Se necesita un conejillo de indias {TRABAJO con Aylizz}

Había sido una noche larga y al fin parecía que llegaba a su fin. Los primeros rayos del alba comenzaban a asomar por la línea divisoria entre el cielo y el océano, la vida en el puerto también comenzaba, una mañana más. Para los trabajadores del mar sería una como otra cualquiera, dispondrían de sus embarcaciones y saldrían a faenar como en cada jornada, pero para ella marcaría la diferencia. Ya nada era como antes, lo vivido y sufrido en aquel trasnochado experimento la había abierto la mente, exponiéndola a unas situaciones que jamás habría imaginado, bailar entre la vida y la muerte y salir airosa. Aunque sin duda los malos ratos superaban con creces la apacible sensación obtenida al final, ante ella se había abierto una puerta que estaba dispuesta a explorar. Alquimia... Era un camino interesante, aplicar sus conocimientos de botánica para algo más que dar con el norte en el bosque y diferenciar entre comestible y veneno, a pesar de los riesgos que había comprobado en sus propias carnes que podían suponer aquellas prácticas. Bueno, siempre podría seguir el ejemplo del monje y buscarse un sujeto de pruebas. Se rio internamente al pensar en aquella idea, no, no sería capaz de exponer a nadie a tales experiencias.

El gesto de Sauron se veía aliviado al momento de emerger, incluso se permitió bromear. Ciertamente debería haberse quedado mentalmente con todos los detalles, a pesar de la experiencia vivida no tenía ninguna intención de repetir el proceso si al momento de plasmar las conclusiones de su estudio se dejaba algo en el tintero, tres veces sería tentar demasiado la voluntad de los dioses. Terminó de ponerse en pie, dispuesta a tomar tierra de nuevo, el agua escurría por toda ella y la ropa se le pegaba al cuerpo hasta la incomodidad, lo mejor sería no perder un minuto más en salir y cubrirse con la capa que antes dejó sobre la arena. Pero antes de poder dar un paso, el joven se acercó a ella y retiró los mechones que goteaban sobre su rostro con delicadeza. Fue un detalle inesperado, en un instante pudo percibir un cambio en él que no supo bien cómo interpretar. Cierto que las barreras físicas se habían superado en el primer momento de haberse conocido, cuando la elfa hizo uso de sus habilidades y cerró sus cicatrices, y durante el trabajo varios habían sido los momentos que habían compartido cierto acercamiento y fugaces conversaciones, pero siempre desde el plano profesional, al menos así lo había creído ella, lo ocurrido en aquel baño horas antes habría sido muy distinto de no haber sido así. Los segundos siguientes la dejaron mucho más claras las intenciones del monje.  

Sus ojos se abrieron y lo miraron desorbitados, mientras él trataba de acortar la poca distancia que quedaba entre ellos, aun sin soltar su mechón de pelo. Se retiró al instante, aunque sin brusquedad, en parte como respuesta instintiva ante la sorpresa, pero sobre todo porque no supo encajar de otra forma aquella proposición, ¿dónde había quedado aquello de deberse a la fe y al amor por los Celestiales? No negaba que el joven se presentaba atractivo y tras haber podido presenciar de cerca su forma de gran reptil sentía cierta fascinación por aquella condición, mas no se había planteado ni por un instante verlo de la manera en que ahora parecía que Sauron la veía. Agradeció con creces que aquel intento quedase en nada cuando el dragón humanoide pareció recobrar la serenidad, ya podía sentir la respiración del religioso acariciar las cercanías de sus labios cuando frenó la maniobra sorprendido por el estruendo en el muelle, ahorrándola la incomodidad de darle una negativa. En todo momento la había tratado con respeto y amabilidad, tampoco hubiera querido terminar aquel trabajo con tintes desagradables.

Pareció arrepentirse al segundo después del acercamiento, dándose media vuelta hacia la orilla tratando de desviar el tema, sin siquiera hacer mención a su repentina intención. Ella decidió no hacer tampoco ningún comentario al respecto, quizá sería mejor dejarlo correr por el momento. -Si, será mejor que volvamos. Además, empieza a haber miradas curiosas.- Sonrió para rebajar la tensión, haciendo un gesto con la mano para indicar a los mozos del puerto que ahora los observaban de forma curiosa, sorprendidos por la escena. Aun quedaba el camino de regreso a la casa de Gelga y quién sabe qué se encontrarían a su encuentro... Sería rápida en recoger sus cosas, cobraría la recompensa y marcharía en busca de una posada donde gastarse parte de la misma en descansar largo y tendido. Quizá habría sido aquello mismo lo que había llevado al feligrés a la sugestión, tal vez llevado a confusión o movido por la emoción de ver que al final tanto esfuerzo había dado resultado. En cualquier caso, no llegó a pasar, no era necesario darle más vueltas. Por el momento, al menos.

