpear a otro de los peces que estaba peligrosamente cerca – Solo ordénale que vaya por ti – Dijo y aplastó a otro de los extraños seres con su bota.
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Subrayado 1: Uso Objeto Máster "Piedra Ambiental"
-¡No lo sé! Son barcos de Verisar, pero no tengo idea de qué hacían aquí o qué estaban llevando en su cargamento – La Vampiro nos había contado que gran parte de su vida había transcurrido arriba de un barco, aunque se movía más bien por el circuito ilegal – Pero lo averiguaremos, así tenga que golpear a cada uno de estos imbéciles –
Se quedó en silencio cuando ese desconocido líquido [ANALIZANDO] [ERROR] comenzó a caer al mar, generando un extraño efecto en los peces. Sophitia abrió la boca, movió los labios pero no emitió sonido alguno, tampoco pude decir nada, mi sistema no podía reconocer de qué especie eran esos peces. Por otra parte, los Hechiceros se unían para generar algún tipo de barrera protectora que impidiera a esos monstruos acercarse a la ciudad.
Al mismo tiempo que todo eso ocurría en el mar, una mujer salió de su casa para advertir sobre el potencial peligro. Con dificultad me puse en pie, Sophi se paró junto a mí para servirme de apoyo [ANALIZANDO] me observaba con sorpresa y ¿miedo? Extendí las manos y entonces noté un sarpullido, inconscientemente me había estado rascando ¿Inconscientemente? Se suponía que mi sistema controlaba todas mis funciones.
-Hay que darles tiempo a los Hechiceros ¿Si? – Les dije a los otros dos.
-¿Darles tiempo? ¿Estas demente? Tenemos que irnos de aquí – Sophi me levantó en brazos sin ninguna dificultad, normalmente se lo hubiese impedido, pero no tenía fuerzas, y los escalofríos apenas me dejaban hablar con normalidad.
-No… Te-tenemos que… Tenemos que ayudarlos – Volví a estornudar, uno de los Brujos explicó cuál era el plan y la Vampiro lo fulminó con la mirada.
-O sea que quieres que seamos carnada – Frunció el ceño y arrugó la nariz, eran el tipo de gesto que Sophi hacía antes de pasar a acciones más agresivas.
-Sophitia, debes… Calmarte, es necesario… - La empuje con las pocas fuerzas que tenía para que me bajara – Tenemos que ayudarlos, ellos… Los orgánicos no deben sufrir daños – Algunos de los peces habían saltado al muelle, atacaban a todo aquel que se acercara demasiado- Los detendré – Comencé a desabotonar mi ropa, probablemente podría quemarlos con la luz que salía de mi cuerpo.
-¿Eh? ¿Qué pretendes? – Sophi apartó mis manos y volvió a abrochar la camisa – Ibas a ir derecho hacía esos bichos para rostizarlos ¿No? No voy a dejar que hagas algo tan arriesgado – Me miro a los ojos [ANALIZANDO] no pude interpretar sus gestos – Podrían lastimarte ¿Sabes? No hagas eso – No tenía fuerzas para oponerme – Confía en nosotros, nos encargaremos de esto –
La Vampiro agarró mi morral y se lo puso, luego le hizo una señal a Taliesin para que fueran a la vanguardia. Los peces daban saltos tan largos que parecían volar, uno pasó cerca de Sophi, la cual lo golpeó de lado con uno de sus puños, logrando que saliera disparado en dirección opuesta [ANALIZANDO] era una buena estrategia, pero tenían demasiados peces alrededor como para poder implementarla exitosamente.
Lo único que podía hacer yo era observar a la distancia, mientras rascaba con desesperación el sarpullido que lentamente iba cubriendo mi cuerpo. Vi que Sophi revolvía la mochila y sacaba una de las piedras ambientales, la arrojó a la punta del muelle y a los pocos segundos una nube comenzó a lanzar rayos, alcanzando a algunos de los monstruos.
Luego le pasó la estatuilla de Krampus a Taliesin.
-Así no tendrás que acercarte – Dijo la Vampiro antes de golpear a otro de los peces que estaba peligrosamente cerca – Solo ordénale que vaya por ti – Dijo y aplastó a otro de los extraños seres con su bota.
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- Piedra Ambiental:
- Te permite cambiar el clima a elección en un radio de 10 metros de radio desde donde lo usas: El efecto dura 4 turnos en temas interpretativos (entre usuarios) y 2 turnos en temas dirigidos por un Master.
- Muñeco Krampus:
- En un tema, si quemáis el muñeco, invocaréis un pequeño Krampus como ayudante durante los tres próximos turnos. Después de estos turnos, se convertirá en ceniza.
- =P:
- F.D.I: Estuvimos tentados de hacer un Sharknado =P
Zöe
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Re: Derecho de nacimiento [Mastereado: Zöe y Taliesin]
Taliesin apretó los dientes, intentando controlar su enfado. Estaba completamente de acuerdo con Sophitia: ya tenían suficiente con tener que curar a Zöe, no tenían por qué arriesgarse más para ayudar a nadie cuando ni siquiera sabían qué estaba ocurriendo. De lo que decían los hechiceros pudo sacar algunas conclusiones, pero nada demasiado definitivo ni esclarecedor. Y sobre todo, no consiguió que nadie accediera siquiera a escucharlos a ellos, con lo que no se sentía especialmente inclinado a ayudar.
Pero Zöe siempre ponía la seguridad de los otros sobre la suya propia. Y el brujo que parecía liderar aquella defensa se dirigió a todos, incluyéndolos a ellos, cuando pidió ayuda. Taliesin se rindió ante la evidencia.
- No te lo rasques - le aconsejó a Zöe, intentando ignorar lo extraña y preocupante que era que nuevos síntomas se estuvieran añadiendo a la biocibernética -. Quédate aquí, volveremos en seguida.
Aquellos peces voladores eran escalofriantes. Habían visto lo que le habían hecho a la pierna y cráneo del primer brujo. Taliesin no se sentía muy seguro al seguir las recomendaciones de Talo y desplazarse hacia la vanguardia con Sophitia, pero el enfado, y el miedo que le causaba ver los efectos de aquel líquido azul, ahogaban el miedo personal que sentía.
- Así que tenemos que mantenerlos distraidos mientras los hechiceros vuelven a tomar control de la situación - y tras decir esto, chasqueó la lengua-. No me puedo creer que Zöe fuese a ponerse como cebo.
Típico de Zöe. Pero completamente inaceptable.
Mientras caminaba sacó una pequeña réplica de una cabeza de drakkar y se la enseñó a Sophitia. La pirata ya sabía lo que era; Taliesin había puesto todo lo que tenía en común con ella, "por si pasara algo", porque él era ese tipo de persona a la que no le gusta dejar las cosas sin planificar. En respuesta, Sophitia le pasó otra estatuilla.
Entre varios hechiceros habían apilado varias cajas y objetos inflamables y les habían lanzado una bola de fuego para iniciar una hoguera. La luz de las llamas atraía a los peces, quienes se lanzaban a las mismas y morían calcinados, agarrados a pedazos de madera ardiendo. Taliesin lanzó la estatuilla a la hoguera, y al prender fuego, apareció frente a ellos un pequeño Krampus, dispuesto a recibir órdenes.[1]
- Toma esto y llévalo al frente. Cólocalo así en el suelo - indicó.
El pequeño ser asintió y agarró la figura, tal como le pedían. Se llevó la cabeza de drakkar a las cercanías del agua, donde había más de aquellos peces, y pronto en su lugar hubo una estatua de dos metros que lanzaba fuego[2]. Al igual que la hoguera, sus llamas atraían a los seres, y servía como primera barrera de defensa para mantener a los hechiceros seguros mientras deshacían aquel entuerto.
Y una vez hubieran resuelto aquello, esperaba que se encontraran más receptivos a ayudar a curar a Zöe. Después de todo, la causa de su mal era la misma de la que se estaban defendiendo, y no sabían si podía ser contagioso o mortal.
--
[1]Uso de objeto máster "Muñeco Krampus"
[2] Uso de objeto master "Cabeza de Drakkar".
Pero Zöe siempre ponía la seguridad de los otros sobre la suya propia. Y el brujo que parecía liderar aquella defensa se dirigió a todos, incluyéndolos a ellos, cuando pidió ayuda. Taliesin se rindió ante la evidencia.
- No te lo rasques - le aconsejó a Zöe, intentando ignorar lo extraña y preocupante que era que nuevos síntomas se estuvieran añadiendo a la biocibernética -. Quédate aquí, volveremos en seguida.
Aquellos peces voladores eran escalofriantes. Habían visto lo que le habían hecho a la pierna y cráneo del primer brujo. Taliesin no se sentía muy seguro al seguir las recomendaciones de Talo y desplazarse hacia la vanguardia con Sophitia, pero el enfado, y el miedo que le causaba ver los efectos de aquel líquido azul, ahogaban el miedo personal que sentía.
- Así que tenemos que mantenerlos distraidos mientras los hechiceros vuelven a tomar control de la situación - y tras decir esto, chasqueó la lengua-. No me puedo creer que Zöe fuese a ponerse como cebo.
Típico de Zöe. Pero completamente inaceptable.
Mientras caminaba sacó una pequeña réplica de una cabeza de drakkar y se la enseñó a Sophitia. La pirata ya sabía lo que era; Taliesin había puesto todo lo que tenía en común con ella, "por si pasara algo", porque él era ese tipo de persona a la que no le gusta dejar las cosas sin planificar. En respuesta, Sophitia le pasó otra estatuilla.
Entre varios hechiceros habían apilado varias cajas y objetos inflamables y les habían lanzado una bola de fuego para iniciar una hoguera. La luz de las llamas atraía a los peces, quienes se lanzaban a las mismas y morían calcinados, agarrados a pedazos de madera ardiendo. Taliesin lanzó la estatuilla a la hoguera, y al prender fuego, apareció frente a ellos un pequeño Krampus, dispuesto a recibir órdenes.[1]
- Toma esto y llévalo al frente. Cólocalo así en el suelo - indicó.
El pequeño ser asintió y agarró la figura, tal como le pedían. Se llevó la cabeza de drakkar a las cercanías del agua, donde había más de aquellos peces, y pronto en su lugar hubo una estatua de dos metros que lanzaba fuego[2]. Al igual que la hoguera, sus llamas atraían a los seres, y servía como primera barrera de defensa para mantener a los hechiceros seguros mientras deshacían aquel entuerto.
Y una vez hubieran resuelto aquello, esperaba que se encontraran más receptivos a ayudar a curar a Zöe. Después de todo, la causa de su mal era la misma de la que se estaban defendiendo, y no sabían si podía ser contagioso o mortal.
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[1]Uso de objeto máster "Muñeco Krampus"
[2] Uso de objeto master "Cabeza de Drakkar".
Taliesin Skatha
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Re: Derecho de nacimiento [Mastereado: Zöe y Taliesin]
El miembro 'Taliesin Skatha' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Tyr
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Re: Derecho de nacimiento [Mastereado: Zöe y Taliesin]
Está asustada. Cree que puede escuchar el sonido de la corriente eléctrica al circular por el sistema de cableado. Un chico agradable cinco años menor que ella (él ocupará mi puesto si no sobrevivo) la ayuda a sentarse en la camilla. Ata sus manos con fuerte correas de cuero. Le promete que es por su seguridad. La chica no opone resistencia, al fin y al cabo, ella misma se prestó voluntaria para el experimento. No hay vuelta de hoja.
El joven levanta la mano y hace llamar a los enfermeros. El sujeto está preparado para la inyección sedante. La chica siente un escalofrío cuando escucha cómo la llaman: sujeto. La han despojado de su nombre, de su rango e incluso de su género. Emilie Coleman. ¿Tanto cuesta que me llamen por mi nombre? Supone que sí. Les cuesta tanto como preguntarla si se encuentra bien.
Se acerca uno de los enfermeros del grupo de investigación y le inyecta el sedante por el brazo izquierdo. Éste funciona de manera deficiencia. Emilie Coleman (el sujeto) ve bisturís, pinzas y otros instrumentos metálicos pasar por delante de sus ojos. Si alguno de ellos le causa una hendidura, no llega a notarlo. La alucinación del sonido de la corriente eléctrica se hace más intenso, tanto que consigue superponerse a las voces de los científicos.
La toman por los brazos. Para ello debieron desatar antes las correas, pero ella no se ha dado cuenta. La llevan a los contenedores de éter y la meten en su interior. La acomodan en posición fetal. El frío es espantoso. Desearía poder mover sus brazos para abrazar sus pechos y cubrirse del frío.
No notó la aguja del enfermero al inyectarle el sedante, pero sí el sarpullido que éste le ha dejado. Le pica. Seguramente, también tenga fiebre, la más alta que ha tenido nunca. Si el experimento no acaba con ella, lo hará el postoperatorio. De estar plenamente consciente de sus facultades mentales, sentiría auténtico miedo.
Los científicos se han esfumado. La sala estaba repleta hace unos instantes. ¿Cuánto tiempo? En el estado que se encuentra, Emilie Coleman (el sujeto), no sabría decir cuanto tiempo ha pasado desde que le metieron en el contenedor de éter etílico (el científico, no el mágico). Alcanza a ponerse de pie, no sin dificultades. Pone la mano derecha en el cristal esperando que alguien la ayude. Si puedes hablar, gritaría. Hay una chica. La mitad de su melena es negra como el carbón y la otra gris, parece haber envejecido cincuenta años por delante del resto del cuerpo. El ojo izquierdo parece una bombilla apagada. Emilie piensa en una palabra que siempre había dictado de fantasía: bruja.
La chica de un solo ojo funcional pone una mano en el vidrio del contenedor, encima de la mano de Emilie.
La chica de metal cayó de espalda contra el suelo después de que su amiga la vampira la instase a abandonar la zona de peligro. Murielle se arrodilló a su lado y la observó detenidamente. Se quedó tan cerca de ella que parecían un par de enamoradas en la playa. La de metal se llamaba Z003 y antes se había llamado Emilie Coleman. Murielle quería hablar con esta segunda persona, muy distinta a la primera, puesto es la que estaba sufriendo la mayor parte de los efectos del éter. Emilie, desde su pasado, acabaría convirtiéndose en unas criaturas similares a las que surgieron del mar. Z003 sufría las consecuencias de que su pasado estuviera maldito. Murielle lo vio muy claro desde su único ojo bueno.
—Necesitas ayuda — no era una pregunta, pero quien la escuchase podría pensar que si lo fuera. Murielle levantó con delicadeza el brazo izquierdo de Z003 —. La inyección no te produjo ningún sarpullido, es el éter — niega con la cabeza. Emilie solo conoce un tipo de éter y es muy diferente al que se conoce en Aerandir —. Lo que ella llama fantasía.
—Aléjate de la señorita, puede ser peligroso — dijo Silvestre Talo con voz autoritaria.
Al lado del líder de la patrulla se encontraban los vampiros que acompañaron a Z003. Murielle reconoció a Taliesin Skatha; lo había visto esta mañana en su bola de cristal. No reconoció a la vampira, cosa que no le sorprendió: sus predicciones casi siempre emergían incompletas de la bola de cristal. Supo que la chica era una vampiresa por el aura negra que desprendía.
La adivina se puso en pie y se espolsó la falda de la túnica antes de contestar a Talo:
—A mí no me resulta ningún peligro, ni tampoco debe serlo para ninguno de vosotros. De algún modo que no sabría explicar, la chica renombrada como Z003 ha logrado encerrar lo que lleva — el éter — en un recuerdo de su pasado. Es la humana que fue quien se convertirá en uno de esos monstruos.
El monigote de Krampus se colocó al lado de la cabeza de Z003. Hizo una mala imitación de Murielle, de cómo se había parado a observar a Z003.
—Se trata del éter. Los humanos están extrayendo el éter de nuestra isla como lo harían de una mena de hierro. Desconocen qué peligros puede acarrear todo este asunto — se puso una mano en la cabeza. Sentía como si tuviera un mar embravecido en su interior. Le ocurría cada vez que tenía una nueva predicción —. Desconocen qué es lo que están invocando. Pero ella lo sabe. —giró la cabeza hacia Z003, pero no era a ella a quién veía — ¡Dímelo! Puedes hablarme. Soy tu amiga. ¡Ayudadme a romper el cristal! Es muy pesado para mí sola — dio furiosos puñetazos a la nada hasta que se cansó de golpear el cristal invisible y cayó de rodillas.
Pasado unos minutos, Silvestre Talo hizo un recuento mental de lo ocurrido y lo transmitió a quién le quisiera escuchar.
—Por lo que sabemos. Esos humanos han encontrado una “mena de éter”, como dijo Murielle. Antes de continuar debéis saber que confío plenamente en sus predicciones. En el pasado, la adivina Murielle nos ayudó a prevenir los ataques de nuestros enemigos a las islas antes de que sucedieran. No voy a poner en duda su palabra. Además, todos lo hemos visto. Los humanos estaban transportando algo desde la selva al puerto. Ese mismo algo se cayó al mar y convirtió a un banco de peces en monstruos mutantes. Ese algo, dice Murielle y yo la creo, es el éter; nuestra magia. Lo que quieran hacer con ello nos incumbe a todos nosotros puesto que no creo que sea nada bueno y está sucediendo en nuestra isla. Hay más, la persona a la que más le tiene que importar este asunto es… ¿Cómo has dicho que se llama?
Murielle habló con voz clara y la cabeza despejada.
—Emilie Coleman, pero ahora es Z003. — cogió la mano de la chica con la suavidad de una madre —. Preséntate tú, querida.
Silvestre continúo con su oración.
—Ella nos acompañará a nuestra expedición a la selva. Murielle cree que es la clave para resolver este asunto. Ellos dos también lo son, ¿cómo os llamáis, amigos? — dio pie a que los vampiros se presentasen al grupo.
Estaba de cuclillas en mitad de la selva. Quien lo viera pensaría que era un cazador examinando las huellas que había dejado su presa. Estaría muy equivocado. Einar se había vuelto loco. ¡Loco de remate y loco como una cabra! Tenía manchas de éter en la camina y en las encías. Todos los humanos, quien más y quién menos, habían manchado sus monos de trabajo con éter. Cómo había llegado el éter hasta la boca de Einar era un misterio que no quería resolver. Quizás fuera por casualidad. Sería lo más probable El éter era tan pringoso y traicionero como las heces. Y los humanos estaban de mierda hasta el cuello.
Otra posibilidad, es que hubiera probado el éter al morder el cuello de aquel elfo. Él no había hecho nada malo para recibir el mordisco de Einar. Perdónale, está loco de remate y loco como una cabra, no sabe lo que hace. Él era el encargado de curar a las enfermedades de la guarnición. Servía para la guardia de la Lunargenta. Un buen tipo y un mejor elfo. Era delicado en su trabajo. Limpiaba con mimo las heridas y soplaba en los sarpullidos para que dejasen de limpiar, igual que lo haría una madre. Estaba limpiando la mano derecha de Einar, contaminada por éter, cuándo esta se desprendió dejando al descubierto un punzón de metal bajo la piel. No hubo sangre ni dolor, cosa que sucedería si te cortasen la mano. La confusión que sintió seguido de los primeros síntomas de la enfermedad que le causaba el éter fue lo que le volvió loco. Loco de remate y loco como una cabra. Tal era su enfado que se abalanzó contra el elfo, mientras éste se quedaba bien su no-mano con el mismo asombró que él, y le mordió el cuello.
Los humanos derrotaron a Einar en combate. Ese se defendió como pudo usando su mano sana y su recién descubierta puñal. No fue suficiente. Los humanos vencieron. Sus espadas cortaron partes de la camiseta y de la piel de Einar descubriendo, así, nuevas partes de metal.
Biocibernético es la palabra. ¡Dila! ¡Dila!
Einar, derrotado, abandonó la base del laboratorio y se introdujo en la espesa jungla. Se quedó de cuclillas mirando su no-mano. Decidió probarla. Clavó la punta en su mejilla y fue desprendió finas tiras de piel como si estuviera sacando punta a un lápiz con una navaja. Bajo la piel había metal y éter.
—Allí hay un hombre en el suelo — dijo Olga.
—Guardad la distancia. Parece que no nos ha visto. Evitaremos enfrentarnos a nadie de no ser completamente preciso — ordenó Silvestre.
Tarde. El hombre se dio la vuelta y vio al grupo de brujos. Reía como un condenado a muerto. Era un cibernético. Tenía el rostro masacrado, como si hubiera intentando romper una piedra a cabezazos.
—Sujeto. ¿Quieres que te pregunta si estás bien y si he apretado las correas con demasiada fuerza? Sujeto. ¿Quieres que te diga tu nombre y que te trate como un héroe (heroína) científico?
El hombre se abalanzó contra el grupo de brujos con la misma ira que hubo dirigido hacia el desafortunado elfo y los brujos respondieron con magia.
* General: Os unís a la partida de los brujos. Vuestro objetivo es encontrar el laboratorio de los humanos y resolver lo que quiera que esté pasando. En el camino os topáis con un personaje que tenía muchas ganas de introducir (personaje que en el futuro pretendo que sea de Matthew): Einar. Éste ataca a los brujos y, como es obvio, los brujos se defenderán. No les importará matarle, si es necesario.
