La Tristeza Del Héroe [Solitario] [+18]
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La Tristeza Del Héroe [Solitario] [+18]
La noche había transcurrido tranquila en La Flor Inerte. Cohen había estado leyendo algunos libros antiguos, pero no había encontrado referencia alguna al Ojo Carmesí en ninguno de ellos, por lo que intuyó que, o bien aquella organización era relativamente reciente o había sabido ocultarse durante mucho tiempo.
Tras una breve pausa en la que salió a la calle para alimentarse del primer humano incauto que se puso a tiro, estuvo toda la noche en el interior del establecimiento comercial atendiendo a los clientes que se habían acercado hasta allí.
La mudanza del negocio de Zana, que ahora era suyo, al lado del jardín botánico había traído numerosas ventajas. Para empezar, la cercanía del jardín hacía que muchos curiosos se acercaran allí y conocieran el nuevo emplazamiento del negocio. Además, el local tenía una habitación en la planta inferior que el vampiro había acomodado como vivienda provisional.
Justo antes del amanecer, cuándo se disponía a cerrar el taller y ponerse al refugio del sol en el interior de aquella oscura habitación, alguien dio una serie de golpes en la puerta. El vampiro pensó que lo mejor era, a escasos momentos del alba, no atender a la llamada, pero cuándo Cohen escuchó la voz de Peter Lannet al otro lado de la puerta, no dudó en acudir a su llamada.
Al abrir la puerta, Cohen alzó la mirada para mirar el rostro del humano, unos quince centímetros más alto que él. Encontró su característica mirada melancólica con grandes ojeras bajo sus ojos azules. Parecía realmente cansado, mucho más que la noche anterior en la que había sido victima de un accidente en el interior de la Iglesia de Cristo de la ciudad.
―¿Te encuentras bien? ―le preguntó, pensando en la herida de su pierna a la que había ayudado a sanar con uno de sus elixires la noche anterior, antes de dirigir de nuevo su vista hacia el cielo―. Peter, está a punto de amanecer…
―Sólo dame algo con lo que pueda dormir y me iré.
La tristeza en sus palabras se hizo evidente. Pero, ¿qué era lo que había cambiado tanto a Lannet desde su marcha? La respuesta a esa pregunta le inquietaba demasiado.
―Tengo algo que te ayudará a descansar, aunque debo decirte que no te dejaré abusar de esta sustancia― dijo, mientras la buscaba en una de las estanterías, dándole la espalda al humano―. Es increíblemente adictiva y lo último que quiero es que te conviertas en una de esas personas extrañas enganchadas…
Al volver a girarse, Lannet sonreía levemente y Cohen se quedó observando aquella corta aunque sincera sonrisa.
―¿De qué te ríes, bribón?
―De que tú siempre me cuidas.
La brutal honestidad del humano hizo que Cohen se sintiera realmente incómodo. No estaba acostumbrado a que nadie le hablara en esos términos. Igualmente, Peter no debía estar tampoco habituado a expresarse de esa forma, porque al mirarle de nuevo, el vampiro observó cómo su rostro enrojecía levemente, quizás avergonzado con sus palabras.
―Peter… debo refugiarme ya en el piso de abajo.
―Yo ya me iba…
―Quédate. Aún tengo que prepararte parte del elixir.
Aquella afirmación era una completa mentira, pero Cohen no iba a dejar que el humano se marchara tan fácilmente. Quizás podría sacarle algo de información sobre el motivo por el que se sentía tan decaído.
―Bajemos. Jamás me había retrasado tanto…
Cohen abrió la puerta con sigilo y tras asegurarse de que no corría peligro saliendo al exterior, animó al humano a seguirle.
―Vamos, deprisa. O no quedará nadie quién te cuide…
Las palabras salieron de forma espontánea, pero el vampiro vislumbró cierta tristeza inmediata como efecto a las mismas. El humano salió y tras cerrar la puerta, el vampiro bajó las escaleras de piedra y le condujo hasta la entrada lateral de la planta inferior, que pasaba desapercibida para todas las personas que, durante la jornada diurna, accedían al parque.
La casa era una simple habitación. Al entrar, a la izquierda, se encontraba una cómoda cama, junto a una mesa de escriba y una estantería con algunos tomos sobre botánica que había conseguido de la casa de los Rappaccini. Frente a la puerta, una pequeña mesa con algunos frascos alquímicos y una calavera que había conseguido en las catacumbas de Lunargenta durante una de sus visitas. A la derecha, tras un separador, se encontraba la zona de aseo, dónde tomaba sus largos baños en cálida agua con pétalos de violeta que hacía que su piel se quedara suave y oliese perfectamente. La estancia estaba iluminada por una serie de candiles que colgaban de apliques incrustados en las paredes.
―Bienvenido a mi casa provisional. Puede ser algo claustrofóbica para ti, pero entenderás la ausencia de ventanas…
Se colocó frente a la mesa dónde tenía algunos de sus elixires y comenzó a simular que tenía que terminar aquella poción, mientras el soldado caminaba por la habitación, observándolo todo con detalle.
―¿Por qué crees que te cuesta dormir?― preguntó, mientras miraba a Peter, que le daba la espalda, notando cómo el cuerpo del soldado se tensaba por completo.
Tras una breve pausa en la que salió a la calle para alimentarse del primer humano incauto que se puso a tiro, estuvo toda la noche en el interior del establecimiento comercial atendiendo a los clientes que se habían acercado hasta allí.
La mudanza del negocio de Zana, que ahora era suyo, al lado del jardín botánico había traído numerosas ventajas. Para empezar, la cercanía del jardín hacía que muchos curiosos se acercaran allí y conocieran el nuevo emplazamiento del negocio. Además, el local tenía una habitación en la planta inferior que el vampiro había acomodado como vivienda provisional.
Justo antes del amanecer, cuándo se disponía a cerrar el taller y ponerse al refugio del sol en el interior de aquella oscura habitación, alguien dio una serie de golpes en la puerta. El vampiro pensó que lo mejor era, a escasos momentos del alba, no atender a la llamada, pero cuándo Cohen escuchó la voz de Peter Lannet al otro lado de la puerta, no dudó en acudir a su llamada.
Al abrir la puerta, Cohen alzó la mirada para mirar el rostro del humano, unos quince centímetros más alto que él. Encontró su característica mirada melancólica con grandes ojeras bajo sus ojos azules. Parecía realmente cansado, mucho más que la noche anterior en la que había sido victima de un accidente en el interior de la Iglesia de Cristo de la ciudad.
―¿Te encuentras bien? ―le preguntó, pensando en la herida de su pierna a la que había ayudado a sanar con uno de sus elixires la noche anterior, antes de dirigir de nuevo su vista hacia el cielo―. Peter, está a punto de amanecer…
―Sólo dame algo con lo que pueda dormir y me iré.
La tristeza en sus palabras se hizo evidente. Pero, ¿qué era lo que había cambiado tanto a Lannet desde su marcha? La respuesta a esa pregunta le inquietaba demasiado.
―Tengo algo que te ayudará a descansar, aunque debo decirte que no te dejaré abusar de esta sustancia― dijo, mientras la buscaba en una de las estanterías, dándole la espalda al humano―. Es increíblemente adictiva y lo último que quiero es que te conviertas en una de esas personas extrañas enganchadas…
Al volver a girarse, Lannet sonreía levemente y Cohen se quedó observando aquella corta aunque sincera sonrisa.
