El que busca encuentra [LIBRE 4/4] [CERRADO]
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El que busca encuentra [LIBRE 4/4] [CERRADO]
Por los últimos meses Bruna hizo compañía a los gorriones, a pesar de su presencia les era beneficiosa en muchos aspectos, había uno en particular que resultaba un detrimento, una mujer bestia de su tamaño necesitaba comida, mucha.
Por ende, Bruna salía de la guarida de los huérfanos a realizar varios trabajos con los cuales ganarse el sustento, gracias a su enorme fuerza le resultaba fácil conseguir empleo en empresas edilicias, pero últimamente se estaban volviendo mas escasas, los trabajos de reconstrucción se veían interrumpidos por extraños sucesos.
Varias personas comenzaron a desaparecer misteriosamente, rumores de secuestros y gritos de pánico en la noche empezaron a esparcirse por los callejones de la ciudad.
Bruna se mantenía muy al tanto de la situación, preocupada de los pequeños rufianes que estaban a su cuidado, por supuesto, pero no era para nada indiferente al sufrimiento del resto de citadinos de la capital.
Cuando la señora de su frutería favorita, principalmente por el lindo recibimiento que recibía de la señora, desapareció, su esposo encontrando inconsciente en su casa, rodeado de signos de pelea, la ursina se dispuso a investigar de inmediato.
Esa tarde, Bruna estaba siguiendo el rastro de la verdulera por las calles, aprovechando su agudo olfato, olisqueaba el suelo y paredes, buscando en qué dirección se habían llevado a la señora, detrás de ella estaba la pequeña Luna en su forma humana, pequeña para los estándares de la osa de todos modos.
La jovencita de trece años seguía muy de cerca a Bruna, desde su primer encuentro, el cual no fue muy amistoso, la niña licántropo se había encariñado con la mujer bestia, que veía como una suerte de modelo a seguir, lo cierto era que de las dos, ella era la mas madura -¿encontraste el rastro?- le preguntaba agachándose para estar al mismo nivel que la osa quien estaba en cuatro patas.
Bruna inhalo profundamente, para después levantarse con la ayuda del mango de su martillo de roble -lo tengo, es débil, pero pasaron por aquí cerca la noche pasada, huelo también algo extraño, algo a… ¿podrido?- musito la osa rascándose la cabeza.
La muchacha de cabellos rojizos se cruzo de brazos soltando un suspiro -no tenemos tiempo para preguntarnos se alguno de ellos traía una rata muerta en los pantalones, estamos buscando a una víctima de secuestro- exclamo severamente Luna, a pesar de ser más pequeña que la ursina, tanto en tamaño como en edad, muchas veces resultaba ser la mas madura de las dos, cosa que la irritaba en ocasiones -esto es ridículo, debería estar transformada ayudándote- se lamento llevándose las manos a la cintura.
Bruna miro a su pequeña acompañante con una cálida sonrisa en el rostro -si haces eso terminarías rompiendo la ropa que Chimar y Demian te ayudaron a conseguir, seria una pena que tuvieras que volver a vestir con harapos- dijo observando el atuendo de su pequeña acompañante, para estandartes humanos la jovencita vestía con ropa propia de un varón, reemplazando la larga falda acostumbrada por las mujeres por pantalones, mas comunes en uso de hombres, encima llevaba una camisa de mangas cortas que dejaba expuestos los delgados, pero sorprendentemente fuertes brazos de la chica.
Bruna había escuchado a muchas mujeres quejarse de que el atuendo de la chiquilla no era propio para ella, pero lo cierto era que, ni el suyo era tan adecuando según la raza dominante de la ciudad, y no le importaba, cada quien tenia estándares de vestir distintos y, a ojos de la ursina, cada quien tenia el derecho de vestirse según sus costumbres dictaban.
De pronto la ursina detecto de nuevo el aroma de la frutera -estamos en buen camino, sigamos- dijo con presteza mientras se disponía a seguir rastreando el aroma de la señora. mientras avanzaba le soltaba de ves en cuando una rápida mirada disimulada a la niña lobo.
Cierto era que no se encontraba muy contenta de tenerla en este peligroso encargo, pero, era consiente que la seguiría de todos modos, sin importar lo que le dijese, a veces se preguntaba porque eran tan similares en muchos aspectos.
Por ende, Bruna salía de la guarida de los huérfanos a realizar varios trabajos con los cuales ganarse el sustento, gracias a su enorme fuerza le resultaba fácil conseguir empleo en empresas edilicias, pero últimamente se estaban volviendo mas escasas, los trabajos de reconstrucción se veían interrumpidos por extraños sucesos.
Varias personas comenzaron a desaparecer misteriosamente, rumores de secuestros y gritos de pánico en la noche empezaron a esparcirse por los callejones de la ciudad.
Bruna se mantenía muy al tanto de la situación, preocupada de los pequeños rufianes que estaban a su cuidado, por supuesto, pero no era para nada indiferente al sufrimiento del resto de citadinos de la capital.
Cuando la señora de su frutería favorita, principalmente por el lindo recibimiento que recibía de la señora, desapareció, su esposo encontrando inconsciente en su casa, rodeado de signos de pelea, la ursina se dispuso a investigar de inmediato.
Esa tarde, Bruna estaba siguiendo el rastro de la verdulera por las calles, aprovechando su agudo olfato, olisqueaba el suelo y paredes, buscando en qué dirección se habían llevado a la señora, detrás de ella estaba la pequeña Luna en su forma humana, pequeña para los estándares de la osa de todos modos.
La jovencita de trece años seguía muy de cerca a Bruna, desde su primer encuentro, el cual no fue muy amistoso, la niña licántropo se había encariñado con la mujer bestia, que veía como una suerte de modelo a seguir, lo cierto era que de las dos, ella era la mas madura -¿encontraste el rastro?- le preguntaba agachándose para estar al mismo nivel que la osa quien estaba en cuatro patas.
Bruna inhalo profundamente, para después levantarse con la ayuda del mango de su martillo de roble -lo tengo, es débil, pero pasaron por aquí cerca la noche pasada, huelo también algo extraño, algo a… ¿podrido?- musito la osa rascándose la cabeza.
La muchacha de cabellos rojizos se cruzo de brazos soltando un suspiro -no tenemos tiempo para preguntarnos se alguno de ellos traía una rata muerta en los pantalones, estamos buscando a una víctima de secuestro- exclamo severamente Luna, a pesar de ser más pequeña que la ursina, tanto en tamaño como en edad, muchas veces resultaba ser la mas madura de las dos, cosa que la irritaba en ocasiones -esto es ridículo, debería estar transformada ayudándote- se lamento llevándose las manos a la cintura.
Bruna miro a su pequeña acompañante con una cálida sonrisa en el rostro -si haces eso terminarías rompiendo la ropa que Chimar y Demian te ayudaron a conseguir, seria una pena que tuvieras que volver a vestir con harapos- dijo observando el atuendo de su pequeña acompañante, para estandartes humanos la jovencita vestía con ropa propia de un varón, reemplazando la larga falda acostumbrada por las mujeres por pantalones, mas comunes en uso de hombres, encima llevaba una camisa de mangas cortas que dejaba expuestos los delgados, pero sorprendentemente fuertes brazos de la chica.
Bruna había escuchado a muchas mujeres quejarse de que el atuendo de la chiquilla no era propio para ella, pero lo cierto era que, ni el suyo era tan adecuando según la raza dominante de la ciudad, y no le importaba, cada quien tenia estándares de vestir distintos y, a ojos de la ursina, cada quien tenia el derecho de vestirse según sus costumbres dictaban.
De pronto la ursina detecto de nuevo el aroma de la frutera -estamos en buen camino, sigamos- dijo con presteza mientras se disponía a seguir rastreando el aroma de la señora. mientras avanzaba le soltaba de ves en cuando una rápida mirada disimulada a la niña lobo.
Cierto era que no se encontraba muy contenta de tenerla en este peligroso encargo, pero, era consiente que la seguiría de todos modos, sin importar lo que le dijese, a veces se preguntaba porque eran tan similares en muchos aspectos.
- Nota:
- Ok chicos, todo listo, si alguien mas se quiere unir, que aun queda espacio, por favor escribir una respuesta en el siguiente invitación:
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Última edición por Bruna el Mar 24 Mar 2020 - 0:43, editado 1 vez
Bruna
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Re: El que busca encuentra [LIBRE 4/4] [CERRADO]
- "Agraciados sean aquellos que se permiten tener fe en nuestros Celestiales, mantener la fe en los Antiguos Dragones es encender una vela en la inmensa ocuridad"
Lunargenta era de mis lugares favoritos para pregonar, tras la guerra de la nigromante, los lugareños se construian a sí mismos desde la tristeza, la desesperanza y el lamento por perder seres queridos a diestra y siniestra y, en la incertidumbre de no ver un mañana en muchos casos. Qué lugar más ideal necesitado de fe, de esperanza, de alguien que les diga que todo va a salir bien, que la vida debe continuar, que sus amados se fueron un buen lugar a descansar eternamente y debían orar para llegar a ellos y para que lo celestiales los protejan de nuevas ambiciones venideras.
"la oscuridad tocará sus puertas nuevamente en el futuro... Qué haran entonces??? Alejarse de la Fe dejo un rastro inboorable de muerte y desdicha que con la proteccion divina se hubiera evitado, son testigos señores, son testigos de que Sin ellos no se llega a ningún lado, de que sin la fuerza de la oración quedamos a la deriba en un mundo que quiere deborarnos... Oremos!!! Pidamos por nuestras familias!!! Pidamos para que, lo que están, sigan estando... crezcan, se reproduzcan y mueran en la paz de sus glorias y para que, los que no están, alcancen el descanso eterno en el cielo prometido, que al igual que nuestro mundo, los Dragones Celestiales crearon y nos brindaron... a nosotros, sus hijos! Oremos queridos Hermanos..."
Levantó sus manos por encima de todos, dibujo una runa y juntó las palmas y las colocó frente a todos agachando la cabeza y a su vez todos alrededor miranto al suelo.
diez ó quince personas acudieron a sus cánticos por lo menos, muchos de ellos con familiares víctimas a recientes desapariciones, todos desolados y buscando respuestas.
Al bajar del pequeño atril dónde se encontraba, Gelga le extendió la mano ayudandolo.
- Excelentes palabras Sabio, su pregón de hoy fue muy acertado y aceptado también por el público oyente. - alababa una de las feligreses que tenía asistencia perfecta a los sermones matutinos.
- Gelga, ya te había pedido que por favor me llame Sauron, eso de sabio está muy alejado de mí... - era incómodo tener que recordar siempre estas palabras a esta mujer Y es que le miraba y escuchaba con tal admiración que cualquiera se sentiría incómodo. - La mayoría llora pero no tú Y es que a ti no te ha afectado lo que ocurre en estos días? - Buscaba incómodarla con preguntas, pues a veces su cercanía le asustaba bastante. Pero ella sabía evadirle, lo conocía.
- Claro que sí Sabio, pero he encontrado reposo y calma en sus palabras diarias. - no respetaba espacios personales y siempre le brindaba la incómoda sensación de sentir sus pechos restregandose contra el brazo y la espalda de Sauron. Y es que muchos se acercan con dobles intenciones pero él no puede darse el gusto de alejarlos.
Un pequeño muchacho bastante esquivo llamó su atención varias veces durante la celebración de la palabra y es que era raro ver niños en estas instancias, los jóvenes no suelen ser atraídos con los métodos practicados por el joven dragón, Sauron no sabía si alegrarse por ello estar alerta per la voluptuosidad de Gelga no le permitía atender mucho más.
Los sospechados ocurrido, aquel bribón, al pasar junto a nosotros, tomó la bolsa de las limosnas y salió corriendo hacia la calle principal.
- Ey! Tú pequeño, detente!!! - exclamó y corrió detrás, la excusa era perfecta para alejarse de aquella creyente, si bien vivía de cada moneda por su voto de pobreza no estaba actualmente tan desesperado como para no permitir que aquel pequeño tengo quizás un pan de cada día con las pocas piezas de oro. - Para!!! Detente!!! - aún así el joven debía disimular.
Trato de seguir al bandido bastante, para que aquella mujer no pudiera alcanzarle o seguirle el paso, un par de cuadras tal vez; el pequeño esquivaba todo con una agilidad impresionante, se notaba a leguas lo habido que se movía y lo acostumbrado que quizás estaba a la práctica, personas, tendales, barriles y mascotas, todo lo saltaba o bordeada hasta qué decidió preocuparse por su perseguidor y mirar atrás justo cuando Sauron reside frenar la persecución.
Le costo caro.
Terminó estampillandose contra una persona, más bien, contra una de aquellas que era mitad animal. A Sauron, estos seres le impresionaban bastante, no por su aspecto o desagrado, sino que siempre recordaba a Leo, sin mencionar el característico y delicado olfato al cualno podía esconderle el hecho de ser biológicamente mujer, eran casi siempre un problema, más cuando alguien necesita esconder un dato tan importante de sí mismo.
- Genial... - se quejó entre dientes mientras frena va la carrera a pocos pasos de los dos.
Lunargenta era de mis lugares favoritos para pregonar, tras la guerra de la nigromante, los lugareños se construian a sí mismos desde la tristeza, la desesperanza y el lamento por perder seres queridos a diestra y siniestra y, en la incertidumbre de no ver un mañana en muchos casos. Qué lugar más ideal necesitado de fe, de esperanza, de alguien que les diga que todo va a salir bien, que la vida debe continuar, que sus amados se fueron un buen lugar a descansar eternamente y debían orar para llegar a ellos y para que lo celestiales los protejan de nuevas ambiciones venideras.
"la oscuridad tocará sus puertas nuevamente en el futuro... Qué haran entonces??? Alejarse de la Fe dejo un rastro inboorable de muerte y desdicha que con la proteccion divina se hubiera evitado, son testigos señores, son testigos de que Sin ellos no se llega a ningún lado, de que sin la fuerza de la oración quedamos a la deriba en un mundo que quiere deborarnos... Oremos!!! Pidamos por nuestras familias!!! Pidamos para que, lo que están, sigan estando... crezcan, se reproduzcan y mueran en la paz de sus glorias y para que, los que no están, alcancen el descanso eterno en el cielo prometido, que al igual que nuestro mundo, los Dragones Celestiales crearon y nos brindaron... a nosotros, sus hijos! Oremos queridos Hermanos..."
Levantó sus manos por encima de todos, dibujo una runa y juntó las palmas y las colocó frente a todos agachando la cabeza y a su vez todos alrededor miranto al suelo.
diez ó quince personas acudieron a sus cánticos por lo menos, muchos de ellos con familiares víctimas a recientes desapariciones, todos desolados y buscando respuestas.
Al bajar del pequeño atril dónde se encontraba, Gelga le extendió la mano ayudandolo.
- Excelentes palabras Sabio, su pregón de hoy fue muy acertado y aceptado también por el público oyente. - alababa una de las feligreses que tenía asistencia perfecta a los sermones matutinos.
- Gelga, ya te había pedido que por favor me llame Sauron, eso de sabio está muy alejado de mí... - era incómodo tener que recordar siempre estas palabras a esta mujer Y es que le miraba y escuchaba con tal admiración que cualquiera se sentiría incómodo. - La mayoría llora pero no tú Y es que a ti no te ha afectado lo que ocurre en estos días? - Buscaba incómodarla con preguntas, pues a veces su cercanía le asustaba bastante. Pero ella sabía evadirle, lo conocía.
- Claro que sí Sabio, pero he encontrado reposo y calma en sus palabras diarias. - no respetaba espacios personales y siempre le brindaba la incómoda sensación de sentir sus pechos restregandose contra el brazo y la espalda de Sauron. Y es que muchos se acercan con dobles intenciones pero él no puede darse el gusto de alejarlos.
Un pequeño muchacho bastante esquivo llamó su atención varias veces durante la celebración de la palabra y es que era raro ver niños en estas instancias, los jóvenes no suelen ser atraídos con los métodos practicados por el joven dragón, Sauron no sabía si alegrarse por ello estar alerta per la voluptuosidad de Gelga no le permitía atender mucho más.
Los sospechados ocurrido, aquel bribón, al pasar junto a nosotros, tomó la bolsa de las limosnas y salió corriendo hacia la calle principal.
- Ey! Tú pequeño, detente!!! - exclamó y corrió detrás, la excusa era perfecta para alejarse de aquella creyente, si bien vivía de cada moneda por su voto de pobreza no estaba actualmente tan desesperado como para no permitir que aquel pequeño tengo quizás un pan de cada día con las pocas piezas de oro. - Para!!! Detente!!! - aún así el joven debía disimular.
Trato de seguir al bandido bastante, para que aquella mujer no pudiera alcanzarle o seguirle el paso, un par de cuadras tal vez; el pequeño esquivaba todo con una agilidad impresionante, se notaba a leguas lo habido que se movía y lo acostumbrado que quizás estaba a la práctica, personas, tendales, barriles y mascotas, todo lo saltaba o bordeada hasta qué decidió preocuparse por su perseguidor y mirar atrás justo cuando Sauron reside frenar la persecución.
Le costo caro.
Terminó estampillandose contra una persona, más bien, contra una de aquellas que era mitad animal. A Sauron, estos seres le impresionaban bastante, no por su aspecto o desagrado, sino que siempre recordaba a Leo, sin mencionar el característico y delicado olfato al cualno podía esconderle el hecho de ser biológicamente mujer, eran casi siempre un problema, más cuando alguien necesita esconder un dato tan importante de sí mismo.
- Genial... - se quejó entre dientes mientras frena va la carrera a pocos pasos de los dos.
Sauron Guardgris
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Re: El que busca encuentra [LIBRE 4/4] [CERRADO]
Había llegado hasta Lunargenta y parecía que necesitaban a alguien para encontrar a la frutera del lugar o algo del estilo. Parecía que la habían raptado o algo por el estilo, aunque la avisaron que ya había gente buscándola. Bueno, con un poco de suerte y con sus sentidos super desarrollados la encontraría. Hacía no mucho por una de las calles que había pasado había alguien dando un tipo de charla, ella no creía mucho en esas cosas, mas que nada por que ella como los hombres-bestias habían sido producto de un experimento, eran una raza creado por hombres como armas, no por ningún ser superior, o eso pensaba la Lycan.
Intento evitar pasar por la calle donde estaba aquel monje o lo que fuera dando el discurso y empezó a oler el aire para intentar encontrar el rastro. La habían dado el olor de la frutera, pero con ese olor había otro que para nada era de su agrado. Justo delante de ella había una pareja bastante atípica, una gran osa a dos patas y una niña....que al oler en la dirección que andaba supo exactamente que era de su especie."¿Que hace una niña Lycantropa lejos de Ulmer, allí estaría mas protegida" pensó la Niktos mientras avanzaba ahora mas interesada por aquella pareja que parecía perseguir lo que ella perseguía o quizás solo era casualidad.
