[LIBRE 3/3] Un estruendoso regreso a casa. [CERRADO]
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Re: [LIBRE 3/3] Un estruendoso regreso a casa. [CERRADO]
El elfo bajó la cabeza, notando como una gota de sudor recorría su rostro sin mácula desde la sien hasta la mandíbula. La batalla había terminado, y con heridas superficiales para su sorpresa, habían vencido. Habían logrado derrotar a la fuerza de bandidos y a los integrantes de la de los monstruos chupasangre, y el espadachín se encontraba lo bastante cansado como para respirar con cierta dificultad.
Las imágenes del último combate se sucedieron lentamente, siendo de nuevo revividas a un ritmo mucho menor del natural. Había sido capaz de hacer frente al gigante vampiro, y pese a ello, la mayor parte del combate se había hallado en desventaja, a merced del enemigo, a la defensiva. Los golpes de su oponente habían sido duros, pero más sus palabras. No los insultos, sino el enorme desprecio a su pasado élfico, a las tradiciones de su pueblo, todo por un irrefrenable deseo de poder. Su maestra… había mencionado. Otro engendro vampírico sin duda, que le había convertido, creando un monstruo, un apóstata, una criatura del Mal. Ella era su auténtica enemiga. Esos líderes que se divertían llenando el mundo de bestias y éstas a su vez, herramientas del sufrimiento y el dolor ante las que la sangre siempre fluía de atroces maneras.
Nousis miró en su más profundo interior. Los dos pasos que regían su senda se resumían en proteger a los suyos en la medida de sus posibilidades, y encontrar un poder lo suficientemente fuerte para lograrlo a una escala global. No pudo evitar que una voz horrible le preguntase si vendería su alma por conseguir sus objetivos. Si el Mal le permitía ser lo que protegería a su pueblo, ¿lo aceptaría?
Sacudió la cabeza, asqueado. El desprecio de su raza y la pérdida del honor propio y de su clan era demasiado para soportar. Sonrió, convencido. Él no era como su oponente. Aceptada con odio su propia debilidad. Sabía que debía fortalecerse enormemente. Pero confiaba en los dioses y en que la Historia reservase un gran lugar para los suyos. Los paladines del Bien auténtico.
La lucha entre el vampiro y el licántropo resultó impresionante de ver a los grises ojos del Elfo. Una lucha sin cuartel de fuerza pura, tras el desarme del primero. Finalmente, Nousis veía una salida al combate para terminar con su enemigo. Alzó la espada, justo cuando una saeta devolvió a todos los presentes a la realidad.
No logró matar al vampiro. El hijo de Sandorai siguió la trayectoria inversa, y su rostro se relajó al ver que el disparo había llegado del elfo de mayor edad, pese a la decepción de ver como había errado. Aquel sujeto debía morir. Y no iba a ser ese día. Se había derramado suficiente sangre.
Los bandidos habían sido derrotados, y los restos de las tropas vampíricas habían huido. De nuevo en la formación, sintió la llegada de los jinetes como un nuevo y oscuro presagio, una nueva batalla en ciernes. Aún podían combatir, dedujo al mirar a su alrededor y se obligó a volver a centrar su mente en el combate. El día podría resultar demasiado largo.
Mas solo comprendió tras breves momento, que todo formaba parte de un plan bien estructurado, aún con la lentitud en la llegada de los refuerzos. La gota de sudor cayó a tierra, y Nousis alzó la vista, retomando su casco tras andar varios pasos en su dirección. Lo miró sin verlo unos segundos. Y luego el camino por el que el gigante había escapado. Ojalá su premonición se cumpliese. Ese día sería lo bastante fuerte para terminar lo empezado.
La conversación entre Klinge y Virion apenas resultó de su interés. Un baño y una buena comida eran cuanto necesitaba. Si el Elfo extraño había huido, confirmaba su teoría de que había vivido demasiado entre humanos.