―¿De qué te ríes, bribón?
―De que tú siempre me cuidas.
La brutal honestidad del humano hizo que Cohen se sintiera realmente incómodo. No estaba acostumbrado a que nadie le hablara en esos términos. Igualmente, Peter no debía estar tampoco habituado a expresarse de esa forma, porque al mirarle de nuevo, el vampiro observó cómo su rostro enrojecía levemente, quizás avergonzado con sus palabras.
―Peter… debo refugiarme ya en el piso de abajo.
―Yo ya me iba…
―Quédate. Aún tengo que prepararte parte del elixir.
Aquella afirmación era una completa mentira, pero Cohen no iba a dejar que el humano se marchara tan fácilmente. Quizás podría sacarle algo de información sobre el motivo por el que se sentía tan decaído.
―Bajemos. Jamás me había retrasado tanto…
Cohen abrió la puerta con sigilo y tras asegurarse de que no corría peligro saliendo al exterior, animó al humano a seguirle.
―Vamos, deprisa. O no quedará nadie quién te cuide…
Las palabras salieron de forma espontánea, pero el vampiro vislumbró cierta tristeza inmediata como efecto a las mismas. El humano salió y tras cerrar la puerta, el vampiro bajó las escaleras de piedra y le condujo hasta la entrada lateral de la planta inferior, que pasaba desapercibida para todas las personas que, durante la jornada diurna, accedían al parque.
La casa era una simple habitación. Al entrar, a la izquierda, se encontraba una cómoda cama, junto a una mesa de escriba y una estantería con algunos tomos sobre botánica que había conseguido de la casa de los Rappaccini. Frente a la puerta, una pequeña mesa con algunos frascos alquímicos y una calavera que había conseguido en las catacumbas de Lunargenta durante una de sus visitas. A la derecha, tras un separador, se encontraba la zona de aseo, dónde tomaba sus largos baños en cálida agua con pétalos de violeta que hacía que su piel se quedara suave y oliese perfectamente. La estancia estaba iluminada por una serie de candiles que colgaban de apliques incrustados en las paredes.
―Bienvenido a mi casa provisional. Puede ser algo claustrofóbica para ti, pero entenderás la ausencia de ventanas…
Se colocó frente a la mesa dónde tenía algunos de sus elixires y comenzó a simular que tenía que terminar aquella poción, mientras el soldado caminaba por la habitación, observándolo todo con detalle.
―¿Por qué crees que te cuesta dormir?― preguntó, mientras miraba a Peter, que le daba la espalda, notando cómo el cuerpo del soldado se tensaba por completo.
Cohen
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Re: La Tristeza Del Héroe [Solitario] [+18]
El resoplido de Lannet me dejó paralizado por unos segundos. Cohen alzó las cejas contemplándolo, sabiendo que buscaba una excusa, una falsa respuesta, para no responder.
Entendía que Peter fuese introvertido. Él también lo era. Pero el de Lunargenta era completamente hermético. Cómo si quisiera que una armadura de hierro le ocultase, para impedir a otros que llegaran hasta él.
―Seguramente no te hayas acostumbrado a la vida nocturna ―dijo Cohen, inventando una excusa que ambos sabían que no era cierta― A la gran mayoría de los vampiros les pasa tras la conversión. A mí no me pasó, cómo no recuerdo apenas nada de mi vida anterior…
―¿No recuerdas nada?
―No ―dijo Cohen, poniéndose de pie para caminar en dirección a la cama―. Zana se divirtió mucho conmigo antes de convertirme. Hizo con mi mente todo lo que quiso… No supe mi nombre hasta hace poco, en una visita a Roilkat…
―¿Cómo te llamas?
―Nikolas.
Peter rió al escuchar aquel nombre, mostrando una breve sonrisa por segunda vez aquella mañana, formando unos hermosos hoyuelos en su cara normalmente seria.
―No va demasiado contigo.
El vampiro se tendió sobre la cama, descalzándose y tendiéndose sobre las blancas sábanas de la misma. Estirazó su cuerpo durante unos segundos y se acomodó.
Al volver a mirar al humano, le contempló observándole, retirando la mirada rápidamente.
―Aún tardará un rato. Siéntate…
Cohen dio un par de palmadas sobre la cama. Peter analizó la situación y se sentó en ella, en el otro extremo, justo a los pies del vampiro, mirándole de frente. Se le veía claramente incómodo.
―¡Estás muy raro, Peter Lannet! ¿Podemos hablar ya sin tapujos o tenemos que continuar fingiendo que todo va bien?
La mirada melancólica del hombre volvió a esquivar sus ojos. El vampiro le dio tiempo, permaneciendo en silencio, mirando la habitación y las sombras que formaban las luces de las velas en la habitación.
―No duermo demasiado bien desde la detención de Hunnam…
Cohen volvió a dirigir la mirada al hombre, que comenzó a hablar, mientras se giraba. Ahora podría contemplarle de perfil.
―Ya…
―Fue bastante duro para mí que uno de mis hombres estuviese detrás de aquellos horribles crímenes. Lo tuve delante de mí, durante tantas semanas… y no pude imaginarlo siquiera. Pensé que era un vampiro, ¿sabes? El asesino sería un vampiro…
―¿Cómo no?
Peter rió de nuevo levemente, aunque esta vez desvió su cara para dirigirle una corta mirada de complicidad.
―¿Y si yo…? ¿Y si hubiese sido capaz de verlo? Cuántas personas hubiesen salvado su vida si me hubiera dado cuenta…
―No creo que eso sea tan fácil… Al fin y al cabo, ese hombre, era… un psicópata. Sabía cómo ocultar esa parte de sí. ¿Tenía familia en Sacrestic?
―Una esposa y un par de hijas.
Cohen arqueó las cejas en señal de asombro. Imaginó el shock que debería haber sido para aquella mujer saber que el padre de sus hijas era el asesino sanguinario de Sacrestic Ville.
―Cuándo me voy a dormir, pienso que pude haber hecho más. Que quizás pude salvar más vidas.
―Salvas vidas a diario, Lannet. No puedes culparte de esta forma… No se puede salvar a todo el mundo.
―De ti me espero ese pensamiento, pero yo no he sido instruido para eso…
Cohen aceptó el golpe bajo del humano, sabiendo que no había sido consciente de sus palabras. Aunque en cierto sentido, podrían ser verdad… Si algo sabía de Peter es que jamás diría nada para molestar a nadie de forma consciente. Era el modelo a seguir en lo relativo a la responsabilidad, la seriedad y la amabilidad.
― Me recuerdas al protagonista de una historia corta que lei. Se llamaba la Tristeza del Héroe. ¿Puedes mantenerme la mirada mientras te la cuento?
Peter expiró todo el aire que quedaba en sus pulmones y tímidamente, giró de nuevo su cuerpo para quedar cara a cara ante el vampiro. Cohen pudo ver de nuevo la larga cicatriz de su mejilla izquierda y sus ojos azules clavados en los suyos. El vampiro sonrió, le hizo un pequeño guiño y comenzó a relatar su historia.
