[MEGAEVENTO: GUERRA] Vladimir en la Colina
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[MEGAEVENTO: GUERRA] Vladimir en la Colina
Vladimir ascendía, ya fatigado aunque tan rápido como podía, el conocido Monte de la Cala. El lugar, más allá del interés turístico que pudiera ofrecer la única perspectiva panorámica de la ciudad más grande del mundo, no tenía un especial interés. Era una cumbre borrascosa, de hierba pelada, y con un pequeño altar en ruinas que algún humano habría construido en honor a cierto dios. Entonces. ¿Por qué dirigirse allí?
Su cumbre era la zona más cercana a la enorme nube de los Jinetes Oscuros. Cada vez más oscura y ya prácticamente arremolinada sobre la totalidad de la ciudad. El nubarrón pasaba desapercibido para la mayoría de gentes. Más preocupados de luchar o evitar los problemas en la ciudad que de lo que estaba sucediendo sobre sus cabezas. Pero para Vladimir, además de una amenaza, suponían una ayuda.
-Ya vienen. – Dijo el solitario Vladimir, mirando al cielo. Al tiempo que perdía su vista en la prácticamente incendiada ciudad. El castillo ardía. Los rugidos de Querostraza incendiando todo con sus pasadas llegaban hasta allí como lejanos ecos. La guerra estaba perdida. Además, desde allí podían verse los impresionantes barcos drakar, invasores desde el mar, eran una marabunta inabarcable para los pocos vampiros de la ciudad. Ellos habían sufrido boicots en los últimos meses. Y era lógico, en parte. ¿Quién quiere que un vampiro gobierne? Aquello, sumado a que los aliados habían atacado a plena luz del día, suponía una desventaja casi insalvable para los vampiros.
Además, Géminis, su amor, estaba allí. La había dejado en el castillo, con el yelmo del dominador. Lo necesitaría para defenderse. Pero sí que conservaba su rubí. Su joya de centinela y más preciado objeto. Que vibraba y brillaba por su proximidad a los jinetes. Lo sujetó con fuerza. Cuando vinieran, tenía que llevarlos hasta la ciudad y, con la ayuda de Géminis, si es que ésta conseguía resistir los ataques. Utilizarlos a su favor para reconquistar la ciudad. Era su última esperanza para salvar la ciudad.
Pero Vladimir, aunque había intentado pasar desapercibido. No había llegado hasta allí solo. Se sentó sobre una roca en el antiguo altar, resignado. Alguien había llegado para matarle. Él, mientras tanto, desempolvaba su larga espada.
* * * * * * * * * * * *
Ante vosotros se halla uno de los jefes del foro. Ni más ni uno que uno de los centinelas. El rubí está en sus manos y sobre vosotros se cierne un cielo que tiene pinta de apocalipsis. No hay lugar a chaladurías. Puro y duro combate contra un jefe, así que sincronizaos bien.
Primera ronda de la misión:
Duración: Máximo 2 turnos.
Objetivo: Derrotar a Vladimir el Inmortal.
Runas: Cada runa mala es un ataque crítico sobre vosotros. Cada runa buena es un golpe crítico sobre Vladimir. Con dos ataques críticos, para uno u otro bando, perderéis y no conseguiréis acabar con Vladimir. Si ganáis, lo matáis. Si empatáis, sucederá "otra" cosa. Por contra, si perdéis, sufriréis un terrible castigo. ¿Quién os dio vela en este entierro?
Huracán: Por ser la maestra cazadora contra el rey vampiro, uno de tus ataques ganará 1 de intensidad sobre Vladimir (si es media, será buena, pero si es mala, únicamente será media).
Su cumbre era la zona más cercana a la enorme nube de los Jinetes Oscuros. Cada vez más oscura y ya prácticamente arremolinada sobre la totalidad de la ciudad. El nubarrón pasaba desapercibido para la mayoría de gentes. Más preocupados de luchar o evitar los problemas en la ciudad que de lo que estaba sucediendo sobre sus cabezas. Pero para Vladimir, además de una amenaza, suponían una ayuda.
-Ya vienen. – Dijo el solitario Vladimir, mirando al cielo. Al tiempo que perdía su vista en la prácticamente incendiada ciudad. El castillo ardía. Los rugidos de Querostraza incendiando todo con sus pasadas llegaban hasta allí como lejanos ecos. La guerra estaba perdida. Además, desde allí podían verse los impresionantes barcos drakar, invasores desde el mar, eran una marabunta inabarcable para los pocos vampiros de la ciudad. Ellos habían sufrido boicots en los últimos meses. Y era lógico, en parte. ¿Quién quiere que un vampiro gobierne? Aquello, sumado a que los aliados habían atacado a plena luz del día, suponía una desventaja casi insalvable para los vampiros.
Además, Géminis, su amor, estaba allí. La había dejado en el castillo, con el yelmo del dominador. Lo necesitaría para defenderse. Pero sí que conservaba su rubí. Su joya de centinela y más preciado objeto. Que vibraba y brillaba por su proximidad a los jinetes. Lo sujetó con fuerza. Cuando vinieran, tenía que llevarlos hasta la ciudad y, con la ayuda de Géminis, si es que ésta conseguía resistir los ataques. Utilizarlos a su favor para reconquistar la ciudad. Era su última esperanza para salvar la ciudad.
Pero Vladimir, aunque había intentado pasar desapercibido. No había llegado hasta allí solo. Se sentó sobre una roca en el antiguo altar, resignado. Alguien había llegado para matarle. Él, mientras tanto, desempolvaba su larga espada.
* * * * * * * * * * * *
Ante vosotros se halla uno de los jefes del foro. Ni más ni uno que uno de los centinelas. El rubí está en sus manos y sobre vosotros se cierne un cielo que tiene pinta de apocalipsis. No hay lugar a chaladurías. Puro y duro combate contra un jefe, así que sincronizaos bien.
Primera ronda de la misión:
Duración: Máximo 2 turnos.
Objetivo: Derrotar a Vladimir el Inmortal.
Runas: Cada runa mala es un ataque crítico sobre vosotros. Cada runa buena es un golpe crítico sobre Vladimir. Con dos ataques críticos, para uno u otro bando, perderéis y no conseguiréis acabar con Vladimir. Si ganáis, lo matáis. Si empatáis, sucederá "otra" cosa. Por contra, si perdéis, sufriréis un terrible castigo. ¿Quién os dio vela en este entierro?
Huracán: Por ser la maestra cazadora contra el rey vampiro, uno de tus ataques ganará 1 de intensidad sobre Vladimir (si es media, será buena, pero si es mala, únicamente será media).
Ger
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Re: [MEGAEVENTO: GUERRA] Vladimir en la Colina
Después de un buen rato caminando con tranquilidad, para mantenerme concentrada, llegué sola, a la cima de aquella colina pelada. Sabía que Vladimir estaba allí. Un vampiro, seguidor de éste, nos lo había dicho.
El lugar no tenía nada de atractivo. Un pequeño santuario prehistórico que tenía una perspectiva única de la ciudad. ¿Qué diablos había pasado en la ciudad? Desde allí podía ver los enormes ejércitos del rey Siegfried sobre el mar, también a Dundarak asediar por el Norte, la muralla. Por último, un enorme dragón arrasaba e incendiaba toda la ciudad. La guerra había comenzado.
Yo estaba ajena a todo aquello. Aunque era complicado, tenía que suponer que todo iba bien allí o estaría en gran desventaja con la ciudad. Olvidarme de Jules, Cassandra, Elen… Incluso Eltrant, que no dudaba que estaría allí. Tan sólo tenía que enfrentarme a aquel que reposaba, de espaldas a mí, sobre una roca en medio de aquel extraño templo circular. Esperando que el cielo, tormentoso sobre nuestras cabezas, terminara de explotar.
-Huracán. – saludó Vladimir, tranquilo. Él permanecía sentado sobre una roca en el antiguo templo. No me había visto aparecer. Pero por alguna circunstancia, quizás por sus poderes, sabía que estaba ahí. Y también conocía mi propósito. – Has venido a matarme.
Dejé que mi melena fuera ondeada por el viento que me acompañaba. Alcé un poco la vista, tratando de tranquilizarme y miré con rostro serio su silueta.
Vladimir se levantó de su reposo. Apoyándose sobre sus rodillas, como si de repente sintiese el paso de los años sobre sus huesos. Se giró y me miró fíjamente. Luego, me habló.
-Llegas tarde, Anastasia. Los jinetes están al caer. ¿Diez minutos? ¿Quince? ¡Qué más da! Hagamos lo que hagamos, los malos ganaremos. – miró al remolino de cielo que giraba sobre nuestras cabezas, y que me daba una ligera ventaja táctica por las corrientes de viento que se generaban. – Si ganas tú, no tendrás el rubí, darán contigo antes de que bajes esta colina. – comentó, mirándome con una sonrisa. – Y si gano yo, vivirás en primera perspectiva cómo hago que los jinetes aniquilen a toda tu gente. – sonrió. - Esta guerra ya la has perdido, maestra.
