El lúgubre regreso [4/4] [Libre]
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El lúgubre regreso [4/4] [Libre]
Después de un largo viaje en barco desde Beltrexus el barco se detuvo en Sacrestic ville. Me despedí de la tripulación de hombres bestia que con gusto me habían llevado la vez anterior a Beltrexus, una extraña coincidencia la verdad.-Vaya... esta ciudad siempre está muy callada-. Las nubes cubrían el sol, hacía frío pero no me preocupaba mi pelaje mantenía mi temperatura corporal.
-Debería ir a cazar a las afueras de la ciudad o volver a mi antiguo sector de caza-. Pensó el gran lobo. Necesitaba comida, me dirigí a las afueras del pueblo para cazar algunos ciervos, el clima no me acompañaba los animales deberían estar en sus madrigueras.
Una vez el lobo llegó al bosque observó algunas huellas.-Parecen ser de ciervo, son unos dos o tres-. Dijo mientras examinaba las pisadas, su olor era distintivo, las huellas eran recientes. Me diriji a darles caza, los vi mas adelante en un claro, estaban los tres juntos echados sobre el pasto.
Me levanté para lanzar mi hacha a uno de ellos, la lanze con tanta fuerza que golpeó al ciervo partiéndolo por la mitad, los otros dos ciervos al darse cuenta de que estaban siendo atacados por algo se largaron a correr.
-Bueno, por lo menos mate a uno... ¿mutile?-. Dijo Mientras observaba cómo sus presas se perdían en el bosque, camine hacia el cadáver del animal para despellejarlo y sacarle la carne no podía desperdiciar nada.-Debería volver para vender el pellejo y un poco de carne-. Después de todo no me quedaría a dormir en el bosque.
El lobo volvió a Sacrestic ville, no estaba muy alejado de ella. Buscaba una posada para pasar la noche, no quería toparme con ningún vampiro, econtre una posada mientras caminaba por la ciudad entre y observe todo a mi alrededor la encontré muy acogedora, me senté en una de las mesas que había en la posada para luego ordenar un trago.-Nada mejor que esperar la noche con comida y bebida-.
-Debería ir a cazar a las afueras de la ciudad o volver a mi antiguo sector de caza-. Pensó el gran lobo. Necesitaba comida, me dirigí a las afueras del pueblo para cazar algunos ciervos, el clima no me acompañaba los animales deberían estar en sus madrigueras.
Una vez el lobo llegó al bosque observó algunas huellas.-Parecen ser de ciervo, son unos dos o tres-. Dijo mientras examinaba las pisadas, su olor era distintivo, las huellas eran recientes. Me diriji a darles caza, los vi mas adelante en un claro, estaban los tres juntos echados sobre el pasto.
Me levanté para lanzar mi hacha a uno de ellos, la lanze con tanta fuerza que golpeó al ciervo partiéndolo por la mitad, los otros dos ciervos al darse cuenta de que estaban siendo atacados por algo se largaron a correr.
-Bueno, por lo menos mate a uno... ¿mutile?-. Dijo Mientras observaba cómo sus presas se perdían en el bosque, camine hacia el cadáver del animal para despellejarlo y sacarle la carne no podía desperdiciar nada.-Debería volver para vender el pellejo y un poco de carne-. Después de todo no me quedaría a dormir en el bosque.
El lobo volvió a Sacrestic ville, no estaba muy alejado de ella. Buscaba una posada para pasar la noche, no quería toparme con ningún vampiro, econtre una posada mientras caminaba por la ciudad entre y observe todo a mi alrededor la encontré muy acogedora, me senté en una de las mesas que había en la posada para luego ordenar un trago.-Nada mejor que esperar la noche con comida y bebida-.
Última edición por Amethin el Dom 4 Ago - 0:08, editado 1 vez
Amethin
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Re: El lúgubre regreso [4/4] [Libre]
La oscuridad reinaba. Un gélido frío reclamaba el lugar como suyo, y ni la brisa ni las aguas se escuchaban desde allí. La bestia avanzaba, cegada por el aroma de su presa. Como una hoja seca montando los vientos, su fluir era errático, pero constante. Einar la sentía, se encontraba cerca, mas no podía verla. El abismo era un sitio lúgubre, plagado de pesadillas innombrables, mas para él era su segundo hogar... El primero, si por cronología se tratase. La presa y la bestia poco a poco cortaban distancias, buscandose mutuamente. En aquel lugar, la caracterización de carnívoro y no carnívoro no existía... Todos mataban para vivir. Presa y depredador... Lo único que los diferenciaba, era el quién daba el primer golpe.
El sol pronto se pondría, y la temperatura poco a poco iba bajando. Por suerte, tierra ya estaba a la vista, y la embarcación era un ordenado caos, repleto de griterío. Cada uno tenía una tarea que cumplir... Si no quería que el casco de la nave se destrozase en la orilla. O al menos eso decía el capitán. Buena labia tenía a la hora de dar ordenes... O de ir tras mujeres... Pero aquel último era problema suyo. Mejor no meterse. Einar sufría las constantes miradas de desdén de hasta incluso el más aniñado marinerito que acababan de despegar de la madre, dado que todos trabajan y él plácidamente comía unas frutas, sentado y reclinado. Obviamente nadie le cuestionaba. No (sólo) porque resultara intimidante, sino porque su labor era otra, y ya estaba hecha. Para cuando finalizó el desembarque, la luna ya gozaba del monopolio de los cielos... Siempre y cuando uno ignorase los millares de estrellas.