Se quedó a unos metros, no muchos para poder escuchar un golpe contra la chica bestia. Selene se adelantó agilmente para atrapar al chaval ladrón por la muñeca con fuerza y darse cuenta de la situación. Adelante estaba el hombre que daba el sermón. Y pudo ver que en la muñeca que había pillado del chaval llevaba una bolsa. Ahora todo cuadraba, el niño había robado al hombre que tenia delante. Apretó la muñeca con fuerza hasta que el chico chilló y soltó a bolsa cogiéndola la Lycantropa con la mano para lanzarsela al orador.
Llevo su otra mano a donde tenía la daga y alzó al chico para que la mirara a los ojos-mira chico, mas vale que no vuelvas a cruzarte en mi camino o te arrancaré la cabeza ¿de acuerdo?-dijo de forma bastante seria y agresiva mirando al chaval para luego lanzarle algo hacia delante para que se marchará. -¿estais bien chicas?-dijo la Niktos mientras miraba a la niña Licantropa y luego a la Osa a la que se la quedó mirando por largo tiempo ya que era enorme y nunca había visto a nadie así. Era raro que hiciera por socializar pero la niña pequeña era de su especie y tenía la obligación personal de protegerla.
Las chicas portaban ropas como Selene, ella misma llevaba un pantalón negro oscuro de cuero y un corsé negro que no se veía por que encima llevaba una cazadora de cuero y unas botas del mismo color que el resto de su ropa, aunque esta vez la capucha de la cazadora que portaba no la llevaba puesta ni los guantes que a veces se ponía para no dejar rastro de su presencia. La Lycan notaba que el olor del orador era extraño, quizás no era orador sino oradora, pero pensaba que se marcharía cuando hubiera cogido la bolsa que la había lanzado con el dinero robado.
Intento evitar pasar por la calle donde estaba aquel monje o lo que fuera dando el discurso y empezó a oler el aire para intentar encontrar el rastro. La habían dado el olor de la frutera, pero con ese olor había otro que para nada era de su agrado. Justo delante de ella había una pareja bastante atípica, una gran osa a dos patas y una niña....que al oler en la dirección que andaba supo exactamente que era de su especie."¿Que hace una niña Lycantropa lejos de Ulmer, allí estaría mas protegida" pensó la Niktos mientras avanzaba ahora mas interesada por aquella pareja que parecía perseguir lo que ella perseguía o quizás solo era casualidad.
Se quedó a unos metros, no muchos para poder escuchar un golpe contra la chica bestia. Selene se adelantó agilmente para atrapar al chaval ladrón por la muñeca con fuerza y darse cuenta de la situación. Adelante estaba el hombre que daba el sermón. Y pudo ver que en la muñeca que había pillado del chaval llevaba una bolsa. Ahora todo cuadraba, el niño había robado al hombre que tenia delante. Apretó la muñeca con fuerza hasta que el chico chilló y soltó a bolsa cogiéndola la Lycantropa con la mano para lanzarsela al orador.
Llevo su otra mano a donde tenía la daga y alzó al chico para que la mirara a los ojos-mira chico, mas vale que no vuelvas a cruzarte en mi camino o te arrancaré la cabeza ¿de acuerdo?-dijo de forma bastante seria y agresiva mirando al chaval para luego lanzarle algo hacia delante para que se marchará. -¿estais bien chicas?-dijo la Niktos mientras miraba a la niña Licantropa y luego a la Osa a la que se la quedó mirando por largo tiempo ya que era enorme y nunca había visto a nadie así. Era raro que hiciera por socializar pero la niña pequeña era de su especie y tenía la obligación personal de protegerla.
Las chicas portaban ropas como Selene, ella misma llevaba un pantalón negro oscuro de cuero y un corsé negro que no se veía por que encima llevaba una cazadora de cuero y unas botas del mismo color que el resto de su ropa, aunque esta vez la capucha de la cazadora que portaba no la llevaba puesta ni los guantes que a veces se ponía para no dejar rastro de su presencia. La Lycan notaba que el olor del orador era extraño, quizás no era orador sino oradora, pero pensaba que se marcharía cuando hubiera cogido la bolsa que la había lanzado con el dinero robado.
Selene Niktos
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Re: El que busca encuentra [LIBRE 4/4] [CERRADO]
De pronto Bruna sintió un leve impacto contra su trasero, se dio la vuelta rápidamente para notar a un niño, posiblemente estaba jugando en las cercanías y no noto a la mujer bestia cuando dio la vuelta corriendo en algún callejón, a una distancia noto a sujeto vistiendo en una toga azul, que parecía haber estado siguiendo al niño.
Sin tener mucho tiempo de entender lo que pasaba, el niño fue agredido repentinamente por una mujer en ropas de cuero y la cara pintada, aquella extraña mujer le saco al chiquillo una bolsita que parecía contener varias monedas, las cuales arrojo al hombre extraño. “ese niño es un ladronzuelo entonces” pensó la osa mientras fruncia el ceño al ver como aquella mujer lo amenazaba con una enorme daga y lo empujaba lejos.
El chico cayo de trasero y se puso contra la pared a punto de llorar del susto cuando Bruna intervino, con toda la delicadeza que pudo, tomo al pequeño de la nuca con una de sus zarpas y lo puso de vuelta sobre sus pies, coloco su enorme martillo de madera reposando sobre la pared, y, con cuidado, sacudió el polvo de las prendas del pequeño -trata de no robar lo que no es tuyo, te puede ir peor la próxima ves- dijo la osa revolviéndole el cabello al estupefacto niño antes de que lo dejara irse corriendo por el callejo.
La pequeña Luna miro la escena soltando un suspiro de alivio, y le hecho una mirada a aquella extraña mujer -eres un licántropo como yo- no hacia falta tener un gran olfato para darse cuenta, la mayoría de hombres lobo que tenían poco contacto con humanos solían ser innecesariamente agresivos, de no ser por ella, Bruna hubiese simplemente sacudido al niño para que soltara la bolsa robada y lo hubiese dejado marcharse con una leve reprimenda, no por nada el apodo de “mama osa” quedo tan pegado a la mujer bestia.
Bruna recogió su martillo y se acercó a la nueva licántropa en la escena, olfateándole el rostro, como era su costumbre cuando conoce a alguien nuevo, comprobando lo que decía su pequeña amiga, la recién llegada tenia un olor parecido a Luna.
La ursina le sonrió intuyendo sus motivos -no deberías sobreactuar por un pequeño accidente, la pequeña Luna es muy capaz de cuidarse sola, igual que yo- le dijo a la mujer con un tono amistoso.
Luego volcó la mirada al sujeto que había llegado poco antes que la mujer lobo, lo recordó mientras se le acercaba a saludarlo, se trataba de aquel extraño monje que predicaba todos los días sobre… ¿Qué predicaba él? Bruna no podía recordar, estaba demasiado inmersa en sus trabajos como para escucharlo.
La ursina olfateo su rostro antes de presentarse, tenia un aroma extraño que no reconocía, no era humano, tampoco macho como pensó al verla de lejos -hola, soy Bruna- le dijo con una sonrisa -por favor no te enojes con la pequeña cría humana de antes, seguramente solo tenía hambre- dijo encogiéndose de hombros.
-si tienes hambre robas comida, no dinero- dijo la pequeña Luna llevándose las manos detrás de la cabeza, luego miro al sujeto de la túnica -el monje raro que adora dragones, ¿a ti te robo?- dijo aguantando la rosa mientras lo señalaba con el dedo.
Bruna se dio la vuelta a mirar a la chica lobo con el ceño fruncido -¿te dije de tener un poco mas de respeto con los mayores no?- le pregunto con tono irritado.
Sin tener mucho tiempo de entender lo que pasaba, el niño fue agredido repentinamente por una mujer en ropas de cuero y la cara pintada, aquella extraña mujer le saco al chiquillo una bolsita que parecía contener varias monedas, las cuales arrojo al hombre extraño. “ese niño es un ladronzuelo entonces” pensó la osa mientras fruncia el ceño al ver como aquella mujer lo amenazaba con una enorme daga y lo empujaba lejos.
El chico cayo de trasero y se puso contra la pared a punto de llorar del susto cuando Bruna intervino, con toda la delicadeza que pudo, tomo al pequeño de la nuca con una de sus zarpas y lo puso de vuelta sobre sus pies, coloco su enorme martillo de madera reposando sobre la pared, y, con cuidado, sacudió el polvo de las prendas del pequeño -trata de no robar lo que no es tuyo, te puede ir peor la próxima ves- dijo la osa revolviéndole el cabello al estupefacto niño antes de que lo dejara irse corriendo por el callejo.
La pequeña Luna miro la escena soltando un suspiro de alivio, y le hecho una mirada a aquella extraña mujer -eres un licántropo como yo- no hacia falta tener un gran olfato para darse cuenta, la mayoría de hombres lobo que tenían poco contacto con humanos solían ser innecesariamente agresivos, de no ser por ella, Bruna hubiese simplemente sacudido al niño para que soltara la bolsa robada y lo hubiese dejado marcharse con una leve reprimenda, no por nada el apodo de “mama osa” quedo tan pegado a la mujer bestia.
Bruna recogió su martillo y se acercó a la nueva licántropa en la escena, olfateándole el rostro, como era su costumbre cuando conoce a alguien nuevo, comprobando lo que decía su pequeña amiga, la recién llegada tenia un olor parecido a Luna.
La ursina le sonrió intuyendo sus motivos -no deberías sobreactuar por un pequeño accidente, la pequeña Luna es muy capaz de cuidarse sola, igual que yo- le dijo a la mujer con un tono amistoso.
Luego volcó la mirada al sujeto que había llegado poco antes que la mujer lobo, lo recordó mientras se le acercaba a saludarlo, se trataba de aquel extraño monje que predicaba todos los días sobre… ¿Qué predicaba él? Bruna no podía recordar, estaba demasiado inmersa en sus trabajos como para escucharlo.
La ursina olfateo su rostro antes de presentarse, tenia un aroma extraño que no reconocía, no era humano, tampoco macho como pensó al verla de lejos -hola, soy Bruna- le dijo con una sonrisa -por favor no te enojes con la pequeña cría humana de antes, seguramente solo tenía hambre- dijo encogiéndose de hombros.
-si tienes hambre robas comida, no dinero- dijo la pequeña Luna llevándose las manos detrás de la cabeza, luego miro al sujeto de la túnica -el monje raro que adora dragones, ¿a ti te robo?- dijo aguantando la rosa mientras lo señalaba con el dedo.
Bruna se dio la vuelta a mirar a la chica lobo con el ceño fruncido -¿te dije de tener un poco mas de respeto con los mayores no?- le pregunto con tono irritado.
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Re: El que busca encuentra [LIBRE 4/4] [CERRADO]
Habían frenado el muchacho en su carrera, miró hacia atrás y no había rastros de la esbelta feligrés empedernida por lo cual podría quedar tranquilo, no veía necesidad acercarse a aquellos seres que no eran de su agrado, sin embargo, un hecho deshonroso ocurrió después... Qué persona le hacía daño a un pequeño niño sin inmutarse, "Porque?? tan deliberadamente y sin necesidad" pensó alarmandose mientras apretaba los puños y hacia rechinar los dientes.
Entonces el paso volvío a surgir apresurado, para ahora rescatar al niño de las manos esa brutal mujer... "Está loca o que le pasa!?!?"
Valeroso, sosegado y en práctica de los valores transmitidos por la fe en los Dragones Celestiales jamás dejaría a un inocente sufrir frente a sus ojos y el delito que había cometido el pequeño no era tan grave como para merecer un castigo tal al efecto.
Lunargenta era un lugar devastado por La Guerra, sauron la precisión vivo y en directo, el hambre, la sed y la tristeza eran el pan de cada día de la mayoría de los pobladores y muchos jóvenes sufrían desnutrición a causa de ello, eran los más jóvenes quienes habidos esperaban como palomas las migajas que los pudientes soltaban y a veces "tomar lo que no es propio" era un recurso para la sobrevivencia, quién podría juzgar tal acción con la justa razón sin medir el peso de vivir un solo día en la infinita pobreza. "Qué suplicio debe ser la existencia ese chico que se vio envuelto en tal necesidad" de sólo pensarlo un fuerte dolor abrumaba su pecho.
A pocos pasos del encuentro frenó de repente ante un lento proyectil dirigido a él, la dañina mujer le tiró en sus manos la bolsa de monedas, "a caso es una broma???? actua de justiciera???" las acciones por la otra sólo lograban enfurecer al dragón aún más. Dispuesto a reaccionar y llegar hasta ella otro obstáculo se le atraviesa en el camino, y ahora era olfateado o algo así por la gran osa que ayudó primero al pequeño "genial.."; no pudo evitar fruncir el seño y mirarla con desdén ante su forma de actuar, no era partidario de que lo anden oliendo, menos sin su permiso y con tantos secretos ocultos, si acompañaba al enorme oso seguro no era una humana normal. Pero no dijo nada, estuvo exento de opinar, de saludar o algo ya que la miraba anonadado y descolocado, pues por un segundo, ofuscado por el hecho de sus razas, olvidó qué hacía allí en primer lugar.
Cuando la niña mencionó "el hambre" se acordó y giró hacia aquella mujer sumamente molesto, ignorando la conversación que le presentaban, rápidamente esquivo al gran animal y empezaron los alaridos.
-OYE TÚ!!! POR LOS CELESTIALES!!!! Quién te crees que eres para tratar a un niño así!?!?!? - enfurecido se acercó a ella y a los gritos prosiguió - Nadie te pidió que vinieses a salvar el día!!! Más se perdió en la guerra y con un simple reproche alcanzaba!!! - se estaba enterando, cuando se trataba de niños, perder el control resultaba facil... Y es que, aquella cara de sufrimiento le trajo recuerdos no muy fortuitos como ocurría cada vez que veía un niño pasarlo mal - Acaso no viste lo flaco que está!!! Quizás no prueba bocado decente en semanas! Y encima recibe una agresión tal de tu parte!?!?! Que esperanza de vida o fe en la humanidad le puede quedar a ese niño!!! - a estar a su lado noto que eran iguales en altura, la sujeto de la capucha acercándola, clavando sus ojos en los de ella y conteniendo ferozmente el impulso por transformarse yá matarla.
Entonces el paso volvío a surgir apresurado, para ahora rescatar al niño de las manos esa brutal mujer... "Está loca o que le pasa!?!?"
Valeroso, sosegado y en práctica de los valores transmitidos por la fe en los Dragones Celestiales jamás dejaría a un inocente sufrir frente a sus ojos y el delito que había cometido el pequeño no era tan grave como para merecer un castigo tal al efecto.
Lunargenta era un lugar devastado por La Guerra, sauron la precisión vivo y en directo, el hambre, la sed y la tristeza eran el pan de cada día de la mayoría de los pobladores y muchos jóvenes sufrían desnutrición a causa de ello, eran los más jóvenes quienes habidos esperaban como palomas las migajas que los pudientes soltaban y a veces "tomar lo que no es propio" era un recurso para la sobrevivencia, quién podría juzgar tal acción con la justa razón sin medir el peso de vivir un solo día en la infinita pobreza. "Qué suplicio debe ser la existencia ese chico que se vio envuelto en tal necesidad" de sólo pensarlo un fuerte dolor abrumaba su pecho.
A pocos pasos del encuentro frenó de repente ante un lento proyectil dirigido a él, la dañina mujer le tiró en sus manos la bolsa de monedas, "a caso es una broma???? actua de justiciera???" las acciones por la otra sólo lograban enfurecer al dragón aún más. Dispuesto a reaccionar y llegar hasta ella otro obstáculo se le atraviesa en el camino, y ahora era olfateado o algo así por la gran osa que ayudó primero al pequeño "genial.."; no pudo evitar fruncir el seño y mirarla con desdén ante su forma de actuar, no era partidario de que lo anden oliendo, menos sin su permiso y con tantos secretos ocultos, si acompañaba al enorme oso seguro no era una humana normal. Pero no dijo nada, estuvo exento de opinar, de saludar o algo ya que la miraba anonadado y descolocado, pues por un segundo, ofuscado por el hecho de sus razas, olvidó qué hacía allí en primer lugar.
Cuando la niña mencionó "el hambre" se acordó y giró hacia aquella mujer sumamente molesto, ignorando la conversación que le presentaban, rápidamente esquivo al gran animal y empezaron los alaridos.
-OYE TÚ!!! POR LOS CELESTIALES!!!! Quién te crees que eres para tratar a un niño así!?!?!? - enfurecido se acercó a ella y a los gritos prosiguió - Nadie te pidió que vinieses a salvar el día!!! Más se perdió en la guerra y con un simple reproche alcanzaba!!! - se estaba enterando, cuando se trataba de niños, perder el control resultaba facil... Y es que, aquella cara de sufrimiento le trajo recuerdos no muy fortuitos como ocurría cada vez que veía un niño pasarlo mal - Acaso no viste lo flaco que está!!! Quizás no prueba bocado decente en semanas! Y encima recibe una agresión tal de tu parte!?!?! Que esperanza de vida o fe en la humanidad le puede quedar a ese niño!!! - a estar a su lado noto que eran iguales en altura, la sujeto de la capucha acercándola, clavando sus ojos en los de ella y conteniendo ferozmente el impulso por transformarse yá matarla.
Sauron Guardgris
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Parecía que su acción había sido molesta para toda la gente. Cada momento le daba mas asco vivir en sociedad, estaba mas tranquila en los bosques con los animales y además no entendía a los humanos y cada día menos. Suspiró quizás si se había pasado pero la gusto como la niña Licantropa la identificaba como alguien de su especie. La sonrió era de las pocas veces que la Niktos sonreía a alguien, quizás sentir a alguien de su especie la relajara aunque también se había puesto sobreprotectora por su instinto, sobretodo por que llevaba bastante tiempo en su forma de lobo, sería divertido jugar con la cachorra hacía mucho que no se relacionaba con alguien de su especie.
Sus ojos se posaron en Bruna, asintió levemente con la cabeza comprendiendo todo y analizando lo que pasaba. Quizás no tenía que ser tan tosca, pero en otros lugares ser amable no la hubiera funcionado. Aquello la estaba dando tremendo dolor de cabeza, tan solo quería conseguir parte de la recompensa para dormir en un sitio caliente y marcharse al día siguiente. Fue entonces cuando escuchó las palabras de la pequeña Lycan y posó una mano en su cabeza divertida, ella pensaba igual que ella en ese aspecto de la comida.-¿son raros estos humanos verdad? es mejor conseguir comida que monedas....las monedas no se comen-dijo para animar a la chica con su razonamiento. Escuchó las palabras de Bruna y se alegró al saber que aquella cachorra de lobo estaba bien atendida hinchando el pecho Selene orgullosa por la mujer bestia que enseñaba lo mejor que podía a la niña. La mirada que lanzó a la osa quería mostrar agradecimiento por cuidar a alguien tan bien y que no era de su especie.
