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Había sido un viaje muy largo hasta llegar a aquella ciudad de la que tanto había oído hablar en las últimas semanas. No pudo evitar reconocer que estaba realmente impresionado por el tamaño de aquella urbe. No podía creer que los hombres, fueran de la raza que fuese, pudieran alzar aquellos altos edificios que parecían querer rasgar el vientre de las nubes. También estaba la extensión, no podía verla por completo, pero desde la pequeña colina en donde se había detenido la ciudad parecía llegar mas allá de su vista. Luego estaba el puerto, donde se agrupaban tantos barcos que sus mástiles formaban un extraño bosque. El centauro dejó escapar finalmente el aire de sus pulmones y su aliento formó nubes de vaho en torno a la bufanda con la que se cubría el cuello y parte del rostro. No acostumbraba a llevar ropa, pero aquel clima tan inclemente le había hecho echar mano de todo lo que llevaba en cuanto a ropa de abrigo. Se cubría el torso superior con un abrigo forrado de borreguito y su parte equina con una gruesa manta impermeable sobre la que los copos de nieve se iban acumulando.
Tras unos minutos corveteó con sus cascos rompiendo los cúmulos de nieve que tenía a sus pies y echó a trotar con paso seguro y decidido hacia el camino que llevaba a la ciudad. Pronto sus patas y vientre quedaron salpicadas del barro helado y oscuro que se abría paso entre la nieve como una vieja cicatriz. Solo esperaba no tener problemas, ya que sus padres lo habían puesto sobre aviso el como veía la gente a los miembros de su raza y que muchos de ellos podrían tratar de hacerle daño o algo peor por el mero hecho de ser diferente. Por suerte pudo entrar a la ciudad sin demasiados problemas, tan solo respondiendo a algunas preguntas y bajo la sorprendida y suspicaz mirada de los guardias. Durante sus primeros pasos por las calles adoquinadas sus cascos fueron soltando terrones de barros con la forma de su palma, cosa que le resultó un alivio pues era como cuando te sacas resto de comida de entre los dientes. Sus cascos herrados resonaban con fuerza en los adoquines y aunque llamaban la atención pocos eran los que le hacían caso pues creían que simplemente se trataba de un jinete. Solo aquellos de los que pasaba muy cerca o que se hacían a un lado de la calle para dejar pasar a un supuesto jinete se llevaban la sorpresa de encontrarse con el abrigado centauro.
Heric no estaba seguro por donde empezar su búsqueda, pero lo primero que debía hacer era buscar un sitio donde alojarse ya que si la suerte no lo acompañaba en su búsqueda sabía que como poco estaría unas cuantas semanas en aquel lugar. Se detuvo en una plaza con el aliento ligeramente agitado, soltando nubes de vaho al tiempo que se retiraba la bufanda de la boca y buscó a alguien a quien poder preguntar sobre donde podía encontrar algún gremio de mercenarios y un lugar donde buscar alojamiento. Para sus adentros se dijo a sí mismo que ojalá fuera sin escaleras, ya que la última vez que trató de subir unas casi dio con sus huesos en el suelo.
Tras unos minutos corveteó con sus cascos rompiendo los cúmulos de nieve que tenía a sus pies y echó a trotar con paso seguro y decidido hacia el camino que llevaba a la ciudad. Pronto sus patas y vientre quedaron salpicadas del barro helado y oscuro que se abría paso entre la nieve como una vieja cicatriz. Solo esperaba no tener problemas, ya que sus padres lo habían puesto sobre aviso el como veía la gente a los miembros de su raza y que muchos de ellos podrían tratar de hacerle daño o algo peor por el mero hecho de ser diferente. Por suerte pudo entrar a la ciudad sin demasiados problemas, tan solo respondiendo a algunas preguntas y bajo la sorprendida y suspicaz mirada de los guardias. Durante sus primeros pasos por las calles adoquinadas sus cascos fueron soltando terrones de barros con la forma de su palma, cosa que le resultó un alivio pues era como cuando te sacas resto de comida de entre los dientes. Sus cascos herrados resonaban con fuerza en los adoquines y aunque llamaban la atención pocos eran los que le hacían caso pues creían que simplemente se trataba de un jinete. Solo aquellos de los que pasaba muy cerca o que se hacían a un lado de la calle para dejar pasar a un supuesto jinete se llevaban la sorpresa de encontrarse con el abrigado centauro.
Heric no estaba seguro por donde empezar su búsqueda, pero lo primero que debía hacer era buscar un sitio donde alojarse ya que si la suerte no lo acompañaba en su búsqueda sabía que como poco estaría unas cuantas semanas en aquel lugar. Se detuvo en una plaza con el aliento ligeramente agitado, soltando nubes de vaho al tiempo que se retiraba la bufanda de la boca y buscó a alguien a quien poder preguntar sobre donde podía encontrar algún gremio de mercenarios y un lugar donde buscar alojamiento. Para sus adentros se dijo a sí mismo que ojalá fuera sin escaleras, ya que la última vez que trató de subir unas casi dio con sus huesos en el suelo.
Kida Escamarubí
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El clima gélido golpea a Lunargenta, afortunadamente en esta oportunidad sus gentes están en condición de sobrellevar tal embate. Ya las cicatrices de la ocupación son cada vez más lejanas, el tiempo sana todo como dicen los orgánicos.
A Zero no le molesta el frio por obvias razones, claro que su ropa modificada también tiene la capacidad de amoldarse eficientemente a los entornos circundantes. Visto en retrospectiva, es el personaje mejor abrigado de la ciudad.
Por otro lado, los habitantes luchan contra las temperaturas como mejor saben. Colocándose prendas adicionales de ropa, limitando cualquier cosa que pueda bajar la temperatura… y con algunos tragos de bebidas fuertes para los adultos.
Cierto pensamiento pasa por la mente del chiquillo aumentado entonces, una preocupación patente por el estado de los gorriones. Afortunadamente desestima cualquier peligro pues tienen una base muy viable en la cual refugiarse, eso sin mencionar a su hermano mayor sobreprotector.
Ante tales argumentos, termina generando una noble sonrisa y es que ha aprendido mucho de lo que significa ayudar a los demás sin esperar nada a cambio por Maquiavelo. La forma en la que cuida a sus hermanos renueva la fe de cualquiera en la humanidad.
Mientras espera que los minutos pasen por ocio, dejando escapar pequeñas nubes de vapor por su boca, termina detectando un sujeto inusual en todos los sentidos que puede tener el concepto en sí.
Se trata de un hibrido entre humano y caballo, lo que a nivel técnico se conoce como centauro. Avanza por plena calle principal, enfrascado en sus propios asuntos aunque sin lograr pasar realmente desapercibido.
Los seres bestiales suelen despertar curiosidad, sobre todo si sus dimensiones son demasiado extrañas para concordar con el prototipo humanoide. A todas luces parece que la criatura inteligente lleva recibiendo miradas extrañas desde que ingreso en la capital humana.
Se detiene en la misma plaza donde se encuentra Zero, pasando a buscar algo de manera patente. Como no hay nadie más cerca, el jovencito levanta su mano diestra y saluda con el característico gesto.
El sujeto necesita ayuda y los bios tienen el deber personal de prestar asistencia siempre que pueden, para Zero sigue siendo importante aunque ya no se considere obligatorio… en cierto modo lo ve como algo más que una tarea, un dogma de vida.
¿Necesita ayuda con algo, señor?
Expresa sonriente, ahora con los ojos más calmados ante la imponente figura contraria. Destaca enseguida que a pesar de poseer apéndices animales recias, el frio sigue siendo un factor desagradable para el centauro.
A Zero no le molesta el frio por obvias razones, claro que su ropa modificada también tiene la capacidad de amoldarse eficientemente a los entornos circundantes. Visto en retrospectiva, es el personaje mejor abrigado de la ciudad.
Por otro lado, los habitantes luchan contra las temperaturas como mejor saben. Colocándose prendas adicionales de ropa, limitando cualquier cosa que pueda bajar la temperatura… y con algunos tragos de bebidas fuertes para los adultos.
Cierto pensamiento pasa por la mente del chiquillo aumentado entonces, una preocupación patente por el estado de los gorriones. Afortunadamente desestima cualquier peligro pues tienen una base muy viable en la cual refugiarse, eso sin mencionar a su hermano mayor sobreprotector.
Ante tales argumentos, termina generando una noble sonrisa y es que ha aprendido mucho de lo que significa ayudar a los demás sin esperar nada a cambio por Maquiavelo. La forma en la que cuida a sus hermanos renueva la fe de cualquiera en la humanidad.
Mientras espera que los minutos pasen por ocio, dejando escapar pequeñas nubes de vapor por su boca, termina detectando un sujeto inusual en todos los sentidos que puede tener el concepto en sí.
Se trata de un hibrido entre humano y caballo, lo que a nivel técnico se conoce como centauro. Avanza por plena calle principal, enfrascado en sus propios asuntos aunque sin lograr pasar realmente desapercibido.
Los seres bestiales suelen despertar curiosidad, sobre todo si sus dimensiones son demasiado extrañas para concordar con el prototipo humanoide. A todas luces parece que la criatura inteligente lleva recibiendo miradas extrañas desde que ingreso en la capital humana.
Se detiene en la misma plaza donde se encuentra Zero, pasando a buscar algo de manera patente. Como no hay nadie más cerca, el jovencito levanta su mano diestra y saluda con el característico gesto.
El sujeto necesita ayuda y los bios tienen el deber personal de prestar asistencia siempre que pueden, para Zero sigue siendo importante aunque ya no se considere obligatorio… en cierto modo lo ve como algo más que una tarea, un dogma de vida.
¿Necesita ayuda con algo, señor?
Expresa sonriente, ahora con los ojos más calmados ante la imponente figura contraria. Destaca enseguida que a pesar de poseer apéndices animales recias, el frio sigue siendo un factor desagradable para el centauro.
Z9-42
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Hizo una mueca nervioso ya que en su viaje desde su hogar no había tenido demasiadas experiencias positivas con los humanos o similares, solo otros hombres bestias se habían mostrado hasta cierto punto amigables con él. De momento la ciudad no estaba resultando mala, quitando las miradas que iban desde la curiosidad al desprecio y algún que otro comentario acorde, no podía quejarse. Pateó el suelo para intentar hacer entrar en calor sus patas, llevaba unos protectores en las cañas que hacían las veces de “bufandas” en sus extremidades, pero aparte de la manta que llevaba sobre el lomo no llevaba más que su pelaje, por lo que no podía evitar sentir que se congelaría si se quedaba mucho tiempo parado. Frotándose los brazos sobre los que sí llevaba algo más de ropa de abrigo, reparó en que nadie parecía muy dispuesto a resolver sus dudas, intentó acercarse un par de veces a gente que parecían del lugar pero estas les rehuyeron con cara de susto.
—Al final se me hará de noche buscando a alguien que me recomiende un buen sitio donde pueda pernoctar… —Estaba por darse por vencido y buscar por su cuenta preguntando allá donde viera el cartel de una posada cuando vio a un niño que se acercó a él alzando una mano en saludo, gesto que imitó un poco desconcertado. —“Espero que no me pida que lo lleve a dar una vuelta...” —Pensó para sí mismo el centauro, ya que no sería el primer niño que lo tomaba por un “pony”. —Oh, pues sí que la necesito. —Respondió con agradable sorpresa. —Busco un lugar donde alguien como yo pudiera quedarse unas noches para dormir, al ser posible que no hayan escaleras. —Dijo estremeciéndose un poco.
Necesitaba también saber sobre los distintos gremios de la ciudad para buscar a su amiga, pero no iba a preguntarle sobre ellos a un niño, no lo creía adecuado ya que dichos gremios solía estar lleno de todo tipo de individuos, la mayoría de veces violentos y mal educados por lo que dudaba que los padres del pequeño le dejaran acercarse a las zonas de la ciudad donde estuviesen. Una vez más el centauro pateó el suelo notando las patas entumecidas y agitó la espesa cola de crines. Llevaba todo su equipaje consigo a los costado sobre abultadas alforjas donde poco a poco se iba acumulando la nieve que caía en lánguidos y plumosos copos.