* Zöe: Antes de continuar con las instrucciones del tema, quiero decirte: he creado a Einar según tus instrucciones, espero que te guste la visión que le he dado. He exagerado muchísimo la locura por los síntomas de la contaminación del éter. Cuando lo curemos (si es que lo conseguimos curar), podría ser muy diferente. A tu gusto. Será para ti.
Volvamos al tema. El nuevo síntoma de la enfermedad son lagunas mentales. Tus recuerdos se combinarán con los de Emilie Coleman hasta el punto que te gusta distinguir unos de otros. Reconoces a Einar y es que perteneció al mismo grupo de proyectos que tú, antes de pasar a ser una cibernética. Sientes empatía con él. Deberás impedir que no le maten.
P.D. Espero que no te moleste que haya usado esa parte tan personal de tu pasado.
* Taliesin Skatha: Y mientras Zöe se encarga de que los brujos no maten a Einar tu objetivo será impedir que él os mate a vosotros. Serás quien lleve el mayor peso del combate en este turno. Por un lado, tenemos a Einar y por el otro…. En un principio había creado plantas carnívoras mutantes con tentáculos en vez de raíces. Pero, viendo que os ha quedado ganas de hacer un Sharknado (peliculón) os voy a dar pie a que inventéis a los mutantes que aparecerán en la selva. Podrás utilizar a los npcs a tu gusto personal: Silvestre, Talo, Murielle y si quieres inventar alguno más en la partida; están en tus manos.
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El joven levanta la mano y hace llamar a los enfermeros. El sujeto está preparado para la inyección sedante. La chica siente un escalofrío cuando escucha cómo la llaman: sujeto. La han despojado de su nombre, de su rango e incluso de su género. Emilie Coleman. ¿Tanto cuesta que me llamen por mi nombre? Supone que sí. Les cuesta tanto como preguntarla si se encuentra bien.
Se acerca uno de los enfermeros del grupo de investigación y le inyecta el sedante por el brazo izquierdo. Éste funciona de manera deficiencia. Emilie Coleman (el sujeto) ve bisturís, pinzas y otros instrumentos metálicos pasar por delante de sus ojos. Si alguno de ellos le causa una hendidura, no llega a notarlo. La alucinación del sonido de la corriente eléctrica se hace más intenso, tanto que consigue superponerse a las voces de los científicos.
La toman por los brazos. Para ello debieron desatar antes las correas, pero ella no se ha dado cuenta. La llevan a los contenedores de éter y la meten en su interior. La acomodan en posición fetal. El frío es espantoso. Desearía poder mover sus brazos para abrazar sus pechos y cubrirse del frío.
No notó la aguja del enfermero al inyectarle el sedante, pero sí el sarpullido que éste le ha dejado. Le pica. Seguramente, también tenga fiebre, la más alta que ha tenido nunca. Si el experimento no acaba con ella, lo hará el postoperatorio. De estar plenamente consciente de sus facultades mentales, sentiría auténtico miedo.
Los científicos se han esfumado. La sala estaba repleta hace unos instantes. ¿Cuánto tiempo? En el estado que se encuentra, Emilie Coleman (el sujeto), no sabría decir cuanto tiempo ha pasado desde que le metieron en el contenedor de éter etílico (el científico, no el mágico). Alcanza a ponerse de pie, no sin dificultades. Pone la mano derecha en el cristal esperando que alguien la ayude. Si puedes hablar, gritaría. Hay una chica. La mitad de su melena es negra como el carbón y la otra gris, parece haber envejecido cincuenta años por delante del resto del cuerpo. El ojo izquierdo parece una bombilla apagada. Emilie piensa en una palabra que siempre había dictado de fantasía: bruja.
La chica de un solo ojo funcional pone una mano en el vidrio del contenedor, encima de la mano de Emilie.
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La chica de metal cayó de espalda contra el suelo después de que su amiga la vampira la instase a abandonar la zona de peligro. Murielle se arrodilló a su lado y la observó detenidamente. Se quedó tan cerca de ella que parecían un par de enamoradas en la playa. La de metal se llamaba Z003 y antes se había llamado Emilie Coleman. Murielle quería hablar con esta segunda persona, muy distinta a la primera, puesto es la que estaba sufriendo la mayor parte de los efectos del éter. Emilie, desde su pasado, acabaría convirtiéndose en unas criaturas similares a las que surgieron del mar. Z003 sufría las consecuencias de que su pasado estuviera maldito. Murielle lo vio muy claro desde su único ojo bueno.
—Necesitas ayuda — no era una pregunta, pero quien la escuchase podría pensar que si lo fuera. Murielle levantó con delicadeza el brazo izquierdo de Z003 —. La inyección no te produjo ningún sarpullido, es el éter — niega con la cabeza. Emilie solo conoce un tipo de éter y es muy diferente al que se conoce en Aerandir —. Lo que ella llama fantasía.
—Aléjate de la señorita, puede ser peligroso — dijo Silvestre Talo con voz autoritaria.
Al lado del líder de la patrulla se encontraban los vampiros que acompañaron a Z003. Murielle reconoció a Taliesin Skatha; lo había visto esta mañana en su bola de cristal. No reconoció a la vampira, cosa que no le sorprendió: sus predicciones casi siempre emergían incompletas de la bola de cristal. Supo que la chica era una vampiresa por el aura negra que desprendía.
La adivina se puso en pie y se espolsó la falda de la túnica antes de contestar a Talo:
—A mí no me resulta ningún peligro, ni tampoco debe serlo para ninguno de vosotros. De algún modo que no sabría explicar, la chica renombrada como Z003 ha logrado encerrar lo que lleva — el éter — en un recuerdo de su pasado. Es la humana que fue quien se convertirá en uno de esos monstruos.
El monigote de Krampus se colocó al lado de la cabeza de Z003. Hizo una mala imitación de Murielle, de cómo se había parado a observar a Z003.
—Se trata del éter. Los humanos están extrayendo el éter de nuestra isla como lo harían de una mena de hierro. Desconocen qué peligros puede acarrear todo este asunto — se puso una mano en la cabeza. Sentía como si tuviera un mar embravecido en su interior. Le ocurría cada vez que tenía una nueva predicción —. Desconocen qué es lo que están invocando. Pero ella lo sabe. —giró la cabeza hacia Z003, pero no era a ella a quién veía — ¡Dímelo! Puedes hablarme. Soy tu amiga. ¡Ayudadme a romper el cristal! Es muy pesado para mí sola — dio furiosos puñetazos a la nada hasta que se cansó de golpear el cristal invisible y cayó de rodillas.
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Pasado unos minutos, Silvestre Talo hizo un recuento mental de lo ocurrido y lo transmitió a quién le quisiera escuchar.
—Por lo que sabemos. Esos humanos han encontrado una “mena de éter”, como dijo Murielle. Antes de continuar debéis saber que confío plenamente en sus predicciones. En el pasado, la adivina Murielle nos ayudó a prevenir los ataques de nuestros enemigos a las islas antes de que sucedieran. No voy a poner en duda su palabra. Además, todos lo hemos visto. Los humanos estaban transportando algo desde la selva al puerto. Ese mismo algo se cayó al mar y convirtió a un banco de peces en monstruos mutantes. Ese algo, dice Murielle y yo la creo, es el éter; nuestra magia. Lo que quieran hacer con ello nos incumbe a todos nosotros puesto que no creo que sea nada bueno y está sucediendo en nuestra isla. Hay más, la persona a la que más le tiene que importar este asunto es… ¿Cómo has dicho que se llama?
Murielle habló con voz clara y la cabeza despejada.
—Emilie Coleman, pero ahora es Z003. — cogió la mano de la chica con la suavidad de una madre —. Preséntate tú, querida.
Silvestre continúo con su oración.
—Ella nos acompañará a nuestra expedición a la selva. Murielle cree que es la clave para resolver este asunto. Ellos dos también lo son, ¿cómo os llamáis, amigos? — dio pie a que los vampiros se presentasen al grupo.
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Estaba de cuclillas en mitad de la selva. Quien lo viera pensaría que era un cazador examinando las huellas que había dejado su presa. Estaría muy equivocado. Einar se había vuelto loco. ¡Loco de remate y loco como una cabra! Tenía manchas de éter en la camina y en las encías. Todos los humanos, quien más y quién menos, habían manchado sus monos de trabajo con éter. Cómo había llegado el éter hasta la boca de Einar era un misterio que no quería resolver. Quizás fuera por casualidad. Sería lo más probable El éter era tan pringoso y traicionero como las heces. Y los humanos estaban de mierda hasta el cuello.
Otra posibilidad, es que hubiera probado el éter al morder el cuello de aquel elfo. Él no había hecho nada malo para recibir el mordisco de Einar. Perdónale, está loco de remate y loco como una cabra, no sabe lo que hace. Él era el encargado de curar a las enfermedades de la guarnición. Servía para la guardia de la Lunargenta. Un buen tipo y un mejor elfo. Era delicado en su trabajo. Limpiaba con mimo las heridas y soplaba en los sarpullidos para que dejasen de limpiar, igual que lo haría una madre. Estaba limpiando la mano derecha de Einar, contaminada por éter, cuándo esta se desprendió dejando al descubierto un punzón de metal bajo la piel. No hubo sangre ni dolor, cosa que sucedería si te cortasen la mano. La confusión que sintió seguido de los primeros síntomas de la enfermedad que le causaba el éter fue lo que le volvió loco. Loco de remate y loco como una cabra. Tal era su enfado que se abalanzó contra el elfo, mientras éste se quedaba bien su no-mano con el mismo asombró que él, y le mordió el cuello.
Los humanos derrotaron a Einar en combate. Ese se defendió como pudo usando su mano sana y su recién descubierta puñal. No fue suficiente. Los humanos vencieron. Sus espadas cortaron partes de la camiseta y de la piel de Einar descubriendo, así, nuevas partes de metal.
Biocibernético es la palabra. ¡Dila! ¡Dila!
Einar, derrotado, abandonó la base del laboratorio y se introdujo en la espesa jungla. Se quedó de cuclillas mirando su no-mano. Decidió probarla. Clavó la punta en su mejilla y fue desprendió finas tiras de piel como si estuviera sacando punta a un lápiz con una navaja. Bajo la piel había metal y éter.
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—Allí hay un hombre en el suelo — dijo Olga.
—Guardad la distancia. Parece que no nos ha visto. Evitaremos enfrentarnos a nadie de no ser completamente preciso — ordenó Silvestre.
Tarde. El hombre se dio la vuelta y vio al grupo de brujos. Reía como un condenado a muerto. Era un cibernético. Tenía el rostro masacrado, como si hubiera intentando romper una piedra a cabezazos.
—Sujeto. ¿Quieres que te pregunta si estás bien y si he apretado las correas con demasiada fuerza? Sujeto. ¿Quieres que te diga tu nombre y que te trate como un héroe (heroína) científico?
El hombre se abalanzó contra el grupo de brujos con la misma ira que hubo dirigido hacia el desafortunado elfo y los brujos respondieron con magia.
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* General: Os unís a la partida de los brujos. Vuestro objetivo es encontrar el laboratorio de los humanos y resolver lo que quiera que esté pasando. En el camino os topáis con un personaje que tenía muchas ganas de introducir (personaje que en el futuro pretendo que sea de Matthew): Einar. Éste ataca a los brujos y, como es obvio, los brujos se defenderán. No les importará matarle, si es necesario.
* Zöe: Antes de continuar con las instrucciones del tema, quiero decirte: he creado a Einar según tus instrucciones, espero que te guste la visión que le he dado. He exagerado muchísimo la locura por los síntomas de la contaminación del éter. Cuando lo curemos (si es que lo conseguimos curar), podría ser muy diferente. A tu gusto. Será para ti.
Volvamos al tema. El nuevo síntoma de la enfermedad son lagunas mentales. Tus recuerdos se combinarán con los de Emilie Coleman hasta el punto que te gusta distinguir unos de otros. Reconoces a Einar y es que perteneció al mismo grupo de proyectos que tú, antes de pasar a ser una cibernética. Sientes empatía con él. Deberás impedir que no le maten.
P.D. Espero que no te moleste que haya usado esa parte tan personal de tu pasado.
* Taliesin Skatha: Y mientras Zöe se encarga de que los brujos no maten a Einar tu objetivo será impedir que él os mate a vosotros. Serás quien lleve el mayor peso del combate en este turno. Por un lado, tenemos a Einar y por el otro…. En un principio había creado plantas carnívoras mutantes con tentáculos en vez de raíces. Pero, viendo que os ha quedado ganas de hacer un Sharknado (peliculón) os voy a dar pie a que inventéis a los mutantes que aparecerán en la selva. Podrás utilizar a los npcs a tu gusto personal: Silvestre, Talo, Murielle y si quieres inventar alguno más en la partida; están en tus manos.
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Re: Derecho de nacimiento [Mastereado: Zöe y Taliesin]
[ANALIZA…] [ERROR] ¡Tanto dolor! ¡Quítenme esto!
Llevo una mano hacia mi brazo, como si quisiera arrancarme algo, pero no hay nada allí, la sensación es tan real que puedo decir con exactitud dónde está clavada la aguja… Pero no hay ninguna jeringa en mi antebrazo. Mis ojos se llenan de lágrimas, me cuesta respirar, así que lo hago de forma entrecortada y por la boca, no estaba acostumbrada a esto, no estaba acostumbrada a… Sentir.
Las explicaciones de la orgánica que se acercó no tenían sentido para mi ¿Por qué me llamaba por mi nombre Bio? ¿Cómo podía saber lo que yo había sido? Hablaba de mi Yo Humano como si fuera algo visible y evidente [ANALIZANDO] ¿Podía ser que esa Bruja fuera del tipo que habíamos estado buscando todo este tiempo?
-No sé de qué… - Cerré los ojos, los puñetazos en el aire que daba la hechicera retumbaba en mis oídos, sentía como si todo vibrara a mi alrededor, pero eso era imposible - ¡No puedo romperlo! – Exclamé de repente, tapé mi boca con ambas manos - ¿Qué es lo que debo romper? – Mis palabras no tenían sentido.
La defensa contra los peces monstruo había sido un éxito, las bajas eran mínimas y por el momento parecía estar controlado. En cuanto el último pez tocó las tablas del muelle, Sophi lo pisó con fuerza, desparramando sus intestinos para todos lados, le dio varios pisotones más mientras mascullaba cosas como “Muere-cosa-horrorosa”. Luego fue corriendo hacía Zöe, mirando con desconfianza a la Bruja.
-Está bien – Un estornudo interrumpió mis intentos por calmar a la vampiro – Ella es buena, y sabe… Cosas – No tenía manera lógica de explicar qué sabía esa orgánica, mucho menos por qué lo sabía – Soy Zöe… Una Bio-Cibernética… No deben preocuparse, no les haré daño – Mi presentación usual sonaba mucho menos neutral, en verdad, hasta podía detectarse algo de ¿Miedo?
-Yo soy Sophitia ¿Y porque demonios deberíamos creerle a esta Bruja? – “Siempre eres tan directa” pensé de repente [ANALIZANDO] ¿De dónde salía esa idea? Mi sistema no razonaba de esa forma.
-Tenemos que hacerles casos, ellos entienden mejor que nosotros lo que está pasando ¿Si? – Le dije a la Vampiro, tomándola de la mano para que se tranquilizara.
Lo que debíamos hacer era buscar a los humanos que habían escapado en medio de la confusión, internándose en la jungla. Ellos estaban llevándose ese líquido que los Brujos llamaban éter, la misma sustancia que aparentemente estaba generando esta extraña reacción en mi cuerpo. Avanzar por la espesura hubiese sido sencillo si estuviera en mi condición habitual, pero en el modo en que estaba ahora… Resultaba muy difícil.
Sophitia insistió en que me apoyara en ella para caminar, yo no podía parar de tiritar y de rascarme, me sentía tan débil y vulnerable ¿Así se sentían los orgánicos cuando estaban enfermos? ¿Era esto a lo que se referían cuando decían que tenían miedo? Me costaba creer que pudieran llevar una existencia tan larga soportando todo ese tipo de cosas.
“Allí hay un hombre en el suelo” Con dificultad levanté la mirada [ANALIZA…] Mi sistema no parecía tener fuerza siquiera para realizar un escaneo básico y el orgánico que habíamos encontrado tampoco nos dio mucho tiempo para pensar. Saltó hacía el grupo de brujos, en un frenesí que evidentemente estaba provocando el éter, pero lo que más me sorprendió [¿SORPRENDERSE?] es que era un Bio.
-¡Alto! No debemos atacar a los orgánicos – Me solté de Sophi y di unos pocos pasos hacía el agresor, pero mi cuerpo se sentía pesado y torpe, trastabille y caí de rodillas.
-¡Zöe! – La vampiro quiso acercarse a ayudarme, pero entonces una bestia saltó desde un árbol y la tiro al piso, a lo que Sophi respondió concentrando sus energías en los puños y golpeándolo - ¡Quítate de encima! –
—Sujeto. ¿Quieres que te pregunta si estás bien y si he apretado las correas con demasiada fuerza? Sujeto. ¿Quieres que te diga tu nombre y que te trate como un heroína científico?-
-… ¿Qué? – Mi voz sonó como un murmullo, las palabras del Bio- cibernético hacían eco en mi mente, me tapé los oídos, no quería escucharlo, me hacía sentir insegura “Pero yo sé que esto es lo correcto. Es la decisión correcta” – El metal se siente muy frío. Tanto frío… - El Bio se da vuelta y me mira, inclina la cabeza y sonríe, ignora los ataques de los hechiceros y corre hacía mí.
No tengo fuerzas para oponerme, cae a horcajadas sobre mi cuerpo y me sujeta las muñecas contra el piso.
-Sujeto, debo ajustar las correas, es por tu bien – Y mientras dice eso aprieta aún más fuerte.
[MODO SAT ACTIVADO: SISTEMA DE ALERTA TEMPRANA]
Un rayo Salió de mi cuerpo, aparentemente mi sistema había detectado a ese Bio y lo calificó como a un Sujeto Hostil. Su cuerpo quedaría paralizado durante unos momentos, sentí como su agarre disminuía y caía inerte sobre mí. Los Brujos se acercaron rápidamente, dispuestos a eliminarlo pero levanté ambas manos para señalarles que se detuvieran.
-¡No lo hagan! Por favor… Él sabe algo… Puedo ¿Recordarlo? Sí, eso es, puedo recordarlo, él estaba ahí – Lo mantuve entre mis brazos, protegiéndolo tanto como me era posible para que no le hicieran más daño, la sangre de su rostro y cuerpo manchaba mi ropa ¿Eso era lo que te hacía el éter? Parecía haber sufrido mucho – Yo te repararé ¿Si? –
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- Utilizo la Habilidad de Zöe "-SAT (Sistema de Alerta Temprana):Cuando se te presente un enemigo de “dudosa moralidad”, si activas el modo SAT, Zöe emite un rayo que paraliza al objetivo durante dos turnos"
Llevo una mano hacia mi brazo, como si quisiera arrancarme algo, pero no hay nada allí, la sensación es tan real que puedo decir con exactitud dónde está clavada la aguja… Pero no hay ninguna jeringa en mi antebrazo. Mis ojos se llenan de lágrimas, me cuesta respirar, así que lo hago de forma entrecortada y por la boca, no estaba acostumbrada a esto, no estaba acostumbrada a… Sentir.
Las explicaciones de la orgánica que se acercó no tenían sentido para mi ¿Por qué me llamaba por mi nombre Bio? ¿Cómo podía saber lo que yo había sido? Hablaba de mi Yo Humano como si fuera algo visible y evidente [ANALIZANDO] ¿Podía ser que esa Bruja fuera del tipo que habíamos estado buscando todo este tiempo?
-No sé de qué… - Cerré los ojos, los puñetazos en el aire que daba la hechicera retumbaba en mis oídos, sentía como si todo vibrara a mi alrededor, pero eso era imposible - ¡No puedo romperlo! – Exclamé de repente, tapé mi boca con ambas manos - ¿Qué es lo que debo romper? – Mis palabras no tenían sentido.
La defensa contra los peces monstruo había sido un éxito, las bajas eran mínimas y por el momento parecía estar controlado. En cuanto el último pez tocó las tablas del muelle, Sophi lo pisó con fuerza, desparramando sus intestinos para todos lados, le dio varios pisotones más mientras mascullaba cosas como “Muere-cosa-horrorosa”. Luego fue corriendo hacía Zöe, mirando con desconfianza a la Bruja.
-Está bien – Un estornudo interrumpió mis intentos por calmar a la vampiro – Ella es buena, y sabe… Cosas – No tenía manera lógica de explicar qué sabía esa orgánica, mucho menos por qué lo sabía – Soy Zöe… Una Bio-Cibernética… No deben preocuparse, no les haré daño – Mi presentación usual sonaba mucho menos neutral, en verdad, hasta podía detectarse algo de ¿Miedo?
-Yo soy Sophitia ¿Y porque demonios deberíamos creerle a esta Bruja? – “Siempre eres tan directa” pensé de repente [ANALIZANDO] ¿De dónde salía esa idea? Mi sistema no razonaba de esa forma.