Entendía que Peter fuese introvertido. Él también lo era. Pero el de Lunargenta era completamente hermético. Cómo si quisiera que una armadura de hierro le ocultase, para impedir a otros que llegaran hasta él.
―Seguramente no te hayas acostumbrado a la vida nocturna ―dijo Cohen, inventando una excusa que ambos sabían que no era cierta― A la gran mayoría de los vampiros les pasa tras la conversión. A mí no me pasó, cómo no recuerdo apenas nada de mi vida anterior…
―¿No recuerdas nada?
―No ―dijo Cohen, poniéndose de pie para caminar en dirección a la cama―. Zana se divirtió mucho conmigo antes de convertirme. Hizo con mi mente todo lo que quiso… No supe mi nombre hasta hace poco, en una visita a Roilkat…
―¿Cómo te llamas?
―Nikolas.
Peter rió al escuchar aquel nombre, mostrando una breve sonrisa por segunda vez aquella mañana, formando unos hermosos hoyuelos en su cara normalmente seria.
―No va demasiado contigo.
El vampiro se tendió sobre la cama, descalzándose y tendiéndose sobre las blancas sábanas de la misma. Estirazó su cuerpo durante unos segundos y se acomodó.
Al volver a mirar al humano, le contempló observándole, retirando la mirada rápidamente.
―Aún tardará un rato. Siéntate…
Cohen dio un par de palmadas sobre la cama. Peter analizó la situación y se sentó en ella, en el otro extremo, justo a los pies del vampiro, mirándole de frente. Se le veía claramente incómodo.
―¡Estás muy raro, Peter Lannet! ¿Podemos hablar ya sin tapujos o tenemos que continuar fingiendo que todo va bien?
La mirada melancólica del hombre volvió a esquivar sus ojos. El vampiro le dio tiempo, permaneciendo en silencio, mirando la habitación y las sombras que formaban las luces de las velas en la habitación.
―No duermo demasiado bien desde la detención de Hunnam…
Cohen volvió a dirigir la mirada al hombre, que comenzó a hablar, mientras se giraba. Ahora podría contemplarle de perfil.
―Ya…
―Fue bastante duro para mí que uno de mis hombres estuviese detrás de aquellos horribles crímenes. Lo tuve delante de mí, durante tantas semanas… y no pude imaginarlo siquiera. Pensé que era un vampiro, ¿sabes? El asesino sería un vampiro…
―¿Cómo no?
Peter rió de nuevo levemente, aunque esta vez desvió su cara para dirigirle una corta mirada de complicidad.
―¿Y si yo…? ¿Y si hubiese sido capaz de verlo? Cuántas personas hubiesen salvado su vida si me hubiera dado cuenta…
―No creo que eso sea tan fácil… Al fin y al cabo, ese hombre, era… un psicópata. Sabía cómo ocultar esa parte de sí. ¿Tenía familia en Sacrestic?
―Una esposa y un par de hijas.
Cohen arqueó las cejas en señal de asombro. Imaginó el shock que debería haber sido para aquella mujer saber que el padre de sus hijas era el asesino sanguinario de Sacrestic Ville.
―Cuándo me voy a dormir, pienso que pude haber hecho más. Que quizás pude salvar más vidas.
―Salvas vidas a diario, Lannet. No puedes culparte de esta forma… No se puede salvar a todo el mundo.
―De ti me espero ese pensamiento, pero yo no he sido instruido para eso…
Cohen aceptó el golpe bajo del humano, sabiendo que no había sido consciente de sus palabras. Aunque en cierto sentido, podrían ser verdad… Si algo sabía de Peter es que jamás diría nada para molestar a nadie de forma consciente. Era el modelo a seguir en lo relativo a la responsabilidad, la seriedad y la amabilidad.
― Me recuerdas al protagonista de una historia corta que lei. Se llamaba la Tristeza del Héroe. ¿Puedes mantenerme la mirada mientras te la cuento?
Peter expiró todo el aire que quedaba en sus pulmones y tímidamente, giró de nuevo su cuerpo para quedar cara a cara ante el vampiro. Cohen pudo ver de nuevo la larga cicatriz de su mejilla izquierda y sus ojos azules clavados en los suyos. El vampiro sonrió, le hizo un pequeño guiño y comenzó a relatar su historia.
Cohen
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Re: La Tristeza Del Héroe [Solitario] [+18]
―Verá, el protagonista de la historia era un soldado humano, cuyo nombre no recuerdo… Sí, soy un mal narrador. El caso es que estaba visitando la pequeña aldea dónde nació, a la parte de su familia que aún vivía allí, a los adultos que habían jugado con él cuándo eran niños… La visita estaba siendo feliz, agradable, perfecta… hasta que llegaron ellos.
―¿Los vampiros? ―preguntó Lannet, bromeando, con una amplia sonrisa.
―¡Elfos! Al parecer, el poblado humano limitaba con tierras élficas. Ya sabes, todas esas historias de elfos lunáticos… El caso es que, al parecer, un grupo de humanos se había adentrado en el bosque, habían cazado y talado algunos árboles. El soldado dio un par de pasos hacia adelante: les explicó de que era invierno, que los alimentos escaseaban y que la madera era necesaria para hacer fuego. Los elfos parecieron convencidos por aquellas explicaciones, pues inclinaron su cabeza y se marcharon.
―¿Ya está?
― Que va. Volvieron de madrugada, cuándo la aldea dormía. Atacaron a los lugareños, dándoles caza cómo ellos habían cazado a los animales; e incendiaron sus hogares cómo los aldeanos pusieron a incendiar la madera que habían recolectado.
Peter asintió, escuchando atentamente el relato, aunque su mirada, una vez más, parecía perdida.
―El soldado humano vio como un par de elfos se llevaban a un niño hacia el interior del bosque. Lo arrastraban por el pelo, tirando de él. El niño no paraba de gritar. El soldado corrió, intentándose abrir paso entre casas llameantes, guerreros y elfos luchando… se adentró en el bosque a solas, buscando rescatar al niño. Les siguió la pista. Uno de elfos detectó su presencia tras ellos y le esperó escondido. La lucha entre ambos fue corta: el soldado mató al elfo en apenas unos minutos, de forma rápida, casi indolora… incluso con honor. Después de que hubiera arrasado la aldea dónde había crecido, se comportó cómo todo un caballero… Pero no fue lo suficientemente rápido para alcanzar al elfo que portaba al niño y rescatarle antes de que éste muriese.
―Ya…
―Lo encontró tirado en el suelo, ensangrentado, atravesado por varias flechas que habían logrado matarlo cómo si fuese un animal. El soldado volvió al pueblo solo, llegando al alba. El tiempo suficiente para ver el pueblo entre llamas mientras salía el sol.
El silencio se apoderó de la habitación durante unos segundos. Cohen movió la pierna y con su pie derecho, tocó la rodilla derecha de Lannet, en el otro extremo de la cama, haciendo que sus miradas volvieran a encontrarse.
―El soldado volvió a Lunargenta devastado. Triste. Continuó su labor ejemplar en el ejército, pero la imagen del niño le atormentaba cada día. Su rendimiento se vio afectado poco a poco: se volvió débil, distraído, confuso… situaciones en las que podía haberse manejado de forma satisfactoria resultaron ser de una gran gravedad para él. Su mente estaba en otra parte… ―hizo una pausa de unos segundos para añadir las siguientes palabras― Tampoco podía dormir.
