Te ahogarás en tu sacramento [Mastereado, Irinnil Fawkes y Uri]
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Te ahogarás en tu sacramento [Mastereado, Irinnil Fawkes y Uri]
Seis vampiros llevan el ataúd del conde Saluman al hombro; otros ocho los seguían en profesión. La sacerdotisa negra, Lauth, iba en último lugar. Se dirigían a lo alto de la colina de Jericó, donde el conde iba a ser ejecutado. Sus delitos eran la herejía y la traición. Laluth era la encargada operar la ceremonia.
Caminaron durante largas horas con la única luz de la luna. Los vampiros estaban acostumbrados a la noche y a la oscuridad, por lo que no resultó una molestia. El mayor incordio era no poder hablar. La ceremonia comenzó en el mismo que los seis costaleros levantaron el ataúd al hombro. A partir de ese entonces, solo la sacerdotisa negra tenía derecho a hablar. Si alguno de los presentes quería decir algo, cualquier cosa, primero debía de comunicárselo en una nota a Laluth.
La colina de Jericó era un lugar sagrado para Los Hijos de Habak por dos razones: era el lugar donde creían que Habaknuk obtuvo el don que le hizo eterno y porque los muertos ofrecidos como sacrificio al Dios Vampiro persistían en algún lugar entre los árboles y las rocas de la colina. Dentro de unos instantes, el conde Saluman descubriría la certeza de las leyendas.
Llegaron a la cima a falta de hora y media para el amanecer. La sacerdotisa negra recitó las sagradas escrituras del Padre Callahan con una voz macabra y distorsionando el mensaje del mismo, como si estuviera leyendo el libro boca bajo. Eran las oraciones que el Callahan solía recitar para darle el pésame a la familia que había perdido a un ser querido a la vez que ofrecía un buen descanso al desafortunado difunto. Requiéscat in pace. En boca de Laluth, sonaba como si fuera una canción de odio. No hay descanso para los condenados.
Los vampiros dejaron el ataúd en el sepulcro. Laluth abrió la tapa del ataúd a una hora antes del amanecer. El conde había estado rasgando la parte opuesta de la tapa durante todo el viaje. Habría gritado si pudiera hacerlo. La magia de la colina se encargó de que no pudiera abrir la boca. Tenía los labios sellados como si estuvieran cosidos con hijo y aguja invisible. Murmuraba insultos y palabrotas que los presentes comprendían a la perfección.
La sacerdotisa negra puso una mano en la pierna del hombre y la ascendió lentamente, asciendo notar sus seductoras y peligrosas uñas.
—¿Los oyes? Tu hermano pequeño estuvo aquí hace tres semanas. El aire todavía huele a su sudor y cenizas. Lo sientes, verdad. Fue un encanto. Me miraba con los mismos ojos de ratón con los que me estás mirando ahora. Suplicó que le perdonase, que había sido un horror. Nunca más volvería a dudar de Dag, lo dijo. Él no es un rey loco, es el Dios que debía seguir. ¿Y sabes qué? Rezó a su nuevo dios. Sus plegarias eran tan sinceras como sus lágrimas. La triste historia es que Los Hijos no admitimos a los cobardes. Tu hermano cambiaría de Dios en cuanto otra persona con uñas afiladas pasase su mano por su entrepierna — a los demás vampiros —. Abridle los labios, quiero oírle suplicar y rezar a su nuevo Dios antes de morir quemado.
Con las hoces reglamentarias para el ritual, cortaron los labios del conde permitiéndole hablar. Hicieron otras hendiduras en las manos y plantas de los pies; los cuales estaban atados para que no pudiera escapar. El dolor conducía a la fe verdadera.
—Luthiena Betanni — fue lo que dijo el conde Sulaman en cuanto pudo hablar —, de Sandorai…. Una elfa que se cree vampiresa viste de negro y da órdenes —hace un inmenso esfuerzo por hablar con voz clara y no gritar de dolor —…. Una elfa que se cree vampiresa mata en nombre de Habak…. Una elfa que se cree vampiresa se ha enamorado del primer vampiro encarnado ¡Es un chiste! No me das miedo, Luthiena. Te acabarás ahogando por tu propio sacramento.
A media hora antes del amanecer, los demás vampiros abandonar la colina de Jericó. Quedaron Laluth y el conde Saluman. La sacerdotisa negra estaba sentada enfrente del ataúd, con las manos unidas y mirando hacia la tierra. Rezaba oraciones oscuras que honraban a la sangre y a las sombras. Los espíritus de Jericó parecían estar rezando con la voz del viento detrás de ella.
Los primeros rayos de sol quemaron, lentamente, el cuerpo del conde. No afectaba a Laluth, ella había sido premiada por el Dios vampiro: podía vivir tanto el día como la noche.
—Quiero oírte rezar.
—¡Ja…más!
—Tu hermano está rezando conmigo. Únete.
Los brazos y las piernas del conde Saluman cobraron el aspecto de la comida que lleva demasiadas horas al fuego.
—Requiéscat in pace.
De vuelta en Sacrestic, Laluth anunció a quienes la quisieran escuchar (humanos, cibernéticos y hombres bestias en su mayoría; los vampiros estaban durmiendo) que el conde Saluman había sido sacrificado al Dios Vampiro. Honraos, porque estamos un paso más cerca de que nos lleve al santo reino. Los Hijos acogían a cualquier raza que se inclinase al dios vampiro, era un culto abierto. La discriminación era cosa del pasado. La unión les hacía fuertes y la fuerza traía consigo la magia.
Los feligreses rodearon a la sacerdotisa negra. Siguieron sus rezos y suplicaron al Dios Vampiro que su encarnación sea rápida y que pronto el reino prometido llegase a su tierra. Luego, fueron al templo a tomar el almuerzo. Laluth comió carne poco hecha, casi cruda; era la que más sabor a sangre tenía.
—¡Mi señora, venga! — fue un hombre bestia quien interrumpió en el templo: Vivek. Servía como mensajero diurno para Los hijos —. Tiene que ver esto.
Vivek condujo a Laluth y a quienes la siguieron a una plazoleta de Sacrestic. Oculto entre unos arbustos había un ataúd abierto y en su interior una mujer que para nada parecía serlo. El asesino la había desmembrado y reconstruido en una amalgama sin forma. La cabeza estaba en el lugar donde debería estar su entrepierna. Sus brazos, retorcidos, estaban en la cúspide de su torso, como si unidos formasen una alargada cabeza. Vivek se echó a un lado a vomitar.
—La conocía: Gaeta sin apellido, humana. Era… una amiga. Lo había pasado mal por culpa de los hombres de Verisar y yo le di abrigo — a Vivek — ¿Sabes quién ha sido?
No, no lo sabía. Los ojos de Laluth estaban furiosos, clamaban venganza y tenían un objetivo fijado: el conde Saluman. Él debió programar el asesinato antes de que Los Hijos le atrapasen. Lo que significaba que tenía ayuda y, posiblemente, fuera alguien del propio culto.
Laluth actuó con rapidez. Reunió a todas personas que tuvieron relación con el conde Saluman y a los extranjeros en el interior del altar de Habaknuk; solamente confiaba en sus fieles amigos. Allí podría tenerlos interrogarles y los tendría bajo control. El sótano del templo propinaba la oscuridad perfecta para que los vampiros pudieran hacer gala de sus poderes.
Los enemigos de Los hijos actuaron con la misma rapidez. La misma persona que mató a Gaeta predijo el siguiente paso de Laluth, encerrarse en el templo. Era de día y los vampiros más poderosos estaban atrapados. La ciudad estaba al descubierto. Esa persona tenía contactos en Ulmer y no sentía rechazo a la hora de negociar con los licántropos, los enemigos naturales de los vampiros.
Atacad a la ciudad aquí y ahora. Entrad en las casas e irrumpid en sus habitaciones. Matadlos en la cama, en los sarcófagos o en donde coño duerman. A los lobos se les hizo la boca agua.
* General: Este tema me lo pidió Irinnil. Servirá para introducirla al culto Los Hijos de Habak. Además, profundizaremos en la historia de esta religión. Lo más importante es que lo pasemos bien.
Es un tema de misterio donde, a medida que avanza el tema, se irán presentado nuevos personajes. Uno o varios de ellos son los artífices de la traición dentro del culto. Por un lado, tenemos ese ataque personal a Laluth con el asesinato de su amiga. Po otro, la entrada de los lobos a la ciudad. Resolveremos ambos conflictos.
El orden de posteo será el expuesto a continuación:
* Irinnil Fawkes: al ser extranjera y no tener relación con Los Hijos, eres conducida al interior del Altar de Habaknuk entre muchos otros sospechosos. Estás rodeada de vampiros armados. Deberás presentarte ante Laluth, demostrar tu inocencia y ganarte sus respetos. El primer turno nos servirá como introducción.
* Uri: en tu caso, no hay introducciones que valgan. Pasamos directamente a la acción. Y es que los licántropos irrumpen en el lugar donde estés pasando el día (un hostal, te has colado en la granja de unos humanos…, puedes sentirte libre al respecto). Los lobos matan a todos los vampiros que encuentran. Tú estás en la lista. Deberás buscar un buen escondite y ocultarte de ellos. Lanza la Voluntad de los Dioses. La suerte nos diré lo efectivo que es el escondite que encuentres.
Debo señalar que, por ahora, los vampiros del interior del templo no saben que los lobos han irrumpido en Sacrestic y no tienen manera de averiguarlo.
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Caminaron durante largas horas con la única luz de la luna. Los vampiros estaban acostumbrados a la noche y a la oscuridad, por lo que no resultó una molestia. El mayor incordio era no poder hablar. La ceremonia comenzó en el mismo que los seis costaleros levantaron el ataúd al hombro. A partir de ese entonces, solo la sacerdotisa negra tenía derecho a hablar. Si alguno de los presentes quería decir algo, cualquier cosa, primero debía de comunicárselo en una nota a Laluth.
La colina de Jericó era un lugar sagrado para Los Hijos de Habak por dos razones: era el lugar donde creían que Habaknuk obtuvo el don que le hizo eterno y porque los muertos ofrecidos como sacrificio al Dios Vampiro persistían en algún lugar entre los árboles y las rocas de la colina. Dentro de unos instantes, el conde Saluman descubriría la certeza de las leyendas.
Llegaron a la cima a falta de hora y media para el amanecer. La sacerdotisa negra recitó las sagradas escrituras del Padre Callahan con una voz macabra y distorsionando el mensaje del mismo, como si estuviera leyendo el libro boca bajo. Eran las oraciones que el Callahan solía recitar para darle el pésame a la familia que había perdido a un ser querido a la vez que ofrecía un buen descanso al desafortunado difunto. Requiéscat in pace. En boca de Laluth, sonaba como si fuera una canción de odio. No hay descanso para los condenados.
Los vampiros dejaron el ataúd en el sepulcro. Laluth abrió la tapa del ataúd a una hora antes del amanecer. El conde había estado rasgando la parte opuesta de la tapa durante todo el viaje. Habría gritado si pudiera hacerlo. La magia de la colina se encargó de que no pudiera abrir la boca. Tenía los labios sellados como si estuvieran cosidos con hijo y aguja invisible. Murmuraba insultos y palabrotas que los presentes comprendían a la perfección.
La sacerdotisa negra puso una mano en la pierna del hombre y la ascendió lentamente, asciendo notar sus seductoras y peligrosas uñas.
—¿Los oyes? Tu hermano pequeño estuvo aquí hace tres semanas. El aire todavía huele a su sudor y cenizas. Lo sientes, verdad. Fue un encanto. Me miraba con los mismos ojos de ratón con los que me estás mirando ahora. Suplicó que le perdonase, que había sido un horror. Nunca más volvería a dudar de Dag, lo dijo. Él no es un rey loco, es el Dios que debía seguir. ¿Y sabes qué? Rezó a su nuevo dios. Sus plegarias eran tan sinceras como sus lágrimas. La triste historia es que Los Hijos no admitimos a los cobardes. Tu hermano cambiaría de Dios en cuanto otra persona con uñas afiladas pasase su mano por su entrepierna — a los demás vampiros —. Abridle los labios, quiero oírle suplicar y rezar a su nuevo Dios antes de morir quemado.
Con las hoces reglamentarias para el ritual, cortaron los labios del conde permitiéndole hablar. Hicieron otras hendiduras en las manos y plantas de los pies; los cuales estaban atados para que no pudiera escapar. El dolor conducía a la fe verdadera.
—Luthiena Betanni — fue lo que dijo el conde Sulaman en cuanto pudo hablar —, de Sandorai…. Una elfa que se cree vampiresa viste de negro y da órdenes —hace un inmenso esfuerzo por hablar con voz clara y no gritar de dolor —…. Una elfa que se cree vampiresa mata en nombre de Habak…. Una elfa que se cree vampiresa se ha enamorado del primer vampiro encarnado ¡Es un chiste! No me das miedo, Luthiena. Te acabarás ahogando por tu propio sacramento.
A media hora antes del amanecer, los demás vampiros abandonar la colina de Jericó. Quedaron Laluth y el conde Saluman. La sacerdotisa negra estaba sentada enfrente del ataúd, con las manos unidas y mirando hacia la tierra. Rezaba oraciones oscuras que honraban a la sangre y a las sombras. Los espíritus de Jericó parecían estar rezando con la voz del viento detrás de ella.
Los primeros rayos de sol quemaron, lentamente, el cuerpo del conde. No afectaba a Laluth, ella había sido premiada por el Dios vampiro: podía vivir tanto el día como la noche.
—Quiero oírte rezar.
—¡Ja…más!
—Tu hermano está rezando conmigo. Únete.
Los brazos y las piernas del conde Saluman cobraron el aspecto de la comida que lleva demasiadas horas al fuego.
—Requiéscat in pace.
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De vuelta en Sacrestic, Laluth anunció a quienes la quisieran escuchar (humanos, cibernéticos y hombres bestias en su mayoría; los vampiros estaban durmiendo) que el conde Saluman había sido sacrificado al Dios Vampiro. Honraos, porque estamos un paso más cerca de que nos lleve al santo reino. Los Hijos acogían a cualquier raza que se inclinase al dios vampiro, era un culto abierto. La discriminación era cosa del pasado. La unión les hacía fuertes y la fuerza traía consigo la magia.
Los feligreses rodearon a la sacerdotisa negra. Siguieron sus rezos y suplicaron al Dios Vampiro que su encarnación sea rápida y que pronto el reino prometido llegase a su tierra. Luego, fueron al templo a tomar el almuerzo. Laluth comió carne poco hecha, casi cruda; era la que más sabor a sangre tenía.
—¡Mi señora, venga! — fue un hombre bestia quien interrumpió en el templo: Vivek. Servía como mensajero diurno para Los hijos —. Tiene que ver esto.
Vivek condujo a Laluth y a quienes la siguieron a una plazoleta de Sacrestic. Oculto entre unos arbustos había un ataúd abierto y en su interior una mujer que para nada parecía serlo. El asesino la había desmembrado y reconstruido en una amalgama sin forma. La cabeza estaba en el lugar donde debería estar su entrepierna. Sus brazos, retorcidos, estaban en la cúspide de su torso, como si unidos formasen una alargada cabeza. Vivek se echó a un lado a vomitar.
—La conocía: Gaeta sin apellido, humana. Era… una amiga. Lo había pasado mal por culpa de los hombres de Verisar y yo le di abrigo — a Vivek — ¿Sabes quién ha sido?
No, no lo sabía. Los ojos de Laluth estaban furiosos, clamaban venganza y tenían un objetivo fijado: el conde Saluman. Él debió programar el asesinato antes de que Los Hijos le atrapasen. Lo que significaba que tenía ayuda y, posiblemente, fuera alguien del propio culto.
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Laluth actuó con rapidez. Reunió a todas personas que tuvieron relación con el conde Saluman y a los extranjeros en el interior del altar de Habaknuk; solamente confiaba en sus fieles amigos. Allí podría tenerlos interrogarles y los tendría bajo control. El sótano del templo propinaba la oscuridad perfecta para que los vampiros pudieran hacer gala de sus poderes.
Los enemigos de Los hijos actuaron con la misma rapidez. La misma persona que mató a Gaeta predijo el siguiente paso de Laluth, encerrarse en el templo. Era de día y los vampiros más poderosos estaban atrapados. La ciudad estaba al descubierto. Esa persona tenía contactos en Ulmer y no sentía rechazo a la hora de negociar con los licántropos, los enemigos naturales de los vampiros.
Atacad a la ciudad aquí y ahora. Entrad en las casas e irrumpid en sus habitaciones. Matadlos en la cama, en los sarcófagos o en donde coño duerman. A los lobos se les hizo la boca agua.
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* General: Este tema me lo pidió Irinnil. Servirá para introducirla al culto Los Hijos de Habak. Además, profundizaremos en la historia de esta religión. Lo más importante es que lo pasemos bien.
Es un tema de misterio donde, a medida que avanza el tema, se irán presentado nuevos personajes. Uno o varios de ellos son los artífices de la traición dentro del culto. Por un lado, tenemos ese ataque personal a Laluth con el asesinato de su amiga. Po otro, la entrada de los lobos a la ciudad. Resolveremos ambos conflictos.
El orden de posteo será el expuesto a continuación:
* Irinnil Fawkes: al ser extranjera y no tener relación con Los Hijos, eres conducida al interior del Altar de Habaknuk entre muchos otros sospechosos. Estás rodeada de vampiros armados. Deberás presentarte ante Laluth, demostrar tu inocencia y ganarte sus respetos. El primer turno nos servirá como introducción.
* Uri: en tu caso, no hay introducciones que valgan. Pasamos directamente a la acción. Y es que los licántropos irrumpen en el lugar donde estés pasando el día (un hostal, te has colado en la granja de unos humanos…, puedes sentirte libre al respecto). Los lobos matan a todos los vampiros que encuentran. Tú estás en la lista. Deberás buscar un buen escondite y ocultarte de ellos. Lanza la Voluntad de los Dioses. La suerte nos diré lo efectivo que es el escondite que encuentres.
Debo señalar que, por ahora, los vampiros del interior del templo no saben que los lobos han irrumpido en Sacrestic y no tienen manera de averiguarlo.
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Última edición por Sigel el Vie Dic 06 2019, 13:40, editado 1 vez
Sigel
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Re: Te ahogarás en tu sacramento [Mastereado, Irinnil Fawkes y Uri]
Todo había sucedido tan deprisa que apenas me había dado tiempo a prepararme para lo que me esperaba. Tampoco era precisamente el mejor momento para encerrarme en contra de mi voluntad. Todavía seguía intentando comprender la nueva unión que se había efectuado en mi mente. Ambas, Jeannie e Irinnil, estábamos juntas tras largos años de separación. Se hacía algo difícil habituarse a la situación y el que me metieran en una tumba gigantesca rodeada de gente maloliente no mejoraba para nada mi humor.
Un codazo, uno de aquellos malnacidos se había dignado a propinarme en toda la cara con su brazo mientras dejaba por el aire una estela de olor a sobaco. No aguantaba más, aquello había sido el colmo de mi paciencia, la última gota.
Sin pensármelo dos veces le propiné un puñetazo en el riñón, seguido de un rodillazo en la nariz en cuanto se encogió de dolor.
- ¿Qué te has creído? Si vas a empujar a alguien, al menos ten la decencia de lavarte primero. Imbécil.
Me alejé de allí, lo mejor era atajar cuanto antes toda aquella situación. Ir directa a la que parecía la artífice de mi secuestro.
Tal vez nos debíamos haber calmado, tal vez simplemente esperar en un rincón a que todo aquello pasase en su forma habitual. Que lo que nos llevó allí simplemente fuese un malentendido y se solucionase solo.
Pero esa no era nuestra nueva forma de ser. Estaba enfadada, muy enfadada, quería respuestas y un poco de sangre de los culpables. ¡Era lo mínimo que podían hacer! Cuando metes a alguien en un sótano oscuro, lo suyo es que al menos te peguen una buena paliza por semejante desfachatez.
Tras varios empujones y puñetazos más logré llegar por fin a la zona delantera de la sala. No había sido sencillo, olía mal, la gente estaba sudada, aunque más asustada que de mal humor. Pero no era mi problema si eran un grupo de cobardes sucios y estúpidos, cada uno tiene sus limitaciones, era obvio que las de los allí reunidos se salían de cualquier estadística hecha jamás por ningún ser racional.
Notaba como mi ira aumentaba con cada paso que daba hacia la parte delantera de la sala. Alguien iba a pagar con su sangre. En el fondo esperaba que no fuese yo. La mujer que parecía la líder estaba rodeada de guardias armados y yo no contaba con mi preciado arco. Podría llamarlo fácilmente si seguía en algún sitio de la sala, tan solo levantando un brazo. Pero los guardias apenas lo vieran se abalanzarían sobre mi sin dudarlo ni un solo segundo. Tenía que ser inteligente, no dejarme llevar por mis emociones. Finalmente llegué a una distancia desde la que la mujer podría escucharme fácilmente.
- ¡Eh, tú, asquerosa fulana! ¿Quien te crees que eres para encerrarme aquí con los mierda estos? - Le grité. -Jamás había visto tal falta de organización ni de aseo. -La miré fijamente. - Y ya que estamos, vas a decirme por qué coño estoy aquí encerrada, ni siquiera soy de este pueblo nauseabundo. -Puede que me hubiera dejado llevar un poco, así que decidí que debía calmar los ánimos o no saldría de allí con vida. -Si no me sueltas ahora mismo vas a estar muy graciosa comiéndome el coño sin dientes. -… Había sido una vida genial, corta, sí, pero genial.
Un codazo, uno de aquellos malnacidos se había dignado a propinarme en toda la cara con su brazo mientras dejaba por el aire una estela de olor a sobaco. No aguantaba más, aquello había sido el colmo de mi paciencia, la última gota.
Sin pensármelo dos veces le propiné un puñetazo en el riñón, seguido de un rodillazo en la nariz en cuanto se encogió de dolor.
- ¿Qué te has creído? Si vas a empujar a alguien, al menos ten la decencia de lavarte primero. Imbécil.
Me alejé de allí, lo mejor era atajar cuanto antes toda aquella situación. Ir directa a la que parecía la artífice de mi secuestro.
Tal vez nos debíamos haber calmado, tal vez simplemente esperar en un rincón a que todo aquello pasase en su forma habitual. Que lo que nos llevó allí simplemente fuese un malentendido y se solucionase solo.
Pero esa no era nuestra nueva forma de ser. Estaba enfadada, muy enfadada, quería respuestas y un poco de sangre de los culpables. ¡Era lo mínimo que podían hacer! Cuando metes a alguien en un sótano oscuro, lo suyo es que al menos te peguen una buena paliza por semejante desfachatez.
Tras varios empujones y puñetazos más logré llegar por fin a la zona delantera de la sala. No había sido sencillo, olía mal, la gente estaba sudada, aunque más asustada que de mal humor. Pero no era mi problema si eran un grupo de cobardes sucios y estúpidos, cada uno tiene sus limitaciones, era obvio que las de los allí reunidos se salían de cualquier estadística hecha jamás por ningún ser racional.
Notaba como mi ira aumentaba con cada paso que daba hacia la parte delantera de la sala. Alguien iba a pagar con su sangre. En el fondo esperaba que no fuese yo. La mujer que parecía la líder estaba rodeada de guardias armados y yo no contaba con mi preciado arco. Podría llamarlo fácilmente si seguía en algún sitio de la sala, tan solo levantando un brazo. Pero los guardias apenas lo vieran se abalanzarían sobre mi sin dudarlo ni un solo segundo. Tenía que ser inteligente, no dejarme llevar por mis emociones. Finalmente llegué a una distancia desde la que la mujer podría escucharme fácilmente.
- ¡Eh, tú, asquerosa fulana! ¿Quien te crees que eres para encerrarme aquí con los mierda estos? - Le grité. -Jamás había visto tal falta de organización ni de aseo. -La miré fijamente. - Y ya que estamos, vas a decirme por qué coño estoy aquí encerrada, ni siquiera soy de este pueblo nauseabundo. -Puede que me hubiera dejado llevar un poco, así que decidí que debía calmar los ánimos o no saldría de allí con vida. -Si no me sueltas ahora mismo vas a estar muy graciosa comiéndome el coño sin dientes. -… Había sido una vida genial, corta, sí, pero genial.
Irinnil Fawkes
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Re: Te ahogarás en tu sacramento [Mastereado, Irinnil Fawkes y Uri]
“Esto debe de ser todo~ ¡Bien! Envía este mensaje al maestro, Azazel ¡Esperaré aquí por su respuesta!”
