El regreso a quién sabe donde [LIBRE] [+18]
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El regreso a quién sabe donde [LIBRE] [+18]
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Anochecía, una fría y espesa lluvia caía sobre el lodo que cubría los caminos de aquella ciudad. Una ciudad que a Ull se le hacía conocida, había estado por allí anteriormente. Había pasado bastante tiempo, seguramente su visita se debía a la búsqueda de algún trabajo interesante.
Por su cabeza pasaban infinidad de pensamientos pasados, infinidad de momentos vividos los cuales nunca podría olvidar...agarrando con una mano y apoyando la faltriquera sobre su hombro caminaba por aquellos caminos...Miraba de reojo disimuladamente cobijando la mirada en su capucha, un par de perros con un aspecto deplorable le ladraban desde el otro lado de un muro y unos hombres ebrios salían de aquellas casuchas a golpes y gritos, parecían discutir sobre algo.
-Malditos gilipollas...-Susurró Ull cuando vio a tres personas encapuchadas robarle a un indigente lo poco que tenía-¡¡Eh!! ¡¡Dejarlo en paz!!-Los encapuchados se giraron para ver quien osaba gritarles y decirles lo que tenían que hacer.
-No querrás meterte en un lío, ¿verdad, muchacho?-Dijo uno de ellos acercándose con ánimo de intimidar a Ull-No queremos hacerte daño, así que no nos toques los cojones, por favor...-Quitándose la capucha y mostrando su cabeza de lagarto de un color verde muy llamativo-Muchachos, ¡¡rodearlo!!-Los otros dos ladrones se plantaron de un salto en la espalda de Ull, no parecía que portasen armas, pero Ull no se fiaba ni un pelo de lo que podían guardar debajo de aquellas capas y adoptó una postura defensiva.
-No me hagáis enfadar, estaba muy tranquilito. No quiero haceros daño lagartijas- Sonreía entre dientes, no parecía un reto muy difícil para Ull, que poco a poco se le aceleraba el pulso casi a punto de transformarse en lobo-.
-Bronick, Zoruck, mirar sus manos...- Susurraba uno de ellos. Las manos de Ull empezaban a enseñar su verdadera naturaleza, un humano era imposible que tuviese esas uñas tan afiladas y puntiagudas. Aún así el lagarto y sus acompañantes decidieron acorralar a Ull en el medio de aquel camino embarrado-.
-...Seguía lloviendo con fuerza...-
Última edición por Ull Whitestorm el Miér Jun 30 2021, 18:34, editado 3 veces
Ull Whitestorm
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Re: El regreso a quién sabe donde [LIBRE] [+18]
Familia. Era una palabra que había sonado durante toda su vida, era una palabra cálida y a la vez tan desconocida. Había escuchado rumores de que quizá su familia seguía con vida. Quizá, era esa palabra tan mundana y a la vez, abría una infinidad de mundos en su cabeza. Se imaginaba a menudo cómo habría sido su vida si aquel incendio no hubiera disipado su clan y exterminado a su familia, se preguntaba por qué si habían sobrevivido no se habían dignado a buscarla. O quizá sí, quizá aún la buscaban. Vacía, pasaban los días que parecían semanas con el mismo sol, poco a poco la familia que con tanto anhelo había formado se disipaba, creando las suyas propias. Wood y su retoño, Alec y Hera ya habían formado la suya propia. Leonardo viajaba por todo Aerandir buscando inspiración. Rose era la familia que ahora le quedaba. Huérfana como ella, pero con un amargo sabor que le dejaba aquella palabra a la bruja, no era capaz de hablarlo con ella pues había sido vendida al mejor postor por su propia sangre.
Un rumor es una pequeña frase en el aire que corre a la velocidad del viento, Blackfjeven no era un apellido demasiado común entre los suyos pese a ser un apellido tan antiguo. Había husmeado en los archivos de Lunargenta, y allí estaba, en letras áureas aquel apellido junto a la miniatura de un gran huargo gris.
-¿Has encontrado lo que buscabas, joven?
Aquel señor la sacó de sus cavilaciones, el archivero era un señor muy mayor, que olía a papiro mojado y a alcohol de romero.
-Supongo. -Apuntó con desgana la loba que, tras un exhaustivo trabajo de búsqueda había encontrado el único archivo en el que figuraba el apellido familiar, aquel al que había renunciado tanto tiempo atrás.
-Blackfjeven... Una familia de famosos guerreros que fue capturada por los primeros terrestres en la guerra, interesante. A veces no conseguimos las respuestas apropiadas porque hacemos las preguntas equivocadas.
Un resumen conciso de las palabras de letras adornadas y casi indescifrables de aquellos papeles. Y ya está, ahí perdía la pista, en el inicio y en el final. Nada más. Releyó aquellas palabras las suficientes veces para grabarlas a fuego en su mente. Frustración era el único resumen que había de su búsqueda.
-Muchas gracias, anciano. -Los largos dedos de sus manos acariciaron por última vez los trazos de tinta de lo único que sabía de la que había sido aquello que entienden los humanos por familia.
Se levantó de la silla sacando del pequeño zurrón de piel un par de monedas que tendió entre las manos de aquel señor que asintió a modo de agradecimiento por el gesto.
Sus ojos tardaron en acostumbrarse a la luz natural de las calles de Lunargenta, un naranja suave como las nubes dibujaba un amanecer que pocas veces se había parado a mirar con tanta parsimonia como aquel día. Cuántas veces había caminado por aquellas calles ajena a tantas cosas que ahora extrañaba, tan perdida como libre había sido. No quiso pasar por la posada Estrella a visitar a sus camaradas, prefirió emprender un reflexivo viaje hacia Ulmer a pie.
Tres días tardó en llegar a una difícil encrucijada. Allí, donde se bifurcan los caminos de Verisar hacia los reinos del Este, existe un camino oculto para muchos. Dibujadas las líneas de los carromatos en el suelo.
-... Ciudad Lagarto.
Había escuchado hablar de ella a las malas lenguas, incluso Siegfried en alguna carta había mencionado aquel lugar de perversión que era un quebradero de cabeza para el rey. Sus pies se pararon, y pudo notar la adrenalina que segrega el cuerpo cuando te invade la curiosidad. Casi hipnotizada por el ideal de aquel lugar idílico sin normas ni reyes, sus pies empezaron a andar bajo a aquel letrero de madera, posiblemente robada, donde ponía Ciudad Lagarto. Las nubes se cerraron lo suficiente para dejar caer las primeras tormentas del anticipado verano.
No podía llamar la atención, así que cubrió la espesa melena azabache que caía sobre su espalda con un trozo de tela raído, y se lo colocó lo suficientemente bajo para tapar sus ojos amarillos que podrían delatarla. Aquella vocecilla interna que te habla sobre las cosas que estás haciendo mal tenía voz de Rose, y llamaba la atención a su amiga continuamente sobre el peligro de aquel lugar.
-Cállate Rose.
Dijo instintivamente la loba a pocos metros de la puerta de la ciudad. Embarrada hasta las cejas parecía una más de aquel lugar. La gente corría a refugiarse de la lluvia bajo a los porches de algunas casas, en las tabernas. Pero a ella le gustaba el tacto de la lluvia y el olor de la tierra mojada. Miseria, era lo que veía en aquellas calles donde los desamparados buscaban lo que fuese para llevarse a la boca. Los ricos eran muy ricos, y los pobres eran muy pobres, ¿Qué diferenciaba a Ciudad Lagarto de cualquier ciudad humana? Escupió en el suelo, asqueada ante tal desilusión.
Caían con fuerza las gotas de lluvia contra los tejados, el velo que cubría su cabeza se había quedado adherido a su pelo mojado como si los dos fuesen ya uno solo, y las gotas le caían por la frente y le enmarcaban la cara. No le importaba demasiado, había decidido terminar el trayecto a Ulmer en su forma animal, más cómoda y rápida para viajar, por lo que mojarse no era un problema llegados a este punto del camino. Pero aún así buscó un lugar donde refugiarse. Unos gritos a un par de bocacalles le alertaron, la alarma de peligro con voz de Rose se puso en marcha. "Nana por favor, no vayas. Por tus muertos, no vayas. " Parecía que la bruja estaba allí de cuerpo presente leyendo los pensamientos de su amiga que tranquilamente echó a andar hacia la procedencia de las voces.
Cinco siluetas se dibujaron en la espesura de la lluvia, todos encapuchados, se mantuvo en la sombra lo suficiente para ver aquellas afiladas garras que asomaron debajo de la manga de uno de ellos ¿Uno de los suyos? Una pequeña sonrisa asomó en los labios de la loba, la temperatura de aquel cuerpo era mucho superior a la de los demás, incluso para un humano. (1)
-Ahora entiendo por qué se llama Ciudad Lagarto.
Elevó su tono de voz lo suficiente para que aquel que había descubierto su escamado rostro la escuchase. Caminó sin vacilar adentrándose en el callejón. Frenó en seco aprovechando la tesitura y la sorpresa de aquellos y echó a correr hacia la escena, saltando momentos antes de llegar a ellos para propinar una fuerte patada en la cabeza al primer lagarto (2) que cayó al suelo de forma rotunda. Cayó al suelo en cuclillas junto al cuerpo inerte.
-No sé si querréis sufrir la misma suerte que vuestro escamoso amigo, pero tengo para todos.
Se recuperó del salto con gracilidad, levantándose de su posición. No pudo evitar que aquella sonrisa sádica de medio lado volviera a asomar entre sus labios, dejando al descubierto uno de sus grandes colmillos.
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(1)Termostato: [Pasiva] Mis habilidades como depredadora y rastreadora me permiten detectar fuentes de calor a cortas distancias gracias a la agudización de mis sentidos.
(2)Rápida y letal: [1 turno] [2 usos] Mi agilidad me permite abalanzarme sobre mis presas a gran velocidad tras acecharlas y asestar el primer golpe incluso en mi forma antropomorfa.
(2)Rápida y letal: [1 turno] [2 usos] Mi agilidad me permite abalanzarme sobre mis presas a gran velocidad tras acecharlas y asestar el primer golpe incluso en mi forma antropomorfa.
Nana
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Re: El regreso a quién sabe donde [LIBRE] [+18]
....La verdad no sabía cómo ni de qué manera, pero Ull siempre terminaba metido en algún lío....
La escena se volvía totalmente del lado del lobo, aquellos tres hombres lagarto parecían estar ebrios y eso jugaba a favor de Ull.
No parecía nada preocupado, lluvia y barro eran los elementos perfectos para un buen festín, aunque a decir verdad la carne de lagarto no era la favorita de Ull, dónde estuviese un buen venado para hincarle el diente...
Ya preparado para el contraataque, pudo reconocer un olor muy intenso que venía de alguna parte(1), no muy lejos, parecía rondar por una o dos manzanas como mucho.
-..¿Otro licántropo por la zona?..- Pensó el joven lobo, a decir verdad le parecía bastante extraño, hacía tiempo que no se cruzaba con uno pero aquel olor era irreconocible.
Volteó su cuello con aquella distracción y el encapuchado aprovechó para la embestida.
-¡¡Ahora!!- El lagarto se abalanzó sobre el cuerpo de Ull cuando de repente una sombra apareció de repente en la escena, muy ágil y esvelta, como si de una pluma se tratase. El joven lobo pudo corroborar que efectivamente se trataba de un licántropo, pero ¿qué hacía allí?
-¿Qué...cojones..?- Ull estaba realmente abrumado con aquella destreza, parecía que estaba más que acostumbrada a andar por las calles de Ciudad Lagarto,o mejor dicho, a pelear, a lo que no quiso darle mucha importancia. Aquel ser le había ayudado era de agradecer pero a Ull no le gustaba nunca dar las gracias, se levantó del suelo rápidamente y le clavó sus uñas punzantes en la garganta al otro encapuchado, diría que demasiado fácil. En su afán por demostrar al otro licántropo que no necesitaba su ayuda se abalanzó sobre el último "matón" y le arañó el rostro con rabia hasta dejarlo totalmente irreconocible. Encima del cuerpo ya inerte, seguía arañando con fuerza y atravesándole la piel con las uñas, de nada valía, pero Ull estaba saciando su ira contra aquel ser.
-¡Muere, muere, muereeee!- Decía levantando sus rodillas embarradas del suelo, palmeó sus manos un par de veces y miró para el licántropo que le había ayudado.
-Y bien, ¿qué te trae por aquí?-Desinteresado seguía su camino, tenía hambre y aquellos cuerpos no parecían apetecerle nada, continuaba por el camino en busca de alguna taberna o posada donde cobijarse, estaba cayendo la noche y la lluvia no cesaba.
