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Mensaje  Rauko Sáb Ene 02 2021, 18:50

 El upelero de madera entró en… donde sea que se ubica esta historia. Se acercó a la chica Futuros Locos y le picoteó su bola. Ella intentó espantarlo, nerviosa, pero sus esfuerzos fueron en vano. La esfera repentinamente mostró la imagen del interior de un castillo. El upelero miró aquello, su cabeza ladeada. La Futuros Locos, viendo que el animal se había tranquilizado, optó por mantenerlo distraído con la visión mientras pensaba en alguna forma de alejarlo de su esfera.

 –Lady Natalie Mars –dijo el caballero, inclinándose ante la chica en el trono–. Tengo dos noticias; una buena, la otra mala. ¿Cuál quiere escuchar primero?

 La mujer se recostó en el espaldar del trono, se cruzó de brazos y colocó una pierna sobre la otra.

 –La mala –contestó con calma.

 –El asesino de dragones ha entrado en el castillo. Los soldados han intentado detenerlo, pero todos han fallado. Incluso Emmanuel Delcour y Ellie Leen han caído. A este ritmo, él llegará aquí en unos pocos minutos.

 –Eso ya lo sé –repuso la Natalie Mars, aburrida–. ¿Cuál es la buena noticia?

 –Por fin maté la cucaracha que andaba rondando por los pasillos.

 Natalie cerró los ojos e inspiró lentamente por la nariz.

 –Excelente –exhaló, sonriendo con satisfacción–. Ahora vete, Xander Corvus. Te has ganado un día libre. Y no olvides saludar a tus hermanas.

 El caballero asintió con la cabeza antes de marcharse. Cuando se acercó a la puerta, esta le cayó encima, derribada por una explosión que fue inesperada para Xander.

 –Hola, Ryuu –saludó Natalie, sus labios dibujando una media sonrisa. No veía a su enemigo gracias a la nube de humo que se formó en la entrada por la explosión, pero sabía que estaba allí–, qué bueno que llegaste, te estábamos esperando. –Su cuerpo comenzó a cubrirse de escamas y sus ropas se destruyeron mientras adoptaba la forma de semidragón. Por un breve instante fue visible que tenía paquete sorpresa–. Acabemos con nuestro duelo predestinado de una buena vez.

 Una ráfaga de flechas salió de la nube de humo. Todas acertaron, pero rebotaron en la piel de Natalie sin hacerle un rasguño. Ella enarcó una ceja.

 –Qué ofensivo –silabeó antes de levantarse del trono–. Al menos no me consideres alguien más débil que el jefe final de un juego del Aringher.

 Las flechas, esparcidas a su alrededor, repentinamente despidieron un fulgor que precedió a un estallido estridente.

 Natalie Mars usó sus alas para ascender a tiempo. Aun así, sus piernas recibieron un daño grave; al moverlas, aunque fuera un poco, sentía un dolor relampagueante, obligándola a mantenerse en vuelo.

 –No esperaba que la parte en la que perdía las piernas sería al principio –masculló. «Pero sucedió, y eso significa que la profecía, a pesar de mi incredulidad, sí es cierta», pensó, más confiada de su victoria predicha.

 Un ruido la hizo girarse hacia un lado. En un rincón estaba el hombre-pájaro, apuntando su arco hacia ella. Antes de que él pudiera disparar, un poderoso relámpago emergió de las fauces de Natalie y lo atravesó. La imagen de Ryuu desapareció. En su lugar quedó a la vista una flecha, con la punta ahora cargada de electricidad, y con un pergamino de ilusiones sujeta en el culatín.

 Se giró de nuevo, encontrando al verdadero hombre-pájaro cerca de la puerta. Ella ya no tenía suficiente éter para dispararle otro relámpago fulminante, así que usó una porción de lo que tenía para crear una centella cegadora. Luego descendió sobre Ryuu, colmillos y garras preparados para destrozarlo.

 Pero Ryuu saltó hacia un lado justo antes de ser alcanzado. Natalie lo observó, perpleja hasta que distinguió los cristales oscuros que cubrían los ojos del hombre-pájaro.

 –Debí esperar que estarías preparado para enfrentarme –reconoció Natalie. «Por eso mismo no sería prudente atacarlo justo ahora, sin un plan, aunque lo tenga frente a mí», concluyó. La victoria ya no parecía tan segura en ese momento.

 Ryuu hizo un ademán con una mano. De inmediato Natalie retrocedió un metro y esperó la siguiente jugarreta de su adversario.

 Pero había dado la espalda a la verdadera amenaza.

 La flecha cargada de electricidad, gracias a su encantamiento, voló gran velocidad hacia Ryuu cuando este dio la señal. La espalda de Natalie estaba en medio del camino, así que recibió el proyectil, el cual liberó toda la energía contenida en una explosión eléctrica.

 Natalie cayó. Sus alas fueron borradas, igual que las escamas de su espalda ahora dañada severamente. Supo que moriría en unos instantes, contradiciendo el destino. Ni siquiera hacía falta un golpe de gracia, pero Ryuu se acercó para finiquitar el duelo.

 Con sus fuerzas abandonándola y su consciencia desvaneciéndose, Natalie aún alcanzó de decidir que no moriría sola. Impulsada por la ira, expulsó su éter restante en un estallido que destrozó su propio cuerpo.

 Ryuu fue impelido y rodó varios metros por el suelo con su cuerpo humeante.

 Tal vez morir a causa de un dragón era un destino que no podía ser cambiado.

 «¿Y eso quién lo decidió?», se preguntó Ryuu, pareciéndole ridícula aquella afirmación. Esforzándose en ignorar el dolor, de uno de sus bolsillos sacó una pócima verde, de las que siempre llevaba consigo, y bebió su contenido de sabor dulce. Entonces sus heridas sanaron.

 Se levantó despacio y contempló los restos de la dragona. Sacó una pequeña esfera de cristal de un bolsillo y la alzó. El rostro de una niña se dibujó en su interior. Esta miró alegremente a su alrededor.

 –Mira, oráculo Paimon –le dijo Ryuu con solemnidad–, he derrotado al dragón. He cambiado mi destino.

 Paimon observó de nuevo el lugar antes de contestar:

 –Lo siento, el dragón de tu profecía está en otro castillo.



(☞°∀°)☞ OFFROL ☜(°∀°☜)

Esta vez una historia para Ryuu =)
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Mensaje  Magazubi Dom Ene 03 2021, 06:58

No creía mucho en la clarividencia, pero me llamaba la atención qué podría encontar en aquella bola de cristal ¿De verdad mi fortuna podía mostrarse?


Lecciones de poder y estilo con Reike


¡¡BOOM!!

música:

Una enorme explosión procedía del interior de la bola de cristal. La escena prometía mucha acción y calor.

De repente salieron unos cuchillos dirigidos con una precisión que yo entendía a la perfección. En mi rostro se dibujó una sonrisa al ver semejante dominio de telekinesis y acerqué mi rostro para verme en aquella aventura.

Un enorme dragón pasó por la escena ¡¡Aaaawwww!! Estaba emocionada; necesitaba entender qué estaba pasando y enseguida mi estómago me pidió que buscara algo de comer para saciar aquella intriga.

No había nada de comer y la historia estaba muy buena como para alejarme a buscar algo, así que me quedé mirando cada fragmento de aquella historia.

Llevé mis manos a mi boca de la impresión de ver cómo aquellas dagas alcanzaban al dragón, y recubiertas de algo poderoso atravesaban a la gigantesca bestia para hacerle un daño considerable. Luego el dragón se estrelló contra una colina y cayó violentamente en el suelo. En eso unos pies se aproximan al lugar de aquella batalla, mientras que yo por dentro estaba muy ansiosa por lo que iba a pasar después, y escuché una voz femenina muy segura.

-Ni siquiera lo vales- dijo la joven.

-¡¡¡UUUUFFF!!!-(1) Solté al ver la actitud y el estilo con la que la joven había pasado de matar al dragón porque este era menos que basura. Okey, ella no dijo eso, pero se sintió.

Enseguida los pies de la chica se elevaron del suelo con un gran salto y se alejó rápidamente perdiéndose en el bosque.

Mis ojos seguían clavados viendo lo que se suponía ser mi futuro y en eso la bola mostró a una chica desde arriba. ¿Seré yo? No, no creo mi cabello no era así, y tampoco era mucho mi estilo pero... En eso identifiqué la daga que tenía en la mano y me di cuenta de que aquella mujer era la que había ridiculizado al dragón.

Me desanimó un poco no ser yo hasta que... ¿Qué estaba haciendo?

Los movimientos de la chica eran como una melodía. Se desplazaba entre las personas de forma maravillosa hasta que entró en una taberna en donde sus habilidades sociales la hacían lo suficientemente atractiva como para llamar la atención pero lo bastante discreta como para que no se hiciera un desastre en aquel sitio.

Sin titubear se sentó en la mesa en donde se encontraba un caballero bastante apuesto y ella le preguntó si este tenía pareja. Woo, woo, eso fue una estrategía un poco extraña, pero me encantaba ver la actitud de esa mujer; a pesar de que no era yo me tenía enganchada la historia.

El hombre con aire galán le contestó que era soltero y ella con una sonrisa le dijo que le parecía atractivo y que si quería tomarse unas copas.

La conversación entre ellos fue transcurriendo como una especie de guerra de poder muy tensa hasta que la joven entre risas se acercó y le susurró picarona algo al oído que no pude oír.

En ese momento la mirada de la joven cambió y sabía que algo se tramaba.

No sé si estaba absorta en la conversación, pero de un momento a otro el tema pasó a enfocarse en el joven que sin querer empezaba a soltar información; que por los pequeños gestos de la joven podía deducir que era lo que ella buscaba.

Me encanta esta chica.

Habilidades sociales, fuerza, precisión, un poco de sazón...

Con mucha astucia la chica le sacó información al hombre sobre el paradero de su secuaz, que por lo que entendí era el dragón.

Mis ojos se abrieron como platos al entender poco a poco lo que pasaba y ...

Esta chica era mi heroína, había encontrado una sede secreta de tráfico de armas robadas que eran custodiadas por el dragón, estafando y manipulando al inversor de los robos.

Luego la imagen se tornó borrosa y volteé a ver a la chica que se supone que leía el futuro y le comenté entusiasmada -¡Quiero más! Voy a buscar alguito para merendar y vengo ¿Te traigo algo Ágata?-
________________
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Mensaje  Aylizz Wendell Dom Ene 03 2021, 11:18

Entró en la taberna más cercana que encontró al comenzar la lluvia, la ciudad se volvía más estresante de lo habitual con el mal tiempo y un trago de hidromiel y algo para calmar el hambre parecía una buena forma de abstraerse del barullo que ocasionaba el mal tiempo en aquellas calles. Encontró el ambiente tranquilo y poco cargado, algo que agradeció, aunque supuso que no tardaría en cambiar aquello si todo el mundo tenía la misma idea al buscar refugio. Dioses, realmente no encontraba el atractivo a las grandes ciudades. Se acercó a la barra, no tardando en ser atendida y servida. Ni siquiera se paró a echar un vistazo alrededor, agarró su jarra con dejadez y se dispuso a tomar asiento en alguna mesa vacía, apartada, a ser posible.

-No lo pienses tanto, tengo todas las respuestas.

Ladeó la cabeza cuando escuchó la voz de la joven encapuchada a su espalda, sin tener la certeza de si se dirigía a ella.

-¿Hablas conmigo?
-Si, si tú quieres.

Arqueó una ceja ante la actitud de la extraña, antes de reparar en la esfera de cristal que acariciaba sobre la mesa. Ah, no, ni en broma. No pensaba volver a acercarse a una de esas.

-No, gracias. No me interesa.
-¿Estás segura?

Bajo la sombra que creaba la capucha en el rostro de la muchacha, dejando a la vista únicamente su boca, se dibujó una sonrisa llena de picardía al tiempo que comenzó a iluminarse la bola. La elfa dirigió su mirada entonces al orbe, manteniendo aún las distancias, con más desagrado que curiosidad. No tardó en disiparse la bruma que hasta el momento mostraba para dejar paso a la panorámica de unos campos de cultivo, desconocidos para ella, y a lo lejos la imagen de una niña correteando alrededor de un can que la ganaba en tamaño. La pequeña no tendría más de seis o siete años, con el pelo alborotado, negro como el carbón, ojos llenos de vida de un profundo azul celeste, una nariz respingona y pequeñas orejas acabadas en punta, aunque ligeramente más redondeadas de lo que acostumbran a ser las propias de la raza. Aylizz río con desdén.

-Buen intento, pero no conozco a esa cría.
-Tal vez no… Todavía.

Quiso obviar tal comentario, apartar la vista y continuar de largo… Pero no pudo. Maldita sea, había logrado enredarla en su juego. Gruñó para sí y resignada, tomó asiento frente a la adivina.

-Nuestra intrépida guerrera acecha a su presa, dispuesta a abalanzarse con determinación. Lleva semanas sin comer y la muerte espera, deseosa de que fracase. Aguarda en silencio su gran oportunidad, sin perder de vista a la bestia, ha de cuidarse, un paso en falso podría ser mortal. Apunta con su vista certera ¡ya es suya! Tensa su arco, esperando el momento adecuado, ya casi la tiene, tres… dos… uno…
-¡Kaaaaeeedeee!
-Y…. La perdió. Adiós a una suculenta cena. Vamos Skrekk, si nos tiene que llamar otra vez me llevaré un coscorrón. Una carrera, ¿listo? ¡YA!

Ambos echaron a correr campo a través hacia la voz maternal que los reclamaba al otro lado del cultivo, siendo el cánido el primero en llegar, tal y como se esperaba. La muchacha, aunque rápida y ágil, aún era demasiado pequeña para llegar siquiera su altura.

-¿Se puede saber qué hacías? Vamos, ayúdame a cargar esa cesta.
-¡Estaba a punto de cazar una monstruosidad!
-Uy sí, un conejo aterrador. Se habrá echado a temblar al verte apuntarlo con esa ramita.
-¡No es una rama! Es una flecha-lanza-espada y todos tiemblan al verla. Y con mi fiel escudero-acompañante-bestia a mi lado somos invencibles.
-Te he dicho mil veces que no llames bestia al perro. Ya es más grande de lo habitual, ¿quieres aterrorizar a toda la aldea?
-Aburrida.
-¡Já! Si tú supieras… Anda, vamos.

Siguieron el sendero hasta la casa situada en la linde del bosque. Pequeña, pero acogedora. No quedaban muchas horas para la noche y el poblado se preparaba para la celebración del solsticio. Los juglares comenzaban a envolver con música las calles, los mozos preparaban los leños para la gran hoguera y en los hogares todos se preparaban para la ocasión. Era tradición comer y beber en comunidad, pasar la noche en vela festejando y pedir a los dioses poder recoger una próspera cosecha al final del verano. Sin duda, una de las noches favoritas para los más infantes, que por una vez podrían corretear y dar rienda suelta a sus imaginativos juegos hasta altas horas de la madrugada mientras los despreocupados progenitores disfrutaban de la velada. La chiquilla se dejaba acicalar por su madre, sin remilgos ni reniegos, entusiasmada por los acontecimientos venideros, al tiempo que ella misma cepillaba y adecentaba al perro-lobo que tenía por mascota y guardián.

-Má…
-¿Si?
-Mayko dice que se hará soldado cuando cumpla los años, igual que su padre.
-¿Mayko? Ah, si, ese niño.
-Dice que es el mejor trabajo del mundo.
-Bueno, cada quien tiene sus ideas.
-Yo recorreré el mundo para vivir aventuras con Skrekk.
-¿Ah sí? ¿Y de qué vivirás?
-De matar monstruos, claro. Mi espada será temida de uno al otro confín y los Señores de las ciudades reclamarán mi ayuda cuando sus ejércitos no puedan combatir a las bestias. Y como seré la mejor de tooooodo el mundo me tendrán que pagar buenas cantidades.
-¿Tu rama flecha-lanza-espada?
-No… Una de verdad. Y también un arco, con flechas manimagia con puntas venenosas.
-Antimagia.
-Eso.
-¿De dónde sacas esas ideas?
-Pá.
-Claro, cómo no.
-¿Es verdad que con tu bastón tumbabas a matones por doquier?
-¿Qué?
-Eso dice. Y que te movías tan rápido que podías saltar por las paredes sin tocar el suelo. ¿Es verdad que te entrenó un soldado? ¡¿Fuiste a la guerra?!
-¡Pues claro que es verdad! ¿Con quién crees que estás hablando? Y ahora, andando, ya casi es hora de prender la hoguera.

La velada aconteció como se esperaba y tras llenar los estómagos comenzaron las remembranzas, los cantares épicos y las historias de tiempos gloriosos. Aún en momentos tranquilos como aquellos se ensalzaban las grandes batallas y se celebraban las victorias, recordando con respeto a los caídos en combate antes de tiempo y a los que habían disfrutado de una larga vida. Allí, en aquella aldea entre fronteras, que había visto nacer y morir a generaciones de una y otra raza, donde tras largos años de enfrentamientos se habían logrado limar asperezas, levantando nuevos hogares a partir de las ruinas de aquellos tiempos, que depende a quién preguntes, fueron peores o mejores. Una de las elfas más ancianas se acercó a la humana, que disfrutaba relajada, aunque sin perder de vista a la diablura, que no dejaba pasar la ocasión de perderse entre la foresta.

-Sin duda esa criatura se hará fuerte y valerosa.
-Si… Al menos espero que el respeto a los peligros le llegue antes que a mí.
-Ay querida, eso es cosa de familia. Estos viejos ojos han visto mucho, tu madre era igual. Incluso tú cuando llegaste... Y ya estabas crecidita. Tranquila, la irá bien.


La imagen nítida se disipó en aquel momento, tornando de nuevo a una nebulosa en la que era imposible distinguir nada más. Ayl tardó unos instantes en reaccionar, perpleja ante lo mostrado. Apenas había bebido nada y el pedazo de jamón asado permanecía intacto. Todavía algo confundida levantó la mirada para posarla en el escondido rostro de la que tenía sentada al frente.

-¿Realmente esto el futuro?
-Uno posible, si.
-Ha sido... Revelador. Ahora, si me disculpas... Puedes comerte eso, se... se me ha quitado el hambre.

Allí dejó el plato, la jarra y la silla vacía para otra pobre alma que quisiera acabar con la cabeza del revés. Ella se dirigió a la calle, aun descompuesta. ¡Dioses! Real o no, cercano o no, aquella visión fue el impulso que necesitaba para realizar la visita que tantas veces había pensado hacer y tantas veces había pospuesto. Hacía ya tiempo que no se veían. Terminaría sus recados en Lunargenta lo antes posible y tomaría el camino a su aldea, con la esperanza de encontrarla allí.

Esta Iori... Y dejó la taberna, riendo para sí.
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Mensaje  Nousis Indirel Dom Ene 03 2021, 13:52









La lluvia empezaba a caer, fina, pero con obstinada insistencia. La humedad se tornaba presente tanto en las pobres casas de madera como en las esquinas de los pétreos hogares de los más acaudalados. Los pasos de los humanos y otras criaturas hacían saltar las gotas que componían los sucios charcos de aquella ciudad. El elfo alzó la vista lo preciso para comprender que el cielo gris tardarían en mutar de color. Olía a tristeza, a lodo y a desechos. Asqueado, bajó la mirada hacia sus propias botas, sintiendo lástima por su deber de pisar las calles que estaba recorriendo.

