[LIBRE 3/3] Un estruendoso regreso a casa. [CERRADO]
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[LIBRE 3/3] Un estruendoso regreso a casa. [CERRADO]
Desde que empezó su carrera como espada de alquiler independiente hace ya algunos años, Klinge jamás volvió a poner pie en suelo natal, en esos momentos, cargando a la pequeña Skady en su hombro, el espadachín se preguntaba que fue lo que lo mantuvo alejado de las tierras de su natal ciudad de Vulwulfar.
No se debía tanto a un desprecio por la ciudad en si, pues no le guardaba rencor a esa tierra por su dura infancia, mas bien era mas acorde a su naturaleza.
Una vez pagadas sus deudas, la llamada del mundo exterior atrajo al joven guerrero como una abeja a la miel, pues suya era la vida de un nómada, nunca destinado a asentarse en un solo lugar, acompañado de la oscura determinación de alguien convencido de su propia mortalidad.
Klinge tomo sus armas y se marcho en busca de aventura y gloria en el breve tiempo de vida que le quedaba, pero ahora, una extraña fuerza en su interior lo incitaba a regresar a ese lugar donde fue encontrado en una charca de lodo cuando bebe, la ciudad que lo vio convertirse en un luchador de arenas clandestinas y adquirir, tras mucho sacrificio, su destreza con las armas.
Sus reflexiones sobre el tema se vieron interrumpidas por una vista desagradable: un hombre encadenado a un árbol por su brazo derecho, que, por las facciones de su rostro, junto a sus orejas puntiagudas, hacían notar que se trataba de un elfo, y si las arrugas en su frente eran algo por lo que fiarse, de avanzada edad.
El anciano intentaba agarrar un hacha de guerra que estaba justo en frente de él, pero a la distancia precisa para estar apenas fuera de su alcance lo suficiente como para darle esperanzas de poder alcanzarla, y por si fuera poco al inspeccionar lo grueso del grillete de hierro y la cadena, más el enorme candado que la ataba al árbol, el filo del hacha no podría hacer nada para soltar al elfo, este tendría que cercenar su proprio brazo si quisiera liberarse.
El espadachín se acercó al anciano -¿Quién te hizo esto?- le pregunto al elfo mientras se acercaba.
El antiguo elfo lo fulmino con la mirada y le grito entre dientes apretados -¡nadie que te importe, ahora márchate!- tras este desplante el hombre siguió tratando de alcanzar el hacha.
De pronto el viejo escucho un sonido metálico detrás de su espalda, se dio la vuelta alarmado solo para ver como aquel joven humano tomo la funda de su espada y la usaba para intentar romper el candando haciendo palanca -¡¿Qué demonios haces!?- grito el viejo elfo.
-¿no es obvio?- dijo el espadachín entre bufidos de fatiga -¡intento ayudarte viejo casca rabias!- exclamo mientras seguía haciendo fuerza.
-¡pues nadie pidió tu ayuda!- le grito de nuevo -¡aléjate o te…- el anciano estuvo a punto de amenazar al mercenario con la misma cadena que lo sujetaba cuando noto a la pequeña niña de cabellos rojizos que acompañaba al espadachín.
Al ver esto la ira se disipo del rostro del viejo elfo y este se dejo caer al piso de rodillas -por favor…- susurro -ayúdame a salvar a esos niños…
No se debía tanto a un desprecio por la ciudad en si, pues no le guardaba rencor a esa tierra por su dura infancia, mas bien era mas acorde a su naturaleza.
Una vez pagadas sus deudas, la llamada del mundo exterior atrajo al joven guerrero como una abeja a la miel, pues suya era la vida de un nómada, nunca destinado a asentarse en un solo lugar, acompañado de la oscura determinación de alguien convencido de su propia mortalidad.
Klinge tomo sus armas y se marcho en busca de aventura y gloria en el breve tiempo de vida que le quedaba, pero ahora, una extraña fuerza en su interior lo incitaba a regresar a ese lugar donde fue encontrado en una charca de lodo cuando bebe, la ciudad que lo vio convertirse en un luchador de arenas clandestinas y adquirir, tras mucho sacrificio, su destreza con las armas.
Sus reflexiones sobre el tema se vieron interrumpidas por una vista desagradable: un hombre encadenado a un árbol por su brazo derecho, que, por las facciones de su rostro, junto a sus orejas puntiagudas, hacían notar que se trataba de un elfo, y si las arrugas en su frente eran algo por lo que fiarse, de avanzada edad.
El anciano intentaba agarrar un hacha de guerra que estaba justo en frente de él, pero a la distancia precisa para estar apenas fuera de su alcance lo suficiente como para darle esperanzas de poder alcanzarla, y por si fuera poco al inspeccionar lo grueso del grillete de hierro y la cadena, más el enorme candado que la ataba al árbol, el filo del hacha no podría hacer nada para soltar al elfo, este tendría que cercenar su proprio brazo si quisiera liberarse.
El espadachín se acercó al anciano -¿Quién te hizo esto?- le pregunto al elfo mientras se acercaba.
El antiguo elfo lo fulmino con la mirada y le grito entre dientes apretados -¡nadie que te importe, ahora márchate!- tras este desplante el hombre siguió tratando de alcanzar el hacha.
De pronto el viejo escucho un sonido metálico detrás de su espalda, se dio la vuelta alarmado solo para ver como aquel joven humano tomo la funda de su espada y la usaba para intentar romper el candando haciendo palanca -¡¿Qué demonios haces!?- grito el viejo elfo.
-¿no es obvio?- dijo el espadachín entre bufidos de fatiga -¡intento ayudarte viejo casca rabias!- exclamo mientras seguía haciendo fuerza.
-¡pues nadie pidió tu ayuda!- le grito de nuevo -¡aléjate o te…- el anciano estuvo a punto de amenazar al mercenario con la misma cadena que lo sujetaba cuando noto a la pequeña niña de cabellos rojizos que acompañaba al espadachín.
Al ver esto la ira se disipo del rostro del viejo elfo y este se dejo caer al piso de rodillas -por favor…- susurro -ayúdame a salvar a esos niños…
Klinge
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Re: [LIBRE 3/3] Un estruendoso regreso a casa. [CERRADO]
-Vulful... Wulvul.... Vulwulfar, ja a la primera(?)- Zelas caminaba tranquilamente de poblado en poblado en la Península de Verisar, cada poblado tenia un nombre mas raro que el anterior, pero que se liba a hacer, no quedaba mas que aprenderse los nombres raros y graciosos que ponían los humanos.
El invierno era la estación favorita de Zelas, le encantaba ese olor a humedad en los arboles, le fascinaba el frió y por sobretodo el frió le daba la excusa para beber aquellos extraños licores que le ayudaban a generar calor, y ademas eran deliciosos. habían pocos restos de nieve que el sol se encargaba de derretir, aquel ciclo de la naturaleza siempre le deleitaba.
Un fuerte grito llamo su atención, parecía una persona de edad la que había gritado y cuando llego noto algo bastante curioso un elfo de avanzada edad encadenado a un árbol, y un sujeto extraño parecía querer liberarlo todo era muy extraño para Zelas así que sin mucho problema decidió desviarse hacia otro lugar, entonces un pensamiento llego a su cabeza "Probablemente haya dinero de por medio" aquel pensamiento lo hizo volearse rápidamente, sin embargo cuando llego al lugar observo y como el anciano había sido liberado un suspiro de resignación salio de su boca, las esperanzas de sacar dinero se habían ido junto con la corriente de aire que sentía en aquel momento.
Entonces escucho las palabras que le devolvieron la esperanza, el anciano menciono algo sobre salvar niños, fue leve, probablemente un susurro pero fue suficiente para que Zelas automáticamente se acercara, ignorando al tipo extraño y a la niña que vio al acercarse mas, se agacho y le pregunto al anciano -de cuanto dinero estamos hablando por este encargo?-
El invierno era la estación favorita de Zelas, le encantaba ese olor a humedad en los arboles, le fascinaba el frió y por sobretodo el frió le daba la excusa para beber aquellos extraños licores que le ayudaban a generar calor, y ademas eran deliciosos. habían pocos restos de nieve que el sol se encargaba de derretir, aquel ciclo de la naturaleza siempre le deleitaba.
Un fuerte grito llamo su atención, parecía una persona de edad la que había gritado y cuando llego noto algo bastante curioso un elfo de avanzada edad encadenado a un árbol, y un sujeto extraño parecía querer liberarlo todo era muy extraño para Zelas así que sin mucho problema decidió desviarse hacia otro lugar, entonces un pensamiento llego a su cabeza "Probablemente haya dinero de por medio" aquel pensamiento lo hizo volearse rápidamente, sin embargo cuando llego al lugar observo y como el anciano había sido liberado un suspiro de resignación salio de su boca, las esperanzas de sacar dinero se habían ido junto con la corriente de aire que sentía en aquel momento.
Entonces escucho las palabras que le devolvieron la esperanza, el anciano menciono algo sobre salvar niños, fue leve, probablemente un susurro pero fue suficiente para que Zelas automáticamente se acercara, ignorando al tipo extraño y a la niña que vio al acercarse mas, se agacho y le pregunto al anciano -de cuanto dinero estamos hablando por este encargo?-
Zelas Hazelmere
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Re: [LIBRE 3/3] Un estruendoso regreso a casa. [CERRADO]
El cansancio hacía mella y con todo, el Elfo no cejaba en su empeño por distanciarse de sus perseguidores. Cada músculo chillaba, dolorido. Maldijo para sí a causa de la dificultad a la hora de avanzar con presteza con la espada en la mano. No se atrevía a envainarla, pues había sufrido dos emboscadas en los últimos tres días, y se sentía en un permanente estado de ansiedad causado, bien lo sabía, por sus propios actos.
Iba a tratarse de un trabajo sencillo, pero la muerte accidental de la humana de había echado todo por tierra. El ataque no iba dirigido a ella, y la muy estúpida se había colocado delante de su objetivo, un supuesto tratante de Elfos que en realidad, capturaba y vendía otro tipo de bestias, humanoides deformados con aspecto semi animal. No había podido darse el lujo de investigar en demasía, y creyendo que había sido capaz de aunar un pago aceptable y un auxilio a los suyos, alquiló su espada para la tarea.
Logró el objetivo, sí, tal vez. Y con ello, un enemigo implacable en la viuda de lord humano. La mujer contrató a sicarios para asesinarle, dispuesta a dilapidar su fortuna en terminar con quien había partido su vida. Nousis había traspasado mortalmente ya a dos de sus cazadores y nada había cambiado. El sueño relajado o la tranquilidad le eran negados desde hacía semanas. No eran ya meros humanos quienes le seguían el rastro. Una criatura del norte y una especie de lince de mayor envergadura que el propio Elfo tenían como meta llevar su cabeza de vuelta al norte. Y si no lo consiguieron, fue tan sólo debido a una repentina y fuerte lluvia que despistó momentáneamente a sus enemigos cuando lo tenían ya cercado en el bosque más cercano a Vulwulfar. Su destreza no era desdeñable y el Elfo alzó una plegaria entre dientes. Nunca era posible saber por certeza si los dioses se habrían sentido ofendidos en algún aspecto como para haberle enviado tal desgracia.
Cruzó una aldea ante la atónita mirada de sus habitantes, labriegos que trabajaban sus campos, y ante quienes la visión de un Elfo armado corriendo como si su vida dependiese de ello- asunto que en nada distaba de la realidad- les resultó por completo asombrosa. Se planteó refugiarse en alguna morada, mas sería delatado sin perder un instante, y dudaba que los cazarrecompensas tuviesen tanta moralidad como para perdonarle si inocentes se interponían en el camino. Aquel era su trabajo.
Se detuvo por pura necesidad para tomar aliento al lado de un parte indicativo en un cruce de caminos. Instintivamente, miró hacia atrás, como si esperase encontrar de un momento a otro a los asesinos. Dos bocanadas de aire fueron suficientes para separar su mano diestra de la madera, y continuar con varios pasos inseguros, tomando velocidad. Ahora sabía que no estaba demasiado lejos de la ciudad como para conseguir despistarles en el interior de la misma.
Sonrió con cautela, sin fiarse de la fortuna. Y se decidió por una nueva y corta carrera. Apenas había encontrado persona alguna y en las siguientes horas, varios grupos se cruzaron en su camino, así como algunos vendedores ambulantes que le eludieron con desagrado, al hacerse una clara idea de que era improbable que pudiesen colocarle mercancía alguna a causa de su aspecto y su prisa.
Fue al clavar su mirada incrédula en un solitario árbol cuando sus pasos se detuvieron como si hubiera chocado con una pared. Un anciano de su raza se hallaba cerca del tronco, y raudo, se dirigió hacia allí, pues otro sujeto más corpulento se inclinaba sobre él. Un agresor o un ladrón. Y para completar el extraño cuadro, otro Elfo había acudido al lugar. Los pasos de Nousis se hicieron más lentos. El anciano no había sufrido en apariencia daño alguno, y el joven – para las cuentas de los suyos- dejó momentáneamente de lado sus propios problemas para dirigirse a él.
-¿Os encontráis bien?- inquirió con voz suave y respetuosa, buscando intercambiar una mirada de extrañeza con el otro Elfo presente.
Pese a que lucía limpio por el baño fluvial del día anterior, sus botas estaban manchadas de barro y su capa estaba dañada con tres cortes paralelos. Del mismo modo, la pernera izquierda de su pantalón mostraba una quemadura de unos quince centímetros, irregular.
Nousis Indirel
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Re: [LIBRE 3/3] Un estruendoso regreso a casa. [CERRADO]
El anciano elfo levanto la mirada al mirar a su primer congénere aparecer en escena, una mescla entre profunda decepción y absoluto disgusto cuando el joven de cabello castaño oscuro abrió la boca para escupir semejante barbarie de pregunta -¿Qué tan bajo a caído nuestra estirpe para que uno de nuestros jóvenes pida dinero cuando escuche que inocentes niños están en peligro?- pregunto en un reprochaste tono.
Otro elfo, de largos cabellos oscuros y de aspecto agotado se le acerco preguntando si se encontraba bien, el viejo gruño levantando su brazo encadenado -me encuentro encadenado de una mano a un árbol con la única posibilidad de liberarme un hacha fuera de mi alcance con la cual cortarme el brazo, ¿Cómo te parece que estoy?- protesto el anciano.
El viejo estiro de nuevo para alcanzar el hacha, haciendo un gran esfuerzo en su intento, cuando de pronto, un sonido de metal rompiéndose resonó por el lugar y la tensión de la cadena se aflojo, provocando que el elfo casi cayera sobre el mango del hacha.
El anciano se dio la vuelta para ver que el humano había logrado romper el candado y se acercaba a él cargando el otro extremo de la cadena en su mano libre, al verlo mejor se notaba que era mas alto que los otros dos elfos por escasos centímetros, pero su espalda ancha y su fuerte físico lo hacían parecer mucho mas grande que estos dos.
El elfo se levantó con algunas dificultades, pero no acepto ayuda de nadie si es que se la ofrecían, menos de la niña de cabellos rojizos que se le acerco y tomo de la mano.
Por primera vez, a los ojos de los presentes, el viejo elfo sonrió agradeciendo con la mirada al infante por su gentileza, el guerrero humano le paso la cadena, y el anciano prosiguió a enrollar lo que quedaba de la cadena alrededor de su brazo para que no lo estorbara, cuando volteo de nuevo para agradecerle al humano, sus miradas se cruzaron y el viejo quedo desconcertado al ver algo en los ojos del guerrero que no había notado antes.
La mirada del espadachín era brillante como un fuego, no en las pupilas de sus ojos ardía una llama perpetua que era tan intensa como las llamaradas de los dragones de fuego, el humano se volteo a ver a los otros dos elfos y estos pudieron ver como dentro de sus ojos realmente se movía y quemaba un fuego impresionante.
Desde el centro negro de la pupila la llama a veces se movía como espiral hacia el exterior, a veces hacia el interior y otras veces generaba motivos circulares, constantemente cambiando sus movimientos.
El viejo elfo supero su estupor y hablo de nuevo -mi nombre es Virion Daleth, ¿a quien tengo que agradecer que estoy libre de ese árbol?- pregunto mientras se sostenía erguido, el aspecto de un frágil anciano de antes habiendo desaparecido en el dignitos porte de uno de su raza.
El joven guerrero sonrió de lado mientras volvía a mirar a Virion -me dicen Klinge, pensé que los de tu orgullosa raza no conocían de la cortesía de presentarse antes de pedir nombre- dijo con tono despectivo antes de guardar de vuelta su espada en su cinturón, quizás con mas intenciones de molestar a los dos elfos más jóvenes presentes, que de insultar al viejo en frente suyo.
El elfo anciano soltó una leve risa al darse cuenta de esto -algunos de nosotros conocemos bien de las penas y alegrías de las otras razas, y hemos compartido lo suficiente de estas para no ser presuntuosos en frente de los demás habitantes de estas tierras- dijo con un tono que parecía indicar que quería disculparse con su salvador por posibles ofensas cometidas contra el por otros miembros de su estirpe.
Klinge levanto la mano en seña de paz -¿hablaste de niños en peligro verdad?- pregunto el espadachín con tono turbado -dime que ocurrió- pidió el guerrero con voz suave.
Virion bajo la mirada, como si estuviese avergonzado de algo -sígueme…- dijo finalmente, luego se dio la vuelta una ultima ves a mirar a sus congéneres -si ustedes dos quieren acompañarnos es su asunto, pero intenten no estorbar- les dijo con tono severo antes de encaminarse hacia la ciudad.
Klinge noto como el viejo elfo parecía ser mas duro con los miembros de su propia raza, imaginando que se debiera a que se mantenía a si mismo y a los de su gente en altos estándares, mientras lo observaba irse, noto como la pequeña Skady se puso rápidamente a caminar a un lado del elfo, el guerrero recogió el hacha de suelo y se puso rápidamente a caminar del otro lado de la pequeña.
-los niños de los que hablo son huérfanos… causados por la plaga y la guerra- comenzó a explicar Virion con tono solemne -yo y otros voluntarios en la ciudad nos pusimos a la tarea de cuidar de ellos, algunos de los pequeños a nuestro cuidado tiene necesidades especiales, les hace falta correr, lejos de las murallas y los estrechos callejones de la ciudad, yo los llevaba a bosque para que jugaran como de costumbre cuando…- el viejo tomo una pausa y suspiro, se notaba como apretaba los dientes en su boca cerrada al recordar lo que había ocurrido -un grupo de bandidos nos atacaron, yo estaba desarmado y no pude hacer nada para proteger a los pequeños, los desgraciados me encadenaron a ese árbol y secuestraron a los niños, me dejaron esa hacha para divertirse conmigo- la rabia se acumulaba en la voz de Virion que parecía a penas capaz de contener su furia.
-¿Qué hacemos yendo hacia la ciudad?- pregunto Klinge desconcertado -¿no deberíamos ir a rescatar a los niños ahora mismo?- su agarre sobre el hacha que aun llevaba en mano se hacia mas fuerte, hasta el punto de que la madera del mango se partiría bajo tal presión.
-¿un elfo entrado en años, y unos cuantos guerreros sin armaduras contra una banda de entre cuarenta y cincuenta bandidos armados hasta los dientes?- exclamo Virion -no le serviremos de nada a los pequeños muertos, primero iremos a prepararnos, tengo amigos en la ciudad y acceso a armas, además que me quiero liberar de esta- agrego levantando su brazo derecho aun encadenado.
Otro elfo, de largos cabellos oscuros y de aspecto agotado se le acerco preguntando si se encontraba bien, el viejo gruño levantando su brazo encadenado -me encuentro encadenado de una mano a un árbol con la única posibilidad de liberarme un hacha fuera de mi alcance con la cual cortarme el brazo, ¿Cómo te parece que estoy?- protesto el anciano.
El viejo estiro de nuevo para alcanzar el hacha, haciendo un gran esfuerzo en su intento, cuando de pronto, un sonido de metal rompiéndose resonó por el lugar y la tensión de la cadena se aflojo, provocando que el elfo casi cayera sobre el mango del hacha.
El anciano se dio la vuelta para ver que el humano había logrado romper el candado y se acercaba a él cargando el otro extremo de la cadena en su mano libre, al verlo mejor se notaba que era mas alto que los otros dos elfos por escasos centímetros, pero su espalda ancha y su fuerte físico lo hacían parecer mucho mas grande que estos dos.
El elfo se levantó con algunas dificultades, pero no acepto ayuda de nadie si es que se la ofrecían, menos de la niña de cabellos rojizos que se le acerco y tomo de la mano.
Por primera vez, a los ojos de los presentes, el viejo elfo sonrió agradeciendo con la mirada al infante por su gentileza, el guerrero humano le paso la cadena, y el anciano prosiguió a enrollar lo que quedaba de la cadena alrededor de su brazo para que no lo estorbara, cuando volteo de nuevo para agradecerle al humano, sus miradas se cruzaron y el viejo quedo desconcertado al ver algo en los ojos del guerrero que no había notado antes.
La mirada del espadachín era brillante como un fuego, no en las pupilas de sus ojos ardía una llama perpetua que era tan intensa como las llamaradas de los dragones de fuego, el humano se volteo a ver a los otros dos elfos y estos pudieron ver como dentro de sus ojos realmente se movía y quemaba un fuego impresionante.
Desde el centro negro de la pupila la llama a veces se movía como espiral hacia el exterior, a veces hacia el interior y otras veces generaba motivos circulares, constantemente cambiando sus movimientos.
El viejo elfo supero su estupor y hablo de nuevo -mi nombre es Virion Daleth, ¿a quien tengo que agradecer que estoy libre de ese árbol?- pregunto mientras se sostenía erguido, el aspecto de un frágil anciano de antes habiendo desaparecido en el dignitos porte de uno de su raza.
El joven guerrero sonrió de lado mientras volvía a mirar a Virion -me dicen Klinge, pensé que los de tu orgullosa raza no conocían de la cortesía de presentarse antes de pedir nombre- dijo con tono despectivo antes de guardar de vuelta su espada en su cinturón, quizás con mas intenciones de molestar a los dos elfos más jóvenes presentes, que de insultar al viejo en frente suyo.
El elfo anciano soltó una leve risa al darse cuenta de esto -algunos de nosotros conocemos bien de las penas y alegrías de las otras razas, y hemos compartido lo suficiente de estas para no ser presuntuosos en frente de los demás habitantes de estas tierras- dijo con un tono que parecía indicar que quería disculparse con su salvador por posibles ofensas cometidas contra el por otros miembros de su estirpe.
Klinge levanto la mano en seña de paz -¿hablaste de niños en peligro verdad?- pregunto el espadachín con tono turbado -dime que ocurrió- pidió el guerrero con voz suave.
Virion bajo la mirada, como si estuviese avergonzado de algo -sígueme…- dijo finalmente, luego se dio la vuelta una ultima ves a mirar a sus congéneres -si ustedes dos quieren acompañarnos es su asunto, pero intenten no estorbar- les dijo con tono severo antes de encaminarse hacia la ciudad.