-Tenemos que hacerles casos, ellos entienden mejor que nosotros lo que está pasando ¿Si? – Le dije a la Vampiro, tomándola de la mano para que se tranquilizara.
Lo que debíamos hacer era buscar a los humanos que habían escapado en medio de la confusión, internándose en la jungla. Ellos estaban llevándose ese líquido que los Brujos llamaban éter, la misma sustancia que aparentemente estaba generando esta extraña reacción en mi cuerpo. Avanzar por la espesura hubiese sido sencillo si estuviera en mi condición habitual, pero en el modo en que estaba ahora… Resultaba muy difícil.
Sophitia insistió en que me apoyara en ella para caminar, yo no podía parar de tiritar y de rascarme, me sentía tan débil y vulnerable ¿Así se sentían los orgánicos cuando estaban enfermos? ¿Era esto a lo que se referían cuando decían que tenían miedo? Me costaba creer que pudieran llevar una existencia tan larga soportando todo ese tipo de cosas.
“Allí hay un hombre en el suelo” Con dificultad levanté la mirada [ANALIZA…] Mi sistema no parecía tener fuerza siquiera para realizar un escaneo básico y el orgánico que habíamos encontrado tampoco nos dio mucho tiempo para pensar. Saltó hacía el grupo de brujos, en un frenesí que evidentemente estaba provocando el éter, pero lo que más me sorprendió [¿SORPRENDERSE?] es que era un Bio.
-¡Alto! No debemos atacar a los orgánicos – Me solté de Sophi y di unos pocos pasos hacía el agresor, pero mi cuerpo se sentía pesado y torpe, trastabille y caí de rodillas.
-¡Zöe! – La vampiro quiso acercarse a ayudarme, pero entonces una bestia saltó desde un árbol y la tiro al piso, a lo que Sophi respondió concentrando sus energías en los puños y golpeándolo - ¡Quítate de encima! –
- Mutante que salta sobre Sophi:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
—Sujeto. ¿Quieres que te pregunta si estás bien y si he apretado las correas con demasiada fuerza? Sujeto. ¿Quieres que te diga tu nombre y que te trate como un heroína científico?-
-… ¿Qué? – Mi voz sonó como un murmullo, las palabras del Bio- cibernético hacían eco en mi mente, me tapé los oídos, no quería escucharlo, me hacía sentir insegura “Pero yo sé que esto es lo correcto. Es la decisión correcta” – El metal se siente muy frío. Tanto frío… - El Bio se da vuelta y me mira, inclina la cabeza y sonríe, ignora los ataques de los hechiceros y corre hacía mí.
No tengo fuerzas para oponerme, cae a horcajadas sobre mi cuerpo y me sujeta las muñecas contra el piso.
-Sujeto, debo ajustar las correas, es por tu bien – Y mientras dice eso aprieta aún más fuerte.
[MODO SAT ACTIVADO: SISTEMA DE ALERTA TEMPRANA]
Un rayo Salió de mi cuerpo, aparentemente mi sistema había detectado a ese Bio y lo calificó como a un Sujeto Hostil. Su cuerpo quedaría paralizado durante unos momentos, sentí como su agarre disminuía y caía inerte sobre mí. Los Brujos se acercaron rápidamente, dispuestos a eliminarlo pero levanté ambas manos para señalarles que se detuvieran.
-¡No lo hagan! Por favor… Él sabe algo… Puedo ¿Recordarlo? Sí, eso es, puedo recordarlo, él estaba ahí – Lo mantuve entre mis brazos, protegiéndolo tanto como me era posible para que no le hicieran más daño, la sangre de su rostro y cuerpo manchaba mi ropa ¿Eso era lo que te hacía el éter? Parecía haber sufrido mucho – Yo te repararé ¿Si? –
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Zöe
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Re: Derecho de nacimiento [Mastereado: Zöe y Taliesin]
Al menos alguien quería ayudarlos. Alguien se atrevía a acercarse a Zöe y a llevarle la contraria a Talo. Taliesin lo apreció y lo agradeció, y se acercó a la mujer para ayudarla a levantarse cuando cayó al suelo.
- ¿Está bien? - Preguntó, con una mezcla de preocupación y respeto. El aspecto de la joven ya daba a entender que se trataba de alguien con dones especiales, y su actitud enigmática y aparentemente irracional contribuían a esta impresión -. Z003, ¿Zöe?
Emilie Coleman. Aquel nombre tan poco familiar hizo que Taliesin frunciera los labios.Nunca había visto antes algo como lo que le estaba pasando a Zöe, ni había leído al respecto en ningún libro. Y la única persona que parecía comprender algo de lo que estaba ocurriendo era aquella adivina, Murielle. El vampiro la trató con respeto y cuidado; creía completamente en sus habilidades, y les mostraría el respeto debido.
Se presentó y, por supuesto, estuvo completamente de acuerdo en acompañar a los magos a la selva. Era la única posibilidad que tenían de comprender lo que pasaba y encontrar una cura para Zöe, visto que los magos no parecían dispuestos a ayudar. Sophitia se ofreció a ayudar a la biocibernética a caminar. La pirata debía estar increíblemente preocupada, pensó Taliesin, pero no encontraba palabras tranquilizadoras que no fueran mentiras.
—Allí hay un hombre en el suelo.
Fue la primera indicación que recibieron de la proximidad de peligro. Hasta entonces no habían encontrado nada en la selva; el paso sólo estaba dificultado por el avance lento de Zöe. Taliesin se detuvo, a la espera de que Talo manejara aquella situación; y en ese momento algo llamó su atención. La acuciante y molesta sensación de estar siendo observado lo llevó a alzar la vista, encontrándose directamente con la impenetrable mirada de un búho.
El animal, enjuto y deforme, lo observaba desde una rama baja. Sus plumas parecían mojadas de alguna sustancia pegajosa, y se veían negruzcas. Pero ante todo, llamaba la atención su carencia de pico. Sus dos ojos brillaban con un tono rojizo, enormes y ligeramente desalineados, solitarios entre las plumas de lo que Taliesin pensó que era su rostro.
Hasta que la cabeza giró ciento ochenta grados y reveló el pico y otro par de ojos en el otro lado.
En aquel mismo momento el desconocido los avistó y saltó sobre ellos. Taliesin, desconcertado por la visión del búho, no pudo reaccionar. Afortunadamente el sistema de alerta de Zöe logró acertar a aquel hombre, y la biocibernética lo abrazó para protegerlo, completamente ajena a todo lo que estaba por suceder a su alrededor.
Con el sonido de la batalla, el búho batió fuertemente las alas, sobresaltado. Su ulular rompió la quietud de la noche, más similar al chillido de un niño que al de un pájaro. Y al igual que el de un niño despierta a su madre, aquel grito pareció captar la atención del bosque. Cuando Talo lo atacó, haciendo que cayera inerte de las ramas, ya era demasiado tarde.
Un ser extraño, a duras penas similar a un gorila, había saltado sobre Sophitia, quien se defendía a puñetazos. El vampiro no se había dado cuenta hasta entonces, y corrió a ayudarla. Mientras el ser estaba distraído con la pirata, Taliesin lo atravesó con su espada - mal llevada, pero sin duda afilada -, y le dio una patada para quitarlo del medio.
- No sé qué va a pasar, pero más nos vale estar en guardia - le dijo a Sophitia, ofreciéndole la mano para ayudarla a levantarse.
A sus espaldas escuchó a Talo gritar órdenes, colocando a los hechiceros a la defensiva, y a regañadientes permitiendo vivir al desquiciado al que se abrazaba Zöe - al menos por ahora, mientras atendía a otras prioridades.
Taliesin apenas acababa de ayudar a levantar a Sophitia cuando algo se cerró sobre su brazo, aún extendido. Lo miró, confuso y sorprendido, y vio una liana atada. Un fuerte tirón hizo que soltara a la vampiro, y otro más lo levantó por los aires, lanzándolo con fuerza contra el suelo. Varias lianas se enredaron alrededor de su torso y lo alzaron hacia las ramas de los árboles. Bajo sus pies pudo ver la cara de sorpresa de Sophitia, a Zöe abrazando al desconocido, y a varios magos en la misma posición que él, debatiéndose o lanzando hechizos.
Pensó, con un deje de pánico, que él también debería defenderse. ¿Pero dónde estaba su espada? ¿Cuándo la había soltado?
Una esquirla de hielo pasó junto a él y escuchó un grito a sus espaldas. Las lianas se tensaron, clavándole espinas en la carne, y Taliesin se sintió caer. Unos matorrales amortiguaron la caída; en cuanto se sintió en tierra firme, agarró las hiedras e intentó apartarlas de su cuerpo.
- ¡JODER! - Gritó, al ver al ser que había caído junto a él, atravesado por una esquirla de hielo.
Tenía el cuerpo de una rata enorme, de casi un metro de largo, del que salían seis patas velludas de tarántula. De la parte superior de su boca surgían dos quelíceros como los de la cabeza de una araña, y en lugar de cola tenía una especie de glándula de hilado, de la que colgaban las lianas ahora inertes. Daba más asco o repulsión que una cucaracha, y Taliesin la pateó para alejarla de él.
Vio su espada en el suelo y se lanzó a por ella; no dejaría que otra cosa así se acercara a él. Aprovechando el impulso, siguió corriendo hasta donde estaban los magos, quienes se habían posicionado en un círculo defensivo que incluía a Zöe. Talo los dirigía y protegía con su magia de conjuración, mientras otros lanzaban elementos contra los seres que asomaban de entre las ramas. Aquellas lianas surgían una y otra vez de entre los árboles e intentaban agarrar a alguno de los presentes, pero antes de que lo lograran se hallaban prendidas en fuego, congeladas o cortadas.
Finalmente, el ataco se detuvo. De entre las copas se escucharon chasquidos producidos por las bocas de los seres, como si estuvieran dialogando entre ellos. Los chasquidos, aunque desconcertantes, no fueron seguidos de ninguna nueva acometida; se alejaron poco a poco, hasta que la selva volvió a estar en silencio.
- ¿Está bien? - Preguntó, con una mezcla de preocupación y respeto. El aspecto de la joven ya daba a entender que se trataba de alguien con dones especiales, y su actitud enigmática y aparentemente irracional contribuían a esta impresión -. Z003, ¿Zöe?
Emilie Coleman. Aquel nombre tan poco familiar hizo que Taliesin frunciera los labios.Nunca había visto antes algo como lo que le estaba pasando a Zöe, ni había leído al respecto en ningún libro. Y la única persona que parecía comprender algo de lo que estaba ocurriendo era aquella adivina, Murielle. El vampiro la trató con respeto y cuidado; creía completamente en sus habilidades, y les mostraría el respeto debido.
Se presentó y, por supuesto, estuvo completamente de acuerdo en acompañar a los magos a la selva. Era la única posibilidad que tenían de comprender lo que pasaba y encontrar una cura para Zöe, visto que los magos no parecían dispuestos a ayudar. Sophitia se ofreció a ayudar a la biocibernética a caminar. La pirata debía estar increíblemente preocupada, pensó Taliesin, pero no encontraba palabras tranquilizadoras que no fueran mentiras.
—Allí hay un hombre en el suelo.
Fue la primera indicación que recibieron de la proximidad de peligro. Hasta entonces no habían encontrado nada en la selva; el paso sólo estaba dificultado por el avance lento de Zöe. Taliesin se detuvo, a la espera de que Talo manejara aquella situación; y en ese momento algo llamó su atención. La acuciante y molesta sensación de estar siendo observado lo llevó a alzar la vista, encontrándose directamente con la impenetrable mirada de un búho.
El animal, enjuto y deforme, lo observaba desde una rama baja. Sus plumas parecían mojadas de alguna sustancia pegajosa, y se veían negruzcas. Pero ante todo, llamaba la atención su carencia de pico. Sus dos ojos brillaban con un tono rojizo, enormes y ligeramente desalineados, solitarios entre las plumas de lo que Taliesin pensó que era su rostro.
Hasta que la cabeza giró ciento ochenta grados y reveló el pico y otro par de ojos en el otro lado.
En aquel mismo momento el desconocido los avistó y saltó sobre ellos. Taliesin, desconcertado por la visión del búho, no pudo reaccionar. Afortunadamente el sistema de alerta de Zöe logró acertar a aquel hombre, y la biocibernética lo abrazó para protegerlo, completamente ajena a todo lo que estaba por suceder a su alrededor.
Con el sonido de la batalla, el búho batió fuertemente las alas, sobresaltado. Su ulular rompió la quietud de la noche, más similar al chillido de un niño que al de un pájaro. Y al igual que el de un niño despierta a su madre, aquel grito pareció captar la atención del bosque. Cuando Talo lo atacó, haciendo que cayera inerte de las ramas, ya era demasiado tarde.
Un ser extraño, a duras penas similar a un gorila, había saltado sobre Sophitia, quien se defendía a puñetazos. El vampiro no se había dado cuenta hasta entonces, y corrió a ayudarla. Mientras el ser estaba distraído con la pirata, Taliesin lo atravesó con su espada - mal llevada, pero sin duda afilada -, y le dio una patada para quitarlo del medio.
- No sé qué va a pasar, pero más nos vale estar en guardia - le dijo a Sophitia, ofreciéndole la mano para ayudarla a levantarse.
A sus espaldas escuchó a Talo gritar órdenes, colocando a los hechiceros a la defensiva, y a regañadientes permitiendo vivir al desquiciado al que se abrazaba Zöe - al menos por ahora, mientras atendía a otras prioridades.
Taliesin apenas acababa de ayudar a levantar a Sophitia cuando algo se cerró sobre su brazo, aún extendido. Lo miró, confuso y sorprendido, y vio una liana atada. Un fuerte tirón hizo que soltara a la vampiro, y otro más lo levantó por los aires, lanzándolo con fuerza contra el suelo. Varias lianas se enredaron alrededor de su torso y lo alzaron hacia las ramas de los árboles. Bajo sus pies pudo ver la cara de sorpresa de Sophitia, a Zöe abrazando al desconocido, y a varios magos en la misma posición que él, debatiéndose o lanzando hechizos.
Pensó, con un deje de pánico, que él también debería defenderse. ¿Pero dónde estaba su espada? ¿Cuándo la había soltado?
Una esquirla de hielo pasó junto a él y escuchó un grito a sus espaldas. Las lianas se tensaron, clavándole espinas en la carne, y Taliesin se sintió caer. Unos matorrales amortiguaron la caída; en cuanto se sintió en tierra firme, agarró las hiedras e intentó apartarlas de su cuerpo.
- ¡JODER! - Gritó, al ver al ser que había caído junto a él, atravesado por una esquirla de hielo.
Tenía el cuerpo de una rata enorme, de casi un metro de largo, del que salían seis patas velludas de tarántula. De la parte superior de su boca surgían dos quelíceros como los de la cabeza de una araña, y en lugar de cola tenía una especie de glándula de hilado, de la que colgaban las lianas ahora inertes. Daba más asco o repulsión que una cucaracha, y Taliesin la pateó para alejarla de él.
Vio su espada en el suelo y se lanzó a por ella; no dejaría que otra cosa así se acercara a él. Aprovechando el impulso, siguió corriendo hasta donde estaban los magos, quienes se habían posicionado en un círculo defensivo que incluía a Zöe. Talo los dirigía y protegía con su magia de conjuración, mientras otros lanzaban elementos contra los seres que asomaban de entre las ramas. Aquellas lianas surgían una y otra vez de entre los árboles e intentaban agarrar a alguno de los presentes, pero antes de que lo lograran se hallaban prendidas en fuego, congeladas o cortadas.
Finalmente, el ataco se detuvo. De entre las copas se escucharon chasquidos producidos por las bocas de los seres, como si estuvieran dialogando entre ellos. Los chasquidos, aunque desconcertantes, no fueron seguidos de ninguna nueva acometida; se alejaron poco a poco, hasta que la selva volvió a estar en silencio.
Taliesin Skatha
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Re: Derecho de nacimiento [Mastereado: Zöe y Taliesin]
—Señorita, tiene que soltar a ese hombre. Es muy peligroso. No sabe dónde ha estado. Deje que le ayude. Deje que…
Los brujos que quedaron en pie después del ataque cogieron sus manos en un círculo. Igual que las bestias mutantes que les acababan de atacar, rezaron su próximo movimiento. La voz de Silvestre Talo sobresalía sobre a las de los otros brujos. Tomó el papel de maestro de ceremonias. Condujo el conjuro tan bien como supo hacerlo y deseó que fuera suficiente.
Una de las bestias mutantes que confabulaban entres chasquidos la mejor forma de atacar al grupo, tropezó con sus propias extremidades y calló al suelo. Silvestre Talo solo escuchó el sonido del animal al caerse y dedujo el resto. Mientras durase el hechizo, no podía abrir los ojos. El animal caído se retorcía en el suelo. Se rascaba el vientre con tanta fuerza que parecía querer arrancarse la piel. Sus alaridos sonaban como el agua de una tetera hirviendo. A la primera bestia le seguía una segunda. Los brujos alzaron sus voces para que los gritos de las bestias no pudieran callarles. El escenario no mejoraba por momentos. El búho de cuatro ojos, que minutos le había dado la bienvenida a la selva, cayó de algún lugar del cielo. La bestia que combatía con Sophitia se separó de ella. Sufrió la misma maldición que el resto.
Talo terminó de rezar y Olga abrió los ojos. Vio a las ratas de seis patas arrancarse a mordiscos las extremidades sobrantes. El vello se desprendía de su cuerpo como si estuvieran mudando la piel. A los pocos segundos, las ratas mutantes volvían a ser roedores comunes, ardillas y ratones de campo en su mayoría. Lo mismo sucedió con el búho de cuatro ojos y el infame primate.
—Tengo que… — Olga Ytramis soltó las manos de sus iguales y se retiró a un lugar para devolver la última comida que ingirió. Se limpió la boca con la manga de la tela que llevaba bajo la armadura —. Lo siento. Los humanos no huelen mejor que esas… cosas.
Talo sonrió. El humor de Olga, aunque racista, era encantador. Abrió los ojos y estudió a los brujos de la compañía. Una tercera parte de los presentes quedaron heridos por el ataque de los mutantes, otra quedó exhausto por el hechizo de curación y la última parecía contener una marea de indebidas palabrotas.
—Vosotros — señaló al grupo que creía ver más débil —, montad un campamento en este lugar. Nos servirá para tratar a los enfermos y como puesto de avanzada, en caso de que tengamos que descansar — los orgullosos brujos jamás reconocerían estar cansado —. Rodead el perímetro que hemos sanado con runas; los grupos siguientes que vengan al bosque reconocer un lugar donde empezar a trabajar. El resto, seguiremos adelante.
Dio la espalda y cogió el brazo del vampiro Taliesin. Lo arrastró hacia atrás, donde estaban la otra vampira y los otros dos cibernéticos. Apretó el agarre con fuerza de forma que, al día siguiente, el vampiro tendría una buena colección de dedos en su brazo.
—¿La defenderás? — dijo secamente señalando a un brujo que se había interpuesto entre los cibernéticos y recibido una cuchillada por el recién llegado. El brujo se había desmayado y tenía una fea herida en el vientre que no dejaba de sangrar—. Iván Ytramis es, y espero que mañana lo siga siendo, sobrino de Olga. Quince años. Mi gente hará lo posible para curarle. Más le vale a tu amiga que lo logren— suspiró sonoramente. —Celda arcana. Y es la condena más leve que podría dictaminar. El consejo del pueblo entenderá que tu amiga protegió a un igual y reconocerán que ellos hubieran hecho lo mismo. Celda arcana y tú estarás conmigo, si llega a suceder. Cerrarás el cerrojo de la celda y dibujarás conmigo las runas. Considéralo un favor.
La adivina Murielle estaba acostada en el suelo. Su ojo sano lo tenía cerrado, el enfermo parecía una luz grisácea en su rostro. Silvestre Talo pasó por al lado sin prestarla atención. Dos brujos habían muerto y tres, entre los cuales incluía Iván Ytramis, parecían que no volverían a despertar. Talo dejó atrás las profecías de la bruja. Si el precio para cumplirlas era la muerte de más de sus hombres, no le interesaban.
—¿Qué es eso que recuerdas? — preguntó a Zöe —. Suelta a tu amigo. Estará bien. Hemos limpiado el éter de su organismo. Déjalo descansar. Ahora, ven cono nosotros y explícanos qué eran esas correas de las que hablabais.
—Mírala —Olga Ytramis detrás de Talo —, mira como abraza a su hermano. Parece una niña abrazando a su muñeco. — o a ti abrazando a tu sobrino cuando era pequeño —. ¿No te da…
—… pena? No. No es una bruja.
Aunque Olga esbozó una media sonrisa, Silvestre Talo no estaba bromeando.
Apartó al pequeño primate que quedó encima de Sophitia con un gesto suave y ayudó a la vampiresa a ponerse en pie. No le preguntó cómo estaba o si había resultado herida. No le interesaba. No era una bruja.
—El laboratorio no tiene que estar lejos —animó a la chica a seguir en marcha.
