[Zona de Culto]Santuario del dragón de Mjulnr
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[Zona de Culto]Santuario del dragón de Mjulnr
Santuario del dragón de Mjulnr
Situado en el centro de Dundarak, es lo más parecido a un castillo que los dragones poseen. Una muralla de obsidiana rodea el palacio y siete torreones cubren los cielos. El número siete hace referencia a la corona de siete puntas que un día llevó el Rey Dragón Mjulnir. Visto desde el cielo, el santuario posee la forma de esta corona.
El interior del santuario está decorado con telares que relatan las hazañas del Rey y objetos que antaño le perteneció. Destaca, en el centro mismo del palacio, una simple fuente de mármol siempre repleta de agua. Los dragones creen que en esa fuente se encuentra la magia de sus ancestros.
Los jóvenes de Dundarak, después de su primera transformación en dragón, acuden al Santuario del Rey Mjulnir y beben de su fuente pidiendo ser tan sabios y justos como el viejo rey.
Información
1. Este apartado es para rezar, hacer sacrificios, plegarias y ofrendas a los dioses, a cambio de que ellos te den suerte. Por tanto, aquí se lanzarán las runas, pero se hará a petición de un máster y on rol.
2. Al ser on rol, se deberán cumplir todas las normas en cuanto a los posts: ortografía, número de líneas…
3. No se podrán hacer posts off rol para lanzar las runas.
4. No se podrá rolear entre usuarios.
5. La dinámica es la misma que en “Suerte oficial de temas aleatorios”: uno escribe su post y lanza runas. La única diferencia será que se deberá hacer en on rol, mostrando respetos a los dioses a los que pides suerte.
6. Se puede elegir el lugar de culto para que se adapte mejor a las creencias del personaje, los másters lo tendrán en cuenta a la hora de mandarte a hablar con los dioses.
Sigel
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Re: [Zona de Culto]Santuario del dragón de Mjulnr
- Vamos, date prisa. - la apremió el dragón, saliendo por la puerta de la posada en cuanto el sol se ocultó tras las montañas. - ¿Qué pasa? ¿A qué viene tanto apuro? - preguntó la benjamina de los Calhoun, que lo seguía de cerca sin la más mínima idea de lo que su compañero tenía en mente. - Tenemos que ir a un sitio antes del banquete. - contestó, tomándola de la mano y tirando de ella en dirección a la zona central de la ciudad. - ¿A dónde? - volvió a formular la joven, acelerando el paso para poder ir a la par que el cazador. - Ahora lo verás. - fue lo único que obtuvo por respuesta. En las calles hacía frío, la gélida brisa hizo que se encogiese ligeramente dentro de su abrigo, nunca se acostumbraría al clima de Dundarak. Una fina capa de nieve cubría el suelo y los tejados de los edificios, tiñendo de blanco hasta donde alcanzaba la vista.
Caminaron en silencio durante algo más de diez minutos, y entonces el alado se detuvo ante un imponente edificio que la de ojos verdes había visto muchas veces al pasar, pero que nunca había visitado. - ¿El santuario? ¿Por qué me has traído hasta aquí? - inquirió, con la vista aún clavada en el impresionante castillo. La muralla que lo rodeaba estaba hecha por completo de obsidiana y los torreones se alzaban hacia el cielo formando las puntas de una corona, lo había leído en alguna parte, aunque claramente solo se podía apreciar desde las alturas. - No hemos tenido mucha suerte estos dos últimos meses, el dragón de Mjulnr podría cambiar eso si le hacemos una ofrenda. - explicó, demostrando una vez más la gran fe que tenía en los dioses y en todo lo sagrado.
