En busca de lo improbable (Libre) [CERRADO]
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En busca de lo improbable (Libre) [CERRADO]
Tantos años de lecturas y preparación, y ahora sólo sentía tristeza. No dudaba un ápice de la decisión que había tomado meses atrás, tan sólo había comenzado a añorar, incluso sin abandonarlos, aquellos hermosos bosques donde incólume, permanecía el saber ancestral y la bondad de su pueblo. Envainó su delicada y afilada espada y acarreando una bolsa de viaje con los útiles imprescindibles, abandonó el poblado.
No miró atrás. Sus padres le esperarían eternamente. Quienes recibían de él la gran palabra de amigos le habían pedido a los dioses protección para el errante. Sabía que había quienes no comprendían su necesidad, difícil de entender para aquellos que observaban la luz entre las hojas de los árboles, como si el mundo permaneciese quieto, olvidado, y pudiesen evitar el Mal con buenos deseos. Existían por supuesto elfos irreductibles. Criaturas que pagaban con su vida defender su último hogar, y para su desdén, no faltaban coetáneos que los calificaban de fanáticos, extremistas cuya locura les llevaría a otra guerra. Nousis había hablado largo y tendido sobre tales gentes con sus maestros, pero su pueblo amaba más el sosiego de lo que a él le hubiere gustado. No obstante, nunca había considerado seriamente unirse a tales escudos de Sandorái. Las artes élficas tenían un limite. Y el heredero de los Índirel no buscaba luchar en una guerra a gran escala, sino exterminar a sus enemigos de una vez y para siempre. Tal poder no se encontraba en las ramas de los árboles.
-¿Dónde irás?- inquirió su padre, Nourian, un superviviente de las antiguas batallas que había abrazado a precaria paz existente en la actualidad. Su hijo lo respetaba pese a ello, por su amor a la familia, a la comunidad y al saber. Lo consideraba la encarnación de la prudencia y respetaba su autoridad, siempre lo había hecho. Sólo había llegado el momento de vivir su propia historia, que comenzaba por alejarse de lo que le era querido.
-Recorreré cada resquicio de nuestro reino y conversaré con todo gran sabio que conozca cada página de nuestra historia. Debe existir algo que se nos ha pasado por alto en los milenios que llevamos pisando este mundo- caviló, sin titubear. Su voz reflejaba un tono pensativo pero libre de toda duda- Sabes que no podemos escondernos para siempre, padre.
-Tal vez el tiempo de los Elfos se desvanece, pues todo lo deciden los dioses- Nousis negó enérgicamente con un gesto de la cabeza. Veneraba a las deidades de los suyos, mas dudaba que se dedicasen a regir el destino de las razas mortales.
-La maldad de los Brujos, de Vampiros, de parte de los Hombres debe ser eliminada. Somos la luz del mundo, padre. Debemos preservar Sandorái al precio que sea. Y no deseo ver asesinados a más de mi pueblo.
-Es posible que tu búsqueda sea vana- alegó el sabio Elfo- Pareces intentar alcanzar un poder dispuesto sólo para los Creadores.
-A ellos se lo pediré si es mi único recurso llegar al cielo- contraatacó el más joven de ambos. Nourian sonrió con pesadumbre.
-Posees un espíritu poderoso- afirmó- Sólo espero que ello no te lleve a un final prematuro, hijo mío. No todo es tan fácil de distinguir- abrazó a su progenie, y con su bendición, éste partió hacia las afueras del poblado.
Sorprendiéndose a sí mismo, se detuvo un instante justo al traspasar el perímetro de la tierra donde había nacido. Alzó la vista, y dedicó una sonrisa cargada de sueños y seguridad a unas estrellas que alumbraban los primeros pasos de su aventura.
-Veo que has decidido deslizarte entre las sombras. ¿Pensaste que no iba a conocer tus intenciones?- El joven Elfo sonrió.
-Sabía que vendrías, madre- Ésta le abrazó. Había sido siempre su fuente de esperanza, de templanza, representando cuanto bueno existía.
-Ten todo el cuidado que puedas atesorar- pidió la fémina. Siempre había sido una criatura delicada desde el parto de su primogénito y único hijo. Volver a dar a luz le habría arrancado la vida. Por ello, entre muchas otras razones, Nousis siempre había tratado de ser un ejemplo como hijo en todo aspecto. Sólo había llegado el momento de ser quien debía. Ella lo observaba como si pudiese leerle el pensamiento. Un rostro donde se mezclaban orgullo y melancolía aparecía ante su descendiente- El mundo contiene más peligros de los que tienes conocimiento, por vasto que éste sea. Encontrarás situaciones que jamás hubieras esperado y te cuestionarás mucho de lo que hoy te parece por completo seguro. Siempre ocurre de tal modo.
Nousis no quería discutir con Tielian. Se limitó a realizar un gesto despreocupado, y abrazarla, trasmitiéndole cuanto cariño fue capaz. Ella alzó una pálida mano al dar su hijo varios pasos hasta internarse en la profundidad del bosque, sabiendo que no miraría atrás. Era tal su orgullo y confianza que la Elfa temía qué ocurriría si un día llegaban a temblar. Momentáneamente sintió que sus rodillas fallaban y cayó al suelo sin resultar herida. Llevó una mano a la cabeza, consumida un momento por una gran oscuridad, y el miedo por el futuro atenazó su corazón.
Sandorái. Las ciudades de la caótica península de Verisar, donde tantas razas se mezclaban. El pantano al norte y los bosques del este. Los ojos del Elfo observaban ahora las ruinas que se alzaban al oeste de su tierra natal. Hacía años que no veía a los suyos, mas aún distaba de ser el momento. Menos de un lustro era escaso tiempo para su raza, hecho que por otra parte, se dilataba ante el fracaso de su viaje.
No había encontrado nada. Nada, más que codicia, violencia y una gigantesca ignorancia. Las urbes eran grandes animales de piedra, cuyo cinturón de murallas encarcelaba dentro de sí a predadores y presas por igual, en una falsa sensación de seguridad. La magia estaba a la orden del día, y Nousis debió de hacer verdaderos esfuerzos para no asesinar a plena luz del día a unas hechiceras que mostraron sus dones alegremente, como se hallasen ajenas a todo peligro. Como si los elfos hubiesen sido exterminados. Apretó los dientes y relajó la mano que agarraba con fuerza la empuñadura de una espada que pedía sangre. Pero no. Era demasiado inteligente para hacer semejante estupidez en una tierra que sólo conocía por libros y escritos. Los momentos terminaban llegando si uno era listo, y paciente.
Años después de aquel encuentro, Nousis limpiaba su esbelta arma con mimo y cuidado, al tiempo que el líquido vital escapaba del cuerpo de un hombre, cuya tez palidecía por momento. El Elfo, sentado en una piedra, contemplaba el hermoso paisaje, sin hacer concesión alguna a los estertores del moribundo.
-No debiste atacar- opinó sin dirigirle una sola mirada, con voz átona- He visto varias de tus gentes mucho más poderosas de lo que aún soy. No era tu caso. Mueres por nada.
Un horrible sonido, semejante a una arcada, precedió a otro, el característico choque de un líquido contra el suelo. El nacido en Sandorái no se inmutó.
-Sois escoria en este mundo. Demasiada para asesinaros uno a uno- adujo, en tono sosegado- Sois vosotros o nosotros. Victoria o muerte- terminó. El hombre había muerto, y Nousis arrojó el paño escarlata hacia el cadáver.
-Victoria o muerte- repitió, ensimismado, alejándose del lugar.
No miró atrás. Sus padres le esperarían eternamente. Quienes recibían de él la gran palabra de amigos le habían pedido a los dioses protección para el errante. Sabía que había quienes no comprendían su necesidad, difícil de entender para aquellos que observaban la luz entre las hojas de los árboles, como si el mundo permaneciese quieto, olvidado, y pudiesen evitar el Mal con buenos deseos. Existían por supuesto elfos irreductibles. Criaturas que pagaban con su vida defender su último hogar, y para su desdén, no faltaban coetáneos que los calificaban de fanáticos, extremistas cuya locura les llevaría a otra guerra. Nousis había hablado largo y tendido sobre tales gentes con sus maestros, pero su pueblo amaba más el sosiego de lo que a él le hubiere gustado. No obstante, nunca había considerado seriamente unirse a tales escudos de Sandorái. Las artes élficas tenían un limite. Y el heredero de los Índirel no buscaba luchar en una guerra a gran escala, sino exterminar a sus enemigos de una vez y para siempre. Tal poder no se encontraba en las ramas de los árboles.
-¿Dónde irás?- inquirió su padre, Nourian, un superviviente de las antiguas batallas que había abrazado a precaria paz existente en la actualidad. Su hijo lo respetaba pese a ello, por su amor a la familia, a la comunidad y al saber. Lo consideraba la encarnación de la prudencia y respetaba su autoridad, siempre lo había hecho. Sólo había llegado el momento de vivir su propia historia, que comenzaba por alejarse de lo que le era querido.
-Recorreré cada resquicio de nuestro reino y conversaré con todo gran sabio que conozca cada página de nuestra historia. Debe existir algo que se nos ha pasado por alto en los milenios que llevamos pisando este mundo- caviló, sin titubear. Su voz reflejaba un tono pensativo pero libre de toda duda- Sabes que no podemos escondernos para siempre, padre.
-Tal vez el tiempo de los Elfos se desvanece, pues todo lo deciden los dioses- Nousis negó enérgicamente con un gesto de la cabeza. Veneraba a las deidades de los suyos, mas dudaba que se dedicasen a regir el destino de las razas mortales.
-La maldad de los Brujos, de Vampiros, de parte de los Hombres debe ser eliminada. Somos la luz del mundo, padre. Debemos preservar Sandorái al precio que sea. Y no deseo ver asesinados a más de mi pueblo.
-Es posible que tu búsqueda sea vana- alegó el sabio Elfo- Pareces intentar alcanzar un poder dispuesto sólo para los Creadores.
-A ellos se lo pediré si es mi único recurso llegar al cielo- contraatacó el más joven de ambos. Nourian sonrió con pesadumbre.
-Posees un espíritu poderoso- afirmó- Sólo espero que ello no te lleve a un final prematuro, hijo mío. No todo es tan fácil de distinguir- abrazó a su progenie, y con su bendición, éste partió hacia las afueras del poblado.
Sorprendiéndose a sí mismo, se detuvo un instante justo al traspasar el perímetro de la tierra donde había nacido. Alzó la vista, y dedicó una sonrisa cargada de sueños y seguridad a unas estrellas que alumbraban los primeros pasos de su aventura.
-Veo que has decidido deslizarte entre las sombras. ¿Pensaste que no iba a conocer tus intenciones?- El joven Elfo sonrió.
-Sabía que vendrías, madre- Ésta le abrazó. Había sido siempre su fuente de esperanza, de templanza, representando cuanto bueno existía.
-Ten todo el cuidado que puedas atesorar- pidió la fémina. Siempre había sido una criatura delicada desde el parto de su primogénito y único hijo. Volver a dar a luz le habría arrancado la vida. Por ello, entre muchas otras razones, Nousis siempre había tratado de ser un ejemplo como hijo en todo aspecto. Sólo había llegado el momento de ser quien debía. Ella lo observaba como si pudiese leerle el pensamiento. Un rostro donde se mezclaban orgullo y melancolía aparecía ante su descendiente- El mundo contiene más peligros de los que tienes conocimiento, por vasto que éste sea. Encontrarás situaciones que jamás hubieras esperado y te cuestionarás mucho de lo que hoy te parece por completo seguro. Siempre ocurre de tal modo.
Nousis no quería discutir con Tielian. Se limitó a realizar un gesto despreocupado, y abrazarla, trasmitiéndole cuanto cariño fue capaz. Ella alzó una pálida mano al dar su hijo varios pasos hasta internarse en la profundidad del bosque, sabiendo que no miraría atrás. Era tal su orgullo y confianza que la Elfa temía qué ocurriría si un día llegaban a temblar. Momentáneamente sintió que sus rodillas fallaban y cayó al suelo sin resultar herida. Llevó una mano a la cabeza, consumida un momento por una gran oscuridad, y el miedo por el futuro atenazó su corazón.
CUATRO AÑOS DESPUÉS
Sandorái. Las ciudades de la caótica península de Verisar, donde tantas razas se mezclaban. El pantano al norte y los bosques del este. Los ojos del Elfo observaban ahora las ruinas que se alzaban al oeste de su tierra natal. Hacía años que no veía a los suyos, mas aún distaba de ser el momento. Menos de un lustro era escaso tiempo para su raza, hecho que por otra parte, se dilataba ante el fracaso de su viaje.
No había encontrado nada. Nada, más que codicia, violencia y una gigantesca ignorancia. Las urbes eran grandes animales de piedra, cuyo cinturón de murallas encarcelaba dentro de sí a predadores y presas por igual, en una falsa sensación de seguridad. La magia estaba a la orden del día, y Nousis debió de hacer verdaderos esfuerzos para no asesinar a plena luz del día a unas hechiceras que mostraron sus dones alegremente, como se hallasen ajenas a todo peligro. Como si los elfos hubiesen sido exterminados. Apretó los dientes y relajó la mano que agarraba con fuerza la empuñadura de una espada que pedía sangre. Pero no. Era demasiado inteligente para hacer semejante estupidez en una tierra que sólo conocía por libros y escritos. Los momentos terminaban llegando si uno era listo, y paciente.
Años después de aquel encuentro, Nousis limpiaba su esbelta arma con mimo y cuidado, al tiempo que el líquido vital escapaba del cuerpo de un hombre, cuya tez palidecía por momento. El Elfo, sentado en una piedra, contemplaba el hermoso paisaje, sin hacer concesión alguna a los estertores del moribundo.
-No debiste atacar- opinó sin dirigirle una sola mirada, con voz átona- He visto varias de tus gentes mucho más poderosas de lo que aún soy. No era tu caso. Mueres por nada.
Un horrible sonido, semejante a una arcada, precedió a otro, el característico choque de un líquido contra el suelo. El nacido en Sandorái no se inmutó.
-Sois escoria en este mundo. Demasiada para asesinaros uno a uno- adujo, en tono sosegado- Sois vosotros o nosotros. Victoria o muerte- terminó. El hombre había muerto, y Nousis arrojó el paño escarlata hacia el cadáver.
-Victoria o muerte- repitió, ensimismado, alejándose del lugar.
Última edición por Nousis Indirel el Dom Nov 17 2019, 17:18, editado 1 vez
Nousis Indirel
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Re: En busca de lo improbable (Libre) [CERRADO]
Con las primeras luces del alba colándose en la pequeña habitación a través de la ventana, la voluminosa figura que yacía bajo las sábanas empezó a moverse lentamente, girando sobre sí misma hasta que una de las alas quedó colgando del borde de la cama, a escasos centímetros del suelo.
Aún era temprano, quitando la zona del muelle y la del mercado, donde los tenderos se afanaban para terminar de armar sus puestos, el resto de Lunargenta seguía durmiendo plácidamente, y sus calles, desiertas.
Pero a diferencia de esa gente que al ver interrumpido su sueño optaba por darse la vuelta y seguir descansando, la Midgardiana tenía por costumbre madrugar y aprovechar las mañanas para desplazarse hacia las zonas boscosas que rodeaban la capital.
Muy despacio, la cuerva abrió los ojos y esperó a que éstos se adaptasen a la claridad, momento en que se incorporó hasta quedar sentada y se liberó de las sábanas que la cubrían. - La habitación no va a pagarse sola Ava. - pensó, dándose unos segundos antes de ponerse en pie y dirigirse hacia el baño.
Un poco de agua fría hizo el resto, terminando de despertar a la muchacha y consiguiendo que tras asearse y ponerse su armadura, bajase a la taberna.
- Buenos días. - saludó a la propietaria, quien de inmediato se giró para recibirla con una amable sonrisa en el rostro. - ¡Buenos días querida! - le correspondió la mujer, invitándola con un gesto a sentarse en la barra para poder charlar con ella. - ¿Cómo sigue Mirane? ¿ha hablado ya de lo que le pasó? - preguntó sin rodeos la morena, pero en voz baja.
- No, todavía no ha dicho nada. - contestó la humana, después de asegurarse de que nadie las escucharía. - Cuando le preguntamos sobre ello se queda callada, pero no importa… está con nosotros, eso es lo único que cuenta. - continuó, aunque olvidar lo ocurrido durante la Ohdà sería difícil. - Aún es pronto, démosle algo más de tiempo, cuando se sienta cómoda nos lo contará. - susurró, captando por el rabillo del ojo a un cliente que se acercaba para saldar su cuenta.
Sin más que añadir al respecto, Ava se limitó a mantener una charla de lo más trivial con la propietaria mientras desayunaba, después de lo cual tomó su hacha y abandonó el local para emprender el camino hacia los bosques.
Aquel día en especial decidió ir más lejos que de costumbre, pasando los campos de cultivo sin apenas detenerse y manteniendo un rumbo fijo que en cosa de unas horas debería conducirla hasta el Tymer. - Desde la orilla del río podré ver Midgar. - pensó, dejando que la nostalgia afectase a su rutina y la alejase de las áreas en que solía moverse.
La idea de atisbar su hogar le daba fuerzas para avanzar a través de la densa vegetación sin aminorar la marcha, pero tras un rato de trayecto el cansancio empezó a hacer mella en la cuerva, instándola a darse un respiro antes de continuar. - El sol ya está en su punto más alto pero no debería faltar mucho… - comentó a la nada, alzando la mirada a las copas de los árboles.
Media hora más tarde volvió a ponerse en camino, y cuando ya alcanzaba a ver las lejanas siluetas que debían formar parte de lo que los humanos llamaban Runas de los Baldíos, un débil quejido en la distancia llamó su atención.
Por instinto la mujer bestia se detuvo en seco, agudizando sus sentidos para determinar de dónde provenía el sonido antes de decidir su siguiente movimiento. - Podría ser alguien en peligro. - musitó, dejando que un escenario muy típico se formase en su cabeza. Lo había visto ya muchas veces, algunas personas tenían la mala suerte de toparse con bestias salvajes y el resultado no solía ser agradable.
Plegando las alas en torno a su cuerpo para no tener que preocuparse por ellas, la Midgardiana comenzó a andar hacia el origen del ruido a paso ligero, pero lo que no sabía era que aquel quejido había sido en realidad un grito ahogado, y que la distancia que la separaba de su objetivo era mucho mayor de lo que suponía.
Cuando alcanzó las ruinas ya era tarde, la palidez del hombre que estaba tendido sobre la tierra delataba que había muerto, no hacía falta tocarlo para saber que su piel estaría fría, ni tampoco pensar mucho para averiguar cómo había hallado su fin.
La sangre que teñía su ropa no dejaba lugar a dudas, lo habían matado, y un simple vistazo bastó para que la cuerva desechase su teoría inicial, aquello no era obra de un animal de la zona, ninguno tenía la capacidad de blandir un arma.
- ¿Qué ha pasado aquí? - susurró, tratando de analizar lo que tenía delante. Alguien había arrojado un pañuelo manchado sobre el cadáver, como si lo hubiese utilizado para limpiarse después del altercado. - Puede que el responsable aún esté cerca. - esa idea consiguió que se pusiese algo tensa, pero sin dudarlo alzó la vista y barrió los alrededores en busca del culpable.
- ¡Eh! ¡Espera! - exclamó al reconocer una silueta que se alejaba del lugar. Y mientras algunos, con un mayor instinto de supervivencia, se habrían dado la vuelta para no meterse en problemas que no les atañían, Ava optó por ir directamente hacia el supuesto asesino en busca de respuestas.
Los espíritus que velaban por ella iban a tener mucho trabajo para mantenerla a salvo.
Aún era temprano, quitando la zona del muelle y la del mercado, donde los tenderos se afanaban para terminar de armar sus puestos, el resto de Lunargenta seguía durmiendo plácidamente, y sus calles, desiertas.
Pero a diferencia de esa gente que al ver interrumpido su sueño optaba por darse la vuelta y seguir descansando, la Midgardiana tenía por costumbre madrugar y aprovechar las mañanas para desplazarse hacia las zonas boscosas que rodeaban la capital.
Muy despacio, la cuerva abrió los ojos y esperó a que éstos se adaptasen a la claridad, momento en que se incorporó hasta quedar sentada y se liberó de las sábanas que la cubrían. - La habitación no va a pagarse sola Ava. - pensó, dándose unos segundos antes de ponerse en pie y dirigirse hacia el baño.
Un poco de agua fría hizo el resto, terminando de despertar a la muchacha y consiguiendo que tras asearse y ponerse su armadura, bajase a la taberna.
- Buenos días. - saludó a la propietaria, quien de inmediato se giró para recibirla con una amable sonrisa en el rostro. - ¡Buenos días querida! - le correspondió la mujer, invitándola con un gesto a sentarse en la barra para poder charlar con ella. - ¿Cómo sigue Mirane? ¿ha hablado ya de lo que le pasó? - preguntó sin rodeos la morena, pero en voz baja.
- No, todavía no ha dicho nada. - contestó la humana, después de asegurarse de que nadie las escucharía. - Cuando le preguntamos sobre ello se queda callada, pero no importa… está con nosotros, eso es lo único que cuenta. - continuó, aunque olvidar lo ocurrido durante la Ohdà sería difícil. - Aún es pronto, démosle algo más de tiempo, cuando se sienta cómoda nos lo contará. - susurró, captando por el rabillo del ojo a un cliente que se acercaba para saldar su cuenta.
Sin más que añadir al respecto, Ava se limitó a mantener una charla de lo más trivial con la propietaria mientras desayunaba, después de lo cual tomó su hacha y abandonó el local para emprender el camino hacia los bosques.
Aquel día en especial decidió ir más lejos que de costumbre, pasando los campos de cultivo sin apenas detenerse y manteniendo un rumbo fijo que en cosa de unas horas debería conducirla hasta el Tymer. - Desde la orilla del río podré ver Midgar. - pensó, dejando que la nostalgia afectase a su rutina y la alejase de las áreas en que solía moverse.
La idea de atisbar su hogar le daba fuerzas para avanzar a través de la densa vegetación sin aminorar la marcha, pero tras un rato de trayecto el cansancio empezó a hacer mella en la cuerva, instándola a darse un respiro antes de continuar. - El sol ya está en su punto más alto pero no debería faltar mucho… - comentó a la nada, alzando la mirada a las copas de los árboles.
Media hora más tarde volvió a ponerse en camino, y cuando ya alcanzaba a ver las lejanas siluetas que debían formar parte de lo que los humanos llamaban Runas de los Baldíos, un débil quejido en la distancia llamó su atención.
Por instinto la mujer bestia se detuvo en seco, agudizando sus sentidos para determinar de dónde provenía el sonido antes de decidir su siguiente movimiento. - Podría ser alguien en peligro. - musitó, dejando que un escenario muy típico se formase en su cabeza. Lo había visto ya muchas veces, algunas personas tenían la mala suerte de toparse con bestias salvajes y el resultado no solía ser agradable.
Plegando las alas en torno a su cuerpo para no tener que preocuparse por ellas, la Midgardiana comenzó a andar hacia el origen del ruido a paso ligero, pero lo que no sabía era que aquel quejido había sido en realidad un grito ahogado, y que la distancia que la separaba de su objetivo era mucho mayor de lo que suponía.
Cuando alcanzó las ruinas ya era tarde, la palidez del hombre que estaba tendido sobre la tierra delataba que había muerto, no hacía falta tocarlo para saber que su piel estaría fría, ni tampoco pensar mucho para averiguar cómo había hallado su fin.
La sangre que teñía su ropa no dejaba lugar a dudas, lo habían matado, y un simple vistazo bastó para que la cuerva desechase su teoría inicial, aquello no era obra de un animal de la zona, ninguno tenía la capacidad de blandir un arma.
- ¿Qué ha pasado aquí? - susurró, tratando de analizar lo que tenía delante. Alguien había arrojado un pañuelo manchado sobre el cadáver, como si lo hubiese utilizado para limpiarse después del altercado. - Puede que el responsable aún esté cerca. - esa idea consiguió que se pusiese algo tensa, pero sin dudarlo alzó la vista y barrió los alrededores en busca del culpable.
- ¡Eh! ¡Espera! - exclamó al reconocer una silueta que se alejaba del lugar. Y mientras algunos, con un mayor instinto de supervivencia, se habrían dado la vuelta para no meterse en problemas que no les atañían, Ava optó por ir directamente hacia el supuesto asesino en busca de respuestas.
Los espíritus que velaban por ella iban a tener mucho trabajo para mantenerla a salvo.
Ava Kenrith
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Re: En busca de lo improbable (Libre) [CERRADO]
Todo era sosiego tras la “limpieza” realizada en el lugar. Incluso el aire parecía más limpio, libre la zona de la infecta presencia del hechicero. El Elfo cerró los ojos, recreándose un instante en que la suave brisa acariciase su rostro. El dulce olor de la tierra y los bosques cercanos era algo que siempre había echado de menos durante sus años en tierras humanas.