Sabía el nombre de ambas dos, pero cuando se iba a presentar escuchó un montón de gritos que casi la dañan sus sentidos agudizados mientras se ponía cara a cara contra la monje que se dirigía a ella gritando. Selene se tensó sobre manera, odiaba que la gritaran por lo que se irguió todo lo alta que era mientras miraba frunciendo el ceño al oradora. No entendía nada, le había devuelto el dinero y para ser alguien de "bien" era altamente agresiva. Había guardado la daga y transformarse allí no era un buen momento. Colocó las manos detrás de su cabeza mientras la intentaba escuchar pero no entendía, hablaba de cosas celestiales y algo raro que no entendía.
-que robe comida, no dinero, ¿además por que le perseguías sino?-dijo encogiéndose de hombros mientras bostezaba aburrida ante el gran escándalo extraño que estaba formando la encapuchada, Si se perseguía a alguien era por quería conseguir lo que tenía la otra persona,es igual que cuando ella cazaba.-por cierto, deja de intentar parecer un hombre se huele a leguas que eres una hembra-dijo mientras la daba la espalda pasando de ella para mirar a Bruna y a Luna dando por acabado la discusión con la otra.-Me llamo Selene, de la familia Niktos-agregó por si Luna había escuchado hablar de su familia aunque sin ser de Ulmer o si apenas había vivido allí quizás no la conociera mucho.
Por lo menos ni Bruna, ni Luna ni ella parecían estar molestas por vestir como hombre pero mostrando su rostro para que se supiera que eran mujeres. Los pantalones y camisas o corsé como llevaba ella debajo de la cazadora de cuero era muchísimo más cómodo que llevar vestido y faldas y mas para personas como ellas tres. La verdad que se arrepentía de haberse metido en ese embolado, hubiera sido mejor haber seguido hacia delante y haber pasado de todo pero su instinto muchas veces no la dejaba razonar.
Sus ojos se posaron en Bruna, asintió levemente con la cabeza comprendiendo todo y analizando lo que pasaba. Quizás no tenía que ser tan tosca, pero en otros lugares ser amable no la hubiera funcionado. Aquello la estaba dando tremendo dolor de cabeza, tan solo quería conseguir parte de la recompensa para dormir en un sitio caliente y marcharse al día siguiente. Fue entonces cuando escuchó las palabras de la pequeña Lycan y posó una mano en su cabeza divertida, ella pensaba igual que ella en ese aspecto de la comida.-¿son raros estos humanos verdad? es mejor conseguir comida que monedas....las monedas no se comen-dijo para animar a la chica con su razonamiento. Escuchó las palabras de Bruna y se alegró al saber que aquella cachorra de lobo estaba bien atendida hinchando el pecho Selene orgullosa por la mujer bestia que enseñaba lo mejor que podía a la niña. La mirada que lanzó a la osa quería mostrar agradecimiento por cuidar a alguien tan bien y que no era de su especie.
Sabía el nombre de ambas dos, pero cuando se iba a presentar escuchó un montón de gritos que casi la dañan sus sentidos agudizados mientras se ponía cara a cara contra la monje que se dirigía a ella gritando. Selene se tensó sobre manera, odiaba que la gritaran por lo que se irguió todo lo alta que era mientras miraba frunciendo el ceño al oradora. No entendía nada, le había devuelto el dinero y para ser alguien de "bien" era altamente agresiva. Había guardado la daga y transformarse allí no era un buen momento. Colocó las manos detrás de su cabeza mientras la intentaba escuchar pero no entendía, hablaba de cosas celestiales y algo raro que no entendía.
-que robe comida, no dinero, ¿además por que le perseguías sino?-dijo encogiéndose de hombros mientras bostezaba aburrida ante el gran escándalo extraño que estaba formando la encapuchada, Si se perseguía a alguien era por quería conseguir lo que tenía la otra persona,es igual que cuando ella cazaba.-por cierto, deja de intentar parecer un hombre se huele a leguas que eres una hembra-dijo mientras la daba la espalda pasando de ella para mirar a Bruna y a Luna dando por acabado la discusión con la otra.-Me llamo Selene, de la familia Niktos-agregó por si Luna había escuchado hablar de su familia aunque sin ser de Ulmer o si apenas había vivido allí quizás no la conociera mucho.
Por lo menos ni Bruna, ni Luna ni ella parecían estar molestas por vestir como hombre pero mostrando su rostro para que se supiera que eran mujeres. Los pantalones y camisas o corsé como llevaba ella debajo de la cazadora de cuero era muchísimo más cómodo que llevar vestido y faldas y mas para personas como ellas tres. La verdad que se arrepentía de haberse metido en ese embolado, hubiera sido mejor haber seguido hacia delante y haber pasado de todo pero su instinto muchas veces no la dejaba razonar.
Selene Niktos
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Re: El que busca encuentra [LIBRE 4/4] [CERRADO]
Cuando le había descrito el aspecto de Lunargenta desde que era pequeña, Iori se imaginaba una especie de aldehuela dos o tres veces más grande que la suya, y con edificios altos como si encima de cada granja apiláramos cuatro granjas más hacia arriba. Para la visión de una muchacha criada en un pueblo durante toda su vida, aquella idea había sido suficiente durante años. Cuando divisó la silueta de la gran ciudad desde lejos, se quedó boquiabierta, y tardó un tiempo en seguir avanzando. Nada de lo que podían haberle descrito la hubiera preparado para aquello. Y eso que desde pequeña bebía de las palabras del anciano Zakath y sus muchas historias sobre aquel lugar.
La grandeza de aquella basta construcción la maravillo de lejos. Pero de cerca perdió en gran cantidad aquella extraña magia. Porque al estar dentro de la ciudad y moverse por sus calles, Iori fue capaz de imaginarse un poco mejor a qué se refería la gente con "los estragos de la guerra". Nunca había visto tantas personas juntas a la vez. Sabía que la población en el continente era enorme, pero de nuevo, la realidad superaba la ficción. Avanzó algo incómoda, navegando a medio camino entre el asombro y la congoja. La arquitectura la llenaba de admiración, pero a la vez, la forma de moverse de aquellos habitantes, y el ambiente que se respiraban la hacían sentir por completo fuera de lugar.
Paseó sin rumbo, internándose allá por donde la guiaban sus pasos, sin ningún objetivo en concreto. Colgado de su cinturón portaba dos liebres que había cazado a unas leguas de la ciudad. En su camino no había faltado comida, a fin de cuentas, el alimento nace en el campo. Había pensado que si en su aldea había mercado matutino en la plaza del pueblo, en una ciudad como aquella seguro encontraba algún lugar en el que vender los dos buenos ejemplares con los que se había cruzado. Fue el griterío en una esquina de la calle lo que la hizo detenerse un instante curiosa. Aquella composición le resultaba familiar. De donde ella venía, la gente a veces se peleaba así por los derechos del agua comunal y su acceso en las horas de riego. Siempre había gente que hacía trampa usando el agua fuera de tiempo... y nunca faltaban personas que deseaban ahogar a esos mismos en ella.
Observó que la disputa parecía tener que ver con cuatro individuos, un encapuchado, lo que a todas luces parecía una mujer con la que mejor tener cuidado, una muchacha joven y... el primer hombre-bestia que Iori veía en su vida. O más bien, la primera mujer bestia. Las pupilas azules se dilataron de sorpresa mientras observaba casi anonadada la enorme altura de aquella persona. La ridícula altura de aquella persona... ¿Qué problema había con su tamaño? Era absurdamente grande... y la muchacha sintió sin poder evitarlo una mezcla entre admiración y envidia ante semejante portento. Si ella tuviera aquel tamaño... se iban a enterar todos los jabalís del continente.
Las cosas parecían calientes, y Iori sabía como terminaban normalmente aquellos encontronazos en su aldea. Allí en la gran ciudad, igual usaban alguna palabrota más fina que las de su pueblo, pero al final el resultado sería igual. No sabía por qué se metía en aquello... quizá para ver más de cerca a la enorme mujer. O quizá era simplemente estúpida pensando que podía intentar apaciguar las cosas. - ¡Hola! perdón por la interrupción, no quiero molestar mucho en vuestra animada charla, aunque... sé que evidentemente ya lo estoy haciendo... - Alzó la mano y se frotó distraídamente la mejilla mientras miraba de forma alterna la cara de sus cuatro interlocutores. Los había dejado a todos con el culo torcido. Porque Iori no se había percatado de la verdad bajo la túnica de aquella figura. La forma en la que guardaron silencio un instante para mirarla hizo que se ruborizase ligeramente.
- Veréis... acabo de llegar a la ciudad por primera vez... ¡Vaya ciudad! quiero decir... es la primera ciudad que visito en mi vida y vaya.. espectacular ¿no? aunque un poco revuelta... pero bueno, claro, creo que vosotras ya la conocíais de antes. El tema... el tema es que... estaba pensando que... cacé estas liebres antes de llegar aquí... y no sé exactamente qué hacer con ellas. No sé si aquí se practica el trueque o algo similar... o si hay un puesto para vender, o alguien que quiera comprar... el caso, que quizá es demasiado lío para mí sola, con lo cual, creo que os las quería ofrecer si es que os parece bien. Es un animal salvaje de forma que para cocinarlo bien le hacen falta varias horas de fuego De lo contrario quedará muy correosa.- Se había liado ella sola a explicar, y prefería ya no mirar directamente las caras de aquellas personas ya que se imaginaba el gigantesco ridículo que debía de estar haciendo allí.
Bien Iori, una forma de estrenarse en la capital estelar. Estelar nivel meteorito espachurrándose contra el suelo. Sacudió la cabeza y tomó el fino cordel con el que había atravesado el talón de Aquiles de los dos ejemplares para mantenerlos atados a sus bártulos. - Toma, creo que tú sabrás bien que hacer con ellas.- Se las ofreció a la muchacha más jovencita de las cuatro, y antes de esperar reacción por parte de cualquier de ellas giró sobre sus talones con rapidez. - Ale, tened buen día - se despidió alzando la palma de la mano. Se alejó dando grandes zancadas para hacer distancia con aquel grupo de personas, y mientras se marchaba se despidió mentalmente de su dignidad, la cual quedó allí atrás, en algún lugar por los suelos.
La grandeza de aquella basta construcción la maravillo de lejos. Pero de cerca perdió en gran cantidad aquella extraña magia. Porque al estar dentro de la ciudad y moverse por sus calles, Iori fue capaz de imaginarse un poco mejor a qué se refería la gente con "los estragos de la guerra". Nunca había visto tantas personas juntas a la vez. Sabía que la población en el continente era enorme, pero de nuevo, la realidad superaba la ficción. Avanzó algo incómoda, navegando a medio camino entre el asombro y la congoja. La arquitectura la llenaba de admiración, pero a la vez, la forma de moverse de aquellos habitantes, y el ambiente que se respiraban la hacían sentir por completo fuera de lugar.
Paseó sin rumbo, internándose allá por donde la guiaban sus pasos, sin ningún objetivo en concreto. Colgado de su cinturón portaba dos liebres que había cazado a unas leguas de la ciudad. En su camino no había faltado comida, a fin de cuentas, el alimento nace en el campo. Había pensado que si en su aldea había mercado matutino en la plaza del pueblo, en una ciudad como aquella seguro encontraba algún lugar en el que vender los dos buenos ejemplares con los que se había cruzado. Fue el griterío en una esquina de la calle lo que la hizo detenerse un instante curiosa. Aquella composición le resultaba familiar. De donde ella venía, la gente a veces se peleaba así por los derechos del agua comunal y su acceso en las horas de riego. Siempre había gente que hacía trampa usando el agua fuera de tiempo... y nunca faltaban personas que deseaban ahogar a esos mismos en ella.
Observó que la disputa parecía tener que ver con cuatro individuos, un encapuchado, lo que a todas luces parecía una mujer con la que mejor tener cuidado, una muchacha joven y... el primer hombre-bestia que Iori veía en su vida. O más bien, la primera mujer bestia. Las pupilas azules se dilataron de sorpresa mientras observaba casi anonadada la enorme altura de aquella persona. La ridícula altura de aquella persona... ¿Qué problema había con su tamaño? Era absurdamente grande... y la muchacha sintió sin poder evitarlo una mezcla entre admiración y envidia ante semejante portento. Si ella tuviera aquel tamaño... se iban a enterar todos los jabalís del continente.
Las cosas parecían calientes, y Iori sabía como terminaban normalmente aquellos encontronazos en su aldea. Allí en la gran ciudad, igual usaban alguna palabrota más fina que las de su pueblo, pero al final el resultado sería igual. No sabía por qué se metía en aquello... quizá para ver más de cerca a la enorme mujer. O quizá era simplemente estúpida pensando que podía intentar apaciguar las cosas. - ¡Hola! perdón por la interrupción, no quiero molestar mucho en vuestra animada charla, aunque... sé que evidentemente ya lo estoy haciendo... - Alzó la mano y se frotó distraídamente la mejilla mientras miraba de forma alterna la cara de sus cuatro interlocutores. Los había dejado a todos con el culo torcido. Porque Iori no se había percatado de la verdad bajo la túnica de aquella figura. La forma en la que guardaron silencio un instante para mirarla hizo que se ruborizase ligeramente.
- Veréis... acabo de llegar a la ciudad por primera vez... ¡Vaya ciudad! quiero decir... es la primera ciudad que visito en mi vida y vaya.. espectacular ¿no? aunque un poco revuelta... pero bueno, claro, creo que vosotras ya la conocíais de antes. El tema... el tema es que... estaba pensando que... cacé estas liebres antes de llegar aquí... y no sé exactamente qué hacer con ellas. No sé si aquí se practica el trueque o algo similar... o si hay un puesto para vender, o alguien que quiera comprar... el caso, que quizá es demasiado lío para mí sola, con lo cual, creo que os las quería ofrecer si es que os parece bien. Es un animal salvaje de forma que para cocinarlo bien le hacen falta varias horas de fuego De lo contrario quedará muy correosa.- Se había liado ella sola a explicar, y prefería ya no mirar directamente las caras de aquellas personas ya que se imaginaba el gigantesco ridículo que debía de estar haciendo allí.
Bien Iori, una forma de estrenarse en la capital estelar. Estelar nivel meteorito espachurrándose contra el suelo. Sacudió la cabeza y tomó el fino cordel con el que había atravesado el talón de Aquiles de los dos ejemplares para mantenerlos atados a sus bártulos. - Toma, creo que tú sabrás bien que hacer con ellas.- Se las ofreció a la muchacha más jovencita de las cuatro, y antes de esperar reacción por parte de cualquier de ellas giró sobre sus talones con rapidez. - Ale, tened buen día - se despidió alzando la palma de la mano. Se alejó dando grandes zancadas para hacer distancia con aquel grupo de personas, y mientras se marchaba se despidió mentalmente de su dignidad, la cual quedó allí atrás, en algún lugar por los suelos.
Iori Li
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Re: El que busca encuentra [LIBRE 4/4] [CERRADO]
La ursina observo la escena desenvolverse frente a sus ojos con bastante preocupación, aparentemente la monja tomo con bastante mas ofensa las acciones de la nueva mujer lobo de lo que ella anticipaba, llegando incluso a ignorar el saludo de Bruna e ir a confrontar a aquella licántropa, la cual no parecía interesada en lo más mínimo en los reproches de aquella extraña persona.
La mujer lobo estaba mas enfocada a su congénere mas joven, Luna tomo la mano de aquella mujer entre las suyas, aplastándola contra su cabeza, con mas curiosidad que irritación, era la primera vez en mucho tiempo que veía a alguien mas de su tipo, y recibía tal muestra de afecto de una desconocida le resultaba curioso, la extraña se presento como Selene de la familia Niktos, Bruna sonrió un poco incomoda ante esta presentación.
De un modo para nada agresivo, Bruna puso una mano sobre el hombro de aquella extraña mujer que intentaba disfrazarse de hombre, a saber porque hacia eso, las razas más “civilizadas” tenían las costumbres mas extrañas, pero con la intención de calmarla le dijo -por favor perdónala, los hombres lobo, como mi gente, no son muy conocidos por su “tacto” en abarcar ciertas situaciones, es muy probable que ella entiendo menos de las costumbres humanas que yo- hablaba con tono apenado, como una madre intentando disculparse por las travesuras de su hija.
De pronto otra mujer apareció en la escena, y por el aroma, esta si era humana, intento presentarse, de una forma que hizo que Bruna se cubriera el rostro con su mano izquierda, y la joven Luna tuviera que aguantarse la risa, después parecía que aquella chica se dio cuenta y luego de darle un par de liebres muertas a la pequeña Luna intento marcharse del lugar avergonzada.
Bruna paso su martillo de una mano a la otra -¡momento!- dijo mientras agarraba a esa mujer de la nuca, la poderosa mano peluda la levanto en los aires un pie, y le hizo dar la vuelta para que encarar a la ursina antes de dejarla de nuevo en el piso -¿sabes donde estas ahora mismo?- le pregunto levantando una ceja -por lo que entiendo es tu primera ves en una ciudad tan grande, y si mi propia experiencia me ayuda a entender estos temas, lo mas probable es que ahora estés perdida, aunque aun no te dieras cuenta- Bruna llego a la conjetura que seguramente tendría que escoltar a aquella mujer antes de que terminara en uno de los barrios menos hospitalarios de la ciudad.
Luna tosió con fuerza para llamar la atención de su compañera ursina -¿no se supone que hacíamos algo importante?- pregunto con tono condescendiente -como rescatar a una frutera secuestrada, ¿por ejemplo?- se llevó los puños cerrados, aun sosteniendo las libres, a la cintura y inclino la cabeza ligeramente en adelante, sin apartar la mirada de la ursina.
Bruna se golpeo la frente con la palma de la mano, por un segundo se le había olvidado en toda la confusión -si nos disculpan… estamos en medio de un rescate- dijo la mujer bestia levantando el dedo índice para luego volver a seguir el rastro del aroma de quien tenia que rescatar.
La mujer lobo estaba mas enfocada a su congénere mas joven, Luna tomo la mano de aquella mujer entre las suyas, aplastándola contra su cabeza, con mas curiosidad que irritación, era la primera vez en mucho tiempo que veía a alguien mas de su tipo, y recibía tal muestra de afecto de una desconocida le resultaba curioso, la extraña se presento como Selene de la familia Niktos, Bruna sonrió un poco incomoda ante esta presentación.