Nousis Indirel
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Re: [LIBRE 3/3] Un estruendoso regreso a casa. [CERRADO]
Después de la batalla casi todos los miembros del grupo de rescatistas cayeron en el suelo sobre sus rodillas, o trasero, mientras recuperaban el aliento, muchos quitándose yelmos, dejando caer armas y aflojando como podían las cotas de malla.
Todo alrededor del carruaje donde estaban aun los niños estaba cubierto de cadáveres pisoteados por pezuñas de cabellos, algunas de las mujeres del grupo entraron a consolar a los pequeños, después de que uno de los guardias forzara el cerrojo.
Klinge observaba la escena a su alrededor, los guardias identificaban los cadáveres alrededor, entre bandidos y engendros estaba seguro de que muchas recompensas se cobraron esa noche.
De pronto el espadachín noto a uno de dos guardias que entraron a investigar la cueva de la que salieron los vampiros, este emergía corriendo de la cueva con una expresión despavorida del rostro, en su mano cargaba con una antorcha, la otra mano se aferraba al mango de su espada enfundada mientras escapaba en dirección al capitán que estaba desmontando de su caballo.
Detrás del guardia, su compañero, mas veterano, que salía de la cueva mas tranquilo, pero no menos turbado, invitaba al capitán a que observara la cueva. El capitán, junto con Hlodvir, Virion y un exhausto Klinge entraron a la cueva para observar una escena terrorífica.
Dentro de esta enorme estructura de piedra se encontraba una colección de diferentes carcazas de animales despedazados, cuya sangre era guardada en diferentes contenedores, cuernos huecos, copas y vasos de diferentes tamaños y formas se encontraban dispersos por todo el lugar.
-parece que las sanguijuelas planeaban asentarse en el lugar por un buen rato- exclamo Klinge con tono disgustado.
-pues, es una suerte que los pudimos echar antes de que hicieran mas daño- respondió Hlodvir mientras observaba el cadáver mutilado de un ciervo.
Virion soltó una leve risa -irónico… no los hubiésemos encontrado si sus aliados humanos no me hubieran dado una paliza al borde de la calle-
-de todos modos logramos expulsarlos, pero nada nos asegura que no regresen- dijo el capitán mientras observaba a sus alrededores -será mejor que escoltemos a los niños de regreso a la ciudad, tengo suficientes evidencias para convencer a los altos mandos de que me permitan realizar una cacería de la zona circundante con el resto de la guardia- agrego mientras se daba la vuelta para salir de la cueva -para el medio día estaré de vuelta aquí con una compañía entera de guaridas- concluyo seriamente.
El sol estaba saliendo lentamente en el horizonte mientras la caravana de hombres armados escoltaba de vuelta a los niños al orfanato, una ves en el lugar, los guerreros del grupo de Hlodvir se sacaron las armaduras y dejaron que sus heridas fueran atendidas por los empleados del orfanato y algunos médicos de la guardia que el capitán pudiese convencer a ayudarlo.
La mayoría de los guerreros habían recibido heridas menores que no les impedirían realizar sus actividades diarias, algunos salieron de la pelea con algún que otro hueso roto que les forzaría un tiempo de descanso, todos se vieron forzados a recibir tratamiento de cortes y punzadas con una dolorosa poción curativa que hacia que las heridas ardieran como fuego.
Klinge soltaba un fuerte quejido a causa del dolor provocado por la posición cuando Thora se lo estaba aplicando a las heridas nuevas en la espalda -¡en el nombre de Odín! ¿qué me estas poniendo mujer?-
La chica respondió por darle un fuerte bofetón en la nuca al espadachín para que se estuviese quieto -tuviste el valor para recibir los cortes, ¿no? Entonces ten el coraje de recibir el tratamiento- le recriminaba -esto es alcohol, lo que hace que el vino y la cerveza te emborrachen, el abuelo aprendíó de uno de esos hombres mitad maquina que se puede usar en estado puro para desinfectar heridas y como destilarlo- aplico algo mas sobre uno de los cortes provocando que Klinge se sobresaltara un poco por el dolor -tenemos que desinfectar tus heridas, no sabemos si estos rasguños son suficientes para convertirte en vampiro-
Klinge se limito a gruñir entre dientes, resignado a que esto era mejor que la idea de convertirse en una sanguijuela, aun así, el sabia perfectamente que así no es como funcionaba la cosa, había matado a muchos vampiros en su carrera como para saber que un rasguño no bastaba, pero no objeto, el dolor inicial estaba empezando a pasar.