Sólo quedaba un destino lógico para continuar su búsqueda, y era el extremo norte. Suspiró, recordando las escasas referencias que en las grandes historias se hacía a la soledad, al temor, a las dudas que aquejaban sin duda a todos sus protagonistas. Todos ellos perfectos, sin mácula alguna, como si su camino hubiese sido pavimentado con oro, tan fácil de seguir. Sin grandes errores. Sólo los héroes de las guerras, caídos gran parte en batalla, perdían en las crónicas ese semi divinidad por mor de derrotas y asuntos más mundanos. Y Nousis sonrió. ¿De veras se estaba comparando con tales personajes? Su ego no había menguado con las tribulaciones sufridas desde que había dejado a los suyos, se complació de comprobar. Y a pesar de ello, se sentía fracasado. No había avanzado un paso real. Tantos rumores y tantas decepciones. Luchas, duelos y engaños. Sólo podía aferrarse a la esperanza, perseverando frente a todo lo que hubiese de venir.
Volvió a dar unos pasos, calculando el norte por la posición del sol, cuando para su sorpresa, una voz femenina le interpeló. Desenvainó con gran presteza, con un movimiento elegante y fluido, sin mostrar emoción alguna en el rostro. La cota de malla, imposible de ver debajo de sus vestimentas, le cubría torso y brazo hasta el codo. Ya apenas sentía su peso gracias a la costumbre, pero nada tenia que ver con las grandes y recias armaduras completas que había visto en sus viajes, semejantes a torreones de acero. Él precisaba un peso adecuado para fintas y estocadas, para la danza de la muerte con la que gustaba de obsequiar a quienes carecían de derecho a existir.
Todo su interés se formuló en el alzamiento de su ceja izquierda. No. No parecía en absoluto una amiga o compañera del hombre al que acababa de asesinar. ¿Quién era? ¿Qué la había traído hasta allí? Nousis frunció el ceño un instante y sin envainar su espada, aunque con la punta de ésta hacia el suelo, estiró su brazo libre alzando la palma, interponiéndola entre él y la recién llegada.
-Detente- pidió sin hostilidad. En unos segundos, recabó cuanta información pudo de la fémina, tratando de hacerse una imagen lo más perfecta posible. Era una criatura casi de su estatura, de oscuro cabello, asunto en cual también asemejaban. Hubo, no obstante, varios puntos que llamaron irremediablemente su atención. El primero de los cuales, como espadachín, fue la enorme hacha que la mujer portaba consigo. Una mueca de disgusto intentó salir a flote, mas la contuvo. No aparentaba fuerza suficiente para manejar semejante artilugio. Tenía por fuerza que haber magia de por medio. Y ello no le gustó en absoluto.
El segundo punto fueron los extraños cuernos que remataban su cráneo. ¿Una especie de corona, mera ornamentación? Iba a dar un paso en su dirección fruto de la curiosidad, cuando reparó en las alas de aquel extraño ser. Había leído acerca de quimeras en sus intensivos años de estudio, formas creadas a partir de alquímicos cruces de distintos animales, aberraciones peligrosas. ¿Qué mezcla, por los dioses, tenía ante sí?
Su cultura y personalidad sin embargo le llevaban a apreciar la belleza de cuanto veía, y no podía negar que el conjunto que ante sí contemplaba era ciertamente hermoso. Por supuesto, nada reflejó su faz.
-Desconozco qué deseas de mí- avisó- Pero no te hará bien alguno seguirme. No tengo nada en tu contra y preferiría no tener que herirte. No eres un objetivo.
Tras sus palabras, el Elfo se mantuvo a la expectativa. Esperaba que la desconocida no lo entretuviera demasiado. Cada hora, cada día, cada año, en su mente imaginaba un nuevo ataque de los brujos contra su raza. Estaba seguro que llegaría inexorable. No podía perder tiempo en nimiedades.
Nousis Indirel
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Re: En busca de lo improbable (Libre) [CERRADO]
Ante la inesperada llamada de atención de la cuerva, el extraño se dio la vuelta y desenvainó rápidamente el arma que portaba consigo, una elegante espada élfica cuyos finos grabados hacían que Segadora pareciese mucho más tosca a pesar de sus detalles.
La reacción del individuo no tomó por sorpresa a la joven, cualquiera en su lugar habría optado por ponerse en guardia así que, sin intención de buscarse problemas innecesariamente, mantuvo intencionadamente ambas manos a la vista en todo momento, sin plantearse siquiera acercarlas al mango del hacha ya que eso podría desencadenar un conflicto.
Desde la seguridad que la distancia le proporcionaba, los brillantes ojos de color ámbar de la Midgardiana recorrieron al sujeto que supuestamente había perpetrado el asesinato del otro hombre, reconociendo de inmediato un detalle propio de los hijos de Sandorai, las típicas orejas puntiagudas. - Un elfo, interesante. - pensó, ladeando ligeramente la cabeza mientras lo examinaba.
Las historias que le habían contado acerca del territorio que pertenecía a aquella raza eran muchas y habían conseguido despertar en ella una gran curiosidad, pero no podía olvidar lo que los mercaderes solían advertir, que eran un pueblo muy celoso de su tierra y tradiciones.
Ese era el principal motivo por el que evitaba adentrarse en Sandorai, no quería que la tomasen por una intrusa, pero los espíritus la habían conducido hasta allí por algún motivo, quizá para que tuviese la oportunidad de conocer a uno de los moradores del bosque en un terreno más neutral.
- Yo… yo tam…tampoco quiero problemas. - balbuceó, frunciendo el ceño al ver que su dificultad para comunicarse con varones volvía a hacerse presente. - Esto ya es frustrante, ¿cómo voy a lograr que me tomen en serio si ni siquiera soy capaz de pronunciar una frase completa del tirón? - pensó, conteniendo el impulso de cerrar los puños ya que cualquier pequeño gesto podía malinterpretarse.
Un poco más tranquila después de escuchar que el extraño no tenía intención de atacarla, y tras darse unos instantes para tomar aire, la morena bajo su mirada hacia la afilada hoja del espadachín con la esperanza de que aquello la ayudase a hablar de forma más fluida y volvió a intentarlo. - So…solo quiero saber qué ha pasado, he visto el cadáver. - se explicó, sin apartar la vista del arma.
El filo estaba limpio, lo cual encajaba con el pañuelo que había encontrado junto al cuerpo, pero ¿cuál había sido el motivo de la pelea? ¿habría traspasado el difunto los límites de Sandorai y se habría encontrado con uno de sus guardianes? Era una opción bastante posible, aunque por lo que tenía entendido los vigilantes de aquellas tierras solían aprovechar la altura de los árboles y su destreza con el arco para ahuyentar a los extraños.
¿Un asalto frustrado? ¿una disputa personal? ¿diferencias entre razas? El abanico de posibilidades era demasiado amplio como para adivinar lo ocurrido, por lo que no le quedó más remedio que esperar en silencio la respuesta del hombre, clavando sus ojos en los del desconocido ahora que no tenía que preocuparse por articular palabra.
Su aspecto no era muy diferente al de los elfos que había visto en la ciudad, poseía los típicos rasgos de su gente, un rostro prácticamente perfecto en que el paso del tiempo no había causado estragos aún, una larga melena y por supuesto las características orejas por las que eran reconocidos. Su complexión tampoco distaba mucho de lo que ya había visto en otros individuos, pero hasta ella sabía que se entrenaban para ser guerreros ligeros, por lo que primaba la destreza antes que la fuerza.
¿Qué edad tendría realmente? ¿cuántos años se esconderían tras aquella máscara de juventud? Esa era la pregunta que pasaba por su cabeza cada vez que interactuaba con uno de ellos, pero por desgracia no había tenido ocasión de preguntar a ninguno hasta el momento.
La reacción del individuo no tomó por sorpresa a la joven, cualquiera en su lugar habría optado por ponerse en guardia así que, sin intención de buscarse problemas innecesariamente, mantuvo intencionadamente ambas manos a la vista en todo momento, sin plantearse siquiera acercarlas al mango del hacha ya que eso podría desencadenar un conflicto.
Desde la seguridad que la distancia le proporcionaba, los brillantes ojos de color ámbar de la Midgardiana recorrieron al sujeto que supuestamente había perpetrado el asesinato del otro hombre, reconociendo de inmediato un detalle propio de los hijos de Sandorai, las típicas orejas puntiagudas. - Un elfo, interesante. - pensó, ladeando ligeramente la cabeza mientras lo examinaba.
Las historias que le habían contado acerca del territorio que pertenecía a aquella raza eran muchas y habían conseguido despertar en ella una gran curiosidad, pero no podía olvidar lo que los mercaderes solían advertir, que eran un pueblo muy celoso de su tierra y tradiciones.
Ese era el principal motivo por el que evitaba adentrarse en Sandorai, no quería que la tomasen por una intrusa, pero los espíritus la habían conducido hasta allí por algún motivo, quizá para que tuviese la oportunidad de conocer a uno de los moradores del bosque en un terreno más neutral.
- Yo… yo tam…tampoco quiero problemas. - balbuceó, frunciendo el ceño al ver que su dificultad para comunicarse con varones volvía a hacerse presente. - Esto ya es frustrante, ¿cómo voy a lograr que me tomen en serio si ni siquiera soy capaz de pronunciar una frase completa del tirón? - pensó, conteniendo el impulso de cerrar los puños ya que cualquier pequeño gesto podía malinterpretarse.
Un poco más tranquila después de escuchar que el extraño no tenía intención de atacarla, y tras darse unos instantes para tomar aire, la morena bajo su mirada hacia la afilada hoja del espadachín con la esperanza de que aquello la ayudase a hablar de forma más fluida y volvió a intentarlo. - So…solo quiero saber qué ha pasado, he visto el cadáver. - se explicó, sin apartar la vista del arma.
El filo estaba limpio, lo cual encajaba con el pañuelo que había encontrado junto al cuerpo, pero ¿cuál había sido el motivo de la pelea? ¿habría traspasado el difunto los límites de Sandorai y se habría encontrado con uno de sus guardianes? Era una opción bastante posible, aunque por lo que tenía entendido los vigilantes de aquellas tierras solían aprovechar la altura de los árboles y su destreza con el arco para ahuyentar a los extraños.
¿Un asalto frustrado? ¿una disputa personal? ¿diferencias entre razas? El abanico de posibilidades era demasiado amplio como para adivinar lo ocurrido, por lo que no le quedó más remedio que esperar en silencio la respuesta del hombre, clavando sus ojos en los del desconocido ahora que no tenía que preocuparse por articular palabra.
Su aspecto no era muy diferente al de los elfos que había visto en la ciudad, poseía los típicos rasgos de su gente, un rostro prácticamente perfecto en que el paso del tiempo no había causado estragos aún, una larga melena y por supuesto las características orejas por las que eran reconocidos. Su complexión tampoco distaba mucho de lo que ya había visto en otros individuos, pero hasta ella sabía que se entrenaban para ser guerreros ligeros, por lo que primaba la destreza antes que la fuerza.
¿Qué edad tendría realmente? ¿cuántos años se esconderían tras aquella máscara de juventud? Esa era la pregunta que pasaba por su cabeza cada vez que interactuaba con uno de ellos, pero por desgracia no había tenido ocasión de preguntar a ninguno hasta el momento.
Ava Kenrith
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La forma de expresarse de la extraña le resultó curiosa. Nada en ella parecía tener sentido. Una arma aterradora, una aparente timidez, una apariencia voluptuosa, unos gestos demasiado juveniles. ¿De dónde habría escapado tal criatura? Nousis pensó en un gato recién nacido abandonado a la intemperie. No podía no obstante cuidar de cualquier otro ser vivo. La piedad y la consideración quedaban para las gentes de retaguardia. Él debía mirar más allá.
Una media sonrisa fruto del sarcasmo cruzó los labios del Elfo al escuchar la pregunta de la mujer.
-Ha ocurrido lo inevitable entre un Brujo y un Elfo, con la mejor consecuencia posible- explicó con tranquilidad- Razonando que la forastera no le iba a resultar un problema apremiante, envainó su espada, ladeó la cabeza, y cruzándose de brazos, se permitió el lujo de intercambiar unas palabras más con ella. No estaba seguro si ello se debía a los meses que habían transcurrido sin una conversación tranquila, o a la alarmante escasa hostilidad que la criatura le transmitía, algo increíble en los tiempos que corrían, máxime en el viaje al que había decidido dedicarle la vida.
-¿No sabes nada acerca de las guerras antiguas?- entonó melodiosamente. La tradición oral y la expresión era algo verdaderamente pulido en la sociedad élfica. No era un tono monocorde el que utilizaba, como un profesor viejo y cansado, sino el de quien busca sin imágenes voltear a su oyente a otros tiempos, a otras realidades. Tal vez en su rostro no primase la emoción, ésta podía advertirse sólo en sus palabras, si quien escuchaba estaba lo suficientemente atento- Éramos la raza predilecta de los Dragones, los que usábamos, y usamos, la magia para el Bien, los hijos de la Luz- explicó, sin un solo atisbo de duda- Pero con el tiempo, aquellos que habían decidido jugar con poderes que por derecho pertenecen a la naturaleza, usurpándolos, nos invadieron. Luchamos, resistimos, hasta que caímos derrotados. Fuimos exiliados y aquí continuamos, habiendo hecho del bosque nuestro hogar- se detuvo un instante, y miró hacia el bosque- Su presencia era un insulto. Ningún brujo es digno de confianza. Ninguno merece respeto o amistad. Deberías recordarlo- terminó, con cierta arrogancia.
No bien había terminado éstas palabras, volvió la mirada hacia la zona desprovista de árboles. La campiña, agradable y de un verde que evidenciaba un rocío que no poseía más de un día o día y medio, presentaba las míticas ruinas que se alzaban como dedos de piedra que quisieran rozar el cielo, rematadas con otras piedras semiderruidas. Tales lugares le hacían sentirse joven, como no le ocurría desde que viajaba por tierras humanas.
Algo captó su atención. Una figura yacía desplomada cerca de una de las piedras. Si no lo había notado antes, era muy probable que ésta hubiese caído hacía escasos minutos. Desenvainó con presteza y el sonido del acero le acompañó en los primeros pasos que dio antes de echar a correr hacia las ruinas, dejando a la criatura que había conocido en el lugar donde habían hablado.
Imaginando que regresaría por donde había venido, apretó la carrera, raudo y elegante, como si apenas tocase la hierba. Se detuvo justo antes de llegar a las piedras, observando alrededor, considerando algún tipo de trampa o enemigo oculto. Sin soltar el arma, le dio un giro completo sobre su muñeca con no poca arrogancia. Los últimos pasos fueron dados con cautela, y aferrado a la espada, giró con el pie el cuerpo que se encontraba boca abajo.
No tenía cara.
Justo entonces, de la herida abierta en el pecho, algo fue tomando forma. Salía como un gas, oscuro y bien visible, hasta alcanzar las dimensiones de un ser humano. Un grito horrible, mezcla de risa e ira profunda rasgó el aire, y los ojos impresionados del Elfo se convirtieron en pozos de horror y repugnancia.
Mas antes de ser capaz siquiera de intentar atacar al ente infernal, éste huyó al norte como una nube extremadamente veloz. La respiración de Nousis se acompasó, y con la punta de la espada, revolvió las vestimentas del cadáver. Arrodillándose más cerca, sin dejar a un lado la cautela, y reprimiendo el asco por la faz derretida e irreconocible del ser que tenía ante sí, tomó unos legajos de un bolsillo interior. Desdobló con interés tales pliegos, envainando el arma y volviendo a alzarse.
“Alreiven. Paso de Adulhail. Cámara” rezaba uno de ellos, con letra apresurada, escrita sin duda en varios momentos distintos. Leyó entonces el segundo documento.
“Hablaron. Tened en consideración cualquier método, pero traedlas. Terminará pronto”
El Elfo sopesó todo cuanto había descubierto, no demasiado. Dudaba entre intentar la nueva senda que ante él se presentaba, la cual entraba en su código moral dada su aparente malicia, o proseguir su búsqueda principal, que ahora le llevaba rumbo norte. Miró un momento al pobre infeliz cuya cara había desaparecido, y la crudeza del realismo se impuso en Nousis.
-Los míos me necesitan más- musitó, tirando los legajos cerca del cuerpo del fallecido.
_____________________________________
Off rol: Si precisas cualquier respuesta, o rolear conversación, mp sin problema
Nousis Indirel
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Re: En busca de lo improbable (Libre) [CERRADO]
La explicación que el elfo dio sobre lo sucedido no agradó a la muchacha, pero tampoco la tomó por sorpresa. El hecho de que el difunto fuese un hechicero era suficiente para que pudiese imaginarse lo que había pasado entre ambos, y como movidos por el odio entre sus razas, el encuentro había acabado en tragedia.
- La guerra, sí, he… he escuchado hablar de ello, aunque no mucho. - respondió con lentitud, desviando de nuevo la mirada hacia un lado. Ava sabía que la aversión entre los hijos de Sandorai y aquellos que los habían expulsado de las islas Illidenses era demasiado fuerte, tanto que había resistido el paso de las décadas, infectando los corazones de las nuevas generaciones para que siguiesen matándose entre ellos.
Pero no todos eran así, algunos miembros de ambas culturas habían aprendido a perdonar y olvidar, lo había visto en primera persona al coincidir con Mefisto y Nahir en el bosque unos días antes. Tanto unos como otros tenían el poder de elegir cómo vivir, si liberados o presas del rencor, y en aquel caso desgraciadamente se habían decantado por la segunda opción.
Esto no evitó que el individuo le diese su versión de la historia, pero no de la que tuvo lugar en las runas aquella mañana sino la del conflicto en que su pueblo había sido exiliado al continente.
La cuerva escuchó con atención sus palabras pero no estaba de acuerdo con él, de hecho una de sus pocas amigas era bruja y se había ganado su confianza a pesar de lo complicada que podía llegar a ser. Nada ni nadie la haría cambiar la buena opinión que tenía acerca de Karen y por eso mismo no se dejaría llenar la cabeza de prejuicios, aunque tampoco tenía planeado enfrascarse en una discusión con el elfo sobre ello.
En vez de eso continuó en silencio, pero esto no duró mucho ya que algo alteró al espadachín lo suficiente como para que volviese a desenvainar su arma y empezase a correr hacia una de las piedras que formaba parte de las ruinas.
- ¿Habrá percibido a otro mago? - se preguntó en voz baja, dejando que la preocupación se reflejase en su rostro. - No puedo permitir que el derramamiento de sangre continúe, debo detenerlo. - y en cuanto ese pensamiento cruzó por su mente, la mujer bestia echó a correr en la misma dirección que el moreno.
Con las alas aún pegadas al cuerpo, Ava hizo lo posible por no quedarse atrás, pero su armadura pesaba mucho más que los ropajes del orejas puntiagudas, detalle que unido a la agilidad de su objetivo la ponían en clara desventaja.
Pero para alivio de la joven, aunque solo fuese en parte, lo que había despertado el interés del hombre no era la idea de un nuevo combate sino la presencia de un segundo cuerpo sin vida en la zona que rodeaba los enormes monumentos del pasado.
Haciendo uso de sus agudos sentidos, la Midgardiana trató de situar al culpable si es que aún seguía por los alrededores,[1] pero lo único que logró con ello fue que un escalofrío le recorriese la espalda, su instinto animal le gritaba que se prepararse para algo malo, y así lo hizo, parando en seco a cierta distancia del cadáver y llevando una mano al mango de Segadora.
Sin embargo, no estaba preparada para lo que sucedería a continuación. El horror se apoderó de su semblante en cuanto aquella negra nube de gas emergió de la herida y tomó forma para destrozar la calma del lugar con un espantoso grito. - Que los espíritus nos protejan. - pidió, mientras se recomponía de la impresión.
- Es un demonio, ¿qué vamos a hacer? - se preguntó mentalmente, pero en vez de atacarlos, la criatura se marchó a toda prisa hacia el norte, dejando a la muchacha completamente confundida. - ¿Qué? No entiendo nada. - murmuró, obligándose a relajar los hombros y aprovechando el momento para acercarse al muerto.
Cuando apenas le faltaban unos pasos para alcanzar la posición del hijo de Sandorai, la cuerva observó como éste arrojaba algo al suelo, perdiendo aparentemente el interés a pesar de lo que acababa de pasar delante de sus ojos. Frunciendo el ceño por tal gesto, Ava se acuclilló para tomar los legajos y echarles un vistazo, obligándose a contener una mueca de desagrado al ver el desfigurado rostro del hombre.
- Alreiven… Paso de Adulhail… ¿dónde está esto? - susurró, volviendo a ponerse en pie y revolviendo en el interior de su bolsa hasta que sus dedos reconocieron la textura del pergamino que buscaba. El mapa, que en un principio se mostraba vacío, comenzó a cambiar en cuanto estuvo completamente desplegado, señalando el lugar en que se encontraban, la posición de las ruinas y del río, los límites del territorio y algunos símbolos relacionados con el relieve… [2]
Pero lo más interesante de aquel objeto no era su capacidad para orientar sino las cosas que podía revelar acerca de la zona. Poco a poco los trazos fueron dando forma a unas pequeñas casitas, y también a unas extrañas marcas en forma de x, que se presentaban como víctimas de asesinatos. - No puede ser. - dijo entre dientes la cazadora, arrugando los bordes del pergamino al comprobar que una de las x estaba justo al lado de su posición, es decir, que se correspondía con el individuo que yacía a sus pies.
- Esto debe ser una aldea, puede que esa cosa la haya atacado. - siguió hablando, sin prestar atención al elfo. ¿Quedaría algún superviviente? Probablemente no, pero no podía quedarse de brazos cruzados, iría a comprobarlo.
Tras guardar de nuevo el mapa, la mujer bestia se apartó en dirección norte y desplegó las alas para poder echar mano a su hacha, la cual deslizó grácilmente por debajo de una de las emplumadas extremidades para empuñarla contra lo que para ella solo podía ser descrito como demonio.
- ¿Te vas a quedar ahí sin hacer nada? - preguntó después de avanzar unos metros, girando la cabeza para mirar por encima del hombro al moreno, ya que lo había dejado a su espalda. - Eres un ser de luz ¿no? Tu destreza podría ayudarme a enfrentar a esa criatura. - continuó, pero no iba a quedarse allí esperando una respuesta, si decidía colaborar con ella tendría que alcanzarla.
Y sin más, Ava se puso en marcha a paso ligero siguiendo la misma trayectoria que el oscuro ser, una que seguramente la conduciría hacia la aldea que le había mostrado el pergamino.
[1] Uso de habilidad de nivel 0: Sentidos salvajes
[2] Uso de objeto master: Mapa vacío
- La guerra, sí, he… he escuchado hablar de ello, aunque no mucho. - respondió con lentitud, desviando de nuevo la mirada hacia un lado. Ava sabía que la aversión entre los hijos de Sandorai y aquellos que los habían expulsado de las islas Illidenses era demasiado fuerte, tanto que había resistido el paso de las décadas, infectando los corazones de las nuevas generaciones para que siguiesen matándose entre ellos.
Pero no todos eran así, algunos miembros de ambas culturas habían aprendido a perdonar y olvidar, lo había visto en primera persona al coincidir con Mefisto y Nahir en el bosque unos días antes. Tanto unos como otros tenían el poder de elegir cómo vivir, si liberados o presas del rencor, y en aquel caso desgraciadamente se habían decantado por la segunda opción.
Esto no evitó que el individuo le diese su versión de la historia, pero no de la que tuvo lugar en las runas aquella mañana sino la del conflicto en que su pueblo había sido exiliado al continente.
La cuerva escuchó con atención sus palabras pero no estaba de acuerdo con él, de hecho una de sus pocas amigas era bruja y se había ganado su confianza a pesar de lo complicada que podía llegar a ser. Nada ni nadie la haría cambiar la buena opinión que tenía acerca de Karen y por eso mismo no se dejaría llenar la cabeza de prejuicios, aunque tampoco tenía planeado enfrascarse en una discusión con el elfo sobre ello.
En vez de eso continuó en silencio, pero esto no duró mucho ya que algo alteró al espadachín lo suficiente como para que volviese a desenvainar su arma y empezase a correr hacia una de las piedras que formaba parte de las ruinas.
- ¿Habrá percibido a otro mago? - se preguntó en voz baja, dejando que la preocupación se reflejase en su rostro. - No puedo permitir que el derramamiento de sangre continúe, debo detenerlo. - y en cuanto ese pensamiento cruzó por su mente, la mujer bestia echó a correr en la misma dirección que el moreno.
Con las alas aún pegadas al cuerpo, Ava hizo lo posible por no quedarse atrás, pero su armadura pesaba mucho más que los ropajes del orejas puntiagudas, detalle que unido a la agilidad de su objetivo la ponían en clara desventaja.
Pero para alivio de la joven, aunque solo fuese en parte, lo que había despertado el interés del hombre no era la idea de un nuevo combate sino la presencia de un segundo cuerpo sin vida en la zona que rodeaba los enormes monumentos del pasado.