Se detuvo al mismo tiempo que una chiquilla humana, justo al cruzarse ambos dirigiéndose a direcciones opuestas de la misma calle. Se contemplaron unos instantes, ambos encapuchados, ambos soportando el frío que parecía emanar de todas partes. Indecisa en un comienzo, la muchacha apartó su capa con cuidado, mostrando una pulida esfera cristalina. Por la mente del espadachín, surcó la primera idea de una joven vendedora ambulante. Pensar en alguien tan indefenso que debe recurrir a malvivir en las calles a tan corta edad… eran cosas como aquella las que le hacían hervir la sangre. Con tan pocos inviernos, casi nadie era culpable aún de sus propias huellas.

Tomó un par de monedas como donativo. Poco más podía hacer por ella esos días. Mas la joven negó con un enérgico gesto.

-Leo el futuro- aseguró con voz trémula. Miedo hacia un extraño, bajas temperaturas… quien podría asegurarlo. Nousis arqueó una ceja.

- ¡De veras! - se reafirmó la humana. El elfo suspiró. Miró a todos lados casi con desgana, asegurándose de que ésta no era el gancho de una banda criminal. Tantos años habían grabado la desconfianza en cada poro de la piel. Tomando las monedas, dio unos pasos hacia atrás, refugiándose de la lluvia bajo el tejado de la casa más próxima. Todo era silencio. Solamente el repiqueteo de las gotas contra el suelo musicaba a ambos personajes, cuando la luz brotó de la esfera de la humana, tornándose pronto en difusas imágenes hasta alcanzar una asombrosa nitidez.

Árboles y más árboles. Nou clavó su mirada en la muchacha, anonadado, antes de sumergirse en lo que esa extraña tenía que contar.



“Aquel grupo parecía inquieto. Extremadamente inquieto. El miedo supuraba cada respiración y los temblores en todos y cada uno de ellos se sucedían por cada movimiento que el bosque tenía a bien mostrar. Sus rasgos, sin embargo, no dejaban lugar a dudas. Elfos. Elfos aterrados en la propia Sandorai.

Un grito en la lengua madre dio el aviso, y todos ellos corrieron como si la muerte sobrevolase las copas de la foresta, dispuesta a caer sobre ellos. Golpeados por ramas, no todos tuvieron la fortuna de seguir adelante. Uno de ellos cayó, y lo dejaron atrás entre gritos lastimeros de socorro. La urgencia de su necesidad envolvía toda la visión al tiempo que continuaban hacia el noroeste. Nadie hablaba, nadie discutía. Ni una sola mención a quien habían desistido de ayudar.

Solo aceptaron detenerse al límite de su resistencia, en un pequeño claro de difícil acceso. La guía sonrió a los demás. Al día siguiente escaparían de la pesadilla. Fuera del alcance de la autoproclamada Diosa. La líder de aquel mar de sangre que antaño fuera Sandorai.

Sus ojos se llenaron de un terror abisal, cuando una veintena de inquisidores se dejaron ver desde distintos puntos. Pero comprendió la auténtica gravedad de lo ocurrido cuando su líder se quitó el capuz, dejando ver el cabello blanco, el maldito tatuaje y los ojos verdes que componían un retrato de pesadilla para quienes no habían aceptado el nuevo régimen. El perro de la diosa, entrenado por el mismo precursor, a quien se decía que él mismo había asesinado.

Tarek. A quien los suyos llamaban el Guardián. A quien sus enemigos denominaban el Demonio de Árbol Madre.

-Olvida cualquier idea de resistencia- advirtió- Debiste haber permanecido en las tierras podridas, junto a tus amigos bárbaros. El Edén no quiere suciedad. Ahora tengo que matarte, Aylizz.

La elfa dejó ver su larga melena dorada, sin soltar la espada.

-No deja de asombrarme en lo que te has convertido. Has seguidos sus pasos demasiado bien.

Al oír tales palabras, el guerrero torció el gesto molesto.

-Yo sirvo a la Diosa. Vosotros habéis traicionado al reino. La resistencia está aplastada. Valyria y Rauko han caído junto a los suyos. Los Hazelmere han muerto o han huido. Anders y Eylidh mostraron su verdadero rostro, ayudados por -escupió- humanos, refugiándose con nuestros enemigos. Y tú, buscando salvar ratas que huyen de un almiar en llamas. Casi me apena matarte.

-Mientes- rebatió Ayl.

-Por supuesto.



[…]


Todo había cambiado en los últimos cinco años. Árbol Madre aún mostraba las secuelas de la guerra contra los Jinetes Oscuros, una de las últimas traiciones del Consejo élfico antes de la toma del poder único por parte de la Diosa. Tarek estaba seguro de que el aire del bosque era mucho más puro que antes. Ni un solo extranjero dentro de las fronteras, ni un solo enemigo. Caminando por los salones de lo que era esos días el palacio de la deidad, recordó el intento por eliminar a la organización que él mismo había ayudado a crear. La guerra civil. La victoria.

Había visto morir a muchos, incluso a gentes que había llamado amigos. Pero todo había resultado necesario. Sólo lo irritaba esa manifiesta traición. La mayor que jamás había sufrido, que aún estaba a tiempo de remediar.

La regente de Sandorai lo recibió en su trono, alzado por una delicada escalinata de los simples mortales. Dos guardias con armadura pesada flanqueaban la cátedra regia a cada lado. Su motivo no era estrictamente protector. ¿Quién osaría atacar a la reencarnación viviente de Isil? Su magia era terrorífica. Su poder, inconmensurable.

Muy pocos sabían que había sido la traición de un brujo la causante del ascenso del nuevo régimen.

-Os saludo, mi señora.

Y Níniel sonrió"


Nou apartó la vista de la bola de cristal. Ni él ni Ágatha dijeron palabra alguna durante varios segundos.

-El futuro puede cambiarse- aseguró la muchacha con un hilo de voz. El elfo le dedicó una muda sonrisa antes de continuar.

No estaba seguro de qué pensar.



________________
Por si hay dudas, que puede, dedicado a Tarek xDD
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Mensaje  Vincent Calhoun Dom Ene 03 2021, 16:23

____________________________________________________________________________

La familia que elegimos
____________________________________________________________________________

El negocio siempre llevaba al brujo de posada en posada. Era ley en la vida de un errante, no obstante, cuando estaba en casa, ir a una taberna no era más que un divertimento cualquiera de los varios que podía ofrecerle la gran urbe de los humanos.

Allí, en Lunargenta, la necesidad de no dormir al raso se intercambiaba con el ocio. Y allí, en la ciudad que se había vuelto lo más parecido a un hogar para un trotamundos como él, solo se podía concebir la idea de una magia de visión de futuro.

¿De verdad esa joven intentaba hacerse pasar por algún tipo de hechicera?

Fue una pregunta que aleteó con intensidad dentro de la cabeza del mercenario, más, que lejos de alejarlo de ella y formarle prejuicios preconcebidos, provocó que una media sonrisa se dibujara en las líneas de sus labios mientras se acercaba a la dama en cuestión.

¿Podría lograr lo que prometía? Era una buena pregunta, que solo encontraría respuesta sentándose a su mesa. Dejándose llevar por el ocio tan ansiado.

La joven preguntó si algo en concreto el caballero deseaba ver.

Y el viejo soldado respondió que lo sorprendiera, a lo cual, la dama respondió con una sonrisa y el inicio de un movimiento de manos alrededor de la bola de cristal, acompasado por su melodioso canto.

La voz de la chica era bonita, pero eso no era sorpresa para nadie, salvo quizás para algún adolescente con demasiado poco saber de la vida. Sin embargo, la figura de una mujer, de piel tan nívea como el más delicado de los mármoles, se comenzó a materializar en la escena que empezaba a cobrar forma bajo la curva del delicado vidrio.

- Curioso-, mentó el brujo, recuperando la sonrisa una vez superada la sorpresa.

La joven lo había logrado. Había conseguido sorprenderle. Quizás la mujer no fuera una farsante y puede que le diera algo más que un buen rato lleno de palabras de cuento.

La dama de plateados cabellos dialogaba con tranquilidad con un caballero que, bien parecía, monedas no le faltaban.

El lugar no era reconocible para el brujo, más conocía demasiado bien a esa mujer como para no deducir que aquel salón era demasiado... humano para ella, y la vestimenta de ese hombre dejaba bien clara su inexistente problema con las ganancias.

- Mis felicitaciones, señor Morgan. Ha logrado que esta vivienda sea tan elegante como acogedora-, mencionó con suavidad la dama del bosque.

No necesitaba añadidos para saber qué pensaba en realidad la mujer, más el brujo notó que podía atravesar aquellas palabras y “ver” lo que pensaba en verdad. Aquella chica con bola de cristal lo sorprendía cada vez más.

De todos modos, la mujer no mentía, sin embargo, era obvio que no se sentía tan a gusto como mentaba, pues ese no era su arquetipo deseable de armoniosa belleza. Ella siempre había estado dotada para la cortesía. Un don, si me lo permiten, que por desgracia en estos tiempos se estaba perdiendo.

- Gracias, muchos gastan sus dineros en plena extravagancia. Yo soy más clásico-, respondió, acompañado por el baile de las sombras creadas por el confortable fuego de la chimenea del salón.

Entre los dedos pulgar e índice sostenía con elegancia una copa en la que se reflejaba un sonrosado licor, del que dio cuenta con un sorbo.

- Lo clásico no siempre es malo. Importa más lo bien narrado que esté, o en este caso, diseñado-, la elfa sonrió. - Aunque mi visita sería muy banal si solo hubiera venido hasta aquí para decirle el buen gusto que tiene-, expresó seguido, en un talante más serio.

- Lo sé. También he tenido conocimiento de los problemas que hemos tenido para llegar las mercancías prometidas-, expresó, incorporándose de su posición reclinada y aprovechando el movimiento para dejar la copa sobre la mesita más cercana. - Recientemente tenemos algunos grupos… Digamos que gente de baja alcurnia se ha organizado de una manera impresionante sorpresiva. Han retrasado o impedido los envíos.

- Soy consciente de esos problemas de pillaje y bandidaje. Pero seguro que alguien de su posición no tendrá contrariedades para hacer un llamamiento a Lunargenta y conseguir tropas suficientes para terminar con el mentado problema.

- No es tan sencillo, miladi.

- Bueno, en ese caso, quizás podría pedirle a mi clan que envíe efectivos para acabar con esa amenaza para nuestro comercio. Sin embargo, intuyo que sería un insulto para la guardia de esta ciudad.

- Probablemente. Por mí no habría problema-, dijo, levantándose y acercándose a la bandeja donde tenía una botella y más copas para servir. - Pero la soldadesca puede llegar a ser muy orgullosa y no reconocer lo bien que le vendría una ayuda adicional-, terminó por decir, acercándose a la representante de su pueblo, para entregarle la copa que acababa de llenar de vino.

- No suelo beber. Menos en mitad de los negocios-, desestimó la copa con un gesto de su mano, pero aún así le dedicó una amable sonrisa al rico mercader. - En todo caso, hay una vía secundaria y mucho más satisfactoria para todos. Puedo encargarme personalmente de esto.

Aquello casi provoca que al comerciante se le cayera la copa de las manos, después de perder el paso de su andar.

- ¿Usted, miladi? Pero…

- ¿Inapropiado para una dama? ¿Para una sacerdotisa del clan Thenidiel? - expresó, sin perder la sonrisa, levantándose de su sillón. - Descuide, señor Morgan. No es problema para mí, y de todos modos, no iré sola-, marcó esas palabras con una mirada hacia la mujer gata que se había mantenido a un lado, silenciosa.

- Entiendo-, respondió, aún sin recuperar del todo la compostura. - Entiendo. Ante ello, solo puedo desearles suerte en esa empresa. Me encantaría reanudar la ruta comercial con el clan Thenidiel lo antes posible-, dijo finalmente, recobrando las formas y el talante anterior a la sorpresa.

- No se preocupe. No será problema para nosotras-, puntualizó, realizando una ligera reverencia de despedida. - Hasta pronto, señor Morgan. Que los días futuros sean plácidos y bienaventurados.

Con la despedida inició el paso hacia la salida de la vivienda, y la mujer gata no tardó en seguirla y ponerse a su lado para cuando llegaron a la calle.

- Hermana, no puedes negar que cada vez se me da mejor esto de ser “formal”-, comentó Cath, dándole un tono burlesco a la palabra que expresaba formalidad.

Niniel sonrió con afecto a la que ya consideraba su hermana desde hacía mucho tiempo. Una con la que no compartía su sangre, pero sí amor fraternal y su pasión por solucionar las cosas y hacer del mundo un lugar mejor. Una hermana gemela, en cuerpo de gata, que el destino las había unido.

- Madre-, comentó una joven, que el brujo espectador podría reconocer con facilidad, pese al cambio y lo mayor que estaba. - Padre ha traído...-. La mujer dudó, no sabía muy bien cómo darle aquella noticia sin parecer una loca. - Padre ha traído un carro lleno de pescado frito.

- Oh, un carro lleno de "pescaíto" en su mejor estado. Eso no me lo pierdo. Ese brujo tuyo hace cosas buenas de vez en cuando-, dijo Cath, tomando la palabra antes que nadie y marchándose a toda prisa por el lugar por donde había llegado Allyson.

La sacerdotisa negó con la cabeza, sin acritud marcada en sus labios o rostro. Había cosas que nunca cambiarían en su hermana, y que, aunque eran tan diferentes a sus propias formas de pensar, no deseaba que cambiaran.

Eran hermanas. Para siempre.

- Vamos Allyson. Si nos demoramos demasiado, esos tragones nos dejarán sin nada que echarnos a la barriga-, comentó con dulzura, mostrando una sonrisa.

Era su familia.


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Mensaje  Destino Dom Ene 03 2021, 16:32

El elfo estaba lleno de planes que esperaba poder realizar pronto, pensaba partir hacia las tierras del norte a cumplir su destino, el destino de Destino, eran sin lugar a dudas: “Destinos entrelazados”. Así que nadie mejor que una adivina para que le dijera su futuro, así podría saber si el éxito llegaría a él o tendría que perseguirlo y cortarle las piernas.

Que hermoso cabello… digo… ¿Quieres conocer tu futuro?- Preguntó aquella misteriosa mujer cuando apenas el elfo cruzó la puerta -Vaya, eres buena, ya adivinaste- Dijo el pelinegro ignorando que todos iban a eso mismo -Pero te advierto, el destino puede ser caprichoso- El elfo asintió con la cabeza, hasta sabía su nombre y cosas de su personalidad, sin duda tenía que ser muy buena con sus predicciones pues hasta ahora había dado una muy buena impresión -Caprichoso y rudo- Respondió el elfo -Sí, cuando quiere, golpea fuerte- Replicó la mujer -Siempre golpea fuerte- Corrigió el pelinegro, y así estuvieron largo rato sin darse cuenta que hablaban de cosas diferentes.

Como sea, el punto es que Destino (el elfo, no la entidad abstracta) se sentó frente a la bola de cristal animado a conocer lo que le deparaba el futuro a corto o largo plazo, y fue entonces cuando sucedió, la esfera emitió un fuerte brillo seguido por una imagen de cuatro colores que formaban una especie de bandera y luego daban paso a un escenario acogedor pero extraño, se trataba nada menos que una pequeña y acogedora granja de aioncitos.

En ella, una guapa mujer de unos 25 años daba órdenes a sus pequeños aioncitos entrenándolos para vencer los peligros que se presentaran porque, desde luego, era la encargada de mantener la paz en el pequeño pueblo de Aionópolis -¡Ánimo Flaquito, tú puedes!- Le gritó a uno gordito que tenía unos 10 minutos tratando de saltar sobre una caja -Tú puedes, yo sé que puedes- Le dijo de nuevo al peludo animal que ahora no podía subir la caja de madera ni tampoco podía apartarse, estaba completamente atorado con la panza sobre el obstáculo y las patitas traseras al aire.

Ni creas que te voy a ayudar- Dijo la mujer cruzándose de brazos mientras levantaba su ceja, movía su mano y una fuerza telequinética levantaba el trasero del pesado aion para hacerlo pasar sobre la caja y caer de cabeza al otro lado -Te dije que podías, y sin ayuda- Dijo con una sonrisa cómplice pero su celebración fue rápidamente interrumpida.

Otro de sus aioncitos venía a toda carrera claramente asustado, tan rápido venía que fue incapaz de detenerse y acabó chocando con la pierna de la mujer, afortunadamente logró frenarlo con su telequinesis y calmarlo con sus cariñosas palabras. El pequeño movió la cola, dio un par de vueltas y soltó un par de gruñidos extraños como si intentara decir algo que obviamente nadie podría entender a menos que hablaran Aionñol -¿Qué dices? ¿qué mi amado esposo y otros habitantes de Aionópolis fueron atrapados en las minas de sal chipapas por una banda de peligrosos vampiros que quieren devorarlos y por eso no pueden salir y ahora debemos ir a salvarlos pero la lucha será personal porque el líder de los malvados vampiros es el mismo tipejo que asesinó a mi amado padre hace 10 años y me están esperando sin siquiera preocuparse en tenderme una trampa porque saben que jamás aprendí a ser sigilosa y llegaré haciendo todo el ruido de pedos?- El aioncito negó con la cabeza e hizo otro par de gruñidos -Ah, claro, "todo el ruido que puedo", ahora sí tiene sentido- Afirmó mientras estiraba la mano para atraer su sombrero y prepararse para salir.


Destino conoce a esa chica- Dijo el elfo frotando su barbilla con los dedos y mirando con atención -Aunque la recuerda más pequeña… Oye ¿qué crees que estás haciendo?- Miró extrañado a Ágata que por alguna razón había comenzado a hacerle trenzas en el cabello -Se ve que lo cuidas mucho- El elfo puso rostro serio -Destino es un guerrero, no tiene tiempo para ese tipo de trivialidades- Haló su cabello para destrenzarlo -Sigue la historia- Protestó…

Corre como el viento, Rayoveloz- Dijo mientras agitaba su sombrero todo montada en su rápido corcel, un Aion grande que se levantó con ímpetu sobre sus patas traseras y luego comenzó a trotar alegremente como si de un desfile se tratara, no pasó mucho tiempo antes que la chica llegara a donde su esposo y los otros habitantes estaban en peligro, su inteligente aion caminó en absoluto sigilo, acercándose lentamente sobre la punta de sus patas para no alertar a los enemigos cuando de pronto -¡Adivinen quién llegó, sííí!- No contenta con gritar aquello, bajó del aion aplaudiendo mientras éste la miraba con amargura.

Desde luego, aquellos vampiros se pusieron en alerta para encargarse de ella, sacaron sus armas y la rodearon pero una voz fuerte y poderosa los detuvo, un vampiro diferente a todos ellos, de larga cabellera y ojos grises caminaba despacio hacia la chica -Ella es mía, yo me encargo- Dijo confiado mientras apretaba sus puños para tronar sus dedos -Arreglaremos esto de la única manera que puede arreglarse- Amenazó el líder de aquellos malvados chupasangres -¿Con una batalla de baile?- Preguntó ella haciendo un par de pasos extraños.