Silvestre Talo tomó una decisión: continuar adelante. Los extranjeros no recibirían servicios médicos por parte del campamento, al menos hasta solucionar el problema del éter inestable. Serían los primeros en la patrulla y servirían como carne de cañón en caso de que las cosas empeorasen. ¿Acaso podrían ser peor? Lo serán. Te por seguro que lo serán, todavía no habían llegado a su destino.
El malhumor de Talo no residía en la pérdida de dos de sus hombres, venía del éter; como no podía ser de otra manera. Bajo las uñas de Talo había rastro del material que los humanos traficaban. En cierto sentido, él también estaba enfermando igual que las bestias mutantes y Zöe. Silvestre Talo se enguantó las manos. Sería su secreto a partir de ahora. Los brujos podrían llegar a curarle, pero perderían mucho tiempo que podrían utilizar en llegar hasta el laboratorio.
Estaba cerca, como le había dicho a Sophitia, más cerca de lo que imaginaba. Tres cuadras desde donde los brujos levantaron el campamento. Talo se asomó entre los arbustos y estudió la zona. Pidió a Taliesin que le acompañase. Sus ojos de vampiro le darían más información.
Los humanos recorrían la zona exterior armados con ballestas y espadas. Tal vez, hubieran supuesto que los brujos llegarían pronto y, para cuando sucediesen, querían estar preparados. En la parte exterior, había un puñado de jaulas con bestias mutadas como las que se habían encontrado en la selva.
“Z003 tiene que entrar. Tú puedes curar a la cibernética, pero ella no está enferma. La enferma es Emilie Coleman y ella está perdida en el laboratorio”.
Sonó la voz de Murielle en la cabeza de Silvestre Talo.
—Podemos generar una distracción — Talo contestó en voz alta a Murielle, pero parecía que estuviera hablando con Taliesin —. Zöe entrará y cogerá aquello que tenga que coger para curarse, me da igual lo que sea. — suspiró —. Iré con ella. La cuidaré. En el puerto, hay una celda con su nombre — Olga se hubiera reído de la gracia.
De vuelta con los demás.
—Zöe, tengo que decirte una cosa — la voz era de Talo. Zöe, en su lugar, creyó ver el rostro de Taliesin en su cara.
* General: si no el asunto no es lo suficientemente complicado, se pone peor. Tenemos una manera de curar el éter inestable y a los mutantes. Eso es una buena noticia. Lo malo, es que para ello necesitaremos que Talo siga con vida. Lo más malo todavía: llegamos al laboratorio 9A. Einar y Murielle quedan en el puesto de avanzadilla.
* Zöe: busca la forma de colarte en el laboratorio sin ser vista. Irás solo con Silvestre Talo. Cuentas con su ayuda y sus habilidades, que no son moco de pavo como ya hemos visto. Debes buscar la sala de máquinas, el lugar donde naciste.
Nuevo síntoma: visión borrosa. Huellas, rostros y caminos quedarán difusos. Es graciosos poner a alguien el objetivo de encontrar algo y, a la vez, privarle de su visión.
* Taliesin Skatha: te encargarás de crear una distracción en el campo de los laboratorio. Los humanos no deben saber dónde se encuentran Zöe y Talo. Deberás lanzar la Voluntad de los Dioses. Dejemos que ella elijan, otra vez, cuán eficaz es tu estrategia.
General: es un objetivo opcional para ambos. Si poseéis una poción de salud de calidad común o superior en vuestro inventario (fecha actual, no vale comprarla ahora en el mercado), podéis dársela a Iván Ytramis y sanar sus heridas. Esto recuperará la confianza de Talo con Zöe.
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Los brujos que quedaron en pie después del ataque cogieron sus manos en un círculo. Igual que las bestias mutantes que les acababan de atacar, rezaron su próximo movimiento. La voz de Silvestre Talo sobresalía sobre a las de los otros brujos. Tomó el papel de maestro de ceremonias. Condujo el conjuro tan bien como supo hacerlo y deseó que fuera suficiente.
Una de las bestias mutantes que confabulaban entres chasquidos la mejor forma de atacar al grupo, tropezó con sus propias extremidades y calló al suelo. Silvestre Talo solo escuchó el sonido del animal al caerse y dedujo el resto. Mientras durase el hechizo, no podía abrir los ojos. El animal caído se retorcía en el suelo. Se rascaba el vientre con tanta fuerza que parecía querer arrancarse la piel. Sus alaridos sonaban como el agua de una tetera hirviendo. A la primera bestia le seguía una segunda. Los brujos alzaron sus voces para que los gritos de las bestias no pudieran callarles. El escenario no mejoraba por momentos. El búho de cuatro ojos, que minutos le había dado la bienvenida a la selva, cayó de algún lugar del cielo. La bestia que combatía con Sophitia se separó de ella. Sufrió la misma maldición que el resto.
Talo terminó de rezar y Olga abrió los ojos. Vio a las ratas de seis patas arrancarse a mordiscos las extremidades sobrantes. El vello se desprendía de su cuerpo como si estuvieran mudando la piel. A los pocos segundos, las ratas mutantes volvían a ser roedores comunes, ardillas y ratones de campo en su mayoría. Lo mismo sucedió con el búho de cuatro ojos y el infame primate.
—Tengo que… — Olga Ytramis soltó las manos de sus iguales y se retiró a un lugar para devolver la última comida que ingirió. Se limpió la boca con la manga de la tela que llevaba bajo la armadura —. Lo siento. Los humanos no huelen mejor que esas… cosas.
Talo sonrió. El humor de Olga, aunque racista, era encantador. Abrió los ojos y estudió a los brujos de la compañía. Una tercera parte de los presentes quedaron heridos por el ataque de los mutantes, otra quedó exhausto por el hechizo de curación y la última parecía contener una marea de indebidas palabrotas.
—Vosotros — señaló al grupo que creía ver más débil —, montad un campamento en este lugar. Nos servirá para tratar a los enfermos y como puesto de avanzada, en caso de que tengamos que descansar — los orgullosos brujos jamás reconocerían estar cansado —. Rodead el perímetro que hemos sanado con runas; los grupos siguientes que vengan al bosque reconocer un lugar donde empezar a trabajar. El resto, seguiremos adelante.
Dio la espalda y cogió el brazo del vampiro Taliesin. Lo arrastró hacia atrás, donde estaban la otra vampira y los otros dos cibernéticos. Apretó el agarre con fuerza de forma que, al día siguiente, el vampiro tendría una buena colección de dedos en su brazo.
—¿La defenderás? — dijo secamente señalando a un brujo que se había interpuesto entre los cibernéticos y recibido una cuchillada por el recién llegado. El brujo se había desmayado y tenía una fea herida en el vientre que no dejaba de sangrar—. Iván Ytramis es, y espero que mañana lo siga siendo, sobrino de Olga. Quince años. Mi gente hará lo posible para curarle. Más le vale a tu amiga que lo logren— suspiró sonoramente. —Celda arcana. Y es la condena más leve que podría dictaminar. El consejo del pueblo entenderá que tu amiga protegió a un igual y reconocerán que ellos hubieran hecho lo mismo. Celda arcana y tú estarás conmigo, si llega a suceder. Cerrarás el cerrojo de la celda y dibujarás conmigo las runas. Considéralo un favor.
La adivina Murielle estaba acostada en el suelo. Su ojo sano lo tenía cerrado, el enfermo parecía una luz grisácea en su rostro. Silvestre Talo pasó por al lado sin prestarla atención. Dos brujos habían muerto y tres, entre los cuales incluía Iván Ytramis, parecían que no volverían a despertar. Talo dejó atrás las profecías de la bruja. Si el precio para cumplirlas era la muerte de más de sus hombres, no le interesaban.
—¿Qué es eso que recuerdas? — preguntó a Zöe —. Suelta a tu amigo. Estará bien. Hemos limpiado el éter de su organismo. Déjalo descansar. Ahora, ven cono nosotros y explícanos qué eran esas correas de las que hablabais.
—Mírala —Olga Ytramis detrás de Talo —, mira como abraza a su hermano. Parece una niña abrazando a su muñeco. — o a ti abrazando a tu sobrino cuando era pequeño —. ¿No te da…
—… pena? No. No es una bruja.
Aunque Olga esbozó una media sonrisa, Silvestre Talo no estaba bromeando.
Apartó al pequeño primate que quedó encima de Sophitia con un gesto suave y ayudó a la vampiresa a ponerse en pie. No le preguntó cómo estaba o si había resultado herida. No le interesaba. No era una bruja.
—El laboratorio no tiene que estar lejos —animó a la chica a seguir en marcha.
Silvestre Talo tomó una decisión: continuar adelante. Los extranjeros no recibirían servicios médicos por parte del campamento, al menos hasta solucionar el problema del éter inestable. Serían los primeros en la patrulla y servirían como carne de cañón en caso de que las cosas empeorasen. ¿Acaso podrían ser peor? Lo serán. Te por seguro que lo serán, todavía no habían llegado a su destino.
El malhumor de Talo no residía en la pérdida de dos de sus hombres, venía del éter; como no podía ser de otra manera. Bajo las uñas de Talo había rastro del material que los humanos traficaban. En cierto sentido, él también estaba enfermando igual que las bestias mutantes y Zöe. Silvestre Talo se enguantó las manos. Sería su secreto a partir de ahora. Los brujos podrían llegar a curarle, pero perderían mucho tiempo que podrían utilizar en llegar hasta el laboratorio.
Estaba cerca, como le había dicho a Sophitia, más cerca de lo que imaginaba. Tres cuadras desde donde los brujos levantaron el campamento. Talo se asomó entre los arbustos y estudió la zona. Pidió a Taliesin que le acompañase. Sus ojos de vampiro le darían más información.
Los humanos recorrían la zona exterior armados con ballestas y espadas. Tal vez, hubieran supuesto que los brujos llegarían pronto y, para cuando sucediesen, querían estar preparados. En la parte exterior, había un puñado de jaulas con bestias mutadas como las que se habían encontrado en la selva.
“Z003 tiene que entrar. Tú puedes curar a la cibernética, pero ella no está enferma. La enferma es Emilie Coleman y ella está perdida en el laboratorio”.
Sonó la voz de Murielle en la cabeza de Silvestre Talo.
—Podemos generar una distracción — Talo contestó en voz alta a Murielle, pero parecía que estuviera hablando con Taliesin —. Zöe entrará y cogerá aquello que tenga que coger para curarse, me da igual lo que sea. — suspiró —. Iré con ella. La cuidaré. En el puerto, hay una celda con su nombre — Olga se hubiera reído de la gracia.
De vuelta con los demás.
—Zöe, tengo que decirte una cosa — la voz era de Talo. Zöe, en su lugar, creyó ver el rostro de Taliesin en su cara.
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* General: si no el asunto no es lo suficientemente complicado, se pone peor. Tenemos una manera de curar el éter inestable y a los mutantes. Eso es una buena noticia. Lo malo, es que para ello necesitaremos que Talo siga con vida. Lo más malo todavía: llegamos al laboratorio 9A. Einar y Murielle quedan en el puesto de avanzadilla.
* Zöe: busca la forma de colarte en el laboratorio sin ser vista. Irás solo con Silvestre Talo. Cuentas con su ayuda y sus habilidades, que no son moco de pavo como ya hemos visto. Debes buscar la sala de máquinas, el lugar donde naciste.
Nuevo síntoma: visión borrosa. Huellas, rostros y caminos quedarán difusos. Es graciosos poner a alguien el objetivo de encontrar algo y, a la vez, privarle de su visión.
* Taliesin Skatha: te encargarás de crear una distracción en el campo de los laboratorio. Los humanos no deben saber dónde se encuentran Zöe y Talo. Deberás lanzar la Voluntad de los Dioses. Dejemos que ella elijan, otra vez, cuán eficaz es tu estrategia.
General: es un objetivo opcional para ambos. Si poseéis una poción de salud de calidad común o superior en vuestro inventario (fecha actual, no vale comprarla ahora en el mercado), podéis dársela a Iván Ytramis y sanar sus heridas. Esto recuperará la confianza de Talo con Zöe.
Sigel
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Re: Derecho de nacimiento [Mastereado: Zöe y Taliesin]
-No me vengas con tus mierdas ¿Qué culpa tenemos nosotros de que hayan matado a algunos Brujos? Ve a encerrar a esos Humanos que están en el laboratorio – Al escuchar que existía la posibilidad de que me encerraran como consecuencia de mis actos la Vampiro respondió enfurecida – Si no se hubiese puesto en medio seguiría con vida – El razonamiento de Sophi parecía correcto a nivel lógico, pero había aprendido que los orgánicos se guiaban más por las emociones.
-Si sus leyes dicen que ese es el castigo correspondiente entonces tendré que cumplirlo – Me quedé arrodillada junto al Bio que seguía inconsciente, analizando los distintos tipos de heridas que presentaba su cuerpo – Las leyes son importantes para mantener a las sociedades estables, por lo tanto, hay que cumplirlas –
-¿No te das cuenta de lo injusto que es todo esto? – Gritó Sophitia exasperada.
-Mi sistema no puede analizar términos tan relativos – Me puse en pie, dispuesta a continuar con la discusión, pero Talo exigía con tono cortante que explicara lo que había visto – Era… - [ANALIZANDO] – Eran… los últimos momentos antes de que me convirtieran en Bio, cuando aún era Humana – A medida que pasaban los segundos las imágenes resultaban más confusas, y el sentirme débil no facilitaba el trabajo de poder recordar – Él estaba allí, me preparaba para la intervención – El gesto de Sophitia se volvió sombrío, pero no agregó ningún comentario.
[ERROR] Mi vista se empañó de repente, eso no debería ser posible [CAMBIANDO A MODO ESCANEO] No, no funcionaba [AUMENTO] Tampoco, las funciones de mis ojos parecían estar desactivadas [ANALIZANDO] [ERROR] no tenía forma de solucionarlo, seguramente estaría relacionado con lo del éter. Tirité de frío y de nervios, tantos cambios repentinos en mi cuerpo resultaba abrumador, sentí un abrigo sobre mis hombros y al girarme allí estaba Sophi con gesto serio.
-Te ayudaré a llegar hasta allí – La Vampiro no miraba a Talo, no estaba pidiendo su opinión al respecto.
-Dije que yo la acompañaré – Reiteró el Brujo – Ustedes encárguense de generar una distracción –Intentó agarrar a Sophi tal como había hecho antes con Taliesin.
-Ni se te ocurra tocarme, el único motivo por el que no te he golpeado es porque eres el que sabe como curar a Zöe… - Estábamos demasiado cerca del laboratorio, no era una buena idea comenzar una discusión en un sitio así.
-Sophitia… No lo hagas – Miré a Taliesin para que me ayudara, pero no parecía importarle la situación, en lugar de eso me dijo que tenía que decirme algo - ¿Qué cosa? – Fruncí el ceño, la imagen de su rostro cambiaba y se distorsionaba, tuve que acercarme para verlo mejor.
Incluso con una distracción correctamente realizada sería difícil el poder entrar sin ser vistos, además, en la adversidad mi cuerpo se había vuelto en mi contra, seguía sin poder controlar los temblores y el resto de los síntomas. Observando desde la espesura veíamos circular a los Humanos armados, pero nuestra visión seguía siendo muy reducida, saqué de mi bolsa la figura de un dragón.
-Esto podría ser de ayuda – Lo lancé al aire y casi de inmediato la estatuilla pareció cobrar vida, alzó vuelo y me ofreció una visión completa del laboratorio* – En cuanto realicen las maniobras de distracción podremos acercarnos a la puerta esquivando a los guardias – Normalmente un sitio así estaría cerrado con códigos de seguridad, pero probablemente las maquinas habrían dejado de funcionar hace tiempo, la prueba estaba en que los Humanos habían logrado ingresar.
----------------------------------------------
*Utilizo el Objeto Máster "Escultura Pequeño Dragón": Si lo lanzáis al aire, el dragón tomará el vuelo y podréis ver con sus ojos. Útil para inspeccionar áreas fuera de vuestro alcance. La duración del vuelo del dragón es de 2 turno.
FDI: Dejo las acciones abiertas a la espera de la Runa que tiene que tirar Taliesin.
-Si sus leyes dicen que ese es el castigo correspondiente entonces tendré que cumplirlo – Me quedé arrodillada junto al Bio que seguía inconsciente, analizando los distintos tipos de heridas que presentaba su cuerpo – Las leyes son importantes para mantener a las sociedades estables, por lo tanto, hay que cumplirlas –
-¿No te das cuenta de lo injusto que es todo esto? – Gritó Sophitia exasperada.
-Mi sistema no puede analizar términos tan relativos – Me puse en pie, dispuesta a continuar con la discusión, pero Talo exigía con tono cortante que explicara lo que había visto – Era… - [ANALIZANDO] – Eran… los últimos momentos antes de que me convirtieran en Bio, cuando aún era Humana – A medida que pasaban los segundos las imágenes resultaban más confusas, y el sentirme débil no facilitaba el trabajo de poder recordar – Él estaba allí, me preparaba para la intervención – El gesto de Sophitia se volvió sombrío, pero no agregó ningún comentario.
[ERROR] Mi vista se empañó de repente, eso no debería ser posible [CAMBIANDO A MODO ESCANEO] No, no funcionaba [AUMENTO] Tampoco, las funciones de mis ojos parecían estar desactivadas [ANALIZANDO] [ERROR] no tenía forma de solucionarlo, seguramente estaría relacionado con lo del éter. Tirité de frío y de nervios, tantos cambios repentinos en mi cuerpo resultaba abrumador, sentí un abrigo sobre mis hombros y al girarme allí estaba Sophi con gesto serio.
-Te ayudaré a llegar hasta allí – La Vampiro no miraba a Talo, no estaba pidiendo su opinión al respecto.
-Dije que yo la acompañaré – Reiteró el Brujo – Ustedes encárguense de generar una distracción –Intentó agarrar a Sophi tal como había hecho antes con Taliesin.
-Ni se te ocurra tocarme, el único motivo por el que no te he golpeado es porque eres el que sabe como curar a Zöe… - Estábamos demasiado cerca del laboratorio, no era una buena idea comenzar una discusión en un sitio así.
-Sophitia… No lo hagas – Miré a Taliesin para que me ayudara, pero no parecía importarle la situación, en lugar de eso me dijo que tenía que decirme algo - ¿Qué cosa? – Fruncí el ceño, la imagen de su rostro cambiaba y se distorsionaba, tuve que acercarme para verlo mejor.
Incluso con una distracción correctamente realizada sería difícil el poder entrar sin ser vistos, además, en la adversidad mi cuerpo se había vuelto en mi contra, seguía sin poder controlar los temblores y el resto de los síntomas. Observando desde la espesura veíamos circular a los Humanos armados, pero nuestra visión seguía siendo muy reducida, saqué de mi bolsa la figura de un dragón.
-Esto podría ser de ayuda – Lo lancé al aire y casi de inmediato la estatuilla pareció cobrar vida, alzó vuelo y me ofreció una visión completa del laboratorio* – En cuanto realicen las maniobras de distracción podremos acercarnos a la puerta esquivando a los guardias – Normalmente un sitio así estaría cerrado con códigos de seguridad, pero probablemente las maquinas habrían dejado de funcionar hace tiempo, la prueba estaba en que los Humanos habían logrado ingresar.
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*Utilizo el Objeto Máster "Escultura Pequeño Dragón": Si lo lanzáis al aire, el dragón tomará el vuelo y podréis ver con sus ojos. Útil para inspeccionar áreas fuera de vuestro alcance. La duración del vuelo del dragón es de 2 turno.
FDI: Dejo las acciones abiertas a la espera de la Runa que tiene que tirar Taliesin.
Zöe
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Re: Derecho de nacimiento [Mastereado: Zöe y Taliesin]
Los humanos hacían lo posible por detener y volver a enjaular a las bestias mutantes de éter. Sus armas eran látigos, ballestas con proyectiles sedantes y alguna que otra porra de madera. Armas no letales. Olga Ytramis estudió el escenario escondido entre los matorrales. Construyó un pequeño plan en su cabeza tomando como premiso la frase: ¿qué haría Talo si estuviera a mando? Se lo preguntó varias veces, rascándose el mentón con una mano, hasta llegar la brillante conclusión.
—Los humanos son lentos de pensamiento — dijo en voz baja a Taliesin, a quien tenía al lado —. Cuando nos vean, no les dará tiempo a cambiar las porras por las espadas. Usaremos esta baza a nuestro favor. No nos andaremos con chiquitas, usaremos nuestros mejores hechizos — sonreía como una adolescente. Realmente, le gustaba su trabajo —. Y no sintáis pena por ellos, recordad que son solo humanos.
Olga emergió entre los arbustos, otros cinco brujos fueron detrás de ella. Dos de ellos utilizaban varitas para canalizar sus hechizos y escudos para protegerse de los ataques de los enemigos. Los otros cuatro, incluida Olga, preferían los báculos por ser armas más elegantes y versátiles. El extremo superior del cayado de Olga era una cuchilla que podía utilizar como arma física si la situación llegase a complicarse, cosa que no ocurrió. Los brujos actuaron rápido. Uno de los brujos que llevaba varita, abrió, de forma telequinética, las puertas de las jaulas con los mutantes que los humanos lograron atrapar. Una bruja movió su báculo como si fueran las aspas de un molino, convocando una niebla que dejaba a los humanos en la oscuridad. Las bestias mutantes se tornaron invisibles en el interior de la niebla. Las dos cantimploras que llevaba Olga atadas al cinturón se abrieron de golpe dejando salir dos látigos de agua.