Lannet se mordió el labio inferior, mientras un par de lágrimas caían por sus ojos. Llevó sus grandes manos a su rostro y se las secó, arrastrándolas con los dedos.
―Pronto, sus superiores se dieron cuenta de que su rendimiento no era el mismo, que ya no estaba cualificado para su puesto… decidieron destituirle. Le requisaron su arma y dejó de ser un soldado de la Guardia. La tristeza no le abandonó y continuó pensando en la vida del niño que pudo haber salvado. Lo que nunca llegó a comprender que dejándose arrastrar por su melancolía, por su extremo dolor, dejó de poder salvar muchas otras, de no valorar las muchas que ya había salvado.
Durante unos minutos se mantuvieron en silencio, cada cual en su lado respectivo de la cama. Cohen observaba al humano, que intentaba recomponerse de las emociones que sentía en su interior, luchando para no dejarlas salir.
―¿Entendiste lo que quise explicarte?
―Sí. ¿Sabes cómo acababa la historia?
Cohen sonrió pícaro mientras negaba con la cabeza. Lannet se quedó mirándole, analizándole unos segundos en silencio.
―¿Acabas de inventártela?
―Tal cual.
Peter rio, dando un leve manotazo al pie de Cohen, dejando su mano posada sobre el tobillo del vampiro. Durante unos segundos, los dedos del soldado humano acariciaron el redondo hueso de su pie, haciendo círculos con las yemas de sus dedos, rodeándolo suavemente. El contacto se hacía más intimo y el vampiro contenía la respiración, sintiendo cómo su deseo hacia el hombre aumentaba.
―¿Los vampiros? ―preguntó Lannet, bromeando, con una amplia sonrisa.
―¡Elfos! Al parecer, el poblado humano limitaba con tierras élficas. Ya sabes, todas esas historias de elfos lunáticos… El caso es que, al parecer, un grupo de humanos se había adentrado en el bosque, habían cazado y talado algunos árboles. El soldado dio un par de pasos hacia adelante: les explicó de que era invierno, que los alimentos escaseaban y que la madera era necesaria para hacer fuego. Los elfos parecieron convencidos por aquellas explicaciones, pues inclinaron su cabeza y se marcharon.
―¿Ya está?
― Que va. Volvieron de madrugada, cuándo la aldea dormía. Atacaron a los lugareños, dándoles caza cómo ellos habían cazado a los animales; e incendiaron sus hogares cómo los aldeanos pusieron a incendiar la madera que habían recolectado.
Peter asintió, escuchando atentamente el relato, aunque su mirada, una vez más, parecía perdida.
―El soldado humano vio como un par de elfos se llevaban a un niño hacia el interior del bosque. Lo arrastraban por el pelo, tirando de él. El niño no paraba de gritar. El soldado corrió, intentándose abrir paso entre casas llameantes, guerreros y elfos luchando… se adentró en el bosque a solas, buscando rescatar al niño. Les siguió la pista. Uno de elfos detectó su presencia tras ellos y le esperó escondido. La lucha entre ambos fue corta: el soldado mató al elfo en apenas unos minutos, de forma rápida, casi indolora… incluso con honor. Después de que hubiera arrasado la aldea dónde había crecido, se comportó cómo todo un caballero… Pero no fue lo suficientemente rápido para alcanzar al elfo que portaba al niño y rescatarle antes de que éste muriese.
―Ya…
―Lo encontró tirado en el suelo, ensangrentado, atravesado por varias flechas que habían logrado matarlo cómo si fuese un animal. El soldado volvió al pueblo solo, llegando al alba. El tiempo suficiente para ver el pueblo entre llamas mientras salía el sol.
El silencio se apoderó de la habitación durante unos segundos. Cohen movió la pierna y con su pie derecho, tocó la rodilla derecha de Lannet, en el otro extremo de la cama, haciendo que sus miradas volvieran a encontrarse.
―El soldado volvió a Lunargenta devastado. Triste. Continuó su labor ejemplar en el ejército, pero la imagen del niño le atormentaba cada día. Su rendimiento se vio afectado poco a poco: se volvió débil, distraído, confuso… situaciones en las que podía haberse manejado de forma satisfactoria resultaron ser de una gran gravedad para él. Su mente estaba en otra parte… ―hizo una pausa de unos segundos para añadir las siguientes palabras― Tampoco podía dormir.
Lannet se mordió el labio inferior, mientras un par de lágrimas caían por sus ojos. Llevó sus grandes manos a su rostro y se las secó, arrastrándolas con los dedos.
―Pronto, sus superiores se dieron cuenta de que su rendimiento no era el mismo, que ya no estaba cualificado para su puesto… decidieron destituirle. Le requisaron su arma y dejó de ser un soldado de la Guardia. La tristeza no le abandonó y continuó pensando en la vida del niño que pudo haber salvado. Lo que nunca llegó a comprender que dejándose arrastrar por su melancolía, por su extremo dolor, dejó de poder salvar muchas otras, de no valorar las muchas que ya había salvado.
Durante unos minutos se mantuvieron en silencio, cada cual en su lado respectivo de la cama. Cohen observaba al humano, que intentaba recomponerse de las emociones que sentía en su interior, luchando para no dejarlas salir.
―¿Entendiste lo que quise explicarte?
―Sí. ¿Sabes cómo acababa la historia?
Cohen sonrió pícaro mientras negaba con la cabeza. Lannet se quedó mirándole, analizándole unos segundos en silencio.
―¿Acabas de inventártela?
―Tal cual.
Peter rio, dando un leve manotazo al pie de Cohen, dejando su mano posada sobre el tobillo del vampiro. Durante unos segundos, los dedos del soldado humano acariciaron el redondo hueso de su pie, haciendo círculos con las yemas de sus dedos, rodeándolo suavemente. El contacto se hacía más intimo y el vampiro contenía la respiración, sintiendo cómo su deseo hacia el hombre aumentaba.
Cohen
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Re: La Tristeza Del Héroe [Solitario] [+18]
Tras aquellas leves caricias, el soldado humano quedó paralizado al ser consciente del movimiento de sus dedos en el tobillo del vampiro. Retirando la mano rápidamente y tensándose, se puso de pie algo sobresaltado.
―Creo que debería irme.
Cohen alzó las cejas y se puso igualmente de pie. Caminó hacia la pequeña mesa de madera dónde había dejado el elixir de dulces sueños que permitiría al vampiro conciliar el sueño durante el resto de la jornada diurna.
―Toma tu elixir.
Se dejó de caer sobre el borde de la mesa, mientras mantenía el vial en su mano izquierda. A medida que el soldado se acercaba, Cohen movía su mano hacia atrás, haciendo que Peter tuviera que acercarse cada vez más a él.
Cuando la distancia entre ellos era ya demasiado corta, el humano clavó su mirada en los ojos del vampiro, que se la mantuvo desafiante mientras sonreía pícaramente.
Cohen observó cómo la mirada de Lannet bajaba hasta sus carnosos labios durante unos breves segundos, dejando claro el deseo que el humano también sentía por él.
El vampiro, raudo y decidido, llevó su mano hasta la prenda que cubría el torso del soldado y lo atrajo hacia sí con un fuerte impulso, dejando sus bocas a escasos centímetros.