—Al final se me hará de noche buscando a alguien que me recomiende un buen sitio donde pueda pernoctar… —Estaba por darse por vencido y buscar por su cuenta preguntando allá donde viera el cartel de una posada cuando vio a un niño que se acercó a él alzando una mano en saludo, gesto que imitó un poco desconcertado. —“Espero que no me pida que lo lleve a dar una vuelta...” —Pensó para sí mismo el centauro, ya que no sería el primer niño que lo tomaba por un “pony”. —Oh, pues sí que la necesito. —Respondió con agradable sorpresa. —Busco un lugar donde alguien como yo pudiera quedarse unas noches para dormir, al ser posible que no hayan escaleras. —Dijo estremeciéndose un poco.
Necesitaba también saber sobre los distintos gremios de la ciudad para buscar a su amiga, pero no iba a preguntarle sobre ellos a un niño, no lo creía adecuado ya que dichos gremios solía estar lleno de todo tipo de individuos, la mayoría de veces violentos y mal educados por lo que dudaba que los padres del pequeño le dejaran acercarse a las zonas de la ciudad donde estuviesen. Una vez más el centauro pateó el suelo notando las patas entumecidas y agitó la espesa cola de crines. Llevaba todo su equipaje consigo a los costado sobre abultadas alforjas donde poco a poco se iba acumulando la nieve que caía en lánguidos y plumosos copos.
Kida Escamarubí
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Re: Comienza la búsqueda. [Libre] [Interpretativo] [CERRADO]
El centauro repara pronto en Zero, después de todo no hay mucha gente dispuesta a ayudarle. La razón de esto sin duda tiene que ver con su aspecto… las personas corrientes pueden ser muy discriminadoras con lo diferente de entrada.
Al ver que puede ayudar de alguna forma a la criatura hibrida, el pequeño robot sonríe. Lo siguiente para él es escuchar lo que necesita su interlocutor, nuevamente se encuentra con un elemento turista.
Conozco un buen lugar, si es tan amable de seguirme.
Lo cierto es que el niño aumentado pensó durante severos instantes en recomendarle uno de los establos, claro que termino por desestimar ese camino argumental al entender que sería de mala educación.
No están muy lejos del paseo de la moneda aunque ese no es su destino, el chiquillo maquina apunta a un lugar cercano pero diferente. Una concurrida calle que suele albergar varias posadas, muy utilizadas por visitantes de todo tipo.
Lo bueno de Lunargenta es que tiene “de todo un poco”, como metrópolis se pueden encontrar cosas para todas las necesidades. El ser vivo inteligente nunca cesa en su intento de paliar las deficiencias con ingenio.
Llegan entonces a la calle, a Z9-42 le agrada bastante porque es un área sana, sin tabernas cerca. Es cierto que las posadas suelen tener sus propios licores y eso, pero la fama tiene mucho que ver con respecto al descontrol de los comensales.
Mi nombre es Zero, es un placer conocerle.
Había tardado en presentarse pero es que cuando le ponen una tarea delante su mente técnica empieza a trabajar, no siempre pasa aunque no todos los días son iguales. Claro que para él es imposible dejar la educación de lado… incluso si viene retardada.
Esas dos posadas no poseen más pisos, tienen buenos precios también… será un poco difícil entrar por las puertas pero nada que la disposición no solucione.
No está tratando con un humano que puede pasar sin mayores problemas por los umbrales, hay cierta técnica requerida para que un centauro consiga ingresar en cualquier estructura bípeda estándar.
Puedo acompañarle si lo desea, señor.
Al ver que puede ayudar de alguna forma a la criatura hibrida, el pequeño robot sonríe. Lo siguiente para él es escuchar lo que necesita su interlocutor, nuevamente se encuentra con un elemento turista.
Conozco un buen lugar, si es tan amable de seguirme.
Lo cierto es que el niño aumentado pensó durante severos instantes en recomendarle uno de los establos, claro que termino por desestimar ese camino argumental al entender que sería de mala educación.
No están muy lejos del paseo de la moneda aunque ese no es su destino, el chiquillo maquina apunta a un lugar cercano pero diferente. Una concurrida calle que suele albergar varias posadas, muy utilizadas por visitantes de todo tipo.
Lo bueno de Lunargenta es que tiene “de todo un poco”, como metrópolis se pueden encontrar cosas para todas las necesidades. El ser vivo inteligente nunca cesa en su intento de paliar las deficiencias con ingenio.
Llegan entonces a la calle, a Z9-42 le agrada bastante porque es un área sana, sin tabernas cerca. Es cierto que las posadas suelen tener sus propios licores y eso, pero la fama tiene mucho que ver con respecto al descontrol de los comensales.
Mi nombre es Zero, es un placer conocerle.
Había tardado en presentarse pero es que cuando le ponen una tarea delante su mente técnica empieza a trabajar, no siempre pasa aunque no todos los días son iguales. Claro que para él es imposible dejar la educación de lado… incluso si viene retardada.
Esas dos posadas no poseen más pisos, tienen buenos precios también… será un poco difícil entrar por las puertas pero nada que la disposición no solucione.
No está tratando con un humano que puede pasar sin mayores problemas por los umbrales, hay cierta técnica requerida para que un centauro consiga ingresar en cualquier estructura bípeda estándar.
Puedo acompañarle si lo desea, señor.
Z9-42
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—Oh, gracias. —Dijo realmente sorprendido ya que no se esperaba que el niño se ofreciera a hacerle de guía, se podría haber dado con una herradura en los dientes con que le hubiera indicado la dirección.
Echó a caminar tras él haciendo resonar los cascos contra el adoquinado helado, iba muy atento a ni pisar en un charco congelado, pues no llevaba puesto los ramblones en las herraduras y sabía que en suelos de piedra como aquél podría resbalar fácilmente y no quería acabar lastimado o lisiado. Trataba de irse quedando con el camino, pero todo le resultaba tan novedoso y llamativo que le costaba concentrarse en algo que no fueran los increíbles edificios ante los que iban pasando. También estaba el asunto de los olores, unas veces su estómago rugía de apetito ante los deliciosos aromas que salían de algunas tiendas, mientras que otras sentía que se le revolvía el estómago cuando pasaban junto a alguna alcantarilla o callejón lleno de desperdicios.
—El mío es Heric. —Respondió a la presentación de su guía, sin saber muy bien que más decir o que hacer ya que aún ignoraba mucha de las costumbres de las gentes de la ciudad, que según le habían contado y pudo ir comprobando durante su viaje no eran los mismos que los de una sencilla aldea como de la que él venía.
Cuando llegaron a la zona a la que lo había guiado observó con detenimiento los edificios y asintió a las palabras del niño que le informó que aquellas viviendas no tenían más pisos y que los precios eran razonables. Agitó un poco su larga cola de crines cuando mencionó lo de las puertas, pero ya había lidiado con dificultades peores que aquella.
—No te preocupes, me las apañaré. —Aseguró con una sonrisa de confianza, echando mano de su monedero que llevaba en un bolsillo del abrigo que llevaba. —Oh, no quisiera buscarte problemas. Quizás tus padres se preocupes por ti si tardas mucho en regresar a tu casa… —Respondió preocupado, ya que sabía las historias que contaban sobre los centauros, como que secuestraban a gente para hacer quien sabía que horribles cosas. —Esto es por las molestias, compra algo que te guste. —Dijo ofreciéndole unas cuantas monedas de cobre que deberían servir para algún dulce o un juguete pequeño.
Echó a caminar tras él haciendo resonar los cascos contra el adoquinado helado, iba muy atento a ni pisar en un charco congelado, pues no llevaba puesto los ramblones en las herraduras y sabía que en suelos de piedra como aquél podría resbalar fácilmente y no quería acabar lastimado o lisiado. Trataba de irse quedando con el camino, pero todo le resultaba tan novedoso y llamativo que le costaba concentrarse en algo que no fueran los increíbles edificios ante los que iban pasando. También estaba el asunto de los olores, unas veces su estómago rugía de apetito ante los deliciosos aromas que salían de algunas tiendas, mientras que otras sentía que se le revolvía el estómago cuando pasaban junto a alguna alcantarilla o callejón lleno de desperdicios.
—El mío es Heric. —Respondió a la presentación de su guía, sin saber muy bien que más decir o que hacer ya que aún ignoraba mucha de las costumbres de las gentes de la ciudad, que según le habían contado y pudo ir comprobando durante su viaje no eran los mismos que los de una sencilla aldea como de la que él venía.
Cuando llegaron a la zona a la que lo había guiado observó con detenimiento los edificios y asintió a las palabras del niño que le informó que aquellas viviendas no tenían más pisos y que los precios eran razonables. Agitó un poco su larga cola de crines cuando mencionó lo de las puertas, pero ya había lidiado con dificultades peores que aquella.
—No te preocupes, me las apañaré. —Aseguró con una sonrisa de confianza, echando mano de su monedero que llevaba en un bolsillo del abrigo que llevaba. —Oh, no quisiera buscarte problemas. Quizás tus padres se preocupes por ti si tardas mucho en regresar a tu casa… —Respondió preocupado, ya que sabía las historias que contaban sobre los centauros, como que secuestraban a gente para hacer quien sabía que horribles cosas. —Esto es por las molestias, compra algo que te guste. —Dijo ofreciéndole unas cuantas monedas de cobre que deberían servir para algún dulce o un juguete pequeño.
Kida Escamarubí
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Es claro que su acompañante nunca había estado en Lunargenta, las señales lo dicen. En este punto Zero es tan diestro para notar tales cosas como un nativo… incluso más si tenemos en cuenta sus bondades bio.
La temperatura y la hora hacen que no haya muchas personas afuera, sin duda un curso de acontecimientos bastante favorable. La gente puede ser grosera con lo que no conoce, al punto incluso de inventarse cosas.
Por su parte el pequeño robot puede constatar de primera mano que todas las malas historias acerca de los centauros no son nada más que eso, historias. El ser cuadrúpedo al que le sirve de guía no puede ser más amable.
Una vez frente a la calle hotelera, el mismo personaje parece no necesitar ayuda adicional. Luego de despedirse facilita algunas monedas para que Z9-42 pueda comprarse alguna chuchería, que amable.
No tengo padres señor “dice sonriente” como guste.
No puede evitar seguir al individuo hasta el local para asegurarse de que todo vaya bien, aunque una vez en el interior toma su propio camino hasta la barra. Decide invertir de una vez las monedas recibidas.
Un vaso de leche, por favor.
El tabernero mira extrañado la llegada del niño educado por su cuenta aunque termina asintiendo con cierta sonrisa, no le toma mucho llegar con un gran vaso de leche fresca. Los ojos del sintético saltan entonces de alegría.
A medida que toma de su pedido, se le forman los típicos “bigotes de leche”. Esto no parece molestarle y es que adora ingerir alimentos frescos, no lo necesita pero le hace sentir de buena manera.
La posición es perfecta para ver si su nuevo conocido acaba involucrándose en algún altercado, no desea que se lleve una mala impresión de la ciudad porque… pues, es lo correcto, lo sabe en su interior.
La temperatura y la hora hacen que no haya muchas personas afuera, sin duda un curso de acontecimientos bastante favorable. La gente puede ser grosera con lo que no conoce, al punto incluso de inventarse cosas.
Por su parte el pequeño robot puede constatar de primera mano que todas las malas historias acerca de los centauros no son nada más que eso, historias. El ser cuadrúpedo al que le sirve de guía no puede ser más amable.
Una vez frente a la calle hotelera, el mismo personaje parece no necesitar ayuda adicional. Luego de despedirse facilita algunas monedas para que Z9-42 pueda comprarse alguna chuchería, que amable.
No tengo padres señor “dice sonriente” como guste.
No puede evitar seguir al individuo hasta el local para asegurarse de que todo vaya bien, aunque una vez en el interior toma su propio camino hasta la barra. Decide invertir de una vez las monedas recibidas.
Un vaso de leche, por favor.
El tabernero mira extrañado la llegada del niño educado por su cuenta aunque termina asintiendo con cierta sonrisa, no le toma mucho llegar con un gran vaso de leche fresca. Los ojos del sintético saltan entonces de alegría.