Haciendo uso de sus agudos sentidos, la Midgardiana trató de situar al culpable si es que aún seguía por los alrededores,[1] pero lo único que logró con ello fue que un escalofrío le recorriese la espalda, su instinto animal le gritaba que se prepararse para algo malo, y así lo hizo, parando en seco a cierta distancia del cadáver y llevando una mano al mango de Segadora.
Sin embargo, no estaba preparada para lo que sucedería a continuación. El horror se apoderó de su semblante en cuanto aquella negra nube de gas emergió de la herida y tomó forma para destrozar la calma del lugar con un espantoso grito. - Que los espíritus nos protejan. - pidió, mientras se recomponía de la impresión.
- Es un demonio, ¿qué vamos a hacer? - se preguntó mentalmente, pero en vez de atacarlos, la criatura se marchó a toda prisa hacia el norte, dejando a la muchacha completamente confundida. - ¿Qué? No entiendo nada. - murmuró, obligándose a relajar los hombros y aprovechando el momento para acercarse al muerto.
Cuando apenas le faltaban unos pasos para alcanzar la posición del hijo de Sandorai, la cuerva observó como éste arrojaba algo al suelo, perdiendo aparentemente el interés a pesar de lo que acababa de pasar delante de sus ojos. Frunciendo el ceño por tal gesto, Ava se acuclilló para tomar los legajos y echarles un vistazo, obligándose a contener una mueca de desagrado al ver el desfigurado rostro del hombre.
- Alreiven… Paso de Adulhail… ¿dónde está esto? - susurró, volviendo a ponerse en pie y revolviendo en el interior de su bolsa hasta que sus dedos reconocieron la textura del pergamino que buscaba. El mapa, que en un principio se mostraba vacío, comenzó a cambiar en cuanto estuvo completamente desplegado, señalando el lugar en que se encontraban, la posición de las ruinas y del río, los límites del territorio y algunos símbolos relacionados con el relieve… [2]
Pero lo más interesante de aquel objeto no era su capacidad para orientar sino las cosas que podía revelar acerca de la zona. Poco a poco los trazos fueron dando forma a unas pequeñas casitas, y también a unas extrañas marcas en forma de x, que se presentaban como víctimas de asesinatos. - No puede ser. - dijo entre dientes la cazadora, arrugando los bordes del pergamino al comprobar que una de las x estaba justo al lado de su posición, es decir, que se correspondía con el individuo que yacía a sus pies.
- Esto debe ser una aldea, puede que esa cosa la haya atacado. - siguió hablando, sin prestar atención al elfo. ¿Quedaría algún superviviente? Probablemente no, pero no podía quedarse de brazos cruzados, iría a comprobarlo.
Tras guardar de nuevo el mapa, la mujer bestia se apartó en dirección norte y desplegó las alas para poder echar mano a su hacha, la cual deslizó grácilmente por debajo de una de las emplumadas extremidades para empuñarla contra lo que para ella solo podía ser descrito como demonio.
- ¿Te vas a quedar ahí sin hacer nada? - preguntó después de avanzar unos metros, girando la cabeza para mirar por encima del hombro al moreno, ya que lo había dejado a su espalda. - Eres un ser de luz ¿no? Tu destreza podría ayudarme a enfrentar a esa criatura. - continuó, pero no iba a quedarse allí esperando una respuesta, si decidía colaborar con ella tendría que alcanzarla.
Y sin más, Ava se puso en marcha a paso ligero siguiendo la misma trayectoria que el oscuro ser, una que seguramente la conduciría hacia la aldea que le había mostrado el pergamino.
[1] Uso de habilidad de nivel 0: Sentidos salvajes
[2] Uso de objeto master: Mapa vacío
Ava Kenrith
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Re: En busca de lo improbable (Libre) [CERRADO]
"Escuché que hay movimientos raros al norte, cerca de Sandorai."
"¿Tendrá que ver con aquello otro? ¿Lo del bosque enfermando? Quizás se movilizan para evaluar la situación. "
"Lo único que enfermará aquí es tu culo, si sigues comiendo lo que sirve Jeremy"
"Eh, Mefis, tú eres el orejitas, ¿no tienes contactos allá?"
Que me llamen "orejitas", que el bosque esté enfermando, que no tenga contactos en mi tierra natal o que pase mi tiempo con esa gente...
No sé cuál de esas cosas era más triste.
¿O quizás sea el hecho de que haya partido hacia el norte sólo con información de tal calidad?
¿Acaso, debido a que esa decisión fue causada por desesperación tal como para ignorar los contras de mi conducta, en una incesante búsqueda de entretenimiento, esto es lo más triste?
No lo sé.
No sé muchas cosas.
Me fui por las ramas. Vine a contarles sobre mi viaje.
Y lo que sí sé con certeza es que el viaje fue mucho más interesante de lo que esperaba.
Caminaba yo con un morral terciado al hombro, mi bastón en la mano y el sombrero en la cabeza, como era el orden natural de las cosas. Como había pasado poco tiempo desde que salí de Lunargenta mis provisiones estaban lejos de escasear. Lo que sí escaseaba, lamentablemente, eran cosas que hacer en el camino. Especialmente entonces, pues si por algún lugar había paseado en mi vida era por los bosques de esta parte de Aerandir. Por ello, pese a que no era la ruta óptima, me desvié un poco, con la esperanza de toparme con algo destacable. También para evitar encontrarme con compañeros de sangre, por mucho que no hubiese querido admitir esto último.
Y aunque el sol se encontraba en lo más alto, seguí caminando, eventualmente haciendo menos y menos caso a la orientación. Había recordado la melodía de una canción, y mi completa atención se concentró en replicar su ritmo con mis pasos, tararear y, básicamente, perderme un poco en el momento.
Y la melodía continuaba, acompañada de crujidos de ramas, azotes de madera y palmadas regulares, y la intensidad escaló, y más me distancié de mi entorno... hasta que tropecé con algo, volviendo violentamente a la realidad.
...Nota mental. No volver a dejar de ver por dónde caminas...
Me detuve en seco, a observar con cierta reserva lo que me había hecho tropezar. A quien me había hecho tropezar. Un cuerpo inmóvil.
...Esto de pisar cadáveres es otro nivel de distraído.
Tome el bastón con ambas manos y procedí a darle un par de golpecitos al cuerpo, asegurándome de que aquél hombre estuviese completamente muerto.
Dos, tres latidos. Nada.
Suspiré, y me agaché para examinarlo mejor.
No debe tener mucho tiempo aquí. No huele muy mal.
Analicé el cuerpo con la mirada.
Una herida lacerante en la espalda... posible causa de muerte.
Reafirmé el agarre en mi bastón, y empujando el hombro del muerto con su punta, le giré boca arriba, y lo que vi entonces me dejó sin palabras.
—¿...Y tu cara dónde cojones está? —Susurré sorprendido, como si el hombre fuese a responderme.
Mil preguntas habían nacido, y en el entorno no había información suficiente como para responderlas.
Ahí fue cuando escuché lo que sólo puedo describir como el grito de un fantasma muy cabreado, lo que me hizo volver a estar de pie de un brinco. Lancé mis ojos en la dirección de aquél aullido, y luego de vuelta al cadáver.
Es demasiado como para ser coincidencia.
Tenía dos opciones.
Podía dar media vuelta y alejarme lo más posible, aumentando significativamente mis probabilidades de no ser devorado, asesinado, poseído, maldito, secuestrado, apuñalado o regañado.
O podría buscar respuestas en dirección al grito horripilante.
Tras unos instantes de contemplación, dejé atrás el cuerpo sin rostro, a paso cauteloso (y algo emocionado) en dirección al sospechoso principal: Lo que sea que haya hecho aquél ruido del averno.
*Off: Siéntanse libres de darse cuenta de que me acerco al lugar. También de comentar si algo de mi post está fuera de lugar, siempre estoy dispuesto a editar.
"¿Tendrá que ver con aquello otro? ¿Lo del bosque enfermando? Quizás se movilizan para evaluar la situación. "
"Lo único que enfermará aquí es tu culo, si sigues comiendo lo que sirve Jeremy"
"Eh, Mefis, tú eres el orejitas, ¿no tienes contactos allá?"
Que me llamen "orejitas", que el bosque esté enfermando, que no tenga contactos en mi tierra natal o que pase mi tiempo con esa gente...
No sé cuál de esas cosas era más triste.
¿O quizás sea el hecho de que haya partido hacia el norte sólo con información de tal calidad?
¿Acaso, debido a que esa decisión fue causada por desesperación tal como para ignorar los contras de mi conducta, en una incesante búsqueda de entretenimiento, esto es lo más triste?
No lo sé.
No sé muchas cosas.
Me fui por las ramas. Vine a contarles sobre mi viaje.
Y lo que sí sé con certeza es que el viaje fue mucho más interesante de lo que esperaba.
Caminaba yo con un morral terciado al hombro, mi bastón en la mano y el sombrero en la cabeza, como era el orden natural de las cosas. Como había pasado poco tiempo desde que salí de Lunargenta mis provisiones estaban lejos de escasear. Lo que sí escaseaba, lamentablemente, eran cosas que hacer en el camino. Especialmente entonces, pues si por algún lugar había paseado en mi vida era por los bosques de esta parte de Aerandir. Por ello, pese a que no era la ruta óptima, me desvié un poco, con la esperanza de toparme con algo destacable. También para evitar encontrarme con compañeros de sangre, por mucho que no hubiese querido admitir esto último.
Y aunque el sol se encontraba en lo más alto, seguí caminando, eventualmente haciendo menos y menos caso a la orientación. Había recordado la melodía de una canción, y mi completa atención se concentró en replicar su ritmo con mis pasos, tararear y, básicamente, perderme un poco en el momento.
Y la melodía continuaba, acompañada de crujidos de ramas, azotes de madera y palmadas regulares, y la intensidad escaló, y más me distancié de mi entorno... hasta que tropecé con algo, volviendo violentamente a la realidad.
...Nota mental. No volver a dejar de ver por dónde caminas...
Me detuve en seco, a observar con cierta reserva lo que me había hecho tropezar. A quien me había hecho tropezar. Un cuerpo inmóvil.
...Esto de pisar cadáveres es otro nivel de distraído.
Tome el bastón con ambas manos y procedí a darle un par de golpecitos al cuerpo, asegurándome de que aquél hombre estuviese completamente muerto.
Dos, tres latidos. Nada.
Suspiré, y me agaché para examinarlo mejor.
No debe tener mucho tiempo aquí. No huele muy mal.
Analicé el cuerpo con la mirada.
Una herida lacerante en la espalda... posible causa de muerte.
Reafirmé el agarre en mi bastón, y empujando el hombro del muerto con su punta, le giré boca arriba, y lo que vi entonces me dejó sin palabras.
—¿...Y tu cara dónde cojones está? —Susurré sorprendido, como si el hombre fuese a responderme.
Mil preguntas habían nacido, y en el entorno no había información suficiente como para responderlas.
Ahí fue cuando escuché lo que sólo puedo describir como el grito de un fantasma muy cabreado, lo que me hizo volver a estar de pie de un brinco. Lancé mis ojos en la dirección de aquél aullido, y luego de vuelta al cadáver.
Es demasiado como para ser coincidencia.
Tenía dos opciones.
Podía dar media vuelta y alejarme lo más posible, aumentando significativamente mis probabilidades de no ser devorado, asesinado, poseído, maldito, secuestrado, apuñalado o regañado.
O podría buscar respuestas en dirección al grito horripilante.
Tras unos instantes de contemplación, dejé atrás el cuerpo sin rostro, a paso cauteloso (y algo emocionado) en dirección al sospechoso principal: Lo que sea que haya hecho aquél ruido del averno.
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*Off: Siéntanse libres de darse cuenta de que me acerco al lugar. También de comentar si algo de mi post está fuera de lugar, siempre estoy dispuesto a editar.
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Re: En busca de lo improbable (Libre) [CERRADO]
Continuando con su recorrido por el extraño reino dagenle, Kosir atraviesa una nueva zona ahora mismo. Mantiene su discreción alta por obvias razones y es que su gente no se lleva muy bien que digamos con los orejas picudas.
Para bien o para mal el territorio de los personajes abarca varias rutas importantes, simplemente no se puede eludir en su totalidad si recorres el exterior. Un mal necesario como tener que bajar los puños cuando un familiar se rinde.
Si bien el pelirrojo no conoce mucho de la dinámica política que embarga al enorme mundo, sabe bien que existen facciones más amistosas que otras… como buen habitante de bosque negro tiene claro lo que significa el odio a lo desconocido.
Por suerte ha logrado eludir la mayoría de viajeros del camino principal, fueran dagenles o no, mejor evitar cualquier posibilidad peligrosa. Tiene presente que si se pone a decapitar nativos terminaría superado al final.
Debido a esto no ha logrado realmente convivir con los habitantes, apreciar su cultura y todo eso. Algo muy diferente a lo acontecido en otros territorios donde los seres resultan menos amenazantes… o más confiados.
Termina por suspirar sonoramente, tampoco es que le interese demasiado conocer las peculiaridades de los orejas picudas. Sabe lo que necesita, viven mucho, son complicado de matar y terriblemente feos.
Minutos después se encuentra nuevamente en los límites de un pueblo pequeño, claro que este guarda algunas sorpresas curiosas. Parece estar completamente desprovisto de aldeanos, solo los animales campan a sus anchas.
Nesner… esto es raro.
Guiado por la curiosidad, decide avanzar a una distancia de contacto. Cuando esta entre la única calle que recorre la villa, logra divisar algunos cadáveres que muestran heridas extrañas, específicamente la carencia de rostros.
Cierto escalofrió recorre la espalda del salvaje, es desagradable hacer algo asi con un despojo. La carencia de aldeanos alterados alrededor sugiere que el asentamiento entero fue atacado de alguna forma, la integridad de todos sus nativos parece comprometida ahora mismo por decirlo de manera decente.
Kosir no puede evitar fruncir el ceño, los dagenles suelen defender muy bien a sus no combatientes. Este misterio grotesco debe tener un trasfondo complicado, algo que atrae al salvaje como un fuego a cualquier polilla vale destacar.
Cierto grito se manifiesta en las cercanías y las piernas del tribal se mueven solas, puede saborear la posibilidad de un combate en su boca. Por multitud de factores desea hundir la espada en el causante de la carnicería… principalmente porque es Kosir.
Para bien o para mal el territorio de los personajes abarca varias rutas importantes, simplemente no se puede eludir en su totalidad si recorres el exterior. Un mal necesario como tener que bajar los puños cuando un familiar se rinde.
Si bien el pelirrojo no conoce mucho de la dinámica política que embarga al enorme mundo, sabe bien que existen facciones más amistosas que otras… como buen habitante de bosque negro tiene claro lo que significa el odio a lo desconocido.
Por suerte ha logrado eludir la mayoría de viajeros del camino principal, fueran dagenles o no, mejor evitar cualquier posibilidad peligrosa. Tiene presente que si se pone a decapitar nativos terminaría superado al final.
Debido a esto no ha logrado realmente convivir con los habitantes, apreciar su cultura y todo eso. Algo muy diferente a lo acontecido en otros territorios donde los seres resultan menos amenazantes… o más confiados.
Termina por suspirar sonoramente, tampoco es que le interese demasiado conocer las peculiaridades de los orejas picudas. Sabe lo que necesita, viven mucho, son complicado de matar y terriblemente feos.
Minutos después se encuentra nuevamente en los límites de un pueblo pequeño, claro que este guarda algunas sorpresas curiosas. Parece estar completamente desprovisto de aldeanos, solo los animales campan a sus anchas.
Nesner… esto es raro.
Guiado por la curiosidad, decide avanzar a una distancia de contacto. Cuando esta entre la única calle que recorre la villa, logra divisar algunos cadáveres que muestran heridas extrañas, específicamente la carencia de rostros.
Cierto escalofrió recorre la espalda del salvaje, es desagradable hacer algo asi con un despojo. La carencia de aldeanos alterados alrededor sugiere que el asentamiento entero fue atacado de alguna forma, la integridad de todos sus nativos parece comprometida ahora mismo por decirlo de manera decente.
Kosir no puede evitar fruncir el ceño, los dagenles suelen defender muy bien a sus no combatientes. Este misterio grotesco debe tener un trasfondo complicado, algo que atrae al salvaje como un fuego a cualquier polilla vale destacar.
Cierto grito se manifiesta en las cercanías y las piernas del tribal se mueven solas, puede saborear la posibilidad de un combate en su boca. Por multitud de factores desea hundir la espada en el causante de la carnicería… principalmente porque es Kosir.
Kosir
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Re: En busca de lo improbable (Libre) [CERRADO]
De nuevo en soledad los caminos se volvían caldo para su mente inquieta, el único problema era que se había vuelto a perder mientras evitaba lugares habitados, sabía que aun estaba en un dominio elfico, aun así venía siendo tiempo de arriesgarse y conseguir provisiones, y mínimo alguien que le diera indicaciones. ¿Cómo diablos se había perdido de nuevo?, "Si te la pasas distraída tomando nota de como van las cosas, nunca acabaras de salir" Se dijo a si misma y recordó que requería un cuaderno o mas hojas, y tinta... Volvía a pensar demasiado y distraerse cuando escucho el ruido de una granja, bueno a los animales de una. Por reflejo estaba dando media vuelta y recordó sus metas.
-A mal paso darle prisa, es un mito que hay un Hazelmere en todos lados, eso... Les gusta presumir en nuestra casta.
Se armo de valor y volvió a su andar, ademas tal vez no necesitaría internarse en la aldea, los dueños de la granja podrían apoyarla con algo de pan, tal vez hasta una ducha caliente. Eso si que la animo a apretar el paso, vio a las vacas, una que otra gallina, y algo raro, el buey atado en el campo con el arado, sin nadie que le guiara, por la hora mínimo deberían estar arando, yendo por agua, tareas copiosas que había visto en su propia aldea, sin embargo... Algo no le gustaba, y corrió al hogar, ¿un ataque?, sabía por historias que los ataques eran acompañados de fuego, sangre en el aire, pero no había olido esta, y ese aroma lo conocía bien por las enseñanzas del hogar, un sanador ve muchas atrocidades en los cuerpos de otros. Sus pasos aunque acelerados eran sutiles, la casa estaba abierta de par en par, entrecerró los ojos, su oído se afinaba pero no percibía ruidos. Desenredo de su cadera su peculiar arma con un siseo del metal, la cadena camino en sus dedos, fría y lista. Fue cuando entro al hogar, pero estaba desierto, era un hogar pequeño, había algunos juguetes en el lugar, pero.
-¿Dónde están todos?
Volvió a salir, enfundando a Kisu, si había heridos requeriría sus manos libres, fue cuando con prisa se adentro a la aldea, de momento lo único normal eran las casas, lo demás, era como una pesadilla, estaba desierta, un grito le heló la sangre y sintió vació el estomago, corrió hacia esa dirección y vio a alguien en el suelo. "Gracias a los dioses" Se dijo a si misma, tal vez estaba inconsciente, si le ayudaba podría decirle que había pasado. Pero al acercarse esa esperanza se fugo, una herida denotaba que esto no era un accidente, un éxodo por alguna plaga, ni alguna clase de migración. La herida no sangraba así que la persona estaba muerta, saco la sabana de su mochila, mínimo le daría un respeto a su cuerpo, y con esta en mano giro a la mujer.
-Oh dioses, que.
Las palabras se quedaron atoradas en su garganta, el cuerpo carecía de rostro, ese era el alcance de una magia mal empleada, el horror que seguro sus antepasados sufrieron, ¿eran por eso las advertencias? Cubrió el cuerpo y corrió hacia donde se había escuchado ese grito, seguro ahí habría respuestas, no tuvo duda en portar desenvainada a Kisu.
-A mal paso darle prisa, es un mito que hay un Hazelmere en todos lados, eso... Les gusta presumir en nuestra casta.
Se armo de valor y volvió a su andar, ademas tal vez no necesitaría internarse en la aldea, los dueños de la granja podrían apoyarla con algo de pan, tal vez hasta una ducha caliente. Eso si que la animo a apretar el paso, vio a las vacas, una que otra gallina, y algo raro, el buey atado en el campo con el arado, sin nadie que le guiara, por la hora mínimo deberían estar arando, yendo por agua, tareas copiosas que había visto en su propia aldea, sin embargo... Algo no le gustaba, y corrió al hogar, ¿un ataque?, sabía por historias que los ataques eran acompañados de fuego, sangre en el aire, pero no había olido esta, y ese aroma lo conocía bien por las enseñanzas del hogar, un sanador ve muchas atrocidades en los cuerpos de otros. Sus pasos aunque acelerados eran sutiles, la casa estaba abierta de par en par, entrecerró los ojos, su oído se afinaba pero no percibía ruidos. Desenredo de su cadera su peculiar arma con un siseo del metal, la cadena camino en sus dedos, fría y lista. Fue cuando entro al hogar, pero estaba desierto, era un hogar pequeño, había algunos juguetes en el lugar, pero.
-¿Dónde están todos?
Volvió a salir, enfundando a Kisu, si había heridos requeriría sus manos libres, fue cuando con prisa se adentro a la aldea, de momento lo único normal eran las casas, lo demás, era como una pesadilla, estaba desierta, un grito le heló la sangre y sintió vació el estomago, corrió hacia esa dirección y vio a alguien en el suelo. "Gracias a los dioses" Se dijo a si misma, tal vez estaba inconsciente, si le ayudaba podría decirle que había pasado. Pero al acercarse esa esperanza se fugo, una herida denotaba que esto no era un accidente, un éxodo por alguna plaga, ni alguna clase de migración. La herida no sangraba así que la persona estaba muerta, saco la sabana de su mochila, mínimo le daría un respeto a su cuerpo, y con esta en mano giro a la mujer.
-Oh dioses, que.
Las palabras se quedaron atoradas en su garganta, el cuerpo carecía de rostro, ese era el alcance de una magia mal empleada, el horror que seguro sus antepasados sufrieron, ¿eran por eso las advertencias? Cubrió el cuerpo y corrió hacia donde se había escuchado ese grito, seguro ahí habría respuestas, no tuvo duda en portar desenvainada a Kisu.
Aradia Hazelmere
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Re: En busca de lo improbable (Libre) [CERRADO]
TURNO 3
Las palabras de la mujer despertaron un evidente desdén en el Elfo. No le importó en absoluto que ella recogiera lo que él consideraba basura, y aunque no llegó a importunarle su aparente intento de manipularle para acceder a ayudar a un puñado de desconocidos, sí llamó su atención el curioso mapa que desplegó ante él. ¿Qué era aquello y cómo lo había obtenido? ¿Qué clase de cosas podía localizar? Desconfiaba por supuesto de toda magia que no proviniese de los dioses de la luz, la verdadera y única, y aún así, aquel artefacto podría serle de gran utilidad y acortar su búsqueda en gran medida. No estaba dispuesto a matarla para obtenerlo, no parecía poseer maldad alguna, pero si caía por pura necedad para tratar de ser una heroína, tendría lo que deseaba al alcance de la mano. Su camino, por fortuna, lo llevaba también al norte. Tal vez los dioses deseasen que siguiese junto a ella un tiempo más. El Elfo se encogió de hombros, aún a sabiendas de que por nadie era observado, y la dejó avanzar ante sí, mientras calibraba el comportamiento y actitud de la desconocida. Él no sentía la necesidad de presentarse a criaturas fuera de su raza y mantuvo una saludable distancia, dejando unos cien pasos de separación entre ambos.
¿Era de veras tan ingenua para decidir ayudar a unas gentes que nunca había visto? ¿Cómo seguía con vida lanzándose de cabeza a un lugar que podría encontrarse plagado de enemigos, sin ni siquiera conocimiento alguno de éstos? Era incomprensible.
Caminaron varias horas, a lo largo de la hermosa planicie. Pese a adorar los bosques, Nousis admiraba la tranquilidad de la campiña surcada de ríos y arroyos, donde residían contados árboles en las riberas, y solían ser surcada por rebaños de animales y pequeñas aldeas humanas que pese a las limitaciones de su raza, sabían convivir con la madre tierra y no atentar contra la foresta.
El Elfo arribó a la aldea tras dos largas horas de marcha. Ya atardecía, y los colores claros y luminosos estaban dando paso a matices tocados por las primeras trazas de la oscuridad que precede a la noche. Poco le importaban los pensamientos de la criatura que continuaba delante de él. Tal vez sonriese pensando erróneamente que le seguía para ayudar a los infelices que habían, quizá, sido atacados. Sus caminos sencillamente se encontraban por el momento en la misma dirección.
La pequeña congregación de viviendas campesinas apenas tenía diferencia alguna con otras tantas que Nousis había visto a lo largo de su viaje. Para sí, respetaba más, en la medida que se podía hacerlo a tan torpe raza, a los humanos que trabajaban la tierra que a los habitantes de las ciudades, quienes hacían gala de las peores cualidades que tales criaturas poseían. Beneficio y poder antes que tradición y honor. Suspiró. Si él fuese humano, y por fortuna el destino no lo había querido así, empezaría sin dudarlo una purga entre sus congéneres, como el árbol con ramas podridas que han de ser cortadas para poder crecer con esplendor. Torpe raza. Se repitió.