Llegaron al taller cuando la mañana ya era notoria, todos los locales comerciales habían abierto sus puertas y los trabajadores terminaban de disponer sus negocios para dar comienzo a una nueva y rutinaria jornada. Al llegar, el laboratorio estaba patas arriba pero no se escuchaba un ruido en el interior, la muchacha parecía haber descargado su rabia contra todo lo allí dispuesto y tras ello habría abandonado la casa. Sus ropas seguían húmedas y la brisa mañanera le había hecho entrar el frío en los huesos, pero no tenía intención de demorarse mucho más en aquel domicilio, por lo que pudiera pasar. Sin embargo, aquella imagen de la estancia desordenada la hizo reparar en que aun tenía una cuenta pendiente con aquella chica de ira descontrolada, aunque no esperaría para hacerla frente y responder a sus faltas de consideración, decidió cobrársela en su ausencia. -Me iré en seguida, tan sólo voy a adecentarme un poco. Descuida, te ayudaré a recoger este desastre antes de marchar, pero ve preparando mi más que merecido pago.- Lo dejó en la trastienda y con toda confianza irrumpió en las estancias privadas, abriendo las puertas una a una hasta que dio con la habitación principal, escaleras arriba. Con paso decidido se dirigió al armario y rebuscó entre las ropas hasta que dio con algo que pudiese acomodarse a su tallaje, lo cierto es que la seguidora del monje la ganaba en corpulencia, pero un vestido encorsetado fue lo suficientemente ajustable para que quedase medianamente ceñido a su figura.

Sin perder más tiempo regresó al taller y colaboró en la tarea de recoger lo que aun quedaba rodado por los suelos. Una vez acabado, guardó sus prendas aun mojadas en su equipaje, acomodó sus pertenencias y se dispuso a recibir su paga para despedirse finalmente. -Me gustaría decir que ha sido un placer, pero ciertos detalles lo han complicado... ¡Ah! Dile a la perturbada que dirige esta casa que me tomo su ropa como disculpa por el mal trato, no pensaba pasearme por estas calles en tales condiciones.- Le guiñó un ojo divertida y se dirigió hacia la salida, parándose en el marco antes de terminar de salir -Me alegro de haberte visto, nunca pensé que volveríamos a encontrarnos. Quién sabe... Si no te echan a patadas de este sitio puede que me pase a saludar en mi próxima visita a la ciudad. Si es que vuelvo.- Terminó de cruzar la puerta y se perdió entre la gente, que ya abarrotaba las calles. Debía retomar su viaje de vuelta a casa, pero antes necesitaba dormir.

Salimos del agua sin mucha vuelta, efectivamente teníamos un público entusiasta que no esperaba encontrarse con nadadores promiscuos tan temprano, atravesamos el puerto a prisa, yo sin miramientos del lugar. El sol estaba casi en lo alto, los negocios del pueblo tenían puertas abiertas y empleados limpiando las veredas y vidrios, el pueblo cobraba vida así como también las tiendas donde podría comprar más elementos para la poción que había logrado, pero en lo único que podía pensar era en no darme vuelta para no cruzar miradas.
Estaba muy cansado y avergonzado, tanto que no permitiría disfrutar del logro tan fácil, a cartón lleno también tenía en mente que debía solucionar las cosas con Gelga cuando volviera en vez de retirarme a dormir, algo bastante incomodo, un día largo por delante.

El ingreso al taller fue la escena de un libro bastante familiar, donde los protagonistas se aventuraban a la escena de un crimen por robo.
Todo estaba dando vueltas, no era la primera vez que se enojaba conmigo por lo cual estaba acostumbrado, si bien había reboleado libros, papeles, y especias a por doquier, ninguno de esos elementos era de vidrio, el estante de pésimas estaba revuelto pero no tirado, la casa sumida en la obscuridad y el silencio del otro lado de la puerta abierta del pasillo que conducía a la casa. La muchacha feligrés hacia esto en rabia para molestarme no para echarme, y luego marchaba de compras para agotar su ansiedad, seguro llegaría con un presente para el taller, lo mismo de siempre.

Ignore las palabras de la elfa y me puse a limpiar antes de que volviera mi arrendataria, necesitaba hacer las paces con ella, si, y que encuentre el taller tal y como estaba era una buena forma de demostrarle que poco me importaban sus acciones mezquinas, total, como todos, era una buena hija de los Celestiales.

Aylizz volvió y me terminó de dar una mano, mi humor ya pasado de rosta me permitía estar despabilado y pacifico mientras hacia mi tarea. Le entregué en mano su dinero y ella quiso cruzar palabras conmigo.

Una sonrisa ladina se dibujó en mi rostro cuando menciono lo de las prendas, estaba loca si creía que yo le diría algo así a esa celosa mujer - También me alegra haberte visto... Espero tener un taller propio si vuelves a la ciudad. Nos vemos.

Me di vuelta y busque mis anotaciones, entre tantos papeles encontré las hojas que usamos es los experimentos. Separe la que tenía el mismo color que la última muestra que la muchacha bebió, y me dispuse a preparar una más para entregarla el día siguiente, al menos ya sabía que esta si funcionaba como debía.