–No lo voy a permitir, Vladimir. – dije, cruzándome de brazos. - Escapaste dos veces. – incliné la cabeza ligeramente e hice varias negaciones con la cabeza. – No escaparás una tercera…
El vampiro negó con la cabeza, mojándose los labios. - No deberías haber venido sola. – dijo con arrogancia. – No sin los demás centinelas.
Vladimir retrocedió unos pasos. Se llevó su mano a la diestra, donde guardaba en una funda su larga y pesada espada. No hizo amago de sacarla, pero no pude evitar dirigir mi mirada a dicha arma. Clavó su mirada en mí y me miró fijamente.
Le devolví la mirada. No tenía miedo. Dejé que el viento, desde atrás, hiciera acto de presencia y ondeara mi melena entrenzada. Me llevé las manos a las ballestas de mano, aunque no llegué a desenfundar. Transcurrieron cerca de diez segundos de mirada que parecieron eternos. Su rubí brillaba con fuerza. Los jinetes oscuros, desde arriba, parecían reclamar. Comenzamos a desplazarnos, andando en direcciones contrarias. Él a la derecha. Yo a la izquierda. Con las manos sobre las armas, pero sin llegar a usarlas. ¿Quién de los dos iba a dar el primer paso? ¿Cuál era la estrategia debía seguir? Ni siquiera Elen había sido capaz de derrotar a Vladimir. Y ahora estaba yo sola. Ante el que fuera, quizás hasta la fecha, el combate más duro que tuve nunca.
Entonces, decidí dar el primer paso y atacar.
Comencé disparando ambas ballestas de mano, el vampiro detuvo los virotes con gran agilidad y con movimiento en su espada. Estiró su brazo, alargándolo con una enorme sombra parecida a la que había visto utilizar a Elen Calhoun, tratando de agarrarme pese a estar a una distancia considerable.
Lo consiguió. La mancha me agarró por la cintura y su figura apareció automáticamente a mi lado. Tuve que moverme como pude con gráciles movimientos de pierna y brazos para evitar embestida tras embestida. Tenía que recuperar la distancia como fuera antes de que esa enorme espada alcanzara mi cuerpo.
En un momento, Vladimir, a mi lado, emitió una especie de luz de su figura que por poco me ciega. Cuando abrí los ojos, estaba rodeada de siluetas del Inmortal en lo que era un truco de engaño. No era un secreto para mí que el chupasangres era muy hábil con las habilidades de ilusión.
Comencé a disparar a las siluetas, que venían a por mí, con su enorme mandoble en ristre. Conforme las alcanzaba, éstas se difuminaban. Ninguna parecía el auténtico. Y recargaba tan rápido como podía las armas, deslizando la ballesta sobre mi cinturón, donde llevaba mis virotes para seguir disparando.
Las carcajadas del inmortal se escuchaban en toda la escena. Y ante que no terminaba de dar al auténtico por más rápido que disparaba, y ante el miedo de que me atacara por la proximidad de éstas, me encogí sobre el suelo, concentré toda mi magia, y liberé una poderosísima corriente de viento negro en todas las direcciones, que envolvió a cada una de las copias: El tinte de los Boisson, el truco de Belladonna. Todas las siluetas de Vladimir repitieron el gesto de poner su mano instintivamente para anteponerse al ataque, que parecía violento. Todas se habían disuelo. Sólo quedando el auténtico, justo a mi espalda.
Con unos reflejos felinos y ahora envuelta en humo, me abalancé a por él sin pensármelo dos veces. El Inmortal preparó su arma para tratar de seccionar la humareda por la mitad, sabedor de que formaba parte de ella. Me deslicé por el suelo para pasar por debajo de su arma. Liberé aquella extraña herramienta llamada Kumasi-gama de mi cinturón. El arma favorita de Overholser. Para enganchar su espada y lanzarla por el acantilado debajo de un fuerte e inesperado tirón ahogado en un grito de liberación. Y aún envuelta en humo me materialicé justo en el borde del precipicio.
Desarmado. Así había acabado el Inmortal. Yo había aterrizado con una pierna estirada y la otra totalmente flexionada. Le miré. Vladimir ya no sonreía tanto.
*Off: Master Ger, utilizaré los comodines ahora. Al menos para asegurar el tiro medio xD y no llorar en el primer post del hilo.
Hago uso de la kusari-gama (Ver mi inventario), que desarma al enemigo sin importar el nivel.
Utilizo también mis habilidades de Nivel 1 (medio natural) y Nivel 4 (tinte de los Boisson)
Y tengo también esta armadura morada, de la cual uso la habilidad 1 por ahora (me reservaré la 2º para el segundo turno, cuando ya no tenga bonus). Por lo que mi agilidad está ahora por las nubes.
El lugar no tenía nada de atractivo. Un pequeño santuario prehistórico que tenía una perspectiva única de la ciudad. ¿Qué diablos había pasado en la ciudad? Desde allí podía ver los enormes ejércitos del rey Siegfried sobre el mar, también a Dundarak asediar por el Norte, la muralla. Por último, un enorme dragón arrasaba e incendiaba toda la ciudad. La guerra había comenzado.
Yo estaba ajena a todo aquello. Aunque era complicado, tenía que suponer que todo iba bien allí o estaría en gran desventaja con la ciudad. Olvidarme de Jules, Cassandra, Elen… Incluso Eltrant, que no dudaba que estaría allí. Tan sólo tenía que enfrentarme a aquel que reposaba, de espaldas a mí, sobre una roca en medio de aquel extraño templo circular. Esperando que el cielo, tormentoso sobre nuestras cabezas, terminara de explotar.
-Huracán. – saludó Vladimir, tranquilo. Él permanecía sentado sobre una roca en el antiguo templo. No me había visto aparecer. Pero por alguna circunstancia, quizás por sus poderes, sabía que estaba ahí. Y también conocía mi propósito. – Has venido a matarme.
Dejé que mi melena fuera ondeada por el viento que me acompañaba. Alcé un poco la vista, tratando de tranquilizarme y miré con rostro serio su silueta.
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-No es nada personal. – Dije moviendo los brazos y la cabeza. – Soy cazadora de vampiros. Y tú eres un vampiro. – Resumí brevemente. Estaba claro que mis motivaciones eran mucho más profundas. Pero no tenía demasiadas ganas de palabrerías.Vladimir se levantó de su reposo. Apoyándose sobre sus rodillas, como si de repente sintiese el paso de los años sobre sus huesos. Se giró y me miró fíjamente. Luego, me habló.
-Llegas tarde, Anastasia. Los jinetes están al caer. ¿Diez minutos? ¿Quince? ¡Qué más da! Hagamos lo que hagamos, los malos ganaremos. – miró al remolino de cielo que giraba sobre nuestras cabezas, y que me daba una ligera ventaja táctica por las corrientes de viento que se generaban. – Si ganas tú, no tendrás el rubí, darán contigo antes de que bajes esta colina. – comentó, mirándome con una sonrisa. – Y si gano yo, vivirás en primera perspectiva cómo hago que los jinetes aniquilen a toda tu gente. – sonrió. - Esta guerra ya la has perdido, maestra.
–No lo voy a permitir, Vladimir. – dije, cruzándome de brazos. - Escapaste dos veces. – incliné la cabeza ligeramente e hice varias negaciones con la cabeza. – No escaparás una tercera…
El vampiro negó con la cabeza, mojándose los labios. - No deberías haber venido sola. – dijo con arrogancia. – No sin los demás centinelas.
Vladimir retrocedió unos pasos. Se llevó su mano a la diestra, donde guardaba en una funda su larga y pesada espada. No hizo amago de sacarla, pero no pude evitar dirigir mi mirada a dicha arma. Clavó su mirada en mí y me miró fijamente.
Le devolví la mirada. No tenía miedo. Dejé que el viento, desde atrás, hiciera acto de presencia y ondeara mi melena entrenzada. Me llevé las manos a las ballestas de mano, aunque no llegué a desenfundar. Transcurrieron cerca de diez segundos de mirada que parecieron eternos. Su rubí brillaba con fuerza. Los jinetes oscuros, desde arriba, parecían reclamar. Comenzamos a desplazarnos, andando en direcciones contrarias. Él a la derecha. Yo a la izquierda. Con las manos sobre las armas, pero sin llegar a usarlas. ¿Quién de los dos iba a dar el primer paso? ¿Cuál era la estrategia debía seguir? Ni siquiera Elen había sido capaz de derrotar a Vladimir. Y ahora estaba yo sola. Ante el que fuera, quizás hasta la fecha, el combate más duro que tuve nunca.