—Matadlos. Ellos lo harán si les ofrecéis la oportunidad.
Una guerra inofensiva era tan poco creíble como un bufón con corana. Las mejores distracciones son las que no parecen distracciones. Olga se repetía mentalmente las lecciones con la voz de Talo.
El dragón divisó un recoveco en una de las verjas traseras del jardín. Voló en círculos alrededor de esa posición. Silvestre Talo agarró el brazo de Zöe y la llevó hasta ese lugar. Procuró ser suave y delicado, pero resultó un fracaso. Al llegar al agujero de la valla y soltar a la chica, vio que le había dejado las marcas de las manos en la piel. Ladeó la cabeza en un vago gesto de disculpa. De estar en sus plenas facultades mentales, le habría pedido disculpas. Sin embargo, Talo no se atrevió a abrir la boca por miedo a que su voz sonase distorsionada, tal vez gangosa, a efectos del éter.
Señaló el agujero en la valla con el dedo. Pasaremos por ahí abajo. Le habría gustado o decir. Él fue primero. Tiró el báculo por el agujero y luego se metió él. Se arrastró por el suelo como lo haría un gusano (como lo haría un humano pidiendo matrimonio a una doncella, diría Olga). Ya al otro lado, recogió el báculo y esperó a que Zöe le imitase.
El pequeño dragón volvió a encontrar un punto de fuga, esta vez, una puerta de servicio que algún humano despistado se había dejado abierta.
Desde la parte delantera del jardín, llegaban ruidos de guerra. Metales chocándose, aullidos de animales que Talo no conocía (mutantes) y el inconfundible sonido que hacía un palo de madera, fuera bastón o varita, al lanzar un hechizo. Un sonido apenas imperceptible para las orejas no mágicas, pero que los brujos conocían tan bien cómo el sonido de las olas del mar al romper en el acantilado. Los dientes de Talo raqueteaban, a causa del éter, emitiendo ese mismo sonido.
Por ahí, corre. No lo dijo, pero lo pensó. Señaló la puerta con la mano y, sin dejar que Zöe tomará conciencia de lo que pasaba, volvió a coger del brazo a la chica.
¿De dónde salieron todos esos brujos? ¿Y qué estaban haciendo ahí? Chestirad Ivo lo sabría. Él se enteraba de todo. Era muy listo, no como Ambros que tenía la inteligencia justa para atarse los cordones de los zapatos. Tardó unos segundos en reaccionar, el tiempo suficientemente como para permitir que los brujos tomasen el primer ataque.
¿Qué hacen los brujos en la isla de brujos, donde viven brujos y donde hay brujos? ¡¿Qué coño van a hacer?! ¡Cosas de brujos! Estaba claro. Más claro que un pimiento. Los brujos hacen cosas de brujos. Esas mismas cosas que se suponía que Ambros Sundara debía impedir que hicieran.
Lo que antes era un perro y ahora era un cuerpo deforme, tan flaco que la piel se le pegaba al esqueleto, saltó encima de Ambros, derribándolo al suelo. El animal se colocó de tal manera que una de sus patas delanteras presionaba su pecho y la otra sus pelotas. Ambros logró alargar los brazos y sujetar el hocico de la criatura, impidiendo que le comiera la cara de un bocado.
La bestia se había escapado de la jaula. Los brujos hicieron cosas de brujos para que el animal escapase. Los demás humanos de la guarnición no estaban en mejores situaciones.
—¡La alarma! — gritaba Ambros pese a que ya había un chico golpeando la campana de alarma.
Una bruja pasó muy cerca de Ambros. Dos serpientes de agua nacían de su cintura. Ella debía ser la bruja jefa, la bruja que más cosas de bruja hacía. Ambros la observó con odio.
Se deshizo de la criatura mutante de una patada. Desenvainó el mandoble y la dejó caer sobre el cráneo de la criatura. Los demás soldados de la guarnición todavía no habían logrado desenvainar sus espadas. Puede que Ambros no fuera muy listo, pero era fuerte como un demonio. La bruja jefa estaba a punto de descubrir todo lo fuerte que era Ambros.
—Ambros Sundara, Chestirad Ivo y Tatiana Ceren. —
Murielle despertó de un sobresaltó. Se llevó una mano a la cabeza, la sostuvo como si estuviera sosteniendo el peso del mundo. Se quedó así un rato, pensando en lo que había visto y lo que había dicho.
—Ha sido una mala idea, muy mala idea.
Murielle no se dio cuenta de la presencia de Einar. El cibernético estaba a pocos metros delante de ella. Había recogido a un chico (Iván Ytramis), lo abrazaba. La cabeza del chico quedaba a la altura del pecho de Einar, de tal manera que pareciera una madre a punto de dar de amamantar a un niño demasiado grande para beber de la teta.
—¿Los has visto? ¿Has conocido a mí familia? Son encantadores y no me refiero a que puedan realizar encantamientos como tú. Son encantadores de verdad.
—No los mires — fue la primera vez que Silvestre Talo habló a Zöe desde que dejaron el campamento. Su voz sonó tal y como se imaginaba que sonaría.
Eran hombres de metal, biocibernéticos, igual que Zöe. Residían en el laboratorio mucho antes de que llegasen esta pandilla de humanos. Eran los últimos vestigios de una guerra que no debió suceder, el fruto de experimentos científicos producidos en un lugar donde la ciencia no era bien recibida. Éste era el resultado. Caminaban atolondrados de un lado a otro. Estaban por todo el pasillo. Una minoría miraban distraídos hacia Zöe y Talo; la mayoría apuntaba al suelo con sus cabezas.
Talo siguió corriendo entre los pasillos del laboratorio estirando del brazo de Zöe. En su cabeza se dibujaba la imagen de un lugar, al fondo del pasillo, recubierto de frasco tan altos como personas. Allí fue dónde está la Zöe enferma. Allí es donde tenían que dirigirse.
—Encantadores de verdad. Son la clase de personas que te abren la puerta para que pases primero. No hacen encantamientos, pero te darían un beso en la mano y te llamarían señorita. ¿Cómo está, señorita? Estamos encantados de conocerla. ¡Un verdadero encanto te digo! No les recordaba hasta el día de hoy — hablaba mirando su recién descubierta mano de metal —, me pregunto si ellos me recuerdan. Es muy posible que sí. ¡Son un encanto! Los he visto muchas veces en los pasillos del laboratorio, pero entonces no les reconocí. Para mí, y para todos, eran parte del mobiliario que los terrestres abandonaron. Ahora sí les conozco y ellos a mí. Me darán un abrazo o me dirán lo mucho que me han echado de menos. Si estuviera en peligro, me ayudarían a evitarlo.
Talo cayó al suelo. Tropezó con uno de los pies de los cibernéticos. Si no fuera imposible, juraría que le había puesto la zancadilla. Se reincorporó con lentitud. Fue a recoger el brazo de Zöe, se había acostumbrado a cogerla del brazo, pero un cibernético se interpuso en su camino. Luego otro y otro más. Cuando se quiso dar cuenta, Silvestre Talo estaba rodeado por esos hombres de metal.
—Deberías haber visto lo que le hicieron a aquella mujer. Tati Cirio, o algo así — la capitana Tatiana Ceren —. La chica tenía un poco de éter en las pestañas, sus amigos no se dieron cuenta porque parecía maquillaje; la dejaron estar. La señorita Cirio quería ir al laboratorio principal a coger no sé qué que el capitán Ovi — Ivo — perdió. Tenía que pasar por el pasillo donde estaban mis hermanos. Entonces uno de mis hermanos, un encanto, le puso una zancadilla. Los otros se pusieron encima de ella y… ¡zas! Nadie supo más de Tati. — lo siguiente, Einar lo dijo con otra voz, una más cuerda — Me dio pena, ella era muy atractiva. Me dio mucha pena…. cuando creí que era como ella sentí pena. Ahora me da la risa.
* General: Lo comentamos por mp: seguiremos el tema sin Taliesin debido a su ausencia. Esto nos va a resultar un pequeño problema ya que, en los turnos siguientes, la idea era que Zöe buscase el lugar donde la fabricaron (donde nació) mientras que Taliesin se enfrentaba a los capitanes de la guardia. En este turno vendría el enfrentamiento con Ambros. Si lo deseas, puedes realizar este enfrentamiento con Sophitia.
* Zöe: nos estamos acercando al lugar donde naciste. Al mismo tiempo, Talo se vuelve más irascible y violento por el éter del lugar. Su futuro más próximo sería convertirse en uno de esos mutantes que hemos visto.
Pasamos por un pasillo donde se encuentran un grupo de cibernéticos. Al principio se muestran indiferentes. Zöe y Einar no fueron los únicos cibernéticos que crearon en ese lugar, pero sí los que mejor salieron. Imagina cómo tienen que ser estos: almas en pena. No he querido dar una descripción detallada de ellos con la intención de dejarlo en tus manos.
Es cuando nos encontramos casi en el final del pasillo, podemos ver la entrada que nos conduce al laboratorio principal, cuando los cibernéticos hacen que Silvestre Talo tropiece al suelo. Lo matarán porque saben que está infectado con éter, como Einar cuenta que hicieron con Tatiana Ceren. Deberás rescatarlo de alguna manera. Necesitas a Talo con vida y en pleno uso de sus facultades mentales y mágicas para que sane a Emilie Coleman.
Nuevo síntoma: torpeza
* Taliesin Skatha: en su ausencia, lancé las runas por Taliesin [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] . Soy una Diosa afortunada. Zöe y Silvestre Talo logran infiltrarse sin ser vistos por los guardias humanos.
(En teoría, en el esquema principal, Tatiana descubría a Zöe pero Taliesin con suerte buena tenía la oportunidad de contestar primero en el rol e ir a por la capitana y que no alcance a Zöe).
Como he adelantado: en este turno Taliesin debería seguir con la batalla que tiene lugar en el jardín. Mi idea era que Sophi podría ayudarlo, pero el protagonista sería Taliesin. Ahora se encuentra Sophitia sola.
General: Objetivo opcional fallido: Iván Ytramis fallece en brazos de Einar. Por el momento, Olga y Silvestre no lo saben, ambos están ocupados. Cuando descubran el cadáver, perderéis la confianza con los personajes.
Estamos terminando. Como mucho quedan 2 turnos más.
—Los humanos son lentos de pensamiento — dijo en voz baja a Taliesin, a quien tenía al lado —. Cuando nos vean, no les dará tiempo a cambiar las porras por las espadas. Usaremos esta baza a nuestro favor. No nos andaremos con chiquitas, usaremos nuestros mejores hechizos — sonreía como una adolescente. Realmente, le gustaba su trabajo —. Y no sintáis pena por ellos, recordad que son solo humanos.
Olga emergió entre los arbustos, otros cinco brujos fueron detrás de ella. Dos de ellos utilizaban varitas para canalizar sus hechizos y escudos para protegerse de los ataques de los enemigos. Los otros cuatro, incluida Olga, preferían los báculos por ser armas más elegantes y versátiles. El extremo superior del cayado de Olga era una cuchilla que podía utilizar como arma física si la situación llegase a complicarse, cosa que no ocurrió. Los brujos actuaron rápido. Uno de los brujos que llevaba varita, abrió, de forma telequinética, las puertas de las jaulas con los mutantes que los humanos lograron atrapar. Una bruja movió su báculo como si fueran las aspas de un molino, convocando una niebla que dejaba a los humanos en la oscuridad. Las bestias mutantes se tornaron invisibles en el interior de la niebla. Las dos cantimploras que llevaba Olga atadas al cinturón se abrieron de golpe dejando salir dos látigos de agua.
—Matadlos. Ellos lo harán si les ofrecéis la oportunidad.
Una guerra inofensiva era tan poco creíble como un bufón con corana. Las mejores distracciones son las que no parecen distracciones. Olga se repetía mentalmente las lecciones con la voz de Talo.
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El dragón divisó un recoveco en una de las verjas traseras del jardín. Voló en círculos alrededor de esa posición. Silvestre Talo agarró el brazo de Zöe y la llevó hasta ese lugar. Procuró ser suave y delicado, pero resultó un fracaso. Al llegar al agujero de la valla y soltar a la chica, vio que le había dejado las marcas de las manos en la piel. Ladeó la cabeza en un vago gesto de disculpa. De estar en sus plenas facultades mentales, le habría pedido disculpas. Sin embargo, Talo no se atrevió a abrir la boca por miedo a que su voz sonase distorsionada, tal vez gangosa, a efectos del éter.
Señaló el agujero en la valla con el dedo. Pasaremos por ahí abajo. Le habría gustado o decir. Él fue primero. Tiró el báculo por el agujero y luego se metió él. Se arrastró por el suelo como lo haría un gusano (como lo haría un humano pidiendo matrimonio a una doncella, diría Olga). Ya al otro lado, recogió el báculo y esperó a que Zöe le imitase.
El pequeño dragón volvió a encontrar un punto de fuga, esta vez, una puerta de servicio que algún humano despistado se había dejado abierta.
Desde la parte delantera del jardín, llegaban ruidos de guerra. Metales chocándose, aullidos de animales que Talo no conocía (mutantes) y el inconfundible sonido que hacía un palo de madera, fuera bastón o varita, al lanzar un hechizo. Un sonido apenas imperceptible para las orejas no mágicas, pero que los brujos conocían tan bien cómo el sonido de las olas del mar al romper en el acantilado. Los dientes de Talo raqueteaban, a causa del éter, emitiendo ese mismo sonido.
Por ahí, corre. No lo dijo, pero lo pensó. Señaló la puerta con la mano y, sin dejar que Zöe tomará conciencia de lo que pasaba, volvió a coger del brazo a la chica.
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¿De dónde salieron todos esos brujos? ¿Y qué estaban haciendo ahí? Chestirad Ivo lo sabría. Él se enteraba de todo. Era muy listo, no como Ambros que tenía la inteligencia justa para atarse los cordones de los zapatos. Tardó unos segundos en reaccionar, el tiempo suficientemente como para permitir que los brujos tomasen el primer ataque.
¿Qué hacen los brujos en la isla de brujos, donde viven brujos y donde hay brujos? ¡¿Qué coño van a hacer?! ¡Cosas de brujos! Estaba claro. Más claro que un pimiento. Los brujos hacen cosas de brujos. Esas mismas cosas que se suponía que Ambros Sundara debía impedir que hicieran.
Lo que antes era un perro y ahora era un cuerpo deforme, tan flaco que la piel se le pegaba al esqueleto, saltó encima de Ambros, derribándolo al suelo. El animal se colocó de tal manera que una de sus patas delanteras presionaba su pecho y la otra sus pelotas. Ambros logró alargar los brazos y sujetar el hocico de la criatura, impidiendo que le comiera la cara de un bocado.
La bestia se había escapado de la jaula. Los brujos hicieron cosas de brujos para que el animal escapase. Los demás humanos de la guarnición no estaban en mejores situaciones.
—¡La alarma! — gritaba Ambros pese a que ya había un chico golpeando la campana de alarma.
Una bruja pasó muy cerca de Ambros. Dos serpientes de agua nacían de su cintura. Ella debía ser la bruja jefa, la bruja que más cosas de bruja hacía. Ambros la observó con odio.
Se deshizo de la criatura mutante de una patada. Desenvainó el mandoble y la dejó caer sobre el cráneo de la criatura. Los demás soldados de la guarnición todavía no habían logrado desenvainar sus espadas. Puede que Ambros no fuera muy listo, pero era fuerte como un demonio. La bruja jefa estaba a punto de descubrir todo lo fuerte que era Ambros.
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—Ambros Sundara, Chestirad Ivo y Tatiana Ceren. —
Murielle despertó de un sobresaltó. Se llevó una mano a la cabeza, la sostuvo como si estuviera sosteniendo el peso del mundo. Se quedó así un rato, pensando en lo que había visto y lo que había dicho.
—Ha sido una mala idea, muy mala idea.
Murielle no se dio cuenta de la presencia de Einar. El cibernético estaba a pocos metros delante de ella. Había recogido a un chico (Iván Ytramis), lo abrazaba. La cabeza del chico quedaba a la altura del pecho de Einar, de tal manera que pareciera una madre a punto de dar de amamantar a un niño demasiado grande para beber de la teta.
—¿Los has visto? ¿Has conocido a mí familia? Son encantadores y no me refiero a que puedan realizar encantamientos como tú. Son encantadores de verdad.
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—No los mires — fue la primera vez que Silvestre Talo habló a Zöe desde que dejaron el campamento. Su voz sonó tal y como se imaginaba que sonaría.
Eran hombres de metal, biocibernéticos, igual que Zöe. Residían en el laboratorio mucho antes de que llegasen esta pandilla de humanos. Eran los últimos vestigios de una guerra que no debió suceder, el fruto de experimentos científicos producidos en un lugar donde la ciencia no era bien recibida. Éste era el resultado. Caminaban atolondrados de un lado a otro. Estaban por todo el pasillo. Una minoría miraban distraídos hacia Zöe y Talo; la mayoría apuntaba al suelo con sus cabezas.
Talo siguió corriendo entre los pasillos del laboratorio estirando del brazo de Zöe. En su cabeza se dibujaba la imagen de un lugar, al fondo del pasillo, recubierto de frasco tan altos como personas. Allí fue dónde está la Zöe enferma. Allí es donde tenían que dirigirse.
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—Encantadores de verdad. Son la clase de personas que te abren la puerta para que pases primero. No hacen encantamientos, pero te darían un beso en la mano y te llamarían señorita. ¿Cómo está, señorita? Estamos encantados de conocerla. ¡Un verdadero encanto te digo! No les recordaba hasta el día de hoy — hablaba mirando su recién descubierta mano de metal —, me pregunto si ellos me recuerdan. Es muy posible que sí. ¡Son un encanto! Los he visto muchas veces en los pasillos del laboratorio, pero entonces no les reconocí. Para mí, y para todos, eran parte del mobiliario que los terrestres abandonaron. Ahora sí les conozco y ellos a mí. Me darán un abrazo o me dirán lo mucho que me han echado de menos. Si estuviera en peligro, me ayudarían a evitarlo.
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Talo cayó al suelo. Tropezó con uno de los pies de los cibernéticos. Si no fuera imposible, juraría que le había puesto la zancadilla. Se reincorporó con lentitud. Fue a recoger el brazo de Zöe, se había acostumbrado a cogerla del brazo, pero un cibernético se interpuso en su camino. Luego otro y otro más. Cuando se quiso dar cuenta, Silvestre Talo estaba rodeado por esos hombres de metal.
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—Deberías haber visto lo que le hicieron a aquella mujer. Tati Cirio, o algo así — la capitana Tatiana Ceren —. La chica tenía un poco de éter en las pestañas, sus amigos no se dieron cuenta porque parecía maquillaje; la dejaron estar. La señorita Cirio quería ir al laboratorio principal a coger no sé qué que el capitán Ovi — Ivo — perdió. Tenía que pasar por el pasillo donde estaban mis hermanos. Entonces uno de mis hermanos, un encanto, le puso una zancadilla. Los otros se pusieron encima de ella y… ¡zas! Nadie supo más de Tati. — lo siguiente, Einar lo dijo con otra voz, una más cuerda — Me dio pena, ella era muy atractiva. Me dio mucha pena…. cuando creí que era como ella sentí pena. Ahora me da la risa.
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* General: Lo comentamos por mp: seguiremos el tema sin Taliesin debido a su ausencia. Esto nos va a resultar un pequeño problema ya que, en los turnos siguientes, la idea era que Zöe buscase el lugar donde la fabricaron (donde nació) mientras que Taliesin se enfrentaba a los capitanes de la guardia. En este turno vendría el enfrentamiento con Ambros. Si lo deseas, puedes realizar este enfrentamiento con Sophitia.
* Zöe: nos estamos acercando al lugar donde naciste. Al mismo tiempo, Talo se vuelve más irascible y violento por el éter del lugar. Su futuro más próximo sería convertirse en uno de esos mutantes que hemos visto.
Pasamos por un pasillo donde se encuentran un grupo de cibernéticos. Al principio se muestran indiferentes. Zöe y Einar no fueron los únicos cibernéticos que crearon en ese lugar, pero sí los que mejor salieron. Imagina cómo tienen que ser estos: almas en pena. No he querido dar una descripción detallada de ellos con la intención de dejarlo en tus manos.
Es cuando nos encontramos casi en el final del pasillo, podemos ver la entrada que nos conduce al laboratorio principal, cuando los cibernéticos hacen que Silvestre Talo tropiece al suelo. Lo matarán porque saben que está infectado con éter, como Einar cuenta que hicieron con Tatiana Ceren. Deberás rescatarlo de alguna manera. Necesitas a Talo con vida y en pleno uso de sus facultades mentales y mágicas para que sane a Emilie Coleman.
Nuevo síntoma: torpeza
* Taliesin Skatha: en su ausencia, lancé las runas por Taliesin [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] . Soy una Diosa afortunada. Zöe y Silvestre Talo logran infiltrarse sin ser vistos por los guardias humanos.