— Hey, anciano, dijiste que era tu primera vez en esta ciudad, ¿no? —. Einar se volvió a la voz que le hablaba, para ver que sólo se trataba de un joven compañero del barco. En primera instancia le molestó tanta confianza, sólo habían intercambiado un par de palabras en el viaje, mas decidió dejarlo pasar.
— Si. —se limitó a responder.
— Ven, conozco un buen sitio para beber algo, nada mejor luego de semanas en la mar —decía, entre carcajadas, con un extraño acento difícil de explicar... Pero desagradable. Nuevamente le molestó aquella actitud tan confianzuda, y en aquella ocasión su rostro no lo ocultó. Mas nuevamente decidió dejarlo pasar.
El joven ya se hallaba plenamente ebrio. No hacía ni una hora que había llegado y su rostro ya se encontraba más rojo que la sangre misma.
— ¡Quiero otra! —gritó, al tiempo que estrellaba la jarra de madera contra la sólida mesa. Tenía una cara de idiota impresionante, y Einar ya comenzaba a hartarse de estar allí acompañándole. Suspiró, para luego beber un largo trago. El idiota, al voltear la mirada en busca del mesero, logró entrever a un hombre-bestia que a pocos metros bebía como cualquier otro. Durante unos momentos se le quedó mirando, demostrando una gran maestría en poner cara de atontado. Luego, quién sabe qué maldita cosa se le cruzó por la cabeza, no tuvo otra mejor idea que intentar buscar pleito con aquel...
—Miren eso... Tenemos a un 'Peludito' por acá —dijo para sí, con ironía— Eh, tú, búscame al mesero —gritó al aire. Obviamente no obtuvo respuesta, dado que resultaba imposible que aquel otro notara que se referían a él.— ¿Me estás ignorando, 'Peludito'? —gritó nuevamente, con un atisbo de ira. Einar nuevamente suspiró. Joder. Dejó su bebida a un lado, y con un ademán intentó llamar la atención al joven, pero éste ni lo notó. Si el otro sujeto no respondía bien, se amaría bardo allí mismo. Pensó en tomar por la fuerza al idiota y sacarlo de allí, pero era un joven fornido y ancho de hombros, puede que incluso él tuviera problemas si intentara controlarlo en su forma humana. Joder, y pensar que aquel lugar era acojedor hasta no hace dos minutos... Lo mejor sería mantenerse expectante, y rogar que aquel otro no le devuelva la misma moneda...
El sol pronto se pondría, y la temperatura poco a poco iba bajando. Por suerte, tierra ya estaba a la vista, y la embarcación era un ordenado caos, repleto de griterío. Cada uno tenía una tarea que cumplir... Si no quería que el casco de la nave se destrozase en la orilla. O al menos eso decía el capitán. Buena labia tenía a la hora de dar ordenes... O de ir tras mujeres... Pero aquel último era problema suyo. Mejor no meterse. Einar sufría las constantes miradas de desdén de hasta incluso el más aniñado marinerito que acababan de despegar de la madre, dado que todos trabajan y él plácidamente comía unas frutas, sentado y reclinado. Obviamente nadie le cuestionaba. No (sólo) porque resultara intimidante, sino porque su labor era otra, y ya estaba hecha. Para cuando finalizó el desembarque, la luna ya gozaba del monopolio de los cielos... Siempre y cuando uno ignorase los millares de estrellas.
— Hey, anciano, dijiste que era tu primera vez en esta ciudad, ¿no? —. Einar se volvió a la voz que le hablaba, para ver que sólo se trataba de un joven compañero del barco. En primera instancia le molestó tanta confianza, sólo habían intercambiado un par de palabras en el viaje, mas decidió dejarlo pasar.
— Si. —se limitó a responder.
— Ven, conozco un buen sitio para beber algo, nada mejor luego de semanas en la mar —decía, entre carcajadas, con un extraño acento difícil de explicar... Pero desagradable. Nuevamente le molestó aquella actitud tan confianzuda, y en aquella ocasión su rostro no lo ocultó. Mas nuevamente decidió dejarlo pasar.
El joven ya se hallaba plenamente ebrio. No hacía ni una hora que había llegado y su rostro ya se encontraba más rojo que la sangre misma.
— ¡Quiero otra! —gritó, al tiempo que estrellaba la jarra de madera contra la sólida mesa. Tenía una cara de idiota impresionante, y Einar ya comenzaba a hartarse de estar allí acompañándole. Suspiró, para luego beber un largo trago. El idiota, al voltear la mirada en busca del mesero, logró entrever a un hombre-bestia que a pocos metros bebía como cualquier otro. Durante unos momentos se le quedó mirando, demostrando una gran maestría en poner cara de atontado. Luego, quién sabe qué maldita cosa se le cruzó por la cabeza, no tuvo otra mejor idea que intentar buscar pleito con aquel...