Klinge noto como el viejo elfo parecía ser mas duro con los miembros de su propia raza, imaginando que se debiera a que se mantenía a si mismo y a los de su gente en altos estándares, mientras lo observaba irse, noto como la pequeña Skady se puso rápidamente a caminar a un lado del elfo, el guerrero recogió el hacha de suelo y se puso rápidamente a caminar del otro lado de la pequeña.
-los niños de los que hablo son huérfanos… causados por la plaga y la guerra- comenzó a explicar Virion con tono solemne -yo y otros voluntarios en la ciudad nos pusimos a la tarea de cuidar de ellos, algunos de los pequeños a nuestro cuidado tiene necesidades especiales, les hace falta correr, lejos de las murallas y los estrechos callejones de la ciudad, yo los llevaba a bosque para que jugaran como de costumbre cuando…- el viejo tomo una pausa y suspiro, se notaba como apretaba los dientes en su boca cerrada al recordar lo que había ocurrido -un grupo de bandidos nos atacaron, yo estaba desarmado y no pude hacer nada para proteger a los pequeños, los desgraciados me encadenaron a ese árbol y secuestraron a los niños, me dejaron esa hacha para divertirse conmigo- la rabia se acumulaba en la voz de Virion que parecía a penas capaz de contener su furia.
-¿Qué hacemos yendo hacia la ciudad?- pregunto Klinge desconcertado -¿no deberíamos ir a rescatar a los niños ahora mismo?- su agarre sobre el hacha que aun llevaba en mano se hacia mas fuerte, hasta el punto de que la madera del mango se partiría bajo tal presión.
-¿un elfo entrado en años, y unos cuantos guerreros sin armaduras contra una banda de entre cuarenta y cincuenta bandidos armados hasta los dientes?- exclamo Virion -no le serviremos de nada a los pequeños muertos, primero iremos a prepararnos, tengo amigos en la ciudad y acceso a armas, además que me quiero liberar de esta- agrego levantando su brazo derecho aun encadenado.
Klinge
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Re: [LIBRE 3/3] Un estruendoso regreso a casa. [CERRADO]
Zelas bufo al escuchar las palabras del anciano, otra vez salían con el asunto de la raza y le recriminaban algo que para el era completamente normal -anciano si eres bueno en algo, nunca lo haces gratis, da lo mismo quien sea que este en peligro- dijo el elfo mientras llevaba sus manos detrás de su cabeza observaba a los presentes, el humano y los elfos, cuando escucho las palabras del otro elfo que había llegado, Zelas se limito a levantar sus hombros, hasta que no analizara bien la situación no se movería del lugar.
Escucho la historia del anciano y noto el ojo raro del humano, mas siendo Zelas de la forma que era, la situación le llamo la atención un par de segundos y luego perdió el interés en el mismo lapso de tiempo, ignoro aquellos comentarios hechos con desdén y se enfoco solo en lo importante, acompañar a aquel extraño grupo que se había formado, al escuchar que bandidos estaban involucrados le hizo animarse un poco, si habían bandidos, había dinero, por ende parecía algo que podía hacer para matar tiempo y conseguir recursos, sin importar como la situación parecía favorable para Zelas y este como buen oportunista decidió tomar la oportunidad, mas decidió no presentarse, no le interesaba conocer nombres de gente que probablemente no volvería a ver.
-Anciano hablas demasiado, te ayudare solo por el beneficio que puedo sacar de todo esto, te recomiendo mejorar tus habilidades de cuidador, obviamente eres pésimo para esto, haz lo que sea que vayas a hacer rápido, y procura no estorbar, al fin y al cabo ninguno de nosotros termino atado a un árbol como tu- hacer amistad no le interesaba, solo consideraba que aquella cuadrilla que se había formado resultaba bastante graciosa y no podía esperar a ver como se desarrollarían los hechos con personalidades tan variadas.
Escucho la historia del anciano y noto el ojo raro del humano, mas siendo Zelas de la forma que era, la situación le llamo la atención un par de segundos y luego perdió el interés en el mismo lapso de tiempo, ignoro aquellos comentarios hechos con desdén y se enfoco solo en lo importante, acompañar a aquel extraño grupo que se había formado, al escuchar que bandidos estaban involucrados le hizo animarse un poco, si habían bandidos, había dinero, por ende parecía algo que podía hacer para matar tiempo y conseguir recursos, sin importar como la situación parecía favorable para Zelas y este como buen oportunista decidió tomar la oportunidad, mas decidió no presentarse, no le interesaba conocer nombres de gente que probablemente no volvería a ver.
-Anciano hablas demasiado, te ayudare solo por el beneficio que puedo sacar de todo esto, te recomiendo mejorar tus habilidades de cuidador, obviamente eres pésimo para esto, haz lo que sea que vayas a hacer rápido, y procura no estorbar, al fin y al cabo ninguno de nosotros termino atado a un árbol como tu- hacer amistad no le interesaba, solo consideraba que aquella cuadrilla que se había formado resultaba bastante graciosa y no podía esperar a ver como se desarrollarían los hechos con personalidades tan variadas.
Zelas Hazelmere
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Re: [LIBRE 3/3] Un estruendoso regreso a casa. [CERRADO]
Una mezcla de resignación y divertimento fue sentida por el Elfo ante las palabras del anciano. Era algo natural en él. Tanto odio, tanta precaución, que necesitaba bajar sus defensas cuando se encontraba con alguno de los suyos, guardando para ellos toda su cortesía y amabilidad. Por ello, no experimentó rencor o ira al escuchar los comentarios a él dirigidos por el prisionero. Si situación además le hacía para Nousis fácilmente disculpable.
La fuerza del extraño le hizo abrir los ojos un poco más de lo habitual, y notar como la habitual sensación de alerta se cernía sobre él. Dio un paso hacia el elfo de mayor edad, detenido al ver extrañado como era rechazado sin miramientos. En Sandorái resultaba sorprendente tal comportamiento. Tal vez las tribulaciones sufridas le habían mermado la elegancia y gentileza que su raza debía mostrar entre sí. Sin moverse, estudió la sentimental escena entre el varón y la pequeña, como un cuadro de bondad encontrado en un lugar inesperado. Sonrió con calidez y de manera auténtica, lo cual era por entero inusual en alguien como él.
Pero ésta se borró en cuestión de segundos al girarse hacia los Elfos la faz del humano. ¿Humano? Se preguntó con un desagrado palpable. Tal mirada no podía ser de alguien normal, jamás había visto algo así en una criatura de esa estirpe. Desenvainó casi sin notarlo, como si esperase ser atacado por la fuerza destructiva de un brujo de un instante a otro. Y fueron las palabras pronunciadas por el hombre las que desataron su lado más arrogante.
-¿Raza orgullosa?- repitió Nousis, como si en cada sílaba pudiera recrear los logros de su pueblo- Siempre resulta desconcertante escuchar a los cerdos gritar a los caballos cuando trotan a su lado.
No estaba seguro si esperaba con tal provocación que el humano le atacase, o sencillamente, deseaba resarcirse del velado insulto de un ser inferior. No obstante, el tono y las palabras del anciano comenzaron a consternarlo. Sin duda, había vivido demasiado tiempo alejado de sus congéneres, brutalizado por las costumbres y los modos de los Humanos. No deseaba en absoluto adentrarse en temas ajenos, sin embargo, era posible que aquel elfo exiliado necesitase recordar la calidez y bondad de los suyos. Si le ayudaba, pese a todo cuanto estaba tratando de importunarlo, podría hacerle volver a ver la luz.
Nousis envainó, y siguió a ambos, no sin antes presentarse al Elfo restante, al que ya había prejuzgado a tenor de sus palabras con el anciano. Suspiró entristecido. La compañía de los seres inferiores era un claro mal para los suyos. Lo que se producía ante sus ojos ese mismo día era el evidente resultado. Sólo caos, maldad y destrucción. Mas un Elfo debería tener siempre la opción de ser redimido. Sanar el árbol antes de destruirlo si no quedaba más remedio. Sólo si el mal era demasiado intrincado, la muerte era preferible a la vida para un ser así. Elfo, o no.
-Nousis, del clan Indirel de Sandorai- pronunció en su lengua natal con una breve sonrisa, antes de que sus ojos grises se volviesen a su objetivo, sin perder detalle mientras avanzaban.
Escuchó con atención la amarga historia del elfo de avanzada edad. Exhaló una bocanada de aire mirando al cielo, como si intercambiase una clara complicidad con éste, donde algo como el ataque a inocentes en un reino humano era la raíz del entendimiento entre ambos.
No le gustaba nada la perspectiva de adentrarse en una aventura contra una fuerza muy superior, sin aliado fiable alguno.
-¿De modo que eran unos cincuenta enemigos los que secuestraron a los niños? – preguntó sin dejar a un lado la cortesía, pero con un punto de leve dureza en la voz, como un puñal que se enconde tras una sonrisa- ¿Han atacado antes, de ahí que ya conozcáis el lugar donde se esconden?
No era la primera vez que le preparaban una trampa, y aunque quería confiar en el anciano, distaba décadas de resultar un iluso.
Nousis Indirel
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Re: [LIBRE 3/3] Un estruendoso regreso a casa. [CERRADO]
Las insensateces del joven elfo sin nombre cayeron en oídos sordos, en el caso de Klinge y Virion, pero la pregunta de Nousis merecía ser respondida -pues esta es la primera ves que los veo para ser sincero- dijo el anciano -se habían escuchado rumores de gente extraña en los bosques, pero no lo atribuían a mas que algunos vagabundos o viajeros perdidos de otras regiones- dijo rascándose la barbilla mientras se ponía meditativo -por donde están, no te preocupes, e servido nuestra gente como explorador seguramente mas del doble de tiempo que llevas vivo, rastrear a un grupo de malvivientes cargando con la peste de alcohol barato y excremento no será tan difícil para un viejo cazador como yo- agrego volteándose a mirar a Nousis con una sonrisa confiada.
Tras un rato el Virion se volteo a ver al humano al lado de la niña que lo acompañaba tan de cerca y le pregunto lo que le molestaba desde que vio sus ojos -son unos ojos extraños para un humano los que tienen, pero no he visto a ningún brujo con ojos similares, ¿me podrías hablar de ello? – pregunto con una cortesía inesperada.
Klinge lo volteo a ver algo sorprendido por la pregunta, a veces se olvidaba como ahora sus ojos no eran mas del mismo color con el que había nacido, el espadachín soltó una sonrisa melancólica al recordar como los obtuvo -son lo que queda de una maldición- dijo sin perder la sonrisa -es posible que habrán escuchado las historias de como Lunargenta fue atacada por un dragón gigantesco- dio una pausa en su historia para ver si sacaba una reacción de quienes lo escuchaban -participe en la defensa de la ciudad y el fuego de la bestia me cayo en cima como agua de una cascada, mi cuerpo fue incinerado, pero por alguna razón no morí, la bestia me maldijo y no encontré cura de esta maldición hasta que vuestros dioses decidieron bendecirme- al decir esto ultimo el humano se dio la vuelta a mirar a los tres elfos con una amplia sonrisa en el rostro y se señalo los ojos con dos dedos -parece que vuestros dioses decidieron que este color de ojos me sienta mejor.
Llegando a la ciudad Virion guio al grupo a una mansión de aspecto algo descuidado, pero que se notaba que estaba en uso, una muchacha de cabello castaño estaba sentada en el pórtico de la puerta observando con una cálida sonrisa a unos niños jugando en el patio de la mansión, a unos metros más lejos se veía unas grandes cabañas de madera, una de ellas era un taller de herrería, donde un hombre bestia, mescla de hombre y ciervo daba forma con golpes de martillo al metal que estaba trabajando.
La chica se levanto de golpe al ver al elfo entrar, y se acercó corriendo con expresión alarmada al ver en el estado en el que regresaba –Virion, ¿Qué te paso? ¿Dónde están los niños? ¿Q-quienes son estas personas que te acompañan? – le preguntaba la chica, alarmo emanando de sus ojos verdes.
Virion suspiro -necesito hablar con Hlodvir, los que ves conmigo me han salvado, llama a Dyri, el me puede sacar esta cadena de encima, Thora… te explicare todo adentro- Virion avanzo hacia la puerta de la mansión indicando a sus compañeros que lo siguieran, mientras la muchacha se fue corriendo en dirección al jardín.
Hlodvir… el espadachín levanto una ceja al escuchar ese nombre, el era de esta ciudad y dudaba que se hubiese ido, pero Klinge no pensaba que se tratara más que de una coincidencia.
Al entrar en el salón de la mansión, el lugar estaba construido con una mescla de bloques de piedra y grandes tablones de madera, al fondo del salón se encontraba una gran chimenea, pero el fuego estaba apagado, frente al cual estaba sentado un humano anciano, quien vestía con ropas bastante sencillas para ser el dueño del lugar, el viejo se dio la vuelta a ver quien entraba y se levanto a recibir a Virion con una velocidad y agilidad sorprendente para su edad, su cabeza era completamente calva y una frondosa barba blanca adornaba su rostro.
El viejo se paró frente a Virion con la mirada consternada -por los dioses… ¿Estas herido viejo amigo?- pregunto tomándolo del brazo y examinando la cadena.
Virion tomo su mano confortándolo -no Hlodvir, pero los que me atacaron se llevaron a los niños, tenemos que llamar a los otros de inmediato- asevero el viejo elfo -le debo que este aquí para darte esta noticia a estos hombres que me ayudaron- agrego señalando a sus tres compañeros.
Hlodvir se dirigió a los tres hombres -gracias a Freya que estaba presentes para… en el nombre de Thor…- se interrumpió al ver a Klinge, quien estuvo boquiabierto desde que vio al anciano.
El viejo se acerco a Klinge y puso sus manos sobre las mejillas del guerrero -muchacho…- dijo con una sonrisa -no pudiste elegir peor momento para regresar- tras lo cual abrazo al joven quien le correspondió el gesto.
-regrese viejo loco- dijo el joven espadachín en un susurro mientras sonreía.
Tras los reencuentros Virion le explicaba todo lo ocurrido a Hlodvir mientras un niño de rostro y manos ennegrecidos por la tierra y el fango lo liberaba del grillete al fin.
Klinge y los otros dos elfos eran servidos comida y bebida por un sirviente como parte de la hospitalidad, fruta, carne seca, pan y queso de cabra.
Klinge comía dando bocanadas grandes, pero masticando lentamente mientras observaba silenciosamente la conversación entre los dos viejos, perplejo al ver al Hlodvir que recordaba poseer semejante mansión, y menos usarla para albergar a huérfanos, ¿tanto tiempo había pasado desde que vio por ultima ves su instructor?
Tras un rato el Virion se volteo a ver al humano al lado de la niña que lo acompañaba tan de cerca y le pregunto lo que le molestaba desde que vio sus ojos -son unos ojos extraños para un humano los que tienen, pero no he visto a ningún brujo con ojos similares, ¿me podrías hablar de ello? – pregunto con una cortesía inesperada.
Klinge lo volteo a ver algo sorprendido por la pregunta, a veces se olvidaba como ahora sus ojos no eran mas del mismo color con el que había nacido, el espadachín soltó una sonrisa melancólica al recordar como los obtuvo -son lo que queda de una maldición- dijo sin perder la sonrisa -es posible que habrán escuchado las historias de como Lunargenta fue atacada por un dragón gigantesco- dio una pausa en su historia para ver si sacaba una reacción de quienes lo escuchaban -participe en la defensa de la ciudad y el fuego de la bestia me cayo en cima como agua de una cascada, mi cuerpo fue incinerado, pero por alguna razón no morí, la bestia me maldijo y no encontré cura de esta maldición hasta que vuestros dioses decidieron bendecirme- al decir esto ultimo el humano se dio la vuelta a mirar a los tres elfos con una amplia sonrisa en el rostro y se señalo los ojos con dos dedos -parece que vuestros dioses decidieron que este color de ojos me sienta mejor.
Llegando a la ciudad Virion guio al grupo a una mansión de aspecto algo descuidado, pero que se notaba que estaba en uso, una muchacha de cabello castaño estaba sentada en el pórtico de la puerta observando con una cálida sonrisa a unos niños jugando en el patio de la mansión, a unos metros más lejos se veía unas grandes cabañas de madera, una de ellas era un taller de herrería, donde un hombre bestia, mescla de hombre y ciervo daba forma con golpes de martillo al metal que estaba trabajando.
La chica se levanto de golpe al ver al elfo entrar, y se acercó corriendo con expresión alarmada al ver en el estado en el que regresaba –Virion, ¿Qué te paso? ¿Dónde están los niños? ¿Q-quienes son estas personas que te acompañan? – le preguntaba la chica, alarmo emanando de sus ojos verdes.
Virion suspiro -necesito hablar con Hlodvir, los que ves conmigo me han salvado, llama a Dyri, el me puede sacar esta cadena de encima, Thora… te explicare todo adentro- Virion avanzo hacia la puerta de la mansión indicando a sus compañeros que lo siguieran, mientras la muchacha se fue corriendo en dirección al jardín.
Hlodvir… el espadachín levanto una ceja al escuchar ese nombre, el era de esta ciudad y dudaba que se hubiese ido, pero Klinge no pensaba que se tratara más que de una coincidencia.
Al entrar en el salón de la mansión, el lugar estaba construido con una mescla de bloques de piedra y grandes tablones de madera, al fondo del salón se encontraba una gran chimenea, pero el fuego estaba apagado, frente al cual estaba sentado un humano anciano, quien vestía con ropas bastante sencillas para ser el dueño del lugar, el viejo se dio la vuelta a ver quien entraba y se levanto a recibir a Virion con una velocidad y agilidad sorprendente para su edad, su cabeza era completamente calva y una frondosa barba blanca adornaba su rostro.
El viejo se paró frente a Virion con la mirada consternada -por los dioses… ¿Estas herido viejo amigo?- pregunto tomándolo del brazo y examinando la cadena.
Virion tomo su mano confortándolo -no Hlodvir, pero los que me atacaron se llevaron a los niños, tenemos que llamar a los otros de inmediato- asevero el viejo elfo -le debo que este aquí para darte esta noticia a estos hombres que me ayudaron- agrego señalando a sus tres compañeros.
Hlodvir se dirigió a los tres hombres -gracias a Freya que estaba presentes para… en el nombre de Thor…- se interrumpió al ver a Klinge, quien estuvo boquiabierto desde que vio al anciano.
El viejo se acerco a Klinge y puso sus manos sobre las mejillas del guerrero -muchacho…- dijo con una sonrisa -no pudiste elegir peor momento para regresar- tras lo cual abrazo al joven quien le correspondió el gesto.
-regrese viejo loco- dijo el joven espadachín en un susurro mientras sonreía.
Tras los reencuentros Virion le explicaba todo lo ocurrido a Hlodvir mientras un niño de rostro y manos ennegrecidos por la tierra y el fango lo liberaba del grillete al fin.
Klinge y los otros dos elfos eran servidos comida y bebida por un sirviente como parte de la hospitalidad, fruta, carne seca, pan y queso de cabra.
Klinge comía dando bocanadas grandes, pero masticando lentamente mientras observaba silenciosamente la conversación entre los dos viejos, perplejo al ver al Hlodvir que recordaba poseer semejante mansión, y menos usarla para albergar a huérfanos, ¿tanto tiempo había pasado desde que vio por ultima ves su instructor?
Klinge
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Re: [LIBRE 3/3] Un estruendoso regreso a casa. [CERRADO]
-Oh estamos haciendo esto de los nombres ahora... ok no les voy a mentir...- Acto seguido Zelas guardo silencio y no dijo su nombre, las cosas le parecían algo graciosas, de un momento a otro esta cuadrilla se encontraba formando vínculos en una travesía meramente por hacer lo correcto, si claro, como si esas cosas pasaran, al menos Zelas podía reconocer que el lo hacia por la ganancia personal que pudiera resultar de todo esto.
El humano contó una historia sobre como adquirió aquel peculiar color de ojos, algo difícil de creer, pero por otro lado, el mundo en el que habitaban era un lugar en el que podría haber sucedido algo así, -los dioses tienen un sentido del humor extraño, tu por ejemplo, deberías haber muerto y no lo hiciste, el anciano cazador experimentado termino atado a un árbol con una esperanza falsa de liberarse, incluso Nousis acá viene enfrentando sus problemas personales y se unió a nosotros porque es mas seguro, lo digo por el hecho de que sus ropas presentan cortes y quemaduras, yo por mi parte, ya saben porque los estoy acompañando, estoy seguro que encontrare dinero y ganancias personales si los ayudo..... y por supuesto que estoy en lo correcto- esto ultimo se vio justificado una vez llegaron a la ciudad y entraron en una mansión, Zelas seguía caminando despreocupadamente y con sus manos detrás de su cabeza, esto hacia que su capa rebelara 2 de las 4 cimitarras que llevaba en su espalda estaban acomodadas de modo que simulara una gran X que abarcaba su espalda y parte de su cintura, cuando entraron a recibir la hospitalidad de el anfitrión, Zelas por primera vez se quito su capa, revelando sus armas, sus ropas ligeras y cómodas y aquel collar que llamaba la atención por lo extraño y llamativo que era. se quito el arnés que sostenía sus armas a su cuerpo y lo dejo al lado de una silla en la cual se acomodo, comió algunas de las cosas que le ofrecieron de manera calmada y lenta mientras esperaba a que terminaran de conversar lo que sea que estuvieren hablando, ya que al elfo no podía importarle menos la situación
El humano contó una historia sobre como adquirió aquel peculiar color de ojos, algo difícil de creer, pero por otro lado, el mundo en el que habitaban era un lugar en el que podría haber sucedido algo así, -los dioses tienen un sentido del humor extraño, tu por ejemplo, deberías haber muerto y no lo hiciste, el anciano cazador experimentado termino atado a un árbol con una esperanza falsa de liberarse, incluso Nousis acá viene enfrentando sus problemas personales y se unió a nosotros porque es mas seguro, lo digo por el hecho de que sus ropas presentan cortes y quemaduras, yo por mi parte, ya saben porque los estoy acompañando, estoy seguro que encontrare dinero y ganancias personales si los ayudo..... y por supuesto que estoy en lo correcto- esto ultimo se vio justificado una vez llegaron a la ciudad y entraron en una mansión, Zelas seguía caminando despreocupadamente y con sus manos detrás de su cabeza, esto hacia que su capa rebelara 2 de las 4 cimitarras que llevaba en su espalda estaban acomodadas de modo que simulara una gran X que abarcaba su espalda y parte de su cintura, cuando entraron a recibir la hospitalidad de el anfitrión, Zelas por primera vez se quito su capa, revelando sus armas, sus ropas ligeras y cómodas y aquel collar que llamaba la atención por lo extraño y llamativo que era. se quito el arnés que sostenía sus armas a su cuerpo y lo dejo al lado de una silla en la cual se acomodo, comió algunas de las cosas que le ofrecieron de manera calmada y lenta mientras esperaba a que terminaran de conversar lo que sea que estuvieren hablando, ya que al elfo no podía importarle menos la situación
Zelas Hazelmere
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Re: [LIBRE 3/3] Un estruendoso regreso a casa. [CERRADO]
Nousis asimiló sin dificultad la explicación del anciano. Ciertamente, toda aquella triste historia no dejaba en buen lugar a las fuerzas del orden de la provincia, y todo lo que el Elfo hizo en respuesta fue un leve encogimiento de hombros. Devolvió la sonrisa al anciano, más por cortesía que por auténtico sentimiento. Sus ademanes, sus maneras, su vocabulario… todo le resultaba tosco en exceso. Cada hora que transcurría se entristecía más con la degradación que ese Elfo había ido acumulando por sus tratos con los Humanos. Sandorái no sólo era un refugio y una patria. Era el muro contra la perversión exterior.
