Guardando apariencias [Privado]
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Aquel lugar había resultado tan entretenido como Caín había pensado.
No era la primera vez que visitaba un prostíbulo, ni mucho menos. Sabía lo suficiente como para diferenciar los buenos de los malos, y ese estaba fácilmente entre los mejores que había visto. Como era de esperar, había más mujeres que hombres, pero aun así había logrado encontrar algo a su gusto... un par de veces, como mínimo.
Sin embargo, aquella vez estaba allí por otro motivo. El ilusionista había llevado su papel de hombre lagarto. Ralgar Davalom, un noble dracónico con cierto gusto por las apuestas y determinados juegos de cartas. Como había aprendido, Ciudad Lagarto era la clase de lugar en el que ganaba quien mejores trampas hacía. Perfecto para alguien como él. Estaba sentado en una de las mesas individuales, pero había algo en su postura...
Era la pose de alguien que estaba esperando. Si bien no se mostraba impaciente, estaba dispuesto a levantarse en cualquier momento. Aun así, intentaba que no fuese demasiado evidente.
Reconocía un par de caras en la sala... y no solo caras, a decir verdad. Ralgar se limitó a esbozar aquella sonrisa suya a los que miraban en su dirección. Jugueteó con el bastón en su mano, haciendo girar el adorno de plata. No debía distraerse demasiado, por difícil que resultase. Estaba allí por un motivo.
Matthew Owens.
El hombre más conocido en Ciudad Lagarto. Aunque el lugar en sí era algo menos ordenado que cualquier otro reino, su nombre seguía teniendo poder. El que no hubiese sido asesinado o secuestrado hasta el momento era suficiente para convencerlo de que era alguien cuyo rostro merecía recordar. Y, como no, su oficina estaba allí. Definitivamente debía saber divertirse.
O, bueno, quizás fuese simplemente un pervertido. Probablemente ambas cosas eran ciertas.
Fuera como fuese, aquella pequeña mujer llamada Brenda le había dado una cita con el Virrey. Caín miró su reloj de bolsillo. Aún faltaban cinco minutos, y le daba la sensación de que alguien como Owens tardaría otros treinta. Sería una reunión de negocios, lo cual había parecido interesar a la mujer. En cierta forma, aquello no era mentira.
El dracónico suspiró y giró su mirada hacia la presentación que había en aquel momento. Quizás tuviese tiempo para una copa o dos.
[. . .]
Cuarenta minutos más tarde, el brujo empezaba a tener una impresión ligeramente más clara de Owens. Había hecho algunas preguntas al respecto, y su persona favorita en aquel prostíbulo le había comentado cierto número de cosas, varias de ellas con connotaciones "interesantes".
No sabía cuanto de verdadero tendría todo aquello. Podían ser rumores, o podían estar tomándole el pelo. Algunos decían que era mitad vampiro. Otros, que tenía un hermano gemelo llamado Giorgito Buchón. La mayoría de los demás hablaban sobre tamaños. El lagarto rió gentilmente ante aquello. Y entonces, el presunto semivampiro apareció.
Caín apoyó su bastón en el suelo y se levantó a saludarlo, ofreciéndole su escamosa mano.
-Matthew Owens. Encantado. Soy Ralgar Davalom.- sonrió, mirándole a los ojos. -Debo decir, no hay nada como ser un lagarto en Ciudad Lagarto.- rió. No hizo ningún comentario respecto a su tardanza.
-¿Podemos hablar en su oficina? ¿O quizás prefiera algo más casual?- ofreció. Prefería lo primero. Necesitaba cierta privacidad para aquello, pero no le importaba esperar hasta el momento idóneo. En papeles como aquel, sabía ser paciente.
Caín Dalamud
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Re: Guardando apariencias [Privado]
El interrogatorio estaba tomando más tiempo del que a Matthew le gustaría. Ciertamente también disfrutaría más sí fuera él quien estuviera haciendo las preguntas, pero no era el caso, en esa oportunidad era su turno de contestar, y sí no lo hacía de forma convincente podrían haber consecuencias... Dolorosas consecuencias.
“¿Tu lo mataste?” “¿Me crees capaz de algo así?” “Por supuesto que sí” “Pero yo no lo hice” “Ordenaste que lo mataran entonces” “Jamás di semejante orden” “¿Sabes dónde está su cuerpo?” “¿Por qué sabría algo como eso?” “No estás respondiendo” “No, no tengo la menor idea..”
Y el diálogo se repetía una y otra vez, tan solo se interrumpía cuando querían reafirmar la seriedad del asunto con algún golpe al estómago o algo similar “Hasta para esto son poco creativos” pensó con sarcasmo el Estafador. Solo había una persona que tenía más autoridad que Matt en esa ciudad, y ese era Lazid. Aparentemente sospechaba que Owens había matado a algún informante que era importante para él, ambos gobernantes por lo general no se hablaban pero cuando había ese tipo de malentendidos el Hombre-Lagarto se aseguraba de hacerle saber a Matthew quien era el verdadero Rey.
La cuestión: ¿Había sido Matt quien mató al informante?
Sí, pero no. Como el humano era muy buen mentiroso Lazid había buscado a unos consejeros que eran condenadamente buenos para descubrir si alguien mentía. Las primeras veces lo habían agarrado desprevenido, pero ahora estaba preparado, y había encontrado la manera de poder pasar los controles, simplemente era cuestión de pensar muy bien antes de hacer algo y desligarse de tantas tareas como fuera posible.
Regresó al prostíbulo sintiéndose bastante adolorido, Brenda lo recibió con una taza de poción curativa en las manos.
-Alguien te espera - Dijo mientras lo miraba de arriba a abajo - ¿Quieres cambiarte antes de ir? Aparentemente es un noble -
-¿Qué hace un noble en Ciudad Lagarto? - Hizo un gesto de asco al beber la poción - ¿Tiene algún fetiche raro que solo puede encontrar aquí? -
-No lo sé, pero solicito una reunión y no parecía del tipo de persona que acepta un “no” por respuesta -
-Todos los nobles son iguales... - En cualquier caso, tendría que esperar, Matthew quería que las heridas en su cuerpo sanaran un poco y además tenía que cambiarse. Pasó por los vestidores de las muchachas y fue hacía un placar en particular que tenía ropa suya. Como no conocía al visitante elegiría algo que no fuera demasiado llamativo y evaluaría sobre la marcha qué tanto del papel de Matthew Owens tendría que interpretar.
