Cumbres borrascosas [4/4] [libre]
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Cumbres borrascosas [4/4] [libre]
Hacía semanas que la “La hoz oxidada” no estaba tan abarrotada, La continua Lluvia y el temporal también tenían sus beneficios, y a pesar de haber estado trabajando desde temprano en la mañana, Keyder, el posadero y su mujer Noreen no se habían quejado una sola vez.
El bullicio proveniente del establecimiento era el único contrincante al ulular del viento que rodeaba al edificio.Las calles de la pequeña villa habían estado azotadas por la tormenta durante casi dos semanas, y la cosecha, aparte de estar arruinada había desocupado el tiempo de muchos jornaleros hacienda que no saliesen a faenar, teniendo poco que hacer aparte de gastarse todo el dinero que no tenían en el establecimiento. A ellos se habían unido turistas del camino buscando refugio de la Lluvia y algún que otro borracho habitual.
El resultado de todo aquello, sin duda, era una bolsa de monedas de oro a rebosar en el cinturón de Keyder, la cocina de la taberna humeando olores a estofado de cerdo y cordero joven y un continuo reguero de cerveza en la barra al que a duras penas Keyder podia mantener seco.
Eilydh había agradecido su suerte al encontrar la pequeña aldea después de caminar por semanas la cordillera. Tailem no era un pueblo muy ajetreado pero en el tiempo que había dedicado a explorar las 4 calles que componían su extension la chica pudo ver que su emplazamiento a medio camino de todo y de nada era idóneo para personas que recorrían las zonas entre Vulwulfar y Sandorai.
Llevaba dos días durmiendo bajo el techo de aquel edificio y tan solo le bastaron dos horas para darse cuenta de que a pesar de contar con una buena clientela habitual, los dueños de la “La hoz oxidada” no estaban acostumbrados a tener que estar reponiendo bebidas a cada instante, o a lidiar con problemas que se escapaban a su control: La cantidad de jarras rotas por hora y las inminentes peleas fruto del alcohol y la ociosidad de los trabajadores borrachos. El día anterior, sin ir más lejos dos de los jornaleros contratados por una misma cosecha que había sido totalmente destruida por la Lluvia se habían sumido en una pelea que había acabado con uno de los hombres con tres dientes menos y un ojo morado en ambos. El motivo? Cualquiera era buena opción pero Eilydh juró que escuchó algo sobre reparto de beneficios y años de experiencia, nada fuera de lo habitual. Y de la misma manera hoy ambos se sentaban a la misma mesa no muy lejos de la barra donde ayer perdían los dientes.
La elfa había pasado casi todo el día en su habitación. Los de su clase no eran poco comunes en una villa tan cercana a territorio élfico, sin embargo el hecho de ser mujer viajando sola suscitabas alarmas poco comentadas y la chica prefería no dejarse ver mucho en solitario. Además de el hecho de que sabía a ciencia cierta que dos de los sicarios de su padre la perseguían de cerca.
Pero aquella noche era especial. Eilydh había oído el sonido de un laúd desde su habitación, señal inequívoca de que el mal tiempo había interesado a artistas itinerantes que esperaban ganarse algún jornal de manera honrada y alguno que otro a costa del alcohol. La elfa llevaba mas de 5 semanas en el exilio y el mero hecho de poder disfrutar de algo de música parecía uno de los placeres que podía permitirse.
La estancia principal de la taberna estaba emplazada bajo las habitaciones. La barra rodeaba a un fuego que hacía de cocina improvisada y mantenía lo suficientemente caldeada como para mantener una buena temperatura en la estancia. A su vez, el posadero y su mujer tenían completa visibilidad de las mesas, esparcidas alrededor y podían attender a los comensales en un circulo complete manteniendo un ojo en aquellos que intentasen irse sin pagar.
El artista que tocaba el laúd se había posicionado en una de las esquinas de la posada, en un escenario improvisado donde reposaba una silla y su cubierta para el laúd.
Eilydh pidió una copa de sidra de Tanael, la ciudad más cercana donde la cosecha no había sido un impedimento. La bebida era bastante famoso en Sandorai, y por ello mismo se arrepintió en el momento exacto en el que el liquido toco sus labios. Aquello había sido rebajado con agua y alterado con algún tipo de vino blanco. Así que pauso un poco su ritmo de beber reposando la bebida en la única mesa que vio vacía: Desafortunadamente a espaldas del músico por lo que tuvo que girar su silla para enfrentarlo.
No muy lejos de la elfa había una mesa con 5 hombres jugando a un juego de cartas y peones que Eilydh solo había visto una vez con anterioridad. Dos mesas mas alejada de ellas había una familia con un niño no mayor de 5 años disfrutando de la cena, y otras 2 mesas: Una pareja de recién casados, y un hombre acompañado de una dama que portaba un vestido de colores llamativos, escote pronunciado, pelo alborotado y una mirada fija en la bolsa de monedas en el cinturón de su acompañante.
La barra estaba rodeada de hombres que a tiempos cantaban al son de la música y a tiempos pedían otras rondas, entre ellos los malheridos jornaleros de la pelea de la noche anterior, a los que Eilydh reconoció por obvias razones. A su derecha, Eilydh reconoció el acento norteño en dos hombres que conversaban acaloradamente. Uno de ellos señaló a los hombres que jugaban a las cartas en varias ocasiones, y alguna que otra vez al músico que seguía enfocado en su laúd pero Eilydh no estaba lo suficientememte interesada en la conversación como para preguntarse el porqué.
En resumen, se podría decir que era la perfecta velada que cerraba una semana un tanto tormentosa.
Lo era…?
off: Lo prometido es deuda.
El bullicio proveniente del establecimiento era el único contrincante al ulular del viento que rodeaba al edificio.Las calles de la pequeña villa habían estado azotadas por la tormenta durante casi dos semanas, y la cosecha, aparte de estar arruinada había desocupado el tiempo de muchos jornaleros hacienda que no saliesen a faenar, teniendo poco que hacer aparte de gastarse todo el dinero que no tenían en el establecimiento. A ellos se habían unido turistas del camino buscando refugio de la Lluvia y algún que otro borracho habitual.
El resultado de todo aquello, sin duda, era una bolsa de monedas de oro a rebosar en el cinturón de Keyder, la cocina de la taberna humeando olores a estofado de cerdo y cordero joven y un continuo reguero de cerveza en la barra al que a duras penas Keyder podia mantener seco.
Eilydh había agradecido su suerte al encontrar la pequeña aldea después de caminar por semanas la cordillera. Tailem no era un pueblo muy ajetreado pero en el tiempo que había dedicado a explorar las 4 calles que componían su extension la chica pudo ver que su emplazamiento a medio camino de todo y de nada era idóneo para personas que recorrían las zonas entre Vulwulfar y Sandorai.
Llevaba dos días durmiendo bajo el techo de aquel edificio y tan solo le bastaron dos horas para darse cuenta de que a pesar de contar con una buena clientela habitual, los dueños de la “La hoz oxidada” no estaban acostumbrados a tener que estar reponiendo bebidas a cada instante, o a lidiar con problemas que se escapaban a su control: La cantidad de jarras rotas por hora y las inminentes peleas fruto del alcohol y la ociosidad de los trabajadores borrachos. El día anterior, sin ir más lejos dos de los jornaleros contratados por una misma cosecha que había sido totalmente destruida por la Lluvia se habían sumido en una pelea que había acabado con uno de los hombres con tres dientes menos y un ojo morado en ambos. El motivo? Cualquiera era buena opción pero Eilydh juró que escuchó algo sobre reparto de beneficios y años de experiencia, nada fuera de lo habitual. Y de la misma manera hoy ambos se sentaban a la misma mesa no muy lejos de la barra donde ayer perdían los dientes.
La elfa había pasado casi todo el día en su habitación. Los de su clase no eran poco comunes en una villa tan cercana a territorio élfico, sin embargo el hecho de ser mujer viajando sola suscitabas alarmas poco comentadas y la chica prefería no dejarse ver mucho en solitario. Además de el hecho de que sabía a ciencia cierta que dos de los sicarios de su padre la perseguían de cerca.
Pero aquella noche era especial. Eilydh había oído el sonido de un laúd desde su habitación, señal inequívoca de que el mal tiempo había interesado a artistas itinerantes que esperaban ganarse algún jornal de manera honrada y alguno que otro a costa del alcohol. La elfa llevaba mas de 5 semanas en el exilio y el mero hecho de poder disfrutar de algo de música parecía uno de los placeres que podía permitirse.
La estancia principal de la taberna estaba emplazada bajo las habitaciones. La barra rodeaba a un fuego que hacía de cocina improvisada y mantenía lo suficientemente caldeada como para mantener una buena temperatura en la estancia. A su vez, el posadero y su mujer tenían completa visibilidad de las mesas, esparcidas alrededor y podían attender a los comensales en un circulo complete manteniendo un ojo en aquellos que intentasen irse sin pagar.
El artista que tocaba el laúd se había posicionado en una de las esquinas de la posada, en un escenario improvisado donde reposaba una silla y su cubierta para el laúd.
Eilydh pidió una copa de sidra de Tanael, la ciudad más cercana donde la cosecha no había sido un impedimento. La bebida era bastante famoso en Sandorai, y por ello mismo se arrepintió en el momento exacto en el que el liquido toco sus labios. Aquello había sido rebajado con agua y alterado con algún tipo de vino blanco. Así que pauso un poco su ritmo de beber reposando la bebida en la única mesa que vio vacía: Desafortunadamente a espaldas del músico por lo que tuvo que girar su silla para enfrentarlo.
No muy lejos de la elfa había una mesa con 5 hombres jugando a un juego de cartas y peones que Eilydh solo había visto una vez con anterioridad. Dos mesas mas alejada de ellas había una familia con un niño no mayor de 5 años disfrutando de la cena, y otras 2 mesas: Una pareja de recién casados, y un hombre acompañado de una dama que portaba un vestido de colores llamativos, escote pronunciado, pelo alborotado y una mirada fija en la bolsa de monedas en el cinturón de su acompañante.
La barra estaba rodeada de hombres que a tiempos cantaban al son de la música y a tiempos pedían otras rondas, entre ellos los malheridos jornaleros de la pelea de la noche anterior, a los que Eilydh reconoció por obvias razones. A su derecha, Eilydh reconoció el acento norteño en dos hombres que conversaban acaloradamente. Uno de ellos señaló a los hombres que jugaban a las cartas en varias ocasiones, y alguna que otra vez al músico que seguía enfocado en su laúd pero Eilydh no estaba lo suficientememte interesada en la conversación como para preguntarse el porqué.
En resumen, se podría decir que era la perfecta velada que cerraba una semana un tanto tormentosa.
Lo era…?
off: Lo prometido es deuda.
Eilydh
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Re: Cumbres borrascosas [4/4] [libre]
El encargo como salvaguarda que los dragones habían desempeñado en el Navío Azul fue gratificante y muy satisfactorio... al menos eso pensaba Go´el, que acudió al barco con el único motivo de descubrir e investigar aquellos seres que atacaban el balandro.
Ahora la peculiar pareja se encontraba varada en un pueblito de regreso a ciudad Lagarto, la lluvia los había pillado desprevenidos y llevaban ya varios días en la taberna local.
-La bebida es deficiente y el estofado tiene las patatas duras.
Decía Go´el examinando el alimento sentado de espaldas al juglar. El rubio levantaba de vez en cuando los ojos para mirar a su compañero.
-Además, el instrumento de ese hombre esta desafinado. ¿Porque no seguiste volando?
Le preguntó al moreno levantándose ligeramente del asiento para quitarle un pelo que sobresalía del turbante.
-Ya sabes que no me gusta volar con lluvia.
Respondía tranquilo y sonriente el monje, que al contrario que su tocayo sí que disfrutaba de la voz del cantante.
-Si no te hubieras quedado hablando con la amiga de Siria habríamos llegado a casa antes de que nos alcanzara la tormenta.
El galeno no volvió a contestar, el ambiente del local era demasiado estridente y bullicioso, demasiado cargado y aquello le pasaba factura al rubio. Normalmente su comportamiento era... bueno, especial como poco, pero ahora mismo estaba más arisco y antisocial que de costumbre.
-No tienes motivos para quejarte. -Gali bebió la sopa del plato y bajó la voz. -La última vez que estuvimos aquí nos tocó buscar un sótano para que hicieras tus cosas y ahora puedes tratar a tu paciente sin que nadie quiera matarte.
-Eso fue porque no me habrían dejado trabajar, y además a este paciente puedo sanarlo.
Continuo el medico mirando indiferente hacia las escaleras por donde bajaba un hembra elfa claramente reconocible por sus orejas.
-El otro iba a morir antes de acabar el día, este no.
El doctor tenia razón, aquel paciente murió antes de terminar el día, pero la causa no fue una enfermedad incurable, la causa fue provocada por un supuesto remedio con base de acónito que el galeno le receto. "Toma, aliviara tu sufrimiento," Dijo Go´el, y tenía razón, acabó con el sufrimiento de aquel niño para siempre. Go´el nunca mentía.
Ahora la peculiar pareja se encontraba varada en un pueblito de regreso a ciudad Lagarto, la lluvia los había pillado desprevenidos y llevaban ya varios días en la taberna local.
-La bebida es deficiente y el estofado tiene las patatas duras.
Decía Go´el examinando el alimento sentado de espaldas al juglar. El rubio levantaba de vez en cuando los ojos para mirar a su compañero.
-Además, el instrumento de ese hombre esta desafinado. ¿Porque no seguiste volando?
Le preguntó al moreno levantándose ligeramente del asiento para quitarle un pelo que sobresalía del turbante.
-Ya sabes que no me gusta volar con lluvia.
Respondía tranquilo y sonriente el monje, que al contrario que su tocayo sí que disfrutaba de la voz del cantante.
-Si no te hubieras quedado hablando con la amiga de Siria habríamos llegado a casa antes de que nos alcanzara la tormenta.
El galeno no volvió a contestar, el ambiente del local era demasiado estridente y bullicioso, demasiado cargado y aquello le pasaba factura al rubio. Normalmente su comportamiento era... bueno, especial como poco, pero ahora mismo estaba más arisco y antisocial que de costumbre.
-No tienes motivos para quejarte. -Gali bebió la sopa del plato y bajó la voz. -La última vez que estuvimos aquí nos tocó buscar un sótano para que hicieras tus cosas y ahora puedes tratar a tu paciente sin que nadie quiera matarte.
-Eso fue porque no me habrían dejado trabajar, y además a este paciente puedo sanarlo.
Continuo el medico mirando indiferente hacia las escaleras por donde bajaba un hembra elfa claramente reconocible por sus orejas.
