[Evento] Beltaine---La colina estrellada
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[Evento] Beltaine---La colina estrellada
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El humo de la fogata se perdía con las nubes bajas que se habían acumulado sobre la cima de la colina Estrellada. Los habitantes calmaban a sus animales a medida que los desconocidos y viajeros se acercaban al lugar en concreto, como cada año por la festividad de Beltaine. La mayoría los acariciaba e intentaba alimentarlos, con suerte algún que otro viajero mostraba interés y quería hacer algún trueque con los ganaderos favoreciendo así la siguiente temporada y asegurando algunos Aereos para la familia de algún afortunado habitante de la colina.
El fuego comenzaba tímido frente a todos los presentes y las llamas se avivan a medida que trozos de manera se iban uniendo a la hoguera. Algunos de los habitantes traían pertenencias antiguas y asociadas a mala fortuna durante el año anterior y de cuando en cuando el humo se volvía oscuro con tal y cual objeto en especial, incrementando a ratos el olor intense a ceniza y a fuego. La mayoría, sin embargo, socializaba sin problemas a pesar de aquellas interrupciones momentáneas.
No era la primera vez que aquel viajero decidía pasarse por el lugar en aquella festividad. Los ganaderos más ancianos reconocieron lo raído de sus ropajes siempre ocultando su cara.Sus manos curtidas y con algunas cicatrices apenas visibles, tapadas por su capa verde de viaje. El hombre actuaba de manera mecánica, como lo hacía cada año y su voz rota del alcohol al que olía no le impedía contar siempre la misma historia, esperando por supuesto a que todos estuviesen lo suficientemente callados y dispuestos a escucharla.
La mayoría de los presentes la había oído tantas veces que se la sabían de memoria y se aventuraban a aportar detalles que el hombre aceptaba con simple asentimiento o bebiendo otro sorbo de su botella, diciéndose a si mismo que si algún detalle no era relevante, el alcohol se lo habría llevado de su memoria. El hombre sin embargo toleraba poco cualquier interrupción que distase mucho de la línea original. Los habitantes de aquella villa a menudo hablaban de las maldiciones del viajero errante para referirse a la serie de desdichas acontecidas a todos aquellos que alteraban su historia. No era, por lo tanto, algo tomado a la ligera.
Las madres se apresuraron a acostar a sus niños, pues no era la primera vez que la disparidad en la historia que contaba había creado peleas.Cuando la mayoría de los presentes estuvieron situados alrededor de aquella hoguera, el hombre se aclaró como pudo la garganta y tras sorber de su botella para insuflarse valentía, comenzó su historia con voz profunda y mirada perdida en el fuego que proyectaba sombras sobre él.
“Ella tenía exactamente 5 años la primera vez que entre risas y siguiendo a su padre a través del bosque descubrió que los colores vivos en insectos y animales entre la maleza a menudo simbolizan peligro. La lección aunque dolorosa le sirvió exactamente durante 17 años. Durante ese tiempo la chica creyó diferenciar el bien del mal, el peligro de la seguridad del hogar. El veneno intenso esperándola en la mordedura de los animales que a medida se encontraba entre la frondosidad del bosque.Trotaba entre la hierba baja, recorría el borde de la colina y volvía a su hogar evitando los lugares en los que sabía que podría haber cazadores.Todos por aquel entonces sabían casi de memoria donde las trampas se escondían y que parte de aquel frondoso bosque ocultaba los peligros que atraía problemas.
Aquella persecución milenaria era lógica teniendo en cuenta la naturaleza de su clan y sobre todo, su aspecto : Sus facciones dóciles de gacela se entremezclaba con las curvas femeninas de una mujer, su pelaje ambarino y blanco perfectamente adecentado daba impresión vulnerable y en sus pasos gráciles solía encandilar a los más de un cazadores que curiosos habitualmente se hacían con integrantes de su manada. Tampoco ayudaba el hecho de que hacía varios años una de las brujas temidas en la comunidad, había esparcido el rumor en la aldea de cazadores cercanas de que si cazadas antes del anochecer de cierto día del año, la propiedades de los cuernos de aquellos hombre-gacelas podrían calmar ciertas enfermedades comunes.
Pero… a nuestra chica pareció olvidársele su aprendizaje tan pronto como conoció a Alain. Sus ojos azul intenso como las olas cercanas a la orilla removían la espuma en la que ella se convertía cuando la miraba. El chico distaba de todo lo que había conocido hasta ahora: Aquel azul casi profundo casi se reflejaba en sus ojos opacos y oscuros característicos de su tribu; su cabello rizado entre las hojas cercanas a su escondite; el aroma intenso de su sudor tras una carrera y como su corazón seguía acelerado tras perderlo de vista aún a sabiendas de que el peligro ya había pasado hacía tiempo.
Fueron pocas las señales que Alaín tuvo que esforzarse en dar para que la chica gacela se animase a fantasear con sus ojos. Bastó el leve segundo de ventaja en sus últimos encuentros. El fallo de su arco hasta entonces certero con la mayoría de los de su tribu, su boca entornada la primera vez que ella decidió dejarle ver que podía hablar. Ella no había sentido nunca la felicidad misma hasta aquel momento. O eso creyó.
Sin duda estaba enamorado de ella. No podía ser de otra manera…Importaba poco lo que pudiesen o no pensar el resto de los adultos. Se armaría de valor y el segundo domingo del mes de Freya dejaría de esconderse de los hombres de caza. Expondría su menudo cuerpo a Alaín. Esperaría que su arco errase de nuevo para por fin dejar ver a todos lo que ella ya sabía en su mente.
El segundo domingo del mes de Freya, como todos los demás desde que había nacido, el azul de la mirada de Alaín captó a su presa en el movimiento final de un enrevesado plan macabro. Reconoció el pelaje de aquella mujer gacela desde el momento mismo que lo vio entre la maleza. Había estado soñando con la gracilidad de sus movimientos desde el primer día en el que su maestro lo enseñó a tensar el arco.El cazador no erro en su disparo, situando la flecha justo donde puso su ojo.
[…………………]
Y así fue cómo… y a medida que caía la noche de aquel domingo, como escalafón final a todo lo que había sucedido…Ella volvió a recordar el peligro intrínseco del azul vivo entre hojas secas de un bosque dorado.”
El hombre tomó un trago de la botella a medio acabar y el intenso del alcohol le quemó la garganta. Si alguien se hubiese apresurado a mirar lo suficientemente cerca, quizás hubiesen percibido la tristeza profunda en aquel desconocido. ¿O quizás era furia lo que se apresuró a ocultar?.. Arrojó la botella finalmente al fuego y se quedó mirando como las llamas se avivaban poco a poco, sumido en sus propios pensamientos esperando el resto de una historia que él no era capaz de terminar.
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¡Saludos criaturas, y bienvenidos a la colina Estrellada!
El Beltaine es sin duda una de las fiestas más ansiadas por los habitantes de estos lares, no muy lejos del pantano misterioso. Los visitantes a menudo son mejores recibidos en esta festividad y estos comparten historias de aquí y allá a lo largo de todo Aerandir entreteniendo a los granjeros que en su mayoría componente este pequeño emplazamiento.
Las historias en su mayoría son el pago por una comida caliente y un buen vino, y no es raro que éstas acaben siendo alteradas a medida que el alcohol de la bebida se extiende agilizado por el fuego de la hoguera central.
Vuestro cometido es sencillo:Sentíos libres de acomodaros alrededor del fuego, elegid vuestro veneno para beber, socializad Pero sobre todo… continuad la historia de este viajero borracho.
Ah pero… no todo es tan sencillo, ¡por supuesto!, Podéis hacer la cantidad de rol que os apetezca relacionado con vuestro personaje, pero tan solo disponéis de 300 palabras por turno de rol relacionada con la historia del viajero. Debéis rellenar el espacio que este hombre ha decidido, olvidado o simplemente obviado contar.
Su historia es común para todos así que cada personaje tiene que cerciorarse de lo que cuenta es consecuente con lo que ha dicho el anterior. Por ejemplo: no podemos matar a la gacela y en el siguiente post que alguien escribe, esta sigue viva. ¿O.. sí?.Veremos. Además, como hoy me siento benévola … Os pondré una pequeña dificultad más. Alguien no ha contado su historia bien y el viajero no está muy contento. Requiere que os deshagáis de esa parte.
Podéis elegir qué porción de historia ( e la escrita por ustedes mismos) obviáis. No me importa la de quién descartáis.Esto que parece una ayuda… podría ser también una desventaja pues DEBÉIS usar este comodín que os ofrezco. Tan solo puede ser usado, sin embargo, una vez de manera común en todo el evento.
Al final del evento la historia del viajero debe tener un final que se adecúe a lo que ha dejado entrever en su ultimo párrafo.El evento finalizará el 14 de mayo.Tenéis hasta entonces.
¡Buena suerte, criaturas!
Os leo.
Wyn
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Re: [Evento] Beltaine---La colina estrellada
Esa fiesta era… curiosa.
Es decir, no es que tuviera nada inusual, ningún sacrificio a ningún dios oscuro o ritual exótico. Simplemente… bueno, puede que no hubiera disfrutado durante su niñez de algo así, por lo que no podía decir realmente si era algo normal entre los suyos, aunque desde luego era nuevo para ella. Había cierta… hermandad, un sentimiento de comunidad entre personas tan distintas, con motivos, personalidades y orígenes tan dispersos…
En fin, no pudo evitar sentirse al menos cómoda, y hasta a gusto, cuando uno de los locales, al ver que no bebía, le ofreció un té sorprendentemente bueno. Así que por supuesto ayudo un poco, sanando aquí y allá. Siempre había alguien con una herida que no había sanado del todo bien, o un animal que podría estar en mejores condiciones, y habría sido indecoroso no responder a su amabilidad, eso si había formado parte de su educación.
Y cuando los niños fueron puestos a dormir por sus madres, o al menos escondidos en sus casas, Lixis se esperaba algún tipo de historia picante. O grotesca. Pero la historia de ese hombre era… bueno, al menos no parecía picante. Y le sonaba.
Por supuesto no había sido criada con ninguna historia sobre gacelas y cazadores, pero eso no era lo importante, ¿no? Era una historia moral, y de esas había escuchado a montones. Una podía borrar absolutamente todos los detalles, rehacerla usando como protagonistas o circunstancias completamente diferentes y seguiría siendo válida.
Y oh, como de preocupados habían estado sus instructores con que alguna de sus compañeras fuera embaucada por alguien con menos que puras intenciones, que la alejara del verdadero camino. Esa moraleja en concreto se la sabia de memoria.
Así que cuando el hombre paró, puede que para tomar el aire, y viendo que alguno de los locales había añadido algo aquí y allá, se animó un poco y probo a añadir su parte. Es decir, ¿Qué era lo peor que podía pasar? Tuvo que traducirla del elfico sobre la marcha, pero creía que había quedado bastante decente.
-La flecha silbó en el aire, el frio acero hundiéndose en la gacela. La pobre chiquilla cayó al suelo, su pierna incapaz de sostenerla con la saeta clavada en su muslo y su mente demasiado confusa como para querer sostenerse. El cazador, su amado, Alain, avanzo hacia ella, lentamente, hacia una cada vez más confusa joven. “¿Cómo ha podido? Me quiere.” Pensó la chiquilla, entre gemidos de dolor.
La chiquilla no tardaría en descubrir que había muchos tipos de amor, no todos eran bonitas y fantasiosas historias de caballeros y princesas, ni realistas y razonables como los que tenían los hombres y mujeres de su tribu. Algunos ni siquiera podían llamarse amor siquiera. Y viendo esos preciosos ojos azules acercándose hasta ella, ahora fríos como el hielo, cualquier sueño de pasar el resto de su vida con ese hombre, puede que conseguir que su amor rompiera las cazas hacia los suyos empezó a resquebrajarse.
Algunos amores, al fin y al cabo, eran más bien una obsesión, una emoción voraz que deseaba poseer el objeto de su deseo. Algunas veces, se intentaba de manera inofensiva. Otras, como podía ver la gacela a medida que su vista se emborronaba, puede que por la herida, o las lágrimas, o incluso un posible veneno, el afectado decidía tomar métodos… más drásticos y unilaterales.-
Hasta allí llegaría, no iba a abusar tampoco y eclipsar al cuentacuentos, solo darle tiempo para respirar y beber de esa botella. Aunque el alcohol fuera un indigno vicio que ensuciaba el alma. No era el momento. Y ni siquiera estaba segura de que fuera alcohol.
Bueno, seguro que lo era, a quien pretendía engañar. Pero puede que solo bebiera en festividades así. Tomo un sorbo de su té, para señalar que había acabado y que otra persona podía añadir algo, si quería. O el cuentacuentos.
Es decir, no es que tuviera nada inusual, ningún sacrificio a ningún dios oscuro o ritual exótico. Simplemente… bueno, puede que no hubiera disfrutado durante su niñez de algo así, por lo que no podía decir realmente si era algo normal entre los suyos, aunque desde luego era nuevo para ella. Había cierta… hermandad, un sentimiento de comunidad entre personas tan distintas, con motivos, personalidades y orígenes tan dispersos…
En fin, no pudo evitar sentirse al menos cómoda, y hasta a gusto, cuando uno de los locales, al ver que no bebía, le ofreció un té sorprendentemente bueno. Así que por supuesto ayudo un poco, sanando aquí y allá. Siempre había alguien con una herida que no había sanado del todo bien, o un animal que podría estar en mejores condiciones, y habría sido indecoroso no responder a su amabilidad, eso si había formado parte de su educación.
Y cuando los niños fueron puestos a dormir por sus madres, o al menos escondidos en sus casas, Lixis se esperaba algún tipo de historia picante. O grotesca. Pero la historia de ese hombre era… bueno, al menos no parecía picante. Y le sonaba.
Por supuesto no había sido criada con ninguna historia sobre gacelas y cazadores, pero eso no era lo importante, ¿no? Era una historia moral, y de esas había escuchado a montones. Una podía borrar absolutamente todos los detalles, rehacerla usando como protagonistas o circunstancias completamente diferentes y seguiría siendo válida.
Y oh, como de preocupados habían estado sus instructores con que alguna de sus compañeras fuera embaucada por alguien con menos que puras intenciones, que la alejara del verdadero camino. Esa moraleja en concreto se la sabia de memoria.
Así que cuando el hombre paró, puede que para tomar el aire, y viendo que alguno de los locales había añadido algo aquí y allá, se animó un poco y probo a añadir su parte. Es decir, ¿Qué era lo peor que podía pasar? Tuvo que traducirla del elfico sobre la marcha, pero creía que había quedado bastante decente.
-La flecha silbó en el aire, el frio acero hundiéndose en la gacela. La pobre chiquilla cayó al suelo, su pierna incapaz de sostenerla con la saeta clavada en su muslo y su mente demasiado confusa como para querer sostenerse. El cazador, su amado, Alain, avanzo hacia ella, lentamente, hacia una cada vez más confusa joven. “¿Cómo ha podido? Me quiere.” Pensó la chiquilla, entre gemidos de dolor.
La chiquilla no tardaría en descubrir que había muchos tipos de amor, no todos eran bonitas y fantasiosas historias de caballeros y princesas, ni realistas y razonables como los que tenían los hombres y mujeres de su tribu. Algunos ni siquiera podían llamarse amor siquiera. Y viendo esos preciosos ojos azules acercándose hasta ella, ahora fríos como el hielo, cualquier sueño de pasar el resto de su vida con ese hombre, puede que conseguir que su amor rompiera las cazas hacia los suyos empezó a resquebrajarse.
Algunos amores, al fin y al cabo, eran más bien una obsesión, una emoción voraz que deseaba poseer el objeto de su deseo. Algunas veces, se intentaba de manera inofensiva. Otras, como podía ver la gacela a medida que su vista se emborronaba, puede que por la herida, o las lágrimas, o incluso un posible veneno, el afectado decidía tomar métodos… más drásticos y unilaterales.-
Hasta allí llegaría, no iba a abusar tampoco y eclipsar al cuentacuentos, solo darle tiempo para respirar y beber de esa botella. Aunque el alcohol fuera un indigno vicio que ensuciaba el alma. No era el momento. Y ni siquiera estaba segura de que fuera alcohol.
Bueno, seguro que lo era, a quien pretendía engañar. Pero puede que solo bebiera en festividades así. Tomo un sorbo de su té, para señalar que había acabado y que otra persona podía añadir algo, si quería. O el cuentacuentos.
Última edición por Lixis el Sáb Mayo 02 2020, 18:01, editado 1 vez
Lixis
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Re: [Evento] Beltaine---La colina estrellada
-¡Que no te vendo mi ganso, coño ya!
Y siguió caminando loma arriba con Merlot bajo el brazo, Maullido (la guitarra) dando botecitos a su espalda, la flauta colgando del cinto como una espada inspirada. A Twist no le gustaba ser desagradable con la gente, pero es que estaba cansada de repetir lo mismo una y otra vez. Tampoco era maleducada así en general, sólo cuando la situación lo requería. La riqueza de las palabrotas radicaba precisamente en que expresan con mayor contundencia lo que uno quiere decir, claro, directo, sin errores, y el bardo se sabía unas cuantas malas palabras, en varios idiomas diferentes. Obviamente. Tenían una poesía mundana que llegaba a todo el mundo.