Entonces, decidí dar el primer paso y atacar.
Comencé disparando ambas ballestas de mano, el vampiro detuvo los virotes con gran agilidad y con movimiento en su espada. Estiró su brazo, alargándolo con una enorme sombra parecida a la que había visto utilizar a Elen Calhoun, tratando de agarrarme pese a estar a una distancia considerable.
Lo consiguió. La mancha me agarró por la cintura y su figura apareció automáticamente a mi lado. Tuve que moverme como pude con gráciles movimientos de pierna y brazos para evitar embestida tras embestida. Tenía que recuperar la distancia como fuera antes de que esa enorme espada alcanzara mi cuerpo.
En un momento, Vladimir, a mi lado, emitió una especie de luz de su figura que por poco me ciega. Cuando abrí los ojos, estaba rodeada de siluetas del Inmortal en lo que era un truco de engaño. No era un secreto para mí que el chupasangres era muy hábil con las habilidades de ilusión.
Comencé a disparar a las siluetas, que venían a por mí, con su enorme mandoble en ristre. Conforme las alcanzaba, éstas se difuminaban. Ninguna parecía el auténtico. Y recargaba tan rápido como podía las armas, deslizando la ballesta sobre mi cinturón, donde llevaba mis virotes para seguir disparando.
Las carcajadas del inmortal se escuchaban en toda la escena. Y ante que no terminaba de dar al auténtico por más rápido que disparaba, y ante el miedo de que me atacara por la proximidad de éstas, me encogí sobre el suelo, concentré toda mi magia, y liberé una poderosísima corriente de viento negro en todas las direcciones, que envolvió a cada una de las copias: El tinte de los Boisson, el truco de Belladonna. Todas las siluetas de Vladimir repitieron el gesto de poner su mano instintivamente para anteponerse al ataque, que parecía violento. Todas se habían disuelo. Sólo quedando el auténtico, justo a mi espalda.
Con unos reflejos felinos y ahora envuelta en humo, me abalancé a por él sin pensármelo dos veces. El Inmortal preparó su arma para tratar de seccionar la humareda por la mitad, sabedor de que formaba parte de ella. Me deslicé por el suelo para pasar por debajo de su arma. Liberé aquella extraña herramienta llamada Kumasi-gama de mi cinturón. El arma favorita de Overholser. Para enganchar su espada y lanzarla por el acantilado debajo de un fuerte e inesperado tirón ahogado en un grito de liberación. Y aún envuelta en humo me materialicé justo en el borde del precipicio.
Desarmado. Así había acabado el Inmortal. Yo había aterrizado con una pierna estirada y la otra totalmente flexionada. Le miré. Vladimir ya no sonreía tanto.
*Off: Master Ger, utilizaré los comodines ahora. Al menos para asegurar el tiro medio xD y no llorar en el primer post del hilo.
Hago uso de la kusari-gama (Ver mi inventario), que desarma al enemigo sin importar el nivel.
Utilizo también mis habilidades de Nivel 1 (medio natural) y Nivel 4 (tinte de los Boisson)
Y tengo también esta armadura morada, de la cual uso la habilidad 1 por ahora (me reservaré la 2º para el segundo turno, cuando ya no tenga bonus). Por lo que mi agilidad está ahora por las nubes.
- Armadura de la Maestra Cazadora:
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Encantamiento: Polvo de cristal. Una vez que tengas una armadura, vacía este polvo sobre ella para obtener sus verdaderas habilidades. En primera: te brindará una resistencia del 50% a los ataques (activable durante tres turnos y 4 turnos de enfriamiento) al tiempo que aumentará tus atributos un 20% y reducirá el enfriamiento de tus habilidades en un turno. La segunda habilidad te permitirá reflejar un ataque y devolverlo a tu oponente sin importar el nivel (uso 1 vez por tema). Por último, aumentará tu velocidad de ataque en un 30% permitiéndote dañar primero, aumentando un turno el uso de tus habilidades (uso 1 vez cada 4 turnos)
Anastasia Boisson
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Re: [MEGAEVENTO: GUERRA] Vladimir en la Colina
El miembro 'Huracán' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Re: [MEGAEVENTO: GUERRA] Vladimir en la Colina
Leí miles de historias, reales o no, sobre caballeros con grandes hazañas, caballeros destinados a hacer un bien por el mundo, acabar con el mal. En cada historia todo caballero tenia un gran enemigo, un héroe contra un villano. No me consideraba un héroe, ni un caballero, simplemente un Guardián Ancestral que sirve fielmente a los dragones... pero ¿quien no quiere tener su propio villano?, hoy sin saberlo, iba a hacer una de mis primeras hazañas, algo que marco el futuro de Aerandir, y con ello, el regreso de los ancestrales. Cada paso, por mas pequeño que sea, era uno grande para mi, para su gran regreso.
Acompañe a Sir Edward cerca del castillo, el asedio había comenzado, dragones volando, los barcos del rey llegando para unirse a la batalla, gente corriendo, gritos de batalla y de desesperación, la guerra era un asco, pero no se podía evitar. Un rey vampiro reinaba sobre el trono del rey humano, esto era predecible, se sabia desde un principio. No quiero decir que lo que hizo el Rey humano estuvo bien, abandonar a su pueblo por una plaga cuando mas lo necesitaban, el merecía un castigo, pero ese no es mi trabajo.
- ¿Puedes verlo? - Le pregunte a Edward, que parecía tener una excelente vista de la batalla
- No... no - Pronuncio para luego quedarse paralizado mirando al frente, claramente era el, lo había visto. Seguí su mirada para terminar mirando en la misma dirección que el, lo raro es que atrás de Vladimir, corría otra persona - Tengo que hacer justicia. - Dije marchando para el lugar, no sin antes Edward advertirme a lo que me enfrentaba - No lo subestimes, es un centinela, y el rey de los vampiros apodado "el inmortal". - Todos eran inmortales, pero todos podían morir, de una manera u otra.
Empece a dirigirme en la dirección en la que se encontraban los sujetos, el viento era intenso, incluso se había largado a llover, y caía algún que otro rayo, me acerque a una roca cercana, donde mire sus movimientos, claramente no eran del mismo bando. Pronunciaron un par de palabras cada uno, para luego entablar el combate.
Lo mire por un rato, para luego ver como la mujer desarmo al rey vampiro con una agilidad increíble, y sincronizandome con el ruido de un rayo, salí de la roca para que en su asombro, pase por su espalda con mi espada en la mano, haciéndole un gran tajo en su espalda, el vampiro se dio vuelta para mirarme, una sensación rara paso por mi cuerpo, de emoción... y de miedo.
- ¡Vladimir, JURO POR EL GUANTE DE TYR Y POR LOS ANCESTRALES, QUE SE HARÁ JUSTICIA! - La capa volaba detrás mía, y mi pelo igual, sin duda el viento era una dificultad, solo había una manera de enfrentarlo, a el y al viento, mire a la mujer, y luego me arrodille para cerrar mis ojos, y apoyar mis manos en la tierra, tome energía para que mi armadura y la de la mujer se vuelvan de piedra y ahora si, era el momento, me lance contra el para volverle a hacer un tajo en su brazo, pero no sirvió de mucho, pareció no sentirlo, simplemente me empujo y caí en el suelo unos metros mas lejos que el. - Todavía hay esperanza y salvación para ti, Vladimir. ¡Tu gente te necesita, necesita alguien que los guié!. Tu podrías haber sido ese líder. - A veces las palabras hacen mas daño que las espadas o los arcos.
- ¡Podría haber sido diferente Vladimir, podías haber guiado a tu pueblo con honor, bondad y misericordia. Pero solo dejaste destrucción a tu paso... y los ancestrales no toleran eso!. - Cargue contra el, con mi espada adelante, pero el verdadero truco era cambiar de forma durante mi carga, para luego empujarlo contra una roca, y así fue, durante mi carga, mis escamas subieron desde los pies hasta la cabeza, y mis ojos cambiaron de forma, instantes después ya no era un humano. Pude ver como Vladimir choco contra la roca, solté un rugido para infligir miedo, o esperanza a mi compañera.
Vladimir cargo contra mi, empujándome lejos y cortándome el pecho, pero para mi suerte, mi capa de piedra estaba ahí. "¡Eres un guardián, un centinela, deberías proteger Aerandir, en vez de eso, llevas el titulo sin honor, no mereces tal honor Vladimir!." Pense mirando el rubí que tenia, brillando intensamente. No importa si era yo, o un campesino, los centinelas tienen que ser personas honorables, bondadosas, y piadosas, capaces de defender Aerandir, no destruirla. Vole por encima de Vladimir para morder con mis dientes todo su cuello, de la misma manera que el hace con los humanos, y termine aterrizando al lado de la cazadora, que sin duda me hacia acordar a alguien que ya conocí antes...