De un modo para nada agresivo, Bruna puso una mano sobre el hombro de aquella extraña mujer que intentaba disfrazarse de hombre, a saber porque hacia eso, las razas más “civilizadas” tenían las costumbres mas extrañas, pero con la intención de calmarla le dijo -por favor perdónala, los hombres lobo, como mi gente, no son muy conocidos por su “tacto” en abarcar ciertas situaciones, es muy probable que ella entiendo menos de las costumbres humanas que yo- hablaba con tono apenado, como una madre intentando disculparse por las travesuras de su hija.
De pronto otra mujer apareció en la escena, y por el aroma, esta si era humana, intento presentarse, de una forma que hizo que Bruna se cubriera el rostro con su mano izquierda, y la joven Luna tuviera que aguantarse la risa, después parecía que aquella chica se dio cuenta y luego de darle un par de liebres muertas a la pequeña Luna intento marcharse del lugar avergonzada.
Bruna paso su martillo de una mano a la otra -¡momento!- dijo mientras agarraba a esa mujer de la nuca, la poderosa mano peluda la levanto en los aires un pie, y le hizo dar la vuelta para que encarar a la ursina antes de dejarla de nuevo en el piso -¿sabes donde estas ahora mismo?- le pregunto levantando una ceja -por lo que entiendo es tu primera ves en una ciudad tan grande, y si mi propia experiencia me ayuda a entender estos temas, lo mas probable es que ahora estés perdida, aunque aun no te dieras cuenta- Bruna llego a la conjetura que seguramente tendría que escoltar a aquella mujer antes de que terminara en uno de los barrios menos hospitalarios de la ciudad.
Luna tosió con fuerza para llamar la atención de su compañera ursina -¿no se supone que hacíamos algo importante?- pregunto con tono condescendiente -como rescatar a una frutera secuestrada, ¿por ejemplo?- se llevó los puños cerrados, aun sosteniendo las libres, a la cintura y inclino la cabeza ligeramente en adelante, sin apartar la mirada de la ursina.
Bruna se golpeo la frente con la palma de la mano, por un segundo se le había olvidado en toda la confusión -si nos disculpan… estamos en medio de un rescate- dijo la mujer bestia levantando el dedo índice para luego volver a seguir el rastro del aroma de quien tenia que rescatar.
Bruna
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Re: El que busca encuentra [LIBRE 4/4] [CERRADO]
Irrespetuosa, maleducada, agresiva y desubicada, muchos adjetivos se formaron en su cabeza conforme esta mujer pasaba de él sin más, sin importancia. Tenía ganas de seguir gritándole, de golpearla y más cuando la insultó por como se veía.
- Y cuál es tu maldito problema si yo intento verme como un hombre?!? si se uele o no se uele no es asunto tuyo.. - le regaño molesto e iracundo a pesar de ser ignorado, afirmó sandeces sobre su persona sacandole aún más de las casillas y pensaba proseguir, pero nuevamente la ursina le habló colocando una de sus enormes y pesadas zarpas en su hombro, esta vez decidió escuchar sus palabras, se había comportado muy descortés ignorándola la primera vez que intento hablarle e incluso se habia presentado, por lo que le debía una, Sauron no solia comportarse así. "Diablos... no recuerdo como dijo que se llamaba"
- ohh... ya veo... - "licantropo ehh (?" dijo bajando la voz y calmandose un poco al pensar en ello con claridad, había tratado con hombres lobos en el pasado y conocía de su trato con los humanos, otras especies o entre ellos mismos a veces, aún así no tenia intenciones de disculparse pero nuevamente su moral lo carcomía por dentro, tendría hacerlo tarde temprano.
Una persona más apareció y su inmensa curiosidad le llevó escucharla y verla se guarda la risa en un gesto qué rápidamente cubrió con su mano, no era su problema ya estaba todo dicho no tenía nada más que hacer allí.
- Yo, las disculpo~ debo volver a mis tareas matutinas, disculpen las molestias, mi mmmm... actitud de recien... y todo eso, un placer.- dijo mirando particularmente la oso y la niña ya que aún tenía la imagen del niño en su cabeza como para sonreirle a la loba; hizo una reverencia y se alejó de ellas.
"Volver a la calle central en este momento quizás sería un error considerando que Gelga aún no se halla marchado a su casa" pensaba dudativo de brazos cruzados mientras caminaba el sentido de donde había venido. "Los dioses saben que doy gracias por cada persona que se un el camino de ellos pero esta mujer logra cansarme a veces"...
- Y cuál es tu maldito problema si yo intento verme como un hombre?!? si se uele o no se uele no es asunto tuyo.. - le regaño molesto e iracundo a pesar de ser ignorado, afirmó sandeces sobre su persona sacandole aún más de las casillas y pensaba proseguir, pero nuevamente la ursina le habló colocando una de sus enormes y pesadas zarpas en su hombro, esta vez decidió escuchar sus palabras, se había comportado muy descortés ignorándola la primera vez que intento hablarle e incluso se habia presentado, por lo que le debía una, Sauron no solia comportarse así. "Diablos... no recuerdo como dijo que se llamaba"
- ohh... ya veo... - "licantropo ehh (?" dijo bajando la voz y calmandose un poco al pensar en ello con claridad, había tratado con hombres lobos en el pasado y conocía de su trato con los humanos, otras especies o entre ellos mismos a veces, aún así no tenia intenciones de disculparse pero nuevamente su moral lo carcomía por dentro, tendría hacerlo tarde temprano.
Una persona más apareció y su inmensa curiosidad le llevó escucharla y verla se guarda la risa en un gesto qué rápidamente cubrió con su mano, no era su problema ya estaba todo dicho no tenía nada más que hacer allí.
- Yo, las disculpo~ debo volver a mis tareas matutinas, disculpen las molestias, mi mmmm... actitud de recien... y todo eso, un placer.- dijo mirando particularmente la oso y la niña ya que aún tenía la imagen del niño en su cabeza como para sonreirle a la loba; hizo una reverencia y se alejó de ellas.
"Volver a la calle central en este momento quizás sería un error considerando que Gelga aún no se halla marchado a su casa" pensaba dudativo de brazos cruzados mientras caminaba el sentido de donde había venido. "Los dioses saben que doy gracias por cada persona que se un el camino de ellos pero esta mujer logra cansarme a veces"...
- OFF ROL:
- Sigan... después me uniré again.. .
Sauron Guardgris
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Re: El que busca encuentra [LIBRE 4/4] [CERRADO]
Dios aquella extraña mujer que ocultaba su genero la estaba cansando mucho, demasiada agresividad cuando ahora mismo a ella no la apetecía la pelea innecesaria por simples palabras. Parecía que a la gente le hacían mucho daño las palabras, y la verdad eso no lo comprendía mucho con lo fácil que eran comprender los gestos antes que las palabras. Iba a pasar olímpicamente de ella, además tanto parecía ser tan honrada y ni siquiera se había presentado. Se encogió de hombros para luego observar a la ursina que se disculpaba por ella. Casi que lo agradeció no la apetecía usar mucho el dialogo y quizás si lo usara sería para decir lo que pensaba y eso molestaría mas a la oradora.
Parecía que la encapuchada ya comprendió la situación cuando justo al momento entró en la escena una humana. Selene se cruzó de brazos mientras escuchaba a la humana. Hablaba mucho,demasiado, tanto que no conseguía seguirla y no sabía lo que quería decir en cada momento. Los demás parecían reírse pero su semblante era igual de serio que antes mientras la miraba intentando comprender. Los humanos eran verdaderamente raros, pero parecía que la nueva era igual de inexperta en ciudades grandes como ella y sobretodo por como miraba a la Ursina también había visto poco mundo.
La oradora se despidió mientras la Lycan observaba como Bruna tomaba a la chica y la levantaba para mirarla a su altura antes de que esta pudiera marcharse. La verdad es que llevar de compañera a bruna en ciertas circunstancias era una gran ayuda como por ejemplo coger a humanos por el pellejo. Lo que tampoco entendía por que daba comida que ella misma había cazado si era su forma de sobrevivir, humanos, nunca los comprendería, pero bueno se alegraba que se la diera a la cachorra.
Fue entonces cuando escuchó a Luna sobre que ellas tenían cosas pendientes que hacer. Cuando escuchó que tenían que seguir buscando a la frutera las miró a ambas-yo también estoy buscando a la frutera, os ayudaré, pero si os ayudo solo pido un plato de comida caliente y una cama para dormir el resto de recompensa os las podéis quedar vosotras....-las pidió a Bruna y a Luna. Aunque si era poco la recompensa que daban siempre podían comer con aquellas liebres aquellas cuatro personas que estaban allí.-y tu, no creo que tengas nada más que hacer,¿te vienes?-le preguntó a la humana con voz seria fijándose en ella con sus ojos verde grisasceos.
Parecía que la encapuchada ya comprendió la situación cuando justo al momento entró en la escena una humana. Selene se cruzó de brazos mientras escuchaba a la humana. Hablaba mucho,demasiado, tanto que no conseguía seguirla y no sabía lo que quería decir en cada momento. Los demás parecían reírse pero su semblante era igual de serio que antes mientras la miraba intentando comprender. Los humanos eran verdaderamente raros, pero parecía que la nueva era igual de inexperta en ciudades grandes como ella y sobretodo por como miraba a la Ursina también había visto poco mundo.
La oradora se despidió mientras la Lycan observaba como Bruna tomaba a la chica y la levantaba para mirarla a su altura antes de que esta pudiera marcharse. La verdad es que llevar de compañera a bruna en ciertas circunstancias era una gran ayuda como por ejemplo coger a humanos por el pellejo. Lo que tampoco entendía por que daba comida que ella misma había cazado si era su forma de sobrevivir, humanos, nunca los comprendería, pero bueno se alegraba que se la diera a la cachorra.
Fue entonces cuando escuchó a Luna sobre que ellas tenían cosas pendientes que hacer. Cuando escuchó que tenían que seguir buscando a la frutera las miró a ambas-yo también estoy buscando a la frutera, os ayudaré, pero si os ayudo solo pido un plato de comida caliente y una cama para dormir el resto de recompensa os las podéis quedar vosotras....-las pidió a Bruna y a Luna. Aunque si era poco la recompensa que daban siempre podían comer con aquellas liebres aquellas cuatro personas que estaban allí.-y tu, no creo que tengas nada más que hacer,¿te vienes?-le preguntó a la humana con voz seria fijándose en ella con sus ojos verde grisasceos.
Selene Niktos
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Re: El que busca encuentra [LIBRE 4/4] [CERRADO]
Como esperaba, todos los ojos se centraron en ella mirándola como si... acabase de caer de un árbol de forma bastante estrepitosa. Notó como la incomodidad crecía y se dio cuenta entonces de que aquello había sido un error. En la pequeña aldea en la que se había criado, era necesario sofocar cualquier fuente de conflicto, por pequeña que fuese. Al final, que hubiese mal ambiente entre alguno de sus convecinos terminaba afectando a todos, por lo que era una norma no escrita evitar que las cosas pasasen a mayores.
Evidentemente aquella intervención tan pueblerina que le había salido por instinto, no tenía nada que ver con la realidad de una gran ciudad...La úrsida parecía dura como el hierro, no creía que una discusión como aquella le hubiera afectado. La que con sorpresa se reveló como una mujer ensotanada, parecía no tener ganas de continuar allí, y así lo hizo con su despedida. Y la otra, la mujer de belleza salvaje con actitud de que nada le parecía afectar continuaba serena en medio de la discusión. Iori, simplemente desaparece, pensó.
En medio de su marcha atrás notó como una enorme mano la aferraba. Supo entonces que aquello era una zarpa y con una facilidad ultrajante la úrsida la alzó como si no pesase nada. La retuvo y la giró para volver a dirigirse a ella, mientras Iori esbozaba su mejor sonrisa de inocencia delante de ellas. - Es mi primer día, he llegado esta mañana, pero no estoy perdida... estoy simplemente... explorando - Recordaba la dirección desde la cual había entrado, con lo cual, siendo fieles a la verdad, se sentía bastante capaz de volver sobre sus pasos para salir igual que entró. Ahora, moverse con soltura por la ciudad ya era otra cosa.
Vale, genial. Tras la marcha de la otra mujer parecía que todas allí estaban con las manos ocupadas. Iba a aprovechar para salir por la tangente cuando la muchacha más seria clavo los ojos en ella. Iori se puso tiesa, clavando los ojos en su cara y notando como el corazón golpeteaba de forma extraña en su pecho. - ¿Yo..? yo tenía pensado ir a ver la plaza principal... - murmuró apartando la vista, sin ser capaz de sostenerle la mirada a la chica. - No creo que sea buena compañía para lo que tenéis entre manos, pero quizá nos volvamos a cruzar más tarde. Creo que haré noche en la capital hoy - aseguró esbozando de nuevo una sonrisa en dirección a la úrsida ahora. - Tened cuidado, no dejéis pasar mucho tiempo hasta preparar las liebres, que la carne se estropea pronto - añadió como recomendación antes de hacer un gesto de despedida con la mano.
[Iori se retira por ahora a dar vueltas a su ritmo :D]
Evidentemente aquella intervención tan pueblerina que le había salido por instinto, no tenía nada que ver con la realidad de una gran ciudad...La úrsida parecía dura como el hierro, no creía que una discusión como aquella le hubiera afectado. La que con sorpresa se reveló como una mujer ensotanada, parecía no tener ganas de continuar allí, y así lo hizo con su despedida. Y la otra, la mujer de belleza salvaje con actitud de que nada le parecía afectar continuaba serena en medio de la discusión. Iori, simplemente desaparece, pensó.
En medio de su marcha atrás notó como una enorme mano la aferraba. Supo entonces que aquello era una zarpa y con una facilidad ultrajante la úrsida la alzó como si no pesase nada. La retuvo y la giró para volver a dirigirse a ella, mientras Iori esbozaba su mejor sonrisa de inocencia delante de ellas. - Es mi primer día, he llegado esta mañana, pero no estoy perdida... estoy simplemente... explorando - Recordaba la dirección desde la cual había entrado, con lo cual, siendo fieles a la verdad, se sentía bastante capaz de volver sobre sus pasos para salir igual que entró. Ahora, moverse con soltura por la ciudad ya era otra cosa.
Vale, genial. Tras la marcha de la otra mujer parecía que todas allí estaban con las manos ocupadas. Iba a aprovechar para salir por la tangente cuando la muchacha más seria clavo los ojos en ella. Iori se puso tiesa, clavando los ojos en su cara y notando como el corazón golpeteaba de forma extraña en su pecho. - ¿Yo..? yo tenía pensado ir a ver la plaza principal... - murmuró apartando la vista, sin ser capaz de sostenerle la mirada a la chica. - No creo que sea buena compañía para lo que tenéis entre manos, pero quizá nos volvamos a cruzar más tarde. Creo que haré noche en la capital hoy - aseguró esbozando de nuevo una sonrisa en dirección a la úrsida ahora. - Tened cuidado, no dejéis pasar mucho tiempo hasta preparar las liebres, que la carne se estropea pronto - añadió como recomendación antes de hacer un gesto de despedida con la mano.
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Iori Li
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Re: El que busca encuentra [LIBRE 4/4] [CERRADO]
Viendo como aquellas dos extrañas mujeres se marchaban, Bruna y Luna, ahora acompañadas de Selene, se volvieron a poner en la búsqueda de la señora desaparecida -¿recompensa?- pregunto Bruna -no sabía que había una recompensa, yo solo vine a ayudar a la frutera porque fue amable conmigo- dijo sinceramente la ursina mientras volvía a su trabajo de rastreo.
Luna sacudió la cabeza en negación y soltó un suspiro -estoy segura de que si Chimar y Demian se hubiesen enterado se lanzarían a la oportunidad de ganar un dinero extra- dijo la muchacha con tono casi decepcionado.
La búsqueda las llevo por un largo camino de angostos callejones en los barrios menos favorecidos de la ciudad, donde las ratas corrían de un lado al otro a plena luz del día y la peste de aguas estancadas dominaba el lugar.
Con un poco de esfuerzo Bruna consiguió guiar al pequeño grupo hasta una mansión abandonada de unos tres pisos, parte de la estructura estaba con daños de quemaduras, sin duda a causa de los incendios causados por el dragón no muerto, aun así, de algún modo la vieja casa se mantenía en pie.
Todo esto a Bruna le daba un mal presentimiento, ya había visto este modus operandi en las semanas previas al asedio de Lunargenta, secuestros, casas abandonadas, ahora el aroma a podrido de antes le comenzaba a sonar más sospechoso -Luna, pase lo que pase, no te separes de mi- le dijo a la pequeña lycan mientras sostenía con ambas manos su martillo de madera.
La repentina seriedad del tono de la ursina provoco que un escalofrío recorriese la espina de la pequeña Luna, tanto así que, después de pasarle las liebres muertas a Selene, esta se quedo a pecho desnudo para poder transformarse.
So forma de licántropo aumentaba drásticamente su estatura, ahora era cerca de 5 centímetros mas alta que Selene en su forma humana, sus ojos se volvieron amarrillo intenso, y un pelaje rojizo cubría su cuerpo, a diferencia de muchos licántropos, Luna permanencia erguida en dos patas, su espalda perfectamente recta, las garras en sus manos no eran tan pronunciadas, pero sus dientes eran fuertes.
Bruna le sonrió y acaricio la cabeza de la pequeña licántropa frente a ella con una zarpa, antes de ver si había alguna forma de entrar en la mansión sin tener que tumbar una puerta, como la ultima ves… últimas dos veces.
Por desgracia, todas las posibles entradas a la mansión estaban cerradas por dentro, parecía que la ursina no tendría más opción que, de nueva cuenta, recurrir a métodos más bruscos.
De pronto Luna noto un detalle muy interesante, una entrada a las alcantarillas estaba abierta, por la cual, incluso la enorme forma de la mujer bestia seria capaz de pasar sin inconveniente, Luna estiro el brazo de Bruna para que investigara esa entrada.
La corazonada de la pequeña Luna resulto ser acertada, visto que Bruna fue capaz de detectar el aroma de la frutera hay abajo.
Bruna le hecho una mirada a Selena antes de adentrarse en las autenticas entrañas de la ciudad -¿estas segura de querer seguir?- le pregunto a la mujer lobo -preferiría que te llevaras a Luna y me dejaras esto a mi- la osa aun tenia los espantosos recuerdos de la ultima ves que fue a ayudar a gente desaparecida en la ciudad marcadas como quemaduras en su mente, muchas de las cicatrices que le había dejado esa noche aun le picaban de solo recordarlo.
Luna sacudió la cabeza en negación y soltó un suspiro -estoy segura de que si Chimar y Demian se hubiesen enterado se lanzarían a la oportunidad de ganar un dinero extra- dijo la muchacha con tono casi decepcionado.
La búsqueda las llevo por un largo camino de angostos callejones en los barrios menos favorecidos de la ciudad, donde las ratas corrían de un lado al otro a plena luz del día y la peste de aguas estancadas dominaba el lugar.