Se presentó con su brillante sonrisa en el salón del prostíbulo, como si no le hubiesen estado dando una paliza un rato antes de llegar allí.
-El placer es mío - Respondió a las formalidades mientras apretaba su mano. Rió con el comentario - Debe ser el peor nombre de ciudad de todo Aerandir - Se encogió de hombros - Pero se hace lo que el Rey ordena -
Cuando el dracónico hizo su pedido la mente de Matt evaluó varias posibilidades rápidamente, lo único que pudo delatarlo fue un pestañeo que duró medio segundo más de lo normal.
-Por supuesto, vayamos a mi oficina, hay demasiado ruido aquí - Y oídos, y ojos.
Hizo que lo siguiera por las escaleras hasta la puerta disimulada como un panel más de la pared, subieron nuevamente por una escalera estrecha y llegaron finalmente a la oficina. Matt le señaló la silla de invitados en el escritorio y tomó su lugar del otro lado. Internamente se preguntó sí no estaría Einar por algún lado, el Bio era escalofriantemente silencioso cuando quería.
-Bien, usted dirá ¿Qué lo trae aquí? ¿Qué puedo hacer para que nos ayudemos mutuamente? - Entrecruzo los dedos y se quedó observando fijamente mientras le respondía, evaluando cada una de sus palabras.
“¿Tu lo mataste?” “¿Me crees capaz de algo así?” “Por supuesto que sí” “Pero yo no lo hice” “Ordenaste que lo mataran entonces” “Jamás di semejante orden” “¿Sabes dónde está su cuerpo?” “¿Por qué sabría algo como eso?” “No estás respondiendo” “No, no tengo la menor idea..”
Y el diálogo se repetía una y otra vez, tan solo se interrumpía cuando querían reafirmar la seriedad del asunto con algún golpe al estómago o algo similar “Hasta para esto son poco creativos” pensó con sarcasmo el Estafador. Solo había una persona que tenía más autoridad que Matt en esa ciudad, y ese era Lazid. Aparentemente sospechaba que Owens había matado a algún informante que era importante para él, ambos gobernantes por lo general no se hablaban pero cuando había ese tipo de malentendidos el Hombre-Lagarto se aseguraba de hacerle saber a Matthew quien era el verdadero Rey.
La cuestión: ¿Había sido Matt quien mató al informante?
Sí, pero no. Como el humano era muy buen mentiroso Lazid había buscado a unos consejeros que eran condenadamente buenos para descubrir si alguien mentía. Las primeras veces lo habían agarrado desprevenido, pero ahora estaba preparado, y había encontrado la manera de poder pasar los controles, simplemente era cuestión de pensar muy bien antes de hacer algo y desligarse de tantas tareas como fuera posible.
Regresó al prostíbulo sintiéndose bastante adolorido, Brenda lo recibió con una taza de poción curativa en las manos.
-Alguien te espera - Dijo mientras lo miraba de arriba a abajo - ¿Quieres cambiarte antes de ir? Aparentemente es un noble -
-¿Qué hace un noble en Ciudad Lagarto? - Hizo un gesto de asco al beber la poción - ¿Tiene algún fetiche raro que solo puede encontrar aquí? -
-No lo sé, pero solicito una reunión y no parecía del tipo de persona que acepta un “no” por respuesta -
-Todos los nobles son iguales... - En cualquier caso, tendría que esperar, Matthew quería que las heridas en su cuerpo sanaran un poco y además tenía que cambiarse. Pasó por los vestidores de las muchachas y fue hacía un placar en particular que tenía ropa suya. Como no conocía al visitante elegiría algo que no fuera demasiado llamativo y evaluaría sobre la marcha qué tanto del papel de Matthew Owens tendría que interpretar.
- Ropa:
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Se presentó con su brillante sonrisa en el salón del prostíbulo, como si no le hubiesen estado dando una paliza un rato antes de llegar allí.
-El placer es mío - Respondió a las formalidades mientras apretaba su mano. Rió con el comentario - Debe ser el peor nombre de ciudad de todo Aerandir - Se encogió de hombros - Pero se hace lo que el Rey ordena -
Cuando el dracónico hizo su pedido la mente de Matt evaluó varias posibilidades rápidamente, lo único que pudo delatarlo fue un pestañeo que duró medio segundo más de lo normal.
-Por supuesto, vayamos a mi oficina, hay demasiado ruido aquí - Y oídos, y ojos.
Hizo que lo siguiera por las escaleras hasta la puerta disimulada como un panel más de la pared, subieron nuevamente por una escalera estrecha y llegaron finalmente a la oficina. Matt le señaló la silla de invitados en el escritorio y tomó su lugar del otro lado. Internamente se preguntó sí no estaría Einar por algún lado, el Bio era escalofriantemente silencioso cuando quería.
-Bien, usted dirá ¿Qué lo trae aquí? ¿Qué puedo hacer para que nos ayudemos mutuamente? - Entrecruzo los dedos y se quedó observando fijamente mientras le respondía, evaluando cada una de sus palabras.
Matthew Owens
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Re: Guardando apariencias [Privado]
El dracónico siguió a Matthew y tomó asiento. Sus primeras palabras iban a ser importantes. Tenía que saber enganchar a su público, después de todo. En un caso como aquel... si. Usaría las armas de asedio.
-Creo que eso de ser Rey está sobrevalorado. Lo digo por experiencia. Yo también fui uno.- aseguró, reclinándose sobre su asiento. -Por eso he venido a hablar con Matthew Owens. Pero primero...- Caín sacó una moneda de su bolsillo y la puso sobre su pulgar.