-El otro iba a morir antes de acabar el día, este no.
El doctor tenia razón, aquel paciente murió antes de terminar el día, pero la causa no fue una enfermedad incurable, la causa fue provocada por un supuesto remedio con base de acónito que el galeno le receto. "Toma, aliviara tu sufrimiento," Dijo Go´el, y tenía razón, acabó con el sufrimiento de aquel niño para siempre. Go´el nunca mentía.
Go'el
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Re: Cumbres borrascosas [4/4] [libre]
Estábamos solas en la habitación, Sophi aún dormía, había notado que sus periodos de sueño eran bastante más extensos que la de otros Vampiros que había conocido. Cuando se lo pregunté en otra oportunidad, me respondió que cuando era humana disfrutaba mucho de descansar, sobre todo a la hora de la siesta, y que era algo que no había podido cambiar a pesar de pertenecer a otra raza.
Yo no necesitaba dormir, por lo que se mantenía sentada y en silencio, observándola.
-Es escalofriante cuando haces eso – Me dijo Sophitia con los ojos cerrados - ¿No puedes mirar en otra dirección al menos?-
-No estaba consciente de que te incomodara, lo siento – Gire mi cabeza para enfocar mi visión nocturna en el oscuro paisaje que se veía por la ventana.
-¿Sigue lloviendo? – Preguntó la Vampiro mientras se desperezaba. Hace días que el clima estaba inestable, y si bien ninguna de las dos podía enfermarse, entendía que para Sophi podía ser incomodo el movernos bajo la lluvia.
-Sí, no se detuvo en todo el día, y no parece que vaya a hacerlo – Habíamos evitado salir demasiado del cuarto, cuando Sophitia se emocionaba a veces rebelaba su raza sin medir las consecuencias – Deberíamos bajar ¿Si? Resulta demasiado sospechoso que pasemos aquí más días –
-Ains… Si, tienes razón – Suspiró, demostrando su [ANALIZANDO] ¿Desgano? Sí, eso debía ser- Al menos me beberé algunas cervezas-
Bajamos a la sala común, habían varios visitantes, probablemente se habían quedado en la posada por el mismo motivo que nosotras. Un Bardo estaba tocando mientras los orgánicos comían y bebían, la mayoría de las mesas estaban ocupadas, así que fuimos a la barra y nos hicimos un espacio, o más bien Sophitia dio codazos hasta que consiguió un lugar para las dos.
-Deme dos jarras de cerveza – Dijo la Vampiro, dejando las monedas sobre la barra. Solía pedir siempre el doble de bebidas, en apariencia era una para cada una, pero Sophi sabía que yo no bebía, así que terminaba tomándose ambas ella.
-¿Beberás y regresaremos a la habitación? – Pregunté en tono neutro.
-No tenemos porque apurarnos ¡Vamos a divertirnos! – [ANALIZANDO] La vampiro sonreía de esa manera particular… Era imposible para mi sistema el lograr interpretar qué era lo que estaba pensando.
-De acuerdo- Asentí con gesto neutro.
Dos jarras de cerveza aparecieron frente a nosotras, empujé la mía hacia Sophitia, la cual aceptó con mucho gusto. Luego de beber cuatro tragos casi sin pausa, comenzó a aplaudir al ritmo de la música, había notado que la Vampiro tenía mucha facilidad para sumarse a reuniones o acontecimientos sociales.
Como ningún orgánico parecía necesitar mi ayuda, simplemente me quedé observando la situación, a la espera de nuevas órdenes que le dieran algún objetivo a mi sistema. En apariencia estaba observando al juglar, internamente me encontraba analizando a los orgánicos que ocupaban la sala, en busca de algún comportamiento que resultara sospechoso.
Yo no necesitaba dormir, por lo que se mantenía sentada y en silencio, observándola.
-Es escalofriante cuando haces eso – Me dijo Sophitia con los ojos cerrados - ¿No puedes mirar en otra dirección al menos?-
-No estaba consciente de que te incomodara, lo siento – Gire mi cabeza para enfocar mi visión nocturna en el oscuro paisaje que se veía por la ventana.
-¿Sigue lloviendo? – Preguntó la Vampiro mientras se desperezaba. Hace días que el clima estaba inestable, y si bien ninguna de las dos podía enfermarse, entendía que para Sophi podía ser incomodo el movernos bajo la lluvia.
-Sí, no se detuvo en todo el día, y no parece que vaya a hacerlo – Habíamos evitado salir demasiado del cuarto, cuando Sophitia se emocionaba a veces rebelaba su raza sin medir las consecuencias – Deberíamos bajar ¿Si? Resulta demasiado sospechoso que pasemos aquí más días –
-Ains… Si, tienes razón – Suspiró, demostrando su [ANALIZANDO] ¿Desgano? Sí, eso debía ser- Al menos me beberé algunas cervezas-
Bajamos a la sala común, habían varios visitantes, probablemente se habían quedado en la posada por el mismo motivo que nosotras. Un Bardo estaba tocando mientras los orgánicos comían y bebían, la mayoría de las mesas estaban ocupadas, así que fuimos a la barra y nos hicimos un espacio, o más bien Sophitia dio codazos hasta que consiguió un lugar para las dos.
-Deme dos jarras de cerveza – Dijo la Vampiro, dejando las monedas sobre la barra. Solía pedir siempre el doble de bebidas, en apariencia era una para cada una, pero Sophi sabía que yo no bebía, así que terminaba tomándose ambas ella.
-¿Beberás y regresaremos a la habitación? – Pregunté en tono neutro.
-No tenemos porque apurarnos ¡Vamos a divertirnos! – [ANALIZANDO] La vampiro sonreía de esa manera particular… Era imposible para mi sistema el lograr interpretar qué era lo que estaba pensando.
-De acuerdo- Asentí con gesto neutro.
Dos jarras de cerveza aparecieron frente a nosotras, empujé la mía hacia Sophitia, la cual aceptó con mucho gusto. Luego de beber cuatro tragos casi sin pausa, comenzó a aplaudir al ritmo de la música, había notado que la Vampiro tenía mucha facilidad para sumarse a reuniones o acontecimientos sociales.
Como ningún orgánico parecía necesitar mi ayuda, simplemente me quedé observando la situación, a la espera de nuevas órdenes que le dieran algún objetivo a mi sistema. En apariencia estaba observando al juglar, internamente me encontraba analizando a los orgánicos que ocupaban la sala, en busca de algún comportamiento que resultara sospechoso.
Zöe
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Re: Cumbres borrascosas [4/4] [libre]
Desde que se separó de los dos muchachos, no había dejado de llover. Valeria estaba acostumbrada a las lluvias, eran casi el pan de cada día en las islas, pero empezaba a ansiar la sensación de una prenda limpia y seca en la piel. Por eso, cuando divisó el letrero de “La hoz oxidada”, no dudó en tomarse un merecido descanso, a pesar de que ni siquiera llegaba al mediodía.
Gracias al mapa que le había dibujado Zero antes de despedirse y a la confirmación que de ello hizo el posadero, supo que aquella aldea se llamaba Tailem. A la bruja le agradó comprobar que por fin se acercaba a su objetivo. Sólo esperaba que las lluvias amainasen para cuando llegase al bosque; sería una pena que, para una vez que decide visitar un lugar tan enigmático como Sandorai, tuviera que quedarse encerrada entre cuatro paredes, viendo los árboles al otro lado de un cristal empañado.
Consiguió una habitación, una de las últimas, según le dijo el posadero, y pidió que le subieran una comida ligera. Cuando la posadera llegó con la comida, Valeria le entregó algunas prendas para lavar y otras para tender cerca del fuego y dedicó la tarde a sus ejercicios y su meditación. Empezaba a sentirse ella misma oxidada de pasarse el día caminando; la mayor parte del tiempo, sin rumbo fijo, ya que, hasta que dio con el pequeño biocibernético, había estado desorientada la mitad del tiempo. La bruja sabía guiarse por las estrellas, pero cuando los caminos iban girando en todas direcciones, la combinación podía ser realmente confusa, y las distancias en el continente eran mucho mayores que en las islas.
Al caer la noche, la posadera regresó con sus prendas secas, informándole de que las que le había encargado lavar tendrían que esperar hasta la mañana siguiente. Valeria le agradeció con una pequeña propina y se vistió. Con el paso de la mujer por la puerta, le habían llegado los aromas del estofado y el sonido de un laúd y no pudo resistirse a la promesa de una noche medianamente civilizada, después de tanto vagabundeo solitario.
Lo primero que llamó la atención de la bruja cuando llegó a la sala común fue un gigante de piel tostada, turbante y pecho descubierto, que conversaba con un tipo rubio al que no llegó a ver la cara. Lo segundo, que llamó su atención fue el hecho de que el local estaba completamente lleno; no quedaba una sola mesa vacía en la que pudiera sentarse a degustar una buena cena caliente.
En un instante de divertida inspiración, se imaginó a sí misma invitándose a la mesa de los caballeros. Disfrutó de la imagen mental durante un momento antes de descartar la idea. Lo más probable sería que los hombres llegasen a la conclusión de que “trabajaba” allí.
Se fijó después en que una de las mesas estaba ocupada por una mujer sola, una elfa, y supuso que no faltaría al decoro si le pedía compartir el espacio. «Siempre y cuando no sea una de esas abraza árboles odia brujos, no debería haber problema», pensó. Aunque decidió que, por si acaso, sería mejor evitar alardes mágicos. «Ya sabes», se dijo con una media sonrisa, «no te presentes haciendo levitar su vaso». A medida que se acercaba, sin embargo, su mirada se posó en el área de la barra, donde divisó a dos personas a las que conocía. Pasó de largo la mesa de la elfa y se acercó a saludar a Zöe y a Sophi.
—Vaya —les dijo, mostrando una amplia sonrisa—, qué sorpresa encontrarnos en otra noche de lluvia.
Gracias al mapa que le había dibujado Zero antes de despedirse y a la confirmación que de ello hizo el posadero, supo que aquella aldea se llamaba Tailem. A la bruja le agradó comprobar que por fin se acercaba a su objetivo. Sólo esperaba que las lluvias amainasen para cuando llegase al bosque; sería una pena que, para una vez que decide visitar un lugar tan enigmático como Sandorai, tuviera que quedarse encerrada entre cuatro paredes, viendo los árboles al otro lado de un cristal empañado.
Consiguió una habitación, una de las últimas, según le dijo el posadero, y pidió que le subieran una comida ligera. Cuando la posadera llegó con la comida, Valeria le entregó algunas prendas para lavar y otras para tender cerca del fuego y dedicó la tarde a sus ejercicios y su meditación. Empezaba a sentirse ella misma oxidada de pasarse el día caminando; la mayor parte del tiempo, sin rumbo fijo, ya que, hasta que dio con el pequeño biocibernético, había estado desorientada la mitad del tiempo. La bruja sabía guiarse por las estrellas, pero cuando los caminos iban girando en todas direcciones, la combinación podía ser realmente confusa, y las distancias en el continente eran mucho mayores que en las islas.
Al caer la noche, la posadera regresó con sus prendas secas, informándole de que las que le había encargado lavar tendrían que esperar hasta la mañana siguiente. Valeria le agradeció con una pequeña propina y se vistió. Con el paso de la mujer por la puerta, le habían llegado los aromas del estofado y el sonido de un laúd y no pudo resistirse a la promesa de una noche medianamente civilizada, después de tanto vagabundeo solitario.
Lo primero que llamó la atención de la bruja cuando llegó a la sala común fue un gigante de piel tostada, turbante y pecho descubierto, que conversaba con un tipo rubio al que no llegó a ver la cara. Lo segundo, que llamó su atención fue el hecho de que el local estaba completamente lleno; no quedaba una sola mesa vacía en la que pudiera sentarse a degustar una buena cena caliente.
En un instante de divertida inspiración, se imaginó a sí misma invitándose a la mesa de los caballeros. Disfrutó de la imagen mental durante un momento antes de descartar la idea. Lo más probable sería que los hombres llegasen a la conclusión de que “trabajaba” allí.
Se fijó después en que una de las mesas estaba ocupada por una mujer sola, una elfa, y supuso que no faltaría al decoro si le pedía compartir el espacio. «Siempre y cuando no sea una de esas abraza árboles odia brujos, no debería haber problema», pensó. Aunque decidió que, por si acaso, sería mejor evitar alardes mágicos. «Ya sabes», se dijo con una media sonrisa, «no te presentes haciendo levitar su vaso». A medida que se acercaba, sin embargo, su mirada se posó en el área de la barra, donde divisó a dos personas a las que conocía. Pasó de largo la mesa de la elfa y se acercó a saludar a Zöe y a Sophi.
—Vaya —les dijo, mostrando una amplia sonrisa—, qué sorpresa encontrarnos en otra noche de lluvia.
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Re: Cumbres borrascosas [4/4] [libre]
Los dedos del músico se movían precisos, presionando las cuerdas del laúd con atino y sin fallar ni un solo acorde. Su mirada estaba enfocada en la nada, concentrando cada ápice de su mente en aquellos movimientos certeros a los que ponía fin de manera precisa aguardando el clamor de la gente al fin de la melodía.
Y oh si llegaba... !! Eilydh no estaba segura de si la mayoría de los presentes apreciaban la música tan perfecta que creaba el hombre, o si simplemente aplaudían como una maña al dejar de escuchar la música de fondo. De cualquier manera, la posada se veía envuelta en estruendo de cuando en cuando, el tiempo suficiente para darle un leve respiro al compositor de aquella música pero no lo suficiente como ahogar las ganas de la multitud de más.
La mujer del posadero era la única que parecía estar enfadada con el continuo parar y empezar de la melodía, pues cada vez que la multitud entraba en éxtasis, a ella le era más difícil escuchar los pedidos y moverse por alrededor de las mesas recogiendo los vasos vacíos o platos sucios. De hecho Eilydh la había visto en más de una ocasión acercarse al músico con cara de pocos amigos mientras señalaba un pequeño reloj que llevaba en el mandil. El músico le había devuelto la palabra con aire mecánico y sonriendo, como si apenas se diese cuenta del ceño fruncido de la mujer, y seguía tocando sin darle mucha importancia.
No fue hasta bien entrada la media noche que el hombre decidió tomarse un descanso, dejando su instrumento cerca de la banqueta donde había estado sentado, anunciando a voz a grito que necesitaba usar el lavabo a lo que las voces de varios hombres le respondieron frases rudas levantando carcajadas de varios otros comensales.
Eilydh miró a su alrededor. No era muy común ver a tanta gente de tantas razas distintas disfrutar una velada sin acabar en pelea, y aunque la elfa no dudó que lo hiciese cuando el alcohol les subiese a la mente a los hombres de la barra, o el ganadero gordito no muy lejos de ella perdiese la partida, ella decidió disfrutarlo cuánto pudiese. Incluso le había dado una oportunidad a su licor amargo, diciéndose a sí misma que mañana afrontaría los efectos secundarios de aquello.
