Luz y Oscuridad [Evento Objetos del 19]
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Luz y Oscuridad [Evento Objetos del 19]
—Lo harán esta noche, después de la misa.
—¿La cosa mala?, ¿estás seguro?
—Lo oí de boca de la Condesa mientras estaba podando los rosales. No es que se preocupara mucho por ocultarlo. Al menos, ahora sabemos qué era toda esa correspondencia: invitaciones para el espectáculo.
—Pero, ¡debemos impedirlo!
—¡No podemos! Nos ha costado mucho llegar hasta aquí. Todos los demás están haciendo su parte y es nuestro turno. Debemos asistir a esa misa como si no pasara nada, ¿entiendes?
—Entiendo, pero… ¿y si lo consiguen y pasan cosas malas porque no lo impedimos?
—A veces, hay que dejar que pasen cosas malas para evitar que pasen cosas peores. Mantén la vista en el objetivo, recuerda por qué estamos aquí.
—¡Para hacernos con los objetos y que el Hombre Muerto no los consiga!
—Así es. Puedes hacerlo, amigo.
La Iglesia de los Hijos estaba más llena de lo que lo había estado nunca. Si había un lugar en todo Sacrestic Ville en que pudiera verse confraternizar a gentes de toda raza y clase social era aquel. Apenas una hilera de bancos separaba a la poderosa Condesa Bradbury del humano que cuidaba de sus rosales y, sólo dos asientos más allá del notario Lothar y su bien vestida esposa, podía verse al pequeño hombre-zarigüeya que limpiaba las gárgolas del templo.
“No cerréis las puertas que no he abierto yo”. Aquella noche, más que nunca, las puertas permanecían abiertas. Las de la planta alta, al menos. A la parte baja, sólo los más devotos solían acudir. Aunque no a muchos pareció importarle. Ya antes de terminar la misa, empezaban a oírse los primeros gemidos. Fueron muchos los que, encendidos por el apasionado discurso de la Sacerdotisa, acudieron a las capillas laterales a desfogar su fervor. Después de todo, quién sabía si el propio Habak se les acabaría uniendo más pronto que tarde.
Aunque no fue un grupo excesivamente amplio el que, casi en trance, siguió a la Sacerdotisa por las escaleras, fueron muchos menos los que quedaron en el altar principal, a la espera de los próximos acontecimientos. Abajo, la Sacerdotisa Luthiena Betanni, conocida hasta hacía poco como Laluth, se colocó frente al féretro que todos adoraban y comenzó la oración a la que no tardaron en unirse el resto de los fieles:
A medida que avanzaba, la oración iba creciendo en intensidad y Luthiena, La Luz, se acercaba más al cuerpo embalsamado. Antes de terminar la última estrofa, se había sentado a horcajadas sobre él y se movía lasciva, anticipando el momento en que su Dios se agitaría por fin entre sus muslos. Las exclamaciones de júbilo del resto de fieles la devolvieron al presente.
—Ha llegado el momento —dijo con voz aún jadeante mientras tomaba la daga que descansaba sobre el pecho de su futuro esposo— en que el Padre ha de volver con sus Hijos. Que el poder de este objeto maldito se vierta en tu sangre y alimente tu carne.
Con un rápido movimiento de la mano armada, hizo un corte profundo en su muñeca libre y la ofreció al amado como si de una caricia se tratara. La sangre de la elfa regó los labios sin vida de la momia, que no llegaron a rebosar, incluso pareció que se abrían para recibir mas. ¡Habak había aceptado el regalo!
Los allí reunidos no pudieron evitar acercarse un poco más a los yacentes al ver la expresión de triunfo de su Sacerdotisa. ¿Estaba funcionando? Al cabo de un momento, todos pudieron verlo. Lentamente, como si a su dueño le costara recordar cómo hacerlo tras tantos siglos inmóvil, los dedos de su mano comenzaron a moverse. Su mano llegó a alzarse levemente, como si deseara asirse al muslo ajeno. Y entonces, volvió a caer.
Un clamor silencioso salió de todas las gargantas allí presentes. Luthiena vio con terrible desilusión cómo la boca que alimentaba se llenaba y el rojo líquido se desbordaba por la mejilla de su amado hasta ensuciar el lecho.
—No lo entiendo —murmuró la Sacerdotisa—. Estaba funcionando.
—Tal vez tu sangre ya no le interesa tanto. —Una mezcla de rencor y desilusión inundaba la voz de la Condesa al pronunciar esas palabras— Deberíamos volver al plan original: un vampiro para traer a otro vampiro.
—Thorlak no es lo bastante fuerte y, con mi Luz de vuelta, no lo necesitamos —dijo Luthiena bajando de su trono—. Podemos tenerlo de vuelta en cuerpo y alma.
—¿Y no has pensado que sea esa “luz” tuya la que le impide volver? Es un vampiro, después de todo.
—¿De qué estás hablando, Amanda? —dijo la elfa dejando la daga sobre el pecho de Habak y avanzando hacia la condesa—. ¡Ha funcionado, todos habéis visto que ha funcionado!
—¡Oh, sí, ya veo cómo ha vuelto a la vida! ¿Cuánto ha sido, dos latidos? ¿Tres?
—¡Sólo necesitamos más poder, más objetos! —Luthiena pasaba la mirada por cada uno de los presentes, tratando de leer las caras que la observaban. Algunos mostraban gestos de decepción, como el de la Condesa, otros parecían asentir a sus palabras—. ¡Lo habéis visto! —repitió—, ¡se ha movido! Si reunimos más objetos, estoy segura de que lo lograremos.
—¿Y qué más te da a ti? —preguntó Amanda Bradbury sin poder ocultar el tinte del resentimiento en su voz—. Ya tienes lo que querías, ya puedes volver a tu bosque.
—¡Así que se trata de eso! —dijo entonces la elfa. Su gesto se volvió duro y su espalda se enderezó hasta dar la impresión de haber crecido varias pulgadas—. ¿Estás celosa porque tú no puedes salir al sol a hacer malabares con los elementos?
En medio de la disputa, sólo un par de pequeños ojos, que ni siquiera tendrían que haber estado allí abajo, se percataron de que la daga maldita parecía moverse por sí misma, reptando por el pecho del difunto hasta el lecho y, desde allí, bajando con cuidado hasta el suelo.
No, a la daga no le habían crecido patas, ni mucho menos, aunque el par de pequeños ojos podría haber jurado que así era. Tras fijarse mejor, el par de diminutos ojos pudo distinguir al pequeño destacamento de hormigas que trasladaban el arma hasta los pies de una figura de orejas picudas que, como el dueño del pequeño par de ojos, se había mantenido al margen de la discusión.
La sombra se agachó, tomó el arma y, sin que nadie más se fijara en ella, se esfumó escaleras arriba. Una pequeña figura la siguió.
—¡Tiene la daga!
Eso fue todo lo que Hont tuvo que decir para que, una vez en la planta alta, Gardian se lanzase sobre el elfo. Ambos rodaron por el suelo, hasta que unas vides empujaron al humano hacia atrás. El elfo se revolvió para escapar. Hont se lanzó sobre él y le clavó las zarpas en la cara. Otra vid lo lanzó de vuelta contra el trono.
Os doy la bienvenida, mortales, al templo de Habak. Para este desafío necesitaremos dos PJs. Uno, por el lado de los Hijos de Habak ([Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]) y otro, por el lado de los Buscones ([Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]). Ambos tendréis misiones diferentes para este turno:
En ti, hijo (o hija) de Habak, recae la misión de mantener a la Iglesia unida. Como has visto, dos de las más importantes personalidades del culto están que se tiran de los pelos. Deberás lograr que hagan las paces y vuelvan a trabajar juntas, antes de que los demás empiecen a tomar partido y la riña se convierta en una pelea seria. No se trata de una pelea trivial, Amanda Bradbury fue convertida contra su voluntad y no está llevando nada bien el reciente cambio de la Sacerdotisa Laluth (por si no lo sabes, Laluth se deshizo recientemente de su vampirismo y volvió a su antigua condición de elfa. Puedes leerlo [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]). La Condesa es una mujer influyente, si no consigues restablecer la paz, las cosas no acabaran bien para los Hijos de Habak esta noche. Tienes más información y enlaces de interés sobre la condesa y la sacerdotisa en el tema indicado más arriba sobre los Hijos de Habak.
El objetivo de nuestro segundo contendiente para este turno es más directo. Tú estas con los Buscones (más información sobre los Buscones y su misión en el enlace indicado arriba). Hont, Gardian y tú lleváis semanas infiltrados entre los Hijos de Habak con la esperanza de haceros con el objeto del 19 en manos de Laluth pero, una vez más, el Hombre Muerto se os ha adelantado. Debes detener a su secuaz antes de que desaparezca con la daga. Nuestro elfo misterioso sigue el Camino de la Naturaleza y siente cierta predilección por los insectos.
Para ambos: El éxito o fracaso de vuestra misión lo determinarán vuestra narración y habilidades, pero tirad runa, le dará emoción a lo que venga después. El orden en que respondáis en este turno es irrelevante. Podéis leer el informe sobre la daga maldita aquí: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo].
—¿La cosa mala?, ¿estás seguro?
—Lo oí de boca de la Condesa mientras estaba podando los rosales. No es que se preocupara mucho por ocultarlo. Al menos, ahora sabemos qué era toda esa correspondencia: invitaciones para el espectáculo.
—Pero, ¡debemos impedirlo!