Apenas escuchó las primeras palabras que el elfo de mayor edad dirigió al, ahora sabía, humano, inmerso en sus propios pensamientos. Era la segunda vez que se encontraba en Wulvulfar, y la primera apenas había tenido interés alguno, en busca de un caballo que unos aldeanos habían perdido, o había sido robado. Su mente le llevó a otros lugares, en especial al norte, donde tiempo atrás habían transcurrido algunas de las aventuras que guardaba con mayor celo, lugares que le habían marcado tanto que dudaba que nunca dejasen de acompañarlo.
Sólo cuando el registro cambió, protagonizando el ser de extraños ojos la conversación, su cerebro decidió prestar una mayor atención. Curioso por naturaleza desde pequeño, el conocimiento era una de sus pasiones, y comprender que la actual fisionomía del humano era la reacción a una maldición le producía una necesidad de saber, una sed de respuestas que esperaba ser capaz de eliminar. ¿Qué arma o poder era capaz de algo así? Por primera vez, se planteó que quizá todo aquello no sería una pérdida de tiempo, o un mero rescate. Medio paso en sus aspiraciones. Pero todo se torció con la burla del ser inferior. En sus oídos, no podía resonar de nuevo tal blasfemia. Su tono de voz de tornó frío, su mirada, gélida. Dada la situación y el momento, no era recomendable desenvainar contra él… No aún.
-No deberías bromear con tales temas, humano- Nousis ni siquiera le miraba, con la vista paseándose a lo lejos- Los de vuestra raza nada tenéis sobre lo que alardear, no tomes pues a nuestros dioses para reparar lo poco que merecéis. Desconozco por qué piensas que ellos han decidido rescatar la vida de un simple humano. Sin duda- finalizó- te equivocas.
Dudaba en extremo que nada de lo que su oyente pudiese decir fuese a mutar mínimamente lo pronunciado, por lo que volvió su atención a las calles y criaturas que fueron encontrando. Frunció el entrecejo, algo extrañado de tal convivencia. Humanos, Elfos, y criaturas con tintes animales que aparentaban una evidente camaradería. Por mero hábito, sin desenvainar, tomó la empuñadura de su espada al cruzar el dintel de la morada, mirando además a todos lados con un par de rápidos movimientos de cabeza antes de permitirse bajar un poco más la guardia. No había peor lugar para luchar que encerrado en una casa de madera. Difícil para escapar, con posibilidad de un pavoroso incendio. Muy mal lugar, se repitió.
Asistió al reencuentro de ambos ancianos observando de soslayo a Elfo que tampoco participaba en todo aquello. No había dicho su nombre, y había dado muestras de ser observador, pese a equivocarse en los motivos que le habían llevado a unirse al extraño grupo. Esperaba que sus perseguidores hubiesen perdido su pista. Eludirles en la ciudad podría resultar más complicado.
Su obsesión por el oro y la riqueza disgustaba a Nousis, quien consideraba dicha necesidad material como algo de baja naturaleza, propio de seres egoístas, sin altos instintos o elevados ideales, lo que para él hacía a una criatura auténticamente valiosa. Las monedas eran necesarias para obtener lo necesario en un mundo como el que vivían. Una perentoria necesidad, solo eso.
La reunión del humano más joven con el más anciano fue la antesala de un improvisado convite, al cual el Elfo asistió por pura cortesía. Había aceptado rescatar a los jóvenes, por lo que se sentó con el resto, tomando lentos y elegantes bocados. Su costumbre le hacía imposible comportarse de otra manera, como sí hacían los sucios bárbaros u otras gentes que desconocían los más básicos modales. No dejó un momento de observar a su alrededor, carente de gente conocida y sin fiarse de nadie. Sólo esperaba que partiesen pronto.
Nousis Indirel
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Re: [LIBRE 3/3] Un estruendoso regreso a casa. [CERRADO]
Tras un tiempo de mucho conversar y planear entre ellos, Virion y Hlodvir volvieron con los tres visitantes -hemos decidido que iremos tras los bandidos cuando logremos juntar una fuerza de hombres valientes con los cuales ir a rescatar a los niños- hablo el humano anciano con tono orgulloso -no ha de tomarme mas que unas dos horas, mientras tanto, si aun insisten participar, les recomiendo que aprovechen para descansar y prepararse, yo iré a preparar el resto, hablen con Gregory si desean mejor equipo- tras estas palabras Hlodvir se marchó por la puerta, Virion aprovecho para comer algo con lo que recuperar sus fuerzas mientras el resto comía.
Una ves terminado el almuerzo Virion se levanto y guio a los tres invitados al taller de herrería de antes -¿escuchaste lo que ocurrió?- le pregunto el elfo al hombre ciervo.
-Thora me explico todo, tomen lo que les haga falta del armería- respondió con una profunda voz el hombre bestia mientras les señalaba las armas y armaduras que estaba colgadas de las paredes.
Klinge se dispuso a tomar unas cuantas cosas, el equipo era anticuado, pero efectivo, tomo unas botas gruesas, un gambesón de manga larga, una cota de malla que cubria hasta los codos y por debajo de la cintura y un yelmo simple.
Mientras el espadachín se marchaba del lugar para ponerse su armadura Virion se dirigió de nuevo al herrero -¿aun conservas lo que te deje?- le pregunto casi sonando discreto.
Gregory respondió solo diciendo si con la cabeza y les señalo a los tres elfos que lo siguieran, a pesar de su impresionante tamaño y musculatura, el hombre bestia tenia un porte y gracia al caminar que rivalizaba con la elegancia de los elfos mas finos, el herrero los llevo a una cabaña un poco mas escondida en el terrero donde se guardaban varias armas y armaduras que, a pesar de sus simples diseños, la manufactura y estilo daban a entender que eran de fabricación élfica.
Virion entro primero, y fue directo a buscar un cofre mediano escondido debajo de una mesa, tomando el cofre con algo de dificultades se encamino lejos de la cabaña no sin antes dirigirse a los otros dos elfos -tomen lo que necesiten, si esto terminara como sospecho necesitaran mas que armas y buenos reflejos para salir ilesos- con esa ultima nota ominosa se fue a buscar privacidad.
*******************************************************************************************************************************************************
Mientras tanto, dentro de la casa Klinge se preparaba a endosar la armadura que llevaría a la batalla, se estaba poniendo en la cabeza una bandana roja que usaría por debajo del yelmo, habiéndose quitado la capa y guantes, solo vestía con una camisa gris sin mangas, dejando expuestas sus cicatrices de batalla -¿nuevas heridas?- una voz femenina familiar se escuchó, el guerrero se dio la vuelta para ver a la tal muchacha llamada Thora de antes -mi abuelo me conto sobre ti, no pensé que te conocería en tales circunstancias- la chica estaba parada de brazos cruzados mirando a Klinge mientras se ponía el gambesón luego de vestir las botas.
Klinge miro de reojo a la chica y hizo una mueca -nunca pensé que las historias del viejo sobre haber tenido un hijo fueran ciertas- dijo terminando de abrochar los botones para disponerse a colocarse la cota de malla -y ahora le da por cuidar huérfanos… ¡increíble!– se reía levemente mientras se colocaba unos guantes sin dedos de tela negra.
Thora frunció el ceño, más en una expresión pensativa que una de enojo o desagrado -ese hombre tuvo dos razones por las cuales dedicarse a esto, ambas están paradas en esta habitación- dijo atrayendo la mirada sorprendida del mercenario que quedo mudo con la implicación de lo que la chica que acababa de decir, la chica se marcho no sin antes decirle una cosa mas a Klinge -hagas lo que hagas, no dejes que mueran, ni el… ni tu-
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Ya habían pasado unos veinte minutos, el hombre bestia también se había marchado del lugar, dejando a los dos elfos a su merced para vestirse como quisieran, cuando de pronto notaron como Virion atravesó de nuevo el umbral de la puerta, esta vez per pechado en la armadura ligera de un montaraz, vistiendo una gruesa capa verde encima.
Estando vestido en ese atuendo el viejo elfo parecía haber recuperado el porte típico de su raza, pero había algo raro sobre el como se movía, algo intimidante, casi como un depredador.
Caminando con paso seguro Virion tomo uno de los arcos y testo lo tenso de la cuerda unas cuantas veces, solo cuando estuvo satisfecho lo dejo sobre una mesa y tomo un carcaj que prosiguió a cargar con cuantas flechas fueran posibles llevar en el de forma eficiente.
Tras colgar el carcaj detrás de su espalda a la altura de su cintura, el elfo tomo una de las espadas que colgaban de la pared guardadas en sus vainas y examino su filo, la hoja curva y larga era indudablemente de diseño elfo, pero carecía ninguna clase de intricando diseño o elegante acabado, era un arma de guerra simple y llanamente, diseñada para ser blandida en el campo de batalla por un soldado y no exhibida como símbolo de estatus por un noble.
Una vez equipado Virion volvió a dirigirse hacia la salida con la espada colgando de su cintura, de nuevo en su vaina y cargando el arco en su mano izquierda -si aun no se arrepintieron síganme al jardín del frente para recibir a los otros- acto seguido se dirigió a la entrada de la mansión donde los esperaban un Klinge que ya estaba vestido completamente en su nueva armadura a excepción del yelmo, en su costado derecho se encontraba su espada larga con la que libero a Virion y, en su costado izquierdo, descansaba una espada ancha de una mano mas corta, el espadachín se despedía silenciosamente de la niña que lo acompañaba mientras le pasaba a la pequeña una extraña daga de hoja serpenteada con al cual la pequeña le hacia al mercenario un pequeño corte en un dedo.
Gregory también estaba presente, pero no cargaba ni con armas, ni vestía con armadura, dando a entender que él se quedaría en la mansión junto con Thora a cuidar del resto de los niños mientras el patrón no estaba.
Una ves terminado el almuerzo Virion se levanto y guio a los tres invitados al taller de herrería de antes -¿escuchaste lo que ocurrió?- le pregunto el elfo al hombre ciervo.
-Thora me explico todo, tomen lo que les haga falta del armería- respondió con una profunda voz el hombre bestia mientras les señalaba las armas y armaduras que estaba colgadas de las paredes.
Klinge se dispuso a tomar unas cuantas cosas, el equipo era anticuado, pero efectivo, tomo unas botas gruesas, un gambesón de manga larga, una cota de malla que cubria hasta los codos y por debajo de la cintura y un yelmo simple.
Mientras el espadachín se marchaba del lugar para ponerse su armadura Virion se dirigió de nuevo al herrero -¿aun conservas lo que te deje?- le pregunto casi sonando discreto.
Gregory respondió solo diciendo si con la cabeza y les señalo a los tres elfos que lo siguieran, a pesar de su impresionante tamaño y musculatura, el hombre bestia tenia un porte y gracia al caminar que rivalizaba con la elegancia de los elfos mas finos, el herrero los llevo a una cabaña un poco mas escondida en el terrero donde se guardaban varias armas y armaduras que, a pesar de sus simples diseños, la manufactura y estilo daban a entender que eran de fabricación élfica.
Virion entro primero, y fue directo a buscar un cofre mediano escondido debajo de una mesa, tomando el cofre con algo de dificultades se encamino lejos de la cabaña no sin antes dirigirse a los otros dos elfos -tomen lo que necesiten, si esto terminara como sospecho necesitaran mas que armas y buenos reflejos para salir ilesos- con esa ultima nota ominosa se fue a buscar privacidad.
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Mientras tanto, dentro de la casa Klinge se preparaba a endosar la armadura que llevaría a la batalla, se estaba poniendo en la cabeza una bandana roja que usaría por debajo del yelmo, habiéndose quitado la capa y guantes, solo vestía con una camisa gris sin mangas, dejando expuestas sus cicatrices de batalla -¿nuevas heridas?- una voz femenina familiar se escuchó, el guerrero se dio la vuelta para ver a la tal muchacha llamada Thora de antes -mi abuelo me conto sobre ti, no pensé que te conocería en tales circunstancias- la chica estaba parada de brazos cruzados mirando a Klinge mientras se ponía el gambesón luego de vestir las botas.
Klinge miro de reojo a la chica y hizo una mueca -nunca pensé que las historias del viejo sobre haber tenido un hijo fueran ciertas- dijo terminando de abrochar los botones para disponerse a colocarse la cota de malla -y ahora le da por cuidar huérfanos… ¡increíble!– se reía levemente mientras se colocaba unos guantes sin dedos de tela negra.
Thora frunció el ceño, más en una expresión pensativa que una de enojo o desagrado -ese hombre tuvo dos razones por las cuales dedicarse a esto, ambas están paradas en esta habitación- dijo atrayendo la mirada sorprendida del mercenario que quedo mudo con la implicación de lo que la chica que acababa de decir, la chica se marcho no sin antes decirle una cosa mas a Klinge -hagas lo que hagas, no dejes que mueran, ni el… ni tu-
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Ya habían pasado unos veinte minutos, el hombre bestia también se había marchado del lugar, dejando a los dos elfos a su merced para vestirse como quisieran, cuando de pronto notaron como Virion atravesó de nuevo el umbral de la puerta, esta vez per pechado en la armadura ligera de un montaraz, vistiendo una gruesa capa verde encima.
Estando vestido en ese atuendo el viejo elfo parecía haber recuperado el porte típico de su raza, pero había algo raro sobre el como se movía, algo intimidante, casi como un depredador.
Caminando con paso seguro Virion tomo uno de los arcos y testo lo tenso de la cuerda unas cuantas veces, solo cuando estuvo satisfecho lo dejo sobre una mesa y tomo un carcaj que prosiguió a cargar con cuantas flechas fueran posibles llevar en el de forma eficiente.
Tras colgar el carcaj detrás de su espalda a la altura de su cintura, el elfo tomo una de las espadas que colgaban de la pared guardadas en sus vainas y examino su filo, la hoja curva y larga era indudablemente de diseño elfo, pero carecía ninguna clase de intricando diseño o elegante acabado, era un arma de guerra simple y llanamente, diseñada para ser blandida en el campo de batalla por un soldado y no exhibida como símbolo de estatus por un noble.
Una vez equipado Virion volvió a dirigirse hacia la salida con la espada colgando de su cintura, de nuevo en su vaina y cargando el arco en su mano izquierda -si aun no se arrepintieron síganme al jardín del frente para recibir a los otros- acto seguido se dirigió a la entrada de la mansión donde los esperaban un Klinge que ya estaba vestido completamente en su nueva armadura a excepción del yelmo, en su costado derecho se encontraba su espada larga con la que libero a Virion y, en su costado izquierdo, descansaba una espada ancha de una mano mas corta, el espadachín se despedía silenciosamente de la niña que lo acompañaba mientras le pasaba a la pequeña una extraña daga de hoja serpenteada con al cual la pequeña le hacia al mercenario un pequeño corte en un dedo.
Gregory también estaba presente, pero no cargaba ni con armas, ni vestía con armadura, dando a entender que él se quedaría en la mansión junto con Thora a cuidar del resto de los niños mientras el patrón no estaba.
Klinge
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Re: [LIBRE 3/3] Un estruendoso regreso a casa. [CERRADO]
Zelas termino de comer y siguió al anciano a lo que parecía una herrería, con su arnés y sus cimitarras colgando de uno de sus brazos, aquello no era mas que una fachada para donde estaba el verdadero lugar al que los querían llevar, un lugar que genero una mueca de sorpresa en el joven elfo, de todos los lugares del mundo jamas pensó que en ese lugar encontraría tantas armas elficas,
tomo una daga y la quito de su vaina, se veía en condiciones bastante aceptables y el filo que traían no tenia nada que envidiar a la clase de armas que hacia su tia Hastiele, mas seguían siendo inferiores a las creaciones de esta, siguiendo el consejo del anciano, Zelas se equipo con una cómoda pechera de cuero, un par de protecciones para sus antebrazos y la daga que había tomado antes la guardo en una de sus botas.
Luego de ajustar su arnés a su cuerpo y comprobar que seguía sintiéndose cómodo para desenvainar y ocupar sus cimitarras, Zelas se apoyo en uno de los muebles mientras esperaba a que los demás estuvieran listos, entonces vio al elfo anciano llegar con un aura completamente distinta, una sonrisa se esbozo en el joven Zelas -ja, ahora si puedo empezar a creer que eras un cazador experimentado, esperemos que no te vuelvan a sorprender- acto seguido dejo su capa en una de las sillas, ya no tenia uso para ella en la batalla que estaban por librar, siguió al anciano caminando de la misma manera despreocupada de antes, manteniendo sus manos detrás de su cabeza, sin duda el único que parecía desentonar en el grupo era Zelas, todos tenían ese aire de nobleza, mientras el joven elfo esperaba y aprovechaba de amarrar su cabello con toda la tranquilidad del mundo. -guía el camino Cazador, no encuentro el momento de ver que resultara de todo esto-
tomo una daga y la quito de su vaina, se veía en condiciones bastante aceptables y el filo que traían no tenia nada que envidiar a la clase de armas que hacia su tia Hastiele, mas seguían siendo inferiores a las creaciones de esta, siguiendo el consejo del anciano, Zelas se equipo con una cómoda pechera de cuero, un par de protecciones para sus antebrazos y la daga que había tomado antes la guardo en una de sus botas.
Luego de ajustar su arnés a su cuerpo y comprobar que seguía sintiéndose cómodo para desenvainar y ocupar sus cimitarras, Zelas se apoyo en uno de los muebles mientras esperaba a que los demás estuvieran listos, entonces vio al elfo anciano llegar con un aura completamente distinta, una sonrisa se esbozo en el joven Zelas -ja, ahora si puedo empezar a creer que eras un cazador experimentado, esperemos que no te vuelvan a sorprender- acto seguido dejo su capa en una de las sillas, ya no tenia uso para ella en la batalla que estaban por librar, siguió al anciano caminando de la misma manera despreocupada de antes, manteniendo sus manos detrás de su cabeza, sin duda el único que parecía desentonar en el grupo era Zelas, todos tenían ese aire de nobleza, mientras el joven elfo esperaba y aprovechaba de amarrar su cabello con toda la tranquilidad del mundo. -guía el camino Cazador, no encuentro el momento de ver que resultara de todo esto-
Zelas Hazelmere
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Re: [LIBRE 3/3] Un estruendoso regreso a casa. [CERRADO]
Fuerza de hombres valientes… tales palabras sonaban a locura y a sinsentido. Un punto era trabajar junto a varios Humanos. Otro muy distinto junto a un batallón. Había, aunque de forma indirecta, dado su palabra y no se retractaría. Pero no intervendría si toda la misión terminaba con convertirse en una carnicería entre Hombres. Ayudaría a rescatar a los pequeños sí. Pero por él todos los reinos humanos podían arder sin la necesidad de arquear una ceja. Torpe raza.
No obstante reconocía que sentía curiosidad por la tropa que podrían reunir para llevar a buen término la empresa. Las criaturas con raciocinio podían actuar por mor de riqueza, honor, maldad, religión… ¿Cuál prevalecería en cada uno de los reclutas? Ello no le perturbaba, sólo confiaba en no tener que matar a alguno de sus propios compañeros en defensa propia. El resto podría tomárselo no demasiado bien. Sonrió.
Por primera vez desde que vio al anciano elfo encadenado a un árbol, experimentó asombro ante el ofrecimiento de algo de tal valor como armas y armaduras a casi totales desconocidos. La gente común, campesinos, artesanos y otros trabajadores, apenas solían ganar lo suficiente en meses o años para respirar cerca de una armadura de buena calidad o una espada de acero bien trabajado. En contraste, allí se almacenaban suficientes pertrechos para un escuadrón o una banda de mercenarios. Cabía dentro de lo posible que aquellos humanos hubiesen alguna vez formado parte en algo semejante, lo que explicaría todo lo que tenía ante sí. Y del mismo modo, debían de estar totalmente desesperados para conceder armamento por algo que en el mundo ocurría casi a diario, a causa de tratantes de esclavos, sectas u otros seres despreciables.
Sin embargo, si las armas humanas le había descolocado por su número y donación, las élficas le avivaron extraños pensamientos, entre los cuales destacaron sombrías sospechas tanto sobre Virion como sobre los humanos que pululaban por la vivienda y el taller. Heredamientos por el fallecimiento de guerreros Elfos, antiguos compañeros del anciano serían una posibilidad. Remota, eso sí. Entornó los ojos girándose hacia la puerta. Su cultura no debería formar parte del trastero de una bestia, o ser utilizada por seres inferiores. Suspiró, consciente de que no podía hacer nada al respecto por el momento. Tal sentimiento era ya demasiado habitual y le hizo rechinar los dientes.
Antes de escoger prenda alguna, Nousis sopesó varios asuntos. El lugar del combate, el clima, los posibles adversarios eran de los primeros asuntos que calibró su pensamiento. Desechó una armadura más recia que el cuero endurecido que portaba bajo sus vestimentas élficas. En la espesura, o a la hora de atacar con velocidad, no podía ir embutido en acero. También eliminaba cualquier ataque por sorpresa. Además de su fiel espada élfica, sí tomó un escudo, tras asegurarse de que llevase correas para llevar a la espalda hasta llegar al campo de batalla, además de un arco de 1,2m con su correspondiente carcaj. Ningún Elfo que se preciase de tal desconocía el uso de dicha arma. Él se había especializado en otro tipo, no obstante habiendo entrenado durante décadas, se consideraba bastante diestro dentro de los miembros de su raza, y por supuesto, mejor que la inmensa mayoría de los Humanos. Finalmente, una sonrisa auténtica apareció en su rostro, tomando con su mano diestra un yelmo que se encontraba en una estantería cercana, Limpió el polvo con la manga y lo observó casi un minuto sin decir palabra.
No había usado uno semejante desde aquellos días en el norte, fue su último pensamiento antes de colocárselo, y ver como Virion a su vez entraba y se armaba con presteza y acierto.
Salieron, y constató que sus ahora temporales compañeros se habían equipado como para asaltar las murallas de una fortaleza. Miró un momento al cielo.
Parecían preparados.