Se hizo a un lado al ver pasar a una mujer alta que parecía dirigirse justo hacia su mesa. Eilydh la había visto bajar las escaleras y adivinó que quizás buscase un rincón donde acomodarse, se echó a un lado indicándole que era bienvenida pero su gesto debió volverse agrio al ver como la mujer pasaba de largo de su mesa y se sentaba cerca de alguien más a quien parecía conocer.
Disimuló su torpeza frente al hombre de cabellos rubios y largos cerca de ella, ocultando su movimiento con un intento de agarrar el bajo de su vestido, algo arrugado y pisoteado. Sintió como sus mejillas se enrojecían y de pronto se sintió abrumada por el calor de que hacía en la sala. Estaba molesta con todos y el estar sentada la ponía de mal humor. Retiró su silla de la mesa, llevándose la mano al abdomen, como si se sintiese molesta. Necesitaba aire fresco...
Decidió salir por la puerta trasera de la posada, al pequeño huerto de los dueños que servía a veces de almacén y estaba techado de manera rudimentaria con paja. En su camino pasando la barra se tropezó con la posadera, que la agarró por un momento angustiada.
-Te encuentras bien chica?- Puso el semblante inquisitivo, como si estuviese pensando en si algo de su comida la había hecho sentirse así- Necesitas algo.??
-Aire...- dijo Eilydh contestándole de manera cortante. Estaba molesta con aquella mujer. Y con la dama que no había querido sentarse con ella. Y con el hombre rubio que la había mirado para focalizarse en su idiotez, con todos los de la sala que habían hecho que la estancia se volviese demasiado cargada causándole ansiedad y con el músico que había hecho que todo aquel bullicio fuese apareciendo poco a poco.
No supo exactamente cuánto tiempo perdió el conocimiento, pero cuando despertó, empapada, fuera de la posada y tumbada en un montón de paja, le sorprendió encontrar a alguien más tumbado entre las pajas, no muy lejos de ella. Su expresión era impasible, sus ojos miraban a la nada, como si la nada fuese lo más interesante que hubiese visto nunca.
Eilydh tuvo un mal presentimiento. Se levantó resbalándose un poco con su propio vestido, sus cabellos estaban pegados a su cara mientras la lluvia la seguía empapando.
Reconoció a la figura ahora que estaba más cerca de ella,... era el músico. Lo azuzó varias veces intentando despertarlo. Era pesado como el metal y sus articulaciones no se movieron con el zarandeo sino que se mantuvieron en la posición rígida que lo había encontrado. Es más... Si no fuese porque no lo veía respirar, o moverse para apartarse de la lluvia... allí con sus ojos enfocados en la nada, podría parecer que no estaba muerto...
Pero lo estaba. O tan muerto como un bio puede estar.
-Señor.. se encuentra bien? Señor??- La elfa sabía que no iba a contestarle, pero no pudo reprimir su impulso. La distrajo un sonido cercano..
Eilydh escuchó pasos y se apartó un poco del cuerpo inerte, intentando que no se la relacionase con la escena. Cuándo había desfallecido? Cuánto tiempo llevaba ella sin conocimiento? Recordaba un leve forcejeo, pero estaba segura de que había sido un suenño.
-AHHHHHHHHH- el grito despavorido de la posadera, seguido del estruendo de los platos sucios cayendo al suelo la sacó de su ensimismamiento.
Ella también hubiese gritado, pero nada salió de su garganta.
Y oh si llegaba... !! Eilydh no estaba segura de si la mayoría de los presentes apreciaban la música tan perfecta que creaba el hombre, o si simplemente aplaudían como una maña al dejar de escuchar la música de fondo. De cualquier manera, la posada se veía envuelta en estruendo de cuando en cuando, el tiempo suficiente para darle un leve respiro al compositor de aquella música pero no lo suficiente como ahogar las ganas de la multitud de más.
La mujer del posadero era la única que parecía estar enfadada con el continuo parar y empezar de la melodía, pues cada vez que la multitud entraba en éxtasis, a ella le era más difícil escuchar los pedidos y moverse por alrededor de las mesas recogiendo los vasos vacíos o platos sucios. De hecho Eilydh la había visto en más de una ocasión acercarse al músico con cara de pocos amigos mientras señalaba un pequeño reloj que llevaba en el mandil. El músico le había devuelto la palabra con aire mecánico y sonriendo, como si apenas se diese cuenta del ceño fruncido de la mujer, y seguía tocando sin darle mucha importancia.
No fue hasta bien entrada la media noche que el hombre decidió tomarse un descanso, dejando su instrumento cerca de la banqueta donde había estado sentado, anunciando a voz a grito que necesitaba usar el lavabo a lo que las voces de varios hombres le respondieron frases rudas levantando carcajadas de varios otros comensales.
Eilydh miró a su alrededor. No era muy común ver a tanta gente de tantas razas distintas disfrutar una velada sin acabar en pelea, y aunque la elfa no dudó que lo hiciese cuando el alcohol les subiese a la mente a los hombres de la barra, o el ganadero gordito no muy lejos de ella perdiese la partida, ella decidió disfrutarlo cuánto pudiese. Incluso le había dado una oportunidad a su licor amargo, diciéndose a sí misma que mañana afrontaría los efectos secundarios de aquello.
Se hizo a un lado al ver pasar a una mujer alta que parecía dirigirse justo hacia su mesa. Eilydh la había visto bajar las escaleras y adivinó que quizás buscase un rincón donde acomodarse, se echó a un lado indicándole que era bienvenida pero su gesto debió volverse agrio al ver como la mujer pasaba de largo de su mesa y se sentaba cerca de alguien más a quien parecía conocer.
Disimuló su torpeza frente al hombre de cabellos rubios y largos cerca de ella, ocultando su movimiento con un intento de agarrar el bajo de su vestido, algo arrugado y pisoteado. Sintió como sus mejillas se enrojecían y de pronto se sintió abrumada por el calor de que hacía en la sala. Estaba molesta con todos y el estar sentada la ponía de mal humor. Retiró su silla de la mesa, llevándose la mano al abdomen, como si se sintiese molesta. Necesitaba aire fresco...
Decidió salir por la puerta trasera de la posada, al pequeño huerto de los dueños que servía a veces de almacén y estaba techado de manera rudimentaria con paja. En su camino pasando la barra se tropezó con la posadera, que la agarró por un momento angustiada.
-Te encuentras bien chica?- Puso el semblante inquisitivo, como si estuviese pensando en si algo de su comida la había hecho sentirse así- Necesitas algo.??
-Aire...- dijo Eilydh contestándole de manera cortante. Estaba molesta con aquella mujer. Y con la dama que no había querido sentarse con ella. Y con el hombre rubio que la había mirado para focalizarse en su idiotez, con todos los de la sala que habían hecho que la estancia se volviese demasiado cargada causándole ansiedad y con el músico que había hecho que todo aquel bullicio fuese apareciendo poco a poco.
No supo exactamente cuánto tiempo perdió el conocimiento, pero cuando despertó, empapada, fuera de la posada y tumbada en un montón de paja, le sorprendió encontrar a alguien más tumbado entre las pajas, no muy lejos de ella. Su expresión era impasible, sus ojos miraban a la nada, como si la nada fuese lo más interesante que hubiese visto nunca.
Eilydh tuvo un mal presentimiento. Se levantó resbalándose un poco con su propio vestido, sus cabellos estaban pegados a su cara mientras la lluvia la seguía empapando.
Reconoció a la figura ahora que estaba más cerca de ella,... era el músico. Lo azuzó varias veces intentando despertarlo. Era pesado como el metal y sus articulaciones no se movieron con el zarandeo sino que se mantuvieron en la posición rígida que lo había encontrado. Es más... Si no fuese porque no lo veía respirar, o moverse para apartarse de la lluvia... allí con sus ojos enfocados en la nada, podría parecer que no estaba muerto...
Pero lo estaba. O tan muerto como un bio puede estar.
-Señor.. se encuentra bien? Señor??- La elfa sabía que no iba a contestarle, pero no pudo reprimir su impulso. La distrajo un sonido cercano..
Eilydh escuchó pasos y se apartó un poco del cuerpo inerte, intentando que no se la relacionase con la escena. Cuándo había desfallecido? Cuánto tiempo llevaba ella sin conocimiento? Recordaba un leve forcejeo, pero estaba segura de que había sido un suenño.
-AHHHHHHHHH- el grito despavorido de la posadera, seguido del estruendo de los platos sucios cayendo al suelo la sacó de su ensimismamiento.
Ella también hubiese gritado, pero nada salió de su garganta.
Eilydh
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Re: Cumbres borrascosas [4/4] [libre]
-Deja de mirarla, no está enferma, solo mareada.
Hacia un rato que Go´el miraba continuamente a la elfa, Gali tenía la corazonada de que su compañero ya le había atribuido una docena de posibles enfermedades a la mujer y estaba seguro que más de una hipótesis terminaba en la mesa de operaciones.
-No creo que este "solo" mareada, es muy posible que tenga algún problema mental. Puede que sea una de esas personas que tiene miedo del gentío. -En ese momento la rubia se fue por la puerta trasera. -Ves, seguro que no está acostumbrada a estar con tanta gente en espacios pequeños.
-Ya... o puede que este mareada y quiera vomitar.
Refutó el moreno levantando la mano y haciendo señas para que le sirvieran más alcohol.
La falta de música hizo que el galeno se relajara, aunque no mucho, porque el bullicio en la posada seguía siendo demasiado estridente para él. Ni el juglar ni la elfa regresaban a la taberna, aquello podía derivar en un resfriado común que el doctor debería curar, cosa que quería evitar, y no por los trapos llenos de mocos y las fiebres sino porque para la salud de sus posibles pacientes sería más positivo el no enfermarse.
Go´el miró un pequeño reloj de arena que había dejado sobre la mesa y al que le iba dando vueltas cuando el último grano tocaba el fondo. Ya era hora de que el dragón humanoide revisara a su paciente.
-Voy a buscarle, espera aquí.
Gali asintió, Go´el se levantó de la mesa guardando el reloj en el morral y se fue a buscar al juglar. Aquel hombre había traído consigo un joven vampiro... bueno, un vampiro anciano que hacía poco que era vampiro, que parecía sufrir alguna clase de problema en el pecho, además el vampiro se negaba a alimentarse. Decía que él no quería seguir viviendo, pero al galeno aquello no le convencía. Si no quería vivir por que no salía de día a la calle o porque no le pedía a alguien que le cortara la cabeza. En cualquier caso la llave de su habitación la tenía el juglar.
-Tienes que venir conmigo, es hora de ver al paciente ¿Mmm?
El rubio ladeó la cabeza y observó en silencio la escena, dio un paso en dirección al cuerpo y cuando fue a dar el segundo la posadera abrió la puerta y grito prácticamente al oído de Go´el.
-Señora tranquilícese, -Espetó el hombre con rostro neutro y una mano en la oreja. -es solo un muerto.
El galeno concluyó sus pasos al llegar al cadáver y a la elfa. La viva parecía estar simplemente conmocionada, aunque tendría que hacerle un examen para ver si no tenía heridas, el muerto por otro lado no parecía estar tan muerto. Sí, no respiraba ni se movía, pero sus ojos seguían siendo brillantes y sus pupilas se encogían cuando un rayo iluminaba la noche. Go´el, sorprendido por aquel hecho se agachó a tomarle el pulso, se quedó quieto unos instante para cerciorarse de que realmente no corría sangre por sus venas.
-Curioso. -Balbuceó el dragón tomando la mano del fallecido, intento cerrarla o abrirla, pero no pudo. -Muy curioso.
Entonces se fijó en que la uñas de la mano derecha eran metálicas y tenía un acabado redondeado en forma triangula como si fueran púas. Los dedos de la mano izquierda carecían casi de ellas y las huellas dactilares se palpaban totalmente rectas y con tamaños determinados y repetitivos en cada uno de los dedos, grosores que coincidían con los de las cuerdas del laúd. Go´el tenía ya una idea de que era lo que estaba viendo, pero antes de sacar conclusiones cogió un pequeño cuchillo de su morral y le levanto la piel de uno de los nudillos. Al instante los ojos del científico se iluminaron ¡Era metal!
-Un bio, es un biocibernetico. Hay que llevarlo a dentro, necesito investigarlo.
Hacia un rato que Go´el miraba continuamente a la elfa, Gali tenía la corazonada de que su compañero ya le había atribuido una docena de posibles enfermedades a la mujer y estaba seguro que más de una hipótesis terminaba en la mesa de operaciones.
-No creo que este "solo" mareada, es muy posible que tenga algún problema mental. Puede que sea una de esas personas que tiene miedo del gentío. -En ese momento la rubia se fue por la puerta trasera. -Ves, seguro que no está acostumbrada a estar con tanta gente en espacios pequeños.
-Ya... o puede que este mareada y quiera vomitar.
Refutó el moreno levantando la mano y haciendo señas para que le sirvieran más alcohol.
La falta de música hizo que el galeno se relajara, aunque no mucho, porque el bullicio en la posada seguía siendo demasiado estridente para él. Ni el juglar ni la elfa regresaban a la taberna, aquello podía derivar en un resfriado común que el doctor debería curar, cosa que quería evitar, y no por los trapos llenos de mocos y las fiebres sino porque para la salud de sus posibles pacientes sería más positivo el no enfermarse.
Go´el miró un pequeño reloj de arena que había dejado sobre la mesa y al que le iba dando vueltas cuando el último grano tocaba el fondo. Ya era hora de que el dragón humanoide revisara a su paciente.
-Voy a buscarle, espera aquí.
Gali asintió, Go´el se levantó de la mesa guardando el reloj en el morral y se fue a buscar al juglar. Aquel hombre había traído consigo un joven vampiro... bueno, un vampiro anciano que hacía poco que era vampiro, que parecía sufrir alguna clase de problema en el pecho, además el vampiro se negaba a alimentarse. Decía que él no quería seguir viviendo, pero al galeno aquello no le convencía. Si no quería vivir por que no salía de día a la calle o porque no le pedía a alguien que le cortara la cabeza. En cualquier caso la llave de su habitación la tenía el juglar.
-Tienes que venir conmigo, es hora de ver al paciente ¿Mmm?
El rubio ladeó la cabeza y observó en silencio la escena, dio un paso en dirección al cuerpo y cuando fue a dar el segundo la posadera abrió la puerta y grito prácticamente al oído de Go´el.