—¡No podemos! Nos ha costado mucho llegar hasta aquí. Todos los demás están haciendo su parte y es nuestro turno. Debemos asistir a esa misa como si no pasara nada, ¿entiendes?
—Entiendo, pero… ¿y si lo consiguen y pasan cosas malas porque no lo impedimos?
—A veces, hay que dejar que pasen cosas malas para evitar que pasen cosas peores. Mantén la vista en el objetivo, recuerda por qué estamos aquí.
—¡Para hacernos con los objetos y que el Hombre Muerto no los consiga!
—Así es. Puedes hacerlo, amigo.
La Iglesia de los Hijos estaba más llena de lo que lo había estado nunca. Si había un lugar en todo Sacrestic Ville en que pudiera verse confraternizar a gentes de toda raza y clase social era aquel. Apenas una hilera de bancos separaba a la poderosa Condesa Bradbury del humano que cuidaba de sus rosales y, sólo dos asientos más allá del notario Lothar y su bien vestida esposa, podía verse al pequeño hombre-zarigüeya que limpiaba las gárgolas del templo.
“No cerréis las puertas que no he abierto yo”. Aquella noche, más que nunca, las puertas permanecían abiertas. Las de la planta alta, al menos. A la parte baja, sólo los más devotos solían acudir. Aunque no a muchos pareció importarle. Ya antes de terminar la misa, empezaban a oírse los primeros gemidos. Fueron muchos los que, encendidos por el apasionado discurso de la Sacerdotisa, acudieron a las capillas laterales a desfogar su fervor. Después de todo, quién sabía si el propio Habak se les acabaría uniendo más pronto que tarde.
Aunque no fue un grupo excesivamente amplio el que, casi en trance, siguió a la Sacerdotisa por las escaleras, fueron muchos menos los que quedaron en el altar principal, a la espera de los próximos acontecimientos. Abajo, la Sacerdotisa Luthiena Betanni, conocida hasta hacía poco como Laluth, se colocó frente al féretro que todos adoraban y comenzó la oración a la que no tardaron en unirse el resto de los fieles:
De la noche de los tiempos,
de la oscuridad.
He regresado a buscar
un don para la humanidad.
Y no pronuncian mi nombre,
aunque bien saben quién soy.
De su soberbia y su odio,
el reflejo alimentado soy
Fluyo a través de las vidas
que no consiguen saber.
Donde encontrar la salida
que abre la puerta del mal y el bien
Ven hacia mí
y déjame morar en ti.
Soy el deseo,
lo oscuro que hay en ti.
Compro sus sueños por su alma
y su Dios pregunta: ¿Cuánto da?
Soy quien soy,
Mi nombre es la luz.
de la oscuridad.
He regresado a buscar
un don para la humanidad.
Y no pronuncian mi nombre,
aunque bien saben quién soy.
De su soberbia y su odio,
el reflejo alimentado soy
Fluyo a través de las vidas
que no consiguen saber.
Donde encontrar la salida
que abre la puerta del mal y el bien
Ven hacia mí
y déjame morar en ti.
Soy el deseo,
lo oscuro que hay en ti.
Compro sus sueños por su alma
y su Dios pregunta: ¿Cuánto da?
Soy quien soy,
Mi nombre es la luz.
A medida que avanzaba, la oración iba creciendo en intensidad y Luthiena, La Luz, se acercaba más al cuerpo embalsamado. Antes de terminar la última estrofa, se había sentado a horcajadas sobre él y se movía lasciva, anticipando el momento en que su Dios se agitaría por fin entre sus muslos. Las exclamaciones de júbilo del resto de fieles la devolvieron al presente.
—Ha llegado el momento —dijo con voz aún jadeante mientras tomaba la daga que descansaba sobre el pecho de su futuro esposo— en que el Padre ha de volver con sus Hijos. Que el poder de este objeto maldito se vierta en tu sangre y alimente tu carne.
Con un rápido movimiento de la mano armada, hizo un corte profundo en su muñeca libre y la ofreció al amado como si de una caricia se tratara. La sangre de la elfa regó los labios sin vida de la momia, que no llegaron a rebosar, incluso pareció que se abrían para recibir mas. ¡Habak había aceptado el regalo!
Los allí reunidos no pudieron evitar acercarse un poco más a los yacentes al ver la expresión de triunfo de su Sacerdotisa. ¿Estaba funcionando? Al cabo de un momento, todos pudieron verlo. Lentamente, como si a su dueño le costara recordar cómo hacerlo tras tantos siglos inmóvil, los dedos de su mano comenzaron a moverse. Su mano llegó a alzarse levemente, como si deseara asirse al muslo ajeno. Y entonces, volvió a caer.
Un clamor silencioso salió de todas las gargantas allí presentes. Luthiena vio con terrible desilusión cómo la boca que alimentaba se llenaba y el rojo líquido se desbordaba por la mejilla de su amado hasta ensuciar el lecho.
—No lo entiendo —murmuró la Sacerdotisa—. Estaba funcionando.
—Tal vez tu sangre ya no le interesa tanto. —Una mezcla de rencor y desilusión inundaba la voz de la Condesa al pronunciar esas palabras— Deberíamos volver al plan original: un vampiro para traer a otro vampiro.
—Thorlak no es lo bastante fuerte y, con mi Luz de vuelta, no lo necesitamos —dijo Luthiena bajando de su trono—. Podemos tenerlo de vuelta en cuerpo y alma.
—¿Y no has pensado que sea esa “luz” tuya la que le impide volver? Es un vampiro, después de todo.
—¿De qué estás hablando, Amanda? —dijo la elfa dejando la daga sobre el pecho de Habak y avanzando hacia la condesa—. ¡Ha funcionado, todos habéis visto que ha funcionado!
—¡Oh, sí, ya veo cómo ha vuelto a la vida! ¿Cuánto ha sido, dos latidos? ¿Tres?
—¡Sólo necesitamos más poder, más objetos! —Luthiena pasaba la mirada por cada uno de los presentes, tratando de leer las caras que la observaban. Algunos mostraban gestos de decepción, como el de la Condesa, otros parecían asentir a sus palabras—. ¡Lo habéis visto! —repitió—, ¡se ha movido! Si reunimos más objetos, estoy segura de que lo lograremos.
—¿Y qué más te da a ti? —preguntó Amanda Bradbury sin poder ocultar el tinte del resentimiento en su voz—. Ya tienes lo que querías, ya puedes volver a tu bosque.
—¡Así que se trata de eso! —dijo entonces la elfa. Su gesto se volvió duro y su espalda se enderezó hasta dar la impresión de haber crecido varias pulgadas—. ¿Estás celosa porque tú no puedes salir al sol a hacer malabares con los elementos?
En medio de la disputa, sólo un par de pequeños ojos, que ni siquiera tendrían que haber estado allí abajo, se percataron de que la daga maldita parecía moverse por sí misma, reptando por el pecho del difunto hasta el lecho y, desde allí, bajando con cuidado hasta el suelo.
No, a la daga no le habían crecido patas, ni mucho menos, aunque el par de pequeños ojos podría haber jurado que así era. Tras fijarse mejor, el par de diminutos ojos pudo distinguir al pequeño destacamento de hormigas que trasladaban el arma hasta los pies de una figura de orejas picudas que, como el dueño del pequeño par de ojos, se había mantenido al margen de la discusión.
La sombra se agachó, tomó el arma y, sin que nadie más se fijara en ella, se esfumó escaleras arriba. Una pequeña figura la siguió.
—¡Tiene la daga!
Eso fue todo lo que Hont tuvo que decir para que, una vez en la planta alta, Gardian se lanzase sobre el elfo. Ambos rodaron por el suelo, hasta que unas vides empujaron al humano hacia atrás. El elfo se revolvió para escapar. Hont se lanzó sobre él y le clavó las zarpas en la cara. Otra vid lo lanzó de vuelta contra el trono.
- elfo misterioso:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
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Os doy la bienvenida, mortales, al templo de Habak. Para este desafío necesitaremos dos PJs. Uno, por el lado de los Hijos de Habak ([Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]) y otro, por el lado de los Buscones ([Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]). Ambos tendréis misiones diferentes para este turno:
En ti, hijo (o hija) de Habak, recae la misión de mantener a la Iglesia unida. Como has visto, dos de las más importantes personalidades del culto están que se tiran de los pelos. Deberás lograr que hagan las paces y vuelvan a trabajar juntas, antes de que los demás empiecen a tomar partido y la riña se convierta en una pelea seria. No se trata de una pelea trivial, Amanda Bradbury fue convertida contra su voluntad y no está llevando nada bien el reciente cambio de la Sacerdotisa Laluth (por si no lo sabes, Laluth se deshizo recientemente de su vampirismo y volvió a su antigua condición de elfa. Puedes leerlo [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]). La Condesa es una mujer influyente, si no consigues restablecer la paz, las cosas no acabaran bien para los Hijos de Habak esta noche. Tienes más información y enlaces de interés sobre la condesa y la sacerdotisa en el tema indicado más arriba sobre los Hijos de Habak.
El objetivo de nuestro segundo contendiente para este turno es más directo. Tú estas con los Buscones (más información sobre los Buscones y su misión en el enlace indicado arriba). Hont, Gardian y tú lleváis semanas infiltrados entre los Hijos de Habak con la esperanza de haceros con el objeto del 19 en manos de Laluth pero, una vez más, el Hombre Muerto se os ha adelantado. Debes detener a su secuaz antes de que desaparezca con la daga. Nuestro elfo misterioso sigue el Camino de la Naturaleza y siente cierta predilección por los insectos.