Ignoró el graznar indignado del animal sin pensar en soltarlo. No hacía ni quince minutos se descuidó un segundo y de repente el pobre ya estaba boca abajo, aleteando desesperado mientras un señor campesino lo evaluaba con la mirada y le hacía una oferta. Media cabra. Media cabra por su pobre Merlot. Y ni siquiera la parte bonita con la cornamenta, sino la parte pedorra.
Que tampoco era de extrañar que pensasen que la mujer venía a la feria de ganado si traía paté bajo el brazo. Pero no. Twistedtale venía por las estrellas claras en la cima de la colina, por las hogueras grades que limpiaban los malos hados, por las historias saltarinas que nacían y morían bajo la tórrida noche de canícula.
Y porque había bebida. No era su primera noche de Beltane, necesitaba rellenar la petaca de gratis.
El ganso se revolvió contra ella en el mismo instante que alcanzaba la cima de la loma y se hacía la noche: el hombre cayó al suelo con cara de ultraje y muy mala leche. La pelirroja soltó una carcajada sonora, riéndose sin reparos del compañero mientras éste le hacía un gesto muy bonito con el dedo de la mano.
El aire olía caliente, a hierba nueva, a leña y ceniza, a bestia congregada. A sol escondido y sudor trabajado, cerveza, vino, chanzas, cuentos. Twist le sonrió al cielo oscurecido después de rellenar su petaca con todo el descaro del mundo del primer barrilete que encontró, apreciando la frialdad con la que empezaban a titilar las estrellas en el firmamento. Merlot rellenó la suya de manera más civil.
Se paseó por ahí hasta que encontró la hoguera frente a la que quería emborracharse un poco. Un hombre encapuchando ya estaba contando historias ahí todo misterioso, así que se sentó a escuchar con Maullido en regazo, dándole sorbos a su petaca. Había una rubia que le sonaba muy de algo, pero ahora mismo no ubicaba de qué.
Según narraba la historia cada vez se le hacía más familiar. Era un cuento popular que tenía tantas versiones como amaneceres ella había presenciado. Escuchó fascinada al hombre, luego la continuación de la elfa, punteando lánguida con la guitarra a modo de suave acompañamiento. Sin interrumpir. De fondo.
Hmm. ¿Qué tal si compartía con ellos la versión que más le gustaba? Porque saber, se sabía un montón de variantes; era un bardo. Conocer los cuentos era prácticamente su trabajo.
-Oh, el amor. Tan etéreo, tan frágil y bello. -narró la mujer mirando el fuego; su voz grave llegó a todos los rincones sin alzar el tono.- Nuestra pequeña, preciosa gacela despertó al mundo con el amor, las emociones la llenaron de gozo y esperanza y sueños e ilusiones, porque así de traicionera es la maldición. Sin embargo fue el dolor lo que la echó a los caminos de la vida, mostrándole la realidad que esconden las rosas en sus espinas. El dolor de la duda, de la traición, de la incertidumbre. Se coló en su pecho como si la flecha hubiese anidado allí en vez de emponzoñarle la pierna. Los ojos oscuros buscaron el color azul y no encontraron en ellos respuesta a las preguntas, ni calma para el dolor ni calidez alguna. Porque el hielo no entendía de esas cosas. Alain, Alain, amado mío, ¿por qué me das caza?, susurró ella entre lágrimas acariciando el rostro impasible. Porque eres mía, dijo él, eres mi tesoro, mi trofeo, tu piel suave y tus ojos grandes, tu belleza pura y tu mirada salvaje, toda mía, Gazelle. No puedo dejar que otros te tengan, ¿no lo comprendes? No lo comprendía. Porque la libertad no entendía de esas cosas. Los gritos en el bosque ahondaron la herida en el corazón de nuestra gacela, que huyó maltrecha de lo que creía una rosa sin espinas. ¿Cómo pudo ser tan ingenua? Corrió para salvar a los suyos, aulló de dolor arrastrándose herida, perseguida, maldecida. Y con cada latido de su sangre la furia de lo inevitable le palpitaba en las sienes. Nunca más, sollozó. Nadie más, se juró al prometer venganza.
Twistedtale dejó que los últimos acordes muriesen en el silencioso crepitar de la hoguera, contemplando las ascuas. No había nada más visceral que la pasión que trae el dolor, y la versión en la que la gacela se llamaba Gazelle era toda una oda a la libertad ganada con sangre y el amor defendido con tristeza. Dio un largo, largo trago a su petaca.
Y siguió caminando loma arriba con Merlot bajo el brazo, Maullido (la guitarra) dando botecitos a su espalda, la flauta colgando del cinto como una espada inspirada. A Twist no le gustaba ser desagradable con la gente, pero es que estaba cansada de repetir lo mismo una y otra vez. Tampoco era maleducada así en general, sólo cuando la situación lo requería. La riqueza de las palabrotas radicaba precisamente en que expresan con mayor contundencia lo que uno quiere decir, claro, directo, sin errores, y el bardo se sabía unas cuantas malas palabras, en varios idiomas diferentes. Obviamente. Tenían una poesía mundana que llegaba a todo el mundo.
Ignoró el graznar indignado del animal sin pensar en soltarlo. No hacía ni quince minutos se descuidó un segundo y de repente el pobre ya estaba boca abajo, aleteando desesperado mientras un señor campesino lo evaluaba con la mirada y le hacía una oferta. Media cabra. Media cabra por su pobre Merlot. Y ni siquiera la parte bonita con la cornamenta, sino la parte pedorra.
Que tampoco era de extrañar que pensasen que la mujer venía a la feria de ganado si traía paté bajo el brazo. Pero no. Twistedtale venía por las estrellas claras en la cima de la colina, por las hogueras grades que limpiaban los malos hados, por las historias saltarinas que nacían y morían bajo la tórrida noche de canícula.
Y porque había bebida. No era su primera noche de Beltane, necesitaba rellenar la petaca de gratis.
El ganso se revolvió contra ella en el mismo instante que alcanzaba la cima de la loma y se hacía la noche: el hombre cayó al suelo con cara de ultraje y muy mala leche. La pelirroja soltó una carcajada sonora, riéndose sin reparos del compañero mientras éste le hacía un gesto muy bonito con el dedo de la mano.
El aire olía caliente, a hierba nueva, a leña y ceniza, a bestia congregada. A sol escondido y sudor trabajado, cerveza, vino, chanzas, cuentos. Twist le sonrió al cielo oscurecido después de rellenar su petaca con todo el descaro del mundo del primer barrilete que encontró, apreciando la frialdad con la que empezaban a titilar las estrellas en el firmamento. Merlot rellenó la suya de manera más civil.
Se paseó por ahí hasta que encontró la hoguera frente a la que quería emborracharse un poco. Un hombre encapuchando ya estaba contando historias ahí todo misterioso, así que se sentó a escuchar con Maullido en regazo, dándole sorbos a su petaca. Había una rubia que le sonaba muy de algo, pero ahora mismo no ubicaba de qué.
Según narraba la historia cada vez se le hacía más familiar. Era un cuento popular que tenía tantas versiones como amaneceres ella había presenciado. Escuchó fascinada al hombre, luego la continuación de la elfa, punteando lánguida con la guitarra a modo de suave acompañamiento. Sin interrumpir. De fondo.
Hmm. ¿Qué tal si compartía con ellos la versión que más le gustaba? Porque saber, se sabía un montón de variantes; era un bardo. Conocer los cuentos era prácticamente su trabajo.
-Oh, el amor. Tan etéreo, tan frágil y bello. -narró la mujer mirando el fuego; su voz grave llegó a todos los rincones sin alzar el tono.- Nuestra pequeña, preciosa gacela despertó al mundo con el amor, las emociones la llenaron de gozo y esperanza y sueños e ilusiones, porque así de traicionera es la maldición. Sin embargo fue el dolor lo que la echó a los caminos de la vida, mostrándole la realidad que esconden las rosas en sus espinas. El dolor de la duda, de la traición, de la incertidumbre. Se coló en su pecho como si la flecha hubiese anidado allí en vez de emponzoñarle la pierna. Los ojos oscuros buscaron el color azul y no encontraron en ellos respuesta a las preguntas, ni calma para el dolor ni calidez alguna. Porque el hielo no entendía de esas cosas. Alain, Alain, amado mío, ¿por qué me das caza?, susurró ella entre lágrimas acariciando el rostro impasible. Porque eres mía, dijo él, eres mi tesoro, mi trofeo, tu piel suave y tus ojos grandes, tu belleza pura y tu mirada salvaje, toda mía, Gazelle. No puedo dejar que otros te tengan, ¿no lo comprendes? No lo comprendía. Porque la libertad no entendía de esas cosas. Los gritos en el bosque ahondaron la herida en el corazón de nuestra gacela, que huyó maltrecha de lo que creía una rosa sin espinas. ¿Cómo pudo ser tan ingenua? Corrió para salvar a los suyos, aulló de dolor arrastrándose herida, perseguida, maldecida. Y con cada latido de su sangre la furia de lo inevitable le palpitaba en las sienes. Nunca más, sollozó. Nadie más, se juró al prometer venganza.
Twistedtale dejó que los últimos acordes muriesen en el silencioso crepitar de la hoguera, contemplando las ascuas. No había nada más visceral que la pasión que trae el dolor, y la versión en la que la gacela se llamaba Gazelle era toda una oda a la libertad ganada con sangre y el amor defendido con tristeza. Dio un largo, largo trago a su petaca.
Última edición por Twistedtale el Vie Mayo 01 2020, 18:04, editado 1 vez
Twistedtale
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Re: [Evento] Beltaine---La colina estrellada
No todas las noches eran emocionantes para un cazador de vampiros. Al contrario, la mayor parte de estas eran intrascendentes noches en tabernas, yendo de camino a nuestro objetivo. Aquel Beltaine era una de esas. Y me había pillado en Ulmer. La noche tenía un claro ambiente primavera, con una temperatura relativamente agradable. Además parecía que estaban por celebrar algo en la capital de los lobos. Había jolgorio debajo. Lo que, pese a mi profundo odio a las fiestas, lo convertía en una buena oportunidad para beber tranquila.
Por lo tanto, me puse algo más cómodo. Entrencé mi pelo y me deshice de mi equipamiento pesado como una losa. De modo que salí de la habitación nada más que ataviada con un bombín, una remangada camisa rojo-sangre, metida por dentro de un ceñido pantalón de cuero negro.
Había llegado en un día especial marcado por la festividad. Pocas veces acostumbraba a sentarme con el populacho. Pero en un lugar tan pequeño tampoco es que tuviera mucho más sitio al que ir. De modo que pedí una jarra bien grande de ron y tomé sitio en un taburete que tenía como respaldo un árbol. Por supuesto, me abstuve de atraer el protagonismo, recostándome sobre el árbol y dejando hablar a aquel viajero borracho, que fue continuado por más gente. Yo no tenía intención de participar en nada.
Estaban contando una fábula. Seguramente inventada, aunque las fábulas a veces tenían su parte cierta. Especialmente en Ulmer, el lugar con más bichos parlantes por metro cuadrado de Aerandir. Así que quizás el origen de la historia de la mujer gacela fuera cierta, en parte. De cualquier modo, yo no quería ser partícipe de la enésima historia de un “amor imposible”, con tintes ñoños y aburridos. A cada trago largo que daba a aquella jarra de ron añejo, tenía claro que el alcohol iba a ser mi mejor compañía aquella noche.
De pronto sentí un silencio. Todas las miradas estaban puestas en mí. - ¿Por qué me miráis? – pregunté molesta. Aunque la escena parecía dar respuesta a la cuestión. ¿Continuar una historia de amor? Las aborrecía. Para que la historia fluyese de la manera tan natural como la habían contado la elfa o la tía de los tatuajes, que hasta nos había deleitado con banda sonora y todo, debían buscar otra opción. Pero no lo hicieron. – Está bien. Ya voy. Pero si queréis música, tendréis que ponerme un piano de cola. – Y seria como era, dejé la jarra a mis pies, alcé el bombín y me incorporé.
Se arrepentirían de ello. Ni era un bardo, ni tenía dotes para las artes escénicas. Mas era una mujer culta y que había leído bastante. El camino me había dado muchas experiencias y tenía que darle a la historia un toque de acción macabra. Un toque Boisson.
Quedé pensativa mirando la tierra unos instantes. Y después, di comienzo. – “¿A dónde crees que vas, Gazelle?” Preguntó el cazador. No podrás nunca escapar de mí. – continuó. – Porque sí… - fue entonces cuando vi la luz. – ¿No lo sabíais? El cazador era un chupasangres. Uno repugnante y, especialmente, acosador. Lo suyo habría sido que nuestra querida Gazelle hubiese llamado a un cazador de vampiros para solucionar su problema. – proseguí. – Pero no lo hizo. – E hice una pausa, acompañando un apretón de labios con gestos de negación con la cabeza. – De modo que por más que corrió, nuestra protagonista no conseguiría ser más rápida, ni más ágil que su perseguidor. Cayó exhausta tras perder mucha sangre en su herida, en la pierna. Alcanzó a ver los zapatos de alguien delante de ella. ¿Era su salvador? – Hice una pausa. – No. Ella alzó la vista, y allí lo vio. Como si se hubiera teletransportado. El mismo cazador. Y él le dijo: “Quiero que seas mía, Gazelle. ¿Puedo convertir a una mujer bestia en vampiro y vivir juntos la eternidad?” – Me quedé pensativa, más que por como continuar la historia, sino buscando una respuesta. Era una buena pregunta. Incluso para mí. - Fue entonces cuando el cazador se dispuse a ayudarla a levantarse, y ella resignada, cerró los ojos. Él tiró su arco a un lado y se dispuso a hincarle los dientes en su cuello. – describí. - Y, con ello, me había cansado de hablar. - Así que la moraleja es que, si queréis evitar acabar como Gazelle… - me recosté de nuevo sobre el árbol y envié una mirada a los presentes, a los que dediqué una sonrisa traviesa. - … No hagáis como ella y contratadme a mí.
Y escondí mi vista tras el bombín, a modo de conclusión, dedicando una sonrisa a los oyentes. Nunca estaba de más hacer promoción.
Por lo tanto, me puse algo más cómodo. Entrencé mi pelo y me deshice de mi equipamiento pesado como una losa. De modo que salí de la habitación nada más que ataviada con un bombín, una remangada camisa rojo-sangre, metida por dentro de un ceñido pantalón de cuero negro.
Había llegado en un día especial marcado por la festividad. Pocas veces acostumbraba a sentarme con el populacho. Pero en un lugar tan pequeño tampoco es que tuviera mucho más sitio al que ir. De modo que pedí una jarra bien grande de ron y tomé sitio en un taburete que tenía como respaldo un árbol. Por supuesto, me abstuve de atraer el protagonismo, recostándome sobre el árbol y dejando hablar a aquel viajero borracho, que fue continuado por más gente. Yo no tenía intención de participar en nada.
Estaban contando una fábula. Seguramente inventada, aunque las fábulas a veces tenían su parte cierta. Especialmente en Ulmer, el lugar con más bichos parlantes por metro cuadrado de Aerandir. Así que quizás el origen de la historia de la mujer gacela fuera cierta, en parte. De cualquier modo, yo no quería ser partícipe de la enésima historia de un “amor imposible”, con tintes ñoños y aburridos. A cada trago largo que daba a aquella jarra de ron añejo, tenía claro que el alcohol iba a ser mi mejor compañía aquella noche.
De pronto sentí un silencio. Todas las miradas estaban puestas en mí. - ¿Por qué me miráis? – pregunté molesta. Aunque la escena parecía dar respuesta a la cuestión. ¿Continuar una historia de amor? Las aborrecía. Para que la historia fluyese de la manera tan natural como la habían contado la elfa o la tía de los tatuajes, que hasta nos había deleitado con banda sonora y todo, debían buscar otra opción. Pero no lo hicieron. – Está bien. Ya voy. Pero si queréis música, tendréis que ponerme un piano de cola. – Y seria como era, dejé la jarra a mis pies, alcé el bombín y me incorporé.
Se arrepentirían de ello. Ni era un bardo, ni tenía dotes para las artes escénicas. Mas era una mujer culta y que había leído bastante. El camino me había dado muchas experiencias y tenía que darle a la historia un toque de acción macabra. Un toque Boisson.