Cohen sacó la lengua al exterior y con suavidad, llevó ésta hasta los labios de Lannet. Lamió el labio superior, pasando rápidamente al inferior, en el cual se detuvo durante más tiempo. Luego, lo aprisionó con sus propios labios, captando por primera vez el sabor de Lannet en los suyos.
El apasionado beso no tardó tiempo en llegar. Lannet llevó sus manos hacia la superficie de la mesa, dejando al vampiro atrapado entre sus musculosos brazos. Sus bocas se encontraban con deseo, mientras sus lenguas danzaban en el interior del ambas, queriendo invadir la del otro.
El vampiro llevó sus manos a la cintura del humano, desprotegiendo su piel de las ropas, dejando al descubierto el peludo torso musculado del guardia, incrementando su deseo.
Bajó su boca desde los labios de Peter hacia la barbilla y tras lamer el borde de la misma, continuó arrastrando su lengua hacia su cuello, notando el latido de su corazón y el bombeo de su sangre en él. Besó dulcemente éste, antes de continuar lamiendo hacia su torso, haciendo que sus labios se enredaran en su frondoso vello, presionando débilmente su pezón derecho con sus labios, mientras alzaba la vista para encontrar los ojos azules del humano.
Algo paralizado, Peter parecía debatirse entre el deseo y el deber. ¿Acaso los soldados humanos en Lunargenta tenían órdenes de no relacionarse íntimamente con vampiros y vampiresas?
―Nadie se enterará de esto jamás, Peter.
Continuó lamiendo su torso hacia el otro de sus pezones y poco a poco notó cómo las manos del humano comenzaban a viajar también por su cuerpo, notando cómo se posaban sobre sus nalgas.
―Creo que debería irme.
Cohen alzó las cejas y se puso igualmente de pie. Caminó hacia la pequeña mesa de madera dónde había dejado el elixir de dulces sueños que permitiría al vampiro conciliar el sueño durante el resto de la jornada diurna.
―Toma tu elixir.
Se dejó de caer sobre el borde de la mesa, mientras mantenía el vial en su mano izquierda. A medida que el soldado se acercaba, Cohen movía su mano hacia atrás, haciendo que Peter tuviera que acercarse cada vez más a él.
Cuando la distancia entre ellos era ya demasiado corta, el humano clavó su mirada en los ojos del vampiro, que se la mantuvo desafiante mientras sonreía pícaramente.
Cohen observó cómo la mirada de Lannet bajaba hasta sus carnosos labios durante unos breves segundos, dejando claro el deseo que el humano también sentía por él.
El vampiro, raudo y decidido, llevó su mano hasta la prenda que cubría el torso del soldado y lo atrajo hacia sí con un fuerte impulso, dejando sus bocas a escasos centímetros.
Cohen sacó la lengua al exterior y con suavidad, llevó ésta hasta los labios de Lannet. Lamió el labio superior, pasando rápidamente al inferior, en el cual se detuvo durante más tiempo. Luego, lo aprisionó con sus propios labios, captando por primera vez el sabor de Lannet en los suyos.
El apasionado beso no tardó tiempo en llegar. Lannet llevó sus manos hacia la superficie de la mesa, dejando al vampiro atrapado entre sus musculosos brazos. Sus bocas se encontraban con deseo, mientras sus lenguas danzaban en el interior del ambas, queriendo invadir la del otro.
El vampiro llevó sus manos a la cintura del humano, desprotegiendo su piel de las ropas, dejando al descubierto el peludo torso musculado del guardia, incrementando su deseo.
Bajó su boca desde los labios de Peter hacia la barbilla y tras lamer el borde de la misma, continuó arrastrando su lengua hacia su cuello, notando el latido de su corazón y el bombeo de su sangre en él. Besó dulcemente éste, antes de continuar lamiendo hacia su torso, haciendo que sus labios se enredaran en su frondoso vello, presionando débilmente su pezón derecho con sus labios, mientras alzaba la vista para encontrar los ojos azules del humano.
Algo paralizado, Peter parecía debatirse entre el deseo y el deber. ¿Acaso los soldados humanos en Lunargenta tenían órdenes de no relacionarse íntimamente con vampiros y vampiresas?
―Nadie se enterará de esto jamás, Peter.
Continuó lamiendo su torso hacia el otro de sus pezones y poco a poco notó cómo las manos del humano comenzaban a viajar también por su cuerpo, notando cómo se posaban sobre sus nalgas.
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Re: La Tristeza Del Héroe [Solitario] [+18]
Al sentir cómo Peter se encontraba cada vez menos tenso, Cohen llevó sus labios de nuevo a la boca del humano, haciendo que sus bocas se reencontraran en un cálido beso. Mientras sus lenguas volvían a entrelazarse, Cohen llevó su mano derecha al evidente bulto que se escondía entre las piernas del soldado.
Lo estuvo toqueteando con sus dedos aunque ejerció con éstos una mayor presión en el momento en el que el beso terminaba y sus miradas se encontraban. El vampiro pudo contemplar cómo el ritmo de la respiración de Lannet aumentaba. Comenzó a desabrochar los pantalones del hombre y los bajó rápidamente. La fina prenda que encontró bajo la tela evidenciaba aún más la rigidez de su miembro y el tamaño del mismo.
Al liberarlo por completo, el vampiro no pudo evitar acercar su rostro a su miembro. Para empezar, comenzó a olerlo, pegando la punta de su nariz, captando el olor más íntimo del hombre. Luego, sujetando el glande de su pene con un par de dedos, pasó la lengua desde la base de sus testículos hasta la punta, dejando un rastro de saliva que terminaba en un glande que desapareció en su boca en pocos segundos.
Engulló parte del miembro rápidamente, ejerciendo presión con sus labios, a medida que arrastraba el prepucio con ellos. Su lengua recorría el glande, moviéndola en círculos, ensalivando el miembro a medida que tragaba un poco más.
Alzó la vista para contemplar el rostro del humano. Encontró en la distancia sus ojos azules, claramente perceptibles por la luz de las velas, observándoles detenidamente. En sus labios, una pícara sonrisa de deseo, que dejó escapar un pequeño chorro de saliva que terminó impactando sobre su miembro.
Cohen aumentó el ritmo de la mamada, reteniendo en sus labios la saliva del humano. Aceleraba la velocidad de su lengua, provocando olas de placer, para luego parar en seco completamente, mientras sus labios ejercían una fuerte presión sobre el miembro. Para volver a empezar de nuevo.
El vampiro llevó su mano izquierda a las nalgas de Lannet y con su dedo pulgar, comenzó a abrirse hueco entre sus nalgas, hasta encontrar el orificio de entrada. Comenzó a masajear la entrada de éste, mientras su boca continuaba trabajando en su falo.
Mientras compartían una nueva mirada, el dedo del vampiro se introdujo en su interior a la vez que los labios de Cohen llegaban hasta la misma raíz de su miembro, habiéndolo engullido por completo.
Lo estuvo toqueteando con sus dedos aunque ejerció con éstos una mayor presión en el momento en el que el beso terminaba y sus miradas se encontraban. El vampiro pudo contemplar cómo el ritmo de la respiración de Lannet aumentaba. Comenzó a desabrochar los pantalones del hombre y los bajó rápidamente. La fina prenda que encontró bajo la tela evidenciaba aún más la rigidez de su miembro y el tamaño del mismo.
