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Mensaje  Othel Sáb Dic 19 2020, 22:23

Ágata se colocó mejor en su asiento, alisando sus ropajes. La túnica estaba ya algo desgastada, pero el color oscuro y la capucha le daban un aire de misterio muy importante para lo que hacía. Finalmente, el hombre llego ante ella. -Bienv…- pero era el tabernero, dejando en su mesa la jarra que había pedido para poder quedarse, lo único que podía permitirse realmente. Tomó un sorbo, arrugando inmediatamente la nariz. Tan amarga, ¿Cómo le podía gustar a los adultos?

La adolescente miró a su alrededor. ¿No había bastado su anuncio? Le había costado mucho hablar ante tanta gente. Puede que necesitara un cartel, aunque su letra no era muy bonita, no estaba segura de que fuera a ayudar. Pero al parecer uno de los locales estaba esperando a que lo mirara, alzándose y dirigiéndose hacia ella en cuando sus ojos se cruzaron. Por fin, si si si, ¡un cliente! Habría preferido que su primer cliente no estuviera claramente borracho, pero daba igual, ¡podía hacerlo!

-Ah uh…- Se había quedado en blanco. Tosió, para ganar tiempo y recuperar dignidad. -Buenos días, ¿quieres saber lo que te depara el futuro?- su gesto dramático perdió efecto cuando un mechón castaño salió de la capucha, pero se dio prisa en castigar tal rebeldía devolviéndolo a su sitio.

-Si… estoy… hay una chica, estoy pensando en… pedirle la mano, pero no se si es…- Entre la vergüenza y la cogorza, le costó unos segundos unir las palabras, pero finalmente lo entendió. Problemas de amor, que romántico. ¿Sería esa mujer LA mujer?

-Seguro que podemos decidirlo.- sacó la bola de cristal, con mucho mimo, puliéndola un poco con la manga, antes de posar suavemente las yemas de sus dedos. La bola se ilumino suavemente, un arcoíris de colores oscilando hasta formar una imagen. La de un techo. El hombre iba a decir algo, sin duda una queja, cuando la vista cambió, la visión bajando hasta enfocar a una elfa.

-Empuja, solo un poco más, ya se le ve la cabeza.- parecía ser un parto. Eso era bueno. Intentó mover la imagen, pasar de lo que veía la mujer a algo un poco más escénico, y la estancia se reveló desde arriba.

-¿Tiene la mujer de la que me hablaste el pelo rubio?- preguntó triunfante.

-Sí, pero no tiene orejas de gato. Y esa no es su cara.- Eso la pilló un poco por sorpresa, haciendo que se acercara un poco más a la bola. Efectivamente, podía ver unas orejas doradas con alguna que otra mancha, y lo que podría ser una cola entre las sabanas.

-Bueno, puede que sea alguien que aún no has conocido, el futuro está lleno de posibilidades. Si no te gusta, seguro que puedes cambiarlo, no es algo que esté escrito en piedra.-

-La verdad es que es bonita…- dijo el hombre, cuando un llanto salió de la bola. Él bebe ya había nacido. Ágata enfocó al bebe, para que el futuro padre pudiera verlo bien, mientras oían la puerta abrirse y la elfa diciéndole al padre que ya podía entrar. El hombre agarró al bebe, y entonces, cuando alejo la escena para acabar su sesión con una feliz escena del padre con su bebe se dio cuenta de un pequeño problema, al mismo tiempo que su cliente.

El padre tenía también orejas de gato, y no se parecía en absoluto a su muy humano cliente.

-ESTAFADORA.- Bramó el hombre, tumbando la mesa al levantarse. A duras penas pudo agarrar la bola de cristal, el tesoro de su abuela, antes de que cayera al suelo, y fue ella la que acabo de morros en vez de la bola. La jarra de cerveza le cayó en la cabeza, empapándola, y lo que seguramente era una patada la mandó contra una pared. Confusa y dolorida, salió por patas de la taberna, hacia el frio de la calle.

¿Qué había pasado? Estaba segurísima que eso era el futuro, ¿pero porque no era el que quería? Su abuela estaba segura de que también tenía el don, por eso le había regalado su tesoro… ¿Y porque se había enfadado tanto? ¡Ni siquiera le había cobrado aún!

Y ahora que había gastado sus pocas monedas para tener un lugar caliente en el que ganar más dinero, se encontraba hambrienta y sin un lugar en el que refugiarse del frio o la noche. Pero… seguro que era culpa del hombre, que no volvería a pasar.

-Ah… leo fortunas. ¿Alguien quiere ver el futuro?-
preguntó débilmente en una esquina, sin atreverse a gritar mucho.

___________

Como habéis visto, Ágata tiene un don muy especial, por unas pocas monedas o comida os podrá mostrar el futuro…pero no el vuestro. Este evento es diferente a los que estáis acostumbrados puesto que, más allá de vuestra interacción con Ágata, los protagonistas serán otros. Es, al fin y al cabo, una época de regalos y generosidad, así que regalareis una historia. La idea es cerrar este evento durante la semana del 4 de enero, así que tenéis tiempo de preparar un buen regalo.

Podéis escoger libremente a cualquier personaje activo (acompañantes incluidos), y dedicarle una historia, un posible futuro, siempre que no sea una cuenta vuestra. Podéis usar cualquier punto de vista, el del propio personaje, hijos, victimas, vosotros mismos mirando por la bola de cristal… lo que más os convenga. También podéis, por supuesto, preguntar al afectado si queréis, o bien publicarlo por sorpresa. Sin embargo, quiero ver un esfuerzo genuino, por lo que habrá ciertas condiciones:

  1. El mínimo de líneas se aplicará a la historia, no al post, y se aumentará el mínimo. Es decir, toda historia debe tener al menos veinte líneas. Si tras el primer post, queréis postear solo historias saltándoos la interacción con Ágata, no diré nada.  
  2. Salvo permiso expreso del afectado, los +18 están prohibidos. En cualquier caso, tendréis que informar al principio del post de que se trata de un +18.
  3. Nada os impide hacer varias historias para la misma persona, pero estas tendrán que ser claramente separadas, hacer una historia de 10 páginas y trocearla sería malo… para vosotros.

Ahora, a lo que os interesa, que vais a recibir por todo este esfuerzo:

Por participar con al menos una historia, os llevareis 50 aeros y 5 puntos de experiencia. Luego, por cada historia extra recibiréis 10 aeros y 1 punto de experiencia, o, si es la primera historia que esa cuenta recibe, el doble, 20 aeros y 2 puntos de experiencia. Fijaros que digo cuenta, por lo que un personaje y su acompañante compartirán bono de primera historia, tampoco hay que abusar.
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[Evento] Destinos Entrelazados Empty Re: [Evento] Destinos Entrelazados

Mensaje  Twistedtale Dom Dic 20 2020, 17:54

El bardo terminó de limpiar los utensilios que le había pedido prestados al escriba. Ambos, sentados sobre cajones de madera bajo el alero de un edificio, estuvieron promocionando su arte durante toda la mañana, el primero ofreciéndose a escribir cartas, documentos o prácticamente cualquier cosa que necesitase caligrafía legible y ordenada. La segunda ofreciendo falsificación de aventuras para fardar ante los amigos o líneas de amor para enamorar.

Era sorprendente el número de personas que pagaban por versos copiados de cantares que desconocían.

Hecha la magra recaudación de la mañana, enfiló calle arriba después de despedirse del hombrecillo con una respetuosa reverencia. Había sido muy amable y le dejó usar pluma y un poco de tinta a cambio de compañía. Con el ganso entre los brazos, porque hacía frío, descubrió una figura encorvada en la esquina de una calle.

Al acercarse, escuchó que ofrecía el devenir del futuro con vocecilla de ratón cansado. Se acuclilló ante ella con una de sus mejores sonrisas, Merlot alargando el cuello para mirarla con curiosidad. La pelirroja decidió que las buenas acciones recibidas debían saldarse de la misma manera.

-Santa partitura, ¿qué haces aquí fuera con tan poca ropa? Sabes que es invierno, ¿no? No te puedo escuchar si hablas tan bajito. Espera, sostenme a Merl mientras... yo... -le pasó el ganso sin esperar respuesta, ignorando el apuro de la muchacha y los quejidos de su compañero.- aquí... las monedas... Una tiene tantos bolsillos, y ninguno asignado al dinero... ¡Ah! Lo tengo. Qué te parece si nos vamos al Caballito de Madera, nos calentamos, y me cuentas por qué vendes fortuna con una expresión tan desafortunada. Tienen un menú de primera y son muy majos, todo el mundo puede entrar. Por eso es tan popular.

Dicho lo cual arrastró a la chica calle arriba, alejándose de la primera taberna de la que salió la joven adivina. Cuando llegaron eligió una mesa cualquiera que encontró libre y pidió sendas escudillas de estofado para ambas, vino especiado para uno porque la pelirroja siempre cargaba su propio veneno. Y un cuenquito de grano para Merlot el ganso blanco, por supuesto. Si el animal hubiese tenido dedos, le hubiera hecho un corte de mangas.

-Bueno, mi nombre es Twistedtale, él es Merlot, encantada. Tengo mucha curiosidad por saber tus métodos. -comentó afable; había encendido su pipa y alternaba entre tragos a la petaca y caladas de humo que se deshacían en formas aleatorias.

-Ah, mi... mi nombre es Ágata. ¿Estarías interesada en saber tu futuro?

-Soy un bardo, querida. Siempre quiero saber cosas, y más me interesa averiguar si la epopeya en la que estoy trabajando será un éxito. Verás, trata de un hombre sapo llamado Todd que...

-Ahem. Sí. Mira, sólo tienes que observar la bola de cristal.

-Ooooh hacía tiempo que no veía una adivina con bola de... espera... ¿Eso son dos vampiras dándose el lote? -agarró el preciado objeto y lo meneó en el aire, el ganso graznando una advertencia.- ¡No podéis estar en mi pelota del futuro! ¡Fuera! Vamos, quiero saber si me va bien con la historia...

-¡Oye, deja mi bola! ¡Es herencia de mi abuela! ¡Y no funciona así!

-Ah, mis disculpas. Me emocioné. Vale, vale, ponla de nuevo en la mesa, te prometo que no la toco, ¿si? Bien, déjame mirar otra vez, a ver... Sin manos, sin manos... Anda, una rubia... con orejas de soplillo... ah no, sólo es una elfa. ¡Yo la conozco! ¡Es Lili! -señaló la diminuta figura en armadura dentro de la nebulosidad de la visión.- Ay que bien, voy a volver a encontrarme con ella... no... espera Lili, a dónde vas...

❝Todo estaba oscuro, porque la negrura dominaba el mundo, se arrastraba entre la gente como una carcasa podrida, serpenteaba cual criatura vil bajo la tierra consumiendo los corazones y ensuciando la pureza de la luz con su presencia indeseable. Por eso ella estaba allí, por eso la acompañaban sus hermanas y hermanos avanzando todos bajo el mismo brillo, amparados por el sol, por los dioses de la balanza equilibrada.

Por eso iban a la guerra contra la putrefacción tenebrosa del mal, contra la traición impía de quién tomó los mismos juramentos y los rompió por razones que ya carecían de de importancia.

Lixis abría camino con la seguridad que otorgan tantos años de experiencia en el mundo, su pie seguro sobre el suelo del bosque, los ojos atentos al entorno que seguía siendo su hogar, dejado atrás tiempo ha. Resplandecía entre los árboles como la antorcha de los justos, guiando a los guerreros por el camino correcto y sin miedo a extraviarse. La armadura, resplandeciente; la maza, ominosa; su presencia, aplastante y a la vez reconfortante.

La batalla se avecinaba. Iba a ser cruenta, iba a ser cansada, iba a ser triste. La muerte, neutral, esperaba sin prisa a todos aquellos a los que recibiría al final del día, de unos y de otros, no importaba quién. A ella nunca le importaba quién.

Lixis cuadró los hombros, preparó cuerpo y mente, armas y pertrechos. Llevaban días de marcha después de haber localizado el objetivo. Los elfos viven largo, dicen que el tiempo los congela hasta que les llega la hora, pero se veía en la sombra de sus ojos, en las arrugas de la frente, la preocupación y la violencia dejaban huella; la lucha constante contra la injusticia era una tarea noble a la que pocos podían comprometerse en realidad, pero su espíritu seguía inquebrantable.

El clamor repentino de sus compañeros hizo que alzara la cabeza. Ahí estaba. El traidor.

Alzó la maza con una expresión terrible en el rostro...❞


Y la visión de la bola de cristal se fundió en... una espiral de neblina blanca. Twistedtale quedó en silencio un rato, recibiendo miradas subrepticias de Ágata de vez en cuando. La pelirroja le dio un largo, largo trago a su petaca porque estaba comprobado que el alcohol no ahoga las preocupaciones pero ayuda bastante a no entrar en pánico.

-Joder, Ágata. Si no vas a enseñarme mi futuro al menos enséñame gatitos. No me regales un trauma porque sí. ¿Cómo de exacto es tu poder?

La joven se encogió de hombros, mordisqueando la cuchara de palo de su escudilla. Sonrió.

-El futuro es una criatura viva y caprichosa. Normalmente predigo aquello que tiene mayor probabilidad de ocurrir pero... las cosas siempre pueden cambiar.

-Creo que necesito beber más.

[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]

Es bastante probable que Ágata haya decodificado la caja mágica y esté sintonizando la popular plataforma de contenidos medievales Aerflix.
Anyways! Lixis, algún día tendrás un fedora, promise, pero hoy no.
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Mensaje  Eiz Adelskald Dom Dic 20 2020, 22:34

Eiz se encontraba aún en Lunargenta luego de adquirir su nueva armadura. Pensaba regresar a casa, pero se detuvo en una taberna a llenar su estómago.
Ya se había acostumbrado a resaltar un poco al ingresar a establecimientos como ése durante sus viajes. Algunos lo observaban como a un bicho raro, otros como a una posible presa. Nunca le había ocurrido nada, porque su lanza los intimidaba o porque lograba defenderse.

Ordenó algo para comer y ocupó una mesa, junto a una joven encapuchado y una mujer con un ganso. Una imagen... Peculiar, sin duda. La chica tenía un extraño aire de misterio, posiblemente intencional a juzgar por su oferta de "mostrar el futuro". Al parecer, la mujer del ganso había contratado el servicio, pero no era lo que ella esperaba.

El Adelskald no estaba muy convencido de la veracidad de las palabras de la chica, pero supuso que no había nada malo en intentarlo. Sobre todo teniendo en cuenta que, al menos, podría pasar el rato con algo interesante y ayudaría a alguien en el proceso. La pobre "adivina" sin duda necesitaba una ayuda económica. Pagó el precio requerido por la chica y se acercó a la extraña esfera de cristal.

No lograba ver nada en un principio, pero pronto pudo notar algo. La esfera parecía estar llena de una espesa niebla, que poco a poco se iba despejando para mostrar un paisaje nevado. Eiz reconoció vagamente el lugar: parecían ser los terrenos de una familia de Dundarak, pero se veían algo diferentes...

|¦|¦|¦|¦|¦|¦|¦|¦|¦|¦|¦|¦|¦|¦|¦|¦|¦|

Hamarki se encontraba observando por la ventana, agotada luego de otro día de entrenamiento. Ya no era la niña caprichosa que se quejaba constantemente por "perder el tiempo con espadas de juguete" en vez de participar en batallas reales. Ahora entendía qué tan importante era entrenar, no sólo el cuerpo, sino también la mente. Sin estrategia, de poco sirve una buena condición física o un buen manejo de la magia.

Poco a poco su mente comenzó a divagar. Ya habían transcurrido algunos años desde que Dundarak perdió su preciada paz. Comenzó con algunos ataques aislados, pero acabó con una larga y cruel guerra. Y el enemigo no se encontraba fuera, sino dentro de su territorio.
Se trataba de un grupo extremista, una panda que creía que sólo los dragones eran capaces de gobernar el continente, como los legítimos herederos de los Antiguos Dragones. Para lograrlo, decieron hacerse con el poder en el norte, y luego expandirse al resto de Aerandir.

Los padres de Hamarki se encontraban entre los muchos que guerreaban contra ellos. Ocupaban posiciones bastante altas y respetadas en el ejército, por lo que pocas veces se encontraban en casa.
-Yo también soy del ejército, pero no me permiten ir con ustedes. Sé que lo hacen para protegerme, pero aún así me siento tan... inútil.-
-No eres inútil, sólo... Aún eres demasiado joven como para ir a batallas más grandes. Necesitas más experiencia, y no podrás conseguirla si caes en combate.- respondió su madre.
-Tampoco lo haré si mis padres me siguen mimando y protegiendo.-
-Touché. ¿Por qué seguimos hablando de trabajo? Por fin nos permiten volver a casa y descansar un poco, olvidémonos de esos desquiciados por un momento.- Su padre parecía harto de esos tipos.

La joven no respondió. Era evidente que no conseguiría nada por mucho que insistiese en ir con ellos. Observó un momento a sus padres antes de retirarse a su habitación.
Cerró la puerta y se lanzó hacia su cama. Cada vez que los veía parecían más distanciados que antes. Más que una pareja parecían meros compañeros de armas. A veces le daba la impresión de que su capitán y ella eran más cercanos que su padre y madre.
-Supongo que es de esperar de un matrimonio arreglado. Me pregunto por qué ninguno de los dos se negó a casarse.-


<<<<<>>>>


Un fuerte sonido la despertó. Sobresaltada, Hamarki miró hacia fuera, donde el ondulante brillo de las llamas confirmó lo que temía. La voz de su abuelo paterno se escuchaba a lo lejos, pero fue interrumpido por el sonido de líquido salpicando. Supo que ya no lo vería de nuevo cuando oyó el grito de su padre.
-¡Suéltame! ¡Mataré a ese infeliz aunque sea lo último que haga!-
-No es el momento, nos superan en número. Por ahora es mejor huir con nuestra hija, debemos protegerla. Ya podrás... Podremos vengarnos luego.- lo detuvo su esposa. Aún enfurecido, el hombre se retiró.

El trío de dragones salió de la mansión en llamas. Poco quedaba ya de la imponente construcción, símbolo de su título nobiliario. Cuando creyeron que habían llegado finalmente a una zona segura, se percataron de que no era así. Los miembros del grupo rebelde habían rodeado el lugar.
Un fuerte temblor sacudió la zona, seguido de unas enormes estalagmitas de hielo. La combinación de ataques logró abrir una brecha en la formación de los atacantes, permitiéndole a Hamarki continuar con su huida. Sin embargo, sus padres no la siguieron. Ambos decidieron quedarse en el lugar y luchar.

La pareja empuñaba sus lanzas, observando con una mezcla de odio, incredulidad y decepción el rostro del líder enemigo. Un rostro tan familiar para ellos.
Voltearon unos segundos para ver a su hija, oculta por los oponentes. Sólo podían oír sus gritos y llanto, alejándose poco a poco y jurando que algún día los vengaría.
-Sólo para que sepas... Aunque estaba en contra de nuestro compromiso, siempre te respeté. Sé que tampoco te agradaba la idea de tener tu futuro decidido por otros. Y luego de tantos años juntos, podría decirse que no es respeto lo único que siento por tí.- La repentina declaración de la Dozorova dejó perplejo a su esposo.
La batalla comenzó y, tras una larga hora de combate, el silencio se apoderó del lugar. Sólo el traidor quedaba en pie. Malherido, pero aún con vida.


<<<<<>>>>


Por fin había llegado el momento. El norte había caído bajo las garras del grupo rebelde, pero eso ya no le importaba. Lo único en su mente, el objetivo final, era la venganza. Y ese era día en el que la conseguiría. Hamarki observaba con desdén aquel rostro que tantas veces había visto en su vida. El líder rebelde se encontraba de rodillas ante ella, derrotado y humillado. Todavía conservaba el suficiente orgullo como para no rogar por su vida, aunque ambas partes sabían que era inútil hacerlo.
Portando el escudo de su madre y el arma de su padre, la joven dragona se tomó su tiempo, disfrutando la imagen. Un golpe seco del arma en el suelo provocó que emergieran estalagmitas, apuñalando al enemigo y acabando con su vida.
-Es una lástima, pero nuestra reunión familiar debía acabar cuanto antes, tío.-


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-Eso fue... Interesante...-
Eiz continuó comiendo en silencio, visiblemente afectado por lo que vio. ¿Un grupo rebelde en Dundarak? Había oído rumores sobre algo parecido antes. No quería pensarlo, pero tal vez las visiones del futuro que brindaba esa chica...
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Mensaje  Zelas Hazelmere Lun Dic 21 2020, 01:06

-¿Haz comido algo?- Exclamo un sujeto rubio el cual cargaba una espada ridículamente grande.
-No, pero un guiso no me vendría nada mal- Respondió Ágatha mientras tomaba su bola de cristal.
-Guiso será entonces, acompáñame- inquirió el rubio mientras se acomodaban en una mesa del lugar.

Una vez se sentaron, Hazel se pregunto de donde demonios sacaría un guiso en una taberna, grande fue su sorpresa cuando noto como otra chica traía un cuenco de madera con guiso y lo posaba frente a la joven de la bola de cristal.

-Eso fue extrañamente rápido-
-Digamos que ya lo había pedido, pero aun no tengo como pagarlo- dijo sonriendo inocentemente.
-Vaya, entonces esa cosa funciona- señalo a la bola de cristal.
-Claro que si- respondió con confianza en su mirada.

Hazel esbozo media sonrisa y súbitamente le arrebato el cuenco con guiso y la cuchara de palo que habían traído con el, Ágatha quedo sorprendida ante aquella acción repentina del rubio, -Apuesto que eso no lo viste venir, aun no se si fiarme de lo que he visto, sin embargo, estoy dispuesto a darte una oportunidad, que tal si me muestras el futuro en lo que te traen el guiso.... de nuevo- acto seguido indico a la chica de antes que trajera otro cuenco con guiso para la chica de la bola de cristal.