(En teoría, en el esquema principal, Tatiana descubría a Zöe pero Taliesin con suerte buena tenía la oportunidad de contestar primero en el rol e ir a por la capitana y que no alcance a Zöe).
Como he adelantado: en este turno Taliesin debería seguir con la batalla que tiene lugar en el jardín. Mi idea era que Sophi podría ayudarlo, pero el protagonista sería Taliesin. Ahora se encuentra Sophitia sola.
General: Objetivo opcional fallido: Iván Ytramis fallece en brazos de Einar. Por el momento, Olga y Silvestre no lo saben, ambos están ocupados. Cuando descubran el cadáver, perderéis la confianza con los personajes.
Estamos terminando. Como mucho quedan 2 turnos más.
Sigel
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Re: Derecho de nacimiento [Mastereado: Zöe y Taliesin]
La expresión que puso Sophi cuando Olga dijo que eran “Solo humanos” fue [ANALIZANDO] mi sistema no podía detectarlo, no sólo por mi dificultad habitual para entender los gestos complejos de los orgánicos, sino porque un fuerte dolor de cabeza, sumado a todo el resto de los síntomas no me permitían concentrarme. En cualquier caso, me di cuenta que la Vampiro no disfrutaba de ese tipo de comentarios, al fin y al cabo, ella había sido Humana durante bastantes años.
Cuando los Hechiceros salieron desde atrás de los arbustos, Sophi se quedó unos segundos más, como sí aún dudara de lo que debería hacer. Al fino hizo una especie de gruñido y salió corriendo hacía donde estaban los Humanos, dios dos, tres, hasta cuatro pasos que más bien parecían zancadillas y aprovechando el impulso junto fuerza en su puño y golpeó en el estómago al primero de los enemigos que se cruzó en su camino.
Luego se giró hacía el siguiente, que resultó ser una de las bestias mutantes, para no perder el tiempo lo atacó en los ojos, eso no lo mataría pero le impediría ser un peligro en lo que quedaba de la pelea. Vio que un hombre de barba se acercaba a Olga, y por más que no le caía bien, se interpuso en su camino.
-¿A dónde vas amigote? - Le preguntó mientras se ponía sus guantes con púas de metal - Si buscas con quien pelear, aquí me tienes - Concentró su energía en las manos y se puso en guardia, en cuanto lo tuvo cerca descargó una ráfaga de golpes, aprovechando el contacto para robar un poco de su energía.*
Tal como había imaginado, no tenía que preocuparme por Sophi, ella podía cuidarse bien sin mi. La figura dragón, que era la que me estaba mostrando las imágenes de la pelea, hizo un par de vueltas en el aire y regresó a mi mano, donde tomó su forma original, justo antes de que ingresáramos en el laboratorio.
Talo me arrastraba, la torpeza de mi cuerpo no me permite seguirle el paso como lo habría hecho normalmente, los temblores no se detenían, y mi cuerpo se sentía pesado. En varias oportunidades tropecé, el Hechicero me miraba ¿Irritado? Sí, eso parecía ser, quería que nos apuráramos y tenía razón en apremiarme para que camine, pero mi sistema no respondía a mis pedidos.
Hacía mucho tiempo que no estaba en una base de los Humanos Terrestres, el contraste con las viviendas de la gente de Aerandir era extremadamente notorio, gran parte de la estructura estaba hecha en metal, con aparatos encastrados en las paredes que hacía ya muchos años que habían dejado de funcionar. En otra época los pasillos deberían haber estado iluminados con luz artificial, ahora todo eso no funcionaba, por lo que el laboratorio se veía oscuro y ¿Lúgubre?
Al ver a otros Bios en los pasillos me [ERROR] Sorprendí. Eran como yo, pero al mismo tiempo las diferencias eran enormes, todos ellos tenían rasgos mayormente humanos, sin embargo, eran defectuosos... Pude notar que los movimientos que hacían eran muy poco naturales, menos incluso que los míos, muchos estaban con la mirada perdida, pero seguían activos.
Al pasar por las distintas salas noté que habían algunos modelos que tenían daños severos en su programación, uno de los Bios estaba parado frente a una placa con botones, los apretaba en una combinación repetitiva aunque era evidente que la computadora hacía ya mucho tiempo que no funcionaba. Otro movía distintos objetos de lugar, pero no tenía sentido alguno, porque en cuanto terminaba de acomodarlos volvía a moverlos a otro sitio, por lo que sus acciones entraban en un bucle interminable ¿Hacía cuántos años que se encontraban haciendo eso? Encontré a dos sentados en el piso, mirándose mutuamente, movían los labios muy lentamente, pero entendí enseguida qué era lo que les pasaba, su sistema de comunicación estaba roto, probablemente estaban teniendo alguna especie de interacción, pero era tan lento que pasarían meses antes de que pudieran terminar siquiera una oración.
Los que estaban en los pasillos no parecían tener errores en su programación, no al menos en acciones tan evidentes como los demás. Se encontraban parados firmes, inmutables mientras caminábamos a su lado ¿Serían el equivalente a Guardias? Cuando Talo tropezó yo no pude detenerme a tiempo y caí encima de él [ANALIZANDO] [ERROR] mis capacidades físicas iban en detrimento a medida que pasaba el tiempo.
-Sal de encima - Dijo con la voz algo carrasposa el Hechicero, yo solo asentí y comencé a levantarme, Talo me agarró del brazo nuevamente cuando nos dimos cuenta que el camino estaba bloqueado - ¿Una emboscada? -
Quise decirle que no, que los Bios no tendíamos emboscadas, que solo reaccionaba porque estábamos dónde no debíamos. Mi garganta se sentía seca, y se negaba a emitir sonidos, los síntomas que tenían semejanza con una gripe humana habían dejado muy dañado mi sistema. Los Guardias del pasillo avanzaron otro paso hacia nosotros, lo único que podíamos hacer era retroceder, agarré al Hechicero y lo puse detrás de mi.
-Pegate a mi espalda - Le dije con apenas un hilo de voz, íbamos hacía atrás, y cada vez que uno de los Bios se acercaban yo me giraba para alejar de su alcance a Talo - Vamos... Hacía la sala anterior - No tenía fuerza suficiente para poder apartar a mis congéneres, pero había otra cosa que podía hacer.
Tropezando y con los Bios tirando de mi cuerpo, logré llegar hasta la sala, hice que Talo pasara primero y en cuanto estuvo adentro cerré la puerta, de esa manera todos los Guardias quedaban de mi lado [COMENZANDO PROCESO] [ABRIENDO VÁLVULAS] Estaba de espalda a los Bios, podía sentir como arañaban mi carne y rasgaban mi ropa, sí esperaba un poco más terminarían por arrancarme los miembros.
[VÁLVULAS ABIERTAS]
Por entre los restos de mi camisa comenzó a filtrarse una luz brillante que abrasaba todo lo que se ponía en su camino.** No sabía si sería suficiente como para quemarlos, los Bios estaban hechos de materiales muy resistentes, pero esperaba que al menos sirviera para descomponer los componentes más sensibles de varios de ellos.
__________________________
*Sophi usa su Habilidad de lvl 2 "Ráfaga" La vampiresa ataca con una serie de impactos en un enemigo, drenando parte de su energía física con cada golpe. Reduce en un 30% la Fuerza del enemigo durante una ronda. Además, la energía absorbida alimenta parcialmente a Sophitia, reduciendo la sed de sangre.
Enfriamiento: 4 turnos
**Zöe usa "Red de Fibras" Habilidad: al verte en peligro, los filamentos se abren dejando libre a las modificaciones que el Hombre Muerto hizo en tu cuerpo: provoca un destello de luz quemadiza a quienes se encuentre cerca de ti.
Duración: 2 turnos
Enfriamiento: 5 turnos.
Aclaración: Técnicamente esta Habilidad de la Armadura es también una Maldición. Ger me quitó todas las maldiciones en su Evento, pero este Mastereado es mucho antes que la Trama de Sandorai. Dejo a criterio de Sigel si la Habilidad aun cuenta o no. Si decide que no, entonces editaré el post.
Cuando los Hechiceros salieron desde atrás de los arbustos, Sophi se quedó unos segundos más, como sí aún dudara de lo que debería hacer. Al fino hizo una especie de gruñido y salió corriendo hacía donde estaban los Humanos, dios dos, tres, hasta cuatro pasos que más bien parecían zancadillas y aprovechando el impulso junto fuerza en su puño y golpeó en el estómago al primero de los enemigos que se cruzó en su camino.
Luego se giró hacía el siguiente, que resultó ser una de las bestias mutantes, para no perder el tiempo lo atacó en los ojos, eso no lo mataría pero le impediría ser un peligro en lo que quedaba de la pelea. Vio que un hombre de barba se acercaba a Olga, y por más que no le caía bien, se interpuso en su camino.
-¿A dónde vas amigote? - Le preguntó mientras se ponía sus guantes con púas de metal - Si buscas con quien pelear, aquí me tienes - Concentró su energía en las manos y se puso en guardia, en cuanto lo tuvo cerca descargó una ráfaga de golpes, aprovechando el contacto para robar un poco de su energía.*
Tal como había imaginado, no tenía que preocuparme por Sophi, ella podía cuidarse bien sin mi. La figura dragón, que era la que me estaba mostrando las imágenes de la pelea, hizo un par de vueltas en el aire y regresó a mi mano, donde tomó su forma original, justo antes de que ingresáramos en el laboratorio.
Talo me arrastraba, la torpeza de mi cuerpo no me permite seguirle el paso como lo habría hecho normalmente, los temblores no se detenían, y mi cuerpo se sentía pesado. En varias oportunidades tropecé, el Hechicero me miraba ¿Irritado? Sí, eso parecía ser, quería que nos apuráramos y tenía razón en apremiarme para que camine, pero mi sistema no respondía a mis pedidos.
Hacía mucho tiempo que no estaba en una base de los Humanos Terrestres, el contraste con las viviendas de la gente de Aerandir era extremadamente notorio, gran parte de la estructura estaba hecha en metal, con aparatos encastrados en las paredes que hacía ya muchos años que habían dejado de funcionar. En otra época los pasillos deberían haber estado iluminados con luz artificial, ahora todo eso no funcionaba, por lo que el laboratorio se veía oscuro y ¿Lúgubre?
Al ver a otros Bios en los pasillos me [ERROR] Sorprendí. Eran como yo, pero al mismo tiempo las diferencias eran enormes, todos ellos tenían rasgos mayormente humanos, sin embargo, eran defectuosos... Pude notar que los movimientos que hacían eran muy poco naturales, menos incluso que los míos, muchos estaban con la mirada perdida, pero seguían activos.
Al pasar por las distintas salas noté que habían algunos modelos que tenían daños severos en su programación, uno de los Bios estaba parado frente a una placa con botones, los apretaba en una combinación repetitiva aunque era evidente que la computadora hacía ya mucho tiempo que no funcionaba. Otro movía distintos objetos de lugar, pero no tenía sentido alguno, porque en cuanto terminaba de acomodarlos volvía a moverlos a otro sitio, por lo que sus acciones entraban en un bucle interminable ¿Hacía cuántos años que se encontraban haciendo eso? Encontré a dos sentados en el piso, mirándose mutuamente, movían los labios muy lentamente, pero entendí enseguida qué era lo que les pasaba, su sistema de comunicación estaba roto, probablemente estaban teniendo alguna especie de interacción, pero era tan lento que pasarían meses antes de que pudieran terminar siquiera una oración.
Los que estaban en los pasillos no parecían tener errores en su programación, no al menos en acciones tan evidentes como los demás. Se encontraban parados firmes, inmutables mientras caminábamos a su lado ¿Serían el equivalente a Guardias? Cuando Talo tropezó yo no pude detenerme a tiempo y caí encima de él [ANALIZANDO] [ERROR] mis capacidades físicas iban en detrimento a medida que pasaba el tiempo.
-Sal de encima - Dijo con la voz algo carrasposa el Hechicero, yo solo asentí y comencé a levantarme, Talo me agarró del brazo nuevamente cuando nos dimos cuenta que el camino estaba bloqueado - ¿Una emboscada? -
Quise decirle que no, que los Bios no tendíamos emboscadas, que solo reaccionaba porque estábamos dónde no debíamos. Mi garganta se sentía seca, y se negaba a emitir sonidos, los síntomas que tenían semejanza con una gripe humana habían dejado muy dañado mi sistema. Los Guardias del pasillo avanzaron otro paso hacia nosotros, lo único que podíamos hacer era retroceder, agarré al Hechicero y lo puse detrás de mi.
-Pegate a mi espalda - Le dije con apenas un hilo de voz, íbamos hacía atrás, y cada vez que uno de los Bios se acercaban yo me giraba para alejar de su alcance a Talo - Vamos... Hacía la sala anterior - No tenía fuerza suficiente para poder apartar a mis congéneres, pero había otra cosa que podía hacer.
Tropezando y con los Bios tirando de mi cuerpo, logré llegar hasta la sala, hice que Talo pasara primero y en cuanto estuvo adentro cerré la puerta, de esa manera todos los Guardias quedaban de mi lado [COMENZANDO PROCESO] [ABRIENDO VÁLVULAS] Estaba de espalda a los Bios, podía sentir como arañaban mi carne y rasgaban mi ropa, sí esperaba un poco más terminarían por arrancarme los miembros.
[VÁLVULAS ABIERTAS]
Por entre los restos de mi camisa comenzó a filtrarse una luz brillante que abrasaba todo lo que se ponía en su camino.** No sabía si sería suficiente como para quemarlos, los Bios estaban hechos de materiales muy resistentes, pero esperaba que al menos sirviera para descomponer los componentes más sensibles de varios de ellos.
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*Sophi usa su Habilidad de lvl 2 "Ráfaga" La vampiresa ataca con una serie de impactos en un enemigo, drenando parte de su energía física con cada golpe. Reduce en un 30% la Fuerza del enemigo durante una ronda. Además, la energía absorbida alimenta parcialmente a Sophitia, reduciendo la sed de sangre.
Enfriamiento: 4 turnos
**Zöe usa "Red de Fibras" Habilidad: al verte en peligro, los filamentos se abren dejando libre a las modificaciones que el Hombre Muerto hizo en tu cuerpo: provoca un destello de luz quemadiza a quienes se encuentre cerca de ti.
Duración: 2 turnos
Enfriamiento: 5 turnos.
Aclaración: Técnicamente esta Habilidad de la Armadura es también una Maldición. Ger me quitó todas las maldiciones en su Evento, pero este Mastereado es mucho antes que la Trama de Sandorai. Dejo a criterio de Sigel si la Habilidad aun cuenta o no. Si decide que no, entonces editaré el post.
Zöe
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Re: Derecho de nacimiento [Mastereado: Zöe y Taliesin]
A Silvestre Talo le fallaron los reflejos. Antes que pudiera responder con una llamada de agravio o un conjuro mágico, Zöe cerró la puerta quedándose ella en la sala opuesta, donde se encontraba los demás cibernéticos. Olga Ytrannis, de estar en esta posición, habría soltado un improperio racista que ridiculizaría a los cibernéticos y, de paso, a los humanos que los crearon. Silvestre, en cambio, se mordió el labio inferior y meditó sobre una posible traición por parte de Zöe. La chica prefirió afiliarse al grupo de cibernéticos en vez de continuar al lado de los brujos que habían asistido su infección durante el trayecto del puerto al laboratorio.
Talo hizo ademán de abrir la puerta con telequinesis, pero retiró el conjuro al escuchar un espantoso estruendo. Sonaba como si Zöe estuviera machacando las estrellas con un martillo. El sonido se propagaba por las paredes de metal. De pronto, el brujo se encontró encerrado en el interior de una enorme campana. Se llevó sendas manos a las orejas. Si gritó un improperio marca Ytrannis, quedó enmudecido por el estruendo que Zöe había provocado.
Cuando el caos despareció, la puerta pareció abrirse sola, tal vez por haber estado sometida a la presión del lugar. Talo alcanzó a ver una mujer de pie, con los brazos levantados en forma de T, ella era Zöe. Los cibernéticos de la zona estaban tendidos en el suelo. De sus cabezas brotaban chispas y entre los recovecos de sus sistemas metálicos resonaban crujidos, similares a los de una casa vieja. Talo comprendió que Zöe mató (terminó de romper) a los cibernéticos. Esto había supuesto un importante consumo de… ¿magia? ¿energía? ¿éter? No supo dar un nombre concreto, pero lo cierto era que Zöe se la veía agotada. Talo la recogió antes que cayese de espaldas contra el suelo.
—Ya habrá tiempo para que me cuentes qué ha sucedido — el brujo habló abriendo la boca de forma exagerada, procurando vocalizar correctamente. Lo logró con dificultades —. Debemos continuar, queda poco.
Talo levantó a Zöe como si fuera una doncella y él un caballero. Caminó hacia delante, esquivando a los cuerpos de los cibernéticos y las extremidades por las que más chispas salían. El laboratorio principal, con el que Murielle había soñado y el lugar donde reposaba Emilie Coleman su enfermedad, les esperaba más adelante, unos pocos metros más.
Las piernas le flaqueaban y le picaban los dedos de las manos como si una decena de hormigas estuvieran recorriendo por las yemas. Volvió a morderse el labio inferior y siguió avanzando. Sus manos se clavaron en los glúteos de Zöe. Las cicatrices que le dejaría sería las mismas que podría dejarle un amante apasionado después de una noche alegre.
Echó abajo la puerta del laboratorio de una patada y dejó a Zöe tendida en el suelo. Necesitas descansar. Le habría dicho si tuviera la garantía que ella podría comprenderle.
La sala era una marabunta de recipientes cilíndricos, en algunos podría caber una persona, y válvulas en las paredes. Mesas de madera piedra en unos laterales y sobre ellos los restos de los que podría ser viejo laboratorio de alquimia, pero con herramientas que Talo no llegaba a comprender. Las marmitas, las pócimas y los cucharones de madera habían sido sustituidos por los instrumentos de La Tierra.
No había rastro de ninguna persona. Mucho menos de la chica, Emilie Coleman. Zöe y Talo estaban solos.
Aprovechó que tenía un segundo de tranquilidad para quitarse los guantes de las manos. Bajo las uñas de los dedos se veía manchas azules, parecía sangre coagulado, como si se hubiera pillado los dedos con una puerta. No era sangre, sino éter. Las mismas manchas se podían observar en sus párpados, cuando pestañeaba, cosa que hacía con mayor frecuencia y en los orificios de la nariz. Por mucho menos, los animales se convirtieron en mutantes y Zöe transmitió el veneno al pasado, a la mujer que fue. El éter se comportaba de manera diferentes según fuera su víctima. A Talo, bloqueaba las habilidades mágicas a la vez que potenciaba su físico. Todos sus músculos estaban tensionados, deseando que el brujo hiciera cualquier acción para demostrar la fuerza que contenían.
Se puso a cuatro patas como un animal. Su columna vertebral quedaba marcada en su espalda, era la de una bestia, o un demonio, sin carne. Sintió una mano fría en el hombro. Giró la cabeza lentamente por ver a quién pertenecía. Creyó ver una mujer, pero al mismo tiempo, sabía que ella no estaba ahí. Las pestañas de la mujer estaban pintadas de azul, curioso maquillaje; pensó el brujo. El mismo color azul se veía debajo de sus uñas en el contorno de sus labios. ¡Éter coagulado!
La mujer se llamaba Emilie Coleman y era porque ambos, tanto ella como Talo, habían sido infectados por el éter, que podían comunicarse.
Silvestre Talo hizo por pronunciar el conjuro que recitó para sanar las bestias mutantes del bosque. Notó algo frío golpeando su nuca y el brujo dejó de hablar.
Primero: hasta que los brujos no se entrometieron en sus asuntos, ningún humano hizo daño a la isla ni a sus habitantes. No entraron en sus hogares sin permiso ni matado a los animales de los establos. Todo lo contrario, gastaron dinero en las tabernas y prostíbulos, ofreciendo abundantes propinas para asegurarse que fueran bienvenidas la próxima vez que regresasen a la isla. Por consiguiente, los brujos debían sentirse agradecidos. Recibir a los humanos con los brazos tendidos e invitarles a pasar; con una bolsa vacía en la espalda, si gustan, no importa. La compañía de Chestirad Ivo disponía de un buen dinero que gastar y lo haría con mucho gusto. En ningún momento fueron intrusos y pagaron por todos los servicios que consumieron. Entonces, ¿por qué los brujos se colaron en sus tierras? Segundo: el éter no tenía propietario y, si alguna vez lo tuvo, éstos serían los humanos de La Tierra que levantaron en laboratorio y fabricaron las máquinas para la guerra. Lo que, por orden de herencia, quedaban los humanos de Aerandir como herederos del lugar. El laboratorio es su casa y podían hacer lo que quieran con ella. Vedlo como una mudanza. Los humanos recogían los muebles (y los recipientes de éter) para llevarlos a Lunargenta. Los brujos no pintaban nada en un lugar que no les pertenecía.
Capitán Chestirad Ivo golpeó por segunda vez el cuello del brujo con la empuñadura de la espada. El brujo se retorció en el suelo como un pez fuera de agua. Si no se hubiera drogado con el éter, no habría sobrevivido. Los golpes en la nuca son traicioneros. Chestirad se asió el cabelló hacia atrás.