Al liberarlo por completo, el vampiro no pudo evitar acercar su rostro a su miembro. Para empezar, comenzó a olerlo, pegando la punta de su nariz, captando el olor más íntimo del hombre. Luego, sujetando el glande de su pene con un par de dedos, pasó la lengua desde la base de sus testículos hasta la punta, dejando un rastro de saliva que terminaba en un glande que desapareció en su boca en pocos segundos.
Engulló parte del miembro rápidamente, ejerciendo presión con sus labios, a medida que arrastraba el prepucio con ellos. Su lengua recorría el glande, moviéndola en círculos, ensalivando el miembro a medida que tragaba un poco más.
Alzó la vista para contemplar el rostro del humano. Encontró en la distancia sus ojos azules, claramente perceptibles por la luz de las velas, observándoles detenidamente. En sus labios, una pícara sonrisa de deseo, que dejó escapar un pequeño chorro de saliva que terminó impactando sobre su miembro.
Cohen aumentó el ritmo de la mamada, reteniendo en sus labios la saliva del humano. Aceleraba la velocidad de su lengua, provocando olas de placer, para luego parar en seco completamente, mientras sus labios ejercían una fuerte presión sobre el miembro. Para volver a empezar de nuevo.
El vampiro llevó su mano izquierda a las nalgas de Lannet y con su dedo pulgar, comenzó a abrirse hueco entre sus nalgas, hasta encontrar el orificio de entrada. Comenzó a masajear la entrada de éste, mientras su boca continuaba trabajando en su falo.
Mientras compartían una nueva mirada, el dedo del vampiro se introdujo en su interior a la vez que los labios de Cohen llegaban hasta la misma raíz de su miembro, habiéndolo engullido por completo.
Cohen
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Re: La Tristeza Del Héroe [Solitario] [+18]
El cuerpo de Lannet se tensaba a causa del placer. El movimiento del dedo de Cohen en su interior había hecho que su respiración se agitase y que pequeños gemidos escaparan de su boca.
El vampiro continuaba con la frenética mamada, sacando y volviendo a introducir parte del falo del hombre de entre sus labios, en un rápido ritmo de morbo y lujuria que tenían al hermano al borde del éxtasis.
Peter cogió suavemente la cabeza de Cohen entre sus grandes manos e inmovilizándola con ellas, comenzó a tomar el control de la acción, haciendo que su miembro entrara en el interior de la boca del vampiro a su gusto. Cohen, que notaba la intensidad de la follada que su boca estaba recibiendo, se percataba cómo ésta se comenzaba a llenar de saliva y cómo ésta mojaba el miembro del humano a la vez que escapaba de su boca por la comisura de los labios, colgando por parte de su barbilla.
Tras unos minutos de intensa actividad en el que el rostro del vampiro se terminó enrojeciendo, el humano liberó su boca de la presión de su miembro, permitiéndole respirar. El vampiro, arrodillado ante el humano, alzó la vista con mirada desafiante, mientras recuperaba el aliento perdido y su respiración volvía a la normalidad.
― Desnúdate. Quiero verte ―añadió el humano, expresando su deseo de forma tímida.
Cohen comenzó a desprenderse de sus prendas. Primero, dejó su pálido pecho ante su vista, con una fina capa de vello negro cubriéndolo, antes de pasar a un abdomen liso.
Luego, bajó su pantalón para dar dejar ver al humano su exquisita prenda de ropa interior de seda negra, que se ajustaba a su piel de forma elegante y natural.
Tras liberarse también de la ropa interior, dejó a la vista del humano sus genitales. Aunque su miembro no era para nada comparable con el inconmensurable tamaño de la polla del soldado, Cohen pensaba que no estaba del todo mal.
Cómo vendetta a su juego, Cohen notó como las manos de Peter se aferraban rápidamente a sus nalgas, notando cómo un dedo del humano, más largo y grueso que los suyos, se colaba entre sus nalgas, mientras el soldado le mostraba una clara mirada de deseo.
Cohen aferró sus manos a los hombros de Peter, mientras miraba su rostro directamente, a unos quince centímetros más arriba. Hundió los dedos de sus manos en su carne mientras sentía cómo las manos del soldado se adueñaban de sus nalgas e invadían su orto.
El deseo del vampiro de hundir sus dientes en su carne, probar su sangre se incrementaba, pero no quería dejar una marca en el cuerpo de Peter. No quería dejar ni una prueba de aquel encuentro en ningún rincón de aquel impresionante cuerpo.
Mientras un segundo dedo avanzaba en su interior, Peter le arrastraba poco a poco de nuevo hacia la cama, haciéndole girar cuándo llegaron a ésta, colocando al vampiro a cuatro patas sobre la misma.
El vampiro continuaba con la frenética mamada, sacando y volviendo a introducir parte del falo del hombre de entre sus labios, en un rápido ritmo de morbo y lujuria que tenían al hermano al borde del éxtasis.
Peter cogió suavemente la cabeza de Cohen entre sus grandes manos e inmovilizándola con ellas, comenzó a tomar el control de la acción, haciendo que su miembro entrara en el interior de la boca del vampiro a su gusto. Cohen, que notaba la intensidad de la follada que su boca estaba recibiendo, se percataba cómo ésta se comenzaba a llenar de saliva y cómo ésta mojaba el miembro del humano a la vez que escapaba de su boca por la comisura de los labios, colgando por parte de su barbilla.
Tras unos minutos de intensa actividad en el que el rostro del vampiro se terminó enrojeciendo, el humano liberó su boca de la presión de su miembro, permitiéndole respirar. El vampiro, arrodillado ante el humano, alzó la vista con mirada desafiante, mientras recuperaba el aliento perdido y su respiración volvía a la normalidad.
― Desnúdate. Quiero verte ―añadió el humano, expresando su deseo de forma tímida.
Cohen comenzó a desprenderse de sus prendas. Primero, dejó su pálido pecho ante su vista, con una fina capa de vello negro cubriéndolo, antes de pasar a un abdomen liso.
Luego, bajó su pantalón para dar dejar ver al humano su exquisita prenda de ropa interior de seda negra, que se ajustaba a su piel de forma elegante y natural.
Tras liberarse también de la ropa interior, dejó a la vista del humano sus genitales. Aunque su miembro no era para nada comparable con el inconmensurable tamaño de la polla del soldado, Cohen pensaba que no estaba del todo mal.
Cómo vendetta a su juego, Cohen notó como las manos de Peter se aferraban rápidamente a sus nalgas, notando cómo un dedo del humano, más largo y grueso que los suyos, se colaba entre sus nalgas, mientras el soldado le mostraba una clara mirada de deseo.
Cohen aferró sus manos a los hombros de Peter, mientras miraba su rostro directamente, a unos quince centímetros más arriba. Hundió los dedos de sus manos en su carne mientras sentía cómo las manos del soldado se adueñaban de sus nalgas e invadían su orto.
El deseo del vampiro de hundir sus dientes en su carne, probar su sangre se incrementaba, pero no quería dejar una marca en el cuerpo de Peter. No quería dejar ni una prueba de aquel encuentro en ningún rincón de aquel impresionante cuerpo.