Virion se acercó a Nousis poniéndole una mano sobre el hombro -¿Qué vas a hacer ahora?- le pregunto mientras retiraba su mano -cuando te vi por primera vez no parecía que tuvieras a donde ir- dijo recordando su primer encuentro -entiendo que una dirección en tu vida no es algo que te falte, pero, hable con Hlodvir, puedes quedarte a descansar un tiempo si quieres, estarás a salvo aquí- el viejo elfo le sonrió gentilmente a Nousis -si no quieres, al menos quédate a pasar la noche, el viejo Hlodvir no pasara la oportunidad para organizar una fiesta en celebración de nuestra “gran victoria”, aprovecha ahora que puedes- le dijo antes de soltar una risotada y sentarse en un banco.
Cuando el sol estuvo alto en el cielo, era obvio que ese capitán había cumplido su promesa, visto que, mas de cien hombres armados marcharon en dirección a los bosques circundantes de la ciudad para dar caza a los últimos supervivientes de los vampiros.
Virion también acertó en su pronóstico; esa misma noche Hlodvir llamo a más de sus contactos, consiguiendo suficiente comida y bebida para que los combatientes y varios amigos, pudiesen dar una gran celebración en su casa, nadie fue a dormir esa noche sin sentir el estomago pesado y la cabeza ligera por el licor.
A la mañana siguiente Klinge recibió la misma oferta que Virion le dio a Nousis, pero de parte del mismo Hlodvir, en su caso decidió aceptarla en favor de la pequeña Skady que lo seguía en sus viajes, sabia que la niña no se separaría de él, y era consiente de que ella necesitaba descansar en compañía de otros niños de ves en cuando, en cierto modo, el también necesitaba descansar, su búsqueda de venganza no le había llevado a ninguna pista, esa extraña cofradía de brujos había desaparecido como si nunca hubiese existido, sentía que ya era tiempo de dejar que las ultimas heridas recibidas se cicatrizaran antes de continuar.
Todo alrededor del carruaje donde estaban aun los niños estaba cubierto de cadáveres pisoteados por pezuñas de cabellos, algunas de las mujeres del grupo entraron a consolar a los pequeños, después de que uno de los guardias forzara el cerrojo.
Klinge observaba la escena a su alrededor, los guardias identificaban los cadáveres alrededor, entre bandidos y engendros estaba seguro de que muchas recompensas se cobraron esa noche.
De pronto el espadachín noto a uno de dos guardias que entraron a investigar la cueva de la que salieron los vampiros, este emergía corriendo de la cueva con una expresión despavorida del rostro, en su mano cargaba con una antorcha, la otra mano se aferraba al mango de su espada enfundada mientras escapaba en dirección al capitán que estaba desmontando de su caballo.
Detrás del guardia, su compañero, mas veterano, que salía de la cueva mas tranquilo, pero no menos turbado, invitaba al capitán a que observara la cueva. El capitán, junto con Hlodvir, Virion y un exhausto Klinge entraron a la cueva para observar una escena terrorífica.
Dentro de esta enorme estructura de piedra se encontraba una colección de diferentes carcazas de animales despedazados, cuya sangre era guardada en diferentes contenedores, cuernos huecos, copas y vasos de diferentes tamaños y formas se encontraban dispersos por todo el lugar.
-parece que las sanguijuelas planeaban asentarse en el lugar por un buen rato- exclamo Klinge con tono disgustado.
-pues, es una suerte que los pudimos echar antes de que hicieran mas daño- respondió Hlodvir mientras observaba el cadáver mutilado de un ciervo.
