[Zona de culto] Nueva Uppsala
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[Zona de culto] Nueva Uppsala
Nueva Uppsala
Los antiguos terrestres erigieron, a su llegada, un templo parecido al que había en la Antigua Uppsala con el fin de rendir culto a sus Dioses. Con Odin presidiendo la gran sala, ese lugar se tornó sagrado. Otras tallas de dioses como Thor, Freyr o Freyja también fueron levantadas por los antiguos humanos.
El templo, con una gran torre y hecho de madera rojiza y teito, y situado a las afueras de la ciudad, es un lugar de peregrinación por parte de los que creen en los dioses nórdicos. Allí van a rendir sus plegarias, a pedir su favor y conocer su buena fortuna.
Es normal entre sus rituales llevar algo para ofrecer a los dioses y hace sacrificios durante 9 días una vez al año, tradición traída por los antiguos humanos.
Información
1. Este apartado es para rezar, hacer sacrificios, plegarias y ofrendas a los dioses, a cambio de que ellos te den suerte. Por tanto, aquí se lanzarán las runas, pero se hará a petición de un máster y on rol.
2. Al ser on rol, se deberán cumplir todas las normas en cuanto a los posts: ortografía, número de líneas…
3. No se podrán hacer posts off rol para lanzar las runas.
4. No se podrá rolear entre usuarios.
5. La dinámica es la misma que en “Suerte oficial de temas aleatorios”: uno escribe su post y lanza runas. La única diferencia será que se deberá hacer en on rol, mostrando respetos a los dioses a los que pides suerte.
6. Se puede elegir el lugar de culto para que se adapte mejor a las creencias del personaje, los másters lo tendrán en cuenta a la hora de mandarte a hablar con los dioses.
Fehu
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Re: [Zona de culto] Nueva Uppsala
-Por favor, mantenlos alejados...
Cabizbajo y con una rodilla hincada, repito aquellas palabras una y otra vez frente a la enorme estatua de Odín. A sus pies, hortalizas y distintas flores descansan a modo de ofrenda. Son de mi huerta. Un vampiro con una huerta, gracioso, ¿no? Algunos pensarían que estoy loco. Cerca; ya no, pero lo he estado. De no haber sido por Zöe...
-Por favor, permíteme estar así un tiempo más.
Vivo cada noche con miedo a despertar como antes. Con miedo a oír las voces en mi cabeza, que me acosan y enmudecen mis propios pensamientos para sugerirme cosas terribles. La realidad es insípida y lenta, pero también es estable y me permite saber lo que hago a cada momento. Ya no grito, ni golpeo, ni mato. Ahora cultivo alimentos para regalarlos a esos mismos aldeanos que hace tan solo un par de meses mis propios vasallos asesinaban en nombre de su rey.
-Estoy intentando resarcirme. Lo juro, ¡lo juro!
Agacho más la cabeza y aprieto los labios mientras Odín me observa, estático y severo, desde su alto asiento. Con un nudo en la garganta, ruego por aquello que, de joven, era mi peor pesadilla:
-¡Por favor, solo quiero una vida tranquila!
- Spoiler:
- Post para la suerte del 1° Evento de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Dag Thorlák
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Re: [Zona de culto] Nueva Uppsala
El miembro 'Dag Thorlák' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Tyr
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Re: [Zona de culto] Nueva Uppsala
Los suyos propios o los elficos, aquel dios único todopoderoso y los guías de Syl.
Tantos dioses, tantos seres omnipotentes. Y todos decían tan poco.
Eltrant no estaba seguro de por qué había acabado allí aquella noche. Él y los dioses nunca se habían llevado del todo bien, después de todo. Siempre los había visto como borrachos caprichosos que disfrutaban jugando a juegos de azar.
Realmente, salvando el hecho de que eran capaces de crear y destruir mundo a voluntad, los dioses no parecían ser muy diferentes a los habituales de la posada en la que se estaba hospedando.
Estaba seguro de que estos serían a carcajadas cada vez que los mortales luchaban contra las abrumadoras fuerzas que se encargaban de desatar sobre el mundo.