El cuarto estaba oscuro y las cortinas echadas para que los rayos del Sol no pudieran atravesarlas de ninguna forma mientras la tierna voz de un niño le hablaba con gentileza a una pequeña urraca. El cuarto sencillo de posada era difícil de ver pero para el infante que la estaba usando era perfectamente visible. Solo era una única habitación amueblada con lo básico de un cuarto; cama, escritorio, mesa, silla y ventana con cortinas gruesas. Uriel miró las gruesas telas en las ventanas que apenas dejaban entrar la luz con una sonrisita, en el resto del continente las cortinas eran más finas; No dejaban pasar el rayo del Sol en su totalidad pero seguían permitiendo la luz entrar. Solo en el territorio de los vampiros las cortinas eran gruesas y pesadas, impidiendo la luz pasar casi en su totalidad y haciendo recordar al vampirito que finalmente estaba en “casa”.
Un vampiro sabía muy bien que no debía de bajar la guardia incluso si se encontraba en el territorio de su gente, si era descuidado podría ser atrapado por algún cazador o peor aún, ser víctima de su propia gente. Uriel lo sabía muy bien, no estaría realmente a salvo hasta que no estuviera en la mansión pero la calidez de saber que se está en un lugar conocido le hacía llevar todo de forma mas confortable.
“Fuuuah~….Tengo sueño~ ¡A dormir!”
Era ya bien entrada la mañana, casi tocando mediodía. En estas horas Uriel ya, bajo situaciones normales, se hubiera ido a dormir hace mucho rato pero el trabajo dado por su maestro le mantuvo en vela gran parte de la mañana. Finalmente libre de sus deberes, el pequeño se aseguró que el ave mensajera y mascota de su maestro, Azazel la urraca catalana, emprendiera su vuelo seguro. Entre bostezos y estiramientos para desagarrotar sus músculos de la espalda el infante se se estiró sobre las sábanas ásperas y el colchón un poco duro ¡Para el infante era realmente el paraíso! La calidez de la cama se le antojaba realmente acogedora. Enseguida quedó profundamente dormido.
*PAM*
El ruido de una puerta siendo derrumbada despertó de sopetón al pobre Uriel, quien enseguida se puso de pie alarmado pero somnoliento, por el color un tanto anaranjado del cielo que pasaba muy levemente entre las gruesas cortinas revelaba que debía ser cerca de media tarde. De repente gritos y fuertes ruidos de movimiento resonaron por toda la posada, el infante supo por instinto que algo estaba muy mal así que de inmediato cerró la puerta de su cuarto con llave y comenzó a recoger todas sus cosas.
“Ah…..Huele a sangre”
Cuando olfateo el aire temiéndose lo peor, el infante tuvo al fin la prueba definitiva de que algo estaba muy mal; Olía a sangre….sangre de vampiro. Sintiendo un escalofrío por su espalda, comenzó de inmediato a buscar un escondite lo más rápido que pudo sin osar malgastar tiempo ¿Que sucedió? ¿Cazadores? ¿Licantropos? ¡El solo quería dormir en una cama tibia! Conteniendo un sollozo el vampiro finalmente optó por esconderse bajo un tablón suelto de debajo de la cama. El espacio era pequeño pero un pequeño niño como Uriel podía esconderse ahí con facilidad. Abrazando su bolsa y con su puñal desenvainado, el pequeño contuvo la respiración mientras escuchaba el fuerte sonido de la puerta de su cuarto cayendo. Un gruñido de lobo resonó.
Uri
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Re: Te ahogarás en tu sacramento [Mastereado, Irinnil Fawkes y Uri]
El miembro 'Uri' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Tyr
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Re: Te ahogarás en tu sacramento [Mastereado, Irinnil Fawkes y Uri]
Caminaba con cautela entre los invitados (prisioneros) que había reunido en el templo: humanos relacionados con el conde Saluman o extranjeros que llegaron a Sacrestic por asuntos de mercado, estudio o asesinato. Uno de ellos asesinó a Gaeta y expuso su cuerpo como si fuera una pieza de ropa en el escaparate de una tienda. Si su intención había sido enfadar a Laluth y poner en alerta a Los Hijos de Habak, lo había conseguido. Una escolta de cinco vampiros protegía a la sacerdotisa negra de cualquier agresión. Laluth no hacía por garantizar su seguridad: paseaba entre la multitud de invitados (prisioneros) y los observaba uno por uno con aires acusador, como si fuera capaz de leerles los pensamientos. Los guardias tenían las manos en las empuñaduras de sus armas por lo que pudiera suceder.
Una chica, unos pocos centímetros más baja que Laluth, se quedó plantada enfrente de uno de los guardias. Habló sin pensar, dejándose llevar por las blasfemias y los insultos fáciles. Laluth indicó con la mano a los guardias que se estuvieran quietos, que dejasen a la chica desahogarse todo cuanto quisiera. Hablar no era malo. Qué hable. De todas formas, todos los invitados (prisioneros), estaban hablando. No con Laluth, a ella la temían, sino entre ellos. La sacerdotisa negra escuchaba las voces de la gente hablar a escondidas, sonaban como el ronroneo de unos gatos.
—Dejadla correr — acompañó sus palabras con un movimiento de mano.
El guardia que estaba delante de la elfa, Onni (sin apellido), le do un golpe con el brazo y la tiró al suelo. Laluth le dirigió una mirada de desagrado, pero no le dijo nada. Tenía entre manos cosas más importantes de las que preocuparse.
El segundo cadáver apareció en el templo de Habak, encerrado en una de las habitaciones laterales que servían como celdas de oración. El cadáver era una completa basura. El asesino había cortado la cola del hombre bestia y se la hizo tragar hasta la mitad. Le cortó las extremidades, para luego coser las patas delanteras en el lugar de las traseras y viceversa.
Laluth estaba inquieta. Se pasaba la mano por el cabello, echándose el flequillo hacia un lado, aunque ya estuviera peinada. Otra muerte y otra amenaza por parte del asesino.
—Vosotros dos, limpiad el cuarto, que no quede una gota de sangre en el suelo. — a otra guardia — Tú, cierra las demás celdas y asegúrate de que todos nuestros invitados estén en el gran salón. Si lo crees conveniente, manda a una patrulla por esta zona — y a los dos restantes — Llevad a Vivek al sótano, al costado del cadáver de Habak. Vaciad la sangre que quede en su cuerpo, y entregádsela a nuestro Padre. Cuando caiga la noche, enterraremos a Vivek en un cementerio vampiro con los honores que se merece.
Hizo un gran esfuerzo por mantener la voz firme y sin ningún hilo de vacilación que pusiera entrever la frustración que sentía.
Laluth volvió solo al salón central. Un aura negra, como una sombra que no necesitaba reposar en ninguna superficie, recubría su silueta. Dado a su estado, pensó en alejarse de los invitados. Mandó, con una señal con la mano, a un grupo de vampiros que le acomodasen un trono en el extremo del salón, en una zona elevado donde pudiera atender las necesidades de los que presentes. Laluth no se llegaría a sentar en el trono en toda la noche.
La bruja se llamaba Ava Ghenadie, había viajado a Sacrestic para terminar sus estudios sobre sepultura. La mayor molestia que había causado la bruja en su estancia en la ciudad había sido un par de bromas salidas de contexto: los vampiros son los mayores entendidos en ataúdes. Laluth, viendo la oportunidad de forma alianza con el Hekshold, invitó, en más de una ocasión, a la bruja a su biblioteca personal. Esperaba que, en el futuro, le devolviera el favor de la misma manera. Laluth no tuvo en cuenta una de las lecciones más importantes que aprendió siendo elfa: los brujos son unos desagradecidos.
Ghenadie había cogido a Onni del brazo e hizo ademán de arrastrarlo. El guardia, que no era ningún endeble, desenvainó su espada y golpeó a la bruja en la cara con la empuñadura. Laluth avanzó tan rápido por la multitud como podía.
— ¡Mirad lo que me ha hecho! — la bruja estaba en el suelo, se tapaba media cara con una mano para que la gente no viera la herida que el vampiro le había dejado — Primero fue ese hombre gato y ahora quiere matarme a mí. — Vivek, pensó Laluth — ¡Todos los vampiros son igual! Nos matarán, uno a uno. Quieren ser una raza imponente. Nos matarán y darán nuestra sangre a su Dios....
Cuando por fin alcanzó a Ghenadie, no pudo controlar el impulso de abofetear a la bruja y hacerla callar. ¿Cómo sabía que Vivek había sido asesinado? ¿Y lo de dar la sangre como ofrenda al Dios vampiro? La abofeteó una segunda vez. Ghenadie se descubrió la cara y mostró el ojo impregnado en sangre que Onni le había dejado.
—¡Asesinos! — gritó la bruja.
—Los Hijos de Habak no somos unos asesinos — Laluth habló en alto, pero sin llegar a chillar.
Laluth levantó los brazos, dio la espalda a la bruja y habló a todos los invitados (prisioneros).
—Los Hijos de Habak no somos vampiros de sangre, sino de fe. Somos gente de paz y no deseamos la guerra con nadie que no nos de motivos para hacerla. Creedme o no, esa es vuestra decisión. La decisión que yo tomé es encerrarlos en el templo, puesto que es cierto que hay un asesino entre uno de vosotros, una persona que ha matado a varios miembros de La Iglesia. Nadie saldrá del tiempo hasta que descubra el culpable.
De nuevo, de cara a la bruja y al guardia.
—En cuanto a vosotros….
Mawuli se quedó en el umbral de la puerta de la posada sin llegar a entrar. Estaba en su forma lobina. Un hilo de saliva se deslizaba por su hocico entreabierto. Las garras las tenía manchadas de tierra de haber estado escarbando en un agujero en el suelo. Gruñó a la nada, respondiendo al olor a vampiro que captaba a través de su hocico. Cinco personas se escondían en la posada. Apuntó con el hocico al techo y aspiró el aromo. Un humano y cuatro vampiros.
Hizo una señal con la mano. Tres lobos, detrás de él, pasaron al interior. Mawuli entró en último lugar. Primero irían tras las personas que se escondían en la primera planta, luego a los pisos superiores. Matarían a todos, humanos y vampiros, tal y como Rodiart, el enlace entre La Manada Colmillotiera y Los Hijos de Habak, les había aconsejados. Laluth se vería acongojada por la impotencia de no poder actuar durante la luz del día. Los Colmillotierra darían la opción de retirarse, de frenar la matanza, a cambio de que les concedieran el cuerpo incorrupto del primer vampiro. Realmente, los lobos no querían el cuerpo de Habak, aquello era cosa de Rodiart. Ellos se conformaban con manchar sus garras con la sangre de varios vampiros. Cuatro, empezando por la posada de la ciudad.
El olor a humano venía de la barra. Un hombre gordo, demasiado mayor para tratarse de un vampiro (pocos eran los vampiros que se transformaban en la vejez), se escondía dentro de un tonel de hidromiel. El alcohol no ocultaba su peste a humano, en tal caso, lo intensificaba. Mawuli clavó sus garras en el pecho del humano. Dejó que se desangrase en sus manos. Lo lanzó al vestíbulo. Los otros lobos jugaron con el cuerpo. Lo desmembraron a mordiscos. Los colmillos de Mawuli estaban reservados para los vampiros.
Dos vampiros se escondían en el armario de una de las habitaciones del piso superior. Las personas normales aprovechan la noche para los juegos de cama, los vampiros el día. Los dos eran chicos. Tenían los miembros agarrotados. Uno de ellos tenía un pendiente en la oreja, el otro chico lo había estado mordisqueando minutos antes, se podía ver las marcas de los dientes. Mawuli mostró su completa dentadura. Arrancó de un mordisco el pendiente y la oreja del primero de los chicos. Al segundo, le mordió en la yugular, como solían hacer los vampiros para comer y para follar.
Mawuli siguió el rastro de los otros dos vampiros restantes. Las cortinas estaban echadas y la cama deshecha. Apestaba a vampiro.
Rasgó las sábanas y colchón con las garras, el epicentro del olor a vampiro. Las plumas se desparramaron por toda la habitación. Ni rastro de un vampiro.
Se plantó en el centro de la habitación y respiró profundamente. El vampiro seguía allí, entre esas cuatro paredes. No se había escondido. Si hubiera realizado un hechizo de ocultación, ya lo habría encontrado. Abrió el armario y rompió la pared. ¿Quizás un doble fondo? No. Quitó las cortinas y las echó a tierra, dejando que la luz del día inundase la habitación. ¿Dónde estás, vampiro? Dijo el lobo entre gruñidos incomprensibles.
Lo encontró. Vio la sombra de una zapatilla tras los maderos del suelo. Mawuli apartó la cama a un lado. Clavó sus garras en la madera y la sacó de cuajo. El niño vampiro estaba justo ahí, escondido como una rata.
* [color=#0099ff] El orden de posteo será el expuesto a continuación:
* Irinnil Fawkes: en tu estado actual, dudo si mandarte este objetivo…. Pero sería tan divertido ver cómo haces frente a algo así que no puedo resistirme. Laluth está por perder los estribos y liberar todo su poder ¿Será lo que Rodiart quiere? No lo sabemos. Por ahora, deberás calmar la situación. Busca qué hacer con Ava Ghenadie y Onni. Interrógalos, yo contestaré a las preguntas más trascendentales que les hagas.
* Uri: ves preparando la vaselina porque la necesitarás. Los lobos te han encontrado. Deberás deshacerte de ellos. Estamos a plena luz del día, no te será fácil. Deberás aprovechar los túneles que hay entre medias de los tablones y otros escondites oscuros que encuentres. Ten en cuenta que queda un vampiro en la posada y, por lo visto, sabe esconderte mejor que tú.
Ava Ghenadie, bruja con Especialización en Escuela Tensai con Maestría en control elemental (Fuego)
Onni vampiro con Especialización en Señor de la voz con Maestría en Voz Vampírica
Mawuli licántropo con Especialización en Guerrero Feral con Maestría en Combate Bestial
Una chica, unos pocos centímetros más baja que Laluth, se quedó plantada enfrente de uno de los guardias. Habló sin pensar, dejándose llevar por las blasfemias y los insultos fáciles. Laluth indicó con la mano a los guardias que se estuvieran quietos, que dejasen a la chica desahogarse todo cuanto quisiera. Hablar no era malo. Qué hable. De todas formas, todos los invitados (prisioneros), estaban hablando. No con Laluth, a ella la temían, sino entre ellos. La sacerdotisa negra escuchaba las voces de la gente hablar a escondidas, sonaban como el ronroneo de unos gatos.
—Dejadla correr — acompañó sus palabras con un movimiento de mano.
El guardia que estaba delante de la elfa, Onni (sin apellido), le do un golpe con el brazo y la tiró al suelo. Laluth le dirigió una mirada de desagrado, pero no le dijo nada. Tenía entre manos cosas más importantes de las que preocuparse.
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El segundo cadáver apareció en el templo de Habak, encerrado en una de las habitaciones laterales que servían como celdas de oración. El cadáver era una completa basura. El asesino había cortado la cola del hombre bestia y se la hizo tragar hasta la mitad. Le cortó las extremidades, para luego coser las patas delanteras en el lugar de las traseras y viceversa.
Laluth estaba inquieta. Se pasaba la mano por el cabello, echándose el flequillo hacia un lado, aunque ya estuviera peinada. Otra muerte y otra amenaza por parte del asesino.
—Vosotros dos, limpiad el cuarto, que no quede una gota de sangre en el suelo. — a otra guardia — Tú, cierra las demás celdas y asegúrate de que todos nuestros invitados estén en el gran salón. Si lo crees conveniente, manda a una patrulla por esta zona — y a los dos restantes — Llevad a Vivek al sótano, al costado del cadáver de Habak. Vaciad la sangre que quede en su cuerpo, y entregádsela a nuestro Padre. Cuando caiga la noche, enterraremos a Vivek en un cementerio vampiro con los honores que se merece.
Hizo un gran esfuerzo por mantener la voz firme y sin ningún hilo de vacilación que pusiera entrever la frustración que sentía.
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Laluth volvió solo al salón central. Un aura negra, como una sombra que no necesitaba reposar en ninguna superficie, recubría su silueta. Dado a su estado, pensó en alejarse de los invitados. Mandó, con una señal con la mano, a un grupo de vampiros que le acomodasen un trono en el extremo del salón, en una zona elevado donde pudiera atender las necesidades de los que presentes. Laluth no se llegaría a sentar en el trono en toda la noche.
La bruja se llamaba Ava Ghenadie, había viajado a Sacrestic para terminar sus estudios sobre sepultura. La mayor molestia que había causado la bruja en su estancia en la ciudad había sido un par de bromas salidas de contexto: los vampiros son los mayores entendidos en ataúdes. Laluth, viendo la oportunidad de forma alianza con el Hekshold, invitó, en más de una ocasión, a la bruja a su biblioteca personal. Esperaba que, en el futuro, le devolviera el favor de la misma manera. Laluth no tuvo en cuenta una de las lecciones más importantes que aprendió siendo elfa: los brujos son unos desagradecidos.
Ghenadie había cogido a Onni del brazo e hizo ademán de arrastrarlo. El guardia, que no era ningún endeble, desenvainó su espada y golpeó a la bruja en la cara con la empuñadura. Laluth avanzó tan rápido por la multitud como podía.
— ¡Mirad lo que me ha hecho! — la bruja estaba en el suelo, se tapaba media cara con una mano para que la gente no viera la herida que el vampiro le había dejado — Primero fue ese hombre gato y ahora quiere matarme a mí. — Vivek, pensó Laluth — ¡Todos los vampiros son igual! Nos matarán, uno a uno. Quieren ser una raza imponente. Nos matarán y darán nuestra sangre a su Dios....
Cuando por fin alcanzó a Ghenadie, no pudo controlar el impulso de abofetear a la bruja y hacerla callar. ¿Cómo sabía que Vivek había sido asesinado? ¿Y lo de dar la sangre como ofrenda al Dios vampiro? La abofeteó una segunda vez. Ghenadie se descubrió la cara y mostró el ojo impregnado en sangre que Onni le había dejado.
—¡Asesinos! — gritó la bruja.
—Los Hijos de Habak no somos unos asesinos — Laluth habló en alto, pero sin llegar a chillar.
Laluth levantó los brazos, dio la espalda a la bruja y habló a todos los invitados (prisioneros).
—Los Hijos de Habak no somos vampiros de sangre, sino de fe. Somos gente de paz y no deseamos la guerra con nadie que no nos de motivos para hacerla. Creedme o no, esa es vuestra decisión. La decisión que yo tomé es encerrarlos en el templo, puesto que es cierto que hay un asesino entre uno de vosotros, una persona que ha matado a varios miembros de La Iglesia. Nadie saldrá del tiempo hasta que descubra el culpable.
De nuevo, de cara a la bruja y al guardia.
—En cuanto a vosotros….
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Mawuli se quedó en el umbral de la puerta de la posada sin llegar a entrar. Estaba en su forma lobina. Un hilo de saliva se deslizaba por su hocico entreabierto. Las garras las tenía manchadas de tierra de haber estado escarbando en un agujero en el suelo. Gruñó a la nada, respondiendo al olor a vampiro que captaba a través de su hocico. Cinco personas se escondían en la posada. Apuntó con el hocico al techo y aspiró el aromo. Un humano y cuatro vampiros.
Hizo una señal con la mano. Tres lobos, detrás de él, pasaron al interior. Mawuli entró en último lugar. Primero irían tras las personas que se escondían en la primera planta, luego a los pisos superiores. Matarían a todos, humanos y vampiros, tal y como Rodiart, el enlace entre La Manada Colmillotiera y Los Hijos de Habak, les había aconsejados. Laluth se vería acongojada por la impotencia de no poder actuar durante la luz del día. Los Colmillotierra darían la opción de retirarse, de frenar la matanza, a cambio de que les concedieran el cuerpo incorrupto del primer vampiro. Realmente, los lobos no querían el cuerpo de Habak, aquello era cosa de Rodiart. Ellos se conformaban con manchar sus garras con la sangre de varios vampiros. Cuatro, empezando por la posada de la ciudad.
El olor a humano venía de la barra. Un hombre gordo, demasiado mayor para tratarse de un vampiro (pocos eran los vampiros que se transformaban en la vejez), se escondía dentro de un tonel de hidromiel. El alcohol no ocultaba su peste a humano, en tal caso, lo intensificaba. Mawuli clavó sus garras en el pecho del humano. Dejó que se desangrase en sus manos. Lo lanzó al vestíbulo. Los otros lobos jugaron con el cuerpo. Lo desmembraron a mordiscos. Los colmillos de Mawuli estaban reservados para los vampiros.
Dos vampiros se escondían en el armario de una de las habitaciones del piso superior. Las personas normales aprovechan la noche para los juegos de cama, los vampiros el día. Los dos eran chicos. Tenían los miembros agarrotados. Uno de ellos tenía un pendiente en la oreja, el otro chico lo había estado mordisqueando minutos antes, se podía ver las marcas de los dientes. Mawuli mostró su completa dentadura. Arrancó de un mordisco el pendiente y la oreja del primero de los chicos. Al segundo, le mordió en la yugular, como solían hacer los vampiros para comer y para follar.
Mawuli siguió el rastro de los otros dos vampiros restantes. Las cortinas estaban echadas y la cama deshecha. Apestaba a vampiro.
Rasgó las sábanas y colchón con las garras, el epicentro del olor a vampiro. Las plumas se desparramaron por toda la habitación. Ni rastro de un vampiro.
Se plantó en el centro de la habitación y respiró profundamente. El vampiro seguía allí, entre esas cuatro paredes. No se había escondido. Si hubiera realizado un hechizo de ocultación, ya lo habría encontrado. Abrió el armario y rompió la pared. ¿Quizás un doble fondo? No. Quitó las cortinas y las echó a tierra, dejando que la luz del día inundase la habitación. ¿Dónde estás, vampiro? Dijo el lobo entre gruñidos incomprensibles.
Lo encontró. Vio la sombra de una zapatilla tras los maderos del suelo. Mawuli apartó la cama a un lado. Clavó sus garras en la madera y la sacó de cuajo. El niño vampiro estaba justo ahí, escondido como una rata.
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* [color=#0099ff] El orden de posteo será el expuesto a continuación:
* Irinnil Fawkes: en tu estado actual, dudo si mandarte este objetivo…. Pero sería tan divertido ver cómo haces frente a algo así que no puedo resistirme. Laluth está por perder los estribos y liberar todo su poder ¿Será lo que Rodiart quiere? No lo sabemos. Por ahora, deberás calmar la situación. Busca qué hacer con Ava Ghenadie y Onni. Interrógalos, yo contestaré a las preguntas más trascendentales que les hagas.
* Uri: ves preparando la vaselina porque la necesitarás. Los lobos te han encontrado. Deberás deshacerte de ellos. Estamos a plena luz del día, no te será fácil. Deberás aprovechar los túneles que hay entre medias de los tablones y otros escondites oscuros que encuentres. Ten en cuenta que queda un vampiro en la posada y, por lo visto, sabe esconderte mejor que tú.
Ava Ghenadie, bruja con Especialización en Escuela Tensai con Maestría en control elemental (Fuego)
Onni vampiro con Especialización en Señor de la voz con Maestría en Voz Vampírica
Mawuli licántropo con Especialización en Guerrero Feral con Maestría en Combate Bestial
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Re: Te ahogarás en tu sacramento [Mastereado, Irinnil Fawkes y Uri]
Tal como pensaba, mi berrinche terminó conmigo en el suelo luego de un manotazo de uno de los guardias. Más tarde descubriría que su nombre era Onni. Pero era bastante irrelevante, puesto que lo único que conozco en estos momentos de él es lo duro de su brazo. Terminé en el suelo, con un hilillo de sangre resbalando por la comisura de mis labios. Apreté un poco los dientes, pero en realidad aquella pequeña agresión había servido para calmar mi ira, no era un buen momento para andar gritando de un lado para otro.
Un poco después, cuando todavía estaba un poco aturdida (más por la situación que por el golpe, todo sea dicho) apareció una nueva mujer. Estaba un poco harta de las apariciones estelares de personas en el último segundo, pero no parecía una muchacha que se quedara tranquilamente esperando en una esquina a ver cómo se desarrollan los acontecimientos. En lugar de eso, que habría sido la forma racional de proceder, decidió que le gustaba el espectáculo que yo estaba montando y se unió a él por sus propias razones.
Una bruja, cómo no, siempre son las más bocazas, a veces me pregunto qué demonios les enseñan en el Heckshold. Supongo que a ser más charlatanes que personas verdaderamente útiles. Aunque en su berrinche y en el mío había una pequeña diferencia, sutil, sí, pero lo bastante intensa como para evitar que me sintiese identificada con ella.