Para ambos: El éxito o fracaso de vuestra misión lo determinarán vuestra narración y habilidades, pero tirad runa, le dará emoción a lo que venga después. El orden en que respondáis en este turno es irrelevante. Podéis leer el informe sobre la daga maldita aquí: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo].
Fehu
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Re: Luz y Oscuridad [Evento Objetos del 19]
Lunargenta. Semanas antes de la misa.
-¿Habakhuk?... Paul, no es una buena idea.-Comentó Elizabeth en voz baja, mientras que acomodaba los frascos de alquimia en cada estante. Su preocupación se distinguía a pesar de actuar normalmente, aunque su voz aguda se encontraba medio temblorosa, quizá de sólo pensar en las consecuencias de aquél decisión tan apresurada. El miedo de verse involucrada en una guerra, así como lo estuvo hace varias décadas en su época de pirata, la dejaba intranquila. Ella buscó por tantos años un refugio, fuera de tanta lucha y sangre, para disfrutar la naturaleza Aerandiana que se hallaba justamente alrededor. En resumen, la elfa sabía perfectamente que los peligros de lidiar con gente poderosa significaba muerte. Quizá esta vez no iba a sobrevivir como lo hizo en tiempos pasados, y para ser sincero, la probabilidad de que su destino sea ese es muy clara. Sin embargo, no había tiempo para pensarlo o incluso dialogar con su camarada, el vampiro Paul. El taller aún estaba en deplorables condiciones con líquidos extraños regados por el suelo de madera, mientras que también habían pedazos de vidrios en cada rincón del lugar. Elizabeth no tenía otra opción que terminar de limpiar, pero no dejaría que el colmilludo se fuera sin ayudarle al menos un poco; tampoco era su sirvienta.
El vampiro, quien observaba la mesa en frente suyo, empezó a deslizar su dedo por encima de esta, pensativo de su futuro o si sus convicciones eran las correctas para arriesgar su propia vida. -No lo entiendes. No es una decisión, es mi condición actual.-Sin más preámbulo, golpeó el tablero con su mano empuñada y se levantó para luego cruzar sus brazos. -Verás, en mi ausencia, escuché algo que me ha interesado bastante de ese hombre.-Continuó con su discurso, al tiempo que la elfa bajaba la velocidad en que organizaba el taller, ya que quería oír su anécdota. -Y No sé si es un mito, o se trata de algo real, pero... Él es el primer vampiro, Elizabeth.-Puso énfasis en la última oración, reflejando su emoción en el tema. Las miradas de los dos se cruzaron por un segundo, otra vez en otra especie de silencio intenso. Ninguno supo qué decir, uno creyendo que la había convencido, entretanto, ella pensando que aún parecía un estúpido plan. Si esto se tratara de una sentencia de muerte, entonces habría que expresarse antes de que no haya vuelta atrás, y así fue cómo pensó Elizabeth antes de hablar.
-¿Y por qué te parece tan importante como para perder la vida?-Preguntó, ahora con sus ojos enfocados justamente en él. También dejó de ordenar los objetos. -Esto no es un juego. Tampoco se trata de un culto. ¡Estás declarando guerra a muchos clanes, gremios, y grupos que detestan tu maldita existencia!-
-¿Acaso debería quedarme callado al ver la infinidad de vampiros que lamentablemente son cazados y torturados por alimentarnos? ¿De eso se trata? ¿De ceder el poder a esos imbéciles?-
-¡Sí, Paul! Justamente de eso se trata. No tienes oportunidad de sobrevivir contra ellos.-Elizabeth no tardó en acercarse y tomarle de su vestimenta, acercándolo al rostro de ella para estrellar su frente con la del seductor. -No tenemos a nadie. ¿¡Quién va a respaldar tus caprichos que no sea yo, Gonzalo, o tus secuaces quienes andan perdidos por meses!?-
-Cuando vea a Habakhuk vivo, yo mismo los protegeré. Él tiene las respuestas de cada pregunta que he tenido desde mi conversión. Él es el vampiro más sabio de nuestra especie.-
_____________________________
Actualidad, Sacrestic Ville
Como si se tratara de humo, la remembranza se disolvió velozmente de sus pensamientos, ahora visualizando su recurrente ubicación en una iglesia de Sacrestic Ville. Esta se veía llena y no dejaba tanto espacio; no obstante, el respeto del uno al otro era tan grata que cualquier persona era bienvenida y los hijos de Habak no tenían ningún problema en crujir sus propios cuerpos para dejar entrar otra criatura. Al llegar, el olor a sangre fue embriagante para Paul, debido a que habían diferentes seres en la congregación, desde los más débiles humanos, hasta los propios elfos que suelen catalogarse como "La Luz" en Aerandir. Algunos le saludaron, otros le abrazaron, e incluso también lo trataron de llevar al frente para que se sintiera en familia con una religión tan tolerante como la del primer vampiro, pero no fue suficiente para convencer al guapetón para cambiar sus ideales. Al menos no todavía.
La ceremonia empezó de un modo pacífico en un ritual de sangre, donde una de las mujeres más emblemáticas de la religión donaba su sangre hacia el Gran Señor de los Vampiros. La señora experimentaba una sensación de alegría, a la vez que se veía entusiasmada por liderar las masas, y quizá, comprender que ella era la única responsable en la fe de tantas razas. Luthiena (O así la llamaban los hijos de Habak) iniciaba las oraciones, y eso era suficiente para que el tumulto de gente empezara a susurrar aquellas estrofas con ella. Las miradas se cruzaban de un lado a otro, cada uno revisando que todos estaban participando en la liturgia. El pelinegro no tuvo otra opción que recitar el poema con los individuos, solamente para ahorrar algún malentendido con los guardias del lugar. -...Compro sus sueños por su alma y su Dios pregunta: ¿Cuánto da? Soy quien soy, Mi nombre es la luz.
Paul aún no estaba convencido en entregarse fielmente a la causa, pero tenía clara una cosa: Ver a Habakhuk en pie para poder conversar con el hombre. ¿De dónde se origina esta maldición? ¿Quiénes son los vampiros en realidad? ¿Que debería hacer él? Dudaba un poco en la efectividad del ritual, pero no le faltaba agallas para revivir al Hombre cueste lo que cueste. El público vio cómo las gotas de líquido carmesí iban a su boca con necesidad de verlo en pie, de que finalmente se levantara de un descanso casi eterno para ver las tierras Aerandianas en su modernidad. Al principio, pareció que recobrara sus energías y su vitalidad de nuevo, haciendo que las lágrimas se derramen en las mejillas de los expectantes. Luthiena creyó que había funcionado, al igual que Paul quien se veía estupefacto de los poderes de la sangre. -*Vaya... Ha vuelto.*-Pensó incrédulo el ojiazul, acercándose junto con la multitud para ver a su ídolo renacer.
Parecieron segundos, o incluso minutos en los que él se levantaba, hasta volver a caer en su estado inmóvil. Las esperanzas se fueron y la furia de la iglesia se desató, ahora dividiendo sus seguidores en dos bandos manejados por mujeres. Era justo enojarse, puesto que cada intento toma horas de preparación, agrupación, y perseverancia para ver aquellos objetivos vueltos un fracaso. Los comentarios irrespetuosos se escucharon por toda la construcción con intenciones de fomentar incertidumbre. El intercambio de palabras de Amanda y Luthiena no tardó en suceder y la tensión atrajo la atención de las personas. Si esta discusión continuaba, en poco habría una guerra entre dos grupos.
Mientras el diálogo se extendía y aumentaba el rencor que se tenían las dos, el seductor se vio un poco irritado. Quizá si se tratara de hace muchos años, él trataría de usar un poco de su sensualidad para apaciguar la amargura que se desataba actualmente, pero su personalidad había cambiado. Si esto seguía así, no quedaría otra opción que olvidar el deseo de revivir a Habakhuk. Sin esperar más, movió a los seres en frente suyo de los hombros, y avanzó lo más cerca posible de dónde se encontraba Amanda y la señorita Luthiena. Tampoco quería romper el reglamento de la iglesia. Él sabía perfectamente que es un Don Nadie para los de la congregación, especialmente menos para la Condesa y la sacerdotista, sin embargo debía buscar la manera de preservar la paz
-La luz, así como La Oscuridad, deben existir mutuamente para darle sentido a su significado.-Dijo seriamente en un tono suave para que las dos damas no se sintieran ofendidas de su atrevimiento a entrometerse. -Y cada especie, sea cuál sea, también debe existir para comprender la genialidad de nuestro rey soberano Habakhuk, quien nos ha unido a pesar de nuestras diferencias.-Se acercó un poco más dónde descansaba el dueño del culto para simplemente arrodillarse en frente de él.
-Cada voz debería ser oída, y cada puerta no debería cerrarse si él no las ha abierto. Aquí todos queremos verle caminar de nuevo, y el tiempo parece agotarse con la cantidad de adversidades que nos ofrece este mundo.-Sonrió ladinamente y bajó la cabeza, recostando su antebrazo derecho en su muslo para manifestar más respeto. -Estas son las adversidades que debemos evitar, como discusiones por ejemplo, o el orgullo, la discriminación, y el odio hacia nuestros hermanos.-
-Si La Luz no funciona en despertar a un ser oscuro, eso no significa que la luz no sea aceptada en nuestro estilo de vida.-Se levantó con lentitud y regresó a su posición inicial, alejándose de nuevo de las dos mujeres. -A veces es la oscuridad que complementa la oscuridad.-Observó sus propias manos y también a cada uno los vampiros que se hallaban en la iglesia. -Pero también se necesita La Luz para que la oscuridad exista. Es justamente como el bien y el mal. ¿Si los villanos no existieran, de quiénes nos defenderían los héroes? ¿De otros héroes?-
-Hay que intentar todo para verle vivo de nuevo. Probablemente necesita más sangre de elfo, o que un vampiro lo reviva, pero sólo si trabajamos como hijos de Habak lo lograremos. Si no hay paciencia, habrán problemas, y eso es prácticamente lo que Él no quiere.-Terminó de hablar Paul, ahora señalando el cuerpo inmóvil del primer Vampiro de Aerandir.