Alister era mucho más optimista que ella, siempre confiaba en que sus plegarias fuesen escuchadas, la de cabellos cenicientos en cambio aceptaba lo cruel de su destino, los dioses no jugaban con ella pero la ponían a prueba constantemente. - Intentémoslo. - accedió la centinela, poniéndose de nuevo en marcha y salvando la distancia que los separaba del santuario. Dos estatuas con forma de dragón presidían la entrada, cuyos ojos de ónice, oscuros y aparentemente vacíos, brillaban con la luz de la luna. Una vez dentro la decoración cambiaba, las paredes estaban cubiertas por cuidados telares que mostraban las hazañas del rey Mjulnr, mientras algunas de sus pertenencias se exponían en vitrinas de cristal o colgadas en soportes.
La vampira no estaba demasiado familiarizada con la historia de aquel lugar así que se tomó su tiempo para admirar cada una de las escenas, luego siguió avanzando hacia la fuente que ocupaba el centro del palacio. - La tradición manda que todos los dragones vengan aquí después de su primera transformación, bebemos de esta agua y confiamos en que nos brinde sabiduría para actuar de forma justa en nuestras vidas. - reveló el cazador, apoyando una mano en el borde de la fuente. - Lo recuerdo como si fuera ayer, todavía no controlaba los cambios de forma pero estaba ansioso por unirme a la comunidad y convertirme en un hombre de bien. - añadió, trayendo a su memoria las imágenes de aquel día, sobre todo los orgullosos rostros de su padre y de Emily. - En ese momento decidí que sería un caballero dragón y protegería estas tierras… pero conoces el resto de la historia, las cosas nunca salen como uno espera. - dijo para terminar, observando las calmadas aguas durante unos segundos antes de apartarse y guiarla hasta otra parte de la estancia, aquella reservada a las oraciones y ofrendas.
Ambos se arrodillaron frente a una estatua de Mjulnr, y cerrando los ojos se dispusieron a comenzar con sus plegarias. - Gran rey, que nos observas desde las alturas, dame la fuerza para luchar hasta el último aliento y defender a mis seres queridos, recibe este obsequio como muestra de mi respeto. - oró Alister, en voz baja. Tras decir esto abrió los ojos y depositó en uno de los cuencos varias joyas de oro, lo poco que le quedaba de su familia, pero no lo veía como una pérdida, no si el alado contestaba a sus peticiones permitiéndole formar una nueva en el futuro junto a la de cabellos cenicientos.
- Sabio Mjulnr, que concedes tu don a los jóvenes para que sigan el camino de la rectitud, no permitas que caiga en la oscuridad otra vez, guíame por el sendero de la luz y ayúdame a poner fin al mal que tanto tiempo lleva atormentándome. - pidió la joven, al tiempo que extraía de su bolsa una pulsera que le había regalado su madre poco después de que su hermano y ella la rescatasen del poblado abandonado. Tras esto desenvainó la matajinetes y la alzó frente a la estatua con solemnidad, sin apartar la mirada del venenoso filo. - Bendice mis armas, para que me conduzcan a la victoria y las dudas no me asalten llegado el momento de la verdad. - añadió, antes de devolverla cuidadosamente a su cinturón.
Con esto sus oraciones estaban completas, y ya solo les quedaba esperar que fuesen escuchadas. Todavía era temprano pero aquella noche tenían que asistir a un banquete elegante, lo cual les obligó a abandonar el castillo y buscar algo de alimento para la señora de sombras antes de volver a la posada para prepararse de cara al evento.
Post para el desafío: banquete en honor a Valeska
Caminaron en silencio durante algo más de diez minutos, y entonces el alado se detuvo ante un imponente edificio que la de ojos verdes había visto muchas veces al pasar, pero que nunca había visitado. - ¿El santuario? ¿Por qué me has traído hasta aquí? - inquirió, con la vista aún clavada en el impresionante castillo. La muralla que lo rodeaba estaba hecha por completo de obsidiana y los torreones se alzaban hacia el cielo formando las puntas de una corona, lo había leído en alguna parte, aunque claramente solo se podía apreciar desde las alturas. - No hemos tenido mucha suerte estos dos últimos meses, el dragón de Mjulnr podría cambiar eso si le hacemos una ofrenda. - explicó, demostrando una vez más la gran fe que tenía en los dioses y en todo lo sagrado.