¡Una batalla a muerte!- Dijo alterado -¿A muerte por baile?- Insistió la joven -¡A muerte por muerte!- Dijo ya con un tic en el ojo derecho -Tranquilo jefe, recuerde como perdió con ella la última vez- Dijo uno de sus secuaces -Yo no perdí, solo la dejé vivir con su sufrimiento… porque quise- Respondió más alterado -Yo creo que sí le conviene lo del baile, jefe, ya la hemos enfrentado más de diez veces y siempre perdemos- Dijo uno de los vampiros que no parecía muy optimista.

Claro que no, esta vez será diferente, tendremos una batalla gloriosa y mi victoria será cantada por generaciones- Dijo alzando su puño dramáticamente -Jefe…- Dijo aquel secuaz, pero el vampiro lo detuvo -No me interrumpas mi momento de dramatismo. Como decía, una batalla épica como jamás hubo una- De nuevo fue interrumpido -Pero jefe- Llevado por la ira respondió violentamente -¿qué quieres?- Preguntó indignado -No pues, muy bonito su discurso y todo pero… ya se fueron- Y es que claro, mientras ellos debatían, la valiente Magazubi había liberado a los prisioneros y se habían escapado felizmente incluyendo desde luego a Pelusa, el valiente y apuesto Aion, esposo de la brujita.


Destino parpadeó un par de veces ante ese espantoso final -¿Y eso fue todo? ¿en serio? ¿Qué pasó con la batalla gloriosa? ¡Prometieron una batalla gloriosa!- Protestó, se levantó furioso para darse cuenta que todo su cabello estaba lleno de trenzas decoradas con lazitos rojos -Destino irá a buscar a esa chica para exigirle una batalla gloriosa... después de hidratarse el cabello- Fue lo último que se escuchó mientras el elfo salía de aquel lugar enojado.
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Mensaje  Vincent Calhoun Dom Ene 03 2021, 16:51

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Una bruja siempre paga sus deudas
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- Ha sido de lo más interesante-, confesó el brujo, después de ver aquel suceso en el interior de la esfera que dominaba el centro de la mesa.

Aquella historia podría ser tan real como un cuento de hadas, un cuento de aquellos tan famosos entre los humanos, de caballeros de brillante armadura. No tenía por qué ser verdad, claro que no, pero lo cierto es que tenía la suficiente similitud con la realidad, como para ser una visión de un auténtico futuro.

- ¿Impresionado?

- Aún no-, respondió, con evidente y descarada mentira, dibujando una lobuna sonrisa en los labios.

¿Cómo sabía de Níniel, de Catherine o de Allyson? ¿Cómo sabía que las conocía y eran parte de su vida?

- Enséñame más. Demuéstrame de qué eres capaz.

Esta vez fue la mujer la que sonrió con lobuno rostro, y al compás de sus movimientos de manos, la inerte bola volvió a mostrar visiones bajo el liso y pulido vidrio.

El vívido cuento mostraba un lugar, que en esta ocasión, era reconocible hasta para el buen mercenario espectador. No necesitó que nadie conocido apareciera en escena para darle sentido al acto.

Una sombra se dibujó en mitad de la noche bajo el influjo de la luna. Una figura encapuchada reflejada en los espejos de agua de lluvia que se amontonaban en el pavimento, aquí y allá, y que, pese a que la persona parecía absorta en sus propias convicciones, en su objetivo, en su meta, los esquivaba con extrema soltura.

Era la personificación de las aspiraciones acariciadas con las yemas de los dedos, de la determinación. Y por ello no provocaba extrañeza alguna su ligereza de movimientos. Su voluntad férrea, como el mejor de los aceros, la guiaba.

La persona encapuchada no tardó en salir de esa calle, para doblar e internarse en otra, y con un rápido movimiento, desaparecer hacia el interior de una vivienda.

El salón comedor de una posada acogió a la recién llegada figura con la entremezcla de la indiferencia de los que estaban a sus propias historias, y el candor del acogedor fuego que dominaba el lateral de la estancia. Allí, en aquel lugar tan mudando y corriente, una taberna de mediana calidad como cualquier otra del ancho mundo, lugares de encuentro e inicios de más cuentos, por el simple hecho de que, allí donde la gente se solía reunir, habían más posibilidades de que un nuevo relato diera comienzo.

O, como a veces ocurría, un reencuentro.

La posible reticencia del mesero se dobló como paja y se derrumbó, en cuanto el tintineo del contenido de la bolsa realizó su función.

El sonido de los pasos de la figura compradora de información crujieron con suavidad sobre las maderas de los peldaños que llevaban al segundo piso, sobre los listones que conforman el suelo del pasillo. Tan frívolos, tan terrenales, tan típicos bajo las piernas de cualquier inquilino de aquellas habitaciones.

Pero aquellas no eran las piernas de un inquilino. No era el sonido de los pasos de un alquilado.

Esa fue la perdición del hombre de la habitación. Pensar que el forastero era una persona más de aquella maldita Beltrexus. Pensar que estaría a salvo, después de tanto tiempo.

- No me habrás olvidado, a que no-, sonó una voz tras la puerta, tan suave y exquisita, que el  encamado hombre soñó que era la voz de una persona a la que no le importaría arrebatar sonidos de placentera poesía en aquella misma cama, en aquella misma noche.

Esa idea no duró demasiado en su embotada cabeza.

El hombre se movió con rapidez. El fútil movimiento del intento, fruto de la desesperación. La supervivencia en todo su esplendor, dándole una serenidad y velocidad que no hubiera podido imaginar instantes antes, cuando estaba medio dormido en su lecho.

La puerta se abrió de par en par, con fuerza, pero sin el característico sonido de golpe seco contra la pared. Las dagas volaron hacia su destino, con la elegancia propia de la magia que también había movido la puerta.

Reike había cambiado, ya no era la misma mujer que antes de aquella oscura noche en Sandorai.

Pero aún tenía un pasado por resolver. Y una bruja siempre pagaba sus deudas.


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Mensaje  Reike Dom Ene 03 2021, 18:14

Valeria caminó con paso firme pero relajado hasta la mesa donde aguardaba la supuesta adivina. La había observado un tiempo antes de decidir que se acercaría y, antes de hacerlo, había tomado la precaución de quitar de la vista cualquier detalle de su vestimenta que pudiera contar alguna historia acerca de su persona.

Sabía, por experiencia, que era imposible eliminar toda pieza de información, pero no tenía intención de regalarle ningún detalle personal del que poder tirar. Si aquella mujer le daba algo que le sirviera, quería estar segura de que era información genuina y no una historia planeada especialmente para ella.

Cuando llegó frente a la mujer, ésta alzó la mirada hacia su próximo cliente y le dedicó una sonrisa. Valeria se la devolvió, tomó la silla frente a la adivina y se sentó.

Bienvenida —dijo la mujer—, me llamo Ágata. Dime, ¿quién eres? ¿Hay algo especial que desees ver?

La sonrisa de Valeria se ensanchó y su mirada adquirió un cierto tinte de reconocimiento. Sé por dónde vas, decía. Ágata se mostró sorprendida, o quizá nerviosa, pero Valeria no tenía intención de morder el anzuelo.

Puedes llamarme Amelia —dijo.

Después, dejó una moneda encima de la mesa, junto a la bola de cristal, y se recostó contra el respaldo de la silla, a la expectativa. Ágata titubeó un momento, como si esperase algo más.

Muy bien, Amelia —dijo al tiempo que tomaba la moneda—. Veamos qué tenemos por aquí.

Al momento, una imagen comenzó a formarse en la bola de cristal. Valeria, que había mantenido la mirada fija en la adivina, bajó la vista para ver de qué se trataba.

La pequeña estaba sola. No podía tener más de ocho o nueve años, tiritaba y miraba con ojos temerosos hacia el techo, ¿o se trataba del suelo? La luz que se filtraba por las rendijas entre los tablones de madera mostraba una cara sucia, marcada por los chorretones de las lágrimas, pero sus ojos estaban secos.


Valeria se esforzó en mantener impasible la expresión de su rostro mientras observaba los rasgos de la muchacha. Podrá haber sido ella misma veinte años atrás. Pero no, el cabello era demasiado claro, los ojos, demasiado oscuros.

De pronto, se oyó el sonido de una puerta, voces, pisadas. El techo pareció estremecerse y una polvareda cayó sobre la muchacha. La pequeña se encogió y se tapó la boca. Trató de guardar silencio, pero acabó sucumbiendo a la tos. Las voces empezaron a sonar más urgentes. Las pisadas se acercaron.

¡Aquí abajo! —dijo una voz.

La pequeña oyó un crujido de madera seca partiéndose y la luz hinundó el agujero donde se ocultaba.

Por Freyja, ¿ha estado ahí abajo toda la noche? —dijo alguien.

Rápido, sacádla de aquí —pidió otra voz.

Y la niña se vio alzada en volandas fuera de su escondite. Un hombre de hombros anchos y manos encallecidas la apretó contra su pecho para evitar que viera lo que quedaba de su familia. Como si aquello pudiera evitar que los gritos siguiesen resonando en sus oídos.

Fue entonces cuando oyó a las gaviotas y, detrás, a las mujeres. Lamentos, atenciones y la pequeña se vio de nuevo arrastrada de un lado a otro, con la mirada perdida en dirección al horizonte, más allá del borde del acantilado.

En un momento dado, se hizo el silencio, la gente empezó a moverse, abriendo un pasillo a la casa y comenzaron los susurros.

¡Es ella! ¡Estamos salvados!

¿Estás seguro? ¿Xana Alúe?

Tiene que serlo. Los dioses han escuchado nuestras plegarias.


Valeria se adelantó ligeramente para tener una visión más clara de la mujer. Podía sentir la mirada de Ágata sobre ella, sin duda, buscando algún signo de reconocimiento en su cara. Todo lo que vería sería un ligero alzamiento de cejas.

¿Una elfa? —dijo—, ¿en serio?

Una elfa de ojos verdes, nada menos. Valeria volvió a recostarse en su silla, mirando, no sin cierto desagrado, como aquella mujer de oscuros cabellos, veteados de gris aquí y allá, caminaba con paso firme y seguro hacia la casa del acantilado. A su lado, un hombre bajo, con una delgada franja de cabello blanco rodeando su pronunciada calva, luchaba por mantener el ritmo.

¿Y no han demandado nada? —preguntó la elfa.

No, señora —dijo el hombre—. Sólo llegan, cuando nadie lo espera, y… bueno, mírelo usted misma —añadió señalando la puerta de la cabaña, invitándola a entrar.

Un graznido se oyó en la distancia que acalló de golpe todos los susurros. El aire podría haberse vuelto sólido en un momento, a juzgar por los cuerpos paralizados.

¡Están aquí! —gritó alguien.

Y se hizo el caos.

Primero llegaron las bestias, detrás fueron los hombres. O, más bien, los monstruos. El terror se apoderó de los aldeanos.

¡Saque a todo el mundo de aquí! —dijo la elfa, Xana, que tuvo que zarandear a su acompañante para que se pusiera en marcha.

El resto fue pura confusión, gritos, gañidos, risas terroríficas y explosiones de luz. Los ataques se producían de forma aleatoria al principio, los recién llegados parecían disfrutar del caos generado, lanzándose a por el objetivo que tuvieran más a mano. Pero no tardarían en percibir la amenaza, el origen de aquellas esferas explosivas.

Intentaron deshacerse de aquella molestia, pero carecían de su determinación y habilidad. La elfa estaba sola y, sin embargo, eran ellos los que caían, uno a uno, ante su poder. Con la gracia y precisión propias de su raza, esquivaba cada ataque como si de una coreografía ensayada se tratase y respondía con mortal contundencia.

Y se hizo el caos de nuevo. Aquello ya no era divertido, era hora de huir. Pero ella no pensaba permitirlo. Los monstruos habían hecho demasiado daño en la región y era hora de que pagaran por ello. Nada podría distraerla de su objetivo.

Nada, excepto un agudo chillido. Una pequeña, sola, al borde del acantilado. Una bestia huyendo en estampida. Hacia el acantilado. Hacia la niña.

Una esfera de luz iluminó a la muchacha durante apenas un instante, antes de que una sombra se alzara ante ella. Unos brazos delgados pero enérgicos tiraron de ella, haciéndola volar fuera de peligro. La pequeña tocó tierra y alzó la vista justo a tiempo de ver a las dos figuras perderse por el borde del acantilado. Sus ojos se clavaron de nuevo en el horizonte.


¿Qué ocurre? —preguntó Valeria aferrando el borde de la mesa. Se había puesto de pie sin darse cuenta—. ¿Por qué se ha vuelto borroso otra vez?

Ah, bueno —titubeó Ágata, con las manos también sobre la mesa e inclinada hacia la bola de cristal—. Su-supongo que se ha perdido la sintonía.

¿Me tomas el pelo?

Bueno, siempre podemos intentar otra v…

Oh, de eso se trata, ¿cierto?  —dijo Valeria—. Te inventas una historia y la dejas a medias, colgando de un precipicio, para que pida más. Un gran negocio, he de reconocerlo, pero no pienso picar. No tengo ningún interés en elfas imaginarias, no es eso lo que te he pedido.

En realidad, no me has pedido nada, ¿sabes?


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OFF: Aquí mi fanfic particular de Xana.
PD: Si alguien quiere saber qué ocurre después, que le pregunte a Rauko, que para eso es su personaje.
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Mensaje  Vincent Calhoun Dom Ene 03 2021, 18:27

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La Senda
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«Menos mal que me dejó ella a mí», pensó el brujo mercenario, tras ver la última visión.

- Vaya-, comentó, después de percatarse de que la vidente lo miraba con curiosidad, expectante, mientras él se devanaba los sesos ante el último acto contemplado. - Creo que hay mujeres que cuando te dejan te parten el corazón y otras que sabes que al menos no te mataron-, dijo en broma, inclinándose hacia adelante y retornando la sonrisa a sus labios. - Esta vez no puedo mentirle con descaro. Sus habilidades son impresionantes. Aunque esos hechos no fuesen reales o ciertos, es extraordinaria su faceta para lograr mostrar personas afines a mi persona.

- Gracias-, contestó la dama, volviendo a mover las manos alrededor de la bola para iniciar el proceso. -Ahora que he colmado sus expectativas, aún no se marchará. Espero.

- Espera bien-, respondió, colocando algunas monedas sobre la mesa. - La noche aún es joven.

La mujer asintió con suavidad y con el movimiento de sus manos no tardó en volver a mostrarse el inicio de un suceso en el interior de la pulida y perfecta esfera.

Volvía a ser de noche, como en el segundo cuento, pero en esta ocasión no parecía que el agua de lluvia hubiese hecho acto de presencia. Parecía, porque la representación se veía un tanto vidriosa, con una tonalidad gris que ayudaba a confundirse en mitad de la noche, al menos para el que no estaba acostumbrado a ver el mundo con esa visión.

Aún así, el frescor del rocío no se notaba a su alrededor. No se escuchaba caer entre las ramas, entre las hojas y sobre los pétalos, llegando hasta el suelo para humedecer la hierba. Porque sí, la capital de los brujos había quedado lejos. El mercenario espectador no sabría decir sin en distancia, pero sin duda en cuanto a forma.

El bosque emanaba vida pese a ser de noche, algo reconocible y sabido por cualquiera como él, cualquier trotamundos que hubiera dormido al raso más de una vez. El portador de la visión, de los ojos que relatan en primera persona esta nueva historia, se movió con rapidez entre la maleza.

El paso se sentía antinatural. Demasiado veloz, demasiado precipitado. Sin duda, no era como estar en el cuerpo de un humanoide corriente. Podría ser un brujo dando buena cuenta de algunos de sus hechizos, pero no sentía el éter a su alrededor, ni de la magia, ni de nada. El sujeto no era un brujo, eso lo sabía, lo notaba en su propia piel al ver el bosque avanzar hacia él, y ello no hacía más que acentuar el respeto que Vinc sentía por la vidente, que no solo mostraba. No solo se contentaba con ello.

No, era mucho más. Cada relato se podía sentir y esta vez no era menos.

La persona de ágiles y veloces movimientos no dejó de moverse y de avanzar, como poseído por un destino. En ese sentido, no era muy diferente a la protagonista de la historia anterior, la determinación de su deseo se palpaba, se respiraba.

El ruido de más ruidos entre la maleza se sumaron al de los propios. Tan ajenos a él, como similares. Y por fin… algo diferente. Junto a un claro, el creyente sujeto protagonista de esta historia se pegó a un árbol y se asomó para mirar hacia el mencionado claro.

Una persona estaba en el suelo, arrodillada con ambas piernas bajo su menudo cuerpo. Con una túnica sobre sus hombros y la capucha sobre su cabeza.

Una presa.

Esa sensación explotó en el interior de su mente, arrasó cualquier otra posible idea en la mente del sujeto que observaba la escena.

Pero… No. No era una presa. Para alguien avezado no lo era. Aquel individuo se equivocaba.

Esta vez la explosión de calor no fue en su mente, no fue de deseo, el candor del fuego se sintió a su lado. Donde antes habían hermanos, camaradas de él, ahora piras humeantes se retorcían ante sus ojos, entre gritos de dolor.

La sombra del dragón pasó por encima de ellos, atravesando la media luna del cielo, justo después de que el fuego se volviera un actor más de aquella representación, y cuando el portador de la visión que mostraba aquella historia, retornó la mirada hacia el claro, la persona que allí se arrodillaba comenzó a incorporarse.

Se irguió con la lentitud propia del que sabe que tiene todo bajo control, espada en mano, y con la otra mano dejó caer la capucha hacia atrás.

Con sus ojos era fácil observar en mitad de la noche, incluso sin la ayuda de la media luna. Ver que un hermoso pelo plateado caía sobre los hombros de una mujer, enmarcando las hermosas esmeraldas que dominaban su rostro, muy cerca una cicatriz que cruzaba su cara.

La caza había comenzado. Y no, ahora al portador de visión no le cabía duda alguna de que aquella mujer no era una presa.

Para su desgracia, él no era el protagonista de aquella historia.


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Mensaje  Elian Dom Ene 03 2021, 20:36

Elian rebuscó entre sus bolsillos hasta que encontró una moneda y la depositó sobre la mesa.

Ágata, ¿verdad? —dijo—. Yo soy Elian.

Un placer, Elian —dijo la adivina tomando la moneda—. Siéntese, por favor. ¿Hay algo que le preocupe sobre su futuro?

No especialmente —respondió él—, pero he visto a un montón de gente salir muy satisfecha de aquí y sentía curiosidad. ¿Cómo funciona esto? —preguntó después de sentarse, echado hacia adelante, con los codos apoyados sobre la mesa—. ¿Hay que hacer formular una consulta o…?

Bueno, no es necesario —dijo ella con cierto alivio—. Si le soy sincera —añadió en voz baja—, funciona mejor cuando le dejo ir un poco a su aire, ¿sabe?

Elian asintió con una sonrisa y, acto seguido, siguió la mirada de la mujer hacia la bola de cristal, dentro de la que empezaba a formarse una neblina oscura. Cuando la imagen se asentó, pudo ver un par de figuras caminando en la noche; una ancha y encorvada, la otra, más firme y esbelta.

El aire nocturno era frío y estaba cargado de humedad. El aliento de ambos hombres formaba nubecillas de vaho en torno a sus rostros, pero ellos seguían avanzando entre los matojos sin dejarse perturbar. En un momento dado, el más fornido de los dos se detuvo y señaló con un gesto de cabeza hacia la colina iluminada por la luna.

Es por allí —dijo—. Siga subiendo y no tardará en encontrar un regato medio seco. Sólo tiene que seguirlo hasta la cueva.