Con un poco de esfuerzo Bruna consiguió guiar al pequeño grupo hasta una mansión abandonada de unos tres pisos, parte de la estructura estaba con daños de quemaduras, sin duda a causa de los incendios causados por el dragón no muerto, aun así, de algún modo la vieja casa se mantenía en pie.
Todo esto a Bruna le daba un mal presentimiento, ya había visto este modus operandi en las semanas previas al asedio de Lunargenta, secuestros, casas abandonadas, ahora el aroma a podrido de antes le comenzaba a sonar más sospechoso -Luna, pase lo que pase, no te separes de mi- le dijo a la pequeña lycan mientras sostenía con ambas manos su martillo de madera.
La repentina seriedad del tono de la ursina provoco que un escalofrío recorriese la espina de la pequeña Luna, tanto así que, después de pasarle las liebres muertas a Selene, esta se quedo a pecho desnudo para poder transformarse.
So forma de licántropo aumentaba drásticamente su estatura, ahora era cerca de 5 centímetros mas alta que Selene en su forma humana, sus ojos se volvieron amarrillo intenso, y un pelaje rojizo cubría su cuerpo, a diferencia de muchos licántropos, Luna permanencia erguida en dos patas, su espalda perfectamente recta, las garras en sus manos no eran tan pronunciadas, pero sus dientes eran fuertes.
Bruna le sonrió y acaricio la cabeza de la pequeña licántropa frente a ella con una zarpa, antes de ver si había alguna forma de entrar en la mansión sin tener que tumbar una puerta, como la ultima ves… últimas dos veces.
Por desgracia, todas las posibles entradas a la mansión estaban cerradas por dentro, parecía que la ursina no tendría más opción que, de nueva cuenta, recurrir a métodos más bruscos.
De pronto Luna noto un detalle muy interesante, una entrada a las alcantarillas estaba abierta, por la cual, incluso la enorme forma de la mujer bestia seria capaz de pasar sin inconveniente, Luna estiro el brazo de Bruna para que investigara esa entrada.
La corazonada de la pequeña Luna resulto ser acertada, visto que Bruna fue capaz de detectar el aroma de la frutera hay abajo.
Bruna le hecho una mirada a Selena antes de adentrarse en las autenticas entrañas de la ciudad -¿estas segura de querer seguir?- le pregunto a la mujer lobo -preferiría que te llevaras a Luna y me dejaras esto a mi- la osa aun tenia los espantosos recuerdos de la ultima ves que fue a ayudar a gente desaparecida en la ciudad marcadas como quemaduras en su mente, muchas de las cicatrices que le había dejado esa noche aun le picaban de solo recordarlo.
- Nota:
- Me tengo que disculpar por lo que tarde en responder esta vez, pero lo cierto es, que tanto Sauron cono Iori no me dieron muy buen material con el cual trabajar, aun así lo hecho esta hecho, ustedes verán como se reincorporan al tema principal XD
Bruna
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Re: El que busca encuentra [LIBRE 4/4] [CERRADO]
La Lycan se sorprendió cuando se enteró de que ambas estaban allí de forma altruista mientras el marido de la frutera había lanzado una recompensa para el que encontrara a su mujer y la devolviera sana y salva a casa. A lo mejor había hablado mas de la cuenta, aunque para su mente era lógico encontrar a alguien si te daban algo a cambio, aunque si fuera de su raza sería otra cosa. Antes de avanzar las dos chicas comentaron algo
El trió avanzó por varios caminos hasta llegar a la mansión donde en teoría les llevó el rastro. Ella también utilizó sus sentidos, ya que ella se dedicaba a rastrear, pero parecía que las muchachas se las daba bien rastrear aquel olor que las llevaría donde se encontraba la frutera. La llevaron a la zona más pobre de aquel lugar, se notaba en las edificaciones, en los olores que supuraba la calle y en la gente de pobre ropas que andaban por las calles.
Después de recorrer varios callejones y calles bastantes desfavorecidas hasta una mansión derruida y por la pinta parecía haber sido calcinada, Tenía por lo menos tres pisos, por lo que habría que tener cuidado al entrar y por donde había que pisar, por suerte ella tenía cierta agilidad, por eso había sido entrenada desde pequeña por su familia.Se detuvieron en un tipo de alcantarilla que estaba abierta, y poso su vista en Bruna, la cual la preguntaba que si prefería seguir y que se quedará con Luna.
-No he venido a ser niñera de nadie, iba a resolver yo esto sola antes de que aparecierais-dijo totalmente sincera mientras observaba a la otra Lycan convertida en bipeda, había poca gente que podía transformarse en aquella modalidad. Pero si ella lo hacia sería mucho mas grande que Luna por lo que tendría que optar por la opción de cuatro patas-tranquila, la protegeré si hace falta-dijo mirando directamente a la Ursina con seguridad para luego empezar a transformarse en un gran lobo blanco y gris de cuatro patas.
No tenía un tamaño de un lobo normal, era mucho más grande y su mirada se volvió totalmente gris, esperaba la decisión de la osa mientras con la cabeza daba un empujo a la zarpa de Luna, en señal de apoyo, Además si hubiera peligro podría cambiar de forma a la bípeda, por eso no había mayor problema, y dos Lycans enormes daban mucho miedo.
El trió avanzó por varios caminos hasta llegar a la mansión donde en teoría les llevó el rastro. Ella también utilizó sus sentidos, ya que ella se dedicaba a rastrear, pero parecía que las muchachas se las daba bien rastrear aquel olor que las llevaría donde se encontraba la frutera. La llevaron a la zona más pobre de aquel lugar, se notaba en las edificaciones, en los olores que supuraba la calle y en la gente de pobre ropas que andaban por las calles.
Después de recorrer varios callejones y calles bastantes desfavorecidas hasta una mansión derruida y por la pinta parecía haber sido calcinada, Tenía por lo menos tres pisos, por lo que habría que tener cuidado al entrar y por donde había que pisar, por suerte ella tenía cierta agilidad, por eso había sido entrenada desde pequeña por su familia.Se detuvieron en un tipo de alcantarilla que estaba abierta, y poso su vista en Bruna, la cual la preguntaba que si prefería seguir y que se quedará con Luna.
-No he venido a ser niñera de nadie, iba a resolver yo esto sola antes de que aparecierais-dijo totalmente sincera mientras observaba a la otra Lycan convertida en bipeda, había poca gente que podía transformarse en aquella modalidad. Pero si ella lo hacia sería mucho mas grande que Luna por lo que tendría que optar por la opción de cuatro patas-tranquila, la protegeré si hace falta-dijo mirando directamente a la Ursina con seguridad para luego empezar a transformarse en un gran lobo blanco y gris de cuatro patas.
No tenía un tamaño de un lobo normal, era mucho más grande y su mirada se volvió totalmente gris, esperaba la decisión de la osa mientras con la cabeza daba un empujo a la zarpa de Luna, en señal de apoyo, Además si hubiera peligro podría cambiar de forma a la bípeda, por eso no había mayor problema, y dos Lycans enormes daban mucho miedo.
Selene Niktos
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Re: El que busca encuentra [LIBRE 4/4] [CERRADO]
Cuando su conciencia se abrió paso entre las brumas del sueño, Iori jadeó un poco. Notó el dolor agudo en su cabeza, en la parte trasera, y aún en la oscuridad que la rodeaba pudo ver una miríada de chispas bailando desde el fondo de su retina. Trató de orientarse pero lo único que percibía con claridad era el frío suelo bajo su cara y el olor a humedad penetrante en el aire. Cuando intentó mover el cuerpo notó que tenía las manos atadas, pero las piernas libres.
Se incorporó como pudo lo suficiente como para quedar sentada. Se deslizó ligeramente buscando el límite de aquel lugar y lo encontró cuando topó con su hombro izquierdo en una pared. - Mierda...- sisieó notando como el dolor de la cabeza la mareaba. Lo último que recordaba... era como se había adentrado por un callejón menudo, al otro lado del cual se percibía una plata abierta llena de gente. Cruzó por los pequeños soportales techados con arcos con ánimo y a buen paso. Le parecía imposible que aquellos metros que separaban una zona del mercado de la otra pudiera ser peligroso.
Y se había equivocado. Porque el recuerdo del golpe en su nuca la recorrió de arriba abajo como si acabase de producirse. - ¿Hay alguien aquí?- preguntó alzando ligeramente su voz y escuchando con claridad el eco del lugar. No tenía ni idea de donde estaba, y una especie de miedo extraño comenzaba a nacer en su pecho sin control.
Se incorporó como pudo lo suficiente como para quedar sentada. Se deslizó ligeramente buscando el límite de aquel lugar y lo encontró cuando topó con su hombro izquierdo en una pared. - Mierda...- sisieó notando como el dolor de la cabeza la mareaba. Lo último que recordaba... era como se había adentrado por un callejón menudo, al otro lado del cual se percibía una plata abierta llena de gente. Cruzó por los pequeños soportales techados con arcos con ánimo y a buen paso. Le parecía imposible que aquellos metros que separaban una zona del mercado de la otra pudiera ser peligroso.
Y se había equivocado. Porque el recuerdo del golpe en su nuca la recorrió de arriba abajo como si acabase de producirse. - ¿Hay alguien aquí?- preguntó alzando ligeramente su voz y escuchando con claridad el eco del lugar. No tenía ni idea de donde estaba, y una especie de miedo extraño comenzaba a nacer en su pecho sin control.
Iori Li
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Re: El que busca encuentra [LIBRE 4/4] [CERRADO]
Bruna observo a Selene transformarse con gran interés, nunca, salvo en el caso de Luna, había visto a un licántropo transformarse, a pesar de verlo un par de veces le resultaba interesante verlo en otra persona, era como si por cada individuo el cambio fuera, sutilmente, distinto.
La ursina suspiro, sosteniendo el martillo a dos manos -muy bien… vamos allá- dijo con un tono de forzada confianza antes de adentrarse en la oscuridad de la alcantarilla.
Los desagües de la ciudad eran un laberinto de túneles olvidados de la vista de los dioses que hacían parecer los sucios callejones, recorridos antes por el grupo, como inmaculados, la peste a putrefacción sobrecargaba el ambiente, forzando el agudo olfato de la mujer bestia, quien se veía dificultada a mantener sus ojos secos debido al lagrimeo.
Pero, con un poco de tiempo, Bruna consiguió adaptarse, aunque sea lo suficiente como para volver a encontrar el rastro de quien estaban buscando, volviendo a encaminarse por los pasadizos subterráneos.
al cabo de una media hora, tras atravesar incontables túneles, desvíos y, algún que otro derrumbe, el grupo alcanzo un túnel en el que se encontraba una vieja puerta de metal negro, Bruna la olfateo, detectando un aroma que reconocía, no era la frutera, pero alguien que ya había encontrado ese mismo día.
La ursina golpeo la puerta dos veces con el mango de su martillo, provocando un sonido que hizo eco en todo el lugar -¿hola?- pregunto a ver si alguien le respondía.
*******************************************************************************************************************************************************
En la completa oscuridad de la cámara en la que se encontraba, los sonidos de su alrededor parecían amplificarse a oídos de Iori, gotas de agua caída en contra el piso, un pequeño torrente corría cercano, de ves en cuando se escuchaban los chillidos de roedores, pero no parecía haber otra presencia humana.
De pronto, una leve luz, como la de una antorcha, se asomo por unos agujeros en una pared, demasiados lineales para ser accidentales, la luz le había indicado a la muchacha donde estaba la puerta de la habitación donde se encontraba encerrada.
Detrás de la puerta se empezaban a escuchar un par de voces, al principio se hacía difícil distinguir nada, pues hablaban muy bajo, cuando de pronto, la voz de un hombre sonó retumbando por el lugar, imponente y agresiva -¿¡cómo en los infiernos de cinco religiones se les ocurrió atrapar a alguien a plena luz del día seria buena idea!?- grito la voz contrariada.
Otra voz, también de hombre, respondió en un tono mucho más sumiso -lo sentimos jefe, pero creíamos que necesitaban mas “material” para los experimentos- dijo suplicante.
La voz de antes soltó un fuerte suspiro -con idiotas me toca trabajar… pero si secuestran a alguien a pleno día llamaran la atención de las autoridades, ¡ya muchos problemas me dieron llevándose a la verdulera esa!- respondió de nuevo.
La segunda voz gruño de forma obviamente irritada -mira sanguijuela, nosotros nos estamos partiendo el lomo arriesgándonos a salir todas las noches a buscar victimas de los locos experimentos de tu amigo, será mejor que nos trates con algo de respeto, esta campesina recién llego a la ciudad hoy, nadie notara su ausencia- dijo con tono confiado en que había hecho lo correcto.
La primera voz respondió, hablando en un tono mucho más diplomático -bueno, tienes un punto, el respeto es una parte importante de cada relación laboral, y lo que es mas importante en el respeto es…- Iori pudo escuchar como algo rápido se movía, un corte en el aire, seguido de el sonido de algo cayendo en el suelo y rodando unos metros, para finalizar, algo mas grande, como un costal de papas lleno de objetos metálicos desplomándose al suelo -es que es mutuo… nadie bajo mi mando me habla así y sale indemne, sabandija- agrego la voz.
Una tercera voz entro en escena, mas chillona, casi no humana, y, extrañamente femenina -¿q-que ocurrió amo?- pregunto la tercera voz.
-no es nada, simplemente solucionaba un problema de insubordinación, ¿crees que van a poder hacer algo con este?- hablo la primera voz.
-bueno… si volvemos a cocer la cabeza se puede intentar- respondió la voz aguda.
-muy bien pues… tu lleva la cabeza, yo me encargo del resto- al decir esto Iori pudo escuchar el sonido de algo grande y pesado siendo arrastrado lejos.
Después de esto la muchacha quedo mucho tiempo a solas en la oscuridad absoluta, la antorcha también había desaparecido de repente, pasaron cerca de veinte minutos cuando dos fuertes golpes a la puerta se volvieron a escuchar, y una voz familiar tras la puerta dijo -¿hola?-
La ursina suspiro, sosteniendo el martillo a dos manos -muy bien… vamos allá- dijo con un tono de forzada confianza antes de adentrarse en la oscuridad de la alcantarilla.
Los desagües de la ciudad eran un laberinto de túneles olvidados de la vista de los dioses que hacían parecer los sucios callejones, recorridos antes por el grupo, como inmaculados, la peste a putrefacción sobrecargaba el ambiente, forzando el agudo olfato de la mujer bestia, quien se veía dificultada a mantener sus ojos secos debido al lagrimeo.
Pero, con un poco de tiempo, Bruna consiguió adaptarse, aunque sea lo suficiente como para volver a encontrar el rastro de quien estaban buscando, volviendo a encaminarse por los pasadizos subterráneos.
al cabo de una media hora, tras atravesar incontables túneles, desvíos y, algún que otro derrumbe, el grupo alcanzo un túnel en el que se encontraba una vieja puerta de metal negro, Bruna la olfateo, detectando un aroma que reconocía, no era la frutera, pero alguien que ya había encontrado ese mismo día.
La ursina golpeo la puerta dos veces con el mango de su martillo, provocando un sonido que hizo eco en todo el lugar -¿hola?- pregunto a ver si alguien le respondía.
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En la completa oscuridad de la cámara en la que se encontraba, los sonidos de su alrededor parecían amplificarse a oídos de Iori, gotas de agua caída en contra el piso, un pequeño torrente corría cercano, de ves en cuando se escuchaban los chillidos de roedores, pero no parecía haber otra presencia humana.
De pronto, una leve luz, como la de una antorcha, se asomo por unos agujeros en una pared, demasiados lineales para ser accidentales, la luz le había indicado a la muchacha donde estaba la puerta de la habitación donde se encontraba encerrada.
Detrás de la puerta se empezaban a escuchar un par de voces, al principio se hacía difícil distinguir nada, pues hablaban muy bajo, cuando de pronto, la voz de un hombre sonó retumbando por el lugar, imponente y agresiva -¿¡cómo en los infiernos de cinco religiones se les ocurrió atrapar a alguien a plena luz del día seria buena idea!?- grito la voz contrariada.
Otra voz, también de hombre, respondió en un tono mucho más sumiso -lo sentimos jefe, pero creíamos que necesitaban mas “material” para los experimentos- dijo suplicante.
La voz de antes soltó un fuerte suspiro -con idiotas me toca trabajar… pero si secuestran a alguien a pleno día llamaran la atención de las autoridades, ¡ya muchos problemas me dieron llevándose a la verdulera esa!- respondió de nuevo.
La segunda voz gruño de forma obviamente irritada -mira sanguijuela, nosotros nos estamos partiendo el lomo arriesgándonos a salir todas las noches a buscar victimas de los locos experimentos de tu amigo, será mejor que nos trates con algo de respeto, esta campesina recién llego a la ciudad hoy, nadie notara su ausencia- dijo con tono confiado en que había hecho lo correcto.
La primera voz respondió, hablando en un tono mucho más diplomático -bueno, tienes un punto, el respeto es una parte importante de cada relación laboral, y lo que es mas importante en el respeto es…- Iori pudo escuchar como algo rápido se movía, un corte en el aire, seguido de el sonido de algo cayendo en el suelo y rodando unos metros, para finalizar, algo mas grande, como un costal de papas lleno de objetos metálicos desplomándose al suelo -es que es mutuo… nadie bajo mi mando me habla así y sale indemne, sabandija- agrego la voz.
Una tercera voz entro en escena, mas chillona, casi no humana, y, extrañamente femenina -¿q-que ocurrió amo?- pregunto la tercera voz.
-no es nada, simplemente solucionaba un problema de insubordinación, ¿crees que van a poder hacer algo con este?- hablo la primera voz.
-bueno… si volvemos a cocer la cabeza se puede intentar- respondió la voz aguda.
-muy bien pues… tu lleva la cabeza, yo me encargo del resto- al decir esto Iori pudo escuchar el sonido de algo grande y pesado siendo arrastrado lejos.
Después de esto la muchacha quedo mucho tiempo a solas en la oscuridad absoluta, la antorcha también había desaparecido de repente, pasaron cerca de veinte minutos cuando dos fuertes golpes a la puerta se volvieron a escuchar, y una voz familiar tras la puerta dijo -¿hola?-
Bruna
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Re: El que busca encuentra [LIBRE 4/4] [CERRADO]
Siguió de cerca a bruna mientras movía la cola de un lado a otro, la verdad es que sentía a gusto con aquellas chicas que se había encontrado entre los callejones. De vez en cuando usaba su olfato por si se desviaban del camino, pero la verdad es que la Ursina se manejaba bastante bien con el olfato. Caminaron por diferentes túneles, derrumbes y pasadizos de aquel lugar subterráneo. A veces era complicado distinguir el olor de la frutera, por los olores que había por los lugares por donde caminaban las tres chicas.