Nousis Indirel
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Re: [LIBRE 3/3] Un estruendoso regreso a casa. [CERRADO]
Klinge observo llegar a los tres elfos vistiendo sus armaduras y cargando sus armas con una sonrisa en el rostro -se ven bastante bien- dijo mientras lanzaba unos cuantos golpes y patadas al aire para acostumbrarse a moverse en su nueva armadura, demostrando una sorprendente agilidad para alguien tan cargado.
Virion soltó una leve risotada -no pensé que tendría que sacar las viejas armas de nuevo, mucho menos dar prestadas las armas de mis difuntos camaradas- aunque Virion sonriera se escuchaba un sombrío tono en su voz.
Al cabo de unos veinte minutos Hlodvir regreso con un variopinto grupo de hombres y mujeres que contaban entre todos alrededor de cuarenta personas, las edades también variaban bastante, había humanos que no parecían tener más de dieciséis años y otros que alcanzaban la mitad de los cincuenta fácilmente, había unos cuantos que no eran humanos, sino, otros tipos de hombres bestia, algunos parecían reconocer a Klinge y lo saludaron como si se tratara de un viejo amigo.
El pequeño ejercito paso a equiparse en la armería, mientras Hlodvir estaba charlando con Klinge -que bueno que decidí conservar las viejas armas de la arena eh?- dijo el viejo ya completamente equipado, escudo forma de lagrima en una mano, lanza en la otra y una espada colgando de su cinturón.
Klinge observaba al grupo de gente equipándose, salvo los mas jóvenes, por cómo se movían parecían bastante acostumbrados a estas actividades -¿de donde sacaste esta gente?- pregunto el joven espadachín.
Hlodvir soltó una fuerte risotada -algunos amigos, favores que cobrar, viejas deudas y varios voluntarios a la causa, la desgracia es madre de muchas cosas, entre ellas la solidaridad- respondió el viejo veterano con una sonrisa melancólica.
Cuando todos en el grupo estuvieran equipados y listos la comitiva salió de la ciudad rápidamente, guiados por Virion al lugar del incidente, con una marcha rápida el grupo llego en menos de un cuarto de hora y el montaraz empezó a rastrear las huellas de sus agresores.
El grupo se adentro en el bosque, Virion al frente solo, pero no tan lejos como para estar fuera del campo de visión del resto de los presentes, así pues, no alarmar a los bandidos cuando llegaran a encontrarlos, el elfo guio al grupo cada ves mas profundo en el bosque, lo que hacia a muchos tensos, era inusual que un grupo de bandidos y traficantes de esclavos fueran tan buenos en esconderse.
Ya se había puesto de noche cuando Virion le hizo señas al grupo para que se detuvieran y permanecieran ocultos, a órdenes dadas en susurros por Hlodvir, todos se ocultaron rápidamente en los escondrijos mas cercanos que pudieran encontrar, listos para sacar las armas ante la mínima amenaza.
Al cabo de unos minutos Virion regreso al grupo rápidamente y sin ruido y se escondió detrás de Hlodvir quien seguía mirando al frente -los encontré, un campamento de al menos ochenta individuos cerca de una cueva a doscientos metros de aqui- dijo con voz apenas lo bastante alta para que los más cercanos lo escucharan.
-¿y los niños?- pregunto Hlodvir sin voltearse.
-están bien, los tienen encerrados en una jaula sobre un carro en el centro del campamento- le respondió el montaraz.
El viejo Hlodvir maldijo entre dientes -no parece que podremos evitar una pelea entonces, y nos superan en número- se notaba la frustración en su voz.
Klinge, que estaba escondido detrás de un árbol a la izquierda de esos dos, decidió hablar en ese momento -tenemos la ventaja de la sorpresa, si los golpeamos rápido y con fuerza se retiraran dándonos una oportunidad de tomar a los niños y largarnos a mejor terreno antes de que puedan responder- sus manos estaba ya sobre los mangos de las espadas en su cintura, listo para desenfundar.
-solo vi un centinela, lo puedo matar sin problemas con mi arco, están muy mal armados, si llegamos en silencio causaremos muchas bajas antes de que sepan lo que ocurra- dijo Virion.
Hlodvir se dio la vuelta a mirar a su viejo amigo quien levanto su arco y asintió con la cabeza, gesto que el viejo reciproco y dio levanto su lanza en el aire unos segundos dando la orden de avanzar en silencio.
Klinge desenfundo su espada larga y se coloco el yelmo caminando al lado del viejo humano, las luces de las fogatas de la guarida de los bandidos ya eran visibles, y se podían escuchar los sínodos de los desgraciados mientras comían su cena.
Antes de que la luz se pudiese reflejar sobre las armas de los guerreros, una flecha salió disparada en dirección a un árbol cerca de la cima, y, un bandido que estaba sentado sobre una rama dejo caer una ballesta cargada al piso.
Como si se tratara de una señal, todos los guerreros tomaron carrera y cargaron contra el campamento sin soltar ningún grito te guerra, ni maldición o insulto, matando al primer bandido que se encontraban al frente sin darle oportunidad de reaccionar.
Klinge cargo contra dos bandidos que estaba sentados cerca de una fogata, mato al primero decapitándolo con un tajo de su espada larga antes de que pudiera desenfundar, el segundo saco un hacha de mano a tiempo para parar un corte a la cabeza, pero el espadachín lo despacho al desenfundar rápidamente su espada corta y usarla para atravesar su garganta en un rápido movimiento.
Hlodvir atravesó al primer bandido que se encontró con su lanza en el pecho, el segundo saco una porra e intento atacarlo, pero se encontró con la punta de la lanza atravesando su ojo y cerebro mientras cargaba.
Por su parte Virion ya había abatido a otros tres bandidos con su arco, y se detuvo un segundo a examinar la situación, el ataque había sido un éxito, los secuestradores habían sido tomados completamente por sorpresa, la mayoría se había dado a la fuga, y los pocos que intentaron pelear ya estaban muertos o apunto de morir, vio la jaula donde se encontraban los niños -¡allí!- señalo el elfo y fue corriendo a por los niños con Hlodvir y otros cinco guerreros detrás.
Al llegar a la jaula, varios niños con rasgos animales se abalanzaron contra los barrotes de la jaula al ver a sus salvadores, Virion puso su mano dentro de los barrotes y varios de los pequeños se aferraron desesperadamente a esta con pequeñas manos peludas.
Uno de los guerreros estuvo a punto de romper el candado que mantenía el cerrojo de la jaula cerrado con un martillo de guerra cuando se escucho un horrible alarido provenir de la cueva cercana.
El espantoso chillido no provenía de garganta de hombre o bestia alguno y era secundando por muchos otros similares, que parecían cientos debido a los ecos producidos por la cueva.
Al escuchar esto Hlodvir grito a todo pulmón -¡MURO DE ESCUDOS!- dándole vueltas a su lanza por encima de su cabeza -¡formen un círculo alrededor de la jaula, no se separen, que hay vienen!- al escuchar sus ordenes el resto de guerreros formaron un compacto circulo de escudos en forma de lágrimas, lanzas y espadas al redero de los niños, Klinge se encontró con sus dos espadas desenfundadas del lado derecho del elfo sin nombre, quien se encontraba apretado entre el espadachín y el otro elfo Nousis, al lado de este se encontraba Virion quien había preparado otra flecha en su arco, a la derecha del mercenario se encontraba el viejo Hlodvir con su lanza y escodo listos, todos estaban encarando la cueva y lo que sea que se precipitaba desde lo profundo de la misma a toda velocidad sobre ellos.
Virion soltó una leve risotada -no pensé que tendría que sacar las viejas armas de nuevo, mucho menos dar prestadas las armas de mis difuntos camaradas- aunque Virion sonriera se escuchaba un sombrío tono en su voz.
Al cabo de unos veinte minutos Hlodvir regreso con un variopinto grupo de hombres y mujeres que contaban entre todos alrededor de cuarenta personas, las edades también variaban bastante, había humanos que no parecían tener más de dieciséis años y otros que alcanzaban la mitad de los cincuenta fácilmente, había unos cuantos que no eran humanos, sino, otros tipos de hombres bestia, algunos parecían reconocer a Klinge y lo saludaron como si se tratara de un viejo amigo.
El pequeño ejercito paso a equiparse en la armería, mientras Hlodvir estaba charlando con Klinge -que bueno que decidí conservar las viejas armas de la arena eh?- dijo el viejo ya completamente equipado, escudo forma de lagrima en una mano, lanza en la otra y una espada colgando de su cinturón.
Klinge observaba al grupo de gente equipándose, salvo los mas jóvenes, por cómo se movían parecían bastante acostumbrados a estas actividades -¿de donde sacaste esta gente?- pregunto el joven espadachín.
Hlodvir soltó una fuerte risotada -algunos amigos, favores que cobrar, viejas deudas y varios voluntarios a la causa, la desgracia es madre de muchas cosas, entre ellas la solidaridad- respondió el viejo veterano con una sonrisa melancólica.
Cuando todos en el grupo estuvieran equipados y listos la comitiva salió de la ciudad rápidamente, guiados por Virion al lugar del incidente, con una marcha rápida el grupo llego en menos de un cuarto de hora y el montaraz empezó a rastrear las huellas de sus agresores.
El grupo se adentro en el bosque, Virion al frente solo, pero no tan lejos como para estar fuera del campo de visión del resto de los presentes, así pues, no alarmar a los bandidos cuando llegaran a encontrarlos, el elfo guio al grupo cada ves mas profundo en el bosque, lo que hacia a muchos tensos, era inusual que un grupo de bandidos y traficantes de esclavos fueran tan buenos en esconderse.
Ya se había puesto de noche cuando Virion le hizo señas al grupo para que se detuvieran y permanecieran ocultos, a órdenes dadas en susurros por Hlodvir, todos se ocultaron rápidamente en los escondrijos mas cercanos que pudieran encontrar, listos para sacar las armas ante la mínima amenaza.
Al cabo de unos minutos Virion regreso al grupo rápidamente y sin ruido y se escondió detrás de Hlodvir quien seguía mirando al frente -los encontré, un campamento de al menos ochenta individuos cerca de una cueva a doscientos metros de aqui- dijo con voz apenas lo bastante alta para que los más cercanos lo escucharan.
-¿y los niños?- pregunto Hlodvir sin voltearse.
-están bien, los tienen encerrados en una jaula sobre un carro en el centro del campamento- le respondió el montaraz.
El viejo Hlodvir maldijo entre dientes -no parece que podremos evitar una pelea entonces, y nos superan en número- se notaba la frustración en su voz.
Klinge, que estaba escondido detrás de un árbol a la izquierda de esos dos, decidió hablar en ese momento -tenemos la ventaja de la sorpresa, si los golpeamos rápido y con fuerza se retiraran dándonos una oportunidad de tomar a los niños y largarnos a mejor terreno antes de que puedan responder- sus manos estaba ya sobre los mangos de las espadas en su cintura, listo para desenfundar.
-solo vi un centinela, lo puedo matar sin problemas con mi arco, están muy mal armados, si llegamos en silencio causaremos muchas bajas antes de que sepan lo que ocurra- dijo Virion.
Hlodvir se dio la vuelta a mirar a su viejo amigo quien levanto su arco y asintió con la cabeza, gesto que el viejo reciproco y dio levanto su lanza en el aire unos segundos dando la orden de avanzar en silencio.
Klinge desenfundo su espada larga y se coloco el yelmo caminando al lado del viejo humano, las luces de las fogatas de la guarida de los bandidos ya eran visibles, y se podían escuchar los sínodos de los desgraciados mientras comían su cena.
Antes de que la luz se pudiese reflejar sobre las armas de los guerreros, una flecha salió disparada en dirección a un árbol cerca de la cima, y, un bandido que estaba sentado sobre una rama dejo caer una ballesta cargada al piso.
Como si se tratara de una señal, todos los guerreros tomaron carrera y cargaron contra el campamento sin soltar ningún grito te guerra, ni maldición o insulto, matando al primer bandido que se encontraban al frente sin darle oportunidad de reaccionar.
Klinge cargo contra dos bandidos que estaba sentados cerca de una fogata, mato al primero decapitándolo con un tajo de su espada larga antes de que pudiera desenfundar, el segundo saco un hacha de mano a tiempo para parar un corte a la cabeza, pero el espadachín lo despacho al desenfundar rápidamente su espada corta y usarla para atravesar su garganta en un rápido movimiento.
Hlodvir atravesó al primer bandido que se encontró con su lanza en el pecho, el segundo saco una porra e intento atacarlo, pero se encontró con la punta de la lanza atravesando su ojo y cerebro mientras cargaba.
Por su parte Virion ya había abatido a otros tres bandidos con su arco, y se detuvo un segundo a examinar la situación, el ataque había sido un éxito, los secuestradores habían sido tomados completamente por sorpresa, la mayoría se había dado a la fuga, y los pocos que intentaron pelear ya estaban muertos o apunto de morir, vio la jaula donde se encontraban los niños -¡allí!- señalo el elfo y fue corriendo a por los niños con Hlodvir y otros cinco guerreros detrás.
Al llegar a la jaula, varios niños con rasgos animales se abalanzaron contra los barrotes de la jaula al ver a sus salvadores, Virion puso su mano dentro de los barrotes y varios de los pequeños se aferraron desesperadamente a esta con pequeñas manos peludas.
Uno de los guerreros estuvo a punto de romper el candado que mantenía el cerrojo de la jaula cerrado con un martillo de guerra cuando se escucho un horrible alarido provenir de la cueva cercana.
El espantoso chillido no provenía de garganta de hombre o bestia alguno y era secundando por muchos otros similares, que parecían cientos debido a los ecos producidos por la cueva.
Al escuchar esto Hlodvir grito a todo pulmón -¡MURO DE ESCUDOS!- dándole vueltas a su lanza por encima de su cabeza -¡formen un círculo alrededor de la jaula, no se separen, que hay vienen!- al escuchar sus ordenes el resto de guerreros formaron un compacto circulo de escudos en forma de lágrimas, lanzas y espadas al redero de los niños, Klinge se encontró con sus dos espadas desenfundadas del lado derecho del elfo sin nombre, quien se encontraba apretado entre el espadachín y el otro elfo Nousis, al lado de este se encontraba Virion quien había preparado otra flecha en su arco, a la derecha del mercenario se encontraba el viejo Hlodvir con su lanza y escodo listos, todos estaban encarando la cueva y lo que sea que se precipitaba desde lo profundo de la misma a toda velocidad sobre ellos.
Klinge
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Re: [LIBRE 3/3] Un estruendoso regreso a casa. [CERRADO]
Zelas observo como la cuadrilla había aumentado, el variopinto grupo de personajes se había dispuesto a la caza de los bandidos guiados por el anciano cazador, cosa que ahora si era creíble, estuvieron en movimiento hasta entrada la noche cuando al fin se daba el fruto de la incesante búsqueda del anciano, este les hizo señas de detenerse momento en el que todos se pusieron a cubierto y aprovecharon de preparar sus armas "De acuerdo Zelas, ya sabes como llegar, haz esto bien y mas tarde podrás reclamar tus botines por la escaramuza" se dijo a si mismo mientras enganchaba un fino cable a la empuñadura de una de las cimitarras que había desenfundado, acto seguido hizo lo mismo con otra cimitarra asegurándola de la misma forma al otro brazo.
-Una batalla relámpago, me parece bien- dijo el elfo para si mismo, mientras discutían la forma de proceder, y una vez todo estuvo dicho actuaron con gran eficacia todos los presentes, Zelas emprendió la carrera al mismo tiempo que todos, su atención se dirigió a un par de bandidos que estaban al lado de la entrada de la cueva, lanzando fuertemente una de las cimitarras hacia el cuerpo de uno de los bandidos, acto seguido tiro del cable haciendo que el cuerpo del herido le hiciera el contrapeso suficiente para darle un impulso extra al elfo en la carrera, situándose de un salto entre los 2 humanos, y terminando al otro bandido con un limpio corte en el cuello. Recupero su cimitarra incrustada en el cuerpo del bandido y le dio el golpe de gracia, para luego comenzar una danza macabra, hizo girar rápidamente las cimitarras y las lanzaba hacia sus enemigos con elegantes movimientos alternando una tras otra con movimientos precisos, alcanzo a acabar con 5 mas antes de que corrieran fuera de su rango de alcance.
La operación había resultado un éxito si no fuera por los horripilantes chillidos que provenían al interior de la cueva, rápidamente todos se juntaron a proteger la jaula de los pequeños y Zelas ahora se reencontraba con caras familiares, aquellos con los que había comenzado este encargo -todo estaba saliendo demasiado bien no creen?- dijo esto ultimo con ironía mientras se ponía en guardia con las cimitarras que estaba ocupando, sea lo que fuera que saliera de la cueva el elfo no renunciaría a la diversión que esto le estaba brindando.
-Una batalla relámpago, me parece bien- dijo el elfo para si mismo, mientras discutían la forma de proceder, y una vez todo estuvo dicho actuaron con gran eficacia todos los presentes, Zelas emprendió la carrera al mismo tiempo que todos, su atención se dirigió a un par de bandidos que estaban al lado de la entrada de la cueva, lanzando fuertemente una de las cimitarras hacia el cuerpo de uno de los bandidos, acto seguido tiro del cable haciendo que el cuerpo del herido le hiciera el contrapeso suficiente para darle un impulso extra al elfo en la carrera, situándose de un salto entre los 2 humanos, y terminando al otro bandido con un limpio corte en el cuello. Recupero su cimitarra incrustada en el cuerpo del bandido y le dio el golpe de gracia, para luego comenzar una danza macabra, hizo girar rápidamente las cimitarras y las lanzaba hacia sus enemigos con elegantes movimientos alternando una tras otra con movimientos precisos, alcanzo a acabar con 5 mas antes de que corrieran fuera de su rango de alcance.
La operación había resultado un éxito si no fuera por los horripilantes chillidos que provenían al interior de la cueva, rápidamente todos se juntaron a proteger la jaula de los pequeños y Zelas ahora se reencontraba con caras familiares, aquellos con los que había comenzado este encargo -todo estaba saliendo demasiado bien no creen?- dijo esto ultimo con ironía mientras se ponía en guardia con las cimitarras que estaba ocupando, sea lo que fuera que saliera de la cueva el elfo no renunciaría a la diversión que esto le estaba brindando.
Zelas Hazelmere
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Re: [LIBRE 3/3] Un estruendoso regreso a casa. [CERRADO]
Había transcurrido el tiempo suficiente como que pudiese apreciar cada uno de los matices de haberse adentrado de nuevo en una lucha con tantos implicados. En una batalla a pequeña escala entre dos bandos demasiados desequilibrados y en el que por fortuna, se había encontrado en el lado más experimentado.
No tardó mucho en alegrarse de haber escogido no mudar sus protecciones. Un bosque nunca era un lugar adecuado para armaduras pesadas. Emboscadas, saetas, garfios, cuerdas… demasiadas variables podrían hacer desequilibrarse a los guerreros más herrados, e incapaces de colocarse en pie con presteza, era acuchillados en menos tiempo del que se emplea en la oración más sencilla.
Fue capaz aún con la situación actual de estimar el lugar, frondoso, armonioso, con ese toque que sólo pertenece a las forestas, como si encerrasen secretos del todo imposibles de observar a simple vista. Cada movimiento de una hoja, el rumor del viento a ras de la vegetación de menor altura. Y todo ello mancillado por los pies de los Hombres. Los pasos de sus acompañantes eran una música discordante, que le hicieron pensar seriamente en la incapacidad de sus enemigos para localizarles. No parecía real que nadie les estuviera escuchando, que no hubiesen apostado centinelas, vigías o algunos mercenarios como vanguardia o para dar la alarma. Ciertamente, el anciano Elfo no había olvidado la mejor forma de hacer la tarea que se había autoimpuesto. Mas no estaba solo. Y Nousis escuchaba demasiado bien el ruido de tantas armas y armaduras deambulando por el bosque. Sacudió la cabeza. Debía fiarse de la ineptitud enemiga o estarían acabados antes de llegar a la guarida de sus oponentes.
Las explicaciones de Virion mellaron en él una mezcolanza de satisfacción e incredulidad. Casi un centenar de enemigos y ninguno había razonado lo bastante para ser capaces de evitar aquello que se les venía encima. Se encogió de hombros en la oscuridad, mientras sus ojos grises trataban de acostumbrarse a la misma, paseando entre el cielo y los árboles, un lugar tan perfecto como otro cualquier para un lectura tranquila, de no ser por los cadáveres que prontamente alfombrarían la cobertura vegetal. Tomó el arco que había cogido prestado de la armería, así como tres flechas del carcaj. Él no era un líder ni se creía con el deber de proponer estrategia alguna. Una andanada de saetas por ambos flancos previa al ataque anunciado por Klinge creía que hubiese dado un mejor resultado. Mayor desorden enemigo y sin duda un buen número de bajas antes de llegar al cuerpo a cuerpo. Por ello, cuando escuchó la primera flecha y la carga furibunda de los suyos, clavó dos proyectiles en el suelo y con mecánica habilidad, llevó su primer intento hacia atrás con los tres dedos necesarios. Apuntó con cuidado, sin problema alguno gracias a la exigua distancia que le separaba de la hueste rival, acertando a uno de ellos sin protección en las extremidades inferiores, pronto rematado por uno de los miembros de su bando al clavarle un hacha en pleno pecho. El Elfo se desentendió de su objetivo en cuando vio la saeta adentrarse en la carne. Tomó las otras dos, una tras otra, disparándolas en menos de un minuto. La primera llegó a clavarse en el hombro de un oponente que portaba una armadura lo bastante recia como para no morir del mismo impacto, no obstante, sí se vio impelido hacia atrás, antes de caer cuerpo a tierra por la acometida de las tropas de Virion y Klinge. Su último intento se perdió para fortuna del infeliz mercenario, al ser empujado de una patada por uno de los rescatadores. Nousis maldijo y colocándose el arco de nuevo, desenvainó con elegancia, y portando el escudo élfico en su brazo libre, bajó el terraplén el último, con el mismo paso que si se encaminase a una actividad que no precisase para nada una mayor velocidad por su parte que un paso levemente rápido.
No tardó en comprobar que la inmensa mayoría de enemigos se habían trabado ya a vida o muerte con el grupo reunido por los ancianos. Uno de ellos se dirigió directamente a él, y portando una maza, trató de destrozarle el cráneo. El Elfo hurtó el cuerpo hacia atrás, y aprovechando la inercia del contendiente hacia adelante a causa del golpe errado, lanzó un tajo en horizontal, demasiado rápido para retirar la mano, que se llevó un profundo corte, soltando su arma con un alarido. Pasando a su lado por la derecha, Nousis le apoyó sin dejar de caminar la espada en el cuello, y grácilmente, rajó de lado a lado. El olor a sangre se intensificó en el ambiente.
El resto estaba realizando su trabajo de un modo tan eficiente que pudo echar un vistazo con parsimonia. Un nuevo enemigo corrió hacia él con hacha a una mano y escudo redondo. Parecía asustado, y el Elfo suspiró. Veía sin duda que no tardarían en ser derrotados.