A medida que toma de su pedido, se le forman los típicos “bigotes de leche”. Esto no parece molestarle y es que adora ingerir alimentos frescos, no lo necesita pero le hace sentir de buena manera.
La posición es perfecta para ver si su nuevo conocido acaba involucrándose en algún altercado, no desea que se lleve una mala impresión de la ciudad porque… pues, es lo correcto, lo sabe en su interior.
Z9-42
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Re: Comienza la búsqueda. [Libre] [Interpretativo] [CERRADO]
Tal como le había advertido su joven guía, Heric tuvo que agacharse para poder pasar por la puerta sin golpearse la frente y tuvo que tener cuidado en no rozar los marcos laterales de la puerta, no solo por su propio torso equino, además de eso debía sumarle las alforjas en las que llevaba sus pertenencias. Por suerte pudo pasar sin causar ningún daño, pero la cosa no había hecho más que empezar, pues al entrar sus cascos resonaron con tal fuerza en el suelo de madera que más de un cliente se sobresaltó a ojos vistas e incluso hubo alguno que hizo amago de levantarse de su asiento, quizás al pensar que un jinete se había colado en la posada ya fuera para causar algún daño o simplemente borracho. Aunque lo uno no quitaba a lo otro. Heric se disculpó con una sonrisa y una inclinación de cabeza antes de caminar hacia la barra, trataba de no hacer ruido, pero le resultaba del todo imposible. Sintiendo que se había ruborizado un poco, se apartó la bufanda esperando ser atendido por el posadero. Ni siquiera había reparado que el niño que lo había guiado estaba pidiendo un vaso de leche, ya que estaba más pendiente de las conversaciones y murmullos que habían comenzado a extenderse por la estancia.
—Quisiera una habitación, un un jergón de paja mullida en el suelo me vale. —Dijo al sorprendido posadero, que asentía con la boca un poco entre abierta. —También querría saber si hay algún lugar donde poder asearme, unos baños o algo así. —Mientras se explicaba, dos borrachos que habían estado jugando a los dados y que habían dejado la partida para hablar entre ellos, le dieron varios codazos cómplices a un tercero que se sentaba al mismo tiempo a la vez que le entregaban una fusta. —¿Sabe dónde se encuentran los gremios de aventureros? Una amiga está trabajando en uno de ellos y quisiera verla… —Continuaba charlando mientras buscaba en su monedero el dinero que le costaría la habitación, cuya llave el posadero había atinado a entregarle al tiempo que balbucía el precio de la misma.
Cuando el hombre parecía dispuesto a responder a sus preguntas sobre los baños y los gremios, Heric escuchó el un silbido justo antes de notar un agudo dolor en una de sus nalgas, donde normalmente los jinetes fustigaban a sus monturas con los látigos o las fustas. El centauro lanzó un grito de sorpresa y dolor, casi más lo primero que lo segundo. Aún así aquella fusta llevaba en el extremo una tira con pequeñas bolas de metal, un accesorio realmente cruel pues provocaba heridas como la que acababa de hacerle a él. Con el grito el centauro había dado un respingo, lanzando una coz involuntaria que mandó a volar una mesa llena de jarras y platos. También golpeó con la “rodilla” de una de sus patas delanteras la barra, haciendo que esta temblara con fuerza y volcara algunas copas. Al volverse hacia su atacante el centauro se encontró con el sorprendido borracho que había caído de culo ante su reacción. Todos reían con ganas excepto los afectados que habían perdido sus bebidas y la comida. El centauro se vio entonces rodeado por media docenas de personas que exigían que lo echaran a patadas después de haberles pagado por lo que había derramado e incluso el posadero parecía indignado, saliendo detrás de la barra para comprobar los daños sufridos a su mobiliario.
—Y-yo lo siento mucho, pero ese tipo me golpeó… —Trataba de explicarse ruborizado más de vergüenza que de enfado.
Mientras tanto la herida de la nalga manaba roja sangre que se iba deslizando por su pata trasera izquierda, el mismo lado donde lo habían golpeado. El centauro estaba tan nervioso, que los músculos de la zona afectada temblaban en pequeños espasmos. Heric comenzó a pensar seriamente en pagar a los afectados y salir de allí, aunque supuso que aquel gasto supondría una pérdida notable de sus escasos ahorros y que podría tocarle dormir en alguna sucia cuadra si tenía suerte.
—Quisiera una habitación, un un jergón de paja mullida en el suelo me vale. —Dijo al sorprendido posadero, que asentía con la boca un poco entre abierta. —También querría saber si hay algún lugar donde poder asearme, unos baños o algo así. —Mientras se explicaba, dos borrachos que habían estado jugando a los dados y que habían dejado la partida para hablar entre ellos, le dieron varios codazos cómplices a un tercero que se sentaba al mismo tiempo a la vez que le entregaban una fusta. —¿Sabe dónde se encuentran los gremios de aventureros? Una amiga está trabajando en uno de ellos y quisiera verla… —Continuaba charlando mientras buscaba en su monedero el dinero que le costaría la habitación, cuya llave el posadero había atinado a entregarle al tiempo que balbucía el precio de la misma.
Cuando el hombre parecía dispuesto a responder a sus preguntas sobre los baños y los gremios, Heric escuchó el un silbido justo antes de notar un agudo dolor en una de sus nalgas, donde normalmente los jinetes fustigaban a sus monturas con los látigos o las fustas. El centauro lanzó un grito de sorpresa y dolor, casi más lo primero que lo segundo. Aún así aquella fusta llevaba en el extremo una tira con pequeñas bolas de metal, un accesorio realmente cruel pues provocaba heridas como la que acababa de hacerle a él. Con el grito el centauro había dado un respingo, lanzando una coz involuntaria que mandó a volar una mesa llena de jarras y platos. También golpeó con la “rodilla” de una de sus patas delanteras la barra, haciendo que esta temblara con fuerza y volcara algunas copas. Al volverse hacia su atacante el centauro se encontró con el sorprendido borracho que había caído de culo ante su reacción. Todos reían con ganas excepto los afectados que habían perdido sus bebidas y la comida. El centauro se vio entonces rodeado por media docenas de personas que exigían que lo echaran a patadas después de haberles pagado por lo que había derramado e incluso el posadero parecía indignado, saliendo detrás de la barra para comprobar los daños sufridos a su mobiliario.
—Y-yo lo siento mucho, pero ese tipo me golpeó… —Trataba de explicarse ruborizado más de vergüenza que de enfado.
Mientras tanto la herida de la nalga manaba roja sangre que se iba deslizando por su pata trasera izquierda, el mismo lado donde lo habían golpeado. El centauro estaba tan nervioso, que los músculos de la zona afectada temblaban en pequeños espasmos. Heric comenzó a pensar seriamente en pagar a los afectados y salir de allí, aunque supuso que aquel gasto supondría una pérdida notable de sus escasos ahorros y que podría tocarle dormir en alguna sucia cuadra si tenía suerte.
Kida Escamarubí
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Re: Comienza la búsqueda. [Libre] [Interpretativo] [CERRADO]
Mientras Zero toma su leche, detalla bien a su nuevo conocido pero sin cruzar miradas. Después de todo ya se despidieron, un contacto de ese tipo podría generar situaciones adversas para ambos personajes.
Es claro que las dimensiones de Heric conllevan problemas para su persona, toda la civilización está pensada para el prototipo humanoide bípedo de tamaño estándar y necesidades compartidas.
En la tierra solo se llegó a tener en cuenta a las personas diferentes entrados muchos años en el futuro tecnológico, más que todo luego de llegar a la conclusión de que eran fuentes de ingreso adicionales si se sabían explotar bien.
Aerandir por obvias razones aún está muy lejos de esa sinergia, siglos de distancia. Claro que hacen lo que pueden con todas las limitantes, la capacidad del ser vivo inteligente para romper barreras nunca cansa.
Por desgracia también hay “sombras profundas” en su comportamiento, algo de lo que pronto el niño es testigo. En un giro bastante aleatorio de los acontecimientos, un personaje ebrio azota con su bastón de mando al hibrido bestial.
La criatura reacciona de manera previsible, con movimientos erráticos que causan gran conmoción y daños materiales. No hay heridos de gravedad por suerte… pero esto no parece calmar ni un poco a los comensales afectados.
Rodean al centauro con claras intenciones hostiles, dispuestos a dar rienda suelta a una turba. No reparan en los detalles que claramente señalan al cuadrúpedo como víctima, solo quieren acosar al diferente.
Z9-42 baja entonces la mirada, son un producto de la creación fascinante, capaces de lograr grandes cosas… y las peores atrocidades. En cierto modo todo depende de la amplia gama de señales que aparezcan para guiarles.
Esto cubrirá los gastos “dice con tono serio, arrojando cierta bolsita nutrida en la barra”.
Se permite gastar de su propio bolsillo y es que han sido buenos tiempos comerciales, tanto para los mirmidones como para sus propias finanzas personales… el no necesitar realmente comer ahorra muchos aeros.
Asiente de forma firme para luego enfocarse en lo que le resta de leche, afortunadamente su “alto al fuego” genera resultados. Al verse desprovistos del combustible para su rabia irracional, los demás clientes regresan a sus actividades.
El propio tabernero termina tirando al borracho por la puerta y es que… bueno, a ningún dueño le gusta cuando los clientes se ponen a vomitar. Las miradas hostiles persisten, junto con algunas interrogantes que ahora señalan al joven robot, pero la promesa de pelea parece haberse desarmado.
Es claro que las dimensiones de Heric conllevan problemas para su persona, toda la civilización está pensada para el prototipo humanoide bípedo de tamaño estándar y necesidades compartidas.
En la tierra solo se llegó a tener en cuenta a las personas diferentes entrados muchos años en el futuro tecnológico, más que todo luego de llegar a la conclusión de que eran fuentes de ingreso adicionales si se sabían explotar bien.
Aerandir por obvias razones aún está muy lejos de esa sinergia, siglos de distancia. Claro que hacen lo que pueden con todas las limitantes, la capacidad del ser vivo inteligente para romper barreras nunca cansa.
Por desgracia también hay “sombras profundas” en su comportamiento, algo de lo que pronto el niño es testigo. En un giro bastante aleatorio de los acontecimientos, un personaje ebrio azota con su bastón de mando al hibrido bestial.
La criatura reacciona de manera previsible, con movimientos erráticos que causan gran conmoción y daños materiales. No hay heridos de gravedad por suerte… pero esto no parece calmar ni un poco a los comensales afectados.
Rodean al centauro con claras intenciones hostiles, dispuestos a dar rienda suelta a una turba. No reparan en los detalles que claramente señalan al cuadrúpedo como víctima, solo quieren acosar al diferente.
Z9-42 baja entonces la mirada, son un producto de la creación fascinante, capaces de lograr grandes cosas… y las peores atrocidades. En cierto modo todo depende de la amplia gama de señales que aparezcan para guiarles.
Esto cubrirá los gastos “dice con tono serio, arrojando cierta bolsita nutrida en la barra”.
Se permite gastar de su propio bolsillo y es que han sido buenos tiempos comerciales, tanto para los mirmidones como para sus propias finanzas personales… el no necesitar realmente comer ahorra muchos aeros.
Asiente de forma firme para luego enfocarse en lo que le resta de leche, afortunadamente su “alto al fuego” genera resultados. Al verse desprovistos del combustible para su rabia irracional, los demás clientes regresan a sus actividades.
El propio tabernero termina tirando al borracho por la puerta y es que… bueno, a ningún dueño le gusta cuando los clientes se ponen a vomitar. Las miradas hostiles persisten, junto con algunas interrogantes que ahora señalan al joven robot, pero la promesa de pelea parece haberse desarmado.
Z9-42
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Entre molesto y preocupado Heric buscaba la mejor forma de salir de aquel embrollo en que se había visto envuelto. Lo que menos le importaba era la herida que no dejaba de escocerle, sino que pudiera acabar siendo expulsado de la propia ciudad por causar un alboroto al poco de llegar. Justo cuando estaba por devolver la llave y salir de aquel sitio escuchó una voz familiar de un niño, al fijarse vio que se trataba de su joven guía. Su gesto de pagar los destrozos le hizo alzar las cejas con sorpresa. No le gustó ya que pensaba que él no tenía la culpa de haber tirado la mesa y tampoco que él fuera quien pagase ya que el culpable era el tipo de la fusta.