—Supongo que vosotros habéis sido los culpables del ruido de antes. ¿Qué habéis roto? Parecía que hubierais derribado todo el primer piso. Me asusté. Estaba en la oficina de arriba, creía que el suelo se iba a caer. ¿Qué te ocurre brujo? ¿No puedes hablar? ¿A caso te estás mordiendo la lengua para no tragártela? Eso es lo que hacen los enfermos mentales, ¿no es así?
Flanqueó al brujo y fue hacia el otro cuerpo del laboratorio: una chica. Se acuclilló a su lado. Puso una mano en el mentón de la chica y lo levantó hasta que ambas caras quedasen al mismo nivel.
—Tu cara me resulta familiar. ¿Nos hemos visto antes? Sí, ya lo recuerdo. Eres esa chica con la que tropezó Ambros. Veo que te has estado divirtiendo hasta entonces. No te bastaba con quedarte con mi éter, sino que, además, lo has estado compartiendo por ahí. Mira cómo está tu amigo por tu culpa. Se acercó tanto a ti que ha acabado peor que tú. Si te sirve de consuelo, aquí estamos igual. Hemos perdido a varios de los nuestros, algunos pudimos encerrarlo en jaulas, ya veremos qué hacer con ellos cuando regresemos a la península. Otros no tuvieron tanta suerte. Tatiana fue la última que supimos que tenía éter en las uñas. Los chicos de allí fueran reconocieron el éter antes que nosotros e hicieron el trabajo sucio — guardó un breve silencio —. No me gusta tener que ensuciarme las manos, pero hay veces que no tengo alternativa.
El Capitán Chestirad Ivo deslizó la mano derecha del mentón de la chica a su garganta.
* * Zöe: último turno y el más sencillo, a lo que objetivo a cumplir se refiere. Tienes delante de ti al jefe final del tema: derrota al Capitán Chestirad Ivo. Estás sola en este combate, por lo que más nos vale ser imaginativos y buscar la manera de vencer a un nivel 5.
Silvestre Talo consiguió sanar a Emilie Colleman antes de que Chestirad Ivo apareciese, lo que significa que para este turno que entra estarás sanada. No se puede decir lo mismo del pobre brujo. Está en un estado de salud deplorable. Ha dado su vida por salvar el bienestar de su isla y salvarte a ti. Todavía no está muerte, lo podemos curar. Su salud dependerá de la Voluntad de los Dioses. Una runa de Buena o Muy Buena suerte podrá salvarle.
Eden reconocería un pequeño huevo de pascua. El éter en este tema es tratado de forma similar a la sustancia espacial que trajo El Señor Gris en el libro "El cazador de sueños", de nuestro querido Stephen King.
Talo hizo ademán de abrir la puerta con telequinesis, pero retiró el conjuro al escuchar un espantoso estruendo. Sonaba como si Zöe estuviera machacando las estrellas con un martillo. El sonido se propagaba por las paredes de metal. De pronto, el brujo se encontró encerrado en el interior de una enorme campana. Se llevó sendas manos a las orejas. Si gritó un improperio marca Ytrannis, quedó enmudecido por el estruendo que Zöe había provocado.
Cuando el caos despareció, la puerta pareció abrirse sola, tal vez por haber estado sometida a la presión del lugar. Talo alcanzó a ver una mujer de pie, con los brazos levantados en forma de T, ella era Zöe. Los cibernéticos de la zona estaban tendidos en el suelo. De sus cabezas brotaban chispas y entre los recovecos de sus sistemas metálicos resonaban crujidos, similares a los de una casa vieja. Talo comprendió que Zöe mató (terminó de romper) a los cibernéticos. Esto había supuesto un importante consumo de… ¿magia? ¿energía? ¿éter? No supo dar un nombre concreto, pero lo cierto era que Zöe se la veía agotada. Talo la recogió antes que cayese de espaldas contra el suelo.
—Ya habrá tiempo para que me cuentes qué ha sucedido — el brujo habló abriendo la boca de forma exagerada, procurando vocalizar correctamente. Lo logró con dificultades —. Debemos continuar, queda poco.
Talo levantó a Zöe como si fuera una doncella y él un caballero. Caminó hacia delante, esquivando a los cuerpos de los cibernéticos y las extremidades por las que más chispas salían. El laboratorio principal, con el que Murielle había soñado y el lugar donde reposaba Emilie Coleman su enfermedad, les esperaba más adelante, unos pocos metros más.
Las piernas le flaqueaban y le picaban los dedos de las manos como si una decena de hormigas estuvieran recorriendo por las yemas. Volvió a morderse el labio inferior y siguió avanzando. Sus manos se clavaron en los glúteos de Zöe. Las cicatrices que le dejaría sería las mismas que podría dejarle un amante apasionado después de una noche alegre.
Echó abajo la puerta del laboratorio de una patada y dejó a Zöe tendida en el suelo. Necesitas descansar. Le habría dicho si tuviera la garantía que ella podría comprenderle.
La sala era una marabunta de recipientes cilíndricos, en algunos podría caber una persona, y válvulas en las paredes. Mesas de madera piedra en unos laterales y sobre ellos los restos de los que podría ser viejo laboratorio de alquimia, pero con herramientas que Talo no llegaba a comprender. Las marmitas, las pócimas y los cucharones de madera habían sido sustituidos por los instrumentos de La Tierra.
No había rastro de ninguna persona. Mucho menos de la chica, Emilie Coleman. Zöe y Talo estaban solos.
Aprovechó que tenía un segundo de tranquilidad para quitarse los guantes de las manos. Bajo las uñas de los dedos se veía manchas azules, parecía sangre coagulado, como si se hubiera pillado los dedos con una puerta. No era sangre, sino éter. Las mismas manchas se podían observar en sus párpados, cuando pestañeaba, cosa que hacía con mayor frecuencia y en los orificios de la nariz. Por mucho menos, los animales se convirtieron en mutantes y Zöe transmitió el veneno al pasado, a la mujer que fue. El éter se comportaba de manera diferentes según fuera su víctima. A Talo, bloqueaba las habilidades mágicas a la vez que potenciaba su físico. Todos sus músculos estaban tensionados, deseando que el brujo hiciera cualquier acción para demostrar la fuerza que contenían.
Se puso a cuatro patas como un animal. Su columna vertebral quedaba marcada en su espalda, era la de una bestia, o un demonio, sin carne. Sintió una mano fría en el hombro. Giró la cabeza lentamente por ver a quién pertenecía. Creyó ver una mujer, pero al mismo tiempo, sabía que ella no estaba ahí. Las pestañas de la mujer estaban pintadas de azul, curioso maquillaje; pensó el brujo. El mismo color azul se veía debajo de sus uñas en el contorno de sus labios. ¡Éter coagulado!
La mujer se llamaba Emilie Coleman y era porque ambos, tanto ella como Talo, habían sido infectados por el éter, que podían comunicarse.
Silvestre Talo hizo por pronunciar el conjuro que recitó para sanar las bestias mutantes del bosque. Notó algo frío golpeando su nuca y el brujo dejó de hablar.
_____________________
Primero: hasta que los brujos no se entrometieron en sus asuntos, ningún humano hizo daño a la isla ni a sus habitantes. No entraron en sus hogares sin permiso ni matado a los animales de los establos. Todo lo contrario, gastaron dinero en las tabernas y prostíbulos, ofreciendo abundantes propinas para asegurarse que fueran bienvenidas la próxima vez que regresasen a la isla. Por consiguiente, los brujos debían sentirse agradecidos. Recibir a los humanos con los brazos tendidos e invitarles a pasar; con una bolsa vacía en la espalda, si gustan, no importa. La compañía de Chestirad Ivo disponía de un buen dinero que gastar y lo haría con mucho gusto. En ningún momento fueron intrusos y pagaron por todos los servicios que consumieron. Entonces, ¿por qué los brujos se colaron en sus tierras? Segundo: el éter no tenía propietario y, si alguna vez lo tuvo, éstos serían los humanos de La Tierra que levantaron en laboratorio y fabricaron las máquinas para la guerra. Lo que, por orden de herencia, quedaban los humanos de Aerandir como herederos del lugar. El laboratorio es su casa y podían hacer lo que quieran con ella. Vedlo como una mudanza. Los humanos recogían los muebles (y los recipientes de éter) para llevarlos a Lunargenta. Los brujos no pintaban nada en un lugar que no les pertenecía.
Capitán Chestirad Ivo golpeó por segunda vez el cuello del brujo con la empuñadura de la espada. El brujo se retorció en el suelo como un pez fuera de agua. Si no se hubiera drogado con el éter, no habría sobrevivido. Los golpes en la nuca son traicioneros. Chestirad se asió el cabelló hacia atrás.
—Supongo que vosotros habéis sido los culpables del ruido de antes. ¿Qué habéis roto? Parecía que hubierais derribado todo el primer piso. Me asusté. Estaba en la oficina de arriba, creía que el suelo se iba a caer. ¿Qué te ocurre brujo? ¿No puedes hablar? ¿A caso te estás mordiendo la lengua para no tragártela? Eso es lo que hacen los enfermos mentales, ¿no es así?
Flanqueó al brujo y fue hacia el otro cuerpo del laboratorio: una chica. Se acuclilló a su lado. Puso una mano en el mentón de la chica y lo levantó hasta que ambas caras quedasen al mismo nivel.
—Tu cara me resulta familiar. ¿Nos hemos visto antes? Sí, ya lo recuerdo. Eres esa chica con la que tropezó Ambros. Veo que te has estado divirtiendo hasta entonces. No te bastaba con quedarte con mi éter, sino que, además, lo has estado compartiendo por ahí. Mira cómo está tu amigo por tu culpa. Se acercó tanto a ti que ha acabado peor que tú. Si te sirve de consuelo, aquí estamos igual. Hemos perdido a varios de los nuestros, algunos pudimos encerrarlo en jaulas, ya veremos qué hacer con ellos cuando regresemos a la península. Otros no tuvieron tanta suerte. Tatiana fue la última que supimos que tenía éter en las uñas. Los chicos de allí fueran reconocieron el éter antes que nosotros e hicieron el trabajo sucio — guardó un breve silencio —. No me gusta tener que ensuciarme las manos, pero hay veces que no tengo alternativa.
El Capitán Chestirad Ivo deslizó la mano derecha del mentón de la chica a su garganta.
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* * Zöe: último turno y el más sencillo, a lo que objetivo a cumplir se refiere. Tienes delante de ti al jefe final del tema: derrota al Capitán Chestirad Ivo. Estás sola en este combate, por lo que más nos vale ser imaginativos y buscar la manera de vencer a un nivel 5.
Silvestre Talo consiguió sanar a Emilie Colleman antes de que Chestirad Ivo apareciese, lo que significa que para este turno que entra estarás sanada. No se puede decir lo mismo del pobre brujo. Está en un estado de salud deplorable. Ha dado su vida por salvar el bienestar de su isla y salvarte a ti. Todavía no está muerte, lo podemos curar. Su salud dependerá de la Voluntad de los Dioses. Una runa de Buena o Muy Buena suerte podrá salvarle.
Eden reconocería un pequeño huevo de pascua. El éter en este tema es tratado de forma similar a la sustancia espacial que trajo El Señor Gris en el libro "El cazador de sueños", de nuestro querido Stephen King.
Sigel
Master
Master
Cantidad de envíos : : 2297
Nivel de PJ : : 0
Re: Derecho de nacimiento [Mastereado: Zöe y Taliesin]
Nunca había utilizado esa habilidad, era demasiado peligrosa, y siempre existía la posibilidad de dañar a algún orgánico. Pero esta vez no, alrededor mío solo estaba lleno de otros Bios, mis congéneres, fui diseñada para curarlos y sin embargo... Y sin embargo me veía obligada a destruirlos por el bien de un orgánico. Mi cuerpo comenzó a brillar, vibraba con la fuerza de esa energía misteriosa e incontrolable que habían introducido entre mis órganos sin mi consentimiento.
En cierto momento, la luz era tan intensa que tuve la certeza que sí no cerraba los ojos estos se verían afectados también por la onda de radiación y explotarían en mis cuencas. Los Bios que me rodeaban al principio resistieron, pero cuando el ataque llegó a su potencia máxima pude sentir cómo dejaban de moverse, ya no me arañaban, ya no intentaban agarrarme, escuché que caían a mi alrededor como si fueran marionetas sin hilos.
Y yo también me derrumbé, mi cuerpo se sentía pesado, era como si de repente estuviera relleno de plomo. Talo me sujetó antes de que tocara el piso, levanté la mirada, mis párpados estaban a medio abrir ya que una irresistible somnolencia me embargaba. No le respondí, solo me acurruque contra su pecho y dejé que me llevara a donde sea que íbamos, ya no lo recordaba, ya no importaba mucho tampoco...
Escuché cuando pateaba una puerta, pero eso no me hizo abrir los ojos, también pude sentir cuando me apoyaba en el suelo, sólo atiné a acurrucarme hasta quedar en posición fetal, mi cuerpo temblaba por el frío. Entonces escuché nuevamente el sonido de un cuerpo al derrumbarse, abrí apenas los ojos y vi al Hechicero en el piso desvanecido, moví una mano para intentar alcanzarlo, pero la vista me engañaba, estaba mucho más lejos de lo que parecía.
El culpable era uno de los humanos que había visto en el puerto. Se acercó a mí y supuse que allí se terminaría todo.
[REINICIANDO SISTEMA] [ESPERE] Sus dedos se cerraban alrededor de mi cuello [ESPERE] Apretaban los músculos y las venas por las que corría mi sangre [ESPERE] Empezaba a faltarme el aire [...] Sentía una inmensa presión en los ojos y en la garganta [...]
[PROCESO FINALIZADO] [REINICIO COMPLETADO] [PELIGRO]
De mi brazo salió un pequeño robot que rápidamente tomó la forma de una daga,* levanté la mano con tanta velocidad como me era posible, apuntando al hombro del orgánico, pero este se cubrió levantando la funda de su espada.
-Vaya, vaya, así que aún puedes moverte. Bueno, eso no será por mucho tiempo - Con una mano sostenía su arma, pero con la otra seguía apretando - Los cuellos de los Bio son tan duros -
Dejó su arma en el costado, quizás suponiendo que sólo llevaba una daga, pero no sabía que los robots podían salir de varias partes de mi cuerpo. De mi otra mano saqué el destornillador y logré clavarlo en el muslo de su pierna*. El Humano gritó de dolor y soltó mi cuello, lo primero que hice fue respirar una enorme bocanada de aire que me produjo una ataque de tos. Una sensación nueva invadía mi cuerpo, la absoluta convicción de que no quería morir.
Me sentía fuerte de nuevo, los temblores habían desaparecido, levanté la mano que aún tenía el destornillador y lo cambié por un bisturí. El Humano se puso en pie con mucha dificultad, la herida en su pierna sangraba pero tenía muchas batallas encima cómo para que algo tan pequeño le impidiera seguir. Se acercó a mí con su espada en alto, yo retrocedí ya que no había posibilidad de que mi arma cuerpo a cuerpo se enfrentara a su espada de duelista.
[ANALIZANDO] Era superior a mi en fuerza, habilidad y experiencia, pero de ninguna manera podía superarme en resistencia. Esquivé lo mejor que pude sus ataques, aunque no sin recibir varias heridas cuando me equivocaba al intentar predecir por dónde lanzaría la siguiente embestida. Me agache para eludir una de las arremetidas, y con la espada rompió todos los frascos que estaban sobre una de las mesas. Salté a un costado y pude sentir como el filo rozaba mi brazo dejando un profundo corte, quede acorralada contra uno de los módulos de invernación.
El Humano apuntó directo a mi corazón y ese parecía ser el momento indicado, apoyé las palmas de mis manos en los costados de la hoja, pero no para detenerla, sino para redirigirla hacia una zona de mi cuerpo que no fuera mortal. Justo entre la costilla uno y dos, del lado derecho, allí se introdujo la hoja de la espada, atravesándome de lado a lado, continué sosteniendola con mi mano izquierda y, aprovechando que estaba cerca, lo tomé del cuello y comencé a apretar.
Ahora habíamos cambiado los roles [ANALIZANDO] no deseaba matarlo, no estaba programada para hacer eso, pero sí lo dejaba inconsciente ya no sería un peligro y podría agarrar a Talo para salir de allí.
___________________
*Uso de la Habilidad de Lvl 2 Reconfigurar: Zöe expulsa tres pequeños robots en forma de cuchillas voladoras para atacar a un enemigo. Alternativamente, estos robots pueden combinarse mediante el uso de esta habilidad para tomar la forma de un arma corta o una herramienta de precisión. Si atacan no pueden cambiar de forma y viceversa.
Duración: 3 turnos
Enfriamiento: 6 turnos
En cierto momento, la luz era tan intensa que tuve la certeza que sí no cerraba los ojos estos se verían afectados también por la onda de radiación y explotarían en mis cuencas. Los Bios que me rodeaban al principio resistieron, pero cuando el ataque llegó a su potencia máxima pude sentir cómo dejaban de moverse, ya no me arañaban, ya no intentaban agarrarme, escuché que caían a mi alrededor como si fueran marionetas sin hilos.
Y yo también me derrumbé, mi cuerpo se sentía pesado, era como si de repente estuviera relleno de plomo. Talo me sujetó antes de que tocara el piso, levanté la mirada, mis párpados estaban a medio abrir ya que una irresistible somnolencia me embargaba. No le respondí, solo me acurruque contra su pecho y dejé que me llevara a donde sea que íbamos, ya no lo recordaba, ya no importaba mucho tampoco...
Escuché cuando pateaba una puerta, pero eso no me hizo abrir los ojos, también pude sentir cuando me apoyaba en el suelo, sólo atiné a acurrucarme hasta quedar en posición fetal, mi cuerpo temblaba por el frío. Entonces escuché nuevamente el sonido de un cuerpo al derrumbarse, abrí apenas los ojos y vi al Hechicero en el piso desvanecido, moví una mano para intentar alcanzarlo, pero la vista me engañaba, estaba mucho más lejos de lo que parecía.
El culpable era uno de los humanos que había visto en el puerto. Se acercó a mí y supuse que allí se terminaría todo.
[REINICIANDO SISTEMA] [ESPERE] Sus dedos se cerraban alrededor de mi cuello [ESPERE] Apretaban los músculos y las venas por las que corría mi sangre [ESPERE] Empezaba a faltarme el aire [...] Sentía una inmensa presión en los ojos y en la garganta [...]
[PROCESO FINALIZADO] [REINICIO COMPLETADO] [PELIGRO]
De mi brazo salió un pequeño robot que rápidamente tomó la forma de una daga,* levanté la mano con tanta velocidad como me era posible, apuntando al hombro del orgánico, pero este se cubrió levantando la funda de su espada.
-Vaya, vaya, así que aún puedes moverte. Bueno, eso no será por mucho tiempo - Con una mano sostenía su arma, pero con la otra seguía apretando - Los cuellos de los Bio son tan duros -
Dejó su arma en el costado, quizás suponiendo que sólo llevaba una daga, pero no sabía que los robots podían salir de varias partes de mi cuerpo. De mi otra mano saqué el destornillador y logré clavarlo en el muslo de su pierna*. El Humano gritó de dolor y soltó mi cuello, lo primero que hice fue respirar una enorme bocanada de aire que me produjo una ataque de tos. Una sensación nueva invadía mi cuerpo, la absoluta convicción de que no quería morir.
Me sentía fuerte de nuevo, los temblores habían desaparecido, levanté la mano que aún tenía el destornillador y lo cambié por un bisturí. El Humano se puso en pie con mucha dificultad, la herida en su pierna sangraba pero tenía muchas batallas encima cómo para que algo tan pequeño le impidiera seguir. Se acercó a mí con su espada en alto, yo retrocedí ya que no había posibilidad de que mi arma cuerpo a cuerpo se enfrentara a su espada de duelista.
[ANALIZANDO] Era superior a mi en fuerza, habilidad y experiencia, pero de ninguna manera podía superarme en resistencia. Esquivé lo mejor que pude sus ataques, aunque no sin recibir varias heridas cuando me equivocaba al intentar predecir por dónde lanzaría la siguiente embestida. Me agache para eludir una de las arremetidas, y con la espada rompió todos los frascos que estaban sobre una de las mesas. Salté a un costado y pude sentir como el filo rozaba mi brazo dejando un profundo corte, quede acorralada contra uno de los módulos de invernación.
El Humano apuntó directo a mi corazón y ese parecía ser el momento indicado, apoyé las palmas de mis manos en los costados de la hoja, pero no para detenerla, sino para redirigirla hacia una zona de mi cuerpo que no fuera mortal. Justo entre la costilla uno y dos, del lado derecho, allí se introdujo la hoja de la espada, atravesándome de lado a lado, continué sosteniendola con mi mano izquierda y, aprovechando que estaba cerca, lo tomé del cuello y comencé a apretar.
Ahora habíamos cambiado los roles [ANALIZANDO] no deseaba matarlo, no estaba programada para hacer eso, pero sí lo dejaba inconsciente ya no sería un peligro y podría agarrar a Talo para salir de allí.