Mientras un segundo dedo avanzaba en su interior, Peter le arrastraba poco a poco de nuevo hacia la cama, haciéndole girar cuándo llegaron a ésta, colocando al vampiro a cuatro patas sobre la misma.
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Re: La Tristeza Del Héroe [Solitario] [+18]
Sobre la cama, no tardó en sentir cómo las manos de Peter separaban sus nalgas. Los dedos del humano volvieron a estimular su zona anal, mientras sentía cómo la boca de Lannet se acercaba a su carne. Notó el cálido contacto de su lengua, que lamía las nalgas del vampiro, mientras aumentaba el ritmo de sus movimientos en su interior.
Una oleada de placer recorrió el cuerpo del vampiro. Aunque normalmente le gustaba mantener el control sobre sus amantes, la confianza que tenía en Lannet era muy superior a la que solía tener con otros, por lo que simplemente, se dejó hacer, poniéndose a merced de la voluntad del humano.
Así que cuando sintió la boca del hombre entre sus nalgas, humedeciendo su zona íntima para una próxima embestida. Cohen llevó su mano derecha hacia atrás, hacia la cabeza del hombre, agarrándola por sus cabellos y presionándola entre sus nalgas, haciendo que su boca tomara más profundidad entre ellas.
Los movimientos de la lengua del humano le llevaban al éxtasis y tras unos segundos ensalivando su orto, abierto y dispuesto al placer, ofreció su cuerpo a Lannet.
―¿A qué esperas para reventarme?
Las palabras surgieron efecto y tras unos segundos, el vampiro sintió cómo el cuerpo de Lannet se colocaba tras él. Miró hacia atrás, clavando su mirada en el rostro del hombre, perdido en el placer, para obtener una faceta de él que no había visto antes. Aquella sonrisa, algo más relajada. La morbosa cicatriz de su mejilla. Un hombre que se dejaba llevar por un íntimo deseo que normalmente mantenía reprimido.
Sintió cómo su polla comenzaba a introducirse en su cuerpo y Cohen cogió aire, mientras se aferraba a la manta que cubría su lecho. Poco a poco, sentía cómo el falo se introducía en su interior, haciéndose dueño de él, poco a poco.
El intenso placer se acentuó con las embestidas del humano. Hundiendo los dedos en la carne del vampiro, aferrándose con fuerza a su cintura, el movimiento rápido de Lannet hacía que su miembro se apropiase de su interior.
La respiración de Cohen aumentaba su ritmo. El vampiro llevó su mano izquierda hacia su pene y comenzó a masturbarlo, incrementando su placer. Lannet llevó una de sus manos hacia su cuello y parando el ritmo del sexo, dejando su miembro clavado en su interior, le dio una fuerte embestida, introduciendo de golpe la parte de su largo falo que no había sido clavada.
Con la totalidad del miembro del humano en su interior, Cohen disfrutó del placer de sentirse dominado, antes de cambiar las riendas.
Una oleada de placer recorrió el cuerpo del vampiro. Aunque normalmente le gustaba mantener el control sobre sus amantes, la confianza que tenía en Lannet era muy superior a la que solía tener con otros, por lo que simplemente, se dejó hacer, poniéndose a merced de la voluntad del humano.
Así que cuando sintió la boca del hombre entre sus nalgas, humedeciendo su zona íntima para una próxima embestida. Cohen llevó su mano derecha hacia atrás, hacia la cabeza del hombre, agarrándola por sus cabellos y presionándola entre sus nalgas, haciendo que su boca tomara más profundidad entre ellas.
Los movimientos de la lengua del humano le llevaban al éxtasis y tras unos segundos ensalivando su orto, abierto y dispuesto al placer, ofreció su cuerpo a Lannet.
―¿A qué esperas para reventarme?
Las palabras surgieron efecto y tras unos segundos, el vampiro sintió cómo el cuerpo de Lannet se colocaba tras él. Miró hacia atrás, clavando su mirada en el rostro del hombre, perdido en el placer, para obtener una faceta de él que no había visto antes. Aquella sonrisa, algo más relajada. La morbosa cicatriz de su mejilla. Un hombre que se dejaba llevar por un íntimo deseo que normalmente mantenía reprimido.
Sintió cómo su polla comenzaba a introducirse en su cuerpo y Cohen cogió aire, mientras se aferraba a la manta que cubría su lecho. Poco a poco, sentía cómo el falo se introducía en su interior, haciéndose dueño de él, poco a poco.
El intenso placer se acentuó con las embestidas del humano. Hundiendo los dedos en la carne del vampiro, aferrándose con fuerza a su cintura, el movimiento rápido de Lannet hacía que su miembro se apropiase de su interior.
La respiración de Cohen aumentaba su ritmo. El vampiro llevó su mano izquierda hacia su pene y comenzó a masturbarlo, incrementando su placer. Lannet llevó una de sus manos hacia su cuello y parando el ritmo del sexo, dejando su miembro clavado en su interior, le dio una fuerte embestida, introduciendo de golpe la parte de su largo falo que no había sido clavada.
Con la totalidad del miembro del humano en su interior, Cohen disfrutó del placer de sentirse dominado, antes de cambiar las riendas.
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Re: La Tristeza Del Héroe [Solitario] [+18]
Tras un par de nuevas embestidas, Cohen tomó el control. Colocando a Lannet sobre la cama, boca arriba, se sentó sobre su miembro, haciendo que éste se introdujera de nuevo entre sus nalgas.
Mientras le miraba a los ojos y a su erótica cicatriz, el vampiro llevó sus manos a las muñecas del hombre, aprisionándolas con ellas sobre el lecho. A la vez, comenzó a mover sus caderas en círculos, haciendo que su miembro se moviera en su interior, cada vez con una mayor soltura.
Cohen veía los gestos de placer en el rostro de Peter cada vez que su movimiento de caderas aumentaba su ritmo o se paraba en seco, haciendo que su pene, clavado en su interior, recibiera gran cantidad de inesperados estímulos.
El vampiro notaba cómo el miembro del humano se había apoderado de su ano y con un ritmo rápido y apasionado, moviéndose arriba y abajo sobre él, mientras hundía sus dedos en la piel de los hombros del soldado, clavándose el falo en su interior, cada vez de forma más profunda y placentera.
Los gemidos de Peter se intensificaban. Su rostro se había enrojecido a causa del calor corporal que le causaba ese exquisito placer. Su mirada azul se clavaba en la suya, mientras Cohen le sonreía viendo cómo tenía el control y al humano, a su merced.
Las ganas de morderle se intensificaban en cada una de las embestidas. Quería hundir sus colmillos en su cuello y probar su sangre, paralizarle por completo durante unos breves segundos, aumentando aún más su placer, mientras saboreaba el sabroso líquido de la vida. Pero nuevamente se contuvo de hacerlo.
Ese momento de distracción le valió al humano para librarse de la presión de las manos en la muñeca y aferrándose a la cintura de Cohen, haciendo que las piernas del vampiro rodearan su cadera, volvió a tomar el control.
Tras ponerse en pie, sujetando el cuerpo del vampiro cargado sobre el suyo, con el pene aún clavado en su interior, comenzó una frenética follada en la cual, el vampiro, sujetado en suspensión a los hombros del humano, recibía los apasionados besos del hombre en su boca, a la vez que su miembro taladraba sin piedad su orificio.