—No tenías por qué pagar nada… Además, ¿no te dirán algo quienes cuidan de ti? —Le preguntó preocupado, recordando que le había dicho que no tenía padres, algo que por lo que había ido descubriendo en su viaje parecía más común de lo que podría decirse. —Ahora estoy en deuda con vos, así que si alguna vez precisáis mi ayuda no tenéis mas que decirlo. —Informó el centauro tras tomar la llame y pagar por la habitación. —Sí no surge algún cambio imprevisto pernoctaré en este establecimiento una semana. Una vez más, gracias por vuestra ayuda. —Agradeció con una inclinación de cabeza antes de marcharse a su habitación.
Tras comprobar el lugar donde iba a dormir, dejó sus pertenencias más voluminosas y llevó consigo lo que creía necesario, el dinero y sus armas ya que eran sus vienes más valiosos. Libres de las alforjas, pudo salir sin muchos problemas al exterior y comprobó si el niño aún seguía por allí, al menos para asegurarse de que estaba bien. De ser necesario no le importaría acompañarlo a su casa, aunque sus planes eran buscar los gremios que hubiera por la ciudad para buscar a su amiga y entre tanto ver si daba con algún sitio donde poder asearse ya que le gustaría reencontrarse sin apestar a varias semanas de camino.
—No tenías por qué pagar nada… Además, ¿no te dirán algo quienes cuidan de ti? —Le preguntó preocupado, recordando que le había dicho que no tenía padres, algo que por lo que había ido descubriendo en su viaje parecía más común de lo que podría decirse. —Ahora estoy en deuda con vos, así que si alguna vez precisáis mi ayuda no tenéis mas que decirlo. —Informó el centauro tras tomar la llame y pagar por la habitación. —Sí no surge algún cambio imprevisto pernoctaré en este establecimiento una semana. Una vez más, gracias por vuestra ayuda. —Agradeció con una inclinación de cabeza antes de marcharse a su habitación.
Tras comprobar el lugar donde iba a dormir, dejó sus pertenencias más voluminosas y llevó consigo lo que creía necesario, el dinero y sus armas ya que eran sus vienes más valiosos. Libres de las alforjas, pudo salir sin muchos problemas al exterior y comprobó si el niño aún seguía por allí, al menos para asegurarse de que estaba bien. De ser necesario no le importaría acompañarlo a su casa, aunque sus planes eran buscar los gremios que hubiera por la ciudad para buscar a su amiga y entre tanto ver si daba con algún sitio donde poder asearse ya que le gustaría reencontrarse sin apestar a varias semanas de camino.
Kida Escamarubí
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Heric por algunos instantes barajea la seria posibilidad de no aceptar la ayuda, más que todo por un impedimento moral. Claro que las circunstancias no le dan opción y es que simplemente no hay otras formas de salir “bien parado”.
Ante la pregunta sobre sus protectores, Z9-42 le mira de medio lado con una meuca que roza lo cómico. El propio personaje hibrido cae en cuenta sobre la información pertinente, algo que le hace formular nuevos argumentos.
No me deb…
Lo cierto es que no puede dejar en claro que lo hizo de manera altruista, el centauro está bastante decidido a retirarse hasta su habitación. Un rápido vistazo circundante deja entrever que fue lo mejor, muchas miradas hostiles aún.
El niño robot no puede evitar encogerse de hombros, luego regresa a la barra. Con el pasar de los minutos algunos comensales se van retirando, tanto a sus habitaciones como a las calles para quemar el estado de ebriedad.
Mientras tanto, el chiquillo sigue en su sitio, pidiendo cada tanto algo para picar. ¿A qué se debe esto?... pues, no hay otros objetivos que cumplir y la esfera está al otro lado de la ciudad, mejor pasar la noche en el establecimiento.
Si bien la presencia de un pequeño en el local es extraña, el dueño no tiene problema mientras pague. Los demás clientes tampoco aunque dejan patente su confusión con la más variopinta gama de miradas curiosas.
Es en ese instante de trivialidad cuando Zero nota a su nuevo conocido mirándole desde el pasillo de las habitaciones. A medida que se acerca, el chico prepara la pregunta más pertinente que tiene en su repertorio ahora mismo.
¿Qué le trae a Lunargenta, señor Heric?
Es claro que hay una “historia detrás”, viene siendo hora de conocerla. Después de todo quizás el personaje necesite ayuda y no hay nada mejor que un bio para solucionar problemas complicados… incluso uno de tamaño compacto.
Ante la pregunta sobre sus protectores, Z9-42 le mira de medio lado con una meuca que roza lo cómico. El propio personaje hibrido cae en cuenta sobre la información pertinente, algo que le hace formular nuevos argumentos.
No me deb…
Lo cierto es que no puede dejar en claro que lo hizo de manera altruista, el centauro está bastante decidido a retirarse hasta su habitación. Un rápido vistazo circundante deja entrever que fue lo mejor, muchas miradas hostiles aún.
El niño robot no puede evitar encogerse de hombros, luego regresa a la barra. Con el pasar de los minutos algunos comensales se van retirando, tanto a sus habitaciones como a las calles para quemar el estado de ebriedad.
Mientras tanto, el chiquillo sigue en su sitio, pidiendo cada tanto algo para picar. ¿A qué se debe esto?... pues, no hay otros objetivos que cumplir y la esfera está al otro lado de la ciudad, mejor pasar la noche en el establecimiento.
Si bien la presencia de un pequeño en el local es extraña, el dueño no tiene problema mientras pague. Los demás clientes tampoco aunque dejan patente su confusión con la más variopinta gama de miradas curiosas.
Es en ese instante de trivialidad cuando Zero nota a su nuevo conocido mirándole desde el pasillo de las habitaciones. A medida que se acerca, el chico prepara la pregunta más pertinente que tiene en su repertorio ahora mismo.
¿Qué le trae a Lunargenta, señor Heric?
Es claro que hay una “historia detrás”, viene siendo hora de conocerla. Después de todo quizás el personaje necesite ayuda y no hay nada mejor que un bio para solucionar problemas complicados… incluso uno de tamaño compacto.
Z9-42
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El centauro vio al niño aún en la taberna, no sabía por qué motivo, pero sintió cierto alivio ya que había sido la única persona que había mostrado cierta empatía hacia él. Se acercó con intención de sugerirle que abandonara aquel local ya que los ánimos no parecían del todo apaciguados, pero se le adelantó con aquella pregunta.
—Mi intención es solo la de encontrar una amiga que vino en busca de fortuna hará varios meses. Tengo que encontrarla para hablar con ella de algo importante. —Respondió con sinceridad aunque sin entrar en detalles. —Claro que no me importaría asearme antes, pero ignoro si en este lugar hay algún sitio donde tomar un baño. —Encogió los hombros. —Aún así creo que Helena me culpara por oler un poco a unas cuantas semanas de camino. —Comentó con una media sonrisa rascándose la nuca. Al final se echó el pelo bicolor hacia atrás. —Debo visitar los gremios, ella es una experta aventurera, seguro que está trabajando en uno de ellos. —Aseguró agitando su larga cola de crines. —Creo que saldré fuera… —Indicó al percibir aún algunas miradas hostiles, por lo que abandonó la estancia de la posada haciendo resonar sus cascos en el suelo de madera.
Al salir fuera se arrebujó mejor en su capa y se colocó la bufanda, sintiendo una vez más que sus extremidades comenzaban a enfriarse en aquel ambiente tan frío, por alguna razón sentía que allí hacía más frío que en el valle donde se crío pese a que allí también nevaba a menudo en invierno. Echándose aire caliente en las manos miró a su alrededor y esperando ver si si Zero también salía del establecimiento para poder pedir su guía una vez más o si por el contrario prefería seguir por su cuenta.
—Mi intención es solo la de encontrar una amiga que vino en busca de fortuna hará varios meses. Tengo que encontrarla para hablar con ella de algo importante. —Respondió con sinceridad aunque sin entrar en detalles. —Claro que no me importaría asearme antes, pero ignoro si en este lugar hay algún sitio donde tomar un baño. —Encogió los hombros. —Aún así creo que Helena me culpara por oler un poco a unas cuantas semanas de camino. —Comentó con una media sonrisa rascándose la nuca. Al final se echó el pelo bicolor hacia atrás. —Debo visitar los gremios, ella es una experta aventurera, seguro que está trabajando en uno de ellos. —Aseguró agitando su larga cola de crines. —Creo que saldré fuera… —Indicó al percibir aún algunas miradas hostiles, por lo que abandonó la estancia de la posada haciendo resonar sus cascos en el suelo de madera.
Al salir fuera se arrebujó mejor en su capa y se colocó la bufanda, sintiendo una vez más que sus extremidades comenzaban a enfriarse en aquel ambiente tan frío, por alguna razón sentía que allí hacía más frío que en el valle donde se crío pese a que allí también nevaba a menudo en invierno. Echándose aire caliente en las manos miró a su alrededor y esperando ver si si Zero también salía del establecimiento para poder pedir su guía una vez más o si por el contrario prefería seguir por su cuenta.
Kida Escamarubí
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Re: Comienza la búsqueda. [Libre] [Interpretativo] [CERRADO]
Es entonces cuando el personaje equino manifiesta la razón de su visita, con ciertas partes en blanco claro pero es que la apariencia de Zero rara vez inspira tanta disposición a revelar elementos complicados de una trama.
A los niños se les suelen ocultar muchas cosas por obvias razones, después de todo son los elementos frágiles de las especies. Irónicamente pese a que Z9-42 es un bio y a vivido muchas aventuras, sigue siendo muy infante en todo.
Pero volviendo al punto del centauro, viene con el objetivo de encontrar a una conocida aventurera. No es una gesta demasiado compleja pero que si trae consigo unas “pegas” bastante patentes de entrada.
Después de todo Lunargenta es “la capital del mundo”, o así le llaman los residentes. Tiene miles de personas dentro de sus murallas, no es un entorno que facilite la búsqueda de un personaje especifico ni por asomo.
Una vez Heric deja en claro sus razones, pasa a retirarse al exterior. Es claro que desea iniciar la búsqueda y es que ya han pasado varias horas, posiblemente sus reservas de energía deben estar respuestas en un buen porcentaje.
Sin vacilar, el niño aumentado cruza el umbral también. Una vez afuera no le cuesta mucho posicionarse justo al lado de su nuevo conocido, puede servirle de guía ya que conoce mucho de las mecánicas que rigen el mundo aventurero.
Hay varios gremios en la ciudad, algunos conocidos y otros no tanto “expresa con certeza” ¿Qué habilidades tiene su amiga?, ¿Qué círculos frecuenta?
Son preguntas puntuales para iniciar un cotejo, después de todo la capital humana posee representación de muchas facciones. Tanto buenas como malas, todo se puede encontrar en las calles de la ciudad azul.
Mientras espera, Zero busca una solución para el otro predicamento del centauro. Conseguir un baño público con la capacidad de atender a un ser tan peculiar no es tarea fácil, pero espera tener algo para su próxima intervención.
A los niños se les suelen ocultar muchas cosas por obvias razones, después de todo son los elementos frágiles de las especies. Irónicamente pese a que Z9-42 es un bio y a vivido muchas aventuras, sigue siendo muy infante en todo.
Pero volviendo al punto del centauro, viene con el objetivo de encontrar a una conocida aventurera. No es una gesta demasiado compleja pero que si trae consigo unas “pegas” bastante patentes de entrada.
Después de todo Lunargenta es “la capital del mundo”, o así le llaman los residentes. Tiene miles de personas dentro de sus murallas, no es un entorno que facilite la búsqueda de un personaje especifico ni por asomo.
Una vez Heric deja en claro sus razones, pasa a retirarse al exterior. Es claro que desea iniciar la búsqueda y es que ya han pasado varias horas, posiblemente sus reservas de energía deben estar respuestas en un buen porcentaje.