-¿Cara, o cruz?- preguntó antes de lanzar la moneda. Sólo había tres resultados posibles. Cuatro, si se negaba a jugar. Caín estaba preparado para hacer que la respuesta de Owens fuese la correcta, incluso si era esta última. Su telekinesis hacía que el juego resultase trivial, después de todo. -Muy bien. Ahora... otra vez.-
El dracónico volvió a lanzar la moneda al aire. Esta vez, la cogió al vuelo y la dejó sobre la mesa. El resultado... era un seis. Donde antes había una moneda ahora había un dado de seis caras.
-Voy a hacer la terrible presunción de que uno no llega a Virrey jugando limpio.- dijo el ilusionista. -Lo sé, lo sé... terrible osadía. Pero es tan sencillo ganar cuando la otra persona sólo ve lo que quieres mostrar, ¿hmm?- Le daba la sensación de que Owens y él mismo no eran muy distintos entre sí. O quizás solo fuese aquel papel en si.
Fue por eso que, con un parpadeo, tomó la apariencia del hombre frente a él. [1] Caín entrecruzó los dedos, imitando la postura que había tomado Matthew momentos atrás. Su sonrisa se ensanchó.
-Tiene una mancha aquí, por cierto.- dijo, pasándose el dedo cerca de la barba. La que estaba en su propio rostro desapareció. -Creo que puede imaginar la cantidad de posibilidades que se han abierto. Soy un hombre de muchos talentos, como puede ver. También uno inmensamente atractivo.- Los halagos nunca venían de más, después de todo.
-Por nombrar algunas... No sólo podría hacer de doble en cosas aburridas y molestas. Puedo ser quien quiera ser. Real o inventado, amigo o enemigo, de cualquier raza o sexo.- presumió. Por supuesto, aquello solo era el principio. -Infiltración, robo, sabotaje, espionaje... por supuesto, prefiero las cosas más divertidas. Por eso he venido aquí. Creo que este sitio es perfecto para entretenerme.- Le guiñó el ojo. Le daba la sensación de que aquello valdría la pena.
Aun así, era una baza peligrosa. Revelar lo que podía hacer sin estar seguro de como reaccionaría... podía salir mal. Pero era un riesgo calculado. En el peor de los casos tendría que hacer su salida.
Por supuesto, siempre tenía el plan B.
[1] Habilidad: Tengo tu nariz.
-Creo que eso de ser Rey está sobrevalorado. Lo digo por experiencia. Yo también fui uno.- aseguró, reclinándose sobre su asiento. -Por eso he venido a hablar con Matthew Owens. Pero primero...- Caín sacó una moneda de su bolsillo y la puso sobre su pulgar.
-¿Cara, o cruz?- preguntó antes de lanzar la moneda. Sólo había tres resultados posibles. Cuatro, si se negaba a jugar. Caín estaba preparado para hacer que la respuesta de Owens fuese la correcta, incluso si era esta última. Su telekinesis hacía que el juego resultase trivial, después de todo. -Muy bien. Ahora... otra vez.-
El dracónico volvió a lanzar la moneda al aire. Esta vez, la cogió al vuelo y la dejó sobre la mesa. El resultado... era un seis. Donde antes había una moneda ahora había un dado de seis caras.
-Voy a hacer la terrible presunción de que uno no llega a Virrey jugando limpio.- dijo el ilusionista. -Lo sé, lo sé... terrible osadía. Pero es tan sencillo ganar cuando la otra persona sólo ve lo que quieres mostrar, ¿hmm?- Le daba la sensación de que Owens y él mismo no eran muy distintos entre sí. O quizás solo fuese aquel papel en si.
Fue por eso que, con un parpadeo, tomó la apariencia del hombre frente a él. [1] Caín entrecruzó los dedos, imitando la postura que había tomado Matthew momentos atrás. Su sonrisa se ensanchó.
-Tiene una mancha aquí, por cierto.- dijo, pasándose el dedo cerca de la barba. La que estaba en su propio rostro desapareció. -Creo que puede imaginar la cantidad de posibilidades que se han abierto. Soy un hombre de muchos talentos, como puede ver. También uno inmensamente atractivo.- Los halagos nunca venían de más, después de todo.
-Por nombrar algunas... No sólo podría hacer de doble en cosas aburridas y molestas. Puedo ser quien quiera ser. Real o inventado, amigo o enemigo, de cualquier raza o sexo.- presumió. Por supuesto, aquello solo era el principio. -Infiltración, robo, sabotaje, espionaje... por supuesto, prefiero las cosas más divertidas. Por eso he venido aquí. Creo que este sitio es perfecto para entretenerme.- Le guiñó el ojo. Le daba la sensación de que aquello valdría la pena.
Aun así, era una baza peligrosa. Revelar lo que podía hacer sin estar seguro de como reaccionaría... podía salir mal. Pero era un riesgo calculado. En el peor de los casos tendría que hacer su salida.
Por supuesto, siempre tenía el plan B.
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[1] Habilidad: Tengo tu nariz.
Caín Dalamud
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Re: Guardando apariencias [Privado]
Muchas cosas hacían que Matt sospechara del invitado. Para empezar, su seguridad, alguien más bien podría confundirse y pensar que se trataba de simple confianza de noble que jamás ha conocido los peligros que el mundo puede ofrecerle. Pero el Virrey tenía ya muchos años realizando estafas y algo le decía que no se trataba de eso, quizás era la forma en que parecía cuidar cada uno de sus gestos y palabras, o tal vez el hecho de que no parecía estar sorprendido de estar allí.
Solo por las dudas, Matthew hizo un repaso mental de donde tenía todas sus armas escondidas. Iba a responder a lo de ser Rey cuando el invitado sacó una moneda, una simple y mundana moneda “¿Cuántas veces has estafado a personas con algo así de sencillo?” se preguntó a si mismo el Humano, recordando viejas épocas. Había varios trucos para poder engañar a la gente con ese tipo de cosas, una mezcla de juego mental y algo de prestidigitación.