Quedé pensativa mirando la tierra unos instantes. Y después, di comienzo. – “¿A dónde crees que vas, Gazelle?” Preguntó el cazador. No podrás nunca escapar de mí. – continuó. – Porque sí… - fue entonces cuando vi la luz. – ¿No lo sabíais? El cazador era un chupasangres. Uno repugnante y, especialmente, acosador. Lo suyo habría sido que nuestra querida Gazelle hubiese llamado a un cazador de vampiros para solucionar su problema. – proseguí. – Pero no lo hizo. – E hice una pausa, acompañando un apretón de labios con gestos de negación con la cabeza. – De modo que por más que corrió, nuestra protagonista no conseguiría ser más rápida, ni más ágil que su perseguidor. Cayó exhausta tras perder mucha sangre en su herida, en la pierna. Alcanzó a ver los zapatos de alguien delante de ella. ¿Era su salvador? – Hice una pausa. – No. Ella alzó la vista, y allí lo vio. Como si se hubiera teletransportado. El mismo cazador. Y él le dijo: “Quiero que seas mía, Gazelle. ¿Puedo convertir a una mujer bestia en vampiro y vivir juntos la eternidad?” – Me quedé pensativa, más que por como continuar la historia, sino buscando una respuesta. Era una buena pregunta. Incluso para mí. - Fue entonces cuando el cazador se dispuse a ayudarla a levantarse, y ella resignada, cerró los ojos. Él tiró su arco a un lado y se dispuso a hincarle los dientes en su cuello. – describí. - Y, con ello, me había cansado de hablar. - Así que la moraleja es que, si queréis evitar acabar como Gazelle… - me recosté de nuevo sobre el árbol y envié una mirada a los presentes, a los que dediqué una sonrisa traviesa. - … No hagáis como ella y contratadme a mí.
Y escondí mi vista tras el bombín, a modo de conclusión, dedicando una sonrisa a los oyentes. Nunca estaba de más hacer promoción.
Anastasia Boisson
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Re: [Evento] Beltaine---La colina estrellada
Ciudad lagarto por fin había quedado atrás. Ni Lisette ni Kendovlah dedicaron miradas de nostalgia a la ciudad que se alejaba en el horizonte, pues ambos tenían motivos de sobra para olvidar aquella aventura y dar vuelta la página. Sin duda nuevos horizontes se abrían para los dos aventureros.
Por fin de vuelta en Beltrexus, ahora con una Lisette recobrada de las heridas dejadas por su última aventura. Sin embargo, el final del cuento no era como el esperado de un cuento de hadas. Al túnica negra se le hacía bastante incomodo en ocasiones tener a una mujer presente casi las veinticuatro horas. Trataba de llevarlo de la mejor manera posible, centrándose en estudios pendientes o planificando nuevos viajes. Por fortuna para el joven, la pequeña mausu aventurera Mi'mit había decidido pasar unos días con ellos.
Los primeros días fueron los más difíciles. Kendovlah no sabía como romper el hielo y su compañera había pasado a ser una preocupación más a tomar en cuenta, pues a menudo le recordaba a su padre en sus últimos días. Embriagándose a diario y casi sin ganas de conocer el resto de la ciudad, se podía decir que la mujer solo salía para reabastecerse de alcohol y derrochar el poco dinero que tenían guardado.
Por su parte, la humana hacía su mejor esfuerzo para que los días pasarán y dejar atrás aquella vida que se había visto obligada a llevar. El cambio no se le hacía fácil y el joven mago por su parte solo podía arañar la superficie de lo que eso significaba para ella. Tampoco tenía intenciones de hacerlo más incomodo, por lo que espero que las siguientes aventuras hicieran lo suyo.
Leiza la mujer lagarto y el viejo Hanks por fin habían llegado a la ciudad. No era algo previsto, pero la presencia de estos personajes le servían al mago para distraerse mientras discutían asuntos más preocupantes y servían de guía para el los siguientes movimientos de Kendovlah. Así mismo, ayudaban a que una curiosa Lisette se inmiscuyera poco a poco entre las planificaciones.
Al pasar unos días mientras Kendovlah trataba de aprender nuevos encantamientos, tras una explosión que sacudió todo el local, Lisette por fin dio el motivo sobre su repentino cambio de humor. La fecha al brujo claramente se le había escapado, pero era una de esas festividades que le gustaban a la rubia. Esta pensaba que el viaje sería lo que necesitaba para por fin dar vuelta la página y aceptar una nueva vida.
Tras discutir los preparativos del viaje con los dos personajes mayores, decidieron que sería una buena oportunidad para un descanso y cambio de aíres. Ambos personajes por cuenta separada insinuaron la invitación a la pequeña mausu. Y claro, Kendovlah ya tenía suficientes contactos en el Heckshold. No habría sido de extrañar que alguno de sus compañeros decidiera sumarse al viaje tras escuchar los rumores y hablar tanto con el brujo como con alguno de sus acompañantes.
—Realmente se te dan mal los nombres —Sugirió Lisette una vez en Ulmer, de vuelta en el puerto donde el drakkar había sido fabricado, pues si, aún estaba ese asunto de nombrar el barco pendiente. Kendovlah se limitó a dibujar una sonrisa leve y seguir leyendo su libro de estrategias. A esas alturas, ambos sabían que el brujo no era bueno con las palabras.
La embarcación quedo a buen recaudo con la lagarto y el brujo anciano. Después de todo ambos tenían asuntos que discutir sin la presencia de Kendovlah.
Desde el puerto caminaron hacía el centro del evento, en compañía de aquellos que decidieran seguirles. Por su parte, Kendovlah caminaba de forma distraída, embaucado en su libro y pensamientos. La festividad en sí no le llamaba mucho la atención y tenía a una Lisette ya algo embriagada y una pequeña ratoncita para advertirle de algún tropezón, aunque esta “técnica de caminar” ya la tenía algo desarrollada.
La rubia se sentó al rededor de la fogata, con las piernas cruzadas. Por su parte el joven mago de manera descuida se recostaba de espaldas al suelo y apoyaba su cabeza sobre el regazo de esta. No pudo evitar ruborizarse un poco, pero lo escondió bien al tener aún suficiente material de lectura. Así mismo el foco de atención de ambos se distraía ya sea de la bebida o de las letras para escuchar la continuación de la primera historia.
Una mirada desconfiada se posó sobre el brujo. De haber sido cualquier otro ya se habría ganado unas cuantas palizas y no viviría para contarlo, pero estaba de buen humor como no lo había estado en mucho tiempo. Esto le había salvado al brujo de una muy grande, pero este seguía parecer ignorando aquel hecho. Después de todo, era su forma de cobrarle el viaje y el atraso con sus demás planificaciones. Eso y el mal pasar de los días anteriores.
—Bien podría terminar ahí, pero hay algo más —Añade Lisette con tras el último aporte de la auto proclamada caza vampiros. Vuelve a tomar su jarra y la vacía hasta la mitad. Por su parte el brujo alza una ceja, era momento de ver que tan buena narradora era su compañera quien toma un poco de aíre para continuar con su historia.
—Algo más moviéndose entre las sombras. Aquel no era el día indicado según la bruja, aquella que sabía los nombres de ambos y como toda vieja arpía, disfrutaba del drama, y la tragedia. Esta pudo entender fácilmente lo que ocurría en la mente de ambos seres, por lo que reveló a la mujer gacela el nombre de su apuesto caballero de ojos azules. Esto no hizo más que agudizar la obsesión que crecía en ambos por el otro.
No, la historia de Gazelle como dije no termina ahí. La bruja necesitaba los cuernos y para eso había contratado a Alaín que sin embargo, decide hacerla suya como lo hacen los de su especie. Pero el contrato seguía en píe y los cuernos en la cabeza de su anhelado trofeo. La anciana pudo observar esto desde las sombras, al final el cazador le había traicionado, y esto no se quedaría así...
Alaín sabía que era el único vampiro cazando a estos peculiares hombres bestias, así mismo esta tribu no perdonaría a Gazelle quien sería juzgada ya que la bruja movería sus hilos para que así fuese —Terminó de hablar y miro a su compañero de viaje, pero este se limitó a negar con la cabeza.
—Olvídalo. Fue mucho mejor de lo que yo habría hecho —Respondió Kendovlah—. Lo mío es la magia y el estudio, no inventar historias. Puedo contar unas tantas no inventadas más tarde, pero quiero saber como termina esta.
Sentenció para volver a concentrarse en su lectura, además sabía que cierto personaje que les acompañaba era buena dramatizando. Ella podría continuar la historia mucho mejor.
Si, algo menor pero deje invitación abierta para aquellos que quieran llegar con el grupo del brujo.
(…)
Por fin de vuelta en Beltrexus, ahora con una Lisette recobrada de las heridas dejadas por su última aventura. Sin embargo, el final del cuento no era como el esperado de un cuento de hadas. Al túnica negra se le hacía bastante incomodo en ocasiones tener a una mujer presente casi las veinticuatro horas. Trataba de llevarlo de la mejor manera posible, centrándose en estudios pendientes o planificando nuevos viajes. Por fortuna para el joven, la pequeña mausu aventurera Mi'mit había decidido pasar unos días con ellos.
Los primeros días fueron los más difíciles. Kendovlah no sabía como romper el hielo y su compañera había pasado a ser una preocupación más a tomar en cuenta, pues a menudo le recordaba a su padre en sus últimos días. Embriagándose a diario y casi sin ganas de conocer el resto de la ciudad, se podía decir que la mujer solo salía para reabastecerse de alcohol y derrochar el poco dinero que tenían guardado.
Por su parte, la humana hacía su mejor esfuerzo para que los días pasarán y dejar atrás aquella vida que se había visto obligada a llevar. El cambio no se le hacía fácil y el joven mago por su parte solo podía arañar la superficie de lo que eso significaba para ella. Tampoco tenía intenciones de hacerlo más incomodo, por lo que espero que las siguientes aventuras hicieran lo suyo.
Leiza la mujer lagarto y el viejo Hanks por fin habían llegado a la ciudad. No era algo previsto, pero la presencia de estos personajes le servían al mago para distraerse mientras discutían asuntos más preocupantes y servían de guía para el los siguientes movimientos de Kendovlah. Así mismo, ayudaban a que una curiosa Lisette se inmiscuyera poco a poco entre las planificaciones.
Al pasar unos días mientras Kendovlah trataba de aprender nuevos encantamientos, tras una explosión que sacudió todo el local, Lisette por fin dio el motivo sobre su repentino cambio de humor. La fecha al brujo claramente se le había escapado, pero era una de esas festividades que le gustaban a la rubia. Esta pensaba que el viaje sería lo que necesitaba para por fin dar vuelta la página y aceptar una nueva vida.
Tras discutir los preparativos del viaje con los dos personajes mayores, decidieron que sería una buena oportunidad para un descanso y cambio de aíres. Ambos personajes por cuenta separada insinuaron la invitación a la pequeña mausu. Y claro, Kendovlah ya tenía suficientes contactos en el Heckshold. No habría sido de extrañar que alguno de sus compañeros decidiera sumarse al viaje tras escuchar los rumores y hablar tanto con el brujo como con alguno de sus acompañantes.
(…)
—Realmente se te dan mal los nombres —Sugirió Lisette una vez en Ulmer, de vuelta en el puerto donde el drakkar había sido fabricado, pues si, aún estaba ese asunto de nombrar el barco pendiente. Kendovlah se limitó a dibujar una sonrisa leve y seguir leyendo su libro de estrategias. A esas alturas, ambos sabían que el brujo no era bueno con las palabras.
La embarcación quedo a buen recaudo con la lagarto y el brujo anciano. Después de todo ambos tenían asuntos que discutir sin la presencia de Kendovlah.
Desde el puerto caminaron hacía el centro del evento, en compañía de aquellos que decidieran seguirles. Por su parte, Kendovlah caminaba de forma distraída, embaucado en su libro y pensamientos. La festividad en sí no le llamaba mucho la atención y tenía a una Lisette ya algo embriagada y una pequeña ratoncita para advertirle de algún tropezón, aunque esta “técnica de caminar” ya la tenía algo desarrollada.
La rubia se sentó al rededor de la fogata, con las piernas cruzadas. Por su parte el joven mago de manera descuida se recostaba de espaldas al suelo y apoyaba su cabeza sobre el regazo de esta. No pudo evitar ruborizarse un poco, pero lo escondió bien al tener aún suficiente material de lectura. Así mismo el foco de atención de ambos se distraía ya sea de la bebida o de las letras para escuchar la continuación de la primera historia.
Una mirada desconfiada se posó sobre el brujo. De haber sido cualquier otro ya se habría ganado unas cuantas palizas y no viviría para contarlo, pero estaba de buen humor como no lo había estado en mucho tiempo. Esto le había salvado al brujo de una muy grande, pero este seguía parecer ignorando aquel hecho. Después de todo, era su forma de cobrarle el viaje y el atraso con sus demás planificaciones. Eso y el mal pasar de los días anteriores.
—Bien podría terminar ahí, pero hay algo más —Añade Lisette con tras el último aporte de la auto proclamada caza vampiros. Vuelve a tomar su jarra y la vacía hasta la mitad. Por su parte el brujo alza una ceja, era momento de ver que tan buena narradora era su compañera quien toma un poco de aíre para continuar con su historia.
—Algo más moviéndose entre las sombras. Aquel no era el día indicado según la bruja, aquella que sabía los nombres de ambos y como toda vieja arpía, disfrutaba del drama, y la tragedia. Esta pudo entender fácilmente lo que ocurría en la mente de ambos seres, por lo que reveló a la mujer gacela el nombre de su apuesto caballero de ojos azules. Esto no hizo más que agudizar la obsesión que crecía en ambos por el otro.
No, la historia de Gazelle como dije no termina ahí. La bruja necesitaba los cuernos y para eso había contratado a Alaín que sin embargo, decide hacerla suya como lo hacen los de su especie. Pero el contrato seguía en píe y los cuernos en la cabeza de su anhelado trofeo. La anciana pudo observar esto desde las sombras, al final el cazador le había traicionado, y esto no se quedaría así...
Alaín sabía que era el único vampiro cazando a estos peculiares hombres bestias, así mismo esta tribu no perdonaría a Gazelle quien sería juzgada ya que la bruja movería sus hilos para que así fuese —Terminó de hablar y miro a su compañero de viaje, pero este se limitó a negar con la cabeza.
—Olvídalo. Fue mucho mejor de lo que yo habría hecho —Respondió Kendovlah—. Lo mío es la magia y el estudio, no inventar historias. Puedo contar unas tantas no inventadas más tarde, pero quiero saber como termina esta.
Sentenció para volver a concentrarse en su lectura, además sabía que cierto personaje que les acompañaba era buena dramatizando. Ella podría continuar la historia mucho mejor.
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Si, algo menor pero deje invitación abierta para aquellos que quieran llegar con el grupo del brujo.
Kendovlah
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Re: [Evento] Beltaine---La colina estrellada
¿Llevaba caminando mucho? Quizás demasiado. Había perdido la cuenta exacta de los pasos que la separaban de algún que otro árbol la última vez que tuvo que parar a apoyar su menudo cuerpo en una roca del camino. Estaba magullada. No comía desde hacía días y la botella de licor que siempre llevaba en su zurrón estaba empezando a acabarse.
Quizás fuese eso mismo lo que la ponía de peor humor a medida que caminaba ahora en el escarbado camino de piedras desde las minas del Cadalso hasta su próximo destino. Aquello y el hecho de que Luna había despertado de su breve siesta momentánea y se divertía llevando su cabezas de ideas macabras que iban desde como acabar con su hambres en tres leves pasos hasta como hacerlo para siempre. Gaia se esforzaba, por supuesto en llenar su cabeza con cosas más importantes. Pero la voz pequeña e insurrecta no hacía más que regresar.
Oh Luna... mi dulce y nívea Luna... dos pueblo más y estaremos casi en casa. Ya recuerdas las historias de tu hogar ¿Te imaginas como van a recibirte? Mancillada, ex prostituta y sin zapatos. Nadie nunca había alcanzado tanto nivel después de ser vendida por sus padres.
-.. Y el viento es agradable cuando no me desalborota el cabello. Cuando pasa levemente entre mis dedos y si estoy en un lugar alto... a veces pienso que vuelo. VUELO. ¿y si la primera persona que voló tan solo quería caer? Que digo... todos saben que para dejarse caer se necesita más esfuerzo que para echarse a volar.-
Había estado siguiendo a un pastor de lejos.
La bruja pensó que el hombre no la oía y se creía grácil y escondida entre los matorrales del camino cuando la verdad era que aquel pastor se había asustado ante la visión macabra de aquel casi esqueleto favorito y su hablar constante con alguien que parecía ser ajena a ella pero al que él no veía. El pobre señor pensó que quizás aquello era producto del hambre y aunque intentó ofrecerle pan y queso, la muchacha en cuestión se había escondido en varias ocasiones, así que pensó que guiarla hasta la colina estrellada sería una buena opción.
Cuando llegaron la luz de la hoguera ya dejaba sombras en el suelo de aquella colina y el pastor se alegró al ver que Gaia se acercaba a uno de los tenderetes dispuestos alrededor de la hoguera mientras él llevaba a sus cabras al corral cercano.