—Miren eso... Tenemos a un 'Peludito' por acá —dijo para sí, con ironía— Eh, tú, búscame al mesero —gritó al aire. Obviamente no obtuvo respuesta, dado que resultaba imposible que aquel otro notara que se referían a él.— ¿Me estás ignorando, 'Peludito'? —gritó nuevamente, con un atisbo de ira. Einar nuevamente suspiró. Joder. Dejó su bebida a un lado, y con un ademán intentó llamar la atención al joven, pero éste ni lo notó. Si el otro sujeto no respondía bien, se amaría bardo allí mismo. Pensó en tomar por la fuerza al idiota y sacarlo de allí, pero era un joven fornido y ancho de hombros, puede que incluso él tuviera problemas si intentara controlarlo en su forma humana. Joder, y pensar que aquel lugar era acojedor hasta no hace dos minutos... Lo mejor sería mantenerse expectante, y rogar que aquel otro no le devuelva la misma moneda...
Einar Vherya
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Re: El lúgubre regreso [4/4] [Libre]
"¿Qué hacer por aquel paraje?" Pensó Daven. Pues hacía años que no se dirigía tan al oeste del Reino. Pero por algún casual sus pasos le habían llevado hasta aquel lugar tan lúgubre. Seguido siempre de su Gran Danés, Sapphira y siempre con su hacha a su espalda. Daven solía conversar únicamente con su compañera canina, pues aunque alguno pensara que estaba loco por hablar con un can, él mejor que nadie sabía que aunque no pudiera hablar si sabía expresarse. — Hacía años que no pasaba por estos bosques. —Lanzó una mirada furtiva a su can y posó su mano sobre el tronco del árbol que tenía más cercano. Su voz era tosca y grave, casi podía sonar autoritaria o imponer respeto a aquellos que no conocieran su carácter. Pero él era así, no podía hacer nada para remediarlo.
Tras varias horas de caminata por el bosque cerró su puño izquierdo. Al instante Sapphira se quedó quieta y miró hacia su derecha. Pese a ser un can de gran tamaño era bastante rápida y ágil. Daven llevó su mano derecha hacia atrás y con su dedo índice y pulgar al broche de la funda de su hacha y lo abrió muy pero que muy despacito para coger su hacha. Mientras tanto Sapphira se separó de Daven con total sigilo. Daven al ver como se separaba de él elevó la comisura izquierda de sus labios esbozando lo que él podría considerar una sonrisa de satisfacción.
Comenzó a caminar con sumo cuidado mirando en todo momento donde se hundían sus pies. No quería que aquello que lo había alertado huyera, al menos no de momento. A lo lejos observó a un jabato, por el tamaño del mismo supo que tan solo tenía unos meses de vida. — Esta noche no. —Aferró con fuerza el mango del hacha y lanzó la cabeza de la misma hacia su izquierda, impactando contra el tronco de un árbol. Un ruido en seco bastante sonoro para que el animal huyera del lugar. Arrancó el hacha del tronco y volvió a guardarla en su funda. Poco después llevó sus dedo índice y pulgar de la mano izquierda a sus labios y profirió un breve silbido. Sin preocuparse mucho más y aún sin estar en compañía de su can decidió abandonar el bosque y dirigirse a la ciudad más cercana.
Al poco tiempo de comenzar su marcha Sapphira ya se encontraba caminando a su par. Esta le dirigió una breve mirada como pidiéndole explicaciones. — La vida es un don que no se ha de arrebatar de manera precoz, ya lo sabes. —La perra le soltó un gruñido en plan reproche. — Ya, lo sé. Vamos a ver que podemos comer. —Lanzó su mano contra la cabeza de la can y la acarició con la mayor suavidad y ternura que Daven podía demostrar. Poco tiempo después llegó a la ciudad y chasqueó tres veces sus dedos para que Sapphira no se separara de su lado. Observó a lo lejos el letrero de la taberna que solía visitar cuando estaba en la ciudad. Abrió la puerta y lo primero que escuchó fue como un joven trataba de manera despectiva a un hombre bestia. Negó para sus adentros intentando localizar con su mirada donde se encontraba sentado el joven, pues esa noche no tenía intención de pelear. Se sentó no muy alejado de la escena, pero había algo que le resultaba familiar. Ese olor, esa presencia. Sapphira notó la inquietud de su amo y se tumbó a sus pies mientras el mesero se acercaba a ellos. — Amable mesero, pongamos dos raciones de su mejor estofado. —Escuetó. Ante todo intentaba dirigirse al mundo siempre de manera educada y respetuosa tal y como le habían enseñado desde niño.
Tras varias horas de caminata por el bosque cerró su puño izquierdo. Al instante Sapphira se quedó quieta y miró hacia su derecha. Pese a ser un can de gran tamaño era bastante rápida y ágil. Daven llevó su mano derecha hacia atrás y con su dedo índice y pulgar al broche de la funda de su hacha y lo abrió muy pero que muy despacito para coger su hacha. Mientras tanto Sapphira se separó de Daven con total sigilo. Daven al ver como se separaba de él elevó la comisura izquierda de sus labios esbozando lo que él podría considerar una sonrisa de satisfacción.
Comenzó a caminar con sumo cuidado mirando en todo momento donde se hundían sus pies. No quería que aquello que lo había alertado huyera, al menos no de momento. A lo lejos observó a un jabato, por el tamaño del mismo supo que tan solo tenía unos meses de vida. — Esta noche no. —Aferró con fuerza el mango del hacha y lanzó la cabeza de la misma hacia su izquierda, impactando contra el tronco de un árbol. Un ruido en seco bastante sonoro para que el animal huyera del lugar. Arrancó el hacha del tronco y volvió a guardarla en su funda. Poco después llevó sus dedo índice y pulgar de la mano izquierda a sus labios y profirió un breve silbido. Sin preocuparse mucho más y aún sin estar en compañía de su can decidió abandonar el bosque y dirigirse a la ciudad más cercana.