En apenas un par de días se marcharía al norte una temporada. No era una decisión demasiado difícil, ya la había tomado varias veces a lo largo de su vida, nunca había pasado más de dos meses en el mismo sitio, ni cuando compró aquella pequeña casita en los bosques del este.
El motivo por el que se había decidido, aquella vez, por viajar al norte sí que había sido diferente. Decía que era para huir de los carteles con su cara en todas partes, aunque si era completamente honesto consigo mismo, podía ver que iba a acabar de la misma manera; metiéndose en problemas con la única diferencia de que lo iba a hacer a temperaturas más bajas.
Dada la hora que era, no fue ninguna sorpresa para él encontrarse completamente solo, únicamente acompañado por el susurro del aire otoñal y el suave canto de los últimos grillos del año, que parecían negarse a admitir que el verano hacía tiempo que había pasado.
Frunciendo el ceño, continuó mirando fijamente la estatua de Freyja que descansaba frente a él. Tenía un acabado impoluto, el paso de los años no parecía haber causado demasiados estragos en el material en el que habían tallado la efigie.
Se arrodilló frente a la estatua. No era lo que solía hacer, pero le pareció apropiado. ¿Cómo conversaba uno con un dios? Normalmente la única interacción que tenía con ellos era para maldecirles de formas varias al haber recibido una nueva puñalada.
- No tengo mucho. – dijo a la estatua, se sintió un poco ridículo diciéndole aquello a una talla. – Así que no sé… - Freyja era la diosa a la que adoraban con más fervor en la granja de los Tale, la que cuidaba de los granjeros y velaba porque sus cosechas floreciesen año tras año. – Bueno, tengo mi sangre. – Tomó el cuchillo que ocultaba en el interior de su bota derecha desde que tenía memoria y se hizo un rápido corte en la palma de la mano derecha. – Y mientras me siga quedando algo dentro… - Dejó que la sangre cayese a los pies de la estatua, a los dioses le gustaba eso, podían llegar a ser bastante… sanguinarios. - … no voy a detenerme. Voy a hacer lo que sea necesario para ayudar… voy a actuar. – dijo, se detuvo unos instantes y envolvió la mano herida en un trapo que llevaba consigo.
Suspiró, se frotó los ojos.
– Eso no… significa que no necesite vuestra ayuda. – Los Jinetes, el Hombre Muerto… tantas cosas que podían matarle con tanta facilidad. Era ridículo. – No… no puedo hacerlo todo yo solo. – Masculló para sí, sintiendo el peso de cada palabra que sentía como una losa sobre sus hombros. – Solo… soy un humano. – dijo en voz baja, agachando la cabeza. – Así que… - Tragó saliva. – Por favor… no me vendría mal algo de ayuda. – El silencio volvió a apoderarse del lugar. La brisa incluso parecía haberse detenido, los grillos se habían marchado; solo estaba él y la estatua de Freyja.
Se quedó así durante varios largos minutos, arrodillado, en silencio, esperando alguna respuesta divina por parte de esas personas sobrecogedoras que supuestamente velaban por el bien de los mortales. Pero, como de costumbre, no recibió nada nuevo.
Un punzante dolor en la mano de la espada, quizás.
Tras aguardar de aquel modo un rato más se decidió por levantarse y se encaminó hacía el angosto camino que conducía de nuevo hacía la posada en la que iba a pasar la noche.
Quisiesen o no los dioses poner algo de su parte, no era algo que fuesen a decidir en aquel momento.
Tantos dioses, tantos seres omnipotentes. Y todos decían tan poco.
Eltrant no estaba seguro de por qué había acabado allí aquella noche. Él y los dioses nunca se habían llevado del todo bien, después de todo. Siempre los había visto como borrachos caprichosos que disfrutaban jugando a juegos de azar.
Realmente, salvando el hecho de que eran capaces de crear y destruir mundo a voluntad, los dioses no parecían ser muy diferentes a los habituales de la posada en la que se estaba hospedando.
Estaba seguro de que estos serían a carcajadas cada vez que los mortales luchaban contra las abrumadoras fuerzas que se encargaban de desatar sobre el mundo.