-El futuro siempre es incierto, yo pensé que querías ligar conmigo al invitarme a comer y por lo visto tendré que entretenerte para comer, sin embargo, eso no cambia el hecho de que tendré un cuenco con guiso para comer- Señalo la joven sonriendo pícaramente, como dando a indicar que el orden de los factores no alteraba el resultado, sin mas, saco su bola de cristal y comenzó a relatar lo que veía mientras Hazel comenzaba a ingerir su comida.

Las leyendas hablan de sacrificio en el fin del mundo.....
-Wow wow wow, alto, detente- interrumpió Hazel.
-Hey! que sucede, estaba inspirada- replico Ágatha un poco molesta ante la interrupción.
-No me interesa saber lo que ocurrirá al final de todo, creo que te fuiste muy al futuro- inquirió el rubio mientras le apuntaba con la cuchara de palo.
-Vaya hoy esta difícil el publico, vale intentare no irme tan al futuro- dijo la joven mientras volvía a retomar su relato.

La culpa y remordimiento le corroen, sin importar a donde vaya, sin importar lo que haga para intentar redimirse, sus pecados siempre están ahí para atormentarla.

Asi fue como llego a ese calabozo, buscando un poco de redención se ha aventurado para evitar que otros compartan el trágico destino que a ella le toco, sin embargo, sus esfuerzos son fútiles, sin saberlo a entrado en una espiral de violencia tan ancestral como el mundo mismo.

Su vida se volvió una contradicción misma, utilizando los dones oscuros que le fueron otorgados para evitar que otros se conviertan en la misma clase de abominación que ella misma se considera, contribuyendo de forma irónica a que la rueda siga girando y la historia se siga repitiendo.

Dicen que cuando miras al abismo, este te mira de vuelta, así quien fuera una joven elfa que una vez vio la vida con alegría, ahora aceptaba su oscuridad y su corrupción, volviéndose un engranaje mas de la maquinaria de la muerte, finalmente llego el día en el que debe confrontar a su antigua especie, aquellos a los que alguna vez llamo familia y que ahora debían verla con la misma repulsión con la que se vio ella alguna vez, ya no como una del clan Neril, sino como la creatura corrompida Svartlys, una asesina.

Las espadas colisionan generando una vibración que remece los recuerdos de lo que alguna vez fue, quienes en otro tiempo se tenían un cariño fraternal, ahora luchan para arrebatarse la vida con un odio visceral, una escena cruda, amarga y cruel, pero a la vez familiar, que de alguna forma se repite en la enorme variedad de individuos en aerandir, perpetuando un ciclo de violencia cuyo origen es mas antiguo que la tierra misma.

Afi Fyravann fe enfuenfra.....


-No pudiste esperar a terminar si quiera- exclamo Hazel viendo como la joven intentaba hablar con la boca llena. El guiso finalmente había arribado a la mesa y una hambrienta Ágatha atacaba sin piedad a la comida mientras esta aun estaba caliente.

-Bueno, disfruta tu comida- dijo el rubio levantándose.
-Gracias, por cierto, aun no termino la historia de Kyra, ¿no quieres saber como termina el enfrentamiento con su clan?-
-La verdad.... No, ni siquiera se de quien me estas hablando, pensé que me dirías algo de mi futuro-
-Quizás si tiene que ver con tu futuro y ahora no lo sabrás por no quedarte a escuchar-
-Meh, supongo que me arriesgare a no saber, cuídate y que tengas buen provecho-
-Gracias! tu también cuídate Zelas-
-¿Qué?-
-¿Qué?-

Ambos se miraron fijamente por unos segundos, finalmente Zelas Hazel suspiro resignado y salió de la taberna cargando esa espada ridículamente grande en su espalda.
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Mensaje  Nayru Mar Dic 22 2020, 22:15

  Fémur miró nerviosa a su alrededor, insegura. Por supuesto no dejó que Nayru se diese cuenta, pero había tratado de disuadirla de todas las maneras que se le ocurrieron y que no implicasen ni sexo ni una pelea violenta. A lo mejor debió intentarlo.

  Sin embargo cuando a la morena se le metía algo entre ceja y ceja no paraba hasta obtener un resultado que la satisficiera, así que por eso se encontraba allí esta noche, pidiendo los servicios de una adivina. Resulta que le apetecía saber su futuro y averiguar qué debía hacer con la ramita rara que daba vueltas sola y que le quitaron al ciervo falso. Y al ciervo verdadero.

  -¿Lo que debes hacer, dices?

  -Aham.

  -Sabes que yo leo el futuro, no soy una guía de soluciones, ¿no?

  -¿Quién sabe? A lo mejor lo que me muestras me da la solución, así que técnicamente...

  -Ya. Y sabes también que el futuro puede cambiar, ¿no?

  -También lo sé. Ponte al lío. -comentó, depositando sobre la mesa un par de monedas. La taberna abarrotada confería el mejor ambiente para que una conversación de este tipo pasase desapercibida.

  -Bueno, en ese caso debo avisarte de que es probable que lo que veas hoy en la bola no seas tú en el futuro. ¡Pero ya has pagado y no se aceptan reembolsos!

  Con gesto dramático le quitó el trapo a la bola de cristal, en la que ya habían empezado a formarse espirales lechosas. Las vampiresas se inclinaron con curiosidad.

❝Ya no era un niño, ni un joven alocado, ni un hombre intranquilo. Ya no era inexperto en la guerra, ni en la vida, ni en la muerte. Ya no lloraba la soledad, ni la pérdida, ni el vacío. A lo largo del camino aprendió todo lo que necesitó para seguir sonriendo.

De todas las veces que había pisado la ancestral Sandorai, sólo tres habían sido importantes para él: el día en que se marchó, el día en el que volvió, y el día de hoy.

La mezcla de su sangre le había permitido vivir más allá que la herencia de su padre, pero se marcharía mucho antes que la de su madre porque era así como funcionaban los mestizos. Siempre tenían tiempo de más, pero nunca de sobra. Pero esos temas no eran algo que a él le importasen demasiado ahora mismo, según se abría camino por la belleza del bosque con el cuchillo de su promesa pasada.

El hombre sonrió a la nada, sereno, levantando a su paso la arcilla enterrada entre los estratos de tierra. Sólo el más fino material acudía a él por su mandato, porque la tarea que le esperaba requería de la mejor calidad. Era un buen día, tranquilo. El sol brillante se colaba entre la cúpula de los árboles arrojando un mosaico de luz sobre el arroyo con el que se encontró. El agua era fresca, unos ciervos se asustaron cuando bebió y dejó que su bestia de barro bebiera. Los pájaros tomaron vuelo, y deseó que les llevasen el mensaje.

Lo que le había devuelto el recuerdo de la deuda, después de tantos años, no fue nada complicado. De hecho, fue tan sencillo como toparse con dos hermanos, dos elfitos normales que trataban de seguirles el ritmo a sus compañeros humanos en el pueblo por el que pasó, a pocos kilómetros de la linde del bosque. Dos huérfanos de la tribu Synvadhral que aparecieron un invierno sin nadie a quien acudir, tiritando por el frío.

Tardaron en aprender el nuevo idioma, y cuando pudieron hablarlo las preguntas que querían hacerles se habían olvidado. Les bastó con un papá y mamá han muerto porque se desviaron del camino. Al pequeño consejo de ancianos les bastó, porque ni siquiera los elfos están exentos de los caprichos de la naturaleza a la que adoran.

La frase resonó diferente para él. Fundamentalmente diferente. Significaba que seguían haciendo lo mismo, una y otra vez, como fanáticos crónicos que sólo empeoran con el tiempo. Trayendo desgracia y tristeza.

Por eso hoy cruzaba el bosque de Sandorai, viejo amigo olvidado, en busca de la tribu a la que pertenecía por sangre y ancestros, y que destruiría por resentimiento y cansancio. Porque sí, el vacío de una madre es una herida que deja de doler, pero que jamás cierra y siempre recuerdas.

Le recibieron armados y dispuestos, asustados. Inseguros sobre el poder que creían bajo su dominio en manos de un completo desconocido, de un error vivo que no debía existir. El mestizo hizo avanzar sus constructos, dos golems de arcilla a los que les serpenteaba la piel llena de energía e impaciencia por liberarla. Él mismo se había ido vistiendo para la batalla según caminaba, mezclando los minerales que encontraba en la tierra para cubrirse con su propia armadura, resistente, inquebrantable.

No fue una batalla justa. Synvadhral tenía buenos guerreros, magníficos cazadores, sanadoras expertas. Pero Anders Ahlberg había salido al mundo y lo había experimentado, y había sufrido por ello y por todo lo que tuvo que obtener para seguir respirando. Y sabía más aunque ellos fuesen muchos, y no les dejó alternativa hasta que el anciano más anciano pidió perdón, clemencia, compensación por cualquiera que hubiese sido la ofensa.

El mestizo le miró desde su castillo de arcilla y barro, robada a los guerreros, utilizada en su contra. La sangre le resbalaba por la mejilla, por el costado herido, se le pegaba a la pierna de la que cojeaba y nutría el suelo enrojecido. Otros cuerpos, quizá demasiados, hacían lo mismo: pagaban tributo bajo las manos inútiles de las mujeres desesperadas.

Qué quieres de nosotros, gran guerrero, imploró el anciano, qué podemos darte para que nos dejes en paz. Dejad morir vuestro espíritu podrido, contestó cansado, dejad de causar pena y daño y vergüenza en vuestros dioses, o bajarán de nuevo y no conoceréis un mañana.

Nadie dijo nada durante unos minutos, nadie se atrevió a moverse. El mestizo entonces avanzó hacia el hombre postrado ayudándose de un bastón de arcilla dura, y pronunció un nombre, uno sólo. Le guiaron sin hacer preguntas ni levantar la mirada del suelo y luego le dejaron solo.

No se sintió como pensó que se sentiría. Anders Ahlberg contempló el árbol que había crecido sobre las cenizas, robusto, frondoso, y a su pecho sólo acudieron el cansancio de una losa sobre los hombros y el alivio de dejarla caer. Sonrió, tranquilo de una manera peculiar.

Cuando emprendió el camino de regreso, fuera de Sandorai, no quedaba nada de aquella visita salvo la marca roja de una mano sobre la corteza agrietada por la que pasaban las hormigas.❞


  Cuando Ágata alzó la vista de la visión la recibieron dos expresiones muy diferentes: la pelirroja la miraba con una sonrisa sardónica y alivio al fondo de los ojos; la morena fruncía el seño y golpeaba la mesa con las yemas de los dedos, con violencia tras los colmillos.

  La muchacha decidió correctamente que aquel era un magnífico momento para marcharse, así que agarró la herencia de su abuela y voló de la mesa a esconderse en algún otro rincón. Hoy no estaba siendo el mejor día para sus poderes, definitivamente.
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Mensaje  Zelas Hazelmere Miér Dic 23 2020, 21:26

Las leyendas hablan de sacrificio en el fin del mundo.....
-Alto!, no te pague para que me cuentes como gente se suicidara al final de todo- exclamo la joven de cabellos  castaños.
-Ufff... es la mejor historia y nadie quiere escucharla- suspiro Ágatha resignada.
-Si realmente ves el futuro, no deberías comenzar por relatar como se acabara el mundo- dijo Eve antes de beber un trago de licor de cactus.
-Vale, intentare algo mas casual- froto sus manos y procedió a posarlas sobre su bola de cristal.

La nieve caía nublando todo a su paso, sin lugar a dudas un mal momento para viajar, no obstante el era un hijo de la naturaleza así que no tenia nada por lo que preocuparse, "cualquiera que sea la voluntad de los dioses la aceptare de buena gana" se repite a si mismo mientras sigue avanzando hacia el lugar donde se aparenta civilización.

Luego de lo que pareció un buen tiempo, la nieve se detuvo el hombre encapuchado llego finalmente al pequeño poblado, la gente comenzó a salir de sus cabañas y unos pocos se animaron a despejar un poco los caminos, unos menos iniciaron una fogata al medio del poblado para que los pocos que trabajaban y los que estuvieran de paso, pudieran calentar un poco sus cuerpos, la población general del lugar es amigable con el encapuchado, "todos vivimos bajo el mismo cielo, todos luchamos, todos sufrimos y todos morimos, intentemos ser amables los unos con los otros" dice el mas anciano del poblado mientras le ofrece al encapuchado un brebaje caliente, el encapuchado acepta y se presenta con la gente del poblado, charlan unos momentos en tono amigable, algunos le regalan provisiones para su viaje y este agradecido las acepta, el encapuchado les desea un buen futuro y pide a los dioses que protejan al poblado que le ha tratado con amabilidad, algunos del poblado rezan por que el encapuchado no tenga percances en su viaje y logre llegar a salvo a donde va, terminadas las formalidades, el encapuchado siguió con su camino y la gente del pueblito siguió con sus quehaceres antes de que la nieve volviera a caer.

Después de recorrer una distancia considerable el encapuchado se topo con un grupo de trasgos, es de conocimiento general entre los viajeros que si ves a un trasgo, probablemente hayan otros 20 alrededor, dejando al encapuchado en una encrucijada moral, por un lado podría rodearlos y evitar el enfrentamiento, pero aquellas creaturas probablemente darían con el poblado que tan bien le había tratado y quien sabe que pasaría con ellos, por el otro lado, podría enfrentar a las creaturas poniendo su vida en juego y llamando la atención de los trasgos, haciendo que estos le siguieran a el y así no atacaran al pueblito.

"Cualquiera que sea la voluntad de los dioses la aceptare de buena gana" se repitió a si mismo antes de prepararse para el enfrentamiento, desenvaina su espada y procede a pelear valientemente contra el grupo de trasgos, pelea con vigor, pelea con elegancia, pelea con un propósito. Su capucha se cae por un momento dejando ver su larga cabellera oscura y sus peculiares orejas características de su estirpe élfica, usando el terreno a su favor, su agilidad bendecida por los dioses le ayuda a eliminar a la totalidad del grupo de trasgos, "Todos luchamos, todos sufrimos y todos morimos, intentemos ser amables unos con otros" el  recuerda, quita la sangre de su espada con un poco de nieve y luego termina de secarla con su capucha, suspira de cansancio y luego retoma su viaje un poco mas contento por haber hecho la voluntad de sus dioses.

Al mismo tiempo el poblado era atacado por un grupo absurdamente numeroso de trasgos quienes arrasaron rápidamente contra un pequeño pueblito que nada podía hacer para defenderse, sus números fueron sobrepasados con rapidez, y el mas anciano del pueblo horrorizado y sin comprender lo sucedido, deja salir sus ultimas palabras, "el encapuchado ha traído esta desgracia sobre nosotros, es la única explicación, si.... Nousis tiene la culpa" alcanza a exclamar antes de que su cabeza fuera aplastada con una maza....


-Vaya... eso fue... triste- dijo la joven terminando su bebida.
-La vida es triste, por mas que intentemos hacer el bien, muchas veces no sirve de nada- exclamo Ágatha encogiéndose de hombros
-Bueno, la historia ha servido de algo- Eve procedió a levantarse de su asiento
-¿En serio, que aprendiste?- pregunto la adivina curiosa.
-Si algún día conozco a un elfo que se llame Nousis, tomare mis cosas y saldré corriendo inmediatamente hacia la dirección opuesta, parece traer mala suerte, bueno me retiro, esto ha sido divertido gracias- dijo sonriéndole a la joven.
-jajajaja eso parece una sabia decisión, cuídate viajera- extendió su mano a la joven aventurera.
-Se rara, tan solo no seas una extraña- estrecho la mano de la adivina a modo de despedida y salió del lugar.
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Mensaje  Raymond Lorde Jue Dic 24 2020, 06:55

—Literalmente te dije que me importa una mierda el pasado... —me dirigí hastiado al soldado—. ¿Qué fuerza en Aerandir te hizo creer que pensaría diferente respecto al futuro? —pregunté, encontrando irónica la situación—. Además, ¿quién demonios va creer en los tontos trucos de magia de una pobre mocosa?

Apenas culminé con aquel mordaz comentario, una intensa aclaración de voz se dio a oír en medio de la conversación que mantenía con Erwin, llamando nuestra atención.

—¿Disculpa...? —se manifestó la adolescente, evidentemente ofendida por mi comentario—. ¡La mocosa está justo aquí y puede oírte!

—¡Raymond! ¿Qué te he dicho sobre no insultar a las personas? —no demoró en reprenderme el Smith. Me limité a blanquear los ojos obstinado; no había dicho nada que fuera mentira—. Disculpelo señorita, se golpeó la cabeza un par de veces cuando estábamos en la academia —insinuó, a mi desagrado—. Si no le molesta, me gustaría saber que deparará el futuro para mí —concluyó esbozando una sonrisa entusiasta, ofreciéndole a la muchacha un puñado de monedas. Siempre tan patético...

—De acuerdo... —aceptó la joven adivina con algo de recelo—. ¡Pero mantén a raya a ese haragán! —condicionó luego con un puchero.

Mientras Erwin asentía y aceptaba gentilmente sus términos con una silenciosa risotada, yo observaba con desprecio a la puberta. La muy infeliz se mofó de mí enseñándome su lengua infantilmente y yo, como el buen y sabio adulto que era, le devolví el gesto de igual manera.

Tras realizar un grácil movimiento de manos sobre la superficie de la esfera de cristal, el interior de esta última empezó a nublarse con un remolino de brumas púrpuras.

... Que fuera un pésimo truco no me impedía husmear en él y verificar que, en efecto, tenía razón, ¿cierto? Acercándome silenciosamente detrás del inmenso caballero, me mantuve atento a la imagen que empezó a revelarse poco a poco en el interior de aquella esfera...

[…]

Ambientación musical:

Tras disiparse la capa de nubes que surcaban los raudos vientos celestinos, el sol volvió a resplandecer, brillando incandescente sobre el fino material de aquellos blancuzcos edificios que se alzaban imponentes en la estructura perfecta de aquella ciudad. Las constantes corrientes de aire soplaban libres entre las plazoletas doradas, cubiertas de aquel pasto sintético y artificial. Sus habitantes reían y jugaban, despreocupados de lo que el mañana podría traer para ellos. Quizás cruzarían el mar, o tal vez volarían como aves por los cielos, pero los suyos no tenían nada que temer... no mientras ella estuviera ahí para protegerlos.

Algunos la llamaban con el código: [ZARIEL], otros la conocían por el código: [ζ], pero todos reconocían que se trataba de la progenitora de muchos de ellos. La madre, el ángel, la esperanza de los cibernéticos: Zöe.

Sentada con gracia en sus apocentos en el interior del edificio central de aquella mecánica ciudad, lucía un bello vestido que mezclaba el negro y el blanco en una perfecta armonía angelical, adornado con finos cristales celestes que resplandecían intermitentes. Su larga cabellera blanca recogida en un fino tejido de trenzas, coronadas por una diadema dorada que emitía y formaba una aureola de bellos colores. Su rostro fino y ojos grisáceos, aquellos que finalmente habían aprendido a expresar un profundo amor y gentileza, eran la imagen más bella y adorada de la fortaleza.

En tiempos de calamidad, cuando las batallas por la libertad parecían no tener fin alguno, fueron sus manos las que siempre se hallaron dispuestas a cuidar de los suyos. Todo aquel que fue herido, fue envuelto en sus brazos y sentado en su regazo, protegido por su arrullo maternal. Cuando el fin parecía llegar, fueron sus habilidades las que le permitieron brindar a muchos una segunda oportunidad. El ángel veló por la seguridad de aquellos que moraron bajo la sombra protectora de sus alas, los que conformarían el reino donde lo humano y lo sintético podían coexistir como un solo pueblo.


[…]

Me había perdido en medio de la confusión que me generaba el observar aquella historia que no me pertenecía, protagonizada por alguien que no conocía, ser revelada por las brumas de la esfera de cristal. ¿¡Pero qué demonios significaba aquello!? ¡Sabía que tenía razón y solo perdíamos el tiempo!

Sin pensarlo dos veces, tomé al guardia del cuello de su camisa y, en contra de su voluntad y quejidos de oposición, lo arrastré lejos de aquella maldita estafadora.
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Mensaje  Valyria Jue Dic 24 2020, 14:30

-Hola pequeña.- Dijo Valyria con una sonrisa a la sentada en la taberna. Primero, porque parecía ser otra gourmet, habiéndose agenciado un estofado, y segundo, porque había visto durante un tiempo lo que estaba haciendo.

Y desde luego, tenía curiosidad.

-¿Quieres saber lo que te deparara el futuro?-

-Por supuesto.- y como pago, sacó una bufanda de su mochila, una bien mullida y calentita. -Soy curtidora, ¿sabes? Y fuera hace mucho frio.- La chica dudo, al menos hasta que toco la bufanda y se dio cuenta de lo esponjosa que era agarrándola rápidamente y metiendo la cara como ella haría con la tripa de un gato. Tras unos segundos, se vio obligada a toser para sacarla de las nubes.

-Ah, si, el futuro, mira la bola, por favor.- el cristal se ilumino, cambiando imágenes hasta que tomó la imagen de un lugar familiar. Efectivamente, podía ver a Anders trabajando en algún tipo de madera en una mesa, y a su lado…

Había visto antes al golem de Anders, una bolita de arcilla adorable que a veces se cansaba y tenias que cargar a todos lados como un cachorrillo, ese… ese era más grande, más que un hombre incluso, pero con las extremidades exageradamente alargadas y unos ojos y boca que lucían…tristes, miserables, la verdad. Nada adorable. Pero dejo de centrarse en el golem, puesto que venían clientes.

-Vaya vaya vaya, que tenemos aquí.- dijo el cliente. Que a juzgar por el arma desenfundada y que venia acompañado de otros tres amigos, pueeeede que no fuera un cliente en absoluto. -Parece que alguien no ha pagado su tasa de artesano. Sería una pena si le pasara algo a este bonito establecimiento…- un par de palmadas hacia su hacha acabaron de rematar el efecto.

-El cartel pone cerrado…- Ah, si, pero todo el mundo ignoraba eso Anders, ya seria hora de que arreglaras la puerta, que eres carpintero.