-Señora tranquilícese, -Espetó el hombre con rostro neutro y una mano en la oreja. -es solo un muerto.
El galeno concluyó sus pasos al llegar al cadáver y a la elfa. La viva parecía estar simplemente conmocionada, aunque tendría que hacerle un examen para ver si no tenía heridas, el muerto por otro lado no parecía estar tan muerto. Sí, no respiraba ni se movía, pero sus ojos seguían siendo brillantes y sus pupilas se encogían cuando un rayo iluminaba la noche. Go´el, sorprendido por aquel hecho se agachó a tomarle el pulso, se quedó quieto unos instante para cerciorarse de que realmente no corría sangre por sus venas.
-Curioso. -Balbuceó el dragón tomando la mano del fallecido, intento cerrarla o abrirla, pero no pudo. -Muy curioso.
Entonces se fijó en que la uñas de la mano derecha eran metálicas y tenía un acabado redondeado en forma triangula como si fueran púas. Los dedos de la mano izquierda carecían casi de ellas y las huellas dactilares se palpaban totalmente rectas y con tamaños determinados y repetitivos en cada uno de los dedos, grosores que coincidían con los de las cuerdas del laúd. Go´el tenía ya una idea de que era lo que estaba viendo, pero antes de sacar conclusiones cogió un pequeño cuchillo de su morral y le levanto la piel de uno de los nudillos. Al instante los ojos del científico se iluminaron ¡Era metal!
-Un bio, es un biocibernetico. Hay que llevarlo a dentro, necesito investigarlo.
Go'el
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Re: Cumbres borrascosas [4/4] [libre]
Luego de cinco jarras de cerveza [ERROR] Cinco jarras y media, la Vampiro se encontraba muy animada, aplaudía al ritmo de la música y daba ligeras golpes con el pie en las tablas del piso. Me aseguró en reiteradas ocasiones que el Bardo era muy bueno, cada una de las veces asentí pero no agregué más comentarios porque mi evaluación sobre la música solo podía ser en relación a sus elementos como componentes separados, y no como una pieza musical completa.
-Creo que iré a decirle algo en cuanto deje de tocar – Comentó Sophi mientras le daba otro sorbo a su cerveza.
-¿Será algún tipo de acción de cortejo? – Pregunté con tono neutro - ¿Debería esperar fuera de la habitación el resto de la noche? – Sabía que a los orgánicos no les gustaba que los vieran cuando estaban compartiendo intimidad.
-No te das una idea de lo extraña que suena esta charla para mí – Me respondió la Vampiro haciendo un gesto de [ANALIZANDO] ¿Asco? – Deja de hacer preguntas tan desagradables –
-Está bien – Tendría que generar un apartado en mi sistema para aquellas preguntas que eran consideradas desagradables [NOTA: No preguntar por temas relacionados a cuestiones de apareamiento]
Una persona conocida apareció en la sala, era Reike, la Bruja que habíamos encontrado en el archipiélago Illidense y que me había ayudado cuando estaba en la búsqueda de una solución para los errores en mis sistema.
-Buenas noches – Agregué una sonrisa de modo casi coordinado con mi saludo – Las lluvias son abundantes en esta época del año, así que es probable encontrarse en circunst….-
-¡Es solo una expresión! – Me interrumpió Sophi, dándome con el codo en las costillas, el golpe me sacudió pero no generó dolor alguno – ¡Tiempo sin vernos! ¿Qué te trae por Verisar? ¿Te aburriste de los Brujos? – Con el tiempo había aprendido que las pullas eran un recurso muy utilizado por Sophitia para comenzar conversaciones de manera amistosa, así que deje que continúe – Los vampiros somos más divertidos… Aunque eso ya lo sabes ¿Cierto? Jajaja – Incliné la cabeza.
-No creo que haya alguna raza cuya característica principal sea ser más divertidos – A Sophi pareció darle risa mi comentario, así que sonreí también.
Deje que ambas orgánicas interactuaran entre sí, las cuestiones sociales me resultaban muy difíciles de descifrar, parecía más productivo reservar mi energía para otro tipo de actividades. [ACTIVANDO FUNCIÓN DE ESCANEO]
-El hombre que está tocando es un Bio – Dije con absoluta certeza.
-¿Mmm? – La vampiro interrumpió la charla para escucharme - ¿Por qué estás tan segura? –
-La exactitud con la que toca. Los orgánicos hacen música de forma más… ¿Espontanea? Sí, eso es. Él está intentando imitar eso, pero hay un patrón en su estilo. Además – Deje de mirar al Bio y me fije en las dos mujeres – Lo encontré antes en la taberna, y hablamos –
-No pensé que te interesara tanto estar con otros de tu especie… - Dijo con tono ¿curioso? La Vampiro.
La música finalizó pocos minutos después, aunque el bullicio en la sala continuaba siendo bastante elevado. El tiempo pasaba, y el músico no regresaba, era extraño ya que técnicamente al ser un Bio no necesitaba descansar. Un grito en la parte trasera de la taberna llamó nuestra atención, muchos de los clientes se levantaron. A Sophi, en cambio, no parecía interesarle demasiado, se quedó terminando su jarra de cerveza y aprovecho que otra persona en la barra se había ido a mirar qué pasaba para robarle su trago.
Cuando llegamos afuera ya había mucha gente involucrada. Para empezar, una elfa estaba muy asustada junto al cuerpo del Bio- cibernético, además había un joven rubio analizando la situación. Me acerqué para verificar si podía ser de alguna ayuda.
-Es correcto, se trata de un Bio – Confirmé sus sospechas – Considerando tu contextura física, será muy pesado, déjame cargarlo – Me agaché junto al cuerpo y lo levanté sin hacer esfuerzo - ¿Dónde deseas que lo apoye? – Me quede de pie, esperando una orden de parte del orgánico.
-Creo que iré a decirle algo en cuanto deje de tocar – Comentó Sophi mientras le daba otro sorbo a su cerveza.
-¿Será algún tipo de acción de cortejo? – Pregunté con tono neutro - ¿Debería esperar fuera de la habitación el resto de la noche? – Sabía que a los orgánicos no les gustaba que los vieran cuando estaban compartiendo intimidad.
-No te das una idea de lo extraña que suena esta charla para mí – Me respondió la Vampiro haciendo un gesto de [ANALIZANDO] ¿Asco? – Deja de hacer preguntas tan desagradables –
-Está bien – Tendría que generar un apartado en mi sistema para aquellas preguntas que eran consideradas desagradables [NOTA: No preguntar por temas relacionados a cuestiones de apareamiento]
Una persona conocida apareció en la sala, era Reike, la Bruja que habíamos encontrado en el archipiélago Illidense y que me había ayudado cuando estaba en la búsqueda de una solución para los errores en mis sistema.
-Buenas noches – Agregué una sonrisa de modo casi coordinado con mi saludo – Las lluvias son abundantes en esta época del año, así que es probable encontrarse en circunst….-
-¡Es solo una expresión! – Me interrumpió Sophi, dándome con el codo en las costillas, el golpe me sacudió pero no generó dolor alguno – ¡Tiempo sin vernos! ¿Qué te trae por Verisar? ¿Te aburriste de los Brujos? – Con el tiempo había aprendido que las pullas eran un recurso muy utilizado por Sophitia para comenzar conversaciones de manera amistosa, así que deje que continúe – Los vampiros somos más divertidos… Aunque eso ya lo sabes ¿Cierto? Jajaja – Incliné la cabeza.
-No creo que haya alguna raza cuya característica principal sea ser más divertidos – A Sophi pareció darle risa mi comentario, así que sonreí también.
Deje que ambas orgánicas interactuaran entre sí, las cuestiones sociales me resultaban muy difíciles de descifrar, parecía más productivo reservar mi energía para otro tipo de actividades. [ACTIVANDO FUNCIÓN DE ESCANEO]
-El hombre que está tocando es un Bio – Dije con absoluta certeza.
-¿Mmm? – La vampiro interrumpió la charla para escucharme - ¿Por qué estás tan segura? –
-La exactitud con la que toca. Los orgánicos hacen música de forma más… ¿Espontanea? Sí, eso es. Él está intentando imitar eso, pero hay un patrón en su estilo. Además – Deje de mirar al Bio y me fije en las dos mujeres – Lo encontré antes en la taberna, y hablamos –
-No pensé que te interesara tanto estar con otros de tu especie… - Dijo con tono ¿curioso? La Vampiro.
La música finalizó pocos minutos después, aunque el bullicio en la sala continuaba siendo bastante elevado. El tiempo pasaba, y el músico no regresaba, era extraño ya que técnicamente al ser un Bio no necesitaba descansar. Un grito en la parte trasera de la taberna llamó nuestra atención, muchos de los clientes se levantaron. A Sophi, en cambio, no parecía interesarle demasiado, se quedó terminando su jarra de cerveza y aprovecho que otra persona en la barra se había ido a mirar qué pasaba para robarle su trago.
Cuando llegamos afuera ya había mucha gente involucrada. Para empezar, una elfa estaba muy asustada junto al cuerpo del Bio- cibernético, además había un joven rubio analizando la situación. Me acerqué para verificar si podía ser de alguna ayuda.
-Es correcto, se trata de un Bio – Confirmé sus sospechas – Considerando tu contextura física, será muy pesado, déjame cargarlo – Me agaché junto al cuerpo y lo levanté sin hacer esfuerzo - ¿Dónde deseas que lo apoye? – Me quede de pie, esperando una orden de parte del orgánico.
Zöe
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Re: Cumbres borrascosas [4/4] [libre]
Al parecer, los esfuerzos de Sophi y Taliesin por humanizar a la biocibernética empezaban, poco a poco, a dar sus frutos: la sonrisa que acompañó al saludo de Zöe apareció, en aquella ocasión, de forma casi instantánea… y la mujer no tardó en arrancarse a hablar del tiempo y bromear acerca de las razas de Aerandir y sus características. «Es todo un avance», pensó Valeria mientras se unía a las carcajadas de la vampiro.
—Los brujos también podemos ser divertidos —respondió a las preguntas de Sophi cuando las risas empezaron a remitir—, si sabes dónde acudir. Pero, esta vez, me dirijo a tierras elfas —añadió con un guiño cómplice—. Ya sabes, hay que probar un poco de todo.
Valeria se hizo un hueco en la barra y pidió una ración de estofado. Hubiese sido más cómodo comerlo sentada a una mesa, pero la buena conversación compensaba la falta de comodidad. Después de todo, la vampiro podía ser muy divertida cuando estaba de buen humor y era evidente que aquella noche lo estaba.
A pesar de la alusión de la propia Sophi, tuvo especial cuidado en no mencionar la falta de Taliesin, quien, supuestamente, era el nexo de unión entre tan distintas mujeres. Ya había tenido ocasión de comprobar que había algo más en aquella relación que nadie mencionaba, algo que, a todas luces, la propia Zöe debía desconocer. Puede que la bruja se retorciese de curiosidad al respecto, pero poseía dos características que garantizaban su silencio en aquella materia: paciencia y tacto.
—Mmmm —dejó escapar con el primer bocado—, esto está de muerte. Deberíais probarlo.
Sabía perfectamente que ninguna de las dos requería de ese tipo de alimentos, pero aquel no era ya un caso de necesidad, sino de puro hedonismo. Jamás se imaginó que daría con un guiso de aquel calibre en un villorrio como aquel y, después de varios días viajando a pie y bajo la lluvia, su cuerpo lo recibió de muy buena gana.
Tan concentrada estaba en saborear su cena, que apenas contribuyó con un par de asentimientos a la conversación acerca del músico bio. Lo que sí hizo fue prestar mayor atención a la música y al intérprete. Le resultaba extraño imaginar a un biocibernético dedicado a una tarea tan artística. Aunque, después de su reciente experiencia con el pequeño Zero, quizá no debiera sorprenderle tanta… “humanidad”. Por otro lado, la propia Zöe había destacado la falta de espontaneidad del músico.
Espontáneo o no, el local entero parecía estar entusiasmado con su interpretación y hubo quien no recibió de buena que se tomara un descanso. «¿Ir al lavabo?». Instintivamente, Valeria miró a Zöe, cuyo rostro seguía tan inexpresivo como siempre. Dispuesta a no darle más vueltas al asunto, se centró en retomar la charla con Sophi, hasta que fueron interrumpidas por un grito proveniente del exterior.
Por puro instinto, Valeria se dirigió a la parte trasera, en caso de que alguien necesitase atención médica, pero tuvo que sortear a una buena cantidad de gente que se levantaron también a ver qué pasaba. La bruja se abrió paso entre el muro de curiosos como sólo alguien que ha crecido en la calle sabe hacerlo. Vio al músico yaciente, aparentemente muerto (¿o no?), y ya había un tipo examinándolo.
El grito parecía haberlo dado la posadera, a la que todavía se veía muy alterada, así que fue a ella a la que se acercó a preguntar, con la excusa de ayudarla a calmar los nervios. Fue ella quien le explicó que el bardo no estaba solo cuando lo encontró: tanto el tipo que se inclinaba sobre él como una mujer elfa, que a Valeria le pareció la misma junto a la que había estado a punto de sentarse a cenar aquella noche, ya estaban allí cuando ella llegó cargando con la vajilla. Quiso acercarse a preguntar, pero en aquel momento, el hombre que examinaba el cadáver llegó, muy entusiasmado, a la conclusión de que se trataba de un biocibernético y Zöe, siempre tan servicial, se ofreció a cargar con el cuerpo.
—¡Un momento! —exclamó—. Zöe, no te muevas ni un palmo. En primer lugar, si aparece un tipo muerto detrás de una taberna —añadió dirigiéndose al rubio—, uno no se lo lleva sin más “para investigarlo”, eso es competencia de la guardia. No sabemos lo que ha pasado; ¿y si lo han matado? De ser así, y en segundo lugar, usted ya estaba aquí cuando la dueña llegó. ¿Cómo sabemos que no es responsable de esto? —dijo señalando el cuerpo que cargaba Zöe con un gesto de la cabeza—. ¿Y también vamos a dejarlo solo para que “investigue” el cadáver? ¿Qué nos garantiza que no está intentando deshacerse de las pruebas que podrían incriminarlo?
Algunos de los presentes asintieron ante las palabras de la bruja. Hubo alguien que apuntó el hecho de que, con la tormenta, la guardia iba a tardar un tiempo en llegar. Lo cierto era que, aunque Valeria había sido la primera en mentarlos, tampoco es que tuviera demasiada confianza en sus capacidades y, había que reconocerlo, le podía la curiosidad. También la desconfianza, por lo que, fuera quien fuese el guaperas, no tenía la más mínima intención de dejarlo solo con el muerto. No se le olvidaba la necesidad de entrevistarse con la otra mujer, la elfa, pues quizá habría visto algo, pero en aquel momento, lo principal era preservar las posibles pruebas.