En apenas un par de días se marcharía al norte una temporada. No era una decisión demasiado difícil, ya la había tomado varias veces a lo largo de su vida, nunca había pasado más de dos meses en el mismo sitio, ni cuando compró aquella pequeña casita en los bosques del este.
El motivo por el que se había decidido, aquella vez, por viajar al norte sí que había sido diferente. Decía que era para huir de los carteles con su cara en todas partes, aunque si era completamente honesto consigo mismo, podía ver que iba a acabar de la misma manera; metiéndose en problemas con la única diferencia de que lo iba a hacer a temperaturas más bajas.
Dada la hora que era, no fue ninguna sorpresa para él encontrarse completamente solo, únicamente acompañado por el susurro del aire otoñal y el suave canto de los últimos grillos del año, que parecían negarse a admitir que el verano hacía tiempo que había pasado.
Frunciendo el ceño, continuó mirando fijamente la estatua de Freyja que descansaba frente a él. Tenía un acabado impoluto, el paso de los años no parecía haber causado demasiados estragos en el material en el que habían tallado la efigie.
Se arrodilló frente a la estatua. No era lo que solía hacer, pero le pareció apropiado. ¿Cómo conversaba uno con un dios? Normalmente la única interacción que tenía con ellos era para maldecirles de formas varias al haber recibido una nueva puñalada.
- No tengo mucho. – dijo a la estatua, se sintió un poco ridículo diciéndole aquello a una talla. – Así que no sé… - Freyja era la diosa a la que adoraban con más fervor en la granja de los Tale, la que cuidaba de los granjeros y velaba porque sus cosechas floreciesen año tras año. – Bueno, tengo mi sangre. – Tomó el cuchillo que ocultaba en el interior de su bota derecha desde que tenía memoria y se hizo un rápido corte en la palma de la mano derecha. – Y mientras me siga quedando algo dentro… - Dejó que la sangre cayese a los pies de la estatua, a los dioses le gustaba eso, podían llegar a ser bastante… sanguinarios. - … no voy a detenerme. Voy a hacer lo que sea necesario para ayudar… voy a actuar. – dijo, se detuvo unos instantes y envolvió la mano herida en un trapo que llevaba consigo.
Suspiró, se frotó los ojos.
– Eso no… significa que no necesite vuestra ayuda. – Los Jinetes, el Hombre Muerto… tantas cosas que podían matarle con tanta facilidad. Era ridículo. – No… no puedo hacerlo todo yo solo. – Masculló para sí, sintiendo el peso de cada palabra que sentía como una losa sobre sus hombros. – Solo… soy un humano. – dijo en voz baja, agachando la cabeza. – Así que… - Tragó saliva. – Por favor… no me vendría mal algo de ayuda. – El silencio volvió a apoderarse del lugar. La brisa incluso parecía haberse detenido, los grillos se habían marchado; solo estaba él y la estatua de Freyja.
Se quedó así durante varios largos minutos, arrodillado, en silencio, esperando alguna respuesta divina por parte de esas personas sobrecogedoras que supuestamente velaban por el bien de los mortales. Pero, como de costumbre, no recibió nada nuevo.
Un punzante dolor en la mano de la espada, quizás.
Tras aguardar de aquel modo un rato más se decidió por levantarse y se encaminó hacía el angosto camino que conducía de nuevo hacía la posada en la que iba a pasar la noche.
Quisiesen o no los dioses poner algo de su parte, no era algo que fuesen a decidir en aquel momento.
Última edición por Eltrant Tale el Jue 25 Oct 2018 - 13:26, editado 1 vez
Eltrant Tale
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Re: [Zona de culto] Nueva Uppsala
El miembro 'Eltrant Tale' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Tyr
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Re: [Zona de culto] Nueva Uppsala
Los dioses… Nuevamente me encontraba ante su presencia, y una vez más no era porque surgiera de mi persona el interés. Había aceptado el venir con Dag en mitad de la noche, por algún motivo el vampiro se sentía intranquilo [ANALIZANDO] No había motivo lógico que lo llevara a pensar que algo malo pasaría… Pero ahora entendía un poco más sobre las emociones “Solo un poco” Si, solo un poco, pero era lo suficiente como para poder comprender que no todas las acciones de los orgánicos tenían que estar guiadas por un razonamiento lógico.