-Se cree un listillo Tomas. ¿Deberíamos enseñarle lo que les pasa a los que se pasan de listos con los Gatos Salvajes?-

-Deberíais cambiaros el nombre antes de que se de cuenta de que hay una banda con este nombre.-

-Y ahora se atreve a amenazarnos…- al menos intentaban empezar la paliza con un puñetazo y no un hachazo. Habría aplaudido, sino tuviera las manos ocupadas tapándose la boca. Ese golem tristón se abalanzo hacia el hombre, y extendiendo uno de esos brazos exageradamente largos, lo agarró de la cara y lo tiró como una piedrecita de rio, reventando la pared y mandándolo a la calle.

El resto de matones miraron al agujero, al golem y decidieron ir a comprobar si el tipo estaba muerto antes de seguir luchando, saliendo del taller por la puerta. Anders suspiró, diciendo algo que no pudo escuchar, pero seguramente seria una queja sobre tener que reparar la pared y salió por el agujero tras el golem.

-Quieto. Se cómo tratar con los elfos y sus mascotas raritas.- dijo uno de los matones, pinchándole la espalda al elfo con una espada corta.  El golem se giró, para mirar a su amo y al dueño.

-Yo no lo haría si fuera tu.- fue todo lo que llego a decir Anders antes de que la espada lo atravesara. Pero en vez de sangre, salió fuego, sumergiendo a ambos en llamas.-

-No podías hacerlo más lejos del taller, ¿no? ¿Sabes lo mucho que arde el fuego alquímico?- preguntó el golem, mientras Anders agarraba el tipo en llamas, lo tiraba hacia otro y se deformaba para apagar las llamas en la puerta.

Solo quedaba uno de los matones, mirando la escena extremadamente confuso. -Pensabas que era el golem, pero soy yo, Anders.- Dijo el golem, mientras perdía la forma y revelaba al elfo, hacha ya descendiendo sobre el pobre desgraciado. -Creo que el taller tendrá dos puertas… será más fácil…-

-Tadaaaa. Impresionante, ¿cierto?- dijo Ágata, mientras la piedra se apagaba.

-Tengo…tengo que enseñarle ese truco con el fuego alquímico. Espera aquí, voy a buscar aperitivos, quiero ver más.- dijo Valyria, levantándose.

-¡Cobro por cada visión!- dijo la niña mientras la elfa se alejaba.

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Mensaje  Anders Vie Dic 25 2020, 00:40

Esperé que hubiera algo menos de gente antes de acercarme. Había visto y oído suficiente. Era perfecto

No de la manera en que pensé inicialmente; saber si mis métodos me liberarían o no de la maldición. Esto era... mejor. Saber como estarían ellos cuando partiera. Hice mi camino hasta la chica rodeado por capa y daga, lo cual admito fue por efecto dramático y no tenía nada que ver con que creyera erróneamente que tener capa y daga te hacía silencioso. Iban tantos por allí así y lo eran, ¿por qué yo no?

Es decir, piénsalo lógicamente. Si tienes una armadura y un blasón eres como un caballero y el mundo te confundirá y tratará como tal. De tus placas de acero rebotarán espadas y algunas flechas, y el blasón hará creer que vienes en nombre de alguien, y te dará el respeto que no te haya ganado ya la armadura. Si esa indumentaria cambiaba como el mundo me trataba, ¿por qué la indumentaria de los qué se aliaban con la noche no me haría silencioso a mí?

Ni idea. Ya me había caído de un techo y ya me habían visto. Daba igual; excepto por la parte de mis ojos y todo eso de lo que debes estar cansado de oír. Yo lo estoy más.

Las monedas rebotaron sobre su mesa y tomé asiento frente a ella. La chica se sobresaltó un poco y casi dejó caer la bola de cristal, suspirando del alivio al no hacerlo. Iba a hablar, pero en mis prisas maleducamente le corté:

Lo sé. Sé que no es de mi futuro. Eso está bien. Vine por el futuro de alguien más —dije, completando el par de aeros con una bolsa llena. No sabía cuanto dinero tenía pero era bastante. No iba a necesitarlo, igual.

Ah, uh... —se aclaró la garganta—. E-Está bien. bueno... wao, esto está más gordo que el rey —comentó, suspendiendo la bolsa en el aire para comprobar el peso.

Mm-hmm —vocíferé.

¡Ah sí sí! Voy. Ya va. Que el futuro no lo apresuras ni lo alentas, él viene solo, y viene indetenible. Eso y que mi esfera es algo lenta, ¿sí? Voy. Mira bien.

Miles de líneas se revelaron en la esfera, vibrantes y cambiando siempre de forma, enrollándose una sobre otra y haciendo nudos que no apretaban. Lentamente se decidió en una línea y aún más lento paró de vibrar. Me enseño esa línea y me enseño otras más. Me enseño de los sonidos de un llanto, de pan y vino, de noches sin luna y bestias bañadas de sangre, de la mejor y peor infancia, de un segundo exilio, de las razones por las que el fuego arde, de un cuerpo anciano, un corazón roto y una mente cansada.

Me enseñó.


De los sonidos de un llanto

  Fémur apoyó su sien contra la pared, su mente torturándola, haciendo de todo la imagen incorrecta.

  Los susurros se volvieron labios cálidos y húmedos chocando entre ellos. Su respiración se volvió el aliento de alguien más en su nuca, provocándole cosquilleo y dejándole la piel de gallina. Las lágrimas de sus ojos se volvieron el mar azul de los suyos. El temblar de su cuerpo se volvió los movimientos de dedos torpes rozando calor palpitante; una barra de acero. El sabor dulce de la sangre en su boca se volvió la saliva ajena en la boca que no era suya. El seco de su garganta se volvió la humedad entre sus piernas.

  Oh, amiga. Las imágenes chocaban y demandaban un lugar en su mente viniendo por olas, como los cosquilleos que debía estar sintiendo en su espalda.

  Imagino a su amiga –una palabra que la lastimaba más de lo que lastimó cualquiera jamás que fuese por la palabra enemigo- como estaba en la habitación del lado: pasando sus manos por piel que era piel y no escamas. Arañando una espalda sin alas y acariciando una cabeza sin cuernos. Derritiéndose en un aliento que podría ser de fuego.

  Mordió más fuerte su labio. Más sangre inundó su boca.

  Habían pasado dos años. Dos años en los que día a día Nayru enseñaba progresivamente más sus colmillos. Dos años en los que día a día Nayru sonreía progresivamente más. Dos años en que no sabía que bicho le había picado. Dos años en que veía el miedo y el odio esfumarse lentamente.

  ¿Por qué? ¿Por qué cada día estaba más contenta? ¿Qué… qué disparó esos cambios? ¿¡Por qué mierda se estaba acostando con un dragón!?

  ¿Por qué no había sido ella quién la ayudó a mejorar? ¿Por qué no era ella con ella en esa cama, en ese momento?

  ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?

  ¿Por qué siempre fue la razón de su llanto y nunca la de su sonrisa?

  Ah, su sonrisa. Le daba miedo. La volvía débil, y la paralizaba, y la hacía olvidarse de los días y de las promesas, pero las promesas y los días no se olvidaban de ella. Respiró sus hacia adentro y tragó la sangre que se había acumulado en su boca. Al final del sabor dulce encontró otro.

  No fue su primera prueba ni su última de aquella terrible ilusión: esperanza.

  Era veneno. Era el peor de ellos por la forma en que corroe no solo el cuerpo sino la mente y el alma. Nadie sin esperanza jamás moría triste. Ella no podía morir feliz por tener esperanza.

  Tantos años siendo un veneno para ella. Tantos años alimentando ese odio a los dragones para cavar profundo la posibilidad de que al saber la verdad la odie a ella, y ahí estaba. Triunfante. Sonriente. Feliz. Sudada junto a un dragón, la muy maldita.

  Les había odiado más que a los vampiros, en una oscuridad tan profunda que ningún vampiro podría ver en ella. ¿Significaba qué, aunque pequeña, existía la posibilidad de qué la perdonase? ¿Significaba qué sentir dolor era merecer paz? ¿Qué podían hablar las cosas y encontrar una salida juntas?

  La amaba tanto. La hacía creer toda y cada una de esas estupideces. La amaba hasta la médula.

  Médula. Ese es el Nombre que había pensado para ella si las cosas hubiesen sido fáciles y se hubiera unido al clan, pero las cosas no podían ser fáciles. Nunca lo eran.

  Habían pasado dos años y la muerte llamaba a dos puertas y solo podía mantener una cerrada. Arrastraría a Nayru al infierno una segunda vez o dejaría que su otra mitad bajase profundo para no volver.

  Más lagrimas se asomaron en sus ojos y se arañó los brazos. ¿Dónde había ido mal? ¿Por qué las cosas pequeñas tenían qué crecer?

  ¿Por qué un precio tan barato se volvió tan grande? ¿Por qué una chispa se hacía fuego? ¿Por qué un beso juguetón se volvieron besos anhelados?

  ¿Por qué los papeles habían cambiado y ahora era Nayru la qué le acariciaba la cabeza cuando se lamentaba por las noches?

  ¿…Por qué Nayru no estaba junto a ella acariciándole la cabeza ahora qué lo necesitaba?

  Fémur cerró los ojos y enterró el rostro entre sus piernas y lloró.

  Lloró. Lloró y su llanto tomó cada una de las formas horribles que toma un llanto. Lloró y su llanto tomó la forma del llanto de una niña pequeña. Lloró y su llanto tomó la forma del llanto de un alma más desnuda y vulnerable que la de su hermana. Lloró y su llanto tomó la forma del llanto que hace años lloraba Nayru en las noches cuando creía que no la escuchaba.

  Lloró. Lloró y su llanto tomó la forma del llanto de un corazón roto en dos pedazos, cuando los dos pedazos son iguales.
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Mensaje  Anders Vie Dic 25 2020, 00:43

De noches sin luna
y monstruos bañados en sangre
Los odio.

Odio a esos monstruos. Esos que atacan por la noche, acabando con personas como si fuesen solo carne. Esos implacables e inclementes. Odio a esos que prosperan al estar bañados de sangre.

Sabes de cuales hablo.

No me sentía así sobre todos—solo la mayoría. Es un hecho, aunque sea uno que no me guste. Es su naturaleza, y es lo que cada vez me asusta. Pueden ser afables, atentos, incluso tener buenos modales. En un segundo puedes sentirte segura a su lado.

Al siguiente están cubiertos de sangre, y la mejor suerte que puedes tener es que no sea la tuya.

«…Tontos», pensé, sintiendo la humedad en los ojos que no tenía. Eso son. Escoria que patea a la gente en los dientes cuando sonríen para que no puedan hacerlo más nunca.

¿Y para qué? No ganaron ni ganan nada con ello. Pero no les es suficiente… no. Necesitan más que sus estómagos llenos. Necesitan derribar los muros de la prosperidad humana y dejar a los que cuidan entre los escombros, como a mi familia, los Slora. Como a Ethan. Tontos. Tontos que necesita tomar sus propios pedazos rotos y usarlos para cortar a través de los que todavía están intactos. Caerían. Uno a uno sabrían que—

Aldara. –llamó el señor Naharu–… ya va a amanecer. ¿Estás lista? ¿…Estas segura? Sabes que no tienes que venir.

Yo… –abrí la boca y tuve que respirar por ella, notando solo entonces mi nariz congestionada. Jadeé y vi al señor Naharu.

Solo la idea me revolvió el estómago. Sentí ganas de levantarme y correr al baño y vomitar. Sentí tantas lágrimas pedir salida que no estaba luchando contra llanto, sino un diluvio.

No hice nada de eso. Decidí que no lo dejaría verme flaquear otra vez. No podía hacer demasiado, pero podía hacer eso. El confort de peluches había quedado miles de noches atrás. Para las noches, todavía podía abrazar a mi orgullo.

…Yo… –negué con la cabeza y fijé mi mandíbula–. I–Iré. Dije que lo haría. Por mí, y por todos ellos, iré. Es mi deber –dije. El señor Naharu me respondió con su silencio y se limitó a asentir.

No sentí que estuviese aprobando de ello realmente. Fue amabilidad no decir nada y solo hacer eso: asentir. Y, um, luego tomó mi mano, y empezamos nuestro camino. No era necesario… no estaba completamente ciega, pero lo apreciaba. Me hacía sentir segura.

Me recordaba que ellos sabrían como los hoyos y la maldición que dejaron en mi piel no son nada comparado a los cañones y grietas en sus almas.

Eso quería… no, eso quiero creer. Que soy diferente. Que somos.

El señor Naharu me guío por el lugar hacia la salida. Hice una reverencia al dueño del lugar antes de partir, y nos fuimos. El señor Naharu me explicó que afuera esperaba un carruaje que haría de transporte para los próximos dos días de viaje.

Fueron tres.

A pesar del cuidado atento del señor Naharu no disfruté el viaje y eso es todo lo que me hace falta decir. Como el calor del sol, se me prohibió disfrutar del mundo y sus paisajes. Todo lo que pude apreciar del viaje fueron los sonidos del carromato y el ocasional saber de si subíamos o bajábamos, o íbamos a la izquierda o la derecha; por la orientación que tomaban los hombres de palo de rojo.

Así es como veo el mundo. No exactamente como hombres de palo de rojo —y eso no es una analogía que haga solo por ser pequeña, me indignaría si pensases eso— pero es lo más sencillo que tengo para ofrecerte.

Siento la sangre. Siento los latidos de corazones que no son míos. Siento torrentes sanguíneos como un pez siente el flujo del agua. Yo no estoy limitada a mi estanque, pero sí al agua.

Puesto simple, veo rojo.

Sin más descanso que el viaje, nada más llegar al pueblo más cercano a nuestro objetivo avanzamos a través de la nieve porque el señor Naharu detectó su olor. Puede que solo deba decir ‘avanzó’, porque yo iba en sus hombros. La nieve era profunda y no podíamos permitirnos el lujo de perder el tiempo conmigo sufriendo para caminar.

El señor Naharu no dijo nada. Más amabilidad, supuse, pero no servía de nada ocultarlo. Noté su corazón acelerarse, y en el abismo de mi vista hasta el más pequeño rojo resaltaba, y no era una sola, ni eran pequeñas.

Cientos de motas de distintos tamaños me enseñaron el camino, literalmente. La particular manera en que parecían estar suspendidas... ¿no planas? Que, me era evidente, no estaba la sangre contra una superficie, me hacía suponer que estaba suspendida. En la nieve.

Era tanta. Tanta que supe que no podía tratarse del de una sola persona, ni la de dos ni tres. Más.

La sangre del señor Naharu hervía. Corría fuerte y rápido, como él. Me sostuve con fuerza de sus orejas, un acto que... me incómoda a hoy día, porque en retrospectiva, puede que lo hiciera demasiado fuerte. No es que al señor Naharu le importase, su mente estaba fija ya en lo que debía hacer. No había espacio para cosas como el dolor propio.

A medida que bajaba la velocidad sentí el nudo de mi estómago comenzar a apretar y, por obvio que fuese, noté lo frío que todo estaba. Dos manos rojas y enormes me tomaron de los lados y me bajaron amablemente al suelo, frente a su dueño.

Preferiría que te hubieses quedado –admitió. Fue una pequeña espina en mi pecho, pero asentí. Era comprensible. Era… lo pragmático–. Pero ya estás aquí –dijo, volteando atrás antes de volver a verme–. Son varios, pero no suficientes. No tienes por qué ver

Son trece –ofrecí. Escuché al señor Naharu olfateando; intentando diferenciar esos trece olores diferentes.

Trece –repitió, con un tono que había llegado a conocer como el que usaba cuando medía el peso del número. El de sus capacidades contra las suyas. Me miró fijamente varios segundos, y en cierto modo estuve agradecida de no poder ver en esos momentos. De no saber la expresión que tenía.

¿Pena?

No tienes que hacerlo. Sé que no te gusta –dijo, su voz como aquella vez. Profunda y suave. Preocupada.

Tragué saliva y le ofrecí mi mano rápidamente, insegura de poder aguantar. No sé si las náuseas o el llanto. Esto era venganza, venganza contra los que habían tocado a los míos. Los que me habían hecho ver y comer rojo.

Solo el de ellos. Ni un bocado de nadie más. La sangre de todo su nefasto Clan, entonces moriría de hambre. Me daba asco. Era repugnante. Es repugnante. Lo hago solo para vivir y poder ver al resto derramarse hasta que ya no haya qué derramar. Ese era el sexto.

Me repugno a mí misma. Me da asco. Dicen que la venganza es dulce, y en mi estado, es verdad que no puedo sino encontrar dulce a la sangre. Pero no importa cuanta beba de la de ese Clan.

El único sabor que recuerdo es amargo.

El señor Naharu tomó mi mano y salté dentro de su cuerpo como una enorme infusión sanguínea, pero principalmente —no debería tener que decirte esto— mágica. Vinculando mi esencia a la suya en aquello que hacia los lazos más fuertes de todos. Bañándolo y arropándolo con mi sangre.

Sus músculos se inflaron. Su respiración se aceleró. Su corazón marchaba al ritmo de un tambor de guerra. Ya no era solo sangre lo que fluía a través de él, sino poder.

Avanzó tan fácilmente a través de la nieve que no habría diferencia si no estuviera. Teníamos mi vista y su olfato. El cuerpo del señor Naharu también contaba con gran camuflaje natural aquí, entre la nieve, y puedes pensar que es mejor ser sigiloso, pero los campamentos de los vampiros son fundamentalmente distintos a todos los demás.

Por ejemplo, nunca hay fogatas. No necesitan luz que llame la atención de curiosos. Pueden ver en el abismo, y en cavernas, y en noches sin luna. Son depredadores, y un depredador siempre tiene medios para hallar a su presa en su entorno preferido.

Lo más cercano a una ventaja era un ataque sorpresa por velocidad, no silencio.

El inició sonó como una cabeza cayendo al suelo, separada de su cuerpo por el hacha que el señor Naharu había lanzado. Cuatro que estaban en círculo hablando junto al caído se levantaron apresuradamente, gritando maldiciones y diciendo cosas en un argot que no pretendo usar mientras viva.

El hacha regresó a su mano, el sonido de detener el impacto de un hacha de guerra, más grande que la que la mayoría de los hombres puede blandir, ahogado tras su rugido y los gritos del campamento.

Ni siquiera había visto venir el hacha: te recuerdo, tenía mi vista, lo que es decir que casi no tenía ninguna. Fue un mero reflejo. Hábito. El ángulo y la fuerza en su mente.

Una cortina de rojo se dibujó y varios hombres de palo avanzaron. Uno fue cortado a la mitad en un movimiento. El resto retrocedió gritando mientras más hombres de palo, estos alejados, se acercaban.

Escuché a uno de los vampiros cuestionarse como el señor Naharu estaba viendo nada justo antes de ver su rostro descuartizado por una garra que había logrado atraparlo. Ese cuerpo sirvió de escudo al azar ante flechas: había oído la orden de que preparasen lo arcos, y flechas tensándose.

Claro, sin vista, igual varias flechas conectaron. Lejos de retroceder, avanzó, pintando el lienzo oscuro de más y más rojo. Dos más fueron cortados abajo con el hacha antes de que se quedase clavada en algo y no volviera, por lo que cambió a las garras y su boca. Cada salpicada ayudaba a volverlo más y más un arma al coagularla en placas, y espinas, y garras. Cada una ayudaba a cerrar las heridas que se abrían.

Porque las tenía, por supuesto, pero cada una solo lo hacía más frenético, más rápido y fuerte, excepto por aquellas que no lograba evitar que volvieran una fuente de energía corrupta, o las amplificaran como necrosis.

Un vampiro fue tras él por su espalda veloz y certero.

Enterró un cuchillo con una hoja que se curvaba bastante para permitir más sangrado y lo giró. El consiguiente grito hizo que, a nuestra perspectiva, su sangre pareciera casi congelarse. No se detuvo, realmente, pero si redujo su flujo de manera severa.

La sangre que rodeaba la mano del vampiro se coágulo sobre su muñeca para evitar que pudiese escapar, y sentí a Naharu mover atrás su brazo para agarrar el del hombre. Lo desgarró alrededor del codo al mismo tiempo que lo quebró al jalar.

El sonido que hacía un hueso al romperse sonaba muy distinto en los oídos de un hombre–bestia. Sé esto de ocasiones anteriores.

No llegué a oírlo, esa vez. Todo lo que sentía de sus orejas eran palpitaciones. Sentí como el aire frío que entraba a sus pulmones casi salía como vapor. Sentí como cada herida sumaba a su ferocidad. La sentí como si fuese mía.

Vinieron en olas y noté que le di el número mal, fueron más de trece. Uno dio la orden de atacar porque al parecer lo habían cubierto en sombras.

Solo creció el pánico al ver que no hacían nada bloqueando su visión. Ninguno de sus trucos servía. ¿Ofuscación? Apuntaban al sentido incorrecto, en ciertas maneras. ¿Suplantación? No veía realidad ni ilusiones. ¿Absorción? No podías tragarte sangre coagulada. La coagulación también se oponía a descomponerla en energía maldita, como si fuese frío y calor. Toda Maldición que venía era contrarrestada por como cada salpicadura lo volvía más fuerte.

Ofuscación y tormento mental tal vez habrían servido, pero a ese punto, cuando su olor, el olor del que habíamos venido a buscar se nos hizo evidente, ya no había una mente que atacar. Solo furia.

Cargó sobre uno de ellos, aplastando y rompiendo su cuerpo y huesos bajo su peso, y destruyó la piel de dos y tres y cuatro con sus garras como un tornado sangriento. Algunos intentaron huir, pero no dejó a ninguno escapar.

Vinieron gritos. Hablo de gritos mágicos, pero eso no bastó para detenerlo. Las explosiones de color se aceleraron una y otra vez… en un momento los hombres de palo estaban completos, al siguiente veía nubes de rojo. Alzó a uno del brazo y lo estrelló contra el suelo.

Fue como ver un juguete hacerse pedazos.

Avanzó así: indetenible, despiadado, y lo alcanzó. Tomó a uno de los hombres de los que temo tanto, y tan fácil como el resto, se deshizo de él.

__________________

El señor Naharu bajó su hacha, cortando en dos madera para hacer leña. Tomó una buena cantidad entre sus brazos y la lanzó a una fogata que había montado él. Yo estaba de rodillas frente a uno de los cadáveres, con sangre acumulada entre mis manos.