Dejando a un lado a la mujer, procurando no perderla de vista, paseó con mesura entre las casas, donde ningún sonido apreciaban sus oídos, tan acostumbrados a diferenciar distintos animales y problemas en su bosque natal. Era un silencio extraño, incómodo, de los que parecen desear ser rotos de un instante a otro, como una canción que no termina de alcanzar su clímax. Nousis alcanzó por fin una figura apoyada en la pared de una morada. Un niño, sin rostro, con una profunda herida en el muslo por la que sin duda, se había desangrado. Desenvainó, mas ningún tipo de espíritu apareció en ésta ocasión. Sólo múltiples pisadas en el barro, que podían pertenecer a los propios aldeanos como a cualquier otra forma humanoide que calzase recias botas. Alzó la vista nuevamente, sólo para distinguir otros recién llegados. ¿Habría ellos provocado el Mal que se había cernido sobre la aldea? No tuvo tiempo alguno para presentaciones o elucubraciones. La tierra tembló ligeramente varias veces. Y del este, de la línea primera de bosque, unas grandes bestias emergieron para sorpresa del Elfo, que no atinó qué extraña relación podría existir entre tales monstruos y unos cadáveres que sin duda no habían sido restos de lo que acababa de aparecer.
- Spoiler:
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Trolls. Cinco.
La mente de Nousis dejó claras sus opciones en un instante.
-¡¡HUYE!!- Gritó a la desconocida, antes de correr hacia el oeste, en dirección al lago, que distaba a casi veinte leguas. No sabía qué harían si no alcanzaban a esconderse en lugar alguno.
____________________________
OFF: Bien, aquí comienza el asunto.
Para los cuatro: Podéis investigar cuanto queráis en la aldea, y hacerme cuantas preguntas queráis. Si lográis averiguar cosas, será más sencilla la aventura, más respuesta podréis hallar y más lógica encontrar a cada paso. También interactuar entre vosotros, por supuesto SIN metarrol faltaría más, conversaciones por mp para dar calidad a vuestros posts, o para conoceros simplemente, Lo mismo con Nousis si lo deseáis (os responda él o no xD)
Todos tenemos un nivel bajo, con lo que ello supone. Actuad de acuerdo a vuestro pj siempre, como es natural, y recordad que no es un videojuego de grabar partida y recomenzar donde lo habéis dejado. Vosotros/as sabréis si queréis actuar a lo loco o no ^^
Espero vuestra cuestiones...
Nousis Indirel
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Re: En busca de lo improbable (Libre) [CERRADO]
Alerta ante cualquier sonido sospechoso, la Midgardiana se adentró en la vegetación muy atenta a cualquier pequeño indicio que el demonio hubiese dejado a su paso, pero a pesar de sus dotes de rastreo aquel ser no dejaba huellas, volaba, y eso le iba a complicar la tarea de seguirlo.
Tampoco tenía un olor característico que pudiese aprovechar para guiarse, por lo que solo le quedaba una opción, confiar en que al ser descubierto hubiese regresado al lugar del que había venido, la aldea del mapa.
- ¿Qué vas a hacer cuando lo encuentres? Piensa Ava, piensa. - murmuró, temiendo que al tratarse de una criatura formada a partir de gas su hacha simplemente la atravesase sin causar daño. - Si Segadora falla no le serviré de nada esa gente. - siguió, deslizando la vista por el dentado filo del arma.
- Necesito un plan alternativo por si mis ataques no surten efecto sobre esa cosa. - y dicho esto, la muchacha echó la vista hacia atrás, comprobando que aunque se mantenía a cierta distancia, el elfo avanzaba en su misma dirección. - Quizá él sea la solución, todavía no tengo claros los poderes de los de su raza pero como poco sería un apoyo. - caviló, recordándose de todos modos que no podía dar por hecho que contaría con su ayuda, no después del comportamiento que había mostrado junto al cadáver sin rostro.
Con un amargo suspiro, la cuerva volvió a girarse hacia el camino y rezó a los espíritus para que la protegiesen, pero yendo directamente hacia la boca del lobo puede que estuviese pidiendo demasiado.
El trayecto resultó mucho más largo de lo que esperaba, tuvo que caminar un buen rato antes de empezar a ver a los lejos las casas que el pergamino le había marcado y el panorama que encontró allí no fue nada alentador. Los pocos campesinos que halló estaban ya muertos y presentaban el mismo tipo de desfiguración en la cara, pero a diferencia del primero, no salió de ellos ninguna criatura.
Los animales en cambio estaban perfectamente, seguían en sus recintos como si nada hubiese pasado, detalle del que podía deducir que fuera lo que fuese aquella nube de gas, solo atacaba a humanos. - Si se ha quedado sin víctimas es posible que se haya ido… pero de ser así, ¿por qué no nos atacó cuando tuvo ocasión? Estabamos a su alcance, podría haberlo intentado. - murmuró, sujetando con fuerza el mango de Segadora mientras avanzaba a través de las viviendas.
Un pesado silencio se había instalado en el lugar y el olor de la sangre derramada impregnaba el aire, consiguiendo que la joven arrugase la nariz como muestra de desagrado. El incesante zumbido de las moscas que rondaban los cuerpos no añadía nada bueno a la escena, ya de por sí repulsiva, pero todo eso quedó a un lado cuando su agudo oído comenzó a escuchar el inconfundible sonido de unas aceleradas pisadas.
- ¿Aún queda gente con vida? - se preguntó interiormente, reacia a creerlo después de ver el estado de la aldea. Decidida a descubrir de quién se trataba, Ava dirigió sus pasos hacia el ruido, pero justo cuando alcanzó a atisbar la silueta de la persona que lo estaba provocando, el suelo empezó a temblar bajo sus botas.
- ¿Y ahora qué pasa? - susurró, bajando la vista, pero solo unos segundos más tarde unos extraños gruñidos hicieron que volviese a prestar atención al bosque. - Trolls. - balbuceó nada más reconocer a las bestias que acababan de aparecer.
El grito del elfo no le dio demasiados ánimos, mucho menos verlo salir corriendo del pueblo a la primera de cambio, pero ella no iba a hacer lo mismo, tenía que averiguar qué estaba ocurriendo en aquel sitio y no se marcharía hasta conseguirlo.
- Son cinco, demasiados para hacerles frente a la vez, tengo que idear algo para contenerlos. - rápidamente, los dorados ojos de la Midgardiana examinaron el lugar en busca de alguna idea brillante, alguna forma de equilibrar la pelea para que no la matasen, y enseguida dio con lo que necesitaba.
Si quería tener alguna oportunidad debía asegurarse de aumentar sus posibilidades de éxito y eso solo podía lograrlo de una forma, luchando con aquellos animales de uno en uno para poder centrarse en el combate. Con eso en mente, la morena corrió hacia la casa que parecía tener la estructura más segura, y de inmediato se encerró dentro, bloqueando la parte baja de la puerta con algunos de los muebles que quedaban.
No esperaba mantenerlos fuera por mucho tiempo sino limitar su entrada a través del marco y colocarse en una posición que le diese ventaja para asestar el golpe en el momento preciso. - Vamos, venid a por mí. - masculló, ya situada y blandiendo con fuerza su hacha mientras dos de los trolls golpeaban la puerta con intención de destrozarla.
La madera no tardó mucho en empezar a ceder, agrietándose hasta el punto en que una de las garras de aquellas bestias pudo traspasarla, pero eso era exactamente lo que la cazadora quería, y sin perder ni un instante, elevó su arma para dejarla caer con un potente movimiento que cercenó la extremidad del ser a la altura de la muñeca.
El chillido que sonó a continuación fue ensordecedor, una mezcla entre dolor e ira, pero instintivamente, el herido se retiró unos pasos para revisarse lo que ahora era un muñón cubierto de sangre, dejando que su congénere tomase la iniciativa.
Cuando éste finalmente consiguió derribar la puerta Ava estaba lista para recibirlo con un tajo horizontal, el dentado filo de Segadora se hundió varios centímetros en la carne de la bestia, provocando que al igual que el anterior, también emitiese un desgarrador chillido. Pero aquello no fue suficiente para derribarlo, ni siquiera cuando extrajo el hacha, causando aún más daño en su enemigo, tendría que seguir luchando en el interior de la casa, que no le ofrecía demasiadas posibilidades.
Los pasillos eran demasiado estrechos como para que pudiese moverse con libertad al pelear, por lo que tendría que mantenerse en la habitación hasta que no le quedase más remedio que retirarse a otra y repetir la estrategia.
No especifico a quién alcanzo a ver para no limitaros, cualquiera puede cruzarse con Ava justo antes del ataque ^^
Tampoco tenía un olor característico que pudiese aprovechar para guiarse, por lo que solo le quedaba una opción, confiar en que al ser descubierto hubiese regresado al lugar del que había venido, la aldea del mapa.
- ¿Qué vas a hacer cuando lo encuentres? Piensa Ava, piensa. - murmuró, temiendo que al tratarse de una criatura formada a partir de gas su hacha simplemente la atravesase sin causar daño. - Si Segadora falla no le serviré de nada esa gente. - siguió, deslizando la vista por el dentado filo del arma.
- Necesito un plan alternativo por si mis ataques no surten efecto sobre esa cosa. - y dicho esto, la muchacha echó la vista hacia atrás, comprobando que aunque se mantenía a cierta distancia, el elfo avanzaba en su misma dirección. - Quizá él sea la solución, todavía no tengo claros los poderes de los de su raza pero como poco sería un apoyo. - caviló, recordándose de todos modos que no podía dar por hecho que contaría con su ayuda, no después del comportamiento que había mostrado junto al cadáver sin rostro.
Con un amargo suspiro, la cuerva volvió a girarse hacia el camino y rezó a los espíritus para que la protegiesen, pero yendo directamente hacia la boca del lobo puede que estuviese pidiendo demasiado.
El trayecto resultó mucho más largo de lo que esperaba, tuvo que caminar un buen rato antes de empezar a ver a los lejos las casas que el pergamino le había marcado y el panorama que encontró allí no fue nada alentador. Los pocos campesinos que halló estaban ya muertos y presentaban el mismo tipo de desfiguración en la cara, pero a diferencia del primero, no salió de ellos ninguna criatura.
Los animales en cambio estaban perfectamente, seguían en sus recintos como si nada hubiese pasado, detalle del que podía deducir que fuera lo que fuese aquella nube de gas, solo atacaba a humanos. - Si se ha quedado sin víctimas es posible que se haya ido… pero de ser así, ¿por qué no nos atacó cuando tuvo ocasión? Estabamos a su alcance, podría haberlo intentado. - murmuró, sujetando con fuerza el mango de Segadora mientras avanzaba a través de las viviendas.
Un pesado silencio se había instalado en el lugar y el olor de la sangre derramada impregnaba el aire, consiguiendo que la joven arrugase la nariz como muestra de desagrado. El incesante zumbido de las moscas que rondaban los cuerpos no añadía nada bueno a la escena, ya de por sí repulsiva, pero todo eso quedó a un lado cuando su agudo oído comenzó a escuchar el inconfundible sonido de unas aceleradas pisadas.
- ¿Aún queda gente con vida? - se preguntó interiormente, reacia a creerlo después de ver el estado de la aldea. Decidida a descubrir de quién se trataba, Ava dirigió sus pasos hacia el ruido, pero justo cuando alcanzó a atisbar la silueta de la persona que lo estaba provocando, el suelo empezó a temblar bajo sus botas.
- ¿Y ahora qué pasa? - susurró, bajando la vista, pero solo unos segundos más tarde unos extraños gruñidos hicieron que volviese a prestar atención al bosque. - Trolls. - balbuceó nada más reconocer a las bestias que acababan de aparecer.
El grito del elfo no le dio demasiados ánimos, mucho menos verlo salir corriendo del pueblo a la primera de cambio, pero ella no iba a hacer lo mismo, tenía que averiguar qué estaba ocurriendo en aquel sitio y no se marcharía hasta conseguirlo.
- Son cinco, demasiados para hacerles frente a la vez, tengo que idear algo para contenerlos. - rápidamente, los dorados ojos de la Midgardiana examinaron el lugar en busca de alguna idea brillante, alguna forma de equilibrar la pelea para que no la matasen, y enseguida dio con lo que necesitaba.
Si quería tener alguna oportunidad debía asegurarse de aumentar sus posibilidades de éxito y eso solo podía lograrlo de una forma, luchando con aquellos animales de uno en uno para poder centrarse en el combate. Con eso en mente, la morena corrió hacia la casa que parecía tener la estructura más segura, y de inmediato se encerró dentro, bloqueando la parte baja de la puerta con algunos de los muebles que quedaban.
No esperaba mantenerlos fuera por mucho tiempo sino limitar su entrada a través del marco y colocarse en una posición que le diese ventaja para asestar el golpe en el momento preciso. - Vamos, venid a por mí. - masculló, ya situada y blandiendo con fuerza su hacha mientras dos de los trolls golpeaban la puerta con intención de destrozarla.
La madera no tardó mucho en empezar a ceder, agrietándose hasta el punto en que una de las garras de aquellas bestias pudo traspasarla, pero eso era exactamente lo que la cazadora quería, y sin perder ni un instante, elevó su arma para dejarla caer con un potente movimiento que cercenó la extremidad del ser a la altura de la muñeca.
El chillido que sonó a continuación fue ensordecedor, una mezcla entre dolor e ira, pero instintivamente, el herido se retiró unos pasos para revisarse lo que ahora era un muñón cubierto de sangre, dejando que su congénere tomase la iniciativa.
Cuando éste finalmente consiguió derribar la puerta Ava estaba lista para recibirlo con un tajo horizontal, el dentado filo de Segadora se hundió varios centímetros en la carne de la bestia, provocando que al igual que el anterior, también emitiese un desgarrador chillido. Pero aquello no fue suficiente para derribarlo, ni siquiera cuando extrajo el hacha, causando aún más daño en su enemigo, tendría que seguir luchando en el interior de la casa, que no le ofrecía demasiadas posibilidades.
Los pasillos eran demasiado estrechos como para que pudiese moverse con libertad al pelear, por lo que tendría que mantenerse en la habitación hasta que no le quedase más remedio que retirarse a otra y repetir la estrategia.
No especifico a quién alcanzo a ver para no limitaros, cualquiera puede cruzarse con Ava justo antes del ataque ^^
Ava Kenrith
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Re: En busca de lo improbable (Libre) [CERRADO]
A medida que Kosir atraviesa la aldea cementerio, cruza miradas con una mujer alada… literalmente. Esto le hace formar cierto rostro de confusión y es que los seres bestiales siempre tienen ese efecto en él, no existen en bosque negro.
Poco tiempo tiene para meditar el evento sin embargo, la tierra tiembla y trae consigo numerosas sorpresas desagradables. Bestias de pesadilla que hacen dudar al bárbaro del intelecto divino exterior.
Estas enormes cosas se despliegan de manera táctica, posiblemente en busca de comida. Una de ellas corre directo a la mujer con claras intenciones de desayunársela, afortunadamente logra pensar rápido y refugiarse en cierta casa.
Por algunos instantes el muchacho salvaje se propone ayudarla pero es sorprendido por otro monstruo, hay suficientes para todos al parecer. Cierta sonrisa maliciosa se forma entonces en el muchacho y es que el rumor de una pelea fuerte lo vuelve muy feliz.
Su enemigo gigante predilecto avanza violentamente en carga pero Kosir lo repele con un tajo largo, eventualmente este último arroja su mandoble a modo de jabalina dejándole incrustado en el torso contrario.
La bestia gruñe de dolor pero no cae, se debe admitir que tiene bastante resistencia. Con una mueca psicótica el chico avanza y se le monta encima, lo siguiente que hace es sacar su puñal óseo para atacarle los ojos.
Logra golpes críticos llenándose de sangre en el proceso, ríe con cada vez más fuerza ante los numerosos quejidos sonoros de su enemigo. Siempre moviéndose para no terminar impactado por un manotazo vale destacar.
Finalmente el animal tiene suerte y logra sacarse al pelirrojo de encima, pero no sin antes ganarse un corte de presión en la cabeza. El pequeño bárbaro aterriza bruscamente aunque no tarda en ponerse de pie, no es la parte afectada de la pelea ahora mismo.
Su enemigo predilecto avanza otra vez, no puede ver aunque tiene un oído igual de bueno. Su estado es deplorable pero resiste, cualidades de un digno enemigo. Claro que justo cuando llega a punto de contacto un golpe del muchacho lo deja viendo estrellas.
El habitante de bosque negro podrá tener un puño pequeño pero las apariencias engañan, sigue siendo un bárbaro. Cuando alguien se rompe tantas veces los nudillos termina por desarrollar manos fuertes, incluso si sigue siendo joven.
Buena pelea, ve a tu plano en paz “le saca el mandoble del torso y pasa a decapitarlo de un tajo limpio”.
Poco tiempo tiene para meditar el evento sin embargo, la tierra tiembla y trae consigo numerosas sorpresas desagradables. Bestias de pesadilla que hacen dudar al bárbaro del intelecto divino exterior.
Estas enormes cosas se despliegan de manera táctica, posiblemente en busca de comida. Una de ellas corre directo a la mujer con claras intenciones de desayunársela, afortunadamente logra pensar rápido y refugiarse en cierta casa.
Por algunos instantes el muchacho salvaje se propone ayudarla pero es sorprendido por otro monstruo, hay suficientes para todos al parecer. Cierta sonrisa maliciosa se forma entonces en el muchacho y es que el rumor de una pelea fuerte lo vuelve muy feliz.
Su enemigo gigante predilecto avanza violentamente en carga pero Kosir lo repele con un tajo largo, eventualmente este último arroja su mandoble a modo de jabalina dejándole incrustado en el torso contrario.
La bestia gruñe de dolor pero no cae, se debe admitir que tiene bastante resistencia. Con una mueca psicótica el chico avanza y se le monta encima, lo siguiente que hace es sacar su puñal óseo para atacarle los ojos.
Logra golpes críticos llenándose de sangre en el proceso, ríe con cada vez más fuerza ante los numerosos quejidos sonoros de su enemigo. Siempre moviéndose para no terminar impactado por un manotazo vale destacar.
Finalmente el animal tiene suerte y logra sacarse al pelirrojo de encima, pero no sin antes ganarse un corte de presión en la cabeza. El pequeño bárbaro aterriza bruscamente aunque no tarda en ponerse de pie, no es la parte afectada de la pelea ahora mismo.
Su enemigo predilecto avanza otra vez, no puede ver aunque tiene un oído igual de bueno. Su estado es deplorable pero resiste, cualidades de un digno enemigo. Claro que justo cuando llega a punto de contacto un golpe del muchacho lo deja viendo estrellas.
El habitante de bosque negro podrá tener un puño pequeño pero las apariencias engañan, sigue siendo un bárbaro. Cuando alguien se rompe tantas veces los nudillos termina por desarrollar manos fuertes, incluso si sigue siendo joven.
Buena pelea, ve a tu plano en paz “le saca el mandoble del torso y pasa a decapitarlo de un tajo limpio”.
Kosir
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Re: En busca de lo improbable (Libre) [CERRADO]
Soy alguien que ha visto muy de cerca a la muerte, en varias ocasiones. Hasta podría decirse que somos amigos cercanos, si preguntaran mi opinión. O un dolor en el culo, si preguntaran la suya. Y sé que eso es extraño, dada la naturaleza de mi raza, pero hay un aquél en el peligro que uno no puede apreciar con una vida más efímera, como la humana. Quizás es la diferencia entre quien caza por deporte y quien caza para comer.
Me agaché, examinando más de cerca el cuerpo sin rostro que había entre las ruinas. Ese también tenía sólo una herida en el cuerpo.
Esta vez volvía a cruzarme con la muerte. No de la forma habitual —huyendo como un desgraciado con peso de pluma—, sino de forma más pacífica.
...Para mí, al menos.
No creí que mi primera visita a las Runas de los Baldíos sería en estas condiciones. Pero debo decir que está en la mitad alta de "sitios donde ser asesinado y robado de rostro". Lo preferiría a un establo, personalmente.
Si bien aún no tenía mucha información, no podía quejarme de mi situación actual, habiendo tenido como único punto de referencia un grito lejano de unos pocos segundos de duración. Había encontrado otro cuerpo con las mismas heridas que el primero.
—Aquí yace el final de una vida, uno de los sucesos más trágicos que pueden ocurrirle a uno —Acompañé mis palabras con movimientos emotivos, teatrales y exagerados—. Pero tu desgracia ha sido de utilidad para alguien más —Bajé la cabeza en señal de gratitud—. Entre tú y tu compañero muerto puede que, incluso, hayan dado pie a una cadena de eventos que desenlace en justicia para el actor de tan retorcidos ataques, sea animal, espanto u hombre.
Recapitulando mis hallazgos del día:
Un árbol con ramas curiosas.
Un hombre muerto con una herida lacerante y falto de rostro.
Las Runas de los Baldíos, donde había otro hombre muerto con una herida en el cuerpo y falta de rostro. En las cercanías del último había rastros de actividad.
Pisadas, de dos personas distintas. Características destacables; una era considerablemente más pesada que la otra.
Tras examinar el lugar me decidí por seguir la búsqueda hacia el norte, dirección en la que iban ambas pisadas.
El primer cuerpo no tenía rastros cerca, así que o se movieron por los árboles, los causantes de las pisadas no son los culpables, o son capaces de volar. Podía defenderme mejor entre los árboles, por ello decidí avanzar a lo largo del límite del bosque en lugar de caminar por cielo abierto, bien estaba atento al paradero del misterioso dúo.
Caminé un buen rato, sin nuevas noticias, cuando empecé a encontrar rastros. Rastros que no me ayudaron a responder preguntas, sino que me hicieron tener más. Mientras más avanzaba, más señales de vida había. Pisadas, marcas en los árboles. Restos, deshechos... Pasé de buscar por una aguja en un pajar, a nadar en agujas. Y eso me inquietaba, pues el sol se hacía más débil a cada momento. El tiempo se me acababa.
Dieta carnívora, variada. Huellas grandes, bípedas, pero distintas a las de las ruinas. Por la cantidad de restos y deshechos, era más de uno... Nada de esto concuerda con los cuerpos sin rostro.
Finalmente encontré algo que avanzara el caso. A lo lejos, una aldea. Aceleré el paso, atento a mi entorno, hasta que llegué a una distancia suficiente como para darme cuenta de había algo raro. No sabía decir el qué.
Entonces logré percibir movimientos en sus calles, movimientos muy contados. Y percibí algo más, algo terriblemente cerca, moviéndose hacia la aldea. Retrocedí, sobresaltado, y me oculté detrás de un árbol. Eran los causantes de los rastros cercanos...
—Ay carajo, son un grupo de...
"—¡¡HUYE!!—" exclamó una voz masculina, a cierta distancia.
Uuh, pobrecillo. Al menos conoce sus límites. No todo el mundo puede enfrentarse contra cuatro trolls y salir victorioso.
Di el pésame a aquella pobre alma, y me disponía a esperar a que aquello se resolviera.
Entonces oí una respiración a mi espalda.
Dos latidos.
Giré la cabeza, con el intenso deseo de que lo que imaginaba fuese únicamente parte de mi imaginación.
Cuatro latidos.
Pero esa nariz horrible, rostro repugnante y cuerpo enorme no podían ser imaginados por mí.
—¡HIJO DE P...! —Me agaché a tiempo, el árbol con que me ocultaba se sacudió por el impacto. No dude un instante; Salí disparado en dirección a la aldea, en búsqueda de ayuda.
—¡JODEEEER, JODEEEEEEEER! —me quejaba al aire con sonora voz, huyendo ahora de más trolls de los que debería (más de 0)— ¿POR QUÉ NO HAY NADIE EN ESTE MALDITO LUGAAR?
Entonces vi a una mujer de pelo oscuro, a un lado de la calle. No parecía capaz de sacarme de este aprieto, así que sólo le grité una advertencia, y volteé a ver a mis perseguidores. Eran dos trolls, a los que lancé mi bastón y morral, respectivamente, para que su atención se mantuviera en mí. Con suerte ignorarían a la mujer, pero no me detuve a observar si mi plan había sido totalmente exitoso. Seguí corriendo, las fuertes pisadas manteniéndose aún a una distancia regular.
¡¿Y ESTOS GORDOS HIJOS DE PUTA CÓMO CORREN TAANTO?! maldije para mis adentros, reservando mi aliento pero aún frustrado por lo injusto de la situación.
Crucé una esquina, esperando no encontrar más que otra calle vacía y más espacio para correr. Pero abrí los ojos sorprendido, tardando un par de latidos en entender lo que veía. Era un niño bañado en sangre. Normalmente temería por su estado de salud, pero el cadáver de troll decapitado que yacía a su lado me decía que probablemente él manejaría la situación mucho mejor que yo.
—¡NIÑO¡ ¡MATATROLLS! —llamé su atención, a veinte metros y acercándome— ¡A UNA CASA, A UNA CASA! —Hice señas a la calle siguiente. No teníamos oportunidad enfrentándonos a los trolls en un espacio abierto.