Por respeto a la intimidad de Dag, me quedé esperando afuera, pero luego de que pasaran varios minutos me acerqué a él. Se encontraba con una rodilla apoyada en el piso, murmurando algo que no lograba descifrar. Frente a él estaba la estatua de un antiguo Dios, Odín... según los registros habían sido los humanos que llegaron a través del portal los que habían construido ese sitio.
Apoyé una mano en el hombro de Dag.
-Todo estará bien ¿Si? – Pase la mano por su cabello, creía que eso le agradaba – Si los Dioses pueden verlo todo, entonces saben que ahora estás haciendo las cosas bien ¿Correcto? Así que no debes temer –
Recordé entonces la piedra que había conseguido durante los festejos por el equinoccio de otoño. Revise en mi morral, allí estaba... y también estaba Neil me miró con desaprobación, desde que habíamos comenzado a vivir con Dag el muñeco se mostraba molesto día y noche. Cerré el bolso de golpe, no quería discutir con él en ese momento.
-Creo que esta será una buena ofrenda – Presenté la piedra al dios Odín y por un segundo el juego de luces y sombras parecieron dotarlo de vida – Dag es un buen hombre, así que por favor guíalo adecuadamente –
Luego guarde la piedra nuevamente en mi morral, había cumplido con su cometido, si los dioses en verdad existían tenían que escuchar nuestras plegarias “¿O no?” Si, si lo harán.
-Debemos irnos, no falta mucho para que salga el sol, y aún falta mucho por hacer – Las plantas no se cosecharían solas, teníamos que tenerlas listas para cuando llegara el amanecer, los aldeanos se acercaban muy temprano por la mañana para llevárselas - Regresemos a casa -
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Utilizo el objeto Máster "Reliquia Suprema" para cambiar la suerte de Dag Tholák a "Muy buena"
Por respeto a la intimidad de Dag, me quedé esperando afuera, pero luego de que pasaran varios minutos me acerqué a él. Se encontraba con una rodilla apoyada en el piso, murmurando algo que no lograba descifrar. Frente a él estaba la estatua de un antiguo Dios, Odín... según los registros habían sido los humanos que llegaron a través del portal los que habían construido ese sitio.
Apoyé una mano en el hombro de Dag.
-Todo estará bien ¿Si? – Pase la mano por su cabello, creía que eso le agradaba – Si los Dioses pueden verlo todo, entonces saben que ahora estás haciendo las cosas bien ¿Correcto? Así que no debes temer –
Recordé entonces la piedra que había conseguido durante los festejos por el equinoccio de otoño. Revise en mi morral, allí estaba... y también estaba Neil me miró con desaprobación, desde que habíamos comenzado a vivir con Dag el muñeco se mostraba molesto día y noche. Cerré el bolso de golpe, no quería discutir con él en ese momento.
-Creo que esta será una buena ofrenda – Presenté la piedra al dios Odín y por un segundo el juego de luces y sombras parecieron dotarlo de vida – Dag es un buen hombre, así que por favor guíalo adecuadamente –
Luego guarde la piedra nuevamente en mi morral, había cumplido con su cometido, si los dioses en verdad existían tenían que escuchar nuestras plegarias “¿O no?” Si, si lo harán.
-Debemos irnos, no falta mucho para que salga el sol, y aún falta mucho por hacer – Las plantas no se cosecharían solas, teníamos que tenerlas listas para cuando llegara el amanecer, los aldeanos se acercaban muy temprano por la mañana para llevárselas - Regresemos a casa -
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Utilizo el objeto Máster "Reliquia Suprema" para cambiar la suerte de Dag Tholák a "Muy buena"
Zöe
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Re: [Zona de culto] Nueva Uppsala
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–Así que estos son sus dioses –comentó mirando a su alrededor la joven Rena.