-Si pensabas que no sabía lo que eras, estás muy confundido, reconozco muy bien cuando se trata de un licántropo.-Ull se sacó la capucha y dejó ver sus ojos azul celeste con un movimiento de cuello hacia arriba, mirando hacia el cielo y cayéndole gota por gota de aquella lluvia tan intensa sobre el rostro. Los restos de barro se deslizaban en una fusión con el agua hacia su cuello.-
-Malditos inútiles...-. Seguía maldiciendo sobre aquel momento mientras caminaba hacia quién sabe dónde.
...Caía la noche...
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(1)-RASGO: Tengo un olfato muy agudo y especial facilidad a la hora de detectar cualquier tipo de huella o pista significativa en el entorno.
Ull Whitestorm
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El agua caía con violencia contra la piel de sus mejillas. Frunció el ceño al ver la escena, sin duda Ciudad Lagarto era incluso peor de lo que había escuchado. La lluvia caía y la sangre brotaba a borbotones de los cuerpos inertes. La loba negra frunció el gesto en señal de desapruebo hacia aquella escena, la sangre le había incluso salpicado las botas enfangadas, podía olerla tan cerca que parecía que su boca se llenase de aquel líquido carmesí. Le iba a costar librarse de aquel olor a sangre de lagarto.
-... Qué fastidio. -Susurró para si misma antes de alzar la vista de aquella dramática escena.
¿Cómo sabía aquel que ella era uno de los suyos? Arqueó una ceja con curiosidad, con la lluvia pensó que pasaría desapercibida. Debía de empezar a hacerle caso a Rose, o al menos eso pensaba cada vez que sus planes no salían como calculaba. Debía de marchar de Ciudad Lagarto cuanto antes.
-Vaya, me has pillado. -Una sonrisa burlona asomó de sus labios pronunciando las palabras con ironía.
Descubrió su rostro apartando aquel pañuelo que empapado, se había adherido a su cabello como si fueran uno. Los mechones negros caían sobre sus hombros ciñéndose a su anatomía, así como aquella camisa blanca y vieja que portaba con el fin de no llamar la atención y que se había vuelto casi transparente al contacto con el agua.
-Esa rabia no te traerá nada bueno, y menos en una ciudad como esta. Advierto que tú tampoco eres de por aquí, sino hubieras sido mucho más ... Sutil.
Bajó de nuevo la mirada al espectáculo de sangre que ya llegaba hasta sus pies. Se apartó con gracilidad del cuerpo aún con vida del primer lagarto víctima de su primer y único ataque. Mejor así, mejor no mancharse las manos de forma innecesaria.
-Si vas a dejar a ese con vida yo no me quedaría demasiado por esta ciudad. -Apuntó haciendo un pequeño ademán con el mentón para señalar al inconsciente lagarto a unos metros.
Dio un par de pasos hacia su igual, altiva, y lo miró de arriba abajo con aire de indiferencia antes de esbozar una pequeña sonrisa burlona. A penas a unos centímetros de su posición, posó sus ojos en los de aquel, ambarinos, fulminantes. Le poso una mano sobre el hombro y se acercó a él.
-Yo que tú, me andaría con más cuidado, cachorrito. Estas escenitas sangrientas y dramáticas llaman demasiado la atención.
Le susurró al oído con el mismo tono burlón y deslizó la mano desde su hombro por su espalda antes de echar a andar al otro lado del callejón. Debía quitarse rápido aquella ropa impregnada de sangre o llamaría demasiado la atención para seguir su camino hacia Ulmer.
Nana
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Un largo camino le quedaba al joven lobo, anochecía y poco a poco el cielo mostraba su enfado dejando ver entre las oscuras nubes unos rayos de un color azul eléctrico retumbando en lo que parecía ser el horizonte.
Aquel tipo de escenas empezaban a familiarizarse con el joven, aunque él solo intentaba encontrar un sentido a su vida, una pista de su hermano era lo que más añoraba... cualquier cosa le valía para coger fuerzas de la nada e ir en su busca, pero aquella mujer quizás sabía algo sobre el pasado de su aldea.
Volteó su mirada en un gesto de interés para ver si aquella mujer le seguía, cuando vio que se empezó a quitar aquellos arapos que cubrían su hermoso rostro...
En medio de una risa nerviosa y mirando de reojo, intentando que la mujer no se diese cuenta de que él admiraba su melena azabache y su cuerpo que la lluvia esculpía bajo aquella camisa blanca....
-Ya sabía que eras uno de los nuestros, lo que no sabía es que eras una mujer, esas acrobacias rara vez las hace una de nuestra especie, al menos..- Dijo Ull intentando que no se notasen las miradas que le estaba echando a su cuerpo, la verdad le estaba llamando bastante la atención aquella mujer.-
Después de que ella le insistiese en que sería mejor no dejar ningún testigo, el lobo se acercó al encapuchado que, todavía agonizando en el suelo embarrado, suplicaba por su vida a Ull, que se dio media vuelta y a paso desenfadado se acercaba a él para asestarle el golpe de gracia.
-Tienes razón, mejor así. Aunque después de semejante sangría va a estar difícil que pasemos desapercibidos.- Habiendo rebanado el cuello de aquel lagarto con sus afiladas uñas volvió a encaminarse hacia algún sitio, algún lugar dónde al menos pasar la noche bajo techo cuando de repente se frenó en seco. La confianza que le mostraba aquella mujer daba la sensación de que algo estaba buscando que tenía el joven lobo, el cual la miro de reojo mientras ella posaba su mano en el hombro y lo advertía del peligro con cierto tono de burla.
Pensaba Ull después de dejar ver una sonrisa de medio lado mientras la mujer se marchaba hacia el otro lado del callejón el lobo, aunque no muy conforme con ello, dejó escapar quien era ante la muchacha que le había en cierto modo, salvado la vida.
-¡¡Me llamo Ull!! ¡¡El pequeño de los WhiteStorm!! ¡¡Un placer!!- El joven se quedó mirando mientras ella caminaba, solo ella sabía hacia dónde.
Aquel tipo de escenas empezaban a familiarizarse con el joven, aunque él solo intentaba encontrar un sentido a su vida, una pista de su hermano era lo que más añoraba... cualquier cosa le valía para coger fuerzas de la nada e ir en su busca, pero aquella mujer quizás sabía algo sobre el pasado de su aldea.
Volteó su mirada en un gesto de interés para ver si aquella mujer le seguía, cuando vio que se empezó a quitar aquellos arapos que cubrían su hermoso rostro...
-Bonita sonrisa...
En medio de una risa nerviosa y mirando de reojo, intentando que la mujer no se diese cuenta de que él admiraba su melena azabache y su cuerpo que la lluvia esculpía bajo aquella camisa blanca....
-Ya sabía que eras uno de los nuestros, lo que no sabía es que eras una mujer, esas acrobacias rara vez las hace una de nuestra especie, al menos..- Dijo Ull intentando que no se notasen las miradas que le estaba echando a su cuerpo, la verdad le estaba llamando bastante la atención aquella mujer.-
Después de que ella le insistiese en que sería mejor no dejar ningún testigo, el lobo se acercó al encapuchado que, todavía agonizando en el suelo embarrado, suplicaba por su vida a Ull, que se dio media vuelta y a paso desenfadado se acercaba a él para asestarle el golpe de gracia.
-Tienes razón, mejor así. Aunque después de semejante sangría va a estar difícil que pasemos desapercibidos.- Habiendo rebanado el cuello de aquel lagarto con sus afiladas uñas volvió a encaminarse hacia algún sitio, algún lugar dónde al menos pasar la noche bajo techo cuando de repente se frenó en seco. La confianza que le mostraba aquella mujer daba la sensación de que algo estaba buscando que tenía el joven lobo, el cual la miro de reojo mientras ella posaba su mano en el hombro y lo advertía del peligro con cierto tono de burla.
-No dejes que el nerviosismo haga que pierdas los papeles...
Pensaba Ull después de dejar ver una sonrisa de medio lado mientras la mujer se marchaba hacia el otro lado del callejón el lobo, aunque no muy conforme con ello, dejó escapar quien era ante la muchacha que le había en cierto modo, salvado la vida.
-¡¡Me llamo Ull!! ¡¡El pequeño de los WhiteStorm!! ¡¡Un placer!!- El joven se quedó mirando mientras ella caminaba, solo ella sabía hacia dónde.
Ull Whitestorm
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Re: El regreso a quién sabe donde [LIBRE] [+18]
El agua salpicaba a cada paso, el fango en sus botas le dificultaba cada paso que daba, se paró un momento al olerlo de nuevo, giró el torso lo suficiente para cerciorarse de aquello que ya había intuido, la sangre brotaba del cuello del lagarto que emitía sonidos ahogados con desesperación mientras se desangraba rápidamente. Pronto el cuerpo quedó tendido en el suelo, inerte, junto al de sus compañeros. La loba se dispuso a retomar su camino echándose el mojado pañuelo sobre la cabeza, pero este había perdido toda su función. Había atado los cabos suficientes para que nadie se enterase de que ella había estado allí, y mucho menos que había sido partícipe de aquella carnicería gratuita.
-... Un momento. -Susurró para si misma frunciendo el ceño con vehemencia.
Ignoró a aquel que parecía estaba reclamando su atención, pudo escuchar su nombre, pero los pasos de la loba no se pararon precisamente por eso. Las cuentas no le cuadraban. Cuatro encapuchados, cinco sombras. Alguien más le había visto ¿Quién? ¿Y si le había reconocido? Estaba claro que aquel licántropo no había pasado por Ulmer, ni mucho menos sabía quién era ella. Pero la quinta sombra.
Chascó la lengua en señal de desagrado por la situación tan complicada en la que se estaba metiendo, no paraba de pensar en la riña de su amiga cuando se enterase de todo aquello. Apretó los ojos con fuerza y rio para sus adentros apretando los dientes, allí parada, mientras se llevaba una de sus palmas a la cabeza, pudo escuchar su nombre, la razón por la que se había metido en aquel lío tenía nombre y además con apellidos.
-Muy bien, Ull Whitestorm.
Giró de nuevo sobre si misma y deshizo sus pasos hasta aquel, tomándolo por el cuello de la camisa clavó fugazmente sus ojos sobre los ajenos. Miró de nuevo al final del callejón y allí estaban, tres cuerpos. Faltaba uno.
-¿Vienes solo? ¿Dónde está tu amigo? ¿No había cinco personas en el callejón? Mira, no acostumbro a matar borrachos por diversión pero nadie tiene que saber lo que hemos hecho. Así que ya puedes mover todos esos músculos hacia un lugar seguro si quieres mantener en su sitio esos bonitos ojos, cachorrito.
Solo los dioses sabían qué pasaría si la líder de Ulmer se inmiscuía en los asuntos de una ciudad que siquiera era reconocida por los líderes humanos. Negó con la cabeza, maldiciéndose a si misma. La quinta sombra se dibujó al final del callejón en el extremo opuesto de donde ellos se encontraban. Nana se asomó lo suficiente para ver como la sombra levantaba uno de sus dedos, no cualquiera, sino el dedo acusador. Los habían vendido.
-Joder, corre.
En un acto desesperado la loba enganchó a Ull por la camisa y tiró de él hacia la salida del callejón. No reparó a adivinar quiénes eran los que los seguían, tampoco sabía si Ciudad Lagarto tenía guardias, pero habían pasado demasiado tiempo allí parados junto a la escena del crimen. Como si fuera una novata. El agua golpeaba con fuerza su rostro. Las calles de Ciudad Lagarto eran casi laberínticas en comparación a las de su patria, Ulmer, por lo que supuso que correr entre estas calles despistaría lo suficiente a sus persecutores como para poder salir de allí en busca de un lugar seguro y seco.
__________-... Un momento. -Susurró para si misma frunciendo el ceño con vehemencia.
Ignoró a aquel que parecía estaba reclamando su atención, pudo escuchar su nombre, pero los pasos de la loba no se pararon precisamente por eso. Las cuentas no le cuadraban. Cuatro encapuchados, cinco sombras. Alguien más le había visto ¿Quién? ¿Y si le había reconocido? Estaba claro que aquel licántropo no había pasado por Ulmer, ni mucho menos sabía quién era ella. Pero la quinta sombra.
Chascó la lengua en señal de desagrado por la situación tan complicada en la que se estaba metiendo, no paraba de pensar en la riña de su amiga cuando se enterase de todo aquello. Apretó los ojos con fuerza y rio para sus adentros apretando los dientes, allí parada, mientras se llevaba una de sus palmas a la cabeza, pudo escuchar su nombre, la razón por la que se había metido en aquel lío tenía nombre y además con apellidos.
-Muy bien, Ull Whitestorm.