Entiendo —respondió el otro hombre—. ¿Y están seguros de que es allí donde se esconde la bestia?

Como de que el sol sale por el este, señor. No hay otro sitio por estos pagos.

De acuerdo entonces. Vuelva usted tranquilo al pueblo, ya me ocupo yo del resto.

El guía no esperó a que el caballero cambiase de opinión, en menos de lo que tardó el otro hombre en comprobar que la espada se movía sin traba en la funda, había desaparecido entre los matojos.

El hombre suspiró con resignación y continuó andando ladera arriba. No tardó en hallar el lugar indicado, una oscura abertura en la pared de la colina por la que apenas podrían entrar dos hombres juntos.

En fin —murmuró—, al menos, no puede ser un bicho muy grande. —Luego se asomó a la oscuridad de la gruta y volvió a suspirar—. Justo ahora que me había librado de esos ojos. Qué se le va a hacer, es lo que hay.

Llevó una mano a la empuñadura de la espada mientras daba un paso hacia el interior de la cueva y, en cuestión de un momento, una pequeña llama iluminaba el camino desde su otra palma.


¡Brujo! —exclamó Elian con una sonrisa de deleite en el rostro.

¿Lo conoce? —preguntó Ágata esperanzada.

No tengo idea de quién es —dijo él sin apartar la vista de la esfera—, pero parece un tipo interesante.

Ah, bueno, el futuro es incierto, puede que más adelante…

Algo ocurre —interrumpió Elian.

¿Se había movido aquella roca? El brujo acercó la llama en la dirección de la piedra y enfocó la vista por unos instantes. Nada. Se giró de nuevo y todo se volvió negro.

¡Oh, vaya! —dijo Ágata—. Parece que se está perdiendo la…

¡Shhh! —chistó Elian acercándose más a la bola de cristal—. Oigo algo. Suena como un forcejeo.

Hum, no sé —dijo ella mirando con disimulo las orejas del elfo—. Yo no oigo… ¡oh! Parece que… ¿son pisadas?

Fíjese bien. Parece que la oscuridad no es tan pronunciada.

En efecto, al cabo de unos momentos, un brillo titilante pareció abrirse paso entre la negrura de la esfera y unas formas móviles empezaron a perfilarse en el interior de la cavidad.

¿Qué diablos son esas cosas? —preguntó Ágata con un gesto a medio camino entre la incredulidad y la repugnancia.

Kobolds —murmuró Elian. Ya no sonreía, sino que su mirada hurgaba con avidez entre las sombras y sólo se detuvo cuando halló por fin lo que buscaba.

El cuerpo inerte del brujo colgaba de una estaca a la que lo habían atado de pies y manos para transportarlo mejor. El grupo de kobolds caminaba de forma un tanto desorganizada por el túnel de piedra, pero siempre hacia abajo y siempre en dirección a la luz titilante.

Finalmente, el pasadizo se abrió a una amplia caverna iluminada por multitud de hogueras. En la inmensidad de la cueva, podía verse algo parecido a edificios excavados en salientes de roca, así como todo un poblado de aquellos seres yendo y viniendo, distraídos con sus propias ocupaciones.

El pequeño grupo de exploradores, cargando con su particular fardo, continuó su camino hacia el área central de la curiosa población.


Vaya —murmuró Elian tras dejar escapar un silbido—. Me pregunto cómo vas a salir de ésta, amigo.

Co-cómo sabe que está…

¿Vivo? Tiene los ojos abiertos, ¿ve? No se pierde detalle.

¿Entonces está consciente? —preguntó Ágata incrédula—. No lo entiendo, eso está lleno de hogueras, ¿cómo es que no usa su magia para, bueno, ya sabe?

Son muchos —explicó Elian—. Él está solo y es posible que se haya desorientado en los túneles. Debe de estar considerando sus opciones. ¡Oh, parece que se detienen! —dijo finalmente, echándose hacia delante para no perderse detalle.

¡No, no, no, no, no! —dijo un kobold rechoncho que salía apresuradamente de una oquedad ligeramente más grande que las otras—. ¡No atar! ¡Yo no dije nada de atar!

Echó a andar en derredor del brujo, al que habían dejado colgando de aquel listón de madera, apoyado en un par de soportes para tal fin, y se lió a dar capones a los exploradores. Sin embargo, nadie hizo ningún intento de soltar al prisionero.

Los exploradores se alejaron, huyendo de los golpes, y el kobold rechoncho se acercó al brujo. Se agachó junto a la cabeza colgante, que lo miraba del revés, se aclaró la garganta y le habló.

Tú, héroe. ¿Vienes por contrato?

¿Contrato? Vengo por un contrato, sí —dijo el brujo. El kobold sonrió satisfecho, o eso pareció, y el brujo continuó hablando con gesto precavido—. La gente del pueblo me contrató para deshacerse de una bestia que se había llevado unas cabras…

¡No, no, no, no, no! —interrumpió el kobold—. ¡Nosotros contrato! ¡Cabras pago!

¿Pago? ¿Pago por el contrato?

¡No! Cabras pago por las gemas. Nosotros pedimos héroe. La gente del pueblo busca. Si ellos no buscan, nosotros no héroe.

Un momento, un momento —dijo el brujo y se agitó ligeramente en un infructuoso intento de cambiar de postura—. ¿Nadie se llevó las cabras? ¿Las entregaron como pago?

El kobold asintió con energía y aquel remedo de sonrisa volvió a adornar su rostro.

Ya decía yo que algo me olía raro en este trabajo, ¡maldita sea! Entonces, ¿no hay bestia?

Sí bestia —dijo el kobold—. Adentro, en las minas. Kobolds desaparecen. No minas, no gemas. No gemas, no cabras, no nada. Nosotros contrato. Tú matas bestia.

Entiendo —respondió el brujo, despacio, masticando cada sílaba como si no estuviese seguro de que fuera la correcta—. Y ¿se supone que tengo que hacerlo estando aquí colgado?



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OFF: Y una más para Vincent, por saleroso.
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Mensaje  Vincent Calhoun Dom Ene 03 2021, 21:18

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Los señores de la noche nunca dejan de sorprenderte
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- Uh, vaya, su toque estaba siendo infalible-, le comentó a la mujer, echando el cuerpo hacia atrás, dejando el peso de su cuerpo contra el respaldo de la silla. - Me encanta esa mujer, se ve en su mirada que no tiene miedo y que sabe lo que hace, pero, con franqueza, hasta ahora siempre han sido personas que conozco. Ha sido una buena historia, pero…

El rubio no terminó la frase, pues no era necesario hacerlo para que se entendiera.

- Brujo, en las visiones de futuro, todo es posible.

- ¿Insinúa que la conoceré en algún momento en mi futuro?

- Puede ser-, mentó la mujer, que no perdió el tiempo en dibujar una fina sonrisa sobre el rostro, una de lo más mística. - Pero vamos, maese Calhoun. Afloje un poco más de esa bolsa, que yo sé que usted quiere divertirse un rato más.

El mercenario hizo ademán de hablar, sin duda, buscando más respuestas. Sin embargo, se lo replanteó mejor y dejó otra moneda sobre la mesa. Lo cierto es que se lo estaba pasando bien, y las respuestas a sus preguntas ya las encontraría por sus propios medios.

Si de verdad era parte de su futuro, no quedaba otra, y si no lo era, se preocupaba por nada. Así pues, dejó que la vidente siguiera con su arte adelante.

La neblina que se formó bajo la curva de la esfera se disipó para mostrar una ciudad. Era una en la que ya había estado el brujo espectador más de una vez, más eso era poco significativo y descriptivo, pues, como dirían muchos, el rubio mercenario había estado en casi todas partes, demasiadas veces.

Otra vez, la escena del mágico teatro visual se desarrollaba en mitad de la noche. Y como en la segunda de las historias, una persona deambulaba por esas calles en instantes intempestivos. Más, en aquella ciudad en concreto, tampoco sería del todo correcto decir que era un momento impropio para darse un paseo.

En cualquier caso, esta persona andaba con gallardía por medio de la calle, sin miedo, sin importarle que todos vieran quién era. ¿Por qué iba a tenerlo, acaso? No estaba allí para delinquir, ni para hacer nada reprochable a espaldas de la guardia de la ciudad, y, en todo caso, era un caballero del todo honrado.

Subterfugios no necesitaba. No, al menos esa noche no.

El hombre no tardó en hallar su destino. La ciudad no le era, ni mucho menos, desconocida.

- Me alegro de verte. Los obreros han sido los que han encontrado el artefacto, y resulta que el capataz es un buen conocido nuestro y ve con buenos ojos que esté en un lugar más seguro. No quieren que este lugar resultase dañado si el objeto fuera mal manipulado, y tampoco desean que alguien de poca confianza lo tuviera-, le indicó una mujer al hombre, en cuanto se acercó a ella.

Oh sí, ella tampoco se cubría con una túnica, ni le importaba mostrar sus rasgos al resto de personas presentes que habían por la calle. Y sí, al brujo espectador, esa dama le resultaba igual de familiar que el caballero que llegara hasta ella.

- Maravilloso. ¿Alguna idea?

- Esperábamos que los expertos nos dieran una solución. No sabemos qué es esa cosa-, expresó el hombre que esperaba al primero junto a la mujer. - En realidad, está allí arriba-, dijo, señalando el alto de un andamiaje situado delante de la fachada del edificio de doble altura.

Dicho edificio parecía algún lugar de reunión. Pero no uno cualquiera, pues no era una posada o cualquier local de similar índole. Bien parecía un teatrillo donde los artistas de la región y los ambulantes podrían enseñar y mostrar su arte.

- Simplemente está incrustado en la fachada, en la parte de piedra de allí y creemos que sería tan fácil como tomarlo y sacarlo del lugar donde se aloja. Pero... -, tamborileó con los dedos de una de sus manos contra los de su hermana zurda. - No queremos provocar una maldición y demás cosas dolorosas y peligrosas sobre nuestra persona. Solo somos humildes obreros y artesanos.

- Descuide, nosotros nos encargamos, ¿verdad que sí?

- Claro, háganse a un lado, puede ser peligroso.

- Ojú, gracias a los dioses. Nuestras oraciones han sido escuchadas-, mencionó el capataz, feliz de que aquello acabase.

Estaba claro, por su felicidad, y por lo abandonado que estaba la zona de obra, que allí no se trabajaba mucho. Seguro que el famoso artefacto tenía que ver con ello.

El gallardo caballero subió hasta el sitio requerido, acompañado por su compañera de fatigas. Y una vez allí, se acuclilló sobre la madera del andamio y observó el objeto. Observó y más que observó. Se acarició el mentón, pensativo, y observó otra vez, por si no hubiese quedado claro que observaba ese dichoso y siniestro artefacto en forma de esfera, lleno de tallas rúnicas.

Su compañera miraba a su camarada con curiosidad. Aprendiendo de cada gesto, de cada mirada, que sí, que el muchacho miraba mucho el objeto y la zona donde se hallaba, pero no tocaba nada, como buen experto que no quería saltar por los aires, cuando jugaba con magia arcana desconocida.

Al final, el caballero se acarició el mentón por segunda vez, y con la mano libre, con resolución, agarró el orbe y… lo sacó del lugar en el que estaba alojado. Sin ayuda de un cincel, magia, ni arcanos. Solo con la fuerza de uno de sus brazos.

- Ah, bueno, eso ha sido fácil-, dijo, al tiempo que se descolgaba del andamio con la soltura y destreza propia de los de su raza.

Ya en el suelo, y con su inseparable compañera una vez más a su lado, el hombre de oscuros cabellos levantó el orbe hacia el cielo, en un gesto de victoria.

- Misión cumplida, maestro de la piedra. Nosotros nos encargamos de guardar este valioso artefacto. No dejaremos que caiga en malas manos.

El vampiro hablaba y hablaba, y es que era importante todo lo que le decía al capataz, pero este, como bien pudo apreciar la dragona, no tenía la mirada puesta en el caballero que había solucionado el problema. Observaba algo tras ellos, boquiabierto, y cuando la chica siguió la dirección de la mirada del hombre, pudo apreciar como la gran losa donde había estado colocada la esfera se inclinaba curiosamente hacia atrás, por uno de sus lados.

Luego… cayó, llevándose parte del techo de madera con ella y una de las vigas que se encontró a su paso. Un sonido sordo se escuchó en el interior, en cuanto la piedra encontró el suelo. El andamio saltó por los aires, descompuesto y sin novia, como si alguien le hubiera lanzado una bola explosiva mágica, y la soga de la grúa más cercana se movió con violencia, provocando que una polea se desprendiera de ella y entrara en la vivienda. Claro, no sin antes… atravesar el vidrio de la ventana cerrada por la que se coló.

- Ha sido una gran idea que nos llamara. No todos por ahí son profesionales y además, cobran demasiado. Nosotros, el Séptimo Círculo, nos conformamos con guardar el objeto-, siguió diciendo el vampiro, que bien parecía que no se había percatado de lodo lo que pasaba detrás, tan ensimismado e ilusionado con su nuevo hallazgo. - Le deseo suerte, espero que las obras concluyan a tiempo, ahora que nada se lo impide-, dijo como despedida, poniéndose en camino.

- Suerte, Petri Ficado-, le dijo Arygos, al ahora absorto e inmóvil capataz de obra, que así se llamaba.

La joven avanzó unos pasos, para reunirse con su amigo.

- Ayudar es genial.

Después de decir aquello, no pudo evitar echar una mirada sobre su hombro, para ver en renovada ocasión el estado en el que había quedado el teatrillo.

Sí, el maestro de la piedra seguía en el mismo sitio, ahora, desde la nueva posición en la que lo miraba, de espaldas a ellos, congelado en el espacio tiempo con su vista posada en lo que quedaba del edificio.

La joven volvió de nuevo la vista al frente y sonrió en dirección al vampiro que se llamaba Bio, sin perder el paso junto a él.

«Ayudar es tan divertido», pensó la dragona, sin perder la sonrisa, mientras se perdían por las calles de la ciudad.


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Mensaje  Zelas Hazelmere Dom Ene 03 2021, 21:38

-Azrael tenemos que seguir corriendo!-

-Uuh su tono de voz se parece al mío, incluso tiene el mismo código-
-¿Qué?-
-Qué-

El joven y su acompañante lupino corrían a toda velocidad por las escaleras, la visión en la esfera se aleja, saliendo por la ventana y haciendo un paneo general al castillo en donde se producen los hechos para luego volver a entrar a la ventana(?), donde nuestros protagonistas seguían corriendo por una escalera que no parecía tener fin. el lobo gruño mientras seguían subiendo, ante lo que su joven compañero replico, -Lo se, pareciera que estas escaleras no se acaban nunca- acto seguido y notando la amenaza latente, sujeto su arco con firmeza y en un movimiento rápido y fluido, lanzo 3 flechas hacia abajo, las cuales emitieron un sonido sordo impactando a múltiples enemigos.

-Puedes correr pero no esconderte, Fredericksen chucho!- exclamo una voz sepulcral que resonaba a través de todo el castillo, el joven chistando, continuo disparando flechas hacia atras, mientras pequeños chillidos eran audibles, corrieron y corrieron y después de eso corrieron un poco mas, al punto que los pulmones parecían les iban a reventar, finalmente llegaron al final de la escalera, y para sorpresa de ninguno, salieron al techo de la torre mas alta del castillo.

-Bueno Azrael, hasta acá hemos llegado, así que... mata a los que quieras- las pisadas se escuchaban cada vez mas fuertes y cuando menos se lo esperaron, la puerta fue derribada por una orda de ardillas rabiosas y asesinas, el joven y su lobo lucharon valientemente, lucharon bien, sin embargo, ambos cayeron presa de los roedores, superados en numero cerca de 1 chilion a 2(?),  cuando todo parecia que iba a terminar, la misma voz que le había hablado antes se manifestó, -ALTO!- proclamo y los roedores se detuvieron

-Este es el fin-
-No chucho, esto no es mas que el comienzo-
-Esas son mentiras, nadie que controle ardillas puede ser digno de fiar-
-Entonces tu mismo no deberías ser de confianza chucho, sin embargo, aun tienes una oportunidad-

Al mismo tiempo que un rayo caía, una silueta humanoide rodeada de ardillas se erigió frente a Fred.
-¿Qué demonios eres?-
-Oh chucho, yo soy.. El primo del tio del abuelo del sobrino en 4 generacion de tu tatartatara prima-
-Noooooooooo!.... Ni siquiera se que significa-
-Entonces muere!-

El domador de las ardillas saco su espada y le asesto un fuerte golpe en el brazo con la intencion de arrebatárselo, mas las cruel hoja se topo con un pedazo de acero aun mas duro, extrañado, le observo con curiosidad. - ¿te has topado con otro primo del tío del abuelo del sobrino en 4 generación de tu tatartatara prima por casualidad?- cuando el joven chucho estaba por responder, la esfera volvió a cubrirse de una neblina azul.

-Ah no de nuevo- se lamento la joven cuando comenzó a trabajar en reinstalar el paquete de hechizos y servicios en su esfera de cristal(?).
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Mensaje  Vincent Calhoun Dom Ene 03 2021, 23:21

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Férrea voluntad
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- Ha vuelto a la buena senda. A ellos sí que los conozco-, le comentó a la vidente. - Ese Bio es un gran tipo. A veces rompe alguna cosilla que otra, pero quien no-, terminó por decir, recordando tantas cosas que él mismo había destruido por el camino de su vida, en distintos intentos de salvar las distintas situaciones.

Desde ese prisma, el brujo bien parecía más un destructor que un protector…

- Mejor no será pensar en ello.

- Mejor-, contestó la dama, sonriendo con suavidad. - ¿Preparado para otra historia?

- No he dicho que quiera más visiones, a este paso me volveré pobre.

- Soy vidente, ¿recuerda?

- Vidente y un tanto pícara-. Ahora fue el brujo el que sonrió. - Pero no se confunde, tengo varias monedas para gastar en esta noche. Me gustaría ver alguna más.

La esfera de cristal comenzó a mostrar sucesos, como ya hiciera antes en repetidas ocasiones, para deleite del observador brujo.

Esta vez el sol se mostraba en su cénit. Hermoso, imperial, como un dios sentado en su trono, observando los quehaceres de los mortales que habitaban bajo el suelo de pulido vidrio de su reino celestial.

A simple vista, parecía un pueblo como otro cualquiera que se emplazara en el territorio de los humanos. Una bucólica estampa, de amarillentos cultivos perdiéndose en la curva del horizonte tras la colina, con su molino girando con suavidad bajo el influjo del viento.

A simple vista.

En cuánto la esfera de cristal acercó la mágica representación que mostraba, se pudo apreciar la aflicción de los corazones dibujados en los rostros de los lugareños. Los habitantes de ese pueblo seguían adelante, haciendo vida normal. Cosechando los cultivos, vendiendo en el pequeño mercado, abriendo la posada para los viajeros de paso.

Pero el miedo campaba a sus anchas. Mucho más rey y señor que el dios sol que los alumbraba y daba calor, que la propia esperanza. El terror se colaba por el resquicio de cada ventana y puerta y aprisionaba a todos los aldeanos entre barrotes invisibles. A todos los que aún permanecían en aquel pueblo.