Sí, ambas nos habíamos llevado un golpe del guardia (al que por cierto empezaba a tener algo de estima) pero en lugar de calmarse, comenzó a increparlos a todos y a declararlos asesinos. Difamar y calumniar es muy distinto de decirles que huelen mal. Una cosa es definirlos a todos como asesinos y mala gente y otra muy distinta es decirles que no se ducharon recientemente. Sutil pero intensa diferencia, tal como he comentado.
La líder del grupo finalmente hizo su aparición, tan solo para decir algo útil. Si en efecto estaban en busca de un asesino y la razón de que estuviésemos allí encerrados era algo tan estúpido… No tenía por qué no ayudar. De hecho, si lo hacía bien podría salir antes de aquel espantoso lugar. Pues bien… Aquí vamos.
- Maestra secuestradora de elfas. Permítame un segundo. -Interrumpí a la líder vampira para evitar que la situación se saliese de control. -Lo cierto es que nos encontramos en un estado desagradable en el que todos desconfiamos de todos. Por un lado yo podría decir que nos has metido aquí como un rebaño sacrificable para tu Dios. - Carraspeé un segundo. -Si bien dada la frustración con la que te mueves de un lado a otro, eso es altamente improbable. -Levanté un dedo mientras hacía una pequeña pausa para evitar interrupciones. -Por el otro lado, tenemos a una bruja que ha venido aquí con motivos cuanto menos sospechosos. Cualquier cosa que desees saber sobre los vampiros lo puedes encontrar en los libros de brujería. Y los que no están allí, están en la biblioteca de Lunargenta. Por lo que desplazarse y ponerse en peligro en medio de una ciudad en la que no conoces a nadie es cuanto menos sospechoso. Entonces… ¿Qué te trae por aquí? Y no me digas que un estudio sobre los vampiros, ambas sabemos que eso es cuanto menos una mentira poco lograda. -La miré intensamente. -Además, dado el caso en el que has dicho que “Todos los vampiros son iguales, quieren ser una raza imponente y que nos matarán y darán nuestra sangre a su Dios” cualquiera pensaría que para empezar no querrías estar aquí. En otro orden de cosas, has dicho que primero fue un hombre gato. Con lo cual tienes más información que todos los aquí presentes. Por lo que deduzco que te has visto involucrada en algún evento que a los demás se nos escapa. ¿Serías tan amable de compartir la información que obra en tu poder? Comenzando por el momento en que has llegado aquí, por favor, no nos gustaría perdernos ni un solo detalle de tu maravillosa existencia. - Sonreí de nuevo de forma un poco sarcástica. Si nos contaba la historia de una forma más o menos extensa, podríamos leer entre líneas y ver qué nos ocultaba exactamente. Aquella mujer sabía mucho más que la mayoría de los presentes, y eso era algo que me escamaba ampliamente.
Cuando terminé mi pequeño interrogatorio, le guiñé un ojo a la sacerdotisa. Puede que momentos antes estuviera en su contra por haberme metido en una tumba gigante a hacer sabe dios qué ritual maligno de sexo y sangre. Pero ahora… Simplemente la comprendía, tenía que ser frustrante tener un traidor entre tus filas, lo único que estaba intentando era resolver el problema totalmente de raíz.
- En cuanto a ti… Eres un guardia extremadamente fuerte… ¿Qué sabes de todo esto? ¿Acaso le has pegado a ella de forma más contundente por algo en especial? Es un poco raro que a mi me hayas tirado al suelo simplemente y a ella… Cualquiera diría que has intentado romperle la mandíbula para que se calle y no diga más de lo que debería. ¿Acaso estáis juntos en esto?
Incluso yo estaba sorprendida, no acostumbraba a hacer tantas preguntas tan directas. Pero si aquello me ayudaba a salir cuanto antes de aquel apestoso lugar, estaría dispuesta hasta a escuchar las respuestas sin interrumpir. Incluso podría llegar a pasar una noche con la sacerdotisa, no tenía mucho que hacer de igual forma… Aunque seguramente mis posibilidades se habrían visto reducidas por mis palabras anteriores. A nadie le gusta una elfa bocazas.
- Cálmate. -Le dije. -Seguro que entre las dos averiguamos qué ha ocurrido aquí. -Le sonreí lo más que pude, intentando transmitirle la claridad de pensamiento que el golpe del guardia me había transmitido a mi. - Al fin y al cabo… Un anciano me dijo una vez “Quien se deja llevar por la ira y se deja cegar por ella, no conseguirá ver las puñaladas al corazón”. Y todo el mundo sabe que debes hacer caso de las palabras de los ancianos desconocidos que te encuentras por la noche por los caminos.
Dejé de mirarla con la esperanza de que reflexionara un poco antes de moverse de nuevo y centré mi atención en la bruja y el guardia. Eran la única pista que tenía en ese momento, debía agarrarme a ella todo lo que pudiera.
Un poco después, cuando todavía estaba un poco aturdida (más por la situación que por el golpe, todo sea dicho) apareció una nueva mujer. Estaba un poco harta de las apariciones estelares de personas en el último segundo, pero no parecía una muchacha que se quedara tranquilamente esperando en una esquina a ver cómo se desarrollan los acontecimientos. En lugar de eso, que habría sido la forma racional de proceder, decidió que le gustaba el espectáculo que yo estaba montando y se unió a él por sus propias razones.
Una bruja, cómo no, siempre son las más bocazas, a veces me pregunto qué demonios les enseñan en el Heckshold. Supongo que a ser más charlatanes que personas verdaderamente útiles. Aunque en su berrinche y en el mío había una pequeña diferencia, sutil, sí, pero lo bastante intensa como para evitar que me sintiese identificada con ella.
Sí, ambas nos habíamos llevado un golpe del guardia (al que por cierto empezaba a tener algo de estima) pero en lugar de calmarse, comenzó a increparlos a todos y a declararlos asesinos. Difamar y calumniar es muy distinto de decirles que huelen mal. Una cosa es definirlos a todos como asesinos y mala gente y otra muy distinta es decirles que no se ducharon recientemente. Sutil pero intensa diferencia, tal como he comentado.
La líder del grupo finalmente hizo su aparición, tan solo para decir algo útil. Si en efecto estaban en busca de un asesino y la razón de que estuviésemos allí encerrados era algo tan estúpido… No tenía por qué no ayudar. De hecho, si lo hacía bien podría salir antes de aquel espantoso lugar. Pues bien… Aquí vamos.
- Maestra secuestradora de elfas. Permítame un segundo. -Interrumpí a la líder vampira para evitar que la situación se saliese de control. -Lo cierto es que nos encontramos en un estado desagradable en el que todos desconfiamos de todos. Por un lado yo podría decir que nos has metido aquí como un rebaño sacrificable para tu Dios. - Carraspeé un segundo. -Si bien dada la frustración con la que te mueves de un lado a otro, eso es altamente improbable. -Levanté un dedo mientras hacía una pequeña pausa para evitar interrupciones. -Por el otro lado, tenemos a una bruja que ha venido aquí con motivos cuanto menos sospechosos. Cualquier cosa que desees saber sobre los vampiros lo puedes encontrar en los libros de brujería. Y los que no están allí, están en la biblioteca de Lunargenta. Por lo que desplazarse y ponerse en peligro en medio de una ciudad en la que no conoces a nadie es cuanto menos sospechoso. Entonces… ¿Qué te trae por aquí? Y no me digas que un estudio sobre los vampiros, ambas sabemos que eso es cuanto menos una mentira poco lograda. -La miré intensamente. -Además, dado el caso en el que has dicho que “Todos los vampiros son iguales, quieren ser una raza imponente y que nos matarán y darán nuestra sangre a su Dios” cualquiera pensaría que para empezar no querrías estar aquí. En otro orden de cosas, has dicho que primero fue un hombre gato. Con lo cual tienes más información que todos los aquí presentes. Por lo que deduzco que te has visto involucrada en algún evento que a los demás se nos escapa. ¿Serías tan amable de compartir la información que obra en tu poder? Comenzando por el momento en que has llegado aquí, por favor, no nos gustaría perdernos ni un solo detalle de tu maravillosa existencia. - Sonreí de nuevo de forma un poco sarcástica. Si nos contaba la historia de una forma más o menos extensa, podríamos leer entre líneas y ver qué nos ocultaba exactamente. Aquella mujer sabía mucho más que la mayoría de los presentes, y eso era algo que me escamaba ampliamente.
Cuando terminé mi pequeño interrogatorio, le guiñé un ojo a la sacerdotisa. Puede que momentos antes estuviera en su contra por haberme metido en una tumba gigante a hacer sabe dios qué ritual maligno de sexo y sangre. Pero ahora… Simplemente la comprendía, tenía que ser frustrante tener un traidor entre tus filas, lo único que estaba intentando era resolver el problema totalmente de raíz.
- En cuanto a ti… Eres un guardia extremadamente fuerte… ¿Qué sabes de todo esto? ¿Acaso le has pegado a ella de forma más contundente por algo en especial? Es un poco raro que a mi me hayas tirado al suelo simplemente y a ella… Cualquiera diría que has intentado romperle la mandíbula para que se calle y no diga más de lo que debería. ¿Acaso estáis juntos en esto?
Incluso yo estaba sorprendida, no acostumbraba a hacer tantas preguntas tan directas. Pero si aquello me ayudaba a salir cuanto antes de aquel apestoso lugar, estaría dispuesta hasta a escuchar las respuestas sin interrumpir. Incluso podría llegar a pasar una noche con la sacerdotisa, no tenía mucho que hacer de igual forma… Aunque seguramente mis posibilidades se habrían visto reducidas por mis palabras anteriores. A nadie le gusta una elfa bocazas.
- Cálmate. -Le dije. -Seguro que entre las dos averiguamos qué ha ocurrido aquí. -Le sonreí lo más que pude, intentando transmitirle la claridad de pensamiento que el golpe del guardia me había transmitido a mi. - Al fin y al cabo… Un anciano me dijo una vez “Quien se deja llevar por la ira y se deja cegar por ella, no conseguirá ver las puñaladas al corazón”. Y todo el mundo sabe que debes hacer caso de las palabras de los ancianos desconocidos que te encuentras por la noche por los caminos.
Dejé de mirarla con la esperanza de que reflexionara un poco antes de moverse de nuevo y centré mi atención en la bruja y el guardia. Eran la única pista que tenía en ese momento, debía agarrarme a ella todo lo que pudiera.
Irinnil Fawkes
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Re: Te ahogarás en tu sacramento [Mastereado, Irinnil Fawkes y Uri]
Uriel no esperó a que el lobo abusador terminara de encontrarlo, apenas un escalofrío recorrió su infantil espalda y un mal presentimiento le alertó el niño se arrastró como pudo por el pequeño camino, huyendo por su vida ¡De milagro logró no ser tomado por las grandes garras! ¡Pudo sentir incluso el leve roce de las garras en su espalda, que de milagro no abrió una herida! Por lo general, nada que no sea un ratón o un animal pequeño podría moverse a través del entarimado del hostal o en los conductos pero, con el cuerpo de un niño, si se arrastraba, podía lograrlo ¡Aunque era ciertamente duro! Debía emplear mucha agilidad en no quedar encallado entre los tablones.
¿Porque hay licántropos aquí? ¡No, no! ¡Tengo miedo! ¡Ayúdame maestro!
Mientras no dejaba de hacer fuerza con sus bracitos para arrastrarse las lagrimas cálidas bajaban por sus mejillas ¡Él solo quería descansar! ¿Porque acabó todo así? A pesar de que no hizo nada malo….
¡Odio a los licántropos! ¡Todos menos Gwynn y Astrid merecen morir! ¡Los odios, los odio!
Tragándose su odio, el vampirito no dejó de repetir en bucle en su cabeza cuánto odiaba a los licántropos mientras se centraba en arrastrarse sin hacer demasiado ruido que alertase a sus enemigos de su presencia ¡Menos mal que por naturaleza los vampiros eran escurridizos y silenciosos! Su pequeño cuerpecito le daba un poco de ventaja al menos, todo estaba bien hasta que….Bueno, recordó que es de día…..Y de que la posada poseía un mantenimiento....deficiente.
“¡Ghhh! ¡....!”
Entre las rendijas de las de los tablones de madera de vez en cuando se filtraba una fina línea de luz solar ¡No se había fijado hasta que un agudo ardor en su muslo derecho le hizo gemir en voz bajita! Apenas el quejido salió de sus labios sintió el sudor frío en su espalda. Quitó de inmediato su extremidad de la trayectoria de la luz y se quedó quieto unos segundos para intentar escuchar si había sido detectado. Contuvo un suspiro de alivio al notar que nadie parece haberle notado....Al menos aparentemente.
Tengo que tener más cuidado o sino acabar entre las fauces de un sucio chucho no será la causa de mi muerte ¡Moriré quemado!
Era más fácil pensarlo que hacerlo ¡Esos conductos eran bastante anchos pero muy estrechos de altura! A veces se formaban cortinas de luz finas que, aunque no quemaban del todo a Uriel, si le hacían pasar por un dolor extremo similar a recibir constantes latigazos por su infantil cuerpo una y otra vez ¡Las anteriores lágrimas de miedo ahora se volvieron de dolor! ¿Detectarían el olor a vampiro quemado? ¡Con un poco de suerte se ocultaría entre el aroma a sangre de otro vampiros! Después de todo, podía sentir incluso ahí la esencia de la sangre de su gente esparcido por toda la posada, provocando que le estomago de Uriel se encogiera.
Entre evitar las rendijas de luz, huir de la presencia de los licántropos, y elegir el camino con los tablones menos podridos o ruidosos finalmente llegó hasta la bodega situada en ¿El primer piso? ¿El sótano? ¡Había perdido la noción de dónde estaba exactamente por haber estado un buen rato en los conductos! Aunque podía medio adivinar su ubicación por como suelen estar situadas las bodegas. Afortunadamente, el cuarto tenía toda la pinta de haber sido ya saqueada de forma violenta y lo poco que quedaba podía ocultar mínimamente su olor ¡Con un poco de suerte si se quedaba ahí un ratito podría burlar a esos abusadores infantiles pulgosos! Solo por si acaso,aún así, sacó su puñal y se escondió cerca de un ruta de huida hacia los conductos, justo detrás de unos barriles de vino.
Uri
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Re: Te ahogarás en tu sacramento [Mastereado, Irinnil Fawkes y Uri]
La bruja dio un rápido vistazo a los lados, quizás buscando una salida a la que tuviera un acceso fácil. Los vampiros se congregaban a su alrededor, empujándola a que responda a las preguntas que la elfa le había inquirido. ¿Qué te trae por aquí? Y ¿Serías tan amable de compartir la información que obra en tu poder? La bruja parecía negarse a confesar. Se humedecía los labios y miraba a su alrededor como si estuviera buscando que le diera permiso para hablar. Los ojos de Ava Ghenadie dieron de lleno con los de Laluth. No era la persona a quién buscaba, pero fue quien le dio el permiso para hablar.
—Mis maestros del Hekshold me llevaron hasta aquí para… para… — hablaba mirando a Laluth —. Egdecomb vio en un sueño que uno de sus objetos estaba aquí, en Sacrestic. Mis maestros me… me dijeron que viniese y comprobase que el sueño fuera real. Me comunico con ellos por medio de una bola de cristal. Cada día, cuando el sol está en lo más alto, he de hablar con los maestros. Les dijo que estoy bien y que no he encontró nada.
Laluth hizo una señal con la mano indicando que los vampiros que se alejasen de la mujer.
—Eso es todo. Lo prometo. No sé más. Egdecomb a veces se equivoca, casi siempre se equivoca. Es posible que fuera una ilusión y no un sueño. ¡No sé nada! Lo prometo. — como nadie le contestó, Ava Ghenadie continuó hablando —. Quedan tres horas para el medio día. Si me matáis no podré comunicarme con mis maestros. Sabrán que me habréis hecho algo y vendrán a por mí. El Hekshold vendrá a por mí.
—Dice la verdad — se adelantó Laluth dando la espalda a la bruja —. Dejadla en paz. El próximo que toque un pelo a la bruja será llevado a los calabozos.
Ava Ghenadie debía ser muy inteligente o muy temeraria como para utilizar los objetos del diecinueve como excusa. A juzgar por su apariencia, no parecía ser inteligente ni temeraria. Solamente una chica asustada que estaba atrapada por un grupo de desconocidos. En cierto sentido, sintió pena por ella. Sus maestros le habían encomendado una misión suicida. Ve a ese lugar que desconoces, infectado por una raza de demonios bebedores de sangre, y sigue la ilusión de un brujo loco al que equiparamos con los Dioses. Ava Ghenadie, al igual que Laluth, se estaba ahogando en su propio sacramento. Uno constituido por predicciones y embrujos, en lugar de Dioses y tradiciones.
En cuanto a Onni, él tenía otras preguntas que contestar. La elfa sospechaba que Onni y Ava Ghenadie estaban compinchados. Se colocó delante del guardia vampiro y le preguntó, sin andarse por las ramas, qué clase de relación tenía con Ava Ghenadie. Onni se encogió de hombros y ofreció a la elfa una de sus mejores sonrisas. Ninguna.
—No conozco de nada a esa bruja. La habéis visto, está loca. Piensa que todos los vampiros somos unos monstruos y que cualquiera va a matarla — se inclinó para ponerse a la misma altura que la elfa —. No creo que tenga mejores razones para temer a los que son como nosotros — levantó los brazos como si estuviera recogiendo a todos los presentes — que a los que son como tú.
Dejó un momento de silencio para que los presentes pudieran recapacitar sobre lo que había dicho.
—Es de saber popular que los brujos y los elfos se llevan como el perro y el gato. Mirad a esta bruja, teniendo a una elfa a su lado, ha preferido señalarme a mí, un guardia fiel a Los Hijos, como el culpable de los estos horrores. ¿No os hace sospechar? El último cadáver apareció en el interior del templo, a escasos metros del ataúd de nuestro Señor. Ese lugar está cerrado con llave. No poseo habilidades que me permitan abrir cerraduras ni atravesar paredes. Ella — señaló a la bruja —, con su telequinesis, puede hacer girar los engranajes de las cerraduras. Lo habría hecho mientras su amiga, aquella que debería odiar por razones raciales, nos estuvo entreteniendo con sus sacrilegios y sus ofensas hacia nuestra señora Laluth — con la voz de un perfecto orador, añadió —. Sois todos testigos.
Hubo un murmullo de alarma entre la multitud. Laluth se cruzó de brazos pretendiendo mostrarse más grande e intransigente. Los vampiros no la prestaron atención. Onni les había ofrecido un pensamiento y éste corría entre los presentes como si fuera una enfermedad.
Unas manos atraparon los hombros de Ava Ghenadie y la introdujeron en el tumulto. Laluth dio un paso hacia delante, buscando a la bruja. No la encontró.
—¡¿Quién ha sido?! ¡Dije que la dejaseis! — la voz de Laluth no fue suficiente para acallar a la multitud —¡Traédmela de vuelta! ¡Y traedme a los culpables!
Giró la cabeza, desesperada, con la esperanza de toparse con la elfa de nuevo. Quería que volviese a guiñar los ojos, quería tener a alguien con el que confiar. La elfa tenía los ojos en blanco. Onni se había colocado en su espalda con la rapidez de una serpiente. El vampiro tenía las manos encima de los hombros de la chica.
—No te atreverás.
Onni hizo que la elfa inclinase la cabeza hacia atrás y clavó los afilados colmillos de vampiro en el blanco cuello de la elfa.
Cuando Onni levantó la cabeza, tenía la boca manchada de sangre élfica y la mano de Laluth, convertida en una garra, atravesando su estómago.
—Detén esta masacre — dijo Laluth suavemente
La otra mano de la vampiresa se encontraba en pecho de la elfa, impidiendo que ésta cayese de bruces contra el suelo.
Mawuli encontró a la rata y ésta corrió tan rápido que parecía que se estuviera deslizando por el suelo. Se escondió en un agujero y no le importó quemarse las piernas por el camino. El lobo soltó un largo aullido, advirtiendo a sus compañeros que había encontrado al último vampiro que quedaba en el edificio. Los siguientes dos aullidos fueron más cortos, servía para que los lobos reconociesen la posición dónde Mawuli se encontraba. Al vampirito no lo volvería a perder. Los maderos del edificio eran viejos y ruidosos. El suelo del doble fondo por el que correteaba el vampirito, crujía por cada paso que éste daba. Mawuli se permitió el privilegio de aullar una última vez, con este rugido compartía el triunfo con sus correspondientes. Los lobos le contestaron, aullando con la misma intensidad.
La felicidad proporcionada por el triunfo fue momentánea. Mawuli atravesó el falso suelo con sus garras buscando al vampirito que se le había escapado, parecía un oso buscando un salmón en una charca. El vampiro había desaparecido. Se coló por un pasadizo que atravesaba una columna hacia abajo. ¡Túneles! El lobo puso una oreja en el suelo. Seguía escuchando al vampiro, pero no podía distinguir si se encontraba en la primera planta o en el sótano.
Mawuli bajó las escaleras a cuatro patas. Los demás lobos le esperaban en el salón. Dos de ellos regresaron a su forma humana y descansaban sentados en la silla. Mawuli les inquirió con la mirada (no era momento para descansar), pero no les dijo nada. Con gesticulaciones con la cabeza y un par de bramidos que podrían confundirse con los ladridos de un perro, indicó al grupo que el vampirito había escapado y que si agudizaban el oído podían escucharlo. Afiló las garras e hizo una brecha, otra más, en la misma columna por la que la rata se había deslizado. Metió el hocico en el agujero y bramó de nuevo. A parte de escucharle corretear, también podían seguirlo por el olor.
Ningún lobo cabía por el túnel. Por fortuna, dos licántropos habían querido descansar en forma humana. Mawuli les señaló con el hocico. Sus nombres eran Noa y Kapono, loba y lobo respectivamente. Estaban desnudos, sus ropas habían quedado destrozados tras la primera transformación a licántropo y no habían tenido tiempo para buscar ropa limpia entre los armarios de la posada. Mientras Noa y Kapono se levantaban con desgana, Mawuli les dedicó una amarga sonrisa. No es momento para descansar, quería decir.
Noa y Kapono entraron por el orificio. Incluso para ellos era un túnel estrecho y apretado. Quien se hubiera colado por ahí debía ser muy pequeño (o una sombra). Noa fue en primer lugar. Se dejó caer por el túnel y llegó al sótano. Siguió bajando y encontró un túnel que conectaba con otros edificios. Kapono no llegó a alcanzar a su compañera. Se quedó atascado entre la planta baja y el sótano.
—¡Ayudadme, por favor! ¡No puedo moverme! — los lobos hicieron caso omiso — ¡Me he quedado atrancado! ¡Ayudadme!
Ahora podrás descansar. Pensó Mawuli riendo sin emitir sonido.
Noa siguió avanzando por el túnel. A cada intersección, decía en voz alta qué camino tomaba. ¿Derecha o izquierda? ¿Arriba o abajo? Mawuli y los demás lobos seguían sus instrucciones desde la parte superior.
* La cosa se complica.
* Irinnil Fawkes: Tus preguntas respecto a Ava han sido correctas. Descubres qué hace la bruja en Sacrestic. Muy buena jugada.
Tus preguntas respecto a Onni no han sido las correctas. Onni no guarda relación con Ava. Aprovecha tu fallo para usar su buena oratoria en tu contra. Recordemos que es maestro de la voz. Te acusa a ti de estar compinchada con Ava. Laluth intenta tranquilizar a la multitud, pero es una líder inexperta, no lo logra. Ava desaparece entre la multitud. Onni te captura y muerde tu cuello dejándote herida. Tienes opción de tomarte un objeto de curación de, mínimo, calidad común, para recuperar tus heridas.
Deberás, por un lado, recuperarte del trauma y, por otro lado, ayudar a Laluth a calmar a la multitud de vampiros.
Ava Ghenadie ha desaparecido. No podrás utilizarla en el siguiente turno.
* Uri: consigues escapar de los licántropos sin apenas recibir heridas, solo unas pocas quemaduras. Puedes tomar objeto de curación, cualquier tipo, para sanar tus heridas no vayan a peor.
Cuentas con una importante ventaja, los licántropos no caben por el túnel. Te persigue una loba en su forma humana, pero, aun así, tiene dificultades para moverse. Tú puedes correr más rápido. Tienes oportunidad para formar una estrategia que te sea útil. Tres opciones:
* Atacar a Noa para interrogarla sobre lo que sucede. Haz las preguntas debidas. Yo las responderé como hice con Irinnil en el turno anterior. Tienes dos preguntas.
* Tender una trampa a los lobos y llevarlos al templo de Habak para que los vampiros, que son más fuertes que nosotros, se encarguen de los lobos.