-¿Habakhuk?... Paul, no es una buena idea.-Comentó Elizabeth en voz baja, mientras que acomodaba los frascos de alquimia en cada estante. Su preocupación se distinguía a pesar de actuar normalmente, aunque su voz aguda se encontraba medio temblorosa, quizá de sólo pensar en las consecuencias de aquél decisión tan apresurada. El miedo de verse involucrada en una guerra, así como lo estuvo hace varias décadas en su época de pirata, la dejaba intranquila. Ella buscó por tantos años un refugio, fuera de tanta lucha y sangre, para disfrutar la naturaleza Aerandiana que se hallaba justamente alrededor. En resumen, la elfa sabía perfectamente que los peligros de lidiar con gente poderosa significaba muerte. Quizá esta vez no iba a sobrevivir como lo hizo en tiempos pasados, y para ser sincero, la probabilidad de que su destino sea ese es muy clara. Sin embargo, no había tiempo para pensarlo o incluso dialogar con su camarada, el vampiro Paul. El taller aún estaba en deplorables condiciones con líquidos extraños regados por el suelo de madera, mientras que también habían pedazos de vidrios en cada rincón del lugar. Elizabeth no tenía otra opción que terminar de limpiar, pero no dejaría que el colmilludo se fuera sin ayudarle al menos un poco; tampoco era su sirvienta.
El vampiro, quien observaba la mesa en frente suyo, empezó a deslizar su dedo por encima de esta, pensativo de su futuro o si sus convicciones eran las correctas para arriesgar su propia vida. -No lo entiendes. No es una decisión, es mi condición actual.-Sin más preámbulo, golpeó el tablero con su mano empuñada y se levantó para luego cruzar sus brazos. -Verás, en mi ausencia, escuché algo que me ha interesado bastante de ese hombre.-Continuó con su discurso, al tiempo que la elfa bajaba la velocidad en que organizaba el taller, ya que quería oír su anécdota. -Y No sé si es un mito, o se trata de algo real, pero... Él es el primer vampiro, Elizabeth.-Puso énfasis en la última oración, reflejando su emoción en el tema. Las miradas de los dos se cruzaron por un segundo, otra vez en otra especie de silencio intenso. Ninguno supo qué decir, uno creyendo que la había convencido, entretanto, ella pensando que aún parecía un estúpido plan. Si esto se tratara de una sentencia de muerte, entonces habría que expresarse antes de que no haya vuelta atrás, y así fue cómo pensó Elizabeth antes de hablar.
-¿Y por qué te parece tan importante como para perder la vida?-Preguntó, ahora con sus ojos enfocados justamente en él. También dejó de ordenar los objetos. -Esto no es un juego. Tampoco se trata de un culto. ¡Estás declarando guerra a muchos clanes, gremios, y grupos que detestan tu maldita existencia!-
-¿Acaso debería quedarme callado al ver la infinidad de vampiros que lamentablemente son cazados y torturados por alimentarnos? ¿De eso se trata? ¿De ceder el poder a esos imbéciles?-
-¡Sí, Paul! Justamente de eso se trata. No tienes oportunidad de sobrevivir contra ellos.-Elizabeth no tardó en acercarse y tomarle de su vestimenta, acercándolo al rostro de ella para estrellar su frente con la del seductor. -No tenemos a nadie. ¿¡Quién va a respaldar tus caprichos que no sea yo, Gonzalo, o tus secuaces quienes andan perdidos por meses!?-
-Cuando vea a Habakhuk vivo, yo mismo los protegeré. Él tiene las respuestas de cada pregunta que he tenido desde mi conversión. Él es el vampiro más sabio de nuestra especie.-
_____________________________
Actualidad, Sacrestic Ville
Como si se tratara de humo, la remembranza se disolvió velozmente de sus pensamientos, ahora visualizando su recurrente ubicación en una iglesia de Sacrestic Ville. Esta se veía llena y no dejaba tanto espacio; no obstante, el respeto del uno al otro era tan grata que cualquier persona era bienvenida y los hijos de Habak no tenían ningún problema en crujir sus propios cuerpos para dejar entrar otra criatura. Al llegar, el olor a sangre fue embriagante para Paul, debido a que habían diferentes seres en la congregación, desde los más débiles humanos, hasta los propios elfos que suelen catalogarse como "La Luz" en Aerandir. Algunos le saludaron, otros le abrazaron, e incluso también lo trataron de llevar al frente para que se sintiera en familia con una religión tan tolerante como la del primer vampiro, pero no fue suficiente para convencer al guapetón para cambiar sus ideales. Al menos no todavía.
La ceremonia empezó de un modo pacífico en un ritual de sangre, donde una de las mujeres más emblemáticas de la religión donaba su sangre hacia el Gran Señor de los Vampiros. La señora experimentaba una sensación de alegría, a la vez que se veía entusiasmada por liderar las masas, y quizá, comprender que ella era la única responsable en la fe de tantas razas. Luthiena (O así la llamaban los hijos de Habak) iniciaba las oraciones, y eso era suficiente para que el tumulto de gente empezara a susurrar aquellas estrofas con ella. Las miradas se cruzaban de un lado a otro, cada uno revisando que todos estaban participando en la liturgia. El pelinegro no tuvo otra opción que recitar el poema con los individuos, solamente para ahorrar algún malentendido con los guardias del lugar. -...Compro sus sueños por su alma y su Dios pregunta: ¿Cuánto da? Soy quien soy, Mi nombre es la luz.
Paul aún no estaba convencido en entregarse fielmente a la causa, pero tenía clara una cosa: Ver a Habakhuk en pie para poder conversar con el hombre. ¿De dónde se origina esta maldición? ¿Quiénes son los vampiros en realidad? ¿Que debería hacer él? Dudaba un poco en la efectividad del ritual, pero no le faltaba agallas para revivir al Hombre cueste lo que cueste. El público vio cómo las gotas de líquido carmesí iban a su boca con necesidad de verlo en pie, de que finalmente se levantara de un descanso casi eterno para ver las tierras Aerandianas en su modernidad. Al principio, pareció que recobrara sus energías y su vitalidad de nuevo, haciendo que las lágrimas se derramen en las mejillas de los expectantes. Luthiena creyó que había funcionado, al igual que Paul quien se veía estupefacto de los poderes de la sangre. -*Vaya... Ha vuelto.*-Pensó incrédulo el ojiazul, acercándose junto con la multitud para ver a su ídolo renacer.
Parecieron segundos, o incluso minutos en los que él se levantaba, hasta volver a caer en su estado inmóvil. Las esperanzas se fueron y la furia de la iglesia se desató, ahora dividiendo sus seguidores en dos bandos manejados por mujeres. Era justo enojarse, puesto que cada intento toma horas de preparación, agrupación, y perseverancia para ver aquellos objetivos vueltos un fracaso. Los comentarios irrespetuosos se escucharon por toda la construcción con intenciones de fomentar incertidumbre. El intercambio de palabras de Amanda y Luthiena no tardó en suceder y la tensión atrajo la atención de las personas. Si esta discusión continuaba, en poco habría una guerra entre dos grupos.
Mientras el diálogo se extendía y aumentaba el rencor que se tenían las dos, el seductor se vio un poco irritado. Quizá si se tratara de hace muchos años, él trataría de usar un poco de su sensualidad para apaciguar la amargura que se desataba actualmente, pero su personalidad había cambiado. Si esto seguía así, no quedaría otra opción que olvidar el deseo de revivir a Habakhuk. Sin esperar más, movió a los seres en frente suyo de los hombros, y avanzó lo más cerca posible de dónde se encontraba Amanda y la señorita Luthiena. Tampoco quería romper el reglamento de la iglesia. Él sabía perfectamente que es un Don Nadie para los de la congregación, especialmente menos para la Condesa y la sacerdotista, sin embargo debía buscar la manera de preservar la paz
-La luz, así como La Oscuridad, deben existir mutuamente para darle sentido a su significado.-Dijo seriamente en un tono suave para que las dos damas no se sintieran ofendidas de su atrevimiento a entrometerse. -Y cada especie, sea cuál sea, también debe existir para comprender la genialidad de nuestro rey soberano Habakhuk, quien nos ha unido a pesar de nuestras diferencias.-Se acercó un poco más dónde descansaba el dueño del culto para simplemente arrodillarse en frente de él.