-Va a ser más sencillo sí me dice que salió antes de mostrar el resultado digamos unas... Cinco veces seguidas, o siete. Estoy seguro que sí eligió este juego como su carta ganadora es porque lo tiene muy bien preparado - Lo de cambiar la moneda por un dado había sido un buen truco, Matthew se sintió en la obligación de admitirlo, mostrando así respeto de Estafador a Estafador - Eso fue divertido ¿Qué más tiene? - Sonrió y en su mirada se vislumbraba la astucia - Ha captado mi interés ¿Quiere algo de beber? ¿Qué le parece un poco de té? -
Owens había hecho instalar una soga al costado de su escritorio que al tirar hacía sonar una campana en el primer piso, donde estaba la cocina, de esa manera las muchachas del servicio sabían cuando el Virrey quería que le llevaran algo a la oficina. Era bastante regular tanto con sus horarios como con las cosas que le gustaba consumir, más allá de tener el tiempo invertido por culpa de su maldición, todo era más o menos predecible.
-En los años que llevo aquí, me han preguntado muchísimas veces cómo era posible que un Humano sin ninguna habilidad en especial llegara a Virrey - Apoyó el codo en la mesa y la cabeza en la mano, acercándose así un poco más el dracónico - Por el momento dejare espacio a las conjeturas. Tengo la sensación de que estoy frente a alguien que conoce el valor de las palabras, y de hacer equilibrio entre lo que se dice y lo que se calla -
En tan solo un instante Matthew se estaba mirando a sí mismo con mayor nitidez de la que podría conseguir en los mejores espejos de todo Aerandir, era simplemente un doble exacto. Abrió grandes los ojos y se quedó mudo, su mente intentaba procesar lo que estaba pasando ¿Cómo era posible algo así? Recordó algunas ocasiones en el pasado en que había hecho algo similar.
-Ciertamente puedo ver cual es su punto - Se peinó la barba con dos dedos mientras pensaba qué preguntar primero - ¿Es un cambio físico real? ¿O solo le hace creer a la persona que se ves así? Por diferentes motivos han llegado a mis manos objetos que me permitían realizar transformaciones parecidas, pero siempre era algo momentáneo y una vez que los usaba perdían su poder - Se puso en pie y comenzó a caminar alrededor, concentrándose en los detalles - Tengo muchas preguntas ahora mismo pero... -
Se escuchó que tocaban a la puerta, Matthew ya estaba de pie así que dio un par de zancadas y atendió antes de que la muchacha del servicio pudiera entrar, no quería que NADIE supiera lo que se estaba tramando allí adentro.
-Gracias Querida, yo me encargo - Le agarró la bandeja y cerró la puerta sin más. Dejó todo el servicio de té sobre el escritorio - ¿Qué tan fuerte le gusta el té? ¿Azúcar? - Cuando terminó de servir ambas tazas volvió a sentarse - Dígame ¿Cuánto tiempo lleva en la ciudad? - Comenzó a revolver su té con ceremoniosa lentitud.
Solo por las dudas, Matthew hizo un repaso mental de donde tenía todas sus armas escondidas. Iba a responder a lo de ser Rey cuando el invitado sacó una moneda, una simple y mundana moneda “¿Cuántas veces has estafado a personas con algo así de sencillo?” se preguntó a si mismo el Humano, recordando viejas épocas. Había varios trucos para poder engañar a la gente con ese tipo de cosas, una mezcla de juego mental y algo de prestidigitación.
-Va a ser más sencillo sí me dice que salió antes de mostrar el resultado digamos unas... Cinco veces seguidas, o siete. Estoy seguro que sí eligió este juego como su carta ganadora es porque lo tiene muy bien preparado - Lo de cambiar la moneda por un dado había sido un buen truco, Matthew se sintió en la obligación de admitirlo, mostrando así respeto de Estafador a Estafador - Eso fue divertido ¿Qué más tiene? - Sonrió y en su mirada se vislumbraba la astucia - Ha captado mi interés ¿Quiere algo de beber? ¿Qué le parece un poco de té? -
Owens había hecho instalar una soga al costado de su escritorio que al tirar hacía sonar una campana en el primer piso, donde estaba la cocina, de esa manera las muchachas del servicio sabían cuando el Virrey quería que le llevaran algo a la oficina. Era bastante regular tanto con sus horarios como con las cosas que le gustaba consumir, más allá de tener el tiempo invertido por culpa de su maldición, todo era más o menos predecible.
-En los años que llevo aquí, me han preguntado muchísimas veces cómo era posible que un Humano sin ninguna habilidad en especial llegara a Virrey - Apoyó el codo en la mesa y la cabeza en la mano, acercándose así un poco más el dracónico - Por el momento dejare espacio a las conjeturas. Tengo la sensación de que estoy frente a alguien que conoce el valor de las palabras, y de hacer equilibrio entre lo que se dice y lo que se calla -
En tan solo un instante Matthew se estaba mirando a sí mismo con mayor nitidez de la que podría conseguir en los mejores espejos de todo Aerandir, era simplemente un doble exacto. Abrió grandes los ojos y se quedó mudo, su mente intentaba procesar lo que estaba pasando ¿Cómo era posible algo así? Recordó algunas ocasiones en el pasado en que había hecho algo similar.
-Ciertamente puedo ver cual es su punto - Se peinó la barba con dos dedos mientras pensaba qué preguntar primero - ¿Es un cambio físico real? ¿O solo le hace creer a la persona que se ves así? Por diferentes motivos han llegado a mis manos objetos que me permitían realizar transformaciones parecidas, pero siempre era algo momentáneo y una vez que los usaba perdían su poder - Se puso en pie y comenzó a caminar alrededor, concentrándose en los detalles - Tengo muchas preguntas ahora mismo pero... -
Se escuchó que tocaban a la puerta, Matthew ya estaba de pie así que dio un par de zancadas y atendió antes de que la muchacha del servicio pudiera entrar, no quería que NADIE supiera lo que se estaba tramando allí adentro.
-Gracias Querida, yo me encargo - Le agarró la bandeja y cerró la puerta sin más. Dejó todo el servicio de té sobre el escritorio - ¿Qué tan fuerte le gusta el té? ¿Azúcar? - Cuando terminó de servir ambas tazas volvió a sentarse - Dígame ¿Cuánto tiempo lleva en la ciudad? - Comenzó a revolver su té con ceremoniosa lentitud.