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Uso mis habilidades
[>] Habilidad Racial = Transformación en Dragón
[>] Habilidad de nivel 0 = Protector Justo
Acompañe a Sir Edward cerca del castillo, el asedio había comenzado, dragones volando, los barcos del rey llegando para unirse a la batalla, gente corriendo, gritos de batalla y de desesperación, la guerra era un asco, pero no se podía evitar. Un rey vampiro reinaba sobre el trono del rey humano, esto era predecible, se sabia desde un principio. No quiero decir que lo que hizo el Rey humano estuvo bien, abandonar a su pueblo por una plaga cuando mas lo necesitaban, el merecía un castigo, pero ese no es mi trabajo.
- ¿Puedes verlo? - Le pregunte a Edward, que parecía tener una excelente vista de la batalla
- No... no - Pronuncio para luego quedarse paralizado mirando al frente, claramente era el, lo había visto. Seguí su mirada para terminar mirando en la misma dirección que el, lo raro es que atrás de Vladimir, corría otra persona - Tengo que hacer justicia. - Dije marchando para el lugar, no sin antes Edward advertirme a lo que me enfrentaba - No lo subestimes, es un centinela, y el rey de los vampiros apodado "el inmortal". - Todos eran inmortales, pero todos podían morir, de una manera u otra.
Empece a dirigirme en la dirección en la que se encontraban los sujetos, el viento era intenso, incluso se había largado a llover, y caía algún que otro rayo, me acerque a una roca cercana, donde mire sus movimientos, claramente no eran del mismo bando. Pronunciaron un par de palabras cada uno, para luego entablar el combate.
Lo mire por un rato, para luego ver como la mujer desarmo al rey vampiro con una agilidad increíble, y sincronizandome con el ruido de un rayo, salí de la roca para que en su asombro, pase por su espalda con mi espada en la mano, haciéndole un gran tajo en su espalda, el vampiro se dio vuelta para mirarme, una sensación rara paso por mi cuerpo, de emoción... y de miedo.
- ¡Vladimir, JURO POR EL GUANTE DE TYR Y POR LOS ANCESTRALES, QUE SE HARÁ JUSTICIA! - La capa volaba detrás mía, y mi pelo igual, sin duda el viento era una dificultad, solo había una manera de enfrentarlo, a el y al viento, mire a la mujer, y luego me arrodille para cerrar mis ojos, y apoyar mis manos en la tierra, tome energía para que mi armadura y la de la mujer se vuelvan de piedra y ahora si, era el momento, me lance contra el para volverle a hacer un tajo en su brazo, pero no sirvió de mucho, pareció no sentirlo, simplemente me empujo y caí en el suelo unos metros mas lejos que el. - Todavía hay esperanza y salvación para ti, Vladimir. ¡Tu gente te necesita, necesita alguien que los guié!. Tu podrías haber sido ese líder. - A veces las palabras hacen mas daño que las espadas o los arcos.
- ¡Podría haber sido diferente Vladimir, podías haber guiado a tu pueblo con honor, bondad y misericordia. Pero solo dejaste destrucción a tu paso... y los ancestrales no toleran eso!. - Cargue contra el, con mi espada adelante, pero el verdadero truco era cambiar de forma durante mi carga, para luego empujarlo contra una roca, y así fue, durante mi carga, mis escamas subieron desde los pies hasta la cabeza, y mis ojos cambiaron de forma, instantes después ya no era un humano. Pude ver como Vladimir choco contra la roca, solté un rugido para infligir miedo, o esperanza a mi compañera.
Vladimir cargo contra mi, empujándome lejos y cortándome el pecho, pero para mi suerte, mi capa de piedra estaba ahí. "¡Eres un guardián, un centinela, deberías proteger Aerandir, en vez de eso, llevas el titulo sin honor, no mereces tal honor Vladimir!." Pense mirando el rubí que tenia, brillando intensamente. No importa si era yo, o un campesino, los centinelas tienen que ser personas honorables, bondadosas, y piadosas, capaces de defender Aerandir, no destruirla. Vole por encima de Vladimir para morder con mis dientes todo su cuello, de la misma manera que el hace con los humanos, y termine aterrizando al lado de la cazadora, que sin duda me hacia acordar a alguien que ya conocí antes...
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Uso mis habilidades
[>] Habilidad Racial = Transformación en Dragón
[>] Habilidad de nivel 0 = Protector Justo
Última edición por Rakan'Drag el Jue Jun 28 2018, 06:10, editado 1 vez
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Re: [MEGAEVENTO: GUERRA] Vladimir en la Colina
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Re: [MEGAEVENTO: GUERRA] Vladimir en la Colina
Estaba resoplando por el fuerte esfuerzo que había hecho. Estaba en posición amenazante, esperando un nuevo ataque del vampiro. Intercambiamos miradas durante unos segundos. Vladimir sabía que no sería sencillo. Había mejorado mucho desde la última vez que nos enfrentamos.
Entonces, mientras el vampiro me miraba a mí, vi como alguien aparecía por su espalda, corriendo como un descosido. ¿Algún amigo de Vladimir? - ¿Pero qué coño…? – pregunté para mí misma, alzando una ceja, con las ballestas de mano en ristre. ¿Quién era aquel tipo que había aparecido? Alguien a quien probablemente también hubiese hecho daño. Y es que el chupasangres dejaba “amigos” allá por donde pasaba.
El joven le atacó por la espalda, por sorpresa. Pillándolo de improviso. Después de varios forcejeos en los que yo hacía de mera espectadora. El rubio pareció mostrarse como un dragón, sobrevolando e hiriendo al vampiro de gravedad en el cuello. Luego aterrizó a mi lado, al cual miré alzando una ceja.
-Huracán. Encantada. – comenté con una cierta sonrisa soberbia, moviendo mi pelo hacia un lado con la mano para volver a mirar a Vladimir. Se llevaba la mano al cuello. Pero Vladimir se resignaba a huir. Sangraba, pero moriría luchando. Aquello era valiente por su parte. Había llegado hasta allí y moriría con todo. Quizás, el Inmortal ya no fuese tan invencible.
Corrí hacia el desarmado y debilitado vampiro. Él, viendo como me aproximaba, lanzó un desesperado ataque de sombras, una especie de brazo pesado, hacia mí, pero me impulsé sobre su cabeza y caí a su espalda. Desenfundé mi ballesta pesada en el aire y en un grácil y ensayado movimiento disparé sin vacilar a la altura de su omóplato izquierdo: El del corazón.
-Se acabó, Vladimir. – comenté en voz baja y tranquila, viendo como caía de rodillas ante mí en un ahogado grito. Se mantuvo unos segundos en esta posición, lo que le duraban los últimos suspiros, con el semblante hundido. Como si pidiera perdón por todo el mal que había hecho. Por no haber cumplido su deber como centinela. – Tanta paz lleves, como descanso dejes. – le dije en una baja voz. Luego, cayó sobre el suelo.
Ahí concluyó la vida del Inmortal. Poniendo fin a siglos de crímenes contra gente más débil e inocente que él. Perecía así el último de los lugartenientes de la Hermandad de mi abuela, Lady Mortagglia. El primer rival poderoso al que me había enfrentado, pero al que nunca había derrotado. Se había hecho historia. Se había hecho justicia. El último rey de los vampiros había caído. Y con él, el trono de Lunargenta no tardaría en ser recuperado por el legítimo heredero.
Tan sólo se escuchaba el romper de las olas contra los acantilados. Y el cuerpo de Vladimir comenzó un proceso de combustión por el sol. Su sistema inmunológico ya no le protegía contra la radiación solar y todo su legado no terminaría en concluir en unas cenizas que pronto serían llevadas por el viento, rumbo al mar.
Sin embargo, bajo las cenizas un objeto destacaba. Brillaba, vibraba, y emitía un pequeño sonido. Dentro de él se escuchaban unas oscuras voces que parecían impercetibles.
¡Su reliquia de centinela! El rubí. Clamaba un nuevo dueño. Cuatro debían ser los centinelas protectores de Aerandir. Y ahora mismo, a lo sumo habría tres. Me mantuve reflexiva, mirándolo fíjamente. ¿Debía cogerlo? Alguien tenía que llevarlo hasta Elen. Pero… ¿Qué consecuencias tenía coger aquel objeto maldito? ¿Debía de ser yo? Pronto saldría de dudas, un trueno sonó sobre nuestras cabezas. El cielo se había ennegrecido desde la muerte del Inmortal. Y parecía como si fuese a ocurrir algo muy grave. Dejar el rubí allí era una temeridad.
Sin pensármelo dos veces tomé el rubí. Vi cómo emitía una esencia negra a su alrededor. Pero lo cierto es que, por el momento, no había sentido nada más. Lo que sí traté fue mirar a través del cristal. No observé nada, aún. A continuación y con él en la mano, miré al dragón.