—Los brujos también podemos ser divertidos —respondió a las preguntas de Sophi cuando las risas empezaron a remitir—, si sabes dónde acudir. Pero, esta vez, me dirijo a tierras elfas —añadió con un guiño cómplice—. Ya sabes, hay que probar un poco de todo.
Valeria se hizo un hueco en la barra y pidió una ración de estofado. Hubiese sido más cómodo comerlo sentada a una mesa, pero la buena conversación compensaba la falta de comodidad. Después de todo, la vampiro podía ser muy divertida cuando estaba de buen humor y era evidente que aquella noche lo estaba.
A pesar de la alusión de la propia Sophi, tuvo especial cuidado en no mencionar la falta de Taliesin, quien, supuestamente, era el nexo de unión entre tan distintas mujeres. Ya había tenido ocasión de comprobar que había algo más en aquella relación que nadie mencionaba, algo que, a todas luces, la propia Zöe debía desconocer. Puede que la bruja se retorciese de curiosidad al respecto, pero poseía dos características que garantizaban su silencio en aquella materia: paciencia y tacto.
—Mmmm —dejó escapar con el primer bocado—, esto está de muerte. Deberíais probarlo.
Sabía perfectamente que ninguna de las dos requería de ese tipo de alimentos, pero aquel no era ya un caso de necesidad, sino de puro hedonismo. Jamás se imaginó que daría con un guiso de aquel calibre en un villorrio como aquel y, después de varios días viajando a pie y bajo la lluvia, su cuerpo lo recibió de muy buena gana.
Tan concentrada estaba en saborear su cena, que apenas contribuyó con un par de asentimientos a la conversación acerca del músico bio. Lo que sí hizo fue prestar mayor atención a la música y al intérprete. Le resultaba extraño imaginar a un biocibernético dedicado a una tarea tan artística. Aunque, después de su reciente experiencia con el pequeño Zero, quizá no debiera sorprenderle tanta… “humanidad”. Por otro lado, la propia Zöe había destacado la falta de espontaneidad del músico.
Espontáneo o no, el local entero parecía estar entusiasmado con su interpretación y hubo quien no recibió de buena que se tomara un descanso. «¿Ir al lavabo?». Instintivamente, Valeria miró a Zöe, cuyo rostro seguía tan inexpresivo como siempre. Dispuesta a no darle más vueltas al asunto, se centró en retomar la charla con Sophi, hasta que fueron interrumpidas por un grito proveniente del exterior.
Por puro instinto, Valeria se dirigió a la parte trasera, en caso de que alguien necesitase atención médica, pero tuvo que sortear a una buena cantidad de gente que se levantaron también a ver qué pasaba. La bruja se abrió paso entre el muro de curiosos como sólo alguien que ha crecido en la calle sabe hacerlo. Vio al músico yaciente, aparentemente muerto (¿o no?), y ya había un tipo examinándolo.
El grito parecía haberlo dado la posadera, a la que todavía se veía muy alterada, así que fue a ella a la que se acercó a preguntar, con la excusa de ayudarla a calmar los nervios. Fue ella quien le explicó que el bardo no estaba solo cuando lo encontró: tanto el tipo que se inclinaba sobre él como una mujer elfa, que a Valeria le pareció la misma junto a la que había estado a punto de sentarse a cenar aquella noche, ya estaban allí cuando ella llegó cargando con la vajilla. Quiso acercarse a preguntar, pero en aquel momento, el hombre que examinaba el cadáver llegó, muy entusiasmado, a la conclusión de que se trataba de un biocibernético y Zöe, siempre tan servicial, se ofreció a cargar con el cuerpo.
—¡Un momento! —exclamó—. Zöe, no te muevas ni un palmo. En primer lugar, si aparece un tipo muerto detrás de una taberna —añadió dirigiéndose al rubio—, uno no se lo lleva sin más “para investigarlo”, eso es competencia de la guardia. No sabemos lo que ha pasado; ¿y si lo han matado? De ser así, y en segundo lugar, usted ya estaba aquí cuando la dueña llegó. ¿Cómo sabemos que no es responsable de esto? —dijo señalando el cuerpo que cargaba Zöe con un gesto de la cabeza—. ¿Y también vamos a dejarlo solo para que “investigue” el cadáver? ¿Qué nos garantiza que no está intentando deshacerse de las pruebas que podrían incriminarlo?
Algunos de los presentes asintieron ante las palabras de la bruja. Hubo alguien que apuntó el hecho de que, con la tormenta, la guardia iba a tardar un tiempo en llegar. Lo cierto era que, aunque Valeria había sido la primera en mentarlos, tampoco es que tuviera demasiada confianza en sus capacidades y, había que reconocerlo, le podía la curiosidad. También la desconfianza, por lo que, fuera quien fuese el guaperas, no tenía la más mínima intención de dejarlo solo con el muerto. No se le olvidaba la necesidad de entrevistarse con la otra mujer, la elfa, pues quizá habría visto algo, pero en aquel momento, lo principal era preservar las posibles pruebas.
Reike
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Re: Cumbres borrascosas [4/4] [libre]
Ese es el problema de los pueblos pequeños- dijo una vocecilla impertinente en la mente de Eilydh- Cualquier motivo es suficiente para armar un revuelo.
Lo pensó casi sin darse cuenta. Al principuo se sorprendió de la frialdad de sus pensamientos, pero poco después se dio cuenta de lo cínica que estaba siendo, sentada allí sobre la paja, paralizada al lado de alguien al que posiblemente había matado. O no... quien sabía. Ella desde luego no.
Vio a un hombre examinar el cadáver. Lo llamó así? No estaba segura de sl lo hizo o no. La elfa estaba demasiado paralizada para siquiera preocuparse de quién era aquel hombre y porqué le inquietaba saber más de aquel cadaver que ya nunca abriría los ojos, ni tocaría el laud. Ni deleitaría con música en ninguna sala de conciertos.
Debía levantarse? Debería. Estaba empapada. La ropa se le pagaba al cuerpo y se acababa de dar cuenta que lo que pensaba que era lluvia sobre su cara parecía ser su propia sangre cayendo por sus mejillas. No le dio mucha importancia, pues sabía que no tardaría en sanar, pero por algún motivo aquello le recordó al arroyo cercano a Sandorai.Y al torrente de aguas cristalinas manchadas de sangre. Y sus manos heridas sobre el cuello de aquel elfo. Y la tinta en su espalda ardiendo como si siempre hubiese sido exactamente donde debía estar. Maldiciendola. Nunca antes había matado sin motivos. Jamás pensó que pudiese y se había orgullecido de pensar que nunca jamás lo haría. Bueno... al parecer ahora podría certificar que se había convertido en una asesina común. Y no solo eso... una asesina borracha y común.
Si, debía levantarse. La cabeza le iba a reventar. Le dolía cada músculo del cuerpo como si hubiese estado luchando toda la noche. Los pies le hormiguearon al ponerse en pie, y vio como una mujer intentaba ayudar al medico rubio a cargar el cuerpo del chico. Eilydh no quiso mirar. No podía.
-EH! Qué se escapa!- dijo la posadera señalando a Eilydh mientras esta intentaba subir a su habitación con el proposito de dormir hasta que se olvidase de que aquello había ocurrido- Esa elfa acaba de matar a ese pobre músico y pretende escaparse! debemos hacer algo... agárrenla hasta que la guardia llegue!- dijo la mujer instando a varios hombres de la posada que se acercaron a la elfa y la agarraron imposibilitando que se moviese.
Era eso lo que hacía? Intentaba escapar? Tenía lógica al fin y al cabo acababa de matar a alguien. Ojalá recordase los detalles... al menos así podría inventar una coartada. Quizás alguna historia que explicase el porqué de su acción. Con suerte una de amor, que son las que más captan la emoción de un buen público. Pero ni siquiera sabía si había acuchillado a aquel pobre hombre, Y el porqué...
-Soltadme ahora mismo- dijo la elfa con una voz que sonó más segura de lo que ella misma estaba en aquel momento- Soltadme o correréis su misma suerte!- dijo finalmente llevándose la mano a su muslo derecho, buscando su daga.
No estaba.
Por primera vez desde que había llegado a aquella posada entró en pánico.
Eilydh
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Re: Cumbres borrascosas [4/4] [libre]
Go´el observó con mayor emoción como una hembra biótica levantaba sin esfuerzo el cuerpo inanimado, y es que estaba claro que era una biocibernetica, tenía los ojos metálicos y extraños y perfectos agujeros circulares en la cabeza y el cuello. El galeno se moría de ganas por investigarlos a ambos, pero una mujer de baja estatura impedía el paso. Aquella fémina desconocida le recordó a su prima Oromë, las dos compartían un pigmento amarillo en los ojos similar, pero claro, aquella persona no podía ni compararse con el intenso color de su arreba.
-Pues claro que lo han matado ¿No ves que está muerto?
Go´el levantó una ceja sin comprender porque aquella persona le hacia una pregunta tan absurda... absurda segundo la lógica del científico, claro.
-¿La guardia? Esos lo único que saben hacer es pinchar a gente con una espada, además -Añadió el rubio limpiando el cuchillo con la paja mojada. -¿De verdad crees que la guarda de Lunargenta va llegar aquí antes de que amaine la tormenta? para cuando los caminos se sequen todas las partes orgánicas del cadáver se estarán pudriendo.
Refutó el dragón obviando deliberadamente las primeras palabras de la mujer. Para él era evidente y estaba más que claro que cuando algo se muere hay que investigar para encontrar la razón por la cual se ha muerto, y más un cuerpo tan duradero como es el de un cibernético.
-Yo no soy el responsable.
Dijo tajante el rubio sin dar explicación alguna. ¿Porque debería hacerlo?
-El 90 por ciento de los presente no se darían cuenta de si estoy o no ocultando pruebas aunque lo hiciera ante sus narices. -Y como aquello no parecía ser suficiente para terminar de molestar al gentío, prosiguió. -Y estoy siendo generoso, seguramente no se darían cuenta ni el 98%.
El dragón, dio por finalizada la conversación, hizo caso omiso a la gente que se había congregado a su alrededor y tras mirar a la biótica señalo una ventana en el piso de arriba.
-Vayamos a mi habitación, allí tengo el material básico para comenzar la investigación. -El rubio se puso delante de la pareja de bios para ir abriendo camino cuando escuchó los gritos de la segunda afectada del acontecimiento. -¡Tu! La elfa. Ven conmigo, tengo que revisar ese corte.
Para ese entonces Gali estaba ya detrás de la barra aparatando con gentileza a las personas que cerraban la salida a la parte trasera de la taberna, aunque sería mejor decir que la gente se apartaba por inercia ante el asombro de tener que levantar la cabeza cada vez que el monje tocaba sus hombros con la mano. El dragón de tierra dejó sitio para que su compañero y la mujer pasaran y después alcanzó al grupo de gente que retenía a la supuesta asesina.
-Buenas noches. -Dijo el grandullón con mirada gentil y voz tranquila. -Sería muy amable de vuestra parte que soltarais a la mujer, mi amigo necesita curarle ese corte.
La herida era cada vez más pequeña, pero aquello era lo de menos. Si Go´el quería revisarla la revisaría.
Los hombres fueron aparatándose por diversos motivos, algunos estaban estupefactos por la tranquilidad del moreno y pensaban que alguien así no podría tener malas intenciones y ayudar a escapar a la elfa. Otra parte pensaba, temblorosa, que semejante mastodonte poseería una fuerza tan abrumadora que no necesitaba demostraciones de fiereza para hacerse valer. Fuera como fuese los hombres se apartaron y Gali coloco sus manos sobre los hombros de la rubia con una calma inusitada.
-Vamos, -Sentencio el hombre con sonrisa apacible. -nos están esperando.
Por delante de él subían las escaleras Go´el y el cadáver a manos de la mujer plateada, seguidos de cerca por una mujer morena. Gali se metió detrás de ellos y antes de subir el segundo escalón un cumulo de gente se aglomeraba tras él para subir el resto de peldaños.
Nada más abrir la habitación Go´el indicó a la bio donde dejar el cuerpo y con la mano libre señaló a Gali donde sentar a la elfa, acto seguido rebuscó en los bolsillos del muerto y sacó la llave de su habitación.
-Toma. -Alzó el brazo y le dio el objeto al monje. -Ya nos hemos retrasado suficiente, ve a ver a nuestro paciente y dale el tratamiento.
Gali salió por la puerta, apartando a la marabunta, en dirección a la habitación del joven, pero anciano vampiro.
-¡A ver! -Go´el levantó la voz desde la entrada del dormitorio. -El que quiera y tenga estomago que mire. Pero necesito mi espacio para trabajar así que no paséis de la puerta. También necesito silencio, así que, el que hable se va a fuera.
El rubio hacía referencia a toda la chusma curiosa, no le molestaba que las mujeres que habían entrado a la sala hablaran, siempre y cuando lo hicieran por algún motivo lógico.
-Y el que hable y no se vaya fuera por sí mismo será despachado por mi compañero en cuanto este vuelva.
-Pues claro que lo han matado ¿No ves que está muerto?
Go´el levantó una ceja sin comprender porque aquella persona le hacia una pregunta tan absurda... absurda segundo la lógica del científico, claro.
-¿La guardia? Esos lo único que saben hacer es pinchar a gente con una espada, además -Añadió el rubio limpiando el cuchillo con la paja mojada. -¿De verdad crees que la guarda de Lunargenta va llegar aquí antes de que amaine la tormenta? para cuando los caminos se sequen todas las partes orgánicas del cadáver se estarán pudriendo.
Refutó el dragón obviando deliberadamente las primeras palabras de la mujer. Para él era evidente y estaba más que claro que cuando algo se muere hay que investigar para encontrar la razón por la cual se ha muerto, y más un cuerpo tan duradero como es el de un cibernético.
-Yo no soy el responsable.
Dijo tajante el rubio sin dar explicación alguna. ¿Porque debería hacerlo?
-El 90 por ciento de los presente no se darían cuenta de si estoy o no ocultando pruebas aunque lo hiciera ante sus narices. -Y como aquello no parecía ser suficiente para terminar de molestar al gentío, prosiguió. -Y estoy siendo generoso, seguramente no se darían cuenta ni el 98%.
El dragón, dio por finalizada la conversación, hizo caso omiso a la gente que se había congregado a su alrededor y tras mirar a la biótica señalo una ventana en el piso de arriba.
-Vayamos a mi habitación, allí tengo el material básico para comenzar la investigación. -El rubio se puso delante de la pareja de bios para ir abriendo camino cuando escuchó los gritos de la segunda afectada del acontecimiento. -¡Tu! La elfa. Ven conmigo, tengo que revisar ese corte.