Matthew Owens
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Re: Guardando apariencias [Privado]
El falso Virrey sonrió ante la reacción del verdadero. Aquello empezaba a parecer un éxito. Definitivamente había despertado su curiosidad...
Lo cual era peligroso.
Había dos tipos de personas con las que siempre había que tener cuidado. Los escépticos eran los más comunes: aquellos que sospechaban, que tenían dudas o que simplemente creían que había algo raro. Con ellos, un paso en falso podía empeorar mucho las cosas.
El segundo tipo era gente como él mismo. Charlatanes, mentirosos, y demás personajes traicioneros. Aquellos podían fingir dejarse engañar con completa naturalidad. No podía bajar la guardia frente a alguien así. Por supuesto, el propio Owens debía estar al tanto de aquello.
Su sonrisa no flaqueó un segundo. Le encantaba ese juego.
-Tan real como un recuerdo.- dijo, respondiendo a su pregunta. Se acomodó en la silla, disfrutando del escrutinio de Owens. -Sabe, lo "real" siempre me ha parecido más bien una escala, no algo absoluto. Pero, no le aburriré con esa filosofía: seguro que sabe perfectamente el valor de una media verdad. Pero respecto a si es físico... bueno.- Se rascó ligeramente la barba, dejando que viese cada movimiento. -Se puede tocar. Se puede manchar, incluso, por cosas sin mente. Puede dar calor, si es pelaje. ¿Cuenta eso como real?- preguntó, mirándolo a los ojos.
Alguien se acercaba a la oficina. Owens se apresuró hacia la puerta, provocando que su doble sonriese, divertido. ¿Y si le hacía tomar el aspecto de otro...? De haberlo sabido, habría ido él mismo a atenderlo.
Al parecer, era té. Caín calculó mentalmente las posibilidades. ¿Como de probable era que le envenenase en ese momento? Había captado su atención, después de todo.
-Si, gracias.- asintió, tomando el azúcar y sirviéndose una dosis generosa. El veneno le gustaba dulce, después de todo. Mientras el virrey se servía su propia taza, Caín se hizo plenamente consciente de las sustancias que él mismo poseía. Su bolsa estaba allí. Alcanzar uno de sus frascos con telekinesis era una posibilidad. Sin embargo, tenía poco que ganar. -No más de dos o tres días.- dijo. -No suelo atarme mucho a ningún sitio. Hay tanto que ver y sentir... Cuando puedes ser quien quieras, las cosas son mucho menos permanentes.- explicó, sintiendo el calor del té con sus manos. Se mojó los labios. Aún quemaba.
-Si, hipotéticamente, le interesasen mis talentos... Creo que habría un par de asuntos que aclarar.- dijo el impostor. -El primero es, como ya se habrá imaginado, el secretismo. Esta clase de truco sirve de poco si todo el mundo lo conoce, ¿hmm?- Bueno, aquello no era del todo cierto. Para él, seguía sirviendo de mucho. Para el verdadero Owens, no tanto. -Y, quizás el punto más interesante: mi identidad en Ciudad Lagarto.- sonrió. -Como he dicho, puedo ser alguien que no existe aún. En cierta forma, podríamos inventar a ese alguien. Raza, empleo, aspecto, personalidad...-
Tenía cierta curiosidad. ¿Que clase de persona podía tener en mente alguien como Matthew Owens? ¿Iría por algún ideal? ¿O algo a lo que no estuviese acostumbrado?
-Por supuesto, Ralgar Davalom es tan buena opción como cualquier otra. Después de todo, ya he conocido a algunas personas abajo.-
Lo cual era peligroso.
Había dos tipos de personas con las que siempre había que tener cuidado. Los escépticos eran los más comunes: aquellos que sospechaban, que tenían dudas o que simplemente creían que había algo raro. Con ellos, un paso en falso podía empeorar mucho las cosas.
El segundo tipo era gente como él mismo. Charlatanes, mentirosos, y demás personajes traicioneros. Aquellos podían fingir dejarse engañar con completa naturalidad. No podía bajar la guardia frente a alguien así. Por supuesto, el propio Owens debía estar al tanto de aquello.
Su sonrisa no flaqueó un segundo. Le encantaba ese juego.
-Tan real como un recuerdo.- dijo, respondiendo a su pregunta. Se acomodó en la silla, disfrutando del escrutinio de Owens. -Sabe, lo "real" siempre me ha parecido más bien una escala, no algo absoluto. Pero, no le aburriré con esa filosofía: seguro que sabe perfectamente el valor de una media verdad. Pero respecto a si es físico... bueno.- Se rascó ligeramente la barba, dejando que viese cada movimiento. -Se puede tocar. Se puede manchar, incluso, por cosas sin mente. Puede dar calor, si es pelaje. ¿Cuenta eso como real?- preguntó, mirándolo a los ojos.
Alguien se acercaba a la oficina. Owens se apresuró hacia la puerta, provocando que su doble sonriese, divertido. ¿Y si le hacía tomar el aspecto de otro...? De haberlo sabido, habría ido él mismo a atenderlo.
Al parecer, era té. Caín calculó mentalmente las posibilidades. ¿Como de probable era que le envenenase en ese momento? Había captado su atención, después de todo.
-Si, gracias.- asintió, tomando el azúcar y sirviéndose una dosis generosa. El veneno le gustaba dulce, después de todo. Mientras el virrey se servía su propia taza, Caín se hizo plenamente consciente de las sustancias que él mismo poseía. Su bolsa estaba allí. Alcanzar uno de sus frascos con telekinesis era una posibilidad. Sin embargo, tenía poco que ganar. -No más de dos o tres días.- dijo. -No suelo atarme mucho a ningún sitio. Hay tanto que ver y sentir... Cuando puedes ser quien quieras, las cosas son mucho menos permanentes.- explicó, sintiendo el calor del té con sus manos. Se mojó los labios. Aún quemaba.