Gaia agarró aquellas jarras de cerveza como si de agua fresca de mayo se tratase. No tenía mucha idea de cuanto iban a costarles, pero estaba segura que podría usar sus habilidades para obviar el pago de una u otra. Luna se había vuelto lo suficientemente molesta durante el camino ladera arriba de la colina y la chica se había tenido que esforzar en contar los pasos que la separaban de aquel pastor y ella en voz casi a gritos para apartar los distintos métodos de matar a aquel hombre que Luna había sugerido en la última hora.
Necesitaba dejar que Luna tomase el control, y ambas sabían como pasaba aquello.
Bebió la primera ronda de un trago sin esperar siquiera llenar su estómago, vacío por semanas y en la seguna copa, Luna ya se había hecho fuerte.
Escuchó como alguien tocaba la guitarra. A Luna no pareció molestarle en demasía pues casi estaba más enfocada en las altas llamas de fuego y lo fácil que era fingir un accidente, aasí que Gaia se sentó junto a la mujer de la guitarra, y la escuchó cantar a la vez que escuchaba la historia del hombre solitario no muy lejos de ella y la del chico al otro extremo.La de la elfa y la mujer elegante también parecían interesante.
-¿Qué haces cuando se le acaba la música?- Le dijo a la mujer que tocaba la guitarra en un parón entre historia e historia- ¿No tienes miedo de que vaya donde nadie pueda encontrarla? Yo correría tras ella. Perseguiría sus sonidos. Nadie puede ir muy lejos sin zapatos- dijo y se miró sus pies, ensangrentados y curtidos, sintiendo miedo por un momento.
Al final de la noche, esa guitarra será nuestra, Luna.,. mi dulces, dulce Luna.
-ESCUCHEN AHORA- Gaia comenzó a gritar tras la historia del chico, acallando a Luna antes de que tuviese idea más concisa de como robar aquella guitarra, Su voz estaba rota y era aparente que había bebido demasiado. Estaba sucia y se reía de cuando en cuando como si mantuviese una conversación con alguien más. -ESCUCHEN BIEN- se levantó y comenzó a andar de aquí para allá robando las jarras desatendidas mientras daba parte de su versión de aquella historia:
Curiosa escena… Gazelle a punto de dejar sus días en manos de su amado, una bruja malvada tratando de sacar provecho de la situación un amor imposible y un final, ciertamente vaticinado.
Pero todo hubiese sido más fácil si hubiésemos contado la historia como es, ¿No es cierto? La maldición de Alain criado para destruir belleza, la de Ella, condenada a enamorarse siempre de su más fiero cazador, y la de la bruja, como la de ambos, sumida en su propia creencia de hacer ver al mundo que la magia del éter beneficiaba a quienes la sabían usar con destreza y responsabilidad.
Muchas fueron las veces en las que aquella mujer intento hacerlo bien, si me permiten contarlo. Mostró fiereza al dotar a los animales de habla para que pudiesen comunicarse con el resto del bosque. Les dio un escondite lejos de sus cazadores y la inteligencia necesaria para que supiesen qué evitar en el camino.
No fue suficiente, sin embargo, pues los habitantes de aquel bosque, si dóciles en un principio también eran ambiciosos y aunque no podían usar el éter como la bruja hacía, sabían bien como sacar provecho de la necesidad de aquella mujer que tan solo buscaba un hogar donde redimirse de sus muchos pecados en su larga vida.
Sin embargo, es muy fácil tensar y poner a prueba la paciencia de una bruja, y en la mayoría de las ocasiones nunca termina de la manera que se espera.
Una vez terminó su historia volvió a sentarse cerca de la mujer con la guitarra le dedicó una sonrisa y alzó su copa a la nada, como brindando con todos.
-JÁ... qué fácil es entretenernos- bebió.Dirigiéndose a si misma.
.. Y aún más fácil robarles la bolsa, Luna, mi dulce Luna.
Quizás fuese eso mismo lo que la ponía de peor humor a medida que caminaba ahora en el escarbado camino de piedras desde las minas del Cadalso hasta su próximo destino. Aquello y el hecho de que Luna había despertado de su breve siesta momentánea y se divertía llevando su cabezas de ideas macabras que iban desde como acabar con su hambres en tres leves pasos hasta como hacerlo para siempre. Gaia se esforzaba, por supuesto en llenar su cabeza con cosas más importantes. Pero la voz pequeña e insurrecta no hacía más que regresar.
Oh Luna... mi dulce y nívea Luna... dos pueblo más y estaremos casi en casa. Ya recuerdas las historias de tu hogar ¿Te imaginas como van a recibirte? Mancillada, ex prostituta y sin zapatos. Nadie nunca había alcanzado tanto nivel después de ser vendida por sus padres.
-.. Y el viento es agradable cuando no me desalborota el cabello. Cuando pasa levemente entre mis dedos y si estoy en un lugar alto... a veces pienso que vuelo. VUELO. ¿y si la primera persona que voló tan solo quería caer? Que digo... todos saben que para dejarse caer se necesita más esfuerzo que para echarse a volar.-
Había estado siguiendo a un pastor de lejos.
La bruja pensó que el hombre no la oía y se creía grácil y escondida entre los matorrales del camino cuando la verdad era que aquel pastor se había asustado ante la visión macabra de aquel casi esqueleto favorito y su hablar constante con alguien que parecía ser ajena a ella pero al que él no veía. El pobre señor pensó que quizás aquello era producto del hambre y aunque intentó ofrecerle pan y queso, la muchacha en cuestión se había escondido en varias ocasiones, así que pensó que guiarla hasta la colina estrellada sería una buena opción.
Cuando llegaron la luz de la hoguera ya dejaba sombras en el suelo de aquella colina y el pastor se alegró al ver que Gaia se acercaba a uno de los tenderetes dispuestos alrededor de la hoguera mientras él llevaba a sus cabras al corral cercano.
Gaia agarró aquellas jarras de cerveza como si de agua fresca de mayo se tratase. No tenía mucha idea de cuanto iban a costarles, pero estaba segura que podría usar sus habilidades para obviar el pago de una u otra. Luna se había vuelto lo suficientemente molesta durante el camino ladera arriba de la colina y la chica se había tenido que esforzar en contar los pasos que la separaban de aquel pastor y ella en voz casi a gritos para apartar los distintos métodos de matar a aquel hombre que Luna había sugerido en la última hora.
Necesitaba dejar que Luna tomase el control, y ambas sabían como pasaba aquello.
Bebió la primera ronda de un trago sin esperar siquiera llenar su estómago, vacío por semanas y en la seguna copa, Luna ya se había hecho fuerte.
Escuchó como alguien tocaba la guitarra. A Luna no pareció molestarle en demasía pues casi estaba más enfocada en las altas llamas de fuego y lo fácil que era fingir un accidente, aasí que Gaia se sentó junto a la mujer de la guitarra, y la escuchó cantar a la vez que escuchaba la historia del hombre solitario no muy lejos de ella y la del chico al otro extremo.La de la elfa y la mujer elegante también parecían interesante.
-¿Qué haces cuando se le acaba la música?- Le dijo a la mujer que tocaba la guitarra en un parón entre historia e historia- ¿No tienes miedo de que vaya donde nadie pueda encontrarla? Yo correría tras ella. Perseguiría sus sonidos. Nadie puede ir muy lejos sin zapatos- dijo y se miró sus pies, ensangrentados y curtidos, sintiendo miedo por un momento.
Al final de la noche, esa guitarra será nuestra, Luna.,. mi dulces, dulce Luna.
-ESCUCHEN AHORA- Gaia comenzó a gritar tras la historia del chico, acallando a Luna antes de que tuviese idea más concisa de como robar aquella guitarra, Su voz estaba rota y era aparente que había bebido demasiado. Estaba sucia y se reía de cuando en cuando como si mantuviese una conversación con alguien más. -ESCUCHEN BIEN- se levantó y comenzó a andar de aquí para allá robando las jarras desatendidas mientras daba parte de su versión de aquella historia:
Curiosa escena… Gazelle a punto de dejar sus días en manos de su amado, una bruja malvada tratando de sacar provecho de la situación un amor imposible y un final, ciertamente vaticinado.
Pero todo hubiese sido más fácil si hubiésemos contado la historia como es, ¿No es cierto? La maldición de Alain criado para destruir belleza, la de Ella, condenada a enamorarse siempre de su más fiero cazador, y la de la bruja, como la de ambos, sumida en su propia creencia de hacer ver al mundo que la magia del éter beneficiaba a quienes la sabían usar con destreza y responsabilidad.
Muchas fueron las veces en las que aquella mujer intento hacerlo bien, si me permiten contarlo. Mostró fiereza al dotar a los animales de habla para que pudiesen comunicarse con el resto del bosque. Les dio un escondite lejos de sus cazadores y la inteligencia necesaria para que supiesen qué evitar en el camino.
No fue suficiente, sin embargo, pues los habitantes de aquel bosque, si dóciles en un principio también eran ambiciosos y aunque no podían usar el éter como la bruja hacía, sabían bien como sacar provecho de la necesidad de aquella mujer que tan solo buscaba un hogar donde redimirse de sus muchos pecados en su larga vida.
Sin embargo, es muy fácil tensar y poner a prueba la paciencia de una bruja, y en la mayoría de las ocasiones nunca termina de la manera que se espera.
Una vez terminó su historia volvió a sentarse cerca de la mujer con la guitarra le dedicó una sonrisa y alzó su copa a la nada, como brindando con todos.
-JÁ... qué fácil es entretenernos- bebió.Dirigiéndose a si misma.
.. Y aún más fácil robarles la bolsa, Luna, mi dulce Luna.
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Re: [Evento] Beltaine---La colina estrellada
El Festival de Fuego de Beltaine era conocido en todo el territorio de Verisar. Iori por supuesto lo conocía también. Y sin embargo esa era la primera vez que participaba en él. Nunca se había aventurado sola tan lejos de su aldea. Pero después de su victoriosa aventura, ida y vuelta de Lunargenta se sentía más capaz. ¿Victoriosa? Era una sutil ironía con la que en su mente cubría la verdadera palabra. Terrorífica. ¿Más capaz? Eso tampoco era cierto, ya que nunca había descubierto en ella tantas debilidades como en aquellas semanas de viaje.
Avanzó entre el gentío, intentando localizar un lugar en el que la bebida no contuviese alcohol. La primera debilidad era la forma tan estúpida que tenía de confiar en la gente. Fuera de su aldea, no era su aldea. Evidentemente. Debía de tenerlo en cuenta para no caer en los mismos errores en el futuro. Otra debilidad podía ser meterse en asuntos que nada tenían que ver con ella. En comunidades pequeñas, apoyarse unos a otros significaba sobrevivir dentro del grupo. Como una manada de lobos. El problema de las grandes ciudades era que allí no formaba parte de la manada. Más bien era la pieza de caza. Tomó un vaso de madera con agua en la zona que ofrecía bebidas para los más pequeños y caminó en dirección a la gran hoguera.
Una llamarada oscura ascendió después de que una de las personas que había en el otro extremo hubiese arrojado uno de los objetos que solían alimentarla. Antiguas pertenencias que según se creía, eliminaban su mala suerte cuando se ofrecían a la pira. Las cenizas grises se elevaron en el aire, y la humana pensó un instante en que quizá un elfo se había convertido en otras de las debilidades que había descubierto las últimas semanas. Felicidades Iori, buena colección has hecho. Resopló suavemente, mientras se sentaba en un pequeño hueco, detrás de la primera fila de espectadores, haciendo grandes esfuerzos por evitar abrir su memoria al recuerdo de sus ojos grises.
Miró a la luz anaranjada del fuego el brillo del anillo que portaba ahora. Sabía que el pulgar no se era el dedo más popular para lucir aquel tipo de ornamentos, pero en cualquier otra falange el metal caería sin remedio. Los ojos azules observaban su superficie pulida con una muda interrogación. Ojalá tuviese manera de hacerlo hablar. Fue entonces cuando el gentío redujo las animadas conversaciones, y la atención se centró sobre el hombre cubierto con la capa verde. Iori relajó la tensión de su ceño cuando comenzó la narración de la historia.
Para ella era instintivo sentir una simpatía natural hacia las personas mayores. No podía percibir ningún rasgo del hombre pero su edad parecía evidente por su constitución y su voz. Colocó el vaso de agua entre sus pies asentándolo bien en el suelo, y cruzó los brazos sobre sus rodillas escuchando la historia. De manera espontánea, de entre el público comenzaron a escucharse voces. Personas que como ella formaban parte de aquel grupo, y que tenían mucho que aportar al desarrollo de la triste historia. El suave sonido de las cuerdas llenó de emoción el ambiente mientras la chica que la tocaba alzaba su voz en el aire.
Iori escuchó con la cabeza baja y los ojos clavados en la superficie oscura del agua que había en su vaso. Quizá estar de nuevo lejos de su hogar la hacía sentir melancólica. O quizá la sospecha de saber que aquel no era su hogar de verdad la hacía caer en la cuenta de ello. Sentimientos sombrios se alzaron en su cabeza, y aquella historia le estaba dificultando mantenerlos a raya. El Festival de Fuego que había pintado bien al principio la estaba dejando completamente fría por dentro. - Quien pone el corazón en algo, sin duda sufre - su voz sonó amortiguada, por lo que los más alejados apenas la habrían oído.
Miró hacia arriba notando que algunas miradas se habían posado en ella y se sintió fuera de lugar. Tomó el vaso entre las manos de nuevo, y con la agilidad de un gato pillado en mal momento, se deslizó hacia las sombras que proyectaba la hoguera, alejándose lo suficiente para desaparecer de la vista de todos, pero no tanto como para dejar de escuchar aquella historia. Muchos allí parecían conocerla pero para Iori era completamente nueva.
[Offtopic: Iori no sabe nada de la vida la pobre, espero que no sea un post inadecuado para participar en el evento D:]
Avanzó entre el gentío, intentando localizar un lugar en el que la bebida no contuviese alcohol. La primera debilidad era la forma tan estúpida que tenía de confiar en la gente. Fuera de su aldea, no era su aldea. Evidentemente. Debía de tenerlo en cuenta para no caer en los mismos errores en el futuro. Otra debilidad podía ser meterse en asuntos que nada tenían que ver con ella. En comunidades pequeñas, apoyarse unos a otros significaba sobrevivir dentro del grupo. Como una manada de lobos. El problema de las grandes ciudades era que allí no formaba parte de la manada. Más bien era la pieza de caza. Tomó un vaso de madera con agua en la zona que ofrecía bebidas para los más pequeños y caminó en dirección a la gran hoguera.
Una llamarada oscura ascendió después de que una de las personas que había en el otro extremo hubiese arrojado uno de los objetos que solían alimentarla. Antiguas pertenencias que según se creía, eliminaban su mala suerte cuando se ofrecían a la pira. Las cenizas grises se elevaron en el aire, y la humana pensó un instante en que quizá un elfo se había convertido en otras de las debilidades que había descubierto las últimas semanas. Felicidades Iori, buena colección has hecho. Resopló suavemente, mientras se sentaba en un pequeño hueco, detrás de la primera fila de espectadores, haciendo grandes esfuerzos por evitar abrir su memoria al recuerdo de sus ojos grises.
Miró a la luz anaranjada del fuego el brillo del anillo que portaba ahora. Sabía que el pulgar no se era el dedo más popular para lucir aquel tipo de ornamentos, pero en cualquier otra falange el metal caería sin remedio. Los ojos azules observaban su superficie pulida con una muda interrogación. Ojalá tuviese manera de hacerlo hablar. Fue entonces cuando el gentío redujo las animadas conversaciones, y la atención se centró sobre el hombre cubierto con la capa verde. Iori relajó la tensión de su ceño cuando comenzó la narración de la historia.
Para ella era instintivo sentir una simpatía natural hacia las personas mayores. No podía percibir ningún rasgo del hombre pero su edad parecía evidente por su constitución y su voz. Colocó el vaso de agua entre sus pies asentándolo bien en el suelo, y cruzó los brazos sobre sus rodillas escuchando la historia. De manera espontánea, de entre el público comenzaron a escucharse voces. Personas que como ella formaban parte de aquel grupo, y que tenían mucho que aportar al desarrollo de la triste historia. El suave sonido de las cuerdas llenó de emoción el ambiente mientras la chica que la tocaba alzaba su voz en el aire.
Iori escuchó con la cabeza baja y los ojos clavados en la superficie oscura del agua que había en su vaso. Quizá estar de nuevo lejos de su hogar la hacía sentir melancólica. O quizá la sospecha de saber que aquel no era su hogar de verdad la hacía caer en la cuenta de ello. Sentimientos sombrios se alzaron en su cabeza, y aquella historia le estaba dificultando mantenerlos a raya. El Festival de Fuego que había pintado bien al principio la estaba dejando completamente fría por dentro. - Quien pone el corazón en algo, sin duda sufre - su voz sonó amortiguada, por lo que los más alejados apenas la habrían oído.
Miró hacia arriba notando que algunas miradas se habían posado en ella y se sintió fuera de lugar. Tomó el vaso entre las manos de nuevo, y con la agilidad de un gato pillado en mal momento, se deslizó hacia las sombras que proyectaba la hoguera, alejándose lo suficiente para desaparecer de la vista de todos, pero no tanto como para dejar de escuchar aquella historia. Muchos allí parecían conocerla pero para Iori era completamente nueva.