* La tercera opción no es mía, sino tuya. Puedes comentarme por mp otra estrategia que se te ocurra. Yo te diré si te resultará beneficiosa para siguientes turnos.
—Mis maestros del Hekshold me llevaron hasta aquí para… para… — hablaba mirando a Laluth —. Egdecomb vio en un sueño que uno de sus objetos estaba aquí, en Sacrestic. Mis maestros me… me dijeron que viniese y comprobase que el sueño fuera real. Me comunico con ellos por medio de una bola de cristal. Cada día, cuando el sol está en lo más alto, he de hablar con los maestros. Les dijo que estoy bien y que no he encontró nada.
Laluth hizo una señal con la mano indicando que los vampiros que se alejasen de la mujer.
—Eso es todo. Lo prometo. No sé más. Egdecomb a veces se equivoca, casi siempre se equivoca. Es posible que fuera una ilusión y no un sueño. ¡No sé nada! Lo prometo. — como nadie le contestó, Ava Ghenadie continuó hablando —. Quedan tres horas para el medio día. Si me matáis no podré comunicarme con mis maestros. Sabrán que me habréis hecho algo y vendrán a por mí. El Hekshold vendrá a por mí.
—Dice la verdad — se adelantó Laluth dando la espalda a la bruja —. Dejadla en paz. El próximo que toque un pelo a la bruja será llevado a los calabozos.
Ava Ghenadie debía ser muy inteligente o muy temeraria como para utilizar los objetos del diecinueve como excusa. A juzgar por su apariencia, no parecía ser inteligente ni temeraria. Solamente una chica asustada que estaba atrapada por un grupo de desconocidos. En cierto sentido, sintió pena por ella. Sus maestros le habían encomendado una misión suicida. Ve a ese lugar que desconoces, infectado por una raza de demonios bebedores de sangre, y sigue la ilusión de un brujo loco al que equiparamos con los Dioses. Ava Ghenadie, al igual que Laluth, se estaba ahogando en su propio sacramento. Uno constituido por predicciones y embrujos, en lugar de Dioses y tradiciones.
En cuanto a Onni, él tenía otras preguntas que contestar. La elfa sospechaba que Onni y Ava Ghenadie estaban compinchados. Se colocó delante del guardia vampiro y le preguntó, sin andarse por las ramas, qué clase de relación tenía con Ava Ghenadie. Onni se encogió de hombros y ofreció a la elfa una de sus mejores sonrisas. Ninguna.
—No conozco de nada a esa bruja. La habéis visto, está loca. Piensa que todos los vampiros somos unos monstruos y que cualquiera va a matarla — se inclinó para ponerse a la misma altura que la elfa —. No creo que tenga mejores razones para temer a los que son como nosotros — levantó los brazos como si estuviera recogiendo a todos los presentes — que a los que son como tú.
Dejó un momento de silencio para que los presentes pudieran recapacitar sobre lo que había dicho.
—Es de saber popular que los brujos y los elfos se llevan como el perro y el gato. Mirad a esta bruja, teniendo a una elfa a su lado, ha preferido señalarme a mí, un guardia fiel a Los Hijos, como el culpable de los estos horrores. ¿No os hace sospechar? El último cadáver apareció en el interior del templo, a escasos metros del ataúd de nuestro Señor. Ese lugar está cerrado con llave. No poseo habilidades que me permitan abrir cerraduras ni atravesar paredes. Ella — señaló a la bruja —, con su telequinesis, puede hacer girar los engranajes de las cerraduras. Lo habría hecho mientras su amiga, aquella que debería odiar por razones raciales, nos estuvo entreteniendo con sus sacrilegios y sus ofensas hacia nuestra señora Laluth — con la voz de un perfecto orador, añadió —. Sois todos testigos.
Hubo un murmullo de alarma entre la multitud. Laluth se cruzó de brazos pretendiendo mostrarse más grande e intransigente. Los vampiros no la prestaron atención. Onni les había ofrecido un pensamiento y éste corría entre los presentes como si fuera una enfermedad.
Unas manos atraparon los hombros de Ava Ghenadie y la introdujeron en el tumulto. Laluth dio un paso hacia delante, buscando a la bruja. No la encontró.
—¡¿Quién ha sido?! ¡Dije que la dejaseis! — la voz de Laluth no fue suficiente para acallar a la multitud —¡Traédmela de vuelta! ¡Y traedme a los culpables!
Giró la cabeza, desesperada, con la esperanza de toparse con la elfa de nuevo. Quería que volviese a guiñar los ojos, quería tener a alguien con el que confiar. La elfa tenía los ojos en blanco. Onni se había colocado en su espalda con la rapidez de una serpiente. El vampiro tenía las manos encima de los hombros de la chica.
—No te atreverás.
Onni hizo que la elfa inclinase la cabeza hacia atrás y clavó los afilados colmillos de vampiro en el blanco cuello de la elfa.
Cuando Onni levantó la cabeza, tenía la boca manchada de sangre élfica y la mano de Laluth, convertida en una garra, atravesando su estómago.
—Detén esta masacre — dijo Laluth suavemente
La otra mano de la vampiresa se encontraba en pecho de la elfa, impidiendo que ésta cayese de bruces contra el suelo.
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Mawuli encontró a la rata y ésta corrió tan rápido que parecía que se estuviera deslizando por el suelo. Se escondió en un agujero y no le importó quemarse las piernas por el camino. El lobo soltó un largo aullido, advirtiendo a sus compañeros que había encontrado al último vampiro que quedaba en el edificio. Los siguientes dos aullidos fueron más cortos, servía para que los lobos reconociesen la posición dónde Mawuli se encontraba. Al vampirito no lo volvería a perder. Los maderos del edificio eran viejos y ruidosos. El suelo del doble fondo por el que correteaba el vampirito, crujía por cada paso que éste daba. Mawuli se permitió el privilegio de aullar una última vez, con este rugido compartía el triunfo con sus correspondientes. Los lobos le contestaron, aullando con la misma intensidad.
La felicidad proporcionada por el triunfo fue momentánea. Mawuli atravesó el falso suelo con sus garras buscando al vampirito que se le había escapado, parecía un oso buscando un salmón en una charca. El vampiro había desaparecido. Se coló por un pasadizo que atravesaba una columna hacia abajo. ¡Túneles! El lobo puso una oreja en el suelo. Seguía escuchando al vampiro, pero no podía distinguir si se encontraba en la primera planta o en el sótano.
Mawuli bajó las escaleras a cuatro patas. Los demás lobos le esperaban en el salón. Dos de ellos regresaron a su forma humana y descansaban sentados en la silla. Mawuli les inquirió con la mirada (no era momento para descansar), pero no les dijo nada. Con gesticulaciones con la cabeza y un par de bramidos que podrían confundirse con los ladridos de un perro, indicó al grupo que el vampirito había escapado y que si agudizaban el oído podían escucharlo. Afiló las garras e hizo una brecha, otra más, en la misma columna por la que la rata se había deslizado. Metió el hocico en el agujero y bramó de nuevo. A parte de escucharle corretear, también podían seguirlo por el olor.
Ningún lobo cabía por el túnel. Por fortuna, dos licántropos habían querido descansar en forma humana. Mawuli les señaló con el hocico. Sus nombres eran Noa y Kapono, loba y lobo respectivamente. Estaban desnudos, sus ropas habían quedado destrozados tras la primera transformación a licántropo y no habían tenido tiempo para buscar ropa limpia entre los armarios de la posada. Mientras Noa y Kapono se levantaban con desgana, Mawuli les dedicó una amarga sonrisa. No es momento para descansar, quería decir.
Noa y Kapono entraron por el orificio. Incluso para ellos era un túnel estrecho y apretado. Quien se hubiera colado por ahí debía ser muy pequeño (o una sombra). Noa fue en primer lugar. Se dejó caer por el túnel y llegó al sótano. Siguió bajando y encontró un túnel que conectaba con otros edificios. Kapono no llegó a alcanzar a su compañera. Se quedó atascado entre la planta baja y el sótano.
—¡Ayudadme, por favor! ¡No puedo moverme! — los lobos hicieron caso omiso — ¡Me he quedado atrancado! ¡Ayudadme!
Ahora podrás descansar. Pensó Mawuli riendo sin emitir sonido.
Noa siguió avanzando por el túnel. A cada intersección, decía en voz alta qué camino tomaba. ¿Derecha o izquierda? ¿Arriba o abajo? Mawuli y los demás lobos seguían sus instrucciones desde la parte superior.
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* La cosa se complica.
* Irinnil Fawkes: Tus preguntas respecto a Ava han sido correctas. Descubres qué hace la bruja en Sacrestic. Muy buena jugada.
Tus preguntas respecto a Onni no han sido las correctas. Onni no guarda relación con Ava. Aprovecha tu fallo para usar su buena oratoria en tu contra. Recordemos que es maestro de la voz. Te acusa a ti de estar compinchada con Ava. Laluth intenta tranquilizar a la multitud, pero es una líder inexperta, no lo logra. Ava desaparece entre la multitud. Onni te captura y muerde tu cuello dejándote herida. Tienes opción de tomarte un objeto de curación de, mínimo, calidad común, para recuperar tus heridas.
Deberás, por un lado, recuperarte del trauma y, por otro lado, ayudar a Laluth a calmar a la multitud de vampiros.
Ava Ghenadie ha desaparecido. No podrás utilizarla en el siguiente turno.
* Uri: consigues escapar de los licántropos sin apenas recibir heridas, solo unas pocas quemaduras. Puedes tomar objeto de curación, cualquier tipo, para sanar tus heridas no vayan a peor.
Cuentas con una importante ventaja, los licántropos no caben por el túnel. Te persigue una loba en su forma humana, pero, aun así, tiene dificultades para moverse. Tú puedes correr más rápido. Tienes oportunidad para formar una estrategia que te sea útil. Tres opciones:
* Atacar a Noa para interrogarla sobre lo que sucede. Haz las preguntas debidas. Yo las responderé como hice con Irinnil en el turno anterior. Tienes dos preguntas.
* Tender una trampa a los lobos y llevarlos al templo de Habak para que los vampiros, que son más fuertes que nosotros, se encarguen de los lobos.
* La tercera opción no es mía, sino tuya. Puedes comentarme por mp otra estrategia que se te ocurra. Yo te diré si te resultará beneficiosa para siguientes turnos.
Sigel
Master
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Re: Te ahogarás en tu sacramento [Mastereado, Irinnil Fawkes y Uri]
- ¿Qué… qué ha pasado? - El cuello me palpitaba, como si tuviera un segundo corazón justo debajo que desease salir al aire libre y abandonarme por completo. Acerqué una mano, retirándola casi al momento al notar la viscosidad y temperatura de la sangre.
- La has liado, pero bien liada. ¿Para eso te dejo el cuerpo? ¿Para que lo agujerees a voluntad?
- ¡No me eches la culpa de lo que ha hecho ese maníaco!
El dolor no cesaba, arranqué una de las mangas de la camisa y me la até como pude alrededor del cuello para contener la sangre dentro al menos un ratito más. Podía no ser soportable, al menos a priori, pero tenía cosas más importantes en las que centrarme en ese momento. Como por ejemplo estaba el hecho de que no me hicieran más agujeros indeseados.
La multitud se nos echaba encima poco a poco, demandando sangre. ¿En qué estaba pensando Laluth al atravesar al vampiro de lado a lado con su mano? No había sido el movimiento más inteligente, eso desde luego. A juzgar por su rostro en aquellos momentos tampoco es que pareciera habérselo pensado mucho, seguramente habría actuado por puro instinto.
Me giré hacia ella mientras retrocedía poco a poco todavía con la mano en mis improvisados vendajes.
- Pensé que los tenías más controlados que esto. ¿Ahora qué?
No parecía que la mujer tuviera más ideas que yo, así que, ahí estábamos de nuevo.
- ¿Alguna idea, adorable alter ego?
- Corre, mucho y muy fuertemente en círculos, seguro que se cansan de perseguirte en algún momento.
- … Un simple “no” habría bastado.
Intenté concentrarme, aunque tener la mitad de mi mente pensando en correr en círculos y la otra media pensando en cuánta sangre podía contener mi pequeño cuerpo no lo hacía precisamente sencillo. Uno de los vampiros más cercanos me agarró del brazo, pero un puntapié en sus partes fue suficiente para hacerle retroceder y que la próxima vez pensase que ser el primero no siempre es buena idea. Pero estaba ya cansada, comenzaba a perder demasiada sangre y aquello tan solo tenía un final, y no uno feliz precisamente, si no hacía algo al respecto.
- ¡Vamos a ver! Punto número uno, si esto estuviera planeado y yo estuviese de parte de la bruja… ¿No creéis que tendría un puto plan de escape o algo parecido? Por no decir que se ha desvanecido en la nada ayudada por alguno de vosotros. -Hice una pequeña pausa mientras apretaba un poco más el vendaje. - Pero sí, lo comprendo, tenéis un traidor entre vuestras filas, ¿que es difícil de comprender y/o asimilar? Por supuesto, nadie lo pone en duda. Todos tenéis vuestra confianza puesta en alguno de vuestros compañeros. ¡Es encomiable! Pero yo os pido… No, os ordeno, por vuestro bien, que pongáis orden en vuestros cerebros y resolvamos esto todos juntos. - Agarré una mano de Laluth para hacerla volver en sí.
- No hace falta que me escuchéis a mi, no soy nadie para vosotros, podéis matarme en cualquier momento si eso es lo que queréis, Isil sabe que ya he intentado eso por mí misma. -Di un tirón a la vampira para recuperar su atención, para que poco a poco volviera en sí e imponer orden en todo aquel caos. -Pero escuchad, o más bien, ayudad a Laluth. ¡Ella solo quiere lo mejor para vosotros! Y lo sabéis, ayudadla a salir de este embrollo, ayudadla a desenmascarar toda esta artimaña que os mantiene aquí. ¿Qué podéis perder? ¿Acaso creéis que quien os ha arrancado vuestra libertad es esta mujer? ¿Acaso no os ha metido a todos aquí dentro para manteneros a salvo y evitar más asesinatos en la sombra? Qué mejor que estar juntos en los tiempos oscuros, al final todo se reduce a eso. A la gente en la que puedes confiar y en la que no, a la que os vendería a la mínima de cambio. A aquella persona a la que no le importáis lo más mínimo y os mata según oscuros designios que jamás llegaríais a comprender si no luchárais contra esto.
Solté la mano de Laluth, la dejé, no sin antes lanzarle una mirada de cariño, de entendimiento y fuerza, de que era el momento de que ella tomara las riendas y sacara de aquella duda y miseria a sus camaradas. Me acerqué al vampiro que había golpeado tan solo unos instantes antes, todavía tendido en el suelo esperando ver en qué terminaban las cosas.
- Decidme… ¿Estáis con nosotras? Porque tened por seguro… Que nosotras estamos con vosotros, os guste o no. -Y le tendí la mano para ayudarle a ponerse en pie.
- La has liado, pero bien liada. ¿Para eso te dejo el cuerpo? ¿Para que lo agujerees a voluntad?
- ¡No me eches la culpa de lo que ha hecho ese maníaco!
El dolor no cesaba, arranqué una de las mangas de la camisa y me la até como pude alrededor del cuello para contener la sangre dentro al menos un ratito más. Podía no ser soportable, al menos a priori, pero tenía cosas más importantes en las que centrarme en ese momento. Como por ejemplo estaba el hecho de que no me hicieran más agujeros indeseados.
La multitud se nos echaba encima poco a poco, demandando sangre. ¿En qué estaba pensando Laluth al atravesar al vampiro de lado a lado con su mano? No había sido el movimiento más inteligente, eso desde luego. A juzgar por su rostro en aquellos momentos tampoco es que pareciera habérselo pensado mucho, seguramente habría actuado por puro instinto.
Me giré hacia ella mientras retrocedía poco a poco todavía con la mano en mis improvisados vendajes.
- Pensé que los tenías más controlados que esto. ¿Ahora qué?
No parecía que la mujer tuviera más ideas que yo, así que, ahí estábamos de nuevo.
- ¿Alguna idea, adorable alter ego?
- Corre, mucho y muy fuertemente en círculos, seguro que se cansan de perseguirte en algún momento.
- … Un simple “no” habría bastado.
Intenté concentrarme, aunque tener la mitad de mi mente pensando en correr en círculos y la otra media pensando en cuánta sangre podía contener mi pequeño cuerpo no lo hacía precisamente sencillo. Uno de los vampiros más cercanos me agarró del brazo, pero un puntapié en sus partes fue suficiente para hacerle retroceder y que la próxima vez pensase que ser el primero no siempre es buena idea. Pero estaba ya cansada, comenzaba a perder demasiada sangre y aquello tan solo tenía un final, y no uno feliz precisamente, si no hacía algo al respecto.
- ¡Vamos a ver! Punto número uno, si esto estuviera planeado y yo estuviese de parte de la bruja… ¿No creéis que tendría un puto plan de escape o algo parecido? Por no decir que se ha desvanecido en la nada ayudada por alguno de vosotros. -Hice una pequeña pausa mientras apretaba un poco más el vendaje. - Pero sí, lo comprendo, tenéis un traidor entre vuestras filas, ¿que es difícil de comprender y/o asimilar? Por supuesto, nadie lo pone en duda. Todos tenéis vuestra confianza puesta en alguno de vuestros compañeros. ¡Es encomiable! Pero yo os pido… No, os ordeno, por vuestro bien, que pongáis orden en vuestros cerebros y resolvamos esto todos juntos. - Agarré una mano de Laluth para hacerla volver en sí.
- No hace falta que me escuchéis a mi, no soy nadie para vosotros, podéis matarme en cualquier momento si eso es lo que queréis, Isil sabe que ya he intentado eso por mí misma. -Di un tirón a la vampira para recuperar su atención, para que poco a poco volviera en sí e imponer orden en todo aquel caos. -Pero escuchad, o más bien, ayudad a Laluth. ¡Ella solo quiere lo mejor para vosotros! Y lo sabéis, ayudadla a salir de este embrollo, ayudadla a desenmascarar toda esta artimaña que os mantiene aquí. ¿Qué podéis perder? ¿Acaso creéis que quien os ha arrancado vuestra libertad es esta mujer? ¿Acaso no os ha metido a todos aquí dentro para manteneros a salvo y evitar más asesinatos en la sombra? Qué mejor que estar juntos en los tiempos oscuros, al final todo se reduce a eso. A la gente en la que puedes confiar y en la que no, a la que os vendería a la mínima de cambio. A aquella persona a la que no le importáis lo más mínimo y os mata según oscuros designios que jamás llegaríais a comprender si no luchárais contra esto.
Solté la mano de Laluth, la dejé, no sin antes lanzarle una mirada de cariño, de entendimiento y fuerza, de que era el momento de que ella tomara las riendas y sacara de aquella duda y miseria a sus camaradas. Me acerqué al vampiro que había golpeado tan solo unos instantes antes, todavía tendido en el suelo esperando ver en qué terminaban las cosas.
- Decidme… ¿Estáis con nosotras? Porque tened por seguro… Que nosotras estamos con vosotros, os guste o no. -Y le tendí la mano para ayudarle a ponerse en pie.
Irinnil Fawkes
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Re: Te ahogarás en tu sacramento [Mastereado, Irinnil Fawkes y Uri]
“¿...?”
Llevaba ya unos pocos minutos oculto en la bodega semi-destruida, guardando total silencio, acurrucado al lado del conducto de ventilación mientras escuchaba las pisadas de los licántropos desde la planta de arriba ¡Parece que de verdad logró burlarlos!
Habían pasado un buen puñado de minutos pero nadie pareció darse cuenta de su escondite. Probablemente el aroma de la sangre de su gente ocultó la esencia de vampiro de Uriel, interfiriendo en el fino olfato de los cánidos. Pero al poco comprendió que no era así, al menos no logró burlar a unos pocos....
El repentino ruido en el conducto de ventilación hizo que el infante se sobresaltara, mirando con ojos bien abiertos al agujero de tamaño mas bien pequeño ¡Alguien de verdad estaba viniendo desde ahí! Podía escuchar el quejido molesto y exasperado de una mujer perfectamente. Uriel no fue tan ingenuo como para pensar que era otro vampiro que huía del genocidio que ocurría en la posada, un escalofrío recorrió la menuda espalda infantil ¡Debía ser un licántropo! Y probablemente lo mataría apenas lo viese¡De inmediato tomó la tabla más afilada y dura que encontró entre las estanterías destruidas! Con una carita serie, se puso al lado del conducto de ventilación y alzó la tabla. No podía huir, esconderse solo era una medida de emergencia que no aseguraba su supervivencia ¡Y ni sel e pasaba por la cabeza lograr convencer a un licántropo de que le dejara escapar! En ese caso solo podía atacar. La mujer estaba agobiada, cansada y no parecía demasiado cómoda con su situación ¡No podía atacarlo rápidamente en ese estado! Debía aprovechar esos pocos segundos para inmovilizarla.
“¡Aghh…!”
La loba cayó de bruces contra el suelo con un doloroso quejido a los pocos minutos ¡La pobre quedó realmente confundida y adolorida! Lastima que Uriel no estaba como para ser “comprensivo” ni "compasivo", si hubiera sido otra situación, quizá hubiera intentado hablar con ella por mera curiosidad en vez de atacarla de buenas a primeras, sin avisar. Sin dudarlo un solo segundo, el infante comenzó aporrear a la muchacha con la tabla astillada y afilada que recogió ¡Al diablo con al decencia y la educación! ¡Es su culpa por lanzar la primera piedra! Su maestro le enseñó a ser un vampiro noble, con clase, educación y modales ¡Pero la primera y mas valiosa enseñanza es que la supervivencia es lo primero! Si fueron al territorio vampiro a matar, en ese caso, que se preparen para ser asesinados también…
“....”
Tras golpearla con la tabla un montón de veces, la mujer finalmente pareció haber pedido casi la consciencia ¡Tenía la cara llena de astillas, los labios partidos y múltiples heridas sangrantes por toda la cabeza! Lo único que no la había matado era el hecho de que quien la golpeaba era un niño, si hubiera sido un adulto ya le habían partido el cráneo cuál melón. Por otro lado, el vampirito estaba cansado, algunas gotas de sangre de licántropo había manchado su cara y el mismo se había herido las manos empuñando el tablón ¡Le dolía bastante! Pero no era momento para eso, debía huir de ahí rápidamente antes de que...¡Oh!
“Arf...Arf….Ah~....¿Hmm? Oh….No estás muerta….”
La adrenalina comenzaba a bajar, haciendo que el infante fuera consciente del dolor en sus manos totalmente astilladas y de sus brazos acalambrados por ejercer una fuerza impropia de los músculos de un niño ¡La cabeza le dolía bastante, también! El niño solo se detuvo porque pensó que estaba muerta, pero unos leves quejidos adoloridos le revelaron que no era así, seguía viva ¡Eso hizo que Uriel hiciera un puchero molesto! Inflando levemente sus mejillas y frunciendo su infantil ceño murmuró:
"Que señorita mas persistente...."
La licántropa apenas podía moverse, su cabeza había sido muy dañada y estaba realmente aturdida ¡Pero aún seguía consciente! Podía ver perfectamente como el vampiro que estaba persiguiendo, un niño de unos 11 o 10 años, sacaba de su funda un viejo puñal y se aproximaba peligrosamente a ella con una mirada totalmente tranquila, sin miedo ni frustración. No parecía el asustado niño, que por sobrevivir, era capaz de utilizar un tablón para intentar reventarle la cabeza a una mujer. Parecía un niño que miraba con normalidad, sonriendo inocentemente, los últimos instantes de una mariposa o escarabajo ala cual le arrebató las alas sin malicia alguna, solo guiándose por su inocencia.
Una vez la había tumbado, el infante perdió todo el miedo y la sensación de peligro. Un lobo sin colmillos ni garras no daba miedo ni respeto, Uriel lo sabía así que ya no temía a la aturdida loba ¡Era el momento perfecto para acabar con ella, de echo! Para Uriel matar un licántropo sin miramientos y de forma totalmente rastrera era lo normal, no era algo que replantearse ni cuestionar, tampoco algo "malo" ni "vergonzoso". Era el deber de un vampiro. No. Era el sentido común de un vampiro. Si es un licántropo te ataca, mátalo. Si encuentras un licàntropo, mátalo. Si ves a un licántropo, mátalo ¿Porque? ¡Que pregunta mas tonta! Porque es un licántropo, obviamente. Igual que un niño humano no piensa ne el dolor de la mariposa sin alas, un niño vampiro no lo hará con un licántropo.