-Si, hipotéticamente, le interesasen mis talentos... Creo que habría un par de asuntos que aclarar.- dijo el impostor. -El primero es, como ya se habrá imaginado, el secretismo. Esta clase de truco sirve de poco si todo el mundo lo conoce, ¿hmm?- Bueno, aquello no era del todo cierto. Para él, seguía sirviendo de mucho. Para el verdadero Owens, no tanto. -Y, quizás el punto más interesante: mi identidad en Ciudad Lagarto.- sonrió. -Como he dicho, puedo ser alguien que no existe aún. En cierta forma, podríamos inventar a ese alguien. Raza, empleo, aspecto, personalidad...-
Tenía cierta curiosidad. ¿Que clase de persona podía tener en mente alguien como Matthew Owens? ¿Iría por algún ideal? ¿O algo a lo que no estuviese acostumbrado?
-Por supuesto, Ralgar Davalom es tan buena opción como cualquier otra. Después de todo, ya he conocido a algunas personas abajo.-
Caín Dalamud
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Re: Guardando apariencias [Privado]
Que embriagador era el juego que estaban jugando, Matthew se relamía como si estuviera ante un delicioso platillo y no se decidiera si quería devorarlo de un solo bocado o saborearlo lentamente. Las posibilidades que se abrían eran inmensas, tantas que no llegaba a abarcarlas, no había necesidad de negarlo ni aclararlo, ambos estaban perfectamente conscientes de ello.
Aún así, Owens se obligó a sí mismo a calmarse, dejarse llevar al ver una situación tan prometedora podía traer como consecuencia que cometiera errores, y con un personaje semejante había que evitar a como diera lugar el incurrir en fallos. Mientras internamente las ideas iban y venían, por fuera Matt adoptaba una pose relajada, revolviendo su té con insistencia y sin cambiar el ritmo.
-Claramente cuenta como real - Confirmó Matthew sólo para seguirle la corriente. Acercó la mano lentamente al pelo pero antes de tocarlo se detuvo - ¿Me permite? - Solo deseaba confirmar si se sentía igual de real al tacto, no llevaba armas bajo la manga, era más habitual que las escondiera en los muebles.
Podía entender la sensación que el Ilusionista describía, las ansias de conocer cosas nuevas, la desazón cuando pasaba demasiado tiempo en un lugar y todo a su alrededor comenzaba a tornarse gris y aburrido. Incluso en Ciudad Lagarto, donde todos los días había un problema nuevo, y el caos era parte natural del ambiente, de a poco Matt sentía como la sensación de hastío comenzaba a crecer en su interior.
-Lo sé, fui Estafador una gran cantidad de años, adoptar nuevas personalidades es sumamente divertido. Aunque claro, usted lleva ese arte a otro nivel - Admitió - Pero llegado un punto todo esto debe resultar demasiado sencillo para usted ¿Cómo logra no aburrirse teniendo las posibilidad de poder obtener todo lo que quiera cuando quiera? - Era una pregunta seria porque sinceramente Matthew no sabría qué hacer si estuviera en su lugar.
Escuchó atentamente la propuesta del invitado, mientras seguía revolviendo con aires de distraído su taza de té, mantenía la mirada fija en los ojos de su interlocutor. Más allá de sus voces, la oficina estaba silenciosa, el barullo del prostíbulo quedaba distante ya que Matthew había hecho construir esa habitación con paredes especialmente gruesas.
-Puede estar seguro que pondré especial énfasis en que sus habilidades no sean conocida por nadie, saldría perdiendo más que usted sí así fuera - La habitación parecía ser cada vez más difusa, mientras que la imagen de ellos dos se volvía más nítida - Sí tuviera que guiarme por lo que me parece más divertido, podría usted sorprenderme a diario apareciendo con otra forma y ver cuanto tardo en darme cuenta - Se rió y agregó - Pero eso parece un gasto inútil de energía, y quizás es usted de ese tipo de personas que no gustan de gastar esfuerzos en cosas innecesarias - Dejando en evidencia que él sí era ese tipo de persona - Ralgar Davalom estará bien, quizás le presente a algunas de las personas que pasan más tiempo cerca de mi, eso le permitiría no resaltar tanto sí tenemos que ir a algún sitio juntos - Se quedó pensando en ello - Me veo en la necesidad de preguntar si aparte de ser un excelente prestidigitador e ilusionista tiene habilidades en la pelea, solo para tener un panorama más amplio de nuestras posibilidades -
Aún así, Owens se obligó a sí mismo a calmarse, dejarse llevar al ver una situación tan prometedora podía traer como consecuencia que cometiera errores, y con un personaje semejante había que evitar a como diera lugar el incurrir en fallos. Mientras internamente las ideas iban y venían, por fuera Matt adoptaba una pose relajada, revolviendo su té con insistencia y sin cambiar el ritmo.
-Claramente cuenta como real - Confirmó Matthew sólo para seguirle la corriente. Acercó la mano lentamente al pelo pero antes de tocarlo se detuvo - ¿Me permite? - Solo deseaba confirmar si se sentía igual de real al tacto, no llevaba armas bajo la manga, era más habitual que las escondiera en los muebles.
Podía entender la sensación que el Ilusionista describía, las ansias de conocer cosas nuevas, la desazón cuando pasaba demasiado tiempo en un lugar y todo a su alrededor comenzaba a tornarse gris y aburrido. Incluso en Ciudad Lagarto, donde todos los días había un problema nuevo, y el caos era parte natural del ambiente, de a poco Matt sentía como la sensación de hastío comenzaba a crecer en su interior.
-Lo sé, fui Estafador una gran cantidad de años, adoptar nuevas personalidades es sumamente divertido. Aunque claro, usted lleva ese arte a otro nivel - Admitió - Pero llegado un punto todo esto debe resultar demasiado sencillo para usted ¿Cómo logra no aburrirse teniendo las posibilidad de poder obtener todo lo que quiera cuando quiera? - Era una pregunta seria porque sinceramente Matthew no sabría qué hacer si estuviera en su lugar.
Escuchó atentamente la propuesta del invitado, mientras seguía revolviendo con aires de distraído su taza de té, mantenía la mirada fija en los ojos de su interlocutor. Más allá de sus voces, la oficina estaba silenciosa, el barullo del prostíbulo quedaba distante ya que Matthew había hecho construir esa habitación con paredes especialmente gruesas.