Alister era mucho más optimista que ella, siempre confiaba en que sus plegarias fuesen escuchadas, la de cabellos cenicientos en cambio aceptaba lo cruel de su destino, los dioses no jugaban con ella pero la ponían a prueba constantemente. - Intentémoslo. - accedió la centinela, poniéndose de nuevo en marcha y salvando la distancia que los separaba del santuario. Dos estatuas con forma de dragón presidían la entrada, cuyos ojos de ónice, oscuros y aparentemente vacíos, brillaban con la luz de la luna. Una vez dentro la decoración cambiaba, las paredes estaban cubiertas por cuidados telares que mostraban las hazañas del rey Mjulnr, mientras algunas de sus pertenencias se exponían en vitrinas de cristal o colgadas en soportes.
La vampira no estaba demasiado familiarizada con la historia de aquel lugar así que se tomó su tiempo para admirar cada una de las escenas, luego siguió avanzando hacia la fuente que ocupaba el centro del palacio. - La tradición manda que todos los dragones vengan aquí después de su primera transformación, bebemos de esta agua y confiamos en que nos brinde sabiduría para actuar de forma justa en nuestras vidas. - reveló el cazador, apoyando una mano en el borde de la fuente. - Lo recuerdo como si fuera ayer, todavía no controlaba los cambios de forma pero estaba ansioso por unirme a la comunidad y convertirme en un hombre de bien. - añadió, trayendo a su memoria las imágenes de aquel día, sobre todo los orgullosos rostros de su padre y de Emily. - En ese momento decidí que sería un caballero dragón y protegería estas tierras… pero conoces el resto de la historia, las cosas nunca salen como uno espera. - dijo para terminar, observando las calmadas aguas durante unos segundos antes de apartarse y guiarla hasta otra parte de la estancia, aquella reservada a las oraciones y ofrendas.
Ambos se arrodillaron frente a una estatua de Mjulnr, y cerrando los ojos se dispusieron a comenzar con sus plegarias. - Gran rey, que nos observas desde las alturas, dame la fuerza para luchar hasta el último aliento y defender a mis seres queridos, recibe este obsequio como muestra de mi respeto. - oró Alister, en voz baja. Tras decir esto abrió los ojos y depositó en uno de los cuencos varias joyas de oro, lo poco que le quedaba de su familia, pero no lo veía como una pérdida, no si el alado contestaba a sus peticiones permitiéndole formar una nueva en el futuro junto a la de cabellos cenicientos.
- Sabio Mjulnr, que concedes tu don a los jóvenes para que sigan el camino de la rectitud, no permitas que caiga en la oscuridad otra vez, guíame por el sendero de la luz y ayúdame a poner fin al mal que tanto tiempo lleva atormentándome. - pidió la joven, al tiempo que extraía de su bolsa una pulsera que le había regalado su madre poco después de que su hermano y ella la rescatasen del poblado abandonado. Tras esto desenvainó la matajinetes y la alzó frente a la estatua con solemnidad, sin apartar la mirada del venenoso filo. - Bendice mis armas, para que me conduzcan a la victoria y las dudas no me asalten llegado el momento de la verdad. - añadió, antes de devolverla cuidadosamente a su cinturón.
Con esto sus oraciones estaban completas, y ya solo les quedaba esperar que fuesen escuchadas. Todavía era temprano pero aquella noche tenían que asistir a un banquete elegante, lo cual les obligó a abandonar el castillo y buscar algo de alimento para la señora de sombras antes de volver a la posada para prepararse de cara al evento.