Sin vacilar, el niño aumentado cruza el umbral también. Una vez afuera no le cuesta mucho posicionarse justo al lado de su nuevo conocido, puede servirle de guía ya que conoce mucho de las mecánicas que rigen el mundo aventurero.
Hay varios gremios en la ciudad, algunos conocidos y otros no tanto “expresa con certeza” ¿Qué habilidades tiene su amiga?, ¿Qué círculos frecuenta?
Son preguntas puntuales para iniciar un cotejo, después de todo la capital humana posee representación de muchas facciones. Tanto buenas como malas, todo se puede encontrar en las calles de la ciudad azul.
Mientras espera, Zero busca una solución para el otro predicamento del centauro. Conseguir un baño público con la capacidad de atender a un ser tan peculiar no es tarea fácil, pero espera tener algo para su próxima intervención.
Z9-42
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Sintiéndose bastante más ligero debido a que había dejado todas sus cosas en la habitación, el centauro se acomodó de nuevo la ropa. Seguía sintiéndose incómodo llevando tanta tela y cuero encima, pero era preferible aguantar aquella incomodidad que congelarse.
—Ya veo… —Asintió Heric que comenzaba a hacerse una idea de la locura de su plan de encontrar a Helena rápidamente en una ciudad tan grande. —Cuando se marchó de su casa era una buena exploradora y rastreadora, sabe montar muy bien a caballo y tiene conocimientos de plantas para hacer pequeñas curas y aliviar síntomas. —Enumeró haciendo más memoria. —Es buena en el manejo del arco y se defiende bastante bien con la espada. —Añadió. —Es como así de alta… —Dijo con un gesto de la mano que señalaba a una joven de metro setenta aproximadamente. —Tiene el pelo marrón oscuro y largo, de constitución atlética. Creo que los humanos la consideran bastante guapa… —Explicó algo ruborizado y nervioso, carraspeando un poco para aclarar la voz. —Sobre sus círculos no tengo ni idea, solo se que quería trabajar como aventurera y un gremio era la mejor opción para conseguir misiones y dinero. —Concluyó, encogiendo los hombros.
Una vez más se calentó las manos y movió un poco las patas, flexionándolas. Se le pasó una vez más la idea de que alguien estaría esperando a aquel chico, al igual que los centauros y otras especies los humanos eran muy cuidadosos con sus hijos, aunque si Zero no tenía padres suponía que tendría a alguien que se ocupara de él.
—No quisiera que llegaras tarde a tu casa, pero si crees que no te dirán nada puedo llevarte sobre mi lomo, así iremos más rápido y solo tendrías que irme indicando el camino. —Dijo dispuesto a empezar a recorrer los gremios olvidándose de lo del baño. Ya tendría tiempo de asearse.
—Ya veo… —Asintió Heric que comenzaba a hacerse una idea de la locura de su plan de encontrar a Helena rápidamente en una ciudad tan grande. —Cuando se marchó de su casa era una buena exploradora y rastreadora, sabe montar muy bien a caballo y tiene conocimientos de plantas para hacer pequeñas curas y aliviar síntomas. —Enumeró haciendo más memoria. —Es buena en el manejo del arco y se defiende bastante bien con la espada. —Añadió. —Es como así de alta… —Dijo con un gesto de la mano que señalaba a una joven de metro setenta aproximadamente. —Tiene el pelo marrón oscuro y largo, de constitución atlética. Creo que los humanos la consideran bastante guapa… —Explicó algo ruborizado y nervioso, carraspeando un poco para aclarar la voz. —Sobre sus círculos no tengo ni idea, solo se que quería trabajar como aventurera y un gremio era la mejor opción para conseguir misiones y dinero. —Concluyó, encogiendo los hombros.
Una vez más se calentó las manos y movió un poco las patas, flexionándolas. Se le pasó una vez más la idea de que alguien estaría esperando a aquel chico, al igual que los centauros y otras especies los humanos eran muy cuidadosos con sus hijos, aunque si Zero no tenía padres suponía que tendría a alguien que se ocupara de él.
—No quisiera que llegaras tarde a tu casa, pero si crees que no te dirán nada puedo llevarte sobre mi lomo, así iremos más rápido y solo tendrías que irme indicando el camino. —Dijo dispuesto a empezar a recorrer los gremios olvidándose de lo del baño. Ya tendría tiempo de asearse.
Kida Escamarubí
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Entonces Zero recibe los parámetros, información con la que puede realizar un consenso interno. La señorita en cuestión parece poseer un numero potencial de habilidades, lo bueno es que todas están enfocadas al rango combativo versátil.
Eso deja de lado los gremios más intelectuales, al menos los que necesitan realmente un desarrollo mental. Bien es sabido que las facciones de eruditos suelen emplear aventureros para sus expediciones mas… complicadas.
Que se trate de una dama limita también algunos grupos, los más discriminatorios si pero toda pista sirve ahora mismo. Al final tratan de encontrar “una aguja en un pajar”… en el sentido más literal que puede tener esa expresión.
Asintiendo con cada punto, el chiquillo aumentado escucha atentamente. Al final queda con una imagen bastante técnica del personaje que buscan, mas no se puede obtener de una persona ajena a la dinámica de Lunargenta.
Creo que tengo una idea de que lugares visitar.
Son bastantes pero se ahorra ese detalle, no quiere desanimar al centauro. Claro que el empuje y la disposición del hibrido parecen ser imposibles de extinguir, sin duda busca a un vínculo destacable en su vida.
Ante la propuesta del personaje equino, Z9-42 sonríe con todos los dientes. No tarda mucho en subirse al lomo del animal y es que todo el contexto despierta su lado más infantil, es como si le ofrecieran montar a un dragón.
Derecho y luego de tres cuadras están los gremios aventureros más populares, tres en la misma plaza, podemos comenzar por allí.
Les esperan varias horas de tocar puertas y es que hay muchos, lo bueno radica en la comunicación que suelen mantener entre si… sobre todo de manera involuntaria y por medio de chismes, pero cumplen una función más noble ahora mismo.
Los grandes gremios de Aerandir son, los Informantes, el Gremio de Ladrones, la Guardia de Lunargenta y la Logia.
Los grandes cuatro como se les conoce, también suelen acaparar mucho los encargos importantes. Si bien para ser miembro se tienen requisitos altos, todos pueden trabajar para ellos de una u otra forma.
Más abajo están los grupos independientes y los gremios en desgracia como el Gremio de Asesinos o el Gremio de Luchadores “pone una mueca pensativa” también hay facciones curiosas que emplean personajes aventureros, la Universidad de los Susurros y el Hekshold por ejemplo.
Eso deja de lado los gremios más intelectuales, al menos los que necesitan realmente un desarrollo mental. Bien es sabido que las facciones de eruditos suelen emplear aventureros para sus expediciones mas… complicadas.
Que se trate de una dama limita también algunos grupos, los más discriminatorios si pero toda pista sirve ahora mismo. Al final tratan de encontrar “una aguja en un pajar”… en el sentido más literal que puede tener esa expresión.
Asintiendo con cada punto, el chiquillo aumentado escucha atentamente. Al final queda con una imagen bastante técnica del personaje que buscan, mas no se puede obtener de una persona ajena a la dinámica de Lunargenta.
Creo que tengo una idea de que lugares visitar.
Son bastantes pero se ahorra ese detalle, no quiere desanimar al centauro. Claro que el empuje y la disposición del hibrido parecen ser imposibles de extinguir, sin duda busca a un vínculo destacable en su vida.
Ante la propuesta del personaje equino, Z9-42 sonríe con todos los dientes. No tarda mucho en subirse al lomo del animal y es que todo el contexto despierta su lado más infantil, es como si le ofrecieran montar a un dragón.
Derecho y luego de tres cuadras están los gremios aventureros más populares, tres en la misma plaza, podemos comenzar por allí.
Les esperan varias horas de tocar puertas y es que hay muchos, lo bueno radica en la comunicación que suelen mantener entre si… sobre todo de manera involuntaria y por medio de chismes, pero cumplen una función más noble ahora mismo.
Los grandes gremios de Aerandir son, los Informantes, el Gremio de Ladrones, la Guardia de Lunargenta y la Logia.
Los grandes cuatro como se les conoce, también suelen acaparar mucho los encargos importantes. Si bien para ser miembro se tienen requisitos altos, todos pueden trabajar para ellos de una u otra forma.
Más abajo están los grupos independientes y los gremios en desgracia como el Gremio de Asesinos o el Gremio de Luchadores “pone una mueca pensativa” también hay facciones curiosas que emplean personajes aventureros, la Universidad de los Susurros y el Hekshold por ejemplo.
Z9-42
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Piafando en el adoquinado por la impaciencia y por el frío el centauro esperó a que su joven gruía procesara toda la información que le había dado sobre Helena. Suponía que habría cientos de chicas como ellas en una ciudad como Lunargenta, pero no podía perder la esperanza de que iba a encontrarla.
—Es un consuelo oírlo. —Dijo dejando escapar un suspiro aliviado cuando le dijo que tenía una idea de donde empezar a buscar.
Tras ofrecerle su ayuda para acomodarse en su dorso, el centauro espera a que estuviera correctamente colocado.
—Abrázame con las piernas, me pondré a trotar para poder avanzar más deprisa, puedes agarrarte a mi abrigo. —Instruyó. Tras escuchar las indicaciones del niño puso rumbo y echó a trotar con suavidad, mostrando que sus movimientos eran elegantes y elásticos. —Muy bien, aunque no me imagino a Helena entrando en uno de esos grandes gremios, según me dijo hay que abrirse camino y hacerse conocido antes de que un gremio importante te permita unirte. —Dijo sin aminorar su ritmo, teniendo buen cuidado de pisar sobre seguro y no tropezar con nadie. El nombre de algunos de los gremios le arrancó una mueca de preocupación. —No creo que Helena se haya unido al de asesinos o ninguno que incumpla la ley, su objetivo era ir de aventura, recuperar tesoros, acabar con nidos de goblins y cosas así. —Aseguró con convicción, sacudiendo con energía su cola, azotando el aire.
No tardaron más que unos minutos en llegar a la plaza, allí esperó nuevas instrucciones y estuvo pendiente de ayudar a bajar a Zero si este así se lo pedía. La respiración del centauro ni tan siquiera se había agitado, lo que indicaba que su constitución y resistencia eran muy buenas, sin duda de un luchador entrenado o al menos de alguien que se ejercitaba con frecuencia.
—Es un consuelo oírlo. —Dijo dejando escapar un suspiro aliviado cuando le dijo que tenía una idea de donde empezar a buscar.
Tras ofrecerle su ayuda para acomodarse en su dorso, el centauro espera a que estuviera correctamente colocado.
—Abrázame con las piernas, me pondré a trotar para poder avanzar más deprisa, puedes agarrarte a mi abrigo. —Instruyó. Tras escuchar las indicaciones del niño puso rumbo y echó a trotar con suavidad, mostrando que sus movimientos eran elegantes y elásticos. —Muy bien, aunque no me imagino a Helena entrando en uno de esos grandes gremios, según me dijo hay que abrirse camino y hacerse conocido antes de que un gremio importante te permita unirte. —Dijo sin aminorar su ritmo, teniendo buen cuidado de pisar sobre seguro y no tropezar con nadie. El nombre de algunos de los gremios le arrancó una mueca de preocupación. —No creo que Helena se haya unido al de asesinos o ninguno que incumpla la ley, su objetivo era ir de aventura, recuperar tesoros, acabar con nidos de goblins y cosas así. —Aseguró con convicción, sacudiendo con energía su cola, azotando el aire.
No tardaron más que unos minutos en llegar a la plaza, allí esperó nuevas instrucciones y estuvo pendiente de ayudar a bajar a Zero si este así se lo pedía. La respiración del centauro ni tan siquiera se había agitado, lo que indicaba que su constitución y resistencia eran muy buenas, sin duda de un luchador entrenado o al menos de alguien que se ejercitaba con frecuencia.
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Re: Comienza la búsqueda. [Libre] [Interpretativo] [CERRADO]
Obviamente Zero necesita ayuda para colocarse en la espalda del centauro, después de todo su tamaño corporal es bastante bajito. Por suerte el personaje hibrido nota esto de inmediato y procede a subirlo.