Giró de nuevo sobre si misma y deshizo sus pasos hasta aquel, tomándolo por el cuello de la camisa clavó fugazmente sus ojos sobre los ajenos. Miró de nuevo al final del callejón y allí estaban, tres cuerpos. Faltaba uno.
-¿Vienes solo? ¿Dónde está tu amigo? ¿No había cinco personas en el callejón? Mira, no acostumbro a matar borrachos por diversión pero nadie tiene que saber lo que hemos hecho. Así que ya puedes mover todos esos músculos hacia un lugar seguro si quieres mantener en su sitio esos bonitos ojos, cachorrito.
Solo los dioses sabían qué pasaría si la líder de Ulmer se inmiscuía en los asuntos de una ciudad que siquiera era reconocida por los líderes humanos. Negó con la cabeza, maldiciéndose a si misma. La quinta sombra se dibujó al final del callejón en el extremo opuesto de donde ellos se encontraban. Nana se asomó lo suficiente para ver como la sombra levantaba uno de sus dedos, no cualquiera, sino el dedo acusador. Los habían vendido.
-Joder, corre.
En un acto desesperado la loba enganchó a Ull por la camisa y tiró de él hacia la salida del callejón. No reparó a adivinar quiénes eran los que los seguían, tampoco sabía si Ciudad Lagarto tenía guardias, pero habían pasado demasiado tiempo allí parados junto a la escena del crimen. Como si fuera una novata. El agua golpeaba con fuerza su rostro. Las calles de Ciudad Lagarto eran casi laberínticas en comparación a las de su patria, Ulmer, por lo que supuso que correr entre estas calles despistaría lo suficiente a sus persecutores como para poder salir de allí en busca de un lugar seguro y seco.
Dejo en tus manos dónde acaban, si capturados o en un lugar seguro.
Nana
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Re: El regreso a quién sabe donde [LIBRE] [+18]
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...Ya en plena noche...
Se podía observar en el ambiente que la única luz que iluminaba aquellas horrorosas y sucias calles era la gigante luna llena que relucía en aquella noche lluviosa.
El joven lobo, en un acto de confianza había desvelado su identidad a una desconocida. ¿Por qué? Ni siquiera él lo sabía, seguramente al ver que era de los suyos había recordado el por qué estaba allí, en aquella ciudad clandestina, rodeado de cadáveres y buscándole un sentido a su vida...Falric, su hermano.
Quizás aquella mujer loba sabría por dónde empezar, quizás conocía sus raíces y él estaba dispuesto a dar los pasos que fueran necesarios para cumplir con la promesa de encontrar a su hermano...
Quieta, sin moverse y con una cara con cierta preocupación, parecía que aquella mujer no se fiaba mucho del joven lobo.
-He venido solo, muchacha, ¿quién iba a acompañar a un licántropo con tan mal humor como yo?.- Respondió Ull después de que la joven le propusiera buscar un lugar seguro. -Además, tú fuiste quien quiso ayudarme, no te he pedido que lo hicieras... A dónde va a ir el pobre indigente, no tenía ni siquiera nada que estos lagartos pudieran arrebatarle.- Señaló a los cuerpos sin vida que yacían en el suelo, manchados de pies a cabeza de aquel barro que cubría absolutamente todos los recobecos de aquella ciudad.
Justo terminaba de hablar de aquel pobre indigente cuando unos gritos se escuchaban en las calles contiguas a donde ellos estaban, abrió los ojos mirando a la joven en señal de preocupación, sabía que algo gordo se les venía encima si no escapaban. Mirando hacia el final de aquel callejón se veía que aquello que había pasado era una trampa, seguramente preparada para poder aprovecharse del lobo solitario antes de que sucediera tal matanza, la cual no se esperaban ninguno de los asaltantes que podía haber ocurrido.
-Mie...eeeeh!
La mujer loba le había enganchado de su única y sucia casaca, había visto lo mismo que él y parecía tener el mismo miedo que Ull a lo que podría pasar si no buscaban una rápida y eficiente escapada.
-Vamos, sígueme, ¡¡hazme caso!! Estoy acostumbrado a este tipo de cosas, si hay algo que se me da bien es esconderme.- Sonreía el joven lobo, estaba tan seguro de si mismo que se lo quiso transmitir así a la joven que lo acompañaba.- Solamente necesito tu cooperación, no podemos permitirnos ningún tipo de error.- Dijo el joven mientras escapaban por aquellas callejuelas intentando burlar a quienes fueran que los perseguían.
Tras unos minutos escapando por las calles de aquella ciudad, llegaron a una plaza totalmente deshabitada, ni un alma recorría aquellas calles a esa hora. Se podía apreciar como aquel alboroto había alertado a los pocos vecinos que allí habitaban, mirando a las ventanas se asomaban los candelabros que iluminaban sus interiores en aquella noche lluviosa.
-Mira, allí.- Dijo Ull señalando un montón de basura acumulada, parecía desde hace días al lado de una fuente situada en una de las esquinas de la plaza.- Escondámonos allí, seguro que nos hemos librado de ellos.- Corrió rápidamente a meterse entre aquellas asquerosas sobras de comida, ropas rotas y deshilachadas y quién sabe que más, lo que le daba mucho asco pero en aquel momento era crucial para salvar su vida.
Una vez allí oculto vio pasar dos hombres, todo apuntaba a que era la seguridad de aquella ciudad, uno de ellos llevaba una especie de prótesis metálica en el brazo izquierdo y parecía preparado para cualquier tipo de reyerta.
-¿Qué será ese tipo....?- Ull nunca había visto nada igual y lo miraba sorprendido. Miraba a la mujer que lo acompañaba para ver si ella podía despejarle aquella duda, no podría cometer otro error por impaciente, pero tenía ganas de pelea.
Ull Whitestorm
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Re: El regreso a quién sabe donde [LIBRE] [+18]
Echó a correr tras él, por un momento pensó en separarse y correr hacia otra dirección, ¿Y si era él el que le estaba tendiendo la trampa? Ahora les perseguían una horda de lagartos enfurecidos. La lluvia tapaba su rastro así como su olor, no podía percibir cuántos eran, ni qué eran aquellos que los perseguían. Parecía que les habían perdido la pista cuando llegaron a una plaza, Nana miró aquel montón de chatarra y basura y arqueó una ceja, gesto casi imperceptible por su acompañante, y con una mueca de asco negó con la cabeza.
-La llevas clara si quieres que me meta en ese montón de basura.
Espetó de mala gana, analizando el resto de la plaza. Junto a la basura, los restos de un carro de madera, parecía mejor que meterse entre la podredumbre. Se tapó con la cabeza con uno de los sacos vacíos que había en el carro y se oculto entre las maderas. No le parecía un plan demasiado factible dada la situación. Esconderse en una ciudad era tan inútil como el ratón que se esconde del gato en su madriguera, al fin y al cabo en algún momento tendrían que salir. Y aquel olor se le daban demasiadas ganas de vomitar.
Dos mercenarios aparecieron por una de las callejuelas, ambos ataviados con túnicas largas y capuchas, lo único que se podía advertir era un brazo metálico en uno de ellos. No era de extrañar que los bio-cibernéticos paseasen por las calles de una ciudad así, ya que estaba muy próxima su base.
-Es un bio, no nos hará nada. Parece que hemos despistado a los lagartos así que vamos a salir de aquí antes de que empecemos a pudrirnos nosotros también. -Escupió después de hablar a un lado de las maderas del carruaje y se destapó la cabeza quitándose aquel saco de patatas vacío. -Son cazarrecompensas bio-cibernéticos, nunca había visto uno tan cerca pero los humanos hablan mucho de las máquinas.
Se incorporó y dio unos pasos hacia el centro de la plaza, parecía que había habido mercado aquella misma mañana. Un brillo rojizo en el suelo le llamó la atención, ladeó la cabeza y se acercó curiosa, cuando se agachó y lo tomó con la mano pudo advertir que aquel brillo cristalino y rojizo era algo que los humanos codiciaban sobremanera, un rubí. Lo metió en el zurrón antes de girarse hacia Ull.
-Yo esperaré a que amaine esta tormenta en un lugar seco que no huela a basura, y luego volveré a retomar mi camino hacia Ulmer, siéntete libre de acompañarme o volver y enfrentarte a esos mercenarios lagarto tú solo, cachorrito.
Le explicó haciéndole un ademán con la mano para que le acompañase, y echó a andar hacia el otro lado de la plaza, unos metros más allá, la lluvia contoneaba el cartel de madera de una posada que decía "El escondrijo de la comadreja", el olor a comida recién hecha le inundó las fosas nasales, haciéndole olvidar lo mal que lo había pasado en aquel montón de basura.
-Anda que menuda idea lo de la basura.
Comentó en voz baja para si misma mientras cruzaba el umbral de la puerta. Sus pupilas tardaron en acostumbrarse a la nueva luz, unos candelabros iluminaban la estancia, la taberna de la posada era realmente pequeña, a penas contaba con tres mesas grandes con sus respectivos bancos y una pequeña barra, allí una chiquilla servía cerveza al que parecía ser un familiar.
-Buenas noches. -Saludó la loba deshaciéndose de nuevo del pañuelo empapado que cubría su cabeza, y haciéndole un nudo a un lado del zurrón. -¿Tienes habitaciones libres? Allí fuera está cayendo una buena.
Bromeó acercándose a la barra, no se giró a ver si su improvisado acompañante le había seguido los pasos hasta allí, pero esperó en tensión el chirrido de la puerta.
Nana
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La verdad es que no olía nada bien al lado de aquel montón de basura. Podría haber escogido un sitio mejor para esconderse, si tan experimentado era el joven lobo en ese ámbito, desde luego, no lo estaba demostrando.
Después de ver a aquellos guardias, que sorprendentemente la joven loba conocía su procedencia. Ésta le ofreció a Ull el salir de allí cuanto antes, no parecía buena idea estar más tiempo por aquel lugar, únicamente si querían aparecer muertos al amanecer.
Parecía que ya no había jaleo por aquel lugar, todo indicaba que estaban solos y Ull se dispuso a salir de aquel montón de quién sabe que...
-Un rubí. Ya puedes estar guardándolo rápidamente si no quieres que te maten por haberlo cogido, seguramente sea parte de algún tipo de trapicheo. No hace falta que lo escondas, te he visto que lo has cogido pero soy cuanto menos....materialista.- El joven lobo no tenía ni el menor de los intereses por aquella piedra preciosa, bastante tenía con aquel olor que desprendía.
-¿Dónde vas a pasar la noc....?- La mujer le cortó instantáneamente para ofrecerle compañía, ciertamente parecía una simple viajera pero lo que le hacía dudar a Ull era qué hacía una mujer tan hermosa en aquel lugar.
-Por supuesto, pero dónde vamos a ir, con la que está cayendo necesitamos un lugar resguardado de la lluvia, ya estamos bastante mojados y mi ropa...tengo que lavarla.- Se acercó a la muchacha riéndose, no tenía ningún sentido del ridículo, detrás de aquel hombre tan borde había un punto de niñez bastante interesante.
-Qué bien huele....- Pensó el joven lobo al entrar en aquella posada, no era muy grande pero si muy acogedora. Nada más entrar pudo apreciar aquel horno de leña funcionando a máxima intensidad, en el cual un hombre giraba una manivela en la cual estaba enganchado un cochinillo, dando vueltas para que éste se tostase, casi a punto para poder comerlo.
-No voy a negar que a mí me gusta mas crudo.- Miró hacia la joven guiñando su ojo derecho y dejando caer una pequeña sonrisa.
-Tenemos un par de habitaciones libres, están en el piso de arriba, justo al subir las escaleras.- Dijo la muchacha mientras le servía una jarra de cerveza a lo que parecía un marinero retirado, típico señor de tez arrugada y gorro de lana fumando pipa.
-Que sea una, nos apañaremos como podamos, si puede ser con una bañera por favor.- La mujer miró al joven lobo con cara de asco, no podía entender como aquel hombre podía vestir aquellos arapos, entre el barro y algunos cachos de mierda que se le habían enganchado a los puntos de su camisa.
Ull comenzaba a subir aquellas escaleras de madera chirriante cuando miró hacia atrás a la joven mujer.
-¿Te vas a quedar ahí?- Inmediatamente viró su cuello y prosiguió hacia el piso de arriba, donde unas mujeres ya estaban terminando de preparar aquella tina enorme, de una madera oscura bastante resultona.
-¿Ésta es mi bañera? Está muy cerca de donde vamos a dormir...- Al joven lobo no le importaba, pero quizás a la joven no le gustaba ver a Ull mientras se bañaba.-Bueno...Un buen baño después de un dia ajetreado no me lo quita nadie, muchas gracias señoritas...- Se había quitado aquella ropa rápidamente.- Por favor, ¿podrían lavármela? se lo agradecería...y lo siento por el olor, es una larga historia.