-Tengo que llevar el rubí a una amiga. – le dije seria al dragón, mirándole a sus iris cristalinas. – Ella es una de los cuatro centinelas. Sabrá qué hacer con él. – afirmé, y a continuación miré al cielo. - Deberíamos volver a la ciudad. Algo va a ocurrir pronto.
Entendía que el tipo era un aliado y no tendría inconveniente en que me lo quedara. El chupasangres había muerto. Pero a saber si sus verdaderas intenciones allí eran simplemente acabar cualquiera que fuera su venganza contra el Inmortal. Fui de buenas y esperaba lo propio por su parte. En cualquier caso, el rubí no podía quedar en manos de cualquiera. Debían ser los centinelas quienes lo tuvieran.
Entonces, mientras el vampiro me miraba a mí, vi como alguien aparecía por su espalda, corriendo como un descosido. ¿Algún amigo de Vladimir? - ¿Pero qué coño…? – pregunté para mí misma, alzando una ceja, con las ballestas de mano en ristre. ¿Quién era aquel tipo que había aparecido? Alguien a quien probablemente también hubiese hecho daño. Y es que el chupasangres dejaba “amigos” allá por donde pasaba.
El joven le atacó por la espalda, por sorpresa. Pillándolo de improviso. Después de varios forcejeos en los que yo hacía de mera espectadora. El rubio pareció mostrarse como un dragón, sobrevolando e hiriendo al vampiro de gravedad en el cuello. Luego aterrizó a mi lado, al cual miré alzando una ceja.
-Huracán. Encantada. – comenté con una cierta sonrisa soberbia, moviendo mi pelo hacia un lado con la mano para volver a mirar a Vladimir. Se llevaba la mano al cuello. Pero Vladimir se resignaba a huir. Sangraba, pero moriría luchando. Aquello era valiente por su parte. Había llegado hasta allí y moriría con todo. Quizás, el Inmortal ya no fuese tan invencible.
Corrí hacia el desarmado y debilitado vampiro. Él, viendo como me aproximaba, lanzó un desesperado ataque de sombras, una especie de brazo pesado, hacia mí, pero me impulsé sobre su cabeza y caí a su espalda. Desenfundé mi ballesta pesada en el aire y en un grácil y ensayado movimiento disparé sin vacilar a la altura de su omóplato izquierdo: El del corazón.
-Se acabó, Vladimir. – comenté en voz baja y tranquila, viendo como caía de rodillas ante mí en un ahogado grito. Se mantuvo unos segundos en esta posición, lo que le duraban los últimos suspiros, con el semblante hundido. Como si pidiera perdón por todo el mal que había hecho. Por no haber cumplido su deber como centinela. – Tanta paz lleves, como descanso dejes. – le dije en una baja voz. Luego, cayó sobre el suelo.
Ahí concluyó la vida del Inmortal. Poniendo fin a siglos de crímenes contra gente más débil e inocente que él. Perecía así el último de los lugartenientes de la Hermandad de mi abuela, Lady Mortagglia. El primer rival poderoso al que me había enfrentado, pero al que nunca había derrotado. Se había hecho historia. Se había hecho justicia. El último rey de los vampiros había caído. Y con él, el trono de Lunargenta no tardaría en ser recuperado por el legítimo heredero.
Tan sólo se escuchaba el romper de las olas contra los acantilados. Y el cuerpo de Vladimir comenzó un proceso de combustión por el sol. Su sistema inmunológico ya no le protegía contra la radiación solar y todo su legado no terminaría en concluir en unas cenizas que pronto serían llevadas por el viento, rumbo al mar.
Sin embargo, bajo las cenizas un objeto destacaba. Brillaba, vibraba, y emitía un pequeño sonido. Dentro de él se escuchaban unas oscuras voces que parecían impercetibles.
¡Su reliquia de centinela! El rubí. Clamaba un nuevo dueño. Cuatro debían ser los centinelas protectores de Aerandir. Y ahora mismo, a lo sumo habría tres. Me mantuve reflexiva, mirándolo fíjamente. ¿Debía cogerlo? Alguien tenía que llevarlo hasta Elen. Pero… ¿Qué consecuencias tenía coger aquel objeto maldito? ¿Debía de ser yo? Pronto saldría de dudas, un trueno sonó sobre nuestras cabezas. El cielo se había ennegrecido desde la muerte del Inmortal. Y parecía como si fuese a ocurrir algo muy grave. Dejar el rubí allí era una temeridad.
Sin pensármelo dos veces tomé el rubí. Vi cómo emitía una esencia negra a su alrededor. Pero lo cierto es que, por el momento, no había sentido nada más. Lo que sí traté fue mirar a través del cristal. No observé nada, aún. A continuación y con él en la mano, miré al dragón.
-Tengo que llevar el rubí a una amiga. – le dije seria al dragón, mirándole a sus iris cristalinas. – Ella es una de los cuatro centinelas. Sabrá qué hacer con él. – afirmé, y a continuación miré al cielo. - Deberíamos volver a la ciudad. Algo va a ocurrir pronto.
Entendía que el tipo era un aliado y no tendría inconveniente en que me lo quedara. El chupasangres había muerto. Pero a saber si sus verdaderas intenciones allí eran simplemente acabar cualquiera que fuera su venganza contra el Inmortal. Fui de buenas y esperaba lo propio por su parte. En cualquier caso, el rubí no podía quedar en manos de cualquiera. Debían ser los centinelas quienes lo tuvieran.
Anastasia Boisson
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Re: [MEGAEVENTO: GUERRA] Vladimir en la Colina
Me destranforme al verla acercarse al rubí. Era increíble, un momento estaba feliz, y al otro la rabia me consumía, pues la mujer quería llevarse el rubí. - Vladimir también era centinela, y mira lo que hizo. ¿Que crees que puede hacer tu amiga?, dárselo a otro. - Dije con impotencia, para luego calmarme - Lo siento Huracán... pero este es el error de mucha gente, creer que otras personas pueden solucionar los problemas de uno, ¿por que crees que ella sera mejor juzgada que nosotros?, no puedo permitir que te lo lleves, eres una cazadora de vampiros, y el rubí no puede estar en las manos de alguien racista o con amigos. - Y es que, vine con buena voluntad, pero la mujer quería llevárselo sin importarle mi voto.
- No quería que pasara esto Lady, pero conozco a tu gente, Cassandra, y si eres como ella, no debes irte con el rubí. Arreglemoslo, como gente pacifica... Los centinelas deben ser gente de Honor, Valor, y Justicia. Sin rencor hacia razas o gente. Son defensores de Aerandir, no de cazadores de vampiros o de hombres-bestia. Debe ser gente que jure hacerlo con sabiduría. Tu rencor hacia los vampiros nubla ese juicio, y es que no todos ellos son iguales, ¿pero tu los cazas igual no?. Ese es el error de la gente necia. -
Solo había dos soluciones en el momento, y en ninguna de ellas, ella se iba sola con el rubí. - Solo puede haber 2 soluciones, yo no tengo amigos lady, no tengo rencores ni odio contra alguien, me rijo por los códigos del honor y la inteligencia, defiendo a los débiles e inocentes y llevo a los malvados ante la justicia. Entrégame el rubí, y juro llevarlo con honor y gloria, ademas de hacer lo correcto, para todas las razas. Piensa como Huracán, no como la cazadora, por favor... haz lo correcto. -
Dejarle el rubí a alguien con rencores, podía matar gente inocente o quien sabe que mas, si los dragones ancestrales estaban aquí, espero que me ayuden.
- La otra solución, es destruirlo, aquí y ahora, y que los defensores de Aerandir sea el mismo pueblo. Si este artefacto tiene tal poder, nadie es digno de el. Ni tu, ni yo. - Ni ella, ni su amiga centinela, ni los mismos dioses. El poder de un Guardián no es mas que su lealtad. Lealtad a Aerandir.
Me arrodille ante ella, y levante mi mano izquierda, que estaba vacía, y levante la otra, que estaba mi espada - Elige la izquierda, y juro llevar el rubi con honor, o elige la derecha, y lo destruiremos aquí mismo. - "O no elijas ninguna, y lo que mas temía iba a ocurrir", sin duda no quería llegar a una pelea, la que era mi aliada se transformo en mi enemiga. O al menos eso pensé.