Al poco tiempo de comenzar su marcha Sapphira ya se encontraba caminando a su par. Esta le dirigió una breve mirada como pidiéndole explicaciones. — La vida es un don que no se ha de arrebatar de manera precoz, ya lo sabes. —La perra le soltó un gruñido en plan reproche. — Ya, lo sé. Vamos a ver que podemos comer. —Lanzó su mano contra la cabeza de la can y la acarició con la mayor suavidad y ternura que Daven podía demostrar. Poco tiempo después llegó a la ciudad y chasqueó tres veces sus dedos para que Sapphira no se separara de su lado. Observó a lo lejos el letrero de la taberna que solía visitar cuando estaba en la ciudad. Abrió la puerta y lo primero que escuchó fue como un joven trataba de manera despectiva a un hombre bestia. Negó para sus adentros intentando localizar con su mirada donde se encontraba sentado el joven, pues esa noche no tenía intención de pelear. Se sentó no muy alejado de la escena, pero había algo que le resultaba familiar. Ese olor, esa presencia. Sapphira notó la inquietud de su amo y se tumbó a sus pies mientras el mesero se acercaba a ellos. — Amable mesero, pongamos dos raciones de su mejor estofado. —Escuetó. Ante todo intentaba dirigirse al mundo siempre de manera educada y respetuosa tal y como le habían enseñado desde niño.
Daven Valerious
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Re: El lúgubre regreso [4/4] [Libre]
Al estar caminando hacia Ulmer , y al verse envuelto en una riña por una presa contra otros licantropos , Blacklava decidio alejarse lo mas rapido de ese sombrio lugar , con algunos rasguños y un hambre que debilitaria al mas fuerte de los dragones antiguos, se dejo guiar por su nariz , que lo llevo hacia una taberna de lo mas peculiar , en un pueblo que nunca habia escuchado , en todo el tiempo que llevaba caminando solo en este inmenso mundo, al llegar a las puertas del pueblo lo primero que hizo fue volverse humano , para poder caminar con toda paz en este lugar -Oh , un pueblo , hace tanto que no entraba a uno , vivir en la naturaleza es divertido , pero aveces hace falta contacto , aunque el estar solo nunca me molesto- decia hacia sus adentros intentando justificar su asocialidad , una vez convertido en humano y viendo que no se notara nada extraño en el, dejo que su nariz lo guiara a su destino.
Al llegar a la taberna notaba el delicioso olor a estofado y el sonido de la gente contrastaba demaciado con la tranquilidad que brindaba el pueblo , al entrar y ver como los hombres celebraba , no podia sentir mas que anciedad , al no estar acostumbrado a las personas y el estar solo tanto tiempo , impedia disfrutar de su instancia , camino hacia una de las mesas y se sento , en la mas alejada del bullicio que pudiera , pero era imposible , el sonido estaba por todos lados y sus sensibles oidos lo captaban de una manera muy sorbida y nitida , solo respiro e intento calmarce , por que al parecer el hambre podia mas que cualquier ansiedad social -Mesero. Mesero- gritaba el hasta que logro llamar la atencion del mesero -Por favor , traigame una racion de estofado- El mesero asintio y se retiro a conseguir lo que le pidio , mientras el esperaba pacientemete , el olor a alcohol lo tenia tentado a pedir una copa tambien , nunca vendria mal un poco para aliviar la anciedad , pero algo lo inquietod al momento de escuchar como un hombre en un severo estado de embriaguez , que logro notar por su olfato, empezaba a molestar a un hombre bestia , nunca le agradaron , pero sentia que debia ayudar , pero en vez de ir al instante espero a ver la reaccion del hombre bestia , a lo mejor el mismo se encarga y si no , el lo ayudaria.
Al llegar a la taberna notaba el delicioso olor a estofado y el sonido de la gente contrastaba demaciado con la tranquilidad que brindaba el pueblo , al entrar y ver como los hombres celebraba , no podia sentir mas que anciedad , al no estar acostumbrado a las personas y el estar solo tanto tiempo , impedia disfrutar de su instancia , camino hacia una de las mesas y se sento , en la mas alejada del bullicio que pudiera , pero era imposible , el sonido estaba por todos lados y sus sensibles oidos lo captaban de una manera muy sorbida y nitida , solo respiro e intento calmarce , por que al parecer el hambre podia mas que cualquier ansiedad social -Mesero. Mesero- gritaba el hasta que logro llamar la atencion del mesero -Por favor , traigame una racion de estofado- El mesero asintio y se retiro a conseguir lo que le pidio , mientras el esperaba pacientemete , el olor a alcohol lo tenia tentado a pedir una copa tambien , nunca vendria mal un poco para aliviar la anciedad , pero algo lo inquietod al momento de escuchar como un hombre en un severo estado de embriaguez , que logro notar por su olfato, empezaba a molestar a un hombre bestia , nunca le agradaron , pero sentia que debia ayudar , pero en vez de ir al instante espero a ver la reaccion del hombre bestia , a lo mejor el mismo se encarga y si no , el lo ayudaria.