Dentro de aquella tina, de la que salía un vapor bastante denso, Ull se encontraba sumergido hasta el cuello y apoyando los brazos en los extremos de la misma.
-Y bien, ¿cuál es tu nombre, cachorrita?
Después de ver a aquellos guardias, que sorprendentemente la joven loba conocía su procedencia. Ésta le ofreció a Ull el salir de allí cuanto antes, no parecía buena idea estar más tiempo por aquel lugar, únicamente si querían aparecer muertos al amanecer.
Parecía que ya no había jaleo por aquel lugar, todo indicaba que estaban solos y Ull se dispuso a salir de aquel montón de quién sabe que...
-Un rubí. Ya puedes estar guardándolo rápidamente si no quieres que te maten por haberlo cogido, seguramente sea parte de algún tipo de trapicheo. No hace falta que lo escondas, te he visto que lo has cogido pero soy cuanto menos....materialista.- El joven lobo no tenía ni el menor de los intereses por aquella piedra preciosa, bastante tenía con aquel olor que desprendía.
-¿Dónde vas a pasar la noc....?- La mujer le cortó instantáneamente para ofrecerle compañía, ciertamente parecía una simple viajera pero lo que le hacía dudar a Ull era qué hacía una mujer tan hermosa en aquel lugar.
-Por supuesto, pero dónde vamos a ir, con la que está cayendo necesitamos un lugar resguardado de la lluvia, ya estamos bastante mojados y mi ropa...tengo que lavarla.- Se acercó a la muchacha riéndose, no tenía ningún sentido del ridículo, detrás de aquel hombre tan borde había un punto de niñez bastante interesante.
-Qué bien huele....- Pensó el joven lobo al entrar en aquella posada, no era muy grande pero si muy acogedora. Nada más entrar pudo apreciar aquel horno de leña funcionando a máxima intensidad, en el cual un hombre giraba una manivela en la cual estaba enganchado un cochinillo, dando vueltas para que éste se tostase, casi a punto para poder comerlo.
-No voy a negar que a mí me gusta mas crudo.- Miró hacia la joven guiñando su ojo derecho y dejando caer una pequeña sonrisa.
-Tenemos un par de habitaciones libres, están en el piso de arriba, justo al subir las escaleras.- Dijo la muchacha mientras le servía una jarra de cerveza a lo que parecía un marinero retirado, típico señor de tez arrugada y gorro de lana fumando pipa.
-Que sea una, nos apañaremos como podamos, si puede ser con una bañera por favor.- La mujer miró al joven lobo con cara de asco, no podía entender como aquel hombre podía vestir aquellos arapos, entre el barro y algunos cachos de mierda que se le habían enganchado a los puntos de su camisa.
Ull comenzaba a subir aquellas escaleras de madera chirriante cuando miró hacia atrás a la joven mujer.
-¿Te vas a quedar ahí?- Inmediatamente viró su cuello y prosiguió hacia el piso de arriba, donde unas mujeres ya estaban terminando de preparar aquella tina enorme, de una madera oscura bastante resultona.
-¿Ésta es mi bañera? Está muy cerca de donde vamos a dormir...- Al joven lobo no le importaba, pero quizás a la joven no le gustaba ver a Ull mientras se bañaba.-Bueno...Un buen baño después de un dia ajetreado no me lo quita nadie, muchas gracias señoritas...- Se había quitado aquella ropa rápidamente.- Por favor, ¿podrían lavármela? se lo agradecería...y lo siento por el olor, es una larga historia.
Dentro de aquella tina, de la que salía un vapor bastante denso, Ull se encontraba sumergido hasta el cuello y apoyando los brazos en los extremos de la misma.
-Y bien, ¿cuál es tu nombre, cachorrita?
Ull Whitestorm
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Un par de habitaciones, perfecto. Pero no, Nana miró a su acompañante que había entrado tras ella y se había colocado en la barra a su altura y había pedido una única habitación y una tina. Qué considerado, al menos había pedido una bañera para poder quitarse olor a basura que cantaba hasta fuera del local. Nada materialista, decía aquel, como si ella lo fuese mucho. Ulmer era un pueblo humilde y sencillo, de gente que tan solo quería vivir en paz, y ella era la primera que comulgaba con el ejemplo, tan solo había que verla.
-Por favor, algo de cenar nos vendría muy bien a mi compañero y a mi, y lo que estáis cocinando huele muy bien. -Amablemente, la loba señaló el horno y rebuscó en el zurrón. -Si pudierais llevar algo de cena y algo de vino para los dos.
Sacó la mano del zurrón con aquella piedra brillante, roja. La chica casi se le salen los ojos de las órbitas al ver aquella piedra, y miró a Nana y luego a su padre, el dueño del local, el cual asintió con la cabeza. La chica asintió a Nana sin mediar palabra y tomó el cristal con una mano para ponerlo sobre la palma del anciano, examinó de cerca el cristal, lo mordió, y mientras Nana iba hacia las escaleras la muchacha corrió hacia el otro extremo de la barra, el más cercano a la posición de la loba.
-Enseguida les subo algo de cena, el desayuno de mañana es cortesía de la casa. Quédense el tiempo que necesiten. -Torpemente la muchacha hablaba lo más educado posible.
La loba asintió y siguió a Ull hasta el cuarto. Sintió como sus hombros se relajaban una vez hubo entrado en la estancia. Estaba a salvo, iba a darse un buen baño caliente y a dormir en una esponjosa cama de lana de oveja, y al día siguiente partiría hacia Ulmer, tal y como estaba en sus planes, al menos en los iniciales. Dos chiquillas, más pequeñas incluso que la posadera, terminaban de hacer la cama y de llenar la tina con agua caliente cuando llegaron.
-Qué rápido. -Dijo la loba asombrada por la rapidez del servicio para ser aquello ciudad de maleantes, Ciudad Lagarto.
Se dispuso a dar una vuelta por el cuarto, iluminado por velas, era un cuarto pequeño en el que tan solo cabía una gran cama cubierta con cortinas a ambos lados y una pequeña chimenea, habían puesto la tina en medio del cuarto, y cuando quiso darse cuenta Ull ya estaba desnudo y metido hasta la barbilla.
-Anda que te ha faltado tiempo. -Bromeó la loba ante aquella situación.
Su nombre. Era un tema complicado porque hasta no pisar Ulmer, ella no solía usar su nombre real por seguridad, pero si no la había reconocido ya, un nombre tan común de dos sílabas no iba a destapar su tapadera. Dejó el zurrón con sus cosas sobre la cama y se quitó los pantalones, se desabrochó la camisa caminando hacia el barreño de madera, junto a la chimenea dejó caer por su espalda la camisa, la única prenda que le quedaba, metió un pie, adaptándose a la temperatura del agua, para luego sumergirse en el espacio que quedaba en el otro extremo de la tina.
-Nana.
Pronunció por fin, adoptando la misma postura que aquel, el agua le cubría por debajo de los pechos y el pelo azabache le caía sobre los hombros, estiró los pies en la tina hasta que rozaron sin querer los muslos de su acompañante, buscando una posición cómoda en aquel espacio tan reducido. Tras relajarse, volvió a clavar sus ambarinos ojos en Ull.
La puerta se abrió de repente, sin avisar, el cuerpo de la loba se puso en tensión hasta que descubrió que era la cena. Sin mediar palabra alguna ambas chiquillas se acercaron con un carro de madera de servicio lleno de comida y no una, sino dos botellas de vino. Avergonzadas por la escena, dejaron el carro junto a la tina y se retiraron rápidamente.
Qué más podía pedir, un baño caliente después de un día de lluvia, de matar a unos borrachos en Ciudad Lagarto y esconderse entre la basura. Era como volver a su vida anterior, antes de ser la Nana responsable, la líder. Una sonrisa de satisfacción asomó en sus labios y se incorporó lo suficiente para servir dos copas de vino, una de las cuales le ofreció a Ull.
-Disfruta, está todo pagado. -Dijo volviendo a su posición relajada, llevando la copa de vino a sus labios y degustándolo.
No era el mejor vino que había probado, pero después de aquel día, jamás un vino le había sabido mejor.
-Por favor, algo de cenar nos vendría muy bien a mi compañero y a mi, y lo que estáis cocinando huele muy bien. -Amablemente, la loba señaló el horno y rebuscó en el zurrón. -Si pudierais llevar algo de cena y algo de vino para los dos.
Sacó la mano del zurrón con aquella piedra brillante, roja. La chica casi se le salen los ojos de las órbitas al ver aquella piedra, y miró a Nana y luego a su padre, el dueño del local, el cual asintió con la cabeza. La chica asintió a Nana sin mediar palabra y tomó el cristal con una mano para ponerlo sobre la palma del anciano, examinó de cerca el cristal, lo mordió, y mientras Nana iba hacia las escaleras la muchacha corrió hacia el otro extremo de la barra, el más cercano a la posición de la loba.
-Enseguida les subo algo de cena, el desayuno de mañana es cortesía de la casa. Quédense el tiempo que necesiten. -Torpemente la muchacha hablaba lo más educado posible.
La loba asintió y siguió a Ull hasta el cuarto. Sintió como sus hombros se relajaban una vez hubo entrado en la estancia. Estaba a salvo, iba a darse un buen baño caliente y a dormir en una esponjosa cama de lana de oveja, y al día siguiente partiría hacia Ulmer, tal y como estaba en sus planes, al menos en los iniciales. Dos chiquillas, más pequeñas incluso que la posadera, terminaban de hacer la cama y de llenar la tina con agua caliente cuando llegaron.
-Qué rápido. -Dijo la loba asombrada por la rapidez del servicio para ser aquello ciudad de maleantes, Ciudad Lagarto.
Se dispuso a dar una vuelta por el cuarto, iluminado por velas, era un cuarto pequeño en el que tan solo cabía una gran cama cubierta con cortinas a ambos lados y una pequeña chimenea, habían puesto la tina en medio del cuarto, y cuando quiso darse cuenta Ull ya estaba desnudo y metido hasta la barbilla.
-Anda que te ha faltado tiempo. -Bromeó la loba ante aquella situación.
Su nombre. Era un tema complicado porque hasta no pisar Ulmer, ella no solía usar su nombre real por seguridad, pero si no la había reconocido ya, un nombre tan común de dos sílabas no iba a destapar su tapadera. Dejó el zurrón con sus cosas sobre la cama y se quitó los pantalones, se desabrochó la camisa caminando hacia el barreño de madera, junto a la chimenea dejó caer por su espalda la camisa, la única prenda que le quedaba, metió un pie, adaptándose a la temperatura del agua, para luego sumergirse en el espacio que quedaba en el otro extremo de la tina.
-Nana.
Pronunció por fin, adoptando la misma postura que aquel, el agua le cubría por debajo de los pechos y el pelo azabache le caía sobre los hombros, estiró los pies en la tina hasta que rozaron sin querer los muslos de su acompañante, buscando una posición cómoda en aquel espacio tan reducido. Tras relajarse, volvió a clavar sus ambarinos ojos en Ull.
La puerta se abrió de repente, sin avisar, el cuerpo de la loba se puso en tensión hasta que descubrió que era la cena. Sin mediar palabra alguna ambas chiquillas se acercaron con un carro de madera de servicio lleno de comida y no una, sino dos botellas de vino. Avergonzadas por la escena, dejaron el carro junto a la tina y se retiraron rápidamente.
Qué más podía pedir, un baño caliente después de un día de lluvia, de matar a unos borrachos en Ciudad Lagarto y esconderse entre la basura. Era como volver a su vida anterior, antes de ser la Nana responsable, la líder. Una sonrisa de satisfacción asomó en sus labios y se incorporó lo suficiente para servir dos copas de vino, una de las cuales le ofreció a Ull.
-Disfruta, está todo pagado. -Dijo volviendo a su posición relajada, llevando la copa de vino a sus labios y degustándolo.
No era el mejor vino que había probado, pero después de aquel día, jamás un vino le había sabido mejor.
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Cierto es que no estaba muy acostumbrado a este tipo de lujos, pero cuando una oportunidad así se le presentaba en las narices no podía decir que no y menos con aquella compañía.
El agua de la tina desprendía un cálido vapor que casi convertía opaco el ambiente de aquella pequeña habitación, la cual dejaba ver una luz cálida por la leña que ardía en aquella chimenea en la pared.
La cena ya estaba servida, Ull tenía más hambre que sed, es verdad, pero seguramente que iba a darle un par de tragos a una de aquellas botellas de vino que habían dejado las muchachas.