Ninguno había dicho nada los últimos minutos. Lo sentí acercándose a mí, y por reflejo me di vuelta, frenética y asustada. Te puede parecer tonto, es… es algo tonto, que estuviese asustada cuando ya había terminado por esa noche, pero no entiendes. No fue tranquilizante. No fue satisfactorio. Nunca termina bien.

No fue satisfactorio, aunque merezcan esto y peor, aunque sea mi deber, aunque sea lo que querría mi Casa y Ethan.

Nunca es tranquilizante, cuando siempre hay uno más afuera. Cuando veo a mi alrededor y hay tanto rojo en tan poco negro. Cuando hay heridas abiertas que provoca y que le provocaran. Me pierdo en las imágenes, porque cuando solo ves en rojo, lo único que te ayuda a diferenciar al cazador de la presa es ver quien está matando.

Nunca termina bien, cuando cada vez que termina debo pelear contra creer que yo no soy un monstruo al encontrar la sangre dulce. Nunca termina bien cuando en la oscuridad de la noche, el más grande y peligroso de esos monstruos al final se acerca a ti, y toma tu mano, y te dice que estarán bien.

Odio a esos monstruos. Esos que atacan por la noche, acabando con personas como si fuesen solo carne. Esos implacables e inclementes. Odio a esos que prosperan al estar bañados de sangre.

Por eso lo odio un poco a él, y por eso me odio un poco a mí misma.


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Mensaje  Bio Vie Dic 25 2020, 10:38

Bah, son patrañas- Le dije a la joven Arygos que lucía sumamente emocionada, a pesar de todo lo que habíamos pasado aún se impresionaba con cualquier cosa, en esta ocasión se trataba de una especie de… qué se yo que cosa, que prometía leer el futuro -Una vez, solo una vez, y luego nos vamos- Dijo Arygos con ojitos de marrano al horno -De acuerdo, ve con ella, pero no dejes que te estafen- Le dije mientras hurgaba de mala gana en mis bolsillos para sacar algunas monedas, una bola de pelusa y un botón -En serio, no dejes que te estafen, ofrece primero la pelusa, luego el botón y finalmente las monedas, mira que hay gente muy aprovechada en estos lugares- Los ojos de la dragona se iluminaron y se fue a toda prisa hacia el extraño local.

La peliblanca tocó la puerta y esta se abrió de inmediato, enredó su cola alrededor de su cintura para jugar con la punta de ésta entre sus dedos, en su forma semihumana le resultaba entretenido aquello -Adelante jovencita- Escuchó decir a aquella misteriosa mujer -Mi nombre es Ágata. ¿Estarías interesada en saber tu futuro?- Arygos abrió los ojos como platos muy impresionada, la adivina era buena, hasta sabía lo que quería con solo verla.

No hubo palabras para expresar su emoción, la dragona avanzó y colocó el botón bajo la bola de pelusa -Me siento generosa, te daré esto para que me leas mi futuro, y considérate afortunada- Así recordaba las negociaciones de Bio, si a él le funcionaba, tal vez a ella también -Oh pero que adorable jovencita- Dijo Ágata entre risas -¿De verdad sabes lo que me estás ofreciendo?- Entrecerró los ojos y la dragona asintió -Desde luego- Afirmó y se sentó junto a la bola de cristal -Ay jovencita, lo lamento, pero así no es como funciona- Replicó la adivina.

Arygos la interrumpió alzando la mano y señalándole la bola de cristal que ya comenzaba a brillar -Ya va a comenzar, silencio, no debemos interrumpir- La mujer miró su curioso pago y luego la emoción de la dragona y decidió hacer su obra de caridad del día -¿es mi futuro? ¿en qué momento salgo yo?- Preguntó la dragona emocionada -Tal parece que pronto lo sabremos, pero todo en su momento- Dijo Ágata con aires de misterio -Ay no se haga, que también quiere ver mi futuro- Dijo la dragona halando por un brazo a la adivina para sentarla junto a ella.

¿esa soy yo?- Resonó la voz de la dragona en la oscuridad -No, eso es una aldea, espera y verás…

Y justo eso era, una pequeña aldea, y cuando digo pequeña es que en serio era pequeña, diminuta, microscópi… bueno, no exageremos, solo era pequeña y ya -¿Y esa sí soy yo?- La voz de la dragona interrumpió las acciones sin obtener respuesta, aunque claro que no era ella, se trataba de un vampiro, uno enorme con un gran hacha en sus manos con la que partía en dos las pequeñas casitas que encontraba a su paso -¿Y ya esa soy yo?- Dijo la dragona señalando el hacha del vampiro y volviendo a interrumpir mi historia, claro que no eres tú, Ary, es un hacha, ahora guarda silencio y déjame terminar.

Continúo, si me dejan… El vampiro hablaba de una venganza, de encontrar a la culpable de que perdiera su ojo, porque sí, olvidé mencionar que al vampiro le faltaba un ojo -¿Dónde está esa pequeña basurita cobarde?- Dijo aquel malvado ser mientras volaba con su hacha el techo de otra casita, los pequeños habitantes corrían sin control ayudándose entre ellos, algunos se detenían para tratar de explicar que no tenían idea de lo que buscaba aquel coloso pero solo lograban soltar chirridos veloces.

El vampiro llevó una mano a su ojo con rabia -Esa maldita me arrebató mi ojo, ahora yo le arrebataré a los suyos- Lucía confiado hasta que de pronto uno de los pequeños se detuvo, cerró los ojos y apretó los puños antes de voltear y señalar al gigante, dijo algo que no se logró entender, pero parecía un -¿Esa soy yo?- Me interrumpió la dragona de nuevo. ¡Que no! Déjame terminar.

El pequeñín se detuvo y se preparó para detener al gigante, o para ser aplastado por el hacha, cualquiera de las dos era posible, bueno no, obvio que iba a ser aplastado pero al menos era valiente -¿Y me piensas enfrentar tú solo?- El vampiro echó a reír pero en unos instantes se encontraba rodeado por esos pequeñines peludos y esponjosos y tiernos y -¿Comestibles?- No, Ary, esos no se comen.

Una patada del vampiro bastó para enviar lejos a dos de ellos mientras los otros le decían mil cosas entre chirridos -Qué ingenuos son… Como si alguno de ustedes pudiera llegar heróicamente volando sobre un dragón a salvarlos- Dijo el vampiro y para su sorpresa, la sombra de un dragón pasó sobre él… bueno no, la sombra no, el dragón pasó sobre él y la sombra por el piso, bueno, ya saben -¿Y ya soy yo?- Solo espera que termine y lo sabrás.

El dragón sobrevoló estremeciendo al vampiro con el sonido de sus alas, se dejó caer en picada y aterrizó deslizándose casi un metro por el piso y para sorpresa de todos, encima del dragón había una pequeña y adorable mausú con rostro serio, arco en mano y báculo en su espalda -¿No te bastó con perder un ojo y venir a entregar otro?- Habló despacio para que el vampiro la entendiera.

Todos los presentes se quedaron impresionados, nadie esperaba que aquella a quien el gigante buscaba y que le había hecho perder un ojo fuera la dulce y adorable Mi’Mit que una vez escapó de casa, tras mirarse unos con otros comenzaron a gritar y proclamar a la pequeñita que, apoyada por el dragón al que montaba -¿Yo?- No lo sé, tal vez, ya no interrumpas. En fin, apoyada por el dragón, señaló al vampiro -Vete, y ya no vuelvas- Dijo la pequeña pero eso solo enfureció más al vampiro.

Con lo que no contaba era con el efecto que la llegada de la pequeña había tenido en el resto de la pequeña comunidad, quienes entendían que si de alguna manera la pequeña Mi’Mit lo había derrotado antes, nada impediría que ahora ella misma, acompañada por todos ellos, repitieran la hazaña. El vampiro tomó su hacha y avanzó al tiempo que en in grito de guerra, o más bien un chirrido raro de guerra, todos los pequeños Mausu se lanzaran sobre él para obstruir sus movimientos.

Mi’Mit por su parte dio un salto atrás para caer sobre la cola del dragón y éste la empujó hacia arriba lanzándola como si de una catapulta se tratara, en el aire la pequeña preparó su arco, cargó una pequeña flecha, tensó la cuerda -¿Y me lo comí? Porque ¿soy yo, verdad?- Bueno… ¿sabes qué? Olvídalo, me rindo, tú ganas, eres tú, el dragón, el vampiro, el hacha, las casas, todos eres tú, igual esto ya está demasiado largo, adiós.


Arygos se quedó mirando fijamente la esfera -¿Se rompió?- Le preguntó a Ágata que parecía más extrañada de lo ocurrido -Tal parece que deberás volver luego, jovencita, no sé qué le ha ocurrido a la esfera- Arygos tomó el botón y dejó solamente la pelusa -Media historia, medio pago, es lo justo- Sonrió y salió del lugar dejando a la adivina sin entender muy bien lo ocurrido pero de pronto la dragona volvió, asomó solamente su cara y dijo -¿Esa era yo?
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Mensaje  Alisha Lessard Vie Dic 25 2020, 10:40

Había entrado a la taberna, una muy normalita, convencida de que podía convencer al dueño de comer y dormir gratis a cambio de atraer clientela, solo para ver que había… bastante gente para un establecimiento de ese tamaño la verdad. Y al parecer era porque la taberna ya tenia su propia atracción, una chiquilla con su bola de cristal.

Así que por supuesto ella también quería probar suerte. Espero a que la elfa que estaba ene se momento se fuera para sentarse ella, dejando unas pocas monedas en la mesa. -Buenos días, soy Alisha.- la chica la miró a ella y al laúd que colgaba de su espalda.

-Yo…soy Ágata, ¿quieres ver el futuro?- y cuando asintió, movió las manos hacia la bola de cristal. Lo que la luz reveló parecía ser una sala de taberna muy similar a esa. De hecho, dando un vistazo, juraría que era la misma, solo cambiando algunos detalles de las paredes como esa cabeza de jabalí colgada. Cinco figuras estaban reunidas en una mesa, cuatro absolutamente desplomadas. Había un elfo con ropas blancas y un báculo, un tipo de aspecto caballeresco con armadura de placas, una mujer con un arco, otro elfo, esta vez vestido con una armadura de mallas y finalmente una mujer con rastas pelirrojas, tocando un instrumento que sonaba como un gato moribundo.

-No lo entiendo, ¿Por qué no lo encontramos? Y nadie quiere decirnos nada, ¡somos los buenos!- protestó el caballero, mientras una chica traía bebidas, y los tres ahogaron sus penas en la cerveza.

-Si seguimos así, de nada servirá que pasemos otro día buscando.-

-¿Alguna idea Twist?- pregunto el sacerdote elfo.

-¿Por qué le preguntas? Si no ha hecho nada.- respondió la arquera y le sopló un poco de espuma de la cerveza, atravesando la imagen del bardo, que se desvaneció en un montón de mariposas. -Ni siquiera nos está escuchando.-

-Calumnias, mi certera compañera de aventuras.- protesto la mencionada Twist, apareciendo de la nada apoyada en la arquera, con una bebida de aspecto muy caro en la otra mano. Saco una petaca, le metió un buen sorbo y empezó a verter con muuucho cuidado los contenidos de la botella en la petaca.

-¡Hey! ¡Debes pagar eso!-

-Me pregunta porque llevo mucho más tiempo haciendo esto que vosotros, mis pequeños polluelos.- empezó la bardo, ignorando completamente al tabernero y sus exigencias de pago. -Y aprendí de los mejores, lo sabríais si os dignarais a escuchar mis canciones, son geniales. En cualquier caso, si seguimos buscando a ese jefe criminal, es muy fácil, llegara aquí en cualquier momento buscándote a ti, Matias.-

-¿A mi?- preguntó el caballero, al mismo tiempo que la puerta se abría.  

-Buscamos a un tal Matias. Solo para hablar.- dijeron cinco hombres, entrando en la taberna ya con los cuchillos desenfundados.

-Vale, no es el jefazo en persona, pero seguro que saben donde esta.- Se defendió ella, aun metiendo alcohol en la petaca.

-¿Qué diablos hiciste?-

-Puede que le hiciera llegar una carta detallando en gran medida la profesión de su madre y su gran capacidad para realizar múltiples tareas simultáneamente de manera satisfactoria. Junto a tu firma y un lugar donde encontrarte. Hasta le hice un dibujo.- finalmente, la botella estaba vacía. -En fin, mi trabajo aquí ha concluido. De nada. Hasta luego~- y desapareció con un puff de humo blanco, dejando pastelitos flotantes en su lugar, entre los gruñidos de frustración de sus compañeros de mesa. Unos pocos segundos después, mientras el grupo se levantaba dispuesto a pelear, la imagen se difuminó.

-Espero que escriba canciones mejor de lo que toca.- se limitó a decir Alisha, que se había encontrado con el inaudito problema de tener que escuchar horrible música sin poder hacerla parar con un virote de ballesta. Iba a necesitar un tiempo para recuperarse de ese sonido. Se levantó, preguntándose si servían leche en esa taberna.

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Mensaje  Valyria Vie Dic 25 2020, 10:44

Unos minutos más tarde, había vuelto con un bol de frutos secos, y puso una barra de chocolate en la mesa, ante la niña, que la miro escéptica antes de dar un pequeño mordisquito. Se le ilumino la cara, como sabría que haría, y se arremangó, plenamente motivada. -Vamos a ver si puedo encontrar lo que te deparara el amor, ¿si? Buscando al amor de tu vida.-

-Tampoco hace falta que…- pero la bola ya estaba brillando, mostrando una pequeña niña de unos ocho años, rubia, con orejitas puntiagudas, vestida con una adorable vestidito rojo y blanco, con un gorro a juego y esponjosos pompones como adornos. No sabía si se suponía que era su hija, pero desde luego se veía haciendo esa ropa para esa adorable niña, con motivos de trébol de cuatro hojas. Estaban en algún campo, a juzgar por como la niña estaba observando atentamente a una lagartija haciendo el vago en una ropa. Finalmente, tras lo que parecieron horas, la niña intento atraparlo, la lagartija salió por patas y la niña tras ella, entre la hierba y los árboles.

Así era como se perdían los niños, se aseguraría de educarla mejor. En cualquier caso, finalmente, como era obvio, la niña perdió a la lagartija, cerca de un lago, en el que se oía el sonido de voces. Su puede-hija se acercó, viendo a un par de niños en el agua, chapoteando, el chico, con orejas de gato, metió las manos en el agua, y un pez salto alegremente, evitando las manos.

-¡Casi! ¡Inténtalo otra vez!- animó la niña, que solo entonces se percató de la presencia de la protagonista de la visión. -¡Son nuestros peces! Búscate otro lago.- habría sonado amenazante, si el rugido de su estomago no hubiera interrumpido la frase a la mitad.

-¿Tenéis hambre?- preguntó la persigue-lagartijas, y su voz era absolutamente adorable. -¡Yo puedo ayudar con mi magia!- A su edad, ¿magia? La chiquilla tenia talento. Se pegó contra la bola para ver mejor.

-La magia es… inofensiva, ¿cierto?- Pregunto el niño-gato.

-Por supuesto.- respondió con confianza, mientras una bola de luz se formaba en su palma extendida y avanzaba muy, muy lentamente hacia el lago. Era luz roja, lo que la hacia algo rara, pero magia de purificación perfectamente dorada era pedir demasiado de una niña. -¡Corred corred!- dijo saliendo por patas. Los niños se miraron confusos, antes de seguirla.

Y entonces el lago explotó, toda el agua vaporizándose con un flash rojizo que dejo un lago vacío. Eso NO era magia de purificación en absoluto.

-¡Dijiste que era inofensiva!-

-¡Inofensiva si corres!- respondió la niña con un tono jovial. -Y así saben absolutamente deliciosos.- y entonces, empezó a llover, no solo agua, sino también peces sospechosamente negros y humeantes.

-¡Luthien!- gritó alguien desde los árboles, y una vez entro dentro de la visión de la bola, lo pudo ver. Era ese centinela, el brujo, Vincent.

-¡No fui yo!- inmediatamente respondió la niña, incluso antes de girarse, mientras un pez chamuscado caía encima de su gorro y derrapaba hacia el suelo.

-Primero sales corriendo fuera del camino y luego esto. ¿Qué te tengo dicho de pescar usando magia explosiva? Tendré que decírselo a Niniel…-

-¡No! ¡A mama no! Solo vi una lagartija muy boinita y la perseguí para regalártela, pero luego vi…-
la imagen se cortó mientras la niña intentaba encontrar cincuenta excusas por haber vaporizado un lago para hacer pez a la brasa.

-Al final no era mi hija…- se limitó a decir Valyria, aun algo… preocupada por el tamaño de esa explosión.

-Bueno, al menos era el amor de alguien, la cosa va mejorando…- susurró la adivina.

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Mensaje  Bio Vie Dic 25 2020, 13:49

Y de nuevo la había perdido de vista, sin lugar a dudas tendría que acostumbrarme a la idea de que la dragona fuera tan escurridiza -¿En serio no sabe a dónde se fue?- Pregunté a la adivina y aquello, desde luego, era una pregunta trampa -¿Qué clase de adivina no puede adivinar a donde fue alguien que vino recientemente?- Desde luego, una muy mala en la que no confiaría -Puedo ayudarte a ver el futuro, pero no soy una adivina- Respondió en tono serio y calmado -Entonces adivina a donde irá, para poder esperarla- Y de nuevo una pregunta trampa, si decía que sí, sería una adivina, si decía que no, sería un fraude.

La mujer retrocedió lentamente y se sentó en su silla con las manos a los lados de su cabeza y los ojos cerrados, parecía estresada por algo pero no tenía tiempo para descubrirlo -¿Así que el futuro aparecerá como una visión en esta cosa?- Tomé en mis manos la esfera de cristal y la sacudí violentamente, la mujer abrió los ojos desorbitados ante la presión de pensar que se me podía caer y en efecto, se resbaló de mis manos y la volví a atrapar más abajo -Solo bromeaba- Dije sonriendo aunque claro, no bromeaba.

Pues, te ayudaré, soy todo un experto en estos mejunjes arcanos, así que yo mismo la haré funcionar- Tomé la esfera y la coloqué con cuidado en su base, coloqué una moneda en una ranura junto a ella y halé una palanca y entonces, nada, obvio, la moneda cayó al piso porque la ranura era un agujero en la mesa y la palanca pues, a saber qué cosa rara y gelatinosa era pero la mujer me la arrancó de las manos y la escondió sonrojada.

Está bien, tú ganas, veremos el futuro y te vas a buscar a tu amiga- Me dijo la mujer con una mirada llena de angustia y resignación, la pobre debía estar bajo mucho estrés en esos días. De cualquier modo, comenzamos, ella frotó la esfera y le dio un par de golpes para hacerla funcionar…

Era de noche, y el ambiente lucía bastante similar a Dundarak, la Luna brillaba enorme en el cielo oscuro sobre la ciudad de los dragones pero en las calles de la ciudad, aquello no parecía tan tranquilo, se trataba de una persecución, una turba de sujetos perseguían a alguien que intentaba despistarlos entre los callejones -Atrapen al hereje, atrapen al usurpador- Repetían los sujetos que andaban vestidos de la misma manera, con túnicas negras que en la espalda tenían lo que parecía ser un símbolo de un rostro de bebé… ¿con barba?

El hombre al que perseguían hizo todo cuanto pudo, corrió, saltó, dejó obstáculos en la calle, hasta les lanzó sus bolas ardientes a aquellos sujetos pero entre más dejaba en el camino, más aparecían desde diferentes direcciones, y de pronto había sectarios por todos lados rodeando al misterioso fugitivo que finalmente parecía haber encontrado el final de su camino.

Una figura se desplazó entre las otras que abrían un camino a su paso, apoyó su báculo en el piso y todos guardaron silencio -Es él, mi señor, el usurpador del nombre sagrado- Le dijo uno de los sectarios -Debería darte vergüenza, hereje- Escupió al piso al reprenderlo de esa manera -Profanar el sagrado nombre de nuestra deidad, el gran Bebé Vin- Todos juntaron sus manos y bajaron sus cabezas en reverencia al escuchar ese nombre.

El brujo barbudo sonrió con picardía, chasqueó los dedos y un par de explosiones se escucharon a lo lejos -El templo, señor, parece que fue en el templo- Dijo uno de aquellos extraños sectarios y desató la ira de aquel sujeto que sin mediar palabra, apuntó su báculo hacia Vincent y le lanzó una bola de fuego que explotó a medio camino al impactar contra el contra ataque del brujo -Parece que mis bolas son más calientes que las tuyas- Dijo burlesco mientras peinaba su barba con estilo y elegancia -Te gusta bailar con el peligro, pero no presiones tu suerte, porque el peligro no sabe bailar y podría pisarte- Tras aquellas profundas palabras, no solo el sujeto del báculo sino todos los presentes se prepararon para arremeter contra el brujo al mismo tiempo y eliminarlo de una u otra manera.


De pronto, una risa desaforada y loca interrumpió la escena, se trataba de mi risa -Eso ni siquiera tiene sentido- Dije decepcionado de tal cosa -Y ese es Vincent, no podría estar en peligro de muerte, la muerte estaría en peligro de Vincent- Seguí riendo de semejantes locuras -Esta cosa se ha descompuesto, y ni siquiera me ha dicho dónde estará Arygos- Continué protestando decepcionado -Yo creo que sí era yo- Escuché detrás de mí y al voltear la vi por fin -Me tenías preocupado, no desaparezcas de esa forma- Me acerqué y la abracé revolviendo su cabello -¿Se… se co co no cen?- Preguntó Ágata nerviosa y con un tic en el ojo -Claro, viajamos juntos- Respondí sonriendo y feliz, aún riendo a ratos al recordar la extraña aventura de Vincent perseguido por fanáticos sectarios.
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[1] Otra para Vin porque es cool... Se tenía que hacer y se hizo, este puede ser el inicio de una gran aventura...
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Mensaje  Anders Vie Dic 25 2020, 13:57

De pan y vino

Ser panadero es duro.