Hacía demasiado tiempo que recogían las cosechas y molían el trigo sin ver merecidas ganancias. Que abrían el mercado y la posada por mera rutina, pues hacía ya mucho tiempo que ya nadie pasaba por aquellas tierras, y quien había logrado reunir el valor para abandonar su hogar, yacía muy lejos de allí, o puede que muy cerca, a la ribera del camino.

Ese camino que para muchos era un río rápido contracorriente imposible de evadir.

No es de extrañar, pues, que cada aldeano y mujer de aquel pueblo alejado de la mano de los bondadosos dioses, de cualquier religión, girase el rostro, asombrado, cuando la figura de dos jinetes se acercó al poblado.

Ya solo que hubieran llegado hasta allí parecía un milagro.

Por esa razón, la voz se convirtió en riachuelo. Los campesinos soltaron las hoces, el molinero y sus ayudantes salieron a la calle a toda prisa… En cuestión de unos instantes, una improvisada congregación se juntó en la plaza del pueblo para recibir a los extraños.

- Gentes de Lothering. Hemos venido para acabar con la amenaza y opresión que se cierne sobre ustedes.

El pueblo murmuró, pero no contestó. No al menos hasta que los murmullos se acallaron después de encontrar una respuesta lógica para el elfo que les hablara.

- Y tú quién coño eres.

- Eso, eso.

- Necesitamos mucho más que dos personas para salir de esta maldición. Sólo lograréis que encontremos la muerte. Largaos, antes de que lleguen ellos y nos culpen a nosotros de vuestras afrentas.

El jinete enarcó una ceja, mientras su acompañante se retiraba la capucha para mostrar su rostro.

- Ohhh, es ella.

- Sí, es ella. Es la gran heroína.

- Es Xana. Ella puede vencer al mal-, dijo, el hombre que había contestado por primera vez al jinete. - Entonces, vos debéis ser su escudero, Reuko.

- No, no. No soy su... -, suspiró resignado, pues los demás ya le decían lo mismo. - Da igual-, musitó para sí mismo.

El elfo se llevó una mano a la frente y, no sin falta de razón, imaginó que el elfo Destino ya habría pasado por allí, mucho tiempo atrás, contando su propia versión de sus historias… Bueno, su propia versión de todas las cosas.

El murmullo entre los aldeanos volvió a iniciarse cuando una polvareda se asomaba en el horizonte. Una reconocible para ellos. La estela de la muerte con armadura venía al pueblo a concederles sus derechos.

- ¡No estamos solos!-, gritó Xana, cortando el cuchicheo del abrazo del terror.

- Hay más soldados. Habéis traído un ejército con vos. ¿Dónde se halla? Por los dioses, no os demoréis más, traedlo-, contestó un hombre, apenas un muchacho, esperanzado.

Xana negó con la cabeza.

- Hemos venido solos, pero no estamos solos.

Entonces el pueblo comprendió, y muchos dieron un paso atrás, atemorizados ante la idea que proponía la hermosa elfa.

- He luchado cientos de batallas que pensé que no creía poder ganar-, dijo, luego sonrió y estiró la mano hacia su amado, y él la tomó entre los dedos de la suya. - Aprendí que con tesón, luchando con quienes nos quieren y aman, somos más fuertes-, comentó, sin quitarle ojo al bueno de Rauko.

La elfa volvió a mirar hacia el populacho, pero no soltó la mano de su amado.

- Juntos no somos invencibles, pero tendremos una posibilidad. La posibilidad de ganaros vuestra libertad, de volver a vivir. El miedo es una cárcel en la que ya estáis muertos. Una ficción de la verdadera vida. ¿Qué me decís? ¿Queréis vivir?

Los aldeanos dudaron, nadie se atrevió a llevarle la contraria, pero tampoco a defender sus palabras.

Hasta que un hombre, que apenas no era más que un muchacho, dio un paso al frente y asintió. El resto, como gotas cayendo de una hoja de árbol, siguieron a su compatriota y se sumaron a la rebelión.

Xana se giró para mirar la polvareda, que cada vez estaba más cerca, y sonrió.

Muchos morirían aquel día. Pero morirían siendo libres, logrando que sus amigos, amantes e hijos, por fin vivieran sin la bota del miedo sobre sus cabezas, aplastándolos contra el suelo.

Y fue por eso que sonrió. Porque no era una heroína, solo una mujer que amaba y que era amada en justa correspondencia.

Una mujer libre, que rompía grilletes a su paso, y que sabía de ciertas batallas que debían librarse

Una dama madura, sin temor a ponerse en peligro cuando la causa lo merecía.

Una elfa que viajaba por el mundo acompañado por un elfo que le pedía lo mismo a la vida.

Eso, amigos míos, para ciertas personas se llama felicidad.

Y a ella, y a él, como a todos, les encantaba ser felices.


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Mensaje  Zelas Hazelmere Lun Ene 04 2021, 00:34

-De acuerdo una mas-
-¿Una mas de que?-
-ya sabes, de esas historias donde tiras flores y esas cosas-
-visiones querrás decir-
-si eso mismo- exclamo dejando un par de aeros sobre la mesa


Le llaman la rosa envenenada, hermosa a la vista y, sin embargo, letal como ella sola podría ser, cada amante que ha tenido ha muerto en extrañas circunstancias, ahora en cambio, se le ve normal, recorriendo un sendero junto a su Aion y su pequeño carrito, un taller ambulante como le llaman.

A pesar de los rumores, sus días son normales y rutinarios, despierta, se asea un poco, come algo, hace un par de encargos, prepara sus cosas y emprende el camino hasta llegar a otro poblado a comer y descansar, solo para después volver a repetirlo, este día, en cambio, hay algo fuera de lo usual, mientras camina junto a su aion se siente observada, sin embargo, prosigue normal como si nada estuviera pasando.

El viento silbando llama su atención y cuando se quiere dar cuenta se encuentra en los brazos de alguien a quien desconoce, -Mosquetegoos!- alcanza a exclamar el hombre, pero cuando todo parecía dar pie a un acto musical, sacada de una película extrañamente popular, la joven elfa le hundió el tabique de la nariz con un golpe de la palma de su mano, haciendo que este cayera muerto en el acto.

-Oh no- dice ella, -he visto la película(?)- acto seguido desata su látigo diseñado especialmente para ella y comienza una danza elegante y mortal, hiriendo gravemente a la mayoría de los adversarios quienes parecían salir uno detrás de otro, ocultos entre los arbustos y arboles, obligando incluso al Aion a luchar embistiendo enemigos con sus cuernos y mordiendo los cuellos de los caídos rematándolos en el acto.

Una vez los enemigos parecían derrotados, la elfa con su látigo en mano se acerca a su animal -eres un aionsito bonito, gracias por cubrir mi espalda- justo al pronunciar esas palabras, uno de los enemigos, aparentemente muerto alzo su espada en contra de la elfa, quien en un movimiento de reflejo activo el mecanismo de la empuñadura de su látigo, haciendo que este se recogiera y que las protuberancias del mismo formaran ahora una espada con la cual bloqueo el ataque de su enemigo y lo desarmo con un corte en el brazo.

-Oh te crees muy astuto?, he sobrevivido a una familia de 7, ustedes no son nadie- la elfa quita amablemente las amarras del aion y entonces, hace una señal, el animal se prepara y la bola de cristal vuelve a llenarse de neblina azul.


-Bueno creo que necesitare una bola de cristal nueva- dice resignada, mientras mueve la esfera de un lado a otro esperando tener un poco mas de señal magica(?).

OFF: Ari hermana mía una historia para ti, a ver si te animas a farmear aeros y px escribir en el evento XD
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Mensaje  Magazubi Lun Ene 04 2021, 04:03

¡Ágata volví! Traje pan y algunas fresas. ¿Ya tienes listo el cristal mágico? - pregunté emocionada antes de sentarme a observar las imágenes que poco a poco se dibujaban.

música:

Viendo a mi hermana por primera vez


El rostro de una joven hermosa de cabellos azules se mostró en escena. Y mi corazón enseguida se aceleró descontroladamente. Uff ¿qué irá a pasar con aquella chica?

Sus pasos se apresuraban pero parecía tranquila. Se aproximaba a gran velocidad a una casa blanca que resaltaba entre la oscuridad de la noche. Entró con mucho sigilo, incluso se podría decir que con un poco de rencor y sin pensar demasiado ya estaba entre aquellas paredes que resguardaban a lo que parecía ser una familia de vampiros. Apretó los puños con fuerza como para detener sus ganas de destruirlos a todos y estuvo vigilante.

Cuando la mujer y los hijos subieron a sus habitaciones un vampiro de expresiones muy siniestras se quedó para tomar un poco de licor.

-Eres demasiado dulce si quieres matarme- dijo con una sonrisa macabra.

La joven quedó petrificada al entender que había sido descubierta y enseguida planeaba usar sus ilusiones para tomar ventaja, pero el vampiro fue más rápido y ...  desapareció de la vista de la joven.

Conecté un momento con aquella escena y casi sincronicé mis latidos con los de la joven que estaba en claros problemas ¿Sería su fin? Sentí un vacío muy fuerte en mi estómago por la ansiedad que me generaba aquella situación y contuve la respiración. Tenía un muy mal presentimiento; era demasiado probable que la joven no viviera para contarlo.

Los segundos transcurrían y nada ... Aquello me estaba produciendo una tensión horrible.

La joven de forma inteligente salió corriendo de aquella casa con ayuda de sus ilusiones como si de un mosquito atrapado se tratara.

Me sentí muy aliviada al verla viva después de aquello. Supuse que a lo mejor el vampiro no la mató porque quería evitar una posible confrontación en su casa, con alguien que no iba a ser tan fácil de matar.

Aquella chica estaba muy enojada.

Luego la imágen se volvió borrosa pero logré escuchar que alguien le decía que había sido muy imprudente.

En eso la imágen volvió y pude ver a la chica llena de cólera entrenar para matar. Parecía sedienta de venganza, con esos ojos azules que mostraban odio. Con telekinesis movió sus cadenas a altas velocidades y atacó a unos muñecos de práctica. Si esos muñecos fueran personas ya estarían muertos.

Los ojos de la joven se aguaron, dejó caer una pequeña lágrima por sobre mejilla, la gota cayó sobre la tierra árida; luego ella apretó con fuerza sus cadenas, subió la mirada como si se tratara de un reto y volvió a atacar a los muñecos de forma mortal.

-Woo, eso fue intenso- le dije a Ágata mirando aún la bola.
____________
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Mensaje  Zelas Hazelmere Lun Ene 04 2021, 04:05

-Vamos estúpida herencia- se quejaba Ágatha mientras le daba golpecitos a la esfera que se había puesto azul, acto seguido la movió un poco y esta le arrojo de nueva cuenta una visión.

Unas bancas llenas de gente estaban alineadas una al lado de la otra en hileras perfectas que apuntaban hacia una especie de escenario improvisado al medio del mercado, una mesa ocupaba el centro y diferentes ingredientes se encontraban sobre la misma, a un lado del escenario se encontraban 2 fogatas para cocinar, la gente se puso de pie entonces para recibir a quien seria el anfitrión de ese día, el hombre llego lleno de energía y realizo un par de volteretas antes de presentarse a su audiencia.

-Hola que tal, mi nombre es Vincent Calhoun, bienvenidos a otra edición de magia comestible, en esta ocasión les traigo lo que he denominado tripas de cabra en sus viseras(?) tranquilos que ese es solo el nombre jajaja, para ello necesitamos 2 tazas de harina de trigo,  3 huevos de gallina contenta, carne de cordero o cabra, tomates hervidos con 7 dias de antelación, 1 cebolla, 1 zanahoria y un poco de orégano y sal.

Lo primero sera hacer nuestras tripas de cordero, para ello pondremos la harina sobre la mesa y la mezclaremos con un poco de sal, luego dibujaremos un volcán, si nunca han visto un volcán imaginen la cervix de una mujer cuando esta por dar a luz, son casi similares, si tampoco han visto una de ellas remítanse a seguir el primer ejemplo, pondremos los huevos dentro de nuestro volcán de harina, lo cubriremos y después los sacaremos para abrirlos y dejar solo los interiores de los huevos en la harina, pueden hacer esta parte sin hacer lo anterior pero eso le quitaría lo divertido jajaja xD, luego desháganse de las cascaras y mezclen todo como si jugaran con las entrañas de sus enemigos, cuando la masa cobre vida, trátenla con la delicadeza con la que se toca la piel de una amante, con suavidad pero firmeza, luego zarandéenla de un lugar a otro y finalmente déjenla reposar por una hora.

Por suerte para ustedes, no tendrán que esperar una hora porque ya había hecho una masa con antelación, procederán entonces a estirar la masa con una vara parecida a este palo cilíndrico el cual llamare palito de la masa, antes de eso esparcirán un poco de harina en la mesa y estiraran la masa lo mas que puedan, cuando ya quede media finita le esparcen un poco mas de harina y doblan la hoja de masa, esto lo repiten 4 veces, luego toman un cuchillo o una daga y cortan largas hebras que utilizaremos luego como "tripas". Una vez listas las depositaran en una olla con agua hirviendo y lo dejaran cocinarse por unos 7 minutos. Jajaja xD

Mientras nuestras "tripas" se cocinan, haremos nuestras "viseras", para ello ocuparan la cebolla y la zanahoria que cortaran en cubitos, yo ya lo hice anteriormente, al igual que la carne, tiraran todo a un sarten con un poco de aceite y la cocinaran bien, después agregaran los tomates hervidos y dejaran que todo se cocine a las brazas por alrededor de 15 minutos.

Quitaremos nuestras "tripas" del agua caliente, y las rociaremos con un poco de agua fría para evitar que se sobre cocinen, lo pondremos en un recipiente y cuando nuestras "viseras" estén listas, las pondremos sobre nuestras "tripas", agreguen sal a gusto y tienen un platillo fácil de preparar para cualquier persona jajaja XD-


Las personas se miraban con evidente confusión, que era "hervir" o un "sarten", nadie entendía nada pero tampoco ninguno se animaba a quejarse al respecto, un soldado entonces apareció con un cartel que decía "aplausos" pero esto nuevamente genero confusión puesto que la mayoría no sabia leer, sin embargo, alguien de la multitud asombrado comenzó a aplaudir lentamente hasta que los demás se fueron uniendo y el sonido de aplausos se volvió ensordecedor.

-Gracias, gracias, recuerden soy Vincent Calhoun y únanse a mi en una próxima edición de magia comestible, nos vemos la próxima vez jajaja XD- comento antes de salir haciendo volteretas y con la misma energía con la que se le vio entrar.


-Tripas de cabra en sus viseras.... suena redundante y sabroso, creo que lo anotare jajaja XD- comento la joven Ágatha antes de recordar que tampoco sabia escribir....
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Mensaje  Aradia Hazelmere Lun Ene 04 2021, 04:59

Ir y venir, venir e ir, la verdad en algún punto Aradia volvió a su ser medio perdido y le dio varias vueltas al mapa. – ¿Umu?- le interrogó el feith cuando ella enrollo el mapa y lo volvió a guardar en la mochila con cierta molestia, como si este hubiera sido el culpable de su desorientación y no su brújula interna propia. Y luego ladeo su cornamentada cabecita mirando como su ahora sueña se volvía a despeinar el cabello mirando otro mapa. –No me mires así, bueno sé que estamos en Lunargenta – Cosa obvia por dos cosas, uno, la cantidad ingente de humanos, y dos el letrero de “Bienvenidos a Lunargenta” dejado atrás. Pero esa no era su frustración, la última vez que habían estado ahí había sido fácil llegar a la taberna y con ella ver el taller de Alisha, pero Ahoroun había hecho el trabajo y el mapa no le decía dónde estaba la taberna.  

-Ah… leo fortunas. ¿Alguien quiere ver el futuro?- preguntó por enésima vez una vocecilla, y le recordó su propia forma de hablar. –Toca hacer la buena acción del día Aion.- Susurro a la criaturita que giro los ojos sabiendo que venía otra locuaventura de la elfa. Seguro imaginaba que estaría más seguro con su antecesor pero ni como saberlo.

-¿Así que el futuro?- Dijo Aradia a la chica que sostenía una bola de cristal que había caminado hasta la entrada de la taberna, que no era la que Aradia buscaba pero bueno serviría, le tomo la mano y la hizo sentar en una se las sillas y apoyo los codos en la mesa y la barbilla en sus manos.

-Sabes, no puedo resolver esa pesadilla tuya de lo que no puedes hablar pero como parece insistirás… Ve la bola de cristal.- Uff había hecho un verso sin esfuerzo Agata y estaba contenta consigo misma, ahora solo esperaba que sus habilidades le dieran el futuro de la elfa. Ambas miraron la esfera nubosa y entonces Aradia entorno los ojos, mirando mirando y


-En el mar la vida es más sabrosa, en el mar todo es felicidad.- La voz cantante no era tan alegre como la tonada pero el elfo de largo cabello negro y pálidas facciones parecía acomodar metódicamente las herramientas, casi midiendo donde iría cada una, luego salió mientras se limpiaba las manos con un paño, miraba la obra, su taller, por fin… Aunque seguía mirándolo y seguía sin gustarle algo, bueno sabía que era ese algo pero rehacer todo el salón no le parecía oportuno (ni barato) de momento. Tampoco tenía muchas ganas de poner un letrero de “Cerrado por remodelación” cuando apenas esperaba clientes, al tener que hacer la intervención. –Bueno a caballo regalado no se le ve colmillo.

Mascullo cuando volvió a entrar al sentir unas gotas de agua caer, aunque no había nubes, un suave chubasco se dejó caer. Por alguna extraña razón se le ocurrió tomar en la yema de sus dedos algo del agua que había empapado su ropa y la probó mirando por la ventana.- ¿Salada?

Abrió la puerta y miro a los lados, el chubasco iba y venía a capricho de una brisa desconocida, pero poco sabia el elfo que arriba de él flotaba una ballena de madera en una burbuja de agua, abajo algo adentro del bosque cercano a la extraña cabaña dos brujas de agua se gritaban de que ninguna sabía lo que hacía y un brujo de aire se contenía de reír porque de él dependía que el encargo llegara a destino… Pero no a nuestro Destino.

-QUE ASI NO, ES OSCILANTE, OSCILANTE.
-Oscilante tus nalgas, solo deja fluir.
-Como que mis…
-He chicas.

Mascullo el atractivo brujo, entre gritos e improperios una de las brujas se había puesto con las manos en jarra y la otra se acercó como si fuera a darle un bofetón, los humos se calmaron cuando el agua baño a los tres y el barco ballena que iba camino a un lago en algún lugar cercano a la base de los bios caía estrepitosamente a tierra, los tres como pudieron o como mejor dicho toda su magia les permitió lanzaron a volar entre agua y vientos furibundos lejos la ballena.- Oh mierda nos van a matar…. -La de las nalgas oscilantes se mordió las uñas siguiendo la trayectoria del navío.

Y a una distancia considerable justo cuando Destino volvía a ver a su diestra una ballena de madera le cayó encima a su caballo, o mejor dicho al trasero de su caballo. Había mirado a ambos lados para asegurarse de que el agua salada era salada y ahora una ballena casi lo aplastaba. Salió cerrando la puerta, ahora no sabía si de un momento a otro, más mamíferos marinos de madera le caerían en la cabeza, pero ahora tenía la oportunidad de, o mudar su taller al barco caído, o tener su amada entrada en los traseros del equino.