Virion soltó una leve risa -irónico… no los hubiésemos encontrado si sus aliados humanos no me hubieran dado una paliza al borde de la calle-
-de todos modos logramos expulsarlos, pero nada nos asegura que no regresen- dijo el capitán mientras observaba a sus alrededores -será mejor que escoltemos a los niños de regreso a la ciudad, tengo suficientes evidencias para convencer a los altos mandos de que me permitan realizar una cacería de la zona circundante con el resto de la guardia- agrego mientras se daba la vuelta para salir de la cueva -para el medio día estaré de vuelta aquí con una compañía entera de guaridas- concluyo seriamente.
El sol estaba saliendo lentamente en el horizonte mientras la caravana de hombres armados escoltaba de vuelta a los niños al orfanato, una ves en el lugar, los guerreros del grupo de Hlodvir se sacaron las armaduras y dejaron que sus heridas fueran atendidas por los empleados del orfanato y algunos médicos de la guardia que el capitán pudiese convencer a ayudarlo.
La mayoría de los guerreros habían recibido heridas menores que no les impedirían realizar sus actividades diarias, algunos salieron de la pelea con algún que otro hueso roto que les forzaría un tiempo de descanso, todos se vieron forzados a recibir tratamiento de cortes y punzadas con una dolorosa poción curativa que hacia que las heridas ardieran como fuego.
Klinge soltaba un fuerte quejido a causa del dolor provocado por la posición cuando Thora se lo estaba aplicando a las heridas nuevas en la espalda -¡en el nombre de Odín! ¿qué me estas poniendo mujer?-
La chica respondió por darle un fuerte bofetón en la nuca al espadachín para que se estuviese quieto -tuviste el valor para recibir los cortes, ¿no? Entonces ten el coraje de recibir el tratamiento- le recriminaba -esto es alcohol, lo que hace que el vino y la cerveza te emborrachen, el abuelo aprendíó de uno de esos hombres mitad maquina que se puede usar en estado puro para desinfectar heridas y como destilarlo- aplico algo mas sobre uno de los cortes provocando que Klinge se sobresaltara un poco por el dolor -tenemos que desinfectar tus heridas, no sabemos si estos rasguños son suficientes para convertirte en vampiro-
Klinge se limito a gruñir entre dientes, resignado a que esto era mejor que la idea de convertirse en una sanguijuela, aun así, el sabia perfectamente que así no es como funcionaba la cosa, había matado a muchos vampiros en su carrera como para saber que un rasguño no bastaba, pero no objeto, el dolor inicial estaba empezando a pasar.
Virion se acercó a Nousis poniéndole una mano sobre el hombro -¿Qué vas a hacer ahora?- le pregunto mientras retiraba su mano -cuando te vi por primera vez no parecía que tuvieras a donde ir- dijo recordando su primer encuentro -entiendo que una dirección en tu vida no es algo que te falte, pero, hable con Hlodvir, puedes quedarte a descansar un tiempo si quieres, estarás a salvo aquí- el viejo elfo le sonrió gentilmente a Nousis -si no quieres, al menos quédate a pasar la noche, el viejo Hlodvir no pasara la oportunidad para organizar una fiesta en celebración de nuestra “gran victoria”, aprovecha ahora que puedes- le dijo antes de soltar una risotada y sentarse en un banco.
Cuando el sol estuvo alto en el cielo, era obvio que ese capitán había cumplido su promesa, visto que, mas de cien hombres armados marcharon en dirección a los bosques circundantes de la ciudad para dar caza a los últimos supervivientes de los vampiros.
Virion también acertó en su pronóstico; esa misma noche Hlodvir llamo a más de sus contactos, consiguiendo suficiente comida y bebida para que los combatientes y varios amigos, pudiesen dar una gran celebración en su casa, nadie fue a dormir esa noche sin sentir el estomago pesado y la cabeza ligera por el licor.