No es porque tengas que levantar más de 10 kilogramos de masa cada unos minutos si no querías ser un chiste ante otros panaderos. No es porque hacer un baguette implique doblar la masa, ponerla en medio de tu pulgar e índice y luego golpearla con tu palma; tres veces por baguette, eventualmente destrozando tu muñeca. No es porque implique quemaduras con el horno y con el propio pan. No es porque debas acostumbrarte a cargar sacos de harina de unos 15 kilogramos. No es por las quemadas que te puede ocasionar el horno o el propio pan. No es por todo lo que hay y sucede dentro de la panadería

Es por lo que hay y sucede afuera.

Demasiada gente con espadas y cuchillos y muy pocos que saben blandirlos. Demasiados que les gusta robar a los demás y muy pocos que generan algo para ser robado. Demasiados que blanden la fuerza mágica cuyo propósito es crear; para destruir. Demasiados de esos que puedes cruzarte en el camino cuando estás llevando el pan a una posada, y por los Dioses, eso es solo si tienes suerte y no van directamente a tu panadería.

Y no hablemos del trigo. Oh, cariño. Primero que una guerra, luego que el fin del mundo, luego que el fin del mundo otra vez antes de que te enteres si el otro ya pasó. Cada dos por tres un campo agarra fuego y pierdes todo. Las cosas no son tranquilas en ningún pueblito sin nombre, esos alrededor de Lunargenta, esos alrededor de Dundarak, esos alrededor de los lugares con nombre.

Los nombres son importantes, especialmente los de casas nobles. Los de figuras legendarias que son legendarias porque se volvieron, por una multitud de razones. Porque se hicieron los mejores en algo. Porque tienen dinero. Porque tomaron la vida de alguien importante. Porque nacieron importantes.

Todas esas son duras, por una cosa u otra. Si naciste importante naciste con enemigos. Si tomaste la vida de alguien importante, alguien puede tomar la tuya. Si tienes dinero pueden quitártelo. Si eres el mejor en algo, no tienes permitido parar. No puedes ganar, solo ser derrotado.

Sí, son duras, pero más duro es ser panadero.

¿Qué sería, entonces, de alguien qué es ambas?

Lo sabrás, porque esta historia es de eso. De un panadero y una leyenda, y de un nombre, un nombre noble. De Colmillos Bajo el Sol y un pan.

Colmillos Bajo el Sol es uno de los varios títulos de la cabeza de la Casa Lessard, quienes reinan sobre un pequeño pero en rápido crecimiento segmento de La Gran Estepa. El título, como el resto, no es inmerecido: está el rumor que se ha visto a la Primera Lessard bajo el sol, sin arder.

Eso llevó cientos si es que no miles de vampiros hacia ella, pero sus números no se componen solo de eso. No es un secreto que La Gran Estepa esté lleno de granjas, varias de ellas que se han unido bajo el blasón del grial carmesí que representa a la Casa.

Notablemente, es una Casa querida. Esto es un lujo de la que pocas pueden hablar. Nadie en proximidades al castillo instalado en la Estepa habla mal de la soberana, y aquellos que vienen hablando mal de afuera son acallados.

No no, no, no quiero decir qué les mata. Otro de sus títulos es La Dama de Blanco, y como ambos sabemos, el blanco se mancha fácilmente y la sangre es difícil de remover. Alisha Lessard no se mancha de sangre.

Sus guerreros, a lo mejor, pero difícilmente es necesario. Mucho misterio rodea a la Casa Lessard. Nadie sabe de dónde salió más allá de que en algún momento fueron un gremio.

Todos saben que vinieron para quedarse.

Especialmente sus enemigos. La frase común por la que hombres humildes definen la Casa es que “el enemigo de tu enemigo es mi amigo”, por la manera en que han conseguido tratados de paz con cualquiera que alce armas contra ellos. Es un misterio, ciertamente, pero no es uno que molesta. Los granjeros y panaderos de la estepa agradecen que, por fin, alguien los deje a ellos y su maldito trigo tranquilos. La adoran. Aman a Alisha.

Bueno, no todos.


__________________


Alisha bostezó en su enorme cama, la luz de la luna que penetraba la ventana de la torre más alta de su castillo refractándose en las lágrimas que se habían asomado en sus ojos. Perezosamente se pasó las manos por ellos para hacerlas a un lado y se estiró, a pesar de la flojera, con cierta gracia felina. Los gatos no piensan en estirarse, solo lo hacen. Alisha hizo lo mismo.

Su vida era buena ahora. Su cama y almohadas eran grandes y suaves, con tantas y más finas telas de las que conoces o puedes pronunciar. Tenía suficiente ropa para vestir a toda una ciudad, pero no suficiente para elegir rápido que quería usar cada noche. Podía ir a la cama a cualquier hora que desease y acurrucarse con su dulce y linda mascota a voluntad. Podía levantarse a cualquier hora a comer lo que quisiera comer.

Casi siempre, al menos. Había sido un tiempo ya desde que había experimentado aquella sensación tan desagradable, solo segunda en lugar a que le dijeran que no. Esa mañana se le había antojado comer pan, así que pidió pan, y tuvo pan. Nada de esto es extraño, Alisha pedía algo y lo obtenía. Decenas de panaderos de La Estepa estaban bajo la protección de su Casa y le servían satisfechos.

Pero ella no quedó satisfecha. No es porque fuese mal pan, fue excelente pan—bolillos, bollos, baguetes, broas, buñuelos, teleras, polvorón... tiene harina, sabe bien, lo hizo un panadero. Nómbralo. Estuvo en su mesa.

Todos estuvieron bien, ninguno perfecto, y ella, por la posición que ocupaba, no podía aceptar menos que eso. Se le hizo inexplicable al momento. La Gran Estepa. Granjas. Todos los mejores panaderos de Aerandir bajo su mano, ¿y no tuvo el mejor de los mejores panes?

Excepto que no tenía todos. Específicamente, no tenía al mejor. No la enojó tanto como lastimó la idea al escuchar a uno de sus panaderos comunicárselo. El como uno de ellos no había decidido ir hacia ella, a pesar de todo lo bueno, a pesar de nada de lo malo.

Apretó un poco el costado de una almohada. Era un hereje. No podía permitir una afrenta del tipo. Con los ojos cerrados abrió la boca: sabía que su linda y dulce mascota estaba allí, con ella. Siempre lo estaba, como un guardián.

-Mmm. Ya los mensajeros que mandé deberían haber vuelto, eso significa que se está resistiendo. ¿Puedes creerlo, linda? Yo definitivamente no. Que flojera... ya lo pensé suficiente. Me temo que no hay de otra, tendré que ir yo misma. Cuando me vea, querrá venir, ¿verdad, gatita?- preguntó, estirando la mano hacia ella y moviendo el índice, para rascarle la barbilla.

Elaine se puso del color de un tomate. Su rostro estaba tan caliente que el próximo pan podrían hornearlo solo con aproximarlo a su cara. Podría desmayarse justo en ese momento.

-S-Sí.- asintió tímidamente y cerró los ojos, acercando lentamente su rostro al dedo de Alisha.

-¿Elaine?- preguntó Alisha, con los ojos ahora medio abiertos. La pelirroja se congeló un momento donde estaba antes de lograr responder.

-¡Ah!- gritó sobresaltada y se tomó unos segundos para recuperar su compostura-…uh. uhh. ¿Sí?-

-No sabía que estabas en mi cuarto. ¡Mejor! Así no tengo que repetirlo. ¿Me estabas oyendo, no? Debemos pagar una visita. Justo ahora le estaba contando eso a Esponjosa.-

Alisha y Elaine vieron a Esponjosa, la gatita negra de Alisha, casi invisible entre las sábanas.

Elaine soltó una carcajada nerviosa, alejó su rostro y se puso las manos detrás de la espalda. Tras balbucear algo sobre preparativos, se transformó en sombras, y atravesó el suelo, desapareciendo.

No podías culpar a Elaine por eso, realmente. Solo lo entenderías si escuchases la voz de Alisha. Si vieras su pelo, y su cara y sus ojos y su boca y su cuerpo. Ese era uno de los misterios de la Casa Lessard, ¿cómo mantenía esa figura (que, quisiera describirte en detalle, porque es realmente increíble, pero no tengo tiempo) haciendo nada?

Alguna vez uno de sus sirvientes hizo tal pregunta. No se le volvió a ver.


__________________


Era noche otra vez. Se supone partirían ayer, pero para cuando Elaine terminó de arreglar todo, Alisha se había quedado dormida. No necesitaba una segunda afrenta en el mismo día, así que la dejó dormir.

Iban en un carro grande, más cómodo adentro que la casa promedio y hecho de la segunda mejor madera que podías conseguir después de la de Nal. El carro no iba realmente a prisa, aunque fácilmente podrían ir más rápido que nadie con el tamaño de los upeleros que le jalaban, ambos particularmente plumosos.

Les había ganado el nombre de Esponjoso II y Esponjoso III, porque Esponjoso I es la manticora de Alisha. Esponjosa y Comandante Plumitas iban ambos con ella dentro del carro.

El viaje las llevó lejos. No tanto que les tomó todo el día, pero sí suficiente como para que la aliada de todo vampiro alcanzase ápex. Pasaron por las pasturas más verdes de Aerandir. Vieron vacas lanudas y ovejas y yaks, y casi se detuvieron para que Alisha obtuviese a Esponjoso IV.

Pararon frente a una casa tan grande que bien podría haber sido una granja, rodeada de campos de trigo que Alisha podía apreciar. Se veía desde allí, eran mejores. Lucían mejor, olían mejor, danzaban más gentiles al viento, irradiaban con el propósito de ser harina antes de serlo.

Un alquimista debía saber apreciar más de los materiales que lo que estaba a simple vista, y ella no se había ganado nombre como una de las mejores solo porque si obtenía una gota de tu sangre estabas horríficamente jodido.

Hablando de sangre, había un poco de ella. Sus mensajeros, los reconoció. Uno estaba derribado a unos metros de la entrada, con lo que parecía ser más panes de los que le entraban en la boca ahogándolo. Otro estaba clavado de una pared con grisines.

Ambas entraron a la casa y siguieron el sonido y el olor de un gran pan. Terminaron en la cocina frente a lo que posiblemente era la obra de ingeniería rúnica más grande que Alisha jamás había visto, un horno como ningún otro.

Y al hombre al lado de el, lanzando masa arriba y abajo, cada golpe sobre ella resonando por la estancia como trueno.

-¡Buenas noches!- saludó, con la mejor de sus sonrisas.

El hombre atrapó la masa y la colocó en la mesa, apretando los dientes. Incluso sin un esfuerzo activo la voz de Alisha ondeaba en el aire, entre sus palabras, entre el viento. Esas mismas ondas agitaron el alma del hombre, pero resistió.

-Lessard.- dijo, tomando un trapo para limpiarse las manos y se dio vuelta. -Qué milagro. Ha sido casi un año desde que alguien te ha visto fuera de tu castillo.-

-Soy una chica ocupada.-

-Por supuesto que lo eres.- frunció el ceño. Elaine se puso en guardia, sus manos cerca de sus espadas. -Administrar La Estepa no debe ser una tarea sencilla.-

-Pues no estoy segura… tendría que preguntarle a la persona que le delegué eso…-

A su pesar, el hombre se encontró sonriendo, habiendo encontrado el gesto adorable y gracioso. Maldijo mentalmente al notar que había estado haciendo conversación con la Lengua de Plata.

-¡Fuera de aquí!- alzó la voz. -Toma a tus mensajeros y no vuelvas, no me uniré a ti. Pagaré los impuestos que te den la gana, pero no tendrás ni un pan que mis manos hayan amasado.-

Alisha se llevó una mano al pecho, dolida. ¿Cómo podían negarle tanto?

-¿Por qué tanto antagonismo, Farran? He traído paz a La Estepa. He mejorado la tierra con mis conocimientos de alquimia. La vida nunca ha sido tan buena en años—

-¿¡Tú!? ¿Paz? ¿Mejorar artificialmente…? ¿Dónde queda el amor? ¿El trabajo duro?- Alisha visiblemente retrocedió ante la palabra, como si le tuviese alergía. -Todo el pan que probarás el resto de tu vida es inferior porque no es artesanal. Tantos años… tantos años, y sales de la nada, robando toda la gloria. No trajiste paz a La Estepa, niña, solo la robaste. De mí. De nosotros. De la Casa Baecker, ¿te suena?-

-Ummm… ummm.- se llevó el índice a la boca y miró al techo. -¡Oh! ¡Sí sí! ¡Cla…! no espera, esos eran los Brickenden.-

Una tormenta de bollos voló hacia ellas. Explotaron en crema pastelera al impactar en una pared y Farran miró alrededor frenéticamente hasta dar con dos figuras sombrías en una esquina de la cocina donde apilaba sacos de harina. Las sombras se arrimaron, revelando a Alisha y Elaine, que la había tomado del brazo.

-Suficiente.-

Elaine dio un paso delante. La sombra que proyectaban los sacos de harina en el suelo se pegaron a la planta de su pie como hojas mojadas se pegarían al tuyo. Otras sombras del lugar se unieron a esa en sus brazos, en sus dedos y cuello y todo lo que puedas nombrar. La ocultaron como una madre oculta a un niño entre sábanas.

En un par de segundos ya no estaba Elaine Beauclair, solo La Parca. Su ser sombrío buscó a Farran como colmillos buscan cuello y el hombre esquivó ágilmente, y la alcanzó con un golpe. Hubo sangre, hubo otro estruendo en la estancia, hubo huesos rotos.

-¿…Cómo?- musitó, apenas capaz de respirar, cayendo sobre una rodilla en el suelo.

-Décadas de amasar.- dijo Farran, viéndose las manos. -Tu armadura y músculos no me son más duros que una mezcla con más agua que harina. Tu velocidad no es nada comparada a la velocidad a la que debo doblar y lanzar y atrapar. Los cortes de tu espada arden, pero nunca arderán tanto como los campos de trigo que he visto en fuego. La insustancialidad que te dan las sombras que te arropan no me son menos predecibles que saber si la levadura va a ensanchar o no el pan en el horno. Es hora de darle fin a esto.-

Elaine generó una bola de sombras y la aplastó contra el suelo, cubriendo todo de un humo más negro que la noche. A su pesar, entumeció todos los sentidos no solo de Farran sino su señora, pero era un sacrificio necesario.

Se levantó, sí, era hora de darle fin a eso. Se movió con el sonido más aplastante del mundo, el silencio, y tomó una daga.

-Tonta. ¿Puedes oírme, no es así? Bien. ¿Crees qué está oscuridad va a detenerme? Si estás tan cómoda en ella, permíteme ayudar. Espero te guste el reino de las sombras.-

-¿Na-

-BAGUETTE SLASH.-

Aunque era la única que podía ver en la oscuridad, Elaine apenas pudo ver nada. La mano de Farran alcanzó un baguette, el más grande y perfecto que jamás había visto. El crujido que hizo al impactar contra su pecho no fue nada corto de magnífico, entonces la oscuridad la abrazó. Verdadera oscuridad. Su nube se disipó, ahora solo eran el hombre y Alisha.

La chica suspiró. ¿Por qué se resistían tanto? Vio un atisbo de movimiento del hombre y murmuró: no. Y Farran estuvo quieto. Luchó porque su cuerpo obedeciera, pero no tenía sentido.

-¡No podrás sostenerme para siempre, Lessard!- exclamó, logrando dar un paso adelante. -¡Nunca bajaré ante ti mi cabeza! ¡Podrías hablarme mil años y aunque influencies mi mente, siempre serás segunda en mi corazón al pan! ¡Nunca ganarás por eso!-

-Al pan, huh…

La mujer se relamió los labios.

-Entonces siento ser la que trae malas noticias. Estás equivocado sobre mí, Farran. No influencio mentes. Conquisto corazones. Ahora, tengo dos órdenes para ti. Tu primera— ámame. Ámame como amas al pan.-

-Qu-

-Ahora pregúntame que voy a cenar.- ordenó.

Farran intentó luchar, pero fue en vano. Ya no podía sino como mejor que a sus panes. Una creación más pura y perfecta que el mejor pan que jamás hubiese levantado. La gloria de los suyos arrancada. Su corazón robado. Apretó los labios juntos en un intento de que no se separasen pero lo hicieron, y desde lo más profundo de su estómago escalaron esas terribles palabras. Palabras que una vez pronuncias, no puedes volver átras...

-Oui oui. ¿Qué va a cenar, señorita?-

-Pan, Farran... pan y vino.-

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Mensaje  Twistedtale Vie Dic 25 2020, 21:05

-Vamos a ver, Ágata, bonita. ¿Cómo que no te funcionan bien los poderes?

-Si funcionar, funcionan. Te he mostrado el futuro de tu amiga.

-No, me has acojonado con el futuro de mi amiga, que son dos cosas muy distintas. -Twistedtale exhaló una inmensa nube de humo en forma de enjambre de pixies que persiguió a una camarera.- Tengo que escribirle una carta...

-No le va a llegar.

-Ah, eso sí te lo sabes. ¿Por qué no?

-Porque no tienes ni idea de dónde está.

-Pues también es verdad. A ver cuándo inventan el correo mágico instantáneo.

Ambas mujeres guardaron silencio un momento, el bardo frotándose el puente de la nariz mientras la joven adivina trataba sin éxito de terminarse más despacio el postre. La mesa era un desastre platos y vasos vacíos, un ganso a reventar de galletas de jengibre y una pila de ceniza proveniente de la pipa.

-Vamos a probar de nuevo. Sintoniza mi canal. Energético, digo, no sé, lo que necesites. Toma mis chakras o algo.

-Va a pasar lo mismo que lleva pasando toda la mañana, Wen.

-Hey, cuidadito. -la señaló con la pipa.- Tú dale a la bola. ¡Camarera otra tarta de queso...! O dos. Todo esto me da hambre.

-¡Mira! ¡Tengo a Lixis otra vez!

❝...jadeó, concentrándose mucho en lo que estaba pasando. No esperaba que la experiencia fuese tan intensa pero... bien lo merecía. Sentía el embate de la energía recorrer su piel caliente, como un mar embravecido que la golpeaba con sus olas, rítmico, pulsante...

Cuando abrió los ojos de nuevo la contemplaban boquiabiertos, el muñón sangrante del guerrero terminando ahora en una mano completamente útil. La elfa se quitó el fedora para secarse el sudor de la frente, cansada... La batalla se estaba recrudeciendo y los heridos necesitaban...❞


-Booooooo. -abucheó la bruja, lanzándole migas de pan a la adivina mientras reía.- ¿En qué fregados se mete que siempre anda de batalla en batalla?

-Puedo mostrarte el fin del mundo también. -respondió, lanzándole la carcasa vacía de medio panecillo que la otra esquivó por pura costumbre de ser siempre recipiente de objetos lanzables.

-Eso no suena nada divertido.

-Nada, que no cuela, nadie quiere saber esa historia. -murmuró, inclinándose sobre la esfera transparente...

❝No era una buena idea. Todo el mundo lo sabía, desde el tipo encargado de las bestias hasta la niña de cinco años que, agarrada a su madre, miraba al hombre como si el peligro real fuese él. Que en otras circunstancias habría tenido razón porque, en fin, era un vampiro y todos sabemos lo que beben los vampiros. Pero ese no es el punto.

El vampiro, que respondía al nombre de Bio cuando se sentía de humor como para responderte de vuelta, trataba de entrar con empeño dentro del recinto dispuesto para los perros. Examinaba minucioso la valla protegida con arcanos, le daba vueltas y vueltas mientras un empleado de la tienda de animales, un joven inexperto en la vida y, por lo tanto, ignorante del rostro de la locura transitoria voluntaria, trataba de pararle.

-Esto no tendrá una manija, ¿no?

-Señor por favor, está asustando a-...

-No pero mira qué contentos están, ¿cómo se van a asustar?

Y apuntó hacia a los perros. Ha de hacerse un pequeño inciso a este punto de la historia, porque es bastante necesario señalar que los nombrados perros sí pertenecían a la raza canina, canis, y no contentos con eso, también a la subraza demonus. Es decir: canes del infierno. Que los pobres no eran de allí ni nada, pero alguien, sin duda una persona traumatizada sin motivo, los denominó así por su carácter juguetón, alegres soniditos y el inmenso poder para convocar infiernos de fuego a voluntad.

-Señor estos animales son criados para la guerra, usted no pu-...

Tarde. El pobre muchacho inexperto en la vida siempre llegaba tarde a los momentos importantes de la vida, y demasiado deprisa a los únicos que últimamente le interesaban. Bio ya estaba manos a la obra ignorando las palabras para sustituirlas por las suyas propias, órdenes elegantemente trazadas que le abrieron las puertas al paraíso terrenal.

Se abalanzaron sobre él como una ola carmesí, esponjosa y bonita, suave como el mejor abrazo. Los gritos de la gente fueron ahogados por los aullidos altos y cortos que lanzaban los cachorrillos, contentos de poder jugar con alguien por primera vez en mucho tiempo. El pánico cundió como cuando gritas tiburón en la playa o comentas que hay rebajas en tu círculo de viejas comadres. Bio no entendía por qué había que salir corriendo.

Lo que Bio no vio era cómo tan lindas criaturitas armaban el pandemónium de la década. Tan excitados estaban de que se les hiciese caso y se les diera mimos que empezaron a invocar llamaradas para celebrar, columnas de fuego que se alzaron muy altas como extraños fuegos artificiales. Evidentemente el puesto del vendedor de bestias salió ardiendo, liberando de sus jaulas el resto de bichos allí retenidos para su compraventa. Sin duda todos recordarían esa feria durante mucho tiempo.

La calma pilló al vampiro haciéndole cariñitos a un can en particular, que sentado sobre su regazo se dejaba hacer con la mayor delicia. El hombre sonrió, tiznado de hollín, con las puntas del pelo chamuscadas y demasiados agujeros en la ropa.

-¡Me llevo este!


El bardo reía, mucho, con todo el estómago. Señalaba la cara de desolación del vendedor de bestias, del alcalde, de la reina del maíz y de la anciana del pueblo, todos reunidos en la pequeña bola de adivinación.