Blacklava Midnight
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Re: El lúgubre regreso [4/4] [Libre]
Estaba disfrutando de mi comida y bebida, la gente entraba y salía de la taberna, fue cuando vi entrar a un peculiar humano que no lucía de por aquí, el forastero se sentó y ordenó bastantes jarras de cerveza.-Los aires de esta taberna van a cambiar-. Pensó el gran lobo, cuando las personas beben en exceso es difícil que controlen su mente y es bastante fácil que se pongan a hablar sandeces.
El Humano se acercó, parece que buscaba pleito conmigo, me limite a observar su comportamiento.-Humano, tus capacidades físicas y mentales no están ni siquiera a la mitad de su funcionamiento-. Le dijo mientras soltaba una carcajada. Era normal que la gente actuara de esa forma en lugares como este, pero nunca había visto a alguien que no se sintiera intimidado por mi apariencia.
Por la puerta entró otro peculiar aventurero y vaya para mi sorpresa venía con un acompañante canido, ambos notaron el tenso ambiente que estaba en la taberna así que no era de esperar que se sentaran lejos del conflicto que quería ocasionar el humano ebrio. Me levanté de mi asiento mientras miraba al ebrio joven frente mio y con una sonrisa le dije.-Ven siéntate conmigo te invito una jarra-. El lobo no tenía intenciones de luchar, en Beltrexus ya había tenido que lidiar con suficientes bestias.-¡Mesero!, ¡dos jarras de cerveza para esta mesa!-. Le grito mientras otro aventurero hacia ingreso a la taberna esta vez era uno bastante joven.
El joven se limitó a entrar caminando hacia una mesa y ordenar su comida pero este no quitaba la mirada del conflicto. No me senté inmediatamente en vez de eso invite a los dos aventureros que lejos de mi mesa se sentaban.-¡Eh Hombrones!, porque no se sientan aquí conmigo yo invito el trago-. Dije con una voz imponente.-Después de todo, todos somos aventureros ¿no?-. Dije entre carcajadas.
El mundo ya estaba lo suficientemente plagado de pequeños conflictos, no era necesario seguir formando más, era mejor forjar amistades.-Espero que esto baste para que todos puedan disfrutar de su comida y bebida-. Dijo el lobo para sí mismo, al final todo es mejor con una buena compañía.
El Humano se acercó, parece que buscaba pleito conmigo, me limite a observar su comportamiento.-Humano, tus capacidades físicas y mentales no están ni siquiera a la mitad de su funcionamiento-. Le dijo mientras soltaba una carcajada. Era normal que la gente actuara de esa forma en lugares como este, pero nunca había visto a alguien que no se sintiera intimidado por mi apariencia.
Por la puerta entró otro peculiar aventurero y vaya para mi sorpresa venía con un acompañante canido, ambos notaron el tenso ambiente que estaba en la taberna así que no era de esperar que se sentaran lejos del conflicto que quería ocasionar el humano ebrio. Me levanté de mi asiento mientras miraba al ebrio joven frente mio y con una sonrisa le dije.-Ven siéntate conmigo te invito una jarra-. El lobo no tenía intenciones de luchar, en Beltrexus ya había tenido que lidiar con suficientes bestias.-¡Mesero!, ¡dos jarras de cerveza para esta mesa!-. Le grito mientras otro aventurero hacia ingreso a la taberna esta vez era uno bastante joven.
El joven se limitó a entrar caminando hacia una mesa y ordenar su comida pero este no quitaba la mirada del conflicto. No me senté inmediatamente en vez de eso invite a los dos aventureros que lejos de mi mesa se sentaban.-¡Eh Hombrones!, porque no se sientan aquí conmigo yo invito el trago-. Dije con una voz imponente.-Después de todo, todos somos aventureros ¿no?-. Dije entre carcajadas.
El mundo ya estaba lo suficientemente plagado de pequeños conflictos, no era necesario seguir formando más, era mejor forjar amistades.-Espero que esto baste para que todos puedan disfrutar de su comida y bebida-. Dijo el lobo para sí mismo, al final todo es mejor con una buena compañía.
Amethin
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Re: El lúgubre regreso [4/4] [Libre]
Una tercera vez, Einar suspiró. Esta vez en forma de alivio. Uno pensaría que es cobardía, y hasta cierto punto tal vez sea verdad, pero él lo veía simplemente como disgusto a los conflictos en primera mano. Su compañero con una tonta sonrisa, probablemente producto del alcohol, al escuchar la invitación dio una gran carcajada a gran voz que retumbó por todo el lugar, con un deje que a Einar le pareció ironía. Se levantó bruscamente, avanzó hasta el hombre-bestia, y cuando estuvo frente a frente, luego de unos instantes de tensión, le dio unos golpes a palma abierta en la espalda, amigablemente, como si fueran amigos de toda la vida y aquello hubiera sido una broma para los espectadores. Acto seguido, el hombre bestia invitó a dos hombres más que por allí pasaban... Sinceramente Einar ya estaba confundido, ¿realmente todos se conocían, y le habían gastado una broma? ¿O era la misma actitud confianzuda que había utilizado con él?... Bueno, lo importante es que podría comer en paz.
— Aquí tiene su plato, señor. Pescado a las brasas, como ordenó —le dijo el mesero tímidamente, mientras le acomodaba todo en la mesa.
— Gracias. Y... Disculpa a mi compañero —dijo, señalando la alejada silla en la que ahora se encontraba con aquel pintoresco grupo.— lo de hace rato. —. El mesero asintió con la cabeza, y se retiró nuevamente.