El hachero golpeó con estruendo el escudo del Elfo. Varios ataques sucesivos fueron detenidos con el broquel y con la espada, pero en el rostro del mercenario no se veía la furia habitual, sus ojos sólo revelaban las emociones del soldados que pronto siente que va a tocar retirada. Y cuando Nousis miró hacia el centro de la batalla, donde los suyos habían vencido sin contemplaciones, su rival le dio la espalda echando a correr. Nousis inhaló con lentitud. Tomó una flecha y arco nuevamente, y clavando su espada en el suelo, apuntó. Expulsó el aire, y el proyectil impactó en la espalda del desgraciado, que cayó a tierra. Y el Elfo perdió todo interés en él, volviendo junto a los suyos para liberar a los niños.
Por vez primera se fijó en la caverna que oscura, comunicaba con los dioses sabían qué lugares o profundidades. Frunció el entrecejo, pues no le gustaban nada tales lugares. Fue entonces que sus manos agarraron con mayor fuerza espada y oscuro. ¿Qué demonios…?
El grito de Hlodvir fue lo único sensato en aquel momento, y aún con sus reticencias, Nousis se colocó cerca del resto. Preparado para lo que hubiera de venir.
Nousis Indirel
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Re: [LIBRE 3/3] Un estruendoso regreso a casa. [CERRADO]
Unos largos instantes de agonizante espera cayo sobre el grupo, los chillidos de antes se habían apagado y de la cueva solo se escuchaba el sonido de lo que parecían cientos de criaturas corriendo a toda velocidad en dirección a la salida.
Finalmente alcanzaron a ver lo que se les abalanzaba encima, y la vista era algo salido de una pesadilla, una horda de criaturas pálidas humanoides totalmente desnudos salían en una estampida fuera de la cueva, algunos corrían en cuatro patas otros intentaban correr sobre sus piernas sin dejar de tropezarse y rodar en el suelo, solo para volver a levantarse y repetir el proceso.
Sus cuerpos no tenían ningún rastro de pelo y estaban horriblemente demacrados, como si no hubiesen comido en meses, sus ojos rojos enfermizos estaban poseídos por una rabia animal nacida de la desesperación y el hambre, mordían el aire con sus mandíbulas, gruñían y gritaban dejando ver sus dientes vampíricos brillar bajo la luz de la luna y las fogatas.
La jauría de bestias famélicas rodeo al grupo rápidamente, cortando toda vía de retirada, mirando con ojos hambrientos a los guerreros defendiendo la jaula con los niños adentro.
Los guerreros se encontraban de nuevo superados en número a una proporción de tres a uno, pero esta ves no contaban con la ventaja del factor sorpresa ni la oportunidad de un plan de batalla, lo único que podrían hacer era confiar que el filo de sus armas y el apoyo de sus camaradas les serviría para sobrevivir este encuentro.
Las bestias empezaron a lanzar sus chillidos de nuevo, con la intención de intimidar a sus presas, Klinge respondió levantando su espada en forma de desafío y soltando un grito de guerra gutural y profundo, el resto de los guerreros lo secundaron, chocando sus armas contra sus escudos, lanzando gritos, provocaciones y maldiciones a las bestias en frente de ellos, algunos incluso mordían los bordes de sus escudos y enseñaban sus dientes imitando a las bestias en modo de burla.
De pronto el bosque se lleno de los ruidos de dos coros compitiendo el uno contra el otro en un intento de callar al rival, una de las bestias se irguió sobre sus piernas y grito a todo pulmón antes de lanzarse a la carga contra los guerreros y el resto de la jauría lo siguió en el asalto.
Una brutal pelea cuerpo a cuerpo se dio lugar, no había posibilidad de retirada, no se daría respiro ni piedad, las bestias se lanzaron de forma implacable sobre los guerreros, golpeando con horrendas garras y colmillos sobre los escudos y malla de los guerreros.
A pesar de la salvaje furia de las bestias, los guerreros resistieron sin ceder terreno, sus escudos y armaduras protegiéndolos bien de las garras de las bestias, comenzaron rápidamente a responder a los ataques de las bestias con sus armas.
Carne y cartílago e desgarraban con facilidad ante las afiladas espadas y hachas de los guerreros, los huesos se partían bajo golpe de maza y martillo, aun así las bestias parecían inmunes ante el miedo y el dolor y seguían lanzándose al frente sin pausa.
Klinge no llevaba escudo por lo cual había recibido varios golpes directos de las garras, pero su cota de malla y yelmo cumplieron con su función de forma adecuada, en medio de la pelea Klinge y Hlodvir se pusieron en medio de los elfos y las bestias, los tres elfos en sus idiosincrasias optaron por llevar armaduras demasiado ligeras para este tipo de contienda, realmente no podía culparlos, nadie podía predecir que algo así sucedería, pero eso forzó al joven espadachín y al veterano ponerse al frente y absorber varios de los ataques que venían en la dirección de los elfos.
En el espacio cerrado de la pelea, la destreza con la que normalmente luchaba el espadachín se vio inútil y simplemente se dedico a cortar carne con su espada cual carnicero con su cuchillo abatiendo a cuatro de las bestias.
La lanza de Hlodvir se había partido en los momentos iniciales de la pelea, en respuesta el anciano saco su espada de una mano, con la cual empezó a soltar brutales tajos a todo lo que se le pusiera en frente.
Por varios minutos la lucha continuo tan salvaje e implacable como empezó, los guerreros, que seguían luchando en una formación compacta de escudos y armas, no parecían recibir baja alguna, en cambio el número de las bestias había disminuido considerablemente, a pesar de todo, las criaturas seguían avanzando sin tregua.
De pronto se escucharon varios de guerra proveniente de la dirección contraria al campamento por donde el asalto de los guerreros había comenzado, los bandidos se habían reagrupado y lanzaban un contra ataque, esta vez, estaban mejor armados, por si la cosa no fuera mala, algo más parecía salir de la cueva.
Finalmente alcanzaron a ver lo que se les abalanzaba encima, y la vista era algo salido de una pesadilla, una horda de criaturas pálidas humanoides totalmente desnudos salían en una estampida fuera de la cueva, algunos corrían en cuatro patas otros intentaban correr sobre sus piernas sin dejar de tropezarse y rodar en el suelo, solo para volver a levantarse y repetir el proceso.
Sus cuerpos no tenían ningún rastro de pelo y estaban horriblemente demacrados, como si no hubiesen comido en meses, sus ojos rojos enfermizos estaban poseídos por una rabia animal nacida de la desesperación y el hambre, mordían el aire con sus mandíbulas, gruñían y gritaban dejando ver sus dientes vampíricos brillar bajo la luz de la luna y las fogatas.
La jauría de bestias famélicas rodeo al grupo rápidamente, cortando toda vía de retirada, mirando con ojos hambrientos a los guerreros defendiendo la jaula con los niños adentro.
Los guerreros se encontraban de nuevo superados en número a una proporción de tres a uno, pero esta ves no contaban con la ventaja del factor sorpresa ni la oportunidad de un plan de batalla, lo único que podrían hacer era confiar que el filo de sus armas y el apoyo de sus camaradas les serviría para sobrevivir este encuentro.
Las bestias empezaron a lanzar sus chillidos de nuevo, con la intención de intimidar a sus presas, Klinge respondió levantando su espada en forma de desafío y soltando un grito de guerra gutural y profundo, el resto de los guerreros lo secundaron, chocando sus armas contra sus escudos, lanzando gritos, provocaciones y maldiciones a las bestias en frente de ellos, algunos incluso mordían los bordes de sus escudos y enseñaban sus dientes imitando a las bestias en modo de burla.
De pronto el bosque se lleno de los ruidos de dos coros compitiendo el uno contra el otro en un intento de callar al rival, una de las bestias se irguió sobre sus piernas y grito a todo pulmón antes de lanzarse a la carga contra los guerreros y el resto de la jauría lo siguió en el asalto.
Una brutal pelea cuerpo a cuerpo se dio lugar, no había posibilidad de retirada, no se daría respiro ni piedad, las bestias se lanzaron de forma implacable sobre los guerreros, golpeando con horrendas garras y colmillos sobre los escudos y malla de los guerreros.
A pesar de la salvaje furia de las bestias, los guerreros resistieron sin ceder terreno, sus escudos y armaduras protegiéndolos bien de las garras de las bestias, comenzaron rápidamente a responder a los ataques de las bestias con sus armas.
Carne y cartílago e desgarraban con facilidad ante las afiladas espadas y hachas de los guerreros, los huesos se partían bajo golpe de maza y martillo, aun así las bestias parecían inmunes ante el miedo y el dolor y seguían lanzándose al frente sin pausa.
Klinge no llevaba escudo por lo cual había recibido varios golpes directos de las garras, pero su cota de malla y yelmo cumplieron con su función de forma adecuada, en medio de la pelea Klinge y Hlodvir se pusieron en medio de los elfos y las bestias, los tres elfos en sus idiosincrasias optaron por llevar armaduras demasiado ligeras para este tipo de contienda, realmente no podía culparlos, nadie podía predecir que algo así sucedería, pero eso forzó al joven espadachín y al veterano ponerse al frente y absorber varios de los ataques que venían en la dirección de los elfos.
En el espacio cerrado de la pelea, la destreza con la que normalmente luchaba el espadachín se vio inútil y simplemente se dedico a cortar carne con su espada cual carnicero con su cuchillo abatiendo a cuatro de las bestias.
La lanza de Hlodvir se había partido en los momentos iniciales de la pelea, en respuesta el anciano saco su espada de una mano, con la cual empezó a soltar brutales tajos a todo lo que se le pusiera en frente.
Por varios minutos la lucha continuo tan salvaje e implacable como empezó, los guerreros, que seguían luchando en una formación compacta de escudos y armas, no parecían recibir baja alguna, en cambio el número de las bestias había disminuido considerablemente, a pesar de todo, las criaturas seguían avanzando sin tregua.
De pronto se escucharon varios de guerra proveniente de la dirección contraria al campamento por donde el asalto de los guerreros había comenzado, los bandidos se habían reagrupado y lanzaban un contra ataque, esta vez, estaban mejor armados, por si la cosa no fuera mala, algo más parecía salir de la cueva.
Klinge
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Re: [LIBRE 3/3] Un estruendoso regreso a casa. [CERRADO]
Las creaturas se veían famélicas e inmundas, sus chillidos eran insoportables y la situación cada vez se volvía mas complicada, cosa que hacia a Zelas preguntarse si esto valía realmente la pena, mientras lazaba cortes que confirmaran una muerte segura recordó la mansión y las armas, "si, si lo vale, pediré un aumento después de esto" penso para si mismo, si bien era complicado moverse en esa improvisada formación, y los primeros segundos fueron inquietantes, al cabo de un tiempo el elfo reconoció que las creaturas eran mas fáciles de matar de lo que imaginaba, las cosas esas estaban tan hambrientas que bastaba con matar a uno y patearlo en dirección al resto para que lo devoraran al instante cosa que permitía que tanto Zelas como el grupo pudieran comprarse segundos valiosos.
-ja, esto lo estamos llevando mejor de lo que pensaba, quiero un aumento- dijo al momento que asesinaba y pateaba a otra de esas creaturas, el hecho de que fuera fácil no lo hacia menos agotador y después de un rato batallando este comenzaba a pasar factura, si seguían manteniendo el terreno seria el fin de todos, sobretodo por el hecho que gritos de batalla se escuchaban a lo lejos. -tenemos que movernos!, somos carne gratis si seguimos acá! empujen el carro!- habiendo dicho esto asesino a otra de las creaturas y la pateo lo mas lejos que pudo, haciendo que un grupo moderado de esas cosas fueran a devorarlo, mermando así la presión que hacían contra la cuadrilla de batalla.
-ja, esto lo estamos llevando mejor de lo que pensaba, quiero un aumento- dijo al momento que asesinaba y pateaba a otra de esas creaturas, el hecho de que fuera fácil no lo hacia menos agotador y después de un rato batallando este comenzaba a pasar factura, si seguían manteniendo el terreno seria el fin de todos, sobretodo por el hecho que gritos de batalla se escuchaban a lo lejos. -tenemos que movernos!, somos carne gratis si seguimos acá! empujen el carro!- habiendo dicho esto asesino a otra de las creaturas y la pateo lo mas lejos que pudo, haciendo que un grupo moderado de esas cosas fueran a devorarlo, mermando así la presión que hacían contra la cuadrilla de batalla.
Zelas Hazelmere
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Re: [LIBRE 3/3] Un estruendoso regreso a casa. [CERRADO]
El Elfo sintió la respiración de los Hombres a su lado y tras de sí. La tensión en la mandíbula, brazos y piernas de quienes esperaban, inquietos, a lo desconocido. Observó de reojo como alguno de los presentes hacía ademán de un inconsciente paso atrás. Ojos desencajados, nervios a flor de piel. La incredulidad y la inseguridad dominaron la escena durante unos instantes como una ola que acaricia una costa de oeste a este.
Nunca había visto seres tales en el mundo real. Sus movimientos, su frenesí alocado e inhumano, su desencajado bestialismo, presto a devorar a todo aquel que se cruzase en su camino. Nada, salvo la forma, indicaba que hubieran podido ser alguna otra cosa que los engendros con lo que en escasos instantes debería trabarse a vida o muerte.
Eran muchos, tal vez demasiados. El Elfo cerró los ojos tres segundos para alzar una plegaria a sus dioses, poco importaba si de petición de ayuda o de agradecimiento. Una mera muestra de respeto por lo que hubiera de acontecer. Tal vez esa misma noche estaría cenando mucho más cerca de ellos. Sin duda, era el temor al dolor lo que frenaba a tantos mortales del deseo de ver lo que esperaba más allá. Y la falta de Fe.
Nousis no emitió sonido alguno cuando el resto trató de templar su miedo o su furia mediante los gritos de batalla. Para él, tales demostraciones no demostraban valor ni resolución, tan sólo rituales arcaicos de épocas menos evolucionadas. El raciocinio le impedía dichas manifestaciones. Solo respiraba, buscando relajarse, antes de que su corazón precisase unos cada vez más intensos bombeos para mantenerse vivo. Vio con oscuros pensamientos como los enemigos les rodeaban sin que nadie diera orden alguna para poder evitarlo. Imaginaba que muchos de los presentes sabrían por experiencia o lógica que ante un enemigo más numeroso era necesario un lugar donde su número no fuese una ventaja. Allí sólo había servido la boca de la cueva y ya era demasiado tarde.
La primera acometida de la horda de aberraciones fue estremecedora. En absoluto parecían sentir emoción alguna salvo avidez, y no existían rivales peores que quienes no experimentaban tales sentimientos. Para ellos no un vencer o morir, sino un terrible devorar o extinguirse, como si cada dentellada pudiese concederles unos minutos más de vida. Desconocía si tal hecho sería siquiera verdad.
Un fuerte golpe intentó expulsarle de su posición, pero logró mantener el puesto a duras penas, colando su espada por un lado de su escudo, apuñalando al primer oponente. El aullido fue sonoro, y pese a ello, apenas efectivo, pues no tardó un segundo contendiente en arañar con furia su escudo, soltando un mordisco a menos de dos palmos de su rostro cubierto por el yelmo élfico. Contraatacó con un golpe de escudo, antes de volver a apuñalar. Sus aliados estaban demasiado cerca para realizar florituras de esgrima, y ello le penalizaba. No obstante, sabía que dejar un hueco sería semejante a romper un dique. Si entraban en el círculo la carnicería podría resultar espeluznante.
Frunciendo el ceño, comprobó como los dos humanos ya conocidos se colocaban delante, con sus recias armaduras. Nousis redobló sus esfuerzos, dispuesto a que ningún Humano pudiese jamás decir que le había salvado la vida.
Alzó la cabeza, sin desear dar crédito a lo que parecía llegar en forma de griterío. Mas no había otra explicación lógica. Vio como Klinge continuaba como un muro frente a las bestias, mientras el elfo desconocido farfullaba algo que no alcanzó a escuchar entre sus propios espadazos.
Comprendió que él no gozaba de la confianza de los Humanos, y no podía erigirse en líder. Gritó para hacerse oír por el mercenario.
-¡CUBRE MI PUESTO, ME OCUPARÉ DE LA RETAGUARDIA! ¡PIENSA COMO SALIR DE ÉSTA HUMANO!
Tales fueron sus palabras antes de dirigirse al otro lado del círculo, dispuesto a que sus enemigos no atravesasen la línea.
Nousis Indirel
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Re: [LIBRE 3/3] Un estruendoso regreso a casa. [CERRADO]
Klinge partió la cabeza de una de las bestias con su un golpe de su espada ancha, la furia de la batalla que se apoderaba de él se veía reflejada en el fuego de sus ojos, el cual brillaba con cada vez más intensidad, pateo con desprecio el cuerpo inerte de la bestia que acababa de dar muerte, justo a tiempo para ver como otra se le abalanzaba encima, quedando empalada a la altura del pecho por ambas espadas del guerrero.
Klinge soltó otro grito de guerra mientras arrojaba el cadáver sobre las demás bestias, estas parecían distraerse en busca de comida por unos instantes, pero por muy poco tiempo, muy poca sangre de la cual alimentarse en su camarada caído, para seguir con su asalto.
Hlodvir llego a escuchar al elfo sin nombre en toda la comisión de la pelea hablando de empujar el carro -¿estas loco?- dijo sin darse la vuelta a ver al elfo mientras daba muerte a otra bestia al partirle el cráneo -¡quien empuja el carro no podrá pelear, y en este momento no seriamos capaces de proteger a suficiente gente como para mover esta cosa!- gritaba mientras se interponía entre el elfo y otra de las bestias con su escudo, Virion aprovecho y decapito a la bestia que atacaba al anciano mientras estaba distraída.
Por su parte Nousis veía como parte de las bestias se daba la vuelta y cargaba en contra de los bandidos que se volvían a unir a la pelea, una brutal lucha cuerpo a cuerpo se dio entre los dos bandos, al principio parecía que la improvisa carga de las criaturas había tomado por sorpresa a los rufianes, pero estos estaban mejor armados, y a pesar de no combatir en una organizada formación, sus números ahora resultaban superiores y rápidamente mataron a las criaturas que les fueron a dar pelea.
De un momento a otro las horribles criaturas se encontraron rodeadas de guerreros y bandidos y en poco tiempo, la ultima de esas bestias fue despedazada bajo el acero de los combatientes.
De pronto ambos grupos se encontraron cara a cara, separados por los cadáveres de las criaturas, los guerreros aun mantenían su formación de escudos alrededor de la jaula, donde los niños se encontraban acurrucados entre ellos, temblando de miedo, los bandidos habían formado un semi circulo alrededor de los rescatistas, a pesar de su ventaja numérica, no parecían muy entusiastas de reanudar la pelea, los bandidos ya habían sufrido muchas bajas en la escaramuza inicial, su armamento no era mejor que los guerreros, que llevaban mejores protecciones, y a parte, consiguieron mantener la pelea contra las bestias sin sufrir bajas.
Por si la nueva oposición fuera poco, un hombre vestido en romas negras, que contrastaba con el peto de metal pintando rojo escarlata con el símbolo en negro de un dragón empalado en una espada salió de la cueva, so cabello negro y ondulado llegaba hasta sus hombros, sus ojos rojos observaban la escena y, desde el lado izquierdo de su cinturón, colgaban una espada larga y una ornamentada maza de guerra -mira que desastre dejaste que ocurriera- dijo el hombre de negro y rojo con tono condescendiente -acabas de causar la muerte de todas nuestras mascotas- miro al grupo de bandidos con una sonrisa a medias enseñando sus colmillos de vampiro.
-¡al cuerno con tus endemoniadas mascotas!- exclamo un corpulento hombre cargando con una hacha a dos manos y vistiendo una vieja cota de malla -¡tus malditas bestias le causaron la muerte a, mínimo, cinco de mis hombres!- recrimino el aparente líder de los bandidos mientras señalaba al vampiro con un dedo acusatorio.
El vampiro esbozo un largo suspiro mientras dejaba descansar su mano izquierda sobre el pomo de su espada, detrás de el un grupo de alrededor de unos treinta vampiros de piel pálida se formaron en una línea.
todos estaban a pecho desnudo, no llevaba protección salvo unas placas de metal negro sobre sus brazos y piernas, cargando armas de igual color que sus prendas, en ambas manos o empuñando brutales armas de dos manos.
La hueste de vampiros “berserker” era encabezada por un enorme ejemplar de mas de metro noventa de estatura, su cuerpo cubierto de cicatrices ostentaba una imponente musculatura, sus ojos color plata se paseaban por sobre los otros dos ejércitos como si estuviese buscando una presa, con una mueca de furia plasmada en su rostro miraba a sus nuevos enemigos listo para empezar la carnicería.
Un detalle de este bruto era distinguible sobre el resto, en su cabeza calva se podían ver dos orejas puntiagudas, mostrando que este vampiro guerrero se trato alguna ves de un elfo, en sus manos llevaba dos cimitarras que, junto al resto de su aspecto, parecía una vil parodia de su contraparte élfico, de hojas gruesas de metal tan negro como las pocas prendas que el y sus compañeros vestían, estas no eran armas elegantes, no se podía decir que el diseño era simplemente funcional, de hecho, parecían haber sido fabricadas con la intención de infundir miedo en el corazón de sus enemigos.
El vampiro de la pechera roja miro a su hueste con una mirada satisfecha y luego volvió a volcar su vista sobre los dos grupos de guerreros en frente suyo con una sonrisa confiada –¿tengo que suponer, entonces, que este es el final de nuestro acuerdo de negocios?- le pregunto a líder de los bandidos encogiéndose de hombros.
El líder de la banda lo fulmino con la mirada al vampiro -¡te matare con mis propias manos, marca mis palabras bien!- exclamo el bandolero levantando su hacha por encima de su cabeza.
El vampiro simplemente se volvió a encoger de hombros y dijo dirigiéndose a su campeón -masácrenlos a todos.
Con esta orden, el gigante de los vampiros lanzo un grito de guerra, y la horda de barbaros se lanzo a la carga contra los dos grupos, los bandidos también cargaron al frente y Hlodvir grito en respuesta -¡aguanten un poco más, los refuerzos están en camino!- alcanzo a decir antes de verse forzado a bloquear un golpe de lanza de uno de los bandidos con su escudo, bandido que fue partido a la mitad por el mandoble de uno de los vampiros.
Una brutal pelea a tres bandos se dio lugar, los guerreros mantenían su formación protegiendo la jaula, los bandidos y vampiros luchaban brutalmente a su alrededor -¡sabía que no vendrías aquí sin un plan de respaldo!- exclamaba Klinge mientras se encontraba trabado en un duelo con una vampiresa usando dos espadas largas.
-¿creíste que seria tan tonto para pensar que esto sería fácil?- respondió Hlodvir casi riendo mientras se entablaba en combate contra el vampiro del hacha.