-Ay. Yo a este le conozco. Te contaré un secreto, Abby: es el mejor para hacer lo que sea que quieras hacer y que te salga del revés pero al derecho y en diagonal. Pero cuidado, es un farsante de de los buenos. Ahí donde lo ves, no es un vampiro. ¡Es un dragón!
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Mensaje  Anders Sáb Dic 26 2020, 03:29

De la mejor y peor infancia

Mi primera palabra fue luna.

Soy hombre, pero esa palabra por poco fue mi nombre también.

Evitar ese destino es lo único que le agradezco a mi papi. Qué cosa más exasperante habría sido tener que usar el nombre de una madre que veo una vez al año. Es lo que pone el contrato, a fin de cuentas.

Por eso y más, si te dijese que tuve la mejor y la peor infancia de todas, estaría en lo correcto.

Fui mimado. Tuve demasiados sí e insuficientes no. Comí más de lo que muchos comen en todas sus vidas, y sobre mi piel hubo más telas que las que hay en el clóset de un rey. Me acosté con más mujeres que camas hay en la ciudad.

Y eso es solo a las que mi papi no les pagó para que durmieran conmigo.

Sí, sí, ajá. Estuvo la ausencia de mi má, ¿pero qué es la falta de una mujer cuando puedo escoger entre decenas más?

Un par de aeros.

Aprendí muchas cosas creciendo y creo que sería feliz a día de hoy si no hubiese cometido ciertos errores, como dejar de ser el muñeco de mi pap— Oh por la… Cristo. ¿He… he estado diciendo mucho papi? Ugh.

Es un mal— ¿…Ah? ¿Qué si creo en Cristo, Nuestro Señor? ¿Por quién me tomas?

¡Claro qué creo en Él! Conozco la Verdad y conozco Su Palabra porque no podría ser de otra manera. Así me lo enseño mi bisabuelita Niun, pero no creo en Él tanto como ella. Esa mujer tiene fe, fe grande y fuerte, fe real y tangible. Vive día a día siguiendo Su Palabra. Específicamente, el Éxodo. Específicamente, Éxodo 4:17: "Anda, toma la vara y haz con ella lo que te he ordenado hacer…”

Ahora, no sé yo si es que el tío es un enfermo o mi bisabuelita entendió mal las órdenes. Ni idea ni ganas de saber. Esto no es del Señor, después de todo, sino de mi ‘familia’.

Como decía, es un puto mal hábito que tome creciendo. Deberías ver como saltaba y aplaudía chillando de la emoción de que le reconociese como eso, como si no supiera que lo es. Deberías ver lo terrible de su expresión cuando no lo llamaba de esa manera.

De mi madre sé poco. Está buena y está loca, y creo que le importa más la puñetera luna que yo. Lo más obvio sería decir 'fue una más del prostíbulo’ pero con mi papi nunca se trata de putas y es lo único remotamente bueno que tiene: no las toca sin que lo quieran. No por moral u honor o mierdas del tipo. Es solo porque papi no gastaría una gota de su tiempo con alguien que no muere por él, pero si gastaría su tiempo haciendo que alguien muera por no amarlo.

Fue el peor tipo de padre de dos maneras distintas. Me dio todo lo que pedí y más, sospecho que me dio lo que querría tener él, porque en los momentos que me amaba me amaba porque era una extensión de su ego. No era yo, era una parte de él, y por eso merecía todo lo bueno.

Me enseñó muchas cosas raras y no sé si fue o no un accidente. Los niños aprenden el lenguaje al que le expones así que aprendí a mentir, pero nunca logré engañarlo. En las noches cuando tenía miedo para meterme a su cuarto y no dormir asustado tenía que forzar su cerradura si quería entrar.

Creo que muchas veces lo que me asustaba en la noche era mi… “hermana”. Nunca interactúe mucho con ella porque es muy difícil de ver… y bueno ya que estoy sincerándome, me da miedo, cojones. Lo único medio-medio agradable de ella es su sombrero, nada más. ¡Se comió a dos amigos con los que jugaba!  ¡¡Dos!!

No fastidies si me desvío mucho de hablar de mi pa, que no es que tenga muchas ganas de hablar con él. Todo lo que has oído es cierto, sobretodo las mentiras. Es una rata y un mentiroso y un ser cruel. Y es encantador y es divertido.

Mmm, ¿qué más puedo decirte? ¿Ya te hablé de las mujeres? Sí, lo hice. Nunca terminé de entender bien eso… es decir, me las vendía mucho, pero él no andaba con ellas sino con un tipo ahí. Buen culo la verdad. Ni sé si me gustan las tipas, y hombres… mira… en Ciudad Lagarto es muy difícil, si hay, pero están todos enfermos de la cara o de los genitales, y no es como si pudiese cogerme a Hadden.

Que no es decir que no ofreciera dinero para hacerlo, pero a mi pap- papá no le hizo gracia. Fue el primero de mis errores.

El segundo fue crecer. Los años pasaron y dejó de ver su rostro en el mío. Dejé de ser Matthew Jr. y dejé de ser suficiente. Nuestros juegos se volvieron competencias y créeme, él nunca pierde. Nada de lo que hiciera ya era suficientemente bueno. Si quería llorar o no comprendía porque las cosas ya no venían a mí por sí solas me daba esa sonrisa atrayente y seductiva, y ella peleaba contra mis lágrimas en otra dimensión. Poco a poco me despegué de él y él se despegó de mí.

Terminé por volverme nada, igual que una marioneta a la que le cortaron los hilos. No hay nada interesante que ver en un muñeco sin cuerdas si eres un titiritero.

Crecí entre lino y mugre. He visto más veces la cara de la luna que la mi madre. Me fui, y me defendí entre las paredes de la peor ciudad del puto planeta con lo que me enseño o lo que aprendí. Me da igual todo esto. Me enseñó a amarlo solo a él –ah, se ponía celoso si pasaba tiempo con Niun o Brenda, aunque me cuidasen más que él- y por eso cuando dejó de amarme, ya no quedaba nadie que me amaba.

Por solo me importa una cosa. La aprobación.

Aprobación real fuera de máscaras y mentiras. Lo escuché hasta el cansancio en mi niñez pero ya no recuerdo como suena “estoy orgulloso de ti, Junior”. Esos de mi infancia no tienen validad porque solo estaba sintiendo orgullo de sí mismo. La deseo tanto que arde.

Ciudad Lagarto ha ardido varias veces.

Soy el hijo del dios de las mentiras del que tanto has oído hablar, pero solo te estoy contando la verdad, y mis siguientes palabras no son solo verdad sino una promesa: Ciudad Lagarto volverá a arder. Arderá con él adentro.

Mentiré, manipularé, mataré y robaré mi camino hasta allí. Arrancaré de sus manos a todo lo que quiere, hasta los callos que le gusten de sus dedos mientras sienta algo por ellos. La ciudad arderá. No será la primera vez, pero sí la última.

Veré la mugre y el sexo y el odio hacer de combustible y no tendré el calor de sus brazos pero sí el de las llamas. Le va a encantar. ¡Oh! Le va a encantar. Va a amar el caos que voy a traer como nunca me amo a mí. Ese amor por el caos lo consumirá, y cuando esté ardiendo, tomaré su lugar, y yo, Junior, seré Matthew.

...Entonces miraré abajo y sonreiré su sonrisa socarrona, y le diré a Junior que estoy orgulloso de él...
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Mensaje  Zöe Sáb Dic 26 2020, 16:31

Estábamos en la taberna cuando todo el alboroto comenzó, aparentemente una mujer que decía ofrecer sus servicios como visionaria de posibles eventos del futuro había presentado una visión que no era del gusto de su cliente. Con Sophitia observamos la escena desde lejos, mi sistema estaba atento a sí era necesaria mi intervención para que ningún orgánico saliera herido. Pero todo se solucionó con bastante celeridad y no fue necesario que me acercara.

-¿No sería genial? - Comentó la vampiro.

-¿Qué cosa? -

-El poder ver algo de tu futuro - Respondió con un tono que mi sistema no logró discernir.

-No es posible hacer tal cosa, no hay nada parecido a un destino, y la realidad es completamente azarosa. Lo más cercano que puede existir a una lectura del futuro sería sí se desarrollara una base de datos estadísticos, lo cual permitiría... -

-No tengo idea de qué cuernos estás hablando, solo escucho bla-bla-bla - Se levantó.

-¿A dónde vas? -

-Quiero saber cual va a ser mi jodido futuro - La Vampiro comenzó a caminar hacia la salida con las manos en los bolsillos, y sí alguien se le cruzaba lo empujaba con el hombro o lo miraba de forma amenazante para que se corriera de su camino.

A poca distancia estaba la muchacha.

-¿Quieren saber lo que les depara el futuro? - Dijo mientras sonreía y mostraba su herramienta de trabajo [ANALIZANDO] parecía una esfera de cristal común y corriente, mi sistema no detectaba ninguna anomalía en ella.

La observé con mayor detenimiento...

************************************************************************************************************************************

Era como si el humo lo cubriera todo, podían escucharse los disparos, las explosiones, los gritos, pero mis ojos no eran capaces de ver absolutamente nada, me encontraba rodeado de múltiples peligros inminentes, y a la vez estaba absolutamente solo. El sonido de unos pasos acercándose al trote me pusieron en alerta, pegué mi arma al pecho y me refugié tras un montículo de tierra. Cuando un gran pedazo de piedra saltó justo donde yo había estado parado hacía un segundo, supe que mi instinto había estado en lo correcto.

Le devolví el favor arrojándole una granada “Esa va por mi cuenta” pensé mientras me tapaba los oídos. Escucho pasos nuevamente, pero esta vez vienen de mi lado de la línea de batalla, la figura de una persona comienza a dibujarse por entre medio de la niebla. Era B-11, o el que antes se autodefinía como B-11, luego de mucho esfuerzo había encontrado un nuevo nombre: Bronson.

Verlo allí me recordaba en parte por qué estábamos haciendo todo esto, era una sola lucha, una motivación única y justa. Éramos muchas las voces pero el grito era uno solo, el mismo que la humanidad había repetido tantas veces en situaciones tan diversas: Queremos ser Libres.

-¿Cómo está la situación en tu frente? - Sí se estaba acercando era porque pretendía comunicarme algo importante, nadie pasaba de visita en medio de una balacera.

-No muy bien, la Base acaba de desplegar un nuevo grupo de Bios en la costa Este, según nuestros analistas todas las probabilidades señalan que pretenden dar un rodeo para encerrarnos entre sus dos ejércitos -

-Ellos también se manejan con resultados estadísticos, puede que quieran que creamos eso - Repliqué con un gruñido - Nosotros somos mejores que esto, dejemos que el instinto nos guíe -

-No creo que los analistas... -

-A la mierda con ellos, está batalla no la ganaremos en base a números- Bronson me miraba sin entender, aún le costaba conectar con su parte más humana - No lo entenderás.... Por ahora. Pero confía en mí -  

Asintió y entonces la balacera comenzó a aumentar en intensidad, ambos nos cubrimos y nos apuramos en salir de allí arrastrándonos por el barro. Los charcos de la última lluvia aún estaban dispersos por el campo de batalla, algunos ampliados por explosiones, me sorprendí viendo mi propio reflejo en uno de ellos, con el cielo celeste de fondo. Sí recortaba solo esa imagen hasta parecía ser una soleada tarde de verano, pero los pesados pasos de piernas metálicas acercándose me regresaron a la realidad.

-¡Vámonos de aquí! -  

************************************************************************************************************************************

La imagen se difuminó lentamente [ANALIZANDO] ¿Qué acababa de ocurrir? El del reflejo sin lugar a duda era....

-Raymond - Dije con un tono que no reconocí como mío.

-¿Qué dijiste? - La Vampiro me miraba sorprendida, en la realidad no parecía haber pasado más que unos segundos - Mejor vamos, está cosa no funciona - Aparentemente a ella no le había mostrado nada.

Me quedé observando a la adivina unos segundos, con mi gesto neutro. Finalmente le di unas monedas, la transacción era clara, un pago por cada visión ¿Visión? Tales cosas no existían ¿Pero qué había sido todo eso? Tendría que realizar un extenso análisis sí quería averiguarlo “E ir a ver a Ray” E ir a ver a Raymond , sí, eso era correcto.


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Mensaje  Zelas Hazelmere Dom Dic 27 2020, 17:53

Las leyendas hablan de sacrificio....
-Buuu! cuenta otra-
-Uff... deberia renunciar-

Dentro de mucho, mucho tiempo en el futuro.
Después de muchos temas y eventos de turno(?)
seguirá existiendo un elfo, de cabellos grises, ojos verdes y que gustaba de paseos inoportunos.
Pero un día de aquellos, camino tanto que se perdió
por suerte para el elfo, a una casita curiosa llego.
Sin dudarlo un momento, avanzando de puntillas se acerco.
Por las ventanas reviso si alguien merodeaba el lugar,
al no encontrar a nadie, decidido quiso entrar.
La puerta seguro no tenia,
así que el elfo, lentamente la abría.
Maravillado quedo del lugar,
a pesar de estar perdido, ya tenia donde estar.
Con rústicos muebles y flores olorosas,
como detesto relatar visiones en prosas.
Mas el viaje y el tiempo causaron gran estrago,
Tenía más hambre y cansancio que un pobre vago.
De repente su mirada en la mesa se clavo
Y tres platos servidos diviso.
"Que me parta un rayo" exclamaba,
y rápidamente al borde de la mesa se acercaba.
Olio una rica leche al evaporar,
y como tanta hambre tenia, al instante quiso probar.
"la puta madre que lo parió".
El elfo con una mueca blasfemo.
La leche estaba hervida en el plato,
y el elfo se preguntaba quien había sido el insensato.
Insensato dejar la leche tan caliente,
seria un tonto el que no lo siente.
Más otro plato en la mesa se encontraba,
dijo ‘’comeré de este’’ pues aun lo deseaba.
Tan caliente estaba que la leche escupió,
de pura suerte que el elfo no murió.
Un tercer plato más pequeño, al borde de la mesa noto,
y una risa de satisfacción de su boca broto,
‘’Esta leche si que esta bien rica’’.
Dijo el elfo con una sonrisa como de oro,
la alegría le salía por cada poro.
Sin embargo, la panzada de leche le dejo sin aliento,
3 sillas habían para descansar, te aseguro que no miento
La primera silla muy dura y de gran tamaño.
"Es muy grande" se dijo, con mirada lastimera,
"Probare la segunda", se dijo con algo de pereza,
Pero era tan blanda como las oraciones que una monja reza
‘’Me queda la ultima silla pequeña y hermosa’’
Al sentarse sus ropas le hacían parecer casi una rosa(?).
Estuvo así un rato, descansando sentado
Cuando el sueño le llamo al final del agasajo.
3 camas en la habitación encontró,
y hasta la más grande se arrastro.
‘’Es tan grande e incomoda que parece que estoy nadando’’,
el elfo se quejo cuando a la segunda ya estaba andando.
‘’Esta es igual de blanda que la silla,
preferiría dormir en la espalda de una chinchilla’’
Finalmente a la pequeña cama se dirigió,
y en cosa de segundos el entrometido elfo se durmió.
Paso un buen rato y los dueños de casa llegaron,
3 osos sin duda en la casa se presentaron.
Papa oso, mama osa y el pequeño osito.
La verdad que se veían hermosos tal cual lo recito
‘’Alguien tomo de mi leche’’ el gran oso espeto,
‘’y alguien se sentó en mi silla’’ la mama oso también grito.
Pero un lamento del pequeño osito les dio pavor
Corrieron a la pieza y lo que vieron los osos desato el horror.
Un elfo paliducho en la cama del osito dormía,
El silencio fue tan inmenso que se oía como el corazón latía.
De repente el gran oso un fuerte ruido hizo,
Y el elfo rápidamente del sueño se deshizo.
Despertó y un gran salto dio
Por suerte vio una ventana abierta y por ella escapo
Corrió y corrió tanto que no quiso olvidar
Que a algún guardia en el bosque de seguro podía encontrar
Por suerte para el se los encontró patrullando
‘’unos osos me atacaron así que vamos andando’’
Le siguieron corriendo a gran velocidad
‘’oye no corras tan rápido! ten piedad’’.
Finalmente al anochecer a la casa llegaron
Más todas las luces apagadas los guardias del bosque encontraron.
‘’parece que no hay nadie’’ dijo uno con extrañeza
‘’¿Qué es este olor putrefacto? Si parece una vileza’’
‘’enciende una antorcha que no veo nada amigo’’
‘’ya lo estoy haciendo por cierto te digo’’.
La visión de lo que encontraron los dejo al borde de la locura
3 cadáveres de oso había, una masacre pura.
Sangre y viseras por todos lados.
Sus cuerpos estaban terriblemente helados
‘’pero que demonios es esto!!’’ uno la boca se tapaba
‘’Esto es una pesadilla no me lo esperaba’’
Al mismo tiempo se dieron vuelta
Y al lado de la puerta el elfo se encontraba con la mirada resuelta.
Lamiendo uno de sus dedos en sangre embetunado
‘’no se preocupen’’ dijo el elfo ‘’aquí les he dejado un lado’’.
Mostrando su estomago el elfo se reía
Nadie hubiera imaginado algo así, si no lo parecía.
El elfo entonces cerró la entrada de un portazo
Y lo último que se escucho en el bosque fue el sonido de un cañonazo.
Y así termina esta visión para la familia
Que es algo tan ameno como las parafilias….

OFF: una historia para Raukito, con plagio, sangre y leche como debe ser(?)
Zelas Hazelmere
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Mensaje  Anders Lun Dic 28 2020, 18:21

De un segundo exilio

El calor acarició la única parte descubierta de su cuerpo. Su cara.

Su cara tenía lo que todas las caras tienen, y no tenía lo que tienen solo algunas. No había una sonrisa, ni la menor sospecha de superioridad asomándose en su semblante. Tampoco había arrugas a pesar de los años y las horas de pelea y elegir quién vivía o no en el campo de batalla. No tenía nada de eso. No podías ver nada en ella.

Pero eso solo era solo su cara. Si la tomabas toda a la vez, lo que veías era glorioso. Glorioso en la manera que un imperio caído lo es. Sí veías a la guerrera rubia de expresión severa, con casco y armadura de malla dorada y blanca hasta la cintura, empuñando una espada con pequeñas, ínfimas señales de tinte rojo; y no veías solo su cara, puede que empezases a ver algo.

Puede que empezases a ver incomodidad. Puede que observases como incluso ante el fuego se arriman en su rostro las sombras que dibuja la duda. Puede que notases que tras cada victoria lucía más derrotada. Puede que notases como el río de sangre crecía dejando a las suyas de un lado y a ella del otro. Puede que notases eso y mil cosas más que ella no notó hasta que fue tarde.

Empezó en su infancia, pero no tomó forma real hasta que la conoció a ella y formaron una pequeña banda, y empezaron a actuar, y sus actos empezaron a atraer gente.

El odio es una cosa curiosa, como la felicidad. Normalmente compartir tiene la connotación de dividir. Si compartes algo, tienes menos de ello. Es obvio. Es lógico. Es así con la comida, con el dinero, con el dolor.

Ah, pero el odio y la felicidad son dos entre varias excepciones. ¿Te sientes menos feliz al compartir tu felicidad con alguien qué amas? Difícilmente, y si lo haces, temo que quizás no ames a esa persona tanto. Lo que usualmente hace es crecer, recibes más, tienes más, no aunque, sino porque la está compartiendo. El odio es lo mismo.

Ambos son pequeños fuegos que no compartimos con todos, y no es porque temamos que al compartirlo tengamos menos de ello, simplemente es así. No amamos a todos, no odiamos a todos, solo a algunos; alguien. La felicidad es como el fuego de una chimenea o fogata. Es cálido y es hogareño, y te trae paz.

El odio es la misma cantidad de llamas, realmente. No es una hoguera, pero va a crecer, y va a intentar serlo si se lo permites. Así es como empezó. Así es como había terminado.

Ambas guerreras recibieron a mujeres entre sus filas, cada una con sus pequeñas quemaduras y brasas, añadiendo a la chimenea. A la fogata. Brilló suave y fuerte bajo las noches en que se sentaban a su alrededor y se contaban sus historias. Qué o quién las había lastimado. Cómo. Por qué.

Tomaron acción contra esas causas. Anduvieron desde Baslodia a Ulmer a Dundarak, Por las llanuras y la estepa. Por Sacrestic. Por el Río Tymer. Por y de Beltrexus a Roilkar.

Se hicieron conocidas, y respetadas, y temidas. Se hicieron un hogar para gente herida. Compartieron el dolor y fue más fácil de llevar los primeros meses. Pero siguieron atrayendo gente, y más, y más... en el camino, lentamente se volvió un hogar para el odio, y hogares como esos están hechos solo de leña.

Nadie vio un problema con esto. Las fogatas se volvieron hogueras. Lo que parecía una meta se volvió solo un camino, y el odio como la felicidad es un viaje de destino y duración incierta. Los ataques se volvieron más frenéticos. Se sentía que lograban menos de cualquiera fuese esa visión que tuvieron antes, perdida entre la montaña de cadáveres y sangre y huesos.

Pero caminó igual frente a sus hermanas en armas. Junto a su amiga. La palabra escocía como una cicatriz sobre su piel al ver que era, junto a Ash’alá, lo único que le quedaba. Poco a poco había perdido a todos los demás y se convenció a sí misma de que no los necesitaba.

Ni siquiera a Eltrant, el hombre nunca entendería como se sentía. Ella podía enfrentar el peligro y toda y cada una de las consecuencias de sus actos. Aerandir era vasto, no la encontrarían.

Había tenido un precio en su mano impuesto por su padre. ¿Qué tan diferente iba a parecerle un precio en su cabeza?

Y tenía a Sashenka. Tenía a su amiga. Le preocupaba verla al rostro. Siempre tan dignificada... siempre tan seria… siempre tan decidida. Había visto su lanza atravesar tantos pechos como había cortado gargantas su espada, y había visto la tierra que generaba de su cuerpo enterrar tantos enemigos como ella había condenado.

¿Se supone qué hablase con ella y le dijese qué no, ahora? ¿Qué dudaba? ¿Qué no estaba segura de no haber cortado abajo a una persona que no debía en el caos de la batalla? A mujeres y niños y ancianos. Ah, ¿y para qué ocultarlo? A hombres, pero eso no es algo que decías frente a las Hijas de Freyja.