[Offtopic: Iori no sabe nada de la vida la pobre, espero que no sea un post inadecuado para participar en el evento D:]
Iori Li
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Re: [Evento] Beltaine---La colina estrellada
Tenía que admitir que siempre acababa en aquellos eventos por Lyn.
Masajeándose el entrecejo, el castaño siguió de cerca a una vampiresa que se movía por el lugar prácticamente a la carrera, mirándolo todo como si fuese la primera vez que lo hacía, escuchando las palabras que los asistentes contaban alrededor de la fogata central de aquel modesto… campamento.
- ¡Anastasia! – Por supuesto, cuando Lyn oteó la primera cara conocida en el evento no tardó en lanzarse hacia ella con ambos brazos extendidos. - ¡Haces cosas divertidas y todo! – Agregó a continuación, deteniéndose instantes antes del abrazo que deseaba dar pero que no podía por estar la luna en la cúspide del firmamento. - ¿Puedo sentarme? – Preguntó, sentándose al lado de la cazadora antes de que esta pudiese dar respuesta alguna.
Bajando ambas manos hasta su cintura, Eltrant saludó a su amiga con una sonrisa y procedió a imitar a Jules.
- ¿No estás con Jules? – Preguntó en un principio, buscando al compañero de la mujer con la mirada. – No es usual verte en cosa as… - No terminó la frase por las posibles represalias de la mujer y, tras callarse y mirar al frente, dejó que fuese Lyn la que acaparase todas las miradas de la tensai.
Miró a su alrededor, tratando de discernir qué era lo que estaba sucediendo realmente en aquel lugar. No parecía realmente… una fiesta.
Historias.
Eso era de lo que iba todo aquello; no era una festividad con comida, carpas ni tenderetes. Era tranquila, pausada, era un grupo extenso de gente reunidos alrededor de un fuego escuchando una historia de amor contada por un cuentacuentos itinerante.
Una que después tenían que ampliar los propios asistentes a la fiesta.
Comenzó una historia de amor entre una mujer-bestia y un cazador. Creía conocerla, la había oído tiempo atrás en la granja, contada por sus padres en una de las largas noches de tormenta. Aunque la versión que estos contaba era… más simple, mucho más.
Todo en la granja era más simple, a decir verdad.
- Dioses, Anastasia. - dijo suspirando, girándose hacía ella con cara de circunstancia, cuando la cazadora hizo su singular añadido. - ¿Es que nunca descansas? – Le susurró, enarcando una ceja. Era ironico que fuese él, entre todas las personas, el que hiciese esa pregunta.
- A mí me ha gustado mucho. – Susurró Lyn, acercándose, fingiendo cierto disimulo aun cuando era consciente de que algunas personas la estaban mirado. - ¿La parte de que te contraten al final quiere decir que tú, como persona, estás también enamorada del vampiro y Gazelle? ¿Te has incluido en la historia? – Agregó, en el mismo tono de voz, haciendo ahora como que se tapaba la boca con la mano.
Las historias continuaron sucediéndose, cada persona ponía sus propias palabras y emociones al relato entre Gazelle y Allain. Lo cual era una sorpresa, estaba casi seguro de que aquellas cosas solían acabar cuando alguien soltaba algo del estilo: “Y entonces todos murieron”.
Probablemente se debía a que pasaba demasiado tiempo con Lyn.
Finalmente, después de que la voz de una joven al otro lado de la hoguera añadiese una frase aparentemente simple, pero cargada de un significado incuestionable para el tema que tenían de entre manos, muchas de las miradas se deslizaron hasta él cuando la mujer abandonó el lugar y se ocultó entre las sombras.
- Eh… ¿Me toca? – Se llevó la mano hasta la cara, inseguro, y miró de soslayo como Lyn ampliaba enormemente su sonrisa y apoyaba su barbilla en sus propias manos, expectante. – Muy bien, muy bien. Pero no esperéis gran cosa… – Se pasó la mano por el pelo, dejándola al final en su cogote mientras pensaba desesperadamente que añadir.
- El corazón es… algo preciado, algo único en cada uno de nosotros. – dijo, siguiendo el hilo que había tenido la anterior participante, parafraseando además la forma en la que sus padres contaban aquella historia. – Si bien no hay dos iguales, todos son... igual de frágiles. Es lo que nos da la fuerza que necesitamos para afrontar los problemas que los dioses colocan en nuestro camino. Es nuestra… propia hoguera, una que cuidamos con todas nuestras fuerzas, que nos esforzamos por mantener encendida por el medio que sea necesario. – dijo, clavando sus ojos en el fuego, perdiendo momentáneamente el hilo.
- Alain y Gazelle lo sabían, pues ambos eran presa del corazón.
Incluso con su longevidad, con la capacidad de vivir decenas de años sin cambiar siquiera de aspecto… Alain se moría. No había señas de esto, pero lo sentía en su pecho. Cada día al dormir, cada noche al despertarse. Su corazón, en un desesperado intento por mantenerse encendido, le dictó que cazase a la misma persona que le había contratado, que la bella Gazelle era lo único que avivaría su llama y calmaría aquel sentimiento.
Gazelle, por su parte, también sufría por esto. Buscando una redención que no conseguía encontrar, buscando acallar por siempre las voces de su corazón, miró fijamente los ojos del hombre que le había traicionado y, hechizada por estos, cerró sus ojos, dejando los colmillos se acercasen más y más.
Pero algo le hizo detenerse en el último momento.
¿Su propio corazón? No.
Fue por el de las criaturas del bosque que, dotadas con inteligencia y ambición por la bruja, pararon al cazador en el último momento.
¿Qué consecuencias tendría esto para todos? Lo único que todos tenían claro era que… quien pone el corazón en algo, sin duda sufre.
- dicho esto, Eltrant se aclaró la garganta, dando por finalizada su parte de la historia y miró a los lados, algo incómodo.
- ¿Qué? La moraleja de la versión de mi pueblo es que tengas cuidado en dónde te metes. – Musitó, atusándose la barba. Ahora que lo pensaba... probablemente sus padres habían intentado inculcarle algo que, por lo que parecía, no habían conseguido.
Tenía que pedirles disculpas por eso.
- ¡Y al final todos mu…! – Antes de que la vampiresa terminase la frase Eltrant pateó la piedra sobre la que se sentaba, haciendo que se diese un pequeño golpe contra el suelo. - ¡Oye! -
Masajeándose el entrecejo, el castaño siguió de cerca a una vampiresa que se movía por el lugar prácticamente a la carrera, mirándolo todo como si fuese la primera vez que lo hacía, escuchando las palabras que los asistentes contaban alrededor de la fogata central de aquel modesto… campamento.
- ¡Anastasia! – Por supuesto, cuando Lyn oteó la primera cara conocida en el evento no tardó en lanzarse hacia ella con ambos brazos extendidos. - ¡Haces cosas divertidas y todo! – Agregó a continuación, deteniéndose instantes antes del abrazo que deseaba dar pero que no podía por estar la luna en la cúspide del firmamento. - ¿Puedo sentarme? – Preguntó, sentándose al lado de la cazadora antes de que esta pudiese dar respuesta alguna.
Bajando ambas manos hasta su cintura, Eltrant saludó a su amiga con una sonrisa y procedió a imitar a Jules.
- ¿No estás con Jules? – Preguntó en un principio, buscando al compañero de la mujer con la mirada. – No es usual verte en cosa as… - No terminó la frase por las posibles represalias de la mujer y, tras callarse y mirar al frente, dejó que fuese Lyn la que acaparase todas las miradas de la tensai.
Miró a su alrededor, tratando de discernir qué era lo que estaba sucediendo realmente en aquel lugar. No parecía realmente… una fiesta.
Historias.
Eso era de lo que iba todo aquello; no era una festividad con comida, carpas ni tenderetes. Era tranquila, pausada, era un grupo extenso de gente reunidos alrededor de un fuego escuchando una historia de amor contada por un cuentacuentos itinerante.
Una que después tenían que ampliar los propios asistentes a la fiesta.
Comenzó una historia de amor entre una mujer-bestia y un cazador. Creía conocerla, la había oído tiempo atrás en la granja, contada por sus padres en una de las largas noches de tormenta. Aunque la versión que estos contaba era… más simple, mucho más.
Todo en la granja era más simple, a decir verdad.
- Dioses, Anastasia. - dijo suspirando, girándose hacía ella con cara de circunstancia, cuando la cazadora hizo su singular añadido. - ¿Es que nunca descansas? – Le susurró, enarcando una ceja. Era ironico que fuese él, entre todas las personas, el que hiciese esa pregunta.
- A mí me ha gustado mucho. – Susurró Lyn, acercándose, fingiendo cierto disimulo aun cuando era consciente de que algunas personas la estaban mirado. - ¿La parte de que te contraten al final quiere decir que tú, como persona, estás también enamorada del vampiro y Gazelle? ¿Te has incluido en la historia? – Agregó, en el mismo tono de voz, haciendo ahora como que se tapaba la boca con la mano.
Las historias continuaron sucediéndose, cada persona ponía sus propias palabras y emociones al relato entre Gazelle y Allain. Lo cual era una sorpresa, estaba casi seguro de que aquellas cosas solían acabar cuando alguien soltaba algo del estilo: “Y entonces todos murieron”.
Probablemente se debía a que pasaba demasiado tiempo con Lyn.
Finalmente, después de que la voz de una joven al otro lado de la hoguera añadiese una frase aparentemente simple, pero cargada de un significado incuestionable para el tema que tenían de entre manos, muchas de las miradas se deslizaron hasta él cuando la mujer abandonó el lugar y se ocultó entre las sombras.
- Eh… ¿Me toca? – Se llevó la mano hasta la cara, inseguro, y miró de soslayo como Lyn ampliaba enormemente su sonrisa y apoyaba su barbilla en sus propias manos, expectante. – Muy bien, muy bien. Pero no esperéis gran cosa… – Se pasó la mano por el pelo, dejándola al final en su cogote mientras pensaba desesperadamente que añadir.
- El corazón es… algo preciado, algo único en cada uno de nosotros. – dijo, siguiendo el hilo que había tenido la anterior participante, parafraseando además la forma en la que sus padres contaban aquella historia. – Si bien no hay dos iguales, todos son... igual de frágiles. Es lo que nos da la fuerza que necesitamos para afrontar los problemas que los dioses colocan en nuestro camino. Es nuestra… propia hoguera, una que cuidamos con todas nuestras fuerzas, que nos esforzamos por mantener encendida por el medio que sea necesario. – dijo, clavando sus ojos en el fuego, perdiendo momentáneamente el hilo.
- Alain y Gazelle lo sabían, pues ambos eran presa del corazón.
Incluso con su longevidad, con la capacidad de vivir decenas de años sin cambiar siquiera de aspecto… Alain se moría. No había señas de esto, pero lo sentía en su pecho. Cada día al dormir, cada noche al despertarse. Su corazón, en un desesperado intento por mantenerse encendido, le dictó que cazase a la misma persona que le había contratado, que la bella Gazelle era lo único que avivaría su llama y calmaría aquel sentimiento.
Gazelle, por su parte, también sufría por esto. Buscando una redención que no conseguía encontrar, buscando acallar por siempre las voces de su corazón, miró fijamente los ojos del hombre que le había traicionado y, hechizada por estos, cerró sus ojos, dejando los colmillos se acercasen más y más.
Pero algo le hizo detenerse en el último momento.
¿Su propio corazón? No.
Fue por el de las criaturas del bosque que, dotadas con inteligencia y ambición por la bruja, pararon al cazador en el último momento.
¿Qué consecuencias tendría esto para todos? Lo único que todos tenían claro era que… quien pone el corazón en algo, sin duda sufre.
- dicho esto, Eltrant se aclaró la garganta, dando por finalizada su parte de la historia y miró a los lados, algo incómodo.
- ¿Qué? La moraleja de la versión de mi pueblo es que tengas cuidado en dónde te metes. – Musitó, atusándose la barba. Ahora que lo pensaba... probablemente sus padres habían intentado inculcarle algo que, por lo que parecía, no habían conseguido.
Tenía que pedirles disculpas por eso.
- ¡Y al final todos mu…! – Antes de que la vampiresa terminase la frase Eltrant pateó la piedra sobre la que se sentaba, haciendo que se diese un pequeño golpe contra el suelo. - ¡Oye! -
Eltrant Tale
Aerandiano de honor
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Re: [Evento] Beltaine---La colina estrellada
El hombre rana tomó asiento hacía ya un buen rato. En silencio, de brazos cruzados y asintiendo ante cada frase de la historia que recitaban los allí presentes escuchaba con mucha atención. Su acompañante; Bluto, por su parte, se quedó de pie detrás del anfibio, entre su altura, el pesado armazón que portaba y su solemnidad, destacaba bastante. Al igual que su compañero, escuchaba con atención cada fragmento de historia.
A Frosk le encantaban las historias, después de todo, fue su única ventana al mundo durante su infancia. Gracias a ellas, más o menos comprendía lo que le rodeaba. Por supuesto, también había escuchado aquella historia un par de veces; no era de sus favoritas, ya que, por mucha moraleja oculta que tuviese, el "amor" no era un tema que enganchara la atención del hombre rana.
Cuando el último hombre acabó de contar su fragmento, el anfibio hinchó su saco vocal y croó, rellenando el silencio que había dejado la última versión de la historia. Acto seguido, colocó su mirada en el frente, haciendo un barrido general con esta.
-No me gustan las historias de amor, croac.-Se reacomodó en su "asiento"-Pero en honor a mi difunto abuelo, compartiré su versión de esta historia.-Depositó sus ojos en la llama de la hoguera, imaginándose en su mente la sucesión de los hechos.
-Se dice que los vampiros son seres sin alma, sin corazón, sin emociones ni sentimientos; meras bestias a las que exterminar de este mundo, para algunos la peor plaga que Aerandir ha sufrido.-Encrudeció su mirada-Es erróneo. Son seres pensantes, inteligentes y emocionalmente iguales al resto de razas de pueblan este hermoso mundo. Hay pensadores que incluso afirman ser más sensibles que el resto, y en esta historia, Alain puede darnos fe de que puede que así sea...
¿Por qué Alain andaba tras la gacela? ¿Acaso no la amaba? ¿Qué sentido tenía que le diera caza? Por más que se quisieran, no podían estar juntos, ambos eran los opuesto a lo que se supone que el otro debía aspirar. La bruja le dio una pequeña esperanza al cazador: "Tráeme los cuernos de una de sus hermanas, y podrás estar con ella hasta el fin de los días".
Alain entonces se enfundó su arco y sus flechas y salió a cazar, con la esperanza de que, al realizar aquel sacrificio, su vida se llenara de bondad y dicha junto a su amada. Pero... el amor lo cegó. Él buscaba unos cuernos, y los encontró.
Y ahí se detuvo, devolviendo la mirada al ambiente en general.
-Por eso no me gustan las historias de amor, croac.-Sonrió, achatando sus grandes ojos amarillentos y mostrándose gentil-Nunca tienen sentido y hacen ver a los protagonistas como unos idiotas.
A Frosk le encantaban las historias, después de todo, fue su única ventana al mundo durante su infancia. Gracias a ellas, más o menos comprendía lo que le rodeaba. Por supuesto, también había escuchado aquella historia un par de veces; no era de sus favoritas, ya que, por mucha moraleja oculta que tuviese, el "amor" no era un tema que enganchara la atención del hombre rana.
Cuando el último hombre acabó de contar su fragmento, el anfibio hinchó su saco vocal y croó, rellenando el silencio que había dejado la última versión de la historia. Acto seguido, colocó su mirada en el frente, haciendo un barrido general con esta.
-No me gustan las historias de amor, croac.-Se reacomodó en su "asiento"-Pero en honor a mi difunto abuelo, compartiré su versión de esta historia.-Depositó sus ojos en la llama de la hoguera, imaginándose en su mente la sucesión de los hechos.
-Se dice que los vampiros son seres sin alma, sin corazón, sin emociones ni sentimientos; meras bestias a las que exterminar de este mundo, para algunos la peor plaga que Aerandir ha sufrido.-Encrudeció su mirada-Es erróneo. Son seres pensantes, inteligentes y emocionalmente iguales al resto de razas de pueblan este hermoso mundo. Hay pensadores que incluso afirman ser más sensibles que el resto, y en esta historia, Alain puede darnos fe de que puede que así sea...
¿Por qué Alain andaba tras la gacela? ¿Acaso no la amaba? ¿Qué sentido tenía que le diera caza? Por más que se quisieran, no podían estar juntos, ambos eran los opuesto a lo que se supone que el otro debía aspirar. La bruja le dio una pequeña esperanza al cazador: "Tráeme los cuernos de una de sus hermanas, y podrás estar con ella hasta el fin de los días".