Para ese entonces Gali estaba ya detrás de la barra aparatando con gentileza a las personas que cerraban la salida a la parte trasera de la taberna, aunque sería mejor decir que la gente se apartaba por inercia ante el asombro de tener que levantar la cabeza cada vez que el monje tocaba sus hombros con la mano. El dragón de tierra dejó sitio para que su compañero y la mujer pasaran y después alcanzó al grupo de gente que retenía a la supuesta asesina.
-Buenas noches. -Dijo el grandullón con mirada gentil y voz tranquila. -Sería muy amable de vuestra parte que soltarais a la mujer, mi amigo necesita curarle ese corte.
La herida era cada vez más pequeña, pero aquello era lo de menos. Si Go´el quería revisarla la revisaría.
Los hombres fueron aparatándose por diversos motivos, algunos estaban estupefactos por la tranquilidad del moreno y pensaban que alguien así no podría tener malas intenciones y ayudar a escapar a la elfa. Otra parte pensaba, temblorosa, que semejante mastodonte poseería una fuerza tan abrumadora que no necesitaba demostraciones de fiereza para hacerse valer. Fuera como fuese los hombres se apartaron y Gali coloco sus manos sobre los hombros de la rubia con una calma inusitada.
-Vamos, -Sentencio el hombre con sonrisa apacible. -nos están esperando.
Por delante de él subían las escaleras Go´el y el cadáver a manos de la mujer plateada, seguidos de cerca por una mujer morena. Gali se metió detrás de ellos y antes de subir el segundo escalón un cumulo de gente se aglomeraba tras él para subir el resto de peldaños.
Nada más abrir la habitación Go´el indicó a la bio donde dejar el cuerpo y con la mano libre señaló a Gali donde sentar a la elfa, acto seguido rebuscó en los bolsillos del muerto y sacó la llave de su habitación.
-Toma. -Alzó el brazo y le dio el objeto al monje. -Ya nos hemos retrasado suficiente, ve a ver a nuestro paciente y dale el tratamiento.
Gali salió por la puerta, apartando a la marabunta, en dirección a la habitación del joven, pero anciano vampiro.
-¡A ver! -Go´el levantó la voz desde la entrada del dormitorio. -El que quiera y tenga estomago que mire. Pero necesito mi espacio para trabajar así que no paséis de la puerta. También necesito silencio, así que, el que hable se va a fuera.
El rubio hacía referencia a toda la chusma curiosa, no le molestaba que las mujeres que habían entrado a la sala hablaran, siempre y cuando lo hicieran por algún motivo lógico.
-Y el que hable y no se vaya fuera por sí mismo será despachado por mi compañero en cuanto este vuelva.
Go'el
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Re: Cumbres borrascosas [4/4] [libre]
Con el cuerpo del Bio aun en brazos, me detuve de inmediato cuando Reike dio la orden, no podía contradecir a una orden directa de un orgánico. Los argumentos de la Hechicera eran válidos, la falta de heridas podía dar a entender que se trataba de una muerte natural, pero al pertenecer a una raza tan particular, bien podía pensarse que algo más había pasado.
-Mmm, pero es realidad… - Intenté intervenir en la discusión, con el cuerpo del Bio aún en brazos, pero el intercambio de argumentos entre la Bruja y el otro hombre era un ida y vuelta que no permitía interrupciones – Yo podría detectar si algo en su cuerpo fue alterado… - No parecían escucharme.
Por la puerta de la posada apareció Sophi, tenía otra jarra de cerveza llena en la mano, y la bebía de a sorbos mientras observaba la situación en silencio, negando con la cabeza de vez en vez. Al final, el pedido del hombre se impuso, nuevamente por medio de una orden me exigió que llevara el cuerpo a su habitación.
-De acuerdo – Si querían hacerlo de esa manera no veía motivos para agregar nada, permití que un hombre alto pasara primero, aparentemente sería el encargado de llevar a la sospechosa de asesinato.
-Siempre te las arreglas para estar en el centro de los problemas – Me dijo la Vampiro, había logrado pasar por entre medio del gentío hasta llegar a mi lado - ¿Y si le pasas energía? –
-No creo que esto se solucione con una descarga eléctrica – Respondí con gesto inexpresivo mientras subía la escalera – Sería bastante más complicado que eso, pero ellos quieren revisarlo antes – La Vampiro solo se encogió de hombros, no entendía nada sobre tecnología así que no iba a meterse.
Apoyé el cuerpo del Bio sobre una mesa en la habitación y esperé a que me dieran nuevas instrucciones. Mientras tanto, Sophitia se acercó a la elfa, continuaba con la jarra en la mano a pesar de que ya le quedaba poca cerveza, hizo una media sonrisa y la señaló.
-Reconozco ese gesto. Resaca ¿No es así? Oh amiga, eso sí que es una mierda ¿Quieres un remedio? – Sacó de su bolsa un pequeño frasco y se lo arrojo a la elfa – Tómalo todo, luego puedo preparar más – Le guiñó un ojo y volvió su atención a lo que estaba ocurriendo con el cuerpo del Bio.
-¿Desean que ayude de alguna manera? Mi especialidad es el reparar Bio-cibernéticos – [ANALIZANDO] Si tenía que hacer una comparación con las profesiones de los orgánicos… - Soy como un médico para Bios ¿Correcto?- Mire a Reike – Y ella también es Doctora ¿Si? –
Muchos curiosos se habían juntado en la habitación, pero no había el suficiente espacio, la dueña del local estaba en primera fila, preocupada de que su negocio no quedara involucrado en un misterioso asesinato.
-Debes tener cuidado con los cortes, podrías dañar algún cable y recibir una descarga – El bienestar del orgánico era siempre mi prioridad.
-Mmm, pero es realidad… - Intenté intervenir en la discusión, con el cuerpo del Bio aún en brazos, pero el intercambio de argumentos entre la Bruja y el otro hombre era un ida y vuelta que no permitía interrupciones – Yo podría detectar si algo en su cuerpo fue alterado… - No parecían escucharme.
Por la puerta de la posada apareció Sophi, tenía otra jarra de cerveza llena en la mano, y la bebía de a sorbos mientras observaba la situación en silencio, negando con la cabeza de vez en vez. Al final, el pedido del hombre se impuso, nuevamente por medio de una orden me exigió que llevara el cuerpo a su habitación.
-De acuerdo – Si querían hacerlo de esa manera no veía motivos para agregar nada, permití que un hombre alto pasara primero, aparentemente sería el encargado de llevar a la sospechosa de asesinato.
-Siempre te las arreglas para estar en el centro de los problemas – Me dijo la Vampiro, había logrado pasar por entre medio del gentío hasta llegar a mi lado - ¿Y si le pasas energía? –
-No creo que esto se solucione con una descarga eléctrica – Respondí con gesto inexpresivo mientras subía la escalera – Sería bastante más complicado que eso, pero ellos quieren revisarlo antes – La Vampiro solo se encogió de hombros, no entendía nada sobre tecnología así que no iba a meterse.
Apoyé el cuerpo del Bio sobre una mesa en la habitación y esperé a que me dieran nuevas instrucciones. Mientras tanto, Sophitia se acercó a la elfa, continuaba con la jarra en la mano a pesar de que ya le quedaba poca cerveza, hizo una media sonrisa y la señaló.
-Reconozco ese gesto. Resaca ¿No es así? Oh amiga, eso sí que es una mierda ¿Quieres un remedio? – Sacó de su bolsa un pequeño frasco y se lo arrojo a la elfa – Tómalo todo, luego puedo preparar más – Le guiñó un ojo y volvió su atención a lo que estaba ocurriendo con el cuerpo del Bio.
-¿Desean que ayude de alguna manera? Mi especialidad es el reparar Bio-cibernéticos – [ANALIZANDO] Si tenía que hacer una comparación con las profesiones de los orgánicos… - Soy como un médico para Bios ¿Correcto?- Mire a Reike – Y ella también es Doctora ¿Si? –
Muchos curiosos se habían juntado en la habitación, pero no había el suficiente espacio, la dueña del local estaba en primera fila, preocupada de que su negocio no quedara involucrado en un misterioso asesinato.
-Debes tener cuidado con los cortes, podrías dañar algún cable y recibir una descarga – El bienestar del orgánico era siempre mi prioridad.
Zöe
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Re: Cumbres borrascosas [4/4] [libre]
Valeria no sabía muy bien qué pensar de aquel tipo. Por un lado, parecía que sabía lo que hacía cuando examinaba al bio-cibernético tendido en la paja. Por otro, había algo en su lógica que no terminaba de cuadrar. ¿Como está muerto, significa que lo han matado? La bruja ni siquiera tenía la absoluta certeza de que estuviera muerto; no después de lo que había presenciado con Zero hacía sólo unos días. Y, por supuesto, el hombre esperaba que su palabra fuera suficiente para eliminarlo de toda sospecha.
Estaba de acuerdo en que la guardia tardaría una eternidad en llegar y, aún cuando lo hiciera, tampoco tampoco depositaba demasiadas confianzas en su eficacia a la hora de resolver misterios. También estaba de acuerdo en que la mayoría de los presentes no tenía forma de saber si al rubio le daba por jugar sucio con las evidencias, pero ella, desde luego, no pensaba bajar la guardia con el guaperas. «Muy bien», se dijo, mientras observaba al rubito con los ojos entrecerrados, «jugaremos con tus reglas, pero no esperes que te quite ojo mientras “examinas” a ese hombre, cariño».
Concediéndole el primer asalto, se echó a un lado para dejarle el paso libre a Zöe. El grito de la tabernera le hizo volver la vista hacia la elfa. Tomó nota de cómo se llevaba la mano al muslo y la mirada aterrorizada que siguió a aquel acto. Ahí debía ser donde guardaba su arma, probablemente, una daga o un cuchillo, similar al que la bruja guardaba en la caña de la bota. Un arma que, por alguna razón, ya no estaba y su dueña, se encontraba herida y claramente desorientada. Algo le decía a Valeria que aquello no era tan simple como la tabernera quería hacerlo ver.
Agradeciendo internamente que el guaperas decidiese llevarse a la elfa al mismo lugar que al bio-cibernético, se dirigió de nuevo a la tabernera antes de seguir a la comitiva.
—Deje a alguien vigilando esta zona —le dijo a la mujer—, no es buena idea que se llene de curiosos.
Con esa lluvia, no es que fueran a quedar muchas pruebas en la escena, tampoco un rastro que pudieran seguir, pero era preferible no empeorar la situación. Había un arma desaparecida. Podía estar escondida entre la paja, o quizás en las manos de un asesino.
En realidad, parecía que su preocupación por la “escena del crimen” era infundada, pues una vez que el cuerpo se encaminó escaleras arriba, todo el mundo parecía interesado en seguirlo. A Valeria no le gustaba que hubiese tanta expectación: demasiada gente en la habitación, demasiada gente observando desde fuera. Era más fácil distraerse, pasar algo por alto.
Lo que no pasó por alto fue lo que hizo el hombre rubio cuando Zöe depositó a la víctima en la mesa del dormitorio. «Así que lo conocías, pero no sabías que era bio-cibernético», apuntó mentalmente. «¿Y qué es eso de un paciente?». Definitivamente, no podía quitarle la vista de encima al hombre.
—Practico la medicina, es cierto —confirmó, algo incómoda, cuando Zöe hizo su revelación. Hubiera preferido que el hombre no supiera aquello tan pronto; ahora estaba sobre aviso, en el caso de que tuviera algo que ocultar. En cualquier caso, ya no había nada que hacer al respecto— También he estado estudiando a los bio-cibernéticos. Creo que, en primer lugar, deberíamos confirmar que el hombre está realmente muerto. Hace sólo unos días —se apresuró a añadir antes de que el rubio se limitase a afirmar que por su puesto que estaba muerto como si ella fuera idiota—, presencié algo extraño con otro bio. Zero —añadió, dirigiendo la vista hacia Zöe—. Entró en contacto con una muestra de sangre contaminada y, de repente, calló al suelo. La temperatura de su cuerpo aumentó y se agitó durante un rato. Luego quedó inerte durante algo así como media hora. Parecía muerto, salvo…
Dejó la frase en el aire, como si lo estuviese pensando en lugar de decirlo en voz alta. A su mente volvió aquel breve apretón de manos, como si el muchacho volviese a ser un niño normal. Tendría que hablar de aquello con Zöe, pero ese no era el momento.
—En cualquier caso, antes de hacer algo drástico, deberíamos asegurarnos de que no se va a despertar de nuevo en medio de… bueno, ya me entiendes. —Esto último lo dijo mirando directamente al rubio, no quería dar demasiados detalles delante de todos esos curiosos.
Estaba de acuerdo en que la guardia tardaría una eternidad en llegar y, aún cuando lo hiciera, tampoco tampoco depositaba demasiadas confianzas en su eficacia a la hora de resolver misterios. También estaba de acuerdo en que la mayoría de los presentes no tenía forma de saber si al rubio le daba por jugar sucio con las evidencias, pero ella, desde luego, no pensaba bajar la guardia con el guaperas. «Muy bien», se dijo, mientras observaba al rubito con los ojos entrecerrados, «jugaremos con tus reglas, pero no esperes que te quite ojo mientras “examinas” a ese hombre, cariño».
Concediéndole el primer asalto, se echó a un lado para dejarle el paso libre a Zöe. El grito de la tabernera le hizo volver la vista hacia la elfa. Tomó nota de cómo se llevaba la mano al muslo y la mirada aterrorizada que siguió a aquel acto. Ahí debía ser donde guardaba su arma, probablemente, una daga o un cuchillo, similar al que la bruja guardaba en la caña de la bota. Un arma que, por alguna razón, ya no estaba y su dueña, se encontraba herida y claramente desorientada. Algo le decía a Valeria que aquello no era tan simple como la tabernera quería hacerlo ver.
Agradeciendo internamente que el guaperas decidiese llevarse a la elfa al mismo lugar que al bio-cibernético, se dirigió de nuevo a la tabernera antes de seguir a la comitiva.
—Deje a alguien vigilando esta zona —le dijo a la mujer—, no es buena idea que se llene de curiosos.
Con esa lluvia, no es que fueran a quedar muchas pruebas en la escena, tampoco un rastro que pudieran seguir, pero era preferible no empeorar la situación. Había un arma desaparecida. Podía estar escondida entre la paja, o quizás en las manos de un asesino.
En realidad, parecía que su preocupación por la “escena del crimen” era infundada, pues una vez que el cuerpo se encaminó escaleras arriba, todo el mundo parecía interesado en seguirlo. A Valeria no le gustaba que hubiese tanta expectación: demasiada gente en la habitación, demasiada gente observando desde fuera. Era más fácil distraerse, pasar algo por alto.