-Pero, ¿Quién es ese?- Pregunto Aradia que dejaba un par de aeros en la mesa. Bueno se levantó sin muchos desánimos, tocaba encontrar al elfo de cabello largo, ya había viajado por medio Aerandir buscando a una dragona, una niña y un cáliz, un elfo mas no parecía ser un problema en su lista.
-Eh que lo conoz… Bueno. – Dijo sin tratar de seguir a la elfa que le tendia una zanahora al feith y se iba alegremente a buscar a una vampiresa.

(off: Un regalito a Destino)
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Mensaje  Magazubi Lun Ene 04 2021, 06:23

Las historias que había visto anteriormente me había sacudido un poco. Por alguna razón sentí que conecté mucho con la chica y pude sentir su miedo, aunque gracias al cielo no compartí su odio. Era momento de soltar esa emoción y seguir.

Enamorada del Destino


La bola de cristal pronto mostró una imagen. Era un salón enorme y grande lleno de gente muy bien vestida; una fiesta ostentosas como las que me gustan; sin embargo esta visión era extraña, sentía que estaba en los ojos del protagonista, ya que solo podía ver unas manos saliendo de la imagen.

En eso una figura femenina que reconocía a la perfección se acercó y me tomó para ir a bailar. ¿Whaaaaat? ¿Qué hace Wood aquí? ¿Qué está pasando? Acerqué mi nariz a la imagen para confirmar que aquella chica era mamá Wood y no logré más que estar más confundida.

La música empezó a sonar y lo que podía ver empezó a balancearse de forma suave y armónica con el sonido.

-Vamos a aprovecharnos de que le gustas a la hija del objetivo... Necesito que la lleves a la cama para usarla de rehén para terminar nuestro trabajo- dijo Wood muy cerca.

-Destino no entiende por qué él tiene que sacrificarse. Destino se siente usado como un pedazo de carne sin sentimientos-

- Oh ... por ... todos ... los ... dioses!- dije impresionada -Soy Destino... Bueno... no es que sea sea pero ... lo que veo es la vista del elfo que me entrenó hace un tiempo...- me acomodé un poco en mi asiento -Okey... Destino con chicas... esto estará interesante-

Entre tanto baile de un lado a otro Wood quién era la que llevaba la movida acercó estratégicamente a Destino y a la joven.

rouse:

-Señorita Rouse; este caballero me confesó que no ha dejado de mirarla esta noche y quería que yo los presentara.- dijo mamá Wood para ya poner en aprietos al pobre Destino -¿Serían tan amable de bailar una pieza? Así se conocen y...-

-Claro- comentó la joven ruborizada y enrollándose en los brazos del elfo que seguía confundido por todo lo que ocurría -Uh! Caballero, usted tiene ...- dijo tocando sus biceps -Usted es un hombre muy fuerte- finalizó de forma picarona pero dulce.

-Yo...-(1) logró decir tratando de buscar algún pretexto para salir de esa situación tan incómoda.

-Muack- le estampó un beso en la mejilla con aquellos labios rojos - No te preocupes si no sabes bailar, estás conmigo- dijo alegre para agarrarlo por un brazo y llevarlo a la pista de baile.

Pude observar como el elfo miraba a su alrededor en busca de un escape que no involucrara dañar todo el plan y no había. Tenía que resistir una canción más, y llevar a la chica a hacer ñaca ñaca.(2)

La chica se abalanzó sobre los brazos del elfo y empezó a mover su cuerpo bien cerquita, insinuando querer intimidad.

-Destino n~~- fue interrumpido por los deditos de la chica que insistían en jugar con los labios del elfo acorralado.

-Uhhhh... ya veoo- dijo un poco provocadora -Eres de esos hombres controladores y calculadores-

-No. Destino solo quiere llevarte a la cama-

-¿QUEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE?- no pude evitar decir - ¿Qué le pasa? ¿Cómo le va a peguntar eso a una mujer así como así? ¿Dónde quedó el respeto? ¿Whaaaaat? ¿En serio está buscando un lugar con cama con la vista? ¿No entendiste acaso que Wood se refería a un encuentro así como de esos encuentros en donde ajá?-

La chica se impresionó mucho, y creo que al inicio se ofendió un poco... pero en el fondo ella ¿también quería?

-Vale, iremos a la cama con una condición- hizo una pausa y pasó con delicadeza sus dedos por los párpados del elfo -Bailaremos esta canción pero cerrarás los ojos y te dejarás llevar-

-Destino no... No se dejará llevar... No-

-Shhhh...- hizo una pausa -¿Me quieres toda para ti, no? Entonces primero debes ser todo mío-

Destino no encontraba fallos en su lógica, y aunque no le agradaba la idea de estar indefenso con los ojos cerrados accedió para llevar el plan a cabo. Cerró sus ojos y se dejó llevar por la joven.

música:

En eso cerré mis ojos por unos segundo y coloqué mis manos sobre la esfera imaginando lo romántico que sería aquel baile en el que Destino estaría completamente a merced de una chica tan pasional; quién sabe, tal vez así se relaja más y... ¿qué pasaría si Destino se enamora en aquella misión?

Inhalé pensando en lo lindo que sería ver a Destino enamorado agarrando la cintura de la joven, mientras esta se aprovecha de la protección del chico. Aaaaaawww que lástima que van a matar al suegro.

-Ágataaaa, ¿Qué pasa después?- pregunté intrigada porque al Destino cerrar los ojos me quedé sin información.

- Deberías seguir mirando- dijo ella un poco divertida por mis reacciones.

Volví a mirar y luego de unos cuantos segundos vi cómo le quitaban la camisa Destino... y la chica empezaba a bajar su vestido mientras que la visión del elfo delataba que estaba sobre la cama y sobre la joven.

-Okey, ya... demasiada información. ¡Apágala!- le dije a Ágata, ya que empezaba a sentirme incómoda.
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Mensaje  Reike Lun Ene 04 2021, 09:26

Valeria tuvo que reconocer para sus adentros que a la tal Ágata, si es que ese era su verdadero nombre, no le faltaba un punto de razón. Sólo un punto. Se enderezó frente a la mesa observando a la adivina en silencio durante unos momentos.

Está bien —dijo al cabo. Se sentó, sacó otra moneda y la colocó sobre la mesa, todo ello sin apartar sus ojos de los de Ágata. Después volvió a recostarse contra el respaldo con los brazos cruzados sobre el pecho—. Pero nada de elfas esta vez. Quiero ver a mi padre.

Una vez más, Ágata titubeó, esperando algo más de información, pero, ante el silencio de su cliente, se inclinó de nuevo sobre la bola de cristal. Algo empezó a arremolinarse de nuevo en su interior.

La imagen de la bola mostró un paisaje desolado de altos árboles sin hojas. El cielo estaba encapotado y la luz mortecina hacía difícil distinguir si era aún de día o ya había anochecido. Más allá de los árboles, se recortaba la silueta de un castillo con altas y complicadas torres de piedra oscura. O quizá sólo se veía oscura por la ausencia de luz.

Cabalgando sobre un aion, una figura pequeña y delgada se acercaba decidida hacia la imponente puerta. Llevaba una capa con la capucha echada sobre la cabeza para protegerse del frío de ¿la noche? A la altura de la puerta, la figura desmontó y estudió dubitativa los alrededores. Nadie la esperaba, pero no parecía estar segura de avanzar.

De pronto, una piedra se alzó del suelo y salió volando contra el portón de madera y Valeria supo que había sido la figura. Se irguió un poco en su asiento, prestando atención, pero permaneció con los brazos cruzados. Al menos no era una elfa esta vez, pero no iba a confiarse tan pronto.

Al contacto con la piedra, sonó un chasquido y ésta cayó al suelo en forma de fino polvo. Encantada. La figura se alejó del portón y echó a andar, rodeando el castillo. De vez en cuando, parecía alzar el rostro hacia una de las torres, como si supiera exactamente a dónde se dirigía.

En efecto, cuando se encontró en la base de aquella torre, se detuvo y estudió la pared. Una mano blanca y menuda surgió de entre la tela, con la palma vuelta hacia la negra piedra. Con un chasquido, uno de los bloques cercano a la base inició un movimiento corredero hacia afuera. Se oyó otro chasquido y otro bloque, algo más arriba, imitó el movimiento. Poco después, una escala de piedra recorría el muro de la torre y la figura comenzó a subir. A medida que ascendía, otros bloques se desplazaban a su paso, facilitando su escalada.

Un rayo iluminó el cielo de repente y la figura se apretó con fuerza contra la pared. El rápido movimiento hizo que la capucha se echara hacia atrás y Valeria pudo ver el rostro de la figura. Se trataba de una muchacha de unos quince años. Estudió sus rasgos. Una vez más, el cabello era demasiado claro y los ojos ni siquiera eran del mismo color. Entonces recordó que las visiones eran supuestamente del futuro, no del pasado. ¿Podría ser su… ? «No, imposible», se dijo. «No una niñita que se asusta de un simple rayo».

El trueno estalló y pasó y la muchacha cerró los ojos, respiró hondo y se llevó una mano a algo que le colgaba del cuello.

Aguanta, papá —murmuró—. Ya casi estoy.

Entonces, la imagen tembló y la perspectiva cambió por completo. Ahora mostraba el interior de una habitación. Valeria tardó un momento en distinguir algo, ya que sólo contaba con la mortecina semblanza de luz que penetraba desde una única ventana.

Un hombre yacía boca abajo en el suelo. Un hombre de cabello negro. Valeria se echó hacia adelante conteniendo el aliento. ¿Podía ser que la adivina hubiera acertado esta vez?

Se concentró en la figura de aquel individuo. Tenía las manos atadas a la espalda y parecía respirar con dificultad. No podía verle el rostro, pero se le antojó que aquel cuerpo parecía demasiado joven. Entonces, se fijó en el otro hombre que había en la sala. Un tipo alto, pálido, de larga melena pajiza que caminó hacia el hombre derribado y le arreó una patada en el costado antes de agacharse junto a su cabeza.

El rubio sujetó al otro del cabello y tiró hacia para poder hablarle cara a cara. Valeria contuvo el aliento mientras analizaba aquel rostro magullado. No, no era él. Al menos, no se parecía a como lo recordaba. Aún así, aquellos ojos le sonaban de algo. Era difícil decir de qué, dado que la mayor parte del rostro la cubría una apretada mordaza.

¿Has dormido bien? —dijo con voz suave y solícita el del pelo pajizo, como si realmente le preocupase la respuesta.

Después, dio un fuerte tirón a la oscura cabellera, se levantó y volvió a patear al hombre, obligándolo a voltearse hasta ponerse boca arriba. El hombre gimió, pero no intentó incorporarse. Quizá no tenía ya fuerzas para hacerlo.

¿Qué dices? —continuó el rubio—. ¿No estás satisfecho con el servicio?

Le arreó otra patada y se agachó de nuevo junto a él. Despacio, casi con dulzura le apartó el pelo de la cara y se entretuvo desenredando algunos mechones hasta dejarlo más presentable.

¿Por qué haces esto? —preguntó él mismo con voz de falsete. Luego sonrió, como divertido consigo mismo y le dió unas palmaditas en la cara al otro hombre—. Porque me divierte. ¿Acaso necesito otra razón? ¿Cómo es eso? ¿Quieres decir algo más? No te entiendo.

Cambiando el gesto divertido por uno intrigado, alargó una mano hacia la mordaza que impedía hablar al otro hombre. Cuando ya casi la tocaba, se detuvo y, de la nada, rompió a reír a carcajadas. Al cabo de unos instantes, se detuvo y, al tiempo que se entretenía en secarse un par de lágrimas, dijo:

Víctor, Víctor, Víctor. ¿Acaso crees que nací ayer? Sé muy bien lo que puedes hacer con esa voz tuya. ¿Qué dices? —Se agachó un poco y tendió el oído como si realmente estuviese escuchando y volvió a hablar con aquella ridícula voz de falsete—: ¿Por qué no me matas de una vez? Ay, Víctor, Víctor —continuó en su voz normal—, qué poca consideración. ¿Y estropearle la sorpresa a la invitada especial? Ya casi está aquí. Lo sientes, ¿verdad?

El rubio alargó la mano hacia el pecho del moreno, de donde colgaba una especie de amuleto. El tal Víctor se agitó rehuyendo el contacto. El movimiento debió provocarle un dolor tremendo, por que no pudo evitar un gemido.

En aquel momento, se oyó un fuerte crujido y varios bloques de piedra bajo la ventana salieron despedidos hacia el exterior. Casi al mismo tiempo, el rubio volvió a agarrar al tal Víctor por el cabello con una mano y de un brazo con la otra y, haciendo gala de una increíble fuerza, lo alzó del suelo justo a tiempo de recibir a la muchacha que hacía entrada en la sala a través del boquete en la pared. Se oyó una puerta abrirse y pasos precipitándose en la sala desde el otro lado.

Bien —dijo el rubio. Una maníaca sonrisa adornaba de nuevo su rostro—. Ya estamos todos por fin. Es el momento de la gran revelación. ¿Revelación? ¿Qué revelación? —volvió a decir con aquella ridícula voz—. Oh, Víctor, no pretenderás tener a la pobre muchacha en la ignorancia para siempre. Ya es prácticamente una mujer, ¿no crees que tiene derecho a saber la verdad? Ah, claro, la mordaza. No te preocupes, ya se lo digo yo. Estoy seguro de que te conoce lo suficiente para adivinar en tus ojos la verdad de mis palabras.

¿Verdad? —dudó la muchacha—. ¿Qué verdad?

Bueno, ya valió —dijo Valeria levantándose de su asiento—. Tengo bastantes dramas en mi vida para interesarme por tonterías ajenas.

La adivina abrió la boca para decir algo, pero, fuera lo que fuera, se quedó con la idea a medias cuando su interlocutora echó a andar decidida hacia la puerta. Un hombre alto se cruzó en su camino, golpeando ligeramente su hombro al pasar.

Disculpe —dijo volviéndose hacia ella, azorado—, no pretendía… Oh, ¿señorita Reike?

Valeria se volvió hacia él, preguntándose si era alguien que conocía de algo, pero aquel rostro no le resultaba familiar en absoluto.

Oh, no nos conocemos —dijo él adivinando sus pensamientos mucho mejor de lo que le había servido la adivina—. No usted a mí, al menos. Yo a usted sí, de vista, del Hekshold. ¿Los invernaderos? La he visto allí a menudo y, bueno, me han hablado de usted.

Valera estudió por un momento al hombre. Parecía algo nervioso, pero sus ojos brillaban con un cierto descaro y sus labios sonreían con un aire de promesa que despertó su interés. Era algo más joven de a lo que ella solía apuntar, pero, qué diablos, llevaba una racha de lo más deprimente y no le vendría mal divertirse un rato.

Por favor —dijo haciendo gala de su mejor sonrisa—, puedes llamarme Valeria. ¿Y tú eres…? —preguntó ofreciendo su mano.

El joven la tomó mientras se ampliaba su propia sonrisa, sus ojos fijos en los de ella, y respondió:

Alastor.


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OFF: Y una para Bio y Magazubi. Muchas gracias por sus lindas historias.
PD: Lamento que tengan que compartir, pero se me echaba el tiempo encima xD
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Mensaje  Anders Lun Ene 04 2021, 11:57

De las razones por las que el fuego arde

Las orejas de Syl se movieron levemente hacia la chimenea y su crepitar. Intentó ignorar ese hecho durante unos minutos más antes de rendirse y cerrar el libro que estaba leyendo, o había pretendido leer.

Si era sincero no había absorbido nada de información en el cuarto de hora que había pasado leyendo las dos mismas páginas. Estaba más pendiente del exterior que de cualquier otra cosa, y con razones.

Estaba lloviendo y había algo de brisa fuerte, con el ocasional trueno. El frío era suficiente como para obligarlo a moverse hacia la chimenea, cuando antes había estado en la habitación encerrado. Esperando.

Siempre esperando.

Bufó repentinamente, entre una risa y solo un sonido sin calificar. Cerró los ojos e inspiró hondo, dejándose llevar. Casi pudo escucharlo entrar, y casi pudo sentir la necesidad de voltear a verlo un poco demasiado tarde antes de verse rodeado por el denso pelaje de sus brazos y tener su hocico sobre su cuello, diciéndole tonterías que le hacían alzarle una ceja de la incredulidad; como que habían rimas suyas, o sentirse perturbado porque lo que sonaría como una completa locura para otra persona para él era una de las cosas más normales que le había dicho Asher. Casi se río y negó con la cabeza, porque aunque le protestaba, en realidad le encantaba todo eso. Casi llegó a alzarse del todo su cola y temblar ligeramente.

Casi.

La sombra se desvaneció en el aire justo como el poco humo visible de la chimenea y su cola bajo al menos la mitad de lo que había escalado. Todo lo que inspiró lo dejó ir en un pesado suspiro y tomó la máscara que había estado usando; esa que se ponía cada vez que salía para taparse la cara del mundo y cualquiera que no fuese Asher. La vio con el mismo grado de atención que le dedicó al libro.

Menos del que le dedicaba a la chimenea.

Syl siguió esperando viendo a las lenguas del fuego agitarse, persiguiendo con especial atención los dorados entre el rojo y el naranja. Le recordaba a los ojos de Asher. Sus viejos ojos.

Le había dicho que lo acompañaría hasta el fin, porque si bien él no estaba por ahí disparándole a todo elfo que viera o se unía directamente a las cacerías, también estaba molesto. Tenía razones para estarlo como las tenía Asher. Recordaba como lucía cuando despertaron. Lucía… tan indigno.

Podía sentirse enojándose solo con pensarlo, pero sinceramente esa furia se le apaciguaba cuando pensaba en él.

Bajo la mirada a sus manos y las apretó un poco, buscando cualquier ínfimo detalle con el que distraerse. Sentía que le faltaba algo. Dudaba que fuese luchar; eso les había dado pie a unirse. La... ¿sintonía? Sí. El estar en sintonía con alguien de esa forma. No era solo algo sobre combatir, pero era una parte. Una muestra del todo.

Pero no era eso. Lo había probado una vez. Matar elfos con él no le hacía sentir mejor. No es que hubiesen perdido la sintonía. Era mejor que al inicio, naturalmente. Habían pasado por tantas cosas juntos…

Y en todas esas nunca había sido otra cosa que sincero con Asher, puede que a veces demasiado directo. Recordaba haberle dicho que era un bruto, sin intenciones de ofenderlo, pero que el hombre-bestia se lo había tomado mal igual. Lo adorable que había sido sobre ello. Hundió la cara en sus manos y notó que estaba sonriendo. Dejó de hacerlo por notarlo.

¿Cuántas horas había pasado ya bañándose en la sangre y cenizas de elfos? ¿Cuántos días? ¿Cuántas semanas?

¿Cuánto tiempo más faltaba para qué su venganza estuviese completa? Pensó que habría sido hace… tanto tiempo. Cuando destruyó finalmente al árbol madre de los elfos.

Sonara ridículo, pero pasada aquella vez que se unió a la pelea con él se fijó en su cola y en sus orejas. Syl conocía a Asher de todas las maneras que puedes anhelar conocer a alguien, o que alguien te conozca a ti. No podía decir que lo viese feliz. Solo entendía más y más porque otros le llamarían demonio. La manera en que se daba al frenesí y sus instintos… Como ignoraba las heridas. Como se rendía al hambre. Como a veces ya ni siquiera lo escuchaba.