Una vez en el sitio deseado, el niño robot obedece las instrucciones de su… “montura”. Esta casi seguro de que ese es el calificativo practico correcto, pero jamás cometería el terrible error de mencionarlo en voz alta.
Inicia el galope entonces, con las palabras del pequeño aumentado como complemento. Este último conoce mucho del mundo aventurero aerandiano gracias a experiencias de primera mano, situaciones que han aportado más información que la propia base de datos bio.
Con paso acelerado pero en control, Heric le lleva directamente hasta la plaza deseada. Lo bueno de los gremios es que suelen estar abiertos a todas horas, son un área laboral que no descansa por decirlo de algún modo.
El centauro da sus propias impresiones vale destacar, cree fervientemente que su amiga dejara de lado gremios mayores y facciones criminales. Los ideales juegan mucho en este tipo de argumentos sin duda.
Para bien o para mal los aventureros suelen verse involucrados en multitud de cosas, sin importar demasiado los detalles morales. Aunque si es cierto que el resultado final de cada encargo varia bastante por los propios preceptos cada miembro participante.
Sin vacilar, el niño sintético vuelve a tierra, en un sorprendente acto de agilidad vale destacar. Queda patente entonces que no es su primera vez en una montura… verdad a medias pero de momento no se necesita más.
El edificio de tejado amarillo es un gremio de mercenarios bastante reciente, han reclutado mucho personal para entrar rápido en el negocio. El de tres pisos pertenece al Concejo de Antigüedades de Lunargenta, suelen encargar muchas misiones sencillas aunque la paga es baja o eso dicen. El de tejas rojas es un grupo de cazadores, siempre buscan ayudantes para sus partidas de caza exótica “pone mueca pensativa” les interesan más los trofeos que los objetivos prácticos pero pagan por pieza… ¿En cuál desea preguntar primero, señor Heric?
Una vez en el sitio deseado, el niño robot obedece las instrucciones de su… “montura”. Esta casi seguro de que ese es el calificativo practico correcto, pero jamás cometería el terrible error de mencionarlo en voz alta.
Inicia el galope entonces, con las palabras del pequeño aumentado como complemento. Este último conoce mucho del mundo aventurero aerandiano gracias a experiencias de primera mano, situaciones que han aportado más información que la propia base de datos bio.
Con paso acelerado pero en control, Heric le lleva directamente hasta la plaza deseada. Lo bueno de los gremios es que suelen estar abiertos a todas horas, son un área laboral que no descansa por decirlo de algún modo.
El centauro da sus propias impresiones vale destacar, cree fervientemente que su amiga dejara de lado gremios mayores y facciones criminales. Los ideales juegan mucho en este tipo de argumentos sin duda.
Para bien o para mal los aventureros suelen verse involucrados en multitud de cosas, sin importar demasiado los detalles morales. Aunque si es cierto que el resultado final de cada encargo varia bastante por los propios preceptos cada miembro participante.
Sin vacilar, el niño sintético vuelve a tierra, en un sorprendente acto de agilidad vale destacar. Queda patente entonces que no es su primera vez en una montura… verdad a medias pero de momento no se necesita más.
El edificio de tejado amarillo es un gremio de mercenarios bastante reciente, han reclutado mucho personal para entrar rápido en el negocio. El de tres pisos pertenece al Concejo de Antigüedades de Lunargenta, suelen encargar muchas misiones sencillas aunque la paga es baja o eso dicen. El de tejas rojas es un grupo de cazadores, siempre buscan ayudantes para sus partidas de caza exótica “pone mueca pensativa” les interesan más los trofeos que los objetivos prácticos pero pagan por pieza… ¿En cuál desea preguntar primero, señor Heric?
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Re: Comienza la búsqueda. [Libre] [Interpretativo] [CERRADO]
Heric apenas notaba el peso del niño sobre su lomo ya que podría transportar a un par de humanos adultos en caso de verse obligado, de modo que un niño era incluso menos pesado que llevar sus permanencias. Una vez llegaron a su meta, Heric vio como Zero bajaba con agilidad de su dorso y por como lo había sentido sobre él dedujo que no era la primera vez que montaba a caballo o quizás tuviera un instinto natural. Agitó un poco la cola y espero a que se acomodara la ropa si fuera necesario antes de mirar a los distintos edificios que comenzó a señalar.
—Empezaremos por el del tejado amarillo. —Decidió al fin echando a caminar hacia el lugar.
Por costumbre se fijó en si el gremio tenía fácil acceso para él, cosa que en principio parecía ser así por lo que se aventuró al interior tras pasar la puerta abierta. En el interior se encontró con varias mesas ante las que se sentaban algunos miembros del gremio o simpatizantes del mismo. Sin hacer caso de las miradas que le dedicaron, buscó con la mirada al encargado del local pues había oído que siempre había una persona que se encargaba de organizar las misiones aparte de ocuparse del bar del gremio. Vio a una mujer vestida con un uniforme de camarera, pero por el emblema cosido al delantal y sus movimientos se notaba que era alguien que sabía valerse por sí misma posiblemente hubiera cumplido varias misiones para el gremio en su juventud, ya que la mujer debía rondar la cincuentena. Heric suponía que Zero entraría con él, por lo que esperaba que estuviera a su lado ya que había demostrado saber como bajar los ánimos de la gente que buscaba problemas con él.
—Buenos días, estoy buscando…
—Una misión. —Lo cortó la mujer que lo miró de arriba abajo. —Hacía años que no veía a uno de los tuyos, seguro que eres fuerte y fogoso. —Dijo con una mirada cómplice a los parroquianos y una sonrisa sesgada que hizo ruborizar el centauro.
Ante las palabras de la mujer y la mirada que les lanzó los que estaban comiendo y bebiendo lanzaron sonaras carcajadas y aporrearon las mesas con los puños al tiempo que insinuaban alguna que otra obscenidad.
—N-no es nada de eso, estoy buscando a una amiga…
—No nos ocupamos de gente perdida, deberías buscar en otro gremio. —Lo interrumpió de nuevo con impaciencia. —Pero sí que podríamos charlar un rato más en privado, quizás podría mover algunos hilos. —Dijo con un guiño burlón que hizo que las orejas del joven Heric adoptaran el color de los tomares maduros.
—Ella está trabajando para un gremio, se llama Helena y debería haber llegado hace solo unas seis u ocho semanas. —Le explicó notando que se le trababa la lengua.
Hasta la fecha ninguna mujer u hombre se le había insinuado ni bromeado de aquel modo, por lo que lo encontraba perturbador y desconcertante. Supuso que la mujer solo estaba bromeando con él, aún así convertirlo en un espectáculo no le parecía correcto. La gente solía pensar que los centauros eran bastante liberales y pecaminosos por eso de ir “desnudos”, pero en realidad tenían un sentido del decoro bastante estricto. Miró con aire de disculpa a Zero de encontrarse el niño a su lado, pues no creía que aquel fuera el mejor ambiente para él y no quería que le fuera contando a quien fuera esas cosas. Solo le faltaba ganarse reputación de mujeriego.
—Empezaremos por el del tejado amarillo. —Decidió al fin echando a caminar hacia el lugar.
Por costumbre se fijó en si el gremio tenía fácil acceso para él, cosa que en principio parecía ser así por lo que se aventuró al interior tras pasar la puerta abierta. En el interior se encontró con varias mesas ante las que se sentaban algunos miembros del gremio o simpatizantes del mismo. Sin hacer caso de las miradas que le dedicaron, buscó con la mirada al encargado del local pues había oído que siempre había una persona que se encargaba de organizar las misiones aparte de ocuparse del bar del gremio. Vio a una mujer vestida con un uniforme de camarera, pero por el emblema cosido al delantal y sus movimientos se notaba que era alguien que sabía valerse por sí misma posiblemente hubiera cumplido varias misiones para el gremio en su juventud, ya que la mujer debía rondar la cincuentena. Heric suponía que Zero entraría con él, por lo que esperaba que estuviera a su lado ya que había demostrado saber como bajar los ánimos de la gente que buscaba problemas con él.
—Buenos días, estoy buscando…
—Una misión. —Lo cortó la mujer que lo miró de arriba abajo. —Hacía años que no veía a uno de los tuyos, seguro que eres fuerte y fogoso. —Dijo con una mirada cómplice a los parroquianos y una sonrisa sesgada que hizo ruborizar el centauro.
Ante las palabras de la mujer y la mirada que les lanzó los que estaban comiendo y bebiendo lanzaron sonaras carcajadas y aporrearon las mesas con los puños al tiempo que insinuaban alguna que otra obscenidad.
—N-no es nada de eso, estoy buscando a una amiga…
—No nos ocupamos de gente perdida, deberías buscar en otro gremio. —Lo interrumpió de nuevo con impaciencia. —Pero sí que podríamos charlar un rato más en privado, quizás podría mover algunos hilos. —Dijo con un guiño burlón que hizo que las orejas del joven Heric adoptaran el color de los tomares maduros.
—Ella está trabajando para un gremio, se llama Helena y debería haber llegado hace solo unas seis u ocho semanas. —Le explicó notando que se le trababa la lengua.
Hasta la fecha ninguna mujer u hombre se le había insinuado ni bromeado de aquel modo, por lo que lo encontraba perturbador y desconcertante. Supuso que la mujer solo estaba bromeando con él, aún así convertirlo en un espectáculo no le parecía correcto. La gente solía pensar que los centauros eran bastante liberales y pecaminosos por eso de ir “desnudos”, pero en realidad tenían un sentido del decoro bastante estricto. Miró con aire de disculpa a Zero de encontrarse el niño a su lado, pues no creía que aquel fuera el mejor ambiente para él y no quería que le fuera contando a quien fuera esas cosas. Solo le faltaba ganarse reputación de mujeriego.
Kida Escamarubí
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Re: Comienza la búsqueda. [Libre] [Interpretativo] [CERRADO]
El centauro decide iniciar con el gremio de tejas amarillas, los mercenarios si la memoria del “chiquillo” no le falla… cosa que es imposible pero siempre está la posibilidad de que ocurra algo inaudito.
Sea como sea, ambos personajes ingresan en el lugar. El pequeño robot no se separa mucho de su conocido y es que posee un sentido de la palabra bastante alto, preceptos personales que nada tienen que ver con su naturaleza sintética.
Después de todo la ciencia no tiene moralidad de ningún tipo, sea buena o mala. Los biocibernéticos retienen esos conceptos de sus anteriores vidas, nutriéndolos o desarrollándolos a medida que viven experiencias en el mundo.
Una vez están adentro, Z9-42 detalla todo con ojos curiosos. Sabe bien la localización de muchos gremios en Lunargenta pero rara vez entra realmente en uno, sus aventuras son más casuales y ahora con Exos no le queda casi tiempo para otras cosas.
La estructura interior es bastante funcional, con mucho material combativo desperdigado, ya sea como decoración o herramientas de trabajo. La sala tiene su propia barra con empleada incluida, se puede decir que su selección de licores está bien surtida.
Si los registros internos del chiquillo maquina no le engañan, las facciones mercenarias suelen tener en mucha estima el licor. Lo ven como una forma de pasar el rato y contar historias sobre sus encargos.
Claro que la mujer en si de repente no tiene ojos para otra cosa que no sea el centauro, mostrándose hilarante. Vale destacar que los comentarios que formula no son entendidos a cabalidad por el joven robot.
En esas temáticas es bastante inexperto por obvias razones, algo que concuerda con su apariencia. Si bien sus registros poseen amplias secciones dedicadas al trasfondo… su “control parental” tiene reglas estrictas.
Solo cuando aprenda del tema de modo convencional se irán desbloqueando nuevas secciones, en su mayoría técnicas pues tampoco pudo descargar la información pertinente más explícita. Claro que nada de eso parece importar demasiado con su tamaño.
En lo que parece ser un patrón, la habilidad negociadora del personaje hibrido vuelve a encontrarse con una situación desventajosa. En esta oportunidad, la negativa rotunda con respecto a las interrogantes formuladas.
Por favor, señorita… es importante.