De vez en cuando la Lycan se giraba para observar a la pequeña licantropa aunque el tamaño que tenía era mucho mayor que el de ahora. Mientras seguía caminando se dio cuenta de que el olor había cambiado y ahora la venía otro olor que habían olido tiempo atrás en el callejón. Cuando llegaron a la puerta se escuchaba voces aunque la resultó bastante estúpido decir hola cuando podían haberles cogido por sorpresa.
Solo esperaba que debían hacer, se puso a un lado de la puerta mientras se tensaba prepara para entrar agilmente al interior y atacar a los que estuvieran allí. Si no se confundía ahí mismo estaba la humana que se había presentando en el último momento en aquel callejón donde habían interactuado todos y habían incluso ella enfrentarse a una chica que ni siquiera sabía lo que quería, algo patético para la Niktos.
Ahora en su forma no podía comunicarse, por lo que esperaba la decisión o el golpe a la puerta para forzarla y entrar. Aunque no sabía lo que había planeado Bruna. Lo que tenia claro es que tenían que actuar lo antes posible, antes de que cambiaran de ubicación o que hicieran algo a la humana. Aunque la daba un poco todo igual, ella había aceptado aquel trabajo para una recompensa si no, no estaría allí en ese momento.
De vez en cuando la Lycan se giraba para observar a la pequeña licantropa aunque el tamaño que tenía era mucho mayor que el de ahora. Mientras seguía caminando se dio cuenta de que el olor había cambiado y ahora la venía otro olor que habían olido tiempo atrás en el callejón. Cuando llegaron a la puerta se escuchaba voces aunque la resultó bastante estúpido decir hola cuando podían haberles cogido por sorpresa.
Solo esperaba que debían hacer, se puso a un lado de la puerta mientras se tensaba prepara para entrar agilmente al interior y atacar a los que estuvieran allí. Si no se confundía ahí mismo estaba la humana que se había presentando en el último momento en aquel callejón donde habían interactuado todos y habían incluso ella enfrentarse a una chica que ni siquiera sabía lo que quería, algo patético para la Niktos.
Ahora en su forma no podía comunicarse, por lo que esperaba la decisión o el golpe a la puerta para forzarla y entrar. Aunque no sabía lo que había planeado Bruna. Lo que tenia claro es que tenían que actuar lo antes posible, antes de que cambiaran de ubicación o que hicieran algo a la humana. Aunque la daba un poco todo igual, ella había aceptado aquel trabajo para una recompensa si no, no estaría allí en ese momento.
Selene Niktos
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Re: El que busca encuentra [LIBRE 4/4] [CERRADO]
Escuchó en silencio, sin poder evitar que de sus ojos bajasen lágrimas de pura desesperación. Puro pánico. Estaba segura de que iba a morir, por lo que quedar congelada y pasar desapercibida, mientras escuchaba aquellas tres voces fue muy sencillo para ella. Incluso su respiración comenzó a realizarse de forma superficial, como si tuviese miedo de ser escuchada. Aún cuando pareció que marchaban cerrando la puerta tras ella, la humana permaneció sin moverse. Se frotó las mejillas con el hombro como pudo, para arrastrar el restos de humedad que quedaban y trató de tranquilizarse.
La oscuridad cuando la leve luz de la antorcha se apagó no la hizo sentir más miedo del que ya tenía. Únicamente los sonidos de agua se escuchaban desde hacía rato, y la sangre de Iori zumbándole con fuerza en los oídos, por supuesto. No sabía como salir de aquellas. La idea de cocer una cabeza humana la tenía completamente congelada. No, la sola idea de separar la cabeza del cuerpo era lo primero que la había descontrolado por completo. Trataba de concentrarse en recuerdos de su aldea, para sentir que todavía existía un lugar bueno, bonito en el mundo exterior.
Todo lo que había en aquella zona para ella era destrucción y muerte. Dedujo por la temperatura y las filtraciones de agua que quizá estuviese en algún lugar bajo tierra. Se sentía la misma atmósfera pesada que en el interior de una pequeña caverna que usaban para madurar el queso de oveja que producían en su pueblo. De nuevo pensar en su hogar la hizo mantener con los pies en la tierra. Hasta que un golpe fuerte la alertó haciendo que el corazón casi saliese de su boca. -.....¿Hola?- susurró Iori incorporándose como pudo en la oscuridad y aproximándose a donde había visto antes que había una puerta cerrada.
Era la voz de una mujer, y aunque amortiguada por la puerta y deformada por el eco que había en aquel lugar, la humana quiso aferrarse a la posibilidad de que fuese alguien que no practicase la cocción de cabezas como forma habitual de diversión. - Yo... necesito ayuda...- susurró pegándose a la puerta y tratando de que su voz sonase apagada. Necesitaba abrir aquel muro que las separaba. Tenía que encontrar el mecanismo y saber si estaba abierta o por el contrario, precisase una llave que no poseía para cruzarla.
La oscuridad cuando la leve luz de la antorcha se apagó no la hizo sentir más miedo del que ya tenía. Únicamente los sonidos de agua se escuchaban desde hacía rato, y la sangre de Iori zumbándole con fuerza en los oídos, por supuesto. No sabía como salir de aquellas. La idea de cocer una cabeza humana la tenía completamente congelada. No, la sola idea de separar la cabeza del cuerpo era lo primero que la había descontrolado por completo. Trataba de concentrarse en recuerdos de su aldea, para sentir que todavía existía un lugar bueno, bonito en el mundo exterior.
Todo lo que había en aquella zona para ella era destrucción y muerte. Dedujo por la temperatura y las filtraciones de agua que quizá estuviese en algún lugar bajo tierra. Se sentía la misma atmósfera pesada que en el interior de una pequeña caverna que usaban para madurar el queso de oveja que producían en su pueblo. De nuevo pensar en su hogar la hizo mantener con los pies en la tierra. Hasta que un golpe fuerte la alertó haciendo que el corazón casi saliese de su boca. -.....¿Hola?- susurró Iori incorporándose como pudo en la oscuridad y aproximándose a donde había visto antes que había una puerta cerrada.
Era la voz de una mujer, y aunque amortiguada por la puerta y deformada por el eco que había en aquel lugar, la humana quiso aferrarse a la posibilidad de que fuese alguien que no practicase la cocción de cabezas como forma habitual de diversión. - Yo... necesito ayuda...- susurró pegándose a la puerta y tratando de que su voz sonase apagada. Necesitaba abrir aquel muro que las separaba. Tenía que encontrar el mecanismo y saber si estaba abierta o por el contrario, precisase una llave que no poseía para cruzarla.
Iori Li
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Bruna escucho la voz de una mujer del otro lado de la puerta, por como hablaba parecía asustada, la ursina reviso rápidamente la puerta, para ver como liberarla, era de gruesa madera, pero los componentes de metal estaban viejos y oxidados, los engranes y cerrojo caerían fácilmente tras un par de buenos golpes.
-retrocede un poco te sacare de ahí- dijo la mujer bestia antes de golpear con fuerza el cerrojo usando su martillo de madera, tras unos tres o cuatro buenos golpes la cerradura se rompió, permitiéndole a la ursina abrir la puerta sin esfuerzo.
Bruna metió la cabeza dentro de aquella habitación, no había ninguna luz adentro, y muy poca en el túnel en general, así que la ursina se debió fiar de su olfato y tacto.
Finalmente detecto un aroma, era… la chica de antes, Bruna la tomo del brazo, y bruscamente la jalo hacia ella en un abrazo -¿Cómo terminaste tu aquí?- pregunto la mujer bestia consternada en lo que la miraba en el rostro desde arriba, mientras le acariciaba el cabello con su zarpa.
De pronto se escuchaban unos pasos acercándose a la distancia, y con ellos unos murmullos de lo que se escuchaban como hombres, una luz se empezaba a asomarse por una esquina.
La ursina quiso intentar hacer que el grupo se ocultara, pero ya era muy tarde, antes de que pudiese decir o hacer nada la luz de una lampara estaba ya sobre las chicas.
Tener la única fuente de iluminación en el lugar apuntándoles directamente a la cara les impedía ver quien la sostenía, pero los alarmados murmullos les daba un estimado de tres o cuatro sujetos, los cuales, tras un breve momento se silenció, echaron a correr por donde vinieron inmediatamente.
La pequeña Luna se lanzó a la persecución de aquellos desconocidos, para el desconcierto de Bruna, quien se puso a correr detrás de la niña lobo, sin darse cuenta que aun llevaba a la chica del campo aun en brazos -¡espera Luna!- grito sin conseguir ningún efecto.
Las dos corrieron detrás de aquellos rufianes, quienes se movían bastante bien en las alcantarillas, evitando que la velocidad superior de Luna los alcanzara, con Bruna que les iba detrás gruñendo irritada -¡argh esta pequeña, le dije que se quedara cerca de mí!- protesto la ursina.
-retrocede un poco te sacare de ahí- dijo la mujer bestia antes de golpear con fuerza el cerrojo usando su martillo de madera, tras unos tres o cuatro buenos golpes la cerradura se rompió, permitiéndole a la ursina abrir la puerta sin esfuerzo.
Bruna metió la cabeza dentro de aquella habitación, no había ninguna luz adentro, y muy poca en el túnel en general, así que la ursina se debió fiar de su olfato y tacto.
Finalmente detecto un aroma, era… la chica de antes, Bruna la tomo del brazo, y bruscamente la jalo hacia ella en un abrazo -¿Cómo terminaste tu aquí?- pregunto la mujer bestia consternada en lo que la miraba en el rostro desde arriba, mientras le acariciaba el cabello con su zarpa.
De pronto se escuchaban unos pasos acercándose a la distancia, y con ellos unos murmullos de lo que se escuchaban como hombres, una luz se empezaba a asomarse por una esquina.
La ursina quiso intentar hacer que el grupo se ocultara, pero ya era muy tarde, antes de que pudiese decir o hacer nada la luz de una lampara estaba ya sobre las chicas.
Tener la única fuente de iluminación en el lugar apuntándoles directamente a la cara les impedía ver quien la sostenía, pero los alarmados murmullos les daba un estimado de tres o cuatro sujetos, los cuales, tras un breve momento se silenció, echaron a correr por donde vinieron inmediatamente.
La pequeña Luna se lanzó a la persecución de aquellos desconocidos, para el desconcierto de Bruna, quien se puso a correr detrás de la niña lobo, sin darse cuenta que aun llevaba a la chica del campo aun en brazos -¡espera Luna!- grito sin conseguir ningún efecto.
Las dos corrieron detrás de aquellos rufianes, quienes se movían bastante bien en las alcantarillas, evitando que la velocidad superior de Luna los alcanzara, con Bruna que les iba detrás gruñendo irritada -¡argh esta pequeña, le dije que se quedara cerca de mí!- protesto la ursina.
- Nota:
- Lamento muchísimo la tardanza, y el escueto del post, no me encontraba de buen humor para postear, y este en particular me resulto muy difícil por alguna razón, esperemos que el ritmo retome ahora.
Bruna
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La voz al otro lado le indicó que se apartase. Iori lo hizo con todo el gozo que era capaz de sentir en ese momento, abriéndose paso entre el miedo que sentía. Se alejó hasta pegar la espalda a la pared contraria y con el primer golpe tuvo que tapar los oídos con las manos. El eco de aquel lugar hacía que la piedra amplificase el sonido. Cerró los ojos con fuerza y tras unos pocos martillazos más, la estructura de madera que la mantenía encerrada cayó hacia el interior de la habitación.
Se quedó petrificada cuando distinguió con unos ojos ya acostumbrados a la oscuridad, una silueta enorme recortada contra la entrada gracias a la poca luz que provenía del túnel. No fue capaz de moverse, hasta que notó como una enorme zarpa la ceñía por el brazo. Nada podía haberla preparado para lo que vino a continuación. Un abrazo. Iori estaba siendo abrazada por la ursina que había conocido en la calle de Lunargenta unas horas antes.
No se trataba de que en su aldea la tratasen como a un despojo, pero cierto era que se había criado en un ambiente en el que aquel tipo de muestras de cariño no eran habituales. Y menos con ella. Ya que no tenía a nadie que sintiese la necesidad de hacerlo. Pequeñas palmadas en la cabeza o en el hombro habían sido suficientes durante sus años de vida. Y desde luego aquel tipo de cariño era completamente diferente a la búsqueda del calor de un cuerpo ajeno cuando lo que quería Iori era dejarse llevar por la diversión... Aquello no contaba. Pero el abrazo que le estaba dando la mujer oso sí. Aunque la chica aún no supiese interpretar de qué manera.
- No lo sé... me dieron un golpe y luego me desperté aquí...- era todo lo que recordaba. Notó como la zarpa de la mujer se deslizaba por su cabello, y en aquel dulce gesto sí que reconoció la mano del anciano Zakath, cuando terminaban con el entrenamiento de práctica en la plaza del pueblo. Aquel roce le sonaba a casa, a hogar, y de algún modo la hizo sentir algo mejor, ahora en compañía de su rescatadora. - Me llamo Iori, y no sé como agradecerte. - Se dio cuenta de que en el anterior encuentro no se había presentado, y esbozó una sonrisa mirando desde el abrazo al que la tenía sometida a la ursina a la cara.
El foco de claridad que avanzaba hacia ellas en los túneles cortó toda conversación, haciendo que se centraran en el nuevo peligro. Iori no apostaba que encontrase más suerte que la compañía de la osa en dónde estaba, y notó como de nuevo comenzaba a crecer en ella la congoja por un conflicto al que no quería lanzarse. ¿Lanzarse? Eso no era algo que ella pudiese elegir. Otros habían movido ficha, tomando la elección por ella. Estaba metida en el mayor puto problema de su corta vida. - Mierda - siseó antes de verse arrastrada por aquella mujer.
Cuando la chica menuda a la que le había entregado las liebres echó a correr detrás de aquellas figuras, la osa, que no la había soltado, se precipitó en la carrera detrás de la pequeña. Cerró los ojos con fuerza sintiéndose un saco de patatas arrastrado con toda la fuerza que los potentes músculos de aquella ursina disponían. Supo entonces que, de la misma manera que la zarpa había acariciado con amabilidad su cabello unos instantes antes, de haber querido, podría haberle arrancado la cara con la misma facilidad.
Se quedó petrificada cuando distinguió con unos ojos ya acostumbrados a la oscuridad, una silueta enorme recortada contra la entrada gracias a la poca luz que provenía del túnel. No fue capaz de moverse, hasta que notó como una enorme zarpa la ceñía por el brazo. Nada podía haberla preparado para lo que vino a continuación. Un abrazo. Iori estaba siendo abrazada por la ursina que había conocido en la calle de Lunargenta unas horas antes.
No se trataba de que en su aldea la tratasen como a un despojo, pero cierto era que se había criado en un ambiente en el que aquel tipo de muestras de cariño no eran habituales. Y menos con ella. Ya que no tenía a nadie que sintiese la necesidad de hacerlo. Pequeñas palmadas en la cabeza o en el hombro habían sido suficientes durante sus años de vida. Y desde luego aquel tipo de cariño era completamente diferente a la búsqueda del calor de un cuerpo ajeno cuando lo que quería Iori era dejarse llevar por la diversión... Aquello no contaba. Pero el abrazo que le estaba dando la mujer oso sí. Aunque la chica aún no supiese interpretar de qué manera.
- No lo sé... me dieron un golpe y luego me desperté aquí...- era todo lo que recordaba. Notó como la zarpa de la mujer se deslizaba por su cabello, y en aquel dulce gesto sí que reconoció la mano del anciano Zakath, cuando terminaban con el entrenamiento de práctica en la plaza del pueblo. Aquel roce le sonaba a casa, a hogar, y de algún modo la hizo sentir algo mejor, ahora en compañía de su rescatadora. - Me llamo Iori, y no sé como agradecerte. - Se dio cuenta de que en el anterior encuentro no se había presentado, y esbozó una sonrisa mirando desde el abrazo al que la tenía sometida a la ursina a la cara.
El foco de claridad que avanzaba hacia ellas en los túneles cortó toda conversación, haciendo que se centraran en el nuevo peligro. Iori no apostaba que encontrase más suerte que la compañía de la osa en dónde estaba, y notó como de nuevo comenzaba a crecer en ella la congoja por un conflicto al que no quería lanzarse. ¿Lanzarse? Eso no era algo que ella pudiese elegir. Otros habían movido ficha, tomando la elección por ella. Estaba metida en el mayor puto problema de su corta vida. - Mierda - siseó antes de verse arrastrada por aquella mujer.
Cuando la chica menuda a la que le había entregado las liebres echó a correr detrás de aquellas figuras, la osa, que no la había soltado, se precipitó en la carrera detrás de la pequeña. Cerró los ojos con fuerza sintiéndose un saco de patatas arrastrado con toda la fuerza que los potentes músculos de aquella ursina disponían. Supo entonces que, de la misma manera que la zarpa había acariciado con amabilidad su cabello unos instantes antes, de haber querido, podría haberle arrancado la cara con la misma facilidad.
Iori Li
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La niña lobo seguía persiguiendo a esos rufianes, los cuales, haciendo buen uso de su conocimiento del terreno, conseguían mantenerse a distancia de su, mucho más rápida, cazadora. Bruna les iba detrás con toda la velocidad que le permitían sus piernas mientras cargaba a un ser humano adulto -¡lamento mucho esto!- exclamo la ursina apenada -pero no me parecía buena idea dejarte sola aquí- le decía a Iori en lo que intentaba alcanzar a su protegida original mientras aun cargaba con la mujer.
Los dos secuestradores continuaban corriendo como almas que llevaba el diablo -¡aun nos sigue!- grito uno sin mirar atrás, guiándose por los sonidos que hacia la licántropo al moverse -¡tú no te detengas, el jefe se encargara!- le respondía su compañero. La persecución los llevo cada vez más profundo en las alcantarillas.
Finalmente, los dos malvivientes se escabulleron tras una gran puerta de metal y la cerraron inmediatamente al entrar, dejando a Luna, junto con Bruna y Iori, fuera sin saber que hacer. Detrás de la puerta se podía escuchar una conversación, que rápidamente se deterioraba en una fuerte discusión, Bruna no sabía qué hacer, hasta escuchar el grito de una mujer que le parecía familiar. La mujer bestia soltó a Iori, tomo su martillo en ambas manos, y, similar a como hizo antes para liberar a la chica de campo, forzó la puerta de metal oxidada a base de golpes de ariete.