-Cada voz debería ser oída, y cada puerta no debería cerrarse si él no las ha abierto. Aquí todos queremos verle caminar de nuevo, y el tiempo parece agotarse con la cantidad de adversidades que nos ofrece este mundo.-Sonrió ladinamente y bajó la cabeza, recostando su antebrazo derecho en su muslo para manifestar más respeto. -Estas son las adversidades que debemos evitar, como discusiones por ejemplo, o el orgullo, la discriminación, y el odio hacia nuestros hermanos.-
-Si La Luz no funciona en despertar a un ser oscuro, eso no significa que la luz no sea aceptada en nuestro estilo de vida.-Se levantó con lentitud y regresó a su posición inicial, alejándose de nuevo de las dos mujeres. -A veces es la oscuridad que complementa la oscuridad.-Observó sus propias manos y también a cada uno los vampiros que se hallaban en la iglesia. -Pero también se necesita La Luz para que la oscuridad exista. Es justamente como el bien y el mal. ¿Si los villanos no existieran, de quiénes nos defenderían los héroes? ¿De otros héroes?-
-Hay que intentar todo para verle vivo de nuevo. Probablemente necesita más sangre de elfo, o que un vampiro lo reviva, pero sólo si trabajamos como hijos de Habak lo lograremos. Si no hay paciencia, habrán problemas, y eso es prácticamente lo que Él no quiere.-Terminó de hablar Paul, ahora señalando el cuerpo inmóvil del primer Vampiro de Aerandir.
Paul Brown Moreau
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Re: Luz y Oscuridad [Evento Objetos del 19]
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Re: Luz y Oscuridad [Evento Objetos del 19]
El viaje de Blaze le había llevado a parar a Sacrestic Ville no por mera casualidad. Desde hace semanas, seguía el rastro de varios nidos de vampiros y todos conducían a aquel lugar. Así mismo, los asesinatos y desapariciones de humanos aumentaban cuanto más se acercaba uno a aquel pueblo. Era evidente que los vampiros se estaban reuniendo en aquel lugar lo cual era señal de mal augurio. Algo importante debía estar por suceder.
Era bien sabido que aquella zona era un territorio con gran influencia y presencia vampírica, pero jamás habían coincidido tantos al mismo tiempo y en un punto tan concreto. Guiado por un mal presentimiento, Blaze acudió para investigar el motivo de aquella masiva congregación y acabar con los planes, fueran los que fuesen, de los vampiros porque tramaran lo que tramaran, no podía ser nada bueno.
En el momento que puso un pie en el pueblo, un sentimiento de penumbra invadió su ser. Entre aquella densa neblina, ni una sola alma transitaba aquellas calles de piedra rojiza, no por el color del material usado en su pavimentación, si no por las manchas de sangre seca que las recubrían casi por completo. Si las vistas eran siniestras, los olores eran nauseabundos. Todo esto, creaba una atmósfera bastante tétrica que parecía avisarte que la muerte se cernía a lo largo y ancho de aquel lugar impidiéndote bajar la guardia ni un instante.
Caminó por aquel inhóspito y desolado paraje donde era capaz de escuchar el resonar de sus propios pasos como única fuente de sonido a excepción del silbido producido por las frías corrientes de aire. Por fin vislumbró a lo lejos el que quizá fuera el único punto de la ciudad que aún albergaba algo de vida en su interior. A pesar de que faltaba alguna letra, dedujo que en el rótulo que cubría la puerta ponía “Posada de la Luna”. Con ciertas dudas, entró en el lugar que evitaba poder calificar aquel pueblo de “pueblo fantasma”. A pesar de que las tabernas suelen ser lugares luminosos, alegres y ruidosos donde la gente se reúne para echar un trago y pasar un buen rato, aquella era mas bien todo lo contrario. La única iluminación era una triste vela sobre la barra a punto de consumirse la cual apenas alumbraba el rostro de la única persona allí dentro apoyado sobre y tras la barra a pesar de que ni por lo más remoto tenía pinta de ser el tabernero.
Saludos, Sir Blaze. No fue hasta que una voz le saludó que se dio cuenta de que había un tercer individuo allí dentro. Un individuo peludo y cuya altura no llegaría al medio metro. Tenemos que hablar de negocios. Dijo mientras se levantaba de la silla donde estaba sentado para pasar a ocupar un taburete de la barra mientras el otro individuo, que al parecer se había adueñado de la barra para ejercer como falso tabernero en funciones, le ofrecía una jarra de cerveza a Blaze como regalo de cortesía para participar de la conversación. Lo inesperado de la situación, a parte de la situación en sí misma, fue que aquella ¿rata? parlante se hubiera dirigido a él por su nombre. Intrigado, decidió picar el anzuelo y tomó asiento, dando más importancia en un primer momento a la cerveza gratis que a la conversación. En la vida hay que tener claras las prioridades.
Tras un gran trago preguntó con cierta inquietud ¿Quién demonios sois vosotros y cómo conocéis mi nombre? Tras una mueca de fanfarronería y descaro su interlocutor pasó a presentarse Me llamo Hont. Él es Gardian. Y tú eres Raion Blaze, antiguo Caballero de la Orden. Blaze intentó esconder su sorpresa ante el hecho de que aquellos dos individuos aparentemente conociesen la Orden y su propia identidad. Ambos eran secretos bien guardados. Y la respuesta a tu segunda pregunta es el hermano Morris. Tras escuchar aquel nombre, todo comenzaba a cobrar sentido para Blaze como si las piezas de un rompecabezas se hubiesen unido todas de golpe en un instante. Gardian, yo y otros pertenecemos a un grupo llamado- Los Buscones. Interrumpió Blaze bruscamente a Hont dando a ver que ellos no eran los únicos que contaban con información sobre la otra parte.
Antaño, la Orden estaba formada básicamente por soldados, pero no exclusivamente. También la componían espías pues la información es un arma más letal que la espada en algunas ocasiones. Poco antes de que se disolviese la Orden, una organización llamada los Buscones comenzó a ganar peso e influencia llamados a ser los que derrotarían al famoso Hombre Muerto. La Orden decidió infiltrar a uno de sus miembros en dicha organización para obtener información de cara a posibles alianzas futuras. Aquella misión se le encargó al hermano Morris, el cual al parecer y para la sorpresa de Blaze, acabó actuando como un agente doble para ambas organizaciones.
Veo que están todas las cartas sobre la mesa Dijo Hont asumiendo que al igual que ellos poseían información sobre Blaze, este también lo hacía sobre ellos. Me saltaré los preliminares e iré directamente al grano. De repente, Hont endureció el tono a la vez que su rostro denotaba una palpable preocupación. Los vampiros planean usar uno de los 19 objetos malditos para revivir a Habakhuk. Dicha revelación cayó como un jarro de agua fría sobre Blaze. Nuestra misión es impedir su resurrección y hacernos con el objeto para evitar que caiga en las manos del Hombre Muerto. No es una tarea sencilla por lo que es imperativo que unamos nuestras fuerzas.
Tras lo ocurrido en la Orden, Blaze no era partidario del trabajo en equipo ni formar parte de ningún grupo pero, lo cierto era que aquello era demasiado para un solo hombre y Los Buscones parecían una organización honorable según los informes de Morris. Sin duda, en aquella ocasión, a Blaze no le quedaba más remedio que cooperar pues bajo ningún concepto debían permitir el resurgir de Habak.
El grupo llevaba ya semanas infiltrados en la secta de los Hijos de Habak intentado descubrir donde guardaban el objeto maldito pues sin este, evitarían su plan antes si quiera de comenzar. Por desgracia, el hermetismo de sus miembros para con los que no eran de su raza no facilitó la recopilación de información y a pesar de que rebuscaron hasta en el último rincón de la Iglesia, no hallaron la daga con la que huir furtivamente sin armar jaleo de aquel espeluznante lugar. Debía estar oculta en otro lugar hasta que llegase el momento de usarla. Una decisión cauta e inteligente. No les quedaba más remedio que esperar a que se celebrara la ceremonia y entonces hacerse con el objeto aunque eso solo hacía que añadir aún más complejidad a la misión pues robar la daga en presencia de decenas de vampiros sin que estos opusieran resistencia se antojaba cuanto menos improbable.
Y por fin llegó el esperado día. A los ya muchos vampiros, y no solo vampiros, que se habían reunido en el lugar, se habían ido sumando todavía más en las últimas semanas por lo que en el momento de la ceremonia, no cabía ni una sola alma mas en esa Iglesia. El grupo, siendo el grupo Blaze, Hont y Gardian, ya estaban en sus posiciones. Hont había bajado a la planta inferior donde tendría lugar el ritual. Gracias a su estatura y agilidad, Hont consiguió posicionarse en primera fila para no perderse detalle en busca de una oportunidad para hacerse con la daga. A su vez, Gardian y Blaze esperaban en la planta superior para cubrir la huída de Hont.
La Sacerdotisa comenzó con la oración mientras realizaba movimientos lascivos y derramaba sangre sobre el cadáver de Habak. El desagrado de aquella escena tan solo rivalizaba con el hecho de que Blaze llevara semanas rodeado de vampiros forzado a tener que convivir con ellos. Tras un par de minutos se hizo el silencio, parecía que el ritual había terminado… y fracasado. En mitad de los gritos recriminatorios entre la sacerdotisa y la condesa y los lamentos de los feligreses, Blaze puedo escuchar alta y clara la voz de Hont ¡Tiene la daga!
Eso fue todo lo que Hont tuvo que decir para que, una vez en la planta alta, Gardian se lanzase sobre el elfo. Ambos rodaron por el suelo, hasta que unas vides empujaron al humano hacia atrás. El elfo se revolvió para escapar. Hont se lanzó sobre él y le clavó las zarpas en la cara. Otra vid lo lanzó de vuelta contra el trono.