— Hey, Anciano, ven aquí con nosotros. El 'Peludito' invita la bebida —se oyó gritar, justo cuando Einar clavaba el cuchillo para comenzar a comer. Levantó, la vista y obviamente era aquel con el que vino hacia allí.
— Estoy bien acá. Ustedes coman tranquilos. —dijo el dragón. A decir verdad, Einar no era realmente sociable.
— Vamos, camarada, ven hacia aquí, hay un banco libre —dijo, señalando el contiguo a él. Un cuarta y última vez, Einar suspiró. Conociéndole, no pararía hasta ceder. Dio un bocado a su platillo, y luego se levantó con todo lo de su mesa en brazos, para después sentarse en la misma mesa que aquellos desconocidos que quién sabe qué hacían en aquel lugar. No se sentó en el lugar indicado, sino en uno levemente más apartado del joven y el hombre-bestia.
— ¡Vamos mesero, traiga una ronda para todos! —gritó el joven. Ahora que lo pensaba, nunca le había preguntado el nombre...
—(...) Es un anciano, tiene más años que mi abuela, aunque parezca un poco mayor que yo —dijo el joven, señalando a Einar.
— Vamos. Tampoco exageres. ¿Qué edad tienes?.. ¿26... 27? Tu abuela menos de 70 no puede tener. —respondía el dragón, un tanto más amigablemente de lo que solía actuar. Tal vez producto del alcohol...
— Aquí tiene su plato, señor. Pescado a las brasas, como ordenó —le dijo el mesero tímidamente, mientras le acomodaba todo en la mesa.
— Gracias. Y... Disculpa a mi compañero —dijo, señalando la alejada silla en la que ahora se encontraba con aquel pintoresco grupo.— lo de hace rato. —. El mesero asintió con la cabeza, y se retiró nuevamente.
— Hey, Anciano, ven aquí con nosotros. El 'Peludito' invita la bebida —se oyó gritar, justo cuando Einar clavaba el cuchillo para comenzar a comer. Levantó, la vista y obviamente era aquel con el que vino hacia allí.
— Estoy bien acá. Ustedes coman tranquilos. —dijo el dragón. A decir verdad, Einar no era realmente sociable.
— Vamos, camarada, ven hacia aquí, hay un banco libre —dijo, señalando el contiguo a él. Un cuarta y última vez, Einar suspiró. Conociéndole, no pararía hasta ceder. Dio un bocado a su platillo, y luego se levantó con todo lo de su mesa en brazos, para después sentarse en la misma mesa que aquellos desconocidos que quién sabe qué hacían en aquel lugar. No se sentó en el lugar indicado, sino en uno levemente más apartado del joven y el hombre-bestia.
— ¡Vamos mesero, traiga una ronda para todos! —gritó el joven. Ahora que lo pensaba, nunca le había preguntado el nombre...
—(...) Es un anciano, tiene más años que mi abuela, aunque parezca un poco mayor que yo —dijo el joven, señalando a Einar.
— Vamos. Tampoco exageres. ¿Qué edad tienes?.. ¿26... 27? Tu abuela menos de 70 no puede tener. —respondía el dragón, un tanto más amigablemente de lo que solía actuar. Tal vez producto del alcohol...
Einar Vherya
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Re: El lúgubre regreso [4/4] [Libre]
La comida aún no había llegado a su mesa y al parecer la taberna estaba en pleno auge. La gente entraba, la gente salía y el mesero no daba para más. Negó con la cabeza pues para él no era lógico que no un mesero no tuviera en previsión la afluencia que podía tener. Daven se inclinó hacia adelante y dio un par de suaves golpecitos en la cabeza de su can.— Esto es lo que pasa cuando no cocinas tu propia comida.—La can soltó un resoplido, que iba a decir la pobre criatura.
Daven se cruzó de brazos, mientras su inquieta pierna comenzaba a tambalear. Impaciencia, maldita impaciencia a la hora de alimentarse. Se había acostumbrado a ser autosuficiente, a no contar con nadie más que él y su compañera. Pero algo en ese instante lo sacó de sus pensamientos, de sus recuerdos de tiempos de tranquilidad. ¿Le estaban invitando a tomar una copa? ¿Por qué? No lo entendía, por lo que intentó hacer caso omiso a las palabras. Pero claro, su can no pensó igual.
En ese instante la can se levantó se acercó al hombre-bestia. Daven elevó su mirada para centrarlo en la situación que se estaba llevando a cabo. No solía actuar así a no ser que tuviera alguna razón escondida. Pero ¿Qué razón existiría para que se acercara a un completo desconocido? La can olfateó al hombre-bestia y comenzó a mover ligeramente su cola. Miró a su dueño y este optó por levantarse. Caminó con paso pesado hasta la mesa en la que ahora se encontraba la can, y en la que le esperaban tres criaturas más.— Perdonad la reacción de mi can.—Espetó y chasqueó los dedos detrás de sí. La can se sentó mirando atentamente la situación pero con la inquietud de dejarse llevar por su instinto juvenil y jugar con los comensales.— A cambio, aceptaré ese trago.— Agarró el respaldo de la silla y la retiró de la mesa, se descolgó su arma
la posó junto a dicha silla.