-Puede estar seguro que pondré especial énfasis en que sus habilidades no sean conocida por nadie, saldría perdiendo más que usted sí así fuera - La habitación parecía ser cada vez más difusa, mientras que la imagen de ellos dos se volvía más nítida - Sí tuviera que guiarme por lo que me parece más divertido, podría usted sorprenderme a diario apareciendo con otra forma y ver cuanto tardo en darme cuenta - Se rió y agregó - Pero eso parece un gasto inútil de energía, y quizás es usted de ese tipo de personas que no gustan de gastar esfuerzos en cosas innecesarias - Dejando en evidencia que él sí era ese tipo de persona - Ralgar Davalom estará bien, quizás le presente a algunas de las personas que pasan más tiempo cerca de mi, eso le permitiría no resaltar tanto sí tenemos que ir a algún sitio juntos - Se quedó pensando en ello - Me veo en la necesidad de preguntar si aparte de ser un excelente prestidigitador e ilusionista tiene habilidades en la pelea, solo para tener un panorama más amplio de nuestras posibilidades -
Matthew Owens
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Re: Guardando apariencias [Privado]
-Nada es inútil mientras resulte divertido.- replicó, imitando la expresión de Owens. Era una lástima que no siguiese la idea de crear un nuevo personaje, pero siempre habría tiempo para eso luego.
Respiró profundamente. Algo en todo aquello se le hacía relajante, en cierta forma.
-Mmh... podría decirse que si. Telekinesis. Puedo mover armas sin problema sin mover un dedo. Pero se me da mejor sabotear gente de forma mas discreta.- explicó, mirándole a los ojos. -Mover las cosas a último momento, que una flecha de "accidentalmente" a un aliado, crear confusión...-
Casi sin darse cuenta, suspiró, y el doble de Matthew Owens se desvaneció. Volvió a ser Ralgar Davalom, tan reptil como cuando entró en aquella oficina. Esbozó una afable sonrisa y tomó otro sorbo de su té.
-A decir verdad, algunas pieles son más cómodas que otras.- explicó, admirando sus escamosas manos. Se frotó ligeramente la cara y el cuello, comprobando su tacto. Se sentía a gusto en ese momento. ¿Quizas algo del té...? No, claro que no. El único veneno que le habría causado ese bienestar era aquel vino que había tomado la noche anterior.
-Ah... ¿que debería hacer aquí, oficialmente?- preguntó con curiosidad. -Como Ralgar Davalom, quiero decir. ¿Quizás debería hacer de su "acompañante"?- dijo, guiñándole un ojo. -Si me quiere tener cerca, nos verán juntos a menudo, como ha dicho. Podría hacer de consejero, también. O quizás simplemente como socio de negocios, aunque eso sería más elaborado.-
Prefería cosas más simples y difíciles de desmentir. Cuanto menos testimonios y documentos necesitase, más fáciles eran de mantener.
-También tengo otro talento, aunque menos práctico... Si me permite...- dijo, rebuscando algo entre su bolsa. Momentos después, sacó lo que parecía ser un pergamino en blanco y un carboncillo. Tras desenrollarlo, lo apoyó sobre una pequeña tablilla de madera y empezó a dibujar, concentrándose en Owens y el papel. Dejó de prestar atención a lo demás. Sólo importaba el rostro que dibujaba, en la "energía" que emitía aquella persona, su expresión, y lo que sentía.
Cada detalle era importante. Cuanto más dibujaba, más tiempo se quedaba mirando a Matthew antes de volver a dibujar. ¿Algo de sus facciones que no lograba sacar, quizás...?
-Como puede imaginar, recordar detalles es algo que siempre resulta útil... Diría que ahí está la magia, pero no exactamente.- rió.
-¿Que hay de esa gente a la que puede presentarme? ¿Aliados? ¿Amigos?- inquirió. Quizás fuesen interesantes. Si tenía mala suerte, podían resultar un obstáculo. Con mucha suerte, serían ambos.
Respiró profundamente. Algo en todo aquello se le hacía relajante, en cierta forma.
-Mmh... podría decirse que si. Telekinesis. Puedo mover armas sin problema sin mover un dedo. Pero se me da mejor sabotear gente de forma mas discreta.- explicó, mirándole a los ojos. -Mover las cosas a último momento, que una flecha de "accidentalmente" a un aliado, crear confusión...-
Casi sin darse cuenta, suspiró, y el doble de Matthew Owens se desvaneció. Volvió a ser Ralgar Davalom, tan reptil como cuando entró en aquella oficina. Esbozó una afable sonrisa y tomó otro sorbo de su té.
-A decir verdad, algunas pieles son más cómodas que otras.- explicó, admirando sus escamosas manos. Se frotó ligeramente la cara y el cuello, comprobando su tacto. Se sentía a gusto en ese momento. ¿Quizas algo del té...? No, claro que no. El único veneno que le habría causado ese bienestar era aquel vino que había tomado la noche anterior.
-Ah... ¿que debería hacer aquí, oficialmente?- preguntó con curiosidad. -Como Ralgar Davalom, quiero decir. ¿Quizás debería hacer de su "acompañante"?- dijo, guiñándole un ojo. -Si me quiere tener cerca, nos verán juntos a menudo, como ha dicho. Podría hacer de consejero, también. O quizás simplemente como socio de negocios, aunque eso sería más elaborado.-
Prefería cosas más simples y difíciles de desmentir. Cuanto menos testimonios y documentos necesitase, más fáciles eran de mantener.
-También tengo otro talento, aunque menos práctico... Si me permite...- dijo, rebuscando algo entre su bolsa. Momentos después, sacó lo que parecía ser un pergamino en blanco y un carboncillo. Tras desenrollarlo, lo apoyó sobre una pequeña tablilla de madera y empezó a dibujar, concentrándose en Owens y el papel. Dejó de prestar atención a lo demás. Sólo importaba el rostro que dibujaba, en la "energía" que emitía aquella persona, su expresión, y lo que sentía.
Cada detalle era importante. Cuanto más dibujaba, más tiempo se quedaba mirando a Matthew antes de volver a dibujar. ¿Algo de sus facciones que no lograba sacar, quizás...?