Lo que no pasó por alto fue lo que hizo el hombre rubio cuando Zöe depositó a la víctima en la mesa del dormitorio. «Así que lo conocías, pero no sabías que era bio-cibernético», apuntó mentalmente. «¿Y qué es eso de un paciente?». Definitivamente, no podía quitarle la vista de encima al hombre.
—Practico la medicina, es cierto —confirmó, algo incómoda, cuando Zöe hizo su revelación. Hubiera preferido que el hombre no supiera aquello tan pronto; ahora estaba sobre aviso, en el caso de que tuviera algo que ocultar. En cualquier caso, ya no había nada que hacer al respecto— También he estado estudiando a los bio-cibernéticos. Creo que, en primer lugar, deberíamos confirmar que el hombre está realmente muerto. Hace sólo unos días —se apresuró a añadir antes de que el rubio se limitase a afirmar que por su puesto que estaba muerto como si ella fuera idiota—, presencié algo extraño con otro bio. Zero —añadió, dirigiendo la vista hacia Zöe—. Entró en contacto con una muestra de sangre contaminada y, de repente, calló al suelo. La temperatura de su cuerpo aumentó y se agitó durante un rato. Luego quedó inerte durante algo así como media hora. Parecía muerto, salvo…
Dejó la frase en el aire, como si lo estuviese pensando en lugar de decirlo en voz alta. A su mente volvió aquel breve apretón de manos, como si el muchacho volviese a ser un niño normal. Tendría que hablar de aquello con Zöe, pero ese no era el momento.
—En cualquier caso, antes de hacer algo drástico, deberíamos asegurarnos de que no se va a despertar de nuevo en medio de… bueno, ya me entiendes. —Esto último lo dijo mirando directamente al rubio, no quería dar demasiados detalles delante de todos esos curiosos.
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Re: Cumbres borrascosas [4/4] [libre]
Aquel acontecimiento estaba teniendo más tintes de repercusión de lo que Eilydh hubiese esperado en su momento. La elfa apenas había tenido contacto con los bios en su vida y pensó en su pensamiento superior de elfa, que la muerte de uno de ellos quizás no fuese algo que entristeciese tanto a la población. Al fin y al cabo eran tan solo piezas de metal y pelo humano o elfo enebrado en la carcasa. Quizás reemplazable tras ciertos años.
Le dolía la cabeza. Había perdido su daga y ahora había un hombre del tamaño de uno de los elfos altos de Sandorai que instaba a sus captores a que la soltasen. Como si ella necesitase ser ayudada. Frunció el ceño. Aquel hombre no sabía qué podría haber sido ella la que había matado al bio? Que ella podría estrangularlo con sus manos desnudas y después huir? Que era una elfa y no necesitaba que su corte fuese curado por nadie ni mucho menos por un tal doctor de melena perfecta.
Aún así, estaba en shock, y se dejó llevar. Al menos por unos y otros, agarró un frasco que le había tirado una chica de metal, o al menos así pensó ella que debería llamarla pues no sabía el nombre. Aquella actitud de la chica como si supiese exactamente lo que pasaba por su mente tampoco le hizo gracia. Agarró el frasco y se lo llevó a la nariz, como olfateando algo invisible. Decidió que por ahora no iba a tomarlo, estaba casi segura de que aquel dolor de cabeza no era resaca y estaba muy molesta con la mayoría de personas que la rodeaban por pensar que sabían cómo se sentía en aquel momento.
Es que nadie iba a preocuparse por su daga? La mujer que había decidido no sentarse con ella también la miraba, juzgándola. Su furia crecía por momentos mientras veía como la posadera le dirigía una mirada de desprecio y ordenaba a los comensales que volviesen a la taberna dejando a solo uno de sus trabajadores en el patio trasero custodiando el lugar.
La habitación donde trasladaron el cuerpo era más pequeña que la cocina de la posada. El hombre alto que la liberó de las manos de los pueblerinos casi tenía que agacharse y por un momento Eilydh pensó que iba a haber un choque de egos entre supuestos dos doctores. No esque a ella eso le importase, pero claro... nada más incómodo que verse envuelta en una pelea cuando una tenía dolor de cabeza.
Y entonces lo vió. La empuñadura de su daga sobresaliendo del cuerpo inerte del bio justo en su costado, clavada en la resina artificial que recubría su cuerpo lo suficiente como para sostenerse pero no tanto como para perforar el metal que había bajo esta.
-SUCIO LADRÓN- dijo la elfa, liberando al fin la rabia que la inundaba sobre todos y despojándose de agarres y cualquier impedimento para liberar su daga del cuerpo.-Quién sea que ha tramado esto, por Imbar me las va a pagar- empuñó su daga frente a todos considerando a quien atacar primero, notando como la sangre inundaba su cabeza hasta que se dio cuenta de que justo aquello no era lo que necesitaba hacer.
Y se desfalleció.
Lo que sea que habían puesto en su bebida iba a tardar en dejar de hacerle efecto..
------
off: A partir de ahora,y dado que Eilydh se ha desfallecido, voy a postear como narrador a los aportes que queráis hacer. Eilydh es aún sospechosa, solo que obviamente ha sido drogada y su daga estaba clavada en el bio. Iré aportando cosas que pasen alrededor que os pueden ayudar o no a desentrañar esta situación.
Le dolía la cabeza. Había perdido su daga y ahora había un hombre del tamaño de uno de los elfos altos de Sandorai que instaba a sus captores a que la soltasen. Como si ella necesitase ser ayudada. Frunció el ceño. Aquel hombre no sabía qué podría haber sido ella la que había matado al bio? Que ella podría estrangularlo con sus manos desnudas y después huir? Que era una elfa y no necesitaba que su corte fuese curado por nadie ni mucho menos por un tal doctor de melena perfecta.
Aún así, estaba en shock, y se dejó llevar. Al menos por unos y otros, agarró un frasco que le había tirado una chica de metal, o al menos así pensó ella que debería llamarla pues no sabía el nombre. Aquella actitud de la chica como si supiese exactamente lo que pasaba por su mente tampoco le hizo gracia. Agarró el frasco y se lo llevó a la nariz, como olfateando algo invisible. Decidió que por ahora no iba a tomarlo, estaba casi segura de que aquel dolor de cabeza no era resaca y estaba muy molesta con la mayoría de personas que la rodeaban por pensar que sabían cómo se sentía en aquel momento.
Es que nadie iba a preocuparse por su daga? La mujer que había decidido no sentarse con ella también la miraba, juzgándola. Su furia crecía por momentos mientras veía como la posadera le dirigía una mirada de desprecio y ordenaba a los comensales que volviesen a la taberna dejando a solo uno de sus trabajadores en el patio trasero custodiando el lugar.
La habitación donde trasladaron el cuerpo era más pequeña que la cocina de la posada. El hombre alto que la liberó de las manos de los pueblerinos casi tenía que agacharse y por un momento Eilydh pensó que iba a haber un choque de egos entre supuestos dos doctores. No esque a ella eso le importase, pero claro... nada más incómodo que verse envuelta en una pelea cuando una tenía dolor de cabeza.
Y entonces lo vió. La empuñadura de su daga sobresaliendo del cuerpo inerte del bio justo en su costado, clavada en la resina artificial que recubría su cuerpo lo suficiente como para sostenerse pero no tanto como para perforar el metal que había bajo esta.
-SUCIO LADRÓN- dijo la elfa, liberando al fin la rabia que la inundaba sobre todos y despojándose de agarres y cualquier impedimento para liberar su daga del cuerpo.-Quién sea que ha tramado esto, por Imbar me las va a pagar- empuñó su daga frente a todos considerando a quien atacar primero, notando como la sangre inundaba su cabeza hasta que se dio cuenta de que justo aquello no era lo que necesitaba hacer.
Y se desfalleció.
Lo que sea que habían puesto en su bebida iba a tardar en dejar de hacerle efecto..
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off: A partir de ahora,y dado que Eilydh se ha desfallecido, voy a postear como narrador a los aportes que queráis hacer. Eilydh es aún sospechosa, solo que obviamente ha sido drogada y su daga estaba clavada en el bio. Iré aportando cosas que pasen alrededor que os pueden ayudar o no a desentrañar esta situación.
Eilydh
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Re: Cumbres borrascosas [4/4] [libre]
Go´el abrió levemente la boca, sorprendido por el maravilloso y extraño ejemplar de biocibernetico que tenía delante. Le brillaban los ojos como si fuera un niño el día de su cumpleaños, y por si fuera poco, además contaba con una colega de oficio. ¿Cuantas posibilidades había que algo así sucediera?
El galeno hizo un cálculo aproximado en su mente; pocas.
-Extraordinario... -Go´el miraba obnubilado a la biótica. -Me gustaría recibir tu guía en esta autopsia y al terminar, de ser posible, quisiera recabar más información sobre tu raza, principalmente anatómica. Cuanto más detallada mejor, así podre dibujar con exactitud vuestro esquema... -el doctor dejó de hablar durante un segundo, pensando en que palabra utilizar. -biomecánico.
El rubio escuchaba con atención las palabras de mujer la morena al tiempo que Gali ingresaba de nuevo en la habitación.
-Se encuentra estable.
Informó el monje agachándose hacia el oído de su compañero. Go´el asintió.
-Quédate en la puerta y no pierdas la cuenta del reloj.
Gali se enderezó hasta donde le permitió el techo y se puso delante de la puerta. El dragón tuvo que dar un paso y salir del hueco de la puerta para que el marco superior no tapara su visión.
En ese momento la elfa pareció recobrar la consciencia sobre su propio ser al sacar el arma incrustada en el costado del cadáver.
Go´el observó la escena con una ceja levantada y cuando vio caer al suelo a la elfa bajó la ceja y miró a su compañera de oficio.
-Bien, parece que ya sabemos la causa de la muerte. Ahora tenemos que averiguar porque algo tan vano ha matado a una raza tan resistente. Tú, -Dijo señalando a la pelirroja con la jarra de cerveza en la mano. -ayuda a la doctora con la elfa y buscad si la daga tiene veneno. Mi ayudante y yo nos ocuparemos del cadáver. -Go´el giró la cabeza hacia la bio. -Puedes empezar a desnudar el cuerpo, yo preparare las herramientas.
Dando el tema por zanjado, el científico extrajo de su bolsa un par de rollos de cuero que dejó y extendió sobre la mesa donde estaba el biocibernetico. En el interior del cuero había diversos y amplios utensilios médicos. Go´el se subió las mangas, escogió un bisturí y tras observar el filo lo sujetó con la mano izquierda.
-Comenzaremos con la cavidad torácica y tras comprobar los órganos, -Apostillo el científico con los ojos clavados en el cuerpo.- iremos expandiendo la investigación al cráneo y las extremidades.
El galeno hizo un cálculo aproximado en su mente; pocas.
-Extraordinario... -Go´el miraba obnubilado a la biótica. -Me gustaría recibir tu guía en esta autopsia y al terminar, de ser posible, quisiera recabar más información sobre tu raza, principalmente anatómica. Cuanto más detallada mejor, así podre dibujar con exactitud vuestro esquema... -el doctor dejó de hablar durante un segundo, pensando en que palabra utilizar. -biomecánico.
El rubio escuchaba con atención las palabras de mujer la morena al tiempo que Gali ingresaba de nuevo en la habitación.
-Se encuentra estable.
Informó el monje agachándose hacia el oído de su compañero. Go´el asintió.
-Quédate en la puerta y no pierdas la cuenta del reloj.
Gali se enderezó hasta donde le permitió el techo y se puso delante de la puerta. El dragón tuvo que dar un paso y salir del hueco de la puerta para que el marco superior no tapara su visión.
En ese momento la elfa pareció recobrar la consciencia sobre su propio ser al sacar el arma incrustada en el costado del cadáver.
Go´el observó la escena con una ceja levantada y cuando vio caer al suelo a la elfa bajó la ceja y miró a su compañera de oficio.
-Bien, parece que ya sabemos la causa de la muerte. Ahora tenemos que averiguar porque algo tan vano ha matado a una raza tan resistente. Tú, -Dijo señalando a la pelirroja con la jarra de cerveza en la mano. -ayuda a la doctora con la elfa y buscad si la daga tiene veneno. Mi ayudante y yo nos ocuparemos del cadáver. -Go´el giró la cabeza hacia la bio. -Puedes empezar a desnudar el cuerpo, yo preparare las herramientas.
Dando el tema por zanjado, el científico extrajo de su bolsa un par de rollos de cuero que dejó y extendió sobre la mesa donde estaba el biocibernetico. En el interior del cuero había diversos y amplios utensilios médicos. Go´el se subió las mangas, escogió un bisturí y tras observar el filo lo sujetó con la mano izquierda.
-Comenzaremos con la cavidad torácica y tras comprobar los órganos, -Apostillo el científico con los ojos clavados en el cuerpo.- iremos expandiendo la investigación al cráneo y las extremidades.
Go'el
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Tanto Reike como el otro orgánico concentraban su atención en el cuerpo, seguían teniendo posturas diferentes en relación a qué sería lo que deberían hacer, mi análisis se alternaba entre los argumentos de uno y otro, evaluando cuál sería el que me daría las órdenes finalmente [ANALIZANDO] El hombre era más imperativo, hablaba de modo directo y con seguridad, como si estuviera acostumbrado a dar órdenes. En cambio la Hechicera parecía ser más ¿Precavida? Sí, eso parecía ser.
-Ciertamente no sería algo bueno que se despertara en medio de la intervención, no puedo asegurar si su sistema tiene una regulación para el dolor como lo tiene el mío - Le di la razón a Reike - Sí no lo tuviera, empezaría a moverse y correríamos el riesgo de hacerle más daño - Metí la mano en mi morral y saqué un cable - En cualquier caso, lo conectaré a mi, de esa manera podré mantenerlo estable y llevar un control de su estado en general - Conecté una punta del cable al puerto que tenía en el costado de mi cabeza, luego busqué en su cuello la correspondiente entrada y lo enchufe - Por el momento está apagado, mmm, sería algo parecido a la muerte, aunque no es igual - Hablar en los términos de los orgánicos siempre resultaba un desafío - Puede volver a activarse, tal como dijo Reike -
El rubio intentaba dar órdenes nuevamente, está vez su objetivo era Sophitia [ANALIZANDO] el humor tan irascible de la Vampiro no favorecía ese tipo de tratos, ya había ocurrido en el pasado, y siempre terminaba en una pelea. Sophi se lo quedó mirando, bebió otro trago de su cerveza en silencio y luego arrojó la jarra a los pies del Doctor, eso podía ser considerado una ¿Advertencia? no le había hecho daño alguno, sabía que sí lo hacía me vería obligada a intervenir, pero tampoco parecía estar dispuesta a mover un solo músculo para cumplir con la orden.