-Tenía ganas de quitarme este maldito olor de encima, no creas que soy así de...¿guarro?.- A Ull se le escapó una pequeña sonrisa mientras arqueaba un poco los brazos. Mientras disfrutaba de aquel baño observaba a la mujer que estaba dando vueltas por el cuarto, como si algo le rondase por la cabeza, parecía no estar muy tranquila pero, cuando las doncellas que trabajaban en aquella posada cerraron la puerta justo después de dejar la cena, ella se dio la vuelta.
-No me digas que....- El joven lobo estaba sorprendido por aquel cuerpo perfectamente esculpido, aquella melena que caía por su espalda era lo que más le llamaba la atención.
-Espera....- No le dio tiempo a terminar de decir nada que la mujer ya se estaba metiendo en la tina con él.
-Bonito cuerpo, Nana.- Ull no podía callarse y le dijo lo que pensaba sobre su apariencia.- La verdad que estás muchísimo mejor que yo.- Inevitable no mirarle aquellas nalgas mientras se metía con él en la tina, clavaba sus ojos en cada esquina de su piel admirando aquella belleza, nunca había estado en una situación similar, pero tampoco quería que fuese eso lo que le pareciese a Nana, así que le hizo sitio en la tina mientras ella estiraba sus piernas para buscar una postura cómoda.
Esa piel tan suave, solamente estaban ellos dos allí, así que pensó romper un poco el hielo mientras ella buscaba servir la bebida.
-¿Y bien,qué te trae por aquí, Nana? Parece que esta ciudad no es tu sitio.- Ull acariciaba suavemente su brazo apoyado en la tina mientras clavaba su mirada en aquellos ojos tan llamativos.
-Al final el día no ha terminado tan mal, ¿cierto?- Ull se incorporaba poco a poco para darle un trago al vino.-Al menos por mi parte no puedo pedir una mejor compañía para pasar la noche.-Dejó la jarra y se acercó lentamente a Nana. La situación lo pedía, Ull estaba tan cómodo en aquel momento que decidió dar un paso más.
-¿Nunca te han dicho que tienes unos labios preciosos?- Ull agarró con suavidad un mechón que le colgaba por la parte frontal del cuerpo a Nana, separándolo mientras subía su mano por detrás de la oreja, despacio, sin quitarle la mirada en ningún momento. Agarró a la joven por la nuca suavemente y se dispuso a besarla lentamente por el mentón, hasta llegar a sus labios.
-Mañana no nos conoceremos. Déjate llevar y disfruta el momento...- Susurró a la joven licántropo mientras se volvía al otro extremo de la tina, acariciándole todo el cuerpo mientras él dejaba caer su espalda en el otro lado lentamente.
El agua de la tina desprendía un cálido vapor que casi convertía opaco el ambiente de aquella pequeña habitación, la cual dejaba ver una luz cálida por la leña que ardía en aquella chimenea en la pared.
La cena ya estaba servida, Ull tenía más hambre que sed, es verdad, pero seguramente que iba a darle un par de tragos a una de aquellas botellas de vino que habían dejado las muchachas.
-Tenía ganas de quitarme este maldito olor de encima, no creas que soy así de...¿guarro?.- A Ull se le escapó una pequeña sonrisa mientras arqueaba un poco los brazos. Mientras disfrutaba de aquel baño observaba a la mujer que estaba dando vueltas por el cuarto, como si algo le rondase por la cabeza, parecía no estar muy tranquila pero, cuando las doncellas que trabajaban en aquella posada cerraron la puerta justo después de dejar la cena, ella se dio la vuelta.
-No me digas que....- El joven lobo estaba sorprendido por aquel cuerpo perfectamente esculpido, aquella melena que caía por su espalda era lo que más le llamaba la atención.
-Espera....- No le dio tiempo a terminar de decir nada que la mujer ya se estaba metiendo en la tina con él.
-Bonito cuerpo, Nana.- Ull no podía callarse y le dijo lo que pensaba sobre su apariencia.- La verdad que estás muchísimo mejor que yo.- Inevitable no mirarle aquellas nalgas mientras se metía con él en la tina, clavaba sus ojos en cada esquina de su piel admirando aquella belleza, nunca había estado en una situación similar, pero tampoco quería que fuese eso lo que le pareciese a Nana, así que le hizo sitio en la tina mientras ella estiraba sus piernas para buscar una postura cómoda.
Esa piel tan suave, solamente estaban ellos dos allí, así que pensó romper un poco el hielo mientras ella buscaba servir la bebida.
-¿Y bien,qué te trae por aquí, Nana? Parece que esta ciudad no es tu sitio.- Ull acariciaba suavemente su brazo apoyado en la tina mientras clavaba su mirada en aquellos ojos tan llamativos.
-Al final el día no ha terminado tan mal, ¿cierto?- Ull se incorporaba poco a poco para darle un trago al vino.-Al menos por mi parte no puedo pedir una mejor compañía para pasar la noche.-Dejó la jarra y se acercó lentamente a Nana. La situación lo pedía, Ull estaba tan cómodo en aquel momento que decidió dar un paso más.
-¿Nunca te han dicho que tienes unos labios preciosos?- Ull agarró con suavidad un mechón que le colgaba por la parte frontal del cuerpo a Nana, separándolo mientras subía su mano por detrás de la oreja, despacio, sin quitarle la mirada en ningún momento. Agarró a la joven por la nuca suavemente y se dispuso a besarla lentamente por el mentón, hasta llegar a sus labios.
-Mañana no nos conoceremos. Déjate llevar y disfruta el momento...- Susurró a la joven licántropo mientras se volvía al otro extremo de la tina, acariciándole todo el cuerpo mientras él dejaba caer su espalda en el otro lado lentamente.
Ull Whitestorm
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Re: El regreso a quién sabe donde [LIBRE] [+18]
Ya le había pegado un par de sorbos a la copa de vino, el vapor del agua se concentraba en el cristal opaco de las copas y calentaba aquel brebaje, pero a Nana eso le daba igual, el vino y la cerveza le gustaban en todas sus formas. Peleón, así estaba el vino, con aquel regusto avinagrado que se quedaba en el paladar tras un gran sorbo, otro trago era lo necesario para quitarse ese sabor de boca. Aún no había probado bocado de la cena, el olor a basura le había quitado el hambre. Hizo, en parte, oídos sordos a los piropos de Ull, le habían bailado el agua de aquella manera tantas veces que la loba casi no se inmutaba ante los halagos sobre su cuerpo.
-Tampoco parece el tuyo. -Respondió con la copa de vino pegada en los labios. -Es lo que tenemos los lobos, ¿No? Que parece que ninguna ciudad es nuestro sitio.-Añadió antes de enjuagarse la boca de nuevo con aquella fragancia alcoholizada.
Esbozó una media sonrisa ante el comentario de su acompañante, cierto era, si aquel supiese con quién estaba compartiendo bañera y cena, no se lo creería ¿Qué mejor compañía que la líder de Ulmer para un licántropo? No pudo evitar soltar una pequeña risa ante la imaginativa de la sorpresa que se llevaría aquel si se enterase de su verdadera identidad. El coqueteo se hizo inminente con la primera caricia. Dos animales metidos en una bañera, era cuestión de tiempo que el instinto saliese a flote de una manera u otra. Toda la represión que sufría por su estatus, había desaparecido en el momento en el que había cruzado el umbral de Ciudad Lagarto, la vocecita de su consciencia, la cual tomaba el timbre de su amiga Rose había bajado tanto el tono que siquiera podía escucharla. La escuchó una última vez "Luego te arrepentirás" le susurró la voz de su amiga, que seguro la esperaba preocupada junto a la lumbre en el gran salón de Ulmer.
El arrebato de cordura duró lo que duraba la pausa entre la caricia y el beso. Dejarse llevar era uno de sus peores defectos, el cual había intentado controlar durante demasiado tiempo, a veces la negación de su libertad pesaba tanto que necesitaba desesperadamente salvoconductos como aquellos. No puso resistencia ante el beso, la mano libre surcó la espalda de su acompañante en una húmeda caricia antes de separarse.
-Vaya, eso si que no me lo esperaba, cachorrito. -Confesó una vez hubo recuperado su posición y recompuesto del beso.
Dejó la copa vacía sobre el carro, y lejos de servirse otra, cogió la botella de vino abierta por el cuello y la empinó, dando un buen trago.
-Si vamos a dejarnos llevar, al menos vamos a hacerlo del todo. -Comentó tras separar la botella de sus labios y dar un largo suspiro satisfecho.
Dudó por un segundo si seguirle el juego, pero las dudas se disiparon en el segundo trago a la botella. Se desplazó por la bañera de la misma manera que lo había hecho su acompañante segundos antes, y se sentó sobre sus muslos quedando ambos frente a frente. Ardían aquellos ojos amarillos por la luna llena que brillaba invisible detrás de los nubarrones de tormenta. Entreabrió los labios esbozando una sonrisa juguetona y levantó la botella empinándola sobre Ull, invitándole así a beber como ella lo había hecho. Ante el movimiento del vino, se derramó levemente, la gota calló en el cuello del licántropo y rápidamente un pequeño surco rojizo se dibujó hasta su torso. Casi sin pensar, rauda, recorrió con la lengua aquel surco antes de que la pequeña gota tocase el agua de la bañera, aprovechando la postura jugó ligeramente con su oreja antes de separarse de nuevo para beber.
-No hay que desperdiciar ni una gota. -Susurró volviendo a separarse para sentarse sobre sus rodillas.
-Tampoco parece el tuyo. -Respondió con la copa de vino pegada en los labios. -Es lo que tenemos los lobos, ¿No? Que parece que ninguna ciudad es nuestro sitio.-Añadió antes de enjuagarse la boca de nuevo con aquella fragancia alcoholizada.
Esbozó una media sonrisa ante el comentario de su acompañante, cierto era, si aquel supiese con quién estaba compartiendo bañera y cena, no se lo creería ¿Qué mejor compañía que la líder de Ulmer para un licántropo? No pudo evitar soltar una pequeña risa ante la imaginativa de la sorpresa que se llevaría aquel si se enterase de su verdadera identidad. El coqueteo se hizo inminente con la primera caricia. Dos animales metidos en una bañera, era cuestión de tiempo que el instinto saliese a flote de una manera u otra. Toda la represión que sufría por su estatus, había desaparecido en el momento en el que había cruzado el umbral de Ciudad Lagarto, la vocecita de su consciencia, la cual tomaba el timbre de su amiga Rose había bajado tanto el tono que siquiera podía escucharla. La escuchó una última vez "Luego te arrepentirás" le susurró la voz de su amiga, que seguro la esperaba preocupada junto a la lumbre en el gran salón de Ulmer.
El arrebato de cordura duró lo que duraba la pausa entre la caricia y el beso. Dejarse llevar era uno de sus peores defectos, el cual había intentado controlar durante demasiado tiempo, a veces la negación de su libertad pesaba tanto que necesitaba desesperadamente salvoconductos como aquellos. No puso resistencia ante el beso, la mano libre surcó la espalda de su acompañante en una húmeda caricia antes de separarse.
-Vaya, eso si que no me lo esperaba, cachorrito. -Confesó una vez hubo recuperado su posición y recompuesto del beso.
Dejó la copa vacía sobre el carro, y lejos de servirse otra, cogió la botella de vino abierta por el cuello y la empinó, dando un buen trago.
-Si vamos a dejarnos llevar, al menos vamos a hacerlo del todo. -Comentó tras separar la botella de sus labios y dar un largo suspiro satisfecho.
Dudó por un segundo si seguirle el juego, pero las dudas se disiparon en el segundo trago a la botella. Se desplazó por la bañera de la misma manera que lo había hecho su acompañante segundos antes, y se sentó sobre sus muslos quedando ambos frente a frente. Ardían aquellos ojos amarillos por la luna llena que brillaba invisible detrás de los nubarrones de tormenta. Entreabrió los labios esbozando una sonrisa juguetona y levantó la botella empinándola sobre Ull, invitándole así a beber como ella lo había hecho. Ante el movimiento del vino, se derramó levemente, la gota calló en el cuello del licántropo y rápidamente un pequeño surco rojizo se dibujó hasta su torso. Casi sin pensar, rauda, recorrió con la lengua aquel surco antes de que la pequeña gota tocase el agua de la bañera, aprovechando la postura jugó ligeramente con su oreja antes de separarse de nuevo para beber.
-No hay que desperdiciar ni una gota. -Susurró volviendo a separarse para sentarse sobre sus rodillas.