Blaze esperaba unos metros más atrás. Si el elfo quería escapar, primero tendría que pasar por encima suya. El elfo lanzó otra vid contra Blaze la cual impactó en él haciéndole retroceder unos metros y perder el equilibrio pero sin llegar a derribarle por completo. El elfo aprovechó el momento en que que Blaze se tambaleaba para lanzar otra vid que se amarraría a sus piernas para inmovilizarlo. Sin embargo, Blaze sacó su mandoble y corto la vid quedando así libre. Mientras tanto, Hont y Gardian se habían recuperado de la pequeña conmoción producida por los golpes y se situaron a la espalda del elfo quedando este acorralado.
Sabiendo que no tenían tiempo que perder en una pelea pues en cualquier momento los vampiros podrían cesar en sus gritos y lloros para darse cuenta de que les habían robado, intentó convencer al elfo para que abandonara la daga sin armar jaleo y pudieran marcharse todos de allí lo antes posible sin que les descubriesen.
Estás rodeado. Deja la daga en el suelo y desaparece o lucha y muere con ella.
OFF: Uso mi habilidad con el elfo.
• Habilidad de nivel 0:
Presencia imponente: Su solo semblante intimida a los que están a su alrededor pudiendo influir en sus actos.
Era bien sabido que aquella zona era un territorio con gran influencia y presencia vampírica, pero jamás habían coincidido tantos al mismo tiempo y en un punto tan concreto. Guiado por un mal presentimiento, Blaze acudió para investigar el motivo de aquella masiva congregación y acabar con los planes, fueran los que fuesen, de los vampiros porque tramaran lo que tramaran, no podía ser nada bueno.
En el momento que puso un pie en el pueblo, un sentimiento de penumbra invadió su ser. Entre aquella densa neblina, ni una sola alma transitaba aquellas calles de piedra rojiza, no por el color del material usado en su pavimentación, si no por las manchas de sangre seca que las recubrían casi por completo. Si las vistas eran siniestras, los olores eran nauseabundos. Todo esto, creaba una atmósfera bastante tétrica que parecía avisarte que la muerte se cernía a lo largo y ancho de aquel lugar impidiéndote bajar la guardia ni un instante.
Caminó por aquel inhóspito y desolado paraje donde era capaz de escuchar el resonar de sus propios pasos como única fuente de sonido a excepción del silbido producido por las frías corrientes de aire. Por fin vislumbró a lo lejos el que quizá fuera el único punto de la ciudad que aún albergaba algo de vida en su interior. A pesar de que faltaba alguna letra, dedujo que en el rótulo que cubría la puerta ponía “Posada de la Luna”. Con ciertas dudas, entró en el lugar que evitaba poder calificar aquel pueblo de “pueblo fantasma”. A pesar de que las tabernas suelen ser lugares luminosos, alegres y ruidosos donde la gente se reúne para echar un trago y pasar un buen rato, aquella era mas bien todo lo contrario. La única iluminación era una triste vela sobre la barra a punto de consumirse la cual apenas alumbraba el rostro de la única persona allí dentro apoyado sobre y tras la barra a pesar de que ni por lo más remoto tenía pinta de ser el tabernero.
Saludos, Sir Blaze. No fue hasta que una voz le saludó que se dio cuenta de que había un tercer individuo allí dentro. Un individuo peludo y cuya altura no llegaría al medio metro. Tenemos que hablar de negocios. Dijo mientras se levantaba de la silla donde estaba sentado para pasar a ocupar un taburete de la barra mientras el otro individuo, que al parecer se había adueñado de la barra para ejercer como falso tabernero en funciones, le ofrecía una jarra de cerveza a Blaze como regalo de cortesía para participar de la conversación. Lo inesperado de la situación, a parte de la situación en sí misma, fue que aquella ¿rata? parlante se hubiera dirigido a él por su nombre. Intrigado, decidió picar el anzuelo y tomó asiento, dando más importancia en un primer momento a la cerveza gratis que a la conversación. En la vida hay que tener claras las prioridades.
Tras un gran trago preguntó con cierta inquietud ¿Quién demonios sois vosotros y cómo conocéis mi nombre? Tras una mueca de fanfarronería y descaro su interlocutor pasó a presentarse Me llamo Hont. Él es Gardian. Y tú eres Raion Blaze, antiguo Caballero de la Orden. Blaze intentó esconder su sorpresa ante el hecho de que aquellos dos individuos aparentemente conociesen la Orden y su propia identidad. Ambos eran secretos bien guardados. Y la respuesta a tu segunda pregunta es el hermano Morris. Tras escuchar aquel nombre, todo comenzaba a cobrar sentido para Blaze como si las piezas de un rompecabezas se hubiesen unido todas de golpe en un instante. Gardian, yo y otros pertenecemos a un grupo llamado- Los Buscones. Interrumpió Blaze bruscamente a Hont dando a ver que ellos no eran los únicos que contaban con información sobre la otra parte.
Antaño, la Orden estaba formada básicamente por soldados, pero no exclusivamente. También la componían espías pues la información es un arma más letal que la espada en algunas ocasiones. Poco antes de que se disolviese la Orden, una organización llamada los Buscones comenzó a ganar peso e influencia llamados a ser los que derrotarían al famoso Hombre Muerto. La Orden decidió infiltrar a uno de sus miembros en dicha organización para obtener información de cara a posibles alianzas futuras. Aquella misión se le encargó al hermano Morris, el cual al parecer y para la sorpresa de Blaze, acabó actuando como un agente doble para ambas organizaciones.
Veo que están todas las cartas sobre la mesa Dijo Hont asumiendo que al igual que ellos poseían información sobre Blaze, este también lo hacía sobre ellos. Me saltaré los preliminares e iré directamente al grano. De repente, Hont endureció el tono a la vez que su rostro denotaba una palpable preocupación. Los vampiros planean usar uno de los 19 objetos malditos para revivir a Habakhuk. Dicha revelación cayó como un jarro de agua fría sobre Blaze. Nuestra misión es impedir su resurrección y hacernos con el objeto para evitar que caiga en las manos del Hombre Muerto. No es una tarea sencilla por lo que es imperativo que unamos nuestras fuerzas.
Tras lo ocurrido en la Orden, Blaze no era partidario del trabajo en equipo ni formar parte de ningún grupo pero, lo cierto era que aquello era demasiado para un solo hombre y Los Buscones parecían una organización honorable según los informes de Morris. Sin duda, en aquella ocasión, a Blaze no le quedaba más remedio que cooperar pues bajo ningún concepto debían permitir el resurgir de Habak.
El grupo llevaba ya semanas infiltrados en la secta de los Hijos de Habak intentado descubrir donde guardaban el objeto maldito pues sin este, evitarían su plan antes si quiera de comenzar. Por desgracia, el hermetismo de sus miembros para con los que no eran de su raza no facilitó la recopilación de información y a pesar de que rebuscaron hasta en el último rincón de la Iglesia, no hallaron la daga con la que huir furtivamente sin armar jaleo de aquel espeluznante lugar. Debía estar oculta en otro lugar hasta que llegase el momento de usarla. Una decisión cauta e inteligente. No les quedaba más remedio que esperar a que se celebrara la ceremonia y entonces hacerse con el objeto aunque eso solo hacía que añadir aún más complejidad a la misión pues robar la daga en presencia de decenas de vampiros sin que estos opusieran resistencia se antojaba cuanto menos improbable.
Y por fin llegó el esperado día. A los ya muchos vampiros, y no solo vampiros, que se habían reunido en el lugar, se habían ido sumando todavía más en las últimas semanas por lo que en el momento de la ceremonia, no cabía ni una sola alma mas en esa Iglesia. El grupo, siendo el grupo Blaze, Hont y Gardian, ya estaban en sus posiciones. Hont había bajado a la planta inferior donde tendría lugar el ritual. Gracias a su estatura y agilidad, Hont consiguió posicionarse en primera fila para no perderse detalle en busca de una oportunidad para hacerse con la daga. A su vez, Gardian y Blaze esperaban en la planta superior para cubrir la huída de Hont.
La Sacerdotisa comenzó con la oración mientras realizaba movimientos lascivos y derramaba sangre sobre el cadáver de Habak. El desagrado de aquella escena tan solo rivalizaba con el hecho de que Blaze llevara semanas rodeado de vampiros forzado a tener que convivir con ellos. Tras un par de minutos se hizo el silencio, parecía que el ritual había terminado… y fracasado. En mitad de los gritos recriminatorios entre la sacerdotisa y la condesa y los lamentos de los feligreses, Blaze puedo escuchar alta y clara la voz de Hont ¡Tiene la daga!
Eso fue todo lo que Hont tuvo que decir para que, una vez en la planta alta, Gardian se lanzase sobre el elfo. Ambos rodaron por el suelo, hasta que unas vides empujaron al humano hacia atrás. El elfo se revolvió para escapar. Hont se lanzó sobre él y le clavó las zarpas en la cara. Otra vid lo lanzó de vuelta contra el trono.
Blaze esperaba unos metros más atrás. Si el elfo quería escapar, primero tendría que pasar por encima suya. El elfo lanzó otra vid contra Blaze la cual impactó en él haciéndole retroceder unos metros y perder el equilibrio pero sin llegar a derribarle por completo. El elfo aprovechó el momento en que que Blaze se tambaleaba para lanzar otra vid que se amarraría a sus piernas para inmovilizarlo. Sin embargo, Blaze sacó su mandoble y corto la vid quedando así libre. Mientras tanto, Hont y Gardian se habían recuperado de la pequeña conmoción producida por los golpes y se situaron a la espalda del elfo quedando este acorralado.