Klinge soltó otro grito de guerra mientras arrojaba el cadáver sobre las demás bestias, estas parecían distraerse en busca de comida por unos instantes, pero por muy poco tiempo, muy poca sangre de la cual alimentarse en su camarada caído, para seguir con su asalto.
Hlodvir llego a escuchar al elfo sin nombre en toda la comisión de la pelea hablando de empujar el carro -¿estas loco?- dijo sin darse la vuelta a ver al elfo mientras daba muerte a otra bestia al partirle el cráneo -¡quien empuja el carro no podrá pelear, y en este momento no seriamos capaces de proteger a suficiente gente como para mover esta cosa!- gritaba mientras se interponía entre el elfo y otra de las bestias con su escudo, Virion aprovecho y decapito a la bestia que atacaba al anciano mientras estaba distraída.
Por su parte Nousis veía como parte de las bestias se daba la vuelta y cargaba en contra de los bandidos que se volvían a unir a la pelea, una brutal lucha cuerpo a cuerpo se dio entre los dos bandos, al principio parecía que la improvisa carga de las criaturas había tomado por sorpresa a los rufianes, pero estos estaban mejor armados, y a pesar de no combatir en una organizada formación, sus números ahora resultaban superiores y rápidamente mataron a las criaturas que les fueron a dar pelea.
De un momento a otro las horribles criaturas se encontraron rodeadas de guerreros y bandidos y en poco tiempo, la ultima de esas bestias fue despedazada bajo el acero de los combatientes.
De pronto ambos grupos se encontraron cara a cara, separados por los cadáveres de las criaturas, los guerreros aun mantenían su formación de escudos alrededor de la jaula, donde los niños se encontraban acurrucados entre ellos, temblando de miedo, los bandidos habían formado un semi circulo alrededor de los rescatistas, a pesar de su ventaja numérica, no parecían muy entusiastas de reanudar la pelea, los bandidos ya habían sufrido muchas bajas en la escaramuza inicial, su armamento no era mejor que los guerreros, que llevaban mejores protecciones, y a parte, consiguieron mantener la pelea contra las bestias sin sufrir bajas.
Por si la nueva oposición fuera poco, un hombre vestido en romas negras, que contrastaba con el peto de metal pintando rojo escarlata con el símbolo en negro de un dragón empalado en una espada salió de la cueva, so cabello negro y ondulado llegaba hasta sus hombros, sus ojos rojos observaban la escena y, desde el lado izquierdo de su cinturón, colgaban una espada larga y una ornamentada maza de guerra -mira que desastre dejaste que ocurriera- dijo el hombre de negro y rojo con tono condescendiente -acabas de causar la muerte de todas nuestras mascotas- miro al grupo de bandidos con una sonrisa a medias enseñando sus colmillos de vampiro.
-¡al cuerno con tus endemoniadas mascotas!- exclamo un corpulento hombre cargando con una hacha a dos manos y vistiendo una vieja cota de malla -¡tus malditas bestias le causaron la muerte a, mínimo, cinco de mis hombres!- recrimino el aparente líder de los bandidos mientras señalaba al vampiro con un dedo acusatorio.
El vampiro esbozo un largo suspiro mientras dejaba descansar su mano izquierda sobre el pomo de su espada, detrás de el un grupo de alrededor de unos treinta vampiros de piel pálida se formaron en una línea.
todos estaban a pecho desnudo, no llevaba protección salvo unas placas de metal negro sobre sus brazos y piernas, cargando armas de igual color que sus prendas, en ambas manos o empuñando brutales armas de dos manos.
La hueste de vampiros “berserker” era encabezada por un enorme ejemplar de mas de metro noventa de estatura, su cuerpo cubierto de cicatrices ostentaba una imponente musculatura, sus ojos color plata se paseaban por sobre los otros dos ejércitos como si estuviese buscando una presa, con una mueca de furia plasmada en su rostro miraba a sus nuevos enemigos listo para empezar la carnicería.
Un detalle de este bruto era distinguible sobre el resto, en su cabeza calva se podían ver dos orejas puntiagudas, mostrando que este vampiro guerrero se trato alguna ves de un elfo, en sus manos llevaba dos cimitarras que, junto al resto de su aspecto, parecía una vil parodia de su contraparte élfico, de hojas gruesas de metal tan negro como las pocas prendas que el y sus compañeros vestían, estas no eran armas elegantes, no se podía decir que el diseño era simplemente funcional, de hecho, parecían haber sido fabricadas con la intención de infundir miedo en el corazón de sus enemigos.
El vampiro de la pechera roja miro a su hueste con una mirada satisfecha y luego volvió a volcar su vista sobre los dos grupos de guerreros en frente suyo con una sonrisa confiada –¿tengo que suponer, entonces, que este es el final de nuestro acuerdo de negocios?- le pregunto a líder de los bandidos encogiéndose de hombros.
El líder de la banda lo fulmino con la mirada al vampiro -¡te matare con mis propias manos, marca mis palabras bien!- exclamo el bandolero levantando su hacha por encima de su cabeza.
El vampiro simplemente se volvió a encoger de hombros y dijo dirigiéndose a su campeón -masácrenlos a todos.
Con esta orden, el gigante de los vampiros lanzo un grito de guerra, y la horda de barbaros se lanzo a la carga contra los dos grupos, los bandidos también cargaron al frente y Hlodvir grito en respuesta -¡aguanten un poco más, los refuerzos están en camino!- alcanzo a decir antes de verse forzado a bloquear un golpe de lanza de uno de los bandidos con su escudo, bandido que fue partido a la mitad por el mandoble de uno de los vampiros.
Una brutal pelea a tres bandos se dio lugar, los guerreros mantenían su formación protegiendo la jaula, los bandidos y vampiros luchaban brutalmente a su alrededor -¡sabía que no vendrías aquí sin un plan de respaldo!- exclamaba Klinge mientras se encontraba trabado en un duelo con una vampiresa usando dos espadas largas.
-¿creíste que seria tan tonto para pensar que esto sería fácil?- respondió Hlodvir casi riendo mientras se entablaba en combate contra el vampiro del hacha.
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Re: [LIBRE 3/3] Un estruendoso regreso a casa. [CERRADO]
Como era de esperarse estaban siendo rodeados, cosa que al elfo no le parecía la mejor situación, estaban los vampiros famélicos, los bandidos ahora con un recién adquirido segundo aire, atacaban con todo a los vampiros famélicos, mas el motivo era simple, esto se volvía una guerra sin cuartel, tierra de nadie y otro bando aparecía para complicar mas las cosas.
Vampiros sin lugar a dudas superiores a las creaturas famélicas que seguían enfrentando, aquella situación no era buena, por lo que Zelas observo a los humanos -voy a entretener a algunos de nuestros nuevos invitados, sigan aguantando... lo están haciendo bien... creo(?)- acto seguido subió de un salto hacia la jaula de los niños y vio algo que llamo su atención, por lo mismo, se fue en esa dirección.
El Grupo de vampiros discutía con los bandidos cuando uno de los enemigos noto como el elfo se acercaba -tu!, si tu- dijo el elfo ante lo cual el vampiro quedo confundido, se apunto a si mismo porque no entendía del todo la situación, -tu no tarado, le hablo a la única chica que hay en el grupo- el vampiro ahora estaba mas confuso que antes, cuando fue apartado por una delicada mano, una mujer pálida como la nieve, con protecciones metálicas en sus brazos y piernas, ademas de una sola protección en uno de sus hombros, sus pechos firmes al descubierto y a diferencia de el resto, ella no estaba cubierta de cicatrices.
-No te conozco, ni tengo negocios contigo elfo- dijo mientras le apuntaba con su arma, una alabarda bastante tosca que blandía sin ningún problema con una sola mano, -quizás deberías, al fin y al cabo soy lo mejor que mi raza tiene que ofrecer, pero no me he presentado, Zelas Hazelmere, o como me llaman ahora, Zelas del Viento, no se si tu eres lo mejor que tu raza tenga que ofrecer, pero decidí arriesgarme- si la vampiresa se había molestado no lo demostró, su acompañante en cambio se preparaba para atacar al elfo cuando nuevamente ella intervino -detente... el elfo sera mio- dijo esto ultimo agitando su alabarda, a lo cual Zelas hizo girar sus cimitarras en sus manos. -eso quería escuchar-
Ambos contendientes se observaron un momento antes de el choque inicial, entonces un fuerte sonido de metal chocando resonó en la cueva, la vampiresa haciendo gala de su fuerza sobrenatural necesito solo uno de sus brazos mientras el elfo forcejeaba con sus 2 cimitarras, sin embargo al notar la diferencia Zelas se aparto con unos movimientos ágiles, la vampiresa observo con una soberbia confusión, -lo mejor que tu raza puede ofrecer?, decepcionante sin lugar a dudas-, el elfo exagero la situación llevándose una mano al pecho como si las palabras de ellas hubieran roto su corazón, acto seguido comenzó a lanzar las cimitarras, como si de pronto el malabarismo se hubiera convertido en una forma de pelear, cosa que tomo por sorpresa a la vampiresa y a algunos del grupo que observaban la pelea.
Los 2 peleadores daban lo mejor de si cuando decidieron aumentar el nivel, la vampiresa ya se había adaptado a las 2 cimitarras de el elfo, por lo que no se hizo esperar para tomar la ventaja, con un par de golpes de su alabarda creo una apertura entre las cimitarras y le asesto un poderoso golpe al elfo el cual tuvo que retroceder mas de lo que esperaba para poder absorber el golpe, de modo que no le dañara tanto, la vampiresa sorprendida aplaudió la reacción de Zelas -interesante... solo por eso te diré que aquella que te arrebatara la vida se llama Akasha- el elfo alzo una ceja mientras tiraba de los cables enganchados a sus cimitarras para traerlas nuevamente a sus manos, -tetas duras... después de ese ultimo golpe pase a rozar sin querer tu busto y no pude evitar notar que tus tetas están mas duras de lo que pensaba... y eso... eso es un rompe tratos- dijo lo ultimo al momento que giraba sus cimitarras nuevamente, salvo que en esta ocasión lanzo una tercera.
La vampiresa molesta emprendió el ataque con todo haciendo que el ataque anterior de el elfo fuera en vano, este sin tiempo de traer sus armas de regreso se vio obligado a desenvainar su ultima cimitarra con la cual logro desviar el golpe de la alabarda por los pelos. -Vulgar creatura... como te atreves- cada golpe iba cargado con rabia, Akasha sin duda se había ofendido ante lo que el elfo seguía esquivando y desviando golpes, -vaya, parece que toque un nervio... ademas de la teta por supuesto, ¿qué te ofendió mas?, el hecho que ni siquiera tome en cuenta tu nombre?, o que menospreciara tu físico de piedra?, lo admito esta lindo pero mas allá que eso.... una verdadera decepción- los ojos de Akasha enrojecidos de enojo ante una creatura tan soberbia como el elfo, que incluso acorralado podía hablar sandeces. Esto ultimo fue lo que sentencio el encuentro, ya que la vampiresa dejo caer fuertemente la alabarda, la cual el elfo esquivo y uso de apoyo para lanzarse con toda su fuerza hacia Akasha brindándole un contragolpe mortal clavando así su cimitarra en el corazón de esta, el elfo y la vampiresa cayeron uno al lado del otro.
-Lo hiciste a propósito.... maldito elfo- Zelas, cubierto de cortes superficiales, similares a rasguños se giro y se puso encima de ella, apoyando una mano en uno de los pechos de ella, mientras con la otra sujetaba la cimitarra, -las mujeres son mujeres sin importar la raza, puedes exponer tu físico de esta forma por orgullo o porque no te importa, solo aposte y tome la oportunidad.... de todas formas, jamas habría funcionado entre nosotros- dijo lo ultimo retirando la cimitarra del cuerpo de ella, la cual le dedico una ultima mirada molesta antes de morir.
Zelas sonrió para si mismo y comenzó a recolectar su armas entre el caos de los involucrados en aquel extraño campo de batalla.
Vampiros sin lugar a dudas superiores a las creaturas famélicas que seguían enfrentando, aquella situación no era buena, por lo que Zelas observo a los humanos -voy a entretener a algunos de nuestros nuevos invitados, sigan aguantando... lo están haciendo bien... creo(?)- acto seguido subió de un salto hacia la jaula de los niños y vio algo que llamo su atención, por lo mismo, se fue en esa dirección.
El Grupo de vampiros discutía con los bandidos cuando uno de los enemigos noto como el elfo se acercaba -tu!, si tu- dijo el elfo ante lo cual el vampiro quedo confundido, se apunto a si mismo porque no entendía del todo la situación, -tu no tarado, le hablo a la única chica que hay en el grupo- el vampiro ahora estaba mas confuso que antes, cuando fue apartado por una delicada mano, una mujer pálida como la nieve, con protecciones metálicas en sus brazos y piernas, ademas de una sola protección en uno de sus hombros, sus pechos firmes al descubierto y a diferencia de el resto, ella no estaba cubierta de cicatrices.
-No te conozco, ni tengo negocios contigo elfo- dijo mientras le apuntaba con su arma, una alabarda bastante tosca que blandía sin ningún problema con una sola mano, -quizás deberías, al fin y al cabo soy lo mejor que mi raza tiene que ofrecer, pero no me he presentado, Zelas Hazelmere, o como me llaman ahora, Zelas del Viento, no se si tu eres lo mejor que tu raza tenga que ofrecer, pero decidí arriesgarme- si la vampiresa se había molestado no lo demostró, su acompañante en cambio se preparaba para atacar al elfo cuando nuevamente ella intervino -detente... el elfo sera mio- dijo esto ultimo agitando su alabarda, a lo cual Zelas hizo girar sus cimitarras en sus manos. -eso quería escuchar-
Ambos contendientes se observaron un momento antes de el choque inicial, entonces un fuerte sonido de metal chocando resonó en la cueva, la vampiresa haciendo gala de su fuerza sobrenatural necesito solo uno de sus brazos mientras el elfo forcejeaba con sus 2 cimitarras, sin embargo al notar la diferencia Zelas se aparto con unos movimientos ágiles, la vampiresa observo con una soberbia confusión, -lo mejor que tu raza puede ofrecer?, decepcionante sin lugar a dudas-, el elfo exagero la situación llevándose una mano al pecho como si las palabras de ellas hubieran roto su corazón, acto seguido comenzó a lanzar las cimitarras, como si de pronto el malabarismo se hubiera convertido en una forma de pelear, cosa que tomo por sorpresa a la vampiresa y a algunos del grupo que observaban la pelea.
Los 2 peleadores daban lo mejor de si cuando decidieron aumentar el nivel, la vampiresa ya se había adaptado a las 2 cimitarras de el elfo, por lo que no se hizo esperar para tomar la ventaja, con un par de golpes de su alabarda creo una apertura entre las cimitarras y le asesto un poderoso golpe al elfo el cual tuvo que retroceder mas de lo que esperaba para poder absorber el golpe, de modo que no le dañara tanto, la vampiresa sorprendida aplaudió la reacción de Zelas -interesante... solo por eso te diré que aquella que te arrebatara la vida se llama Akasha- el elfo alzo una ceja mientras tiraba de los cables enganchados a sus cimitarras para traerlas nuevamente a sus manos, -tetas duras... después de ese ultimo golpe pase a rozar sin querer tu busto y no pude evitar notar que tus tetas están mas duras de lo que pensaba... y eso... eso es un rompe tratos- dijo lo ultimo al momento que giraba sus cimitarras nuevamente, salvo que en esta ocasión lanzo una tercera.
La vampiresa molesta emprendió el ataque con todo haciendo que el ataque anterior de el elfo fuera en vano, este sin tiempo de traer sus armas de regreso se vio obligado a desenvainar su ultima cimitarra con la cual logro desviar el golpe de la alabarda por los pelos. -Vulgar creatura... como te atreves- cada golpe iba cargado con rabia, Akasha sin duda se había ofendido ante lo que el elfo seguía esquivando y desviando golpes, -vaya, parece que toque un nervio... ademas de la teta por supuesto, ¿qué te ofendió mas?, el hecho que ni siquiera tome en cuenta tu nombre?, o que menospreciara tu físico de piedra?, lo admito esta lindo pero mas allá que eso.... una verdadera decepción- los ojos de Akasha enrojecidos de enojo ante una creatura tan soberbia como el elfo, que incluso acorralado podía hablar sandeces. Esto ultimo fue lo que sentencio el encuentro, ya que la vampiresa dejo caer fuertemente la alabarda, la cual el elfo esquivo y uso de apoyo para lanzarse con toda su fuerza hacia Akasha brindándole un contragolpe mortal clavando así su cimitarra en el corazón de esta, el elfo y la vampiresa cayeron uno al lado del otro.
-Lo hiciste a propósito.... maldito elfo- Zelas, cubierto de cortes superficiales, similares a rasguños se giro y se puso encima de ella, apoyando una mano en uno de los pechos de ella, mientras con la otra sujetaba la cimitarra, -las mujeres son mujeres sin importar la raza, puedes exponer tu físico de esta forma por orgullo o porque no te importa, solo aposte y tome la oportunidad.... de todas formas, jamas habría funcionado entre nosotros- dijo lo ultimo retirando la cimitarra del cuerpo de ella, la cual le dedico una ultima mirada molesta antes de morir.
Zelas sonrió para si mismo y comenzó a recolectar su armas entre el caos de los involucrados en aquel extraño campo de batalla.
- habilidad utilizada:
- Habilidad de nivel 0: Exasperante:(Rasgo) La perfección provoca irritabilidad en la gente, Zelas lo sabe muy bien e incluso le divierte, por lo mismo su estilo de combate se enfoca en enojar a sus enemigos para evadir y desviar con mayor exito los ataques de sus adversarios gracias a su agilidad potenciada por el poder de la luz, esperando siempre el momento adecuado para desarrollar contraataques oportunos.
Zelas Hazelmere
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Re: [LIBRE 3/3] Un estruendoso regreso a casa. [CERRADO]
La comprensión parecía haber muerto, quedando como soberana una locura tinta en sangre. No había esperado algo así cuando se dirigió velozmente a su retaguardia, dispuesto a resistir el ataque previsto. Éste no llegó, y el Elfo, armas en mano, observó el combate entre los engendros y los bandidos con una mordaz sonrisa que resultó inevitable. La victoria de los Humanos sobre las bestias devoradoras estuvo a punto de alegrarle, mas no tardó en quedar cristalino que la orgía de muerte distaba de finalizar.
Sus enemigos habían decidido adoptar una táctica ciertamente sensata, sin decidirse a reanudar las hostilidades, y el Elfo ocupó de nuevo su lugar en la línea, dispuesto a defender su metro de terreno, ahora que había terminado el virulento paréntesis. Aferró su espada y escudo, paseando la vista entre posibles objetivos a morder por su hoja, sopesando cual de ellos provocaría una mayor aflicción entre las filas de los captores, mermando su moral. No había llegado a decidirse por nadie en particular, cuando del mismo lugar que había surgido los no-muertos, se aproximaron con insultante parsimonia unos seres que distaban infinitamente de los exterminados, y aún así, en sus sonrisas comprendió su auténtica naturaleza. Un relámpago de recuerdos penetró sus pensamientos y su rostro mudó en el de una criatura que sabe con total precisión que no tiene más remedio que llevar algo a cabo, ocurra lo que ocurra. Al igual que los brujos, aunque en un escalón inferior, los vampiros eran una raza abominable, nacidos del Mal, y era su deber como fiel seguidor de sus dioses exterminar a quienes estuviera dentro de sus posibilidades de una raza tan impía. Miró al cielo, alzando una plegaria de respeto y enfocando toda la frialdad que pudo reunir en una dura mirada. Los engendros le habían asqueado, y los Humanos salteadores eran una molestia que purgar. Pero un ser vampírico con rasgos de su raza era algo imposible de perdonar. La criatura debía ser decapitada, y sus extremidades descuartizadas y clavadas en puntos distantes de aquella zona como advertencia a los de su clase.
Antes de que todo volviese a estallar, fue capaz de hilvanar unas sucintas preguntas que quedaron a duras penas a flote en el mar de su mente, la principal de las cuales no era otra que qué demonios habría podido planear el caos en el que en tales instantes nadaban a fuertes brazadas. Fueron la orden del líder demoníaco y el ataque el gigante maldito las primeras respiraciones de una nueva batalla campal que superpusieron la supervivencia propia a cualquier otra cuestión. Algo recurrente en los últimos tiempos.
Sus aliados habían trabado combate con los nuevos enemigos, así como con los antiguos, en un maremágnum de ira. Nousis apenas pudo prestar atención, pues con una impresionante arrogancia, se colocó con tres pasos enfrente al bestial vampiro cuyos rasgos se espejaban en el hijo de Sandorái. Era una burla de los dioses infernales a la pureza élfica, y éste, clavando sus ojos grises en la mirada de aquella mole que le ganaba en corpulencia y altura, se quitó el yelmo para no perder un ápice de visión periférica y lo lanzó a los pies del gigante, tomando con presteza su espada.
-¡AHORA YA SABES CON QUIEN PELEAS!- exclamó con una inmensa furia, cuyos movimientos no dejaban traslucir. Esa cosa no podía permanecer con vida. Su oponente sonrió con una suficiencia rayana en el desprecio, y para asombro del Elfo, atacó con una rapidez que si bien algo inferior a la suya, era mucho mayor que la que cabría esperar de alguien de su tamaño. Manejaba sus dos armas con una habilidad mortífera, destrozando de dos golpes bien dirigidos a uno de los guerreros que habían seguido a Klinge y Virion, que tuvo la desgracia de colocarse en un momento dado en medio de la lucha.
Nousis resistía, esquivando los tajos más brutales de su enemigo, hasta que un golpe directo detenido con el escudo le hizo volar y rodar sobre si mismo, perdiendo la protección en el proceso. Sacudiendo la cabeza algo aturdido, miró hacia arriba lo bastante rápido como parar conseguir voltearse a un lado, obviando el golpe a la tierra de una de las cimitarras del vampiro. Pateó con fuerza su rodilla, con fuerza insuficiente, y giró de nuevo sobre sí mismo, pero antes de levantarse recibió el impacto de la bota de su rival, que pese a su armadura, le cortó la respiración, haciéndole abrir los ojos del sobresalto. Era como luchar contra una gigantesca roca que además se movía con no poca celeridad.
Recuperó el equilibrio, mirando con odio a su oponente, y girando su espada sobre su propia muñeca, se puso en guardia, buscando posibles puntos débiles. Era hora de bailar. Más de cinco décadas de manejo de la espada debían rendir sus frutos en situaciones como aquella.
Esquivó un primer corte amagando con entrar por el centro, cortando él superficialmente el brazo izquierdo del vampiro y alejándose del segundo intento de éste girando sobre sí mismo, con su cabello siguiéndole un segundo más tarde. Al su alrededor la batalla vibraba, y los vencidos caían uno tras otro.