Se sentó sobre le pecho de la mujer, sabía que estaba consciente ¿Y que? Estaba a un paso de perder la conciencia y no podía luchar ni siquiera con un crío de 11 años, definitivamente no podría hacer nada para evitar ser apuñalada en la garganta, solo ver como era asesinada por un jodido un niño. Peor aún. Un niño vampiro. No disfrutaba particularmente de matarla, pero tampoco le molestaba ¡Solo hacía lo que un vampiro debía de hacer!
Uriel alzó el puñal, listo para para hacer lo que su sentido común le dictaba pero, en ese preciso momento. le vino a la cabeza los rostros de Gwynn y Astrid. Los dos únicos licántropos a los que jamás les pondría la mano encima. Uno era su mejor y primer amigo, un curioso niño alegre al cual Uriel le tenía mucho cariño. La otra era una hermana gorriona que se incorporó no hace mucho, al principio fue incomodo estar con ella pero, antes de que se diera cuenta, ya se había olvidado completamente de que razas eran. Ambos eran bastante preciados para Uriel.
“.....”
Probablemente no les haría mucha gracia que matara a sangre fría a los suyos, desde luego a Uriel no le sentaría bien que ellos lo hicieran ¿Le mirarían con odio? ¿Repudio?¿O directamente le dejarían de hablar? ¡No quería eso! Honestamente, le molestaba más que Gwynn lo ignorara a que Astrid lo hiciera, pero ella era parte de los Gorriones y por lo tanto una “hermana” a la que no quería molestar o ganarse su desprecio. De repente ya no sentía la motivación ni las ganas de matar a la mujer loba.
“ Buuuh~ ¡Oh, bueno! ¡Supongo que hoy es su día de suerte, señorita loba! ¡Debería darle las gracias a Gwynn y a Astrid de que no morirá hoy~!”
Con una amplia sonrisa repleta de dulzura e inocencia, Uriel bajó sus bracitos y se retiró lentamente de encima de ella, parecía haber perdido totalmente las intenciones de matarla ¡Incluso regresó a su usual él! El niño escuchó algunos pocos quejidos de la boca de la mujer, pero los ignoró totalmente ¡Debía marcharse rápidamente antes de que otros licántropos lo encontraran! ¡Sería problemático si esa mujer lo seguía una vez se recuperara! ¡O si otro lo hacía siguiendo el aroma de sangre de licántropa! Así que, para que la mujer se estuviera quieta un buen rato, tomó el tablón de vuelta y la aporreó un par de veces más para terminar de dejarla inconsciente. De esa forma no sabría que camino tomó.
" ¡Bien! Primera parte...¡Listo! Veeeamooos ¡Oh, si, si! ¡Cierto, cierto! Será problemático si huelo a sangre de licántropo….”
No era mucha la sangre, solo unas gotas más o menos grandes ¡Pero con el fino olfato de esos perros callejeros definitivamente sería suficiente! Haciendo una mueca de disgusto y dolor, el niño usó la sangre en su propia mano repleta de astillas para “limpiar” la de la loba ¡Al menos si olía a sangre de vampiro podría camuflarse mejor que si olía a la de licántropo!
“Le deseo dulces sueños, señorita~~”
Sonriéndole amablemente a la loba inconsciente una última vez, el niño salió de la bodega, poniéndose de puntillas para abrir la puerta de salida. Con un poco de suerte, una entrada a los cimientos del edificio no debería andar demasiado lejos ¡Con un poco de suerte podría esconderse ahí hasta que se fueran! Y de paso podría quitarse las dolorosas astillas en las palmas de sus manos.
Uri
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Re: Te ahogarás en tu sacramento [Mastereado, Irinnil Fawkes y Uri]
Los lobos no alcanzaron a ver al vampirito que se encontraba escondido en el almacén. Tampoco pudieron captar su rastro pues la mugre del conducto y la sangre de Noa camuflaba su olor natural. Uriel vio a Mawuli reunir al resto de los lobos. Charlaron sobre sus avances en la incursión de Sacrestic. El vampirito no pudo captar la conversación, sin embargo, los escasos fragmentos que escuchó fueron suficientes para saber qué estaban tramando.
—Laluth debe morir (…). No, el lobo de plata lo dejó claro: eso le pertenece (…). Onnie nos prometió que Los Hijos morirían, cumplirá su palabra o nos lo comeremos (…). Los vampiros se habrán matado entre ellos, no temáis por ellos (…). Iremos al templo y recogeremos lo que el lobo de plata quiere.
¿Templo? Debían estar hablando del Altar de Habakhuk, allí era donde los vampiros residentes se escondieron. ¿Quién era Onnie? El niño vampiro debió golpearse la frente con la mano abierta pensando en ese nombre. ¿Lo había oído antes? El único nombre que debía conocer era el de Laluth, la famosa sacerdotisa negra, la única vampiresa que conseguía ver la luz del día. A Uriel le entristeció saber que podría haber muerto. No porque sintiera pena por la mujer, sino porque le hubiera gustado ver sus prodigiosas habilidades. ¿Y qué era aquello que decían los lobos sobre que los vampiros se habían matado entre ellos? ¿Onnie era el culpable? ¿Los había hipnotizado? Fuera como fuese, el último lugar dónde pensaría ir sería al Altar de Habakhuk. De eso nada, de ninguna manera. Por nada del mundo iría hacía ahí. ¡Qué miedo!
Pero lo hizo. Creyó escuchar la voz de un adulto. Una voz que no se podía desobedecer, la voz de un Dios. ¿Habakhuk? Al poco que se dio cuenta, el vampirito regresó al conducto y corrió tan rápido como sus piernas le permitían hacia el templo. Él le estaba llamando.
Ava Ghenadie creía estar cerca de cumplir con el objetivo que los catedráticos del Hekshold la habían impuesto. De alguna manera, aquello que había ido a buscar le llamaba, le susurraba palabras malsanas al oído. Las mismas palabras que obligaban a los vampiros a enfrentarse entre ellos. La bruja conocía la magia del objeto; había estudiado otros similares de la mano de los catedráticos del Hekshold. Eran objetos vinculadas a una magia poderosa, pero no imposible de esquivar. Ghenadie recitó un conjuro que acompañó con un leve movimiento de manos. La magia del objeto dejó de surtirle efecto, aunque todavía la podía escuchar.
Bajó por una escalera de caracol. Miró hacia atrás como lo haría un búho con tal de prevenir que ningún vampiro la había seguido; estaban demasiado ocupados en su propia revuelta. El sótano quedaba iluminado por dos líneas de candelabros. Al final del pasillo había una puerta de color carmesí. Ghenadie caminó lentamente hacia ella. Comprendía que el lugar era sagrado para el culto de Los Hijos de Habak y, aunque no compartiese sus mismas creencias, respetaba sus costumbres. Procuró no hacer ruido al caminar ni hacer ningún movimiento brusco que pudiera entenderse como una ofensa. El Dios de los vampiros descansaba al otro lado de la puerta y, con él, aquello que la bruja fue a buscar.
Laluth tomó la mano de la elfa al momento que las piernas de ésta comenzaron a fallar debido a la pérdida de sangre. La vampiresa la recogió antes de que cayera al suelo. La tomó en brazos y meció para que se tranquilase. Chistó repetidas veces, impidiendo que la elfa le dijera nada. Ya lo había dicho todo.
Durante la oratoria, la pequeña elfa había hablado con un tono de voz vigoroso, lleno de vida. Los vampiros, seres casi inmortales, quedaron asombrados. El cuerpo de la elfa se negaba a morir. La brecha del mordisco no dejaba de emanar sangre. El vestido y las manos de la elfa se ensuciaron del fluido de carmesí, pero a ella no pareció importarle. Empleó los últimos vestigios de su vida para dar una lección de humildad a Los Hijos de Habak.
La sacerdotisa utilizó la magia de los elfos, su raza originaria, para intentar cerrar la brecha que Onnie provocó a la chica. Fue insuficiente, si bien dejó de sangrar, la elfa había perdido demasiada sangre. Se encontraba en un estado grave de debilidad.
La magia de los vampiros no fue más eficaz. Ni siquiera dándola de beber de la sangre de la sacerdotisa podría remediar el daño que le habían hecho.
Solo había una persona capaz de sanar a la elfa.
—Ven, quiero enseñarte una cosa — dijo Laluth. Embardunó sus palabras de un leve hechizo de vigorosidad. La elfa, en un estado de seminconsciencia, se levantó del suelo y siguió a la vampiresa —. Es el motivo por el que Los Hijos nos reunimos en este lugar — los vampiros se apartaban dejando pasar a las chicas —. Encontramos el cadáver de Habak en una cámara de Las Minas Oscuras. Tienes que conocerle, es tan guapo como el primer día. La muerte no ha logrado ensuciar su cuerpo, tampoco lo hará contigo, querida — en la escalera de caracol —. Cuidado con los escalones, no te vayas a caer. Son más traicioneros de lo que parece — continuó con el relato como si no lo hubiera interrumpido —. Trajimos a Habak de vuelta a casa, es hermoso. Te contaré un secreto: estoy enamorada de él. Nos casaremos cuando consiga levantarse del sarcófago; esperamos que sea dentro de poco. Mientras tanto, me encargo de limpiar el cuerpo incorrupto, cortarle el pelo y las uñas que creen como si estuviera vivo y de hacerle el amor cuando estamos solos. Él me lo agradece. Puedo escuchar su voz. Pensarás que estoy loca, que todos lo estamos. Pero te doy mi palabra. Cuando estamos juntos, unidos, Él me ofrece sus poderes. Ningún vampiro es tan poderoso como lo es Él. Puede hacer cualquier cosa que se proponga. Cualquiera. Y, por tanto, cuando estoy con él, me convierto en la vampiresa más poderosa de Aerandir. Puedo hacer cualquier cosa. Cualquiera — la última palabra la susurró en la oreja de la elfa.
Pasaron por el mismo pasillo iluminado por la hilera de candelabros que, minutos antes, había recorrido Ghenadie. Tres vampiros, personas de confianza de Laluth, siguieron a las chicas con paso ceremonial. Laluth abrió la puerta carmesí. El sarcófago de cristal con el cuerpo incorrupto quedaba justo enfrente. Al lado del santo vampiro se encontraba el cadáver de Vivek, quien fue secretario diurno de Laluth. En un extremo de la cámara, dos guardias mantenían encadenada a una intrusa que se había logrado colarse en el lugar sagrado a la espera que Laluth les dijera que hacer con ella. La sacerdotisa les contesto con un gesto con las manos. La intrusa podía esperar.
Laluth fue al encuentro de su futuro esposo. Le dio un beso en la frente y otro en los labios. El cadáver parecía sonreír. Laluth deslizó una mano por el torso del primer vampiro. A la altura del corazón se encontraba el objeto que la bruja había ido a buscar: una daga, un objeto del 19. El arma era inofensiva en el plano físico, cortaba menos que un cuchillo de madera. Sin embargo, tenía la capacidad de traspasar a otros planos, el plano de la magia, de los fantasmas y del éter.
La sacerdotisa arrancó la daga y la utilizó para clavarla en su propio pecho. Los vampiros de la sala hicieron acopio de asistir a la sacerdotisa, pero ella se lo impidió levantando la mano libre. Con la otra mano, arrancó la daga y la introdujo en el pecho de su nueva amiga.
La elfa cerró los ojos y cayó al suelo. La cuchilla del arma le había dejado dos heridas: la primera física, requería un pacto de sangre para cumplir con el hechizo, y la segunda mágica. De la brecha del pecho no tuvo que preocuparse, como tampoco de la herida que le produjo Onnie; ambas se regeneraron al cabo de unos segundos. Cuando la elfa abrió los ojos, lo hizo como vampiresa, no como elfa.
—Habak me hizo un regalo, el mayor que me han hecho nunca. Me permitió conservar mi sangre de elfa después de que me transformasen en vampiresa. Está escrito que su mujer sea una elfa. No puedo renunciar a lo que Él quiere que sea — puso una mano en la barbilla de la chica y la alzó para observar sus nuevos ojos —; pero puedo renunciar a lo que nunca debí ser: una vampira. Te concedo la magia y la sangre de una sacerdotisa de Los Hijos de Habak — en voz baja — Lo siento, vampiresa.
Mientras que la nueva vampiresa se recuperaba, la elfa Lauth, no quedaba ningún rasgo de vampiresa en ella, decidió castigar a la bruja por la intromisión al lugar sagrado. Clavó la daga en el cuerpo de Vivek y luego al de la bruja, repitiendo lo que había hecho con su amiga. La mujer sonrió de oreja a oreja, como lo haría una rata.
—Bienvenido devuelta a la vida, Vivek.
—Es un placer, mi señora.
(Uriel)
Los vampiros escucharon el aullido de los lobos acercándose al templo. Luthiena Betanni, que renunció al nombre de Laluth al desprenderse de su sangre vampira, ordenó a los mejores miembros de la guardia que llevasen a los heridos e indefensos a las habitaciones y que realizasen hechizos para ocultar los olores para que los lobos no pudieran descubrirles. Del resto, la primera mitad debiera proteger la cámara dónde Habak descansaba y la otra esperaría en el salón principal a los lobos. La sacerdotisa negra contaba con una nueva arma que los licántropos no esperarían encontrarse: las habilidades de una bruja del Hekshold. Vivek, en el cuerpo de Ava Ghenadie se encontraba en el último grupo, armado con el báculo que la sacerdotisa negra le entregó. Luthiena Betanni lideraba las defensas. En son de alimentar la moral de Los Hijos de Habak, entonó el rezo que Habakhuk le enseñó.
—De la noche de los tiempos,
de la oscuridad.
He regresado a buscar
un don para la humanidad.
Y no pronuncian mi nombre,
aunque bien saben quién soy.
De su soberbia y su odio,
el reflejo alimentado soy
Fluyo a través de las vidas
que no consiguen saber.
Donde encontrar la salida
que abre la puerta del mal y el bien
Ven hacia mí
y déjame morar en ti
Soy el deseo,
lo oscuro que hay en ti
Compro sus sueños por su alma
y su Dios pregunta: ¿Cuánto da?
Soy quien soy,
Mi nombre es la luz.
En el último verso pareció que dijera: Mi nombre es La-luth.
La oración concedió a los vampiros los dones que les ayudaría a enfrentarse a la jauría de lobos.
General: Penúltimo turno. De forma que podamos seguir un orden cronológico a los acontecimientos de la trama, Uriel deberá contestar primero en el siguiente turno.
La canción que hace la oración es la canción Astaroth, del Mago de Oz. Fue con la idea de utilizar esta canción en un rol por el cual creé a Laluth hace ya un tiempo. Me he sacado la espina de mi corazón.
* Uri: sientes que alguien te está llamando, es la voz de un hombre adulto. Viene por los conductos secretos, si sigues en línea recta te llevarán hasta El Altar de Habakhuk. No me he atrevido a transmitir el mensaje de la voz, lo que dice. Pienso que es más divertido si te doy esa libertad. ¿Cómo crees que habla el dios vampiro? En el siguiente turno deberás seguir esa voz hacia el templo y contar a los vampiros qué has visto aquí. Los lobos van hacia allá. ¡Avísales, rápido, o matarán a todos! Tu post también será el que marque el inicio del ataque de los licántropos.
El rezo de Laluth potencia las habilidades de los vampiros presentes en el templo, incluido las tuyas. Para éste y el siguiente turno te concede la habilidad:
Titiritero (activable): manipula a un enemigo con las manos como si le estuviera moviendo con unos hilos invisibles.
Duración: 1 turno
Enfriamiento: 4 turnos
Esta habilidad solo sirve para este tema. La podrás utilizar con cualquier personaje excepto Mawuli y Laluth.
* Irinnil Fawkes: a ver si me sé explicar bien que esto es complicado. ¡Vamos desde el principio!
La daga utiliza Laluth es un objeto del 19. Su filo no corta la piel ni la carne, sino el éter y el alma de las personas. Así fue que Laluth conservó el arma. Desea utilizar con el primer vampiro para resucitarle. No es tan fácil como parece. Habak lleva muchos años muertos. Se necesita un cuerpo cómodo y que crea de antemano que es Habakhuk para facilitar el vínculo. El Dios vampiro eligió a Dag Thorlák para este propósito. Laluth lo sedujo y le hizo creer que era Habak [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]. Aun así, no fue suficiente. Necesita una magia más poderosa: la de los 19 objetos malditos de Egdecomb.
Explicado la historia del objeto, es hora de saber qué te ha sucedido. Laluth ha utilizado la daga contigo y con ella misma, pasándote su propia sangre de vampira. Has muerto como elfa. Onnie te asesinó. A partir de ahora, eres una vampiresa. No tan solo eso, sino que, además, la sangre de Laluth corre por tus venas. Varios rasgos de la sacerdotisa pasan a ti, principalmente sus ojos carmesíes. En Sacrestic, solo en tierra vampira, tu cabello se tiñe de plata y tu piel se tornará tan blanca como la nieve. Laluth, por el contrario, recupera sus rasgos como elfa. Al abandonar las tierras vampiras, sus ojos serán azules, su cabello azabache y sus ojos azules.
Pocas son las acciones que podrás realizar en el siguiente turno. La conversión es lenta y dolorosa. Te dejo libertad para que la ejecutes a tu gusto. El tiempo de recuperación es vital. En la primera planta del templo está a punto de iniciarse una guerra. Prepárate.
A partir de este momento eres una sacerdotisa de Habak. Puedes elegir el nombre que quieras que te reconozcan Los Hijos. Si deseas que te dé un consejo, sería muy divertido que escogieses un nombre bíblico deformado para parecer satánico. Es el caso de Laluth, que deriva de La Luz, El Portador de Luz, Lucifer.
—Laluth debe morir (…). No, el lobo de plata lo dejó claro: eso le pertenece (…). Onnie nos prometió que Los Hijos morirían, cumplirá su palabra o nos lo comeremos (…). Los vampiros se habrán matado entre ellos, no temáis por ellos (…). Iremos al templo y recogeremos lo que el lobo de plata quiere.
¿Templo? Debían estar hablando del Altar de Habakhuk, allí era donde los vampiros residentes se escondieron. ¿Quién era Onnie? El niño vampiro debió golpearse la frente con la mano abierta pensando en ese nombre. ¿Lo había oído antes? El único nombre que debía conocer era el de Laluth, la famosa sacerdotisa negra, la única vampiresa que conseguía ver la luz del día. A Uriel le entristeció saber que podría haber muerto. No porque sintiera pena por la mujer, sino porque le hubiera gustado ver sus prodigiosas habilidades. ¿Y qué era aquello que decían los lobos sobre que los vampiros se habían matado entre ellos? ¿Onnie era el culpable? ¿Los había hipnotizado? Fuera como fuese, el último lugar dónde pensaría ir sería al Altar de Habakhuk. De eso nada, de ninguna manera. Por nada del mundo iría hacía ahí. ¡Qué miedo!
Pero lo hizo. Creyó escuchar la voz de un adulto. Una voz que no se podía desobedecer, la voz de un Dios. ¿Habakhuk? Al poco que se dio cuenta, el vampirito regresó al conducto y corrió tan rápido como sus piernas le permitían hacia el templo. Él le estaba llamando.
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Ava Ghenadie creía estar cerca de cumplir con el objetivo que los catedráticos del Hekshold la habían impuesto. De alguna manera, aquello que había ido a buscar le llamaba, le susurraba palabras malsanas al oído. Las mismas palabras que obligaban a los vampiros a enfrentarse entre ellos. La bruja conocía la magia del objeto; había estudiado otros similares de la mano de los catedráticos del Hekshold. Eran objetos vinculadas a una magia poderosa, pero no imposible de esquivar. Ghenadie recitó un conjuro que acompañó con un leve movimiento de manos. La magia del objeto dejó de surtirle efecto, aunque todavía la podía escuchar.
Bajó por una escalera de caracol. Miró hacia atrás como lo haría un búho con tal de prevenir que ningún vampiro la había seguido; estaban demasiado ocupados en su propia revuelta. El sótano quedaba iluminado por dos líneas de candelabros. Al final del pasillo había una puerta de color carmesí. Ghenadie caminó lentamente hacia ella. Comprendía que el lugar era sagrado para el culto de Los Hijos de Habak y, aunque no compartiese sus mismas creencias, respetaba sus costumbres. Procuró no hacer ruido al caminar ni hacer ningún movimiento brusco que pudiera entenderse como una ofensa. El Dios de los vampiros descansaba al otro lado de la puerta y, con él, aquello que la bruja fue a buscar.
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Laluth tomó la mano de la elfa al momento que las piernas de ésta comenzaron a fallar debido a la pérdida de sangre. La vampiresa la recogió antes de que cayera al suelo. La tomó en brazos y meció para que se tranquilase. Chistó repetidas veces, impidiendo que la elfa le dijera nada. Ya lo había dicho todo.
Durante la oratoria, la pequeña elfa había hablado con un tono de voz vigoroso, lleno de vida. Los vampiros, seres casi inmortales, quedaron asombrados. El cuerpo de la elfa se negaba a morir. La brecha del mordisco no dejaba de emanar sangre. El vestido y las manos de la elfa se ensuciaron del fluido de carmesí, pero a ella no pareció importarle. Empleó los últimos vestigios de su vida para dar una lección de humildad a Los Hijos de Habak.
La sacerdotisa utilizó la magia de los elfos, su raza originaria, para intentar cerrar la brecha que Onnie provocó a la chica. Fue insuficiente, si bien dejó de sangrar, la elfa había perdido demasiada sangre. Se encontraba en un estado grave de debilidad.
La magia de los vampiros no fue más eficaz. Ni siquiera dándola de beber de la sangre de la sacerdotisa podría remediar el daño que le habían hecho.
Solo había una persona capaz de sanar a la elfa.
—Ven, quiero enseñarte una cosa — dijo Laluth. Embardunó sus palabras de un leve hechizo de vigorosidad. La elfa, en un estado de seminconsciencia, se levantó del suelo y siguió a la vampiresa —. Es el motivo por el que Los Hijos nos reunimos en este lugar — los vampiros se apartaban dejando pasar a las chicas —. Encontramos el cadáver de Habak en una cámara de Las Minas Oscuras. Tienes que conocerle, es tan guapo como el primer día. La muerte no ha logrado ensuciar su cuerpo, tampoco lo hará contigo, querida — en la escalera de caracol —. Cuidado con los escalones, no te vayas a caer. Son más traicioneros de lo que parece — continuó con el relato como si no lo hubiera interrumpido —. Trajimos a Habak de vuelta a casa, es hermoso. Te contaré un secreto: estoy enamorada de él. Nos casaremos cuando consiga levantarse del sarcófago; esperamos que sea dentro de poco. Mientras tanto, me encargo de limpiar el cuerpo incorrupto, cortarle el pelo y las uñas que creen como si estuviera vivo y de hacerle el amor cuando estamos solos. Él me lo agradece. Puedo escuchar su voz. Pensarás que estoy loca, que todos lo estamos. Pero te doy mi palabra. Cuando estamos juntos, unidos, Él me ofrece sus poderes. Ningún vampiro es tan poderoso como lo es Él. Puede hacer cualquier cosa que se proponga. Cualquiera. Y, por tanto, cuando estoy con él, me convierto en la vampiresa más poderosa de Aerandir. Puedo hacer cualquier cosa. Cualquiera — la última palabra la susurró en la oreja de la elfa.
Pasaron por el mismo pasillo iluminado por la hilera de candelabros que, minutos antes, había recorrido Ghenadie. Tres vampiros, personas de confianza de Laluth, siguieron a las chicas con paso ceremonial. Laluth abrió la puerta carmesí. El sarcófago de cristal con el cuerpo incorrupto quedaba justo enfrente. Al lado del santo vampiro se encontraba el cadáver de Vivek, quien fue secretario diurno de Laluth. En un extremo de la cámara, dos guardias mantenían encadenada a una intrusa que se había logrado colarse en el lugar sagrado a la espera que Laluth les dijera que hacer con ella. La sacerdotisa les contesto con un gesto con las manos. La intrusa podía esperar.
Laluth fue al encuentro de su futuro esposo. Le dio un beso en la frente y otro en los labios. El cadáver parecía sonreír. Laluth deslizó una mano por el torso del primer vampiro. A la altura del corazón se encontraba el objeto que la bruja había ido a buscar: una daga, un objeto del 19. El arma era inofensiva en el plano físico, cortaba menos que un cuchillo de madera. Sin embargo, tenía la capacidad de traspasar a otros planos, el plano de la magia, de los fantasmas y del éter.
La sacerdotisa arrancó la daga y la utilizó para clavarla en su propio pecho. Los vampiros de la sala hicieron acopio de asistir a la sacerdotisa, pero ella se lo impidió levantando la mano libre. Con la otra mano, arrancó la daga y la introdujo en el pecho de su nueva amiga.