- No quería que pasara esto Lady, pero conozco a tu gente, Cassandra, y si eres como ella, no debes irte con el rubí. Arreglemoslo, como gente pacifica... Los centinelas deben ser gente de Honor, Valor, y Justicia. Sin rencor hacia razas o gente. Son defensores de Aerandir, no de cazadores de vampiros o de hombres-bestia. Debe ser gente que jure hacerlo con sabiduría. Tu rencor hacia los vampiros nubla ese juicio, y es que no todos ellos son iguales, ¿pero tu los cazas igual no?. Ese es el error de la gente necia. -
Solo había dos soluciones en el momento, y en ninguna de ellas, ella se iba sola con el rubí. - Solo puede haber 2 soluciones, yo no tengo amigos lady, no tengo rencores ni odio contra alguien, me rijo por los códigos del honor y la inteligencia, defiendo a los débiles e inocentes y llevo a los malvados ante la justicia. Entrégame el rubí, y juro llevarlo con honor y gloria, ademas de hacer lo correcto, para todas las razas. Piensa como Huracán, no como la cazadora, por favor... haz lo correcto. -
Dejarle el rubí a alguien con rencores, podía matar gente inocente o quien sabe que mas, si los dragones ancestrales estaban aquí, espero que me ayuden.
- La otra solución, es destruirlo, aquí y ahora, y que los defensores de Aerandir sea el mismo pueblo. Si este artefacto tiene tal poder, nadie es digno de el. Ni tu, ni yo. - Ni ella, ni su amiga centinela, ni los mismos dioses. El poder de un Guardián no es mas que su lealtad. Lealtad a Aerandir.
Me arrodille ante ella, y levante mi mano izquierda, que estaba vacía, y levante la otra, que estaba mi espada - Elige la izquierda, y juro llevar el rubi con honor, o elige la derecha, y lo destruiremos aquí mismo. - "O no elijas ninguna, y lo que mas temía iba a ocurrir", sin duda no quería llegar a una pelea, la que era mi aliada se transformo en mi enemiga. O al menos eso pensé.
Rakan'Drag
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Re: [MEGAEVENTO: GUERRA] Vladimir en la Colina
El valeroso caballero, Rakan’Drag y la maestra cazadora, Anastasia Boisson, terminaron con la vida del chupasangres Vladimir tras un combate que se esperaba más igualado. Las habilidades de la maestra, ampliamente ducha en este tipo de enfrentamientos y mucho más preparada que en sus duelos previos contra el vampiro, junto a la ayuda sorpresiva del dragón Rakan, terminaron por decantar la balanza a favor del lado de maga y dragón. Ella había visto cumplida su venganza: Acabar con el vampiro que su gremio llevaba años persiguiendo, y él había restaurado el orden que tanto ansiaba.
Se ponía así fin a siglos de brutalidad del chupasangres. Su destino fue tan oscuro y negro como el de su compañera, Amaterasu. La Revividora había perecido apenas semanas atrás. Dos nuevos portadores de reliquias, es decir, centinelas, habían sido designados.
La maestra Boisson fue la primera en coger la reliquia y como si guardara un tesoro entre sus brazos, lo protegió de Rakan’Drag, quien no parecía dispuesto a dejarla ir con el objeto sin dárselo a él o destruirlo. Conociendo el temperamento de la cazadora y la aparentemente férrea decisión del joven a arrebatárselo, aquello tenía toda la pinta de terminar en un peligroso combate.
Más no sería aquel día. El cielo estaba nublado. Y de todos los combatientes de la guerra, ellos eran quienes más cerca se encontraban. Justo encima del remolino. Y es que si Vladimir había elegido aquel lugar, era por algo.
Un fuerte rayo seguido del correspondiente estruendoso trueno casi dejaría ciegos y sordos a ambos cayó directamente sobre el cuerpo de Vladimir, el cual dejó convertido a cenizas en cuanto se puso en contacto con él. Sobre el polvo del cadáver del chupasangres emergió una figura maligna, junto al altar del antiguo templo. No era humana. Su torso desnudo, era cubierto por una capa de fuego que arrastraba por el suelo, portaba una guadaña y un yelmo con forma de calavera.
Con forma de muerte.
Era un jinete oscuro, que no tardó en centrarse en la maestra cazadora, actual portadora del rubí. El Jinete venía a por la reliquia, y es que sólo los centinelas podían hacerles frente. ¿Pero aquella novata? No sabría ni por donde empezar en sus cinco primeros minutos como centinela. O ni eso, ya que la reliquia aún no había permanecido suficiente tiempo con ella como para considerarla digna.
-Fashateni, lo’mar ka nagá. – dijo el jinete a Anastasia en una ininteligible versión de lengua élfica antigua, colocando la guadaña que cargaba como si la mismísima muerte se tratara. Arremetió contra ella con una rápida bola de fuego que tendría que esquivar si no quería acabar calcinada.
La maestra cazadora y el caballero dragón no tendrían más remedio que salir de allí. Sumidos en medio de la oscuridad que había cubierto por completo la ciudad, y la tormenta. Aquel escenario se planteaba impenetrable para casi cualquiera que se dignara. Los jinetes oscuros habían llegado. ¿Dónde estaban los centinelas para detenerlos? Al primero, el jinete lo acababa de hacer picadillo.
La ciudad estaba demasiado lejos. Correr a campo abierto hasta ella era todo un suicidio. El lugar más próximo por el que podían intentar una huida desde lo alto de la colina era una pequeña empalizada o campamento.
El campamento de los leónicos. Ni la maestra ni Rakan sospechaban que allí se encontraban el también centinela Melena Blanca, Reivy Abadder… y también el ambicioso Asher. Porque él siempre soñó con ser centinela.
*Traducción (vuestros personajes no lo entienden). – Centinela, ven a morir.
* * * * * * * * *
Ambos: Los dioses os han ayudado a acabar con Vladimir. Sois los ¿afortunados? De ver en primera fila la llegada de los mismísimos jinetes oscuros. Si queréis (morir) podéis hacerle frente a nuestro querido Erendir Tarmúnil, pero yo os recomiendo que os dirijáis al campamento de los leónicos, que es lo que tenéis más cerca. Allí seréis seguramente bien recibidos por Melena Blanca, Asher y compañía, y podréis atrincheraros para hacer frente a algunos de los Jinetes Oscuros que seguramente no tardarán en llegar.
No será necesario que tiréis runa en este turno… Algo aún más divertido vendrá en los siguientes tres hilos de la guerra y no quiero que haya más bajas.
Se ponía así fin a siglos de brutalidad del chupasangres. Su destino fue tan oscuro y negro como el de su compañera, Amaterasu. La Revividora había perecido apenas semanas atrás. Dos nuevos portadores de reliquias, es decir, centinelas, habían sido designados.
La maestra Boisson fue la primera en coger la reliquia y como si guardara un tesoro entre sus brazos, lo protegió de Rakan’Drag, quien no parecía dispuesto a dejarla ir con el objeto sin dárselo a él o destruirlo. Conociendo el temperamento de la cazadora y la aparentemente férrea decisión del joven a arrebatárselo, aquello tenía toda la pinta de terminar en un peligroso combate.
Más no sería aquel día. El cielo estaba nublado. Y de todos los combatientes de la guerra, ellos eran quienes más cerca se encontraban. Justo encima del remolino. Y es que si Vladimir había elegido aquel lugar, era por algo.
Un fuerte rayo seguido del correspondiente estruendoso trueno casi dejaría ciegos y sordos a ambos cayó directamente sobre el cuerpo de Vladimir, el cual dejó convertido a cenizas en cuanto se puso en contacto con él. Sobre el polvo del cadáver del chupasangres emergió una figura maligna, junto al altar del antiguo templo. No era humana. Su torso desnudo, era cubierto por una capa de fuego que arrastraba por el suelo, portaba una guadaña y un yelmo con forma de calavera.
Con forma de muerte.
Era un jinete oscuro, que no tardó en centrarse en la maestra cazadora, actual portadora del rubí. El Jinete venía a por la reliquia, y es que sólo los centinelas podían hacerles frente. ¿Pero aquella novata? No sabría ni por donde empezar en sus cinco primeros minutos como centinela. O ni eso, ya que la reliquia aún no había permanecido suficiente tiempo con ella como para considerarla digna.
-Fashateni, lo’mar ka nagá. – dijo el jinete a Anastasia en una ininteligible versión de lengua élfica antigua, colocando la guadaña que cargaba como si la mismísima muerte se tratara. Arremetió contra ella con una rápida bola de fuego que tendría que esquivar si no quería acabar calcinada.
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Erendir, uno de los doce jinetes oscuros que permanecen vivos, saludando a Huracán.
La maestra cazadora y el caballero dragón no tendrían más remedio que salir de allí. Sumidos en medio de la oscuridad que había cubierto por completo la ciudad, y la tormenta. Aquel escenario se planteaba impenetrable para casi cualquiera que se dignara. Los jinetes oscuros habían llegado. ¿Dónde estaban los centinelas para detenerlos? Al primero, el jinete lo acababa de hacer picadillo.
La ciudad estaba demasiado lejos. Correr a campo abierto hasta ella era todo un suicidio. El lugar más próximo por el que podían intentar una huida desde lo alto de la colina era una pequeña empalizada o campamento.