Quería decirle que parase… quería buscar una manera de curarlo a él también y que no tuviese que ver esa imagen que se había ganado en el reflejo de todos los ojos y espejos y charcos de agua que se cruzase cada día. No es que a Syl le importase a un nivel en que la apariencia de Asher dictase su amor por él, pero lo extrañaba. La tranquilidad y la felicidad. No renegaba de un poco de acción y adrenalina —aunque juguetonamente fingía indignación cuando Asher señalaba que parecía gustarle— pero ahora era… fundamentalmente distinto.

Le preocupaba el efecto que pudiese estar teniendo verse y actuar así día tras día, escuchar como le llamaban y enorgullecerse de ello, y quizás encontrar ser algo cuando había dejado de ser alguien. Nunca paró de ser cálido con él en ningún momento, ni con los que catalogaba como “los suyos”. Pero antes todo era… tan perfecto. Nunca fue una persona que se preocupase de todo el mundo a la larga, pero era perfecto, como sombras de un único color que le encantaba. Simplemente uno. Ahora era como una moneda.

Era igual de valiosa para él y siempre lo sería, pero tenía dos caras.

Desde un poco antes una parte del mundo no le había visto con buenos ojos. Ambos se habían compartido sus historias porque no podía ser de otra manera, así que realmente no se le hacía raro aquello. Asher había sido un mercenario, y puede que peor de ello, había sido un mercenario aprendiendo de uno. ¿Cain? Sí, Cain es como se llamaba. Estuvo con él hasta que lo mató.

Para entonces ya debía tener enemigos.

Se había hecho notorio por sí mismo entre cazarrecompensas, asesinos, la guardia... y entonces fue marcado como esclavo. Cuando se lo contó añadió a eso que estaba muy lejos de ser el héroe del que había tomado su aquel entonces nombre, Wernack.

Le resaltó ese detalle en ese momento. Ya había crecido y se había ensuciado las manos para ese entonces, pero no parecía haberse rendido en ser un héroe, aunque fuese a su… particular manera.

Lo había logrado, por un tiempo. Por años, como un centinela. Puede que incluso un poco antes para los que vieran bien a su familia, Los Nómadas. Había logrado tantas cosas más. Uno de los mejores comerciantes de Dundarak y más allá.

Se preguntó cómo habrían sido las cosas si todo fuese... normal, si hubiera seguido su rumbo. ¿Estaría quemando Lunargenta y habría un mejor Rey? ¿O hubiese ido por Dundarak?

La chimenea dejó de hacer fuego y Syl desvío la mirada hacia ella. Todo eso había quedado atrás y sido robado, o había quedado en un futuro que no los había elegido. Lo consideró alguna vez, en algún pequeño momento, y en uno más pequeño aún lo descartó. No podrían haber 'empezado de nuevo' aunque estuviesen en un mundo donde no los recordaban sus enemigos, porque un mundo donde si lo hacen no es muy distinto a uno donde no recuerdan tus aliados.

Por eso no podía decirle que parara. Entendía cada una de las razones por las que el fuego arde. No era justo para Asher, ni para sí mismo. No se merecían ese perdón los elfos. Una parte de él tampoco quería, pero la principal razón era ese deber. No poder, sencillamente.

Alzó sus piernas para abrazarlas y acomodó una manta para protegerse del frío mientras esperaba que Asher llegase. Siempre hubo una voz u otra sobre que lo único que hacía era quemar cosas, y destruir, y fuego y explosiones. No era mentira, pero estaba excesivamente lejos de toda la verdad. Syl sabía que Asher era mucho más que eso. Era leal, amable, bromista, cercano y protector.

¿Era?

Syl pestañeó y sintió la necesidad de abofetearse a sí mismo por un momento. Es. Él lo sabía. Eltrant y Lyn lo sabían. Acercó la máscara para colocársela, pero no lo hizo, dejándola caer. Se levantó, dispuesto a salir a buscarlo y ayudarlo a buscar lo que este estaba persiguiendo entre las cenizas.

Y lo necesitaba, tanto como Asher lo necesitaba a él. No le perdonaría al mundo lo que había olvidado, mucho menos se perdonaría permitirle a Asher olvidar lo mismo. Usualmente era Asher el que hacía de pilar en sus peores momentos. Lo había hecho sobre todo esto, también, lo estaba siendo justo ahora.

Syl también podía apoyarlo. Asher quería mejorar, o eso creía, ¿para qué iba a todas esas festividades, si no? ¿Buscando qué? Solo estaba herido. Seguiría con él hasta que recordase todo lo que es. Y lo ayudaría a hacer que el mundo también lo hiciera, con pasos donde estuviese cómodo. Donde él pudiera estar a su lado mientras lo hacía.

Quizás... lo lastimaría. ¿Pero había algo de malo en eso? ¿Querer estar con él?

Con el dueño de Quintaesencia. Líder de los Nómadas. Maestro Arcanista y un alquimista experto. El hombre que detuvo La Gran Caza. Ex-Centinela del Norte. Quien le puso fin al Laboratorio 8B. Quizás ese joven temerario que quería y fue tan legendario como Wernack. Su amigo, novio, y esposo. No un demonio azur, solo una cálida llama dorada.

Solo Asher Daregan.
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Mensaje  Zelas Hazelmere Lun Ene 04 2021, 19:40

-Otra!, Otra!, quiero saber mas Lagata-
-Ágata-
-eso mismo- replico dejando mas aeros sobre la mesa
-de acuerdo, ¿Qué quieres ver en especifico?- dijo tomando los aeros y guardándolos.
-dame a elegir-
-muy bien, que tal... Fred el señor de las ardillas?-
-naa, muy largo-
-Ryuu paloma ninja 4?-
-paso-
-el dia que Asher uso un vestido?-
-no me suena-
-Vincent bailando por un sueño?-
-no que cocinaba?-
-Ciudad Matt Owens gobernada por el virrey Lagarto?-
-suena rebuscado-
-Destino en busca de su destino termina atado a un árbol entrelazando su destino?-
-olvida lo que dije antes, este si fue rebuscado-
-Nousis lidera un ejercito para volver a Sandorai grande otra vez-
-suena como que tendrá la culpa de algo otra vez-
-bueno solo me quedan la historia de el día de meditación de Reike o el calabozo sexual de las mil puertas de Rauko-
-ese!-
-será el día de meditación de Reike entonces-
-¿Qué?, no espera..-

Valeria Reike se encontraba en su estancia, ya había realizado la mayoría de los pendientes del día, había reunido chismes y rumores por el pueblo, las plantas del invernadero habían sido atendidas y los libros que le quedaban por estudiar ya habían sido leídos.

Ahora su ultimo deber se encontraba ante ella, el entrenamiento físico era importante, pero la fuerza mental lo era aun mas debido al rubro al cual se dedicaba. La meditación es una práctica en la cual el individuo entrena la mente o induce un modo de conciencia, ya sea para conseguir algún beneficio específico como reconocer mentalmente un contenido sin sentirse identificado con ese contenido,​ o como un fin en sí misma.

Con que fin lo practicaba Valeria Reike, solo ella lo sabia. Respiro profundamente un par de veces y su mente comenzó a expandirse.

"De acuerdo Valeria hora de dejar tu mente en blanco, no pienses en nada, incluso si eso significa que aun lo estas haciendo.... No es tu primer rodeo.. Lo que sea que eso signifique...  uhmm.. uhmm.. a esta vida loca, a mirar la foca... uhmm...
¿A que ha venido eso?, olvídalo, concéntrate en no pensar, se elegante como una ballena asesina y inesperada como el sol, el cual podría explotar en cualquier momento, oh gran dios sol, por favor no explotes, danos fuerza y la intensidad de mil millones de soles en explosión... Rayos lo hice otra vez, bueno no importa, esto es parte de la meditación, lo decía el libro de las improbabilidades que leí hace poco-


La meditación de Valeria Reike se vio entonces reemplazada por el suceso improbable numero 244 del libro en el cual, el gran hechicero de las improbabilidades en un descuido olvido una serie de cosas que desencadenaron un sin fin de tragedias en Aerandir, desde apagar la fogata de la comida, hasta olvidar por donde era que volvia a la casa de su tia. Otra cosa que se olvidó fue el hecho de que, contra toda probabilidad, el había creado una ballena a varios Kilómetros por encima de la superficie de Aerandir. Y como, naturalmente, ésa no es una situación sostenible para una ballena, la pobre criatura inocente tuvo muy poco tiempo para acostumbrarse a su identidad de ballena antes de perderla para siempre.

Esta es una recreación completa de sus pensamientos desde el instante en que comenzó su vida hasta el momento en que terminó.

-¡Ah…! ¿Qué pasa?- pensó.

-Hmm, discúlpeme, ¿quién soy yo?

-¿Hola?

- ¿Por qué estoy aquí? ¿Cuál es el objeto de mi vida?

-¿Qué quiere decir quién soy yo?

-Tranquila, cálmate ya… ¡Oh, qué sensación tan interesante! ¿Verdad? Es una especie de… bostezante, hormigueante sensación en mi… mi…. bueno, creo que será mejor empezar a poner nombre a las cosas si quiero abrirme paso en lo que, supongo, de lo que llamaré un argumento, denominaré mundo, así que diremos en mi estómago.

-Bien. ¡Oooh, esto marcha muy bien! Pero ¿qué es ese ruido grandísimo y silbante que me pasa por lo que de pronto voy a llamar la cabeza? Quizá lo pueda llamar… ¡viento! ¿Es un buen nombre? Servirá…, tal vez encuentre otro mejor más adelante, cuando averigüe para qué sirve. Debe ser algo muy importante, porque desde luego parece haber muchísimo. ¡Eh! ¿Qué es eso? Eso…, llamémoslo cola; sí, cola. ¡Eh! Puedo sacudirla muy bien, ¿verdad? ¡Vaya! Uy! ¡Qué magnífica sensación! No parece servir de mucho, pero ya descubriré más tarde lo que es. ¿Ya me he hecho alguna idea coherente de las cosas?

-No.

-No importa porque, oye, es tan emocionante tener tanto que descubrir, tanto que esperar, que casi me aturde la impaciencia.

-¿O el viento?

-¿Verdad que ahora hay muchísimo?

-¡Y de qué manera! ¡Eh! ¿Qué es eso que viene tan de prisa hacia mí? Muy deprisa. Tan grande, tan plano y redondo que necesita un gran nombre sonoro, como… sueno… ruedo… ¡suelo! ¡Eso es! Ese sí que es un buen nombre: ¡suelo!

-Me pregunto si se mostrará amistoso conmigo.


Y el resto, tras un súbito golpe húmedo, fue silencio.
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Mensaje  Bio Lun Ene 04 2021, 20:26

Y por fin Ágatha se veía contenta, su esfera de cristal parecía funcionar correctamente y no había ninguna persona molesta interrumpiendo sus historias o preguntando -¿Y cuándo salgo yo?- La mujer se quedó un rato paralizada ¿lo había escuchado en su mente o aquello había sido real? -No, no puede ser- Dijo para calmarse, sonrió y continuó puliendo la esfera mientras se encontraba de espaldas a la puerta, pero escuchó de nuevo aquella espantosa frase -¿Cuándo salgo yo?- Ágatha giró el cuello lentamente acompañado luego de su cuerpo entero a donde Arygos la observaba atentamente.

Se suponía que vería mi futuro, quiero mi futuro- Dijo la dragona con actitud caprichosa y con los brazos cruzados -Pagué por mi futuro, y quiero mi futuro- Insistió tomando la silla cercana y sentándose -Pagaste con una pelusa- Respondió la vidente de mala gana -Quiero mi futuro o mi pelusa- La dragona golpeó la mesa con cara de enojo y sus brazos comenzaron a cambiar tomando la forma de fuertes garras y brazos dragónicos, su rostro se estiraba lentamente y comenzaban a salir cuernos y colmillos hasta que Ágatha la interrumpió -De acuerdo, está bien, no tengo tu mugre pelusa, pero te daré una más, solo una sola, y ya, no más.

La adivina frustrada tomó la esfera de mala gana y la apoyó en la mesa para mostrar un nuevo futuro -¿Esa soy yo?- Preguntó Arygos -No, es la esfera, aún no empieza- Respondió Ágatha -Pues, si no salgo yo, al menos quiero que haya mucha comida- Ágata ya no estaba de humor, solo quería terminar pronto aquella historia así que se apresuró en hacer que comenzara la función, presionando un pequeño botón en la base de la esfera para saltarse las animaciones del inicio.

El escenario que mostraba la esfera se veía devastado por una terrible batalla, una silueta daba saltos de un lado a otro esquivando lo que parecía ser un aguijón gigante y casi invisible debido a la oscuridad de la noche y la velocidad de los ataques que realizaba su portador -¿Ya soy yo?- Interrumpió Arygos pero Ágatha prefirió ignorarla y solo negó con la cabeza porque la historia estaba interesante.

Un nuevo impacto de aquel aguijón de estrelló contra el piso haciendo pedazos una piedra con la que impactó, una figura parecía danzar alrededor de aquella amenaza gigante, se acercaba de prisa con elegancia, y giraba con elegancia dibujando cortes con sus dos filosas espadas, pero al notar el peligro se alejaba de un salto, juntaba las espadas que formaban un arco y atacaba desde la distancia.

Sus cabellos dorados ondeaban con el viento dejando una estela de luz a su paso hasta que se detuvo con gallardía, señaló a la criatura y dijo -¿Esa soy yo?- Interrumpió la dragona de nuevo -No, Arygos, es una elfa, tú no eres una elfa, y la criatura es una mantícora- Explicó la obstinada Ágatha cansada de interrupciones -Si no salgo yo, que al menos haya comida, mucha comida- Dijo la dragona ganándose una mala mirada de la vidente que ya solo quería terminar de hacer la videnciación.

En fin, los cabellos con olor a flores de la chica ondeaban con el viento dejando la estela de luz y bla bla bla, señaló a la criatura y dijo que la iba a capturar aunque antes de lograrlo, el aguijón de aquella enorme mantícora se agitó preparándose para atacar de nuevo y la chica separó sus espadas para usarlas en modo defensivo aunque la criatura no usó su aguijón como la chica esperaba sino que se lanzó como un león sobre su presa, atrapando a la elfa bajo sus patas delanteras y aprisionándola contra el piso.

La joven gimió y trató de zafarse, pero era imposible, dio un par de patadas al pecho de la criatura pero no fueron suficientes, la criatura abrió las fauces para arrancar la cabeza a la joven elfa pero de pronto un pequeño portal apareció frente a la mantícora, del portal emergió saltando un pequeño pero agresivo gato negro que clavó sus garras en la mantícora y de inmediato saltó de regreso para esconderse en el portal y perderse de nuevo.

La mantícora llevó una pata a su cara y retrocedió, dando tiempo a la adolorida Valyria para recuperarse y ponerse de pie -¿Por qué tardaste? ¿La trajiste?- Preguntó la elfa de mala gana a una extraña mujer que se encontraba observando sentada en un tejado cercano -Desde luego, siempre cumplo mis objetivos- La chica en el tejado llevaba una capucha con orejas como de gato, creó un pequeño portal a su lado de donde apareció el mismo gato que había ayudado antes contra la mantícora, luego otro portal apareció frente a Valyria y de él salió una pequeña esfera con un lado rojo y otro blanco donde se observaban algunas inscripciones arcanas.

La elfa guardó sus espadas y sonrió con malicia, tomó la esfera con ambas manos y la giró hasta que sus runas grabadas coincidían de una manera específica, la arrojó a la cara de la feroz criatura, al estar cerca, un rayo de luz salió de la esfera iluminando a la bestia y reduciendo su tamaño hasta capturarla dentro de la pequeña bolita.


¿Y dónde salgo yo?- Preguntó de nuevo Arygos -Bueno no importa, debo alcanzar a Bio- Dijo y salió de prisa para llegar a la esquina donde la estaba esperando para volver a casa.
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Mensaje  Alward Sevna Lun Ene 04 2021, 21:10


Lunargenta era un sitio a evitar, pero era imposible no tener que pasar por allí en ciertos momentos. De noche era la opción más segura, el cobijo que daban las sombras y la oscuridad ayudaban a reforzar esa idea.

Era una noche de esas en las que el frío deja atorados los dedos de las manos, y hiela tanto las orejas como la punta de la nariz. Por suerte, Alward iba completamente cubierto y no tenía que lidiar con eso. La que no fue nada afortunada era Katrina. A la vampiresa no le quedó más remedio que intentar calentar sus manos con el vaho cuando las juntaba en su boca. Aunque su aspecto pálido denotase lo contrario y su vida fuese completamente nocturna, no soportaba el frío.

Ambos andaban a solas por las calles más escondidas y menos transitadas de la gran capital humana.

Para su sorpresa, se toparon de frente con un figura que les asaltó sin querer desde una esquina, siendo un mero encuentro fortuito, el cual acabó con la figura, la cual resultaba ser una chica joven, adolescente podría decirse, con una túnica bastante desgastada, chocando de bruces contra el torso del Sevna.

Normalmente, con ese atuendo transmitía cierto rechazo, pero la joven tras mirarlo a los ojos se volteó preocupada y alterada, como si esperase que alguien estuviese detrás de ella... allí no había nadie, lo que la tranquilizó. Acto seguido dirigió su mirada hacia un carro cercano lleno de paja. No dudó un solo instante en correr hacia él para esconderse, no sin antes dirigir un último vistazo tanto al enmascarado como a su acompañante, los cuales, en el mismo sitio y extrañados la seguían con la mirada.

No tardaron en llegar al lugar otras dos figuras más, igual o más agitadas que la muchacha de túnica desgastada.

Las dos figuras resultaron ser un hombre ave de peculiar plumaje azul, pico achatada y con unos ojos verdosos penetrantes, y una mujer zorro de pelaje rojizo, más alta que su compañero debido a las largas extremidades que poseía.

Se detuvieron nada más encontrarse de frente a la extraña pareja que deambulaba por las calles a esas horas. Extrañados, se centraron en Alward, a quien le dedicaron una mirada de total desconfianza.

El hombre pájaro se atrasó medio paso de forma involuntaria, mientras que su compañera se mantuvo en su sitio examinando, ahora sí, a la pareja al completo. Tenían pinta de ser viajeros, ya que sus pertrechos de cuero por todo el cuerpo adornando sus ropajes y las alforjas que llevaban así lo declaraban.

-¿Habéis visto pasar a alguien por aquí?-Rompió el tenso silencio la mujer bestia-Una chica con una túnica desgastada.-Dio más detalles al respecto.

Si Alward no respondía, Katrina no iba a hacer más que eso. Aquella chica parecía en problemas, o al menos había enojado a aquellos dos por algún motivo. No parecían ser malos, pero no iba a vender a nadie así porque sí; algo en su interior se lo impedía.

Tras una intensa mirada mantenida a los dos viajeros, el Sevna se dignó a contestar.

-No.-Dijo claro y conciso.

Tanto el hombre como la mujer bestia se percataron de que quizás habían perdido demasiado tiempo para la rapidez que requería el perseguir a alguien. Ni siquiera se cuestionaron si el enmascarado mentía o no; le hicieron caso. Acto seguido, emprendieron de nuevo su camino de forma apresurada sin cortarse a la hora de empezar a correr.

Katrina recorrió la silueta de Alward de arriba a abajo, juzgándolo de alguna forma por lo que había hecho. Sin más, el enmascarado se dispuso a continuar su camino, pero la chica que había causado toda esa escena salió de su escondite e instó a la pareja a que no se fueran.