La elfa cerró los ojos y cayó al suelo. La cuchilla del arma le había dejado dos heridas: la primera física, requería un pacto de sangre para cumplir con el hechizo, y la segunda mágica. De la brecha del pecho no tuvo que preocuparse, como tampoco de la herida que le produjo Onnie; ambas se regeneraron al cabo de unos segundos. Cuando la elfa abrió los ojos, lo hizo como vampiresa, no como elfa.
—Habak me hizo un regalo, el mayor que me han hecho nunca. Me permitió conservar mi sangre de elfa después de que me transformasen en vampiresa. Está escrito que su mujer sea una elfa. No puedo renunciar a lo que Él quiere que sea — puso una mano en la barbilla de la chica y la alzó para observar sus nuevos ojos —; pero puedo renunciar a lo que nunca debí ser: una vampira. Te concedo la magia y la sangre de una sacerdotisa de Los Hijos de Habak — en voz baja — Lo siento, vampiresa.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Mientras que la nueva vampiresa se recuperaba, la elfa Lauth, no quedaba ningún rasgo de vampiresa en ella, decidió castigar a la bruja por la intromisión al lugar sagrado. Clavó la daga en el cuerpo de Vivek y luego al de la bruja, repitiendo lo que había hecho con su amiga. La mujer sonrió de oreja a oreja, como lo haría una rata.
—Bienvenido devuelta a la vida, Vivek.
—Es un placer, mi señora.
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(Uriel)
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Los vampiros escucharon el aullido de los lobos acercándose al templo. Luthiena Betanni, que renunció al nombre de Laluth al desprenderse de su sangre vampira, ordenó a los mejores miembros de la guardia que llevasen a los heridos e indefensos a las habitaciones y que realizasen hechizos para ocultar los olores para que los lobos no pudieran descubrirles. Del resto, la primera mitad debiera proteger la cámara dónde Habak descansaba y la otra esperaría en el salón principal a los lobos. La sacerdotisa negra contaba con una nueva arma que los licántropos no esperarían encontrarse: las habilidades de una bruja del Hekshold. Vivek, en el cuerpo de Ava Ghenadie se encontraba en el último grupo, armado con el báculo que la sacerdotisa negra le entregó. Luthiena Betanni lideraba las defensas. En son de alimentar la moral de Los Hijos de Habak, entonó el rezo que Habakhuk le enseñó.
—De la noche de los tiempos,
de la oscuridad.
He regresado a buscar
un don para la humanidad.
Y no pronuncian mi nombre,
aunque bien saben quién soy.
De su soberbia y su odio,
el reflejo alimentado soy
Fluyo a través de las vidas
que no consiguen saber.
Donde encontrar la salida
que abre la puerta del mal y el bien
Ven hacia mí
y déjame morar en ti
Soy el deseo,
lo oscuro que hay en ti
Compro sus sueños por su alma
y su Dios pregunta: ¿Cuánto da?
Soy quien soy,
Mi nombre es la luz.
En el último verso pareció que dijera: Mi nombre es La-luth.
La oración concedió a los vampiros los dones que les ayudaría a enfrentarse a la jauría de lobos.
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General: Penúltimo turno. De forma que podamos seguir un orden cronológico a los acontecimientos de la trama, Uriel deberá contestar primero en el siguiente turno.
La canción que hace la oración es la canción Astaroth, del Mago de Oz. Fue con la idea de utilizar esta canción en un rol por el cual creé a Laluth hace ya un tiempo. Me he sacado la espina de mi corazón.
* Uri: sientes que alguien te está llamando, es la voz de un hombre adulto. Viene por los conductos secretos, si sigues en línea recta te llevarán hasta El Altar de Habakhuk. No me he atrevido a transmitir el mensaje de la voz, lo que dice. Pienso que es más divertido si te doy esa libertad. ¿Cómo crees que habla el dios vampiro? En el siguiente turno deberás seguir esa voz hacia el templo y contar a los vampiros qué has visto aquí. Los lobos van hacia allá. ¡Avísales, rápido, o matarán a todos! Tu post también será el que marque el inicio del ataque de los licántropos.
El rezo de Laluth potencia las habilidades de los vampiros presentes en el templo, incluido las tuyas. Para éste y el siguiente turno te concede la habilidad:
Titiritero (activable): manipula a un enemigo con las manos como si le estuviera moviendo con unos hilos invisibles.
Duración: 1 turno
Enfriamiento: 4 turnos
Esta habilidad solo sirve para este tema. La podrás utilizar con cualquier personaje excepto Mawuli y Laluth.
* Irinnil Fawkes: a ver si me sé explicar bien que esto es complicado. ¡Vamos desde el principio!
La daga utiliza Laluth es un objeto del 19. Su filo no corta la piel ni la carne, sino el éter y el alma de las personas. Así fue que Laluth conservó el arma. Desea utilizar con el primer vampiro para resucitarle. No es tan fácil como parece. Habak lleva muchos años muertos. Se necesita un cuerpo cómodo y que crea de antemano que es Habakhuk para facilitar el vínculo. El Dios vampiro eligió a Dag Thorlák para este propósito. Laluth lo sedujo y le hizo creer que era Habak [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]. Aun así, no fue suficiente. Necesita una magia más poderosa: la de los 19 objetos malditos de Egdecomb.
Explicado la historia del objeto, es hora de saber qué te ha sucedido. Laluth ha utilizado la daga contigo y con ella misma, pasándote su propia sangre de vampira. Has muerto como elfa. Onnie te asesinó. A partir de ahora, eres una vampiresa. No tan solo eso, sino que, además, la sangre de Laluth corre por tus venas. Varios rasgos de la sacerdotisa pasan a ti, principalmente sus ojos carmesíes. En Sacrestic, solo en tierra vampira, tu cabello se tiñe de plata y tu piel se tornará tan blanca como la nieve. Laluth, por el contrario, recupera sus rasgos como elfa. Al abandonar las tierras vampiras, sus ojos serán azules, su cabello azabache y sus ojos azules.
Pocas son las acciones que podrás realizar en el siguiente turno. La conversión es lenta y dolorosa. Te dejo libertad para que la ejecutes a tu gusto. El tiempo de recuperación es vital. En la primera planta del templo está a punto de iniciarse una guerra. Prepárate.
A partir de este momento eres una sacerdotisa de Habak. Puedes elegir el nombre que quieras que te reconozcan Los Hijos. Si deseas que te dé un consejo, sería muy divertido que escogieses un nombre bíblico deformado para parecer satánico. Es el caso de Laluth, que deriva de La Luz, El Portador de Luz, Lucifer.
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Re: Te ahogarás en tu sacramento [Mastereado, Irinnil Fawkes y Uri]
El altar era digno del gran señor de los vampiros, el primer y único Padre de estos; Habbakhuk. Teñido en la más máxima de las oscuridades, el capilla era una construcción subterránea semiderruida y en completo olvido ¡Pero aún así imponente en todos los sentidos de la palabra! No había antorchas, ni la luz del día filtrándose por alguna rendija, tampoco nada que pudiera hacer un reflejo. Solo oscuridad y ceguera; un altar que solo aceptaba a los verdaderos hijos de Habbakhuk, los vampiros, pues solo ellos podrían ver la belleza de la con su fina aguda visión nocturna. Un lugar de culto y descanso que solo abrazaba y alumbraba a los hijos del a noche.
Mirando a los alrededores con curiosidad, el infante se fijo en la curiosa forma de la estructura del lugar ¡Le recordaba a las ilustraciones que "ella" aveces le mostraba! ¡Una cruz vertical! Le explicó que pertenecía a una religión de mas allá de la brecha ¿Cual era el nombre de esa religión? ¡Apenas logra acordarse! Su maestro siempre despreció todo lo que tuviera que ver con los terrestres, nunca le permitió a Uriel siquiera pronunciar una sola palabra sobre el tema ¡Debido a eso, cada vez fue olvidando mas y mas sobre le tema! Pero, incluso si sabía que su maestro lo despreciaba, seguía encontrado el lugar hermoso, místico.....Y divino.
“Impresionante….”
Tras un ahogado suspiro de admiración, el infante dejó de observar el lugar para comenzar a caminar hasta el altar, su instinto el decía que debía acercarse a él......No, era algo mas primario. Era una sensación vaga pero sentía que alguien le llamaba desde ahí. Vidrios de colores hermosos y llamativos estaban esparcidos por el suelo, era lo que quedaba de los antiguos hermosos vidriales que adornaban e iluminaban suavemente el lugar. Al ser pisados por Uriel, hacían un crujiente sonido de ruptura que resonaba con un fuerte eco en la capilla abandonada ¡Cualquiera se asustaría de escucharlo entre tanta oscuridad, pero el infante no se alarmó para nada! De echo, estaba realmente cómodo. Los asientos de madera polvoriento estaban puestos en línea, esperando en vano que alguien se sentara en ellos, Uriel olía la podredumbre y el moho salir de ellos.....Era fácil saber que nadie los había usado en un largo, largo tiempo.
Ignroando el ambiente cargado en polvo y tierra, el niño se paró frente a las viejas estatuas del barroco destruidas. No se podía ver a quienes rendía culto semejantes efigies, pero Uriel sintió que definitivamente era las figuras de los grandes héroes vampiros; Aquellos que se ganaron con sus hazañas un lugar al lado de Padre. En el centro, justo enfrente del altar, había una enorme estatua cuyo rostro fue destruido por la erosión y la falta de cuidados. Su postura era benévola, paciente y solemne pero a Uriel se le hacía solitaria, vengativa y sarcástica. Era el cuerpo de Padre; Habbakhuk, el primero de todos y el dios de los vampiros. El niño lo miró con adoración.
“Padre, Lilianna Nova…Respondió a su llamado.”
Hará un puñado de minutos, guiado por la voz de un hombre sonando a la lejanía, Uriel corrió por los conductos secretos solo accesibles por su cuerpo infantil ¡Era su voz, sin duda! ¡Era Padre! ¡Era Dios! ¡Él le estaba llamando! A decir verdad no sabía si en verdad fue el, tampoco tenía pruebas, de hecho era la primera vez que escuchaba esa voz en toda su vida; Rasposa, tranquila, indiferente e incluso fría, y sin embargo increíblemente reconfortante y tranquilizadora ¡Lo sentía! Dios le estaba llamando y Uriel, como un cordero a su madre, lo buscó y siguió hasta ese altar ciegamente.
Sin importarle que en el proceso se clavara en la rodilla un par de cristales, se arrodilló por instinto frente a la estatua sin rostro. Sentía su sangre hervir, su corazón latir, sus mejillas cálidas en un rosado rubor que era raro en un vampiro ¡Era como encontrarse frente a frente con su ser mas amado! Uriel siempre pensó que los vampiros no podían sentir pasión, amor ni calidez pues, según le explicó su maestro, lo dejaron atrás junto al amparo de la luz y el Sol ¡Pero justo en esos instantes podía sentirlo vividamente! Era como estar frente a frente con su madre y padre, con el amor de su vida, a sus orígenes mas primarios. Se sentía como si hubiera regresado al útero de su madre….Pasión, amor y calidez, siempre pensó que jamás las comprendería pero ahora se entregaba voluntariamente a ellas por instinto. Todo en pos de servir a Padre.....A Dios.
Uriel cerró sus ojos, pues no necesitaba ver. Habbahuk era el señor de la noche y la oscuridad, el primer hijo de la noche ¿Porque semejante persona se mostraría en la luz? si fuera a presentarse, lo haría bajo un profundo manto de la noche, siendo uno con la oscuridad ¡Entonces se volvería ciego por el mero echo de poder verlo! Después de todo, es por eso que solo los vampiros eran aptos para comunicarse con el primer vampiro; Pues ellos son los verdaderos hijos de la noche y la oscuridad, solo ellos son capaces de abrazar sin miedo ni rechazo la oscuridad en la ceguera.
De repente, el niño sintió que había algo o alguien frente a él. Era él, lo sabía. Sentía perfectamente su presencia, y precisamente por esa razón no abrió los ojos. Solo siguió en la misma postura mientras dócilmente se dejaba llevar.
“Siéntete bienvenido a mi morada, mi pequeño zagal ¿Sabes para que requerí de tu presencia? Lilia-....No, Uriel Nova.....”
En un tono frío y desinteresado pero extrañamente amable, le preguntó por aquello que Uriel deseaba saber ¿Porque Habbakhuk, padre de los vampiros, le había llamado? ¡Incluso cuando Uriel no era un vampiro particularmente especial! Estaba agradecido y honrado con semejante honor, pero la pregunta seguía ahí. Pensó por unos segundo, eligiendo la respuesta mas acertada que lograra encontrar, finalmente murmuró;
“Porque los Hijos de Habbak corren un grave peligro a manos de los licantropos.”
“Ciertamente, esa es la razón correcta. Ahora has de escúchame, mi pequeño zagal; Pues esas mangorrianas criaturas osan atentar contra las existencias de mis amados retoños. Mi zagal, requiero de ti para que te dirijas a ellos y les alertes de las fechorías que planean esos crapulosos cánidos.”
“....”
El niño guardó silencio, prestando total atención a Habbahuk con la mas sincera intención de cumplir al pie de la letra sus ordenes, pero….¿Zagal? ¿Mangorrientas? ¿"más has de..."? ¿Atentar? No es como si el infante no hubiera entendido la frase del todo ¡Por le contexto mas o menos sabía que le estaba diciendo! Pero seguía estando bastante confuso ¡La mitad de las palabras usadas no las conocía o las había escuchado muy de vez en cuando! Le recordaba un poco a la forma en la que hablaban los Berry aveces ¡Debía de ser jerga de la época de Habbahuk! Quizá notando la confusión del niño, el dios vampiro añadió, esta vez sin floritura alguna;
“Solo alerta alerta de la presencia indeseable de esos sarnosos licántropos a Mis Hijos, zagal.”
“A sus ordenes, Padre.”
Si, definitivamente pudo entender eso.
El infante, sin abrir los ojos, se puso en pie para prepararse ¡Debía darse prisa! ¡En cualquier momento los Hijos de Habak serían atacados! Pero se detuvo ante un leve sonido de un pie pisando el suelo polvoriento, pudo escucharlo perfectamente a pesar de que no había ningún “crack” de los cristales al ser pisados. Como si alguien estuviera frente a justo él, notó cómo una mano grande de adulto acariciaba suavemente su cabeza. Era extraño, sabía que estaba solo en la capilla y que nada lo estaba tocando pero a su vez sentía como alguien le acariciaba suavemente, y cuanto mas seguro estaba de la sensación mas lo notaba.
“Ve seguro, mi pequeño zagal más tú también eres mi hijo y no deseo ningún daño en tu pequeño ser. No has de bajar la guardia, pues no tendrás tanta suerte como con aquella bastarda pelandusca que intentó asesinarte. Ahora ve, mi pequeño mensajero. Mis Hijos reconocerás mi presencia en ti, no te cagalindes por la posibilitad de ser ignorado; Pues nuestra gente reconocerá tu labor como mi mensajero.”
Uriel asintió, conteniendo un ronroneo de placer por la agradable sensación de la fría pero cálidamente agradable mano sobre su cabello ¡Jamás se había sentido así por ser acariciado! siempre le habían gustado las palmaditas en la cabeza pero aquello estaba a otro nivel. Una vez más no comprendió demasiado la frase, pero sí entendió que se le había encomendado una importante misión por parte de Dios. Para decepción del niño, a los pocos segundos dejó de sentir la mano sobre su cabeza, comprendiendo enseguida que era el momento de irse.
El niño abrió los ojos sin pensarlo siquiera, como si por arte de magia ya los tuviera abiertos sin nisiquiera emitir la orden a sus parpados. Tal y como sabía perfectamente, estaba él solo en el altar ¡Frente a la efigie sin rostro! La presencia que tantos sentimientos dormidos despertaron en él desapareció por completo, dejando una extraña sensación de vacío en Uriel. El niño sabía perfectamente que todo fue real, habló con el primer vampiro de toda la historia de Aerandir, Habbakhuk ¡Y le pidió ser el mensajero que alerte al resto de la presencia de los malvados licántropos!
No te defraudaré, Dios
Con esas palabras en su cabeza, el niño dio media vuelta y rápidamente se dirigió por mero instinto hacía donde, sin razón alguna, sabía que estaban los Hijos de Habbak ¡Jamás se había sentido tan seguro de un lugar en su vida! Quizá fuera por influencia de Habbakhuk pero sabía perfectamente donde debía de ir: Como si hubiera estado en ese templo destruido por mucho, mucho tiempo ¡Sentía que jamás podría perderse en aquel templo destartalado y olvidado!
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Finalmente logró llegar hasta el altar principal de los Hijos de Habbak. La escena con la que se encontró fue….¿Peculiar? ¿Desconcertante? No sabía quién era Laluth, pero escuchó hablar de ella por parte de “Ella” y de su maestro. La vampiresa más hermosa y célebre de toda la historia, “La Primera Hija” de Habbakhuk y…..La única vampiresa de sangre pura que quedaba, probablemente. Uriel no pudo evitar mirarla desde la puerta por la que entró totalmente admirado, si Habbakhuk era Dios, entonces Laluth era un apóstol ¡Tenía frente a él al apóstol de Dios! La prueba irrefutable de la existencia de Habbakhuk y su representante viva.
¡Pero enseguida notó que algo no iba bien en el apóstol! Ella era mas longeva y poderosa de toda la raza, una vampiresa digna de ser respetada y venerada como al dios que servía….Entonces ¿Porque...? ¿Porque no sentía la esencia de una vampiresa en ella? ¡No podía reconocer en ella la esencia familiar de su gente! Uriel jamás había visto en persona a Laluth pero solo por las hermosas ropas ceremoniales, la postura y la descripción que se le dió de ella supo de inmediato que era ella ¡Pero solo veía a una elfa! No una poderosa vampiresa.
“Vaya,…..Tenemos un pequeño invitado….Acércate, pequeño curioso”
Quizá porque estaba mirándola fijamente o porque no pretendía ocultarse precisamente, ella notó rápidamente la presencia del niño. Los ojos de Laluth se posaron sobre la pequeña figura infantil en un rincón, Uriel no tuvo tiempo para sentirse abrumado por la presencia de la gran “vampiresa” Laluth, dio un paso rápidamente y sin osar mirarla directamente, siendo educado y sumiso, anunció.
“L-Lamento interrumpir sus labores, Gran Sacerdotisa Laluth. Vengo a entregar, en nombre de Habbakhuk, un importante mensaje ¡Por favor, escuche lo que tengo que decir!”
“¡Tú…!”
“¡Se lo ruego! ¡Escuche lo que tengo que decir!”
Uriel se arrodilló frente a ella, Habbakhuk le dijo que Los Hijos de Habbak reconocerían de inmediato su esencia en él, así que creyó firmemente ne que sería creído a pesar del nerviosismo que sentía ¡Mandar un mensaje en nombre de "Dios" no era fácil! Si llegasen a tomarlo por un farsante, probablemente sería asesinado ¡Afortunadamente pudo comprobar hace un rato en como de verdad le reconocían como mensajero del dios vampiro! Si logró llegar hasta ahí tan rápidamente fue porque los guardias se quedaban de piedra al verlo, pues detectaban la familiar esencia de Habbak en él. Y probablemente Laluth lo reconocería mejor que nadie, pues ella podía comunicarse directamente con él y lo conoció en vida.
“Habla...”
“¡Si! ¡Una horda de licántropos desean atacar a Los Hijos de Habbak! Comenzaron atacando la posada donde yo me hospedaba ¡Afortunadamente logré huir a los conductos de ventilación a tiempo, mi señora! Pero oí claramente como el líder de esos bastardos decía querer asesinar a los Hijos de Habbak. E-Ellos decían algunas cosas extrañas también; Sobre como ese “Lobo de Plata” deseaba algo en posesión de Los Hijos de Habbak...”
Pudo escuchar los suspiros sorprendidos y shockeados de los vampiros de la sala, parecían haberle creído bastante rápido ¡Uriel agradeció que Dios hubiera sido tan previsor! Habría sido un desastre si no hubiera llevado ninguna prueba de que en verdad vino en nombre del dios vampiro. Por su lado, Laluth se puso un poco pálida mientras fruncía su fino y hermoso ceño con una mezcla de preocupación y molestia. sin dudarlo un solo segundo, miró al resto de vampiros de la sala, exclamó con un tono serio peor cargado de carisma;
“¡Haced todas las preparaciones! ¡No hay tiempo que perder!”
Los asustados vampiros salieron de sus trances, dando un leve bote ante la voz carismática de su antigua sacerdotisa de inmediato comenzaron a cumplir sus ordenes ¡Vampiresa o no, era la referente de todos! Como si les hubieran dado cuerda, comenzaron a correr para comenzar con los preparativos rápidamente, sin osar perder un solo segundo. Uriel miró la situación con ojos preocupados, había cumplido la petición del dios vampiro ¡Transmitió el mensaje! ¿Ahora qué debía hacer? ¡No hubo tiempo nisiquiera para pensar en cómo podía salir vivo de esa!
¡Un aullido resonó en la distancia! ¡Estaba lejos aún pero sin duda no tardaría demasiado en llegar! Quizá en 10 minutos, en 15 o incluso en segundos los tendrían invadiendo el lugar….Frunciendo el ceño, sin pensarlo, apretó el mango de su puñal; Si van a tener que enfrentar a esos licántropos, entonces no tiene más remedio que hacer lo que pueda ¡Por su dios Habbakhuk que les impediría profanar el templo del dios vampiro!
Al poco tiempo, no mas de 15 minutos después del mensaje de Uriel, comenzaron a notar la llegada de los invasores; Sintiendo los aullidos justo detrás del portón principal ¡Apenas lograron prepararse a tiempo! Pero al menos lograron esconder a los mas débiles y posicionarse estrategicamente, no los tomarían de sorpresa. El sonido de gruñidos y arañazos en el portal resonó en el totalmente silencioso y oscuro templo, habían apagado todas las antorchas para dejarlo todo en la máxima penumbre posible; La oscuridad era el territorio natural de los vampiros, siempre y cuando la oscuridad reinase sus ojos tendrían la ventaja. Más zarpazos golpearon la puerta. Uriel sujetó entre sus manos su puñal y lo apretó; Su corazón latía con nerviosismo. El portón cayó, y los eufóricos gruñidos comenzaron a deslizarse en el interior del templo. La lucha por la supervivencia había comenzado.
Uri
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Re: Te ahogarás en tu sacramento [Mastereado, Irinnil Fawkes y Uri]
Muchas veces intenté contar esta historia antes. Es una de esas preguntas reiteradas en reencuentros o que surgen con la confianza suficiente después de un tiempo. Lo más sencillo es evadirla con algo lo suficientemente ambiguo como para que abandonen el tema. Termina pareciendo como que no quieres hablar de ello y, al poco tiempo, dejan de preguntar. Pero nada más lejos, no me importaría haber relatado qué ocurrió ese día. Simplemente no es una tarea sencilla, no hubo “acciones” si no “sensaciones”. ¿Cómo encontrar las palabras exactas para que alguien que no ha experimentado algo parecido lo entienda? De todas formas lo intentaré, de nuevo, por última vez.
Entré a una sala, siguiendo a Laluth. No sabría decir muy bien qué había allí dentro. La visión se me emborronaba cada poco tiempo. Había mucha gente allí, aunque estaba más preocupada por la cantidad de sangre que brotaba entre mis dedos. Había un sarcófago, uno de cristal, o eso me pareció entrever en algún momento. Tuve que apoyarme contra una de las columnas para no caerme al suelo. Sabía que una vez tocara la fría piedra no conseguiría volver a levantarme. Ya mi cabeza me decía “cierra los ojos, has hecho suficiente” pero también sabía lo que significaba aquello.
Lo último que vi como elfa… Fue a Laluth clavándose un puñal en el pecho, para después hacer lo mismo conmigo. ¿Qué sentí en ese momento? Frío y calor a la vez. La habitación en un segundo estaba completamente iluminada, al siguiente estaba en penumbra. Estaba llena de energía, como si me hubieran metido dentro de un huracán. Miré a Laluth a los ojos mientras escuchaba “Lo siento, vampiresa”. Finalmente lo entendí, a tiempo para que el torrente de energía de hacía unos segundos se convirtiese en dolor.
Me quedé en el suelo, encogida en una esquina pensando que tal vez debería haberle hecho caso a mi cerebro. Haberme dormido cuando tenía la oportunidad y haber dejado que todo terminase a su ritmo natural. Había llegado mi momento y lo había aceptado. Pero Laluth se había interpuesto, convirtiéndome sin siquiera preguntar. La odié, la odié mucho, para amarla un segundo más tarde.