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*Uso de la Habilidad de Lvl 2 Reconfigurar: Zöe expulsa tres pequeños robots en forma de cuchillas voladoras para atacar a un enemigo. Alternativamente, estos robots pueden combinarse mediante el uso de esta habilidad para tomar la forma de un arma corta o una herramienta de precisión. Si atacan no pueden cambiar de forma y viceversa.
Duración: 3 turnos
Enfriamiento: 6 turnos
- FDI:
- John McClane aprueba la estrategia de Zöe
Zöe
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Re: Derecho de nacimiento [Mastereado: Zöe y Taliesin]
El miembro 'Zöe' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Tyr
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Re: Derecho de nacimiento [Mastereado: Zöe y Taliesin]
Los brujos irrumpieron en el laboratorio. Encontraron a Silvestre Talo, Zöe y al líder de los humanos tendidos en el suelo. Los tres inconscientes. Murielle dijo que tanto Silvestre como Zöe (la llamó Emilie) despertarían. El humano no. De no ser por la adivina, Olga los habría confundido por cadáveres y enterrados vivos.
Olga recogió a Silvestre en brazos y Sophi a Zöe. Dejaron que el humano se muriese desangrado. Ninguno de los presentes quiso honrarle con una muerte rápida. Qué duela. Se lo merece. Por humano y por villano. Olga le escupió en la cara antes de marcharse.
Llevaron a los enfermos al campamento provisional del bosque. Los tendieron sobre mantas limpias y les taparon con otro juego de mantas adicionales. Olga permaneció al lado de Talo, cogiéndole de una mano como si con ello estuvieran obligándole a permanecer en el mundo de los vivos.
Murielle conversaba con alguien que se encontraba junto a Zöe, alguien que Olga ni ningún otro brujo era capaz de ver. Le contaba cómo evolucionaba la cibernética y le prometía que se pondría bien. Olga sintió envidia de esa persona que sospechaba que no existía realmente. Le gustaría que Murielle fuera tan atenta con ella como lo era con la inexistente, que le dijera que Talo se pondría bien, que no se convertiría en un monstruo espantoso y que no tendría nada por lo que preocuparse.
Un cuarteto de brujos se dieron las manos y conjuraron un hechizo de curación sobre Silvestre Talo. Olga quiso acompañarles, pero en su estado y por la relación personal que tenía con Silvestre, era mejor que no participase. El hechizo funcionaba muy paulatinamente. Las manchas sobre los ojos enfermos de Talo, las cuales parecían orzuelos, se reducían con lentitud. Con mucha lentitud. Solo Olga que permanecía sentada al lado de Talo, notaba la diferencia.
Zöe descansaba. Dormía plácidamente. Einar estaba al lado de la chica de metal. Jugaba con un pedazo de hierro lanzándolo en el aire y cogiéndolo antes que tocase el suelo. Olga reprimió los deseos de partirle la cara, por mucho que quisiera.
Mientras el cuarteto de brujos hacía una pausa, Murielle arrebató el pedazo de hierro a Einar y lo introdujo en el interior de Zöe. Durante todo el proceso, estuvo hablando con la persona inexistente. Se pondrá bien. Ya verás cómo mejora. Esto es bueno para ella.
Zöe despertó y se llevó las manos a la brecha en torso que el humano le había hecho como si pudiera cerrarla. El metal que cubría su organismo vibró como su fuera una campana. Olga se asustó y giró la cabeza cara a Talo. Murielle continuó hablando con la persona existente, pero el mensaje cambió ligeramente. Olga juraría que estaba hablando con más de una persona a la vez.
—¿Os encontráis mejor? Esto es bueno para vosotras. Volvéis a estar unidas. Os prometo que os vais a poner bien.
Talo abrió los ojos muy lentamente. Los orzuelos, o lo que parecían orzuelos, habían desaparecido en su mayor parte, dejando una sombra de lo que fueron.
—¿Dón…de estoy? ¿Qué…?
Olga no dejó que Talo terminase la frase. Puso las manos en las mejillas del brujo y le besó en los labios.
—No ha pasado nada. ¿Qué va a pasar? Unos humanos siendo muy humanos, nos intentaron robar y les hemos dado un rapapolvo de los buenos.
* Zöe / Emilie Coleman: Hemos derrotado al capitán Chestirad Ivo y su ejército e impedido que se llevasen la mayor parte del éter de Beltrexus a la península. Este será un duro golpe para El Hombre Muerto. Más importante para tu personaje, quizás, sea que Zöe se ha encontrado con la chica que fue y unido a ella. Esto desembocará en una serie de sentimientos que hablaremos más adelante.
Recompensas:
* +5 ptos de base
* +4 ptos de experiencia en función a la calidad del texto
* +6 ptos de experiencia en función de la originalidad del usuario.
* 15 ptos totales de experiencia
(Párrafo genérico copia-pega: Para que no hayan discusiones, me gusta explicar brevemente el criterio de puntuación que utilizo: Los mastereados se puntúa sobre 15 puntos. Doy 5 de base, hasta 4 en función de la calidad y hasta 6 en función de la originalidad. En los mastereados largos (más de quince turnos) doy hasta 7 en función de la calidad y 8 en función de la originalidad, siendo el tope de puntos a recibir 20. Los puntos totales de un mastereado, siempre han de ser inferiores a los de una misión ya que éstas últimas suelen ser más generales; no están personalizadas a tu historia y tus conveniencias personales).
Obsequios:
* Corazón Coleman
Para activarlo, deberás introducir el corazón dentro de tu cuerpo por medio de la brecha que te dejo el capitán Chestirad Ivo. Una vez hecho, los fragmentos metálicos de tu organismo sufrirán una serie de transformaciones hasta llegar a una armadura pesada de calidad superior. Ésta no es necesaria que sea la misma cada vez, pero sí deberá ser constante la temática cibernética. Puede ser elegante para los banquetes de gala o ruda para las situaciones de peligro.
Ten a buen recaudo el corazón pues, si llegan a robártelo, no tendrías acceso a esta armadura.
El corazón también lo podrán utilizar otros biocibernéticos. Para ello deben tener una fuerte relación contigo. Al fin de cuentas, el objeto es un corazón y no creo que vayas a otorgar tu corazón a cualquiera.
En relación a los últimos peligros que afrontaste en el evento, el corazón lo podemos considerar como un fragmento más de tu cuerpo destrozado. Éste quedó a recaudo de Sophi.
Consecuencia: Zöe contacta directamente con la persona que fue, con Emilie Coleman. Esto deriva en una serie de emociones humanas hacia Zöe, sentimientos que hasta entonces creía desconocidos. El primero de ellos será La Nostalgia. Recordarás las vivencias de Emilie y sentirás nostalgia por ella.
No sé hasta qué punto tienes consolidado la historia de Zöe, por lo que hablamos en privado, parecía que no mucho. Me ofreciste mucha libertad para hacer y rehacer, cosa que, en cierta manera, me hace sentir insegura porque me daba miedo meter la pata y decir algo incorrecto en este punto. Mi idea con este sentimiento es que puedas desarrollar más el pasado de Emilie. ¿Tuvo pareja? ¿Familia? ¿Mascota? ¿Dónde vivía? ¿Cuál era su comida favorita? El sentimiento de nostalgia puede darte mucho juego. Otro motivo es que, mi impresión, Zöe siempre parece moverse por instinto. Hace lo que le mandan las demás personas o su propio sistema. Ahora tiene un punto por el cual tomar decisiones por ella misma. Me imagino: “quiero vivir en una casa con tejas verdes porque de niña vivía en una así”. Incluso puedes añorar el cuerpo que perdiste en Sandorai. Los demás Master pueden ofrecerte más emociones conforme participes en sus temas.
A lo que Einar se refiere, el personaje queda a tu cargo. Tengo anotado que querías tenerlo como acompañante para Matthew. En este mastereado, hemos ofrecido una primera historia para Einar. Puedes hacer su ficha de acompañante, aunque no vayas a utilizarlo con Matthew hasta tiempo después. Te aconsejo que la hagas por temas de conservar pb e historia. Tiene una personalidad muy divertida.
Me gusta terminar los mastereados y misiones con una pequeña crítica, una reflexión sobre mis aciertos y fracasos. Sin embargo, esta vez, voy a terminar el tema con una disculpa por mi retraso. Estoy pasando por una mala temporada, muy mala de hecho. No quisiera que postear fuera una obligación. Las veces que me he obligado a escribir ha sido cuando peores ideas he tenido. Esto luego se resiste tanto en la historia como en las recompensas que ofrezca. Me ha pasado que he dado un objeto cutrecillo a alguien porque no me había detenido el tiempo suficiente para pensar qué es lo mejor. Hablo solo de la recompensa, pero podemos llevar esta situación análogamente a cualquier aspecto. Creo, desde mi punto de vista, que es mejor esperar un poco a estar cómoda para escribir que hacer cualquier cosa y que todo sea horrible. Igualmente, lamento muchísimo la espera y deseo de corazón que haya merecido la pena y que disfrutes tanto del post de cierre como de la amplia historia que se avecina. La recompensa y la consecuencia final pueden darte muchísimo juego.
Pasamos ahora a la reflexión final. He disfrutado del mastereado. Tiene puntos muy divertidos y de mucha acción que se combinan con el drama que la misma Zöe ha vivido. La esencia del tema es la unión entre Zöe y Emilie, pero, a la vez, hemos tenido bestias mutantes, un ejército de robots dementes y un villano que nos ha dado mucho juego de cara el final del tema. La batalla entre Zöe y Chestirad Ivo entra en mi top de batallas finales favoritas. Este tema tenía tantas cosas que por momentos parecía una película de serie B con uno de esos guiones que tanto me gustan.
Por supuesto, existen problemas, no todo es positivo. El problema es doble. Cuando ideé el tema pensé que uno se amoldaba con el otro. La protagonista de la historia es Zöe, no cabe duda, todo gira a su alrededor. También es que me pediste expresamente el tema con una idea predeterminada. Taliesin quedaba rezagado a un segundo plano. Es decir, por la historia del tema, Zöe es la protagonista. Luego, entramos en la evolución del tema y la toma de decisiones y Taliesin es el que tiene mayor protagonismo. El peso pesado y los primeros combates corrían por su cuenta. Me voy a explicar mejor: mientras que el mastereado trataba sobre la historia de Zöe, al final, era Taliesin quien parecía solucionar la mayoría de conflictos. Viéndolo con retroespectiva, no debí hacerlo así. Debí daros a ambos el mismo protagonismo en ambos aspectos: historia y resolución de conflictos. Esto lo llevo pensando desde que Taliesin abandonó el tema.
En cuanto a vosotros, habéis hecho un trabajo muy bueno. Me ha gustado especialmente la inventaba a la hora de tratar con el éter manipulado del laboratorio. Soy una enamorada de las películas de serie B (¿se me nota?), las ideas más locas son mis favoritas y vosotros dos habéis tenido ideas muy locas. Sí, hablo en plural por si Taliesin regresa no se sienta desplazado. No debo callarme la participación de Zöe, es contigo con quien debería tener mayor consideración por haber hecho la mayor parte del tema.
Olga recogió a Silvestre en brazos y Sophi a Zöe. Dejaron que el humano se muriese desangrado. Ninguno de los presentes quiso honrarle con una muerte rápida. Qué duela. Se lo merece. Por humano y por villano. Olga le escupió en la cara antes de marcharse.
Llevaron a los enfermos al campamento provisional del bosque. Los tendieron sobre mantas limpias y les taparon con otro juego de mantas adicionales. Olga permaneció al lado de Talo, cogiéndole de una mano como si con ello estuvieran obligándole a permanecer en el mundo de los vivos.
Murielle conversaba con alguien que se encontraba junto a Zöe, alguien que Olga ni ningún otro brujo era capaz de ver. Le contaba cómo evolucionaba la cibernética y le prometía que se pondría bien. Olga sintió envidia de esa persona que sospechaba que no existía realmente. Le gustaría que Murielle fuera tan atenta con ella como lo era con la inexistente, que le dijera que Talo se pondría bien, que no se convertiría en un monstruo espantoso y que no tendría nada por lo que preocuparse.
Un cuarteto de brujos se dieron las manos y conjuraron un hechizo de curación sobre Silvestre Talo. Olga quiso acompañarles, pero en su estado y por la relación personal que tenía con Silvestre, era mejor que no participase. El hechizo funcionaba muy paulatinamente. Las manchas sobre los ojos enfermos de Talo, las cuales parecían orzuelos, se reducían con lentitud. Con mucha lentitud. Solo Olga que permanecía sentada al lado de Talo, notaba la diferencia.
Zöe descansaba. Dormía plácidamente. Einar estaba al lado de la chica de metal. Jugaba con un pedazo de hierro lanzándolo en el aire y cogiéndolo antes que tocase el suelo. Olga reprimió los deseos de partirle la cara, por mucho que quisiera.
Mientras el cuarteto de brujos hacía una pausa, Murielle arrebató el pedazo de hierro a Einar y lo introdujo en el interior de Zöe. Durante todo el proceso, estuvo hablando con la persona inexistente. Se pondrá bien. Ya verás cómo mejora. Esto es bueno para ella.
Zöe despertó y se llevó las manos a la brecha en torso que el humano le había hecho como si pudiera cerrarla. El metal que cubría su organismo vibró como su fuera una campana. Olga se asustó y giró la cabeza cara a Talo. Murielle continuó hablando con la persona existente, pero el mensaje cambió ligeramente. Olga juraría que estaba hablando con más de una persona a la vez.
—¿Os encontráis mejor? Esto es bueno para vosotras. Volvéis a estar unidas. Os prometo que os vais a poner bien.
Talo abrió los ojos muy lentamente. Los orzuelos, o lo que parecían orzuelos, habían desaparecido en su mayor parte, dejando una sombra de lo que fueron.
—¿Dón…de estoy? ¿Qué…?
Olga no dejó que Talo terminase la frase. Puso las manos en las mejillas del brujo y le besó en los labios.
—No ha pasado nada. ¿Qué va a pasar? Unos humanos siendo muy humanos, nos intentaron robar y les hemos dado un rapapolvo de los buenos.
_____________________
* Zöe / Emilie Coleman: Hemos derrotado al capitán Chestirad Ivo y su ejército e impedido que se llevasen la mayor parte del éter de Beltrexus a la península. Este será un duro golpe para El Hombre Muerto. Más importante para tu personaje, quizás, sea que Zöe se ha encontrado con la chica que fue y unido a ella. Esto desembocará en una serie de sentimientos que hablaremos más adelante.
Recompensas:
* +5 ptos de base
* +4 ptos de experiencia en función a la calidad del texto
* +6 ptos de experiencia en función de la originalidad del usuario.
* 15 ptos totales de experiencia
(Párrafo genérico copia-pega: Para que no hayan discusiones, me gusta explicar brevemente el criterio de puntuación que utilizo: Los mastereados se puntúa sobre 15 puntos. Doy 5 de base, hasta 4 en función de la calidad y hasta 6 en función de la originalidad. En los mastereados largos (más de quince turnos) doy hasta 7 en función de la calidad y 8 en función de la originalidad, siendo el tope de puntos a recibir 20. Los puntos totales de un mastereado, siempre han de ser inferiores a los de una misión ya que éstas últimas suelen ser más generales; no están personalizadas a tu historia y tus conveniencias personales).
Obsequios:
* Corazón Coleman
Para activarlo, deberás introducir el corazón dentro de tu cuerpo por medio de la brecha que te dejo el capitán Chestirad Ivo. Una vez hecho, los fragmentos metálicos de tu organismo sufrirán una serie de transformaciones hasta llegar a una armadura pesada de calidad superior. Ésta no es necesaria que sea la misma cada vez, pero sí deberá ser constante la temática cibernética. Puede ser elegante para los banquetes de gala o ruda para las situaciones de peligro.
Ten a buen recaudo el corazón pues, si llegan a robártelo, no tendrías acceso a esta armadura.
El corazón también lo podrán utilizar otros biocibernéticos. Para ello deben tener una fuerte relación contigo. Al fin de cuentas, el objeto es un corazón y no creo que vayas a otorgar tu corazón a cualquiera.
En relación a los últimos peligros que afrontaste en el evento, el corazón lo podemos considerar como un fragmento más de tu cuerpo destrozado. Éste quedó a recaudo de Sophi.
- Imágenes de referencia:
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Ejemplo de posible armadura. He utilizado una imagen de estilo Steampunk.
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Consecuencia: Zöe contacta directamente con la persona que fue, con Emilie Coleman. Esto deriva en una serie de emociones humanas hacia Zöe, sentimientos que hasta entonces creía desconocidos. El primero de ellos será La Nostalgia. Recordarás las vivencias de Emilie y sentirás nostalgia por ella.
No sé hasta qué punto tienes consolidado la historia de Zöe, por lo que hablamos en privado, parecía que no mucho. Me ofreciste mucha libertad para hacer y rehacer, cosa que, en cierta manera, me hace sentir insegura porque me daba miedo meter la pata y decir algo incorrecto en este punto. Mi idea con este sentimiento es que puedas desarrollar más el pasado de Emilie. ¿Tuvo pareja? ¿Familia? ¿Mascota? ¿Dónde vivía? ¿Cuál era su comida favorita? El sentimiento de nostalgia puede darte mucho juego. Otro motivo es que, mi impresión, Zöe siempre parece moverse por instinto. Hace lo que le mandan las demás personas o su propio sistema. Ahora tiene un punto por el cual tomar decisiones por ella misma. Me imagino: “quiero vivir en una casa con tejas verdes porque de niña vivía en una así”. Incluso puedes añorar el cuerpo que perdiste en Sandorai. Los demás Master pueden ofrecerte más emociones conforme participes en sus temas.
A lo que Einar se refiere, el personaje queda a tu cargo. Tengo anotado que querías tenerlo como acompañante para Matthew. En este mastereado, hemos ofrecido una primera historia para Einar. Puedes hacer su ficha de acompañante, aunque no vayas a utilizarlo con Matthew hasta tiempo después. Te aconsejo que la hagas por temas de conservar pb e historia. Tiene una personalidad muy divertida.
Me gusta terminar los mastereados y misiones con una pequeña crítica, una reflexión sobre mis aciertos y fracasos. Sin embargo, esta vez, voy a terminar el tema con una disculpa por mi retraso. Estoy pasando por una mala temporada, muy mala de hecho. No quisiera que postear fuera una obligación. Las veces que me he obligado a escribir ha sido cuando peores ideas he tenido. Esto luego se resiste tanto en la historia como en las recompensas que ofrezca. Me ha pasado que he dado un objeto cutrecillo a alguien porque no me había detenido el tiempo suficiente para pensar qué es lo mejor. Hablo solo de la recompensa, pero podemos llevar esta situación análogamente a cualquier aspecto. Creo, desde mi punto de vista, que es mejor esperar un poco a estar cómoda para escribir que hacer cualquier cosa y que todo sea horrible. Igualmente, lamento muchísimo la espera y deseo de corazón que haya merecido la pena y que disfrutes tanto del post de cierre como de la amplia historia que se avecina. La recompensa y la consecuencia final pueden darte muchísimo juego.
Pasamos ahora a la reflexión final. He disfrutado del mastereado. Tiene puntos muy divertidos y de mucha acción que se combinan con el drama que la misma Zöe ha vivido. La esencia del tema es la unión entre Zöe y Emilie, pero, a la vez, hemos tenido bestias mutantes, un ejército de robots dementes y un villano que nos ha dado mucho juego de cara el final del tema. La batalla entre Zöe y Chestirad Ivo entra en mi top de batallas finales favoritas. Este tema tenía tantas cosas que por momentos parecía una película de serie B con uno de esos guiones que tanto me gustan.
Por supuesto, existen problemas, no todo es positivo. El problema es doble. Cuando ideé el tema pensé que uno se amoldaba con el otro. La protagonista de la historia es Zöe, no cabe duda, todo gira a su alrededor. También es que me pediste expresamente el tema con una idea predeterminada. Taliesin quedaba rezagado a un segundo plano. Es decir, por la historia del tema, Zöe es la protagonista. Luego, entramos en la evolución del tema y la toma de decisiones y Taliesin es el que tiene mayor protagonismo. El peso pesado y los primeros combates corrían por su cuenta. Me voy a explicar mejor: mientras que el mastereado trataba sobre la historia de Zöe, al final, era Taliesin quien parecía solucionar la mayoría de conflictos. Viéndolo con retroespectiva, no debí hacerlo así. Debí daros a ambos el mismo protagonismo en ambos aspectos: historia y resolución de conflictos. Esto lo llevo pensando desde que Taliesin abandonó el tema.
En cuanto a vosotros, habéis hecho un trabajo muy bueno. Me ha gustado especialmente la inventaba a la hora de tratar con el éter manipulado del laboratorio. Soy una enamorada de las películas de serie B (¿se me nota?), las ideas más locas son mis favoritas y vosotros dos habéis tenido ideas muy locas. Sí, hablo en plural por si Taliesin regresa no se sienta desplazado. No debo callarme la participación de Zöe, es contigo con quien debería tener mayor consideración por haber hecho la mayor parte del tema.
Sigel
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