Unos segundos más tarde, Cohen sintió la eyaculación del hombre fluir en su interior, mientras el humano llegaba al éxtasis. La presión del pene en su próstata y el sentirse lleno por dentro intensificó el placer del vampiro, que terminó eyaculando igualmente unos segundos más tarde, sobre el peludo pecho del hombre que le sostenía sobre su cuerpo.
Mientras le miraba a los ojos y a su erótica cicatriz, el vampiro llevó sus manos a las muñecas del hombre, aprisionándolas con ellas sobre el lecho. A la vez, comenzó a mover sus caderas en círculos, haciendo que su miembro se moviera en su interior, cada vez con una mayor soltura.
Cohen veía los gestos de placer en el rostro de Peter cada vez que su movimiento de caderas aumentaba su ritmo o se paraba en seco, haciendo que su pene, clavado en su interior, recibiera gran cantidad de inesperados estímulos.
El vampiro notaba cómo el miembro del humano se había apoderado de su ano y con un ritmo rápido y apasionado, moviéndose arriba y abajo sobre él, mientras hundía sus dedos en la piel de los hombros del soldado, clavándose el falo en su interior, cada vez de forma más profunda y placentera.
Los gemidos de Peter se intensificaban. Su rostro se había enrojecido a causa del calor corporal que le causaba ese exquisito placer. Su mirada azul se clavaba en la suya, mientras Cohen le sonreía viendo cómo tenía el control y al humano, a su merced.
Las ganas de morderle se intensificaban en cada una de las embestidas. Quería hundir sus colmillos en su cuello y probar su sangre, paralizarle por completo durante unos breves segundos, aumentando aún más su placer, mientras saboreaba el sabroso líquido de la vida. Pero nuevamente se contuvo de hacerlo.
Ese momento de distracción le valió al humano para librarse de la presión de las manos en la muñeca y aferrándose a la cintura de Cohen, haciendo que las piernas del vampiro rodearan su cadera, volvió a tomar el control.
Tras ponerse en pie, sujetando el cuerpo del vampiro cargado sobre el suyo, con el pene aún clavado en su interior, comenzó una frenética follada en la cual, el vampiro, sujetado en suspensión a los hombros del humano, recibía los apasionados besos del hombre en su boca, a la vez que su miembro taladraba sin piedad su orificio.
Unos segundos más tarde, Cohen sintió la eyaculación del hombre fluir en su interior, mientras el humano llegaba al éxtasis. La presión del pene en su próstata y el sentirse lleno por dentro intensificó el placer del vampiro, que terminó eyaculando igualmente unos segundos más tarde, sobre el peludo pecho del hombre que le sostenía sobre su cuerpo.
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Re: La Tristeza Del Héroe [Solitario] [+18]
Los hombres reposaban en la cama, boca arriba, mientras asimilaban lo que acababa de ocurrir, en silencio. Mientras que, para el vampiro, aquello había sido simplemente un acto de desfogue sexual con un hombre al que había llegado a apreciar, para el soldado quizás era algo muy distinto.
Las normas de los soldados humanos capitaneados por Lannet eran algo fijas: ellos estaban en Sacrestic Ville para vigilar la actividad vampírica de la ciudad. El hecho de que el hombre que ocupaba el mayor rango entre ellos hubiese fornicado con un vampiro quizás no sería demasiado bien visto entre los demás.
Pero nadie tenía por qué enterarse. Cohen estaba tranquilo en ese aspecto, ya que nunca daba explicaciones de su vida sexual a nadie. En cambio, Peter mostraba cierta preocupación en el rostro y unos minutos más tarde de haber alcanzado el éxtasis, el placer… quizás se mostraba arrepentido de haber traspasado la línea.
―Te ofrecería quedarte a dormir aquí… pero algo me dice que no estás dispuesto a hacerlo.
Giró la cabeza para mirar al soldado, que hizo el mismo gesto para concentrar sus ojos en los suyos. Sonrió levemente, mirando al vampiro, antes de incorporarse sobre la cama y comenzar a vestirse.
Cohen hizo lo mismo, pero limitándose a vestirse sólo con su ropa interior de lencería negra. Se dirigió a la mesa dónde había empezado el acto sexual, en cuya superficie continuaba el elixir de dulces sueños que había preparado para el humano.
Se lo cedió a éste, que vestido, se encontraba junto a la puerta dispuesto a salir. Compartieron una mirada algo incómoda para el humano, que parecía avergonzado por toda la situación.
Decidido, Cohen dio un par de pasos hacia él y agarrando su rostro con sus manos, volvió a acercar su boca a la suya, en un cálido aunque corto beso.
―Vuelve cuándo quieras ―le dijo, mientras se apartaba de nuevo de la puerta principal, huyendo de la luz diurna que entraría en la habitación durante un breve instante― Busca un final para mi historia. La próxima vez que nos veamos, te pediré que me lo cuentes.
Peter se limitó a asentir. Alzó la mano dónde reposaba el elixir alquímico que el vampiro le había preparado para decir:
―Gracias por esto. Nos vemos pronto.
Y mientras cerraba la puerta, el vampiro tuvo la impresión de que quizás no sería así.
Las normas de los soldados humanos capitaneados por Lannet eran algo fijas: ellos estaban en Sacrestic Ville para vigilar la actividad vampírica de la ciudad. El hecho de que el hombre que ocupaba el mayor rango entre ellos hubiese fornicado con un vampiro quizás no sería demasiado bien visto entre los demás.
Pero nadie tenía por qué enterarse. Cohen estaba tranquilo en ese aspecto, ya que nunca daba explicaciones de su vida sexual a nadie. En cambio, Peter mostraba cierta preocupación en el rostro y unos minutos más tarde de haber alcanzado el éxtasis, el placer… quizás se mostraba arrepentido de haber traspasado la línea.
―Te ofrecería quedarte a dormir aquí… pero algo me dice que no estás dispuesto a hacerlo.
Giró la cabeza para mirar al soldado, que hizo el mismo gesto para concentrar sus ojos en los suyos. Sonrió levemente, mirando al vampiro, antes de incorporarse sobre la cama y comenzar a vestirse.
Cohen hizo lo mismo, pero limitándose a vestirse sólo con su ropa interior de lencería negra. Se dirigió a la mesa dónde había empezado el acto sexual, en cuya superficie continuaba el elixir de dulces sueños que había preparado para el humano.
Se lo cedió a éste, que vestido, se encontraba junto a la puerta dispuesto a salir. Compartieron una mirada algo incómoda para el humano, que parecía avergonzado por toda la situación.
Decidido, Cohen dio un par de pasos hacia él y agarrando su rostro con sus manos, volvió a acercar su boca a la suya, en un cálido aunque corto beso.
―Vuelve cuándo quieras ―le dijo, mientras se apartaba de nuevo de la puerta principal, huyendo de la luz diurna que entraría en la habitación durante un breve instante― Busca un final para mi historia. La próxima vez que nos veamos, te pediré que me lo cuentes.
Peter se limitó a asentir. Alzó la mano dónde reposaba el elixir alquímico que el vampiro le había preparado para decir:
―Gracias por esto. Nos vemos pronto.
Y mientras cerraba la puerta, el vampiro tuvo la impresión de que quizás no sería así.
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