-¿Que te crees que soy? ¿Tu sirvienta? Vete a la mierda, sí quieres saber qué le pasa a la elfa ve a verla tu mismo, imbécil - Podía darme por satisfecha al ver que las agresiones de Sophitia se mantendrían en el terreno de la palabra y nada más.
-En cuanto a la herida de daga, no creo que este relacionada con la desconexión del Bio - [ANALIZANDO] - Un ataque como ese puede generar un daño severo dependiendo del modelo de Bio con el que estemos trabajando, algunos tienen más partes humanas que otros - Miré a Reike y agregué con tono neutro - A un modelo tan avanzado como es Zero un ataque semejante no le haría daño alguno - Bajé la mirada hacía el Bio que teníamos en frente - Técnicamente no debería haber nada de qué preocuparse en este tampoco -
Ante la orden directa del hombre, no tenía más opción que obedecer, comencé a quitarle la ropa al Bio-cibernético que estaba sobre la mesa, con mi fuerza no fue difícil moverlo, aunque probablemente los orgánicos habrían tenido problemas para hacerlo. Una vez que quedó completamente desnudo, hice que de mi dedo saliera un bisturí, pero me detuve antes de empezar a cortar, evidentemente el rubio deseaba hacerlo él mismo.
Guarde la herramienta y asentí.
-Quizás no tenga todos los órganos, o tal vez sí. Todos los Bios somos diferentes así que no hay manera de saberlo hasta que esté abierto - Le señalé el sitio exacto por el que debía empezar a cortar e hice una linea con mi dedo hasta donde debía detenerse.
Una autopsia no era agradable de ver, varios de los orgánicos que nos habían seguido hasta la habitación prefirieron retirarse al darse cuenta de lo que íbamos a hacer. Con el cuarto algo más liberado, podíamos trabajar más tranquilos, eso era algo bueno.
-Mmm, era de esperarse - Señalé la parte por donde había ingresado la daga - No fue capaz de atravesar la coraza que tenemos todos los Bios, solo se clavó en la piel y la carne, pero no fue más profundo que eso - Mire la daga - Solo estaba allí como un modo de distracción ¿Correcto? -
-Ciertamente no sería algo bueno que se despertara en medio de la intervención, no puedo asegurar si su sistema tiene una regulación para el dolor como lo tiene el mío - Le di la razón a Reike - Sí no lo tuviera, empezaría a moverse y correríamos el riesgo de hacerle más daño - Metí la mano en mi morral y saqué un cable - En cualquier caso, lo conectaré a mi, de esa manera podré mantenerlo estable y llevar un control de su estado en general - Conecté una punta del cable al puerto que tenía en el costado de mi cabeza, luego busqué en su cuello la correspondiente entrada y lo enchufe - Por el momento está apagado, mmm, sería algo parecido a la muerte, aunque no es igual - Hablar en los términos de los orgánicos siempre resultaba un desafío - Puede volver a activarse, tal como dijo Reike -
El rubio intentaba dar órdenes nuevamente, está vez su objetivo era Sophitia [ANALIZANDO] el humor tan irascible de la Vampiro no favorecía ese tipo de tratos, ya había ocurrido en el pasado, y siempre terminaba en una pelea. Sophi se lo quedó mirando, bebió otro trago de su cerveza en silencio y luego arrojó la jarra a los pies del Doctor, eso podía ser considerado una ¿Advertencia? no le había hecho daño alguno, sabía que sí lo hacía me vería obligada a intervenir, pero tampoco parecía estar dispuesta a mover un solo músculo para cumplir con la orden.
-¿Que te crees que soy? ¿Tu sirvienta? Vete a la mierda, sí quieres saber qué le pasa a la elfa ve a verla tu mismo, imbécil - Podía darme por satisfecha al ver que las agresiones de Sophitia se mantendrían en el terreno de la palabra y nada más.
-En cuanto a la herida de daga, no creo que este relacionada con la desconexión del Bio - [ANALIZANDO] - Un ataque como ese puede generar un daño severo dependiendo del modelo de Bio con el que estemos trabajando, algunos tienen más partes humanas que otros - Miré a Reike y agregué con tono neutro - A un modelo tan avanzado como es Zero un ataque semejante no le haría daño alguno - Bajé la mirada hacía el Bio que teníamos en frente - Técnicamente no debería haber nada de qué preocuparse en este tampoco -
Ante la orden directa del hombre, no tenía más opción que obedecer, comencé a quitarle la ropa al Bio-cibernético que estaba sobre la mesa, con mi fuerza no fue difícil moverlo, aunque probablemente los orgánicos habrían tenido problemas para hacerlo. Una vez que quedó completamente desnudo, hice que de mi dedo saliera un bisturí, pero me detuve antes de empezar a cortar, evidentemente el rubio deseaba hacerlo él mismo.
Guarde la herramienta y asentí.
-Quizás no tenga todos los órganos, o tal vez sí. Todos los Bios somos diferentes así que no hay manera de saberlo hasta que esté abierto - Le señalé el sitio exacto por el que debía empezar a cortar e hice una linea con mi dedo hasta donde debía detenerse.
Una autopsia no era agradable de ver, varios de los orgánicos que nos habían seguido hasta la habitación prefirieron retirarse al darse cuenta de lo que íbamos a hacer. Con el cuarto algo más liberado, podíamos trabajar más tranquilos, eso era algo bueno.
-Mmm, era de esperarse - Señalé la parte por donde había ingresado la daga - No fue capaz de atravesar la coraza que tenemos todos los Bios, solo se clavó en la piel y la carne, pero no fue más profundo que eso - Mire la daga - Solo estaba allí como un modo de distracción ¿Correcto? -
Zöe
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La bruja mantuvo la mirada fija en el autoproclamado médico. Con la mente puesta en el pequeño niño aumentado y el episodio de hacía unos días, se sentía más que incómoda ante la idea de hurgar y trastear con aquel hombre sin tener primero unas garantías. Dichas garantías llegaron de la mano de Zöe. Aunque Valeria no entendió del todo su explicación y, mucho menos, qué pintaba en todo ello esa extraña cuerda, sí hubo algo que le quedó claro: la bio-cibernética daba el visto bueno al procedimiento. Sólo entonces se relajó; después de todo, en un asunto como aquél, Zöe era la experta.
El rubio parecía exultante ante la presencia de la bio y Valeria no pudo evitar recordar su primer encuentro con ella. Esperaba sinceramente haber mostrado un poco más de compostura. En cualquier caso, no tuvo mucho tiempo para detenerse en cavilaciones; lo que dijo el hombre eliminó de una sacudida cualquier otro pensamiento de su mente.
—¿Autopsia? —preguntó en un murmullo a nadie en particular.
Si aquello era como una necropsia, el hombre debía haberse vuelto loco. ¿Es que pensaba diseccionar a un ser sapiente? ¿Delante de testigos y en un pueblucho, probablemente analfabeto, de Verisar? No es que no tuviera curiosidad por ver algo así, pero, si se corría la voz, podían meterse en un lío importante.
Valeria se giró hacia la multitud que se agolpaba, con intención de dispersarlos con alguna excusa. No tuvo ocasión de hacerlo: en primer lugar, porque el gigante semidesnudo entró en la habitación, ocultándole la visión de la puerta; en segundo lugar, porque la elfa eligió ese momento para añadir más drama a la escena. «En fin», se dijo la bruja con la mirada puesta en la mujer que yacía inconsciente en el suelo, «al menos, la daga ha aparecido».
Las palabras del rubiales le causaron más rechazo que el espectáculo de la elfa. A Valeria no le cabía duda de que el hombre se creía el ser más inteligente de aquella habitación. Y, sin embargo, no tenía reparos en lanzar conclusiones precipitadas al aire. Permaneció quieta donde estaba cuando el tipo se dedicó a dar órdenes a los presentes y, aunque ella misma se abstuvo de protestar, sonrió ampliamente ante la reacción de la vampiro y apenas disimuló un gesto de triunfo cuando Zöe confirmó que la daga no habría podido matar al juglar. Así y todo, tan pronto como la bio-cibernética comenzó a desnudar a la víctima, la bruja optó por el lado práctico: no tenía sentido dejar a aquella elfa tirada en el suelo.
—Sophi —dijo con calma mientras se acercaba a la desmayada—, ¿me ayudas a tumbarla en la cama, por favor?
Saboreó sin sonrojo alguno el hecho de que la vampiro sí tuviera en cuenta sus palabras. Puesto que la mujer se bastaba sola para la tarea, Valeria se limitó a colocar los almohadones de la cama en espera de su próxima huésped. Con un gesto casi distraído de su mano izquierda, hizo que la daga de la elfa, que había caído al suelo, se acomodase sobre la mesilla de noche y, una vez que la paciente estuvo acomodada en la cama, agradeció a Sophi su ayuda y se centró en la tarea de auscultar a la paciente.
Primero, tomó sus muñecas, para comprobar tanto la temperatura de su piel como la fuerza de su pulso. Después, sujetó las manos de la elfa con las suyas y cerró los ojos, concentrándose en el éter. Los elfos y los brujos no lo percibían ni lo manejaban de la misma forma, pero con un poco de atención, no resultaba difícil percibir la magia innata de sus respectivas razas. Valeria podía sentir el éter de la mujer, así como una perturbación en el flujo del mismo. Lamentablemente, carecía de la capacidad de los elfos para sanar mediante la magia y no podía aplicar una cura sin conocer primero la causa del mal.
Con un suspiro resignado, abrió de nuevo los ojos y miró al rededor, buscando algo. Su mirada se detuvo en los instrumentos del médico. Sí, aquello podía servir como foco. Estiró la mano derecha en la dirección de las herramientas y un delgado cilindro metálico viajó hasta su palma. Lo sujetó entre sus dedos y se concentró en él durante un momento, hasta que una luz brillante comenzó a manar de uno de sus extremos. Acto seguido, se inclinó hacia su paciente y, levantando uno de sus párpados, apuntó directamente a su ojo con la luz.
—Era de esperar —concluyó—. Ha sido drogada. Podría preparar un antídoto genérico, pero sin saber qué es exactamente lo que ha consumido, no hay forma de garantizar que surta efecto. De todas formas, su éter no parece correr peligro, creo que lo mejor es esperar a que se le pase. —En cualquier caso, ya tenían suficiente con lo que se venía a continuación.
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OFF: Subrayo el uso de la habilidad racial de Reike: Telequinesis
El rubio parecía exultante ante la presencia de la bio y Valeria no pudo evitar recordar su primer encuentro con ella. Esperaba sinceramente haber mostrado un poco más de compostura. En cualquier caso, no tuvo mucho tiempo para detenerse en cavilaciones; lo que dijo el hombre eliminó de una sacudida cualquier otro pensamiento de su mente.
—¿Autopsia? —preguntó en un murmullo a nadie en particular.
Si aquello era como una necropsia, el hombre debía haberse vuelto loco. ¿Es que pensaba diseccionar a un ser sapiente? ¿Delante de testigos y en un pueblucho, probablemente analfabeto, de Verisar? No es que no tuviera curiosidad por ver algo así, pero, si se corría la voz, podían meterse en un lío importante.
Valeria se giró hacia la multitud que se agolpaba, con intención de dispersarlos con alguna excusa. No tuvo ocasión de hacerlo: en primer lugar, porque el gigante semidesnudo entró en la habitación, ocultándole la visión de la puerta; en segundo lugar, porque la elfa eligió ese momento para añadir más drama a la escena. «En fin», se dijo la bruja con la mirada puesta en la mujer que yacía inconsciente en el suelo, «al menos, la daga ha aparecido».
Las palabras del rubiales le causaron más rechazo que el espectáculo de la elfa. A Valeria no le cabía duda de que el hombre se creía el ser más inteligente de aquella habitación. Y, sin embargo, no tenía reparos en lanzar conclusiones precipitadas al aire. Permaneció quieta donde estaba cuando el tipo se dedicó a dar órdenes a los presentes y, aunque ella misma se abstuvo de protestar, sonrió ampliamente ante la reacción de la vampiro y apenas disimuló un gesto de triunfo cuando Zöe confirmó que la daga no habría podido matar al juglar. Así y todo, tan pronto como la bio-cibernética comenzó a desnudar a la víctima, la bruja optó por el lado práctico: no tenía sentido dejar a aquella elfa tirada en el suelo.
—Sophi —dijo con calma mientras se acercaba a la desmayada—, ¿me ayudas a tumbarla en la cama, por favor?
Saboreó sin sonrojo alguno el hecho de que la vampiro sí tuviera en cuenta sus palabras. Puesto que la mujer se bastaba sola para la tarea, Valeria se limitó a colocar los almohadones de la cama en espera de su próxima huésped. Con un gesto casi distraído de su mano izquierda, hizo que la daga de la elfa, que había caído al suelo, se acomodase sobre la mesilla de noche y, una vez que la paciente estuvo acomodada en la cama, agradeció a Sophi su ayuda y se centró en la tarea de auscultar a la paciente.
Primero, tomó sus muñecas, para comprobar tanto la temperatura de su piel como la fuerza de su pulso. Después, sujetó las manos de la elfa con las suyas y cerró los ojos, concentrándose en el éter. Los elfos y los brujos no lo percibían ni lo manejaban de la misma forma, pero con un poco de atención, no resultaba difícil percibir la magia innata de sus respectivas razas. Valeria podía sentir el éter de la mujer, así como una perturbación en el flujo del mismo. Lamentablemente, carecía de la capacidad de los elfos para sanar mediante la magia y no podía aplicar una cura sin conocer primero la causa del mal.
Con un suspiro resignado, abrió de nuevo los ojos y miró al rededor, buscando algo. Su mirada se detuvo en los instrumentos del médico. Sí, aquello podía servir como foco. Estiró la mano derecha en la dirección de las herramientas y un delgado cilindro metálico viajó hasta su palma. Lo sujetó entre sus dedos y se concentró en él durante un momento, hasta que una luz brillante comenzó a manar de uno de sus extremos. Acto seguido, se inclinó hacia su paciente y, levantando uno de sus párpados, apuntó directamente a su ojo con la luz.
—Era de esperar —concluyó—. Ha sido drogada. Podría preparar un antídoto genérico, pero sin saber qué es exactamente lo que ha consumido, no hay forma de garantizar que surta efecto. De todas formas, su éter no parece correr peligro, creo que lo mejor es esperar a que se le pase. —En cualquier caso, ya tenían suficiente con lo que se venía a continuación.
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Reike
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Reivy Abadder
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