Entonces seguí de largo, el sonido del viento contra mis orejas dificultando que me diera cuenta de si el muchacho había hecho caso a mi sugerencia. Crucé esa esquina, y...
—¡CARAJO! —Di un salto sobre la carreta que había en el callejón sin salida, la sorpresa impidiendo que me preparase correctamente, por lo que terminé dando vueltas en el suelo.
No tuve tiempo de ver mi vida pasar frente a mis ojos, pues tras el estruendo de madera siendo destruida, lo que vi pasar frente a mis ojos fue un troll volando, entre astillas y trozos de ruedas, hacia la pared de la casa siguiente. Entonces escuché otro estruendo, el sonido de madera estallando y cristales rompiéndose.
Tardé tres latidos en comprender lo que había ocurrido, y levantarme a examinar mis alrededores. Uno pensaría que haría más caso al troll que había atravesado la pared de una casa tras tropezarse, al troll que aún me seguía de más atrás, el interior de la casa y a otros trolls que atacaban la puerta de esta. Pero no fue lo que más me llamó la atención.
Lo más inesperado de todo eso fueron las alas negras, armadura extravagante y ojos ambarinos de una conocida.
*Perdón por la tardanza, no me había fijado en la fecha de las respuestas :'D
¡Este post viene largo e inspirado! Y como siempre, no duden en comentarme si debo editar algo.
Me agaché, examinando más de cerca el cuerpo sin rostro que había entre las ruinas. Ese también tenía sólo una herida en el cuerpo.
Esta vez volvía a cruzarme con la muerte. No de la forma habitual —huyendo como un desgraciado con peso de pluma—, sino de forma más pacífica.
...Para mí, al menos.
No creí que mi primera visita a las Runas de los Baldíos sería en estas condiciones. Pero debo decir que está en la mitad alta de "sitios donde ser asesinado y robado de rostro". Lo preferiría a un establo, personalmente.
Si bien aún no tenía mucha información, no podía quejarme de mi situación actual, habiendo tenido como único punto de referencia un grito lejano de unos pocos segundos de duración. Había encontrado otro cuerpo con las mismas heridas que el primero.
—Aquí yace el final de una vida, uno de los sucesos más trágicos que pueden ocurrirle a uno —Acompañé mis palabras con movimientos emotivos, teatrales y exagerados—. Pero tu desgracia ha sido de utilidad para alguien más —Bajé la cabeza en señal de gratitud—. Entre tú y tu compañero muerto puede que, incluso, hayan dado pie a una cadena de eventos que desenlace en justicia para el actor de tan retorcidos ataques, sea animal, espanto u hombre.
Recapitulando mis hallazgos del día:
Un árbol con ramas curiosas.
Un hombre muerto con una herida lacerante y falto de rostro.
Las Runas de los Baldíos, donde había otro hombre muerto con una herida en el cuerpo y falta de rostro. En las cercanías del último había rastros de actividad.
Pisadas, de dos personas distintas. Características destacables; una era considerablemente más pesada que la otra.
Tras examinar el lugar me decidí por seguir la búsqueda hacia el norte, dirección en la que iban ambas pisadas.
El primer cuerpo no tenía rastros cerca, así que o se movieron por los árboles, los causantes de las pisadas no son los culpables, o son capaces de volar. Podía defenderme mejor entre los árboles, por ello decidí avanzar a lo largo del límite del bosque en lugar de caminar por cielo abierto, bien estaba atento al paradero del misterioso dúo.
-----
Caminé un buen rato, sin nuevas noticias, cuando empecé a encontrar rastros. Rastros que no me ayudaron a responder preguntas, sino que me hicieron tener más. Mientras más avanzaba, más señales de vida había. Pisadas, marcas en los árboles. Restos, deshechos... Pasé de buscar por una aguja en un pajar, a nadar en agujas. Y eso me inquietaba, pues el sol se hacía más débil a cada momento. El tiempo se me acababa.
Dieta carnívora, variada. Huellas grandes, bípedas, pero distintas a las de las ruinas. Por la cantidad de restos y deshechos, era más de uno... Nada de esto concuerda con los cuerpos sin rostro.
Finalmente encontré algo que avanzara el caso. A lo lejos, una aldea. Aceleré el paso, atento a mi entorno, hasta que llegué a una distancia suficiente como para darme cuenta de había algo raro. No sabía decir el qué.
Entonces logré percibir movimientos en sus calles, movimientos muy contados. Y percibí algo más, algo terriblemente cerca, moviéndose hacia la aldea. Retrocedí, sobresaltado, y me oculté detrás de un árbol. Eran los causantes de los rastros cercanos...
—Ay carajo, son un grupo de...
"—¡¡HUYE!!—" exclamó una voz masculina, a cierta distancia.
Uuh, pobrecillo. Al menos conoce sus límites. No todo el mundo puede enfrentarse contra cuatro trolls y salir victorioso.
Di el pésame a aquella pobre alma, y me disponía a esperar a que aquello se resolviera.
- Música, por si interesa.:
Entonces oí una respiración a mi espalda.
Dos latidos.
Giré la cabeza, con el intenso deseo de que lo que imaginaba fuese únicamente parte de mi imaginación.
Cuatro latidos.
Pero esa nariz horrible, rostro repugnante y cuerpo enorme no podían ser imaginados por mí.
—¡HIJO DE P...! —Me agaché a tiempo, el árbol con que me ocultaba se sacudió por el impacto. No dude un instante; Salí disparado en dirección a la aldea, en búsqueda de ayuda.
-----
—¡JODEEEER, JODEEEEEEEER! —me quejaba al aire con sonora voz, huyendo ahora de más trolls de los que debería (más de 0)— ¿POR QUÉ NO HAY NADIE EN ESTE MALDITO LUGAAR?
Entonces vi a una mujer de pelo oscuro, a un lado de la calle. No parecía capaz de sacarme de este aprieto, así que sólo le grité una advertencia, y volteé a ver a mis perseguidores. Eran dos trolls, a los que lancé mi bastón y morral, respectivamente, para que su atención se mantuviera en mí. Con suerte ignorarían a la mujer, pero no me detuve a observar si mi plan había sido totalmente exitoso. Seguí corriendo, las fuertes pisadas manteniéndose aún a una distancia regular.
¡¿Y ESTOS GORDOS HIJOS DE PUTA CÓMO CORREN TAANTO?! maldije para mis adentros, reservando mi aliento pero aún frustrado por lo injusto de la situación.
Crucé una esquina, esperando no encontrar más que otra calle vacía y más espacio para correr. Pero abrí los ojos sorprendido, tardando un par de latidos en entender lo que veía. Era un niño bañado en sangre. Normalmente temería por su estado de salud, pero el cadáver de troll decapitado que yacía a su lado me decía que probablemente él manejaría la situación mucho mejor que yo.
—¡NIÑO¡ ¡MATATROLLS! —llamé su atención, a veinte metros y acercándome— ¡A UNA CASA, A UNA CASA! —Hice señas a la calle siguiente. No teníamos oportunidad enfrentándonos a los trolls en un espacio abierto.
Entonces seguí de largo, el sonido del viento contra mis orejas dificultando que me diera cuenta de si el muchacho había hecho caso a mi sugerencia. Crucé esa esquina, y...
—¡CARAJO! —Di un salto sobre la carreta que había en el callejón sin salida, la sorpresa impidiendo que me preparase correctamente, por lo que terminé dando vueltas en el suelo.
No tuve tiempo de ver mi vida pasar frente a mis ojos, pues tras el estruendo de madera siendo destruida, lo que vi pasar frente a mis ojos fue un troll volando, entre astillas y trozos de ruedas, hacia la pared de la casa siguiente. Entonces escuché otro estruendo, el sonido de madera estallando y cristales rompiéndose.
Tardé tres latidos en comprender lo que había ocurrido, y levantarme a examinar mis alrededores. Uno pensaría que haría más caso al troll que había atravesado la pared de una casa tras tropezarse, al troll que aún me seguía de más atrás, el interior de la casa y a otros trolls que atacaban la puerta de esta. Pero no fue lo que más me llamó la atención.
Lo más inesperado de todo eso fueron las alas negras, armadura extravagante y ojos ambarinos de una conocida.
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*Perdón por la tardanza, no me había fijado en la fecha de las respuestas :'D
¡Este post viene largo e inspirado! Y como siempre, no duden en comentarme si debo editar algo.
Mefisto
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Re: En busca de lo improbable (Libre) [CERRADO]
Eso era lo que podía llamarse un pequeño infierno de cadáveres y soledad. Su sentido común le decía que saliera de ahí sin ver atrás, pero no podía, su alma le gritaba que no, y así es como se encontraba corriendo mirando por las callejuelas y el suelo un cadáver tras otro, el grito se había desvanecido pero conforme corría oía sus estertores, una voz que aun clamaba piedad, con un dejo de esperanza, un dejo de lucha fue lo que vio, el joven de apenas 13 o 14 años, era atacado por uno que le doblaba la edad, su llegada distrajo al hombre que termino con un cuchillo de cocina bien clavado, lo que siguió no lo esperas de alguien que fuera herido ni al borde de la muerte, por inercia guardo la cadena y abrazo al chico cuando del cuerpo salia un vapor que tomo forma de un espectro y su alarido era algo que no podría olvidar, de eso estaba segura, se separo un poco de él, un joven que ya debía volverse un hombre; cruel destino de los humanos;
-Estas a salvo, fuiste valiente-
Musito él parecía volver en si, miro el cuerpo y le llamo la atención una marca en su hombro, bueno a falta de papel; recordó que había terminado sus reservas escribiendo sobre como no salir del lodo; tomo el cuchillo que había usado el jovencito y corto la piel.
-¿Qué paso aquí?- Le dijo al chico que la miraba sin mucho reproche.
-Casi una treintena, o más de ellos vinieron a atacar, si no te mataban te llevaban tras dejarte inconsciente yo..-
Termino el trabajo lo mejor posible mientras se ahogaban sus palabras, como desollar conejos, tomo tela de la ropa del muerto y lo guardo en su bolsillo. -No es de cobardes buscar salir vivo, ¿sabes a donde los llevaron? ¿Se llevaron a tú familia?-
El chico bajo la mirada, dijo algo muy bajo que de no ser por que se acerco más hubiera tenido que volver a preguntar; el norte, hacía el norte; sus ojos se habían llenado de lagrimas más amargas que retorcieron su corazón, sin rostro sería para imposible para cualquiera identificarlos, pero seguro él veía a su familia entre los caídos.
-Vamos, hay que-
Musito levantandoce tomando el arma del agresor, no era algo que fuera a usar pero seguro tendría utilidad, se volvió a inclinar y comenzó a buscar entre las ropas del tipo cuando otro brumoso sonido hizo aparición en el aire que en cierta forma le parecido familiar.
-¿Que?-Dijo el chico que seguro no tenía idea de que se avecinaba.
-Oh no, esto no puede ser...
Musito y todo lo que vio suelto del cadáver lo metió en su mochila, este después se volvió algo que se volvería rutina, pero si era lo que temía debían correr y pronto, ya vaciando la mochila podría discernir que era de ella y que no, el chico le pregunta a donde puede ir, cosa nada fácil. -En estos momentos salir de este lugar sera peligroso.
Corre con él al hogar mas cercano, evito por todos los medios mirar el par de cadáveres sin rostro cuando encontró lo que buscaba, un sótano, le dejo su cantimplora de agua y su mapa, de todas formas ella no lo seguía y había tachado los lugares donde había poblados..
-No salgas, regresaré, kizukizu, es nuestra señal, si no vuelvo a medio día corre al sur, sin ver atrás las cruces son poblados, cuando los vi estaban normales, y no hagas ruido.-
Le dijo mirándolo a los ojos, dioses, sea lo que fuere... le dejo cuando el chico se oculto esperaba volver por él y dejarlo de camino en algún lugar habitado, no parecía contento, pero salir con esas cosas, era mandarlo al matadero, solo suplicaba que no los hubieran visto. Salio del hogar por una ventana y volvió al camino principal, el ruido era ya demasiado, no eran batallas eran gruñidos, golpes y pasos muy fuertes, y cuando:
—¡JODEEEER, JODEEEEEEEER! ¿POR QUÉ NO HAY NADIE EN ESTE MALDITO LUGAAR?
Ella atino a mirar a un hombre, aunque su agilidad le decía que no lo era; además que le grito como advertencia algo que no alcanzo a entender, por pasar demasiado cerca y rápido dejándola anonadada y solo mirando hacia lo que lo hacía correr.-Por los dioses.
No sabía si esas cosas la vieron pero no podía regresar por donde había venido, y tomando valor puso pies en polvorosa tras el otro, oh genial otro elfo.
- ¿QUÉ DIABLOS ESTÁ PASANDO AQUÍ?-
Le grito con cierta esperanza de que tuviera idea de algo, daba algunos grititos mientras lo seguía cuando alcanzo a entender algo de matatrolls y casas, fue cuando entre exhalación y exhalación miro una figura pequeña y familiar a cuyos pies yacía seguramente el primo o hermano de los perseguidores, no hubo mucho tiempo, miro como el otro logro esquivar la carreta, ella no tuvo esa reacción y siguió de largo, buena idea una de esas cosas hizo añicos el carruaje y había ido a por el callejón, entre su rodeo, la sangre y ver si podía dar con otra entrada al callejón había otro troll siguiéndola hacía la figura bajita mientras dos mas hacia modo de entrar a una casa.
- ¿Qué acaso es temporada de caza de los trolls?
Grito agitada, sacando su cadena y comenzando a hacerla girar mientras recobraba el aliento y reconocía al pelirrojo, esperaba que él la reconociera cuando giro sobre sus tobillo dándole el frente al troll que la seguía lanzando su cadena a la cara, girando sobre su propio eje, la cosa había alzado un poco una de sus manazas como intentando detenerla, el peor error al tratar de detener un arma flexible, algunas púas se encajaron en sus dedos frenando el viaje pero ocasionando el latigazo a su cara con lo que tomo vuelo y termino enrollandoce en toda la cara de la criatura que chillo y bramo
-Ok, hasta aquí mi aporte. ¿Me ayudas?
Musito mirando a su alrededor, aparte del cuchillo de cocina, el arma del otro tipo que no pensaba usar, tenia esperanza de que el pelirrojo, la ayudara a recuperar su arma-
-Estas a salvo, fuiste valiente-
Musito él parecía volver en si, miro el cuerpo y le llamo la atención una marca en su hombro, bueno a falta de papel; recordó que había terminado sus reservas escribiendo sobre como no salir del lodo; tomo el cuchillo que había usado el jovencito y corto la piel.
-¿Qué paso aquí?- Le dijo al chico que la miraba sin mucho reproche.
-Casi una treintena, o más de ellos vinieron a atacar, si no te mataban te llevaban tras dejarte inconsciente yo..-
Termino el trabajo lo mejor posible mientras se ahogaban sus palabras, como desollar conejos, tomo tela de la ropa del muerto y lo guardo en su bolsillo. -No es de cobardes buscar salir vivo, ¿sabes a donde los llevaron? ¿Se llevaron a tú familia?-
El chico bajo la mirada, dijo algo muy bajo que de no ser por que se acerco más hubiera tenido que volver a preguntar; el norte, hacía el norte; sus ojos se habían llenado de lagrimas más amargas que retorcieron su corazón, sin rostro sería para imposible para cualquiera identificarlos, pero seguro él veía a su familia entre los caídos.
-Vamos, hay que-
Musito levantandoce tomando el arma del agresor, no era algo que fuera a usar pero seguro tendría utilidad, se volvió a inclinar y comenzó a buscar entre las ropas del tipo cuando otro brumoso sonido hizo aparición en el aire que en cierta forma le parecido familiar.
-¿Que?-Dijo el chico que seguro no tenía idea de que se avecinaba.
-Oh no, esto no puede ser...
Musito y todo lo que vio suelto del cadáver lo metió en su mochila, este después se volvió algo que se volvería rutina, pero si era lo que temía debían correr y pronto, ya vaciando la mochila podría discernir que era de ella y que no, el chico le pregunta a donde puede ir, cosa nada fácil. -En estos momentos salir de este lugar sera peligroso.
Corre con él al hogar mas cercano, evito por todos los medios mirar el par de cadáveres sin rostro cuando encontró lo que buscaba, un sótano, le dejo su cantimplora de agua y su mapa, de todas formas ella no lo seguía y había tachado los lugares donde había poblados..
-No salgas, regresaré, kizukizu, es nuestra señal, si no vuelvo a medio día corre al sur, sin ver atrás las cruces son poblados, cuando los vi estaban normales, y no hagas ruido.-
Le dijo mirándolo a los ojos, dioses, sea lo que fuere... le dejo cuando el chico se oculto esperaba volver por él y dejarlo de camino en algún lugar habitado, no parecía contento, pero salir con esas cosas, era mandarlo al matadero, solo suplicaba que no los hubieran visto. Salio del hogar por una ventana y volvió al camino principal, el ruido era ya demasiado, no eran batallas eran gruñidos, golpes y pasos muy fuertes, y cuando:
—¡JODEEEER, JODEEEEEEEER! ¿POR QUÉ NO HAY NADIE EN ESTE MALDITO LUGAAR?
Ella atino a mirar a un hombre, aunque su agilidad le decía que no lo era; además que le grito como advertencia algo que no alcanzo a entender, por pasar demasiado cerca y rápido dejándola anonadada y solo mirando hacia lo que lo hacía correr.-Por los dioses.
No sabía si esas cosas la vieron pero no podía regresar por donde había venido, y tomando valor puso pies en polvorosa tras el otro, oh genial otro elfo.
- ¿QUÉ DIABLOS ESTÁ PASANDO AQUÍ?-
Le grito con cierta esperanza de que tuviera idea de algo, daba algunos grititos mientras lo seguía cuando alcanzo a entender algo de matatrolls y casas, fue cuando entre exhalación y exhalación miro una figura pequeña y familiar a cuyos pies yacía seguramente el primo o hermano de los perseguidores, no hubo mucho tiempo, miro como el otro logro esquivar la carreta, ella no tuvo esa reacción y siguió de largo, buena idea una de esas cosas hizo añicos el carruaje y había ido a por el callejón, entre su rodeo, la sangre y ver si podía dar con otra entrada al callejón había otro troll siguiéndola hacía la figura bajita mientras dos mas hacia modo de entrar a una casa.
- ¿Qué acaso es temporada de caza de los trolls?
Grito agitada, sacando su cadena y comenzando a hacerla girar mientras recobraba el aliento y reconocía al pelirrojo, esperaba que él la reconociera cuando giro sobre sus tobillo dándole el frente al troll que la seguía lanzando su cadena a la cara, girando sobre su propio eje, la cosa había alzado un poco una de sus manazas como intentando detenerla, el peor error al tratar de detener un arma flexible, algunas púas se encajaron en sus dedos frenando el viaje pero ocasionando el latigazo a su cara con lo que tomo vuelo y termino enrollandoce en toda la cara de la criatura que chillo y bramo
-Ok, hasta aquí mi aporte. ¿Me ayudas?
Musito mirando a su alrededor, aparte del cuchillo de cocina, el arma del otro tipo que no pensaba usar, tenia esperanza de que el pelirrojo, la ayudara a recuperar su arma-
Aradia Hazelmere
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Re: En busca de lo improbable (Libre) [CERRADO]
TURNO 4
Nousis se llevó una mano al rostro. Estúpida criatura. Era evidente que no quedaba nadie con vida en aquel maldito pueblo de inútiles humanos. Las huellas revelaban que quienes estuvieran detrás de ello, y parecían numerosos, habían partido al norte. ¿Para qué detenerse? La llegada de los trolls fue la gota que colmó el vaso. Sólo alguien muy inconsciente se enfrentaría a tales bestias para defender nada. Pues bien, que muriese sola, destrozada por esos hórridos y enormes animales. Su inteligencia le impedía calificarlos de otro modo.
Curiosa elección de palabras. No había corrido apenas unas decenas de pasos cuando de las últimas casas se alzaron otros cuatro, y paso cadencioso, como si hubiesen estado esperando, otra escuadrilla del mismo número avanzó sobre la aldea. ¡Era imposible! ¿Desde cuando los trolls sabían planificar emboscadas? El Elfo desenvainó, sopesando cada detalle que pudiese ayudarle a salvar la situación. Una sonrisa no obstante cruzó su semblante. Hacía tiempo que no se enfrentaba a un peligro real y su mano hormigueaba al sujetar su fina espada desenvainada.
Varios sonidos de lucha llamaron su atención. Al constatar que la elfa que había visto no había seguido su indicación, no necesitó otra razón más poderosa para retornar al interior de la aldea. No era difícil notar donde se hallaba la acción principal, tras el estruendo de la destrucción de parte de una de las viviendas campesinas. Bufando de disgusto, se dirigió allí presuroso esperando conseguir llegar a tiempo de ayudar a su compañera de raza. Los humanos eran prescindibles. Ya había demasiados.
Nousis se hizo una rápida composición de la situación. Varios trolls parecían asediar una casa, por lo que dedujo que debía de haber alguien peleando desde el interior. Una de las bestias deambulaba por el pueblo, como desorientada, con la falta de una de sus grandes manos. Había perdido parte del color del rostro, seguramente a causa de la hemorragia y pronto caería a tierra, suponía.
Un niño humano cubierto de sangre, como aparición demoníaca, apareció asimismo ante él, con el cadáver de uno de los invasores a sus pies. El Elfo alzó una ceja. Si alguien de tal torpe raza era capaz de vencer a uno de ellos, mucho se habían debilitado dichas criaturas en los últimos setenta años, y la preocupación por la situación dio paso al desprecio. Para su sorpresa, otro individuo más aún dobló una esquina y dirigiéndole unas palabras al crío, perdiéndose de nuevo en otro de los callejones.
¿Quiénes eran aquellos desconocidos? ¿Habían llegado para proteger la aldea, o como él, se habían visto inmersos en todo lo que ocurría sin voz ni voto? También había perdido de vista a la mujer alada. Sin embargo, calibrando todo cuanto estaba sucediendo, dedujo por descarte que debía encontrarse en la casa hacia la que dos trolls volvían a dirigirse para atacar.
Pero él no iba a poner su vida en peligro por un humano loco que sin duda daría más problemas de los que resolvería. No por una criatura mestiza de los dioses sabrían cuantas razas, ni por un desconocido. Su código moral sólo le impelía a defender a una de los suyos. Y como tal, se colocó a su lado en cuanto vio como su arma hería al troll. Con toda la rapidez y destreza que fue capaz, tomó su arma con ambas manos un instante, corrió hacia el enemigo, asestándole un tajo horizontal en la pierna, lo más profundo que pudo y colocándose a su espalda. Miró a su alrededor. Aún quedaban once, que pronto terminarían por cercarlos. Si es que esos eran todos lo que finalmente llegarían. Nunca había visto tantos trolls atacando una aldea tan cerca de los bosques de los Elfos. Estaba casi convencido que algo o alguien guiaba a aquellas torpes bestias.
Sólo cabía escapar entre las calles al abrigo de las casas que permanecían en pie. Paseó la vista en un segundo por cuanto veía. Y gritó entre el estruendo.
-¡¡AL NORTE!!- su voz iba dirigida a la elfa, señalándose con la espada la calle a su espalda. Dada la cercanía, era probable que casi todos los demás le hubiesen escuchado.
Última edición por Nousis Indirel el Sáb Ago 24 2019, 00:33, editado 1 vez
Nousis Indirel
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Re: En busca de lo improbable (Libre) [CERRADO]
Nada como matar a un bicho enorme para subir la virilidad de cualquier brumoso, ahora mismo el joven pelirrojo baila con sus dioses. Por desgracia todo termina con un patente dolor en su compacto torso.
Parece que ese manotazo logro dañarle de alguna forma, quizás un par de costillas. No lo sintió en su momento por la adrenalina pero ahora que el combustible se extingue comienzan a manifestarse los daños colaterales.
La gente de Kosir tiende a dejarse llevar por la rabia en combate, algo que potencian con alquimia. Debido a esto es habitual encontrarse con situaciones raras al final, como que un combatiente caiga muerto luego del clímax.
Es como cuando un anciano desvirga a cualquier doncella, bien puede morir al momento del orgasmo. Misma realidad aunque aplicada al combate, las personas tienen ciertas limitaciones difíciles de romper sin malos desenlaces.
En ese momento el escenario alrededor del muchacho evoluciona, las bestias restantes persiguen a un creciente número de desconocidos. Es difícil saber de donde salieron tantos personajes pero es una pregunta para otro momento.
Los gruñidos se multiplican entonces, revelando una nueva oleada de bestias. En ese momento el pequeño bárbaro se da cuenta de que esta en un tablero terriblemente desventajoso, mordiendo más de lo que puede masticar.
Cualquier brumoso puede matar un bicho grande solitario apoyándose en el momentum, pero si llegan dos al mismo tiempo... pues, harán puré de tribal, especialmente ahora que tiene una herida debilitante.