Nana
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Re: El regreso a quién sabe donde [LIBRE] [+18]
La situación se estaba poniendo en un punto bastante cálido, Nana y Ull se habían dejado llevar y ya habían dado el primer paso. La licántropo se mostraba receptiva y lo demostraba con sus actos, los cuales Ull se podía haber esperado tras darle ese beso que, a decir verdad no estaba nada premeditado. Los hechos surgían según pasaba el tiempo y cada vez estaban mas a gusto...
Entre broma y broma en aquella bañera, bebiendo el vino como si fuese agua, Ull miraba aquella mujer como si fuese una diosa, jamás había visto una mujer desnuda, al menos justo delante de él, y menos metida en una bañera con él.
-Madre mía....- Un escalofrío recorrió el cuerpo del joven licántropo tras haber sentido aquel chorro de vino por todo su abdomen. Ull agarraba las nalgas de Nana con una fuerza desmedida mientras sujetaba su cabello por la nuca con una mano, sus dedos se mimetizaban con cada pelo de aquella melena azabache y el joven estaba disfrutando cada momento de aquella situación.
-¿Ninguna? Pues no desperdiciemos nada.- Ull se volvió contra nana, que estaba a punto de darle un trago a la botella de vino y la besó de nuevo mientras le sujetaba los pechos. Otra vez en el extremo opuesto de aquella tina, el joven puso a Nana contra el borde sujetándole un pecho con una mano mientras con la otra aprovechaba para acariciar con suavidad cada esquina de su cuerpo. Le besaba el cuello mientras dejaba entrever una sonrisa traviesa, esperaba complacer a aquella mujer aunque fuese su primera vez, no quería que ésta se fuese pensando que lo que estaban haciendo era una pérdida de tiempo. Estaría dispuesto a estar toda la noche en vela besando a aquella mujer.
-¿Y bien..? ¿Empezamos por...aquí...?- Ull susurraba a Nana al oído mientras su mano rozaba su ingle por debajo del agua, muy caliente por cierto.
Entre la excitación la botella de vino se rompió al caer al suelo, al joven no le importaba lo que estuviese pasando, ignorando el ruido se sumergía más en el acto y comenzaba a jugar un poco con la vagina de Nana, acariciándole con dos dedos mientras no dejaba de besarla, esos besos que nunca había dado y que en ese instante no sabía que hacía dándoselos a una desconocida para él.
-¿Estás...cómoda...?- Ull no quería que Nana se sintiese forzada a hacer nada, entre la excitación, los besos y los "toqueteos" cabía la posibilidad de que aquella mujer se sintiese ¿mal? con la situación.
-Creo que si, creo que le gusta...- Pensaba el joven mientras seguía masturbando a Nana por debajo del agua. No sabía si lo que estaba haciendo era lo correcto, solo necesitaba un acto por parte de la joven para cerciorarse de que estaba haciendo lo correcto, no necesitaba palabras ya que la sobreexcitacion que tenía era tal que haría caso omiso a todo lo que ella le dijera, solo quería hechos, y mas hechos.. Que aquello no parase nunca.
Entre broma y broma en aquella bañera, bebiendo el vino como si fuese agua, Ull miraba aquella mujer como si fuese una diosa, jamás había visto una mujer desnuda, al menos justo delante de él, y menos metida en una bañera con él.
-Madre mía....- Un escalofrío recorrió el cuerpo del joven licántropo tras haber sentido aquel chorro de vino por todo su abdomen. Ull agarraba las nalgas de Nana con una fuerza desmedida mientras sujetaba su cabello por la nuca con una mano, sus dedos se mimetizaban con cada pelo de aquella melena azabache y el joven estaba disfrutando cada momento de aquella situación.
-¿Ninguna? Pues no desperdiciemos nada.- Ull se volvió contra nana, que estaba a punto de darle un trago a la botella de vino y la besó de nuevo mientras le sujetaba los pechos. Otra vez en el extremo opuesto de aquella tina, el joven puso a Nana contra el borde sujetándole un pecho con una mano mientras con la otra aprovechaba para acariciar con suavidad cada esquina de su cuerpo. Le besaba el cuello mientras dejaba entrever una sonrisa traviesa, esperaba complacer a aquella mujer aunque fuese su primera vez, no quería que ésta se fuese pensando que lo que estaban haciendo era una pérdida de tiempo. Estaría dispuesto a estar toda la noche en vela besando a aquella mujer.
-¿Y bien..? ¿Empezamos por...aquí...?- Ull susurraba a Nana al oído mientras su mano rozaba su ingle por debajo del agua, muy caliente por cierto.
Entre la excitación la botella de vino se rompió al caer al suelo, al joven no le importaba lo que estuviese pasando, ignorando el ruido se sumergía más en el acto y comenzaba a jugar un poco con la vagina de Nana, acariciándole con dos dedos mientras no dejaba de besarla, esos besos que nunca había dado y que en ese instante no sabía que hacía dándoselos a una desconocida para él.
-¿Estás...cómoda...?- Ull no quería que Nana se sintiese forzada a hacer nada, entre la excitación, los besos y los "toqueteos" cabía la posibilidad de que aquella mujer se sintiese ¿mal? con la situación.
-Creo que si, creo que le gusta...- Pensaba el joven mientras seguía masturbando a Nana por debajo del agua. No sabía si lo que estaba haciendo era lo correcto, solo necesitaba un acto por parte de la joven para cerciorarse de que estaba haciendo lo correcto, no necesitaba palabras ya que la sobreexcitacion que tenía era tal que haría caso omiso a todo lo que ella le dijera, solo quería hechos, y mas hechos.. Que aquello no parase nunca.
Ull Whitestorm
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Re: El regreso a quién sabe donde [LIBRE] [+18]
La luna brillaba en su cénit casi tanto como los ojos de la loba. El tintineo estrepitoso de las gotas de lluvia contra el cristal se aceleraba en la noche como su respiración. El segundo beso le tomó incluso más desprevenida que el primero, se aferró con ambas manos a su espalda aún sujetando la botella de vino casi vacía. Crujió la tina de madera cuando el lobo se abalanzó sobre ella poniéndola contra el lado opuesto, el agua se desbordó por el movimiento de los cuerpos, esparciéndose por la tarima del suelo, así como la botella de vino que cayó de sus manos. Ignorando el golpe del cristal contra el suelo, aprovechó para aferrarse con ambas manos a su espalda clavándole suavemente las uñas en la piel.
-Al final la noche parece que no va a acabar tan mal... -Le susurró haciendo hincapié en sus palabras, con una sonrisa burlona cuando el lobo se hubo separado de su cuello.
Clavó aquellos ojos amarillos en los sujos y casi inconscientemente se mordió el labio inferior, retadora. Un largo suspiro exhaló de sus labios al notar las grandes manos del lobo en su cuerpo. Sus manos se deslizaron desde su espalda a su torso, acariciándolo a su paso. Con la respiración cortada por la excitación, le agarró de la barba y estiró sutilmente para atraerlo hacia ella y darle un largo beso. Se separó de él lo suficiente para gemirle suave al oído cuando notó sus dedos acariciando su sexo. Jadeaba dejándose llevar por aquel hasta que aquella pregunta le hizo fruncir levemente el ceño y arquear una ceja con curiosidad.
-¿Tú me ves incómoda? -Preguntó con los labios entreabiertos antes de volver a besarle.
Sus piernas se enredaron en su cadera, atrayéndolo hacia ella y su mano volvió a surcar su pecho hasta su abdomen. Se separó lo suficiente de aquel beso para mirarle fijamente a los ojos pasándose la lengua por los labios, y con una sonrisa juguetona imitó a su acompañante y acarició su miembro debajo del agua con los dedos antes de tomarlo con la mano para masturbarlo.
-¿Y tú, estás cómodo? -Le mordió el lóbulo de la oreja tras la pregunta y se aferró fuertemente a él con su mano libre, restregándose los pechos contra el suyo.
Aprovechando que jugaba con su oreja, la loba volvió a surcar con la lengua su cuello, propinando pequeños mordiscos que acabaron de nuevo en los labios de su acompañante. Ruborizada por el calor y la excitación, volvió a clavar sus ojos en él y sus dedos se fundieron en su nuca, enredándose con su pelo, se acercaba y alejaba de sus labios juguetona sin llegar a besarle.
-Mañana no nos conoceremos.-Repitió con picardía la loba mordiéndole el labio inferior para luego volver a besarle.
Sus piernas se aferraron más a él, inevitablemente, colocándolo entre sus piernas mientras seguía jugueteando con su miembro con la mano.
-Al final la noche parece que no va a acabar tan mal... -Le susurró haciendo hincapié en sus palabras, con una sonrisa burlona cuando el lobo se hubo separado de su cuello.
Clavó aquellos ojos amarillos en los sujos y casi inconscientemente se mordió el labio inferior, retadora. Un largo suspiro exhaló de sus labios al notar las grandes manos del lobo en su cuerpo. Sus manos se deslizaron desde su espalda a su torso, acariciándolo a su paso. Con la respiración cortada por la excitación, le agarró de la barba y estiró sutilmente para atraerlo hacia ella y darle un largo beso. Se separó de él lo suficiente para gemirle suave al oído cuando notó sus dedos acariciando su sexo. Jadeaba dejándose llevar por aquel hasta que aquella pregunta le hizo fruncir levemente el ceño y arquear una ceja con curiosidad.
-¿Tú me ves incómoda? -Preguntó con los labios entreabiertos antes de volver a besarle.
Sus piernas se enredaron en su cadera, atrayéndolo hacia ella y su mano volvió a surcar su pecho hasta su abdomen. Se separó lo suficiente de aquel beso para mirarle fijamente a los ojos pasándose la lengua por los labios, y con una sonrisa juguetona imitó a su acompañante y acarició su miembro debajo del agua con los dedos antes de tomarlo con la mano para masturbarlo.
-¿Y tú, estás cómodo? -Le mordió el lóbulo de la oreja tras la pregunta y se aferró fuertemente a él con su mano libre, restregándose los pechos contra el suyo.
Aprovechando que jugaba con su oreja, la loba volvió a surcar con la lengua su cuello, propinando pequeños mordiscos que acabaron de nuevo en los labios de su acompañante. Ruborizada por el calor y la excitación, volvió a clavar sus ojos en él y sus dedos se fundieron en su nuca, enredándose con su pelo, se acercaba y alejaba de sus labios juguetona sin llegar a besarle.
-Mañana no nos conoceremos.-Repitió con picardía la loba mordiéndole el labio inferior para luego volver a besarle.
Sus piernas se aferraron más a él, inevitablemente, colocándolo entre sus piernas mientras seguía jugueteando con su miembro con la mano.
Nana
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Aquel momento nunca se lo había imaginado tal como estaba sucediendo.
Cuando la mujer se lanzó contra su cuerpo juntando sus pechos en el lobo, él miraba sus labios, carnosos y rojos como la sangre que corría por sus venas. Sujetaba su melena mojada por el agua de la bañera que se enfriaba poco a poco con el paso del tiempo, pero ellos no lo notaban, ellos se aferraron el uno al otro y se mimetizaron con un beso que no terminaba nunca.
Ull seguía jugueteando con sus dedos cuando ella dejó pasar su mano por su miembro, a decir verdad el joven ya estaba listo para hacer el amor con esa mujer, lo que pasase después de esto sería con total seguridad, lo más loco y a la vez más bonito que le había pasado en la vida.
-Más que cómodo...- Serio, excitado, a lo suyo seguía masturbando a aquella mujer que como él, excitada le tocaba el miembro mientras se arañaban ambos los cuerpos mojados de sudor y agua al mismo tiempo.
Lo que más le llamaba la atención al joven erran esos ojos ámbar que la mujer le clavaba en los suyos, aquella mirada que nunca le habían hecho dejaba entrever que algo estaba pasando por la cabeza de Ull.
Aún así no era momento de pensar en eso, había dicho que lo mejor sería disfrutar el momento y cuando la mujer se le avalanzó encima, sus muslos rozaron los del joven y el roce fue inevitable, ella seguía tocándole mientras Ull separaba su pecho para pasar suavemente su lengua por los pezones de la mujer mientras le agarraba las dos nalgas con fuerza.
-Métela..- El joven, ignorando las palabras de Nana estaba deseando que eso sucediese. Mientras él seguía besando sus pechos con ansia sus manos jugueteaban entre su culo y sus pechos, Ull tocaba todo, disfrutaba del cuerpo de la mujer como si fuese su primera vez, que lo era.
-¡Espera!, vamos para la cama.- La bañera se les estaba quedando pequeña, la verdad que tampoco era muy cómoda para seguir haciéndolo en ella.
-Ponte ahí.- El joven puso a Nana encima de la cama, boca arriba. Le abrió las piernas y se puso encima de ella, continuó besando sus labios mientras la agarraba fuertemente por la cintura, aquel cuerpo, esos pechos, ese abdomen... Todo le parecía increíble al joven lobo.