La escena detrás de la puerta era totalmente incomprensible y grotesca al mismo tiempo, la habitación detrás era una gran cámara circular, iluminada por frascos de vidrio sellados con una luz fluorescente verdosa emanando de su interior. En las paredes se encontraban varios instrumentos colgados de ganchos, algunos eran de tortura, otros eran instrumentos médicos, las paredes estaban llenas de escotillas de madera, en el centro de la habitación se encontraba una mesa de operaciones con un cadáver encima al que una figura encapuchada, vestida en una túnica harapienta estaba cociéndole una herida en el cuello un nauseabundo olor imperaba en aquel lugar, tan potente que parecía capaz de aturdir a Luna y Bruna. Justo entre esta figura y las chicas se encontraba otro hombre cuya parte superior de su pálido rostro estaba cubierta por una capucha negra, sus ropas negras eran más finas, una pechera roja escarlata con el símbolo de un dragón siendo empalado en una espada en el centro le servía de armadura.
El hombre tenía agarrado del cuello a ambos bandidos y los levantaba por encima de su cabeza cuando volcó la mirada hacia las intrusas -vaya- murmuro el desconocido en un suspiro en lo que soltaba a sus dos lacayos, dejándolos caer al suelo jadeando por aire, para ir a enfrentarse con Bruna y compañía. El pomo de la espada larga que llevaba en la espalda brillaba a la luz de las extrañas linternas, de su cinturón desenfundo dos extraños cuchillos a los que empezó a dar vuelta con gran destreza y maestría, caminaba tranquilamente con los brazos extendidos exudando una inquietante confianza para alguien que estaba por luchar contra una mujer bestia del tamaño de Bruna, y tan bien armada -parece que tendré que hacerme cargo de ustedes- dijo el amenazante extraño apuntando con uno de sus cuchillos a las tres chicas en frente suyo.
Algo en ese extraño hacia que los pelos de la nuca de Bruna se pusieran de punta, el aroma que venia de el era demasiado familiar para su gusto, y esa armadura también. Luna se inclino hacia adelante, gruñendo entre dientes, lista para abalanzarse contra ese sujeto, pero la mujer bestia se interpuso entre aquel individuo y la niña lobo.
De pronto, las puertillas de madera de las paredes se abrieron y una jauría de gigantescas ratas salió corriendo al escuchar la conmoción, rodeando a las intrusas. Al inspeccionarlos mas de cerca, aquellas ratas parecían extrañamente humanoides, corrían en dos patas, a pesar de estar siempre inclinadas al frente, vestían con una colección de viejos harapos gastados y en sus manos cargaban con una gran variedad de armas improvisadas, desde viejos cuchillos oxidados a simples palos de madera o pedazos de puertas usados como garrotes.
Una de las ratas, que iba mejor vestida que las demás se paró sobre la mesa de operaciones, blandiendo un cayado de madera en ambas manos y gritando en una voz chillona muy familiar para Iori -¡NO DEJEN QUE ESTAS CRIATURAS LASTIMEN AL AMO!- las palabras de la “matriarca rata” provoco una suerte de frenesí en el resto de hombres rata que empezaron a soltar gritos de batalla y furia con sus chillonas voces.
El sujeto de los cuchillos se llevo un dedo al oído, revelando momentáneamente mas de su rostro y lo realmente pálido que se veía -¿puedes hacer que tus mascotas se calmen?- pregunto irritado mirando al otro sujeto encapuchado quien se disponía a bajar a la mujer rata de la mesa de operaciones con la delicadeza de un padre moviendo a un infante -mis pequeños serán mas aptos para tomar estos especímenes intactos que tu- dijo la otra figura con una voz que se notaba cansada -tener un hombre bestia y un licántropo con el cual practicar me ayudaría a romper la monotonía de estos experimentos, y obtener nuevos resultados- ante esa respuesta el hombre volvió a enfundar los cuchillos y se encogió de hombros -que tus alimañas se encarguen pues…- dijo mientras la tropa de entre veinte hombres rata se acercaban lentamente a las chicas por todos lados.
Los dos secuestradores continuaban corriendo como almas que llevaba el diablo -¡aun nos sigue!- grito uno sin mirar atrás, guiándose por los sonidos que hacia la licántropo al moverse -¡tú no te detengas, el jefe se encargara!- le respondía su compañero. La persecución los llevo cada vez más profundo en las alcantarillas.
Finalmente, los dos malvivientes se escabulleron tras una gran puerta de metal y la cerraron inmediatamente al entrar, dejando a Luna, junto con Bruna y Iori, fuera sin saber que hacer. Detrás de la puerta se podía escuchar una conversación, que rápidamente se deterioraba en una fuerte discusión, Bruna no sabía qué hacer, hasta escuchar el grito de una mujer que le parecía familiar. La mujer bestia soltó a Iori, tomo su martillo en ambas manos, y, similar a como hizo antes para liberar a la chica de campo, forzó la puerta de metal oxidada a base de golpes de ariete.
La escena detrás de la puerta era totalmente incomprensible y grotesca al mismo tiempo, la habitación detrás era una gran cámara circular, iluminada por frascos de vidrio sellados con una luz fluorescente verdosa emanando de su interior. En las paredes se encontraban varios instrumentos colgados de ganchos, algunos eran de tortura, otros eran instrumentos médicos, las paredes estaban llenas de escotillas de madera, en el centro de la habitación se encontraba una mesa de operaciones con un cadáver encima al que una figura encapuchada, vestida en una túnica harapienta estaba cociéndole una herida en el cuello un nauseabundo olor imperaba en aquel lugar, tan potente que parecía capaz de aturdir a Luna y Bruna. Justo entre esta figura y las chicas se encontraba otro hombre cuya parte superior de su pálido rostro estaba cubierta por una capucha negra, sus ropas negras eran más finas, una pechera roja escarlata con el símbolo de un dragón siendo empalado en una espada en el centro le servía de armadura.
El hombre tenía agarrado del cuello a ambos bandidos y los levantaba por encima de su cabeza cuando volcó la mirada hacia las intrusas -vaya- murmuro el desconocido en un suspiro en lo que soltaba a sus dos lacayos, dejándolos caer al suelo jadeando por aire, para ir a enfrentarse con Bruna y compañía. El pomo de la espada larga que llevaba en la espalda brillaba a la luz de las extrañas linternas, de su cinturón desenfundo dos extraños cuchillos a los que empezó a dar vuelta con gran destreza y maestría, caminaba tranquilamente con los brazos extendidos exudando una inquietante confianza para alguien que estaba por luchar contra una mujer bestia del tamaño de Bruna, y tan bien armada -parece que tendré que hacerme cargo de ustedes- dijo el amenazante extraño apuntando con uno de sus cuchillos a las tres chicas en frente suyo.
- Referencia visual a los cuchillos:
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Algo en ese extraño hacia que los pelos de la nuca de Bruna se pusieran de punta, el aroma que venia de el era demasiado familiar para su gusto, y esa armadura también. Luna se inclino hacia adelante, gruñendo entre dientes, lista para abalanzarse contra ese sujeto, pero la mujer bestia se interpuso entre aquel individuo y la niña lobo.
De pronto, las puertillas de madera de las paredes se abrieron y una jauría de gigantescas ratas salió corriendo al escuchar la conmoción, rodeando a las intrusas. Al inspeccionarlos mas de cerca, aquellas ratas parecían extrañamente humanoides, corrían en dos patas, a pesar de estar siempre inclinadas al frente, vestían con una colección de viejos harapos gastados y en sus manos cargaban con una gran variedad de armas improvisadas, desde viejos cuchillos oxidados a simples palos de madera o pedazos de puertas usados como garrotes.
Una de las ratas, que iba mejor vestida que las demás se paró sobre la mesa de operaciones, blandiendo un cayado de madera en ambas manos y gritando en una voz chillona muy familiar para Iori -¡NO DEJEN QUE ESTAS CRIATURAS LASTIMEN AL AMO!- las palabras de la “matriarca rata” provoco una suerte de frenesí en el resto de hombres rata que empezaron a soltar gritos de batalla y furia con sus chillonas voces.
El sujeto de los cuchillos se llevo un dedo al oído, revelando momentáneamente mas de su rostro y lo realmente pálido que se veía -¿puedes hacer que tus mascotas se calmen?- pregunto irritado mirando al otro sujeto encapuchado quien se disponía a bajar a la mujer rata de la mesa de operaciones con la delicadeza de un padre moviendo a un infante -mis pequeños serán mas aptos para tomar estos especímenes intactos que tu- dijo la otra figura con una voz que se notaba cansada -tener un hombre bestia y un licántropo con el cual practicar me ayudaría a romper la monotonía de estos experimentos, y obtener nuevos resultados- ante esa respuesta el hombre volvió a enfundar los cuchillos y se encogió de hombros -que tus alimañas se encarguen pues…- dijo mientras la tropa de entre veinte hombres rata se acercaban lentamente a las chicas por todos lados.
Bruna
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La humana navegaba entre el asombro y el alivio. Asombro de que, aunque la ursina aparentaba ser tremendamente fuerte, fuese capaz de correr a aquella velocidad cargando con ella. Alivio, porque volver a quedarse sola, en la penumbra de aquel túnel le daba literalmente pánico. Desconocía donde estaba y, por el momento, aquella mujer era la única opción que tenía de volver a ver la luz del sol. Se aferró a ella con todas sus fuerzas, y respondió, pronunciando como pudo debido al traqueteo de su mandíbula. - Nada que lamentar, al contrario... ¡Por favor no me sueltes! -
Cuando sus pies volvieron a sentir el suelo bajo ellos, se concentro en mantener el equilibrio a pesar de las vueltas que le daba la cabeza todavía por la carrera en brazos de Bruna. Se hizo a un lado, quedando ligeramente por detrás de sus dos compañeras, siendo consciente más que nunca de que, por mucho que en su aldea sus habilidades fuesen de mucha utilidad, ser capaz de preparar jabón o aprovechar al máximo la carne que podía sacar de un cordero no parecían provechosas allí. Abrió mucho los ojos y se llevó las manos a los oídos cuando la ursina golpeó la puerta con el martillo. Si no con su fuerza, la vibración de semejantes golpes podría hacer colapsar la bóveda del túnel sobre sus cabezas. O al menos eso pensaba Iori.
Tras derribarla, la escena interior hizo que estuviese sentada de cubrir ahora sus ojos. Aquel lugar no era nada que la humana hubiese visto antes ni por asomo. Retrocedió un pequeño paso notando como el miedo despertaba todos sus sentidos. - Dioses...- Habría salido huyendo con total seguridad, de no ser por la presencia poderosa e intimidante de Bruna delante de ella. El olor llegó a ella sin la claridad que percibieron sus compañeras, y sin embargo la humana sintió ganas de vomitar por aquella sensación nauseabunda.
- ¿Bruna? - preguntó dubitativa mientras se esforzaba por continuar al lado de ambas, flaqueando a la ursina por un costado. Sintió alivio cuando aquel hombre guardó los grandes cuchillos, pero la invasión de roedores no la hizo sentir más liberada.Tomó el bastón que portaba aferrado a su alforja en la espalda, y lo agarró con firmeza en sus manos. Pensó reconocer la aguda voz de la rata "madre" de haberla escuchado recientemente, pero la sorpresa de toda la situación la tenía descolocada. No era capaz de imaginar cómo se resolvería aquella situación. Pero lo que tenía claro era que por lo menos la primera rata que se acercase a ella saldría volando. Como que se llamaba Iori.
Cuando sus pies volvieron a sentir el suelo bajo ellos, se concentro en mantener el equilibrio a pesar de las vueltas que le daba la cabeza todavía por la carrera en brazos de Bruna. Se hizo a un lado, quedando ligeramente por detrás de sus dos compañeras, siendo consciente más que nunca de que, por mucho que en su aldea sus habilidades fuesen de mucha utilidad, ser capaz de preparar jabón o aprovechar al máximo la carne que podía sacar de un cordero no parecían provechosas allí. Abrió mucho los ojos y se llevó las manos a los oídos cuando la ursina golpeó la puerta con el martillo. Si no con su fuerza, la vibración de semejantes golpes podría hacer colapsar la bóveda del túnel sobre sus cabezas. O al menos eso pensaba Iori.
Tras derribarla, la escena interior hizo que estuviese sentada de cubrir ahora sus ojos. Aquel lugar no era nada que la humana hubiese visto antes ni por asomo. Retrocedió un pequeño paso notando como el miedo despertaba todos sus sentidos. - Dioses...- Habría salido huyendo con total seguridad, de no ser por la presencia poderosa e intimidante de Bruna delante de ella. El olor llegó a ella sin la claridad que percibieron sus compañeras, y sin embargo la humana sintió ganas de vomitar por aquella sensación nauseabunda.
- ¿Bruna? - preguntó dubitativa mientras se esforzaba por continuar al lado de ambas, flaqueando a la ursina por un costado. Sintió alivio cuando aquel hombre guardó los grandes cuchillos, pero la invasión de roedores no la hizo sentir más liberada.Tomó el bastón que portaba aferrado a su alforja en la espalda, y lo agarró con firmeza en sus manos. Pensó reconocer la aguda voz de la rata "madre" de haberla escuchado recientemente, pero la sorpresa de toda la situación la tenía descolocada. No era capaz de imaginar cómo se resolvería aquella situación. Pero lo que tenía claro era que por lo menos la primera rata que se acercase a ella saldría volando. Como que se llamaba Iori.
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Los hombres ratas se lanzaron embravecidos en contra del grupo, atacando desde todas direcciones, Bruna respondió rápidamente blandiendo el martillo en un arco horizontal, usando un movimiento de caderas para cubrir un área de impacto mas amplia en el proceso. El golpe mando a volar a tres hombres rata de una sola vez, poniendo en pausa al resto de las criaturas, uno de ellos se estrello contra la mesa de operaciones, rompiéndose el cuello y muriendo instantáneamente.
Al ver esto, el hombre encapuchado soltó un desgarrador alarido, ira y angustia se mesclaban en su voz mientras corría al lado del cadáver del hombre rata -¡NO, NO, NO, NO, NOOO!- gritaba el hombre, su voz casi rompiéndose en sollozos mientras ponía sus manos sobre el cuerpo si vida de su subordinado.
El vampiro observaba la escena y soltaba un bufido de irritación -nada mas esto me faltaba…- musito mientras se rascaba la cabeza -¿Qué infiernos haces?- exclamo al levantar la mirada y ver a su socio de pie apuntando con la palma de la mano en dirección a la ursina.
Debajo de la capucha se podía ver una expresión del mas profundo odio -¡MATARTE Y DEVOLVERTE A LA VIDA COMO UNA MARIONETA DE CARNE NO ES SUFICIENTE CASTIGO, TE ARE SUFRIR INCONTABLES TORTURAS POR LO QUE HICISTE ASQUEROSA BESTIA!- gritaba de forma incoherente el hombre mientras una pequeña chispa se enciende en la palma de su mano.
Los ojos del vampiro se hicieron tan grandes como platos -¡NO ENCIENDAS UNA LLAMA AQUÍ ANIM- trato de interrumpirlo, pero muy tarde, para cuando se movió una bola de fuego salió disparada de la mano del brujo en contra del grupo de intrusos.
Bruna actuó rápido, abrazando a ambas compañeras y tratando de cubrirlas con su cuerpo, la mujer bestia apretó los dientes, preparándose para el impacto, y este llego, no como una llamarada, sino, como una poderosa onda de choque.
A mitad de camino la bola de fuego exploto como un petardo, mandando a todo mundo dentro de aquella cámara a volar por los aires. Bruna y el resto salieron disparadas por donde vinieron, rodando como pelotas unos cuantos metros después de caer al piso, finalmente quedando con las dos chicas en cima de la ursina que las soltaba en lo que intentaba recuperar el conocimiento.
Sus orejas estaban ensordecidas, todo el cuerpo le dolía, por suerte había podido absorber el grueso del impacto y evitarles heridas mayores a sus dos compañeras, aunque ella misma no estaba del todo bien.
La ursina se levanto con dificultad mientras escuchaba como su oído regresaba lentamente, se miró a sus alrededores, vio que la pequeña luna había regresado a su forma humana, se encontraba inconsciente tirada en el piso.
A unos cuantos metros se encontraba su martillo, forzada a apoyarse en la pared para no tambalearse en lo que iba a recoger su arma, para luego volver a adentrarse en aquella cámara.
Al entrar, lo único que alcanzo a ver la mujer bestia, en medio de todo el desastre, fueron los dos bandidos que estuvo persiguiendo luna, yacían muertos en el suelo a causa de la explosión, ninguno de los hombres rata estaban presentes, a excepción del que Bruna había matado accidentalmente. Ni el vampiro, ni el brujo, estaban por ningún lado, dos puertas que antes no había notado se encontraban abiertas, reviso una de ellas, pero solo encontró un pasillo que se extendía muy lejos.
Decidiendo no conveniente explorar aquel pasillo en su condición actual, la ursina le hecho una mirada a la otra puerta semi abierta, detrás de ella vio encadenada a la pared a una señora muy familiar, junto a otros, en su mayoría indigentes desplazados por el asedio, casi todos seguían aturdidos por la explosión en el otro cuarto, Bruna se dejó caer sentada en lo que aun se recuperaba de aquel desastre.
Al ver esto, el hombre encapuchado soltó un desgarrador alarido, ira y angustia se mesclaban en su voz mientras corría al lado del cadáver del hombre rata -¡NO, NO, NO, NO, NOOO!- gritaba el hombre, su voz casi rompiéndose en sollozos mientras ponía sus manos sobre el cuerpo si vida de su subordinado.
El vampiro observaba la escena y soltaba un bufido de irritación -nada mas esto me faltaba…- musito mientras se rascaba la cabeza -¿Qué infiernos haces?- exclamo al levantar la mirada y ver a su socio de pie apuntando con la palma de la mano en dirección a la ursina.
Debajo de la capucha se podía ver una expresión del mas profundo odio -¡MATARTE Y DEVOLVERTE A LA VIDA COMO UNA MARIONETA DE CARNE NO ES SUFICIENTE CASTIGO, TE ARE SUFRIR INCONTABLES TORTURAS POR LO QUE HICISTE ASQUEROSA BESTIA!- gritaba de forma incoherente el hombre mientras una pequeña chispa se enciende en la palma de su mano.
Los ojos del vampiro se hicieron tan grandes como platos -¡NO ENCIENDAS UNA LLAMA AQUÍ ANIM- trato de interrumpirlo, pero muy tarde, para cuando se movió una bola de fuego salió disparada de la mano del brujo en contra del grupo de intrusos.
Bruna actuó rápido, abrazando a ambas compañeras y tratando de cubrirlas con su cuerpo, la mujer bestia apretó los dientes, preparándose para el impacto, y este llego, no como una llamarada, sino, como una poderosa onda de choque.
A mitad de camino la bola de fuego exploto como un petardo, mandando a todo mundo dentro de aquella cámara a volar por los aires. Bruna y el resto salieron disparadas por donde vinieron, rodando como pelotas unos cuantos metros después de caer al piso, finalmente quedando con las dos chicas en cima de la ursina que las soltaba en lo que intentaba recuperar el conocimiento.