Los gritos del dagenle desconocido entonces le muestran una oportunidad de supervivencia, unirse con los aventureros para formar cierta línea defensiva se perfila como la mejor opción ahora mismo.
Como puede inicia la carrera, siguiendo toscas indicaciones para poder llegar al punto de reunión. A medida que corre logra ver una bestia mutilada, parece que no es el único que decidió divertirse un poco con las moles verdes.
En cierto punto logra reconocer a una mujer de orejas picudas, es difícil olvidar a alguien que usa una cadena como arma. Herramienta que el propio salvaje termina removiendo de un molesto bicho para que no se pierda en el campo.
Salta entonces por una ventana, ingresando a la casa que ahora guarece a varias personas. Aun en el suelo, extiende el extraño artículo de combate a su legítima dueña, le vendrá mejor que ese cuchillo de cocina sin duda.
Mujer, creo que atraes bichos raros…
Dice al recordar bien donde se conocieron, en el pantano cuando tuvieron que combatir con un primo de las cosas que ahora les acechan. Tal parece que son una especie común del exterior como las personas bestiales.
Aunque por varios instantes encuentra el suelo bastante cómodo, una nueva arremetida de bichos lo hace despabilar. La casa no es una fortaleza muy segura que digamos, no es habitual en el exterior empalizar los hogares.
Hay más individuos en la casa, otro dagenle y una mujer pájaro. A juzgar por sus miradas es claro que todos terminaron envueltos en la situación actual por accidente, su poca confianza ante el futuro también es patente.
Los bichos siguen arremetiendo contra la estructura, agrietando paredes y tratando de ingresar. En este punto ya no es fácil saber cuántas intentan llegar al tuétano, pero son más bichos de los que inicialmente logro divisar Kosir.
¿Listos para jugar con la muerte?
En ese momento de resignación y como si fuera una intervención divina se escucha cierto grito, indica una ruta despejada. La fuente no da mucha confianza pero el enemigo de mi enemigo es mi amigo… y nadie puede ser amigo de moles iracundas.
¡¡Vivir para matar otro día!! “dice a medida que aprovecha la iniciativa tercera”.
Parece que ese manotazo logro dañarle de alguna forma, quizás un par de costillas. No lo sintió en su momento por la adrenalina pero ahora que el combustible se extingue comienzan a manifestarse los daños colaterales.
La gente de Kosir tiende a dejarse llevar por la rabia en combate, algo que potencian con alquimia. Debido a esto es habitual encontrarse con situaciones raras al final, como que un combatiente caiga muerto luego del clímax.
Es como cuando un anciano desvirga a cualquier doncella, bien puede morir al momento del orgasmo. Misma realidad aunque aplicada al combate, las personas tienen ciertas limitaciones difíciles de romper sin malos desenlaces.
En ese momento el escenario alrededor del muchacho evoluciona, las bestias restantes persiguen a un creciente número de desconocidos. Es difícil saber de donde salieron tantos personajes pero es una pregunta para otro momento.
Los gruñidos se multiplican entonces, revelando una nueva oleada de bestias. En ese momento el pequeño bárbaro se da cuenta de que esta en un tablero terriblemente desventajoso, mordiendo más de lo que puede masticar.
Cualquier brumoso puede matar un bicho grande solitario apoyándose en el momentum, pero si llegan dos al mismo tiempo... pues, harán puré de tribal, especialmente ahora que tiene una herida debilitante.
Los gritos del dagenle desconocido entonces le muestran una oportunidad de supervivencia, unirse con los aventureros para formar cierta línea defensiva se perfila como la mejor opción ahora mismo.
Como puede inicia la carrera, siguiendo toscas indicaciones para poder llegar al punto de reunión. A medida que corre logra ver una bestia mutilada, parece que no es el único que decidió divertirse un poco con las moles verdes.
En cierto punto logra reconocer a una mujer de orejas picudas, es difícil olvidar a alguien que usa una cadena como arma. Herramienta que el propio salvaje termina removiendo de un molesto bicho para que no se pierda en el campo.
Salta entonces por una ventana, ingresando a la casa que ahora guarece a varias personas. Aun en el suelo, extiende el extraño artículo de combate a su legítima dueña, le vendrá mejor que ese cuchillo de cocina sin duda.
Mujer, creo que atraes bichos raros…
Dice al recordar bien donde se conocieron, en el pantano cuando tuvieron que combatir con un primo de las cosas que ahora les acechan. Tal parece que son una especie común del exterior como las personas bestiales.
Aunque por varios instantes encuentra el suelo bastante cómodo, una nueva arremetida de bichos lo hace despabilar. La casa no es una fortaleza muy segura que digamos, no es habitual en el exterior empalizar los hogares.
Hay más individuos en la casa, otro dagenle y una mujer pájaro. A juzgar por sus miradas es claro que todos terminaron envueltos en la situación actual por accidente, su poca confianza ante el futuro también es patente.
Los bichos siguen arremetiendo contra la estructura, agrietando paredes y tratando de ingresar. En este punto ya no es fácil saber cuántas intentan llegar al tuétano, pero son más bichos de los que inicialmente logro divisar Kosir.
¿Listos para jugar con la muerte?
En ese momento de resignación y como si fuera una intervención divina se escucha cierto grito, indica una ruta despejada. La fuente no da mucha confianza pero el enemigo de mi enemigo es mi amigo… y nadie puede ser amigo de moles iracundas.
¡¡Vivir para matar otro día!! “dice a medida que aprovecha la iniciativa tercera”.
Kosir
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Re: En busca de lo improbable (Libre) [CERRADO]
Los gritos provenientes del exterior no auguraban nada bueno, puede que hubiese más personas en la aldea pero también estaban apareciendo más trolls, la situación empeoraba por momentos. - No puedo dejar que me acorralen. - masculló la muchacha, lanzando un nuevo ataque hacia delante para que la criatura que tenía ante sí mantuviese las distancias.
De primeras el animal hizo lo que ella esperaba, retrocedió para evitar el filo de Segadora y se quedó mirándola con cara de pocos amigos, aunque probablemente esa fuese su expresión natural, pero después de unos segundos su instinto fue más fuerte y lo impulsó a abalanzarse sobre la cuerva.
- ¡Déjame en paz bestia! - exclamó, reculando ligeramente hacia el pasillo mientras volvía a adoptar una posición defensiva. El hacha surcó nuevamente el aire en diagonal, alcanzando el antebrazo del trol, pero en vez de apartarse al ser herido, éste soportó el dolor lo mejor que pudo y aferró el mango del arma con la mano que tenía libre, decidido a arrebatársela a su dueña.
- ¡Sucia criatura! ¡Quita tus zarpas de Segadora! - se enfadó la Midgardiana, priorizando el hecho de que estuviese tocando la obra de su padre a la realidad, que había cometido el error de dejar que su enemigo se le acercase demasiado.
Desde esa distancia podía percibir perfectamente el hedor que emanaba de la boca del animal, un olor nauseabundo e insoportable que la obligó a echar el torso hacia atrás para alejarse un poco y poder respirar sin que le diesen arcadas. La morena no tenía idea de qué había comido para que su aliento fuese tan desagradable pero tampoco quería averiguarlo.
Actuando de forma instintiva Ava halló la forma de ganar algo de espacio, empujando a su atacante con los brazos hasta que pudo apartarlo lo suficiente como para propinarle una fuerte patada en el vientre, zona en que ya le había hecho daño anteriormente. Aquello funcionó y le dio el tiempo necesario para descargar otro golpe con el hacha, uno que rajó al trol desde el hombro derecho hasta el ombligo.
La cálida sangre de la criatura le salpicó en las manos y en parte de la armadura, pero ni siquiera le dio importancia, no tenía tiempo para perderlo con nimiedades, no con la visión de otro de esos seres atravesando la puerta de la casa.
Mientras su enemigo caía de rodillas a causa de la abundante pérdida de sangre, la mujer dio por terminada su estancia en aquella habitación, no sabía cuántos más podrían aparecer de la nada, necesitaba un plan. Y sin más echó a correr a través del pasillo para refugiarse en otro de los cuartos, cuya entrada bloqueó de inmediato volcando un pequeño armario de madera.
- No aguantaré mucho si siguen llegando, tengo que salir de aquí. - dijo, examinando el sitio hasta dar con una posible vía de escape, una ventana. Pero por desgracia no era lo suficientemente amplia como para que pudiese romperla y salir a través de ella, quizá si no hubiese tenido alas le habría servido pero no era el caso.
Maldiciendo por lo bajo, la muchacha comenzó a caminar de un lado para otro mientras su perseguidor trataba de tirar abajo la barrera que los separaba, pero pronto su atención se centró no en lo que ocurría en el interior de la vivienda sino en el jaleo que captaba del exterior.
- ¿Qué está pasando ahí fuera? - preguntó a la nada, y como si los espíritus la estuviesen escuchando, la respuesta llegó hasta ella en forma de, ¡sorpresa!, otro feo y molesto trol. La bestia chocó contra la pared a una velocidad considerable, y dada su masa y fuerza no le costó destrozar la estructura, dejando tras de sí una estela de astillas y cristales rotos.
La Midgardiana tuvo suerte de que sus reflejos actuasen en el momento preciso, saltó en el último instante y se puso a salvo echándose hacia un lado, colocando instintivamente el hacha contra su pecho para sentirse más segura. - Esto no va a acabar… - susurró, pero lo cierto era que aquel ser le había dado lo que necesitaba, una salida.
Lo que no esperaba encontrar al otro lado del agujero era un rostro conocido, el del elfo que la había ayudado días atrás con Mirane, una de las niñas desaparecidas durante los festejos de la Ohdà. - Me… Mefisto. - balbuceó, pero quedarse allí parada buscando sentido a su presencia en la aldea no iba a traerle nada bueno.
Antes de que el intruso pudiese reponerse del impacto e incorporarse, la cuerva alzó de nuevo su arma para golpearlo en la cabeza con el mango y dejarlo inconsciente, pero aquel no era su único problema, el trol que la perseguía estaba a punto de entrar en la habitación. - ¡Te… tenemos que salir de aquí! - le instó, pasando por el hueco y echando un vistazo a las calles para hacerse una idea de la situación, que pintaba de todo menos bien.
El muchacho pelirrojo con el que había cruzado una fugaz mirada antes de encerrarse en la casa también se encontraba en los alrededores, cubierto de sangre tras la pelea, y más allá, el elfo de las ruinas con una mujer. Un barrido de la zona hizo que la joven se diese cuenta de que aun siendo cinco estaban en desventaja, el enemigo los superaba en número así que solo quedaba una opción, huir, idea que el espadachín dio de inmediato, poniendo rumbo al norte.
- ¡Vamos! - exclamó a Mefisto, colocando a Segadora en su espalda para poder correr con mayor libertad.
De primeras el animal hizo lo que ella esperaba, retrocedió para evitar el filo de Segadora y se quedó mirándola con cara de pocos amigos, aunque probablemente esa fuese su expresión natural, pero después de unos segundos su instinto fue más fuerte y lo impulsó a abalanzarse sobre la cuerva.
- ¡Déjame en paz bestia! - exclamó, reculando ligeramente hacia el pasillo mientras volvía a adoptar una posición defensiva. El hacha surcó nuevamente el aire en diagonal, alcanzando el antebrazo del trol, pero en vez de apartarse al ser herido, éste soportó el dolor lo mejor que pudo y aferró el mango del arma con la mano que tenía libre, decidido a arrebatársela a su dueña.
- ¡Sucia criatura! ¡Quita tus zarpas de Segadora! - se enfadó la Midgardiana, priorizando el hecho de que estuviese tocando la obra de su padre a la realidad, que había cometido el error de dejar que su enemigo se le acercase demasiado.
Desde esa distancia podía percibir perfectamente el hedor que emanaba de la boca del animal, un olor nauseabundo e insoportable que la obligó a echar el torso hacia atrás para alejarse un poco y poder respirar sin que le diesen arcadas. La morena no tenía idea de qué había comido para que su aliento fuese tan desagradable pero tampoco quería averiguarlo.
Actuando de forma instintiva Ava halló la forma de ganar algo de espacio, empujando a su atacante con los brazos hasta que pudo apartarlo lo suficiente como para propinarle una fuerte patada en el vientre, zona en que ya le había hecho daño anteriormente. Aquello funcionó y le dio el tiempo necesario para descargar otro golpe con el hacha, uno que rajó al trol desde el hombro derecho hasta el ombligo.
La cálida sangre de la criatura le salpicó en las manos y en parte de la armadura, pero ni siquiera le dio importancia, no tenía tiempo para perderlo con nimiedades, no con la visión de otro de esos seres atravesando la puerta de la casa.
Mientras su enemigo caía de rodillas a causa de la abundante pérdida de sangre, la mujer dio por terminada su estancia en aquella habitación, no sabía cuántos más podrían aparecer de la nada, necesitaba un plan. Y sin más echó a correr a través del pasillo para refugiarse en otro de los cuartos, cuya entrada bloqueó de inmediato volcando un pequeño armario de madera.
- No aguantaré mucho si siguen llegando, tengo que salir de aquí. - dijo, examinando el sitio hasta dar con una posible vía de escape, una ventana. Pero por desgracia no era lo suficientemente amplia como para que pudiese romperla y salir a través de ella, quizá si no hubiese tenido alas le habría servido pero no era el caso.
Maldiciendo por lo bajo, la muchacha comenzó a caminar de un lado para otro mientras su perseguidor trataba de tirar abajo la barrera que los separaba, pero pronto su atención se centró no en lo que ocurría en el interior de la vivienda sino en el jaleo que captaba del exterior.
- ¿Qué está pasando ahí fuera? - preguntó a la nada, y como si los espíritus la estuviesen escuchando, la respuesta llegó hasta ella en forma de, ¡sorpresa!, otro feo y molesto trol. La bestia chocó contra la pared a una velocidad considerable, y dada su masa y fuerza no le costó destrozar la estructura, dejando tras de sí una estela de astillas y cristales rotos.
La Midgardiana tuvo suerte de que sus reflejos actuasen en el momento preciso, saltó en el último instante y se puso a salvo echándose hacia un lado, colocando instintivamente el hacha contra su pecho para sentirse más segura. - Esto no va a acabar… - susurró, pero lo cierto era que aquel ser le había dado lo que necesitaba, una salida.
Lo que no esperaba encontrar al otro lado del agujero era un rostro conocido, el del elfo que la había ayudado días atrás con Mirane, una de las niñas desaparecidas durante los festejos de la Ohdà. - Me… Mefisto. - balbuceó, pero quedarse allí parada buscando sentido a su presencia en la aldea no iba a traerle nada bueno.
Antes de que el intruso pudiese reponerse del impacto e incorporarse, la cuerva alzó de nuevo su arma para golpearlo en la cabeza con el mango y dejarlo inconsciente, pero aquel no era su único problema, el trol que la perseguía estaba a punto de entrar en la habitación. - ¡Te… tenemos que salir de aquí! - le instó, pasando por el hueco y echando un vistazo a las calles para hacerse una idea de la situación, que pintaba de todo menos bien.
El muchacho pelirrojo con el que había cruzado una fugaz mirada antes de encerrarse en la casa también se encontraba en los alrededores, cubierto de sangre tras la pelea, y más allá, el elfo de las ruinas con una mujer. Un barrido de la zona hizo que la joven se diese cuenta de que aun siendo cinco estaban en desventaja, el enemigo los superaba en número así que solo quedaba una opción, huir, idea que el espadachín dio de inmediato, poniendo rumbo al norte.
- ¡Vamos! - exclamó a Mefisto, colocando a Segadora en su espalda para poder correr con mayor libertad.
Ava Kenrith
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Re: En busca de lo improbable (Libre) [CERRADO]
Y por ese instante el aire se había congelado, y el bullicio se había enmudecido. Simplemente la observé, por un latido. Entonces su boca empezó a moverse, junto con el aire, y oí su voz entre el bullicio de la batalla. Tartamudeó mi nombre, con un rostro de confusión similar al mío. Me encogí de hombros en respuesta, sonriendo como un niño que acababa de hacer una travesura.
Ya tendríamos tiempo de explicar, idea que quedó totalmente clara con el golpe que la alada le propinó al troll, negando sus esfuerzos por levantarse y noquéandolo. Finalmente espabilé, y me di cuenta de los ruidos provenientes de la casa. Parecía que no era segura aún antes de que destruyeran la pared.
Hice una rápida evaluación de mi estado: Todo en perfectas condiciones, quitando algún rasguño menor. Me levanté del suelo, y observé los alrededores tras la advertencia de la alada.
El niño matatrolls, la elfa que vi en la carrera hasta acá y alguien más. Otro elfo, no lo conozco. ¿Será el del grito de hace un rato?
Habían reducido otro troll entre ellos, así que la idea de poder superar a las bestias se me cruzó por la mente. Entonces vi más lejos, y me di cuenta de la decena de bichos que acortaban distancia, y aquella idea desapareció.
"—¡¡AL NORTE!!—" alzó la voz el elfo desconocido, y comprobé que era el mismo que escuché fuera del poblado. También que le iba eso de gritar instrucciones.
Mis ojos siguieron la dirección de su espada, la calle a su espalda, y volvieron a los trolls que venían en camino. Di otro vistazo alrededor, comprobando nuestras alternativas. En efecto, tenía otras rutas de escape, pero no confiaba en que el resto del grupo pudiese seguirme la corriente, en especial el niño herido y Ava con su armadura. Si bien un poco a regañadientes, opté por seguir a esta última en dirección a la calle señalada por el extraño.
—¡Espero que cuando vuelva mi morral siga donde lo dejé, hijos de puta! —grité en dirección a los trolls— ¡Ya verán, sino! —les amenacé de forma poco convincente.
Ya tendríamos tiempo de explicar, idea que quedó totalmente clara con el golpe que la alada le propinó al troll, negando sus esfuerzos por levantarse y noquéandolo. Finalmente espabilé, y me di cuenta de los ruidos provenientes de la casa. Parecía que no era segura aún antes de que destruyeran la pared.
Hice una rápida evaluación de mi estado: Todo en perfectas condiciones, quitando algún rasguño menor. Me levanté del suelo, y observé los alrededores tras la advertencia de la alada.
El niño matatrolls, la elfa que vi en la carrera hasta acá y alguien más. Otro elfo, no lo conozco. ¿Será el del grito de hace un rato?
Habían reducido otro troll entre ellos, así que la idea de poder superar a las bestias se me cruzó por la mente. Entonces vi más lejos, y me di cuenta de la decena de bichos que acortaban distancia, y aquella idea desapareció.
"—¡¡AL NORTE!!—" alzó la voz el elfo desconocido, y comprobé que era el mismo que escuché fuera del poblado. También que le iba eso de gritar instrucciones.
Mis ojos siguieron la dirección de su espada, la calle a su espalda, y volvieron a los trolls que venían en camino. Di otro vistazo alrededor, comprobando nuestras alternativas. En efecto, tenía otras rutas de escape, pero no confiaba en que el resto del grupo pudiese seguirme la corriente, en especial el niño herido y Ava con su armadura. Si bien un poco a regañadientes, opté por seguir a esta última en dirección a la calle señalada por el extraño.
—¡Espero que cuando vuelva mi morral siga donde lo dejé, hijos de puta! —grité en dirección a los trolls— ¡Ya verán, sino! —les amenacé de forma poco convincente.
Mefisto
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Re: En busca de lo improbable (Libre) [CERRADO]
Su corazón palpitaba a mil por hora, y ahora pensaba como rayos recuperar su arma cuando otro elfo, le resulto vagamente familiar pero no sabia de donde, se puso a su lado y apenas había atajado la cadena este se dejo ir contra el troll, dañándole en la pierna, ciertamente con esas bestias se sabia de su anatomía por mera lógica de uso.
-Ggracias- Le respondió tímidamente, su porte le recordaba a su padre y hermanos, y le causaba el mismo ligero temor de cometer un error en su presencia.
Solo fue un instante de calma el que tuvieron para recomponerse y ver que la cosa no se ponía mejor y ver al conocido pelirrojo le hizo sonreír bastante, pero su gesto no duro mucho, conocía de ello y se mordió el labio siguiéndolos, no demasiado lejos y no supo si el otro elfo les siguió pero no tenía cabeza para otra cosa que pensar en el pequeño guerrero
-AL NORTE- Había gritado el elfo de cabello obscuro y miro hacia el destino con ira en sus ojos- Allá llevaron a los habitantes del lugar, tal vez podamos hacer algo por ellos. Y saber por que se los llevaron
Fue de lleno a con el pequeño y entro sin mas por la ventana y en la casa donde entro no estaban solos el elfo al que seguía estaba ahí acompañado de una mujer alada y cabello muy negro que la dejo pensando en como se podía llegar a esa mezcla pues no sabía de alguna criatura que tuviere esos rasgos, al menos no de lo que había logrado estudiar, -¿Y yo por que, no crees que mas bien te siguen a ti?- Reclamo al pelirrojo y tomo su arma, respiro hondo y tomo su mano manando de ella algo de sanación, no le curaría del todo pero amortiguaría algo del dolor que sentía, le miro con una leve sonrisa y termino de envainar la cadena en la cintura aliviada por su peso- Pensé que la perdería, ¿Podrás correr hasta que lleguemos al bosque?- Le pregunto al guerrero cuando exclamo sus deseos de batalla, ella se preparaba, la casa no resistiría y por el incesante golpeteo de los trolls supo que no tenían muchas opciones.
-MIERDA QUE DEBO IR A OTRA CASA- grito mirando a los demás poniendoce pálida, miro a ambos elfos, mierda mierda, de haber sabido, de ventaja donde lo había dejado estaba hacía el norte, lo malo es que si... No quiso pensarlo- DEBO IR POR OTRA PERSONA SE QUEDO ESCONDIDO NO PODEMOS DEJARLE AQUÍ CON ESTAS COSAS.
Grito y sin esperar mucho corrió en dirección a la casa donde había dejado al niño, no estaba muy lejos solo esperaba no toparse con otro troll.
-Ggracias- Le respondió tímidamente, su porte le recordaba a su padre y hermanos, y le causaba el mismo ligero temor de cometer un error en su presencia.
Solo fue un instante de calma el que tuvieron para recomponerse y ver que la cosa no se ponía mejor y ver al conocido pelirrojo le hizo sonreír bastante, pero su gesto no duro mucho, conocía de ello y se mordió el labio siguiéndolos, no demasiado lejos y no supo si el otro elfo les siguió pero no tenía cabeza para otra cosa que pensar en el pequeño guerrero
-AL NORTE- Había gritado el elfo de cabello obscuro y miro hacia el destino con ira en sus ojos- Allá llevaron a los habitantes del lugar, tal vez podamos hacer algo por ellos. Y saber por que se los llevaron
Fue de lleno a con el pequeño y entro sin mas por la ventana y en la casa donde entro no estaban solos el elfo al que seguía estaba ahí acompañado de una mujer alada y cabello muy negro que la dejo pensando en como se podía llegar a esa mezcla pues no sabía de alguna criatura que tuviere esos rasgos, al menos no de lo que había logrado estudiar, -¿Y yo por que, no crees que mas bien te siguen a ti?- Reclamo al pelirrojo y tomo su arma, respiro hondo y tomo su mano manando de ella algo de sanación, no le curaría del todo pero amortiguaría algo del dolor que sentía, le miro con una leve sonrisa y termino de envainar la cadena en la cintura aliviada por su peso- Pensé que la perdería, ¿Podrás correr hasta que lleguemos al bosque?- Le pregunto al guerrero cuando exclamo sus deseos de batalla, ella se preparaba, la casa no resistiría y por el incesante golpeteo de los trolls supo que no tenían muchas opciones.
-MIERDA QUE DEBO IR A OTRA CASA- grito mirando a los demás poniendoce pálida, miro a ambos elfos, mierda mierda, de haber sabido, de ventaja donde lo había dejado estaba hacía el norte, lo malo es que si... No quiso pensarlo- DEBO IR POR OTRA PERSONA SE QUEDO ESCONDIDO NO PODEMOS DEJARLE AQUÍ CON ESTAS COSAS.
Grito y sin esperar mucho corrió en dirección a la casa donde había dejado al niño, no estaba muy lejos solo esperaba no toparse con otro troll.
Aradia Hazelmere
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Re: En busca de lo improbable (Libre) [CERRADO]
TURNO 5
Todo era caos y confusión. Diez trolls ilesos y dos con severas heridas, uno de los cuales acabó por caer, destrozando una de las moradas del pueblo al perder el conocimiento. El hedor de las corpulentas bestias se sentía en cada rincón del asentamiento humano y la única ruta de escape, a campo abierto, parecía poco más que una quimérica idea labrada en la desesperación.
Algo extrañado, pue sus palabras sólo habían sido dirigidas a la Elfa, vio pasar ante sí a todos cuantos antes había visto. La mujer de las alas oscuras, el niño humano, y el desconocido que la carrera reveló como elfo. Nousis esperó un momento, esquivando dos brutales manotazos de uno de los trolls, impaciente. Durante un angustioso momento, sopesó ir a buscarla, al tiempo que la decena de trolls restante despedazaba las casas de madera sin pensar tan siquiera en seguir las calles que ofrecía el lugar, incapaces de imaginar otra ruta que la línea recta.