Post para el desafío: banquete en honor a Valeska
Última edición por Elen Calhoun el Sáb 14 Jul - 13:34, editado 1 vez
Elen Calhoun
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Re: [Zona de Culto]Santuario del dragón de Mjulnr
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Tyr
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Re: [Zona de Culto]Santuario del dragón de Mjulnr
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Seraphine sentía el control de Cohen como un suave susurro que la guió hasta su centro más profundo, donde en lugar de resistencia, surgió una devoción callada, un clamor sagrado que reverberaba en sus pensamientos. Se sintió impulsada a implorar ayuda, a buscar la bendición de los dioses para la misión que se cernía sobre ella, como si el fervor de una antigua plegaria se hubiera adueñado de su alma. Las palabras, nacidas de sus emociones más hondas, comenzaron a fluir en un murmullo casi reverente:
“Oh, dioses de la llama y el destino, guíen mis pasos en esta noche. Concededme el poder y la certeza para actuar, pues mi causa no es solo mía. En este trance, acepto vuestro propósito, vuestra guía… que mi fuego sea justicia, que mi furia sea vuestro juicio.”
Sentía cómo cada palabra afianzaba la influencia de Cohen sobre su voluntad, mezclando sus pensamientos con una especie de entrega sagrada. La sensación de duda se tornaba ahora en una convicción profunda y absoluta; el eco de las palabras en su mente la envolvía en una sensación de responsabilidad que le pesaba sobre los hombros como un manto bendito.
“Para aquellos que buscan paz, que mis llamas sean escudo; para quienes obstruyen el camino, que mis llamas sean castigo.” Con cada frase, sus emociones se hacían eco de una antigua devoción, una disposición total a cumplir el mandato divino que creía escuchar en su interior.
De algún modo, Seraphine sentía que los dioses la observaban, que el destino mismo sostenía el peso de su misión entre sus manos. Una fuerza ajena, envolvente y poderosa, la llevaba a asumir el sacrificio con gratitud, como si fuera una ofrenda en el altar de aquellos que velan por el equilibrio de todas las razas. El hechizo de Cohen se sentía como un pacto sagrado, una causa que le daba fuerzas para enfrentarse a cualquier desafío.
Finalmente, se entregó por completo a la voluntad que la dominaba, convencida de que cada llama y cada aliento de fuego era una ofrenda aceptada por los dioses. Alzó la vista al cielo, con el corazón rebosante de fervor:
“Que vuestro juicio sea el mío… que mi fuego, vuestra voluntad.”
“Oh, dioses de la llama y el destino, guíen mis pasos en esta noche. Concededme el poder y la certeza para actuar, pues mi causa no es solo mía. En este trance, acepto vuestro propósito, vuestra guía… que mi fuego sea justicia, que mi furia sea vuestro juicio.”
Sentía cómo cada palabra afianzaba la influencia de Cohen sobre su voluntad, mezclando sus pensamientos con una especie de entrega sagrada. La sensación de duda se tornaba ahora en una convicción profunda y absoluta; el eco de las palabras en su mente la envolvía en una sensación de responsabilidad que le pesaba sobre los hombros como un manto bendito.
“Para aquellos que buscan paz, que mis llamas sean escudo; para quienes obstruyen el camino, que mis llamas sean castigo.” Con cada frase, sus emociones se hacían eco de una antigua devoción, una disposición total a cumplir el mandato divino que creía escuchar en su interior.
De algún modo, Seraphine sentía que los dioses la observaban, que el destino mismo sostenía el peso de su misión entre sus manos. Una fuerza ajena, envolvente y poderosa, la llevaba a asumir el sacrificio con gratitud, como si fuera una ofrenda en el altar de aquellos que velan por el equilibrio de todas las razas. El hechizo de Cohen se sentía como un pacto sagrado, una causa que le daba fuerzas para enfrentarse a cualquier desafío.
Finalmente, se entregó por completo a la voluntad que la dominaba, convencida de que cada llama y cada aliento de fuego era una ofrenda aceptada por los dioses. Alzó la vista al cielo, con el corazón rebosante de fervor:
“Que vuestro juicio sea el mío… que mi fuego, vuestra voluntad.”
Seraphine Valaryon
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Re: [Zona de Culto]Santuario del dragón de Mjulnr
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Tyr
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