Alain entonces se enfundó su arco y sus flechas y salió a cazar, con la esperanza de que, al realizar aquel sacrificio, su vida se llenara de bondad y dicha junto a su amada. Pero... el amor lo cegó. Él buscaba unos cuernos, y los encontró.
Y ahí se detuvo, devolviendo la mirada al ambiente en general.
-Por eso no me gustan las historias de amor, croac.-Sonrió, achatando sus grandes ojos amarillentos y mostrándose gentil-Nunca tienen sentido y hacen ver a los protagonistas como unos idiotas.
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Re: [Evento] Beltaine---La colina estrellada
Matthew sabía cómo pasar desapercibido cuando quería, no en vano había pasado gran parte de su vida teniendo como único modo de sustento el hurto y el engaño. El Humano prefería mantener su identidad a resguardo durante ese viaje, la idea era llegar hasta alguna de las ciudades centrales de Ulmer e intentar algún tipo de acercamiento diplomático con sus líderes. Pero hasta que llegaran a destino le había pedido a Hadden que se abstuviera de llamarlo por su nombre y que actuaran como viajeros comunes.
Por eso, ambos se encontraban en esa reunión desde el principio, incluso desde antes que ese extraño sujeto comenzara a narrar la historia. Durante todo el rato Owens se había mantenido en silencio, escondiendo su rostro bajo la capucha, allí habían algunas personas que conocía, vio a Eltrant y a Gaia, pero siempre que los tuvo cerca disimuladamente apartó la mirada.
Por regla general las historias de amor siempre eran las más aburridas, solían dividirse en dos tipos: O bien ambas partes se amaban profundamente y había algún mal externo que impedía que se consumara su amor. O sino alguna de las dos partes no era merecedora del cariño del otro por algún motivo. Tan poco realista, solo se pensaba en el interés de una de las partes, y se olvidaban que en la vida nunca había una sola parte interesada.
-¿Quien pone el corazón en algo sin duda sufre? - Comentó con sarcasmo el Estafador - Permíteme que los corrija a ustedes, Joven Caballero y Hermosa Dama - La oración había sido repetida por dos personas - Me parece que hay algo en el cuento que se están olvidando, la moraleja no es esa ni mucho menos - La voz de Matt era bastante más cruda y gruesa que de costumbre, consideraba que a un Narrador misterioso le quedaba mejor ese estilo - Gazelle fue sumamente egoísta, sólo tomó en cuenta sus propios sentimientos y en ningún momento se detuvo a pensar cómo se sentía el pobre cazador. No sólo se puso en medio para que le diera con la flecha sino que además ahora lo obliga a ir en busca de una cura. Y todo sólo porque ella estaba empecinada en que se amaran - Se encogió de hombros y miró a su compañero - Para mi la historia es clara, no podrían escapar de tan cruel destino con algo tan interesado como el amor de amantes ¿No lo crees? -
Y entonces le dio pie a Hadden para que continuara la historia.
----------------------------------------------
*Ya que nadie se anima, uso el Comodín que tan amablemente nos ofrece Wyn para anular la oración de Iori y en consecuencia parte del relato de Eltrant ^^
- Ropas para la ocasión :
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Por eso, ambos se encontraban en esa reunión desde el principio, incluso desde antes que ese extraño sujeto comenzara a narrar la historia. Durante todo el rato Owens se había mantenido en silencio, escondiendo su rostro bajo la capucha, allí habían algunas personas que conocía, vio a Eltrant y a Gaia, pero siempre que los tuvo cerca disimuladamente apartó la mirada.
Por regla general las historias de amor siempre eran las más aburridas, solían dividirse en dos tipos: O bien ambas partes se amaban profundamente y había algún mal externo que impedía que se consumara su amor. O sino alguna de las dos partes no era merecedora del cariño del otro por algún motivo. Tan poco realista, solo se pensaba en el interés de una de las partes, y se olvidaban que en la vida nunca había una sola parte interesada.
-¿Quien pone el corazón en algo sin duda sufre? - Comentó con sarcasmo el Estafador - Permíteme que los corrija a ustedes, Joven Caballero y Hermosa Dama - La oración había sido repetida por dos personas - Me parece que hay algo en el cuento que se están olvidando, la moraleja no es esa ni mucho menos - La voz de Matt era bastante más cruda y gruesa que de costumbre, consideraba que a un Narrador misterioso le quedaba mejor ese estilo - Gazelle fue sumamente egoísta, sólo tomó en cuenta sus propios sentimientos y en ningún momento se detuvo a pensar cómo se sentía el pobre cazador. No sólo se puso en medio para que le diera con la flecha sino que además ahora lo obliga a ir en busca de una cura. Y todo sólo porque ella estaba empecinada en que se amaran - Se encogió de hombros y miró a su compañero - Para mi la historia es clara, no podrían escapar de tan cruel destino con algo tan interesado como el amor de amantes ¿No lo crees? -
Y entonces le dio pie a Hadden para que continuara la historia.
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*Ya que nadie se anima, uso el Comodín que tan amablemente nos ofrece Wyn para anular la oración de Iori y en consecuencia parte del relato de Eltrant ^^
Matthew Owens
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Re: [Evento] Beltaine---La colina estrellada
En los últimos meses había querido asesinarlo, al menos, unas cinco veces. No literalmente, claro. Pero las ganas no me faltaban. Cuando quería, Matthew realmente podía convertirse en una persona extremadamente irritante; y cuando no quería, le salía de forma natural. Sin embargo, no parecía ser para nada la misma persona que se encargaba del negocio en Ciudad Lagarto.
La mayoría del viaje fue muy tranquilo, y estaría mintiendo si negara que apreciaba especialmente su compañía. Al parecer Matt pretendía establecer algún tipo de acuerdo diplomático en Ulmer, o al menos asentar las bases para el mismo. Y al ser un territorio con una población importante de licántropos, supongo que consideró que llevarme con él era una buena estrategia, aunque no comprendía bien por qué no la había llevado a Estolas en mi lugar.
Hacía ya un rato estábamos sentados frente a la fogata. Jarra de cerveza en mano, estaba medio recostado contra Matt, como cualquier borracho que no se puede mantener derecho, con la diferencia que la mitad que le faltaba a la cerveza había sido lo único que había tomado. Pero bueno, había que dar cierta imagen.
Me pareció ver un rostro conocido. ¿Acaso esa era la chica que me había cruzado en el bosque antes de llegar a Ciudad Lagarto? Iori, si mi memoria no me fallaba. La seguí con la mirada brevemente antes de volver a prestar atención al relato en conjunto. Claramente Matthew no se iba a quedar al margen de la acción, y también aportó a aquella historia que tenía tantas versiones como oyentes. A su manera, claro.
Me incorporé al tiempo que Matthew me cedía la palabra -Tienes toda la razón, Jerry- ya se me había hecho costumbre inventarle nombres desde que me pidió que no lo llamara por el suyo a fin de ir de encubierto.
La versión que yo escuché coincide más con la de él, hasta cierto punto- dije señalando vagamente con la jarra de cerveza al hombre-bestia anfibio -El amor no son flores y mariposas; el amor es unión y fraternidad. Cuidar de los tuyos. Estoy seguro de que muchos aquí entienden de lo que hablo- efectivamente, muchos de los hombres bestia y licántropos presentes en la ronda asintieron, reafirmando mis palabras.
Posiblemente con el pasar de los días, las cabecillas de su clan la juzgarían, pero cuando alguien está en peligro, la unión frente a la adversidad es lo único que importa.- Bebí un trago de cerveza -La manada no se abandona, familia es familia. Y ese amor le gana a cualquier cosa. Por eso, las hermanas a las que el cazador no pudo sacarles sus cuernos, aparecieron en auxilio de su sor caída. Porque serán gacelas, pero no eran solo presas. Llevaban lanzas y sus propios arcos, como las amazonas. Y levantaron a su hermana del suelo una vez más. Porque no son en vano los más débiles, si su fuerza se une.
Observé como las llamas del fuego terminaban de consumir uno de los maderos que avivaban la hoguera, y de forma inconsciente llevé una mano al costado de mi cuerpo, donde en algún momento también se había alojado una flecha -Dudo que no viera venir la flecha en su curso certero. Ella había buscado a quien acabaría por darle caza porque, en el fondo, aceptamos el amor que creemos merecer.
La mayoría del viaje fue muy tranquilo, y estaría mintiendo si negara que apreciaba especialmente su compañía. Al parecer Matt pretendía establecer algún tipo de acuerdo diplomático en Ulmer, o al menos asentar las bases para el mismo. Y al ser un territorio con una población importante de licántropos, supongo que consideró que llevarme con él era una buena estrategia, aunque no comprendía bien por qué no la había llevado a Estolas en mi lugar.
Hacía ya un rato estábamos sentados frente a la fogata. Jarra de cerveza en mano, estaba medio recostado contra Matt, como cualquier borracho que no se puede mantener derecho, con la diferencia que la mitad que le faltaba a la cerveza había sido lo único que había tomado. Pero bueno, había que dar cierta imagen.
Me pareció ver un rostro conocido. ¿Acaso esa era la chica que me había cruzado en el bosque antes de llegar a Ciudad Lagarto? Iori, si mi memoria no me fallaba. La seguí con la mirada brevemente antes de volver a prestar atención al relato en conjunto. Claramente Matthew no se iba a quedar al margen de la acción, y también aportó a aquella historia que tenía tantas versiones como oyentes. A su manera, claro.
Me incorporé al tiempo que Matthew me cedía la palabra -Tienes toda la razón, Jerry- ya se me había hecho costumbre inventarle nombres desde que me pidió que no lo llamara por el suyo a fin de ir de encubierto.
La versión que yo escuché coincide más con la de él, hasta cierto punto- dije señalando vagamente con la jarra de cerveza al hombre-bestia anfibio -El amor no son flores y mariposas; el amor es unión y fraternidad. Cuidar de los tuyos. Estoy seguro de que muchos aquí entienden de lo que hablo- efectivamente, muchos de los hombres bestia y licántropos presentes en la ronda asintieron, reafirmando mis palabras.
Posiblemente con el pasar de los días, las cabecillas de su clan la juzgarían, pero cuando alguien está en peligro, la unión frente a la adversidad es lo único que importa.- Bebí un trago de cerveza -La manada no se abandona, familia es familia. Y ese amor le gana a cualquier cosa. Por eso, las hermanas a las que el cazador no pudo sacarles sus cuernos, aparecieron en auxilio de su sor caída. Porque serán gacelas, pero no eran solo presas. Llevaban lanzas y sus propios arcos, como las amazonas. Y levantaron a su hermana del suelo una vez más. Porque no son en vano los más débiles, si su fuerza se une.
Observé como las llamas del fuego terminaban de consumir uno de los maderos que avivaban la hoguera, y de forma inconsciente llevé una mano al costado de mi cuerpo, donde en algún momento también se había alojado una flecha -Dudo que no viera venir la flecha en su curso certero. Ella había buscado a quien acabaría por darle caza porque, en el fondo, aceptamos el amor que creemos merecer.
Hadden Payne
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Re: [Evento] Beltaine---La colina estrellada
¡Historias! Le encantaban las historias. Eran mejores las historias alegres y felices, o aquellas en las que el malvado sufría al final. Nada de morales ambivalentes en que el bueno y el malo se confunden. No eran tan agradables las grandes tragedias en las que todos sufren por igual, merezcan o no ser castigados. ¿Y qué clase de historia era aquella? Empezó aparentemente como una moral para jóvenes gacelas, para que aprendieran a ir por cuidado por la vida. Pero las cosas pronto comenzaron a complicarse. Thaiss se quedó al borde del asiento, enganchada pero insegura de si aquella historia le gustaba o no. Era todo verdaderamente confuso.
Pero tenía la sensación de que sabía cómo continuaba. Y quizás llevaba tanto tiempo ejercitándose en el noble arte de hablar por los codos, que en aquel momento se echó a hablar sin pensarlo.
- Gazelle fue egoísta, pero de su encuentro con el cazador había aprendido, o creído aprender, una lección importante. El ser al que adoraba en silencio la había herido, había intentado transformarla y separarla de los suyos, ¡una traición enorme! Y como consecuencia de esto, su corazón se endureció. Volvió con los suyos con la intención de no volver a amar a un hombre. Sus atenciones y cuidados irían a sus hermanas, que sí habían acudido en su defensa, y hacia las que sintió renovada lealtad. Y para asegurarse de ello sólo debía hacer una cosa: dar muerte al cazador que había intentado separarlas.
Porque si no le daba muerte... entonces Gazelle estaba condenada a volver a enamorarse de él - señaló a la mujer pelirroja que había aclarado ese detalle anteriormente, que ahora Thaiss sólo repetía -. Alain, por su parte, ignoraba esto: pensaba que injustamente Gazelle había sido separada de él por una sociedad reclusiva y ajena al amor entre dos especies. Y esto fomentó la seguridad con la que quiso embarcarse a matar a una de las hermanas de Gazelle, para conseguir sus cuernos como le pedía la bruja.
Y de esta manera la tragedia se cierne. Cada error engendra otro error. Y es que el cazador quiso conseguir los cuernos de la menor de las hermanas de Gazelle, una criatura inocente e indefensa. Pero, para él, el amor eterno bien lo merecía. Esta creencia, la fuerza de su obsesión, lo cegaba. Transformarla era la única manera de que Gazelle y él compartieran raza, y pudieran estar juntos para siempre. Y tan seguro y ciego estaba, que obvió la opinión de ella.
Se rascó la cabeza. Estaba del todo segura de que la historia iba así, pero no recordaba dónde la había escuchado. Y lo más problemático era que no recordaba cómo continuaba inmediatamente después. ¿Mataría Alain a la más joven de las gacelas, asegurándose así que el odio de Gazelle? ¿Conseguirían ambos reunirse y entenderse, o se separarían más y más? ¿Y cuál sería el papel de la bruja?
- Estoy en ascuas, ¿cómo termina esto? - comentó, curiosa, mirando a todos los demás a la espera de que alguien siguiera.
Pero tenía la sensación de que sabía cómo continuaba. Y quizás llevaba tanto tiempo ejercitándose en el noble arte de hablar por los codos, que en aquel momento se echó a hablar sin pensarlo.
- Gazelle fue egoísta, pero de su encuentro con el cazador había aprendido, o creído aprender, una lección importante. El ser al que adoraba en silencio la había herido, había intentado transformarla y separarla de los suyos, ¡una traición enorme! Y como consecuencia de esto, su corazón se endureció. Volvió con los suyos con la intención de no volver a amar a un hombre. Sus atenciones y cuidados irían a sus hermanas, que sí habían acudido en su defensa, y hacia las que sintió renovada lealtad. Y para asegurarse de ello sólo debía hacer una cosa: dar muerte al cazador que había intentado separarlas.
Porque si no le daba muerte... entonces Gazelle estaba condenada a volver a enamorarse de él - señaló a la mujer pelirroja que había aclarado ese detalle anteriormente, que ahora Thaiss sólo repetía -. Alain, por su parte, ignoraba esto: pensaba que injustamente Gazelle había sido separada de él por una sociedad reclusiva y ajena al amor entre dos especies. Y esto fomentó la seguridad con la que quiso embarcarse a matar a una de las hermanas de Gazelle, para conseguir sus cuernos como le pedía la bruja.
Y de esta manera la tragedia se cierne. Cada error engendra otro error. Y es que el cazador quiso conseguir los cuernos de la menor de las hermanas de Gazelle, una criatura inocente e indefensa. Pero, para él, el amor eterno bien lo merecía. Esta creencia, la fuerza de su obsesión, lo cegaba. Transformarla era la única manera de que Gazelle y él compartieran raza, y pudieran estar juntos para siempre. Y tan seguro y ciego estaba, que obvió la opinión de ella.
Se rascó la cabeza. Estaba del todo segura de que la historia iba así, pero no recordaba dónde la había escuchado. Y lo más problemático era que no recordaba cómo continuaba inmediatamente después. ¿Mataría Alain a la más joven de las gacelas, asegurándose así que el odio de Gazelle? ¿Conseguirían ambos reunirse y entenderse, o se separarían más y más? ¿Y cuál sería el papel de la bruja?
- Estoy en ascuas, ¿cómo termina esto? - comentó, curiosa, mirando a todos los demás a la espera de que alguien siguiera.
Thaiss
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Re: [Evento] Beltaine---La colina estrellada
Petición de extensión
Por petición de los users que quedan por postear, dejaré el evento abierto hasta este lunes, a partir del cual se resolverá y pasaré a dejar las recompensas/maldiciones. Paciencia, criaturas.
Wyn
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Re: [Evento] Beltaine---La colina estrellada
Disfrutaba de aquello. No había nada mejor que compartir una buena historia. Y esa historia, en concreto, parecía ser de todos. Aunque cada uno tenía su propia interpretación, tomaba forma. Y pronto, llegaría mi turno. La inspiración me alcanzó cuando una agradable mujer terminó de hablar. Con mi laúd-harpa en las manos, empecé a tocar una melodía apropiada.
Y entonces, hablé.