A la mañana siguiente Klinge recibió la misma oferta que Virion le dio a Nousis, pero de parte del mismo Hlodvir, en su caso decidió aceptarla en favor de la pequeña Skady que lo seguía en sus viajes, sabia que la niña no se separaría de él, y era consiente de que ella necesitaba descansar en compañía de otros niños de ves en cuando, en cierto modo, el también necesitaba descansar, su búsqueda de venganza no le había llevado a ninguna pista, esa extraña cofradía de brujos había desaparecido como si nunca hubiese existido, sentía que ya era tiempo de dejar que las ultimas heridas recibidas se cicatrizaran antes de continuar.
Klinge
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Re: [LIBRE 3/3] Un estruendoso regreso a casa. [CERRADO]
Todo había terminado. Los vampiros y la conspiración que habían erradicado parecía un paso en la buena dirección para aquella triste tierra humana. No se arrepentía lo más mínimo. Luchar contra el Mal era algo aceptable en cualquier rincón y sentía que lo acaecido había servido para algo. Sonrió con disimulo cuando contempló como los infantes eran rescatados y trasladados por las tropas de Vuwulfar. Sí, tras los últimos tiempos oscuros, el Elfo agradecía haber tenido una victoria.
No olvidaba en absoluto de quienes le seguían y si aún no habían dado con él, se encontrarían buscando en cada rincón de la ciudad. La lucha bien podría haber llegado a sus oídos, y aunque no necesariamente hubiesen atado cabos, era una pista para quienes se ganaban la vida segando otras con los métodos que fueran precisos. Su humor mutó a un grado mucho más sombrío, cuando dejó el escudo y el yelmo élfico en la armería. Pese al peligro, no pediría ayuda ni cargaría con nada que no fuese suyo. Si él creaba un problema, él debía resolverlo sin hacer intervenir ni poner en peligro a nadie más.
También pesaba otro asunto, y es que no confiaba en esos Humanos, ni siquiera tras haber derramado sangre por una misión que en realidad no era de su real incumbencia. Virion, Klinge y el anciano humano habían buscado las tropas necesarias para limpiar la zona de engendros, y en ellos recaía el honor que la guardia debería dispensarles. Mirando de frente el casco, Nousis rememoró todo lo que había visto y cada palabra que había intercambiado con el Elfo entrado en años y el Humano de mirada maldita. Negó con una sonrisa llena de ironía. Acompañantes puntuales para un encargo concreto. Nada más. Era difícil que volviese nunca a coincidir con ellos. No obstante, quiso pensar que conseguirían erradicar a los vampiros que habían escapado algún día. Apenas había rascado la superficie de lo que ambos decían ser y carecía de importancia. Siempre serían mejores que razas impías. Agradeció a sus dioses en un parco murmullo, y salió de la estancia.
Fue tras ello cuando sintió cómo una mano se apoyaba en su hombro, y se volteó rápidamente con ánimo hostil, mas sus fríos ojos se encontraron con los de Virion, quien no pareció en absoluto impresionado por su breve arrebato.
-El problema es justo el contrario- suspiró- He de ir a demasiados lugares, anciano. Debo proteger a los nuestros. Has elegido permanecer con los Hombres. Yo elijo intentar que los Elfos pervivamos… como sea- remarcó tétricamente. Enfundó la espada, y sonrió a Virion, un gesto de cortesía que reservaba para su raza y para ocasiones muy concretas- Me alegra haber podido ser de ayuda. Que los dioses sean con vosotros, y os protejan en días venideros- pronunció solemnemente, llevándose una mano al pecho y bajando levemente la cabeza- Te agradezco el ofrecimiento y lamento no poder aceptarlo. Despídeme por favor del resto y diles que les deseo buena fortuna.
Vio prepararse un banquete adecuado a la situación que se había solventado, mas Nousis temía que sus problemas llegasen allí. Y abandonó el lugar, tras un nuevo suspiro y una mirada al cielo, antes de ponerse en marcha.
Una vez más.
Nousis Indirel
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