Sus orejas estaban ensordecidas, todo el cuerpo le dolía, por suerte había podido absorber el grueso del impacto y evitarles heridas mayores a sus dos compañeras, aunque ella misma no estaba del todo bien.
La ursina se levanto con dificultad mientras escuchaba como su oído regresaba lentamente, se miró a sus alrededores, vio que la pequeña luna había regresado a su forma humana, se encontraba inconsciente tirada en el piso.
A unos cuantos metros se encontraba su martillo, forzada a apoyarse en la pared para no tambalearse en lo que iba a recoger su arma, para luego volver a adentrarse en aquella cámara.
Al entrar, lo único que alcanzo a ver la mujer bestia, en medio de todo el desastre, fueron los dos bandidos que estuvo persiguiendo luna, yacían muertos en el suelo a causa de la explosión, ninguno de los hombres rata estaban presentes, a excepción del que Bruna había matado accidentalmente. Ni el vampiro, ni el brujo, estaban por ningún lado, dos puertas que antes no había notado se encontraban abiertas, reviso una de ellas, pero solo encontró un pasillo que se extendía muy lejos.
Decidiendo no conveniente explorar aquel pasillo en su condición actual, la ursina le hecho una mirada a la otra puerta semi abierta, detrás de ella vio encadenada a la pared a una señora muy familiar, junto a otros, en su mayoría indigentes desplazados por el asedio, casi todos seguían aturdidos por la explosión en el otro cuarto, Bruna se dejó caer sentada en lo que aun se recuperaba de aquel desastre.
Bruna
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Re: El que busca encuentra [LIBRE 4/4] [CERRADO]
Mientras el pánico la congelaba de forma efectiva, convirtiéndola de un blanco que duraría lo que tardasen en darle un golpe. la ursina se lanzó al combate haciendo gala de unas habilidades atroces. Los ojos azules se abrieron mucho, las pupilas se dilataron y Iori olvidó respirar mientras contemplaba la fuerza atroz que tenía Bruna. Menos mal que tensa como estaba no podía soltar el palo, de lo contrario hubiera caído a sus pies en el suelo de puro asombro.
En una posición retrasada como estaba, detrás de la mujer oso no podía ver bien toda la escena. Sin embargo, la brutal bronca de uno de los hombres que estaban dentro de la habitación prometía muerte y destrucción para Bruna sin medida. Aunque el sentido de la preservación la animaba a dar un paso hacia atrás, la humana era tonta y valiente. Avanzó hacia la osa, deseando ser capaz de ponerse a su lado para continuar juntas aquella lucha, aunque Iori permaneciese en pie menos de dos minutos. Sin embargo prácticamente chocó contra ella cuando esta se giró agarrándolas a ambas. La humana no alcanzó a entender qué era lo que estaba pasando. Hasta que lo escuchó.
O más precisamente dejó de escuchar. El tamaño de la explosión fue algo que jamás había vivido ni por asomo. Cerró los ojos mientras sentía que algo barría con las tres lanzándolas contra el suelo. Los brazos de la ursina la protegió lo suficiente como para evitar que su cuerpo golpease contra el suelo. El aire pasó a velocidad sobre ellas arrastrando el olor de la explosión y el polvo que cegó todo por un momento. Tras el silencio inicial de sus oídos, un insistente pitido se alojó en el interior de su cabeza mientras abría los ojos. Estaban a varios metros de la entrada de la habitación. La pequeña y Bruna estaban vivas, aunque la ursina se había llevado la mayor parte del golpe. Por protegerlas.
La humana sintió que su corazón se encogía, y se esforzó en levantarse tambaleante para evitar ser una molestia. El equilibrio no estaba del todo con ella. - ¿¡Estás bien!? - habló en voz alta, pero apenas llegó con claridad un murmullo lejano a su oído. Imaginó que si ella misma apenas se había podido escuchar, Bruna tendría las mismas dificultades. Apoyó una mano en su antebrazo cuando tomó su martillo y la observó con preocupación. Aunque mal herida, su fortaleza era admirable. Iori siguió al interior de la destrozada habitación a Bruna. Ignorando los cuerpos de los dos hombres, asomó por la puerta en la que entró Bruna y observó la colección de personas que estaban allí presas. - Dioses... Los tenían aquí retenidos...-
La esclavitud o el rapto, eran conceptos que en la mente de Iori existía en cuentos que se narraban en las viejas historias a la luz de la hoguera. Su aldea era un lugar demasiado lejano de todo como para que sucedieran allí ese tipo de cosas. Vidas en el campo demasiado sencillas como para llegar a corromperse con ese tipo de prácticas. Y sin embargo, allí estaba. Siendo consciente por primera vez en su vida de los horrores que hasta entonces solo eran viejas historias en su cabeza. Se arrodilló al lado de Bruna, con la expresión desencajada y la abrazó por detrás intentando abarcar sus hombros. - ¿¡Estás bien?! ¿Podemos liberarlos? ¿Es mejor ir a buscar a la guardia? - tanteó las preguntas según se agolpaban de forma desordenada en su mente, en voz alta intentando que la ursina la escuchase por encima de las secuelas de la explosión en sus oídos.
En una posición retrasada como estaba, detrás de la mujer oso no podía ver bien toda la escena. Sin embargo, la brutal bronca de uno de los hombres que estaban dentro de la habitación prometía muerte y destrucción para Bruna sin medida. Aunque el sentido de la preservación la animaba a dar un paso hacia atrás, la humana era tonta y valiente. Avanzó hacia la osa, deseando ser capaz de ponerse a su lado para continuar juntas aquella lucha, aunque Iori permaneciese en pie menos de dos minutos. Sin embargo prácticamente chocó contra ella cuando esta se giró agarrándolas a ambas. La humana no alcanzó a entender qué era lo que estaba pasando. Hasta que lo escuchó.
O más precisamente dejó de escuchar. El tamaño de la explosión fue algo que jamás había vivido ni por asomo. Cerró los ojos mientras sentía que algo barría con las tres lanzándolas contra el suelo. Los brazos de la ursina la protegió lo suficiente como para evitar que su cuerpo golpease contra el suelo. El aire pasó a velocidad sobre ellas arrastrando el olor de la explosión y el polvo que cegó todo por un momento. Tras el silencio inicial de sus oídos, un insistente pitido se alojó en el interior de su cabeza mientras abría los ojos. Estaban a varios metros de la entrada de la habitación. La pequeña y Bruna estaban vivas, aunque la ursina se había llevado la mayor parte del golpe. Por protegerlas.
La humana sintió que su corazón se encogía, y se esforzó en levantarse tambaleante para evitar ser una molestia. El equilibrio no estaba del todo con ella. - ¿¡Estás bien!? - habló en voz alta, pero apenas llegó con claridad un murmullo lejano a su oído. Imaginó que si ella misma apenas se había podido escuchar, Bruna tendría las mismas dificultades. Apoyó una mano en su antebrazo cuando tomó su martillo y la observó con preocupación. Aunque mal herida, su fortaleza era admirable. Iori siguió al interior de la destrozada habitación a Bruna. Ignorando los cuerpos de los dos hombres, asomó por la puerta en la que entró Bruna y observó la colección de personas que estaban allí presas. - Dioses... Los tenían aquí retenidos...-
La esclavitud o el rapto, eran conceptos que en la mente de Iori existía en cuentos que se narraban en las viejas historias a la luz de la hoguera. Su aldea era un lugar demasiado lejano de todo como para que sucedieran allí ese tipo de cosas. Vidas en el campo demasiado sencillas como para llegar a corromperse con ese tipo de prácticas. Y sin embargo, allí estaba. Siendo consciente por primera vez en su vida de los horrores que hasta entonces solo eran viejas historias en su cabeza. Se arrodilló al lado de Bruna, con la expresión desencajada y la abrazó por detrás intentando abarcar sus hombros. - ¿¡Estás bien?! ¿Podemos liberarlos? ¿Es mejor ir a buscar a la guardia? - tanteó las preguntas según se agolpaban de forma desordenada en su mente, en voz alta intentando que la ursina la escuchase por encima de las secuelas de la explosión en sus oídos.
Iori Li
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Re: El que busca encuentra [LIBRE 4/4] [CERRADO]
Bruna sentía como Ioiri la abrazaba por la espalda, soltando un profundo suspiro antes de responderle -tal ves llamar a los guardias seria lo mejor…- dijo sin poder ocultar el dolor que sentía en los huesos -de todos modos, no creo que tarden mucho en llegar considerando el ruido que hicimos…- pensó en voz alta la ursina en lo que la pequeña Luna, de regreso a su forma humana entraba en el cuarto sujetándose la cabeza con una mano.
La niña lobo se sentó al lado de Bruna, recargando su espalda sobre el costado de la mujer bestia -pew… que lio en el que nos metimos…- suspiro la licántropa.
Bruna soltó un leve gruñido y agarro la cabeza de la niña con una de sus zarpas, apretándola con cuidado y sacudiéndola suavemente en modo de reprimenda -debiste esperar en lugar de lanzarte a una persecución a ciegas por una alcantarilla que no conocíamos- dijo la osa con tono severo -¿a poco te olvidaste que te dije que te quedaras cerca mío?- pregunto Bruna irritada.
Luna batallo un poco para liberarse del agarre de su guardiana sin mucho éxito, cuando la mujer bestia finalmente la libero de cuenta propia, la niña se volvió a recostar contra el enorme cuerpo de Bruna -perdón…- fue lo único que dijo en voz baja.
De entre los prisioneros en aquella celda una mujer de mediana edad, algo gorda y de cabellos medio grises se asomó, colgándose de la cadena que la mantenía atada a la pared -¿Bruna?- pregunto la mujer reconociendo a la ursina.
Bruna volvió a levantar la mirada -señora Gyrd, ¿esta bien?- pregunto la ursina exaltada, intentando levantarse sin mucho éxito -¡aaarg!- se quejo la mujer bestia al volver a caer de trasero sobre el piso.
Gyrd se levantó con dificultad para ver mejor a sus “salvadoras”, al darse cuenta del pobre estado en el que se encontraba Bruna su cara se tornó en una expresión de tristeza -ay mi niña… ¿Por qué tomarte estos riesgos?- dijo sacudiendo la cabeza lentamente en signo de negación -tu descansa, la guardia ya a de venir en camino, sobre todo después de tanto alboroto- dijo la señora intentado sonar mas alegre.
No tomo ni diez minutos para que la predicción de la verdulera se probara correcta, ya que se empezaron a escuchar gritos de alarma desde la superficie. Tras escuchar los gritos de auxilio de los secuestrados, llegaría un escuadrón de la guardia de la ciudad para rescatarlos en otros diez minutos.
Aproximadamente una hora después de que ocurriera la explosión Bruna y sus amigas, junto a los desaparecidos, fueron escoltados fuera de las alcantarillas por la guardia, quienes les daría atención médica y la primera comida caliente que muchas de esas personas habrán tenido en meses.
Tras recibir el grueso del impacto de la explosión al cubrir a Luna e Iori, Bruna fue quien más tuvo necesidad de las atenciones de los sanadores de la guardia.
Después de que sus heridas fueran estabilizadas, Bruna caería rendida al suelo para dormir un rato de costado. Luna, quien permanecía sentada junto con la osa, recargando su espalda contra la barriga de la mujer bestia, se estiro y miro a Iori -nada mal para ser tu primer día en la gran ciudad, ¿eh?- dijo con una picara sonrisa dibujada en su cansado rostro.
La niña lobo se sentó al lado de Bruna, recargando su espalda sobre el costado de la mujer bestia -pew… que lio en el que nos metimos…- suspiro la licántropa.
Bruna soltó un leve gruñido y agarro la cabeza de la niña con una de sus zarpas, apretándola con cuidado y sacudiéndola suavemente en modo de reprimenda -debiste esperar en lugar de lanzarte a una persecución a ciegas por una alcantarilla que no conocíamos- dijo la osa con tono severo -¿a poco te olvidaste que te dije que te quedaras cerca mío?- pregunto Bruna irritada.
Luna batallo un poco para liberarse del agarre de su guardiana sin mucho éxito, cuando la mujer bestia finalmente la libero de cuenta propia, la niña se volvió a recostar contra el enorme cuerpo de Bruna -perdón…- fue lo único que dijo en voz baja.
De entre los prisioneros en aquella celda una mujer de mediana edad, algo gorda y de cabellos medio grises se asomó, colgándose de la cadena que la mantenía atada a la pared -¿Bruna?- pregunto la mujer reconociendo a la ursina.
Bruna volvió a levantar la mirada -señora Gyrd, ¿esta bien?- pregunto la ursina exaltada, intentando levantarse sin mucho éxito -¡aaarg!- se quejo la mujer bestia al volver a caer de trasero sobre el piso.
Gyrd se levantó con dificultad para ver mejor a sus “salvadoras”, al darse cuenta del pobre estado en el que se encontraba Bruna su cara se tornó en una expresión de tristeza -ay mi niña… ¿Por qué tomarte estos riesgos?- dijo sacudiendo la cabeza lentamente en signo de negación -tu descansa, la guardia ya a de venir en camino, sobre todo después de tanto alboroto- dijo la señora intentado sonar mas alegre.
No tomo ni diez minutos para que la predicción de la verdulera se probara correcta, ya que se empezaron a escuchar gritos de alarma desde la superficie. Tras escuchar los gritos de auxilio de los secuestrados, llegaría un escuadrón de la guardia de la ciudad para rescatarlos en otros diez minutos.
Aproximadamente una hora después de que ocurriera la explosión Bruna y sus amigas, junto a los desaparecidos, fueron escoltados fuera de las alcantarillas por la guardia, quienes les daría atención médica y la primera comida caliente que muchas de esas personas habrán tenido en meses.
Tras recibir el grueso del impacto de la explosión al cubrir a Luna e Iori, Bruna fue quien más tuvo necesidad de las atenciones de los sanadores de la guardia.
Después de que sus heridas fueran estabilizadas, Bruna caería rendida al suelo para dormir un rato de costado. Luna, quien permanecía sentada junto con la osa, recargando su espalda contra la barriga de la mujer bestia, se estiro y miro a Iori -nada mal para ser tu primer día en la gran ciudad, ¿eh?- dijo con una picara sonrisa dibujada en su cansado rostro.
Bruna
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Re: El que busca encuentra [LIBRE 4/4] [CERRADO]
La humana se movió como un pez fuera del agua, indecisa. Trataba de organizar en su mente las prioridades. Entre atender a Bruna, tratar de soltar a los prisioneros, o asegurarse de que Luna no volvía a echar a correr, fue plenamente consciente de que no estaba hecha para encargarse de otros. El alivio al encontrarse a la guardia de Lunargenta fue notable, aunque la preocupación por la situación de la úrsida le atenazaba el corazón. El sentimiento de culpa era casi tan grande como el de deuda. Observó con aprensión, como la mujer "regañaba" a la pequeña licántropa, con aquella mezcla entre enfado y preocupación que había visto en otras personas. Otros niños de su aldea.
No podría decir nunca que no se había sentido acogida y cuidada allí, pero decir que alguien la había tratado de forma amorosa, con verdadera preocupación le quedaba grande. Imaginó que la persona a la que llamaron señora Gyr era la razón por la cual ambas habían ido a las cloacas. Y la razón por la que ella estaba viva en aquel instante. De no ser por Bruna, Iori no era capaz de imaginar qué le habría pasado allí. Moriría de forma anónima, nadie en su aldea sabría jamás lo que le había pasado, y nadie se preocuparía por ella pasado un tiempo. Notó entonces un leve nudo en la garganta. Morir era algo natural, pero hacerlo en soledad, de una forma como la que podía haber sido para ella no era en absoluto algo deseable.
Cuando salieron en grupo, poco a poco, intentó ofrecerse como apoyo para que la herida Bruna pudiera caminar. Se sentía fatal cada vez que miraba para ella. Estaba convencida de que si solamente hubiera tenido que proteger a Luna sus lesiones no serían tan grandes. Descanso, cuidados y comida, eso era lo que precisaba. Ella apenas tenía un par de rasguños, y los oídos ya habían dejado de pitarle. Se sentó al lado de la úrsida, mirándola con cara de culpabilidad. Luna en cambio era explosiva. Sonrió de medio lado, ante su comentario y abrazó con fuerza las rodillas al pecho. - Nada mal... nada mal para saber que este lugar no es para mí - bajó la cabeza en gesto cansado, y rió entre dientes con más fuerza de antes. - Tú tienes muchas más agallas que yo Luna, ha sido impresionante verte allí abajo. Aunque temerario, impresionante. - Alzó el rostro mirando de nuevo a Bruna y apoyó una mano de forma delicada en su brazo, con preocupación. - Mi aventura ha llegado a su fin, volveré a mi aldea mañana - Aseguró. Y en su fuero interno, se prometió no volver a pisar jamás aquella maldita ciudad en lo que le restaba de vida.
No podría decir nunca que no se había sentido acogida y cuidada allí, pero decir que alguien la había tratado de forma amorosa, con verdadera preocupación le quedaba grande. Imaginó que la persona a la que llamaron señora Gyr era la razón por la cual ambas habían ido a las cloacas. Y la razón por la que ella estaba viva en aquel instante. De no ser por Bruna, Iori no era capaz de imaginar qué le habría pasado allí. Moriría de forma anónima, nadie en su aldea sabría jamás lo que le había pasado, y nadie se preocuparía por ella pasado un tiempo. Notó entonces un leve nudo en la garganta. Morir era algo natural, pero hacerlo en soledad, de una forma como la que podía haber sido para ella no era en absoluto algo deseable.
Cuando salieron en grupo, poco a poco, intentó ofrecerse como apoyo para que la herida Bruna pudiera caminar. Se sentía fatal cada vez que miraba para ella. Estaba convencida de que si solamente hubiera tenido que proteger a Luna sus lesiones no serían tan grandes. Descanso, cuidados y comida, eso era lo que precisaba. Ella apenas tenía un par de rasguños, y los oídos ya habían dejado de pitarle. Se sentó al lado de la úrsida, mirándola con cara de culpabilidad. Luna en cambio era explosiva. Sonrió de medio lado, ante su comentario y abrazó con fuerza las rodillas al pecho. - Nada mal... nada mal para saber que este lugar no es para mí - bajó la cabeza en gesto cansado, y rió entre dientes con más fuerza de antes. - Tú tienes muchas más agallas que yo Luna, ha sido impresionante verte allí abajo. Aunque temerario, impresionante. - Alzó el rostro mirando de nuevo a Bruna y apoyó una mano de forma delicada en su brazo, con preocupación. - Mi aventura ha llegado a su fin, volveré a mi aldea mañana - Aseguró. Y en su fuero interno, se prometió no volver a pisar jamás aquella maldita ciudad en lo que le restaba de vida.
Iori Li
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