Los minutos transcurrieron entre mil heridas causadas y ninguna de consideración. Sólo el cambio en la faz del antiguo Elfo daba leves esperanzas a Nousis. Ya no se reía, ni mostraba altivez. Ahora se afanaba en conseguir partir en dos a aquel que había decidido retarle y que aún permanecía en pie ante él.
El gigante no retrocedía, y tras un golpe errado con ambas cimitarras, el Elfo entró a matar, pero incapaz de superar con su fuerza por la cercanía la armadura negra, salió presuroso de su posición aullando por un poco aparatoso corte en el hombro izquierdo, bastante contenido por sus propio equipo. Aún así, el dolor fue intenso y frío, y creyendo su victoria asegurada, el berserker atacó sin dilación, y Nousis entrevió el primer descuido del combate. Esquivando nuevamente con fortuna, llegó a colocarse a escasa distancia del costado de su enemigo, y con el pomo de su espada hacia atrás, logró asestarle un impacto con todas sus fuerzas en la boca, que crujió para placer del Elfo. El vampiro dio un traspié, y su atacante pudo contemplar como escupía al suelo, y sus labios aparecían manchados de sangre.
Nousis volvió a colocarse en guardia. Si sólo dependía de él, el combate sería extremadamente duro.
_______________________________
Habilidad utilizada: Duelista. Es un luchador solitario que privilegia las destrezas propias para el combate uno contra uno sin trampas, siendo muy hábil en asestar golpes, esquivar y neutralizar a su oponente en vez de recurrir a la sola fuerza o potencia. Maestría: Armas cortantes a una mano
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Re: [LIBRE 3/3] Un estruendoso regreso a casa. [CERRADO]
La pelea entre los tres bandos continuaba tan encarnizada como lo habían sido hasta ese momento, los bandidos estaban recibiendo las mayores bajas debido a su forma desorganizada de pelear en comparación de los guerreros, y las superiores proezas de combate de los vampiros, quienes, compensaban a sufrir bajas al chocar con el muro de escudos de los guerreros, el cual resistía ante las constantes oleadas de ataques, para la frustración de los agresores.
Dos de los vampiros se habían alejado del principal foco de violencia en busca del joven elfo que se había separado del grupo para entrar en un combate singular con una de sus compañeras, a ojos de los vampiros, a pesar de su victoria, el elfo parecía exhausto, cuando los dos berserkers se le aproximaban con armas en mano.
Una de ellas, otra vampiresa del grupo se paro en frente del elfo con una espada larga de doble filo en cada mano -felicidades por tu victoria- dijo con tono irritado mientras pateaba una de las cimitarras en el piso lejos de donde estaban como si se tratara de mera basura -tu premio es que te llevaremos con vida- dijo la chica vampira fulminando al elfo con la mirada, en apariencia se veía mas joven que la vampiresa con la que estuvo luchando antes, pero a parte de eso, no había grandes diferencias.
Detrás de ella, cargando una espada a dos manos de forma relajada sobre sus hombros, se encontraba otro vampiro hombre, menos corpulento que el campeón de la hueste, y seguramente no tan alto, sin embargo, ostentaba una imponente musculatura sin lugar a dudas, decorada con numerosas cicatrices de batalla, de las cuales, destacaba una larga cicatriz horizontal que atravesaba su pecho desde su hombro derecho hasta el costado izquierdo -¿crees que sobreviva el adoctrinamiento?- pregunto el vampiro observando al elfo con casual indiferencia.
La vampira soltó una risotada despreciativa ante la pregunta -eso no me importa en lo absoluto- dijo acercándose más al elfo -en el peor de los casos tendremos una mascota nueva, o quizás nuestra señora decida usarlo como juguete para los sirvientes- dijo con un tono malicioso mientras una sonrisa escalofriante se dibujaba en su rostro, su compañero parecía compartir sus ideas pues también sonreía de una forma escalofriante.
Desde la jaula Klinge noto como el elfo estaba en problemas y se lanzo a ayudarlo, saliendo de la formación de escudos, un bandido se interpuso en su camino y el espadachín lo despacho partiéndole el cráneo desde la coronilla hasta el mentón con su espada corta, quedando esta atascada en la cabeza del desgraciado, el mercenario descarto el arma y avanzo sin miramiento.
El espadachín esprinto hacia donde se encontraba el elfo, atravesando la distancia en meros instantes, llego con los vampiros empuñando su espada larga con ambas manos, ejecuto un poderoso tajo horizontal, dirigido a la vampira, mientras liberaba un bajo rugido gutural entre dientes que sonaba como el gruñido de un animal salvaje.
La vampira alcanzo a reaccionar a tiempo gracias a sus sentidos agudizados, parando el golpe con su espada diestra, pero a duras penas manteniendo la postura, Klinge ataco de nuevo con una estocada, a lo cual su adversaria reacciono con otra parada de su espada zurda.
Antes de que el guerrero pudiese seguir con su ofensiva, el otro vampiro se interpuso, intentando partirle la cabeza al humano con su espadón, Klinge consigue a duras penas evadir el golpe dando dos rápidos pasos hacia atrás, sacrificando su impulso anterior.
Ahora el espadachín se encontraba a la defensiva, intentando desesperadamente parar la oleada de ataques que ambos vampiros le lanzaban en contra en una rápida e interminable combinación de golpes, cortes y estocadas.
Un golpe de pomo le separa el yelmo de la cabeza, dejando solo su bandana roja encima, los ojos llameantes del espadachín se encienden aun más, desconcertando temporalmente a los vampiros. La sangre le hervía en las venas, so corazón parecía que estaba a punto de explotarle en el pecho en cualquier segundo, un gusto metálico inundo su boca de estar mordiéndose sus propias mejillas, Klinge se lanzo de vuelta a la carga con vigor renovado, mientras empezaba a reír frenéticamente, su mente estaba totalmente en blanco, no importaba nada mas que la pelea en la que se encontraba.
La vampira dio un paso atrás cuando su compañero siguió atacando, listo para continuar con su asalto, Klinge lo sorprendió a mitad de un movimiento, hundiéndole el hombro en su pecho, interrumpiendo abruptamente la secuencia de movimientos del berserker, y tumbándolo al piso con un fuerte golpe de pomo al mentón.
La vampiresa se recupero de su estupor para ayudar a su compañero, atacado ferozmente al humano con una ráfaga de cortes con sus dos espadas, Klinge respondió parando los primeros dos golpes y respondiendo con un rápido tajo, dando lugar a un feroz intercambio de ataques a alta velocidad a pocos metros de donde se encontraba el elfo.
La vampira apretaba los dientes en frustración ante la situación en la que se encontraba, el simple humano frente a ella la estaba igualando en un combate de espadas donde ella debería tener todas las ventajas.
Klinge se movía de forma experta, parando, respondiendo y volviendo parar sin desperdiciar ni un segundo, aun llevando su cuerpo al limite la sanguijuela en frente de el le ganaba en velocidad y fuerza, pero sus movimientos, si bien feroces y mortíferos, eran predecibles y burdos.
La berserker se movía como una principiante, confiando completamente que su fuerza y velocidad super humanas le ganarían la pelea, en contraste el espadachín se movía con una mortífera combinación de reflejos, ferocidad y destreza, afilados por años de entrenamiento y experiencia, esta no era ni de lejos la primera ves que Klinge se enfrentaba a un oponente que lo superaba físicamente, y no sería la última.
A pesar de su poderío físico, la vampira se encontraba a la defensiva, en un momento de descuido, esta perdió su espada diestra cuando el espadachín logro colar una estocada por detrás de su guardia, forzando a la berserker a soltar su espada para no perder varios dedos, en su distracción, el espadachín aprovecho, acercándose a la vampira hasta que estuvieran cara a cara, lanzando un golpe con la guardia de su espada a la cara de su rival, al mismo tiempo que colocaba su pie detrás de la pierna de la vampira, provocando que esta se tropezara y cayera de espaldas cuando esta intento retroceder para evadir el golpe.
Antes de que Klinge le pudiese dar el golpe de gracia a su rival, el otro vampiro se había reincorporado y se volvía a lanzar a la carga contra el blandiendo su espadón, el espadachín paro el golpe de su enemigo, dejándolo deslizar sobre la hoja de su acero, respondiendo con un tajo propio, el vampiro consiguió evitar que su cabeza fuera partida a la mitad a duras penas al interponer la guardia de su espada entre él y el filo de su enemigo.
Sin embargo, antes de que pudiesen seguir con su pelea, un grupo de alrededor de quince bandidos fue cargando contra ellos blandiendo hachas y espadas, la vampiresa se levantó, empuñando su espada restante en ambas manos -¡vámonos!- le grito a su compañero mientras se iba corriendo de regreso a la cueva, a lo que, el otro vampiro, se separo de Klinge y siguió a la vampiresa, matando a cuanto bandido se interponía en su camino.
De pronto Klinge y el elfo se encontraron rodeados por el resto de los bandidos, Klinge tomo la espada que la vampira dejo para reemplazar la que él había perdido antes, una peculiar espada larga de metal negro, con ambas espadas en mano el espadachín se paro junto al elfo -no te mueras todavía, aun tienes que darme tu nombre- le dijo con una enloquecida sonrisa en el rostro.
Mientras tanto, el campeón de los berserkers observaba a Nousis en su postura de guardia, limpiándose la boca con el dorso de la mano izquierda mientras miraba a su rival con ojos analíticos, el vampiro soltó una leve sonrisa confianzuda al ver las heridas de su cuerpo para luego soltar su cimitarra izquierda, adoptando una postura de guardia idéntica a la del elfo.
Antes de que Nousis pudiese procesar lo agravante de tal insulto, el vampiro se lanzo de vuelta al ataque, en una rápida ráfaga de golpes, combinando la destreza y coordinación típicas de un elfo, con una fuerza y velocidad supernatural en un mortífero baile de acero y violencia.
Muy contrario al brutal y simplista estilo de pelea de antes, la esgrima del bruto dejaba menos aperturas, con rápidos tajos y estocadas mesuradas que a Nousis le serian trágicamente familiares, en medio de su secuencia de ataques, el vampiro se detuvo, dejando a su rival recuperar el aliento de forma deliberada -pobre hijo de una estirpe débil- hablo con una profunda voz -acepta tu fracaso, y quizás puedas ascender hacia el verdadero poder- dijo recuperando la postura, invitando al elfo a que lo atacara.
Detrás del vampiro, Nousis pudo notar al guerrero que el berserker había matado antes poniéndose de rodillas a duras penas, el guerrero caído recogió su arma, mientras que el elfo podía notar como los rasgos humanoides de este se iban perdiendo en una forma más bestial, el licántropo le hacia señas a Nousis para que sobreviviera más tiempo mientras distraía al gigante, sus heridas le estaba dificultando la transformación, y no le seria de ayuda en ese estado.
Dos de los vampiros se habían alejado del principal foco de violencia en busca del joven elfo que se había separado del grupo para entrar en un combate singular con una de sus compañeras, a ojos de los vampiros, a pesar de su victoria, el elfo parecía exhausto, cuando los dos berserkers se le aproximaban con armas en mano.
Una de ellas, otra vampiresa del grupo se paro en frente del elfo con una espada larga de doble filo en cada mano -felicidades por tu victoria- dijo con tono irritado mientras pateaba una de las cimitarras en el piso lejos de donde estaban como si se tratara de mera basura -tu premio es que te llevaremos con vida- dijo la chica vampira fulminando al elfo con la mirada, en apariencia se veía mas joven que la vampiresa con la que estuvo luchando antes, pero a parte de eso, no había grandes diferencias.
Detrás de ella, cargando una espada a dos manos de forma relajada sobre sus hombros, se encontraba otro vampiro hombre, menos corpulento que el campeón de la hueste, y seguramente no tan alto, sin embargo, ostentaba una imponente musculatura sin lugar a dudas, decorada con numerosas cicatrices de batalla, de las cuales, destacaba una larga cicatriz horizontal que atravesaba su pecho desde su hombro derecho hasta el costado izquierdo -¿crees que sobreviva el adoctrinamiento?- pregunto el vampiro observando al elfo con casual indiferencia.
La vampira soltó una risotada despreciativa ante la pregunta -eso no me importa en lo absoluto- dijo acercándose más al elfo -en el peor de los casos tendremos una mascota nueva, o quizás nuestra señora decida usarlo como juguete para los sirvientes- dijo con un tono malicioso mientras una sonrisa escalofriante se dibujaba en su rostro, su compañero parecía compartir sus ideas pues también sonreía de una forma escalofriante.
Desde la jaula Klinge noto como el elfo estaba en problemas y se lanzo a ayudarlo, saliendo de la formación de escudos, un bandido se interpuso en su camino y el espadachín lo despacho partiéndole el cráneo desde la coronilla hasta el mentón con su espada corta, quedando esta atascada en la cabeza del desgraciado, el mercenario descarto el arma y avanzo sin miramiento.
El espadachín esprinto hacia donde se encontraba el elfo, atravesando la distancia en meros instantes, llego con los vampiros empuñando su espada larga con ambas manos, ejecuto un poderoso tajo horizontal, dirigido a la vampira, mientras liberaba un bajo rugido gutural entre dientes que sonaba como el gruñido de un animal salvaje.
La vampira alcanzo a reaccionar a tiempo gracias a sus sentidos agudizados, parando el golpe con su espada diestra, pero a duras penas manteniendo la postura, Klinge ataco de nuevo con una estocada, a lo cual su adversaria reacciono con otra parada de su espada zurda.
Antes de que el guerrero pudiese seguir con su ofensiva, el otro vampiro se interpuso, intentando partirle la cabeza al humano con su espadón, Klinge consigue a duras penas evadir el golpe dando dos rápidos pasos hacia atrás, sacrificando su impulso anterior.
Ahora el espadachín se encontraba a la defensiva, intentando desesperadamente parar la oleada de ataques que ambos vampiros le lanzaban en contra en una rápida e interminable combinación de golpes, cortes y estocadas.
Un golpe de pomo le separa el yelmo de la cabeza, dejando solo su bandana roja encima, los ojos llameantes del espadachín se encienden aun más, desconcertando temporalmente a los vampiros. La sangre le hervía en las venas, so corazón parecía que estaba a punto de explotarle en el pecho en cualquier segundo, un gusto metálico inundo su boca de estar mordiéndose sus propias mejillas, Klinge se lanzo de vuelta a la carga con vigor renovado, mientras empezaba a reír frenéticamente, su mente estaba totalmente en blanco, no importaba nada mas que la pelea en la que se encontraba.
La vampira dio un paso atrás cuando su compañero siguió atacando, listo para continuar con su asalto, Klinge lo sorprendió a mitad de un movimiento, hundiéndole el hombro en su pecho, interrumpiendo abruptamente la secuencia de movimientos del berserker, y tumbándolo al piso con un fuerte golpe de pomo al mentón.
La vampiresa se recupero de su estupor para ayudar a su compañero, atacado ferozmente al humano con una ráfaga de cortes con sus dos espadas, Klinge respondió parando los primeros dos golpes y respondiendo con un rápido tajo, dando lugar a un feroz intercambio de ataques a alta velocidad a pocos metros de donde se encontraba el elfo.
La vampira apretaba los dientes en frustración ante la situación en la que se encontraba, el simple humano frente a ella la estaba igualando en un combate de espadas donde ella debería tener todas las ventajas.
Klinge se movía de forma experta, parando, respondiendo y volviendo parar sin desperdiciar ni un segundo, aun llevando su cuerpo al limite la sanguijuela en frente de el le ganaba en velocidad y fuerza, pero sus movimientos, si bien feroces y mortíferos, eran predecibles y burdos.
La berserker se movía como una principiante, confiando completamente que su fuerza y velocidad super humanas le ganarían la pelea, en contraste el espadachín se movía con una mortífera combinación de reflejos, ferocidad y destreza, afilados por años de entrenamiento y experiencia, esta no era ni de lejos la primera ves que Klinge se enfrentaba a un oponente que lo superaba físicamente, y no sería la última.
A pesar de su poderío físico, la vampira se encontraba a la defensiva, en un momento de descuido, esta perdió su espada diestra cuando el espadachín logro colar una estocada por detrás de su guardia, forzando a la berserker a soltar su espada para no perder varios dedos, en su distracción, el espadachín aprovecho, acercándose a la vampira hasta que estuvieran cara a cara, lanzando un golpe con la guardia de su espada a la cara de su rival, al mismo tiempo que colocaba su pie detrás de la pierna de la vampira, provocando que esta se tropezara y cayera de espaldas cuando esta intento retroceder para evadir el golpe.
Antes de que Klinge le pudiese dar el golpe de gracia a su rival, el otro vampiro se había reincorporado y se volvía a lanzar a la carga contra el blandiendo su espadón, el espadachín paro el golpe de su enemigo, dejándolo deslizar sobre la hoja de su acero, respondiendo con un tajo propio, el vampiro consiguió evitar que su cabeza fuera partida a la mitad a duras penas al interponer la guardia de su espada entre él y el filo de su enemigo.
Sin embargo, antes de que pudiesen seguir con su pelea, un grupo de alrededor de quince bandidos fue cargando contra ellos blandiendo hachas y espadas, la vampiresa se levantó, empuñando su espada restante en ambas manos -¡vámonos!- le grito a su compañero mientras se iba corriendo de regreso a la cueva, a lo que, el otro vampiro, se separo de Klinge y siguió a la vampiresa, matando a cuanto bandido se interponía en su camino.
De pronto Klinge y el elfo se encontraron rodeados por el resto de los bandidos, Klinge tomo la espada que la vampira dejo para reemplazar la que él había perdido antes, una peculiar espada larga de metal negro, con ambas espadas en mano el espadachín se paro junto al elfo -no te mueras todavía, aun tienes que darme tu nombre- le dijo con una enloquecida sonrisa en el rostro.
Mientras tanto, el campeón de los berserkers observaba a Nousis en su postura de guardia, limpiándose la boca con el dorso de la mano izquierda mientras miraba a su rival con ojos analíticos, el vampiro soltó una leve sonrisa confianzuda al ver las heridas de su cuerpo para luego soltar su cimitarra izquierda, adoptando una postura de guardia idéntica a la del elfo.
Antes de que Nousis pudiese procesar lo agravante de tal insulto, el vampiro se lanzo de vuelta al ataque, en una rápida ráfaga de golpes, combinando la destreza y coordinación típicas de un elfo, con una fuerza y velocidad supernatural en un mortífero baile de acero y violencia.
Muy contrario al brutal y simplista estilo de pelea de antes, la esgrima del bruto dejaba menos aperturas, con rápidos tajos y estocadas mesuradas que a Nousis le serian trágicamente familiares, en medio de su secuencia de ataques, el vampiro se detuvo, dejando a su rival recuperar el aliento de forma deliberada -pobre hijo de una estirpe débil- hablo con una profunda voz -acepta tu fracaso, y quizás puedas ascender hacia el verdadero poder- dijo recuperando la postura, invitando al elfo a que lo atacara.
Detrás del vampiro, Nousis pudo notar al guerrero que el berserker había matado antes poniéndose de rodillas a duras penas, el guerrero caído recogió su arma, mientras que el elfo podía notar como los rasgos humanoides de este se iban perdiendo en una forma más bestial, el licántropo le hacia señas a Nousis para que sobreviviera más tiempo mientras distraía al gigante, sus heridas le estaba dificultando la transformación, y no le seria de ayuda en ese estado.
- Habilidades utilizadas::
- Primera habilidad:
Habilidad de nivel 1: Carrera de Obstáculos.
El guerrero adquiere una mejora en el movimiento siendo más rápido y ágil durante el combate. Esto se traduce en un incremento del 30% en destreza.
Duración: 3 turnos
Enfriamiento 6 turnos
Segunda habilidad:
Habilidad de nivel 0: Disparo de adrenalina.
(Gatillable) Tras pasar 4 turnos en combate el personaje adquiere un bono súbito de 30% en sus atributos físicos. Dura hasta que el combate termine, tras lo cual es personaje queda físicamente exhausto por un número de turnos equivalente a la cantidad de turnos que duro el combate luego de activar la habilidad.
Klinge
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Re: [LIBRE 3/3] Un estruendoso regreso a casa. [CERRADO]
El elfo ya había luchado demasiado, la situación le provocaba una sensación de disgusto, estaba sentado en el piso cuando escucho voces dirigiéndose a el, lo felicitaron y después patearon una de sus cimitarras, Zelas por su parte solo respondió a la otra vampiresa con un pulgar arriba bastante desganado, cuando dijeron que lo llevarían con vida el elfo simplemente levanto los brazos -adelante, estoy cansado y aburrido de esto, no opondré resistencia- completamente entregado cerro los ojos cuando escucho que seguían debatiendo a pesar de la nula resistencia de el elfo.
-me van a cargar o que?- ya con los brazos abajo el elfo observo como el humano Klinge se unía a la batalla, mientras el humano luchaba, el elfo sin ganas de continuar, camino hacia donde se encontraba otra de sus cimitarras sueltas que estaban en el piso, la tomo y la envaino, acto seguido con las otras 2 basto de tirar los cables que tenían en sus pomos para recuperarlas.
Vio al humano luchar mientras descansaba y fingía que sus heridas eran mas graves de lo que en realidad le afectaban, por lo que no se sorprendió y reprimió una carcajada en el momento que los bandidos interrumpieron la pelea y el humano le dijo que no muriera, que aun debía darle su nombre. -mi nombre es mio, jamas te lo daré(?)- dijo el elfo con una fingida molestia, aun con sus 2 cimitarras en mano procedió a abrirse paso entre los humanos, ya tenia suficiente y sentía que la paga no tenia ya sentido.
Luego de batallar y aprovechando el fulgor de la pelea que tenían los humanos, no fue tan difícil para Zelas salir del campo de batalla, para luego marchar hacia otro lugar, hastiado de la situación el elfo se marcho a buscar un lugar para descansar y tratar sus heridas.
-me van a cargar o que?- ya con los brazos abajo el elfo observo como el humano Klinge se unía a la batalla, mientras el humano luchaba, el elfo sin ganas de continuar, camino hacia donde se encontraba otra de sus cimitarras sueltas que estaban en el piso, la tomo y la envaino, acto seguido con las otras 2 basto de tirar los cables que tenían en sus pomos para recuperarlas.
Vio al humano luchar mientras descansaba y fingía que sus heridas eran mas graves de lo que en realidad le afectaban, por lo que no se sorprendió y reprimió una carcajada en el momento que los bandidos interrumpieron la pelea y el humano le dijo que no muriera, que aun debía darle su nombre. -mi nombre es mio, jamas te lo daré(?)- dijo el elfo con una fingida molestia, aun con sus 2 cimitarras en mano procedió a abrirse paso entre los humanos, ya tenia suficiente y sentía que la paga no tenia ya sentido.
Luego de batallar y aprovechando el fulgor de la pelea que tenían los humanos, no fue tan difícil para Zelas salir del campo de batalla, para luego marchar hacia otro lugar, hastiado de la situación el elfo se marcho a buscar un lugar para descansar y tratar sus heridas.