Sabiendo que no tenían tiempo que perder en una pelea pues en cualquier momento los vampiros podrían cesar en sus gritos y lloros para darse cuenta de que les habían robado, intentó convencer al elfo para que abandonara la daga sin armar jaleo y pudieran marcharse todos de allí lo antes posible sin que les descubriesen.
Estás rodeado. Deja la daga en el suelo y desaparece o lucha y muere con ella.
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Última edición por Raion Blaze el Miér Ago 05 2020, 12:11, editado 2 veces
Raion Blaze
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Re: Luz y Oscuridad [Evento Objetos del 19]
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Re: Luz y Oscuridad [Evento Objetos del 19]
Durante una fracción de segundo, Brythe consideró mentalmente sus posibilidades. Aquel mastodonte en frente, bloqueándole la salida, y otros dos tipos, menos impresionantes pero más ágiles, situándose a su espalda.
No era la primera vez que se encontraba rodeado y esos tres no le daban miedo. Sólo eran unos niños, ciegos a la mitad de lo que los rodeaba. ¿Cómo podía alguien vivir así, sin un atisbo siquiera de la verdadera Luz que lo inundaba todo?
Así y todo, una confrontación con ellos consumiría tiempo. Y, con una sala llena de adoradores de Habak que, en cualquier momento, podrían darse cuenta de que les habían birlado la Daga delante de sus narices, tiempo era algo que no le sobraba en aquel momento. Debía resolver la situación deprisa si quería conservar el pellejo en su sitio.
Sin duda, a Él no le gustaría que dejase atrás la Daga, pero a Brythe tampoco le preocupaba eso: mientras estuviera vivo, cualquier otro problema podría solucionarse. De alguna manera.
Mostró al mastodonte su mejor sonrisa, que no se dijera que no tenía modales. No habló, no tenía razones para malgastar palabras con un simple humano, pero, con movimientos lentos y precisos, para evitar que los tipos se pusieran nerviosos, sacó la Daga y la dejó en el suelo antes de encaminarse hacia la puerta.
Sin embargo, no se alejó, sino que, una vez allí, se apoyó en el vano, escuchando, esperando.
—No deberíamos haberlo dejado marchar —dijo una voz. No era la del mastodonte ni la de la rata peluda, por lo que debía pertenecer al otro humano. Se oyó un tintineo de metal golpeando sobre una superficie de piedra. Y rebotando—. ¿Qué ha pasado? —preguntó el humano en tono preocupado.
—No lo sé —dijo el mastodonte—, he notado como un picotazo al tomar la Daga.
—Puaj —se quejó el bichejo peludo—, está llena de hormigas. ¡Auch, muerden!
Sonó de nuevo el tintineo de metal contra piedra. Brythe sonrió.
¿Quién era aquel tipo? Luthiena no recordaba haberlo visto antes, pero parecía estar hablando en su favor, así que no sería ella quien lo parase. Al menos, de momento. No estaba diciendo nada que no hubiera dicho ella misma igualmente. Tal vez esa testadura de la Condesa escuchase si las palabras venían de una boca que no era la suya.
¡Maldita Amanda! Dejarse llevar por sus infantiles celos en un momento tan crucial como ese. ¿Y qué esperabas?, pronunció con sorna una voz en su mente, ¿que todo fuera igual ahora que todo ha cambiado? Luthiena no deseaba prestar oídos a esa voz. No podía venirse abajo, no cuando estaba tan cerca de lograr su objetivo. No soy una impostora, se dijo, si conservo mi Luz es gracias a Él. Debo ser fuerte para Él.
Manteniendo la cabeza alta, observó a Amanda por el rabillo del ojo. La Condesa abrió la boca una o dos veces, como si quisiera responder al discurso del desconocido, pero finalmente pareció ceder, aunque a regañadientes. La Sacerdotisa volvió la vista al hombre tomando nota mental: debía ser recompensado… y vigilado. No era conveniente que las lealtades se dividieran demasiado. Aunque, aquel tipo nunca podría desbancarla a ella, ¿cierto?
Como todos a su alrededor, miró hacia su Prometido cuando el desconocido terminó su discurso. Envuelto en sedas y afeites, su pecho descansaba tan frustrantemente inmóvil como siempre. La Daga casi lo había logrado. La Daga… ¿dónde estaba la daga?
Alarmada y enfurecida, abrió la boca para hablar, pero fue la voz de Amanda la que oyó, repitiendo sus propios pensamientos. Las dos mujeres se miraron un instante. La furia dio paso al entendimiento, no era momento de disputas. En apenas unos segundos, se había organizado el registro. Nadie saldría de allí sin permiso expreso de una de las dos mujeres.
—Tú, ven conmigo —indicó la Sacerdotisa al recién descubierto orador y se precipitó escaleras arriba—. Quiera Habak que el ladrón aún esté en el Templo.
—Hont, amigo, ¿qué estás haciendo? —oyó que decía una voz en la sala superior—. ¡Debemos irnos!
—No te molestes —dijo otra voz en tono de burla—, por ahora, están conmigo.
Luthiena entró precipitadamente desde el hueco de la escalera y su mirada se topó con la de un elfo que penetraba desde la puerta principal. El extraño dejó ver una expresión de sorpresa durante una fracción de segundo, seguida de otra de fastidio.
—Tráeme la Daga —le dijo a un hombre imponente que portaba una pesada espada—. Matadlos a todos.
Después, todo ocurrió muy deprisa. Por alguna razón, el hombre zarigüeya que limpiaba las gárgolas se lanzó sobre ¿el jardinero de la Condesa?, que se echó al suelo para evitar el impacto, rodó sobre si mismo pateó un objeto que había en el suelo. ¡Era la Daga! Ésta salió disparada lejos del tipo de la espada, que se había agachado a por ella.
El hombre vaciló un instante, como si se preguntara qué orden obedecer primero, la de recuperar la Daga o la de matar. El jardinero aprovechó su momento de duda para asestarle una patada en el vientre, que le dio impulso para levantarse y salir corriendo él mismo en pos de la Daga, seguido de la zarigüeya. La zarigüeya no tenía ninguna duda de que a él le correspondía la orden de matar.
—¡No deben llevarse la Daga! —avisó la Sacerdotisa volviéndose hacia atrás. Al hacerlo, vio en qué había estado ocupado el elfo. Un frondoso arbusto bloqueaba el hueco de la escalera. Sus espinas rezumaban veneno y estaba empezando a florecer. Reconoció la planta y tiró con fuerza de su compañero—. No te acerques a las flores —le advirtió. El veneno no era mortal, pero dejaría a un adulto inconsciente durante un par de horas. No podían esperar ayuda de la gente de abajo. Estaban solos.
Ante todo, te pido disculpas, Paul, por mi enorme tardanza en responder. Confío en que la espera no haya enfriado por completo tu interés en el tema. Me temo también que Raion Blaze ha abandonado el foro, por lo que continúas tú sólo.
Nuestra intención era que ambos se enfrentasen en este segundo turno y me pareció mal negarte esa oportunidad después de tu estupendo post, por lo que he decidido que te enfrentes a él igualmente. Por el momento, tanto Blaze (maestría en armas cortantes a dos manos) como Hont (maestría en parkour) están bajo el control de nuestro elfo misterioso, Brythe (maestría en naturaleza), y tienen orden de mataros a todos. Brythe preferirá hacerse con la Daga y salir corriendo, pero no dudará en atacar si lo viera necesario.
De tu lado (más o menos), tienes a Gardian (maestría en confección de trampas y especialista en infiltraciones). Su misión es evitar que Brythe se haga con la Daga, lo mismo que la tuya en este turno. Aún así, será reticente a causar un daño permanente en sus amigos, especialmente a Hont.
Luthiena perdió sus poderes de Sangre cuando renunció a su naturaleza vampírica, pero conserva su especialización en Restauración, puede darte apoyo.
Tienes libertad creativa con los personajes y la pelea, sólo deja abiertas las decisiones de quién vive y quién muere.
No era la primera vez que se encontraba rodeado y esos tres no le daban miedo. Sólo eran unos niños, ciegos a la mitad de lo que los rodeaba. ¿Cómo podía alguien vivir así, sin un atisbo siquiera de la verdadera Luz que lo inundaba todo?
Así y todo, una confrontación con ellos consumiría tiempo. Y, con una sala llena de adoradores de Habak que, en cualquier momento, podrían darse cuenta de que les habían birlado la Daga delante de sus narices, tiempo era algo que no le sobraba en aquel momento. Debía resolver la situación deprisa si quería conservar el pellejo en su sitio.
Sin duda, a Él no le gustaría que dejase atrás la Daga, pero a Brythe tampoco le preocupaba eso: mientras estuviera vivo, cualquier otro problema podría solucionarse. De alguna manera.
Mostró al mastodonte su mejor sonrisa, que no se dijera que no tenía modales. No habló, no tenía razones para malgastar palabras con un simple humano, pero, con movimientos lentos y precisos, para evitar que los tipos se pusieran nerviosos, sacó la Daga y la dejó en el suelo antes de encaminarse hacia la puerta.
Sin embargo, no se alejó, sino que, una vez allí, se apoyó en el vano, escuchando, esperando.
—No deberíamos haberlo dejado marchar —dijo una voz. No era la del mastodonte ni la de la rata peluda, por lo que debía pertenecer al otro humano. Se oyó un tintineo de metal golpeando sobre una superficie de piedra. Y rebotando—. ¿Qué ha pasado? —preguntó el humano en tono preocupado.
—No lo sé —dijo el mastodonte—, he notado como un picotazo al tomar la Daga.