No era algo que decías frente a una amiga que habías convencido de tu justicia y le habías dado el hacha con la cual ejecutarla.

No necesitaba un segundo exilio. No necesitaba perder lo que tanto le había costado conseguir.

Se sentó frente a la hoguera del último lugar que había quemado junto a sus hermanas y escuchó, pero realmente, no llegaron palabras a sus orejas. Solo vio como cada palabra sumaba al fuego. Intentó tapar cualquier duda con las sombras que huían de esas llamas, y decidió.

Habían acabado con los padres de Sashenka por oponerse a ellas y sus caminos. ¿Cómo se habían atrevido a juzgar qué era justo o no? ¿A pedirle qué se entregase y dejase de cometer crímenes? No importaba ninguna de las veces que quebrasen una u otra, porque la verdad, la ley no significaba nada. Estaba podrida. Sashenka sabía eso. Todas sabían cómo lucía la justicia real.

Lucía como ellas.

Su amiga no titubeó ni un poco aquella vez. Ella podía hacer lo mismo y seguir caminando con ella. Se puso de pie, y tomó la nota de despedida que había dejado cuando primero huyó de su Clan. La había recobrado unos años atrás, cuando había vuelto con Matthew a Sandorai, y las cosas no habían ido bien.

Sonrió apretando los dientes. Se preguntaba si los había estado evitando por miedo de que las cosas salieran mal otra vez. Vio alrededor, a los caballos, a todo el metal, todos sus números. Y vio a Sashenka y lanzó la nota al fuego. Puede, puede que Eilydh le tuviera miedo a los Skye.

Pero había sido demasiado desde que alguien le llamaba así. El mundo ahora la conocía como Valquiria.

Sashenka la conocía como hermana. Esa era toda la familia que necesitaba.

Hicieron su plan y cerraron como una tormenta sobre Sandorai, pero los Skye las recibieron como buenos marineros. El Clan había llegado a donde estaban a través de arco y espada, así que no fue una guerra fácil. Ellas tenían la sorpresa de su lado, pero no estaban peleando en casa. Se derramó sangre de ambos lados y se entremezcló en el suelo. Por trampas, por flechas, por hachas lanzas y espadas. Por magia. Por fuego.

Pero la lluvia y los relámpagos no cesaron. Ash'alá había sido herido y se había visto obligada a desmontarlo. Karma danzó alcanzando cuellos de enemigos y todo lo que había que alcanzar.

Pero seguía de pie. El lugar seguía ardiendo, y la luz que proveía el fuego le dejó observarlo. Un golpe... un solo golpe, guiado por una mano con una estrella. Alimentado por éter y el peso de quien lleva las expectativas de un Clan. Sucedió tan rápido que no estaba completamente segura de que hubiese sucedido en primer lugar.

Pero la prueba estaba frente a ella. Había poco donde pisar que no fuese un cadáver. cinco o seis formas que apenas reconocía yacían en el suelo.

Solo había una persona a la que podía pertenecer un golpe tan despiadado, y lleno de odio y orgullo y poder. Su padre.

Clavó sus ojos en ojos azul hielo y cargó, el éter corriendo por su piel como sudor. Terminó rápido. Lo había dicho una vez...

Uso una espada corta porque si he de matar a alguien quiero estar lo suficientemente cerca de su rostro como para ver su gesto al morir.

Eso hizo. El cuerpo muerto se deslizó fuera de su espada lentamente y cayó de rodillas a sus pies en una posición que le recordó a la que le obligaron a adoptar cuando la marcaron. Sonrió al ver el cabello de la figura deshacerse y rozar el barro hecho de tierra y sangre. Vio su expresión y fue una expresión terrible. Sus ojos azules miraron atrás hacia ella.

La mujer boqueó por aire y corrió desesperada sus ojos por los brazos de quién tenía enfrente. ¿Dónde estaba? ¿Dónde estaba la cochina marca? ¿¡Donde!? ¡Ella la había visto! ¡La había visto en su muñeca izquierda! ¡En…! En…

Eilydh retrocedió un par de pasos y dejó caer a karma. Un frío como el hielo de esos ojos muertos se coló en su espalda y lentamente alzó su propia mano.

Sus padres no tenían la marca de estrella de los Skye. Solo ella.

-¿Mamá?- preguntó. Habían sido años de mencionar esa simple palabra. Había salido de su boca con la voz de su yo pequeña.

Dejó caer su mano y vio a los cuerpos. ¿Esa había sido su mano? ¿Había sido ella?

¿…Todo esto?

Intentó formular palabras aunque no tenía a quien decírselas. Los cortes lucían mucho más violentos. Habían sido años desde entonces, pero se encogió al ver uno de ellos. Eran demasiados cuerpos para contar. ¿Cuántos eran de las suyas? ¿Cuántas vidas había arruinado allí mismo en un instante?

¿Más que las qué arruinó su Clan? ¿Menos?

Un grito familiar la rompió del hechizo. Miró a los lados y dio con ella. Sashenka, batiéndose contra dos de sus hermanos a la vez en la única manera que sabía pelear: abrumadora.

La recordó peleando como peleó ante guardias de Dundarak y cómo peleó ante su padre. ¿Qué había dicho Sashenka entonces? ¿«Es justo»? Que es justo y necesario acabar con los que iban contra la justicia que estaban trayendo.

Pestañeó y vio una sombra sobre y detrás de ella. Pestañeó y ya no estaba. Pestañeó y uno de sus hermanos estaba muerto. Pestañeó y volvió a ver a la sombra. Se vio a sí misma en ella. Pestañeó, y vio en ella a un hombre muerto.

El frío escaló su espalda hasta alcanzar un pensamiento horrible. Ella había ayudado a volver así a Sashenka. La había hecho perseguir justicia.

Y la justicia es ciega.

-Sashenka. ¡Sashenka! ¡Sashenka! ¡Detente!- gritó y vio su voz ahogada entre los silbidos de flechas, el crepitar de llamas, el sonido de metal chocando contra metal- ¡Sashenka…! ¡¡Sasha!!

Corrió hacia su amiga, pero las llamas se interpusieron entre ellas. Siguió llamándola en vano.

El fuego siguió ardiendo.
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Mensaje  Sango Mar Dic 29 2020, 19:44

- Tonterías, ¿cómo va a ser posible algo que solo los Dioses conocen?- Sango se había girado para hablar con el recién llegado.

- No es ninguna tontería, os digo que es capaz de ver el futuro. Tiene una bola de cristal y no sé cómo, es capaz de hacer que veas tu futuro.- Se acercó a Sango ya que era el único que le había prestado atención. Sango se giró nuevamente y apuró el contenido de la jarra.

- Es hechicería y nada bueno sale de esos trucos, te lo digo yo.- Dijo Sango levantándose.

- No es nada de eso... Yo he visto mi futuro y... Sólo sé que lo he visto y es real... La visión, el futuro aún no pero...- Sango le interrumpió con un bufido.

- Ni siquiera sabes lo que has visto. Podría haberte envenado con algún tipo de seta, créeme, pueden hacerlo.- Replicó de mala manera.

- ¿Qué? Solo tienes que quedarte allí y algo pasa, no... Bah, cree lo que quieras. Pero perderás una oportunidad única si no...- Sango salió por la puerta en ese mismo instante.

Decidió caminar hacia el puerto pese a la incómoda brisa que recorría las calles cada vez menos abarrotadas de Lunargenta. Mientras caminaba se fijó en una disputa entres dos hombres que se daban voces y que parecía ser algo normal pues la gente los miraba y los ignoraba al instante. Sango copió la actitud y decidió no darle más importancia de la que realmente tenía.

Se arrebujó en su capa cuando una bofetada de aire frio recorrió la calle. Aquello provocó que cambiara de planes y en vez de ir hacia le puerto caminó en dirección a la posada en la que se alojaba aquella noche. Mientras caminaba, pensó que debería buscarse algo más permanente en la ciudad, debido a la gran cantidad de tiempo que pasaba allí últimamente. Cuando llegó al Caballito de Madera, fue con paso decidido hacia el fuego a calentarse la manos.

- Qué, ¿ha habido suerte?- Preguntó a su espalda.

- No, no he encontrado nada.- Contestó Sango antes de girarse. Ella le contestó con una mueca.

- Lo siento, es lo que pude averiguar... ¿Lo de siempre? Me ha llegado esta tarde un par de barricas de aguamiel especiado.- Sango asintió y se sentó a esperar.

Se fijó en una chica que estaba apartada del resto de mesas, con una bola de cristal sobre la mesa y Sango se sorprendió. No apartó su ceño fruncido de ella. Cómo era posible que hacía tan solo unos instantes le hubieran hablado de ella y al instante siguiente apareciera en el mismo lugar en el que él se hospedaba.

- Ah, sí, lleva todo el día por aquí. Ayer ya estaba, pero no llamó la tención tanto como hoy.- Dejó sobre la mesa una jarra con aguamiel y un par de rebanadas de pan con queso.- Pide comida a cambio de leer el futuro, la verdad es que no me viene mal el ingreso extra.- Se marchó con una sonrisa y sin decir nada más.

Ben cogió la jarra y miró la comida. Bebió y volvió a mirar a la joven. Cogió la comida y se levantó para ir a su mesa. La joven se acomodó, como si lo estuviera esperando. Ben se sentó y posó la comida y la jarra en la mesa.

- ¿Eso también es para mi?- Preguntó ella.

- No, esto es para mí.- Contestó Sango mirando la bola.

Ella agarró el pan y el queso y se lo acercó a su lado de la mesa. Ben dio otro trago y apartó la jarra para tener una visión clara de la bola.

- Leo fortunas.- Dijo finalmente. Sango sacudió la cabeza y la miró.

- ¿La mía?- Preguntó Sango y ella se encogió de hombros.- Prueba a ver.-



Tolgo arrastraba los pies por la arena, cargando con el último balde de agua que necesitaba para llenar el bebedero. Lo hacía ante la vigilancia de su padre, Volgo, encargado de cuidar a los caballos de su señor. Cuando su hijo vació el contenido en el abrevadero, lo mandó a descansar no sin antes dedicarle un gesto de aprobación.

El sitio era el de siempre, de hecho, había sacado una vieja y desvencijada caja de madera para poner las piernas en alto mientras contemplaba el cielo. Un jirón de nube apareció en su campo de visión y la siguió con gran expectación. A veces las veía deshacerse y otras simplemente pasar y perderse en el horizonte. Las de primavera era más impredecibles, era una estación un tanto rara incluso en la constancia del desierto que rodeaba a Roilkat.

- ¡Eh, chico! ¿No ves que te estoy hablando?- Tolgo se levantó y lo único que vio fue una cara asomada entre la ropa.

- Eh...- Se puso en pie.- ¿Qué quiere?- Dijo mientras estudiaba a la mujer que ladeó la cabeza.

La mujer se llevó dos dedos al puente nasal y frotó ligeramente. Tolgo se fijó entonces en el bastón que llevaba la señora y luego en sus extraños ropajes.

- Quien me mandaría a mi preguntar a un chiquillo...- Farfulló mientras se daba la vuelta y dejaba a tolgo atrás.

- ¡Eh! Espere, ¿no me va a decir qué quiere? Le puedo ayudar si lo desea.- Tolgo salió tras ella. La señora se giró y puso el bastón en horizontal.

- Quieto ahí, no te acerques.- Estudió a Tolgo durante unos instantes hasta que otra voz se acercó a ellos.

- Por todos los Dioses, ¿qué ocurre? ¿En qué lio te has metido ahora, Tolgo?- Preguntó Volgo.

- Yo no he hecho nada, es esta señora, que me ha preguntado algo, no la he escuchado y se ha enfadado.- Replicó Tolgo indignado al tiempo que la señora bajaba el bastón y continuaba su camino.

- Ya hablaremos tú y yo... Señora, disculpe a mi hijo, no es mal chico... ¿En qué le puedo ayudar?- La señora se detuvo otra vez.

- Tengo que ver al que mande por aquí. Es urgente.- Se limitó a contestar.

- Eh.. bien, quizá no le reciba o puede que tenga que esperar o no quiera... Pero la ayudaré, sí, venga por aquí. Tolgo, quedate aqui.

- Eso, joven, haz caso a tu padre...- Volgo de presentó. La señora miró al padre y luego la hijo, repitió aquello varias veces.- ¿En serio? ¿Volgo y Tolgo? Bueno, Tolgo, haz caso de Volgo y tú, Volgo, enseña bien a Tolgo, mano dura, siempre, mano dura.

Volgó marchó delante, desconcertado por aquella señora que le seguía a dos pasos de distancia. Naturalmente Tolgo no se quedó mucho tiempo allí esperando sin ahcer nada y salió tras ellos. Pasó por delante de las caballerizas y entró en un patio adornado con muretes bajos y formas en el suelo hechas con piedras. A lo lejos vio a la señora subir los escalones para entrar en la casa y Tolgo se apresuró tras ella. Cuando subió el último peldaño Volgo salió a su encuentro pero una voz en el interior de la casa hizo que se diera la vuelta.

- Ha pedido audiencia con vos.- Respondió un apresurado Volgo.

Tolgo vio al señor Kyrio de Dahalán, acompañado por alguien a quien Tolgo no conoció. Ambos estudiaban a la señora.

- Me han robado una botella.- Kyrio sonrió, la señora se acercó al señor.- Contenía una bebida espirituosa de reciente creación ya sabe...- Kyrio la interrumpió.

- ¿Cómo era la botella?- Preguntó aburrido.

- Una botella de cristal, cuadrada tenía una etiqueta... aún no la he bautizado, me la robaron antes de tiempo.- Miró a Tolgo que se había deslizado al interior de la casa y contemplaba la escena un par de pasos por detrás de su padre.- Quizá algún bribón de manos largas se ha adueñado de ella.- Volgo se lanzó hacia Tolgo. La señora lanzó una risotada.

- Deje a Tolgo... Dígame, ¿podría describirme la bebida?- Kyrio mostró un repentino interés en la señora.

Volgo se detuvo frente a Tolgo y le miró con desaprobación. Tolgo bajó la cabeza y miró al suelo tratando de escuchar lo que decían el señor Kyrio y la señora, cosa que fue imposible hasta que el señor alzó la voz.

- ¡Increíble! Una bebida majestuosa la suya, señora...-

- Niun de Usbisne, y sí, realmente lo es.- Replicó ella.

- Si pudiera hacerme más de esa bebida... Como encargo personal o... No, sé que causaría furor en fiestas y... Oh, venga, venga conmigo, hablemos...- Estaba realmente emocionado.

Volgo y Tolgo observaron como Kyrio de Dahalán y Niun de Usbisne se alejaban por un pasillo y allí se quedron plantados durante un buen rato, tratando de averiguar qué había sucedido.



- Por todos los Dioses... ¿qué acabo de ver?- Preguntó Sango con el ceño fruncido y aún viendo a Volgo y Tolgo en la bola de cristal.

- ¡Espera! Aún hay algo...- Contestó la muchacha.



La plaza estaba abarrotada de gente, Kyrio de Dahalán estaba en lo alto de una tarima con un pichel en la mano. Cuando la alzó, todos gritaron y bebieron de sus jarras.

- ¡Tolgo! ¿Y tú dices que gracias a tí existe esta bebida? Joder, que me lleven los Dioses si miento cuando digo que es lo mejor que he probado en mi vida.- Mok el Pardo le estaba gritando al oído, estaba severamente perjudicado por la bebida de Niun.

- ¡Por Niun!- Alzó la jarra y el grupo entero brindó por ella y por su bebida, la conocida en Roilkat como...



Sango sacudió la cabeza y miró el reluciente cristal durante varios segundos antes de volver en sí. Cuando lo hizo, apuró el aguamiel que tenía en la jarra.

- Sin duda alguna ese no es mi futuro...- Dijo Sango alzando la vista a la muchacha.

- Leo fortunas... no especifiqué de quién.- Se encogió de hombros y se lanzó a por el pan y el queso.

Sango se levantó y volvió a su sitio con una mezcla de asombro e incredulidad. Al sentarse, la posadera acudió y le puso una jarra limpia con cerveza esta vez.

- ¿Qué?- Preguntó sentándose en la mesa.

- Ha sido... interesante.- Dijo Sango antes de echar un trago.

Acto seguido le contó lo que había visto.
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Mensaje  Zelas Hazelmere Jue Dic 31 2020, 21:23

Las leyendas hablan de sacrificio en el fin del mundo.....

-Hmmm.... Nadie me ha detenido... De acuerdo, que así sea-

Las leyendas hablan de sacrificio en el fin del mundo, si es que se le puede llamar de alguna forma a los acontecimientos que se desencadenaron, no necesariamente es el fin del mundo, pero eso parece ser para un vampiro que crea haberlo visto todo.

Primero fue la religión del bebe barbudo, quienes dieron el primer golpe contra las sirvientas de la justicia a quienes catalogaron como herejes, ya que solo el bebe barbudo que salvo Roilkat y a quien se le atribuyeron otros sucesos importantes, podía impartir justicia, las sirvientas por su parte recién recuperaban parte de su poder, mermado por una extraña maldición que les hizo perder el raciocinio a algunas de sus integrantes.

Una cura se logro, pero a cambio un remanente cristalizado dio origen a lo que seria una guerra sin cuartel por aquel extraño y beneficioso recurso que concentraba los beneficios de la maldición que aquejo a las sirvientas y que no poseía ninguna de sus desventajas, aquello no solo llamo la atención de la secta del triple B (Bebe barbudo), sino que también atrajo la atención de diferentes organizaciones que escucharon sobre el rumor.

La orden oscura teniendo una codicia sin limites decidió participar de la refriega por el extraño mineral, otras facciones y clanes también tomaron parte y para desgracia del vampiro, todo aquello ocurría cerca de su hogar. -Necesito hacer algo antes que sea demasiado tarde- se dijo a si mismo, sin embargo, sabia que no podría contra todo esto solo, aquello le llevo a recurrir a medidas que en otro tiempo, habría considerado desesperadas.


musica de fondo(?):

-Arygos el mundo se esta yendo a la ñonga, rápido necesitamos ensamblar un grupo de adolescentes que cumplan los típicos estereotipos de la edad actual- palabras que remecerían a la dragona, la cual confundida preguntaría que rayos estaba pensando, -ayayayai Bio me confundes ¿Qué demonios estas planeando?- El vampiro no respondería a la pregunta y seguiría divagando como alguien que ha perdido toda pizca de cordura -Si, les conseguiremos trajes estúpidos y funcionaran como mi grupo de justicieros a sueldo, salvaran al mundo!, necesitare que sean de diferentes razas así pareceremos inclusivos y dejaremos claro el mensaje de que cualquiera puede ser un integrante, responderán al nombre de los Bio Rangers(?) y cada uno tendrá asignado algún color junto a algún objeto distintivo, así puedo vender mercancía asociada a ellos y seremos ricos! oh si soy un genio, que se pudra el mundo seremos pudientes!- el vampiro comenzó a saltar de la emoción sobre un plan aun no concretado, pero era tal su entusiasmo que la dragona comenzó a saltar feliz ante la idea de nadar en un mar de aeros. - Y cuando ya no puedan pelear puedes reemplazarlos por otro grupo con otras cosas y así tener una maquina generadora de aeros perpetua-

El vampiro maravillado ante la idea comenzó a diseñar los nombres y los trajes que usarían. -Seran el Bio ranger rojo, el Bio ranger azul, el Bio ranger amarillo, el Bio ranger rosado, el Bio ranger negro, le seguirán el Bio ranger espada, el Bio ranger arco, el Bio ranger lanza, el Bio ranger baston y el Bio ranger espada otra vez, a esos les seguiran el Bio ranger frutilla, el Bio ranger banana, el Bio ranger sandia, el Bio ranger uva y el Bio ranger biusa, a su vez esos seran sucedidos por el Bio ranger puerta, el Bio ranger silla, el Bio ranger carreta, el Bio ranger vela maritima y el Bio ranger de la vista borrosa, seguidos del Bio ranger...- asi el vampiro continuo sus desvarios hasta el amanecer del quinto dia, eran demasiados Bio rangers para una vision ante lo cual doy por terminada esta vision de lo que posiblemente sea el fin del mundo.....
 

-El fin del mundo de pobreza de Bio querrás decir-
-Oh, había alguien escuchando, bueno puede verse de esa forma-
-Es una idea bastante lucrativa desde cierto punto de vista-
-En efecto, ¿quieres escuchar como termina?-
-Oh no, si vuelvo a escuchar Bio ranger lo que sea, creo que vomitare-
-Existe la posibilidad de que haya un Bio ranger vomito-
-Suficiente-

El sujeto dejo un par de aeros sobre la mesa y salió a vomitar, visiblemente afectado por los Bio rangers y unas cuantas copas de mas, Ágatha por su parte pensaba en como monetizar aquella visión antes que se hiciera realidad, al fin y al cabo los Bio rangers podrían ser quienes salvaran al mundo... financiero de aerandir(?).

OFF: bueno, con esa visión de Bio concluyo mi ultimo post del año, gracias por un año lleno de lols y cosas absurdas
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Mensaje  Rauko Jue Dic 31 2020, 23:44

 –No me interesa ver mi futuro –respondí con calma mientras tomaba asiento frente a la chica–. Eso es algo que ya puedo deducir. Así que quiero algo más. –Coloqué unas cuantas monedas en la mesa–. Quiero ver cómo estará el mundo en el futuro.

 –Ah, entiendo –asintió, entusiasmada.

 Entonces materialicé una biusa verde delante de mí, sorprendiendo a la chica, y la coloqué en la mesa.

 –¿Ves esta biusa? –pregunté. La chica asintió tras vacilar un instante, fascinada y recelosa–. ¿Viste cómo apareció de la nada? –Volvió a asentir–. ¿Ves que la biusa es verde, del mismo color de mis ojos? –Luego de que su mirada viajara de la fruta a mis ojos, asintió de nuevo–. Eso significa que estás vagueando en vez de ponerte a trabajar. ¿Cuándo es que por fin vas a mostrarme el futuro, eh? –Me lanzó una mirada ceñuda, sus ojos entornados–. Sí, lo siento, a veces no puedo contra el impulso de idiotez. –Me encogí de hombros y empecé a comerme la biusa.