Aunque en un principio la dama se muestra sorprendida por la presencia del niño, su rostro se vuelve cada vez más empático. Es claro que de buenas a primeras no noto la presencia del muchacho aumentado, curso lógico si tenemos en cuenta el tamaño de su acompañante.
Creo que puedo chequear algunos libros pero solo porque eres muy educado “le guiña el ojo al más pequeño” será para otra oportunidad cariño “dice esto último dirigido al centauro”.
Sea como sea, ambos personajes ingresan en el lugar. El pequeño robot no se separa mucho de su conocido y es que posee un sentido de la palabra bastante alto, preceptos personales que nada tienen que ver con su naturaleza sintética.
Después de todo la ciencia no tiene moralidad de ningún tipo, sea buena o mala. Los biocibernéticos retienen esos conceptos de sus anteriores vidas, nutriéndolos o desarrollándolos a medida que viven experiencias en el mundo.
Una vez están adentro, Z9-42 detalla todo con ojos curiosos. Sabe bien la localización de muchos gremios en Lunargenta pero rara vez entra realmente en uno, sus aventuras son más casuales y ahora con Exos no le queda casi tiempo para otras cosas.
La estructura interior es bastante funcional, con mucho material combativo desperdigado, ya sea como decoración o herramientas de trabajo. La sala tiene su propia barra con empleada incluida, se puede decir que su selección de licores está bien surtida.
Si los registros internos del chiquillo maquina no le engañan, las facciones mercenarias suelen tener en mucha estima el licor. Lo ven como una forma de pasar el rato y contar historias sobre sus encargos.
Claro que la mujer en si de repente no tiene ojos para otra cosa que no sea el centauro, mostrándose hilarante. Vale destacar que los comentarios que formula no son entendidos a cabalidad por el joven robot.
En esas temáticas es bastante inexperto por obvias razones, algo que concuerda con su apariencia. Si bien sus registros poseen amplias secciones dedicadas al trasfondo… su “control parental” tiene reglas estrictas.
Solo cuando aprenda del tema de modo convencional se irán desbloqueando nuevas secciones, en su mayoría técnicas pues tampoco pudo descargar la información pertinente más explícita. Claro que nada de eso parece importar demasiado con su tamaño.
En lo que parece ser un patrón, la habilidad negociadora del personaje hibrido vuelve a encontrarse con una situación desventajosa. En esta oportunidad, la negativa rotunda con respecto a las interrogantes formuladas.
Por favor, señorita… es importante.
Aunque en un principio la dama se muestra sorprendida por la presencia del niño, su rostro se vuelve cada vez más empático. Es claro que de buenas a primeras no noto la presencia del muchacho aumentado, curso lógico si tenemos en cuenta el tamaño de su acompañante.
Creo que puedo chequear algunos libros pero solo porque eres muy educado “le guiña el ojo al más pequeño” será para otra oportunidad cariño “dice esto último dirigido al centauro”.
Z9-42
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Re: Comienza la búsqueda. [Libre] [Interpretativo] [CERRADO]
Sin duda le faltaba experiencia para tratar con aquel tipo de gente, las cuales le parecían que eran muy distintas a los humanos y razas similares que había conocido cerca de su aldea, otro poblado donde convivían varios tipo de razas juntas. Nadie hablaba de sus orígenes, pues normalmente aquel tipo de lugares surgen cuando alguien huía de otra persona o de algo. No sabía si aquella mujer solo quería tomarle el pelo o hablaba enserio, fuera una u otra razón lo hacía sentir bastante incómodo, pero por suerte Zero estaba una vez mas allí para sacarlo del atolladero.
—Claro, muchas gracias. —Respondió aún ruborizado cuando aceptó echar un vistazo a los libros, supuso que de contabilidad o quizás uno donde estaban registrados todos los integrantes del gremio. —Es muy útil tenerte cerca, eres un chico muy espabilado. —Lo alabó con una sonrisa a Zero mientras la mujer se marchaba a ver los registros.
Después de unos minutos la mujer regresó con la información. No hubo suerte, Helena no se encontraba allí. Una vez más Heric le dio las gracias y con un gesto invitó a Zero a acompañarlo a la salida. El centauro se apresuró cuando la mujer empezó a querer quedar aquella noche después de su turno. Salió al exterior bastante acalorado y con las risas y brindes de los miembros del gremio.
—Que mujer tan peculiar… —Comentó un tanto nervioso, carraspeando para aclararse la garganta. —Vayamos al siguiente. —Propuso señalando el que antes había identificado como el del Consejo de Antigüedades.
Al entrar el ambiente era muy distinto al del otro gremio. Allí también había mesas y sillas a disposición de los integrantes del gremio, pero en vez de largas mesas con grupos numerosos con jarras de cervezas y fuentes con comida, pudieron ver pequeñas mesas circulares para no más de tres o cuatro personas. El lugar olía a té y café recién hecho que parecía la bebida más popular y había platos con las pequeñas pastas típicas para acompañar aquellas bebidas. Heric se quedó parpadeando desconcertado por el gran contraste entre uno y otro lugar. Varias miradas se clavaron en él, miradas que se habían alzado de libros y pergaminos.
—Buenas tardes, yo…
—¡Un centauro! —Exclamó uno de los estudiosos, ajustándose las gafas.
—Kéntauro kentauri. —Lo corrigió uno de sus compañeros, un hombre mayor también con gafas y una poblada barba blanca.
—Uno cincuenta hasta la cruz y dos metros veinte hasta la cabeza. Diría que unos cuatrocientos cincuenta kilos. —Informó un hombre de mediana edad que se había acercado a Heric sin que aquel se percatase, por lo que dio un brinco cuando lo escuchó hablar a su lado.
—Deberíamos estudiar mejor su musculatura… —Dijo otro que se acercaba dispuesto a quitarle la manta para comprobar sus músculos.
—¡Disculpen! —Objetó levantando las manos delante de aquellos hombres. —Estoy buscando a una amiga, su nombre es Helena… —Habló rápido ofreciendo la misma descripción que le dijo a Zero. —¿Está trabajando aquí con ustedes? —Los hombres se miraron entre sí y al final señalaron hacia el fondo de la sala.
—Pregunta en el despacho, allí te informarán. —Le dijeron algo desilusionados de que no les permitiera estudiarlo.
—Claro, muchas gracias. —Respondió aún ruborizado cuando aceptó echar un vistazo a los libros, supuso que de contabilidad o quizás uno donde estaban registrados todos los integrantes del gremio. —Es muy útil tenerte cerca, eres un chico muy espabilado. —Lo alabó con una sonrisa a Zero mientras la mujer se marchaba a ver los registros.
Después de unos minutos la mujer regresó con la información. No hubo suerte, Helena no se encontraba allí. Una vez más Heric le dio las gracias y con un gesto invitó a Zero a acompañarlo a la salida. El centauro se apresuró cuando la mujer empezó a querer quedar aquella noche después de su turno. Salió al exterior bastante acalorado y con las risas y brindes de los miembros del gremio.
—Que mujer tan peculiar… —Comentó un tanto nervioso, carraspeando para aclararse la garganta. —Vayamos al siguiente. —Propuso señalando el que antes había identificado como el del Consejo de Antigüedades.
Al entrar el ambiente era muy distinto al del otro gremio. Allí también había mesas y sillas a disposición de los integrantes del gremio, pero en vez de largas mesas con grupos numerosos con jarras de cervezas y fuentes con comida, pudieron ver pequeñas mesas circulares para no más de tres o cuatro personas. El lugar olía a té y café recién hecho que parecía la bebida más popular y había platos con las pequeñas pastas típicas para acompañar aquellas bebidas. Heric se quedó parpadeando desconcertado por el gran contraste entre uno y otro lugar. Varias miradas se clavaron en él, miradas que se habían alzado de libros y pergaminos.
—Buenas tardes, yo…
—¡Un centauro! —Exclamó uno de los estudiosos, ajustándose las gafas.
—Kéntauro kentauri. —Lo corrigió uno de sus compañeros, un hombre mayor también con gafas y una poblada barba blanca.
—Uno cincuenta hasta la cruz y dos metros veinte hasta la cabeza. Diría que unos cuatrocientos cincuenta kilos. —Informó un hombre de mediana edad que se había acercado a Heric sin que aquel se percatase, por lo que dio un brinco cuando lo escuchó hablar a su lado.
—Deberíamos estudiar mejor su musculatura… —Dijo otro que se acercaba dispuesto a quitarle la manta para comprobar sus músculos.
—¡Disculpen! —Objetó levantando las manos delante de aquellos hombres. —Estoy buscando a una amiga, su nombre es Helena… —Habló rápido ofreciendo la misma descripción que le dijo a Zero. —¿Está trabajando aquí con ustedes? —Los hombres se miraron entre sí y al final señalaron hacia el fondo de la sala.
—Pregunta en el despacho, allí te informarán. —Le dijeron algo desilusionados de que no les permitiera estudiarlo.
Kida Escamarubí
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Re: Comienza la búsqueda. [Libre] [Interpretativo] [CERRADO]
Las palabras de la señorita resultan ser sinceras y pasa a buscar cuidadosamente en los registros, todo esto mientras el centauro alaba el buen actuar de su pequeño compañero. Este último no puede evitar sonreír a medida que agradece el comentario.
Muchas gracias, señor Heric. Usted también es muy diestro.
Dice con una mueca amena y es que no hay nada mejor que responder un cumplido con otro, ese es uno de los pocos conceptos que concuerda tanto en los registros documentales como en la vida real.
Por desgracia no hay registro de que la amiga del centauro haya pasado por el gremio de mercenarios, todo se traduce a que su visita fue en vano. Claro que esto no evita una reverencia educada por parte del chico.
Muchas gracias, señorita.
Los dos personajes salen entonces, aunque con cierto contexto de argumentos que el pequeño no logra entender tampoco. Al parecer Heric cayó en gracia de la dama recepcionista… o eso dice su mente inocente.
No tardan entonces en encaminarse a otro de los edificios, específicamente el concejo de antigüedades. Una vez entran y como viene siendo costumbre, el personaje híbrido se lleva toda la atención.
Con cierta mueca de medio lado, el pequeño robot mira como varios intelectuales se muestran muy interesados por el curioso espécimen que acaba de llegar a su sitio de estudios. Pasan a intentar estudiar al elemento sin reparar siquiera en pedir permiso.
La imagen le parece un tanto divertida a Z9-42, por lógicas razones no puede evitar asociar al grupo de eruditos con su amigo Chimar. Es claro que los seres vivos más inteligentes comparten muchas manías.
Curiosamente Heric logra salir del problema sin ayuda esta vez, desplaza a los acosadores listos emitiendo una interrogante en el proceso. Se les indica entonces donde está la recepción, tiempo de hacer algunas preguntas.
Zero decide adelantarse, sin perder de vista los curiosos detalles del lugar. “Nada que ver” con el reducto de los mercenarios, los dejes interesantes pueden encontrarse a donde sea que enfoque la vista.
Reconoce muchas antigüedades, todo esto gracias a su escáner. Claro que evita vociferar argumentos relacionados pues si un centauro despertó tantas atenciones, un bio terminaría por enloquecer a los genios.
Son recibidos entonces por un personaje algo mayor, de apariencia cuidada aunque con cierta “pinta” de bibliotecario. Sin duda complementa bastante todo el escenario que compone la edificación.
Disculpe señor, necesitamos ayuda con…
“El adulto hace un perezoso gesto de silencio para luego seguir revisando cosas en su libro de registros”.
Señor “dice luego de patentes minutos” nos vendría bien su apoyo en…
“Nuevamente el anciano personaje interrumpe aunque esta vez señalando un cartel muy particular, uno en donde se especifica que los niños deben venir acompañados de un representante adulto”.
Entiendo… “mira a Heric con una mueca casi divertida”.
Muchas gracias, señor Heric. Usted también es muy diestro.
Dice con una mueca amena y es que no hay nada mejor que responder un cumplido con otro, ese es uno de los pocos conceptos que concuerda tanto en los registros documentales como en la vida real.
Por desgracia no hay registro de que la amiga del centauro haya pasado por el gremio de mercenarios, todo se traduce a que su visita fue en vano. Claro que esto no evita una reverencia educada por parte del chico.