-Y bien, ¿de dónde vienes?- El joven se lo preguntaba mientras su lengua descendía por el cuerpo de Nana, recorriendo parte de su cuello y el pecho, terminando en su vagina, empapada por el agua de la bañera y húmeda por la excitación y comenzó a jugar con su lengua, entrelazándola con su clítoris. No hacía falta ser un experto para saber que eso le gustaría y siguió haciéndolo mientras comenzaba a introducir su dedo índice en su sexo.
Cuando la mujer se lanzó contra su cuerpo juntando sus pechos en el lobo, él miraba sus labios, carnosos y rojos como la sangre que corría por sus venas. Sujetaba su melena mojada por el agua de la bañera que se enfriaba poco a poco con el paso del tiempo, pero ellos no lo notaban, ellos se aferraron el uno al otro y se mimetizaron con un beso que no terminaba nunca.
Ull seguía jugueteando con sus dedos cuando ella dejó pasar su mano por su miembro, a decir verdad el joven ya estaba listo para hacer el amor con esa mujer, lo que pasase después de esto sería con total seguridad, lo más loco y a la vez más bonito que le había pasado en la vida.
-Más que cómodo...- Serio, excitado, a lo suyo seguía masturbando a aquella mujer que como él, excitada le tocaba el miembro mientras se arañaban ambos los cuerpos mojados de sudor y agua al mismo tiempo.
Lo que más le llamaba la atención al joven erran esos ojos ámbar que la mujer le clavaba en los suyos, aquella mirada que nunca le habían hecho dejaba entrever que algo estaba pasando por la cabeza de Ull.
-¿Flechazo...? No lo creo...- Pensaba Ull.
Aún así no era momento de pensar en eso, había dicho que lo mejor sería disfrutar el momento y cuando la mujer se le avalanzó encima, sus muslos rozaron los del joven y el roce fue inevitable, ella seguía tocándole mientras Ull separaba su pecho para pasar suavemente su lengua por los pezones de la mujer mientras le agarraba las dos nalgas con fuerza.
-Métela..- El joven, ignorando las palabras de Nana estaba deseando que eso sucediese. Mientras él seguía besando sus pechos con ansia sus manos jugueteaban entre su culo y sus pechos, Ull tocaba todo, disfrutaba del cuerpo de la mujer como si fuese su primera vez, que lo era.
-¡Espera!, vamos para la cama.- La bañera se les estaba quedando pequeña, la verdad que tampoco era muy cómoda para seguir haciéndolo en ella.
-Ponte ahí.- El joven puso a Nana encima de la cama, boca arriba. Le abrió las piernas y se puso encima de ella, continuó besando sus labios mientras la agarraba fuertemente por la cintura, aquel cuerpo, esos pechos, ese abdomen... Todo le parecía increíble al joven lobo.
-Y bien, ¿de dónde vienes?- El joven se lo preguntaba mientras su lengua descendía por el cuerpo de Nana, recorriendo parte de su cuello y el pecho, terminando en su vagina, empapada por el agua de la bañera y húmeda por la excitación y comenzó a jugar con su lengua, entrelazándola con su clítoris. No hacía falta ser un experto para saber que eso le gustaría y siguió haciéndolo mientras comenzaba a introducir su dedo índice en su sexo.
Ull Whitestorm
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Re: El regreso a quién sabe donde [LIBRE] [+18]
Estaban muy cerca de consumar cuando de sopetón el lobo la tomó casi en volandas y la llevó hasta la cama. Nana miraba hacia todos lados, aferrándose a él para no resbalar y caer al suelo mientras era desplazada hacia la cama. Frunció levemente el ceño, claramente la cama era cómoda, pero la bañera añadía un toque más picante a la situación. Se revolvió levemente en la cama apoyándose sobre sus codos para mirar a Ull, posicionado entre sus piernas. El pelo azabache caía sobre la cama creando surcos de agua a su paso. Entreabrió los labios para reprochar, pero los labios del lobo acallaron sus quejas y devolvieron la pasión al momento. Sus manos se aferraron a la espalda de su compañero que la recorrieron acariciándola hasta aferrarse a su nuca. El sabor del vino aún estaba presente en su lengua. Y la cena, fría.
-Me gustaba más la bañera. -Pudo por fin reprochar una vez él se hubo separado de sus labios para seguir besando cada rincón de su cuerpo.
La loba seguía acariciando la nuca y el pelo de su amante enredando su pelo con los dedos, aquella pregunta la desubicó en aquel momento, después de aquellos besos y caricias, la loba era capaz de decirle incluso la verdad, pero se mordió la lengua a tiempo, pero no pudo evitar soltar un pequeño jadeo de placer al sentir la lengua del lobo. El pecho de Nana se empezó a mover con más rapidez, la respiración volvió a entrecortarse por la excitación y la posición. Se mordió el labio inferior para evitar gemir, pero los jadeos eran cada vez más prolongados y pequeños gemidos escaparon de sus labios. Relajó los muslos que descansaban sobre sus hombros.
Se aferraba a él con los gemelos y le estiraba suavemente del pelo con una mano, mientras la otra se aferraba fuerte a las sábanas. En un momento de éxtasis, cuando sus gemidos posiblemente eran audibles incluso en el piso inferior, la loba se incorporó y se separó de su acompañante, lo tomó por los hombros y lo levantó a la vez que se levantaba ella de la cama. Aún con la respiración entrecortada pudo reunir la fuerza suficiente para empujar ahora ella al lobo a la cama. Grácil y sensual subió a la cama, acercándose a él como un lobo acecha a su presa, mordió sus muslos y pasó la lengua por su interior hasta casi su sexo, sin dejar de clavar aquella mirada casi animal en él.
-Yo soy de donde tú quieras. -Respondió por fin a aquella pregunta antes de pasar la lengua por su miembro, imitando aquel placer que instantes antes le había hecho sentir a ella.
Lo tomó con una mano y lo posó sobre sus labios para luego metérselo en la boca. Jugó con él, pasándole la lengua por el glande y el tronco, y cuando la excitación de ambos se igualó, la loba se incorporó, tomó las manos de Ull y las puso sobre sus pechos. Se acomodó sobre su miembro, frotándose sexo contra sexo, piel con piel. Con un suave movimiento de cadera se introdujo dentro de ella, comenzando un vaivén de caderas que acompañaba con largos gemidos que cada vez se volvían más cortos pero más efusivos. Al final en la cama no se iba a estar tan mal.
-Me gustaba más la bañera. -Pudo por fin reprochar una vez él se hubo separado de sus labios para seguir besando cada rincón de su cuerpo.
La loba seguía acariciando la nuca y el pelo de su amante enredando su pelo con los dedos, aquella pregunta la desubicó en aquel momento, después de aquellos besos y caricias, la loba era capaz de decirle incluso la verdad, pero se mordió la lengua a tiempo, pero no pudo evitar soltar un pequeño jadeo de placer al sentir la lengua del lobo. El pecho de Nana se empezó a mover con más rapidez, la respiración volvió a entrecortarse por la excitación y la posición. Se mordió el labio inferior para evitar gemir, pero los jadeos eran cada vez más prolongados y pequeños gemidos escaparon de sus labios. Relajó los muslos que descansaban sobre sus hombros.
Se aferraba a él con los gemelos y le estiraba suavemente del pelo con una mano, mientras la otra se aferraba fuerte a las sábanas. En un momento de éxtasis, cuando sus gemidos posiblemente eran audibles incluso en el piso inferior, la loba se incorporó y se separó de su acompañante, lo tomó por los hombros y lo levantó a la vez que se levantaba ella de la cama. Aún con la respiración entrecortada pudo reunir la fuerza suficiente para empujar ahora ella al lobo a la cama. Grácil y sensual subió a la cama, acercándose a él como un lobo acecha a su presa, mordió sus muslos y pasó la lengua por su interior hasta casi su sexo, sin dejar de clavar aquella mirada casi animal en él.
-Yo soy de donde tú quieras. -Respondió por fin a aquella pregunta antes de pasar la lengua por su miembro, imitando aquel placer que instantes antes le había hecho sentir a ella.
Lo tomó con una mano y lo posó sobre sus labios para luego metérselo en la boca. Jugó con él, pasándole la lengua por el glande y el tronco, y cuando la excitación de ambos se igualó, la loba se incorporó, tomó las manos de Ull y las puso sobre sus pechos. Se acomodó sobre su miembro, frotándose sexo contra sexo, piel con piel. Con un suave movimiento de cadera se introdujo dentro de ella, comenzando un vaivén de caderas que acompañaba con largos gemidos que cada vez se volvían más cortos pero más efusivos. Al final en la cama no se iba a estar tan mal.
Nana
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Re: El regreso a quién sabe donde [LIBRE] [+18]
Aquellos pechos no dejaban de sorprenderle, no quería dejar de acariciar aquellas curvas perfectas mientras penetraba a Nana, estando ella encima de él mientras se besaban apasionadamente. Pasaba todo tan rápido en el tiempo pero tan lento en su mente, cada beso, cada caricia y cada gemido que ambos hacían era música para los oídos del joven lobo, al final aquello no estaba tan mal. Para ser la primera vez estaba siendo demasiado sorprendente a la vez que excitante.
Después de haber vivido aquel sueño, Ull se encontraba un poco raro, quizás era porque no sabía que hacer en aquella situación. Estaba un poco tímido en ese momento, miraba a Nana, acostada a su lado desnuda mientras él la agarraba bajo su brazo y pensaba qué sería de la vida su vida, de la vida de Nana una vez amaneciese. Suspiraba y suspiraba mientras acariciaba aquella melena negro azabache aún húmeda por el sudor y el agua.
-¿Te apetece cenar algo...?- Acariciaba su brazo desde el codo, subiendo hasta llegar al hombro.- Seguramente la cena ya esté fría, pero no le vamos a hacer un feo a las muchachas que la han traído, ¿no? bastante tienen con la que hemos liado con el agua.- Sonreía mientras besaba la frente de Nana, quizás eran demasiadas confianzas pero el momento empujaba a hacer este tipo de cosas, hacía mucho tiempo que no se sentía tan a gusto con alguien y tenía que aprovecharlo.
-Espera, no te muevas, yo te lo traigo.- Ull se levantó suavemente y acercó el carro a la cama intentando no resbalar ya que el suelo estaba todo mojado y enrojecido por el vino que se había derramado.
-Nos han traído un poco de jabalí asado y... esto, que yo no me voy a comer desde luego.- Cogía con asco dos o tres hojas de lechuga que acompañaban aquella carne que la verdad, tenía una pinta buenísima.
-Hay para los dos, aunque yo ahora mismo no tengo mucha hambre.- Miraba fijamente los ojos de Nana mientras dejaba entrever una ligera sonrisa, algo estaba pensando y era inevitable ocultarlo.
Aquel momento le recordaba a su niñez, a cuando de verdad podía sentir aquel calor hogareño de su familia, dentro de casa bajo la luz de la luna que iluminaba el cuarto y los cristales chisporroteando por la lluvia que los golpeaba.
-La verdad hemos hecho bien en meternos aquí, Ciudad Lagarto no tiene cosas tan malas ¿no?- Chocaba su hombro con el de Nana con cariño mientras le guiñaba un ojo, que después, agarrando la barbilla de la mujer, la levantó mientras le daba un beso en los labios.
-Yo vengo de una aldea muy humilde, a las afueras de Ulmer, aunque en verdad no, vengo de vagar por los bosques del Este, mi familia....me la han arrebatado.- Dijo cabizbajo mientras mordía y repañaba un trozo de costilla rojiza, a medio hacer.
-Siempre viví allí, pero un día aquellos... Chupasangre...- Su rostro cambió completamente, se podía ver el odio que le tenía a los vampiros, nunca les perdonaría aquella matanza.
-Desde entonces vivo intentando vengarles mientras me gano unos Aeros como cazarrecompensas, no gano mucho la verdad pero es lo que tengo, intento cumplir con lo que me piden mientras tenga uso de razón.
Ull se había soltado por completo emocionalmente con Nana, posiblemente era un error ya que no se conocían de nada, pero él confiaba en aquella mujer, confiaba en la gente de su raza y pensó que podía confiarle aquel secreto a ella. Independientemente de si lo estaba escuchando o no, él sentía que tenía que contarlo ya que llevaba diez años guardándoselo para si mismo, nunca se lo había contado a nadie.
Por un momento se quedó callado mientras masticaba un trozo de carne y bajó su mirada, estaba realmente apenado al recordar aquellos momentos tan duros de su vida pero sabía que algún día llegaría su venganza.