-Como puede imaginar, recordar detalles es algo que siempre resulta útil... Diría que ahí está la magia, pero no exactamente.- rió.
-¿Que hay de esa gente a la que puede presentarme? ¿Aliados? ¿Amigos?- inquirió. Quizás fuesen interesantes. Si tenía mala suerte, podían resultar un obstáculo. Con mucha suerte, serían ambos.
Caín Dalamud
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Re: Guardando apariencias [Privado]
Sin saber en detalle cómo funcionaba la biología de los Hechiceros, sí tenía entendido que el poder de la telekinesis estaba muy generalizado entre toda la raza. Recordaba que Eyre podía hacerlo, días enteros esquivando platos lo habían aleccionado al respecto, también sabía que Reike podía hacerlo, la había visto levantando armas, y podía seguir con los ejemplos. Así que, no era sorpresa que Ralgar tuviera la misma habilidad “Y eso siempre es muy útil” era cuestión de ver cuanto podía levantar, pero con que moviera dagas ya era suficiente.
-No dejas de sorprenderme con tus múltiples e interesantes talentos - Dijo el Estafador, sonriendo de forma encantadora - Tengo frente a mí un Sujeto sumamente completo que puede servirme tanto para espiar, cómo asesinar, manipular, engañar, diplomático, como doble o ladrón -
Movió la boca de un lado a otro mientras lo pensaba, o fingía que lo pensaba, ya que una acción como esa hacía que el batir del té no fuera tan sospechoso y levantara las defensas del hechicero. Podía notar por los gestos y la mirada de Ralgar que la hipnosis comenzaba a hacer efecto, estaba menos atento y sus ojos ya no tenían el mismo brillo que cuando habían comenzado la reunión.
Cuando consideró que el efecto estaba en su punto justo, dejó la taza de té sobre la mesa, agarró con un gesto calmado el boceto que el hechicero acababa de hacer y evaluó su calidad. Sonrió de medio lado.
-Hiciste un buen trabajo, aunque claro, tenías un excelente modelo - Dejó el dibujo entre sus papeles - Pero ahora me gustaría que habláramos con sinceridad ¿Crees que puedas hacer eso por mi? - Espero a que el hombre asintiera antes de continuar - Seguro estarás de acuerdo conmigo si digo que una oferta tan buena genera sospechas -
Tomó un sorbo de té, pensando en qué tipo de preguntas era adecuado realizar. Como estaba tratando con un estafador, no podía forzarlo a que escupiera respuestas sin más, sería ir en contra de su forma de ser.
-¿Te han enviado para matarme o hacerme algún daño? - Primero lo primero, quería descartar que no fuera un doble agente. Lo primero que se había preguntado Matthew cuando vio a Ralgar cambiar de forma era “¿Y qué podría impedir que este hombre me mate y tome mi lugar?” tan solo necesitaba pasar un tiempo junto a él, aprender sus costumbres y maneras. Nadie lo notaría....
.¿Por qué vienes a mi? - Esa era la siguiente duda que le había surgido, seguramente con esa habilidad podría entrar incluso al castillo del Rey de Lunargenta. Entonces ¿Por qué Ciudad Lagarto? - Y por último ¿Eres alguien que cumple con su palabra? -
Una pregunta para saber de dónde venía, otra para saber sobre el presente, y la última para saber si podría confiar en él de allí en más. En cuanto terminara de responder daría la señal para terminar con el efecto de la hipnosis, no se molestaría en borrar los recuerdos de lo que acababa de suceder, al contrario, Matthew quería que recordara con exactitud todo lo que había ocurrido.
-No dejas de sorprenderme con tus múltiples e interesantes talentos - Dijo el Estafador, sonriendo de forma encantadora - Tengo frente a mí un Sujeto sumamente completo que puede servirme tanto para espiar, cómo asesinar, manipular, engañar, diplomático, como doble o ladrón -
Movió la boca de un lado a otro mientras lo pensaba, o fingía que lo pensaba, ya que una acción como esa hacía que el batir del té no fuera tan sospechoso y levantara las defensas del hechicero. Podía notar por los gestos y la mirada de Ralgar que la hipnosis comenzaba a hacer efecto, estaba menos atento y sus ojos ya no tenían el mismo brillo que cuando habían comenzado la reunión.
Cuando consideró que el efecto estaba en su punto justo, dejó la taza de té sobre la mesa, agarró con un gesto calmado el boceto que el hechicero acababa de hacer y evaluó su calidad. Sonrió de medio lado.
-Hiciste un buen trabajo, aunque claro, tenías un excelente modelo - Dejó el dibujo entre sus papeles - Pero ahora me gustaría que habláramos con sinceridad ¿Crees que puedas hacer eso por mi? - Espero a que el hombre asintiera antes de continuar - Seguro estarás de acuerdo conmigo si digo que una oferta tan buena genera sospechas -
Tomó un sorbo de té, pensando en qué tipo de preguntas era adecuado realizar. Como estaba tratando con un estafador, no podía forzarlo a que escupiera respuestas sin más, sería ir en contra de su forma de ser.
-¿Te han enviado para matarme o hacerme algún daño? - Primero lo primero, quería descartar que no fuera un doble agente. Lo primero que se había preguntado Matthew cuando vio a Ralgar cambiar de forma era “¿Y qué podría impedir que este hombre me mate y tome mi lugar?” tan solo necesitaba pasar un tiempo junto a él, aprender sus costumbres y maneras. Nadie lo notaría....
.¿Por qué vienes a mi? - Esa era la siguiente duda que le había surgido, seguramente con esa habilidad podría entrar incluso al castillo del Rey de Lunargenta. Entonces ¿Por qué Ciudad Lagarto? - Y por último ¿Eres alguien que cumple con su palabra? -
Una pregunta para saber de dónde venía, otra para saber sobre el presente, y la última para saber si podría confiar en él de allí en más. En cuanto terminara de responder daría la señal para terminar con el efecto de la hipnosis, no se molestaría en borrar los recuerdos de lo que acababa de suceder, al contrario, Matthew quería que recordara con exactitud todo lo que había ocurrido.
Matthew Owens
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Re: Guardando apariencias [Privado]
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Reike
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