Veréis, como he dicho anteriormente, es muy difícil de explicar qué me ocurrió en aquella sala. Para mi eran… Emoción tras emoción, como si todas las sensaciones que tienes desde que naces se pusieran de acuerdo y volviesen a ir en orden cronológico. Sentí una cosa, luego la contraria, luego otra distinta… Odio, amor, miedo, el olor del mar, el crujir de una galleta, la risa de una ardilla...¿Que qué tiene eso que ver con lo que me estaba ocurriendo? Asumo que mi mente estaba en una especie de guerra contra mi cuerpo en la que intentaban demostrar quien podría hacerme pedazos antes.
Pero no podía quedarme allí tirada eternamente. Recuerdo lo que hizo que intentara ponerme en pie, a pesar de que mis ojos seguían sin ponerse de acuerdo en si la habitación estaba iluminada o no. Alguien había dicho la palabra “licántropos” y después “invasión” o algo del estilo, puede que fueran en distinto orden, pero lo importante era “chuchos sarnosos te quieren arrancar tu pescuezo nuevo”. Lo que me faltaba, desde luego una no podía morir y revivir en paz en aquellos tiempos.
De todas formas, para cuando conseguí incorporarme, el dolor hizo que me encogiera de nuevo y tuve que apoyarme contra una columna. “Id sin mi, ya os alcanzaré en un momento” pensé cuando ya hacía un buen rato que no quedaba nadie en la sala. Salí de allí mientras increpaba a las piedras del lugar para que dejaran de moverse de un lado a otro y, sobretodo, para que dejasen de respirar “¡las piedras no respiran, dejadlo ya!”
Cuando conseguí volver a la sala principal parte del dolor había cesado. Lo único que pude ver antes de que uno de los hijos de Habbak me echara hacia un lado con brusquedad, fue que el gran portón había caído.
Entré a una sala, siguiendo a Laluth. No sabría decir muy bien qué había allí dentro. La visión se me emborronaba cada poco tiempo. Había mucha gente allí, aunque estaba más preocupada por la cantidad de sangre que brotaba entre mis dedos. Había un sarcófago, uno de cristal, o eso me pareció entrever en algún momento. Tuve que apoyarme contra una de las columnas para no caerme al suelo. Sabía que una vez tocara la fría piedra no conseguiría volver a levantarme. Ya mi cabeza me decía “cierra los ojos, has hecho suficiente” pero también sabía lo que significaba aquello.
Lo último que vi como elfa… Fue a Laluth clavándose un puñal en el pecho, para después hacer lo mismo conmigo. ¿Qué sentí en ese momento? Frío y calor a la vez. La habitación en un segundo estaba completamente iluminada, al siguiente estaba en penumbra. Estaba llena de energía, como si me hubieran metido dentro de un huracán. Miré a Laluth a los ojos mientras escuchaba “Lo siento, vampiresa”. Finalmente lo entendí, a tiempo para que el torrente de energía de hacía unos segundos se convirtiese en dolor.
Me quedé en el suelo, encogida en una esquina pensando que tal vez debería haberle hecho caso a mi cerebro. Haberme dormido cuando tenía la oportunidad y haber dejado que todo terminase a su ritmo natural. Había llegado mi momento y lo había aceptado. Pero Laluth se había interpuesto, convirtiéndome sin siquiera preguntar. La odié, la odié mucho, para amarla un segundo más tarde.
Veréis, como he dicho anteriormente, es muy difícil de explicar qué me ocurrió en aquella sala. Para mi eran… Emoción tras emoción, como si todas las sensaciones que tienes desde que naces se pusieran de acuerdo y volviesen a ir en orden cronológico. Sentí una cosa, luego la contraria, luego otra distinta… Odio, amor, miedo, el olor del mar, el crujir de una galleta, la risa de una ardilla...¿Que qué tiene eso que ver con lo que me estaba ocurriendo? Asumo que mi mente estaba en una especie de guerra contra mi cuerpo en la que intentaban demostrar quien podría hacerme pedazos antes.
Pero no podía quedarme allí tirada eternamente. Recuerdo lo que hizo que intentara ponerme en pie, a pesar de que mis ojos seguían sin ponerse de acuerdo en si la habitación estaba iluminada o no. Alguien había dicho la palabra “licántropos” y después “invasión” o algo del estilo, puede que fueran en distinto orden, pero lo importante era “chuchos sarnosos te quieren arrancar tu pescuezo nuevo”. Lo que me faltaba, desde luego una no podía morir y revivir en paz en aquellos tiempos.
De todas formas, para cuando conseguí incorporarme, el dolor hizo que me encogiera de nuevo y tuve que apoyarme contra una columna. “Id sin mi, ya os alcanzaré en un momento” pensé cuando ya hacía un buen rato que no quedaba nadie en la sala. Salí de allí mientras increpaba a las piedras del lugar para que dejaran de moverse de un lado a otro y, sobretodo, para que dejasen de respirar “¡las piedras no respiran, dejadlo ya!”
Cuando conseguí volver a la sala principal parte del dolor había cesado. Lo único que pude ver antes de que uno de los hijos de Habbak me echara hacia un lado con brusquedad, fue que el gran portón había caído.
Irinnil Fawkes
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Re: Te ahogarás en tu sacramento [Mastereado, Irinnil Fawkes y Uri]
Luthiena Betanni se encontraba de pie, al lado del alto trono, observando la masacre con tez implacable. Centraba la atención al devenir de la batalla y en las posiciones que el frente de los lobos tomaba. El portón había caído y, con él, entró un halo de luz matinal, mortífero para los vampiros que corrieron el infortunio de defender la puerta antes de que cayese. Luthiena Betanni oró por sus cuerpos y sus almas. ¡Qué Habakhuk les tenga en su gloria! El resto de vampiros se agrupó a los pies del alto trono, huyendo de la luz del sol. Los lobos hicieron acopio de perseguir a Los Hijos, pero una figura a dos patas, más grande que el resto de sus congéneres, les ordenó mantenerse bajo la luz del día. Éste debía de ser el líder de los lobos, aquel que el pequeño vampiro había espiado mientras recordaba la misión a sus hombres o, quizás, hablase solo jactándose de sus pequeños triunfos.
La ejecución del conde Sulaman, junto con su nefasta maldición y los asesinatos recientes, obligó a los vampiros replegarse en el templo de Habak; la misma Laluth dio la orden (maldita sea la hora que dio la orden) de encerrar a todos los extranjeros en el templo y resguardaros hasta encontrar al culpable de los crímenes. Los lobos sabían que la sacerdotisa negra tomaría esa decisión, alguien de confianza se los había dicho, un vampiro. El mismo vampiro que inició la revuelta en el templo, alentando a Los Hijos a que se enfrentasen entre ellos. Onnie. A fuera, y sin que estos lo supieran, los lobos se colaron en Sacrestic y mataron a todo vampiro que topase en sus hocicos. A casi todos. El pequeño vampiro pudo escapar. Tenía el blusón manchado de los traumas que los lobos le hicieron vivir.
Laluth meditaba lo acontecido, dirigiendo sus fieros ojos contra los del líder de los lobos. Mientras estuvieran bajo el amparo de la luz del sol, no podía mandar a los vampiros a luchar. Lo que los lobos no sabían es que no todos Los Hijos son vampiros.
La sacerdotisa negra hizo llamar, con un movimiento de brazo, a Ava Ghenadie (Vivek). El hombre ratón había tenido tiempo de amoldarse a su nuevo cuerpo y habilidades.
—¿Qué saben hacer los brujos del Hekshold? — preguntó Luthiena con una sonrisa socarrona
—Más de lo que mi señora imagina — contestó Ava y su sonrisa era la de una rata.
—Atraeremos a los lobos a las mazmorras — continuó Luthiena mirando al resto de la guardia —. Una vez dentro, un grupo de los mejores dominadores (maestros de la voz) les convencerán que se pongan ellos mismos las cadenas. La magia del Hekshold hará el resto. Ya débiles, usaré la daga de Habakhuk para intercambiarles el cuerpo con los vampiros que ellos mismos intentaron matar. Siempre he querido tener un perro de mascota; mejor si es una jauría.
Luthiena se echó hacia atrás y detuvo con las manos a su nueva amiga.
—No, querida. Deja que mis guerreros se ocupen de ello. Cuando los lobos estén encerrados, podrás cobrarte tu venganza. Piensa que voy a alguien de confianza a mi lado. ¿O acaso crees que seré tan misericordiosa como para dejar a los lobos atados sin más? Antes de transmutarlos, nos divertiremos con ellos. Hablo de torturar, querida. Ahora, deja que mis guardias se ocupen de ellos. Ellos qué hacer, obedecerán mis órdenes y, esta vez, no fallaré.
Mawuli dio el primer paso, lento y amenazador, hacia las sombras del templo. Un vampiro se lanzó hacia el cuello del gran lobo, pero éste hizo una finta esquivando el ataque a la vez que clavaba la garra en el pecho del chupasangre. El vampiro meneo los brazos erráticos, intentando inútilmente deshacerse del agarre del lobo. Mawuli sonrió a su enemigo y terminó con su vida hincando sus fauces al cuello, en la misma posición donde el vampiro dirigía su precipitado ataque. Lanzó el cadáver hacia la zona iluminada por la luz del sol, donde se derritió entre espasmos y ofreciendo un espectáculo que el resto de vampiros recordarían. Mawuli aulló y avanzó otra serie de pasos. El resto de la guarnición siguió emulando el ritmo que el líder marcaba.
Los lobos entraron dentro del templo. Eran menos numerosos que los vampiros y su posición ofensiva les desfavorecía en combate; sin embargo, atacaban con tal ferocidad que obligaban a los vampiros a retirarse. ¡Los lobos ganaban terreno! Mawuli intercalaba los gruñidos amenazadores con aullidos que se jactaban de la inminente victoria.
General: ¡Último turno! Seguimos con el mismo orden que en el turno anterior. Uriel contestará primero, después irá Irinnil.
* Uri: te encuentras en la vanguardia de los vampiros, no porque Luthiena te hubiese mandado hacerlo, sino porque eres tan pequeño y nervioso que consigues colarte sin dificultad. Deberás usar tus mejores habilidades para llevar a los lobos al calabozo del templo y encerrarlos en las celdas. No estás solo, cuentas con todo un ejército de vampiros a tu lado que dudo que tengas la necesidad de utilizar. ¿No es esta tu especialidad? Hacer que los extraños te sigan, curiosos por tu faceta de infante.
* Irinnil Fawkes: te encuentras demasiado débil para luchar, pero tu gratitud hacia Luthiena hace que permanezcas a su lado durante la batalla. Deberás, en un primer lugar, proteger a la sacerdotisa negra. Aunque, creo yo, que será ella quien deba protegerte a ti. Tu segundo objetivo es más divertido y es que, una vez todos los lobos se encuentren encerrados en el calabozo, deberás torturarlos. No les dejes escapar hasta que no oren el nombre de Habakhuk con el mismo entusiasmo que aullarían a la luna llena.
La ejecución del conde Sulaman, junto con su nefasta maldición y los asesinatos recientes, obligó a los vampiros replegarse en el templo de Habak; la misma Laluth dio la orden (maldita sea la hora que dio la orden) de encerrar a todos los extranjeros en el templo y resguardaros hasta encontrar al culpable de los crímenes. Los lobos sabían que la sacerdotisa negra tomaría esa decisión, alguien de confianza se los había dicho, un vampiro. El mismo vampiro que inició la revuelta en el templo, alentando a Los Hijos a que se enfrentasen entre ellos. Onnie. A fuera, y sin que estos lo supieran, los lobos se colaron en Sacrestic y mataron a todo vampiro que topase en sus hocicos. A casi todos. El pequeño vampiro pudo escapar. Tenía el blusón manchado de los traumas que los lobos le hicieron vivir.
Laluth meditaba lo acontecido, dirigiendo sus fieros ojos contra los del líder de los lobos. Mientras estuvieran bajo el amparo de la luz del sol, no podía mandar a los vampiros a luchar. Lo que los lobos no sabían es que no todos Los Hijos son vampiros.
La sacerdotisa negra hizo llamar, con un movimiento de brazo, a Ava Ghenadie (Vivek). El hombre ratón había tenido tiempo de amoldarse a su nuevo cuerpo y habilidades.
—¿Qué saben hacer los brujos del Hekshold? — preguntó Luthiena con una sonrisa socarrona
—Más de lo que mi señora imagina — contestó Ava y su sonrisa era la de una rata.
Ava Ghenadie resumió a Luthiena todo cuanto sabía hacer. Vivek poseía algunos de recuerdos de la bruja, los más interesantes. No sabía quiénes eran sus padres o si es que tenía algún hermano, pero conocía cada uno de los hechizos que la bruja aprendió en las clases del Hekshold. Los ojos de la bruja brillaban con malicia mientras explicaba sus habilidades, parecían estar deseando experimentar con ellas. ¿Qué quiere que haga, mi señora? Refulgían con luz propia. Con luz mágica. —Quiero que encantes las cadenas del calabozo — dijo Luthiena Betanni finalmente —. Quiero que en cuanto un lobo pise el lugar, las cadenas se lanzan hacia él, lo atrapen y lo quemen; pero que no lo maten. ¿Podrás? —Sí, mi señora sacerdotisa. | [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] |
—Atraeremos a los lobos a las mazmorras — continuó Luthiena mirando al resto de la guardia —. Una vez dentro, un grupo de los mejores dominadores (maestros de la voz) les convencerán que se pongan ellos mismos las cadenas. La magia del Hekshold hará el resto. Ya débiles, usaré la daga de Habakhuk para intercambiarles el cuerpo con los vampiros que ellos mismos intentaron matar. Siempre he querido tener un perro de mascota; mejor si es una jauría.
Luthiena se echó hacia atrás y detuvo con las manos a su nueva amiga.
—No, querida. Deja que mis guerreros se ocupen de ello. Cuando los lobos estén encerrados, podrás cobrarte tu venganza. Piensa que voy a alguien de confianza a mi lado. ¿O acaso crees que seré tan misericordiosa como para dejar a los lobos atados sin más? Antes de transmutarlos, nos divertiremos con ellos. Hablo de torturar, querida. Ahora, deja que mis guardias se ocupen de ellos. Ellos qué hacer, obedecerán mis órdenes y, esta vez, no fallaré.
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Mawuli dio el primer paso, lento y amenazador, hacia las sombras del templo. Un vampiro se lanzó hacia el cuello del gran lobo, pero éste hizo una finta esquivando el ataque a la vez que clavaba la garra en el pecho del chupasangre. El vampiro meneo los brazos erráticos, intentando inútilmente deshacerse del agarre del lobo. Mawuli sonrió a su enemigo y terminó con su vida hincando sus fauces al cuello, en la misma posición donde el vampiro dirigía su precipitado ataque. Lanzó el cadáver hacia la zona iluminada por la luz del sol, donde se derritió entre espasmos y ofreciendo un espectáculo que el resto de vampiros recordarían. Mawuli aulló y avanzó otra serie de pasos. El resto de la guarnición siguió emulando el ritmo que el líder marcaba.
Los lobos entraron dentro del templo. Eran menos numerosos que los vampiros y su posición ofensiva les desfavorecía en combate; sin embargo, atacaban con tal ferocidad que obligaban a los vampiros a retirarse. ¡Los lobos ganaban terreno! Mawuli intercalaba los gruñidos amenazadores con aullidos que se jactaban de la inminente victoria.
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General: ¡Último turno! Seguimos con el mismo orden que en el turno anterior. Uriel contestará primero, después irá Irinnil.
* Uri: te encuentras en la vanguardia de los vampiros, no porque Luthiena te hubiese mandado hacerlo, sino porque eres tan pequeño y nervioso que consigues colarte sin dificultad. Deberás usar tus mejores habilidades para llevar a los lobos al calabozo del templo y encerrarlos en las celdas. No estás solo, cuentas con todo un ejército de vampiros a tu lado que dudo que tengas la necesidad de utilizar. ¿No es esta tu especialidad? Hacer que los extraños te sigan, curiosos por tu faceta de infante.
* Irinnil Fawkes: te encuentras demasiado débil para luchar, pero tu gratitud hacia Luthiena hace que permanezcas a su lado durante la batalla. Deberás, en un primer lugar, proteger a la sacerdotisa negra. Aunque, creo yo, que será ella quien deba protegerte a ti. Tu segundo objetivo es más divertido y es que, una vez todos los lobos se encuentren encerrados en el calabozo, deberás torturarlos. No les dejes escapar hasta que no oren el nombre de Habakhuk con el mismo entusiasmo que aullarían a la luna llena.
Sigel
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Re: Te ahogarás en tu sacramento [Mastereado, Irinnil Fawkes y Uri]
Desde el minuto uno, todo fue un desastre completo ¡Extasiados por la sed de sangre y la ventaja del Sol, un puñado de lobos se abalanzaron sobre los Hijos en cuanto la puerta se abrió con un fuerte "pom" ! La vanguardia, armados con espadas y lanzas se defendieron con miradas determinadas, interceptando a los enormes canes. Apenas habían tenido tiempo de organizarse, y estaban sumamente perdidos pero lo último que querían era perder sus vida a manos de unos chuchos pulgosos.
El ambiente cargado en gritos de guerra y muerte, no hizo que Uriel comenzara a temblar de miedo ¡No había tiempo para eso! Pero si logró que sus ojos infantiles se iluminaran con nerviosismo y expectación ¡Pareciera ser que tenía un talento especial para meterse en batallas ajenas! Y esa no era la excepción. Pero, algo se sentía diferente, había un claro desequilibrio a favor del enemigo que Uriel, por ser ajeno, notaba a la perfección.
Todos parecen realmente animados, pero no hay ni organización ni comunicación......Esto es malo ¡Lo siento, maestro! Sé que odia a los Hijos de Habbak, pero es cuestión de vida o muerte ¡Si pierden aquí, yo moriré!
Sintiéndose algo mal por “ayudar” a los enemigos (unilaterales) del clan Nova, Uriel sin dudarlo se escabulló entre su gente y, como pudo, los ayudó torpemente ¡No era cosa fácil! Después de todo, con su cuerpecito infantil apenas podía hacer algo para darle una mano a su perdida gente ¡Logró salvar a un par de adultos de ser mordidos fatalmente, incluso! Después de todo, si algo tendían a hacer los enemigos, era ignorar a Uriel e incluso aveces, nisiquiera notaban su presencia ¡Y eso jugaba a su favor siempre! Podía tender trampas a sus enemigos haciéndolos caer o clavando su puñal en lugares estratégicos para evitar que se movieran.
*grrrrrr*
Hasta que notaban su presencia, claro. Entonces se volvía presa fácil.
“¡Ah! ¡Mie-....! ¡¡¿Ah?!!”
Justo cuando un lobo estaba a punto de abalanzarse sobre el pequeño infante sin que este lo notara, un lanza se clavó profundamente en el lobo del cánido, tiñendo de carmesí su pelaje grisáceo. El infante quedó confuso un par de segundos antes de percatarse de la ruta de huida creada especialmente para él, no mir´´o siquiera al vampiro que le salvó la vida, solo se alejó rápidamente a la retaguardia, en donde presenció en todo su esplendor la gran batalla. Un escalofrío bajó por su espalda.
El plan original, supuso Uriel, era guiar más adentro del templo a los lobos para aprovechar la laberíntica estructura y guiarlos hasta las celdas tras debilitarlos ¡Pero las cosas no serían tan fáciles! En un alarde de astucia, y para sorpresa de los vampiros, los lobos se negaban a abandonar las zonas iluminadas por el exterior, sabiendo que alejarse de la luz exterior sería su sentencia de muerte…...Y luego estaba el asfixiante aroma a sangre.
Incluso si la sala era relativamente grande, seguía siendo un cuarto cerrado repleto de muertos y gente herida; El aroma de la sangre estaba por todas partes. Quizá para humanos esto no sería un problema, pero si lo era para un vampiro; Comenzaba a nublar los sentidos y raciocinio de los Hijos, haciéndolos actuar por instinto. Incluso el pequeño Uriel, que por lo general era bueno conteniendo su hambre de sangre, comenzaba a sentirse cada vez más extasiado y nublado mientras la saliva se acumulaba en su boca ¡No podía ni imaginar el estado de otros vampiros menos capaces de controlar sus instintos! Quizá era un poco similar para los licantropos, quienes por naturaleza se dejaban llevar en el campo de batalla, pero en lo que batalla bruta se refería eran definitivamente mejores que los vampiros y eso se ilustraba batalla. Debían acabar con el combate y pronto.
“....”
Evaluó rápidamente la sala, todos estaban demasiados ocupados repeliendo a los lobos y luchando consigos mismos como para pensar con claridad ¡No estaban aprovechando en lo absoluto los dones que Habbahuk les obsequió! Alguien debía poner orden o serían asesinados. Por primera vez en muchos tiempo, el niño maldijo su apariencia y mentalidad infantiles…..Sabía que debían hacer, pero nadie le haría caso ¿Que debía hacer para...?
.....¡Aghhh! ¡Estoy harto! Que les jodan a los adultos ¡Soy Uriel nova, del clan de los Nova! Un vampiro noble entre vampiros nobles! ¡Haré que este montón de hippies sin cabeza me obedezcan! ¡Sino, seré la vergüenza de los nobles Nova!
Tirando por la borda todo, el niño se acercó a los demás que permanecían en la retaguardia; Estaba repleto de heridos y atacantes a distancia. No había orden ni control de quienes estaban en la retaguardia y quienes en la vanguardia. El infante se puso en un lugar ligeramente elevado con una carita que pretendía ser “imponente” pero solo lograba dar el efecto de un niño buscando ser tratado con un adulto. Nadie miró al niño mas que para poner una mueca de indiferencia, pero eso no desanimó al vampiro (1)¡Exclamó con su vocecilla cargada de convicción!
“¡Vosotros! ¡Si, os habló a tooodooooos vosotros! ¿Qué diablos hacéis con esas caras largas? ¡La gran sacerdotisa nos dio una misión! Y aquí estáis, comportándoos como descerebrados ¡Vergüenza debería de daros!”
Los adultos miraron intrigados la figura, frunciendo levemente el ceño al ser sarmoneados por un crío que apenas entraba en la preadolecensia….Pero, de alguna forma…..No podían pararlo, sentían que debían dejar que continuara hablando...Era casi hipnótico. el infante continuo, posando sus manitas en su cintura y frunciendo dulcemente el ceño de forma “sería”.
“¡Somos vampiros! ¡Vam-pi-ros! Nuestro señor, Habbakhuk, nos regalos grandes dones ¡Y nadie los está usando! ¿Que clase de blasfemia a nuestro gran señor es este? ¡Señores de la Voz! ¿Dónde está ahora vuestra carisma y capacidad de liderazgo? ¡Señor de la Sangre y caballeros Nocturnos, nuestra gran vanguardia! ¿Vuestros hermanos mueren bajo las garras de esos pulgosos y osáis quedaros quietos? ¡Señores de las Sombras! ¡Vuestra fortaleza no yace aquí! ¿Qué hacéis sosteniendo una espada cuando vuestro filo es la oscuridad en sí misma? ¡POR TODOS LOS APÓSTOLES DE HABBAKHUK! ¡Somos vampiros! ”
Los vampiros alardeaban de su inteligencia, astucia y capacidad de manipulación ¡Pero estaban siendo pisoteados por unos malditos animales pulgosos con la capacidad de planear de un niño de 7 años! Era doloroso de mirar. Siendo reprendidos por la voz infantil los adultos comenzaron a recapacitar; Ciertamente, no era así como se suponía que debían luchar.
Son vampiros, ellos seducen con sus voces cargadas del dulce veneno de la manipulación. Eran la raza nacida del gran dios Habbakhuk, sus virtudes y poderes yacían en ellos ¡Son vampiros! Eran uno con la noche y las sombras, mientras que el resto de razas le temían a la oscuridad, para ellos era su patio de juegos y su hogar ¡Son el gran fruto podrido de Aerandir! Nacidos de la astucia y codicia humanas, de la traición y la marginación de tiempos antaños, donde los fuertes portaban escamas y volaban al quemar y pisotear las aldeas que más tarde engendrarían a los primeros vampiros ¿Porque debían entonces seguir las reglas del campo de batalla? Nunca estuvo en ellos seguir las normas morales o estratégicas de las otras razas, solo existía un juego; El suyo propio. Después de todo, eran las cucarachas de Aerandir; Sin importar qué, sobreviven a pesar de ser la raza mas odiada y perseguida. Podrás pisotear a un grupo de vampiros, que si alzas otra piedra, saldrán 100 más.
Como si las palabras de Uriel hubieran cambiado algo en sus cabezas, de repente los Hijos de Habbak comenzaron a moverse de forma más organizada y ágil. Los señores de la voz comenzaron a guiar a sus hermanos con pericia mientras eran protegidos por los Guerreros Nocturnos, quienes asestaban fuertes golpes a los cánidos con la ayuda de los extasiados Señores de la Sangre. Los astutos Señores de las Sombras, fundiéndose con las sombras, engullían con avidez a cualquier cánido que osara pisar el terreno de las sombras. En un momento, le dieron vuelta a la mesa.