- información relevante:
- bueno con este post me retiro de el tema por situaciones que ya le explique a Klinge, fue divertido,quizas se repita, ojala no me surja otro inconveniente como ahora, por lo demás, me voy con esta canción de fondo
Zelas Hazelmere
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Re: [LIBRE 3/3] Un estruendoso regreso a casa. [CERRADO]
No terminaba. La lucha proseguía muerte tras muerte. Era auténticamente difícil distinguir cualquier otro asunto más de un segundo, si uno deseaba continuar con vida. El tiempo daba la sensación de alargarse con cada mandoble, como si cansancio y no los minutos llevasen la obligación de continuar con el avance del mundo.
El espejo deformado que constituía su enemigo resultaba algo cada vez más duro de asimilar. Transformar a uno de los suyos en algo tan grotesco… su creador merecía la más cruel de las muertes. Y él, la piedad de la espada seccionando su fuerte cuello. Apenas lo había herido y se conocía tan a la perfección que bien analizadas, sus esperanzas de victoria eran lo bastante reducidas como para sopesar la huida como una opción lógica. Nousis valoraba la frialdad, el sosiego y la calma a la hora de reaccionar, claves para salvar la vida en tantas ocasiones. No obstante, latía en él ese orgullo desmedido que en ciertas situaciones rechazaba lo más aconsejable, cuando su honor o lo que deseaba proteger estaban en peligro de muerte. Si escapaba no podría mirarse del mismo modo. Era demasiado, y sonrió, fatalista dispuesto a morir matando si era necesario. No el momento o el lugar escogido, eso era asunto de los dioses, y estos tenían sus propias intenciones.
La arrogancia del vampiro hirvió su sangre como pocas veces antes. Soltar un arma en presencia de un enemigo, estando sin duda acostumbrado al uso de las dos con las que había iniciado el combate sólo podía leerse como un desprecio enervante. Intentando calmarse, el Elfo giró su espada sobre su propia muñeca. Apenas había realizado el movimiento, cuando la amenaza cierta de perder la vida se cernió sobre él como hienas siguiendo a un cachorro moribundo. La técnica del vampiro era depurada, diestra, trabajada durante al menos tantas décadas como la suya. Pero su fuerza era sin duda mayor.
Sus intentos fracasaban sí, pero a duras penas. Algunos cortes evitando con fortuna lugares críticos asemejaban a un reloj de arena, cuyos granos eran las gotas de su propia sangre. Si todo continuaba igual, sería derrotado. Sólo la arrogancia le impedía tratar de escapar de la locura en la que el rescate se había convertido.
Un ataque seguido de una incomprensible tregua le hizo respirar profundamente. Sin perder de vista un instante a su enemigo, estallaron en sus oídos las palabras que ratificaron que sólo jugaba con él. Sólo era un entretenimiento para el gigante. Todo ello inclinó peligrosamente la balanza de su tranquilidad al lado opuesto. Tragó un grito que pugnaba por salir a causa de la frustración, y todo su odio destiló solo en sus ojos grises, y en sus palabras.
Palabras que se demoraron unos segundo más de lo que hubiese sido natural, al contemplar incrédulo como uno de los seguidores de Klinge y Virion, que creía muerto, se erguía adoptando una figura que sólo conocía de los viejos volúmenes de estudio. Impresionante.
-Fuiste Elfo, tiempo atrás- replicó Nousis señalándole con su arma- Tal vez acabes conmigo, o tal vez no- sonrió con un zorro dispuesto a enfrentarse a un lobo- Pero dado que no deberías existir en éste mundo, es mi deber tratar de borrarte de él. Guárdate tus blasfemias.
Creyendo haber comprendido a su potencial aliado, trataría de mantener la atención del vampiro en sí mismo, esquivando y defendiéndose con toda la destreza de su habilidad como duelista.
Una cuenta atrás.
Nousis Indirel
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Re: [LIBRE 3/3] Un estruendoso regreso a casa. [CERRADO]
Al ver como el elfo escapo del campo de batalla el guerrero soltó una fuerte carcajada, la cual hizo dudar momentáneamente a los bandidos que le venían en contra. “finalmente un elfo que entendía que su lugar no era el campo de batalla” pensó, antes de verse rodeado por siete u ocho malnacidos.
Klinge observo sus alrededores, estaba rodeado por enemigos y lejos de aliados, luego vio las dos espadas en sus manos, nunca habiendo sido un luchador defensivo, no empezaría ahora.
El mercenario se lanzo a por el primer bandido que tenia en frente, aun con la adrenalina de su pelea contra los vampiros aun corriendo por sus venas, los reflejos del mercenario estaban tan agudizados que sus enemigos parecían moverse a cámara lenta en ese momento.
El bandolero lanzo un golpe de hacha para frenar al espadachín, pero este puso su espada diestra en medio, desviando el golpe que caía hacia la izquierda, al mismo tiempo que soltaba una estocada a la altura de la garganta de su enemigo, el bandido levanto el escudo demasiado lento para evitar que la hoja negra de la espada atravesara su garganta de un lado al otro.
Klinge sintió una fuerte punzada en su costado izquierdo, otro de los bandidos le escabullo una puñalada de daga, que se detuvo en el cuero debajo de su cota de malla, sin lograr atravesar la piel, el espadachín le arrojo el, ahora moribundo, cuerpo de su compañero encima, provocando que ambos cayeran al piso.
Escucho el grito de otro de los bandidos que cargaba contra el con garrote en mano, el espadachín coloco el filo de su espada surda en la posición justa para que el bandido se cortara la muñeca con su propio movimiento, acto seguido, atravesó su ojo, directo al cerebro, con la espada diestra y pateo el cuerpo.
Un tercer bandido se lanzo contra el con lanza en mano, intentando enzarzarlo, Klinge se movió rápidamente al costado, haciendo que su enemigo pasara de largo, quedando ambos cara a cara a pocos centímetros el uno del otro, donde el alcance de la lanza jugaría en desventaja del bandido. Un rápido golpe de guardia a la cara, una puñalada al pie y un profundo corte a la garganta, rebanándola de lado a lado, y otro bandido caía muerto al piso.
El espadachín le dio un par de vueltas a los fierros en sus manos mientras observaba sonriente su trabajo, tres bandidos muertos en el piso, cinco en pie, observándolo aterrorizados.
Mirando la situación, los cinco se intercambiaron unas rápidas miradas y decidieron huir a la oscuridad del bosque, posiblemente la mejor decisión que tomaron esa noche.
Klinge se dio la vuelta a mirar donde la pelea era más intensa, de algún modo la línea de escudos de sus camaradas seguía en pie, desde su posición no podía distinguir cuantos habían muerto, pero parecían sufrir muy pocas bajas, en contraste los bandidos y vampiros se estaban masacrando entre ellos.
Las sanguijuelas eran muy fuertes individualmente, pero llevaban casi nada de armadura o protecciones, y luchaban de forma solitaria, muchos de ellos eran abatidos bajo la superioridad numérica de sus adversarios, justo después de infligir duras bajas en las filas enemigas.
Klinge soltó un grito de guerra gutural y se lanzo de nuevo a la pelea, uno de los pálidos guerreros se interpuso en su camino, su piel blanca estaba manchada de sangre en todos lados, saliendo de numerosas heridas en todo su cuerpo, su brazo derecho estaba cercenado a la altura del codo y su ojo izquierdo había sido extirpado y colgaba sobre su mejilla, en su mano restante agitaba una enorme hacha negra con la cual intentaba partirle la cabeza a Klinge.
El mercenario evadió el golpe, y con un tajo de su espada diestra, le cerceno la cabeza al vampiro, para luego seguir corriendo hacia la refriega principal sin siquiera darse la vuelta a mirar a su ultimo adversario caído mientras su cabeza rodaba por el piso.
Desde su posición ventajosa en la colina, el líder de los vampiros observaba la batalla con entretenimiento en su mirada, no parecía importarle en lo más mínimo cuantos de sus subordinados caían en batalla, por el contrario, cada vez que veía uno ser abatido una leve risita escapaba sus labios. De pronto los dos vampiros que lucharon contra Klinge antes llegaron y se arrodillaron a sus pies.
-lo sentimos amo, no pudimos capturar al que asesino a Akasha- dijo la chica sin atreverse a levantar la mirada para observar a su maestro mientras hablaba.
-no importa, pude ver todo lo que ocurrió, el humano resulto ser mas interesante- dijo sin apartar la mirada de la matanza abajo -de todos modos, no creo que nos llevemos a nadie hoy, prepárense para retirarnos- agrego a lo que sus secuaces asintieron al mismo tiempo sin cuestionar mientras el alcanzaba por un cuerno colgando de su cintura.
En medio de la pelea Nousis seguía en aprietos contra el gigantesco vampiro campeón, este soltó una fuerte carcajada al escuchar las palabras del elfo -exacto… ¡fui elfo en el pasado!- exclamo cerrando su mano izquierda en un puño frente a su pecho -¡débil, arrogante y estúpido como tú!- agrego señalándolo con su espada -hasta que mi señora me mostro el verdadero significado de la fuerza, desde entonces e brindado sobre los cadáveres de cientos de brujos con su propia sangre…- el vampiro se volvía a colocar en guardia listo para lanzarse de nuevo a la ofensiva -¡olvida tus patéticas nociones de vanidad y dignidad y acepta tus verdaderos motivos!- con esta última exclamación lanzo otro tajo cuando fue interrumpido por un fuerte dolor sobre el hombro derecho.
El licántropo finalmente termino su transformación y se lanzo furtivamente sobre el vampiro mordiéndolo sobre el hombro de su brazo dominante, forzándolo a soltar su espada.
Los dos comenzaron a forcejear en frente de Nousis, al principio el hombre lobo parecía tener la ventaja, pero el vampiro hizo alarde de su monstruosa fuerza, agarrando al licántropo de los pelos de la cabeza y la nuca, con ambas manos, el berserker lo arrojo por encima de su cabeza hacia el suelo de un tirón.
En su estado actual el hombre lobo podía hacer muy poco para evitar el revertirse de las tornas, pero antes de que el vampiro lo pudiese rematar, una flecha voló desde encima de la jaula de los niños en dirección a la cabeza del gigante.
El vampiro dio un paso atrás, justo a tiempo para que la flecha solo le dejara una leve cortada debajo del labio, para luego mirar en dirección de la cual habían venido la flecha.
Sobre la jaula estaba Virion, con arco en mano, y otra flecha lista en la otra -no mueras todavía…- dijo el elfo con una sonrisa confiada -ese solo fue un tiro de advertencia.
El vampiro apretó los dientes con frustración, cuando de pronto, desde la dirección opuesta a la cueva se escucho el sonido de un cuerno de guerra seguido por el ruido de caballos al galope.
Al mismo tiempo otro cuerno de guerra sonó dos veces desde la cueva, el gigante, recogió su cimitarra del suelo con su mano izquierda y, antes de dar la vuelta y retirarse dijo con odio en su voz -recen porque nunca nos volvamos a ver, o regresare vuestras cabezas a Sandorai montadas en una estaca- después se marcho abatiendo a cualquier bandido que intentara interponerse en su camino, seguido de los demás vampiros todavía capaces de huir.
Virion miro a Nousis y el licántropo en el piso -¡regresen a la fila si no quieren morir!- exclamo y el hombre lobo se levantó lo más rápido que pudo para luego, tomar a Nousis del brazo izquierdo y, a fuerza de tirones, ambos regresaron de vuelta en formación.
Después de unos instantes, desde el bosque se vio llegar una hueste de hombres a caballo, revestidos en armaduras de malla y metal, portando los colores de la guardia de Vulwulfar, Virion desenfundo su espada y grito al cielo -¡por Vulwulfar!- grito una segunda ves y el resto de guerreros lo siguieron, incluso Klinge que se encontraba de vuelta en la formación de escudos.
Los jinetes de Vulwulfar cayeron sobre los bandidos y vampiros rezagados con lanza, espada y maza, el ímpetu de su carga imposible de frenar en la confusión de la pelea, machacaron cuan poca oposición se les pusiera en frente, en poco tiempo, dispersando al resto de los bandidos que corrieron al bosque.
El capitán de los caballeros descarto su lanza rota al ver la batalla ganada -¡Hlodvir!- exclamo en dirección al grupo de guerreros -¿Hlodvir sigues con vida?- pregunto quitándose el yelmo.
-¡si maldición, sigo vivo!- dijo el anciano separándose del grupo, enfundando su espada, para luego sacarse también el yelmo así dejarse reconocer -¡pero no gracias a ustedes!- dejo caer su escudo al suelo -¡¿Qué les tomo tanto tiempo!?- grito el viejo irritado.
El capitán soltó un leve risa -con los guardias esparcidos por la ciudad me tomo tiempo ensamblar y equipar una fuerza de mis mejores hombres- respondió señalando a los jinetes que lo acompañaban.
Hlodvir arrojo el yelmo al aire en un gesto despectivo -¡escusas para holgazanear, eso es lo que me dices!- dijo antes de regresar con sus hombres.
Los soldados se debatieron si perseguir a los forajidos en retirada, pero su capitán argumento que los caballos no se moverían bien dentro del bosque, y seria peligroso perseguir vampiros en la noche, decidió ordenar a sus hombres atender a los heridos y escoltar a los niños de regreso a la ciudad.
La batalla había sido ganada y, de forma milagrosa, el grupo de guerreros improvisados de Hlodvir no había sufrido ninguna baja, aunque la mayoría se encontraba exhaustos y/o heridos, Virion pregunto por el joven elfo a Klinge frente a Nousis, pero, el mercenario exhausto, le informo mientras sentado en el piso que este había escapado de la batalla poco antes de que llegasen los refuerzos.
Klinge observo sus alrededores, estaba rodeado por enemigos y lejos de aliados, luego vio las dos espadas en sus manos, nunca habiendo sido un luchador defensivo, no empezaría ahora.
El mercenario se lanzo a por el primer bandido que tenia en frente, aun con la adrenalina de su pelea contra los vampiros aun corriendo por sus venas, los reflejos del mercenario estaban tan agudizados que sus enemigos parecían moverse a cámara lenta en ese momento.
El bandolero lanzo un golpe de hacha para frenar al espadachín, pero este puso su espada diestra en medio, desviando el golpe que caía hacia la izquierda, al mismo tiempo que soltaba una estocada a la altura de la garganta de su enemigo, el bandido levanto el escudo demasiado lento para evitar que la hoja negra de la espada atravesara su garganta de un lado al otro.
Klinge sintió una fuerte punzada en su costado izquierdo, otro de los bandidos le escabullo una puñalada de daga, que se detuvo en el cuero debajo de su cota de malla, sin lograr atravesar la piel, el espadachín le arrojo el, ahora moribundo, cuerpo de su compañero encima, provocando que ambos cayeran al piso.
Escucho el grito de otro de los bandidos que cargaba contra el con garrote en mano, el espadachín coloco el filo de su espada surda en la posición justa para que el bandido se cortara la muñeca con su propio movimiento, acto seguido, atravesó su ojo, directo al cerebro, con la espada diestra y pateo el cuerpo.
Un tercer bandido se lanzo contra el con lanza en mano, intentando enzarzarlo, Klinge se movió rápidamente al costado, haciendo que su enemigo pasara de largo, quedando ambos cara a cara a pocos centímetros el uno del otro, donde el alcance de la lanza jugaría en desventaja del bandido. Un rápido golpe de guardia a la cara, una puñalada al pie y un profundo corte a la garganta, rebanándola de lado a lado, y otro bandido caía muerto al piso.
El espadachín le dio un par de vueltas a los fierros en sus manos mientras observaba sonriente su trabajo, tres bandidos muertos en el piso, cinco en pie, observándolo aterrorizados.
Mirando la situación, los cinco se intercambiaron unas rápidas miradas y decidieron huir a la oscuridad del bosque, posiblemente la mejor decisión que tomaron esa noche.
Klinge se dio la vuelta a mirar donde la pelea era más intensa, de algún modo la línea de escudos de sus camaradas seguía en pie, desde su posición no podía distinguir cuantos habían muerto, pero parecían sufrir muy pocas bajas, en contraste los bandidos y vampiros se estaban masacrando entre ellos.
Las sanguijuelas eran muy fuertes individualmente, pero llevaban casi nada de armadura o protecciones, y luchaban de forma solitaria, muchos de ellos eran abatidos bajo la superioridad numérica de sus adversarios, justo después de infligir duras bajas en las filas enemigas.
Klinge soltó un grito de guerra gutural y se lanzo de nuevo a la pelea, uno de los pálidos guerreros se interpuso en su camino, su piel blanca estaba manchada de sangre en todos lados, saliendo de numerosas heridas en todo su cuerpo, su brazo derecho estaba cercenado a la altura del codo y su ojo izquierdo había sido extirpado y colgaba sobre su mejilla, en su mano restante agitaba una enorme hacha negra con la cual intentaba partirle la cabeza a Klinge.
El mercenario evadió el golpe, y con un tajo de su espada diestra, le cerceno la cabeza al vampiro, para luego seguir corriendo hacia la refriega principal sin siquiera darse la vuelta a mirar a su ultimo adversario caído mientras su cabeza rodaba por el piso.
Desde su posición ventajosa en la colina, el líder de los vampiros observaba la batalla con entretenimiento en su mirada, no parecía importarle en lo más mínimo cuantos de sus subordinados caían en batalla, por el contrario, cada vez que veía uno ser abatido una leve risita escapaba sus labios. De pronto los dos vampiros que lucharon contra Klinge antes llegaron y se arrodillaron a sus pies.
-lo sentimos amo, no pudimos capturar al que asesino a Akasha- dijo la chica sin atreverse a levantar la mirada para observar a su maestro mientras hablaba.
-no importa, pude ver todo lo que ocurrió, el humano resulto ser mas interesante- dijo sin apartar la mirada de la matanza abajo -de todos modos, no creo que nos llevemos a nadie hoy, prepárense para retirarnos- agrego a lo que sus secuaces asintieron al mismo tiempo sin cuestionar mientras el alcanzaba por un cuerno colgando de su cintura.
En medio de la pelea Nousis seguía en aprietos contra el gigantesco vampiro campeón, este soltó una fuerte carcajada al escuchar las palabras del elfo -exacto… ¡fui elfo en el pasado!- exclamo cerrando su mano izquierda en un puño frente a su pecho -¡débil, arrogante y estúpido como tú!- agrego señalándolo con su espada -hasta que mi señora me mostro el verdadero significado de la fuerza, desde entonces e brindado sobre los cadáveres de cientos de brujos con su propia sangre…- el vampiro se volvía a colocar en guardia listo para lanzarse de nuevo a la ofensiva -¡olvida tus patéticas nociones de vanidad y dignidad y acepta tus verdaderos motivos!- con esta última exclamación lanzo otro tajo cuando fue interrumpido por un fuerte dolor sobre el hombro derecho.
El licántropo finalmente termino su transformación y se lanzo furtivamente sobre el vampiro mordiéndolo sobre el hombro de su brazo dominante, forzándolo a soltar su espada.
Los dos comenzaron a forcejear en frente de Nousis, al principio el hombre lobo parecía tener la ventaja, pero el vampiro hizo alarde de su monstruosa fuerza, agarrando al licántropo de los pelos de la cabeza y la nuca, con ambas manos, el berserker lo arrojo por encima de su cabeza hacia el suelo de un tirón.
En su estado actual el hombre lobo podía hacer muy poco para evitar el revertirse de las tornas, pero antes de que el vampiro lo pudiese rematar, una flecha voló desde encima de la jaula de los niños en dirección a la cabeza del gigante.
El vampiro dio un paso atrás, justo a tiempo para que la flecha solo le dejara una leve cortada debajo del labio, para luego mirar en dirección de la cual habían venido la flecha.
Sobre la jaula estaba Virion, con arco en mano, y otra flecha lista en la otra -no mueras todavía…- dijo el elfo con una sonrisa confiada -ese solo fue un tiro de advertencia.
El vampiro apretó los dientes con frustración, cuando de pronto, desde la dirección opuesta a la cueva se escucho el sonido de un cuerno de guerra seguido por el ruido de caballos al galope.
Al mismo tiempo otro cuerno de guerra sonó dos veces desde la cueva, el gigante, recogió su cimitarra del suelo con su mano izquierda y, antes de dar la vuelta y retirarse dijo con odio en su voz -recen porque nunca nos volvamos a ver, o regresare vuestras cabezas a Sandorai montadas en una estaca- después se marcho abatiendo a cualquier bandido que intentara interponerse en su camino, seguido de los demás vampiros todavía capaces de huir.
Virion miro a Nousis y el licántropo en el piso -¡regresen a la fila si no quieren morir!- exclamo y el hombre lobo se levantó lo más rápido que pudo para luego, tomar a Nousis del brazo izquierdo y, a fuerza de tirones, ambos regresaron de vuelta en formación.
Después de unos instantes, desde el bosque se vio llegar una hueste de hombres a caballo, revestidos en armaduras de malla y metal, portando los colores de la guardia de Vulwulfar, Virion desenfundo su espada y grito al cielo -¡por Vulwulfar!- grito una segunda ves y el resto de guerreros lo siguieron, incluso Klinge que se encontraba de vuelta en la formación de escudos.
Los jinetes de Vulwulfar cayeron sobre los bandidos y vampiros rezagados con lanza, espada y maza, el ímpetu de su carga imposible de frenar en la confusión de la pelea, machacaron cuan poca oposición se les pusiera en frente, en poco tiempo, dispersando al resto de los bandidos que corrieron al bosque.
El capitán de los caballeros descarto su lanza rota al ver la batalla ganada -¡Hlodvir!- exclamo en dirección al grupo de guerreros -¿Hlodvir sigues con vida?- pregunto quitándose el yelmo.
-¡si maldición, sigo vivo!- dijo el anciano separándose del grupo, enfundando su espada, para luego sacarse también el yelmo así dejarse reconocer -¡pero no gracias a ustedes!- dejo caer su escudo al suelo -¡¿Qué les tomo tanto tiempo!?- grito el viejo irritado.
El capitán soltó un leve risa -con los guardias esparcidos por la ciudad me tomo tiempo ensamblar y equipar una fuerza de mis mejores hombres- respondió señalando a los jinetes que lo acompañaban.
Hlodvir arrojo el yelmo al aire en un gesto despectivo -¡escusas para holgazanear, eso es lo que me dices!- dijo antes de regresar con sus hombres.
Los soldados se debatieron si perseguir a los forajidos en retirada, pero su capitán argumento que los caballos no se moverían bien dentro del bosque, y seria peligroso perseguir vampiros en la noche, decidió ordenar a sus hombres atender a los heridos y escoltar a los niños de regreso a la ciudad.
La batalla había sido ganada y, de forma milagrosa, el grupo de guerreros improvisados de Hlodvir no había sufrido ninguna baja, aunque la mayoría se encontraba exhaustos y/o heridos, Virion pregunto por el joven elfo a Klinge frente a Nousis, pero, el mercenario exhausto, le informo mientras sentado en el piso que este había escapado de la batalla poco antes de que llegasen los refuerzos.
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