Muchas gracias, señorita.
Los dos personajes salen entonces, aunque con cierto contexto de argumentos que el pequeño no logra entender tampoco. Al parecer Heric cayó en gracia de la dama recepcionista… o eso dice su mente inocente.
No tardan entonces en encaminarse a otro de los edificios, específicamente el concejo de antigüedades. Una vez entran y como viene siendo costumbre, el personaje híbrido se lleva toda la atención.
Con cierta mueca de medio lado, el pequeño robot mira como varios intelectuales se muestran muy interesados por el curioso espécimen que acaba de llegar a su sitio de estudios. Pasan a intentar estudiar al elemento sin reparar siquiera en pedir permiso.
La imagen le parece un tanto divertida a Z9-42, por lógicas razones no puede evitar asociar al grupo de eruditos con su amigo Chimar. Es claro que los seres vivos más inteligentes comparten muchas manías.
Curiosamente Heric logra salir del problema sin ayuda esta vez, desplaza a los acosadores listos emitiendo una interrogante en el proceso. Se les indica entonces donde está la recepción, tiempo de hacer algunas preguntas.
Zero decide adelantarse, sin perder de vista los curiosos detalles del lugar. “Nada que ver” con el reducto de los mercenarios, los dejes interesantes pueden encontrarse a donde sea que enfoque la vista.
Reconoce muchas antigüedades, todo esto gracias a su escáner. Claro que evita vociferar argumentos relacionados pues si un centauro despertó tantas atenciones, un bio terminaría por enloquecer a los genios.
Son recibidos entonces por un personaje algo mayor, de apariencia cuidada aunque con cierta “pinta” de bibliotecario. Sin duda complementa bastante todo el escenario que compone la edificación.
Disculpe señor, necesitamos ayuda con…
“El adulto hace un perezoso gesto de silencio para luego seguir revisando cosas en su libro de registros”.
Señor “dice luego de patentes minutos” nos vendría bien su apoyo en…
“Nuevamente el anciano personaje interrumpe aunque esta vez señalando un cartel muy particular, uno en donde se especifica que los niños deben venir acompañados de un representante adulto”.
Entiendo… “mira a Heric con una mueca casi divertida”.
Z9-42
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Re: Comienza la búsqueda. [Libre] [Interpretativo] [CERRADO]
Por suerte para ambos los investigadores le dieron espacio, algo que Heric realmente agradeció para sus adentros pues no le gustaba que la gente se acercara de aquel modo a él y mucho menos que lo tocaran sin conocerlos de nada.
—Gracias. —Respondió aliviado de que parecieran respetar las distancias echando a caminar hacia el despacho con cuidado de no tirar ninguna mesa o silla. —Los humanos y las otras razas híbridas que pululan por esta ciudad son de lo más peculiares… —Comentó en voz baja a su pequeño acompañante, inclinándose un poco hacia él.
Heric no podía evitar encogerse por dentro con cada paso que daba por los ruidosos que eran, pero por suerte llegó ante la puerta del despacho sin ningún tropiezo. Al abrir la puerta se encontraron con aquel personaje que pese a no ser muy distinto al resto de sus compañeros parecían emitir un aura de sabiduría y autoridad que lo hizo sentir como cuando iba a prado con otros potros a que le dieran clases de tiro con arco o el manejo de algún otro arma. El anciano impuso orden sin ni siquiera abrir la boca, se fijó en el mismo cartel que miró Zero y tras un momento carraspeó para aclararse la voz.
—Disculpe, el chico viene conmigo. —Dijo con educación y seguridad, provocando que el anciano alzara la vista de su trabajo, mirándolo a través de unas estrechas gafas.
—Ya me preguntaba yo quien estaba armando tanto escándalo. —Observó el anciano señalando con un leve movimiento de sus huesudos dedos los cascos del centauro.
—No puedo evitarlo. —Respondió Heric encogiendo los hombros, pues no iba a disculparse por algo para lo que no había remedio. —Estoy buscando a una amiga, Helena. —El centauro ignoró el ceño fruncido del anciano y le explicó lo que Zero ya había escuchado unas cuantas veces.
—Sí, se de la joven de la que hablas. —Alzó una mano al ver los ojos ilusionados del centauro, cuya cola se alzó con entusiasmo. —Pero no trabaja de manera fija con nosotros, solo a hecho un par de trabajos.
—¿Sabe usted con que gremio está trabajando? —Preguntó algo desanimado.
—No, y poco me importa, solo se que es una jovencita muy eficiente y no le faltará trabajo si viene buscando. —Respondió el viejo haciendo un gesto de despedida con una mano. —Seguir con vuestra búsqueda en otra parte. —Dijo volviendo a bajar la mirada hacia los escritos que había estado estudiando hasta que lo habían interrumpido.
—Será mejor que nos vayamos, al menos ahora se con seguridad que a está en esta ciudad, solo es cuestión de tiempo que consiga dar con ella. —Dijo a Zero, deshaciendo el camino hacia el exterior, donde pronto oscurecería. —Te he robad más tiempo del que pretendía. Creo que va siendo hora de que volvamos cada uno a nuestras residencias. —Una vez en la calle se detuvo sacudiendo la cola con energía. —¿Quieres que te acompañe a casa? —Preguntó solícito, ya que le daba apuro dejar al niño solo por la ciudad una vez hubiera caído la noche.
—Gracias. —Respondió aliviado de que parecieran respetar las distancias echando a caminar hacia el despacho con cuidado de no tirar ninguna mesa o silla. —Los humanos y las otras razas híbridas que pululan por esta ciudad son de lo más peculiares… —Comentó en voz baja a su pequeño acompañante, inclinándose un poco hacia él.
Heric no podía evitar encogerse por dentro con cada paso que daba por los ruidosos que eran, pero por suerte llegó ante la puerta del despacho sin ningún tropiezo. Al abrir la puerta se encontraron con aquel personaje que pese a no ser muy distinto al resto de sus compañeros parecían emitir un aura de sabiduría y autoridad que lo hizo sentir como cuando iba a prado con otros potros a que le dieran clases de tiro con arco o el manejo de algún otro arma. El anciano impuso orden sin ni siquiera abrir la boca, se fijó en el mismo cartel que miró Zero y tras un momento carraspeó para aclararse la voz.
—Disculpe, el chico viene conmigo. —Dijo con educación y seguridad, provocando que el anciano alzara la vista de su trabajo, mirándolo a través de unas estrechas gafas.
—Ya me preguntaba yo quien estaba armando tanto escándalo. —Observó el anciano señalando con un leve movimiento de sus huesudos dedos los cascos del centauro.
—No puedo evitarlo. —Respondió Heric encogiendo los hombros, pues no iba a disculparse por algo para lo que no había remedio. —Estoy buscando a una amiga, Helena. —El centauro ignoró el ceño fruncido del anciano y le explicó lo que Zero ya había escuchado unas cuantas veces.
—Sí, se de la joven de la que hablas. —Alzó una mano al ver los ojos ilusionados del centauro, cuya cola se alzó con entusiasmo. —Pero no trabaja de manera fija con nosotros, solo a hecho un par de trabajos.
—¿Sabe usted con que gremio está trabajando? —Preguntó algo desanimado.
—No, y poco me importa, solo se que es una jovencita muy eficiente y no le faltará trabajo si viene buscando. —Respondió el viejo haciendo un gesto de despedida con una mano. —Seguir con vuestra búsqueda en otra parte. —Dijo volviendo a bajar la mirada hacia los escritos que había estado estudiando hasta que lo habían interrumpido.
—Será mejor que nos vayamos, al menos ahora se con seguridad que a está en esta ciudad, solo es cuestión de tiempo que consiga dar con ella. —Dijo a Zero, deshaciendo el camino hacia el exterior, donde pronto oscurecería. —Te he robad más tiempo del que pretendía. Creo que va siendo hora de que volvamos cada uno a nuestras residencias. —Una vez en la calle se detuvo sacudiendo la cola con energía. —¿Quieres que te acompañe a casa? —Preguntó solícito, ya que le daba apuro dejar al niño solo por la ciudad una vez hubiera caído la noche.
Kida Escamarubí
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Re: Comienza la búsqueda. [Libre] [Interpretativo] [CERRADO]
Heric deja claro que el pequeño robot viene con él, ya pueden entrar en materia… o al menos el centauro, a Zero le siguen ignorando monumentalmente. Algunos adultos se toman muy enserio su edad.
La persona anciana no tarda en señalar el ruido que su nuevo invitado cuadrúpedo genera con los cascos de sus extremidades inferiores, curiosamente esta vez el personaje en cuestión se muestra más seguro en sus argumentos.
Finalmente consiguen información pertinente sobre la señorita, su interlocutor revela que en efecto se encuentra en la ciudad y que además es una aventurera bastante profesional en lo que respecta a cualquier encargo.
Claro que poco más pueden sacar en claro, tanto por falta de información real como por la poca iniciativa del anciano. Para bien o para mal, parece que deberán conformarse con los escuetos detalles.
Es el propio personaje adulto quien termina por aceptar la retirada, avanzando hasta la salida con el niño maquina justo al lado. Después de todo Z9-42 siempre tuvo la intención de actuar como un apoyo y seguir sus instrucciones.
No es necesario, señor Heric. Puedo encontrar el camino solo “corresponde con una ligera sonrisa segura”.
En realidad no tiene una casa local a donde volver y tampoco es que la necesite mucho, es un sintético. Quizás visite a los gorriones en su esfera aunque por motivos de interacción social, sin entrar en juego la necesidad.
Si alguna vez necesita ayuda no dude en buscarme, suelo visitar Lunargenta muchas veces al año.
Deja abierta la posibilidad de un futuro encuentro, ya sea para prestar ayuda en alguna situación o desarrollar más el reciente vinculo formado. Zero es muy atento en ese tipo de cosas como buena creación social.
Me gustaría pensar que somos amigos.
Palabras que expresa mientras extiende su mano, un apretón de despedida. No es muy difícil ganarse ese título en la mente del pequeño, al menos si todo se mantiene en el rango de lo moralmente aceptable.
Una vez la acción está concluida, Z9-42 toma su propio camino. Visitar al grupo de Chimar y Demian ha tomado cierta potestad en su mente, de repente siente la necesidad infantil de jugar ajedrez con Carol.
La persona anciana no tarda en señalar el ruido que su nuevo invitado cuadrúpedo genera con los cascos de sus extremidades inferiores, curiosamente esta vez el personaje en cuestión se muestra más seguro en sus argumentos.
Finalmente consiguen información pertinente sobre la señorita, su interlocutor revela que en efecto se encuentra en la ciudad y que además es una aventurera bastante profesional en lo que respecta a cualquier encargo.
Claro que poco más pueden sacar en claro, tanto por falta de información real como por la poca iniciativa del anciano. Para bien o para mal, parece que deberán conformarse con los escuetos detalles.
Es el propio personaje adulto quien termina por aceptar la retirada, avanzando hasta la salida con el niño maquina justo al lado. Después de todo Z9-42 siempre tuvo la intención de actuar como un apoyo y seguir sus instrucciones.
No es necesario, señor Heric. Puedo encontrar el camino solo “corresponde con una ligera sonrisa segura”.
En realidad no tiene una casa local a donde volver y tampoco es que la necesite mucho, es un sintético. Quizás visite a los gorriones en su esfera aunque por motivos de interacción social, sin entrar en juego la necesidad.
Si alguna vez necesita ayuda no dude en buscarme, suelo visitar Lunargenta muchas veces al año.
Deja abierta la posibilidad de un futuro encuentro, ya sea para prestar ayuda en alguna situación o desarrollar más el reciente vinculo formado. Zero es muy atento en ese tipo de cosas como buena creación social.
Me gustaría pensar que somos amigos.
Palabras que expresa mientras extiende su mano, un apretón de despedida. No es muy difícil ganarse ese título en la mente del pequeño, al menos si todo se mantiene en el rango de lo moralmente aceptable.
Una vez la acción está concluida, Z9-42 toma su propio camino. Visitar al grupo de Chimar y Demian ha tomado cierta potestad en su mente, de repente siente la necesidad infantil de jugar ajedrez con Carol.
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