-Perdona que te esté contando todo esto, seguramente no te interese nada escucharlo, al fin y al cabo soy alguien nuevo en tu vida, quizás una anécdota más... Una buena anécdota más, ¿no?- Levantando la cabeza, mirando a Nana dejó caer una sonrisa entre las lágrimas que aún no le había mostrado.
-Seguramente yo sí te conoceré mañana, créeme que yo esto nunca lo voy a olvidar.- Dijo el joven después de haber besado la frente de la mujer.
Un rato más tarde...
Después de haber vivido aquel sueño, Ull se encontraba un poco raro, quizás era porque no sabía que hacer en aquella situación. Estaba un poco tímido en ese momento, miraba a Nana, acostada a su lado desnuda mientras él la agarraba bajo su brazo y pensaba qué sería de la vida su vida, de la vida de Nana una vez amaneciese. Suspiraba y suspiraba mientras acariciaba aquella melena negro azabache aún húmeda por el sudor y el agua.
-¿Te apetece cenar algo...?- Acariciaba su brazo desde el codo, subiendo hasta llegar al hombro.- Seguramente la cena ya esté fría, pero no le vamos a hacer un feo a las muchachas que la han traído, ¿no? bastante tienen con la que hemos liado con el agua.- Sonreía mientras besaba la frente de Nana, quizás eran demasiadas confianzas pero el momento empujaba a hacer este tipo de cosas, hacía mucho tiempo que no se sentía tan a gusto con alguien y tenía que aprovecharlo.
-Espera, no te muevas, yo te lo traigo.- Ull se levantó suavemente y acercó el carro a la cama intentando no resbalar ya que el suelo estaba todo mojado y enrojecido por el vino que se había derramado.
-Nos han traído un poco de jabalí asado y... esto, que yo no me voy a comer desde luego.- Cogía con asco dos o tres hojas de lechuga que acompañaban aquella carne que la verdad, tenía una pinta buenísima.
-Hay para los dos, aunque yo ahora mismo no tengo mucha hambre.- Miraba fijamente los ojos de Nana mientras dejaba entrever una ligera sonrisa, algo estaba pensando y era inevitable ocultarlo.
Aquel momento le recordaba a su niñez, a cuando de verdad podía sentir aquel calor hogareño de su familia, dentro de casa bajo la luz de la luna que iluminaba el cuarto y los cristales chisporroteando por la lluvia que los golpeaba.
-La verdad hemos hecho bien en meternos aquí, Ciudad Lagarto no tiene cosas tan malas ¿no?- Chocaba su hombro con el de Nana con cariño mientras le guiñaba un ojo, que después, agarrando la barbilla de la mujer, la levantó mientras le daba un beso en los labios.
-Yo vengo de una aldea muy humilde, a las afueras de Ulmer, aunque en verdad no, vengo de vagar por los bosques del Este, mi familia....me la han arrebatado.- Dijo cabizbajo mientras mordía y repañaba un trozo de costilla rojiza, a medio hacer.
-Siempre viví allí, pero un día aquellos... Chupasangre...- Su rostro cambió completamente, se podía ver el odio que le tenía a los vampiros, nunca les perdonaría aquella matanza.
-Desde entonces vivo intentando vengarles mientras me gano unos Aeros como cazarrecompensas, no gano mucho la verdad pero es lo que tengo, intento cumplir con lo que me piden mientras tenga uso de razón.
Ull se había soltado por completo emocionalmente con Nana, posiblemente era un error ya que no se conocían de nada, pero él confiaba en aquella mujer, confiaba en la gente de su raza y pensó que podía confiarle aquel secreto a ella. Independientemente de si lo estaba escuchando o no, él sentía que tenía que contarlo ya que llevaba diez años guardándoselo para si mismo, nunca se lo había contado a nadie.
Por un momento se quedó callado mientras masticaba un trozo de carne y bajó su mirada, estaba realmente apenado al recordar aquellos momentos tan duros de su vida pero sabía que algún día llegaría su venganza.
-Perdona que te esté contando todo esto, seguramente no te interese nada escucharlo, al fin y al cabo soy alguien nuevo en tu vida, quizás una anécdota más... Una buena anécdota más, ¿no?- Levantando la cabeza, mirando a Nana dejó caer una sonrisa entre las lágrimas que aún no le había mostrado.
-Seguramente yo sí te conoceré mañana, créeme que yo esto nunca lo voy a olvidar.- Dijo el joven después de haber besado la frente de la mujer.
...-Gracias...
Ull Whitestorm
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Re: El regreso a quién sabe donde [LIBRE] [+18]
Tardó un rato en recobrar el aire después de aquel encuentro tan pasional, allí tirada en la cama, mirando al techo acurrucada sobre el pecho de Ull, la voz de Rose volvió a sonar en su sien. "Qué has hecho, como te reconozca", y otros reproches que venían directamente del subconsciente de la loba. Respiró hondo y se incorporó casi de un salto sentándose sobre la mullida cama que ahora, gracias a la idea de su compañero de cama, estaba húmeda por el agua de la tina y el sudor. Había dormido en condiciones peores. Apoyó la espalda contra el cabecero, siguiendo atentamente los pasos del lobo en la habitación. Incongruentemente su cuerpo adoptó una posición defensiva cuando la actitud vacilona y sarcástica del lobo se volvió melosa, casi romántica. La loba ladeó levemente la cabeza y alzó una ceja, curiosa ante el cambio de actitud.
La cena sobre la cama, y la loba miraba de reojo a su acompañante sin mediar palabra. Tomó algo de jabalí frío y se lo llevó a la boca, a ella el hambre no le había abandonado. Entre bocado y bocado, la mano de Ull le tomó la barbilla y le dio un beso. El segundo beso robado de la noche. Sí que apostaba fuerte. Nana le correspondió al beso y le dedicó una pequeña sonrisa sorprendentemente cálida. Pero la comida era lo más importante. Escuchaba al lobo, pero no le miraba directamente, comía, más bien devoraba aquel jabalí. Tantos días desde Lunargenta comiendo pan y ahorrando víveres, que aquel olor había despertado todo el hambre acumulada. Soltó una risa sarcástica sin dejar de comer, Ciudad Lagarto no traía solo cosas malas. Irónico porque horas antes eran perseguidos por mercenarios.
Iba a abrir la boca para responder la broma pero, el ambiente se puso intenso. Nana dejó sobre el plato el hueso de jabalí y tomó otra pieza, esta vez sí se dignó a girar la cabeza lo suficiente para mirar a Ull mientras contaba su historia y se abría en canal con la loba. Incómoda, así se sintió al no poder corresponder a su historia, al tener que ser un fantasma a ojos de su compañero aquella noche. Una historia que ciertamente recordaba bastante a la suya propia. La loba desvió la mirada al plato sin dejar de mordisquear los huesos del jabalí. Realmente casi se atraganta con su última frase, tuvo que tragar varias veces. Que jamás la olvidaría. Empezó a sudar, el corazón se le aceleró con aquel beso en la frente. Dejó la comida sobre el plato y quiso por un momento que la tierra se la tragase. Ya había sufrido aquello y no había acabado bien, ¿Qué diferencia había ahora? La olvidaría al final, como Brendarid.
-Pues sí que te ha calado hondo nuestro encuentro pasional. -Bromeó la loba para intentar quitarle hierro al asunto. -Mañana... Ya veremos mañana. -Esbozó una sonrisa entre pícara y juguetona.
Dejó los restos de comida el plato y se giró para mirar a Ull. Suspiró hondo, en aquel momento le hubiera contado todo, pero era arriesgarse demasiado, no estaba en su territorio y tenía que guardar su identidad como fuere. Le reconcomía la angustia de la pronta despedida que les esperaba.
-A mi familia también me la arrebataron unos vampiros, yo pude vengarme, pero no sentí nada. -Quizá no podía contarle quién era, pero sí parte de su historia. Recordó a Ruth y al viejo, con los cuales había vivido los años más felices de su vida aunque fuera como mascota. -La venganza no te los va a traer de nuevo. -Confesó en tono sereno, encogiéndose levemente de hombros. -Es mejor centrarse en los vivos y dejar a los muertos en paz.
Se levantó de la cama con los platos de sobras para dejarlos de nuevo sobre la mesa, anduvo con cuidado, los cristales de la botella de vino rota se esparcían por todo el suelo. Dejó los platos en la mesa y como hipnotizada, se quedó viendo los trazos carmesí dibujados en el suelo por el vino que pronto se juntaron con su misma sangre que comenzaba a brotar de un pequeño corte en la planta del pie. Se perdió en sus pensamientos, en como poco a poco todo el mundo la abandonaba de un modo u otro, en cuánta sangre se había derramado inútilmente. Sus ojos se deslizaron hasta el fuego, y del fuego a la ventana. El tintineo de las gotas de lluvia casi había cesado y tanto el tiempo como su alma empezaba a apaciguarse. Se mordió la lengua para no seguir hablando de su vida porque sabía que acabaría confesándole allí mismo quién era, poniéndolos en riesgo a los dos. Cuándo se había vuelto su vida tan complicada.
La cena sobre la cama, y la loba miraba de reojo a su acompañante sin mediar palabra. Tomó algo de jabalí frío y se lo llevó a la boca, a ella el hambre no le había abandonado. Entre bocado y bocado, la mano de Ull le tomó la barbilla y le dio un beso. El segundo beso robado de la noche. Sí que apostaba fuerte. Nana le correspondió al beso y le dedicó una pequeña sonrisa sorprendentemente cálida. Pero la comida era lo más importante. Escuchaba al lobo, pero no le miraba directamente, comía, más bien devoraba aquel jabalí. Tantos días desde Lunargenta comiendo pan y ahorrando víveres, que aquel olor había despertado todo el hambre acumulada. Soltó una risa sarcástica sin dejar de comer, Ciudad Lagarto no traía solo cosas malas. Irónico porque horas antes eran perseguidos por mercenarios.
Iba a abrir la boca para responder la broma pero, el ambiente se puso intenso. Nana dejó sobre el plato el hueso de jabalí y tomó otra pieza, esta vez sí se dignó a girar la cabeza lo suficiente para mirar a Ull mientras contaba su historia y se abría en canal con la loba. Incómoda, así se sintió al no poder corresponder a su historia, al tener que ser un fantasma a ojos de su compañero aquella noche. Una historia que ciertamente recordaba bastante a la suya propia. La loba desvió la mirada al plato sin dejar de mordisquear los huesos del jabalí. Realmente casi se atraganta con su última frase, tuvo que tragar varias veces. Que jamás la olvidaría. Empezó a sudar, el corazón se le aceleró con aquel beso en la frente. Dejó la comida sobre el plato y quiso por un momento que la tierra se la tragase. Ya había sufrido aquello y no había acabado bien, ¿Qué diferencia había ahora? La olvidaría al final, como Brendarid.
-Pues sí que te ha calado hondo nuestro encuentro pasional. -Bromeó la loba para intentar quitarle hierro al asunto. -Mañana... Ya veremos mañana. -Esbozó una sonrisa entre pícara y juguetona.
Dejó los restos de comida el plato y se giró para mirar a Ull. Suspiró hondo, en aquel momento le hubiera contado todo, pero era arriesgarse demasiado, no estaba en su territorio y tenía que guardar su identidad como fuere. Le reconcomía la angustia de la pronta despedida que les esperaba.
-A mi familia también me la arrebataron unos vampiros, yo pude vengarme, pero no sentí nada. -Quizá no podía contarle quién era, pero sí parte de su historia. Recordó a Ruth y al viejo, con los cuales había vivido los años más felices de su vida aunque fuera como mascota. -La venganza no te los va a traer de nuevo. -Confesó en tono sereno, encogiéndose levemente de hombros. -Es mejor centrarse en los vivos y dejar a los muertos en paz.
Se levantó de la cama con los platos de sobras para dejarlos de nuevo sobre la mesa, anduvo con cuidado, los cristales de la botella de vino rota se esparcían por todo el suelo. Dejó los platos en la mesa y como hipnotizada, se quedó viendo los trazos carmesí dibujados en el suelo por el vino que pronto se juntaron con su misma sangre que comenzaba a brotar de un pequeño corte en la planta del pie. Se perdió en sus pensamientos, en como poco a poco todo el mundo la abandonaba de un modo u otro, en cuánta sangre se había derramado inútilmente. Sus ojos se deslizaron hasta el fuego, y del fuego a la ventana. El tintineo de las gotas de lluvia casi había cesado y tanto el tiempo como su alma empezaba a apaciguarse. Se mordió la lengua para no seguir hablando de su vida porque sabía que acabaría confesándole allí mismo quién era, poniéndolos en riesgo a los dos. Cuándo se había vuelto su vida tan complicada.
Nana
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