–Sí... y no –contestó Demian.
Ambos caminaban con un pequeño cántaro cada uno, adentrándose en la imponente torre que oficia de templo a los dioses.
–Odin, Thor, Freyja... la gente tiene muchos dioses –comenzó a explicar Demian, mientras la chica miraba con interés–, incluso he escuchado de un grupo que dice que hay un s-s-solo dios, pero eso es imposible, todos saben que son muchos.
–¿Y a cuál le hacemos ofrenda hoy?
–A ninguno –dijo el chico deteniéndose frente al altar–... o a todos.
La chica lucía confusa, pero no quiso hablar. Apenas habían llegado hace un par de días a la ciudad y ya se preparaban para dejarla. Un barco la llevaría a ella y a su gente (esa gente que hasta hace poco tenía una compleja ciudad en el corazón de la tierra y ahora estaba forzados a ser nómades) hasta el Hekshold. ¿Sería esa una nueva vida?, ¿sería su nuevo hogar? no podía saberlo... no podía saber nada con seguridad y eso le acongojaba en silencio. No quiso hablar porque todo era nuevo, ¿qué sentido tenía volver a preguntar?, ¿entendería siquiera algo?
–Los dioses del vacío no tienen nombre, no tienen altares, están en todos lados, como el Éter –explicó el chico.
Rena ya había escuchado de Demian explicaciones sobre esa sustancia misteriosa a la que llamaban Éter. Sabía que conformaba la esencia de la naturaleza, que hacía que los elementos se manifestaran, que permitía hacer magia... pero nada de eso podía medirse, nada de eso funcionaba con sus máquinas y eso era frustrante e intrigante.
–Hoy vamos a hacerle una ofrenda a ellos, al Éter. El Éter puede llevar nuestra ofrenda a cualquier dios, porque yo creo que los dioses están hechos de Éter –dijo Demian levantando la mirada hacia las estatuas–. S-ss-sí, el Vacío siempre escucha y siempre responde.
Aquello del vacío, de lo que siempre hablaba el chico, asustaba a Rena. Sonaba tenebroso, una esencia omnipresente, hambrienta, capaz de doblar las leyes de la naturaleza, eso no podía ser bueno.
Y aún así, se encontró a sí misma vaciando el contenido del humilde cántaro en una libación, mientras su corazón repetía una y otra vez una plegaria, un deseo intenso que se difundía en múltiples esperanzas. Pidió por la gente de Ámbar, por un viaje seguro en barco, por una buena acogida en el Hekshold, porque el mundo fuera un lugar bello más allá de las murallas de esa abarrotada ciudad... y pidió por Demian.
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–Así que estos son sus dioses –comentó mirando a su alrededor la joven Rena.
–Sí... y no –contestó Demian.
Ambos caminaban con un pequeño cántaro cada uno, adentrándose en la imponente torre que oficia de templo a los dioses.
–Odin, Thor, Freyja... la gente tiene muchos dioses –comenzó a explicar Demian, mientras la chica miraba con interés–, incluso he escuchado de un grupo que dice que hay un s-s-solo dios, pero eso es imposible, todos saben que son muchos.
–¿Y a cuál le hacemos ofrenda hoy?
–A ninguno –dijo el chico deteniéndose frente al altar–... o a todos.
La chica lucía confusa, pero no quiso hablar. Apenas habían llegado hace un par de días a la ciudad y ya se preparaban para dejarla. Un barco la llevaría a ella y a su gente (esa gente que hasta hace poco tenía una compleja ciudad en el corazón de la tierra y ahora estaba forzados a ser nómades) hasta el Hekshold. ¿Sería esa una nueva vida?, ¿sería su nuevo hogar? no podía saberlo... no podía saber nada con seguridad y eso le acongojaba en silencio. No quiso hablar porque todo era nuevo, ¿qué sentido tenía volver a preguntar?, ¿entendería siquiera algo?
–Los dioses del vacío no tienen nombre, no tienen altares, están en todos lados, como el Éter –explicó el chico.