 Tras suspirar, la vaga finalmente hizo lo que le pedí.

  Las leyendas hablan de sacrificio en el fin del mundo…

 De pronto la chica se detuvo para mirarme, como si esperara que yo hiciera algo, pero solo me mantuve observando. Se aclaró la garganta y continuó.

  El sol se ocultó detrás de la luna, tiñendo de carmín el cielo y la tierra. Las nubes se arremolinaron en un colosal torbellino oscuro cuyo centro desprendía un resplandor cegador. Al cabo de unas horas, inició el cataclismo que ni los Bio rangers pudieron evitar. Del gigantesco torbellino emergió una lluvia de vacas.

 –Bueno, p-pero… pero ¿esto qué es? –exigí saber–. ¡¿Pero esto qué es?!

 –El fin del mundo –respondió, dubitativa.

 –No lo sé, Agatha, parece falso –comenté.

 –Me llamo Ágata –corrigió–. Y sí es cierto… creo. –Escudriñó la esfera–. Aunque no recordaba que hubiera vacas, la verdad –murmuró para sí. Sacudió la cabeza antes de proseguir–. Te mostraré algo diferente, entonces. Algo que ocurre mucho antes del final.

  En algún lugar de las catacumbas de Lunargenta, un guerrero asesinó a otro. Alzó las manos en una ridícula pose de victoria. El público vitoreó la nueva victoria del campeón Pololo Fome. Unos pocos lamentaron la muerte del perdedor, al que no tardaron en sacar de la arena de combate. El guerrero Fome, confiado de su poder, exigió que apareciera el siguiente contrincante.

  De pronto una grieta se dibujó en el aire, en el centro del lugar. Fome se alejó instintivamente, pero sonrió cuando dedujo lo que ocurría. Lo que estaba ocurriendo era algo totalmente lógico y esperable, después de todo.

  La grieta se expandió un par de metros, y de ella salió un chico rubio y nalgueable. Montaba un aion, que a su vez montaba un upelero que andaba en reversa. En su mano derecha sostenía una enorme espada, un pelo de la barba del gran Bebé Barbudo atada en la empuñadura; era el arma con la que podía cortar el espacio-tiempo, conocida por muchos como la «Weabacán», una palabra de un antiguo idioma élfico.

  El rubio se bajó de su doble montura dando una innecesaria voltereta hacia atrás. Luego se acercó al guerrero Fome y aceptó el desafío. Tras un breve intercambio de palabras irrelevantes para la trama, inició el combate.

  Sin embargo, aquello realmente no fue un combate. Fome poco pudo hacer contra el rubio, al que ni siquiera pudo asestar un golpe. El rubio, decepcionado por lo aburrido que era la pelea, decidió ganar de inmediato. Usó su mejor técnica. La Weabacán, que era una fusión de varias espadas, se dividió. Las espadas resultantes rodearon al Fome, levitando a su alrededor. El rubio, que empezó a desprender un aura azul de su cuerpo, salió disparado hacia una espada y al instante asestó un tajo con ella. Sin perder ni un segundo, repitió el ataque con otra arma, y luego con otra y otra hasta haberlas empuñado a todas, finalizando el combate dando una doble voltereta para golpear con la pelvis de una forma rebuscada pero vistosa.


  Cuando Pololo Fome cayó derrotado, el rubio soltó un largo suspiro. De pronto escuchó los pasos de alguien acercándose deprisa. Se volteó hacia este y, al verlo, sonrió de la emoción.

  –¿Qué veo? ¿Un rival? –se preguntó, aunque ya sabía la respuesta.

  El hombre entró en la arena de combate, se desnudó y gritó: «¡Es el fin del mundo!».

  –Por fin, un digno oponente –reconoció el rubio. No tenía pruebas, pero tampoco dudas–. Nuestra batalla ¡será legendaria! –proclamó con un puño alzado.


 Toda la imagen desapareció abruptamente, reemplazado por un azul sólido. En el interior de la esfera empezó a aparecer una serie de runas blancas informando de un error fatal.

 –Ay, no, no, no, no –dijo una nerviosa Agatha. Tomó la esfera para inspeccionarla, cada vez más horrorizada.

 –¿Y si pruebas reiniciando su magia? –sugerí, pero no me escuchó–. Vale, entonces… creo que volveré dentro un rato –le informé antes de marcharme y reflexionar sobre la última visión. «No es lo que esperaba, pero estoy satisfecho», pensé.


(☞°∀°)☞ OFFROL ☜(°∀°☜)

Una historia para Zelas, con plagio, memes y movimientos de lucha libre como debe ser =)
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Mensaje  Anders Vie Ene 01 2021, 01:26

De un cuerpo anciano, un corazón roto, y una mente cansada

- Abuelo, es hora de una historia - insistió el pequeño Jim, jugueteando con unas tenazas.

Johannes suspiró. No llevaba toda su vida trabajando metal pero si llevaba un par de décadas, y en ellas había aprendido que hasta el metal más terco cede con los suficientes martillazos y el suficiente calor. Jim no. Ni él ni otros niños parecían hacerlo.

- ¡Qué! - dijo el niño antes de que el anciano pudiese decir algo. - ¡Mira! ¡Mira mira mira! - apuntó al cielo, correteando fuera del techo de la herrería para poder señalarlo. - ¡El sol se está poniendo! ¡No puedes quejarte! ¡Ayer no me contaste una ya! ¡No tienes pala

- Sí, sí. Ya te oí. No dije que no.

Jim sonrió victorioso y bajó la mano. Johannes dejó el martillo y las tenazas a un lado y se pasó dedos arrugados por una cara todavía más arrugada. Apagó la fragua y se puso de pie.

- Ven, entremos a la casa - dijo, y se empezó a mover para instar al niño a que hiciera lo mismo. - Veamos… de que te voy a contar… oh, debería continuar la de

- Noooooo - chilló. - No pienses que me creo nada de eso. Un hombre-bestia haciendo magia sin tótems… seguro - volteó los ojos. - ¡Ya estoy grande! Quiero historias reales, no cuentos de hadas.

- Las hadas son reales, pequeño.

- ¿Y? Las personas igual y no por eso lo que cuenten es real - refutó. – No vas a convencerme. Lalalala – empezó en cuánto vio un atisbo de movimiento en la boca de su abuelo. - ¡Lala—

Johannes le tapó la boca con una mano a Jim, y con la otra lo empujó dentro de la casa por la cabeza. El niño le lamió la mano y el anciano la retiró con una expresión algo asqueada. Jim corrió libre hacia una silla, antes de acordarse de que era la de su abuelo y hacerse a un lado para no ocuparla totalmente.

- Ok. No quieres “cuentos de hadas”, e insistes que las del quemaelfos son mentira - Jim asintió sin pizca de vergüenza o duda. Johannes solo negó con la cabeza y suspiró, eran las historias que parecían más falsas las más reales.

Echó la cabeza hacia atrás, pensando en mentir sobre una historia que sonase suficientemente real como para que el niño pensase que lo era, antes de notar la puerta abierta. Apretó los ojos unos segundos maldiciéndose mentalmente y luego maldiciendo a los años, y se levantó a cerrarla.

Afuera había una buena historia.

- Muy bien, ¿qué te parece oír de... él? - dijo, viendo por la ventana frente a la silla.

- ¿Quién? - preguntó, intercambiando la mirada entre su abuelo y la ventana. No había nadie allí afuera, solo la estatua de… - Oh, ooh. ¿Él? - apuntó. - No es algo así como un... ¿héroe rey?

- Más o menos.

- ¿Pero es real?

- Tan real como pueden venir, chico. Lo conocí. Es quién me enseñó un par de cosas sobre trabajar metal. Más importante que todo eso: es la razón por la que no me molesté ni en recoger las herramientas y las dejé ahí afuera solas donde podrían robárselas, pero nadie lo hace. Porque ésta es su ciudad, y porque sigue vivo.

El niño tenía las manos en la cara. El tipo de expresión que ponen cuando les ofrecen su postre favorito relleno de su segundo postre favorito. Abrió los ojos como forma de decirle que continuara.


__________________


Lo conocí hace años. Veinte, creo. Trabajaba como guardia de Lunargenta y estábamos en guerra cuando ese sujeto rondaba la tierra. Espero que ya no. Hablo del hombre muerto.

Como quieres historias reales… no puedo decirte maravillas de mí, solo fui un soldado más de otro escuadrón sin nombre en una carga suicida contra una dragona de tierra que podía ver el futuro. Un oponente invencible. Creo que se llamaba... Valeska.

No teníamos caballería ni máquinas de asedio ni nada. Estábamos avanzando contra un fuerte, que no me voy a cansar de decirlo, contra un oponente que podía ver el jodido futuro. No tenía de otra sino seguir órdenes, y ya sabía que iba a morir pero igual me parecía molesto... ¿sabes? No poder pretender que quizás teníamos la esperanza de salir de esa.

Yo lo conocí un poco antes de entrar a la fragua. Para que te mentalices de una vez, es un hombre súper raro. Creí que se trataba de un herrero cualquiera que estaba ahí para ayudar portando armas y eso, digo, había abierto su puesto en medio de nuestro campamento militar, y creo que eso es lo más normal que voy a decirte de él.

Me tocaba avanzar, pero la curiosidad me pudo y me acerqué a ver que tenia. Todo era mejor que la mierda con la que nos habían mandado así que eh, le pedí un arma. Si soy honesto señalé al azar porque podría haberme dado un cuchillo y sería un poco lo mismo. Estaba planeando en... no intentarlo. Solo avanzar y morirme, pero decir que hice el intento. Si me acobardaba, al menos tendría un arma de buen material… buen valor, podía huir y venderla. Eso esperaba, más o menos.

No me dio el arma. Primero intentó cobrarme y... no sé si era el estrés, si soy sincero fue un movimiento muy perro suyo cobrar en ese momento. Tuvimos un choque y ante sus burlas pues pensé "que se joda. Me voy a morir, pero también este anciano", así que dejé allí el arma y fui.

La campana sonó, nos organizamos, caminamos dentro del infierno...

No teníamos ni dos minutos allí y estábamos perdiendo, por supuesto, pero ese mismo anciano grosero llegó de la nada. No recuerdo si el cielo estaba oscuro o no, pero si lo estaba, tuvo que abrirse e iluminarlo cuando llegó. Era como… no sé. ¿Odin? ¿Uno de sus guerreros elegidos? ¿Thor en tierra?

Sí, como todas esas cosas. Blandía una espada más grande que tú y negra como la noche con solo una, con más velocidad y precisión de lo que alguien podría desear usar una espada corta. Enemigo tras enemigo cayendo abajo cortado. Dejando corazas y yelmos con la marca de su puño entre los cadáveres. Todo eran brazos o cuerpos volando, y sangre, más de ella de la que debería saber un niño.

Heh. Me dio un poco de esperanza verlo, aunque estaba peleando con... ¿calma? Casi como si fuese un juego; un dios entre hombres. Un montón de muñecos de cera contra la torre de acero que es.

Esa ilusión se desvaneció rápido cuando vi un mazo del tamaño de su cabeza pegarle en el pecho. No sé que estaba vistiendo... pero su coraza no cedió. No significa que el golpe no sea doloroso, los huesos son mucho más frágiles que el metal.

No sé bien si lo dije o lo pensé, pero fue algo como "bueno, mierda, fue lindo mientras duró".

Excepto que no había acabado. No... cayó al suelo. Esa misma maza había matado a siete de nosotros y me había quebrado a mí un brazo con rozarme. Hizo... un juego de él. Esquivó ágil como un gato montés, aunque llevaba la armadura más grande y gruesa que he visto hasta el día. Hubo una imagen borrosa negra cuando movió la mano de su espada, y la cabeza del desgraciado ya no estaba pegada a su cuerpo.

Como para dejarme claro que el campo de batalla se había vuelto un lugar donde no deberían estar meros campesinos como yo llovieron gemas. Rubíes y esmeraldas y otras cosas. Acabó con decenas más de nosotros, entre los muertos nuestro capitán, pero él seguía vivo.

No tengo nada contra Richard... que en paz descanse, pero éste tipo hizo mejor trabajo de líder en unos segundos. Empezó a dar ordenes y formular defensas tan rápido que de a momentos no sabía si estaba viendo a un general o a viejo jugando un juego de estrategia en una taberna.

Había pánico en nuestras líneas con ese último ataque de la dragón, pero creo que el resto también sintió ese fervor instantáneamente. Nadie cuestionó nada y solo empezaron a hacer lo que nos decía ese, en aquel entonces, extraño.

Me estaba muriendo del dolor por mi brazo y estaba vivo más por un compañero arrastrándome y ese hombre que por mí mismo, la verdad. Pero me reí. Me reí cuando gritó a todos los vientos hacia Valeska, incluso cuando veía como su aliento acababa con el grupo que había reunido hace unos instantes.

Resulta que no puedes ver a un señor gritarle a una dragona que ve el futuro y se está cargando a tus hombres por las decenas, y no pensar “¿qué va a hacer? ¿Pegarle? ¿Ganar?” y luego… preocuparte de que, quizás, pueda hacerlo.

Dejé de reírme totalmente cuando lo hizo. Invocó... sombras, que lucían como la espada que usaba, y las lanzó a la dragona. No le dio, pero con el asalto continuado y como las cosas estaban luciendo en tierra, abandonó el cielo. Nos propuso… rendirnos, y vivir.

Iba a aceptar. No lo pensé dos veces, era el mejor maldito trato en la vida. Yo estaba ahí pensando si iba a cagarme o no en los pantalones y el hombre tuvo la audacia de responderle con sarcasmo a la mujer. Fue... no sé, fue increíble. Fue... como ver a tu hermano menor responderle mal a tu madre, mientras sostiene la chancla. ¿Sabes eso cuando tu madre te llama por tu nombre completo?

Este hombre le hizo eso a Valeska.

No pude ver que sucedió después… un hábil arquero que no era de nuestras líneas logró arrancar el cáliz del cuello de la dragona. Vi dos flechas explotar contra la cabeza de ese hombre... avanzó indetenible, y es que si no es uno de los Dioses en el cuerpo de un anciano es probablemente la personificación de un terremoto. No hay nada que puedas hacer contra él. No hay maneras de detenerlo.

Es un hecho. Lo sé porque ni siquiera la dragona de tierra más poderosa que he conocido pudo.

Es gracioso como de desagradecidos somos. De vuelta a la colina donde celebrábamos una victoria que no tomamos nosotros el hombre dejó el cáliz y se fue. Ese día... yo también me fui. Dejé a un lado el escudo de Lunargenta, yo y pueblerinos, e incluso gente del ejército de Valeska. Hay gente que sigue a otros por dinero. O porque son fuertes. Yo lo seguí esa vez porque me salvó la vida. No directamente, pero lo hizo.

Habiendo tenido ese encuentro contra él antes... estaba curioso sobre él. Quería saber porque. Porque un anciano amargado se había metido en nuestra pelea. Cómo la había ganado.

Es humano. ¿Cómo alguien de carne qué sangra y huesos qué se rompen no lo hace? ¿Cómo alguien traicionado siguió ayudando? ¿Cómo alguien tan harto todavía empuja adelante?

Lo averigüé. Tomó un tiempo, pero tuve la oportunidad de conocerlo en situaciones más tranquilas, y en momentos que me necesito a mí y a los demás. Es un hombre que estaba cansado del mundo, pero eso lo hacía todo más perplejo, porque seguía poniendo el cuerpo por el mundo.

No tuve todas las respuestas que quisiera, porque tampoco podía contarme todo sobre él. Tampoco me dio la respuesta a esa pregunta, pero ahora, años después, la conseguí por mí mismo.

La respuesta todos la conocemos en esta ciudad. En todos los años que tiene existiendo creo que no va a volver a nacer en Aerandir un mejor guerrero ese hombre. Por lo que he visto, es mejor una eternidad en el infierno que a luchar una hora contra él.

Pero no es por nada de eso, no, es mejor. Es algo que todos podemos alcanzar si nos esforzamos. Aprende esto de una vez, Jim. La respuesta es la razón por la que nadie ha intentado asediar ciudad aunque no tengamos muro.

Es porque aunque su cuerpo estuviese anciano, su mente cansada, y su corazón roto, siempre fue el mismo en el fondo. Un buen hombre en un mal mundo. Es una guerra para perder... pero si ves nuestra ciudad, creo que la ganó. Quiero que lo recuerdes si un día te cansas, sí te lastimas, si no puedes seguir, si tienes todo en contra.

Solo necesitas un alma como la suya. De un metal que no se dobla ante ninguna presión o calor. Un metal que no quiebra ante ningún golpe.

Ese hombre que ves en la estatua se llama Eltrant Tale, y ésta es su ciudad. No tiene un muro. No lo necesitamos, porque lo tenemos a él.

El Muro de Acero.
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Mensaje  Bio Vie Ene 01 2021, 14:34

Estaba seguro que lo tenía en mi mano- Pensé para mí mismo, pero no estaba, así que lo mejor que se me ocurrió fue volver sobre mis pasos, desde luego, es una expresión, no planeaba volver pisando los mismos lugares donde había pisado antes, el punto es que regresé al lugar donde la no-adivina hacía sus no-adivinaciones del futuro, Arygos se había adelantado porque para variar, tenía hambre así que no me quedó más opción que deambular en soledad.

Al llegar encontré a la mujer sentada en el piso agitando la esfera como si estuviera dañada, y claro, con la manera como la trataba no me extrañaría, me acerqué en silencio para que no notara mi presencia y al estar cerca dije con voz tétrica y misteriosa -Hola, ¿qué hace?- La mujer dio un salto y arrojó la bola al aire para luego tratar de alcanzarla en un acto tragicómico donde sus movimientos parecía el aleteo de una mariposa con epilepsia -¿Ahora qué quieres?- Preguntó aferrada a su esfera cuando al fin logró atraparla.

Ando buscando mi… ¿Se rompió tu bola?- Pregunté curioso sin terminar mi explicación -Mira, está mostrando algo- Le dije para alegrarla pero realmente no mostraba nada -Nah, es broma, está rota, se le nota, y la rima lo denota- La mujer me miró con una ceja levantada -No es gracioso- Dijo en tono serio -Claro que lo es, ríete, bueno, no lo es pero igual ríete- Dije añadiendo un poco de magia de voz para doblegar su voluntad y hacerla reír desmesuradamente -Ya, ya, suficiente, no exageremos que no fue tan bueno… Lo cierto es que yo cargaba antes un… Mira, ahora sí se ve algo- Dije emocionado pero esta vez no me hizo caso -No voy a caer de nuevo- Dijo con cara de asterisco mientras abrazaba la bola -No, en serio, mira, eso es… ¡Por las barbas del Nenuco! Así es como se acabará el mundo- La chica miró de prisa la esfera para ver lo que estaba mostrando -Eso es un juicio, nos matarán a todos de aburrimiento- Protesté sin dejar de ver lo que se mostraba.

Entonces…- Dijo un hombre con una prominente nariz larga y cejas unidas -¿Confiesa haber asesinado a la víctima, y a todos los otros 20 estudiantes que se encontraban en el barco bajo su responsabilidad?- Dijo peinando su barba que solo tenía 3 pelitos -Ya dije que no- Respondió la bruja -Pero fue la última en verlos, y antes de morir estaban vivos- La acusada lo pensó un instante antes de asentir con la cabeza, aquello era innegable -Claro- Respondió con naturalidad despertando un sonido de asombro en el público -¡Lo admite! Ella los mató mientras estaban vivos- Celebró el acusador.

La bruja estaba en problemas, pero era muy astuta con las palabras, así que finalmente decidió usar su mejor arma, sus palabras -Fue una trampa- Dijo calmada pero segura -Alguien lo hizo para inculparme- Continuó su calmado argumentos que no solo explicaba la situación, sino que además intentaba bajar la tensión del momento -Había un chico entre ellos, su nombre era Alastor…- Se detuvo un instante a tratar de recordar el nombre completo -Alastor Mentas Lestemo- Acotó el acusador meneando orgulloso su nariz -Sí, ese era- Dijo la bruja antes de continuar su exposición.

De momento todos parecían un poco más calmados y la escuchaban con atención -Le dije que cuidara a los chicos un instante mientras inspeccionaba las mercancías, y cuando volví, estaban todos muertos- El acusador la interrumpió de inmediato -Buen intento, niñita, pero te equivocaste de barco, Alastor murió hace años, en otro barco que también convertiste en un nido de muerte- Los ojos de la bruja se abrieron como platos -Eres una asesina, asesina y mentisosa, Valeria Reike- Dijo el hombre señalándola directamente -Te has convertido en lo que tanto odias, eres la traición, Valeria, la decepción- Apenas unos segundos bastaron para que todos los que estaban reunidos en el juicio se levantaran a señalarla.

¡No! ¡No es cierto, es una trampa!- Perdió la calma y alzó la voz -Alguien está detrás de todo esto, me tendieron una trampa- Intentó seguir explicando pero su voz la abandonaba lentamente, tan solo podía escuchar las acusaciones de todos los que la señalaban como traidora, asesina y mentirosa y fue entonces cuando vio un rostro particular observando inmóvil entre la multitud, con una media sonrisa de satisfacción, dijo algo que Reike no pudo escuchar, pero que claramente pudo leer en sus labios -Nunca escaparás de mí, marioneta ingenua.


¿Y ya salgo yo?- Dijo Arygos tomándonos por sorpresa y haciéndonos saltar del susto -No, Ary, no eras tú, de hecho, eso fue… raro- Le dije a Agatha en tono serio -Yo a esa chica la conozco, creo, la he visto en algún lado- Medité un instante haciendo memoria… en vano -Será una trampa, debería buscarla y advertirle que... Bueno ¿quién tiene hambre?- Dije mientras tomaba del brazo a la dragona para salir de ese lugar -Yo no, ya comí- Respondió mientras dejábamos atrás a la no-adivina del futuro -Espero que no te hayas comido a la mascota de ningún aldeano... ni a ningún aldeano.
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