Escuchó la conversación que el joven tenía con aquel "anciano". Cuan equivocado estaba el mundo de que la edad no tenía porque estar determinada por un número, sino en sí por su mente. Un niño puede ser sabio mientras obtenga todo el conocimiento del mundo, y un anciano aún puede ser un niño por ser un ignorante.— La edad no queda reflejada en su rostro.— Alegó para defender antes de sentarse. Acarició la cabeza del can y le dirigió una sutil mirada de complicidad.— Su nombre es Sapphira.— Le comentó al hombre bestia. Alzó su mirada y la posó en los miembros que ahora formaban la mesa.— Daven es el mío.— Al cabo de un minuto el mesero trajo uno de los platos de estofado que previamente había pedido. Lo agarró con la mano y lo dejó a los pies de la mesa para que Sapphira comenzara a comer.
Daven se cruzó de brazos, mientras su inquieta pierna comenzaba a tambalear. Impaciencia, maldita impaciencia a la hora de alimentarse. Se había acostumbrado a ser autosuficiente, a no contar con nadie más que él y su compañera. Pero algo en ese instante lo sacó de sus pensamientos, de sus recuerdos de tiempos de tranquilidad. ¿Le estaban invitando a tomar una copa? ¿Por qué? No lo entendía, por lo que intentó hacer caso omiso a las palabras. Pero claro, su can no pensó igual.
En ese instante la can se levantó se acercó al hombre-bestia. Daven elevó su mirada para centrarlo en la situación que se estaba llevando a cabo. No solía actuar así a no ser que tuviera alguna razón escondida. Pero ¿Qué razón existiría para que se acercara a un completo desconocido? La can olfateó al hombre-bestia y comenzó a mover ligeramente su cola. Miró a su dueño y este optó por levantarse. Caminó con paso pesado hasta la mesa en la que ahora se encontraba la can, y en la que le esperaban tres criaturas más.— Perdonad la reacción de mi can.—Espetó y chasqueó los dedos detrás de sí. La can se sentó mirando atentamente la situación pero con la inquietud de dejarse llevar por su instinto juvenil y jugar con los comensales.— A cambio, aceptaré ese trago.— Agarró el respaldo de la silla y la retiró de la mesa, se descolgó su arma
la posó junto a dicha silla.
Escuchó la conversación que el joven tenía con aquel "anciano". Cuan equivocado estaba el mundo de que la edad no tenía porque estar determinada por un número, sino en sí por su mente. Un niño puede ser sabio mientras obtenga todo el conocimiento del mundo, y un anciano aún puede ser un niño por ser un ignorante.— La edad no queda reflejada en su rostro.— Alegó para defender antes de sentarse. Acarició la cabeza del can y le dirigió una sutil mirada de complicidad.— Su nombre es Sapphira.— Le comentó al hombre bestia. Alzó su mirada y la posó en los miembros que ahora formaban la mesa.— Daven es el mío.— Al cabo de un minuto el mesero trajo uno de los platos de estofado que previamente había pedido. Lo agarró con la mano y lo dejó a los pies de la mesa para que Sapphira comenzara a comer.
Daven Valerious
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Re: El lúgubre regreso [4/4] [Libre]
El chico un poco impaciente , ya que al no estaba acostumbrado a estar entre tanto bullicio , esperaba con altas expectativas la comida , no era la primera vez que tenia que ir a una taberna a comer , pero usualmente preferia cazar y evitar todo esta ansiedad que sentia , movia su pie erraticamente de arriba hacia abajo esperando que el estofado llegara a su mesa.
Al notar como el hombre bestia habia respondido de buena manera al hombre que lo estaba molestadon , le parecia interesante, tomo todo lo que habia pasado como una broma entre compañeros de tragos , y al ver como el hombre bestia invitaba a varios a tomar , penso que a lo mejor esto iba bastante bien, su olfato no le podia mentir , dos de los hombres que se sentaron junto al hombre bestia , uno al que escucho decir que le llamaban "Anciano" y el otro con un compañero canino , eran dragones , que hacian por aqui un par de ellos , no era la primera vez que veia uno , pero preferia mantenerse lejos de algo que lo podria almorzar de un solo bocado, el mesero al fin habia traido su estofado y el no aguantaba mas el hambre - Gracias buen hombre- le dijo de manera amable y se dedico a comer el estofado , penso que si a lo mejor podria dar sus servicios para ayudar al ocupado hombre que atendia y no podia darse a basto con tantas personas que llegaban a la taberna , y asi a lo mejor pagar su comida y quizas un alojamiento
Al notar como el hombre bestia habia respondido de buena manera al hombre que lo estaba molestadon , le parecia interesante, tomo todo lo que habia pasado como una broma entre compañeros de tragos , y al ver como el hombre bestia invitaba a varios a tomar , penso que a lo mejor esto iba bastante bien, su olfato no le podia mentir , dos de los hombres que se sentaron junto al hombre bestia , uno al que escucho decir que le llamaban "Anciano" y el otro con un compañero canino , eran dragones , que hacian por aqui un par de ellos , no era la primera vez que veia uno , pero preferia mantenerse lejos de algo que lo podria almorzar de un solo bocado, el mesero al fin habia traido su estofado y el no aguantaba mas el hambre - Gracias buen hombre- le dijo de manera amable y se dedico a comer el estofado , penso que si a lo mejor podria dar sus servicios para ayudar al ocupado hombre que atendia y no podia darse a basto con tantas personas que llegaban a la taberna , y asi a lo mejor pagar su comida y quizas un alojamiento
Blacklava Midnight
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Re: El lúgubre regreso [4/4] [Libre]
Me limité a sentarme y escuchar la conversacion que tenian los humanos, era bastante normal escuchar a un niño dirigirse así a un hombre de mayor edad sobre todo si era más joven e ignorante que el resto pero de seguro el mas viejo tiene mas experiencia en batalla, bueno al menos en mi pueblo los más viejos tienen más experiencia en batalla.