El campamento de los leónicos. Ni la maestra ni Rakan sospechaban que allí se encontraban el también centinela Melena Blanca, Reivy Abadder… y también el ambicioso Asher. Porque él siempre soñó con ser centinela.
*Traducción (vuestros personajes no lo entienden). – Centinela, ven a morir.
* * * * * * * * *
No será necesario que tiréis runa en este turno… Algo aún más divertido vendrá en los siguientes tres hilos de la guerra y no quiero que haya más bajas.
Ger
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Re: [MEGAEVENTO: GUERRA] Vladimir en la Colina
¡Tenía el rubí en mis manos! La reliquia de Centinela que aseguraba un poder inigualable a aquellos que la poseían. ¡Por todos los dioses! Miré a través de sus cristales con admiración, casi rindiendo pleitesía ante aquel objeto mágico que, a la vez de maravilloso, parecía encantado. Oscuras sombras podían verse fluir en su interior. El objeto en sí transmitía un increíble aroma de poder oscuro, y a la vez de misterio. El mero hecho de observarlo transmitía malestar. Tenía que entregárselo a Elen cuanto antes, seguramente ella como centinela sabría qué hacer con él. Pero por otra parte, resultaba tan tentador quedárselo… El objeto casi te invitaba a no desprenderte del mismo.
Mis pensamientos acerca de la reliquia se vieron rápidamente interrumpidos por el discurso del dragón. Con la emoción casi me había olvidado por completo del dragón “rubiales” que seguía por ahí. Apreté la reliquia con fuerza contra mi pecho, protegiéndola como si me la fuera a robar y miré al tipo a los ojos. Sus palabras fueron groseras. Parecía conocernos tanto a mí como a Cassandra. ¿Quién era él para llamarme racista y necia? ¿Acaso carecía yo de los valores de honor, valor y justicia que tanto achacaba él? ¿Cómo osaba dirigirse a mí con aquella osadía? Y para colmo, exigía que le entregara la reliquia o que la destruyera. A él. A un desconocido cualquiera. ¿Y a qué venía ese espectáculo con los brazos? ¿Acaso me estaba amenazando?
-¿Entregártela o destruirla? ¡Oh! Y si no lo hago, ¿qué vas a hacer? ¿vas a morderme, jovencito? – le espeté a aquel cuasi-adolescente con aires de grandeza, alzando una ceja y abriendo los ojos, mientras lanzaba el rubí al aire escasos centímetros y lo volvía a recoger, una y otra vez. Para mostrarle quién era su verdadera dueña. La última vez lo lancé un poco más alto y lo cogí definitivamente para guardarlo en el bolso y no volver a mostrarlo. – Escucha, yo ni siquiera sé quién eres. Quizás uno de esos buscadores de tesoros de la Logia, o tal vez un simple bandolero. Entiende que no voy a entregarte un objeto tan importante en esta circunstancia. Ni tampoco a destruirlo simplemente porque tú lo digas. – afirmé poniendo especial énfasis en mis palabras. - Lo único de lo que soy consciente es que poca gente puede presumir de faltarme al respeto y salir indemne. Si tan bien crees conocerme, deberías saber que no te conviene desafiarme. – vacilé con una sonrisa y sobrada autosuficiencia. – Pero mira, como agradezco que me hayas ayudado a derrotar a Vladimir, voy a darte una oportunidad y haré como que no he oído nada. Así que puedes irte por donde has venido, niño. El rubí es mío. Y si lo quieres, ya sabes lo que tienes que hacer… - me eché la trenza hacia atrás, entrecerré los ojos y esbocé una tímida sonrisa, antes de terminar la frase en un tímido susurro. - … Aunque como te he dicho, no te recomendaría que lo intentaras.
El cielo cada vez estaba más ennegrecido. Se respiraba tensión en el ambiente. Y los truenos que sonaban en el cielo daban aún mayor énfasis a mis palabras y hacían que me viniera arriba. Aquel estúpido era quien tenía ahora dos opciones, o agachar la cabeza y largarse, o acatar las consecuencias de desafiar a la maestra cazadora. Tenía que llevarle el rubí a Elen o a Melena Blanca ante la inminente llegada de los jinetes y no iba a perder el valioso tiempo con aquel dragón. Si quería pelear, pelearíamos ahora.
Sin embargo, un trueno cayó desde y allí se personó una criatura que más que provenir de los infiernos. Como un rayo, se materializó entre ambos, calcinando el cuerpo del inmortal en polvo. . - ¡Diablos! – exclamé asustada. ¿Era aquello un jinete oscuro? El espectro tenía una guadaña y parecía sentirse casi como la muerte. Centró su mirada en mí y me señaló, pronunciando unas palabras en una lengua que no lograba entender.
Cambio de planes. Había que salir de allí como fuera. Aquella criatura rápidamente se movilizó contra mí, lanzándome una bola de fuego que tuve que esquivar casi sin margen de reacción. Tras un grito acabé estampada contra una piedra, y cuando vino a tratar de cortarme en dos con su guadaña mediante un tajo cruzado tuve que saltar hacia atrás en una rápida voltereta para poder salir indemne del ataque. Quedé con las piernas flexionadas a un paso del precipicio de lo alto del Monte.
El Jinete Oscuro volvió a por mí con decisión. Esta vez alzó la guadaña a los cielos para tratar de ensartarme con el suelo. Y yo, al borde del precipicio, me materialicé en humo, que sería lo que su arma terminaría atravesando. Había estado cerca. Volví a materializarme unas rocas más abajo, ya en el precipicio. Desde lo alto, el jinete furioso observó mi huida. A continuación tuve que ir saltando de roca en roca para tratar de bajar por el risco mientras furioso golpeaba una y otra vez el suelo provocando desprendimientos en la ladera.
Miré con fastidio mientras trataba de esquivar las rocas. ¿Dónde se había metido el dragón? Tenía que tener también cuidado con él pues no sabía si su intención también era la de quitarme el rubí de centinela. Aunque quizás advirtiese de nuevo el enemigo común, y se decidiera a ayudarme a escapar por las buenas.
La mejor ruta de escape era aquel campamento lejano en el bosque, donde se veía humear algo. Quizás fuesen bandidos, pero tratar de llegar a Lunargenta era cuanto menos un suicidio a campo abierto. Y bastante me costaba esquivar las bolas de fuego que el jinete me lanzaba. Nerviosa, asustada y malherida, corrí tan rápido como pude por los riscos sin quitar un ojo a las llamas que el enemigo me lanzaba constantemente.
*Off: Utilizo habilidad de nivel 1: Medio natural y de nivel 4: Tinte de los Boisson
Off 2: Perdóname mis pésimos modales, Rakan >.<. Sé que Huri a veces es un poco agresiva, pero como usuaria soy más simpática :3.
Mis pensamientos acerca de la reliquia se vieron rápidamente interrumpidos por el discurso del dragón. Con la emoción casi me había olvidado por completo del dragón “rubiales” que seguía por ahí. Apreté la reliquia con fuerza contra mi pecho, protegiéndola como si me la fuera a robar y miré al tipo a los ojos. Sus palabras fueron groseras. Parecía conocernos tanto a mí como a Cassandra. ¿Quién era él para llamarme racista y necia? ¿Acaso carecía yo de los valores de honor, valor y justicia que tanto achacaba él? ¿Cómo osaba dirigirse a mí con aquella osadía? Y para colmo, exigía que le entregara la reliquia o que la destruyera. A él. A un desconocido cualquiera. ¿Y a qué venía ese espectáculo con los brazos? ¿Acaso me estaba amenazando?
-¿Entregártela o destruirla? ¡Oh! Y si no lo hago, ¿qué vas a hacer? ¿vas a morderme, jovencito? – le espeté a aquel cuasi-adolescente con aires de grandeza, alzando una ceja y abriendo los ojos, mientras lanzaba el rubí al aire escasos centímetros y lo volvía a recoger, una y otra vez. Para mostrarle quién era su verdadera dueña. La última vez lo lancé un poco más alto y lo cogí definitivamente para guardarlo en el bolso y no volver a mostrarlo. – Escucha, yo ni siquiera sé quién eres. Quizás uno de esos buscadores de tesoros de la Logia, o tal vez un simple bandolero. Entiende que no voy a entregarte un objeto tan importante en esta circunstancia. Ni tampoco a destruirlo simplemente porque tú lo digas. – afirmé poniendo especial énfasis en mis palabras. - Lo único de lo que soy consciente es que poca gente puede presumir de faltarme al respeto y salir indemne. Si tan bien crees conocerme, deberías saber que no te conviene desafiarme. – vacilé con una sonrisa y sobrada autosuficiencia. – Pero mira, como agradezco que me hayas ayudado a derrotar a Vladimir, voy a darte una oportunidad y haré como que no he oído nada. Así que puedes irte por donde has venido, niño. El rubí es mío. Y si lo quieres, ya sabes lo que tienes que hacer… - me eché la trenza hacia atrás, entrecerré los ojos y esbocé una tímida sonrisa, antes de terminar la frase en un tímido susurro. - … Aunque como te he dicho, no te recomendaría que lo intentaras.