Rena ya había escuchado de Demian explicaciones sobre esa sustancia misteriosa a la que llamaban Éter. Sabía que conformaba la esencia de la naturaleza, que hacía que los elementos se manifestaran, que permitía hacer magia... pero nada de eso podía medirse, nada de eso funcionaba con sus máquinas y eso era frustrante e intrigante.
–Hoy vamos a hacerle una ofrenda a ellos, al Éter. El Éter puede llevar nuestra ofrenda a cualquier dios, porque yo creo que los dioses están hechos de Éter –dijo Demian levantando la mirada hacia las estatuas–. S-ss-sí, el Vacío siempre escucha y siempre responde.
Aquello del vacío, de lo que siempre hablaba el chico, asustaba a Rena. Sonaba tenebroso, una esencia omnipresente, hambrienta, capaz de doblar las leyes de la naturaleza, eso no podía ser bueno.
Y aún así, se encontró a sí misma vaciando el contenido del humilde cántaro en una libación, mientras su corazón repetía una y otra vez una plegaria, un deseo intenso que se difundía en múltiples esperanzas. Pidió por la gente de Ámbar, por un viaje seguro en barco, por una buena acogida en el Hekshold, porque el mundo fuera un lugar bello más allá de las murallas de esa abarrotada ciudad... y pidió por Demian.
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Demian
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Re: [Zona de culto] Nueva Uppsala
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Re: [Zona de culto] Nueva Uppsala
Lunargenta era un mercado mucho más grande y ambicioso para Uther y sus pieles. Traía muchas expectativas, la más grande de todas, más que vender todas las pieles, era probar la mayor cantidad de cervezas locales. Él era un experto en la materia y conocía los buenos sabores de su zona, pero nunca antes había estado en la capital humana. Al ser la capital, seguro había una variedad casi infinita de cervezas. Ya se veía rodando entre jarras y barriles. ¡Qué felicidad! Aún no llegaba a las murallas, solo se veían a lo lejos, pero ya podía saborear la cebada fermentada. Se relamía de solo imaginarla.
Pronto se vio en la cola de una caravana, al parecer todos iban a Lunargenta -¿Vas a la capital?- preguntó a una chica bonita que llevaba una oveja amarrada con un cordel -Casi, voy al templo- respondió ella, sonriendo con un leve dejo de coquetería. -Oh vaya.. ¿eres muy devota?- preguntó, entablando conversación con la chica. Hablando con ella, supo que aquella caravana iba en procesión al templo de los dioses que estaba un par de kilómetros más adelante y que llevaban ofrendas para que Odin y el resto del panteón los bendijera en Samhain.
Uther no era muy religioso, aunque creía en los dioses, olvidaba a menudo rezarles o encomendarse. Hacer sacrificios y todo esa parafernalia quedaba para los ancianos de su clan. Pero bueno, con tal de ganar los buenos ojos de aquella preciosura... bien valía la pena entrar a orar al templo e hincar rodilla frente a la figura de Freyja -Por favor, gran señora, que esta chica me conceda sus amores...- pidió descarado.
_______
Suerte para el evento de Samhain.
Pronto se vio en la cola de una caravana, al parecer todos iban a Lunargenta -¿Vas a la capital?- preguntó a una chica bonita que llevaba una oveja amarrada con un cordel -Casi, voy al templo- respondió ella, sonriendo con un leve dejo de coquetería. -Oh vaya.. ¿eres muy devota?- preguntó, entablando conversación con la chica. Hablando con ella, supo que aquella caravana iba en procesión al templo de los dioses que estaba un par de kilómetros más adelante y que llevaban ofrendas para que Odin y el resto del panteón los bendijera en Samhain.
Uther no era muy religioso, aunque creía en los dioses, olvidaba a menudo rezarles o encomendarse. Hacer sacrificios y todo esa parafernalia quedaba para los ancianos de su clan. Pero bueno, con tal de ganar los buenos ojos de aquella preciosura... bien valía la pena entrar a orar al templo e hincar rodilla frente a la figura de Freyja -Por favor, gran señora, que esta chica me conceda sus amores...- pidió descarado.