-Pero no pudo hacerlo. ¿Como podría? El rostro, el olor, los ojos... eran demasiado similares. Matar a aquella joven habría sido como matar a Gazelle. Alain no pudo moverse. Sus ojos se cubrieron de lágrimas y se quedó quieto, esperando lo inevitable.
Pero no hubo ningún disparo a su corazón. Las hermanas de Gazelle dudaron, inseguras. No confiaban en él, pero no parecía ningún truco. Aquel llanto era real: podían olerlo. Gazelle lo intentó, pero no podía simplemente ignorarlo. Por mucho que se dijese que no debía, la mujer se acercó lentamente y le preguntó. ¿Por qué?
El vampiro le contó todo. El contrato, sus sentimientos. Lo que le habían pedido que hiciese, y lo que no podía hacer. Y Gazelle dudó. ¿Podía realmente matarlo tras escuchar aquello? ¿Tras oír como su cazador le amaba? No podía condenar a sus hermanas a morir, pero... Elegir era demasiado difícil. Su corazón solo dejaba una solución. Le pidió un cuchillo a su hermana y miró a Alain, decidida.
Y entonces, la mujer bestia alzó la afilada daga... y empezó a cortar sus propios cuernos, bajo la atónita mirada de su familia. Y tras un doloroso esfuerzo, se los tendió a su amado.
En esa caza, no hubo cazador ni presa. Cuando Alain volvió a la bruja, fue con cuernos obtenidos sin sangre. Y la anciana sonrió. Pese a todos sus esfuerzos, pese a todas las tentaciones que había puesto por su camino y todas las dudas, el vampiro había resistido todo. Y aquello merecía una recompensa.
Los cuernos, como le explicó, curaba cierta enfermedad común. Una muy específica, que afectaba a miles y miles de víctimas. Una enfermedad que Alain conocía muy bien... porque él mismo la sufría. Y si bien algunos no la consideraban como tal, él la había lamentado durante años. Así es: por conseguir los cuernos sin dar muerte a ningún inocente, la bruja le concedió algo que anhelaba: una cura para su vampirismo.
Sin embargo, no sería tan sencillo. Había un precio a pagar, uno que impediría que consiguiese el final que deseaba.-
Terminé con un acorde, y busqué con la mirada al próximo que quisiese hablar. La historia casi llegaba a su fin.
Y entonces, hablé.
-Pero no pudo hacerlo. ¿Como podría? El rostro, el olor, los ojos... eran demasiado similares. Matar a aquella joven habría sido como matar a Gazelle. Alain no pudo moverse. Sus ojos se cubrieron de lágrimas y se quedó quieto, esperando lo inevitable.
Pero no hubo ningún disparo a su corazón. Las hermanas de Gazelle dudaron, inseguras. No confiaban en él, pero no parecía ningún truco. Aquel llanto era real: podían olerlo. Gazelle lo intentó, pero no podía simplemente ignorarlo. Por mucho que se dijese que no debía, la mujer se acercó lentamente y le preguntó. ¿Por qué?
El vampiro le contó todo. El contrato, sus sentimientos. Lo que le habían pedido que hiciese, y lo que no podía hacer. Y Gazelle dudó. ¿Podía realmente matarlo tras escuchar aquello? ¿Tras oír como su cazador le amaba? No podía condenar a sus hermanas a morir, pero... Elegir era demasiado difícil. Su corazón solo dejaba una solución. Le pidió un cuchillo a su hermana y miró a Alain, decidida.
Y entonces, la mujer bestia alzó la afilada daga... y empezó a cortar sus propios cuernos, bajo la atónita mirada de su familia. Y tras un doloroso esfuerzo, se los tendió a su amado.
En esa caza, no hubo cazador ni presa. Cuando Alain volvió a la bruja, fue con cuernos obtenidos sin sangre. Y la anciana sonrió. Pese a todos sus esfuerzos, pese a todas las tentaciones que había puesto por su camino y todas las dudas, el vampiro había resistido todo. Y aquello merecía una recompensa.
Los cuernos, como le explicó, curaba cierta enfermedad común. Una muy específica, que afectaba a miles y miles de víctimas. Una enfermedad que Alain conocía muy bien... porque él mismo la sufría. Y si bien algunos no la consideraban como tal, él la había lamentado durante años. Así es: por conseguir los cuernos sin dar muerte a ningún inocente, la bruja le concedió algo que anhelaba: una cura para su vampirismo.
Sin embargo, no sería tan sencillo. Había un precio a pagar, uno que impediría que consiguiese el final que deseaba.-
Terminé con un acorde, y busqué con la mirada al próximo que quisiese hablar. La historia casi llegaba a su fin.
Loyd
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Re: [Evento] Beltaine---La colina estrellada
Demian bebió, sin mucha discreción, el último sorbo de aquel plato de sopa. Estaba deliciosa, debía admitirlo. En ese momento sintió un codazo que casi le quiebra una costilla.
Miró a su lado. Narfi era claramente el culpable, aunque su amigo no solía ser violento.
–¡¿Qué demonios?! –preguntó en voz baja.
Narfi hizo un gesto con la cabeza, indicándole que mirara a los demás.
–Es tu turno –susurró.
Un hombre pájaro tomaba asiento luego de intervenir de manera dramática. Demian había escuchado la historia, por supuesto, pero no esperaba que él mismo tuviera que decir algo.
–No puedes romper una maldición tan poderosa sin pagar un precio igual de grande, le advirtió la bruja –dijo Demian, mirando fijamente al fuego, para no sentirse observado, aunque en realidad ello no ayudaba mucho–... pero el vampiro no escuchó. Estaba demasiado absorto en la idea de finalmente poder estar con su amada. ¿Pero p-po-podré vivir con ella, amarla?, fue su única pregunta. La bruja asintió.
Narfi, con cierto alivio, se reclinó junto al fuego. Ya no parecía que Demian fuera a hacer nada raro.
Las llamas, entonces, se comportaron de manera inusual. Dos se agrandaron, meciéndose de maneras anómalas en relación a la brisa, hasta dar forma a dos personas que se abrazaban.
–Vivieron felices. Me gustaría decir que por siempre, pero no fue así. El hombre, ya humano, y la gacela, huyeron de sus familias. Se establecieron junto a una colina, construyeron una casita juntos y tuvieron un hijito. Sus vidas fueron felices, hasta que un día, cuando el niño cumplió los 5 años, la bruja apareció. "He de cobrar el precio de la cura", dijo. La pareja, desconcertada, le dijo que le darían lo que fuese. Le agradecían todo lo hecho, le besaban las manos y la invitaron a quedarse en su casa. A la mañana siguiente, la bruja ya no estaba. En la cama del niño sólo habían huesos, los huesos de un pequeño.
Las llamas siguieron reflejando lo que decía, mostrando la llegada de la bruja y luego una pareja abrazándose, pero ya no de felicidad. Lloraban. La figura femenina se inclinó, se hizo más pequeña y desapareció.
–El dolor fue demasiado para la pobre Gazelle, que enloqueció y se fue al bosque, donde terminó sus días consumida en la tristeza. Dicen que ahora se aparece como un fantasma a quienes se acercan a ese lugar, llorando por su hijo. A Alaín no se le volvió a ver en su hogar, ya no tenía sentido volver a él.
Demian tomó asiento y cogió un trozo de pan, el que pasó por el plato vacío, rescatando los últimos restos de su sopa caliente. Las llamas generadas por sus ilusiones menguaron, hasta que la hoguera dejó de reflejar la historia.
Última edición por Demian el Lun Mayo 18 2020, 07:55, editado 1 vez
Demian
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Re: [Evento] Beltaine---La colina estrellada
Los viajes con Kendo eran entretenidos, especialmente cuando ella se la pasaba cómodamente acomodada en la capucha de su túnica o en su hombro cuidando que no se cayera cuando leía mientras caminaba, un jalón de cabello aquí y otro acá habían evitado un par de lesiones más de una vez y recibir queso, fruta o alguna golosina cada tanto mientras ella escribía sus aventuras era un plus. Solo no le gustaba mucho su nueva amiga Liz, era bonita, pero gruñona y bebía mucho. A veces la pequeña mausu hablaba mucho más claro que ella.
El viaje resultaba más que cómodo para ella, ya tenía algunas historias y estaba ansiosa por regresar a su hogar, aunque también debía encontrar una manera de comunicarse con su madre y padre. La movía a esperanza de que le permitieran hacer más aventuras. Entonces se presentó algo peculiar, una reunión que le recordaban las historias de su padre a los demás en la aldea, era muy parecido y mientras el par se buscaba un lugar ella fue por algo para comer, le ofrecieron una taza de sopa y un poco de pan. Y así mientras se contaba una historia la mausu se ponía cerca de su torre de asedio y de la rubita. Lo último que escucho le hizo fruncir el ceño por lo que le tendió a la mujer su sopa. Dio unos pasos adelante aclaro la garganta y se dispuso a hablar con una voz aguda y conmovida.
-El niño no sabía que había sido secuestrado, una poción borraba su memoria, pero esa poción no era eterna, un día en su nublada memoria recordó a sus padres, los añoraba y engaño a la mujer para no beber esa amarga poción. Y así recordó a sus amorosos padres, se escapó y busco y busco. -Entre palabras la ratoncita gesticulaba de forma dramática, extendiendo las manos y haciendo la mímica del movimiento de buscar entre hierbas. Posando sus manitas juntas en la mejilla como quien duerme y gestos de sorpresa con chillidos emocionados a su pequeña parte de la historia.- Paso días que entre huir de la bruja y de encontrar su casa, dio con ella. Pero no era su hogar feliz, sus padres ya no estaban ahí. NO había notas, solo una tumba donde estaba su nombre, pero el no estaba muerto estaba vivo. Y así aun con el temor y el odio en su corazón hacia la bruja fue en busca del Alain el cazador y la mujer bestia que era su madre.
La mausu no dijo más pues no recordaba más y hemos de aclarar que los mausu tiene memoria muy corta, recordaba algo la historia pero no recordaba todo, por ello tomo su taza con sopa y miro la fogata mientras se sentaba cerca de Kendo, saco su cuaderno y comenzó a anotar todo lo que recordaba, y viendo si por algún lado tenia anotada la historia.
El viaje resultaba más que cómodo para ella, ya tenía algunas historias y estaba ansiosa por regresar a su hogar, aunque también debía encontrar una manera de comunicarse con su madre y padre. La movía a esperanza de que le permitieran hacer más aventuras. Entonces se presentó algo peculiar, una reunión que le recordaban las historias de su padre a los demás en la aldea, era muy parecido y mientras el par se buscaba un lugar ella fue por algo para comer, le ofrecieron una taza de sopa y un poco de pan. Y así mientras se contaba una historia la mausu se ponía cerca de su torre de asedio y de la rubita. Lo último que escucho le hizo fruncir el ceño por lo que le tendió a la mujer su sopa. Dio unos pasos adelante aclaro la garganta y se dispuso a hablar con una voz aguda y conmovida.
-El niño no sabía que había sido secuestrado, una poción borraba su memoria, pero esa poción no era eterna, un día en su nublada memoria recordó a sus padres, los añoraba y engaño a la mujer para no beber esa amarga poción. Y así recordó a sus amorosos padres, se escapó y busco y busco. -Entre palabras la ratoncita gesticulaba de forma dramática, extendiendo las manos y haciendo la mímica del movimiento de buscar entre hierbas. Posando sus manitas juntas en la mejilla como quien duerme y gestos de sorpresa con chillidos emocionados a su pequeña parte de la historia.- Paso días que entre huir de la bruja y de encontrar su casa, dio con ella. Pero no era su hogar feliz, sus padres ya no estaban ahí. NO había notas, solo una tumba donde estaba su nombre, pero el no estaba muerto estaba vivo. Y así aun con el temor y el odio en su corazón hacia la bruja fue en busca del Alain el cazador y la mujer bestia que era su madre.
La mausu no dijo más pues no recordaba más y hemos de aclarar que los mausu tiene memoria muy corta, recordaba algo la historia pero no recordaba todo, por ello tomo su taza con sopa y miro la fogata mientras se sentaba cerca de Kendo, saco su cuaderno y comenzó a anotar todo lo que recordaba, y viendo si por algún lado tenia anotada la historia.
Mi´Mit
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Re: [Evento] Beltaine---La colina estrellada
Se dio un golpe en la frente. ¡Por supuesto! Era aquella historia; la había oído antes, y por eso había recordado un pedazo específico de la misma. ¿Pero cuándo exactamente...?
Un recuerdo antiguo invadió su mente, con la fuerza de una visión nítida y casi real, cargada de sensación táctil e incluso olor. Su madre contándole una historia a ella y a su hermano, cuando eran muy pequeños ambos. Thaiss no hacía esfuerzos por mantener cuentas de años, así que no sabía ni cuántos cumplía ahora ni cuántos podría haber tenido en ese recuerdo que, tan rápido e impactante como vino, se fue. Dejó atrás una sensación agridulce. Aquella fue una de esas pocas veces que la ladrona no tuvo ganas de hablar.
A pesar de todo, se levantó otra vez, con un semblante más serio. Por algún motivo, sentía que era importante terminar bien aquella historia. No podía dejar que se alejaran y comenzaran un relato nuevo que no era el que el extranjero, estaba segura, había querido exponer.
- El niño tardaría mucho en encontrar a sus padres. Pero esa es otra historia para otro día; una historia puede que incluso más trágica que la que hemos contado hoy. En cuanto a Gazelle y Alain, nos aproximamos al final, ¿cierto? - Miró al encapuchado, y sonrió de medio lado, con picardía y tristeza al mismo tiempo - Gazelle ya ha tenido su conclusión: enloqueció. ¿Pero Alain y la bruja?
Alain, por supuesto, se sintió engañado. La felicidad que la bruja le había dado había sido falsa y transitoria. Había teñido el bosque de desconfianza al dividir a la tribu de Gazelle, quienes por siempre culparían a Alain de todo aquello; y más aún al matar a su hijo y llevar a su esposa a la locura. Alain se vió obligado a abandonar el bosques, pero no logró superar aquellos recuerdos, que lo visitaban noche tras noche. Todos sabemos cómo es la culpa.
Así que volvió al lugar, próximo al aniversario del día en que por primera vez dio caza a Gazelle. Era domingo, igual que aquel primer día en que iniciamos nuestra historia, en otoño. Igual que aquella primera vez que la bruja encontró a Alain y vió el peligro y la oportunidad que se escondían detrás de su mirada de un azul gélido; pero aquella vez fue de noche, y esta vez, sería de día. En toda esta historia, Alain siempre estuvo cerca de derramar sangre, pero siempre consiguió evitarlo. Sin embargo, ahora llega el momento en que el destino se revela como imposible de escapar. Alain esta vez le dio caza a ella, a la bruja. Y una vez la hubo acorralado, justo antes de lanzar la flecha que acabaría con su vida, le dedicó una mirada cargada de odio, pena y rabia desde lo más profundo de sus ojos azules.
Volvió a abrir la boca para concluir aquella historia. Pero se contuvo. El final le correspondía al encapuchado, no a ella. Despacio, con intencionalidad, se sentó a esperar y a escuchar.
Un recuerdo antiguo invadió su mente, con la fuerza de una visión nítida y casi real, cargada de sensación táctil e incluso olor. Su madre contándole una historia a ella y a su hermano, cuando eran muy pequeños ambos. Thaiss no hacía esfuerzos por mantener cuentas de años, así que no sabía ni cuántos cumplía ahora ni cuántos podría haber tenido en ese recuerdo que, tan rápido e impactante como vino, se fue. Dejó atrás una sensación agridulce. Aquella fue una de esas pocas veces que la ladrona no tuvo ganas de hablar.
A pesar de todo, se levantó otra vez, con un semblante más serio. Por algún motivo, sentía que era importante terminar bien aquella historia. No podía dejar que se alejaran y comenzaran un relato nuevo que no era el que el extranjero, estaba segura, había querido exponer.
- El niño tardaría mucho en encontrar a sus padres. Pero esa es otra historia para otro día; una historia puede que incluso más trágica que la que hemos contado hoy. En cuanto a Gazelle y Alain, nos aproximamos al final, ¿cierto? - Miró al encapuchado, y sonrió de medio lado, con picardía y tristeza al mismo tiempo - Gazelle ya ha tenido su conclusión: enloqueció. ¿Pero Alain y la bruja?
Alain, por supuesto, se sintió engañado. La felicidad que la bruja le había dado había sido falsa y transitoria. Había teñido el bosque de desconfianza al dividir a la tribu de Gazelle, quienes por siempre culparían a Alain de todo aquello; y más aún al matar a su hijo y llevar a su esposa a la locura. Alain se vió obligado a abandonar el bosques, pero no logró superar aquellos recuerdos, que lo visitaban noche tras noche. Todos sabemos cómo es la culpa.