Ya iba a echar a correr detrás de los desconocidos, cuando la Elfa apareció, ayudando a un mísero humano de una edad semejante al que había terminado con el trolls unos minutos antes. Éste, no obstante, aparentaba un genuino terror, pues su faz estaba desencajada por el miedo cerval, y sus vestimentas, en parte desgarradas y con alguna quemadura. Nousis frunció el ceño, molesto. Aquel desgraciado sin duda les retrasaría, mas evitó cualquier pregunta o discusión hasta llegar a lugar seguro. Apremió con un gesto de la mano a que corriesen cuanto pudiesen, saliendo de la aldea de muerte esquivando a un último enemigo lo bastante lento para ser incapaz de atraparles. Sin detenerse, el Elfo echó varias veces la mirada atrás, mientras iba ganando el terreno perdido a los extraños que con él habían escapado. Errantes, varios trolls volvieron al bosque, tras sacudir la cabeza, sin comprender. Otros se mantuvieron pululando entre las viviendas campesinas, como si les hubiesen golpeado la cabeza. Sólo cuatro trataron de perseguir al grupo, hasta que tras un par de millas de fatigosa carrera, se detuvieron, sin duda para buscar presas más sencillas.
El nacido en Sandorái fue pasando la vista, elucubrando y analizando a sus momentáneos compañeros. Sabía que debían dormir al raso aquella noche, y llegar a la próxima aldea descansados. Por supuesto, no se fiaba en absoluto de ninguno, no totalmente. Sólo la perspectiva de un grupo casi compuesto por elfos le hacía sentirse algo más tranquilo. Para evitar roces innecesarios, dado que no había esperado que todos siguiesen sus indicaciones para escapar de la emboscada, comentó con un tono sosegado:
-Creo que deberíamos detenernos aquí – habían caminado hasta el abrigo de una gran roca y cerca de un pequeño rio, cuyo agradable murmullo se oía débilmente. No parecía haber más enemigos a la vista- Y recuperar fuerzas para el día de mañana. No sé qué os ha traído a todos hoy cerca de las Ruinas, pero si seguís rumbo al norte, como es mi camino, es probable que no hayan sido los últimos problemas que tengamos. Yo haré la primera guardia- anunció- Es una zona demasiado abierta para pensar que no podría haber problemas.
Trató de quitar a sus palabras los matices de arrogancia y desprecio que sentía ante varias de las razas que poblaban el mundo. Deseaba conversar con sus iguales, así como el mapa de la fémina de los cuernos. Para los dos muchachos humanos estaba su tremenda indiferencia. Era un buen y calmado momento, largas horas, para que tantos desconocidos se acercasen brevemente. Tal vez sus caminos se separasen para siempre a lo largo del día siguiente. Tal vez no todos continuasen con vida.
[...]
Después de haber reunido horas de sueño y un frugal desayuno, consistente en lo que cada cual llevase consigo o a bien tuviese compartir, continuaron con la ruta prevista, fácilmente identificable vista la posición del sol. Apenas dos horas más de marcha, divisaron desde una pequeña colina la aldea que estaban buscando, cruzada por el mismo río que habían visto el día anterior. Era una zona hermosa, cercana al gran lago interior, donde desembocaba la corriente de agua. Nousis decidió que dejaría el grupo nada más pudiese descansar en una cama decente y adquirir algunas cosas que precisaba. En un pueblo como éste no encontraría nada parecido a lo que su búsqueda demandaba. Dos centinelas armados con escudo de madera y lanzas se alertaron ante la llegada de la curiosa comitiva. El Elfo se adelantó para realizar, como esperaba, su última contribución al grupo.
El lugar parecía normal, sin rastro de problema alguno.
-Este es el pueblo de Alreiven, forasteros. ¿Qué os trae aquí?- inquirieron, vistas las armas y semblantes de los recién llegados.
-Somos viajeros que han sufrido las complicaciones del camino- ideó Nousis a toda prisa- No deseamos causar molestia alguna. Tan sólo un lugar donde buscar tranquilidad un día o dos, con dinero para pagarla.
Los guardias se miraron entre sí. No solían ver extranjeros, pero a dos o tres días de los bosques élficos, no era la primera vez que veían miembros de dicha raza. Era evidente que no deseaban combatir contra gentes bien armadas.
-Informaré a la capitana y al alcalde de vuestra llegada. No creéis problemas- advirtió uno de ellos en un tono poco convincente, franqueándoles el paso.
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Nousis Indirel
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Re: En busca de lo improbable (Libre) [CERRADO]
Kosir se muestra desconcertado en un principio por la extraña habilidad de su conocida dagenle, literalmente parece tener manos curativas. Experimenta una sensación gratificante y nota como el dolor de sus costillas lastimadas disminuye.
Si… si, puedo correr.
Ciertamente podía hacerlo antes de la sanación incluso pero ahora tiene la capacidad de desenvolverse más eficientemente… es mejor tener todas las capacidades a punto cuando te persigue una jauría entera de moles asesinas.
El par inicia la carrera entonces, rumbo a la ventana de oportunidad revelada por el otro orejas picudas. Los demás elementos de la casa no tardan en tomar una iniciativa similar y vaya que tienen suerte, la estructura se desploma a los pocos segundos.
¿¿¡¡Que!!??
Dice ante el extraño argumento de su aliada, menudo sitio para dejar a una persona oculta. Por desgracia el honor bárbaro de Kosir le impide seguir la retirada y acompaña en todo momento a su colega.
La mujer no tarda en tomar a un muchacho herido en brazos, acto seguido tanto bárbaro como hembra del bosque inician una masiva carrera. Primera vez que el pelirrojo no ve con tan malos ojos la acción de retirarse.
Atrás de ellos, toda una familia de abominaciones, delante, el campo abierto. No es el mejor escenario que se pueda pedir a los dioses sin duda, ahora todo depende de quien tiene más resistencia.
Sorpresivamente los seres más corrientes logran imponerse en la carrera, los enemigos podrán ser temibles a corta distancia pero toda esa masa maloliente obra como ancla a los pocos minutos de avance.
Una vez ya ningún bicho sobrealimentado les sigue, Kosir pasa a relajarse. Vomito un par de veces en el trayecto debido al esfuerzo pero eso no es lo peor, ahora mismo sus costillas lesionadas le están matando.
Cuando todos se dan cuenta que ya dejaron muy atrás la matanza, su líder autoimpuesto pone la bandera de campamento. Apenas escucha las palabras pertinentes Kosir se desploma, dispuesto a recuperarse del todo al fin.
Según las propias palabras del dagenle con cara arrogante, puede que los caminos circundantes tengan problemas también. Molestas noticias aunque al menos se ofrece para hacer la primera guardia, eso siempre es bueno.
Varias conversaciones suceden alrededor, algo de lo que es más consciente el chico a medida que sus latidos vuelven a la normalidad. Se puede decir ahora con propiedad que todos terminaron en el sitio por casualidad.
Los dioses actúan de formas misteriosas, me llamo Kosir.
Hay muchas dudas en el aire, piezas demasiado sueltas como para encajar todavía. Lo único que se puede sacar en claro es que el evento de la aldea no tiene nada de normal, la joven maquina guerrera lo siente por el muchacho sobreviviente.
Claro “retira su mano diestra de las costillas lesionadas con malestar”.
Luego de probar de primera mano el poder curativo que envuelve a su conocida, no ve razón para pecar de desconfiado. A medida que la curación tiene lugar el muchacho no puede evitar ser abordado por el sueño, antes de darse cuenta ya está dormido.
Al día siguiente se encuentra mucho mejor. La herida es un recuerdo lejano por lo que pasa a satisfacer una necesidad más apremiante, el hambre. Nada que dos piezas de pan, un poco de queso duro y algo de carne en conserva no logren paliar.
En breve ya se encuentran llegando a cierto pueblo, no es muy diferente a los miles que hay en los caminos exteriores y ciertamente puede tomarse como cierta copia vivida del lugar que lograron superar con esfuerzo.
Son recibidos por algunos guardias de campo, Kosir no puede evitar sonreír de forma burlesca al ver su equipo. Por suerte para ellos todo termina de forma diplomática gracias al dagenle que los saco del quinto infierno horas atrás.
Deberíamos advertirles, estas defensas son penosas.
Si… si, puedo correr.
Ciertamente podía hacerlo antes de la sanación incluso pero ahora tiene la capacidad de desenvolverse más eficientemente… es mejor tener todas las capacidades a punto cuando te persigue una jauría entera de moles asesinas.
El par inicia la carrera entonces, rumbo a la ventana de oportunidad revelada por el otro orejas picudas. Los demás elementos de la casa no tardan en tomar una iniciativa similar y vaya que tienen suerte, la estructura se desploma a los pocos segundos.
¿¿¡¡Que!!??
Dice ante el extraño argumento de su aliada, menudo sitio para dejar a una persona oculta. Por desgracia el honor bárbaro de Kosir le impide seguir la retirada y acompaña en todo momento a su colega.
La mujer no tarda en tomar a un muchacho herido en brazos, acto seguido tanto bárbaro como hembra del bosque inician una masiva carrera. Primera vez que el pelirrojo no ve con tan malos ojos la acción de retirarse.
Atrás de ellos, toda una familia de abominaciones, delante, el campo abierto. No es el mejor escenario que se pueda pedir a los dioses sin duda, ahora todo depende de quien tiene más resistencia.
Sorpresivamente los seres más corrientes logran imponerse en la carrera, los enemigos podrán ser temibles a corta distancia pero toda esa masa maloliente obra como ancla a los pocos minutos de avance.
Una vez ya ningún bicho sobrealimentado les sigue, Kosir pasa a relajarse. Vomito un par de veces en el trayecto debido al esfuerzo pero eso no es lo peor, ahora mismo sus costillas lesionadas le están matando.
Cuando todos se dan cuenta que ya dejaron muy atrás la matanza, su líder autoimpuesto pone la bandera de campamento. Apenas escucha las palabras pertinentes Kosir se desploma, dispuesto a recuperarse del todo al fin.
Según las propias palabras del dagenle con cara arrogante, puede que los caminos circundantes tengan problemas también. Molestas noticias aunque al menos se ofrece para hacer la primera guardia, eso siempre es bueno.
Varias conversaciones suceden alrededor, algo de lo que es más consciente el chico a medida que sus latidos vuelven a la normalidad. Se puede decir ahora con propiedad que todos terminaron en el sitio por casualidad.
Los dioses actúan de formas misteriosas, me llamo Kosir.
Hay muchas dudas en el aire, piezas demasiado sueltas como para encajar todavía. Lo único que se puede sacar en claro es que el evento de la aldea no tiene nada de normal, la joven maquina guerrera lo siente por el muchacho sobreviviente.
Claro “retira su mano diestra de las costillas lesionadas con malestar”.
Luego de probar de primera mano el poder curativo que envuelve a su conocida, no ve razón para pecar de desconfiado. A medida que la curación tiene lugar el muchacho no puede evitar ser abordado por el sueño, antes de darse cuenta ya está dormido.
Al día siguiente se encuentra mucho mejor. La herida es un recuerdo lejano por lo que pasa a satisfacer una necesidad más apremiante, el hambre. Nada que dos piezas de pan, un poco de queso duro y algo de carne en conserva no logren paliar.
En breve ya se encuentran llegando a cierto pueblo, no es muy diferente a los miles que hay en los caminos exteriores y ciertamente puede tomarse como cierta copia vivida del lugar que lograron superar con esfuerzo.
Son recibidos por algunos guardias de campo, Kosir no puede evitar sonreír de forma burlesca al ver su equipo. Por suerte para ellos todo termina de forma diplomática gracias al dagenle que los saco del quinto infierno horas atrás.
Deberíamos advertirles, estas defensas son penosas.
Kosir
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Re: En busca de lo improbable (Libre) [CERRADO]
La carrera por el pueblo fue frenética, por decirlo menos, y dioses que agradeció que Kossir no la dejara a su suerte cada instante le causaba una admiración ese chico y mas la sorprende el que elfo al que había seguido antes también le hizo compañía, al contrario del otro este daba un aura mas... ¿relajado? ¿risueño?... ¡Bufonesco!, hasta que ella misma se vio envuelta en casi matarse de nuevo cuando trastabillo al pisar algo, casi había regresado sobre sus pasos y un morral y un bastón casi lograban el cometido de los troll y el elfo relajado pareció contentarse con ese hallazgo, estaba radiante de felicidad y tras volver a su carrera solo escucho algo del morral indestructible.
Lo habían logrado, el chico estaba aun vivo, visiblemente mas afectado de como lo había dejado pero ciertamente era algo normal considerando los hechos pasados, después de todo no todos los días matan a tu familia, los dejan sin rostro y tratan de matarte, bueno agreguemos eso al hecho de que trolls sin venir a cuento terminan destrozando la aldea donde habías vivido y seguramente
pensabas seguir haciendo crecer.. Miro a sus compañeros de empresa y se pregunto quienes más pudieron haber vivido algo así.
Antes de detenerse había intercambiado palabras con el elfo de mirada seria y gesto severo, se sintió como cuando había llevado a una salamandra a casa cuando evito que un zorro la comiera y como ella el chico se muestra agradecido del cariño, solloza de vez en cuando.
-¿Por qué lo has traído? Los humanos deberían resolver los problemas de los humanos- No lo dice como recriminación, sencillamente una pregunta curiosa- Son una raza- expresa mirando a Kosir altanero-[color=#3399ff] aún demasiado bárbara.
-¿Y por que no?, uno es un chico que acaba de perderlo todo, nuestros ancestros o nosotros mismos hemos pasado por ello, en cuanto lleguemos a una aldea donde puedan recibirlo me sentiré mas tranquila- hay una mancha de sangre en la ropa de la elfa de algo que hasta ella había olvidado por todo lo sucedido.-Me suenas de algo, pero no recuerdo conocerte.
-He viajado por los reinos humanos- explicó- son criaturas con cierto potencial, pero con excesivos defectos. He visto demasiada codicia, ambición y escasa empatía- su vocabulario es rico, se nota que ha estudiado muchísimo, es como oír a su padre, sus hermanos o hasta los sabios del templo donde hacen la sanación- Traicioneros y en muchas ocasiones, inclinados al Mal- sacudió la cabeza- no puedo fiarme de criaturas así- al notar la mancha dijo algo preocupado- ¿Te han herido?-
Su voz tiene esa melodía característica de los elfos, rica y para ella embelesante, y aunque reniegue de sus palabras debido a su propia curiosidad no niega que desea oírle más. - No que sepa- dice quedando estupefacta y tocando su cuerpo en puntos vitales blandos, un tercero podría reír de su forma de actuar distraída y por reflejo; Entonces sintió la humedad marcada y bajo la mirada, una exhalación aliviada cuando siente el origen de la sangre y sus mejillas se ruborizan al sacar el trozo de tela - aclaró, se me acabo el papel y la tinta y el sujeto ya se había muerto...- un escalofrío le recorrió la espalda al recordar el alarido mientras extendía la tela y mostraba el cacho de piel con el símbolo extraño. - esta marca la portaba quien quiso matar al chico.- volvió su mirada a su superior, le hubiera gustado decir que su igual, pero ella comenzaba el viaje, el ya tenía demasiado adelantado su búsqueda del saber. Nou observa el símbolo y le dice como con desgana:-El primer cadáver que vi en éste viaje tenía algo en sus vestimentas- con un gesto de la cabeza, indicó a la mujer alada- Ella debe tener esos pliegos aún. Nombraban un pueblo llamado Alreiven, y alguna cosa más.
Su forma desganada la hizo sentir como una babosa escondida en la tierra, cuando había pensado que había hecho el mas grande descubrimiento, y miro de nuevo a la conjunta de aliados que se había formado. Con un animo algo mermado se acerco mas al conjunto a la par del elfo estricto y apenas se detuvieron retomo detalles de lo sucedido, seguía atenta del chico de la aldea y del pelirrojo había mostrado signos de que algo no iba muy bien, y entonces oyó al elfo bufonesco que se identifico como Mefisto; vaya buen nombre; con atención mientras atendía al chico de la aldea, y de la mochila saco una manzana que le tendió; se sintió apenada ella se había metido de cabeza a la boca del lobo y su razón. -Yo, estaba pérdida, vi la aldea y pensaba en conseguir provisiones, entonces me tope con todo el lio, con el chico, un hombre lo estaba atacando, al morir de su cuerpo salio humo que tomo forma de pesadilla y fue al norte -Mientras hablaba saco una espada corta, una nota que dice: "Los preparativos se están desarrollando según lo previsto, pero necesitamos más. El lugar ya no es necesario", y la causa de tener sangre en sus ropas, un pedazo de tela que protegía la piel cubierta con un tatuaje, recordó unas monedas pero no pensaba que fuera momento de contar botín -Al parecer esto no es algo aislado, y no creo que sea el primer ataque. Si se le puede decir así. Por cierto me llamo Aradia. Y me postulo para el segundo turno de guardia
Dio corton a su nombre con una sonrisa, y prefirió guardarse mas detalles, no había sido nada alegre el primer encuentro con foráneos y explayar demasiado de su identidad. Meditar todo lo que había pasado le estaba pasando factura y su mente iba a mil por hora en cuanto a lo que podría estar pasando, que haría con el chico, y se acerco a Kossir con una medio sonrisa su palidez y la forma en que se había dejado caer tras declararse la zona de descanso le habían preocupado pero tantas cosas, -¿Me permites ayudarte con tus heridas?
--------------
Tras pasada la noche y una segunda guardia al parecer sin problemas, Aradia seguía pendiente del pequeño guerrero y del otro chico, tan similares y tan distintos, debía encontrar una forma de que el otro estuviera seguro y que pudiera restablecer su vida de alguna manera. un templo tal vez le acogería, esa era su prioridad mientras emprendían camino al otro pueblo y sin poner mucha atención seguía al que se proclamo líder del grupo en ese momento, ciertamente de todos hasta ella misma votaba en que era un acierto, era un poblado humano así que pensó antes que nada en conseguir algo de plata para poder subsistir ahí, y no ser una carga en dorado a sus compañeros.
-Iré al centro, debo buscar algún lugar donde reciban a mi compañero. -Aclaro sin esperar que nadie la fuere a acompañar, pero esperando a oír sus planes y donde quedarían de verse.
Lo habían logrado, el chico estaba aun vivo, visiblemente mas afectado de como lo había dejado pero ciertamente era algo normal considerando los hechos pasados, después de todo no todos los días matan a tu familia, los dejan sin rostro y tratan de matarte, bueno agreguemos eso al hecho de que trolls sin venir a cuento terminan destrozando la aldea donde habías vivido y seguramente
pensabas seguir haciendo crecer.. Miro a sus compañeros de empresa y se pregunto quienes más pudieron haber vivido algo así.
Antes de detenerse había intercambiado palabras con el elfo de mirada seria y gesto severo, se sintió como cuando había llevado a una salamandra a casa cuando evito que un zorro la comiera y como ella el chico se muestra agradecido del cariño, solloza de vez en cuando.
-¿Por qué lo has traído? Los humanos deberían resolver los problemas de los humanos- No lo dice como recriminación, sencillamente una pregunta curiosa- Son una raza- expresa mirando a Kosir altanero-[color=#3399ff] aún demasiado bárbara.
-¿Y por que no?, uno es un chico que acaba de perderlo todo, nuestros ancestros o nosotros mismos hemos pasado por ello, en cuanto lleguemos a una aldea donde puedan recibirlo me sentiré mas tranquila- hay una mancha de sangre en la ropa de la elfa de algo que hasta ella había olvidado por todo lo sucedido.-Me suenas de algo, pero no recuerdo conocerte.
-He viajado por los reinos humanos- explicó- son criaturas con cierto potencial, pero con excesivos defectos. He visto demasiada codicia, ambición y escasa empatía- su vocabulario es rico, se nota que ha estudiado muchísimo, es como oír a su padre, sus hermanos o hasta los sabios del templo donde hacen la sanación- Traicioneros y en muchas ocasiones, inclinados al Mal- sacudió la cabeza- no puedo fiarme de criaturas así- al notar la mancha dijo algo preocupado- ¿Te han herido?-
Su voz tiene esa melodía característica de los elfos, rica y para ella embelesante, y aunque reniegue de sus palabras debido a su propia curiosidad no niega que desea oírle más. - No que sepa- dice quedando estupefacta y tocando su cuerpo en puntos vitales blandos, un tercero podría reír de su forma de actuar distraída y por reflejo; Entonces sintió la humedad marcada y bajo la mirada, una exhalación aliviada cuando siente el origen de la sangre y sus mejillas se ruborizan al sacar el trozo de tela - aclaró, se me acabo el papel y la tinta y el sujeto ya se había muerto...- un escalofrío le recorrió la espalda al recordar el alarido mientras extendía la tela y mostraba el cacho de piel con el símbolo extraño. - esta marca la portaba quien quiso matar al chico.- volvió su mirada a su superior, le hubiera gustado decir que su igual, pero ella comenzaba el viaje, el ya tenía demasiado adelantado su búsqueda del saber. Nou observa el símbolo y le dice como con desgana:-El primer cadáver que vi en éste viaje tenía algo en sus vestimentas- con un gesto de la cabeza, indicó a la mujer alada- Ella debe tener esos pliegos aún. Nombraban un pueblo llamado Alreiven, y alguna cosa más.
Su forma desganada la hizo sentir como una babosa escondida en la tierra, cuando había pensado que había hecho el mas grande descubrimiento, y miro de nuevo a la conjunta de aliados que se había formado. Con un animo algo mermado se acerco mas al conjunto a la par del elfo estricto y apenas se detuvieron retomo detalles de lo sucedido, seguía atenta del chico de la aldea y del pelirrojo había mostrado signos de que algo no iba muy bien, y entonces oyó al elfo bufonesco que se identifico como Mefisto; vaya buen nombre; con atención mientras atendía al chico de la aldea, y de la mochila saco una manzana que le tendió; se sintió apenada ella se había metido de cabeza a la boca del lobo y su razón. -Yo, estaba pérdida, vi la aldea y pensaba en conseguir provisiones, entonces me tope con todo el lio, con el chico, un hombre lo estaba atacando, al morir de su cuerpo salio humo que tomo forma de pesadilla y fue al norte -Mientras hablaba saco una espada corta, una nota que dice: "Los preparativos se están desarrollando según lo previsto, pero necesitamos más. El lugar ya no es necesario", y la causa de tener sangre en sus ropas, un pedazo de tela que protegía la piel cubierta con un tatuaje, recordó unas monedas pero no pensaba que fuera momento de contar botín -Al parecer esto no es algo aislado, y no creo que sea el primer ataque. Si se le puede decir así. Por cierto me llamo Aradia. Y me postulo para el segundo turno de guardia
Dio corton a su nombre con una sonrisa, y prefirió guardarse mas detalles, no había sido nada alegre el primer encuentro con foráneos y explayar demasiado de su identidad. Meditar todo lo que había pasado le estaba pasando factura y su mente iba a mil por hora en cuanto a lo que podría estar pasando, que haría con el chico, y se acerco a Kossir con una medio sonrisa su palidez y la forma en que se había dejado caer tras declararse la zona de descanso le habían preocupado pero tantas cosas, -¿Me permites ayudarte con tus heridas?
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Tras pasada la noche y una segunda guardia al parecer sin problemas, Aradia seguía pendiente del pequeño guerrero y del otro chico, tan similares y tan distintos, debía encontrar una forma de que el otro estuviera seguro y que pudiera restablecer su vida de alguna manera. un templo tal vez le acogería, esa era su prioridad mientras emprendían camino al otro pueblo y sin poner mucha atención seguía al que se proclamo líder del grupo en ese momento, ciertamente de todos hasta ella misma votaba en que era un acierto, era un poblado humano así que pensó antes que nada en conseguir algo de plata para poder subsistir ahí, y no ser una carga en dorado a sus compañeros.
-Iré al centro, debo buscar algún lugar donde reciban a mi compañero. -Aclaro sin esperar que nadie la fuere a acompañar, pero esperando a oír sus planes y donde quedarían de verse.
Última edición por Aradia Hazelmere el Jue Ago 29 2019, 06:29, editado 2 veces (Razón : se edita por que aparece todo el texto con color y nomas no me dejaba quitarlo >.<)
Aradia Hazelmere
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Re: En busca de lo improbable (Libre) [CERRADO]
Escapar de aquel pueblo arrasado no iba a ser sencillo con tanto trol suelto por los alrededores, menos aún con el peso que la Midgardiana llevaba encima, pero a pesar de tener todo en contra en comparación con el resto del grupo, Ava se las ingenió para esquivar a los rezagados y dejarlos atrás tan rápido como le permitieron las piernas.
- No puedes dejar de correr, si lo haces te atraparán. - se decía una y otra vez mientras avanzaba a través de la espesura, manteniendo las alas pegadas al cuerpo para no hacerse daño durante la frenética carrera.