_______
Suerte para el evento de Samhain.
Uther
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Re: [Zona de culto] Nueva Uppsala
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Re: [Zona de culto] Nueva Uppsala
Entró en el templo y dio dos pasos al frente y esperó a que sus ojos se acostumbraran a la creciente oscuridad del templo. Había luz, claro, pero no era comparable a la luz natural del exterior y por eso esperó.
Había grandes estatuas, erigidas por sus antepasados, que representaban a los Dioses de los hombres. Los únicos y verdaderos Dioses. Hacía mucho tiempo que no asistía a un ritual de sacrificio, quizá desde antes de abandonar Cedralada, aún así, siempre buscaba el favor de los Dioses.
Ese favor era, ahora, más necesario que nunca, pues Sango había visto con sus propios ojos como el engaño y la traición de los dragones en el día de la Alianza, que se habían aprovechado de la energía vital de muchas personas, se había perpetrado si castigo alguno. Ben estaba decidido a vengar la afrenta sufrida, pero, a su debido tiempo, aún debía prepararse.
Caminó hasta la estatua que gobernaba a las demás y se sentó frente a ella. La observó de abajo a arriba y vuelta abajo. Respiró tranquilamente. La estatua y el saber que allí se encontraba con los Dioses serenó su espíritu, le tranquilizó. A su espalda, se escuchaba el crepitar de las llamas de varias antorchas.
- Tal y como cuentan las historias de nuestros antepasados, tú fuiste el que lanzó a la serpiente al mar, nos enseñaste el camino a seguir con el mal que habita en el mundo y por ello doy las gracias.- Sango hizo una leve reverencia a la estatua.
Se levantó y fue tocando una por una las estatuas que se encontraban en el templo. Cuando posaba la mano en ellas repetía una y otra vez:
- No tengo nada que ofrecer más que mi leal y fiel servicio. A cambio os ruego vuestra protección para mi y para todos mis amigos.-
Antes de despegar la mano se besaba la mano libre y la apoyaba contra la estatua para posteriormente acercar su frente y posarla entra las dos manos. Luego daba dos pasos hacia atrás y continuaba con el ritual.
Había grandes estatuas, erigidas por sus antepasados, que representaban a los Dioses de los hombres. Los únicos y verdaderos Dioses. Hacía mucho tiempo que no asistía a un ritual de sacrificio, quizá desde antes de abandonar Cedralada, aún así, siempre buscaba el favor de los Dioses.
Ese favor era, ahora, más necesario que nunca, pues Sango había visto con sus propios ojos como el engaño y la traición de los dragones en el día de la Alianza, que se habían aprovechado de la energía vital de muchas personas, se había perpetrado si castigo alguno. Ben estaba decidido a vengar la afrenta sufrida, pero, a su debido tiempo, aún debía prepararse.
Caminó hasta la estatua que gobernaba a las demás y se sentó frente a ella. La observó de abajo a arriba y vuelta abajo. Respiró tranquilamente. La estatua y el saber que allí se encontraba con los Dioses serenó su espíritu, le tranquilizó. A su espalda, se escuchaba el crepitar de las llamas de varias antorchas.
- Tal y como cuentan las historias de nuestros antepasados, tú fuiste el que lanzó a la serpiente al mar, nos enseñaste el camino a seguir con el mal que habita en el mundo y por ello doy las gracias.- Sango hizo una leve reverencia a la estatua.
Se levantó y fue tocando una por una las estatuas que se encontraban en el templo. Cuando posaba la mano en ellas repetía una y otra vez:
- No tengo nada que ofrecer más que mi leal y fiel servicio. A cambio os ruego vuestra protección para mi y para todos mis amigos.-
Antes de despegar la mano se besaba la mano libre y la apoyaba contra la estatua para posteriormente acercar su frente y posarla entra las dos manos. Luego daba dos pasos hacia atrás y continuaba con el ritual.
- Samhain:
- He leído [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] que había que pedir la protección de los Dioses y eso he intentado en este post. El ritual me lo he inventado, por si a alguien le interesa saberlo.
Sango
Héroe de Aerandir
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