Así que volvió al lugar, próximo al aniversario del día en que por primera vez dio caza a Gazelle. Era domingo, igual que aquel primer día en que iniciamos nuestra historia, en otoño. Igual que aquella primera vez que la bruja encontró a Alain y vió el peligro y la oportunidad que se escondían detrás de su mirada de un azul gélido; pero aquella vez fue de noche, y esta vez, sería de día. En toda esta historia, Alain siempre estuvo cerca de derramar sangre, pero siempre consiguió evitarlo. Sin embargo, ahora llega el momento en que el destino se revela como imposible de escapar. Alain esta vez le dio caza a ella, a la bruja. Y una vez la hubo acorralado, justo antes de lanzar la flecha que acabaría con su vida, le dedicó una mirada cargada de odio, pena y rabia desde lo más profundo de sus ojos azules.
Volvió a abrir la boca para concluir aquella historia. Pero se contuvo. El final le correspondía al encapuchado, no a ella. Despacio, con intencionalidad, se sentó a esperar y a escuchar.
Thaiss
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Re: [Evento] Beltaine---La colina estrellada
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Comenzaba a clarear sobre la colina. La noche había transcurrido entre risas y jarras de cerveza. Los animales habían bailado al son de la música de ambiente hasta que cierto o cual ganadero los había guiado hasta los establos cercanos, temeroso de que el fuego los quemase o el alcohol comenzase a hacer la velada cuanto menos… interesante.
Lo cierto era, y aquello era perceptible en los ojos de los más ancianos en la colina pero no en los viajeros recién llegados, que la mayoría de ellos ya sabían como terminaba aquella historia y habían instruido específicamente a los más jóvenes a poner a salvo los medios de sobrevivir al verano antes incluso de que la luz del alba les resolviese el final.
El encapuchado había estado vaciando una a una las jarras que se acumulaban a su alrededor, atento a cada una de las palabras que los más osados se atrevían a responder. La mayoría de las veces tan solo sorbía de su copa o suspiraba como si en su cabeza tal o cual detalle tuviese el sentido exacto de los que lo contaban. Más incluso, dadas las consecuencias. Miró de soslayo bajo la capucha cuando cierta mujer dio a entender la enfermedad vampírica de Alaín. La noche era sin duda su amiga y apenas nadie notó que el ritmo en el que bebía su cerveza aumentaba desde aquel momento, como respuesta autómata a tal o cual palabra.
A menudo sonreía, y aquello casi relajaba los gestos expectantes de los habitantes de la colina estrellada que relajaban sus hombros y volvían al jolgorio de la fiesta, contentos de que al menos la paz allí durase varios minutos más.El hombre seguía avivando el fuego de cuando en cuando con el alcohol sobrante de su bebida y pequeñas ramitas que los ciudadanos seguían acercándole de manera disimulada.
Sin duda había melodía en las palabras de los cronístas mismos de aquella historia y aquello advertía, quizás el mejor de los finales.
Cuando una de las mujeres pronuncio la escasa frase no verídica, un silencio intense se apoderó de la colina. Un silencio casi artificial, programado. El viajero se levantó de su asiento, arrojó una rama al fuego y miró a Iori Li de manera intense.
-NO- dijo simplemente- Tu lengua está manchada con las mentiras del tiempo y por ello mismo, el fuego...-
Uno de los ancianos agarró por la espalda al viajero y se apresuró a sentarlo. Este apretaba el puño agitado, dispuesto a iniciar la pelea con la que sin duda acabaría aquella apacible noche.
Pero… algo pasó.
El virrey de ciudad lagarto fue más rápido que la ira del viajero y sus palabras consiguieron apaciguar al hombre, al principio reacio que sin embargo y sin justificación aparente dio una nueva oportunidad a los presentes. Antes de que él mismo se diese cuenta se vio de nuevo inmerso en su propia historia mirando boquiabierto a tal y cual que la contaba. Hizo una mueca de dolore n la parte crítica donde la propia Gazelle cortaba sus cuernos y se avecinaba un final feliz, como si sin duda supiese la maldición que aquello traía consigo.
Para cuando el chico que creó ilusiones en el fuego relató como Gazelle y Alaín creían perder a su hijo, el viajero estaba tan embelesado que la jarra de la que bebía llevaba llena casi 10 minutos.
Pero… la luz del alba llegó y con ella su descripción dolorosa del final que lo llenaba de ira, dolor y recuerdos, y tras el aporte de Thaiss, el viajero sintió que el aporte de los allí presentes era lo suficientemente bueno como para unirse al final mismo de aquella historia. Su historia.
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Tras acabar de hablar, y luego de una pausa en la que puso sus ideas en orden.. Alaín volvió a levantarse, esta vez descubriendo su rostro. Los habitantes de la colina estrellada que hasta ahora se habían mantenido ajenos a participar sabiendo bien como acababa la historia del encapuchado, es decir, Alaín se habían ido posicionando de manera que casi creaban un muro humano alrededor del fuego, impidiendo que nadie ni nada saliese de aquella contención. Rodeándolos.
-Por un momento pensé que el tiempo había borrado la mentira en las palabras ajenas. Casi me hicisteis recordar el tacto suave de mi Gazelle. Su risa libre, el trote de sus pasos alrededor de la colina. El llanto de nuestro hijo cuando aún tenía voz para llorar y yo tenía el poder de consolarlo. Por una noche entera casi me hacéis olvidar el dolor asociado a toda historia que no es un cuento de hadas… Pero la realidad del final de la festividad de Beltane siempre me transporta a la realidad inequívoca. Sí, acerté con mi flecha. Borré del mundo la maldad inequívoca de aquella bruja- apretó su puño en señal de dolor- Quemé con el fuego de mi flecha a ella y a todos los que osaron esconderse del peligro mismo del azul intenso entre las hojas doradas de un bosque en calma.- dijo, con una pena inmensa en su voz ronca.
-Habéis alimentado al fuego mismo de Beltane. Y el fuego nunca ignora una llamada- Cerró los ojos por un momento y tras varios segundos y cuando el sol casi aparecía tras la colina. Alaín lanzó su jarra a la hoguera. Avivándola por última vez.
El fuego se esparció rápido.
Los asientos sobre los que se sentaban, los tenderetes de la comida que se había repartido, las casas cercanas al lugar. Todo en llamas.
Los habitantes de la colina estrellada eran una muralla humana que traspasar. Sin duda la suerte de los presentes recaía pues en la mirada atenta de los Dioses, que como siempre… los observaban.
¡Un muy cálido saludo, criaturas!
El fuego de la hoguera de Beltane en la colina estrellada ha devorado todo a su paso, deshaciendo los recuerdos fríos y tristes del invierno para dejar sitio a los nuevos y soleados que augura el verano.
Me ha gustado bastante como os habéis desenvuelto en el evento: me ha encantado ver cómo sin quererlo poníais dificultades al siguiente user para relatar la historia y cómo las ibais solventando para hacer una única.
Habéis terminado la historia de una manera bastante inteligente y debo decir que me habéis tenido en ascuas hasta el ultimo momento, y que en un momento determinado… casi os veía malditos a todos, pero no ha sido así, tranquilos.
En el desenlace de esta historia la mayoría de vuestros personajes sabe zafarse del fuego de Beltane y escapa de las llamas sin apenas daño alguno. Para todos, por vuestra imaginación y habilidad de resolución, la recompensa es la siguiente:
Anillo incandescente: [Joya,3 cargas] Al rotar 3 veces el anillo en tu dedo anular, se activa un pequeño fuego sobre una superficie inerte (excepto equipamiento) a menos de 5 metros de distancia. Puede consumir objetos o dañar a la personas si éstos están lo suficientemente cerca ( a menos de 1 metro) de donde las llamas aparecen.
Sin embargo, como en la historia de Alaín y Gazelle, no todo puede ser de color de rosa. Las llamas han alcanzado a Iori Li, por ser la user cuyo post decidisteis eliminar por contar una parte de la historia falsa.
Su historia, aunque escueta, enfurece a Alaín y es por ello que también acaba maldita. A decir verdad, a mi tampoco me ha congratulado mucho que tu aporte en esta historia, Iori, fuese tan solo de una frase.
No puse mínimos, es cierto, pero esa frase podría haber sido parte de cualquier diálogo inespecífico fuera de la historia que estábamos creando. Teniendo en cuenta que era un evento mastereado, y aunque sea el primero en el que participes, sin duda esperaba más. No has satisfecho a tu diosa, criatura.
Por lo tanto… espero que disfrutes de tu maldición:
Quemadura de Beltane: Las llamas de la hoguera parecen insuflarse del odio de aquel encapuchado y en un segundo toman el tamaño de la casa más cercanas, acertando en tu cuerpo. Consigues escapar, por poco, pero la herida que te deja en tu brazo izquierdo es considerable y permanecerá ahí para siempre. Ésta cicatrizará pero la sensación de fuego e ira del viajero permanecerá contigo durante alguna temporada.
A partir de este momento y durante 2 temas completos Iori Li acabará cada uno de estos dos temas enojada e iracunda y molesta con sus integrantes sin una razón especifica, lo que dificultará sus habilidades sociales creando incomodidad entre los personajes con los que interactúe.
Espero que hayáis disfrutado el evento, Os iré subiendo 5XP y los 25 Aeros prometidos a lo largo del día de hoy.
La colina estrellada os espera hasta la próxima.
Lo cierto era, y aquello era perceptible en los ojos de los más ancianos en la colina pero no en los viajeros recién llegados, que la mayoría de ellos ya sabían como terminaba aquella historia y habían instruido específicamente a los más jóvenes a poner a salvo los medios de sobrevivir al verano antes incluso de que la luz del alba les resolviese el final.
El encapuchado había estado vaciando una a una las jarras que se acumulaban a su alrededor, atento a cada una de las palabras que los más osados se atrevían a responder. La mayoría de las veces tan solo sorbía de su copa o suspiraba como si en su cabeza tal o cual detalle tuviese el sentido exacto de los que lo contaban. Más incluso, dadas las consecuencias. Miró de soslayo bajo la capucha cuando cierta mujer dio a entender la enfermedad vampírica de Alaín. La noche era sin duda su amiga y apenas nadie notó que el ritmo en el que bebía su cerveza aumentaba desde aquel momento, como respuesta autómata a tal o cual palabra.
A menudo sonreía, y aquello casi relajaba los gestos expectantes de los habitantes de la colina estrellada que relajaban sus hombros y volvían al jolgorio de la fiesta, contentos de que al menos la paz allí durase varios minutos más.El hombre seguía avivando el fuego de cuando en cuando con el alcohol sobrante de su bebida y pequeñas ramitas que los ciudadanos seguían acercándole de manera disimulada.
Sin duda había melodía en las palabras de los cronístas mismos de aquella historia y aquello advertía, quizás el mejor de los finales.
Cuando una de las mujeres pronuncio la escasa frase no verídica, un silencio intense se apoderó de la colina. Un silencio casi artificial, programado. El viajero se levantó de su asiento, arrojó una rama al fuego y miró a Iori Li de manera intense.
-NO- dijo simplemente- Tu lengua está manchada con las mentiras del tiempo y por ello mismo, el fuego...-
Uno de los ancianos agarró por la espalda al viajero y se apresuró a sentarlo. Este apretaba el puño agitado, dispuesto a iniciar la pelea con la que sin duda acabaría aquella apacible noche.
Pero… algo pasó.
El virrey de ciudad lagarto fue más rápido que la ira del viajero y sus palabras consiguieron apaciguar al hombre, al principio reacio que sin embargo y sin justificación aparente dio una nueva oportunidad a los presentes. Antes de que él mismo se diese cuenta se vio de nuevo inmerso en su propia historia mirando boquiabierto a tal y cual que la contaba. Hizo una mueca de dolore n la parte crítica donde la propia Gazelle cortaba sus cuernos y se avecinaba un final feliz, como si sin duda supiese la maldición que aquello traía consigo.
Para cuando el chico que creó ilusiones en el fuego relató como Gazelle y Alaín creían perder a su hijo, el viajero estaba tan embelesado que la jarra de la que bebía llevaba llena casi 10 minutos.
Pero… la luz del alba llegó y con ella su descripción dolorosa del final que lo llenaba de ira, dolor y recuerdos, y tras el aporte de Thaiss, el viajero sintió que el aporte de los allí presentes era lo suficientemente bueno como para unirse al final mismo de aquella historia. Su historia.
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Tras acabar de hablar, y luego de una pausa en la que puso sus ideas en orden.. Alaín volvió a levantarse, esta vez descubriendo su rostro. Los habitantes de la colina estrellada que hasta ahora se habían mantenido ajenos a participar sabiendo bien como acababa la historia del encapuchado, es decir, Alaín se habían ido posicionando de manera que casi creaban un muro humano alrededor del fuego, impidiendo que nadie ni nada saliese de aquella contención. Rodeándolos.
-Por un momento pensé que el tiempo había borrado la mentira en las palabras ajenas. Casi me hicisteis recordar el tacto suave de mi Gazelle. Su risa libre, el trote de sus pasos alrededor de la colina. El llanto de nuestro hijo cuando aún tenía voz para llorar y yo tenía el poder de consolarlo. Por una noche entera casi me hacéis olvidar el dolor asociado a toda historia que no es un cuento de hadas… Pero la realidad del final de la festividad de Beltane siempre me transporta a la realidad inequívoca. Sí, acerté con mi flecha. Borré del mundo la maldad inequívoca de aquella bruja- apretó su puño en señal de dolor- Quemé con el fuego de mi flecha a ella y a todos los que osaron esconderse del peligro mismo del azul intenso entre las hojas doradas de un bosque en calma.- dijo, con una pena inmensa en su voz ronca.
-Habéis alimentado al fuego mismo de Beltane. Y el fuego nunca ignora una llamada- Cerró los ojos por un momento y tras varios segundos y cuando el sol casi aparecía tras la colina. Alaín lanzó su jarra a la hoguera. Avivándola por última vez.
El fuego se esparció rápido.
Los asientos sobre los que se sentaban, los tenderetes de la comida que se había repartido, las casas cercanas al lugar. Todo en llamas.
Los habitantes de la colina estrellada eran una muralla humana que traspasar. Sin duda la suerte de los presentes recaía pues en la mirada atenta de los Dioses, que como siempre… los observaban.
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¡Un muy cálido saludo, criaturas!
El fuego de la hoguera de Beltane en la colina estrellada ha devorado todo a su paso, deshaciendo los recuerdos fríos y tristes del invierno para dejar sitio a los nuevos y soleados que augura el verano.
Me ha gustado bastante como os habéis desenvuelto en el evento: me ha encantado ver cómo sin quererlo poníais dificultades al siguiente user para relatar la historia y cómo las ibais solventando para hacer una única.
Habéis terminado la historia de una manera bastante inteligente y debo decir que me habéis tenido en ascuas hasta el ultimo momento, y que en un momento determinado… casi os veía malditos a todos, pero no ha sido así, tranquilos.
En el desenlace de esta historia la mayoría de vuestros personajes sabe zafarse del fuego de Beltane y escapa de las llamas sin apenas daño alguno. Para todos, por vuestra imaginación y habilidad de resolución, la recompensa es la siguiente:
Anillo incandescente: [Joya,3 cargas] Al rotar 3 veces el anillo en tu dedo anular, se activa un pequeño fuego sobre una superficie inerte (excepto equipamiento) a menos de 5 metros de distancia. Puede consumir objetos o dañar a la personas si éstos están lo suficientemente cerca ( a menos de 1 metro) de donde las llamas aparecen.
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Sin embargo, como en la historia de Alaín y Gazelle, no todo puede ser de color de rosa. Las llamas han alcanzado a Iori Li, por ser la user cuyo post decidisteis eliminar por contar una parte de la historia falsa.
Su historia, aunque escueta, enfurece a Alaín y es por ello que también acaba maldita. A decir verdad, a mi tampoco me ha congratulado mucho que tu aporte en esta historia, Iori, fuese tan solo de una frase.
No puse mínimos, es cierto, pero esa frase podría haber sido parte de cualquier diálogo inespecífico fuera de la historia que estábamos creando. Teniendo en cuenta que era un evento mastereado, y aunque sea el primero en el que participes, sin duda esperaba más. No has satisfecho a tu diosa, criatura.
Por lo tanto… espero que disfrutes de tu maldición:
Quemadura de Beltane: Las llamas de la hoguera parecen insuflarse del odio de aquel encapuchado y en un segundo toman el tamaño de la casa más cercanas, acertando en tu cuerpo. Consigues escapar, por poco, pero la herida que te deja en tu brazo izquierdo es considerable y permanecerá ahí para siempre. Ésta cicatrizará pero la sensación de fuego e ira del viajero permanecerá contigo durante alguna temporada.
A partir de este momento y durante 2 temas completos Iori Li acabará cada uno de estos dos temas enojada e iracunda y molesta con sus integrantes sin una razón especifica, lo que dificultará sus habilidades sociales creando incomodidad entre los personajes con los que interactúe.
Espero que hayáis disfrutado el evento, Os iré subiendo 5XP y los 25 Aeros prometidos a lo largo del día de hoy.
La colina estrellada os espera hasta la próxima.
Os leo, criaturas.
Wyn
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