“¡Tenemos que cumplir con las órdenes de la Gran Sacerdotisa! Señores de la Voz, unamos nuestras voces para atraerlos. Señores de las Sombras, cubrir cualquier salida y aseguraros de dejar un único camino ¡Que los Guerreros Nocturnos y Los señores de la sangre impidan cualquier daño a nuestros hermanos!”
Viendo como los vampiros habían logrado organizarse, Uriel guardó silencio y, extremadamente dolorido, comenzó a acariciarse las sienes ¡Su cabeza le pinchaba y escocia! Nunca antes había usado con tanta fuerza sus habilidades, y era también la primera vez que lo hacía conscientemente ¡Nunca antes había logrado controlar remotamente su propia voz! Quizá porque no estaba acostumbrado o porque su “capacidad mental” estaba en conflicto con sus acciones, quizá ambas, pero la cuestión es que se sentía realmente adolorido…..Y un poco asustado.
Desde hace un tiempo, su “sello mental” que limitaba su forma de pensar y razonamiento al de un niño estaba algo ¿Agrietado? ¿Débil? A ratos se sentía diferente y tomaba decisiones o llegaba a conclusiones a las que antes no podía. Quería decir que comenzaba a crecer mentalmente, pero Uriel encontraba aterrorizador crecer ¡Odiaba a los adultos! El mero pensamiento de volverse uno le asqueaba.
Negando su cabecita para sacar esos pensamientos de su cabeza, Uriel avanzó rápidamente para acercarse a Los señores de la Voz ¡En ese momento era el lugar más seguro! Y parecían estar tramando algo para llevar a los lobos hasta las celdas. Un hombre de unos 40 años discutía con una vampiresa de aspecto severo sobre el asunto, podían manipular a los lobos para llevarlos hasta su sacerdotisa con ayuda de los Señores de las Sombras ¡Pero no sería fácil!
“¡Es una locura! Ni tú ni yo podríamos con nuestros cuerpos, lo sabes”
“¡Pero no hay otra opción! Necesitamos que marquen el camino y apenas tenemos Señores de la Sombras que lo hagan, voces para mantenerlos bajo control, lo cual tomará muchos números para una manada tan grande.....Y en cuanto a la carnada que los guíará ¡Tiene que ser un Señor de la Voz o no funcionará! Tiene que mantener una segunda voz que complemente la nuestra y no agriete la ilusión a la par que actúa como la “presa” perfecta que cazar ¡Sino sospecharan y huirán hacía el Sol!”
“¡.....! P-Pero aparte de nosotros dos, el resto son…..”
“Lo sé, o muy viejos físicamente o recién convertidos. No podrían con la pre-.....”
“¡Entonces, yo lo haré!”
Uriel dio un pasito al frente, dejando de escuchar la conversación pasivamente. Los adultos se sobresaltaron, no esperando a un tercero en la conversación, miraron rápidamente al pequeño niño que, con un rostro sereno, se ofreció como “carnada” ¡Enseguida lo reconocieron como el pequeño mensajero y el que dijo esas palabras que les ayudó a despertar! Un niño que no debía sobrepasar los 13 años, con piernas cortas y un cuerpo frágil. Sus ojos se mostraron problemático e inseguros, el niño, prediciendo lo que estaban pensando, añadió en un tono juguetonamente orgulloso:
“¡Podría parecer pequeño, pero soy un vampiro de 90 años! Sobreviví por mi cuenta 10 años ¿Sabes~? ¡Puedo con esto~! Soy bastante bueno en correr, esconderme y evitar la muerte~”
Los adultos volvieron a mirarse, pero no por mucho tiempo ¡Un fuerte gruñido resonó! Pareciera ser que el engaño ya estaba listo, los lobos comenzaban a ceder ante el canto de sirena de los Señores de la Voz y a comportarse de forma más errática ¡Era ahora o nunca! Sin esperar el permiso de nadie, Uriel se escabulló entre los adultos y saltó en frente del grupo de lobos ¡El camino fue despejado y señalado a la perfección, solo se necesitaba a un falso “conejo” que actuara como “presa indefensa”!
Los furiosos hombres lobos, quienes estaban frustrados y enfadados del repentino cambio de actitud en sus rivales nocturnos así como bajo la influencia de varios Señores de la Voz, clavaron sus ojos llenos de instinto asesino en el pequeño niño ¡Un escalofrío recorrió la espalda del pequeño! Los lobos habían perdido casi la razón, habían sido engañados para ceder a su instinto de caza, podrían ver un dragón y seguirlo como si fuera un inofensivo conejo sin una pizca de consciencia, y Uriel lo comprendió al ver sus miradas nubladas. Repentinamente, comenzó a pensar que fue mala idea ser tan confiado mientras tragaba saliva ¡Había como mínimo de 10 a 13 lobos mirándolo fijamente! (2)¡Pero ya no había mas remedio que continuar! Ahora que habían echo contacto visual con él, se había vuelto el "conejo" ¡Así que debía actuar como tal! Sin pensarlo, y con lagrimitas en los ojos exclamó:
“¡N-No v-vengáis! ¡A-Ayuda!”
Y sin dudarlo, echó a correr por el camino marcado por las sombras ¡Enseguida escuchó los gruñidos de éxtasis en su espalda! Casi le hacía odiar que la manipulación de los Señores de la Voz fue demasiado efectiva. Afortunadamente, el niño era lo suficientemente ágil y rápido como para lograr mantener una distancia. Podía escuchar las voces de los otros vampiros llenas de nerviosismo y sorpresa, pero sin atreverse a interferir por miedo a ser ellos los despedazados.
La carrera duró aproximadamente 10 minutos totalmente agónicos y horribles para el niño, quien en su cabeza no dejó de insultar a los lobos, los vampiros y así mismo por ser tan malditamente bocazas ¡Casi sentía que sus piernas se rompían antes de conseguir pasar el portón que daba a las celdas ¡Jamás se había alegrado tanto de ver una sala de tortura en toda su vida como en aquel momento!
“¡Por aquí! ¡Rápido!”
Una desconocida voz femenina sonó desde una de las celdas, una realmente oscura ¡No tuvo tiempo para pensar! ¡Sin dudarlo dos segundos, el niño, con las lágrimas ya cayendo por sus mejillas, prácticamente se tiró a sí mismo dentro de la celda oscura! ¡Tirando al suelo a la pobre mujer en el proceso!
“¡Hgg! ¡Por Habbak! Si que tienes fuerza para ser un maldito crío ¡No temas! En estas sobras ellos no pueden detectarnos, me especializo en eso. A partir de aquí, la gran Sacerdotisa Laluth y sus sirvientes más cercanos se harán cargo de todo ¡Lo has hecho genial, pequeño mensajero!”
Mientras consolaba al niño que estaba físicamente y mentalmente exhausto con leves palmaditas en la espalda, lo llevó más adentro de la oscuridad ¡Por naturaleza se sintió totalmente seguro ahí! Era como sentir los rayos del Sol tras años de permanecer en una cueva, se sentía agradable, seguro y reconfortante ¡Como volver al hogar tras tanto tiempo!
Quizá ya va siendo hora de dejar de meterme a mi mismo en estos líos, maestro…..Entre esto, aquello y eso otro ¡Algún día terminare muerto de verdad! Y de paso, dejaré de ser un bocazas….O al menos lo intentaré, por el apellido Nova que lo intentaré….
Eso fue lo primero que pensó, sintiéndose seguro en las palmaditas en la espalda de una desconocida y la hogareña oscuridad absoluta que era estar ahí.
-----------------------OFF-ROL-------------------------
Uriel en su estado natural; Tomando decisiones de las cuales luego se arrepiente. Es decir; Siendo un bocazas (?)
Habs usadas;
(1) Palabras Amigables (mantenida) Las palabras del vampiro pasan a estar cargadas por una aura dulce y pura poderosamente encantadoras, inclinado la persona a creer en lo que dice. El personaje afectado por la habilidad se sentirá más propenso a creer en el vampiro.
Duración: 2 turnos.
Enfriamiento: 5 turnos.
(2) Piedad (mantenida) El vampiro hace gala de su inocente aspecto para levantar sentimiento parcial de misericordia a quienes miren sus ojos infantiles. El personaje afectado por la habilidad sentirá lástima de Uriel y tenderá a alejarse de él
Duración: 2 turnos.
Enfriamiento: 5 turnos.
El ambiente cargado en gritos de guerra y muerte, no hizo que Uriel comenzara a temblar de miedo ¡No había tiempo para eso! Pero si logró que sus ojos infantiles se iluminaran con nerviosismo y expectación ¡Pareciera ser que tenía un talento especial para meterse en batallas ajenas! Y esa no era la excepción. Pero, algo se sentía diferente, había un claro desequilibrio a favor del enemigo que Uriel, por ser ajeno, notaba a la perfección.
Todos parecen realmente animados, pero no hay ni organización ni comunicación......Esto es malo ¡Lo siento, maestro! Sé que odia a los Hijos de Habbak, pero es cuestión de vida o muerte ¡Si pierden aquí, yo moriré!
Sintiéndose algo mal por “ayudar” a los enemigos (unilaterales) del clan Nova, Uriel sin dudarlo se escabulló entre su gente y, como pudo, los ayudó torpemente ¡No era cosa fácil! Después de todo, con su cuerpecito infantil apenas podía hacer algo para darle una mano a su perdida gente ¡Logró salvar a un par de adultos de ser mordidos fatalmente, incluso! Después de todo, si algo tendían a hacer los enemigos, era ignorar a Uriel e incluso aveces, nisiquiera notaban su presencia ¡Y eso jugaba a su favor siempre! Podía tender trampas a sus enemigos haciéndolos caer o clavando su puñal en lugares estratégicos para evitar que se movieran.
*grrrrrr*
Hasta que notaban su presencia, claro. Entonces se volvía presa fácil.
“¡Ah! ¡Mie-....! ¡¡¿Ah?!!”
Justo cuando un lobo estaba a punto de abalanzarse sobre el pequeño infante sin que este lo notara, un lanza se clavó profundamente en el lobo del cánido, tiñendo de carmesí su pelaje grisáceo. El infante quedó confuso un par de segundos antes de percatarse de la ruta de huida creada especialmente para él, no mir´´o siquiera al vampiro que le salvó la vida, solo se alejó rápidamente a la retaguardia, en donde presenció en todo su esplendor la gran batalla. Un escalofrío bajó por su espalda.
El plan original, supuso Uriel, era guiar más adentro del templo a los lobos para aprovechar la laberíntica estructura y guiarlos hasta las celdas tras debilitarlos ¡Pero las cosas no serían tan fáciles! En un alarde de astucia, y para sorpresa de los vampiros, los lobos se negaban a abandonar las zonas iluminadas por el exterior, sabiendo que alejarse de la luz exterior sería su sentencia de muerte…...Y luego estaba el asfixiante aroma a sangre.
Incluso si la sala era relativamente grande, seguía siendo un cuarto cerrado repleto de muertos y gente herida; El aroma de la sangre estaba por todas partes. Quizá para humanos esto no sería un problema, pero si lo era para un vampiro; Comenzaba a nublar los sentidos y raciocinio de los Hijos, haciéndolos actuar por instinto. Incluso el pequeño Uriel, que por lo general era bueno conteniendo su hambre de sangre, comenzaba a sentirse cada vez más extasiado y nublado mientras la saliva se acumulaba en su boca ¡No podía ni imaginar el estado de otros vampiros menos capaces de controlar sus instintos! Quizá era un poco similar para los licantropos, quienes por naturaleza se dejaban llevar en el campo de batalla, pero en lo que batalla bruta se refería eran definitivamente mejores que los vampiros y eso se ilustraba batalla. Debían acabar con el combate y pronto.
“....”
Evaluó rápidamente la sala, todos estaban demasiados ocupados repeliendo a los lobos y luchando consigos mismos como para pensar con claridad ¡No estaban aprovechando en lo absoluto los dones que Habbahuk les obsequió! Alguien debía poner orden o serían asesinados. Por primera vez en muchos tiempo, el niño maldijo su apariencia y mentalidad infantiles…..Sabía que debían hacer, pero nadie le haría caso ¿Que debía hacer para...?
.....¡Aghhh! ¡Estoy harto! Que les jodan a los adultos ¡Soy Uriel nova, del clan de los Nova! Un vampiro noble entre vampiros nobles! ¡Haré que este montón de hippies sin cabeza me obedezcan! ¡Sino, seré la vergüenza de los nobles Nova!
Tirando por la borda todo, el niño se acercó a los demás que permanecían en la retaguardia; Estaba repleto de heridos y atacantes a distancia. No había orden ni control de quienes estaban en la retaguardia y quienes en la vanguardia. El infante se puso en un lugar ligeramente elevado con una carita que pretendía ser “imponente” pero solo lograba dar el efecto de un niño buscando ser tratado con un adulto. Nadie miró al niño mas que para poner una mueca de indiferencia, pero eso no desanimó al vampiro (1)¡Exclamó con su vocecilla cargada de convicción!
“¡Vosotros! ¡Si, os habló a tooodooooos vosotros! ¿Qué diablos hacéis con esas caras largas? ¡La gran sacerdotisa nos dio una misión! Y aquí estáis, comportándoos como descerebrados ¡Vergüenza debería de daros!”
Los adultos miraron intrigados la figura, frunciendo levemente el ceño al ser sarmoneados por un crío que apenas entraba en la preadolecensia….Pero, de alguna forma…..No podían pararlo, sentían que debían dejar que continuara hablando...Era casi hipnótico. el infante continuo, posando sus manitas en su cintura y frunciendo dulcemente el ceño de forma “sería”.
“¡Somos vampiros! ¡Vam-pi-ros! Nuestro señor, Habbakhuk, nos regalos grandes dones ¡Y nadie los está usando! ¿Que clase de blasfemia a nuestro gran señor es este? ¡Señores de la Voz! ¿Dónde está ahora vuestra carisma y capacidad de liderazgo? ¡Señor de la Sangre y caballeros Nocturnos, nuestra gran vanguardia! ¿Vuestros hermanos mueren bajo las garras de esos pulgosos y osáis quedaros quietos? ¡Señores de las Sombras! ¡Vuestra fortaleza no yace aquí! ¿Qué hacéis sosteniendo una espada cuando vuestro filo es la oscuridad en sí misma? ¡POR TODOS LOS APÓSTOLES DE HABBAKHUK! ¡Somos vampiros! ”
Los vampiros alardeaban de su inteligencia, astucia y capacidad de manipulación ¡Pero estaban siendo pisoteados por unos malditos animales pulgosos con la capacidad de planear de un niño de 7 años! Era doloroso de mirar. Siendo reprendidos por la voz infantil los adultos comenzaron a recapacitar; Ciertamente, no era así como se suponía que debían luchar.
Son vampiros, ellos seducen con sus voces cargadas del dulce veneno de la manipulación. Eran la raza nacida del gran dios Habbakhuk, sus virtudes y poderes yacían en ellos ¡Son vampiros! Eran uno con la noche y las sombras, mientras que el resto de razas le temían a la oscuridad, para ellos era su patio de juegos y su hogar ¡Son el gran fruto podrido de Aerandir! Nacidos de la astucia y codicia humanas, de la traición y la marginación de tiempos antaños, donde los fuertes portaban escamas y volaban al quemar y pisotear las aldeas que más tarde engendrarían a los primeros vampiros ¿Porque debían entonces seguir las reglas del campo de batalla? Nunca estuvo en ellos seguir las normas morales o estratégicas de las otras razas, solo existía un juego; El suyo propio. Después de todo, eran las cucarachas de Aerandir; Sin importar qué, sobreviven a pesar de ser la raza mas odiada y perseguida. Podrás pisotear a un grupo de vampiros, que si alzas otra piedra, saldrán 100 más.
Como si las palabras de Uriel hubieran cambiado algo en sus cabezas, de repente los Hijos de Habbak comenzaron a moverse de forma más organizada y ágil. Los señores de la voz comenzaron a guiar a sus hermanos con pericia mientras eran protegidos por los Guerreros Nocturnos, quienes asestaban fuertes golpes a los cánidos con la ayuda de los extasiados Señores de la Sangre. Los astutos Señores de las Sombras, fundiéndose con las sombras, engullían con avidez a cualquier cánido que osara pisar el terreno de las sombras. En un momento, le dieron vuelta a la mesa.
“¡Tenemos que cumplir con las órdenes de la Gran Sacerdotisa! Señores de la Voz, unamos nuestras voces para atraerlos. Señores de las Sombras, cubrir cualquier salida y aseguraros de dejar un único camino ¡Que los Guerreros Nocturnos y Los señores de la sangre impidan cualquier daño a nuestros hermanos!”
Viendo como los vampiros habían logrado organizarse, Uriel guardó silencio y, extremadamente dolorido, comenzó a acariciarse las sienes ¡Su cabeza le pinchaba y escocia! Nunca antes había usado con tanta fuerza sus habilidades, y era también la primera vez que lo hacía conscientemente ¡Nunca antes había logrado controlar remotamente su propia voz! Quizá porque no estaba acostumbrado o porque su “capacidad mental” estaba en conflicto con sus acciones, quizá ambas, pero la cuestión es que se sentía realmente adolorido…..Y un poco asustado.
Desde hace un tiempo, su “sello mental” que limitaba su forma de pensar y razonamiento al de un niño estaba algo ¿Agrietado? ¿Débil? A ratos se sentía diferente y tomaba decisiones o llegaba a conclusiones a las que antes no podía. Quería decir que comenzaba a crecer mentalmente, pero Uriel encontraba aterrorizador crecer ¡Odiaba a los adultos! El mero pensamiento de volverse uno le asqueaba.
Negando su cabecita para sacar esos pensamientos de su cabeza, Uriel avanzó rápidamente para acercarse a Los señores de la Voz ¡En ese momento era el lugar más seguro! Y parecían estar tramando algo para llevar a los lobos hasta las celdas. Un hombre de unos 40 años discutía con una vampiresa de aspecto severo sobre el asunto, podían manipular a los lobos para llevarlos hasta su sacerdotisa con ayuda de los Señores de las Sombras ¡Pero no sería fácil!
“¡Es una locura! Ni tú ni yo podríamos con nuestros cuerpos, lo sabes”
“¡Pero no hay otra opción! Necesitamos que marquen el camino y apenas tenemos Señores de la Sombras que lo hagan, voces para mantenerlos bajo control, lo cual tomará muchos números para una manada tan grande.....Y en cuanto a la carnada que los guíará ¡Tiene que ser un Señor de la Voz o no funcionará! Tiene que mantener una segunda voz que complemente la nuestra y no agriete la ilusión a la par que actúa como la “presa” perfecta que cazar ¡Sino sospecharan y huirán hacía el Sol!”
“¡.....! P-Pero aparte de nosotros dos, el resto son…..”
“Lo sé, o muy viejos físicamente o recién convertidos. No podrían con la pre-.....”
“¡Entonces, yo lo haré!”
Uriel dio un pasito al frente, dejando de escuchar la conversación pasivamente. Los adultos se sobresaltaron, no esperando a un tercero en la conversación, miraron rápidamente al pequeño niño que, con un rostro sereno, se ofreció como “carnada” ¡Enseguida lo reconocieron como el pequeño mensajero y el que dijo esas palabras que les ayudó a despertar! Un niño que no debía sobrepasar los 13 años, con piernas cortas y un cuerpo frágil. Sus ojos se mostraron problemático e inseguros, el niño, prediciendo lo que estaban pensando, añadió en un tono juguetonamente orgulloso:
“¡Podría parecer pequeño, pero soy un vampiro de 90 años! Sobreviví por mi cuenta 10 años ¿Sabes~? ¡Puedo con esto~! Soy bastante bueno en correr, esconderme y evitar la muerte~”
Los adultos volvieron a mirarse, pero no por mucho tiempo ¡Un fuerte gruñido resonó! Pareciera ser que el engaño ya estaba listo, los lobos comenzaban a ceder ante el canto de sirena de los Señores de la Voz y a comportarse de forma más errática ¡Era ahora o nunca! Sin esperar el permiso de nadie, Uriel se escabulló entre los adultos y saltó en frente del grupo de lobos ¡El camino fue despejado y señalado a la perfección, solo se necesitaba a un falso “conejo” que actuara como “presa indefensa”!
Los furiosos hombres lobos, quienes estaban frustrados y enfadados del repentino cambio de actitud en sus rivales nocturnos así como bajo la influencia de varios Señores de la Voz, clavaron sus ojos llenos de instinto asesino en el pequeño niño ¡Un escalofrío recorrió la espalda del pequeño! Los lobos habían perdido casi la razón, habían sido engañados para ceder a su instinto de caza, podrían ver un dragón y seguirlo como si fuera un inofensivo conejo sin una pizca de consciencia, y Uriel lo comprendió al ver sus miradas nubladas. Repentinamente, comenzó a pensar que fue mala idea ser tan confiado mientras tragaba saliva ¡Había como mínimo de 10 a 13 lobos mirándolo fijamente! (2)¡Pero ya no había mas remedio que continuar! Ahora que habían echo contacto visual con él, se había vuelto el "conejo" ¡Así que debía actuar como tal! Sin pensarlo, y con lagrimitas en los ojos exclamó:
“¡N-No v-vengáis! ¡A-Ayuda!”
Y sin dudarlo, echó a correr por el camino marcado por las sombras ¡Enseguida escuchó los gruñidos de éxtasis en su espalda! Casi le hacía odiar que la manipulación de los Señores de la Voz fue demasiado efectiva. Afortunadamente, el niño era lo suficientemente ágil y rápido como para lograr mantener una distancia. Podía escuchar las voces de los otros vampiros llenas de nerviosismo y sorpresa, pero sin atreverse a interferir por miedo a ser ellos los despedazados.
La carrera duró aproximadamente 10 minutos totalmente agónicos y horribles para el niño, quien en su cabeza no dejó de insultar a los lobos, los vampiros y así mismo por ser tan malditamente bocazas ¡Casi sentía que sus piernas se rompían antes de conseguir pasar el portón que daba a las celdas ¡Jamás se había alegrado tanto de ver una sala de tortura en toda su vida como en aquel momento!
“¡Por aquí! ¡Rápido!”
Una desconocida voz femenina sonó desde una de las celdas, una realmente oscura ¡No tuvo tiempo para pensar! ¡Sin dudarlo dos segundos, el niño, con las lágrimas ya cayendo por sus mejillas, prácticamente se tiró a sí mismo dentro de la celda oscura! ¡Tirando al suelo a la pobre mujer en el proceso!
“¡Hgg! ¡Por Habbak! Si que tienes fuerza para ser un maldito crío ¡No temas! En estas sobras ellos no pueden detectarnos, me especializo en eso. A partir de aquí, la gran Sacerdotisa Laluth y sus sirvientes más cercanos se harán cargo de todo ¡Lo has hecho genial, pequeño mensajero!”
Mientras consolaba al niño que estaba físicamente y mentalmente exhausto con leves palmaditas en la espalda, lo llevó más adentro de la oscuridad ¡Por naturaleza se sintió totalmente seguro ahí! Era como sentir los rayos del Sol tras años de permanecer en una cueva, se sentía agradable, seguro y reconfortante ¡Como volver al hogar tras tanto tiempo!
Quizá ya va siendo hora de dejar de meterme a mi mismo en estos líos, maestro…..Entre esto, aquello y eso otro ¡Algún día terminare muerto de verdad! Y de paso, dejaré de ser un bocazas….O al menos lo intentaré, por el apellido Nova que lo intentaré….
Eso fue lo primero que pensó, sintiéndose seguro en las palmaditas en la espalda de una desconocida y la hogareña oscuridad absoluta que era estar ahí.
-----------------------OFF-ROL-------------------------
Uriel en su estado natural; Tomando decisiones de las cuales luego se arrepiente. Es decir; Siendo un bocazas (?)
Habs usadas;
(1) Palabras Amigables (mantenida) Las palabras del vampiro pasan a estar cargadas por una aura dulce y pura poderosamente encantadoras, inclinado la persona a creer en lo que dice. El personaje afectado por la habilidad se sentirá más propenso a creer en el vampiro.
Duración: 2 turnos.
Enfriamiento: 5 turnos.
(2) Piedad (mantenida) El vampiro hace gala de su inocente aspecto para levantar sentimiento parcial de misericordia a quienes miren sus ojos infantiles. El personaje afectado por la habilidad sentirá lástima de Uriel y tenderá a alejarse de él
Duración: 2 turnos.
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