—Puaj —se quejó el bichejo peludo—, está llena de hormigas. ¡Auch, muerden!
Sonó de nuevo el tintineo de metal contra piedra. Brythe sonrió.
Mientras tanto, en el piso inferior
¿Quién era aquel tipo? Luthiena no recordaba haberlo visto antes, pero parecía estar hablando en su favor, así que no sería ella quien lo parase. Al menos, de momento. No estaba diciendo nada que no hubiera dicho ella misma igualmente. Tal vez esa testadura de la Condesa escuchase si las palabras venían de una boca que no era la suya.
¡Maldita Amanda! Dejarse llevar por sus infantiles celos en un momento tan crucial como ese. ¿Y qué esperabas?, pronunció con sorna una voz en su mente, ¿que todo fuera igual ahora que todo ha cambiado? Luthiena no deseaba prestar oídos a esa voz. No podía venirse abajo, no cuando estaba tan cerca de lograr su objetivo. No soy una impostora, se dijo, si conservo mi Luz es gracias a Él. Debo ser fuerte para Él.
Manteniendo la cabeza alta, observó a Amanda por el rabillo del ojo. La Condesa abrió la boca una o dos veces, como si quisiera responder al discurso del desconocido, pero finalmente pareció ceder, aunque a regañadientes. La Sacerdotisa volvió la vista al hombre tomando nota mental: debía ser recompensado… y vigilado. No era conveniente que las lealtades se dividieran demasiado. Aunque, aquel tipo nunca podría desbancarla a ella, ¿cierto?
Como todos a su alrededor, miró hacia su Prometido cuando el desconocido terminó su discurso. Envuelto en sedas y afeites, su pecho descansaba tan frustrantemente inmóvil como siempre. La Daga casi lo había logrado. La Daga… ¿dónde estaba la daga?
Alarmada y enfurecida, abrió la boca para hablar, pero fue la voz de Amanda la que oyó, repitiendo sus propios pensamientos. Las dos mujeres se miraron un instante. La furia dio paso al entendimiento, no era momento de disputas. En apenas unos segundos, se había organizado el registro. Nadie saldría de allí sin permiso expreso de una de las dos mujeres.
—Tú, ven conmigo —indicó la Sacerdotisa al recién descubierto orador y se precipitó escaleras arriba—. Quiera Habak que el ladrón aún esté en el Templo.
—Hont, amigo, ¿qué estás haciendo? —oyó que decía una voz en la sala superior—. ¡Debemos irnos!
—No te molestes —dijo otra voz en tono de burla—, por ahora, están conmigo.
Luthiena entró precipitadamente desde el hueco de la escalera y su mirada se topó con la de un elfo que penetraba desde la puerta principal. El extraño dejó ver una expresión de sorpresa durante una fracción de segundo, seguida de otra de fastidio.
—Tráeme la Daga —le dijo a un hombre imponente que portaba una pesada espada—. Matadlos a todos.
Después, todo ocurrió muy deprisa. Por alguna razón, el hombre zarigüeya que limpiaba las gárgolas se lanzó sobre ¿el jardinero de la Condesa?, que se echó al suelo para evitar el impacto, rodó sobre si mismo pateó un objeto que había en el suelo. ¡Era la Daga! Ésta salió disparada lejos del tipo de la espada, que se había agachado a por ella.
El hombre vaciló un instante, como si se preguntara qué orden obedecer primero, la de recuperar la Daga o la de matar. El jardinero aprovechó su momento de duda para asestarle una patada en el vientre, que le dio impulso para levantarse y salir corriendo él mismo en pos de la Daga, seguido de la zarigüeya. La zarigüeya no tenía ninguna duda de que a él le correspondía la orden de matar.
—¡No deben llevarse la Daga! —avisó la Sacerdotisa volviéndose hacia atrás. Al hacerlo, vio en qué había estado ocupado el elfo. Un frondoso arbusto bloqueaba el hueco de la escalera. Sus espinas rezumaban veneno y estaba empezando a florecer. Reconoció la planta y tiró con fuerza de su compañero—. No te acerques a las flores —le advirtió. El veneno no era mortal, pero dejaría a un adulto inconsciente durante un par de horas. No podían esperar ayuda de la gente de abajo. Estaban solos.
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Ante todo, te pido disculpas, Paul, por mi enorme tardanza en responder. Confío en que la espera no haya enfriado por completo tu interés en el tema. Me temo también que Raion Blaze ha abandonado el foro, por lo que continúas tú sólo.
Nuestra intención era que ambos se enfrentasen en este segundo turno y me pareció mal negarte esa oportunidad después de tu estupendo post, por lo que he decidido que te enfrentes a él igualmente. Por el momento, tanto Blaze (maestría en armas cortantes a dos manos) como Hont (maestría en parkour) están bajo el control de nuestro elfo misterioso, Brythe (maestría en naturaleza), y tienen orden de mataros a todos. Brythe preferirá hacerse con la Daga y salir corriendo, pero no dudará en atacar si lo viera necesario.
De tu lado (más o menos), tienes a Gardian (maestría en confección de trampas y especialista en infiltraciones). Su misión es evitar que Brythe se haga con la Daga, lo mismo que la tuya en este turno. Aún así, será reticente a causar un daño permanente en sus amigos, especialmente a Hont.
Luthiena perdió sus poderes de Sangre cuando renunció a su naturaleza vampírica, pero conserva su especialización en Restauración, puede darte apoyo.
Tienes libertad creativa con los personajes y la pelea, sólo deja abiertas las decisiones de quién vive y quién muere.
Fehu
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Re: Luz y Oscuridad [Evento Objetos del 19]
—¡Olvida la Daga! ¡Deshazte de los intrusos! —ordenó el elfo.
A su orden, el humano abandonó sus dudas, aferró con fuerza su mandoble y se lanzó con furia sobre los recién llegados. Con una exclamación de sorpresa, Luthiena improvisó una breve bendición mientras se colocaba detrás del vampiro. Éste tuvo el placer de recibir de lleno el impacto del enorme guerrero.
Más tarde, quizá, cuando se recuperase del impacto, tendría ocasión de agradecerle a la bendición de la elfa el no haber perdido los higadillos por la boca. Luthiena, por su parte, aprovechó los segundos ganados gracias al pequeño contratiempo del vampiro para realizar un rápido diagnóstico de su rival.
—¡Espera! —exclamó imperativa cuando el humano hizo amago de volver a alzar la espada.
El hombre volvió a dudar. Fue solo un instante, lo justo para que Luthiena alargara la mano para tocar la muñeca de su atacante. En el momento del contacto, la luz de la elfa comenzó a extenderse por la mano del humano, hacia aquella hinchazón rojiza que habían dejado las mandíbulas de la hormiga. Tras unos segundos, la expresión del humano pasó de la determinación asesina al desconcierto y el de la elfa, del miedo al alivio.
—Hont, amigo… no me obligues a…
Alarmada de nuevo, Luthiena se volvió hacia la voz. Tirado en el suelo, el jardinero de la Condesa se esforzaba por mantener las ágiles zarpas y dientes de la zarigüeya apartados de sus zonas sensibles. Del elfo intruso y la Daga no quedaba el más mínimo rastro.
Con este post doy por concluido el desafío con el siguiente resultado: La Daga de Habakhuk cae en poder del Hombre Muerto. No habrá consecuencias duraderas para los personajes implicados.
Paul: Dado que el primer retraso, cuando tú tenías tiempo para rolear, se debió a una ausencia mía, no lo considero abandono por tu parte. Por tanto, recibes 3 px y 25 aeros (la mitad de la recompensa) por tu participación en la primera ronda del desafío.
A su orden, el humano abandonó sus dudas, aferró con fuerza su mandoble y se lanzó con furia sobre los recién llegados. Con una exclamación de sorpresa, Luthiena improvisó una breve bendición mientras se colocaba detrás del vampiro. Éste tuvo el placer de recibir de lleno el impacto del enorme guerrero.
Más tarde, quizá, cuando se recuperase del impacto, tendría ocasión de agradecerle a la bendición de la elfa el no haber perdido los higadillos por la boca. Luthiena, por su parte, aprovechó los segundos ganados gracias al pequeño contratiempo del vampiro para realizar un rápido diagnóstico de su rival.
—¡Espera! —exclamó imperativa cuando el humano hizo amago de volver a alzar la espada.
El hombre volvió a dudar. Fue solo un instante, lo justo para que Luthiena alargara la mano para tocar la muñeca de su atacante. En el momento del contacto, la luz de la elfa comenzó a extenderse por la mano del humano, hacia aquella hinchazón rojiza que habían dejado las mandíbulas de la hormiga. Tras unos segundos, la expresión del humano pasó de la determinación asesina al desconcierto y el de la elfa, del miedo al alivio.
—Hont, amigo… no me obligues a…
Alarmada de nuevo, Luthiena se volvió hacia la voz. Tirado en el suelo, el jardinero de la Condesa se esforzaba por mantener las ágiles zarpas y dientes de la zarigüeya apartados de sus zonas sensibles. Del elfo intruso y la Daga no quedaba el más mínimo rastro.
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Con este post doy por concluido el desafío con el siguiente resultado: La Daga de Habakhuk cae en poder del Hombre Muerto. No habrá consecuencias duraderas para los personajes implicados.
Paul: Dado que el primer retraso, cuando tú tenías tiempo para rolear, se debió a una ausencia mía, no lo considero abandono por tu parte. Por tanto, recibes 3 px y 25 aeros (la mitad de la recompensa) por tu participación en la primera ronda del desafío.
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