A la invitación se había unido una compañera bastante peculiar del humano sentado lejos de mi mesa, creo que había escuchado y por alguna rara razón comprendió mis palabras y claro su amo la siguió.-Bonito nombre el de tu compañera, de seguro sabe cuidarte-. Dijo el lobo mientras soltaba una carcajada.-Un gusto Daven mi nombre es Amethin-. El gran lobo estaba bastante tranquilo disfrutando de su trago.
-Y sus nombres, ¿cuales son?... no creo que sean joven y anciano o si?-. El lobo los miró, parecían ser marineros o algo por el estilo por el ropaje que traían.-¿De donde vienen?-. Dijo el lobo mirándolos a todos, tenía que conocer a sus nuevos compañeros, por lo menos de donde venían.
De reojo mire al joven aun sentado lejos de la mesa de donde había invitado a todos los demás, la invitación también iba para él pero parece no haberla atendido de ninguna manera, su mirada era inquieta como si estuviera esperando algo. El lobo no le presto tanta atención, su postura física no daba a notar ningún tipo de agresividad.
A la invitación se había unido una compañera bastante peculiar del humano sentado lejos de mi mesa, creo que había escuchado y por alguna rara razón comprendió mis palabras y claro su amo la siguió.-Bonito nombre el de tu compañera, de seguro sabe cuidarte-. Dijo el lobo mientras soltaba una carcajada.-Un gusto Daven mi nombre es Amethin-. El gran lobo estaba bastante tranquilo disfrutando de su trago.
-Y sus nombres, ¿cuales son?... no creo que sean joven y anciano o si?-. El lobo los miró, parecían ser marineros o algo por el estilo por el ropaje que traían.-¿De donde vienen?-. Dijo el lobo mirándolos a todos, tenía que conocer a sus nuevos compañeros, por lo menos de donde venían.
De reojo mire al joven aun sentado lejos de la mesa de donde había invitado a todos los demás, la invitación también iba para él pero parece no haberla atendido de ninguna manera, su mirada era inquieta como si estuviera esperando algo. El lobo no le presto tanta atención, su postura física no daba a notar ningún tipo de agresividad.
Amethin
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Re: El lúgubre regreso [4/4] [Libre]
De donde venían. O hacía donde iban. Esas eras las preguntas que siempre sonaban en la mente de cada ser de Aerandir. Pero no todo el mundo sabía o podía dar la respuesta adecuada. El mesero volvió con el resto de bebidas y comidas. Daven sacó un pequeño saco de cuero del bolsillo izquierdo de su pantalón y se lo lanzó al mesero.— Que la deuda esté pagada. —Desvió su mirada al hombre-bestia.
— De Dundarak vienen mis pasos y hacia Dundarak volverán, querido amigo. —Hincó la cuchara en el estofado y desvió durante un segundo la mirada a su can. A esta apenas le quedaba comida en su plato. Era de esperar que lo devorase con ansia. Porque hacía días que no comían algo calentito y aunque si podía decir que se alimentaban, no era lo mismo comer un trozo de queso, fruta o un pedazo de cecina.
Tragó la cucharada del estofado y volvió a mirar al hombre-bestia.— Vos no sois de estos lares y vuestro hablar dice que ha vivido mil historias. —Hizo una breve pausa. No sabía muy bien como empezar un diálogo de manera cordial con un desconocido pero había leído miles de libros de como relacionarse con la gente. Era hora de ponerlos en práctica.
— ¿Qué os ha traído a una taberna como esta, amigo? —Siguió la mirada del joven hacia aquel que estaba más apartado. ¿Cuál era la intención por la que no se acercaba a ellos? ¿Quizás era él motivo de espionaje o de vigilancia? Daven a menudo solía desconfiar de las situaciones a su alrededor. Pues tenía más que motivos para pensar que alguien iba tras él, que alguien buscaba su cabeza.
— De Dundarak vienen mis pasos y hacia Dundarak volverán, querido amigo. —Hincó la cuchara en el estofado y desvió durante un segundo la mirada a su can. A esta apenas le quedaba comida en su plato. Era de esperar que lo devorase con ansia. Porque hacía días que no comían algo calentito y aunque si podía decir que se alimentaban, no era lo mismo comer un trozo de queso, fruta o un pedazo de cecina.
Tragó la cucharada del estofado y volvió a mirar al hombre-bestia.— Vos no sois de estos lares y vuestro hablar dice que ha vivido mil historias. —Hizo una breve pausa. No sabía muy bien como empezar un diálogo de manera cordial con un desconocido pero había leído miles de libros de como relacionarse con la gente. Era hora de ponerlos en práctica.
— ¿Qué os ha traído a una taberna como esta, amigo? —Siguió la mirada del joven hacia aquel que estaba más apartado. ¿Cuál era la intención por la que no se acercaba a ellos? ¿Quizás era él motivo de espionaje o de vigilancia? Daven a menudo solía desconfiar de las situaciones a su alrededor. Pues tenía más que motivos para pensar que alguien iba tras él, que alguien buscaba su cabeza.
Daven Valerious
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Re: El lúgubre regreso [4/4] [Libre]
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