El cielo cada vez estaba más ennegrecido. Se respiraba tensión en el ambiente. Y los truenos que sonaban en el cielo daban aún mayor énfasis a mis palabras y hacían que me viniera arriba. Aquel estúpido era quien tenía ahora dos opciones, o agachar la cabeza y largarse, o acatar las consecuencias de desafiar a la maestra cazadora. Tenía que llevarle el rubí a Elen o a Melena Blanca ante la inminente llegada de los jinetes y no iba a perder el valioso tiempo con aquel dragón. Si quería pelear, pelearíamos ahora.
Sin embargo, un trueno cayó desde y allí se personó una criatura que más que provenir de los infiernos. Como un rayo, se materializó entre ambos, calcinando el cuerpo del inmortal en polvo. . - ¡Diablos! – exclamé asustada. ¿Era aquello un jinete oscuro? El espectro tenía una guadaña y parecía sentirse casi como la muerte. Centró su mirada en mí y me señaló, pronunciando unas palabras en una lengua que no lograba entender.
Cambio de planes. Había que salir de allí como fuera. Aquella criatura rápidamente se movilizó contra mí, lanzándome una bola de fuego que tuve que esquivar casi sin margen de reacción. Tras un grito acabé estampada contra una piedra, y cuando vino a tratar de cortarme en dos con su guadaña mediante un tajo cruzado tuve que saltar hacia atrás en una rápida voltereta para poder salir indemne del ataque. Quedé con las piernas flexionadas a un paso del precipicio de lo alto del Monte.
El Jinete Oscuro volvió a por mí con decisión. Esta vez alzó la guadaña a los cielos para tratar de ensartarme con el suelo. Y yo, al borde del precipicio, me materialicé en humo, que sería lo que su arma terminaría atravesando. Había estado cerca. Volví a materializarme unas rocas más abajo, ya en el precipicio. Desde lo alto, el jinete furioso observó mi huida. A continuación tuve que ir saltando de roca en roca para tratar de bajar por el risco mientras furioso golpeaba una y otra vez el suelo provocando desprendimientos en la ladera.
Miré con fastidio mientras trataba de esquivar las rocas. ¿Dónde se había metido el dragón? Tenía que tener también cuidado con él pues no sabía si su intención también era la de quitarme el rubí de centinela. Aunque quizás advirtiese de nuevo el enemigo común, y se decidiera a ayudarme a escapar por las buenas.
La mejor ruta de escape era aquel campamento lejano en el bosque, donde se veía humear algo. Quizás fuesen bandidos, pero tratar de llegar a Lunargenta era cuanto menos un suicidio a campo abierto. Y bastante me costaba esquivar las bolas de fuego que el jinete me lanzaba. Nerviosa, asustada y malherida, corrí tan rápido como pude por los riscos sin quitar un ojo a las llamas que el enemigo me lanzaba constantemente.
*Off: Utilizo habilidad de nivel 1: Medio natural y de nivel 4: Tinte de los Boisson
Off 2: Perdóname mis pésimos modales, Rakan >.<. Sé que Huri a veces es un poco agresiva, pero como usuaria soy más simpática :3.
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Re: [MEGAEVENTO: GUERRA] Vladimir en la Colina
Luego de hacer el ridículo y dando discursos que terminaron siendo en vano, me levante, mientras la miraba a los ojos y se burlaba de mi lanzando el rubí al aire una y otra vez. Parecía que estaba decidida a quedarse el objeto, el gran artefacto que te convertía en centinela, guarde mi espada, y deje mi mano sobre ella. - No... no vine a pelear, no soy ni de la logia, ni un bandolero, solo sirvo a los Ancestrales... si el rubí termino en tus manos, es por que ellos lo decidieron así, y no voy a cuestionarlos. Lo lamento si te falte el respeto, creo que también fui cegado por el poder del rubí. - Las nubes se ponían cada vez mas negras, los truenos golpeaban con mas fuerzas, y el viento se intensificaba. - A cambio solo te pido una cosa, cuando todo esto termine, quiero ver a esa tal Elen en.... - Un trueno que cayo cerca y fue mucho mas intenso que los demás, corto mi charla.
Me di vuelta para ver de que se trataba, y justo logro ver como el cuerpo de Vladimir se desvanece, y una figura sale de el, una sombra negra como si el Mismísimo Dragón Oscuro estaría en forma humana. - Por los ancestrales... - Dije sorprendido al ver a la gran figura que salio de ahí. El puso rápidamente su mirada en Elen, y pronuncio unas palabras que no entendí, y por lo que parecía, mi "compañera" tampoco. - ¡Cuidado! - Dije corriendo para alejarla de la bola de fuego que lanzo aquel extraño, aunque no hizo falta ya que ella misma logro esquivarla.
Quedo en una roca y el mismo extraño se dirigía con la guadaña en alto para matarla, si alguien tenia que morir, tenia que ser yo. No podía dejar que alguien que me ayudo muriera sin que yo haga nada. Pero mi pensamiento rápidamente se fue, cuando la mujer se esfumo y quede solo. Al menos ella ya estaba a salvo. El jinete rápidamente se volteo hacia mi. - No tengo la fuerza como para destruirte, pero si el valor para enfrentarte... - dije con determinación - Pero si muero hoy en vano, la paz seguirá corriendo peligro. - El jinete empezó a acercarse a mi - Voy a destruirte, lo juro. - Dije, canalizando la tierra y alzando una gran roca delante mío para luego lanzarsela, aunque rápidamente la rompió, simplemente la use como distracción.
Rápidamente empece a correr bordeando al jinete, quien luego de romper la roca, empezó a correr hacia mi, casi cerca del precipicio empece a transformar mi piel en escamas doradas, mis ojos cambiaron y dejaron de brillar. Cuando llegue al borde salte con las manos abiertas y la cabeza en picada. Pero rápidamente mi forma había cambiado, y no era mas un humano, era un dragón. Justo casi al tocar el suelo, emprendí vuelo donde alcance a ver a la Cazadora yendo hacia una zona donde parecía haber un campamento
Pase cerca de la cazadora, y rugí para que pudiera verme, baje mis alas por un momento para que salte a mi espalda, si así era su decisión, podíamos escapar mas rápidamente. Emprendí vuelo hacia la zona, esperando encontrar gente dispuesta a ayudarnos a combatir al jinete oscuro.
Me di vuelta para ver de que se trataba, y justo logro ver como el cuerpo de Vladimir se desvanece, y una figura sale de el, una sombra negra como si el Mismísimo Dragón Oscuro estaría en forma humana. - Por los ancestrales... - Dije sorprendido al ver a la gran figura que salio de ahí. El puso rápidamente su mirada en Elen, y pronuncio unas palabras que no entendí, y por lo que parecía, mi "compañera" tampoco. - ¡Cuidado! - Dije corriendo para alejarla de la bola de fuego que lanzo aquel extraño, aunque no hizo falta ya que ella misma logro esquivarla.
Quedo en una roca y el mismo extraño se dirigía con la guadaña en alto para matarla, si alguien tenia que morir, tenia que ser yo. No podía dejar que alguien que me ayudo muriera sin que yo haga nada. Pero mi pensamiento rápidamente se fue, cuando la mujer se esfumo y quede solo. Al menos ella ya estaba a salvo. El jinete rápidamente se volteo hacia mi. - No tengo la fuerza como para destruirte, pero si el valor para enfrentarte... - dije con determinación - Pero si muero hoy en vano, la paz seguirá corriendo peligro. - El jinete empezó a acercarse a mi - Voy a destruirte, lo juro. - Dije, canalizando la tierra y alzando una gran roca delante mío para luego lanzarsela, aunque rápidamente la rompió, simplemente la use como distracción.
Rápidamente empece a correr bordeando al jinete, quien luego de romper la roca, empezó a correr hacia mi, casi cerca del precipicio empece a transformar mi piel en escamas doradas, mis ojos cambiaron y dejaron de brillar. Cuando llegue al borde salte con las manos abiertas y la cabeza en picada. Pero rápidamente mi forma había cambiado, y no era mas un humano, era un dragón. Justo casi al tocar el suelo, emprendí vuelo donde alcance a ver a la Cazadora yendo hacia una zona donde parecía haber un campamento
Pase cerca de la cazadora, y rugí para que pudiera verme, baje mis alas por un momento para que salte a mi espalda, si así era su decisión, podíamos escapar mas rápidamente. Emprendí vuelo hacia la zona, esperando encontrar gente dispuesta a ayudarnos a combatir al jinete oscuro.
Rakan'Drag
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