De reojo pudo ver que Mefisto había optado por hacerle caso y la seguía de cerca, y que poco a poco, ambos iban ganando distancia con sus perseguidores hasta perderlos completamente de vista. - Todavía no estamos a salvo. - consiguió decir con un hilo de voz apenas audible, pronto empezaría a faltarle el aire y se quedaría rezagada.
No es que su resistencia fuese mala pero tampoco estaba acostumbrada a recorrer grandes tramos a aquella velocidad, por lo que en cuestión de unos minutos se vio obligada a parar para recobrar el aliento y beber algo de agua, evitando con ello que la fatiga se apoderase de su cuerpo.
Mientras su respiración se acompasaba de nuevo hasta alcanzar un ritmo normal, los brillantes ojos de la mujer bestia escrutaron el terreno que habían dejado atrás para cerciorarse de que ya no les seguían, solo entonces pudo relajarse y adoptar un paso ligero, lo justo como para no perder al resto del grupo.
La caminata duró más de lo que le habría gustado, tanto que empezó a plantearse si había hecho bien en permanecer con el resto en vez de regresar a Lunargenta, pero de haberlo hecho seguramente se habría convertido en el objetivo de todos los trolls del bosque, la compañía de los demás era una protección que no podía rechazar.
Cuando el elfo de las Ruinas propuso acampar no tuvo ninguna queja al respecto, era lo mejor que podían hacer, así que siguió de largo por delante de la gran roca que les serviría de abrigo y continuó andando hasta encontrar el río cuyo rumor llevaba escuchando desde hacía un rato.
Exhausta, la cuerva se dejó caer de rodillas junto a la orilla y se quitó los guanteletes para poder refrescarse la cara y el cuello, pero no se levantó inmediatamente después de eso, optó por quedarse allí sentada unos minutos, permitiendo que su cuerpo se recuperase.
En otras circunstancias se habría detenido a observar la frondosa vegetación de la zona y lo diferente que era de su hogar, pero sabiendo que no podía bajar la guardia, se puso en pie y regresó junto al grupo. Para entonces las cosas ya se habían calmado lo suficiente y estaban empezando a prepararse para pasar la noche al raso, mientras hablaban de lo sucedido y de la casualidad de que todos hubiesen coincidido en aquella remota aldea.
Escuchar la voz de Mefisto hizo que prestase más atención al tema, pues de todos los presentes él era el único que se había ganado su confianza, al menos de momento.
- No… no mucho, el… el primer cadáver que vi estaba en las ruinas y cuando llegamos una especie de humo brotó de su herida, to… tomó forma y chilló, eso fue lo que oíste. - explicó al hijo de Sandorai, evitando el contacto visual para que su problema de comunicación no se agravase y la dejase en evidencia.
- Ah, lle… llevaba esto en uno de los bolsillos. - añadió al acordarse de los legajos, tendiéndoselos al moreno para que pudiese echarles un vistazo, quizá entre todos pudiesen dar sentido a lo que estaba pasando.
- Y yo soy Ava. - se presentó poco después, observando a aquellos que aún no conocía, el muchacho pelirrojo, la elfa y el humano al que ésta había rescatado. Kosir y Aradia hicieron lo propio para presentarse, con lo que el único nombre que le faltaba por saber era el del espadachín, aunque no lo preguntaría directamente. - Avisadme para la tercera guardia. - dijo, mirando a la joven sanadora.
Dejar su seguridad en manos de otros no le agradaba en absoluto, pero si quería rendir al día siguiente necesitaba descansar, así que sin mucho más que añadir, buscó un rincón en que recostarse y colocó a Segadora junto a su cuerpo, con una de las manos en torno al mango por si las cosas se ponían feas durante la noche.
Horas más tarde le tocó hacer el relevo, y después de un turno de vigilancia de lo más tranquilo, avisó al siguiente y volvió a su lugar para dormir hasta el alba. Una vez despiertos, tomaron un ligero desayuno antes de proseguir su camino hacia otro pueblo que por cosa del destino resultó ser el que estaba escrito en la nota del hombre sin rostro, Alreiven.
Las miradas que les echaron los guardias de la puerta hicieron que la cuerva se encogiese ligeramente, no se sentía cómoda con la forma con que los examinaban pero seguramente aquel lugar no recibiese demasiados viajeros. Ya dentro del recinto la joven pudo relajarse un poco, aunque no demasiado ya que como bien apuntó Kosir, las defensas no eran las mejores.
- Yo… yo me acercaré al cuartel, de… debemos avisar de lo sucedido para que esta gente tome precauciones. - indicó a los demás tras escuchar a Aradia, pero quedaba una duda, ¿seguirían juntos o tomaría cada uno su camino a partir de entonces?
- No puedes dejar de correr, si lo haces te atraparán. - se decía una y otra vez mientras avanzaba a través de la espesura, manteniendo las alas pegadas al cuerpo para no hacerse daño durante la frenética carrera.
De reojo pudo ver que Mefisto había optado por hacerle caso y la seguía de cerca, y que poco a poco, ambos iban ganando distancia con sus perseguidores hasta perderlos completamente de vista. - Todavía no estamos a salvo. - consiguió decir con un hilo de voz apenas audible, pronto empezaría a faltarle el aire y se quedaría rezagada.
No es que su resistencia fuese mala pero tampoco estaba acostumbrada a recorrer grandes tramos a aquella velocidad, por lo que en cuestión de unos minutos se vio obligada a parar para recobrar el aliento y beber algo de agua, evitando con ello que la fatiga se apoderase de su cuerpo.
Mientras su respiración se acompasaba de nuevo hasta alcanzar un ritmo normal, los brillantes ojos de la mujer bestia escrutaron el terreno que habían dejado atrás para cerciorarse de que ya no les seguían, solo entonces pudo relajarse y adoptar un paso ligero, lo justo como para no perder al resto del grupo.
La caminata duró más de lo que le habría gustado, tanto que empezó a plantearse si había hecho bien en permanecer con el resto en vez de regresar a Lunargenta, pero de haberlo hecho seguramente se habría convertido en el objetivo de todos los trolls del bosque, la compañía de los demás era una protección que no podía rechazar.
Cuando el elfo de las Ruinas propuso acampar no tuvo ninguna queja al respecto, era lo mejor que podían hacer, así que siguió de largo por delante de la gran roca que les serviría de abrigo y continuó andando hasta encontrar el río cuyo rumor llevaba escuchando desde hacía un rato.
Exhausta, la cuerva se dejó caer de rodillas junto a la orilla y se quitó los guanteletes para poder refrescarse la cara y el cuello, pero no se levantó inmediatamente después de eso, optó por quedarse allí sentada unos minutos, permitiendo que su cuerpo se recuperase.
En otras circunstancias se habría detenido a observar la frondosa vegetación de la zona y lo diferente que era de su hogar, pero sabiendo que no podía bajar la guardia, se puso en pie y regresó junto al grupo. Para entonces las cosas ya se habían calmado lo suficiente y estaban empezando a prepararse para pasar la noche al raso, mientras hablaban de lo sucedido y de la casualidad de que todos hubiesen coincidido en aquella remota aldea.
Escuchar la voz de Mefisto hizo que prestase más atención al tema, pues de todos los presentes él era el único que se había ganado su confianza, al menos de momento.
- No… no mucho, el… el primer cadáver que vi estaba en las ruinas y cuando llegamos una especie de humo brotó de su herida, to… tomó forma y chilló, eso fue lo que oíste. - explicó al hijo de Sandorai, evitando el contacto visual para que su problema de comunicación no se agravase y la dejase en evidencia.
- Ah, lle… llevaba esto en uno de los bolsillos. - añadió al acordarse de los legajos, tendiéndoselos al moreno para que pudiese echarles un vistazo, quizá entre todos pudiesen dar sentido a lo que estaba pasando.
- Y yo soy Ava. - se presentó poco después, observando a aquellos que aún no conocía, el muchacho pelirrojo, la elfa y el humano al que ésta había rescatado. Kosir y Aradia hicieron lo propio para presentarse, con lo que el único nombre que le faltaba por saber era el del espadachín, aunque no lo preguntaría directamente. - Avisadme para la tercera guardia. - dijo, mirando a la joven sanadora.
Dejar su seguridad en manos de otros no le agradaba en absoluto, pero si quería rendir al día siguiente necesitaba descansar, así que sin mucho más que añadir, buscó un rincón en que recostarse y colocó a Segadora junto a su cuerpo, con una de las manos en torno al mango por si las cosas se ponían feas durante la noche.
Horas más tarde le tocó hacer el relevo, y después de un turno de vigilancia de lo más tranquilo, avisó al siguiente y volvió a su lugar para dormir hasta el alba. Una vez despiertos, tomaron un ligero desayuno antes de proseguir su camino hacia otro pueblo que por cosa del destino resultó ser el que estaba escrito en la nota del hombre sin rostro, Alreiven.
Las miradas que les echaron los guardias de la puerta hicieron que la cuerva se encogiese ligeramente, no se sentía cómoda con la forma con que los examinaban pero seguramente aquel lugar no recibiese demasiados viajeros. Ya dentro del recinto la joven pudo relajarse un poco, aunque no demasiado ya que como bien apuntó Kosir, las defensas no eran las mejores.
- Yo… yo me acercaré al cuartel, de… debemos avisar de lo sucedido para que esta gente tome precauciones. - indicó a los demás tras escuchar a Aradia, pero quedaba una duda, ¿seguirían juntos o tomaría cada uno su camino a partir de entonces?
Ava Kenrith
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Re: En busca de lo improbable (Libre) [CERRADO]
En medio de la retirada la elfa partió en otra dirección, comentando algo sobre ir a buscar a alguien escondido (¿Un sobreviviente del pueblo? ¿Algún amigo herido de la mujer? ). Me iba a conformar con darle suerte, pues prefería mantenerme junto a los miembros más potentes del improvisado grupo: Ava, cuya habilidad ofensiva por fin pude presenciar, y el niño matatrolls.
"Iba" es la palabra clave, pues el pelirrojo también partió, y recordé que en esa misma dirección habrían quedado mi bastón y morral. Así que sin más que un suspiro, me decidí por seguirlos, a carrera veloz.
Los latidos acelerados, el viento en la cara, la idea constante de encontrar un enemigo en cualquier vuelta de esquina, puerta o ventana... ¿Era normal que disfrutara tanto de esa sensación?
Claro que también fue satisfactorio encontrar enteras mis cosas, justo en la calle donde las había dejado.
—"Y entonces tomé este mismo bolso y se lo planté en la cara al troll que me perseguía" —comenté en voz alta, viendo cómo sonaría aquella historia. No estaba del todo mal— Me impresiona que ni siquiera esté sucio, puede que tenga un morral indestructible mágico, y yo aquí creyendo que soy pobre. —bromeé, ignorando si me harían caso o no.
Eventualmente encontramos a la persona escondida, un humano joven, y volvimos a unirnos a Ava y el elfo, sin muchas eventualidades. Logramos escapar del pueblo, y de los trolls.
Oscurecía, y se notaba el peso que la carrera había tenido en el cuerpo de mis desconocidos compañeros. Sólo era cuestión de tiempo hasta que encontráramos un sitio donde descansar, y fue el elfo mandón el que anunció tal suceso. Sólo un tonto o un desesperado querría seguir avanzando en estas condiciones, así que fue de esperarse que todos accediéramos sin dudar.
Así como el matatrolls, no di un paso más, lanzándome al suelo y estirando el cuerpo, como si de una cama se tratase. Afortunadamente nací elfo, y uno especialmente poco quisquilloso a la hora de elegir sitios donde dormir, así que recostarme en la maleza a observar el cielo era una comodidad a la que estaba ya bastante acostumbrado.
Respiré hondo, el olor a la intemperie inundando mis pulmones y limpiando mi mente. Eché un vistazo a mis alrededores, comprobando la situación del grupo. El más afectado físicamente parecía ser el matatrolls, suponía que resultado de su batalla, pero ya estaba siendo tratado. Ava se había alejado, probablemente para lavarse la cara con el riachuelo cercano, pero no había mostrado señales de daño destacable. Los otros dos elfos no parecían también haber evitado daño, y por último, el niño que sacamos del pueblo. Evidentemente estaba pasando por mucho, y yo no pensaba esforzarme por detallar sus aflicciones, así que evité contactarle, directamente.
Todo en orden, mayormente.
Entonces recapitulé el día. Lo que me trajo hasta acá, el misterio de los cuerpos sin rostro, el grito, la aldea abandonada, los trolls...
Ava volvió al grupo tras unos minutos, con lo que abrí la boca.
—Estoy tras la pista del causante de los cadáveres sin rostro —comenté, recordando las palabras del elfo mandón—. Presumo que ustedes estaban con el segundo, en las Ruinas —comenté a Ava y dicho elfo—, pero están descartados como sospechosos. —añadí con un tono de broma y un gesto de mano, como quitándole importancia al asunto.
Ava estaba descartada, al menos. No era capaz de algo así, ambos física y mentalmente. Pero no podía garantizar la inocencia del elfo desconocido. Mantuve las dudas lejos de mi rostro, mostrando en su lugar la calidez característica de quien me conociera.
—Entonces... ¿Qué saben de los cuerpos? ¿Y de aquél grito infernal de hace un rato? Es lo único que tengo a parte de los cuerpos... Junto a esa aldea abandonada... Es muy raro. —musité— Ah, y soy Mefisto, por cierto. —me presenté a los que no me conocen, inclinando la cabeza en una pequeña reverencia, con una sonrisa causada por la fingida vergüenza de olvidar mis modales.
El desconocido, con total indiferencia, comenta su carencia de información al respecto. Ava, por otro lado, hace lo posible por compartir la suya. Procuré observar el cielo, para que la tarea se le hiciera más fácil.
¿...Humo?
Quedé desconcertado con su respuesta. Y la elfa, Aradia, respondió lo mismo. Un tercer cuerpo, también expulsando humo viviente.
¿Será obra de un vampiro? Pero el grito fue de día, ver un vampiro capaz de soportar el sol ya sería raro. ¿Dos? Poco probable. Descarté la idea.
El elfo mandón comentó algo respecto a unos pliegos, a la vez que Ava me los entregó. Aradia también tenía algo similar, y compartió la información que ella había descubierto.
Todo apuntaba en una dirección, literalmente: El norte. Podía echarle más cabeza, o dejarlo para el día siguiente, descansado y con la cabeza despejada, así que me decidí a lo último. Los turnos de guardia habían sido decididos, y me ofrecí para ser el último. Y así observé las estrellas, perdiéndome poco a poco en la penumbra del sueño, hasta que llegó mi turno, y tras completarlo sin actividad destacable, eché una siesta más.
-----
Inevitablemente salió el sol, y nosotros nos preparamos para seguir nuestro camino. Encontraríamos respuestas, más preguntas, y más peligro, estaba seguro de ello. Y tras caminar un rato, encontramos un pueblo similar al que habíamos dejado, si bien este parecía encontrarse sin mayores sucesos. El mandón se las ingenió para que pasáramos a los guardias tranquilamente, y una vez adentro no tenía mucha idea de dónde empezar la búsqueda, así que me resigné a seguir (a una distancia fácil para ella) a la persona que conocía por más tiempo, la caballero más curiosa que me había encontrado.
*A diferencia de Mefisto, yo no dejé esto para cuando estuviese descansado y con la cabeza despejada. Si el sueño me hizo cometer alguna errata, no duden en hacérmelo saber.
Y ahora iré a desmayarme un rato.
"Iba" es la palabra clave, pues el pelirrojo también partió, y recordé que en esa misma dirección habrían quedado mi bastón y morral. Así que sin más que un suspiro, me decidí por seguirlos, a carrera veloz.
Los latidos acelerados, el viento en la cara, la idea constante de encontrar un enemigo en cualquier vuelta de esquina, puerta o ventana... ¿Era normal que disfrutara tanto de esa sensación?
Claro que también fue satisfactorio encontrar enteras mis cosas, justo en la calle donde las había dejado.
—"Y entonces tomé este mismo bolso y se lo planté en la cara al troll que me perseguía" —comenté en voz alta, viendo cómo sonaría aquella historia. No estaba del todo mal— Me impresiona que ni siquiera esté sucio, puede que tenga un morral indestructible mágico, y yo aquí creyendo que soy pobre. —bromeé, ignorando si me harían caso o no.
Eventualmente encontramos a la persona escondida, un humano joven, y volvimos a unirnos a Ava y el elfo, sin muchas eventualidades. Logramos escapar del pueblo, y de los trolls.
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Oscurecía, y se notaba el peso que la carrera había tenido en el cuerpo de mis desconocidos compañeros. Sólo era cuestión de tiempo hasta que encontráramos un sitio donde descansar, y fue el elfo mandón el que anunció tal suceso. Sólo un tonto o un desesperado querría seguir avanzando en estas condiciones, así que fue de esperarse que todos accediéramos sin dudar.
Así como el matatrolls, no di un paso más, lanzándome al suelo y estirando el cuerpo, como si de una cama se tratase. Afortunadamente nací elfo, y uno especialmente poco quisquilloso a la hora de elegir sitios donde dormir, así que recostarme en la maleza a observar el cielo era una comodidad a la que estaba ya bastante acostumbrado.
Respiré hondo, el olor a la intemperie inundando mis pulmones y limpiando mi mente. Eché un vistazo a mis alrededores, comprobando la situación del grupo. El más afectado físicamente parecía ser el matatrolls, suponía que resultado de su batalla, pero ya estaba siendo tratado. Ava se había alejado, probablemente para lavarse la cara con el riachuelo cercano, pero no había mostrado señales de daño destacable. Los otros dos elfos no parecían también haber evitado daño, y por último, el niño que sacamos del pueblo. Evidentemente estaba pasando por mucho, y yo no pensaba esforzarme por detallar sus aflicciones, así que evité contactarle, directamente.
Todo en orden, mayormente.
Entonces recapitulé el día. Lo que me trajo hasta acá, el misterio de los cuerpos sin rostro, el grito, la aldea abandonada, los trolls...
Ava volvió al grupo tras unos minutos, con lo que abrí la boca.
—Estoy tras la pista del causante de los cadáveres sin rostro —comenté, recordando las palabras del elfo mandón—. Presumo que ustedes estaban con el segundo, en las Ruinas —comenté a Ava y dicho elfo—, pero están descartados como sospechosos. —añadí con un tono de broma y un gesto de mano, como quitándole importancia al asunto.
Ava estaba descartada, al menos. No era capaz de algo así, ambos física y mentalmente. Pero no podía garantizar la inocencia del elfo desconocido. Mantuve las dudas lejos de mi rostro, mostrando en su lugar la calidez característica de quien me conociera.
—Entonces... ¿Qué saben de los cuerpos? ¿Y de aquél grito infernal de hace un rato? Es lo único que tengo a parte de los cuerpos... Junto a esa aldea abandonada... Es muy raro. —musité— Ah, y soy Mefisto, por cierto. —me presenté a los que no me conocen, inclinando la cabeza en una pequeña reverencia, con una sonrisa causada por la fingida vergüenza de olvidar mis modales.
El desconocido, con total indiferencia, comenta su carencia de información al respecto. Ava, por otro lado, hace lo posible por compartir la suya. Procuré observar el cielo, para que la tarea se le hiciera más fácil.
¿...Humo?
Quedé desconcertado con su respuesta. Y la elfa, Aradia, respondió lo mismo. Un tercer cuerpo, también expulsando humo viviente.
¿Será obra de un vampiro? Pero el grito fue de día, ver un vampiro capaz de soportar el sol ya sería raro. ¿Dos? Poco probable. Descarté la idea.
El elfo mandón comentó algo respecto a unos pliegos, a la vez que Ava me los entregó. Aradia también tenía algo similar, y compartió la información que ella había descubierto.
Todo apuntaba en una dirección, literalmente: El norte. Podía echarle más cabeza, o dejarlo para el día siguiente, descansado y con la cabeza despejada, así que me decidí a lo último. Los turnos de guardia habían sido decididos, y me ofrecí para ser el último. Y así observé las estrellas, perdiéndome poco a poco en la penumbra del sueño, hasta que llegó mi turno, y tras completarlo sin actividad destacable, eché una siesta más.
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Inevitablemente salió el sol, y nosotros nos preparamos para seguir nuestro camino. Encontraríamos respuestas, más preguntas, y más peligro, estaba seguro de ello. Y tras caminar un rato, encontramos un pueblo similar al que habíamos dejado, si bien este parecía encontrarse sin mayores sucesos. El mandón se las ingenió para que pasáramos a los guardias tranquilamente, y una vez adentro no tenía mucha idea de dónde empezar la búsqueda, así que me resigné a seguir (a una distancia fácil para ella) a la persona que conocía por más tiempo, la caballero más curiosa que me había encontrado.
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*A diferencia de Mefisto, yo no dejé esto para cuando estuviese descansado y con la cabeza despejada. Si el sueño me hizo cometer alguna errata, no duden en hacérmelo saber.
Y ahora iré a desmayarme un rato.
Mefisto
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Re: En busca de lo improbable (Libre) [CERRADO]
TURNO 6
El pueblo, de apenas dos centenares de almas, no tardó en verse alterado por la llegada de gentes extrañas y bien armadas, dispuestas sin duda a turbar la placidez de la vida aldeana. Los lugareños, en sus fraguas, talleres y calles, cuchicheaban, señalaban, y se detenían algo amedrentados al paso de los Elfos, mostraban evidente inquietud por el joven humano, al tiempo que hacían gala de admiración y sorpresa por la extraña criatura femenina que con el resto había arribado.
Nousis dejó a los demás nada más entrar en el pueblo, tras unas escuetas palabras que resumían su indiferencia ante lo que pudiese ocurrirle al pueblo de Alreiven. Su misión era, como siempre, prioritaria. Dio un largo paseo, observando, indagando qué podría tener de particular el lugar en el que se encontraba. Pobres casas, habitantes generalmente felices en la medida que sequías, guerras y enfermedades se lo permitían. Puntos de comercio y artesanías bastante bárbaras y grotescas, lejanas al refinamiento al que estaba acostumbrado. Suspiró. Desdichados humanos…
Dos de ellos, uno armado con una espada que había visto tiempos mejores, apoyados en la pared de una vivienda de piedra, comentaron algunas frases a media voz acerca de la raza del recién llegado. Éste se detuvo a tres pasos de ellos, y girando la cabeza, les miró por encima del hombro, sonriendo torvamente. Desenvainó, y con la punta de su espada en el suelo, la hizo girar sobre sí misma, clavando la vista en los vulgares. Frunciendo el ceño, los humanos murmuraron algo y tomaron el camino contrario, continuando hablando en voz baja hasta perderse de vista. Un niño se detuvo a mirar al Elfo con aire de censura.
-No hiciste bien- dijo el infante con aire petulante.
-¿Cómo dices?- indagó el espadachín con el mismo tono que quien acaba de notar que la basura ha comenzado a dirigirle la palabra.
-Tú no eres de aquí- se reafirmó el chiquillo. Tomó una pequeña piedra de la calle, mas al ver al Elfo tomar su espada suavemente con mayor firmeza pareció pensárselo mejor, limitándose a escupir en su dirección de forma bastante poco habilidosa- Ellos nos protegen de cosas como tú- y echó a correr, dejando a Nousis con una mano en la frente, irritado.
[...]
En otro punto de la ciudad, la mujer alada se dirigía al cuartel para tratar sobre lo ocurrido los extraños días previos. Desde la ventana del segundo piso, el más elevado de la construcción, dos guerreros de la milicia del pueblo la miraban con cara de pocos amigos. Era el peor momento posible.
-Iré yo- se ofreció uno, colocándose el coleto de cuero y metiendo la espada corta en la vaina.
-Date prisa- urgió su compañero- Ulain está de servicio y puede estropear las cosas. Debemos controlar el cuartel dos días más y no habrá ya problema alguno- el otro asintió con una sonrisa.
[...]
Aradia, que había tomado el camino a la plaza principal del pueblo, no tardó en ser el centro de atención de las matronas y los aldeanos que pululaban por allí, regateando entre los pequeños puestos que el mercado local ofrecía. Comestibles de aldeas cercanas, manufacturas realizadas en Alreiven y otras modestas y cercanas mercancías completaban la visión general del comercio.
Un trío de lugareñas de edad avanzada la miraron de arriba abajo y una se atrevió incluso a señalarla con desaprobación. Un adolescente, sin embargo, se detuvo a admirar callado la belleza natural de la Elfa al pasar a su lado con el humano.
Delante del ayuntamiento, sólo un funcionario con un buen montón de legajos que acudía al lugar y un aburrido centinela con escudo de madera y lanza aparecían ante ella, éste último con una evidente mirada de abierta lascivia.
[...]
Un nutrido grupo de descarados jovenzuelos plantó cara a Kosir, cortando para él la calle. Los cabecillas, más altos que el extranjero, parecían buscar entretenimiento a costa del desconocido, para así afianzarse ante el resto de sus amigos.
-Parece que huele mal aquí. Hay que limpiar el pueblo- sonrió tétricamente uno de los dos. De una ventana, un vecino se apartó, cerrando las celosías con extraña precipitación.
Nousis Indirel
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