-¡...esperad!

Ambos entonces se detuvieron y echaron la vista atrás de una forma tan imponente que amedrentó un poco a la muchacha.

-...pensaba que ibas a delatarme...-Se dirigió exclusivamente a Alward.-Gracias por eso.

Alward asintió, agradeciendo aquellas palabras.

-De nada.

Acto seguido, se propuso a seguir la marcha, pero de nuevo, la extraña muchacha no iba a dejarlo ir tan rápido.

-¡Déjame compensarte!-Estiró su brazo derecho mientras que con el opuesto rebuscaba entre los bolsillos de su túnica para sacar una esfera de cristal-Puedo leerte el futuro

-No me interesa.-Respondió el Sevna con rotundidad.

-Vamos, lo haré gratis.-Insistió-Tan solo debes fijar tu mirada en la esfera...-El enmascarado sin darse cuenta ya lo estaba haciendo-...y concentrarte...

_________________________________________________________


Se escuchaban carcajadas a su derecha. Rápidamente llevó su atención allí y pudo darse cuenta que estaba sentado en un banco de piedra junto a un Guardia de Lunargenta. Este no se reía con él, sino que había un segundo compañero de profesión con el que intercambiaba aquellas risas. A él simplemente lo ignoraban. No los conocía, así que tenía sentido.

Echó un vistazo a su alrededor y se percató de que aquellos dos no eran los únicos pertenecientes al grueso del ejército más reconocido de la capital humana; el lugar estaba lleno de ellos, y todos estaban demasiado bien engalanados.

Tomó aire y notó que podía hacerlo con mayor facilidad de lo que estaba acostumbrado; no llevaba aquella horrible máscara ni los ropajes que iban asociados a ella y a una vida de ocultismo que se había hecho tan presente en él que le había devorado. En cambio, llevaba un atuendo bastante elegante, similar al que llevaba a las fiestas a las que solía ser invitado desde que le invistieron como caballero.

Al principio notó cierto nerviosismo al tener su rostro al descubierto e intentó tapárselo como podía; con las manos o bajando la mirada, pero luego se dio cuenta que estaba bien, nadie le observaba y estaba pasando totalmente desapercibido.

Siguió allí un poco más, observando las conversaciones e interacciones de todos a su alrededor, las cuales no podía escuchar con total claridad.

Todo estaba bien y en calma, pero él se sentía vacío. No pertenecía a ese lugar, a pesar de que fue uno de ellos.

Un Guardia pasó por su lado, sostenía una copa de vino en una mano. ¿Estaban de celebración?

Ese mismo Guardia pareció tropezar con algo; una baldosa sobresaliente de aquel suelo de piedra perfectamente pavimentado años atrás. La copa y lo que contenía tenían una trayectoria y un destinatario claro: Alward. Este no pudo hacer otra cosa que protegerse ante lo que era un impacto inminente. Uno que nunca llegó, pues esta le atravesó como si de un ser etéreo se tratara.

-¡Eh, ten más cuidado!-Dijo el Guardia que estaba sentado a la derecha de Alward.

-¡D-disculpa!

El Sevna entonces se puso de pie, asegurándose así de que, efectivamente, la copa le había atravesado.

En ese momento se volvió consciente de que estaba en una visión. ¿Qué tipo de magia era esa? Le entró cierta curiosidad sobre la chica de la bola de cristal, pues parecía no mentir.

Más adelante había un grupo compuesto por un número mucho mayor que los demás. Todos miraban a la misma dirección, parecían estar pendientes de algo o alguien. Afinó su oído y pudo distinguir que una voz empezó a hablar por encima de las demás. Pronto empezaron a callarse todos en el lugar para dejar hablar a esa voz.

Alward atravesó la multitud como si nada, pues realmente era como un fantasma.

Vio como en mitad de todo ese lugar había una plataforma de madera, con varias sillas elegantes y un atril en el centro, de cara al público. En las sillas estaban sentados todo tipo de personalidades de la Guardia a los que Alward conocía, también había otro tipo de personalidades no militares a los que el Sevna jamás había visto, pero debían ser importantes para estar allí.

Lo que más le impactó fue ver quién era la figura que presidía en el atril: Sashenka Dozorova, la cual llevaba una armadura que no estaba para nada adecuada para su puesto actual en la Guardia. Ese tipo de atuendos tan solo era permitido ser llevados por altos cargos. Pudo ver que la voz que sobresalía por encima de todas las demás y a las que los presentes le debían respeto era a la de ella.

-...y juro ostentar este cargo con honor, disciplina y lealtad. El imperio de la ley será efectivo y velará por lo justo, y nadie estará por encima de ella.-Echó una mirada general al público, acabándose por centrar en Alward, como si lo viera directamente.-Y aquellos que actúen en contra o fuera de las directrices de esta serán castigados.-


_________________________________________________________


...y volvió en sí.

Ahora estaba en una posición diferente. Lo habían colocado sentado en uno de los muros exteriores de los edificios que componían aquellas callejuelas tan poco transitadas, seguramente debido al estado de trance en el que entró.

-¿Ella es importante para ti? -La chica se había quedado todo el tiempo frente a Alward, incluso ahora de cuclillas, mostrándole la esfera de cristal. Ahora el interior de esta estaba envuelto en una neblina espesa.

El enmascarado miró a su alrededor antes de responder. Katrina estaba sentada encima de unas cajas que se encontraban a un par de metros más a la derecha de él, observándolo todo en silencio. Acto seguido, el primero devolvió su atención a la propietaria de aquel extraño artefacto.

-...sí...-Respondió entre dientes. Luego suspiró.

-Pues será bastante importante. -

-...pero yo no estaré ahí.-Dijo algo apenado. Acto seguido miró a la chica con sospecha.-¿No se suponía que ibas a mostrarme el futuro?

-Bueno...-Sonrió de forma falsa y nerviosa-Te muestro el futuro, pero no el tuyo...-Siguió sonriendo nerviosa hasta el punto de soltar una breve y corta risa para quitarle hierro al asunto. Luego de un corto silencio, volvió a hablar para cortar la posible tensión del momento-Si te interesa saberlo, quizás tu compañera...-

La muchacha miró hacia Katrina, que en todo momento estaba silente y observadora, con su pierna izquierda cruzada sobre su derecha, apoyando el codo de su brazo derecho sobre su rodilla más alzada, descansando así su mentón sobre la palma de la mano.

-Ni te atrevas.-Sonó amenazante, retumbando su voz mágica así sobre las mentes de ambos.


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Mensaje  Vincent Calhoun Lun Ene 04 2021, 21:57

____________________________________________________________________________

La barda en el reino de los...
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- Ah ya, conozco a ese par. Ha vuelto a acertar con protagonistas que he conocido alguna vez-, le dijo el brujo a la vidente. - Sabía que llegarían lejos. Hay ciertas personas que demuestran personalidad y no flaquean cuando sus convicciones quedan sobre el alambre. Una suerte que a estos dos les gusten las causas justas-, mentó, trayendo consigo un tanto de picardía hacia su rostro.

Luego, el mercenario colocó una nueva moneda sobre la madera de la mesa.

- Bueno, el dinero está para gastarse y usted sabe que “alguna más” conlleva más de una historia-, sonrió.

La joven no perdió el tiempo en ganarse el precio de ese renovado aero.

Y como en repetidas ocasiones, movió las manos al son de su canto, iniciando la magia del interior de la bola de cristal.

En esta ocasión, la niebla se disipó mostrando un imponente castillo que cortaba el horizonte anaranjado de un agónico atardecer, que tenía el tiempo contado,. La fortaleza era de un material tan oscuro como el interior de la boca de un dragón, pero las piedras, que lo conformaban, estaban tan bien trabajadas que desprendían exquisitez. Las figuras y gárgolas eran tan refinadas como las que podrías encontrar en el hogar del más rico de los nobles, y tenían la elegancia y las características de aquellos que dominaban la noche.

La algarabía no tardó en alcanzar el relato, cuando la escena paseó cerca de una de sus balconadas. La música se hacía dueña del lugar, las risas, el canto y la festividad eran parte del encanto del salón.

La distinción se volvía personalidad en cada uno de los asistentes a aquella majestuosa celebración, copa en mano de vino, alcohol, todos néctares de los dioses, la calidad no se escatimaba.

No obstante, pese a los juglares y a los cánticos, pese a la elegancia y la diversión que se extendía por el salón a partes iguales, las miradas, expresiones de afecto, reverencias y demás ofrendas en forma de agasajos gestuales, se centraban en los protagonistas principales de aquella velada.

Una bella joven, a medio camino entre la más maravillosa de las mujeres y la más refinada de las gatas, copaba la atención de la mayoría de los asistentes. Muchos no se limitaban a los gestos, obsequiaban a la dama con prendas y regalos, y dejaban cestas grandes llenas hasta arriba de hierba gatera.

Un gato, vestido con los más ricos ropajes, se mantenía tras ella, siendo el otro destacado protagonista de aquella celebración. No obstante, por más rico que pareciera, no era ni la mitad de elegante que la joven medio humana que se erguía delante de él, ante sus ojos. Él era la expresión hecha vida de que con oro, no todo se podía comprar.

Además, su pelaje estaba alborotado, la mirada contenida en sus heterocromáticos y felinos ojos estaban cargados con la entremezcla de la locura y la terquedad.

Volvía hacerse cierta la premisa. La tragedia siempre se convertía en historia cuando el señor de los lares era el más loco de los presentes.

En cualquier caso, a la joven no solo se le acercaron invitados para darle ofrendas y reverencias, más de uno quiso sacarla a bailar. Sin embargo, la medio felina mujer desestimó con educación cualquiera de aquellas proposiciones.

Era el centro de la fiesta, la mujer adorada por todos, pero su corazón no estaba henchido de gracia ni felicidad.

Al menos hasta que él llegó. Al menos hasta que apareció el gato al que no pudo decirle que no.

Él era todo lo contrario al loco señor de esas tierras. Era porte y elegancia, enigmático, místico tras su plateada máscara sobre su hocico. De rubio pelaje, oro en vida lo hacía parecer.

No, a él no le pudo negar un baile.

- No temáis-, comentó, al tiempo que la llevaba con el agarre de su diestra pata al centro del salón. - No todos en este lugar están locos. El artefacto debe ser destruido para que todos podamos escapar de la maldición. Debemos darnos prisa. Pasada la noche, os volveréis una gata a cuerpo completo, y será más difícil lograr el éxito.

- Barón, ¿sois vos?

El dorado gato enmascarado medio sonrió con su inherente elegancia, clavando la vista sobre la verde esperanza mirada de la dama, y con un rápido gesto se desabrochó la capa y la lanzó sobre la guardia del loco rey gato.

La aventura había comenzado. Y Alisha, la ahora medio gata, estaba lista para cumplir con su papel y acabar con la maldición.


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Mensaje  Rauko Mar Ene 05 2021, 05:10

 –Interesante, cuéntame más –dije con una sonrisa perezosa, acostado sobre la espalda del upelero de madera.

 –¿Tú cuándo llegaste? –preguntó Futuros Locos tras dar un respingo.

 –La pregunta debería ser: ¿tú cuándo llegaste? –repuse con los ojos entrecerrados y señalándola con mi dedo índice.

 Ella me miró en silencio, tal vez pensando en cómo hacer que me largara, o tal vez pensando que el orden cronológico en que han llegado sus clientes es demasiado confuso.

 –Bueno –dije luego de unos segundos de silencio innecesario–, volví porque por fin pude asimilar lo que me mostraste antes y entender que eso no me dice mucho del mundo en el futuro. De hecho, ni siquiera sé qué tan en el futuro fue eso. Así que quiero intentar de nuevo.

 –Ah, vale –contestó–, pero quita tu pájaro de mi cara.

 Asentí con la cabeza, me bajé del upelero y le ordené a este que se fuera a matar cucarachas. Agatha soltó un suspiro de alivio y volvió a encender su bola.



 En esa noche existía un frío brutal y terrorífico. Pero este frío residía en el corazón de los que se congregaron en aquel lugar. Era un frío que nació del miedo.

 Y aquello que era responsable de esta profunda inseguridad era un evento, el evento que prometía hacer que nadie más pudiera tener esperanza al mirar las constelaciones de las viejas leyendas.

 El escenario se preparó en la plaza principal de Lunargenta. En el centro estaba la guillotina, con el viejo rebelde enmascarado en posición para recibir su castigo, flaqueado por dos soldados; el símbolo de una serpiente mordiendo su propia cola estaba plasmaba en el uniforme de ambos.

 Ningún espectador estaba de acuerdo con la ejecución. Sin embargo, cualquier protesta significaba convertirse en un obstáculo para alcanzar «el nuevo mundo», y los que ahora tenían el poder nunca dudaban en erradicar cualquier obstáculo. Si aún había alguien lo suficientemente necio para seguir oponiéndose era el rebelde enmascarado.

 «¿Por qué siguió luchando durante tantos años?».

 Esa pregunta asaltó la mente de las personas. Aunque reflexionaran sobre ello, no encontrarían sentido a su lucha.

 «Cayó hacia la muerte, conoció el terror y, aun así, logró levantarse y volver a empuñar sus armas».

 Era un necio, concluía la mayoría, aunque no podían evitar admirar su osadía.

 «Perdió mucho por aferrarse a sus ideales. Podría haberse rendido para no perder a nadie más, pero siguió luchando por lo que cree correcto».

 Las personas habían inclinado sus cabezas para no perder lo que era más valioso para ellos: sus vidas y las de sus seres queridos. ¿Acaso era eso algo malo? ¿Por qué sacrificarían lo que amaban por el bien del resto del mundo?

 No querían luchar. Querían estar a salvo, y muchos se dijeron a sí mismos que los que han muerto podrían haber vivido si sencillamente no se rebelaban, así que no debían sentirse culpables por estar vivos. Algunos incluso quisieron creer que, tal vez, el nuevo mundo sería mejor, sin más injusticias, sin más guerras sin sentido.

 «Pero un mundo sin corrupción es imposible».

 Ese pensamiento los golpeó.

 «Mientras las personas existan, también existirá la corrupción en algún lugar; es algo inevitable. Eso no lo entienden los que gobiernan ahora, que buscan una utopía inalcanzable a través de la masacre. Han asesinado a demasiadas buenas personas que sí podrían haber mejorado un poco el mundo, y los seres queridos de las víctimas están marcados emocionalmente al contemplar esas muertes, sembrando en ellos la semilla que algún día brotará en rebelión, continuando un ciclo de conflictos sin fin. Eso sí carece de sentido».

 Muchos de los espectadores, los que habían perdido amigos y familiares, recordaron el dolor y la chispa del odio volvió a ellos.

 Uno de los soldados procedió a dar un discurso en el que explicaba los crímenes del rebelde enmascarado. Entre ellos, evitar ejecuciones públicas de otros peligrosos rebeldes. Los oyentes recordaron que muchos de esos «peligrosos rebeldes» eran buenas personas. Pero, por supuesto, todos guardaron lo que realmente pensaban, excepto una mujer anciana. Esta gritó a favor del enmascarado.

 Todos sabían lo que ahora le esperaba a esa anciana necia. ¿Qué ganaba con no quedarse callada?, se preguntaron. No tenía sentido.

 Ella, aunque empezó a temblar cuando un soldado se acercó a ella, no apartó sus ojos acerados de los de él. Los espectadores se sintieron incómodos, pero nadie hizo algún movimiento para intervenir.

 «Esto está mal».

 Nadie podía negarlo.

 «Esto es algo que seguirán viendo todos los días si no hacen nada».

 Eso ya lo sabían, aunque intentaran engañarse a sí mismos.

 «Este es el mundo en que sus hijos crecerán, un mundo donde esto es correcto, donde no existe la libertad, donde ustedes siempre tendrán este miedo calando en sus corazones. Un mundo que ustedes permitieron y que pudieron evitar. Un mundo donde no se mueven buscando la felicidad sino evitando el dolor. ¿Qué sentido tiene no intentar cambiarlo?».

 Pero ellos preferían vivir, a pesar de todo.

 «¿Y esto es vivir?».

 De todas maneras, ¿qué podían hacer? Aunque quisieran que las muertes de los que lucharon por lo correcto no fueran en vano, aunque quisieran vivir sin un temor constante, no eran héroes como el rebelde enmascarado. Eran personas normales, débiles, insignificantes y cobardes.

 De pronto una pequeña piedra golpeó en la cabeza al soldado que encaraba la anciana, derribándolo. La piedra la había arrojado un niño, su rostro cubierto por una máscara.

 «La anciana tampoco es una guerrera, pero alzó su voz. Este niño tampoco es un guerrero, pero acaba de derribar a un soldado».

 Más enmascarados aparecieron, algunos para enfrentar a los soldados que intentaron capturar al niño y a la anciana, otros se movían entre la multitud entregando máscaras.

 «Todos pueden ser héroes».

 Una chica de larga cabellera blanca subió al escenario. Los que intentaron frenar su avance de pronto empezaron a luchar entre ellos cuando ella proyectó una canción en sus mentes. Sin nadie más interponiéndose, liberó al rebelde enmascarado y le entregó un par de espadas.

 «El rebelde enmascarado seguirá luchando», prosiguió la vampiresa, volteándose hacia su público, «sin importar cuánto pierda o lo cansado que esté, incluso si nadie se lo ha pedido. Sin embargo, solos somos débiles. Es algo que aprendimos amargamente durante años. Pero, aunque se crean insignificantes, estando juntos podemos lograr un cambio. Ya no tienen que seguir inclinando sus cabezas. Ya no deben pensar que nuestras pérdidas fueron en vano. Pueden dejar de engañarse a sí mismos pensando que luchar es simplemente absurdo. Nuestros fracasos y nuestro dolor convergen aquí, en la noche en que podemos unirnos y luchar por el futuro que deseamos para nosotros, que deseamos para los que amamos y que desearon los que ya no están. Y así, aunque parezca lejana, puedo ver la victoria tan clara como las estrellas que resplandecen en este cielo nocturno».

 Alzaron la mirada, encontrando las constelaciones de los Stellazios.

 Entonces, uno a uno, fuera con determinación o aún con dudas, se colocaron las máscaras.

 Las estrellas serían testigos del inicio de un mundo que dejaría de depender de un solo hombre para ser salvado.


 La imagen se desvaneció. La esfera quedó vacía, pero seguí mirándola durante un momento.

 –¿Quiere otra visión? –preguntó Agatha–. Puedo mostrarte uno de un bebé barbudo que cocina y baila de maravilla al mismo tiempo –ofreció con una sonrisa.

 –Las personas nunca aprenden –murmuré para mí.

 –¿Uh?

 Miré a Futuros Locos a los ojos.

 –Agatha…

 –Ágata –corrigió enseguida.

 –¿Alguna vez has visto un futuro donde no haya más guerras?

 –Hmm… –empezó, y se tomó varios segundos intentando decir algo más.

 –Eso imaginé –suspiré con una sonrisa amarga. Tras un instante logré desechar esos pensamientos y volví a adoptar un semblante de despreocupación–. Bueno, toma. –Le ofrecí un par de monedas a Futuros Locos–. Para que te compres un pancito –expliqué antes de darle unas palmaditas en la cabeza y marcharme de nuevo.


(☞°∀°)☞ OFFROL ☜(°∀°☜)

Y ahora una historia para Alward Sevna =)
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